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HEGEL Y EL ESTADO Cinco conferencias y un apéndice ERIC WEIL Título del original francés: HEGEL ET L'ETAT Ediciones elaleph.com

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    C i n c o c o n f e r e n c i a sy u n a p n d i c e

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    Ttulo del original francs:HEGEL ET L'ETAT

    Ediciones elaleph.com

  • Editado porelaleph.com

    1999 Copyrigth www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    PREFACIO

    El ttulo de este trabajo es Hegel y el Estado.Pero tal ttulo no indica con exactitud los lmites delproblema; se trata en verdad de una crtica a lacrtica tradicional segn la cual Hegel sera eldefensor del Estado prusiano y el profeta de lo quese designa a menudo como estatismo. Esta crtica esvlida? Para no ocuparse ya de un filsofo bastaestimar que el Estado se halla en el centro de supensamiento poltico? Y si supusiramos que estofuera legtimo, se aplicara a Hegel dicha crtica?

    Sera, pues, engaoso buscar en estas pginas unanlisis completo de la filosofa del Estado deHegel. Tal estudio no podra efectuarse sino a partirde la ontologa, es decir, de la ontolgica hegeliana,fundamento de la comprensin de todas las partesdel sistema. No nos permitimos intervenir en esta

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    discusin y en esta interpretacin inmanente de lapoltica de Hegel (tomando la palabra poltica en elsentido aristotlico). Sin embargo, el lector advertirquiz ciertas alusiones y nos conceder -nosatrevemos a esperarlo- que hemos intentado tenerpresente la unidad del pensamiento del filsofo.

    Hemos renunciado a toda crtica de la literaturaexistente sobre el tema. En algunos casos la rele-gamos a las notas, mas nunca con la intencin derefutar o corregir en sus pormenores opinionescuyo detalle no nos interesa aqu. El especialistaobservar sin dificultad los puntos de armona y dedesacuerdo y comprobar, a menos que nosengaemos, que no nos hemos alejado de la opinincomn sino sobre la fe de los textos.

    En cuanto concierne a esos textos nos hemosservido de aquellos fechados despus de la cada deNapolen. Con muy escasas excepciones hablamosde los escritos juveniles ni de la Fenomenologa delEspritu. Fundamos nuestra interpretacin sobre laFilosofa del derecho, y complementariamente en laEnciclopedia de las ciencias filosficas. Los textos que nohan sido redactados por el mismo Hegel, enparticular los agregados a la Filosofa del derecho, quelos editores de las Obras completas han extrado de los

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    cursos del maestro, las Lecciones sobre la filosofa de lahistoria y las Lecciones sobre la historia de la filosofa slonos proporcionarn ilustraciones y frmulas, y ellonicamente cuando nos lo permita un testimonio

    autntico.1 No hablamos, entonces, de la formacindel pensamiento hegeliano, problema que ha sidotratado por Th. L. Hring, y con anterioridad, y

    mejor, por F. Rosenzweig,2 en una obra notable por

    1 Aclaramos que no pretendemos afirmar que los textos de losdiferentes cursos de Hegel carezcan de valor para la interpretacin desu pensamiento. Pero muy a menudo sirven de punto de partida adiversas exgesis, y sus frmulas, ms brillantes que exactas, hanproducido, por cierto, ms dao que beneficio. Slo puede convalidarsu autoridad un texto que el autor mismo ha fijado despus de madurareflexin y luego de haber pesado sus trminos de un modo distinto delque lo hara el mejor expositor si l hablase libremente (como siestuviera dentro del espritu de Hegel). En los pasajes donde las"Lecciones" parecen contradecir los libros y los escritos ser necesarioseguir a stos, y si hay acuerdo entre ambos, los primeros no nos en-searn nada nuevo (excepto sobre la aplicacin del sistema adominios determinados de la realidad). Resulta, a la vez, enconsecuencia, ms correcto y simple atenerse a los textos publicadospersonalmente por Hegel.

    2 Th. L. Hring, Hegel, sein Wollen, sein Werke, vol. I, Leipzig y Berln,1929; vol. II, Leipzig y Berln, 1938. - F. Rosenzweig, Hegel und der Staat,dos vol., Munich y Berln, 1920. Es imposible enumerar todas lasinterpretaciones de la filosofa poltica de Hegel: son raros los autoresque tratan de la historia moderna, de la teora del Estado, de losmovimientos polticos del siglo pasado que no le hayan dedicado, porlo menos, algunas lneas. Los trabajos ms importantes aparecidosantes de 1920 se encuentran mencionados en Rosenzweig; la biografams reciente es la que ofrece Henri Niel. De la mdiation dans la philosophie

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    la penetracin que evidencia su autor respecto atodos los puntos particulares, si bien nos pareceerrnea en su concepcin global.

    Hemos credo til aadir un breve apndice so-bre Marx y la Filosofa del derecho.

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    Para una poca que prefiere la pasin al pen-samiento -por razones que Hegel ha indicado demanera precisa-, se le ha de permitir al autor agregaruna simple observacin sobre el fin del presentetrabajo. El sabe muy bien que Hegel no tienenecesidad de defensores: si su teora es justa la reali-dad misma se encargar de justificarla. En cuanto aquerer tornarla "accesible" ello tampoco tendragran sentido; no se vulgariza un libro cientfico; sepuede facilitar su lectura mediante un comentarioajustado y detallado (de lo que no se trata aqu). No

    de Hegel, Pars, 1945, y por Jean Hyppolite, Gnse et estructure de laPhnomnologie de l'Esprit, Pars, 1947 (hay edicin cast.). La bibliografade obras en lengua inglesa se halla en G. H. Sabine, History of PoliticalTheory, Londres, 1948, (ms completa) en W. M. McGovern, From Lutherto Hitler, Londres, s/f. (1947?). En Francia la discusin no parece haberrealizado verdaderos progresos despus que E. Vermeil resumi ycritic las tesis opuestas de Andler y Bash en La Pense politique deHegel, en tudes sur Hegel, Pars, 1931, pp. 165-234.

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    es posible traducir el texto a un lenguaje ms "claro"y ms sucinto. Por el contrario, una obra filosficaescrita de modo que admita tal traduccin nomerecera que se emprenda esa tarea, puesto que enun texto filosfico cada frase debe tener para lacomprensin del todo tanta importancia comosucede con cada frmula en un tratado de mate-mtica, que no se puede pasar en limpio ni reducirsepara comodidad de los lectores. Un trabajo de landole del que ofrecemos no puede tener ms queuna pretensin: despertar el inters por el textomismo y eliminar los obstculos para comprenderloque se han acumulado a travs del tiempo.

    El autor no ignora que esta tentativa provocaruna reaccin unnime, si es verdad que puedasuscitarla: l ha cometido un grave delito. Los ar-gumentos de este juicio sern muy diferentes: se dirque esta interpretacin (o contra-interpretacin) esuna apologa de la dictadura de derecha, de la iz-quierda, del liberalismo, del moralismo, del indi-ferentismo, del dogmatismo, etc. Slo se estar deacuerdo sobre la condenacin misma. El autor noreclamar la absolucin, no porque no crea tenerderecho a ella, sino porque considera demasiadodbiles las posibilidades de obtenerla. El no se

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    reserva ms que el derecho (del que para mayor se-guridad hace uso continuamente) de subrayar quepresenta una tesis cientfica que se refiere a un librocientfico, que lo que dice (y lo que, segn l, ha dichoHegel) es verdadero o falso, y que no puede detenerseen consideraciones ocasionales. Ahora bien, todaciencia, y sobre todo la filosofa, la que es cienciaslo en forma eminente, en mayor medida quecualquier ciencia particular, que es lo que concede atodo inters cientfico particular su carcter deciencia (aunque este inters particular no sepa nadade ella), la ciencia, insistimos, no dice: Si quieresesto debes hacer aquello o adaptarte a ello; si eligestal actitud, ella exigir de ti tal reaccin delante dedeterminada dificultad. No expresa lo que esnecesario elegir, pues es suficientemente liberal paraadmitir la posibilidad de una eleccin que comportala destruccin de la ciencia misma, en cuyo caso elhombre de ciencia, que ha optado en su vida por laciencia, agregar por su parte, y a ttulo personal,que se opone a la actitud en cuestin: la ciencia, encuanto a ella se refiere, si bien sirve a todo elmundo, rehusa su servicio siempre que se exija deella un servicio exclusivo.

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    Hablar del Estado en s mismo, de la Sociedaden s misma, de la Historia en s misma, no es unamanera de dar satisfacciones a los creadores de"sistemas" (que poseen como rasgo saliente su in-coherencia. Y sin embargo es, quiz, la tarea polticams elevada que exista. Es posible que la razn nologre nada sin la pasin; mas ser siempre til (porno decir indispensable, lo que sera falso, puesto quese exime de ella alegremente) preguntar cules sonlas relaciones entre la pasin y la razn, problemaque es l mismo competencia de la razn. Tal vezHegel se haya equivocado; es posible (y esto leparece muy probable al autor) que su tesis no puedaser refutada, aunque ella consiga ser superada, esdecir, mantenida en toda su extensin, msampliada e impulsada ms lejos: ciento treinta aos*

    de una historia turbulenta en exceso han terminadopor plantear problemas que era imposible formularcon anticipacin, por lo menos de manera concreta.Sea lo que fuere, no es el caso de tomar posicin,sino de discutir la base racional de una toma de

    * La primera edicin francesa de este libro se public en 1950, y sutexto no ha sido modificado en las siguientes. La ltima, que sirvi debase a esta traduccin, es de 1980. (N. del T.)

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    posicin, de toda toma de posicin consciente, res-ponsable, coherente; en suma, verdaderamentepoltica.

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    CAPTULO I

    EL LUGAR HISTRICO DE LAFILOSOFA

    POLTICA DE HEGEL

    No obstante una serie de buenos libros publica-dos durante los ltimos treinta aos, tanto enAlemania como en Francia, Hegel resulta entre to-dos los filsofos de primera fila el menos conoci-do, o sin duda aquel a quien se conoce peor. Ello noimpide de ningn modo que cierta imagen de estehombre se haya afirmado con gran autoridad, comouno de esos retratos que dejaban tras de s losgrandes pensadores, histricamente importantes, enefecto, porque nos han legado tales efigies queactan mucho ms al modo de un ideal que de unconcepto. As como Platn es el creador de lasideas, Aristteles el artfice de la lgica formal y dela biologa y Kant el rigorista, Hegel es el hombrepara quien el Estado es todo, el individuo nada, es

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    decir, la moral significa una forma subordinada dela vida del espritu: en sntesis, representa elapologista del Estado prusiano.

    Se sabe, por cierto, que Hegel dirigi su atencina otros problemas, que fue, como se dice, panlo-gista, que elabor una filosofa de la naturaleza,considerada romntica, por completo incompren-sible, y peor que ello, no cientfica, que dict cursossobre filosofa de la religin, esttica e historia; nose ignora, adems, que sus libros han ejercido unainfluencia a menudo decisiva ya de manera directa,ya porque fijaron el pensamiento de autores que sedecidieron por su oposicin a las solucioneshegelianas, aunque conservaron en sus problemas,casi sin conciencia de ello, la forma que Hegel leshaba dado; podra afirmarse que para combatir lasideas de Hegel se han servido tambin de suscategoras. Mas stos son recuerdos extrados dehistoria de la filosofa: la medalla que circula entre elgran pblico (que a la larga termina por sersimplemente el pblico) se ha forjado con los rasgosdel prusiano, del reaccionario, del enemigo irre-conciliable de los liberales, del hombre ms criticadoy detestable para quienes constituan la "izquierda"

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    en el siglo XIX. Sera una temeridad pretendercorregir tal imagen.

    Resulta fcil, por supuesto, mencionar hechospara justificar este intento. Por ejemplo, Hegel fueuno de los censores ms implacables de Prusia en elmomento en que, al fin de su juventud, se dedic alos problemas polticos al tiempo que abandonabael dominio de la teologa que haba sido antes el

    suyo.3 De ello se concluir que la Prusia que tena

    3 Sera Fichte quien en cierto momento de su carrera tendra muchoms derecho que Hegel al ttulo de filsofo del Estado prusiano si sepiensa en Estado policial, constituido de reglamentos, dominado poruna autoridad central y absoluta. Hegel se burla de esta reglamentacin,de todos los detalles de la vida, desde el ensayo sobre la Diferencia entrelos sistemas de Fichte y de Schelling (1801), ed. Lasson, pp. 64 y ss. y 67nota., hasta la Filosofa del derecho, Prefacio, pp. 14 y ss., ed. Lasson,tercera ed. El texto de la Constitucin prueba que el pensamiento y nosolo el gusto de Hegel rechaza Estado de la autocracia fridericiana yposfridericiana (La constitucin de Alemania, ed. Lasson, seg. ed., p.31): "La diferencia es infinita entre un poder estatal que se ordena detal modo que todo aquello con lo cual puede contar se halla en susmanos y que al contrario, a causa de ello, no puede contar con nadams, y (un poder estatal) que aparte de todo cuanto tiene en su poderpuede contar tambin con la liberal adhesin, el amor propio y elpropio esfuerzo del pueblo, con un espritu omnipotente e invencibleque ha expulsado esta jerarqua y que no es evidente sino en el punto enque el poder supremo deja liberada la mayor parte posible (de losasuntos pblicos) a la propia iniciativa de los ciudadanos. Slo secomprender en lo futuro cmo en tal estado moderno, donde todoest ordenado desde arriba, donde nada que posea aspecto universal sedeja a la administracin y a la ejecucin de las partes del pueblo queestn interesadas en ello -es la forma que se ha dado a la repblica

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    entonces ante sus ojos no era la que ms tarde ha

    citado como ejemplo,4 puesto que es la primera quele proporcionar la imagen popular de ese Estado.Se puede agregar que la Prusia histrica, la deGuillermo Federico IV, la de los Guillermo, la queha sido el centro del tercer Reich, no abrigaba elsentimiento de deberle demasiado al filsofo, sinoal contrario, muerto ste, el gobierno real realizcuanto estuvo a su alcance para destruir suinfluencia, y para esa tarea llam al viejo Schelling aBerln, y excluy a los hegelianos de las ctedras.Adems, en suma, como Hegel, a partir de larevolucin de julio de 1830 adquiri una enorme in-fluencia en el mundo entero -excepto en Prusia- seinferir que la Prusia imperial no se reconoci en el

    Francesa- (cmo en tal Estado) se engendrar una vida seca y tediosa ysin espritu, si ese tono pedante del gobierno puede mantenerse; portanto, qu gnero de vida y qu avidez dominan en otro Estado,ordenado de ese modo, esto es, el estado prusiano, es algo que sor-prende a cada uno que entra en la primera aldea de este Estado o aquien advierte la falta total de genio cientfico y artstico o al que noconsidere la fuerza (prusiana) segn la efmera energa a la cual un genioaislado pudo elevarla durante cierto tiempo". El texto de este pasaje noha recibido su forma definitiva; pero se est de acuerdo en fijar sufecha de redaccin entre 1798 y 1802.

    4 Ver los textos que se ofrecen ms adelante.

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    pretendido retrato trazado por Hegel, sea que ste la

    pintara mal, o la hubiera pintado demasiado bien.5

    5 Demasiado bien pintado para complacer el romanticismo deFederico Guillermo IV, admirador de las teoras de C. L. von Haller(ver ms adelante), y que no le gustaba que se insistiera sobre el carcterconstitucional (en principio) de la Prusia posnapolenica. Mal pintado,porque una serie de rasgos e instituciones que para Hegel son esencialesjams existieron en Prusia, o slo existieron en las partes anexadasdespus de 1815. Como aqu no se intenta hacer historia, es suficientecitar sobre el caso tres ejemplos: a) Toda la estructura del Estadohegeliano se funda y se centra en el parlamento (los estamentos, en elsentido que la palabra tats tena en 1789, si bien no se trata para Hegelde los mismos estamentos); por tanto, no hay parlamento en Prusia;slo existen estamentos provinciales y la primera reunin en la "dieta"prusiana de esos estamentos provinciales se realiz en 1847. Es justoadvertir que Hegel demuestra coraje cvico en sus clases; pues a Fe-derico Guillermo III, que haba prometido, por decreto del gabinete del22 de mayo de 1815, la formacin de una "representacin del pueblo",le disgustaba profundamente que se le recordara su promesa. El 21 demarzo de 1818 respondi a las autoridades provinciales y comunalesrenanas que se haban atrevido a exigir una constitucin: "Ni el decretodel 22 de mayo de 1815 ni el artculo 13 del acta de la Confederacinfijan el momento en que debe introducirse la constitucin porestamentos. No todo momento es oportuno para introducir cambios enla constitucin del Estado. Quien recuerde al soberano las promesasque ste ha dado por su libre decisin duda de manera impa y criminaldel carcter de la promesa del prncipe y usurpa el juicio que a l lecorresponde en cuanto concierne al momento conveniente paraintroducir esta constitucin". b) La publicidad de los debates parla-mentarios no se admita en las provincias que haban conservado losestamentos. Mas, segn Hegel, esta publicidad es importante para elcontrol de la administracin y la formacin de la opinin pblica. c) Lavieja Prusia no conoca la institucin del juicio por jurado, que en laopinin de Hegel es la que nicamente da satisfaccin a la auto-conciencia del ciudadano, que exige ser juzgado por sus pares y no poruna corporacin que le es extraa. Por lo dems, el lector de la Filosofadel derecho, sin apelar a obras especializadas, no tiene ms que recurrir al

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    Todo lo expresado contradice la tradicinconocida sobre el filsofo de la Restauracin. Y sinembargo ello no basta para destruir la imagen de laque he hablado, y que para manifestarlo rpi-damente, me parece falsa. Porque si bien esas ob-jeciones son importantes, ya que la admiracin he-geliana por Prusia no pudo haber sido sentimental eirreflexiva, supuesta la actitud crtica de suscomienzos, ni ella fue tampoco total dada lareaccin del Estado prusiano, no es menos evidenteque tales observaciones se oponen otras de pesocasi semejante: Hegel ha hablado de la forma delEstado prusiano como la forma perfecta del Estado;afirm que el espritu germano cristiano dominabael presente, y critic el proyecto ingls de reformasparlamentarias en 1830, al que opuso las condi-

    ciones logradas por el gobierno de Berln.6 Estosson los hechos, tanto ms expresivos puesto quehablan por la boca de Hegel. El filsofo admir porlo menos el principio del Estado prusiano y no hay

    captulo consagrado a Prusia por Ch. Seignobos en su Historia poltica deEuropa contempornea para comprobar en qu pequea medida lo queHegel llama el Estado moderno corresponde a la Prusia histrica de losaos 1815 a 1820.

    6 Ver las referencias ms abajo.

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    manera de dudar de ello. Queda por desentraar elsignificado de esta admiracin.

    Si se considera lo que se ha dicho sobre Hegeldurante la segunda mitad del siglo XIX, no he en-contrado ms que un solo texto, que ni siquiera estal sino fragmentos de cartas que asumen la defensacontra el reproche tradicional de ser el filsofo de la

    reaccin.7 En cuanto al resto, todos estn de

    7 Para ser exactos, sera indispensable citar an apologas talescomo la de Rosenkranz (Apologie Hegels gegen Dr. R. Haym), publicada en1858. Pero adems de que el escrito, no obstante un buen nmero deobservaciones justas y pertinentes, es dbil, su autor (como E. Gans)pertenece a la escuela Hegeliana que muy pronto se vio obligada amantenerse a la defensiva y no tuvo influencia a partir de la mitad delsiglo XIX. La historia de la escuela hegeliana permanece sin escribirse; elmejor resumen se halla en Johan Eduard Erdmann, Grundriss derGeschichte der Philosophie (tercera ed. -la cuarta hecha por BennoErdmann es inutilizable-, Berln, 1878, parg. 331 y ss.). La forma enque la gran tradicin alemana juzga a Hegel es evidente en la apologaque de su filosofa formula F. Meinecke (el maestro de Rosenzweig):"Los pensadores conservadores, liberales y radicales, histricos y doc-trinarios, nacionales y cosmopolitas pudieron nutrirse en la escuela deeste sistema... l (es decir, Hegel) est en primera fila entre los grandespensadores del siglo XIX que difundieron en general el sentido delEstado, la conviccin de la necesidad, de la grandeza y la dignidadmoral del Estado" (Weltbrgertum und Nationalstaat, seg. ed., MunichBerln, 1911, p. 272). En otras palabras, Hegel no es tan antiprusianocomo se ha dicho, si bien es an universalista (Meinecke lo expresa,lugar citado, p. 278 y s.). El nacionalista Meinecke est de acuerdo con elliberal Haym.

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    acuerdo: examinemos al viejo liberal Haym,8 sinmencionar a espritus de menos enjundia, aun queno de escasa influencia, tales como Welcker oRotteck, cabecillas del partido constitucional de laGran Alemania, y veamos la extrema izquierdaintegrada por los Bauer y su grupo su veredicto es

    unnime.9 Tornemos la mirada hacia la derecha,hacia Schelling, los herederos del romanticismo, laescuela histrica de Savigny. Si segn ellos Hegel no

    comparte su opinin10 es que no ha marchado alpaso del tiempo -pues la "derecha" est siemprecompuesta de gente que cree, por fin, habercomprendido las verdades eternas-, es decir, nologr captar las aspiraciones de una poca

    8 Entre los adversarios de Hegel, Rudolf Haym es sin discusin elms importante, tanto por la calidad de su libro como por la influenciade ste. Hegel und seine Zeit fue escrito bajo el impacto de la polticareaccionaria que sigui al fracaso de la revolucin de 1848. Unasegunda edicin (Leipzig, 1927) a cargo de H, Rosenzweig, contiene enun apndice tiles indicaciones sobre la evolucin de Haym y lahistoria del Hegelianismo.

    9 Cf. ms arriba, nota 5. Para la crtica del joven Marx, vase elApndice al fin de este volumen.

    10 Numerosas informaciones (sin ninguna comprensin de losproblemas filosficos subyacentes) en M. Lenz, Geschichte der UniversitatBerln, Halle, 1910-1918, tres tomos en cuatro vol. En esta obra sepuede seguir con facilidad la evolucin de la poltica ministerial y laopinin universitaria.

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    renovada, purificada de los efluvios malignos delsiglo XVIII; para ellos Hegel tambin se habaquedado atrs.

    Como ya notamos, un solo texto es la excepcinen este caso. Veamos de qu trata: alguien publicun artculo en un peridico donde se hablaba deHegel, y puesto que estamos en 1870, y como Hegelha sido olvidado en Alemania, el director creeoportuno agregar una nota para advertir que Hegeles conocido por el gran pblico como quien des-cubri y glorific la idea "monrquica prusiana" delEstado. No bien se entera del hecho el autor delartculo se encoleriza y le escribe a un amigo comn:

    "Este animal se permite agregar notas al pie demi trabajo sin ninguna referencia del autor, notasque son torpes necedades. Yo ya haba protestadoen otras ocasiones, pero ahora la estupidez es tancruda que resulta intolerable... Este ignorante, quepor aos ha estado a horcajadas sobre la ridculaoposicin entre derecho y poder, sin lograr salir deella, este individuo, que como un soldado deinfantera ha montado sobre un caballo arisco y seha encerrado en la pista, tiene la audacia de liquidara un hombre como Hegel con la palabra"prusiano"... Estoy seriamente fastidiado... Ms vale

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    no publicar nada que ser presentado como unidiota..."

    su corresponsal le responde a vuelta de correo:"Yo le he escrito dicindole que hara mejor en

    cerrar el pico que repetir las viejas groseras deRotteck y Welcker... El pobre diablo es en verdad

    una bestia".11 El desdichado director es WilhelmLiebknecht, uno de los jefes de la social democraciaalemana; el autor de la primera carta es Engels; larespuesta proviene de Marx.

    11 Engels, 8 de mayo de 1870; Marx, l0 de mayo de 1870 (cartasNo. 1369 y 1370, ed. Mosc, vol. IV, 1939, p. 38 y s.). El inters deestas cartas es doble. Por una parte, muestran la diferencia entre losfundadores del marxismo y sus sucesores: Liebknecht ha prevalecidosobre Marx y Engels y en el presente los "revolucionarios" estn deacuerdo con los ''reaccionarios" para ver en Hegel el apologista delEstado Prusiano. Asimismo, la ltima obra de la escuela, G. Lukcs,Der Junge Hegel - Ueber die Beziegungen von Dialektik und Oekonomie (Zurich yViena, 1948; hay trad. castellana), afirma que Hegel, como idealista, nopoda dejar de reconciliarse con la pobre realidad de su poca. Esverdad que el autor no va ms all de sus anlisis de la Fenomenologa delEspritu y no se cree obligado a probar mediante la interpretacin de lostextos lo que anticipa de manera deductiva. Por otra parte, el textopermite comprender las razones de la alianza tan curiosa entre"liberales" y "nacionalistas" alemanes: unos defienden la sociedadcontra el Estado, los otros el Estado frente a la sociedad; ambosrehusan pensar la sociedad en el Estado, mientras que Marx y Engelsque se plantean, en efecto, el problema de la unidad de los dos,reconocen la autenticidad filosfica del anlisis hegeliano y protestancontra la tentativa de desdearla a partir de una posicin dogmtica y

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    El caso es sorprendente: Marx y Engels no pue-den aceptar que Hegel haya enaltecido la idea"monrquico prusiana" del Estado, y califican deanimal a quien ubica a Hegel entre los reaccionarios.Estamos frente a dos defensores de la reputacinpoltica de Hegel que son considerados comocrticos ms severos. Cmo explicar esta inslitaapologa?

    Resulta evidente que esta opinin, aunque ex-presada por dos conocedores tan eximios de Hegel,como lo fueron Marx y Engels, no pueden servir detestimonio. Sin embargo, dicha opinin se prestapara confirmar nuestra sospecha, pues nada serams natural que los reproches de conformismo,prusianismo, y conservadorismo proviniesen dequienes se presentan como los verdaderos pensa-dores de la revolucin. Si ellos, que afirman habersuperado a Hegel, se oponen a emplear tales im-pugnaciones, cmo dejar de plantearnos la pre-gunta de saber si esos cargos pueden mantenerse?Ahora bien, si tal reproche no puede ser conside-rado como evidente, la imagen tradicional de Hegelno aparecera slo borrosa en algunos detalles, sino con la ayuda de juicios de valor de orden poltico. Para la diferencia

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    que toda la correlacin de sus escritos carecera decoherencia y necesitaramos reemplazarla por otrams de acuerdo con los hechos.

    As entonces, no puede haber ms que un pro-cedimiento legtimo: observemos los textos; trate-mos de comprender lo que Hegel ha dicho, lo queha querido expresar y comparemos despus losresultados de esta investigacin con la crtica clsica.Si nuestra sospecha se confirma, esta tradicin seexplicar por s misma como un accidente filosfico(o quiz slo como un accidente).

    Desde ahora es posible sealar una de las razo-nes de este accidente: Hegel no es un autor fcil. Nose pretende decir que carezca de precisin yclaridad; pero la precisin y la claridad en materiade filosofa poseen el inconveniente de deslustrar laelegancia del estilo y la facilidad de la lectura. Hegeles accesible, no en la medida de lo corriente, sinoporque exige de sus lectores un gran esfuerzo decolaboracin.

    Hay que agregar a esto otro rasgo: los filsofos-por ello son filsofos y no hombres de accin-eluden tomar partido en los problemas polticos por

    entre Hegel y Marx, ver nuestro Apndice.

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    la razn (paradjica slo en apariencia) de queintentan comprender la Poltica. Hegel, a la manerade Platn o Aristteles, no se adhiere a las cues-tiones del da, y as cono su filosofa de la religinha sido invocada por los ortodoxos, a la vez quepor los destas y los ateos, tambin su teora polticafue atacada (y en ocasiones aprobada) por hombresde todos los matices, justamente porque, para l, nose trata de opiniones, sino de la teora de la ciencia.

    En ltima instancia (lo citamos para no volverms a ello, puesto que tal dificultad no interviene enlas cuestiones esenciales) Hegel no fue, por logeneral, ms valiente que los dems hombres de sutiempo y de todas las pocas: en no pocasoportunidades se adapt a las condiciones existen-tes (por ejemplo en el problema del mayorazgo) queen principio rechaz y que despus acept porexigencias de "alta poltica", y no siempre insistisobre las cuestiones que le habran atrado el fas-tidio (y algo peor) del Ministerio de Cultos; prefiriindicar lo que tena que decir con cierta discrecindando pruebas de un gran optimismo, justificado,adems, en lo que concierne a la comprensin delos lectores contemporneos, en cuanto a la pre-vencin de no unir dos textos que no se hallan en la

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    misma pgina, no extraer conclusiones cuyaspremisas son todas ofrecidas al mismo tiempo queel mtodo necesario para llegar a ellas. Se le puedenformular reproches, como el de haber conservadosu puesto, ya que no quiso enfrentar dificultades.Quien tenga la conciencia tranquila que le arroje laprimera piedra. Mas parece cierto que Hegel noabandon jams la menor parcela de lo esencial desu teora.

    Es oportuno recordar los acontecimientos quedeterminaron la historia de Prusia desde el co-mienzo del siglo XIX, durante la poca que para

    Hegel representaba el presente.12

    Fue una poca de extraordinaria agitacin, y si laRevolucin no produjo ningn efecto inmediato enBerln (aunque sea falso pretender que todos losmedios hayan sido hostiles o fros), las guerrasnapolenicas tuvieron all repercusiones msprofundas que en ninguna otra de las grandes ciuda-des. El Estado prusiano de Federico II, monarquatan absoluta como el imperio ruso, y en los hechosquiz ms centralizada, se derrumba en Jena, y se

    12 Para lo que sigue ver Seignobos, obra citada.

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    derrumba con tanta mayor rapidez puesto que suprincipio se haba desarrollado con ms pureza. Enel espacio de cuatro aos Prusia se transforma: lapropiedad terrateniente se torna enajenable (con lasola excepcin de los mayorazgos), los campesinosson liberados, las corveas se suprimen casi porcompleto, a las ciudades se les reconoce suautonoma administrativa, las dietas provinciales sereforman y se modernizan, la mayor parte de losprivilegios de la aristocracia queda abolida, laciencia se libera del control inmediato del Estado, elejrcito profesional se convierte en ejrcito popular.En suma, puede afirmarse que la mayora de lasconquistas de la Revolucin se otorgan al pueblo dePrusia. Ms esto no aconteci -y ello tiene granimportancia- porque el pueblo haya exigido estosderechos; al contrario, el gobierno reconociclaramente que slo la reforma profunda podabrindar el medio de proporcionar fuerzas al Estado,preparar con eficacia la nueva guerra, provocar esedespertar nacional sin el cual la lucha contra

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    Napolen no tendra la menor posibilidad de lograr

    xito.13

    Por supuesto que despus de la victoria de losaliados una parte de esas reformas no fue eliminada,pero s aplicada de manera vacilante; los sectoresprivilegiados del antiguo rgimen, mediante lapoltica de retardar la ejecucin del programa msbien que de resistirlo restauraron algunas de susviejas prerrogativas y buena parte de su influenciasocial, una vez que la presin exterior ces deconservar la unidad interior. No obstante, si eltemor a la revolucin obsede todava a los espritus(despus del ascenso de la marea reaccionaria, quesigui a las revoluciones de Italia y Espaa, los

    asesinatos del duque de Berry y Kotzebue,14 lapoltica contrarrevolucionaria no se restablece sinopasada la revolucin de julio de 1830), aunque cierta

    13 Es necesario insistir sobre este hecho que explica por s solo laconfianza que Hegel depositaba en los funcionarios y su conocimientode los asuntos y problemas de Estado. Sin embargo, no es por ciertoms que un factor biogrfico que explica sin justificar. Para el anlisisde un caso de oposicin entre gobierno "esclarecido" y "dietaretardataria", ver Versammlung der Lanstnde des Knigreichs Wrttemberg(1817, Obras, ed. Lasson, vol VII).

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    poltica "autoritaria" y "legitimista" impone susopiniones -ms en los detalles que en los principios-es indispensable agregar que, comparada con laFrancia de la restauracin o la Inglaterra anterior ala reforma de 1832, o la Austria de Metternich,Prusia era un Estado avanzado. En Francia lareforma de l830 eleva el nmero de electores a200.000 en todo el territorio; para Pars esa cantidadalcanzaba a 1850 votantes bajo el reinado de CarlosX. Prusia no era en verdad un Estado democrticoen el sentido moderno, con sus dietas provinciales,

    consultivas, elegidas;15 sin embargo, en ciertoaspecto resultaba tanto y aun ms evolucionada, porejemplo, que Gran Bretaa, donde en la mismapoca, sera falso hablar de un parlamento repre-sentativo del pueblo, es decir, un parlamento electo(la supresin de los burgos podridos en 1832 permitirascender la proporcin de electores y el de la

    14 Cf. en lo que respecta a las dificultades que surgieron entre la

    Universidad de Berln y el Ministerio despus del caso Kotzebue-Sand;y para la actitud de Hegel, Lenz, obra citada.

    15 Es oportuno recordar que dos aos despus de aparecer laFilosofa del derecho Federico Guillermo introdujo las dietas provincialescomo nica representacin del pueblo; en 1821 el proyecto deHardenberg prevea an un parlamento nacional, y es casi seguro queHegel haya deseado intervenir con su libro en favor de tal modo derepresentacin.

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    poblacin total de 1/32 a 1/22). El parlamentobritnico de la poca de Hegel decide, es verdad,pero no es el pueblo el que resuelve sobrecomposicin de ese parlamento. Y la ventaja dePrusia parece indiscutible en el plano administra-tivo, ya que slo las reformas iniciadas en 1832introdujeron en Inglaterra -y ello de manera muylenta- el derecho, el sistema administrativo local ynacional, y todo estaba por entero en manos de lascorporaciones mercantiles y de las grandes familias,mientras que Prusia conserv en sus provinciasoccidentales prcticamente todas las institucionesdel imperio napolenico y emprendi la moderni-zacin de sus restantes posesiones.

    Hegel profes en la primera universidad de estaPrusia renovada -Berln- desde 1818. Al asumir lactedra pronunci una leccin inaugural queconstitua el primer homenaje al Estado que aca-

    baba de designarlo.16 Cree que el momento es fa-vorable para la filosofa: el espritu, demasiadoocupado por lo externo durante la poca prece-dente, puede ahora ingresar en su propio dominio.

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    La libertad ha sido recuperada y en esta lucha elespritu se ha elevado por encima de las opinionesparticulares y de los diversos intereses para llegar alo profundo, que permite a la filosofa vivir yavanzar con rigor, a la vez que la protege del ag-nosticismo, el cual se presenta en las formas delhistoricismo, del sentimentalismo o de la reflexinkantianos. Y como el momento es adecuado, el lu-gar no lo es menos. Hegel habla en la capital dePrusia, en un Estado que se ha colocado al nivel delos Estados ms ricos y ms grandes. Ha logradotoda su gravitacin en la realidad y en la poltica conla ayuda del espritu: en Prusia el avance de laciencia constituye uno de los momentos esencialesde la vida del Estado. Prusia es el Estado delespritu.

    No es este el nico pasaje en que Hegel se refierea Prusia por su nombre; mas tales citas son muchomenos numerosas que lo que se podra creer si nosatenemos a la tradicin.

    Ya hemos mencionado la crtica a los escritos deljoven Hegel. Otros textos pertenecen a la poca deBerln. En las Lecciones sobre la filosofa de la historia -

    16 E1 texto se halla en la edicin Lasson, al comienzo de la

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    compilacin debida a la veneracin de losdiscpulos de Hegel, carentes, por tanto, de la au-toridad de las obras publicadas por l- Prusia sepresenta como la representante de la nueva iglesia,la iglesia luterana, cuyo rasgo esencial reside en queignora ya la separacin entre lo sagrado y loprofano; a esta Prusia se ha vuelto y se volver an

    la mirada de la libertad.17

    Otra alusin a Prusia, por fin, se halla en el ce-lebrado artculo sobre el Reform Bill ingls de

    1830;18 se trata, repetimos, de una alusin, ya que elnombre de Prusia no se cita. Se puede discutir encuanto al objetivo que persigui Hegel al escribireste artculo. Ha querido advertir a los inglesessobre el peligro que iban a correr si procedan atales reformas? Ello es poco probable, puesto que elcarcter semifeudal de la vieja Inglaterra siempre lepareci a Hegel poco satisfactorio. Ha pretendido

    Enciclopedia (seg. ed., pp. LXXII y s.).

    17 Ed. Lasson, p. 907, V, ibid. lo que es para Hegel el papel deAlemania: "Espiritual segn su destino, Alemania no ha podidoalcanzar su unidad poltica... En cuanto a la poltica exterior, Alemaniacarece de toda importancia. La libertad en Hegel no se comprende a lamanera de los "nacionales".

    18 Ed. Lasson, en el volumen Schriften zur Politik und Rechtsphilosophie,terc. ed., pp. 285 y ss.

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    sugerir que esas reformas, como paliativos, eraninsuficientes dada la situacin a que se haballegado? Tal vez. O habra intentado poner sobreaviso al gobierno prusiano al criticar la poltica deun gobierno extranjero, exigiendo, de modoindirecto, la realizacin de reformas ytransformaciones que haban comenzado a partir dela batalla de Jena, pero que se retardaban cada vezms? La historia de la poltica interna de FedericoGuillermo III, con sus dudas, sus medidasincompletas, sus iniciativas siempre abortadas, bienfueran stas progresivas o reaccionarias, hablara enfavor de esta ltima hiptesis, que podra hallar unaespecie de confirmacin en la prohibicinmonrquica que impidi la publicacin de la terceraparte del artculo, con el pretexto de que erariesgoso intervenir en los problemas internos deotro Estado. Pero cualquiera fuese la opinin que seprefiriera, la crtica de la constitucin inglesa en estetrabajo permite sacar conclusiones sobre lo queHegel crea descubrir en Prusia.

    Inglaterra -dice el filsofo- se halla histricamen-te retrasada porque la propiedad no es all libre,puesto que el Estado no ha preparado una buro-cracia especializada, y el derecho no est codificado,

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    ya que sigue siendo secreto, es decir, con-suetudinario, de modo que su interpretacin est enmanos de una corporacin de expertos y la coronaes demasiado dbil para permitir la transformacinnecesaria de las instituciones sin choques ni

    violencia.19 En el continente -declara Hegel- se halogrado, despus de largo tiempo, lo que los inglesesbuscan a tientas; en otros trminos, Prusia es, paral, el modelo -por lo menos en cuanto a losprincipios-, de la libertad realizada, el Estado delpensamiento, de la libre propiedad, de laadministracin que slo depende de la ley, el Estadode derecho. En 1830, como en 1818, Hegelconsidera a Prusia como el Estado moderno porexcelencia (lo que parece exacto desde el punto devista del historiador) y lo estima as porque la su-pone fundada sobre la libertad.

    19 Es interesante comprobar que la crtica hegeliana, quepermaneci desconocida en Inglaterra, toca todos los aspectos sobrelos cuales se fundaron las reformas realizadas en el siglo XIX, exceptoen lo relativo al refuerzo de la influencia real (en lugar del rey es elprimer ministro quien decide, en sentido hegeliano). Ver Elie HalevyHistoire du peuple anglais au XIXe. sicle, vol III, o entre las numerosashistorias de la constitucin inglesa el manual muy apto de Toswell,English Constitutional History, l0a. ed., revisada por Th. Plucknett.

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    Por lo dems, nuestro tema se plantea de otramanera y con mayor urgencia. Cmo pudo Hegelver a Prusia desde este ngulo? Cmo le fue posibleoponerse a todas las aspiraciones del "liberalismo",el nacionalismo, la democracia, esto es, a toda esaideologa de izquierda del siglo XIX que en gran me-dida constituye todava la ideologa de nuestrotiempo y uno de los fundamentos de todas laspropagandas que las acompaan? Y no es quedarsedetrs de los hechos expresar que se es opuesto aella? No indujo a movilizar el Estado, la policacontra los movimientos revolucionarios? Nodenunci a los idelogos que en su opininenvenenaban el espritu de la juventud? No haexcitado a los ministros contra las doctrinasfilosficas, teolgicas, polticas que le parecan po-ner en peligro al Estado como tal, segn l lo con-

    ceba?20

    No sera difcil hallar disculpas para Hegel.Como todos los pensadores comprob el fracaso dela Revolucin francesa en su sucesin de terror,dictadura y derrota. Se puede agregar, y ya lo hemos

    20 El relato de esas intervenciones se halla en Haym y en Lenz: el

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    mencionado, que los acontecimientos de los aosdurante los cuales fue escrita la Filosofa del derecho, lasrevoluciones abortadas de Italia y de Espaa ascomo los incalificables asesinatos polticosconfirmaron su desconfianza ante la "accindirecta"; que la experiencia no le mostraba ningnxito firme en la bsqueda de una sociedad mslibre, sino en el Estado nico donde ese progresohaba sido impuesto por un grupo de funcionarioscapaces, que actuaban tras la fachada del poder mo-nrquico, solucin ante cuyos problemas seenfrentaban an tanto la vieja aristocracia inglesacomo los nuevos partidos revolucionarios de lospases latinos, un progreso que si no haba sidorealizado, por lo menos estaba en vas de concre-tarse en el Estado del que Hegel acababa de con-vertirse en servidor.

    Mas no se enfoca en este caso el verdadero pro-blema. Aqu, puesto que se trata de filosofa, lostrminos liberal, conservador, reaccionario no tie-nen ningn sentido preciso y slo pueden asumirlopor la investigacin filosfica misma, una vez que(y en la medida que) ella haya dado una definicin

    punto de vista de los defensores de Hegel se encuentra en Rosenkranz.

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    del progreso y fijado su orientacin de la historia.Ciertamente si nos referimos a lo emprico se diceque la evolucin ha desmentido a Hegel. Pero, nose cae as en un circulo vicioso y no resulta pocolgico ver en Hegel al filsofo del Estado prusianoque ha podido amenazar -y algo ms que amenazar-a Europa durante casi un siglo y afirmar al mismotiempo que los hechos lo han refutado? Lo que esms serio, se supondra as que la historia hubieraresuelto la cuestin del Estado tal como Hegel laconcibi. Ahora bien, la historia no decide nunca enltima instancia (los retrocesos, la nueva barbarieson siempre posibles), y si ella hubiera "superado" aPrusia (lo que parece probable) habra probado msbien que Hegel tena razn en su tiempo y para sutiempo; y aunque no se tuviera en cuenta estaobjecin, no se habra refutado la concepcinhegeliana. Sera necesario ante todo probar que ellase aplica exclusivamente a ese Estado. En suma, noqueda ms que una va para dirimir esta cuestin, lade examinar la Filosofa del derecho, ese libro quedurante los quince aos que siguieron a la muerte deHegel, casi no ha hallado crticos, como tampocodurante la vida del autor, hasta devenir, a partir de

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    1848, el punto de ataque para todos los"impugnadores" del sistema hegeliano.

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    CAPTULO II

    LOS FUNDAMENTOS FILOSFICOS DELA POLTICA

    Todos conocen los "horrores" que llenan la Filo-sofa del derecho. Mencionaremos algunos de ellos: elEstado, se dice en esta obra, es lo divino sobre latierra, la sociedad est supeditada a l, la vida morales de una dignidad menor que la vida poltica, laforma perfecta de la constitucin es la monarqua, elpueblo debe obedecer al gobierno, la nacionalidades un concepto sin importancia, la lealtad hacia elEstado es el deber supremo del hombre que debe serciudadano, la eleccin popular es un mal sistema.Nos detendremos aqu para llegar a la parte ms

    atroz, esto es, a la clebre frase del Prefacio,21 esa

    21 Filosofa del derecho, Prefacio. Puesto que ninguna traduccin de untexto hegeliano puede dar el sentido exacto del original (a menos que secree una convencin precisa sobre el tema de la terminologa, y este no

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    blasfemia que desde hace ms de un siglo espanta alos prudentes idelogos de todos los partidos: "Loque es racional es real, y lo que es real es racional".Es una ofensa al buen sentido, el insulto supremoque no se perdona, un ultraje tan escandaloso que lamayor parte de los crticos -sta es por lo menos laimpresin que se recibe de sus escritos- no hapodido ir ms lejos, no digo en la lectura, sino en lacomprensin del libro.

    No obstante, Hegel se ha tomado el trabajo deexplicar lo que quiso decir. Ha subrayado que nohaba ms que abrir su Lgica para advertir que en su

    terminologa "realidad"22 y "existencia" no se es el caso aqu) es conveniente dar los principales textos en su original.As procede Weil, pero nosotros hemos omitido esta repeticin para nofatigar al lector y tratamos de ajustar las citas segn la edicin alemanade Hoffmeister, 1955, recordando que existen ediciones en nuestroidioma: Sudamericana, trad. Vermer, 1975; Claridad, 1968 y Un. Aut.de Mjico, 1975. Esta ltima no menciona traductor, pero sigue laversin citada de Claridad, con exclusin del prlogo (N. del T.).

    22 El trmino alemn que traducimos por realidad es wirklickeit, dewirken = "actuar creando", "producir un efecto en la realidad", mientrasque el trmino francs -y tambin el castellano- remite, por la palabrares (cosa) al objeto en tanto que encontrado, pasivo, objeto teortico.Segn el valor etimolgico de las palabras sera ms bien necesariotraducir por realidad lo que Hegel llama Dasein y que vertimos porexistencia (en una acepcin evidentemente muy distinta que las de Daseiny Existenz en Heidegger y los existencialistas). Es imposible traducir lostrminos Wirklichkeit y Dasein de tal modo que mantengan sus valoresetimolgicos, y al mismo tiempo, las posibilidades de empleo que sonlas propias en alemn. Es necesario insistir siempre sobre las correlaciones

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    confunden de ningn modo, que la existencia no esrealidad sino en parte, y que la otra parte estformada por la "apariencia" (Erscheinung). Nada seha obtenido de ello, y Haym, por ejemplo, declaraque esta distincin crea en efecto la debilidadprofunda de todo el sistema y permite a Hegelconformarse en su filosofa del Estado con la sim-

    ple realidad emprica.23 Supongamos que sea as;pero, cul es el sistema que en su moral y en supoltica, en los instantes en que se trata de la accin,puede renunciar a la distincin entre lo real y loaparente, lo importante y lo despreciable, lo esencialy lo que no lo es?

    Se debera probar que Hegel coloc mal el nfa-sis de su pensamiento, que tom por real lo que eraexistente. Ciertamente esto es lo ocurrido? Haym,que era un crtico inteligente, no dej de decir conclaridad lo que lo separaba de Hegel: para l Hegelsacrifica al individuo puesto que el inters por laarmona lo impulsa sobre el de la individualidad

    concreta y viviente.24 Hegel hubiera respondido (y

    tan distintas en ambos idiomas. Aclaramos que, por lo general, Weilsigue la trad. francesa de Kaan, aunque en ocasiones la modifica.

    23 Haym, lugar citado, p. 368.24 Id., ibid., pp. 369 y ss.

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    lo hizo en efecto): si la individualidad poda serracional en tanto que tal. Lo racional no es pornecesidad lo universal? La individualidad puedeexigir ms que ser reconciliada con la realidad de loracional, volverse a encontrar ella misma en lo quees en la medida en que lo que es resulta racional?Entonces, la crtica de Haym, si tiene sentido no esla crtica de toda filosofa?

    El hecho significativo es que Haym habra podi-do encontrar este argumento en otra forma, en elmismo Prefacio de la Filosofa del derecho, de la cualextrae su crtica:

    "En lo que respecta a la naturaleza se admite quela filosofa debe conocerla, como ella es, que la piedrafilosofal yace escondida en alguna parte, pero en lamisma naturaleza, lo que es racional en si y el saberdebe por tanto investigar y captar conceptualmenteesa razn real presente en ella, que es su esencia y suley inmanente, no la superfluidad, lasconfiguraciones y las contingencias, sino su armonaeterna. Por el contrario, el mundo tico, el Estado, larazn, tal como se realiza en el elemento de laautoconciencia no debe gozar de esa felicidad, puesha de ser la razn misma la que en verdad eleve eneste elemento a la fuerza y al poder, se afirme en l y

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    permanezca en l. Antes bien, el universo espiritualdebe estar librado a lo arbitrario y al azar,abandonado de Dios, de modo que segn esteatesmo del mundo tico, lo verdadero se encuentrafuera de este mundo, y al mismo tiempo, porquedebe ser tambin razn, lo verdadero slo es un pro-

    blema".25

    Esta comparacin entre la naturaleza y la polticaes sorprendente: Hegel rehusa admitir que la raznse encuentre slo en los fenmenos naturalesmientras que el dominio de la accin y de la historiaquedara abandonado a los sentimientos, a losdeseos, a las pasiones. As como hay ciencia de lanaturaleza, tambin hay ciencia del Estado, y larazn no est oculta ya en las producciones de laconciencia humana, sino en los fenmenos na-turales, considerados sin embargo comprensiblespara todo el mundo, es decir, como racionales encuanto a lo esencial. El mundo moral existe, y auncon sentido infinitamente ms elevado que elmundo de la naturaleza o de la exterioridad.

    25 Filosofa del derecho, Prefacio.

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    "Por un lado, para el sujeto, la sustancia tica, susleyes; y potencias tienen como objeto la relacin deque son, en el ms elevado sentido de laindependencia, una autoridad y un poder absoluto,infinito, ms fijo que el ser de la naturaleza... Laautoridad de las leyes ticas es infinitamente mselevada porque los objetos de la naturalezarepresentan la racionalidad slo de una manera porcompleto exterior y singular y la ocultan bajo la forma

    de la contingencia".26

    Para excluir el mal entendido clsico segn elcual se podra tratar de fundar la acusacin sobreese texto, ya de absolutismo, ya de relativismo (puesse sabe que el Estado realiza la moral, pero no seest de acuerdo en decidir de ello si Hegel ha sidorigorista en poltica o relativista en moral), bastaconsiderar el "otro aspecto" que introduce el pa-rgrafo siguiente:

    "Por otra parte, ellas (las leyes ticas) no son parael sujeto algo extrao, sino que el testimonio que elespritu da de ellas como de su propia esencia en la cuall tiene su propio sentimiento, que vive como en su

    26 Obra citada, parag. 146.

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    elemento indiferenciado de s; una relacin que esinmediatamente ms idntica que la propia fe y la

    confianza".27

    La vida del hombre es racional, l la conocecomo tal, si bien ese saber no sera (y l permanecelargo tiempo) sino el que da el sentimiento de surelacin inmediata con el mundo moral.

    Si nos interesamos sobre todo en la ontologahegeliana o en el fundamento ontolgico de supoltica, insistiramos sobre el hecho de que elempleo de los conceptos de sentimiento y de saberinmediato (el trmino se halla ms adelante en nuestrotexto) mostrara por s slo la necesidad de latransicin del mundo moral y del sentimiento alEstado. Mas lo que nos soporta este respecto es otracosa: el mundo en el que los hombres viven, en elcual se conocen entre s (pues aun sus dis-conformidades tienen sentido en relacin con esemundo), ese mundo es racional, las leyes de estavida son cognoscibles y lo son eminentemente, puestoque en ellas la razn no slo se realiza (ella secumple adems por todas partes), sino que termina

    27 Id., parg. 147.

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    por saber que ella debe llegar a ser. La teora delEstado, del Estado que es, no de un Estado ideal ysoado, es la teora de la razn realizada en elhombre realizada para si misma y por s misma.

    Se trata de una teora, no de un deseo, es decir,una investigacin del Estado: se puede buscar elbuen Estado, puesto que existe el Estado; pero loque se busca con el nombre de Estado bueno no esms, en sntesis, que el Estado tal como es en smismo para la razn. Y an esta bsqueda nopodra ser sino una bsqueda terica, una bsquedade lo que es real: la ciencia, y de ciencia se trata, seocupa de lo que es. "La filosofa es su poca captada

    por el pensamiento".28

    Y, sin embargo, dice Hegel, si entendemos aquienes exigen o proponen teoras nuevas y origi-nales sobre el Estado se creera

    "que no habra existido an en todo el mundoningn Estado o constitucin estatal, que tampocoha existido hasta el presente, sino que parece comosi ahora debera empezarse desde el comienzo -y esteahora dura de manera indefinida- y que el mundo

    28 Id., Prefacio.

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    tico ha esperado hasta hoy tales proyectos,

    investigaciones y fundamentos".29

    Pero nada ms absurdo que esperar recetas de lafilosofa, una enseanza de cmo debe ser elmundo. Todo lo contrario, sino que

    "como pensamiento del mundo ella -la filosofa-slo aparece en el tiempo despus que la realidad(Wirklichkeit) ha completado su proceso de

    formacin y est ya lista y realizada".30

    Existe un conocimiento del Estado tal como l esen s mismo, es decir, conocimiento de una idea delEstado, pero de una idea que difiere de la ideaplatnica en tanto ella es histrica, y no es una idea

    fuera del devenir sino una idea del devenir,31 que esconocimiento objetivo, y que no debe ocuparse desentimientos y opiniones, deseos, si ello no sucedeen la medida en que esos sentimientos llevan a la ac-cin y forman as la realidad, conocimiento que sloha de tomar posicin en favor de la verdad.

    29 Id., Prefacio.30 Id., Prefacio.31 Esta "idea" es, pues, normativa en el sentido de que ella da la

    posibilidad de apreciar lo que existe. Pero en otro sentido no es

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    Que todo ello no significa ni quiere significar queno importa cul es el Estado perfecto ni qu Estadotenga razn en todo lo que hace ni tampoco que elindividuo ha de ser siempre sometido a laobediencia ciega, es lo que surge de los textos ya

    citados32 y que sealan con evidencia que la ley siella es realidad en el sentido ms fuerte, es tambinla realidad menos extraa al hombre: en laconcepcin hegeliana toda la historia es esta re-conciliacin del individuo con lo universal.

    Sin embargo, puesto que sobre este punto seerige la mayor parte de los ataques contra el con-formismo de Hegel, resulta til presentar algunosotros textos que muestran que ha sabido extraer lasconsecuencias de su principio.

    "Cuando se habla de la idea del Estado no esnecesario representarse Estados particulares niinstituciones particulares; es indispensable consi-derar la idea, este Dios real (wirklich) para s. TodoEstado aun cuando se le declare malo, segn losprincipios que se tengan de l, o se le reconozca talimperfeccin, en especial si pertenece al nmero de normativa (y este punto es decisivo): ella no da un modelo intemporal oextratemporal. Cf. ms adelante el papel de la historia.

    32 Cf. las notas 7 y 8 del cap. II.

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    los Estados desarrollados de nuestro tiempo, llevaen s dos momentos esenciales de su existencia.Pero puesto que es ms fcil hallar defectos quecomprender lo positivo se cae con demasiadafrecuencia en el error de detenerse en los aspectosaislados y olvidar el organismo del Estado. ElEstado no es una obra de arte; se halla en el mundo,es decir, en la esfera de lo arbitrario, lo contingentey el error y una mala conduccin puededesnaturalizarlo en muchos aspectos. Empero, elhombre ms abyecto, el delincuente, el invlido y elenfermo son an hombres vivientes; la vida, lopositivo persiste a pesar de los defectos, y se trata

    aqu de lo positivo".33

    El retorno hacia lo interior (Hegel habla del in-dividuo que se separa del estado, en particular deScrates, como de quien opone al Estado atenienseel principio de la conciencia moral) se produce

    "en las pocas en las cuales lo que es reconocidocomo justo y bueno en la realidad y en la costumbre

    33 Es uno de los agregados que los primeros editores de las Obrascompletas han extrado de los cursos de Hegel. Los citamos porque lostextos que siguen garantizan que la expresin est por completo deacuerdo con las opiniones de Hegel. Filosofa del derecho, agregados alparg. 258, ed. Lasson.

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    no puede satisfacer a una voluntad superior; cuandoel mundo de la libertad existente se le ha tornadoinfiel, aquella voluntad ya no se encuentra en los

    deberes vigentes".34

    "Una determinacin del derecho puede sealarsecomo bien fundada y consecuente a partir de lascircunstancias y de las instituciones de derecho y sinembargo puede ser en y para s racional e

    irracional."35

    "La ciencia positiva del derecho no debesorprenderse... cuando se le exige si... una norma de

    derecho es, adems, racional".36

    "Dado que histricamente ha habido pocas ycondiciones brbaras, en que todo lo que pertenecaal dominio elevado del espritu resida en la iglesia,en que el Estado no era ms que un rgimen deviolencia, arbitrariedades y pasin... ello pertenece a

    la historia, en efecto".37

    No obstante ha existido y puede, sin duda,existir.

    34 Filosofa del derecho, parg. 138.35 Id., parg. 3 y tambin 30.36 Id., parg. 212.

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    Lo que es comn a todas estas citas -que es po-sible multiplicar sin dificultad- resulta la insistencia.con que ellas reconocen al hombre el derecho decriticar e impugnar al Estado. El Estado empricopuede ser imperfecto y no todo es siempre para lomejor en el mejor de los mundos; el derechopositivo puede ser irracional; el Estado concretopuede ser superado por la historia. Queda entoncesen pie la verdad simple: no se puede decir nadavlido antes de saber de qu se habla, como no sepuede juzgar a los Estados sin saber qu es elEstado.

    ***Puede afirmarse que todo esto "no tiene

    sentido", que no existe Estado en s mismo, que laidea de una poltica filosfica es absurda, que no hayms que vivir y dejar vivir, que todas las opinionesvalen y que en resumen slo el xito decide -nodecide sobre las teoras porque no hay teoras, sinola suerte de los individuos que se sirven de supues-tas teoras. Es posible declarar, en una palabra, queno hay historia, sino slo una serie de acon-

    37 Id., parg. 270.

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    tecimientos despojados de sentido, carente de todaestructura que dara a los hechos cohesin y uni-

    dad.38 Sin duda es sta una posicin defendible,pero se sigue entonces que quien invoca la violenciano tiene ya el derecho de protesta contra ella. Escierto que es dable observar (y ello ha ocurrido amenudo a partir de Platn) que los defensorestericos de la violencia toman el partido de la moral,puesto que ellos sufren la violencia, y que los que lapractican, ante el primer fracaso, apelan al tribunaldel destino o de la divinidad, al sentido de la historia,

    38 Se atribuye a menudo esta teora al mismo Hegel: la concepcinhegeliana dara razn a quien la incluye en la lucha y sera su "idea" laque se impondra. Es evidente que toda la teora del Estado se opone atal interpretacin. Sin embargo, ella es comprensible por dos razones:en la esfera de la lucha por el reconocimiento (cf. Fenomenologa del Es-pritu, con comentarios de A. Kojve, Introduction a la lecture de Hegel,Pars, 1947, sobre todo p. 11 y ss. (Hay trad. castellana de La Plyade)el que decide es, en efecto, el resultado de la lucha. Pero aparte de queno se trata de una lucha en el interior del Estado (que slo surgir deesta lucha) hay que observar que el proceso del espritu es la obra no deun vencedor, sino de un vencido, del esclavo. Adems, la historia serealiza mediante la accin violenta del hroe, por una parte, y la guerraentre los Estados liberados, por otra. En ambos casos se trata delEstado, ya de la fundacin o de la transformacin de un Estado, ya dela elevacin de un Estado a la supremaca. Pero las fundaciones y lasvictorias tienen valor positivo en la concepcin hegeliana slo acondicin de realizar un nuevo paso hacia el cumplimiento de lalibertad, es decir (para Hegel) de la razn. Cf. lo que se dir despussobre el hroe y la historia.

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    a las reglas anteriores a toda norma positiva y sonlos primeros en quejarse si la organizacin, es decir,el Estado, no funciona ya a su gusto. Sin embargo,puesto que no se puede tomar posicin en favor deun atomismo social que reconoce solo individuos,admitamos, para concederle la mejor parte aladversario, que los hombres se muestran fieles aeste principio y no reconocen ms que su voluntadindividual, aquello que los filsofos tienen el hbitode calificar mediante el trmino "arbitrario". Qusurge de ello contra la posibilidad de una teora delEstado?

    Absolutamente nada, responde Hegel. Por elcontrario, esta actitud expresa un aspecto esencialde la vida humana, un momento sin el cual lacomprensin del Estado mismo sera imposible-momento esencial, aunque subordinado. Se sabe-tendremos que volver a ello- que para Hegel el de-recho es anterior a la moral, la moral formal anteriora la moral concreta de una vida en comn, de unatradicin viviente (Sittlichkeit) y que sta lo es alEstado que es su realidad (Wirklichkeit) y laconsumacin total. Pero ello representa ante todoque el derecho y la moral del individuo son im-prescriptibles, es decir, significa slo entonces que

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    ese derecho y esta moral del individuo no bastan;esto significa, en suma, que la realidad (y no sudestruccin) debe buscarse en el Estado. No quieredecir que el Estado pueda o deba suprimir ocombatir el derecho y la moral de la persona, puestoque esto representa exactamente lo contrario. Comosiempre en Hegel, lo que se suprime dialcticamentees tambin modificado y conserva y es realizado enplenitud slo por ese acto de la (Aufhebung) (suprimiry conservar). El problema fundamental devieneentonces el de la libertad o (lo que es lo mismo) dela voluntad. La poltica -tomada esta palabra en susentido ms amplio, que comprende toda la cienciade la vida en comn del animal poltico que es elhombre, esto es, el derecho, la moral, la tradicin, laorganizacin social y estatal- no es nada ms que la

    ciencia de la voluntad.39

    Ahora bien, el hombre se halla en el mundo, de lamisma manera que l encuentra cualquier otra cosa,como algo dado. En verdad no se ha descubierto an,puesto que no se opone a s mismo: l es, y su ser esser consciente, no de s, sino de lo exterior. No es

    39 Para lo que sigue, ver Filosofa del derecho, lntr. Parg. 4 y ss.

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    sino en el momento en que comienza a reflejarse en smismo, para emplear la curiosa expresin hegeliana,segn la cual es arrojado sobre s mismo, pues lavoluntad no es ya solamente, sino que aparece en elhombre mismo: l deviene autoconsciente gracias alfracaso que sufre en la lucha frente a otra voluntad

    ante la cual no logra imponerse;40 al mostrarse asal hombre, la voluntad se le presenta como

    pensamiento.41 Nada ms sorprendente a laprimera mirada ni ms evidente a la reflexin enefecto, la voluntad que es ma, que yo s que es ma,es el pensamiento de la negacin de toda condicin;ella es el pensamiento de mi libertad, el pensamiento deque puedo rechazar lo dado.

    Mas al rechazar todo lo dado, toda determina-cin externa (condicin natural, necesidad, etc.) einterna (deseo, inclinacin, instinto, etc.) y tomarconciencia de m mismo como de la negatividadlibre y de la libertad negadora, vuelvo a encontrar almismo tiempo una nueva positividad, tan esencialcomo esta negatividad; niego para cuestionar, soy li-

    40 Cf. Kojve, lugar citado.41 Filosofa del Derecho, parg. 5 y s.

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    bertad absoluta para determinarme hacia algo enparticular, rehuso esto para elegir aquello, y lo quierohasta nueva orden, siempre seguro de poder negarlo que acabo de plantear, pero tambin siempredispuesto a determinarme en y por este nuevo actode la libertad. La libertad, como se proclama hoy, enla creencia de haber efectuado un gran des-cubrimiento (y haber hallado una panacea filosfica)

    es libertad "en situacin".42

    42 La libertad en situacin no constituye, en realidad, un descubri-miento; el concepto es tan viejo como la filosofa. No fue formuladopor la simple razn de que una libertad fuera de la situacin concretano hubiera sido imaginada antes del acosmismo sobre el fondo moralde Kant. El mrito del nuevo descubrimiento (o si se quiere, eldescubrimiento, si se reserva su gloria a la formulacin expresa de unatesis aceptada desde hace tiempo) le pertenece a Hegel, quien advierte ala vez la importancia de esta idea y su insuficiencia (ver en este captulola nota 29). En los recientes descubrimientos se observa un retorno a laactitud kantiana (sin que se pueda decir que esas investigaciones lleguensiempre a la profundidad y a la altura del pensamiento de Kant), con laexigencia, adems, de un sentido de la vida de un cosmos moral cuyarealizacin o la realidad son no obstante consideradas como imposiblesde manera filosficamente legtima o legitimable. A fin de ser consecuenteconsigo mismo se debera, a partir de ese punto, empujar elagnosticismo mucho ms lejos que Kant, para quien las palabras Dios,libertad e inmortalidad tenan an un sentido, aunque para l ese sentidoya no se pudiera formular tericamente: si "el hombre es una pasinintil (J. P. Sartre, L'tre et 1e nant, Pars, 1948, p. 708) -definicin que esel equivalente de la que da Hegel de la Persona del derecho Privado- y nosupera a sta la filosofa no puede ya comprender su propia posibilidady debe llegar ora a la poesa o al acto gratuito, es decir, a la palabra y aaccin insensata. En efecto, los hombres saben muy bien lo que importa

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    De otro modo, la voluntad por ser libre se danecesariamente un contenido, un fin que deberealizarse, en la realidad, con los medios de la rea-lidad. La libertad es la voluntad, es ante todo lavoluntad de realizar el fin y nada ms que esto. Haylibertad, hay autoconciencia, pero la una y la otra nose captan an en tanto que tales: el hombre quierelibremente, la conciencia es autoconciencia, pero el en sus vidas, y hasta sus dudas son siempre formulables, puesto que suexistencia concreta les plantea cuestiones a las cuales ellos responden(aunque ese problema les muestra que la vida tiene un sentido, lo queno significa que ste se descubra sin dificultad). Por lo dems, paraelevarse a la fuente de esta nueva filosofa de reflexin que separa alhombre de la razn, Heidegger ha visto bien que la vida concreta delhombre discurre en el modo de la cotidianidad (Zuhandenheit), en elmundo conocido y familiar que no plantea problemas sino porexcepcin, dentro del cual el hombre se halla en tal situacin que por logeneral no se siente en situacin (cf. Sein und Zeit, tercera ed., Halle,1931, parg. 16). Sera conveniente investigar cmo y por qu esemundo real se transforma en el mundo de la inautenticidad, cmo y porqu una existencia autntica se separa de la existencia de todos los das y siella no asume un valor mas grande -para Heidegger no hay preferenciapor una u otra de esas aptitudes-, ocupa por lo menos el centro delinters. Hegel ha esbozado, para rechazarla, la filosofa de la situacin,y de la decisin formal (que en l se llama an virtud): "Cuando sehabla de la virtud se desliza fcilmente al vaco de la declamacin,puesto que se habla as de algo abstracto e indeterminado, lo mismoque un discurso con sus razones y sus imgenes se dirige a un individuotomado como algo arbitrario y un placer subjetivo. En una situacinmoral dada cuyas relaciones se han desarrollado y realizadoplenamente, la virtud en su sentido propio tiene su lugar y su realidaden circunstancias extraordinarias y en colisiones excepcionales, encolisiones verdaderas, pues la reflexin moral puede crearse colisiones

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    hombre en su vida ignora todo esto. Nosotroscomprobamos que el hombre ha alcanzado unaetapa que lo sita ms all de los animales, mientrasque l tiene su mirada fija sobre el mundo: elhombre es libre en s (es decir, para nosotros, quesomos filsofos), no para s; l tiene la certeza de sulibertad, no la de la ciencia.

    La conciencia "normal" se detiene en este punto.Ella es y no es ms que esta certeza de poder negartodo lo dado, de oponerse a toda limitacin, derehusar desde fuera lo que es impuesto o simple-mente puesto. As se explican las protestas que seelevan por doquier desde que se introducen lostrminos de voluntad racional y voluntad universal.Mas estas protestas olvidan lo positivo que se hallaindisolublemente librado a esta negatividad: lavoluntad parece siempre un contenido, y en tantoese contenido mismo no se determine por lavoluntad, esto es, se acepte segn el azar de laspreferencias, los gustos, los caracteres individuales,es arbitrario; as la tesis del determinismo esverdadera ya que afirma que la negatividad no esningn uso fuera de la situacin concreta y sta es en todas partes y puede procurarse la conciencia de algo particular y de

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    dada como son dadas las "reacciones" del individuoante la situacin; que yo elija depende de milibertad; como elijo (lo nico que importa) lo decidela causalidad.

    Para Hegel esta verdad relativa del determinismose funda sobre el hecho de que la voluntad indivi-dual, tal como ella se concibe aqu, no es todava,para hablar con propiedad, voluntad humana, puesella no se dirige an inmediatamente a su fin, ni esmediatizada por la razn actuante, por la or-ganizacin consciente de la vida en comn, ensuma, porque es natural (como todo lo que no esmediatizado). Es necesario un nuevo paso y la vo-luntad debe captarse como voluntad que no sloquiere sin ms, sino que quiere la libertad. No se tratade que al darse su contenido la voluntad realice lalibertad; al contrario el contenido de una voluntadlibre y que no depende de algo dado solo puede serla libertad misma.

    Frmula paradjica e incomprensible en apa-riencia. Cmo puede la voluntad libre querer lalibertad, querer positivamente la negatividad? Esposible, porque lo que ella quiere no es la negati-

    los sacrificios (que ella habra) realizado". Filosofa del derecho parg. 150.

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    vidad absoluta de la individualidad dada y no libre,la nuda negatividad: ha comprendido que la ne-gatividad niega todo lo dado en tanto que tal, todolo que no es mediado por la accin del hombre,comprendido en sta el ser emprico del individuomismo, es decir, todo lo que no satisface la razn.Veremos que la negatividad no desaparece en estacomprensin, puesto que continuar desempeandoun papel decisivo sobre el plano de la vida in-dividual y social; sin embargo, en el pensamiento lavoluntad se renueva a s misma; se comprendecomo no arbitraria en su esencia, y puede asreconocerse -en lo que es su obra y el producto desu creacin- lo que ella haba querido sincomprender lo que quera. Hemos de observartambin cmo esta toma de conciencia de la libertadse elabora en el trnsito del derecho a la moralidad,de sta a la eticidad, y por fin, al Estado. Lo queimporta aqu es la tesis segn la cual la voluntadlibre puede slo satisfacerse al comprender que ellabusca y ha buscado siempre la libertad en una organi-zacin racional, universal de la libertad (y aqu de lalibertad en tanto genitivo del sujeto como del objeto);la voluntad que es libre no slo para nosotros ni paras misma, sino libre en y para s. Es decir, esta

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    voluntad es el pensamiento que se realiza, que sabe que

    se ha realizado.43 En todas partes, y siempretendremos que recordar que la poltica es la cienciade la voluntad racional en su realidad eficaz(Wirklichkeit), la ciencia de la realizacin histrica dela libertad, de la realizacin posible de la

    43 La cuestin que se plantea aqu, esto es, si esta realizacin de lalibertad es completa, o sea si la historia, que es la realizacin de lalibertad, se acaba y concluye, ser discutida en la ltima parte de estetrabajo. Notemos slo que lo que aqu se ha dicho (y citado) ya permitedar una primera respuesta: en cada instante histrico que conoce elpensamiento, se realiza la libertad porque de lo contrario no habrapensamiento. Pero esta realizacin no es completa ya que en tal caso lahistoria no hubiera continuado. Sin embargo, ella es siemprerelativamente completa, es decir, corresponde a cada etapa, a laconciencia de la poca, como el pensamiento pertenece a la realidad deesa poca. El nuevo paso no ser efectuado por quienes comparten elpensamiento de la poca considerada, sino por el elemento insatisfe-cho, esto es, aquel que acta por pasin. El reproche de "historicismo",que se formula a menudo contra Hegel es injustificado enconsecuencia. La historia posee un sentido determinado en suorientacin hacia la realizacin de la libertad-razn, hacia laorganizacin de la vida en comn donde todo individuo halla susatisfaccin en tanto que es racional (por la supresin de toda relacinno mediada e inhumana con la naturaleza). Lo que se ha adquirido enese proceso lo conserva, y toda tentativa de retroceder es, en sentidoestricto, irracional y desde luego inmoral (aunque, como se sabe, talestentativas pueden producirse y nada impide a priori su xito, que tendracomo nica consecuencia que la historia tuviera que rehacer su trabajo).En cuanto a la moral del individuo, es concretamente determinada porla costumbre (Sitte) de su pueblo y de su tiempo; si no se ajusta a ellaser delictiva, a menos que su accin, el devenir universal, exprese unanueva conciencia que debe justificarse histrica y moralmente, lo queequivale a lo mismo.

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    negatividad. La libertad no es positiva y acta sloen la medida en que objetivamente -sea o noconsciente- es racional, o sea, universal; la libertadconcreta no es lo arbitrario del individuo, imposiblede pensar y realizar; el hombre es libre en la medidaen que quiere la libertad del hombre en una

    comunidad libre.44

    De este modo se podr comprender por qu He-gel, al hablar de la libertad, no comienza por unadisertacin "metafsica", sino por un anlisis de lalibertad concreta en su forma ms primitiva, mssimple y abstracta, pero en la cual ella tambinaparece objetivamente: la forma del derecho.

    44 Si hubiera que convencerse de que la tesis Hegeliana no sejustifica solo "filosficamente" -lo que para muchos sera lo contrariode una demostracin seria y cientfica- resultara interesante estudiar ellibro de B Malinowski, Freedom and civilization, .Londres 1947. E1 autor,que parte de los datos de su ciencia particular, la etnologa, desarrolla, apesar o a causa de su profundo desdn por la "metafsica" en general yde Hegel en particular, la mayora de las tesis hegelianas. No est nuncaen conflicto con Hegel, aun donde no llega a resultados tan profundosy vastos. Esto es verdad, sobre todo en lo que concierne a laconcepcin de la libertad que tanto para l como para Hegel es libertadpositiva, libertad de hacer, no libertad negativa, de no hacer, y que, enconsecuencia, para Malinowski slo podra enunciarse como laconstitucin de una sociedad, no de una conciencia individual,esencialmente arbitraria en tanto que individual. La comparacin po-dra continuarse paso a paso. Cf. el resumen del libro de Malinowski,en Critique, 1948, tomo lV, N 23 pp. 356 y ss.

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    El derecho primitivo, primera expresin objetivade la voluntad, es la realizacin emprica de lavoluntad emprica y natural del individuo en tantoque tal, el derecho de propiedad que, para Hegel, sedistingue de la riqueza, es decir, la propiedad queproporciona y garantiza la independencia econ-mica del individuo, la familia, la sociedad; significala posesin de un objeto natural. En ese acto elhombre natural se hace persona: no es la necesidad laque se halla en el origen de la propiedad; es laafirmacin de la individualidad, el acto de lavoluntad, constitutivo de la persona a tal punto quemi cuerpo no es mo sino en la medida en que tomoposesin de l (aunque para el otro soy siempre micuerpo). Por lo dems, nada de lo que puedeindividualizarse se excepta de esta toma deposesin, nada se sustrae al derecho que tengo deutilizarlo como me convenga, ningn lmite esasignable al derecho de la propiedad en el plano delderecho abstracto, abstracto, en efecto, a causa de laausencia de una limitacin por una positividad

    superior.45

    45 Para lo que sigue ver Filosofa del Derecho, primera parte, "El

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    Mas puesto que mi voluntad se ha colocado ental objeto ella puede tambin retirarse de l, y comose ha alienado y exteriorizado (verussern) en la cosa,ella puede a su vez alienar la cosa; se advierteentonces el trnsito del derecho del individuo alcontrato, a la formacin de una voluntad comnentre los contratantes, pero que slo es propia destos sin ser universal. Se nota pues que nadaimpide a esta voluntad distorsionarse y distinguirsede la voluntad tal como ella es en y para s misma, esdecir, la voluntad racional y universal. Se mantieneas en lo que es lo otro de s, en lo que le es exterior ydado; ella est lejos de ser lo que es la voluntad libresegn su definicin abstracta:

    "voluntad libre que quiere la voluntad libre".46

    Tambin el error y el delito entran en el dominiodel derecho, porque es el terreno de la exterioridad,de la naturaleza y del azar: la fuerza y la coaccinpermanecen adheridas a esta expresin incompletade 1a libertad. Pero dado que la libertad, aunalienada y exteriorizada, no admite la constriccin,que es lo contrario del derecho de la persona, la

    derecho abstracto".

    46 Filosofa del derecho, parg. 27.

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    fuerza y la constriccin se suprimen por s mismas;el que delinque, al negar la persona del otro, niegasin atenuante la persona; y por tanto niega la suyapropia. Por ser racional en su esencia ha querido (ens, quiz no para s) que el derecho fuerarestablecido mediante la constriccin opuesta.

    As se plantea lo que hasta ahora slo era verdada los ojos del filsofo: la oposicin entre la voluntaduniversal que no es sino en s (es decir, paranosotros que realizamos esta investigacin par-tiendo del punto de vista de la razn y de lo uni-versal, la ciencia) y la voluntad individual que eslibre para s misma. El error (civil) y el delito (penal)se revelan a la justicia como el objeto de la voluntadprofunda que opone lo arbitrario a la libertad, laalienacin a la razn: el hombre no desea el mal quehace porque no quiere que el mal se haga, pues elmal no suprime nicamente la libertad racional sinotambin lo arbitrario en la medida en que lo arbi-trario tampoco afirma slo la autonoma de estehombre, sino la autonoma del hombre. Para elhombre que ha comprendido la injusticia (nadaindica, pero tampoco nada exige que todo individuoalcance esta comprensin), la persona del derechono es ya el hombre ntegro; l se conoce como

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    voluntad individual, mas en su voluntad individualquiere ser universal: para emplear la terminologahegeliana la persona deviene sujeto.

    Como la persona, el sujeto acta; pero no se ex-terioriza ya total e ingenuamente. Se ha impuesto elfin de su accin y es consciente de ello: lo que leimporta es que la voluntad est de acuerdo consigomisma, que no se contradiga ni se refute. En suma,la voluntad del sujeto quiere ser universal y sabe queella no lo ser sino a condicin de hallarse a la al-tura del concepto de la razn. La buena voluntad es lavoluntad del hombre en tanto que tal y la accinbuena tiene como determinante que al ser enabsoluto ma reconoce como regla el concepto quedice lo que debe ser; representa respecto de ella lavoluntad de todos los hombres. Hemos llegado, enconsecuencia, a la moral de Kant.

    ***Se ha insistido a menudo sobre la crtica de la

    concepcin kantiana de la moral que cierra estaparte de la Filosofa del derecho, crtica que figura,idntica en cuanto al fondo, en casi todas las obrasde Hegel, desde la Diferencia entre los sistemas de Fichte ySchelling, hasta la ltima edicin de la Enciclopedia de

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    las ciencias filosficas. El nervio de esta crtica es bienconocido: el imperativo categrico no permite laaccin, puesto que el contenido concreto que esnecesario para toda aplicacin de criterio moralproviene del mundo existente, del dominio de laexterioridad y de lo arbitrario, y entonces el criteriomoral es puramente formal; el deber permanece, enconsecuencia, como eterno deber puro, y lo que esms grave, tiene que continuar siendo as, porque sila ley moral no fuera siempre seguida por todos loshombres, el hombre al no tener ya tarea ni problemano tendra tampoco contenido para su concienciamoral.

    Sin embargo, respecto a la cuestin que nosocupa, el contenido positivo de esta parte de la Fi-losofa del derecho significa ms que esta crtica, noobstante lo definitiva que ella sea. Se trata aqu de laaccin, y de la accin como ma, de la cual asumo yreclamo la responsabilidad en el bien y en el mal, esdecir, el mrito y la culpabilidad. Esta accin es puespara m mismo el fruto de mi propsito deliberado(Vorzatz); pero dado que la accin se efecta en elmundo, y ella se expone a las contingencias de larealidad exterior, la voluntad termina por regresarde lo aislado del propsito a la universalidad de la

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    intencin (Absicht): el sujeto no busca el acto separado,se busca a s mismo en su acto, pues no persigueprimero esto, luego aquello y as al infinito, sino quepersigue su satisfaccin. Ahora bien, estasatisfaccin, diferente de todo contenido aislado, noes la de la individualidad sino la del sujeto, delhombre en tanto que piensa: es la satisfaccin de losubjetivo, pero en lo objetivo, la satisfaccin en laobra. Esta satisfaccin no ser inmoral, puesto quees satisfaccin del ser libre, o ms bien, no debeserlo, pero puede serlo porque el bien del sujeto, delos sujetos, de todos los hombres no ha sido fijadoan.

    Sin embargo, ese bien se presenta ahora: es launidad de la voluntad particular y la voluntaduniversal. Expresado de otra manera, el bien existecomo la verdad (el ser revelado) de la voluntad, esdecir, existe en el pensamiento y por el pensamientoque es el nico que puede establecer esta unidad yjuzgar sobre las pretensiones a la unidad. Y este esel punto que hay que observar: el sujeto tiene elderecho absoluto de ser juzgado segn su intencin, osea posee el derecho absoluto de ser juzgado deacuerdo con una ley que l mismo ha reconocido,que l ha pensado:

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    "El derecho de la voluntad subjetiva significa quelo que l debe reconocer como valioso sea

    comprendido por l como bueno."47

    Se comprende entonces por qu Hegel, por unavez, habla de Kant en este pasaje con admiracin:

    "Slo mediante la filosofa kantiana elconocimiento de la voluntad ha logrado sufundamento y punto de partida slidos a travs del

    pensamiento de su autonoma infinita".48

    Y asimismo al hablar del principio de la voluntadindividual reconoce el mrito de Rousseau, quienpor lo general no halla favor en l.

    "Rousseau ha tenido el mrito de establecercomo principio del Estado un principio que espensamiento no slo segn la forma (como porejemplo el instinto social, la autoridad divina) sinotambin por el contenido, el pensar mismo, es decir,

    la voluntad".49

    Es verdad que despus Hegel reprochar aRousseau por haber transformado al Estado en

    47 Id., parg. 132.48 Id., parg. 135.49 ld., parg. 258. Ntese la frmula: El pensar mismo, es decir, la

    voluntad.

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    contrato, en no pensar ms que en la voluntadindividual y desdear el otro aspecto de la voluntad,la objetividad racional; tambin hay que advertir queel homenaje a Kant es seguido de la observacin deque el punto de vista de esta moral abstracta slolleva a la charla vana "del deber por amor al deber",y que as no es posible ninguna deontologa (teorade los deberes). No es menos cierto que

    "la conciencia (moral) expresa la legitimidadabsoluta de la autoconciencia subjetiva, esto es,saber en s y para s misma lo que es el derecho y eldeber, y no reconocer nada ms que lo que as sabey quiere como el bien, lo que se manifiesta a la vezen la afirmacin de que lo que sabe y quiere as es el

    derecho y el deber en la verdad."50

    Esto significa que no se puede en justicia exigirdel hombre sino lo que la razn reconoce comoadecuado para un ser libre y racional, mejor an: ra-cionalmente libre y libremente racional. Pero deaqu surge tambin que la conciencia moral, puestoque ella constituye en efecto el santuario inviolablede la interioridad, es en esencia ambigua, y puede

    50 Id. parg. 137.

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    ser sincera o mendaz, as como el sujeto puede serbueno o malo. Nada hay que no pueda serjustificado por la conciencia moral subjetiva: tododesignio puede defenderse con los nombres de lonoble y lo bueno, cualquier hipocresa es sostenible,as como toda verdad distorsionada, si se apelasimplemente a la conviccin personal del autor de laaccin. Pues la voluntad moral no es ms que lavoluntad particular.

    En sntesis, no hay moral concreta fuera de unasituacin concreta: es necesario que la voluntadcomprenda que el Bien es, que la libertad existe en elmundo objetivamente, que la accin tiene un sentido.Es indispensable que la voluntad vaca y el Bienformal se reconozcan como en verdad realizados,con una perfeccin ms o menos grande, perorealizados en el mundo, en lo que Hegel llamaeticidad (Sittlichkeit), la vida moral histrica, lacostumbre, ese conjunto de reglas, valores, actitudes,reacciones tpicas que forma lo que para nosotroslleva los nombres de tradicin y civilizacin.

    Sin embargo, si es necesario que la concienciaindividual se reconozca en este mundo concreto,ella tambin debe reconocerse ah. No hay morali-dad concreta ni tradicin que puedan forzar a los

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    hombres a destruir los derechos de la moral formaly racional. La moral concreta es la realizacin de lalibertad; es el medio en el cual el hombre halla, conel reconocimiento de su conciencia moral por losotros, el contenido de esta conciencia que le permiteactuar, asumir responsabilidades concretas, realizarel Bien. Y esta moral concreta (la eticidad) lepermite realizar el Bien, porque ese Bien existe ya,porque existe ya un mundo humano de la libertadreal, porque la vida est ya orientada. El individuono entra en un espacio moral vaco, no se encuentraante una materia del deber que toma forma slo porsu accin; como l no constituye la propiedad, sinoa lo sumo su propiedad, como no constituye lamoral sino su moral, y las constituye a la una y a laotra porque ya hay propiedad y moral; de igualmodo l se comprende a partir de la libertad de suvoluntad, pero slo se