Volumen I - campus.fahce.unlp.edu.ar - Filosofia... · siguiente (que es, por cierto, falso):

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Transcript of Volumen I - campus.fahce.unlp.edu.ar - Filosofia... · siguiente (que es, por cierto, falso):

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KARL R. POPPER ~

Post Scriptum a la lógica ·de la investigación científica

Volumen I

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REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA CIENCIA

Edición preparada por W. vV. Bartley III

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22 RE.-\LIS~IO Y El. OHJETI \O DI: 1. ,\ CIE:\CL\

E l Profesor \V. W. Bartley 111. fue alumno mío · 1 1 1

y, mas tar( re:. co ega r.::n a London School of Economics de 1958 a· 1963. y co laboró estrechamente conmigo en 1960- l962 en es te ltbro. En 1978 tuvo la amabilidad de consentir en actuar como ed ttor del Post Scriptum. Le estoy muy agradecido por su asis­tencta y por emprender tan ardua tarea. Le debo más de ¡0 que puedo expresar.

Es también_ un placer dar las gracias a varias personas más. que en los anos. pasados. trabaJaron conmigo en es te Post Scnptum. en particular, AJan E. Musgrave, Da-vid Miller, .Arne F .. Petersen, Tom Settle y Jeremy Shearmur. De ellos. ,Dav id Mdler Y Arne Peters<:n deben ser mencionados especialní'ente a causa ?e la e.norme cantidad de trabajo que ambos realizaron en vanos penodos antes de 1970. ·

La Londo~ School ha continuado ayudándome durante todos estos anos. d_::signando UI~ ayudante ele inves tigación. Durante los trece anos transcurndos desde mi jubilación, en 1969. lo ha hecho con ayuda de una beca de la Nuffield Foun­dat~on. a la que quiero expr~sar 1:1i __ agradecimiento. Los princi­palr.::s respo~sables de esta di_sposiCion _fueron mi am igo y suce­sor. el Profesor John Watk1ns: el difunto Sir Walter Adams. director de la London School. y el director actual, profesor Ralf ~ahrendorf. por cuya entrañable amistad e interés por mi trabajo estoy profundamente agradecido.

S1 el Post S~Tiptum se hubiera publicado en la década de 1950, se lo hubi_era dr.::dicado a Bertrand Russell: El Profesor Bartley me ha dicho que hay una carta que lo atestigua en los Archivos ele R~scel en _McMaster University. ~ _ Debo_ men~~onar, finalmente . . q_ue el Post Scriptum (junto LOn la traducc~on Inglesa ~e la LopJca de la investigación cient(­fica) ~11e pa.recJa ca~I.tcrminado en 1954. Fue entonces cua ndo esc_ogi s u_ tit~lo or~ginal Pos!.1cript: After T11·enl\' Ycars [Post Sc11ptum. Veinte anos despues]. aludiendo a la publicación de Logil.- der For.\c/111ng en 1934.

PEN:\. Bt:CKI'\Gl!AMSHIHE, 1982

INTRODUCCION DE 1982

En esta introducción al primer tomo del Post Scriptum qui­siera discutir brevemente varias cuestiones que se han plan­teado durante las tres décadas transcurridas desde que se escri­bió este libro, contra las concepciones que en él presento.

I

La primera cuestton se refiere a los términos técnicos ,,fal­sab le>> (empíricamente refutable) y ,,falsabilidad» (refutabilidad empírica). Introduje estos términos por primera vez en Erkenntnis 3, 1933, y en Logik der Forschung, 1934, en relación con mi solución al problema de la demarcación (que se discute extensamente en la Parte I, capítulo II, de este ~omo). El pro­blema de la demarcación consiste en encontrar un criterio que nos permita distinguir entre enunciados que pertenezcan a las ciencias empíricas (teorías, hipótesis) y otros enunciados, en particular los· enunciados pseudo-científicos, pre-científicos y metafísicos; pero también los enunciados lógicos y matemáti­cos. El problema de la demarcación debe distinguirse del pro­blema, mucho más importante, de la verdad: teorías de las que se ha demostrado que eran falsas -como, por ejemplo, las fórmulas de radiación de Rayleig-Jeans y de Wien, o el modelo atómico de Bohr de 1913- pueden, no obstante, retener el carácter de hipótesis científicas, empíricas.

Aunque, siguiendo a Tarski, no creo que sea posible un cri­terio de ve rdad, he propuesto un criterio de demarcación -el criterio de falsabilidad- . Mi propuesta es que un enunciado (una teoría, una conjetura) cumple las condiciones para perte­necer a las ciencias empíricas si, y sólo si, es falsable.

Pero, ¿cuándo es falsable un enunciado? Es de gran impor­tancia para la presente discusión advertir que la falsabilidad en el se ntido de un criterio de demarcación es un asunto pura­mente lógico. Se refiere únicamente a la estructura lógica de los enunciados y de las clases de enunciados. Y no ti ene nada que ver con la cuestión de si ciertos resultados experimentales posi­bles podrían o no ser aceptados como falsaciones.

Un e nunciado o teoría es falsable, según mi cri teri o, si y sólo si , ex is te como mínimo un falsador potencial -al menos un

24 REAUS;-.fO Y EL OBJETI VO DE LA C IE ;-..:CI.-\

enunciado básico que es té en connicto con él-. Es importante no exigir que el enunciado básico en cuentión sea Ferdadcro. La clase de enunciados básicos está concebida de modo que un enunciado básico describa un suceso lógicame nt e posible que sea lógicamente posible que pueda ser observado.

Para hacer esto menos abastracto daré aquí cuatro ejem­plos: dos de enunciados falsables y dos de enunciados infalsables.

1) <<Todos los cisnes son blancos .» Esta teoría es fals a ble puesto que, por ejemplo, contradice el enunciado básico siguiente (que es, por cierto, fal so): <<E l 16 de mayo de 1934, entre las diez y las once de la mañana, hubo un cisne negro parado ante la estatura de la Emperatriz Isa bel en el Volksga r­ten de Viena''·

2) El principio de Einstein de la proporcionalidad entre la masa inerte y la masa (pasivamente) pesada. Este principio de equivalencia entra en connicto con muchos falsadores potencia­les: sucesos cuya observación es lógicamente posible. Sin embargo, a pesar de todos Jos intentos (los experimentos de Eótvós, recientemente refinados por Dicke) de llevar a cabo experimentalmente esa falsación los experimentos han corrobo­rado, hasta el momento, el principio de equivalencia.

3) <<Todas las acciones humanas son egoístas, motivadas por el propio interés.» Esta teoría es ampliamente aceptada: tiene variantes en el conductismo, el psicoanálisis, la psicología individual, el utilitarismo, el marxismo vulgar, la religión y la sociología del conocimiento. Está claro que esta doctrina, con todas sus variantes, no es falsable: ningún ejemplo de acción altruista puede refutar la concepción de que había un motivo egoísta oculto tras ella.

4) Los enunciados puramente existenciales no son falsa­bies, como el famoso ejemplo de Rudolf Carnap: «Existe un color ('rojo-eupatorio') que produce terror a quienes lo miran». Otro ejemplo es: <<Hay una ceremonia cuya realización exacta hace aparecer al diabl•J». Tales enunciados no son falsables. (Son, en principio, verificables: es lógicamente posible encon­trar una ceremonia cuya realización lleve a la aparición de una figura humana con cuernos y pezuñas. Y si la repetición de la ceremonia no consigue el mismo resultado, eso no supone fal­sación, porque quizá se haya omitido un aspecto inadvertido, pero esencial de ta ceremonia correcta.)

Como mues tran esos ejemplos, la falsabilidad en el sentido del criterio de demarcación no significa que pueda realizarse en la práctica una fal sación o que, si se lleva a cabo, carezca de problemas. La fal sabilidad en el se ntido del criterio de demar­cación no significa nada más que una relación lógica entre Ja

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l'ITR ODl!CCION DE I ':.1~¿

teoría en cuestión y la clase de los enunciados bás icos o la clase de los sucesos descritos por ellos: los falsadores potenciales. La falsabilidad es, pues, relativa a esas dos clases: s i una de estas clases es tá dada, la fal sabi lidad es una cuestión de pura lógica: del carácter lógico de la teoria bajo consideración.

Qu·e es necesa rio que nos den la clase de fal sadores poten­ciales (o de enunciados básicos) puede mostrarse fácilmente con nuestro primer ejemplo: «todos los cisnes so n blancos».

Como ya he dicho, este enunciado es falsable. Supongamos, sin embargo, que hay alguien que, cuando se le enseña un cisne que no es blanco, adopta la posición de que no puede se r un cisne, ya que es <<ese ncial» que un cisne sea blanco.

Tal posición equivale sostener que los cisnes no blancos so n estructuras lógicamente imposibles (y, por tanto, Inobs erva­bles). Los excluye como clase de falsadores potenciales.

En relación con esta clase modificada de falsadores poten­ciales, el enunciado <<todos los cisnes son blancos>> es, natural­mente, infalsable. Para evitar ese paso podemos exigir que cualquiera que defienda el carácter científico..:empírico de una teoría sea capaz de especificar bajo qué condiciones estaría dis­puesto a considerarla falsada, es decir, tendrí~ que ser capaz de describir al menos algunos falsadores potenciales.

Llegamos ahora al segundo sentido de ,,falsable>> y ,,fal_sa~i­lidad», que debe distinguirse muy claramente de mi cn_teno puramente lógico de demarcación para evitar confusiOnes burdas .

Uno puede plantear la cuestión de si la faisación efectiva es a!auna vez tan clara que haya que considerar falsada la teoría en° cuestión (y haya, por tanto, que considerarla falsa). ¿No hay siempre una salida para alguien que quiera salvar la teoría en cuestión?

Siempre he mantenido, incluso en la primera edición de Logik der Forschung ( 1934), y también en mi libro anterior, aunque recientemente publicado, Die beiden Grudprobleme der Erkenntnistheorie ( 1979, escrito entre 1930 y 1933), que nunca es pQ'~ible demostrar concluyentemente que una teoría científica empírica es falsa. En este sentido, esas teorías no son fa/sables. «Todo sistema teórico puede ser protegido de diversas maneras contra una falsación empírica>> (Grundprob!eme, p. 353). <<Siem­pre es posible encontrar alguna vía de escape de la falsación, por ejemplo mediante la introducción ad hoc de una hipótesis auxiliar ... » (Lógica de la investigación científica [L. l. C.]. p. 41, en la misma sección en que se introduce la falsabilidad). <<No es posible jamás presentar una refutación concluyente de una teo­ría ... » (L. J. C. p . 49) .

J REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA CIEl\:CIA

De ahí, repito, qu_e tengamos que distinguir entre dos signi­ficados de las expresiOnes <<falsable» y <<falsabilidad»:

l). <<~alsable,,, como término lógico-técnico, en el sentido· del cnteno ~e _demarcación por la _fal?a?ilidad. Este concepto puramente Iogico -f_a_lsab}e. en pnnCipiO, podríamos decir­descansa en un~ relac1~n. logica entre la teoría en cuestión y la clase de e~unc1ados bas1cos (o los falsadores potenciales por ellos descntos). ·

2) <<Falsable» en el sentido de que la teoría en cuentión puede se falsada definitiva o conc(uyente o demostrablen'iente (<<demostrablem~nte falsabb,). S1empre he insistido _:que, 1~cluso una teona que es obviamente falsable en el primá sen­tido, n.~ lo es nunca en el segundo. (Por esta razón he usado la e_xpres!On ((~alsab}e": por norma general, ;;ólo en el primer sen­tido, el sent1do tecmco. En e! _segund<;> sentido he hablado, por n_c:rma general, no de <<falsabiiidad», smo más bien de la <<falsa­CIOn» y de sus problemas.)

Está claro q':e los sufijos <<-able, y «-abilidad» están usados de f~Hma algo_ d1ferente en ~S?? dos s,en_tidos. Aunque el primer se~tl~o. se ref1ere a la posibilidad logica de una falsación en pn_nc~piO, el segundo caso se refiere a una prueba experimental practica Y concluyente de flasedad. Pero no existe nada parecido a una prueba c_oncluyente para resolver una cuestión empírica.

Toda una !Jteratur~ ?es~~nsa so?te el hecho de que no se h_aya observado .e,sta d1~tmci~m. Se dice a menudo que mi crite­no ~e. demarcac10n es maplicable porque las teorías científicas empmc_as no pueden f~lsarse. defí~itivamente. Aunque es menos Importante, tamb1en se dice (vease sección IV más ade­l~nte) _que el descubrimiento de la infalsabilidad de 'tas teorías cien!Ificas en el segundo se_ntido es un logro que contradice mi teona, a pesar de que he s1do yo mismo quien ha señalado ese hecho una Y ~t.ra vez. (En lugar de diferenciar los dos significa­dos -<<falsabJ!Idad 1 :'> l_a _POsibilidad de que ciertas teorí~s pue­dan fa_lsarse en pnnc~pio, porque tienen algunos falsadores potenciales, y «falsabihdad2», la siempre problemática posibili­dad d~ que pueda mostra:se que una teoría es falsa, puesto que n_o exis~e~ pruebas empíncas definitivas- se han hecho distin­cione~ tromcas entre. <<Popper0,, <<Popper 1,, <<Popper2 , y así sucesiva_mente [es ?ecir, entre varias etapas de <<Popper» que se contr~dicen not?namente unas a otras y no pueden armoni­zarse] · Y las dificultades, en muchos casos la imposibilidad, de

1 [Véanse las obras de Imre Lakatos, especialmente .. Criticism ami the ~lcthodo l ogy . of Scicntific Research Prograrnmes» !'roe. Ari.;;_ .):oc. 69 ~ · P· 91 ~:1-01 81 6.E yll Thc ¡\Icrhodofog¡· o( Scicntif/c Rcscarch !'rogrammcs. 1978: pp. - . -'.

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!NTRODUCCION DE 1982 27

una .. falsación práctica concluyente se presentan como una difi­cu_Itad o incluso la imposibilidad del criterio de demarcación propuesto.)

Todo esto tendría poca importancia si no fuera por el hecho de que ha llevado a algunas personas a abandonar el raciona­lismo en la teoría de la ciencia y a lanzarse al irracionalismo. Porque si la ciencia no avanza racional y críticamente, ¿cómo podemos tener la esperanza de que se tomen decisiones raciona­les en otros terrenos? Un ataque, hecho a la ligera, a un tér­mino lógico-técnico mal entendido ha llevado, pues, a algunos a conclusiones filosóficas, e incluso políticas, desastrosas y de largo alcance.

Debería subrayarse que la incertidumbre de toda falsación empírica (que yo he señalado repetidas veces) no debe tomarse demasiado en serio (como también he señalado). Hay una serie de falsaciones importantes que son tan <<definitivas, como lo permite la general falibilidad humana. Además, toda falsación puede, a su vez, volver a ser contrastada. Un ejemplo de una falsación -la falsación del modelo del átomo de Thomson, que llevó a Ernest Rutherford a proponer el modelo nuclear­debe mencionarse aquí para ilustrar la fuerza que puede tener una falsación. En el modelo del átomo de Thomson, la carga positiva se distribuía por todo el espacio ocupado por el átomo. Rutherford había aceptado ese modelo. Pero entonces vinieron los famosos experimentos de sus alumnos, Geiger y Marsden. Encontraron que las partículas alfa que se disparaban sobre un trozo de pan de oro muy fino, a veces eran reflejadas desde el pan de oro, en lugar de ser sólo desviadas: Las partícu­las reflejadas eran escasas -aproximadamente una entre veinte mil-, pero aparecían con regularidad estadística. Rutherford estaba atónito. Un cuarto de siglo después escribió sobre ello. <<Fue realmente el acontecimiento más increíble que me ha ocu­rrido en toda mi vida. Era casi tan increíble como si disparases un proyectil de quince pulgadas contra un trozo de papel de seda y rebotase y te diese» 2

La formulación de Rutherford es excelente. No es imposible -ciertamente no es lógicamenre imposible- que un disparo de un cañón gigante sobre un trozo de papel de seda sea reflejado por éste, incluso con una probabilidad estadística regular de 1 sobre 20.000. Esto no es lógicamente imposible; y de ahí que la teoría de Thomson (según la cual los átomos forman un muro como el papel de seda) no esté refutada definitivamente. Pero

2 Lord Ruthe rford, «The Development of th e Th eory of A tomic Struc­ture ... en J. Ncedharn y W. Pagel. eds., Backgro1111d rJ( ;\ludcrn Scicncc. 1938, p. 68.

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Rutherford y otros físi cos, entre ellos Niels Bohr, llega ron a la co nclu sión de que hacía falt a o tra teoría . Po r tanto, propusie­ro n que la teoría de Th omson se co nsiderase fal sada y que se sustituyese por el modelo nuclea r de Rutherford; y a lgo más tarde (al prese ntar dich o modelo sus prop ios problemas) po r el excelente mod elo a tómico de Bh or que, al ca bo de un os d oce años, fue a su vez sustituid o por la mecá nica cuán tica.

Con frecuencia se tarda bas tante tiempo en aceptar una fal­sación. Normalmente no se acepta hasta que la teoría fa lsada es sustituida por la propuesta de una teoria nueva y mejor. Como advirtió Max Planck, a veces hay que esperar a que se haya formado una nueva generació n de científicos; eso, sin embargo, no es siempre necesario . N o lo fue con el nuevo modelo del átomo de Rutherford (1912) ni con el reconocimiento de J. J. Th omson ( 1897) de partículas subatómicas tales como el electrón, que significaban la falsación de la teoría del átomo indivisible. (Los átomos se habían considerado indivisibles por definición desde el año 460 a. C. aproximadamente.) Tampoco fue así con la falsación de Carl Anderson ( 1932) de la poderosa teoría de que sólo había dos partículas elementales -el protón y el electrón- ni con el rechazo de Hideki Yukawa de la teoría electro-magnética de la materia. .

Estos son sólo cuatro entre muchos ejemplos de revolucio­nes científicas que se introdujeron gracias a falsaci ones de éxito.

El significado lógico-técnico, mal entendido, de falsabilidad en el primer sentido, en el sentido del criterio de demarcación , ha llevado a dos leye ndas históricas. La primera leyenda, poco importante, es que yo pasé por alto el hecho de que la falsabi­lidad de las teo rías no es concluyente -el hecho de que las teo­rías no son concluyentemente falsables en el segundo sentido-. Cuando , en realidad; yo Jo había resaltado repetidamente desde 1932. La segl!g2a l e y~Q_g_~_jy_j.§Ja es mnchO-más.-importante) es que la ratsaEión no juega ningún papel eiLla.Jili..tQria de la cien­ci"a~g~ realidaa_;Juega--ün-·p-apei-prfmordial, ~~ caractennrcJeflnitivo ,_~~~-eK~fie-.:-craao...QLQ.ROrcwnan_ cierta evidencia de ello, pero daré más ejemplos en la proxima sección.

II

Algunas personas han sostenido -incluso antiguos alumnos míos- que mi teoría de la ciencia ha sido refutada por los hechos de la his tori a de la ciencia. Esto es un error: es un error

l

sobre los hec hos de la cie ncia y tambi én es un error res pect o a las afirmaciones de mi metodología.

Como tra té de deja r claro en 193 4 (L. J. C.. p. 48, y seccio-nes 10 y 11) no co nsi de ro la met odología como una disciplina empírica a co ntras tar , qu izá, por medi o de los hechos ele la his­to ri a d e la ciencia . Es, más bien, una disciplina filosófica, meta­fí sica, y quizá, incluso , en pa rte , una propuesta normati va. Se bas a en gran medida en el realismo metafísi co _y e!J_ lªJg gi_c_<;t __ ~-- __

La'sitilaéión: la-situa ció n de ·~:incíeniífíco-sondeando la desco­ño-cid;r-'tealiaad que se _ éscóñd~=._ú_as]as:liRª-nencia·s_y ansioso po r aprender de ills-.e.nOies.. -- -·-- -·-·---·-·-

- No obstante, siempre be pe nsado que mi teoría -de la refu­ta ción seguida por la aparición de un problema nuevo, seguida a su vez por una teoría nueva y quizá re vo lucionaria- era del mayor interés para el historiador de la ciencia, puesto que lle­vaba a una revis ió n d el modo en que los hi storiadores d eb ía n juzgar la historia; especialmente ya que la mayoría de los histo­riadores creían, en aquellos días ( 1934), en una teoría inducti­vista d e la ciencia3 (ahora ya han renunciado a ella -incluso mis críticos-).

Que mi te o ria, en la medida en que es exacta , tenga interés para los científicos y los historiadores no tiene nada de so r­prendente; po rque muchos de ellos -creo que la mayoría­comparten mi concepción realista del mundo y entienden los objetivos de la ciencia de la misma manera que yo : lograr explicaciones cada vez mejores.

Algunos ejemplos pueden resultar útiles. Doy. aquí una li sta de casos interesa ntes en !os que las refu­

taciones llevaron a reconstrucciones teóricas revolucionarias. Esta lista se remonta en gran parte a los años de 1930 y a mis tiempos en Nueva Zelanda, cuando di una serie de conferencias en la ra ma de Christchurch de la Royal Society of New Zea­land, ilustrando mi teoría con ejemplos de la historia de la fí sica. H e escrito sobre algunos de esos casos en varios lugares; y n9 creo que esta lista contenga todos los casos de fal sación a los 'que me he referido en mis diversos escritos. Al hacerlo, he confiq,do principalmente en mi memoria: no pretendo ser, yo miSD]O, un historiador de la ciencia. Y a causa de las presiones de o,tros trabajos urge ntes nunca he tenido tiempo para repasa r sistemáticamente la historia de .la fí sica en busca de otros ejem­plos: no dudo que haya cientos. Pero creo que la lista que pre­sento aquí -la lista de unos cuantos casos llamativos que só lo pueden entenderse como ejemplos de refutación- es suficien­temente impresionante. (Incluso me sen tiría inclinado a sugerir

3 [Véase J oseph Agassi. To11-ards a His!Oriography of Science. 1963, Ed]

j i d ~ :

30 REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA C I ENCIA

que, históricamente, un a ciencia se con vierte en ciencia cuando ha acep tado una refutació n empírica, pero realm ente no pro­pongo es to como hipótes is seria ; y el caso de Copérn ico puede ser un ~Jen:plo de lo contrario: una gran teoría científica que no fue msttgada po r un a refutación empírica.)

Una lista de ejemplos escogidos al azar

1) . Parménides-Leucipo: Leucipo toma la existencia del movunrenro como ref~tación parcial de la teo ría de Parménides de que t; l mundo es ta ll ;no e inmóvi l. Esto lleva a la teoda de ,<J ~s .atomos Y el vaCJO>>. Es el fundamento de la 'teoría atom tca 4• .·

2) Galileo refut.a, la teo rí a del moviritiento, de Aristóteles: e~ to lleva a la creac10n de la teoría d~ la aceleración y, pos te­n orme nte, a la de las fuerzas newtomanas. Asimismo Galileo toma las lunas de Júpiter y las fases de Venu s como r~ futación d.e Ptolomeo~ Y: por ta nto, como base empírica de la teoría nval de Copermco.

3) Toricelli (y sus predecesores): la refutac ión <da natura­leza, a borrec~ el vacío». Esto prepara el advenimiento de una teo n a mecamctsta del mundo . . 4) La ref~tación de Kepler de la hipótesis del movimiento

circu la r sostemda hasta entonces (incluso por Tycho y Galileo) lleva a las leyes de Kepler y, así, a la teoría de Newton6. '

' C{ mi El. desarrollo ~el conocimien lo cienli(ico: Canje! u ras ¡· Rc(uraciones [C. & R.], Ca~ttulo 2. sccc tones VI y VII. (Véase tambié n el to 1i10 ¡¡¡ del Pos! Scnf'um. uEpdogo metafisico .. . Ed.]

En una carta muy ml eresante q ue me dirigió, A ll an Frank lin plantea a lguna s dudas so bre es t.eproblema, s u~iriendo que, au nque Galileo arguyó en con tra d e la ley anstotehca d el rJ_l OV tmtento como s i se re fi e resc sólo a veloc i­dades c? nstantes, el propt o A n sto te les, así com o s us co mentaris tas pos ter io res recon<?c~ a que los c uerpos que cae n se ace lera n . Franklin e nc ue ntra que 1 ~ ctnema ttca del movum e nto unifo rme men te ace le rado fu e e laborada e n el si­~l o XIV en~l Merton C<;>llege ,.Oxford, y tambié n en París (por Oresme) . Se re ­ftere tambten a la «teona d el tmpetu» de Burida n val argumento de Do · de Soto de que los cuerpos en caída libre ejemp lifica n la ace lerac ió n u n i f~~~~~ Agradezco a Mr. Fra nkiin es tos come nta ri os . Véase también Ef d f'sarro !!o del con~unuf'nro C/enrífico ]C. & R.] , Capítulo J. secc ión l. f Los htsto nadore s ha n aftrmado con frec uencia que había un prejuicio en avo; de l movtmtento ctrcu lar que Kepl er y ot ros tu\'iero n que \'encer. Pero e l

;ovtmt en to ct.rcu lar no era s tmpl emente un prejuicio : había. en efec to. una ley .e con se r~acto~ para la ctrculandad, no só lo yara las rotaciones efe los plane­

t.ts, stno tamb ten para la rueda: la conscrvac ton d el mome nt · a ¡. • 0 . d lu euo las leves d . · · 0 an.,.u a r. es e 1

d · · J • e. conservac 1on no es taban claras en aq ue ll os ti em pos Pero la .ey e co ns~ rvac10 n d e Galileo. su fo rma ele la lc_v de la inercia. t ot~aba en c.~ns t dcracJOn. el movtmt ent os ct rc ul a r: y todo es to se encontraba d et rás de 1·1s tucas mctafis tcas d 1 · •· · · · • • ' · Y e os prtnctpt os de c\p ltcac ton aceptad os en aque l

I NTRODUCCION DE 1982 31

5) La refutación de Lavoisier de la teo ría del flogi s to lleva a la química moderna.

6) La falsación de la teo ría de la luz de Newton (el expe­rimento de las dos ranuras de Young). Esto lleva a la teoría de la lu z de Y oung- Fres ne l. L a velocidad de la luz en el agua en movimiento es o tra refutación. Prepara para la relatividad especial.

7) El experimento de O ersted es interpretado por Faraday como una retufación de la teoría universal de las fuerzas cen­

- tra les newtonianas y lleva as í a la teoría de campos de Faraday y Maxwell.

8) Teoría atómica: la atomicidad del átomo es refutada por el electrón de Th omso n. Esto lleva a la teo rí a electromag­nética de la materia y, con el ti empo, a la aparición de la elec­trónica. Veánse los intentos de Einstein y de Weyl de encontrar una teoría monista («Unificada>>) de la gravi tac ión y la elec tromagnética 7.

9) El experimento de Mi chelso n (1 88 1-1 887-1902, etc.) lleva a Versuch einer Theorie der e!ektrischen und optischen Ers­cheinungen in bewegten Kopern de Lorenz ( 1895: véase § 89). El libro de Lorenz tuvo una impo rta ncic. crucial para Ei nstein, que a ludió a él dos veces en § 9 de su artículo de 1905 sobre la rela­tividad . (El propio Einstein no consideraba muy impo rta nte el

mo mento. En este contexto, e l mov imi ento circular era explicab le, pero el movimiento elípti co se co ns ideraba bastante irrac io nal. Así, la racionalidad de la ac titud m etafísica (o pro gra m a metafísico de investigación) p re-kepleri a na debería tenerse en cuenta: estaba la bi en establecida con tinu ac ió n de la ro ta­ción de la rueda: si tenemos una ru eda libremente suspendida. el mo mento angu la r está tan bien sustenta d o po r la observac ión como lo es tán las fuerzas ele inercia. A Ke pler le costó gran esfuerzo supera r esa co nce pc ión, pero no po~que fu era un prej uicio: más bie n po rque formaba pa rte impo rtan te del tras­fo ndo rac ional. Sin ti e ndo, co m o sinti ó al princi p io. q ue el movimiento elípti co e ra irrac ional, Keple r necesitaba un nu evo tipo de explicación pa ra él. Puede q ue fuese a hí donde entrase e l sol: en la desc ripció n d e Kepl er hay fu erzas que ema na n d el sol, mie ntra s que en la teo ría de Galileo el movimien to c trcula r de los p lanetas no depende rea lmen te de l so l. Desde luego la teo rí a de Kep ler es distinta de la nues t ra: él hablaba, pr inc ipalmente, no de la atracción eje r­cid a por e l sol, sino de que los rayos son empujados hacia fue ra por el so l. Só lo con Newton empezó a verse claro qu e la atr;:tcci ó n de l so l innuy e a los p la netas. de la misma man era que la a tracció n de la tierra innuye a la luna . Ga lil eo. s in embargo. segu ía opo ni é ndose a la teorí a de Kepl e r a ca usa de sus conno tac io nes ast ro lógicas. es dec ir, s us connotaciones irrac iona les: la « in­nuencia .. de unos plane tas sob re ot ros planetas. Kepler era , e n efec to, un astró logo: y la astro logía mantiene que los cuerpos ce lest es ejercen fue rzas u nos sobre ot ros . ;\ sí. uno puede entende r tanto a Gali leo como a Kepler. El ma rco m e tafís ico de Gali leo le impo ní a el movimiento ci rcul a r y le impedía aceptar la inn uenc ia del so l y de la luna . Véase tamb ie n Conocimif'nfo objcri\'0 [Obi. Kn. ]. Capítu lo 4 , secció n 9.

; C{ mi .. Th e Rat iona li ty of Scient ific Re \'o luti o ns" en R. H arré. ed .. Pro­hlems o(' Scien ri('ic Rcl'Oiurion. 1975. pp. 27 -101 : véase sección X II.

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REAL!S\10 \' EL OflJETI\·o DE LA CJ I:'iCI.-\

experimento de Michelson.) La teoría ele l::l relativid ad es pecia l de Ewstern es: a) un desarrollo del. formalismo fundad o por Lorenz, y b) una interp retació n diferente -es decir , relati­vista- de ese formalismo. H asta el mo mento no existe un ex perimento crucial pa ra decidir entre las interpretaci ones ele ·Lorenzy de Einstein; pero si tenemos que adoptar la acción a dtstancw (no loca lidad: véase Teorla cuánlica }' el cisma en física, to mo III del Post Scriptum, Prefacio de !"982) , entonces tendríamos que volver a Lorenz .

Por cier_to, pasa ron años antes de que los físicos empeza ran a llegar a cterto acuerdo sobre la importancia de los experimen­t_os de. Michelson: yo no afirmo que normalmente se acepten las t~lsac10nes en segu1da (véase la sección precedente) -ni s tqu¡era que se reconozca n inmediatamente como falsaciones potenciales-.

10) Los <<descubrimientos fortuitos» de Roentgen y Bec­querel refutaron ciertas expectativas (que se tení a n inconscien­temente), sobre todo las espectativas de Becquerel. Tuviero n, naturalmente, consecuencias revolucionarias.

11) La teoría de (parcial) éxito de Wilhelm Wien sobre la radia ción de un cuerpo negro chocó con las teorías de Sir James Jeans y de Lord Rayleigh que también tuvieron mucho éx ito (en parte, véase la sección precedente). La refutación de Lummer y Prings heim de la fórmula de radiación de Rayleigh y Jeans, JUnto con la obra de Wien, lleva a la teoría cuántica de Plan.ck (vé~se L. J. C:~ p. 103). En esto, Planck refuta su propia teona, la 1nterpetacwn absolutista de la ley de la entropía, frente a una interpretación probabilística similar a la de Boltzmann.

12) Los experimentos de Philipp Lenard referentes al efecto fotoeléctrico estaban en conflicto, como insistía el propio Lenard, con, lo que cabía esperar de la teoría de Ma xwell. Lle­varon a la teoría de Einstein de los cuantos de luz o fotones (que también estaban, naturalmente, en conflicto con Maxwell), y, así, mucho más tarde, al dualismo de onda y partícula.

13) La refutación de la teoría anti-atomista y fenomena­lista de la materia, de Mach y Ostwald: el excelente artículo de Einstei~ s_obre el movimiento browniano, en 1905, sugería que el movimiento browniano podría interpretarse como una refu­tación de esta teoría. Así pues , este artículo hizo mucho po r establecer la realidad de moléculas y atómos.

14) La refutación de Rutherford del modelo del átomo como vórtice8

• Esto lleva directamente a la teo ría d e Bohr de

8 C{ «The rati o nality of Scientific Revo luti o ns" , p. 90.

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19 13 sobre el átomo de hidrógeno y , por fin , a la mecánica cuá ntica.

15) La refutación de Rutherford (en 19 19) de la teoría según la cual los elementos químicos no podían cambiarse arti­fiCial m en te (aunque podrían des integrarse es pon tánea mente).

16), La teoría de Bhor, Krarners y Slater (véase L. f. C.. p. 232): Es ta te o ría fu e re futada por Compton y Simon. La refutación ll eva cas i inmedia tamente a la mecánica cuántica de Heisenberg, Born y Jordan.

17) La interpretación de Schrodinger de su propia teoría (y de Broglie) es refutada por la interpretac ión estadís tica de ondas de materia (ex perimentos el e Davi sso n y Germer y de George Thomson, por ejemp lo) . Esto lleva a la interpretación estadística de Bo rn .

18) El descrubrimi ento del positrón ( 1932) po r Anderson refut a much as cosas: refuta la teoría de dos partículas elemen­tales -protones y electrones-; refuta la teorí a de la conse rva­ción de las partículas; refuta la interpretación original de Dirac de su propia predicción de partículas posit ivas (él pensó que eran protones). Con ello se corrobora algún trabajo teó ri co de 1930-31. (Para más detalles, véase Norwood Ru sse ll Hanson, The Concept of !he Positron, 1 963; un libro excelente .)

. 19) La teoría eléctrica de la materia 9 elaborada por Eins­t e t~ y Weyl, qu e Einstein sostuvo implícitamente -y, en cual­qUier caso, la buscó- hasta el fin de su vida (ya que él inter­pretaba la teoría unificada de campos como una teoría de dos campos , gravitatorio y electromágnetico), es refutada por el neutrón y por la te oría de Yukawa de las fuerzas nucleares: el Mesó n de Yukawa. Esto da lugar a la teoría del núcleo. ·

20) La refutación de la conservación de la paridad (véase Allan Franklin, S tud. Hisl. P!zilos. Sci. 10, 1979, p. 201) .

III

Se entiende, naturalmente, que esas refutaci o nes no hicieron más giúe crear nuevas situaciones de los problemas que, a su vez, ,estimularon la imaginación y el pensam·iento crítico. Las nuev:as teorías que se desarrollaron no fueron, pues , resultados directos de las refutaciones: fueron los logros del pensamiento creador, de los hombres que pensaron .

Otra advertencia obvia es que, en algunos de esos casos se tardó cierto ti empo antes de que la refutación se aceptase co'mo

• Cf la Intro ducción a l tomo Ill del Post Scrip111m. Cf también «The . Rationality o f Sc ienti fic Revolutions", p. 90. primer párrafo. nuevo.

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34 REALJSI\10 't ' EL OBJETI\'0 DE LA C!Et\CIA

tal: hubo con frecuencia acciones de retaguardia, a veces incluso acciones pr?longadas, antes de que la refutación se aceptase en la practica como refutación por todas las personas competentes .. en vez de Interpretarla de algún otro modo. Pero esto no fue Siempre así: no lo fue, por ejemplo, en los casos 12) (los resultados de Lenard se aceptaron con bastante rapidez), ~3). a 17) e Incluso 18), aunque la teoría refutada tuvo, en este ultimo caso, una larga supervivencia.

Hay , na.turalmente, excepciones a este análisis en términos de refutaCion seguida de rec?ns.trucción. La mayo r exc~·pción pare.ce h~ber Sido la de Copernico, cuyo objetivo fue ddr una explicacion alternativa a los hechos explicados por Pto!6meoi 0 •

Para es.tar totalmente seguro de que ésta es realmente , una excepc10n, habría que . ~studiar el case; con mayor detalle y, so bre todo, la aceptac1on de la teoría por los científicos, que p_udo habers~ retrasad.o hasta los nuevos descubrimientos empí­ncos de Galileo. menciOnados en 2). de los que puede afirmarse que son refutaciOnes de Ptolomeo.

. Mi teoría d~ la ciencia no pretendía ser una teoría his tórica 111 ser una teona apo~ada en hechos históricos o empíricos de otro tiP.?· como ~e dicho antes. Sin embargo. dudo que exista una. leona d~ la .c1encw que pueda arrojar tanta luz sobre la his­tor:a de 1~ c1encta con.w la teor[a de que la refutación va seguida po1 una 'econstrucc10n revolucionaria y, sin embarr;o. conser-¡•adora11 . '

JO L .. o qu.e ocurno en el caso de Copérnico fue qu e se reint c rpretaron los

hec.h os en term1nos de la vieja teor ía de Aristarco. que había s ido o lvid ada cas i _ror compi;:to. s1n nmguna mtcnción de hacer un experim en to crucial. Cop~ rnico.~uena decir que l~s mts ':los hechos pueden rein te rpretase a la luz de la leona de Anstarco. So lo mas tarde advirtieron o tros q ue quizá los hec hos pudtcran Inte rpretarse mcior a la luz de la teoría de Copérn ico. y que hab1a ot.ras ventaJas. Otra forma d e expresar esto -aunqu e usando una ter­mtnologJ:l dtfcrente de _l a que empleo Cor::érnico- es decir que propuso cam­~J a r e l tra sfo_n.clo metaftsico; !' que la leona de Pt o lornco era una teoría rneta­f¡ s ¡ca que sulna ele difJcultaclcs g raves: por ejemplo. el mecanismo de la envol­tura _es VIOlado por los cometas que penetran en ella. Sólo cuando se reco­noclo que .I.as .dos tco:ías alterna~ivas te nían consecuencias empíricas diferentes. se com.¡rtJ'~ .'a. cu~Slion en Cien tJfi ca . o al menos. se co nvirt ió en un programa de.!m cst Jg:HJon \1\0 capa z de convert irse Estas contra s t<Icioncs fueron posi­ble s d e !~echo ~on.·SJallleo: con las fase s de Venus . las luna s de Jú piter y las dtlerencta s ele tam,~no d e Venus. Marte y 1\·[ercurio. (Los tamaii os apa'rentes de lo¡. planetas te ndnan que ser cu nstant es si la tierra es tu , ·iese en el centro.) (\ C?

1Se f~.OIIOCIIII/C/:1~ o{~¡C I! I'O [0/Ji. f.:/1 ., .1972]. pp . ~ ~~ -189 . ) . \ e,tse. pnr c ¡e mplo. «Th c Ra tJOnaltty of Scten t¡f¡c Rc , ·o lu ti ons .. en Ro lll

Harre. cd .. l 'rohlcmas of Scimll/ic Rc\'(Jiilfion. o p. ur .. secc i0 n V I 11. pp. 1-:2 s.

J'.JTRODCCC !O i'< DE 1982 35

IV

Este puede ser el lugar adecuado para mencionar, y refutar, la leyenda de que Thomas S. Kuhn, en su capacidad de histo­riadÓr de la ciencia. es quien ha mostrado que mis concepciones sobre la ciencia (llamadas a veces, pero no por mí mismo. «Fa lsacio nismo») pueden refutarse con hechos , es decir, por medio de la historia de la cie ncia.

. No creo siqui era que Kuhn lo haya intentado. En todo caso, no lo ha logrado . Además, en la cuestión de la importa n­cia de la falsación para la hi sto ria de la ciencia, las concepcio­nes de Kuhn y las mías coinciden casi totalm ente.

Esto no significa que no haya grar.des diferencias entre las concepciones de Kuhn y las mías sobre la ciencia. Yo sostengo la antigua teoría de la verdad (casi explícita en Jenófanes, D emócrito y Platón y bastante explícita en Aristóteles), según la cual la verdad es la conformidad d~ lo que se afirma con los hec hos. Las concepciones de Kuhn en esta cuestión fundamen­tal me parecen estar afectadas por el relativismo; más específi­camente, por una forma de subjetivismo y de elitismo como la propuesta, por ejemplo, por Polanyi . Kuhn me parece estar tam­bién afectado por el fideísmo de Polanyi: la teoría de que un científico tiene que tener fe en la teoría que propone (mientras que yo creo que lo s científicos -como Einntein en 1916 y Bohr en 1913- se hacen cargo a menudo de que están proponiendo conjeturas que tarde o temprano serán sustituidas por otras). Hay muchos otros puntos en los que diferimos, el más impor­tante de los cuales es. qui zá, mi énfasis en la crítica objetiva y racional: considero característico de la ciencia, antigua y moderna, el enfoque crítico de las teorías, desde el punto de

· vi s ta de s in son verdaderas o falsas. Otro punto que me parece fundamental es que Kuhn no parece comprender la g ran impor­tancia de las mucha s revoluciones puramente cient((icas que no es tán relacionadas con revoluciones ideológicas. En realidad, él ca si parece id entificar los dos tipos 12

. ·

Pero con respecto a la falsabiliclad o a la imposibilidad de obtene r pruebas concluyentes de falsación y respecto a función el e ambas en la historia de la ciencia y de las revoluciones cien­tíficas, no parece habe r ninguna diferencia de importancia entre Kuhn y yo.

Kuhn, sin embargo, parece ver grandes diferencias entre nosotros en este punto, aunque también se i'i a la muchas simila-

1' Véase "Thc Rati ona lit y of Sc ie nt ific Re vo lut io ns", op. cir .. pp. 72-101.

esp. 87-9.\.

38 REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA CIENCIA

de ellas me parece plausible. Es que Kuhn, al principio de su profesiÓn, se formó una teor ía de mis concepciones que se con­virti_ó e~ su par~digma. de Popper: Popper es el hombre que' sustrtuyo el venfJcacJonJsmo por el falsacioni smo («ingenuo .. ). Kuhn formó este paradigma (siguiendo sus propias indicacio­nes) antes de haber leído ninguno de mis escritos. Cuando por fin leyó La lógica de la investigación cienrifica, lo levó a la luz de su paradigma. Muchos pasajes de este libro (uno en la página inmediatamente siguiente a mi introducción de la idea d~ falsación) mostraban que yo no me ajustaba a su para­digma. Pero, como hemos aprendido de Kuhn, no es! fácil renunciar a los paradigmas 16• /

,La cuestiór: a~ora e~ ésta: ¿Soy yo realmente el homt;re .que te~1a el falsac10msmo mgenuo como pieza clave de su pensa­n_Hento? ¿Es ver?adero el paradigma de Kuhn? ¿Puedo ser <<legí­timamente considerado como un falsacionista ingenuo», a pesar de que Kuhn admite después de leer La fóaica de la invesfiaa-ción científica que, ya en 1934, yo no lo er"a? "'

Resulta que la verdadera pieza clave de mi pensamiento s?bre el conocimien_t<? humano el es falibilismo y el enfoque crí­tico; y que veo, y VI mcluso antes de 1934 (véase mi Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie) que el conocimiento humano es un caso muy especial de conocimiento animal. Mi idea central en el terreno del conocimiento animal (incluido el conocimiento humano) es que se basa en conocimiento here­dado. Tiene el carácter de las expectaciones inconscientes. S1empre se desarrolla como consecuencia de modificaciones del conocimiento anterior. La modificación es (o es como) una mutación: ~ien~ de dentro,_ tiene el carácter de un globo de prueba; es mtU1_t1va o atrevidamente imaginativa. Tiene , pues, un caracter conJetural: la expectación puede resultar frustrada. el glo?o o la pompc:> pu~d~ n pincharse: toda la info rmación que se reCJ be de fu era es e limmatona, selectiva.

Lo especial del conocimiento humano es que puede formu-

16 La contribución d e Kuhn a P. A. Schilpp, ed., The Phifosophy o( Karf Popper (tomo Il, pp. 798-8 19) es una crítica agradablemente escrita del lege n­dano falsaciO!liSta mgenuo K. R. P. Está tan convencido de conocer mis opi­ruones y sus puntos débil es que, co n mis libros en las manos , me habla de «locuciones .. tales como «fa lsación .. o «refutación .. que so n «an tónimos de prueba ... Pero en el lndi ce de Materias de mi L. Se. D. podría haber encon­trado: "~ontra-prueba , n o pu ede ofrecerse una contra-prueba con cluvente (de una teona), 42, SO, 81-87». ' [Esta referencia es a la versió n inglesa. No se e ncuentra en la españo la]' Esta y otras muchas observacion es e n -su co ntribu­ción mues tran lo que le ocurre a l lec to r de un lib ro tiene un ,, pa ra digma » de lo qu e debe encontrarse en. él y d e lo que no. En gene ral, enc uentro que muchos lmtonadores de la c ie ncia so n muy malos lec to res (es decir , está n ll e­nos de preJUICios).

1 1

INTRODl.JCC IO N DE 1982 39

larse en un lengu aje, por medio de proposiciones. Ello ·hace posible que el conocimiento se haga consciente y sea criticable objetivamente por medio de argumentos y de contrastaciones. De este modo llegamos a la ciencia. Las contrastaciones son intentos de refutación. Todo conocimiento sigue siendo falible , conjetural. No hay jUstificación ni, naturalmente , justificación definitiva de una refutación. No obstante, aprendemos por las refutaciones, es decir, por la eliminación de errores, por un proceso de realimentac ió n 17

. En esta descripción no hay lugar en absoluto para la << fal sació n ingenua» .

V

Otra objeción a mi teoría del conocimiento está mejor fun­dada, aunque su impacto en mi teoría es insignificante. Es el admitido fracaso de una definición (de la similitud con la ver­dad o aproximación a la verdad) que propuse en 1963 18

.

Voy a explicar primero con dos ejemplos , 1) y 2), el único tipo de uso de la idea de similitud con la verdad que puede aparecer en mi teoría del conocimiento (o en la de cualquier otro).

1) El enunciado de que la tierra está en reposo y que los cielos estrellados rotan a su alrededor está más lejos de la ver­dad que el de que la tierra rota alrededor de su propio eje; que es el sol el que está en reposo; y que la tierra y los otros plane­tas giran en órbitas circulares alrededor del sol (como propusie­ron Copérnico y Galileo). El enunciado, debido a Kepler, de que los planetas no se mueven en círculos, sino en elipses (no muy alargadas) con el so l en su foco común (y con el sol en reposo o girando sobre s u eje ) es una mayor aproximación a la verdad . El enunciado, debido a Newton, de q ue ex is te un espa­cio en reposo, pero que, aparte de la rotación , su posición no puede hallarse por med io de la observación de las es trellas o de e fectos mecánicos , en un paso más en la dirección de la verdad.

2) Las ideas de Gregor Mendel sobre la here nc ia estaban más próximas a la verdad, al parecer, que las concepc iones de Charles Darwin. Los experimentos posteriores de reproducción con moscas de la fruta (mosca mediterránea) llevaron a mayo­res progresos en la sim ilitud con la verdad de la teoría de la herencia. La idea d e l acervo genético de una población (una espec ie) supuso un paso más . Pero los pasos más importantes.

17 N o creo q ue No rbert Wic ner. en su Crbcmr:rics. se reficriese al darw i­n ismo o a la elim inac ió n de erro res (p rue ba y erro r) .

'" Véase n dcsarroflo del CII II OCil11iCI110 cientí(ico [C 8: R. ]. Cap íllll o 10.

!U:.-\Ll~,\l(J Y EL U!Ul:l l \'U Ul: LA llc .'\:l l .\

con much o, fueron los qu e culminaron con el descubr im iento d el código genéti co.

Estos ejemplos, l ) y 2), muestr:ln, creo, que no es nece­saria una defini ció n formal de si militud con la verdad para poder hablar inteligentemente de ella (véase también, má s ade­la nte, el Addendum al capítulo IV, Parte l).

Entonces, ¿por qué intenté dar una definición formal? He argüido a menudo que las definiciones so n innecesarias.

Nunca son realmente necesarias y rara vez útiles, excepto en el siguiente tipo de situación: introduciendo una definición po?e­mos mostrar que no só lo se necesitan menos suposiCion es basi­cas para una buena teoría, sino que, además, nuest ra teoría puede explicar má s que sin la definición. En otras palabras, una nu eva defini c ión tien e interés sólo si la teoría resu lta forta­lec ida por ella. Creí que podía hacer esto con mi teoría de los objetivos de la ciencia: la teoría de que la ciencia busca la ver­dad y la resolución de problemas de explicación, es decir, que busca teorías de mayor capacidad explicativa , mayor contenido y mayor contrastabilidad. La esperanza de fortalecer aún f!1áS esta teoría de los objetivos de la ciencia por medio de la defmi­ción de similitud con la verdad en términos de verdad y de con­tenido fue, desgraciadamente , vana . Pero la concepción, muy extendida, de que el abandono de esta definición debilita mi teo ría, carece por completo de fundamento. Puedo añadir que acepté la crítica hec ha a mi definición a los pocos minutos de su presentación, preguntándome cómo no habría visto el error yo mismo antes, pero nadie ha mostrado nunca que mi teoría del conocimiento, que desarrollé ya en 1933 y que lleva cre­ciendo vigorosamente desde entonces y que es muy utilizada por los científicos en activo, haya resultado debilitada en lo más mínimo por esta infortunada definición errada o que la idea de similitud con la verdad (que no es una parte esencial de mi teoría) no pueda seg uir usándose dentro de mi teoría como concepto sin definir.

La aserción de que mi autoridad ha resultado dañada por este incidente es obviamente cierta, pero nunca he prentendido ni deseado tener ninguna autoridad. La aserción de que mi teo­ría ha resultado dañada se ha lanzado sin siquiera intentar dar una razón, y me parece que es una afirmación incompetente .

VI

También se le ha encontrado a mi teoría la objeción de que no puede responer a la paradoja de Nelson Goodman 19

.

19 [Véase W. W. Bartley III, .. Ein c Losung des Goodmen-Paradosons., en

I:\TROO!TCI O:\ fJ[ ]l)i) ~ ._¡¡

Que no es así se \'erá e n b s siguientes co nsid e racio nes que muestran, por medio de un simple cálculo , que el e nuncrado de evidencia (' «todJs b s es me raldas observadas a ntes dd l de e nero del año 2000 son \'erdes" no hace a la hipót esis lz 1• «todas la s esme ralda s son verdes, ::!1 menos hasta febr ero d e l año 2000,, más probabl e que las hipótesis «tod~s las esmeralcl~s son o.zules, paro. siempre jamás, con ID. excepciOn de las que fu eron observadas antes del año 2000, que son verdes". Esto ~o es ~ma paradoja que hay que formular y disolver por medio de mves~Iga­ciones lingüísticas, sino que es un teorema demostrable del ca lcu­lo de probabilidades. El teorema pu~de formularse como Sigue:

El cálculo de probabi li dades es mcompatible con la conJe­tura de que la probabilidad es ampliqtiva (y , por tanto, inductiva) .

La id ea de que la probabilidad es ampliativa está muy extendida . Es la idea de que la evidencia e -por ejemplo, que todos los cisnes en Au stria son blancos- aumentará de algún modo la probabilidad de un enunciado que va más allá de e, tal como h, <<todos (o la mayoría de) los cisnes en las regiones limítrofes de Austria son blancos". Dicho de otro modo, la idea es que la evidencia hace al menos un poco más probables cosas que están más allá de lo que realmente afirma. (E_sta con­cepción fue defendida con fuerza por Carnap, po: eJen:plo.)

Fue especialmente el teorema que damos a contm~~cion el que sugirió la concepción segú_n la . cual l~ . probabilidad es ampliativa (h = hipótesi s: e= ev1dencm empmca; b = mforma­eión básica):

Sea p (h,b) #O. Además, sea e evidencia favorab le (es decir, e se sigue de h en presenc ia de b, de modo que p (e,b) # l Y p (e. hb) = 1). Entonces p (h.eb) > p (h,b). Esto es, l,a evidencia favorable e hace h más probable, aunque h dice. mas que e. _Y esto es válido para cada nueva e1, e2, .... que sat isfaga las mis­mas condiciones.

Parece, por tanto; que una evidencia favorable en aumento sig ue sustentando a h; y de ese modo, parece que el a po yo es a m plj-ati vo.

Pero eso es una ilus ión, como puede mostrarse de la manera sigdiente: .

'.Sean h 1 y /z 2 dos hipótesis cualesqUiera apoyadas por e en presencia de b, de modo que

p (e.b) ~ l y p (e. h 1b) = p (h 2b) = 1

G. R~dnitzky und Gunn:tr Andersson , Voraunetzungen und r;·ren::en dcr Wis­st:nschaft (Tübingen , 1982), pp. 347-35~; y en uRau o nality, Cn t! CJSI11 and Logic .. : Phi/osophia 11 , febre ro 1982, esp. pp. 169- 173, y la s referenci:l S que alli se d:tn. E</.]

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42 REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA CIE'\C I A

Sea R,c (antcrí01) = ¡; (h 1b) / p (lz2b) el coc iente de las probabi­lidades de lz, y 17 2 con an teriori dad a la evidenc ia e, y sea

R, 2 (posterior)= p (lz,. cb) / p (h2.cb)

el cociente d e la s dos probabilidades con posterioridad a la evi­dencia c.

E ntonces tenemos, para un a lz,. lz 2• y e cua lesq uiera que sa tisfaga n dichas co ndicio nes:

R~.2 (a111crio1) = Rf.c (posteriOJ)

Esto se s igue cas i inmediatamente de

¡; (a.bc) = fJ (a.bc) / p (b.c)

es decir, del teore ma de Bayes. ¿Qué significa

R, _2 (posterior)= R1_2 (all/erior)'?

Dice que la evid encia no cambia el cociente de las probabi­lidades anteriores, tanto si las he mos calc ul ado co m o s i las hemos supuesto libreme nte, sie mpre qu e las dos hipótesis pue­d a n exp licar, ambas, la evide ncia e. Pero eso s ig nifica que si s upo nemos que:

h, = to d os los cisnes e n alguna región más grande que A us­tria so n blancos;

h2 = todos los cisnes del mundo son no blancos, excep to los de A ustria, que so n b lan cos ;

e= tocios los cisnes e n Austria son blancos, ent onces , suponiendo cualquier probabilidad anter io r que se desee pma lz 1 y lz 2 : su coc ie nte R, e (anrcrio1) perm a nece inalte­rado por la evide ncia . Así pues, no ha y extensión, no hay apoyo amp liativo: no hay probab ilidad ampliativa, ni para los cisnes ni para la s e:;mcra lclas. Y esto no es abs urdo, s ino ta uto­lóg ico (y no lo afec tan las traducciones).

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REALISMO Y EL OBJETIVO DE LA CIENCIA

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