Vol. 1.01 - Collins, Wilkie - Cazador Cazado

download Vol. 1.01 - Collins, Wilkie - Cazador Cazado

If you can't read please download the document

Transcript of Vol. 1.01 - Collins, Wilkie - Cazador Cazado

Cazador Cazado (The Biter Bit) Por Wilkie Collins Del inspector jefe Theakstone, del Departamento de Investigaciones, al sargento Bulmer, de la misma oficina. Londres, 4 de julio de 18... Sargento Bulmer: Esta es para informarle que se le necesita para ayudar a resolver un caso importante que requiere la cooperacin de un hombre de su experiencia. Me har usted el favor de pasar al joven portador de esta carta el asunto en el cual est usted ocupado actualmente. Le dar usted todos los pormenores del caso, tales como estn; le har saber los progresos que ha hecho (si es que los hay) para descubrir la persona o personas que robaron el dinero. Deje que l haga lo que mejor pueda con el caso que, hasta este momento, usted ha tenido entre manos. A l le pertenecer la responsabilidad, o el xito si lo lleva a buen trmino. Hasta aqu, las rdenes que tena que darle. Ahora, algo en confidencia para usted, acerca del hombre que lo reemplazar en este asunto. Su nombre es Matthew Sharpin, y se le presenta la oportunidad de entrar en las Fuerzas, sin previa preparacin; depende de su inteligencia permanecer en ellas. Usted me preguntar cmo consigui este privilegio; lo nico que puedo decirle es que alguien sumamente influyente lo respalda. Una persona a quien, tanto usted como yo, preferimos no nombrar. El joven de quien le hablo ha sido pasante de un abogado; tiene una elevada opinin de s mismo, y es tan engredo como mezquina y socarrona es su apariencia. Segn dice, deja su antigua ocupacin y se pasa a la nuestra, por su propia voluntad y preferencia. Usted no creer esto ms que yo. Mi opinin es que se ha enterado de

algn secreto perteneciente a un cliente de su patrn, que lo convierte en persona poco grata para tenerla en la oficina; al mismo tiempo, esto le da cierto poder sobre su empleador, el cual no podra despedirlo sin peligro. Yo creo que darle esta oportunidad es lo mismo que darle dinero para silenciarlo. Como quiera que sea, el seor Matthew Sharpin se ocupar ahora del asunto; si su actuacin se viera coronada por el xito, ya lo veo metiendo su inquisidora nariz en nuestras oficinas y asuntos, tan ciertamente como que hay Dios. Todo esto se lo digo para que no le d ningn motivo de queja con el que pudiera ir a la Jefatura y dejarlo a usted en mal lugar. Atentamente suyo, Francis Theakstone. Del seor Matthew Sharpin al inspector jefe Theakstone. Londres, 5 de julio de 18... Estimado seor: Despus de haberme visto favorecido con las instrucciones necesarias por parte del sargento Bulmer, me permito llamarle la atencin sobre ciertas directivas que he recibido relativas a los informes que, sobre mi futura actuacin, he de preparar para su estudio por la Jefatura. El objeto de que me dirija a usted, y de que usted examine lo escrito por m antes de llevarlo a la Superioridad, es, segn se me ha dicho, concederme el beneficio de su consejo, si llego a necesitarlo (y me atrevo a esperar que no ser ste el caso), en cualquier momento de mis actuaciones, dada mi poca experiencia. Las extraordinarias circunstancias del asunto en que estoy ocupado me impiden ausentarme del lugar en que fue cometido el robo, mientras no haga algn progreso en el descubrimiento del ladrn, de suerte que no puedo consultar personalmente con usted: De ah la necesidad en que me veo de escribirle sobre varios detalles que

sera preferible, tal vez, tratar personalmente. Esta es, si no me equivoco, la situacin en que nos hallamos colocados. Consigno mi impresin al respecto a fin de que podamos entendernos perfectamente desde el principio, y quedo su atento y seguro servidor, Matthew Sharpin Del inspector jefe Theakstone al seor Matthew Sharpin. Londres, 5 de julio de 18... Seor: Usted ha empezado perdiendo tiempo, tinta y papel. Los dos sabamos perfectamente bien nuestras respectivas posiciones cuando lo mand con mi carta al sargento Bulmer. No haba la menor necesidad de repetirlo por escrito. Haga el favor, en lo futuro, de emplear su pluma para el asunto que se le ha encomendado. Son tres los informes que usted debe escribirme. Primero, debe hacer un resumen de las instrucciones que le dio el sargento Bulmer, para demostrarme que no se le olvida nada y que est completamente familiarizado con el caso que se le confa. Segundo, debe informarme qu se propone hacer. Tercero, debe referirme por escrito cada progreso que haga (si es que hace alguno) da por da, y, si es necesario, hora por hora. Ese es su deber. En cuanto al mo, cuando yo quiera que usted me lo recuerde, se lo avisar. Mientras tanto, lo saluda, Francis Theakstone. Del seor Matthew Sharpin al inspector jefe Theakstone. Londres, 6 de julio de 18...

Seor: Usted es un hombre de edad, naturalmente inclinado a estar un poco celoso de los jvenes que estn en la plenitud de la vida y de sus facultades mentales. En esas circunstancias, es mi deber no tomar demasiado a pecho sus pequeos defectos. Tampoco me ofendo por el tono de su carta; le doy el beneficio de mi generosidad natural, y borro de mi memoria su impertinente comunicacin. En una palabra, inspector jefe Theakstone, lo perdono, y paso a otra cosa. Mi primer deber es darle un informe completo de las instrucciones que he recibido del sargento Bulmer. Helas aqu segn mi versin. ................................................................ En el nmero 13 de la calle Rutherford, en Soho, existe un comercio de papelera atendido por un seor Yatman, casado y sin hijos. Adems del seor Yatman y su seora, los otros ocupantes de la casa son: un hombre soltero de apellido Jay, que vive en la habitacin del frente del segundo piso; un comerciante que ocupa una de las piezas del altillo y una persona para todo servicio, que tiene su cama en la pieza de atrs de la cocina. Una maana por semana viene una suplente para ayudar en la limpieza. Estas son las personas que tienen habtualmente libre acceso al interior de la casa. El seor Yatman ha estado en los negocios durante varios aos, llevando sus asuntos en forma prspera, hasta adquirir una envidiable posicin. Desgraciadamente, empez a especular para acrecentar el monto de su fortuna. Hizo inversiones audaces, y la suerte se volvi contra l en forma tal que, hace apenas dos aos, se encontr convertido otra vez en hombre pobre. Todo lo que salv del naufragio de su fortuna fueron doscientas libras. A pesar de que el seor Yatman hizo lo que pudo frente a las circunstancias, dejando de lado varios lujos y comodidades a los que l y su esposa estaban acostumbrados, vio que no podran ahorrar nada de lo que le daba la papelera. El negocio iba

declinando de ao en ao, a causa de competidores que trabajaban ms barato. As estaban las cosas hasta la ltima semana; el nico remanente de la fortuna del seor Yatman lo constituan las doscientas libras que consigui salvar del derrumbe. Esta suma estaba depositada en un banco en forma de capital comn. Hace ocho das, el seor Yatman y el seor Jay conversaron acerca de las dificultades que en estos tiempos entorpecen el comercio en todas sus ramificaciones. El seor Jay, que vive de lo que le producen los artculos que manda a diversos diarios (accidentes, querellas; en una palabra, artculos a centavo la lnea), dijo a su casero que esa maana haba odo comentarios desfavorables acerca de los bancos que aceptan depsitos en forma de capital comn. Esos rumores ya haban llegado a odos del seor Yatman por otros conductos. Estas noticias, confirmadas por su inquilino, alarmaron al seor Yatman, ya que decidi sacar cuanto antes el dinero depositado en el banco. Como era un poco tarde, lleg justo a tiempo para que se lo entregaran, antes de cerrar el banco. Recibi el dinero en la siguiente forma: un billete de cincuenta libras, tres de veinte libras, seis de diez libras y seis de cinco libras. Pidi el depsito en esta forma porque pensaba invertirlo en prstamos de poca importancia entre los pequeos comerciantes de su distrito, algunos de los cuales estn en situacin apremiante en estos momentos. Las inversiones de esta ndole parecieron al seor Yatman ser ahora las ms seguras y provechosas. Guard el sobre con el dinero en un bolsillo, y al llegar a su casa pidi una caja de lata que aos atrs usara para guardar valores, la cual, segn crea recordar, era del tamao exacto para contener los billetes. Durante largo rato buscaron la caja en vano; el seor Yatman pregunt a su esposa si saba dnde estaba. La pregunta fue oda por la sirvienta, que en ese momento llevaba la bandeja con el t para el piso alto, y por el seor Jay, que en ese instante bajaba para ir al teatro. Al fin, la caja fue encontrada por el

empleado del negocio. El seor Yatman coloc los billetes de banco en ella, la cerr con un candado y se la guard en un bolsillo del abrigo, no quedando muy oculta, ya que era un poco grande para ser guardada en tal lugar. El seor Yatman permaneci toda la tarde en el piso alto de su casa; no recibi visitas, y a las once de la noche se fue a acostar, poniendo la caja con los valores, junto con su ropa, en una silla al lado de la cama. Cuando l y su esposa despertaron a la maana siguiente, la caja haba desaparecido. El posible canje de esos billetes fue detenido, avisando al Banco de Inglaterra, aunque hasta ese momento nada se haba odo de ellos. Hasta aqu, las circunstancias del caso son perfectamente claras. Ellas demuestran que el robo debi de ser cometido por alguna persona que vive en la casa. Por esto las sospechas recaen sobre la sirvienta, el dependiente, o sobre el seor Jay. Los dos primeros estaban en antecedentes de la bsqueda de la caja, y aunque no supieran para qu se la necesitaba, era muy probable que supusieran que era para guardar dinero. Los dos tuvieron oportunidad de ver la caja que sobresala del bolsillo de su patrn; la sirvienta, cuando retir la bandeja con el servicio de t, y el empleado, cuando fue a entregarle las llaves del negocio, antes de retirarse por ese da. Al verle la caja en el bolsillo, pueden haber inferido que el seor Yatman pensaba llevarla a su dormitorio esa noche. Por otra parte, el seor Jay saba, despus de la conversacin de esa tarde acerca de los bancos, que el seor Yatman tena un depsito de doscientas libras en uno de ellos; tambin saba que, al separarse, su casero tena la intencin de retirar en seguida el dinero. Cuando despus oy las preguntas relativas a la caja, era lo ms natural que supusiera que el dinero estaba ya en la casa, y que la caja era requerida para guardarlo. Claro que el hecho de que l saliera de la casa antes de que la caja se encontrara, lo descarta

como sabedor del lugar en que el seor Yatman pensaba guardarla durante la noche. Lgicamente, si el seor Jay cometi el robo, tiene que haber entrado en el dormitorio despus que el seor Yatman se hubo acostado, y sin saber a ciencia cierta si lo iba a encontrar o no. Al hablar del dormitorio, me acuerdo de la necesidad de hacer notar su situacin en la casa, y de lo fcil que es entrar en l a cualquier hora de la noche. Esta habitacin se encuentra en la parte de atrs del primer piso. A causa del miedo que la seora Yatman tiene a los incendios (que le hace temer el quedar apresada por las llamas en su habitacin en caso de incendio al no poder abrir una puerta cerrada con llave), su marido est acostumbrado a no cerrar jams la puerta del dormitorio; por lo dems, los dos confiesan tener un sueo profundo. De aqu se desprende que una persona con intenciones aviesas que quisiera penetrar en ese dormitorio, correra muy poco riesgo; con dar vuelta a la manija de la puerta, sta se abrira, y agregando un poco de precaucin, los ocupantes de la pieza no despertaran. Este detalle es de suma importancia, ya que fortalece nuestra conviccin de que el dinero fue robado por alguna de las personas que habitan en la casa, sin que sea necesario que posea la experiencia de un ladrn profesional. Estas fueron las circunstancias, tales como le fueron referidas al sargento Bulmer, cuando fue llamado para descubrir al ladrn y, si le era posible, recuperar el dinero. Sus averiguaciones fallaron al no producir ni la menor evidencia contra las personas de las cuales era lgico sospechar. Cuando se les inform del robo cometido, procedieron como lo haran personas ajenas al hecho. El sargento Bulmer opt, desde el principio, por hacer las indagaciones en la forma ms discreta posible; comenz por aconsejar al seor Yatman y a su seora que demostraran no tener la menor duda ni desconfianza respecto de las personas que habitaban bajo su mismo techo. El sargento Bulmer decidi ocuparse l mismo en

observar las idas y venidas de estas personas, y adems averiguar las costumbres, secretos y amistades de la sirvienta para todo trabajo. Durante tres das y tres noches estuvo el sargento Bulmer vigilndola, ayudado por un empleado de investigaciones tan competente como l; el resultado fue nulo; no encontraron nada que pudiera arrojar ni la ms ligera sombra de sospecha sobre la muchacha. El mismo sistema de averiguacin us para con el dependiente; en este caso tuvo ms dificultades debido a lo poco que saba del hombre, pero despus de aclarar algunos detalles, y aunque no tuvo la completa seguridad (como en el caso de la joven), lleg a la conclusin de que era ajeno al robo de la caja con el dinero. Lgicamente, despus de estos procedimientos, las sospechas recaen sobre el pensionista, seor Jay. Cuando me aperson al sargento Bulmer con la carta de presentacin, ste ya haba hecho ciertas averiguaciones respecto al joven pensionista. El resultado de stas no lo favorece mucho que digamos. Sus costumbres son irregulares; frecuenta sitios poco recomendables y sus amistades son personas de carcter disoluto. Est en deuda con todos los comerciantes con los cuales trata, y adems le debe un mes de alquiler al seor Yatman. La semana pasada se le vio hablando con un boxeador, y ayer por la tarde, cuando lleg, daba muestras de haber tomado bastante alcohol. En una palabra, a pesar de que el seor se hace llamar periodista en virtud de los artculos de poca monta que manda a los peridicos, demuestra ser un joven de maneras vulgares y malos hbitos; nada se le ha podido descubrir hasta ahora que redunde en beneficio suyo. Este es el resumen de lo que me comunic el sargento Bulmer, hasta en sus detalles ms pequeos. No creo que usted pueda encontrar ninguna omisin; adems, me parece que, a pesar de los prejuicios que tiene contra m, no dejar de reconocer que nadie le

ha presentado un informe ms claro y completo. Mi segunda obligacin es consignar lo que yo me propongo hacer. En primer lugar, empezar por tomar las cosas en el punto en que las dej el sargento Bulmer. De acuerdo con lo dicho anteriormente, no tengo que preocuparme de la sirvienta, ni del dependiente, ya que no existe ninguna duda acerca de la inocencia de estas personas en el caso actual. Me queda por probar la culpabilidad del seor Jay, porque antes de dar el dinero por perdido debo asegurarme que es ajeno al robo. El plan de campaa que voy a seguir cuenta con la plena aprobacin de los dueos de la casa. Me propongo llegar hoy all aparentando ser un joven que busca una pieza para alquilar. Se me mostrar la habitacin trasera del segundo piso; pienso instalarme ah esta misma tarde, adoptando la personalidad de un hombre que viene del campo y piensa radicarse en Londres, siempre que encuentre un buen empleo en alguna casa de comercio u oficina respetable. Quiere decir que vivir en la habitacin contigua a la ocupada por el seor Jay. Como la pared divisoria es un delgado tabique recubierto de yeso, me ser muy fcil hacer un pequeo agujero por el que podr verlo y oirlo cuando reciba visitas; mientras permanezca en la casa, yo estar en mi puesto de observacin; cuando salga, ir en su seguimiento. Empleando estos medios de vigilancia, creo que llegar a tener la completa seguridad de si el seor Jay sabe algo de los billetes de banco. No s lo que usted pensar de mi plan de observacin; a m me parece audaz y simple a la vez. Con esta conviccin termino este comunicado, con plena seguridad y confianza en el futuro. Matthew Sharpin. Del seor Matthew Sharpin al inspector jefe Theakstone.

7 de julio. Seor: No habiendo sido honrado con ninguna respuesta a mi ltima carta, creo, a pesar de todo, haberle producido una buena impresin con ella. Sintindome recompensado por este silencio que interpreto como seal elocuente de aprobacin, procedo a relatarle los progresos realizados en las ltimas veinticuatro horas. Estoy confortablemente instalado en la habitacin contigua a la ocupada por el seor Jay, y me agrada decir que he practicado dos agujeros, en lugar de uno, en la pared divisoria. Mi natural sentido del humor me ha llevado a la extravagancia de ponerles nombre: el observador y el auricular. El nombre del primero se explica solo; el del segundo se debe a un pequeo cao de metal que he insertado en l, que me da la ventaja de or mientras miro; esto se debe a la forma curva que le he dado al tubo, de modo que uno de sus extremos me lo aplico a la oreja. As es que, mientras veo al seor Jay, tambin puedo or lo que dice. El ingenio, virtud que he posedo desde mi niez, es lo que me ha impelido a hacer este segundo agujero, adems del que fue objeto de mi primera conversacin con la seora Yatman. Esta seora, inteligente, sencilla y de modales distinguidos, ha estudiado y comprendido todos mis planes con un entusiasmo e inteligencia dignos de ponderar. La seora Yatman, que siente mucho afecto por su marido, lamenta ms el estado actual de pesadumbre de ste que la prdida del dinero; por lo tanto, dedica todas sus energas a levantar el espritu del seor Yatman, que presenta un miserable estado de postracin. El dinero, seor Sharpin me deca ayer la seora Yatman, con lgrimas en los ojos , el dinero puede ser recuperado, haciendo economa o dedicndose al negocio. Es el estado lamentable de mi marido lo que me hace desear con ansiedad el descubrimiento del ladrn. Tal vez me equivoque, pero desde que usted entr en la

casa renacieron mis esperanzas; adems, creo que usted es el hombre ms indicado para descubrir a ese malvado. Yo acept este cumplido, con la firme conviccin de que tarde o temprano lo iba a merecer con toda justicia. Volvamos al asunto, es decir, a mi puesto de observacin y audicin. He pasado varias horas divertidas mirando al seor Jay, que aunque rara vez est en casa, segn me ha dicho la seora Yatman, hoy no ha salido en todo el da. Para mi modo de ver, esto es sospechoso; adems, esta maana se ha levantado tarde (mala seal en un hombre joven), y perdi despus un tiempo considerable en bostezar y en quejarse de dolor de cabeza. Como todos los hombres desordenados, no comi casi nada en el desayuno; despus fum una pipa, una sucia pipa de arcilla, que cualquier caballero se sentira avergonzado de poner entre sus labios. Cuando termin de fumar, tom pluma, tinta y papel, y se dispuso a escribir, lanzando un gemido al sentarse, no s si de remordimiento por haber robado el dinero o por otra cosa. Despus de escribir unas pocas lneas (estoy demasiado lejos para leer lo que escribe), empez a silbar algunos aires populares; me queda por averiguar que stos no sean claves para comunicarse con sus cmplices. Al cabo de un rato de distraerse con sus silbidos, comenz a pasear por la habitacin, detenindose a veces para agregar una palabra o dos a lo que haba escrito. Momentos ms tarde, se acerc a un armario y sac algo con mucho cuidado; yo aguc mi vista para no perder ni un solo detalle, pero, al darse vuelta y quedar frente a m, result que lo que haba sacado del armario era una botella de brandy! Acto seguido se sirvi un poco del contenido de la botella, despus de lo cual esta despreciable persona se tir en la cama y se durmi a los cinco minutos. Durante dos horas estuve oyendo sus ronquidos, hasta que un golpe dado en la puerta de la habitacin vecina me llam a mi

puesto de observacin. El seor Jay se levant y abri la puerta con sospechosa rapidez. El visitante result ser un muchachito de cara no muy limpia, que al entrar dijo: Por favor, seor; lo estn esperando. Inmediatamente se sent en una silla muy alta para l, y se qued dormido. El seor Jay lanz un juramento, se at una toalla mojada a la cabeza y, volviendo a su papel, empez a escribir lo ms rpidamente que le permitan sus dedos; de vez en cuando volva a mojar la toalla y se la ataba de nuevo a la cabeza. As estuvo durante tres horas, al cabo de las cuales dobl sus papeles y se los entreg al muchacho despus de despertarlo, dicindole: Vamos, dormiln, vete rpido. Si ves al patrn, dile que tenga el dinero listo para cuando yo vaya a buscarlo. El muchacho hizo una mueca y desapareci. Estuve tentado de seguir al "dormiln", pero me pareci ms prudente quedarme observando las acciones del seor Jay. Media hora despus se puso el sombrero y sali; naturalmente, yo hice lo mismo. Al bajar la escalera, me encontr con la seora Yatman, que se dispona a subir; tenamos un arreglo previo por el cual ella se encargara de registrar la pieza del seor Jay cuando estuviera ausente, y siempre que yo me encontrara ocupado en su seguimiento. En esta ocasin vi que se diriga a la taberna ms prxima y peda dos costillas de cordero. Yo me sent a una mesa cercana a la suya y ped lo mismo que l. Antes que pasaran dos minutos, un joven de aspecto sospechoso, que estaba sentado a otra mesa, se levant y, tomando su vaso, se dirigi hacia donde estaba el seor Jay y se sent con l; yo aparent estar enfrascado en la lectura de mi diario, poniendo mis cinco sentidos en escuchar la conversacin de los dos hombres. Jack ha estado aqu preguntando por usted dijo el joven desconocido. Dej algn mensaje? pregunt el seor Jay.

S contest su interlocutor . Me dijo que si lo vea le dijera que tena especial inters en verlo esta noche y que pasara a las siete por la calle Rutherford. Muy bien dijo el seor Jay . Llegar a tiempo para verlo. Despus de esto, el joven de aspecto sospechoso termin su oporto y, diciendo que tena prisa, se despidi de su amigo (tal vez su cmplice) y sali a la calle. A las seis y veinticinco minutos y medio (en estos casos hay que ser muy exacto hasta en los minutos), el seor Jay termin sus costillas y pag su cuenta. A las seis y veintisis minutos y tres cuartos yo termin mi comida y pagu mi cuenta. Diez minutos despus yo entraba en la casa de la calle Rutherford, siendo recibido por la seora Yatman. Su rostro encantador tena una expresin melanclica y desilusionada que me apen ver. Me temo que no ha encontrado nada sospechoso en la habitacin del pensionista dije yo. Mrs Yatman sacudi la cabeza en forma desalentadora y suspir lnguidamente; fue un suspiro que me entristeci y me hizo sentir envidia del seor Yatman. No se desanime dije con una suavidad que pareci emocionarla . He odo una conversacin misteriosa y s algo de una cita de aspecto culpable; espero ver grandes acontecimientos desde mi puesto de observacin esta noche. Por favor, no se alarme; pero creo que estamos al borde de un descubrimiento. Mi entusiasta devocin por mi deber se sobrepuso a mis tiernos sentimientos, as que la mir..., le hice un guio..., me desped y me alej. Cuando me instal en mi puesto de observacin, el seor Jay estaba haciendo la digestin, sentado en una poltrona y fumando su pipa. En la mesa haba dos vasos, una jarra con agua, y la botella de brandy. Eran cerca de las siete; a la hora exacta lleg el hombre llamado "Jack".

Pareca nervioso; en realidad, demostraba gran agitacin. La satisfaccin de prever una jornada fructfera me inund de pies a cabeza. Con gran inters mir por mi lugar de observacin, y vi que el visitante se haba sentado dando de frente a mi campo visual. Estos dos villanos de aspecto abandonado se parecan tanto entre s que, vindolos juntos, separados apenas por la mesa, llegu a la conclusin de que eran hermanos. Jack era el ms limpio y cuidado en el vestir de los dos, debo reconocerlo. Es tal vez uno de mis defectos el llevar la justicia y la imparcialidad hasta su lmite; donde el vicio queda redimido, lo reconozco siempre. Qu pasa ahora, Jack? pregunt el seor Jay. No te das cuenta por mi cara? dijo Jack . Mi querido amigo, la espera es peligrosa; terminemos con el riesgo y el temor pasado maana. Tan pronto? Bien; si ests listo, yo tambin. Pero, estar lista Esa Otra Persona? Ests seguro? El seor Jay mostr una desagradable sonrisa al hablar y acentu las palabras "esa otra persona" con marcado nfasis. No me cabe la menor duda acerca de la existencia de un tercer rufin en este asunto. Puedes encontrarte con nosotros maana dijo Jack . As podrs juzgar por ti mismo. Puedes estar a las once de la maana en Regent's Park, y buscarnos en la vuelta que desemboca en la avenida. All estar dijo el seor Jay . Quieres un poco de brandy con agua? Para qu te levantas? Ya te vas? S, me voy contest Jack . El hecho es que estoy tan inquieto que no puedo quedarme tranquilo ni un minuto. Aunque te parezca ridculo, estoy presa de una constante excitacin nerviosa; el pensamiento de que en el momento menos pensado nos pueden sorprender, no me abandona. Se me ocurre que cada hombre que me mira dos veces es un espa...

Al or estas palabras, me pareci que las rodillas se me doblaban; nada ms que una gran fuerza de voluntad me mantuvo en mi puesto de observacin. Le doy mi palabra de honor acerca de esto. Tonteras! exclam el seor Jay, con la audacia de un criminal inveterado . Hasta este momento hemos guardado el secreto, y lo seguiremos guardando hasta el fin. Toma un trago de brandy con agua, y te sentirs tan seguro como yo. Jack rehus el brandy con firmeza, y con ms firmeza an persisti en retirarse. Tratar de distraerme caminando. Y acurdate, maana a las once en Regent's Park, al lado de la avenida. Con estas palabras de despedida, sali; su descuidado pariente se ri con grosera, y volvi a tomar la pipa. Yo me sent al borde de la cama, temblando de excitacin. Me resultaba evidente pensar que no se haba hecho ningn intento por cambiar los billetes de banco; y quiero agregar que el sargento Bulmer era de esta misma opinin cuando dej el caso en mis manos. Que conclusin debo sacar de la conversacin oda por m, y consignada ms arriba? Que es evidente que la cita concertada para maana ser para repartirse el dinero y estudiar la forma ms segura de cambiar los billetes al da siguiente; a mi modo de ver, el seor Jay es el jefe en este asunto, y ser probablemente el encargado de cambiar el billete de cincuenta libras. Por consiguiente, maana lo seguir a Regent's Park, y tratar de colocarme lo ms cerca posible para or lo que digan y, sobre todo, enterarme si es que conciertan alguna otra cita. Para esto necesito la ayuda de dos asistentes, por si los cmplices se alejan en distintas direcciones; en ese caso, estos subordinados me servirn para hacer seguir a los dos ladrones de menor importancia. Es natural agregar que si los bribones se alejan juntos, estos ayudantes constituirn nada ms que una reserva; siendo yo ambicioso por naturaleza, deseo que el xito de aclarar el robo me pertenezca a m solo.

8 de julio. Agradezco la pronta llegada de mis dos subordinados; me temo que no sean hombres muy hbiles, pero no importa, ya que estar cerca de ellos para dirigirlos. Lo primero que hice esta maana fue hablar con el seor Yatman y su seora para explicarles la presencia de los extraos en la casa. El seor Yatman (aqu, entre nosotros, es un pobre hombre), se limit a sacudir la cabeza y dar un gemido. Mrs Yatman (qu mujer superior!) me favoreci con una encantadora mirada plena de inteligencia. Oh seor Sharpin! exclam la seora Yatman con desaliento . La presencia de esos dos hombres me da la impresin de que usted empieza a tener dudas sobre su xito. Yo me permit hacerle un guio (ella es muy comprensiva y no se ofende por tal cosa), y le expliqu, en forma despreocupada, que estaba equivocada. Porque estoy seguro del xito mand llamar a esos hombres. Tengo la absoluta certeza de recobrar el dinero, y esto no solamente por lo que a m me concierne, sino tambin por el seor Yatman y por usted. Acentu con nfasis estas ltimas palabras. Oh seor Sharpin! dijo la seora Yatman otra vez, al mismo tiempo que sus mejillas enrojecan. Con pudor volvi a inclinar la cabeza sobre su costura. Yo me sent en ese momento capaz de ir al fin del mundo por esta mujer, siempre que al seor Yatman se le ocurriera morirse. Envi a mis dos subordinados a que me esperaran en el portn de Regent's Park que da sobre la avenida; media hora despus, sala yo detrs del seor Jay. Los dos cmplices fueron puntuales. Me sonrojo al anotar lo que viene ms adelante. El tercer bribn, la misteriosa "otra persona"

que los dos hermanos nombraron en su conversacin, es una mujer! Y lo que es peor, una mujer joven; para colmo de males, joven y bonita. De hoy en adelante, dejar de resistirme a la creencia general, esto es, a la conviccin de que en un hecho delictuoso siempre hay de por medio una persona del sexo dbil. Renunciar a las mujeres..., exceptuando a la seora Yatman. El hombre llamado Jack ofreci su brazo a la mujer, mientras el seor Jay se colocaba al otro lado de sta, y as reunidos empezaron a caminar despacio a la sombra de los rboles. Yo los segua a conveniente distancia, y mis dos subordinados ms atrs. Lamento decir que me era imposible acercarme lo suficiente como para or lo que decan, sin despertar sospechas; lo nico que pude inferir por sus ademanes, es que trataban un asunto de sumo inters para ellos. Despus de transcurrido un cuarto de hora, dieron vuelta en forma imprevista, desandando el camino recorrido; mi presencia de nimo no me abandon en esta emergencia. Hice seas a mis ayudantes para que siguieran de largo, y yo me ocult detrs de un rbol; al pasar cerca de m, o al nombrado Jack que se diriga al seor Jay con estas palabras: Digamos maana por la maana a las diez y media; y por favor, ven en taxi. Mejor ser que no nos arriesguemos tomando uno en este barrio. El seor Jay contest algo que no alcanc a or, y al llegar al lugar elegido para la cita de esa maana, se despidieron con una efusividad que me enferm. Yo segu al seor Jay, mientras mis subordinados lo hacan tras los otros. En lugar de ir a la calle Rutherford, el seor Jay se dirigi al Strand. Penetr en una casa de poco respetable apariencia, y que, a pesar del letrero colocado en su puerta en el que se lea el nombre de un peridico, a m me pareci ms bien un receptculo de bienes robados. Despus de permanecer adentro unos pocos minutos, sali con su inseparable silbido; un hombre menos discreto que yo lo hubiera

arrestado all mismo. Pero tena que atrapar tambin a sus cmplices, y adems haba que esperar la cita concertada para la maana siguiente. Es raro encontrar un aplomo semejante, en circunstancias tan difciles en un joven principiante como yo, que estoy comenzando y tengo que hacerme una reputacin como detective de la polica. De all, el seor Jay se dirigi a un caf y se entretuvo leyendo revistas mientras fumaba un cigarro. Yo opt por hacer lo mismo. Del caf se dirigi a su taberna, donde orden las infaltables costillas. Yo entr y ped lo mismo. Cuando termin, se dirigi a su alojamiento; y cuando yo termin me dirig al mo. Por lo que observ, tena sueo y se acost a dormir la siesta; despus de orlo roncar por un rato, yo tambin tuve sueo y me acost a dormir la siesta. Mis dos subordinados vinieron al da siguiente temprano a darme su informe. El hombre llamado Jack dej a la mujer al llegar a la puerta de una villa de respetable apariencia, no lejos de Regent's Park. De ah dobl a la derecha y se intern en una calle suburbana donde hay varios comercios y penetr en una casa abriendo la puerta con su propia llave; al hacer esto mir en derredor, deteniendo su mirada en mis dos ayudantes que iban por la vereda de enfrente. Hice que se quedaran en mi habitacin por si los necesitaba y yo me instal en mi puesto de observacin. El seor Jay estaba vistindose, tratando en todo lo posible de mejorar su aspecto; esto es lo que yo esperaba, ya que un hombre con tipo de vagabundo difcilmente pueda presentarse, sin despertar recelos, a cambiar un billete de cincuenta libras. A las diez y cinco minutos, terminaba de cepillar su gastado sombrero y de borrar las manchas de sus guantes con miga de pan. A las diez y diez sala a la calle encaminndose a la parada de taxis ms prxima; yo y mis subordinados bamos detrs, casi pisndole los talones.

El tom un taxi y nosotros lo seguimos en otro; el da anterior no pude or el lugar a dnde iran, pero pronto vi que se dirigan hacia el portn que se abre sobre la avenida. El taxi del seor Jay dobl lentamente hacia el parque; hice que el nuestro se detuviera antes de entrar, y yo me decid a seguirlo a pie. A los pocos metros se detuvo el otro taxi, y vi aparecer entre los rboles a los dos cmplices; stos subieron al auto, que dobl rpidamente hacia la salida. Yo corr a mi taxi y orden al conductor que siguiera al otro vehculo en cuanto nos pasara. El hombre sigui mis instrucciones con tan poca inteligencia, que tema que nuestros perseguidos sospecharan algo. Habran pasado unos tres minutos (durante los cuales volvimos a recorrer el camino anterior), cuando se me ocurri mirar por la ventanilla, para ver a qu distancia iba el otro taxi del nuestro; al hacerlo vi dos sombreros que se asomaban y dos caras que me miraban. Me recost en mi asiento, sintindome invadido por un sudor fro; la expresin es grosera, pero es la nica que indica claramente mis condiciones en ese momento. Nos han descubierto! dije dbilmente a mis dos subordinados. Ellos me miraron atnitos. Mis sentimientos variaron de la desesperacin al colmo de la indignacin en un instante. La culpa es del conductor. Bjese alguno de ustedes y dle un buen golpe. En lugar de obedecerme (tendr que consignar esta falta de disciplina en el Departamento Central), los dos se asomaron para mirar por la ventanilla; antes de que yo los pudiera atajar, ellos se haban vuelto a sentar. Estaba por dar rienda suelta a mi indignacin, cuando vi que me miraban en forma rara y me decan: Por favor, seor, mire hacia la calle. Hice lo que me decan. El taxi de los ladrones se haba detenido. Dnde? A la puerta de una iglesia!!!

El efecto que este descubrimiento puede tener sobre una persona comn, no lo s; pero, siendo yo profundamente religioso, me llen de horror. He ledo a menudo que los criminales son astutos y no tienen principios, pero el atreverse a penetrar en una iglesia para despistar a sus perseguidores fue para m un sacrilegio sin precedentes en los anales del crimen. Para la mente superficial de mis subordinados, aquello no tena tal vez ninguna importancia; pero para m, que vea ms all de la apariencia inocente de esos dos hombres y esa mujer bien vestidos que entraban en una iglesia, la escena tena otro significado ms siniestro que el que pudieran haber encontrado mis ayudantes. Por esto se ve que el aspecto exterior de las cosas no tiene ningn poder sobre m. Bajando del auto penetr en la iglesia seguido de uno de mis hombres; a mi otro ayudante lo envi a la puerta de la sacrista. Jams encontrar usted desprevenido a su humilde servidor Matthew Sharpin! Subiendo a la galera nos dirigimos hacia el sitial del rgano, para mirar a travs de las cortinas. Estaban abajo, y aunque parezca increble, estaban sentados tranquilamente en un banco. Antes de que yo alcanzara a tomar una determinacin sobre el camino a seguir, apareci por la puerta de la sacrista un clrigo con sus vestiduras de ceremonia; le segua un aclito. Sent que mi cerebro empezaba a girar, y se me nubl la vista. Robos cometidos en sacristas, desfilaron por mi memoria; tembl por el clrigo, y hasta llegu a temblar por el empleado. El sacerdote se situ frente al altar, los tres cmplices se le acercaron, mientras el ministro de Dios abra su libro y empezaba a leer. Qu?, preguntar usted. Le contesto sin el menor titubeo: las primeras lneas del oficio matrimonial. Mi subordinado tuvo la audacia de mirarme y despus se tap la boca con un pauelo; yo no le hice el menor caso. Al descubrir que

el llamado Jack era el novio y que Jay era el padrino de la boda, sal de la iglesia seguido por mi ayudante y me reun con el otro a la puerta de la sacrista. Muchos, en mi situacin, hubieran pensado que haban cometido una terrible equivocacin; yo no senta ninguno de estos sntomas, ni tampoco disminuida mi propia estimacin. Y ahora, despus de tres horas del descubrimiento, mi mente permanece, me alegra decirlo, tan tranquila como antes. En seguida de reunirme con mis hombres fuera de la iglesia, di a conocer mi intencin de seguir al otro taxi, a pesar de lo ocurrido. Tena mis motivos para ello. Mis dos ayudantes se quedaron sorprendidos ante mi decisin, y uno de ellos tuvo la impertinencia de decirme: Por favor, seor, a quin seguimos? A un hombre que ha robado dinero, o a uno que ha robado una esposa? El otro hombre, vulgar, festej la ocurrencia del compaero, rindose. Los dos merecen una seria reprimenda; ya me asegurar de que la reciban. Una vez terminada la ceremonia, sus tres protagonistas volvieron a subir en el taxi, y el nuestro (que estaba convenientemente oculto en la esquina) comenz a seguirlo con nosotros dentro. Los vimos que se dirigan a la estacin terminal del South Western Railway; la nueva pareja compr boletos para Richmond, pagando con medio soberano, cosa que me priv el placer de detenerlos; ya que no lo hicieron con billetes de libra. Al separarse del seor Jay lo hicieron con estas palabras: No olvides la direccin: Babylon Terrace, nmero catorce. Te esperamos a cenar de hoy en una semana. El seor Jay acept riendo, y agreg que volva a su casa para ponerse cmodo y sucio otra vez por el resto de la jornada. Debo agregar que lo segu, y puedo asegurar que se puso cmodo y sucio otra vez (para usar su desagradable lenguaje), y as est hasta este momento.

Ya s lo que las personas que juzgan a la ligera los actos del prjimo dirn de mi actuacin; asegurarn que a travs de toda mi investigacin me equivoqu en la forma ms absurda, agregando que las conversaciones sospechosas odas por m, se referan nicamente a las dificultades y peligros que significa para una pareja de novios el casarse a escondidas. Para aseverar lo que digan no tienen ms que recurrir a la escena de la iglesia. Esto lo dejar pasar sin discutir. Ahora bien; de lo ms profundo de mi sagacidad har una pregunta que mis enemigos no podrn contestar, pero que yo, como hombre de mundo, encuentro de fcil respuesta. Dejando de lado la ceremonia nupcial, qu pruebas tengo yo de la inocencia de estas tres personas? Ninguna. Al contrario, tengo ms motivos que antes para sospechar del seor Jay y de sus dos cmplices. Un caballero que va a pasar su luna de miel en Richmond necesita dinero; y un caballero que tiene deudas con todos sus proveedores necesita dinero. Es sta una imputacin injustificable de malos designios? En nombre de la moral y buenas costumbres, le niego justificativo alguno al hecho; esos dos hombres se combinaron para robar una mujer: muy bien pueden haber robado el dinero. Me mantengo en mis creencias estrictas en cuanto a la virtud, y desafo a cualquiera a que me mueva un centmetro de mi posicin. Hablando de virtud, debo agregar que habl con el seor Yatman y su seora acerca de las conclusiones a que yo haba llegado. En un principio, esta encantadora mujer no comprendi mi lnea de razonamiento, y sacudiendo la cabeza se uni a su marido en prematuras lamentaciones por la prdida del dinero. Una pequea y cuidadosa explicacin de mi parte, y un poco de atencin de parte de la seora Yatman, la hicieron cambiar de opinin. Ahora est de acuerdo conmigo en que la ceremonia clandestina no disminuye en nada las sospechas que recaen sobre el seor Jay, el llamado Jack, o sobre la fugitiva dama. "Pcara audaz", fue el trmino usado por mi

preclara amiga al hablar de esta mujer. Consigno esta frase con el solo fin de hacer ver que la seora Yatman no ha perdido su confianza en m, y su marido tampoco; al contrario, me han prometido tener plena fe en el futuro. Dado el giro que han tomado las cosas, me parece preferible, por el momento, esperar los consejos de usted. Espero nuevas rdenes, con la satisfaccin del cazador que ha matado dos pjaros de un tiro, ya que al seguir a los cmplices desde la puerta de la iglesia hasta la estacin, lo hice por dos motivos. Primero, los segu por obligacin, ya que los creo culpables del robo. Segundo, por inters particular; sera una informacin muy valiosa para la familia o amigos de la joven, la que yo obtendra si descubriese el refugio en que la pareja pensaba ocultarse. Pase lo que pase, me congratulo al no haber perdido el tiempo; si usted aprueba mi conducta, mi plan est listo para ser continuado, si usted la desaprueba, me ir tranquilamente con mi valiosa informacin a la villa situada en las inmediaciones de Regent's Park. De todos modos, el asunto coloca dinero en mi bolsillo, y me acredita como hombre de singular viveza. Algo ms debo agregar, y es esto: si alguien se aventura a asegurar que el seor Jay y sus cmplices son del todo inocentes en el robo de la caja con el dinero, y este alguien puede ser hasta el mismo inspector jefe Theakstone, yo lo desafo a que me diga quin cometi, entonces, el robo en la casa de la calle Rutherford, Soho. Tengo el honor de ser su seguro servidor, Matthew Sharpin. Del inspector jefe Theakstone al sargento Bulmer. Birmingham, 9 de julio. Sargento Bulmer: El cabeza hueca del seor Matthew Sharpin ha hecho, como yo lo esperaba, un enredo en el caso de la calle

Rutherford. Estando ocupado por el momento en esta ciudad, le escribo para que arregle usted las cosas; adjuntos le mando los garabatos que este infeliz de Sharpin califica de informes. Cuando usted termine de leer ese palabrero intil, llegar a la misma conclusin que yo; ese necio engredo ha buscado al ladrn en todas las direcciones posibles menos en la verdadera. Usted puede sealar al ladrn en cinco minutos. Liquide el caso en seguida, mandndome el informe a esta ciudad, y avise al seor Sharpin que queda suspendido hasta nuevo aviso. Lo saluda, Francis Theakstone. Del sargento Bulmer al inspector jefe Theakstone. Londres, 10 de julio. Inspector Theakstone: He ledo su carta y el informe. Dicen que los hombres inteligentes siempre aprenden algo aunque sea de un imbcil. Cuando termin con el quejumbroso reportaje de Sharpin sobre su propia estupidez, vi claramente el final del caso de la calle Rutherford, tal como usted pens que yo lo vera. Media hora despus me person en la casa, siendo el seor Sharpin el primero que encontr. Ha venido para ayudarme? me pregunt Sharpin. No exactamente le contest . He venido para decirle que queda usted suspendido hasta nuevo aviso. Muy bien contest Sharpin, sin demostrar que se le hubieran bajado los humos . S que han tenido envidia de m, y no los culpo; es muy natural. Entre y pngase cmodo, yo tengo que ir a un asunto particular en las inmediaciones de Regent's Park. Hasta ms ver, sargento. Con estas palabras se sali del paso, que era precisamente lo que yo deseaba.

En cuanto la sirvienta cerr la puerta, le dije que avisara a su patrn que yo quera hablarle en privado. Me hizo pasar a la sala detrs del negocio, y all estaba el seor Yatman leyendo el diario. Vengo para hablarle del asunto del robo, seor le dije. S, s me interrumpi en la forma impertinente que era de esperar en un hombre como l . S, s, ya s; usted ha venido para decirme que el superhombre que hizo agujeros en el tabique del segundo piso se ha equivocado, y ha perdido el rastro del ladrn sinvergenza que me rob el dinero. S, seor; sa es una de las cosas que tena que decirle, pero hay algo ms que debo agregar. Puede decirme quin es el ladrn? me pregunt ms speramente an. S, creo que s le contest. Dej el diario, y lo not ansioso y al parecer asustado. No ser mi dependiente? Espero que no sea. No, seor. Esa sirvienta intil? me volvi a preguntar. Es intil y desaseada. (Esto lo averig yo al principio.) Pero no es el ladrn. Quin es, entonces, en nombre del cielo? Se tiene que preparar para una sorpresa desagradable; le advierto que en el caso de que pierda usted los estribos, yo soy el ms fuerte de los dos le dije a modo de aviso. No se le ocurra ponerme una mano encima ya que puedo lastimarlo al defenderme. La cara del seor Yatman tom un color ceniciento. Este individuo pusilnime haba ido apartndose de m a medida que yo hablaba. Usted me ha pedido que le nombre al ladrn prosegu yo . Si usted persiste en que le diga... Quiero saberlo dijo dbilmente . Quin fue? Su esposa dije firme y positivamente. Salt de la silla como si lo hubieran pinchado, y dio un golpe en la mesa tan fuerte que hizo crujir la madera.

Calma, seor. Si se enoja, no sabr la verdad le dije a modo de consejo. Es mentira! Una infame y vil mentira! exclam, dando otro golpe sobre la mesa. De pronto, se desplom en la silla y empez a llorar. Cuando recobre la calma, estoy seguro que pedir disculpas por el lenguaje usado; mientras tanto, escuche lo tengo que decirle. El seor Sharpin envi a nuestro Inspector un informe del tipo ms ridculo imaginable; anot en l, no slo sus estupideces, sino tambin los haceres y decires de su seora. En cualquier otro caso, esta nota habra ido a parar al canasto de papeles viejos; pero resulta que, en ste, la cantidad de tonteras escritas por el seor Sharpin llega a una conclusin que el cerebro simpln del escritor no supo ver. Tan seguro estoy de la explicacin a que he llegado, que me juego el puesto si no resulta que su seora estuvo aprovechndose del engreimiento y estupidez de este joven, para alejar las sospechas de su persona y entusiasmarlo para que desconfiara de los no complicados en el caso. Le digo esto en confidencia, y voy ms all todava; puedo decirle lo que su seora hizo con el dinero. Nadie puede mirar a su esposa, seor, sin quedar admirado por el gusto y elegancia de sus vestidos. Al pronunciar yo estas ltimas palabras, el pobre hombre pareci recuperar el habla; me interrumpi en forma brusca, como si en lugar de ser un pobre comerciante fuera un duque. Busque otros medios para justificar la calumnia que ha levantado contra mi esposa dijo. Y agreg despus : La cuenta de su modista est en mi archivo de cuentas pagadas. Perdneme, seor, pero eso no prueba nada. Las modistas tienen una poco recomendable costumbre con la que nosotros tropezamos a cada rato en nuestro oficio. Una mujer casada puede tener dos cuentas separadas en su modista; una que el marido ve y paga; la otra es una cuenta privada, resultado de extravagancias y caprichos que la esposa paga cuando y como puede. De acuerdo a

nuestra experiencia, esta cuenta se paga con recortes de los gastos del hogar. En su caso, su seora no pag ninguna cuota y, vctima tal vez de alguna amenaza, se encontr acorralada, resolvindose a pagar con el dinero de la caja. No lo creo. Cada palabra suya es un insulto para m y para mi esposa. Tratando de salvar tiempo y palabras le contest: Se atreve a tomar el recibo de la modista que usted dice tener y acompaarme a la sombrerera donde compra su esposa? No muy convencido, busc el recibo y ponindose el sombrero se dispuso a acompaarme. Yo tena listos los nmeros de los billetes perdidos. Llegamos al negocio (que result ser un elegante local del West End), y yo ped una entrevista con la encargada del comercio. No era la primera vez que nos bamos a encontrar en circunstancias como stas. En cuanto la seora me vio, mand llamar a su marido. Dije quin era el seor Yatman y el asunto que nos llevaba. Esto es estrictamente confidencial? pregunt el marido de la seora. Yo asent. Es un asunto privado? pregunt la duea del comercio. Yo volv a afirmar. Tienes algn inconveniente, querida, en que favorezca al sargento mostrndole los libros? pregunt el marido. Ninguno, mi amor, si t ests de acuerdo dijo la esposa. Durante todo este tiempo, el seor Yatman pareca la personificacin del asombro y la desesperacin, a ms de estar completamente fuera de lugar. Trajeron los libros, y con un simple vistazo a las pginas en las que figuraba el nombre de la seora Yatman, confirm mis palabras anteriores. En uno de los libros estaba la cuenta arreglada por el seor Yatman; en el otro estaba la cuenta particular, tambin abonada, en la fecha del da siguiente al robo. La suma alcanzaba a ciento

setenta y cinco libras y algunos chelines, y abarcaba un perodo de tres aos. No haba anotacin de cuota alguna, y debajo de la ltima lnea, esta anotacin: "Ultimo aviso. 23 de junio". Seal esto a la modista, y me contest que se refera al mes de junio prximo pasado, y que esa carta haba sido acompaada por una amenaza de procedimiento judicial. La seora lamentaba esto, pero no le haba quedado otro recurso. Cre que ustedes daban crditos ms amplios dije. No cuando el marido est en dificultades... me dijo la seora mirando al seor Yatman y tratando de que ste no oyera. Al hablar, me seal las cuentas. Las compras efectuadas despus que el seor Yatman se encontr en mala situacin eran tan extravagantes como en el tiempo anterior a esto. Si la dama economizaba en algo, no era precisamente en vestirse. No quedaba ms que revisar el libro de caja, por pura frmula. El dinero fue pagado en billetes con numeracin exacta a la que yo tena en mi lista. Despus de esto saqu inmediatamente al seor Yatman de la tienda. Estaba en una condicin tan lastimosa que llam un taxi y lo acompa a su casa. Al principio rezong y llor como una criatura, pero despus que lo hube calmado, debo confesar que se disculp elegantemente por su primera explosin de mal genio. Yo, en cambio, me permit darle algn consejo sobre cmo deba arreglar las cosas con su esposa; no me hizo el menor caso, y subi las escaleras mascullando algo acerca de una posible separacin. No s qu clase de tctica usar la seora Yatman para salir de esta situacin; seguramente usar el histerismo para que el pobre hombre se asuste y la perdone. De todas maneras eso no es asunto nuestro, y, en lo que nos concierne, el caso est terminado. Esperando sus gratas rdenes, quedo de usted seguro servidor, Thomas Bulmer

P. S. Debo agregar que al irme de la calle Rutherford, me encontr con el seor Sharpin, que vena a retirar sus cosas. Figrese usted me dijo restregndose las manos muy complacido . Vengo de la villa residencial, donde en el momento en que mencion el asunto que me llevaba, me echaron poco menos que a puntapis. Haba dos testigos que presenciaron el atropello; si no saco cien libras de esto, sacar mucho ms. Le deseo mucha suerte le dije. Gracias. Cundo le podr hacer el mismo cumplido por encontrar al ladrn? Cuando quiera, porque ya lo encontramos. Lo que me esperaba. Yo hice el trabajo y ustedes se llevan el premio. Es el seor Jay, naturalmente. No le dije yo. Quin es, entonces? Pregntele a la seora Yatman; lo est esperando. Muy bien. Prefiero orlo de labios de esa mujer encantadora y diciendo esto, entr en la casa a toda prisa. Qu piensa de esto, Inspector Theakstone? Le gustara estar en los zapatos del seor Sharpin? A m no. Se lo aseguro. Del inspector jefe Theakstone al seor Matthew Sharpin 12 de julio. Seor: El sargento Bulmer le ha dicho ya que queda usted suspendido hasta nuevo aviso. Tengo autoridad para agregar que en el Departamento de Investigaciones declinamos el ofrecimiento de sus servicios; tome esto como notificacin oficial de despido. Le informo, para su inters, que esto no arroja una sombra sobre su persona; quiere significar solamente que usted no es lo bastante despierto para nuestra conveniencia. Si tuviramos que tomar un empleado nuevo, preferiramos a la seora Yatman.

Su seguro servidor, Francis Theakstone ACOTACIONES AGREGADAS A LA CORRESPONDENCIA QUE ANTECEDE POR EL SEOR THEAKSTONE El inspector no est en condiciones de agregar ninguna explicacin de importancia a la ltima carta. Posteriormente se descubri que el seor Sharpin sali de la casa de la calle Rutherford cinco minutos despus de su encuentro con el sargento Bulmer. Su cara reflejaba asombro y terror, adems de lucir una marca roja, producida seguramente por una mano femenina. Hay que aadir que el dependiente lo oy referirse a la seora Yatman en forma poco respetuosa; al doblar la esquina se le vio blandir un puo en forma vindicativa. Esto es lo ltimo que se sabe de l; probablemente, habr ido a ofrecer sus servicios a la polica de la provincia. De la situacin entre el seor Yatman y su esposa, se sabe menos an; salvo que el mdico de la familia fue llamado con toda premura, a poco de volver el seor Yatman de la modista. El farmacutico de la vecindad recibi la orden de preparar una pocin sedativa para la seora Yatman. Al da siguiente, el seor Yatman compr en el mismo comercio un frasco de sales; vindosele tambin en la librera circulante, pidiendo un libro agradable para distraer a una seora enferma. De esto se infiere que el seor Yatman no ha credo conveniente llevar adelante su intento de separarse de su esposa, al menos en la presente (y presunta) condicin del sistema nervioso de la sensitiva dama.