visitacion

4
Textos para el Año Mariano Visitación a santa Isabel Isabel, a la que llamaban estéril, va a ser madre. María lo ha sabido por Gabriel, el enviado de Dios. Y, poco después, se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá (Lc 1, 39). No le mueve la curiosidad, ni se pone en camino para comprobar por sí misma lo que el ángel le ha comunicado. María, humilde, llena de caridad -de una cari- dad que le urge a preocuparse más de su anciana prima que de sí misma- va a casa de Isabel porque ha entrevisto, en el mensaje del cielo, una secreta relación entre el hijo de Isabel y el Hijo que Ella lleva en sus entrañas. El camino desde Nazaret a Ain Karin -la pequeña ciudad situada en los montes de Judea, que la tradición identifica con el lugar de residencia de Zacarías e Isabel- es largo. Cubre una distancia de casi ciento cuarenta kilómetros. Probablemente José organizó el viaje. Se ocuparía de encontrar una caravana en la que la Virgen pudiera viajar segura, y quizá él mismo la acompañara al menos hasta Jerusalén; algunos comentaristas piensan que incluso hasta Ain Karin, distante poco más de siete kilómetros de la capital, aunque se volviera enseguida a Nazaret, donde tenía su trabajo. María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel (Lc 1, 40). Algunas tradiciones locales afirman que el encuen- tro entre las dos primas tuvo lugar, no en la ciudad misma, sino en una casa de campo donde Isabel -como dice el texto sagrado- se ocultó durante cinco meses (cfr. Lc 1, 24), para alejarse de las miradas indiscretas de parientes y vecinos, y para alzar su alma en agradecimiento a Dios, que la había concedido tamaño beneficio. Se saluda a la persona que llega cansada de un viaje, pero en este caso es María quien saluda a Isabel. La abra- za, la felicita, le promete estar a su lado. Con Ella entra en aquella casa la gracia del Señor, porque Dios la ha hecho su mediadora. Su llegada causó una revolución espiritual. Cuando oyó Isabel el saludo de María -cuenta San Lucas-, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41). Tres fueron los beneficios que María llevó consigo (cfr. Lc 1, 42-45). En primer lugar, llenó de gloria aquella casa: ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Si la visita de un personaje de la tierra honra sobremanera a quien lo hospeda, ¿qué habría que decir del honor recibido al acoger al Hijo unigénito del Padre, hecho hombre en el seno de Nuestra Señora? Inmediatamente, el Bautista aún no nacido se estremeció y exultó de gozo: quedó santificado por la presencia de Jesucristo. E Isabel, iluminada por el Espíritu de Dios, pro- rrumpió en una aclamación profética: en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada Tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor. La Virgen iba a servir y encuentra que la alaban, que la bendicen, que la proclaman Madre del Mesías, Madre de Dios. María sabe que es efectivamente así, pero lo atribuye todo al Señor: porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo (Lc 1, 48-49). En el Magnificat, cántico tejido por la Virgen -bajo inspiración del Espíritu Santo- con expresiones tomadas del Antiguo Testamento, se retrata el alma de María. Es un canto a la misericordia de Dios, grande y omnipotente, y simultáneamente una manifestación de la humildad de Nuestra Señora. Sin que yo hiciese nada -viene a decir-, el Señor ha querido que se cumpliera en mí lo que había anunciado a nuestros padres, en favor de Abraham y de su linaje, para siempre. Mi alma engrandece al Señor, no porque mi alma sea grande, sino porque el Señor la ha hecho grande. María humilde: esclava de Dios y sierva de los hombres. Permanece tres meses en la casa de Isabel, hasta que nace Juan. Y, con su presencia, llenará de gracias también a Zacarías, para que cante al Señor un himno de ala- banza y de arrepentimiento, con toda la fuerza del habla recobrada: bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo (Lc 1, 68). J.A. Loarte www.opusdei.org 6

description

formacion mariana

Transcript of visitacion

  • Textos para el Ao Mariano

    Visitacin a santa IsabelIsabel, a la que llamaban estril, va a ser

    madre. Mara lo ha sabido por Gabriel, elenviado de Dios. Y, poco despus, se levant ymarch deprisa a la montaa, a una ciudad deJud (Lc 1, 39). No le mueve la curiosidad, nise pone en camino para comprobar por smisma lo que el ngel le ha comunicado.Mara, humilde, llena de caridad -de una cari-dad que le urge a preocuparse ms de suanciana prima que de s misma- va a casa deIsabel porque ha entrevisto, en el mensaje delcielo, una secreta relacin entre el hijo deIsabel y el Hijo que Ella lleva en sus entraas.

    El camino desde Nazaret a Ain Karin -lapequea ciudad situada en los montes de Judea, que la tradicin identifica con el lugar de residencia de Zacarase Isabel- es largo. Cubre una distancia de casi ciento cuarenta kilmetros. Probablemente Jos organiz el viaje.Se ocupara de encontrar una caravana en la que la Virgen pudiera viajar segura, y quiz l mismo la acompaaraal menos hasta Jerusaln; algunos comentaristas piensan que incluso hasta Ain Karin, distante poco ms de sietekilmetros de la capital, aunque se volviera enseguida a Nazaret, donde tena su trabajo.

    Mara entr en casa de Zacaras y salud a Isabel (Lc 1, 40). Algunas tradiciones locales afirman que el encuen-tro entre las dos primas tuvo lugar, no en la ciudad misma, sino en una casa de campo donde Isabel -como dice eltexto sagrado- se ocult durante cinco meses (cfr. Lc 1, 24), para alejarse de las miradas indiscretas de parientesy vecinos, y para alzar su alma en agradecimiento a Dios, que la haba concedido tamao beneficio.

    Se saluda a la persona que llega cansada de un viaje, pero en este caso es Mara quien saluda a Isabel. La abra-za, la felicita, le promete estar a su lado. Con Ella entra en aquella casa la gracia del Seor, porque Dios la hahecho su mediadora. Su llegada caus una revolucin espiritual. Cuando oy Isabel el saludo de Mara -cuenta SanLucas-, el nio salt en su seno, e Isabel qued llena del Espritu Santo (Lc 1, 41).

    Tres fueron los beneficios que Mara llev consigo (cfr. Lc 1, 42-45). En primer lugar, llen de gloria aquellacasa: De dnde a m tanto bien, que venga la madre de mi Seor a visitarme? Si la visita de un personaje de latierra honra sobremanera a quien lo hospeda, qu habra que decir del honor recibido al acoger al Hijo unignitodel Padre, hecho hombre en el seno de Nuestra Seora? Inmediatamente, el Bautista an no nacido se estremeciy exult de gozo: qued santificado por la presencia de Jesucristo. E Isabel, iluminada por el Espritu de Dios, pro-rrumpi en una aclamacin proftica: en cuanto lleg tu saludo a mis odos, el nio salt de gozo en mi seno; ybienaventurada T, que has credo, porque se cumplirn las cosas que se te han dicho de parte del Seor.

    La Virgen iba a servir y encuentra que la alaban, que la bendicen, que la proclaman Madre del Mesas, Madrede Dios. Mara sabe que es efectivamente as, pero lo atribuye todo al Seor: porque ha puesto sus ojos en lahumildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarn bienaventurada todas las generaciones. Porque hahecho en m cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo (Lc 1, 48-49).

    En el Magnificat, cntico tejido por la Virgen -bajo inspiracin del Espritu Santo- con expresiones tomadas delAntiguo Testamento, se retrata el alma de Mara. Es un canto a la misericordia de Dios, grande y omnipotente, ysimultneamente una manifestacin de la humildad de Nuestra Seora. Sin que yo hiciese nada -viene a decir-, elSeor ha querido que se cumpliera en m lo que haba anunciado a nuestros padres, en favor de Abraham y de sulinaje, para siempre. Mi alma engrandece al Seor, no porque mi alma sea grande, sino porque el Seor la ha hechogrande.

    Mara humilde: esclava de Dios y sierva de los hombres. Permanece tres meses en la casa de Isabel, hasta quenace Juan. Y, con su presencia, llenar de gracias tambin a Zacaras, para que cante al Seor un himno de ala-banza y de arrepentimiento, con toda la fuerza del habla recobrada: bendito sea el Seor, Dios de Israel, porqueha visitado y redimido a su pueblo (Lc 1, 68).

    J.A. Loarte

    www.opusdei.org 6

  • Textos para el Ao Mariano 6La voz del Magisterio

    En el relato de la Visitacin, San Lucas mues-tra cmo la gracia de la Encarnacin, despus de

    haber inundado a Mara, lleva sal-vacin y alegra a la casa deIsabel. El Salvador de los hombres,oculto en el seno de su Madre,derrama el Espritu Santo, mani-festndose ya desde el comienzode su venida al mundo.

    El evangelista, describiendo la salida de Marahacia Judea, usa el verbo anistemi, que significalevantarse, ponerse en movimiento. Considerandoque este verbo se usa en los evangelios para indi-car la resurreccin de Jess (cfr. Mc 8, 31; 9, 9. 31;Lc 24, 7. 46) o acciones materiales que comportanun impulso espiritual (cfr. Lc 5, 27-28; 15, 18. 20),podemos suponer que Lucas, con esta expresin,quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva aMara, bajo la inspiracin del Espritu Santo, a daral mundo el Salvador.

    El texto evanglico refiere, adems, que Mararealiza el viaje "con prontitud" (Lc 1, 39). Tambinla expresin "a la regin montaosa" (Lc 1, 39), enel contexto lucano, es mucho ms que una simpleindicacin topogrfica, pues permite pensar en elmensajero de la buena nueva descrito en el librode Isaas: "Qu hermosos son sobre los montes lospies del mensajero que anuncia la paz, que traebuenas nuevas, que anuncia salvacin, que dice aSin: ya reina tu Dios!" (Is 52, 7).

    As como manifiesta San Pablo, que reconoceel cumplimiento de este texto proftico en la pre-dicacin del Evangelio (cfr. Rm 10, 15), as tambinSan Lucas parece invitar a ver en Mara a la prime-ra evangelista, que difunde la buena nueva,comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.

    La direccin del viaje de la Virgen santsima esparticularmente significativa: ser de Galilea aJudea, como el camino misionero de Jess (cfr. Lc9, 51). En efecto con su visita a Isabel, Mara reali-za el preludio de la misin de Jess y, colaborandoya desde el comienzo de su maternidad en la obraredentora del Hijo, se transforma en el modelo dequienes en la Iglesia se ponen en camino para lle-var la luz y la alegra de Cristo a los hombres detodos los lugares y de todos los tiempos.

    * * *El Magnficat es un canto que revela con acier-

    to la espiritualidad de los anawim bblicos, esdecir, de los fieles que se reconocan "pobres" no

    slo por su alejamiento de cualquier tipo de idola-tra de la riqueza y del poder, sinotambin por la profunda humildadde su corazn, rechazando la ten-tacin del orgullo, abierto a lairrupcin de la gracia divina salva-dora (...).

    El primer movimiento del cntico mariano (cfr.Lc 1, 46-50) es una especie de voz solista que seeleva hacia el cielo para llegar hasta el Seor.Escuchamos precisamente la voz de la Virgen quehabla as de su Salvador, que ha hecho obras gran-des en su alma y en su cuerpo. En efecto, convienenotar que el cntico est compuesto en primerapersona: "Mi alma... Mi espritu... Mi Salvador... Mefelicitarn... Ha hecho obras grandes por m...". Aspues, el alma de la oracin es la celebracin de lagracia divina, que hairrumpido en el corazny en la existencia deMara, convirtindolaen la Madre del Seor.

    La estructura nti-ma de su canto orantees, por consiguiente, laalabanza, la accin degracias, la alegra, fruto de la gratitud. Pero estetestimonio personal no es solitario e intimista,puramente individualista, porque la Virgen Madrees consciente de que tiene una misin que desem-pear en favor de la humanidad y de que su histo-ria personal se inserta en la historia de la salva-cin. As puede decir: "Su misericordia llega a susfieles de generacin en generacin" (v. 50). Conesta alabanza al Seor, la Virgen se hace portavozde todas las criaturas redimidas, que, en su "fiat" yas en la figura de Jess nacido de la Virgen,encuentran la misericordia de Dios.

    En este punto se desarrolla el segundo movi-miento potico y espiritual del Magnficat (cfr. vv.51-55). Tiene una ndole ms coral, como si a lavoz de Mara se uniera la de la comunidad de losfieles que celebran las sorprendentes elecciones deDios. En el original griego, el evangelio de SanLucas tiene siete verbos en aoristo, que indicanotras tantas acciones que el Seor realiza de modopermanente en la historia: "Hace proezas...; dis-persa a los soberbios...; derriba del trono a lospoderosos...; enaltece a los humildes...; a los ham-brientos los colma de bienes...; a los ricos los des-pide vacos...; auxilia a Israel".

    www.opusdei.org

    La Virgen

    Madretiene una

    misin que desempear ..

    Juan Pablo II

    (siglo XX).

    Discurso en la

    audiencia del

    2-X-1996.

    Benedicto XVI

    (siglo XX).

    Discurso en la

    audiencia del

    15-II-2006.

  • Textos para el Ao Marianowww.opusdei.org

    En estas siete acciones divinas es evidente el"estilo" en el que el Seor de la historia inspira sucomportamiento: se pone de parte de los ltimos.Su proyecto a menudo est oculto bajo el terrenoopaco de las vicisitudes humanas, en las que triun-fan "los soberbios, los poderosos y los ricos". Contodo, est previsto que su fuerza secreta se reveleal final, para mostrar quines son los verdaderospredilectos de Dios: "Los que le temen", fieles a supalabra, "los humildes, los que tienen hambre,Israel su siervo", es decir, la comunidad del pueblode Dios que, como Mara, est formada por los queson "pobres", puros y sencillos de corazn. Se tratadel "pequeo rebao", invitado a no temer, porqueal Padre le ha complacido darle su reino (cfr. Lc12, 32). As, este cntico nos invita a unirnos aeste pequeo rebao, a ser realmente miembrosdel pueblo de Dios con pureza y sencillez de cora-zn, con amor a Dios.

    Acojamos ahora la invitacin que nos dirigeSan Ambrosio en su comentario al texto delMagnficat. Dice este gran doctor de la Iglesia:"Cada uno debe tener el alma de Mara para pro-clamar la grandeza del Seor, cada uno debe tenerel espritu de Mara para alegrarse en Dios.

    Aunque, segn la carne, slo hay una madre deCristo, segn la fe todas las almas engendran aCristo, pues cada una acoge en s al Verbo deDios... El alma de Mara proclama la grandeza delSeor, y su espritu se alegra en Dios, porque, con-sagrada con el alma y el espritu al Padre y al Hijo,adora con devoto afecto a un solo Dios, del quetodo proviene, y a un solo Seor, en virtud del cualexisten todas las cosas" (Exposicin del evangeliosegn San Lucas, 2, 26-27).

    En este estupendo comentario de San Ambrosiosobre el Magnficat siempre me impresionan demodo especial las sorprendentes palabras: "Aunque,segn la carne, slo hay una madre de Cristo,segn la fe todas las almas engendran a Cristo,pues cada una acoge en s al Verbo de Dios". As elsanto doctor, interpretando las palabras de laVirgen misma, nos invita a hacer que el Seorencuentre una morada en nuestra alma y en nues-tra vida. No slo debemos llevarlo en nuestro cora-zn; tambin debemos llevarlo al mundo, de formaque tambin nosotros podamos engendrar a Cristopara nuestros tiempos. Pidamos al Seor que nosayude a alabarlo con el espritu y el alma de Mara,y a llevar de nuevo a Cristo a nuestro mundo.

    Hay que considerar que el superior fue al inferiorpara ayudarle: Mara a Isabel, Cristo a Juan. Y, al

    punto de llegar Mara, se ponen demanifiesto los beneficios de la pre-sencia divina. Fjate de qu modotan distinto en cada uno de ellos.Isabel oye primero la voz, pero Juanlo primero que siente es la gracia.Aquella percibi segn el orden nat-ural, ste se alegr con el misterio

    sobrenatural. Aquella not la llegada de Mara; ste, ladel Seor. Y cuando el hijo estuvo lleno del EsprituSanto, entonces se colm tambin la madre (...).

    De dnde a m tanto bien que venga la Madre demi Seor a visitarme? (Lc 1, 43). No habla como unaignorante, sino que reconoce el efecto de la graciadivina, no del mrito humano. Es decir: por qu mellega esta felicidad, que venga la Madre de mi Seor averme? Reconozco que no tengo nada que esto exija.Por qu justicia, por qu acciones, por qu mritos? Yopresiento el milagro, reconozco el misterio: la Madredel Seor est encinta del Verbo, llena de Dios (...).

    Quedse Mara con ella unos tres meses, y se vol-vi a su casa (Lc 1, 56). Se comprende bien que Santa

    Mara, por un lado, prestara sus servicios y, por otro,lo hiciera durante un nmero simblico de meses.Pues no se qued tanto tiempo slo por ser pariente,sino tambin para provecho del profeta. Pues, si slosu entrada produjo un efecto tan grande que, con elsaludo de Mara, el nio salt de gozo en el senomaterno y su madre [Isabel] se llen del EsprituSanto, en cunto valoraremos los efectos de la pre-sencia de Mara durante tanto tiempo?

    * * *

    El saludo de Mara fue eficaz en cuanto llen aIsabel del Espritu Santo. Con su lengua, mediante laprofeca, hizo brotar para su prima, como de unafuente, un ro de dones divinos. En efecto, all dondellega la llena de gracia, todo quedacolmado de alegra.

    Isabel qued llena del EsprituSanto, y exclamando en voz alta,dijo: "Bendita t entre las mujeres ybendito es el fruto de tu vientre. Dednde a m tanto bien, que venga la Madre de miSeor a visitarme?" (Lc 1, 42-43). Bendita entre lasmujeres! T, en efecto, te has convertido para ellas

    La voz de los Padres

    San Ambrosio

    de Miln (siglo IV)

    Exposicin del

    Evangelio segn San

    Lucas 2, 22-

    23.25.29.

    6

    Pseudo Gregorio

    Taumaturgo

    (siglo V)

    Homila II sobre la

    Anunciacin

  • Textos para el Ao Mariano 6en principio de regeneracin. T nos has dado el per-miso de entrar en el Paraso y has puesto en fuga al

    antiguo dolor. A partir de ti,el gnero humano deja deser insultado. Los herederosde Eva ya no tienen miedo dela antigua maldicin, porqueCristo, Redentor de los hom-bres, Salvador de la naturale-

    za, espiritual Adn, procede de tu vientre para curarlas heridas del hombre terreno.

    * * *

    De qu manera puede el alma engrandecer alSeor? En efecto, si Dios no puede crecer ni disminuir,puesto que es el que es, por qu motivo dice ahoraMara: mi alma engrandece al Seor? (Lc 1, 46).

    De la misma manera que los pintores de retratos,una vez que han elegido como modelo,por ejemplo, el rostro del rey, ponentoda su habilidad de artistas en repro-ducir ese nico modelo, as cada unode nosotros, transformando su alma aimagen de Cristo, compone un retratode l que ser ms o menos perfecto;unas veces, descuidado y sucio; otras veces, claro yluminoso, bien parecido al original.

    As pues, cuando haya hecho grande la imagen dela imagen, que es mi alma; cuando la haya engrande-cido con las obras, con el pensamiento y con las pala-bras, entonces la imagen de Dios se hace ms y msclara, y el mismo Seor, de quien el alma es imagen,es engrandecido en nuestra misma alma. Y como elSeor crece en nuestra imagen, as, si somos pecado-res, l disminuye y decrece.

    www.opusdei.org

    La voz de los santosOcurre a veces que el pecador busca en una

    cosa lo que no podr encontrar, y en cambio lohalla el justo: se guarda para el justo la haciendadel pecador (Prv 13, 22). As, Eva ech mano delfruto, y no hall en l todo lo que deseaba; la

    Santsima Virgen, por el contrario,encontr en su fruto todo lo quehaba deseado Eva.

    sta en su fruto busc tres cosas:

    Primero, lo que engaosamentele haba prometido el diablo, ser como dioses,conocedores del bien y del mal. Y minti; porquees mentiroso y padre de la mentira. Eva, por habercomido el fruto, no vino a ser semejante a Dios,sino desemejante; con el pecado se apart de Dios

    su Salvador, y fue expulsada del Paraso. Mara, encambio, s lo hall en el fruto de su vientre, y conElla todos los cristianos, pues por Cristo nos unimosy hacemos semejantes a Dios.

    Segundo, Eva en su fruto busc placer, pues lehaba parecido bueno para comerlo; pero no loobtuvo, sino que inmediatamente se dio cuenta deque estaba desnuda y sinti dolor. En el fruto de laVirgen, por el contrario, hallamos dulzura y sabor.

    Tercero, el fruto de Eva era hermoso a lavista; pero ms hermoso es el de Mara, al cual losngeles desean contemplar. Por consiguiente, Evano pudo hallar en su fruto lo que tampoco encuen-tra ningn pecador en su pecado. Busquemos,pues, lo que ansiamos, en el fruto de la Virgen.

    Texto inicial y seleccin de textos: J.A. Loarte. www.opusdei.org, 2010

    Con pasos aceleradosiba la Virgen preciosapor los valles y collados,ms hermosa en cien mil gradosque la luna, sol ni rosa.

    La luz eterna ms clarala esforzaba por de dentro.Oh bendito el que hallara,si en tal hora caminara,tal encuentro!

    Oh quin fuera pastorcico,que te viera y preguntara:"Dnde vas, tesoro rico,dmelo, yo te suplico,con tan gloriosa cara?"

    "Y por quin haba de ser,respondieras, tal afn,sino por engrandecerla preez con el nacerde San Juan?"

    "Y si aire aceleradoes el paso con que aguijo,hcelo el amor sobrado,de mayor tenor y grado,que a San Juan tiene mi Hijo".

    Fray Ambrosio Montesino (siglo XV).

    Cancionero.

    Santo Toms

    de Aquino

    (siglo XIII).

    Exposicin del

    Avemara.

    Nos has dadoel permiso de

    entrar en elParaso.

    Orgenes

    (siglo III)

    Comentario al

    Evangelio segn

    San Lucas 8, 2.

    La voz de los poetas