Visión de Los Vencidos

download Visión de Los Vencidos

of 151

description

Visión de los vencidos

Transcript of Visión de Los Vencidos

VISIN DE LOS VENCIDOS- 148 -

PRESENTACINIntroduccinNumerosas reimpresiones de esta obra, que es la que ha alcanzado mayor difusin en el conjunto del fondo editorial universitario -varios cientos de miles de ejemplares- han permitido a muchos valorar el drama de la Conquista, no ya slo desde la perspectiva espaola, sino tambin desde la indgena.

Visin de los Vencidos ha marcado el inicio de una nueva forma de historiografa cuyo propsito central es mostrar "la perspectiva y la imagen del otro". No es extrao, por tanto, que este libro concebido y estructurado por Miguel Len Portilla, haya sido inspiracin de otros. Esta obra en la que hablan quienes contemplaron el enfrentamiento con los hombres de Castilla, ha sido traducida ya en muchas otras lenguas como el ingls, francs, alemn, italiano, polaco, sueco, hngaro, serbo-croata, hebreo, japons, cataln y portugus. Adems de las numerosas reimpresiones que de ella ha hecho la Universidad Nacional, otras ms han aparecido en castellano, Cuba y Espaa.

Como lo expres Jos Emilio Pacheco, es ste "un gran poema pico de los orgenes de nuestra nacionalidad...un libro clsico y una obra indispensable para todos los mexicanos".

El maestro Len-Portilla ha revisado el texto de este libro para la presente edicin actualizando la informacin incluida en el apndice y en las referencias bibliogrficas.

Visin de los Vencidos vuelve a publicarse as en esta decimosegunda edicin, conmemorando tres fechas muy significativas: los 450 aos de la imprenta en Mxico, 50 aos de la aparicin del primer volumen de la Biblioteca del Estudiante Universitario y 30 aos de la primera edicin de este libro, el de mayor difusin de la referidad Biblioteca al servicio, de modo especial, de los estudiantes universitarios.

ROBERTO MORENO DE LOS ARCOSCoordinador de HumanidadesINTRODUCCINRevelacin y asombro para los europeos de los siglos XVI y XVII, fueron las crnicas, noticias y relaciones de los descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo. Europa -continente antiguo, poseedor de larga historia- mostr avidez por conocer las extraas formas de vivir de esos "pueblos brbaros", que sus navegantes, exploradores y conquistadores iban "descubriendo".

Los datos aportados, con espontaneidad o con doblez, por los "cronistas de Indias", se recibieron en Europa con el ms vivo inters. Pudieron convertirse algunas veces en tema de controversia, pero nunca dejaron de ser objeto de reflexin. No slo los conquistadores y los frailes misioneros, sino tambin los sabios y humanistas europeos, los historiadores reales, intentaron forjarse imgenes adecuadas de las diversas realidades fsicas y humanas existentes en el Nuevo Mundo.

Los resultados fueron diversos. Hubo "proyecciones" de viejas ideas. Se pens, por ejemplo, que determinados indgenas eran en realidad los descendientes de las tribus perdidas de los judos. Tal es el caso de fray Diego de Durn a propsito del mundo nhuatl. Otras veces las relaciones e historias eran una apologa ms o menos consciente de la Conquista, como en el caso de Hernn Corts. En algunas crnicas aparecen los indgenas del Nuevo Mundo como gente brbara, idlatras entregados a la antropofagia y a la sodoma, mientras que en otras son descritos como dechado de virtudes naturales.

Ruta de los conquistadores Aprovechando las noticias que llegaban, se escribieron luego en Europa historias con el criterio humanista propio de la poca. Bastara con recordar las dcadas De orbe novo del clebre Pedro Mrtir de Angleria, en las que tantas veces expresa su admiracin al describir las artes y formas de vida de los indios. O el impresionante cmulo de informacin de primera mano que acerca de las Indias alleg e incorpor en su Historia General el cronista real Antonio de Herrera. En resumen, puede decirse que la historiografa, no ya slo espaola y portuguesa, sino tambin francesa, inglesa, alemana e italiana, cobraron nueva vida al hacer objeto de su estudio las cosas naturales y humanas del Nuevo Mundo.

Pero, frente a este innegable estupor e inters del mundo antiguo por las cosas y los hombres de este continente, rara vez se piensa en la admiracin e inters recproco que debi despertar en los indios la llegada de quienes venan de un mundo igualmente desconocido. Porque, si es atractivo estudiar las diversas formas como concibieron los europeos a los que, por error, llamaron "indios", el problema inverso, que lleva a ahondar en el pensamiento indgena -tan lejano y tan cercano a nosotros- encierra igual, si no es que mayor inters. Qu pensaron los hombres del Nuevo Mundo, en particular los mesoamericanos, nahuas, mayas y otros al ver llegar a sus costas y pueblos a los "descubridores y conquistadores"? Cules fueron sus primeras actitudes? Qu sentido dieron a su lucha? Cmo valoraron su propia derrota?

Es cierto que estas preguntas no podrn contestarse en todos los casos. Mas, por lo menos, habr algunas respuestas, tratndose de las culturas indgenas que alcanzaron mayor desarrollo. Sus textos y pinturas por una parte, y las relaciones espaolas por otra, constituirn las dos caras distintas del espejo histrico en el que se refleja la Conquista. Como es natural, las imgenes logradas por mesoamericanos y espaoles mostrarn grandes variantes. No obstante condenaciones e incomprensiones mutuas, en el fondo ambos tipos de imgenes son intensamente humanas. En cuanto tales, debern estudiarse sin prejuicio. Porque, su examen sereno, mas all de fobias y flias, ayudar a comprender la raz del Mxico actual, consecuencia viviente del encuentro violento de esos dosmundos. 1

Dentro de Mesoamrica, son las culturas maya y nhuatl las que ofrecen el ms amplio testimonio indgena de la Conquista. Ambas fueron culturas con historia, escritura y transmisin oral. Una breve mencin del inters que tenan por la historia esos pueblos indgenas, pondr de manifiesto el porqu de su empeo por conservar su propia visin de la Conquista.

Inters por la historia en el mundo indgena

Las estelas mayas y otros monumentos conmemorativos mayas y nahuas, los cdices histricos, xiuhmatl, "libros de aos", del mundo nhuatl prehispnico, redactados a base de una escritura principalmente ideogrfica e incipientemente fontica, dan testimonio del gran inters que ponan, entre otros, nahuas y mayas por preservar el recuerdo de los hechos pasados de alguna importancia. Complemento de lo anterior eran los textos fielmente memorizados en sus centros prehispnicos de educacin, donde se enseaban a los estudiantes, adems de otras cosas, las viejas historias acerca de cuanto haba sucedido, ao por ao, tal como se consignaba en sus cdices.

Un nico testimonio vamos a aducir de este aprecio indgena por conservar su historia, tomado de quien, sin pretender la alabanza de los indios, alleg en pleno siglo XVI, mejor que nadie, relaciones y noticias acerca de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme de el Mar Ocano, o sea, el cronista Mayor de Felipe II, don Antonio de Herrera. Sea excusa de una larga cita el inters de la misma. Escribe as Herrera en el libro X de su Dcada cuarta: Conservaban las naciones de Nueva Espaa, la memoria de sus antiguallas: En Yucatn, i en Honduras, havia vnos Libros de Hojas, enquadernados, en que tenian los Indios la distribucion de sus tiempos, i conocimiento de las Plantas, i Animales, i otras cosas naturales.

En la Provincia de Mexico, tenian su Libreria, Historias, i Kalendarios, con que pintaban; las que tenian Figuras, con sus proprias Imagen i con otros Caracteres, las que no tenian Imagen proprias: asi figuraban cuanto querian. Y para memoria del tiempo, en que acaecia cada cosa, tenian aquellas Ruedas, que era cada vna de vn Siglo de cinquenta i dos Aos; i al lado de estas Ruedas, conforme al Ao, en que sucedian cosas memorables, iban pintando con las Pinturas, i Caracteres dichas, as como poniendo vn Hombre pintado con vn Sombrero, i vn Saio colorado, en el Signo de Caa, que corria entonces, como sealaron el Ao, que los Castellanos entraron en su Tierra, i asi en los demas sucesos. I como sus Figuras no eran tan suficientes, como nuestra Escritura, no podian concordar puntualmente en las palabras, sino en lo substancial de los conceptos: pero vsaban aprender de coro, Arengas, Parlamentos, i Cantares. Tenian gran curiosidad, en que los Muchachos los tomasen de memoria, i para esto tenian Escuelas, adonde los Ancianos enseaban a los Mozos estas cosas, que por tradicin, se han siempre conservado mui enteras. I luego que entraron los Castellanos en aquella Tierra, que ensearon el Arte de Escrivir a los Indios, escrivieron sus Oraciones, i Cantares, como entre ellos se platicaban, desde su maior antiguedad: por sus mismos Caracteres, i Figuras escrivian estos razonamientos, i de la misma manera escriven el Pater noster, i el Ave Maria, i toda la DoctrinaChristiana. 2

Pues bien, nahuas y mayas que tanto empeo ponan y "tanta curiosidad tenan" en "conservar la memoria de sus antiguallas", no dejaron perecer el recuerdo -su propia visin- del ms impresionante y trgico de los acontecimientos: la Conquista hecha por hombres extraos, que acababan por destruir para siempre sus antiguas formas de vida. El presente libro -especie de antologa de textos y pinturas- ofrece algunos rasgos de las varias imgenes que los mesoamericanos de idioma nhuatl de Tenochtitlan, Tlatelolco, Tetzcoco, Chalco y Tlaxcala se formaron acerca de Corts y los espaoles, acerca de la Conquista y la ruina final de su metrpoli, Mxico-Tenochtitlan. Un trabajo semejante podran preparar tambin los mayistas, que disponen asimismo de relaciones indgenas de la Conquista, entre otras, las contenidas en los Anales de los Xahil, Ttulos de la Casa Ixquin-Nehaip, en la Crnica de Chac-XulubChen, y por lo menos fragmentariamente, en algunos de los libros de losChilam Balam. 3

Toca tratar ahora, con la brevedad que exige esta introduccin, acerca del origen y modo como se escribieron y pintaron los varios testimonios dejados por hombres de cultura nhuatl, varios de ellos testigos de la Conquista, y que constituyen la que hemos llamado una Visin de los vencidos.

Relaciones y pinturas nahuas acerca de la Conquista

Fray Toribio de Benauente, Motolina, llegado a Mxico-Tenochtitlan en junio de 1524, formando parte del clebre grupo de los doce franciscanos venidos a Nueva Espaa, es el primero en descubrir el inters que tuvieron los indios por conservar sus propios recuerdos acerca de la Conquista. He aqu las palabras mismas de Motolina, al principio del Tratado Tercero de su Historia de los indios de la Nueva Espaa: Mucho notaron estos naturales indios, entre las cuentas de sus aos, el ao que vinieron y entraron en esta tierra los espaoles, como cosa muy notable y que al principio les puso muy grande espanto y admiracin. Ver una gente venida por el agua (lo que ellos nunca haban visto, ni odo que se pudiese hacer), de traje tan extrao del suyo, tan denodados y animosos, tan pocos entrar por todas las provincias de esta tierra con tanta autoridad y osadia, como si todos los naturales fueran sus vasallos. As mismo se admiraban y espantaban de ver los caballos y lo que hacan los espaoles encima de ellos...A los espaoles llamaron teteuh, que quiere decir dioses y los espaoles, corrompiendo el vocablo dec;an teules... Asimismo los indios notaron y sealaron para tener cuenta con el ao que vinieron los doce frailesjuntos . . . 4 En la actualidad se conservan varias de esas relaciones nahuas, en las que, como lo nota Motolina, consignaron la venida de los espaoles y los principales hechos de la Conquista. Esas relaciones y pinturas, junto con otras varias historias escritas un poco ms tarde tambin por indgenas, son enconjunto ms de doce. De desigual importancia, antigedad y extensin, son suficientes para estudiar los rasgos caractersticos de la imagen que se formaron los cronistas de lengua nhuatl acerca de la Conquista. Brevemente describiremos las principales de estas relaciones, tomando en cuenta tanto su antigedad, como su mayor o menor extensin. a) Cantares acerca de la Conquista

Parece ser que los ms antiguos testimonios indgenas sobre la Conquista encontraron natural expresin en varios cantares, compuestos a la usanza antigua, por algunos de los pocos cuicapicque o poetas nahuas sobrevivientes. As, para no citar otros, pueden recordarse al menos aquellos dos poemas, verdaderos ejemplos de los llamados icnocucatl, "cantos tristes", o elegas, en el primero de los cuales se describen los ltimos das del sitio de Tenochtitlan, mientras que en el segundo se refiere cmo se perdi el pueblo mexcatl. Copiamos aqu siquiera unas estrofas de cada uno de dichos poemas, para mostrar ya cul fue la reaccin de los mexicas, al contemplar destrudo su mundo y forma de vida antigua: En los caminos yacen dardos rotos, los cabellos estn esparcidos. Destechadas estn las casas, enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes estan salpicados los sesos. Rojas estn las aguas, estn como teidas, y cuando las bebimos, es como si bebiramos agua de salitre. Golpebamos, en tanto los muros de adobe, y era nuestra herencia una red de agujeros. Con los escudos fue su resguardo, pero ni con escudos puede ser sostenidasu soledad...5 Llorad, amigos mos, tened entendido que con estos hechos hemos perdido la nacin mexicatl. EI agua se ha acedado, se aced la comida! Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida en[Tlatelolco. . . 6 Como indica el doctor ngel Ma. Garibay, al analizar Como indica el doctor Angl Ma. Garibay, al analizar estos documentos en su Historia de la literatura nhuatl, para la composicin del segundo de esos poemas podra fijarse la fecha dc 1523 y para la del primero el aosiguientc dc 1524. 7 b) La relacin annima de Tlatelolco (1528)

Pero adems de los poemas, existen las Relaciones netamente indgenas, escritas ya desde 1528. Verdaderamente importante es en este sentido el manuscrito 22 de la Biblioteca Nacional de Pars, conocido bajo el ttulo de "Unos Anales Histricos de la Nacin Mexicana", escrito en nahuatl por autores annimos de Tlatelolco hacia 1528. Tan valioso testimonio pone al descubierto un hecho ciertamente extraordinario: el de un grupo de mexicas, que antes de la fundacin misma del Colegio de Santa Cruz, llegaron a conocer a la perfeccin el alfabeto latino y se sirvieron de l para consignar por escrito diversos recuerdos de sus tiempos pasados y sobre todo su propia visin de la Conquista. Si como documento son valiosos estos anales, desde un punto de vista literario y humano lo son todava mucho ms, porque en ellos se expresa por vez primera con no pocos detalles el cuadro de la destruccin de la cultura nhuatl, tal como lo vieron algunos de sus supervivientes. La versin castellana de este texto, preparada por Garibay sobre la base de la reproduccin similar del mencionado manuscrito de la Biblioteca Nacional de Pars, se incluye ntegramente, en lo que a la Conquista se refiere, en el captulo XIV de este libro. En el elenco bibliogrfico que va al final de esta obra, podrn hallarse las referencias correspondientes, tanto de la versin castellana, como de otra al alemn, as como de la reproduccin facsimilar de tan importante testimonio.

c) Testimonios de los informantes de Sahagn

Sigue en importancia y antiguedad al texto de 1528, la mucho ms amplia relacin de la Conquista que, bajo la mirada de fray Bernardino de Sahagn, redactaron en idioma nhuatl varios de sus estudiantes indgenas de Tlatelolco, aprovechando los informes de algunos ancianos, testigos de la Conquista. Segn parece, la primera redaccin de este texto "en el lenguaje indiano, tan tosco como ellos lo pronunciaron", como escribe Sahagn, qued terminada hacia 1555. Posteriormente fray Bernardino hizo un resumen en castellano de la misma. Se tiene noticia de que hubo una segunda redaccin asimismo en nhuatl, concluda hacia 1585 y en la que, segn Sahagn, se hicieron varias correcciones, respecto de la primera, ya que en aqulla "se pusieron algunas cosas que fueron mal puestas y otras se callaron que fueron mal calladas..."

No es posible decir si gan o perdi el texto con esta enmienda, ya que se desconoce el paradero del texto en nhuatl revisado. El hecho es que, tal como hoy se conserva la relacin de la Conquista, debida a los informantes de Sahagn, constituye el testimonio ms amplio dejado al respecto.Abarca desde los varios presagios que se dejaron ver,"cuando an no haban venido los espaoles a esta tierra", (incluido en el captulo I de este libro), hasta uno de los discursos, "con que amonest Don Hernando Corts a todos los seores de Mxico, Tezcoco y Tlacopan", exigindoles la entrega de oro y de sus varios tesoros.

En este libro se incorporan numerosas secciones de tan valioso testimonio. De igual manera que en el caso anterior, se ofrecen al fin las correspondientes referencias bibliogrficas.

d) Principales testimonios pictogrficos

Tanto en lo que se refiere a la obra de los informantes de Sahagn, como en otras varias recopilaciones llevadas a cabo por hombres de lengua nhuatl, encontramos la supervivencia de su antigua manera de escribir la historia, sobre la base de pinturas. Mencionamos aqu tan slo algunos de los principales trabajos en este sentido: las pinturas correspondientes al texto nhuatl de los informantes de Sahagn, que hoy da se conservan en el Cdice Florentino. El clebre Lienzo de Tlaxcala, de mediados del siglo XVI, que ofrece en ochenta cuadros una relacin de los tlaxcaltecas, aliados de los conquistadores. La serie de pinturas del impropiamente llamadoManuscrito de 1576 (ya que en l se ofrecen datos de fecha posterior a la citada), conocido tambin bajo el nombre de Cdice Aubin, en el que al lado de importantes textos, se conservan tambin ilustraciones alusivas. Hay asimismo dibujos de procedencia indgena en el manuscrito conocido como Cdice Ramrez, debido probablemente a la recopilacin de datos que en los aos anteriores a 1580, llev a cabo el jesuita Juan de Tovar, as como en la obra de fray Diego de Durn, quien, como se sabe, tuvo acceso a otros muchos testimonios indgenas hoy desaparecidos.

De esas fuentes pictogrficas, provienen las ilustraciones que se incluyen en el presente libro y que fueron copiadas por la hbil pluma de Alberto Beltrn.

e) Otras relaciones indigenas ms breves

Adems de las ya mencionadas fuentes pictogrficas, existen otras varias relaciones indgenas de menor extensin, de algunas de las cuales se transcribirn aqu varios fragmentos. En el ya citado Cdice Aubin, o de 1576, se encuentran varios textos de sumo inters. De l se tom una de las versiones indgenas que acerca de la matanza del Templo Mayor se dan en el captulo IX de este libro.

Otros importantes testimonios nos ofrecen don Fernando Alvarado Tezozmoc en sus dos crnicas "Mexicana" y "Mexicyotl", as como el clebre historiador oriundo de Chalco, Domingo Francisco de San Antn Mun Chimaltain Cuauhtlehuanitzin, de caya Sptima Relacin se tom un texto incluido can cl captulo XllI de este libro en el que se describen las pesquisas llevadas a cabo por Corts, despus de tomada la ciudad.

Adems del ya citado Cdice Ramrez, en el que tambin se contienen importantes noticias de informantes de Tlatelolco, deben mencionarse las breves secciones acerca de la Conquista contenidas en los Anales Tepanecas de Azcapotzalco y en los ms breves de Mxico y Tlatelolco. De todas estas fuentes se ofrece, como en los casos anteriores, la correspondiente referencia bibliogrfica al final de este libro.

f) Testimonios de los aliados indgenas de Corts

Deficiente resultara esta presentacin de textos indgenas acerca de la Conquista, si no se incluyeran en ella, por lo menos en algunos casos, los testimonios de algunos escritores indgenas y mestizos, que hacen gala de descender de quienes se aliaron con Corts para conseguir la derrota de los mexicas. La pintura que de algunos hechos nos ofrecen, distinta de las otras descripciones indgenas, no cae fuera del ttulo general de este trabajo Visin de los vencidos. Porque, si es cierto que los tlaxcaltecas y los tetzcocanos lucharon al lado de Corts, no deja de ser igualmente verdadero que las consecuencias de la Conquista fueron tan funestas para ellos como para el resto de los pueblos nhuas: todos quedaron sometidos y perdieron para siempre no poco de su antigua cultura

De estos testimonios, adems del ya citado Lienzo de Tlaxcala, se aducen aqu algunos textos tomados de la Historia de Tlaxcala, redactada en castellano por Diego Muos Camargo, mestizo que escribi durante la segunda mitad del siglo XVI. Es particularmente interesante su versin, claramente tendensiosa, de la matanza de Cholula, texto que se incluye en el captulo V de este libro.

Ciudad de Tenochtitlan

La interpretacin histrica de la Conquista, desde el ngulo de los tetzcocanos, nos la ofrece el clebre descendiente de la casa de Tetzcoco, don Fernando de Alva Ixtlilxchitl. Tanto en su XIII relacin, como en su Historia chichimeca, escritas ambas en castellanos, se encuentran numerosos datos recogidos por Ixtlilxchitl de antiguas fuentes indgenas en nhuatl hoy desconocidas, pero interpretadas con un criterio muy distinto al de los escritores de Mxico y Tlatelolco. Los textos de Ixtlilxchitl que aqu se transcribirn son en algunos casos particularmente interesantes. As para citar slo un ejemplo, aquel breve cuadro que pinta la reaccin de la vieja indgena Yacotzin, madre del prncipe Ixtlilxchitl, hijo de Nezahualpilli y aliado de Corts, que calific a su hijo de loco y sin juicio por haber abrazado tan de prisa la religin de "esos brbaros" (los espaoles) , que en forma tan violenta haban hecho su aparicin enAnhuac .8

Tales son, descritas de manera general, las principales fuentes indgenas de las que provienen los textos e ilustraciones que en este trabajo se ofrecen. Preservndose en ellas el testimonio de quienes vieron y sufrieron la Conquista, sin hiprbole puede afirmarse que la presentacin de estos documentos, con todas las limitaciones propias de quienes llevamos a cabo la versin y seleccin de los mismos, constituye un cuadro indgena de la Conquista: una Visin de los vencidos.

Valor humano de las relaciones indgenas de la Conquista

Un estudio comparativo de los textos y pinturas indgenas que acaban de describirse mostrar sin duda numerosos puntos de desacuerdo respecto de las diversas crnicas y relaciones espaolas de la Conquista. Sin embargo, ms que constatar diferencias y posibles contradicciones entre las fuentes indgenas y las espaolas, nos interesan aqu los textos que van a aducirse en cuanto testimonio profundamente humano, de subido valor literario, dejado por quienes sufrieron la mxima tragedia: la de ver destrudos no ya slo sus ciudades y pueblos, sino los cimientos de su cultura.

No es exageracin afirmar que hay en estas relaciones del hombre nhuatl pasajes de un dramatismo comparable al de las grandes empopeyas clsicas. Porque, si al cantar en la Ilada la ruina de Troya nos dej Homero el recuerdo de escenas del ms vivo realismo trgico, los escritores indgenas, antiguos poseedores de la tinta negra y roja de suscdices, 9 supieron tambin evocar los ms dramticos momentos de la Conquista. Valgan como ejemplo de lo dicho, unos cuantos prrafos entresacados de los documentos que en este libro se presentan.

En pocas lneas narran los informantes indgenas de Sahagn el modo como comenz la terrible matanza del Templo Mayor perpetrado por Pedro de Alvarado. Despus de describir el principio de la fiesta de Txcatl, "mientras se van enlazando unos cantos con otros", aparecen de pronto los espaoles entrando al patio sagrado: Inmediatamente cercan a los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales: dieron un tajo al que estaba taendo: le cortaron ambos brazos. Luego lo decapitaron: lejos fue a caer su cabeza cercenada. Al momento todos acuchillan, alancean a la gente y le dan tajos, con las espadas los hieren. A algunos les acometieron por detrs; inmediatamente cayeron por tierra dispersadas sus entraas. A otros les desgarraron la cabeza: les rebanaron la cabeza, enteramente hecha trizas qued su cabeza.Pero a otros les dieron tajos en los hombros: hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. A aqullos hieren en los muslos, a stos en las pantorrillas, a los de ms all en pleno abdomen. Todas las entraas cayeron por tierra. Y haba algunos que an en vano corran: iban arrastando los intestinos y parecan enredarse los pies en ellos. Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a dondedirigirse . . . 1O Otro cuadro, obra maestra del arte descriptivo de los nahuas, nos pinta el modo como vieron a esos "ciervos o venados", sobre los que montaban los espaoles, es decir, los caballos. Ya Motolina, en el prrafo que se cit ms arriba, nos habla de "la admiracin de los indios al contemplar los caballos y lo que hacan los espaoles encima de ellos". Ahora son los informantes de Sahagn quienes nos ofrecen su propia descripcin. Tal es su fuerza, que parece una evocacin de aquella otra pintura extraordinaria del caballo, que dej escrita en hebreo el autor del Libro de Job. Escuchemos la descripcin dada por los hombres de Mesoamrica: Vienen los "ciervos" que traen en sus lomos a los hombres. Con sus cotas de algodn, con sus escudos de cuero, con sus lanzas de hierro. Sus espadas, penden del cuello de sus "ciervos". Estos tienen cascabeles, estn encascabelados, vienen trayendo cascabeles. Hacen estrpito los cascabeles, repercuten los cascabeles. Esos "caballos", esos "ciervos", bufan, braman. Sudan a mares: como agua de ellos destila el sudor. Y la espuma de sus hocicos cae al suelo goteando: es como agua enjabonada con amole: gotas gordas se derraman. Cuando corren hacen estruendo; hacen estrpito, se siente el ruido, como si en el suelo cayeran piedras. Luego la tierra se agujera, luego la tierra se llena de hoyos en donde ellos pusieron su pata. Por s sola se desgarra donde pusieron la mano o pata...11 Finalmente, para no alargar ms la serie de ejemplos que podran aducirse, copiamos tan slo el breve relato conservado por los autores annimos del manuscrito de Tlatelolco de 1528, en el que mencionan la suerte que corrieron aquellos sabios o magos, seguidores de Quetzalcotl, que vinieron a entregarse a los conquistadores en Coyoacan, despus de sometido ya todo el Valle de Mxico. Llegaron con los libros de pinturas bajo el brazo, los poseedores de la antigua sabidura, simbolizada por la tinta negra y roja de sus cdices. No sabemos porqu voluntariamente optaron por entregarse. Pero los conquistadores les echaron los perros. Slo uno pudo escapar. Escuchemos el testimonio indgena: Y a tres sabios de Ehcatl (Quetzalcatl), de origen tetzcocano, los comieron los perros. No ms ellos vinieron a entregarse. Nadie los trajo. No ms venan trayendo sus papeles con pinturas (cdices). Eran cuatro, uno huy: slo tres fueron alcanzados, all en Coyoacn.12 Escenas como las citadas abundan en las relaciones indgenas que aqu se publican. Quien lea el presente libro, no podr menos de sorprenderse al encontrar en la documentacin indgena incontables pasajes, tan dramticos y en cierto modo tan plsticos, que parecen una invitacin al artista, pintor o dibujante, capaz de llevarlos al lienzo o al papel. Por otra parte, la riqueza de informacin y el modo mismo como la presentan los nahuas en sus relaciones, abre sin duda el camino a numerosos temas de investigacin.

Pinsese por ejemplo en estudios tales como el de "la imagen indgena del otro" (los espaoles), que podra mostrar los diversos esfuerzos realizados por los indios para comprender quienes eran esos hombres desconocidos, venidos de ms all de las aguas inmensas 13

HYPERLINK "http://biblioweb.dgsca.unam.mx/libros/vencidos/intro.html" \l "sonia". Proyectando primero sus viejos mitos, creyeron los mexicas que Quetzalcatl y los otros teteo (dioses) haban regresado. Pero, al irlos conociendo ms de cerca, al ver su reaccin ante los objetos de oro que les envi Motecuhzoma, al tener noticias de la matanza de Cholula y al contemplarlos por fin frente a frente en Tenochtitlan, se desvaneci la idea de que Quetzalcatl y los dioses hubieran regresado. Cuando asediaron a la ciudad los espaoles, con frecuencia se les llama popolocas (brbaros). Sin embargo, nunca se olvidan los cronistas nahuas del poder material superior de quienes en un principio tuvieron por dioses. Implcitamente, en funcin de su pensamiento simblico, a base de "flores y cantos", conciben una imagen del otro tan radicalmente extrao. Los rasgos de esa imagen estn precisamente en los textos que acerca de la Conquista escribieron. He aqu un posible tema de investigacin. Ciertamente de inters.

Pero, no es ese el nico aspecto que podra estudiarse. Adems del asunto propiamente histrico de comparar los testimonios indgenas con los de los espaoles, es posible contraponer las ideas propias de ese mundo indgena casi mgico, que tena su raz en los smbolos, con la mentalidad mucho ms prctica y sagaz de quienes, superiores en la tcnica, se interesaban principalmente por el oro. Y queriendo llevarse todava ms adelante este espritu comparativo, podra aducirse an una tercera actitud, abundante asimismo en variantes accidentales. Nos referimos a la impresin que dej la Conquista en el nimo de los primeros misioneros. Motolina, Olmos, Las Casas y Sahagn no contemplaron con sus propios ojos el esplendor del mundo prehispnico, antes de la Conquista, pero conocieron al menos los testimonios que acerca de la antiga cultura rindieron sus informantes. Las noticias que pudieron allegar acerca del pasado de los nahuas, parangonadas con la situacin de los mismos dos lustros despus, les permiti valorar la Conquista.

Particularmente Fray Bernardino de Sahagn, quien ms que nadie reuni datos innumerables acerca de las instituciones culturales del mundo nhuatl prehispnico, se expresa con dureza, pero con justicia, acerca de los resultados de la Conquista. No es posible -esto puede ser objeto de un estudio aparte- aducir aqu los varios prrafos que dej escritos fray Bernardino en diversos lugares de su Historia general de las cosas de Nueva Espaa, acerca de lo que fue a su juicio la Conquista. No nos resistimos, sin embargo, a transcribir siquiera unas lneas en las que compara la ruina de los nativos con la maldicin que Jeremas fulmin contra Judea y Jerusaln, amenazndolas con su total destruccin. Despus de citar Sahagn parte del captulo V del Libro de Jeremas, concluye diciendo: Esto a la letra ha acontecido a estos indios, con los espaoles, pues fueron tan atropellados y destrudos ellos y todas sus cosas, que ninguna apariencia les qued de lo que eran antes. As estn tenidos por brbaros, y por gente de bajsimo quilate (como segn verdad, en las cosas de polica, echan el pie delante a muchas otras naciones que tienen gran presuncin de polticas, sacando fuera algunas tiranas que su manera de regir contena). En esto poco con gran trabajo se ha rebuscado; parece mucha la ventaja que hicieran, si todo se pudiera haber. 14 Tal es el parecer de un hombre extraordinario, que a diferencia de muchos de sus compatriotas, no buscaba el oro, sino el conocimiento integral de una gran cultura humana y la incorporacin de sus valores y su gente al Evangelio de Cristo. Para terminar, queremos sealar que esta especie de antologa de las principales relaciones indgenas de la Conquista, muy lejos de ser una edicin crtica de las mismas, no va acompaada de las numerosas aclaraciones y notas que pudieran hacerse a dichos documentos. Destinndose a estudiantes y aun pblico no especializado, nicamente se explican en el texto, entre parntesis y en algunas notas al calce, algunos nombres y conceptos que no podran comprenderse fcilmente sin su correspondiente aclaracin.

Agradecemos de manera especial al doctor ngel Ma. Garibay K; recordado maestro que, con espritu humanista, redescubri estos textos, su generosidad al permitirnos aprovechar sin restriccin alguna las traducciones preparadas por l de casi todos los textos que aqu se ofrecen, as por haber revisado los originales de este libro.

Como en otros casos, es tambin ahora Alberto Beltrn quien ha copiado fielmente las pinturas y dibujos de procedencia indgena referentes a la Conquista, que aqu se publican. A tan valioso colaborador expresamos nuestra gratitud, as como de una manera muy especial a la Universidad Nacional Atnoma de Mxico que incluye esta obra en su prestigiada "Biblioteca del Estudiante Universitario".

El estudio de las relaciones indgenas de la Conquista abre las puertas a posibles investigaciones de profundo inters histrico. Que esta modesta antologa , que ahora se publica, ayude a despertar el entusiasmo por trabajos semejantes, es nuestro ms grande deseo. El examen sereno del encuentro de esos dos mundos el indgena y el hispnico, de cuya dramtica unin Mxico y los mexicanos descendemos, ayudar a valorar mejor la raz ms honda de nuestros conflictos, grandezas y miserias, y en una palabra del propio "rostro y corazn", expresin de nuestra fisonoma cultural y tnica. MIGUEL LEN-PORTILLA1 En el volumen 2 de esta misma "Biblioteca del Estudiante Universitario" public Agustn Yez una seleccin de algunas de las principales relaciones espaolas de la Conquista, a las que aadi la crnica maya de Chac-XulubChen. Vase: Crnicas de la conquista, Introduccin, seleccin y notas de A. Yez, 2a. edicin, Biblioteca del Estudiante Universitario 2, UNAM., Mxico, 1950. Principalmente la lectura de la relacin de Andrs de Tapia y de las secciones de las Cartas de relacin de Corts, as como de la Historia verdadera de Bernal Daz, que se incluyen en ese volmen, muestran ya varios aspectos fundamentales de la "imagen espaola de la Conquista". La otra "cara de espejo", la ofrecen los textos indgenas nahuas que aqu se publican. 2Herrera, Antonio de, Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas, y Tierra-Firme de Mar Ocano. Dcada IV, lib. x, t. IV, Editorial Guarania, Buenos Aires, Argentina, pp. 130-131. 3 En El reverso de la Conquista, relaciones nahuas, mayas y quechuas, Mxico, Joaqun Mortiz, 1964 (y numerosas reimpresiones), he reunido algunos de los testimonios quedan cuenta del punto de vista de dichos grupos acerca de la invasin o conquista de que fueron vctimas. 4 Benavente, Fray Toribio de, (Motilina), Historia de los de la Nueva Espaa. Mxico, Editorial Salvador Chvez Hayhoe, 1941, pp. 161-162. 5 Ms. Annimo de Tlatelolco (1528), Edicin facsimilar de E. Mengin, Copenhagen, 1945, fol. 33. 6 Ms. Cantares mexicanos, Edicin facsimilar de A. Peafiel, Mxico, 1904, fol. 54 vuelta. 7 Garibay K., ngel Ma., Historia de la literatura nhuatl, 2 vols. Editorial Porra, Mxico, 1953-54, t. II, pp. 9s92. 8 Como en los casos anteriores vense las referencias bibliogrficas de estas obras al final de este libro. Conviene notar aqu expresamente, para evitar posibles confusiones, que en Tetzcoco hubo tres personajes principales llamados Ixtilxochitl. El primero fue el hijo del cleNezahualcyotl, conocido como "Ixtlilxchitl el viejo", entronizado seor de Tetzcoco hacia 1363 y muerto por orden de Tezozmoc, seor de Azcapotzalco. El segundo es don Hernando de Ixtlilxchitl, hijo de Nazahualpilli y hermano de Coanacochtin, seor de Tetzcoco, a la llegada de los espaoles. Fue precisamente a quien reprendi su madre Yacotzin, en el episodio aludido, p or abrazar tan de prisa la religin de los castellanos. Finalmente, el tercero, pariente de los dos anteriores, es el historiador don Fernando de Alva Ixtlilxchitl autor de la Historia chichimeca y de numerosas relaciones acerca de la historia prehispnica de Tetzcoco, as como acerca de la Conquista. 9 "La tinta negra y roja " (in tlilli, in tiapalli), en el simbolismo nhuatl la yuxtaposicin de estos dos colores, negro y rojo, oscuridad y luz, evocan la idea del saber ms elevado. De los sabios nahuas (los tlamatinime), se dice expresamente que "eran los dueos de la tinta negra y roja". 10Textos de los informantes indgenas de Sahagn, Cdice Florentino, lib. XII, cap. XX. 11 Ibid.cap.XV 12 Ms. Annimo de Tlatelolco (1528). Edicin facsimilar de E. Mengin, Copenhagen, 1945, fol. 38. 13 Varios aos despus de la primera edicin de este libro (1959), autores como Tzevetan Todorov han desarrollado esta perspectiva de la que se deriva, bsicamente, la concepcin de la Visin de los Vencidos. (Todorov, La conqute de l'Amerique, la question de l'autre, Pars,1982). Nathan Wachtel en un trabajo sobre los quechuas, concebido desde parecida perspectiva, se apropi del ttulo: Visin des vanues, Pars. 1971. 14 Sahagn, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva Espaa, t. I, p.29.

I PRESAGIOS DE LA VENIDA DE LOS ESPAOLES

IntroduccinLos documentos indgenas que se presentan en los trece primeros captulos de este libro comprenden hechos acaecidos desde poco antes de la llegada de los espaoles a las costas del Golfo de Mxico, hasta el cuadro final, Mxico-Tenochtitlan en poder de los conquistadores. Los dos ltimos captulos, el XIV y el XV ofrecen a manera de conclusin, la relacin acerca de la Conquista, escrita en 1528 por varios informantes annimos de Tlatelolco, as como unos cuantos ejemplos de clebres icnocucatl "cantares tristes" de la Conquista.

Ordenando los varios textos en funcin de la secuencia cronolgica de los hechos y acciones de la Conquista, se dan en algunos casos testimonios que presentan ciertas variantes y divergencias. Sin pretender resolver aqu los problemas histricos que plantean tales variantes, fundamentalmente interesa el valor humano de los textos, que reflejan, ms que los hechos histricos mismos, el modo como los vieron e interpretaron los indios nahuas de diversas ciudades y procedencias.

En este primer captulo transcribimos la versin del nhuatl preparada por el doctor Garibay, de los textos de los informantes indgenas de Sahagn contenidos al principio del libro XII del Cdice Florentino, as como una breve seccin tomada de la Historia de Tlaxcala de Diego Muoz Camargo, que como se indic: en la Introduccin General, emparentado con la nobleza indgena de dicho seoro, refleja en sus escritos la opinin de los indios tlaxcaltecas, aliados de Corts. Ambos documentos, que guardan estrecha semejanza, narran una serie de prodigios y presagios funestos que afirmaron ver los mexicas y de manera especial Motecuhzoma, desde unos diez aos antes de la llegada de los espaoles. Se transcribe primero el texto de los informantes de Sahagn, de acuerdo con el Cdice Florentino y a continuacin el testimonio del autor de la Historia de Tlaxcala. Los presagios, segn los informantes de SahagnPrimer presagio funesto: Diez aos antes de venir los espaoles primeramente se mostr un funesto presagio en el cielo. Una como espiga de fuego, una como llama de fuego, una como aurora: se mostraba como si estuviera goteando, como si estuviera punzando en el cielo.

Ancha de asiento, angosta de vrtice. Bien al medio del cielo, bien al centro del cielo llegaba, bien al cielo estaba alcanzando.

Y de este modo se vea: all en el oriente se mostraba: de este modo llegaba a la medianoche. Se manifestaba: estaba an en el amanecer; hasta entonces la hacia desaparecer el Sol.

Y en el tiempo en que estaba apareciendo: por un ao venia a mostrarse. Comenz en el ao 12 Casa.

Pues cuando se mostraba haba alboroto general: se daban palmadas en los labios las gentes; haba un gran azoro; hacan interminables comentarios. Segundo presagio funesto: que sucedi aqu en Mxico: por su propia cuenta se abras en llamas, se prendi en fuego: nadie tal vez le puso fuego, sino por su espontnea accin ardi la casa de Huitzilopochtli. Se llamaba su sitio divino, el sitio denominado " Tlacateccan" ("Casa de mando").

Se mostr: ya arden las columnas. De adentro salen ac las llamas de fuego, las lenguas de fuego, las llamaradas de fuego.

Rpidamente en extremo acab el fuego todo el maderamen de la casa. Al momento hubo vocero estruendoso; dicen: "Mexicanos, venid de prisa: se apagar! Traed vuestros cntaros!..."Pero cuando le echaban agua, cuando intentaban apagarla, slo se enardeca flameando ms. No pudo apagarse: del todo ardi. Tercer presagio funesto: Fue herido por un rayo un templo. Slo de paja era: en donde se llama "Tzummulco".1 El templo de Xiuhtecuhtli. No llova recio, solo lloviznaba levemente. As, se tuvo por presagio; decan de este modo: "No ms fue golpe de Sol." Tampoco se oy el trueno. Cuarto presagio funesto: Cuando haba an Sol, cay un fuego. En tres partes dividido: sali de donde el Sol se mete: iba derecho viendo a donde sale el Sol: como si fuera brasa, iba cayendo en lluvia de chispas. Larga se tendi su cauda; lejos lleg su cola. Y cuando visto fue, hubo gran alboroto: como si estuvieran tocando cascabeles. Quinto presagio funesto: Hirvi el agua: el viento la hizo alborotarse hirviendo. Como si hirviera en furia, como si en pedazos se rompiera al revolverse. Fue su impulso muy lejos, se levanto muy alto. Lleg a los fundamentos de las casas: y derruidas las casas, se anegaron en agua. Eso fue en la laguna que est junto a nosotros. Sexto presagio funesto: muchas veces se oa: una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:

-Hijitos mos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces deca:

-Hijitos mos, a dnde os llevar?2 Sptimo presagio funesto: Muchas veces se atrapaba, se coga algo en redes. Los que trabajaban en el agua cogieron cierto pjaro ceniciento como si fuera grulla. Luego lo llevaron a mostrar a Motecuhzoma, en la Casa de lo Negro (casa de estudio mgico) .

Haba llegado el Sol a su apogeo: era el medio da. Haba uno como espejo en la cabeza del pjaro como rodaja de huso, en espiral y en rejuego: era como si estuviera perforado en su mediana.

All se vea el cielo: las estrellas, el Mastelejo. Y Motecuhzoma lo tuvo a muy mal presagio, cuando vio las estrellas y el Mastelejo

Pero cuando vio por segunda vez la cabeza del pjaro, nuevamente vio all en lontananza; como si algunas personas vinieran de prisa; bien estiradas; dando empellones. Se hacan la guerra unos a otros y los traan a cuestas unos como venados.

Al momento llam a sus magos, a sus sabios. Les dijo:

-No sabis: qu es lo que he visto? Unas como personas que estn en pie y agitndose!... Pero ellos, queriendo dar la respuesta, se pusieron a ver: desapareci (todo): nada vieron. Octavo presagio funesto: Muchas veces se mostraban a la gente hombres deformes, personas monstruosas. De dos cabezas pero un solo cuerpo. Las llevaban a la Casa de lo Negro; se las mostraban a Motecuhzoma. Cuando las haba visto luego desaparecan.3 Testimonio de Muoz Camargo (Historia de Tlaxcala, escrita en castellano por su autor)4 Diez aos antes que los espaoles viniesen a esta tierra, hubo una seal que se tuvo por mala abusin, agero y extrao prodigio, y fue que apareci una columna de fuego muy flamgera, muy encendida, de mucha claridad y resplandor, con unas centellas que centellaba en tanta espesura que pareca polvoreaba centellas, de tal manera, que la claridad que de ellas sala, hacia tan gran resplandor, que pareca la aurora de la maana. La cual columna pareca estar clavada en el cielo, teniendo su principio desde el suelo de la tierra de do comenzaba de gran anchor, de suerte que desde el pie iba adelgazando, haciendo punta que llegaba a tocar el cielo en figura piramidal. La cual apareca a la parte del medio da y de media noche para abajo hasta que amaneca, y era de da claro que con la fuerza del Sol y su resplandor y rayos era vencida. La cual seal dur un ao, comenzando desde el principio del ao que cuentan los naturales de doce casas, que verificada en nuestra cuenta castellana, acaeci el ao de 1517.

Y cuando esta abusin y prodigio se vea, hacan los naturales grandes extremos de dolor, dando grandes gritos, voces y alaridos en seal de gran espanto y dndose palmadas en las bocas, como lo suelen hacer. Todos estos llantos y tristeza iban acompaados de sacrificios de sangre y de cuerpos humanos como solan hacer en vindose en alguna calamidad y tribulacin, as como era el tiempo y la ocasin que se les ofreca, as crecan los gneros de sacrificios y supersticiones

Con esta tan grande alteracin y sobresalto, acuitados de tan gran temor y espanto, tenan un continuo cuidado e imaginacin de lo que podra significar tan extraa novedad, procuraban saber por adivinos y encantadores qu podr significar una seal tan extraa en el mundo jams vista ni oda. Hase de considerar que diez aos antes de la venida de los espaoles, comenzaron a verse estas seales, mas la cuenta que dicen de doce casas fue el ao de 1517, dos aos antes que los espaoles llegasen a esta tierra. El segundo prodigio, seal, agero o abusin que los naturales de Mxico tuvieron, fue que el templo del demonio se abras y quem, el cual le llamaban el templo de Huitzilopuchtli, sin que persona alguna le pegase fuego, que est en el barrio de Tlacateco. Fue tan grande este incendio y tan repentino, que se salan por las puertas de dicho templo llamaradas de fuego que pareca llegaban al cielo, y en un instante se abras y ardi todo, sin poderse remediar cosa alguna "qued deshecho", lo cual, cundo esto acaeci, no fue sin gran alboroto y alterna gritera, llamando y diciendo las gentes: "Ea Mexicanos! venid a gran prisa y con presteza con cntaros de agua a apagar el fuego", y as las ms gentes que pudieron acudir al socorro vinieron. Y cuando se acercaban a echar el agua y querer apagar el fuego, que a esto lleg multitud de gentes, entonces se encenda ms la llama con gran fuerza, y as, sin ningn remedio, se acab de quemar todo.

Presagios Funestos (Codice Florentino) El tercer prodigio y seal fue que un rayo cay en un templo idoltrico que tena la techumbre pajiza, que los naturales llamaban Xacal, el cual templo los naturales llamaban Tzonmolco, que era dedicado al dolo Xiuhtecuhtli, lloviendo una agua menuda como una mullisma cay del cielo sin trueno ni relmpago alguno sobre el dicho templo. Lo cual asimismo tuvieron por gran abusin, agero y prodigio de muy mala seal, y se quem y abras todo. El cuarto prodigio fue, que siendo de da y habiendo sol, salieron cometas del cielo por el aire y de tres en tres por la parte de Occidente "que corran hasta Oriente", con toda fuerza y violencia, que iban desechando y desapareciendo de s brasas de fuego o centellas por donde corran hasta el Oriente, y llevaban tan grandes colas, que tomaban muy gran distancia su largor y grandeza; y al tiempo que estas seales se vieron, hubo alboroto, y asimismo muy gran ruido y gritera y alarido de gentes. El quinto prodigio y seal fue que se alter la laguna mexicana sin viento alguno, la cual herva y reherva y espumaba en tanta manera que se levantaba y alzaba en gran altura, de tal suerte, que el agua llegaba a baar a ms de la mitad de las casas de Mxico, y muchas de ellas se cayeron y hundieron; y las cubri y del todo se anegaron. El sexto prodigio y seal fue que muchas veces y muchas noches, se oa una voz de mujer que a grandes voces lloraba y deca, anegndose con mucho llanto y grandes sollozos y suspiros: Oh hijos mos! del todo nos vamos ya a perder... e otras veces deca: Oh hijos mos a dnde os podr llevar y esconder. . . ? El sptimo prodigio fue que los laguneros de la laguna mexicana, nautas y piratas o canostas cazadores, cazaron una ave parda a manera de grulla, la cual incontinente la llevaron a Motecuhzoma para que la viese, el cual estaba en los Palacios de la sala negra habiendo ya declinado el sol hacia el Poniente, que era de da claro, la cual ave era tan extraa y de tan gran admiracin, que no se puede imaginar ni encarecer su gran extraeza, la cual tena en la cabeza una diadema redonda de la forma de un espejo redondo muy difano, claro y transparente, por la que se vea el cielo y los mastelejos "y estrellas" que los astrlogos llaman el signo de Gminis; y cuando esto vio Motecuhzoma le tuvo gran extraeza y maravilla por gran agero, prodigio, abusin y mala seal en ver por aquella diadema de aquel pjaro estrellas del cielo.

Y tornando segunda vez Motecuhzoma a ver y admirar por la diadema y cabeza del pjaro vio grande nmero de gentes, que venan marchando desparcidas y en escuadrones de mucha ordenanza, muy aderezados y a guisa de guerra,y batallando unos contra otros escaramuceando en figura de venados y otros animales, y entonces, como viese tantas visiones y tan disformes, mand llamar a sus agoreros y adivinos que eran tenidos por sabios. Habiendo venido a su presencia, les dijo la causa de su admiracin. Habis de saber mis queridos sabios amigos, cmo yo he visto grandes y extraas cosas por una diadema de un pjaro que me han trado por cosa nueva y extraa que jams otra como ella se ha visto ni cazado, y por la misma diadema que es transparente como un espejo, he visto una manera de unas gentes que vienen en ordenanza, y porque los veis, vedle vosotros y veris lo propio que yo he visto.

Y queriendo responder a su seor de lo que les haba parecido cosa tan inaudita, para idear sus juicios, adivinanzas y conjeturas o pronsticos, luego de improviso se desapareci el pjaro, y as no pudieron dar ningn juicio ni pronstico cierto y verdadero. El octavo prodigio y seal de Mxico, fue que muchas veces se aparecan y vean dos hombres unidos en un cuerpo que los naturales los llaman Tlacantzolli.5 Y otras vean cuerpos, con dos cabezas procedentes de un solo cuerpo, los cuales eran llevados al palacio de la sala negra del gran Motecuhzoma, en donde llegando a ella desaparecan y se hacan invisibles todas estas seales y otras que a los naturales les pronosticaban su fin y acabamiento, porque decan que haba de venir el fin y que todo el mundo se haba de acabar y consumir, de que haban de ser creadas otras nuevas gentes e venir otros nuevos habitantes del mundo. Y as andaban tan tristes y despavoridos que no saban que juicio sobre esto haban de hacer sobre cosas tan raras, peregrinas, tan nuevas y nunca vistas y odas. Los presagios y seales acaecidos en TlaxcalaSin estas seales, hubo otras en esta provincia de Tlaxcala antes de la venida de los espaoles, muy poco antes. La primera seal fue que cada maana se vea una claridad que sala de las partes de Oriente, tres horas antes que el sol saliese, la cual claridad era a manera de una niebla blanca muy clara, la cual suba hasta el cielo, y no sabindose que pudiera ser pona gran espanto y admiracin.

Tambin vean otra seal maravillosa, y era que se levantaba un remolino de polvo a manera de una manga, la cual se levantaba desde encima de la Sierra "Matlalcueye" que llaman agora la Sierra de Tlaxcalla, la cual manga suba a tanta altura, que pareca llegaba al cielo.6 Esta seal se vio muchas y diversas veces ms de un ao continuo, que asi mismo pona espanto y admiracin, tan contraria a su natural y nacin.

No pensaron ni entendieron sino que eran los dioses que haban bajado del cielo, y as con tan extraa novedad, vol la nueva por toda la tierra en poca o en mucha poblacin. Como quiera que fuese, al fin se supo de la llegada de tan extraa y nueva gente, especialmente en Mxico, donde era la cabeza de este imperio y monarqua.7

1Tzummulco o Tzomolco: "en el cabello mullido", era uno de los edificios del templo mayor de Tenochtitln. 2 El texto parece preferirse a Cihuacatl que gritaba y lloraba por la noche. Es ste uno de los antecedentes de la clebre "llorona". 3 Seccin tomada de los "informantes de Sahagn": Cdice Florentino, cap. I (Versin del nhuatl del doctor Garibay.) 4 La primera parte de la "relacin de los presagios de Mxico" manifiesta claramente que Muoz Camargo conoci los textos de los informantes de Sahagn, que sigue muy de cerca. 5 Tlacantzolli: "hombre estrechados" o como nota Muoz Camargo, "dos hombres unidos en un cuerpo". 6 La sierra Matlalcueye o "Sierra de Tlaxcala" se conoce hoy da como "la Malinche". 7Historia de Tlaxcala de Muoz Camargo, lib. II, cap. I.II

PRIMERAS NOTICIAS DE LA LLEGADA DE LOS ESPAOLES

IntroduccinDe acuerdo con el testimonio de Alvarado Tezozmoc en su Crnica mexicana, perturbado Motecuhzoma por los varios presagios que se han descrito en los textos anteriores, hizo llamar a sabios y hechiceros con objeto de interrogarlos. Quera averiguar si haba seales de prximas guerras, de desastres imprevistos, o de cualquier otra forma de desgracia.

Los nigromnticos en realidad no pudieron dar respuesta. Pero, en cambio, por ese tiempo apareci un pobre macehual (hombre del pueblo), venido de las costas del Golfo con las primeras noticias de la llegada de unas como "torres o cerros pequeos que venan flotando por encima del mar". En ellos venan gentes extraas "de carnes muy blancas, ms que nuestras carnes, todos los ms tienen barba larga y el cabello hasta la oreja les da. . ." Tal noticia despert la angustia de Motecuhzoma y, como veremos en el captulo siguiente, movido a temor envi mensajeros y dones a quienes crey que eran posiblemente Quetzalcatl y otros dioses que volvan, segn lo anunciado en sus cdices y tradiciones. Motecuhzoma interroga a los nigromnticosY mand Motecuhzoma a Petlaclcatl, 1 que llamase a todos los mayordomos de todos los pueblos; de cada pueblo el suyo. Djoles que fuesen a los pueblos que ellos tenan encomendados, y le buscasen nigromnticos en los pueblos, y si los hallasen, se los trajesen. Y algunos mayordomos trajeron algunos, los cuales venidos y dado aviso de ello a Motecuhzoma, trados ante l, entraron e hincaron una rodilla en el suelo, le hicieron gran reverencia y les dijo: habis visto algunas cosas en los cielos, o en la tierra, en las cuevas, lagos de agua honda, ojos, puentes o manantiales de agua, algunas voces, como de mujer dolorida, o de hombres; visiones, fantasmas u otras cosas de stas?

Como no haban visto cosa de las que deseaba Motecuhzoma, ni de las que l les preguntaba daban razn, dijo a Petlaclcatl: llevadme a estos bellacos, y encerradlos en la crcel de Cuauhcalco, de maderones, que ellos lo dirn, aunque no quieran. Otro da llam a Petlaclcatl, y djole: decidles a esos encantadores, que declaren alguna cosa, si vendr enfermedad, pestilencia, hambre, langosta, terremotos de agua o secura de ao, si llover o no, que lo digan; o si habr guerra contra los mexicanos, o si vendrn muertes sbitas, o muertes por animales venidos, que no me lo oculten; o si han odo llorar a Cihuacatl, tan nombrada en el mundo, que cuando ha de suceder algo, lo interpreta ella primero, an mucho antes de que suceda. 2

Respondieron los nigromnticos: qu podemos decir? Que ya est dicho y tratado en el cielo lo que ser, porque ya se nombr su nombre en el cielo, y lo que se trat de Motecuhzoma, que sobre l y ante el, ha de suceder y pasar un misterio muy grande: y si de esto quiere nuestro rey Motecuhzoma saber, es tan poco, que luego ser ello entendido, porque a quien se mand presto vendr, y esto es lo que decimos nosotros, para que est satisfecho; y pues ello ha de ser as, agurdelo.

Fue luego Petlaclcatl y tratselo de plano a Motecuhzoma, cmo presto vendra lo que haba de venir. Admirse Motecuhzoma de ver que conformaba esto con lo que le dej dicho Nezahualpilli rey (de Tetzcoco, hijo de Nezahualcyotl). Djole Motecuhzoma al mayordomo: preguntadles, que esto que ha de venir o suceder, de dnde ha de venir, de el cielo o de la tierra; de qu parte, de qu lugar y que cundo ser.

Volvi Petlaclcatl a ratificar la pregunta a los encantadores, y entrando y abriendo las puertas, no hall a persona alguna, de que qued muy espantado. Fue luego Petlaclcatl a contrselo a Motecuhzoma: llegado ante l dijo: seor mo, hacedme tajadas, o lo que ms furedes servido: sabed, seor, que cuando llegu y abr las puertas, estaba todo yermo, que uno ni ninguno pareca, pues yo tambin tengo especial cuenta, porque tengo all viejos con la misma guarda de ellos y de otros, y no los sintieron salir, y creo que volaron, como son invisibles y se hacen todas las noches invisibles, y se van en un punto al cabo del mundo, esto deberan hacer.

Dijo Motecuhzoma: vyanse los bellacos; llamad a los principales Cuauhnochtli y Tlacochclcatl 3 y a los dems, que vayan a los pueblos donde ellos estn, y maten a sus mujeres e hijos, que no quede uno ni ninguno y les derriben las casas. Hizo llamar muchos mancebos que fuesen con ellos a saquear las casas de las mujeres de los nigromnticos, los cuales se juntaron luego, y fueron a las casas de ellos, y mataron a sus mujeres, que las iban ahogando con unas sogas, y a los nios iban dando con ellos en las paredes hacindolos pedazos, y hasta el cimiento de las casas arrancaron de raz. Llegada del macehual de las costas del GolfoA pocos das vino un macehual (hombre del pueblo), de Mictlancuauhtla, 4 que nadie lo envi, ni principal ninguno, sino slo de su autoridad. Luego que lleg a Mxico, se fue derecho al palacio de Motecuhzoma y djole: seor y rey nuestro, perdname mi atrevimiento. Yo soy natural de Mictlancuauhtla; llegu a las orillas de la mar grande, y vide andar en medio de la mar una sierra o cerro grande, que andaba de una parte a otra y no llega a las orillas, y esto jams lo hemos visto, y como guardadores que somos de las orillas de la mar, estamos al cuidado. Dijo Motecuhzoma: sea norabuena, descansad. Y este indio que vino con esta nueva no tena orejas, que era desorejado, tampoco tena dedos en los pies, que los tena cortados.

Djole Motecuhzoma a Petlaclcatl, llevad a ste y ponedle en la crcel del tabln, y mirad por l. Hizo llamar a un teuctlamacazqui (sacerdote) y djole: id a Cuetlaxtlan, y decidle al que guarda el pueblo, que si es verdad que andan por la gran mar no se qu, ni lo que es que lo vayan a ver, y que qu es lo que guarda o encierra la mar del cielo, y esto sea con toda brevedad y presteza, y llevad consigo en vuestra compaa a Cuitlalptoc.

Llegados a Cuetlaxtlan dijeron y contaron la embajada de Motecuhzoma, y estaba muy atento el Cuetlaxtcatl, llamado Pnotl. Respondi (ste): seor, descansad y vayan luego prcticos que vean y anden las orillas de la mar, y vern lo que es. Fueron a registrar y volvieron a toda prisa a dar noticia al Calpixque Pnotl, dicindole cmo era verdad, que andaban como dos torres o cerros pequeos por encima de la mar Dijo el Teucnenenqui 5 a Pnotl: seor, quiero ir en persona a verlos y cmo son, para dar fe como testigo de vista, y estar con esto satisfecho y har la relacin conforme lo que viere. Y as fue luego con otros ms que eran el Cuitlalpitoc y otro Cuetlaxtcatl, y luego que llegaron vieron lo que andaba por la orilla del mar, y haban salido con un barco y estaban pescando siete u ocho de los del barco con anzuelos.

El Teucnenenqui y el Cuitlalptoc se subieron a un rbol, que llamaban rbol blanco, muy copudo, y desde all los estaban mirando cmo cogan pescados. Y habiendo acabado de pescar, se volvieron otra vez a la nao con su batel o barquillo. Dijo el Teucnenenqui: vamos, Cuitlalptoc. Bajronse del rbol y volvieron al pueblo de Cuetlaxtlan, y al instante se despidieron del Pnotl. Volvironse con toda la brevedad posible a la gran ciudad de Mxico-Tenochtitlan, a dar la razn de lo que haban ido a ver.

Llegados a Mxico, furonse derechos al palacio de Motecuhzoma, a quien hablaron con la reverencia y humildad debida. Dijronle: seor y rey nuestro, es verdad que han venido no s qu gentes, y han llegado a las orillas de la gran mar, las cuales andaban pescando con caas y otros con una red que echaban. Hasta ya tarde estuvieron pescando, y luego entraron en una canoa pequea y llegaron hasta las dos torres muy grandes y suban dentro, y las gentes seran como quince personas, con unos como sacos colorados, otros de azul, otros de pardo y de verde, y una color mugrienta como nuestro ychtilmatle, 6 tan feo; otros encarnado, y en las cabezas traan puestos unos paos colorados, y eran bonetes de grana, otros muy grandes y redondos a manera de comales pequeos, que deben de ser guardasol (que son sombreros) y las carnes de ellos muy blancas, ms que nuestras carnes, excepto que todos los ms tienen barba larga y el cabello hasta la oreja les da. Motecuhzoma estaba cabizbajo, que no habl cosa ninguna. Preparativos ordenados por MotecuhzomaAl cabo de gran rato habl Motecuhzoma y dijo: vos sois principales de mi casa y palacio; no puedo dar ms fe ni crdito a otra persona ms que a vos, porque me tratis la verdad cada da: id ahora vos y el mayordomo, y traedme al que est preso en la crcel, que vino por mensajero de la costa: idos por l a la crcel adonde estaba entapiado. Fueron, y abriendo las puertas, no lo hallaron donde lo haban puesto, de que quedaron admirados y espantados. Furonselo a decir a Motecuhzoma, de que qued ms espantado y admirado, y dijo: en fin, es de la cosa natural, que casi todos son nigromnticos, pues mirad lo que os mando con pena, que si alguna cosa descubriredes de lo que os digo, debajo de mi estrado os tengo de enterrar, y morirn vuestras mujeres e hijos, y os despojaran de todos vuestros bienes y desharn vuestras casas, hasta los postreros cimientos, hasta que salga agua de ellos, y asimismo morirn vuestros deudos y parientes; y traedme secretamente dos plateros muy buenos oficiales de obra primorosa, y dos lapidarios de los buenos gastadores de esmeraldas.

Dijronle: seor, aqu estn los oficiales que mandaste traer. Dijo Motecuhzoma: hacedlos entrar ac. Entraron y djoles: venid ac, padres mos; habis de saber que os envi a llamar para que hagis cierta obra, y mirad que no lo descubris a hijo de madre, so pena de las graves penas de tirar hasta los cimientos de casas, prdida de bienes y muerte vuestra; de mujer, hijos y parientes, porque todos han de morir: cada uno ha de hacer dos obras, y se han de hacer delante de m. Aqu secretamente en este palacio adonde ahora estamos: hase de hacer un ahogadero o cadena de oro de a cuatro dedos cada eslabn, muy delgado, y han de llevar estas piezas y medallas en medio unas esmeraldas ricas, y a los lados, como a manera de zarcillos, de dos en dos, y luego se harn unas muequeras de oro y su cadena de oro colgando de l, y esto con toda la brevedad del mundo.

A los otros oficiales les mand hacer dos amosqueadores grandes de rica plumera y en medio una media luna de oro, y de la otra parte el sol muy bien bruido el oro, que relumbre de lejos, y dos brazaletes de oro, con muy rica plumeria. Y a los lapidaros les mand hacer a cada uno, dos muequeras de dos, o para las dos manos y para los dos pies, de oro, en medio engastadas ricas esmeraldas. Y mand al mayordomo Petlaclcatl, que trajese luego secretamente mucho oro que estaba en cautos, y mucha plumera rica de la menuda, la ms suprema de las aves "tlauhquechol" y "tzinitzcan zacuan", 7 y muchas esmeraldas y otras piedras ricas de muy gran valor: todo lo cual dieron a los oficiales, y en pocos das fue acabada toda la obra. Y una maana, luego que se levant Motecuhzoma, enviaron a uno de los corcovados a rogar al rey Motecuhzoma que se llegase al aposento de los oficiales.

Habiendo entrado, despus de haberle hecho todos gran reverencia, le dijeron: seor nuestro, la obra toda est de todo punto acabada: visla aqu, seor. Parecile muy bien todo lo hecho a Motecuhzoma. Djoles que estaba muy bien hecho y a su contento y placer.

Hizo llamar a Petlaclcatl su real mayordomo y djole: a cada uno de estos mis abuelos, dadles a cada uno una carga de mantas de las de a diez brazas y de a ocho, y de a cuatro, y mantas ricas, paetes, huipiles, naguas para mis abuelas, maz, chile, pepita, algodn, frijol, a cada uno igualmente, y con esto se fueron muy contentos los oficiales a sus casas ... 8

1 Petlaclcatl: especie de mayordomo mayor: Jefe de calpixques: funcionarios encargados de diversos oficios en el palacio o en el templo. 2 Otra alusin, como la que se halla en el sexto presagio incluido en el captulo anterior; acerca de los recorridos nocturnos de la diosa Cihuacatl, que iba llorando y gritando. 3 Cuauhnochtli: nombre de un alto funcionario de Tenochtitlan y Tlatelolco. Tlacoshclcatl: "jefe de la casa de los dardos". 4 Mictlancuauhtla: "Bosque de la Regin de los muertos." Segn Orozco y Berra se trata de una poblacin ya desaparecida, situada en las costas de Veracruz. Todava en un mapa enviado a Felipe II en 1580 por el alcalde mayor Alvaro Patio, aparece con el nombre alterado como Metlangutla. 5 Teucnenenqui: "gran caminante o emisario". 6 Ychtilmatle, mejor: ichtilmatli, capa o "tilma" hecha con fibra de maguey. 7 Tlauhquechol: ave roja; posiblemente el flamenco o la guacamaya. Segn Garibay probablemente es toda ave roja y grande. Tzinitzcan: ave de pluma fina. (Trogonorus mexicanus). Zacuan: otra ave de vistoso plumaje, color amarillo dorado. 8 Tomado de Crnica Mexicana de Alvarado Tezozmoc, caps. CVI y CVII. El texto presentado se conserva slo en castellano. Su autor, Tezozmoc, escribi tambin la Crnica de mexicyotl en nhuatl.III

LAS IDAS Y VENIDAS DE LOS MENSAJEROS

IntroduccinHablan los textos indgenas, principalmente los informantes de Sahagn, acerca de las varias idas y venidas de los mensajeros de Motecuhzoma hacia las costas del Golfo, por donde haban aparecido los forasteros. Se ofrecen primero algunos textos tomados del Cdice Florentino referentes a las instrucciones dadas por Motecuhzoma a sus mensajeros. En dichos textos aparece claramente la proyeccin que hicieron los nahuas de sus antiguas ideas para explicarse la venida de los espaoles: pensaban que el recin llegado era Quetzalcatl, Nuestro Prncipe.

A continuacin, relatan los mexicas el modo como llegaron los mensajeros hasta la orilla del mar, siendo all recibidos por los espaoles, a quienes entregaron los dones enviados por Motecuhzoma. Es particularmente interesante la descripcin que hacen en seguida de los dones ofrecidos a Corts y del modo como ste trat luego de atemorizarlos, disparando ante su vista un arcabuz.

La tercera parte de este captulo trata del regreso de los mensajeros de Motecuhzoma a Mxico-Tenochtitlan y de los informes que dan a este, acerca de como eran los espaoles, sus caones, los animales en que venan montados, especie de "venados" enormes, pero sin cuernos, sus perros, etctera. Motecuhzoma instruye a sus mensajeros Motecuhzoma luego dio rdenes al de Cuetlaxtlan, Pnotl, y a todos ellos. Les dijo:

-Dad orden: que haya vigilancia por todas partes en la orilla del agua, en donde se llama Nauhtla, Tuztlan, Mictlancuauhtla. Por donde ellos (los forasteros) vienen a salir.

Inmediatamente se fueron los mayordomos. Dieron rdenes de que hubiera vigilancia.

Por su parte Motecuhzoma hizo junta con sus prncipes:

El Cihuacatl Tlilpotonqui, el Tlacochclcatl Cuappiaztzin, el Tizociahucatl Quetzalaztatzin, el Huiznahuatlailtlac Hecateupatiltzin. Les hizo or el relato y les mostr, les puso a la vista los collares que haba mandado hacer.

Les dijo: -Hemos admirado las turquesas azules. Se guardarn bien. Los tesoreros las guardarn bien. Si dejan que se pierda alguna, nuestras sern sus casas, nuestros sus hijos, los que estn en el seno materno.

E hizo su turno el ao, que linda con 13-Conejo. Y cuando ya va a tener fin, al ya acabarse el ao 13-Conejo, vienen a salir, son otra vez vistos.

Luego presurosos vienen a dar cuenta a Motecuhzoma. Al saberlo, tambin de prisa enva mensajeros. Era como si pensara que el recin llegado era nuestro prncipe Quetzalcatl.

As estaba en su corazn: venir slo, salir ac: vendr para conocer su sitio de trono y solio. Como que por eso se fue recto, al tiempo que se fue.

Envi Motecuhzoma cinco que lo fueran a encontrar, que le fueran a regalar dones. Los guiaba un sacerdote, el que tena a cargo y bajo su nombre el santuario de Yohualichan.

En segunda, el de Tepoztlan; el tercero, el de Tizatlan; el cuarto era el de Huehuetlan, y el quinto, el de Mictlan grande.

Les dijo:

-Venid ac, caballeros tigres, venid ac.

Dizque otra vez ha salido a tierra nuestro seor.

Id a su encuentro, id a hacerle or; poned buena oreja a lo que l os diga. Buena oreja tenis que guardar. Los dones que se ofrecen a los recin venidos

He aqu con lo que habis de llegar delante de nuestro seor:

Este es el tesoro de Quetzalcatl:

Una mscara de serpiente, de hechura de turquesas.

Un travesao para el pecho, hecho de plumas de quetzal.

Un collar tejido a manera de petatillo: en medio tiene colocado un disco de oro.

Y un escudo de travesaos de oro, o bien con travesaos de concha ncar: tiene plumas de quetzal en el borde y unas banderolas de la misma pluma.

Tambin un espejo de los que se ponen al trasero los danzantes, guarnecido de plumas de quetzal. Ese espejo parece un escudo de turquesas: es mosaico de turquesas, de turquesas est incrustado, tachonado de turquesas.

Y una ajorca de chalchihuites,1 con cascabelillos de oro.

Igualmente, un lanza-dardos guarnecido de turquesas: todo de turquesas lleno. Es como si tuviera cabecillas de serpiente; tiene cabezas de serpiente.

Y unas sandalias de obsidiana.

En segundo lugar les dio el atavo de Tezcatlipoca:

Un capacete de forma cnica, amarillo, por el oro, lleno todo l de estrellas.

Y sus orejeras adornadas con cascabeles de oro.

Y un collar de concha fina: un collar que cubre el pecho, con hechura de caracoles, que parecen esparcirse desde su borde.

Y un chalequillo todo pintado, con el ribete con sus ojillos: en su ribete hay pluma fina que parece espuma.

Un manto de hilos atados de color azul, ste se llama el "campaneante resonador". A las orejas se alza y all se ata.

Tambin est colocado un espejo de dorso.

Y tambin un juego de cascabeles de oro que se atan al tobillo.

Y un juego de sandalias de color blanco.

En tercer lugar, el atavo de Tlalocan Tecuhtli; (seor del Tlalocan):

Una peluca de plumas de quetzal y de garza: toda hecha de pluma de quetzal, llena totalmente de pluma de quetzal; como que verdeguea, como que est verdegueando, y sobre ella, un travesao hecho de oro y concha ncar.

Unas orejeras en forma de serpiente, hechas de chalchihuite.

Su chalequillo matizado con chalchihuites.

Su collar: un collar de chalchihuites, tejidos en petatillo, tambin con un disco de oro.

Tambin un espejo para la parte de atrs, tal como se dijo, tambin con campanillas.

La manta con que se cubre, con bordes de anillos rojos, y cascabeles para el pie, hechos de oro.

Y su bastn de forma serpentina con mosaico de turquesas.

En cuarto lugar, tambin el atavo de Quetzalcatl:

Una diadema de piel de tigre con plumas de faisn: sobre ella hay una enorme piedra verde: con sta est ataviada la cabeza.

Y orejeras de turquesas, de forma redonda, de las cuales pende un zarcillo curvo de concha y oro.

Y un collar de chalchihuites tejido en manera de petatillo: tambin en el medio yace un disco de oro.

Y la manta con que se cubre, con ribetes rojos.

Tambin requiere en el pie cascabeles de oro.

Y un escudo de oro, perforado en el medio, con plumas de quetzal tendidas en su borde; tambin con banderola de quetzal.

Y el cayado torcido propio de Ehcatl: curvo por arriba, con piedras preciosas blancas, constelado.

Y sus sandalias de espuma.

All estn todos los gneros de insignias que se llaman "insignias divinas". Fueron puestos en posesin de los embajadores. Y an muchos ms objetos que llevaron como regalos de bienvenida:

Un capacete de caracol hecho de oro.

Una diadema de oro.

Luego esto fue acomodado en cestones, fue dispuesto en armadijos para la carga.

Y por lo que toca a los cinco mencionados, luego les da rdenes Motecuhzoma, les dice:

-Id, no os demoris. Haced acatamiento a nuestro seor el dios. Decidle:

-"Nos enva ac tu lugarteniente Motecuhzoma. He aqu lo que te da en agasajo al llegar a tu morada de Mxico." Llegan los mensajeros ante los espaoles

Pues cuando hubieron llegado al borde del mar, los trasportaron, en barcas los llevaron a Xicalanco.

Otra vez all los tomaron en barcas, los llevaron los marineros: todos los objetos pusieron en barcas, los colocaron, los metieron en ellas.

Y metidos ya en sus canoas, por el ro fueron, llegaron a las barcas de aqullos (de los espaoles), se repegaron a sus barcas.

Ellos (los espaoles) les dijeron:

-Quines sois vosotros? De dnde vinsteis?

-Hemos venido de Mxico.2

Otra vez les dijeron:

-Puede ser o no ser que vosotros de all procedis, o tal vez no ms lo inventis; tal vez no ms de nosotros os estis burlando.

Pero su corazn se convenci, qued satisfecho su corazn. Luego pusieron un gancho en la proa de la nave; con ella los levantaron estirando, luego pararon una escala.

Por tanto, subieron a la nave. Iban llevando en los barcos los objetos. Uno a uno hicieron la ceremonia de tocar la tierra con la boca delante del capitn, (o sea, hicieron reverencia y juramento).

En seguida le hacen una arenga, le dicen:

-Dgnese orlo el dios: viene a rendir homenaje su lugarteniente Motecuhzoma. l tiene en cargo la ciudad de Mxico. Dice: "Cansado ha quedado, fatigado est el dios."

En seguida atavan al capitn. Le pusieron con esmero la mscara de turquesas, en ella estaba fijada la banda travesaa de pluma de quetzal.

Y de esta mscara va pendiendo, en ella est la orejera de uno y otro lado.

Y le pusieron el chalequillo, lo enchalecaron. Y le pusieron al cuello el collar de petatillo: el petatillo de chalchihuites: en medio tiene un disco de oro.

Despus, en su cadera le ataron el espejo que cae hacia atrs y tambin le revistieron por la espalda la manta llamada "campanillante".

Y en sus pies le colocaron las grebas que usan los huastecos, consteladas de chalchihuites, con sus cascabeles de oro.

Tambin le dieron, en su mano le pusieron el escudo que tiene travesao de oro y de concha ncar, con sus flecos de pluma de quetzal y sus banderolas de lo mismo.

Ante su vista pusieron las sandalias de obsidiana.

En cuanto a los otros tres gneros de atavos divinos, no hicieron ms que colocarlos enfrente de l, los ordenaron all.

As las cosas, djoles el capitn:

-Acaso esta es toda vuestra ofrenda de bienvenida? Aquello con que os llegis a las personas?

Dijeron ellos:

-Es todo: con eso hemos venido, seor nuestro.

Los espaoles reciben a los mensajeros de Motecuhzoma (Cdice Florentino) Corts trata de poner temor en los mexicas

Entonces dio rdenes el capitn; en consecuencia, fueron atados (los mexicas); les pusieron hierros en los pies y en el cuello. Hecho eso, dispararon el can grande.

Y en este momento los enviados perdieron el juicio, quedaron desmayados. Cayeron, se doblaron cada uno por su lado: ya no estuvieron en s.

Los espaoles, por su parte, los levantaron, los alzaron, les dieron a beber vino, y en seguida les dieron de comer, los hicieron comer. Con esto, recobraron su aliento, se reconfortaron.

As las cosas, les dijo el capitn:

-Odlo: he sabido, ha llegado a mi odo, que dizque los mexicanos son muy fuertes, que son muy guerreros, que son muy tremendos.

Si es un solo mexicano, muy bien pone en fuga, bien hace retroceder, bien vence, bien sobrepasa, aunque de veras sean diez y acaso aun si son veinte los guerreros.

Pues ahora mi corazn quiere quedar convencido; voy a ver yo, voy a experimentar qu tan fuertes sois, qu tan machos!

Les dio en seguida escudos de cuero, espadas y lanzas. Y adems (dijo):

-Muy tempranito, al alba se har: vamos a contender unos con otros: vamos a hacer torneo en parejas; nos desafiaremos. Tendremos conocimiento de las cosas. A ver quin cae al suelo!

Respondieron al capitn, le dijeron:

-igalo el seor: puede ser que esto no nos lo mandara Motecuhzoma, lugarteniente tuyo! ... En exclusiva comisin hemos venido, a dar reposo y descanso hemos venido, a que nos saludemos unos a otros. No es de nuestra incumbencia lo que el seor quiere. Pero si tal cosa hiciramos, pudiera ser que por ello se enojara mucho Motecuhzoma. Por esto acabar con nosotros.

Dijo al punto el capitn:

-No, se tiene que hacer. Quiero ver, quiero admirar: ha corrido fama en Castilla de que dizque sois muy fuertes, muy gente de guerra. Por ahora, comed muy temprano: tambin yo comer. Mucho nimo!

Despus los despach, los hizo bajar a su navo de ellos (de los mexicas) . No bien hubieron bajado a su nave, remaron fuertemente. Se remaba con ardiente afn. Algunos aun con las manos remaban, iban con el alma afanada. Se decan unos a otros presurosos:

-Mis capitanes, con todas vuestras fuerzas!... Remad esforzadamente. No vaya a sucedernos algo aqu! Que nada nos pase!...

Con toda prisa llegaron por el mar hasta el sitio llamado Xicalanco.

Con trabajos tomaron aliento all. Luego con gran empeo siguieron su camino. Llegaron a Tecpantlayacac. De all se pusieron en camino, fueron de marcha y llegaron presurosos a Cuetlaxtlan. Tal como en su viaje de ida, tomaron all aliento.

Y el cuextlaxteca les dijo:

-Siquiera un da descansen! Siquiera tomen aliento!

Pero ellos le dijeron:

-Pues no! Estamos de prisa: vamos a darle cuenta al seor rey Motecuhzoma. Le diremos qu hemos visto. Cosa muy digna de asombro. Nunca cosa as se vio! O, acaso t antes lo oste? Regreso de los mensajerosLuego de prisa se fueron, hasta Mxico llegaron. Y entraron no ms de noche; slo en la noche llegaron.

Y cuando esto sucedi, Motecuhzoma ya no supo de sueo, ya no supo de comida. Ya nadie con l hablaba. Y si alguna cosa hacia, la tena como cosa vana. Casi cada momento suspiraba. Estaba desmoralizado, se tena como un abatido.

Ya nada que da dicha, ya no cosa que da placer, ya no cosa de deleite le importaba.

Y por todo esto deca:

- "Qu suceder con nosotros? Quin de veras queda de pie?

Ah, en otro tiempo yo fui! ... Vulnerado de muerte esta mi corazn! Cual si estuviera sumergido en chile, mucho se angustia, mucho arde! ...

A dnde, pues, nuestro seor?"

Entonces dio rdenes a los que tenan el cargo de vigilar, los que guardaban sus principales cosas.

Les dijo:

-Aun cuando durmiendo est, avisadme: -Ya llegaron los que enviaste a la mar.

Pero cuando fueron a decirlo, dijo al momento:

-Aqu no los quiero or. Los oir all en la Casa de la Serpiente. Que all se vayan.

Y viene a dar orden, dice: que se tian de greda dos cautivos! ...

Y luego fueron a la Casa de la Serpiente los enviados. Tambin l, Motecuhzoma. Luego a sus ojos fueron los sacrificios. Abrieron el pecho a los cautivos: con su sangre rociaron a los enviados.

La razn de hacer tal cosa, es haber ido por camino muy difcil; por haber visto a los dioses; haber fijado sus ojos en su cara y en su cabeza. Bien con los dioses conversaron! ... Lo que vieron los mensajeros

Hecho esto, luego dan cuenta a Motecuhzoma. Le dijeron en que forma se haban ido a admirar y lo que estuvieron viendo, y cmo es la comida de aqullos.

Y cuando l hubo odo lo que le comunicaron los enviados, mucho se espant, mucho se admir. Y le llam a su asombroso en gran manera su alimento.

Tambin mucho espanto le caus el or cmo se desmaya uno; se le aturden a uno los odos.

Y cuando cae el tiro, una como bola de piedra sale de sus entraas: va lloviendo fuego, va destilando chispas, y el humo que de l sale, es muy pestilente, huele a lodo podrido, penetra hasta el cerebro causando molestia.

Pues si va a dar con un cerro, como que lo hiende, lo resquebraja, y si da contra un rbol, lo destroza hecho astillas, como si fuera algo admirable, cual si alguien le hubiera soplado desde el interior.

Sus aderezos de guerra son todos de hierro: hierro se visten, hierro ponen como capacete a sus cabezas, hierro son sus espadas, hierro sus arcos, hierro sus escudos, hierro sus lanzas.

Los soportan en sus lomos sus "venados". Tan altos estn como los techos.

Por todas partes vienen envueltos sus cuerpos, solamente aparecen sus caras. Son blancas, son como si fueran de cal. Tienen el cabello amarillo,aunque algunos lo tienen negro. Larga su barba es, tambin amarilla, el bigote tambin tienen amarillo. Son de pelo crespo y fino, un poco encarrujado.

En cuanto a sus alimentos, son como alimentos humanos: grandes, blancos, no pesados, cual si fueran paja. Cual madera de caa de maz, y como de mdula de caa de maz es su sabor. Un poco dulces, un poco como enmielados: se comen como miel, son comida dulce.

Pues sus perros son enormes, de orejas ondulantes y aplastadas, de grandes lenguas colgantes; tienen ojos que derraman fuego, estn echando chispas: sus ojos son amarillos, de color intensamente amarillo.

Sus panzas, ahuecadas, alargadas como angarilla, acanaladas.

Son muy fuertes y robustos, no estn quietos, andan jadeando, andan con la lengua colgando. Manchados de color como tigres, con muchas manchas de colores.

Cuando hubo odo todo esto Motecuhzoma se llen de grande temor y como que se le amorteci el corazn, se le encogi el corazn, se le abati con la angustia.3

1 Chalchihuites: diversas clases de piedras verdes: jades y jadetas. 2 Los mensajeros de Motecuhzoma y los espaoles pudieron entablar estos dilogos desde un principio gracias a que Corts traa consigo Jernimo de Aguilar y a Malintzin.Esta ltima que comprenda las palabras de los indios dichas en nhuatl las comunicaba a Aguilar en maya, quien finalmente las traduca al castellano para que los conquistadores pudieron entenderlas. 3 Informantes de Sahagn: Cdice Florentino, lib. XII, caps. III y IV. (Versin de ngel Ma. Garibay K.).IV

ACTITUD PSICOLGICA DE MOTECUHZOMA IntroduccinEnterado por los informes de sus mensajeros de la llegada de esos forasteros que traan consigo animales y cosas tan extraas, el nimo de Motecuhzoma se turb cada vez ms. Los informantes de Sahagn refieren cmo envi toda clase de magos y brujos para causar algn maleficio a espaoles e impedir se acercaran a Mxico-Tenochtitlan. En medio de sus dudas, pensando que posiblemente fueran dioses, Motecuhzoma envi tambin cautivos para que fueran sacrificados en su presencia Los informantes nos describen vivamente cul fue la reaccin de las espaoles al enterarse de esto.

El texto indica tambin por qu fueron llamados "dioses" los conquistadores. Antes de forjarse una imagen capaz de explicar la presencia de los forasteros, por una especie de proyeccin, se les aplica el viejo mito del retorno de Quetzalcatl. Se pens que eran los dioses venidos del cielo, los dioses que regresaban.

Los magos fracasaron en su intento de causar un maleficio a los espaoles, para lograr que decidieran mejor alejarse. Los mensajeros comunican todo esto a Motecuhzoma.

En Mxico Tenochtitlan, tanto Motecuhzoma como el pueblo en general viven intensos das de terror. "Los dioses", o unos extraos forasteros, venidos de ms all del mar inmenso, amenazan con acercarse a la gran capit al mexica. El texto indgena nos pinta algo as como un relato psicolgico de la figura de Motecuhzoma agobiado por las dudas y las vacilaciones. Al fin vemos al gran tlahtoani (o rey) resignado, dominando su corazn par a ver y admirar lo que habr de suceder. Motecuhzoma enva magos y hechicerosEn este tiempo precisamente despach una misin Motecuhzoma. Envi todos cuantos pudo, hombres inhumanos, los presagiadores, los magos. Tambin envi guerreros, valientes, gente de mando.

Ellos tenan que tener a su cargo todo lo que les fuera menester de cosas de comer: gallinas de la tierra, huevos de stas, tortillas blancas. Y todo lo que aquellos (los espaoles) pidieran, o con que su corazn quedara satisfecho. Que los vieran bien.

Envi cautivos con que les hicieran sacrificio: quin sabe si quisieran beber su sangre. Y as lo hicieron los enviados.

Pero cuando ellos (los espaoles) vieron aquello (las vctimas) sintieron mucho asco, escupieron, se restregaban las pestaas; cerraban los ojos, movan la cabeza. Y la comida que estaba manchada de sangre, la desecharon con nusea; ensangrentada heda fuertemente, causaba asco, como si fuera una sangre podrida.

Y la razn de haber obrado as Motecuhzoma es que l tena la creencia de que ellos eran dioses, por dioses los tena y como a dioses los adoraba. Por esto fueron llamados, fueron designados como "Dioses venidos del cielo". Y en cuanto a los negros, fueron dichos: "divinos sucios".

Hasta entonces comieron las tortillas blancas, los huevos, las gallinas, y toda especie de frutos, como son:

Zapote de rbol (zapotes de varios gneros).

Tezonzapote (mamey).

Aztazapote (zapote blanco).

Zapote caca de gallina (tal vez el chicozapote).

Camote, cuauhcamote, poxcauhcamote (camote manchado: morado), xochicamote (camote morado), tlapalcamote (camote rojo).

Jcama, mazaxcotl (fruta del venado?), fruta del ro (atoyajacote), guayaba (xalxcotl).

Cuauhjilotes, aguacates, huajes, tejocotes, capulines, tunas, tunas rojas, tunas de dulce, tunas de zapote, tunas de agua.

Tambin comida para los "venados" (caballos); punta de tule, recortes de hierba.

Y aun dizque (los envi) para que vieran qu casta de gente era aquella: a ver si podan hacerles algn hechizo, procurarles algn maleficio. Pudiera ser que les soplaran algn aire, o les echaran algunas llagas, o bien alguna cosa por este estilo les produjeran.

O tambin pudiera ser que con alguna palabra de encantamiento les hablaran largamente, y con ella tal vez los enfermaran, o se murieran, o acaso se regresaran a donde haban venido.

Por su parte ellos hicieron su oficio, su comisin para con los espaoles, pero de nada fueron capaces en absoluto, nada pudieron hacer. Se informa a Motecuhzoma del fracaso de los magosEn consecuencia, al momento regresaron presurosos, dieron cuenta a Motecuhzoma de qu condicin eran, y cun fuertes:

-No somos sus contendientes iguales, somos como unas nadas!

Por tanto, Motecuhzoma dio rdenes rigurosas: intim con enojo, punzantemente mand, bajo amenaza de muerte impuso precepto a los mayordomos y a todos los principales, capitanes, de que vieran y cuidaran esmeradamente sobre todo lo que aquellos pudieran necesitar.

Y cuando salieron de sus naves (los espaoles) y al fin ya van a emprender la marcha hacia ac, y ya estn en movimiento, ya van siguiendo su camino, fueron muy esmeradamente cuidados, se les hicieron honores: venan bajo el amparo de ellos, vinieron siguiendo su camino: mucho se hizo en favor suyo. La angustia de Motecuhzoma y del pueblo en generalAhora bien, Motecuhzoma cavilaba en aquellas cosas, estaba preocupado; lleno de terror, de miedo: cavilaba que iba a acontecer con la ciudad. Y todo el mundo estaba muy temeroso. Haba gran espanto y haba terror. Se discutan las cosas, se hablaba de lo sucedido.

Hay juntas, hay discusiones, se forman corrillos, hay llanto, se hace largo llanto, se llora por los otros. Van con la cabeza cada, andan cabizbajos. Entre llanto se saludan; se lloran unos a otros al saludarse. Hay intento de animar a la gente, se reaniman unos a otros. Hacen caricias a otros, los nios son acariciados.

Los padres de familia dicen:

-Ay, hijitos mos! ... Qu pasar con vosotros? Oh, en vosotros sucedi lo que va a suceder! ...

Y las madres de familia dicen:

Hijitos mos! Cmo podris vosotros ver con asombro lo que va a venir sobre vosotros?

Tambin se dijo, se puso ante los ojos, se le hizo saber a Motecuhzoma, se le comunic y se le dio a or, para que en su corazn quedara bien puesto:

Una mujer, de nosotros los de aqu, los viene acompaando, viene hablando en lengua nhuatl. Su nombre, Malintzin; su casa, Teticpac. All en la costa primeramente la cogieron. . .

Por este tiempo tambin fue cuando ellos (los espaoles), hacan con instancia preguntas tocante a Motecuhzoma: cmo era, si acaso muchacho, si acaso hombre maduro, si acaso viejo. Si an tena vigor, o si ya tena sentido de viejo, si acaso ya era un hombre anciano, si tena cabeza blanca.

Y les respondan a los "dioses", a los espaoles:

-Es hombre maduro; no grueso, sino delgado, un poco enjuto; no ms cenceo, de fino cuerpo. Motecuhzoma piensa en huirPues cuando oa Motecuhzoma que mucho se indagaba sobre l, que se escudriaba su persona, que los "dioses" mucho deseaban verle la cara, como que se le apretaba el corazn, se llenaba de grande angustia. Estaba para huir, tena deseos de huir; anhelaba esconderse huyendo, estaba para huir. Intentaba esconderse, ansiaba esconderse. Se les quera esconder, se les quera escabullir a los"dioses".

Y pensaba y tuvo el pensamiento; proyectaba y tuvo el proyecto; planeaba y tuvo el plan; meditaba y andaba meditando en irse a meter al interior de alguna cueva.

Y a algunos de aquellos en quienes tena puesto el corazn, en quienes el corazn estaba firme, en quienes tena gran confianza, los haca sabedores de ello. Ellos le decan:

-"Se sabe el lugar de los muertos, la Casa del Sol, y la Tierra de Tlloc, y la Casa de Cintli. All habr que ir. En donde sea tu buena voluntad."

Por su parte l tena su deseo: deseaba ir a la Casa de Cintli (templo de la diosa del maz).

As se p