Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda

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4 Relatos cortos de Juan Ramón Moscad Fumadó Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! ______________________________________________________________ Malta Encuentros

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4 relatos cortos sobre viajes

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4 Relatos cortos de

Juan Ramón Moscad Fumadó

Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! ______________________________________________________________

Malta

Encuentros

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Viajar es un placer pero,

viajar, ¡también te escalda!

4 Relatos Cortos

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JUAN RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Viajar es un placer pero,

viajar, ¡también te escalda!

4 Relatos Cortos

Prólogo de

Marina Moscad Fumadó

Ilustraciones de

Agustín Abarca Martínez

Con la colaboración de Malta Encuentros

Almansa, Junio de 2002

Page 6: Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda

© del Texto: Juan-Ramón Moscad Fumadó. 2002

© de la Edición: Juan-Ramón Moscad Fumadó. 2002

(Primera Edición: Junio de 2002)

(Segunda Edición: Febrero de 2011)

Colabora: Asociación Cultural Malta Encuentros

967 344 293 652 281 518 [email protected]

C/ Miguel de Cervantes, 1. 02640 ALMANSA (Albacete)

Depósito Legal: AB-218-2002 ISBN: 84-922 110-5-9

Cuadros e ilustraciones: Agustín Abarca Martínez. AYORA

Diseño de portadas: Juan Ramón Moscad Fumadó. ALMANSA

Contraportada: Foto del autor de Mario Huerta Cuenca. ALMANSA

Fotocomposición del libro: Asociación Cultural Malta Encuentros

Correcciones y revisiones: Ricardo C. Torres y Juan A. Belenguer. CULLERA

NOTA DE MALTA ENCUENTROS

Este libro se ha publicado en castellano y en valenciano

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PRÓLOGO

Aún no había cumplido los 18 años cuando en mi casa se

hablaba del viaje de mi hermano Juan a Malí. En mi caso, a la

distancia geográfica se había de añadir otra temporal de trece

años que nos separaba de verdad, y yo la vivía en aquel

momento como si de un abismo milenario se tratase, creando

una barrera impermeable entre los dos. Cuestión generacional,

que le llaman.

Por esta razón, lo que me quedó de aquel viaje era que

mi hermano lo había pasado francamente mal; había vuelto con

problemas intestinales muy malos y también, cómo no, con sus

habituales regalos. Y digo habituales porque nunca ha hecho una

salida —y ha viajado mucho con mi cuñada y con mi encantadora

sobrina— en el que no vuelva llevando la maleta llena de regalos

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para bastantes, para muchos, y para mí: dos pulseras típicas de

aquel lugar que, lamentablemente, dejé olvidadas en lo alto de la

Torre del Marenyet, de Cullera, y unas sandalias, preciosas, de

piel tostada, con dos trenzas para enganchar los pies.

Poco es el conocimiento que tengo de aquel lamentable

viaje de trabajo, aunque todo desplazamiento nos proporciona

riqueza. Los años han pasado pero —como diría Silvio

Rodríguez—, la vida no, y aquella experiencia sigue formando

parte integral de su vida. Dicen que todas las experiencias van

conformando nuestro ser. Por eso agradezco a mi hermano el

regalo que nos ha hecho narrándonos parte de sus vivencias

dado que nos ayuda a conocerlo un poco más. Considero un acto

de valentía que alguien, ya sea escritor consagrado o simple

aficionado, dibuje sobre el papel letras que narren parte de su

biografía para compartirla con nosotros.

Encontramos relatos exclusivamente autobiográficos,

relatos que son pura ficción y otros que conjugan con habilidad

fantasía y realidad: todo un gusto recordar nuestro pueblo de la

infancia, donde las experiencias han sido totalmente distintas

para cada uno de los cuatro hermanos con el tributo del peso

que la memoria distorsiona.

Tal vez, como planteaban ciertos pensadores, la grandeza

del corazón no se puede medir sin calibrar lo que ofrecemos a los

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7 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

demás con nuestros actos. Con esta aportación, mi hermano Juan

entra de lleno en éste ámbito: escribe para él pero el resultado,

en forma de regalo íntimo y sincero, lo disfrutamos nosotros. Se

trata de todo un ejercicio de sacrificio que recogemos con mucho

placer incluso la angustia que este tipo de relatos provocan a los

autores. Es el precio ineludible que han de pagar por entrar en

nuestras vidas sin previo aviso.

Marina Moscad Fumadó

Enero de 2002

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AGRADECIMIENTOS

Al hacernos mayores y habiendo perdido tantos seres

queridos —de ésos que son difíciles de reemplazar— creemos a

veces, que nunca más encontraremos compañeros de esa talla.

Aunque ya no pueda hablar con mi padre, ni con mis

abuelos Rosario y Joan, ni siquiera con alguno de mis amigos de

siempre porque ya no están aquí —como os puede ocurrir a

vosotros— creo que estamos equivocados manteniendo el

pensamiento anterior. Sabiendo que lo más grande que me ha

podido pasar con estas personas tan queridas es haberlos tenido,

conocido y disfrutado, ahora, a todos aquellos que no los

conocieron les suelo contar lo que hacían y tenían de importante,

porque así también les acerco a ellos.

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Pensamos que no encontraremos personas ‘tan grandes’

porque nos estamos olvidando de los que aún están con

nosotros: la madre viuda, el hermano enfermo, los hermanos

pequeños, tu familia y tantos amigos que no esperábamos

encontrar nunca y que han salido de nuevo en medio de este

temporal de mentiras y navajazos por detrás. Por esta razón

opino que la primera afirmación no es cierta. Este pensamiento

nos desespera e inquieta demasiadas veces, lo que nos lleva a

admitir que no encontraremos más buenos ni mejores

confidentes, incluso que el camino ya está cerrado.

Y es cierto porque, aunque la belleza pueda estar en la

memoria, no somos capaces de encontrar las virtudes de

aquellos que viven a nuestro lado. La única diferencia es que los

tenemos y conocemos pero no los disfrutamos del todo.

Tampoco somos capaces de romper los muros que nos decidirán

a prestarles más atención. Más tarde nos arrepentimos de no

haberlo hecho.

Todo esto me hace pensar egoístamente en mi madre —

para aprovecharme un poco más de ella y enterarme de algo

nuevo —pues debo preguntarle cual es el secreto de su vida para

poder aún sonreír —y copiármelo— y además, con lo que ha

pasado y lo que le queda por pasar, cómo le quedan todavía

ganas de ser feliz y descubrir cosas nuevas —y fotocopiármelo.

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Ideas, consejos y soporte son cosas que me han dado mi

mujer Marga y mi hija Marina en este libro; y han tenido que leer

y opinar sobre todos los relatos, además de aguantarme. No en

balde alguno de los mismos tiene algo bueno porque se basa en

ideas fundamentales salidas de ellas.

Decir que me cae la baba sería poco con las afirmaciones

que hacen sobre mí y de los relatos mi amigo Juan Antonio

Belenguer —gracias por sus opiniones— y su mujer Mari-

Carmen, como si no nos conociéramos de nada, que me han

puesto rojo como una granada.

También pienso en el entusiasmo que me provoca

cuando escribe prólogos o dedicatorias aludiéndome, en mis

libros o en los suyos, Ricardo Torres de Cullera, nacido al lado de

la desembocadura del Júcar. Se lo agradezco de veras aunque él

también lo sabe.

Además, he encontrado un con-des-interés muy grande

en la persona de Agustín Abarca, compañero de trabajo en la

Nuclear de Cofrentes que, si antes ya éramos amigos y

silbábamos canciones a las siete de la mañana en cada turno de

noche, ahora lo somos aún más. Él es, desde Ayora, quien ha

realizado los dibujos del libro; y hay opiniones que dicen que

todos están muy logrados y pensados —palabra de pintores—.

Yo también lo sabía y confiaba que me haría algo bueno. Le

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agradezco que se haya leído a conciencia los relatos en

valenciano para hacer un resumen de los mismos con cada

espléndido cuadro.

Y si me quedaba alguna cosa o persona por descubrir

ésta es mi hermana Marina que, con su único, tierno y eterno

prólogo —me lo guardaré siempre en el alma y en el corazón—

ha hecho vibrar de nuevo en mí alguna fibra sonora que hacía

tiempo que no escuchaba y que ha conducido a que nos

conozcamos un poco más.

Finalmente, he de decir que las personas mencionadas

más arriba, entre muchas otras, las tenemos aquí, a todas,

viviendo a nuestra vera. Aprovechémonos de ellas.

Juan-Ramón Moscad Fumadó

Almansa, Mayo de 2002

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DEDICATORIA

A mi madre Marina Fumadó Novella,

A mi padre Ramón Moscad Salvador

A Marga y a Marina,

A mis hermanos: Marina, Carlos y Miguel Moscad

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ÍNDICE

Prólogo

Agradecimientos

Dedicatoria

Relatos

Everybody

Teluk Malée

El Tercer Maletín

Il Maro

Loa de un amigo de toda la vida

Asociación Cultural Malta Encuentros

Títulos ya publicados

El Autor

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Everybody

(Evribari)

Todos

_________________________________________________

Informe del viaje a Nothingland —El Llent.

Weekend: Aug, 15 al 16 de 2001

Realizado por: Sir John Palomares (El viajero del arco iris)

(From the Rainbow—Passenger)

__________________________________________________________

“Lo diverso nos da vida. El color nos emociona. Las distintas lenguas ya

no nos separan tanto. Pero la uniformidad del mundo de los everybody

nos mata poco a poco o nos deja sin posibilidad de reacción. A veces

pensamos que lo mejor para que haya justicia es que no hubiera

diferencias sociales, que todos fuéramos, pensáramos y actuáramos de

igual manera pero..., ahí está ‘el pero’, ¿Iguales a qué modelo? ¿A qué

única idea?”

_____________________________________________________

α

Esto fue lo que nos leyó en voz alta a los científicos, Sir

John —el viajero del arco iris—:

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Everybody eran iguales. Su manera de vestir y forma de

comportarse era idéntica —un único modelo de vestido y de un

sólo color, el grisguán— y sus expresiones para pedir o desear

cualquier cosa eran las mismas y no más de un par —dam est o

ker ac—. Sus relaciones sociales indiferentes y las formas de

pensar vacías —a fuerza de tener la costumbre de no practicar

periódicamente el intercambio de ideas ya que no les hacía

falta— les enrasaba a todos por abajo de la parte superior del

cuerpo o grupo de neuronas de color gris-superior: el cerebro.

Queremos decir que la tendencia entre ellos era

parecerse al que menos mecanismos de adquirir conocimientos

tuviera. Nosotros diríamos que como el más tonto pues parece

que ésos se ponían como modelo a seguir, o sea, de moda.

ββ

Sus habijaus para estar eran parecidas, con decoraciones

homólogas unas de otras, one model por dentro y por fuera, o

sea, habitáculos de un sólo espacio para todo. Los horarios

utilizados eran exactos a los de los demás, teniendo el tiempo de

trabajo y de descanso a la misma hora, sin dificultades de tráfico

—por lo que comentaremos posteriormente debido al modelo de

desplazador utilizado.

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La comida que consumían poco variaba de unos a otros:

platos únicos, con un sólo ingrediente, sin sabor y con muy poco

color —desvaídos—, servidos en unos objetos con espacios

huecos. El multi-utensilio para coger los ingredientes de dentro

de los huecos era un tenedor-cuchara —a modo de cuchillo con

el que poder coger líquidos.

Si hablamos de su ocio y diversiones podemos concluir en

lo mismo: el signo matemático que los relacionaba era el igual a

o igual que. El signo más que o el menos que no era nunca

utilizado. Tampoco era necesario, pues para expresarse y

comunicarse entre ellos era muy sencillo y se hacía solamente

con las únicas cien monopalabras —de una sílaba y un sonido:

clack, sup o paj, etc.— existentes en su única hoja-diccionario,

que solían utilizar los más ávidos por aprender aquellos cien uni-

sonidos. A los que las aprendían se les llamaba con el apodo de

los cult.

Si alguno de ellos —de los everybody— se distinguía por

cualquier circunstancia, pronto era coartado, objeto de burla o

apartado de las conversaciones o las reuniones —como castigo

por salirse del tipo estándar impuesto con el beneplácito de

everybody— y crearía un desconcierto entre ellos al que no

estaban acostumbrados por lo que podrían surgir dificultades.

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χχχ

Por decirlo mejor: ya que el modelo filosófico de

existencia se había ido construyendo entre todos a través del

tiempo —participando cada uno de ellos en la confección del

mismo—, sus consecuencias eran admitidas y los resultados

aceptados con el consentimiento unánime; y asumidos sus

defectos totalmente —al no ser del todo perfecto— pero tenían

la necesidad de creerlo.

Este alguno de “ellos” del que hablábamos pronto volvía

a estandarizarse fácilmente, con los métodos idóneos que tenían

para devolverle al punto cero —que quería decir: ni más ni

menos que el otro...

Estaba claro que no podía ser de otro modo. El Orden

establecido que se imponía con su omnipresencia en el

nadambiente al final les conducía a un punto tal que everybody

tendiesen a ser como el tipo medio ya que era el único modelo

imperante.

Y tener gustos por consumir productos que sirvieran para

otra cosa que no fuera lo impuesto o ayudaran a resolver otros

problemas distintos a los estándar, también estaba descartado;

el desbarajuste que se produciría sería muy difícil de arreglar.

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δδδδ

Así lo exigían las economías de escala que utilizaban, o

sea, fabricación de productos en series muy grandes, con

enormes cadenas de producción —para intentar explicar la parte

económica del modelo— por el hecho de que la Multi-Zona —

MZ— para existir, estaba surtida o abastecida, desde el punto de

vista logístico, por las Total Iniciativa —las TI o Empresas Totales,

o las ET—. Estos macroentes logísticos a modo de enterprises

suprazonales de producción y suministro —empresas

multinacionales para los humanos— eran de tal calibre que unas

20 en total eran suficientes para satisfacer las necesidades

típicas, necesarias y suficientes —creadas y aprobadas por

todos—. Las atípicas, como habrá deducido el lector, no

aparecían casi nunca, ni casi...

Con estas 20 TI's se ponía en activo a everybody. El

problema que podría surgir si alguno de ellos estuviese en la

situación de no-dedicación o en no-actividad era desconocido

pues cualquier situación contraria era coordinada

coherentemente de forma idónea y adecuada, siendo

convenientemente contrarrestada. La situación del pleno

quehacer era permanente y continuada con el paso de la unidad

de tiempo, que significaba: ningún descanso para no poder parar

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nunca. Era el objetivo que se tenía para no caer en la

desesperación del nada

¿Cómo iban a existir en gran cantidad los Reaction o los

Rt's —alguno de ellos fuera de la norma— si cualquier Nuevo

Intento de Búsqueda o los NIB, de hechos nuevos con los que

soslayar aquel estado de cosas realizado por los incipientes Rt’s

—considerados por el modelo como de comportamiento

enfermo—, era neutralizado de manera muy simple por el Orden,

o no era apoyado por everybody los tipos medios u otros

compañeros de al lado? Por la manera indiferente con que no se

relacionaban, no se les podía llamar tampoco vecinos o

compañeros. Estaban solos, unos al lado de otros. No era por

miedo sino simplemente el estar cómodo dentro de aquel Orden

impedía el que surgieran NIB’s por cualquier parte. Por fin se

había llegado a lo que todo el mundo aspiraba: tener y ser lo

mismo que everybody los demás, con lo que se evitaban tener

que compararse.

El placer que produce entre los humanos ser diferentes

unos de otros, poseer cosas y tener gustos y caprichos distintos

tampoco existía pues todo estaba cubierto en cuanto a las

necesidades y normalizados los comportamientos y usos:

simplemente se marcaban cuántos y cuáles, cómo y de qué

manera. Se llegaba de este modo a que everybody tuvieran la

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posibilidad —a veces era confundida con obligación— de tener lo

mismo y disfrutarlo con la misma normativa existente.

Así, un sólo canal para telever —tv— bastaba para las

pocas noticias que se producían debido a que prácticamente

nada distinto surgía de la silenciosa normalidad que provocara

alguna noticia. En vez de telediarios y debates —como en nuestra

televisión del moderno mundo globalizado—, existían los

programas fáciles de mentalización, con explicaciones perfectas

—por lo sencillas— de la filosofía única, siendo aquellos otros

programas totalmente innecesarios y por ello inexistentes:¿Qué

asunto había para ser discutido? ¡Si ni siquiera existía un partido

político! Aunque podríamos suponer que ellos —los que

establecían el orden, que eran todos— formaran la Organización

Sin Poder, la OSP.

Además, el único deporte que podía ser observado —ya

que sólo aquel existía— era el juego del golpe al objeto para

meterlo en un sitio —el gomes— pero sin competencia. Ya que

gustaba tanto se podía observar durante horas y horas en el

único —aunque no famoso ni diferente de otro— canal para

telever. Algo no muy distinto a lo que hacemos los humanos,

para entendernos.

Parece que otro tanto ocurría con las ondas hertzianas

como el que si se escuchaba o captaba un sólo tipo de mecamusi

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—sonidos mecánicos— o si existían los poecantos —a modo de

canciones recitadas— cogidos en su seleccionador pues,

sabiendo que los tenían —porque los vimos y oímos cómo los

tarareaban y canturreaban— no pudimos recoger más datos y

grabaciones, para confirmárselo y demostrárselo a la opinión

pública. Además, si hubieran cantado poemas, hubiera sido lo

más parecido a una música rap o reggae —por asimilarlo a algo

nuestro y entendible—. Eso sí, parecían un poco burdos y bastos

y les costaba hacerlo por la forma pesada con que lo hacían.

El globalcar —gc— era una especie de mecanismo único

de traslación para everybody. Este modelo de desplazador era de

color negro aunque podría haber sido verde si hubiese habido

algún rasgo de esperanza de diversidad en el sistema implantado,

pero ésta tampoco era necesaria en aquel entorno nadambiental.

O de color rojo, como en Inglaterra, para darle una viveza mayor

a la Zona pero tampoco se pedía…

Como el color de la tela de las prendas de vestir también

era gris, podemos imaginarnos a las personas dentro de los

desplazadores yendo por los carriles unidireccionales —que

parecían hornos que exhalaban espesos soplidos los días que

había luz— utilizados para trasladarse de lugar, hechos con

lavasfáltica igual que las habijaus, y dibujando un cuadro en

negros y grises digno de una película antigua en blanco y negro:

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el negro del globalcar, el gris de los vestidos y el gris-negro de la

lavasfáltica. A aquel cuadro dibujado como forma de desplazarse

no se le podría llamar exactamente un viaje por el arco iris sino,

más bien, un cambio de sitio.

εεεεε

Eso sí, aunque en general el gusto que producía el ser

igual a los demás no creaba ni una sonrisa debido a sus pocas

fibras faciales –cosa que hacía que tuviesen un aspecto

constantemente desagradable y como acartonada la cara–, en

cambio, este comportamiento se llevaba como emblema o

bandera, cosa importante en grado máximo de la que todo el

mundo estaba convencido. Pero existían algunos con

comportamientos parecidos a lo que podríamos llamar "de

personas humanas" –en el sentido nuestro y clásico del término–

pero no se les dejaba aspirar a ir más allá, porque la

normalización se imponía, como hemos comentado

anteriormente. Esto era evidente pues, la diferencia con los otros

creaba dificultades en el Simple Esquema de Vida de Allí —el

SEVA.

A pesar de que espiar al otro era una costumbre

arraigada, con todo, no era conveniente pintar de otro color

distinto al de "al lado" la fachada de la habijaus de lavasfáltica

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—su lugar para continuar estando—, pues se entraba en un

desbarajuste de colores y en una dinámica de posible

competencia del gusto por los mismos, haciendo que pudiera

despertar el interés por la estética; ni era considerado estético

plantar cualquier pequeño seto —con el que rodearla— para

poderlo recortar y darle forma después de los brotes

primaverales, porque nunca se distinguía esta estación del año, y

esto era normal porque no hacía falta la fermentación de los

sentidos ni de los sentimientos pues no lo necesitaban. La

estética era un concepto no desarrollado en la multizona para

que no pudiera desembocar en otra línea o canal de diferencias

que complicasen los nudos del comportamiento empalagoso de

la red establecida en ella. Lo más sencillo era dejar la habijaus

cada vez más gris y estropeada por el ambiente de niebla de la

atmósfera que los rodeaba.

Para ir terminando, no podemos decir que los pobres

estaban contentos de tener y ser lo mismo que everybody pues

no había pobres como hemos deducido. Exactamente igual

ocurría con los ricos, por tanto, al no existir esta especie entre

ellos, se eliminaba el problema de que estuviesen disgustados

por haber bajado de categoría en la escala social.

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29 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Y para explicárnoslo en términos nuestros de una manera

abstracta, su estado de relación con los demás podría tener el

apelativo de una indiferencia compartida con nadie —ICO-CON-

NÁ—. Si se hubiesen relacionado más es posible que los

habríamos visto abrazándose apretados alguna vez.

Esto nos hace pensar que las obras de caridad no debían

tener sentido ni existir siquiera en su imaginación, si es que la

tenían.

La indigencia tampoco aparecía para no crear malestar entre

everybody los allí agrisados por el medio o el nadambiente y,

aunque las enfermedades mentales eran de las más abundantes,

por no decir las únicas —las llamamos así para entendernos, pues

no se sabe si tenían mente y si pensaban—y que los centros para

la "idoneidad" parecían flamantes parques psiquiátricos,

semejantes a nuestras grandes ciudades, podemos afirmar, ¡sin

pegas!, que todo se arreglaba acudiendo al Centro Idóneo —CI—,

con soluciones muy claras y contundentes.

φφφφφφ

Finalmente, hemos hecho un último análisis sobre la

indiferencia compartida que eliminaba cualquier situación social

después de esta visita: aunque la situación de aquello podría ser

comparada con una especie del Estado del Bienestar Total, por

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 30

llamarlo como lo que dicen que nosotros tenemos y/o a lo que

tanto aspiramos, podríamos intentar hacer una aproximación y,

entre todos, decidir ponerle el nombre del Station Free

Normalized To Be Total —el SFN-TBT—, que querría decir que era

una especie de lugar abstracto y que nuestro diccionario

enciclopédico en castellano de siempre traduciría como Lugar

Libre para Estar Normalizado Totalmente —en siglas, el LLENT—

ya que la libre elección realizada por ellos nos da pié para pensar

en que este tipo de MIERDI —Multizona Idónea para Everybody

de Relación Difuminada Indiferente— fué concebida y escogida

sin cortapisas de forma totalmente consensuada y participada

por everybody ellos.

Contrainforme

(Don Juan Palomares, después de su vuelta del Llent, en la

soledad de su despacho iluminado con la única luz de una

pequeña pantalla sobre la mesa, mirando la foto colgada de la

pared de su mujer y su hija de 16 años)

Por suerte o por desgracia, no me parece que en algunos

aspectos estemos tendiendo a una multizona global como la que

hemos recorrido ya que cada día el número de países existentes

en el mundo va en aumento puesto que la globalización de todo

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31 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

no ha funcionado, al no haber resuelto los problemas locales,

que en el fondo son los importantes.

Somos distintos y diversos, lo cual ya es mucho, con un cierto

grado de independencia aunque con tendencias grupales y

estándares. Lo malo es no acabar de saber cómo gestionarlo,

cómo meterlo todo en el cuadro y que guste sólo con una

mirada.

Menos mal que ahora me doy cuenta de lo que aquí

tenemos —miró otra vez la foto— pues, aprovechando la

ocasión, quería dar las gracias a aquellos que se empeñan en

creer y en crear, en saber aumentar la afición del gusto por las

cosas, en innovar para mejorarlo todo, aunque se pierda poder

porque, luego se gana.

Es agradable, y confortable, ver personas distintas y

lugares dispares; nos podremos comparar y mejorar si cabe.

Me tranquiliza que haya gentes que se esfuerzan para

que la verdad y la sinceridad no ofensiva sea algo de lo más

importante que tengamos. Y no dejar que otros se aprovechen

de nosotros por detrás. Esto combate a los que descalifican por

norma y sirve para alejarlos, al no dejar que anide su

incompetencia a nuestro alrededor.

El estallido surgido ahora del interés por la ecología

puede hacer que, sin tardar ya mucho, los paisajes de los cuadros

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 32

pintados en nuestros ojos sean más puros y hermosos, con más

brillo, color y verdor.

El aumento del número de poetas, novelistas, escritores

en general, etc., en todas las lenguas y en todos los lugares, junto

con la ayuda de mil entidades que provocan el gusto por la

lectura de muchas maneras, hace que conozcamos cómo se dice

o cómo poder expresar con el matiz o la palabra adecuada el

concepto que queremos transmitir, para entendernos mejor sin

molestarnos con malentendidos.

Si me dejan tener un momento para poder soñar o

inventar lo que he deseado, lo agradeceré enormemente; igual

que si pudiera opinar sobre cualquier cosa y que me la tomaran

en consideración, pues ¡sería un logro!.

El silencio que produce en nosotros el ruido de las hojas

de los árboles o el agua del torrente es suficiente para llenar de

ideas nuestra relajada mente en ésos momentos de calma.

Se me quitará el malestar producido al convivir a veces

con la pobreza si veo a alguien con el interés de crear riqueza

para poder elevar el nivel de los marginados, y que puedan

empezar a pensar en la ecología como nosotros de una manera

tranquila.

Y si damos al cariño la importancia que todos decimos

que tiene, podremos hacer sentir a las personas todo aquello que

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33 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

necesitan para vivir más felices y seguras sólo con darles más

besos y acariciarlas.

Pero lo que más me gusta saber es que el volumen de

libertad del que disponemos nos permite hacer y pensar en cosas

distintas a los demás aunque, con el paso del tiempo, lleguemos

finalmente a estar de acuerdo y que en algún momento

tengamos la posibilidad —y la sensación— de estar siendo útiles

para algo o para alguien aunque a ése alguien no se lo parezca —

porque no tenga capacidad para reconocerlo—. Y sobre todo

poder hacer las cosas que nos apetezcan aunque no estén en la

onda ni en la moda en la que están everybody.

−Este espacio de aire puro y fresco que aún nos queda,

¿la libertad?, para respirar a rabiar y con avaricia todo lo que

queramos, es bastante importante y ayudante para realizar

nuestro sueño particular.

Que no decaiga pero que se amplíe para poder… ¡más!

Firmado

Sir J.P. (El V.A.I.)

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tt e L U k m a l é E

I

No estaba demasiado convencido en realizar aquel viaje

pero, por razones de trabajo, tenía que hacerlo obligado por las

circunstancias que le rodeaban. En su empresa, Aidonlaik era uno

de los que sabía hablar y escribir francés, más o menos, y uno de

los más expertos de su país en centralitas telefónicas privadas

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 36

por aquellas fechas. No en balde se había formado como perito

en la escuela de Valencia, llegando a ser operador de la

Telefónica después de unos cursos en sistemas de conmutación

—utilizados por el año setenta y dos en sus centrales, para ir

destinado a una de las de este monopolio: la del centro del barrio

de Sarriá de Barcelona, el emblema de la compañía nacional de

telefonía española de aquel barrio tan culé como pajarito.

Unos meses después cambió de empresa; se fue a Citesa,

asociada a la ITT americana y a una de sus filiales españolas como

la Standard Eléctrica de Madrid, donde realizó los cursos de una

duración de seis meses en centralitas telefónicas privadas del

sistema americano pentaconta-mil y, en España, en aquellos

momentos éstas estaban en plena expansión, instalándose en

bancos, hoteles, cuarteles, hospitales, etc. Años más tarde, al

comienzo de los ochenta, la empresa empezó a sustituir éste tipo

de centralitas hechas con relés por las electrónicas y digitales,

con lo cual la reducción de espacio y de personal empezó a

hacerse evidente.

Con el afán de expandirse hacia todo el mundo la política

comercial de la empresa hizo que el departamento empezara a

exportar a todas partes. Sudamérica y África fueron los

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37 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

continentes que compraron más centralitas españolas con el

sello Citesa-ITT de patente americana, o sea, a la compañía

internacional de telefonía española. Decenas de centralitas ya

habían sido vendidas los años anteriores a importadores

africanos de habla inglesa y francesa, entre ellos, de Nigeria, de

Senegal, así como a los sudamericanos de Chile, Venezuela, etc.

II

Aidonlaik sabía por aquellas fechas de julio-agosto del 80

que si no realizaba el viaje de trabajo para cumplir con el

contrato de apoyo técnico a la filial de la ITT del país al que iba

destinado, sería puesto automáticamente de patitas en la calle

por su castellano leonés jefe de personal, cosa que éste ya le

había anticipado telefónicamente. Al final tenía que ir.

Ésta política de traslados y viajes, utilizada últimamente

por su empresa, sin aumentos salariales, ni mejores condiciones

de categoría laboral o de otro tipo, tenía como objetivo ir

creando un poco de malestar entre el personal al que movía

geográficamente y que, en un tiempo corto, aceptara las

condiciones para ser despedido. Así, la empresa, ofreciendo un

poco de dinero y el subsidio de paro, reducía la plantilla para

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 38

adecuarla a las menores necesidades de mano de obra por la

introducción de las innovaciones tecnológicas de

semiconductores en sus nuevos sistemas telefónicos de

conmutación.

Presionado a fin de cuentas y sin tener suerte en

encontrar otro trabajo de momento, hizo las gestiones oportunas

para poder hacer el viaje: se sacó el pasaporte, el visado, los

billetes de avión, el dinero para los gastos, etc. Objetivo:

—Tienes que ir para solucionar todos los problemas

técnicos que tengan en los equipos telefónicos que les hemos

estado vendiendo. Las centralitas telefónicas instaladas y

probadas por ellos no les van del todo bien. Tienen muchas

averías. Algunas no funcionan correctamente. Otras tienen

cables quemados, etc ..., le instruía el creído de su jefe de Madrid

sobre el trabajo que debía realizar.

—Da la impresión de que tienen colapsadas todas las

instituciones más relevantes de la capital. El cuartel general

donde está su máximo líder político, el general Elamo Bhetú-

Ngue, tiene prácticamente incomunicadas telefónicamente todas

sus dependencias, seguía explicándole su alargado jefe

postventa, con ejemplos, el panorama que se iba a encontrar.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 40

III

Estando aún en Alicante donde ocupaba el puesto de jefe

provincial y sabiendo que trabajaría en una zona totalmente

subdesarrollada, había estado consultando con otros

compañeros de España todas las vicisitudes por las que habían

pasado en sus viajes por otros mundos, instalando y reparando

centralitas telefónicas de la ITT española, en Nigeria, en

Sudáfrica, en Isla de Ceilán, etc.

Claro, lo primero que tenía que hacer Aidonlaik era

vacunarse con la específica para ir a los países de centro África;

luego, tomar la pastilla de quinina todos los días para protegerse

contra el paludismo de aquellos mosquitos del rojo y espeso

Níger, robustos, fuertes, con picos como cañones, inmunizados

más de cuarenta veces después de las lluvias de agua mezclada

con múltiples insecticidas, provocadas artificialmente con la

utilización de avionetas sobre las zonas de mayor densidad de

insectos palúdicos que, con el calor, la humedad y la vegetación

de cañares al borde del río, sobreviven desde siempre en su

idóneo hábitat. Luego, nuevas especies inmunizadas, nuevos

cambios genéticos, nuevos insecticidas y así la cadena…

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41 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

A pesar de todo, esto no era lo peor, pues sabemos que

el paludismo se cura, aunque pueda rebrotar al cabo de unos

cuantos años y tener fiebres altísimas, sudores, escalofríos y

dejarte con alguna secuela más. No, esto no era lo peor sino

aquello que podría ocurrirte: aunque te tomaras la quinina, si te

picaban, podías coger igualmente el paludismo —ya fueras con la

pastilla diaria o con la dosis de una pastilla más fuerte cada seis

días; la acostumbrada en aquel país, para no estar tan pendiente

a diario—.

No hay nada que resista al picotazo de uno de aquellos

obsesivos zumbadores nocturnos. Lo que a Aidonlaik le dejaba

más tocada la cabeza era el momento cuando le contaban ciertas

cosas sus compañeros de la empresa:

—A Pepe el de Valencia, como también estuvo, le salen

cada seis u ocho meses, unas ronchas rojas de unos cuatro

centímetros por la piel de todo el cuerpo que le producen unos

picores inefables que lo llevan hasta la desesperación, pues ni

siquiera saben qué enfermedad es ni en el hospital Clínico de

València —en su departamento de enfermedades tropicales—, ni

si ha cogido alguna alergia desconocida todavía por los médicos

de aquí, o ¡yo qué sé!, le decían unos.

—El compañero de la empresa, Javier, el que trabajaba

en Sevilla, estuvo en el Alto Volta y también tiene una

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 42

enfermedad de hígado que le llena de inquietud; no hay manera

de curarlo y ¡lo trajo de allí!, le contaban otros.

—Ya sabes, tú siempre con el agua mineral y no te fíes de

los cubatas. Los cubitos de hielo pueden tener en su interior

alguna bacteria o ameba y cuando se te mete en el cuerpo no

sabes dónde irá a parar ni a qué órgano se dedicará a fastidiar.

Entre el cabreo creado en el subconsciente por no querer

ir a África, el cogido por no encontrar trabajo pronto fuera de la

empresa, el pensar en la comida y en la higiene del país, en las

enfermedades que podría contraer, el calor del viaje a Madrid,

una mala digestión por el refresco mal preparado en el avión de

línea española —famosa en el mundo entero—, no saber

exactamente para cuanto tiempo iba, los sólo veinte dólares de

dieta diaria de la empresa —en aquella ocasión unas dos mil

pelas equivalentes a 12 euros— y la enterocolitis cogida como

consecuencia de todo esto, dejaban a Aidonlaik abatido en la

cama del céntrico hotel madrileño, totalmente tirado en su

habitación y bebiendo de dos litros de agua mineral mezclada

con té y limón disueltos por recomendación del médico de

guardia de un ambulatorio de la seguridad social cercano.

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43 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

IV

Iba a aquella tierra con la intención de hospedarse en el

mejor hotel de la capital —de cinco estrellas— ya que el

delegado de la telefonía privada americana de aquel país

continental le pagaba la estancia pues así se había convenido en

el contrato de apoyo técnico y de este modo —cuando le

explicaba en Madrid todas las condiciones del viaje de trabajo—

se lo hizo saber el poca vergüenza de su jefe del servicio

postventa de la filial de la ITT —international tele-phonic and

telegraph—, tan necesitada de explotar el cobre chileno para

fabricar conductores eléctricos y que tenia a tanta gente

poderosa sobornada hasta el cuello.

Partía al día siguiente con rumbo a las Islas Canarias,

aeropuerto de Las Palmas, de donde cogería el avión que lo

llevaría a Dakar, haciendo escala de un día; después, desde esta

capital senegalesa, despegaría con destino al país de las

centralitas telefónicas con enfermedades de tipo técnico en sus

componentes y en sus conexiones.

El país africano que limita con Argel —siendo estos dos

países los dueños de casi todo el Sahara—, era árido y desértico

en su mayor parte y uno de los más extensos de África

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 44

occidental, con un calor ecuatorial de allí mismo, de los meses de

julio y agosto, de un sofocón subido, envuelto en una constante y

pegajosa humedad y con un sudor que le salía a Aidonlaik sin

posibilidad de evaporarse. Entorno de calima provocado por las

veraniegas lluvias torrenciales de sólo cinco minutos de duración

sobre el primitivo Níger y sus orillas, guarida de mosquitos y vena

líquida para abastecer de vida a aquel país de un rojo oscuro,

marrón —el color de una tierra salvaje para ser explotados los

cultivos y los minerales en su totalidad—. El chaparrón de la

tarde se repetía casi todos los días.

Era la Republique du Malí —con su capital Bamako— que

tenía la tierra pintada de mil colores de la gama de los marrones,

de donde salían los centenares de verdes de sus plantas y

frondosos árboles, los ardientes colores de sus gentes —como los

de sus vestidos—, las multicolores sandalias y los tejidos

decorados con los colores más puros —unidos a los niños,

envolviéndolos, con los dientes tan blancos que hacían juego con

su morenas caras tan sonrientes y con unos ojos tan grandes y

despiertos que daban gozo— junto con tantas moscas alrededor

del capazo de bananas —llevado encima de la cabeza de las

mujeres— para hervir y por vender en aquel mercado —todo era

mercado—, circulando entre los sastres a la puerta de su taller

con su máquina de coser que te podían hacer un traje africano —

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45 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

una chilaba con gorro— en media hora, casi un prêt a porter, y el

olor insoportable emanado del alcantarillado con las alcantarillas

totalmente abiertas en medio de las calles, preparado para

repararlo no se sabía cuando.

Todo esto unido era como una mezcolanza sin

desclasificar que aún le está recordando a Aidonlaik aquel olor

que no olvidará jamás porque siempre lo reconocería si lo

dejaran con los ojos tapados con un pañuelo como el de la

gallinita ciega, unos segundos en la plaza del mercado de Bamako

aspirando aquel real perfume africano. Mezclado este aroma con

el tormento que le esperaba en aquella ciudad hizo que cuando

viniera a España él mismo se pusiera un nuevo nombre de guerra

para el campo de batalla.

V

En el viaje a las Canarias conoció, sentada al lado del

asiento del avión—el once ventanilla—, a una chica que también

iba a Dakar para hacer escala, en busca de su hermana —una

misionera radicada en el centro de Malí con la que pasar las

vacaciones—. Una vez en el aeropuerto de Dakar, recogidos por

el dos caballos de una monja española —de una de las diversas

órdenes misioneras de la capital del país más occidental de aquel

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 46

continente— y compañera de la hermana de la chica, se fueron al

hotel donde bajó Aidon cargado con las maletas y se despidieron.

Después la chica y la monja con la tartana de coche continuaron

hacia el convento.

Aidonlaik tuvo que pernoctar tres noches en el mejor

hotel de la ciudad de Dakar porque, en África, los aviones no

salen cuando lo dice el billete, pues en el continente color carbón

no hay prisa, nadie se da prisa, y menos en el mes del Ramadán.

Ya habían pasado tres días desde que le despidió su

mujer del aeropuerto del Altet y él aún estaba sin poder moverse

de la capital senegalesa. Una salida del hotel para comer al

mediodía, le hizo tener una experiencia molesta, unida a la

situación de su poco nivel de salud y sudando todo el día. Menos

mal que el hotel internacional de five stars, de una cadena

francesa, tenía el aire acondicionado rezumando humedad por el

exterior de sus enfriadores y por fuera de todas sus máquinas,

puestas a tope de funcionamiento.

Presionado entre tres o cuatro africanos nada más salir

del hotel, con los ocho ojos blancos y rojos mirándolo, no tuvo

más remedio que comprar un brazalete de oro por unas cinco mil

pelas. Aquello no era oro, aunque se le pareciera. Al llegar al

establecimiento hotelero de nuevo, después de comer en un

restaurante francés y haciéndole una consulta al jefe de

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 48

seguridad del hotel por el problema ocurrido, éste,

automáticamente, hizo entrar a los vendedores autóctonos y se

deshizo la compraventa. Horas más tarde, charlando con algún

que otro turista europeo, se enteró que el día anterior algunos

bandidos asesinos habían matado a un español, apuñalado por

delante y por detrás, en no se sabía qué circunstancias. No tuvo

más ganas de salir sólo del hotel entre lo enfermo que estaba, el

susto de la joya y la muerte del español, no fuera que quisieran

vengarse los vendedores del brazalete de oro.

Al día siguiente, se atrevió a salir del hotel acompañado

de las monjas amigas, las del dos-caballos, visitando algunas

iglesias y otros conventos de misioneras que, como siempre,

estaban de un limpio perfecto que daba gusto. Al regresar,

abrasado por el calor sofocante y con un sudor continuo, una vez

sentado en las butacas de la entrada, se hizo amigo de un negro

pululante por el hall que le ofreció ser guía turístico del casco de

la ciudad o de su litoral atlántico de arenas doradas entre otras

cosas, como la de ser acompañante de cama, pues ya estaba

experimentado con todos los gustos sexuales de los turistas y los

habituales transeúntes, dedicación obligada para seguir viviendo

a trancas y barrancas, debido a la pérdida del trabajo en el

quiosco del moderno y europeizado edificio hotelero. De todas

formas, le acompañó al banco abierto por la tarde que, más que

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49 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

un banco, parecía un casino lúgubre, ahumado por los cigarros,

con el polvo en suspensión y la calima creada con el calor y el

sudor de las gentes que llenaban el establecimiento, disfrazados

con levitas, barbas y bigotes —verdaderos judíos.

VI

Al llegar a Bamako, el olor de la tierra del aeropuerto era

el característico del continente africano y allí le estaba esperando

el serio gerente africano de la sucursal de la ITT de la capital que

le transportó a un motel de una cadena del Estado situado a las

afueras de la ciudad junto al río Níger. Le dijo que era el lugar de

residencia acordado con la compañía española y que él, el jefe de

la delegación, no podía pagar más. No podía llevarle al hotel

bueno y con las condiciones que Aidonlaik quería. Tendría el

desayuno, la comida y la cena incluidos gratis en el contrato con

Madrid. Le pidió el pasaporte para devolvérselo pasados unos

días, una vez renovado el visado para el regreso. Al día siguiente

el jefe de la delegación le comunicó, con sorpresa para Aidonlaik,

que tendría que quedarse en Bamako unos dos o tres meses para

solucionarle todos los trabajos pendientes. Pero... “¡cojones! ¡si

el acuerdo era sólo de un mes!, me había comentado el cara dura

de mi jefe en Madrid”, pensó interiormente Aidon,

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 50

entreabriendo la boca con los dientes apretados y mirando hacia

arriba con gesto descompuesto.

La pertinaz diarrea no se le había pasado y menos

después de no haber dormido nada la primera noche en el motel

por culpa del ruido que hacía la máquina del aire acondicionado

del año del catapún, que no debía pararse ni un solo instante

para que no entraran los mosquitos en la habitación. El frío lo

protegería de ellos. La cama era demasiado blanda y el estado

neuronal lo tenía a flor de piel. Ésta chambre a coucher estaba

ubicada en la punta de una nave de cuarenta habitaciones unidas

por un pasillo central. Era un corredor largo que por la noche se

cubría de insectos, palomitas y otras especies voladoras de unas

dimensiones realmente grandes —sin exagerar— y que, atraídas

por la luz del pasillo, entraban dentro, se quedaban zumbando

toda la noche para finalmente descansar muertas en tierra

formando una especie de alfombra —compuesta por millares de

éstas inquietas libélulas cansadas de volar horas seguidas

alrededor de los plafones— que pisabas al salir de la habitación,

provenientes del río nigeriano donde se alimentaban y

disfrutaban por el día entre los cañares del borde del río.

Añadido a este malestar tuvo que ducharse junto con

alguna salamandra de color beige—le dio asco en un primer

momento— y que vivía al frescor del agua del baño: una experta

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51 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

en frescor, habituada a las duchas y que le ayudaba a matar los

mosquitos. Por el día Aidon usaba normalmente una camisa de

verano de manga larga de color marrón para no sufrir el calor

provocado por los rayos del sol ecuatoriano que caían de plano y

lo fundían todo. Además, las mangas bajadas le servían para

evitar algún posible picotazo de los nocturnos visitantes, los

camicaces transmisores del paludismo ancestral; por eso no se

arremangaba nunca.

Enfrentado a todas las peripecias e inconvenientes, cada

día por la tarde —ya que las tenía todas libres— acudía al

europeizado médico autóctono, licenciado en la universidad de

Rouen de Francia, donde había obtenido aquella titulación

ganada a pulso para curar a los enfermos que recibía en su

despacho, todos al mismo tiempo, sentados alrededor de su

mesa, mirándose unos a otros y que hacía pasar con el orden que

él quería.

—Mon cher ami, vous avez le crack. C’est normal. ¡IL est

nécessaire deux mois pour s’adapter! —le decía al español Aidon

con un acento francés-africano, o sea, pronunciando la erre final

de cada vocablo como nosotros hacemos en España, caso de que

la palabra llevara sólo una y sin dejarse ninguna letra por

pronunciar.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 52

Todos los días una medicación, pues todos los días tenía

un síntoma, que se agudizaba cada vez que pensaba que aún

debía estar dos o tres meses más en África, el continente

maravilloso por su fiera y salvaje naturaleza y su primitivismo aún

por estallar.

Para Aidonlaik todo estaba en contra, como aquello que

le pasaba con el experto técnico en telefonía responsable de allí.

El propietario de las centralitas tenía el mejor técnico del país, el

jefe técnico de la compañía telefónica nacional de Mali,

reclutado y contratado por el dueño de la ITT de allí y con quien

Aidon se reunía todas las mañanas para ir a reparar centralitas.

Siempre venía a buscarle a las nueve de la mañana y, a las dos de

la tarde —ya que por el Ramadán no se debía trabajar más—, lo

devolvía al motel con su furgoneta y con la promesa de recogerle

de nuevo por la tarde para realizar visitas turísticas, cosa que no

hizo nunca.

VII

De esta forma, el técnico español en telefonía privada,

hacía footing —poco, por el calor—, leía libros, se hacía amigo de

todos los jovencitos de color que buscaban trabajo por allí y de

los recepcionistas la mar de amables. Uno de ellos lo veía tan

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53 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

aburrido que en cierto momento tomó la decisión de ofrecerle

toda su amistad, de agasajarle y de darle un poco de cariño para

que esbozara una sonrisa —Aidon estaba quedándose en los

huesos—. Le trajo al motel, una calurosa tarde de domingo, dos

negritas de unos dieciséis años —que parecían dos jóvenes

diosas de la Grecia africana; féminas amigas suyas sin ninguna

arruga bajo las nalgas—, para que pasara la tarde con ellas, en su

habitación o disfrutarlas como quisiera. ¡Aquello sí que era un

amigo! Y después, todo lo que ocurrió fue que dieron un largo

paseo las niñas y Aidon bordeando las dos márgenes del río Níger

por los alrededores del motel y finalmente la desilusión del

boquiabierto recepcionista.

A pesar de todo, lo más enojoso que le ocurrió y que

recuerda con más angustia fue aquello que le pasó el día que, al

intentar recuperar el pasaporte, le dijeron que el jefe de la

empresa para la que colaboraba como técnico se encontraba a

setecientos kilómetros en el interior del desierto en dirección a

Argel, para asistir a los funerales de su madre que había muerto y

las exequias —por la defunción— iban a durar un mes y pico y el

mariquita de él ¡se había llevado el pasaporte! Aidon no podría

salir del país por mucho tiempo. Se hundía moralmente aún más.

Su cabeza estaba ya tan caliente por la acumulación de

aquellas cosas que empezó a trabajar deprisa. Se apresuraba en

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 54

solucionar los problemas que surgían en cada centralita. Cada

avería de cada una de las más dañadas la reparaba con una

velocidad desbocada hasta tal punto que se puso el objetivo de

correr tanto como pudiera para, nada más terminar con parte del

trabajo, volver a España como fuera. Su mente desembocó en un

frenesí que le hacía funcionar con una prontitud vertiginosa,

como si de la finalización de su trabajo dependiera su vida.

Parecía que había entrado en una ciega pesadilla.

Uno de los muchos hermanos del cabeza de familia que

mandaba más en la empresa de centralitas de Bamako lo visitó

una tarde. Dependía económicamente de su hermano mayor,

que hacía de padre de todos y jefe de toda la empresa pero, se

había ido lejos y el pequeño chaval de unos treinta y cinco años,

necesitaba dinero para dos paquetes de rubio y para las entradas

del cine y la discoteca. Así le salía gratis al hermano mayor y a él.

Aidon era su padre en aquellos momentos. Tenía que darle el

dinero y se lo dio. Otra tarde él mismo se invitaba e iba de nuevo

para beber cerveza gratis y contarle lo que hacía en el trabajo:

pues ¡de conductor!, transportando con una furgoneta

centralitas hasta los clientes de la empresa de su hermano pero

el taponcito del negrito tenía una ilusión. Su logro sería el día que

se cumpliera aquello que de pequeño quería ser de mayor:

taxista. Sí pero ¿dónde?. Lo tenía claro: en Madrid, y ¡caramba!,

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55 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

él, Aidon, también quería irse a Madrid; “¡ojalá! que pudiera irme

muy pronto” —pensó en aquellos momentos sin apartar sus ojos

del transportista de centralitas y con una mirada turbia de tan

flojo como estaba—. E hizo la estrategia final.

VIII

Tuvo finalmente que dirigirse al consulado español y

gestionar un visado para un sólo viaje y para una sola vez.

Declarar que había extraviado el pasaporte. Un embuste al

cónsul que le prestó la mínima cooperación. Pensó en terminar el

trabajo en un mes y regresar a su casa, a su tierra, con su mujer,

recibir cariño, descansar, curarse, recuperarse y desacojonarse.

Contar a la empresa que había terminado todo lo pendiente.

Atrás dejaba a todos los amigos africanos que conoció: amables,

sólo almas vivientes, humanos, ¡demasiado!, y que todos

parecían llamarse como el hermano que quería ser taxista: Teluk

Malée Ama-butu. Hizo una promesa: escribir una canción

dedicada a África, con quince versos que lo sintetizarían todo.

A las pocas semanas se le ofrecía, desde el departamento

de personal de su empresa casi americana, millón y medio de

pesetas, la calle y el paro. Desde entonces se puso un nuevo

nombre de guerra: Aidonlaik Tugou Tuafrika. Hoy en día cuando

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 56

se lo cuenta a su hija lo recuerda todo como si hubiera sido un

espejismo.

Firmado: Yogurtu

________________________________________________________

...tiene que producirse un mandato de las Naciones Unidas para

gobernar a los países que ni se gobiernan ni son capaces de

gobernarse...

...los países pobres del Sur, se han encontrado solos para abordar el

trabajo exigente de nuestros tiempos: Construir gobiernos democráticos

eficientes, eficaces, no-corruptos y estables, base esencial del desarrollo

económico y de la satisfacción humana...

(John Kenneth Galbraith,

AJOBLANCO / MARZO '95)

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El Tercer Maletín

1

Iñaki tecleaba con verdadera fruición las teclas del

ordenador comprado un año antes. Con el ratón apuntaba con su

flecha hacia el icono que pinchar y con el que podía introducirse

en Internet. Su netscape era lo mejor del momento para el

acceso a la red. Era uno de los softwares más utilizados para

conectarse con el ordenador.

Tenía prisa, ¡mucha prisa! Se apresuraba porque le había

salido el trabajo de su vida. Con el dinero ganado podría jubilarse

y vivir siempre como un pachá. Colocada esta palabra árabe

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 60

detrás de su nombre, al igual que el general Osmán pachá, sería

el señor Iñaki pachá. Eso pensaba él y era cierto pues, ¡con tantos

millones! ¡Ojalá que lo consiguiera!

Una vez dentro de la red de Internet a la que estaba

abonado a través de un servidor que, a pesar de la propaganda

iba muy lento y además su ordenador se había quedado

anticuado en tan poco tiempo que también le demoraba el

trabajo, buscó a través de su código de usuario la página

dónde venía el resumen de las empresas comerciales tanto del

país como extranjeras. “El apartado de..., organismos de

defensa..., dentro de extranjero...”, se decía en voz baja el cada

vez más agitado Iñaki.

Tenía que encontrar en esta ocasión aquella página web

con el navegador que tenía para la red de redes; el escaparate

utilizado por la empresa de la que ahora necesitaba su catálogo

de referencias y precios con urgencia y que ponía:

http://www.afrik./argel/ army.org/. Era la página web que

mostraba el catálogo electrónico de armas de vendedores

argelinos a través de internet. Un amigo de siempre

perteneciente a su grupo de relación le dejó esta dirección,

sacada de no se sabía qué e-mail recibido y guardada hacía unos

años por si la necesitaba. Y tenía que darse prisa para encontrarla

pronto.

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61 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Su gran experiencia como internauta y su insatisfecha

afición por la búsqueda de otras páginas como las de bricolaje de

ciencia y armamento, donde venían suficientes fórmulas para

montar cualquier bomba, cóctel o cualquier tipo de cartucho

para distintas escopetas de caza y las otras que no lo eran, le

hacía comprobar lo lenta que iba la red en aquel momento del

día, en el que tanta necesidad tenía de una conexión urgente.

Estaba poniéndose muy nervioso. Los ciberagentes de la policía,

muy formados con cursos en técnicas informáticas avanzadas, se

estaban convirtiendo en verdaderos hackers —los piratas

emergentes del ciberespacio y de las redes informáticas—,

intentando traspasar las barreras de protección digital —

firewall—para intentar cazar todo el contrabando cibernético y

esto era peligroso para nuestro navegante que compraba con su

ordenata. Estas barreras cortafuegos eran con lo que se

protegían todos los comerciantes de Internet que trabajaban al

margen del comercio normal.

2

Iñaki era relativamente joven, de unos treinta y un años,

con aficiones como las de cualquier persona de su edad aunque,

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 62

de más pequeño, había tenido una tendencia por el integrismo

vasco y posteriormente había estado en algún grupo radical con

tendencias neonazis. Nunca fue fichado por la policía vasca. Así y

todo, a punto estuvo en aquella redada de noviembre del 90

realizada en el café-bar de su amigo abertzale Josu, que le

ayudó a salir por la medio trampeada puerta lateral del mismo,

comunicada con su casa y donde se puso a salvo de la Ertzaintza.

La redada del 90 fue posible por un chivatazo de un joven

que se la tenía jurada al propietario desde que supo que la

muerte de un amigo suyo, por sobredosis, fue por una papelina

comprada en su bar, de una pureza que rayaba el cien por cien,

prácticamente sin ser tratada para comerciarla a menores dosis.

Por allí nadie de la sociedad formal aceptaba que en el bar y en

aquel territorio del norte se vendiera tanta droga como

comentaban ciertos círculos. Eso sólo lo sabían los camellos

vendedores de papelinas de droga dura como la cocaína, el

último peldaño del canal de distribución del polvo obtenido de la

transformación de la pasta de coca.

Alguien allegado a los círculos de bandas activistas,

arrepentido de sus acciones anteriores en pos del ideal vasco —

como era el lograr mediante la acción política y violenta los

puntos fundamentales de la alternativa KAS, koordinadora

abertzale socialista, que pretendía la amnistía total e

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63 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

incondicional, la salida de las fuerzas armadas españolas de

Euskalherria y la autodeterminación del país vasco—, lo había

comentado y manifestado a diferentes periodistas e

investigadores del terrorismo y del narcotráfico: “cuando estás

comprándoles armas, estás obligado a comprar también, junto

con las cincuenta pistolas del nueve largo de cañones recortados,

uno o dos kilos de droga”. O sea que los metidos en el negocio de

las armas estaban también dentro del mundo del contrabando de

droga y utilizaban este sistema para blanquear todo el dinero

invertido. Esta también era la conclusión de un catedrático e

investigador de aquella universidad vasca, sacada del artículo de

un periódico vasco.

Días antes, Iñaki había mantenido una conversación con

una persona que le había ofrecido un trabajo de lujo. Él fue el

elegido. Esta oportunidad le obligaba a una gestión rápida en

Internet.

3

Bidones de acero inoxidable para contener residuos eran

fabricados en una empresa de la población vasca más próxima, a

unos cincuenta kilómetros de donde estaba Iñaki. La empresa se

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 64

ubicó cerca de los casi desmantelados altos hornos para tener la

materia prima, el acero inoxidable en láminas, una vez sufrido el

proceso de añadir los componentes al acero al carbono para

tener su composición y acabado final.

Con la afición surgida en todo el mundo por la ecología,

el envasado de los residuos tóxicos y peligrosos era de obligado

cumplimiento en toda la Unión Europea en los últimos años bajo

fuertes penalizaciones y la Bidinox S.A. aprovechando la

coyuntura de exportaciones in crescendo tenía unos beneficios

que crecían año tras año, contabilizados en los balances y

memorias de la empresa y presentados a sus influyentes

accionistas en cada período contable.

La expansión de la empresa y los acuerdos firmados con

otras sociedades anónimas de reciclado de residuos de todo

tipo y otras con grandes desarrollos en infraestructuras de

tecnología punta en el campo de la energía, hacía que los

intercambios de acciones entre las entidades con acuerdos

comerciales fueran una realidad y un hecho para, así, asegurar el

buen funcionamiento de todas las joint-ventures hechas

generalmente de manera temporal: eran dos o más empresas

que unían sus capacidades para afrontar un proyecto de

construcción, investigación, comercio exterior, etc.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 66

Estos conciertos terminaban en oligopolios bien

montados para competir con las multinacionales del sector.

El mundo de la publicidad, unido al del marketing, había

experimentado un fuerte desarrollo, al cual iban sumándose

muchas empresas. Este mundo y el de las relaciones públicas,

con el objetivo de que los clientes tuviesen una buena imagen de

la empresa, hacía que los mismos se mantuviesen fieles a la

marca. La gestión de la producción global, relaciones comerciales

y la imagen corporativa de la Bidinox —intentando identificarla

con el logotipo de la entidad— las soportaba directamente el no

conocido a nivel nacional pero sí en las instituciones vascas

empresariales D. José María Basagoítia, de 57 años, el primer

gestor de Bidinox S. A., el cual vivía con la fama de mover

importantes paquetes financieros en la Bolsa bilbaína.

4

La primera bomba recibida en toda su vida fue el

secuestro de su hija Teresa —economista y experta en relaciones

internacionales— que estaba a punto de ingresar en el holding

financiero de los círculos empresariales de la Bidinox. La única

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67 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

gran preocupación aún no asumida y tampoco comprendida por

él ni por su preocupada familia ¿Quién entendía los interrogantes

y los porqués del secuestro? ¡Si ellos no tenían ni para reunir

cincuenta millones de patrimonio! También era difícil llevar el

tema con la máxima discreción, como la comunicación con la

policía que daban conclusiones algunas veces divergentes

entre la nacional y la autónoma o no del todo coincidentes unas

con otras, cosa que le estaba causando demasiados problemas

y exagerada presión acumulada: un problema sin ninguna

solución. Una situación tan angustiosa que le oprimía el pecho y

el corazón. Ahora siempre le escocían los ojos de tanto llorar

cuando se quedaba solo en su casa aislado en su despacho. Había

adelgazado ya siete kilos, demasiados, pues hacía muy poco

tiempo que había ocurrido el secuestro; tan sólo diez días desde

que desapareció su hija.

En los primeros momentos ya se confirmó la autoría del

rapto junto a las exigencias para la posible devolución de la chica.

La petición formal de mil millones por el rescate de Teresa,

exigidos desde aquella organización activista, debía ser

contestada y entregado el dinero con una serie de condiciones y

hacían que José María Basagoitia ya estuviera haciendo gestiones

para ver cómo se habían pagado aquellos otros rescates

recientes, no tan altos en la cantidad exigida como la de ahora.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 68

La policía, en principio, le dijo que tuviera un poco de paciencia y

que “ya se están haciendo trabajos en la calle con un despliegue

de más de trescientas personas en todo el país vasco”..., “espere

un poco más...”

Con su mente incansable seguía dándole muchas vueltas

a las averiguaciones, sin haber recibido ninguna información

demostrativa del estado de su hija, y con un peligro: querían el

dinero en un mes de plazo. Ni un día más. Depositado en un país

a elegir entre tres: Jamaica, Chile o Santo Domingo —de donde

habían sido extraditados en agosto último tres terroristas vascos

clásicos. Ya se sabía con anterioridad que en abril del 89 el

gobierno argelino expulsó de su territorio a seis miembros de la

banda asesina que habían participado en unas fracasadas

conversaciones con representantes del gobierno español en este

país africano. Los terroristas fueron deportados posteriormente

en un avión de las fuerzas aéreas españolas a Santo Domingo.

El tema del secuestro no parecía que era político; parecía

que se hacía sólo con la intención de financiarse la banda aunque

posiblemente lo hicieran algunos pertenecientes a la misma

organización con intentos de independizarse o escindirse con

ningún objetivo de independentismo político autonómico o de

ayuda para los correligionarios.

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69 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

No todos los grupos políticos apoyaron la impresionante

manifa, aquella manifestación hecha para demostrar que se

estaba contra el secuestro y para pedir su libertad, lo cual no se

comprendía muy bien. Tampoco aquellos políticos daban

explicaciones claras del porqué y no se aceptaba con un

razonamiento normal. Estaban en contra de hacer

manifestaciones pero no por las mismas razones que el resto de

los partidos. El diálogo con los otros grupos políticos no era

participativo ni consensuado.

—José-María, ¡ánimo! Estamos detrás de una pista.

Esperamos una solución muy pronto. Aún quedan quince días de

plazo. Sin embargo, el dinero es un problema. Demasiado dinero

y sin seguridad que podamos cogerles pero, “...sea paciente...” —

le decía el inspector jefe de la policía especial antiactivista,

desplazado al norte del país, desde la sede central de la policía

nacional de Madrid.

Josema sí se preguntaba constantemente cómo

encontrar alguna solución, porque sabía que la cosa iba en serio,

pues tenía claros ejemplos ocurridos con anterioridad.

Recientemente, había visto la película Rescate en la que el padre

a quien le habían secuestrado el hijo no da el dinero al

secuestrador sino que decide dárselo, en recompensa, como si

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 70

fuese “se busca a...”, al que le traiga al secuestrador, con lo que

fuerza al chantajista a devolver al hijo para obtener el dinero, en

una maniobra que pareciera que descubre a los que tienen al

niño, pero sufre un acoso brutal hasta el desenlace por parte de

sus compinches. Ahora Josema estaba mucho más sensibilizado

de cara a tomar una solución drástica, ingenioso como en la

película.

¿Porqué el gobierno no se cargaría a ésa gente como los

de la banda Baader-Mainhoffer en Alemania, que se les

descubrió a todos suicidados en la cárcel? Era lo que pensaba él y

que había oído una y mil veces a muchos de sus conocidos. “De

esta forma, sin hacer nada —continuaba dando vueltas a la

idea—, seguiremos vendidos porque, como decía recientemente

un concejal pamplonica que recibió amenazas de una banda

terrorista vasca, cualquiera es objetivo de la famosa organización

activista”.

Su hermano, también con un alto grado de

desesperación, le llamó una tarde y le dijo que fuera a verle a su

casa, pues estarían solos, ya que quería hablarle de una posible

solución al secuestro, que le vino como una corazonada, a su

modo de ver bastante normal, pero la decisión debía ser tajante.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 72

—Chema, ven esta tarde, he estado reflexionando sobre

el caso; creo que podemos avanzar en la solución pero no

comentes nada de esto a nadie, ni a tu esposa ni a la policía —le

dijo convencido.

Ya en casa de Mikel, el hermano de José María, una vez a

solas, éste le dijo: “mira, no tenemos otra solución que utilizar las

mismas armas con ellos. Secuestro por secuestro. No hay que

decir nada a nadie, ni a nuestros familiares. La policía no te lo

permitiría y todo se iría al traste” —le repetía en casa aquello

que le dijo por teléfono. “Hay que secuestrar al hijo de algún

número uno de los políticos que están a favor de los activistas, a

un descendiente del cabeza visible del partido que está en su

entorno, de ésos que más mandan y más salen de portavoces. A

cualquiera de sus hijos, ¿comprendes? ¡A ver cómo reaccionan

cuando les secuestremos a alguno de sus hijos!

—Sí, pero... ¿cómo lo hacemos?, preguntaba el

atarantado y turbado Chema.

—Yo te propongo lo siguiente: necesitamos bastante

dinero; vamos al banco, pedimos un préstamo y ofrecemos como

aval tu casa, tus acciones, las joyas de tu mujer, los dos cuadros

del salón y yo pongo mi patrimonio. En total nos pueden dar

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73 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

unos ciento cincuenta millones o doscientos, creo yo, le explicó

Mikel.

—Y luego ¿qué?, le preguntó a Mikel el no demasiado

convencido Josemari, cada vez más desanimado.

—Hay que buscar a alguien que sepa cómo se mueve ésa

organización, alguien que esté un poco en contacto con ellos

pero en su contra, que se relacione con ellos y que sepa por

dónde suelen andar los hijos de ésos políticos. Luego hay que

ofrecerle los ciento cincuenta kilos para que secuestre al hijo

mayor, de ése que es uno de los más duros ahora en el partido, el

de la perilla, o el otro del bigote y la barba. O a alguien con más

poder y que aparece menos en los medios que nosotros sabemos

quiénes son o a los que él conozca.

—¿Y cuando lo tenga secuestrado?, preguntaba Chema

siguiendo los argumentos casi sin poder tragar la poca saliva que

le quedaba.

—Entonces lo tiene que tratar muy bien. Tendrá que

buscar un lugar adecuado. Un buen chalet. Buen clima y en la

montaña. Un lugar con ambiente, un lugar frecuentado, no

aislado. Nos comunicará la realización del contrasecuestro y le

entregaremos el dinero cuando esté hecho y en el lugar que

acordemos.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 74

La seguridad de una respuesta inmediata por parte de los

políticos amigos de los secuestradores de Teresa, era obvia para

Mikel. Los dos hermanos habrían utilizado las mismas armas, las

mismas exigencias, el mismo asesinato en caso de..., el mismo

sufrimiento familiar y las mismas reacciones y motivos para lo

que fuera. Unos padres y hermanos sufriendo también por el

contrasecuestro de un hijo suyo. Inimaginable. Este político del

entorno habría de utilizar toda su influencia en el área donde

tuviera autoridad para volver a poner el resultado del

enfrentamiento en cero a cero, y no uno a uno como pretendían

los desasosegados hermanos; pero el político podría no tener el

poder que se presumía. Entonces, habría que secuestrar no a

uno, sino a dos hijos de familias distintas del mismo color

político, o a tres, para presionar muchísimo más la devolución de

la chica.

5

Iñaki, aún puesto frente al ordenador y a punto de entrar

en Internet, sudaba mucho. Ya había aceptado la oferta a través

de una intermediaria entre él y Mikel. La reacción de los

Basagoitia ya funcionaba y ciento cincuenta millones de

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75 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

préstamo, avalados con sus propiedades y un poco por la ayuda

del director amigo de la banca BPVF, el Banco País Vasco

Financiero, estaban siendo tramitados en la entidad bancaria,

para ser entregados a su contratado contrasecuestrador, el

apocalíptico Iñaki.

Éste tendría el primer maletín con el dinero en dos días,

el tiempo necesario y el plazo mínimo que les había dado el

director del banco PVF. Para ello, para realizar el secuestro, tenía

que pedir a la organización argelina AfArAr —Afrik-Argel-Army—,

las armas y explosivos que necesitaba. Urgentemente. Por

Internet. Pistolas, munición y algún fusil de cañones recortados y

otro de gran precisión. En este caso, los cócteles fabricados con

el autoaprendizaje utilizando las ciber recetas no eran

necesarios. La forma de obtener el pequeño material bélico era

sencilla y utilizada por los narco-arma-traficantes argelinos en

todo el mundo. Ningún control comercial en la red cibernética,

ninguna barrera en el espacial mercado libre de armas y droga.

Toda una simple cuestión de orden y estrategia.

La norargelina AfArAr de venta de artefactos para matar

le contestó finalmente:

“...le enviaremos un contacto a la disco Pumpaneckle, en el lado

Oeste de la ría...”,

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 76

“...A su llegada pida un cubata de ginebra francesa Isla de

Mahón. Después, espere cinco minutos...”

Aquella discoteca llevaba el nombre apropiado, por el

color de la noche igual al del famoso pan especial, cortado

normalmente en lonchas —de color negro-moreno, envasado en

papel transparente, importado de Alemania—. La ría, aquella

hondonada de agua contaminada, estaba en vías de finalizar el

gran proyecto gestado por la mayor asociación de la urbe

bilbaína, la asociación Bilbao Metrópoli 30, con la finalidad de

emprender acciones de formación y estudio encaminadas hacia

la revitalización del Bilbao metropolitano —para hacer

desaparecer todos los ladronzuelos y carteristas, además de

algún vertedero de basura y poder acondicionar y tratar el agua

de todas las alcantarillas con los embornales vertiendo a la ría

continuamente—; los bilbaínos más arraigados utilizaban la

genuina palabra vasca de Bilbo para su contaminada ciudad.

Y continuaba el comunicado de respuesta:

“Después tiene que permanecer en la tercera banqueta de la

oscura barra, durante quince minutos...”

“Apurar el vaso largo...”

“Salir hacia al aseo y volver en cinco minutos...”

“Leer el mensaje de la última servilleta más a mano...”.

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77 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Al leer lo que se había escrito con rotulador en la

servilleta, el astuto Iñaki tuvo que salir hacia el Seven-Seven, el

bar de maricas y follardicas más famoso de la ciudad —donde se

apretaban y se abrazaban los más enamorados y donde se

ponían calientes—. Los vendedores argelinos querían dos

contactos más, para seguir observándolo. En las comisarías del

ennegrecido por el humo y deteriorado Bilbo, envuelto con el

putrefacto olor a azufre que exhalaban las restantes fábricas de

la revolución industrial, la policía tenía fichados más de

quinientos mariquitas y gays de oscuro y desconocido origen,

drogatas de hachís y coca. La mayoría de ellos habían estado

presos en las cárceles españolas varias veces, cogidos en batidas

nocturnas y en fiestas dadas por algunos magnates, propietarios

de grandes e importantes yates —con las cuerdas del amarre

tirantes por la fuerza del viento que los arrastraba— situados en

la bahía, muchos de ellos de nacionalidad extranjera, con

matrículas desconocidas dibujadas en la parte alta del casco y

cerca de sus tajamares —y que debían tener un almirante al

frente de cada uno de ellos.

Al final, las cinco de la madrugada, cambiaron las armas y

el dinero. Junto a las armas, el amigo Iñaki tenía que comprar

¡sorpresa!, por diez kilos más, un poquito de droga. De pura

droga, para poder multiplicarla por diez, por veinte. Compra

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 78

obligatoria para conseguirlas; eso era ahora la moda. Lo

obligaban a comprar dos artículos para conseguir lo deseado. Le

metieron gato y liebre. Esto lo hirió un poco pero pensó que con

la droga podría sacar un valor de cien o doscientos millones de la

devaluada moneda española y esto lo calmó.

El contrasecuestro lo realizó a los tres días. Iñaki cogió a

los dos jóvenes que pretendía Mikel, a ambos adolescentes en la

misma noche y en el bar de copas El Chiquito’s Night, el rey del

kalimocho, la última derivación americana del vaso de vino hacia

el combinado de bebida hecha de vino tinto con cocacola, el

mejor mixing español-americano del momento. Este bar de copas

también llevaba el sello y el emblema de la ciudad de ser el

dueño del intercambio del hachís, con un sonido constante y

total de heavy-metal todas las noches —produciendo una

algazara subterránea que no disminuía hasta el alba.

Las puntas de los cañones de ambas pistolas —sujetas con las

manos por los contrasecuestradores con las miradas turbias a

causa del nerviosismo— presionaban las sienes de ambos

secuestrados. Después, el amigo que acompañaba a Iñaki, con un

nivel de estrés acojonante, marcó un número de teléfono e hizo

hablar —desde una extensión telefónica de un almacén lleno de

trastos y para demostrar que la acción se había llevado a cabo—

a ambos secuestrados directamente con el inseparable móvil de

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79 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Miguel, esperando sin haber conciliado el sueño de tan nervioso

como estaba —pero sí un poco adormecido y desgalichado por

las horas que eran—. Un poco más tarde el futuro pachá vasco

recibe la segunda entrega de dinero prometida: la segunda

tercera parte de todo el dinero gestionado en el banco del país

vasco por los Basagoitia. En éstos momentos ya no tenían nada;

solo el resto de los ciento cincuenta millones. Todo su patrimonio

estaba hipotecado por el préstamo.

Una vez que los dos atemorizados hijos del entorno

abertzale fueron capturados sin ningún miramiento por Iñaki y el

endemoniado amigo de aventuras —un borroka arrepentido— y

luchador contra los beltzas —miembros de la brigada móvil de la

Ertzaintza con un aspecto enfermizo y una increíble mala leche

por la cantidad de monos acumulados que tenia de vez en

cuando y a veces casi continuos, los trasladaron a un piso con

muy buenas vistas de la bahía y, por el sin sentido con el que

actuaban, era un lugar contrario a la idea inicial que había

programado Mikel. Encerrados los dos chicos en una habitación

cada uno y atadas las manos con fuertes cuerdas —uno de ellos

pataleaba tanto que tuvieron que hacerle un nudo también en

los tobillos— quedaron a la espera de que sus padres utilizaran

con diligencia su poder político para la liberación rápida de Tere

y, a continuación, la de ellos, sus hijos.

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 80

6

Posteriormente, una carta con un comunicado escueto

era mandada por los Basagoitia al periódico de turno más

influyente y a dos cadenas de radio, una nacional y otra vasca, en

la cual se manifestaba lo que les podría pasar a los dos hijos de

los políticos del entorno de la organización activista en caso de

no devolver sana y salva a Teresa, la sangre más querida en ésos

momentos de José María, el gerente de los bidones de acero más

famoso de aquellas fechas.

“Siempre queda la duda de si Iñaki les matará en caso de

que nosotros le demos la orden, cuando los activistas ejecuten el

asesinato, al no pagarles nosotros la cantidad exigida para el

rescate”, se decían los dos hermanos Basagoitia por la

cabronada, urdidores del contrasecuestro y que no renunciaban

ni un pelo a conseguir el objetivo perseguido.

Mikel y José María están hoy a la espera del resultado de

su estrategia basada en el contrachantaje a los delincuentes

raptores y esperaban que no se frustrara. Del urdido y realizado

contrasecuestro de los otros dos hijos encerrados en la bahía ya

habían pasado cinco días. De momento, la familia aún no tenía

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81 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

noticias positivas ni esperanzadoras pero sí cada vez más

pesadumbre por la duda de cómo se encontraría Teresa.

La policía les había retirado la ayuda y la protección; los

secuestradores de su hija, en cambio, sí que habían mandado de

nuevo el ultimátum.

Quedaban diez días para el momento final, que podían

prolongarse como si fueran un año entero, y las gargantas

dejaban poco paso para tragar la poca saliva que le quedaba a la

familia.

La sequedad de boca estaba comenzando a ser la

enfermedad de muchos otros españoles.

Nadie quería, ni tampoco tenía agallas, para seguir

teniendo paciencia.

Seguramente, los padres de los contrasecuestrados no

tenían, en este caso, influencia para parar el secuestro. No había

motivos políticos. Sólo importaba el dinero en esta situación y la

cercanía de que ocurriera lo no deseado, el gran daño que

podrían causarle a José María para el resto de su vida, se había

hecho mucho más real.

Todos estaban esperando a que ...

Firmado: Kalimocho

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 82

_____________________________________________

P —Pero, ¿por qué persiste el odio al rival ideológico después de

conocerle y se le sigue negando como ser humano?

R —Porque estás trabajando con una imagen inducida. En la

relación puede haber un odio espontáneo hacia otro, porque nos

frustra, pero también cabe asumir odios inducidos: a los cartagineses se

les inducía a jurar odio eterno a los romanos. Por eso, cuando uno

necesita incorporarse a un grupo, lo mejor es asumir los odios del grupo.

—¿Tú te imaginas que en un grupo de etarras uno dijera: “No,

en la guardia Civil habrá de todo”? Pues sería suficiente para expulsarle

del grupo. Por eso, ¿qué otra manera de asumir el bautizo en el odio que

lo que hacen los cachorros de ETA?

(Carlos Castilla del Pino.

Psiquiatra. EL PAÍS, 20.7-97)

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Dedicado a Joan lo Cabero, aquel que un día llenó la

cara de tortazos a un cura en medio de la calle,

porque le había pegado a mi madre —que

fue a casa llorando, con la nariz llena

de sangre— por haber llegado tarde

a la clase de Catecismo. En la

calle se oía decir: “Venid,

que un hombre le está

pegando a una

mujer”,

confundiendo la sotana del cura con una falda.

Lo Cabero era mi abuelo.

Agricultor de la Cava y de la Ràpita

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 86

i

—Maro será la marca de perfume con la que me lanzaré

al mercado, les decía aquel día el profesor a los alumnos del

curso de técnicas de venta. Y pensaba: “Compondré una canción

para promocionarlo en la tele y en la radio. La titularé Il Maro y

más o menos dirá:

“¿Dónde vas, sin amores?,

¿Dónde vas sin temores?

Tú que te sientes tan libre,

abraza más,

aumenta tus sentires

Ven al Maro, siente algo más,

Ven a Il Maro, comprenderás,

¡Mmmm!, ¡Mmmm!, ¡Mmmm!

¿Dónde estás, sin coordenadas?,

¿Dónde estás, sin el mar? ...“

Durante la clase, les explicaba cómo sería la canción-

slogan:

—Le pondré acordes sencillos, aquellos que traspasan la

piel y el corazón; los de siempre, los que hacen nacer la ternura,

provocar la ruptura con lo normal y te elevan el alma para

83

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87 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

llenarla de calma. Ésos acordes a los que, la gente sencilla y los

autores de canciones, vuelven siempre para emocionarse y para

emocionarte.

—Así con la letra y la música poder hacer que el mensaje

se asimile al perfume, azul, transparente, aroma recordable al

mar...

Mientras decía esto, pensaba: “no es lo mismo componer

las canciones en casa sólo en tu habitación que en el verano por

la noche, entre lo oscuro del mar brillando por el reflejo de la

luna y el resplandor de las luces de los edificios

próximos”...“sentado, guitarra en mano, solitario, sobre la arena

o acompañado de alguien que sólo quiere escuchar o hacerte un

dúo o un coro”... “momentos en los que un acorde rasgado

suena como treinta músicos. El sonido del acorde y el del

silencio, para comparar. Lo relativo entre la nada del rumor de

las olas del mar y las seis cuerdas sonando por el roce de la yema

del dedo, suavemente, para no molestar”...

ii

El profesor de márketing, como siempre, se emocionaba

cada vez que daba aquella clase en la que hablaba de los

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 88

productos, de los envases, de las marcas y de las etiquetas. En su

mente tenía la ilusión de crear algún día ése producto con el que

triunfar en el mercado, publicitado con exactitud y bien

promocionado.

Cuando no pensaba en una chocolatina, lo hacía con un

aceite o con un vinagre, debido a sus aficiones gastronómicas.

Pero la obsesión por el perfume... del que sabía que pertenecía a

uno de los sectores industriales más prósperos, le había ido

calando en épocas anteriores y tenía puesto el nombre hacía

algunos años —primero pensó en Amaro y posteriormente le

quitó la A.

El nombre del perfume estaba pensado decía él para

que al pronunciarlo sonara suave, cálido, con sonido de brisa y

calma. Lo más parecido al mar, a ambiente marinero, de arenas

blancas, mediterráneo. El otro mar, del Norte, el Cantábrico,

debe provocar otros sentimientos y placeres, pensaba él, ya que

no conocía su color y que pensaba que sería más fuerte, más gris,

más plúmbeo.

Ya de noche, en su apartamento de una población del

interior muy grande y alejada del mar, acostado sobre el sofá, a

media luz, con un chester sin filtro, el cigarrillo rubio de moda de

entonces encendido entre los dedos —se notaba que fumaba con

la derecha por los dos dedos que se veían tan amarillos debido a

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89 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

la nicotina depositada— que despedía un humo que le subía

lentamente hasta la nariz con una aroma que le recordaba los

veranos más jóvenes en su pueblo natal, muy marinero: San

Carlos de la Ràpita, pensaba en aquellas noches con verdadera

devoción y en las experiencias y sensaciones que tuvo de

adolescente y que ya no han vuelto nunca más. Tampoco ahora

podía.

Aún se acordaba más de su pueblo de mar cuando

pegaba un trago de cubalibre de vez en cuando, tratando de

encontrarse de nuevo con los momentos sentado al lado de sus

amigos en aquella terraza del patio de una casa vieja arriba del

pueblo desde donde se divisaba completamente el puerto con

las barcas amarradas y ordenadas a la orilla del muelle situado

abajo, por la noche, escuchando un grupo de músicos que

tocaban música suave, la mayoría canciones italianas.

“¡Caramba! se decía, recordando, cuando soplaba un

poco el viento desde la ventana que daba a la calle, ¡ahora

parece que estoy oliendo a mar! ¡qué brisa! La recuerdo como

entonces, mezclada con el aroma de un bisonte —el famoso

bisonte, el otro cigarrillo rubio—, uno de los últimos del paquete

de cada día. Unas veces lo compraba yo y otras mi amigo el

Maestro, aquel con el que espabilé. El que me aportó muchas

experiencias y seguridad para defenderme ¿Por qué no lo habré

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 90

vuelto a ver? Ni uno ni otro hemos hecho nada por vernos de

nuevo ¡Nos apreciábamos tanto! Todo el verano juntos. Decían

de él que era un golfo, pero yo sabía que no. También era el líder

del grupo de amigos y le llamaban así porque su padre era

maestro de escuela. La escuela de los hijos de los pescadores del

puerto —tan morenos y con las caras y las frentes tan llenas y

surcadas de arrugas.”

iii

Entonces estaba recordando aquello que vivió cuando

tenía quince o dieciséis años, o por ahí rondaba:

“Algunas noches tres o cuatro amigos salíamos del

pueblo sobre las once, después de haber cenado y jugado

algunas partidas de billar, haber tomado algún cubalibre de ron y

con un bisonte encendido, charlando y rompiendo

continuamente en carcajadas hacia los hoteles y cámpings

cercanos, unos dos o tres kilómetros fuera de la población, hacia

Vinaroz”. ”Aquella era una villa moderna, abierta y dedicada por

entero al turismo del que vivía todo el verano, fabricante de

fiestas veraniegas y donde podías disfrutar de los momentos de

la noche en las terrazas , en los bailes con el Delapierre y,

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 92

además, en las fiestas de todos los pueblos de alrededor en

julio, en agosto...”

“Los domingos veraniegos con dinero fresco podíamos ir

al bar, al baile para sacar a Pepa o Marie, española o francesa, y

comprarnos un paquete de Chesterfield de contrabando, ¡vaya

aroma! Cada uno de nosotros era ¡un señor! Satisfechos de

nosotros mismos. Algunos ahora lo estamos pagando, por el

tabaco y el alcohol fumado y bebido. Es que eran demasiados

tipos, calidades y cantidades de fluido alcohólico para tan poca

edad.”

“Mis amigos marineros son los más tocados porque

encima de todo este tabaco y alcohol filtrado en el baile y en la

fiesta tenían que ir, sin acostarse a dormir, a coger la barca con

su padre para lanzarse a la pesca costera a recoger de nuevo las

redes —con los palangres que habían sido cargados con trozos de

sepia enganchada a sus anzuelos— caladas de tarde el día

anterior; otros, aquellos que iban al arrastre, iban mar adentro

con barcos mucho más grandes surcando el mar en medio del

Mediterráneo.

“Antes de salir del pueblo, cuando paseábamos hacia

otros lugares del borde del mar, había que pasar junto al muelle,

con todas las pequeñas barcas y los enormes barcos amarrados

en la orilla esperando hacer latir sus motores a las cinco de la

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93 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

mañana pero, a ésa hora, ya era demasiado tarde para soltar

amarras. Y los pescadores, para despejarse del madrugón y

matar el gusanillo, dejaban atrás el puerto cogiendo con ambas

manos la jarra llena de carajillo de coñac con la que se

calentaban un poco ya que algunos días de verano refrescaba

cuando rayaba el alba. Se adentraban en el mar, encendían su

primer celta corto aspirándolo con el olor inolvidable del escape

del motor —gas-oil quemado—; aquel motor se distinguía

porque entre explosión y explosión pasaban casi diez segundos

cuando salían del amarre a poca velocidad. Eran los barcos más

marineros: los eternos llaúds, imposible volcarlos y hacerlos

naufragar.

“Nuestra diversión nocturna consistía en pasear por la

orilla del mar por estrechas sendas a unos metros del agua;

caminábamos durante ésos pocos kilómetros y a veces más en

busca de nuevos especímenes de chicas francesas, turistas ellas,

que también nos esperaban para divertirnos un rato. ¡Vaya

diversión! Mucho francés y mucha risa, pero ¡ni una rosca!”.

“Entonces no era como ahora o es que ahora no es como

entonces, ¡yo que sé! Durante este trayecto nocturno siempre

estaba a un lado el mar con su aroma marinero de mar adentro

—ése mar en el que habíamos estado bañándonos durante toda

la mañana, toda la tarde y ya no por la noche, aunque sí algunas

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 94

veces, sobre todo los días más claros, cuando el resplandor de las

estrellas era más fuerte—. El bronceado, que entonces no se

estilaba tanto, era permanente durante todo el verano, con

varios cambios de piel, sin bronceadores, sin aftersuns ni otros

potinguis...” “Veraneábamos con la piel totalmente asilvestrada

por el salitre constante que llevaba el viento, recogido puede ser

de las salinas”.

“Los amigos quedábamos normalmente para tomar el

baño por la tarde y recuerdo cómo fue aquel día en el que, de

repente, nos vino una amiga francesa con otra japonesa. Le

gustaba también la guitarra como a nosotros y sabía algunas

canciones; recuerdo aquella foto que tengo junto a mi hermano

Miguel —la mejor voz baja de la coral de Tavernes de la

Valldigna—, sentados en la arena, él tocando la guitarra de perfil,

¡qué guapo! Y tratando de ponerle los acordes correspondientes

a aquello que cantaba la de los ojos rasgados: ‘Futat su no, ojo si

sama, sa yo nara, sa yo nara’ ‘Do na ni, ki lei na, so ma tén, sa ma

mo’. Y sonó perfectamente cuando conseguimos ponerle el Sol,

el Mi menor, terminando con La menor y el Re séptima, para

volver a la segunda estrofa con los mismos acordes suaves.

Sonaba bien; no sabíamos lo que significaba pero ¡era japonés!

¡del Japón!”.

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95 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

“De nuevo volvíamos a casa a cenar; después

comenzábamos el paseo otra vez, morenos y ennegrecidos por el

verano y el salitre marino, a aspirar la brisa nocturna, cálida y

húmeda de dentro del mar, que pegaba como pegamento, para

refrescarnos del calor acumulado de tantos rayos ultravioleta del

sol tomado durante todo el día y del sudor cogido en el local

nocturno de moda sin ventilador que enfriara el aire ambiente

ahumado por el humo de los caliqueños encendidos por los

jugadores de burro del atardecer; humo que formaba una

neblina cuando se iluminaba con la luz del ancho plafón de

encima de la mesa de billar del American Bar.”

iv

“Sólo me queda el recuerdo de mis abuelos maternos —

encogidos en la mesa camilla con las brasas encendidas, jugando

al burro con la baraja de cartas, con todos los triunfos en la mano

y el jarrón a un lado, exhalando el aroma de las flores que

contenía. Tanto tiempo sin volver a mi pueblo, a mi playa tan

cambiada, tan estructurada, ahora con restaurantes tan caros,

sin el olor omnipresente en todo el pueblo de sepia a la plancha

con ajo, perejil y vinagre. Ahora sólo huele a langostinos, gambas

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 96

y alto marisco; big prices, como diría mi amigo Andy. La palaya,

hecha al carbón y aliñada sólo con sal, aceite y limón, con tu

cerveza, eran aromas que no he vuelto a encontrar todavía, lo

mismo que el arroz que toman los marineros del pueblo con el

caldo hecho con pescado aún vivo recién cogido en alta mar,

cocinado en una cazuela y con el simple sofrito de unos ajos

secos, aunque me han contado que en casa Agustí hacen unos

fideos estil-Ràpita —tan fuertemente dorados— que si tienes

problema con el aceite, te puedes chupar los dedos pero hacer

una digestión muy larguita, sobre todo si los tomas con un

Penedés rosado”.

“Por eso, con tanto recuerdo marinero, mezclado con

cuadros verdes de marjales de campos arroz de la ribera, en

pleno Deltebre, que tiran de mí alma desde pequeño y de joven,

como para volver mil veces, cada una de ellas intentando la

catarsis del coc, de la anguila y de la morcilla de arroz, me hacen

estar obligado a fabricar, por fin, cuando me decida, ése perfume

marinero”.

“Para la noche. Perfume imperecedero que una todas las

fragancias de un mar también bañado por brisas de montaña,

que bajan de la Foradada con olor a romero de las paellas e

hinojo perfumado; y a jazmín del patio de la abuela. Ya llevo así

más de treinta y quince años”.

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97 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

El profesor, mientras le iban y venían los pensamientos,

observaba el chester cómo ya le quemaba los dedos —

demasiado amarillentos por el humo constante entre el índice y

el corazón. Y los recuerdos le envolvían... Pensó aún:

“Pegaré la última calada apurando la colilla

sin quemarme los labios y, de momento,

compondré una rondalla rapitenca,

como las que canta mi padrino y tío Miguel

al comienzo de las Fiestas Mayores;

canciones sin las que no pueden empezar aquellas,

con el sabor característico de bienvenida,

desafino, alegría y con-sin rima,

de verdades del pueblo,

cantos entremezclados

con el olor a pescado,

a bulla,

a barca central,

y a plaza de toros,

hecha con carros a veces desvencijados;

la red

en la puerta de las casas de los pescadores

a modo de cortina, y

la lonja del pescado...”

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 98

v

“No faltaré ni un sólo día,

un paseo por el puerto y

el ‘cincuenta y seis,

cincuenta y cinco,

cincuenta y cuatro...’

y bajando:

la subasta de la lonja,

la de los pescadores,

la de los grandes compradores

de cajas con hielo,

cubriendo al pescado

recién desembarcado,

langostinos del Delta,

caracoles con pinchos,

palayas,

salmonetes...,

riqueza española,

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99 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

no de Marruecos,

ni de Terranova,

promoción turística,

barcas por y para pintar,

inefables y silenciosos pantanos,

osmotizando el agua,

cañares verdosos y sonoros,

hábitat de patos y petirrojos,

lagunas por descubrir,

y inmensa desembocadura:

Mil brazos,

mil huertos,

las marjales de los arrozales continuamente húmedas,

y los mosquitos zumbando,

la zenia y sus vasos con agujero en el culo,

la yegua que relincha con los ojos tapados,

emborrachada de tantos círculos,

y los agricultores

locos por las enfebrecidas ranas croando,

y mi tío pescando con la red

anguilas criando,

manjar japonés,

este perro mundo,

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 100

y melón de moro,

desde luego, del rojo,

chupando la arena que queda entre

el agua salada del mar

y la dulce de los arrozales que llegan hasta ella...

¡qué canto!...

¿lejano?

No.

La Ràpita o San Carlos:

Il Maro”

Firmado: Lo Cabero (Joan Fumadó Arbó)

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LOA DE UN AMIGO DE TODA LA VIDA

Un buen día, mi amigo Ramón me sorprendió con que había

escrito unos relatos y que los iba a publicar en un libro. Yo sólo conocía

su afición a la guitarra pero nunca le auguré un gran éxito como

cantautor y aunque nunca se lo dije claramente, sé que él lo intuía.

Quizás algún día me sorprenda también.

Muy distinto es el caso de los relatos. Desde que empecé a leer el

primero me “enganchó”. Mi curiosidad por leer el siguiente era enorme y

a través de internet me los iba enviando. En alguno de ellos reconocí al

amigo de siempre; en otros descubrí nuevas facetas de su personalidad

que todavía no conocía. Creo que en realidad nadie conoce a nadie

completamente.

Sorprende la diversidad de los temas escogidos, el estilo y hasta

su vocabulario; pero no hay que extrañarse: Ramón es así, imaginativo,

rebelde, creativo, intuitivo y trabajador —no fue casualidad que sacara el

número dos de su promoción en una de sus carreras; el número uno lo

sacó un superdotado de esos que te encuentras siempre y que están en tu

curso sólo para fastidiarte el curriculum; pero yo pienso que lo que

realmente tiene ahí, en ese rincón profundo, inalterable y propio que cada

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Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda! 104

hombre posee es a un sentimental capaz de emocionarse con “acordes de

guitarra sencillos que traspasan la piel y el corazón”.

En cada uno de esos relatos va desnudando lo mejor de su

interior y va dejando pedacitos de su alma a medida que nos va contando

con ironía, con dureza, con poesía y a veces sin pudor unas historias que

son una excusa para decirnos lo que realmente piensa de la vida y del

mundo. Se leen de un tirón, pero hay que releerlas para poder captar toda

la intensidad de su mensaje y de lo que está escrito entre líneas. El mérito

de éstos relatos está más en esto que en su estilo literario. Cada uno de

ellos es como una novela resumida.

Yo deseo que algún día nuestro amigo desarrolle la novela

completa. Estoy seguro que lo hará.

De todas formas y de momento me conformo con estos relatos,

que no es poco, y espero.

Juan Antonio Belenguer Marrades. Valencia, 24 de marzo de 2002

P.D.: Si al llegar al final del libro te sientes “tocado por dentro” o eres

capaz de sentir el aroma de “Il Maro”, es que lo has entendido.

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La Asociación Cultural MALTA ENCUENTROS tiene el objetivo de

presentar a la sociedad los temas de interés de nuestro entorno más

cercano y, para eso, pretende dar a conocer:

1 LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA (HC)

2 LAS PENSIONES Y LA PROTECCIÓN SOCIAL (PS)

3 LA GASTRONOMÍA (GA)

4 LOS MERCADOS COMERCIALES (MC)

5 EL OCIO Y LOS VIAJES (OV)

6 LA NOVELA, EL CUENTO Y LA POESÍA (NCP)

7 LA ECOLOGÍA Y EL MEDIO AMBIENTE (MA)

8 LA POLÍTICA Y LA SOCIEDAD (SO)

9 LA EMPRESA (EM)

10 LA ENSEÑANZA Y LA FORMACIÓN (EF)

11 LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA (CT)

12 LOS CONGRESOS (CO)

13 LA MEDICINA Y LA SALUD (MS)

14 LA ECONOMÍA (LE)

15 ORGANIZACIONES SIN ÁNIMO DE LUCRO (NPO)

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Títulos ya publicados por ME:

— "Características y Desarrollo de la Violencia Política en la Ribera Baixa

(1936-1945)". (Una aportación para un modelo global). (Antonio Calzado

Aldaria y Ricardo Camilo Torres Fabra) 1995 (Serie HC)

— "El futuro del primer Plan de Empleo Local de Almansa". (Una

aportación para promocionar el empleo local). (Juan-Ramón Moscad

Fumadó) 1996 (Serie SO)

— "El futuro de la protección social en materia de Pensiones" (Una

aportación para una reforma) (Juan-Ramón Moscad Fumadó) 1996 (Serie

PS)

— "Evolución, estado actual y futuro de los Planes y Fondos de

pensiones" (Un marco para su evolución y crecimiento) (Juan-Ramón

Moscad Fumadó) 1996 (Serie PS)

— “La Comisión de Control y los Planes de Pensiones de Empleo” (Los

complementos de pensiones en las empresas) (Juan-Ramón Moscad

Fumadó) 1996 (Serie PS)

— “La vigencia del marxismo. Entre el deseo y la necesidad” (Ricardo

Camilo Torres) 2001 (Serie SO)

-- “El Museo de Historia local de Almansa y la asociación Torre Grande” (

Un punto de vista desde las teorías económicas del Non-profit

Organizations) (Julio Montagut Marqués y Juan Ramón Moscad Fumadó)

Almansa 2002 (Serie NPO)

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107 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

— “Viajar es un placer pero, ¡viajar, también te escalda!” (Relatos cortos)

(Juan Ramón Moscad Fumadó) Almansa 2002 (Serie NCP)

— “Viatjar és un plaer però, ¡viatjar, també t’escalda!” (Relats curts)

(Joan-Ramon Moscad i Fumadó) Almansa 2002 (Serie NCP)

— “Els Successos de Cullera de 1911. Una contextualització històrica”

(Ricard Camil Torres Fabra) València 2002 (Serie SO)

— “Persiguiendo un sueño” (Relato corto) (Marina Moscad Caldentey)

Almansa 2002 (Serie NCP)

MALTA ENCUENTROS

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El Autor Juan-Ramón Moscad Fumadó (San Carlos de la Rápita, Tarragona,

1949) es Ingeniero Técnico Industrial (València), diplomado en

Empresariales (Alicante) y licenciado en Ciencias Económicas y

Empresariales por la Universidad de Valencia. Es profesor tutor de la Uned

de Almansa. Ha trabajado en la CTNE (Barcelona) y en Citesa (Alicante).

Desde el año 1981 trabaja en la Central Nuclear de Cofrentes (Iberdrola).

En la actualidad se encuentra perfilando definitivamente su tesis doctoral

en Economía Aplicada.

Mientras tanto, ha publicado El futuro del 1’er Plan de Empleo

Local de Almansa (colaboración de M. E., 1996), El futuro de la previsión

social en materia de pensiones (ME, 1996), Evolución, estado actual y

futuro de los Planes y Fondos de pensiones (ME, 1996), La Comisión de

Control y Los Planes de Pensiones de Empleo (ME, 1996), El futuro de los

planes y fondos de pensiones (Revista Anales-UNED-Albacete, 1999). Y ha

presentado en colaboración con Julio Montagut El Museo de Historia Local

de Almansa. Un estudio desde la óptica del sector no lucrativo de la

economía (2º premio del "I concurso de investigación Asociación Torre

Grande 1999 de Almansa"), etc.

Ha publicado diversos artículos en periódicos y revistas entre los

que destacan Que queremos ser de mayores, Las guerras por el agua, El

futuro del tratado de Schengen, La generación Z, El futuro de los Planes y

Fondos de Pensiones, Políticas comerciales para el vino de Alicante, etc.

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109 JUAN-RAMÓN MOSCAD FUMADÓ

Por otra parte, ha colaborado como participante en debates y

coloquios en radio y televisión, y en diversos Congresos nacionales de

economía sobre temas de empleo, IRPF, fondos de pensiones, el euro, etc.

Además de colaborar en prologar libros de historia, poesía y de

exposiciones de pintura, actualmente escribe sobre diversos temas en su

blog Desde Malta Encuentros, abierto en el periódico digital Periodista

Digital.

Perteneció a la Fundación Foro Jovellanos para la Innovación

Social, habiendo participado en las elecciones europeas de 1994 en la lista

de FORO-CDS. En la actualidad es presidente y colaborador de la

Asociación Cultural Malta Encuentros.

Su libro de 4 relatos cortos “Viajar es un placer pero ¡Viajar,

también te escalda!”, en colaboración con Malta Encuentros, lo ha editado

en castellano y en valenciano (ME, 2002).

Entre las anteriores publicaciones y las actuales, hizo un

paréntesis para abordar su faceta musical como cantautor con la edición

de su primer CD en 2005, OTRAS FORMAS DE AMOR, en Hilargi Records,

con composiciones propias (letra y música).

En el año 2008 publicó el libro de relatos cortos, STADA NOVA LA

FÓRMULA, en la editorial Trafford Publishing (Canadá)

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4 Relatos cortos de

Juan Ramón Moscad Fumadó

Viajar es un placer pero, viajar, ¡también te escalda!

En el interior se recogen 4 relatos cortos en los que el eje central

de los mismos es el viaje. Las distintas formas de viajar van desde el viaje real hasta el viaje con la mente a otros lugares, a otras situaciones o a otras épocas y, como ocurre en los viajes,

todos comienzan pero algunos nunca terminan.

Prólogo de Marina Moscad Fumadó Ilustraciones de Agustín Abarca Martínez

Malta

Encuentros