Venerable MADRE DOLORES - Filipenses · 2020-02-02 · Fundadora de las Religiosas FILIPENSES HIJAS...

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Fundadora de las Religiosas FILIPENSES HIJAS DE MARÍA DOLOROSA e-mail: [email protected] - www.filipenses.com Venerable MADRE DOLORES Boletín n.º 152 Enero - Marzo 2020 Difusión gratuita A todos los devotos de Madre Dolores, les deseamos Muy Feliz Navidad y próspero año 2020

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Fundadora de las ReligiosasFILIPENSES HIJAS DE MARÍA DOLOROSA

e-mail: [email protected] - www.filipenses.com

Venerable

MADREDOLORES

Boletín n.º 152Enero - Marzo 2020

Difusión gratuita

A todos los devotos de Madre Dolores,les deseamosMuy Feliz Navidad ypróspero año 2020

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Madre Dolores en el siglo XXI En 1869, cuando la Congregación se instaló en el convento de Santa Isabel, se abrieron las puertas del mismo para que todas las niñas del barrio tuvieran un lugar donde educarse, aunque sus familias no tuvieran dinero para pagar una escuela. El que en su apertura fue el primer colegio gratuito de Sevi-lla para niñas pobres, se ha mantenido durante ciento cincuenta años fiel a este espíritu, intentando servir a la niñez y juventud, sabiendo que la educación es la más firme garantía del porvenir de los pueblos. Apostando, como hicieron nuestros Fundadores -Madre Dolores y el Padre Tejero- por la pedagogía del amor y el buen ejemplo, siempre hemos tratado de estimular en nuestros alumnos

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Apertura de las celebraciones del 150 aniversario del Colegio Santa Isabel de Sevilla

el deseo de ser mejores personas; y para ello hemos empleado, desde nuestros orígenes los métodos y pedagogías más avanzados, y acordes a los estudios de psicología infantil y del desarrollo que en cada época han marcado la educación. El pasado 23 de noviembre, con una conferencia sobre la Historia del Colegio, seguida de una eucaristía en la que participa-ron todos los estamentos actuales del mismo, se abrieron las cele-braciones del 150 aniversario, finalizando el encuentro con una comida fraterna. Agradecemos a Dios estos 150 años y le pedimos nos acom-pañe en el camino para continuar haciendo su voluntad en la edu-cación y formación integral de los niños y jóvenes sevillanos, y DEJANDO UNA HUELLA indeleble en los corazones y mentes de nuestros alumnos.

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En 1869, cuando la Congregación se instaló en el convento de Santa Isabel, se abrieron las puertas del mismo para que todas las niñas del barrio tuvieran un lugar donde educarse, aunque sus familias no tuvieran dinero para pagar una escuela. El que en su apertura fue el primer colegio gratuito de Sevi-lla para niñas pobres, se ha mantenido durante ciento cincuenta años fiel a este espíritu, intentando servir a la niñez y juventud, sabiendo que la educación es la más firme garantía del porvenir de los pueblos. Apostando, como hicieron nuestros Fundadores -Madre Dolores y el Padre Tejero- por la pedagogía del amor y el buen ejemplo, siempre hemos tratado de estimular en nuestros alumnos

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el deseo de ser mejores personas; y para ello hemos empleado, desde nuestros orígenes los métodos y pedagogías más avanzados, y acordes a los estudios de psicología infantil y del desarrollo que en cada época han marcado la educación. El pasado 23 de noviembre, con una conferencia sobre la Historia del Colegio, seguida de una eucaristía en la que participa-ron todos los estamentos actuales del mismo, se abrieron las cele-braciones del 150 aniversario, finalizando el encuentro con una comida fraterna. Agradecemos a Dios estos 150 años y le pedimos nos acom-pañe en el camino para continuar haciendo su voluntad en la edu-cación y formación integral de los niños y jóvenes sevillanos, y DEJANDO UNA HUELLA indeleble en los corazones y mentes de nuestros alumnos.

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Vida Documentada de Madre Dolores (continuación)

Dolores “(…) no por eso desistió, pues deseaba muy de corazón ocu-parse en la caridad con el prójimo y comprendió que con estas jóvenes podría hacerlo en alto grado, y así se contentó con manifestar sencillamente al padre la negativa absoluta que en todas partes crecía. El padre no por eso se turbó, sino que se persuadió ser muy natural que así contestasen, toda vez que nadie conocía en Sevilla el interior del asilo, y en su exterior poco tenía que le recomendara. En ese caso le parecía lo más prudente para quitar ilusiones, aconsejarle que por un mes se tomara por distribución ir diaria-mente a la casa de arrepentidas y allí pasaría ayudando a Rosario, y en el terreno de la práctica conocería bien si Dios la llamaba”.

Ante la insistencia del padre, Dolores, venciendo repugnancias, miras egoístas y personales, decide hacer esa experiencia. Ella recordaba que le dijo al Padre Tejero:

“Que las palabras que era para salvar almas era el móvil que le hacía arrostrar todos los obstáculos.”

Visita la casa del barrio de Santa Cruz. Era una casa pobre, humilde, reducida, hundida como un sótano.

Rosario” (…) ya estaba avisada de que tenía compañera. La pobre respiró cuando la vio llegar”.

El padre decía, que desde la primera vez que vio a Dolores Márquez “(…) había sentido en su interior como una inspiración de que Dios la man-daba para el progreso de la obra. No fue ilusión. La animó a que fuese a ver la casa y a conocer a Rosario, que al verse decían que habían sentido mutua simpatía. Rosario por su parte la animó a que se resolviese a unirse a ella para entre las dos llevar la obra a cabo. En efecto, después de varias luchas y vencidas las dificultades que se oponían por parte de su familia, se asoció definitivamente a la Madre Rosario reconociéndola siempre como a su superiora”.

Dolores se despoja de su elegancia. Se presenta ante estas mujeres vestida con sencillez, modestia y humildad.

“Desde que se entregó a estas jóvenes vistió y vivió pobremente. Sabía que muchas se habían entregado al pecado para vestir con lujo.”

No quería fomentar en ellas vanos ideales de grandeza y de superficia-lidad.

Empezó a conocer cuanto allí pasaba. El mundo interior de aquellas pobres mujeres sedientas de amor y comprensión. Y movida ante el dolor humano, comienza, casi sin darse cuenta, su trabajo de redención. Trata a estas jóvenes con respeto y amor.

Nos dice en sus apuntes espirituales:“Fui a Sevilla dejando el pueblo de mis padres y los lazos de mi fami-

lia sólo por buscar más de cerca a Dios. Estando allí me vio el Padre Tejero en cuya mente surgía el pensamiento de fundar una casa asilo de Desgracia-das Jóvenes. Creyó que, no teniendo entre los míos, lazos que me obligasen en justicia, podría proponerme su ideal para lo que le parecía apta. Mucha y muy grande fue mi repugnancia para la clase de personas con las que tenía que emplear mis caritativos servicios, pues el vicio que debía comba-tirse estaba en completa oposición con mis ideas y amor a la pureza. Efica-ces instancias del padre, uniendo la atenuación de mis temores, a la vez que enaltecer la obra tan acepta a los ojos de Dios hizo que me decidiera. ¡Cuánto me costó! Cuántos vencimientos de amor propio, que era en mí defecto de gran importancia, y cuantos sacrificios. Antes de decidirme con-sulté con personas que gozaban entre el clero de gran concepto y recuerdo que le dije, que, al proponerme la obra, la palabra que era para salvar almas era el móvil que me hacía arrostrar por todos los obstáculos. Empecé en compañía de otra señorita y la dirección del padre y ya me entregué con todas las veras de mi alma a la obra. Algunos triunfos obtenidos me anima-ban; pero siempre me parecía todo pequeño y que no se conseguía el fruto que yo anhelaba”.

Dolores no se contentó con ver y juzgar los acontecimientos lamentán-dose de ellos. Actuó porque la caridad es activa. Enseña a las jóvenes a leer y escribir, pues la mayoría eran analfabetas. Primeros útiles de aquella época. Las formas en la moral y doctrina cristiana. Les da a conocer el valor de la gracia, las fuerzas de los sacramentos. Les inculca la devoción a la Santísima Virgen. Las instruye en los trabajos domésticos. Y en una época en que las mujeres prostituidas están completamente discriminadas, ella las acoge, las educa, las forma. Desea devolverlas a la sociedad regeneradas y libres. Otras criaturas nuevas. Está con ellas durante el día. Al atardecer se marcha a su casa.

Con qué sencillez y humildad comienzan las cosas de Dios. La única mesa que había en la casa y les servía para todo, también les sirve de altar.

Todos los días colocan en ella una imagen de la Virgen de los Dolores y recitan sus oraciones:

“Rezaban el rosario ante una imagen de la Virgen de los Dolores puesta sobre una mesa, único altar que había y servía de oratorio. Referían un caso gracioso que les pasó. Los viernes, en vez del rosario, rezaban la corona dolorosa. Como eran siete las cuentas que pasaban, una muchacha se metía el rosario enteramente en los ojos que los tenía muy pequeños, creyendo que era su vista la que le engañaba. Así llevó la primera, la segun-da y la tercera decena. Al no dar con el enigma, coge el rosario y se lo echó al cuello, tentando de risa a sus dos maestras. Que no era sólo sufrir, ya tenían el gozo de las privaciones que se sufren por Dios”.

Jóvenes de distintas edades, faltas de amparo y con el corazón deshe-cho por los desengaños, no dejan de llamar a sus puertas. El Padre Tejero recoge del HOSPITAL y de la calle a cuantas jóvenes necesitan regenera-ción. Dolores recibe a todas las que llaman a sus puertas sedientas de cariño nuevo. Comprende que la rehabilitación de estas jóvenes es difícil, pero posible. La redención es sólo posible por el amor.

Entregada de lleno a este apostolado sufre la más despiadada murmu-ración. Su familia, sus amistades, la sociedad entera con sus molestas mur-muraciones cayó como un peso abrumador sobre Dolores. Como juzgaban las cosas con prudencia humana no comprendían cómo enterraba sus muchos valores entre aquellas mujeres. La llaman loca. Es calumniada. Es tomada por una mujer prostituida:

“Abrigaban muchas personas el error de creer que las jóvenes vivían bajo la dirección de dos mujeres asalariadas por el Padre Tejero, y no faltó quien pensara que las dos Madres eran también arrepentidas, sin más dife-rencia que el mayor número de años.”

“Su familia le escribía disgustadísima diciéndole que dejara aquella obra, que los iba a deshonrar, y que de ningún modo consentirían que siguiera con aquella con aquella determinación que había tomado. Mientras se sosegaban los ánimos no se entregó de lleno a la obra, pero no la abando-nó tampoco ayudando a su compañera”.

En aquellos años la prostitución en Sevilla era un hecho innegable. El Padre Tejero escribe a Madre Micaela, fundadora de las Adoratrices en estos términos:

“(…) por desgracia en esta capital andaluza serpentean a centenares”.(Continuará)

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Dolores “(…) no por eso desistió, pues deseaba muy de corazón ocu-parse en la caridad con el prójimo y comprendió que con estas jóvenes podría hacerlo en alto grado, y así se contentó con manifestar sencillamente al padre la negativa absoluta que en todas partes crecía. El padre no por eso se turbó, sino que se persuadió ser muy natural que así contestasen, toda vez que nadie conocía en Sevilla el interior del asilo, y en su exterior poco tenía que le recomendara. En ese caso le parecía lo más prudente para quitar ilusiones, aconsejarle que por un mes se tomara por distribución ir diaria-mente a la casa de arrepentidas y allí pasaría ayudando a Rosario, y en el terreno de la práctica conocería bien si Dios la llamaba”.

Ante la insistencia del padre, Dolores, venciendo repugnancias, miras egoístas y personales, decide hacer esa experiencia. Ella recordaba que le dijo al Padre Tejero:

“Que las palabras que era para salvar almas era el móvil que le hacía arrostrar todos los obstáculos.”

Visita la casa del barrio de Santa Cruz. Era una casa pobre, humilde, reducida, hundida como un sótano.

Rosario” (…) ya estaba avisada de que tenía compañera. La pobre respiró cuando la vio llegar”.

El padre decía, que desde la primera vez que vio a Dolores Márquez “(…) había sentido en su interior como una inspiración de que Dios la man-daba para el progreso de la obra. No fue ilusión. La animó a que fuese a ver la casa y a conocer a Rosario, que al verse decían que habían sentido mutua simpatía. Rosario por su parte la animó a que se resolviese a unirse a ella para entre las dos llevar la obra a cabo. En efecto, después de varias luchas y vencidas las dificultades que se oponían por parte de su familia, se asoció definitivamente a la Madre Rosario reconociéndola siempre como a su superiora”.

Dolores se despoja de su elegancia. Se presenta ante estas mujeres vestida con sencillez, modestia y humildad.

“Desde que se entregó a estas jóvenes vistió y vivió pobremente. Sabía que muchas se habían entregado al pecado para vestir con lujo.”

No quería fomentar en ellas vanos ideales de grandeza y de superficia-lidad.

Empezó a conocer cuanto allí pasaba. El mundo interior de aquellas pobres mujeres sedientas de amor y comprensión. Y movida ante el dolor humano, comienza, casi sin darse cuenta, su trabajo de redención. Trata a estas jóvenes con respeto y amor.

Nos dice en sus apuntes espirituales:“Fui a Sevilla dejando el pueblo de mis padres y los lazos de mi fami-

lia sólo por buscar más de cerca a Dios. Estando allí me vio el Padre Tejero en cuya mente surgía el pensamiento de fundar una casa asilo de Desgracia-das Jóvenes. Creyó que, no teniendo entre los míos, lazos que me obligasen en justicia, podría proponerme su ideal para lo que le parecía apta. Mucha y muy grande fue mi repugnancia para la clase de personas con las que tenía que emplear mis caritativos servicios, pues el vicio que debía comba-tirse estaba en completa oposición con mis ideas y amor a la pureza. Efica-ces instancias del padre, uniendo la atenuación de mis temores, a la vez que enaltecer la obra tan acepta a los ojos de Dios hizo que me decidiera. ¡Cuánto me costó! Cuántos vencimientos de amor propio, que era en mí defecto de gran importancia, y cuantos sacrificios. Antes de decidirme con-sulté con personas que gozaban entre el clero de gran concepto y recuerdo que le dije, que, al proponerme la obra, la palabra que era para salvar almas era el móvil que me hacía arrostrar por todos los obstáculos. Empecé en compañía de otra señorita y la dirección del padre y ya me entregué con todas las veras de mi alma a la obra. Algunos triunfos obtenidos me anima-ban; pero siempre me parecía todo pequeño y que no se conseguía el fruto que yo anhelaba”.

Dolores no se contentó con ver y juzgar los acontecimientos lamentán-dose de ellos. Actuó porque la caridad es activa. Enseña a las jóvenes a leer y escribir, pues la mayoría eran analfabetas. Primeros útiles de aquella época. Las formas en la moral y doctrina cristiana. Les da a conocer el valor de la gracia, las fuerzas de los sacramentos. Les inculca la devoción a la Santísima Virgen. Las instruye en los trabajos domésticos. Y en una época en que las mujeres prostituidas están completamente discriminadas, ella las acoge, las educa, las forma. Desea devolverlas a la sociedad regeneradas y libres. Otras criaturas nuevas. Está con ellas durante el día. Al atardecer se marcha a su casa.

Con qué sencillez y humildad comienzan las cosas de Dios. La única mesa que había en la casa y les servía para todo, también les sirve de altar.

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Todos los días colocan en ella una imagen de la Virgen de los Dolores y recitan sus oraciones:

“Rezaban el rosario ante una imagen de la Virgen de los Dolores puesta sobre una mesa, único altar que había y servía de oratorio. Referían un caso gracioso que les pasó. Los viernes, en vez del rosario, rezaban la corona dolorosa. Como eran siete las cuentas que pasaban, una muchacha se metía el rosario enteramente en los ojos que los tenía muy pequeños, creyendo que era su vista la que le engañaba. Así llevó la primera, la segun-da y la tercera decena. Al no dar con el enigma, coge el rosario y se lo echó al cuello, tentando de risa a sus dos maestras. Que no era sólo sufrir, ya tenían el gozo de las privaciones que se sufren por Dios”.

Jóvenes de distintas edades, faltas de amparo y con el corazón deshe-cho por los desengaños, no dejan de llamar a sus puertas. El Padre Tejero recoge del HOSPITAL y de la calle a cuantas jóvenes necesitan regenera-ción. Dolores recibe a todas las que llaman a sus puertas sedientas de cariño nuevo. Comprende que la rehabilitación de estas jóvenes es difícil, pero posible. La redención es sólo posible por el amor.

Entregada de lleno a este apostolado sufre la más despiadada murmu-ración. Su familia, sus amistades, la sociedad entera con sus molestas mur-muraciones cayó como un peso abrumador sobre Dolores. Como juzgaban las cosas con prudencia humana no comprendían cómo enterraba sus muchos valores entre aquellas mujeres. La llaman loca. Es calumniada. Es tomada por una mujer prostituida:

“Abrigaban muchas personas el error de creer que las jóvenes vivían bajo la dirección de dos mujeres asalariadas por el Padre Tejero, y no faltó quien pensara que las dos Madres eran también arrepentidas, sin más dife-rencia que el mayor número de años.”

“Su familia le escribía disgustadísima diciéndole que dejara aquella obra, que los iba a deshonrar, y que de ningún modo consentirían que siguiera con aquella con aquella determinación que había tomado. Mientras se sosegaban los ánimos no se entregó de lleno a la obra, pero no la abando-nó tampoco ayudando a su compañera”.

En aquellos años la prostitución en Sevilla era un hecho innegable. El Padre Tejero escribe a Madre Micaela, fundadora de las Adoratrices en estos términos:

“(…) por desgracia en esta capital andaluza serpentean a centenares”.(Continuará)

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Dolores “(…) no por eso desistió, pues deseaba muy de corazón ocu-parse en la caridad con el prójimo y comprendió que con estas jóvenes podría hacerlo en alto grado, y así se contentó con manifestar sencillamente al padre la negativa absoluta que en todas partes crecía. El padre no por eso se turbó, sino que se persuadió ser muy natural que así contestasen, toda vez que nadie conocía en Sevilla el interior del asilo, y en su exterior poco tenía que le recomendara. En ese caso le parecía lo más prudente para quitar ilusiones, aconsejarle que por un mes se tomara por distribución ir diaria-mente a la casa de arrepentidas y allí pasaría ayudando a Rosario, y en el terreno de la práctica conocería bien si Dios la llamaba”.

Ante la insistencia del padre, Dolores, venciendo repugnancias, miras egoístas y personales, decide hacer esa experiencia. Ella recordaba que le dijo al Padre Tejero:

“Que las palabras que era para salvar almas era el móvil que le hacía arrostrar todos los obstáculos.”

Visita la casa del barrio de Santa Cruz. Era una casa pobre, humilde, reducida, hundida como un sótano.

Rosario” (…) ya estaba avisada de que tenía compañera. La pobre respiró cuando la vio llegar”.

El padre decía, que desde la primera vez que vio a Dolores Márquez “(…) había sentido en su interior como una inspiración de que Dios la man-daba para el progreso de la obra. No fue ilusión. La animó a que fuese a ver la casa y a conocer a Rosario, que al verse decían que habían sentido mutua simpatía. Rosario por su parte la animó a que se resolviese a unirse a ella para entre las dos llevar la obra a cabo. En efecto, después de varias luchas y vencidas las dificultades que se oponían por parte de su familia, se asoció definitivamente a la Madre Rosario reconociéndola siempre como a su superiora”.

Dolores se despoja de su elegancia. Se presenta ante estas mujeres vestida con sencillez, modestia y humildad.

“Desde que se entregó a estas jóvenes vistió y vivió pobremente. Sabía que muchas se habían entregado al pecado para vestir con lujo.”

No quería fomentar en ellas vanos ideales de grandeza y de superficia-lidad.

Empezó a conocer cuanto allí pasaba. El mundo interior de aquellas pobres mujeres sedientas de amor y comprensión. Y movida ante el dolor humano, comienza, casi sin darse cuenta, su trabajo de redención. Trata a estas jóvenes con respeto y amor.

Nos dice en sus apuntes espirituales:“Fui a Sevilla dejando el pueblo de mis padres y los lazos de mi fami-

lia sólo por buscar más de cerca a Dios. Estando allí me vio el Padre Tejero en cuya mente surgía el pensamiento de fundar una casa asilo de Desgracia-das Jóvenes. Creyó que, no teniendo entre los míos, lazos que me obligasen en justicia, podría proponerme su ideal para lo que le parecía apta. Mucha y muy grande fue mi repugnancia para la clase de personas con las que tenía que emplear mis caritativos servicios, pues el vicio que debía comba-tirse estaba en completa oposición con mis ideas y amor a la pureza. Efica-ces instancias del padre, uniendo la atenuación de mis temores, a la vez que enaltecer la obra tan acepta a los ojos de Dios hizo que me decidiera. ¡Cuánto me costó! Cuántos vencimientos de amor propio, que era en mí defecto de gran importancia, y cuantos sacrificios. Antes de decidirme con-sulté con personas que gozaban entre el clero de gran concepto y recuerdo que le dije, que, al proponerme la obra, la palabra que era para salvar almas era el móvil que me hacía arrostrar por todos los obstáculos. Empecé en compañía de otra señorita y la dirección del padre y ya me entregué con todas las veras de mi alma a la obra. Algunos triunfos obtenidos me anima-ban; pero siempre me parecía todo pequeño y que no se conseguía el fruto que yo anhelaba”.

Dolores no se contentó con ver y juzgar los acontecimientos lamentán-dose de ellos. Actuó porque la caridad es activa. Enseña a las jóvenes a leer y escribir, pues la mayoría eran analfabetas. Primeros útiles de aquella época. Las formas en la moral y doctrina cristiana. Les da a conocer el valor de la gracia, las fuerzas de los sacramentos. Les inculca la devoción a la Santísima Virgen. Las instruye en los trabajos domésticos. Y en una época en que las mujeres prostituidas están completamente discriminadas, ella las acoge, las educa, las forma. Desea devolverlas a la sociedad regeneradas y libres. Otras criaturas nuevas. Está con ellas durante el día. Al atardecer se marcha a su casa.

Con qué sencillez y humildad comienzan las cosas de Dios. La única mesa que había en la casa y les servía para todo, también les sirve de altar.

Todos los días colocan en ella una imagen de la Virgen de los Dolores y recitan sus oraciones:

“Rezaban el rosario ante una imagen de la Virgen de los Dolores puesta sobre una mesa, único altar que había y servía de oratorio. Referían un caso gracioso que les pasó. Los viernes, en vez del rosario, rezaban la corona dolorosa. Como eran siete las cuentas que pasaban, una muchacha se metía el rosario enteramente en los ojos que los tenía muy pequeños, creyendo que era su vista la que le engañaba. Así llevó la primera, la segun-da y la tercera decena. Al no dar con el enigma, coge el rosario y se lo echó al cuello, tentando de risa a sus dos maestras. Que no era sólo sufrir, ya tenían el gozo de las privaciones que se sufren por Dios”.

Jóvenes de distintas edades, faltas de amparo y con el corazón deshe-cho por los desengaños, no dejan de llamar a sus puertas. El Padre Tejero recoge del HOSPITAL y de la calle a cuantas jóvenes necesitan regenera-ción. Dolores recibe a todas las que llaman a sus puertas sedientas de cariño nuevo. Comprende que la rehabilitación de estas jóvenes es difícil, pero posible. La redención es sólo posible por el amor.

Entregada de lleno a este apostolado sufre la más despiadada murmu-ración. Su familia, sus amistades, la sociedad entera con sus molestas mur-muraciones cayó como un peso abrumador sobre Dolores. Como juzgaban las cosas con prudencia humana no comprendían cómo enterraba sus muchos valores entre aquellas mujeres. La llaman loca. Es calumniada. Es tomada por una mujer prostituida:

“Abrigaban muchas personas el error de creer que las jóvenes vivían bajo la dirección de dos mujeres asalariadas por el Padre Tejero, y no faltó quien pensara que las dos Madres eran también arrepentidas, sin más dife-rencia que el mayor número de años.”

“Su familia le escribía disgustadísima diciéndole que dejara aquella obra, que los iba a deshonrar, y que de ningún modo consentirían que siguiera con aquella con aquella determinación que había tomado. Mientras se sosegaban los ánimos no se entregó de lleno a la obra, pero no la abando-nó tampoco ayudando a su compañera”.

En aquellos años la prostitución en Sevilla era un hecho innegable. El Padre Tejero escribe a Madre Micaela, fundadora de las Adoratrices en estos términos:

“(…) por desgracia en esta capital andaluza serpentean a centenares”.(Continuará)

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AGRADECEN FAVORES YENVÍAN DONATIVOS

SEVILLA: Lola Zamora, Mari Rodrí-guez, Varios anónimos, Antonio Sousa Aroca, Familia Carrera. OLIVARES: Familia Guerrero Bernal, Varias devo-tas, Familia Guerrero Marín. SALTE-RAS: Familia Silva Cid.

TRANSFERENCIAS BANCARIAS: Anónimo - El Paso - Canarias. Margari-ta Rodríguez Góngora - Torrejón de Ardoz - Madrid. José Rodríguez Ramírez. Isabel Pinta Escribano. Anónimo. Estrella Campos - Torrejón de Ardoz - Madrid. Matilde Llosa Clau-sich - Valencia.

CAUSA DE BEATIFICACIÓN DE LA SIERVA DE DIOSMADRE DOLORES MÁRQUEZ Y ROMERO DE ONORO

Fundadora de la Congregación de ReligiosasFilipenses Hijas de María Dolorosa

NOVENASeñor, Dios todopoderoso,que concedistea Madre Dolores, tu sierva,la gracia de llevar a cabola Fundación de un Institutoen tu Iglesia.Dígnate manifestar su intercesión ante Tíal concedernos la gracia que pedimos.Especialmente que, a imitación suya,busquemos siempre la gloria de Diosy la Salvación de las almas.Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Para su uso privado.

EL DIA 1 DE CADA MES TENDREMOSUN RECUERDO PARA LA SIERVA DEDIOS MADRE DOLORES.

En el Convento de Santa Isabel.C/ Hiniesta, 2 - Sevilla

A las siete de la tarde, habrá una celebración Eucarística. Al terminar, se rezarán unas preces comunitarias ante su sepulcro.

Sr. D.

Para hacer cualquier donación a la causa de Beatificación de Madre Dolores:

La Caixa:I.B.A.N.:

ES72 2100 7131 9421 0025 1792

No envíen dinero por correopues las cartas nos están llegando abier-tas y pegadas con cinta adhesiva o pega-mento y sin dinero en su interior.Utilicen el giro postal o ingrésenlo en la cuenta bancaria que figura bajo estas lineas.

GRACIAS

Comuniquen los favores obtenidos por su intercesión al “Secretariado de Madre Dolores”. En España: Casa Central calle Hiniesta, 2 - 41003 SEVILLA.En América: Curia Regional. Calle 22 H nº 104 A - 40. “La Giralda - Fontibon”; Bogotá, Colombia.

NO TIRES ESTE BOLETÍN, HAZ QUE LLEGUE A UNA PERSONA ENFERMA O PREOCUPADA, TE LO AGRADECERÁ.

POR FAVOR:

Remitente: RR. Filipenses, C/ Hiniesta, 2 - Sevilla Dep. SE-105-1980 VIDEAL Impresores, s.l. Sevilla, 2019