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Por F. T. Wright

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Publicado por la:COMUNIDAD ADVENTO-REPOSO-SABATICA

Producción y despacho:Sabbatruhe-Advent-GemeinschaftWaldstrasse 3757520 DickendorfAlemania

Título original en inglés:Awake to Righteousness

Primera edición:Julio 2005

(Awake to Righteousness, Spanish edition)

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“Velad debidamente, y no pequéis; porque algu-nos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lodigo” (1 Corintios 15:34).

Estas palabras se escribieron, no para el peca-dor impío y descarado, sino para la bien estableci-da congregación cristiana cuyos miembros des-cansaban en una seguridad equivocada de que es-taban a la altura de las normas cristianas, yestaban tan seguros como cualquiera de un lugaren el paraíso. Los creyentes corintios habían sidoeducados por el poderoso apóstol Pablo, quienesinicialmente gozaban de una rica experiencia es-piritual, pero fueron arrastrados a una vida de“respetable” pecado. Así, ellos quienes debían serlas lumbreras de salvación a los pecadores que loscircundaban, se hallaron en la necesidad de un lla-mado específico, para que se apartaran del peca-do y vivieran vidas de perfecta justicia.

Es a la misma clase de personas que este mensa-je continúa dirigiéndose hoy. Por consiguiente, es-tas palabras exigen que, el profeso hijo de Dios bajoel ministerio del Espíritu Santo, haga un examencuidadoso de su experiencia personal, para ver si

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tiene en realidad ese conocimiento de Dios que ter-mina en una vida sin pecado.

La reacción común al llamado a “no pecar”, es cre-er que, de todos modos, esto es una imposibilidad.Pero en realidad, esta no es una demanda inalcan-zable de un Dios perfecto para un pueblo imperfec-to. Él es un Dios recto, amante y justo. Por esta ra-zón, jamás exigirá del pueblo lo que está fuera de sucapacidad lograr en y por medio de su pueblo. Su lla-mado “velad debidamente, y no pequéis”, debe serreconocido y recibido como una oferta incalculablede Dios para sus hijos, más que una exigencia im-puesta sobre ellos. Su propósito es “. . . poner fin alpecado, y expiar la iniquidad” en el corazón y la vidade cada creyente en Jesús. (Daniel 9:24).

Pero así como fue para los corintios de antaño,en su ignorancia del poder de Dios para salvar,quienes consideraban el pecado como un enemigoinvencible, los modernos profesos hijos de Diosaceptan pecar como una desafortunada y únicaparte inseparable de su existencia. A los tales elamante salvador dirige la súplica, “Velad debida-mente, y no pequéis”. Es el propósito de Dios queninguno acepte una vida de pecado como la únicaopción existente. El Altísimo anhela que todossean plenamente conscientes de que la vida justaes accesible a todo fiel y arrepentido hijo Suyo.

Cuando Jehová nos invita a “no pecar”, no se-ñala un momento glorioso en el futuro cuando,como resultado de un milagro dramático, el cre-yente repentinamente se halla elevado a un esta-

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do de pureza y santidad, que no pueda incluso, vol-ver a hacer lo malo. Él Señor está hablando en tér-minos de hoy. Por increíble que pueda parecer, noconsidera la incapacidad de la carne pecaminosaen el ambiente de un mundo malo, como una ra-zón para continuar pecando.

Dios tiene todo el derecho a esperar esto, por-que ha puesto a disposición su propio poder omni-potente en el Evangelio de Cristo Jesús para todoel que desee apropiarse de él. Por el poder vivien-te del Evangelio, el sistema sanador destinado allevar al pecador a la armonía con Dios y a la obe-diencia de su ley, el Altísimo hizo provisión paraque todos puedan llegar a ser semejantes a Él, yes su gloria y agrado realizarlo en favor de todoslos que no interpongan una voluntad perversa yfrustren así su gracia. Por esta razón envió a suHijo al mundo como está escrito: “Y dará a luz unhijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salva-rá a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

Cristo no fue comisionado por su Padre parasalvar a su pueblo en sus pecados sino de sus pe-cados. Existen muchas teorías en circulación queofrecen salvación en el pecado, pero podemos es-tar seguros de que éstas no hallan su origen en lamente de Dios. “El que practica el pecado es deldiablo; porque el diablo peca desde el principio.Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacerlas obras del diablo” (1 Juan 3:8).

Satanás trabaja incansablemente para producirpecados en las vidas de los hombres; su principal

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argumento, y de más éxito es que es imposible quelos seres humanos caídos y pecadores obedezcanlos mandamientos de Dios. “Satanás representa ladivina ley de amor como una ley de egoísmo. De-clara que nos es imposible obedecer sus preceptos”(El Deseado de Todas las Gentes, pág. 15).

Contrario a esta mentira monstruosa perma-nece la pura y perfecta verdad de Dios. Él dice:“Porque este mandamiento que yo te ordeno hoyno es demasiado difícil para ti, ni está lejos . . .Porque muy cerca de ti está la palabra, en tuboca y en tu corazón, para que la cumplas” (Deu-teronomio 30:11, 14). Esta es sólo una de las fre-cuentes declaraciones de Dios por la cual afirmaque la obediencia es una posibilidad real para elcreyente. “No os ha sobrevenido ninguna tenta-ción que no sea humana; pero fiel es Dios, que noos dejará ser tentados más de lo que podéis re-sistir, sino que dará también juntamente con latentación la salida, para que podáis soportar”(1 Corintios 10:13).

Toda persona tiene que escoger en cuál de estasdos posiciones va a creer y en cuál será formadasu vida. Muy pocos se dan cuenta concienzuda-mente de que las consecuencias se definen conmucha claridad. Fallan en reconocer que la afir-mación específica de Satanás es que nadie puedeobtener la justicia. Por otra parte, Dios expresapositivamente que es posible. El resultado es quela vasta mayoría de profesos cristianos aceptan,apoyan y enseñan la mentira de Satanás.

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Si los tales consideraran las implicaciones de estaposición, por lo menos muchos se apresurarían a re-visar su creencia, porque el aceptar que es imposi-ble vencer el pecado es sostener que Satanás es másfuerte que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo; queel pecado es más poderoso que el Espíritu, y más po-deroso que la justicia. ¿Cuál es ese cristiano sinceroque permite que tales ideas se alojen en su mente?Ciertamente no lo habrá. ¿Quién, entre ustedes sepronunciará contra sentimientos tan diabólicos?

Todavía muchos que están preparados para de-jar que su experiencia sea el medio por el cual semida la verdad, contenderán que, a pesar de susmás resueltos esfuerzos, son incapaces de vencer.Se dice: “¡Con cuánta frecuencia he decidido apar-tarme de las cosas detestables! ¡Repetidas vecesme he entregado de nuevo a Cristo y he resueltono pecar más! ¡Con cuánta energía he luchado, concuánto dolor me he arrepentido y he confesado,con cuánto fervor he suplicado la ayuda, sólo paracaer nuevamente en una miserable derrota! Leí elcapítulo 7 de Romanos y hallé que era una descrip-ción de mi triste experiencia. ¿Cuál es mi proble-ma? ¿Cómo puedo llegar al punto de poder viviruna vida en la cual sea capaz de no pecar?”

Usted sabe lo que es recto y lo desea lograr. In-cluso, lucha con todas sus fuerzas por realizar elobjetivo deseado. ¿Entonces por qué estos esfuer-zos no son exitosos?

El problema consiste en el hecho de que usted lu-cha por lograr lo correcto con métodos equivocados.

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Usted lo está intentando en la vieja vida, lo cuales imposible hacer mientras ésta continúe exis-tiendo. La vieja vida, que se nombra con más exac-titud como el “viejo hombre”, no es el cuerpo com-puesto de sangre y carne caídas y mortales. Ellaes la descendencia de Satanás que reside en la car-ne y sangre caídas, pecaminosas y mortales, quelas gobierna contra los deseos de la mente y lasconvicciones de la conciencia. Esta es la “raíz” delmal en la vida, la “fuente” de la maldad. Mientrasesa cosa impura permanezca, la corriente que pro-viene de ella es igualmente impura. “La fuente delcorazón debe ser purificada antes que los rauda-les puedan ser puros” (El Deseado de Todas lasGentes, pág. 143).

En la Biblia se dan también otros nombres aeste poder inicuo y cruel. Algunos de ellos son: “elviejo hombre”, en Romanos 6:6; “la mente carnal”,en Romanos 8:7, y “el corazón de piedra”, en Eze-quiel 36:26. Se compara con un espino y con undéspota que gobierna sobre la persona como lo hi-cieron los egipcios con los israelitas. La carne lle-ga a ser su “. . . instrumento de iniquidad”.

La verdad vital que poco se entiende hoy es queno importa cuánto se comprenda la verdad bíbli-ca, o cuánto uno pueda luchar honestamente porel dominio, mientras el viejo hombre continúe rei-nando en el templo del alma, es completamenteimposible “velar debidamente, y no pecar”. Sim-plemente no puede ser hecho. Así lo dice la Bibliaclara y enfáticamente, y ese es el fin de toda obje-

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ción a lo contrario. “Por cuanto la mentalidad dela carne es enemistad contra Dios; porque no sesomete a la ley de Dios, ya que ni siquiera puede”(Romanos 8:7, revisión 1977). Leemos que la ley“[no podía justificar al hombre, porque éste en sunaturaleza pecaminosa no podía guardar laley]”. . . (Patriarcas y Profetas, pág. 390).

A pesar de este hecho, el abordamiento univer-sal al problema es un intento de guardar la leymientras se está todavía bajo el dominio del anti-guo amo. Esfuerzos diligentes se hacen por des-arrollar satisfactoriamente patrones de hábito. Seusan la fuerza, educación, cultura y otros mediospara llevar la vida a la armonía con Dios, perosiempre sin éxito. Puede lograrse un progreso mo-dificado de lo antiguo, pero la apariencia externade justicia no puede esconder la continua corrup-ción en el interior. Aunque la disciplina, el adies-tramiento, la educación y la cultura tienen su lu-gar, son enteramente impotentes para lograr unavida sin pecado.

No tiene sentido continuar con procederes queno funcionan, y es igualmente una necedad sacarla conclusión de que las promesas y requerimien-tos de la Biblia no se pueden obtener. El ideal deDios para su pueblo es una vida sin pecado, y nadamenos que esto es idóneo para el reino. Esto indi-ca que un camino tiene que ser hallado en el cualuno pueda “velar debidamente, y no pecar”.

Para alabanza y honra de Dios, existe una solu-ción que realmente funciona. Es un plan de origen

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divino, no humano, y nada se enseña con más cla-ridad en las santas Escrituras. A pesar de la sim-plicidad, claridad, efectividad y poder de esta so-lución, la mayoría está tan preocupada en confor-mar la vieja naturaleza, que pierden de vistaenteramente la solución de Dios para el problema,la única que verdaderamente obra. Así, muchoscontinúan adormeciendo la justicia y pecando to-davía, no teniendo para su vergüenza verdaderoconocimiento de Dios y, después de todo, con sufi-ciente asombro, reclaman ser los verdaderos yúnicos hijos de Dios.

Así parece que hay tres diferentes grupos de per-sonas en el llamado mundo Cristiano. Primero, es-tán los que niegan enteramente la posibilidad de nopecar más. El segundo grupo admite la posibilidadde una vida sin pecado, pero, al no conocer el cami-no de Dios para lograrlo, ofrecen un sistema de li-beración que no funciona. Finalmente están los queno sólo creen que el pecado puede ser separado deellos, sino que comprenden también la forma en lacual esta experiencia puede llegar a ser suya.

¿Entonces cuál es la solución divina en la cualno hay un hilo de invención humana? La manerade Dios es resolver el problema al remover la cau-sa de la dificultad. Así como un jardinero eliminael problema del espino en su jardín al arrancar elespino para reemplazarlo por un árbol bueno, asítambién el Señor propone erradicar el viejo hom-bre para instituir el nuevo hombre en su lugar.Entonces, así como por naturaleza ejecutamos las

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obras del mal, así ahora por naturaleza produci-mos los actos de justicia. Verdaderamente será “. .Que cuando le obedezcamos estaremos tan sóloejecutando nuestros propios impulsos” (El Desea-do de Todas las Gentes, pág. 621.

Ninguno puede servir a dos señores al mismotiempo. El individuo, o rinde un servicio obligatorioal viejo hombre, la descendencia de Satanás, o sir-ve al Señor con un corazón amante y voluntarioso,conforme a la nueva naturaleza dentro de él. Al mi-rar el fruto que produce su vida, sabrá de quién essiervo. Si no deja de cometer pecados conocidos, y nomanifiesta los dulces frutos del Espíritu, puede sa-ber que está todavía en la esclavitud del pecado. Porotra parte, si tiene una victoria positiva sobre todopecado conocido, de modo que las viejas disposicio-nes al mal no son más una parte suya, y se halla lle-no del espíritu de amor, gozo, paz y humildad, pue-de saber que ha pasado de muerte a vida, y en rea-lidad llega a ser un verdadero hijo de Dios.

El viejo hombre nunca puede ser enseñado oforzado a obedecer a Dios. Eso es tan imposiblecomo tratar de que un lobo guíe la vida de un cor-dero, o que un espino produzca uvas. Una vidacompletamente nueva tiene que ser instituida enlugar de la antigua, justamente como un árbolbueno tiene que ser plantado donde estaba el ár-bol malo, si se quiere obtener buenos frutos.

El pastor Waggoner establece esta verdad conclaridad: “Nunca hubo un tiempo en la vida de unhombre en que por sí mismo haya tenido poder

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para resistir la tentación. Nosotros no lo podemoshacer. Esto comprueba que para resistir total-mente al pecado debemos tener una vida diferen-te de nuestra vida natural. Esta debe ser una vidaque el pecado nunca tocó y nunca puede tocar”(Carta a los Romanos, pág. 9.10).

Hay solamente una vida tal, y esa es la vida deCristo. El que posee esa vida en sí mismo, tiene lavictoria, porque esa vida es la victoria. Cristo ofre-ce impartir esa vida a todo el que permita al Espí-ritu Santo implantarla dentro de él. Pero este mi-nisterio celestial no puede ser realizado en al-guien que no someta el viejo hombre a muerte. Dehecho, Cristo nunca puede compartir el corazóncon otro gobernante. El debe poseer completamen-te al creyente o nada. No hay otra forma en la cualpueda traer salvación al pecador.

Cuando se considera la necesidad de implantarla vida justa de Cristo dentro del creyente, la di-ferencia entre las acciones de pecado que son lospecados de la carne, y el amo de pecado, que es la“ley del pecado” en la carne, tiene que ser enten-dida. Lo primero es el fruto de lo último. El Señorofrece gratuitamente el perdón de los pecados queel individuo comete, pero ninguna cantidad deperdón solucionará el problema del viejo hombre.La única solución que tiene posibilidad de éxito esla que exige la erradicación del viejo hombre y sureemplazo por el nuevo. Para lograr esto, la per-sona necesitada debe entender el problema, debesaber y creer lo que el Señor ha prometido hacer

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para resolverlo, y debe enterarse de lo que a suturno tiene que hacer para experimentar las pro-visiones divinas.

El problema, como ya se ha notado, es la pre-sencia permanente del viejo hombre.

Dios ha prometido y está muy ansioso de erra-dicar este problema a través del ejercicio de su po-der divino. Después de que esto se haya completa-do, Él implantará en el corazón la simiente divinade Cristo, y es la obra de sólo un instante.

Por su parte, el creyente debe confesar la causareal de su problema que no son los actos reales depecado, sino la presencia en él de un poder despó-tico –el viejo hombre, la descendencia de Satanás,el amo de pecado. Tiene que dar este problema alSeñor, creyendo que lo quitará y lo reemplazarácon su propia vida divina. Entonces puede gozarde ser hijo de Dios y tener compañerismo con la fa-milia divina.

Solamente los que piden con fe recibirán per-dón por sus pecados. Así también, solamente losque solicitan liberación específica del viejo hom-bre, obtendrán el don. Con infortunio, la mayoríafija tanto su atención en los pecados obvios de lacarne, que pasa por alto el mal oculto en el inte-rior, que es la causa real de sus problemas. Estoes exactamente lo que desea Satanás, porquesabe que el esfuerzo por limpiar pecados aisladosnunca hace a un hombre justo. Sólo cuando laraíz del problema se ha eliminado, la victoriaserá obtenida.

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Naturalmente, el viejo hombre nunca saldráde esta posición por su propia voluntad. Tieneque ser desalojado. Pero es un simple hecho queningún poder que no tenga disposición para ad-judicar puede ser destronado por un poder másdébil que él. ¿Entonces cuál es ese poder grandio-so por el cual esta erradicación puede ser reali-zada? Ciertamente no es el poder humano. Todauna vida de servidumbre a ese amo de pecadocomprueba que usted no es el poder más grandepor el cual el mal puede ser reducido en su posi-ción de autoridad. La liberación tiene que ser re-alizada por un poder fuera del agente humano.Usted no puede hacerlo y no hay sentido en in-tentarlo. La victoria llega, no intentando, sinomuriendo.

Sólo hay un poder en existencia que es másgrande que el poder del pecado, y es infinitamen-te más poderoso. Ese es el poder de Dios disponi-ble a nosotros en el Evangelio de Cristo Jesús; elomnipotente poder de Dios para salvar del peca-do. Cuando este poder entra en la vida, es tan po-deroso sobre el pecado, que éste no tiene la capa-cidad para resistir y permanecer. Tiene que ren-dirse y salir.

La mayoría vacila en ir a Dios para recibir libe-ración del pecado, porque piensan que no los quie-re bendecir, pero el hecho real es que Dios deseaintensamente traerles este don de vida. Dios sedecepciona cuando los hombres lo dejan esperan-do. Todos deben repudiar su indecisión de ir al

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Salvador con anhelo y prontitud. ¡Con cuánto re-gocijo se llenaría entonces el corazón del Padre!Mientras el Señor demora las respuestas de algu-nas oraciones, dará siempre respuesta instantá-nea a la verdadera súplica por la liberación del po-der permanente del amo de pecado.

“Pues la voluntad de Dios es vuestra santifica-ción” (1 Tesalonicenses 4:3).

“En algunos casos de curación, Jesús no conce-dió inmediatamente la bendición pedida. Pero enel caso del leproso, apenas hecha la súplica fue con-cedida. Cuando pedimos bendiciones terrenales,tal vez la respuesta a nuestra oración sea dilata-da, o Dios nos dé algo diferente de lo que pedimos,pero no sucede así cuando pedimos liberación delpecado. Él quiere limpiarnos del pecado, hacernoshijos suyos y habilitarnos para vivir una vida san-ta” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 231, 232).

Así está escrito que el Señor promete hacerpronto lo que desea, y tiene el poder para hacerlo.Nuestra parte es aceptar en absoluto las prome-sas, exactamente como se expresan, y aprovecharla bendición ofrecida.

El Señor anhela tanto que entandamos estosprincipios y vayamos a Él para ser salvos, que harevelado el camino por medio de varias ilustracio-nes. Una de ellas es el matrimonio. Esto se pre-senta en lo siguiente:

“Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con losque conocen la ley), que la ley se enseñorea delhombre entre tanto que éste vive?

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“Porque la mujer casada está sujeta por la leyal marido mientras éste vive: pero si el maridomuere, ella queda libre de la ley del marido.

“Así que, si en vida del marido se uniere a otrovarón, será llamada adúltera; pero si su maridomuriere, es libre de esa ley, de tal manera que sise uniere a otro marido, no será adúltera.

“Así también vosotros, hermanos míos, habéismuerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo,para que seáis de otro, del que resucitó de losmuertos, a fin de que llevemos fruto para Dios”(Romanos 7:1-4).

En estos versículos se hace claro que hay dos es-posos; el segundo de los cuales es el que resucitóde los muertos, Cristo, el resucitado. Si Cristo esel segundo, Satanás es el primero. La descenden-cia del nuevo esposo se llama en las Escrituras, “elnuevo hombre”, mientras que el hijo del primer es-poso se llama “el viejo hombre”.

Si hay un punto sobre todo otro enfatizado enlos versículos, es que ninguno puede tener dos es-posos y su descendencia al mismo tiempo. Sólohasta cuando el primer esposo se haya eliminado,puede haber un matrimonio con el segundo.

El que suplica y busca salvación no está en laposición de una persona soltera quien sólo tieneque responder al galanteo de Cristo y entrar enuna relación matrimonial con Él. Más bien está enla posición de una persona ya casada, y esto signi-fica que si otra unión debe ser formada, tiene quedisolverse el matrimonio existente.

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Hay predicadores hoy que reconocen la natura-leza mala del antiguo esposo. Ellos describen co-rrectamente su iniquidad, crueldad, impureza yotras variadas características malas. Señalan quesu descendencia: el odio, la malicia, la crueldad yotros más, no deben tener lugar en la experienciacristiana. Entonces dirigen la atención a la belleza,poder, justicia, perfección y santidad del esposo di-vino, Cristo Jesús, y urgen a sus oyentes para queinviten a Cristo a morar dentro de sus corazones.Aseguran a los oyentes congregados que el Salva-dor es capaz de tomar el mando de la situación yprevenir la manifestación de males internos, perono mencionan la necesidad de ser primeramente li-berados del antiguo matrimonio. Al contrario, afir-man que la presencia mala del viejo hombre tieneque permanecer en nosotros hasta la mañana de laresurrección. Un escritor describe está clase devida en un libro titulado, “Viviendo con un Tigre”.

Los que siguen este consejo se asombran porqueno experimentan la prometida liberación, aunquela razón debe ser suficiente clara. Cristo es justoy honorable. Por consiguiente, no puede entrar enuna relación de adulterio. Puede ocupar la posi-ción desocupada por el esposo saliente, pero nopuede compartir con el que la posee. Además, noadoptará la descendencia del diablo y, al usar supoder omnipotente, la trae bajo sujeción. Dios noestá interesado en una obediencia forzada. Sabeque el odio bajo control no es amor, así como unlobo enjaulado no es un cordero.

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Los que omiten la muerte del viejo hombre yafirman que nosotros tenemos que vivir con su na-turaleza en nosotros hasta que Cristo regrese, es-tán predicando el adulterio espiritual y son clara-mente llamados ministros de iniquidad. Su finserá de acuerdo a sus obras, cuando afronten la te-rrible retribución que viene sobre los que hanguiado almas a la perdición.

Es debido a que Satanás es un esposo infiel y unhomicida condenado, que Cristo tiene el derecho adesalojarlo de su posición como esposo de nuestrahumanidad y padre de la mala naturaleza inter-na. En la cruz del Calvario, Jesús ganó la batallasobre el enemigo, para que ahora tenga el perfec-to derecho a reclamarnos como su propiedad.

El cristiano no debe mirar a Satanás como unenemigo para ser vencido, sino uno que ya ha sidovencido. La victoria ganada por el poderoso Salva-dor ha de ser aceptada por el creyente como undon. Pablo entendió esto cuando escribió: “Masgracias sean dadas a Dios, que nos da la victoriapor medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corin-tios 15:57).

“Porque la paga del pecado es muerte, mas ladádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Se-ñor nuestro” (Romanos 6:23).

Por esta razón, ningún cristiano sale a conse-guir la victoria sobre Satanás. Si lo hace, nunca lahallará, sino que sufrirá la miserable derrota. Elverdadero cristiano primero obtiene la victoria, yluego sale a encontrarse con el enemigo ya venci-

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do. Mientras viva en esa victoria, no hay posibili-dad de que pueda ser destruido.

Para actuar a este nivel victorioso y de éxito, sehace viviendo por fe y solamente por fe, como estáescrito: “. . . mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38).

Es digno de notar que el Evangelio no es el po-der de Dios para todos, sino “. . . a todo aquel quecree . . .” (Romanos 1:16). Para los que no creen, essólo una teoría, un argumento o un dogma en locual no hay poder salvador en absoluto. Por con-siguiente, todos los que hallarán salvación ten-drán que saber cómo creer y cómo ejercitarse enesa fe.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porquees necesario que el que se acerca a Dios crea quele hay, y que es galardonador de los que le buscan”(Hebreos 11:6).

La fe viviente y efectiva debe ser poseída y ejer-cida por todos los que tendrán un lugar en el pa-raíso, pero la pregunta es: ¿Cómo puede uno obte-ner esta clase de fe? Ciertamente no es algo natu-ral en el corazón humano, porque debe seradquirida, cultivada y fortalecida. Muchos quefueron a Jesús para recibir el toque de su poder sa-nador partieron sin ayuda porque no poseían la fereal. Otros que se acercaron con una fe pequeña,tal como el hombre de Capernaúm cuyo hijo esta-ba por morir, lograron una visión tal del poder enCristo, que la fe brotó y fueron habilitados paraasirse de la bendición prometida.

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Existe una forma en la cual la fe puede venir,y esa es por medio de la Palabra de Dios. “Así quela fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”(Romanos 10:17).

La verdadera fe no es un sentimiento ni está ba-sada sobre sentimientos. Ella está construida so-bre la invariable palabra de Dios. Por esta razón,el primer paso en la construcción del edificio de lafe es llegar a ser familiares con las maravillosaspromesas de Dios. Estas tienen que ser halladas,estudiadas y ser una parte viviente de la experien-cia del individuo. Tiene que dedicarse tiempo a es-tas declaraciones divinas, hasta que sean absorbi-das en el mismo ser, y el creyente llegue a ser cons-ciente del gran poder que hay en ellas.

Todos deben tener cuidado de no construir su feúnicamente en el testimonio de otro, porque estano es la base de la experiencia viva. Una vez se meacercó un hombre que argumentaba que las pro-mesas de Dios eran maravillosas, pero que erandemasiadas buenas para ser ciertas. Sin embargoestaba deseando creer en ellas, con tal de que yopudiera mencionar una persona que se hallara vi-viendo una vida perfecta, una persona en quienestas promesas se estuvieran cumpliendo.

Semejante a los fariseos de antaño, quienes pi-dieron a Jesús una señal como base para su acep-tación, así este individuo estaba haciendo lo mis-mo. Si en ese tiempo Cristo hubiera provisto la se-ñal solicitada, no habrían creído, ni lo habríahecho este hombre tampoco.

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Se le indicó que su fe no dependía de los éxitosde otros en la aplicación de las promesas de Dios.Si era la única persona sobre la tierra que creía enla palabra de Dios, sería salva por el poder del Al-tísimo en esa palabra. Por otra parte, si tenía queesperar hasta que alguien comprobara las prome-sas antes de poder creer en ellas y ser bendecidopor ellas, entonces moriría esperando si esa otrapersona no podía ser hallada.

La forma en que la fe debe ser obtenida y ejer-cida se ilustra en las Escrituras a través del mi-nisterio de Cristo. No hay otro ejemplo mejor quela curación del hombre del estanque de Betesda.La historia se registra en Juan 5:1-9.

En Jerusalén había un estanque acerca delcual se había formado una leyenda durante mu-chos años. Simplemente el pueblo creía la menti-ra que siempre que el agua se agitara, la prime-ra persona enferma lanzada al agua sería sana detoda enfermedad que le causara aflicción. Por supuesto, ninguna persona realmente enferma erasiempre la primera en ser metida en el estanque,porque los que estaban sufriendo sólo enfermeda-des imaginarias, estarían siempre por delante delos demás. Obviamente, la idea nunca hallaba sufuente en Dios, porque no es la forma de Dios otor-gar su poder sanador al más idóneo y menos ne-cesitado en perjuicio de todo el resto. Además esla fe en su poder lo que trae restauración, no lashazañas físicas por las que uno puede dejar atrása todos los demás.

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Cerca del estanque se hallaba tendido un hom-bre impotente que había estado enfermo durantetreinta y ocho años. Con la ayuda de amigos debuenas intenciones, varias veces intentó obtenersanidad al ser el primero en entrar en el agua,pero alguien lo anticipaba siempre.

La condición física de este hombre es una répli-ca exacta de la condición espiritual del pecador. Elhombre tenía un cuerpo designado por Dios parallevar a cabo las funciones diarias de la vida nor-mal, y en su mente esto era justamente lo que éldeseaba hacer. El no quería permanecer allí ten-dido sin ayuda e inservible día tras día. Deseabatrabajar, construir, sembrar, recoger, y efectuartodo lo que la vida le ofrecía, pero no podía hacernada de estas cosas, porque dentro de él residía unamo que gobernaba su cuerpo contra los deseos desu mente.

Así es con la persona en quien habita el viejohombre –el amo de pecado. Todos nosotros tene-mos el instrumento corporal designado para eje-cutar las obras de justicia y, en nuestra mente, esoes justamente lo que deseamos hacer. Deseamosser amables, bondadosos, misericordiosos, pacífi-cos y santos, pero a pesar de nuestras mejores in-tenciones, nos encontramos haciendo las mismascosas que no queremos hacer. Cuando leemos enRomanos 7:14-25, nos hallamos leyendo una des-cripción exacta de nuestra experiencia. Las cosasque deseamos hacer no las hacemos, mientras quelas mismas cosas que aborrecemos son las que

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continuamos haciendo día tras día. El problemaconsiste en el hecho de que estamos tan domina-dos por el amo de pecado en nosotros, como lo es-taba el hombre impotente gobernado por la enfer-medad dentro de él.

Año tras año este hombre había tratado de ob-tener liberación a través de ciertos procederes, esdecir, el ser lanzando en el estanque, pero nuncafuncionó. Después de los treinta y ocho años quellevaba allí, se hallaba más enfermo y débil que alcomienzo de este período. Finalmente, el tiempollegó cuando abandonó toda esperanza de ser res-taurado por estos procederes.

De igual manera, los individuos buscan duran-te muchos años obtener liberación al luchar peno-samente para hacer lo que la ley demanda. En lu-gar de llevar al Señor su vieja naturaleza para quela quite y la reemplace, tratan de controlar y dis-ciplinar el mal dentro de ellos. Eventualmente,pierden toda confianza en la obtención de la victo-ria a través de formas equivocadas. Es cuando sehaya eliminado toda suficiencia propia, que el Sal-vador puede venir a ellos para ofrecerles el cami-no de liberación.

Fue cuando el hombre de Betesda había perdi-do toda confianza en el sistema supuesto de libe-ración con el que por mucho tiempo había inten-tado, que el Señor vino a él, no antes. Al llegarante su presencia, el Sanador le preguntó si legustaría ser curado. El hombre imaginó que Cris-to se ofrecía para bajarlo al agua en el siguiente

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momento que fuera agitada, y se apresuró en ase-gurar al Maestro que no tenía sentido hacer esto,porque estaba completamente persuadido de queel esfuerzo era inútil. Esta era precisamente laconfesión que Cristo quería oír, y al escucharla,inmediatamente le ordenó al hombre que tomarasu lecho y andara.

El hombre no había usado sus miembros duran-te muchos años y pudo fácilmente haber saludadolas palabras de Cristo con desdén. Pudo haberlasrechazado como imposible, como muchos lo hacencuando leen el simple mandamiento: “Velad debi-damente, y no pequéis”. Entonces habría respon-dido de la siguiente manera:

“¡Ah, Señor! ¡He oído acerca de ti! ¡Tú eres elpoderoso Sanador! Tú le das vista al ciego, vidaal muerto, salud al leproso y fortaleza a los queson lisiados e inútiles como yo. Sé que tienes elpoder para curarme y que así lo harás. Con feli-cidad anticipada estoy esperando aquí, hasta quepueda sentir la oleada de tu poder sanador entodo mi cuerpo, y entonces obedeceré alegremen-te tu orden”.

Pero el Salvador no le dijo al hombre: “Yo voy asanarte. Pronto vas a sentir la vida y la fuerza flu-yendo por tu cuerpo y, cuando lo sientas, ponte depie y anda”.

Estas no fueron sus instrucciones. Simplemen-te le dijo al hombre enfermo: “Levántate, toma tulecho, y anda”. No le pertenecía al hombre pregun-tar si podía ser hecho o no, porque esa no era su

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responsabilidad. Todos los mandatos de Dios sonsus habilitaciones, y a nadie se le exige que hagalo imposible. Tan ciertamente como Cristo le orde-nó al hombre levantarse y andar, así le garantizóel poder para hacerlo. Así también, cuando nosexige no pecar más, en ese mismo mandato está lapromesa de que puede ser hecho.

Fue afortunado para el hombre impotente quesin dudar creyera en las palabras de Cristo, y ac-tuara en conformidad. En el instante que ordenóa sus desgastados músculos soportar su peso, Diosenvió una corriente de poder sanador en todo sucuerpo y fue curado. El enfermo saltó sobre suspies. La enfermedad fue desterrada de su sistema,y la vitalidad, salud y fuerza tomaron su lugar. Élentonces caminó por el poder que había en él.

“Tú también eres pecador. No puedes expiartus pecados pasados ni puedes cambiar tu cora-zón y hacerte santo. Más Dios promete hacertodo esto por ti mediante Cristo” (El Camino aCristo, págs. 93. 94).

Todos saben que los seres humanos no puedenexpiar sus pecados pasados, no pueden hacerseseres santos, aunque muchas personas intentanhacerlo con sacrificio. Los que lo hacen son los quepiensan que no pueden ir a Dios, a menos queellos mismos se hagan primero presentables. Sinembargo, la gran mayoría simplemente conside-ra imposible la idea que alguien en esta tierrapueda ser santo. Pero el Señor promete hacerlosanto. Si es así, entonces usted debe creerlo. Tan

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ciertamente como lo haga, habrá dado un pasoagigantado hacia el logro.

“Crees en esa promesa; confiesas tus pecados yte entregas a Dios; quieres servirle. Tan cierta-mente como haces esto, Dios cumplirá su palabracontigo. Si crees la promesa –si crees que estásperdonado y limpiado — Dios convierte su prome-sa en una realidad: tú eres sanado, lo mismo queel paralítico, al que Cristo dio potencia para andarcuando el hombre creyó que había sido sanado. Asíes si así lo crees.

“No aguardes hasta sentir que estás sano, sinodi: Lo creo; así es, no porque lo sienta, sino porqueDios lo ha prometido”. (Ibid.).

Cuando se hace la confesión exigida por el Cie-lo, es vital que el necesitado no se limite a confe-sar sólo lo que ha hecho. Es más importante queconfiese lo que él es. Uno no consigue la liberacióndel odio, orgullo y mal temperamento, cosa porcosa. Estas son manifestaciones del viejo hombre,y es solamente cuando éste se erradica, que los pe-cados salen con él.

El poner la voluntad en la obediencia a Dios, re-quiere que el creyente salga a cumplir los manda-mientos de Dios sin ninguna preocupación acercade la posibilidad de si puede cumplirlos. Si el Se-ñor le ordena que lo haga, entonces procederá de-jando el problema del cumplimiento enteramentecon el Todopoderoso. Cuando el creyente aprendaa caminar por fe en este camino, le será asegura-da la continua victoria.

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Algunos objetan estas bellas y salvadoras ver-dades en base a que esto haría a una persona tansuficiente, que no necesitaría más del Salvador.Este argumento es tan absurdo como expresar quedespués que una mujer se casa no necesita más desu marido. La dependencia del cristiano de Dioses tan total, una vez se ha liberado del amo de pe-cado, como era en su deseo de ser libre.

Sin Cristo, el hombre nada puede hacer. Unaconexión debe mantenerse constantemente conDios, porque sin una inalterable infusión de poderdiaria, el alma se debilitará y morirá.

En el punto donde el viejo hombre se erradica yun nuevo hombre toma su lugar, no se alcanza la ple-na madurez cristiana, porque el creyente no es másque un bebé recién nacido en el mensaje, y tiene mu-cho que hacer todavía para crecer. Él ha entrado enla familia de Dios y en la escuela de Cristo.

Como miembro de la familia, él es provisto detodo lo necesario para alimentar y sostener la nue-va vida, aunque permanece la responsabilidad dealimentarse de los nutrientes que Cristo hace dis-ponibles. Cada día debe comenzar con un períodode estrecha comunión con los poderes divinos,para que la vida sea cargada de vitalidad, lucidezy percepción, para discernir las tentaciones delenemigo, y se fortalezca para resistirlas.

Como estudiante en la escuela de Cristo, co-mienza el proceso de aprender los engaños de Sa-tanás y conocer la mente de Cristo. Esta obra nose realiza en un momento. Requiere lo que resta

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de toda nuestra vida para completarse. Para mu-chos serán las luchas cuando las antiguas ideas yteorías batallen por el dominio, pero si el estu-diante aprende a desconfiar en lo que ha aprendi-do en el pasado y abre su corazón a las dulces in-fluencias de los maestros celestiales, hará mejoresprogresos en la vida cristiana.

Por supuesto, Satanás no renunciará. Mientrasnos perdió por causa de Cristo, contenderá en cadatramo del camino y actuará arduamente para in-troducir dudas en la mente. Si puede instarnos adudar de las claras y confiables promesas de Dios,ciertamente motivará una vez más nuestra caídaen el pecado. Si esto llega a suceder, no todo seráperdido. El Señor está listo para perdonar y paralimpiar en respuesta a la oración de fe. Él trataráel incidente no como una base de condenación,sino como una lección que contiene instrucción,por la cual la tentación puede ser afrontada conéxito en la próxima ocasión que Satanás la utilicecontra nosotros.

Mientras hay mucho más que puede ser dichosobre este maravilloso tema, se ha considerado losuficiente aquí para demostrar que el Señor ha he-cho provisión abundante para todo el que desea ve-lar debidamente y no pecar. Es tiempo de sacudirel letargo y la incredulidad que priva a muchos devivir la vida que Dios planeó para la persona libre.

“Todo aquel que permanece en él, no peca; todoaquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”(1 Juan 3:6).

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“Cuando conozcamos a Dios como es nuestroprivilegio conocerle, nuestra vida será una vida decontinua obediencia” (El Deseado de Todas lasGentes, pág. 621).

En el día final de cuentas, muchos que pensa-ban que conocían a Dios y se consideraban ser susverdaderos hijos, serán amarga y eternamentechasqueados, como está escrito:

“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombreechamos fuera demonios, y en tu nombre hicimosmuchos milagros?

“Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apar-taos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22, 23).

Hacer la voluntad de Dios es dejar de pecar. Elpoder y las provisiones de Dios son tan amplias,que no hay excusa para pecar. “Un temperamen-to santo, una vida semejante a la de Cristo, es ac-cesible para todo hijo de Dios arrepentido y cre-yente” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 278).

Pronto, y nadie sabe cuán pronto, comenzaráel juicio final para probar las obras de cada hom-bre y ver si son verdaderamente justas. Cuandoese tiempo llegue, la oportunidad de uno aprove-charse del remedio divinamente formulado, sehabrá ido, para nunca volver. Por esta razón,ahora, antes de que sea demasiado tarde, estima-do profeso hijo del Dios de justicia, velad debida-mente, y no pequéis.

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Para un estudio adicional recomendamos los libros siguientes:

Los Vivos y los Muertos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightConfesión Aceptable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightJusticia Viviente y el Sábado de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightLos 144.000 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightLos Tres Templos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightLa Venida de Cristo Demorada — ¿Por Qué?. . . . . . . . . . . . F.T. WrightLa Iglesia de Dios no Es Babilonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightAfrontando el Juicio — ¿Estas Listo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightYo Pienso Como un Hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightJustificado — por Fe!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightVed Aquí al Dios Vuestro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightReposo del Sábado de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightSalvación del Niño. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightReavivamiento y Reforma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightLos Siete Angeles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightDe la Esclavitud a la Libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. Wright

El camino Consagrado a la Perfección Cristiana . . . . . . . . . A.T. JonesIndividualidad en Religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A.T. Jones

Carta a los Romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . E.J. Waggoner

Estos libros están también disponibles en otras lenguas:inglés, alemán, francés, portugués y rumano.

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Awake to Righteousness, Spanish Edition