VAZQUEZ SANCHEZ - El marxismo en América latina

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    1. CONFERENCIAS

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    EL MARXISMO EN AMRICA LATINAAdolfo Snchez Vzquez

    LA AMPLITUD del trmino "marxismo" nos obliga a fijar, desde elprimer momento^ las coordenadas en que habremos de movernos.Primera: la de atenernos a una situacin de hecho: la diversidadde corrientes marxistas en Amrica Latina. Segunda: la de considerar marxistas a todas las corrientes que se remiten a Marx, independientemente de como hayan sido rotuladas: socialdemocra-cia, leninismo, maosmo, castrismo-guevarismo, reformismo o fo-quismo. Por marxismo en Amrica Latina entenderemos, pues, lateora y la prctica que se ha elaborado en ella tratando de revisar, aplicar, desarrollar o enriquecer el marxismo clsico.Puesto que todo marxismo se remite a Marx, cabe empezarpreguntndonos: cul es el Marx que l lega a Amrica Latina?Es el Marx de los textos que primeramente circulan en el continente, el del Manifiesto comunista, primer tomo de El capital yPrlogo a la Contribucin a la crtica de la economa poltica,textos ledos desde la dcada del 80 del siglo pasado, con clavesocialdemcrata y, desde los aos veintes del presente siglo con laclave leninista de la III Internacional. Este Marx proporcionauna concepcin de la historia, y del lugar que en ella ocupantanto los pases modernos, capitalistas, como los "atrasados". Losparmetros de dicha concepcin son los siguientes:1) existe una historia universal desde que la burguesa ha creado un mercado mundial ; 2) este desarrollo histrico universal,vinculado a la expansin mundial capitalista, t iene un carcterprogresivo no slo por el inmenso incremento de las fuerzas productivas sino tambin porque crea las bases materiales de unasociedad superior y con ellas hace emerger al proletariado comosepulturero del capitalismo; 3) el desarrollo progresivo del capi-

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    t a l i smo desemboca inev i tab lemente en la su jec in de los pueblosno occ iden t a l e s , co lon i zados , cuya i nco rpo rac in a l p rog re so h i s t r i co depende r , en de f in i t i va , de l p roceso de expans in cap i t a l i s ta ; 4) aunque e l c ap i t a l i smo p repa ra l a s cond ic iones ma te r i a l e spara e l soc ia l i smo, s te s lo l l egar como resu l tado de la acc inde l p ro l e t a r i ado , conve r t i do en su j e to cen t r a l y exc lu s ivo de l c amb io r evo luc iona r io ; y 5) l a emancipac in de los pueblos so juzgadoss lo vend r po r t an to de l a a cc in de l p ro l e t a r i ado de l a s met rpo l i s , como e j e de l a r evo luc in mund ia l .Aunque e s t e pa r ad igma lo ap l i c a Marx sob re t odo a l o s pueb losde O r i e n t e , se ex t i end e t am b in a Am r i ca La t ina , au nq ue e s tecon t inen t e ap en as si h a s ido ob j e to de l a a t enc in de M ar x . E n t r elos escasos tex tos de Marx y Enge ls sobre Amr ica La t ina es t e la r t cu lo de Enge ls , de 1847 , con mot ivo de la guer ra de conquis taque l o s Es t ados Un idos l i b r an con t r a Mx ico . En l s e d i ce :" C o n s t i t u y e u n p r o g r e s o t a m b i n q u e e n u n p a s o c u p a d o h a s t ae l p r e sen t e de s m i smo , de sga r r ado po r pe rpe tua s gue r r a s c iv i l e se imped ido de t odo desa r ro l l o , un pa s que en e l me jo r de l o sca sos e s t aba a pun to de cae r en e l va sa l l a j e i ndus t r i a l de Ing l a t e r r a , que un pa s s eme jan t e s ea l anzado po r l a v io l enc i a a l mov imien to h i s t r ico . En in te rs de su prop io desar ro l lo Mxico es t a r en e l f u tu ro ba jo l a t u t e l a de l o s Es t ados Un idos" . Af i rmac iones ms e l abo radas de e s t e gne ro s e encuen t r an po r e sosmismos aos en los esc r i tos de Marx sobre la co lon izac in br i t n i ca en l a I nd i a . Su ca r ac t e r s t i c a fun dam en ta l e s cons ide ra r l adominac in de l c ap i t a l i smo ing l s como ob j e t i vamen te p rog re s i s t a , aunque r econoc i endo l a e l evada cuo t a de exp lo t ac in y su f r imien to que s ign i f i c aba pa ra l a s masas popu la r e s .P e r o v o l v i e n d o a A m r i c a L a t i n a t e n e m o s t a m b i n e l a r t c u l ode Marx sob re Bo l va r en e l que acumula l o s ep t e to s ms ne ga t i vos con t r a e l L ibe r t ado r . Marx a s imi l a a Bo l va r a l f enmenode l bonapa r t i smo , pe ro a l hace r lo su en foque eu rocn t r i co l e haceperder de v i s ta l a espec i f ic idad de las soc iedades la t inoamer icanas .Mien t r a s que en l a exp l i cac in de l bonapa r t i smo f r ancs , Marx enconco rdanc i a con sus p r inc ip io s me todo lg i cos busca l a c l ave de lsu rg imien to de un i nd iv iduo como Bonapa r t e en c i e r t a co r r e l ac inde las f racc iones de la c lase dominante , aqu l a exp l icac in de lf enmeno Bo l va r l a busca en c i e r t a i ncapac idad comn a " todossus compa t r i o t a s " . Su eu rocen t r i smo l e l l eva a s a me l l a r e l a rmame todo lg i ca que l m i smo hab a c r eado y u t i l i z ado a l e s tud i a re l b o n a p a r t i s m o o r i g i n a r i o .12

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    wmmm 'Ahora bien, la experiencia histrica del desarrollo desigual delcapitalismo, que arroja riquezas sobre las metrpolis y miseriasobre las colonias, as como la experiencia poltica de las luchasnacionales y de clases en Irlanda, llevan a Marx y a Engels aelaborar un nuevo paradigma sobre las relaciones entre metrpolis y colonias o entre pueblos "civilizados" y "atrasados". En elviraje terico que da Marx con sus escritos sobre Irlanda, el desarrollo capitalista occidental no slo se presenta en sus aspectospositivos sino tambin negativos. Sus efectos contradictorios explican las posiciones reformistas de los obreros ingleses y las revolucionarias de los trabajadores de Irlanda. El sujeto revolucionarioya no es central o exclusivamente la clase obrera sino toda lamasa explotada y oprimida irlandesa, de la que son parte funda

    mental los campesinos. Por ltimo, el centro de la revolucin pasadel pas capitalista desarrollado al pas "atrasado" y la revolucinen ste como revolucin de independencia adopta una formano slo social sino nacional.Pero admitido este nuevo paradigma, se plantea a Marx lacuestin se la plantean a l los populistas rusos de si unpas "atrasado", aunque no colonial, e insuficientemente desarrollado desde el punto de vista capitalista, puede ascender a la

    forma superior de sociedad, comunista, sin pasar por el capitalism o, o si por el contrario habr de recorrer necesariamente elcam ino capitalista. Y a en 1877, en "C ar ta a la redaccin deOtilche slvienni zapiski ("Anales de la patria") y saliendo alpaso de un crtico ruso de El capital, Marx escribe: "A todo trance quiere convertir mi esbozo histrico sobre los orgenes del capitalismo en Europa Occidental en una teora filosfico-histrcasobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmentetodos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias histricas que en ellos concurran, para plasmarse por fin en aquellaformacin econmica que, a la par que el mayor impulso de lasfuerzas productivas, del trabajo social, asegura el desarrollo delhombre en todos y cada uno de los aspectos. (Esto es hacermedemasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio)".La respuesta de Marx a la cuestin que le plantea Vera Zsu-lich y que tanto inquieta a los populistas rusos sobre si la Rusiazarista, con predominio de la comuna rural en el campo, habrde pasar necesariamente por el capitalismo, consiste en afirmar queuna serie de circunstancias histricas hacen posible en Rusiaque la comuna rural pueda convertirse en "un elemento regene-

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    rador de la sociedad rusa' y convert irse "en punto de part ida delsistema econmico al que tiende la sociedad moderna". Y todoello "sin pasar por el rgimen capitalista". Pero se trata de unaposibilidad que para realizarse requiere ante todo una condicinque Marx seala claramente: una revolucin rusa.Tal es la posicin que Marx asume en los textos suyos antescitados y que los marxistas de Amrica Latina ignoraran al llegarel marxismo a este continente e iniciar aqu su itinerario. Habra,pues, un Marx ausente que correspondera al de sus escritos sobreIrlanda y la comuna rural rusa. Los parmetros de su concepcinde la historia y de la revolucin, diferentes de los anteriores, seranlos siguientes: 1) la historia universal se constituye no slo conlos "pueblos histricos", occidentales, sino tambin con los pueblosoprimidos, "sin historia"; 2) el desarrollo histrico capitalista deEuropa Occidental no se da inevitablemente en todos los pases;3) sus efectos n egativos p a ra los pueb los sojuzgados pon en encuestin su carcter progresista; 4) el centro de la revolucin no sehalla exclusivamente en Occidente sino que, en determinadas condiciones histricas, se halla fuera; 5) la emancipacin de los pases colonizados o dependientes sera llevada a cabo no por elproletariado de las metrpolis sino por las masas oprimidas de esospases; y 6) en las condiciones de "atraso", o de sojuzgamiento porlas metrpolis, la liberacin social se halla indisolublemente unida a la l iberacin nacional . Este paradigma marxiano, ignoradoal comenzar a difundirse el marxismo en Amrica Latina, tendrque esperar algunos decenios para abrirse paso entre los propiosmarxistas del continente.El primer marxismo de Amrica Latina es el que llega de Europa a travs de ncleos de trabajadores europeos inmigrados ytrasplantado mimticamente, como haba sucedido con otras ideo

    logas polticas europeas como la del liberalismo. Pero el socialismo no era en tierras latinoamericanas una novedad que llegaracon el marxismo. Desde mediados del siglo xix exista ya unsocialismo no marxista, masinico o utpico tanto en el terreno delas ideas como en el de la accin. El socialismo marxista naceorgnicamente con la fundacin del Partido Socialista Argentino en 1895, que es tambin el ao en que se publica en Madrid laprimera traduccin al espaol de El capital, realizada precisamente por Juan B. Justo, fundador de dicho partido. Este socialismomarxista no slo tiene que hacer frente al Estado y las clases dominantes, sino tambin al anarquismo introducido por trabajado-14

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    res inmigrantes europeos, particularmente italianos y espaoles. Larivalidad entre socialistas reformistas y anarquistas se extiendedesde finales del siglo pasado hasta comienzos de la dcada del 20,epecialmente en Amrica del Sur. Pero tambin en Mxico llega gozar de cierta influencia en las primeras dcadas del siglo,asociado sobre todo al nombre de Ricardo Flores Magn y a superidico Regeneracin (1900-1918).El marxismo que llega a Amrica Latina y que hacen suyo lospartidos sociales fundados es el de la versin dominante en laseccin ms relevante de la Internacional Socialista: el PartidoSocialdemcrata Alemn. Este marxismo socialdemcrata lleva acabo una revisin fundamental en sentido reformista de lastesis bsicas de Marx. Y con respecto a los pases coloniados odependientes, la Internacional Socialista se apoya en los textosms eurocentristas de Marx y Engels, con base en ellos ve su destino sujeto a la lgica implacable de la expansin capitalista quelos condena a sacrificarse ante el progreso histrico encarnado porlas metrpolis occidentales. En cuanto a Amrica Latina, la IIInternacional no poda tener, por tanto, una poltica que reivindicara la lucha nacional de sus pueblos contra el imperialismo. Lasposiciones de Juan B. Justo en su Teora y prctica de la historia(1909) son un eco del marxismo reformista, evolucionista de lasocialdemocracia alemana y, a la vez, un calco del eurocentrismomencionado.Pero en los aos de difusin del marxismo de la II Internacional , surge tambin una orientacin opuesta, como la que defiende Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Socialistade Chile. Ahora bien, de modo semejante a como la izquierdaradical europea, representada por Rosa Luxemburgo, se oponaen nombre de un verdadero internacionalismo a la lucha por la

    autodeterminacin nacional, el antirreformismo de Recabarren nosignifica una reivindicacin del elemento nacional. Por ello veen la conmemoracin del Da de la Independencia una celebracin burguesa a la que el pueblo chileno no debe sumarse.Vemos, pues, que el marxismo que llega a Amrica Latina, definales del siglo pasado a comienzos de la dcada del 20, es un calcodel que impone la socialdemocracia alemana en la II Internacional. De l est ausente una cuestin fundamental con la que tendr que bregar el marxismo, terica y prcticamente, en el continente: la lucha antiinmperialista de los pueblos latinoamericanospor Su autonoma y verdadera liberacin nacional.15

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    Un acontecimiento histrico lejano la Revolucin Rusa de1917- deja una profunda huella en la recepcin del marxismoen Amrica Latina. De esta revolucin derivara el intento dedirigir las fuerzas revolucionarias a escala mundial conforme a lateora, la estrategia y la organizacin bolcheviques que habantriunfado en Rusia. Tal sera la razn de ser de la fundacin de laInternacional Comunista en 1919. En la difusin y aplicacin delmarxismo, la IG significaba una ruptura radical con la II Internacional. Desde los aos veintes fueron constituyndose en AmricaLatina diferentes partidos comunistas como secciones nacionalesde la IC. La Internacional Comunista se propona transformar revolucionariamente la sociedad de cada pas como parte de unproyecto comn de revolucin mundial . Dentro de este marcomundial situaba tambin a las sociedades "atrasadas". De estemodo, a los pueblos que para la visin circulante del marxismoclsico y para la II Internacional slo eran objetos de la historia,les ofreca su entrada activa como sujetos en ella. Frente a laconcepcin eurocentrista-colonialista de la II Internacional, la IChaca suya la causa de los pueblos oprimidos que por su contradicecin fundamental con el imperialismo pasaban a constituir unaparte importante de la revolucin mundial. Con todo esto quedaban sentadas, al parecer, las bases para reconocer la autonomade la lucha de los pueblos aprimidos, de acuerdo con sus peculiaridades nacionales. Pero ya en el II Congreso de la IC se proclama" la subordinacin de los intereses de la lucha proletaria en unpas a los intereses de esa lucha a escala mundial". Por otra parte,el papel de las diferentes fuerzas y clases sociales interesadas en laliberacin nacional se condicionaba al papel de vanguardia delproletariado, casi inexistente en las sociedades coloniales o dbil enlas dependientes. No obstante, la poltica de la IC significaba ungran avanc al subrayar la identidad de intereses del proletariadooccidental y de los pueblos oprimidos no occidentales, as comoal sealar la preeminencia de la va revolucionaria en ellos y admitir la posibilidad del trnsito al socialismo, sin pasar por elcapitalismo. Sin embargo, cierto eurocentrismo persista al reafirmar el papel preeminente del proletariado occidental dentro delproceso revolucionario mundial. La clave de la liberacin de lospueblos oprimidos por el imperialismo segua estando en Occidente.

    En el terreno terico-filosfico, los primeros congresos de la ICdestacan como hace Bujarin en' el V I Congreso el m aterialismo dialctico como mtodo y concepcin materialista del mundo.16

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    Se subraya asimismo en el materialismo histrico la fundamenta-cin cientfica de la necesidad histrica del socialismo, insertandoen ella la teora de la revolucin. Con esos principios formuladospor Bujarin se sentaban las bases del Diamat sovitico y quedabacerrado el espacio a toda interpretacin que rompiera con elcntologismo, teido de positivismo, que arrancaba del Anti-Duhr~ing de Engels, Tal posicin filosfica era asumida, en cierto modo,tanto por los dirigentes de la socialdemocracia como por los del a l C .Veamos ahora, a grandes rasgos, el lugar de Amrica Latinaen el marxismo de la II Internacional. Lo que domina en sus primeros diez aos de existencia es cierta indiferencia ante los problemas latinoamericanos. Slo en el VI Congreso, en 1928, les dedicaun informe especial. En l se subraya el carcter semicolonial delos pases de Amrica Latina 5 se establece una relacin directaentre industrializacin y colonizacin y se condena el nacionalismo como una ideologa cultivada por el imperialismo. Aunque sereconoce la debilidad del proletariado y de la burguesa nacional,as como el peso de los campesinos en la lucha, se considera que elproletariado se ve empujado por ellos a ser la vanguardia. Lalucha se vuelve antifeudal y antiimperialista y pasa por dos etapas : una de liberacin nacional y democrtico-burguesa y otrade tendencias socialistas con el proletariado a la vanguardia. Perotodo eso se hace depender, en definitiva, del papel de los partidoscomunistas.

    Hasta qu punto ese esquema corresponde a la realidad? Lospropios delegados latinoamericanos al VI Congreso sealan suinadecuacin a ella. Objetan la asimilacin de Amrica Latina ala situacin de los pases coloniales, as como el aferrarse al ejeproletariado-burguesa nacional pasando por alto la verdadera correlacin de clases. Y en cuanto a los pases dependientes confuerte poblacin indgena, lamentan los delegados latinoamericanosque se olvide al imperialismo que los oprime y se ignore el problemaindgena.Lo que demuestra todo esto es la persistencia de cierto euro-centrismo en la IC. A su estrategia general se le escapan la especificidad de experiencias nacionales tan distintas como la Revolucin Mexicana y su evolucin posterior, la lucha guerrillera deSandino en Nicaragua, las insurrecciones de El Salvador y Brasily la experiencia legal posterior del Frente Popular en Chile. Estaignorancia del elemento nacional-popular llevar a identificar17

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    como hace el PC argentino al peronismo con el fascismo o atachar de populista a Maritegui. La disolucin de la IC en 1943,impuesta por la poltica exterior sovitica, convertir con Stalnel eurocentrismo de las dcadas 20 y 30 en el rusocentrsmo de losaos 40 y 50 en el movimiento comunista mundial.El pensamiento marxista de los aos veintes y treintas tienecomo principales exponentes en Amrica Latina a Julio AntonioMella en Cuba; Maritegui en Per; Anbal Ponce en Argentinay Vicente Lombardo Toledano en Mxico. Detengmonos enMaritegui que ofrece una cara diversa del pensamiento marxistaen la poca de la III Internacional.

    Mella muere joven en 1930. Su importancia y originalidad estriban en haberse planteado y dado una nueva solucin al problemade la latinoamericanizacn del marxismo. Para llegar a ella erapreciso, en primer lugar, una clara conciencia de la necesidadterica y prctica de semejante paso y, en segundo lugar, unainterpretacin certera de la realidad nacional. Ambas cuestionesestn en el centro de su pensamiento. Por lo que toca a la primera, afirma sin rodeos: "No queremos ciertamente que el marxismosea en Amrica Latina calco y copia. Debe ser creacin heroica*Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestrolenguaje, al socialismo indoamericano". En cuanto a la segunda,la hallamos bien cumplida en la obra que muchos consideran laobra cumbre del marxismo lat inoamericano: Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruana (1928) .

    La real idad que interpreta Maritegui es la de un pas con unaescasa poblacin industrial y minera en tanto que en el campoexiste una inmensa poblacin campesina, casi en su totalidad indgena. Realidad de un pas muy atrasado y esquilmado por elimperialismo. Pero justamente en estas condiciones de atraso yexplotacin Maritegui encuentra lo especfico nacional, y lo encuentra en la medida en que recurre a un marxismo inexistentehasta l en Amrica Latina y que l mismo tiene que construir. Aunque el marxismo-leninismo de la III Internacional leabre un camino ante el reformismo y le traza el marco de unarevolucin mundial en la que los pueblos oprimidos como el suyotienen su puesto, Maritegui percibe cierto desencuentro entre laestrategia general que inspira y las condiciones especficas nacionales. Producir el encuentro entre marxismo y realidad ser paraMaritegui una tarea vital que entraa una renovacin del mar-18

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    x i smo ex i s t en t e . Y a e se marx i smo r enovado Max i t egu i t r a t a del legar por d iversas v as .L a p r i m e r a es l a d e p u r a c i n d e l m a r x i s m o q u e h a a p r e n d i d oen Europa , ma rx i smo c i en t i f i s t a y pos i t i v i s t a que no ha en t r adoe n b a n c a r r o t a c o n l a b a n c a r r o t a d e l a I I I n t e r n a c i o n a l q u e y aa r ro j a su s som bras , i nc lu so sob re l a I n t e rna c io na l Co m un i s t a .Aunque e l l en in i smo log ra de sembaraza r a l ma rx i smo de l r e fo r jmismo y , ha s t a c i e r t o pun to , de l eu rocen t r i smo , su t eo r a de l aim po rta ci n de la con cien cia social is ta no slo no> le l ib ra de lc ien t i f i smo s ino que s te se ha l la en la base misma de la t eor a ilen in i s ta de la conc ienc ia de c lase y de la o rgan izac in . Mar i te -gu i se enf ren ta a l p rogres i smo y ob je t iv i smo y lo hace con losin s t rumen tos concep tua l e s que fue ra de l p rop io marx i smo l e b r in dan Be rgson , e l p r agma t i smo y sob re t odo ' So re l . I nc lu so no dudaen a l i nea r a e s t e l t imo en t r e Marx y Len in . Y hab l a de una" e sp i r i t ua l i z ac in de l ma rx i smo , , que , l e jos de re iv ind icar e l saber ,exa l ta l a pas in como fuerza de los revoluc ionar ios . Lo que proponeMar i t egu i e s una l e c tu r a vo lun t a r i s t a de l ma rx i smo que , f o r zn do l a un poco , s e apoya r a en Len in , pe ro en un Len in f i l t r adopor So re l . La p r e senc i a so r e l i ana en Mar i t egu i no e s ca sua l ocoyun tu ra l s i no que s e exp l i ca po r su vo lun t ad de romper con e lp i en ti fi smo , p rog re s i smo y ob j e ti v i smo q ue e nc ue n t r a en e l m a r x i smo ex is ten te . De ah que su presenc ia se mani f ies te t ambinen sus l t imos e sc ri to s , i nc lu so cua nd o m s f i rm em en te p ro c l a m asu len in i smo.

    H a s t a q u p u n t o t u v o c o n c i e n c i a M a r i t e g u i d e q u e s u s o r e -l i smo pod a conc i l i a r s e con su l en in i smo? E l a cen to que Len in poneen e l f a c to r sub j e t ivo , en l a c ap ac ida d y vo lun td de l o s r evo lu c iona r io s pa r a t r ans fo rmar l a r ea l i dad s in e spe ra r con l o s b r azoscruzados e l la curso espontneo de las condic iones ob je t ivas , exp l icanque Mar i tegui se s in t ie ra l en in i s ta s in de ja r de se r sore l iano , oque se cons idera ra sore l iano s in de ja r de se r l en in i s ta . Pero hayu n a a m b i g e d a d e n M a r i t e g u i q u e p r o v i e n e d e l p r o p i o L e n i ncon su ex t r ao i mar ida j e de c i en t i f i smo y vo lun t a r i smo . S i Mar i t egu i hub i e r a s acado todas l a s consecuenc i a s de uno y o t rocmo pod r a a f e r r a r s e a l a t eo r a l en in i s t a , de o r igen kaus tk i ano ,de un pa r t i do que i n t roduce en l a c l a se ob re r a una conc i enc i a ex te r io r a e l l a? E l sore l i smo de Mar i tegui e ra incompat ib le con esee l emen to modu la r l en in i s t a . A l a vez , su l en in i smo t en a que en co n t r a r u n l m i t e i n sa lvab l e en l o s obs t cu los que l e va n t a ba suso re l ismo . D e ah t amb i n l a am b ig ed ad de l l en in i smo de M a -

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    r i t egu i que lo s l en in i s t a s o r todoxo s acep t an p a s an do po r a l t o suso rel ismo , de l a m i sm a m an e r a qu e no f a l t an lo s qu e n i ega n po rl a p r e senc i a so r ea l i ana su l en in i smo . S in t o r ce r e l ba s tn deu n l a d o u o t r o , d i r e m o s q u e e n M a r i t e g u i h a y m s b i e n u n avo lun t ad po l t i c a de s e r l en in i s t a que no s e cumple en v i r t ud desu sore l i smo. Pero len in i s ta o no , Mar i tegui se ha l ib rado de losg r i l l e t e s de l c i en t i f i smo , e l p rog re s i smo y e l de t e rmin i smo mecan i -e i s t a y , con e l l o , de l p r inc ipa l obs t cu lo pa ra enca ra r l a r ea l i dadnac iona l : e l eu rocen t r i s ano . Y con e se marx i smo , a s l i be r ado ,Mar i t egu i s e ace r ca a l Pe r de su t i empo y e sc r ibe su s Siete ensayos de interpretacin de la teatidad peruana.

    E l m a r x i s m o d e l a I G h a b a y a r o t u r a d o e l c a m p o d e l a n t i -r e fo rmi sm o . Pe ro su l a s t r e eu ro cen t r i s t a l e im pe d a f ij a r unluga r p rop io a l o s pa s e s co lon i a l e s y depend ien t e s den t ro de sue s tr a te g i a m u n d i a l . E n P e r , el A P R A u n a v a r i a n t e l a t in o a m e r i c a n a d e l p o p u l i s m o p r e t e n d i h a b e r e n c o n t r a d o e s e l u g a ra l t r a t a r d e r e s c a t a r l o n a c i o n a l - p o p u l a r p o r e n c i m a d e l o s a n t a gon i smos de c l a se E l ap r i smo no de j de i n t e r e sa r a Mar i t egu i .D e l l e a t r a a su i n s i s tenc i a en e l p r ob l em a n ac ion a l y en e lpape l de l b loque de fue rza s popu la r e s como su j e to h i s t r i co . Mar i t egu i comprend a l a i n su f i c i enc i a de l concep to de c l a se en l a ac o n d i c i o n e s d e u n p a s q u e t i e n e q u e r e s c a t a r s u i d e n t i d a d n a c i o na l y en e l que e l p rob l ema ag ra r io , s i endo fundamen ta l , no pe r m i t a h a b l a r d e l p r o l e t a r i a d o c o m o s u j e to r e v o l u c i o n a r i o e x c l u s ivo . S in embargo , e l popul i smo ' apr i s ta es taba le jos de l l enar e lvac o que en l a i n t e rp r e t ac in de l a r ea l i dad de un pa s con unap o b l a c i n i n d g e n a p r e d o m i n a n t e , d e j a b a e l m a r x i s m o c l s i c o . L opecul ia r en l es taba en cmo las cont rad icc iones de c lase ( s ind e s a p a r e c e r ) s e v i n c u l a b a n c o n e l p r o b l e m a n a c i o n a l . Y e s a q u do nd e M ar i t e gu i se e s fue rza po r sup e ra r la s i n su fi c ienc i a s d e lmarx i smo v igen t e , dado ,que l de sconoc a l a s t e s i s de Marx sob reI r l a n d a y l a c o m u n a r u r a l r u s a .

    Pa ra cap t a r l o e spec f i co de l a soc i edad pe ruana pone e l p i ee n e s e m u n d o a g r a r i o m a r c a d o p o r l o i n d g e n a q u e n o s l o m a r c ae l c ampo s ino t amb in l a r ea l i dad nac iona l . Re iv ind i ca r l o i nd gena e s r ev ind i ca r l a nac in , y a l r evs . Aqu Mar i t egu i pa r ececon fund i r l o t odo en l a noche o scu ra , po l i c l a s i s t a , de l ap r i smo . Pe rot r a s r eco r r e r un mi smo t r echo de l c amino jun to s , s e s epa ra del . En p r imer l uga r , po rque a j u i c io suyo e s t a r e iv ind i cac in ag ra -r i o - i n d i g e n i s t a q u e e n t r a a u n a r e i v i n d i c a c i n n a c i o n a l s l o p u e d ec u m p l i r s e a r t i c u l a n d o e l p o t e n c i a l r e v o l u c i o n a r i o d e l a s m a s a s20

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    campesinas con el del proletariado. Y, segundo, porque la reivindicacin nacional-popular, an pasando por la revolucin demo-crtica-burguesa slo puede tener una meta: el socialismo. Por esteobjetivo socialista se distingue del aprismo; pero, a la vez, porel lugar que asigna al elemento nacional y a los campesinos en elbloque de fuerzas populares se aleja de la III Internacional, quese debate en el dilema burguesa-proletariado. La diferencia conella sobre el sujeto del cambio se extiende tambin a la idea delpartido que ha de dirigir el bloque. A quin se acerca ms Ma-ritegui en este punto: a Rosa Luxemburgo o a Lenin? Part idocomo resultado o partido preexistente al movimiento? Tal vezMartegui vacil en esta cuestin y ello explicara que el PartidoSocialista de Per slo se afiliara a la IG un mes despus de sumuerte .Un tercer elemento en el pensamiento mariateguiano es suespritu crtico y su apertura del marxismo al pensamiento ajena(sorelismo, populismo) as como a la vanguardia artstica, al psicoanlisis, como elementos fecundantes, ya sea para contraponersea las interpretaciones cientifista y positivista del marxismo, ya sealpara enriquecerlo. No hay que elevar mucho la imaginacin paracomprender cul sera el destino ulterior de su obra: su rechazoo su aceptacin tras una lectura que hara de ella, con su maquillaje, una obra "marxista-Ieninista" sin ms. Para ello, habaque podar en ella sus incursiones en tierras extraas. De estamodo se cumpla, al parecer, la voluntad leninista de Marteguique, incluso contra ella misma, no se lleg a cumplir.En la recepcin del marxismo en Amrica Latina, la Revolucin Cubana constituye un viraje decisivo. En una primera fasetiene un objetivo democrtico y nacionalista y se descarta el socialismo como objetivo inmediato. Las alianzas incluyen a todaslas fuerzas sociales enemigas de la tirana batistiana. La fuerzapoltica dirigente es el Movimiento 26 de julio, de inspiracinmartiana y el Directorio Estudiantil , procedentes ambos de lossectores ms radicales de la pequea burguesa, es la violencia,particularmente la guerra de guerrillas. Al triunfar la Revoluciny pasarse de los principios a las medidas concretas surgen lascontradicciones en el seno de las alianzas de clases e incluso los primeros desprendimientos. A la vez, en cuanto que las medidas adoptadas afectan a intereses extranjeros, el imperialismo agrede a laRevolucin. La lucha nacional adquiere cada vez ms un carcterantiimperialista. Finalmente, al radicalizarse socialmente y afir-

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    m arse naci nalm ente, la R evolucin se vuelve antica pitalista y seve empujada a una alternativa socialista; se convierte as en unarevolucin nacional, antiimperialista y, a la vez, social.Al encontrarse con el socialismo, la revolucin se encuentraforzosamente con el marxismo. Pero con qu marxismo? La revolucin en sus primeras fases no era socialista ni el partido mar-xista-leninista de la poca (el Partido Socialista Popular) se hacepresente en ella. Sus dirigentes la haban condenado por el papelsubordinado de la clase obrera en ella y la va de la lucha armada escogida. Contrastan, pues, el marxismo que se expresa a travs del Partido Popular Socialista y las concepciones de los dirigentes de la revolucin. Partiendo de ambas perspectivas slo podadarse el desencuentro, que efectivamente se dio, entre el marxismo establecido y reconocido en Cuba y, en general en los partidoscomunistas de Amrica Latina, y la Revolucin.Por otra parte, con la revolucin afirmaba el marxismo que nosepa ra al socialismo d e sus races dem ocrtica s y naciona les (laideologa y la prctica combativa de Mart), pero a la vez senegaba el que permaneca ciego ante el .elemento nacional. Laconstante apelacin de los revolucionarios cubanos a Mart, quepor supuesto no era marxista, se explica por su funcin de lo na

    cional y lo social. Finalmente, la Revolucin acab por ser en ladcada del 60 un verdadero escndalo terico y prctico para elmarxismo-leninismo, tal como era concebido y aplicado por lospartidos comunistas latinoamericanos con respecto al papel de laclase obrera y del partido. La Revolucin vena a poner en cuestin la tesis de que una revolucin democrtico-burguesa y sutransformacin en socialista slo poda tener lugar si el proletariado desempeaba el papel principal y si exista el partido mar-xista-leninista que poda garantizar esa transformacin. Aunque losrevolucionarios cubanos aceptan que la revolucin no puede darseespontneamente, sin una vanguardia, afirman con base en supropia experiencia que puede darse sin el partido marxista-le-ninista y, sobre todo, del representado por los partidos comunistastradicionales. Por otro lado ? la vanguardia haba existido en laRevolucin Cubana: pol t icamente (con el movimiento del 26de julio) y'militarmente (con la guerrilla, o Ejrcito Rebelde).Pero en un terreno o en otro, en la ciudad o en el campo, lo decisivo era la vanguardia poltica, vinculada con los sectores populares. La vanguardia militar no slo se subordina a ella sino que22

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    slo puede desarrollarse polticamente en relacin con las masas,los campesinos.Si la Revolucin pudo triunfar en Cuba fue, en primer lugar,porque existan de acuerdo con el marxismo clsico una seriede condiciones objetivas que la hacan posible y, en segundo lugar,porque los factores subjetivos conciencia, organizacin y accinpermitan realizar lo que objetivamente era posible. Al tomar encuenta ambos factores, los revolucionarios cubanos se distanciabandel marxismo existente para el cual la revolucin sin el papeldeterminante de la clase obrera y sin la direccin del partidomarxista-leninista vena a ser un salto mortal en la aventura.De ah que al hacerse una "revolucin sin socialistas" y sin partido, eran infieles a la letra de cierto marxismo, pero no al espritu del marxismo originario. As, pues, el marxismo con el quese encuentra la Revolucin Cubana, era otro marxismo que difcilmente poda encajar en los moldes existentes.La Revolucin Cubana provoca un deslumbramiento tal en losrevolucionarios latinoamericanos que llega a cegarlos. En diferentes pases de Amrica Latina se hace sentir la aspiracin aseguir un camino con las armas en la mano. Surge as y se desarrolla un variado y extenso movimiento guerrillero que operaprimero en el campo y despus en las ciudades. Este movimientose inspira en cierta interpretacin de la Revolucin Cubana quese centra en una apoteosis de la voluntad revolucionaria y, porello, del factor subjetivo, pero reducido ste al foco guerrillero.Es as como se desarrolla un marxismo que podemos llamar jo -quista. Su expresin terica la hallamos en el texto de RegisDebray, Revolucin en la revolucin (1967). En esta exposicinterica de la lucha armada, guerrillera;, encontramos: 1) la reduccin de las diversas formas de lucha a la lucha armada y auna slo de ella: la guerra de guerrillas; 2) la disociacin de lallucha armada de la lucha pol t ica; 3) la sustitucin del partido(en sentido leninista) por el foco guerrillero, y 4) la elevacinde la direccin militar al rango de direccin nica y exclusiva enla lucha, ya que absorbe en su seno, o subordina a ella, la direccin poltica.El foquismo se remite al leninismo, al que prolonga al militarizar la concepcin poltica de la exterioridad de la conciencia revolucionaria con respecto a las masas. Pero se aparta de l en losaspectos que antes hemos sealado: al absolutizar una forma delucha (la lucha armada guerri l lera); al el iminar el papel del par-

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    tido de la clase obrera y al disociar la tctica (militar) de la estrategia (poltica). Aunque el foquismo dio lugar en su tiempo aun amplio y franco debate entre los marxistas de Amrica Latina,lo que sell su destino fue la propia prctica al mostrar la derrota de los movimientos guerrilleros que se ajustaban, en nombre delmarxismo-leninismo, a los cnones foquistas.Las experiencias histricas de la Revolucin Cubana y del foquismo venan a demostrar como el anverso y el reverso deuna medalla lo que se gana o se pierde cuando se toman encuenta o se ignoran, respectivamente, las condiciones especficasen que se lucha. Lo que nuevamente se pona de manifiesto era lanecesidad de tomarlas en cuenta y de oponerse a toda generalizacin abstracta de una sola forma de lucha, aunque haya probadosu validez en determinadas condiciones. Y esto se aplica no slo ala lucha armada, y a su forma especfica como guerra de guerri-lias, sino tambin a la va legal. Tampoco sta puede ser absolu-tizada olvidando que hay que estar preparados recurdese laadvertencia del viejo Engels para seguir la va opuesta, violenta, ya que la clase dominante siempre estar dispuesta a ser laprimera en destruir la legalidad conquistada. Es lo que vino ademostrar, al comenzar la dcada del 70 ; la experiencia chilenade la Unidad Popular al t ratar de abrir una va pacfica al socialismo.Ahora bien, las experiencias fracasadas del foquismo y de laUnidad Popular en Chile no clausuraban para los marxistas deAmrica Latina las posibilidades futuras de la va pacfica o de lalucha armada. Los procesos de democratizacin abiertos en Argentina y Uruguay, aunque con enormes limitaciones e incerti-dumbres, permiten hablar cautelosamente en favor de la primera. A su vez, la Revolucin Nicaragense prueba la validez y

    efectividad de la segunda. Pero esta revolucin pudo triunfar comorevolucin popular, nacional, democrtica y antiimperialista, sacando las lecciones debidas de la derrota del foquismo, aunquedesde entonces paga un terrible precio por conservar lo conquistado con las armas y con el apoyo de todo el pueblo frente al poderoso enemigo exterior: el imperialismo yanqui.Finalmente, al cabo de largo recorrido de la prctica polticainspirada por el marxismo en Amrica Latina que hemos examinado, podemos subrayar que se halla presente 'con sus altas ybajas, con sus avances y retrocesos en la lucha revolucionariay antiimperialista de los pueblos latinoamericanos. Su historia es24

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    inseparable de la historia real, de la misma manera que la historiareal de Amrica Latina, y particularmente de sus luchas de liberacin, es inseparable del marxismo.Veamos, por ltimo, la situacin del pensamiento marxista quesiempre ha ejercido una gran atraccin sobre los intelectuales latinoam ericanos. Ya vimos qu e en la poca de la I I I I internacio nalse rega en gran parte por categoras universales, abstractas, extraas a las realidades nacionales del continente, a la vez que mostraba un sensible embotamiento de su filo crtico. La excepcinde la regla es como ya sealamos el pensamiento de Marite-gui. Nuevas perspectivas se abren en la dcada del 50 al entrar encrisis en Europa y ms dbilmente en Amrica Latina, el marxismo institucionalizado, dogmtico, predominante hasta entonces.Pero, en este terreno como en otros aporta un viento frescola Revolucin Cubana. Desde los aos sesentas tiene lugar en elcontinente, y particularmente a travs de las editoriales argentinasy marxistas, una amplia difusin del marxismo clsico, pero tambin de pensadores marxistas contemporneos como Lukcs,Korsch y Gramsci que hasta entonces slo habitaban una especie de "trra incgnita". El marxismo penetra asimismo en lasuniversidades latinoamericanas y, desde los aos sesentas y setentas,constituye una de las corrientes tericas ms vigorosas en la docencia y la investigacin. Pero no slo se difunde y estudia lo ms diverso y polmico del marxismo europeo, sino que tambin se elaborauna produccin propia en todos los campos y desde los ms diversos enfoques, lo que contrasta notablemente con el monolitismoideolgico de tiempos pasados.

    As, en filosofa, el Diamat sovitico que en definitiva era unaontologa o metafsica materialista, aunque dialectizada a la manera hegeliana, pierde su lugar dominante y tiene que compartirel espacio filosfico marxista con otras corrientes para las cualesel problema fundamental ya no es el de las relaciones entre el espritu y la materia, como deca el viejo Engels y repiten los manuales soviticos. Pasa a un primer plano el problema epistemolgico de la cientificidad del marxismo, en torno al cual giran lasinvestigaciones de Althusser y de sus discpulos latinoamericanos.Surge tambin una orientacin menos vigorosa antropolgica-humanista, fundada en un concepto abstracto de esencia humana.Finalmente, insertndose en una lnea que viene del joven Marxy que pasa por Lukacs y Gramsci, tenemos la corriente que hacede la praxis la categora central no solo como nuevo objeto de la

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    filosofa sino como nueva prctica filosfica. Entre estas diversascorrientes filosficas marxistas se dan confrontaciones diversas yaportaciones que rebasan en algunos casos a las importadas, aveces con exceso, sobre todo en el caso del althusserismo.A ho ra bien, sin descuid ar el estud io del instrum enta l filosficoy metodolgico necesario, es en las ciencias sociales donde el marxismo rinde sus ms logrados frutos en Amrica Latina, aunque nohay que ignorar la verdadera destruccin de las ciencias socialesen general que llevaron a cabo en sus respectivos pases las dictaduras del cono Sur. Sin embargo, en la dcada del 60 sobre todo,la riqueza temtica, la actitud crtica, la vinculacin con los grandes problemas polticos, econmicos y sociales del continente, alcanzan tal nve terico que se ha podido hablar con razn de una"edad de oro" para los estudios cientfico-sociales. Bajo la atencin de los investigadores marxistas caen cuestiones vitales comolas del desarrollo del capitalismo exterior y del capitalismo depen-*diente, las caractersticas fundamentales del pasado colonial quepolmicamente se considera como capitalismo o como feudalismo,la diversidad de modos de produccin, su imbricacin y determinacin del dominante. Una de las aportaciones ms vigorosas delos cientficos sociales latinoamericanos ha estado en sus anlisisde las situaciones de dependencia, que no se reducen a los plan

    teamientos muy discutidos de la escuela o teora de la dependencia. Igualmente hay que sealar las formulaciones sobre elimperialismo que han enriquecido y rebasado las concepcionestradicionales de Lenin, Bujarn y Rosa Luxemburgo. Objeto tambin de la ciencia social latinoamericana de inspiracin marxis-ta, vinculada siempre a objetivos polticos que a veces la hansobrepolitizado, han sido cuestiones tericas importantes para fundamentar una estrategia y una tctica poltica correctas, aunqueno siempre hayan sido aprovechadas por los dirigentes polticos.Entre ellas estn: las correlaciones y componentes de clase, lasparticularidades del Estado en el capitalismo dependiente y, demodo especial, tomando en cuenta las exigencias de la propiarealidad, las peculiaridades de los Estados dictatoriales, autoritarios, del cono Sur. Los cientficos latinoamericanos han investigadolas nuevas formas de dominacin surgidas en las dcadas del 60y el 70. Y no slo examinan cuestiones en cierto modo nuevas,como las anteriores, sino tambin otras debatidas en tiempos pasados y despachadas a veces sin el suficiente rigor como son las delcarcter de la revolucin, las vas o fases de la lucha, el papel de26

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    la burguesa nacional, el sujeto del cambio histrico, el populismo,etctera.Todo esto ha obligado a entrar en los problemas centrales delmaterialismo histrico, poniendo en cuestin una concepcin lineal, determinista de la historia y, sobre todo, saliendo al paso delos estragos euro centristas del pa sad o.En suma, el marxismo se ha esforzado en Amrica Latina, enlas ltimas dcadas, por atender a las realidades nacionales, especficas, contribuyendo as a que la prctica poltica se alejeaunque no siempre del economicismo u objetivismo de los partidos comunistas tradicionales o del subjetivismo y mesianismo delos ltimos ecos del foquismo. Pero los marxistas de Amrica Latina no se han Concentrado en una problemtica continental onacional. Se han ocupado de los fenmenos ms recientes del capitalismo como sistema mundial, de sus leyes universales, y, enparticular, de su dimensin imperialista inagotable y constanteen Amrica Latina. Finalmente, se han incorporado, aunquecon evidente retraso, al examen de la experiencia histrica delsocialismo "real".Es innegable que el marxismo en Amrica Latina, libre de loscorss que lo aprisionaron durante largos aos, se ha desarrolladofecund am ente desde la dc ada del 60 y que perm anec e sensiblea cuestiones que hoy ocupan el primer plano como la de la democracia. Pero al hacerlo, los marxistas se esfuerzan por no dejarsellevar por el planteamiento abstracto del viejo y nueve* liberalismo.Por ltimo, la influencia del marxismo no est slo en su aportacin a la teora que fundamenta una prctica poltica, sino tambin en la que ejerce en otras corrientes del pensamiento comolas conocidas como "filosofa latinoamericana" y "teologa de laliberacin". Una y otra, al tratar de examinar la realidad de Amrica Latina a cuya liberacin quieren contribuir, se valen de recursos tericos y metodolgicos extrados del marxismo. Pero, incluso posiciones alejadas del marxismo y opuestas a l no puedenignorarlo, aunque sea para medir sus armas con l en los diferentes campos del saber. En Amrica Latina el marxismo siguesiendo un elemento sustancial de su cultura, aunque esta culturano se reduzca, por supuesto, a l. Y as lo confirma el hecho deque un Octavio Paz al enfrentarse a problemas vivos de nuestrotiempo lo tenga como un interlocutor insoslayable. El marxismoes un ingrediente innegable de su cultura.

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    Ahora bien, en este balance de la situacin actual del marxismo en el continente, no podemos dejar de reconocer que la de-rechizacin impresionante que se produce en el mundo capitalistaha llegado tambin a Amrica Latina, y que, sin llegar a desarraigarlo de su cultura como est sucediendo en Occidentesuscita cierto reflujo, provocado no slo por la tremenda presinideolgica de la "nueva derecha" sino tambin por los marxistasde ayer que han transformado una crtica justa a cierto marxismoy al socialismo "real" en la negacin total del marxismo e inclusode toda alternativa socialista.Pero este reflujo no altera el puesto del marxismo en la cultura lat inoamericana contempornea, lugar legt imamente conquistado no slo por su presencia en las esferas del saber quehemos examinado, sino tambin por su peso que no hemos examinado en nuestra exposicin en el terreno de las artes y dela literatura. En conclusin, si antes dijimos que el lado liberador de la historia real de Amrica Latina de este siglo es inseparable del marxismo, ahora podemos decir tambin que sin lno puede escribirse tampoco la historia de las ideas de AmricaLat ina.

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