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    EL TIEMPO DE LOS ANCESTROS:TEMPORALIDAD, IDEOLOGA SEMITICA YPODER EN CRUZ VINTO (NORTE DE LPEZ,BOLIVIA) DURANTE EL PERIODO DEDESARROLLOS REGIONALES TARDO(1200 1450 DC)Jos Mara Vaquer1

    CONICET - Instituto de Arqueologa, Facultad de Filosofa y Letras, UBA

    En este trabajo interpreto la relacin entre la temporalidad y el poder en Cruz Vinto,un pukara del Periodo de Desarrollos Regionales Tardo (1200 1450 DC) en elNorte de Lpez (Potos, Bolivia). Propongo que la ancestralidad, como un conjun-to de prcticas sociales que tiene a los ancestros como referentes, constituy unaideologa semitica que j ciertos signi cados en la cultura material. A su vez,esta ideologa semitica decant a travs de las prcticas en un habitus corpora-tivo que constituy agentes sociales orientados hacia el grupo. Este proceso operprincipalmente a partir de homologar el tiempo habitual de la vida cotidiana delos agentescon el tiempo pblico en trminos de una estructura referencial para laaccin. Al ser Cruz Vinto un asentamiento de principios del Periodo de DesarrollosRegionales Tardo, conform una de las primeras objetivaciones de la relacin entreel tiempo pblico y el tiempo habitual.Palabras clave:Cruz Vinto; Temporalidad; Ideologa Semitica; Habitus; Poder.In this paper I interpret the relationship between temporality and power in CruzVinto, a pukara from the Late Regional Developments Period (1200 1450 DC)in Northern Lpez (Potos, Bolivia). Ancestor worship, as a set of social practicesthat had the ancestors as referents, constituted a semiotic ideology that xed certainmeanings in material culture. This semiotic ideology decanted through practice ina corporate habitus that constituted group oriented agents. This process operatedmainly through a homology between habitual time and public time in terms of areferential structure for action. Being Cruz Vinto one of the earliest settlements fromthe Late Regional Development Period, it constituted one of the rst objectivationsof the relationship between public and habitual times.Key Words: Cruz Vinto; Temporality; Semiotic Ideology; Habitus; Power.1 CONICET - Instituto de Arqueologa, Facultad de Filosofa y Letras, UBA.25 de Mayo 217 3er Piso.

    CP (1002 ABE) Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina. Correo: [email protected]

    ARQUEOLOGA SURAMERICANA / ARQUEOLOGA SUL-AMERICANA 6, (1,2) Enero/Janeiro 2013

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    IntroduccinDurante los ltimos aos la semitica dePeirce fue utilizada por varios autorespara entender las relaciones de signi ca-cin de la cultura material (Keane 2005;Lele 2006; Nielsen 2007b; Pinney 2005;Preucel 2006). Las ventajas de este en-foque sobre otros que se centran en elsigni cado (por ejemplo Hodder 1990,1992) es que considera a la signi cacinun proceso prctico que se desarrolla enlas actividades cotidianas de los agentessociales con el mundo material. De estamanera, la semitica supera las crticasque recibieron las posturas tericas ba-sadas en la semiologa de Saussure conrespecto a su objetivismo y el nfasisen la estructura (Bourdieu 1991; Preu-cel 2006), dejando poco lugar para lasacciones de los agentes en la interpre-tacin de los signos. Otra crtica es quela semiologa de Saussure considera allenguaje como el sistema principal de lacomunicacin humana, sin considerarque la cultura material posee caracters-ticas distintivas que operan en niveles designi cacin diferentes que la lengua.La semitica de Peirce parte del su-puesto que las relaciones de signi ca-cin son prcticas e inagotables, ya queun signo puede convertirse a su vez enun signo de otra cosa. Esta propuesta leda importancia a la cultura material, yaque los signos dependen en gran medi-da de las caractersticas sensuales de susreferentes. Otra ventaja que ofrece esque considera a la signi cacin como unproceso tradico compuesto por el obje-to, el signo y el intrprete. Peirce consi-dera a la signi cacin como la relacinentre estos tres elementos, destacando alintrprete como una respuesta potencial,una capacidad de accin sobre el mun-do. Este ltimo punto implica, comomencion en el prrafo anterior, que la

    signi cacin es un proceso prctico.Por lo tanto, la semitica provee uncampo frtil para analizar las relacionesentre los sujetos y los objetos a partir dela signi cacin. El proceso mediante elcual se constituyen los sujetos y los ob-jetos es denominado objetivacin (Mi-ller 2005; Tilley 2006). La objetivacines un proceso que nunca termina, y susresultados son apariencias que consi-deramos objetos o sujetos. Los autoresenfatizan que no es posible de nir unacategora sin la otra. Para el positivismoque domin la ciencia occidental, la di-ferencia principal entre los sujetos y losobjetos es que los primeros poseemosagencia la capacidad de alterar un cur-so de eventos (Giddens 1998) mientrasque los segundos, no. Por lo tanto, lossujetos son considerados activos mien-tras que los objetos pasivos (sin embar-go, para una postura diferente ver Latour2007). Varios autores han cuestionadoesta divisin ontolgica, ya que es elproducto histrico de la tradicin acad-mica Occidental desde Descartes en ade-lante (por ejemplo Fowler 2004; Mes-kell 2004; Thomas 1996; Tilley 1994).Los autores mencionados sostienen quela divisin entre sujetos activos y obje-tos pasivos no se sostiene en regmenesde materialidad diferentes al nuestro,por lo que el proceso de objetivacin seconstituye en un campo de estudio parala Antropologa y para la Arqueologa.En este trabajo interpreto el rgimende materialidad que estructura a la cultu-ra material en Cruz Vinto, un pukara lo-calizado en la Pennsula de Colcha K(Norte de Lpez, Bolivia) que sostuvoocupaciones durante el Periodo de De-sarrollos Regionales (desde ahora PDR)Tardo (1200 1450 DC). Las socieda-des Tardas del Norte de Lpez fueroninterpretadas como sociedades corpora-tivas, donde el grupo se constituy en laArqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    unidad bsica de apropiacin de recur-sos (Nielsen 2001a, 2002, 2006a, 2006b,2008). En otros trabajos interpret cmolas prcticas sociales y el paisaje de CruzVinto se encuentran referenciando a losancestros en tanto eje focal de los gruposcorporativos (Vaquer 2009, 2010, 2011:Vaquer et al. 2010). En esta oportunidad,me focalizo en los procesos semiticosque estructuran a la cultura material ylas prcticas sociales de los agentes entanto generadoras de poder social. Paraello, utilizo el concepto de ideologasemitica (Keane 2005, 2007) referidoal contexto cultural de signi cacin delos signos. Este contexto es el productode las luchas de poder donde los dife-rentes grupos sociales intentan imponersu sentido a los objetos para objetivaruna perspectiva particular y convertirlaen general. Por lo tanto, la constitucinde las ideologas semiticas se encuen-tra ntimamente relacionada con lasrelaciones sociales de poder. Son estasideologas las que de nen los regmenesde materialidad vlidos y correctospara cada momento histrico espec coy por lo tanto determinan las aparienciasresultantes del proceso de objetivacinmencionado anteriormente.De acuerdo con lo expuesto ante-riormente, la ideologa semitica domi-nante en cada momento de ne qu sonsujetos y qu son objetos, y qu gradode agencia les corresponde a cada uno.Las ideologas semiticas, a pesar deque intentan jar los signi cados, siem-pre se encuentran abiertas a discusin ya cambios, debido a que la signi cacines un proceso prctico llevado a cabopor agentes entendidos. Independiente-mente de la voluntad o capacidad de losagentes y colectivos para cuestionar unaideologa semitica particular, los mis-mos objetos, referentes de los signos,poseen capacidades que se asocian de

    manera contingente y secundaria a aque-llas resaltadas por una signi cacin par-ticular. Esta caracterstica de los ob-jetosdenominada bundling por Keane (2005)es una de las causas por las que las ideo-logas semiticas son siempre inestablesy abiertas a nuevas interpretaciones,conformando un proceso esencialmentedinmico.Este proceso de confrontacin deideologas semiticas puede ser en-tendido como un proceso de lucha porel control del capital simblico en tr-minos de Bourdieu (1977, 1999). Esteautor considera al poder como podersimblico, la capacidad de imponer es-quemas de accin, percepcin y aprecia-cin (el habitus) propios de un sector oclase de una sociedad como naturales yfuera de cuestionamiento.El habitus seconforma a partir de la incorporacin devalores sociales; proceso que se lleva acabo ms all del mbito consciente delos agentes sociales y, en gran medida,a partir de la interaccin corporal de losagentes con el mundo material. La prin-cipal diferencia entre los conceptos dehabitus e ideologa semitica radica enque el primero opera a nivel corporal yconstituye una fuerza altamente conser-vadora en las sociedades, ya que es elproducto de la tradicin. Las ideologassemiticas, producto de los intereses degrupos determinados, son ms voltilesy abiertas a cuestionamiento en ciertoscontextos sociales.A continuacin desarrollo los con-ceptos de ideologa semitica, capitalsimblico y habitus para interpretar laconstruccin del paisaje en Cruz Vinto.Propongo que la ancestralidad funcioncomo una ideologa semitica en el Nor-te de Lpez durante el Periodo de Desa-rrollos Regionales Tardo. Al ser CruzVinto una de las primeras manifestacio-nes del fenmeno pukara en la reginJos Maria Vaquer

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    (Nielsen 2002; Vaquer 2011), representauna primera objetivacin de un paisa-je estructurado en torno a los ancestroscomo referentes de los grupos corpora-tivos. En este paisaje se cruzan signi -cados materiales que se relacionan conlos ancestros y con la igualdad de losgrupos que conforman la sociedad. Estemecanismo semitico se refuerza con laincorporacin de un habitus corporativoa partir de habitar un espacio domsti-co estructurado en base a los mismosprincipios. Las prcticas sociales desa-rrolladas en el sitio y en el paisaje cir-cundante se encontraban enmarcadaspor la ancestralidad, por lo que los an-tepasados siempre formaban parte de lasmismas, explcita o implcitamente. Deesta manera, se produjo una homologa-cin entre el tiempo pblico, entendidocomo una fuente grupal de recursividad

    que trae rasgos del pasado al presente ycrea proyecciones hacia el futuro (Gos-den 1994) y el tiempo cotidiano de losagentes sociales. Al enfocar este ltimohacia el tiempo mtico de los ancestros,el tiempo cotidiano es naturalizado, co-locndolo en una esfera fuera del cues-tionamiento y de las contingencias de laHistoria. Segn Gosden:La creacin a largo plazo del tiempoes la ms oculta, la ms aceptada y porlo tanto la arena social ms poderosade todas. El tiempo de larga escala re-presenta un conjunto poderoso de fuer-zas, que, bien manipulado, puede crearaceptacin al orden de las cosas, peromal manejado puede iluminar la arbi-trariedad de las fuerzas sociales y lanecesidad del cambio. El largo plazo seencuentra ntimamente conectado con elpoder [] (Gosden 1994: 138).

    Figura 1. Mapa del Norte de Lpez. Modi cado de Nielsen (1998).Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    Cruz Vinto y el Norte de LpezEl Norte de Lpez es la regin com-prendida por la margen Sur del Salarde Uyuni, el Salar de Chiguana, los rosQuetena y Alota junto con el cauce in-ferior del Ro Grande de Lpez (Nielsen1998) (Figura 1). En esta zona, localiza-da entre los 3600 y 4000 metros sobre elnivel del mar en un ambiente de puna,se desarroll en el pasado y se desarrollaactualmente una agricultura basada en laquinoa (Chenopodium quinoa) y la papa(Solanum sp). En algunas quebradasms reparadas se cultivan actualmentealgunas hortalizas. Otro recurso impor-tante en la zona son los camlidos. Loscomunarios poseen rebaos de llamas(Lama glama) y tambin existen tropasde vicuas (Vicugna vicugna), camlidossilvestres que, aunque actualmente noson cazadas, constituyeron el principalrecurso crnico antes del advenimientode la domesticacin (Yacobaccio 2001).Los salares de la zona proveen la sal quese explota hoy en da y en el pasado atravs de las caravanas de llamas.La cultura material ms visible ypresente en el paisaje corresponde alPeriodo de Desarrollos Regionales Tar-do (1200 1450 DC), donde surgengrandes asentamientos conglomeradoscon ms de 200 unidades habitaciona-les (Bajo Laqaya) y pukaras con ms de100 (Alto Laqaya y Cruz Vinto) (Nielsen2006a; Nielsen y Berberin 2008). Otrade las caractersticas distintivas de esteperiodo es un estado de con icto en-dmico, indicado por los asentamientosforti cados localizados en zonas de-fendibles y el aumento de indicadores deviolencia tanto en el registro bioarque-olgico como en los artefactos lticos(valos 2007; Nielsen 2002; Mercolli ySeldes 2007). Junto con estas evidenciasde con icto, la cultura material tambin

    permite interpretar una ceremonialidadvinculada al culto de los ancestros, conla presencia de plazas o espacios pbli-cos en los sitios principales relacionadoscon torres chullpas (estructuras circu-lares o rectangulares de piedra con techoen falsa bveda y un vano que permiteinteractuar con su contenido) que cor-porizan la presencia de los ancestros(Nielsen 2006a, 2008).La ancestralidad, con las relacionesde parentesco que supone, provee lalgica bajo la cual se entienden las re-laciones entre los grupos sociales e in-cluso entre los grupos y el paisaje, tantoen el pasado como en el presente. Loscerros, las lagunas y los rasgos salientesdel paisaje como formaciones rocosas ycuevas, son interpretados como ances-tros o relacionados con los ancestros,hacindolos presentes enmarcando lasactividades desarrolladas (ver Bernard2008 para la relacin entre cerros, lagu-nas y cuevas). La sacralizacin de lugar-es naturales se relaciona para Tanta-len (2006) con el concepto de paqari-na, lugar de origen de los seres humanosy al que eventualmente retornarn. Eneste sentido, las paqarinas, en el caso delos Inkas, se encuentran representadaspor cuevas (Urton 1990).Las relaciones entre el paisaje y laancestralidad se ven reforzadas duranteel PDR Tardo en el Norte de Lpez conla construccin de torres chullpas enlos campos de cultivo, asociadas a loscursos de agua o dispersas en el en-torno. De esta manera, una sola formaarquitectnica emblemtica referenciaa los ancestros y relaciona contextosde prcticas diferentes bajo una mismalgica (Nielsen 2008). Junto con las to-rres chullpas, la homogeneidad de lacermica, de los grupos domsticos y elespacio construido en general tambinestaran creando un discurso materialJos Maria Vaquer

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    basado en la igualdad de los grupos, uncdigo cognitivo que coloca al grupo an-tes que al individuo (Blanton et al. 1996;Nielsen 2001a, 2006b).Cruz Vinto (Figura 2) es un asenta-miento forti cado o pukara con fecha-dos que lo ubican en el PDR Tardo.Al tratarse de un periodo de aproxima-damente 200 aos de duracin, no esposible determinar estadsticamente elmomento preciso de su ocupacin. Sinembargo, hay ciertos indicadores mate-riales que la sitan a inicios del perio-do. Entre ellos puedo mencionar la bajadensidad de cermica estilo Mallku, lacermica emblemtica del PDR Tardo(Arellano y Berberin 1981; Nielsen yBerberin 2008), la planta de los recin-tos que en su mayora es circular, lo cuales una caracterstica de las viviendas delPDR Temprano (Nielsen 2001a) y la au-sencia de estilos cermicos o arquitectu-

    ra provenientes de momentos posterio-res (Vaquer 2009, 2010, 2011; Vaquer yPey 2010; Vaquer et al. 2010).El sitio se encuentra emplazado en unpromontorio rocoso elevado 100 metrosdel terreno circundante, sobre la margendel Salar de Uyuni.Esta localizacin permite un ex-celente control visual del Salar y su en-torno, con un ngulo de visin de 180.Los accesos al sitio son difciles debidoa la pendiente del promontorio rocoso.En los puntos ms vulnerables, los ha-bitantes construyeron una muralla queprotege el acceso. En el acceso Sur, elms cercano al Salar, la entrada al sitiose encuentra protegida por una murallaque presenta troneras para observacin.Una vez franqueada esta primera lneade defensa, los a oramientos de rocamadre actan como una segunda mu-ralla. Los recintos comienzan ms arriba

    Figura 2. Plano de Cruz Vinto.Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    de los a oramientos rocosos y las ni-cas estructuras presentes entre ellos sonpuestos de observacin.El asentamiento se desarrolla en dosterrazas, siendo la superior la que poseela mayor densidad edilicia y un espaciocentral abierto a modo de plaza. En laterraza inferior encontramos solamentealgunos recintos que, por sus caracters-ticas arquitectnicas, debieron funcionarcomo lugares de actividades sin techar,una cantera de andesita explotada comomateria prima de los recintos, y variastorres chullpas, una de ellas doble. Encambio, la terraza superior comprende140 recintos organizados en 80 Unida-des Arquitectnicas (desde ahora UA).La categora de Unidad Arquitectni-ca se re ere a recintos que compartenal menos un muro en comn, pero sinimplicar que se encuentran relaciona-dos funcionalmente (Vaquer 2004). Losrecintos forman grupos de hasta seisunidades, y tambin hay casos de UAconformadas por un solo recinto. Conrespecto a las plantas, la mayora co-rresponde a plantas circulares (ver msadelante para las proporciones). En esteasentamiento realizamos varias campa-as que comprendieron el relevamientototal del material presente en super cie,un relevamiento de la arquitectura y ex-cavaciones en espacios externos y cincorecintos que por sus caractersticas ar-quitectnicas no posean techos (Vaquer2010; Vaquer et al. 2010). El trabajo enel campo se complement con un an-lisis de las caractersticas sintcticas delos espacios externos (Vaquer 2009; Va-quer y Nielsen 2011).Herramientas TericoMetodolgicasKeane (2007) propone el concepto deideologa semitica como una ex-

    pansin del concepto de ideologa dellenguaje desarrollado por la Antropo-loga Lingstica. Este ltimo se re erea las creencias que los agentes poseencon respecto al lenguaje. Segn Irvine(1989: 255 citada en Keane 2007): [Laideologa del lenguaje] es un sistema deideas culturales sobre las relaciones so-ciales y lingsticas, junto con su cargade intereses polticos y morales. Unpunto destacable es que las ideas quela componen responden a las experien-cias del lenguaje que poseen los agentes.Keane (2007) destaca tres aspectos delas ideologas del lenguaje: primero, estacapacidad de los agentes involucra almenos una forma incipiente de objetiva-cin del lenguaje. Segundo, la concien-cia del lenguaje es siempre parcial debi-do a la localizacin del hablante dentrode campos de diferenciacin social. Eneste sentido, las ideologas del lenguajeno solamente expresan las diferenciassociales entre hablantes, sino que jueganun rol crucial en la produccin de las ca-tegoras mediante las cuales las diferen-cias sociales son entendidas y evaluadas.Tercero y ltimo, el concepto de ideo-loga no remite a la idea de falsa con-ciencia, sino a los productos efectivosde la conciencia re exiva. Por lo tanto,las ideologas del lenguaje juegan un rolcrucial dentro de las transformacioneshistricas internas del lenguaje.Habiendo de nido el concepto deideologa del lenguaje y sus propieda-des, me voy a centrar a continuacin enlas ideologas semiticas. Keane (2007)propone que la objetivacin es una pre-condicin de la conciencia re exiva, locual implica que no es el n de los pro-cesos dinmicos de signi cacin, sinoun momento de los mismos. En una t-nica similar, Miller (2005) sostiene quelos sujetos y los objetos son aparienciasque surgen del proceso de objetivacin,Jos Maria Vaquer

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    el cual se encuentra permanentementeen operacin.Las ideologas del lenguaje son unainstancia especial dentro de un principioms general de re exividad dentro delproceso de creacin y transformacin delos fenmenos sociales, donde la re exi-vidad peculiar del lenguaje tiene un pa-pel principal en la regulacin de los de-ms dominios semiticos. Sin embargo,un enfoque basado en la materialidad nodebe tomar a los objetos como indicado-res de algo ms como el lenguaje, sinointentar contar historias a partir de losobjetos mismos (ver Pinney 2005 parauna postura crtica). Por lo tanto, hayque considerar la forma en que la culturamaterial trabaja independientemente, oen contradiccin con, el ambiente dis-cursivo que la rodea.Una de las propuestas de Keane(2007) es que las ideologas semiticassuperan a las ideologas del lengua-je porque la distincin entre lo que seconsidera lenguaje y lo que no, en unasociedad particular, se construye ideol-gicamente y di ere entre contextos so-ciales e histricos. De esta manera, lasideologas semiticas se centran en lasrelaciones entre las palabras y las co-sas, teniendo en cuenta que las ideas ylas prcticas que involucran no poseensolamente consecuencias lgicas, sinotambin efectos causales entre s en unrango amplio de campos sociales apa-rentemente distintos. Para ello, introdu-ce el concepto de economa de la repre-sentacin (Keane 2007: 18) que impli-ca las prcticas e ideologas asociadas enuna relacin dinmica y dialctica. Estaeconoma de la representacin sitaa las palabras, las cosas y las personas(junto con otros seres con agencia) en elmundo, de niendo las propiedades decada uno y su relacin mutua. En un con-texto social determinado se encuentran

    en juego mltiples economas de repre-sentacin, con sus diferentes elementossujetos a diferentes lgicas y tempora-lidades causales. La ideologa semiticaune y alinea las ofertas de las diferenteseconomas, involucrando supuestos b-sicos sobre qu tipos de seres habitan elmundo, cules cuentan como posiblesagentes y cules son las precondicionesy las consecuencias de la accin moral.En resumen, las ideologas semiti-cas son un re ejo y un intento de orga-nizar la experiencia de los agentes sobrela materialidad de las formas semiticas.Cualquier elemento que sea incluidoen una prctica semitica funciona den-tro la experiencia perceptible en virtudde sus propiedades materiales, por loque las ideologas semiticas estabilizanlos signi cados en formas repetibles queson la condicin mnima para su recono-cimiento, su circulacin por el espaciosocial y su capacidad de extensin tem-poral. Por lo tanto, la habilidad de losagentes de reconocer estas formas comolo mismo y actuar en consecuenciadepende de cmo se encuentran enmar-cadas, ya que la materialidad siemprese encuentra abierta a otras posibilida-des de signi cacin. Este ltimo puntoes importante, ya que es el elemento decambio presente en las ideologas se-miticas.De acuerdo con Keane (2005), lascualidades sensuales de los objetos seencuentran asociadas de manera contin-gente, y son las ideologas semiticas lasque enfatizan una cualidad particular.Esta copresencia de caractersticas sen-suales o bundling es la que permite quelas cualidades presentes en un mismoobjeto adquieran un valor relativo en re-lacin al contexto. En este sentido, cual-quier objeto puede parecerse potencial-mente a otro, es decir, funcionar comosigno, sugiriendo usos o interpretacionesArqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    futuras que no estn contempladas en unestado determinado de las cosas. La de-terminacin de los rasgos que se tienenen cuenta en una relacin semitica in-volucra cuestiones de autoridad y valorsocial. Por lo tanto, esta apertura de lascosas a futuras consecuencias amena-za permanentemente la estabilidad delas ideologas semiticas. El signi cadoes dentro de esta propuesta, histrico ycontingente, y funciona en virtud de unameta semiosis que opera en los proce-sos sociales.Materialidad, temporalidad y poderEn los ltimos aos, la relacin entre lamaterialidad y la temporalidad se cons-tituy una lnea de investigacin dentrode la Antropologa y la Arqueologa (porejemplo Barrett 1999; Bradley 2002;Gell 1996; Gosden 1994; Ingold 2000;Jones 2007; Lucas 2005). Los autoresproponen interpretar la construccin dela temporalidad en las sociedades del pa-sado a partir de su cultura material. Unade las temticas ms desarrolladas sonlos usos del pasado en el pasado, es de-cir, la manera en que las sociedades delpasado interpretaron los restos arqueo-lgicos de las sociedades preexistentes.Jones (2007) propone que la materia-lidad de los objetos y la performance delos recuerdos se encuentran ntimamen-te ligados, operando juntos para facilitarlos actos de recuerdo u olvido. La cultu-ra material provee a las personas y a lassociedades de seguridad ontolgica(Jones 2007: 50), situndolos y organi-zando un orden temporal. De esta mane-ra, a travs de las prcticas de recuerdose conforman en algunas sociedades lasidentidades. La objetivacin del tiempoestructura recursivamente tanto el am-biente ma-terial como las experienciascorporales.

    Segn Gosden (1994), el tiempo noes una entidad abstracta, sino una cuali-dad de la relacin de los seres humanoscon el mundo. El pasado, el presente yel futuro poseen una relacin comple-ja, y el presente es signi cativo porqueretiene elementos del pasado y anticipael futuro. Propone la existencia de trestemporalidades que se encuentran mez-cladas en las prcticas sociales de losagentes: un tiempo personal, la duracinde la vida de los agentes sociales; untiempo habitual o de la prctica cotidia-na y el contexto material donde se desa-rrolla; y nalmente un tiempo pblico desmbolos y signi cados que son manipu-lados conscientemente.Con respecto a la relacin entre elpoder y la temporalidad, para Gosden(1994) uno de los mecanismos de poderms importantes es la manipulacin dela temporalidad, la imposicin del tiem-po institucional en el tiempo cotidianode los agentes sociales. Segn este autor,existe una tensin entre estas dos tem-poralidades, ya que el tiempo cotidianoes el que se experimenta directamente ydepende de las maneras en que se utilizael cuerpo humano y las habilidades in-corporadas a travs de la vida. Estas ha-bilidades no se desarrollan aisladas, sinoque dependen de la interaccin entre elcuerpo y el mundo. El tiempo institu-cional o tiempo pblico es una estruc-tura referencial consciente a travs de lacual el tiempo y el espacio se crean de-liberadamente. Este tiempo se encuentraabierto a la manipulacin, aunque surgea partir del tiempo habitual y debe estaren concordancia con el mismo para serpercibido como natural.

    Jos Maria Vaquer

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    DesarrolloLa Ancestralidad como Tradicin enlos Andes MeridionalesIsbell (1997) propone que las manifes-taciones materiales relacionadas con laancestralidad, que para este autor sonlos sepulcros abiertos, surgen du-rante el Periodo Intermedio Temprano(200 600 DC) en la Sierra Norte delPer. Segn Isbell (1997), la aparicinde los sepulcros abiertos sera un indi-cador material de la presencia de gruposcorporativos tipo ayllu, y el sepulcrorepresentara el surgimiento del culto alos ancestros en tanto eje de los gruposcorporativos.En una interpretacin sugerente, peroque a mi entender necesita mayor susten-tacin emprica, Isbell (1997) sostieneque la ancestralidad, considerada comoun conjunto de prcticas relacionadascon el culto a los ancestros, surge en res-puesta a las tendencias centralizadorasde los estados incipientes como los Mo-che. El culto a los ancestros es, dentrode este marco, la manera de resistir delos grupos familiares ante las imposi-ciones estatales. Durante el HorizonteMedio (600 1000 DC) y con la hege-mona Wari Tiwanaku, las tendenciascentralizadoras tomaron nuevas fuerzashaciendo desaparecer la cultura materialrelacionada con la ancestralidad. Isbell(1997) se aventura un paso ms y propo-ne que ignorar la organizacin en base alparentesco e intentar imponer un gobier-no centralizado fue una de las causas dela cada de Tiwanaku.Ms all del papel de la ancestra-lidad en la cada de Tiwanaku, a partirdel ao 1000 DC contemplamos el augede los sepulcros abiertos en forma detorres chullpa. Las primeras de ellassurgen en la cuenca del Lago Titicaca,

    conformando en algunos casos (porejemplo en Chucuito) verdaderos cen-tros ceremoniales donde las poblacionescircundantes realizaban peregrinacionesy ceremonias vinculadas con el culto alos ancestros (Kesseli y Prssinen 2005;Stanish 2003).De acuerdo con Kesseli y Prssinen(2005), las prcticas funerarias prehis-pnicas de los pueblos andinos tenanun fuerte contenido identitario. Para losautores, las chullpas tenan dos nali-dades: como un smbolo del status delpersonaje muerto; y como smbolo enmemoria del muerto constituyndose unlugar de culto o huaca. De esta manera,la chullpa constitua el lugar donde seinteracta con los muertos y se los con-servaba presente para las interaccionessociales de la comunidad. Abercrombie(2006) reconoce estos monumentos fu-nerarios como lugares de interaccin en-tre el mundo de los hombres y el infra-mundo, y como marcas en el paisaje queconstituyen parte de la memoria socialde los grupos. Junto a las chullpas, iden-ti ca tambin la importancia (para elcaso de los Inkas) del sistema de ceques,los quipus y los textiles como soportesde la memoria social, que se entrelaza-ban en ceremonias performativas dondese bailaba, se cantaba, y se challaba alos ancestros. El tipo de ceremonia quese realizaba en las chullpas inclua la in-teraccin entre los vivos y las mallquis omomias, a travs del compartir alimentoy bebidas. Estas interacciones tenan lu-gar principalmente en las plazas de losasentamientos de primer orden o llactas.All, en los eventos de las celebracionescon los antepasados, se negociaba el sta-tus de los grupos de parentesco (Isbell1997; Nielsen 2006b, 2007b; Tantalen2006).Retomando la relacin entre chullpas eidentidad, Kesseli y Prssinen (2005) pro-Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    ponen que ciertas caractersticas de las to-rres se relacionan con rasgos identitarios delos grupos sociales que las construyeron, yde esta manera, operaron tambin como in-dicadores territoriales. Las chullpas ayma-ra tienen como rasgos principales ser entie-rros mltiples, y tener la abertura orientadahacia el Este, direccin del sol naciente yde la vida. Identi can un grupo de torres enQiwaya, Isla Cohani, en el Lago Titicacaque no responden a esta caracterstica, enparticular a la orientacin de las aberturas.Adems, las torres se encuentran disper-sas entre las casas, comparten las mismascaractersticas arquitectnicas del espaciodomstico y no con guran cementeriosseparados. Los autores relacionan estosrasgos con identidad uru o puquina de loshabitantes, que se mani esta de maneradiferencial a la aymara (ver Wachtel 2001para una situacin similar en los Chipaya).Ms adelante retomo este punto, porque lasituacin de las chullpas en Cruz Vinto esmuy parecida.Para el ao 1200 DC, las torres chull-pas se encuentran distribuidas por unaamplia zona geogr ca hacia el sur delLago Titicaca, siendo sus manifestacionesms australes la Quebrada de Humahuaca(Nielsen 2001b), el Ro San Juan Mayo enla frontera argentino boliviana (Krapovic-kas et al. 1978), el Norte de Lpez (Nielsen2006a; Vaquer 2010) e incluso en algunasquebradas del Norte de Chile (Castro et al.1991, Rivera 2008). A pesar de no existirla torre chullpa como forma arquitect-nica en el Valle Calchaqu Norte, Provinciade Salta, Acuto (2007) tambin propone, apartir de la arquitectura y la organizacinde los asentamientos, la presencia de socie-dades corporativas o comunales.La dispersin de esta forma arquitec-tnica nos tienta a interpretar a las socie-dades tardas de la regin Circumpuneaen los mismos trminos, pero una de lascaractersticas ms sobresalientes de la

    ancestralidad es que toma formas parti-culares en cada contexto. Estas particu-laridades son el producto de las historiaslocales, y de cmo cada sociedad inter-pret la ancestralidad en funcin de lastradiciones preexistentes y de las elec-ciones de los agentes sociales que cons-tituyeron los colectivos. En la Quebradade Humahuaca, el culto a los ancestrosestuvo vinculado a las pretensiones deciertos linajes o grupos de posicionarsediferencialmente en las redes de inter-cambio extra locales (Nielsen 2001b),mientras que en el Norte de Lpez cons-tituye una forma material utilizada paranegar u ocultar las diferencias socialesentre los grupos sociales de parentesco oayllus (Nielsen 2001a).La ancestralidad se encuentra asocia-da en todos los mbitos a un clima socialde con icto mani esto o latente (Arkush2006, 2009; Nielsen 2002). Junto con lastorres chullpas aparecen en la culturamaterial de las sociedades tardas ele-mentos relacionados con el con icto,siendo el ms notorio de ellos los asen-tamientos forti cados o pukaras. En estesentido, el corporativismo y el con ictopueden ser considerados dos fenmenosrelacionados (Nielsen 2007b; Vaquer2010).Ahora bien, a qu me re ero por an-cestralidad? Podemos de nirla como unconjunto de prcticas sociales que tie-nen a los ancestros como referentes. Lasprcticas vinculadas con la ancestralidadse encuentran, al igual que las torres chullpas que corporizan al ancestro, endiversos campos sociales, desde cere-monias realizadas en espacios pblicos,en el espacio domstico, en el espacioproductivo y en el paisaje cotidiano(Nielsen 2008). Los ancestros, dentrode esta lgica, son la corporizacin ylos ejes de los grupos corporativos or-ganizados de acuerdo al parentesco. Es-Jos Maria Vaquer

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    tos grupos son denominados ayllus enla literatura etnogr ca y etnohistrica(por ejemplo Abercrombie 2006; Go-doy 1985; B. Isbell 1978; Urton 1990).Sintetizando, la organizacin andina enayllus supone la divisin en segmentoscada vez ms inclusivos, teniendo cadauno de ellos una autoridad y un ancestrocomo referente. Los ayllus conforman,en algunos casos, dos mitades (una mi-tad alta o Hanansaya en quechua y unabaja o Hurinsaya) y se encuentran atra-vesados por una divisin jerrquica tri-partita en Qollana (principal), Payan (ladel medio) y Kayaw (menor). A su vez,las mitades conforman una federacin,y varias federaciones pueden confor-mar un grupo tnico (ver Isbell 1997 yNielsen 2006b para una descripcin msdetallada).Por lo tanto, los ancestros aglutinany dan sentido a esta organizacin seg-mentaria. Cada uno de los segmentosque componen a la sociedad, como men-cion anteriormente, posee un ancestrocomo referente, y la relacin entre losdiferentes ayllus es entendida en trmi-nos de las relaciones de parentesco entrelos ancestros de cada uno. Esta divisingenealgica tambin es un principio dejerarqua, ya que los ancestros que se en-cuentran a menor distancia de parentes-co del ancestro principal o waka princi-pal del grupo son los de mayor jerarqua.Esta jerarqua se construye y refuerzatambin en el patrn de asentamiento delas sociedades, ya que los poblados prin-cipales o llactas son los lugares de ve-neracin de los ancestros principales delos grupos y presentan espacios pblicosacordes para desarrollar las ceremonias(Nielsen 2006a, 2007a).

    Ancestralidad y Materialidad en elNorte de LpezTeniendo en cuenta las caractersticas dela ancestralidad descriptas en el apartadoanterior, en esta seccin voy a considerarlos referentes materiales de la ancestrali-dad en el Norte de Lpez. Como mencio-n anteriormente, durante el PDR Tardo(1200 1450 DC) hacen aparicin enla cultura material de las sociedades delNorte de Lpez elementos relacionadoscon la ancestralidad y el con icto. Conrespecto a los primeros, los ms impor-tantes son las torres chullpas, que eneste caso son estructuras de piedra deplanta circular o rectangular, dependien-do de su cronologa, de 1,60 m de alto enpromedio, muros dobles, techo en falsabveda y una abertura o ventana enuno de sus lados que permite interactuarcon el contenido. Ms all de su funcinespec ca, la principal caracterstica deestas estructuras es constituir una for-ma arquitectnica emblemtica que unecontextos de la prctica diferentes, cor-porizando y haciendo presente a la guradel ancestro en ellos (Nielsen 2008). Lapresencia de las torres chullpas en di-versos contextos homologa las prcticasrealizadas en los mismos y constituye alos ancestros como referentes de todaslas actividades. A travs de su presencia,los ancestros se convierten en una fuen-te de recursividad que forma parte delsigni cado de las prcticas sociales. Lastorres se localizan en los asentamientos, anqueando las plazas, sobre y prxi-mas a las murallas de los pukaras y dis-tribuidas entre los conjuntos domsticos.Tambin las hallamos aisladas o en gru-po en los campos de cultivo o dispersasen el paisaje.Con respecto a la presencia de mo-mias en las torres chullpas, en el casodel Norte de Lpez es difcil de deter-

    Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    minar. Solamente en una de las msde 300 torres chullpas de Laqaya seidenti caron restos humanos. En CruzVinto, de la excavacin de una de lastorres chullpas asociadas a la plaza,se recuperaron fragmentos cermicosde un contenedor y restos de bolsas delana. Las dems chullpas se encuentranvacas. En la base del promontorio ro-coso donde se emplaza el sitio hay unacueva con chullpas en su interior, quefue saqueada. Los habitantes de ColchaK me contaron que haba momias enla cueva, pero que un cura chileno selas llev y ahora estn en el Museo deSan Pedro de Atacama.De acuerdo con lo observado en lacueva de Cruz Vinto, y de otras en lazona, parece que los entierros se rea-lizaban en estas oquedades naturales,construyendo chullpas en su interior. Eltipo de entierro era colectivo, y en unade ellas excavada por el equipo en la co-munidad de Atulcha, cercana a ColchaK, detectamos la alternancia entre elalmacenaje de quinoa y la funcin deentierro. Por lo tanto, y de acuerdo conlos contextos excavados y observadosen la regin, existen al menos dos mane-ras de enterramiento, siendo la principalo la ms extendida el entierro en cuevas.Esta situacin podra responder tambinal vaciamiento de las torres en la pocacolonial y a la extirpacin de las idola-tras. La pervivencia de los entierros enlas cuevas se debera, dentro de este es-cenario posible, a la poca visibilidad delas mismas.A diferencia de otros casos, como enla cuenca del Titicaca (Kesseli y Prs-sinen 2005; Stanish 2003; Tantalen2006), no encontramos en el Norte deLpez diferencias sustanciales entre lastorres chullpas. No existe la voluntadde distinguir materialmente algunas deellas. Tal vez la nica diferencia que po-

    demos mencionar es el caso de Laqaya,donde Nielsen (2006a) detect la pre-sencia de tres torres en el lado Este de laplaza, que posean tres tamaos diferen-tes. El autor remite la situacin a la di-visin tripartita de los ayllus en Qoyana,Payan y Kayaw.En el caso de Cruz Vinto, no haytres chullpas al lado Este de la plaza,sino que detectamos un total de 5 sin unpatrn aparente. En el total del asenta-miento y en los alrededores del promon-torio detectamos un total de 101 torres chullpas. Otra caracterstica es que lasmismas se encuentran emplazadas entrelos recintos, o formando parte de la Uni-dades Arquitectnicas, y fueron cons-truidas utilizando las mismas tcnicasque las viviendas.La temporalidad de las torres chull-pas se determin relativamente en su re-lacin con las estructuras de vivienda yel material cermico relacionado. Niel-sen (2001a) propone una evolucin deespacio domstico desde viviendas conplantas circulares en el PDR Temprano(900 1200 d.C.), plantas ovales en elPDR Tardo y plantas rectangulares enel Periodo Inka e Hispano Indgena. Laplanta de las torres chullpas acompa-a este proceso, cambiando la forma enrelacin con los cambios en la vivienda.Por lo tanto, resumiendo las carac-tersticas principales de las chullpas deCruz Vinto, las mismas no tienen unaorientacin determinada, poseen lasmismas caractersticas arquitectnicasque los recintos y se encuentran disper-sas entre ellos, sin formar cementeriosseparados. Las plantas son circulares uovales. Estos rasgos pueden relacionarsecon la situacin descripta por Kesseli yPrssinen en Qiwaya, y, a modo de hip-tesis, podemos sugerir que los habitan-tes del Norte de Lpez pertenecan a unaparcialidad de habla puquina o urus. SinJos Maria Vaquer

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    embargo, la nica fuente de la que dis-ponemos para la zona, la Carta del fac-tor de Potos Juan Lozano Machuca (alvirrey del Per Don Martn Enrquez) enque da cuenta de cosas de aquella villa yde las minas de los Lipes del ao 1581hace alusin a que los habitantes de lazona eran aymara, e identi ca comoColcha a uno de los pueblos principa-les, pero tambin reconoce la presenciade urus:El repartimiento de los Lipes que esten Corona de Su Majestad. Tendr debox (?) el contorno y trmino de lo quese intitulan los Lipes trescientas leguas yhabr como cuatro mil indios aymaraes,antes ms que menos, y stos estn porreducir, divididos en muchas partes ypueblos muy distintos y apartados unosde otros en las poblaciones siguientes:Colcha, que es pueblo donde reside elsacerdote, y el pueblo de Chuquilla y deQueme, Cheucha, Becaya, Ojas, Tucas,Pala, Patana, Abana los cuales son lospueblos principales del dicho distrito[] (Lozano Machuca 1992 [1581]:30).[] Dems de los cuatro mil indiosreferidos habr en ese repartimientootros mil indios urus, gente pobre queno siembran ni cogen y se sustentan decaza de guanacos y vicuas y de pesca-dos y races que hay en cinagas, quelas llama coroma [] (Lozano Ma-chuca 1992 [1581]: 31).Ms all de que esta divisin puederesponder a las etno-categoras aymara,donde los urus representan a los pasto-res y a las sociedades sin agricultura engeneral (Bouysse Cassagne y Harris1987; Duviols 1973; ver tambin Mas-ferrer Kan 1984), considerados infrahumanos, la carta citada menciona lapresencia de urus en la regin. Esta si-tuacin podra responder a la presenciaen el Sur de Lpez de grupos de pastores,

    en oposicin a los grupos agricultores dela cuenca del Salar. Sin embargo, estasituacin todava debe comprobarse em-pricamente.Otro problema con que contamoses que la poblacin actual es de hablaquechua, y se reconocen diferentes delos grupos aymara que habitan el Nortedel Salar de Uyuni. Por lo tanto, posi-blemente en pocas inkaicas o espaolashubo un movimiento de poblacin quean no tenemos determinado.Otro de los elementos vinculados conla ancestralidad en el Norte de Lpez esla cermica de estilo Mallku. Este estilocermico, constituido en su mayora porescudillas con una decoracin en formade guirnaldas cerca del borde, era utili-zado para prcticas de consumo (Arella-no y Berberin 1981; Nielsen y Berbe-rin 2008). La distribucin de este tipodecorado en los asentamientos es uni-forme, lo que Nielsen (2001a) interpretacomo una homologacin entre el mbitopblico (las plazas) y el mbito domsti-co (las casas).El tercer elemento vinculado con laancestralidad lo constituye la arquitec-tura. En los asentamientos del Norte deLpez, no existen diferencias signi cati-vas entre la estructura de los grupos re-sidenciales. La forma de los recintos, ladistribucin y las tcnicas constructivasson homogneas, lo que crea un pai-saje corporativo que objetiva la igual-dad entre los grupos que conforman lasociedad. El efecto de esta objetivacines homologar los escenarios donde serealizan las prcticas sociales, y de estamanera, crear una temporalidad similarindependientemente de la actividad quese est realizando (Ingold 2000). Juntocon este efecto de la arquitectura, la pre-sencia efectiva de las torres chullpasen el espacio domstico localiza a losancestros como referentes de las activi-Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    dades realizadas.Paisaje construido y prcticas socialesen Cruz VintoComo mencion anteriormente, ciertosindicadores materiales sitan la ocupa-cin de Cruz Vinto a inicios del PDRTardo. Entre ellos se encuentra la bajaproporcin de cermica estilo Mallkupresente en el asentamiento tanto en su-per cie como en excavaciones. La cer-mica decorada corresponde en su mayo-ra al estilo Cruz Vinto, representado porescudillas formalmente semejantes a lasde estilo Mallku, pero con decoracin enforma de chevrones y una pasta menoscompacta. En las excavaciones llevadasa cabo en el basurero de Laqaya, sitioprximo a Cruz Vinto, la cermica CruzVinto aparece en un nivel estratigr coanterior a la Mallku. Por lo tanto, el esti-lo Cruz Vinto es anterior al Mallku, aun-que debido a la poca duracin del PDRTardo no es posible discriminar esta-dsticamente la diferencia cronolgica a

    partir de los fechados radiocarbnicos.Otro indicador de la temporalidad deCruz Vinto es su arquitectura. De acuer-do con la propuesta de Nielsen (2001a)las plantas de las viviendas del Norte deLpez cambian desde una forma circularen el Periodo de Desarrollos Regiona-les Temprano, a una forma elptica en elPDR Tardo y a una forma rectangularen el Periodo Inka e Hispano Indge-na. En el relevamiento de la arquitec-tura que realizamos en el sitio, 83% delos recintos posee planta circular (117:140) seguido por los recintos de plantaherradura (recintos circulares con unlado recto) con un 9% de la muestra (12:140). Tambin posee recintos con plantamixta (recintos rectangulares con losngulos redondeados) en menor propor-cin, con un 5% de la muestra (7: 140).Finalmente, 3 recintos poseen plantarectangular y uno planta trapezoidal (Va-quer et al. 2010) (Figura 3).Esta forma de las plantas ubicara laocupacin ms densa del asentamientoen la transicin entre el PDR Tempra-

    Jos Maria VaquerFigura 3. Distribucin de las plantas por tipo en Cruz Vinto (n=140)

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    no y el PDR Tardo, alrededor del ao1200 DC. Finalmente, otros indicadoresde la cronologa del sitio son la ausenciade arquitectura y la muy baja frecuen-cia de estilos cermicos posteriores. Porejemplo, no detectamos la presencia deestructuras con tcnicas constructivas de liacin inkaica, y solamente recupera-mos en las excavaciones 29 fragmentosde un total de 4540 pertenecientes al es-tilo Inka Chicha, y todos correspondie-ron a una misma pieza (Vaquer 2011).Por lo tanto, a pesar de no contar confechados precisos que localicen la ocu-pacin a principios del PDR Tardo, lacultura material del sitio apunta a quefue construido y ocupado alrededor del1200 DC. En este sentido, representauno de los primeros asentamientos queobjetivan la nueva organizacin en basea los ancestros. Sin duda, aunque en estemomento no podemos probarlo, la an-cestralidad estuvo presente en el PDRTemprano, pero su visibilidad era mu-cho menor. De acuerdo con lo planteadopor Nielsen (2001b) para la Quebrada deHumahuaca, los sitios conglomeradosdel PDR Tardo fueron organizados so-bre un esquema de parentesco ya exis-tente, pero que tom, sin embargo, unaescala y unas dimensiones sin preceden-tes.Con respecto a la arquitectura y el es-pacio construido, a partir de la sintaxisespacial en Cruz Vinto identi qu unpatrn de circulacin con un alto gradode axialidad, es decir, con una facilidadde movimiento dentro del asentamiento.Los espacios externos del asentamientose ordenan formando anillos constitu-yendo un sistema distribuido asimtrico,por lo que no existen espacios externossegregados a la circulacin. Esta dispo-sicin del espacio enfatiza los encuen-tros entre los habitantes, ya que es po-sible acceder a cualquier punto del sitio

    sin restricciones impuestas por la estruc-turacin del espacio. A su vez, los patro-nes de circulacin tambin enfatizan losencuentros entre los habitantes y las to-rres chullpas, debido a que las mismasse encuentran localizadas prximas a lasvas de circulacin (Figura 4).Realizamos tambin un anlisis delas caractersticas de performance delespacio construido. Para ello, conside-ramos a todo el asentamiento y su em-plazamiento como un gran objeto. De-terminamos, a partir de la generacin decoberturas con el alcance de los sentidosen un Sistema de Informacin Geogr -ca, las modalidades sensoriales que ac-tuaran en un recorrido hipottico por elasentamiento. Los resultados apuntarona que a lo largo del recorrido se favore-cen los sentidos prximos, como el olfa-to y el odo. Era posible escuchar y olerlas actividades que se desarrollaban enlos distintos sectores del asentamiento,por lo que los habitantes participaban delas mismas de manera directa o indirec-ta. Del mismo modo, la homogeneidadde la arquitectura con respecto a las tc-nicas constructivas, plantas y super cie(variables que determinan la forma quelos recintos se presentan ante la visin)tambin enfatiza una experiencia sincr-nica e indiferenciada del espacio. Por lotanto, desde un punto de vista formal, laarquitectura y el uso del espacio en CruzVinto presentan al sitio como homog-neo a la percepcin visual; y un espaciodonde las actividades desarrolladas porlos habitantes pueden ser percibidas portodos utilizando una combinacin demodalidades sensoriales prximas, todoesto enmarcado por la presencia perma-nente de las torres - chullpas (Vaquer2009, 2011; Vaquer et al. 2010).De acuerdo a lo descripto en el p-rrafo anterior, caracteric al espacio deCruz Vinto como un espacio corpora-Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    tivo, donde las actividades llevadas acabo eran percibidas por todos los habi-tantes del asentamiento sin restricciones.Esta percepcin creara en los agentessociales un sentimiento de inclusin queestructur, desde la infancia, un habituscorporativo que situaba al grupo por en-cima del individuo. Segn la propuestade Bourdieu (1977) presentada anterior-mente, el espacio domstico es al mbitoprincipal de produccin y reproduccindel habitus a partir de habitar un espa-cio estructurado de acuerdo a principiosmtico rituales que produce y reproducelas lgicas que se construyen y ponen enprctica en los diferentes campos de lasociedad.Con respecto a las actividades de-sarrolladas en el asentamiento, Nielsen(2001a) y su equipo excavaron tres re-cintos completos, uno en forma parcial yuna torre chullpa de la plaza. A partirde las excavaciones, reconocieron que lavivienda se encuentra conformada por

    recintos con de ector para canalizar el ujo de humo, un fogn y desechos defacto producto de actividades de con-sumo, almacenamiento y reparacin deartefactos. Posteriormente, y en el marcode mi tesis doctoral, excavamos 36 son-deos en los espacios externos del asen-tamiento (Vaquer 2010) y cinco recintosque tenan como caracterstica distintivala carencia de de ector. El objetivo delas excavaciones fue determinar qu tipode actividades se desarrollaban en losespacios externos (vas de circulacin oespacios convexos) y en los recintos queno estaban techados.En las excavaciones de los espaciosconvexos no detectamos la presenciade actividades. El material recuperadocorrespondi a depsitos secundariosde material rodado de los recintos sinde ector. Debido a esto ltimo, exca-vamos cinco recintos localizados pen-diente arriba de los espacios externosexcavados previamente. En los mismosJos Maria Vaquer

    Figura 4. Vas de circulacin de Cruz Vinto y las torres chullpas asociadas.

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    recuperamos materiales asociados conactividades de consumo, almacenaje yreparacin de instrumentos lticos. Laestructura del registro nos permiti in-terpretar que las actividades desarrolla-das en estos recintos eran similares alas realizadas en las viviendas, con laexcepcin de la coccin de alimentos yaque no detectamos evidencia de estruc-turas de combustin en los recintos sintechar (Vaquer y Pey 2010). Por lo tanto,propuse que la vivienda se encontrabaconformada por los recintos con techo yde ector y los recintos sin techar asocia-dos. Las actividades de coccin se reali-zaban en los recintos techados, mientrasque el consumo, en los recintos sin te-char (Vaquer 2011).DISCUSINAncestralidad y Materialidad en CruzVintoEn las secciones anteriores describ al-gunos elementos de la cultura materialdel Norte de Lpez en general y de CruzVinto en particular que podran aso-ciarse con la ancestralidad. Ahora bien,cmo se relacionan la ancestralidad yla materialidad en Cruz Vinto? En estaseccin ensayo una interpretacin paraesta pregunta.Uno de los primeros puntos que voya retomar se vincula con la temporalidadde la ocupacin del asentamiento. Comoargument anteriormente, la ocupacindel pukara puede ubicarse en los iniciosdel ao 1200 DC. Esto es importan-te porque el sitio representa una de lasprimeras objetivaciones de un espacioestructurado en torno a los ancestros, ypor lo tanto, al corporativismo como unconjunto de prcticas sociales. Al situara los ancestros en el espacio, y particu-larmente en el espacio domstico, los

    constructores del sitio los estn hacien-do presente en todas las actividades de-sarrolladas en el asentamiento. En lti-ma instancia, observando o participandodirectamente, las torres chullpas en elpaisaje se constituyen una fuente de re-cursividad para todas las acciones de losagentes sociales. De acuerdo con las ca-ractersticas del emplazamiento de CruzVinto y de la presencia de murallas pe-rimetrales, la funcin ms obvia pare-ce ser la defensa. Pero considero que deigual importancia, aunque actuando demanera implcita, corporal, se encuentracomo funcin objetivar y dar formaa un nuevo paisaje social basado en laancestralidad. Como suger, el corpora-tivismo y el con icto representan dos fe-nmenos ntimamente relacionados, porlo que el pukara no solamente objetivala presencia de los ancestros en el paisa-je, sino tambin la situacin de con ictoen la que se vieron inmersas las socieda-des Tardas del Norte de Lpez.De esta manera, tenemos un primerconjunto de signi cados que se asocianmaterialmente ancestralidad y con icto.Por un lado, tenemos la presencia de lastorres chullpas localizadas en el es-pacio domstico. En el caso de Laqaya,donde hay un pukara con un pobladobajo asociado, un conjunto de torres chullpas se localiza en la barranca quesepara a los dos, formando una barrerasimblica y protegiendo a los habitantesdel asentamiento. Tambin es notoria lapresencia de torres chullpas formandoparte de las murallas defensivas (Nielsen2002). Por otro lado, tenemos los puka-ras como evidencias fsicas y tangiblesdel con icto. Combinados ambos ele-mentos en el paisaje, se relacionan. In-dependientemente de las explicacionesposibles para esta situacin, por ejemploque los ancestros nos de enden, laasociacin se realiza de forma material.Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    Ambos elementos se constituyen comoparte del paisaje, estn ah, presentescomo un recurso del espacio en las inte-racciones de los agentes sociales.El segundo conjunto de signi cadosse relaciona espec camente con loselementos que conforman la ancestrali-dad. El ms obvio de ellos es la torre chullpa. No me voy a extender sobre lasmismas, ya que Nielsen (2008) dedicaun trabajo espec camente a ellas. Unode los puntos a destacar es la omnipre-sencia de las torres chullpas homolo-gando diferentes campos de la prctica,particularmente el espacio pblico, elespacio domstico y el espacio produc-tivo. Me voy a detener en la relacin conel espacio domstico. Como mencionanteriormente, en Cruz Vinto las torres chullpas se encuentran asociadas a lasprincipales vas de circulacin del asen-tamiento, por lo que transitar por el lugarera una experiencia marcada por el en-cuentro con los ancestros.

    Otro elemento relacionado es la ar-quitectura. Las tcnicas constructivas,las plantas, formas y super cies de losrecintos son similares. Esta homoge-neidad de la arquitectura objetiva laigualdad entre los diferentes conjuntosdomsticos y al mismo tiempo niega lasdiferencias jerrquicas entre los grupos.Construye un paisaje similar, donde larepeticin de las formas arquitectnicasdomina el recorrido por el asentamiento.Las caractersticas visuales de los recin-tos, que son el producto de las tcnicasconstructivas, estructuran una percep-cin semejante.Las evidencias de las prcticas de-sarrolladas en los espacios externos delasentamiento se relacionan con el consu-mo de alimentos, realizado en su mayo-ra en piezas cermicas con un alto gra-do de estandarizacin con respecto a suforma y decoracin. A ttulo de ejemplo,las escudillas de estilo Cruz Vinto querepresentan la mayor proporcin de ce-Jos Maria Vaquer

    Figura 5. Per les de las escudillas Cruz Vinto recuperadas en las excavaciones.

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    rmica decorada en el asentamiento, pre-sentaron un dimetro de boca que oscilaentre los 17 cm y los 21 cm, una alturamxima entre los 6 cm y los 8,5 cm yun volumen entre los 0,75 l y 1,67 l. Porlo tanto, a nivel formal, las escudillasCruz Vinto son uniformes. Con respectoa la decoracin, los patrones decorativosreconocidos se basan principalmente enchevrones formando guirnaldas en elborde. Detectamos cierta variabilidad enla decoracin con respecto al nmero dechevrones que conforman cada guirnal-da, incluso hay variaciones en una mis-ma pieza.Las escudillas Cruz Vinto se encuen-tran tambin asociados a escudillas deestilo Alisado, que son semejantes enforma pero carecen de decoracin. Noexiste un patrn reconocible en la distri-bucin espacial de la cermica decorada,tanto en la super cie como en los recin-tos excavados. Por lo tanto, la decora-cin y la forma de los cuencos tambines parte de los elementos que homoge-nezan las actividades desarrolladas enel asentamiento. Estas ltimas, comomencion anteriormente, se encontrabandivididas en los recintos que conforma-ban las viviendas. Los recintos techadoscon de ector funcionaban como cocinasy lugares de descanso y almacenamien-to, mientras que los recintos sin techareran los lugares de consumo, y segn laevidencia recuperada en las excavacio-nes, tambin de almacenaje (ver Vaquery Pey 2010 y Vaquer 2011 para una des-cripcin detallada del conjunto cermicoy sus asociaciones).A partir de la evidencia mencionada,podemos establecer un conjunto de aso-ciaciones que operaron materialmente enCruz Vinto.La arquitectura, distribucin de losrecintos y la estructura de las viviendascrean y refuerzan la nocin de homoge-

    neidad de los habitantes. Esto ocurre enun espacio por el que se circula libre-mente, y donde las actividades realiza-das son perceptibles, por la vista, el odoy el olfato. El consumo, prctica socialque determina las relaciones de paren-tesco en la Regin Andina, es realizadoen recintos sin techar, donde los habitan-tes compartiran directa e indirectamen-te la comida de todos, a la vista de losancestros corporizados en las de torres chullpas. Las prcticas de consumo sonllevadas a cabo utilizando un conjuntocermica uniforme, tanto formal comodecorativamente.Hasta ahora describ mi interpreta-cin de las actividades desarrolladas enel asentamiento y su relacin materialcon la ancestralidad. Uno de los objeti-vos de este trabajo es relacionar la ma-terialidad con el poder. En el apartadosiguiente vinculo el escenario interpre-tativo planteado con la ideologa semi-tica y el poder social.La ancestralidad como ideologa se-miticaComo expuse en las secciones de estetrabajo, la ancestralidad como un con-junto de prcticas que tienen a los ances-tros como referentes puede ser rastreadadesde el Periodo Formativo en la ReginAndina Meridional. Su visibilidad enla cultura material es variable, depen-diendo de cada contexto particular. Esdurante el Periodo Intermedio Tardo,o Periodo de Desarrollos Regionales(1000 1450 DC) donde la ancestrali-dad se hace evidente en la Regin Andi-na Meridional. Ahora bien, en el Nortede Lpez vimos que alrededor del 1200DC aparecen en la cultura material lastorres chullpas, las plazas y los esti-los cermicos emblemticos, junto conevidencias de con icto social. Esto no

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    implica que la organizacin familiar nohaya existido previamente, sino que apartir de este momento se conform enla ideologa semitica dominante.La ancestralidad determina una seriede relaciones entre los agentes socia-les y entre stos y los objetos. En estesentido, estructura una serie de campossemnticos alrededor de la gura del an-cestro (Nielsen 2007b) y desafa las no-ciones de agencia propias de la Moder-nidad. Dentro de este marco de sentido,los ancestros tienen agencia e in uyendirectamente en la reproduccin de lossistemas sociales. Ellos son los dueosltimos de los recursos, que son explo-tados por las comunidades siempre ycuando se cumplan las ceremonias indi-cadas (Nielsen 2006b). Ciertas prcticassociales pueden in uir en la manera enque los ancestros se comportan con losgrupos. Si se los alimenta y se les de-muestra respeto, los ancestros proveen.En el caso contrario, pueden enviar fe-nmenos climticos, como heladas ygranizo, que atentan contra las cosechasy tambin pueden enfermar a los ani-males. Por lo tanto, los ancestros sonconsiderados agentes sociales. Sus ma-nifestaciones materiales son varias: porun lado las torres chullpas ya mencio-nadas, pero tambin son de gran impor-tancia los cerros y lagunas. An hoy, loscomunarios del Norte de Lpez suben enel mes de Noviembre a pedir por lluviasa los cerros. En el caso de Colcha K, laceremonia se realiza en el cerro Lliphi,mientras que en Santiago K en el ce-rro Qaral Inka (Gil Garca 2008). Entreestos cerros existe una rivalidad por elamor del cerro Wawalli, cerro femeninoen cuya falda se asienta Cruz Vinto. Enla cima del Lliphi se guarda el tesorode la comunidad, que es contado cadavez que se sube. Tambin hay rocas de-nominadas wakas que representan a

    los ancestros. Algunas de ellas fueronrecuperadas en las excavaciones de lasviviendas de Laqaya, y siguen siendoveneradas por los comunarios como re-presentaciones de los ancestros.Uno de los componentes principalesde la ancestralidad como marco simb-lico es entender las relaciones entre losseres que pueblan al mundo en trminode relaciones de parentesco. As, las re-laciones entre los distintos grupos de pa-rentesco o ayllus que conforman los gru-pos sociales dependen de la distancia deparentesco al ancestro comn o wakade mayor orden o jerarqua. Con el pai-saje ocurre lo mismo: los cerros son ve-nerados de acuerdo a la distancia de pa-rentesco con las comunidades (cada unareconoce uno como el ms importante, osea, como el ancestro directo); e inclusolas relaciones entre los cerros tambinson relaciones de parentesco o a nidad(tal cerro es el hermano; tal la esposa)(Martnez 1989).De acuerdo con lo planteado en estetrabajo, esta organizacin social (y es-quema clasi catorio) habra tenido suauge en el Norte de Lpez durante elPDR Tardo (1200 1450 DC), siendoCruz Vinto una de sus primera manifes-taciones y objetivaciones.La materialidad de las prcticas pue-de ser entendida en trminos de tres ele-mentos relacionados: la temporalidad,la espacialidad y el ser social o agencia.Los tres elementos se encuentran pre-sentes en toda prctica social, ya que lasmismas tienen varias temporalidades (elmomento y la duracin de la prctica, lasprcticas pasadas de donde obtienen larecursi-vidad y el signi cado, y la pro-yeccin hacia prcticas futuras); variasespacialidades (la extensin espacial dela prctica mientras se desarrolla, la re-ferencia hacia otros espacios) y el sersocial o agencia (por de nicin, para serJos Maria Vaquer

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    social una prctica debe referirse a otro,presente o ausente). Este ltimo puntoes importante porque los referentes delas prcticas no tienen que ser necesa-riamente humanos, sino cualquier serdotado de agencia. Por lo tanto, al desa-rrollarse las prcticas sociales ponen enprctica todo el bagaje de conocimien-to social en trminos del habitus de losagentes y de las representaciones queconstituyen un rgimen de materialidad.La relacin entre los tres elementos,adems de ser principalmente corporal,se encuentra determinada y es determi-nante de una ideologa semitica y, porlo tanto, se encuentra estructurada deacuerdo a relaciones de poder.Me voy a focalizar particularmen-te en la temporalidad, ya que conside-ro que la ancestralidad en trminos deideologa semitica, sita a las prcticassociales de los agentes en un tiempo fue-ra del tiempo, en el tiempo mtico de lacreacin dominado por los antepasados.Al situar el accionar de los agentes enun tiempo que se percibe como circular,niega la posibilidad del cambio social yla contingencia de la Historia. A su vez,en la Regin Andina, el tiempo y el es-pacio se encuentran ligados de tal mane-ra que no es posible entender uno sin elotro (Bouysse Cassagne y Harris 1987;Wachtel 2001). Por lo tanto, el espacio yel tiempo refuerzan la idea de un tiempoancestral as como de un espacio cor-porativo. Siguiendo a Giddens (1998),el espacio y el tiempo son las principalesfuentes de recursividad de las prcticassociales y funcionan como condicionesestructurantes.El tiempo de los ancestros: materiali-dad y poderCruz Vinto, en tanto paisaje corpora-tivo, tambin cre una temporalidad

    orientada hacia el tiempo mtico ances-tral. Como una primera objetivacinde la ancestralidad, constituy un lugardonde el tiempo habitual de lo cotidianose fundi con el tiempo pblico. Las ho-mologas entre el espacio domstico y elespacio pblico, la arquitectura y el usodel espacio crearon una estructura derecursividad que referenciaba al tiem-po de los ancestros en las prcticas so-ciales. Al realizar las actividades en unpaisaje homogneo, generuna analogacon las temporalidades de las activida-des. Segn Ingold (2000), el taskscapese encuentra compuesto por una serie deactividades que se relacionan entre s demanera secuencial o en paralelo. Al rea-lizarse las mismas en un marco de refe-rencias presentado como homogneo, seelimina el efecto secuencial y se acha-tan los tiempos de las actividades entres, enfatizando el paralelismo. Esto noimplica considerar que las actividadesparalelas y las secuenciales representandos polos opuestos, sino que se tratande un continuum donde la temporalidadestara acentuando la percepcin de lasmismas como paralelas independiente-mente de sus caractersticas particulares(Vaquer et al. 2010).En relacin con el desarrollo tericodel trabajo, propongo interpretar a la an-cestralidad como una ideologa semi-tica que fue consolidada y objetivadaalrededor del siglo XIII, y que perduraincluso hasta nuestros das. Esta ideolo-ga semitica regul las relaciones entrelos agentes sociales y los ancestros, y es-tructuralmente or-ganiz las relacionesde poder entre los diferentes grupos cor-porativos o ayllus que componan a lassociedades tardas del Norte de Lpez.Proponer que las sociedades tardasdel Norte de Lpez eran sociedades cor-porativas no implica que en las mismasno existan diferencias de jerarquas,Arqueologa Suramericana / Arqueologa Sul-Americana 6, (1,2), 57-86; 2013

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    sino que las mismas se producan entregrupos y no entre individuos. En estesentido, el punto focal y la representa-cin emblemtica de los ayllus eran losancestros, por lo que las jerarquas entreancestros estructuraban diferencias entregrupos.Ahora bien, a partir de las interpre-taciones presentadas sobre la culturamaterial de Cruz Vinto, propuse que elpaisaje del asentamiento era un paisajecorporativo, donde las diferencias entrelos grupos se encontraban encubiertaspor una arquitectura comn, por una dis-tribucin uniforme de los tipos cermi-cos emblemticos y por las caractersti-cas de performance del espacio construi-do. No encontramos en la plaza del sitiolas tres torres chullpas orientadas haciael Este, que s se encuentran presentesen Laqaya o en el sitio prximo Churu-pata (Nielsen 2006a). Tampoco es evi-dente una formalizacin del espacio. Porlo tanto, y debido a la indeterminacinde las dataciones comentada ms arriba,consideramos que este sitio fue cons-truido y utilizado a principios del PDRTardo. Refuerzan esta interpretacinla ausencia de cermica o arquitecturacon posible liacin inkaica y la bajafrecuencia de cermica Mallku, estiloemblemtico del Norte de Lpez duran-te el PDR Tardo. La arquitectura, conrecintos de planta predominantementecircular (ver Figura 3) tambin indicaque el sitio pudo ser construido a iniciosdel PDR Tardo (ver Nielsen 2001 parala relacin entre cronologa y forma delas plantas). Otra caracterstica de CruzVinto que lo separa de los sitios tpi-cos del PDR Tardo del Norte de Lpezes la ausencia de poblado bajo asociadoal pukara (Nielsen 2002).Todas estas caractersticas permiteninterpretar que Cruz Vinto fue uno de losprimeros pukaras de la regin. A ttulo

    de hiptesis, podemos aventurar que elpoblado principal se encontraba dondeactualmente est el pueblo de ColchaK, que aunque completamente des-mantelado, an posee material en super- cie y restos de algunas torres chull-pas. Parte de la poblacin se instal enCruz Vinto, constituyendo una primeralnea de defensa. El sitio se encuentraemplazado junto a una quebrada quepermite el acceso al centro de la penn-sula de Colcha K, donde se localizauna amplia vega. Adems, es posiblecontrolar visualmente el Salar y detectarla presencia de grupos que se acerquen.Por lo tanto, la funcionalidad defensivadel sitio fue doble: por un lado cubrir elacceso a la vega mediante la quebrada; ypor el otro como puesto de observacinante potenciales invasiones provenien-tes del Salar. La ausencia de indicado-res materiales de momentos posteriorespodra relacionarse con que el pukaracay en desuso una vez que las fronterasfueron expandidas hacia el Sur. Este he-cho tambin explicara la baja densidadde material recuperado en las excavacio-nes.Segn esta hiptesis, Cruz Vintoconstituy una de las primeras obje-tivaciones del nuevo orden basado enla ancestralidad que fue plasmado enel paisaje. Como tal, fue construido deacuerdo con la lgica de la ancestralidadpresente en las llactas o centros ceremo-niales de primer orden. Como propusems arriba, existen una serie de homolo-gas estructurales y estructurantes entreel espacio pblico, lugar de celebracinde las ceremonias de comensalidad, conel espacio domstico. Es en este sentidoque la ideologa semitica basada en laancestralidad produjo relaciones de po-der: el tiempo cotidiano, marcado por elritmo de las actividades diarias, se desa-rrollaba en un espacio estructuralmenteJos Maria Vaquer

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    homlogo al espacio pblico, arena delas negociaciones entre los diferentesgrupos de parentesco. De esta manera,y de acuerdo con la propuesta de Gos-den (1994) explicitada anteriormente, eltiempo institucional se impone dentrodel tiempo biogr co de los agentes.Este tiempo institucional se encuentrarepresentado por la gura de los ances-tros y el tiempo mtico de la creacin,por lo que la temporalidad cotidianade los agentes es presentada como unaestructura mtica, la continuacin delmito de creacin original. Este tiempomtico es un tiempo que se sita fueradel tiempo, y por lo tanto, fuera de lahistoria y de la contingencia de la acti-vidad humana. Las relaciones de podercontenidas en este tiempo mtico fueronpresentadas como eternas, relacionadascon el origen, y por lo tanto, inmutablesy necesarias.Lo ms importante del proceso de-lineado en el prrafo anterior es que esun proceso que dependi de la materia-lidad y oper de forma no discursiva atravs de habitar un paisaje estructura-do de manera coherente con el sistemamtico. El poder oper de dos maneras:por un lado, los agentes socializados eneste entorno tienen la disposicin de re-producir las mismas estructuras de lasque son producto (el habitus), y por elotro, creando una ideologa semiticaque intent estabilizar los sistemas designi cados en torno a la ancestralidad.La institucionalizacin de la ancestrali-dad como ideologa semitica que actumaterialmente y las estructuras estructu-rantes del habitus se reforzaron mutua-mente para crear una disciplina corpo-ral o tecnologa del ser en trminosde Foucault (2004).

    CONCLUSIONESEste trabajo fue un ensayo interpretativode cmo la cultura material se encuentraestructurada a partir de signi cados queson interpretados corporalmente por losagentes sociales. Ms all de proponerdicotomas como corporal vs mental, otiempo habitual vs tiempo pblico, elobjetivo fue entender estas categorascomo complementarias. Parte del cono-cimiento social se encuentra localizadoen una hexis corporal que constituye labase para las acciones y las percepcio-nes. Junto con l, se encuentra el conoci-miento objetivado en diversos soportes,que es trado a la luz en ciertas ocasio-nes sociales. Pero es importante tener encuenta que ambos operan reforzndosemutuamente, y que si existen diferenciasentre ambos se producen cuestionamien-tos del orden social.El concepto de ideologa semiti-ca resulta rentable para interpretar laestructuracin de los signi cados en lacultura material, a partir de ciertas ca-ractersticas sensibles de los objetos.Las torres chullpas, el emplazamientodefensivo, las prcticas sociales desarro-lladas junto con su materialidad en CruzVinto, se encontraban referenciando aun tiempo fuera del tiempo, situndolofuera de cuestionamiento. Este mecanis-mo de poder, que acto materialmente,se encontraba en sintona con el habitusde los agentes, por lo que fue sostenidoms all del PDR Tardo.Habitar en Cruz Vinto era vivir enun paisaje marcado por la presencia delos ancestros y de los grupos corporati-vos que representaban. La arquitecturadomstica homognea, la presencia delas torres chullpas en el espacio do-mstico, el espacio pblico y el espacioproductivo; el consumir alimentos en ti-pos de vasijas similares; el circular por

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    un asentamiento sin restricciones a lossentidos, estructuraron corporalmen-te un habitus corporativo. A su vez, laparticipacin en ceremonias en los espa-cios pblicos, y las ceremonias llevadasa cabo en distintas ocasiones de la vidade los agentes objetivaron la presenciade los ancestros como un punto focalen la vida social de los colectivos. Losagentes se encontraban inmersos en esteuniverso material de los ancestros des-de la infancia, crindose en un espaciodomstico estructurado de acuerdo alos mismos principios que fueron obje-tivados en las ceremonias pblicas. Porlo tanto, podemos considerar que exis-ti una continuidad y coherencia entrela esfera pblica y la esfera privada, eltiempo habitual y el tiempo pblico. Yesta continuidad fue creada y reforzadaa travs de los signi cados de la culturamaterial. Propuse que el principal meca-nismo que produjo esta continuidad fuela homologacin de la temporalidad, apartir de realizar las prcticas en un pai-saje homogneo, y a travs de estructu-rar el tiempo habitual de manera similaral tiempo pblico.Como mencion anteriormente, nocreo posible interpretar las percepcio-nes particulares de los agentes. Las he-rramientas terico metodolgicas conque contamos nos permiten interpretar

    una sola cara de la moneda, los signi ca-dos que son objetivados y perduran en eltiempo. Si consideramos que las prcti-cas son recursivas, y que en ellas se pro-duce y reproduce la estructura, entoncesal acceder a la estructuracin de la cul-tura material estamos viendo el produc-to de esas prcticas y cmo las mismascambiaron o perduraron en el tiempo.AGRADECIMIENTOSLos trabajos de campo en Cruz Vintofueron posibles gracias a un conveniocon el Vice Ministerio de Cultura deBolivia, y, principalmente, por la ayuday colaboracin brindada por la Honora-ble Alcalda Municipal de Colcha K;as como la Comunidad de Colcha K.Don Andrs Basilio y Doa Santusa noshospedaron y nos hicieron sentir comoen nuestra casa.Las campaas fueron nanciadas conuna beca doctoral del Consejo Nacionalde Ciencia y Tecnologa (CONICET) deArgentina, y con un subsidio de la Agen-cia Nacional de Promocin Cient ca.Finalmente, quiero agradecer a to-dos los que participaron en los trabajosde campo y laboratorio, y a los dos eva-luadores annimos que contribuyeron amejorar sustancialmente el trabajo.

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