Unhombrebueno Analisis Jesus

14
1 “UN HOMBRE BUENO ES DIFÍCIL DE ENCONTRAR” 1 FLANNERY O´CONNOR Análisis de Jesús Gómez Izquierdo Cuando Flannery O´connor murió tenía treinta y nueve años (1925-1964), y había pasado los últimos trece prácticamente recluida en su granja de Milledgeville, en el sur de Estados Unidos, viviendo con su madre y… sus pavos. La causa de la muerte fue el lupus, una enfermedad degenerativa que también provocó el fallecimiento de su padre, cuando Flannery contaba quince años. Aunque lo sospechaba, ella no supo que padecía esta dolencia hasta unos meses después del diagnóstico. Su madre se lo ocultó; tuvo que ser su amiga Sally Fitzgerald quien le revelase la verdadera naturaleza de la enfermedad (Flannery mencionaba a menudo la artritis reumatoide, tal y como en un principio habían aventurado los médicos). El primer brote de lupus, en 1951, la puso ya al borde de la muerte. Se salvó gracias al tratamiento con dosis altas de ACTH, una hormona extraída de las glándulas pituitarias de los cerdos. «Si los cerdos fueran prendas de vestir, no sería digna de besarles el dobladillo» 2 escribió a una amiga. Al poco de salvarse “in extremis”, comenzó a trabajar en este cuento “Un hombre bueno…”y otros como “El río” o “Más pobre que un muerto, imposible”, relatos donde la presencia de la muerte es muy poderosa. Refiriéndose a “Un hombre bueno…”, Sally Fitzgerald dice: «No fue una coincidencia que Flannery escribiera ese cuento meses después de que le apuntaran, metafóricamente, con una pistola» 3 El gnosticismo de una escritora católica 1 En Cuentos completos, Flannery O´connor, Lumen, Barcelona, 2005, p. 189 2 Brad Gooch, Flannery O´connor, CIRCE Ediciones, Barcelona, 2011, p. 211 3 Ibídem, p. 247

description

Análisis del cuento Un hombre bueno es difícil de encontrar.

Transcript of Unhombrebueno Analisis Jesus

Page 1: Unhombrebueno Analisis Jesus

1

“UN HOMBRE BUENO ES DIFÍCIL DE ENCONTRAR”1

FLANNERY O´CONNOR

Análisis de Jesús Gómez Izquierdo

Cuando Flannery O´connor murió tenía treinta y nueve años (1925-1964), y había pasado los últimos trece prácticamente recluida en su granja de Milledgeville, en el sur de Estados Unidos, viviendo con su madre y… sus pavos. La causa de la muerte fue el lupus, una enfermedad degenerativa que también provocó el fallecimiento de su padre, cuando Flannery contaba quince años. Aunque lo sospechaba, ella no supo que padecía esta dolencia hasta unos meses después del diagnóstico. Su madre se lo ocultó; tuvo que ser su amiga Sally Fitzgerald quien le revelase la verdadera naturaleza de la enfermedad (Flannery mencionaba a menudo la artritis reumatoide, tal y como en un principio habían aventurado los médicos). El primer brote de lupus, en 1951, la puso ya al borde de la muerte. Se salvó gracias al tratamiento con dosis altas de ACTH, una hormona extraída de las glándulas pituitarias de los cerdos. «Si los cerdos fueran prendas de vestir, no sería digna de besarles el dobladillo»2 escribió a una amiga. Al poco de salvarse “in extremis”, comenzó a trabajar en este cuento ― “Un hombre bueno…”― y otros como “El río” o “Más pobre que un muerto, imposible”, relatos donde la presencia de la muerte es muy poderosa. Refiriéndose a “Un hombre bueno…”, Sally Fitzgerald dice: «No fue una coincidencia que Flannery escribiera ese cuento meses después de que le apuntaran, metafóricamente, con una pistola»3

El gnosticismo de una escritora católica

1 En Cuentos completos, Flannery O´connor, Lumen, Barcelona, 2005, p. 189

2 Brad Gooch, Flannery O´connor, CIRCE Ediciones, Barcelona, 2011, p. 211

3 Ibídem, p. 247

Page 2: Unhombrebueno Analisis Jesus

2

«Escribo de la forma en que lo hago porque (no aunque) soy católica. […] Sin embargo, soy una católica particularmente dotada de una conciencia moderna, esa que Jung describe como ahistórica, solitaria y culpable»4, afirmaba Flannery en su correspodencia. También señalaba que, en su caso, la fe era el motor que hacía funcionar a la percepción. Profundamente católica y sureña, es probable su desagrado ante el apunte de ciertos elementos gnósticos que pueblan su universo narrativo. Según los antiguos gnósticos, vivimos en un vacío cosmológico que llamaron kenoma, «una esfera gobernada por un demiurgo que detenta el lugar del Dios extranjero y que ha exiliado a Dios de la historia y del alcance de nuestras oraciones.»5 Harold Bloom, crítico literario estadounidense, sostiene que relatos de Flannery como “Un hombre bueno…” o “La espalda de Parker” tienen lugar en el mismo cosmos, narrativo se entiende, que “Mientras agonizo” de Faulkner y “Miss Lonelyhearts” de Nathanael West, un mundo que no es otro que la versión americana del kenoma.

Hubo un gnosticismo pagano y un gnosticismo cristiano, pero, a la postre, ambos fueron calificados de herejías por la iglesia católica. Para los gnósticos, en el acto de la Creación se encuentra implícita la Caída. Una vez somos creados, pertenecemos al orbe imperfecto de la materia. Y formamos parte de la creación por obra, no de Dios, sino de un Demiurgo. En determinadas corrientes de la filosofía griega, la función del demiurgo es ordenar la materia con el propósito de hacer el bien. Los gnósticos retomaron la figura del demiurgo como creador/ordenador de la materia, es decir, creador de lo imperfecto y perecedero, de lo condenable y condenado; el demiurgo es por tanto la encarnación del mal. En la exégesis o interpretación del gnosticismo, la práctica regular de una vida cristiana no basta para salvarnos: es necesario el conocimiento introspectivo e íntimo de lo divino; así, mediante esta gnosis del alma seremos conducidos de nuevo a la unión con el Espíritu perfecto; en última instancia, con Dios, que nunca se habría avenido a crear algo tan nefando como la materia. La gnosis, ese saber absoluto e intuitivo, sólo podemos alcanzarla a través de «una

4 Flannery O´connor, El hábito de ser, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004, p. 90

5 Harold Bloom, Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 287

Page 3: Unhombrebueno Analisis Jesus

3

cierta chispa»6, como la llama Bloom, de lo divino que aún queda en nuestro interior, y cuyo origen no está en la creación sino en el abismo original. En la ortodoxia cristiana lo que nos hace libres es el bautismo en Cristo; en la herejía gnóstica lo que nos libera de nuestra condición mortal, de la materia, es la gnosis, el conocimiento. Imposible no recordar aquí el ansia por saber del Desequilibrado, en el cuento de Flannery; una certidumbre que él anhela, a su manera quizá algo tosca o como alegoría de un conocimiento más amplio. Cuando la abuela llega a dudar de que Jesús resucitase a los muertos, el Desequilibrado replica:

«―Yo no estaba allí, así que no puedo decir que no lo hizo ―repuso el Desequilibrado―. Ojalá hubiera estado allí ―añadió golpeando el suelo con el puño―. No está bien que no estuviera allí, porque d´haber estao allí yo sabría. Escuche, señora ―añadió alzando la voz―, d´haber estao allí, yo sabría y no sería como soy ahora.»

Desde una perspectiva racional, este tipo sería un psicópata, un demente que, poseído por una incertidumbre teológica, se dedica a cometer asesinatos allá por donde va. Pero los términos médicos, sociológicos, racionalistas le son ajenos a O´connor. Más bien, los despreciaba. Los conceptos con los que ella se desenvuelve son teológicos, aunque “sólo” fuera una teóloga aficionada. En el cuento, cuando el asesino habla de su pasado, hay indicios de una infancia y juventud al menos conflictivas. Llama la atención que su padre se refiriese a él como un perro de una raza diferente a la de sus hermanos, alguien que siempre se preguntará el por qué de las cosas. El Desequilibrado podría haber matado a su propio padre, aunque él lo niega; y prácticamente en el inicio de la conversación con la abuela, habla de su familia en términos elogiosos: «Dios nunca creó a una mujer mejor que mi madre, y papá tenía un corazón d´oro puro». Pero ¿quién puede fiarse del Desequilibrado? Quizá haya algo de ironía en sus palabras, aunque la sensación es que la autora pretende cercenar de raíz cualquier deriva psicológica del relato. Son otros los asuntos que interesan a Flannery, o que justifican su cuento, no los posibles traumas que acarrea o pueda acarrear el personaje.

6 Ibídem, p. 288

Page 4: Unhombrebueno Analisis Jesus

4

Se ha dicho que el Desequilibrado es el negativo de una foto de Cristo, o el reverso de Cristo. La autora no pensaba en esos términos respecto a su personaje, aunque él mismo se identifique en cierta manera con Jesús: «Jesús rompió el equilibrio de todo. Le ocurrió lo mismo que a mí…». O´connor ve al Desequilibrado como un “potencial” profeta que se equivoca. Ella pertenece a la estirpe de escritores visionarios, como Faulkner, West o el más actual Cormac McCarthy. Y en la visión de Flannery, todos estamos condenados. A una escritora que nos entretiene de una forma tan honda, dice Bloom, le permitimos que nos condene todo lo que se le antoje. Le permitimos que intente manipularnos, matizaría yo. Si su narrativa, tan feroz y de una comicidad perturbadora, nos arrastra o no hacia la fe católica, es algo que quedará al albedrío del lector. Como bien dice el crítico y ensayista norteamericano, Flannery era una cuentista muy astuta, pero sus cuentos son más astutos que ella misma y al cabo «no imponen más moralidad que la de una imaginación moral avivada.»7 Casi me atrevería a matizar, de nuevo, que sus relatos dejan traslucir una indignación moral, o ética, avivada.

La Gracia (o el Misterio) y la violencia

«A los duros de oído se les grita, y a quienes están casi ciegos se les dibujan figuras grandes y llamativas»8 decía F. O´connor para justificar, en cierto modo, la violencia y lo grotesco que aparecen en los relatos y en las dos novelas que escribió. Sus quejas van dirigidas a nosotros, sus lectores que, según ella, no deseamos la gracia o no sabemos reconocer su actuación; gracia entendida desde la fe católica como el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para que respondamos a su llamada, para que lleguemos a ser sus hijos adoptivos y participemos de la naturaleza divina, de la vida eterna. No son pocas las ocasiones en que sus personajes se ven abocados a ese instante de gracia a través de situaciones extremas. Una realidad, la de esas situaciones, donde se revela lo que

7 Harold Bloom, Cómo leer y por qué, Anagrama, Barcelona, quinta edición: 2005, p. 52

8 Flannery O´connor, Misterio y maneras, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 47

Page 5: Unhombrebueno Analisis Jesus

5

esencialmente somos, según la autora; una realidad, siguiendo con sus palabras, a la que debemos volver tras pagar un alto precio, pero que está implícita en la visión cristiana del mundo. Flannery pretende devolver a sus protagonistas, y tal vez a los lectores escépticos, a la realidad, y lo hace mediante la violencia, violencia como “preparación”: «prepararlos para aceptar su momento de gracia. Tienen la cabeza tan dura que esto es casi lo único que funciona»9 dice la escritora. Esto es quizá lo que resulta más trasgresor en F. O´connor. Para manifestarse, la gracia divina puede hacer uso de lo hipócrita, o de lo grotesco, incluso de la maldad. O´connor descubrió que en muchos de sus cuentos, es el diablo, involuntaria y paradójicamente, quien allana el camino para la gracia. No el diablo encarnado en alguno de sus personajes ―ni siquiera en los más crueles, como el Desequilibrado―, sino en el manejo de las situaciones, en el movimiento de los hilos. La excepción podría estar en el cuento “Más pobre que un muerto, imposible”, donde se hace difícil no identificar al demonio del cristianismo en las voces que oye el protagonista, el chico llamado Tarwater. O en la novela “Los profetas”, con el demonio encarnado en el violador pederasta que abusa del mismo protagonista, Tarwater; abuso que predispone al joven a aceptar definitivamente su vocación de profeta. Lo grotesco en la escritura de O´connor (a veces como experiencias poco comunes que de algún modo deforman o distorsionan la realidad, y al tiempo la enfatizan) conlleva o más bien conduce a lo cómico. No sabemos si la filósofa judío-alemana Hannah Arendt leyó a F. O´connor, pero en su ensayo sobre el juicio al criminal nazi Eichmann, hay una frase reveladora. Refiriéndose al interrogatorio de la policía y los problemas de Eichmann con el lenguaje y la expresión verbal, Hannah considera que esas páginas «son una verdadera mina para un psicólogo, a condición de que sea lo bastante sensato para comprender que lo horrible puede ser no solo grotesco, sino completamente cómico.»10 Sin duda, esta frase no debió pasar desapercibida a la escritora estadounidense, que sí leyó el ensayo de la alemana, a la que consideró enormemente perspicaz. Flannery ya

9 Ibídem, p. 122

10 Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, DeBols!llo, Barcelona, sexta edicion: 2011, p. 77

Page 6: Unhombrebueno Analisis Jesus

6

había escrito“Un hombre bueno…” (1953), que es muy anterior al ensayo de Hannah, publicado en 1963. Para entonces, casi toda la obra de la norteamericana ya estaba escrita.

La comicidad en los relatos de Flannery, no suele rebajar la tensión narrativa, ni emocional, de sus tramas. Ella misma llegó a decir que toda buena novela cómica «debe tratar cuestiones de vida o muerte.»11 Esa forma de imbricar lo cómico en lo trágico, y lo trágico en lo cómico ―algo tan de Chéjov, por otra parte―, es lo que dota a su escritura de un gran vigor narrativo y dramático. Sin embargo, el sentido tragicómico de Flannery es bastante más exacerbado o radical, menos sutil si se quiere, que el del escritor ruso; tal vez porque estaba imbuida de ese “salvajismo sureño” que en el fondo apreciaba, al menos como valor literario.

La escritora concedía que “Un hombre bueno…” pudiera tener lecturas distintas a la que ella hacía de su propio relato, pero estaba convencida de que no había otra manera de escribirlo. El problema es que hubo lecturas tan extravagantemente distintas de la suya, que la dejaban perpleja. Un profesor de universidad y sus alumnos daban por hecho que la segunda mitad del cuento ―con la aparición del Desequilibrado y el mismo final―, era imaginaria, una especie de sueño o ensoñación de Bailey, el hijo de la vieja, del que además creían que se identificaba con el Desequilibrado. La respuesta de Flannery, refiriéndose a esa interpretación, fue en cierta manera demoledora. En una carta les contestó: «Si fuese una interpretación legítima, el relato sería poco más que un truco y sería interesante simplemente para la psicología anormal. No estoy interesada en la psicología anormal»12. Añadía que por supuesto el relato no era realista en el sentido de que reflejase los actos cotidianos de la gente de Georgia. Era un cuento estilizado y de convenciones cómicas, aunque su significado fuese serio. «No pretendo hacerme odiosa. Estoy atónita.» terminaba diciéndoles.

Hubo lectores que expresaron su desconcierto ante cierta frase de la abuela, cuando se dirige al Desequilibrado diciéndole: “¡Si eres uno de mis niños! ¡Eres uno de mis hijos!”. Es obvio que entre ellos no existe el parentesco de madre e hijo, ni la frase es fruto de

11 Flannery O´connor, Misterio y maneras, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 123

12 Flannery O´connor, El hábito de ser, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004, p. 334

Page 7: Unhombrebueno Analisis Jesus

7

la posible senilidad de la vieja o del estado de confusión en que se encuentra. Justo antes de que la abuela pronuncié esas palabras, la misma voz narradora nos previene: «…y la cabeza de la abuela se aclaró por un instante.» En la apreciación de ese parentesco que no es familiar, y en el posterior gesto de la abuela, descansa el corazón del cuento, según la autora. Y con una lectura atenta, los lectores también seremos conscientes de que ahí está el corazón del relato. Las palabras y el gesto de la abuela, cuando tiende la mano y toca el hombro del asesino, pueden parecer un acto repentino de bondad o ternura. Y así es, después de que hayamos visto a la vieja atrapada en sus propias mentiras, en sus banalidades y egoísmo, en su racismo condescendiente… Se puede incluso disfrutar de este relato sin ahondar en ello, aunque los buenos lectores sospecharán, como mínimo, que la autora sugiere algo más. No en vano Flannery ha sabido conducirnos hasta esa coyuntura, quizás el momento de mayor lucidez de la vieja en todo lo que se nos cuenta. El talento de la escritora consigue que ese gesto trascienda lo que ella denomina una hábil alegoría intencionada, o cualquier categoría de moral trillada que el lector pueda elaborar. Es un gesto que está en el nivel anagógico, según nuestra autora, el nivel que tiene que ver con la vida divina y nuestra participación en ella. Un gesto que sugiere a la vez el mundo y la eternidad, completamente adecuado y, al tiempo, completamente inesperado; que está dentro de la naturaleza del personaje y la rebasa. Un gesto que de algún modo está en contacto con el misterio. Son comentarios de Flannery, como preámbulo a la lectura que hizo de este cuento en un colegio de Virginia. Sabía, como dijo alguna vez, que en nuestra época la visión ha sido sustituida por la sensibilidad, o por un exceso de sensibilidad. Para “aclarárselo” a la audiencia del colegio de Virginia, continuó diciendo:

«Hay un punto en el cuento donde tiene lugar un gesto como éste. La abuela está por fin sola frente al Desequilibrado. Su mente se despeja durante un instante y se da cuenta, con todas sus limitaciones, de que ella es responsable del hombre que tiene frente a sí, y que está unida a él por unos lazos de parentesco, cuyas raíces se hunden en el misterio del que hasta ahora sólo había parloteado. Y en este punto, ella hace lo correcto, hace el gesto adecuado.»13

13 Flannery O´connor, Misterio y maneras, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 121

Page 8: Unhombrebueno Analisis Jesus

8

Lucidez cristiana la de la vieja, bien sea católica o protestante (no olvidemos que la mayoría de los relatos de Flannery transcurren en el llamado “Cinturón Bíblico” del sur estadounidense, de mayoría protestante); tal vez incluso lucidez gnóstica en la visión híbrida de la escritora, esa mezcla de catolicismo severo en su espíritu con el universo gnóstico de su ficción. Sobre el gesto y las palabras de la anciana, Flannery añadió algo aún más revelador:

«Los estudiantes suelen quedarse desconcertados ante lo que ella dice y hace aquí, pero creo personalmente que si quitase ese gesto y las palabras que lo acompañan, no habría cuento. Lo que quedase no merecería vuestra atención.»14.

En otra lectura pública de “Un hombre bueno…”, un oyente le comentó a un amigo de Flannery que no sabía por qué el relato terminaba de esa manera. Él veía clara la identificación de la audiencia con la abuela, y por tanto el cuento tendría que haber seguido hasta que llegase la policía y la salvara. Este tipo de expectativas de algunos lectores, provocaban la hilaridad de una escritora que consideraba que no había nada más cruel que el realismo cristiano. Un final así hubiera sido propio de uno de esos malos escritores católicos de los que Flannery renegaba. En su opinión, había pocos buenos escritores católicos, debido a que en sus novelas representaban el mundo tal y como ellos querrían que fuese. Por otra parte, el final que deseaba ese oyente habría desbaratado por completo el cuento. No es gratuito que la autora coloque al personaje de la abuela frente a la muerte. En su visión cristiana, Flannery piensa que esa es la posición más significativa que la vida puede ofrecer a un cristiano, donde se revelaran sus cualidades más esenciales; las únicas que podrá llevarse a la eternidad. George Bataille, en un estudio sobre las implicaciones del mal en la literatura, hace el siguiente comentario:

«Lo que fundamenta la emoción literaria autentica es siempre la muerte –o por lo menos la ruina del sistema del individuo aislado en búsqueda de la dicha en la duración–, ya que introduce la ruptura, ruptura sin la cual nadie alcanza el estado de trance. En ese movimiento de ruptura y muerte, lo recobrado es siempre la inocencia y la embriaguez del ser. El ser aislado se pierde en algo distinto a él. Poco importa la representación que demos de “la otra

14 Ibídem, p. 121

Page 9: Unhombrebueno Analisis Jesus

9

cosa”. Es siempre una realidad que rebasa los límites comunes. Es incluso tan profundamente ilimitada que en realidad no es una cosa: es nada.»15

La “otra cosa” tan profundamente ilimitada que para Bataille es “nada”, para O´connor es el dios cristiano. Y O´connor considera que al colocar a sus personajes al borde de la eternidad, a los lectores nos resultará oportuno «pensar en lo que se llevan.»16 En otras palabras, y de forma más prosaica: si como quería aquel oyente, la policía salvase a la abuela, ¿cuántos de nosotros, los lectores, pensaríamos en sus cualidades y en la eternidad?

Los recursos de “Un hombre bueno…”

El sentido de un buen cuento no puede ser atrapado por una interpretación. Un cuento será bueno si resiste con éxito la paráfrasis (interpretación amplia), si perdura y se expande en la mente, decía O´connor. Y añadía que por más veces que lo leamos y mejor lo entendamos, el cuento no dejará de escaparse. Muchos lectores, y probablemente bastantes escritores, se lo pensarían más de dos veces antes de darle la razón a Flannery. Es un asunto complejo, y que el cuento perdure y se expanda depende en gran medida de la receptividad, y también de la subjetividad, del que lee; tal vez depende más aún de la subjetividad del que escribe. En cuanto a lo receptivo que se muestre el lector como punto de partida, ahí el escritor puede hacer poca cosa. Es en el manejo de lo subjetivo, la realidad creada en la mente del individuo, donde el escritor puede maniobrar a sus anchas. Si es talentoso, su cuento erigirá una realidad ante la que la mente del que lee no podrá permanecer impasible o descuidada. El mismo lector se encargará de crear, o más bien recrear esa realidad mediante o a través de las palabras del escritor. Una escritora como Flannery, que hurga de un modo tan afilado en los interrogantes del alma, y que considera la vida humana como esencialmente misteriosa, podría haber caído en la tentación de llenar sus cuentos de abstracciones; de llenarlos, si

15 George Bataille, La literatura y el mal, Taurus Ediciones, Madrid, 1977, p. 30

16 Flannery O´connor, Misterio y maneras, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 123

Page 10: Unhombrebueno Analisis Jesus

10

se puede decir así, de poca realidad. Pero ella opera de forma contraria, no porque sus cuentos sean estrictamente realistas, que generalmente no lo son, como bien le dijo al profesor universitario, sino que son reales en el sentido de lo concreto. Su escritura es de una gran “plasticidad”, podríamos levantar la vista de la página y recrear delante de nuestro sillón lo que acabamos de leer.

Opino que Flannery tiene cuentos de mayor envergadura literaria que “Un hombre bueno…”; pero, sin duda, el personaje del Desequilibrado es una creación que impone. Las connotaciones teológicas del Desequilibrado hacen que el mismo personaje se expanda, y arrastra al personaje de la abuela y al cuento entero en esa expansión. Sin embargo, es necesario un soporte para que el cuento persista y se ensanche. La autora ha puesto más que suficiente empeño en pintar el cuadro, y nos conduce por él a base de pinceladas precisas, tanto en la caracterización de los personajes como en las peripecias que sufren. El uso que hace de la naturaleza en este cuento, sobre todo de los árboles, la luz y el cielo, es muy intencionado. Tal vez no podría ser de otra forma, tratándose de un cuento de ámbito rural, como casi todos los suyos. Hay muchos escritores que se valen de elementos naturales con suma habilidad, pero creo que ella es especialmente incisiva mostrando la interacción entre la naturaleza y lo que nos cuenta. Sin caer en excesos líricos, esa relación añade belleza a unos cuentos de por sí sórdidos y ásperos.

Al principio, cuando la familia inicia el viaje, la luz del sol que cae sobre los árboles es blanca y plateada «y hasta los más míseros destellaban» nos dice la voz que narra. Una vez que la abuela les ha mentido y dan la vuelta para ver una vieja casa, se encuentran con caminos abruptos, terraplenes peligrosos, depresiones del terreno de color rojizo; los árboles están cubiertos de una capa de polvillo. A una de esas depresiones va a parar el coche por culpa del accidente. Detrás de la cuneta donde se sienta la familia, los árboles son «altos, oscuros y graves.» La sensación de que algo solemne puede ocurrir es inmediata; como inmediata es la aparición del coche del Desequilibrado. Más tarde, y poco antes de que la abuela reconozca al asesino, la nieta replica a una orden de este: «¿Quién es usté pa decirnos lo que debemos hacer?», y a continuación, detrás de ellos «la línea de los árboles se abrió como una oscura boca.»

Page 11: Unhombrebueno Analisis Jesus

11

Todo el manejo de los árboles y la luz, siendo subjetivo, es concreto, casi palpable, y nos guía por un viaje que no deja de ser una catábasis o descenso a los infiernos, con parada en el purgatorio: la gasolinera y sala de baile del gordo Red Sammy. El semblante de la abuela, una vez que ha muerto, sugiere en el final esa anábasis o ascenso a los cielos tan cara en algunos relatos de O´connor.

Las descripciones físicas que hace O´connor de los personajes son definitorias, y en bastantes ocasiones divertidas. Sus comparaciones con animales, vegetales, incluso piedras, consiguen que el aspecto de los personajes, o lo que evocan sus rasgos, sea visible para el lector. No considero banal que la madre de los niños, en este cuento, tenga una cara «tan ancha e inocente como un repollo», y lleve en la cabeza un pañuelo verde, atado con dos puntas «como orejas de conejo». Durante todo el relato es una persona tan pasiva, que acabará yendo al matadero sin rechistar, incluso dando las gracias. Bailey, el hijo de la vieja, tiene la mandíbula «tan rígida como la herradura de un caballo», en un momento en que el personaje se enfada; enfado que por otra parte parece ser permanente en él. Bailey es un tipo poco dado a la alegría.

Se nos cuenta que la cara de la vieja es delgada y curtida, y el rostro del asesino es largo y arrugado. No son muy diferentes esos dos rostros; podría ser la fisonomía de un par de idealistas estrafalarios, si nos dejamos llevar por lo grotesco del cuento. El detalle de las gafas del Desequilibrado, que le dan un aspecto académico, no puede estar hecho más a conciencia.

Con todo, lo que hace más visibles a los dos personajes principales son sus palabras y acciones. Flannery sabe mostrar, y lo que muestra sugiere; que la abuela sea «la primera en subir al coche, lista para partir», la define. Es decidida, entrometida, siempre dispuesta a salirse con la suya y mucho más dicharachera que su hijo. Se considera a sí misma una dama, y puede que lo sea; una vieja dama que, por fortuna o por desgracia, mantiene su apego a las tradiciones del “viejo sur”; el personaje es casi idéntico al de la anciana de “Todo lo que asciende tiene que converger”. No creo que resulte especialmente antipática a ojos de Flannery.

En cuanto al Desequilibrado, es en él donde la escritura visionaria de Flannery adquiere todo su relieve, al menos en este

Page 12: Unhombrebueno Analisis Jesus

12

cuento. Es el primer personaje adulto, de los varios que creó en relatos posteriores, en el que la maldad y una inocencia turbadora se dan la mano. Su mirada pálida e indefensa después del crimen, y todo lo que le hemos oído decir desde que aparece, es de una ambigüedad bien calculada por parte de Flannery. Son muchos los detalles que conforman al Desequilibrado; llega a ruborizarse cuando Bailey le dice algo sumamente desagradable a su madre. Flannery suele detenerse en lo que en apariencia es insignificante, y lo transforma en pequeñas acciones que, como en este caso, llegan a ser premonitorias y advierten al lector:

«―Tú no dispararías a un dama, ¿verdad? ―dijo la abuela, que se sacó un pañuelo limpio del puño y empezó a secarse los ojos.

El Desequilibrado clavó la punta del zapato en el suelo, hizo un pequeño hoyo y lo tapó de nuevo.»

Ver en este asesino a un nihilista existencial y desesperanzado puede ser una opción. Sin embargo, es presumible que esa lectura de su personaje le parecería muy estrecha a la autora. En la cotidianeidad de esta familia, la aparición del Desequilibrado es el desgarro, la grieta por donde irrumpirán el Misterio y la Gracia.

Un final polémico

«Habría sido una buena mujer ―dijo el Desequilibrado― si hubiera tenío a alguien cerca que le disparara cada minuto de su vida.»

Aunque muy cerca del final, no es la última frase del cuento. Sin embargo, es probablemente la que con mayor fuerza va a resonar en la cabeza del lector. Harold Bloom se pregunta si esa manera de hacer que alguien sea bueno no resulta «un pelín extenuante»17. Cabría preguntarse si la abuela es realmente malvada. Es cierto que en su empeño por ver la antigua casa miente, inventándose un panel secreto lleno de plata. A partir de ese momento, toda la familia va camino de la tragedia. Pero el asunto de la mentira parece más bien la travesura de alguien que, en su vejez, vuelve a ser un niño. La misma autora ve en la anciana el reflejo de las banalidades de la sociedad, y afirma que «el efecto es de una maldad cómica más que

17 Harold Bloom, Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 285

Page 13: Unhombrebueno Analisis Jesus

13

seria.»18 De hecho, es un remordimiento exagerado, y equivocado en la conciencia de la abuela, lo que provoca el accidente y el encuentro con el asesino. Si no le cuenta la verdad a Bailey, es porque le atemoriza el carácter irascible de su hijo. Y las puyas de los nietos contra ella no dejan de ser crueles, por muy niños que sean. No se puede decir que ocupe un lugar de respeto dentro de esa familia; si acaso, parecen considerarla una carga que se ven obligados a llevar a cualquier sitio. Ya que no se tienen en cuenta sus deseos, ella se las ingenia a base de artimañas.

Sin duda, la vieja es banal, aferrada a las apariencias, vistiéndose de punta en blanco por si tienen un accidente y alguien la encuentra muerta; entonces «sabría al instante que era una dama.» Y hace gala de cierto egoísmo: durante la matanza apenas es consciente de que asesinan a su hijo. Pero es en el duelo dialéctico con el Desequilibrado donde Flannery pone el acento. La fe de la vieja es poco sólida y de creencias superficiales; duda que Jesús resucitase a los muertos, se limita a pedirle al asesino una y otra vez que rece. Por contra, el Desequilibrado quiere creer, lo cual le lleva a una implicación más honda en el misterio de Cristo. Incluso estaría dispuesto a levantarse y seguir a Jesús, si tuviera la certeza de sus milagros. Y es obvio que su frase lapidaria actúa de nexo con el gesto de la abuela. Por muy extenuante que sea, como dice Bloom, e incluso aunque nos preguntemos por la maldad de la vieja, lo que se impone en el cuento es la “ferocidad” teológica de la propia Flannery, como ella misma se encargó de mostrar en esta carta:

«Él le dispara retrocediendo, horrorizándose ante su humanidad, pero, después de hacerlo y de limpiar sus gafas, la gracia ha actuado en él y pronuncia su juicio: habría sido una buena mujer si él hubiese estado allí en todos los momentos de su vida. Muy cierto. En la perspectiva protestante, creo que la gracia y la naturaleza no tienen mucho que ver la una con la otra. La anciana, debido a su hipocresía, humanidad y banalidad, no podía ser un instrumento de la gracia. En el sentido en que veo las cosas de la otra manera, soy una escritora católica.»19

18 Flannery O´connor, El hábito de ser, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004, p. 301

19 Ibídem, p. 301

Page 14: Unhombrebueno Analisis Jesus

14

En la perspectiva católica de Flannery, ambos personajes son instrumentos de la gracia. El «particular sufrimiento»20 del Desequilibrado ha sido comprendido por la anciana, que le reconoce como hijo suyo sin serlo; y su humanidad en ese último instante ha tocado al asesino, que, como dice la autora, pronuncia su juicio. El castigo que sufre la vieja es necesario para su redención, siempre, claro está, que no abandonemos el prisma teológico del cuento; una redención que más parece tiene que ver con las vagas creencias de la abuela. Que sea un escarmiento inmerecido en las proporciones, no hace sino que resuenen algunas palabras anteriores del asesino, quejándose de que no puede hacer que se correspondan el castigo que ha soportado y los delitos que ha cometido, lo que justifica el apodo que él mismo se ha puesto. Este juego de espejos vincula aún más a los dos personajes, aunque se resuelva de forma drástica con los tres balazos en el pecho de la anciana.

Cuando los compinches del Desequilibrado regresan del bosque, se detienen a observar a la abuela «medio sentada, y medio tendida en un charco de sangre, con las piernas cruzadas como las de un niño, y su rostro sonreía al cielo sin nubes». Tal vez ahí está el indicio del triunfo al que se refiere la autora, cuando dice que el lector sin prejuicios sentirá que la abuela ha obtenido un triunfo muy especial; algo que, concluye Flannery, no se lo consentiríamos «a alguien que fuese absolutamente malo»21. La huella de la vieja en el asesino es parte de su victoria, o de la victoria de la gracia, como Flannery nos sugiere en esta especie de parábola que expande el cuento, y que resulta tan bella como estremecedora:

«No quiero equiparar al Desequilibrado con el demonio. Prefiero pensar que, por increíble que parezca, el gesto de la anciana, como el grano de mostaza, crecerá hasta convertirse en un árbol poblado de cuervos en el corazón del Desequilibrado, y que le dolerá tanto como para hacer de él el profeta que estaba destinado a ser. Pero esta es otra historia»22.

20 Ibídem, p. 301

21 Flannery O´connor, Misterio y maneras, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 121

22 Ibídem, p. 122. Aunque en la traducción de Misterio y maneras el apodo del asesino es el Inadaptado, se ha preferido la traducción que figura en Cuentos completos de la editorial Lumen (N. del A.)