una revolucion evangelizadora

8/20/2019 una revolucion evangelizadora

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cristiano, comparada con la piedad? ¿Qué es unhombre que carece de religión? ¡Como una joya en elhocico de un cerdo!”.

Como se ve, juzgaba con suma sensatez. Queríacada cosa en su propio lugar y en la debida proporción.La piedad era primero, pero la ilustración debían pues,constituir una estrecha alianza, fecunda en frutos, nouna alternativa absoluta. Debían ser aliadas, nocompetidoras o rivales. Mucho menos enemigas.Considerando dentro de este equilibrio, en estaproporción y con este orden de valores, el avivamientometodista fue no sólo un resurgimiento de laespiritualidad, sino un verdadero renacimiento de lacultura popular.

La santidad que Juan Wesley predicaba no era lasancta simplicitas, la “santa ignorancia” deloscurantismo. Era un fulgor en el corazón, queiluminaba también la inteligencia. Wesley quería, sí, quesus predicadores fueran ante todo piadosos, quetuvieran ellos mismos la experiencia personal de lagracia redentora de Dios en Cristo, la cual tenían quepredicar. Pero también se empeñó en que fueran a la

vez ilustrados, estudiosos, lectores asiduos, einfatigables diseminadores de la educación.

Nada más fácil que hacer de una falsaespiritualidad la cobertura de la indolencia y elenmohecimiento intelectuales. Nada más fácil quepretender disimular, con una sarta de frases pías yabien sobadas y aprendidas de memoria, la falta de

estudio y de preparación. Nada más fácil que suplir lasolidez del pensamiento, y el fervor auténtico, jamásreñidos entre sí, apelando al clamor de platillos yredoble de tambores de una “elocuencia” inflada y lacrimosa.

Pero nada de eso tiene derecho a apellidarsemetodista. Porque el metodismo genuino fue, ha sido ydeberá seguir siendo, santidad culta, espiritualidad

inteligente y piedad ¡lustrada.

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Capítulo

IV

UNA EVANGELIZACION REVOLUCIONARIA

Poco ha sido más pernicioso para laevangelización efectiva del mundo que la artificial eindebida separación que se ha hecho, oponiéndolos aveces como adversarios irreductibles, entre el esfuerzopor lograr la regeneración de los individuos y el empeñopor el saneamiento moral de la sociedad en suconjunto. Hasta se han inventado los términos de

“evangelismo personal”, por una parte y “Evangeliosocial”, por la otra. O simplemente se ha contrapuestoel “evangelismo” y la “obra social”.

Han resultado así dos bandos extremos, dosparcialidades que dejan cada una trunco el Evangeliode Cristo. Olvidan que el mismo Cristo que llamabapecadores al arrepentimiento, era el que daba tambiénde comer a las multitudes, sanaba a los enfermos y

denunciaba, con sagrada indignación, a losexplotadores de los pobres, las viudas y los huérfanos.Unos dicen estar tan ocupados en salvar las

almas, una por una, que no tienen tiempo de luchar porla eliminación de las injusticias económicas y sociales.Los otros pretenden estar tan atareados reformando ala sociedad, que no tienen campo para preocuparse porla regeneración de los individuos. Unos se dedicanexclusivamente a pescar gentes de la cloaca, y nohacen nada para que ésta desaparezca ni se fijan en

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hombre común, a un nuevo sentido de dignidad eindependencia espiritual. En tal virtud, fuegenuinamente democrático. Autorizados historiadores y

sociólogos han llegado a la conclusión de que almetodismo se debe el aliento que animó ese ejemplode democracias que es la democracia británica.Mientras el pueblo de Francia se lanzaba, por el terror yla violencia, a una revolución que llegó a tener comoinstrumento supremo la guillotina, en Inglaterra, merceden gran parte a la inspiración del avivamientometodista, la revolución del pueblo asumió la forma deuna pacífica pero profunda transformación política,social, económica, moral y espiritual.

El metodismo realizó, pero con una baseespiritual, y hondo contenido ético, las divisas célebresde la Francia revolucionaria: “Libertad, Igualdad,Fraternidad”. La religión fue, en el metodismo, “unareligión del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”.27Pero, por una parte, no pueden medrar en él ni lademagogia ni la anarquía. Y por la otra, ningún

despotismo, civil o eclesiástico, puede compaginarsecon su genio y espíritu. Porque, desde sus principios, elmetodismo wesleyano fue una democracia disciplinaday una disciplina democrática.

27 Bready, op cit., p. 137

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PALABRA FINAL

Avivamiento Evangélico

Entusiasmo Raciona!

Espiritualidad Ilustrada

Evarrgetizacfórr Re voluciorraria

Disciplina Democrática

Tales fueron desde un principio, y deben seguirsiendo, los rasgos esenciales y característicos delmetodlsmo wesleyano. Y decimos “wesleyano”, nocomo un culto retrospectivo a una personalidad, aunqueesta haya sido muy grande, sino como adhesión a un

espíritu y una forma de piedad cristiana, representadospor el hombre y el movimiento que Dios, en suprovidencia, suscitó para mantener en marcha laconstante renovación del cristianismo.

En conjunto, esos rasgos, que constituyen su sery su identidad, dieron vida, carácter propio, fuerza ycrecimiento al metodlsmo. Son los que, expresándose

en nuestra época, según las circunstancias ynecesidades de ella, deben ser celosamentemantenidos parios metodistas de la actualidad.

Cada uno de ellos constituye una armonía, unequilibrio de elementos sólo en apariencia contrarios.Juntos representan la tradición peculiar con que elmetodismo ha contribuido y ha de seguir contribuyendoal movimiento cristiano en todo el mundo.

En las actuaEes condiciones del mundo, nunca hasido más imperativo y urgente que el metodismo, entodos los países, recobre, reavive y mantenga, en susgenuinas esencias, aunque Impartiéndole las

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en las cuales ejercían prácticamente el cargo depastores. Y en cuanto a la activa participación laica enla obra de las iglesias de entonces, hasta leer la

significativa lista de no menos de 28 laicos que daPablo en el último capítulo de su Epístola a losRomanos.

Con su ministerio laico, el metodismo sacó denuevo a luz y encarnó dramáticamente, la verdadevangélica de que todas las vocaciones pueden sersagradas cuando se ejercen en servicio (ministerioquiere decir servicio) a Dios y, en nombre de El, al

prójimo. Cuando cualquiera que sea el campo particularde servicio a que El llama son de Ellas órdenes que sereciben, esas órdenes son indiscutiblemente, tansagradas órdenes como las del ministerio profesional.

Esto de ningún modo anula, por supuesto, lanecesidad de que exista un ministerio másespecializado, para el desempeño de funciones másconcretas, desde el punto de vista de la organización,

gobierno y disciplina institucionales. Un ministerio cuyaseñal e investidura es la ceremonia de ordenacióneclesiástica propiamente dicha, y del cual se espera ladedicación total de su tiempo a las labores de lapredicación, la administración de los sacramentos, ladirección del culto y el pastoreo de las almas. Unministerio que, a fin de cumplir mejor con esasdelicadas responsabilidades, para las cuales todo el

tiempo de toda una vida nunca es suficiente, no sedistrae en trabajos y negocios seculares. La Iglesiaaparta hombres y mujeres para el cumplimientoexclusivo de esa comisión, y para ello contrae elcompromiso de proveer lo necesario para su decorosomantenimiento material.

Pero este ministerio específico no constituye claseo casta por separado. Mucho menos otorga en sí

mismo, aparte de la calidad de vida, la fidelidad y laconsagración de quien lo profesa, ninguna superioridad,

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privilegio o precedencia en el reino de los cielos. Noconfiere más honra que la que Dios otorga a quienes,en esa u otra profesión, lo honren a El primero. Son laspersonas que lo ejercen quienes han de honrar elministerio, y honrándolo, recibirán honra ellos mismos.El ministro recibe credenciales que le son necesariascon fines de organización aquí en la tierra, pero no sonesas las credenciales que le servirán de “pase” cuandohaya de comparecer, como todos, en la presencia delSeñor. Ya San Pablo lo dijo de una vez por todas: “Hay

repartimiento de ministerios, mas el mismo Señor es”. Yla cuestión de las jerarquías y las categorías, la decidióel propio Señor Jesucristo, con palabras que no puedenser revocadas: “Si alguno quiere ser el primero, hágaseel postrero de todos y el servidor de todos” .

Al restablecer, con sus clases, con su ministeriolaico, la tradición más antigua de la Iglesia apostólica, elmetodismo afirmaba sus esencias democráticas. Y a lavez, lado a lado con ello, mantenía el principio de ladisciplina, como condición para la mayor eficacia en elservicio del Señor. Para Wesley y el metodismo original,la disciplina no es, precisamente por esa equilibradacombinación, el afianzamiento de una autoridad

jerárquica, ni implica el ejercicio de poderesautocráticos por quienes gobiernan la Iglesia. Wesley

consideró la disciplina como norma basada más bien enel dominio propio, en el autogobierno personal. Por eso,el verdadero centro de la Disciplina Metodista, loconstituyen las reglas de conducta personal, decarácter y comportamiento éticos, que Wesley estipulóunas veces y recomendó otras, para los predicadores ylos fieles en general. Pretender hacer de la Disciplina

una coraza de acero, una especie de Talmud estricto yautoritario, es falsear su verdadero espíritu y suverdadera función.

El metodismo fue, en suma, un movimiento demasas, un despertamiento del hombre del pueblo, del

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rigorismo eclesiástico. 'Juan — le respondió— , tú sabescuál ha sido mi modo de sentir. No puedes sospecharque yo esté dispuesta a favorecer, sin más ni más.

ninguna cosa de esta especie. Pero ten cuidado con loque haces respecto a ese joven, porque Dios lo hallamado a predicar, tan seguramente como te hallamado a ti. Considera cuates hayan sido los frutos desu predicación, y escúchalo personalmente”.

Juan fue, a oír al flamante predicador improvisadoy no pudo menos que exclamar: “¡Esto es cosa delSeñor! ¡Haga El lo que bien le pareciere!" Aquel día, en

1742, nació el ministerio laico metodista.Tras Maxfield vinieron otros, por decenas primero,

luego por centenares. Vencidos sus escrúpulosanteriores, Wesley los comisionaba para predicar,artesanos, campesinos, profesionales, sin abandonarsus medios de sustento, primero, y más tardesostenidos en todo o en parte por las congregaciones,fueron formando las heroicas brigadas de ministros

laicos.Por otra parte, como dijimos antes, Wesley habia

organizado las sociedades en clases o grupos cada unoal cuidado de un director laico, que ejercía, conrespecto a aquel puñado de almas, casi todas lasfunciones de un pastor auxiliar. Unos y otros fueron losadalides del metodismo, a cuyos esfuerzos abnegadosy persistentes se debió en gran parte la rápida difusión

del movimiento y, además, el desarrollo de su espíritudemocrático.

Más tarde, siguiendo ese Impulso democráticooriginal, vendrían otras modificaciones de laorganización metodista, mediante las cuales los laicosirían teniendo cada vez más participación, no sólo en lavida, el trabajo, el sostén económico y el servicio de laIglesia, sino también en su gobierno. Por algún tiempo

las Conferencias Anuales, y luego, en el metodismonorteamericano, las Conferencias Generales, cuando


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éstas aparecieron, estuvieron formadas exclusivamentede predicadores ordenados Hoy, como es sabido, enestos altos cuerpos gobernantes, los laicos, inclusivelas mujeres, figuran en número igual al de los ministros.Y en la Iglesia Metodista de Inglaterra, que no tieneobispos, sino un Presidente de Conferencia Anual, queejerce funciones ejecutivas, hay un vicepresidente laicoque comparte efectivamente ese ejercicio.

Con este importante papel otorgado por elmetodlsmo al creyente laico, se recuperó un aspecto

olvidado y soterrado del primitivo cristianismo: el dehaber sido ante todo y sobre todo, un movimiento laico,dirigido por laicos. Un movimiento sin vallas jerárquicas,sin clero o casta sacerdotal, sin burocraciaseclesiásticas Un movimiento en que todo creyenterecibía por ministerio del Espíritu Santo, órdenessagradas de testigo y anunciador del evangelio. Unmovimiento en que, si bien había como debe haber

diversidad de dones, y por tanto, de ministerios, no seestablecían distinciones de clase o de categoría entrelas vocaciones llamando a unas "profanas" y a otras“sagradas”, cuando la vida de quien las ejerce estáconsagrada a su Señor. Un movimiento en fn, que tienepor Cabeza a quien fue, conforme a la carne, unartesano de provincia, y de quien se dice que “si

estuviese sobre la tierra ni aun sería sacerdote" (He.8:4). Ya que su “sacerdocio Inmutable” era unsacerdocio espiritual del cual El se digna hacerpartícipes y al cual El llama, a todos y cada uno de losque creen en El y lo siguen

La imposición de manos en la Iglesia apostólica,confería una comisión especial, y ese acto significabasolamente que aquella persona quedaba apartada y

comisionada para tal o cual encargo. Pero no conferíael carácter de una casta suprema o especial. Laicoscomo Aquila y Prisclla su esposa, evangelizaban yorganizaban Iglesias —“la Iglesia que está en tu casa"—

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formación democrática del metodismo, Sabido es queen los planes originales del Fundador no figuraba lacreación de una Iglesia o denominación aparte. Había

querido en un principio que el avivamiento cuyasoleadas de fuego estaban incendiando toda Inglaterra,viniera a constituir una especie de orden laico dentro dela Iglesia Anglicana oficial. Por esa razón, los primerosnúcleos metodistas se llamaron simplementesociedades. Para ministrarles los sacramentos, lapredicación de la Palabra y demás medios de gracia”,Wesley esperaba que un número suficiente de ministrosordenados, pertenecientes al clero anglicano, se uniríanal movimiento.

Pero no fue así. No sólo el ministerio anglicano seabstuvo, en general de unirse con el metodismo, sinoque lanzó contra éste una encarnizada ofensiva desdelos pulpitos y los cabildos. Al propio Wesley, noobstante sus órdenes legítimas dentro del anglicanismo,

se le cerraron los templos y se le negaron los pulpitos.Sin embargo a medida que el movimiento crecía, con lafuerza de un torrente por empinado declive, y queengrosaban las multitudes ávidas de nutrición espiritual,más agudo se hacía el problema de contar con unnúmero también creciente de ministros que pudieraneficazmente pastorearlas,

Por algún tiempo, Juan Wesley no pudo hallar la

solución. Educado en los cánones estrictos delanglicanismo, se aferraba a dos normas en cuanto alministerio: 1a. Que sólo quienes hubieran recibido lasórdenes eclesiásticas podían ministrar espiritualmenteal pueblo: 2a. Que únicamente los obispos que estabandentro de la “sucesión apostólica" podían conferirórdenes ministeriales válidas. Con este criterio, elreformador se halló pronto en un callejón sin salida: le

faltaban cada vez más ministros; los ministrosordenados que se le unían eran insuficientes; los

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obispos anglicanos rehusaban ordenar candidatosmetodistas af ministerio. ¿Qué hacer, entonces?

Cuando Dios le envió fa solución, Wesley no

pudo, en un principio, reconocerla. Hasta la rechazóescandalizado. Es el caso que entre los numerososconvertidos de Bristol, había un joven artesano, casiiletrado, que se llamaba Tomás Maxfield. Como sucedíacon otros laicos. Wesley lo había nombrado en 1740como director de la sociedad metodista de la OtóFoundry Como taf, su tarea consistía en leer la Bibfiaen público, acompañando algunas explicacioneselementales Pero no tenía autorización de predicar enforma. Hasta entonces, Wesley reservaba lapredicación exclusivamente a los ministros ordenadas,según las normas tradicionales a que antes aludimos.

Pues bien, llevado de su celo, Maxfield acabó porecharse a predicar Y lo hacía no sólo con entusiasmosino con poder, a juzgar por los frutos de su

predicación. Pero a Wesley le disgustó aquello quecalificaba como atrevimiento e indisciplina. Se echó lasmanos a la cabeza, exclamando:

¡Tomás Maxfield ha resultado predicador!” Ciertoque había ya un antecedente Tres años antes, JohnCennick, hijo de un cuáquero, tras llevar una vida dedisipación, se había convertido al Evangelio De propiacuenta, y con dar y dar su testimonio, había empezado

a predicar, asi como a escribir fervorosos himnos. En1739, Withefield fo había recomendado para director deuna de las primeras escuelas metodistas. Pero Cennickhabía seguido predicando.

No obstante ese caso anterior, Wesley se sintiósumamente alarmado y escandalizado en el caso deMaxfield. Susana Wesley respondió a los aspavientosde su ilustre hijo, con un consejo decisivo y que hizo

historia A pesar de que ella misma estaba imbuida delas normas anglicanas, su intuición de mujer de altaespiritualidad la puso por encima de todo aquel


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ello no puede haber duda", dice Bready 25 Ya antescitamos la ardiente proclama de Wesley que ondea

como una bandera magnífica de emancipación. Vale lapena repetirla: “Dad libertad a quien se debe libertad,esto es, a todo hijo de hombre, a todo participante de lanaturaleza humana. ¡Fuera con todos los látigos, todaslas cadenas, lodas las Imposiciones!’.

No podía ser partidario de una dictaduraeclesiástica, quien tanto insistía, como él, en el librealbedrío humano Por consiguiente, en las

deliberaciones de las conferencias y otras asambleasmetodistas, procuró desde un principio salvaguardar lalibertad de opinión y el fuero de la conciencia de todos ycada uno de sus miembros. La Primera ConferenciaMetodista, celebrada en la Oíd Foundry de Londres,estableció en 1744 e! siguiente cuestionario a tal efeclo:

P. ¿Hasta dónde está cada uno de

acuerdo en someterse a! juicio unánime delos demás?

R. En cuestiones especulativas, cadauno puede someterse hasta donde su juiciosea convencido. En toda cuestión práctica,hasta donde podamos, sin lesionar nuestrasrespetivas conciencias

P. ¿Debemos tener temor de debatir

completamente toda cuestión que puedasurgir?

R. ¿Temor de qué? ¿De echar abajonuestros primeros principios? Si son falsos,mientras más pronto los derribemos, mejor.Si son verdaderos, resistirán el más estrictoescrutinio. Oremos pidiendo tener ladisposición de recibir luz para discernir todadoctrina, si es de Dios o no.

25 Op. cit., p, 116

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P. ¿Hasta dónde es nuestro deberobedecer a los obispos?

R. En todas las cosas indiferentes, yen este terreno de la obediencia a ellos,debemos observar los cánones hasta dondepodamos hacerlo dejando a safvo laconciencia.

¡Siempre a salvo los fueros sagrados e inviolablesde la conciencia! ¡Siempre en lo alto la primacía de la

dignidad humana y de la libertad interior! Tal fue elimperativo democrático indeclinable del metodismo, conobispos o sin ellos

En la organización Interna del movimientometodista, los grupos denominados c/ases, establecidos primeramente en 1742. fueron verdaderosalmácigos de una educación democrática. En aquellosgrupos había oportunidad para el cambio de opiniones y

la discusión El director de clase era simplemente unhermano mayor. Y su carácter laico era una garantíacontra cuaíquier intento de convertirse en un superiorclerical jerárquico, dotado de poderes omnímodos sobrelos fieles. Las ciases metodistas eran verdaderascélulas vivas, no solamente para el crecimientoespiritual, sino también para la educación democrática

de quienes las formaban. Con mucha razón dice Dobbs:

Un círculo de obreros y mecánicos aquienes guiaba en el culto o en la conferenciauno perteneciente a sus propias fias, fue ungran paso para la democracia.26

Otra de las instituciones más características del

movimiento metodista fue el ministerio faico, el cual, porsu carácter, iba también a influir poderosamente en la

26 Bready, op. dt,, p. 181

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golpes, como él decía, de “su propio cayado”, fueentrando más y más, en su propia actuación, y en elmovimiento que dirigía, a esa síntesis fecunda de

autoridad y libertad, que hemos llamado disciplina democrática.

Como muy bien dice el historiador J Aayrs:

Siendo por nacimiento e inclinaciónun aristócrata, ce remo nía lista y conservador,las convicciones llevaron a Wesley a lademocracia.., y llegó a ser el innovador más

intrépido de la época. Sus adherentes,individualmente y como colectividad,experimentaron el mismo conflicto. A vecestenía preponderancia la libertad mística yotras, la autoridad constituida Sin reservaalguna, Wesley había quebrantado loscánones y rúbrica eclesiástica autorizados.Obrando sobre iguales convicciones, muchos

de sus seguidores llegaron a demandarderechos electorales, administrativos ylegislativos en su Iglesia. Creían que todaslas almas regeneradas eran miembros delsacerdocio real. La historia constitucional delmetodismo es un registro de la acciónsimultánea de la autoridad y la libertad24.

La experiencia de Wesley en Aldersgate no fuesolamente la conversión de una religión de justificaciónpropia a una religión de sola y libre gracia Fue tambiénla conversión de un sacerdotalismo rígido y de un orden

jerárquico, a una fe democrática y un sistema popular.Con su Club de los Santos, Wesley había ensayado elmétodo del rigor ascético, de la disciplina fría y árida,esperando que en ese,clima floreciera una verdadera

24 A New History o f Me-thcdis/n, dt por Rower op. cit . , p. 80

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piedad. Fue el misino espíritu que llevó a su misión deGeorgia, y que lo hizo fracasar allí. En Aldersgate

obtuvo un nuevo y profundo sentido de la dignidad ylibertad de la persona humana, que no ha degobernarse con simples actos de autoridad, ni puededesarrollarse en un clima de mandatos absolutos yrigorismos legales. Después de AJdersgate, Wesleysupo combinar el orden con la democracia, y ladisciplina con la libertad.

No obstante su propia formación como ministroanglicano, el Fundador no estableció para sumovimiento una jerarquía clerical de tipo monárquicoSólo estableció “superintendentes'’ que podran ordenarministros. Y autorizó esto último, solamente obligadopor la renuencia de las autoridades anglicanas adispensar la ordenación llamada ‘apostólica” a lospredicadores metodistas. El episcopado metodista, que

nunca ha existido en Inglaterra, nació en los EstadosUnidos. Su aparición se debió en gran parte al hecho deque ese país se hallaba separado por la vastaextensión del océano, tenía urgencia de proveerse depredicadores ordenados, y aspiraba a la autonomía.Estas circunstancias se acentuaron al hacerseindependientes de la Madre Patria las colonias

norteamericanas, Pero aun así, el episcopadometodista no ha sido nunca un rango autoritario o unacasta jerárquica. Ha sido menos todavía que unamonarquía constitucional. Asbury y los obispos que losucedieron, quisieron seguir siendo simples“superintendentes generales”: episkopos en ef sentidodel Nuevo Testamento, es decir, un sobreveedor, no un

je fe absoluto.El aliento democrático del metodismo brotaba de

su hincapié en Ja libertad interior, que igual que cuandobrotó la reforma del siglo 16, fue el pivote esencial delmovimiento. La “pasión por la justicia y la libertadinterior fueron la esencia de la cruzada evangélica: de

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Con ese espíritu, y contrastando a veces con suspropias acciones, Wesley le dio al metodismo, en fin decuentas, una organización que respondía, no a lastradiciones de un eclesiasticismo convencional y rígido,sino a las necesidades del movimiento, según yconforme iban surgiendo. La organización metodista nofue una armadura de Saúl impuesta al joven David, sinoalgo así como un esqueleto que va creciendo yfortaleciéndose a la par que el cuerpo, adaptándose aéste, y a la vez Impartiéndole solidez y vigor.

En las actas de la Conferencia de 1747, y en suforma típica de preguntas y respuestas, Wesley expresósu concepto de la relación que ha de existir entre unmovimiento, y las formas de organización y gobierno.Después de hacer notar que en la Iglesia primitivahabía una gran flexibilidad y variedad en las formas degobierno, el cuestionario wesleyano dice como sigue:

P. ¿Significa siempre en el NuevoTestamento, el término “Iglesia”, unacongregación particular?

R. Creemos que si No recordamosningún caso de lo contrario.

P. Pero, ¿estáis seguros de que Diosse propuso que el mismo plan rigiera entodas las Iglesias a través de las edades?

R. No estamos seguros de eso.Porque no sabemos que tal cosa se afirmeen la Santa Escritura.

P. ¿No debe haber innumerablesvariedades accidentales en el gobierno de lasvarias iglesias?

R Debe haberlas, por razón de lapropia naturaleza de las cosas. Porque así

como Dios dispensa de manera variada susdones de la naturaleza, la providencia y lagracia, deben variarse de tiempo en tiempo


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tanto los oficios mismos como las personasque ocupan cada uno de ellos.

P. ¿Por qué es que no hay undeterminado plan de gobierno eclesiásticoestablecido en la Escritura?

R. Sin duda alguna, porque lasabiduría de Dios tenía en consideración esanecesaria variedad.

P. ¿Hubo alguna idea de uniformidaden eJ gobierno de todas las iglesias hasta los

tiempos de Constantino?R Es seguro que no, y no la habría

habido si los hombres hubieran consultadosolamente la Palabra de Dios

Al proclamar esta verdadera Carta Magna de lalibertad en cuanto a formas de gobierno eclesiástico,Juan Wesley dejó campo abierto al metodismo para queen su pujante expansión, no sólo en Inglaterra sino enel mundo entero, pudiera desenvolverse con fuerza yespontaneidad, sin el estorbo de estructuras y formasde organización y gobierno rígidas y uniformes,simplemente heredadas de la tradición. Abrió la puertatambién para que el metodismo revisara, reformara ycambiara sus formas de organización, según lo

requieran la experiencia y la variedad de situacionescon que se iría enfrentandoComo miembro y ministro de la Iglesia Anglicana,

lo cual fue hasta el fin de su vida, Wesley se habíaformado dentro de una estricta adhesión al principio deautoridad Pero el aliento del metodismo era, en supropia entraña, y por naturaleza de la experienciaespiritual en que se fundaba, un aliento de libertad.

Wesley experimentó personalmente la inevitabletensión dialéctica entre esos dos principios. Se sentía élmismo llevado, unas veces por uno, otras veces por elotro Pero al fin, ora de buen grado, ora a fuerza de

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legal, a fin de poder poseer propiedades. A su enteroarbitrio, y eliminando en algunos casos muy antiguos,aptos y piadosos predicadores, Wesley escogió a 100,que era el número requerido para constituir legalmentela Conferencia. Y declaró con franqueza que habíaelegido, sin consultar con nadie, “a aquellos que, segúnmi mejor criterio, eran los más adecuados”. Con razónJohn Richard Green dice de Wesley:

Nunca estuvo hombre alguno a la

cabeza de una gran revolución cuyotemperamento fuera tan anturevolucionario.20

Pero hay al menos tres atenuantes a ese respectoen descargo de Juan Wesley. En primer lugar, elejercicio de una autoridad suprema sobre el metodismono tenia por objeto satisfacer algún complejo personal,consciente o subconsciente, de amor propio, ansia o

algún otro móvil egoísta. El Interés dominante deWesley no era mantener a toda costa su autoridad porla autoridad misma, sino porque creyó necesaria talcentralización, para darle al metodismo, en condicionestan difíciles, una cohesión hermética y una gran rapidezen la acción. Sentía el apremio de la situación en que elmetodismo se desenvolvía, y quería que el movimientoactuara con prontitud y eficacia, y sin perder tiempo en

muchas deliberaciones.En segundo lugar, siempre concibió su ejercicio

de una autoridad prácticamente absoluta, como algoimpuesto por la necesidad del momento La oposiciónque encontraba el metodismo, por un lado, y por otrolas urgentes necesidades de un movimiento cuyas filasengrosaban a paso acelerado, exigían decisionesrápidas, y una disciplina severa de lucha y de trabajo,como si se tratara de una campaña militar. Por esa

23 History c f the JE/igfísJl Peopte, c i t por Row er op. d t , p.90

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razón, Wesley asumió facultades de general en jefe, yorganizó a sus predicadores como oficiales, y a loscreyentes en conjunto, como soldados. Estudiaba losproblemas en oración y a la vista de la Palabra de Dios,los sometía al estrecho análisis del raciocinio y laexperiencia; casi siempre buscaba el consejo y lasopiniones de sus hermanos. Pero se reservaba siempreel derecho de tomar él la decisión final, y de hacerlaejecutar con presteza y sin vacilaciones

No obstante, nunca pensó que el metodismo

debía gobernarse perpetuamente de la misma maneraen que las circunstancias lo obligaron a él a gobernarlo.Y la prueba es que mucho antes de morir,, no sólo nodesignó un sucesor que llevara el mando supremo, sinoque dispuso que tan pronto él faltara, el gobierno de lassociedades metodistas pasara plenamente a lasConferencias Anuales, las cuales se habrían deconducir como verdaderos parlamentos democráticos,

Y así, el metodismo vino a ser al fin y al cabo, porimperativo de su misma esencia, un movimientoprofundamente democrático

En tercer lugar, como en el caso de Mac Nabb,Wesley estaba siempre dispuesto a evolucionar élmismo, y a rectificar sus posiciones personales, cuandola experiencia le mostraba que era necesario hacerlo

así para el bien y mayor eficacia del movimiento. En elfondo, no ejerció la autoridad suprema de un modocaprichoso e irracional Atento siempre a la realidad, yabsolutamente desinteresado en sus móviles, sin másanhelo que el de servir mejor a Dios y al prójimo,aceptaba humildemente las lecciones de la experiencia,que en ocasiones fueron severas y do lo ros as para élPensando en ellas, y recordando las veces que habla

esgrimido con energía, respecto a los otros, su cayadode pastor, alguna ocasión exclamó: ¡Cómo me hagolpeado mi propio cayado!”

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cuatro de la mañana, dedicar dos o tres minutos decada hora a la oración, emplear provechosamente eltiempo (no invertir, por ejemplo más de una hora en

una conversación particular), formar hábitos de estudio,orden puntualidad, aseo, moderación —tanto enlenguaje como en costumbres— , economía (v.gr nocontraer deudas que no había posibilidad de pagar),etc.

Todo eso parece a primera vista, una reincidenciaen el semlpelagianismo de las reglas del Club de losSantos. Pero no. Ahora había una diferenciafundamental Este género de disciplina no era con elpropósito de agradar a Dios, de hacer méritos ante El,de justificarse a Sus ojos, sino de servirle mejor en 1a.activa tarea y misión a que El llama a sus hijosreconciliados por Su gracia en Cristo. Esta era ahora ladisciplina de atletas del Señor que tiene que correr cadadía, en el estadio del mundo, la carrera que tienendelante, en presencia de una “gran nube de testigos0, ladisciplina de los soldados del Señor, que tienen quevestir “ la armadura de Dios y pelear cada día “la buenabatalla”.

Esto explica también que en un principio, Wesleygobernara el movimiento metodista centralizado en supropia persona el comando supremo y la autoridad paralas decisiones finales. En términos francos, Wesley fue

en cierto modo, para el metodismo naciente, un dictadoreclesiástico.No sólo sus enemigos, sino hasta algunos de sus

propios seguidores, como, por ejemplo, el predicadorJohn Bennett, llegaron a llamarlo por eso “el papaJuan”.

En 1750, en una carta a Edward Perronet, Wesleyse queja de que los predicadores no lo obedecen como

él quiere ser obedecido: sin discutir, con presteza yexactitud. Aun de su propio hermano Carlos se lamenta,porque no podía o no quería predicar precisamente en


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los lugares que él le ordenaba. Debían obedecerle,insistía, como hijos (suyos) en el evangelio". Pero

—exclama desolado— , “no tengo conmigo ni unpredicador, y ni siquiera seis en Inglaterra, cuyavoluntad se quebrante a fin de servirme así". Quisotener un dominio tan completo, que, por ejemplo a suspredicadores itinerantes les prohibió casarse sin suconsentimiento.

En 1779, expulsó a uno de sus mejorespredicadores, Aíexander Mac Nabb, por lo que estimó

una rebeldía. Sucedió que Mac Nabb había recibido sunombramiento como encargado del Circuito de Bristol,que incluía la población de Bath. En esto la esposa decierto predicador asignado a otro cargo pastoral,enfermó de algún cuidado, y necesitó un cambio deaires. Sin consultar con Mac Nabb, Wesfey dispuso queaquel predicador y la enferma se trasladaran a Bath. Ypara justificar eclesiásticamente el traslado, ordenó alpredicador visitante que se encargara ahi de los cultoslos domingos por la noche Naturalmente, Mac Nabbobjetó. Y en la discusión con Wesley, que siguió alincidente, lanzó la tesis de que en realidad losnombramientos los daba la Conferencia, como cuerpogobernante, y no Juan Wesley en lo personal ElFundador replicó: “Sobre todo, tú tienes que predicar

cuando y donde yo designe" y como Mac Nabb noquedó conforme, se le expulsó.Consecuencia inmediata de lo anterior fue un

cisma que se produjo en la sociedad metodista de Bath.Pero es prueba del noble carácter de Wesfey, el hechode que estuvo dispuesto a reconsiderar su drásticadecisión, de modo que al año siguiente Mac Nabb fuereadmitido al ministerio Rectificación que un verdadero

dictador no habria hecho jamás.Otro caso en que Wesley ejerció una autoridad

personal absoluta fue cuando, en 1784, fue necesariodarle a ia Conferencia Metodista una personalidad

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En la historia del cristianismo primitivo vemosesas dos etapas. La del movimiento como tal, es la de

nuestro Señor Jesucristo y el grupo reducido de susapóstoles y discípulos. La era apostólica representa unaetapa de transición, cuando después del Pentecostés,el movimiento comienza a convertirse en institución, enIglesia, o sea, en una comunidad organizada. Elproceso sigue cuando las labores misioneras producenmuchas nuevas comunidades en otras reglones ypaíses, y se va desenvolviendo el sencillo sistema de

administración y gobierno eclesiásticos del primer siglo.Cuando, a principios del siglo IV, el cristianismo

recibe el reconocimiento oficial, el proceso se acelera,la organización crece, se extiende y se complica, hastabifurcarse en dos sólidas y poderosas instituciones, enla Iglesia Latina y la Iglesia Griega Ambas deben enparte a su estricta organización el haber quedado en piecuando el Imperio Romano, primero en occidente, luego

en su rama bizantina, se derrumbó ante el empuje delos bárbaros, y mucho tiempo después, de los turcos

Lo mismo vino sucediendo con los variosmovimientos de reforma, desde la franciscana, hasta laluterana y la calvinista, Surgía el movimiento, sedesarrollaba y se convertía en institución. Este procesoobedece quizá a una necesidad interna que lo haceinevitable. Y por supuesto, cada una de estas etapastiene sus ventajas y sus desventajas, sus grandesoportunidades y también sus ingentes peligros.

El movimiento, si no se da a sí mismo algunaforma de organización, corre el riesgo de dispersar ydisipar su fuerza, de agotar su primer impulso, dedesintegrarse en numerosos meandros y venir a pararen una ciénega de aguas inmovibles y hasta infectas Y

la institución corre el peligro de tornarse estática, dehacerse un fin en sí misma, de ahogar todo impulso devida y renovación, y, ella también, de convertirse en unenorme, majestuoso, pero mortífero pantano.

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Como no puede evitarse, pues que el movimientoentre en la etapa de la institución, el problema consisteen cómo mantener en ésta el impulso vital delmovimiento que le dio origen. Si el movimiento necesitaorganizarse, la organización tiene que ser, por su parte,más que una organización, un organismo vivo, vigorosoy activo

El metodismo no fue, no pudo ser una excepciónal proceso que hemos descrito. El movimientometodista, pasando por la sencilla etapa institucional delas “sociedades metodistas”, se convirtió, aun en contrade los deseos originales de su fundador, en la IglesiaMetodista. Y ésta es hoy, con sus diversasramificaciones, y sus vastagos nacionales en todo elmundo una de las más fuertes instituciones cristianasevangélicas. Pero desde un principio ha sido genio demetodismo, el haber adoptado un sistema deorganización que permite conservar Ja espontaneidaddentro def orden, la libertad dentro de la unidad, elmovimiento dentro de la institución. Este sistema podríallamarse de disciplina democrática

Debido a la educación recibida en el hogar, bajola sabia dirección de aquella gran mujer, gran esposa ygran madre que fue Susana Wesley, el fundador delmetodismo era un hombre de vida ordenada ymetódica. De ello, y del mismo género de vida que

prescribió a sus seguidores, el movimiento recibió elsobrenombre de metodistas. Wesley fijó desde unprincipio reglas de orden, que hoy nos parecen a vecesdemasiado detalladas, para el funcionamiento de lasSociedades Metodistas. Las dividió en bandas de nomenos de cinco ni más de diez miembros, y las dotó deuna organización semimilitar, reglamentada sobrebases de orden, disciplina y obediencia

También por Ja conducta personal, y aun privada,de sus miembros especialmente los ministros, formulóreglas y recomendaciones precisas: levantarse a las

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Capítulo

V

UNA DISCIPLINA DEMOCRÁTICA

Los grandes movimientos religiosos —igual queotros, como los sociales o políticos— muestran en sudesarrollo por lo menos dos etapas. La primera es la delmovimiento propiamente dicho. Una idea o un Impulso,proveniente por lo general de algún gran iniciador ofundador, cunde, haciéndole discípulos y ganándoleseguidores Al principio, éstos se asocian con él poradhesión personal, sin ninguna o con muy simpleorganización. A la vez, se entrega con entusiasmo aganar, a su turno, y en la misma forma, o sea, porcontacto o influencia personales, nuevos adictos para elmovimiento Esta primera etapa es dinámica, y fluidacomo la corriente libre de un arroyo que se va tornando

poco a poco en río caudaloso.La segunda etapa es la de institución. Elmovimiento entra en los cauces más definidos de laorganización.. Se adoptan normas, reglamentos yformas de gobierno Surge un cuerpo de autoridades.Aparecen leyes y sanciones. El arroyo, ahoraconvertido en un poderoso rio, se guía y gobiernaconstruyendo presas, trazando cauces, para utilizarlocomo fuerza motriz y como riego, dirigiéndolo por unared de canales a fin de utilizarlo como vía de transporte,y llevar, con un mínimo de desperdicio, los beneficiosde su corriente a fas más apartadas regiones.

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Los primeros luchadores y oradoresen favor de los sindicatos, las cooperativas, lalibertad política y el mejoramiento decondiciones en general, fueron lospredicadores metodistas. Esto está fuera dedisputa. Y el evangelio, expresado entérminos sociales, ha sido un poder impulsormayor en los círculos mineros del norte, quetodas las doctrinas económicas juntas.20

Por su parte, el historiador francés Elie Halévy,

asienta:

La mayoría de los jefes del granmovimiento sindicalista que surgió enInglaterra a pocos años de 1815, pertenecíana las sectas no conformistas.

A menudo serán predicadores, esdecir, prácticamente ministros. Sus

antepasados espirituales fueron losfundadores del metodismo.21

Pero quizá el más notable, sea el espléndidotestimonio de Lloyd George:

El movimiento que mejoro lascondiciones de las clases trabajadoras en

cuanto a salarios, horas de trabajo, y otrasmejoras, encontró la mayoría de sus mejores

jefes y oficiales en hombres que se educaronen instituciones resultantes del metodismo/'

Historiadores y sociólogos están de acuerdo en

20 A Man's Ufe, p. 67 cit. por Breacfy, op. cit., p. 259

21 Ci t . por Bready, op., cit. p.27122 Ibid., p. 274.

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■ ■ ■


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que la razón de que Inglaterra se salvara desubversiones sociales sangrientas, de que el socialismo

británico esté impregnado de un sentido religiosoesencial, en vez de ser ateo como en otros medios,especialmente ¡os católicos, y de que el comunismomateriaíista no tenga en los países británicos sino unafuerza mínima, y casi ninguna esperanza de prevaleceralgún día, es el poderoso aliento social del metodismo,que captó y aplicó el espíritu de la Revolución Cristiana.

Anticipándose al marxismo, y logrando que en laGran Bretaña se llevaran a cabo vigorosas reformassociales y económicas, antes de que ia situación sehiciera explosiva, el metodismo privó al comunismo deterreno propicio para medrar Y esto se debió a aquelgran a viva miento fue un movimiento de evangelización revolucionaria

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menos fervientes evangélicos, como Keir Hardie yRamsay MacDonald. Este último llegó a PrimerMinistro.

En 1910, una delegación de sindicalistasbritánicos, en representación de medio millón deobreros, hizo como muestra de compañerismo con lostrabajadores franceses. Y ante el asombro de éstos,enarbolaron, lado a lado con estandartes que llevabanlemas socialistas, otros con lemas como éstos:Proclamamos la paternidad de Dios y la hermandad del hombre, y más específicamente, Jesucristo nos conduce y nos inspira. En sus reuniones con losobreros franceses, algunos de esos "líderes" británicos,que a menudo citaban la Biblia, declararon que era sucristianismo el que los había hecho sindicalistas,socialistas y partidarios de las cooperativas15.

Otra gran causa social que Wesley comenzó aagitar, y en que tuvo brillantes continuadores, actuandoen gran parte bajo su directa Inspiración fue lahumanización de las cárceles y del sistema penal engeneral. Wesley había trabajado personalmente consumo denuedo en ese sentido. Un día, en Bedfordshire,predicó un sermón sobre el texto: "Todo lo que teviniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”(Ec 9:10). Entre sus oyentes se hallaba un hombrellamado John Howard, para quien aquel sermón fue unreto y una inspiración. Howard llegó a ser un fervientediscípulo de Wesley, y a cultivar una estrecha amistadpersonal con él.

Pues bien, este John Howard fue el gran promotorde la reforma del sistema penal inglés. Fue la suya laprimera estatua que se admitió en la catedral de SanPablo, en Londres, no obstante que no pertenecía a lacomunión anglicana. Y fue costeada por suscripción

pública. Howard se lanzó a investigar la situación de los18 J.W. Bresdy, op. cit., p. 274

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presos en las cárceles. Y su denuncia de los tremendasmales e injusticias que halló en ellas, sacudió laconciencia nacional. Se puso en marcha entonces unareforma penal, que llegó a tener grandes repercusionesen otros países Por eso se considera a Howard comoel padre de la reforma moderna de los sistemaspenitenciarios.

Wesley también repudió la guerra, condenó lausura y los privilegios del dinero, atacó rudamente eltráfico y consumo de bebidas alcohólicas, propuso un

sistema de precios justos, salarios adecuados y empleopara todos. Hasta llegó a propugnar una reformaagraria, que acabara con el latifundismo, proponiendoque no se permitiera "ninguna hacienda que produjeramás de cien libras esterlinas al año". Fue también unentusiasta promotor de las cooperativas y delmejoramiento de las clases pobres. En su Diario en elasiento del 9 de febrero de 1753, escribió: “Esdiabólicamente falsa la común objeción: Los pobres sonpobres sólo porque son perezosos”. Y en 1746 fundó elprimer dispensario médico gratuito en Inglaterra, y unode los primeros en el mundo.

¿Muchas de esas demandas y reivindicacionessociales suenan a comunismo? Pues no, son evangelioauténtico y metodismo genuino. Fue Juan Wesley, y no

un demagogo marxista, quien lanzó estas palabras deprofeta: “Dad libertad a quien tiene derecha a lalibertad, es decir, a todo hijo de hombre, a todo el queparticipa de la naturaleza humana... ¡Fuera con todoslos látigos, todas las cadenas, y todas las opresiones!'19

No han faltado autorizados y justicierostestimonios sobre la importancia de la labor social deWesley y los primeros metodistas. Jack Lawson,miembro del Parlamento y jefe laborista, dice:

19 Pensamientos sobre ía esclavitud.

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mártires de Toldpuddle”, y antecedieron en muchosdecenios a los célebres “Mártires de Chicago”, en cuya

memoria se ha instituido el Primero de Mayo como Díadel trabajo.Pues bien, de aquellos seis héroes sindicales, tres

eran predicadores locales metodistas: Jorge y SantiagoLoveles, y Tomás Standfield; dos eran miembros de laiglesia metodista de Toldpuddle, John Standfield ySantiago Hammett. Este último fue arrestado por error,en lugar de su hermano Juan. Pero guardó silencio y

sufrió la sentencia que correspondía a su hermano,para que éste, que era casado y cuya esposa estabaencinta, no fuera separado de ella. El sexto de losmártires, James Brine, que no tenía conviccionesreligiosas, se convirtió después, impresionado por elcarácter y comportamiento de sus compañerosmetodistas de condena. Al volver a Inglaterra, se casócon la hija de Tomás Standfield, emigró al Canadá, y

ahí fue superintendente de una escuela dominical.En la prisión de Dorchester, Jorge Loveles

escribió un poema intitulado Himno de la Libertad que,sacado clandestinamente, se distribuyó profusamenteentre los obreros. Podríamos llamarle La Internacional Obrera Evangélica. Su traducción es como sigue:

¡Dios es nuestro Guía! Del campo, del

mar, del arado, del yunque y del telar,venimos a salvar los derechos de nuestropaís y a proclamar la ruina de la faccióntiránica. Elevamos el lema: “¡Libertad!”¡Seremos, seremos, seremos libres!

¡Dios es nuestro Guía! Noempuñamos espada, no encendemos losfuegos de la batalla. Por la razón, la unión, la

justicia, la ley, réclamamos la herencia denuestros mayores.

Elevamos el lema: “¡Libertad!”


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GENIO Y ESPÍRITU DEL METO DISM O WESLEYAN O

¡Seremos, seremos, seremoslibres!” 17

El laborismo británico nació así, al calor del granavivamiento metodista, que luego cundió, renovando aotras comuniones evangélicas. Por eso Inglaterra,donde Karl Marx, desde las salas del Museo Británico,estudió la gran Revolución Industrial, y concibió yescribió El capital se salvó de los horrores y lasviolencias de una revolución social armada.

Y por eso el laborismo británico ha conservado lapaz con la religión mientras prácticamente en todas lasdemás partes del mundo, los movimientos dereivindicación obrera han sido por lo menosantirreligiosos, si no es que se han echado en brazosdel comunismo materialista y ateo.

Cuando los obreros británicos protestaron contra

la sentencia impuesta a los agricultores metodistas deToldpuddle, en una manifestación de más de 30,000almas, que marcharon hasta Whitehall —primera grandemostración sindicalista de Inglaterra y del mundo— , ala cabeza de los manifestantes iba, con su toga ymuceta de Doctor en Divinidades, el reverendo ArthurWade, capellán de los sindicatos de la metrópoli.

No pocos miembros laboristas del ParlamentoBritánico han sido antiguos predicadores localesmetodistas, como Tomás Burt, secretario de laAsociación de Mineros de Northumberland, CharlesFenwick y Arthur Henderson. Otros han sido por lo

17 God is our Guide! From field, from wave, From plow, from anvil, and from loom.

We come, our co untry's r ights to- sawe, An d sp eak th e tyran t fact ion 's doom.

We raise the w atchw ord " Lib erty " We w ill, we w ill, we will be free!God is our Guide! Ho swords we draw. We kindle not w ars 's bat le f ires.

By reason, union, jus t ice, law, We claim th e bir thr igtb of our s ires,

We ra ise the watchw ord " l ibe r ty”.

We w ill , we w i ll , we wi l l be free!

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indirecto del avivamiento metodista, continuaron, sincejar, la buena batalla. Y al fin, en 1807, quedólegalmente abolido el tráfico de esclavos en Inglaterra ysus posesiones. Y en 1833, se dio el golpe final, alproclamarse el Acta de Emancipación que acabó enellas con la esclavitud legal.

Pero la de los negros no era la única forma deesclavitud que existía en tiempos de Wesley. Tan gravecomo ella era la esclavitud de los blancos quetrabajaban en las fábricas de la propia metrópoli: los

“esclavos industriales”. Wesley luchó, predicando,contra la explotación de los niños y las mujeres en lasfábricas, abogó por el saneamiento y humanización delos talleres, propugnó la reducción de la jornada detrabajo, que era entonces de doce horas, y demandó elaumento de salarios.

La Revolución Industrial había traído consigo unaabominable explotación de los obreros, que se iban

amontonando, en número creciente, en barrios que laaglomeración y el abandono hacían insalubres ymoralmente corrompidos. Los predicadores metodistas,que en su obra de evangelización popular estaban enestrecho contacto con esta injusticia social, compartíanla indignación y secundaban las protestas de Wesley.Esto fue preparando el terreno para la grande y decisivacampaña de reforma obrera que va asociada con el

nombre de Lord Shaftesbury.Este aristócrata formado en un hogar ateo, habíanacido después de la muerte de Wesley, peroalcanzado también por el gran avivamiento metodista,que proseguía con ardor se había convertido alevangelio. Se llamaba a sí mismo “evangélico deevangélicos”. Habiendo entrado en la carrera política,luchó en el terreno de la legislación, por la

emancipación de los* “esclavos industriales” . Su primertriunfo fue lograr la reducción de la jornada de trabajo a


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diez horas. A eso siguieron otras importantes reformasen la legislación.

Ahora bien, entre los más ardientes sostenedoresy colaboradores de Lord Shaftesbury se hallabanpredicadores metodistas y otros discípulos de!metodismo. En su última visita al hogar de una familiade apellido Oastler, Wesley había tomado en susbrazos a un niñlto llamado Ricardo, y lo había“bendecido”. Ya grande, Ricardo Oastler, colega deLord Shaftesbury, fue el apóstol de la emancipación delos menores de edad empleados en las fábricas. Se lellamó el “Rey de los niños obreros (The factory Children's King). Era hijo de un predicador localmetodista. Empeñoso colaborador suyo fue otropredicador metodista J. R. Stephens.

El autor de un famoso y revelador informe sobrela situación de los trabajadores en las fábricas, Michael

Sadler, era superintendente de una Escuela Dominicalen Leeds. Y siendo evangélicos Lord Shaftesbury y el90% de sus colaboradores, establecieron que la luchapor la emancipación obrera debería llevarse a caboexclusivamente por medios no violentos apelando a undespertamiento de la conciencia pública, y trabajandopor obtener cambios mediante procedimientosconstitucionales.

En la aldea de Toldpuddle se levanta un arcomemorial dedicado a seis obreros agrícolas, grandesprecursores e iniciadores del movimiento sindicalistamoderno. Habían formado, hacia 1833, un Sindicato deAgricultores. Los sindicatos estaban entonces fuera dela ley: eran considerados como asociacionessubversivas. Así que el 24 de febrero de 1834, aquellos

seis sindicalizados fueron arrestados, encarcelados,procesados y sentenciados finalmente a siete años detrabajos forzados en las colonias penales de AustraliaEsos hombres, los verdaderos fundadores delsindicalismo, recibieron popularmente el titulo de “Los

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imperativos morales latentes, abrió los manantiales dela simpatía y la comprensión humanas, que a su vez

inspiraron y nutrieron una sucesión gloriosa de reformassocia les”.16 En efecto, con el mismo ardor con quepredicaba a los hombres el arrepentimiento, y losllamaba a acogerse a la gracia redentora de Dios enCristo, el gran metodista se lanzó en un ataque defrente contra las más grandes injusticias y los másgraves pecados sociales de su época.

En 1774 lanzó un libro que iba a tener efectosverdaderamente revolucionarios. Se intitulabaPensamientos Sobre la Esclavitud. En él se presentabacomo el campeón valiente, decidido, irreductible de laabolición de la esclavitud, sistema que entonces estabaen auge en las posesiones inglesas, y queprácticamente nadie se atrevía entonces a atacar. Eraun sistema que gozaba de la protección de la ley.

Pero Wesley no se arredraba por ello. “¿Hayleyes algunas —clamaba— que obliguen más que laseternas leyes de la justicia?” Insistía en que la libertades “el derecho de toda humana criatura tan pronto comoempieza a respirar el aire de la vida”. Y añadía:“¿Puede la ley humana convertir las tinieblas en luz, oel mal en bien? A pesar de diez mil leyes, el bien siguesiendo bien, y el mal sigue siendo mal. Yo niego demanera absoluta que cualquier forma de posesión deesclavos sea consistente con grado alguno de justicia

aun de la justicia natural”.“Todo ese tráfico” de la esclavitud, afirmaba, tenía

el solo fin de “hacer dinero” y sus excusas eran “vacíase hipócritas”. Y como para mantener ese sistema sealegaban intereses coloniales del país, sobre todo ensus posesiones de las Antillas, el reformador declarabasin ambages: “Es mejor que todas esas islas se quedenpara siempre sin cultivar; sí sería más deseable que se

16 Op. cit. p. 170

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l il il í


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hundieran completamente todas ellas en lo profundo delmar, que no que hayan de cultivarse a precio tanelevado como la violación de la justicia, la misericordiay la verdad.”

En 1771 publicó su Serlo discurso ai pueblo de Inglaterra sobre el estado de la nación. Volvía en él a lacarga contra el tráfico de esclavos. "¡Ruego a Dios

—exclamaba— que ya no haya más de eso! ¡Que jamás robemos y vendamos ya a nuestros hermanos

como bestias! ¡Que ya no los asesinemos por miles ydecenas de miles! ¡Oh que se quite de nosotros parasiempre esta abominación peor que la mahometana,peor que pagana! Desde que Inglaterra es una nación,nunca ha habido algo que pueda reprochársele tantocomo el tener participación en ese tráfico execrable..¡La destrucción total y final de este horrible comercio,

llenará de júbilo ’a todo aquel que ame a la humanidad!”No fue mera coincidencia que Wllliam Wilberforce,llamado el Gran Emancipador de los Esclavos, fuese unhijo espiritual de Wesley un hombre que se habíaconvertido y que había desarrollado una profundaexperiencia evangélica al calor del avivamientometodista. Cuando Wilberforce fundó en 1787 labenemérita “Sociedad Pro Supresión del Tráfico deEsclavos”, el anciano Wesley se alió con él, lleno degozo porque al fin la semilla que había venidosembrando, al parecer en un principio, en roca dura,empezaba a florecer. Fue para Wilberforce la últimacarta que escribió, seis dias antes de su muerte,alentándolo a seguir adelante “en el nombre de Dios yen la potencia de Su fortaleza”, luchando por la

“empresa gloriosa de oponerse a esa execrable villanía,que es el escándala de la religión, de Inglaterra y de lanaturaleza humana”.

La lucha contra la esclavitud fue larga y difícil.Wesley no llegó a ver la abolición del inhumanosistema. Pero Wilberforce y otros, fruto directo o

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esos elementos de la “sociología” popular de su tiempoy designar así al hombre completo e íntegro en su

unidad. Es una expresión equivalente a “todo vuestroser” (1 Tes. 5:23).De todo lo cual se sigue que hay una base falsa,

una base no bíblica, sino más bien pagana, en esaseparación artificiosa que se ha hecho entre atender lasnecesidades espirituales y cuidar de las necesidadesfísicas e intelectuales del ser humano. Igualmente malfundada es la actitud, muy común en muchos cristianos

evangélicos, y aun en algunas iglesias, dedesentenderse de la realidad social y económica de loshombres, alegando que la misión del Evangelio y de laIglesia es solamente salvar sus almas. Esa falsa nociónha llevado a restringir la obra evangélica y deevangelización únicamente a lo llamado “espiritual”.

Pero no. Por lo menos mientras estamos en estemundo, los hombres somos unidades indivisibles e

indisolubles. La ciencia moderna ha confirmado ya demanera patente la doctrina bíblica al enseñar, en otraspalabras, que la mente —o si queremos llamarle “elalma”— y el cuerpo, están estrechamente enlazados,de modo que las funciones del uno afectan las de laotra, y viceversa. No es posible tratar con el alma, sinproducir repercusiones físicas, como tampoco esposible afectar el cuerpo sin que resulten

consecuencias para el alma, la mente o el espíritu,como queramos llamarle. Al considerar al hombre comouna unidad de “cuerpo, mente y espíritu”, las SagradasEscrituras se anticiparon a expresar esa realidadincontrovertible.

Por lo tanto, la misión de la Iglesia tiene que vercon el hombre total, no con espíritus desencarnados.Que el Evangelio tiene que ver, por consiguiente, con el

cuerpo —y esto quiere decir con las necesidadesmateriales y económicas del hombre— quedaclaramente expresado por Pablo cuando dice que “el


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cuerpo (es) para el Señor, y el Señor para el cuerpo’(1 Co. 6:13) y que el “cuerpo es lemplo del EspírituSanto (1 Co. 6:19).

El metodismo fue, como hemos visto, unavivamiento espiritual, una recuperación del viejo yentonces olvidado Evangelio de la gracia libre yabundante de Dios para todos los hombres. Su interésfundamental era por eso, la conversión de las almasindividuales. Pero, fiel a la doctrina bíblica del hombre,

no fue exclusivista. Su amor por las almas ardió con tanviva llama que fue mucho más allá de la tarea derescatarlas una por una. Considerando al hombre en sutotalidad, se interesó también por el bienestai\mater¡al,económico y social de los desheredados Y sinvacilación alguna se enfrentó con una sociedad en queprivaban instituciones, sistemas y prácticas deiniquidad, y luchó con empeño irreductible por la

reforma de ellas y, en caso necesario, aun por suextirpación.

Para Wesley y los metodistas primitivos no habíatal separación entre “evangelismo” y obra social” . Paraellos, la obra de evangelización era tanto social comoindividual En el prefacio al primer Himnario Metodista(1739), Wesley escribía: “El Evangelio de Crista no

conoce otra religión que la social ni otra santidad que lasantidad social. Este mandamiento tenemos de Cristo,que el que ama a Dios, ame también a su hermano”También en un célebre sermón predicado en Oxford en1744, declaró: “Todo proyecto para reconstruir lasociedad que pasa por lo alto la redención del individuo,es inconcebible... Y toda doctrina para salvar a lospecadores, que no tiene el propósito de transformarlos

en cruzados contra el pecado social, es Igualmenteinconcebible.

Como lo recalca muy bien Bready: “Wesley... fueun vigoroso reformador social, pues Iniciando ydirigiendo un maravilloso movimiento espiritual, con


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que muchos siguen cayendo en ella. Los otros seempeñan en desecar la cloaca, sin importarles quemientras tanto haya muchos ahogándose en ella.

¿Cómo es posible que ni unos ni otros hayan visto yentendido que ambas cosas son necesarias y queambas tienen que hacerse?

Desde luego, la obra de la conversión de losindividuos es lo fundamental. Para cambiar el mundohay que cambiar al hombre. La raíz del pecado, tantoindividual como social está en el corazón humano. Siéste no cambia, ninguna reforma social dará resultado.

Así pues, el error no está en dar primacía a la obra dela salvación individual. El error está en limitarse a ella.Nadie que realmente se interese por salvar al hombredel pecado, puede permanecer indiferente ante lasdiversas formas de pecado social que arrastran a losindividuos a pecar. Hay algo de falso en el fervorsalvacionista de una persona que se encoge dehombros ante el sufrimiento económico, la opresión, laexplotación, la injusticia: todas las formas, en fin, delmal social.

El evangelio es un mensaje que tiene que ver conla salvación del hombre en su totalidad. Se dirige alhombre como una unidad. La doctrina bíblica delhombre no concibe a éste en términos del dualismo. Noconsidera al hombre como un alma que habita uncuerpo, igual que nosotros habitamos en una casa. Elque ocupa una vivienda no es a la vez, él mismo,

vivienda e inquilino. Pero el hombre sí es a la vez almay cuerpo.

El concepto de una separación estricta entrecuerpo y alma no es noción cristiana. Eso de considerarel alma como una entidad aparte, pura en sí, pero queha caído y vive encarcelada en la detestable prisiónmaterial del cuerpo, del cual procede todo pecado, esun concepto de origen griego. Concepto que se ha


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infiltrado en el cristianismo, pero que le es ajeno y aunopuesto.

Ciertamente, Cristo habló algunas veces comodistinguiendo entre alma y cuerpo: “No temáis a los quematan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mt.10.28). Pero era una distinción sólo de orden práctico:algunos daños que sufrimos son principalmente físicos,en tanto que otros son más bien morales y espirituales.Pero sería indebido atribuirle al Señor, sólo por esas

palabras, toda una teoría de separación sustancial entrealma y cuerpo, como si se tratara de una dualidad, deuna partición o segmentación del ser humano. En elresto del versículo citado, Cristo vuelve a juntar cuerpoy alma como una unidad, como sinónimo, reunidos, de“hombre”, del hombre en su totalidad. Dice: “...temedmás bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo

en el infierno”.San Pablo tampoco participó del concepto

bipartito del hombre. Cuando habla de la carne, comocontrapuesta al espíritu, no está en realidad hablandode dos partes del hombre, es decir, atribuyendo a loque literalmente entendemos por uno y otro, unaexistencia por separado. Se está refiriendo más bien a

dos tipos o clases de hombre. Carne significa para él lanaturaleza humana caída; espíritu, la naturalezahumana redimida. Son sinónimos respectivamente, enla terminología paulina, de hombre carnal y hombre espiritual.

En cambio, Pablo suele usar la palabra cuerpopara referirse al hombre entero, en su unidad y

totalidad, al ser todo y a la vida toda del hombre. Comocuando dice: “Os ruego que presentéis vuestroscuerpos en sacrificio vivo a Dios” (Ro. 12:1). Es verdadque el gran apóstol suele hablar de espíritu, alma ycuerpo”. Pero esta expresión, en él es más bien unaforma de describir, sin que nada quede omitido, elhombre total. Sirve más que para separar, para unir

una revolucion evangelizadora

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