Una Primera Vez

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La belleza, el amor, la felicidad. Cosas ajenas. No es que no las desee, sí que las deseo, muero por ellas, es solo… es solo que soy inmune, o mejor, autoinmune, a mí, a mi propio derecho, el de ser bello, de amar y sentirme amado, a mi derecho y obligación de ser feliz. Es cierto, soy un tipo afortunado. Comida decente, un techo decente, cariño decente, viajes, amigos, borracheras, fiestas y de cuando en cuando sexo, pagando y sin pagar. El asunto es que tengo una especial incapacidad para disfrutar de las cosas, al menos disfrutarlas como todo el mundo las disfruta. La amistad, la familia, la novia, son cosas que, por decir lo menos, me generan conflicto y extrañeza. Incapacidad frente a las cosas más básicas de la vida, unos hijos, una esposa, un hogar, una vida normal. Me gustaría ser normal, desde luego, pero no lo soy, y creo que ya me he venido acostumbrando. Diría que soy de los de la filosofía, que nada se haga importante para que nada se haga peligroso. En otras palabras diría que soy un miserable cobarde, pero tampoco es algo que me gustaría aceptar. Quisiera ser valiente, pero no lo soy. Quisiera ser admirado y amado, pero tampoco lo soy. De cualquier manera me repugnan, me repugna la gente. Cuando están en masa. En los centros comerciales, en los parques, en las iglesias, en las fiestas de cumpleaños, en las filas de los bancos. Me esfuerzo, sé que no lo suficiente, pero tampoco me quiero esforzar más. He tenido todo lo que mucha gente desearía tener, pero lo que he tenido tampoco me satisface, ni siquiera parcialmente. Y estoy a punto de perderlo, perder todo lo que tengo y lo que no. Y este maldito insomnio. Putas noches de viernes solitario, sin nadie, y sin nada, ni siquiera para un miserable trago barato que me sirva para huir de todo lo repugnante que soy, de esta mierda en la que me he convertido y de esta puta realidad que no se calla, que no me deja en paz, al menos durante unas horas, al menos mientras se pasa este maldito momento en el que todo el mundo pretende ser feliz.

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Cuento, literatura, reflexiones, filosofia.

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La belleza, el amor, la felicidad. Cosas ajenas. No es que no las desee, s que las deseo, muero por ellas, es solo es solo que soy inmune, o mejor, autoinmune, a m, a mi propio derecho, el de ser bello, de amar y sentirme amado, a mi derecho y obligacin de ser feliz. Es cierto, soy un tipo afortunado. Comida decente, un techo decente, cario decente, viajes, amigos, borracheras, fiestas y de cuando en cuando sexo, pagando y sin pagar. El asunto es que tengo una especial incapacidad para disfrutar de las cosas, al menos disfrutarlas como todo el mundo las disfruta. La amistad, la familia, la novia, son cosas que, por decir lo menos, me generan conflicto y extraeza. Incapacidad frente a las cosas ms bsicas de la vida, unos hijos, una esposa, un hogar, una vida normal. Me gustara ser normal, desde luego, pero no lo soy, y creo que ya me he venido acostumbrando. Dira que soy de los de la filosofa, que nada se haga importante para que nada se haga peligroso. En otras palabras dira que soy un miserable cobarde, pero tampoco es algo que me gustara aceptar. Quisiera ser valiente, pero no lo soy. Quisiera ser admirado y amado, pero tampoco lo soy. De cualquier manera me repugnan, me repugna la gente. Cuando estn en masa. En los centros comerciales, en los parques, en las iglesias, en las fiestas de cumpleaos, en las filas de los bancos.Me esfuerzo, s que no lo suficiente, pero tampoco me quiero esforzar ms. He tenido todo lo que mucha gente deseara tener, pero lo que he tenido tampoco me satisface, ni siquiera parcialmente. Y estoy a punto de perderlo, perder todo lo que tengo y lo que no. Y este maldito insomnio. Putas noches de viernes solitario, sin nadie, y sin nada, ni siquiera para un miserable trago barato que me sirva para huir de todo lo repugnante que soy, de esta mierda en la que me he convertido y de esta puta realidad que no se calla, que no me deja en paz, al menos durante unas horas, al menos mientras se pasa este maldito momento en el que todo el mundo pretende ser feliz. He vivido en Bogot toda mi vida, o al menos eso recuerdo. Algunas temporadas en Nueva York, otras en Miami, tambin Londres y Lyon. Los viajes tpicamente miserables llenos de fotos de Instagram, estados de Facebook y turistas asquerosamente iguales, Paris, Roma, Venecia, Florencia, msterdam, Madrid, Ibiza, Medio Oriente, India, Tailandia, Vietnam, Bali, Australia, Nueva Zelanda. S, viajar me motiva. Tal vez es lo nico que verdaderamente lo hace. Eso y las tangas de colegialas, ojala puestas, corridas en medio de las piernas de chicas con culos bien parados y duros, y falditas cortitas. Tenerlas en cuatro. Eso tambin me motiva aunque no todas las veces. Tal vez ninguna de las veces, pues nunca he tenido ninguna. Soy ms un producto de mi imaginacin.Mi historia es la de todo el mundo. Estudi en el San Carlos hasta que me expulsaron. Luego en el Andino, y me sal, antes de que me expulsaran. Pase por el Agustiniano Norte, el Jose Juaco, uno distrital y otros dos colegios que no recuerdo. Al final valid en el Bacata. Mi primera borrachera en la fiesta de quince de una prima cuando yo tena ocho. Prob la marihuana a los doce, la perica a los catorce, el bazuco alguna vez en medio de una borrachera a los diecisis, y bueno, la herona siempre fue una tentacin pero las agujas me dan miedo y adems tengo el pulso alborotado. Tirar si fue un asunto ms bien demorado. Hasta los diecisiete, con una chica de la Javeriana gorda y fea, que conoc mediante un tipo que haba conocido por Internet. Viva en Kennedy y llegamos a su apartamento un viernes como este, inmamable. Yo estaba solo en mi apartamento de cedritos, aburrido y sin nada para emborracharme. Que hace Santi. Nada, ac desparchado en la casa -, respond. Nos pillamos en Salitre por una pola? Aguanta resto, pero no tengo nada de luca. Todo bien, yo le presto. Hgale, de una, a qu hora? A las 6 En los barsitos al frente del Centro Comercial? Sickas Vale.En su momento no recordaba bien quin era el tipo, tena como 700 contactos en el Messenger, pero igual no me importaba. Lo que si era problema era la plata para el bus. De lo que me dejaban para la semana me quedaban como 700, dos monedas de 200 y tres de 100. El bus costaba 1.100, pero seguro que en 500 me poda ir. Sal a la novena, tena que coger uno que me llevara por la 68, y entrara a Salitre, ninguno par. Perros. Luego de 25 minutos esperando finalmente uno me llev, pero iba derecho por la 68. Me toc caminar diez cuadras ms.Nos vimos a las 7 de la noche. No recuerdo el nombre del tipo, slo s que manejaba un Caf Internet en algn barrio del sur, de esos donde vive la mayora de gente en Bogot, pero que nadie conoce, ni reconoce, ni le importa conocer o reconocer. No son bogotanos de cualquier manera. Son miserables peores que uno, de los que solo hacen bien una cosa, o mejor, se esfuerzan solo por hacer bien una cosa, aparentar lo contrario, esconder su propia miseria, al menos entre ellos, al menos ante s mismos, como si el resto del mundo les creyera la gran mentira que representan a diario. Quibo viejo, qu hay que hacer?, le dije. Pues ah, tomarnos unas polas, y ver qu levantamos.

Era mayor, unos treinta aos. Feo, como toda la gente que hace amigos por Internet. Unos ojos pequeos y hundidos, de color caf aunque a veces parecan verdes. Una nariz larga, ovalada y puntiaguda, lo nico que sobresala sobre unos cachetes hundidos y llenos de huecos. El pelo un poco largo y peinado al estilo de hace unos quince aos, partido en la mitad. La ropa tampoco corresponda a su edad, sino ms a la de un papa, de unos cuarentaicinco. Arrugas muy visibles alrededor de los ojos y la boca. Y una actitud por agradar que lo haca un poco desagradable. Total, no tena ninguna otra opcin, mejor eso que el insoportable aburrimiento de estarlo solo.

Entendern porqu result en Kennedy, y entendern tambin porqu me encontraba en ese estado de borrachera, con aguardiente, Nectar Verde. Nos presentaron, no recuerdo su nombre. Nos sentamos en el sof. Un poco de msica de emisora, Tropicana creo. Una botella de Nectar, luego la segunda, y entonces la tercera. En ese tiempo me gustaba creer que el estatus de un hombre se meda por la cantidad de trago que pudiera digerir en una noche, o dos o tres seguidas. Solo los que amanecan luego de cinco botellas eran los que podan considerarse verdaderos hombres. Y desde luego, yo amaneca, incluso si no recordaba cmo. Esa noche fue una de esas noches. Una botella de aguardiente en mi boca y yo bebiendo como si fuera la ltima de toda la puta localidad. Correo de la noche no haba. El trago en el mundo se estaba extinguiendo. Lo que recuerdo era como una pelcula. Yo estoy fuera de m, vindome. Duermo sentado en el sof, me agarran de la mano, me llevan a una habitacin, me bajan el jean y me lo empiezan a mamar. Luego ella se tiende en la cama, una de esas angostas, no con tablas sino con una malla metlica al fondo que sostiene chirriante un colchn delgado de esos que se pueden enrollar y vienen en florecitas y recuadros cafs o azules. Abre las piernas y dice metalo! Yo meneo la cintura como para equilibrarme un poco y no caerme de culo, la veo ah, an con un buzo puesto y sin nada ms. Sus piernas estn semi-abiertas, la planta de los pies sobre el colchn. Esta afeitada. Desnuda se ve bastante mejor de lo que se ve con ropa. No huele a feo, o al menos no me parece. Yo razono un poco, creo que ya se me haba parado. Pienso, o creo que estoy pensando, no lo s, no puedo hacerlo, solo respondo maquinalmente: sin condn yo no se lo meto. Se re y me pregunta si es que le tengo miedo a tener Santisitos chiquitos. Tal vez s, le tengo miedo a un hijo, a eso o a una gonorrea; no s diferenciar bien. Da un golpe en el colchn y se para, me pone el jean sin los boxers, y luego me lleva a una droguera que queda a una cuadra. Caigo en cuenta que ella vive en un segundo piso, en un edificio sin celador. Hay que hacerlo rpido para que no nos roben. Yo llevo la cremallera abierta y siento el frio de la madrugada bogotana muy dentro de m. La droguera es de esas 24 horas que tienen una ventanilla de 5 centmetros de grosor, y donde uno timbra para llamar a que lo atiendan y luego hay que hablar a travs de un parche metlico. Son 4 mil, dice una pelada que se acaba de levantar de su silla y me ve a travs del vidrio medio dormida. Es fea, tpica cara de quien lleva viviendo toda su vida en Kennedy, probablemente hincha de Millonarios, se nota que detesta su vida. Le pongo los ltimos 3 mil quinientos que me quedan y pido otros quinientos a la chica que me voy a comer. Ella me los da afanada desde su escondite al lado del marco de la ventanilla y me hace seas desesperada, no s si est loca porque se lo meta o por evitar que nos apualen, as sea por los condones. Pongo el dinero en la cajita metlica, que luego la vendedora jala hacia adentro. Revisa que alcance y entonces se pierde en medio de los estantes. No recuerdo ms. Ya es casi de maana y llevo dndole dos horas, se ha venido como tres veces. Hemos cambiado de condn un par de veces, a ver si mamndomelo me haca venir. No me vengo. Le digo que soy virgen y no me cree. Se pone en cuatro y me dice que le d por el culo, yo no le atino. Es la primera vez que tengo as a alguien y desde luego, en ese estado, no puedo diferenciar bien cul es el culo. No s si lo met por donde ella quera pero empez a gemir como loca, durante algunos minutos. Luego ve el reloj, se para de un salto, se pone el jean sin la tanga, y me dice que me tengo que ir, rpido! Los papas ya se van a despertar. Yo me pongo los bxer, luego los pantalones, las medias, y los tenis. Salgo a la sala y despierto a mi amigo de Internet. Le digo que nos tenemos que ir rpido o nos sacan a machete. Es gente de Kennedy.