Una Coartada Metodológica

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  • Una coartada metodolgicaAbordajes cualitativos en la investigacin en comunicacin, medios y audiencias

  • Una coartada metodolgicaAbordajes cualitativos en la investigacin en comunicacin, medios y audiencias

    Guillermo Orozco GmezRodrigo Gonzlez Reyes

  • Diseo de la coleccinEstudio SagahnLeonel Sagahn y Jazbeck Gamez

    Cuidado de edicinAstrid Velasco Montante

    Correccin de estiloHugo Espinoza

    Imagen de portadaDr. Alderete

    Primera edicin, 2012

    2011, Productora de Contenidos Culturales Sagahn Repoll, S. de R.L. de C.V.Concepcin Bistegui 2103-C4Colonia NarvarteMxico, D. F.

    isbn xxxxxx

    Impreso en Mxico

    Esta publicacin no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada por un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

  • Contenido

    11 Prefacio

    cap 1 Coordenadas de este libro17 Acerca de esta investigacin, lo que aqu proponemos

    y la investigacin cualitativa

    18 La investigacin social como develadora de opacidades

    19 La construccin de conocimientos y la mirada epistemolgica

    23 Las relaciones tericas

    24 La teora, una entidad que simultneamente explica y es explicada

    26 Teoras y modelos: desarmadores o martillos?

    28 Las relaciones y el problema conceptual de la metodologa

    31 Integracin de mtodos cualitativos y cuantitativos en ciencias sociales

    33 Mtodos, tcnicas y herramientas: un mismo huevo, muchos desayunos

    37 Los tipos de investigacin por su finalidad

    39 Aquella resbalosa cosa llamada objeto

    41 El primer acercamiento: la hiptesis

    43 Premisas de partida e hiptesis de trabajo

    45 Es la hiptesis de trabajo un elemento obligado?

    46 Muy bonito todo, pero cmo utilizamos la hiptesis de trabajo?

    47 Contrastacin, verificacin y anulacin de la hiptesis de trabajo

  • 48 Las hiptesis en la cuestin cualitativa y cuantitativa

    49 La pregunta y el problema de investigacin

    cap 2 El andamiaje de una obra investigativa53 El tema no es el objeto, aunque es el centro de ste

    60 Cuando se pone a trabajar el objeto: los objetivos

    62 Congruencia entre preguntas, hiptesis, objetivos y ttulos (la vigilancia epistemolgica)

    63 Categoras, observables y continuidad epistemolgica

    67 Los objetivos y el nivel de profundidad

    68 La investigacin como actividad de ida y vuelta

    69 El esquema de investigacin: cmo pensar y formalizar un proyecto

    74 Puntos de vista epistemolgicos en teora social

    77 Cuantitativo/cualitativo

    77 Inductivo/deductivo

    78 Positivo/fenomenolgico

    79 Nomottico/ideogrfico

    79 Puntos de vista emic y etic

    80 Holismo metodolgico/individualismo metodolgico

    81 Estructura/accin

    82 Objetivismo/subjetivismo o sociologismo/economicismo

    83 Dimensiones micro/macro

    83 Teoras del conflicto/teoras del equilibrio

    85 Los beneficios y riesgos de basar la investigacin en el monitoreo de regularidades

    85 La clusula caeteris paribus (y lo dems permaneciendo constante)

    87 El problema de la regularidad a largo plazo o la paradoja inductivista: el pavo de Russell

  • 88 Una reflexin sobre la investigacin

    cap 3 Paradigmas de produccin de conocimientos93 Principales diferencias entre los paradigmas

    94 Los paradigmas son puntos de partida

    95 El paradigma positivista

    98 Un parntesis: lo cientfico, lo no cientfico y lo acientfico

    99 El paradigma realista

    102 El paradigma hermenutico

    105 El paradigma interaccionista

    108 Ningn paradigma en s mismo es mejor que otro

    109 Lo cuantitativo y lo cualitativo: alcances de la integracin metodolgica

    112 Lo particular y lo general en la metodologa cualitativa

    113 La necesidad de definir el para qu del conocimiento que se busca

    cap 4 Lo distintivo de la perspectiva cualitativa en comunicacin, medios y audiencias116 Qu es la perspectiva cualitativa?

    119 La opcin por lo cualitativo

    120 Diferencias entre la perspectiva cualitativa y la cuantitativa

    121 Verificacin y comprensin: otra vez el debate entre las ciencias duras y blandas

    122 La intencionalidad

    122 Lo distintivo versus lo regular

    124 Objetos versus eventos

    124 Involucramiento versus neutralidad

    126 Hiptesis

    127 Categoras analticas versus variables

  • 129 Describir versus medir

    130 Asociar versus separar

    131 Procesos versus resultados

    132 Creatividad metodolgica versus tcnicas especficas

    133 Los intereses del investigador

    134 La racionalidad sustantiva versus la racionalidad instrumental

    135 Microprocesos versus macroprocesos

    135 Estadstica deductiva versus teora fundada

    136 Muestreo y saturacin?

    137 La suficiencia comparativa

    139 Cundo termina una investigacin?

    139 El peso histrico de lo cuantitativo

    141 Vestigios del positivismo y el programa cualitativo

    cap 5 La implicacin del investigador en la investigacin cualitativa144 La manipulacin cuantitativa

    145 Algunos riesgos de lo cualitativo

    146 Investigacin cualitativa e implicaciones polticas de la dimensin micro

    147 Implicaciones pedaggicas en la produccin inductiva

    148 Criterio de segmentacin del objeto

    149 Tcnicas y herramientas de investigacin

    156 Hacia otras tcnicas y herramientas

    156 La investigacin cualitativa como proceso de toma de decisiones

    cap 6 Nuestra coartada metodolgica159 La inferencia abductiva o abduccin

    163 La teora fundada (grounded theory)

  • 168 Indicios e ndices o la perspectiva indicial

    cap 7 Corrientes de investigacin para el estudio de audiencias y recepcin de medios175 Los modelos de efectos de los medios

    y sus derivados

    176 La corriente de usos y gratificaciones, y sus derivados

    177 La perspectiva del anlisis literario y sus vaivenes de contenido, gnero y formatos

    178 Los estudios culturales y las negociaciones de significados, tiempos y escenarios

    179 El anlisis integral de la audiencia y su ambicin holstica

    181 Comparacin de las caractersticas de las corrientes de investigacin

    182 Las otras cinco corrientes

    186 La materialidad de lo comunicativo

    187 Las convergencias y las divergencias: ecologa de la comunicacin

    188 Los elementos del proceso de comunicacin segn las corrientes de investigacin

    190 Una reflexin ltima sobre el problema de lo tecnolgico: determinismo versus constructivismo social

    cap 8 Los Computed Assisted Qualitive Data Analysis (caqda) o programas informticos para el procesamiento y anlisis de datos cualitativos197 Programas de organizacin de datos y bases de datos

    199 Las bases de datos

    203 Eplogo

    208 Fuentes

  • Este libro es un producto de etapas consecutivas de lectu-ras, reflexin, investigacin y sistematizacin de estudios empricos y ensayos tericos a lo largo de dos dcadas, pero sobre todo es resultado de un productivo dilogo entre dos investigadores de la comunicacin ubicados en generaciones distintas. Unidos por muchas coincidencias, y en especial por dos lugares muy significativos para ambos en la vida acad-mica: La Plata, Argentina, y Guadalajara, Mxico, nuestra pers pectiva en este libro incorpora una visin metodolgica compartida, en un momento de efervescencia comunicacio-nal que demanda un acercamiento epistemolgico mltiple en la produccin de conocimiento y entendimiento de los actores, procesos y contextos de comunicacin.

    Varias premisas inspiran y sustentan la propuesta de este libro. La esencial sigue siendo la conviccin de que es central conocer para intervenir e intervenir para transformar, lo cual supone realizar una investigacin con honestidad y sentido social, que asuma e involucre equitativamente a los participan-tes: investigados e investigadores, en una perspectiva crtica de transformacin. Por eso la insistencia en las pginas siguientes de abandonar la idea de una metodologa asptica, basada en recetas aplicables, y cambiar a una posicin de generacin de conocimiento creativa y rigurosa, a la vez que se entiende la densidad epistemolgica de todo proceso comunicativo que requiera comprenderse, permita construir objetos de estudio frescos, pero acordes con su complejidad cognoscitiva.

    Prefacio

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    La experiencia de investigacin que respalda la perspec-tiva de este libro apunta a la necesidad de construccin de teora propia, esto es, una latinoamericana, producto de cual-quier estudio emprico, para desde ah dialogar con teoras de otras latitudes y producir entendimientos domesticados, e incidir en los dems. As, las teorizaciones, corrientes, es-cuelas de pensamiento o modelos aqu revisados, siempre se proponen como punto de partida, no de llegada, y se busca que, lejos de ajustar los conocimientos obtenidos a prescrip-ciones anteriores decir, por ejemplo: Thomas Kuhn tena razn con sus paradigmas se problematicen y se estruc-turen nuevas asociaciones entre esos conocimientos y otros aspectos nuevos que no haban sido vinculados.

    Por eso, otra de las premisas centrales en nuestra pers-pectiva metodolgica es vincular o asociar los elementos que no se haban asociado en objetos de estudio comuni-cativos, para ver cmo se integran y qu nuevos aspectos logran evidenciar. Lo anterior no significa caer en un aso-ciacionismo caprichoso, sino simplemente conjuntar, ya sea basados en indicios o en intuiciones, los elementos que con sentido de experimentacin pensemos que arrojaran nuevas luces a preguntas y objetos de investigacin rele-vantes.

    La perspectiva que subyace en la metodologa propuesta no pretende ser ingenua, aunque tampoco sesgada ideol- gicamente, como muchas de las visiones que han inspirado en el pasado la realizacin de investigaciones en comuni-cacin y medios en Amrica Latina. Queremos ofrecer una perspectiva polticamente comprometida, enfocada sobre todo en la transformacin de las audiencias y su empode-ramiento para participar como interlocutores en los nuevos escenarios comunicativos contemporneos. Hacerlo con-lleva, a su vez, realizar investigacin emprica de sectores

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    concretos para obtener los datos frescos y apreciar condi-ciones especficas necesarias para impulsar cambios plau-sibles.

    Para sustentar lo anterior, tenemos una coartada episte-molgica: enfatizaremos, entre otras herramientas metodol-gicas, la perspectiva de la mltiple mediacin, la de indicios y la inferencia abductiva que, en conjunto con la revisin constante de la teora fundada, pone la atencin de vuelta a los procesos inductivos, los cuales, con mucha disciplina me-todolgica, sern creativos y crticos. Nos parece que estos cuatro elementos (mediaciones, abduccin, indicios y teora fundada) constituyen un cuarteto inseparable para buscar un conocimiento que contenga el potencial de transformacin de los objetos de estudio. Con esto esperamos mostrar ca-minos concretos para asociar, develar, evidenciar y densificar explicaciones que permitan contar con suficiente informa-cin confiable para tomar decisiones e intervenir procesos con los resultados esperados.

    El recorrido aqu propuesto inicia con los dos primeros captulos, en los que se establecen algunas coordenadas ne-cesarias sobre las cuales tendremos una plataforma mnima para los planteamientos siguientes y a la vez un eje conduc-tor de los captulos posteriores.

    En el tercer captulo abordamos los paradigmas que en-marcan diversas opciones epistemolgicas para dar sentido a las bsquedas en la investigacin en general y en la comu-nicativa en particular.

    El cuarto captulo est dedicado a distinguir comparati-vamente la perspectiva cualitativa en la investigacin. Aqu analizamos con detalle los diferentes elementos que confi-guran el proceso metodolgico.

    En el quinto captulo discutimos algunas de las prin-cipales implicaciones polticas y pedaggicas de abordajes

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    cualitativos, y destacamos criterios y condiciones para la realizacin de una investigacin comprometida.

    El captulo sexto despliega una descripcin de las diez miradas o corrientes para abordar la relacin entre medios y audiencias. Esta descripcin explicita las maneras espec-ficas en que cada una de estas corrientes asume el tema del poder en su planteamiento terico del intercambio comu-nicativo-meditico.

    El sptimo y ltimo captulo describe una serie de he-rramientas informticas que, con distintos recursos, son opciones concretas para la organizacin y anlisis ms efi-ciente de datos en los abordajes cualitativos.

    Este libro debe mucho de su existencia a otro anterior en el que intervinieron colegas que fueron clave en su con-formacin, primero, y en su posterior difusin. Queremos agradecer profundamente a todos ellos, en especial a Walter Micelli, platense, quien ya no nos acompaa desde el 1o de enero de 2001, sin cuya decisin, trabajo (incluso terque-dad) no hubiera sido viable plantearse siquiera la osada de publicar un libro sobre metodologa cualitativa de la comu-nicacin en y desde tierras latinoamericanas. Gracias a la Facultad de Periodismo y Comunicacin de La Plata, que financi esa primera edicin y al Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec) de Guadalajara, que finan-ci dos reediciones nuevas ms, ya todas agotadas.

    Esperamos que los lectores disfruten las pginas si-guientes y obtengan algunas ideas tiles para realizar inves-tigacin en distintos escenarios comunicativos.

  • Coordenadas de este libro

    El campo de investigacin de la comunicacin, sin ninguna duda, crece, y lo hace aceleradamente; si as sucede es por-que sencillamente la transformacin social, el trnsito hacia la llamada sociedad de la informacin o sociedad de redes se complejiza, dinamiza y expande. Ah, cada vez ms, los pro-cesos mediticos y comunicativos articulan otros procesos y fenmenos sociales, al tiempo que fomentan la aparicin de realidades antes inexistentes. Estas transformaciones no son gratuitas ni neutrales, y reclaman una explicacin cada vez ms puntual, exhaustiva y clara para comprender sus impac-tos y causas en su amplia dimensin. En ese sentido, el campo de la comunicacin y sus prcticas acadmicas e intelectuales comienza a ser un espacio de pensamiento que tiende a susti-tuir la especulacin por la empiria, y la intuicin reflexiva por la produccin prctica de sentido, apoyndose as, cada vez ms, en las actividades investigativas de diferentes tipos.

    Justamente desde esa necesidad, desde la bsqueda de orientaciones ms slidas y realistas, ofrecemos este libro como una gua que fortalezca la formacin investigativa, so-bre todo de los profesores y estudiantes de la comunicacin ms jvenes, proporcionndoles una estructura explicativa que traspase los lmites de lo bsico, pero sin complicacio-nes innecesarias, basndonos en ejemplos claros, puntuales y sistemticos sobre el proceso de produccin de conocimien-tos en el campo de la comunicacin, pero que contengan una densidad conceptual slida, especializante y consistente.

    captulO 1

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    Con ese objetivo, este libro ha sido diseado en tres grandes apartados, que pueden estudiarse por separado, pero que tienen una continuidad explicativa, temtica y prctica. En el primer apartado, que corresponde al primer captulo, hemos querido trazar un horizonte amplio y ge-neral sobre el proceso de investigacin en ciencias sociales, que incluye una revisin al panorama de la epistemologa, la metodologa y las reas concomitantes en la produccin so-cial de conocimientos, tal como el de la produccin terica y la relacin estructural entre s. Esta parte fue pensada como una introduccin al tema para todos los que proceden de cualquier ciencia, campo o disciplina social, que pueden prescindir, si as lo desean o necesitan, de la segunda parte, en tanto que para los interesados en el desarrollo y aplica-cin de estas propuestas y conceptos al campo de las cien-cias de la comunicacin sirva como un referente previo en el que se instrumenten y concreten objetos y miradas propias a diferentes fenmenos actuales e histricos que nos ocu-pan y preocupan.

    El segundo apartado, perteneciente al segundo captulo, se enfoca en la construccin de un protocolo de investiga-cin en el que destaca la construccin de un objeto de estudio como meta de un ejercicio sistemtico de investigacin. En tanto que el tercer apartado engloba todos los subsiguientes captulos y es un intento por ampliar la mirada en torno a las tendencias de investigacin cualitativa en relacin con obje-tos comunicacionales tradicionales y de difusin, las cuales consideramos ms novedosas y tiles hoy en da.

    La preocupacin por el poder en los medios, las estrate-gias de intervencin frente a los consumos mediticos y las realidades emergentes que aparecen con los medios y panta-llas interactivas ocupan un lugar importante en la ejemplifi-cacin de los procesos investigativos de cuo cualitativo.

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    Entre otras cosas, conviene decirlo, este libro es, en par-te, una reformulacin ampliada, reproyectada y puesta al da de La investigacin en comunicacin desde la perspectiva cualitativa, escrito por Guillermo Orozco en 1997 (ya con dos reediciones); si bien el presente es otro libro, bastante distinto, en tanto que el objetivo central a la hora de con-cebirlo como proyecto ha sido la estimulante tarea de rea-lizar un balance entre lo viejo y lo nuevo, y a partir de ello poner en el centro las miradas que hoy consideramos ms pertinentes y urgentes, mantener vivo lo esencial, alertar de peligros que ya hemos experimentado antes y ofrecer nuevas rutas de entrada hacia el fascinante (y muchas ve-ces catico) universo de los fenmenos comunicativos de nuestra poca.

    acerca de esta investigacin, lo que aqu proponemos y la investigacin cualitativaMuy comnmente el primer acercamiento de los estudian-tes de comunicacin (y otras ciencias o disciplinas sociales) a la investigacin es a partir de cursos de metodologa, inves-tigacin aplicada o el desarrollo de proyectos de interven-cin. Dado que tanto licenciaturas como maestras tienen una agenda cada vez ms apretada en el currculo formativo y la imposicin de criterios prcticos sobre la formacin de competencias en distintos niveles, este primer encuentro suele ser intensivo, sinttico y a veces demasiado corto, con lo cual quedan entonces grandes dudas sobre el proceso de investigacin. Entendiendo este problema y queriendo dar-le una solucin prctica, este libro arranca con el proceso de investigacin en ciencias sociales, con el objetivo de desple-gar para el estudiante de licenciatura y posgrado en discipli-nas sociales (particularmente en el rea de comunicacin y medios) un panorama totalmente prctico del proceso

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    de investigacin, intentando ofrecerle ejemplos sencillos y cotidianos, aunque vertebrados por una visin de la com-plejidad del proceso.

    la investigacin social como develadora de opacidadesVivimos en un mundo donde las cosas nos parecen naturales, dadas y lgicas. Como gente de la calle, no nos cuestiona-mos si existe un contrato implcito de retribucin al hacer o recibir un favor, o si la percepcin del riesgo es una cons-truccin socialmente determinada; sencillamente, vivimos la realidad, pero qu es la realidad? Justamente al formu-larse esa pregunta es cuando aparecen las ciencias sociales, hacindonos saber que la realidad no es tan natural como parece y que el mundo en que vivimos e interactuamos con otros est plagado de contradicciones, espejismos y contra-sentidos que no vemos, y es ah tambin donde estas ciencias sociales comienzan a actuar para intentar explicar cmo fun-ciona lo que obviamos, pero que en realidad desconocemos.

    Como gente de la calle sabemos que las personas que caminan y hablan junto a nosotros quieren comprar y con-sumir, pero desconocemos qu razn tan poderosa les lleva a arriesgar un salario mensual por adquirir unos zapatos deportivos de marca o a gastar tres horas de su tiempo pro-ductivo en ver un refrito televisivo que ya han visto seis veces antes. En ese sentido, para el cientfico social la vida cotidiana es una caja negra, un cajn oscuro por dentro y opaco por fuera que oculta en su interior los mecanismos que nos hacen ser como somos y actuar como actuamos.

    Para dar razn de ello, las distintas ciencias y disciplinas sociales se basan en la investigacin cientfica, procedimien-to de produccin de conocimientos objetivos que intenta ver lo que hay all afuera (inputs o insumos), desmontar esa caja, examinar y aislar sus mecanismos (averiguacin) y ver

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    los resultados de su operacin (outputs o resultados). En ese sentido, la investigacin social cientfica intenta obtener cau-salidades, o lo que es lo mismo, identificar las relaciones que conectan una causa con un efecto.

    Como iremos viendo adelanten lo sucesivo, este proceso es complejo y sistemtico, y compromete al investigador, a cambio de revelarle los secretos de la alquimia social, a seguir un orden en sus pasos y a ser perspicaz, cuidadoso, creativo e intuitivo.

    La investigacin social como develadora de opacidades

    la construccin de conocimientos y la mirada epistemolgicaEl problema central en la investigacin cientfica es el de la produccin de conocimientos vlidos, si bien el problema es definir, justamente, qu lo es y qu no; de hecho, muchos es-tudiantes e investigadores jvenes suelen pensar que la ni-ca manera de producir este tipo de conocimientos es a travs del llamado mtodo cientfico, en tanto que creen que todo lo otro es alguna forma apcrifa, invlida o dbil de cono-cimiento. Esta percepcin, como veremos, es errnea, pues

    inputs OutputsCaja negra

    causalidad

    caja negra(mecanismos sociales)

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    la potencialidad y organizacin de nuestras estructuras cog-nitivas, tanto individuales como sociales, permiten la cons-truccin y utilizacin de diferentes sistemas de produccin de conocimientos, si bien lo que hay que reconocer es que existe una diferencia bsica en la forma en que se producen y el para qu son potencialmente tiles estos conocimientos diferenciados; probablemente el mejor ejemplo para ilustrar este punto sea la oposicin tradicional entre los sistemas cientfico y filosfico, los cuales suelen enfrentarse entre s cuando llega el momento de las argumentaciones.

    La respuesta radica en entender que, aunque ambas son actividades de produccin de conocimientos, la filoso-fa es una actividad eminentemente especulativa (es decir, reflexiva), en tanto que la cientfica es esencialmente em-prica (o lo que es lo mismo, que busca su validacin en la comprobacin de los hechos para entonces validar o anular una o varias hiptesis).

    Dicho de otra forma y de manera simplista, mientras el filsofo se preocupa por construir explicaciones posibles sobre el mundo y su funcionamiento, pero no por compro-barlas, el cientfico tiene como eje de su prctica justamen-te la comprobacin de esas explicaciones. En ese sentido, como ha sido comn en la historia de la filosofa y las cien-cias sociales, una explicacin propuesta desde algn rea de la filosofa puede exportarse y ponerse a prueba desde la mirada cientfica para intentar probar su validez objetiva o emprica, y entonces ponerla o no a funcionar como un marco explicativo vlido sobre fenmenos de distinta ndo-le, pero tambin a la inversa, no siendo pocos los casos en que desarrollos tericos de las ciencias sociales han servido de importantes insumos a la filosofa.

    En esta relacin clsica y productiva (aunque a veces conflictiva) entre filosofa y ciencia, aparece justamente un

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    concepto no siempre claro, el de epistemologa. Como se ver en este apartado, aqul es un concepto que gratuitamente se ha prestado a grandes confusiones, hacindosele sin-nimo de conceptos como metodologa, ciencia o mtodo. Decimos que la confusin es gratuita, puesto que el concep-to epistemologa es bastante autnomo, autoexplicativo y claro si es visto desde donde surge, siendo que el problema sobreviene cuando no se le busca y dimensiona en sus or-genes, que es, como decamos, en la relacin entre la activi-dad filosfica y la cientfica.

    Desde aqu definiremos la epistemologa como el rea de la filosofa (y, por ende, una actividad reflexiva) que se ha preocupado por explicar qu es y cmo se produce el co-nocimiento de manera objetiva.

    Otros trminos que se le asocian, asimilan y comn-mente tambin se confunden son los de teora del cono-cimiento y gnoseologa, ambos emparentados, aunque no sinnimos. La llamada teora del conocimiento, ms que un dominio unificado de posturas sobre ste, es un horizonte plural, heterogneo y fragmentado de proposiciones sobre el conocimiento, entre las que se encuentran variantes filo-sficas y cientficas (como las distintas ciencias cognitivas y diversas corrientes de estudio filosfico sobre el lenguaje), en tanto que la gnoseologa se presenta como un conjunto de posturas interesadas, a su vez, por las distintas opinio-nes que sobre el conocimiento tienen los distintos sistemas filosficos histricos (Vzquez, 1984: 13).

    Tras esta explicacin, y entendiendo entonces la epis-temologa como la preocupacin reflexiva por la produc-cin de conocimientos objetivos, expondremos que toda operacin epistemolgica (es decir, que intente explicar qu es el conocimiento o la forma en que ste se produce ob-jetivamente), contempla sistemticamente al menos tres

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    elementos en constante interaccin, y que dan lugar a las relaciones epistemolgicas (detalladas ms adelante):

    El sujeto (quin conoce).1. El objeto (lo que es conocido).2. Las categoras (mediaciones que determinan las relaciones 3. entre sujeto y objeto, como cualidad, cantidad, etctera).

    En tanto actividad reflexiva sobre el problema del conoci- miento objetivo, la epistemologa, a partir de distintos au-tores y a lo largo del tiempo, se ha cuestionado sobre las di-ferentes relaciones que potencialmente guardan estos tres elementos, sobre la forma en que interactan y el orden jerrquico que ocupan en el proceso de produccin de co-nocimientos. Algunas posturas, por ejemplo, sealan que el ser humano (sujeto) es capaz de reconocer ciertas cosas en el mundo o de sus relaciones con stas (objetos y catego-ras), pero no es capaz de conocerlo (es decir, de explicar su funcionamiento); otras posturas afirman que nada es cog-noscible y que todo lo que sabemos, como sujetos, es una proyeccin mentalmente construida del mundo en la cabeza de quien conoce; en tanto que otro grupo de opiniones se inclinan por explicar que sujeto y objeto son lo mismo, en tanto que el objeto es capaz de conocer al sujeto y vicever-sa, lo que da lugar a que los conceptos de sujeto y objeto se modifiquen infinita y simultneamente en esa inacabable in-teraccin dialctica. Con todo, aunque toda reflexin es inne-gablemente legtima, la tendencia general y convencional en la prctica cientfica actual parte del supuesto de que:

    El sujeto es capaz de conocer.1. Que el objeto (la realidad) es cognoscible, aunque su fun-2. cionamiento es opaco o poco evidente.

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    Este hecho requiere desmontar, por medio de prcticas empricas, las relaciones causales que intervienen en su fun-cionamiento, para entonces obviarlo y volverlo cognoscible.

    Visto desde aqu, cuando el sujeto intenta conocer al obje-to, la relacin aparece como algo opaco, pues es una relacin mediada, o lo que es lo mismo, que entre s verifica la presen-cia de elementos a los que llamaremos categoras, que modifi-can la forma en que se proyecta esta relacin y que no son del todo obvias. Desde esta concepcin, las categoras son todas las contingencias contextuales o accidentales que afectan al sujeto y al objeto en su relacin, como el tiempo (por ejem-plo, cunto tiempo puede conocer el sujeto al objeto antes de que se modifique?), la cantidad (cuntos sujetos conocen a cuntos objetos?), o la cualidad (son todos objetos cognos-cibles desde la misma postura?). Las categoras, como tam-bin se intuye, seran tantas como la realidad posea, aunque en trminos prcticos estn limitadas por la capacidad que el investigador (sujeto) tenga para percibirlas en la realidad que analice.

    Con esta perspectiva de fondo, en una investigacin, las relaciones epistemolgicas son de dos tipos: relaciones teri-cas y relaciones metodolgicas. Comenzamos con las tericas para posteriormente pasar a las metodolgicas.

    las relaciones tericasCuando nos acercamos a una realidad que queremos desmon-tar y analizar cientficamente, muy frecuentemente partimos de presupuestos formales sobre esa realidad. Esos presu-puestos suelen estar bien organizados y proponen explicati-vamente una forma de funcionamiento del mundo o de algo en el mundo. A este conjunto de presupuestos organizados lo llamamos teora, y a la forma en que explica las relaciones entre sujetos, categoras y objetos se le denomina relaciones o

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    implicaciones tericas. En ese sentido, la teora (o teoras) son relatos o discursos explicativos sobre el funcionamiento de algn aspecto de la realidad, y operan como atajos cogniti-vos que, en lugar de ponernos al inicio de todo, proponen al investigador pistas y acotamientos en su recorrido (que re-sultaran reales o no, como ya se ver) sobre la naturaleza del fenmeno a estudiar y sus posibles rutas de desmontaje.

    En tanto relatos o discursos explicativos, las teoras se componen de proposiciones que, en conjunto, explican argu- mentativamente algn fenmeno. Las proposiciones, a su vez, son enunciados posibles, es decir, lgicos, y se constru-yen a partir de conceptos o unidades descriptivas mnimas sobre las cualidades de la realidad; as, podemos sintetizar que una teora es un conjunto de enunciados posibles que, organizados lgica y sistemticamente a travs de la con-catenacin causal de conceptos, describe las operaciones de funcionamiento de alguna parte de la realidad y las re-laciones de conocimiento que sobre sta guardan sujetos, categoras y objetos.

    la teora, una entidad que simultneamente explica y es explicadaAunque las relaciones tericas suelen ser muy tiles para re-ducir los tiempos y las operaciones cognitivas de produccin de conocimientos (pensemos qu tan lenta sera la acumu-lacin de conocimientos si cada vez que estudiramos un fenmeno partiramos siempre de cero), hay que entender que las teoras son propuestas explicativas, y que, como tales, seran falibles o encontraran lmites de validez. De otra ma-nera las teoras, al mismo tiempo que intentan explicar algo, en s mismas seran objeto de explicacin y verificacin por parte de otro sistema de produccin de conocimientos. Este hecho, aunque de entrada es un poco difcil de comprender,

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    vale la pena obviarlo, pues es un error comn que a veces llega a costar aos de atraso en el aprendizaje de la investigacin de los jvenes estudiantes, pues comnmente se suele dar por sentado que la teora slo sirve para intervenir, como si sta fuera ajena a la evolucin de los sistemas de conocimien-to o a la accin de la propia actividad cientfica (recordemos que la teora es tambin un objeto de indagacin cientfica y filosfica, y que esto tiene consecuencias; si nadie hubiera cuestionado la fsica newtoniana, sencillamente no existira hoy la fsica cuntica, y seguiramos leyendo todo a partir de manzanas que caen). As, al momento de ser construidas y enunciadas, las teoras llevan implcitas dos condiciones irre-nunciables: 1) ofrecer explicaciones posibles y 2) quedar so-metidas al posible rechazo o modificacin de sus enunciados a travs de las operaciones empricas de comprobacin del mismo investigador o de otros.

    Esto tiene consecuencias prcticas para quien las elige y las pone a funcionar, pues cuando elegimos una teora o grupos de teoras es como subirse a un barco: si el barco flota, flotamos junto con l, pero si se hunde, tambin no-sotros nos vamos a pique.

    As, cuando usamos una teora o un grupo de stas, qui-zs, a la vez que intentemos explicar el funcionamiento de un hecho, comprobemos o reafirmemos la validez de las pro-posiciones en las que se basa la teora y con ello, adems, ex-pliquemos parte del fenmeno que queremos analizar, pero tambin es posible que encontremos un lmite de validez o que encontremos deficiencias de validez en toda la teora o de algunas de sus proposiciones.

    Si esto sucediera, significara que esos constructos no tenan solvencia terica suficiente, quedndonos entonces como nicas alternativas rescatar las explicaciones no fal-sadas, encontrar otras explicaciones antes propuestas (que

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    seran, entonces, otras teoras, y a esta forma de actuar le llamaremos procedimiento deductivo), o bien, comenzar de cero a inferir relaciones a partir de procesos empricos des-de el trabajo de campo y entonces, con base en los datos obtenidos, buscar diferentes relaciones causales entre s, generar nueva teora sobre ese fenmeno, aportndole as nuevas explicaciones tanto al campo terico de ese fen-meno como al fenmeno puntualmente analizado (y a este procedimiento le llamaremos procedimiento inductivo). Re-cordando las palabras del eminente epistemlogo austriaco Karl Popper, toda teora nunca es verdadera, sino slo mo-mentneamente no falsa (Popper, 2005).

    Como podemos intuir desde ahora, ya que las teoras y las relaciones tericas se modifican y aparecen nuevas for-mas de explicacin, es comn que una misma realidad se explique desde dos o ms teoras, y stas sean mutuamente excluyentes o complementarias. El papel del investigador es, justamente, estudiar a fondo la mayor cantidad de ofertas tericas disponibles, contrastarlas, encontrar sus falencias, contradicciones, utilidades potenciales e imbricaciones po-sibles, para entonces elegir una teora o una combinacin de stas y ponerlas a actuar sobre la realidad que se desea investigar, para entonces, a la vez, intentar producir nuevos conocimientos y, colateralmente, ir normalizando la validez de una teora.

    teoras y modelos: desarmadores o martillos?En la literatura cientfica, pero sobre todo en la no cientfica, es comn encontrar que se confundan los trminos teora y mo-delo, conceptos que, aunque relacionados, remiten a asuntos distintos. En trminos generales, diramos que un modelo es la abstraccin en la que quedan formalizadas un conjunto de relaciones conceptuales sobre una realidad o un fenmeno,

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    y en ese sentido son esquemas de representacin, en tanto que una teora no slo representa las relaciones entre s, sino tambin las formas en que se construyen esas relaciones. En otras palabras, los modelos son entidades explicativas (ex-plican instrumentalmente algo mediante la formalizacin de sus relaciones y luego se esquematizan), en tanto que las teoras son entidades metaexplicativas (o que explican cmo explican lo que explican).

    Como se puede adelantar, no suele haber consenso sobre qu teoras son en realidad teora o acerca de si un modelo lo es formalmente, en tanto que los lmites entre uno y otro trminos son muy subjetivos. En ese sentido, baste decir que si un sistema explicativo nicamente expone las relaciones formales entre los conceptos que explican una realidad, ha-blamos de un modelo; mientras que si ese sistema no slo explica cmo un concepto se une a otro para explicar una parte de la realidad, sino que adems construye sus propias explicaciones para obviar las relaciones causales que dan lu-gar a esas relaciones conceptuales, entonces estamos frente a una teora.

    Explicado este punto es importante hacer ver que algu-nos estudiantes y jvenes investigadores suelen preguntar-se, cuando llegan a obviar este problema epistemolgico, qu es mejor: si utilizar una teora o un modelo, y en ese mismo orden de ideas la respuesta se ejemplificara con otra pregunta: qu es mejor un martillo o un desarmador? Y la respuesta depende, como ya nos damos cuenta, de si tene-mos que vrnoslas con un clavo o con un tornillo; visto as, la teora y los modelos son tambin herramientas cognitivas, son instrumentos prcticos que nos ayudan a mejorar los procesos por medio de los cuales proveemos de explicacio-nes a la realidad y, como tales, tienen funciones especiales y operativas, pero tambin lmites y especificidades.

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    As, tomando el ejemplo del martillo y el desarmador, es claro que si nos empecinamos en meter un clavo con un desarmador o un tornillo con un martillo, lo ms probable es que lo logremos al fin de un tiempo, si bien los resultados no sern ni los mejores ni los ms prcticos. De la misma manera debe quedar claro que hay fenmenos observables y analizables profunda y limpiamente a travs de la aplica-cin de un modelo, en tanto que ciertos objetos de investi-gacin precisan del alcance solvente de teoras.

    Como gua prctica, digamos que utilizar grandes teoras para fenmenos muy acotados es tan til y prctico como intentar matar una mosca a caonazos. En ese sentido, algo que ningn manual explica, sino que corresponde a las habi-lidades que vivencial e intuitivamente debe desarrollar todo investigador, es el desarrollo de la sensibilidad para medir las dimensiones y alcances de los componentes tericos de una investigacin, as como los potenciales tamaos y com-plejidades de los fenmenos a analizar, quedando claro que, conforme avanza la experiencia del investigador y aumenta su acervo terico, estos ejercicios de mesura y aplicacin se van volviendo ms claros, precisos y eficaces.

    las relaciones y el problema conceptual de la metodologaVolviendo al punto de partida, y una vez explicadas las rela-ciones tericas, expliquemos las relaciones metodolgicas. Al igual que las tericas, las relaciones metodolgicas son operaciones epistemolgicas que intentan ver las relaciones entre sujetos, objetos y categoras, si bien stas no estn en-focadas en construir explicaciones, sino en aplicarlas para obtener datos sobre la realidad investigada.

    Otro problema comn cuando se aprende a hacer inves-tigacin es la definicin del trmino metodologa, que suele

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    confundirse con conceptos como mtodo, tcnica o simila-res. En nuestra propuesta, orientada a las ciencias sociales, definiremos metodologa como la orientacin epistemol-gica en el develamiento de los mecanismos sociales, misma que precisa de mtodos, tcnicas y herramientas, todas las cuales explicamos en seguida.

    Al sealar que se trata de una orientacin epistemol-gica en el develamiento de los mecanismos sociales, y al entender que la idea de epistemologa se relaciona con la preocupacin reflexiva por la produccin de conocimien-tos objetivos, podemos definir a la metodologa, entonces, como el conjunto de decisiones coherentes, generales y abs-tractas que el investigador toma sobre cmo obtener qu tipo de datos de la realidad que investiga, pero los cuales quedarn objetivamente reflejados en los modos en que se acercar a la realidad y obtendr datos de sta, con la utili-zacin de mtodos, tcnicas y herramientas.

    En un ejemplo muy sencillo, valga decir que no es lo mis-mo acercarse a una realidad intentando obtener datos men-surables (nmeros, ponderaciones, magnitudes) sobre los sujetos sociales que intervienen en una realidad dada, que intentar obtener perspectivas o percepciones, por parte de estos mismos sujetos, de la realidad en la que habitan o actan. Esa primera gran diferencia est marcada desde el inicio por una de estas dos orientaciones epistemolgicas, que determinan, entonces, la intervencin de instrumentos y formas de hacer muy puntuales y correspondientes con cada orientacin.

    Tomando el ejemplo recin ledo, aclaremos que, desde nuestra perspectiva, existen dos grandes tipos de meto-dologa u orientaciones: la cuantitativa y la cualitativa. La cuan ti tativa es la orientacin que reclama la intervencin de datos cuantificables o numricos (cantidades, magnitudes,

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    propor ciones, etc.) y la cualitativa aquella que hace uso de las percepciones de los sujetos a los que estudia, es decir, las cualidades del mundo desde las representaciones de los su-jetos. Como otro ejemplo, valga aclarar que no es lo mismo decir 3 266 001 amas de casa ven la telenovela de las 6:00 que nuestros sujetos de estudio, algunas amas de casa, creen que los roles de gnero estn muy distorsionados en la teleno-vela de las 6:00.

    En este sentido es importante puntualizar que la bsque-da de valores mtricos (o datos duros) en las metodologas cuantitativas no es una eleccin gratuita o un capricho, sino que responde a la necesidad de ofrecer conclusiones genera-lizables sobre los fenmenos que analiza ms que particula-ridades de sentido sobre aqullos; pero con esto hay que tener cuidado, pues no siempre es tan claro al momento de disear una investigacin, pues, aunque podemos cuantificar las opiniones de un grupo social (las encuestas de opinin, por ejemplo), en realidad hablamos de un estudio de tipo cuantitativo y no de uno cualitativo, en tanto que el nfasis no se pone en la profundidad de las opiniones y las inter-pretaciones que los sujetos ofrecen sobre stas, sino en la preva lencia estadstica de un conjunto de opiniones frente a otras.

    Por esta misma razn, y ya que los estudios cualitativos tienden a buscar las causas de los fenmenos en la profun-didad de las interpretaciones y representaciones que los sujetos tienen sobre aqullos, las investigaciones cuantita-tivas trabajan con universos muy grandes (sobre los cuales toman muestras representativas como criterio de valida-cin) y las cualitativas con porciones de sujetos o materia-les a veces muy pequeas (validndose, muchas veces, en la llamada saturacin de una muestra, procedimiento que se ver ms adelante).

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    Por esta misma razn, a las metodologas cuantitativas tambin suele llamrseles metodologas descriptivas y a las cualitativas, metodologas interpretativas.

    Integracin de mtodos cualitativos y cuantitativos en ciencias sociales En nuestros das an es comn que la divisin entre meto-dologas cualitativas y cuantitativas se mantenga de mane-ra radical y diferenciada por disciplinas; as, sabemos que una inmensa parte del campo de las ciencias del comporta-miento, por ejemplo, se decanta por metodologas cuanti-tativas, en tanto que la antropologa por cualitativas, pero es importante decir que las cosas van cambiando. Si bien la naturaleza de los datos cuantitativos y cualitativos es muy diferente y los datos sirven para validar o descartar hipte-sis de naturaleza distinta, cada vez son ms los investigado-res que defienden la integracin de ambas metodologas.

    Tal como argumentamos aqu, la dimensin de los fen-menos sociales se entendera mejor si, al mismo tiempo que se conocen las dimensiones de ese fenmeno, se identifican las explicaciones que los sujetos dan a esas dimensiones (es decir, no quedarse en enunciar el hecho de que N cantidad de amas de casa ven la telenovela de las 6:00 en X canal, o bien que ellas perciben una alta desigualdad en los roles de gnero que ah se presentan, sino trascender ambas expli-caciones para descubrir realidades del tipo de: N cantidad de amas de casa ven la telenovela de las 6 en X canal, y no la que transmite Y, pues no se identifican con los papeles femeninos representados en esa telenovela).

    Gran parte de la ficticia incompatibilidad entre meto-dologas cualitativas y cuantitativas tiene sus orgenes en el predominio de la ciencia positiva de fines del siglo xix y principios del xx, la cual haca referencia directa, sinnima,

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    a las ciencias naturales (biologa, fisiologa, geologa, etc.), y desde la cual se argumentaba que la ciencia, para serlo, te-na que ser objetiva, es decir, neutra en la produccin de sus datos y saberes, y como parmetro de objetividad la ciencia positiva vio en el manejo de datos cuantificables (nmeros) su mejor referente.

    Visto as, todo dato que no fuera mensurable, cuantifica-ble y matematizable, pas a ser visto como una forma infe-rior de dato o como informacin de segunda clase. A partir de ah, dado que las ciencias sociales dejaron ver muy pron-to la imposibilidad de tratar una gran mayora de fenme-nos sociales de manera positiva (pocas disciplinas como la geografa humana o la demografa estn cerca de este ideal), surgieron las etiquetas de ciencias duras (ciencias naturales) y ciencias blandas (ciencias sociales y cognitivas), quedan-do el marbete de blando ms cercano a lo peyorativo que a lo dignificante, extendindose esta percepcin al estatus de sus mtodos y procedimientos.

    Lo que la ciencia positiva no tom en cuenta en ese momento fue el hecho de que la realidad, as como sus ins-trumentos, organizacin e interpretacin, son hechos car-gados de subjetividad, en los que el investigador, ms que negar su subjetividad, tiene que tratar de transparentarla y manejarla dentro de ciertos lmites y crear las formas de obtener esos datos, as como dar una lectura y explicacin de los datos que supuestamente reflejan esa realidad de-jando de ser, en automtico, una prctica neutra.

    Con todo, desde los aos sesenta del siglo pasado, cuando se afirm la imposibilidad objetivista y positiva de la inves-tigacin cuantitativa, empez a surgir un renovado inters por la investigacin cualitativa. Con sta apareci la llama-da vuelta al sujeto (Certeau, 1999) y el giro lingstico (Searle, 1997), entre otras manifestaciones que proponan

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    ver de nuevo el mundo tal como es elaborado a travs de los sujetos y su uso del lenguaje.

    Justamente en este punto, en el que, como un pndu-lo que recorre de lado a lado los extremos para luego gra-vitar hacia el centro, las ciencias sociales empezaron, gra-dualmente, a tomar conciencia de que, lejos de ser visiones opuestas, son formas de produccin de conocimientos alta-mente complementarias, siendo cada vez ms comn encon-trar trabajos que apoyan una investigacin cualitativa en la produccin de datos cuantitativos y viceversa.

    Mtodos, tcnicas y herramientas: un mismo huevo, muchos desayunosPara comenzar con este nebuloso y nunca consensuado tema, iniciemos con otra analoga. Imaginemos al cocinero de un restaurante, con una alacena llena de ingredientes y un es-tante con todos los instrumentos de cocina que se puedan nombrar, listo a las 8:00 de la maana para comenzar a ser-vir los desayunos.

    Con su experiencia de varios aos, sabe que de todo lo que hay en el men, la inmensa mayora de comensales matutinos pedir huevos. Como sabemos, los huevos que usar son los mismos que todo mundo usa en sus casas y restaurantes: el tpico huevo blanco, de cinco centmetros, que procede de las mismas granjas; huevos que, aunque son los mismos en todas partes, dan lugar a platillos muy dife-rentes, segn el proceso culinario al que sean sometidos y la pericia con que sean cocinados.

    As, cuando un cliente pide el plato de su preferencia, el cocinero tiene que decidir el cmo, es decir, la orienta-cin sobre lo que quiere obtener. En el momento en que el cocinero elige la orientacin, tambin est implcitamente decidiendo gran parte de los procedimientos e instrumentos

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    que intervendrn en todo el proceso, los mismos que defi-nirn el producto final. As, cuando nuestro cocinero ima-ginario recibe el pedido de unos huevos revueltos (es decir, que forman parte de la orientacin culinaria de los huevos al sartn y, por lo tanto, sujeta a ciertas reglas o modos de hacer) sabe que el huevo ir frito y no cocido, como lo requerira un desayuno con huevos duros o tibios. Eso le im-plicar usar una sartn y aceite, y no una olla y agua.

    Al igual que nuestro cocinero, el investigador, desde que decide intervenir una realidad, tiene ya una orienta-cin (aunque a veces no lo tenga claro o no lo haga del todo consciente), que le implicar seguir ciertas reglas para ob-tener algo muy cercano a lo que quiere. Sabe que si tiene que producir un mapa extenso y general de algn fenme-no, tendr que cuantificar, y eso le implica una orientacin metodolgica cuantitativa.

    Pero volvamos con nuestro cocinero y sus huevos revuel-tos. Aunque sabe de antemano que en este tipo de platillo los huevos deben frerse, tambin sabe que no es lo mismo frerlos a fuego lento y con poca mantequilla, que a profun-didad y casi nadando en aceite. Si los huevos en cuestin se preparan de la primera manera, piensa, stos se esponjan e inflan (lo cual es muy deseable en ciertos platillos, pero inaceptable en otros), en tanto que si lo hace de la segunda manera, obtendr algo ms bien crujiente y muy grasoso.

    Conociendo al cliente desde hace tiempo, ya que es un comensal frecuente, sabe tambin que le gustan ms bien esponjosos y tiernos, por lo que elige prepararlos de la pri-mera forma. A este proceder, que implica reconocer una orientacin general sobre el tipo de resultado que queremos obtener, le llamaremos mtodo, que desde el punto de vista que aqu nos importa se definir como el conjunto de tc-nicas (por definir ms adelante) que, coherentes con la

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    orientacin de lo que queremos obtener y el uso de determi-nadas herramientas, permitirn la obtencin de un produc-to particular.

    Dentro de la orientacin huevos revueltos, que ya tie-ne una forma de hacer muy clara y distinta de la que utiliza la de huevos duros o huevos tibios, por poner tan slo dos ejemplos, encontramos al menos dos tcnicas de fritu-ra que ya sealbamos: fritura a fuego lento y poca grasa y fritura profunda y con mucho aceite. As, por tcnica enten-deremos el uso particular de una herramienta o un conjun-to de stas, en tanto que una herramienta es el dispositivo que permite, en el caso de la investigacin, la recoleccin de datos instrumentables.

    De igual manera, el investigador, una vez que tiene clara su orientacin, sabe que cuenta con N cantidad de mtodos de los que puede disponer, pero sabe tambin que los resul-tados del uso de unos u otros (o la combinacin de varios) le llevarn a un resultado muy particular y no a otro. En el caso de nuestro investigador cuantitativo, interesado en saber cuntas amas de casa promedio ven la telenovela de las 6:00, transmitida en N canal, sabe que tiene que calcular promedios sobre los universos totales, el mtodo que juzga ms conveniente es el del relevamiento estadstico, es de-cir, ir ah afuera y, con base en una muestra del universo to-tal, obtener un nmero aproximado de esas amas de casa.

    Pero antes de seguir con el investigador, volvamos con nuestro cocinero. Una vez que se le ha pedido un plato de huevos revueltos al estilo esponjoso, sabe que no slo nece-sitar una sartn, sino una pequea con superficie antiad-herente, lo que le permite concentrar calor de forma homo-gnea y el uso de poca grasa. Como vemos, la eleccin de la orientacin y el mtodo tambin lo remitieron casi autom-ticamente a un universo particular y limitado de tcnicas

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    (fritura a fuego lento y con poca grasa, en lugar de fritura profunda y con mucho aceite), as como a la eleccin de sus herramientas (la pequea sartn antiadherente en lugar de la sartn comn).

    De igual manera, nuestro investigador cuantitativo, cuan-do ha elegido hacer un relevamiento estadstico (en lugar de un censo directo, por ejemplo) qued limitado a un conjunto finito de mtodos y herramientas. Como eligi, por cuestio-nes de financiamiento, llevar a cabo un relevamiento esta-dstico (pues los censos directos son carsimos), sabe que ha de elegir un mtodo de muestreo que valide su muestra so-bre el universo de estudio, por lo que recurre a un muestreo probabilstico aleatorio simple (aunque sabe que lo mejor sera uno aleatorio estratificado, el cual reducira los errores de muestreo y, por ende, de probabilidad, pero tiene poco dinero y casi nada de tiempo).

    En su caso, cuenta tambin con distintas tcnicas para aplicar el mtodo, entre las que, por el mismo criterio prc-tico, identifica como ms tiles dos opciones: encuestas por telfono o encuestas en la calle. Conocedor del tema cuan-titativo, sabe que las encuestas telefnicas, aunque ms ba-ratas que las de calle, reducen el universo a las amas de casa que cuentan con una lnea de telfono, adems de que im-plican prdidas de tiempo enormes (de cada veinte llama-das, en promedio le contestan una, mientras que en la calle, de cada veinte, le contestan seis). Por su parte, sabiendo que lo que requiere puntualmente ahora son datos descriptivos ms que explicativos (que le digan cuntas amas de casa ven la telenovela ms que el porqu la ven) y que la cuestin de financiamiento es algo que le apremia, confecciona, como herramienta, una encuesta bsica de preguntas cerradas (que aunque menos ricas, son ms fciles de manejar y, por lo tanto, ms baratas).

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    Volviendo con nuestro cocinero, las cosas le han salido muy bien. El uso de su intuicin, la experiencia acumulada y el conocimiento profundo de su cocina y sus posibilidades se han conjugado para obtener exactamente lo que quera: no slo unos excelentes huevos revueltos muy esponjosos, sino sobre todo un cliente satisfecho que vuelve a su mesa al menos tres veces por semana, y es que nuestro cocinero sabe que aunque los huevos son los mismos en todas las casas y restaurantes de la ciudad, hay muchos que preparan unos huevos revueltos que ni las mascotas los quieren co-mer; sabe, a fin de cuentas, que la diferencia radica en poner suficiente atencin, empeo y habilidad en los modos de hacer.

    los tipos de investigacin por su finalidadAhora bien, conviene explicar que no toda la investigacin tiene la misma finalidad. Pero todas deben tener una y, so-bre todo, todo investigador tiene una, como veremos en otra seccin de este libro. Hay investigaciones que se realizan para conocer de manera general algo sobre lo que no se ha inves-tigado an, o sobre lo que existen muy pocos datos, inten-tando aportar una primera mirada y una primera versin del mapa del fenmeno, la cual ayuda a generar, entonces, hi-ptesis ms complejas. A este tipo de investigacin le llama-remos descriptiva o exploratoria, en tanto que su funcin fundamental es describir cmo es un fenmeno y en tanto que esta descripcin se basar en una mirada exploratoria. Un ejemplo sencillo: pensemos que no es lo mismo estudiar un fenmeno televisivo (en el que la televisin es un medio con muchos aos de existencia y con muchos estudios a cuestas) que uno relativo a la Internet (donde ste se perfila como un medio muy nuevo y en constante cambio, sobre el que desco-nocemos muchos de sus aspectos).

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    Otros estudios tienen la finalidad central de explicar puntualmente cmo es o cmo funciona un fenmeno, ms que describirlo, y a este tipo de investigacin le llamaremos explicativa. En sta son muy importantes los nexos de causalidad, que no son otra cosa que explicaciones basa-das en entender qu factores causan o producen qu tipo de hechos. Retomando el ejemplo de la televisin, que como decamos es un medio sobre el que ya se ha estudiado mu-cho, la mayora de los estudios actuales sobre dicho medio no intentan describir o explorar qu es el fenmeno televi-sivo, sino ms bien explicar aspectos puntuales de su fun-cionamiento y sus causas, como el papel que cumple en la economa domstica, en la percepcin de la violencia o la transformacin identitaria de los televidentes, por poner un par de ejemplos.

    La tercera finalidad de la investigacin es la prospec-tiva o predictiva, o lo que es lo mismo, que intente anti-cipar el desarrollo de un fenmeno o las posibles transfor-maciones que tendr en un futuro. Como se intuye, es un tipo de investigacin muy compleja, en la que interviene una cantidad enorme de factores. Por la alta complejidad de los fenmenos sociales y la imposibilidad prctica de ge-nerar leyes sobre stos, este tipo de investigacin suele ser rara en las ciencias sociales, siendo que las pocas veces que se llevan a cabo proyectos de este tipo su confiabilidad es muy baja.

    Sintticamente, diramos que la investigacin descripti-va corresponde a preguntas de investigacin del tipo cmo y qu (cmo usan los jvenes la Internet?, qu forma tienen las nuevas redes digitales?), la explicativa sobre el porqu (por qu tiende a desaparecer el gnero talk show en televisin abierta?), en tanto que la prospectiva en torno a preguntas del tipo qu suceder y otras formuladas en

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    futuro o en subjuntivo (las industrias de Internet absor-bern a las industrias de medios tradicionales?; si se man-tuviera la velocidad de transmisin actual, seguira incre-mentndose el crecimiento de la Internet?).

    Descriptiva cmo/qu Explicativa por qu Prospectiva qu suceder

    aquella resbalosa cosa llamada objetoCuando se habla de investigacin aparece a cada rato una palabra que suele pronunciarse con aire solemne, pero que suele quedar poco claro a qu se refiere: (el) objeto. Es pa-radjico porque, aunque se le nombra todo el tiempo, es uno de los conceptos investigativos menos entendido y probablemente el ms nebuloso de stos, y en gran parte este problema se presenta porque acostumbramos cargarlo de sentido comn y dar por hecho lo que es o debe ser; de hecho, si uno va por ah en los pasillos de la universidad preguntando al azar qu es un objeto en el vocabulario de la investigacin, la respuesta comn es algo parecido a aquello que se estudia, el tema de una investigacin o lo que se analiza en un estudio.

    Como hemos dicho antes, esto es gran parte cierto desde el sentido comn, pero cuando hablamos de investigacin, la cosa es un poco menos sencilla, porque qu queremos decir con aquello que estudiamos o lo que se analiza? El objeto, en realidad, no es una cosa, sino la interaccin calibrada y organizada de muchas de stas. Por otro lado, vale decir que el objeto no es algo que se tenga, que est ah, sino que se va construyendo. Si bien los fenmenos existen all afuera independientemente de que se les estudie, cuan-do los consignamos para estudiarlos, en cierto modo los

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    estamos construyendo o deconstruyendo. Decimos que los construimos porque al acercarnos a stos los llenamos con nuestra mirada, es decir, nos acercamos con ciertas posturas y desde un punto de vista; los separamos artificialmente de su entorno, que es un continuo y no un escenario de hechos y cosas fragmentadas, para poder aislarlos y mirarlos. En ese sentido, un mismo fenmeno visto desde distintas pre-concepciones y presupuestos cambia, y es distinto entonces porque el investigador lo construye al aportar elementos de evaluacin desde su propia subjetividad.

    De esta manera, la subjetividad, que es la capacidad inter-pretativa del investigador sobre la realidad, funciona como la lente de una cmara, a partir de la cual se elige qu ver y qu no, en el entendido de que sencillamente es imposible ver todo en todos sus planos o todo al mismo tiempo. Con ello, desde la lente se elige fotografiar el bosque o el rbol (y esto es una eleccin: habr quien prefiera ver el detalle y quien prefiera ver el panorama), y la imagen resultante, como probablemente estemos todos de acuerdo, es entonces algo construido, una imagen de lo que hay all afuera (que sera muy fiel, queda claro), pero que definitivamente no es lo que hay all afuera, sino algo que decimos o creemos que est tras la ventana.

    Visto as, el objeto es algo que aparece en la medida en que nos vamos preguntando por ste, enfocndolo y propo-niendo formas de aclararlo, de asirlo y mostrar aspectos que lo conforman a partir de nuestras orientaciones tericas y metodolgicas.

    Como a lo mejor nos ha tocado ver u or, muchos jvenes investigadores parten de la idea de que el objeto es la reali-dad por s misma, como si sta fuera para todos lo mismo y una sola cosa, y como si el investigador estuviera (o pudiera estar), fuera de esa realidad, independiente de sta, pero los

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    hechos son ms complicados: aquello sobre lo que solemos tener menos conciencia es justamente sobre nuestra propia realidad, pues lo que se tiene naturalizado o dado por hecho es lo que, por regla general, obviamos; recordemos, sencilla-mente, que el pez no ve el agua en la que nada.

    En ese sentido, el objeto no es, no puede ser, la realidad; es, en todo caso, un aspecto y a la vez una representacin, ms o menos fidedigna, de esa realidad construida desde la subjetividad del investigador a partir de las relaciones que observa entre los elementos, lo cual no es obvio ni trans-parente y, adems, es visto siempre desde un determinado punto de vista. En los siguientes apartados veremos, antes de llegar a una explicacin especialmente dedicada a qu es el objeto y cules son estos elementos y relaciones, un breve repaso a algunos conceptos que nos ayudarn a entender su funcin en la investigacin y la forma en que llegamos a construirlo.

    El primer acercamiento: la hiptesisAunque no nos demos cuenta, la principal actividad huma-na es la construccin de hiptesis: las planteamos, formu-lamos o pensamos cuando miramos el cielo y vemos una nube gris, cuando vemos a alguien en la calle que nos ve detenidamente de frente, cuando nos cuentan un chisme de alguien a quien conocemos, y es que las hiptesis son nuestro principal mecanismo de defensa, pues nos permi-ten generar procesos mediante los cuales damos razn so-bre el funcionamiento del mundo, de las oportunidades que se nos presentan y los posibles peligros que nos amenazan. Sin la capacidad de formular hiptesis y actuar en conse-cuencia, lo ms probable es que siguiramos en los rboles o que ya nos hubiramos extinguido, pero entonces, si es tan natural la construccin de hiptesis, por qu dedicarle un

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    apartado? La razn es que la inmensa mayora de hiptesis que hacemos son producciones de sentido comn; procesos tan ordinarios y naturales que los damos por sentados, pero que en el proceso de investigacin deben formularse expl-citamente y formalizarse conceptualmente, pues de stas se deriva todo lo dems.

    Como vemos, las hiptesis son proyecciones intuitivas sobre relaciones causales. O de otra forma, son procedi-mientos cognitivos que nos permiten inferir posibles corres- pondencias entre las causas de algo y sus efectos. Con todo, la potencia en el nivel de correspondencia entre una causa y un efecto dado, resulta en hiptesis dbiles o fuertes. Como podemos imaginar, la inmensa mayora de hiptesis que formulamos en la vida diaria son dbiles, pues los niveles de correspondencia no buscan llegar hasta las ltimas con-secuencias, sino apenas darnos pistas rpidas sobre algn aspecto prctico de la realidad, que nos permita actuar en consecuencia (si nuestros antepasados no hubieran hipo-tetizado de manera prctica y rpida sobre las intenciones de ese enorme animal con dientes gigantes que corra hacia ellos, definitivamente nosotros no estaramos aqu).

    Por el contrario, en el proceso de investigacin intenta-mos proveer de correspondencias causales fuertes a un fenme-no dado, a partir de las cuales se explique y compruebe hasta llegar a sus ltimas consecuencias. Con todo, el proceso no es tan lineal como parece, pues aunque diramos que toda inves-tigacin parte de una hiptesis fuerte, en realidad se genera en la alternacin constante entre hiptesis dbiles y fuertes, pues, acaso es posible acercarnos a algo sin una idea previa o que las relaciones fuertes surjan de la nada? La verdad es que no. Cuando Newton vio caer la manzana frente a sus ojos, todava no tena en mente la hiptesis de que la aceleracin constante de la masa terrestre atrae los cuerpos circundantes

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    hacia ella (hiptesis fuerte), pero s el hecho de que algo ms all de la mera casualidad haca que la manzana cayera y no que saliera volando hacia el cielo (hiptesis dbil). As, una hiptesis dbil lleva a una fuerte, hasta que encontramos un lmite de validez o anulacin para la primera.

    Este punto debe quedar muy bien entendido, ya que, como se ver ms adelante, la investigacin, lejos de lo que solemos pensar, es una actividad de ida y vuelta; un pro-ceso que, de ser tomado en serio, requiere de la constante generacin y eliminacin tanto de hiptesis fuertes, como dbiles, segn se vaya avanzando en el desarrollo emprico.

    premisas de partida e hiptesis de trabajoComo ya dijimos, el ser humano formula hiptesis de todo y para todo, pero la inmensa mayora de stas son meros pro-cedimientos de supervivencia. Ya en trminos de investiga-cin, a esta hiptesis (dbiles por lo general), les llamaremos premisas de partida que, como su nombre lo indica, son elucu-braciones informales sobre la naturaleza general de algo, las cuales nos sirven como insumo en la construccin de hipte-sis fuertes. Como ya vimos, siempre que nos acercamos a un fenmeno no lo hacemos en blanco, sino con la cabeza im-buida de este tipo de premisas, y aunque stas son tan infor-males como para no ser parte del proyecto de investigacin, no hay que descuidarlas en ningn momento, pues stas por s mismas son el material a partir del cual formularemos in-tuiciones ms formales e instrumentales, las cuales toman el nombre de hiptesis de trabajo (hiptesis fuertes, aunque ste sea su nombre de batalla).

    Estas ltimas no slo son nodales, sino vitales, en el pro-ceso de investigacin, pues constituyen el punto de arranque de la inmensa mayora de investigaciones, ya que comn-mente de stas se derivan las preguntas de investigacin y los

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    objetivos (aunque no siempre, como se ver en el siguiente apartado).

    En un ejemplo rpido, volvamos de nuevo a Newton y su manzana, y recordemos cuntas veces hemos visto caer algo? Y ahora, cundo fue la primera vez que llegamos a la conclusin de que la aceleracin de la masa terrestre atrae hacia el suelo todo lo que est a su alrededor? Como podemos observar, sern muy pocos los que puedan decir cundo, y esto se debe a que para haber podido llegar a una hiptesis de trabajo como sta (una hiptesis fuerte altamente compleja), se debe haber pasado por tener varias premisas de partida. En su caso, es seguro que Newton no recibi la iluminacin divina y, al momento de ver la manzana caer, se le alumbr la mente de tal manera que formul esa hiptesis. Lejos de eso, como se sabe, Newton llevaba varios aos interesado en la f-sica, leyendo mucho y hacindose diversas preguntas sobre el funcionamiento del mundo (y por lo dems, viendo caer co-sas); en ese sentido, Newton, cuando vio la fruta en el suelo, lo nico que hizo fue formalizar en una hiptesis de trabajo (que, insistimos, es una hiptesis fuerte) distintas premisas de partida previamente existentes en su cabeza.

    En este punto tambin cabe sealar (pues casi siempre se le ignora) que los investigadores suelen comenzar a in-vestigar algo porque en torno a ese algo hay preguntas exis-tenciales propias, dudas de las que muchas veces no somos conscientes, pero que desde siempre nos muerden, nos mue-ven y reaparecen constantemente. En ese sentido, aunque tampoco seamos del todo conscientes, lo ms comn es que al momento de llegar a observar y analizar un fenmeno ya tengamos diversas premisas de partida, por lo que muchas veces lo nico que debe hacerse para formalizar un proyecto de investigacin es presentar esas premisas, expresarlas e intentar pensar qu utilidad obtendremos de stas.

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    Una vez que tenemos nuestras hiptesis, para que sean capaces de operar en una relacin fuerte, stas deben ser formulaciones ya establecidas de las intuiciones del inves-tigador, cuidando, tal como indica el precepto de la vigilan-cia epistemolgica (que se puntualizar ms adelante), que contenga todos los elementos conceptuales que sean nece-sarios para asir las dimensiones fenomnicas que queremos estudiar. Visto de otra manera, una hiptesis de trabajo es una propuesta provisional que damos a un fenmeno, en tanto lo comprobamos, y la cual puede (debe) ir variando segn vamos teniendo datos empricos que la contrasten.

    Es la hiptesis de trabajo un elemento obligado?Como a lo mejor nos hemos percatado, son muchos los manuales que hacen de la hiptesis de trabajo un elemento imprescindible, prescriptivo y normativo en el proceso de investigacin, cuando en realidad puede o no serlo, y este hecho lo enfatizamos porque suele generar confusiones largas y duraderas, con consecuencias que oscilan entre lo cmico y lo verdaderamente trgico.

    Si bien todo trabajo de investigacin tiene como base especulativa las premisas de partida (pues es imposible, en trminos cognitivos, llegar en blanco), no todos parten de hi-ptesis de trabajo, ya que el papel de algunas investigaciones es, justamente, generar las primeras de este tipo. Esto es muy comn en el caso de las investigaciones descriptivas o explo-ratorias, que, como ya comentamos en el apartado dedicado a la finalidad de la investigacin, tienen como tarea principal echar un primer vistazo o hacer un reconocimiento del terre-no en relacin con fenmenos poco conocidos.

    En este panorama muy probablemente tambin nos ha tocado tambin ver u or a ms de un estudiante al borde de la angustia o del colapso nervioso, porque no encuentra su

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    hiptesis de trabajo, sin darse cuenta de que es muy probable que no la encuentre porque sencillamente est lidiando con una investigacin que no la necesita. Con todo, aun cuando no tengamos hiptesis de trabajo, es muy recomendable in-tentar identificar y sistematizar nuestras premisas de parti-da, pues stas, en su nivel de informalidad y sin sustituir a las hiptesis de trabajo, harn las veces de stas en la labor exploratoria, funcionando como primer punto de partida y un parmetro de valoracin para contrastar los datos que se van obteniendo en el transcurso del trabajo investigativo.

    Muy bonito todo, pero cmo utilizamos la hiptesis de trabajo?Como ya se ha hecho suficiente nfasis, el papel de la hi-ptesis de trabajo es plantear los escenarios posibles que intuimos sobre las relaciones causales de un fenmeno, en-tendiendo que este planteamiento nunca es definitivo, sino ms bien flexible, adaptable y dinmico. Si la hiptesis de trabajo se vuelve rgida y hermtica, podr darnos la falsa sensacin de seguridad, pero en tanto falsa, en algn mo-mento se descubrir su incapacidad de guiar al investigador hacia respuestas factibles, y es probable que para ese mo-mento ya sea demasiado tarde para arreglar las cosas.

    Cuando hemos entendido que la investigacin tiene que ser un procedimiento plstico y adaptable que muchas veces involucra grandes decepciones y constantes vueltas atrs, tambin comprendemos que la hiptesis de trabajo no es sino la parte ms flexible de la investigacin, pues sin su capacidad de asumir los cambios que van surgiendo y los imprevistos que se presentan, el proyecto se vuelve una estructura ms rgida que una tabla y, por lo tanto, comple-tamente intil en tanto que es incapaz de amoldarse a la extremadamente voluble naturaleza de la realidad social.

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    En ese sentido, la hiptesis de trabajo debe ser una pro-puesta que diga por aqu puede ser, pero vamos viendo si s, es decir, una entidad cognitiva abierta a transformarse y dar lugar a otras propuestas que mantengan vivo el ideal de llegar a lo ms que se pueda obtener.

    En trminos instrumentales, la hiptesis dar lugar a las preguntas de investigacin, y de stas se derivarn los objeti-vos. Si la hiptesis sugiere que la televisin propone modelos de comportamiento violento que los nios en edad preescolar integran a sus identidades masculinas y femeninas, las pre-guntas sern derivados lgicos de esta hiptesis, generando algo similar a lo siguiente:

    Propone la televisin modelos de comportamiento vio- lento que los nios en edad preescolar integran a sus iden-tidades masculinas y femeninas?

    Pregunta que a su vez deriva en un objetivo general del siguiente tipo:

    Identificar si la televisin propone modelos de comporta- miento violento que los nios en edad preescolar integran a sus identidades masculinas y femeninas.

    Como se observa, si la hiptesis no llega a un nivel de formalidad suficiente, las respuestas que acabaremos dan-do sern igualmente tambaleantes o nebulosas.

    contrastacin, verificacin y anulacin de la hiptesis de trabajoComo hemos observado hasta aqu, la hiptesis de trabajo no slo es una enunciacin comn y corriente, sino una que, buscando orientar la accin de bsqueda del investigador,

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    pretende como ltimo fin una afirmacin o negacin. As, si con los datos que vamos reuniendo a lo largo del trabajo de campo obtenemos informacin congruente o complemen-taria de la hiptesis de trabajo, la cuestin queda bastante resuelta: tenemos una hiptesis positiva. Por el contrario, si los datos que obtenemos la refutan, tenemos una hiptesis falsa. A este proceso de contrastacin y refutacin le llama-mos falsacin de hiptesis.

    Cuando obtenemos una hiptesis falsa y no hay res-puestas verificadas sobre el fenmeno (que procederan no slo de nosotros o nuestro equipo, sino de investigaciones alternas), el fenmeno permanece reclamando una expli-cacin, por lo que, de seguir el investigador interesado en esclarecerlo, se deben reformular esas mismas hiptesis, o bien, generar nuevas. En ese proceso, la investigacin puede cambiar varias veces de hiptesis de trabajo y, por lo tanto, de preguntas y objetivos. Justamente por este hecho insis-timos ms de una vez en que el proceso de investigacin es uno de ida y vuelta, lo que necesariamente obliga a regre-sar al punto de partida y recomenzar.

    Aunque parece ingrato, el proceso de investigacin re-sulta, al final, lo suficientemente gratificante como para que muchos se dediquen nicamente a ello.

    las hiptesis en la cuestin cualitativa y cuantitativaEn una ltima puntualizacin, cabe aclarar que mientras en los estudios cualitativos la hiptesis y sus implicacio-nes constituyen entidades y procedimientos de produccin muy flexible (mas no por ello poco rigurosas), en las cuan-titativas se trata de cuestiones extremadamente codifica-das y protocolizadas. En stas se habla de hiptesis nulas, contrastacin de hiptesis, hiptesis alternativas, hipte-sis direccionales y no direccionales, entre otros trminos

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    asociados a la prctica estadstica. Aunque en este texto no hablaremos de esos tipos y sus diferencias y utilidades (para eso hay manuales verdaderamente especializados y exten-sos), conviene saber que estos trminos pertenecen a ese campo y, por ende, son un tanto impropias en la investiga-cin cualitativa. Arrancar conceptos de su contexto original para aplicarlos a otros totalmente diferentes es un riesgo que debe ser estrictamente evaluado por el investigador an-tes de llevarlo a cabo.

    Grfica 1. Articulacin de premisas, hiptesis, preguntas y objetivos

    la pregunta y el problema de investigacinRetomando la metfora, ya mencionada, de la cmara y la lente, diramos que el primer proceder que nos permi-te enfocar lo que queremos es identificar y formular una pregunta (que, como ya vimos, es comn que se derive de la hiptesis de trabajo, aunque puede ser algo facultativo), que es la pregunta de investigacin. En s mismo, ms que la pregunta, lo importante es la operacin cognitiva que re-side detrs de sta: delimitar qu queremos saber sobre lo que decidimos estudiar, o lo que es lo mismo, identificar el problema de investigacin (pues toda investigacin, para

    Premisas de partida

    Hiptesis de trabajo

    Preguntas de investigacin

    Particulares

    General General

    Particulares

    Objetos de investigacin

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    tener sentido de existencia, ha de tener un problema que se quiera resolver).

    En este punto imaginemos que debemos responder a la pregunta de qu es el blanco? Como ya vemos, podramos responder cosas muy diferentes, aunque correctas todas, como que es una longitud de onda en el espectro visual, que es la ausencia de color, que es la tonalidad neutra en la pa-leta cromtica, que es un color que en la cultura occidental se asocia a la pureza, etc. De este ejemplo deduciramos que aunque la pregunta general apunta hacia un objeto y no a otro (qu es el petrleo, por ejemplo, y no un pepino), es ne-cesario formular preguntas complementarias que limiten su campo de visin y dirija nuestra mirada hacia el aspecto o aspectos que puntualmente queremos conocer de ste.

    Cuando planteamos una pregunta, tambin identifica-mos un conflicto de conocimiento (problema de investigacin), lo que nos permite, entonces y automticamente, acotar, identificar y limitar lo que queremos saber. A esta gran pre-gunta, a partir de este momento, le llamaremos pregunta ge-neral (que cuando existe una hiptesis de trabajo se deriva directamente de sta, no hay que olvidarlo).

    Con todo, la pregunta general, como su nombre lo indica, es una entidad muy extensa, es una pregunta que, de hecho, contiene a otras ms especficas. Si nos preguntramos, por ejemplo, cmo se eligen las noticias que se publican en un peridico, estaramos haciendo una pregunta general de in- vestigacin completamente vlida y formal, aunque para responderla verdaderamente, todava debemos plantear al fenmeno otras preguntas (no tanto a nosotros, si nos fija-mos bien), por ejemplo, existe un proceso formal de seleccin de notas?, quin las elige?, con qu criterios las selecciona?, quin designa a quien selecciona las notas?, con qu crite-rios se elige a quien selecciona las notas? Y estas preguntas,

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    a las que llamaremos particulares, pueden ser tantas como motivos puedan existir para haber formulado la pregunta general.

    En ese sentido, lo que hacen las preguntas de investiga-cin particulares es poner lmites mnimos y mximos sobre la extensin de la pregunta general, con lo que obtenemos un equilibrio, en tanto que enunciamos el tamao probable del fenmeno a estudiar, pero declaramos tambin los lmi-tes a los que deseamos (y en ms de un sentido podemos) llegar.

    En trminos de un proceso investigativo sistemtico, las preguntas de investigacin son tambin nodales, pues de stas (pregunta general y preguntas secundarias) se derivan los objetivos general y particulares (de los que no hablare-mos ahora, pero que veremos ms adelante), que sirven para concretar los pasos de la investigacin en clave de ob-tencin de resultados factibles.

    Desde ah, cuando logramos construir nuestra pregunta de investigacin, a travs de identificar un problema, tam-bin decidimos ya, en gran medida, el camino que habremos de recorrer y lo que esto, a grandes rasgos, implicar. De otra manera, mientras nuestra pregunta no quede clara, todo lo que est frente a nosotros tampoco lo estar (se desenfoca-r). Por esta razn, la pregunta es el elemento central que nos llevar a la construccin del objeto, siendo causa de posibili-dad de la aportacin de una respuesta til al problema que reside en sta.

  • Como esperamos que haya quedado claro en el captulo ante-rior, no slo el objeto es algo construido, sino todo el proceso de investigacin es una obra arquitectnica. Como tal, hay un proyecto ejecutivo que sirve para dar una idea general de toda la obra antes de los acuerdos y su realizacin. Tambin hay un diseo, en el que se sealan los materiales, las estrate-gias de construccin, las perspectivas de anlisis, los mtodos concretos para analizar el objeto y los resultados esperables.

    Para facilitar la comprensin de esta obra, transitaremos por diferentes aspectos de la misma y por los pasos que su-pone dar para llevar a cabo un proyecto de investigacin.

    El tema no es el objeto, aunque es el centro de steAntes de pasar a los elementos que integran el objeto, acer-qumonos al gran problema que suele suscitarse en los pri-meros acercamientos a la investigacin, que es la propensin a confundir el tema con el objeto.

    El tema es la idea general sobre la que trata algn asun-to; el concepto general apunta justamente a sealar su ca-rcter abierto, expandido y muy poco limitado; as, el tema es un panorama. ste nos puede decir qu es lo que encon-traramos en lo tratado, pero todava no todo lo que hay. Lo primero que debemos aclararnos es que as como decamos que la realidad per se no es el objeto, de la misma manera un tema tampoco lo es. De hecho, muchas veces, cuando al joven investigador se le interroga sobre su objeto, suele

    El andamiaje de una obra investigativa

    captulO 2

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    dar respuestas del tipo: mi objeto es la violencia en la tele-visin. Eso, como veremos, no es un objeto, sino parte de un tema, o el tema como tal. Por otro lado, si bien el tema no es el objeto, es innegable que es su ncleo.

    El tema suele ser una breve descripcin de la relacin existente entre los principales elementos que se estudian y que, como mnimo, cuenta con cuatro elementos:

    Sujetos EscenariosProcesos Temporalidades

    Los sujetos son los actores o agentes que realizan opera-ciones de algn tipo (procesos), los cuales suceden en un es-pacio o lugar (escenarios) y en algn momento (temporalida-des). Sin estos cuatro elementos en interaccin no tenemos ms que una vaga idea sobre algn fenmeno, como es el caso del ejemplo de la violencia en la televisin. Pero pon-gamos un ejemplo de tema. Como ya dijimos, la violencia en la televisin no es un objeto ni un tema an, sino ms bien la identificacin general de algunos elementos asocia-dos a un fenmeno, aunque la situacin cambia rpidamen-te si decimos que lo que estudiamos es: el reconocimiento de violencia no obviada en la telenovela Amor salvaje a par-tir de un estudio entre amas de casa de la ciudad de Guada-lajara al momento de su transmisin, que ya es un tema, pues contiene todos los elementos ya enumerados.

    Como ya resulta ms fcil ver, tenemos sujetos (amas de casa), procesos (el reconocimiento de violencia no obviada en la telenovela Amor salvaje), escenarios (de la ciudad de Guadalajara) y temporalidades (el momento de su transmi-sin), elementos que, por lo dems, interactan entre s y se modifican mutuamente. As, ejemplificamos grficamente los elementos del tema de esta manera:

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    Elementos del tema

    Pero, entonces, cul es la diferencia entre un tema y un objeto? Aunque pareciera que ya estn todos los ele-mentos que el concepto objeto nos sugiere por sentido comn, desde la concepcin investigativa de ste an no es as: recordemos lo sealado acerca de que la realidad se mo-difica segn el punto de vista del que la veamos, entonces es cuando nos percatamos de que hace falta evidenciar ese punto de vista, que no es otra cosa que lo contenido en las relaciones tericas y metodolgicas de las que ya hemos hablado previamente.

    Como ya se aclar, el tema que tenemos puede ser estu-diado desde distintas perspectivas (cualitativa o cuantitati-vamente, desde un conjunto de supuestos tericos o desde otros y en torno a distintas preguntas, etc.), y segn la lente con que lo miremos, veremos cosas distintas sobre ese tema. Para ejemplificar este hecho, imaginemos a una persona que trabaja en una pescadera y alguien ms que lo hace en un acuario. Ambos, sin lugar a dudas, sern expertos en peces, si bien de una manera muy distinta: aunque cada cual ten-ga como foco de su inters los seres llamados peces (y que son bsicamente las mismas entidades en ambos casos), lo que querrn conocer y lo que saben de esos seres ser casi siempre algo muy distinto (imaginemos la diferencia entre preguntarnos si la carne de la merluza es igual de suave que la del salmn y si los peces mariposa pueden convivir en el

    (TEMA)Sujetos

    Procesos Escenarios

    Temporalidades

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    mismo tanque de los peces payaso; pero imaginemos tam-bin el desconcierto que embargara a nuestro pescadero si se le increpara acerca de la convivencia de peces de acuario en lugar de consultarle sobre la forma de congelar correctamen-te un atn o un bagre).

    Tomando el ejemplo de los peces, imaginemos que nuestro investigador est interesado no slo en el reconocimiento de la violencia no obviada en la telenovela, sino particularmente en el reconocimiento de sta en trminos de representacio-nes sociales (es decir, la identificacin de esta violencia en la forma de ideas de sentido comn), sobre todo intentan-do entender a profundidad a qu hechos y a qu conceptos se asocia esa violencia. As, viendo que no le interesan cosas como qu representaciones sociales son predominantes en-tre una poblacin particular (lo que requerira algo ms cuan-titativo), nuestro investigador ha elegido realizar un estudio cualitativo, que trabaja con muestras pequeas, pero detalla-damente, y esta decisin lo lleva a elegir mtodos, tcnicas y herramientas congruentes con la obtencin de datos de esa naturaleza.

    En tanto, trabajar sobre representaciones sociales desde una perspectiva cualitativa, pero sobre todo en torno al pro-ceso profundo en el que se asocian hechos y conceptos en la formacin de esas representaciones, ha decidido no slo tra-bajar con la teora estndar del autor Serge Moscovici, sino tambin sobre una extensin de sta que ahonda en ese pro-ceso, que es la teora del ncleo matriz de J.C. Abric. Como las representaciones sociales son, a fin de cuenta, discursos sobre cmo los sujetos perciben su mundo y las explicacio-nes de sentido comn que dan sobre ste (es decir, discursos de sentido comn acerca de qu es violencia y qu no en los contenidos que presenta la telenovela), nuestro investigador debe buscar mtodos cualitativos que le permitan deconstruir

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    esos discursos y analizarlos, por lo que se restringe, dentro de los mtodos existentes de anlisis que conoce, a los mtodos de anlisis semntico-discursivos (lo que implica no tomar en cuenta los anlisis de contenido, que son definitivamente mtodos cuantitativos).

    Pero, tambin sabiendo que dentro de estos mtodos debe elegir tcnicas que le ayuden lo mejor posible a ubicar los ncleos de esas representaciones (que no son otra cosa que conceptos que remitan a la idea de violencia en un dis-curso dado), decide usar una tcnica conocida como matri-zacin de asociacin semntica, la cual le permite vincular estos ncleos de significado entre distintos discursos, pero an hay un problema: cmo elegir a las amas de casa, cmo obtendr de ellas esos discursos y en qu momento correr el estudio?

    Investigador pensante, nuestro personaje sabe tambin que hay un puado de herramientas, como las entrevistas cerradas o los juegos de asociacin de frases libres que le permitiran obtener discursos importantes sobre el objeto que le interesa, pero, sin lugar a dudas, sabe que la mejor opcin es la entrevista abierta a profundidad, en tanto que le permite ganar mucha profundidad en el discurso, abarcar los distintos aspectos de una misma representacin y dejar que el sujeto mismo elija mostrar lo que le va pareciendo ms significativo.

    Por su parte, tambin sabe que no es lo mismo estu-diar las representaciones sociales como recuerdo (es decir, lo que qued como idea de sentido comn en la mente de quienes fueron espectadores de esa telenovela), que como algo en plena construccin (es decir, en el momento mismo en que los espectadores ven esa telenovela). Sabiendo que a l, entre otras cosas, lo que ms le interesa es el cmo se generan esas representaciones en el momento mismo de la

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    recepcin, se apresura a llevar a cabo el estudio durante los cuatro meses que la nueva telenovela durar en pantalla.

    Respecto de los quines, tambin sabe que como en un buen estudio cualitativo la cantidad se sustituye por profun-didad, dando lugar a muestras que, si bien pequeas, deben intentar ser confiables dentro del rango de lo posible (aun-que sabe que, justificando muy bien su proceder, podra incluso trabajar con un solo caso, tal como hacen muchos antroplogos en casos especiales).

    Para cubrir estos tres imperativos de investigacin, pro-cede a proyectar una estrategia que le permita obtener da-tos de amas de casa de los seis segmentos socioeconmicos convencionales (A/B, C+, C, D+, D y E), llegando a delimitar que trabajar entrevistas abiertas a profundidad con grupos de cinco amas de casa por estrato socioeconmico, eligien-do el nmero cinco un poco al azar, con la esperanza de que con este nmero de sujetos se sature la muestra, es decir, que llegado el turno de la quinta ama de casa, sta exprese cosas muy similares a las que ya oy de las otras cuatro. En caso de que sigan surgiendo discursos muy distintos entre s, deber ampliar la muestra en cada uno de los estratos, hasta que stas se saturen. As, aunque no con un criterio estadstico, quizs ya estara en posibilidades de obtener datos muy valiosos y extensivos sobre el gran universo lla-mado amas de casa de la ciudad de Guadalajara, aunque no estuvieran presentes las de una gran mayora de colonias ni barrios de esta ciudad.

    As, con estas ltimas decisiones que han implicado ar-ticular al tema las relaciones tericas y metodolgicas, nues-tro investigador ha logrado por fin confeccionar su objeto, modificando con ello el ttulo de su investigacin (que es, a fin de cuentas, la descripcin completa de su objeto), hasta que ha quedado de la siguiente manera: El reconocimiento

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    de violencia no obviada en la telenovela Amor salvaje: un es-tudio sobre representaciones sociales entre amas de casa de la ciudad de Guadalajara al mo