Un laberinto de plantas crece de la noche a la mañana en ...
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Un laberinto de plantas crece de la noche a la mañana en la legendariaciudaddeZyl.Loshabitantesquedanatrapadosensuscasas,ylavidaylosjuegossedetienen.
Enmediodelcaosvegetal,IvánDragórecibeunainvitacióndelClubAriadnapara el Concurso Mundial de Laberintos. Participar en él será la únicamaneradesalvaraZyl.
LamacabraMadame Aracné, famosa inventora, ha planeado para Iván ellaberintoperfecto.Peroélnoestásoloenestedifícilduelo:Anunciación,suantigua compañera del colegio Possum, y sus amigos Ríos y Lagos loayudaránaencontrarlasalida.
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PablodeSantis
EljuegodellaberintoePubr1.0
Ariblack22.06.14
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Títulooriginal:EljuegodellaberintoPablodeSantis,2011Ilustraciones:MaxCachimbaDiseñodecubierta:MaxCachimba
Editordigital:AriblackePubbaser1.1
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PRIMERAPARTE
PERDIDOSENELBOSQUE
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I
LAINVITACIÓNDELCLUBARIADNA
vánDragóvivíaconsuabueloNicolásenelnúmero105delacalledelosAlfiles,enZyl,unapequeñaciudadfamosaporsusjuegos.Allísefabricabantablerosy
piezasdeajedrez,juegosdelaoca,yoyósdemadera,pasatiemposquellevabanportítuloLacazadelosoverdeoLatorredeBabel,y,porsupuesto,rompecabezas.Losque fabricaba Nicolás Dragó eran tan célebres que recibía pedidos desde lejanoslugaresdelmundo.AIvánleencantabaquelosjuegosdesuabuelollegaranhastalaselvabrasileña,hastaunmonasteriodeMeteora,enGrecia,ohastaunacasaflotanteenunríodeTailandia.Los juegoserandemadera,ocupabanunamesaenteraynohabíaenellosdospiezasdeigualforma.Nicolásacostumbrabaadecir:«Laspiezasderompecabezassontodasdistintas,perolosquejuegansontodosiguales».
Iguales quería decir que frente a un juego se olvidaban del mundo; que eranobsesivos y que esperaban ansiosos el envío por correo de las cajas. Para que elbarnizquecubríalaspiezassecaramásrápido,Nicolásusabatresgrandesyruidososventiladores.Poresoélysunietoseresfriabanamenudo.
Cada día llegaban a la casa de Nicolás e Iván Dragó varios sobres decorrespondencia.Elabuelorecibíacartasdondelosclienteslepedíanrompecabezascontalimagenotalotra,oleexigíanmayordificultadparalapróximavez,orogabanporunaayuda,oleenviabanpiezasdañadasparareparar.Aveceslaspiezasllegabanmordidas.
«Leechanlaculpaalperro,peroellosmismoslasmuerdendeansiososqueson,cuandonopuedenencontrarlaubicacióndelaspiezas»,ledecíaNicolásDragóasunieto.
Elfabricantederompecabezasdebíadedicaralmenosunahoradiariaaresponderla correspondencia. Escribía sus cartas a mano, en un papel muy fino, casitransparente,queyanosefabricaba,peroquetodavíasevendíaenlaúnicalibreríaquehabíaenZyl.Comoelairedelosventiladoreshacíavolarlascartasqueescribíay las que recibía, usaba como pisapapeles cosas que levantaba en la calle. En unaciudad cualquiera es habitual encontrar entre los adoquines o en el asfalto algunabujíadeautomóvil,ounatuercadeunamáquina,ounclavograndedeunaobraenconstrucción.EnlascallesdeZyl,encambio,seencontrabantapasdeyoyó,fichasdeestañoconformadebarcoodecaballo,soldadosdeplomosinunbrazo,cabezasdemuñeca,tromposquedetantogirarsehabíanperdido.Apesardesudolordecintura,Nicolásseagachabaarecogerporlacalletodaslascosasqueencontraba.
Unamañana,mientrasestabaenlacocinapreparándoseuncaféconleche,Ivándescubrió que su abuelomiraba con preocupación uno de los sobres traídos por el
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cartero.Ibaapreguntarledequésetrataba,perosuabuelo,coneldiscretoademándeunmago,deslizólacartaenuncajóndelescritorio.IvánllegóaverqueelnombredeldestinatariocomenzabaconunagranletraI.
—¿Esunacartaparamí,abuelo?—No,esunviejoclientequemereclamaunjuegoqueyalemandé.Cómoatrasa
elcorreo.«Elcorreoatrasa,perosiunoescondelascartasatrasamuchomás»,pensóIván.A él sólo le escribían de vez en cuando dos personas: su tíaElena y su amiga
Anunciación.Elena,hermanadesumadre,escribíacartasinsulsas,queeranmásbienpedidosdeinformes:quénotassehabíasacadoenelcolegio,cuántohabíacrecido,cómoestabaelclima.Alolargodelosmesessiempreescribíalamismacarta,apenascambiabaalgunapalabraofrasedelugar.LascartasdeAnunciación,encambio,eranmuchomás interesantes.Estaban llenasdedetalles, contaba laspelículasque iba aver, lascosasquecomía, lasdiscusionesconsumadreporelordendesupieza.Aveces se ponía a recordar tiempos pasados. Iván la había conocido en el colegioPossum,yAnunciaciónhabíaparticipadoconélenlaaventuraquehabíaconducidoal hundimiento del colegio. Y aunque la había visto sólo tres veces desde que elcolegio había desaparecido bajo tierra, no pasaba un día sin que pensara en ella.Seguíallamándola«laniñainvisible»,aunqueelladetestabaesesobrenombre.Desdeluego, ella no era realmente invisible, solo que tenía habilidad para pasardesapercibida. Las cartas deAnunciación llegaban en blanco, y él tenía que haceraparecerlasletrasacercandoelpapelalallamadeunavela.Tintainvisible,¿quéotracosasepodíaesperardeunaniñainvisible?
Alascinco,cuandovolviódelaescuela(dosdíasporsemanasequedabahastalatarde), su abuelo no estaba. Nicolás había salido para dar su paseo habitual. Ivánaprovechó su ausencia para abrir el cajón del escritorio. En el sobre estaba sunombre,escritoconunaletraclarayredonda.Elsobreeradepapelgrueso,yestabaforradodepapelvioleta.Dentrohabíaunatarjetadecartóndondedecía:
SeñorIvanDragó:
PormediodelapresentequedainvitadoaparticipardeljuegoanualdelClubAriadna.Confiamosenquetengalashabilidadesnecesariasparasalirdellaberinto.
19demarzo,20horas,HoteldelManzano,CiudadCapital.
Elabueloapareciódeprontoylesacólainvitacióndelasmanos.Ivánnolohabíaoídoentrar.
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—¡Esainvitaciónesmía!—dijoIván.—Yasé.Poresotelasaco.Selaguardóenelbolsillo.—¿QuéeselClubAriadna?—preguntóIván.—No sabía que seguía existiendo.Creía que todos susmiembros estaban en la
cárceloenelmanicomio.Omuertos.YNicolásDragónoquisohablarmásdeltema.Ivánseenojóconsuabueloydurantedosdíasnosehablaron.Perolacuriosidad
pudomásyunsábadoalamañanavolvióapreguntarle:—¿Quéeseseclub?¿Porquémesacasteelsobre,sieraparamí?Elabuelodejódepintarunrompecabezas,pusoelpincelenunfrascodevidrio
consolventeyselimpiólasmanosenuntrapo.—ElClubAriadnaestabaformadoporconstructoresdelaberintos.Lafundadora
delcluberaMadameAracné.Suverdaderonombre:SarimaScott.Erahijadeldueñodeuncirco,peromuyprontoquiso tenersupropioespectáculo.Estoyhablandodehacecasicincuentaaños.Empezóarecorrerlospueblosconsuslaberintosportátiles.Ella misma los armaba con ayuda de Elio Beltrán, un muchacho pálido, alto ydelgado, quemontaba las paredes, las ilusiones ópticas, los espejos y las trampas.NuncaviunaadoraciónsemejantealaqueElioBeltránsentíaporSarimaScott.Loschicos pagaban la entrada y semetían en el laberinto. Los padres, bien entrada lanoche, pagaban para queMadameAracné les permitiera a sus hijos salir. Con losañosestahorriblemujerdejólosviajesyseestablecióenlaCapital.
—¿Ydejóloslaberintos?—No podía dejarlos; sin laberintos se sentía perdida. Empezó a construir
laberintosvegetalesparalascasasdelosmillonarios.Sepusoenpuntasdepieparaalcanzarunestantedelabibliotecaysacóunavieja
revista. Pasó rápido las páginas color sepia hasta encontrar una foto aérea de unlaberintodejardín.
—Lasparedes,comoves,erandeligustro,estearbustoquesiempreseusaparacercarlosjardines.SepusodemodaenlasmansionesdelnortedelaCapitaldedicarunáreadelparqueaestosjuegos.Cadaunodeestosgrandesseñoresqueríatenerellaberinto más perfecto y Sarima Scott aprovechó esa competencia para hacer unafortuna.Aveces agregaba, aquí y allá, estatuasdemonstruos: pequeñosdemonios,lobos,enanosdeorejaspuntiagudas.Cuandosehizorica,SarimaScottfundóelClubAriadna. Se escribía con constructores de laberintos de otros lugares delmundo, yorganizabancompetenciasparaverquiénarmabaeljuegomáscomplicadoyterrible.
—¿Yellosmismosentrabanenloslaberintos?—No.Preferíanllevaraalguienconengaños.Loencerrabanenesoslaberintos,
que ya no eran de ligustrina. A veces usaban edificios abandonados para sus
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construccionesdepesadilla.—¿Yquépasóconella?¿Todavíaviveenlaciudad?—Antesdequenacierasyasehabíacansadodeloslaberintosconvencionales.No
necesitaba el dinero de los millonarios, ni perder las tardes levantando muros deligustrina en los jardines. Empezó a hacer experimentos de laboratorio. Decía quepara construir laberintos ya no necesitaban paredes. Que bastaba con la mentehumana. No sé qué quería decir, pero después del asunto Baldani, de la tragediaBaldani,nadasevolvióasaberdeMadameAracné.
IvánpreguntóquéeraelasuntoBaldani,peroNicolásDragóledijo:—Tengo que terminar un rompecabezas esta noche. Si no, no llegaré a tiempo
paramandarloporcorreo.Ysabéscómosondeansiososmisclientes.Cuandohayaterminado,seguimoshablando.
PeroaIvánleparecióquejamásibanaseguiresaconversación.Su abuelo se había quedado con la invitación que sólo a él le pertenecía. Al
principio Ivánestuvo furioso,perodespués lopensómejor.Suabuelo teníabuenasrazonesparaquererponerloasalvodelodesconocido.YahabíansufridobastanteacausadeMorodian,elmejorymásterribleconstructordejuegos,yNicolásnoqueríaquelahistoriaserepitiera.
IvánnohabíanacidoenZyl, sinoen laCapital.A suspadresnunca leshabíaninteresado los juegos,peroél eradiferente.Su interés en los juegosy suhabilidadparaconstruirloshabíanllamadolaatención.
MorodianodiabaaZyl,laciudadenlaquehabíanacido.Culpabaalaciudadporlamuertedesupadre.Habíamontadounagranindustria,laCompañíadelosJuegosProfundos,yhabía llenado las jugueteríasdelpaísy lamentede losniñosconsusjuegosdepesadilla.Alolargodelosañossehabíanhechocadavezmáscomplicadosyoscuros.Losniñosquelosjugabansequedabanencerradosensushabitaciones,yyanoteníanganasdehablarconnadie.EléxitodelosJuegosProfundos, talcomohabíaplaneadoMorodian,habíaconducidoalfracasodelosjuegosdeZyl;muchosde los talleres de la ciudad habían cerrado, y la gente se marchaba. Las casasquedabanabandonadas.Lascalles,polvorientasyvacías.
ElúltimoinventodeMorodianhabíaconsistidoenconvertirlavidadeIvánenunjuego.Deaquíenmás,MorodianmovióloshilosdetrásdelavidadeDragó.Cadacosaqueleocurríaformabapartedesujuego:ladesaparicióndesuspadres,perdidosenmediodeunacarreradeglobosaerostáticos,supasoalcolegioPossum,quehabíaterminado por hundirse, su reencuentro con su abuelo y con Zyl, la ciudad de losjuegos… Pero Iván logró entrar en el edificio de la Compañía de los JuegosProfundos, enfrentó aMorodiany consiguióvencerlo.Heridoenunojo,Morodianhuyó,ynadamássesupodeél.LaCompañíadelosJuegosProfundosencontróasísufin.
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Esto había ocurridomás de un año atrás.Desde el final de laCompañía, IvánhabíavividofelizconsuabueloenZyl, jugandocada tardeconsusamigosRíosyLagos.PeroIvánnosolohabíaheridoaMorodian:ademáshabíarecuperadolaúnicapieza que le faltaba al gran rompecabezas que estaba en el Museo de Zyl y querepresentaba el plano de la ciudad. Apenas el rompecabezas estuvo completo otravez,Zyl empezó a recuperarse, la gente volvió a la ciudad.Ahora el colegio teníamásalumnos,lostallereshabíanvueltoafabricarsusjuegos.Zylhabíavueltoaserunaciudadviva.
Sóloellaberinto,enelnortedelaciudad,continuabaabandonado.Quienentrabaenél,seperdíaporhoras,tropezabaconlasraíces,lasramasloarañaban.Paraserunlaberinto se parecía demasiado a un bosque. Para ser bosque, tenía demasiado delaberinto.Ensusramasretorcidas,enlamaneraenqueelvientozumbabaalanoche,había algo que sugería una voluntad empecinada, como si conservara, de tiemposremotos,elplanoriginaldehacerperderalagente.
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A
MANOVERDE
lsalirunatardedesucasa,IvánseencontróconsuamigoRíos.—¿Vos te acordásdeque en la escuela hayanmencionado el nombrede
MadameAracné,inventoradelaberintos?—lepreguntóIván.—No,nomeacuerdo.—¿YquehayanhabladodelClubAriadna?—Tampoco.Ivánestudiabadesde los12enZyl,peroRíoshabíahechoen laciudad toda la
primaria. En las clases se repasaban las vidas de todos los grandes inventores dejuegos.SiRíosnuncahabíaoídohablardeMadameAracnéeraporquelosmaestrospreferíanmanteneresenombreensecreto.
—Teacompañoadondevayas—dijoRíos.—Voyalabiblioteca.—Entoncesnoteacompaño.Ríos evitaba a la bibliotecaria, la señora Palanti, desde los tiempos en que la
máquinapodadoradesupadrehabíaquedadosincontrol.LaseñoraPalantiacusabaasupadre,elingenieroRíos,porladesaparicióndesugato.
Ivánsiguiósolohasta laBiblioteca,que,como todas lascosasenZyl,quedabamuy cerca. Era uno de los edificios más antiguos. Constaba de una construccióncuadrangularydeunatorrepintadadeblanco.Latorreerauncilindrorematadoconuntechocónicodetejascoloradasyteníaunaireatorredecuento.ElmismoAab,elfundador de la ciudad, había puesto los primeros estantes en las paredes de labiblioteca.Lapartecentraldelabibliotecaeraunagransala,contresmesas,yunaslámparasdebronceytulipasverdesqueechabanluzdirectamentesobrelaspáginasdeloslibros.
LaseñoraPalantierabibliotecariadesdehacíapocotiempoantes;habíaocupadoelpuestocuandolaseñoraDomenech,antiguaencargadadellugar,sehabíaidodelaciudad. Palanti no sentía ninguna afición especial por los libros, así que, cuandoalguien preguntaba por un tema en particular, le respondía con una mezcla deescepticismoydesgano:
—¿Laberintos?¿Enserioteinteresaesetematanlimitado,IvánDragó?SienlugardeesohubierapreguntadoporlaHistoriadelMundodesdeelhombre
delascavernashastanuestrosdías,habríadichomásomenoslomismo:—¿Lahistoriadelmundo?¿Deverasteinteresaesetematanlimitado?La señora Palanti consideraba que buscar libros en la biblioteca era tan inútil
comobuscarcosasenloslibros.
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—Haytantascosasporsaber,queaprenderunasolaescomonoaprendernada.La señoraPalantidetestabaque labibliotecaquedaradesordenada,yesoera lo
quepasabacuandolagenteleíalibros.Ellapensabaque,sisequeríaunabibliotecaverdaderamente ordenada, la lectura debería prohibirse. Pero de vez en cuandoaparecíaalgúnlectordecididoavolverasucasaconunlibroenlasmanos.
—QuierosaberalgodeloslaberintosdeSarimaScott—insistióIván.LaseñoraPalanticonsultóunfichero.—Amímegustabamuchomásmitrabajoanterior,enlacalesita.Peroelmédico
me dijo: basta de trabajo al aire libre. Mucho calor en verano y mucho frío eninvierno.Además,estartodoeltiempoencontactoconniñosquegritanesinsalubre.Si usted me hubiera visto en la calesita, con qué habilidad manejaba la sortija,pasando la pesada pera de madera apenas a milímetros de los cráneos infantiles.Siempreesquivabaesascabecitas.—UnrecuerdoensombrecióalaseñoraPalanti—.Bueno,casisiempre.
—CuandovivíaenlaCapital,vinealgunavezaZylavisitaramiabuelo.Ymeacuerdoquemellevaronalacalesita.Ustedvendíalosboletosymanejabalasortija.Ynuncapudesacarla.
—Nomeextraña.Notenéshermanos.Tevoyadecirunsecretoporsialgúndíatededicásalnegociodelascalesitas:laclaveestáendarlelasortijaaunodedosodetres hermanos. Así gana una vuelta gratis, y el adulto que los acompaña se veobligadoasacarlesunboletomása losotros.Y,sialgunovuelveasacar lasortija,todoserepite…Esomultiplicalasganancias.
IvánadmirólacapacidadcomercialdelaseñoraPalanti,aunquesesintióunpocodecepcionado:lasortija,quehabíasidoparaélunemblemadelazar,comolosdados,ahoraserevelabacomoelinstrumentodeunacalculadaestrategia.
—Notuvistesuerteconlasortijayahoratampoco.Scott,Scott…Nohaynada.—¿Noesposiblequeellibroestéenlasaladelatorre?La sala de la torre estaba siempre cerrada.Ahí estaba la bibliotecapersonal de
Aab,loslibrosmásantiguossobrejuegosqueexistíanenlaciudad.Unúnicoestanteenespiralrecorríalatorredeabajohaciaarriba.
ComoIváninsistióconlatorre,laseñoraPalantiledijo:—Loslibrosdelatorretambiénestáncatalogadosaquí.—TalvezSarimaScottfigurecomoMadameAracné.ConunbufidolaseñoraPalantisepusoabuscarenlaA.—Sí, aquí está. Tenemos un libro, sí—dijo con poco entusiasmo.Ahora iba a
tenerquellenarselasmanosdepolvosacandoellibrodequiénsabequéestante.Perodepronto, laesperanzavolvióa la señoraPalanti—:No, lamentablemente tieneunsello rojo. Una gran cruz. Eso quiere decir que el libro fue retirado y nadie lodevolvió.
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LaseñoraPalantisuspiróconalivio.Siempreeraunplacercuandoalguienseibacon las manos vacías, sin desordenar nada, sin esas extrañas sortijas que son loslibros.
—¿Quiénloretiró?—Elnombrenomesuenacomodealguiendelpueblo…ElioBeltrán.Alguien
queestabadepaso,seguramente.ElioBeltrán.Elayudanteque idolatrabaaSarimaScott. ¿Había robadoel libro
poradoraciónoparaborrarlashuellasdeMadameAracné?IvánleagradecióalaseñoraPalantiyregresóasucasa.
Eralaprimeranochefrescaenmuchosdías.Elverano,despuésdedíasdecalor,aceptabalacercaníadelotoñoydejabaquesoplaraunairefrescoentreloscipresesytilosquerodeabanlalaguna.
Mientras su abuelo terminaba de hacer un pedazo de carne a la parrilla en eljardíndelfondo,Iváncorrióauncostadolascosasqueocupabanlamesa(pomosdepintura,lapaletademaderasobrelaquemezclabaloscolores,lostarrosdebarniz)ycubriólazonalibreconunremendadomantelacuadrosblancoyazul.Luegopusouna jarrablancacon formadepingüinoparaelvino tinto,unabotelladeagua, losplatosdeloza,elpan.
Nicolástratódehablardeunacarreradebicicletasqueseestabaorganizandoparaabril, de cómo habían empezado las clases y de algún otro tema, pero Iván lointerrumpió:
—AsuntoBaldani,abuelo.—¿Para qué querés saber esas historias viejas y aburridas? Hablemos del
presente.—Escondiste una invitaciónque era paramí y quiero terminar de entender por
qué.Nicolásempezóacortarlacarne.—Baldanieraunestudiosoitalianoqueteníafamadeserelgranespecialistaen
laberintos del Renacimiento. Aseguraba haber memorizado la forma de mildoscientoslaberintos,demaneraquepodíasalirdecualquieraenlamitaddeltiempoque le llevaría a un jugador entrenado. Para probar su familiaridad con el tema,aspirabaelhumodesupipadecristalydibujabaenelaireunlaberinto.
—¿Unlaberintodehumo?Esoesimposible—dijoIván.—Esoesloqueoídecir.—Imposible.—¿Paraquepedísquetecuenteunahistoriasinoestásdispuestoacreer?Lacosa
es que, apenas Baldani llegó a la ciudad, anunció que iba a desafiar a MadameAracné.Lesacaronfotosenlosperiódicos.Alitalianoleencantabasalirendiariosy
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revistasconsubigoteatusado.Yluegonosesupomásdeél…hastaunañodespués.NicolásDragóhizounlargosilencio,hastaqueIvánlepidióquecontinuara.—Loencontraronenunacasaenmediodelcampo,gritandocomolocomientras
dibujaba diagramas en las paredes. Decía que estaba encerrado en un terriblelaberinto que su enemiga había construido para él. El médico que lo atendía leexplicóqueestabaenmediodelallanura,quesolohabíaalgunosárbolesalolejos,ninguna pared, pero él no quiso saber nada. «¿No ve las paredes, doctor? ¿No veestosmurosquemeasfixian?».Y,cuandotratarondesacarlodeallíparallevarloaunhospital psiquiátrico, sufrió un ataque al corazón, que lomató. La policía buscó aSarimaScott en elClubAriadna, en el centrode laCapital.El lugar estabavacío,clausurado.ElClubAriadnasehabíamudadoalextranjero,ylashuellasdeMadameAracnéseperdieron.OídecirqueSarimaScottnuncasaliódelaciudad,quesiguióviviendoenunagrancasabajounnombrefalso,peronadielaencontró.ABaldanileencantabasalirenlosdiarios,peroaMadameAracnéno.Aellasiemprelegustóelsecreto.
NicolásDragó abrió la ventana. Se había puesto nervioso al recordar a SarimaScott,ynecesitabaaire.Ivánlesirvióunvasodeagua.
—Agua no, necesito vino para hablar de esto.—El abuelo tiró el agua por laventanaysesirviódelpingüino—.ElcasoBaldanimarcóelfinaldelamodadeloslaberintos.Losmillonariosyanoquisierontenernadaqueverconeso.Lasligustrinasquehabíanpobladolos jardinesgeométricossedesmadraron,yal final les llegaronlastijeraspodadorasylahoz.
Sesirviómáscarneyensalada,ydijoconlabocallena:—Yahora,despuésdetantotiempo,llegaestainvitación.Todoloquehaydetrás
delClubAriadnaeslocurayterror.¿Vesporquéteescondolacarta?—Perotodoesopasóhacemuchotiempo.Alomejorlascosascambiaron.Alo
mejorlossociosdelclubhacenlaberintosdeverdad,conunaentradayunasalida.—Alomejor.NisiquierasésiesteClubAriadnatienequeverconaquel,perono
quieroqueseamiúniconietoelencargadodecomprobarlassemejanzas.
IvánnoteníaintencióndeaceptarlainvitacióndelClubAriadna,perosentíaunpoco de orgullo por haberla recibido. Si lo invitaban sólo a él, era porque loconsiderabanespecial,porquesabíanqueteníahabilidadesconlasquelosdemásnocontaban.Eraunmododecompensar lasensacióndesersiempreelnuevo.RíosyLagosselapasabanhablandodelascosasquehabíanhechoantesdequeélllegaraalaciudad.Lavezqueelbotesehundióyllegaronnadandoa lacosta,enmediodeuna tormenta.Lavezque lospersiguieron lasabejas.Lavezquecruzaronsoloselcementerio,denoche.Lavezque…
—¿Teacordás,Lagos,delavezquevimoselcaballomuerto?—preguntóRíos.
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—Erauncaballonegro.Estabacubiertodeescarcha.Estabanlostresenlaorilladelalaguna,tirandopiedrasalagua.RíoseIváneran
másomenosdelamismaaltura,peroRíoseramásesmirriado,mientrasqueIváneraligeramentemás anchode espaldas.Lagos, en cambio, eramedia cabezamás alto,rubioycorpulento.RíossellamabaMartínRíos,perolollamabanRíosasecas.Demáschicoacostumbrabaa ir a todos ladosconunparcheenunojo,peroyano lousaba. Lagos se llamaba Sebastián Lagos, pero también a él lo llamaban por elapellido.Cuandoestabanjuntos,lagentesereferíaaelloscomolosacuáticos.
—¿Puedenrecordaralgomásreciente?—propusoIván.—Todaslascosasimportantespasaronhacemuchotiempo—dijoRíos.—Claro,desdequeestoyyonuncapasanada.Lagosseencogiódehombros.Dejaron las piedras y caminaron hasta la plaza, donde había grandes piezas de
ajedrez.Lagos levantó un caballo blancoque estaba caído.Pasaronpor la zonaderayuelas,pintadasdebrillantescolores.Leshubieragustadosubirsealashamacasoalostoboganes,perolosignoraron.Yaerangrandes.
—Algomásreciente…—dijoLagos—.Yasé:Hoyviaunjardinerotrabajandoenellaberinto.
—Esonoestaninteresantecomoelcaballomuerto—sequejóRíos.—Amíme interesa—dijo Iván.No le interesaba en lomásmínimo, pero era
mejorquehablarandeesoquedelos«viejostiemposacuáticos».—Seguroqueesotrofracasototal—dijoRíos.—Parecíaqueselasarreglababastantebien.Nocomocuandotupadreinventóla
máquinapodadoradellaberinto…RíosmiróaLagoscon furia. Ivánsecretamentesealegródequesusamigosse
pelearan,aunquefueraporunsegundo.La máquina podadora del laberinto, inventada por el ingeniero Ríos, no había
dejado marcas notables en el laberinto, excepto algunas ramas rotas y unas hojascaídas. En cambio había dejado en Zyl abundantes señales de su paso. Porque elseñorRíossehabíacaídodelacabinaylamáquinahabíaquedadofueradecontrol.EscapódellaberintoparaatravesarZyl,poniendoenpeligrotodoloqueencontrabaensucamino.Habíadestruidouncantero,habíaacabadocon las rosasde laplaza,había partido una fuente y había terminado por hundirse en la laguna. En algúnmomentodeesasucesióndecatástrofeslaseñoraPalantiperdióasugato.
—Perolamáquinadepapánotuvonadaqueverconladesaparicióndelgato—dijoRíos,anticipándoseacualquierposiblecomentario—.Losgatossiempresevanporahí.
—Perovuelven—dijoLagos.Lostresamigoseranaficionadosalasnovedades,porsencillasqueestasfueran,
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así que caminaron hasta el laberinto para ver quién era el nuevo jardinero. En laentradadellaberintoestabaestacionadounpequeñocamióndecolorverde.Enletrasazulesdecía:
MANOVERDE.SERVICIOSINTEGRALESDEJARDINERÍA.
Eljardineronoestabaalavista,peroselooíaserrucharytambiénsilbar.Siguieron desde afuera los pasos del jardinero. No le veían la cara porque la
tapaba la pared de plantas, pero el rastrillo y las grandes tijeras de podar selevantabancomotíteresfrenéticosporencimadelacerca.Cuandosaliódellaberintovieron que era un hombre alto y de grandes bigotes. Tenía el sombrero inclinadohaciadelante,yunosanteojosnegros,demaneraqueeradifícil adivinarle laedad.Llevabaen lasmanosunosguantesde cuero suciosde tierra.Vestíaun trajeverdecuya tela simulaba un tejido de hojas, algunas más verdes, otras más claras. Lacorbataamarillaestabahechadepétalosdegirasol.
Eljardinerosequedóinmóvilaldescubriralostresamigos.—¿Espiando?¿Quierenrobarmemissecretos?—No,señor.—Mejorasí—dijoel jardinero,mientrascerrabayabría sus tijerasgigantes—.
Porque la jardinería tiene sus secretos.Hay que saber cuándo cortar, dónde cortar.¡Hayquesaberdiferenciardedosdeniñosdetallosdeplantas!Esoesalgoqueyonoaprendídeltodo.
Los chicos retrocedieron un paso, asustados. Pero afortunadamente una vecinaapareciódepronto.RíosyLagoslaconocían,peroIvánno.EralaseñoraMáspero,maestra jubilada y viuda del jefe de estación. Tenía la cara redonda, las mejillasencendidas,ynuncasalíaa lacallesinmaquillar.De jovenhabíasidounamaestrabastantesevera,perolosañoslahabíansuavizado.Ella teníaunjardínquecuidabamucho.Salvohacerlascomprasyencargarsedesusplantas,noteníaotraocupación.
—¡Señorjardinero!Soylavecinadelacasadeallado.—Claro.Ladueñadeesas…plantas,por llamarlasdealgunamanera.¿Porqué
nosacatodoyponeunasfloresdeplástico?Senotaqueustednotienemanoverde.—¿Manoverde?—Es unamanera de decir,mi querida señora. Los jardineros llamamos «mano
verde»aaquellosquetienenunasingularhabilidadconlasplantas.—Unaformadedecir.—Algunosvamosmásalládelametáfora.Se sacó el guante de la mano derecha ymostró que tenía unamano verde de
verdad.Lasuñas,blancasyafiladas,resaltabancomopiezasdenácarcontraelverdedelapiel,comolagarradeunlagarto.
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LaseñoraMásperosequedómuyimpresionada.Eljardinerovolvióaponerseelguante.
—¿Nopodríavendermealgunasemillitaparamijardín?—preguntólamujer.ManoVerdenodijonada,perofuehastalapartedeatrásdesucamiónyabrióla
puerta. Iván, Ríos y Lagos se asomaron a ver qué había adentro. El interior delcamioncito tenía estantes, y en cada estante había frascos de vidrio con semillas.Había semillas de todas clases y tamaños: algunas grandes como carozos de palta,otras pequeñas como las de la uva. Semillas negras y blancas, rojas, azules yamarillas.EljardinerofuetomandounpocodecadafrascoyalfinalpusounpuñadoenlamanodelaseñoraMáspero.
—¿Lepuedopreguntarquéplantasson?—preguntóella.—Noquieroaburrirlaconnombresenlatín.¿Esustedprofesoradelatín?—No,soymaestradecuatrogrado,jubilada.—Entoncesolvídesedeesosnombrescomplicadosquenolediránnada.—¿Ynotienenunnombrevulgar?—Debemosrechazarsiempretodolovulgar.Yoescucholapalabrajazmínyme
deprimo.EncambiolaexpresiónJasminumofficmaleesunamúsicaenmisoídos.Yhablandode cosas vulgares…Ustedes tres, ¿quémiran? ¿Acasonecesitan semillasparaunagerminación?
—¡Germinaciones!—dijoRíos—.Mehabíaolvidado.—Yotambién—dijoIván.—Yosiempremeolvidodetodo.Esperabaqueustedesdosmehicieranacordar
—reprochóLagos.Delostres,eraelquesacabasiemprepeoresnotas.LaeducacióndeZylnoteníanadaqueverconladelrestodelasescuelas,pero
soloenunacosaseparecía:tambiénasusalumnosselespedíangerminaciones.LaquepedíalasgerminacioneseralaprofesoraDaimino,delamateriaBotánicaLúdica.Era una profesora bajita, de lentes, que tenía la misión de recordarles qué lugarimportanteocupanlasplantasenlosjuegos:asílesexplicabaporquéhabíatrébolesen las cartas francesas, bastos en los naipes españoles, por qué el Juego de la ocaabundabaenescenascampestres.
«Además, recuerden que en todo juego el bosque es el lugar de los peligros»,decíalaprofesora.
Daimino había pedido las germinaciones hacía ya una semana, y tenían queentregarlas el lunes, pero se habían olvidado por completo. Se podía estudiar lamadrugadaantesdeunexamen,peronosepodíahacercrecerunaplantadeporotosaúltimominuto.
El jardinero no les dio tiempo a pensar y les llenó los bolsillos de semillas.DespuésabrióunfrascodondehabíaunasolasemillayseladioaIván.
ManoVerdelesusurróaloído:
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—Quenosemezcleconlasdemás.Estaesespecial.Ivánsequedóconfundido.¿El jardineroloconocía?¿Sabíaalgodesuhistoria?
RíosyLagos,quenohabíanoídonada,leagradecieron.ManoVerdelessonrióconunasonrisatanfalsaquedabalaimpresióndequeestabapegadaasucaracomounacalcomanía.
—Plántenlas como saben hacerlo. El frasco de vidrio, el algodón, el papelsecante.Yagua,sinexagerar.
—Pero…—empezóLagos.—Nohaganpreguntas.ParahacerunagerminaciónnohacefaltaserEinstein.—Peroestamosensábado.Yparaellunesnohabrángerminado—dijoRíos.—Ynosvanaponeruncero—exageróLagos.EnrealidadenelcolegiodeZyl
nuncaleponíanunceroanadie.—Sihacentodoconcuidado,mañanamismotendránunpequeñobrote.Eljardineroempezóaguardarsusherramientasenelcamioncito.—¿Yaseva?—quisosaberlaseñoraMáspero.—Mevoya laplazadelpueblo, avendermis semillas.QuieroqueZyl seano
solofamosaporsusjuegos,sinotambiénporsusjardines.LaseñoraMásperolodetuvoparaunaúltimapregunta:—¿Creequehagobienenhablarlesamisplantas?ManoVerdesubióasucamiónyledijodesdelaventanilla:—Dependedeloquelesdiga.Nolascanseconlugarescomunesynuncauseun
lenguajeinadecuado.Hevistorosasblancasvolverserojasaloírunamalapalabra.—¡Peroyonuncadigomalaspalabras!—sedefendiólaseñoraMáspero.PeroeljardineroyaseibarumboalcentrodeZyl.
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LATORMENTA
alcomohabíaanunciado,eljardineroseinstalóconsucamioncitoenlaplazacentral de Zyl y comenzó a vender sus semillas. Los vecinos se acercaban
atraídosporlacuriosidadylepedíanunacosauotra,peroManoVerdenohacíacasoasuspedidos.
—Soyyoelqueentiendedeestascosas.Ylesentregababolsitasdepapelmaderallenasdesemillasdetodasclases.ReinaldoZenia,directordelaescuela,sellevótresbolsasdesemillasparaalegrar
unpocolaslastimosasmacetasdelaterrazadelcolegio.ElseñorBlanco,fabricantedejuegosdeajedrez,queríadecorarelfrentedesunegocioparadespertarlaenvidiadesucompetidor,elseñorNegro.Aestenoleinteresabanlasplantas,peronoibaapermitirqueBlancolosuperaraeneseasunto,asíquetambiénseconvirtióenclientedeManoVerde.FabianaDaimino,profesoradeBotánicaLúdica,pensóqueeraunabuena ocasión para mostrarles nuevas semillas a sus alumnos y quiso obtener unejemplardecadaespecie.Eldirectordelmuseo,ZelmarCanobbio,seentusiasmóconlaideadearreglarunpocoeljardíndeentradaparatentaranuevosvisitantes…
Lamadre deRíos, que se dedicaba por lasmañanas al cuidado de sus árbolesbonsái,lepidióaljardinerounassemillasapropiadas.Eljardinerolediounabolsitamuypequeña.
—¿Estásegurodequesirvenparabonsáiestassemillas?—Sus bonsáis serán tan minúsculos que no los podrá ver sin instrumental
adecuado.Yleregalóunalupa.PeroniRíosniLagosniIvánhabíanidoalaplazaavercómoeljardinerovendía
sus semillas. Se habían refugiado en la casa de Iván para hacer la germinación.Buscaronfrascosvacíos,secanteyalgodónypusieronlassemillascontraelvidrio.Ivánlavóunfrascodemermeladadehigoypusoagerminarsusemillaespecial.Erauna semilla del tamañodeuna almendra, de color blancoy conunas líneas finitasazules.
—Ahora,aesperar—dijoRíos.—Aesperarelcero—selamentóLagos.—Nuncatepusieronuncero.—Un tres, un cinco, es lomismo. Siempre termino llevándome lasmaterias a
examen.Ysefueronasuscasasconsusfrascos.
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Eldomingoporlamañana,apenasselevantó,Ivánfueavercómomarchabasugerminación.Había dejado el frasco cerca de la ventana de la cocina, para que lellegaralaluzdelacalle.Yahabíacrecidountallo,delgado,enroscadoydeunverdecasiazul.Yeltalloparecíaformarlapalabra:
IvanNopodíaser.¿Estabatodavíadormido?Volvió amirar la planta. La palabra estaba clarísima. Sólo le faltaba el acento
(peroalasplantasselestoleranerroresdeortografía).Cuando su abuelo vio la germinación, empezó a dar golpecitos con el puño
cerradocontralamesa,comohacíacuandoalgolopreocupaba.—Es lamejor planta que vi enmi vida—dijo Iván—. Si puede escribir esto,
puedeescribircualquiercosa.¿Noesextraordinario?Perosuabuelonoparecíaconvencido.—Nollevesestaplantaalaescuela.—¿Porquéno?Alamaestraleencantará.—Lleválasotras,tambiénestáncreciendo.Mostrabanunostallosincipientes,peronopalabras.—Peroestaeslamejorgerminaciónquenadiehahechonunca…—Lamejor…olapeor.Primeroaverigüemosquées.Mepreocupaesejardinero.—¿Porqué?—Ha llenado la ciudad de semillas. Todos están enloquecidos plantando quién
sabequé.Ivánpensóque su abuelo eraun aguafiestas, que se amargaba cuando todos se
divertían,queleteníamiedoalonuevo.El lunes Iván llevó a la escuela el frasco con la otra semilla. La planta había
crecido enuna solanoche, pero fuerade ese apuroparecíaunbrotenormal.En laprimerahora tuvieronclasesde lamateria llamadaDadosyperinolas.Lagos, torpeparalasmanualidades,armóundadoquecaíasiempreentres,asíqueelprofesorledijo:
—Voyahacerlecasoaldado.Ylepusountres.ElalumnoYamamoto,descendientedejaponeses,habíaconstruidoundadocon
todoslosladosenblancoytratabadedefendersuideaanteelprofesor:—Estoycontratodaformadecompetencia.Losjugadoresaprenderánasíqueno
esimportanteganar.—¿Peronosevanaaburrir?—El aburrimiento nace del deseo de ganar. Sin ganas de triunfar, no hay
aburrimiento. Los jugadores podrán ver el dado en sí mismo, no los númerosinscriptosenloslados,quenotienenimportancia.
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Nohubomaneradeconvencerlo.Elprofesorprefiriónoponerlenota.AsíocurríasiempreconYamamoto:desconcertabatantoalosprofesoresquetodoslosbimestresllevabaasucasaelboletínenblanco.
TambiénlasplantasdeRíosydeLagoshabíancrecido.CuandollegóelturnodeBotánicaLúdica,hastaLagossesacóunabuenanota.
LaprofesoraDaiminoestabaradianteycuandosemovíadebancoenbanco,paraverlostallosylashojas,parecíaquebailaba:
—Qué idea tanoriginal que tuveyquébuenos resultadosquedio.No solo lesenseñoajugarconplantas;tambiénaprendenelartedelapaciencia.
YLagospudomostrarleasumadreeldiezquelaprofesorahabíaescritoensucarpeta.Sumadresepusoloslentesparaestarseguradelmilagro.
—ManoVerdepodráserantipático,peronossalvó—dijoLagosaldíasiguiente,apenassehabíaidoelprofesordelamateriaJuegosdeguerra.
Ivánnoestabadeltododeacuerdo:—Amiabuelonolegusta.Creequehayalgunatrampaenloquehace.—¿Trampacontraquién?—Nosé.ContraZyl.—¿Quiénlevaaquererhacerdañoaestaciudad?Nadieseacuerdadequeexiste
—dijoRíos—.Además,nohaynadamásinofensivoquelasplantas.—Peroestasnosonplantascomunes.—Ivánnoqueríadecirlo,peroalfinalhabló
—:Unaescribióminombre.Ríosserio.—¿Tunombre?Parahechosincreíbles,yatenemossuficienteconqueestehaya
sacadoundiez.—Unaescribióminombreenelvidriodelacocina.—Verparacreer—dijoRíos.YarreglaronparairalacasadeIvánalasalidade
laescuela.Cuandollegaron,suabuelonoestaba.Ivánlesseñaló,enlamesadadelacocina,
juntoalaventana,elfrasco.—VenquedicebienclaritoIván…PeroahoranodecíasoloIván.Comounadiminutaenredadera,laplantasehabía
extendidoporelvidriohastaformarlaspalabras:Ivanamenosqueacepteslainvitación…EstonoconvencióaRíos:—Excelentetruco.¿Cómosehace?¿Conpegamentotransparente?—Acercateamirar.Vasaverquenohaytruco.Ríosmiróde cerca el trazoque la planta había hecho sobre el cristal.Después
miróLagos.Cadaunoesperabaqueelotrodieraelveredictoprimero.
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—Nohaytruco—aceptóRíos.—¿Dequéinvitaciónhabla?—quisosaberLagos.Ivánlescontódela invitaciónquehabíarecibidoparaparticiparenel laberinto
delClubAriadna.—Estopareceunaamenazamásqueunainvitación—dijoLagos.Ivánhabíapensadolomismo.Peronoseanimabadeltodoacreerlo,ydijo:—Hayqueesperarquesigacreciendo.Talvezquieradecirunacosadistinta.—Amenosqueacepteslainvitación…temataremos.Algoasívaaterminarpor
deciresaplantita.Mejorlaarrancamos…—¡No!—gritóIván,alverqueLagosseacercabapeligrosamentealaplanta—.
Quieroleertodoelmensaje.Ademáslevoyapreguntaraesejardinero…—Ayer se fue—dijo Ríos—. Lo vi cuando se iba con su camión, lentamente,
mientrastirabasemillasporlaventanilla.Todoelpueblohabíasalidoasaludarlo.—Entoncestenemosquesabercómollegóhastaaquí.—Yolosé—dijoLagos.—¿Sí?—MamámedijoqueCanobbiolohabíacontratado.Enrealidadloquedijofue:
«Porfineseviejoinútilhaceunacosabuena».—Levoyapreguntarcómoloconoció.—Vamoslostres—dijoRíos.Sefueronacomercadaunoasucasa,yalascincodelatardesereunieronenla
puertadelmuseo.ElseñorCanobbioestabamuycontentodeverlos.—¡Tres visitantes! ¡Es extraordinario! Este mes batimos el récord histórico.
Anotensusnombresenelregistro.Ivánfueelprimero.Alabrirelgrancuadernoazul,vioquetambiénhabíaescrito
sunombreeldirector.—Peroacáseanotóustedmismo.—Esqueavecesentroenelmuseosóloporcuriosidad.Dejodeladomisgraves
responsabilidadesymirotodocomosifueraunvisitantecomún.Bajoel techodecristalestabaelgranrompecabezasdeZyl,quehabíahechoel
bisabuelodeIván.Eljuegorepresentabaatodalaciudad,incluyendo,enelnorte,ellaberinto.Laluzblancaquellegabadesdelasespesasnubeshacíabrillarlaspiezas.Ivánmiródistraídamenteeltatuajequellevabaenlapalmadelamanoderechayquerepresentabaunadeaquellaspiezas: laquecorrespondíaa lacasadeMorodian.Élmismohabíadevueltoaquellapiezaasusitio.
—Venimosapreguntarporeljardinero—dijoRíos.—¿Gaspar?Aestahorayadebeestarenelbar.Siempre,despuésdelasiesta,se
tomaunagrapa.—Buscamosalúltimo,aManoVerde.
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—Eldelcamioncito.Tambiénamímegustaríaencontrarlo.Dejóel laberintoamedioterminarysemarchó.
—¿Cómoloconoció?—preguntóLagos.—Se presentó acá hace un par de días. Dijo que se podía ocupar gratis del
laberinto.Queloqueleimportabaeravendersemillas.Asíquelodejéhacer.Noesqueyotengajurisdicciónsobreellaberinto,peromesientounpocoresponsable.Elmuseo,ellaberintoylabibliotecasontresdelascosasmásantiguasdeZyl.Además,«gratis»esunadeesaspalabrasquesonpurapoesía,aunqueseadifícilencontrarleunarima.
—¿Yasínomáslocontrató?—Bueno,nofirmamosnada.Total,¿podíapasaralgopeorqueloquepasóconla
máqui…?Ibaadecir«lamáquinapodadoradeRíos»,perosearrepintióalverqueelhijo
delinventorlomirabafijo.—AdemásManoVerdemedijoqueeraamigodeNicolásDragó.Esaesparamí
suficientecartadepresentación.—Miabuelonoloconoce.—¿Estásseguro,Iván?—Segurísimo.—Entonceslodebehaberdichoparadarseaires.Peronoimporta,regalósemillas
atodoelmundo.Esunagrancosaveratodospracticandolajardinería.Unaformacióndenubesoscurasensombrecióelgranrompecabezas.—¿Ysilassemillasfueranpeligrosas?—preguntóIván.—¿Cómopuedeserpeligrosaunasemilla,amenosque teentreenelojo?Con
esta sequía, no creo que corramosmucho riesgo, ni aunque hayamos plantado lashabasmaravillosasdelcuento.
Perojustoenesemomentoempezaronacaerlasprimerasgotas.Primerofueronunosgotonesaislados,queestallaroncontraeltechodevidrio.Parecíanunafuerzadeexploraciónqueestudiabael terrenoantesdequeelrestode la lluvia llegara.Ríos,LagoseIván,quehacíatiempoquenoveíanllover,salieronalacalle,ysequedaronquietos.DeprontoseolvidarondeManoVerde,delasmisteriosasgerminaciones,desu investigación. Lagos dijo: «El que llega hasta el árbol de la esquina gana», yempezó a correr antes de terminar la frase, sacándoles ventaja a los otros. Asísiguieron en carreras y trampas sucesivas, riéndose y empujándose bajo la lluvia,tratandodepisartodosloscharcosqueaparecíanenelcamino.
Llovió todo el resto del día. El cielo estaba negro, los truenos sacudían loscristalesdelascasas,losrayosdibujabansuszigzagsenelcielovioleta.Losperros,meteorólogos aficionados, merodeaban inquietos, ladraban entre signos deinterrogación.
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Elsegundodíadetormentaelvientosehizomásfuerte,arrancólasramasflojasytambiénlaZdeZyldelcarteldelaestación.ApocoskilómetrosdelaciudadtirótrespostesdeteléfonoyZylsequedóincomunicada.
ElaguabuscóyencontrótodaslassemillasdejadasporManoVerde.Lassemillasplantadasenmacetasyenjardines.Lasquehabíanquedadoenlosbolsillos.Lasquesehabíancaídoentrelastablasdelpiso.Lasqueestabanentrelosadoquinesdelascalles.Lasqueseescondíanentrelaspáginasdeloslibrosdelabiblioteca(loschicoshabían aprovechado una salida de la bibliotecaria, la señora Palanti, para tirarsesemillas, y muchas habían ido a parar al interior de los libros). Todas las plantascomenzaronagerminar.
El segundo día de la tormenta, cuando Nicolás Dragó se despertó y fue a lacocina,vioelmensajeescritoenelvidrioporlaplanta.Pusoelaguaparahacerunté.Mirólargoratoelmensajehastaquetomóunadecisión:despególaplantadelvidrio,arrancóeltalloydestrozólasletrasvegetales.NoqueríaqueIvánleyeraelmensajeahoraquehabíallegadoalascatorcepalabrasyparecíacompleto.
La señoraMásperohabíaestadohablándolesa susplantashastaqueempezó latormenta.Leshabíacontadodelcasamientodesusobrinaconelhijodelamodista.Elmuchachono legustaba,porque fumabamucho.Peroelasunto teníasuaspectopositivo. «Al menos la chica se ahorra el traje de novia». Las plantas parecíancansadas de escucharla. Una rosa había perdido tres pétalos y en cuanto a lasmargaritas…bueno,todoelmundosabequenoprestanatención,siempreestánconesasdudas,simequiere,nomequiere…
Cuandoempezó la tormenta semetió en la cama.Desde chica les había tenidomiedoalostruenos.Temíaquelabóvedacelestesepartierayunpedazodecielo—que imaginaba como un pedazo de porcelana rota— cayese sobre ella. Se quedódormida.
Aldespertarcreyóqueelsueñocontinuaba,porquelasventanassehabíanllenadode filamentos verdes que parecían los tentáculos de un pulpo. El jardín estabadistinto. Tallos nuevos y feroces habían enlazado sus viejos rosales, echándolos alpiso,ahogándolos.Lasmargaritasyacíanmoribundas,singanasdemáspreguntas.
Trató de abrir la puerta, pero una raíz había pasado por debajo y la trababa.Recordóapenadaunaviejacopla:
Enlapuertademicasaplantéunárbol.Yahora,¿cómosalgo?Estabaprisioneradesupropiojardín.«Caramba»,pensólaseñoraMáspero.«Creoqueestavezleshablédemasiado».
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E
ELMENSAJECOMPLETO
ldíaqueterminólatormenta,Ivánselevantóalassieteparairalaescuela.Suabuelosiempre loesperabaen lacocinaydesayunabaconél,peroesedíano
estaba.Acababadeirse:delateteratodavíasubíaunhilodevapor.Alomejorhabíaidoalalmacénderamosgeneralesaversilehabíanconseguidonuevaspinturasparasusrompecabezas.
Ivándescubrióquelaplantanoestaba.¿Quépodíadecir elmensajeparaque su abuelohubiera tomado la decisiónde
arrancar la planta, prodigiosa como era?Suprimer impulso fue ir a buscarlo, perocambiódeidea.Lecostaríamuchosacarleasuabuelounapalabra.
Ivánhabíaobservadoqueaveces,al escribiralgoenunblock,pormásquesearranquelapáginaescrita, lafuerzadel lápizdejasushuellasen lahojadeabajoypermite así queuno lea elmensaje.Con laplantahabíaocurrido algoparecido.Elvapordelaguaparaeltéquesuabuelosehabíapreparadonohabíadesaparecidodeltodo.Elvidrioestabatodavíaempañado,exceptoenaquelloslugaresdondelaplantahabía extendido su mensaje. Su abuelo había arrancado el tallo, pero la delicadaescrituracontinuabaen lapáginadelcristal. Ivánseapuróa leerla,antesdequeeltrazodesaparecieraporcompleto.Decía:
Ivan a menos que aceptes la invitación Zyl se convertirá en laberinto parasiempre.
Pusoacalentarlalecheenunjarroenlozadoysepreparóunatazadechocolate.Después se guardóunasgalletitas en el bolsillo, para el recreode las diez, cuandosiempre le daba hambre. Muchas ideas se arremolinaban en su cabeza, pero lamañanatempranonoesbuenmomentoparapensar.
MientrasibaparaelcolegioempezóavercómoZylhabíacambiado.Enlaplazalas malezas cubrían los juegos. Los caballos y unicornios de la calesita apenasasomabanporsobreelfollaje.Enlosjardines,losvecinosluchabanconlasplantas.Algunosusabanmachetesyotros,cuchillosdecocina.ElcamiónqueseencargabadellevarlascajasconyoyósalaCapitalestabaconelcapotabierto,yelencargadodeltransportemirabaperplejoelmotorahoracubiertoporunareddetallosnegros.Delaboca de los dos buzones de correo que existían en Zyl colgaban unas plantasespinosasquehabíanperforadotodaslascartas.
Iván encontró a Ríos en el camino. Su amigo le señaló las plantas que losrodeaban.
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—ObradenuestroamigoManoVerde.—Todoestopasapormiculpa.Siyovoyaeseconcurso,estoacabará.—¿Cómosabés?Ivánlecontóquehabíaleídoelmensajecompleto.—Sonunaspocasplantas—dijoRíos—.Nolehacenmalanadie.Alagentele
vienebienhaceralgodistinto.Escomoundíaferiado.—Noleveonadadeferiado.Todosestántrabajandodesdeelamanecer.—Perocambia la rutina.Lagentehacealgonuevo.Enalgunasciudadesnieva.
Nosotros no tenemos nieve, no tenemos nada que nos saque de la rutina, exceptoestasplantassalvajes.
—Estasplantasquevanadestruirtodo.—Nadaquenosepuedasolucionarconunpardetijerasdepodar.Cuando pasaron por el almacén de ramos generales 111 Griego, uno de los
negociosmásantiguosdeZyl,vieronenlapuerta,escritoenunapizarra:Nohaymástijerasdepodar.NOINSISTA.
A los chicos de Zyl, como a los chicos de cualquier otro lado delmundo, lesencantaba la alteración de la rutina, por cualquier motivo que fuese. Así querecibieronlainvasióndelasplantascomounafiesta.Cuandosereunieronenelpatio,eldirectoraplaudiótresvecesparahacersilencioyexplicó:
—Hoynovaaserundíacomún.Eso era algo bastante evidente, ya que mientras hablaba el director trataba de
apartarunaespeciedelianaquecolgabadeunaventanadelprimerpisoyqueinsistíaenenroscarsealrededordesucuello.
—Nosvamosaorganizarengrupos.Cadaequipoestaráacargodeunprofesor.Elquenohayatraídotijeraquearranquelasmalezasconlasmanos.
Los profesores organizaron grupos de diez o doce chicos de diferentes edades.Cadaequiposededicóaunáreadistinta.Habíaquedespejarelpatio,elcomedor,laterraza,y,lomásdifícil,lasmalezasqueyacrecíanentrelastablasoscurasdelpiso.
AIván,RíosyLagos,juntoasusotroscompañerosdeprimeraño,lestocóestaralasórdenesdelprofesorAlberti,delamateriaJuegosdeguerra,tanentusiasmadoqueparecía un general de un ejército. En las clases se concentraba tanto en moversoldaditosporplaniciesymontañasdepapelmachéqueamenudoseolvidabadesusalumnos:
«Yo me siento muy identificado con Napoleón Bonaparte», decía «Somos delmismosigno».
Ahoraporfinsepresentabaalgoparecidoaunabatalladeverdad.Arreabaalosalumnos:
—Vamos, mis soldados. Defiendan esas baldosas. Saquen al enemigo de sus
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guaridas.Unodetectar,dosapresar,tresarrancar.Durante un rato fue divertido, pero después empezaron a sentir cansancio y
hambre. A las diez, con las manos sucias de tierra, comieron las galletitas y lossándwichesdelamerienda.Cuandoocurreunhechoextraordinario,nadieseacuerdadelavarselasmanos.
Almediodíalatareaestabacasiconcluida.LaprofesoraTremanti,unadelasmásantiguasyqueridasdelcolegio,hizoungrantrabajoconelpatio,encuyasparedeslasplantastratabandelevantarlasbaldosasrojasdelpiso.Especialistaenmensajessecretos,mirabapreocupadaelavancedelasplantas.
«Todo esto parece un mensaje secreto enviado por alguien», decía a quienquisieraescucharla.
Elmismodirector,ReinaldoZenia,sededicóalimpiarlaterraza.AlaquenoseveíaporningunaparteeraalaprofesoradeBotánicaLúdica.
—¿YlaprofesoraDaimino?—preguntóIvánaldirector.—Estámuydeprimida, lapobre.Seecha laculpade todo.Creequefueronsus
germinacioneslasqueempezaronesto.—¡Esoesridículo!—Hágaseloentenderaella.Yonopude.A la tarde en toda la escuela solamente quedaban algunos pocos manojos de
plantas.Eldirectorlosreunióatodos(alosdeprimariayalosdelasecundaria,queeranmuypocos)enelpatioydijoquelaoperacióndesmalezamientohabíasidounéxito.Todosaplaudieron.
Ese día a las siete de la tarde, a la caída del sol, todos los habitantes de Zylestaban agotados y sucios de tierra de la cabeza a los pies. Los vecinos habíanlogrado que la calesita, que había amanecido con el suelo perforado por gruesasraíces, volviera a funcionar.Con todas las luces encendidas, la calesita continuaríagirando toda la noche. La plaza estaba intransitable, y las plantas cubrían porcompleto los juegos, pero los miembros de la Asociación Amigos de la Plazaaseguraronquealdíasiguienteseencargaríandedespejareltobogánylashamacas.
ZelmarCanobbiohabíaluchadoconunasviejastijerasdepodaryunapalacontralas enredaderas que querían entrar en el museo y desarmar el rompecabezas querepresentabaelplanodelaciudad.Terminadoeltrabajo,habíacaídodormidoenunode los sillones de la entrada. Allí siguió hasta bien entrada la mañana del díasiguiente.
ElseñorNegroasegurabaalosgritosquelasplantasquecubríanelfrentedesunegocio habían sido enviadas por el señorBlanco. PatricioOcanto, el dueño de lafábricadeJuegosdelaOca,tuvoqueiraconvencerlodequeatodoslespasabalomismo. Pero a pesar de las peleas y los inconvenientes todos sintieron que habían
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triunfado sobre una invasión de la que no quedabanmás que las últimasmalezas.Todos se bañaron, comieron algo y se fueron a dormir. Estaban tan agotados quenadieescuchólosdespertadoresni losgallos(habíatresgallosenZyl,unodeellosatrasabamediahoraelanunciodelamanecer).Lasmadresnodespertaronasushijos.Nicolás Dragó no despertó a su nieto. La parroquia del pueblo no hizo sonar lascampanas, porque el sacristán se quedódormido.Si hubieran tenidoun sueñomásliviano, habrían escuchado el ruido de las plantas al crecer. Era como un susurro,comounmueblequecrujedepuroviejo,comoeldeslizarsedeunaserpiente.
Despertaroncasialmediodía,enmediodeunaselva.
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ELUNIFORMEDEGORZ
uando Ríos y Lagos fueron a buscar a Iván, este salió con la mochila quellevabaalcolegiotodoslosdías.Eraunamochilafuerte,delonaverde.
—Hoynohayescuela—dijoRíos—.Esferiado.—¿Porlasplantas?—Porlasplantas…yelfindelmundo.—Siestasplantashacenquenovayamosalaescuela,nopuedensertanmalas—
dijoLagos.—Esta mochila no es para la escuela—dijo enigmáticamente Iván—. Vengan
conmigo.Decidido,empezóacaminarrumboalaestación.—¿Adondevas?—preguntóLagos—.¿Allaberinto?—Aotrolaberinto.Mevoyalaciudad.—¿Yquédicetuabuelo?—Nosabenada.RíosyLagoseranmuyaudaces,peroirsedeZylsinpermisosuperabatodassus
hazañas.—¿Estásseguro?—preguntóRíos—.¿Noesmejorquetuabuelovayaconvos?—Mi abuelo nunca me dejaría ir. Vamos, si quieren acompañarme hasta la
estación,apúrense.Losamigosintentaronpasosmásveloces.Noerafácil:tropezabanconlasraíces
ylasramaslesarañabanlacara.—¿Porquétantoapuro?—dijoLagos,alquenolegustabaapurarseymenoscon
obstáculos—.Hayuntrenahorayotroenunrato.PeroIvánnocompartíaesaidea:—Estetrenseráelúltimopormuchotiempo.Mirenlasvías.Entrelosdurmientescrecíanplantasoscurasquetrepabanhastaelandén.Elpiso
estabaalfombradodehojas.UnaenredaderasetrenzabaydestrenzabaalrededordelcarteldeZyl (alque le faltaba laZ)comosiquisiera reemplazarconhojas la letraausente.
El andén estaba desierto, pero al ver a los amigos, el señor Gorz salió de suoficina. Gorz era el jefe de la estación desde hacía cinco años, cuando murió elmaridodelaseñoraMáspero.Aunqueerajoven,estabaeducadoalaviejausanza,yera famoso por conservar su uniforme impecable. Sus zapatos de charol lucíansiemprereciénlustrados.Jamáshabíaaparecidoenlaestaciónsinafeitarosinpeinar.Los trenes se retrasaban, losviajes secancelaban, losvagones lucíandestartalados,
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pero él se esforzaba en conservar en buen estado su uniforme, como si su aspectopudieraponerunpocodeordenenun sistemade transportesqueempeorabadía adía.Perohoynoteníaelmismoaspectodesiempre…
—¿Quélepasó,señorGorz?—preguntóIván—.¿Sesientebien?ElseñorGorzsepasólamanoporlacarasinafeitar.—Nopudeafeitarme.¡Esqueunaplantanegrametapóelespejo!—Ysuuniforme…—dijoRíos.Gorzmiródesconsoladosuropa.Habíadesgarronesaquíyallá.Conservabasolo
unodelosbotonesdorados.—Voyazurcirlocuandotengaunminutolibre.Peroantesvoyaacabarconesas
malditasplantas.Losquevivimoscercadel laberintoestamosenseriosproblemas.EsperoqueenelcentrodeZylnopasenadadeesto.
—Entodaspartespasalomismo—dijoLagos.—¿Enelcolegiotambién?¿Esporesoquenoestánenclase?Empezaronaexplicarle,peroenesosonólachicharraqueanunciabalacercanía
deltren.ElseñorGorzfuealpuestodecontroles.Ivánsedirigióasusamigos:—Necesitoquehaganalgopormí.Tienenquebuscara laprofesoraDaiminoy
convencerladequeellanotuvolaculpa,dequeestohasidohechopor…—PorManoVerde…—PorManoVerdeoporunpoderdesconocidoqueestádetrásdeljardinero.Pero
tienenquepedirlealgoparamí:quemeexpliquecómosonloslaberintosvegetales,especialmente los laberintos que preparaba Madame Aracné. Ella debe haberlosestudiado.Necesitosabersihabíaunpatrón,unatácticasecreta,untruco…algoquemepermitasalir.
—Ahoramismovamosalabiblioteca.—Labibliotecano.Yaprobéynohaynada.Elúnicolibroquehablabadeellase
lorobaronhaceaños.VayanconDaimino.—Tal vez la profesora pueda hacernos un plano o explicarnos la salida—dijo
Ríos—. ¿Pero cómo vamos a hacértelo llegar? No hay teléfonos. No hay correo.Tampocosabemosdóndevasaestar.
—Ustedesbusquen.Yolosllamo.ObusquenenlaguíadeteléfonoselHoteldelManzano.Sesuponequevoyaestarallí.
—Estamossinlínea.Lospostesdeteléfonosecayeron.—Latormentayapasó.Alomejorhoymismoreparanlosteléfonos—dijoIván,
peronoestabamuyconvencido.Laúltimavezquesehabíanquedadosin teléfono,habíantardadotresmesesenarreglarlo.
Eltrenllegóalaestaciónconunruidoametalesviejos.Lasruedascortaronlostallosdelasplantasquecrecíanenlasvías.Ivánsubiódeunsalto.Elvagónestabavacío.Desdelaventanillasaludóasusamigos,quelomirabanserios.
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«Alomejormeesperanpeligrosyaventuras.Perono tendréanadieconquienrecordaresascosas.Encambioellosestánjuntos,yvanavolveradecir:¿Teacordáscuando las plantas invadieron la ciudad? ¿Te acordás de todo lo que hicimos,mientrasIvánnoestaba?».
Iván se sentíaunpoco triste. ¿Porqué teníaque irse justocuandoempezaba laaventura?Perohablóconfirmeza,noqueríaquesusamigossedierancuentadecómosesentía:
—AverigüentodoloquepuedandeMadameAracné.
En elMuseo de Zyl se habían reunido los profesores del colegio, los señoresNegro y Blanco, la bibliotecaria Palanti, el dueño de la fábrica de yoyós, algunosmiembrosdelosAmigosdelaPlaza,lacomisióndirectivadelClubAtléticoZyl…ZelmarCanobbioestabacontentodepoderanotartantosvisitantesensucuadernodevisitas.
—AlquenoveoesalseñorRíos—dijoReinaldoZenia,eldirectordelcolegio.—Esquenolehemosavisado—dijoCanobbio.—Lástima.Eltieneungraninventoque…—Justo por eso no le avisamos. Temíamos que se le ocurriera algo para
solucionarelproblema.—Hayremediosquesonpeoresquelaenfermedad—seoyólavozdelaltoseñor
Blanco,desdeelfondo.Nicolás Dragó empezó a defender al inventor, pero entonces lo interrumpió la
bibliotecaria:—Migatodesaparecióeldíaquepusoenfuncionamientosumáquinapodadora…Hubounmurmullo.Todosseacordarondelepisodio,peroprefirieroncambiarde
tema.—La profesora Daimino se culpa de este desastre, porque pidió unas
germinaciones…—dijoReinaldoZenia.Zelmar Canobbio elevó las manos al cielo, como implorando perdón. Y dijo,
dramáticamente:—Si alguien tiene la culpa, soy yo. Yo dejé que este jardinero se ocupara del
laberinto.Yahoratodoeslaberinto.NicolásDragópusounamanoenelhombrodesuamigo.—No, Zelmar, ninguno de nosotros tiene la culpa. Alguien ha atacado nuestra
ciudadconunfinpreciso:hacerqueminietoparticipeenunconcursodelaberintos.Hubounmurmullodeextrañeza.—¿Yvaair?—preguntóeldirectordelcolegio.—No.Yo…loengañé.Destruíelmensaje.Noquieroqueseenteredequetodo
esto es por él. Ustedes saben cómo es. Si supiera, iría corriendo a la Capital, a
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enfrentarquiénsabequépeligros.—Deberíamandarlo—dijoelseñorBlanco—.Talveznossalve.—¿Quierequemandeaunniñodetreceañosaunpeligroasí?—seescandalizó
NicolásDragó—.LainvitaciónlahizoelClubAriadna.Yustedhatrabajadosiempreenjuegosysabebienloqueesosignifica.
—¿ElClubAriadna?—preguntóBlanco, comosioyeraelnombreporprimeravez.
—ElClubdeMadameAracné—aclaróNicolásDragó.Hubo un murmullo de temor entre los mayores. Los más jóvenes, en cambio,
nuncahabíanoídohablardelaconstructoradelaberintos.—¿Quémonstruoseríacapazdeproponersemejanteestupidez,quemandemosa
unniñoalasgarrasdeAracné?—preguntóelseñorNegro.ExagerabasuindignaciónsóloporhacerquedarmalaBlanco.
NicolásDragóhablócontantagravedadquetodoshicieronsilencio:—Enlaleyendadel laberintodeCretasedicequetodoslosañosseentregaban
jóvenesalMinotauro,parasalvarlaciudad.Peroyonovoyaentregaraminietoallaberinto,yquieroque todos lo sepandesdeya.Estosdías lo tendrémuyvigilado.Vamosasolucionaresteproblemadelasplantasnosotrosmismos.
ZelmarCanobbioloapoyó:—Tuvimos años en los que parecía que nada quedaría de Zyl. Los negocios
cerraban. La escuela casi no tenía alumnos. En cada calle se veían casasabandonadas.Elvientolevantabapolvoenlascallesvacías.Pudimosconeso.Vamosapoderconlasplantasahora.
Ytodosaplaudieronsuspalabras.Perolosaplausosseinterrumpierondepronto,porqueenesemomentohabíaentradoenelmuseoel señorGorz, jefedeestación.Hubounmomentodesilencio:todosteníanlosojosclavadosenelestropicioqueerasuuniforme.Sihubieraentradodisfrazadodetorero,nohabríaprovocadounefectomayor.
Gorzeraelemblemadelapuntualidad,delapulcritud.Siélestabaeneseestado,¿quépodíaesperarsedelrestodelosmortales?
—¿Meperdídealgo?—preguntóelreciénllegado.—¿No debería estar en la estación?—preguntó el director delmuseo—. ¿Qué
pasasijustollegauntren…?—Nohace falta.No habrá ningún otro tren por hoy ni tampocomañana.—Se
sacólagorra.Sucabello,siemprecortoyengominado,hoyparecíaterrenopropicioparaqueanidarangorriones—.Elúltimotrenacabadepartir.ElramalZylacabadesercanceladoporabundanciadeplantasenlasvías.
—Esononosafecta—dijolaseñoraPalanti—.Talcomoestánlascosas,nadievaaquererveniraZyl.
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—Ni nadie va a querer irse —dijo el Griego, dueño del almacén de ramosgenerales—.Esunpeligrodejarlacasaenestascircunstancias.
—En el último tren que salió rumbo a laCapital había un solo pasajero.—LamanodeGorzselevantóenelaireyfuebuscandoaquiénseñalar.Hubounmomentodesuspenso.EldedoíndicesedetuvoenNicolásDragó—.Sunieto,Iván.
Nicolás Dragó se agarró la cabeza y se sentó abatido en una silla. Todosempezaron a ofrecerse para ir al rescate, pero la ruta estaba cortada y el trencancelado.Ivánestabalibradoasusuerte.
—PudoconMorodian—dijoReinaldoZenia—.SeguroquepuedeconMadameAracné.
ElseñorBlancoyelseñorNegrosehabíanpuestoadiscutirentreellosyahoraempezabanaempujarse.
Canobbioalzólavoz:—Al menos ustedes, en la escuela, le habrán enseñado con qué se tiene que
enfrentar.LohabránentrenadoenlastécnicasdeSarimaScott.—En realidad no—dijo Zenia—.MadameAracné es un tema prohibido en la
escuela.Lesenseñamoslosjuegosdeldía,nolosdelanoche.Entodoslospaíses,entodaslassociedades,lagenteprotestaporelestadodela
educación.Zylnoeralaexcepción:seoyeronvocesencontradelplandeestudiosdelaciudad.Mientrastanto,elaltoseñorBlancoperseguíaalpequeñoseñorNegroporelfondodelasala.
Eldirectordelmuseotratódecalmarlosánimos:—Voyaprepararcaféyté.¿Alguienloquieredehierbas?—¡Nooo!—respondierontodosalavez.
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F
HOTELDELMANZANO
ormaban el tren de Zyl una vieja locomotora y tres vagones de madera, contechosdemetal abolladospor remotasgranizadas.Cuandopasaba frentea las
viejasestacionesdelospueblos,eltrenlucíaimponenteyhacíasonarsubocinacomosidieraórdenes:«¡Aléjense!»,«¡Tengancuidado!».Pero,amedidaqueseacercabaalaCapital,parecíaachicarsehastaconvertirseenuntrendejugueteenmediodelasgrandes formaciones de diez vagones que pasaban a su lado,muchomás veloces.Entonces empezaban las demoras; el tren avanzaba a paso de hombre, y cuandosonabasubocina,yanoeraunaorden:eraapenasuntrentímidoquepedíapermisoynoqueríamolestaranadie.
EnlaterminalIvánbajódeltrenconsumochilaalaespaldayseabriópasoentrelamultitud. Había decenas de guardas, vendedores de boletos ymaquinistas, peroninguno se parecía al señor Gorz. Usaban el uniforme sin planchar, las corbatastorcidas,loszapatossinlustrar.AcostumbradoalascallesdeZyl,laestación,conlospasajeros apurados que embestían sinmirar, le parecía a Ivánun lugar temible.Sedetuvoamirarunenormerelojquecolgabaenloalto,perosediocuentadequenofuncionaba.Preguntó lahora aunhombreque le respondió sindetenerse.Eran lasseisdelatarde.
Saliódelaestación.Esquivólospuestoscallejerosquevendíanfrutas,guíasdelaciudad, juguetes a cuerda, gorros y guantes que anticipaban el frío. Ya habíaempezado a oscurecer.Lagente volvía a su casa después de undía de trabajo: lasmujeresconelmaquillajecorrido,loshombresconelnudoflojodelacorbata.Todoscansados.Soloesperabanllegaracasa,comerydormir.
Iván consultó la guía de la ciudad que llevaba en la mochila. El Hotel delManzanoestabaasolodiezcuadrasdelaestación.«DeberíavisitaramitíaElena»,pensó.LahabíaidoaverunpardevecesdesdequevivíaenZyl,peroahoranoteníaganasdeverla.Además,silosteléfonospormilagrosehabíanarregladoysuabuelolehabíaavisadodesufuga,talveztrataradeimpedirqueparticiparaeneljuegodellaberinto.No,mejorseguirdirectamentehastaelHoteldelManzano.
Caminó apurado, pensando en el concurso que lo esperaba. ¿Cómo sería eselaberinto? ¿Lo llevarían aunbosque,paraque seperdiera entreparedeshechasdearbustos? ¿O a un viejo parque de diversiones, con un laberinto de espejos? ¿Y sihabían construido un juego en el mismo hotel, en los sótanos…? Tal vez losmiembrosdelClubAriadna,cansadosdegrandesconstrucciones,sehabíanresignadoaesoslaberintosdepapelquesalenenlasrevistasycuyoúnicopeligroconsisteenromperlapuntadellápiz.
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ElHoteldelManzanoeraunantiguoedificiodecuatropisos.Había imaginadoque en el frente del hotel habría algún cartel anunciando el ConcursoMundial deLaberintos.Pero lasparedesestabancubiertasdeafichesqueanunciaban la llegadade un circo y una pelea de boxeo. Atravesó una puerta de vidrio y entró en unvestíbulo desierto. En la recepción había unos sillones de cuero y unamesita conrevistasviejas.Detrásdelescritoriodelarecepciónnohabíanadie.Tocóeltimbreyesperóunosminutos.Nadieapareció.
Sobreelescritoriodelaconserjeríahabíaunallaveconsunombreescritoenunatarjetadecartón.Lallavecorrespondíaalahabitación307.
«Talvezelconserjedelhotelhayatenidoquesalirdeurgencia»,pensóIván.«Ymedejó esto por si acaso».Tomó la llave y subió por las escaleras hasta el tercerpiso.
Sobrelosmueblesdelahabitaciónhabíaunaligeracapadepolvo,comosinolahubieranusadonilimpiadoenmuchotiempo.Abriólaúnicaventana,quedabaaunpatiointerno,omásbienunpequeñojardín:uncuadradodetierraconunúnicoárbol.Ademásdelacama,habíaunamesajuntoalaparedyunasilla.Dejólamochilaenlasillaysetiróenlacama.Esperóunratoquealguienlovinieraabuscar.
«Estas actividades siempre empiezan a la mañana», pensó, fingiendo ante símismo que tenía mucha experiencia en cosas parecidas. «Seguro que después deldesayunoalguiensepresentaymeexplica todo».Levantóelauriculardel teléfonoparallamaraAnunciación,suúnicaamigaenlaciudad,peronohabíatono.
Sequedódormido.Debíansermásdelasdiezdelanochecuandoelhambrelodespertó.Nohabíacenado,y lecostanadormirconelestómagovacío.Alarmar lamochilahabíapuestounsándwichdeatúnyunchocolateconmaní,peroseloshabíacomidoeneltren.
«Lapróximavezvoyasermásprevisor»,sedijo.Todoelmundoseproponesermásprevisorsólocuandoyanotienecaso,cuandoestarde.
Bajóhastalaconserjería,queseguíavacía.Quisosalirdelhotel,paraversihabíaalgúnbar abierto en las cercanías, pero alguien había echado llave a la puerta.Nopodía creerque lohubierandejado encerrado.Probóvariasveces con el picaporte.Despuésmiróporprimeravezelcasillerodelasllaves,ysediocuentadequetodas,menoslasuya,estabanensulugar.Eraelúnicohuéspeddetodoesehotel.¿DóndedormiríanlosotrosparticipantesdelConcursodelLaberinto?¿Eldueñodelhotelsehabía marchado dejándolo encerrado? ¿Habían cambiado de hotel y se habíanolvidadodequeéltambiénestabainvitado?Prefiriódejarlasdudasparalamañana:elhambreerasuúnicoproblemaurgente.Sepusoabuscarlacocinadelhotel.
Recorriólaplantabaja,peronoencontrólapuertadelacocina.Todaslaspuertasestabancerradas con llave, excepto laquedaba al pequeño jardín cuadrangular, decinco metros de lado, que había visto desde la ventana de su habitación. En el
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cuadradodecéspedcrecíaunsoloárbol,unmanzano.Alaluzdelalunavioquedeuna rama colgaba unamanzana.Grande, redonda, brillante, perfecta y, sobre todo,única.Colgabaabuenaaltura,yalprimer saltono logróalcanzarla.Al segundo larozóconlapuntadelosdedos.Altercersaltolaarrancó.
Antes dedar el primer bocado tuvoun instante de culpa.Pero el hambrepudomásyasí,sinlavarla,lamordió.
Siguiócomiéndolamientrassubíalasescalerasrumboasucuarto.Yanoquedabacasinadadepulpacuandodescubrióunpequeñopapelenrollado
enel interiorde la fruta.Habíaoídodegalletitaschinasconmensajesde lasuerte,peronuncademanzanas.Loestiróconlosdedospegajososdejugo.Lamismamanoquehabíaescritosunombreenlallavelehabíadejadoestemensaje:
Ahorayaestásenellaberinto.(ParasalvaraZylhayqueencontrarlasalida).
Sedejócaeren lacama.¿Cómoibaapodersalirdel laberinto,sinisiquiera loveía?
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SEGUNDAPARTE
PERDIDOSENLACIUDAD
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TODOTIENEUNASALIDA
aluzdelamañanalodespertó.Eranlasnueve.Lecostóunossegundosdarsecuenta de que no estaba en la casa de su abuelo, en Zyl, sino en un hotel.
Caminótambaleantehastaelbaño.Despuéssepusolamismaropadeldíaanterior:un jean, una remera celeste, zapatillas blancas. También tenía una camperaimpermeable,decolorrolo,porsillovía.Semiróenelespejodelahabitaciónysepasólamanoporelpelo.Elhotelseguíasilencioso:noseoíanpasosenelpasilloniruidoenlashabitacionesvecinas.Tampocoelrumordelasaspiradoras,tanhabitualenloshoteles.
Buscóenlaplantabajalasaladeldesayunoperonolaencontró.Nosecruzóconnadie en los pasillos. El único ascensor estaba inmóvil. El hotel entero seguía tandesiertocomolanocheanterior.Teníaganasdeirsedeesehotelsingente,sinruidos,sincomida.Todaaquellainvitaciónalconcursoalfinalalomejornoeramásqueunabroma:quizásalgúnantiguomiembrodelaCompañíadelosJuegosProfundoshabíadecidido vengarse así. Lo que más le importaba ahora era encontrar un teléfonopúblicodesdedondellamaraAnunciación.Escucharunavozamigaledevolveríaelánimo.Peroesperaríaunratomás:noesjustollamaraalguienunsábadoalasnuevedelamañana.
Probóconlapuertaprincipal:ahoraestabaabierta.SesintióaliviadodeescapardelHoteldelManzano.
Había cenado sólo una manzana y quería una taza de café con leche y tresmedialunaso,mejor,docemedialunas.Suestómagohacíaelruidoinconfundibledelhambre. En la cuadra había un bar pequeño, oscuro y deprimente. Se llamaba ElÚnico.Ivánsedijoconfirmeza:
—Quénombretanexageradoysoberbioparaunlugartaninsignificante.BarElÚnico:elúnicobardondenoentraríajamás.
Encambio,justoenfrentedelhotelhabíauncaféqueparecíallevarallímuchosaños.Labarraeradeestaño,lassillasdemaderaoscuraylasmesasdemármol.Eraluminosoytranquilo.Ivánvioatravésdelaventanaaunviejomozodeguardapolvogastadoquellevabaunabandejaredondademetalcondosgrandestazasblancasyunplatollenodedoradasmedialunas.Ycedióanteelencantodeaquellaimagen.Aladistanciayahabíaelegidolamesa:unaqueestabajuntoalaventanaycercatambiéndelmostrador.Esperóquepasarauncolectivo,queseacercabaabuenavelocidad,ycuandoestuvoapuntodecruzar…nopudo.
—¿Quéesesto?¿Uncalambre?Probódenuevo.Apenasseacercóalcordóndelaveredasuspiernassenegarona
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seguir, como si fueran de plomo. Extrañado, dio unos pasos atrás: la sensacióndesapareció.
Sinpodercreerloqueleestabapasando,volvióaintentarlo.Estavezelcorazónlediounsaltoysintiónáuseas.Nopodíanisiquieraponerelpiesobreelcordóndelavereda.
No tenía ninguna explicación para lo que pasaba, pero decidió cambiar deesquina.Buscó las líneas peatonales, que lucían recién pintadas, como invitando acruzar. Ahora enfrente no había un bar sino una farmacia. Adelantó la piernaizquierda,perocuandotratódemoverladerechaestasequedóatrás.
Siguióprobandoendistintoslugares,paraversielextrañoefectocedía.Apenasquería salir de la manzana, su cuerpo se convertía en algo rígido y pesado, y unmalestar indefiniblesedistribuíaporsucuerpo.Separecíaalmalestarde la fiebre,cuando todo el cuerpo duele pero no duele nada en especial. Después de unosminutos tuvo que aceptar que, por alguna razón que no alcanzaba a comprender,habíaquedadoatrapadoenlamanzanadelHoteldelManzano.
—Debeserunproblemamental.Alomejormevolvílocoderepente.Peronosesentíalocoenabsoluto.Revisósuspensamientos,comoquienrevisa
uncajóndelescritorio,ynonotónadafueradelonormal…exceptolaconviccióndequenopodíacruzarlacalle.
Siguiódandovueltasalamanzana,sinsaberaquiénacudir.Estabatannerviosoque,cuandoquisoatarseloscordonesdelaszapatillas,probótresvecesantesdequelesalieraelnudo.Estuvoapuntodepedirayudaaunaseñoraquepasabaporlacalleconunabolsallenadeespinacasynaranjas,peronoseatrevió.¿Quéibaapensar?Que le estabahaciendounabroma.Talvez llamara a lapolicíao a losmédicos,yvendríaunaambulancia,ylosacaríandeesamanzanaalafuerza…yquiensabequépodríaocurrirensuinteriorsiesopasaba.Baldanihabíaterminadoconunataquealcorazón por salir del encierro al que lo había condenadoMadameAracné. Lo quesentíanoerasoloquesuspiernasleimpedíancruzar,sinoqueunafuerzasuperiorloretenía;ysiinsistía,talvezalgoacabaraporromperseensuinterior.
Cabizbajo,comoquienvuelveaunacárcelde laqueacabadeescapar, tratóderegresaralhotel.Ahoralapuertaestabacerraday,aunquegolpeó,nadieseacercóaabrir.
«Detodosloshotelesalosqueheidoenmivida,esteeselpeor»,pensó,aunqueenrealidadsolohabíaestadounavezenunhotel,enunaplaya.
Siguió dando vueltas a la manzana, ya que era el único paseo que le estabapermitido.Fuealaterceravueltacuandodescubrióelcartel,juntoalaentradadeunedificiodetrespisos:
LABERINTISTASASOCIADOS
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Yabajoestabaellemadelaasociación:Todotieneunasalida.
Seguroqueahíestabanlosorganizadoresdelconcurso.Leexplicaríantodoloquelehabíapasado:elhotelvacío,elmensajeenlamanzana,laimposibilidaddecruzarlas calles. Subió por una escalera angosta hasta un primer piso. Era un antiguoedificioconpisoscalcáreos,ascensorjaulaytechosaltos.LapuertadeLaberintistasAsociadosestabaentreabierta.Golpeódosvecesydespuésentró.Lediolasensaciónde que había entrado en una biblioteca de barrio. En las paredes había estanteríasllenas de libros a los que nadie había pasado el plumero en años. Estabandesordenados:laseñoraPalantiloshubieramiradoconhorror.
Deprontooyóunavozqueveníadelfondo:—¿Eseljovendelafarmacia?¿Metrajolosremedios?Unhombrealtoyencorvado,rodeadovariasvecesporunabufandaverdeyroja,
loestaballamandodesdelasaladelfondo.Ivánatravesódoshabitacionesllenasdelibros,maquetasyplanosdelaberintosparallegarhastaél.
—No,señor,notrabajoparalafarmacia.BuscoaalguiendelClubAriadna.Elhombresetapólosoídosconlasmanos.—¡Nisiquieralonombre!Ellosllevaronelamorporloslaberintosalaoscuridad,
alalocura,alamaldadmisma…—Los del club me invitaron a la ciudad, para participar de un concurso de
laberintos.¿Nosabedóndelospuedoencontrar?—¡Noparticipe,muchacho!Olvídeseporcompletodeesagente.—Esquecreoqueyaentréenelconcurso,sindarmecuenta.—¿Quéquieredecir?¿Seanotóenelconcursomientrasestabadormido?—No.Déjemequemesienteunpocoyleexplique.Se sentaron en dos sillas enclenques pintadas de blanco. Iván explicó todo: la
ocupación de Zyl por las plantas, su viaje, la noche en el Hotel delManzano, laparálisisqueloacometíacuandotratabadecruzarlacalle…
—Yahoranopuedosalirdeestamanzana.Ustednomevaacreer,peronopuedocruzarlacalle.Escomosialgunafuerzapoderosa,alláafuera…comosiunimán…
Elhombredelabufandamoviólacabeza.—Lecreo,claroquelecreo.—¡Penséquenadiemecreería!Elhombreletendiólamanoyselaapretóconfuerza:—Abel Trino, especialista en laberintos. Y cuando alguien me dice que no
encuentralasalida,lecreo.Ellaberintoenelquehaentrado,señor…—IvánDragó…—…señorDragó,estáaquí.YdioungolpeconlapuntadeldedoíndiceenlacabezadeIván.
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—¿Ycómopuedehaberllegadoellaberintohastamicabeza?—Talvezleinyectaronalgo…—No…—…olohipnotizaron…—Novianadie.—…Oledierondebeberodecomeralgunasustanciaextraña.—No,alcontrario,siestuvepasandohambre.Perodeprontoseacordó:—¡Lamanzana!—¿Comióunamanzana?Ivánlecontóquehabíaarrancadoelúnicofrutodelárbol.—Unamanzana,claro—dijoAbelTrino—.Losaficionadosaloslaberintosson
sensiblesalossímbolos.¿Quémejorqueunamanzanaparainocularelveneno?—¿Veneno?Peroelhombreestabamáspreocupadoporelsímboloqueporelvenenomismo.—Lamanzanadelárboldelaciencia,quemordióEva,yquelescostóaellaya
Adán la expulsión del paraíso. La manzana de Blancanieves, que la dejó fría einmóvil, para que los enanos la adoraran en su ataúd de cristal. Usted no esBlancanieves,noquieroofenderlo,perotieneunabrujaquenoloquierebien.
—Noconozcoaningunabruja.Desdequelleguéalaciudadsóloloviausted.—Síhayunabrujay se llamaSarimaScott, aliasMadameAracné.Veopor su
caraqueelnombrenoleesdesconocido.—Miabuelomehablódeella.—¿Suabuelosabedejuegos?—EsNicolásDragó.—Ah,claro,Dragó.Nohabíareparadoensuapellido.Conozcobienlaobradesu
abuelo,elinventordeLatorredeBabelygranconstructorderompecabezas.Peroelmundodelosrompecabezasesmásinocentequeeldeloslaberintos.YloslaberintosinvisiblesfueronlaobsesióndeMadameAracné,sobretodoensusúltimosaños.¿LecontósuabuelolahistoriadeBaldani?
Iván se acordaba bien del italiano, que aseguraba estar en el laberinto cuandoestabaenunacasaenmediodelcampo.
—Sí,miabuelomelacontó.¿DóndepuedoencontraraMadameAracné?—Haceañosquenadiesabedeella.DespuésdelahistoriadeBaldani,novolvió
aaparecer.Problemaspoliciales,judiciales…Enesemomentosonaronunosgolpesenlapuerta.—¿Quiénpuedeseraestahora?Lossociossiemprelleganalahoradelvermú,
nunca a la mañana.—Abel Trino se puso en marcha rumbo a la puerta. Iván losiguió.
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CuandoAbelTrinoabrió lapuerta,nohabíanadie.Enelumbralhabíandejadounacajaatadaconpiolínamarilloyconestampillas.
—El cartero —dijo Abel Trino. Se puso unos lentes y se esforzó por leer elnombre del destinatario—. No veo bien, pero me parece que el cartero se haequivocadodedirección.EstacajanoesparaLaberintistasAsociadosniparamí…
PeroIvánleyósunombre:—Esparamí…Elviejodudabasidarlelacajaono.—Bueno,siustedmeaseguraquelacajaessuya…—Talvezahíexpliquenloquetengoquehacer.AbelTrinolediolacajaeIvándesgarróelpapelmaderaquelaenvolvía.Enel
frentehabíanescrito:INSTRUMENTOSPARASALIRDELLABERINTO.Porunmomentoimaginóquehabríaunmapa,peroencontróunaseriedeobjetos
quenoparecíantenergranutilidad:
Unalinterna.Unacajadefósforos.Unacuerdadecincometros.Unparaguasnegro,automático.Unatarjetaparaviajarensubterráneo.Unabrújula(estosíparecíaútil).Unpéndulo.Unafichaplateada,grande,condosranuras.Unacantimplorademetalllenadeagua.Unallave.Unfajodebilletesyvariasmonedas(¡estotambién!).
—¿Quésesuponequetengoquehacerconesto?—Nolosé.—¿Noesespecialistaenlaberintos?—Pero de los comunes. Los viejos laberintos. Hay una sola regla para salir:
estirar lamano, tocar la pared izquierda, y caminar sin que los dedos de lamanoabandonenlapared.Esareglasirveparacualquierlaberinto.
—Peroeneste laberinto,sisigo laparedcon lamano izquierda llegoalmismolugardelquesalí…Talvezmequedeencerradoparasiempre…Esterrible.
—Notanto.Esunalindamanzana.Unbarriotranquilo.Puedeveniraverme.Talvezleconsigaalgúntrabajo:limpiarlosvidrios,hacermandados…Bueno,mandadosno,amenosqueseanenlamismamanzana.
—¿Nohayantídoto?
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—Quiénsabe.Hacemuchoqueestabruja,MadameAracné,vienetrabajandoenesa clase de pociones. Los laberintos siempre han exigido enormes muros deladrillos,decemento,deligustrina…Peroellaempezóaexperimentarconlaberintosinteriores.¿Haobservadoque,caminemospordondecaminemos,nuncavagamosdeltodo sin rumbo? Siempre tomamos determinados caminos. Evitamos ciertosobstáculos.Un supersticioso evitará un gato negro.Alguien que tienemiedo a losperroscruzarádeveredafrenteaunovejeroalemán.Yalaveznosagradapasarporciertoslugares.Unacasaenlaquevivíaunachicaquenosgustaba.Unjardínllenode jazmines.Una libreríade librosviejosouna juguetería.Todosenciertamaneracaminamosporlaciudadcomosirecorriéramosunlaberinto,comosituviéramosqueevitar paredes invisibles. Sarima experimentó con eso, pero yo creía que lo habíaabandonadodespués de sus problemas con la ley.Ahora veo que no.Descubrió ellaberintomáspequeñoqueexiste.Entraenunamanzana.
—¿Sabecómosalir?—Hay dos clases de laberintos. Los tradicionales y los simbólicos. Estos que
están aquí son laberintos tradicionales.—Señaló los grabados que colgaban en lasparedes,consenderosquegirabansobresímismososeveíanbloqueados.
»SarimaScottpreferíaloslaberintossimbólicos.—¿Yquéformatienen?—Pueden tener cualquier forma. Pero el secreto está en que hay señales
escondidasquepermitenllegarhastalasalida.—¿Quieredecirquetengoquebuscarseñales?—Elviejoasintióconlacabeza—.
¿Quéclasedeseñales?—Dibujos, palabras, quién sabe. Algo que le llame la atención. Algo que se
repita.Enunodesuslaberintoshabíaqueencontrarlaletraz.Enotro,lasiluetadeunconejo. En otro dominaba la figura del agua: así que para pasar de un sector dellaberinto a otro había que encontrar una canilla rota, una calle inundada, unabañaderallenaounvasodeagua.
—Novinadaenestamanzanaquemellamaralaatención.Todomepareciótancomún,tanigualacualquierotramanzana…
—Tiene que estar atento a algo fuera de lugar, tiene que hacer asociacionesmentales.Hayquedarletiempoalojoparaqueaprendaaver.
Ivánmirólacajasinsabersillevárselaono.Necesitabaunantídoto,unapíldoraque lo sacaradeesaextrañaparálisisque le impedíacruzar lacalle.Nonecesitabacajasdefósforosnillaves…
—Talvezalgúnmédicomepuedaayudar.—¿Un médico? No, por favor. No saben nada de esto. Querrán sacarlo de la
manzanaalafuerzayesopuedeserdesastrosoparasuorganismo.—¿Mepuedodesmayar?
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—Sepuedemorir.Los toxicólogos lo trataríancomosihubiera tomadovenenoparalashormigas…NoestánpreparadosparalostóxicosdeSarimaScott.
Ivánestudiócadaunodelosobjetosdelacaja,conlaesperanzadequehubieraalgodiferenteenellos,peroerancosastancomunescomodelatabasuapariencia.
—¿Paraquépuedenservirmeestascosas?—Nosé.Peroporalgolasdejaron.—Mevoyallevarsóloeldinero.—¿Estáseguro?Yoqueusted…—¿Paraquénecesitounalinterna,porejemplo?Esdedía…—Noserádedíasiempre.AbelTrinoteníarazón.Siyaresultabapreocupanteestarenellaberintoinvisible
aplenaluzdeldía,¿quéocurriríadenoche?Nisiquieratendríadóndedormir.
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ANUNCIACIÓNSEHACEVISIBLE
vánmetiótodaslascosasdelacajaenlamochila.Parecíaninútiles,perolascosassiempre parecen dormidas, hasta que llega elmomento en que se les encuentra
utilidad.ElpadredesuamigoRíos teníaenunestantedelgarageunagrancajademaderaconunaetiquetaquedecía:
COSASQUENOSIRVEN(PEROQUENOSETIRAN).
Eran engranajes de relojes, guantes de látex rotos, pedacitos de madera,rulemanes,unacabezademartillosinmango,mienormeclavooxidado…Cuandoserompíalamáquinadeescribiroseinundabalacasaosedescuajeringabaunmueble,el señorRíosbuscabaen lacajacomoúltimo recurso. Ivánpensabaqueen lacajadeberíadecir:
COSASQUENOSIRVENTODAVÍA.
IvánsedespidiódeAbelTrino.Elhombrelediounatarínaconsunombreyelnúmerodeteléfonodelaasociación.
—Siseveenproblemasnodudeenllamarme.Ivánguardólatarjetaenelbolsillo.Peronocreíaqueelviejolaberintistapudiera
servirledealgunaayuda.
Conloquellevabaenelbolsilloyloquehabíadentrodelacajateníasuficientedineroparadesayunar,almorzar,merendarycenar.Resignado,entróalbarElUnico.Sesentóenunadelasdiezsillasylepidióalhombredelmostradoruncaféconlecheconmedialunas.
—¿Grasaomanteca?—Unademantecaydosdegrasa.—Mequedaunadegrasayningunademanteca.Recordó con melancolía la bandeja llena de medialunas doradas del café de
enfrente.—Estábien,tráigameesamedialuna.¿Teléfonopúblico?—Enelfondodelagalería.Los locales parecían cerrados desde hacíamuchos años.En una vidriera, había
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zapatosdehombreenvueltosentelarañas.PusounamonedaenelaparatoymarcódememoriaelnúmerodeAnunciación.Atendiólamadredesuamiga,queenseguidalepasóconella:
—¿Anunciación?—Iván.¿Dóndeestás?¿Porquétuvozsuenatan,tan…?—¿Tanqué?—Apagada.Comoladealguienperdido.—Estoyperdido.Estoyenunlaberinto.Lecontóenpocaspalabrasloquehabíapasado.Pensóqueleibaadecirqueno
podíaser,queleestabahaciendounabroma,queseequivocaba,quealucinaba.Perolaniñainvisiblesololepreguntóellugarexactodondeestabayluegodijo:
—Voyparaallá.Esoeraunaamiga.Erasábado,nohabíaescuela,yAnunciaciónllegótanrápidocomopudo.Estaba
despeinadaymás rubia, a causadel sol del verano.Vestíaunos jeansgastados, unbuzo verde con capucha y unas zapatillas de básquet negras que no había tenidotiempodeatar.Ivánsintióquenuncasehabíaalegradotantodeveraalguien,peronose lo dijo. La abrazó, y ella lo aceptó con alguna incomodidad, como si fuera laprimeravezquealguienlaabrazaba.Siteníaquepasartodasuvidaenesamanzana,almenosAnunciaciónpodríaveniravisitarlo.
—Estásmuchomásalta—ledijo.EnlostiemposdelcolegioPossum,Anunciacióneradiminuta,perohabíacrecido
enlosúltimosmesesyeraapenasunpocomásbajaqueél.—¿Cómoesesto,queestásencerrado?Iván explicó de nuevo, pero esta vez con detalle, cómohabía llegado a quedar
prisionero.—Seguroqueelefectotóxicodesapareceenseguidadijoella,peronosonómuy
convencida.—¿Ysinosevanunca?¿Sitengoquepasarmividaenteraenestamanzana?—Almenoshayunbar,unciney…Elbareradeprimente,elcineparecíacerrado.Yhabíapocomás.Unaferretería.
Unacasademuebles.Variosedificiosdecuatropisos.Terminadoeldesayuno,dieronvueltalamanzana.ConAnunciacióndecompañía
sesentíamejor.—AbelTrinomedijo…—¿Quién?—ElhombrequevienLaberintistasAsociados.Medijoquehabíadosclasesde
laberintos: los tradicionales, abstractos, y los simbólicos, donde son las señales lasquepermitenencontrarlasalida.DijoqueSarima,laconstructoradeestelaberinto,
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prefería los simbólicos.Si este esun laberinto con señales, tenemosquebuscarunsímboloqueindiquequesepuedepasar.
—¿Quéseñal?¿Unapalabraenclave?¿Undibujo?—No sé. Sime dieron todo esto—lemostró el contenido de lamochila—, es
porqueenalgúnmomentohabráqueutilizarlo.—Soncosascomoparairdecamping,noparapasearporlaciudad.—Peroenalgúnmomentopuedenayudarme.—¿Ylacuerda?¿Habráqueataraalguien?—Esperoqueno.—Acasitodolepuedoimaginaralgunautilidad.Peroaestepéndulo…—Alomejoresunarma…Ivánlorevoleó.Anunciaciónagachólacabezaparaesquivarlo.—Déjaloenlamochila,porfavor.Ivánsesintióunpocoidiota.Comosi fuerandetectives,miraroncadaedificio,cadacasa,cadanegocio,cada
baldosa. Leyeron las pintadas que manchaban las paredes. Leyeron los papelespegadosqueseamontonabanunossobreotrossobrelapareddeunbaldío:
¡Aprendaalemánen3tardes!
Zoraidatiralascartas.Ylasjuntadespués.
BicicleteríaLaDesinflada.
ColchonesSueñoeterno.¡Nosequerrádespertar!
Empezaron a mirar las caras de las personas que pasaban por la calle.Anunciaciónmiróconinsistenciaeltatuajequeteníaunhombreenelbrazo.
—Esdifícilbuscaralgocuandonosesabequées—dijoIván.—¿Porquénoprobásunavezmás?Iván fue hasta el cordóny dio el primer paso,mientrasAnunciación lomiraba
atenta.Alprincipioparecióquepodía…perolapiernanoquisoseguir.Cuandotratódevolverlaasulugar,cayóalsuelo.
Unaseñoraquepasódijoalarmada:—¡Tanjovenyalcoholizado!—¿Vistequenopuedo…?—empezóadecirleasuamiga,peroellanoleprestaba
atención. Tenía los ojos fijos en el cine de la cuadra. Los afiches, pegados en laspuertas de vidrio, anunciaban películas viejas. La momia. Las novias de Drácula.TeseoyelMinotauro.
—Ahíestá—dijolaniña.
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—¿Drácula?Eltoro,tonto.Vilapelículaentelevisión.CuentalahistoriadeTeseo,Ariadnay
el Minotauro. Los atenienses habían perdido la guerra contra Creta, y se habíancomprometido a entregar cada nueve años a siete varones y siete mujeres paraalimentar almonstruo.Vagaban perdidos en el laberinto hasta que elmonstruo losmatabayseloscomía.PeroaTeseonolegustabaesetrato,undíasecansódelmiedoyentróenellaberinto.Paraquepudieraencontrarlasalida,Ariadnalediounlargohilo.
—Conozcolahistoria.TeseomatóalMinotauroysaliódellaberintograciasasunovia.
Levinoa lamemoriaun recuerdo: sumadre sentadaen sucama, leyéndoleunlibro de mitología con figuras troqueladas: al abrir las páginas de cartón, elMinotauromovíasuscuernos,cimbreabanlasserpientesenlacabezadelaGorgona,el caballoPegaso agitaba las alas.Esas figuras parecíandormidasdentrodel libro,pero al abrirlo despertaban. También la voz de su madre al leer parecía distintacuando le leíaquecuando lo retabaporunacosaoporotra; tambiénenellahabíaalgodormidoquedespertaba.
—¡Vamos,Iván!—Anunciaciónlosacudiódelbrazo.Atravesaron la puerta de vidrio. El cine olía a paredes húmedas, alfombras
mohosas y derroche de naftalina. Una mujer de pelo blanco, con un vestido deterciopelobordóabotonadohastaelcuello,atendíalaboletería.
—Dosentradas,porfavor—dijoAnunciación.—¿Película…?—LadelMinotauro.—Ahno,esanoladamoshoy,ladimoshacecincoaños.—¿Yporquéestáelafiche?—Novamosaestarcambiandolosafiches todas lassemanas.Bastanteconque
cadatantocambiamoslaspelículas.¿Ustedesdosnodeberíanestarenelcolegio?—Essábado.—Ah,mejorasí.Porquelasfuncionesporlamañanasonparalosjubilados.Pero
tambiénvienenalgunosniñosqueserateandelaescuela.—Quieroquesepaqueyonuncamerateéenmivida—dijoAnunciación,muy
seria.Perolamujerdelaboleteríaseguíahablandosinprestaratención:—Y después vienen los padres a buscarlos, y tenemos que molestar a los
espectadores recorriendo las butacas con las linternas. Algunos de estos jóvenesdelincuentes hasta han llegado a esconderse en el túnel, con tal de no volver a laescuela…
—¿Quétúnel?—preguntóIván.
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Lamujer los estudió, como si dudara engastar el tiempoconversando condosniños.Peroparecíatangrandeelinterésdeloschicosquelescontó:
—Antes este cine era un teatro y pertenecía al mismo dueño que el teatro deenfrente.Compartíancamarines.Loscamarinesestabanbajotierrayservíanparalosdos teatros. A veces algunos actores trabajaban en las dos obras, entonces secambiabanabajo,hacíanelpapelque les tocabaenel teatrode enfrenteydespuésvolvíanaestasalaaterminarconlaobra.Unmecanismoderelojería.Avecesalgunoseretrasabaylosactoresalargabanlasescenas,paraquepasaraeltiempo.Ysinolesimportaquelesconfiesealgo,yo…eraunadelasactrices.
AIvánleparecióquelamujersesonrojaba.—¿LessuenaelnombreCatalinaDubois?—lespregunto,conunasonrisa.Minuto de incómodo silencio. Iván iba a decir que no, peroAnunciación se le
adelantó:—Creoquesí…—empezóamentir.—No,qué lesvaa sonar, si sonchicos.Peroyo trabajabaen losdos teatros,y
hacíademalaenunasalaydebuenaenlaotraycruzabarápidoparairenfrente.¡Ycómomeaplaudían!Avecesmeequivocabadepapel,yponíacarademalacuandoteníaquehacerdebuena,yalrevés.Uncríticoescribió:«Unaactrizsutil,compleja,contradictoria».
Anunciaciónseguíasosteniendolosbilletes.—¿Vanaentrarigual,aunquelapelículaestéempezada?Claro,quélesimportala
película.Sonchicos.Loúnicoquequierenesestarjuntos.¡Prohibidoslosbesos!—¡No!—dijoAnunciación, que se había puesto colorada—.Loúnicoquenos
interesaeslapelícula.—Sinisiquierasabencuáleslaquedamoshoy…—dijolamujer,tendiéndoles
lasentradas—.Nadiepreguntó.IvántomólamanodeAnunciaciónyentraronenelcine.Caminaronjuntosya
ciegashasta lamitadde la sala.A Iván le gustaba sentir sumano en la oscuridad.Cuandosesentaron,lasbutacascrujieron.
—¿Yahora?—preguntóIván.—Esperáaquenosacostumbremosalaoscuridad.Desdeatrás,alguienloschistó.La película eraLamancha voraz. Una especie de gelatina llegaba del espacio.
Caíaenelbosque,cercadeunpequeñopueblo,yempezabaacomergente.Amedidaquelosatrapaba,crecía.
—Amínuncamegustólagelatina—dijoAnunciación—.Ymamáseempeñaenhacerla.
Ivánnotóque,cuandohabíaalgunaescenademiedo,Anunciaciónsellevabalasmanosalosojos.
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—¿Tedamiedodeverdad?—No.Meencantanlaspelículasdeterror.—¿Yporquémirásasí,sinver?—Justamenteporquemegustan laspelículasde terror.Losque lasvencon los
ojoscerradosdeltodonosirvenparaestaspelículas,porqueseasustanynadamás.Nolleganaentendernada.Losquelasmiranconlosojosabiertosdeltodotampocosirven. No los asusta nada y tampoco entienden nada. Yo pertenezco a la terceracategoría,ladelosquemiramoslasescenasdeterrorporentrelosdedos.
Volvieronachistarlos,estavezmásfuerte.Una vez que los ojos se acostumbraron a la oscuridad alcanzaron a ver, a la
izquierdadelapantalla,unapuerta.AIvánlehubieragustadoquedarseaverlapelícula,perosabíaquehabíacosas
másimportantes.Selevantóyavanzódecidido,pisandopapelesdecaramelosycajasvacíasdemaníconchocolate.Anunciación,queloseguía,pisóelpieizquierdodeunhombre. Se escuchó un «¡Ay!» y un «Disculpe» y después otro «¡Ay!» y un«Disculpeotravez»,cuandolepisóelpiederecho.
Ivánhizogirarelpicaporte,perolapuertaestabadura.Tuvieronqueempujarconfuerzaparaquecediera.
Adentrotodoestabaaoscuras.Ivánabriólamochilaysacóla linterna.Eraunalinternagrande,delargocuerpoplateado.
—Porlomenos,unadelascosasnossirve—dijo.—Esperoquetengapilas.El haz de luz encontró una escalera que bajaba. Se quedaron quietos unos
segundos,asustadosporlanegrura.—Vamos—dijoIván.—¿Estásseguro?Estoparecetandesolado.—Bajosolo,cruzoatravésdeltúnelynosencontramosenlaveredadeenfrente.—Ah,no.Noquieroquedarmesola.—Podésmirarlapelículaduranteunrato.—Nomegustan las películas empezadas.Siemprepiensoquemeperdí lomás
importante.—Comoquieras.Bajaronlaescalerahastaunpisoinundado.Porencimadesuscabezascruzaban
unoscañosquegoteaban.—¿NotehaceacordaralabibliotecainundadadelcolegioPossum?—preguntó
Iván,solopordeciralgo.—Estoespeor.Allánohabíaesteolorapodridoni…Algoescapódelaluzdelalinterna.—¡…ratas!¡Aaah!—gritóAnunciación.Ysequedóparalizada.
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Habíanllegadoalúltimoescalón.—Creoque,conquedemosunostreintapasos,yahabremoscruzadolacalle—
dijoIván.Pero Anunciación seguía quieta, como si ella también hubiera comido la
manzana.—¿Y si al final de este túnel espantoso hay una puerta cerrada? ¿Y si nos
metieronenunatrampa…?—preguntólaniña.Ivánlatomódelamano.Sintióunaligeradiferenciadetemperatura:lamanode
Anunciaciónestabamáscaliente.Lallevódelamanoporeltúnelinundado.Desdearriballegabadevezencuandounpesadoruidometálico.
—¿Quéeseso?—preguntóAnunciación.—Esunadeesaspesadastapasdehierroporlasquerespiranlascañeríasquese
llevanelaguadelalluvia.Estáfloja,ycadavezquelatocaunautolahacesonar.Elruidosonóexactamentesobresuscabezas.—Estamoscruzando lacalleyno siento laspiernas rígidasnime late fuerteel
corazón.Teníasrazón:habíaquebuscarlaseñaldeltoro.
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I
UNPÉNDULOPARAMARUK
ván enfrentaba un laberinto invisible; pero a los habitantes de Zyl les tocabalucharcontraunobienvisible,hechoderamas,espinasyraíces.Elviejolaberinto
parecía haberse apoderado de la ciudad entera. Y cuanto más se empeñaban sushabitantes en arrancarmalezas,más se empeñaban lasplantas en invadir las casas,bloquear las calles, herir con sus espinas a sus habitantes y asfixiar a las viejasplantas de Zyl. Ya no quedaban violetas, santa ritas o geranios; solo las plantasterriblesdeManoVerde.
El viernes, después de la partida de Iván,Ríos yLagos se pusieron en caminopara cumplir con la misión que les había encomendado su amigo: buscar a laprofesoraDaiminoparapreguntarlequésabíadeloslaberintosvegetalesdeMadameAracné.
Daiminovivíaadoscuadrasdel laberinto,yesaeralazonadelaciudaddondemássenotabanlosestragoscausadosporlasplantas.Entrelosadoquinesdelascallescrecíanmalezasdehojasafiladas.Lasbaldosasdelasveredasestabanpartidas,ylasraícesaparecíanentre las rajadurascomomanosgigantescas.Lashiedras,comountrajedeoscuridad,cubríanporcompletolascasas.Lasplantasespinosastrepabanporlos cedros y los jacarandás que poblaban desde siempre las veredas de Zyl, y seconvertíanentrampasmortalesparaloszorzalesylaspalomas.Frentealospeligros,lasgolondrinashabíananticipadosupartidarumboalhemisferionorte.
—¿Vesesepájaro?—preguntóRíos.—¿Cuál?—Esequeestáalláarriba.¿Porquéestátanquieto?Eraunzorzal.Unaespina lehabíaatravesadoelcorazón.Parecíamenospájaro
queunrarofrutoconcáscaradeplumas.—Shhh—chistóLagos—.¿Noescuchásalgo?Ríoshizosilencio.Alolejos,alguiengritaba.—Esunamujer.Caminaron por el empedrado rumbo al laberinto: las veredas estaban
intransitables.Vieron a un vecino cortando las plantas con unmachete, pero ya lohacíasinfuerzas.EraelGriego,eldueñodelalmacénderamosgenerales.ElGriegoeraunhombrebajoycorpulentoquevestíasiempreungastadooverolazul.Nuncasedesprendíadeunalibretacontapadehulenegrodondeanotabalascosasfiadas,unalargalistadedeudas.
«Hagamemoria»,decíaelGriego,antesdeseñalaraalguienyrecordarleladeudaporunbancodecarpinteroounrollodealambredeenfardar.
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—¿Adóndevan?—lespreguntó—.Porallíespeor.—Nosparecióescucharungrito.—Ahínovivenadie…—Deprontoseacordó—.ExceptolaseñoraMáspero…—Yellasellevómuchassemillas—recordóLagos.ElGriegohizoademándeseguirlos,perosedetuvoalospocospasos.—Yonopuedomás.Meduelen lasrodillas.Sisonvalientesyvanarescatarla,
aquítienenunaespada.YelGriegolestendióelmachete.—No lopierdan.Vendí todos losmachetes, las tijerasdepodar, los guantesde
jardinero,laspalas…Apropósito,MartínRíos,recordaleatupadrequemedebe…—buscóensulibreta—unapinzapicodeloro.
Siguiendoel caminode losgritos, los acuáticos llegaron a la casade la señoraMáspero.El laberintoparecíahaberdevorado lacasaporcompleto.Yanoseveíanlasformasdelosmuros.Lahiedrahabíapartidolastejasgrisesdellecho.Manojosderaíces entraban por el hueco de la chimenea. La puerta estaba oculta detrás de untelóndeplantascolgantes.
—Nosvendríanbienunpardeguantes—dijoLagos.—Esonoimporta,podemosaguantarlosrasguños.¿Quiénempieza?Lagos le tendió elmachete. Ríos empezó a golpear con fuerza, para cortar las
ramasunaporuna.Después de media hora Ríos abandonó y le pasó el machete a Lagos. Pronto
pudieronpasarlamanoporentrelasespinashastatocareltimbre.Milagrosamentenosehabíacortadolaelectricidaddelacasa.
—¿Quiénes?—preguntólaseñoraMáspero.RíosyLagos.Venimosarescatarla.Ah,no,yonosalgo.¿Cómoquenosale?¿Noestabapidiendoayuda?—Paraquemetraiganalgodecomer.Semeacabaronlascosasdelaalacenayla
heladera está que da lástima. ¿No serían tan amables de traer unamilanesa o unatortillaalaespañola?Sinsal,porfavor.
—Acáafueravaapodercomer.—Conesasplantashorriblesyonosalgo.Medijeronquealgunassoncarnívoras.—Lasplantasyacubrierontodaslasventanasylapuerta—dijoRíos—.Siesto
sigue,novaapodersalirnuncamás.—Ynadielevaapodertraercomida—agregóLagos.Hubounmomentodesilencio.Silenciohumano,porquelasplantas…—¿Lasoís?—preguntóLagos.—Escomosihablaran.—Susurran.Medanmiedo.
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Despuésdeunossegundosdereflexión,laseñoraMásperodijo:—Estábien,estábien,meconvencieron.Perolapuertaestátrabada.Ríos y Lagos comprobaron que la puerta estaba bloqueada por unas gruesas
raíces.Eramásfácildespejarunaventana.Desdeadentro,laseñoraMásperolesdabaconsejoscompletamenteinútiles.Ellos terminaronprontoconlarebeldehiedraylamujerpasóunapiernaporlaventana.
—Simevieranmisamigashaciendoestasacrobacias…Habíatratadodeponerseeleganteapesardelascircunstancias: llevabavestido,
untapadolivianoyunacarteraenelbrazo,comosisalieradevisita.Ahoraquehabíaescapado,semirabadesoladalasmedias.
—Semecorrieron.Conestasmalditasespinas,nohaymododevestirsebien.—Nosepreocupepor la elegancia—dijoRíos—.NohaynadieenZylqueno
estéllenodetierra.Ahoravayaderechohastaelcolegio.Ahíseestánorganizandolostrabajos.
—¿Ylacomida?Estoyenayunas.—Estánrepartiendocomidaparalosquenopuedenentrarensuscasas.Yasehabíanalejadounospasoscuandodijo:—Esperen.Meolvidémicollardeperlas.Peronopudovolveraentrar.Lasplantashabíancerradoelhuecodelaventana,y
lacasahabíaquedadodenuevoenvueltaenunacápsulaverde.
Iván yAnunciación caminaban por el túnel siguiendo la luz, de la linterna. ElcorredorterminabaenunapuertacerradaIvántocóelfríopicaporteyconesfuerzolohizogirar,perolapuertanoseabría.Entoncesembistióconelhombro.
—Aaay.—Esascosassolosirvenenlaspelículas—dijoAnunciación—.Enlavidareal,
mejorusarunallave.Yletendiólallavequeacababadesacardelamochilademiamigo.Ivánpusolallaveenlacerraduraylahizogirar.Lapuertacedió.—¿Ves?—Veo.—Ydiounamiradaalnuevosótanoque losesperaba—.¿Queréspasar
primero?—lainvitóIván.Mejorno.Voydetrástuyo,quenoteasustanada.AIvántodoloasustaba,peroesaconfianzalohizosonreír.Empuñandolalinterna
avanzóporelsótano.Habíaarmariosconviejostrajes,armadurasmedievaleshechasdelatónyárbolesdeyesoquehabíanformadoantiguasescenografías.Aquellascosashabíanbrilladoenelescenarioperoahoraeranolvidadospedazosdeoscuridad.
Iván tomóuna espadademaderaque tenía incrustadosunosvidrios azulesquesimulabanserpiedraspreciosas.Intentóacabarconunaespesatelarañaquecolgaba
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frenteaél,perocuandolaespadachocócontralaparedsedeshizo,convertidaenunmontóndeastillaspodridas.
—Vamos—dijoAnunciación—.Noaguantomáslaatmósferadeestesótano.Encontraronunaescaleraquesubía.Desdearriballegabalaluzdelsolatravésde
agujerosyrendijas.PerolasmaderasquecubríanlaluzparecíanmuypesadasparalafuerzadeIván.
—Ayudame—lepidióasuamiga.Lasalidaestabatapadaconescombros.Desdeabajoempujarontratandodecorrerunastablasyrestosdemamposteríaquecubríanelhueco.Cuandolograroncorrerunpesadotablón,unaluddeyesocayósobreellos.Elpolvolosencegueció,lescortólarespiración,lessecólagarganta.Tosieron.
—Unpocomás—dijoIván.Ysacaronlosúltimosobstáculosquelosseparabandelasuperficie.
Laluzdeldíalosdeslumbró.Ivánsalióprimeroyayudóasuamiga,atragantadaconelpolvo.Sacódesumochilalacantimploraylediountrago.
—Gracias.Nopodíarespirar.Miraronasualrededor.ElviejoteatroendondehabíaactuadoCatalinaDubois,la
vendedoradeentradas,habíasidodemolido,yunterrenobaldíoloreemplazaba.Losrodeabanpastosaltosyalgunosrestosdemampostería.Caminaronhacialaparedquelosseparabadelacalle.Comonohabíapuerta,tuvieronquetreparlapared.
—Mirá cómo estoy —dijo Anunciación. Tenía las manos sucias, revoque ytelarañasenelpelo,lacarablancademampostería…Ivánnoestabamejor,peronoeraalgoquelepreocupara.
—Estamossucios,pero loconseguimos—dijo Iván,mirando lacallequeantesnohabíapodidocruzar.
—Todaunahazaña.Estamosenlaveredadeenfrente.—Para mí sí es una hazaña. Sé que todavía no salí del laberinto, pero haber
escapadodeesamanzanayaesalgo.Enlaentradadeunedificiodepiedragrisencontraronunacanillaqueseusaba
parabaldearlavereda.Ahíselavaronlasmanosylacara,tratandodenomojarselaropa.Llenaronlacantimplora.DespuéscaminaronhastalaesquinaeIvánprobódenuevosipodíacruzar.Nohabíacaso:estabaencerradoenunanuevamanzana.Estavez era una manzana un poco más animada: había una panadería, una librería deartículosescolares,unjardíndeinfantes…
—¿Cambiarálaseñal?—preguntóAnunciación.—Nocreo—dijoIván—.Busquemosdenuevoaltoro.Yempezaronaexplorar.Alospocosminutoshabíandadolavueltaalamanzana.—Estamosdondeempezamos—dijoIván.—Tenemosquemirarmejor.Seguroquehayalgoquepasamosporalto.Y en la segunda vuelta encontraron la señal del toro, Estaba en un pequeño
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volantepegadoconcintascotchalpostedelsemáforo.Eraunvolanteamarillo,queteníalosdocesignosdelZodíaco.Ydecía:
MARUK.ASTRÓLOGO.VIDENTE.HIPNOTIZADOR.
YMarukvivíaenlacalledelaAzucena371,2oE:unedificioantiguo,queestabaenesamismamanzana.
Tocaron el portero eléctrico, y después de un buen rato respondió una voz dedormido:
—¿Siií…?—VenimosaveralastrólogoMaruk.—¿Tienenparapagarlaconsulta?—¿Cuántoes?—100pesos.Ivánbuscóensusbolsillos.—¿Y?¿Tienenonotienen?—dijoeldormido,ahoraunpocomenosdormido.—Siesadivino,deberíasaberlo…—dijoAnunciación.—¡Bromistas! ¡Todos los días un nuevo bromista, que toca el timbre porque
molestaresgratis!Ycolgóelporteroeléctrico.Ivánvolvióatocardenuevo.—¿Yahoraqué?—Disculpeamiamiga.Venimosenserioahacerunaconsulta.—Lapuertaestáabierta.Subanhastaelsegundo.Empujaronlapuertadehierroyentraronalhalldeledificio.Enlaentrada,enuna
mesitademármol,seacumulabancartasyenvíospostalesdemuchotiempo.Algunossobreshabíancaídoalsueloymostrabanhuellasdepisadas.Elascensorderejalucíauncartelitodenofunciona.Subieronporlaescalera.Elquelosesperabaarribaeraunhombremuchomás joven de lo que habían imaginado.Estaba con un pantalón depijama rayado, pero se había puesto de apuro un saco de solapas brillantes que lequedaba tres talles grande. Los saludó inclinando el torso hacia adelante, con unareverencia.
—SoyMaruk,pasenporfavor.Pasaron a una pequeña sala de espera, con un sillón de tres cuerpos. En una
vitrinaseveíanfrascosconsustanciasdecolores,unacalaverahumanaamarillenta,unamanodeyeso,unacobraembalsamada.
—Disculpenquelosatiendasolo,esquemisecretariaseenfermó.Hablandodeeso, los 100 pesitos, por favor…Mejor terminar primero con el asuntomonetario,parapasardespuésalostemasdelespíritu.
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Ivánpusoensumanoelbillete.Se sentaron frente aunamesa.Comohabía solodos sillasyuna laocupaba el
astrólogo,IványAnunciacióntuvieronquecompartirlaotra.—Ustedesdirán…¿enquépuedoayudarlos?—Nosabemos.—¿Nosaben?AnunciaciónmiróaIván.—Serámejorquelecontemoslahistoria…Sino,novaaentender.Ivánlecontóloquelehabíapasadoycómolaimagendeltoroloshabíallevado
hastaallí.Deinmediatoelastrólogohizochasquearlosdedos.—¡Yolosestabaesperando!—¿Había adivinadoquevendríamos?—preguntóAnunciación, tratandodeque
suvozsonaraseria.—Enrealidadno…Lesvoyadecirlaverdad.Elqueseencargadeestenegocio
esmipadre.Yoreciénempiezo.ÉlsefuedeviajeaOriente…—¿LaIndia…?—Montevideo.Medejóacargodetodo.Cartasnatales,adivinación,hipnosis…
ademásdepagarlascuentas,barrer,lustrarlasbolasdecristal…Tambiéntengoqueencargarme de los cursos de hipnosis por correspondencia. Pero lo que les queríacontar es que hace una semaname llegó un sobre. Esemensaje, firmado por «unamigo»,decíaquevendríaunniñoyquepediríaayuda.
—Yanosoyunniño,tengotrece—dijoIván.—Alosojosdelhombresabio, todossonniños—dijoelastrólogo—.Elsobre,
comolesdecía,incluíaciertodinerillo,novoyarevelarlacantidad.Yoesperabaunsoloniño,nodos,poresonosemeocurrióqueeranustedesaquienesesperaba.
—Ellaesmiamigaymeayuda.—Loquedecíalacartaeraqueyodeberíausarmiarteparapermitirlecruzarla
calle.Anunciaciónseentusiasmó:—Estoyseguradequeconlahipnosisustedpodráliberarloporcompletodeeste
estado…—No,querida,no.Yohiceuncursodehipnosisdetresclases.Puedohipnotizarlo
hastaquelleguehastalacuadradeenfrente.Nomás.Sontrancesdecincominutos.Marukempezóabuscaralgoenloscajonesdelescritorio.Sacóunalapiceraque
lemanchólosdedos,unaspiedrasdecolores,unosnaipesdetarot…—Bueno,puedecomenzar—ledijoAnunciación—.Laverdadesqueestamosun
pocoapurados.—Necesitoelpéndulo.Nosédóndelopuse.—¡Elpéndulo!—seacordóIván—.Tengounoenmímochila.
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Metiólamanoentrelascosasquehabíanllegadoporcorreoysacóuncordeldehiloamarilloconunpesodeformasemejantealasplomadasqueseusanenpesca.
—Ustedes son un poco extraños. ¡Nadie lleva un péndulo en sumochila! Peromuchas gracias igual. Puedo adivinar el futuro con bastante facilidad, pero nuncaadivinodóndedejoelpénduloyterminocomprandodeapurounaplomadadealbañilen la ferretería. Para cuando vuelvami padre tendré que poner este consultorio enorden…
EmpezóahaceroscilarelpénduloaunosveintecentímetrosdelanarizdeIván.—Relaje loshombros.Nohaynadadequépreocuparse…Tiene sueño,mucho
sueño…Iváncerrólosojos.—Éxito,sedurmió—dijoAnunciación.—No, fracaso. No debería dormirse. Debería entrar en trance, que es algo
completamentedistinto.Vamosadespertarlo.Golpeóconlaspalmas.—¿Sí…?—preguntóIván,abriendolosojos.—Probemosdenuevo.EstavezIvánsequedóconlosojosabiertos.Muyserio.—Funcionó. ¡Yo sabía que iba a funcionar! Papá se va a ponermuy orgulloso
cuandolecuente.—Entonceseslaprimeravezque…—Lasegunda,enrealidad.Laprimeraprobéconmimamá…perocreoqueella
sehizolahipnotizada.Soyhijoúnico,memalcría.Unavezlehiceunhoróscopoyleanunciéque ibaasufrirun tropiezoen lacalle.Yella, solopordarme la razón,sellevópuestounsemáforo.Pasólanocheenobservaciónenelhospital.
—Esasíqueesunabuenamadre—dijoAnunciación.Lasuyanuncaharíanadasemejante.
—Iván,levántese.Ivánselevantó.—Ahorasalgaporlapuerta,bajeporlasescalerasycrucelacalle.Iván,obediente,comenzóacaminarhacia lapuerta.Casinoledabaa tiempoa
Anunciaciónparaalcanzarlo.—¿Ycómolodespierto?—Esoloexplicabanenelcursodecincoclases.Yohiceeldetres,máscortitoy
barato.Perosupongoquesevaadespertarsolo.—¿Supone?—Y… la gente siempre se despierta. Si no, estaríamos rodeados de gente
hipnotizada.Anunciación no pudo seguir conversando. Tuvo que lanzarse escaleras abajo.
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Ivánhabíaabiertolapuertadeldepartamentoyavanzabasinapuroperosinpausaporlasescaleras.Suamigateníamiedodequesetropezaraycayerarodando.Iván,consupasosolemne,llegóhastalaplantabajayatravesóelpasillosembradodecartas.
Anunciaciónsepusoasulado.—Iván, estamos amitad de cuadra, así que tenemos que ir a la esquina y allí
esperarqueelsemáforoestéverdeyquedejendepasarlosautosparacruzar…Pero Iván no escuchaba nada. ¡Qué difícil es enseñar educación vial a las
personashipnotizadas!Seguíacaminando,yconlosojoscerradosbajóalacalle.Untaxifrenóconchirridodegomas.Elconductorempezóainsultar:
—¡Mirenpordóndevan,infelices!—Essonámbulo,merecemásrespeto—gritóAnunciación.—¡Mereceunbaldedeagua!El manubrio de una bicicleta lo rozó, pero él siguió como si nada. El ciclista
perdióelequilibrioyterminóenelsuelo,conelmanubrioentresusdientes.—¡Mfffbrrjjjj!—gritóelciclista.Anunciación no entendió lo que decía, pero imaginó que no eran cosas
agradables.Porfinhabíanllegadoalaveredadeenfrente.Estabansalvados.—Yaestá.Cruzamos.Ahoradeberíasdespertarte…Oalmenosdejardecaminar.Pero Iván seguíaderechohacia lapuertadeunnegocio.Se ibaadar la cabeza
contra el vidrio. EntoncesAnunciación corrió y antes de que Iván llegara abrió lapuerta.
Se arrepintióde inmediato.Hubiera sidomejordejarque se estrellara contra lapuerta. Tal vez eso lo hubiera despertado. El negocio era un bazar. Había platosdecorados y copas de cristal tallado y jarrones con rosas y dragones chinos deporcelana. El dueño, un hombre de enormes bigotes, s acercó con una sonrisa,pensandoqueeranclientes.PeroalvercómolaniñaibasacandolaspiezasdecristaldelcaminodeIván,lasonrisadesapareció.
—Disculpe —decía Anunciación, y corría una lámpara de pie, levantaba unflorero,aduraspenasdesviabaaIvándeunpalaciodecristal.
—Sinodejademoverlascosasdelugar,voyallamaralapolicía—lesgritóeldueño.
Nohaytiempoparallamaranadie.Tienequevaciarlavitrinadelfondo.Ivánsedirigíacomounafatalidadhacialosanimalitosdecristal:ciervosconlas
patas finitas, payasos que llevaban globos, cigüeñas que cargaban bebés… prontoaquelmundodecristalquedaríahechoastillas.
El hombre de grandes bigotes trató de interceptarlo, pero no había manera dedetenerlo.Cuandoeldueñodelbazarlecerrabaelcamino,Ivánsehacíaaunlado,chocandocontralasvitrinaslaterales.Elpobrehombreteníaqueesmerarsecomoun
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malabaristaparaatajarenelairelasjarrasycopasdecristal.Iván,sonámbulo,seguíasucamino.Yasíllegóhastaelfondo.
Justócuandosunarizempujóunelefantedevidrio,abriólosojos.Anunciaciónalcanzóaatajarelelefanteenelaire.
Ivánmiróperplejoelanimalenlasmanosdesuamiga.—Unelefante.¿Peronoerauntoroloquebuscábamos?—Ydespués,almirara
sualrededoresemundodecristal,preguntó—:¿Porquémetrajisteacá?¿Tenésquecompraralgúnregalo?
Suamigaseliberódelatensióndándoleunalevepatadaenelmuslo.—¡Ay!—Estabasapuntoderompertodo.¿Conquéíbamosapagarlo?—Concincoañosdeprisión—dijoeldueño,mientrasvolvíalascosasasulugar
—.Ysinoquierencomprarnada,váyanseyaynovuelvannunca.Salieronaliviadosdelnegocio.—No importa cómo cruces de acá en adelante, pero te advierto que hipnosis
nuncamás—dijoAnunciación.
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acasadelaprofesoraDaiminonoestabataninvadidademalezascomoladelaseñoraMáspero.RíosyLagosgolpearonalapuerta,queseabriódeinmediato.
—Buendía,profesora.Laprofesoralanzóunsollozo.—¿Tantristeseponedevernos?—Me recuerdan a mis germinaciones. ¡Por mi culpa, toda la ciudad será
destruida!¡Ningunamaestraenlahistoriahahechotantodaño!¿Podemospasar?La profesora se hizo a un lado para que entraran.Había dos sillones amarillos
junto a una mesa ratona con vanos libros abiertos. Las páginas mostrabancomplicadosdiagramas.Ríos,curiosodetodo,lesechóunamiradadisimula.
—¿Ysumarido?—EnlaCapital.Porsutrabajo,élvayviene.Seríabuenoqueestuvieraaquí,pero
notienecómollegar.Lasrutasestáncortadas.Volvióasollozar,estavezporlasrutascortadas.Despuésfuealacocinayvolvió
contrestazasdeté.—¿Sevan a dedicar a los juegos cuando crezcan?—les preguntó. Parecíamás
calmada.—Yoquisierafabricarjuegosdemadera.Losdadossemedanbastantebien—
dijoLagos.—Enesamateriatesacasteuntres—lerecordóRíos.—¿Quiéndijoquelosdadostienenqueserperfectos?¿Porquénopuedentener
unnúmerofavorito?—¿Yvos,Ríos?—Cuandotermineelcolegio,esperoirmedeZyl.Estoycansadodelosjuegos.Laprofesorasuspiró.Ensususpiróqueríadeciralgoasícomo«Yotambiénsueño
con ciudades lejanas». PeroRíos yLagos, temerosos de que se pusiera a llorar denuevo(nuncasesabedóndeterminanlossuspiros),seapuraronahablar:
—TenemosdosencargosdeIvánDragó—empezóRíos.—¿Yporquénovinoélenpersona?—SefuedeZyl.EstáenlaCapital—dijoLagos—.Primerencargo:tenemosque
decirlequeustednotienelaculpadeloqueestápasando.LadestruccióndeZylesunmododepresionaraIvánparaqueentreenelconcursodelClubAriadna.
—¿ElClubAriadna?¿Eldeloslaberintos?Pensabaqueyanoexistía.—Iván recibió una invitación. Y se fue rumbo a la ciudad, sin el permiso del
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abuelo,paratratardesalvaraZyl.—¿Asíquenotengolaculpa?—Lasgerminacionesnotuvieronnadaquever—dijoRíos,—Igual, por triste que la pongan las germinaciones, las notas quenos puso así
quedan,¿no?—Sí.Lasnotasnosetocan.—Las notas no son lo importante ahora, Lagos —dijo Ríos—. Pasemos al
segundoencargo.Ivánqueríapreguntarlelosiguiente,profesora:¿quésabeusteddeloslaberintosdeMadameAracné?Nuncalosmencionóenclase.
—Esasnosoncosasparaconversarenlaescuela.—¿Porquéno?—Porquesetratadejuegosdepuramaldad.—Peroahoravamosatenerqueconversardeeso.PorqueIvánestájugandoenun
laberintohechoporMadameAracné.—Diosmío—dijolaprofesora,llevándoselamanoalcorazón.—EIvánquieresabersitienenalgunaformaespecial…—…algúnsecreto…—…algúntruco…La profesora se quedó pensando. Respondió levantándose el dedo índice de la
manoderecha,comosidieraclase.MadameAracnéerafamosaporsuslaberintosvegetales.—Comoelquenosinvadió.Laprofesoraseñalóeljardín.No,estonoespropiodeella.Estoesuncaos,simplementeuncaosdeplantas.
Los de ella eran ordenados, geométricos, terribles. Después pasó a hacerexperimentosdelaboratorio…CuandoBaldanivisitónuestropaís,MadameAracnélometióenunlaberintoquelollevóalalocurayalamuerte.Comolainvestigaciónpoliciallaseñalabaaella,desapareció.YnosevolvióasaberdeAracné.Puedeestarviva,puedeestarmuerta.
—Y esos laberintos vegetales, ¿tenían algún truco especial, algo que le puedeserviraIvánparasalir?
—Nolosé.Nuncaquisemetermeenesostemastanoscuros.Laprofesoraempezóacaminarporlasala,nerviosa.Fuehastalaventana,corrió
lacortinaparaqueentraramásluz,peroalverquelasplantastrepabanporelvidriovolvióacerrar.
—Aab,elfundadordelaZyl,conociópersonalmenteaMadameAracné.Yséqueescribióunartículosobreloslaberintosvegetales.
—¿Élmismoselocontó?—No,todofueantesdequeyonaciera.¿Quéedadcreenquetengo?
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Nohubieransabidodecirlo.Laedaddelagentenoeraalgoquelespreocupara.—¿CómosabequeAabescribióeso?—Un profesor me lo contó. Un profesor quemurió hace diez años. A Aab le
preocupaba mucho la maldad en los juegos. Estaba estudiando la forma en quemuchos inventores se inclinaban sinmotivoalgunohacia lamaldad.Comoocurriótambién conMorodian, que hizo de la vida de IvánDragó su propio juego, y queinvadióelpaísenteroconsusJuegosProfundos.
TodossequedaronunmomentoensilencioalrecordaraMorodian.LosterriblesjuegosdeMorodianhabíanllevadoaZylalaruina,yhabíanpuestoaIvánDragóalbordedelamuerte.PorsuertelaCompañíadelosJuegosProfundoshabíacerrado,ylasinvencionesdeMorodianhabíandesaparecidodelasgrandesjugueterías.Devezencuandoseencontrabaalgunoenelsótanodealgunapequeñajugueteríadebarriooenmanosdecoleccionistas.Lacasa familiardeMorodianseguíaenmediodeZyl,vacía,conlasventanastapiadas.
—¿DóndepuedenestaresospapelesdeAab?¿Enlabiblioteca?—preguntóRíoscon temor.No quería tener que ir a hablar con la bibliotecaria Palanti, que seguíaacusandoasupadreporladesaparicióninexplicabledesugato.
—No.Creoque están en elMuseodeZyl. ¿Por quéno le preguntan aZelmarCanobbio?Ahíestáel teléfono.—Señalóunamesitadondeestabanel teléfono,debaquelitanegra,yunaguíatelefónica—.Ah,no,ciertoquenofuncionan.
—Noimporta.Vamosahoramismoaverlo.Laprofesoralosacompañóhastalapuerta.—SiIvánentrórealmenteenunlaberintotejidoporMadameAracné,entoncesva
anecesitardetodalaayudaqueseaposible.Yselargóasollozar.—Paraesoestamos losamigos—dijoLagos—.Y,con tantasdistraccionesque
tenemosestosdías,nosevayaaolvidardeldiez.
IványAnunciaciónrecorríanlamanzanaenbuscadealgunaseñaldeltoro.¿Notenéshambre?—preguntóIván—.Yosí.—¿Ya?Perosiacabásdedesayunar.—Lahipnosisdahambre.Iván miró, a través del cristal de la rotisería, cómo media docena de pollos
girabanenelspiedo,sinpausa.Anunciaciónseinterpusoentreélylospollos.—Todavíaestáncrudos.Hagamosunamanzanamás,yentoncescomemosalgo.—Peronovamosapodervolveraestelugar.—Habráotrossitiosdondecomerenlapróximamanzana.—Estábien—dijosinganas—.Hastanunca,pollos.
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Ivánsesentóenelescalóndelaentradadeunedificioysepusoamirarlascosasensumochila.Habíanusadolalinterna,lallave,elpéndulo…
—Quedanmuchasmanzanasporrecorrer,yaquehayunascuantascosassinusar.—Alomejorencontramosunasalidasecretadellaberintoynonecesitamosnada
más.—¿Yesteparaguas?¿Paraquépuedeservir?Nohayunanubeenelcielo.—El tiempo cambia. A lo mejor los que armaron el laberinto leyeron el
pronósticoeneldiarioyanunciaballuvia.Alosdosse lesocurrióotraposibilidad:queel laberintoduraramuchosdías,y
queelparaguasleshubierasidodadoparaunalluviatodavíalejana.Esoselodijeronconlosojos,porqueningunoseanimóapronunciarpalabra.
Ivánmetióelparaguasadentroycerrólamochila.—Meacuerdoquetegustabainventarjuegos—ledijosuamiga.—Sigohaciendojuegos.HayenZylunafábricapequeñadejuegosdecartón.Yo
inventéparaellosElviajealpolo,PirámideyMundosubterráneo.Misamigos,RíosyLagos,meayudaron.
—¿Quéhayquehacerparainventarunjuego?—Primerohayqueelegirunescenario.Unaselva,undesierto,uncirco.Puedeser
unescenariochico:porejemplouncombatedehormigasnegrasyrojasenunahoja.Opuedesergrande:elmundoentero.Omásgrande,elsistemasolar.Enlosjuegos,eluniversoentraenunacajita.
—¿Ydespués?—Casitodoslosjuegosmuestranviajesoguerras,asíqueparaelqueempiezaes
mejorquesedecidaporunouotro.Elajedrez,lasdamas,elgoytodaclasedejuegosconfichasnegrasyblancasoazulesyrojassonjuegosdebatallas.ElJuegodelaocay todos en los que hay que recorrer un itinerario lleno de trampas son juegos deviajes.
—Ellaberintoesunviaje—dijoAnunciación.—Sí.Nosabemosadondevamos,peroviajamos.Aunquenomedicuentaenese
momento, tuve un punto de partida, que fue cuando comí la manzana. Y hay enalgunaparteunpuntodellegada,unasalida.
—Peroestelaberintoesunabatallatambién.—No.Esunviaje,nadamás.Recorrouncamino,tratodeavanzarcondificultad
deunacasillaaotra.AAnunciaciónnolaconvencíanlasrespuestasfáciles:—Alguien te encerró sin avisar. Alguien te empujó a esta trampa. Aunque el
enemigo esté escondido, aunque no sepamos su nombre, estamos peleando unabatalla.
Ivánibaaresponderlequenoestabadeacuerdocuandocasisechocaronconel
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toro.Erauntoromecánicogigantesco.Lapieleranegraybrillante,ylosojosestabanhechosconpiedrasamarillas.Eltoromirabaconunamezcladefuriaymaldad.Loscuernos blancos apuntaban a lo alto.Estaba en la entrada de una sala donde habíavideojuegos, flippers y algunos juegos mecánicos. Un camión de bomberos, unaspequeñasnavesespacialesqueselevantabanapocaalturadelsuelo,uncaballito,unacalesita.Niempleadosniniñosalavista.
—Esta vez a la señal no la dejaron escondida. Es imposible no verlo —dijoAnunciación.
—Peroestetoronoseñalaaningunaparte.Nohayningúntúnelporrecorrer.Yseguroquenomehipnotizará.
—Talvezloveasdistintounavezquetehayassubido.Alomejordesdearribasevealgunaseñal,algunapistaquedesdeabajonollegamosaver.
Ivánsesentíaunpocoridículo.—Nocreoqueveanadadesdeallí.—Paraencontrarlaspistassenecesitasiempreuncambiodeperspectiva.Iván,resignado,decidiósubir.Mejoresoquediscutirconsuamiga.Pusoelpieen
unestriboquecolgabaa loscostadosyconalgúnesfuerzo llegóhasta lagrupadelanimal.Desdearribaeltoroparecíaaúnmásaltoquedesdeabajo.Eraciertoqueseveíanmáscosas,peroningunaquesirvieraparacruzarlacalle.
Unamujerllevabalabolsadelascomprasllenadefrutas.Unanaranjarodóporlavereda:lamujer,enlugardebuscarla,hizoapenasungestoconlamano,comosiladespidiera.
Unhombredetrajetropezóconunabaldosafloja.Elaguaescondidalesalpicóelpantalóngris.Lainsultó.Labaldosa,indiferente.
Uncarterosacóunsobredesubolsadelonaysequedómirándolomaravillado,comosivieraunaestampillaporprimeravez.
Unanenadeguardapolvoblancoyalmidonadoesperabaquesumadresalieradelapanadería.Mientrastanto,sacódesubolsilloelpapelmetalizadodeunchocolate,lequitólacapatransparenteyluegofrotóconellaelpapelcontralapared,hastaquequedólisoybrillante.Conunlápizescribióalgoenelpapel(talvezelnombredeunchicoquelegustabaoundeseosecreto)yloguardóenelbolsillo.
Ivánviotodoeso,peronovioningúnpuentequelepermitieracruzarlacalle.—¿Y?—preguntóAnunciación.—Nada. —Le dio vergüenza decir que había estado prestando atención a las
cosasrarasquehacíalagente.Yalfindecuentasnadiehacíacosasmásrarasqueél.—¿Ningúntoro?—Solamenteeste.—Aver,dejameamí.Iván le tendió lamano.YAnunciación, ayudada por Iván, también se subió al
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torogigantesco.Estabacompletamenteconvencidadequeellasíibaaveralgo,perodespuésdeunratotuvoqueaceptar:
—Noveonada.—Telodije.Bajemos.Peroentoncesdescubrieronqueveníahaciaellosunhombredecamisanaranjay
corbataverde.Sobrelacorbatallevabaescritoelnombredelparque:DreamPark.Yteníacaradeestarescandalizadoporquealguienhubierasubidoaltorosinpermiso.
—Soy el gerente de marketing, publicidad y erre erre hache hache deDreamPark.
—¿Quéquieredecirerreerrehachehache?—Recursoshumanos.—¿Recursos humanos? —Anunciación estaba extrañada ¿Qué recursos podía
haberquenofueranhumanos?¿Exraterrestres?—Recursoshumanosquieredecirque,sihayqueecharaalguienenlaempresa,
loechoyo.Noesquemehagafeliz,pero…Bueno,enalgunoscasossímehacefeliz.Ycomogerentedecomunicaciones,lescomunicoquenoabrimostodavía.Vuelvanmástarde.Ah,yademásestáprohibidosubiral toro.Estoúltimose losdigocomogerentedeseguridad.
Anunciaciónhablódeinmediato:—Miamigoqueríajugarunasolavez.—En este toro jugar significa caer. Pero además es imposible. Está fuera de
funcionamiento.—¿Porqué?—Nosé.Nosoyelgerentetécnico.Elgerentetécnicoesuninfelizqueganaun
treintaporcientomenosqueyo.—Peromiamigoyasevadelaciudad.Essuúltimaoportunidad.Ivánnoestabasegurodequerervercómoeltoroseponíaenfuncionamiento.—Ya lesdije,ni siquieraestá enchufado.Desdeque trabajoaquí,nadie lousó.
AdemáselDreamParkestácerrado.Abrimosenmediahora.Anunciaciónsacóunbilleteyselotendiódesdearriba.—Conestopuedocomprarvariostickets.—Yalesdije,nofunciona.—Apesardeeso,elgerentedemarketingydemuchas
cosas más se guardó el billete en el bolsillo—. ¿Por qué pagar por algo que nofunciona?
—Peroustedyaseguardóelbillete…—Soloparaquetenganelprivilegiodeestarallíarriba,contemplando…bueno,
loqueseaquecontemplen.Ydesacarseunafoto,sitienencámara.—Notenemos.Vamos,enchúfelo,porfavor.Elhombrehizoungestodefastidio.
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—Comoquieran.Elclientesiempretienelarazón.Fue hasta la pared con el cable en lamano y lo enchufó.Al hacerlo saltó una
chispa.—¿Vieron que ni funciona…? Lo único que van a conseguir es un corto
circuito…—Ademásdeenchufarlo,tienequeponerleunaficha.Elgerentedemarketing,publicidadyrecursoshumanosseacercóalamáquina.
Sacóunapequeñafichadeplásticoverdedesubolsillo.—Estassonlasfichasquevendemos.Ycomoven,noseadaptanalmecanismo
deltoro.Necesitaunasfichasgrandesqueyanotenemos.—¡Nosotrossí!—dijoAnunciación.YcomoestabaatrásdeIván,pudobuscaren
sumochilasinproblemas.Sacólagranfichademetal,condosranuras.—¿Meharíaelfavordeponerlaenlamáquina?Asínotengoquebajar.—Comoquieran—dijoelgerente.Ypusolafichaenelaparato—.Veránqueni
confichafunciona…Pero,apenascayólaficha,hubounruidosordoenelinteriordelabestiayeltoro
bajósuavementelacabeza.—Sentíalgo—dijoIván.—Sí,meparecequeunpoquitosemovió—dijosuamiga.—Purasugestión—dijoelgerente.Eltorobajólacabezalentamente,comosifueraunabestiatímidaysumisa.Pero
lalevantódegolpe.Loschicos,sorprendidos,dieronungrito.Anunciaciónseagarrócon fuerza de la cintura de Iván. Iván, de los cuernos del toro. Los corcoveos delanimal,alprincipiosuaves,sehicieronmásbruscos.
—¡Mequierobajar!—gritóAnunciación.Iván hubiera estado de acuerdo. Desde que sus padres lo habían llevado a un
parquedediversionescuandoteníasieteaños,siempreleshabíatenidomiedoalosjuegosmecánicos.Hasta lacalesita lehabíaparecidopeligrosaaquellavez.Peronioyóloquedecíasuamiga,porquedesdealgunapartedelinteriordelanimalsonaba,estridente,unacancióndelOestequeloensordeció.
Anunciación abrazaba con tanta fuerza a Iván que este sentía que no podíarespirar.EnunodeloscorcoveosAnunciaciónsesoltódeIványquedócolgadadelflanco izquierdo del toro. Sus piernas se sacudían con cadamovimiento. Bastó unsacudónmásparaqueAnunciaciónsesoltaradeIványcayerasentadaenelpiso.
IvánnisediocuentaqueAnunciaciónestabaabajo.Susmanosseguíanfirmesenloscuernosdelabestia,mientrassucuerpo,concadagolpe,saltaba.Ahoraeltoro,detantoagitarse,avanzabaporlavereda.
—¡Ayúdemeapararlo!—legritóalgerentedemarketing.—Ayúdelo—pidióAnunciación,queseguíasentadaenelsuelo.
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Elgerentelomirabacondesaprobación.—Ey, vuelva aquí de inmediato. ¡Está prohibido sacar los juegos de la sala!
¡Seguridad!Pero,comonoveníanadiedeseguridad, fueadesenchufar lamáquina.Apenas
tocóelcable,unchisporroteoloasustó.Decidiócambiardetáctica.—¡Policía!¡Serobaneltoro!Eltoroyaestabacruzandolacalle.Unautosedetuvoconunafrenada.Unamoto
de reparto de pizzas cayó sobre el pavimento. Iván estaba a punto de soltarse ydejarse caer cuando se le ocurrió que el toromecánico era la única posibilidad decruzar.¿Perocómoloharía?Sibienavanzaba,eraevidentequeelcablenoseríatanlargocomoparaqueelanimalllegara,conlafuerzadesussacudones,alaveredadeenfrente.
Elcableestabatenso.Uninstantemásysedesenchufaría.Comosieltorosupieraqueeljuegoestabaapuntodeterminaryqueerahoradedarlomejordesí,hizounúltimocorcoveo,másfuertequelosanteriores.Yaeramenostoroquecatapulta.LasmanosresbalaronporloscuernoseIvánfuelanzadohacialaveredadeenfrenteporsobrelosadoquinesdelacalle.Chocódefrentecontraunpostedeluz,quealcanzóarodearconsusbrazos.Aturdido,sedeslizóhaciaabajoyquedósentadoalospiesdelposte.
Anunciación cruzó la calle corriendoy fuehacia él. Iván logróponersedepie.Sobrelacejaizquierdaempezabaaformarseunmoretón.
—Meduelelafrente—dijoél.—Amímeduele…—habíacaídosentada,asíqueprefiriónodecirquéledolía.Miraron al toro, ya desenchufado, que de pronto había perdido las ganas de
escapar.—¡Socorro!—gritabaelgerentedemarketingyde todo—. ¡Estosdelincuentes
quisieronrobarseeltoro!¡Policía!Pero lapolicíano llegabay lagenteno lomiraba:solo teníanojosparael toro
mecánicoqueocupabalacalle.Uncamiónquetransportabamueblesfrenódegolpe,pero los neumáticos resbalaron y lo embistió. El toro se derrumbó contra losadoquines.LacabezasedesprendiódelcuerpoyrodósobreelasfaltohastallegaralospiesdeIván.
Laspiedrasamarillasdesusojosparecíanmirarloconfuria.
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LALAGUNADELOSSARGAZOS
AntesdequeRíosyLagos llegaranalmuseosecruzaronenlaesquinade laplazacentralconlamadredeLagos,queestabahechaunafuria.Zamarreóasuhijo.
—¿Dóndetehabíasmetido?—¡Acordatedeldiez!—gritóLagos.Eracomounescualoprotector.Lamadrerecordóelmilagroysetranquilizódeinmediato:—Undiez.Elprimerdiezen…cuántosaños…—Enseguidavolvióalarealidad
—.Tuhermananoaparece.Ayudameabuscarla.Lagosdijoquelabuscaríaenlascasasdelasamigas.LedijoaRíos:—Mimadremereclama.Andásoloalmuseo.YotengoquebuscaraFederica.—No,vamosjuntos.Yempezaronacaminarporentrelascallesinfestadasdeplantas.—Buscaramihermana.Quéfastidio,¿no?—Sí, teentiendo,quéfastidio—perosuvozsonóapagada,sinconvencimiento
—.¿Ydóndelabuscamosprimero?—Enlacasadesumejoramiga,Paula,lachicaalta.Lacasaestájuntoalaplaza.DespuésLagosdijo,comoalpasar:—OídecirquetegustaFederica.—¿Amí?—Ríossemostróindignado—.¿Quiéndijoeso?—¿Noserácierto,no?—No,cómomevagustar.Ellaes…es…tuhermana.—Menosmal,porqueaellatampocolegustás.Siemprehablamaldevos…Ríossehabíaquedadoinmóvil.—¿Quédice?—preguntósinvoz.Noeraunapregunta:erael fantasmadeuna
pregunta.—Eraunabroma…sihastamedijoquetequeríainvitararemaralalaguna.—
Losojosseabrierondegolpe—.¡Lalaguna!Ahídebeestar.Enlosúltimostiemposesloquemáslegustahacer.Sellevaunlibroysevaaremar.Cuandosalíadecasamedijoalgodeunremoroto,peronoleprestéatención.¿Quiénlesprestaatenciónalashermanas?
—Nosé.Yonotengohermanas.Ríossoloteníaunhermanomayor.Atravesaronlaplaza,queestabairreconociblepor lasmalezasquelacubrían,y
llegaron a la orilla. La superficie de la laguna estaba completamente cubierta deplantasacuáticas.Lasplantasteníanunosbulbosamarillosquelespermitíanflotaryunoslargoshilosverdeclaro.Alolejosseveíaunbotedemadera,atrapadoentrelas
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plantas.DesdeelboteFedericalossaludó.RíosyLagoscaminaronporelmuelle,paraestar lomáscercaposibledelbote
varado.Elmuelleeraunaendebleconstruccióndemaderaqueentrabadiezmetrosenlalaguna.
—¡Vamosarescatarte!—legritósuhermano.YporlobajoledijoaRíos—:Perono sé cómo. A ella mejor le escondo que no tenemos ningún plan, porque puedeentrarenpánico.
Federica no parecía a punto de entrar en pánico, sino feliz de que hubieranllegado a rescatarla. Semiró en un espejito de plata que llevaba en la cartera y searreglóelpelo,comosiestuvieraapuntodesalirrumboaunafiesta.
—Trata de distraerse con lo que puede para no largarse a llorar —dijo suhermano.
Amarradosalmuellehabíavariosbotesdemadera.Subieronaunodelosbotes,pusieron los remos en sus toletes y soltaron la amarra.Perono sirvió de nada: losbotesestabanatrapadosporlasplantas.
—¿Quépodemoshacer?—preguntóLagos—.SiFedericanovuelveenunbuenrato,mimadremevaaecharlaculpaamí.
—¿Porqué?Estaveznohicistenada.—Peromimadremeretaporlasdudas.Cuandoalguienhizoalgomaloynosabe
quiénfue,meechalaculpaamí.Dicequelasestadísticasledanlarazón.Ríosmetió lamanoenelagua,comprobandoquelasplantassoloestabanenla
superficie.Despuésdijo,mientrassesacabalaszapatillas:—Bajolacapadeplantas,nohaynada.Porabajosepuedeavanzar.—Estamoscasienotoño.Elaguayaestáfría.—Nosemeocurreotracosaparahacer.Se sacó la camisa y luego se ató a la cintura una larga soga deshilachada que
encontróenelmuelle.—Cuandolleguealbote,leatamoslasogayvosteocupásdetirar.Ollamásatu
viejoparaquenossaqueconelauto.—Perfecto—dijoLagos,convencidodequeeraunplanimposible.YRíossaltóalagua.—¿Cómoestá?—preguntóLagos.—Alprincipioparecefría.Perodespuésdeunratoyaestáhelada.Nadóapenasunpardemetrossobrelasuperficie,porquelasplantasletrababan
losbrazos.Losbuclesverdesdelasplantasseenredabanensustobilloscomopálidasserpientesmarinas.Sesumergiómediometro,hastallegaralnivelqueestabalibredelasplantas.Detantoentantobuscabaunhuecoparasacarlacabezaytomaraire.
—¿Todobien?—preguntabaLagos.Cuandosacabalacabeza,Ríosapenaslevantabaelpulgarenseñaldeaprobación:
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noqueríagastaroxígenohablando.Cercadelbotesintióqueunosfilamentosse lehabíanenredadoconfirmezaen
lospies.Salióa lasuperficieenmediodeunnidodeplantas.Losbulbosamarillosbrillabancomosi tuvieranunavelaencendidaensuinterior.Elboteestabaacincometros y Federica miraba al nadador cubierto de plantas con más miedo queesperanza.
—¿Teatraparon,Martín?—preguntó.Al tener los tobillosenredados,Ríosnecesitabamantenersea flote solocon las
manos.Noeraungrannadador,yprontosintióquelefaltabaelaire.Federicasediocuentadequealgoibamal,yempezóadarfuriosaspaladaspara
acercarelbotealnadador.Cuandoestuvoasolodosmetros,seinclinóporlaproayle tendió el remo.Ríos alcanzó a tocar la pala con la punta de los dedos.Hizounúltimoesfuerzoyaferróconlasdosmanoselremo.Descansóuninstante,ahorasinnecesidad de moverse para flotar. Estaba con la respiración agitada y sentía losmúsculosentumecidosporelfrío.
—Hola,Federica—ledijo,conunrestodevoz.Ellahizounasonrisagiganteyletendiólosbrazosparaayudarloasubir.Elbote
sehabíainclinadopeligrosamenteaestribor.—Mejor sentate, así hacés contrapeso—dijo él. Federica obedeció y él pudo
subirsindificultad.—¿Yahora?—preguntóella.Ríoslemostróquehabíatraídoconsigouncaboatadoalacintura.—Elotroextremolotienetuhermano.Ahora,conayudadeunapoleaodelauto
detupapá,Lagosvaatirarparasacarelbotedelagua…Nopongasesacara,esunplanperfecto.
—¿Dejaste algo tan importante como el otro extremo de la soga enmanos deltaradodemihermano?
—Sí…Federicaseñalóhacialaorilla.EnalgúnmomentoLagoshabíasoltadoelcaboy
ahoraseagarrabalacabeza.—¿Ves?—Bueno,parecíaunplanperfecto.—Siunplantieneamihermanocomoparteimportante,noesunplanperfecto.Empezabaaanochecer,yunvientofríoveníadelSur.Ríos,mojado,tratódeno
temblar.Siempre lehabíagustadoFederica,peronunca lahabía invitadoa laplazadelCaballonegro,niatomarunhelado,porqueellaeramásaltayesolointimidabaunpoco.Y,ahoraqueporfinestabanjuntos,sehabíapuestoatemblaryletiritabanlosdientes.
—Laúnicasoluciónesquetratemosderemarhaciaelotroextremodelalaguna.
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—Nosvamosaalejarmuchodelmuelle.—Pero el camino al muelle está bloqueado. Y hacia el otro lado hay menos
plantas.—Sinosquedamossolosenmediode la laguna, lejosdecualquierpuntode la
orilla,¿cómonosvanasacar?—Tengamosconfianza—dijoél,sinconfianza.Muerto de frío, se puso a remar. Las palas de los remos golpeaban los bulbos
amarillos.LoponíanerviosoestarconFederica.Solopordarleconversacióndijo:—LeíelotrodíaqueenunazonadelCaribehaybancosdealgasquesellaman
sargazos. Son tan compactos que, cuando atrapan un barco, este se queda ahí,encalladoparasiempre.
—Qué lindo saber eso en este momento. ¿No conocés alguna anécdota sobregentequesequedóatrapadaenbotesyterminóahogadaocomidaporcocodrilos?
Ríospensó.—No,exactamenteasíno.Peromeacuerdodehaberleídoeneldiario…—Pero
seinterrumpió.Lagos,desdeelmuelle,saltabaygritaba.—¡Estánlocos!¡Vuelvan!—Mihermanopiensaqueelmuellevaapoderaguantarsussaltosmuchotiempo.
Legustandemasiadolospanquequescondulcedeleche.Yoensulugarnoconfiaríatantoenesasmaderaspodridas.
Pero Lagos seguía saltando, pidiéndoles que regresaran, mientras Ríos remabacontodassusfuerzasparaalejarsedelmuelle.
IványAnunciaciónentraronenunapizzeríaysesentaronjuntoalaventana.—Unapizzachicademuzzarellayhielo,porfavor—lepidióellaalmozo.—¿Paralabebida?—preguntóIván.—Paratucabeza.Teníalafrentehinchada.Antesdellegaralosbañoshabíaunteléfonopúblico.Ivánpusounamonedaenla
máquina.PerobastabaconmarcarelprefijodeZylparaoírunzumbido.—¿Y?—preguntóAnunciación.—Nada. Zyl sigue incomunicada. Los postes del teléfono deben haberse caído
conlatormenta.Entrelosrayos,losvientosylasplantas,nadaquedaenpie.—Bueno,sevanasalvardetenerclases.—Igualmegustairalaescuela.NoeslomismoqueelcolegioPossum.—¿Tevabienenlasmaterias?—En algunas sí… Diseño de Juegos, Dados y perinolas, Botánica Lúdica…
Bueno, en Botánica Lúdica saqué diez, pero gracias a esas plantas malditas. En
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Instructología oRedacción de reglamentos nome va tan bien. Lamateria la da elprofesor Darco, que se ocupa además de imprimir todos los manuales deinstruccionesdelaciudad.Yosiempremeolvidodealgunaregla…ylosreglamentostienenquecontemplartodaslasposibilidades.
Yenestejuego,enestelaberinto,¿voscreésquehayunreglamento?No sé. El laberinto es un juego tan antiguo que no tiene reglas escritas. En el
Juego de la oca no podés avanzar si no tirás antes el dado, porque una regla te loimpide.Peroenellaberintoeseimpedimentoesfísico.Sihayunreglamento,constadeunasolalínea:Estásatrapado.Salícomopuedas.Esoestodo.Lasparedessonelreglamento.
Después de comer la pizza, empezaron a dar vueltas a lamanzana. Pero no lohacíanconelpasorápidodeantes,sinolentamente,conmásánimodesiestaquedeexploración.
—Ojalánohubieracomidotanto.—Encontréalgo—dijoAnunciación,peroloquehabíatomadoporuntoroerala
fotodeunciervo,enunafichedeturismo—.Yaveotorosencualquierparte.Llegaronalaentradadelsubterráneo.—Entrelascosasquetedieron,¿nohabíaunatarjetadesubte?—Peronohayningúntorodibujadoquenosindiquequehayquebajar.—Escierto—dijoAnunciación.Buscaronalrededordelaentradadelsubte.Nada.Unhombredetrajeycorbata
subióalossaltoslasescaleras.Apocospasosloseguíaunamujervestidadegris,quetratabademirarseenelespejitoquehabíasacadodelacartera.
—¿Cómoesposiblequenoarreglenesecañoroto?—decíaelhombre—.Elaguacaeabaldazosenmediodelaestación.
—Noséparaquéfuialapeluquería—dijolamujer—.Teaviso:conestospelosalacenadehoynovoyniloca.
—Tenésqueir.Meloprometiste.Sinovamos,mijefenomeloperdona.—Tedigoquenovoy.Tengoaguayrevoqueenelpelo,Hubiéramosidoentaxi
envezdetomarelsubte…—¡Nopodemostomartaxistodoslosdías!—Tacaño…—Además,tenéselpeloperfecto.—Lesacóunpedazoderevoquededetrásdela
oreja—.Asíestámejor.Iván y Anunciación los vieron marcharse. Al llegar a la esquina ya se habían
amigadoyelhombretomabaasuesposadelacintura.AnunciaciónabriólamochiladeIvándandounfuertetirón.
—Podríaspedirpermisoalgunavez.Anunciaciónnolehizocasoysacóelparaguas.
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—Dijeronquecaíaaguadelaestación.Paraesotenemoselparaguas.—Perolaseñalsiguesinaparecer.Anunciación abrió el paraguas negro y lo levantó contra la luz del sol. En el
paraguassedibujaronsietepuntosdeluz.—Agujerosdepolillas—dijoIván.—No,noeseso.Estosagujerosestánhechosapropósito.—¿Paraquenosmojemos?DeprontoIvánrecordóunaláminaquehabíaenlabibliotecadelcolegio,conlos
dibujosdelasconstelaciones.—LaconstelacióndeTauro.Ivánrecorriólospuntosconeldedo,tratandodedibujaruntriánguloquesirviera
decabezaylosdoscuernos.—SihayalgoquenoselespuedereprocharalosastrólogosdelaAntigüedades
lafaltadeimaginación—dijosuamiga.
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B
ZANCORIA
ajaronporunaescaleradebaldosasrojasyllegaronhastaunaboleteríavacía.Ivánsaltóporencimadelmolinete,mientrasAnunciaciónponíalatarjetaenla
máquina.La estación estaba desierta.Había un agujero en el techo y caía agua sobre el
andén. Usaron el paraguas para pasar bajo la lluvia. En el andén de enfrente solohabíaunamujerqueleíaunlibro,sentadaenunbanco.Habíaunquioscoquevendíalapiceras, sellos de goma y unos sacapuntas color cobre,miniaturasmetálicas querepresentabanmáquinas de escribir, un submarino, laTorreEiffel, la Estatua de laLibertad.
Oyeronunrugidolejano.Acienmetros,losfarosiluminaroneltúnel.—Aquíviene.—¿Ysimehacemalsubirmeaesetren?—Nosemeocurreotracosaparahacer.Elsubteaparecióylasruedasrechinaroncontralasvías.Laspuertasdemaderase
abrieron.Enelvagónsolohabíatrespasajeros:unjovendecamperadejeanypelolargo, una chica con lentes que leía unos apuntes y un sacerdote de unos ochentaaños,quehacía esfuerzospornodormirse.El subte teníaespejosbiselados, e Ivánmiróenel reflejocómo lucían losdos juntos.«Parecemosdoschicosquesalenunsábado a la tarde.Dos chicos comunes.Nadie sabe que estamos en un laberinto»,pensó. Después se concentró en la cara de ella. Mirarla directamente lo poníanervioso,sobretodomirarlaensilencio,peroatravésdelespejonohabíaproblemas:ellanosabíaque laestabamirando,eracomosiotro, su reflejoynoél, lamirara.Peroelladeprontodescubriósusojosenelcristal.
—¿Quémirás?—lepreguntóella,unpocoavergonzada—Me gustaría tener unamáquina de fotos.Mis amigos Ríos y Lagos siempre
hablan de sus aventuras cuando yo no estoy, y parece como si todo fuera másinteresante porque recuerdan las cosas entre los dos. Si salimos de esto, vamos apoderrecordartodoestoentrelosdostambién.
En la primera estación no le pasó nada. No sintió el malestar que le habíasobrevenidoantesdecruzarlacalle.Porunmomentosesintiólibredelacondena.Yasí fue tambiénen lasegundaestación.Peroen la tercerasuamiga tiró tantodesubrazoquepensóqueseloibaaarrancar:
—¡Bajemos!Ivánlasiguióalostropezonesyalcanzóasaltarcuandoyaelvagónseponíaen
marcha.
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—¿Porquéeseapuro?Anunciaciónseñalólapared.Habíaunafichedepublicidaddeunrestaurante:LACAPAROJA.PESCADOSYMARISCOS.Eneldibujoseveíalafotodeuntoreroconlacapatendidasobrelaespada.Del
toronoseveíanmásqueloscuernos,yaquelatelarojalotapaba.IbanacruzarlosmolinetescuandoIvánlepidióqueesperara.Enelandénhabía
unacabinaparasacarfotosautomáticamente.—¿Funcionará?—sepreguntóAnunciación.—¿Porquéno?—¿Novistequeengenerallasmáquinasdelasestacionesnuncafuncionan?Las
que venden boletos, las de las golosinas, las de café o gaseosas… Las instalan,funcionantresdíasyserompenparasiempre.Siponésunamonedatelatragan.
—Estavezvaafuncionar.Puso un billete en la máquina y apretó un botón. Abrieron la pequeña puerta,
corrieron una cortina negra y entraron en la estrecha cabina. Se sentaron muyapretadosenunbanco.FrenteaellosuncarteldecíaMIREESTEPUNTO.
Oyeronuntictacqueduróunosdiezsegundos,yentoncessedisparóelflash.Esperaronunminutohastaquelamáquinalesdiolasdosfotos.—Salimosbien—dijoIván.—Unpocoapretados.—Esquehabíapocolugar.Sonmáquinasparaunapersonasola.Guardaroncadaunounacopia.Y,sindecirmás,subieronlasescaleras.Salierona
unaplaza.Aldía siguiente empezaría el otoñoyya anochecíamás temprano,perotodavíaquedabaunrestodeluzenelcielo,detrásdelasnubes.Aunospasosestabanlosjuegos:cuatrohamacas,dossubibajas,untobogán.Loschicosyasehabíanido,empujadosporelfrío.Delaarenaasomabaalgoazul.
—Puede ser una señal—dijo Iván y fue a levantarlo. Pero no eramás que unautitodeplástico.Siemprequedanjuguetesenterradosenlaarenacuandoloschicossevan.
Empezaronadarunavueltaporelparque.Ivándetantoentantoprobabasipodíacruzarlacalle,perolamanzanadelparqueeraotraisla,tanimposiblededejaratráscomolasanteriores.Pasaronjuntoalaestatuadeunapanteradebronceysesentaronenunbancodepiedra.
—¿Nohabráalgunaestatuadetoro?—preguntóIván.—No, conozco bien este parque.Antes de que nosmudáramos vivía cerca. El
colegioPossumestá…estabaa trescuadras.¿Hacemásfríoomepareceamí?—Anunciaciónsepusosubuzorojo.
El cielo se había cubierto de nubes grises. Las fuerzas parecían haberlosabandonado.
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—Porunavez,laimagendeltoropodríavenirhacianosotros,sinquetengamosqueirabuscarlo,¿no?—sequejóAnunciación.
Comosisuspalabras lohubieranconvocado,hubounruidoen losárboles.Lasramas se agitaron, con el ruidoquehacen los vientos de tormentaHojas y ramitascayeronsobreellos.Miraronparaarriba,yvieronaunhombreextremadmentealtoypálido subido a unos zancos, que los miraba a ojos hundidos. Tenía una galeraagujereadayparecíasalidounapesadilla.
—¿Quiénquiereprobar la experiencia radicaldever elmundodesde la altura?¿Quiénquiereandarporencimalasveredasylascalles?
IványAnunciaciónsemiraron.—Acáestálasoluciónparasalirdelparque—dijoél.Elhombreteníaunaspectodecididamenteestrafalario,conesesaconegroconlas
mangas cortadas a la altura de los hombros y la galera desfondada, y todos esostatuajesqueseextendíanpor losbrazos:corazones,caballos,calaveras,unaespadahechadefuego,unpulpodeunsoloojo.Habíadetodo,perounacosanohabía.
—¿Ves?—dijoAnunciación—.Tenemosquebuscarenotraparte.Nohayningúntoro.
Elhombredeloszancossesacólagaleraehizounareverencia,inclinandohaciaelloslacabezarapada.
—Zancoria,paraservirlos.Enelcráneo,enmediodeviejascicatrices,aparecióunúltimotatuaje.
Lagos corríapor laorilla de la laguna tratandodeverquedirección tomaría elbote.
—¿Porquénosedecidirándeunavez?PeroenelbotelascosasnoibanfácilesparaRíosyFederica.Lasplantas,aunque
habían perdido la solidez que tenían cerca delmuelle, seguían estorbando. PodíanAvanzar unos metros en una dirección, pero enseguida tenían que desviarse,bloqueadosporunbancodealgas.Laspalasdelosremoschocabancontralasplantasysalpicabansinhaceravanzarlaembarcación.
Ríosviajabaateridoporlaropaempapada.Ellaloviotanmalquelocubrióconsuchaleco.
—¡Esrosa!—protestóél.—Peroesdelana.Además,escasidenoche.Nadielovaaver.Ríosseresignó.Siguióremandoparaacercarsealaorilla.Devezencuandose
oíanlosgritosdeLagos.—¡Ríos!¡Federica!Peroyasufigurasehabíaperdido,disueltaenlaoscuridad.
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Iván estaba colgado de una rama. Sentía que sus manos pronto dejarían desostenerlo.
—¿Listo?—preguntóZancoria.—Estoylisto.—Ahorasoltáunbrazoytomálapuntadelzanco.Ahoraelotro.Habrásvistoque
nosontanaltoscomolosmíos.¡Seríasuicidaqueprobarasconalgoasí!—Tambiénessuicidaprobarconestos.—Nadaquever.Sonzancosparaprincipiantes.Podésmanejarlosconlasmanos.
¿Cuántasclasespensásquevasatomar?—Hastalaprimeracaídaessuficiente.—Nohayquedesmoralizarseporunacaída.Esunverdaderozancudoelquela
supera, el que soporta los cortes en la cabeza, los moretones, las fracturasexpuestas…
—Nosiga.Yaentendí.Ivánteníalospiesapoyadosenlabasedeloszancosysusmanosseaferrabana
losextremos,comosifueranlargosbastones.Flotabaametroymediodelsuelo.—Yahora,elprimerpaso,queeselmásimportante.Ivándiounpasotambaleante.—Yahoraelsegundo,quetambiéntienesuimportancia.Parasusorpresa,Iváncomprobóquepodíacaminarconzancos.Noeranzancos
comolosdeZancoria,quesemanejabansoloconlospies:élpodíaayudarseconsusbrazos.
—Nuncameimaginéquepodíadarresultado—dijosonriendo.Abajo,Anunciaciónaplaudía.Zancoriaadoptóunaireprofesoral:—Quieroaclarartequealprincipiohayunmomentodeeuforia.Elaprendiz, al
comprobar que puede caminar un poco, se envalentona, cree que se ha ganado elderechodecaminarporlasalturascomosinada,yentonces…
—Acruzar—gritóIván,yavanzóconpasosdegiganterumboalavereda…—…yentoncesocurrenlasdesgracias.Ivánavanzabaporelcéspedconpasosveloces.—Esperá, la idea es mantenerte dentro del parque. Hay árboles de los cuales
colgarse.Latierraesmásblandaquelasbaldosasdelavereda…Sobreelcéspednohayautos,taxis,colectivos…
Zancoria vio cómo Iván ya ponía un pie (un zanco) en la vereda. Miró aAnunciación.
—¿Sabetuamigoquelaempresanosehacecargodedañosdeningúntipo?Ivándejóatráslaveredaydiosuprimerpasoenelasfalto.Zancoria le seguía hablando a Anunciación, pero ella no le prestaba atención.
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SoloteníaojosparaIván.Todososojosno,porquesehabíatapadoconlamanolacaraymirabaporlarendija,comocuandoveíapelículasdeterror.Unautomóvilsedetuvo y se oyó un bocinazo. Iván por poco se lleva por delante el farol delalumbradopúblico.Despuésmetiólacabezaentrelasramasdeunárbolyempezóagirar para zafarse de las hojas que lo rodeaban. A pesar de estos inconvenientes,parecíafelizensuaventura.
Anunciacióncorrióhacialavereda.—Iván,listo.Terminádecruzarybajate.PeroIvánnoestabamuyconvencidodedejarloszancos.—Alomejoreslasoluciónparacruzartodaslascuadras.Parasalirdellaberinto.
¿SeñorZancoria,acuántomevendería…?Pero había un agujero en el asfalto, y la punta del zanco se hundió unos diez
centímetros.—¿Tuamigocuentaconunbuenseguromédico?—preguntóelmaestro.Iván sacó el zanco del agujero con demasiada fuerza y se balanceó
peligrosamentehaciaatrás.Elzancohabíaperdidoelregatóndegomaqueteníaenelextremo. Para contrarrestar, echó el cuerpo hacia delante. Y eso fue demasiado.Chocócontralaparedysolollegóaagarrarsedeunoscablesoscurosquecolgabande un edificio. Los zancos cayeron con estrépito. Los cables cedieron, peroamortiguaronlacaída.Ivánterminóenelsuelo.
Anunciacióncruzólacalle.—¿Estásbien?Ivánseguíaenelsuelo.—Meraspélarodilla,nadamás.Zancoriallegójuntoaellos.—¡Cruzarlacalleeslaclasedecimoséptima,nolaprimera!Iván,maltrecho,ledevolvióloszancos.—Porhoytuvimossuficiente—dijoelcaído.Sacóunbilletedelbolsilloylepagólaclase.—Ycincuentamásporlapérdidadelregatón—reclamóZancoria.Iván,sinprotestar,lediootrobillete.Zancoriaseguardólaplata.—Teníaesperanzasenvos.Peroelquepierdeenlaprimeraclaseelregatón,ese
síquevapormalcamino.Despuéssefueagrandespasos,comoungigantedeverdad,atravesandoelfollaje
delosárboles.
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ELPUENTEDEHIERRO
uandoelbotealcanzólaorilla,yaeranochecerrada.FedericayRíosestabanexhaustosderemar;Lagos,agotadodecorrerporlaorilla.Ataronelcabodel
bote a un árbol.Después se dieron los tres un abrazo cansado, y estuvieron ron apuntodequedarsedormidosenelabrazo.
—EstardeparavisitaraCanobbio—dijoLagos.Ríosestornudó.—Mañana nos ocupamos de conseguir los secretos deMadameAracné.Ahora
quierocomidacaliente,ropaseca,yalacama.Caminaron unas cuadras en silencio, hasta llegar a los primeros faroles de
alumbrado.RíoscaminabaalladodeFederica.Ahoranoleparecíatantomásalta.—¿Yesechaleco?—preguntóLagos.Avergonzado,RíossesacóelchalecorosayselodevolvióaFederica.Hacíafrío—sedisculpó—.Además,enlaoscuridadnohabíavistoelcolor.
—¿Qué estarán haciendo Ríos y Lagos?—preguntó Iván. Se lo preguntó a símismo, sin ánimo de responderse, pero lo hizo en voz alta, como si fueraAnunciaciónladestinatariadelapregunta.
—¿Cómovoyasaberyo?Nisiquieralosconozco.—Lostresestamossiemprejuntos.Peroellossecuentanaventurasdecuandoyo
nolosconocía.Paraellos,voyasersiempre«elnuevo».—Perovasapodercontarlesestaaventura.—Peroestoysolo.—¿Solo?¿Yyoquésoy?¿Unbuzón,unárbol?—Quisedecir:soloparacontarlo.Noes lomismo.Ellosvanacontar lascosas
entrelosdos,ymevanadejarafuera.YonopuedollevarteaZyl.—Hoyno.Perootrodía.—¿Vendrías,otrodía?—Claro que iría. —De pronto le dio algo de vergüenza. No quería que Iván
pensaraque…—.Porinterésturístico,nadamás.Megustaconocerlugaresnuevos.«Otro día», pensó Iván. Era tan agobiante, tan difícil ese día, que era difícil
pensareneldíasiguiente,yelotro,yelotro.Mientrasconversaban, llegarona lasvíasdel tren.Labarrera,pintadaderojoy
blanco,estabaalta,peroIvánnopudocruzar.Había llegadoaunnuevolímite,unanuevapareddesulaberintoinvisible.
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—Hastaacállegamos—dijo,conlavozapagada.Unpuentecruzabalasvías.Elpuentehabíatenidoalgunavezunaescalerapara
llegar a lo alto, pero ahora no había escalones de ninguna clase.Habían sacado laescaleraparaquenadiecorrieraelriesgodesubiralpuente.Laestructuradehierroparecíaapuntodederrumbarse.
Juntoalpuentehabíaunaestación.Unospocospasajerosesperabanlallegadadeltren.Empezaronacaminarporellargoandén.
—Enlatapadeeselibrohayuntoro…—dijoIván,señalandoaunchicodeunosdiezañosqueleíaunlibrotroquelado.
Seacercaron.—Noesuntoro—dijoella—.Esuntriceratops.—Lovidelejos.Meparecióqueera.—¿Untoroverdeycontrescuernos?AlratoeraAnunciaciónlaqueimaginabaeltoro.—Esamanchaenelsuelo.¿Laves?—Esalquitránderramado.Ypuedeseruntoroocualquiercosa.—Paramíqueesuntoro.—Sí, y son toros esas hojas de diario que vuelan y esas nubes en el cielo.
Busquemosalgomáspreciso.Lospasajerosmirabanextrañadosaesepardeniñosqueestudiabanloscarteles
oxidados,lospapelespegoteadosenlasparedesyenlascolumnasdelaestación,yquehastaseasomabanamirarlasvías,comosiallíabajo,entrebotellasrotasylatasaplastadas,pudierahaberalgodevalor.
—¿Selesperdióalgo?—lespreguntóunaseñora.Anunciacióncontestó:—Elboletíndelaescuela,nadaimportante.Llegóuntren.Lospasajerossubieron,apuradosporllegarasucasa.Frenteala
barrerabajasehabíanreunidoalgunosautos,queesperabanqueel trensefueradeunavez.Seoyólabocinadelalocomotora,consuaullidodeanimalprehistórico,ylaformaciónpartió.
CuandoIvánmirócómoseibaeltrenhaciaelOeste,descubrióalgoatadoenelpuente.Erauntorodejuguete,deplástico,decolornegro,deunossietecentímetrosdealto.Lehabíanhechounnudoconpiolínblanco.Seloseñalóasuamiga.
—Esunodeesosanimalitosparajugaralagranja—dijoAnunciación.—Yesoquieredecirquetenemosquesubirporelpuenteroto.—Yquetenemosqueconseguirunaescalera.—Escaleranotenemos.Perosíunacuerda.Ivánsacódesumochilalasoga.Eralosuficientementelargacomoparallegaral
puente.—Ahora,abuscaralgoquenossirvaparaasegurarlasoga…
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Ademásde lasvíasprincipales,corríabajoelpuenteunavía lateral,clausuradamuchosañosantes.Sobreellahabíaunvagónabandonadorodeadodemalezas.Tresgatosgriseslosmirabanimpasibles.Caminaronalrededordelvagónbuscando…
—¿Québuscamosexactamente?—preguntóella.—Algoconquenospuedaservirdegancho.—Ah —dijo Anunciación. No estaba acostumbrada a mirar en las cajas de
herramientasnienlascajasconcartelitoscomo:
COSASQUENOSEUSAN(PERONOSETIRAN).
Paraellaloquenoseusabasetiraba.Habíagrandestuercas,pedazosdecarbón,clavos,lacabezadeunmartillo…pero
al final fue ella la que encontró un pedazo de fierro curvado y con agujeros paraponertornillos.
—¿Estosirve?—Claroquesirve.Ivánpasólacuerdaporunodelosagujerosyprontotuvieronuninstrumentoque
hubieraservidoparaescalarunpicomontañoso.Juntoalpuente,Ivánrevoleóelgancho.—Tratádenopegarmeenlanariz.—Ahíva.Ahífue,peronoseenganchó.Huboquehacervariosintentoshastaqueelgancho
quedarafirmecontraunodelosfierrosdelpuente.Ivánempezóatrepar.Noerafáciltreparporunacuerdadelgadaysinnudos,pero
siempresehabíadadomañaenloscañosdelostoboganesyenlospasamanosdelasplazas.
—ParecésBatman—ledijosuamiga. Ivánsospechóqueno lo tomabamuyenserio.Prontoestuvoencimadelpuente.
DespuésletocóaAnunciación.Ivánledijoquecruzaralasvíascomolohacíalagentecomún,peroella,tercacomoera,insistióenseguirloporelpuente.Lecostóunpocomás,peropudosubir.Sepusotancontentaqueempezóabailarenelpuente.
—¡Quieta!—leadvirtióIván—.¿Novescómoestáelpiso?Elpuenteestabatanoxidadoqueenalgunossectoreshabíaagujerosporlosque
podíapasarelpiedeunapersona.—Megustafestejar.—Peronofestejescayéndote.¿Ylasoga?Lasogasehabíacaído.Estabanatrapadosenunpuentesinescaleras.—¿Cómo bajamos? Vamos a tener que pasar acá la noche entera —dijo
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Anunciacióncontonodefatalidadyreproche.—Nofueamíalqueselecayólacuerda.—Tenías que avisarme que sacara la cuerda apenas me subía. Vos tenés más
experienciaenestascosas.—¿Ensubirapuentesrotos?Teaseguroqueno.Nohabíanadiecercacomoparapedirleayuda.Conmuchocuidadodenometer
elpieenlosagujeroscaminaronhastaelotroextremodelpuente.Nohabíaescaleraparabajar.Ivánsesentóenelborde,conlaspiernascolgando.
—¿Vas a saltar? —le preguntó su amiga—. Primero tendrías que redactar tutestamento.
Iván se sacó el cinturón. Era un cinturón de cuero marrón con una hebillaplateada.
—Siemprememolestóestecinturón,porqueesdemasiadolargoymedamediavuelta.Peroahorameparecequenosvaaservir.
Pasóelcinturónporunodelostirantesdehierrodelpuente.Diountirónparaversi estaba bien firme. Y después se deslizó hacia abajo hasta llegar a la punta delcinturón.
—Ah,yoesonolovoyahacer—dijoAnunciación.Elcinturónsehabíaterminado,noquedabaotroremedioquesaltar.Ivánsesoltó
ycayósobresuspies.—Unsaltoperfecto—sefelicitó—.Ahoravos.—¿Nohayotramanera?—No.Resignada, empezó a deslizarse por el cinturón. Iván se dispuso a hacerse el
caballero.—Tíratetranquila,queyoteatajo.—Mejor no—dijo ella. Pero no es fácil aferrarse a un cinturón, y las manos
resbalaron…CuandocayósobreIván,loderrumbó.Losdosrodaronporelsuelo.—Enmividarecibímásgolpesquehoy.Nohayningúnlugarquenomeduela.—Noesmi culpa.Vos insististe en atajarme.Si no estabas seguro…—algo la
distrajo—.¿Ytuspantalones?—¿Quétienenmispantalones?—Ivánselosacomodó.—¿Nosetecaensinelcinturón?—No.—Mejor así. No quisiera que, además de todos los problemas, hiciéramos un
papelón.Elcinturónhabíaquedadoatadoalpuente,yairrecuperable.—Eramiúnicocinturón—dijoIván.
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—Noimporta.Teregalootroparatucumpleaños.
¡Atchís!El sábado Ríos despertó resfriado. Le dolían un poco los huesos, como si
estuvieraapuntodeengriparse.—Hoytequedásencama—ledijosumadre.—No.Paraquedarmeencama,prefieroundíadesemana.Enfermarseensábadoodomingo,comotodoelmundosabe,espésimonegocio.Sumadreabrió laventanay señalóhacia fuera.Yaeran lasdiezde lamañana,
peroelsolnoseanimabaaentrarenlamarañaqueformabanlasplantas.—Mirá,comoestosigaasí,nosécuándovolveráahaberclases.Ríos se asomó. En la noche las plantas habían crecido aún más. Ya no había
vehículosen lascalles:ni autosnibicicletas.Hastaeradifícil caminar sin tropezarconlasraíces.Unárboldetroncoazulhabíacrecidotantoqueyaeramásaltoquelacasa.
—¿Yesteárboltangrande?—Esmibonsái—dijosumadre.—Parecemássecuoyaquebonsái.Ríossepusounjean,unaremeranegrayunbuzoazul.—Estoypreocupadaportupadre—dijosumadre.—Notehagasproblema,mamá.Muchagenteestádeprimidaporloquenospasa.—Al contrario.Me preocupa porque lo noto entusiasmado.Canta. ¿No lo oís?
Siemprequecantaesporqueseacercaunacatástrofe.ElseñorRíosestabaenlamesadelacocina,dibujandoelplanodeunamáquina
enunahojagrandeytransparente.Usabaunlápizalquelequedabandevidaunaodosvisitasalsacapuntas.Ycantaba.Primerountango,luegounbolero…
Secallóencuantovioasuhijo.—Creo que con una pequeña variación lamáquina puede funcionar. Lo que la
otravezfalló…—Eraqueaniquilabalosgatos—dijoRíosmientrasabríalaheladeraenbuscade
labotelladeleche.—¡No!Esoesunainfamia.Loquepasófuequeseacelerabasola.Peroconuna
modificacióncasiinsignificante…Lamadrepusounatazadecafédelantedesumarido.—Ninguna modificación. La máquina se destruyó. ¿Te acordás? Después de
hacertodoslosdesastresposiblessehundióenlalaguna.Estáallíabajo,oxidada.—Pobrespejerreyes,pobresmojarritas—dijoRíosporlobajo,sinquesupadre
looyera.Elpadreseguíaatentoasusplanos.
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—Estoytancercadecomprendertodo,tancerca…—Tan cerca de quedarte dormido. Pasaste toda la noche sin pegar un ojo. No
necesitounmaridoqueperfeccionemáquinashundidas:necesitoalguienquesaquelasmalezasdelacasaantesquelevantenlasmaderasdelpisoy…
La señoraRíosno siguióhablando,porque el lápiz rodópor lamesay cayóalsuelo.Sumaridosehabíaquedadodormidoconlacabezaapoyadacontralamesa.
Ríoslediounbesoasumamá,prometióquedespuéslaayudaríaconlasmalezasysefueabuscaraLagos.Comosuamigohabía idoensubusca,seencontraronamitaddecamino.
—¿Ytuhermana?—preguntóRíos.—Bien.Mepreguntócómoestabas.Ríostratódeborrarlasonrisadesucara.Unestornudoloayudó.—Mimadrequeríaquemequedaraencama,peroestoybien.Vamosabuscara
Canobbio.Loencontraronenlaspuertasdelmuseo,tratandodesepararaBlancoyaNegro,
que estaban por irse a las manos. Blanco, alto, corpulento y de largos brazos,intentaba que sus puños llegaran hastaNegro. Canobbio, en elmedio, lo impedía.NegrogirabaalrededordeCanobbio,burlón.
ElseñorBlanco,alveraloschicos,lostomódetestigos.—Negro me llenó todo de semillas, para que mi fábrica quedara rodeada de
malezas.QuiereserelúnicofabricantedeajedrezdeZyl.—¡Mejordedícateal tatetí!—seburlabaNegro.Paraunespecialistaenajedrez,
nohabíapeorinsultoqueese.—Calma,señores—intervinoCanobbio—.Hagantablas.Hayniñospresentes.—Yanosomosniños—protestóLagos.—Porestavez,hagandecuentaqueloson—lepidióCanobbio.Yvolviéndosea
BlancoyNegro—:Nodejemosqueestasplantasdelinfiernodividanalosamigos.—Perosisiemprefuimosenemigos.—Oquedividanalosenemigos.Lomismoda.Quecadaunovuelvaasufábrica
a despejar lasmalezas. Tal vez, entre tantas plantas puedan encontrar unamaderanuevaquelessirvaparalaspiezas.
Esa idea les gustó y, con el propósito de adelantarse al otro en algúndescubrimientoquelespermitierahacerpiezasmássólidasybaratas,seapuraronaregresarasusfábricas.
Canobbioseñalólasmalezasquecubríanelmuseo.—¿Vienenaayudarme?Micinturanodamás.—Venimosahacerleunaconsulta—dijoRíos.Canobbio los invitó a pasar y se apresuró a anotar sus nombres en el libro de
visitas.Unos tallosdelgadosqueparecían líneasde tintaverde invadían el libro, y
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Canobbioarrancóunmanojodeesatelarañavegetal.—¿SabelodeIván?—Meenteré,sí.Séqueestáenunconcursodelaberintos.Yqueprobablemente
estéatrapadoenunlaberintodeMadameAracné.—¿Ustedlaconoció?—Denombre,solodenombre,porsuerte.—Dice la profesora Daimino que tal vez haya en el museo unos papeles que
pertenecieronaAab.—Algunospapeleshay.EstaeralacasadeAab.—SonunosescritosdondeseocupódeloslaberintosdeAracné.Canobbioserascólacabeza.—No,norecuerdonadadeeso.Peronoconfíoenmimemoria.Mejor,demosuna
miradaalarchivo.Elarchivoocupabaunahabitaciónenelfondodelaplantabaja.Pasaronjuntoal
gran rompecabezas que representaba el plano de Zyl y junto a las vitrinas conantiguosjuegosyllegaronhastaunahabitaciónconestantesenlasparedesyalgunosmuebles de metal. En los estantes había cajas de madera numeradas del uno alveinticinco.
—Las cuatro primeras corresponden a Aab y a la fundación de la ciudad.Ayúdenmeabajarlas.
Loschicossesubieronaunaescalentademetalysacaron lascuatrocajas,quepusieronenlamesadelarchivo.
Lascajasnoteníantapa.Allíencontraronviejascartasatadasconunacintaazul,el acta de fundación de la ciudad, y algunas piezas de los primeros juegos—unosdardos con punta de imán, un gran giroscopio de bronce, una oca de porcelana—,peronadaquetuvieraqueverconloslaberintosvegetalesdeMadameAracné.
—Nohaycaso.Habráquebuscarporelotrolado.Losamigosparecíandesanimados.—Sinosabeusted,¿quiénmáspuedesaberdeesascosasviejas?Perdón,quise
decir…—No te preocupes, no me ofendo. Pero no soy el único al que se puede
preguntar…—TambiénestáelGriego…—ElGriego se ocupó siempre de sus negocios, nadamás, no sabe nada de la
historiadeZyl.—YNicolásDragó…—Dragó, claro… pero no creo que sepa mucho de Aracné. A él siempre le
interesaronlosjuegosdetableroylosrompecabezas.Peroestátambién…Y Canobbio se llevó las manos a la cabeza, como si señalara un sombrero
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invisible.—¿LaseñoraPalanti?—aventuróLagos.LaseñoraPalanti siempreusabaunos
sombrerosestrafalarios.—Frío,frío—dijoCanobbio.LagosyRíosgritaronalavez:—¡ElCerebroMágico!
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I
ELLABERINTOENELLABERINTO
ványAnunciaciónseacercaronaunpequeñoparquedediversiones.Unamezclade ruidos llenaba el aire: viejas canciones infantiles, chirridos demáquinas sin
aceite y gritos y llanto de niños. El aire olía a pochoclo, garrapiñadas y motorrecalentado.Porencimadelasdoscolumnasdelaentradauncartelanunciaba,entrelamparitas rojasyamarillas,elnombredel lugar:LasDosMellizas. Ivánnoprestóatenciónalnombre,peroaAnunciaciónnolegustó.
—Sisonmellizas,¿cuántasvanaser?Eraasí,legustabacorregirelmundo.Apenas entraron vieron que había una oruga, unas untas que giraban a buena
velocidad,untrenfantasmacuyorecorridoeratanbrevequecasinohabíatiempodeasustarse. Había unas pocas familias en el parque. Padres y madres trataban dearrastrarasushijosalasalida,peroloschicosinsistíanenquelesfaltabasubirseaunjuegouotro.
Unchicodeunossieteañossepeleabaconsumadre,quequeríaacercarloa lasalida.Elchicorevoleabaamododeprotestaunanubedeazúcar,conlaquerozóelbrazodeAnunciación.Ellalomirófuriosa.
—¡Cuidado!Peroelchiconilamiró.—¡Quieroirallaberinto!—Tedijequeno—respondiólamadre—.Yadiste treintavueltasenlosautitos
chocadores, te compré una bolsa de pochoclo, una manzana acaramelada y esaporqueríapegajosa.
—¡Nubedeazúcar!Sellamaasí—dijoelchico.—Yolallamo«esaporqueríapegajosa».Ahoraunbañoyalacama.—¡Quieroirallaberinto!—insistíaelchico.Ytratódezafarsedelamanodesu
madre,hastaqueelladecidióarrastrarlodelaorejaderecha.—¡Bien!—gritó Anunciación, sintiéndose vengada. No le gustaban los chicos
malcriados,ymenoscuandoportabannubesdeazúcar.PeroIvánsehabíafijadoenotracosa.—Elchicohablabadeunlaberinto.¿Dóndeestá?Loencontraronenelfondodelpequeñoparque.Enesazonalasluceseranmás
tenues.Nohabíaniñoscerca,yellaberintoparecíacerrado.Eljuegoeraunaconstruccióncuadrangular.Desdefueranoseveíaelinterior,ya
quenoteníaningunaventana,y laentradaestabacubiertaporunacortinanegra.Alos costados de la entrada había dos columnas de yeso. Sobre la pared de chapa
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aparecía pintada la figura delMinotauro.El hombre con cabeza de toro empuñabaunaespada.
—Estásenunlaberintoyahoraencontrásunlaberinto—ledijoAnunciación.Iván no lo sabía, pero el laberinto dentro del laberinto era uno de los trucos
favoritosdeMadameAracné.—¿QuiénhabrápintadoesteMinotauro?Peornolepodíasalir.Másqueauntoro
separecealratónMickey.Ivánpensabaeneljuego.—Unlaberintonecesitamásespacio.Porcomplicadoqueseaelrecorridodesu
interior,nohayespaciosuficientecomoparaquenadiesepierda.—¿Sesaldráporlamismaentrada?Porqueyonoveoningunasalida.—Debeestarpordetrás.—El fondodel laberintodabaaunaalambrada,contra
unaavenida—.Tenemoslaimagendeltoro,asíquehayqueentrar.Los boletos para los juegos se vendían en una casilla pintada de verde. En el
interiorhabíadosmujeresidénticas,quelosmirabandetrásdeunosanteojosdecareytambién idénticos. Tenían los ojos y los labios pintados con un derroche demaquillajeyunospeinadosaltos,sostenidosafuerzadespray.
—Queremosboletosparaellaberinto—pidióAnunciación.—¿Porquénovanmejoralaoruga?—dijolamellizadelaizquierda.—Vértigo,vértigo—dijoladeladerecha.—Preferimosellaberinto—Anunciaciónhablóconfirmeza.—Es solo para mayores. No lo recomendamos a los niños —dijo melliza
izquierda.—Nosomosniños.Tenemos…—Anunciaciónsequedómuda:noconveníadecir
nada antes de saber cuál era la edad necesaria—. ¿Cuál es la edad mínima paraentrar?
—Ah,esodepende.—¿Dequé?—De la madurez de cada persona. Hay chicos de seis añosmásmaduros que
otrosdeveinticinco.Tehablandepolítica,deecología,delapazmundial.—¿Ycómosabenquiénesmaduroyquiénno?—Por la cara. Documentos de identidad, partidas de nacimiento, cédulas: no
damosimportanciaaesascosas.Sololacara,elmododemirar,dehablar.—Le aseguro que nosotros somosmaduros—dijoAnunciación,mirándola con
fijeza.—Sifueranmaduros,noestaríanenunparquedediversiones.—Mellizaderecha
los miraba fijo—. Irían, no sé, a conferencias sobre geopolítica o sobre el artecontemporáneo. Y sobre todo, no tratarían de entrar en el laberinto, que no es unjuegoparapersonasmaduras.
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Suhermanaestuvodeacuerdo:—Loslaberintosfomentanlairresponsabilidad.Enseñanaperderse.Elijanmejor
losautitoschocadores,quevanatodavelocidad.—Vértigo,vértigo—dijomellizaderecha—.Elotrodíaunchicosalióvolandoy
separtiólanariz.Lasdosserieronalrecordarelepisodio.Iváninsistió:—Dosboletosparaellaberinto.Mellizaderechasuspiró,tomóeldineroycortólosticketsdemalagana.Erande
colorceleste.—Esunalástimaquevayanallí—dijo—.Comoellaberintoyanoleinteresaa
nadie,hacetiempoquenolorevisamos.Adentropuedehabercualquiercosa…—La gente es muy sucia —dijo melliza izquierda—. Tira basura. Bolsas de
pochoclo,cajasdemaníconchocolate,pirulinespegoteados,yesasnubesdeazúcar,queyo,sifuerapresidente,prohibiría.
—Enesoestoydeacuerdo—aprobóAnunciación.—Encambioantes,cuandovivíanuestropadre,allaberintololimpiábamostodos
losdías.HastahabíamoscontratadoaunMinotauro.—¿Enserio?—preguntóIván.—EradonArturo,eldelquiosco.Excelenteactor.Perseguíaaloschicosconsu
cabezadetoro.—Los chicos salían llorando desesperados —recordó melliza izquierda,
suspirando.—Quélindaépoca.Esoeraunparquedediversiones.Noesto.Lasdosmujeressequedaronunsegundoensilencio.Guardaronenunapequeña
cajafuerteeldinerodelasentradas.—Mucha suerte. Y recuerden que la entrada no sirve de salida—dijomelliza
izquierda.—La entrada es la entrada y la salida, la salida —aprobó melliza derecha—.
Recuerdentambiénloquedecíanuestropadre…Lasdosrecitaronadúo:—«Enencontrarlasalidaaalgunosselesvalavida».Yselargaronareíralavez.—Locas—dijoAnunciación,mientrassealejabanapasorápidodelasmellizas.Volvieronalazonadesombras,dondeseescondíaellaberinto.—¿Qué dice ahí? —preguntó Iván, señalando unas letras griegas que estaban
escritasenelarcodelaentrada.—Nosé.Perovoyaestudiargriegocuandoseagrande.
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Nohabíanadieenlaentradaaquienentregarlelosticketsquehabíanacabadodecomprar.Losguardaron.Apenasentraroneneljuegounapuertacorredizasecerróasusespaldas.
Cuandovioaloschicosdesaparecerenelinteriordellaberinto,mellizaderechamiróhaciasuhermana.
—Yomequedoenlaboletería.Vosandáaponerenmarchaellaberinto.—¿Porquénovasvos?—Porquenotengoganas.—Amímeduelelacintura.—Lacinturaesalgofísico.Notenerganasesespiritual.Andávos.Lamellizaizquierdaobedecióyfuehastauncostadodeljuego.Habíaunagran
palanca.La tomócon las dosmanosy tiró con fuerzahacia ella.Huboun ruido aengranajes sin aceite, a trenes desplazándose lentamente sobre vías maltrechas, amáquinas que se despiertan luego de una larga hibernación. Y todo el laberintotembló.Despuésdesuspirardijoparasí:
—Yolesadvertíqueeramejorsacarboletoparalosautitoschocadores.
ElseñorNegrovivíasolo.Teníasucasaenloaltodelafábrica.Todaslastardessubíaalaterrazaparaverquéhacíasucompetidor,elseñorBlanco.
AveceselseñorBlancolohabíacopiadoalseñorNegro.Comocuandosacósulíneadepiezasdemármol.Osuajedrezmovidoporimanes.Poresoconsiderabaasuenemigountraidor,unimitador,uncopión.
Otrasveces,eraelseñorNegroelquehabíacopiadoaBlanco.Peroesonoqueríadecirquefueseunimitador.Nadadeeso:erauncompetidorferoz,quenoserendíaanteelingeniodeladversario.
Laverdaderaque,pormuchoque tratarande innovar,enelmundodelajedreztriunfabalatradición,ylosjuegosquemássevendíaneranlosclásicos,demadera.
ElseñorNegrosubióalaterraza.Allíteníauntelescopio.Selohabíacompradoun año atrás a la señoraLentieri, la constructora de juegos ópticos.En su negociotenía catalejos, largavistas, periscopios y caleidoscopios. Él habíameditadomuchoantesdedecidirseporel telescopio.Alprincipiohabíausadoaquella lenteparaverlas estrellas. Al principio… los primeros quince minutos. Qué interesantes Lasconstelaciones, lasTresMarías,elLucerodela tarde, lacruzdelSur,pero…¿QuéestáhaciendoBlanco?AsífuecomoNegroseolvidódelasestrellasyseconcentróenlasactividadesdesuadversario.Desdeentoncesllevabalacuentadeloslistonesdemaderaqueentrabana la fábrica, los tarrosdepintura, lascajasquesalían,contodas sus piezas listas. Espiar a su competidor se convirtió en rutina. Todo esto le
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permitíatenerunaideadecómomarchabanlosnegociosdeBlanco.—Enelmundoactual,informaciónesdinero—sedecíaelseñorNegro.Esa tarde al mirar, como todas las tardes, la terraza del señor Blanco, se dio
cuentadequeelotrolomirabaconuntelescopio.¡Ah,habíadescubiertosupequeñosecretoyloimitabatambiéneneso!MalditoBlanco…Hastaenelnobleejerciciodela astronomía tenía que competir. El señorNegro bajómolesto el telescopio. Peroentonces vio algo inesperado. Un animal aprovechaba una ventana abierta de laplantabajaparaentrarenlafábricadelseñorBlanco.ElseñorNegrolovioduranteunsegundo,peroesolebastóparadarsecuentadequesetratabadeunpuma.
En las arboledas que rodeaban a Zyl abundaban los pumas, pero nunca seacercaban a la ciudad.Muy de vez en cuando, algún vecino que vivía apartado sequejabadequeunpumalehabíacomidounpardegallinas.Peroesoeratodo.Ahora,con el cambio en la flora de Zyl, también había cambiado la fauna. Algunoscaranchossobrevolabanlaciudad,alaesperadealgúnpequeñoanimalmuertoentrelasplantas.Lospájarossemarchaban.Unosperroslobos,quesiemprehabíanmiradolascasasconrespeto,sehabíanacercado.Ytambiénlospumasestabandevisita.Quelaciudadahorafuerabosqueeraunainvitaciónaentrar.
«Quese lasarregle»,pensóel señorNegro.Yfueaprepararseunsándwichdeatún.
Yahabíaabiertolalatacuandopensóquenoestabaobrandobien.—Voya llamarlopor teléfonoyavisarle.Sivaa lucharconunpuma,esbueno
quealmenosestéalerta.¡Quécaravaaponercuandolediga!Peroseacordóquelosteléfonosestabansinlínea.Además,élnoteníaelnúmero
deteléfonodeBlanco.Cómoloibaatener,sisedetestaban.Negrosalióalacalle.Llamóalosgritosalosvecinos:—¡HayunpumaenlodeBlanco!Peroningúnvecino salió.Lamayoríahabía abandonado sus casas,por temora
quedaratrapadosentrelasplantas.AsíqueelseñorNegrorespiróprofundamente,atravesólacallellenademalezas,
yentró,porprimeravezensuvida,enlafábricadesuenemigo.
Anunciaciónprobómoverlapuertacorredizaquesehabíacerradoasusespaldas.—Nosemueveniuncentímetro.Estamosencerradosdeverdad.—Laentradaeslaentradaylasalida,lasalida.—Ivánrecordólaspalabrasdelas
mellizas.—Igualnoestamosenpeligro—dijoAnunciación—.Estelaberintoestanchico
quenohayespacioparaperderse.La luzera tenue:habíamuchas lamparitas enel techodel laberinto,peroen su
mayoría estabanquemadas.Lasparedes eran chapaspintadas conmotivosgriegos:
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lasfigurasdelosdioses,columnasrotas,vasijas.Tambiénhabíaletrasgriegas,perose notaba que el pintor las había copiado de algún libro, solo por afán decorativo,porquenoformabanpalabras.
Llegaron a un espacio central. Ahí estaba Poseidón, una estatua de yeso queemergíadeunestanquedeagua,listabaarmadoconuntridente.Teníaunosgrandesojospintadosdeazulyunabarbablancadelaquecolgabanhipocamposycangrejos.Eldiosdelosmareslehabíasalidomediocabezónalescultor.
—Estelaberintonoestansimplecomoparece—dijoIván.¿No?Ahíestálasalida,detrásdePoseidón.Hacesegundosqueentramosyyala
encontré.PeroIvánsabíamásdejuegosqueAnunciación.—Simiráslabasedelospaneles,vasaverqueestánmontadossobrerieles.Ivánmovióunpocolapared.—Sedeslizansobrerulemanes.Anunciaciónempezabaaentender:—Esoquieredecir…Seoyóunruidosordoyellaberintotembló.Anunciaciónsecayóalsuelo.—…quelasparedessemueven—terminóAnunciación,enelmismomomento
enqueunodelospanelessedesplazabaylaseparabadeIván.Ivántratódeeludirelpanel,perootrocambiodeparedesvolvióabloquearleel
camino.—¡Anunciación!Ella le contestó, pero ahora parecía que estaba lejos, separada por dos o más
paredes. Como biombos sucesivos, como sábanas tendidas una tras otra en unaterraza,lasparedessecruzabanenelcamino.Habíaquesaltardeunladoaotroparanocorrer elpeligrode ser aplastadopor losmuros. Ivánempezóacorrer,pasandoentre lasparedesquesecerrabananteél.Nopodíadecidiradondequería ir.Sediocuentadequehabíaperdidoporcompletolanocióndelespacio.
—¡Anunciación!—gritó.—Iván…¿dóndeestás?—En…algunaparte.—Todocambiabaasualrededortanrápidoquelaspalabras
nollegabanatiempoparanombrarlo.—Yoestoyenunaplataformagiratoria.Noparodedarvueltas.Lospanelessecerrabanviolentamenteyhabíaquetenercuidadodeevitarlos.En
unodelossaltosIvánfuemáslentoqueelpanel,ylequedóapretadoelbrazo.Dioungrito dedolor.Sintió que los dedosdeAnunciación llegaban a rozar el
dorsodelamano,casiunacaricia,perodeinmediatovolvieronaquedarseparadosporlosinquietosmurosdelatón.
Apenas liberó el brazo abrió lamochila y buscó la brújula.No era tarea fácil:
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habíaentradoenunadelasplataformasgiratoriasytodoempezóadarvueltasasualrededor.Selecayeronlascosasdelasmanos.Conlasrodillasenelsuelo,tratódedevolvertodoalamochila.Apenasloconsiguióseescapódelaplataformagiratoria,queeraelpuntodemáximocaos.Alabrújulaselehabíarotoelcristal,perolaagujaimantadaseguíaseñalando,temblorosa,elNorte.
«Vamos,Iván,apensarrápido…»,sedijoasímismo.Teníaquedecidirdóndeestabalasalida.ElsolseponíaenelOeste,haciadonde
corrían las vías del tren. Eso quería decir que la puerta del laberinto estaba en elNorteyqueprobablementelapuertadesalidaestuvieraenelladoSur.Habíanvistotres lados de la construcción y en ellos no había ninguna salida.Debía estar en elcuartolado,quedabacontralaavenida.
ConlabrújulaenlamanointentómantenerfijoelrumbohaciaelSur.Eramuycomplicado,porqueeljuegodelospanelesmóvilesamenudolohacíaretroceder.Laslucesseapagabanyencendían,aumentandolasensacióndeinfusión.Enunodesusinsegurospasossupieencontróelvacío.EIvánhundiólospiesenelestanquedondegobernabaPoseidón.Tuvoqueaferrarsealaestatuaparanosumergirseporcompletoenelaguasucia.
—Discúlpeme,Poseidón—ledijo.Eldioslomirabaconunasonrisaburlona.Desdeallí llegóaveraAnunciación.Ella tratóde irhaciaél,perounpanel se
interpuso.Ivánlegritó:—La próxima vez, vos me das el hilo, como Ariadna, y te quedás afuera del
laberinto.—La próxima vez vuelvo a entrar—dijo la niña invisible, que ahora se había
vueltoinvisibledeverdad.Eramuydifícilprestaratenciónalabrújulayalospanelesalavez.Peroalcabo
del tiempo, por mucho que se movieran los paneles, Iván se dio cuenta de querepetíanunaciertarutina
—Iván,¿dóndeestás?—preguntabaAnunciación,agotadaporlossaltos.—Encontréunlugardondequedarmequieto:elestanque.—Yonovoy.Noquierometerlospiesenesaaguasucia.Tenía razón. El agua del estanque no había sido cambiada en largo tiempo, y
estaba oscura de óxido. Iván, hundido hasta la mitad de la pierna, sentía los pieshelados.
Losmovimientosdellaberintonoeranmovimientostotalmentelibradosalazar:si se los observaba durante cierto tiempo, se podía ver la repetición. Primero este,luegoaquel,entercerlugaraquelotro…Siseestudiabalarepetición,sepodíaprevercuálseríaelsiguientemovimiento.Elsecretodeeselaberintonoestabaensaltardeunladoalotro,sinoenquedarsequietoyobservar,aunquesetuviera;quemeterlospiesenelagua.
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«Por suerte nome trajemis zapatillas nuevas», pensó Iván. Y en el fondo nohubierasidotangrave,porquelasquellamaba«zapatillasnuevas»noerantannuevastampoco.
Después de un rato, pudomemorizar losmovimientos. El lugar, tan extraño alprincipio,seleempezóahacerfamiliar.Lorecorriósinproblemas,comosieljuegodelasparedesmóvilesnosignificaranada,comosifueracapazdeverlaestructurainmóvildetrásdeloscambios,eledificiodetrásdelamáquina.Yasípudoavanzarendirecciónsuryalcanzarunapequeñapuertademadera.Tuvoqueagacharlacabezaparapasar.Prontoestuvoalairelibre.
Diolavueltaaljuegoyencontrólapalancaquelohabíapuestoenmarcha.Tiróde la palanca hacia sí. La máquina pareció suspirar antes de detenerse, como sitambiénellahubieraestadoesperandoesapausa.Sinelmovimientodelasparedes,Anunciaciónencontróenseguidalasalida.
Seabrazaron.—Tenéslaszapatillasmojadas.—CulpadePoseidón.Lossaltosylascorridasporellaberintolahabíandespeinado.Élleapartóelpelo
delacara.Lamiróunsegundo.—Ojaláhubieratraídounpeine.Deboestarhorrible,¿no?—No—dijoIván,enunsusurroimperceptible.Fueronhacialasalida,enmediodelosruidosdelosautitoschocadores,lamúsica
estridente y pasada de moda de la oruga, y los gritos y llantos de los chicos quepedíanotrojuego,unomás,elúltimo,mientraslospadreslosarrastrabanalasalida.
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E
ELPOZODELASPIEZASPERDIDAS
l señor Negro había entrado por la ventana en la fábrica de Blanco. Queríaavisarlequehabíarecibidootravisita:unpuma.
—¿Quéhagoacá?¿EnseriovoyasalvaraBlanco?Almenosvoyaaprovecharpararobarlealgunossecretos.
Mirólasmesasdetrabajo,dondesecortabalamadera,lostornosdondesedabaformaalaspiezas,losestantesdondeseponíanlaspiezasyapintadas.EnunrincónestabanlosproyectosdeBlanco.
—Ah,lascosasqueseteníaguardadas.Habíaunajedrezpequeñoqueentrabaenunbolsillo,yunosllaveroshechoscon
alfiles,seguramentepreparadosparaaprovecharunexcedentedepiezas.—Qué manera de desvirtuar el noble arte del ajedrez, usar los alfiles como
llaveros.Peroahoraquepienso,yotengounoscaballosquemesobran…EntoncesoyóungritodeBlanco.—¿Blanco?¿Estásarriba?Esunpuma,noesparatanto.—Perodespuéslopensó
mejor—.¿Ysinoscomealosdos?Quéhorror,morirenlafábricadeBlanco.Miró a su alrededor para ver si había algo para defenderse. Habían guardado
todaslasherramientas.¡QuéordenadoeraBlanco!¡Cómoodiabaeseorden!Enunavitrinaviounaseriedetrofeos.Entreellosungranalfildeplata,quehabíaganadoenunconcursodefabricantesdeajedrez.
Lotomóconplacer.Teníaunbuenpeso.—Ah,siserompeenlaluchaconelpuma,Blanconovaapoderdecirnada.Los gritos de auxilio se repitieron, yNegro se dio cuenta de que no venían de
arriba,sinodelpatiotraserodelafábrica.Salióporlapuertadeatrás.NohabíarastrosdeBlanconidelpuma.Soloseveían
malezas.—¿Blanco?—¡Negro!Estoyenelpozo.Negrocomprendiódeinmediato.BlancohabíaidoapararalPozodelasPiezas
Perdidas.ElprimeraljibedeZylsehabíasecadomuchotiempoatrás,ycasideinmediato
sehabíaconvertidoenelpozodelosdeseosdeZyl.RomatienesuFontanadeTrevi,Zyl tenía su Pozo de las Piezas Perdidas. Nadie sabía cómo había empezado lacreencia,perohabíantomadolacostumbredearrojarunapiezaconlamanoderechapor sobre el hombro izquierdo antes de fabricar un nuevo juego, hacer un viaje ocasarse.
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—Vineasalvarlo—dijoNegro,asomándose.Desdeabajo,BlancovioqueNegrososteníaelalfildeplata.—¿Ycómomevaasalvar?¿Robándosemispremios?—No.Essolopordefensa.Elpumadebeseguirporaquí.En esoNegro oyó un gruñido a sus espaldas. Era el puma. El enorme gato se
quedóquieto,comosi fueraconscientedesubellezaysedejaraadmirar.Negro loamenazóconel trofeo.Elanimal,comosiaceptaralainvitaciónaunjuego,diounsaltoendirecciónaNegro.Letiróelalfildeplata,perofallóporcompleto.Y,alverla furiadel animal, el fabricantede ajedrez se arrojóa símismoenalPozode lasPiezasPerdidas.
Elpozodeunaljibesuelesermuyprofundo:losuficientecomoparaalcanzarunanapadeagua.PerocomoestepozohabíaidorecibiendoalolargodelosañosmilesJepiezas, el fondoyano estaba tan lejosde la superficie.Negro recibióungolpe,peronadamás.
—¿Ustedestáloco?¿Cómoseleocurresaltaralpozo?—lepreguntóBlanco.—Vineparasalvarloysequeja.Además,elprimeroensaltarfueusted.—Ahoralosdosestamosperdidos.¿Cómovamosasalirdeaquí?Nohaymodo
deescalarestasparedes.—Alguienvendráarescatarnosantesqueanochezca.—Quéoptimista.¿Quiénvaavenir?Conestasplantaslagentenoencuentranila
puertadesucasa.¿Nosvanaencontraranosotros?—Siyomeenteréqueustedestabaenpeligro,alguienmaspuedeenterarse.—Ustedseenteróporqueespíamifábricaconsutelescopio.Negronosupoquéresponder.Ysequedaronsentadosenelfondo,ensilencio.
Cuandollegaronaunteléfonopúblico,Anunciaciónsedetuvo.—Esperá.Voyallamaramicasa.—Pusolamonedaenel teléfono—.¿Mamá?
EstoyenlacasadeMartina.…—Sí,mellevanacasadespuésdelacena.—Atchís(estosíloescuchóIván).—¿Seguísconeseresfrío?…Pasóuncolectivo.—No, teestoy llamandode lacalleporquesalimosacomprarhelado.Antesde
lasdoceestoyencasa,sí.Besos.Cortó.—Estátodobien.Mipapáestádeviajeyellavaairahoraalacasadeunaamiga.
Esperoquepara lanocheestoesté resuelto, sino,mevoyameterenproblemas…
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¿Iván?Ivánsehabíaalejadodeellaunospasos.Estabafrenteaunacasaqueteníaunas
rejasnegras.—¿Qué te pasa? ¿Estás hipnotizado de nuevo? Sabía que iba a tener efectos
secundarios…Pero Iván no estaba hipnotizado, solo perplejo. Estaba mirando un cartel con
formadehojadeárbol.Anunciaciónleyóelcartel,peronoledioimportancia—Sigamos.Seguroqueahínohayningúntoro.PeroIvánseguíaquietofrentealacasa.—¿Nomeescuchaste?
Elcarteldecía:
VIVEROMANOVERDE.SERVICIOSINTEGRALESDEJARDINERÍA.
Yabajohabíaunamanoverdequeseprendíayapagaba.
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TERCERAPARTE
PERDIDOSENLANOCHE
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I
ELÁRBOL
ván abrió la reja y entró decidido en el vivero deManoVerde.Anunciación loseguíaunospasosatrás.Llegaronaunasalailuminadacontubosfluorescentes.A
pesardequeelcarteldecíaquesetratabadeunvivero,laspocasplantasqueseveíanagonizabansinremedio.Delaparedcolgabaunalmanaquedepublicidad:enlafoto,unachicaenbikinisosteníaunamacetaysonreía.Eradecincoañosatrásylaimagenestabadescolorida.
LapuertaseabrióyaparecióManoVerde,vestidoconelmismotrajeverdequehabíamostradoenZyl,yconlacorbatadepétalosdegirasol.
Mostróunasonrisafalsa,yaconvertidaenmuecadespuésdetantasrepeticiones,ydijo:
—Florezcoalrecibirlos.IvánseloseñalóaAnunciación:—Ahíestá.EsefueelquedestruyóZyl.Anunciación miró extrañada a Iván. No era lógico que un niño acusara a un
adultoasí.Además,elaspectodeManoVerdedabamiedo,bastabaveraquellamanodereptilparatemblar.
—Tranquilo,mi amigo.No seme ofusque. Le puedo hacer té de tilo, para losnervios.
—Nonecesito té de tilo.Usted sembró esas semillas enZyl.Y ahorame va adecircómosacaresasplantasqueinvadierontodalaciudad.
ManoVerdesesentódetrásdeunescritorio.—Enprimerlugar,lapalabra«ciudad»lequedagrande.Esmásbienunpueblo.
¿Cuántoshabitantestiene?¿Conocelosdatosdelúltimocenso?—NosécuántoshabitantestieneZyl,peroprontonovaaquedarningunosisus
plantassiguencreciendo.ManoVerdepareciómeditarseriamenteenlaspalabrasdeIván.—¿Yesenserioquelasplantasinvadierontodo?—Comosinolosupiera…—¿Quieredecirquelasplantasqueyoplanté…crecieron?Parecíaasombrado.—Crecieron.Yatodavelocidad.—¿Ylasgerminaciones…germinaron?—Entiemporécord.ManoVerdeempezóaaplaudircomoundesaforado.—Gracias,gracias,millonesdegracias.
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SeinclinósobreelescritoriocomosiquisieraabrazaraIván,peroesteretrocedió.—Estehombreestáloco—ledijoAnunciacióneneloído—.Mejornosvamos.—Quiero saber cómo hacer para que las planta desaparezcan—exigió Iván en
vozalta.—Notengolamenoridea.Yofuiunaespeciedemensajero.—¿Dequién?—No lo sé.Era un viernes a la tarde.El negocio estaba vacío.Yo estabamuy
desalentado.Medecía:estaciudadnomemerece.Ponerunviveroaquíeshacerdelcampoorégano, es tirarmargaritas a los chanchos.Ymedieronganasde cerrar elviveroparasiempre.
—Unaexcelenteidea—dijoIvánporlobajo.—Perojustocuandoestabaapuntodeirmellegóuncarteroconunaencomienda
paramí: una caja grande. En el interior había un sobre con una carta, un fajo debilletes y muchos tarros con semillas. En la carta decía que debía venderlas oregalárselas a loshabitantesdeZyl.Queeranun regalodeunamigode la ciudad.Ademáshabíaalgunasespecificaciones…
—¿Porejemplo?—Queaustedteníaquedarleunasemillaenparticular.—La semilla del mensaje —le explicó Iván a su amiga—. ¿La carta estaba
firmada?—SolamentedecíaUnamigodeZyl.—¿Ynolepareciósospechoso?—Me estaban encargando un trabajo, no una investigación. Así que decidí
cumplir.Medije:«ManoVerde,por finha llegadoelmomentodecosechar loquesembraste».FuiaZylconmicamioneta,meofrecíparaarreglarel laberintoydejélassemillas.Nuncacreíquegerminaran…
—¿Por qué no? —preguntó Anunciación—. Es lo que hacen las semillas:germinan.
ManoVerdepusofrenteasíunpotusquenoestababiendesalud.—Peroamínadamesalebien.Observenesteejemplar.—Elpotusdejócaeruna
hoja,amododeopinión—.Siemprequisededicarmealasplantas.Aunquenacíconunamanoverde—levantó sumanode reptil—,nunca tuve loque seda en llamar«manoverde».Amílasplantassemesecanylasfloressememueren.Poresotengopocosclientes.Sihubierasabidoqueesassemillasteníanesepoder,habríaguardadoalgunasparamí.
—¿Ynotieneideadecómohacerparadetenersucrecimiento?—No.Sevequenotengosuerteconlosasuntosbotánicos:justoahoraquelogro
queunasplantascrezcan,lasquierenarrancar.HablandodeZyl:¿Sevinierondesdealláparaverme?¿Cómomeencontraron?
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—Decasualidad—dijoIván—.Pasábamosporacáyvimoselcartel.—No—dijoAnunciación—.EsevidentequeAracnéquisoqueloencontráramos.SoloentoncesManoVerdemostrópreocupación.—¿Aracné?¿MadameAracné?—Exacto.—¿EstánustedesdiciendoquefueMadameAracnélaquemeenvióeldineroy
lassemillas?—Estamosconvencidosdequefueella.ManoVerdesederrumbóenunsillónypusolacabezaentrelasmanos.—Voy a terminar en prisión. Yo soy tramposo, es cierto, y vendo flores de
plásticodiciendoquesonorquídeasdeverdad,peronosoyunasesino.Encambio,MadameAracné pertenece almundodel laberinto criminal.—Tomóun lápiz y unpapel—. Díganme sus nombres completos y el número de sus documentos deidentidad.Ustedesseránmistestigosantelapolicía,declararánqueyonohetenidonadaquever.
Ivánledijocontodaseriedad:—Vamos a declarar que es el principal cómplice de la destrucción deZyl y la
manoderecha…—pensómejor—la«manoverde»derechadeMadameAracné.—Porfavor,sinalcahueterías.Acambiodesusilenciolesregalounhelecho.Empujóhaciaellosunamacetaqueestorbabaen lamesa.Bastóelmovimiento
paraquelaplantaperdieradosdocenasdehojas.Alverquenoloaceptaban,dijo:—Tengoenelfondounascalasdeplásticoquesonmuydecorativas.Nohayque
regarlas.—Noqueremosplantas—dijoIván—.Necesitamosquenosdigacómoubicara
MadameAracné.—Nosé,yalesdije.Jamáslavi.Anunciacióntomólamacetaconelhelechoylasopesó.—Sabíaqueelhelecholesibaagustar…—seentusiasmóManoVerde.—Bastante pesada como para abrirle la cabeza—dijoAnunciación—. ¿Quiere
quepruebemipuntería?—Por favor. Los jardineros detestamos la violencia. Recuerden lo que dijo el
poeta:«Yparaaquelquemearranca /elcorazónconquevivo /nicardoniortigacultivo./Cultivounarosablanca».
Anunciación bajó la maceta. Su madre siempre le recitaba aquellos versos deMartí.Laspoesíasteníansobreellaunefectopacificador.
—Mi amigo está en un laberinto mental y ese laberinto nos trajo hasta aquí.¿Cómopuedehacerparasalir?
—¿Quélaberinto?¿Esunametáforaparadecirqueestá…?Eljardinerollevóeldedoíndiceasusien.
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—No,noestáloco.Estáencerrado.Ivánnoteníaganasdeexplicarlesusituación.—Estenosabenada,Anunciación.Mejornosvamos.PeroAnunciaciónnoserendía:—¿Ynohavistountoro?—¿Un toro? No, bastante mal me va con las plantas, no quisiera incorporar
animales.Hay que alimentarlos, cuidar que no se escapen, que no se coman entreellos…
—Nodecimosuntorodeverdad.Puedeserundibujo,unaseñal…—Ustedes son chicos verdaderamente extraños. ¿Siempre van por ahí, al
anochecer, amenazando a la gente y buscando toros? ¿No probaron hablar con unespecialista,conalguienqueentiendadeestasperturbaciones?
PerodeprontoManoVerde sequedómudoy señaló la calle.Pensaronque lesindicabalasalida,perolespreguntó:
—¿Lessirveuntorotalladoenunárbol?—Claro.—Haceunosdíasalguiendibujóconunanavajaunacabezade toroenelárbol
que está en la puerta del vivero. Fue justo mientras yo estaba en Zyl repartiendosemillas.
Salieroncorriendoparaverlaseñal.Asusespaldas,ManoVerdelesgritaba:—¡Elhelecho!¡Llévenseelhelecho!
El árbol era frondoso. La luz del atardecer atravesaba las hojas, dibujando susnervadurascomosisetrataradeletraschinas.
—Es un roble —dijo Anunciación con seguridad. Iván no discutió. No sabíamucho de árboles. Los árboles eran árboles, nada más. Solo reconocía el paloborracho,cuyotroncodecolorverdeclarosedistinguíadelosotros,yellimonero,con su tronco oscuro y retorcido. En noviembre sabía cuáles eran los jacarandás,porquesellenabandeflorescelestes.
—Voyatenerquetreparparacruzar.Noparecíademasiadodifícil.Una tormenta recientehabíaquebradounade las
grandesramassindesprenderladeltodo,yestallegabahastalaveredadeenfrente,detalmaneraqueelárbolteníaalgodepuente.AcostumbradoalosárbolesdeZyl,Ivánempezóatrepar.
¡Qué distinto es ver un árbol desde afuera a verlo desde dentro!Desde afuera,parecenestarhechossoloderamasyhojas,perodesdeadentroseencuentransiempreotras cosas. Insectos escondidos en los agujeros, barriletes perdidos, con sus hilosenredados,algunapelotadegomaencajadaentredosramas,nidosabandonadosporlosgorrionesolosjilgueros.Sumanoderechaarrancó,sinquerer,unagrantelarañay
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unaarañadepataslargascorrióaesconderse.Enalgunaslugareslacortezaaparecíacubierta de líquenes de un verde casi blanco. Los pedazos de corteza flojos, queparecíantablillasescritasconmuchotrabajo,sedesprendíanamedidaquetrepaba,eibandejandoenlaveredalasseñalesdesupaseoporlasalturas.
Para trepar había que saber evaluar la resistencia de las ramas: a veces unadelgada,todavíaverde,podíasoportarmáspesoqueunaqueparecíaantiguayfuerte,pero recorrida por una rajadura capaz de derrumbarla al menor movimiento. «Unárbolesunlaberintoderamas»,pensóIván,peroenseguidasecorrigió:unárbolnotienenadadelaberinto.Unárboltieneraíces,untronco,uncentro,ynuncaengaña,nunca hace trampas. Un árbol muestra la dirección correcta: es exactamente locontrarioaunlaberinto.Bastacontreparaunárbolparaqueesteseconviertaenelcentrodelparque,delbosque,delmundo.
Estaba amás de tresmetros de altura cuando alcanzó la rama quebrada, y fuedeslizándoseporella,comosifueraunodelospasamanosquehayenlasplazas,allado de toboganes y hamacas.Era una calle tranquila y no pasaban autos.Cuandopusolospiesenlaveredavioqueunaramahabíacaído,ylaguardóensumochila,sin saberporqué.La ramaera largay sobresalía.Yanoquedabanadadel sol quehabíailuminadolashojas:habíanbastadoesospocosminutos,deramaenrama,paraqueoscureciera.Habíasubidoalárboldedíayahorabajabacasidenoche.
Apenasllegó,Anunciaciónloabrazó.Nohabíahabido(ynolohabríadespués)obstáculomásfácilqueese,ysinembargoellaloabrazócomosiélhubieracorridoungranpeligro.
—¿Paraquéesesaramaqueguardaste?—Nosé.MuchasveceshabíaguardadoramasensuspaseosporlasafuerasdeZyl,oporla
orilla de la laguna. Se proponía hacer arcos, juegos, espadas… hasta ahora nuncahabíausadoninguna.Juntarramasenlosbosquesocaracolesenlaplaya:nadiesabepor qué los chicos guardan esas cosas, pero lo hacen desde siempre. Como sicoleccionaranpedazosdedías, como si quisieranquede esedíaquedara algomásrealqueunrecuerdo,algoquesepuedatocaryquenocambieconeltiempo.Comosicaracoles,piedrasoramasfueranobjetosmágicosalosquebastaconfrotarparaverelmomentoenqueselosjuntó,enunaplaya,unamontañaounbosque.
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E
ZAK,ZAK,ZAK
lpadredeRíoseraelencargadodeguardar la llavedelCerebroMágico.Losdosamigosfueronabuscarla.ElingenieroRíosseguíadurmiendo,estavezen
elsillóndelcomedor.Ríoslodespertósuavemente.—No se puede consultar al Cerebro por cualquier tontería —les dijo,
restregándoselosojos.—Noescualquiertontería,papá.TenemosqueayudaraIvánasalirdellaberinto.Explicarontodoloquehabíanaveriguadohastaelmomento,queerapocoynada.
ElseñorRíosparecíaasentir…enrealidadcabeceaba.—YanopodemospreguntarleporlospapelesdeAabanadiemás—dijosuhijo.No muy convencido, el señor Ríos buscó en un cajón y les tendió una llave
grande,dehierro.—Toquen lomenos posible.Háblenle en vozbaja. Formulen las preguntas con
claridad.Ycierrenconllavecuandohayanterminado.LosdosamigosmarcharonalencuentroconelCerebroMágico.Lapequeñacasa
donde se guardaba al autómata estaba a tres cuadras de la de Ríos. Muy cercatambiéndelaplazadelCaballonegro,dondeacostumbrabanareunirse.Apesardequeelcaminoleseratanconocido,lescostóllegar:lasramasbloqueabanlascallesyhabíaquedarrodeos,buscarhuecosenlaespesura,arrastrarseporelpiso.
ElCerebroMágicoeraunautómataquehabía recorridoenunaferiaambulantetodoslospueblosdelaprovinciadurantemuchosaños.En1920sudueñoselohabíavendidoaAab,elfundadordeZyl.Desdeentonceslamáquinahabíapermanecidoenla pequeña ciudad. Inspirado por el autómata, Aab había construido un juego queconstaba de un tablero sobre el que se colocaban distintas hojas con muchaspreguntasyrespuestas.Atravésdeunospunzonesmetálicos,unidosacables,habíaque hacer coincidir una pregunta con la respuesta correcta. Cuando se acertaba seencendía una luz. En la tapa del juego se veía un adivino con bigote atusado yturbanteazul.El juegohabía tenido tantoéxitoque,en tiemposdeAab, loschicosveníandeciudadesypuebloslejanosparaconoceralCerebroMágicooriginal.Cadaunoteníaelderechoahacerunapreguntaqueelautómatarespondíapor«sí»opor«no».Si la luzde laboladecristalseencendíaunavez, la respuestaera«sí».Dosvecessignificaba«no».
Ríos abrió la puerta, haciendo girar con alguna dificultad la llave que le habíadado su padre. Corrió unas pesadas cortinas amarillas y la luz del día entró en elcuarto.Lafiguradelautómataemergiódelaoscuridad.
Losdos sequedaronunos segundosen silencio.Conocíanal autómata,pero su
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figuranodejabadeintimidarlos,comohabíaintimidadoamuchosotroschicosalolargodeltiempo.
Lagosodiabalascosasoscuras,lascosasquenoteníanunafácilexplicación.YelCerebroMágiconuncalehabíagustadodeltodo.Lesusurróasuamigo:
—La última vez el autómata mandó a Iván a la Compañía de los JuegosProfundos.¿Fuebuenoquehicieraeso?
—Fuebuenoalfinal.VencióaMorodian.Ivánaveriguóquéhabíapasadoconsuspadres.Lacompañíaacabópordesaparecer,yZyldejódeserunaciudadmuerta.¿Teacordásdeloqueeraesto?¿Losnegocioscerrados,lasfábricasabandonadas?Enlaescuelacasinohabíaalumnos.
—Perolomandóalpeligro.Podríahabermuerto.—Nuncasupimossilerespondióporsíoporno.FueIvánelquedijoquesabíalo
queteníaquehacer.—Sisabía,paraquépreguntó.—Aveceshayquehacerlaspreguntas,aunqueunosepalarespuesta.—Esonotieneparamíelmenorsentido.—Alhacerlapreguntaenvozalta,contodaclaridad,porprimeravez,unoseda
cuentadequetienelarespuesta.PeroLagosnoseconvencía:—NosésitenemosqueconfiarenelCerebro.Arregladoademásportupadre.—En tu cerebro yo no confiaría. Pero en este sí, aunque esté arreglado pormi
padre.ElingenieroRíoshabíarescatadoalCerebroMágicodespuésdeañosdeencierro
yabandono.Habíacambiadoloscablesdelamáquina,habíaremendadolaropadelautómatayhastahabíaencontradobotonesdoradosparecidosalosoriginales.
Ríosfuehastaloscontroles,queestabandetrásdeunpequeñobiombo.Habíatresllaves.Cuandogirólaprimeraseencendieronlosojosdelmuñecoconunaluzrojiza.Conlasegundallavelasmanossemovieronenlamesa,comosihicieran,frentealabola de cristal, un pasemágico.Y a la tercera llave la bola se iluminó durante unsegundocomoparaprobarqueestabadispuestaaresponder.
—Dejamehablaramí—dijoRíos.—¿Porquévos?—Sihablamoslosdosalavezloconfundimos.Lagosaceptó,demalagana.—Buendía—dijoRíos.—Nolosaludes.Esunamáquina.—Perotieneformahumana.—Hoysaludásaestamáquina,mañanaabrazásallavarropas.Ríospidiósilencioconungestoyclavósusojosenelmuñeco.
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—¿ExistenlospapelesdeAabdondehabladeMadameAracné?Unaluzseencendió:Sí.—¿PuedenservirparaayudaraIván?Unaluz.—Capaz que sólo funciona el sí —dijo Lagos—. Probemos con algo cuya
respuestaseasegurono.RíossepusoapensarperoLagosfuemásrápido.—¿EsciertoqueaRíosnolegustaparanadamihermana?Laluzbrillódosveces.—Idiota—dijoRíosy, sin dejarse distraer, siguió—: ¿Esospapeles están en el
museo?Elautómatanegó:dosluces.—¿Estánescondidosenalgúnlugar?—preguntóLagos.Unaluzmuyintensa.—¿Visteeso?Dijoquesí…peroconmásbrilloqueantes.—¿Están…encerrados?—preguntóLagos.Sí.Nosoloseencendiólaluz,sinoqueelbrazodelmuñecoselevantóapenasy
luegocayó,comosiseñalaraelsuelo.—Bajotierra—murmuróLagos.Ypreguntóenvozalta—:¿Estánenterrados?ElCerebropareciódudarperovolvióadecirquesí.—¿Dónde?¿Enquésitio?Pero el autómata solo respondía por sí o por no. Nada de qué, cómo, dónde,
cuándo.Ydepronto,comosilasrespuestashubieranagotadoalafiguradelturbante,las
lucesseapagaron.Aloírunruidoasusespaldas loschicossesobresaltaron.Sedieronvuelta:era
NicolásDragó,quelosestabaobservando.Parecíapreocupadoyabatidoalavez.—CreoqueestántratandodeayudaraIván.¿Esasí?Ríoshabló:—CreemosqueestáenunlaberintodeMadameAracné.Nospidióayuda:quiere
saber qué forma tenían sus laberintos.Aab escribió sobre eso, pero parece que losescritosdeAabestánbajotierra.
—Enalgúnsótano—agregóLagos—.¿Tienesótanoelmuseo?Nicolásnegóconlacabeza.—Enningúnsótano.Estánenterrados.Yolespuedoprestarunpardepalas.—¿Dóndeestán?¿Enlaplaza?Porunmomentotemieronquedijera:enelcementerio.—Enellaberinto—dijoNicolásDragó.
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Cuando llegaron a la esquina, Iván descubrió un nuevo límite. Trató de cruzarrumboalSur,ynopudo.Sinembargo,rumboalEste…
—Poracásípuedocruzar.Iváncomprobó, luegode caminarun rato, queyanoestaba enuna isladeuna
solamanzana,sinodetres.—Escomosiestuviéramosenlasafuerasdellaberinto—ledijoasuamiga.—¿Porqué?—Lostramossehacenmáslargos.Quizáslasalidaestécerca.Sacódelamochilaunlápizyunpapelehizounbocetodelrecorrido:—Esalgomásomenosasí.PeroaAnunciaciónlepreocupabaotracosaquelaformadellaberinto:—Esperoqueamimadrenoseleocurrallamaralodemiamigaantesdesalir.Si
seenteradequelementí,nomevaadejarsalirenunmes.Siguieron caminando. Anunciación llevaba sobre los hombros la campera de
Iván.AmedidaqueibanhaciaelOeste,yqueeldíaentrabaenlanoche,habíamenosnegocios con las luces encendidas: de vez en cuando algún quiosco 24 horas, unafarmacia de turno, donde atendían a través de la reja, o una estación de servicio.Despuésyanohubomásnegocios.
Habíanllegadoaunazonaoscura.Losfarolesyanoestabanunocercadelotro.Había unas pocas lámparas de mercurio que colgaban de las esquinas. Parecíanhechas no para iluminar, sino para distraer a las grandesmariposas de noche, quedabanvueltas alrededorde ellasy chocabanenvanocontra elvidrio.Losgatos seescondíandebajodelosautosoempezabanarecorrerlostechos,enplanrománticooturístico.
—Quédistintaeslaciudaddenochequededía…—Sobretodocuandounonoconoceelbarrio.—Sialmenossalieralaluna.Elcieloestabanubladoperonototalmenteoscuro,comosilaslucesdelaciudad
rebotarancontralasnubesbajas.En mitad de una cuadra oscura descubrieron una luz azul. Había en ese azul
eléctricoalgofrío,sinalma.Seacercaron.Eraunacarnicería.Enlapuertacolgabauncartelitoquedecía:«Abierto».Peronoseveíaanadiedetrásdelmostrador.Sobrelamesadademármol,juntoalasierraeléctrica,habíaunbultooscuro.Seacercaronconlentitud. Cuando estuvieron frente a la vidriera, descubrieron que el bulto era unacabeza de toro. Los ojos estaban abiertos. Le habían cortado las orejas. La cabezahabíasidoubicadamirandoalaizquierda,alasierraeléctrica.
—Te aseguro que mi mamá no compraría en esta carnicería. Mejor elsupermercado.
—Estavezelsímbolodeltoroesuntorodeverdad.
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—Lacabezasolamente.Unaparte,notodo.—Eslomismo.¿Tendréqueentrar?—Entrar… —repitió Anunciación, como si no conociera el significado de la
palabra.—Dice«abierto».Pero lodiceparamí,porqueaestahora todas lascarnicerías
estáncerradas.—Yoahínoentroniloca.PeroapenasIvánseacercóalapuertaellalosiguió.Ivánlaabrióconsuavidad.
Apenas entraron olieron la sangre del toro, que había dibujado líneas temblorosassobreelmármol.
Anunciación se llevó la mano a la cara, como hacía cuando veía películas deterror.
—Nopuedoveresosojos.PeroIvánestabadistraídoporunruidoqueveníadelfondodellocal.—¿Oís?Hayalguien.Detrás de una cortina formada por tiritas de plástico verde, alguien afilaba
cuchillos.Zak,zak,zak.—Preguntemos—dijoIván.Perosequedócallado.Lacabezasobrelamesadade
mármolparecíaunaltar,comosialguienhicieraunaofrendaaalgúndiossedientodesangre.
Zakzakzak.Ivánseaclarólagargantaydijo:—Señor,estamosbuscando…—¿Porqué«señor»?—interrumpiósuamiga—.Puedeserunaseñora.—Alasmujeresnolesinteresaafilarcuchillos.¿Novistealosafiladoresquevan
casaporcasaconsubicicletaysuarmónica?Sonsiemprehombres.—Yseacercóalastiritasverdes—.Estamosbuscandounaseñal…
Ivánhabíahabladoconunhilodevoz.Comoúnicarespuestaoyóqueelruidodeloscuchillosseacercaba.Ahoraeldesconocidolosafilabaconfuria.
ZAKZAKZAK.Elmiedo les llegó a los dos a la vez, y escaparon de la carnicería.Con temor
miraronlacortinadetiritasverdes,paraversisemovía,peroestabaquieta.Elairefrescodelanocheborróelolordelasangre.Sequedaronafueramirandolacabezacortada,bañadaenlaluzazul.
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LACÁPSULADELTIEMPO
NicolásDragó invitóaRíosyLagosaentrarensucasa.Losgrandesventiladores,que servían para ayudar a secar los rompecabezas, estaban apagados. Apartó lasherramientas, los tarros de pintura y los frascos con aguarrás donde dejaba lospinceles en remojo y extendió sobre lamesa un plano del laberinto. Era un planoamarillento,yelpapelestabacortadoenlosdobleces.Nicolásseñalóunpuntoenelcentrodeljuego.
—Acáestáloquebuscan.—¿Yporquéenterraronlospapelesallí?—DespuésdelamuertedeAabhicimosunacápsuladeltiempo.—¿Unacápsulaespacial?—preguntóLagos.—No,no,unacápsuladel tiempo.Esunacajaocofrequesedejaparaque los
quevienendespuésdenosotrosseenterendecómoéramos,quépensábamos,cómoera nuestra vida El gran problema de las cápsulas del tiempo es lograr que lahumedadyelpasode losañosnoarruinensucontenido.Poreso leencargamosalherrero que construyera un cofre de acero absolutamente hermético. Despuésrevestimoslasparedesconunacapadegomay,porúltimo,planchasdemaderadecedro.Confiamosenqueestastrescapasdematerialesdiferentesmantendríanafueralahumedadylosbichosquevivenbajolatierra
—¿Yquépusieronenelcofre?—quisosaberRíos.—Undiariodeldía,undiscodetangoquelegustabamuchoaAab,unyoyóque
acababadesalirdelafábricayquetodavíaolíaapintura,unboletodetren,unmazodecartasluminosasdelaCasaZenia,elprogramadecine(habíaunpequeñocineenZyl)yquéséyocuántascosasmás…Enlascápsulasdeltiempo,loimportanteeslomínimo,locotidiano,aquelloaloquenoledamosimportancia;eselpasodeltiempoloquelovuelveúnico,extraordinario.
—¿Quiénenterrólacápsula?¿Usted?—No, éramos muchos. Estábamos los vecinos más veteranos, pero también
muchosreciénllegados.Hicimosunapequeñaceremonia,losquehabíamosconocidoaAab dijimos unas palabras, una chica alta que estudiabamúsica tocó el violín yenterramoslacaja.Hayqueesperarsesentaañosparaabrirla.
—Notenemossesentaañosparaesperar.Hayqueabrirlaahora—dijoRíos.—Perotendríamosquepedirpermiso…—¿Aquién?—AlagentedeZyl.—NicolásDragóparecíadesoladoante la ideadearrancar
delsuelolacápsula—.Podríamoshacerunaasamblea…
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Ríosnegóconlacabeza:—Ningunaasamblea.Ivánestáenpeligro.YZyltambién…endosdíasmáslas
plantas,sisiguencreciendoasí,habránacabadopordemolerlascasas.—Peroescomounsacrilegio.Quiénsabesinosvanaperdonar…—Prometemos no tocar nada. Vamos a leer los papeles de Aab y después los
devolvemosalcofre—dijoLagos—.Además,nohacefaltaqueseenterenadie.NicolásDragósehabíaencerradoenelsilencio.Mirabaelplanodellaberinto.—¿Cómopodemosconvencerlo?—dijoRíos—.¿Esquenosesabe laclasede
cosasquehacíaMadameAracné?—Baldani…—Lagosdejóflotarelnombredelitaliano,comounaamenaza.NicolásDragósequedóunratoconlacabezaapoyadaenlasmanos.Lasfuerzas
lohabíanabandonado.—Meparecequesequedódormido—dijoLagos,despuésdeunratodeespera.Peroel constructorde rompecabezas levantó lavista.Les señalóungran juego
que acababa de hacer. Era una ciudad antigua, cruzada por un río, con puentes,soldadosconarmaduras,escudos.
—Hagorompecabezas.Nuncapiensotododegolpe,piensopiezaporpieza.—¿Yquépiensadeesto?—Ahoraqueveotodoelrompecabezaspiensoque…mejoresquevayanabuscar
lacápsuladeltiempo.—¡Bien!—dijeronloschicos,yseacercaronalapuerta.Noteníanmuchotiempoqueperder,siqueríanayudaraIván.—Pueden llevarse el plano. A mí ya me han convencido. Ahora les toca
convencerallaberinto.
El señor Blanco y el señor Negro estaban en el Pozo de las Piezas Perdidas.Habían tratadodesubira lasuperficie trepandoporalgunos tallosquebajabana laprofundidad,peroeranmuyfrágilesparasostenerlosyserompían.
Enlascajasdondeseguardanlosjuguetesencualquiercasasiemprequedan,enelfondo,piezaspequeñas:restosderompecabezas,brazosdeguerreros,fichasdeunludo perdido hace tiempo, un yoyó roto, ruedas de automóviles, muñequitos delchocolatínJack,sorpresasdelhuevodepascuaode laroscadereyes, lacabezadeunamuñeca…Siemprecuesta tiraresaspiezasporquese temequeentreellashayaalgo que pueda servir alguna vez. En realidad nada sirve, y nunca se armará elrompecabezas,nilaruedaencontrarásulugarenunautito,niapareceráelcuerpodelamuñecacuyacabezaestaallí.Sololasmadressoncapaces,devezencuando,dehacer una limpieza general y deshacerse de todas esas piezas inservibles. PeroningunamadresehubieraatrevidoconelPozodelasPiezasPerdidasdeZyl.Ahí,enesascosasmínimas,estabaencerradatodalahistoriadelaciudad.
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Blanco y Negro ya habían abandonado los intentos tic fuga y los planes parallamar laatención.Los intentosdefugahabíandejadoaNegrounpocoestropeadoporlascaídas,ylosgritoshabíandejadoaBlancoafónico.Nadielosescuchaba.Lasplantasquelosrodeabanparecíancomerselosgritos.Asíquesededicabana jugar,para pasar el rato. El juego consistía en adivinar en la oscuridad de qué piezas setrataba.
—Esteesuncaballitodelacarreradecaballos.Fabricadoenestaño.Tienetreintaaños,porlomenos—dijoBlanco.
Negroletendióunapieza.—¿Aquenosabequéesesto?Blancopalpóelobjetoenlaoscuridad.—Fácil.Unbuzón.—Sí.¿Perodequéjuego?—Notengoidea.—DeElSonámbulo.Cadajugadorestabarepresentadoporunapequeñafigurade
celulosa vestida con un largo camisón y con gorro de dormir, y con los brazostendidoshaciadelante.Habíaquerecorrerunlargocamino.Yatravésdelosdados,los jugadores tenían la oportunidad de ir apartando los objetos de su camino: estebuzón,unaescalera,ungato.
Blancoescarbóentrelosescombros.—¿Yesto?—Unatorre—dijoNegro.—Síclaro.Pero¿fabricadaenCasaBlancooenCasaNegro?—Esoesfácil.LaspiezasdeCasaNegroestánmejorpulidas,sonmássólidas…Negro palpó el caballo en la oscuridad y al cabo se lo devolvió a Blanco,
derrotado.—Laverdadquenosé.
RíosyLagossealejaronde lacasadeNicolásDragó. Iban rumboal laberinto.Conenormedificultadpasaronporencimadelasraícesyesquivaronlasramas.Ríostropezóconunabaldosarota.Másadelante,unatejapartidasedesprendiódeltechodeunacasaycayóasuspies.
—Esperá—dijoLagos—.Esto no tiene sentido.Apenas podemos caminar poracá.¿Quévamosahacerenellaberinto,dondelasplantastienenmuchamásfuerza?
Ríos miró sin ánimo las calles vacías. Algunos ya no salían de sus casas,ocupadosenlograrquelasraícesnoacabaranconlasparedesolostallosentraranporlas chimeneas o levantaran las tablas del piso. Otros las habían abandonado,marchandohacialospueblosvecinos,dondeparientesoconocidoslosalojaríanhastaque pudieran regresar a sus hogares. No era solo la vegetación lo que invadía el
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pueblo: grandes caranchos volaban entre las ramas, preparados para comerse a lospájaros y a los ratones de campo muertos por las espinas, y los perros salvajescirculaban felices por entre las plantas. El Griego se paseabamachete en mano yaseguraba haber visto a un puma.Estaban en una selva, y cada una de las plantasparecíadiseñadaparaenredarse,paraasfixiar,paradestruir.
Ningunateníaflores.—Necesitaríamosunafuerzadestructivacomparablealadelasplantas,algoque
nospermitaabrirnospasohastaelcorazóndellaberinto…—dijoLagos.—Machetes…—dijoRíos,sinconvencimiento.—Machetes no, estas plantas se ríen de los cuchillos y de las hachas. Algo
como…—Silapodadorademipadrenoestuvieraenelfondodelalaguna,entonces…Ríoslodijocontimidez,esperandolasburlasdesuamigo.—¿Qué?—preguntóLagos—.¿Teanimaríasausarla?—No hay mucho que perder. Pero ya no deben quedar más que unos fierros
oxidados.Despuésdetantotiempobajoelagua…Lagosseacercóasuoído.—Lapodadoradetupadrenoestáenelfondodelalaguna.—¿Qué?—Éllarescató,peronoledijonadaanadie.Nisiquieraatumamá.—Esunabroma.—Esa noche, después de que la cortadora destruyera todo a su paso y fuera a
pararalalaguna,yomefuiapescarconmipapá.Éldecíaquelanocheeslamejorhoraparapescarpejerreyes.Yoestabaunpocoaburrido,mirando lascincoboyitascoloradas, esperando que alguna se moviera. Había luna llena, y yo vi a tu viejometiéndose en el agua.Élmevio, y se le abrierongrandes losojos, pero entoncesllevóundedoalaboca,parapedirmequemecallara.
Yyoguardéelsecreto,hastaahora.—¿Cómosacólamáquinadelagua?—Leatóunassogasydespuéslaizóconelauto.—¿Yadondelallevó?—Nosé.Vamosatenerquepreguntarle.—Conrazónestabahaciendomodificaciones.—Unaramaleraspólevementela
mejilla, pero tan concentrado estaba en lo que acababa de oír que no le prestóatención—.Mejorquenoseenteremamá.
Padreehijopodíanestarendesacuerdoenmuchascosas,peroenunacoincidían.Cuando los chicos le hablaron de lamáquina, el señorRíos se llevó el índice a laboca,comohabíahechocuandoLagoslodescubrió.
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—Shhh. Que no se entere tu madre. ¿Están seguros de que el escrito de AabdondehabladeMadameAracnéestáenterradoenellaberinto?
—EsodijoelCerebroMágico.—Nocreoquehayadichotantascosasconsuslucecitas.—Bueno, el cerebro dijo que lo que buscábamos estaba enterrado, y Nicolás
Dragónosdijodónde.Vamos,papá,busquemoslamáquinapodadora.ElseñorRíosgolpeólamesa.—Esperen un poco.No puedo tomarme este asunto tan a la ligera. Tengo que
reflexionarunpocoparaversihagolocorrecto.Paraversiestoydispuestoadesataresaenergíasobrehumana.
Pasarondossegundos.—Bueno.Yareflexioné.Ydiscretamentecondujoaloschicoshastaelgaragedelacasa.Abrióelportón.
Enelfondolascosasinserviblesformabanunamontañainforme.—¿Quéeseso?—preguntóLagos,señalandounagrancaja.Enelfrentedecía:COSASQUENOSEUSAN(PEROQUENOSETIRAN).—Nonosdistraigamos—dijoelseñorRíos—.Vamosaloimportante.Tenemos
que trabajar rápido.Saquen las cosasqueestánenel fondoypónganlas contra loscostadosdelgarage.
Así fueron liberando el fondodeventiladores, licuadoras, unas sillas quehabíaprometidoarreglar,unamaquinaconunaspoleasqueservíapara…
—¿Paraquéeraesto,papá?—Francamente,nomeacuerdo.Peroporalgolohabréguardado.Yalfinallapodadoraquedólibre.Laarrastraronhastaeljardín.Era unamezcla de tractor y nave espacial, en cuyo frente había unas cuchillas
giratorias. En el interior de la máquina abundaban las palancas, los botones, lasperillas,losrelojes,losmedidoresdequiénsabequé.
ElseñorRíosseñalólabasedelamáquina.—Como ven, está provista de unas orugas, para pasar por encima de los
obstáculos. Y las cuchillas… bueno, cortan todo lo que hay a su paso. Estuvehaciéndolealgunasmodificaciones,peronolleguéaterminar.
El señor Ríos se subió a la máquina. De debajo del asiento sacó un par deantiparrasdesoldador.Selaspuso.
—Estoesparaquelashojastrituradasnoentrenenlosojos.Ustedestambiénvananecesitaralgoquelosproteja.Fíjenseenelsegundoestante,aversiencuentranunpardemáscarasdebuceo.
Loschicosfueronabuscarlas.LadeLagosteníaunsnorkel.Cuandoloschicostuvieronlasmáscaraspuestas,elseñorRíoslesdijo:
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—Vamosadarlavueltaporatrásdelascasas,paraevitaraccidentes.—YparaevitarpasarfrentealacasadelaseñoraPalanti.—Exacto.Paraquédarlemássustosaesapobremujer.Ydespués…al corazóndel laberinto.Ustedes síganmeatrás, caminandopor la
brechaqueyolesabro.Pusoenmarchaenmotor.Hacíaunruidoestruendoso.—Estoy trabajando en el silenciador del motor. Todavía estoy lejos de
conseguirlo.—¡¿Qué?!—preguntaronloschicos,quenohabíanllegadoaoírnada.—Noimporta—gritóelseñorRíos,ehizogirarelvolante,quehabíasacadode
uncamiónabandonado,paraorientarlohaciaellaberinto.Las afiladas cuchillas destruían todo a su paso, convirtiendo lasmalezas en un
torbellinoverde.AtrásibanRíosyLagos,conlasmáscarassobrelacaraylaspalasalhombro.
La señora Palanti, bibliotecaria, estaba tratando de arrancar las malezas de sucocina.Hastalaheladerasehabíallenadodeplantas.Nadaleshacíamal,nisiquierael frío.Estabadesconsoladapor el efectoqueel ataquede lasplantashabía tenidosobre los librosde labibliotecamunicipal.Lassemillashabíangerminadoentre lashojasylasespinashabíanatravesadolaspáginas.Tantotiemposalvandoaloslibrosdeloslectores,yahoraeranlasplantaslasquearruinabansuorden.Ensucasa,lasplantassehabíanencarnizadoconsussombreros,queeransuprendamásquerida…Noquedabaunosoloquenoestuvieraerizadodeespinasoforradodehojasoscuras.
—Talvezsepongandemodalashojas.Siantesseusabansombrerosconfrutas,porquénoconunasplantascolgando…
De pronto una lamparita de la araña del comedor estalló. Una planta se habíaenroscadoallí,provocandouncortocircuito.
La señora Palanti pensó en pedirle ayuda al Griego, pero luego se dijo que eldueñodelalmacénderamosgeneralesestaríademasiadoocupadoconsuscosas.Fueal fondo del jardín. Ahí había un cuartito donde guardaba las herramientas dejardinería,laslamparitas,algunosartefactoseléctricos.
—Todoestoesundesastre—sedijomientrasbuscaba—.Peroalmenoshayunacosabuena:lamáquinapodadoradelseñorRíosestáenelfondodelalaguna.
Peroentoncesoyóunrumorqueprontoseconvirtióenestruendo.Tomóamodode arma una bola de madera que había pertenecido a la calesita, y que todavíaconservabasusortija,yconellaenlasmanossalióaldescampadoquehabíadetrásdesucasa.Entoncesviocómoseacercabaelartefactomaldito,envueltoenunanubedehojasytallosdeshechos.LaseñoraPalantisesantiguó.
—Ahora el infierno está completo—se dijo—.Ahora sé que el infierno no es
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rojo:esverde.Sosteníalaperademaderaenlamano,conlasortijacolgando,comosifueraun
talismáncapazdeprotegerladetodaslasdesgracias,aundelamáquinapodadoradelseñorRíos.
Iván yAnunciaciónmiraban la cabeza cortada del toro, como si esperaran unarespuestadeaquellabocacerradaparasiempre.Anunciaciónlamirabaporentrelasrendijasdelosdedos.Seacercóalavidrierasindejardetaparselosojosconlamanoderecha.
—Lológicoesquelacabezamirehaciaelfrente.Peroestámirandoaunlado.—Ala izquierda—dijoIván—.Peroa la izquierdapuedesercualquiercosa:el
finaldelacuadra,ounacasa,o…Anunciaciónsehabíaaventuradoenlaoscuridad.—…ouncallejón.Antesnolohabíanvisto,porqueestabademasiadooscuroyporquelaluzazulde
lacarniceríaloshabíadistraído.Erauncallejónmuyangosto,rodeadodeparedes.Nopodíaentrarunauto,solobicicletasopeatones.
—Hasta acá llegaste —dijo Iván—. Es tarde. Tu mamá se va a asustar. Teagradezcoquehayasvenidoconmigo.Peroeshoradevolver.
Anunciaciónletendiólamano.—Sí,claro,chau,otrodíanosvemos.AIvánlesorprendióelsaludounpocofrío.Perodeinmediatorecibióunapatada
enelgemeloizquierdo.—¡Idiota!¡Recontraidiota!Vinehastaacáynomevoyair.—Hacefríoynisiquieratenésunacampera.—Simedecísestoparaquetedevuelvalatuya,acáestá.Sesacólacamperarojayselatiróalsuelo.Ivánlalevantó.—¿Nolavasausar?—No—dijoella,cortante.Iváninsistió,perocomoAnunciaciónseguíaofendida,sepusosucampera.—¿Enserioqueréscaminarporahí?—lepreguntó.—Sinmínopodríasdarniunpasoenesecallejón.—Síquepodría.—No.ParademostrarloIvánempezóaentrar.Dio tresocuatropasos.Anunciación lo
perdiódevista,porquetodoerasombra.—¿Vesqueentré?—ladesafióIván.Suamigalosiguió.Despuésdelosprimerosdiezmetroselcallejónempezabaa
estrecharse.Lascasasque los rodeaban,dedoso trespisos, se iban juntandoen la
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altura,comosisehubieranidoacercandoalolargodelosaños,parafundirseentresí,enun lentoderrumbecomún.Yalcubrirporencimaelcallejónnodejabanquellegaraningunaluzdelcielo.Eracomoentrarenunaangostacueva.Ivánsacódesumochilalalinterna.Brillabasinfuerza,peroigualeraunaliviopoderverloquehabíaunospasosadelante.
SentíalospiesheladosporhabercaídoenelestanquedePoseidón.Lasmediasylaszapatillasestabanempapadas.
Seoyóunruidodevidriosrotos.Anunciaciónseasustó.—No es nada —dijo Iván—. Pateé sin querer una botella. Cuidado con los
vidrios.Peropocodespuéssedetuvoysuamigachocócontraél.—¿Quépasa?—preguntóAnunciación—.¿Porquéteparás?—Nohaymáslugarparapasar.—Claroquehaylugar.Sisosflaco.El túnel se estrechaba tanto que Iván tuvo que ponerse de costado. Tenía la
sensacióndequelasparedesseacercabanconéladentro,comosilascasasestuvieranvivasyquisieranaplastarlo.Volvióadetenerse.
—Tomate todo el tiempo delmundo, que el paseome encanta. Sobre todomegustafrotarmecontraesterevoquehúmedo—dijoAnunciación.
—Yacasiestoy.Lalinternaparpadeabayalfinalseapagó.—¿Notenésporcasualidadunpardepilasdelasmedianas?—preguntóIván.—Noimporta.Podemoscaminarigualenlaoscuridad.—Voyasacarlosfósforos.—¡No!Seguroquelosnecesitamosparaotracosa.Silosgastamosacá,después
novamosapoderusarlos.Yesmuytardeparacomprarotracajita.DeprontoAnunciaciónoyóasusespaldas:Zak,zak…EmpujóaIván.—Elcarniceroestáatrásmío.Apúrate.—Alomejornoesmalo.¿Porquénolepreguntamossiestotienesalida?—Porquenomegustalagentequeafilacuchillosenlaoscuridad.IvánsentíalasmanosdeAnunciaciónqueloempujabancontralosmurosquese
ibancerrando.—Esperá,hayunescalón…Zak,zak,zak,oyóAnunciación.—Ahoramequedétrabado.Tenemosquevolverparaatrás.Peroatrásestabaelruidodeloscuchillos.Anunciacióngiróysellevólamanoa
lacaraPorlasrendijasabiertasentresusdedosespióaldesconocidoqueseacercaba.
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Estabatanoscuroquenoveíanada,exceptolaschispasquesalíandeloscuchillosalchocar.
—No hay vuelta atrás—dijoAnunciación. Dejó de hacer presión contra Iván.Diodospasoshacialoscuchillosquerelumbrabanenlanoche.
ZAK,ZAK,ZAK.Yestolesirvióparatomarimpulsoyempujarcontodassusfuerzas.Cayóconlas
manosabiertas sobre la espaldade su amigo.Así Ivánatravesóelpuntodonde lasparedes casi se juntaban. Al quedar libre de pronto, sin ninguna resistencia, cayósobresusrodillas.Lalinternaseestrellócontraelempedrado.ApenassepusodepietirodelbrazodeAnunciaciónylahizopasar.Conella,tanflaquita,eramásfácil.
Ellalomirabaconpreocupación.¿Estabaparalizadaporelmiedo?—Mirácómoquedamos, llenosderevoque—dijoAnunciación—.Loquedebe
sermipelo.¿Notenésunespejoenlamochila?PeroIvánmirabahaciaelcallejónquehabíanatravesado.Tomándoladelamano
laalejódelaschispasquesaltabanenlaoscuridad.
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H
ELCAMINODELFUEGO
abía algo en lo que el señor Ríos debería ponerse a trabajar algún día: eltemblorquesacudíalamáquina.Eraunavibracióntanfuertequesentíacómo
chirriabanlosdientes.Lasmanossaltabansobreelvolante.Perohabíaunacosamás:faltabaelcinturóndeseguridad.Lohabíadejadoparaloúltimo(alosinventoresdealma, lasmedidas de seguridad siempre les parecen lomás aburrido de inventar).Cuandolamáquina,alembestirunasmalezas,chocócontraalgoduro,elseñorRíosseclavóelvolantecontralascostillasyluegocayódelamáquina.
Lomismohabíaocurridoen suprimer intento,másdeunañoatrás, cuando sehabíaofrecidoapodarellaberinto.Aquellavezelaparatohabíaseguidosincontrolhasta la laguna.El ingenieroRíosnoestabadispuestoaqueocurrieraunaccidentecomoaquel,quetantohabíacontribuidoaqueloconsideraranuninventorfracasado,unloco,unasesinodegatos.Asíqueapenasrodóporelpasto,sepusodepieparadaralcanceasuinvento.
La señora Palanti había salido para ver de cerca que elmalignomilagro habíavueltoaocurrir.CuandochocócontraelPozodelasPiezasPerdidas,lamáquinagiródosvecessobresímisma,ylascuchillasinsaciablesquedaronapuntandoalaseñoraPalanti.Sinconductor,lamáquinainfernalavanzóhaciaella,enmediodeunalluviadefibrasvegetales.
—Esto no puede estar ocurriendo —se dijo la señora Palanti—. Debe ser unsueño.¿Cómoesposiblequecontantoruidotodavíanomehayadespertado?
Mientrastanto,elseñorRíoscorríatraslamáquina,ylosdoschicoscorríanhaciaelseñorRíos.Todospensabanlomismo:
—QuePalantisecorra,queseesconda,quedesaparezca…PerolaseñoraPalantiseguíafirmeyaturdida.Comosisehubieradadocuentadel
peligro,supropiosombrerovolódesucabeza.ElingenieroRíosibadevezencuandoacorreralrededordelalaguna.Ygracias
aesoestabaenbuenestadofísico.Asíqueconsiguióponersealapardelamáquinayestiró lamano hasta alcanzar la llave. Lamáquina se detuvo amediometro de laseñora Palanti, que parecía convertida en una estatua. El señorRíos se deshizo endisculpas, le ofreció acompañarla a la casa. Pero la señora Palanti no respondió.Ahorapertenecíaalreinomineral.Subrazoinmóvilsosteníalaperademaderadelacalesita.
ElseñorRíospensóquelohacíaengestodeamistad.Tomólasortijayconunlevetirónlaarrancó.TampocoestosacóalaseñoraPalantidesuéxtasis.
—Me quedo con la sortija de recuerdo —dijo el señor Ríos, y volvió a su
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máquina.PerosuhijoyLagosyanoleprestabanatenciónnia lamáquinania laseñora
Palanti.Ahoraquelamáquinayanolosaturdía,seconcentraronenunasvoces.—¡Socorro!—seoíadesdeabajo.—ElPozode lasPiezasPerdidas—ledijoMartínRíos aLagos—.Contra eso
chocólamáquina.—¿Hayalguienahí?—preguntósuamigo,asomándosealaoscuridad.—SomosBlancoyNegro.¡Sáquennos,porfavor!ElseñorRíossehabíaacercadoconunalinterna.Iluminóhaciaabajo.—¿Cómollegaronhastaahí?—Cayendo. El método más rápido cuando uno quiere ir hacia abajo —dijo
Negro.—Nosatacóuntigre—aclaróBlanco.—¿Untigre?—preguntóNegro.—Sidecimosquefueunpuma,vamosaquedarenridículo—ledijoBlancopor
lobajo.—¿Dedóndepuedehabersalidountigre?—quisosaberelseñorRíos.—El zoológico provincial no está lejos.Leí en el diario que hubo una fuga de
fieraselfindesemana.YalmenosunaserefugióenlaselvaqueesZyl.ElingenieroRíosseasomóalpozo.—Blanco, usted es un mentiroso, y además siempre se burló de mi máquina
podadora.Perograciasamimáquinalovoyasacar.—¿Resucitó lamáquinapodadora?No, gracias, prefieropermanecer acá.Estoy
haciendoelcensodelaspiezasperdidas.Voyporlatresmildiecisiete.AdemástengoaNegroquemehacecompañía.—Yosíquierosalir—gritóNegro.La máquina podadora contaba con un pequeño compartimiento trasero donde
había guantes, una sierra, un traje de agua anaranjado, unmartillo, la linterna quehabíaservidoparailuminarelpozo,yunalargayresistentecuerda.ElseñorRíosatólacuerdaalchasisdelamáquinapodadorayarrojóelotrocaboalasprofundidades.
—¡Unoporvez!Elingenieropusoenmarchaelmotor.Avanzóconlamáquinaalavelocidadmás
bajaposibleyasíempezóaizaralseñorNegro.Comoalsubirseraspabacontralasparedesdelpozo,Negroquedóunpocomaltrecho,perofelizdehabersalido.
DespuéslellegóelturnoaBlanco.AdiferenciadeNegro,bajitoyesmirriado,Blancoeraaltoycorpulento.Pesaba
exactamente el doble que Negro. El motor de la máquina podadora ya no sonabapoderosoytriunfal:sonabacomoalguienquepideprimeropaciencia,luegosocorroyfinalmentepiedad.Alcabo,lasmanosdelseñorBlancoaparecieronenlasuperficiey
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seaferraronalbordedelviejoaljibe.EntreLagosyRíosloayudaronasalir.—Cuandotodovuelvaalanormalidad,dígalealagentedelpuebloquelosalvó
lamáquinapodadoradeRíos.Blanco,agotado,tendidoenelpastobocaarriba,contestóconungemido.—¿Quierenacompañarnos?—ofrecióLagos—.Vamosallaberinto.Porprimeravez,NegroyBlancoestuvierondeacuerdoenalgo:—Jóvenes,creoquenoestamosencondicionesdeiraningunaparte.Ríos y Lagos se encolumnaron detrás de la podadora y partieron rumbo al
laberinto.BlancoyNegroquedaron tirados sobre lahierba,oyendocómoel rumordelmotorseperdíaalolejos.
—Mire—dijoNegro—.EslaseñoraPalanti.Seguíadepiedra,mirandohacialolejos.—Esunconsuelo:alguienqueestápeorquenosotros.Leofrecieronagua.Leofrecieronacompañarlaasucasa.Laseñoranorespondió.—Bueno,noquedaráotroremedioquedejarlaaquí—dijoelseñorNegro,conun
pocodelástima—.Esperoqueestanochenollueva.Lepusieronelsombreroyladejaronahí,conlaperademaderaenlamano,como
si tuviera frente a ella una calesita invisible.Y se alejaron del Pozo de las PiezasPerdidas.
Las ciudades cambian de noche, como si alguien hiciera un resumen y fueratachando todo lo que no es imprescindible para ilustrar la palabra «ciudad»: laspersonas que caminan por la calle, los automóviles, los camiones con frutas overduras, las letras de los carteles. Los edificios se convierten en altas torres decuentosantiguos.Lasestatuas,enlasplazasvacíasdeniños,parecenapuntodedejarsusincómodospedestalesdemármologranito,yecharacaminaroacabalgar,porsenderosdepolvodeladrillo.Lossemáforossequedansinautosaquienesgobernarydisparansus señalesverdes, rojasyamarillasa lanada.Cuantomásoscuraes lanoche,másclaralageometría.Lassombrasirregularesdelaspersonasdesaparecen,yquedanlaslíneasrectasdelaarquitectura.
IványAnunciacióncaminabanporunacallevacía,esperandoqueelnuevolímiteapareciera.Unsemáforoverdebrillabaalolejos,comounúltimocaramelodementa.
—¿CómosonlasnochesenZyl?—quisosaberAnunciación.—Seoyenlosgrillosylasranas.Tresvecesporsemana,alasdoceenpuntodela
noche, pasa el tren, y todos los que lo oímosnos imaginamosviajando a ciudadeslejanas. A veces voy con mis amigos a pescar a la laguna, desde el muelle. Enprimaverayveranonosatacanlosmosquitos.Eninviernollevamosuncalentadorquefuncionaaquerosén,quesirveparailuminarnosyparaquenoshagamosté.Avecespasamospor la calledelCaballonegro, dondevi amis amigosporprimeravez, y
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despuésseguimoshastaellaberinto.Nosinternamosunospocosmetros,porquelossenderosestáncerradosporelfollaje.Yconversamos,conversamossiempre.
—¿Dequé?—Deestupideces,dequévaaser.—¿Dechicas?—Antesno.Perodesdehaceuntiempo…Costabareconocerquehablabandechicas.—¿Lascallesestániluminadas?—Hay faroles de mercurio en las esquinas. También la plaza está iluminada.
Cuando laCompañía de los Juegos deProfundos deMorodian se propuso destruirZyl,aniquilandotodoslosjuegosquesefabricabanenlaciudad,todoquedóoscuro.Peroahorasevenlucesenlascasas,enlaplaza,eelcaminoquellevaalalaguna.SoloestánsiempreaoscurasellaberintoylacasadondevivíalafamiliaMorodian.Nadie lavolvióahabitar jamás.Miabuelo,cuandotienequepasarfrenteaella,secruzadevereda.
—¿NuncasupistenadadeMorodianentodosestosmeses?—No.ElParqueProfundoquedóabandonado.SuCompañíadeJuegosProfundos
seacabó.Los ingenieros se fuerona trabajaraotraparte.Muchos semarcharonalextranjero.Muy de vez en cuando se ve alguno de sus productos en el fondo dealguna juguetería, pero lamayoría de sus juegos se rompió.Nada de lo que hacíaduraba.Exceptolosdaños.Esosíduró.Esoduratodavía.
—¿Nuncatratastedeencontrarlo?—No.Peroalgúndía,cuandoseamásgrande…IvánhabíasoñadomuchasvecesconMorodian.Enelsueñosuenemigollevaba
unparcheenelojo.Ysiempredecíalomismo:«Eshoradequemirestuobra».Pero el sueño se interrumpía antes de que Morodian se quitara el parche, el
diminutotelónquecubríasuojo.Ahoraavanzabanporunalargavereda,alcostadodeunafábricaconaltastorres
deladrillo.Ivánsequedóensilencio,comositodosupasadotambiénformarapartede aquel largo laberinto. Anunciación iba a preguntarle algo más, pero prefiriódejarlotranquiloysólolotomódelamano.
ElingenieroRíosllegóconlapodadoraallaberinto,queyanoparecíasinounamasainformeyvegetal.Siseacercabaeloído,seescuchabaelrumordelashojas,elsusurro de los tallos al crecer, los crujidos de la corteza al desprenderse de losárboles.Eraunbosquevivoyhambriento.SuhijoyLagosllegaronagitadosporlacarrera.
—Eslahoradelaverdad.Hagamoslacuentaregresiva.—¡Esperá!—dijosuhijo—.¿Cómosolucionasteaquelproblema?
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—¿Quéproblema?—Quelamáquinaquedarafueradecontrol.—Nolosolucioné,peronoimporta.Estaveznecesitamosunamáquinafuerade
control.ElseñorRíoshizogirarunallave.Elmotorseencendióconmásfuerza.—Potenciamáxima—explicó.Luegollevóhaciadelanteunapalanca.Ylapodadoraacelerócontralaparedque
laesperaba.RíosyLagossetaparonlosoídos,porqueelchirridodelascuchillasalcercenarlasplantaserainsoportable.Yvieroncómolamáquinahoradabalapareddeárbolesenmediodeunalluviaderamasrotas.
Sepusieronacaminardetrásdelamáquina,conlasmáscarasdebuceoylaspalasensusmanos.Sehabíancubiertolanarizylabocaconlasmangasdelosbuzos,paranorespirarlasfibrasvegetales.Despuésdecaminarunostreintametrosporelinteriordellaberinto,lamáquinasedetuvo.
—Creoqueesacá—dijoelseñorRíos.Miraronelplano…peroellaberintohabíacambiadotantoquenohabíaformade
saberlo.Eramuydifícildistinguirlossenderos,ahoraquetodoerafollaje.NicolásDragóllegójuntoaellos,conlarespiraciónagitada.—Buenasnoticias.Algunosteléfonosdelaciudadyatienenlínea.—Pero no tenemos adonde llamar a Iván —dijo Ríos—. No queda otra que
esperarquenosllame.—TratédellamaralHoteldelManzano…—dijoNicolásDragó.—¿Quéhotel?—Elhotel que figuraba en la invitación que recibió Iván.Pero sólo se oía una
grabaciónquedecíaquelalíneaestabadesconectadaporfaltadepago.RíosyLagosestabanabocadosaunúnicopozo.NicolásDragólosinterrumpió:—Recuerdoque lacápsula laenterramosabajaprofundidad…habráquehacer
unospozosdepruebanomuyhondos,tratandodecubrirlamayorsuperficieposible.Empezaronahacerpozosaunostreintacentímetrosunodelotro.Habíancavado
cincocuandolapaladeLagoshizounruidoseco.—Encontréalgo.Peroalcabodeunossegundosextrajounalataoxidada.—Pronto será de noche para nosotros, y de noche para Iván—dijo el abuelo,
desanimado.LapaladeRíoshizounruidoquesonóahueco.—¿Quéhayacá?Empezó a cavar con entusiasmo. Lagos se puso a cavar con él. Apenas unos
minutos después dejaron al descubierto la tapa de un cofre de hierro de sesentacentímetrosdelado.Sobrelatapadecía,enletrasrepujadas:Cápsuladeltiempo.
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RíosyLagosempezaronasaltaryabrazarse.—Despuésfestejan,chicos—dijoelseñorRíos—.Ahoraestamosapurados.Pero el señorRíos apenas contenía las ganas de saltar y cantar él también. En
cambioNicolásDragóparecíadesolado.—Nopuedoveresto.Lacápsuladeltiempoabiertaantesdetiempo.Escomoun
sacrilegio.Ríoslepusolamanoenelhombro.—Perdón, señor Dragó, pero nuestro amigo está en peligro. Y vamos a hacer
cualquiercosaparasalvaraIván.ParaabrirlausaronuncortaplumasqueelseñorRíosteníaenelbolsillo.Conél
hicieron girar cinco grandes tornillos.Costó que la tapa cediera, después de tantosañosbajotierra.ElingenieroinvitóaNicolásDragóaquefueraelprimeroenrevisarlacaja.
—Parecequetodosehaconservadobien.Nohayseñalesdehumedad.Eldiarioestáperfectamenteseco.
EldiarioeraunejemplardeElExpresodeZyl.Enprimerapágina seveíaunafotografía de la cápsula del tiempo, abierta. El título decía:Hoy se enterrará lacápsuladeltiempo.
Unpequeñorecuadroagregaba:
OpinióndelCerebroMágicoUn cronista de este diario se acercó a la casa del CerebroMágico, el
famoso autómata de esta ciudad, para consultarle si la cápsula del tiemposería abierta recién dentro de cien años, como se han propuesto losorganizadores. El autómata respondió que no, decepcionando a todos.Consultadonuevamente sobre si enel futuroquienabra lacaja tendráunabuenarazón,laboladecristalseiluminóunasolavez,dandounarespuestaafirmativa.
Esperemosqueelfuturodélarazónanuestroamigodelturbante.
—ElCerebroMágiconoseequivocó—dijoRíos.Yfueronsacandoboletosdetren,programasdecine, juegos,cartas…Habíaun
textoescritoconmáquinadeescribirycolocadoenunacarpetaforradacontelanegradondedecíaLosjuegosyelmal.
Paraentoncesyahabíaoscurecidoytuvieronqueusarunalinternaparaleer.—¿Quédice?—dijoNicolás.Ríosselotendió—:No,notrajemislentes.Leelo
vos.¿Hayalgunarespuesta?Los ojos de Ríos se deslizaron veloces por el papel, en busca de las palabras
«laberinto»o«Aracné».
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—Sí—dijoRíos—.Aquíestá.Ylesleyóelpárrafoencuestión.—EsperoqueestemosatiempodeavisarleaIván—dijoNicolásDragó,mientras
se agachaba a recoger una agenda que había pertenecido a Aab. Ahí estaban losnombres, las direcciones de los grandes inventores de juegos del mundo. Pero noestabanenorden,sinotodosmezcladosoubicadosdeacuerdoconunordendifícildeadivinar.
—Vamos al museo—dijo Nicolás—. Allí podremos buscar con calma si hayalgúnteléfonoquesirva.
—¿Algúnteléfonodequién?—preguntóLagos.Leparecíamentiraqueenesospapelesviejospudierahaberalgoquesirviera.
—DeSarimaScott.
Hacía ratoqueel laberintomentalno lehabíamostradoningúnobstáculo.Perocuandoseterminóelmurodelafábricaylalargaveredadebaldosasrotasycruzaronla calle, Iván sintió la pared invisible. Eramás débil que antes, como si el tóxicohubieraperdidofuerza.
Habían llegado frente a un terrenobaldío rodeadopor unmurode ladrillos.Elbaldíoteníaunapuertademetaloxidada.
—Hastaacállegué.—Nopuedeser.¿Unbaldío?—Además,ahíestálaseñal—dijoIván.—¿Dónde?—Esabotella.Sobre la pared, justo encima de la puerta de hierro, había una botella vacía de
gaseosa. Iván, que era más alto, estiró la mano y alcanzó a tocarla. La botella setambaleóycayó,estrellándosecontraelsuelo.Miraronlospedazos:eraunabotelladeaguatónica.UnaPasodelosToros.
—¿Tegustaelaguatónica?—preguntóella.—No.—Amítampoco.Papádicequesonlascosasqueaunosololegustandegrande:
elaguatónica,elvinotinto,elbrócoli,elchocolateamargo,eljamóncrudo…PeroIvánnopensabaenesascosas.—Supongoquehayqueentraralbaldío—dijo,sinfuerzas.Anunciaciónasintió,ensilencio.Lanoche,lasafuerasdelaciudad,elcansancio:
Todolosdesalentaba.Lapuertaestabasinllaveyalabrirsecrujiócomosifueraazafarsedesusgoznes.
Se asomaron a través del umbral. El baldío era tan grande que se perdía en laoscuridad.Auncostadohabíaunasruinas:restosdeparedes,unasmaderasrotas,una
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silla,untanquedeaguavolcado,unamáquinadeescribir.Todoelrestoeranplantas,las especies que crecen fuera de todo cuidado: cardos, ortigas,margaritas salvajes,yuyossinnombre.Enelcentrodelbaldíohabíaunaloma.
—¿Quéhago?—preguntóIván—.¿Adondevoyahora?—Adóndevamos,querrásdecir.—No, hasta acá llegamos juntos. Ahora me toca ir solo. Cuando todo haya
terminado,tellamoporteléfono.Entonces Anunciación le dio una patada, otra más. Esta vez eligió el muslo
izquierdo.—Ay—dijoIván—.¿Porquémepegáscadavezquequieroponerteasalvo?—Paraquenomesalvesmás.Ybusquemosloúltimoquequedaenlacaja.Habíanusadolallave,lalinterna,elpéndulo,lacuerda,labrújula…loúltimoera
unacajitadefósforosmarcaFragata,decoloramarillo,conla imagendelbarcoenazul.Ensuinterior,unospocosfósforosdecabezaroja.
Ivánencendióuno.Seapagóenseguida.—Noiluminanada…—¿Porquétedaríanunacajadefósforos,sitenésunalinterna?—Lalinternaserompió.—PeroesonopodíasaberloMadameAracné.Sitedieronlosfósforosnoespara
iluminar.Esparaquemar.Ivántomóunlistóndemaderadelsueloyleatóunostrapos.—¿Quéhacés?—Laantorchaolímpica.Despuéslaencendióconunodelosfósforos.Eltrapo,enroscadoalrededordela
madera,ardió.—Ahorasevemejor—dijo.Anunciaciónaprovechólaluzparabuscarasualrededoralgoquelesindicaraqué
direccióntomar.Encontróunalíneagrisqueseperdíaentrelasplantas.—¿Quéesesto?Ivánseagachó,tomóunpocodelasustanciaylaolió.—Eselmismoolordelascañitasvoladorasydelosrevólveresacebita.—¿Pólvora?Portodarespuesta,Ivánacercóla teaalaserpenteantelíneagris.Lapólvorase
encendióconunallamaazul,ylaluzcomenzóarecorreruncaminoentrelasplantasylosescombrosquellenabanelbaldío.
—Yonosésiestábienincendiarbaldíos…—dijoAnunciación.—Estoessolamenteparaguiarnos.Lapólvoradurapocoyseapaga.Pormirar lapólvora, Iván sedistrajode la tea.Los traposhabíanencendido la
madera, y se quemó lamano. Dio un grito y soltó la antorcha, que cayó sobre el
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pasto.Losdos amigos corrieron entre lamalezaparanoperder devista el resplandor
azul. Se rasparon con las ortigas, tropezaron con las piedras sueltas, pasaron porencimadelosescombros.Aveceselreguerosealejaba,peronoloperdíandeltododevista.Eraunalíneasinuosaqueibadeaquíparaallá,comosiquisieradistraerlosycansarlos.
Oyeronunladridolejano.—Perros—dijoIván.—Debenestarlejos.—¿Tegustanlosperros?Amíno.—Amísí,peronocuandoestoyenunbaldío,enlaoscuridad.Elsiguienteladridonosonónadalejos.—Vamos,rápido—dijoIván.Ya corrían tras la llama no para encontrar la salida, si no para escapar de los
ladridos.Nosabíansieraunsoloperroquecambiabadelugarounajauríaescondidaenlamaleza.Losanimalesnosedejabanver;perosusladridos,enelsilenciodelanoche, sonaban como voces salvajes, como si la ciudad se hubiera terminado yestuvieranenunreinodistinto,dondeexistíanloslobosescondidosenelbosque.
Lasmalezasaltasseterminaronycorrieronentrepastosbajos.Ivánsediovueltayentoncesvioasusperseguidores:unperroenorme,negro,seguidopordosflacosperrosamarillos,a losquese lesmarcaban lascostillas.Eran la imagenmismadelhambreyporesoresultabanmástemiblesqueelperronegro.Ahorayapodíanverelfinaldelrecorrido:elbaldíoterminabaenunapareddeladrillos.Lallamaloshabíaguiadohastaunamontañademueblesrotos,diariosviejosyhojassecas.
Laparedperimetraleraalta.Noselapodíatreparsinunaescalera.—Subamosalamontañadeescombros—dijoIván.Perocuandoseestabanacercandolosperroslosalcanzaron.Sehabíanseparado
comoparacerrarleselcamino.Anunciaciónsetrepóaunasilla,peroteníaunapataflojaysecayó.Ivánagarróunamaderaparadefenderse.
Losdos perros amarillos se acercaronprimero,mostrando los dientes.El perronegroquedóunospasosatrás,comosicomandaraelataque.
—Yolosmantengoadistancia,vosapúrateatreparlapared.Anunciaciónempezóaempujarunroperoqueestabavolcado.Siloacercabaala
pared,podríatreparaloaltodelmuro.Peroeramuypesadoyapenaspodíahacerloavanzar unos centímetros. Los perros no le darían tiempo. Instintivamente dejó elropero,tomóunapiedraysepusojuntoaIván.
—Nosécómotemetíenesto.Tendríaquehaberteechado…—Yomemetísola.Vostemetistesolo.Perovamosasalirjuntos.El perro negro se acercó por el frente, sereno, mientras que los otros dos se
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prepararonaatacardesdeloscostados.Elladridosehabíaconvertidoenungruñidoqueloshacíatemblar.
Ivánblandíaelpalo.Podríapegarleaunoenlacabeza.¿Peroquéharíacuandolosotrosloatacaran?
Entonceslallama,quehabíarecorridoellargocaminodepólvora,llegóhastalamontañadeescombros.Undiarioconlaspáginasamarillentasardiódepronto,yelfuego empezó a pasar las páginas y a leer veloz las noticias viejas. Se oyó unaexplosióny lanoche se iluminóconunenjambrede luciérnagasdespavoridas.Lasllamas treparon con prisa a través de libros sin tapas, camisas desgarradas y sillasrotas,hastalacimadelamontaña.Ivánsintióelcalorsobrelacara.Elhumonegrolos envolvió, protector y agresivo a la vez: Los escondía de los perros, pero lesllenabalosojosdelágrimasylessecabalagarganta.Losperrossehabíanquedadoquietos, como si reconocieran el poder de algo más salvaje que ellos, y máshambrientotambién.Yanoladraban.
IványAnunciaciónaprovecharon la treguacedidaporel fuegoysepusieronaempujar el roperocontra lapared.Elmiedo lesdiouna fuerzaqueno tenían.Aunvolcado,el roperoeradealturasuficientecomoparaayudarlosa treparelmurodeladrillos.Ivánsaltósobrelamaderaydesdeallíayudóasuamigaapasar.Despuésélmismoseencaramóalapared.Estuvieronlosdossentadosenloalto,temerososdesaltarhacialavereda.IvánletendiólamanoaAnunciaciónparaquesucaídafueramássuave.Despuésaélnolequedóotraquesaltardesdeloalto.
Sehabíanquedadosinaire.Teníanlasmanosylacarasuciasdehollín.Miraroncómoelfuegoselevantabaporencimadelapared.Losperros,despuésdeunlargosilencio,volvieronaladrar,comosilosdespidieran.
Anunciación se puso a toser. Iván le tendió la cantimplora. Ella bebió hasta laúltimagota.
—Perdón,laterminé.Esqueteníalagargantaseca.Caminaronensilenciohacialaúnicacasaqueseveía.Eraunacasaseñorial,de
dospisos.Lalunailuminabalostechosdetejas,unaaltachimenea,unaveletaconlaformadeungallo.
Todoeraoscuridadexcepto,enelprimerpiso,unaluzdébil.—Vamosapedirquenosprestenelteléfono—dijoAnunciación—.Mipapáestá
deviaje,peroquemimamánosvengaabuscar…yanopodemoshacerestosolos.AIvánnolegustabalaideadepedirayuda.Ningúnadultolopodríasacardesu
propiolaberinto:teníaqueencontrarélmismolasalida.Peroestabatancansadoqueno tenía fuerzasparaoponerse.Tenía lagarganta seca,y loquemásdeseabaenelmundoeraunvasodeagua.
Seacercaronalapuerta.Eraunasólidarejadehierro,delasqueyanosehacían.Undiseñolarecorría:eraeldibujodeunatelarañaqueeraalavezeldiseñodeun
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laberinto.Enelcentroseveíaalhombreconcabezadetoro,empuñandounaespadacorta.Yhabíadosinicialesgrabadasenelbronce:S.S.
—SarimaScott—dijoIván,casisinvoz.
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H
MANSIÓNARACNÉ
abíanllegadoalmuseo.Lagos,Ríos,supadreyNicolásDragólucíanagotadosporlaexcursiónallaberinto.
RíossesentófrenteaunagranmesayZelmarCanobbioleacercóunalámparadebronce.RíospusolaagendadeAabbajoelcírculodeluz.
Unaagendacomúntieneenunacolumnalosnombresenordenalfabético,yenotra los números de teléfono. Aquí no había orden alfabético y casi no habíanúmeros.
Al verlos nombres de los inventores de juegosRíos se quedómaravillado.Losconocía de oídas, porque los profesores en clase contaban sus hazañas, y en lasláminasdeloslibrosaparecíanreproduccionesdesusobras.Ahíestabaladirecciónde BekasMolen, que vivía en lo alto de una montaña de Nepal, y que fabricabacomplicadosjuegosqueentrabanenunaslatitassemejantesalasdelapomadaparazapatos. Y el veneciano Armindo, cuyos juegos consistían en cilindros donde semezclabanelaguayunosaceitesdecolores,cuyocambianteaspectodecidíalasuertedelosjugadores.
En esa agenda estaba la forma de ubicarlos. No se trataba de llamarlos porteléfono o enviarles una carta.Nada tan simple. Para enviarle unmensaje a JonásLaska,quevivíaenPraga,habíaquetirardesdeciertatorreunavióndepapelytratardeque llegaraaun jardín inaccesible.ElnorteamericanoTheoMilithonsólopodíaser hallado si se dejaba en la página 37 de cierto libro de geometría de ciertabiblioteca pública de Nueva York una carta escrita en papel amarillo. Y paracomunicarse con Clemente Rodas, el gran creador de juegos de ingenio… bueno,habíaqueingeniárselas.Tratardecomunicarseconalgunosdelosgrandesinventoresdejuegoseraparticipardeunjuegolargoysinuoso.
Ríos pasaba página tras página en busca del nombre deMadame Aracné. Lashojasparecíanapuntodedeshacerseporelrocedesusdedos.Lodesconcertabaneldesorden y la letra minúscula de Aab. Pero lo que más lo desalentaba eran losrebuscados sistemas que había que usar para ubicar a los inventores de juegos:palomas mensajeras, papeles en botellas arrojadas al agua de las fuentes, fuegosartificiales.NicolásDragólerecomendóquefueramásdespacio,quelalibretapodíaromperse,ydespuéslediounapista:
—Miráelpapelconelqueforraronlalibreta.Erapapelarañacolorazul.—¿Y?—preguntóRíos.Peroenseguidacomprendió.Concuidadodesprendiólos
trozosdecintaadhesiva—queeltiempohabíavueltooscurayquebradiza—ysacó
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el papel azul. En el interior, había un número de teléfono, sin nombre.Aab habíaqueridomantenerlobienoculto.
—¿CómosabequeeselnúmerodeSarimaScott?—¿Quéotronúmeroanotaríaenelpapelaraña?Aracnésignificaaraña,engriego
antiguo.Ríostomóelteléfono.Marcó,peronopudocomunicarse.—Acordatedeanteponerelcuatro—dijoNicolásDragó—.Esunaagendavieja.
Elcuatrovinomuchodespués.YRíosvolvióaintentarlo.¿Quédiríasiloatendíalaviejabruja?Lomejorsería
pasarleelteléfonoaNicolásDragó.Élsabríaquédecir.—¿Y?—preguntaronlosotros.—Parecequellama.
Iván y Anunciación empujaron la puerta de bronce. Un sendero de piedraflanqueadoporjazminesylimonerosllevabahastalapuertadelacasa.Alaizquierdaasomabaeltorsodeunaestatua.
—Debe ser uno de los demonios de piedra que adornaban los laberintos deMadameAracné—dijoIván.
—Simedanaelegir,prefierolosenanitosdejardín—dijoAnunciación.Subierontresescalones.Lapuertateníaunllamadorenformademano.—¿No querés esperar afuera? No, está bien, mejor vamos juntos—dijo Iván,
recordandolaspatadasanteriores.Lapuertaestabaapenasentreabierta,comosialguienlosesperara.Empujaronla
hojade roble, que se abrió sinun ruido.Desde el interior de la casaveníaun airehelado.Noeraunfríodeesedía:eraunfríolargamenteguardado,comosi lacasaconservara,encerrado,undíadeinviernodemuchosañosatrás.Anunciaciónlotomódelamanoyjuntos,conpasosleves,comositemierandespertaraalguien,entraronenlacasa.
Todoestabaoscuro.Ivánbuscóelinterruptordelaluzylaencendió.Unaenormearañadecientosdecairelesbrillódesdeloalto.UnalamparitaestallóyAnunciacióndiounsalto.
—Esunalamparita,nadamás—latranquilizóIván.—Yasé,nomeasustó.—¿Ah,no?¿Yporquésaltaste?—Parahacerejercicio.Era el comedor. En las paredes, sobre un empapelado azul, colgaban antiguos
grabados donde se repetían planos y grabados de laberintos. Uno representaba loscontornos de un libro. Otro, la figura de una cabeza humana. Otromás, pequeño,tenía forma de triángulo.Cerca de los cuadros colgaban cuatro espadas cortas que
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eranofingíanserantiguas.—Parececomosinohubieraentradonadieenmuchotiempo—dijoIván.—Alguienentró.Sino,habríasobresypapelesbajolapuertaoeneljardín.Enelcomedorseveíaungranhogaraleñahechoenmármolnegro.Sobreélse
levantabaunaestatuadebronce:eltorsodeunhombreconcabezadetoro.Habíaunaexpresión de furia humana, consciente, en la cara bestial. Los cuernos estabanaguzados comocuchillos.Quienhabía forjado aquella estatua se había preocupadopor representar el poder del odio. Los ojos del toro, separados, parecían seguir aquienlomirase.
Eltiempohabíaennegrecidoelbronceynadaquedabadeldorado.ElMinotauroabríaapenaslaboca;entrelosdienteshabíaunsobre.
—Elúltimotoro—dijoAnunciación—.Tieneunmensajeenlaboca.PeroaIvánlepreocupabaotracosa.Eratallaatracciónqueejercíaeltoro,que
Anunciaciónnohabíavistoquedelantedelhogarhabíaunsillónderespaldoalto.—Hayalguienahí—dijoIvánenunsusurro.Por encima del respaldo del sillón sobresalía apenas una cabeza de cabellos
grises.—¿SarimaScott?—preguntóAnunciación,enunsusurro.Ivánseaclarólagargantaydijoenvozalta:—Buenasnoches,señora.Silencio.—¿EstoeselClubAriadna?—preguntóIván—.¿LacasadeMadameAracné?Lamujerseguíaensilencio.—¿Esaquílasalidadellaberinto?Iván se acercó lentamente. Le costaba dar cada paso por aquel mundo frío y
silencioso.Habíacomounrestodemaldadviejaenelaire;unamaldadgastadaqueconservabapartedesupoder,comoesosvenenosquepuedenseguirmatandomuchosañosdespuésdehaberseevaporadoensufrasco.
«Quizásestédormida»,sedecíaIván.«Quizássedespiertedeprontoconungritoestridente».
Iván teníamuchas cosas para decirle a la constructora de laberintos: que habíaparticipadodel juego,quehabíacumplido las reglas,queerahoradeque lodejarasalirylemostraracómosalvaraZyl.Eralojusto.
Peroalamujersentadaenelsillónnoleimportabalajusticia.—Mire,MadameAracnéocomosellame—seimpacientóAnunciación—.¿Esta
esonolasalida?Iványasehabíaacercadolosuficienteparaverquéeraloquehabíaenelsillón.—Sí, debe serMadame Aracné—dijo Iván sin voz—. Pero no sé si hay una
salida.
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Noqueríamirar,peroalaveznopodíaquitarlosojosdelamujerqueestabaenelsillón.
Tresmesesatráshabíaencontrado,despuésdeunatormenta,unpajaritomuertoen el jardín. Su abuelo había dicho que se encargaría de sacarlo, pero él le habíadicho que no, un poco por curiosidad, otro poco para demostrar que podía hacertrabajosdehombre,queyanoeraunchico.Elpajaritoteníalasplumasamarillasygrises,yteníalaspatitasestiradashaciaarriba.Élhabíahechounhoyoeneljardínylohabíaenterrado.«Siestepajaritomeimpresiona,¿quépasarásimeencuentroconuncadáverdeverdad?»,sepreguntóaquellavez.Ahorateníalarespuesta.
Sarima Scott habíamuertomuchos años atrás. Los cabellos grises rodeaban lacalavera,comosiquisieranesconderladelavistadelosdemás,quenadieseenteraradelamuerte.Quedabanjironesdepielapergaminadasobreelesqueletoamarillento.Elvestidodeterciopeloestabaroídoporlaspolillas.Aunqueveíaqueestabamuertadesdehacíamuchosaños,aIvánlequedabalailógicasensaciónqueeraellaquienlohabíaencerrado.Queeraella,desde lamismamuerte, laqueseguíagobernandoeljuegoquelohabíallevadohastaallí.Parecíaquedaralgodevidaodevoluntadenlasmanosquecolgabanaloscostados,semejantesalasgarrasdeunpájaro.Lasarañashabían tejido capas de tela en torno al cuerpo y al sillón, como si se tratara de lacrisálidadeuninsecto,comosialgúndíaalgonuevofueraasalirdeesosdespojos.
TodoesetiempohabíapensadoqueMadameAracnéeralaarañaquehabíatejidoellaberintoyahoraveíaqueeraapenasunapiezamás,unapartedelmecanismo,otravíctimadelaredenlaqueestabaatrapado.
Anunciación se había acercado hasta él, y cuando vio el cadáver dio un gritoapagado.Lotomódelamano.LapieldeIvánestabafría,comosilacasalohubieraatrapadoensuatmósferademármolysilencio.Anunciaciónfuelaprimeraquepudohablar:
—SiMadameAracnénohizoellaberinto,entoncesquién…Anunciación estiró la mano para tomar el sobre que estaba en la boca del
gigantescotoro.Peronoalcanzó,estabamuyalto.Enesemomentosonó,estridente,lacampanilladeunteléfono.—Notoquesnada—dijoIván.Elteléfonoestabasobreunamesita,contralapared.Ivándescolgó.—¿Hola?¿Hola?Estaba seguroquedelotro ladoescucharía lavozdequienhabíaorganizado la
gigantesca trampaque lo había llevadohasta allí.Y la voz le diría que todo habíaterminado,queesaeralasalida,queZylhabíasidosalvadaporél…
Perofueotralavozqueoyó:—¿EslacasadeSarimaScott?—¡Ríos!—gritóIván—.¿Cómomeencontraste?
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Delotroladoseoyóunlargosuspiro.RíoshabíatenidomuchomiedodequeloatendieraMadameAracné.
—Eslargodeexplicar.PeroencontramoselsecretodeMadameAracné.—MadameAracnéestámuerta…—¿Hola?Noseoyebien—habíachirridosenlalínea—.Yonoteoigo,perosi
estásahíescúchamebien:siemprealfinaldellaberinto,cuandoeljugadorcreíahaberganado,MadameAracné le reservabauna sorpresa final, unaúltima trampa.Yesatrampaeraelfindeljuego.
—Esoquieredecir…—El juego terminaba con lamuerte del participante… amenos que evitara la
trampaqueestabaenlasalida…—Noveoningunatrampa…—empezóadecirIván.Perodejóelteléfonoalver
queAnunciaciónhabíaacercadounasillaaltoroeibaasacarelsobredelasfaucesdelabestia.Ivándiounsaltoyleagarróelbrazoconfuerza.
—Ay—dijoella,frotándoseelbrazo—.¿Quétepasa?—¿Iván?¿Iván?—preguntabaRíosenelteléfono.—Tedijequenotoquesnada—ledijoasuamiga—.Hayunatrampaenesetoro.—¿Cómosabés?—MeloacabadedecirmiamigoRíos.—¿Yquésabeél,queestáalláenZyl?—Losamigosnoscuidan,aunqueesténlejos.Ivánhabíavueltoalevantareltubo.—¿Ríos?Peronohabíamásqueruidosenlalínea.Colgó.—¿Ycómovamosaconseguirelsobre?—preguntóella.Ivánsacódesumochilalarama.Anunciaciónledijo:—Yosiempremepreguntéparaquéjuntanramaslosvarones…—Tratamos de encontrarles un uso. Pero en general no se nos ocurre nada. Y
acabamos por hacer una fogata. Pero esta es la primera rama a la que le voy aencontrarunaverdaderautilidad.
Alargóelbrazohastaque lapuntade la ramarozóel sobre.Deapocopudo ircorriendoelpapelhaciafueradelabocadeltoro.Alfinalcayó,hamacándoseenelaire.
Pudieronverqueenelfrentedelsobrehabíaunasolapalabra:Salida.Anunciación iba a recoger el sobre del piso cuando se oyó un rumor. Un
mecanismo se había puesto enmarcha bajo lasmaderas del piso y a través de lasparedes.Eracomoelruidodeviejascañerías.Ivánlaagarródelosbrazosytiródeella.Elenormetorodebroncetemblóyseinclinóhaciadelante.Alprincipiolohizoconlentitud,comosileshicieraunareverencia,comosilesreconocieraunavictoria,
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pero al final se desmoronó sobre la silla que había acercadoAnunciación. Era tanpesadoquetodalacasatemblóconlacaída,yloscristalesdelasventanasvibraroncomoenunatormenta.
Iván yAnunciación se abrazaron,mudos demiedo. El polvo los rodeaba.UnaastillahabíasaltadoyhabíadibujadoenlacaradeIvánuntrazodesangre.
—¿Estásbien?—Anunciaciónletocólamejilla.Elsobrehabíaquedadodebajodelaestatua.Sobresalíaunadelasesquinas.Iván
tiródelsobre,partiéndoloporlamitad.Pudorescatardelinteriorunapequeñatarjetadecartón.Enlatarjetaestabaescritaunaúnicapalabra.
Ivánleyóenvozalta:Otoño.«¿Quéquieredecir?», sepreguntó.Había ido tan lejos,yahoraencontrabauna
solapalabra.Buscó con lamirada aAnunciación, perono lavio. ¿Dónde sehabíametido?¿Eratanespesalanubedepolvoqueselahabíatragado?¿Oestabajugandoa laniña invisible?Notuvotiempoparapreocuparseporella,porqueoyóunruidofamiliar:
Zak,zak,zak.Noerandoscuchillosdecarnicero.Erandosespadascortasquechocabanentre
sí,sacándosechispas.Yunavozgravedijo:—Otoño. ¿Quévaaquererdecir lapalabraotoño?Que,paraqueZyl se salve,
bastaconesperarelotoño.Yllegamañana.EraAbelTrino.EraelhombrequelohabíaatendidoenlasededeLaberintistas
Asociados.Ahorano se loveía encorvadoni enfermo.Habíadejado atrás su largabufanda. Caminaba a grandes pasos, con los ojos brillantes. Seguía sacándoleschispasalasespadas:eranlasquehabíanvistoenlaentrada,colgadasenlapared.
—Estadeladerechaesunaespadadebronceforjadaenunasolapieza.SarimaScott lacompróduranteunviajeaCreta.Dicenqueasíera laespadaconlaqueelMinotaurodecapitabadoncellas,yaloshéroesqueibanasalvarlas.¿Quiénsabe?Alosturistassiemprelesvendenchucherías.
AbelTrinomirólaestatuacaída:—Sesuponíaque te ibaaaplastar.Asíel finalhubierasidoperfecto.Elprimer
premio del Club Ariadna asegurado. Mi nombre inscripto entre los grandesinventoresdelaberintos.Unefectomagníficoarruinadoporunexcesodeprecaución.
—¿UstedconocíaaMadameAracné?—¿Cómono lavoya conocer?Fueel acontecimiento fundamentaldemivida.
AbelTrinoesunnombrenuevo.AntesmellamabaElioBeltrán.TrabajéduranteañoscomoayudantedeSarima.Cuandonadielatomabaencuenta,yoreconocíenellalainteligencia,laperseverancia,elgenio.Recorrimostantospueblos,armandonuestroslaberintos.Escuchábamoslosgritosdelosniñosperdidosentrelasparedes.Despuéspasamosaotrosjuegosmáscomplejos.
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PorprimeravezIvánreparóenlosnombres.—ElioBeltrán,AbelTrino.Enlosdosestálapalabra«laberinto».—Anagramasde«El laberinto»yde«laberinto»respectivamente.Siempreelijo
asímisnombres.Amímegustaquetodotengaunsignificado.Ivándiounarápidamiradahaciaelfondo.SiAnunciaciónestabaescondida,no
queríadelatarla.Talvezhabíaconseguidoescapardelacasa.Peronoloibaadejarsolo:pediríaayuda.AbelTrinoseñalólosrestosdeMadameAracné:
—Sarimamurióhacesieteaños.Undíavineavisitarlaylaencontrédondeestáahora,muerta.Noquise llamaramédicos, apolicías, aenterradores.Decidíque lacasa entera se convirtiera en sumausoleo.Y este último laberinto, elmásperfectoquejamássehizo,fueenhonoraella.CadatresañoscadaunodelosmiembrosdelClubAriadna arma un laberinto.Hay que construir el juego y luego hacer que uninocente se pierda. Apenas termina el juego, presentamos los resultados a lasautoridades delClubAriadna.Dibujos, fotografías, filmaciones.Y sobre todo, hayquecontarlahistoria,tratardereconstruirlosdiálogos,serfielalaverdad.
—¿Yporquémeeligieronami?—Porqueesmejorhacercaeraalguiennotable.Aunespecialistaenlaberintos,a
unconstructordejuegos.Entucaso,aalguienquederrotóaMorodian.AbelTrinoseacercóconlaespada.—Esteañovoyaganaryo.—¿Cómopuedeestarseguro?—Hace seis años el laberinto que ganó estaba construido en un cementerio de
autos.Lavíctimadebíapasardechatarraenchatarra,mientrasunagrúatriturabaloscoches.Hacetresañosunbelgaconstruyóunedificio-laberintodediezpisos.Unadelas genialidades fue que uno de los ascensores se desplazaba en sentido vertical yhorizontal, para desconcertar a los prisioneros. Pero ninguno de esos laberintos esmás ingeniosoqueeste.Sarima fuepionera en los laberintosmentales, pero losdeellaerantodavíamuysencillos:encerrabanasuvíctimaenunaspocasmanzanas.Yoloextendíportodalaciudad.YalavezesunhomenajeaMadameAracné,lamayorconstructora de laberintos que jamás existió. Mi juego reúne la novedad con latradición.
AbelTrinoparecíaesperarunaplauso.—Entoncesyaestoylibre—dijoIván—.YapuedoavisaraZylquelasplantasse
iránsolas.Ydiounpasohacialapuerta,perolasespadassecruzarondelantedesugarganta,
comounatijeragigantesca.—No te puedo dejar salir de aquí. Eso significaría traicionar el legado de
MadameAracné.DesdequeacabóconelpobreBaldani,elartedeSarimaconsistióenhacer laberintosperfectos.Yesunapena arruinar un laberintoperfecto con esa
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trivialidad:lasalida.AbelTrinosacódesubolsillouncaramelocuadrado,masticable,saborafrutilla,
envueltoenpapelrojo.—Ahoravasatenerquecomerestecaramelo.—Meimaginoquenoesuncaramelocomún.—No,peroelgustoeselmismo.—Loscaramelosdefrutillanuncamegustaron.¿Notienedementaolimón?—Estosvienenenunsolosabor.Vasaserelcuidadordeestacasa,queescomo
un templo a lamemoria de Sarima. Yo te voy a traer alimentos. La biblioteca deSarima, que está en el piso de arriba, te puede interesar.Haymuchos libros sobrejuegos.Despuésdeuntiemponisiquieravasatenerdeseosdeescapar.
PusolaespadaenlagargantadeIván.—Elcaramelo—dijo.Iványanoteníadónderetroceder.Peroenesoseoyóunavoz:—¿SeñorTrino?Llamadaparausted.Trinosesobresaltó,sorprendidodequehubieraalguienmásenlacasa.Antesde
quetuvieratiempodemoverse,Anunciaciónlogolpeóconeltubodelteléfonoenlanuca. No era un teléfono inalámbrico, como los de ahora. Era un teléfono debaquelitanegro,conunpesadotubo.Trinodiounalaridoyse llevólasmanosa lacabeza.Unaespadaseclavóenelpiso,laotraseperdiódebajodeunmueble.
Ivánarrancólaespadadelamadera.Tomándoladelahoja,dioungolpeconlaempuñadura contra la cabeza de Trino. Quedó boca arriba, confundido peroconsciente.Ivánleabriólamanoderechaytomóelcaramelo.Lequitóelpapelconrapidez.AbrióconfuerzalasmandíbulasdeAbelTrinoydejócaerelcaramelo.
ApenasAnunciacióncolgóelteléfonovolvióasonar.—SoyAnunciación.¿Quiénhabla?—Ríos,amigodeIván.—Ah,yasé.Élmecontómuchascosas.Porejemplo…Iván,temerosodealgunainfidencia,lesacóeltubodelasmanos.—Ríos,decileamiabueloqueestoybien.Yquenosepreocupenporlasplantas.
Lasolucióneselotoño.Nohacefaltaquehagannadamás.Lasplantasseiránsolasapartirdel21demarzo.
—Mañana…—Mañana.Trinotosía,atragantado.Noesfáciltragaruncaramelomasticablesinmasticar.—Ya está —dijo Iván—. Ahora usted es el guardián del templo. Merece ese
honormásqueyo.AbelTrinoseincorporódeunsalto.Unamuecadeodiohabíaconvertidosucara
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enalgomuyparecidoaldemoniodeljardín.EnunsegundolesacóaIvánlaespadadelasmanosylalevantóenelaire.PeroIványacorríahacialasalida,delamanodeAnunciación.Atravesaronelumbralyllegaronalsenderodepiedra.Frentealareja,se dieron vuelta.De haberlos seguido, Trino los hubiera alcanzado. Pero no podíasalir.Sehabíaquedadoenelumbral.
—Ellaberinto…—dijocasisinvoz.—No es posible que el caramelo le haya hecho efecto tan rápido —dijo
Anunciación—.Selodebeestarimaginando.—Entoncesmejorquenosvayamos.Laimaginaciónnoduraparasiempre.Conunúltimoesfuerzo,Trinoleslanzólaespada.Seecharonalsueloylaespada
pasósobresuscabezasparaclavarseeneltroncodeunárbol.DesdelaveredamiraronaTrinoporúltimavez.Sehabíaquedadoenelumbral,
rígido, marcial. Ahora era el guardián de la casa. Cerraron la reja de hierro ycaminaronporunaciudadquehabíadejadodeserlaberinto.
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L
ELOTOÑOENZYL
a madre de Anunciación se asustó cuando los vio llegar. Estaban sucios dehollín, lastimados, con las ropasdesgarradas, losojos todavía irritadospor el
humoyelpolvo,lospantalonesmordidosporlosperros.Ivánteníaunaheridaenlacara.LamadredeAnunciaciónlohabíavistoaIvánalgunavez,peronoloreconocióhastaquesuhijaledijoquiénera.
—¿Quépasó?¿Noestabasenlacasadetuamiga?¿Dóndeestuvieron?—Pasaron muchas cosas—dijo Anunciación. Nada es más fastidioso que dar
explicaciones.—Voyallamaraunmédico.—No,no.Todosaleconaguayjabón.MientrasIvánsedabaunbaño,Anunciaciónleexplicótodoasumadre.—¿Cómopudistementirme?Yotehubieraayudado.—Nomehubierascreído.Yavestido,Ivánladefendió:—Sinellanuncahubierapodidosalirdellaberinto.—IvánDragó.MeacuerdoquetevieldíaenqueelcolegioPossumsehundió.Y
ahoraesto.Cadavezqueteveo,sehundeuncolegiooapareceunlaberinto.Lodijoentonotranquilo,nodequeja,sinocomoadvirtiendoquenoteníamucho
sentido simular que era un chico como los demás, que hacía las travesuras de losotros. Lo dijo como si Iván fuera el representante de todo lo que la vida tiene deinesperadoeincomprensible.
LamadreledioaIvánunabolsadedormir,paraqueseacostaraenelsillóndelliving.
Recién el martes por la mañana volvió a correr el tren que iba a Zyl. Selevantaron temprano, y en el desayuno hablaron como si pudieran verse todos losdías: los dos disimulaban que se estaban despidiendo. Después Anunciación loacompañó hasta la estación. La terminal estaba llena de gente que corría en todasdirecciones.Caminaronhastaelúltimoandén,dedondesalíaeltrenqueibaparaZyl.Se dieron un abrazo. Estuvieron un rato unidos, prometiéndose cosas al oído.Después Iván entró en el destartalado vagón y tomó sumano desde la ventanilla.Anunciación tenía lágrimas en los ojos y, a causa de las lágrimas, que son comolentesdeaumento,veía todas lascosasgigantescas.Labocinadel trendeZylsonódosveces,inaudibleenmediodelfragordelaslocomotorasylasvocesdelagente.
—¿Mevasallamar?—preguntóella—.¿Mevasaescribir?—Voyavenirenlasvacacionesdeinvierno.OtalveztedejenvisitarZyl.
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—Megustóqueledijerasamamáquepudistesalirdellaberintograciasamí…—Bueno.Solohabríapodidosalirigual.Anunciaciónsepusoseriauninstante.—Mentira—dijoIván—.Sinvos,todavíaseguiríaperdido,encerradoenalguna
manzana.Ohipnotizado.Opresoporromperpayasosyelefantesdecristal.Anunciación vio cómo el trencito se perdía entre los grandes trenes plateados,
comounjugueteentrecosasdeverdad.
IvánllegóaZylconelotoño.Amedidaqueeltrenseacercabaalaestación,veíaquelasplantasferocesquehabíanasediadolaciudadseapagabanyquebraban.Lostallosdelashiedrashacíandibujosdepolvoantesdedesaparecer.Elvientoesparcíasin ganas las hojas secas, como si no quisiera limpiar los restos de la plaga. Lospumas,losperrossalvajesylasavesderapiñahabíanabandonadolaciudad,queyanoservíadeguarida.
Ríos y Lagos habían ido a esperarlo a la estación. Su abuelo estaba con ellos.TambiénseveíaaZelmarCanobbio.YestabanlaprofesoraDaiminoyotroschicosdel colegio,y lahermanadeLagos.Todos loabrazarony lehablabana lavez.Lehacíanpreguntasperonolodejabanresponder.
Caminaron juntos hacia el centro. Iván contemplaba los destrozos que lorodeaban.
—Haymucho trabajoquehacer—dijoNicolás—.Lasveredas están rotas.Lastejaspartidas.Tendremosentretenimientoparatodoelotoño.
IvánsediocuentadequeRíosibadelamanodeFederica.—¿Yeso?—preguntó.Lagosseencogiódehombros,comosielasuntonotuvieralamenorimportancia.Lacomitivaquehabía recibidoa Iván tomópor lacalleprincipal, elboulevard
Aab. Los vecinos llevaban en carretillas los troncos secos para quemarlos en lasafuerasdelpueblo.ElseñorBlancoyelseñorNegrotrabajabanjuntos liberandolacalledemalezas,paraquelosautomóvilesyloscarrostiradosporcaballospudieranpasar.
IvánsesorprendióalverpasarporlacallealamáquinapodadoradelseñorRíos.—¿Funcionatodavía?¡QuédirálaseñoraPalanti!Pero, cuando lamáquinapasó a su lado, vioque era la señoraPalanti quien la
tripulaba.—Mepareceincreíblequehayapodidoconvencerladequelamáquinanoesun
peligromortal—ledijoalseñorRíos.Elingenierorespondió:—Metemoqueconellaalvolantelamáquinasíesunpeligromortal.
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Alanoche,despuésdecomerconsuabuelo,Ivánsalióacaminarconsusamigos.Habíanestadotrabajandoenlacalle,liberandolasveredasderaícesmuertasyramassecas,yelcansancio los llevabaadarpasoscadavezmáscortosy lentos.PasaronfrentealacasadelCerebroMágico.CruzaronlaplazadelCaballonegro.Saludaronala señoraMáspero, que aprovechaba hasta la última luz de la tarde para tratar dearreglar losdestrozosde su jardín.Cuando llegaron al laberinto, ya arrastraban lospies.Elcartelcolgabadecadenasoxidadas,quecrujíanconelviento.Enelinterior,lasplantasextrañassehabíansecado,yquedabael follajedesiempre.Dieronunospasosenlaespesura,porsenderosqueprontosecerraban.Ivánsesintióincómodo,comositodoloquelorodeabasupieraqueélestabaallí.Habíaestadoenunlaberintomás feroz, ¿cómopodía asustarlo el pequeño laberinto deZyl?Y sin embargo, noteníaganasdeseguir.Susamigostampoco.
—Volvamos—dijoRíos—.Estoycansado.—No puedo mover los pies —dijo Lagos—. Ahora que tu padre arregló la
máquina,tendríaqueborrarellaberintodelafazdelatierra.Ríos,contentoporqueselereconocieranméritosasupadre,dijoqueteníarazón.
PeroentoncesseoyóaIván:—¿Cómovamosaquererquedesaparezcaellaberinto?EsviejocomoZyl.Nos
recuerdaquehayjuegosterribles,quepodemosperdernos.Quéharíamossitodoslosjuegosfueranclaros.Quéharíamossiloúnicoqueexistierafueraeltatetíyeljuegodelaoca.Necesitamoslaberintos.Necesitamosjugaralospeligrosdelmundo.
—Peroestonisiquieraesunlaberinto—dijoLagos—.Estoes…cualquiercosa.—¿Estássegurodequenoesunlaberinto?—preguntóIván.—No.—¿Daríasunospasosmás?—No.Unpasoymepierdo.—Entoncessíesunlaberinto.Además,sipudesalirdelotrolaberintofueporque
eneste,escondidabajotierra,encerradaenlacápsuladeltiempo,estabalaclave.Unaramacrujió,seoyóelaleteofuriosodeunpájaroentreel follaje,elviento
movió las hojasunaporunaParecíaque el laberinto respondía, que susurrabaqueIván tenía razón, que entre tantos juegos que había en la ciudad no podía faltar eljuegosindadosnitableros,sinfichasninaipes:eljuegodeperderse.
VolvieronconcuidadosobresuspasosyecharonacaminarhaciaZyl,enmediodelhumodelasfogatas.
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PABLODESANTIS(BuenosAiresen1963).HasidoguionistayjefederedaccióndelarevistaargentinaFierroyhatrabajadocomoguionistayescritordetextosparaprogramasdetelevisión.SuprimeranovelaElpalaciodelanocheaparecióen1987alaque lesiguieronDesdeelojodelpez,Lasombradeldinosaurio,Pesadillaparahackers,Elúltimoespía,LucasLenzyElMuseodelUniverso,Enciclopedia en lahoguera, Las plantas carnívoras y Páginas mezcladas, obras en su mayoríadestinadas a adolescentes. Su novelaEl enigma de París fue ganadora del PremioIberoamericanoPlaneta-CasadeAméricadeNarrativa2007.
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