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“Un acercamiento al Fenómeno de la Reincidencia… en Adolescentes Infractores de Ley con Consumo
Problemático de Drogas”
FISCALÍA REGIONAL METROPOLITANA ORIENTE
SERVICIO NACIONAL DE PREVENCIÓN Y REHABILITACIÓN DEL
CONSUMO DE DROGAS Y ALCOHOL
Octubre 2013
“Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión”.
Paulo Freire.
Agradecimientos…
A los y las adolescentes entrevistados por el PECD Senda
FRMO, protagonistas de este ejercicio de reflexión.
Y a todos quienes a través de sus palabras y/o trabajo han
permitido la elaboración de este documento:
Pamela Cisternas, Matías Moya, Héctor Fernández y
Alberto Ayala G.,
FRMO.
Autores:
Bernarda Cares, Roberto Conejeros,
Catherine González y Vicente Montecinos,
PECD Senda FRMO.
2
INDICE
1. INTRODUCCION…………………………………….………………………………Pág. 4
2. ANTECEDENTES GENERALES DEL ESTUDIO……………………................Pág. 6
2.1 Planteamiento del problema………………………………………………………Pág. 6
2.2 Objetivo general y objetivos específicos…………………………………………Pág. 7
3. MARCO CONCEPTUAL……………………………………………….………….. Pág. 8
3.1 Modelo Riesgo-Necesidad-Responsividad………………………………………Pág. 8
4. MARCO TEORICO……………………………………………...………………….. Pág. 11
4.1 Consumo de drogas en adolescentes infractores de ley……………………….Pág. 11
4.2 Modelos de intervención y Tratamiento de consumo problemático
de drogas…………………………………………………………………………….Pág. 17
4.3 Necesidades criminógenas en la predicción de la conducta criminal…….…...Pág. 21
4.3.1 Patrones antisociales de personalidad…………………………....…...Pág. 21
4.3.2 Pensamiento antisocial…………………………………………….…….Pág. 24
4.3.3 Circunstancias familiares………………………………………………..Pág. 27
4.3.4 Escuela / trabajo…………………………………………………….. .....Pág. 29
4.3.5 Tiempo libre / recreación………………………………………….. …...Pág. 30
4.4. Reincidencia en adolescentes infractores de ley……………………………….Pág. 31
4.5. Desistimiento en adolescentes infractores de ley………………………………Pág. 35
5. METODOLOGÍA……………………………………………………………………..Pág. 40
5.1 Tipo de investigación……………………………………………………………….Pág. 40
5.2 Población y muestra………………………………………………………………..Pág. 40
5.3 Técnicas de recolección de información…………………………………………Pág. 41
5.4 Análisis de procesamiento de los datos………………………………………….Pág. 41
6. PRESENTACION DE RESULTADOS…………………………………………….Pág. 42
6.1 Por objetivo especifico N° 1 ………………………………………………………Pág. 42
6.2 Por objetivo especifico N° 2……………………………………………………….Pág. 50
6.3 Por objetivo especifico N° 3……………………………………………………….Pág. 54
7. DISCUSION Y CONCLUSIONES………………………………………………… Pág. 58
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS………………………………………………….Pág. 63
3
1. INTRODUCCION
El consumo de drogas y la comisión de ilícitos por parte de los adolescentes en
nuestro país se han transformado en un foco de discusión desde la ciudadanía y los
gobiernos de turno; centrando el análisis en las políticas públicas respecto a seguridad
ciudadana impulsada en nuestro país. Del mismo modo, el Programa de Evaluación Clínica
desde su práctica diaria y el trabajo coordinado con instancias de salud, justicia y SENAME,
propicia una serie de interrogantes respecto al abordaje de aquellos adolescentes
asociados al fenómeno delictual.
Es así como desde el año 2011 el equipo del Programa de Evaluación Clínica
Diagnóstica del Consumo Problemático de Drogas en Adolescentes Infractores de Ley
(PECD), a través del convenio ejecutado entre Fiscalía Regional Metropolitana Oriente
(FRMO) y el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del consumo de Alcohol
y Drogas (SENDA), ha desarrollado un trabajo constante de investigación y sistematización
de la información obtenida durante su ejecución respecto a la población adolescente que
presenta infracción a la ley en la jurisdicción de la FRMO de Santiago; Durante los años
2011 y 2012 se logró realizar una caracterización de la población objetivo del PECD, en
primera instancia se describieron los factores psicosociales más relevantes presentes en la
población evaluada, luego el año 2012 se busco establecer el desarrollo de un trabajo
descriptivo respecto a las características específicas de aquellos adolescentes que no solo
infringen la ley, sino que han sido diagnosticados con consumo problemático de drogas,
logrando la identificación de una serie de variables presentes en el consumo y la manera
que influyen en ésta conducta.
El presente año, con la intención de continuar en la línea de las investigaciones de
los años anteriores, se busco profundizar en la variable “reincidencia” en la población que
exhibe consumo problemático de sustancias, entendiendo ésta como nuevos ilícitos
sancionados por el sistema judicial transcurrido seis meses post ingreso al PECD. Se ha
estimado que la comprensión del fenómeno de la reincidencia se configura como un ámbito
clave al momento de la integración social de los adolescentes infractores de ley, instancia
en la cual el ámbito judicial y psicosocial establecen una relación sinérgica para el
adolescente, impactando en diferentes dimensiones de relevancia en la consecución de
oportunidades.
Según lo expuesto, es que el presente documento tiene como objetivo principal
“Examinar el fenómeno de la reincidencia en adolescentes infractores de ley, evaluados con
consumo problemático de drogas por el programa PECD - SENDA – FRMO, durante el
periodo comprendido entre Agosto de 2009 y Diciembre de 2012”.
4
Según el objetivo planteado es que la intención de la presente investigación es
entregar un insumo frente a la explicación, comprensión y discusión del fenómeno de la
reincidencia en la población adolescente evaluada, además de entender las relevancias de
las diferentes variables que la convergen, primordialmente frente a los actores que se
involucran en favorecer los procesos de integración social, responsabilización, habilitación y
rehabilitación, enmarcados en la Ley 20.084. Para ello en el presente documento se
configura en siete puntos: planteamiento de la problemática a investigar, objetivos, marco
conceptual orientador del estudio, marco teórico que sustentara el análisis, además, se
presentará la metodología utilizada por los investigadores, para luego exponer los
resultados, finalizando con las conclusiones.
Nuestra propuesta, invita a realizar una lectura reflexiva frente a las problemáticas
asociadas a ésta población, abriendo la posibilidad de crear nuevas instancias de
investigación y desarrollo de alternativas para la intervención profesional, desde las miradas
psicosociales y judiciales, con el énfasis en lograr una exitosa integración de los
adolescentes que han infringido la ley y que presentan un consumo problemático de drogas.
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2. ANTECEDENTES GENERALES DEL ESTUDIO
2.1 Planteamiento del problema
De lo evidenciado por investigaciones nacionales e internacionales, se puede dar
cuenta que existen características comunes en los adolescentes que presentan trayectorias
delictuales y consumo problemático de drogas, las cuales efectivamente se encuentran co-
construidas desde distintos niveles de la vida de los sujetos.
Específicamente, durante el desarrollo del PECD Senda FRMO se han establecido
estudios que han permitido realizar acercamientos para comprender la realidad de los
adolescentes que han participado de las evaluaciones y que presentan consumo
problemático de sustancias, es así como se han logrado establecer características comunes
en éstos adolescentes, permitiendo identificar variables que poseen una mayor incidencia
en la iniciación y mantención de conductas transgresoras de ley, igualmente se han
relevado relaciones entre variables que favorecen que el consumo de drogas llegue a
tornarse problemático, etc. Suponemos con esto que la mirada sobre los adolescentes que
infringen la ley también debe estar enriquecida por las variables que mantienen e interceden
en el abandono de su carrera delictual, lo cual se encuentra poco investigado en nuestro
país y en el extranjero.
Es frente a esto, que el presente año nos hemos propuesto como desafío el dar
cuenta del fenómeno de la reincidencia en los adolescentes infractores de ley que
presentan consumo problemático de drogas y que han sido evaluados por nuestro
programa, a partir de la identificación de variables psicosociales que de acuerdo a la
revisión bibliográfica aumentarían la probabilidad de reincidir en nuestra población objetivo;
identificar a partir de los interventores las características y estrategias de intervención que
más se han ajustado al logro de éxito y/o cumplimiento de objetivos de los programas.
Finalmente a partir de la incidencia y análisis de las variables psicosociales y los procesos
terapéuticos en cuestión, nos interesa acercarnos a la comprensión del fenómeno de la
reincidencia no solo desde al análisis de la misma, sino como un insumo a la discusión
respecto a la búsqueda de la reinserción social de los adolescentes que han presentado
problemas de ajuste social.
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2.2 Objetivos
2.2.1 Objetivo General
• Examinar el fenómeno de la reincidencia en adolescentes infractores de ley,
evaluados con consumo problemático de drogas por el programa PECD - SENDA –
FRMO, durante el periodo comprendido entre Agosto de 2009 y Diciembre de 2012.
2.2.2 Objetivos Específicos
1. Describir características psicosociales existentes en adolescentes infractores de ley
evaluados con consumo problemático de drogas que presentan conductas de
reincidencia.
2. Relevar elementos identificados desde los interventores, que influyen positivamente
en los tratamientos de rehabilitación con adolescentes infractores de ley con
consumo problemático de drogas.
3. Describir la reincidencia en adolescentes infractores de ley con consumo
problemático de drogas, en relación a la participación en tratamientos de
rehabilitación y a variables psicosociales.
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3. MARCO CONCEPTUAL
3.1 MODELO DE RIESGO-NECESIDAD-RESPONSIVIDAD DE ANDREWS Y BONTA
La delincuencia es un asunto de interés público, debido a la magnitud de la
criminalidad, las características y efectos que subyacen a esta se ha posicionado en un
lugar prioritario en la agenda estatal y en las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía.
Es así que en los últimos años, de acuerdo al Estudio del Primer Semestre de 2012 el
Índice de Paz Ciudadana y Adimark “destaca entre las cinco principales preocupaciones de
la población chilena: la delincuencia (44%); la salud (42%); la pobreza (42%); el empleo
(33%) y la educación (28%)”.
Frente al amplio espectro criminológico la delincuencia en personas menores de 18
años ha concentrado una de las mayores preocupaciones y debates en torno al fenómeno.
Investigaciones respecto a la delincuencia juvenil han propuesto la heterogeneidad respecto
a las trayectorias delictuales, encontrando dos grandes categorías: la delincuencia común y
delincuencia distintiva (Frechétte & Leblanc, 1998; Rutterycol., 1998; Garrido, Morales&
Sánchez, 2006). De acuerdo a lo planteado por Mario Pacheco en exposición “Relación
Consumo Problemático de Drogas y Ejecución del Delito en Adolescentes” en el Seminario
PECD Senda FRMO. Santiago, 2011 “la delincuencia común se asocia a la delincuencia
ocasional y temporal con delitos de baja y diversa gravedad lo que se condice con un
“comportamiento pasajero e irresponsables en donde los adolescentes buscan probar los
límites sociales y aprender normas. Mientras que la delincuencia distintiva se caracteriza
por su persistencia, su inicio a temprana edad, sus delitos se posicionan en mediana y alta
gravedad presentando una tendencia antisocial más definida”. En consideración a esta
clasificación es que surge la necesidad de una evaluación e intervención en adolescentes
infractores de ley diferenciada respecto a su tipología delictual.
En nuestro país el énfasis en el abordaje de la delincuencia juvenil a partir de la
década del ‘2000 se ha ido perfilando en desarrollar iniciativas que permitan identificar e
intervenir en aquellos adolescentes que presentan participación temprana en actividades
ilícitas a fin de suspender el comportamiento delictual en la vida adulta.
Bajo este contexto y considerando la experiencia internacional y el avance de
diversos instrumentos que permitan disminuir la reincidencia delictual desarrollados
principalmente en Canadá, Estados Unidos e Inglaterra; Chile “ha establecido la necesidad
de contar con instrumentos de diagnóstico validados internacionalmente, que permitan
identificar con precisión tanto los factores de riesgo de reincidencia, como los factores
8
protectores de la población infractora de Ley” (Subsecretaría de Justicia Gobierno de
Chile /www.minjusticia.gob.cl/es/noticias-subsecretaria).
En consideración a la evidencia y al análisis de diferentes modelos de reinserción
social que se han realizado nuestro país, presentaremos a continuación una descripción del
modelo canadiense de “Riesgo, Necesidad y Responsividad” (capacidad de respuesta)”,
desarrollado por los autores Andrews, Bonta y Hodge; a través de él conceptualizaremos el
estudio de los datos proporcionados en el entendido que diversas investigaciones refieren
que “los programas que violan el principio de riesgo, aumentan la probabilidad de riesgo de
reincidencia en los infractores con bajo riesgo de reincidencia” (Mario Pacheco. Exposición
“Relación Consumo Problemático de Drogas y Ejecución del Delito en Adolescentes”.
Seminario PECD Senda FRMO. Santiago, 2011). Además de considerar que este modelo
permitiría la elaboración de planes de trabajo de población condenada, ya sea en medio
libre o cerrado, con decisiones más acertadas que promuevan una real rehabilitación y
reinserción social del joven infractor de ley.
Para comenzar a involucrarnos en el modelo de “Riesgo, Necesidad y
Responsividad” (RNR) es necesario realizar la distinción respecto a lo que entenderemos
como factores de riesgo, de acuerdo a lo indicado por Catalina Droppelmann R. en
“Evaluación y manejo de casos con adolescentes infractores de ley en la experiencia
comparada”. Revista Conceptos, Edición N° 10, Fundación Paz. Santiago, 2009.
Ciudadana, estos serían “variables que pueden afectar negativamente el desarrollo de las
personas. De esta forma, cuando se habla de estos factores, se hace referencia a la
presencia de situaciones contextuales o personales que, al estar presentes, incrementan la
probabilidad de desarrollar problemas emocionales, conductuales o de salud”. En los
factores de riesgo encontramos los estáticos y los dinámicos, los primeros son inherentes al
sujeto y a su pasado, difíciles de modificar, como el sexo, el historial delictivo, etc., en tanto
los factores dinámicos o necesidades criminógenas son aquellas circunstancias que
concurren en la vida del joven que tienen que ver o están asociadas con su estilo de vida
antisocial, pueden ser intervenidos y reducir su posibilidad de reincidencia; ambos son
predictores de una futura conducta criminal.
En el marco de la propuesta metodológica desarrollada por los investigadores
canadienses encontramos tres principios:
• Principio de Riesgo: plantea la necesidad de ajustar la intervención de un infractor
de ley a su nivel de riesgo delictual y de reincidencia.
• Principio de Necesidad: sugiere que para la efectividad de una intervención esta
debe concentrarse en aquellas necesidades criminógenas asociadas al
comportamiento infractor, convirtiéndose en los auténticos objetivos de los
programas de intervención.
9
• Principio de Responsividad: determina que las intervenciones deben ajustarse de
acuerdo a las características personales y situacionales de los individuos, ya que,
estos influencian su capacidad de respuesta en un proceso de tratamiento.
La incorporación de estos principios establece el logro de resultados favorables en la
medida en que existe claridad respecto de las necesidades específicas que constituyen el
foco de intervención, respetando las características del adolescente y sus capacidades de
cambio.
En lo que respecta a las necesidades criminógenas, los autores identifican como las
más importantes en la predicción de la conducta criminal:
• Historia de la conducta antisocial
• Patrones antisociales de personalidad
• Pensamiento antisocial
• Asociaciones antisociales
• Circunstancias familiares
• Escuela/Trabajo
• Tiempo libre/recreación
• Abuso de sustancias
Estas necesidades criminógenas o factores dinámicos debiesen convertirse en
objetivos de intervención primordiales en el trabajo con adolescentes infractores de ley, ya
que, influenciados positivamente promueven la competencia pro social y la modificación de
estilos de vida antisociales.
El pronóstico respecto a la reincidencia delictual busca investigar y comprender los
factores de riesgo asociados al desarrollo de trayectorias delictivas, por ende se hace
necesario considerar el perfil delictivo, común o distintivo, para desarrollar intervenciones
que respondan a los requerimientos que posicionan a un adolescente en vulnerabilidad
delictual.
Sin embargo, consideramos de alta relevancia contemplar también factores
protectores individuales, sociales y ambientales que puedan reducir o prevenir la
probabilidad de desarrollar conductas transgresoras en los niños, niñas y adolescentes.
Es importante señalar que el marco conceptual citado, lo entendemos como una
forma de acercarnos a la comprensión y a la predicción del fenómeno de la conducta
criminal de los adolescentes infractores de ley; ejes centrales en el desarrollo de este
estudio. Sin embargo, somos conscientes respecto a la complejidad y al desafío que implica
estudiar e intervenir respecto a la temática planteada.
10
4. MARCO TEORICO
4.1 CONSUMO DE DROGAS EN ADOLESCENTES INFRACTORES DE LEY
La adolescencia se ha definido como una etapa del desarrollo de las personas,
comprendida aproximadamente entre los 10 y 19 años, en la cual se producen una serie de
cambios de carácter: biológicos, psicológicos y sociales. En este sentido la Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha expresado que durante la adolescencia se considerarían dos
periodos: adolescencia temprana (10 – 14 años) y adolescencia tardía (15 – 19 años). La
etapa temprana se caracterizaría por el crecimiento y desarrollo del adolescente, el inicio de
los cambios puberales y sexuales secundarios y la manifestación de cambios conductuales
y emocionales en el joven. La etapa tardía implicaría una relación distintiva para la
conformación de la identidad de los adolescentes, favoreciendo la toma de decisiones y
maduración en su proceso de desarrollo principalmente identitario (Pineda y Aliño, 1999).
En relación a lo anterior para un desarrollo integral en una etapa evolutiva y de
consolidación del si mismo, la visualización de factores protectores y de riesgo, involucran
un importante elemento a la hora de promover y prevenir un desarrollo saludable y
bienestar en los adolescentes, en este sentido los factores protectores implicarán
circunstancias, características y atributos que favorecerían el desarrollo del sujeto como:
dinámica familiar protectora, autocuidado, promoción de resiliencia, etc. Los factores de
riesgo, se considerarán como efectos con altas probabilidades nocivas y no deseadas para
los adolescentes como: asociatividad con pares de riesgo, consumo de alcohol y drogas,
deserción escolar, familia disfuncional, etc. (Zavaleta Martínez-Vargas, 2001).
El consumo de alcohol o drogas en adolescentes, es uno de los factores de riesgo
más citados por especialistas en infancia y adolescencia, cuya ingesta provoca
alternaciones en los sujetos de carácter físico, psicológico y social, asociándose con la
comisión de delitos, accidentes de tránsito y suicidios, además de la presencia de
consecuencias nocivas en su uso para la edad adulta, como enfermedades mentales y
cardiovasculares (Hidalgo y Redondo, 2004).
Si a lo referido agregamos la realización de infracciones de ley por parte de los
adolescentes que presentan consumo problemático de estupefacientes, se podrá entender
que el fenómeno se complejiza y el daño causado tanto a la persona como la sociedad es
mayor, evidenciando la necesidad de llevar a la búsqueda de una solución temprana y
adecuada a las necesidades de estos adolescentes. En el presente apartado se
profundizara en torno al fenómeno del consumo problemático de drogas, los modelos
11
teóricos que buscan explicar la aparición de dichos comportamientos y la prevalencia
nacional en la población estudiada y en adolescentes infractores de ley.
- Adicciones y Modelos Explicativos
Respecto a los modelos explicativos, han sido variados volviéndose cada vez más
inclusivos en la explicación del proceso adictivo, relevando la diversidad de investigaciones
que se han producido referente al fenómeno, y que tienen relación directa desde donde se
está posicionando la mirada del observador: la sustancia, la persona y/o el ambiente
(SENDA, 2010).
Dentro de las diferentes miradas que se han ido institucionalizando con el paso del
tiempo, y que han tenido como objetivo el dar explicaciones y soluciones a las adicciones,
destacan las miradas: jurídica, distributiva, médica, sociológica, psicosocial y ecológica
(Pons y Berjano, 2010)1. Es desde estas perspectivas o dentro del cruce de las mismas que
se han propuesto una serie de teorías que pretenden explicar las causas del
comportamiento adictivo.
Una de las teorías que ha tenido mayor acogida es la de la “Acción Razonada”.
Centrada en los factores cognitivos de los individuos, es decir, expectativas, creencias y
actitudes, los que tendrían una influencia mayor que, por ejemplo la familia, los amigos, etc.
(Fishbein y Ajzen, 1975). Desde éste modelo las variables que se encuentran relacionadas
con la intención del consumo son tres:
- Las actitudes sobre el consumo (dadas por la valoración de las consecuencias del
consumo),
- Las normas subjetivas sobre el consumo (percepción de la aprobación del consumo),
- La percepción sobre la capacidad para controlar el consumo (la percepción que tiene la
persona sobre sus habilidades para llevar a cabo dicha conducta).
1 La mirada Jurídica: Desde esta mirada el abuso de drogas es visto desde sus implicancias legales y delictivas. El sujeto que
consume es visto como un delincuente, o al menos como altamente proclive a cometer delitos.
- La mirada de Distribución del Consumo: Desde esta perspectiva los énfasis son dados en la exposición a la sustancia y la
disponibilidad de la misma.
- La mirada médica: El abuso y la dependencia del sujeto se vincula a los procesos internos del sujeto, como un trastorno que debe ser
resuelto desde el área médica.
- La mirada Sociológica: Se focaliza en las condiciones socioeconómicas y socio ambientales que posibilitan la aparición del fenómeno
del consumo de drogas.
- La mirada Psicosocial: El énfasis esta dado en el sujeto, en donde se toma en consideración sus actitudes, valores y estilo de vida.
Se visualiza el consumo de drogas como una forma de satisfacer necesidades no atendidas.
- La mirada Ecológica: Se toma en consideración las inter relaciones e interdependencias entre los sistemas orgánicos,
comportamentales y ambientales. Esta mirada tiende a superar la visión parcializada e insuficiente de los otros modelos.
12
Si se produce una sintonía positiva entre las tres variables, las posibilidades de
generar una dependencia son mayores (Fishbein y Ajzen, 1975 en Laespada et al., 2004;
Sánchez y Gradolí, 2002).
Desde una mirada contextual, el modelo integrador de Elliot (1985), da importancia
al ambiente y a los referentes del mismo, habla que la falta de referentes morales que
logren inculcar comportamientos aceptados por la cultura dominante, sumado a la
disparidad entre lo que el sujeto desea, más las habilidades con las que disponen,
predisponen al individuo a consumir drogas. Otra teoría que da énfasis en aspectos
ambientales, desde una perspectiva de un contexto macrosocial, es la propuesta por
Hawkins y Weis, la que da énfasis en la importancia de la vinculación con instituciones
como el colegio, la familia y la iglesia, puesto que si éstas se encuentran debilitadas es
probable que el adolescente consuma (Laespada et al., 2004).
Oetting y Beauvais (1987), proponen que el único factor que influye directamente en
los adolescentes son el grupo de pares, los otros elementos solo influirían de forma
indirecta en el consumo (Laespada et al., 2004). Bajo éste prisma es importante señalar
que, el grupo de pares también se puede constituir en un factor disuasivo en el consumo de
drogas, específicamente cuando los pares no consumen, fomentan el desarrollo de una vida
saludable y de valores y actitudes pro sociales (Becoña y Cortes, 2010).
Por otra parte la teoría de la conducta problema de Jessor y Jessor (1997), refieren
que existen elementos que predisponen a los adolescentes al consumo de sustancias y que
dificultan el desarrollo psicosocial del adolescente, denominándose factores de riesgo. Los
factores de riesgo se pueden dar en diferentes contextos o niveles, por ejemplo en el caso
de los adolescentes se da énfasis en: recursos personales, relaciones con la familia,
relaciones con el grupo de pares, relaciones con la escuela, barrio-comunidad, ocio y
tiempo libre. Estos factores estarían estrechamente inter-relacionados y se opondrían a los
factores de protección, los cuales se caracterizan por disminuir la probabilidad que emerjan
conductas asociadas al consumo (Laespada et al., 2004; SENDA 2010). Es importante
considerar que la sola presencia de factores de riesgo no garantiza la aparición de consumo
(Becoña y Cortes, 2010).
Otra de las teorías ampliamente investigadas es la propuesta por Zuckermann, quien
hace referencia a aspectos psicobiológicos como predisponentes para el consumo de
sustancias (Pedron y Shmidt, 2009), Zuckerman 2007, (en Pedron y Shmidt, 2009, p:21)
plantea que la Búsqueda de Sensaciones2 (BS) es definida como una “disposición
2 El autor considera necesario diferenciar dos formas básicas de BS: una impulsiva (BSI) y la otra no impulsiva (BS-noI).
Dentro de las BSI existen subtipos, dando lugar a cuatro área a través de las cuales se expresa esta disposición:- Búsqueda de emoción y aventura: Hace referencia al deseo de involucrarse en deportes de riesgo o actividades que implican velocidad, aventura, desafío a la gravedad u otras sensaciones inusuales.- Búsqueda de experiencia: Este factor hace referencia a la búsqueda de experiencias a través de la mente y los sentidos, los viajes, el arte, la música, la comida, la vestimenta y vivir una vida poco conformista con amigos inusuales.- Desinhibición: Refleja las actitudes o experiencias sobre la búsqueda de estimulación sexual y social a través de concurrir a fiestas o tener múltiples parejas sexuales.- Susceptibilidad al aburrimiento: Se refieren a la intolerancia a condiciones monótonas o a gente aburrida, e inquietud cuando se está solo en un ambiente familiar por mucho tiempo.
13
psicobiológica caracterizada por la necesidad de experiencias variadas, novedosas e
intensas, y una tendencia a involucrarse en situaciones de riesgo para lograr tales
experiencias”3 (Schmidt, 2006; Cáceres et al., 2006; Becoña y Cortes, 2010). Dentro de esta
línea se argumenta que los gatillantes más importantes en el consumo de los adolescentes
estarían dados por la curiosidad y la búsqueda de placer (SENDA, 2010; Faúndez y Vinet,
2009; Schmidt, 2006).
Por otra parte, existen modelos que hacen énfasis en el subsistema familiar, los que
señalan que el consumo por parte de miembros de la familia, la falta de comunicación, la
pobre disciplina, dificultades en el soporte familiar y la falta de cercanía familiar son factores
de riesgo y predisponen el consumo en adolescentes. Y a la inversa, se nombra como
factores protectores la adecuada supervisión parental, el afecto y el apego familiar (Moral et
al., 2004; SENDA, 2010).
Sin menoscabo de los modelos propuestos, este último tiempo han emergido
diversos planteamientos que dan cuenta que las adicciones se producen de manera
multicausal (SENDA, 2010). Dentro de esta línea Schmidt Vanina (2006, p: 235), expone
que: “… Un sinnúmero de investigaciones permite concluir que no existe un único factor
capaz de explicar el consumo perjudicial… Sino factores que producen un aumento o
disminución en la probabilidad de ocurrencia de tal conducta.”
Un modelo que tiende a buscar la integración de las teorías propuestas es el de
Humberto Guajardo y Diana Kushner (2006), quienes rescatan el modelo integrativo supra
paradigmático y lo asimilan a la realidad de las personas con adicciones. En él se intenta
integrar diferentes paradigmas: Biológico, Ambiental-Conductual, Cognitivo, Afectivo,
Inconsciente y Sistémico; todos los cuales se organizarían en torno al sistema SELF que es
el integrador del sistema psicológico4. Estos investigadores refieren que el sistema SELF se
encuentra dañado; en el que la función de la identidad posee una pobre autoimagen y
dificultades para generar autoconocimiento. La organización de la experiencia se ve
alterada, generando dificultades para vivenciar situaciones o estímulos, provocando
conflictos consigo mismo y con el medio. Asimismo, la función de la significación se
encuentra construida en pos de la validación del consumo, resultando funcional para el
individuo; por último el sentido de si mismo también se encuentra dañado lo cual gatilla el
retorno a etapas primitivas en el desarrollo del self (Guajardo y Kushner, 2006). Del mismo
modo, SENDA (2010) plantea que existe consenso entre los especialistas en que existe un
factor común entre las personas que abusan de las drogas: “… proteger un yo demasiado
frágil enfrentado a sentimientos ansiosos o depresivos demasiados intensos” (p: 63).
3
4 Los citados autores plantean que existen factores socio culturales y familiares que promueven significaciones que tienden a facilitar el
consumo de drogas (disponibilidad, presión social, medios que relevan el consumo, disfunción familiar, etc.); Asimismo existen factores biológicos que apoyados de los estímulos anteriores se retroalimentan con tendencias del individuo, por ejemplo impulsividad, inmadurez neurológica, búsqueda de sensaciones, etc.; en el ámbito de las cogniciones del sujeto también se desarrollan dificultades, se señala una pobre autoimagen, baja capacidad de resolución de conflictos, creencias pro adictivas, actitudes, etc.; en el ámbito de los afectos se visualizan baja empatía, umbral alto para percibir emociones y afectos, y alexitimia; dentro del paradigma inconsciente se puede encontrar pobre awareness de relación y represión de afectos.
14
En el caso de los adolescentes, en relación a la conformación del SELF, es
importante tener en consideración dos elementos críticos de su etapa del desarrollo: la
experiencia de duelo (la perdida de la niñez, tanto corporal como física) y el
cuestionamiento de la identidad (la búsqueda constante de una diferenciación con el “medio
homogeneizador”). Ambas situaciones se pueden vincular con el consumo de drogas, en el
primer caso para suprimir el duelo y sus efectos, y en el segundo caso como una forma de
independizarse manteniendo la sensación de gregarismo (Guillamin, 1996, en SENDA 2010;
Becoña y Cortes, 2010).
- Prevalencia del Consumo de Drogas en Población Adolescente
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF (2001), en cuanto al
desarrollo adolescente y poniendo un acento en la variable cultural de esta población, ha
definido lo siguiente: “los adolescentes no conforman un grupo homogéneo: lo que tienen
en común es la edad. Viven en circunstancias diferentes y tienen necesidades diversas” (p:
4). En este sentido, las variables contextuales, culturales y biológicas de una persona en un
proceso de desarrollo identitario adolescente, sumado a una serie de factores de riesgo en
este periodo vital, podrían implicar la emergencia de trayectorias de vida ligadas a
infracciones de ley y consumo de alcohol o drogas (Mettifogo y Sepúlveda, 2005), relación
que en los últimos años la Organización de Naciones Unidas ha observado con
preocupación en países de Latinoamérica como Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay y Chile
(ONU, 2010).
En relación a lo anterior, desde el año 2007, fecha de la puesta en marcha de la Ley
de Responsabilidad Penal Adolescente (N° 20.084) en nuestro país, la temática del
consumo de drogas en ésta población específica de adolescentes ha implicado la
visualización del alcance de la relación entre droga y delito.
El año 2007 el Instituto de Sociología de la PUC y SENAME realizaron un estudio
respecto al consumo de drogas en adolescentes infractores de ley, el cual reveló que el
78% de los adolescentes encuestados manifestó que alguna vez consumió Marihuana y un
48% Pasta Base de Cocaína, al realizar una comparación con adolescentes escolarizados,
la información arrojó un 27% y 8% respectivamente al consumo de sustancias aludido al
grupo infractor de ley. En dicha investigación se indagó en torno a la frecuencia del uso de
drogas, consultando al total de los encuestados por consumos un mes antes de la
detención, el 52% reportó uso de Marihuana, el 25% Pasta Base de Cocaína, además un
28% de los encuestados, se definió como abusador de Marihuana y un 14% abusador de
Pasta Base o Cocaína (SENAME, 2007). El estudio aportó datos aún más
comprometedores de los adolescentes infractores de ley, principalmente en la comparación
que se logra establecer con sus pares escolarizados, en este sentido se triplicaba el
consumo de drogas por parte de los adolescentes infractores, confirmando el contexto
15
específico de éste grupo situándolos en un escenario diametralmente opuesto a sus pares
de población general, situación que implicaría para los adolescentes infractores una
población crítica y de alta complejidad psicosocial.
En relación a lo anterior, una investigación efectuada por Fundación Tierra de
Esperanza (2011), en un grupo de adolescentes infractores incorporados a centros de
tratamiento por consumo problemático de drogas, indicó que el promedio de inicio en la
ingesta correspondía a 11 años de edad, por tanto para intervenir la compleja situación de
éste segmento de adolescentes, es preciso considerar múltiples variables a la hora de
establecer un plan de acción, como por ejemplo considerar miradas en torno al trabajo
desde los factores de riesgo, necesidad y responsividad, señalados con anterioridad,
presentes en la propuesta de los autores Andrews y Bonta (CESC, 2010), en donde el
consumo de drogas puede jugar un papel relevante respecto a la predicción de la conducta
delictual en adolescentes con infracción de ley.
En este sentido, el estudio de PECD FRMO-SENDA 2012, reportó en una muestra
de 146 adolescentes infractores de ley diagnosticados con consumo problemático de
drogas, en donde más del 50% de los casos presentaba un compromiso biopsicosocial
moderado y alrededor del 40% severo, es decir, adolescentes que en sus diversos dominios
de existencia se encuentran en un deterioro grave y nocivo para su proceso de desarrollo.
Respecto al ámbito educacional, el 90% de los adolescentes presentó repitencia escolar,
exhibiendo más de un 50% de retraso escolar superior a los tres años, para finalmente
establecer un 51% de estudios inconclusos de enseñanza básica (PECD, 2012). Estos
resultados confirman la vulnerabilidad social de los adolescentes infractores de ley, el
ámbito escolar se ha presentado en otros estudios como un factor protector para la
población adolescente (SENAME, 2007), situación que en el ámbito de un joven infractor
incide en torno a las consecuencias dañinas para su desarrollo integral como sujeto,
principalmente en torno a la constitución identitaria (Maturana, 2011).
En cuanto a la asociatividad relacional de los factores de riesgo entre droga e
infracción de ley, el Instituto de Sociología de la PUC el año 2012, realizó una investigación
a cargo del Sociólogo Eduardo Valenzuela, relacionada con trayectorias delictuales y
consumo de drogas en adolescentes infractores de ley, la cual expresó que el 35% de la
población parte de la muestra, se inició previamente en el consumo de drogas que en la
infracción de ley; en este sentido los datos enunciados por el estudio logran atribuir un
aumento de probabilidades de iniciarse en delitos violentos, altas probabilidades de iniciarse
con más tipos de infracciones en el mismo año y mayor probabilidad de presentar inicios
intensos en los delitos. Las conclusiones del estudio imprimen una importante asociación no
causal, entre las variables droga e infracción de ley en los adolescentes (PUC, 2012).
Por último ante la especificidad que ha presenta el contexto biopsicosocial de los
adolescentes infractores de ley que presentan consumo problemático de drogas en nuestro
16
país, resulta interesante observar los aportes en materia de tratamientos que el National
Institute on Drug Abuse (NIDA), ha referido en cuanto a intervenciones especializadas para
la población relacionada con el consumo de sustancias dentro de los 13 principios para la
intervención por dependencias de drogas, entre otras recomendaciones de carácter técnico,
ha mencionado que el tratamiento necesita estar disponible fácilmente para los usuarios y
además que éste no requiere ser voluntario para lograr una adecuada efectividad en sus
objetivos de atención (NIDA, 2001), dichos elementos podrían considerarse al momento de
elaborar un plan de trabajo integral, con una de las poblaciones más complejas del sistema
de atención en tratamiento de drogas y reinserción social actualmente en Chile.
4.2 MODELOS DE INTERVENCION Y TRATAMIENTO DE CONSUMO
PROBLEMÁTICO DE DROGAS
El consumo problemático de drogas, ha sido un precedente importante a intervenir
en nuestro país, tanto a nivel preventivo del consumo de estupefacientes, dirigidos a
población en riesgo, así como a nivel rehabilitador a población que ha llegado establecer
niveles de dependencia y/o criterios que puedan definirse como perjudicial para el
desarrollo de sus vidas. Del mismo modo, los tratamientos y sus lineamientos técnicos,
serán desarrollados según grupo etáreo, prestando servicios especializados para cada uno
de ellos.
Considerando la definición del Comité de Expertos en Fármacodependencia de la
OMS, el término “tratamiento” se aplica al “proceso que comienza cuando las personas
usuarias de sustancias psicoactivas entran en contacto con el proveedor de servicios de
salud, o de otro servicio comunitario, y puede continuar a través de una sucesión de
intervenciones concretas, hasta que se alcanza el nivel de salud y bienestar más alto
posible” (CONACE, 2004. P: 9).
Existen diferentes modelos y enfoques de intervención para el tratamiento en
drogodependencias, y en los siguientes apartados se pretende hacer referencia a los más
visualizados en nuestro país.
• “Modelo de Minnesota”: originado en EE.UU. en los años cincuenta, caracterizado
por un enfoque integral y multidisciplinario que se orienta principalmente a la abstinencia del
consumo, basado en los principios de los “Doce Pasos”5 (Vindas, 2003). Éste modelo se
respalda bajo la premisa que la adicción es una “enfermedad sin cura” (García, 2010, P: 11)
pero podría plantearse la posibilidad de recuperación de la persona siempre y cuando éste
adhiera a las propuestas del programa terapéutico basado en éste modelo. Así mismo, el
modelo de Minnesota ésta basado en el alcance de dos grandes metas a lograr en largo
plazo, por una parte, lograr la abstinencia total a las drogas y por otro lado, lograr una mejor
5 El autor lo define como “un conjunto de principios, de connotación moral y espiritual, que orientan a la persona para confrontar su situación y ejercer cambios en su estilo de vida”, Véase en tratamiento N.A. y A.A.
17
calidad de vida; lo mencionado es trabajado estableciendo metas a corto periodo fundadas
en “ayudar al adicto y su familia a reconocer la enfermedad y las consecuencias que ésta
trae”, “ Ayudar a la persona a reconocer que esta enferma y que necesita ayuda y
convencerse que podrá llevar una vida constructiva con la realidad de una enfermedad que
no tiene cura”, “ Ayudar a la persona a identificar cuáles son las conductas y/o defectos que
tiene que modificar para tener una mejor calidad de vida” (Becoña y Cortés, 2011, p. 5).
• “Aproximación de Reforzamientos Comunitarios” (CRA): desarrollado en sus
inicios para el trabajo con personas que presentasen problemas de consumo de alcohol y
enfocado al trabajo con personas adultas con consumo de cocaína, generalmente creado
para ser llevado a cabo de manera individual y especifica dependiendo del contexto
(ambiente) de cada individuo, concentrándose en la interacción de la persona con su
entorno.
El CRA fue adaptado con el tiempo para el trabajo con adolescentes consumidores
de OH, THC y eventualmente ingesta de otras sustancias; esta adaptación fue denominada
como “Aproximación Comunitaria de Reforzamiento para Adolescentes” (ACRA), cuya
población objetivo son personas entre 14 y 18 años que presentan problemas de consumo
de THC, OH y otras sustancias, pero especialmente dirigido a quienes les pueda servir un
nivel de tratamiento ambulatorio, sea intensivo o no. Éste modelo se basa en el papel de las
contingencias ambientales para incentivar o desincentivar el uso de drogas, intentando
reorganizar estas contingencias de forma tal de obtener mayor recompensa con la conducta
de abstinencia del consumo. Según Meyers y Smith (1995) es de gran importancia la
utilización de la comunidad para recompensar la conducta de no uso de sustancia con el fin
de que la persona adopte un estilo de vida saludable.
• “Modelo de Reducción de Riesgos o Daños”: Este modelo desde un fundamento
biopsicosocial asume que diferentes determinantes pueden estar implicados en el desarrollo
y mantenimiento de los patrones de consumo, en el cual el mantenimiento inicial de éste
puede deberse a los efectos gratificantes de la sustancia consumida, bajo la creencia que el
consumo proporciona un alivio, principalmente a aquellas personas que presentan escasas
herramientas para resolver situaciones desagradables o angustiosas. Del mismo modo, los
abordajes de reducción de daños están definidos por aquellos que buscan reducir las
consecuencias negativas del uso de drogas para el individuo, la comunidad y la sociedad,
permitiendo que la persona mientras tanto pueda elegir continuar utilizando drogas o no
(Palencia, 2006). En éste contexto aparece el concepto de “consumo responsable” como
propuesta de ésta perspectiva, además de incluir una fuerte educación e información
respecto a los daños asociados al consumo, las sobredosis, intercambio de elementos
inyectables etc.
18
• Modelo Coercitivo – Judicial: este modelo aborda la problemática del consumo de
sustancias desde una perspectiva de las implicancias legales y delictivas. El modelo jurídico
asume, de cierta forma, que las drogas que no se encuentran institucionalizadas son fuente
generadora o causante, directa o indirecta, de grandes daños a nivel físico, psicológico y
social, tanto para el individuo como para la comunidad.
Éste modelo, enfoca su atención en el conjunto de acciones que de alguna manera
asociadas al consumo pueden ser definidas como delitos y consecuentemente sean
susceptibles de sanción legal, por ejemplo microtráfico.
En este sentido la atención del modelo jurídico no se orienta hacia el análisis
respecto a toxicomanías, así como tampoco intenta explicar los factores que inciden en la
dependencia a determinadas sustancias, sino que el sentido es responsabilizar al individuo
respecto al acto delictivo y la responsabilidad de intervención coercitiva que tiene el sistema
judicial, que deberá utilizar los artículos establecidos en la ley (en nuestro país por ejemplo
Art. 7 ley 20.084, Art. 238 letra C CPP, Art. 9 ley 20.066) para “garantizar” la salud publica y
la seguridad colectiva. Desde el punto de vista del modelo judicial, la droga es percibida
como un peligroso elemento, que pudiese ser capaz de transformar al consumidor en
potencial “delincuente” poniendo en riesgo la integridad y tranquilidad de la sociedad
(Pastor y López-Latorre, 1993).
• Modelo Transteórico del Cambio: Este planteamiento esta fundado por los autores
Prochaska y DiClemente (1980) y permite establecer el identificar diferentes niveles
respecto de la predisposición de una persona cuando se plantea la posibilidad de modificar
la conducta adictiva.
Los autores plantean cinco estadios motivacionales de cambio (Becoña y Cortés,
2007, p: 23) Precontemplación, Contemplación, Preparación al Cambio, Actuación o Acción
y Mantenimiento del Cambio.
Importante es mencionar que los estadios motivacionales no son estáticos pudiendo
oscilar de un estadio a otro, principalmente en descenso del nivel de compromiso hacia el
cambio iniciado en la conducta adictiva, pudiéndonos referir en la ocurrencia de una recaída
cuando éstos descensos se dan en las etapas de acción o mantenimiento, debiendo
reubicar al paciente según los estadios señalados con anterioridad.
Por otra parte las “Orientaciones Técnicas” de Tratamiento del Consumo
Problemático de Alcohol y Drogas y otros Trastornos de Salud Mental en Adolescentes
Infractores de Ley (CONACE, 2007, pp. 64-67), establecen la existencia de tres
modalidades de tratamiento dirigidas a dicha población, éstas se definen en:
19
Tratamiento Ambulatorio Intensivo: El que en términos generales se define por constituir
un conjunto de intervenciones y prestaciones que faciliten el logro de los objetivos
terapéuticos, desarrollados en adolescentes infractores de ley con consumo problemático
de drogas y con compromiso biopsicosocial severo, pero que cuenten con red primaria de
apoyo o éste bajo la responsabilidad de SENAME, clínicamente estables sin síntomas de
intoxicación aguda y que en caso de presentar comorbilidad, no exista riesgo vital.
Tratamiento Residencial: Al igual que la modalidad ambulatoria intensiva, el residencial
constituye un conjunto de intervenciones y prestaciones recomendables para el logro de los
objetivos terapéuticos destinados a adolescentes infractores de ley con consumo
problemático de drogas y compromiso biopsicosocial severo, pero que no cuenten con
red de apoyo, o bien cuentan con redes que obstaculizan de forma severa el tratamiento o
reiterados fracasos de tratamientos ambulatorios.
Hospitalización de corta estadía adolescente: Las orientaciones técnicas refieren ésta
modalidad como un servicio de hospitalización cerrada, con un número no mayor a 12
camas ubicado en hospital general o en un centro privativo de libertad, en el cual se
prestara atención clínica de especialidad psiquiátrica en un tiempo no superior a 60 días
para un adolescente que presente intoxicación aguda por consumo de drogas o alcohol,
síndrome de abstinencia con síntomas de deprivación severa, comorbilidad psiquiátrica
grave descompensada, trastorno mental descompensado, riesgo vital (hétero y
autoagresión).
En consideración a lo señalado en los diferentes apartados del documento se logra
identificar una definición clara y especifica, respecto a las modalidades de tratamientos
existentes en nuestro país y la población objetivo de atención, respondiendo a cada uno de
los niveles biopsicosociales de los adolescentes intervenidos, no obstante, no se logra
visualizar el establecimiento claro de un modelo especifico recomendable para ésta
población.
Del mismo modo desde las orientaciones y las normas técnicas que rigen a las
instituciones encargadas de efectuar el tratamiento de los adolescentes, tampoco existe una
manifestación respecto a identificar un modelo exclusivo de intervención frente a la
población adolescente infractora de ley con consumo problemático de drogas, sino más
bien la propuesta se plantea desde realizar intervenciones considerando el ciclo vital del
sujeto, proponiendo un modelo que pueda integrar las mejores prácticas de cada uno de los
presentados, incorporando una mirada integrativa respecto a la intervención especializada
de las diferentes problemáticas asociadas a las áreas del compromiso biopsicosocial de los
adolescentes.
Así mismo, SENDA (ex CONACE) a través de las Orientaciones Técnicas de
Tratamiento del consumo problemático de drogas en adolescentes infractores de ley (2007),
20
propone la aplicación de un modelo comprensivo, reconociendo el proceso evolutivo en el
que se encuentra cada uno de los adolescentes, considerando trascendental y de gran
relevancia la intervención enfocada en perspectiva de género. Del mismo modo, la
institución refiere que el enfoque de intervención basado en las competencias de los
adolescentes se presenta como buena alternativa para establecer el proceso, puesto que la
mirada terapéutica desde los recursos psicológicos y sociales, favorece el desarrollo de
nuevas competencias de integración social, dejando atrás la intervención basada en los
déficits de los adolescentes.
Según lo expuesto podemos señalar que para realizar intervenciones con los
adolescentes infractores de ley con consumo problemático de drogas en nuestro país, se
han utilizado orientaciones, objetivos y técnicas metodológicas de los diferentes modelos
estudiados en éste apartado, siempre en consideración al desarrollo de la persona con una
mirada inclusiva orientados desde los principios de asegurar una atención personalizada y
flexible, considerando la realidad de cada uno de los adolescentes en tratamiento.
4.3 NECESIDADES CRIMINOGENAS EN LA PREDICCÓN DE LA CONDUCTA
CRIMINAL
4.3.1 PATRONES ANTISOCIALES DE PERSONALIDAD
La aparición y persistencia de comportamientos disruptivos en adolescentes parece
tener un origen de carácter multifactorial, donde las patologías psiquiátricas presentan un
importante rol, dado el conjunto de sistemas que afecta en el funcionar del adolescente. Es
frente a este contexto, que se ha propuesto indagar en torno a los tipos de relaciones
existentes entre acto delictual, droga y salud mental, además de las explicaciones que se
entregan a la aparición de dichas dinámicas. Para ello se enfatizara en estudios nacionales,
resaltando la prevalencia y sugerencias para su abordaje.
Al realizar un acercamiento a la temática señalada, nos encontramos que dentro de
la literatura científica existe un discurso que apunta a que al igual que lo que sucede con la
relación entre droga y delito, en torno a la aparición de un cuadro psiquiátrico, no se han
podido establecer relaciones causalistas. Lo que si se ha podido determinar es que existen
patrones comunes entre algunos cuadros psiquiátricos y la comisión/cronificación de actos
delictuales, y que dichos patrones y sus respectivas relaciones tienden a la
retroalimentación positiva, cristalizando pautas conductuales de riesgo en los adolescentes
(Romero, 2001).
Es así, ante la evidencia de dicha relación, que los autores nos señalan que se
vuelve necesario el visualizar tratamientos integrales y tempranos, en donde se aborden los
factores comunes en la génesis de estos fenómenos (Alarcón et al., 2005).
21
Referente a la prevalencia de sintomatología psiquiátrica en adolescentes infractores
de ley, la literatura menciona que existen cuadros que parecen repetirse con mayor
frecuencia y correlacionándose positivamente con una actividad delictual más severa en la
adultez (Romero, 2001). Dentro de los cuadros que más han sido investigados se destacan
las exploraciones de los trastornos del comportamiento con concurrencia de Trastorno de
Déficit Atencional con Hiperactividad (TDAH), en dichas investigaciones se han encontrado
correlaciones significativas entre el cuadro señalado y la agudización de actividades
delictuales en el corto y largo plazo (Vinet, 2010). Lynam hace referencia que en estos
adolescentes existiría una deficiencia en su sistema inhibitorio6, quien fuese responsable de
los tres tipos de síntomas predominantes del TDAH, Hiperactividad, Desatención e
Impulsividad, los que además tendrían relación con las dificultades para asimilar normas y
el feed back que entregan los sistemas sociales a los individuos.
Con posterioridad a lo mencionado se descubre, que los factores emocionales
también presentan incidencia en el pronóstico de la actividad delictual de los adolescentes;
al sumar variables que hacen referencia a dificultades emocionales, a los diagnósticos de
TDAH y Trastornos del Comportamiento (TC), se encontraron mejores niveles de
correlación, que al exponer adolescentes que se presentan solamente con TDAH y TC. En
estudios realizados con el objeto de determinar gravedad en el pronostico delictual, se
realizaron pruebas a dos muestras de adolescentes que tenían un cuadro homogéneo en
sus Trastornos del Comportamiento y TDAH, pero que además presentaban un puntaje
disímil en insensibilidad emocional, es decir, falta de sentimientos de culpa, emociones
superficiales, falta de empatía. Los resultados de dichas investigaciones, dieron cuenta que
adolescentes con las dificultades emocionales señaladas tenían un peor pronóstico en su
cuadro antisocial (Christian et al. 1996 en Romero, 2001).
Por otra parte, existen otras exploraciones que resaltan la temática de la
impulsividad, como uno de los factores más importantes en el desarrollo del
comportamiento disruptivo tanto en la niñez, como en la adolescencia (desinhibición e
inquietud motora, falta de previsión y planificación) (White et al., 1994 en Alarcón et al.,
2005). Asimismo, se habla de afrontamiento pasivo, baja autoestima, desesperanza
aprendida y la ausencia de proyecto vital (Bender et al., 1996; Smith y Stern, 1997; Vladilav
et al., 1999; en Alarcón et al., 2005).
Además existen estudios que hacen referencia a la aparición de Estrés Post
Traumático, entendiendo que los adolescentes pueden verse llevados a revivir experiencias
traumáticas a través de la perpetuación de actos similares, donde otros jueguen el rol de
víctimas y ellos asumen la posición de victimarios (Alarcón et al. 2005).
Pese a que en nuestro país no se ha realizado una profundización mayor en la
temática, se pueden encontrar investigaciones que dan cuenta que más del 50% de los
6 Santiago, Chile biológico, en donde se encontrarían implicadas vías serotoninergicas.
22
adolescentes que han cometido infracción a la ley, presentan algún cuadro psiquiátrico, en
contraste con aproximadamente el 20% de adolescentes que no han cometido infracción, y
del 15% cuando se han realizado evaluaciones de prevalencia de trastornos en
adolescentes (Flora de la Barra, 2009). Dentro de los estudios en adolescentes infractores
de ley, se ha identificado una marcada prevalencia del trastorno disocial, y en menor
medida del trastorno por dependencia y trastorno oposicionista desafiante (Rioseco, et al.,
2009).
Es de importancia considerar lo mencionado en éste apartado, pues si bien durante
mucho tiempo el mundo académico y clínico fue reticente a referirse a trastorno de
personalidad en la adolescencia, actualmente existe un mayor consenso que los trastornos
de personalidad (TP), no aparecen espontáneamente, sino que existen manifestaciones
previas que dan cuenta de su posible aparición (Forth y Burke, 1998 en Romero, 2001).
En Chile, la Universidad de La Frontera, realizó un estudio con la finalidad de
identificar características de personalidad en adolescentes reincidentes, con conductas
infractoras de ley. En el que se logra determinar perfiles de personalidad en dicha
población, destacando la prevalencia del perfil “Transgresor Delictual” (T-D), que define a
los adolescentes “… Con un funcionamiento que los predispone a comportamientos
disruptivos que transgreden las normas y derechos de los demás, centrados en sus
necesidades y con especial interés por captar la atención a través del estrés que generan
en su entorno; su actitud es de indiferencia ante las necesidades del grupo” (Alarcón et al.,
2005, p.10), los autores de dicho documento concluyen que este modo puede llegar a
consolidarse en un estilo de personalidad antisocial.
Un segundo grupo que destaca, más que por la prevalencia, por el grado de
peligrosidad, es el “Oposicionista – Autodestructivos”, que se definen como “…
Adolescentes que muestran una importante sintomatología y desajuste psicopatológico,
presentan un estilo oposicionista que puede oscilar entre reacciones de obediencia y
desafío, buscan ejercer poder en relaciones interpersonales… Se caracterizan por la
sensación de daño interno (depresión), probablemente asociada a una historia de vida
deprivada o traumática y que en la actualidad se exterioriza a través de un actuar impulsivo
y de alta desorganización emocional” (Alarcón et al., 2005, p.11). Los adolescentes con
dichas características tienden a acercarse a los perfiles de personalidad sádico -
masoquista, y en su versión extrema en el Trastorno de Personalidad Borderline. Uno de los
riesgos de este tipo de adolescentes es la búsqueda de equilibrar las oscilaciones
emocionales a través del consumo de drogas. Es así, como los investigadores relevan que
ambos perfiles se caracterizan por ser de inicio precoz, con marcada agresividad y con una
perpetuación mayor en el tiempo (Alarcón et al., 2005).
Es importante señalar, que si bien los pronósticos de los adolescentes infractores de
ley se agravan cuando existe una co-morbilidad de trastornos, diversos investigadores
23
destacan la importancia de erradicar la mirada fatalista que se tiene en torno a la
patologización, más bien hacen un llamado a promover un diagnóstico certero y temprano,
ya que mientras antes se comiencen a intervenir profesionalmente, el pronóstico de la
patología, mejoraría de manera considerable.
4.3.2 PENSAMIENTO ANTISOCIAL
Respecto a la cosmovisión de un adolescente que ha infringido la ley, es necesario
mencionar que las convenciones sociales de los sujetos determinarán un sentido de
identidad y pertenencia, por ende, la mantención y función de las construcciones sociales
dominantes de un adolescente hacia su grupo de referencia, familiares o actores
comunitarios, tendrán una estrecha relación con su dominio de existencia en el campo
social (Gergen, 2006).
- Hacia la Construcción Social de un Delito
Los autores Mclauglhin y Muncie (2001), desde un enfoque criminológico establecen
tres factores en torno a la comprensión social de un delito:
1) Daño causado: Contexto y significados del daño a terceros.
2) Consenso social: Acuerdo social respecto al daño causado a terceros.
3) Respuesta formal de la sociedad: Medidas sociales respecto al daño causado a
terceros.
Estos elementos pueden establecer lineamientos en torno a la construcción social de
un delito, a partir de los significados compartidos por una comunidad al respecto y así
introducirse en la comprensión del pensamiento antisocial de un sujeto. En este sentido es
interesante profundizar en el ámbito cultural de las personas y los fenómenos que ocurren
en torno a las representaciones que caracterizan a algunos grupos.
- Influencia de la Subcultura
La teoría de la subcultura (Mclauglhin y Muncie, 2001), muestra un marco referencial
antropológico, que da cuenta de una experiencia de trabajo en torno a la observación de la
red de significados valóricos presentes, en ciertas agrupaciones de adolescentes que tenían
conflictos con la ley en Estados Unidos, en este aspecto los adolescentes apelaban a una
praxis relacional contraria a los discursos dominantes de la sociedad norteamericana,
donde el concepto de frustración de status cobró relevancia frente a la posibilidad de
generar una comprensión mayor de la función de la inversión de los valores imperantes de
una sociedad determinada por un grupo particular, generalmente portador de una
categorización social negativa.
24
- La Estigmatización
El estigma es un elemento construido socialmente, y es utilizado para categorizar a
los sujetos en un contexto de cumplimiento de ciertos consensos sociales, las personas que
toman distancia negativa a lo esperable en la comunidad son “estigmatizados”, dicha
calificación es considerado como un factor de riesgo para la constitución de identidad de un
adolescente, por ejemplo; el continuo de un proceso de desarrollo personal de un yo
construyéndose desde el rechazo y marginación en un contexto de subcultura delictual,
puede tener un efecto determinante en la relación con los diferentes contextos para el
adolescente, dado que se ha construido desde un atributo desacreditador para la sociedad
(Goffman, 2003).
- Construcción de Identidad
W. Barnett Pearce sostiene que los sujetos viven inmersos en actividades sociales
que van configurando una manera singular de relación con las diferentes comunidades. En
este sentido cobran relevancia cinco ideas básicas del autor, que se complementaran para
la comprensión de un proceso identitario (Pearce, 1994).
1. El mundo social esta constituido de actividades, que operan de manera
consistente antes que un sujeto nazca, en este sentido es necesario mencionar, que un
proceso de desarrollo identitario de un adolescente, invita a la reflexión sobre la complejidad
y determinación de los contextos para una persona.
2. Las personas tienen la capacidad innata de hacerse un lugar en las actividades
descritas en el primer punto, por ejemplo la vinculación y validación con pares para un
adolescente es un elemento preponderante en su proceso de desarrollo identitario, sin
embargo, la integración a grupos que presenten actividades ilícitas como comisión de
delitos y consumo problemático de sustancias, es un factor constituyente de su dominio de
existencia.
3. Las actividades sociales tienen reglas de obligatoriedad en relación a lo que un
sujeto “debe” y “no debe” hacer en un contexto determinado, en este punto se puede
enunciar la convicción de los mandatos sociales predominantes.
4. Las actividades están compuestas de un producir y un hacer, somos en cuanto
originamos y producimos las actividades; Pearce menciona que la sustancia de nuestro
mundo social se encuentra en la praxis de las actividades, en éste ámbito, en la concreción
de prácticas ilícitas.
25
5. Las personas juegan múltiples actividades, en este ámbito se hace alusión a la
figura de un adolescente cuando infringe la ley y comete un delito. Sin duda es una
larga materia de discusión, pero parece importante plantear las siguientes
inquietudes en torno a un sujeto en pleno proceso de desarrollo identitario y se
encuentra cometiendo una infracción de ley ¿cuál es su rol?, ¿en que posición
relacional se encuentra?, ¿qué es un niño delinquiendo?, etc.
- Las Narrativas y Construcción de un “yo”
La constitución de un self, “si mismo” o un “yo”, desde la perspectiva de Pearce, se
encontraría permeada por una variedad de relaciones y pautas de interacción en torno a las
actividades que permitan tener definiciones y juicios, respecto a “quienes somos”, el self
narrador como concepto sería el resultado de una producción de significado por medio de
nuestro lenguaje (Goolishian y Anderson, 1994). La capacidad expresiva de un adolescente
lo hace coautor de su identidad, al estar inmerso desde su inicio en un pasado narrado y los
múltiples contextos interacciónales, su “si mismo” será una expresión del ser a través de su
narración (White y Epston, 1993).
Las narrativas sobre el “si mismo”, de un adolescente que ha infringido la ley, son
procesos mediante los que ha ido dotando de sentido su vivencia humana (Gergen, 2007),
de esta manera se entenderá que su “si mismo” no es una entidad estable y duradera, sino
una autobiografía que escribe de manera constante al participar en las prácticas sociales,
relatando en su trayectoria como infractor, su self no será una acumulación de experiencia
vital por el contrario será una expresión de su sentido del mundo (Niemeyer y Mahoney,
1998).
Los relatos de los adolescentes que han sostenido dificultades con infracciones de
ley, dan cuenta de sus acciones fuera de un marco legal, elementos que operan como
indicadores del contexto relacional en que circunscriben, por tanto, las narrativas de los
adolescentes con dificultades legales, se expresan en el sentido y el significado de su
realidad como parte de sus formas y secuencias relacionales.
En cuanto a la constitución del “si mismo” converge un elemento que es necesario
detallar con un mayor cuidado, la narrativa del adolescente que ha presentado dificultades
en el marco legal, dado que cada sujeto carga de sentido su relato y su narrativa, son reflejo
del pensamiento y la cultura de un adolescente, donde tiene para sí un relato de su propia
historia desde lo antisocial; el significado de su relato es dictaminado por su historial en
conflicto con la justicia, siendo protagonista de su propia autobiografía e historia (Duero,
2006).
El adolescente da cuenta de su vida, mediante su relato, mediante exposiciones
narrativas refiere acontecimientos relevantes de la realidad. Desde esta perspectiva cada
26
joven en conflicto con la justicia tiene la posibilidad, de interpretar su experiencia infractora
de ley mediante sus narrativas, describiendo sus propios acontecimientos dotando de
sentido un relato historiográfico, la narración constituye la vida, tal como la construye y la
percibe un adolescente en dicho contexto social (Gergen, 1996), así la vida de los
adolescentes infractores de ley estarían dentro de sus propios textos y cada vez que
vuelven a contar su relato, surge uno nuevo que incluye el anterior (White y Epston, 1993).
4.3.3 CIRCUNSTANCIAS FAMILIARES
La población adolescente infractora de ley que presenta consumo problemático de
drogas, se circunscribe en un grupo específico de adolescentes con características
particulares respecto a sus pares que no cometen delitos, ni consumen drogas (SENAME,
2007). En este sentido las circunstancias familiares de los adolescentes infractores, se han
configurado desde la perspectiva del modelo de Riesgo-Necesidad-Responsividad de los
autores Andrews y Bonta (CESC, 2010), como uno de los ocho factores relevantes al
momento de predecir conductas delictivas en adolescentes.
Una investigación realizada por SENAME y el Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile (Canales et al., 2005), respecto a los factores que inciden en la
comisión de delitos en adolescentes infractores de ley, reportó que las variables
estructurales, relacionales y de control - supervisión familiar, no aparecen como
constituyentes para la determinación de las actividades delictivas de los hijos, sin embargo
a partir de los factores familiares enunciados se han observado elementos de carácter
probabilístico, que podrían incidir en el aumento de las conductas delictuales de los
adolescentes, por sobre un establecimiento lineal en torno a las relaciones de causa y
efecto en la temática.
En relación a lo anterior las investigaciones de Vásquez (2003), Hein (2004), Hein y
Barrientos (2004), definen como factores de riesgo familiares situaciones contextuales o
personales que podrían incrementar las probabilidades delincuenciales en los adolescentes.
En este contexto los factores protectores operan de manera inversa con los adolescentes,
promoviendo la disminución del riesgo en transgresiones (Varela, 2011), entre los más
destacados podemos mencionar: las prácticas de crianza y estimulación que favorecen el
desarrollo de los adolescentes, modelos de resolución de conflictos no violentos y modelos
de relaciones equitativas en la familia (Soto, 2008).
Respecto a la presencia de factores de riesgo que aumentarían la probabilidad de
conductas transgresoras en adolescentes, en una primera instancia se encontraría la
pobreza familiar, definida como una variable macrosocial que impactaría a una variable
microsocial (la familia), como un componente estresor para la organización relacional e
interaccional del sistema, implicando la promoción de la hostilidad y desorganización en las
funciones parentales de los cuidadores, sumadas a condiciones materiales de
27
hacinamiento, escasez de recursos y falta de oportunidades para la integración social, estos
factores influirían en la emergencia y dinámica de la violencia intrafamiliar (Vásquez, 2003;
Hein y Barrientos, 2004).
Desde el ámbito del modelaje social de los sujetos, la vinculación en actividades
delictuales y consumo de drogas por parte de los padres o cuidadores, instauraría una
instancia de transmisión cultural valórica de carácter nocivo y vulnerador de derechos para
el desarrollo de sus hijos, esta situación conlleva en el joven una alta probabilidad en la
futura proyección delictual (Vásquez, 2003; Soto 2008). En este sentido el estudio
efectuado por PECD (2012), refirió que el 57% de los adolescentes de la muestra,
presentaban familiares con antecedentes delictuales y un 76% de los adolescentes
manifestó que en un miembro de su grupo familiar consumía drogas. El estudio de Mettifogo
y Sepúlveda (2005) respecto a las trayectorias de vida de adolescentes infractores de ley,
reportó que algunos de los adolescentes señalaban una atribución de culpabilidad a las
familias respecto al inicio y mantención de sus conductas delictivas.
La investigación citada recientemente, enunció que los adolescentes infractores
parte de la muestra, manifestaban en gran medida procedencia de un contexto familiar
conflictivo, con dinámicas de maltrato infantil y violencia intrafamiliar, ausencia del padre y
separación de los cónyuges. La presencia del abuso y la negligencia de los padres a los
hijos, influiría en la posibilidad del desarrollo de algunos comportamientos delictivos en
adolescentes, concretándose en estilos de crianza de carácter hostil, crítico y punitivo, los
cuales debilitarían considerablemente la valoración prosocial en los adolescentes, además
de la validación de la violencia como medio legítimo en la resolución de conflictos (Vásquez,
2003; Soto, 2008).
La presencia de un estilo parental férreo y de excesivo castigo, podría tensionar
considerablemente la relación del hijo con los padres, desarrollando una latente agresividad
en contra de sus cuidadores, además de legitimizar el mismo estilo de crianza que podría
ser replicado en el futuro con los hijos del adolescente (Vásquez, 2003; Hein, 2004). En
contraposición a lo anterior, un control parental laxo también se ha vinculado a la
probabilidad de aumento de conductas transgresoras en adolescentes, donde los
cuidadores han manifestado una baja reacción y normatividad familiar y tendencia a
justificar los hechos (Hein y Barrientos, 2004; Canales et al., 2005).
Las familias con características numerosas (más de 4 hijos) y monoparentales, se
han asociado a los grupos referenciales de algunos adolescentes infractores de ley, esta
situación familiar sumada a la convergencia de otros factores de riesgo como la pobreza,
podría relacionarse a dificultades en la calidad protectora en la crianza, afectando las
necesidades de los hijos. La monoparentalidad ha implicado la presencia de adolescentes
solo residiendo con su madre, en este ámbito las ocupaciones laborales durante gran parte
del día por parte de la cuidador/a, se podría relacionar en desatención de los adolescentes
28
y por ende la mayor posibilidad de asociación en actividades transgresoras (Vásquez,
2003).
Por último algunas familias de la población adolescente referida, podrían presentar
características definidas como multiproblemáticas (Gómez, Muñoz y Haz, 2007), sistemas
organizados en polisíntomas y crisis recurrentes enmarcadas en el alcoholismo, abuso de
sustancias, violencia intrafamiliar y tendencia al abandono de las funciones parentales,
situación que tendería a cronificarse en contextos de probreza. En este ámbito Ana María
Milán (2012), ha mencionado que ciertas familias de adolescentes infractores de ley que
presentan consumo problemático de drogas, tendrían probalidades de exhibir tipos de
parentalidades severas, crónicas y/o toxicas (Barudy y Dantagnan, 2005), las cuales se
enmarcan en estilos de relación incompetentes y vulneradores siendo capaces de dañar y/o
desequilibrar patológicamente a los hijos. Sin embargo en la observación general de las
familias de los adolescentes infractores de ley, éste tipo de familias solo han logrado
explicar un ámbito menor en la probabilidad de la emergencia de prácticas delictivas de
adolescentes, dado que el grueso de la joven población infractora de ley no presentaría
familias con problemáticas psicopatológicas (Canales et al., 2005).
4.3.4 ESCUELA / TRABAJO
Tal como se ha descrito, la etapa de la adolescencia se caracteriza por ser un
periodo de desarrollo de las personas hacia la adultez, destacando la búsqueda de
identidad, autoafirmación y el crecimiento físico, así como psicológico y social. En este
sentido el adolescente al encontrarse en constante búsqueda de respuestas sobre “si
mismo” puede verse vulnerable al sistema social, familiar, comunitario, etc. que los rodea y
adoptar conductas que puedan ser externalizadas como de riesgo, por ejemplo deserción
escolar, abuso de sustancia, comportamiento delictivo, etc. Con lo mencionado nos
queremos referir a la “perspectiva de riesgo psicosocial”, el que en términos generales se
define como “un enfoque de investigación que analiza manifestaciones del comportamiento
individual suscitadas en interacción con el contexto social” (Hein y Barrientos, 2004),
además posibilita analizar las características del entorno inmediato o distante como las
características personales que aumenten la probabilidad de que los adolescentes
manifiesten dificultades en su desarrollo (Hein, 2010). Al hablar de probabilidad nos
referimos a que la presencia de algunos factores de riesgo asociados, no son determinantes
para adoptar las conductas transgresoras, sino más bien facilitan el desarrollo de éstas,
existiendo también adolescentes que a pesar de encontrarse en un medio conflictivo y de
alto riesgo, no adoptan comportamientos, por ejemplo, delictivos y de consumo, siendo
capaces de adoptar conductas resilientes.
Un factor relevante en la vida de los adolescentes es la participación en el sistema
escolar, ya que, es una de las principales fuentes de socialización de los niños/as y
adolescentes, en el que podrán adquirir diferentes habilidades en términos sociales y
29
destrezas para evadir la incorporación de conductas de riesgos, promoviendo la efectiva
integración social. Los adolescentes que inicien su participación escolar de manera
adecuada, acompañado de un adecuado desarrollo profesional y de funcionamiento del
establecimiento, en el que se fomente la orientación y prevención de adopción de conductas
riesgosas, pueden lograr establecer características que favorezcan el autocuidado en el
desarrollo de cada participante.
Otro factor de relevancia para los adolescentes es la participación laboral, en Chile
los adolescentes le dedican el 20,9% de su tiempo al “trabajo doméstico/cuidado no
remunerado”; el 16,7% al “trabajo remunerado” y el 2,1% al “trabajo familiar no remunerado”
(INJUV, 2009). Durante el año 2000 se aprueba en el senado la Ley 19.684 que modifica el
Código del Trabajo, elevando la edad mínima de admisión al empleo de 14 a 15 años, edad
en que una persona se encuentra en pleno desarrollo de la adolescencia. Si observamos la
práctica laboral en un adolescente de población general podemos definir que “no es
necesario”, sin embargo, si se evalúa ésta práctica en los adolescentes que presentan mayor
vulnerabilidad y se encuentran participes de una comunidad con mayor riesgo social, la
perspectiva cambia, donde la actividad laboral puede transformarse en un agente protector
para aquellos adolescentes que son partes de ésta comunidad, pudiendo fomentar la
responsabilidad y contribuir a satisfacción de necesidades básicas. Es importante señalar,
que el trabajo no es más importante que la participación escolar para la población
adolescente en riesgo, sino más bien complementaria a la ocupación del tiempo libre.
4.3.5 TIEMPO LIBRE / RECREACION
Así como enfatizamos en la relevancia del espacio escolar y laboral para estos
adolescentes, resulta relevante visualizar como en la adolescencia se comienzan a
estructurar los factores sociales y comunitarios en la ocupación del tiempo libre o el tiempo
que los adolescentes tienen disponibles, y que pueden utilizar para dormir, comer; tiempo que
puede ser destinado al ocio, descanso y recreación, etc. o bien para realizar actividades que
puedan satisfacer las necesidades de los adolescentes, tales como la socialización y
desarrollo del “yo” o autoafirmación.
El tiempo libre (González, 1996; INJUV, 2006; y Margulis y Urresti, 1996), en los
adolescentes se puede presentar como un relevante factor dinámico al momento de evitar el
inicio o experimentación de consumo de drogas, así como adoptar conductas delictivas. Las
actividades que realice un adolescente en su tiempo libre, con quienes y donde se hacen, son
claves en la prevención del riesgo psicosocial. Si el adolescente presenta una inquietud
cultural, deportiva, o bien participa de actividades recreativas organizadas, tendrá menos
posibilidades de relacionarse con pares ligados a conductas de riesgo y presentara menor
inquietud por la experimentación del consumo de drogas. Un dato interesante en nuestro
país lo arroja la Sexta Encuesta Nacional de la Juventud, que refiere que más de un tercio del
tiempo promedio semanal de las y los adolescentes chilenos es dedicado al tiempo libre
30
(35,8%), de ahí la relevancia de que los adolescentes conozcan y participen de actividades
que permitan un sano desarrollo.
En la vida de las personas no necesariamente debe existir el uno u otro factor, sino
más bien se presentan de manera paralela y en su conjunto, en la que puede destacar uno
más que el otro, con una variable puede potenciar el efecto de la otra. Es cierto que la
presencia de estos factores en la vida de los adolescentes son relevantes al momento de
disminuir el riesgo de conductas problemáticas, como el consumo de drogas, sin embargo,
debemos considerar que en el desarrollo de la adolescencia se presentaran factores de
riesgo dinámicos o necesidades criminógenas según el modelo de RNR que resultan
factibles de intervención y reducen la posibilidad de reincidencia de la conducta criminal.
4.4 REINCIDENCIA EN ADOLESCENTES INFRACTORES DE LEY
Las conductas delictivas, principalmente las desarrolladas por menores de edad se
han posicionado con gran interés en el escenario público nacional, bajo este contexto surge
la necesidad de desarrollar iniciativas que permitan prevenir e intervenir la delincuencia
juvenil con modelos idóneos que respondan a la complejidad y multiplicidad de factores que
se presentan en este fenómeno.
La Ley 20.084 de Responsabilidad Penal del Adolescente (LRPA) vigente en nuestro
país desde el año 2007, se enfoca en dos niveles de acuerdo al articulo 20 de la misma ley;
por una parte, “en una intervención punitiva que respete la posición jurídica del adolescente
como sujeto de derecho y, por otra, manifiesta que el fin de la sanción penal, además de ser
un medio para hacerlo responsable por los delitos que cometa, promueva una intervención
socioeducativa amplia y orientada a su plena integración social”.
Es bajo el concepto de integración social que surge la relevancia de conocer la
“reincidencia delictiva”, como un indicador de análisis respecto a los lineamientos en
cuanto a política criminal y seguridad publica impulsados por el Estado chileno.
La reincidencia delictiva, si bien no es un término nuevo en el área de la
criminología, en los últimos años, se ha transformado en un elemento de estudio respecto a
las personas que desarrollan conducta delictual, ya sea, población adulta y adolescentes
infractores de ley.
En términos generales la literatura comprende la reincidencia como “la repetición de
una acción delictual”, y al reincidente como “aquel que se involucra en actividad delictiva de
manera repetitiva” (Mertz et all, 2012, p: 08). Sin embargo, esta simple concepción no
alcanza a dar cuenta de la magnitud de la situación. Con el objeto de facilitar la
comprensión de la temática, centraremos en el presente estudio la reincidencia desde una
31
perspectiva jurídica y metodológica, tal como lo han planteado los últimos estudios de
reincidencia realizados en nuestro país.
Desde la Perspectiva Jurídica
Al referirnos a la reincidencia desde el punto de vista jurídico, debemos delimitar sus
diferentes manifestaciones, para ello es imprescindible realizar la distinción entre
reincidencia y reiteración; la primera hace referencia a cada vez que el joven es
sancionado penalmente, para ello debe existir una condena previa, la cual sirve como
referencia para la identificación de nuevos delitos; mientras que la reiteración podemos
entenderla como la perpetración sucesiva de conductas punibles con o sin existencia de
juzgamiento previo. Otra clasificación está relacionada con la reincidencia con o sin
cumplimiento de penas o condenas, denominada reincidencia propia y reincidencia
impropia respectivamente; la primera de ellas corresponde a aquella reincidencia que se
produce cuando una persona vuelve a cometer un delito, habiendo sido condenado
anteriormente y habiendo cumplido la pena impuesta en dicha condena. La segunda
corresponde a aquella reincidencia en que incurriría el sujeto que comete un nuevo delito
habiendo sido condenado anteriormente sin haber cumplido la pena impuesta en dicha
condena.
Finalmente identificamos el concepto de reincidencia que obedece a la
especialización o versatilidad delictiva, conocidas como reincidencia específica y
reincidencia genérica. Por reincidencia genérica se entiende aquella que consiste en la
repetición de un delito de diversa especie del otro u otros que ya fueron objeto de
juzgamiento. La reincidencia específica, por su parte, corresponde a aquella en que el
nuevo delito cometido es de la misma especie que el delito antes sancionado (Cofré, 2011,
p: 4).
Cofre además plantea que, la primera función de la reincidencia es que agrava la
responsabilidad penal, es decir, desde la práctica jurídica, la reincidencia ha sido
considerada como uno de los elementos intervinientes en el proceso de determinación de la
pena, en el momento de condenar a un sujeto particular por su responsabilidad en la
comisión de un delito. El autor también identifica la existencia de otros efectos secundarios
en la reincidencia como posibilitar la aplicación de penas accesorias para un delito o impedir
el acceso a beneficios intrapenitenciarios. Desde este planteamiento podemos referirnos a
la relevancia de la reincidencia en cuanto al impacto en la política penitenciaria de un país y
sus efectos en la disminución o aumento de la población penal (Cofré, 2011, p: 6).
En lo que respecta a la reiteración existen posturas que esta conducta delictiva
puede entenderse como la comisión de un nuevo delito, una nueva detención o una nueva
condena, estos antecedentes pueden ser registrados a través de documentos oficiales o del
auto reporte. Sin embargo, es necesario precisar que el uso de registros oficiales para
32
medir la reincidencia no está libre de limitantes. Las tasas de re condena subestiman el
porcentaje de infractores que vuelven a cometer un delito luego de haber sido expuestos a
un castigo formal, debido a que no todos los delitos son detectados y, de los que sí lo son,
una pequeña proporción resulta en condena y re encarcelamiento. Sin embargo, las tasas
de reincidencia, medidas como una nueva condena, son la mejor subestimación de la
verdadera tasa de reincidencia de una sociedad (Fundación Paz Ciudadana, mayo 2010).
En cuanto a la perspectiva de la reincidencia delictiva en adolescentes infractores de
ley utilizada en nuestro país, es necesario precisar que al respecto no se ha establecido un
tratamiento diferenciado para las circunstancias modificatorias de responsabilidad penal,
por lo que se aplican las normas generales sobre reincidencia contenidas en el Código
Penal y en leyes penales especiales (CESC, 2012:10).
Desde la Perspectiva Metodológica
En diversas investigaciones de reincidencia en población infractora de ley se
identifican dos tipos de estudios relacionados con la predicción de la futura conducta
criminal reincidente. Algunos se basan en la propia conducta individual de los infractores de
ley a través de instrumentos que estudian la personalidad y el entorno social del infractor,
investigando los factores de riesgo estáticos y dinámicos que pueden predecir la conducta
criminal futura de acuerdo al modelo de Riesgo-Necesidad y Responsividad, y otro enfoque
más bien sociológico de la predicción de la conducta criminal futura de acuerdo a variables
como características raciales, socioeconómicas, tipología de delitos, entre otras. (Fundación
Paz Ciudadana, 2010).
Los estudios de predicción de conducta infractora permiten un acercamiento a la
comprensión del comportamiento delictual y se convierten en un insumo en la discusión
respecto a la utilización de metodologías que permitan dar cuenta de la reincidencia
delictiva registrada en un espacio territorial y temporal determinado.
Para desarrollar estas mediciones se han utilizado diversas aproximaciones
metodológicas, considerando las diferentes etapas del sistema de justicia penal: detención,
proceso judicial, condena, encarcelamiento, como criterios operacionales de la reincidencia
delictiva. (CESC, 2012).
La literatura internacional señala, que la reincidencia podría ser medida a través de
al menos cuatro formas:
- Nuevas conductas delictivas (re-offending): es posiblemente la medida de reincidencia
menos precisa, ya que, incorporaría tanto los delitos conocidos como los no conocidos
oficialmente por el sistema de justicia. No obstante, teóricamente correspondería a la
representación más cercana de la ‘reincidencia real’.
33
- Nuevas detenciones (re-arrest): identificando la reincidencia cuando un individuo vuelve
a ser arrestado o detenido por la policía.
- Nuevas condenas (re-conviction): las cuales delimitan la reincidencia a partir del
momento en que un individuo es condenado por un nuevo delito.
- Nuevos encarcelamientos (re-encarceration): constituyen una reincidencia sólo en el
momento en que, producto de un nuevo delito con resultado de condena, se dictamina el
cumplimiento de una pena privativa libertad.
Los resultados de investigaciones de medición de reincidencia a nivel internacional han
sido utilizados como indicadores cuantitativos interpretados en al menos tres sentidos:
- Indicador descriptivo respecto de una parte de la criminalidad en un momento dado y,
en este sentido, cuando se cuentan con mediciones periódicas también resulta posible
identificar a través de las cifras, cómo los niveles de reincidencia van sufriendo
fluctuaciones a lo largo del tiempo (CESC, 2012, p: 13). Si bien, ésta corresponde a una
utilidad estadística básica, resulta muy esclarecedora como una forma de registrar la
evolución de la actividad delictiva y el trabajo del sistema de justicia en su
enfrentamiento.
- Indicador de desempeño o efectividad más ampliamente utilizado por los sistemas de
justicia para evaluar sus intervenciones, las que persiguen el objetivo de disminuir la
criminalidad (CESC, 2012, p: 14), es decir, evaluar el efecto que un tipo de intervención
tiene sobre la conducta delictiva de un grupo determinado de infractores.
- Indicador predictivo de la conducta delictiva, estimando estadísticamente cuál
sería la probabilidad o el riesgo de que los sujetos incluidos en un colectivo de medición
vuelvan a cometer delitos en el futuro (CESC, 2012, p: 15). Las mediciones de
reincidencia delictiva presenta diferentes modelos y técnicas, la elección de una u otra,
dependerá de los alcances del estudio a realizar y de los datos disponibles.
En los estudios realizados en nuestro país, hemos identificado dos modelos de
medición de reincidencia delictiva; el utilizado en el Reino Unido, el cual incorpora en
estimaciones periodo de cumplimiento de sanciones de medio libre, contabilizando desde el
egreso para medios cerrados, y desde el ingreso para condenas en medio libre y centros
semicerrados; y el segundo es el más utilizado a nivel mundial y contabiliza desde el
egreso, independiente de la modalidad de cumplimiento de condena.
De acuerdo al estudio “Modelo y Medición de la Reincidencia de Adolescentes y
Adolescentes Infractores de la Ley Penal”, elaborado por El Centro de Estudios en
Seguridad Ciudadana (CESC) del Instituto de Asuntos Públicos, de la Universidad de Chile
34
y solicitado por el Servicio Nacional de Menores (Sename), publicado en Agosto de 2012,
este reveló que el “39,4% de los adolescentes que cumplieron condena en algún centro de
reclusión cerrado, semicerrado y/o en un programa en el medio libre, recibió una nueva
sanción por parte de la justicia en el plazo de 12 meses desde que egresaron del
sistema”. También arrojo datos relacionados con “que la mayor reincidencia se produce en
el grupo de 14-15 años (50,8%), y va descendiendo a medida que aumenta la edad de los
adolescentes, donde el grupo de adolescentes mayores de 18 años representa el 28,9% de
los casos”. La información corresponde a 1.667 casos, es decir, el total de egresos
producidos durante el año 2008, los que fueron sometidos a seguimiento durante 12 y 24
meses, tanto en las bases de datos de la red Sename como en las de Gendarmería de
Chile. Considerando el modelo inglés, es decir, medir además de egresos, los ingresos a
programas en medio libre y centros semicerrados, considerando en este caso la posibilidad
de que el joven cometiera nuevos delitos mientras cumplía la primera condena. La
reincidencia se estableció en 29,5%; mientras que en Inglaterra corresponde a un 36,9%.
A pesar de las distinciones señaladas, existen ciertos consensos respecto a
indicadores a considerar en el estudio de la reincidencia delictiva, relacionados con la
“medición a partir del encarcelamiento o condena de los individuos, la definición del tiempo
de seguimiento (entre 12 y 48 meses), la inclusión de delitos cometidos durante el
cumplimiento de una medida alternativa a la cárcel como reincidencia y la introducción de
variables explicativas que permitan modelar el fenómeno de forma holística, entre otras
condiciones” (Fundación Paz Ciudadana, 2010:13).
Como hemos señalado a lo largo de estas líneas en Chile a partir del año 2007 se
ha implementado un sistema de justicia especializado para niños y adolescentes que
considera y respeta los diversos acuerdos y tratados internacionales respecto al
reconocimiento de esta población como personas sujetos de derechos. Bajo este contexto
nuestro sistema de justicia juvenil debe ser capaz de incorporar en su quehacer jurídico
este reconocimiento y la el “interés superior del adolescente” en todo el ejercicio judicial,
desde su detención hasta el establecimiento de su condena.
En consideración a estos planteamientos es que reconocemos en el estudio de la
reincidencia delictiva de adolescentes infractores de ley una herramienta que nos permita
revisar y reorientar nuestra actual oferta programática respecto a la programas que
intervienen con esta población, entendiendo este ejercicio como un aporte a la mejora de
nuestras diferentes prácticas de acción.
4.5 DESISTIMIENTO EN ADOLESCENTES INFRACTORES DE LEY
La realización de actividades delictuales por parte de adolescentes es una de las
problemáticas sociales que mayor preocupación ha generado en estos últimos años en
nuestro país. Una de las razones de ello es que se ha evidenciado que existe una relación
35
significativa entre la comisión de ilícitos y el aumento o cronificación de factores de riesgo,
por ejemplo, aumento del consumo de drogas, conductas violentas, dinámicas familiares
disfuncionales, etc. (Cares et al., 2013; Blanco, 2011; Droppelmann, 2009). Asimismo no se
puede desconocer que la conducta infractora de los adolescentes esconde una serie de
dificultades individuales, familiares y sociales, que están dando cuenta de un problema
multisistémico y complejo de abordar (Farrington, 2012).
Según datos entregados por el ministerio público, desde la entrada en vigencia de la
ley 20.084 hasta diciembre del año 2012 se habían producido 303.154 delitos cometidos por
adolescentes (Curia y Taladriz, 2013). Según un estudio de Paz ciudadana el 10% de los
adolescentes aprehendidos por infracción de ley era responsable de más del 30% de los
hechos. Es decir, se evidenció la existencia de un núcleo duro de adolescentes infractores,
con un alto nivel de compromiso delictual, de complejidades de vida asociadas y altamente
prolíficos en lo criminal (Blanco, 2011). Como lo habíamos mencionado con anterioridad,
dentro de ésta línea Frechétte y Le Blanc (1998) nos dicen que existen dos grandes
categorías al hablar de delincuencia juvenil, la delincuencia distintiva y la delincuencia
común, ésta última se asocia a la delincuencia ocasional y temporal, con delitos de baja y
diversa gravedad, en cambio la delincuencia distintiva se caracteriza por su persistencia, su
inicio es temprano, los delitos son de mediana o alta gravedad y presentan una tendencia
anti social más definida. La sugerencia del autor es que el trabajo intensivo se debe
focalizar en la delincuencia distintiva.
Al realizar un estudio acabado de las formas en que se ha abordado el fenómeno de
la delincuencia juvenil, se evidencia la existencia de diversas metodologías para intervenir
la problemática de la comisión de ilícitos por parte de los adolescentes, según Mc Neill
(2012) estas se pueden agrupar en cuatro orientaciones:
• No tratamiento: La delincuencia es un fenómeno propio de la adolescencia,
es por lo mismo que cuando se supere esta etapa la comisión de delitos va a
disminuir significativamente, se sugiere que la intervención sea lo menos
invasiva y prolongada posible;
• Modelo revisionista: Las infracciones son comportamientos que se producen
en personas carenciadas que requieren asistencia, esta ayuda está
determinada por el criterio de un experto;
• Tratamiento sustentado en la evidencia: Se focaliza en los estudios que
hablan de la existencia de factores de riesgo que determinan la reincidencia,
por lo mismo el tratamiento se orienta a abordar factores de riesgo que
pueden ser modificados y que tienen incidencia en la disminución de la
comisión de delitos;
• Desistimiento: Se centra en como las personas generan narrativas de
cambio, el tratamiento se centra en ayudar a relevar dinámicas que propicien
el desistimiento.
36
En el presente apartado profundizaremos en la líneas de trabajo denominadas de
Desistimiento, es decir las posturas que se focalizan en el por qué las personas que
cometen infracción abandonan su carrera delictual, y a partir de ello los programan
estructuran tratamientos que consideran adecuados (Mc Neill, 2006). Si bien la discusión no
está cerrada, las investigaciones más reciente parecen favorecer la posición de los teóricos
del desistimiento (Garrido, 2008).
La Teoría del Desistimiento encuentra su origen en los estudios longitudinales de
carreras delictivas que analizan la evolución de la trayectoria delictuales de las personas,
tratando de identificar los factores que explican el inicio, la continuación y la cesación de la
comisión de ilícitos (Sampson y Laub, 2001).
Hoy existen dos líneas de investigación que tratan de explicar el mecanismo causal
del desistimiento. Por una parte, y sobre la base de la teoría del ciclo de vida, Sampson y
Laub (1993) muestran que el acceso al empleo estable y el vínculo de pareja operan como
puntos de inflexión, al establecerse nuevos mecanismos de control de la persona, que le
conducen a alejarse de la vida delictiva. Una segunda línea de investigación se ha
interesado por los procesos subjetivos de cambio que llevan a que la persona pase de
asumir una identidad de persona delincuente a otra con roles convencionales. De acuerdo a
ésta concepción, las personas desistentes han desarrollado narrativas de cambio, basadas
en una percepción de sí mismos como personas capaces de superar las dificultades que los
llevaban a delinquir (Cid y Martí, 2010).
Por su parte Maruna (2001) identifica tres perspectivas sobre el desistimiento que
serían complementarias: teorías de la reforma maduracional, teorías de vínculos sociales
(familia, empleo, escuela) y teorías narrativas. El autor señala que en la visualización de
cambios contextuales se produce una revalorización de sí y de las proyecciones de su vida.
El resultado final de este proceso sería la emergencia de una nueva configuración
identitaria que facilitaría las conductas prosociales (Maruna et al., 2004 en Garrido, 2008).
Es importante señalar la idea de que el desistimiento es un proceso que mueve a
alguien desde la conducta delictiva hasta la abstinencia en el delito, y que tal conducta de
ausencia del delito (o, en otras palabras, el hecho de “desistir”) nunca termina. Así, en lugar
de esta cesación abrupta se produce un cambio tanto en la tasa como en la frecuencia de la
conducta delictiva, y de este modo podemos decir que el cambio se va constituyendo de
forma gradual (Garrido, 2008). En relación a esto Maruna y Farral (2004) nos señalan que
existen dos tipos de desistimiento, el primario (estar un tiempo sin delinquir) y el secundario
(cambio en la configuración identitaria, en donde el sujeto se deja de rotular como infractor).
La aplicabilidad de los resultados de la teoría del desistimiento, en relación a la
transición a roles adultos plantea diferentes posibilidades que son objeto de investigación.
Por una parte, parece haber consenso en que no se deben poner barreras a la transición a
37
roles adultos, lo cual tiene implicaciones tanto respecto del uso del encarcelamiento en
periodo de juventud como a su duración, en la medida en que se obstaculiza el desarrollo
de relaciones con personas convencionales que pueden favorecer las citadas transiciones
(Siennik y Osgood, 2008).
Por otra, parece existir una base sólida para favorecer la colocación laboral de las
personas como vía para el desistimiento. El rol de otra clase de transiciones, como la
asunción de funciones familiares, el cuidado de los hijos o la involucración en
organizaciones ha sido menos explorado (Cid y Marti, 2010).
Una investigación desarrollada en Catalunya, realizada por Cid y Martí (2010),
orientada en la teoría del desistimiento con personas que han cumplido una pena de prisión,
y que buscó determinar qué factores distinguen a las personas que en la fase final de su
condena tienen una narrativa de desistimiento, respecto de aquellas que tienen una
narrativa de continuación con la actividad delictiva, llegaron a los siguientes resultados: el
factor más explicativo de las personas que presentan discurso de desistimiento es la
existencia de una relación de vínculo previo con la familia. Las personas inician un proceso
de cambio como obligación frente al apoyo que la familia les ha prestado. Si se replican los
resultados, esto demostraría que el vínculo familiar previo, es más relevante en contexto de
sociedades de habla hispana.
Por otra parte hay estudios que nos dicen que las personas que al finalizar su
condena tienen una narrativa de cambio han gozado normalmente de oportunidades,
formación, tratamiento, empleo, salida escalonada (etc.), que ha contribuido a desarrollar su
sentido de autoeficacia, en referencia a llevar a cabo una vida convencional. En éste
aspecto es concordante con la investigación internacional, que destaca la importancia de
fomentar el sentido de autoeficacia y la adquisición de nuevas identidades frente a la
delictiva (Sampson y Laub, 2005).
De la misma manera, hay investigaciones que destacan que los factores subjetivos
que se vinculan al desistimiento (la motivación a dejar de delinquir, la no-identidad como
delincuente, la empatía, el sentimiento de autoeficacia) (Garrido, 2008) propugna favorecer
intervenciones que permitan a las personas desarrollar éstos estados subjetivos y que
reafirmen éstas nuevas identidades convencionales (Maruna, 2001). Las personas con
discurso de desistimiento, destacan que son ellos los artífices de los giros de su trayectoria
vital. La variedad de motivos que han originado ese deseo inicial de dejar de delinquir,
parece indicar que la apertura al cambio en las personas podría ser muy frecuente.
Estos resultados es muy concordante con la investigación internacional que destaca
la importancia de la agencia como motor del cambio (Sampson y Laub, 2005). Las personas
que finalizan su condena con un discurso que no descarta la continuación de la actividad
38
delictiva tienen, en general, voluntad de cambio de vida y de llevar una vida convencional,
pero no encuentran el apoyo que les dé sentido de agencia. En sus narrativas suele haber
un sentimiento de desesperación, vinculado a sentirse muy estigmatizado por su pasado y
muy poco ayudados en su ingreso a la colectividad (Cid y Marti, 2010).
En nuestro país encontramos investigaciones que hacen referencia a resultados
tanto en base a cambios contextuales como a la construcción de nuevas identidades a la
base del abandono en la conducta criminal.
Carvajal, Conejeros y Fuentes (2007), relevan las oportunidades laborales, las
conminaciones de familiares a abandonar la conducta delictiva (especialmente de la madre)
y el temor a la posible pérdida de la libertad, como elementos que gatillan la emergencia de
una reorganización de las narrativas identitarias, las cuales una vez cristalizadas
promoverían el cambio de los adolescentes.
Por su parte Deccio Mettifogo y Rodrigo Sepúlveda (2005) lograron visualizar cuatro
elementos que facilitan el abandono delictual en adolescentes:
a) Maternidad - paternidad y estructuración de vida familiar (trabajo, situación
familiar, cambio en las redes de relaciones, etc.);
b) Adquisición de habilidades o conductas alternativas y oportunidad de ejercerlas;
c) No establecimiento de una identidad como delincuente;
d) Presencia de figuras significativas (personas que logren contener y de re
significar).
Finalmente, Luco et all (2012) manifiesta que es necesario distinguir perfiles
criminológicos (a partir del cruce de variables patológicas y del modelo Riesgo Necesidad
Responsividad) y que en base a dichos perfiles se identifican diferentes formas de potenciar
el desistimiento, de esta forma los adolescentes con una mayor cantidad de riesgo
criminógeno tienen menores posibilidades de generar desistimiento.
Si bien en nuestro país se han generado investigaciones que dan cuenta del cese
delictual, estos resultados son tangenciales a los objetivos principales de dichos estudios,
resulta interesante el promover investigaciones que promuevan el profundizar en los
motivos que llevan a los adolescentes chilenos a dejar de delinquir cuando han configurado
en su actuar ciertos elementos de delincuencia distintiva, comparando si los datos
relevados a nivel internacional tienen relación con los datos nacionales. Otro elemento que
resulta interesante es el aporte que puede significar este tipo de estudios en la generación
de herramientas de apoyo en la intervención con adolescentes que han cometido infracción
de ley.
39
5. METODOLOGÍA
5.1 Tipo de investigación
Con la intención de responder en forma práctica a los objetivos de esta investigación
se ha decidido utilizar un diseño de investigación de tipo no experimental, es decir, no
existirá manipulación de variables independientes. Según su temporalización corresponderá
a un método transversal o transeccional, es decir, se recolectaran los datos en un solo
momento y en un tiempo único. El propósito de este método es describir variables y analizar
su incidencia y/o interrelación en un momento dado.
En relación a la tipología de investigación, este será de tipo descriptivo/correlacional
en base a una metodología mixta (cualitativa y cuantitativa). La investigación descriptiva se
efectúa cuando se desean describir, los componentes principales de una realidad. Mientras
que la investigación correlacional, persigue medir el grado de relación existente entre dos o
más conceptos o variables. s
5.2 Población y muestra
La población objetivo será constituida por adolescentes entre 14 y 17 años 11
meses, imputados por infracción a la Ley 20.084 en la jurisdicción correspondiente a la
FRMO, y evaluados en el transcurso de los años 2009 y 2012 por el PECD.
Serán considerados para el presente estudio, 193 adolescentes, cuyas edades
fluctúan entre los 14 y 17 años, 11 meses, que han sido imputados por infracción de ley
dentro de la jurisdicción correspondiente a FRMO, diagnosticados con consumo
problemático de drogas y de los cuales 110 adolescentes que además han presentado
reincidencia de la conducta delictiva, transcurridos seis meses de la evaluación realizada
por PECD y/o derivación a tratamiento por consumo problemático de sustancias.
Además se han considerado para el presente estudio 42 profesionales, entre
trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales y técnicos en rehabilitación que se
desempeñan en programas de Tratamiento del Consumo Problemático de Alcohol y Drogas y
otros Trastornos de Salud Mental en Adolescentes Infractores de Ley, y que desarrollan
intervenciones directas con los usuarios, en dos momentos; 11 que participaron en el grupo
nominal más 31 que respondieron las tablas de priorización.
40
5.3 Técnicas de recolección de información
La recolección de la información se realizó mediante la aplicación de una entrevista
semi-estructurada a los adolescentes infractores de ley que resultan imputados por un delito
cometido en la jurisdicción de la FRMO, realizada por las duplas psicosociales del
Programa de Evaluación Clínica Diagnostica en Adolescentes Infractores de Ley con
Consumo Problemático de Drogas (PECD), ejecutado en la Fiscalía Regional Metropolitana
Oriente en convenio con el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del
Consumo de Drogas y Alcohol, que recoge antecedentes respecto a variables psicosociales
relacionadas con el ámbito individual, familiar, educacional, consumo de sustancias,
infracción de ley, entre otras.
También se utilizo la técnica del Grupo Nominal, que consiste en una estrategia
para conseguir información de una manera estructurada, donde las personas exponen sus
ideas tanto de forma oral como escrita. La técnica garantiza una participación balanceada
de todas las personas del grupo, por lo que se aprovecha al máximo el conocimiento y la
experiencia de cada uno de los participantes. El Grupo nominal es muy útil para identificar
problemas, establecer soluciones e instaurar prioridades. Con la información recogida
durante el grupo nominal se confeccionaron dos tablas con siete ítems cada una, estos
ítems corresponden a categorías que señalan los factores identificados por los
profesionales como relevantes en el quehacer con adolescentes infractores de ley que
presentan consumo problemático de drogas; de acuerdo a la presentación de esta
información, se solicitó a diferentes profesionales interventores que realizaran una
priorización de estos factores en base a su experiencia laboral.
5.4 Análisis de procesamiento de los datos
El análisis de la información se desarrollo a través de una triangulación metodológica
entre metodología cuantitativa y cualitativa. Esto implica abordar de manera más integral el
fenómeno en cuestión, generando un enriquecimiento de los análisis cualitativos y
cuantitativos propuestos. Desde lo cuantitativo se utilizo el programa estadístico SPSS 15.0
a través de un análisis descriptivo bivariante de los datos obtenidos en las entrevistas semi
estructuradas efectuadas a los adolescentes infractores de ley que presentaron consumo
problemático de drogas. En cuanto a lo cualitativo se utilizo como procesamiento de la
información el análisis de contenido, a través de la información recogida desde los
41
profesionales de centros de tratamiento para adolescentes que han cometido infracción de
ley.
Lo que se persigue a través de este ejercicio es explicar las relaciones existentes
entre las variables dependientes y las identificadas como variables independientes
relacionadas con atributos psicosociales de nuestro objeto de estudio.
6. PRESENTACION DE RESULTADOS
Para efectos de esta investigación, hemos centrado nuestra atención en los 193
adolescentes infractores de ley y evaluados con consumo problemático de drogas, durante
el periodo comprendido entre agosto de 2009 y diciembre de 2012, enfocando nuestro
estudio en los 110 adolescentes que presentan conductas de reincidencia, es decir, la
repetición de una acción criminal.
Es de importancia señalar que el mayor porcentaje de la muestra la componen
adolescentes de 17 años de edad, correspondiente al 42%, luego se encuentran los
adolescentes de 16 años ocupando un 32%, un 19% de 15 años de edad, 5% de 14 años y
solo un 2% con 18 años de edad. Además de los 193 adolescentes se puede relevar que un
92% corresponde a varones y un 8% de sexo femenino.
Con el objeto de facilitar la lectura e interpretación de los resultados obtenidos,
presentaremos los hallazgos del estudio en base a cada uno de los objetivos específicos
planteados en esta investigación.
6.1 Objetivo Específico N° 1
“Describir características psicosociales existentes en adolescentes infractores de ley
evaluados con consumo problemático de drogas que presentan conductas de
reincidencia”.
Del total de los adolescentes evaluados (193 sujetos), el 57% presenta reincidencia,
entendiéndose ésta como aquella conducta delictual que termina con una sanción judicial
decretada con posterioridad a los seis meses de la evaluación efectuada por el PECD-
SENDA-FRMO. De los adolescentes que reinciden el 40% presenta de 1 a 3 condenas,
mientras que el 17% exhibe 4 o más sanciones.
TABLA N° 1
CANTIDAD REINCIDENCIA FRECUENCIA PORCENTAJE VÁLIDO0 REINCIDENCIA 83 43,0 %
42
1 - 3 REINCIDENCIAS 77 39,9 %
4 Y MÁS REINCIDENCIAS 33 17,1 %
Los siguientes resultados hacen referencia a los 110 adolescentes (101
hombres y 9 mujeres) identificados con reincidencia en base a los criterios
mencionados.
De éstos 110 adolescentes el mayor porcentaje corresponde al grupo de 17 años,
ocupando un 43% de la muestra, luego se localizan los adolescente de 16 y 15 años con un
32% y un 21% respectivamente.
La primera área investigada es la escolar. En referencia a esta se puede informar
que el 54% de los adolescentes reportó una escolaridad básica incompleta, un 27%
presentó básica completa y un 19% enseñanza media incompleta.
TABLA N° 2
NIVEL EDUCACIONAL
BASICA
INCOMPLETA
BASICA
COMPLETA MEDIA INCOMPLETA
53,6% 27,3% 19,1%
En relación a la variable retraso escolar, entendida ésta como la cantidad de años de
retraso en comparación al nivel escolar que le corresponde dependiendo de su edad de
ingreso al sistema educativo, el 67% de los adolescentes presentó un retraso entre 2 a 5
años, un 22% entre 0 a 1 año y por último un 11% de los adolescentes presentaron entre 6
a 10 años de retraso escolar.
TABLA N° 3
RETRASO ESCOLAR
0 - 1 AÑOS 2 - 5 AÑOS 6 - 10 AÑOS
21,8% 67,3% 10,9%
Es importante mencionar que cuando se buscó establecer correlaciones entre las
distintas características de los adolescentes con consumo problemático y reincidencia, la
variable retraso escolar destacó. Es así como la variable retraso escolar manifiesta una
correlación baja (24 %, p < 0,05) con el número de sanciones previas al delito ingresado al
programa y una correlación negativa baja (- 30, p < 0,01) con edad de inicio al consumo de
drogas. Esto quiere decir, que existe una posibilidad de que los adolescentes con consumo
43
problemático de drogas y conducta de reincidencia, al tener una mayor cantidad de años de
retraso escolar presentan un mayor número de sanciones y una menor edad en el inicio del
consumo de drogas.
Otra variable del área escolar es la que hace referencia a los motivos de deserción escolar,
de los resultados se desprende que un 34% de los adolescentes refirió como causa de
deserción el tener dificultades conductuales (Ej. peleas al interior del aula, conflictos con
profesores, desorden al interior de la sala de clases, desatención, etc.), un 29% hablo de la
misma causal de deserción más otra situación (Ej. Familiar), un 23% destacó la causa
motivacional (Ej. Pereza, Desgano, etc.). Un porcentaje menor de los adolescentes señalo
mal rendimiento con un 6% como motivo de deserción y un 2% manifiesta causas
relacionadas al ámbito laboral.
En cuanto al área familiar, específicamente en lo que respecta a antecedentes de
consumo de sustancias en algún miembro de la familia, se puede señalar que un 77%
identifica a algún integrante de la familia como consumidor de drogas, de éstos podemos
relevar que un 24% corresponde al padre, un 15% identifica a la madre y un 4% visualiza a
ambos padres con ingesta de estupefacientes. Del mismo modo un 34% de la muestra
refiere a otro familiar (hermano, primo, tío, abuelos, etc.) como sujetos con consumo; del
mismo modo es importante señalar que solamente un 23% de los adolescentes no identifica
a algún miembro de la familia como consumidor de drogas.
GRAFICO N°1
ANTECEDENTES FAMILIARES DE CONSUMO
15%
24%
4%34%
23%MADRE
PADRE
PADRES
OTRO
SIN ANTECEDEDENTESFAMILIARES
En referencia a la existencia o no de familiares que presentan antecedentes
judiciales, entendiéndose éste como aquel familiar que ha debido cumplir condena por
algún delito. Se puede observar que un 38% de los adolescentes no presentan familiares
con antecedentes judiciales, no obstante un 18% de los casos señala al padre y un 7% a la
44
madre con delitos sancionados, por su parte un 34% identifica a otro familiar (hermano,
primo, tío, abuelos, etc.) con antecedentes legales.
GRAFICO N° 2
ANTECEDENTES FAMILIARES DE CAUSAS JUDICIALES
7%
18%
3%
34%
38%MADRE
PADRE
PADRES
OTRO
SIN ANTECEDENTES FAMILIARES
En relación al área penal, podemos comenzar haciendo mención de que los
adolescentes de la muestra exhiben que su primera sanción penal fue mayoritariamente a
los 14 años, lo que corresponde a un 60% de la muestra, y el grupo que presento menor
porcentaje fue el grupo que fue sancionado a los 16 años con un 9%.
En referencia al número de sanciones que los adolescentes tenían al momento de
ser entrevistados, la mayor concentración observada fue del grupo que registro entre 1 a 3
sanciones con un 44% de los casos, el grupo con menor cantidad de casos es el que tenia
entre 15 o más sanciones con el 2% de los adolescentes.
TABLA N° 4
En cuanto al delito por el cual el adolescente es ingresado al PECD, el cual hace
referencia a la familia de delitos que pertenece la infracción cometida por el joven imputado,
NUMERO DE SANCIONES
PREVIO AL DELITO DE INGRESO AL PECD0 22,7%
1-3 43,6%4-8 22,7%
9-15 9,1%15 o más 1,8%
45
destacan los Robos Violentos con un 46%, Robos No Violentos 22% y en una menor
cantidad los Hurtos y Lesiones con 9% y 3% respectivamente.
TABLA N° 5
DELITO POR EL CUAL INGRESO A PROGRAMA ECD
ROBOS VIOLENTOS 46,4%
ROBOS NO VIOLENTOS 21,8%
HURTOS 7,3%
LEY DE DROGAS 9,1%
LESIONES 2,7%
OTROS DELITOS 12,7%
Respecto a las medidas cautelares decretadas, el 39% de los adolescentes no
presentó ésta medida durante el proceso de investigación en curso, un 37% presentó
medida cautelar con sujeción a SENAME y un 24% presentó como medida cautelar,
internación provisoria.
TABLA N° 6
MEDIDA CAUTELAR DURANTE
PROCESO DE INVESTIGACIÓN
SI NO
INTERNACION
PROVISORIA
37,3% 39.1% 23,6%
Como observamos en el gráfico N° 3, en referencia a la resolución judicial de los
adolescentes entrevistados con consumo problemático de drogas y derivados a tratamiento,
podemos señalar que en un 33% se decreta una medida judicial que integre el tratamiento
como cumplimiento del adolescente; de éste modo se evidencia un 25% en los que se ha
decretado sanción accesoria y un 8% se ha aplicado suspensión condicional del
procedimiento con condición de asistencia a tratamiento de rehabilitación, no obstante en
un 52% de los casos no se decreta tratamiento a pesar de que se ha evidenciado el
consumo de problemático de sustancias.
46
GRAFICO N°3
RESOLUCIÓN JUDICIAL
25%
52%
8%
15%
ACCESORIA ART 7 °
NO DECRETADA
SUSPENSION CONDICIONAL CONTRATAMIENTONO CORRESPONDE
En relación a la variable gravedad, la cual hace referencia a si el/los delito/s por
el/los cual/es reincidieron los adolescente es de características similares, menores o
mayores al delito por el cual ingresaron al PECD. Se encontró que un 41% de los evaluados
mantuvo la connotación judicial en la comisión del nuevo ilícito, el 36% disminuyó y en un
24% de los adolescentes aumentó.
TABLA N° 7
GRAVEDAD EN AUMENTO DELITOS POSTERIOR INGRESO A PECD
MANTIENE 40,9%
DISMINUYE 35,5%
AUMENTA 23,6%
En lo que respecta a la periodicidad, la cual hace referencia a la comparación entre
el número de delitos cometido en un tiempo determinado previo a la evaluación y la
comisión de ilícitos en un tiempo similar post evaluación, destaca significativamente la
disminución en un 66% de los casos, un 26% de los casos presenta aumentó en la
periodicidad y un 8% se mantiene.
47
TABLA N° 8
PERIORIDICIDAD EN LA COMISIÓN DE DELITOS POSTERIOR INGRESO PECD
MANTIENE 8,2%
DISMINUYE 66,4%
AUMENTA 25,5%
En cuanto al consumo de sustancias, específicamente respecto a la droga principal,
es decir, la droga que sustenta la dependencia, se logra visualizar que el consumo de THC
ocupa un 60% del total de los adolescentes entrevistados, en un 22% se identifica la PBC
como droga principal y un 13% de los casos evaluados corresponde al consumo de COC.
GRAFICO N°4
DROGA PRINCIPAL
60%13%
5%
22%
THC
COC
OH
PBC
Al considerar la tipología de consumo de los adolescentes, podemos señalar que un
89% de los adolescentes evaluados presentan un consumo abusivo de sustancia en
comparación a un 11% que consume de manera habitual. Del mismo modo y según la
clasificación CIE 10 se logra identificar que un 55% de los adolescentes presentan consumo
perjudicial en comparación a un 46% de los adolescentes que se puede clasificar dentro de
los criterios establecidos para definir consumo dependiente de sustancias.
La mayor proporción en la edad de inicio de consumo de drogas por parte de los
adolescentes, se presentó en el grupo que comenzó entre los 11 y 13 años (49%), en una
segunda instancia se encuentran los adolescentes cuya edad de inicio en la ingesta de
sustancias ocurrió entre los 7 y 10 años (28%) y por último los adolescentes manifiestan un
comienzo en el consumo entre los 14 y 17 años (22%).
48
TABLA N° 9
EDAD DE INIICIO DEL CONSUMO DE DROGAS
7 A 10 AÑOS 28,2%
11 A 13 AÑOS 49,1%
14 A 17 AÑOS 22,7%
En cuanto al estadio motivacional de los adolescentes en relación a su consumo,
destaca que el 50% de los adolescentes se encontraba en etapa precontemplativa, un 47%
en etapa contemplativa, un 9% en etapa de preparación y un 2% en etapa de acción.
Acerca del compromiso biopsicosocial (CBPS) se puede señalar que un 49% de los
adolescentes se clasifican dentro de los criterios establecidos como CBPS moderado y con
una leve diferencia se establece que un 48% corresponde a CBPS severo, por lo que se
puede observar que la sumatoria de los adolescentes reincidentes corresponden a que un
97% se relacionan con indicadores que impactan negativamente el desarrollo del joven,
respecto a áreas de salud física y mental, emocional, socialización, integración social,
familia y reparación, según las pautas establecidas para su clasificación.
GRAFICO N°5
COMPROMISO BIOPSICOSOCIAL
3%
49%48%
CBPS LEVE
CBPS MODERADO
CBPS SEVERO
Es importante mencionar que un 50% de los adolescentes evaluados no ingresan a
tratamiento.
GRAFICO N°6
49
INGRESO A TRATAMIENTO
50%50%NO INGRESA A TRATAMIENTO
SI INGRESA A TRATAMIENTO
6.2 Objetivo Específico N° 2
“Relevar elementos identificados desde los interventores, que influyen positivamente
en los tratamientos de rehabilitación con adolescentes infractores de ley con
consumo problemático de drogas”.
Como se señalo en el apartado metodológico, para el cumplimiento de este objetivo se
desarrollo un grupo nominal, en el que participaron diferentes profesionales que se
desempeñan en programas de tratamiento de la región Metropolitana. En este grupo
nominal los participantes debieron reflexionar en torno a los siguientes ejes:
1. Elementos que deben estar presentes en el interventor que desarrolla procesos
con adolescentes que exhiben consumo problemático de sustancias e infracción
de ley.
2. Elementos que deben estar presentes en los equipos que trabajan con
adolescentes que presentan consumo problemático de sustancias e infracción de
ley.
En base a estas reflexiones se genero un consenso respecto a lo planteado que
permitió la construcción de dos tablas. Para cada tabla se establecieron siete ítems
definidos (categoría que señala el factor identificado por los profesionales como relevante) y
con un ordenamiento según prioridades respecto a la practica interventora.
Es importante señalar que:
50
Si bien todos los profesionales que participaron de la investigación priorizaron los
ítems propuestos, la mayor parte aludió que lo ideal es integrar los elementos
señalados en la intervención, dando cuenta que lo que se debe buscar es la
combinación de los elementos en cada una de las intervenciones.
En la mayor parte de los ítems no se sugirieron cambios.
De los ítems señalados se sugirió cambiar parte de la definición del ítem “EQUIPOS
CON MIRADAS POLIFÓNICAS”, específicamente la palabra multidisciplinario por
transdisciplinario.
Un elemento que fue mencionado pero que no saturo en esta etapa fue el incorporar
el ítem creencia en el cambio de los adolescentes como un factor que deben poseer
los profesionales que intervienen con esta población objetivo.
Resultados por categoría:
51
ELEMENTOS QUE DEBEN ESTAR PRESENTES EN LOS INTERVENTORES
ITEM DEFINICIÓN PRIORIDAD
(PROMEDIO) Vinculo La capacidad de establecer una relación basada en la
lectura de las necesidades del adolescente con el cual
se trabaja, fomentando el cuidado a través de la
relación (teniendo consciencia de los distintos
contextos relacionales –barrio, familia, comunidad.).
2,3
Empatía con el
adolescente
Los interventores deben ser capaces de entender y
validar las historias, contextos, necesidades y
motivaciones. Tratando de ver el lugar del otro (como
adolescente), respetando sus tiempos.
2,9
Conocimiento Los interventores deben tener un conocimiento
técnico sobre el trabajo con adolescentes que
presentan consumo problemático de drogas y que
realizan infracciones de ley, asimismo deben ser
capaces de integrar elementos propios de la
adolescencia y de los distintos contextos en los que
se insertan (familia, barrios, etc.). Otro elemento es la
disposición a participar en espacios de capacitación.
3,6
Objetivos claros Una mirada clara con respecto a que se debe lograr,
lo cual debe estar en sintonía con el equipo y el
adolescente. Es importante que el profesional sea
honesto sobre que pretende lograr.
4,0
Adherencia y
motivación al
tratamiento
Tener la capacidad de estar permanentemente
motivando a los adolescentes para que participen en
los procesos de tratamiento, manejando para ello
herramientas motivacionales en la práctica diaria.
4,6
Tolerancia y
compromiso
Tolerar las dificultades que conlleva el trabajar con
adolescentes con perfiles complejos, lo cual muchas
veces se sustenta en un compromiso constante con el
adolescente y con la valoración por la labor que se
realiza.
4,9
Planificación
flexible
El profesional debe tener la capacidad de generar una
estrategia de intervención que logre adaptarse a las
contingencias del trabajo con un perfil complejo. Es
importante evitar las constantes improvisaciones.
5,6
ELEMENTOS QUE DEBEN ESTAR PRESENTES EN LOS EQUIPOS
ITEM DEFINICIÓN PRIORIDAD
52
El adolescente
como centro de
la intervención
El equipo debe ser capaz de lograr que el adolescente
sea parte activa de su proceso de cambio en las distintas
etapas de la intervención, haciendo hincapié en sus
recursos, intereses y necesidades.
2,8
Equipos con
miradas
Polifónicas
Se releva la necesidad de la conformación de equipos
transdisciplinario que puedan gestar una mirada integral
sobre el adolescente y su contexto, facilitando con ello
una mirada que abarque las distintas dimensiones del
adolescente. Se releva que esta mirada se debe traducir
en una intervención que auné un lenguaje común y
complementaria por parte de los distintos profesionales.
3,1
Procesos claros
y de contención
Los equipos deben ser capaces de generar un plan de
intervención claro, consistente y consensuado por todos
los miembros del centro tratante. Asimismo se deben
lograr promover ambientes en donde se den
contenciones afectivas y significativas, sin perder de
vista los límites y las responsabilidades de las partes.
3,6
Equipos que se
cuidan
Es importante que exista una institucionalidad
preocupada del cuidado de las personas que trabajan
con este perfil de adolescentes. Los profesionales deben
tener la certeza de que hay un equipo que los está
cuidando y retroalimentando en su actividad diaria.
3,9
Trabajo en red Trabajar en coordinación permanente con la red natural
e institucional en la cual esta –o ha estado- inserto el
adolescente. Relevando el trabajo con la red familiar en
las distintas etapas del proceso. Tomando como base
que el adolescente “no es un objeto que pertenece a un
programa”.
4,5
Procesos
Motivantes
Tanto el equipo como la infraestructura debe ser capaz
de generar procesos motivantes para los adolescentes,
esta motivación deber ser constante y debe tomar en
consideración las necesidades gregarias y contextuales
4,6
Capacitación Los adolescentes están cambiando constantemente y el
fenómeno en sí es complejo, es frente a ello que se
releva la necesidad de una capacitación constante que
permita un adecuado acercamiento a esa realidad.
5,6
6.3 Objetivo Específico N° 3
“ Describir la reincidencia en adolescentes infractores de ley con consumo
problemático de drogas, en relación a la participación en tratamientos de
rehabilitación y a variables psicosociales”.
53
Del total de los adolescentes evaluados, 193 sujetos, se realizaron una serie de cruces
entre las variables descritas en el primer apartado y la variable reincidencia. A continuación
se exponen los resultados que manifiestan una relación significativa entre ellas.
Al realizar una prueba de ANOVA Simple entre las variables reincidencia e ingreso a
tratamiento, los resultados revelan que existe una diferencia significativa -F (1, 191) = 4,147,
p < 0,05- en la reincidencia que manifiestan los adolescentes con consumo problemático e
infracción de ley en relación a si ingresan a tratamiento o no. Si comparamos las medias de
los grupos evaluados encontramos que los adolescentes con tratamiento manifiestan 1, 5
reincidencias versus las 2,4 reincidencias que exhiben los adolescentes sin tratamiento. Al
realizarse la misma prueba entre los adolescentes pero tomando en consideración la
variable reiteración no se encuentran diferencias significativas entre los grupos.
GRAFICO N°7
REINCIDENCIA
0,0 0,5 1,0 1,5 2,0 2,5
SIN TRATAMIENTO
CON TRATAMIENTO
Asimismo, al realizar un ANOVA Factorial, se encontró una relación significativa
entre la edad del primer ingreso al sistema judicial, tratamiento y reincidencia -F (8, 184) =
4,056, p < 0,05- . En general los adolescentes con consumo problemático de drogas e
infracción de ley que presentan un ingreso más tardío al sistema judicial y que presentan
tratamiento exhiben menos reincidencias. Llama la atención que el único grupo que se
comporta de forma distinta es el de los adolescentes del grupo de 15 años, que exhiben una
mayor cantidad de reincidencias estando con tratamiento.
GRAFICO N°8
54
REINCIDENCIA
00,5
11,5
22,5
33,5
4
14 15 16 17 18
EDAD DE PRIMER INGRESO AL SISTEMA
RE
INC
IDE
NC
IAS
SIN TRATAMIENTO
CON TRATAMIENTO
Por su parte al realizar un ANOVA Simple entre las variables desescolarización y
reincidencia en adolescentes con consumo problemático de drogas, se encontró una
diferencia significativa –F (4, 188)= 10,339, p < 0,05- entre los grupos. Específicamente se
aprecia que los adolescentes con consumo problemático de drogs e infracción de ley al
manifestar mayor cantidad de años de retraso escolar exhiben mayor cantidad de sanciones
penales, las diferencias significativas se dan entre los adolescentes que presentan cero
años de desescolarización y los grupos que presentan entre 4-8 y 9-15 años de
desescolarización (p < 0,05).
GRAFICO N°9
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
0 1-3 4-8 9-15 15 O MÁS
AÑOS DE DESESCOLARIZACIÓN
RE
INC
IDE
NC
IA
Respecto al aplicar un ANOVA Simple entre compromiso biopsicosocial y
reincidencia se encontró una relación significativa - F (2,190)=4,169, p < 0,05-. Se
identificaron diferencias significativas (p < 0,05) entre la variable compromiso biospicosocial
severo y las variables compromiso biopsicosocial moderado y leve. Al comparar las medias
de los grupos encontramos que a mayor compromiso biopsicosocial mayores índices de
reincidencia.
55
GRAFICO N°10
0,0
0,5
1,0
1,5
2,0
2,5
3,0
CBPS LEVE CBPS MODERADO CBPS SEVERO
RE
INC
IDE
NC
IA
Si al relacionar compromiso biosicosocial y reincidencia sumamos la variable
sanción decretada y aplicamos un ANOVA Factorial, encontramos una interacción
significativa – F (5,193)= 2,795 p < 0,05) (Grafico 11). Al comparar las medias
encontramos los siguientes resultados:
TABLA N° 10
NO DECRETADA SCP ART 7
CBPS LEVE 1,3 0 CBPS MODERADO 1,56 1,07 0,81
CBPS SEVERO 3,09 8,67 1,61
GRAFICO N°11
56
0123456789
10
NO D
ECRETAD
ASCP
ART 7
NO C
ORRESPO
NDE
TIPO DE MEDIDA
RE
INC
IDE
NC
IA
CBPS LEVE
CBPS MODERADO
CBPS SEVERO
Otras de las variables en las cuales se encontraron diferencia significativa entre los
grupos fueron las variables gravedad del delito, tipo de delito por el cual se ingresa al
programa y reincidencia. Es necesario señalar que se encontraron diferencias significativas
–F (3,193) =6,598, p < 0,05- entre las variables gravedad del delito y reincidencia,
específicamente hay diferencias entre el grupo que disminuyo la gravedad del delito con los
que mantuvieron y aumentaron, no así entre los grupos que mantuvieron y aumentaron.
Por su parte también existe una interacción positiva –F (15, 193) = 2,162, p < 0,05-
entre gravedad del delito, reincidencia y tipo de delito por el cual se ingresa al programa. A
continuación se presenta un cuadro con las medias de cada grupo.
TABLA N° 11
DELITO POR EL
CUAL INGRESA AL
PROGRAMA
DISMINUYE
GRAVEDAD DE
LOS DELITOS
SE MANTIENE
GRAVEDAD DE
LOS DELITOS
AUMENTA GRAVEDAD
DE LOS DELITOS
ROBOS VIOLENTOS 1,1 4,5 0,0ROBOS NO
VIOLENTOS 1,8 1,5 3,8HURTOS 1,0 1,0 2,7LEY DE DROGAS 0,4 1,3 9,0LESIONES 0,0 4,0 2,0OTROS DELITOS 1,0 2,0 3,3
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Durante el desarrollo del presente estudio se ha dado cuenta de un análisis
descriptivo respecto a la población adolescente infractora de ley con consumo problemático
57
de drogas y que además presentan reincidencia en la conducta delictiva, evidenciando un
perfil complejo con características diferenciadas del resto de la población adolescente que
comete infracción de ley; así mismo se logró establecer un análisis respecto a la visión que
poseen los profesionales que trabajan con este grupo de adolescentes, profundizando en
los elementos que desde su perspectiva profesional, evalúan que deben estar presentes
tanto en su práctica (como individuos) como en los equipos interventores a los cuales
pertenecen, en este sentido se relevan elementos como la centralidad del adolescente en la
mirada de los equipos y la importancia del vínculo para establecer un adecuado proceso,
dando cuenta de un acercamiento desde lo que se conocen como variables inespecíficas
del tratamiento; finalmente se lograron establecer relaciones estadísticamente significativas
entre tratamiento y reincidencia, así como entre variables psicosociales y reincidencia. Del
mismo modo, de los resultados obtenidos, se visualiza que el tratamiento tiene una
incidencia que resulta significativa en la disminución de la reincidencia, asimismo se releva
la importancia del área escolar como un factor gravitante en la comprensión de la actividad
delictual por parte del adolescente infractor de ley y que presenta consumo de drogas.
En cuanto a elementos específicos de los datos recogidos y en relación al área
escolar, se puede concluir que los adolescentes de la muestra presentan un importante
retraso escolar, indicador que nos da cuenta que han estado, o se encuentran, fuera de
espacios formativos, desligándose de una de las principales fuentes de socialización.
Creemos que la participación del adolescente en el sistema escolar permite aportar
en la organización y en la ocupación del tiempo libre, contribuyendo a la disminución de
actividades delictivas y de consumo de drogas, lo anterior es avalado por investigaciones
realizadas a nivel nacional e internacional. Es frente a lo anterior que la re-escolarización de
los adolescentes puede llegar a constituirse en una opción en la mejora de oportunidades
en la integración social y de desarrollo laboral, no obstante, se hace urgente la puesta en
marcha de establecimientos y cuerpos académicos especializados con herramientas
motivacionales para incentivar la asistencia de los adolescentes con éstas características al
sistema escolar, esto considerando que los resultados obtenidos nos dan cuenta que solo el
6% de los adolescentes deserta por rendimiento, por tanto, se puede hipotetizar que los
adolescentes exhiben las capacidades cognitivas para cursar en los establecimientos del
sistema, no obstante la mayoría manifiesta que deserta por problemas conductuales.
Es en relación a lo anterior, que se considera relevante que esta variable cobre
importancia al momento de pensar en las intervenciones con esta población; la capacitación
de los profesionales que integran los espacios escolares y extra escolares (programas de
rehabilitación, programas de sanción, etc.) resulta indispensable a la hora de establecer
relaciones de enseñanza, apoyo, supervisión y control con los adolescentes, además de la
construcción de planes educativos coherentes a las necesidades y características de estos.
Como se planteó en el marco teórico, el paso a la asunción de “roles adultos” parece tener
relación con el cese delictual, frente a ello los datos entregados por el análisis descriptivo
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sobre la gran cantidad de años de retraso escolar y la desvinculación de redes formales,
estarían dando cuenta de la importancia de trabajar estas áreas, incorporando como uno de
los ejes centrales un proceso de re-escolarización y re-incorporación de vínculos
comunitarios pro sociales, acorde a las necesidades de adolescentes con características
similares a las mencionadas.
En cuanto al área familiar, específicamente en torno a características asociadas al
ámbito delictual y de consumo de sustancias, podemos dar cuenta de un alto porcentaje de
familias que presentan al menos un miembro con problemas de consumo y/o asociación a
infracción de ley, de este modo y en referencia a las conductas transgresoras la familia
también se puede convertir en un sistema vulnerable para el adolescente, principalmente en
torno a la validación, no necesariamente explicita, de las conductas de riesgo. Es preciso
señalar que si bien la literatura nos manifiesta que no existe una relación causal entre
circunstancias familiares y comisión de delito, sí se puede argumentar que la familia se
constituye en uno de los pilares que promueve el cese delictual en los adolescentes que
manifiestan infracción, dentro de ésta línea el revertir situaciones negativas en la dinámica
familiar es una de las áreas que se deben abordar en el tratamiento, ya que, al restituir la
configuración de una familia problemática se están revirtiendo factores de riesgo en el
adolescente.
Es en base a lo anterior que la profesionalización en la intervención familiar resulta
un imperativo, ya que el sistema familiar, al ser intervenida con objetivos claros y de manera
coordinada, puede promover en sí una funcionalidad pro social y ser agente motivacional y
de ayuda a la disminución de la trayectoria delictual. Finalmente, en cuanto a este punto,
pensamos que al abordar las características y complejidades de éstas familias como un
posible factor de riesgo y/o protector para el desarrollo del adolescente, rescatando las
habilidades y trabajando las debilidades del núcleo, no solamente se interviene en la
trayectoria delictual del adolescente que cometió una infracción, sino que además creemos
que a nivel macro se están instalando instituciones estables y cercanas que pueden
prevenir posibles trayectorias delictivas y de consumo temprano.
En cuanto al ámbito delictual, se puede señalar que cerca de la mitad de los
adolescente que reinciden exhiben delitos violentos, situación que podría orientar un
abordaje especifico en los tratamientos de los adolescentes, por ejemplo incluyendo en el
ámbito técnico del plan de intervención la perspectiva de las variables criminógenas
presentes en los adolescentes infractores de ley y su relación con la violencia. Otro dato de
relevancia es, que los adolescentes que presentan mayor reincidencia en el acto delictual
son los imputados por delitos cometidos bajo el alero de la ley 20.000 (Ley de Drogas),
siendo parte importante del porcentaje delitos que aumentan en su gravedad. Lo anterior
nos lleva a poner especial atención a las interpretaciones que subvaloran la comisión de
ilícitos relacionados con sustancias ilegales.
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Asimismo cerca de la mitad de la muestra presenta entre 1 y 3 delitos previos al
momento de la evaluación PECD, elemento que podría establecer una característica
relevante en torno a la observación de los patrones que se circunscriben en la construcción
identitaria de los adolescentes infractores sujetos de atención, ya que, la comisión de ilícitos
no se realiza de forma ocasional en la vida del sujeto sino que se encuentra sustentada por
un mundo de significaciones que avalan y sustentan la comisión del acto delictual; es
importante considerar que la población estudiada se encuentra en una etapa de su
desarrollo que favorece la elección de construcciones identitarias estables de sí mismo y de
la autoafirmación, los que pueden verse fuertemente influido por los diferentes sistemas en
los que participa, adoptando conductas de riesgo, como por ejemplo, comportamientos
violentos y delictivos, consumo de sustancias, deserción escolar, pares criminógenos, etc.
Nos parece importante relevar el alto porcentaje de adolescentes que exhiben su
primera detención a los 14 años, ya que, si a lo anterior agregamos un inicio de consumo
temprano de sustancias, un fuerte retraso escolar, familiares con consumo y existencia de
causas judiciales, se vuelve evidente la necesidad de una pesquisa temprana y de
evaluaciones integrales, que den luces de alertas de posibles inicios de carreras delictuales,
de allí la necesidad de que cada una de las variables señaladas pueda ser pesquisada en la
infancia. Lo cual sólo es posible si existe un sistema (por ejemplo en los colegios o por parte
de ONG dependientes de SENAME, etc.) de detección temprana real, integrado y que dé
una respuesta eficaz a la problemática a intervenir; para ello es necesario establecer el
conocimiento del escenario familiar, social y cultural de los adolescentes vinculado al
ejercicio del delito y la legitimización de éste como forma de relacionarse frente a diferentes
contextos. Del mismo modo, se hace latente la necesidad de establecer diagnósticos
diferenciados en ésta población, así como atenciones especializadas a los adolescentes
que presentan un perfil con mayor compromiso delictual, y realizar un trabajo coordinado
junto a diferentes instituciones atingentes a la problemática.
En consideración a estas mismas características, y como se expone en el grupo
nominal, resulta prioritario adecuar instancias en el abordaje técnico de los interventores
con las necesidades específicas de la adolescencia temprana y las características
biológicas, psicológicas y comunitarias del adolescente. La ejecución de una mirada
institucional en que se complementen e integren las experiencias señaladas, podría ser un
importante factor que facilite que estos adolescentes cesen sus conductas ligadas a la
infracción de ley, antes que se cristalicen configuraciones identitarias pro delictuales con
sus correspondientes comportamientos de infracción, daño para sí mismo y para los otros
miembros de la comunidad.
Es de importancia señalar, que la mitad de los adolescentes disminuyen su
periodicidad delictual, lo que habla de posibles motivaciones que están gestando un
proceso de desistimiento de tipo primario en los adolescentes entrevistados, por ello se
hace patente la necesidad de realizar mayores investigaciones respecto a los factores que
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inciden en la motivación a desistir de las conductas delictivas por parte de los adolescentes
que consumen sustancias y que además son infractores de ley.
En cuanto al consumo de sustancias, la droga más consumida por los adolescentes
evaluados es THC (marihuana prensada) seguido de Pasta Base, las edades de inicio son
alrededor de los 12 años en promedio, con un CBPS moderado a severo, es decir,
presentan daños en las áreas del desarrollo psico-emocional, salud física y mental,
socialización, integración y familiar. En este contexto el inicio temprano de ingesta de
drogas puede provocar serias alteraciones en el desarrollo saludable del adolescente, es
frente a éste escenario que no se debe desconocer que el ingreso a tratamiento actúa como
un factor protector al demostrar una disminución en la reincidencia de la conducta delictiva
en comparación con los adolescentes que no ingresan, sobre todo si la instancia de
tratamiento se realiza en los primeros ingresos al sistema judicial, facilitando la posibilidad
de intervención temprana.
De allí es que consideramos elemental que en futuras investigaciones se logre hacer
distinciones más finas respecto a la reincidencia propia y la impropia, ya que, puede resultar
esclarecedor conocer si los adolescentes que se encuentran en tratamiento de drogas se
hallan cumpliendo las sanciones decretadas por el poder judicial y si el cumplimiento en la
ejecución en un programa de SENAME tiene incidencia con el cese delictual, esto nos
parece relevante si es que nos interesa evaluar y conocer el real aporte de cada una de las
partes que se incorporan en las intervenciones con los adolescentes.
Al respecto, se considera necesario hacer mención que si bien la mayoría de los
adolescentes no han abandonado el delito, un porcentaje significativo ha disminuido la
comisión del mismo, el relevar este cambio va en la línea de la búsqueda de la desistencia,
ya que, se entiende que el cambio en estos adolescentes no se genera de forma abrupta y
requiere de un tiempo para que se configuren cambios identitarios y contextuales profundos
que mantengan un cese delictual. Entendiendo que el cese de la reincidencia debe ir
acompañado de un cambio global en la configuración del adolescente, en donde la
conducta delictual es una parte. Es por lo mismo que las intervenciones en adolescentes
altamente complejos debe enfatizar la integralidad y la intensidad; las que según los
profesionales de tratamiento, deben ver al adolescente como centro y protagonista de la
intervención, además de una mirada polifónica dentro del equipo, así como la mantención
de un vinculo estable por parte de los interventores y la promoción de la empatía, pueden
favorecer considerablemente la disminución de la reincidencia en esta población.
Del mismo modo, es de importancia considerar los objetivos claros de tratamiento,
además de la inclusión de modelos que integren el trabajo particular considerando las
diferencias contextuales, familiares y personales de cada sujeto, relevando la relación
significativa existente entre tratamiento intensivo y disminución de conducta reincidente.
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Bajo este contexto, si bien la perspectiva del modelo RNR resulta útil al momento de
clasificar y generar diagnósticos criminógenos de los adolescentes que se encuentran
dentro de la delincuencia distintiva, también nos parece relevante el enfatizar el trabajo en
factores que pueden llegar a ser importantes en la modificación y en la mantención del cese
delictual, en referencia a esto se visualiza que los resultados del grupo nominal, dan una
orientación clara que promueve el trabajo hacia la desistencia, enfatizando la comprensión
del adolescente (relacionado con la teoría maduracional), visualizar la red de los
adolescentes (teoría de vínculos sociales) y el relevar el discurso del adolescente (teoría
narrativa), buscando con ello la valorización de las potencialidades del sujeto y de las
proyecciones de su vida.
Es importante que se tome en consideración que el tipo de sanción que recibe un
adolescente con estas características tiene una relación significativa con la reincidencia, es
por lo mismo que la evaluación en instancias presentenciales parece cobrar importancia a la
luz de los datos recabados en la presente investigación, no se puede desconocer que al no
tomar en consideración las variables psicosociales y al finalizar la ejecución penal como una
ecuación legal, sin considerar la opinión de profesionales expertos en el área, es que se
esta omitiendo la posibilidad de coartar trayectorias delictuales.
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