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TrompetaEvangelizadora
S E R É I S
M I S
T E S T I G O S
Abril 2014
Contenido
2 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
s e r e I s m I s t e s t I g o s
4 Fiel hasta la muerte La cruz junto al camino
5 ¿Realmente resucitó? La tumba vacía 6 ¿Qué haré con Jesús?
8 De la vacilación a la fe de pascua
El maravilloso camino de Tomás, de la duda a la verdadera fe
Programa radial
12 Testigos de la resurrección Importantes testigos fortalecen nuestra
fe en este gran acontecimiento.
Lo que mueve al corazón
10 Disipar nubes
Esta demanda es realmente imposible
¿Quién podría realizar esto?
11 Confía en Jesús
Enseñanzas bíblicas, fáciles de comprender
14 La doctrina de la santificación ¿Cómo nos santifica Dios?
Biografía
20 Hudson Taylor (Parte 14)
o r e D e n A n Z A s
22 El lavamiento de pies de Jesús Un mandamiento bíblico, que
también nos fue dado a nosotros.
23 Amor servicial
24 Vosotros me llamáis Maestro
Editorial
¡Estimado lector!
¡Acontecimientos mundiales! - Hace 100 años comenzó
la primera guerra mundial - ¡Un acontecimiento
mundial! Una y otra vez nos enfrentamos con nuevos
informes. Cuántos acontecimientos mundiales han
acontecido ¡¿Qué más nos espera?!
Estemos por un momento en silencio, como lo expresa
el Salmo 46,10: “¡Estad q uietos y conoced que yo soy
Dios!” ¿Qué son todos los sucesos mundiales ante
Dios? ¿Qué significado tienen, mirándolos desde la
perspectiva eterna? ¿Se los podría comparar con un
fósforo, que quema por un momento, ilumina y
desaparece? ¿Con una estrella fugaz, que entra en la
atmósfera terrestre, produciendo un rayo de luz y luego
se quema?
¿Cuál es y fue el mayor acontecimiento? – ¡Es la
llegada del hijo de Dios al mundo, su sufrimiento y
muerte en Gólgota! Allí el sol perdió su resplandor por
3 horas, y una enorme oscuridad se extendió sobre la
tierra. Con la expresión del hijo de Dios: “¡Consumado
es!” se concretó la salvación para toda la humanidad.
La tierra tembló, las rocas se partieron, y el centurión
junto a la cruz tuvo que reconocer: “¡verdaderamente
éste era Hijo de Dios!” Ningún otro acontecimiento en
el mundo ha expiado la culpa y el pecado de la
humanidad. Ningún otro acontecimiento nos abre el
maravilloso cielo regalándonos la vida eterna,
¡solamente el sufrimiento, la muerte de Jesús y su
resurrección en la mañana de pascua!
Pero surgirá un acontecimiento, que todo lo sucedido
hasta ahora en la tierra, quedará muy lejos en la
sombra. Y esto es la segunda venida de Jesús al
momento de la última trompeta. Entonces Jesús
aparecerá en su inmensa gloria. Comenzará el último
día, y todas las naciones serán reunidas ante Él, y el
Hijo de Dios seleccionará quiénes irán a la derecha y
quienes serán puestos a la izquierda - ¡Para salvación
eterna o para condenación eterna! Querido lector,
¿crees tú en el Hijo de Dios y estás preparado para el
más grande acontecimiento mundial?
H. D. Nimz
3 Trompeta Evangelizadora │04/2014
Página juvenil
16 Dios es verdad
Pregunta juvenil
17 ¿Quién creó el mundo?
Página familiar
18 Porque se rompen los matrimonios (Parte 1)
Página infantil
26 Daniel era diferente
27 Pie de imprenta Anuncios
28 Alegría de Pascua
Fiel hasta la muerte
En los días de pascua del año 155 aconteció en
Esmirna un gran alboroto. El anciano obispo
Policarpo fue llevado a la hoguera. El emperador
romano había impuesto una vez más una persecución
contra los cristianos, porque a pesar de toda la
opresión, la familia de nazarenos había crecido
maravillosamente. La fuerza de vida del Señor
resucitado llenó los corazones. Allí se encuentra el
anciano, el venerado obispo Policarpo ante el juez
romano. El juez le quiere salvar, a pesar de la
alborotada y enfurecida multitud. El gobernador
romano se dirige a Policarpo: “¡Jura por la fortuna
del emperador y desecha a Cristo, y te dejaré libre!”
Pero no en vano se sentó Policarpo a los pies del
apóstol Juan. El respondió: “Ochenta y seis años
sirvo al Señor, y Él nunca me ha hecho algún daño.
¿Cómo podría injuriar a mi rey quien me regaló la
redención?” Así fue condenado a muerte por fuego.
“Fue ofrendado como un cordero de pascua”, dice un
antiguo informe. - Pero él oraba bajo las fulminantes
llamas: “Señor Dios, Padre de tu amado y bendito
Hijo Jesucristo, te agradezco porque me has dado el
honor de participar en el grupo de mártires y el cáliz
de tu Hijo para la resurrección de la vida eterna.”
Este fue un triunfo de Pascua en la muerte. El grano
de trigo ha muerto, pero produjo muchos frutos.
La cruz junto al camino
En las cercanías de Bad Lippsprige, en el distrito de
Paderborn, hay una cruz junto al camino, que si leemos la
inscripción, puede llevarnos a una profunda reflexión:
¿Qué quiere la cruz junto al camino? Quiere al caminante que pasa aquí, anunciar la palabra de consuelo: el Señor llevó la culpa por ti. ¿Qué quiere la cruz junto al camino? Quiere al caminante que pasa acá, anunciar la palabra de esperanza: la cruz al cielo te llevará. ¿Qué quiere la cruz junto al camino? Quiere al caminante que pasa aquí, anunciar la palabra de conciencia: tras Jesús debes llevar tu cruz. Desde que mi Dios en la cruz expió, mitiga cada uno de mis sufrimientos, lo soportaré sin quejarme. Un día mi móvil al cielo será
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SERÉIS MIS TESTIGOS
¿Realmente resucitó?
La Biblia no da lugar a duda alguna de que el
rescate y perdón de los pecados, la salvación para
nosotros y para todo el mundo dependen de la
resurrección de Jesucristo. Si sólo hubiese muerto
en la cruz y permanecido luego en la tumba, su
muerte no tendría fuerza redentora alguna. Eso lo
escribe explícitamente el apóstol Pablo en
Corintios 15,17: “Y si Cristo no resucitó, vuestra
fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.” No
quiero hablar de testimonios de la historia y todo
el curso de la cristiandad. Quiero hablar de las
pruebas actuales de su vida, de su obra, de su
fuerza. Nosotros no dependemos de un
monumento de la historia. El que viene a Él, lo
experimenta. Yo lo encontré en la paz de mi
corazón y el fundamento de mi vida. El Profesor
Karl Heim tiene razón: “La cristiandad habría
acabado hace mucho, si no tuviera lugar una y otra
vez el milagro de que personas encuentren perdón
y paz ante al sacrificio de Jesús en Gólgota y su
resurrección.” Algunos de nuestros seres queridos
que se nos adelantaron a la eternidad, ya lo vieron
cuando estuvieron en la línea del límite. Aún
estaban aquí, pero la puerta al más allá ya se había
abierto un poco. Las últimas palabras de mi padre
fueron: “¡Ven, Salvador, y llévame contigo a tu
reino celestial!” ¡No, nosotros no seguimos “sabias
fábulas”, si creemos en el Cristo resucitado!
La tumba vacía En un pueblo en el norte de India un misionero
predicaba en la plaza del mercado. Después del
discurso vino un musulmán a él y dijo: “Debes
reconocer, que nosotros tenemos algo que ustedes
no tienen. Y por eso somos más ricos que ustedes
con su religión.” El misionero contestó: “Qué es,
con gusto quisiera saberlo.” El hombre respondió:
“Cuando emprendemos una peregrinación a
nuestra santa ciudad La Meca, encontramos allí el
féretro, en el que yace Mahoma. Pero cuando
ustedes los cristianos van a Jerusalén, no
encuentran nada más que una tumba vacía.”
El misionero respondió sonriente: “Esa
justamente es la diferencia entre ustedes y nosotros.
¡Mahoma está muerto! Él yace en un ataúd y ya no
puede hacer nada. Pero Jesús no está aquí. ¡Él
resucitó! Y a Él le fue dada toda potestad en el
cielo y en la tierra. ¡Esa es nuestra esperanza!” ¡Sí,
el resucitado Salvador es también nuestra
esperanza! Esa es la alegre noticia de un magnífico
hecho de Pascua: ¡Jesús, mi Salvador, Él vive! ¡Yo
también veré la vida! Este resucitado fue una vez
un tramo de camino con los tristes discípulos y les
abrió los ojos y el corazón, de modo que se
alegraron (Lucas 24,13-35). Así le sigue al
testimonio de viernes santo el mensaje de Pascua:
¡Una tumba vacía! ¡Jesús vive! Por ello Él es el que
lleva y trae la vida eterna. Y en aquél, que ya en
esta vida se une a través de la fe con este Príncipe
de Vida, penetran las fuerzas de la vida del mundo
por venir, de modo tal que la muerte espiritual, el
temor y el miedo a morir son vencidos (1. Corintios
15,21-26). Jesús no nació sólo para Él, ni vivió para
Él mismo, aún menos murió para sí, así tampoco
resucitó para Él, sino por nosotros. La tumba vacía
nos da testimonio de que Cristo en verdad es el
resucitado, el duque de nuestro gozo. Este
resucitado quiere caminar hoy con nosotros por el
camino de nuestras vidas. Si vivimos y andamos
con Él, entonces experimentamos: ¡Jesús vive! Él
es el único Salvador para todos los descarriados.
Jesús vive, Él es el fuerte libertador para todos los
encadenados. Jesús vive, Él es el correcto socorro
para todos los preocupados. Jesús vive, Él es el
verdadero consolador de todos los afligidos. Jesús
vive, Él es la esperanza viva de todos los
desesperanzados. Jesús vive, Él es la grandiosa
fuerza para todos los creyentes. Jesús vive, Él es la
única puerta a la morada del Padre para todos los
agonizantes.
5 Trompeta Evangelizadora │04/2014
1.
¿Qué haré con Jesús?
“Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos
dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré con Jesús, llamado el Cristo? Todos le
dijeron: ¡Sea crucificado!”
(Mateo 27,21-23)
Esta pregunta dirigió el gobernador Pilato a los
judíos, quienes habían arrestado a Cristo y lo habían
traído ante él. Él debía ejecutar ahora con él la pena
de muerte. Pilato sabía muy bien que los judíos lo
habían entregado por envidia. Él tenía la intención de
liberarlo. Pero los judíos lo trajeron a tal situación,
que en su desconcierto preguntó a los enemigos de
Jesús: “¿Qué, pues, haré con Jesús, llamado el
Cristo?” A grandes voces respondieron: “¡Sea
crucificado!” El pueblo se había decidido en contra
de Cristo, y también él debía decidir ahora, qué hacer
con Cristo. De él dependía liberarlo o crucificarlo. Se
decidió en contra de Cristo. Él entregó al Santo en
manos de los pecadores y así se hizo culpable de la
sangre del Justo. Ni el lavarse las manos en señal de
inocencia pudo quitarle su culpabilidad. También
nosotros somos puestos ante la pregunta: “¿Qué haré
con Jesús?” Con ello se revelará que posición
tenemos con respecto a Él. El que está con Él,
seguramente pensará distinto que sus adversarios.
Pero es un hecho, que cada uno debe tomar una
posición ante esta pregunta. Nadie puede evitarlo o
dejar que otro responda por él. Nosotros tenemos que
decidir de manera completamente personal, qué
haremos con Jesús.
Primero preguntaremos: ¿Qué significa decidirse
por Jesús? Cuando esta pregunta fue realizada por
primera vez y la muchedumbre exclamó: “¡Sea
crucificado!”, muchos no habrán estado de acuerdo,
pues ellos estaban del lado del Señor. Sin duda el
grito: “¡Sea crucificado!” les partió el alma. Pero
ellos no tenían poder y no podían hacer nada por su
amado Señor. Ya hacía mucho lo habían aceptado
como su Salvador. Habían experimentado su poder
liberador de las ataduras del pecado, como Él había
prometido: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.” Por medio de eso habían
alcanzado una nueva vida, y le servían de todo
corazón.
Por otra parte significa reconocer a Jesus como su
Señor y confesarlo ante amigo y enemigo. Aunque
conlleve desprecio, burlas, escarnio y persecución, a
pesar de todo ello permanecer con el Señor y
totalmente de su parte. Él es el cumplimiento de las
promesas divinas, y en Él se experimenta el venir al
encuentro y la ayuda de Dios. El profundo anhelo del
alma es apaciguado en Cristo, y lo que buscaba y
deseaba fue hallado. Cristo Jesús es ahora todo en
todo, y hay una relación muy estrecha con Él. Aquí
no solo se dice: “¡Señor, Señor!”, sino que hay una
sincera pregunta por la voluntad de Dios. Ese es el
motivo que guió las acciones de los discípulos de
Jesús. Con gusto comparten el destino de su Señor y
toman su desprecio y humillación sobre sí. Se
decidieron una vez y para siempre por Jesús y le
pertenecen. Él es ahora el todo en sus vidas, y no
desean nada más.
En tercer lugar significa ser un testigo de Jesús y
testificar de y para Él. Los enemigos de Jesús con
gusto querían silenciar a estos testigos. Pero sin
temor dijeron: “Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no
podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”
Así eran ellos como seguidores de Jesús, los
representantes del reino de Dios, y vivían también
para ello. Ellos sabían, su testimonio trae victoria
sobre las fuerzas de las tinieblas y conduce a las
personas de la noche a la clara luz. El testimonio vale
como glorificación de su amado Salvador y debe
honrarle.
¿Pero qué significa rechazar a Jesús? Eso sucede
cuando la pregunta: “¿Qué haré con Jesús”? es
6 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
SERÉIS MIS TESTIGOS
respondida incorrectamente. Por eso observa: Quien
se decide en contra de Cristo, desechó la única
esperanza de alcanzar la Salvación. Ese es un acto
que puede ser explicado de este modo: En alta mar,
unos náufragos se sujetan a una tabla y esperan
salvarse de este modo. Ahora viene un bote
salvavidas y los quiere recoger. Pero ellos rechazan
el rescate y permanecen aferrados a su tabla. A ellos
no se los puede ayudar ni con las mejores
intenciones. Y así se hunden en la profundidad del
océano y se pierden. Lamentablemente esto sucede
con demasiada frecuencia en lo espiritual, y las
personas optan por la muerte en lugar de la vida a
través de Jesucrito.
También significa permanecer con y bajo el
liderazgo de los enemigos de Jesús. Allí se hacen
cosas en conjunto con el diablo. Y con él compartirán
su destino eterno junto a todos los que se decidieron
en contra de Jesús. Ahora les espera el pago eterno, y
ya no lo pueden cambiar.
¿No debería poner esto a cada uno en seriedad y
ayudarle a elegir a Jesús ahora? Di ahora, ¿qué harás
con Jesús?
Gustav Sonnenberg (1898-1980)
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8 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
De la vacilación a la fe de Pascua
Ninguno de nosotros estuvo presente en la
resurrección de Jesús, y los testigos de los
acontecimientos de Pascua ya están muertos hace
mucho tiempo. Solo tenemos el testimonio apostólico
en formato de las escrituras del Nuevo Testamento.
En este testimonio se fundamenta nuestra fe de
Pascua. Creemos en la resurrección, sin haberla visto
nunca. Y Jesús alaba como bienaventurados a
aquellos “que no vieron y creyeron”. Pero muchos
sienten así una fe como impuesta, y no como una
bienaventuranza. Con esto estamos en medio del
informe del “incrédulo Tomás”, del que nos relata
Juan.
Un discípulo duda de la resurrección de su Señor
Tomás dudó de la resurrección de Jesús. Él pudo
haberse evitado esta incertidumbre, si hubiese
permanecido con los demás discípulos, pues ya en la
noche de pascua Jesús vino a ellos vivo, pero
lamentablemente Tomás faltaba. Así desperdició al
resucitado y su saludo de paz. Tal vez era típico para
los discípulos, que él no estuviera cuando llegó Jesús.
Tal vez, tenía tendencia a mantenerse retirado. Tal
vez no encontró el sentido de reunirse con los
discípulos, porque su Señor estaba muerto. Tomás
parecía ser una persona escéptica, un “melancólico
pesimista”, como lo describe un comentador. Para
ello hay evidencias. Por ejemplo, en una oportunidad
cuando Jesús quería ir a Judea, inmediatamente
Tomás sintió el amenazante peligro y solo encontró
el triste consejo: “Vamos también nosotros, para que
muramos con él” (Juan 11,16). Más tarde, cuando
Jesús habló de ello, que iría nuevamente al Padre,
otra vez era Tomás quien dijo: “Señor, no sabemos a
dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”
(Juan 14,5). Si tomás era una persona que percibía
todo pesado, es entendible, que justamente él se
mantenía retirado de los demás discípulos y tenía tan
fuerte dudas. Pero para los demás discípulos tampoco
era completamente desconocida la vacilación de
pascua. En Lucas 24,11 leemos que los discípulos
tampoco creyeron a las mujeres que vinieron de la
tumba. Y en Marcos 16,14 Jesús nombra la
incredulidad del amplio círculo de discípulos. Y de la
llegada del resucitado a Galilea, se dice: “[…] pero
algunos dudaban” (Mateo 28,17). Tomás era
basicamente el “vocero de vacilación de pascua”
entre los discípulos. Tampoco era como si Tomás no
quería creer. Cuanto quisiera creer, cuanto desearía
que su Senor aún estuviera vivo. Quería
autoconvenserse personalmente. Su demanda sonó
como un ultimátum: “Si no viere en sus manos la señal
de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”
(Juan 20,25).
El resucitado convence al incrédulo
Los discípulos no podían dar a Tomás pruebas
efectivas de la resurrección de su Señor, ni acabar
con su duda. Ellos solo podían decirle lo que habían
experimentado. Pero el incrédulo no debía silenciar
ni reprimir su vacilación en el círculo de discípulos,
él la podía nombrar. Pero solo el resucitado mismo
podía quitar las dudas, y Él lo hizo. Una semana
El verdadero cristianismo es una religión de fe - no de vacilación.
Y esta fe comienza en el principio de los movimientos mundiales, la mañana
de pascua. ¿Cómo lo experimentaron los discípulos? De Tomás nos es descripto
la especial evidencia del conflicto entre duda y fe.
SERÉIS MIS TESTIGOS
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después de pascua Jesus llega nuevamente a sus
discípulos y los saluda a todos. Sin embargo,
inmediatamente se voltea hacia Tomás, como
estando exclusivamente para él allí. Pero este
encuentro tuvo lugar entre todos los discípulos. Jesús
muestra prontamente al incrédulo las heridas de sus
manos y su costado. ¿cómo conocía el resucitado los
pensamientos y las condiciones de fe de su discípulo?
En el Salmo 139,4 leemos: “Pues aún no está la
palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la
sabes toda.” Si Tomás realmente tocó al resucitado,
realmente no lo sabemos. Pero expresó su fe con la
exclamación: “¡Mi Señor y mi Dios!” Reconoce a
Jesucristo como Dios. Tomás con su reconocimiento
se hizo vocero de la fe de pascua. A este
reconocimiento el resucitado agrega una vez más:
“Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
Algunas personas de nuestro tiempo tal vez envidian
a Tomás y desearían tener un encuentro personal con
el Señor, con la que ellos también puedan vencer sus
dudas. Pero Jesús no alaba alegremente a Tomás. Un
redactor expone de estas palabras una “amable
reprensión”. Seguramente, así todos los discípulos
encontraron la fe. Pero este camino a la fe es ahora
una meta y su final. Para el futuro, para las
generaciones después de pascua y aún para nosotros
actualmente, vale: “no ver y aún creer”. Esta nueva
manera de fe no es completamente nueva. Ya con
Abraham fue así (Hebreos 11,8-12). Con ello estuvo
adelantado al tardío Israel, cuando Jesús reprendió:
“Si no viereis señales y prodigios, no creeréis” (Juan
4,48).¡ Si, alabar alegremente a aquel que cree la
palabra de Dios!
N osotros podemos confiar al resucitado
No todas las personas dudan como Tomás. Algunos
viven y creen sin complicaciones, otros toman todo
mas difícil. Ninguno es mejor que el otro, y ambos
pertenecen a la iglesia. Ésta seguirá especialmente al
incrédulo para acercarle el evangelio, sin oprimirlo
con ello. El incrédulo, ante todo debe poder hablar
sobre sí y sus pensamientos. Lo necesita, para que los
otros lo tomen seriamente. Sin embargo, el incrédulo
debe autocuestionarse: ¿Por qué vacilas? ¿ejecutas
juegos intelectuales? ¿quieres disimular la culpa y
justificar la incredulidad? Tal vez alguien duda de
Dios y en su fe, porque su alma esta triste y enferma.
Nosotros lo escuchamos. También existe una sana
vacilación, al igual que existe una peligrosa buena fe.
Una persona, que quiere saber exactamente que hay
en la fe, puede y debe cuestionar críticamente.
Alguien dijo una vez: “ uien nunca duda, nunca llega
al correcto sentido de las cosas.” Cuando Tomás
superó su incertidumbre, Jesucristo le regaló el
preciso reconocimiento de discípulo. Quien duda,
debe mantenerse junto a la iglesia, pues el resucitado
no apareció a Tomás en privado, sino que entre los
demás discípulos. Pues Cristo vive en su iglesia.
Quien duda puede pedir a Dios por señales y
milagros, pero no los puede exigir. Ellos quedan
como dones extraordinarios. Jesucristo apareció al
controvertido Pablo, para establecerlo (Hechos
18,9; 23,11). El mismo Pablo testifica: “Porque por fe
andamos, no por vista” (2. Corintios 5,7). “señales
son muletas para débiles.” Sí, y a veces nuestra fe se
encuentra sobre muletas. Pedir por milagros no es
desconocido para la iglesia. Escuchamos la oración
de la iglesia primitiva: “Mientras extiendes tu mano
para que se hagan sanidades y señales y prodigios”
(Hechos 4,30). Estos milagros estan al servicio de la
misión. Ellos deben fortalecer la prédica y hacer
impávidos a los predicadores. También en la iglesia
experimentamos milagros de sanidad y maravillosas
respuestas a las oraciones. Milagros son muestras del
resucitado y señales de la próxima venida del Señor.
Nosotros debemos pedir por ellos, pero nuestra fe no
vive de ellos, sino de la palabra de Dios.
“No mirando nosotros la cosas que se ven, sinó las
que no se ven”, reconoce Pablo (2. Corintios 4,18). Y
la carta a los Hebreos describe a la fe como “la
convicción de lo que no se ve” (capítulo 11,1). Por
tanto las experiencias de fe pueden parecer diversas y
aun contrarias: Jacobo va a la muerte en fe; Pedro
sale de la carcel por fe. Ambas experiencias están en
un capítulo (Hechos 12). En cualquier caso la fe insta
a la realidad. En las revelaciones de Juan siempre se
repite la expresión: “y vi” (Apocalípsis 5,1;6,1etc.).
“le veremos tal como él es” (1. Juan 3,2). Ese es el
futuro de la fe, y es seguro. Pero para el ahora, para
este tiempo hasta la venida de Jesucristo, nosotros
reconocemos: “¡yo creo!” pero esta fe no da lugar a
suposiciones, sino confianza en el resucitado. Esta fe
no debe ser siempre probada y no debe ser formada
con todo tipo de milagros creíbles. En la fe en
Jesucristo hay mucha paz y fortaleza, porque aquí
nada debe ser comprobado. Aquí se debe oír y
confiar – vivir. Pues Jesucristo vive – por nosotros,
con nosotros y esa es la verdad. Jesucristo dice:
“¡ ienaventurados los que no vieron y creyeron!”
Q
B
C. W. N AYLOR - LO QUE MUEVE AL CO RAZÓN
Disipar nubes
Cuando las nubes aparecen delante del sol en algunas oportunidades, nos parece que alguien
haya apagado la luz. El cambio es tan intenso, que todo es tan oscuro repentinamente. A
pesar de que en la situación actual de nuestra vida nada haya cambiado objetivamente, de
repente se siente opresivo y pesado.
Durante un tiempo atravesé por difíciles tentaciones
espirituales. Me invadían todo tipo de sentimientos
tristes y deprimentes. Con todas mis fuerzas había
luchado en contra. Traté de acercarme a Dios para
recibir más ayuda de Él. El orar me resultaba difícil
y parecía como si no obtenía ninguna respuesta a mi
oración. Un gran desánimo se apoderó de mí. No
quería abandonar la lucha, pero no sabía que debía
hacer a continuación. Parecía, que toda mi fuerza se
había agotado por la lucha. Mientras yacía en mi
cama y reflexionaba en silencio, de repente una voz
suave parecía susurrarme: “No pruebes soplar las
nubes con tu débil respiración. Si puedes esperar, el
mismo viento que trajo las nubes, las disipará.”
Mientras la voz me hablaba, parecía que estaba en un
barranco rocoso, en el que antes estaba a menudo, y
sobre mí una espesa masa de nubes, la cual pasaba
muy lentamente. Pero la lección que Dios quería
enseñarme a través de esta imagen, iluminó mi
espíritu. Me di cuenta, que necio sería intentar
disipar sólo las espesas nubes. Todo mi intento no
movería un centímetro las nubes de su lugar. Yo
podría hacer cuanto quisiera, si, hasta quedar
completamente exhausto, esto no ahuyentaría a las
nubes y no dejaría brillar al sol ni un segundo antes.
Ahora me era claro, las nubes que colgaban tan
bajas sobre mí y me envolvían en una tenebrosa
sombra, me era imposible despejarlas. Mis
preocupaciones me habían agotado por completo, y
aun así no logré nada. Cuando volví a mirar
retrospectivamente al comienzo del período de
oscuridad, no podía reconocer donde yo mismo
había causado las nubes. Así como las nubes del
cielo se levantan sin relación con nuestras acciones,
así esta oscuridad se había apoderado de mí.
Hermanos, ¿has experimentado algo similar en tu
vida espiritual? ¿Te ha sobrevenido abatimiento,
desaliento y depresión sin una causa específica? Has
comenzado a dudar de ti mismo y te has preguntado,
donde has fallado, sin encontrar una explicación a
tus sentimientos. Quizás estos sentimientos
persistieron por algunos días, pero los has resistido
con valentía. Oraste y luchaste. Te probaste a ti
mismo, pero fue en vano. La oscura nube se posó
sobre ti y te oprimía. Tal vez el mismo Satanás se
añadió con todo tipo de acusaciones. Con todas tus
fuerzas has soplado contra las nubes, pero ellas
permanecieron y te angustiaron fuertemente. Sin
embargo, poco a poco las nubes se fueron disipando,
el sol se asomó nuevamente y un cántico llegó a tu
corazón. No supiste que ahuyentó a las nubes o que
hizo volver al sol, pero en cualquier caso te reanima
nuevamente su luz y su calor.
Con frecuencia sucede en la vida, que aparecen
nubes en el cielo sin que seamos culpables. Esto no
lo podremos evitar. Aunque caminemos muy cerca
de Dios, a veces las nubes solo están allí. No
podemos esperar que el cielo sobre nosotros siempre
este despejado y sin nubes. Yo espero, que
comprendas la lección que Dios me dio en aquel
entonces. El mismo viento que trae las nubes
oscuras, las disipará nuevamente. Por lo tanto no
desperdicies tus fuerzas luchando contra
sentimientos, se paciente y espera. No te culpes de
10 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
haber hecho algo mal o que no estas a cuenta con
Dios. No tomes los sentimientos de depresión como
evidencia en contra tuya, al igual que no
relacionarías las sombras de un día literalmente
nublado con tus acciones.
Si has hecho algo malo, Dios te señalará y también
te mostrará el camino de salida. Si se levantan nubes,
es momento de creer y confiar. Si queremos servir a
Dios de todo corazón, sabemos eso - y Dios también
lo sabe. Cuan oscuro parezca todo, mira hacia Él y
dile que no quieres otra cosa, que solo obedecerle y
servirle a Él, sin importar como sean las cosas o
como tú las sientas. Nuestras emociones no son
gobernadas por nuestra voluntad - no podemos sentir
de acuerdo a nuestro agrado. Pero podemos ser
firmes y estables, si lo deseamos, y podemos confiar
y esperar. No podemos controlar las circunstancias.
No podemos hacer nada para mantenernos al margen
de ellas. Ellas determinan en gran medida nuestros
sentimientos. Pero podemos mantener la fortaleza de
nuestra alma y evitar que entre el pecado.
No olvides: Toda nuestra lucha es solo un soplido
contra la masa de nubes. A menudo parece más fácil
luchar contra las nubes, que esperar tranquilo y
confiar, a pesar de que no cause ningún cambio. Sin
esfuerzos propios nuestro abatimiento y melancolía
pasan después de unos días. Pero puede tomar
mucho más tiempo si luchamos en contra. Confía
solamente y espera. No trates de asumir la tarea de
los vientos, deja que éste haga su trabajo. Entonces
tú, cuando vuelva el sol, no estarás tenso y agotado,
sino lleno de energía para las posteriores tareas.
Confía en Jesús “Creed en Dios, creed también en mí.”
(Juan 14,1)
En Jesús confío yo, el amigo y Salvador,
¡Siempre le alabaré, fiel es el Señor!
¡Confío en Jesús! ¡y la pena huye!
Libre está mi espíritu, ¡gloria sea a Dios!
Confiar en Jesús, trae gozo y libertad
inocentemente le confío mi destino.
El me guía a la meta celestial,
llena mi alma con paz del manantial.
En Jesús confío yo, al poderoso Señor,
quien me rescata, y aleja a los enemigos.
Dardos de satanás, no me pueden herir
todos se rompen en el escudo de fe.
¡Confía en Jesús! no en sentimientos,
Aún si la oración no tiene éxito en la multitud;
Si el cielo semeja un duro metal
confía en él con fe, él fortalece tu corazón.
En Jesús confiamos, cada día nuevamente,
porque sabemos, que él es siempre fiel.
Confiar en Jesús y nada más
lleva nuestra alma al hogar de paz.
D. S. Warner
11 Trompeta Evangelizadora │04/2014
El mismo viento que trae las nubes
oscuras, las disipará nuevamente
Testigos de la resurrección
Este formidable acontecimiento, que es de importancia para toda la humanidad,
tuvo lugar hace 2000 años. Podemos agradecer a Dios, que contamos con informes
contemporáneos creíbles, de lo que ellos vieron y experimentaron personalmente.
“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús
nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros
con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo
entre vosotros por medio de él, como vosotros
mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado
consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los
dolores de la muerte, por cuanto era imposible que
fuese retenido por ella. […] A este Jesús resucitó
Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos”
(Hechos 2, 22-24+32).
Deberíamos dar gracias a Dios por estos testigos y
su valioso servicio. Si no existieran estos testigos y
su servicio, la creencia en el gran acontecimiento de
la resurrección de Jesús habría perecido hace tiempo.
Y que el servicio de estos testigos fue tan valioso en
aquellos tiempos como hoy en día, lo demuestra la
inmediata resistencia contra ellos; la estricta
prohibición de hablar que les fue ordenada, y las
persecuciones sobreimpuestas que tuvieron que
padecer.
Testigos solo pueden resultar de cosas o
acontecimientos que realmente sucedieron. Falsos
testigos surgen en cosas que no acontecieron. De
modo que Pablo tenía esto en mente al escribir la
conocida primera carta a los corintios. En el capítulo
15 reafirma que el Cristo resucitado se dejó ver por
sus discípulos y por más de quinientos hermanos en
la fe de una vez. Luego agrega: “Y si Cristo no
resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana
es también vuestra fe. Y somos hallados falsos
testigos de Dios […] Mas ahora Cristo ha resucitado
de los muertos”, continúa. Y nuestro texto dice: “A
este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros
somos testigos”. Así que tenemos verdaderos testigos
ante nosotros. Fueron testigos que habían entendido
el suceso de la resurrección de Jesús, como una
verdad irrefutable para introducir y fundamentar
repetidamente. Incluso estaban dispuestos a dar su
vida por esta verdad. Esto significa mucho, ¿verdad?
Lo último que vieron algunos de los discípulos el día
de la muerte de Jesús fue su sepultura. Al atardecer
del viernes santo permanecía el silencio de la tumba
cerrada en la cual descansaba el inolvidable Maestro.
En sus corazones había un profundo dolor. ¿Cómo
podrían superar esto, en que todo parecía, que la
muerte obtuvo igual la victoria? Este angustioso
pensamiento casi proviene de la prédica de Pedro, del
cual extrajimos nuestro texto bíblico: “Varones
israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón
aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas,
prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por
medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por
manos de inicuos, crucificándole”. Así habría
permanecido si no existiría un Dios ni la
omnipotencia de Dios.
Pero en este oscuro acto de violencia dirigido por
personas ciegas de envidia, ¡intervino Dios! ¡Es por
eso que Pedro pudo testificar con fe que la
Mensaje Radial Mensaje de Salvación Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
12 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
resurrección de Jesús era poder de Dios! Con certeza afirma: “¡Este
Jesús, el cual vosotros matasteis, al cual Dios levantó, sueltos los
dolores de la muerte […], de lo cual todos nosotros somos testigos!”
¡Con pascua venció y triunfó la vida! Esa era la pieza central de la
predicación de Pedro. ¡Es y seguirá siendo la parte esencial de todo
el evangelio! Por lo tanto Pablo expresó con franqueza: “Porque no
me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1,16). De la misma
manera puso en el corazón de Timoteo cuando lo exhortó: “Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor […],
pero que ahora ha sido manifestada por la aparición [resurrección]
de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz
la vida y la inmortalidad [valor] por el evangelio (lee 2. Timoteo
1,8-10). Juan escribe: “Porque la vida fue manifestada, y la hemos
visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna” (1. Juan 1,2).
Por esta verdad innegable hay testigos de la Biblia, que dirigen un
poderoso testimonio de fe en Cristo vivo, en todo el mundo.
Además de los testigos que “hablan” existen también los del
“silencio”. A estos testigos silenciosos se incluye la tumba vacía.
Los que visitaron la tumba la mañana de pascua encontraron una
tumba vacía. Aquí fue instituido un testigo celestial, que les trajo el
mensaje consolador: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive? ¡No está aquí, sino que ha resucitado!”. Mateo informa que
las mujeres que oyeron la noticia tuvieron “temor y gran gozo” al
mismo tiempo. ¡Alegría ante una tumba es simplemente
impensable para nosotros! Sabemos que ante una tumba siempre
hay dolor, tristeza y lágrimas. Aquí se espera condolencias,
compasión y consuelo. La inesperada alegría que surgió en la
tumba de Jesús, se vincula con el hecho de fe en la resurrección,
que Jesús ya no está muerto sino que permanece vivo. Esta alegría
fue un testimonio y una evidencia de los acontecimientos de la
resurrección. El mayor testigo del hecho de resurrección era
Jesucristo mismo. Desde su más profunda humillación brilla su
mayor gloria. Y con su muerte en la cruz él ha dado vida al mundo.
De la profunda preocupación de los que visitaron la tumba en la
mañana de pascua se encontraron personalmente con el saludo de
paz. Luego se apareció a los discípulos en forma visible y comenzó
a trabajar pastoralmente entre ellos. Estos encuentros despejaron
toda duda y caminaban en fe con mirada gozosa. Los discípulos lo
vieron, lo reconocieron, hablaron con él y se consolaron unos a
otros con la aclamación: “¡El Señor verdaderamente ha
resucitado!” A partir de entonces iban por todas partes al servicio
de valiente testigos. Lucas escribe: “Y con gran poder los apóstoles
daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante
gracia era sobre todos ellos” (Hechos 4,33).
El resucitado Señor nos quiere salir al encuentro. El que lo busca
de todo corazón, lo encontrará y experimentará. ¡En este sentido
deseamos a nuestros lectores unas contemplativas y bendecidas
pascuas!
13 Trompeta Evangelizadora │04/2014
EN SEÑ AN ZAS BÍBLICAS - FÁCILES DE COMPREN DER │LECCIÓN 34
La doctrina de la
santificación
¿Cómo nos santifica Dios?
Cuando Juan el Bautista habló acerca de Jesús, dijo:
“Yo os bautizo con agua para arrepentimiento; pero
el que viene tras mí […] es más poderoso que yo, él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo
3,11). Aquí vemos una promesa del bautismo del
Espíritu y fuego. Jesús también predicó el
arrepentimiento (por favor, lea Mateo 4,17) y fue
bautizado con agua (Juan 3,22+26; 4,1-2). Poco
antes de que él ascendió al cielo, dijo a sus
discípulos: “Juan ciertamente bautizó con agua, mas
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días” (Hechos 1,5).
En Hechos leemos acerca del cumplimiento de
esta promesa. Los apóstoles: “Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un
viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa
donde estaban sentados. Y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos, y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”
(Hechos 2,1-4). Leemos de Saulo (Hechos 9,17), de
Cornelio (Hechos 10,44-46) y de los discípulos en
Éfeso (Hechos 19,2-6).
En 1. Pedro 1,2; Romanos 1,4 y 15,16 el Espíritu
Santo se asocia con la santificación. También en
1. Tesalonicenses 5,23 vemos que Dios obra la
santificación. Podemos concluir que el bautismo del
Espíritu Santo es referido ya en ese momento como
la santificación. Pero ¿qué quiere decir esta
santificación?
El hermano Byrum escribe en el libro “El Bautismo
del Espíritu Santo” lo siguiente: “Los mejores
autores griegos sostienen que los ῾hagios᾿ griegos y
sus derivaciones son acertadamente traducidos por
las siguientes palabras en alemán, en sus diferentes
formas: Santificar, santo, puro, casto y transparente.
El uso más común de los ῾hagios᾽ griegos es, sin
embargo, ῾limpio᾽. Por lo tanto ῾Purificación᾽ es el
primer significado de la palabra santificación.” A
continuación escribe: “En este punto declaramos
brevemente la ῾completa santificación᾽ posterior a la
conversión como una purificación de la corrupción
de la naturaleza, la que permanece en los renacidos
hasta que aquella suceda.”
En el concilio apostólico en Jerusalén, Pedro se
levantó y habló sobre su experiencia en la casa de
Cornelio: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio
testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que
a nosotros. Y no hizo distinción alguna entre
nosotros y ellos, purificando sus corazones por la
fe” (Hechos 15,8). Una vez más vemos una
conexión entre la santificación y la purificación.
Más específicamente habla aquí de la purificación
del corazón. Pero ¿de qué es limpio el corazón, si
Cornelio ya ha sido salvo según lo descrito en
Hechos 10?
Respecto a eso tenemos que entender que el
pecado existe en dos formas. El pecado cometido y
el pecado original. El uno son los pecados que
hemos hecho nosotros mismos. El otro es la
naturaleza corrompida - este pecado en el corazón,
que es la principal causa del pecado en la vida.
El hermano Byrum escribió: “Es un hecho que la
perversión innata permanece en el corazón de los
conversos, por lo que también es necesaria una
posterior purificación. No hay prueba bíblica para
cualquier tiempo o lugar que no sea el bautismo del
Espíritu Santo, de que se pueda esperar una
14 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
eliminación de la corrupción.”
Hay que decir, que la santificación no nos hace
infalibles. No nos hace absolutamente perfectos en
todos los sentidos. No nos salva de la posibilidad de
pecar.
Por la santificación somos purificados. Eso que el
pecado ha estropeado en nuestra naturaleza humana,
se rectifica nuevamente. Por ejemplo, el orgullo
pecaminoso, por la santificación, se convierte en
autoestima normal. No siempre puede ser posible
trazar la línea entre lo natural y lo corrupto, ni
tampoco en su propia experiencia, ni en el del otro.
Pero lo más importante es, que hemos hecho esta
experiencia. Pero ¿cómo podemos lograrlo?
Un requisito previo para esta experiencia es
nuestra consagración. Del mismo modo que se
describe en el Antiguo Testamento. Una
consagración al servicio de Dios. Y en Hechos
capítulo 2, 8 y 15 vemos una y otra vez que se la
obtiene a través de la oración. Más específicamente,
se recibe por la fe en respuesta a nuestras oraciones.
Y Jesús mismo nos da la promesa de que nos
podemos apoyar en la oración: “Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11,13).
Robert Witt, Gifhorn (DE)
¿Se adapta el mensaje de la cruz
a personas modernas?
En Zurich tuve una conferencia evangelística. Cada
vez que iba a la sala de conferencias, en el centro de
convenciones, estaba abrumado por la belleza de
esta ciudad del mundo. Es como que entre el mar y
las verdes montañas, está expandido todo el brillo
del mundo. Y el magnífico gran salón en el
majestuoso centro de convenciones, combina con la
gran ciudad. Pero ciertamente toda la belleza y toda
la riqueza de una ciudad así, no pueden llenar el
corazón de los habitantes. Es por eso que una gran
multitud ha venido a escuchar el evangelio.
Nuevamente me encontraba sobre el podio una
noche. Hablé de Jesucristo en la cruz del calvario.
Describí, como una gran multitud se había acercado.
Como por un momento, todo queda en silencio,
cuando suenan los fuertísimos martillazos. - Como
de repente había llanto, cuando la cruz se alzaba por
encima de sus cabezas. ¡Allí estaba colgado Él, el
Hijo de Dios, ensangrentado! ¡Las manos que
bendecían a los niños; las que para miles repartió el
pan; la que se posaron sobre ojos ciegos, para que
vean! Esas manos fueron horrendamente clavadas.
Y, ¡todo por nosotros! En ese instante, vi a unos
señores sonreír. Estaban parados al costado del
salón, sus rostros se transformaron en sonrisas
irónicas, como si quisieran decir: “¡Con así una
prédica no deberías venir a la ciudad de Zurich!” He
visto sus sonrisas y sus burlas y ahora debía
responderles. Por ello me interrumpí y pregunté:
“¿Hay alguno aquí en la sala, que tenga el valor de
decir: 'Yo no quiero y no necesito perdón de
pecados'? Yo haré una pausa de un cuarto de
minuto, para que cada uno se responda esta pregunta
con un sí o un no: ¿quiero vivir y morir, sin obtener
perdón de pecados?” De repente hubo un silencio
total en la sala, que si hubiera caído un alfiler, se lo
hubiese escuchado. La sonrisas irónicas de los
hombres había desaparecido. Pensativos agacharon
sus rostros.
Luego continué: “¡Un mar de pecados está ante los
ojos de Dios. Todos estamos muy involucrados. Y
Dios responde. Y ¿cómo responde Él? No como
deberíamos esperar, con ira y juicio. No, sino que da
a su Hijo, ¡para que todo aquel que en Él cree, no se
pierda, sino que tenga vida eterna!”- Una vez, un
americano escribió un libro con el título: “El
milagro de la incredulidad” ¡Cuánta razón tiene!
¡Como debe ser el corazón humano francamente
obstinado y duro, para no caer de rodillas ante la
cruz de Jesucristo y recibir la gracia que Él ofrece!
W. Busch
15 Trompeta Evangelizadora │04/2014
¡Verdad! ¿Qué es esto? Durante siglos, la humanidad
trató de abordar esta cuestión, e incluso también en
nuestros días de “iluminación”. La búsqueda humana
tras la verdad ha llegado al enfoque secular de que no
hay verdad absoluta, sino que la verdad es, como tú
acabas de verte a ti mismo. Hoy en día, millones de
personas tienen esta actitud y preguntan, al igual que
Poncio Pilato preguntó al Señor Jesús: “¿Qué es la
verdad?” A pesar de que Pilato, en aquel tiempo no
esperaba respuesta alguna de Jesús. ¿Por qué no?
Jesús se manifestó en la carne verdaderamente. Pilato
entonces, al igual que muchas personas hoy en día,
no estaba interesado realmente en averiguar que es la
verdad.
Dios es la verdad. De esta cualidad, todos los demás
atributos divinos son dependientes. Porque si Dios no
sería verdad, entonces no podríamos confiar en sus
palabras. ¿Cómo podríamos saber que Dios es amor,
si no supiésemos que él es la verdad? Cuando
reconocemos que Dios es la verdad, entonces tenemos
el fundamento más importante para nuestra fe. Sobre
esta roca podemos establecer toda nuestra confianza y
tener la garantía de que no seremos avergonzados.
¿Cómo podemos saber que Dios es la verdad?
1. Dios no puede mentir. Pablo escribe en Tito 1,2
que Dios no miente. Todo lo que él promete es
aplicado. El escritor de Hebreos nos dice: “Es
imposible que Dios mienta” (Hebreos 6,18). Si
alguien presenta tal afirmación, son posibles dos
cosas: o ellos mienten siempre y nunca dicen la
verdad, o son veraces en todo tiempo. Necesitamos
escudriñar la Palabra de Dios para reconocer cómo es.
2. Debido a que Dios es la verdad y dice de sí mismo
que no puede mentir, entonces podemos saber que sus
revelaciones son correctas. Por tanto podemos
esperar, que las profecías que dio, realmente se
cumplan. Si estudiamos el Antiguo Testamento,
vemos el cumplimiento de cientos de profecías: el
ascenso y caída de los reinos; el exilio de los hijos de
Judá y su retorno; la destrucción del Templo, etc.,
pero lo más impresionante son las profecías de la
venida del Mesías. ¡Como se anunció hasta el más
mínimo detalle del nacimiento, la vida y la muerte del
Salvador! El Salmo 22 es un maravilloso ejemplo de
cómo David predice la crucifixión de Jesús miles de
años antes.
3. La verdad puede ser experimentada. Podemos
experimentar la verdad personalmente, y la verdadera
experiencia de que una persona es libre de la esclavitud
del pecado. Jesús dice en Juan 14,6: “Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida.” Y en Juan 8,32
confirma: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres”. Millones de personas han vivido esta
experiencia en Jesús. Han sido liberados de sus
ataduras, porque dieron lugar a la verdad (Jesús) para
obrar en sus vidas. Muchas personas hoy en día
buscan la verdad, creyendo que se trata de una
sustancia o de una idea que podemos entender con
nuestra limitada mente. Por esta razón lo buscan, pero
cuando creen que lo tienen abarcado, desaparece, y se
quedan con más preguntas pendientes. Intentan
explicar la verdad de acuerdo a su entendimiento, y
no entienden que la verdad sólo puede encontrarse en
la comunión con Cristo. Esta comunión con la verdad
va a cambiar tu vida, si te refugias en ella. Y si
permaneces en esta verdad, podrás aumentar y crecer
(Juan 8,31-32).
Un día nos enfrentaremos a la verdad, Jesucristo,
pero en ese día no vamos a poder dar la vuelta y salir
corriendo como Pilato. No, tenemos que responder
por nosotros mismos, cómo nos planteamos la verdad.
¿Hemos aceptado y permitido que ella nos haga
libres? ¿O la hemos rechazado, burlado y apartado de
ella? ¡Que Dios nos dé a todos la gracia de aceptar al
Señor Jesús como nuestra verdad, personal y eterna!
Ruben Reisdorf, Kelowna (CA)
DIOS ES VERDAD
PÁGINA JUVENIL
16 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
SERIE: LAS ROPIEDADES DE DIOS
JUSTICIA
VERDAD
OMNISCIENCIA
I
II
III
PREGUNTA
¿Quién creó el mundo?
RESPUESTA
Génesis 1,1-2 “En el principio creó Dios los cielos y
la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las
tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu
de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
Colosenses 1,16-17: “Porque en él [Jesús] fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las
que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él. Y él es
antes de todas las cosas, y todas las cosas en él
subsisten.”
Con esta pregunta abordamos involuntariamente el
tema de la Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios
Espíritu Santo. Debido a que los tres son uno,
podemos atribuir correctamente con la creación, a
Dios, a Jesús y al Espíritu Santo. Para nuestro limitado
entendimiento humano, es imposible explicar o
comprender la Trinidad completa. ¿Cómo pueden ser
uno los tres, y poder ser referidos como a “uno”?
Podemos captar con fe, repetidos ejemplos basados en
la Biblia, que el Padre, Jesús y el Espíritu Santo son
uno, y que todo lo que vemos es hecho por él.
Para esclarecer esto, vamos a ver brevemente otro
ejemplo, donde también reconocemos claramente la
Trinidad. ¿Quién resucitó a Jesús de entre los
muertos?
Dios el Padre: “Y matasteis al Autor de la vida. A
quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos” (Hechos 3,15).
Dios el Hijo: “Respondió Jesús y les dijo: Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego
los judíos: En 46 años fue edificado este templo, ¿y tú
en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo
de su cuerpo” (Juan 2,19-21).
Dios el Espíritu Santo: “Y si el Espíritu Santo de
aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8,11).
Sabemos, que aquí se trata sólo de una resurrección,
pero los tres están asociados con la resurrección de
Cristo. Esto sólo es posible, porque los tres son uno.
También esto podemos decir de la Creación, los
versículos de la Biblia no se contradicen entre sí, pero
apuntan al Santo Trino Dios.
John Reimer (CA)
17 Trompeta Evangelizadora │04/2014
Preguntas y la búsqueda de respuestas es algo muy natural en la vida de personas jóvenes. Así también en el ámbito espiritual existen muchas preguntas, que mantienen ocupados a los jóvenes actualmente. Preguntas sobre la doctrina y sobre cristianis mo práctico. Preguntas, que involucran nuestr a época y nuestra generación, que en tiempos anteriores y en generaciones previas no habían surgido. Perotambién preguntas, que fueron actuales a través del tiempo . En estas páginas, con la ayuda de Dios queremos dar respuestas a algunas de estas preguntas. Tenemos preguntas que nos fueron dirigidas en conversaciones personales, en reuniones de jóvenes o en eventos con jóvenes (por ej. días bíblicos juven iles). Igualmente nos alegrará mucho si ustedes nos envían preguntas que los inquietan personalmente a: [email protected]
PÁGINA FAMILIAR
Porque se rompen los matrimonios
Parte 1
Cuando personas entran al matrimonio en temor de Dios y amor, al lado del gozo y la
gratitud queda poco espacio para pensamientos preocupantes.
Pero la vida nos enseña, que peligrosos acontecimientos pueden extenderse como
rocío mortal, sobre la floreciente vida familiar.
Por ello queremos abordar en esta y las próximas ediciones, algunos peligros para
que nos protejamos con la ayuda de Dios, y nuestros matrimonios no se rompan.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y
amados, de entrañable misericordia, de benignidad,
de humildad, de mansedumbre, de
paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos
unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo
vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor,
que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne
en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis
llamados en un solo cuerpo; y sed
agradecidos” (Colosenses 3,12-15). No puede haber
ningún vínculo más fuerte entre el hombre y la mujer
que el amor en Cristo. En la lista de enemigos de
matrimonios felices se encuentra en primer lugar el
descuido a Cristo. Al seleccionar amigos, que
también sean amigos de Jesús, las personas
inteligentes están en camino a un matrimonio
cristiano. Pero incluso los cristianos recién casados
están en peligro de perder parte de su ardor y celo por
Dios.
Creemos en la trinidad divina, la tríada perfecta en
un ser. Los matrimonios deben recordar que nuestra
relación humana más íntima encuentra su perfección
en la unidad del hombre, la mujer y Cristo. La pareja
cristiana debe establecer un plan espiritual en los
primeros días de su matrimonio. Cuando llegan al
hogar los niños, traen cambios imprevistos en el curso
habitual de los acontecimientos y planes. Pero el
hombre y la mujer no pueden dejar lo espiritual a un
lado - ni aún por un tiempo - sin sufrir pérdidas.
Siempre deben recordar que pase lo que pase, Dios
está en el plan y puede ayudar. No debe ser destituido
del círculo familiar. El hogar debe ser el campo de
práctica de lo que se ha aprendido en la clase bíblica.
Las reuniones de adoración regulares fortalecen el
vínculo familiar. Ayudan a los miembros de la
familia, a ser constantes en la fe y la confianza, para
permanecer unidos, por la gracia de Dios. Si
crecemos espiritualmente, con el tiempo llegaremos a
la “madurez mental y emocional”. Este crecimiento es
algo puramente personal. El hombre y la mujer deben
trabajar constantemente para preservar el vínculo de
la devoción mutua. Juntos deben alabar y glorificar a
Dios, orar juntos en las dificultades, tener
participación mutua en el pensamiento y la vida
espiritual. Pero nunca, ninguno de los dos debe dar
lugar en su mente al sentimiento, de que no sería
capaz de ser partícipe de los deseos del otro. Sin
embargo, hay indescriptibles alegrías y aun
sufrimientos que solo pueden decirse a Dios.
“Orad sin cesar” nos advierte la Biblia en
1. Tesalonicenses 5,17. ¿Pero cómo? En cuanto tú te
aferres a Dios sinceramente y con tanta frecuencia,
que llegar a la presencia de Dios sea un hábito para ti.
Puedes extender tus cargas ante Dios, antes que éstas
te agobien. Por medio de la oración recibirás consejo
de Dios para grandes y pequeñas decisiones, fortaleza
para cumplir tu trabajo, e inspiración para actuar
sabiamente en el servir a Dios y los hombres. Porque
muchos matrimonios descuidan a Cristo, entierran el
fundamento de un matrimonio feliz.
El segundo perturbador de la paz es el énfasis en
valores erróneos. Hace años, mi marido y yo
disfrutábamos de una buena relación con otro joven
matrimonio. Eran amables y en la iglesia eran
estimados como personas de gran esperanza. Cuando
18 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
se mudaron a otra ciudad, perdimos el contacto con
ellos. Cuando los visitamos, años más tarde, nos
mostraron con orgullo su hermosa casa nueva. Con
nuestro paseo por el jardín, nos admiramos de las
plantas y los árboles cuidados con amor y dedicación.
Luego hicimos una ronda por la casa elegantemente
decorada. Nos alegramos con ellos por su bienestar.
Cuando investigamos el estado de nuestra vieja
amistad, enseguida extrañamos algo. Un cierto
malestar se notaba en su tono. Hicimos preguntas
sobre la iglesia, pero ellos las esquivaron. Más tarde,
nos enteramos por otros, que visitaban la iglesia solo
de vez en cuando. Cuando ascendieron en su posición
social, ya no asistieron más a las reuniones religiosas.
Más tarde escuchamos de un grave disturbio en la
familia. Jesús, el hijo de paz, había sido descartado de
la casa, el hogar y la familia. ¡Con que gusto diría
Jesús aquí “Paz a vosotros” si le fuera dada la
oportunidad de hacerlo!
Es bueno para una pareja que pronto en el matrimo-
nio - o mejor, antes de ello - decidan como quieren
formar la vida en conjunto. ¿Esperan poder conseguir
una buena posición de coches, casas, negocio y
posición social? ¿O planean en primer lugar, la
satisfacción de Dios y en segundo lugar el bienestar
de la familia? Adquisiciones extraordinarias traen a
menudo desacuerdos en el hogar. Acúmulo avaro de
fortuna puede transformar la pregunta por el dinero en
un cuerpo explosivo. La única salvación en esta
situación es, poner a Dios en primer lugar y
consagrarse enteramente a Él.
Quien quiere fundar un verdadero hogar cristiano,
debería recordar siempre que Dios tiene los derechos
de propiedad de toda nuestra vida, para poner el
tiempo, el dinero y las capacidades a disposición de
Dios, y las utilice sabiamente. Estas personas pronto
se dan cuenta, que los recursos para la obra de Dios y
sus necesidades personales son suficientes. Si el
sostén de las cosas de Dios está en primer lugar,
entonces Dios proveerá para nuestro bienestar físico.
El descuido de la comunión con los creyentes es
el tercer destructor de un hogar feliz. Dios dijo en
el principio de la creación: “no es bueno que el
hombre esté solo” (Génesis 2,18). Y esto es así hasta
hoy. Pero el problema aún no está resuelto solo por el
casamiento. Se puede sentir soledad en el matrimonio
o entre mucha gente. No es insólito que una pareja
casada, carezcan de la verdadera comunión y el
compañerismo. Pronto descubren que la atracción
física y por sí sola no es suficiente, para construir un
buen y feliz hogar. Muy a menudo las parejas tienen
poco de que hablar. No han aprendido a leer juntos un
libro inspirador, asistir juntos a las reuniones
religiosas y hablar sobre ello, o a compartir los
agradables acontecimientos diarios.
Dos de las personas más sociables que he conocido
vivían en una sencilla, pero acogedora casa de campo.
Esta pareja construyó una gran familia con estricta
disciplina, unidos con el sentido común de un humor
sano, que tenía su impacto principal en la benéfica
mesa. Lecturas bíblicas y oraciones, eran una
costumbre regular, éstas no tenían larga duración,
pero alegraban a toda la familia. Era sorprendente
como todos conocían la Biblia y su contenido.
Competían en adivinar e identificar los pasajes
relevantes de la Biblia. La creciente responsabilidad y
el trabajo con ocho hijos, no podría debilitar la unidad
de la pareja. Primeramente, eran marido y mujer, en
segundo lugar, padres. Los domingos por la tarde
siempre se les podía encontrar en la sala, sentados
uno al lado del otro, la Biblia en el regazo o abierta
frente a ellos sobre una pequeña mesa redonda. Les
gustaba leer a los demás y discutir amablemente lo
que leían.
Ellos nunca se cansaron de la comunión mutua. El
hombre trabajaba a un kilómetro de la casa en un
taller de bombeo, y siempre que le fuera posible, por
la tarde cuando terminaba sus tareas domésticas, su
esposa transitaba la polvorienta calle para ver a su
marido y regocijarse con él. De la mano caminaban
alegremente de regreso a su hogar. Este modelo
ejemplar de comunión y compañerismo atrajo a
muchos, incluso a mi hermano y a mí, sobre todo,
después que perdimos a nuestra madre. Cómo nos
regocijamos siempre por su cálida hospitalidad.
Como saboreamos las maravillosas galletitas. Pero
por sobre todo, nos atrajo el amor y la comprensión
hacia nosotros, dos niños desamparados.
Verna Joiner
(Continuará)
19 Trompeta Evangelizadora │04/2014
Apenas unos meses después de su boda, Dios dio a Hudson y María la responsabilidad de la clínica,
abriendo así sus ojos para el casi inconmensurable campo de trabajo. Como nunca antes pudo
reconocer el tremendo sufrimiento de una China olvidada, lo que llevó al joven misionero de 28
años llamar a la oración a los amigos de su país por cinco misioneros para aquel trabajo.
En su ciudad natal Barnsley, este llamado fue oído y
las suplicas se elevaban habitualmente ante Dios.
Mientras en una antigua asociación de york, un
instructor bíblico se dio cuenta que cualidades
espirituales son más importantes que altos grados de
estudios. Esto dirigió sus pensamientos hacia un
joven mecánico que se acercaba a las personas de
camino a la iglesia, o donde sea que pudiera ganar
almas para Cristo. “James” le dijo un día: “Yo tengo
un trabajo para ti, ¿estarías dispuesto para ello?” “¿De
qué se trata señor?” “¡ve a China!”. Entonces James
Meadows entendió todo sobre dicha posibilidad.
“¿Quieres ir?” Meadows contestó: “Yo quiero si Dios
me llama, pero debo orar por ello primero”.
Lenta pero inexorablemente los planes de Dios se
hacían realidad. Su país de origen estaba
experimentando un avivamiento espiritual y cientos
vivieron en Londres una verdadera conversión. Esto
promovió a un primer plano el interés por la misión
con los gentiles. El señor Berger escribió: “Sin dudas
este es un tiempo de oportunidades extraordinarias
para el servicio. Lentamente las personas están
despertando. En ciertas circunstancias recibían la
revista “The Reviva” (El despertar), y leían en ella
que en Londres y en muchas partes de Inglaterra se
realizaban cultos especiales con la solicitud de que el
Espíritu Santo obre poderosamente en la iglesia y en
todo el mundo.” El señor Pearse informó casi al
mismo tiempo: “Dios nos regaló un amigo, que hizo
llegar a ustedes al sr. Jones y cien libras. Se alegrarán
de saber que el avivamiento alcanzó a Londres y que
cientos vivieron una verdadera conversión.”
Pero en Ningpo, transcurría mes tras mes sin
ninguna perspectiva de algún ayudante. Las fuerzas
de Hudson Taylor estaban agotadas. En una carta que
escribió a su madre el 25 de marzo, le contaba que sus
pulmones estaban atacados y temía tener tuberculosis.
Estaba en los planes de Dios dejar caer una semilla en
el preparado suelo nativo para que pueda echar raíces.
Para eso había despertado a la iglesia de su patria.
Hudson Taylor debía sembrar las semillas. Por ello
debía volver a su tierra, y pronto. Allí también debía
recuperar fuerzas. A regañadientes Hudson y María
cerraron el hospital. A finales de junio emprendieron
el viaje a Inglaterra.
El viaje de regreso tardó cuatro meses. ¿Pero dónde
deberían instalarse estando de regreso en su país? Una
gran responsabilidad para él era la traducción de la
biblia a un dialecto chino local. Dado que tenía la
oportunidad de terminar sus estudios de medicina en
la universidad, llevó a su familia a vivir en una calle
lateral de Whitechapel, en medio de la comunidad
obrera en el este de Londres. Desde allí llegaba a
clases en menor tiempo. Pasaron cuatro años durante
los cuales fue preparado para el nuevo comienzo, que
para él al principio aún estaba a oscuras. Era bueno
que los misioneros no pudieran ver lo que Dios había
planeado para ellos. James Meadows, el joven
20 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
Hudson TaylorParte 14
EL M ISIONERO EN CHINA
candidato a misionero de Barnsley, nos transmite a
través de su diario un efímero vistazo de la vida diaria
de Hudson Taylor y su pequeña familia en la calle
Beaumont. Llegó al primer año de su estadía en su
casa de Londres. Dijo: “Busqué desde el norte de
Inglaterra el camino hacia Whitechapel. El pobre
entorno no me sorprendió. Yo había escuchado que
Hudson Taylor asistía a las conferencias del hospital
de Londres, por lo tanto viviría en la zona. Pero me
sorprendió mucho la pobreza de su hogar, y más
grande fue mi sorpresa cuando fui recibido por un
chino, con vestimenta y peinado chino. En mi opinión
mi humilde casa en Barnsley era más cómoda que las
habitaciones de la casa de la misión. Los misioneros y
su ayudante chino, al parecer tenían poco tiempo para
las tareas del hogar. Ellos estaban constantemente
ocupados con la revisión del nuevo testamento.” A su
llegada Jeames Meadows encontró a Hudson Taylor
con su ayudante misionero chino el sr. Gough en una
oficina mal equipada, traduciendo una parte muy
difícil. Por eso Hudson Taylor tardó en salir a
recibirlo.
Meadows notó el escaso fuego en la chimenea, a
pesar de que hacía mucho frío, también la ropa
gastada del hombre que ni aun se ajustaba en ese
pobre entorno. En la mesa había notado la misma
pobreza. El cristiano chino Lae-djün había dejado a su
familia en China, para servir a su misionero. Él se
ocupaba de todo, de la cocina y la ropa. La cocina era
sencilla pero limpia. Obviamente el tampoco disponía
de mucho tiempo para las tareas del hogar. La charla
durante la comida hizo que el visitante olvidara su
primera impresión. Luego del refrigerio se sorprendió
de su propia indiferencia sobre las cosas que le
molestaban. La “amistosa y verdadera piedad” de los
misioneros, su dedicación al trabajo que habían
dejado en China lo habían impresionado
profundamente. En cada momento recordaban a los
que habían conocido en China. El hecho conmovedor
de que mes tras mes un millón de almas se perdían sin
Cristo, era para ellos una realidad y marcaba su vida
cotidiana. Su pobreza no lo retuvo para ponerse bajo
esa misma línea, y partir como un “humilde lector”.
Meadows supo enseguida que Taylor no contaba
con los fondos para su partida y tampoco sabía de
donde obtenerlos. Pero aun así los recursos llegaron.
Ya en enero se encontraba viajando con su joven
esposa como uno de los primeros cinco ayudantes
solicitados. Al principio debían ayudar al sr. y sra.
Jones en su trabajo en Ningpo. Lastimosamente el sr.
Jones enfermó poco tiempo después de su llegada.
Tuvo que dejar su trabajo y falleció durante el viaje
de regreso a casa.
Hudson Taylor valoró la confianza de los jóvenes
Meadows. Él ya había experimentado lo que significa
estar solo en los problemas. Así que no debía ser
pasado por alto nada de lo podría servirle a sus
jóvenes ayudantes. Un año después del viaje de la
pareja informó: “Jeames Meadows escribió que es
suministrado con dinero suficiente, y sus amigos, que
sabían que él había puesto su sustento solo en las
manos del Señor, no debían preocuparse. Pero la
providencia de sus amigos parecía preocuparlo, ya
que era incompatible con su confianza en Dios. Yo le
contesté que nosotros esperamos nuestro sustento solo
de Dios que nos provee de acuerdo a su voluntad.
Solamente podemos estar muy agradecidos por su
providencia cotidiana.”
21 Trompeta Evangelizadora │04/2014
ORDEN AN ZAS
El lavamiento de pies de Jesús
En la última noche que Jesús estaba con sus discípulos, les declaró grandes
verdades, cuyo alcance y grandeza comprendieron mucho más tarde.
Una parte de estos regalos es el mandato del lavamiento de pies.
Los judíos celebraban nuevamente la fiesta de los
panes sin levadura, también mencionada fiesta de
pascuas, en la que era sacrificado el cordero de
pascua. También los discípulos se reunieron con su
Maestro en un espacioso recinto. Como en los
últimos tiempos, también aquí Jesús mencionó su
sufrimiento y muerte, y esta era la última vez que
celebraba la pascua con ellos. Más de una enseñanza
y significativos consejos le ha dejado a sus
discípulos. Le fue de suma importancia el roll de
unidad que debían tener los discípulos.
Así se levantó el Señor de la mesa que estaban
compartiendo, se ciñó con una toalla, buscó agua y lo
colocó en un lebrillo. Los discípulos observaban su
extraña actitud sin entender para qué necesitaba Jesús
el agua. Seguramente él veía sus miradas de
interrogación, indudablemente sabía lo que conmovía
sus corazones. Se arrodilló humildemente ante sus
discípulos comenzando a lavar sus pies. Así fue de
uno al otro hasta que llegó a Pedro.
Este también miró a su Maestro con expresión
interrogatoria, de manera que Jesús tuvo la necesidad
de decirle: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes
ahora; mas lo entenderás después.” Pero Pedro se
opuso diciendo: “No me lavarás los pies jamás.” Él
no podía ver, que su amado Maestro y Señor se
humillara lavándole sus pies. Jesús le miró
amablemente a los ojos y dijo: “Si no te lavare, no
tendrás parte conmigo.” Si, esto conmovió a Pedro.
¿No tener parte con su Maestro, al cual amaba y
adoraba tanto, por el cual estaba dispuesto a dar su
vida? Impulsivo, como siempre fue, dijo a Jesús:
“¡Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y
la cabeza!” Una sonrisa parece deslizarse por un
momento en el amable rostro de Jesús, Él conoce
mejor que nadie a su amado Simón Pedro. Él le
amaba de una manera especial, justamente por su
temperamento. Conoce su fiel corazón, pero también
sus debilidades, por lo cual responde: “El que está
lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está
todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no
todos.” Si, Jesús conocía a los suyos, Él conocía
también a su traidor, que estaba presente entre este
pequeño grupo. ¡Como le habrá dolido al Señor, que
Judas se apartó de Él, llevando traición a su corazón!
Después de esta acción Jesús se volvió
inquisitivamente hacia sus discípulos: “¿Sabéis lo
que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y
Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el
Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he
hecho, vosotros también hagáis. Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis.” El
evangelista Juan nos describe claramente esta actitud.
¡Y qué maravillosa lección podemos aprender
nosotros, sus seguidores! Bajo los cristianos hay a
menudo diferentes opiniones, si el lavamiento de pies
es solamente una alegoría de sumisión y humildad
del corazón, o si realmente se debe cumplir. Esto no
debería ser así, si todos los que se consideran
discípulos de Jesús, trasladarían el significado que el
Espíritu expresa con el lavamiento de pies.
Podemos afirmar confiadamente, que los dos son
importantes. Debemos entender espiritualmente el
lavamiento de Pies - sin cual carecería de significado -
y tampoco se debería dejar de lado la parte práctica.
Consideremos las palabras de Jesús, nuestro Señor:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he
lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros
los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he
dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis.” Sabemos que
el Salvador hablaba de manera clara y evidente a sus
discípulos, y cuando hablaba al pueblo en parábolas,
explicaba luego a sus discípulos. Así también, con el
22 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
lavamiento de pies, les dio un mandamiento concreto
y no solamente un ejemplo, si bien contiene un
profundo significado y la condición espiritual de los
hijos de Dios, y la relación entre ellos es simbólica.
También el bautismo y la santa cena simbolizan la
condición de los hijos de Dios: El bautismo es en
particular su relación con el mundo y la santa cena su
relación con el Señor.
¿No es lógico que la intención del Señor fuera,
implementar un símbolo práctico, que expresara la
mutua relación entre los suyos? Si, en esa noche de
fiesta ha implementado este ejemplo. Su intención
fue que sus discípulos, cuando Él ya no estuviera
entre ellos, con la práctica del lavamiento recuerden
siempre, que con la convicción de su Maestro y
Señor, sirvan a sus hermanos desinteresadamente y
en humildad. Sí, que se dejen servir y decir por los
demás, para no vivir en el sentido de no necesitar
del otro.
Pero con esto el profundo significado del lavamiento
de pies no está consumado. Quien realmente es
discípulo de Jesús y ha recibido su espíritu,
reconocerá el profundo significado y recibirá en el
lavamiento de pies, junto a la santa cena, grandes
bendiciones. El no solo experimenta en espíritu la
seriedad de aquel momento viendo a su hermano, o
hermana, arrodillado a sus pies, sino que ve al
cordero que por nuestra causa se ha entregado, para
que recibamos paz y sosiego para nuestra alma.
Entonces se apoderará de él el amor al rey de reyes, y
surgirá en su alma el deseo de glorificar a este
Salvador más aún con actos de amor. Cumplirá todos
los mandamientos, que no son difíciles, como lo
expresa Juan.
En cuanto estás a los pies de tu hermano, o tu
hermana, tomarás la decisión de no lavarle solamente
ahora los pies, sino que siempre y en cada momento
estar dispuesto a servir y ser bendición a tus
semejantes. Si estos pensamientos conmueven tu
corazón, entonces has conmemorado dignamente la
santa cena y el lavamiento de pies. Pero si sientes en
tu alma una resistencia a dejarte lavar por tu hermano
o hermana, entonces recuerda las palabras del
Salvador: “Si no te lavare, no tendrás parte
conmigo.”
Vemos que importante es seguir a nuestro Salvador
en toda humildad cumpliendo sus mandamientos.
Para muchas personas, lamentablemente muy a
menudo aquellos que se consideran discípulos de
Cristo, le es naturalmente mucho más simple y
cómodo, interpretarlo solamente espiritualmente y no
ejecutarlo en la práctica. Ejerzamos el lavamiento de
Jesús según el ejemplo de Él, con ello recibiremos
también las bendiciones espirituales.
ORDEN AN ZAS
Amor servicial
¿Has notado alguna vez como un nuevo converso ha
tratado de conducir a sus amigos y parientes a Jesús?
Es uno de los primeros y mejores indicadores de que
una persona ha nacido de nuevo. El que se ha
convertido a la naturaleza divina, busca una nueva
oportunidad para servir y hacer la voluntad de Dios.
Si el amor de Dios habita en el corazón, éste también
se manifestará. “Dios es amor” nos escribe Juan en
su primera carta en el capítulo 4. Éste no es un amor
humano limitado, que se asocia a menudo con el
egoísmo. El amor humano es limitado. Pero este
amor viene de Dios, el cual no conoce límites. Jesús
tomó forma de siervo, como leemos en Filipenses 2,
5-7 para poder ser capaz de servir. En su gloria real
no podría traer su gran amor, y el amor de su Padre
celestial, de manera servicial. En su vida terrenal
manifestó a los hombres su amor.
Antes de su sufrimiento y muerte, cuando instituyó
el lavamiento de pies, demostró a sus discípulos su
amor de una manera especial. Leemos en Juan 13,1-
5: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús
que su hora había llegado para que pasase de este
mundo al padre, como había amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin […]” -
¿Qué tiene que ver eso con el lavamiento de pies?
Mucho, sí, todo. El amor quiere servir. Incluso el
más mínimo servicio da alegría. Fue el Espíritu de
Dios en Jesús que lo llevó a servir. Él quiso derramar
pronto este Espíritu sobre los suyos. La obra del
Espíritu es: traer el evangelio de la liberación del
pecado a través de la iglesia a un mundo perdido. Por
medio de Cristo pudo el Espíritu Santo operar por
23 Trompeta Evangelizadora │04/2014
completo, porque Jesús estuvo dispuesto a
sacrificarse por amor. “En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner nuestras vidas por los
hermanos” (1. Juan 3,16). Esta entrega de amor y de
vida hacia los demás es expresada en el lavamiento
de pies. Todavía te maravillas de cuando Jesús dijo:
“Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he
lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros
los pies los uno a los otros. Porque ejemplo os he
dado, para como yo he hecho, vosotros también
hagáis. De cierto, de cierto os digo: que el siervo no
es mayor que su señor, ni el enviado mayor que el
que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurado
seréis si las hicieres” (Juan 13,13-17).
Esta es la lección de mutua incondicionalidad. No
puedo lavar los pies de mi hermano, a menos que él
me lo permita y yo esté dispuesto de hacerlo.
Tampoco el Espíritu Santo puede actuar por medio
de otros, a menos que nosotros lo permitamos y ellos
estén dispuestos a ser utilizados por el Espíritu Santo.
Así vemos que se requiere humildad de ambas partes.
Es la imagen de la unidad perfecta que trae el
Espíritu Santo, en el cuerpo de Cristo, la verdadera
iglesia. En los años de mi juventud, veía el
lavamiento de pies como un acto de humildad, para
que vieran aquellos que lo necesitaban. Entonces fui
enseñado que no era necesario seguir literalmente el
lavamiento de pies, sino que es suficiente demostrar
actos de amor. Más tarde tuve una experiencia
personal de salvación y leí en la Biblia que Jesús
dijo: “Vosotros también debéis lavaros los pies los
unos a los otros”, y luego empecé a seguir los
mandamientos, porque Jesús los había ordenado. Yo
estaba feliz de cumplir este mandamiento. Me sentía
de la misma manera que muchas personas, que se
dejan bautizar, porque Jesús lo ordenó, pero aún no
entienden el significado completo del bautismo.
Así comencé a entender que el bautismo del Espíritu
Santo era necesario, para ser un testigo eficaz.
También he oído que por el bautismo del Espíritu
Santo somos limpiados de la depravación innata y el
egoísmo. Justo aquí radica el mal de vivir por uno
mismo. Pero los santificados serán provistos de
fuerzas para vivir por los demás, por todos los demás.
Le pedí a Dios por el Espíritu Santo y Él oyó mi
oración. En todos los mandamientos de Dios hay un
profundo significado. Esto no quiere decir que
debemos ser santificados primeramente para practicar
el lavamiento de pies. No, Pedro y los discípulos
tampoco habían entendido. Lo debemos hacer,
porque Jesús así lo dijo. Y Él nos mostrará el
significado. Él dijo: “Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis.”
A. J. Stuart
ORDEN AN ZAS
Vosotros me llamáis Maestro
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he
enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan” (1. Corintios 11,23).
El Apóstol Pablo escribe aquí a los Corintios que el
Señor Jesús le había dado el entendimiento con
respecto a la cena al Señor. Él confirma que esta
cena, durante la pascua, la noche que Jesús fue
traicionado, fue establecido como un nuevo
mandamiento. En esa noche Jesús estableció aún otro
nuevo mandamiento. Leemos en Juan 13, 2-9: “Y
cuando cenaban […] se levantó [Jesús] de la cena, y
se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar
los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla
con que estaba ceñido […]” Cuando llegó a Pedro
para lavarle los pies, éste se negó al principio. Jesús
le dio a entender a Pedro, que si no participaba del
lavamiento de pies, no podría tener comunión con su
Señor. Ahora Pedro quería que el Señor le lavara
también las manos y la cabeza, si fuera necesario
para mantener esa comunión. Pedro no podía
entender por qué el Señor debía lavarle los pies, pero
Jesús le dijo: “mas lo entenderás después” (verso 7).
Pedro entendía las costumbres y tradiciones de los
judíos, y sabía que Jesús no le lavó los pies porque
estaban sucios. Los judíos no podían participar de la
pascua estando sucios. Jesús dijo: “El que está
lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está
todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no
todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso
24 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
dijo: No estáis limpios todos” (Verso 10 y 11). Aquí
Jesús señala que uno de los doce le traicionaría, y
este traidor no era puro, a pesar de que se dejó lavar
los pies. Si en aquel momento una negativa a
participar del lavamiento de los pies perturbaba la
comunión con el Hijo de Dios, ¿no debe tener hoy el
mismo efecto? Los discípulos no podían entender el
significado en aquel entonces, y así muchos no lo
entienden aun hoy, lo que nuestro Señor y Maestro
nos ha ordenado. Después que Jesús lavó los pies a
los discípulos dijo: “¿Sabéis lo que os he hecho?”
(Juan 13,12) Seguramente ellos sabían que él les
lavó y les secó los pies. Pero el Señor agrega:
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he
lavado vuestros pies, vosotros también debéis
lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo
os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis” (Juan 13,13-15). Pablo escribe en 1.
Corintios 11,25 que el Señor Jesús en la cena
estableció un ejemplo a los discípulos, y dijo:
“Asimismo tomó también la copa, después de haber
cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis,
en memoria de mí”.
Muchas personas llaman a Jesús su Maestro y
Señor. Pero cuando deben lavar los pies de sus
hermanos, dicen que no es necesario que ellos
hicieran eso. Opinan que no es una ordenanza, no es
un mandamiento del Señor Jesús. ¿Qué es una
ordenanza? Una ordenanza es una regla, un
mandamiento, establecido por una autoridad.
El lavamiento de pies y la Santa Cena son dos
acciones, que Jesús ha dado y ordenado a los
discípulos con palabras y ejemplos. Jesús establece
una bienaventuranza al obedecer esta ordenanza: “De
cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que
su Señor, ni el enviado es mayor que el que le
envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si
las hiciereis” (Juan 13,16-17). ¿Cuándo se debe
realizar el lavamiento de pies? El lavamiento de los
pies se introdujo al mismo tiempo que la Santa Cena,
por lo tanto estos dos mandamientos están
estrechamente vinculados. Por lo cual no se los debe
separar. En su instrucción Jesús dio a sus discípulos
esta misión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo
28,19-20). Y más adelante dice el Señor en Juan
14,23: “El que me ama, mi palabra guardará.” Para
practicar el lavamiento de pies se necesita humildad,
pero el que obedece la palabra de Dios recibe bendición.
Estimado lector, tal vez ya ha pasado largo tiempo
en el que no has participado del lavamiento de pies,
o tal vez nunca has cumplido este mandamiento.
¿Eres superior a nuestro Señor y Salvador
Jesucristo? Él no era demasiado grande, ni fue
humillante para Él lavar los pies a los discípulos. Es
posible que le llames Señor y Maestro. Pero Jesús
dice, que si le reconocemos como nuestro Señor y
Maestro, debemos hacer lo que Él ha hecho, es decir,
lavarnos los pies los unos a los otros. Pruébate ante
el Señor, y ve si el amor de Dios mora en tu corazón,
para que con el pensamiento y el Espíritu del
Maestro puedas poner en práctica el lavamiento de
pies. “¡Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis
si las hiciereis!”.
25 Trompeta Evangelizadora │04/2014
PÁGINA INFANTIL
Daniel era diferente
Todos están sentados a la mesa y comen - de lo mejor y
más sabroso que existía - comida de la mesa personal del
rey. Los jóvenes nunca se hubieran imaginado esto
cuando fueron llevados cautivos de su hogar. Pero ellos
fueron seleccionados y entrenados para el servicio al rey.
Ahora en vez de trabajo duro y una magra comida, tenían
una buena educación y disfrutaban de la mejor comida.
Pero alguien faltaba entre ellos, Daniel. El también
pertenecía al grupo de jóvenes que fueron seleccionados
para el entrenamiento. No comía junto con los demás.
¿Dónde estaba? Podría estar feliz y orgulloso de tener así
una oportunidad. Pero no participa en ella.
Daniel había resuelto firmemente nunca comer la
comida de la mesa del rey, ni beber su vino, pues de otra
manera hubiera despreciado la ley de Dios. Él prefería ser
el raro, antes que hacer algo que desagrade a Dios. ¿Pero
qué sucedió entonces? Tal vez los demás jóvenes se
rieron, o tal vez no querían tener nada que ver con él.
Pero eso para él no era tan importante como hacer la
voluntad de Dios, y éste recompensó a Daniel por eso. El
supervisor que era el responsable de los alimentos, fue
muy amable con él y le dio otra comida. Resultó que
Daniel estaba más saludable y fuerte que los demás,
además tuvo tres amigos que pensaban como él y no
participaban con los demás. Luego Dios le dio sabiduría a
Daniel para que fuera más inteligente que los demás,
pudiendo ascender al cargo más alto como ministro.
Dios ve y bendice si le somos obedientes. Por eso
quiero animarte a no tener miedo de ser diferente. ¡Nada
contra la corriente! Sé obediente a Dios aun cuando los
demás no lo son.
Irina Ritthammer (DE)
Sé un pez vivo, ¡Nada contra la corriente! ¡Arriba, nada con frescura; victoria y alegría serán tu recompensa! Solo los peces muertos nadan con la corriente, y son arrastrados por todo lo demás, no tienen fuerzas ni voluntad de hacer otra cosa, quieren quedarse entre la masa. Ten ánimo de ser diferente a las demás personas que te rodean. Aunque todas ellas te tilden como el anormal. Tú solamente pregúntate: ¿Qué quiere el Señor? Pero con tus propias fuerzas no podrás ser un pez vivo. Pide a Dios fuerzas cada día. ¡Cree que Dios también en tu vida es un vencedor y te sorprenderás de lo que Él puede hacer!
Margaret Berkenfeld
26 Trompeta Evangelizadora │ 04/2014
La TROMPETA EVANGELIZADORA es una escritura cristiana que se presenta clara y decididamente para la plena salvación en Cristo, la unidad de los hijos de Dios, y revelar todas las verdades de la Santa Palabra. Publicado en intereses de la Iglesia de Dios. Editor responsable: Hans-Dietrich Nimz (CA) Colaboradores: Sieghard Schulz (CA), Ron Taron (CA), Dieter Jeske (DE), Hermann Vogt (DE) Los editores se reservan el derecho de resumir o no publicar los artículos recibidos. Preguntas o sugerencias pueden ser enviadas a: [email protected]
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EVANGELIUMS POSAUNE (USPS 180- 440) is published monthly by Christian Unity Press, P O Box 527, York, NE 68467-0527, U.S.A. Periodicals and other postage paid at York, NE, and at additional mailing offices. POSTMASTER: Send address changes to Christian Unity Press, PO Box 527, York, NE 68467-0527, U.S.A.
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La Trompeta Evangelizadora es distribuida gratuitamente. Los costos se sustentan por donaciones.
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PIE DE IMPRENTA Año 120
27 Trompeta Evangelizadora │04/2014
A N U N C I O S
Congresos 2014
A l e m a n i a
18 al 21 de Abril 2014
Lugar: 59069 Hamm, Langewanneweg 248
Comienzo: Viernes Santo, 18.04.2014 a las 14:30 horas
Otras informaciones: www.gghamm.de Te. 02381/410124
7 al 9 de Junio 2014
Lugar: 32051 Herford, Templo Zimmerstrasse 3
Comienzo: Sábado 07.06.2014 a las 10:00 horas
Otras informaciones en: www.gemeinde-gottes-herford.de
o al Tel. 05221/342934
3 al 8 de Agosto 2014
C a n a d á
17 al 19 de Mayo 2014
28 al 29 de Junio 2014
2 al 4 de Agosto 2014
Conferencia de pascua en Hamm:
:
Conferencia de Pentecostés en Herford:
Días bíblicos juveniles en Tunningen:
Congreso en Winnipeg:
Congreso en Aylmer:
Congreso y 60 aniversario en
Chilliwack:
Alegría de Pascua
¡Día de alegría y regocijo, gran día de luz y esplendor, día, en que el esplendoroso sol las tenebrosas nubes traspasó! Día, en que del Señor “¡sea!” toda criatura renueva, ¡Día, en que la antigua tierra se regocija en su juventud! De las duras bandas de muerte, que nunca un brazo rompió, Jesús para nosotros apareció, que puesto fue en el sepulcro de José. Jesús le ha vencido, a quien nadie pudo vencer, atándolo con cadenas, a aquel que nunca encontró vencedor. ¡Jesús al enemigo derrotó, y a la muerte le cortó, Jesús victorioso quedó! ¡Escucha mundo redimido! Escúchenlo en los corazones Nunca más en ansia y labor silenciosa, Olvídense de su dolor: ¡La victoria de Jesús nuestra es!
Año 120