Tras El Sol - Velma Wallis

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  • Haba una vez un hombre y una mujer nacidosen las fras tierras de Alaska, que se atrevierona desafiar las leyes de la tribu y dejaron a sugente para ir a conocer ese mundo que estabams all de la nieve y el hielo.

    Daagoo parti en busca del sol, Nia Pjaro huyescapando de una boda no deseada y ambospagaron un alto precio por su curiosidad yatrevimiento. El exilio les trajo el dolor desaberse lejos y las ganas de volver, pero lesregal un sinfn de experiencias que los haranms sabios y enteros ante las penalidades de lavida. Cuando por fin volvieron a su pueblohaban aprendido el valor de la tradicin y los

  • placeres de la aventura. Velma Wallis lacelebrada autora de Las dos ancianas nos narraesta leyenda que tantas veces oy de boca de sumadre con la sencillez y el gusto con que secuentan las cosas que de verdad importan.

  • Este libro est dedicado a todas lastribus de la Tierra. Todos somos

    diferentes en tanto que individuos,grupos o naciones, mas debemos

    sobreponernos a las doctrinas delodio y del mal, y luchar juntos

    como una sola tribu para conseguirel bien.

    Histricamente, todos hemossufrido y resistido.

    Tengamos confianza para afrontarnuestro futuro.

    VELMA WALLIS

  • PrlogoDada mi procedencia inupiat, al

    principio me disgust la forma en que sehablaba de mi gente en las leyendasathabaskan de Tras el sol. Los primerosrecuerdos de mi niez en la costa rticade Alaska estn vinculados a lashistorias de las guerras entre los inupiaty los athabaskan del interior. Ambospueblos compartieron una fronteradurante milenios y es comprensible quese produjeran conflictos por losterritorios de caza.

    Las historias que nos contaban, noobstante, retrataban a los athabaskan

  • como seres furtivos e indignos deconfianza. Haba que ser muy precavidoen el trato con ellos.

    E n Tras el sol, Velma Wallis harecurrido a las leyendas athabaskan paraesbozar un retrato de la vida cotidianaen la antigua Alaska que resultaverosmil desde la perspectiva de sucultura. Es una fascinante descripcin decmo se viva en una poca en la que lasreglas y la tradicin, la fuerza y elconocimiento, la obligacin y el debereran valores esenciales para sobreviviren las duras condiciones del rtico.Ambas culturas compartan estosideales.

  • Los personajes principales delrelato, Daagoo y Nia Pjaro, entran enconflicto con estos valores.Experimentan las dificultades a las quese enfrentan los individuos de todas lasculturas cuando sus ideas y su voluntadamenazan la supervivencia y lasolidaridad del grupo.

    A pesar de los conflictos, algunosaspectos de las relaciones entre losinupiat y los athabaskan de la antigedaderan positivos: comercio frecuente,alianzas, matrimonios mixtos ytecnologa compartida. En los tiemposmodernos, los inupiat y los athabaskanhan colaborado y se han unido para

  • hacer frente comn en la lucha por susterritorios ancestrales. Existe una unidadde propsito en el trabajo de ambosgrupos para reavivar sus lenguas ytradiciones. Para ambas culturas,actualmente el enemigo hoy se encarnaen el decaimiento del espritu, lasdiversiones de la vida moderna, laprdida de la identidad y ladesaparicin del lenguaje.

    Estas leyendas responden a dichosproblemas con un mensaje de esperanza.A travs de las dificultades y afliccionesde sus vidas, Daagoo y Nia Pjarotienen el coraje de guiarse por laesperanza y los sueos, de seguir el

  • dictado de su corazn, sin perder nuncala confianza en el futuro.

    Iggiagruk (WILLIAM L. HENSLEY) [1]

  • AgradecimientosQuisiera dar las gracias a Lael

    Morgan por ayudarme a escribir estahistoria. Sin ti, este libro no habraaparecido. Tu sensato Puedeshacerlo! fue exactamente lo que meempuj a seguir escribiendo. Gracias,maestro.

    Gracias a mi madre por cuidar demis hijos mientras yo trabajaba. Graciasde nuevo por haberme legado ambastradiciones. Sin ti nunca habra deseadocontar historias.

    Gracias a Barry, mi hermano, mimentor, mi amigo, mi mejor crtico y mi

  • igual en soar con un porvenir mejor.Gracias a Kent Sturgis, Christine

    Ummel y Elizabeth Wales por tomarmeen serio, incluso cuando perd laconfianza en m misma. Un milln degracias a Christine Ummel por suexcelente trabajo de poner a punto elmanuscrito, y por su tacto, amabilidad einspiracin en su labor. Tu trabajo no esfcil. Valoro y respeto tu talento comoeditor: pues sin editores no habrabuenas obras.

    Gracias a Linda Wells y al Centrode Educacin Rural de Fort Yukon pordejarme utilizar los libros, el papel y elordenador cuando ms lo necesitaba.

  • Gracias una vez ms a Judy Erick deVenetie por ayudarme con el lenguajegwich'in escrito.

    Y por ltimo gracias, Jim Grant, portus ilustraciones, pues sin ellas mishistorias nunca cobraran verdaderavida.

    Dios os bendiga a todos. Mahsi'

    VELMA WALLIS

  • A1

    Dos rebeldes

    ntiguamente, los gwich'in vivanen una regin donde en verano elsol brillaba da y noche, para

    desaparecer despus durante casi todoel glido invierno. Aquellos indioshabitaban la llanura que flanquea elinmenso ro llamado Yukon, al sur de lalarga cordillera que se extiende de unextremo a otro del pas. Al norte de

  • aquellos picos, a lo largo de la costa,vivan los ch'eekwaii, los esquimalesenemigos.

    Ambos pueblos cazaban el carib,que mi-graba en grandes manadas por elvasto territorio en un viaje anual atravs de las montaas, desde las tierrasdonde pasan los meses de invierno hastaalcanzar la costa donde las hembrasparan. En ocasiones, siguiendo a losanimales, los ch'eekwaii y los gwich'incruzaban sus respectivos territorios decaza, violando los lmites que habanaprendido a respetar. Las repetidasintrusiones y las sangrientas represaliashaban terminado por generar odio entre

  • ambos pueblos.En aquella poca, en dos grupos

    diferentes de gwich'in, vivan dos niosindios, un chico y una chica, dosrebeldes que destacaban del resto.

    El chico era un nio hermoso, delarga cabellera negra trenzada alrededorde un rostro dulcemente juvenil. Tenauna talla normal para su edad y uncuerpo enjuto y musculoso, pero por lodems, no se pareca en nada a los otrosnios. Los muchachos gwich'inaprendan a disfrutar con la caza y lacompeticin, para convertirse en lafuerza de su gente cuando fueranhombres. Sin embargo, aquel nio no

  • mostraba el menor inters en cazar,luchar o correr. Era un solitario.

    Se llamaba Daagoo, en honor a unave, la perdiz blanca. El pueblogwich'in veneraba a los animales quepoblaban el territorio y deseaban quesus hijos emulasen la fuerza y lashabilidades de los animales queadmiraban, tales como la perdiz blanca.Para ayudar a los nios a desarrollar unpie firme como el de esta ave, muchospadres tejan en los mocasines de sushijos pequeos dibujos en forma depatas de perdiz, hechos con pas depuercoespn teidas.

    Los padres de Daagoo dieron un

  • paso ms al ponerle a su hijo un nombreque significaba perdiz blanca. Con eltiempo el muchacho no slo adquiri unpaso firme, sino que era tan traviesocomo el pjaro mismo y siempre seescapaba para explorar los lagos,cinagas, riachuelos y ros quesalpicaban la llanura.

    En el campamento, el chico, siemprecurioso, pasaba el tiempo haciendomontones de preguntas fastidiosas.

  • Haba una pregunta en concreto que alos mayores les pareca de lo msdivertida. Daagoo quera saber qu lepasaba al sol en invierno, cuandopareca que se retiraba hacia el sur y selevantaba cada da a menor altura en elcielo hasta que desapareca por debajodel horizonte.

    Para complacer al nio, los ancianosle hablaron acerca de la Tierra del Sol,una regin calurosa del sur donde el solbrillaba todo el ao. Se deca que ungrupo de gwich'in haba viajado a aquellugar mucho tiempo atrs. Algunos

  • llegaron hasta la Tierra del Sol,mientras que otros regresaron por temora penetrar en territorio desconocido.

    Un anciano afirm que su bisabuelohaba sido uno de los que regresaron alnorte. El viejo describi la antigua rutahasta la Tierra del Sol, tal como se lahaba transmitido su bisabuelo, y dibujun mapa en el suelo para el pequeoPerdiz Blanca. Encantado, Daagoocopi el mapa en un pedazo de cuero dealce que le haba dado su madre.

    Cuando Daagoo interrogaba a otrosadultos acerca de aquella tierra defbula o les mostraba el mapa, por logeneral se limitaban a fruncir el ceo,

  • pues la mayora no se tomaba aquellashistorias en serio. No obstante, Daagootena una fe absoluta en la leyenda. Unda, el muchacho se jur que encontrarala Tierra del Sol.

    A muchos kilmetros de los lugaresdonde acampaba el grupo de Daagoo,vagaba otro grupo de gwich'in al cualperteneca una chica joven. La llamabanJutthunvaa' por las joyas que llevaba.Desde que Jutthunvaa' era una criatura,su madre, Na'Zhuu, le habaconfeccionado alhajas; labraba cuentascon huesos de alce, las tea y lasensartaba en forma de collares ybrazaletes para adornar a su nica hija.

  • A pesar de todos los esfuerzos deNa'Zhuu para embellecer a su hija ydarle un aspecto femenino, Jutthunvaa'estaba ms influenciada por su padre ysus tres hermanos mayores. El padre,Zhoh, enseaba a sus hijos a fabricar yutilizar sus propias armas. Todos loshombres gwich'in deban adiestrar deaquella forma a sus descendientesvarones, pero no a las nias. En aquellapoca, los chicos aprendan a cazar yrastrear animales, mientras que laschicas se dedicaban a cocinar, criarnios, curtir pieles, coser y recolectarplantas comestibles y hierbasmedicinales. Sin embargo, Zhoh estaba

  • orgulloso del inters que mostraba suhija por todo lo que l y sus hijoshacan, de manera que la alentaba paraque aprendiese a correr y a cazar.

    La joven era una alumna aplicada.Aprendi incluso a imitar perfectamentelos cantos de los pjaros queatravesaban la llanura, una habilidadmuy apreciada por los cazadores,quienes la utilizaban para enviarseseales sin alertar a las posibles presas.Con el tiempo Na'Zhuu cej en su intentde ensear a Jutthunvaa' a cocinar ycoser, y entreg a su hija para que laadiestrasen los hombres de la familia.Tampoco protest cuando Zhoh y sus

  • hijos empezaron a llamar a Jutthunvaa'por su apodo: Nia Pjaro.

    A medida que transcurran los aos,la hija de Zhoh y Na'Zhuu se fuetransformando en una hermosa mujer.Nia Pjaro se revel como una hbilcazadora, capaz de correr largasdistancias y nadar en los ros msturbulentos. Echaba carreras y luchabacon los chicos del campamento y no erararo que les ganara en sus juegos. Sufamilia contemplaba con orgullo yadmiracin cmo la muchacha crecafuerte y diestra. Sin embargo, otrosmiembros del grupo empezaron a fruncirel ceo.

  • En el campamento de Daagoo loshombres tambin mostraban sudesaprobacin. Perdan la paciencia conaquel chico que siempre se escapabapara explorar en vez de dedicarse acazar o rastrear animales. Su escasointers evidenciaba a todas luces unafalta de respeto. El padre de Daagoo,Ch'izhin Choo, soportaba casi todas lascrticas de los hombres.

    Es tu hijo y es tu responsabilidadle dijeron.

    Ch'izhin Choo no supo quresponder. Admita que tanto l como sumujer haban permitido durantedemasiado tiempo que su hijo anduviera

  • a su antojo. Ahora que Daagoo era casiun hombre, Ch'izhin Choo saba queresultara difcil hacerlo cambiar.

    Daagoo no quera ser un mal hijo.Amaba a sus padres e intentabacomplacerlos. A veces cazaba animalespequeos, como puercoespines oardillas de madriguera, que erangolosinas para los gwich'in, y se losofreca a su madre como regalos. Noobstante, haba un aspecto de Daagooque sus padres no podan pasar por alto:mostraba un insaciable afn por vermundo. A menudo sufran cuando

  • Daagoo erraba por la regin y noregresaba durante das.

  • Una noche, cuando Daagoo volvade una larga caminata, su padre estabaesperndolo. Las crticas de los demshombres le pesaban y Ch'izhin Choointerrog a Daagoo sobre sucomportamiento.

    Padre, siento curiosidad por estatierra y lo que hay ms all contestcon cierta impaciencia. Seal hacia loslejanos picos y aadi: Me preguntoqu hay en aquellos montes y en loslugares donde nunca hemos estado.Viajamos cada ao por los mismossenderos hacia los mismoscampamentos. Jams nos apartamos denuestra ruta, y yo miro hacia las

  • montaas lejanas y me pregunto quhabr al otro lado. No sientes t lamisma curiosidad?

    Hijo, si me siento y me paso elda cavilando acerca de esas montaas,nos dar eso de comer? preguntCh'izhin Choo con seriedad. Y prosigui: Nos calentar en una noche fra deinvierno? Si nuestra gente las visitase,lo pagaramos con muchas vidas, puesperderamos un tiempo precioso quedeberamos haber dedicado a cazar yrecolectar provisiones para el invierno.La gente se congelara y morira dehambre slo por satisfacer unacuriosidad estpida.

  • Daagoo slo escuchaba a medias.Padre, ni siquiera te preguntas

    acerca del sol? exclam incrdulo.Adonde va durante la noche y en loslargos inviernos mientras luchamos porsobrevivir en la espesa nieve y el fro?Los ancianos han hablado de la Tierradel Sol, un pas clido donde el solbrilla todo el tiempo. Deberamos seguirel sol en vez de soportar otro froinvierno aqu.

    Ch'izhin Choo perdi la paciencia ysacudi la cabeza exasperado. Nada delo que acababa de decir haba hechomella en su hijo.

    Tambin yo contemplo las

  • montaas y me pregunto qu hay detrspero, hijo, debemos fijarnos en loesencial. Nuestra supervivencia! Noexiste nada ms importante.

    Ch'izhin Choo suspir cansado, puessaba que convencer a su hijo para quecambiara no resultara tan fcil como losdems hombres crean. Daagoo soabacon seguir el sol un da. Aqul era elsueo imposible que Ch'izhin Choopretenda destruir si poda, ya quedeseaba que su hijo hiciera lo que eradebido, que cazase animales paracontribuir a alimentar a su gente.

    Poco despus, el jefe del grupo y losdems hombres del consejo se acercaron

  • a Ch'izhin Choo.No podemos tolerar el

    comportamiento de tu hijo por mstiempo coment un cazador. Qupasara si nuestras vidas dependieran deese muchacho? Pronto moriramos. Nisiquiera sabe cazar!

    Herido por la recriminacin,Ch'izhin Choo sali inmediatamente endefensa de su hijo.

    Le he enseado a mi hijo todo loque debe saber para cazar. Si t o losdems necesitaseis algo, l salvara tuvida y la de todo el campamento!

    Basta! exclam el jefe, alzandolas manos para tranquilizar a los dos

  • hombres que se enfrentaban con lospuos apretados. Luego aadi:Discutiendo no solucionaremos elproblema. Debemos hablar conprudencia. Se gir hacia Ch'izhinChoo y decidi: Hablars con tu hijo.Dile que no toleraremos ms sudesobediencia. Todos sabemos lo quesucede cuando las personas se niegan aseguir las reglas.

    El padre de Daagoo no tuvo msremedio que dar su consentimiento conuna inclinacin de cabeza. Los gwich'inhaban vivido en la llanura durantemilenios y haban fijado unas reglasestrictas. Para que el grupo

  • sobreviviera, cada miembro debacumplir sus tareas sin titubear. Laobediencia era obligatoria so pena decastigo; incluso podan expulsar a unmiembro del grupo si se negaba a seguirlas costumbres ancestrales. Se daba porsentado que adems de la tierra y losanimales, los gwich'in se necesitabanunos a otros para sobrevivir. Conocanla importancia de la obediencia y lasterribles consecuencias de una rebelinabsurda.

  • A2

    Un encuentro junto alro

    ntes de que Ch'izhin Choopudiera hablar con su hijo,Daagoo emprendi otro viaje a

    travs de la llanura. Existan muchoslugares que deseaba explorar. Una delas excursiones que ms le gustaban erasubir a las colinas que se hallaban al

  • norte. Desde all elevaba la vista hacialas lejanas montaas o contemplaba lasplanicies que se extendan cientos dekilmetros, surcadas por el amplio roYukon.

    Aquel da caminaba bordeando elgran ro. En verano, el pez ms grandede todos, el salmn, remontaba lacorriente; en un lugar ro arriba, losgwich'in atrapaban los salmones y lossecaban colgados en perchas de sauce.El Yukon haba proporcionado sustentoa los gwich'in desde tiemposinmemoriales.

  • Daagoo tom una ruta desconocida: staera su manera de explorar. Laemocionante incertidumbre de no saberadonde conduca la pista era lo que leimpulsaba a seguir avanzando. Enocasiones transitaba por senderos bientrillados a lo largo de los ros ycinagas, y de repente se encontraba elcamino bloqueado por matorrales oramas de sauce; eran las pistas quedejaban los castores y los conejos, quefcilmente se escurran bajo aquellosobstculos. Descubri tambin pistastrazadas por las mujeres, que conducan

  • hasta arbustos de bayas.En una ocasin, durante el atardecer

    de una tarde primaveral, vio aparecerrepentinamente entre los sauces unconejo y un zorro que cruzaron elcamino como una centella, el predadortras su presa. Daagoo se maravill anteel espectculo mientras se preguntaba silos dems humanos tambinpresenciaban escenas como sa. Otrasveces, se le disparaba el corazn demiedo ante el temor de tropezar con losanimales charlatanes y embusteros queaparecan en los cuentos de su madre.

    En el transcurso de aquellacaminata, mientras Daagoo cavilaba

  • acerca de todo aquello, advirti desbito que no estaba solo. Al levantar lavista descubri a una mujer jovendelante de l. Antes de que lograraesconderse, ella se volvi. Se miraronfijamente durante un breve instante.

    Desde muy pequeos, a los niosgwich'in se les enseaba a temer a losdesconocidos. Los padres los asustabandicindoles que si hacan demasiadoruido, vendran los ch'eekwaii del nortey se los llevaran. A pesar de que conello slo pretendan que los nios nohicieran el menor movimiento si unanimal estaba cerca, aquellos cuentosllenaban la imaginacin de los pequeos

  • con imgenes terrorficas de enemigos alos que jams haban visto.

    Daagoo se relaj un poco alcomprobar que la chica llevaba unvestido con flecos en el bajo, al estilogwich'in. Se fij en los collares ybrazaletes de hueso de mltiples coloresque la adornaban, y en el arco y lasflechas que llevaba. Resultabasorprendente ver a una muchachaenjoyada y armada. Daagoo no pudoreprimir su curiosidad.

    Qu haces aqu sola? exclam.La chica sonri aliviada, pues

    comprendi sus palabras.Estoy cazando respondi con

  • sencillez.Daagoo alz las cejas sorprendido.

    En todo el tiempo que haba pasadoexplorando la regin, nunca se habatropezado con otro ser humano, muchomenos con una chica que cazase sola.No saba cmo reaccionar frente aaquella rara muchacha que bloqueaba sucamino. Ella tampoco se movi mientrasle devolva la mirada.

    Cmo te llamas? preguntfinalmente ella.

    Daagoo le revel su nombre.Yo soy Nia Pjaro anunci la

    chica, a pesar de que l no se lo habapreguntado. Y al ver que Daagoo no

  • deca nada prosigui: Qu estshaciendo aqu?

    Daagoo vacil mientras intentabaidear alguna explicacin. La gente queslo viva para sobrevivir no entendapor qu desperdiciaba el tiempoexplorando.

  • Slo estoy dando una vuelta murmur.

    Los ojos de Nia Pjaro brillaron decuriosidad. Era la primera vez queescuchaba que alguien estuviera dandouna vuelta, y deseaba saber ms.

    No obstante, fue Daagoo quiensigui preguntando.

    Est tu gente cerca de aqu?Daagoo se sonroj bajo la mirada

    directa de ella. Era diferente a lasdems mujeres que conoca.Normalmente, una mujer tema mirar aun hombre directamente a los ojos,sobre todo si se trataba de undesconocido. Sin embargo, ella lo

  • miraba con curiosidad y, en vez deesperar a que Daagoo se explicase, se leadelant.

    Estoy cazando por mi cuenta. Migente est en el campamento contestNia Pjaro.

    Intua que aquel muchacho no eracomo los dems. Los hombres jvenesde su grupo la trataban con rabia ydesprecio, ofendidos por las ocasionesen que Nia Pjaro los haba vencido ensus competiciones. Ella era conscientede que se sentan amenazados por sufuerza y su conducta agresiva, peroDaagoo no pareca intimidado. Aun as,no comprenda el significado de sus

  • palabras cuando dijo que simplementeestaba dando una vuelta.

    Tambin ests cazando? pregunt.

    Daagoo opt por responder amedias, pues con frecuencia la gente seirritaba cuando intentaba explicar susexploraciones.

    No me dedico mucho a cazar.Estoy reconociendo el terreno respondi.

    Nia Pjaro presinti que aquelmuchacho no deca toda la verdad, perodej de interrogarlo al observar que surostro se endureca como una mscara.

    Los dos jvenes permanecan

  • inmviles en la ribera del inmenso roque flua a sus pies. Contemplaban elclido da veraniego que pronto darapaso a la frescura del otoo.

    Debo marcharme anuncifinalmente Daagoo. Deseaba proseguirsu camino. Aquella chica le interesaba,pero la impaciencia lo impulsaba aseguir adelante.

    Ambos se despidieron. CuandoDaagoo se hallaba a cierta distancia enel sendero, mir hacia atrs y vio queNia Pjaro lo miraba con insistencia.Rpidamente gir la cabeza y aceler elpaso.

    Nia Pjaro sonri y sacudi la

  • cabeza. Era un personaje extrao. Aveces, un acontecimiento inusitadointerrumpa la monotona cotidiana de lalucha por la supervivencia. Aquelencuentro casual sera sin duda algodigno de ser recordado.

  • A3

    La decisin del jefe

    l anochecer, el padre de NiaPjaro, Zhoh, permaneca de piecontemplando una diminuta mota

    de luz en medio del cielo. Cuando lapequea estrella apareca en aquellapoca del ao, significaba que el veranollegaba a su fin. Haba llegado elmomento de hacer planes para elinvierno. Dio media vuelta y entr en la

  • tienda de piel donde su mujer se hallabasentada. Ambos esperaban el regreso deNia Pjaro para comunicarle juntos lanoticia.

    Ya est aqu? preguntNa'Zhuu cuando su marido entr en elrefugio. l sacudi la cabezanegativamente.

    Zhoh exhal un profundo suspiro. Asimple vista pareca fcil disciplinar asu hija, pero en realidad no lo era. NiaPjaro se hallaba a medio camino: no seconsideraba una nia, pero tampoco erauna mujer. Poda ser tan dcil como unpez nadando mansamente bajo el agua,pero en ocasiones los ojos se le

  • inflamaban con tanta rebelda como losde un viejo oso acorralado. Zhoh seestremeci. Se preguntaba de dndesacara el valor para comunicarle ladecisin a su hija.

    Zhoh rememor los tiempos anteriores aque el conflicto empezase. El y suesposa amaban a su hija y le habanpermitido corretear y cazar, en vez deforzarla a aprender las habilidadespropias de una mujer gwich'in.

  • Al principio nadie puso ningnreparo. Igual que sus hermanos, NiaPjaro empez a cazar y traa carne parasu familia y para otras personas que nopodan abastecerse solas. Zhohrecordaba el orgullo que tanto l comosus hijos sintieron al adiestrar a la nia.Recorra largas distancias sin fatigarse,saltaba por encima de los troncos cadosy cazaba muchas clases de animales.Pero lo que ms enorgulleca a Zhoh eraque Nia Pjaro realizaba todo aquellomejor que los hombres jvenes delgrupo, incluidos sus hermanos. Ello erauna muestra de su talento como maestro.

    Hasta aquel da en que los dems

  • hombres haban acudido para quejarse,Zhoh no se haba percatado de suequivocacin. A pesar de que NiaPjaro traa carne para la familia,algunos hombres expresaban sudesaprobacin. Opinaban que debacasarse. Un reducido grupo de hombresse haba reunido para manifestrselo aljefe.

    El jefe era un hombre que slobuscaba mantener la paz para ayudar asu gente a trabajar unidos por lasupervivencia. Careca de opinin sobreNia Pjaro. No vea mal alguno en quela chica cazase, pero tampoco entendapor qu motivo no se casaba. Cualquier

  • hombre estara encantado de tomarlacomo esposa ahora, pero ms adelantela consideraran demasiado vieja. Sitodos opinaban que deba tomar marido,l, como jefe, cumplira su cometido.

    Con el respaldo de todos loshombres, el jefe se plant ante Zhoh y enun tono imparcial, anunci:

    Tu hija tiene edad suficiente paracontraer matrimonio. Hace ya tiempoque debera estar emparejada. Queremosque elijas un hombre para ella.

    Zhoh guard silencio. Sospechabaque los hombres estaban ofendidos consu hija desde haca tiempo. Ella eraagresiva, siempre haca preguntas y

  • miraba a los hombres directamente a losojos, todo lo contrario que las demsmujeres, que escuchaban en silencio yobedecan a los hombres sin cuestionarsu autoridad.

    Zhoh deseaba defender a su hija ydecirles que la chica necesitaba mstiempo para aceptar la idea delmatrimonio, pero no se atreva a discutircon sus compaeros de caza. Saba quel era el nico culpable. Conoca lasestrictas reglas que su gente habaseguido durante generaciones, lastradiciones que preservaban elequilibrio. No obstante, habaconsentido a su hija deliberadamente,

  • infringiendo una norma inviolable.Haba asumido la responsabilidad de sumujer y enseado a su hija l mismo.Ahora Nia Pjaro pagara el precio delerror de su padre.

    Aquella noche, los padres de NiaPjaro la oyeron moverse fuera junto alrefugio. Haba trado algunospuercoespines y patos, y los depositabacerca del fuego para que su madre losasase al da siguiente.

    Cuando se dispona a marchar, oyque su padre la llamaba con voz quedadesde el refugio.

    Entra! orden en voz baja.Nia Pjaro se sorprendi, pues

  • haca tiempo que sus padres no lainvitaban a su refugio. Entr con pasoligero en la tienda, una estructura hechacon ramas de sauce cubiertas de pielesde carib sin curtir. Encontr a suspadres sentados solemnementealrededor del hogar que brillaba con unsuave rescoldo.

    Qu queris? pregunt. Susojos interrogantes desmentan el tonodulce de su voz.

    Sintate! dijo el padre.Nia Pjaro se sent con las piernas

    cruzadas y observ a sus padres. Sumadre evitaba mirarla y la voz de supadre sonaba tensa. Algo iba mal.

  • Qu sucede? inquiri la chica.Zhoh era un cazador valiente, cuya

    fuerza y destreza eran admiradas portodos. Los dems hombres respetaban suformidable coraje ante las situacionesms peligrosas, pero Zhoh saba que silo hubiesen visto en aquel momento, sehabran burlado de l, pues no se veacapaz de armarse de valor para hablarcon su hija.

    Na'Zhuu, presintiendo la reticenciade su marido, le propin un fuertecodazo. Zhoh habl deprisa, resuelto ano embellecer sus palabras. Su hija tenaque conocer la verdad.

    El jefe desea que te cases. Dice

  • que no podemos esperar ms. Ya sabesque quienes desobedecen sus rdenesson severamente castigados le espeta Nia Pjaro, que lo escuchabaaturdida, en silencio. Y aadi:Maana, cuando ests preparada, tebuscaremos un hombre.

    La primera reaccin de Nia Pjaroslo fue un parpadeo. No poda creer loque acababa de or, pero la seriedad desus padres era seal de que estabandiciendo la verdad. Sinti que laresistencia creca en su interior.

    Pero, padre protest. Nopodemos esperar hasta que est listapara casarme? Necesito ms tiempo!

  • Nia Pjaro era consciente de quealgunas personas estaban resentidas conella. A menudo haban herido sussentimientos; las chicas se burlaban, loschicos la trataban como si fuera unanimal extrao y los hombres mayoresse comportaban como si los hubieraagraviado. Siempre acuda a su padre enbusca de comprensin y consuelo. Confrecuencia Zhoh le haba asegurado queun da la aceptaran.

    Ahora ya no le cegaba el amor porsu hija. Zhoh se percataba de que sugente nunca la aceptara si no aprenda arespetar las reglas.

    No, hija ma replic. Maana

  • cumpliremos juntos con nuestro deber.Tenemos que obedecer, pues nuestrolder as lo quiere.

    El corazn le dola al ver laexpresin desolada de su hija.

    Nia Pjaro guard silencio. Antesde que Zhoh terminara de hablar, yasaba que no le obedecera. No podacasarse con un hombre al que nodeseaba, y tampoco quera tener niospor el momento. A diferencia de otrasmujeres, haba conocido la libertad.Ahora, la misma persona que se la habaconcedido intentaba arrebatrsela. NiaPjaro conoca las tradiciones quedictaban la vida de su gente, pero no

  • poda aceptarlas. Haba sido libredurante demasiado tiempo.

    Consciente de que cualquier palabraprovocara una discusin, permanecien silencio mientras pensaba a todavelocidad, buscando una forma de salirde aquella trampa. Su padre la conocabien, de manera que evit mostrar susemociones. Por el contrario, asintisumisa con la cabeza.

    Zhoh estaba lleno de dudas. Por unmomento haba detectado rebelda en losojos de su hija, pero cuando Nia Pjarolevant de nuevo la vista hacia l, slovio una gran tristeza en su rostro. Serelaj, pensando que su hija haba

  • decidido obedecer. Su mujer suspiraliviada cuando Nia Pjaro se levant.

    Jutthunvaa', te veremos por lamaana dijo Na'Zhuu con dulzura. Dealguna manera deseaba tranquilizar a suhija, transmitirle que todo ira bien.Nia Pjaro asinti con la cabeza ysali de la tienda.

    Zhoh y su mujer se miraron. Sehaban figurado que su hija cogera unarabieta. En cambio apenas habaprotestado.

    Est muy cansada manifestNa'Zhuu, intentando descifrar la actitudde su hija. Le preocupaba que tras unanoche de descanso y una buena comida,

  • Nia Pjaro se defendiera con todas susfuerzas.

  • D4

    Un hijo obediente

    espus de despedirse de NiaPjaro, Daa-goo siguicaminando por la pista y

    descubri que el camino se prolongabasiguiendo los mrgenes del Yukon hastamucho ms lejos de lo que se habafigurado. Camin durante horas antes dedecidir que ya se haba alejado lo

  • suficiente y emprendi el regreso.En el campamento, los padres de

    Daagoo esperaban preocupados, pues nolos haba advertido de que se ausentaratanto tiempo. El padre estaba dispuestoa no perder la paciencia. Tena previstodecirle a Daagoo, de la mejor maneraposible, que los hombres adultos debanactuar con responsabilidad y contribuiral grupo. Pero cuando Ch'izhin Choo vioque Daagoo se acercaba tranquilamenteal campamento exhibiendo una sonrisadespreocupada, se encoleriz.

    Cmo has podido tenernos tanangustiados? explot Ch'izhin Choo. Acaso no tienes sentimientos? Tu

  • madre ha estado imaginando todas lasdesgracias que te podan suceder!

    Daagoo, sorprendido por el arranquede clera de su padre, intentexplicarse, pero su padre continuhablando.

    Si sigues comportndote de esamanera, dejars de pertenecer a estafamilia afirm.

    Daagoo lo mir incrdulo. Suspadres siempre le haban permitidoexplorar. A qu vena aquel cambiorepentino?

    Padre, no es posible que digas esomurmur Daagoo finalmente.

    Lo digo muy en serio, hijo. Si no

  • cambias de comportamiento, no quierosaber nada de ti. Ch'izhin Choo sabaque sus palabras sonaban muy duras,pero estaba decidido a modificar laactitud de su hijo para que el gruporecuperase la armona.

    Daagoo se volvi hacia su madre enbusca de apoyo, pero ella apart lamirada.

    A partir de ahora tomars parte entodas las caceras y rastreos, de locontrario sers abandonado anunciCh'izhin Choo. Al ver la mirada dedesnimo en el rostro de Daagoo,aadi en un tono ms suave: Debesempezar a actuar como un verdadero

  • gwich'in. Tienes que cazar y cuidar de tufamilia. Necesitamos otro cazador.

    Padre, reconozco que no hecumplido con mi deber admitiDaagoo. Si hago lo que deseas, medejars explorar en mis ratos libres?Puedo hacer ambas cosas.

    Ch'izhin Choo mir a Daagoodetenidamente, pues ya contaba con quesu hijo intentara escabullirse.

  • Con el tiempo, hijo, si demuestrasser un buen cazador respondi en tonoapacible.

  • Un resentimiento sordo arda en elinterior de Daagoo ante la idea de notener permiso para explorar. Considerla posibilidad de abandonar elcampamento y vivir por su cuenta, perosaba que no estaba preparado parasobrevivir a solas. Tal vez msadelante. Por el momento, asinti con lacabeza en seal de sumisin.

    Daagoo tard poco en adaptarse alas costumbres de su gente. Utilizandolas habilidades que le haba enseado supadre, captur puercoespines, conejos,garzas y patos. Todos observaron elcambio producido en el joven. Losdems cazadores asentan con la cabeza

  • para mostrar su aprobacin. Creanhaber obrado bien al persuadir aCh'izhin Choo para que corrigiese a suhijo, pues Daagoo demostraba ser unbuen cazador.

    Daagoo se percat de que la actituddel grupo hacia l haba cambiado, eindignado pensaba para sus adentros:Les importo tan poco como si fuera unpedazo de madera. Cuando sigo eldictado de mi corazn, me rechazan yme amenazan. Slo me aceptan cuandohago lo que ellos quieren.

    Una tarde en que los hombresrealizaban los preparativos para lacacera de caribes del da siguiente,

  • Daagoo se sent junto a la hoguera de sumadre y mir a su alrededor. El grupopermanecera all durante casi todo elinvierno, hasta que los caribesmigraran. Daagoo contemplaba laescena, absorbiendo los sonidos yolores de aquel lugar conocido. Lafragancia de la lluvia reciente inundabael ambiente, mezclada con el aroma dela tierra, los rboles y el humo. Losnios rean y se oa a los padresimponer silencio por si haba animalescerca.

    A pesar de que aquel estilo de vidale resultaba familiar y cmodo, Daagooansiaba ms. Estaba convencido de que

  • si permaneca con el grupo, en vez demarcharse en pos de sus sueos, su almamorira lentamente.

    A escasos metros, Shreenyaa, la madrede Daagoo, lo observaba. Recordaba asu hijo de pequeo, cuando era un niorobusto de cara curiosa que siempremiraba asombrado. Haba sido unadelicia contemplar con cunta intensidadexploraba el mundo que lo rodeaba.Ahora pareca triste y ensimismado.

    Shreenyaa rememoraba cmo llorla prdida del hijo anterior a Daagoo.Marido y mujer haban confiado en que

  • la juventud y la fuerza los protegeran decualquier dao. La prdida del beb losacongoj. Despus de aquellaexperiencia, ella y Ch'izhin Choo setornaron ms precavidos y respetuososante la vida.

    Cuando naci Daagoo, temieronperderlo tambin, y por ello en vez deeducarlo con disciplina, tal vez loprotegieron en exceso y consintierontodos sus deseos. As pues, lo habanmalcriado. Ahora l sufra lasconsecuencias, sin comprender por quse haban vuelto en su contra cuandoms los necesitaba.

    Un da lo comprender

  • murmur Shreenyaa para s. Y lo llam: Dlak Zhuu ha estado aqu. Ha tradosalsa de arndanos. Prueba un poco.

    Daagoo solt un gruido. Estaba alcorriente de lo que su madre y PequeaArdilla se llevaban entre manos, y noquera saber nada de sus pretensionescasamenteras. La mayora de loshombres de la edad de Daagoo yahaban tomado pareja, pero l deseabaevitar la responsabilidad que pretendanimponerle. El matrimonio eliminaracualquier posibilidad de dejar el grupopara salir a recorrer el mundo por sucuenta.

    De manera que termin de comer y

  • dijo:Ahora no. Debo descansar antes

    de la cacera.Cuando se alejaba, oy que su madre

    suspiraba. Daagoo se lamentaba de queno complacera nunca a su familia. Supadre deseaba que fuera cazador y sumadre ansiaba ser abuela. Sus anhelosdependan de l y aquella carga leamargaba.

    Entr en su refugio, se tumb en ellecho y contempl el cielo a travs de laabertura de entrada, mirando el sol quecaa lentamente. En verano brillaba altoen el cielo, pero a medida que seacercaba el invierno, el sol abandonaba

  • gradualmente aquella regin quequedaba sumida en el fro y laoscuridad.

    Pensando en el futuro inmediato,Daagoo slo vio desolacin ante lanieve que se aproximaba. Imagin otrocrudo invierno de lucha por lasupervivencia junto a los suyos. En lapoca invernal evitaban el contactomutuo y se tornaban taciturnos yaprensivos. Conscientes de quepeleaban por sus vidas contra lanaturaleza en su peor momento, todoscumplan su cometido sin preguntarsenada ms. No haba tiempo para soar oexplorar, ni siquiera para charlar.

  • Cmo evitar volverme loco? se pregunt Daagoo.

    El muchacho no deseaba causarproblemas, pero cuanto ms pensaba enel prximo invierno en aquella tierra,ms se deprima. Decidi que al dasiguiente, despus de la caza del carib,le comunicara a su padre que pensabamarcharse por su cuenta.

    Su decisin los entristecera, peroDaagoo saba que si se someta a susdeseos por ms tiempo, acabaraatrapado en la vida del grupo. Entoncesse vera obligado a abandonar el sueode emprender la ruta de sus antepasadospara averiguar si las leyendas acerca de

  • la Tierra del Sol eran ciertas.Daagoo sac el mapa de piel de alce

    que siempre llevaba consigo. Resiguicon el dedo el camino hacia la Tierradel Sol. En su imaginacin vio un pasverde y exuberante, donde la nochenunca era fra, oscura y vaca. Losalegres pobladores de aquella reginnunca oan el solitario aullido del lobohambriento en la noche. All la vida erams fcil y los hombres no avanzabanpenosamente por la nieve en busca de unalce que nunca encontraban. Tena queexistir un lugar as, pues los ancianoshaban contado historias llenas de vidasobre aquella tierra.

  • N5

    Una hija tozuda

    ia Pjaro sali de la tienda desus padres y se dirigi a la suya,pero no entr. Por el contrario,

    se recost contra una picea y soseg suspensamientos. Haba intentado ser unabuena hija. Sus recuerdos rebosaban derisueas voces masculinas mezcladascon las instrucciones severas de supadre. En muchas ocasiones se haba

  • sentado para contemplarlo conadoracin, orgullosa de estar a solas conl mientras le transmita susconocimentos sobre la tierra y losanimales, explicndole la mejor manerade vivir y proveer el sustento para lafarmha.

    Por un momento Nia Pjaro pensen su madre. Se le abland el corazncon el recuerdo de la sonrisa dulce ycomprensiva de Na'Zhuu y de lasmaravillosas comidas que preparaba.No obstante, Nia Pjaro no alcanzaba acomprender su manera de pensar ni suestilo de vida.

  • A continuacin los hombres del grupoirrumpieron en sus pensamientos. NiaPjaro se levant, pasendose de unlado a otro llena de rebelda. Nopensaba casarse, al menos de momento.Haba tanto por hacer! Aquel ao supadre haba asentido con un leve gestode cabeza cuando ella implor que ledejara ir a cazar caribes. No habavisto nunca las grandes manadas.Cuando los hombres cazaban durante elotoo, Nia Pjaro permaneca en elcampamento con las dems mujeres ylos nios, pero sus hermanos le contaroncmo la manada emprenda una velozcarrera a travs de las colinas,

  • perseguida por los hombres. Un hombrede brazos fuertes poda capturar muchosanimales.

    Si se casaba, no tendra ocasin dematar su primer carib. Por el contrario,debera quedarse de nuevo con lasmujeres, mientras su marido sala decaza.

    Nia Pjaro repas mentalmente loshombres libres del campamento,figurndose casada con uno de loschicos que siempre la habandespreciado. A veces, alguna muchachatena la suerte de ser emparejada con unhombre perteneciente a un grupovisitante de gwich'in. Sin embargo, por

  • lo general las chicas se casaban con unmiembro de su propio grupo, no con unpariente cercano, pero s con unapersona que conocan desde la infancia.Una muchacha poco afortunada podaverse emparejada con un viudo cargadode hijos. La nueva esposa tena entoncesque cuidar de aquellos nios adems delos suyos. La vida no era nada fcil paralas mujeres.

    Nia Pjaro se imagin ya casada,cuidando de un nio tras otro,alimentndolos, cosiendo, cocinando,ao tras ao hasta que finalmente se

  • hicieran mayores. Para entonces ellasera una mujer vieja a quien los jvenesslo toleraran a distancia, pues ya nosera de utilidad para nadie.

    A menudo haba meditado queprefera morir antes que llevar aquellavida. La idea de darse muerte pasfugazmente por su cabeza. Pero NiaPjaro no estaba dispuesta a morir. Depie, en la oscuridad de la noche,contemplaba el cielo estrellado mientrasreflexionaba acerca de su dilema.

    Si lograba persuadir a sus padres deque apoyaran su decisin de no contraermatrimonio, la familia sera condenadaal ostracismo. Desobedecer la decisin

  • del grupo era un acto criminal. As eracmo los gwich'in mantenan la paz.

    Sbitamente la embarg laesperanza. Caba la posibilidad de quela familia sobreviviera por cuentapropia. Ella y los hombres eran buenoscazadores, y su madre y las cuadaspodan realizar las dems tareas. NiaPjaro deseaba echar a correr y pedirlea su padre que se separaran del grupo,pero se figur el rostro severo de Zhoh ycomprendi que aquello no era ms queun espejismo. A pesar de que su padre ysus hermanos le haban permitido cazar,eran hombres tradicionales y contabancon que obedeciera las normas que

  • regan el pueblo.

    Entr en el refugio y atiz el fuegoaadiendo ramas secas. Mientrasesperaba que las llamas prendieran,Nia Pjaro se sent a meditar. Podarehusar el matrimonio, pero entonces laobligaran. Despus ya no habra vueltaatrs. Una vez casadas, casi todas laschicas enseguida quedabanembarazadas. Nia Pjaro haba visto amuchas mujeres jvenes que movan condificultad sus voluminosos cuerpos, unao despus de haber sido emparejadascon un hombre. Recordaba con claridad

  • los gritos de dolor que procedan dealgn lugar alejado del campamento,adonde las mujeres se retiraban para dara luz. Algunas veces, cuando el parto secomplicaba, slo regresaba la parterallevando consigo una criatura desvalida.

    Otras veces una mujer desventuradapara una nia y el padre ordenabamatarla, pues deseaba un hijo varn.Nia Pjaro tambin haba presenciadoel dolor de las mujeres cuando un nionaca muerto. No se consideraba capazde concebir una vida slo para verlamorir.

    Nia Pjaro se convenca cada vezms que no estaba preparada para

  • convertirse en esposa. Al cabo de pocashoras el grupo se pondra en movimientoy ya no habra ms tiempo de espera. Sunueva vida empezara.

    Rpidamente, Nia Pjaro reunisus pertenencias. No posea gran cosa,aparte de la manta para dormir, losvestidos de cuero y pieles y las armas:arco y flechas, cuchillo y hacha. Aquelloera todo lo que necesitaba parasobrevivir.

    Sali del refugio sigilosamente. Sialguien la vea abandonar elcampamento dara la voz de alarma, ydeseaba partir sin interferencias. Tal vezcuando comprendieran que viva sola y

  • sin ms obligaciones hacia su gente,regresara para ver a su familia, o ellosla visitaran. Esa era su esperanza.

    Nia Pjaro avanzaba en silencio,atravesando el terreno entre las altaspiceas que se mecan suavemente con lafuerte brisa otoal. Vea el cieloreflejado en los oscuros rizos del ro enperpetuo movimiento. Se le encogi elcorazn al percatarse de queprobablemente, en mucho tiempo, nocompartira con los suyos lasdiversiones de la temporada veraniegade pesca. Senta un gran amor por sufamilia, pero la pasin por ser libre eraan mayor. Enterr todos los

  • pensamientos acerca de los seresqueridos en lo ms hondo de su corazny se oblig a caminar con calma, sincorrer, alejndose de quienes pretendanarrebatarle la libertad.

  • P6

    Los cazadores

    or la maana temprano, Daagoo ytodos los hombres sanos sepusieron en marcha, con un

    equipaje ligero compuesto de arco yflechas colgados del hombro, cuchillo yhacha sujetos al cinto, y mochila llenade carne y pescado seco. Calzados conmocasines, avanzaban con paso suave

  • por una pista conocida hacia el territoriode los caribes, en lo alto de lasmontaas.

    Durante la larga jornada, loshombres se turnaban para llevar acuestas dos grandes canoas. A mitad decamino, le toc el turno a Daagoo. Laembarcacin estaba construida conslidas tablas de madera de picea,curvadas hacia arriba en los extremos yperfectamente impermeabilizadas concorteza de abedul. Al finalizar lacacera, los hombres utilizaran lascanoas para transportar la carne decarib por un afluente poco profundohasta el campamento.

  • Los cazadores anduvieron todo elda y, despus de una cena frugal, seecharon a descansar.

    Al despuntar el alba, se prepararon parala caza y recorrieron la escasa distanciaque los separaba del valle donde pacanlos caribes.

    Al llegar a la cima de una pendiente

  • tras la cual se extenda el valle, Daagoose qued boquiabierto al ver centenaresde caribes diseminados quemordisqueaban el liquen. Los hombresse arrastraron a gatas hacia losconfiados animales, movindose en lamisma direccin del viento para que suolor no llegase hasta la manada. Todoslos cazadores miraban al lder, queindicaba con las manos si debandetenerse o atacar. Daagoo observaba aljefe y a su padre, que se encontrabandelante, pero tampoco perda de vista alos animales que arrancaban condelicadeza el musgo blanco. De repentenot una astilla bajo la palma de la

  • mano y sin querer la aplast. La ramitase quebr con un chasquido seco.

    Daagoo sinti que se le paraba elcorazn cuando los caribes levantaronla cabeza. Los hombres se detuvieron enseco. Al cabo de un rato, los animales serelajaron. El jefe se gir y medianteseas orden a Daagoo quepermaneciera donde estaba; el jovencazador se sinti desbordado por lahumillacin. Su descuido casi les habacostado aquella cacera.

    Daagoo observ cmo los hombresse acercaban a la manada. Losmajestuosos caribes mirabaninadvertidos a su alrededor. Le

  • entristeca saber que aquellos animalesdeban morir para que su gentesobreviviera.

    Jams disfrutar siendo cazador,pens para s. Y por un momento,mientras su padre y los dems hombresse iban aproximando a la enormemanada, sinti un gran pesar.

    Los hombres se pusieron en pie degolpe. Arrojaron las lanzas sobre suspresas y avanzaron rpidamentecuchillos en mano, para rematar a losanimales cados en medio de lapolvareda provocada por la estampidade los supervivientes.

    Cuando el jefe se dio por satisfecho

  • con el nmero de piezas cobradas, queserviran para alimentar al grupo durantemeses hasta la siguiente cacera, ordena Daagoo que saliera del escondite ycolaborara en las tareas. Los hombresdespellejaban los animales y actoseguido los despiezaban. Una vez hechaslas partes, las envolvan en pieles decarib y las ataban fuertemente consogas de cuero sin curtir trenzado. Acontinuacin, con unas correas, tirabande los bultos hasta el ro.

    Cuando hubieron terminado, erademasiado oscuro para viajar por elagua, de manera que decidieronacampar. Daagoo estaba cansado, pues

  • haba trabajado duro para compensar sudescuido. Haba despellejado ytroceado dos caribes y los habaacarreado solo hasta el ro, pero noestaba desanimado; por el contrario, sesenta eufrico.

  • El trabajo le haba inyectado una grandosis de energa y, mientras los demshombres dorman, l permanecitumbado en el suelo contemplandoinquieto el cielo. Al final no pudo ms.

    Daagoo se levant y sali depuntillas del campamento en direccinal ro. All se sent con cuidado sobreuna roca plana, recogiendo las piernasentre los brazos; como hipnotizado,observ fijamente el oscuro yaterciopelado ro y contempl losreflejos de las estrellas que centelleabanentre los rizos de la corriente.

  • Al da siguiente, despus de quealgunos hombres hubieran partido en lascanoas, le comunicara a su padre queno poda quedarse y cazar con ellosaquel invierno. Confiaba en que duranteel largo camino de regreso hasta elcampamento principal, limaran lasasperezas que haban surgido entreambos.

    Al fin y al cabo, soy un hombre murmur en voz baja para s mismo,intentando acallar el sentimiento deculpa. Puedo valerme por m mismoen cualquier momento. Slo estabacomplaciendo a mis padres, y no debenesperar que permanezca siempre junto a

  • ellos.Sooliento, emprendi el camino de

    regreso al campamento cuando un gritodesgarr el silencio de la noche. Daagoose qued helado y se le puso la piel degallina.

    Corri en silencio hacia el lugar dedonde proceda el sonido, se escondidetrs de un bosque-cilio de sauces y,temblando de miedo, se oblig a mirarfurtivamente entre los rboles. Vio aunos hombres que se movan alrededorde una inmensa hoguera. Uno de ellos sevolvi y, cuando el resplandor de las

  • llamas le ilumin el rostro, Daa-goodescubri que el hombre era unesquimal, un ch'eekwaii.

    Aqul, al igual que los demsextranjeros, era un hombre corpulento,vestido con una chaqueta de color claroy mocasines altos hasta la rodilla. Elpelo le llegaba a los hombros y tena lacara adornada con un hueso quesobresala de las comisuras del labioinferior.

    Daagoo sinti unos escalofros demiedo que le recorran la espalda.Observaba a los cinco ch'eekwaii quedeambulaban por el campamento ymiraban a los hombres gwich'in que

  • estaban tumbados en el suelo, inmviles.Sufri una gran conmocin cuandocomprendi que su gente haba sidoasesinada mientras dorma. Losch'eekwaii deban de haber cado deimproviso sobre los hombres dormidosy los haban degollado antes de quepudieran defenderse. Daagoo reprimiun sollozo. Si los ch'eekwaii lodescubran, lo mataran a l tambin.

    Aturdido, Daagoo no perda de vistaa los ch'eekwaii, que se entretenanexplorando el campamento y rebuscabanentre las pertenencias de los gwich'in.Hablaron entre ellos excitados cuandodescubrieron las canoas repletas de

  • carne y pieles de carib. Encendieronotra hoguera, lejos de los hombresmuertos, y celebraron un gran festn decarne asada. Al cabo de un rato, setumbaron a dormir en el suelo.

    Hasta que no tuvo la certeza de queel ltimo hombre se haba dormido,Daagoo no os moverse. Tena laspiernas entumecidas cuando lentamenteabandon su escondite. Mientras reptabacon cautela por el campamento no pudoevitar mirar a los suyos, que yacanmuertos. No vio ms que sombrasoscuras en el suelo. Una gran sensacinde prdida y de vaco lo invadi. En eltranscurso de una sola noche todo su

  • mundo haba cambiado.Mientras luchaba por reprimir el

    llanto de dolor por los muertos, recorda los vivos que dorman sin recelo, roabajo, en un lugar cercano. Losch'eekwaii no parecan tener prisa porabandonar aquella zona y pronto podrandescubrir a las mujeres y nios gwich'inindefensos. Deba prevenirles.

    Daagoo reflexion sobre si debatomar una de las canoas, pero seencontraban demasiado cerca de losch'eekwaii dormidos. A pesar de queviajar por el ro sera mucho msrpido, no poda arriesgarse a que lodescubrieran.

  • En silencio, se alej del fuego haciala oscuridad. A la luz de las estrellas,Daagoo hall la pista que conduca alcampamento de su gente y ech a correr.Evitaba pensar, pues su mente se habrallenado de las imgenes de su padremuerto en el suelo, incapaz ya deproteger a su mujer y a su hijo.

    Pronto lleg el alba. Percatndosede la rapidez con que los ch'eekwaiipodan alcanzar el campamento, Daagoocorri desesperado. Finalmente percibiel olor del humo de las hogueras que seelevaba en el aire de la maanatemprana.

    Cuando Daagoo se acercaba al

  • campamento, extenuado, una anciana quese calentaba junto al fuego levant lavista y vio que se aproximaba hacia ella,agitando los brazos.

    Vienen los ch'eekwaii! gritsin aliento. Debemos huir!

    En pocos minutos, todos en elcampamento estaban despiertos yrecogan apresuradamente susposesiones. Los ancianos y las mujeresjvenes, que acarreaban criaturasdormidas a sus espaldas, se reunieron entorno a Daagoo. Los nios cargabanbultos grandes que haban sidoempaquetados con prisa. Daagoo notuvo tiempo de recoger sus pertenencias.

  • Sin ms tardanza, condujo al reducidogrupo hacia el interior, lejos del ro.Nadie mir hacia atrs, por miedo a loque pudieran ver.

  • N7

    Perseguida

    ia Pjaro huy delcampamento; estuvo caminandotodo aquel da hasta bien entrada

    la noche. No saba muy bien adonde sediriga, excepto que iba hacia lasmontaas donde los caribes pastaban.Haba empezado a urdir un plan.Esperara all a que su gente llegarapara la caza. Tal vez si capturaba unos

  • cuantos animales, los impresionara yentenderan mejor su postura.

    La chica reconoca que aquelpensamiento no era demasiado realista,pues la mentalidad de los gwich'in,sobre todo la de los hombres, nocambiara jams. Una vez decidancmo deban ser las cosas, as eransiempre. Incluso cuando le permitieroncazar, sus padres insistieron en que nolo hiciese durante la menstruacin, portemor a que trajese mala suerte paratodos. Le explicaron que la relacinentre los animales y el mundo de losespritus era complicada. En ms de unaocasin Nia Pjaro pens en secreto

  • que aquellas reglas eran una solemnetontera. Ahora, la tradicin interfera denuevo en su vida. Nia Pjaro no sentams que desprecio por aquellascostumbres.

    Les demostrara a los suyos que eracapaz de sobrevivir por su cuenta.Subira a las montaas y levantara uncampamento de invierno. Cazara,secara carne y recolectara plantascomestibles y bayas. Mientras caminababordeando un pequeo ro, sus pasoseran cada vez ms enrgicos y resueltos.Ya les enseara ella lo que podalograr sin reglas ni tradiciones.

    Al clarear el alba, el sol sec

  • tmidamente el roco que sobrecargabalas hojas amarillentas. Los escasospjaros de verano que an no habanemigrado al sur gorjeaban en losrboles. Nia Pjaro afloj el paso perono se detuvo, pues todava no se habaalejado suficientemente de sus padres.Aunque la llanura se extenda cientos dekilmetros, la familia de Nia Pjarointuira adonde se diriga: a losterritorios de caza conocidos, al lugar alcual ira cualquier cazador sensato. Losexpertos rastreadores del grupo notardaran en hallar su pista.

    Hasta bien entrada la tarde NiaPjaro no admiti que necesitaba un

  • descanso. Trep hasta una colina junto aun pequeo ro y hall un rincnconfortable bajo una hilera de altas yesbeltas piceas. Desde aquel oteropodra observar si alguien se acercaba.

    Se recost contra un rbol y cerrlos ojos. El clido sol otoal lecalentaba el rostro mientras se dorma.Al cabo de un rato su mente empez aflotar entre las imgenes borrosas de suspadres y el sonido de sus voces, y sucuerpo dormido se sacudi por latensin.

    Lleg la noche y Nia Pjaro siguidurmiendo tranquilamente, con la cabezacada sobre el pecho, hasta el da

  • siguiente. Al amanecer, unos pjaroscarbonero volaron hasta ella y miraroncuriosos, con sus ojillos negros ybrillantes, al invasor de su territorio.Los cuervos graznaban a lo lejos y lasardillas se afanaban por todas partes,detenindose unos instantes para echaruna ojeada a aquella mujer recostada enun rbol.

    El da avanzaba clido y silencioso.El pequeo ro gorgoteaba sobre ellecho de rocas, fluyendo con violenciapara unirse en la llanura al amplio roYukon. El verde profundo de las altaspiceas destacaba contra el claro cieloazul y el sol brillaba satisfecho sobre

  • todo lo que viva en aquel pedazo detierra.

    A medida que transcurra el segundoda, el sol fue cayendo con lentitud haciael oeste y el calor cedi velozmente apesar de la belleza del brillante discorojizo. El aire refrescaba al aproximarsela noche y Nia Pjaro al fin sedespert. Abri los ojos y mirrpidamente a su alrededor. No sabacunto haba dormido y, al percibir quehaba cado en un profundo sueo, seasust. Estando a solas en territoriovirgen, dormir de aquella manera erapeligroso.

    Con la confianza debilitada, Nia

  • Pjaro tropez torpemente mientrasbuscaba, a la luz del atardecer, leamenuda para hacer un fuego. De repenteel mundo le resultaba ajeno. Hizo unesfuerzo para reprimir sus temores yevitar que la asaltaran pensamientosabsurdos.

  • Nia Pjaro encendi fuego frotandodos palos sobre un montn de hierba yhojas secas, hasta que las chispasprendieron llama. Acto seguido aadims ramas. Cuando la hoguera tuvosuficiente calor para cocinar, recogigrandes guijarros y los coloc sobre elfuego. Una vez calientes, los apartusando dos palos a modo de pinza y losintrodujo en un pequeo cuenco decorteza de abedul lleno de agua. Cuandoel agua estuvo caliente prepar unainfusin con unas hojas verdes de puntasdoradas, arrancadas de una planta delargos tallos que creca junto al ro.

    Se acomod para calentarse y

  • mastic carne de alce seca, mirandofijamente el fuego que iluminaba laoscuridad que la envolva. Not el frode la noche en la espalda y se acurrucms, como si las pequeas llamaspudieran protegerla del fro circundante.

    Mientras beba la infusinmentolada, Nia Pjaro se distrajo delmisterio de la noche rememorando lavida con los suyos. De pequeaobservaba a su madre curtir pieles dealce y de carib, que luego cosa paraconfeccionar vestidos y mocasines. Perocuando intentaba ensearle aquellastareas, la muchacha se rebelaba y salacorriendo en pos de su padre y sus

  • hermanos. Cazar y rastrear el terreno enbusca de animales, tal como hacan loshombres, resultaba mucho ms divertidoque permanecer sentada durante horas,absorta en una pieza de costura. Con elpaso de los aos, Zhoh tambin leense que cazar requera paciencia yconcentracin pero, con todo, NiaPjaro prefera el trabajo de loshombres al de las mujeres.

    Al recordar las caceras de alce consus hermanos, Nia Pjaro se preguntsi ella sola sera capaz de abatir unanimal. Conoca los variados eingeniosos mtodos que su gente habainventado para cazar animales cuando

  • estaban hambrientos. Por ejemplo, sepoda atrapar un alce persiguindolohasta un corral, pero construirlo era untrabajo de equipo, y se precisaba muchafuerza para que una lanza atravesase elgrueso pellejo de un alce. Las mujeres ylos nios slo podan mirar mientras loshombres perseguan al animal hasta lazona vallada, donde otros cazadoresesperaban para abatir la presa.

    Sin embargo, un cazador solo podacapturar un animal grande, como un loboo un oso, con una trampa. En medio dela pista del animal colgaban un lazo,fabricado con grueso cuero de alce sincurtir, y esperaban a que se enganchase

  • por el pescuezo. Cuando eso suceda, elpeso del animal rompa las ramas quecubran un agujero oculto. All moraahorcado.

    Aun as, Nia Pjaro opt por cazarcaribes. Eran animales ms pequeosque el alce y muchos se apartaban de lamanada principal, de manera que ellasola podra atrapar algunos. Msadelante, cuando escasearan losanimales, descendera de las colinas ybuscara caza menor.

    Con slo un hilo de luz en elhorizonte, Nia Pjaro se puso enmarcha, bordeando el ro poco profundoque descenda de las montaas, en las

  • que pensaba instalar el campamento deinvierno. Despus de recorrer muchoskilmetros rumbo a las lejanas cumbres,finalmente inici el ascenso. Mientrastrepaba mir hacia abajo y se quedpasmada ante la inmensidad delterritorio. Por un momento se sintidiminuta e insignificante, y volvi elrostro para no perder la confianza anteaquella visin.

    Sus ojos recorrieron la ladera ydivis un hueco que pareca una cueva,casi oculta por una espesura de sauces ypiceas torcidas. Nia Pjaro sonri ypens que poda ser su nuevo hogar.Tardara en alcanzarla, pero sera un

  • lugar ventajoso desde el cual podraavistar a cualquier animal o ser humanoque se acercara. Como todos loshabitantes del rtico, la chica saba serprudente en sus actos, pues los peligrosacechaban en todas partes.

    Trepando por la ladera, Nia Pjarodescubri que la abertura era menor delo que pareca. Penetr en el interior concautela y sus ojos se acostumbraron a lapenumbra. Reuni los escombros secosdel suelo, busc ramas de sauce yprendi un gran fuego para ver elinterior de la cueva. Era una cavernagrande. El suelo ola a humedad y lasnumerosas telaraas le hacan cosquillas

  • en la cara. Aquel escondite no se habautilizado desde haca tiempo y esosignificaba que por el momento era unlugar seguro. Los osos no hibernabantodava, pero ms adelante acasoreclamaran su guarida.

    En los das siguientes Nia Pjarose instal cmodamente. Hizo unamezcla de ramas de picea verde y dehierba seca, que haba recogido en loslagos cercanos, y la extendi en el suelopara eliminar el olor a moho con laintensa fragancia a menta. En medio delrefugio construy un hogar de piedras. Acontinuacin, dedic dos semanas arecoger lea para todo el invierno.

  • Nia Pjaro no dispona de msherramientas que sus armas y unos pocosutensilios. Para almacenar la comidanecesitara muchas cestas grandes decorteza de abedul. Normalmente, lacorteza y la raz de picea necesariaspara fabricar aquellos recipientes slose encontraban en primavera. En aquellaestacin la savia humedeca las fibras yablandaba la corteza, que se podadoblar y trabajar con facilidad. Ahoratodo estaba duro y rgido, a punto parasoportar el largo y fro invierno que seaproximaba. Nia Pjaro se las apacon las cortezas de abedul que pudoarrancar de los rboles, sujetndolas

  • con la fibra que haba trado.Fabric grandes cuencos y coloc en

    ellos las bayas y plantas comestiblesque quedaban del verano. Tambin cazpatos, conejos y garzas, y captur y seclos salmones que remontaban las frasaguas del ro.

    Nia Pjaro no perdi tiempopensando en su familia. Por el contrario,se concentr en el trabajo. Estaba allpara demostrar que poda sobrevivir yaquello era lo nico que importaba.Cuando llegase la nieve y el fro intensole obligara a permanecer largas horasdentro de la cueva, dispondra de tiemposuficiente para proyectar su futuro.

  • Pronto Nia Pjaro tuvo la cavernarepleta de comida. Tambin estabanllenos los escondrijos que habafabricado; unos recipientes de maderaen forma de jaula, escondidos en lo altode los rboles, donde los animales nopudieran alcanzarlos.

    Por fin lleg el momento de cazar suprimer carib. Los das eran antemplados a pesar de las noches fras yde los lagos helados; Nia Pjaro mirhacia las cumbres cubiertas de nieve ysupo que el invierno estaba prximo.Cuando cayeron las hojas, se puso enmarcha rumbo a las montaas que loshombres de su grupo haban descrito

  • como el lugar donde cazaban el carib.Recordando el entusiasmo de los

    hombres cuando hablaban y reancontando la cacera, Nia Pjaro vacilpor un momento. El grupo siempre sealegraba mucho despus de la caza, ytodos parecan pensar como un solohombre cuando festejaban con la carne.Esforzndose por vencer sus dudas,Nia Pjaro apart aquellospensamientos melanclicos de su mente.

    A medida que avanzaba se le ocurrique casi se haba convertido en unnaa'in. La chica recordaba las historiasde los ancianos acerca de aquelloshombres que deambulaban solitarios por

  • el territorio virgen. Ahora comprendaquines podan ser: personas que, comoella misma, no encajaban en un grupo yse vean obligados a marcharse. Amenudo eran expulsadas pordesobediencia o por negarse a trabajar.Cuando aquellos hombres abandonabana los suyos, ningn otro grupo losacoga. Personas as slo perturbaban laarmona de una tribu, y el desequilibriosupona una amenaza para lasupervivencia.

    As pues, los naa'in no tenan msrecurso que penetrar a hurtadillas en loscampamentos; hurtaban comida, a vecesrobaban mujeres y nios, o simplemente

  • espiaban a la gente escondidos tras losmatorrales para aliviar su devastadorasoledad. Finalmente los naa'in fueronconsiderados seres no vivientes, msespirituales que humanos. Si alguienvea uno, explicaba que se comportabacomo un fantasma.

    Nia Pjaro no deseaba convertirseen un naa'in. Intentara mantener elcontacto con su familia, pero por elmomento era preciso que recapacitaran

  • sobre su desaparicin. Cuandoreconocieran lo buena cazadora quehaba sido, tal vez entonces le dejaranregresar aceptando sus condiciones.

    El camino era largo; el da,agradable y claro. Nia Pjaro andaba abuen paso y al caer la noche se detuvo adescansar junto al ro que descendaveloz. Al da siguiente se levanttemprano. Continu ascendiendo por lasempinadas montaas; vea su aliento enel aire fro y oa cmo cruja la escarchabajo sus pies. Al llegar a la cima de unaladera, hizo una pausa para inspeccionarlas colinas que se hallaban debajo y lasescarpadas cumbres al frente. Pronto

  • aquellas montaas seran infranqueablespor la nieve.

    Recorri una meseta, confiando enque los caribes pastaran en algn lugarprximo. Haba escuchado historias deque haba tal cantidad de animales, queincluso un cazador inexperto podaabatir un par como mnimo, antes de quela manada saliese en estampida. Elcorazn le lata velozmente. Estabaconvencida de que cuando llegase elmomento, lograra una captura anmejor.

    De repente, siguiendo unaestribacin que descenda hacia unvalle, divis centenares de cari-bes.

  • Con respeto contempl a los animalesque pacan tranquilamente en medio deun murmullo de actividad. Nia Pjarono estaba preparada para semejanteescena. Su determinacin por cazaraquellos animales se esfum. Se senten el suelo, absorta ante el magnficoespectculo.

    Percibi entonces que algo se movapor encima de los animales. Fijando lavista divis a unos hombres que searrastraban hacia la manada. Avanzabancon sigilo, escondidos bajo pieles decarib que se confundan con el colorpardo de la hierba y de la tierra seca.

    Finalmente, los caribes

  • presintieron el olor de los cazadores yse movieron inquietos. Antes de quetuvieran la oportunidad de huir, loshombres se incorporaron y les arrojaronlas lanzas. Los animales arrancaron enuna rugiente estampida para salvar lavida.

    Nia Pjaro contempl maravilladael gran nmero de caribes que loshombres abatieron. Quines eranaquellos cazadores? Acaso era sugente? Emocionada al verlos cerca,comprendi cunto echaba de menos alos suyos, sobre todo a su familia.Despus de todo, quizs estabapreparada para aceptar sus reglas.

  • Mientras permaneca sentadacavilando, se percat de que alguien allabajo la haba descubierto. El hombreempez a correr hacia ella.

    Alarmada, not un escalofro en labase del cuello. Algo le llam laatencin. Desde aquella distancia nopoda estar segura, pero Nia Pjaropresenta que aqulla no era su gente.

    En vez de echar a correr, se quedmirando fijamente como en trance,intentando descifrar qu haba dediferente en la figura que se aproximaba.Quizs era la manera en que corra elhombre. No se mova como un amigoque acude a saludar, sino como un

  • predador que persigue a la presa.Cuando Nia Pjaro distingui la ropaextraa del hombre, que vesta unachaqueta de piel blanca y no la camisade piel de alce de los gwich'in,comprendi que poda tratarse de uno delos enemigos de su pueblo que habitabanal otro lado de las montaas.

    El corazn le lata desbocadomientras recordaba las numerosashistorias que haba escuchado sobre lasluchas entre los ch'eekwaii y losgwich'in por los territorios de caza. Losch'eekwaii, le haban dicho, mataban amuchas personas inocentes. Dejovencita, le asustaba un anciano de su

  • grupo por las cicatrices que tena.Capturado por los ch'eekwaii, le habanmutilado la cara para demostrar a losgwich'in qu les suceda a los intrusosque se aventuraban en su territorio.

    Como mujer adulta, Nia Pjaro ya.no prest ms atencin a aquellashistorias. Ahora, sentada ycompletamente paralizada, las leyendascobraron vida otra vez. Cuando percibiclaramente que el hombre era unextranjero, se levant de un brinco yhuy aterrada.

    En todos los aos en que se habaentrenado corriendo y saltando porencima de los troncos cados, nunca le

  • haban fallado las piernas, en cambioahora le flaqueaban. Pareca que elsuelo fuera su peor enemigo, y tropezabay caa una y otra vez. El susto leparalizaba el cuerpo y la mente.

    Sin mirar atrs, la chica tuvo laespantosa certeza de que el hombre leganaba terreno. Luchaba por respirar ycorra con todas sus fuerzas, pero oa lasfuertes pisadas del hombre que seaproximaba. Sin poder contenerse, sevolvi a mirarlo y tropez de nuevo. Elhombre se acerc con presteza.

    Nia Pjaro se qued clavada dehorror al ver su aspecto. Era alto y,cuanto ms se aproximaba, ms alto

  • pareca. Tena el rostro severo,adornado con un delgado hueso quesobresala de las comisuras del labioinferior. La muchacha se convenci deque no poda ser humano.

    Se levant y, dando media vuelta,ech a correr de nuevo, pero elch'eekwaii se abalanz con tanta fuerzaque cay sobre ella de golpe, dejndolasin aliento. A Nia Pjaro se le nubl lavista mientras se debata en busca deaire. Luchaba por soltarse, pero elhombre la sujetaba fuertemente con unamano. Clav la vista en ella y unaexpresin de crueldad le cruz el rostro.

    Los recuerdos del ch'eekwaii se

  • remontaban a mucho tiempo atrs; el altocazador an recordaba el da en que,siendo nio, haba tropezado conaquella gente por primera vez. Su padrey l estaban cazando caribes en lasestribaciones de la tundra cuandodivisaron a los intrusos. Temiendo quepudieran matarle, el padre escondi alchico tras un arbusto y le orden que nose moviera. Desde su escondite, elmuchacho vio cmo los gwich'inincursores golpeaban a su padre hastadarle muerte.

    No olvidara nunca aquel da. Denio haba aprendido a odiar a losenemigos tribales a travs de las

  • historias que haba escuchado sobre sucrueldad. El asesinato de su padretransform aquel odio en una realidad.

    Ahora tena a un gwich'in en susmanos. La muchacha seguadebatindose aunque se saba vencida, yl la despreci por su audacia. Cmo seatreva a pensar que poda derrotarlo!Le torci el brazo hasta que su presa seestremeci de dolor.

    Nia Pjaro percibi la sonrisamalvola del hombre. Se inclin unpoco y le mordi la mano hasta quebrot la sangre de su enemigo. Elhombre aull de dolor pero, antes deque Nia Pjaro pudiera saborear su

  • pequea victoria, su captor le propinun fuerte puetazo que le hizo perder elconocimiento.

  • D8

    La carrera por lasupervivencia

    urante todo aquel da Daagoocondujo al grupo por la pistaque los alejaba del campamento.

    Cuando protestaban porque no lesdejaba descansar, les recordaba que talvez los hombres ch'eekwaii losperseguan. Las mujeres seguan con

  • dificultad a Daagoo y lo interrogabanacerca de los hombres ausentes. l noresponda, pues no deseaba hablar opensar sobre lo sucedido. Se loexplicara ms tarde, cuando estuvierana salvo, no ahora.

    Lleg la noche y el grupo avanzabaen silencio en la oscuridad, slo se oael lloriqueo de algunos nios.Finalmente, Daagoo identific un lugarresguardado cercano al Yukon. Lesquedaban todava muchos kilmetrospor recorrer, pero necesitaban undescanso.

    Acamparemos aqu para pasar lanoche anunci.

  • Todos excepto Daagoo cayeronextenuados al suelo y se durmieron. lse oblig a permanecer despierto. Elrecuerdo de los hombres muertos estabademasiado fresco en su mente. Sepregunt dnde estaran los ch'eekwaii ysi habran encontrado el campamento.Sospecharan que el grupo haba huido?Estaran siguindoles de cerca? Si losch'eekwaii les daban alcance, tendranque luchar, pero aquel grupo de mujeres,nios y ancianos no tena la menoroportunidad frente a cinco fornidosch'eekwaii.

    Cuando se despertaron, Daagoo lesautoriz a comer un poco de carne de

  • alce seca con sebo. Tan pronto comohubieron terminado, les orden quereanudaran la marcha inmediatamente.Protestaron y exigieron una explicacin,pero Daagoo se limit a recordarles quelos ch'eekwaii podran darles alcancefcilmente si decidan bajar por el ro encanoas. El grupo no discuti las rdenesde Daagoo, quien ya no pareca unmuchacho despreocupado. De la noche ala maana se haba convertido en unhombre, desesperado y exigente.

    Aquel da Daagoo condujo a sugente hacia el ro Yukon, donde sedetuvieron para comer y descansar. Alanochecer del segundo da Daagoo

  • decidi que ya se haban alejado losuficiente de los ch'eekwaii y que losenemigos no los encontraran. Permitique el grupo acampara y se sent adescansar. Sin poder evitarlo, caydormido.

    Durmi toda la noche hasta bien entradala maana siguiente. Cuando despert, elsol otoal estaba alto en el cielo.Daagoo aspir el aire lmpido queempezaba a caldearse. Oy que alguiense mova cerca. Abri los ojos y sesobresalt al ver a muchas personassentadas en crculo a su alrededor.

  • Qu sucede? pregunt,

  • avergonzado porque le haban vistodormido.

    Su madre tom la palabra.Explcanos qu ha pasado

    exclam Shreen-yaa en voz baja perofirme.

    Daagoo comprendi que no podaocultarles la verdad por ms tiempo. Lasmujeres y nios, cuyos maridos y padresfaltaban, estaban sentados cerca de l ylo miraban implorantes esperando quedesmintiera sus peores temores.Comprendi que ya saban lo sucedido,pero necesitaban escuchar su relato paracerciorarse de que era cierto.

    Daagoo respir profundamente y

  • anunci:Los ch'eekwaii los han matado a

    todos.Las mujeres se echaron a llorar,

    algunas, ahogando los sollozos con lasmanos, se alejaron rpidamente para darrienda suelta a su dolor; otraspermanecieron sentadas y lloraronpblicamente. Daagoo mir a su madreen busca de apoyo y vio que laslgrimas surcaban sus mejillas.

    Tambin a l le caan lgrimas.Nunca haba contemplado tantadesesperacin. Los acontecimientos delos ltimos das lo abrumaron y no supocmo reaccionar ante aquella tristeza.

  • Cerr los ojos y dio media vuelta.Pasado un momento levant la vista

    hacia el cielo azul. Tras l haba elmayor dolor que jams haba conocido.No estaba preparado para aquello, noobstante su gente lo necesitaba. El era elnico cazador robusto que quedaba. Losotros cuatro hombres adultos del grupoeran muy viejos. Haba algunosmuchachos jvenes, pero no tenan latalla ni posean la fuerza necesaria paracorrer velozmente ni para matar unanimal grande y arrastrarlo un largotrecho.

    La responsabilidad de ser el lderdel grupo recaa en Daagoo, quien ya

  • perciba el peso de la responsabilidad.Cmo voy a ser su lder si apenas

    soy capaz de contener mi propiodolor?, se pregunt.

    Una mano se pos sobre su hombro.Se volvi y busc la mirada de sumadre.

    Hijo, no tengas miedo dijoShreenyaa.

    Daagoo, avergonzado, mir a sualrededor por si los dems lo habanodo. Era demasiado orgulloso paraadmitir que se senta desvalido.

    No tengo miedo, madre contest con voz tensa. Pero ella, leconoca bien; sonri y le dio una

  • palmada en el hombro.Daagoo respir hondo y se volvi

    hacia el grupo. Los cuatro ancianos y lamontonaron todas las bolsas deprovisiones que el grupo haba tradoconsigo en su huida del campamento.Acto seguido los hombres se detuvierony miraron a Daagoo. Comprendi que apartir de entonces siempre esperaran aque l tomara la iniciativa. Aquello eralo que significaba ser lder, supusoDaagoo.

    Se arrodill y abri las bolsas, unapor una. Disponan de seis hachas, diezcuchillos, unos cuantos paquetes decarne de alce y de salmn secos, algunas

  • madejas de fibra, seis pedazos grandesde cuero de alce sin curtir, cuatromantas de pieles, agujas y punzones, unpar de mocasines y un pedernal.

    Daagoo sacudi la cabeza atnito.En aquella poca del ao, su gruponormalmente tena acumuladas grandescantidades de pescado seco y de carneahumada de carib y de alce, con lasque se alimentaban durante el largo ymortfero invierno. Ahora, cuandofaltaba poco para la primera nevada,apenas tenan provisiones. Resultabademasiado arriesgado regresar alantiguo campamento para recuperar msenseres y comida. Adems,

  • probablemente los ch'eekwaii habranestado all; se habran llevado todo loaprovechable y quemado ei resto.

    Uno de los ancianos percibi laincertidumbre de Daagoo.

    No temas dijo en voz baja.Te ayudaremos durante el viaje. Noests solo.

    Daagoo no respondi. Se sentaperdido cuando tena que tratar con losdems; siempre haba sido un solitario.Entenda mejor la tierra y los animalesque a las personas. Ahora las mujeres ysus familias lo observaban, esperando.Daagoo no pudo evitar el resentimientoque le produca aquella sbita

  • dependencia.Esta ser mi situacin a partir de

    ahora murmur para s. No tendrtiempo para llorar mi propia prdida.Debo cumplir este cometido y guardarmis sentimientos para ms adelante.

    Para empezar, Daagoo explic a loschicos que se convertiran en cazadoresy posiblemente en guerreros, igual quelo haban sido sus padres y hermanosmuertos. Los muchachos lo miraban muyserios, asustados aunque decididos acumplir de la mejor forma.

    El invierno no tardar en llegar anunci Daagoo. Debemos trabajarduro para reponer todo lo que hemos

  • dejado atrs. Disponemos de muy pocotiempo para que aprendis lascostumbres de los animales, pero confoen que escuchasteis a vuestros padres yque sabris utilizar sus enseanzas.

    Mientras hablaba, Daagoo rememorel rostro de su padre. Cuntas veces lohaba amonestado con severidad paraarrancarlo de sus ensoaciones? Confrecuencia, cuando Ch'izhin Choointentaba ensearle algo, Daagoo selimitaba a asentir con la cabeza,fingiendo que escuchaba. Daagoo sepreguntaba ahora cunto sufrimientopagaran l y los dems por sudespreocupacin.

  • En los das siguientes el nuevocampamento bulla de actividad. Lasmujeres viejas arrancaron corteza secade los sauces, la trenzaron con tiras defibra y fabricaron cuencos para cocinary almacenar alimentos. Las jvenesrastrearon la zona para recolectar lasbayas, plantas comestibles yescaramujos que quedaban del verano.Hasta los nios ms pequeostrabajaron, recogiendo astillas y hongosde los rboles, que quemaban lentamentey mantenan los fuegos encendidosdurante el invierno.

    Mientras tanto los cuatro ancianostalaron piceas jvenes, cortaron la

  • madera en delgadas tablillas y lascurvaron para fabricar los soportes delas botas de nieve. Pusieron en remojoel cuero de alce sin curtir paraablandarlo, lo cortaron a tiras y lotrenzaron para confeccionar el calzado.Tambin utilizaron la madera de piceapara fabricar largas lanzas, arcos yflechas.

    En cuanto las armas estuvieronlistas, Daagoo ense a los muchachos atirar. Casi todos aprendan confacilidad, pues haban observado a suspadres y hermanos, y algunos incluso yapracticaban. No obstante carecan defuerza para lanzar flechas pesadas que

  • causaran un impacto real. Daagoo sabaque slo l podra matar animales degran tamao.

    Cuando consider que ya estabanpreparados, Daagoo decidi llevarlos acazar alces. Las mujeres haban tendidotrampas y capturado conejos y ardillas,y prepararon una buena comida para quela pequea banda de cazadores tuvierafuerzas durante el viaje.

    El grupo parti hacia las montaas,que Daagoo reconoci como las quehaba anhelado explorar. Condujo a losmuchachos en aquella direccin pero novieron animales, salvo algunas ardillas ydiversos pjaros.

  • Caminaron todo el da sin encontrarcaza alguna. Daagoo dio media vuelta yse percat de que los chicos lo seguan amucha distancia. Impaciente, les hizoseas para que se apresuraran. Leshaban enseado a no quejarse yobedecieron sus instrucciones comomejor pudieron. Finalmente, ya bienentrada la noche, Daagoo dio el alto.Los chicos, agradecidos, se echaron adescansar.

    Daagoo montaba la guardia mientraslos jvenes cazadores dorman. Alz lavista hacia las estrellas rutilantes y lainmensidad del cielo nocturno le hizosentirse insignificante. Esforzndose por

  • librarse de aquella sensacin, Daagoose puso a pensar en su madre. Estabapreocupado por ella y por las demsmujeres que haba dejado atrs. Qupasara si los ch'eekwaii los habanseguido hasta el Yukon? Y si al volveral campamento descubran que lasmujeres y los nios haban sidoasesinados?

    Por un momento Daagoo estuvotentado de despertar a los chicos yemprender el viaje de regreso, pero envez de ello se oblig a relajarse. Noeran ms que pensamientos absurdos.Los ch'eekwaii sin duda habanabandonado el territorio, pues el

  • invierno se aproximaba.Su mente deriv hasta la noche en

    que perdi a su padre.No debo llorar se dijo. Ahora

    no. Tal vez ms tarde. Sin embargo,recordaba cada detalle del da en que ly su padre haban cortado, codo concodo, carne de carib; y de la noche enque, sentado junto al ro, haba caviladocmo le dira a su padre que semarchaba. Casi le pareca ver lassombras que se escabullan en laoscuridad de aquella noche y escucharel grito agudo de muerte que jamsolvidara.

    De no haber sido por aquel alarido,

  • Daagoo hubiera muerto.Le debo la vida a aquel hombre,

    pens. Como no saba quin habagritado para prevenirle, estaba en deudacon todos. En compensacin tena quecuidar de sus familias. Antes dedormirse, Daagoo resolvi dejar de ladosus propios deseos y esforzarse porayudar a que el grupo sobreviviera, tal ycomo su padre le haba enseado.

    A pesar de su promesa de ser msresponsable, Daagoo durmi hasta tardepor la maana. Los muchachos vacilaronpues no se atrevan a despertarlo.Daagoo alz la vista hacia el sol ycomprob que estaba muy alto en el

  • cielo.Por qu no me habis despertado

    antes? exclam de mal humor.Sin darles tiempo a contestar, los

    apresur a iniciar la caza del da.Recordad que los animales salen

    cuando tienen hambre. A primera horade la maana vagan en busca de comiday agua. Hemos perdido quiz nuestraoportunidad, aunque de todas formasecharemos una ojeada. Los chicosasintieron mientras lo seguan ensilencio.

    Era un da extraordinariamentecaluroso y los cazadores se detuvieronmuchas veces a beber en los arroyos que

  • seguan. Al atardecer, cuando doblabanun recodo hacia un riachuelo, divisaronun alce de gran tamao.

    Con un ademn Daagoo indic a loschicos que no se movieran y, actoseguido, avanz sin hacer ruido por elborde del agua, oculto bajo los saucesque sobresalan de la orilla. Cuandoestuvo bastante cerca, coloc una flechaen el arco, tens la cuerda, apunt ydispar.

    Un sonido siseante llen el aire mientrasla flecha volaba hacia el blanco ygolpeaba con fuerza el costado del

  • animal. El alce se sorprendi. Se doblligeramente, pero cuando vio queDaagoo se aproximaba, cargando otraflecha, dio media vuelta y salicorriendo.

    Fue cobrando velocidad a grandeszancadas. Como Daagoo no deseaba queel animal herido escapase, aceler elpaso, tir y alcanz el cuarto trasero delalce. De nuevo la bestia se tambale,pero decidida a huir, recuper elequilibrio y sigui corriendo, vacilante.

  • Daagoo lanz ms flechas, que no dieronen el blanco. Se acerc ms y entoncesdispar su ltima flecha, que hiri alanimal en un rgano vital.

    El alce cay derribado. Antes de quepudiera levantarse, Daagoo se abalanzsobre l y, con el afilado cuchillo,seccion las gruesas venas delpescuezo. El animal moribundo dio unaviolenta sacudida que arroj a Daagooal suelo. Se alz de un salto, dispuesto adefenderse si el alce se levantaba denuevo, pero el animal no se movi.

    Los chicos se acercaron corriendo,impresionados por lo que su lderacababa de hacer. Daagoo no caba en s

  • de entusiasmo, pero lo disimul y,controlando sus emociones, les dioinstrucciones para despedazar el animal.

    Primero sacaron los intestinos ycortaron el cuello. A continuacinDaagoo lo despellej. Luego orden alos muchachos que cortasen las patasdelanteras y traseras.

    Aunque no estaban acostumbrados arealizar aquel trabajo, los jvenescazadores obedecieron: seccionaron laspatas y cortaron primero el pecho yluego la culata.

    Daagoo cavilaba sobre cmotransportaran toda aquella carne hastael campamento. Decidi secarla para

  • que pesara menos. Los cazadoreslevantaron un armazn de madera enforma de choza y lo cubrieron con ramasde sauce. Colgaron la carne troceada yencendieron fuego debajo, de maneraque el humo la secase.

    Al cabo de unos das, cuando lasangre de la carne se sec, Daagooenvi a dos chicos al campamento coninstrucciones de que volvieran con lascinco mujeres ms fuertes. Temiendoque los muchachos se perdieran dibujun mapa en el suelo y les indic lasseales que deban buscar y los arroyosa seguir.

    Todo eso forma parte de vuestro

  • entrenamiento les dijo, y los niosasintieron con solemnidad.

    A la noche siguiente llegaron lasmujeres. Cada una traa un cabo debabiche y gruesas tiras de cuero de alcesin curtir, para atarse la carne a laespalda. Daagoo distribuy los pedazospequeos, aunque pesados, entre loschicos y entreg las piezas grandes a lasmujeres. Escondi el resto de la carne,colgndola en lo alto de los rbolesdonde los lobos y dems predadores nopudieran alcanzarla. Aunque las rapacespequeas y los cuervos la picotearan,no causaran mucho dao.

    El camino de regreso fue largo y

  • difcil, pero ni las mujeres ni los chicosse quejaron. Comprendan que la carneque acarreaban significaba lasupervivencia del grupo. Cuandollegaron al campamento era ya nochecerrada, pero algunos estaban despiertospor si volvan los cazadores. Trasdescargar los bultos de carne, les dieronde comer pescado blanco y caldo.

    Daagoo y los muchachosdescansaron, pues al da siguientetendran que transportar ms carne.Fueron necesarios unos cuantos viajespara transportarla toda, pero a medidaque la carne llegaba el buen humor seextenda por el campamento. Aun as,

  • Daagoo segua preocupado. El grupotena escasas posibilidades desobrevivir al invierno.

    Record la cacera de caribes enque se produjo el ataque de losch'eekwaii. Por lo general, cuando elgrupo cazaba, unos cuantos hombresfuertes se quedaban para proteger a lasmujeres y los nios, pero en aquellaocasin todos los hombres salieron decaza porque queran traer tanta carnecomo fuera posible. Nadie habaconsiderado la posibilidad de que losch'eekwaii penetraran en su territorio.

    Daagoo se esforzaba en entender porqu haba sucedido aquello. Por qu

  • motivo los ch'eekwaii haban matado asu padre y a los dems hombres? Qudeseaban? El muchacho saba queambos pueblos se odiaban pero nocomprenda el poder destructivo deaquel sentimiento. Cualquiera que fuesela razn del ataque, Daagoo decidi quenunca ms dara por sentado laseguridad de su gente.

    Al poco tiempo, Daagoo y suscazadores abatieron otro alce. La carnede aquel animal era magra por el tiempotranscurrido desde la poca de celo,pero tenan que contentarse con lo queencontraban porque el invierno seacercaba a pasos agigantados.

  • El reducido grupo levant elcampamento de invierno cerca delinmenso Yukon. Construyeron pequeaschozas de madera y musgo junto a losmrgenes, y todos trabajaron sindescanso para recolectar lea y comida.

    Daagoo sala cada da en busca decaza mayor, pero tanto l como losjvenes cazadores slo encontraron losanimales pequeos que las mujeressolan atrapar: perdices blancas,conejos, ardillas, patos, ratasalmizcleras y castores. Las mujerestambin tendieron una trampa en unarroyo cercano y capturaron y secaronpescado blanco en abundancia.

  • Adems de comida, el gruponecesitaba ms ropa de abrigo. Lasmujeres utilizaron todo el cuero y laspieles que encontraron paraconfeccionar vestidos y mantas.Curtieron los pellejos de los dos alces yfabricaron mitones y suelas para lasbotas de piel. Mientras las mujerescurtan y cosan, Daagoo y los ancianosfabricaron ms herramientas y tallaronhachas y cuchillos de madera de picea yde hueso de alce.

    La tierra se cubri de escarcha y alpoco tiempo nev. Daagoo y los suyosestaban al fin resguardados en losrefugios. Los meses siguientes no

  • resultaron tan duros como se habafigurado al principio. El grupo subsistacon las provisiones almacenadas y,adems, atrapaba conejos en la nieve ypescaba con arpones a travs de losagujeros practicados en el ro helado.

    Daagoo se mantena ocupado eintentaba no pensar en su antiguo sueode partir en busca del sol.

    Por el contrario, a medida que elinvierno avanzaba, se sinti msoptimista sobre el futuro del grupo.Pronto los chicos seran hombres y lasmuchachas mujeres. Con el tiempo,naceran ms gwich'in y el grupocrecera otra vez. No obstante, aquel

  • pensamiento no le produca demasiadaalegra; Daagoo era consciente de queestaba ms atrapado que nunca enaquella forma de vida.

  • C9

    Capturada

    uando Nia Pjaro se despertestaba cabeza abajo. Ofuscadapor el dolor, comprendi que su

    captor la llevaba al hombro como sifuese un gran pedazo de carne de caribenvuelto en su propio pellejo. Tena lasmanos y los pies fuertemente atados yuna tira de piel le tapaba la boca. Sesinti asfixiada y atrapada. Por un

  • momento comprendi lo que debe desentir un animal cuando est a punto demorir.

    Los cazadores ch'eekwaiianduvieron un largo trecho ese da.Cuando se detuvieron, el hombre dejcaer a la chica sin ningn miramiento. Apesar de que su cuerpo golpe el suelocon fuerza, ella no permiti que su carareflejase el dolor. En cambio, mantuvolos ojos cerrados para que los hombresno supieran que estaba despierta.

    Los cazadores descansaronbrevemente y, poco despus, la chicanot que el hombre la levantaba sincontemplaciones del suelo. Los dems

  • hombres llevaban a la espalda mochilascargadas de carne y arrastraban grandespedazos enrollados en pieles de carib,con el pelaje hacia fuera para deslizadosmejor sobre el suelo endurecido. Lacarga era pesada, pero para esoshombres, criados en una tierra spera ysin rboles en la que la vida sedesarrollaba sobre el hielo y la nieve,no era un trabajo tan duro.

    Mientras Nia Pjaro era llevada atravs de las montaas, transcurri unda y luego otro. El cazador que la habacapturado, al que los dems ch'eekwaiillamaban Turak, no le dio la menoroportunidad de escapar. Cuan