Transeúntes 5: Quinceañeras

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N0. 4 [ 1 1 de Abril del 2012 ] quinceañeras Foto: TADA

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En este número especial de Transeúntes hacemos un recorrido por la fiesta de Quinceañeras del INJUVE.

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Foto: TADA

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Dirección:Ana Lilia Reyes

Diseño:Tania María E.PraxisYani Edición:Arturo AlanisJonathan VargasJorge JaramilloRodrigo González Ilustracion: Praxedis Fierro

Fotografías por:Angélica PérezCésar OlmosChavaDiana GonzálezDiana MendozaEneasFernando García BarrónJonasKarina PeñalozaKharina HernándezLilianaMariana FrancoMelissa LuceroOmar YoualliYasmin Duhart

Escrito : Isaac Chavarría Cárcamo,Claudia Ivette Rojo HernándezMayra Salinas, Emmanuel RomeroMariana MontielJavier Rubio VargasJosé Antonio Morales “Bax”Jéssica Campos MacíasRaúl Mota PedrozaJoel Cirpés Monzalvo “Joas”Jesús Islas Eréndira García VélezAdriana Hernández Nieto Jesús Omar García León

Video:Memorias Video

EDITORIAL

Edición: Quincenal ABRIL Año 012, Número 5Comentarios: http://www.facebook.com/MemoriasdetuCiudad

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De pasarelas, vestidos, zapatillas, peinados extravagantes que sólo se verán una o dos veces en la vida. Esto y más es la fiesta de quince años, que ya exis-tía, con sus detalles específicos, desde los tiempos prehispánicos; tiempos en los que los mayas y aztecas llevaban a cabo sus rituales de pubertad en los que las jovencitas recibían la entrada a la vida adulta y la aceptación de las responsabilidades que ella implica. Al cumplir 15 años, las jóvenes dejaban sus hogares y entraban a la escuela telpochcalli donde aprendían las tradiciones e historia de su cultura, además de recibir la preparación necesaria para el matrimonio. En cada época, los celebrantes le van aña-diendo o quitando elementos a la fiesta, según los valores y creencias dominantes. Posteriormente, con la llegada de los españoles, se añadió la misa para dar gracias, el agradecimiento se daba a Dios porque el matrimonio ya estaba cerca de consumarse.Ya en el siglo XIX, el emperador de México, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, introdujeron los valses y los vestidos tan glamorosos, inspirados en los bailes de Europa que realizaba la nobleza inglesa y la burguesía francesa, y las jóvenes celebradas eran presentadas, en la fiesta, ante la sociedad con el fin de que las conocieran y posteriormen-te contrajeran matrimonio. En esencia, puede decirse, las familias ofre-cían a las jóvenes casaderas a un posible novio, o más bien comprador, pocas veces con el consentimiento de las muchachas. El pago no es otra cosa que la dote ofrecida a la familia de la novia.Durante el Porfiriato se llevaban a cabo las “temporadas de baile” que organizaban las familias de clase alta, pero las familias que tenían las posibilidades económicas también las realizaban, y dentro del baile el padre era quién presentaba a la joven, ante la sociedad, y después venía la coreografía del vals, y la hija era acompañada por sus chambelanes, que generalmente simulaban la imagen de los cadetes de Austria (la influencia de Maximiliano y Carlota prevale-cía). Los chambelanes solían ser los chicos que deseaban salir con la quinceañera, y podían ser amigos o familiares cercanos a la joven.La celebración de Quinceaños es un acontecimiento cultural impor-tante para cada familia dentro de la comunidad Latina. Antes te-nía un fuerte simbolismo y ahora, lamentablemente, es más una competencia entre las familias y las celebradas. Por supuesto ya pasaron cientos de años, y el motivo por el cual se realiza ya no es para prepararla como madre y esposa, al perder ese objetivo, que era el principal de la celebración, ésta ya no puede ser igual, lo cual no es ni bueno ni malo, sólo es así. Cuando los españoles lle-garon a América, impusieron nuevas creencias y costumbres a los nativos, por lo tanto la mezcla es grande en cuanto a símbolos de esta celebración, como lo es el cristianismo, así que al menos uno de los significados permanece inmutable: la celebración de una señorita que entra en una nueva etapa de su vida, el cambio de la niñez a la adultez y, con el cambio, también llegan nuevas responsabilidades.

EDITORIAL

BAX

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ÍNDICE

QUINCEAÑERAS

Demasiado largo el camino

Fotovía

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Foto: Eneas

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Por: Joel Ciprés

Faltaban pocos minutos para las cuatro de la tarde, el calor era in-soportable y de repente… “chiquiti-bum a la bim bom ba, chiquitibum a la bim bom ba; a la bio a la bao a la bim bom ba, las del B, las del B, ra ra ra”, al fin salieron del palacio (Edificio de Gobierno) y se dirigían a la plancha del Zócalo para la se-sión de fotografías. Gritos y más porras hacían evidente toda esa euforia y alegría que rápidamente transmitieron a todos los especta-dores que pululaban por la plaza, algunos varios eran familiares de ellas, otros cuantos sólo miraban a las pequeñas mujercitas en sus lindos vestidos que las hacían lucir divinas.“Chicas volteen para allá, saluden a los fotógrafos”, las chicas y chicos que dirigían el evento trataban de calmar ligeramente los ánimos tan exaltados para ayudar a los fo-tógrafos.

“¡Ahhhhh! ¡Ahhhhh! ¡Brenda! ¡Bren-da!” Los gritos aumentaban, pues se abría un camino entre las quincea-ñeras que dejaba ver a una linda muñeca sonriente y emocionada a más no poder.

La gran sensación era Brenda, sin duda, pero también llegaría el mo-mento de los Chambelanes.Pasados unos minutos y después de muchos gritos, llegó el momen-to de partir hacia los autobuses para un recorrido, acompañado de sus respectivas fotografías con-memorativas, por el Monumento a la Revolución, el Ángel de la Inde-pendencia y, finalmente, el Audito-rio Nacional, donde se realizaría el cierre del evento con el Jefe de Go-bierno Marcelo Ebrard.

Ya en los autobuses turísticos, las emocionadas quinceañeras lucían sedientas, y las incomodidades de

los largos y voluminosos vestidos no fueron problema para que to-das ellas se acomodaran en los asientos y comenzara el buen des-madre.

Primera parada, Monumento a la Revolución. La gente recibió con gri-tos, saludos y silbidos a las lindas quinceañeras que, puedo asegurar-lo, dejaron enamorados a muchos.De nuevo al autobús, con destino al Ángel de la Independencia. Algunas quinceañeras acaloradas se ajus-tan algunos detalles, siempre cui-dando su imagen, otras prefieren ponerse más cómodas para seguir en el cotorreo.

Segunda parada, Ángel de la Inde-pendencia. Destino de muchas otras quinceañeras que para su mala fortuna nadie notó, ni siquiera por-que llegaban en sus autos yupis y lujosos.

La fotografía conmemorativa, el pe-queño desfile de Chambelanes, las porras de ánimo de ellos a ellas y viceversa.

Tercera y última parada, Auditorio Nacional. Chicas con arreglos flora-les esperaban a las quinceañeras para obsequiárselos y así tomar la última fotografía del recorrido. Y después, el magno evento en el Auditorio.

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Foto: yanireth

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Foto: Mariana

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Foto: yanireth

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Foto: fernando

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Foto: tania maria

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Foto: Angélica Pérez

La fiesta de XV años es todo un acontecimiento, no sólo para la festejada sino también para la fa-milia, pues es justamente la etapa de la vida que toda joven deja de ser una niña y se convierte en una mujer ante la sociedad… ¿Alguna

vez has escuchado algo parecido?Pues bien, ésta es la historia de una joven que aunque parezca algo extraño (para los adultos, sobre todo) no quería fiesta de XV años; ¿por qué? Porque en ese momento de su vida, al igual que para todos los jóvenes, estaba en una etapa de cambios y de reconocimiento de ella misma ante una sociedad que la clasificaba de adolescente.Todo empezó cuando cumplió los

quince años y en su casa comenza-ron las preguntas de cómo quería su fiesta, y ella dijo que no quería fiesta, que sólo quería estar ese día con sus amigos y con sus familia-res más queridos, entre ellos sus abuelos. Pese a que aceptaron, en secreto tenían sus planes…Pasó su cumpleaños y le hicieron su comida como en cualquier otro año, pero después de unos días, su abuela comenzó a decirle que te-

Por: Carmen Padilla Avalos

Una fiesta diferente

Foto: yas

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nía que dar gracias por haber cum-plido quince, porque es una etapa muy importante para toda mujer. Daniela María, que es la protagonis-ta de esta historia, no prestó aten-ción a estos comentarios, y siguió transcurriendo el tiempo. Pasando febrero del año siguiente, su abue-la habló con ella y le platicó que a ella no le festejaron sus quince años por portarse mal, y que le hu-biera gustado poder verla vestida de quinceañera, al mismo tiempo su abuelo le dijo que le hubiera gustado llevarla del brazo al altar de la iglesia para dar gracias por tan importante acontecimiento.Esto siguió así, hasta que un día la abuelita de Daniela María le pre-guntó si le podría hacer un favor muy grande. Daniela María siempre ha adorado a su abuela y no podría negarle nada, por lo que le dijo que si, después de la respuesta escuchó la petición de su abue, la cual era que le dejara festejarle sus quin-ce primaveras, ella no quería pero terminó por aceptar con la condi-ción de que no fuera nada osten-toso, sino más bien algo sencillo y en casa. Así comenzó todo aquello, primero sólo se haría una misa y la comida en su casa, después su abuela la convenció de bailar el vals con los tíos.Después el vestido, el pastel, los padrinos y todas esas cosas que hay para esta celebración, el día se

acercaba y pese a que a Daniela Ma-ría no le agradaba la idea del todo, estaba contenta por ver la cara de felicidad de su abuelita, un día an-tes de la fiesta arreglando los últi-mos detalles, su abuelo llegó y le dijo que tenía que ir a ensayar el vals en el salón, Daniela María se sorprendió y dijo: “¿Cómo que en el salón?” Su abuelo le explico que así de repente había conseguido uno para la fiesta y que era mejor que festejarlo en casa… ¿Se imaginan la sorpresa? Lo que comenzó como una simple fiesta se convirtió en todo un suceso.El día por fin llego y aunque Danie-la María no estaba como muy feliz por el evento decidió que lo pasa-ría lo mejor que pudiera, así que se levantó y al salir de su cuarto, la

escena que estaba ante ella le cau-só mucha gracia, todos corrían de un lado a otro arreglando los últi-mos detalles. Pasó entre su abue-la, su mamá, su abuelo y nadie se percató de que estaba ahí, así que se sentó a desayunar y observar lo que ocurría, pronto se dio cuenta de que la fiesta más que planearla para ella fue para su familia y se sintió feliz de ver cómo todos esta-ban tan entretenidos.La fiesta se llevó a cabo sin mayores complicaciones, la misa y después el salón, el vals y hasta la partida de pastel. Es curioso como a veces terminamos haciendo cosas que no queremos por darle gusto a las personas que queremos y termina-mos por disfrutar sólo por ver su felicidad.

Foto: Angélica Pérez

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Foto: KARINA

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Los 10 valses más populares encelebraciones de

XV años 1.- TIEMPO DE VALS2.-FLAUTA DE PAZ3.- EL LAGO DE LOS CISNES4.- EL DANUBIO AZUL5.- MARCHA TRIUNFAL «DE AIDA»6.- VALS DE LAS MARIPOSAS7.- SOBRE LAS OLAS 8.-VOCES DE PRIMAVERA9.- VALS DE LAS FLORES10.-SOBRE LAS OLAS

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La magia de los xv años

Foto: MelissaLucero

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¿Será acaso que el deseo de toda niña es convertirse en mujer a los quince años? O, ¿el impulso arre-batado de la familia por mostrar en sociedad a la nueva “mujercita”, es tal, que se exhibe en el barrio la majestuosidad de una nueva “virgen”? Es por eso que los quince años cobran tanta importancia en una sociedad presurosa por feste-jar a la “chiquilla” de la casa. Mos-trar la nueva “carne de cañón” al público del barrio, donde el festejo cobra más fuerza y es ahí donde se echa la casa por la ventana, no importa si comemos lo mismo du-rante toda la semana.

Este ritual majestuoso, donde los padrinos de la festejada bailan con la cumpleañera durante algunos minutos, mientras el padre da el discurso animoso de ver a su “flo-recita” crecer. Al mismo tiempo, las miradas que se cruzan en conjunto

con las sonrisas nerviosas de aque-llos hombrecitos (pagados o volun-tarios a fuerza), sus chambelanes, la ponen más que contenta. De sa-ber que será la afortunada, que en una sola noche ella será el foco de atención de la colonia en que vive o del salón o de cualquiera que sea el lugar en donde se lleva a cabo su fiesta. En donde invitados forma-les e informales acudirán al ritual del baile de las clásicas canciones de Tchaikovsky, Chayanne, Farruko y todos esos valses que se fusionan con las canciones actuales para terminar en una mezcolanza de ritmos, que tal vez la abuelita abo-rrezca porque eso no se bailaba en sus tiempos. Además de que dichas canciones son presentadas luego de haber preparado a lo largo de semanas en práctica, donde segu-ramente se convierta en un pretex-to para que el presunto novio de la señorita la visite sin que sus padres la vigilen. Así pues, el maestro de coreografías cumplirá su papel de Cupido y fungirá como el alcahuete de los enamoradizos.

Los quince años llenos de sonide-ros, cervezas, mirones, trifulcas (en ocasiones por mirar feo al otro), pequeñas que anhelan ser la quin-ceañera para lucir también ese vestido comprado por el esfuer-zo de una madre que visita varias tiendas en la Lagunilla y el Centro,

todo para mostrar que su hija aún sigue estando en casa y que sigue siendo la “pequeña” de papá. Hasta ese día, en que se presentará como la nueva mujer en que se está con-virtiendo.

Sin embargo, queda en boga la idea de las damiselas que se nie-gan a la fiesta y que sólo piden el dinero de lo que se iba a conver-tir en el magno evento del sábado por la noche. Pidiendo así, los aho-rros que se habían reservado des-de que tenía diez años, para irse con las amigas o darse el lujo de viajar sola e irse con las tías que viven en Cancún o en Acapulco, don-de de menos pasará los tres días reglamentarios de cualquier vaca-cionista mexicano, comprar aquel boleto del concierto de su cantante favorito o solamente una pequeña convivencia en familia es el deseo de algunas.

Otras más, tendrán que vivir con la ilusión de la mamá de ver a su pe-queña festejar los quince, que des-de que nace piensan en cómo será el vestido de la que se convertirá en niña-mujer en presencia de pro-pios y extraños. En un ritual que se mantiene en la memoria de quie-nes han asistido a la celebración y en donde la crítica se suelta al por mayor, luego de que el encanto se termina en compañía de sus padri-

Por: Eduardo Rivera

La magia de los xv años

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nos, un tanto alegrados por el con-sumo de algunos néctares, quienes han decidido sacar al poeta que lle-van dentro cuando se les pide pa-sar en medio para dar las últimas palabras a la que se ha convertido en señorita.Por último, la “damisela” sueña con

que esa noche no acabe. Ella es la dueña del momento; de sus quin-ce, la consentida del día. Que se ha manifestado ya como una nueva mujer que ha dejado atrás las mu-ñecas, que ahora tomará el ma-quillaje más en serio y las mira-das nerviosas con los demás chicos

se convertirán en el nuevo camino que habrá de recorrer. No sin que antes la mamá siga con la idea de que su pequeña cumpla los diecio-cho y el ritual se vuelva a repetir, sino es que antes un viaje por Es-paña se adelanta y la damisela se quede “embarcelona”.

Foto: CesarOlmos

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Foto: Tania Maria

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¡No sólo es

cuestión de

mujeres!

Por: Isaac Cármamo

Uno de los eventos sociales que aún se conserva y resguarda tras de la puerta de la tradición Mexicana es la esperada “Fiesta de quince años”, camino de sentimientos y emocio-nes, reflejo de sincretismos cultu-rales, copas que anuncian brindis, rutas de compadres y ritual de pre-sentación social.Mucho se ha cuestionado en cuanto al origen, el cual puede ser remon-tado al pasado prehispánico de Mesoamérica o a los elegantes bai-les de la sociedad noble inglesa y la burguesía francesa. De la misma manera se ha mantenido el ideal de que la celebración de los quince años es propia al género femenino, lo cual se ha ido modificando con el paso del tiempo al ser celebra-dos en los hombres, por lo que se adquiere un nuevo sentido.

Hay que recordar que en la socie-dad mexicana se celebra el décimo quinto aniversario a las personas pertenecientes al catolicismo, ya que la celebración está acompaña-da en la mayoría de sus ocasiones por una misa de agradecimiento a Dios, además de ser lugar en que se forjan relaciones de compadraz-go, finalmente se pasa a la fiesta de honor en donde se simboliza el paso de la niñez a la madurez, así como llevar a cabo la presentación en sociedad –en el caso de México a la presentación en familia.Ahora bien, concerniente a la tran-sición en cuanto al género, abor-daremos el caso de José Luis Gar-cía Caballero, un joven de 18 años residente de los alrededores de la

zona oriente de la Ciudad de México en la delegación Tláhuac, quien nos cuenta su experiencia; miembro de una familia arraigada a la tradi-ción mantienen viva la flama del festejo de los quince años, muestra de ello es que el 25 de agosto del 2009 se celebrara el décimo quinto aniversario de vida de Luis Caballe-ro.A “Wicho”–como él prefiere ser lla-mado– no le importó ser víctima de algunos chistes y burlas por parte de algunos de sus compañeros, ya que dentro de su pensamientos mantiene una idea clara de lo que significo sus quince años, lo cual sale a relucir en sus palabras: “es muy de hombre como de mujer los quince años, ya que el significado

Foto: yanireth

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Foto: Eneas

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“Mi zapatilla enredada en mi vestido azul, y a punto de caer en mi vals, enfrente de mis invitados”. Eso es lo que nuestra quin-ceañera, corrección: ex quinceañera Pau-lina Elizabeth recuerda de la fiesta de su décimo quinto cumpleaños.Paulina es mi entrevistada y nos contará cómo fue la fiesta de su cumpleaños, una fiesta modesta sin muchos invitados, pero a su vez una fiesta preciosa que cumplió con todos sus deseos, que la rodeó en esa tarde con sus seres más queridos y que dejó en sus memoria un gran recuerdo.Para dar inicio al día, se levantó temprano, arregló su cabello, su maquillaje, su ves-tido y todos sus accesorios, para cumplir con la máxima que afirma que las muje-res suelen ser muy vanidosas, y no podría ser esta vez la excepción. Cuando estuvo lista salió de su casa para dirigirse a la iglesia donde se llevaría a cabo la misa, para después continuar con la sesión de fotos para tener aún más presente en el futuro ese día.La fiesta se llevó a cabo en el patio de su casa, fue ahí donde a su llegada se co-menzó el servicio de banquete para los invitados, se realizó el emotivo brindis, co-rrespondiente a dicho festejo, causando el rodar de lágrimas de la quinceañera y sus padres. Continuando con la celebración, re-cibió un muñeco como último juguete, la

“Mi zapatilla enredada

en mi vestido azul”

Por: América Jazmín

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coronaron y le hicieron entrega de un ce-tro sus padrinos, esto es para representar que ella es la reina de la fiesta. Nuestra quinceañera continúo con el vals, que es uno de los momentos más esperado por los invitados, y que en muchas ocasiones es el de más tensión para las festejadas.Después de llevarse a cabo todo el pro-tocolo de los quince años, se abre la pis-ta y todos comienzan a bailar, en nuestro país, y sin duda en muchos otros, es de los momentos más alegres de las fiestas, es donde muchos se divierten bailando, y otros se divierten observando los bailes extravagantes de algún invitado.Mientras seguimos platicando, me retum-baba una pregunta, tomando como base la época en la que vivimos, donde muchas

de nuestras tradiciones ya no se realizan, donde existe un desapego con la iglesia (digo esto porque parte de la celebración de los quince años es comenzar con una misa) y donde a las adolescentes no les entusiasma ser parte de estos eventos sociales, cuyo principal objetivo es presen-tarlas ante la sociedad:¿Cuáles son las razones que las motivan a continuar con esta tradición? Veamos si la plática con mi entrevistada me ayuda a indagar un poco en la cuestión.Paulina me cuenta que no tenía muy cla-ro si quería fiesta o no, sabía que tenía el apoyo de sus padres, pero en ella no existía un deseo desenfrenado por una ce-lebración grande y pomposa.Fue hasta que ella al ir a las fiestas de sus

compañeras de la secundaria, pudo apre-ciar el ambiente que se vivía en la fiesta, la gente bailando, la convivencia de la fa-milia y amigos, eso fue lo que la animó a sí realizar una fiesta y poder compartir ese momento con sus seres queridos.Esto me hace creer entonces, que esta y otras celebraciones, son motivadas, por el deseo de pasar un rato ameno con la gen-te más cercana, desapegarse de los pro-blemas que las familias mexicanas tienen que padecer, y reforzar de cierta forma los lazos con la familia y amigos, todo al mis-mo tiempo.Paulina nos confiesa que fue un gran día para ella, y que para nada se arrepiente de haber celebrado sus quince primave-ras, como se dice populacheramente.

Foto: Liliana

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Desde hace ya mucho tiempo la celebración de los quince años se ha vuelto una tradición en casi todos los países de Latinoamérica. El objetivo primordial de esta cele-bración radica en presentar ante la sociedad a la niña, que se convierte en mujer. El hecho de que esta ce-lebración se haga precisamente al cumplir los quince años, obedece a que desde los inicios de esta tradi-ción, se consideraba que una mujer estaba madurando sexualmente y en proceso de pasar a la edad adul-ta, a la edad de 15.A diferencia de los hombres que comienzan a desarrollarse sexual-mente a la edad aproximada de 12 años, las mujeres lo hacen a partir de los 10 años aproximadamente. Es lógico pensar que a los 15 años una mujer este finalizando su etapa de

¿De niña a mujer, o

de mujer a niña?

Por: Eugenio

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desarrollo sexual, es decir, esta en condiciones de poder embarazar-se, físicamente la niña se convierte en mujer. En Estados Unidos y en muchos países de Europa, se consi-dera que las mujeres terminan su desarrollo sexual a la edad de 16-18 años, es a esta edad cuando se ce-lebra una fiesta o ceremonia a las mujeres para esa ocasión.La celebración de los quince años lleva más de un siglo de existen-cia en nuestro país, es posible que en esos tiempos las mujeres co-menzaran su despertar sexual a la edad de quince años. En pleno sigo XXI esta afirmación no tiene susten-to, las niñas y los niños comienzan su despertar sexual mucho antes, comienzan a interesarse y a invo-lucrarse desde edades más tem-pranas, con personas del otro sexo y en general con personas que lea atraen físicamente. Esto sólo nos indica que las hormonas encarga-das de los sistemas reproductivos comienzan a activarse a más tem-prana edad debido a ciertos cam-bios en la alimentación, en el clima, en las formas de vida, la cultura, etc. En los primeras décadas del si-glo pasado era muy común que las mujeres se embarazaran a tem-pranas edades como a los quince años, muy pronto comenzaban la vida adulta formaban una familia y tenían diez hijos, estas cuestiones obedecían más que a un temprano despertar sexual, a factores cultu-

rales, sociales y económicos.Lo que en la actualidad es preocu-pante es que este temprano des-pertar sexual de nuestros adoles-centes, se está combinando con una educación precaria o nula, poco interés en la cultura y las artes, mayor libertad de los adolescen-tes, inconsciencia, drogas, alcohol y reggaetón. Todo esto se esta tradu-ciendo cada ves más en embarazos de adolescentes que no rebasan los quince años, embarazos que en la mayoría de los casos son no de-seados, las parejas se encuentra en difícil situación económica por ser adolescentes, y no están prepara-dos, ni mentalmente, ni cultural-mente, ni psicológicamente, para cuidar y educar a un niño ni para convivir en pareja. Esto se traduce finalmente en niños mal criados, poco educados, con bastantes defi-ciencias (físicas y psicológicas) y en familias disfuncionales.En México las cifras de embarazos de adolescentes va en aumento, se-gún la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENDyN) del 2006, la tasa de embarazo de adolescentes en-tre 12 y 19 años fue de 79 por cada mil mujeres, para el 2010, esta cifra se había duplicado. Según el infor-me La Infancia Cuenta en México 2006, de la Red por los Derechos de la Infancia en México, en el año 2005 hubo 164 mil 108 adolescentes entre 15 y 17 años de edad con al menos un hijo. A nivel nacional, los esta-

dos que presentan mayor número de embarazos en adolescentes, son estados que presentan los mayores problemas en cuanto a pobreza, analfabetismo, mala educación y desempleo, como por ejemplo Chia-pas, Oaxaca y Coahuila. Los embara-zos adolescentes están claramente más vinculados con los problemas, carencias y desinformación de ca-rácter social y cultural que con el temprano despertar sexual de los adolescentes. Lógicamente en las zonas rurales donde se presentan mayores carencias en cuanto a edu-cación, cultura e información útil, es en donde se presentan mayores niveles de embarazos prematuros, aunado a esto en las zonas rura-les todavía predomina el machis-mo como una practica cultural que domina todos los ámbitos desde el económico hasta el personal.En la actualidad es común ver en la secundaria (cuando aproximada-mente se tiene de 12 a 15 años) niñas embarazadas. También es común ver niñas que festejan sus quince años embarazadas o ya con un hijo. Lo cierto es que antes de cumplir quince la mayoría de las niñas ya han tenido una relación sexual, o algún contacto sexual, o por lo me-nos han visto a sus amigas pasar por muchas de esas cosas. Quizá vale la pena preguntarse si la mu-jer se convierte en niña por un día para celebrar sus quince años, para luego volver a ser mujer.

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Rituales de XV años

Foto: Mariana

Por: Jéssica Campos

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Ahora despierta la mujer que en mí dormía y poco a poco se muere la niña… y así cómo dice la canción de Timbiriche, las “Quinceañeras” dejan la infancia en esta etapa de su vida para iniciar con otra. Para que esto suceda se tiene la creen-cia de que realizando ciertos ritua-les en la fiesta de la joven se podrá lograr ese cambio.Éstos, son escogidos por la cum-pleañera dependiendo qué tan có-moda se sentirá ella con ese ritual o, en algunos casos, se pueden in-ventar nuevos dependiendo de la personalidad y originalidad de la persona.Entre los más destacados están:Ritual de velas y flores: La quin-ceañera no está sola, puesto que la acompañan sus damas de ho-nor y su escolta. Las amigas de la quinceañera, ya sea que estén por cumplir los quince o ya los tengan pueden ser sus damas de honor, ellas deben de sostener una vela encendida.Por otro lado, la escolta de la quin-ceañera debe estar conformada por chicos que tengan una rosa cada uno. Usualmente se reparten en dos grupos de siete o de quince, sin embargo, eso es variable. Cuan-do la quinceañera ingrese donde todos estén reunidos, apagará una vela y recibirá una rosa.

Lo cual significa que ha termina-do su niñez y ha empezado su vida adulta convirtiéndose en «una de las rosas más dulces y hermosas del rosal.»Ritual del último juguete: Las niñas son las que usualmente juegan con muñecas, por lo tanto, sólo una niña puede poseer una.El ritual se basa en regalar una muñeca (casi siempre de porcela-na) a la joven en señal de que ya no está en edad de seguir con jue-gos y hacer de sus fantasías de niña una realidad. No es obligatorio que se regale una muñeca, también se pueden regalar peluches o pelotas, y en algunos países se acostumbra que la muchacha le regale su ju-guete preferido de la infancia a la infanta más joven de su familia.Para este ritual se necesita encon-trar una madrina de último jugue-te, lo más común es que sean niñas quienes tengan este papel.Ritual de cambio de zapatos: Las mujercitas no usan tacones altos sino zapatos chatos o de tacón cor-to.Ésta ritual consiste en hacer un cambio de zapatos en la ceremo-nia. La quinceañera entra con za-patos de tacón bajo quienes luego serán cambiados por uno de tacón alto. Usualmente, el padre de la Quinceañera ayuda a intercambiar ese símbolo de crecimiento.Ritual de la piñata: Es similar a la

idea que se pretende expresar con el último juguete. Se usa una pi-ñata para despedirse de su etapa infantil y entrar a una etapa ado-lescente.Ritual del anillo: Un objeto como este es algo que lleva un senti-miento de responsabilidad por ser algo valioso que cuidar. Normal-mente este elemento es regalado por los padrinos de la quinceañe-ra y significa las responsabilidades nuevas que tendrá que afrontar la joven a partir de ese día, y hasta el último de su vida.

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La Lagunilla y las quinceañeras

Foto: Eneas

Por: Omar García y Bety Fuentes

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Hay diversas formas de celebrar los XV años, así como distintos “orí-genes” para esta festividad, la gran mayoría lo acredita a una fiesta que se remonta muchas décadas en el pasado, cuya intención era presen-tar a una hija de familia para que la sociedad la conociera, desde lue-go esta presentación no sólo impli-caba una presentación en sociedad con la intención de que se conociera a la doncella, si no que el fondo se trataba de que dicha doncella pu-diera encontrar un “buen partido” y que éste aportara una gran dote a la familia (la dote no era otra cosa que dinero y/o cosas de valor en especie), con lo cual no sólo se compensaba el gasto derivado de la fiesta, sino que se aseguraba un patrimonio ideal para la manuten-ción del resto de la familia.Estas peculiaridades no podían pa-sar desapercibidas en un lugar tan mítico como famoso, el barrio de La Lagunilla, un barrio que desde épocas prehispánicas se ha carac-terizado por su intensa actividad comercial, aquí se vende desde un clavo hasta muebles de alta car-pintería y belleza singular. Pero sin duda algo que ha caracterizado al barrio es la venta de ropa especial para diversas festividades que van desde un traje de primera comu-nión, hasta para bodas, así como disfraces diversos, etc. pero lo que

más puede interesar a las per-sonas asiduas a este lugar es la originalidad de los vestidos de XV años que aquí se exhiben y venden a precios relativamente accesibles, “en comparación con otros lugares que lo único que te venden son las etiquetas”, esto en boca de uno de los locatarios de este mercado.La iniciativa de festejar a las quin-ceañeras capitalinas (desde el IN-JUVE) surge con la intención de integrar a jóvenes de menores re-cursos, quienes al verse impedidas por su condición económica para

tener una fiesta de este tipo, el GDF toma la decisión de crear un pro-grama dentro del INJUVE, pero no sólo el compromiso sería “hacer-les XV años” por hacerlos, si no que también implicaría otros progra-mas asistenciales en los cuales es-tas jóvenes, se pudieran canalizar en talleres culturales, deportivos, etc. y así poder integrarse a la so-ciedad de la mejor manera.A este esfuerzo deciden sumarse los locatarios del mercado de La La-gunilla, que siempre se han carac-terizado por solidarizarse con las

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causas altruistas, con la intención de ayudar a otros. Los locatarios de La Lagunilla se comprometen a donar vestidos a las festejadas, con esto gradualmente se han ido convirtiendo en los padrinos de las quinceañeras. Los padrinos nos cuentan:“Nosotros lo hacemos con el único fin de satisfacer una ilusión, sabe-mos de las carencias cotidianas que tenemos todos son muchas, enton-ces a veces no es posible hacerle una fiesta a una chica de 15 años por la sencilla razón de que no al-canza, entonces nosotros sabemos que es mínimo nuestro esfuerzo, pero si en algo podemos ayudar en eso cooperaremos, la verdad las ventas ya no son lo de antes, pero por un vestido menos o unos más no seremos ni más ricos ni más pobres.”“No hay ningún interés más que el de la satisfacción de haber podido ayudar a alguna chica que tiene la ilusión de los XV años, eso es única-mente nuestro interés.”“Lo que donamos es nuevo y regu-larmente es de línea, es decir, son vestidos que podrás ver en nues-tro aparadores, si regalamos algo, queremos que sea nuevo y de ac-tualidad.”

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Espejito, espejito

Foto: MelissaLucero

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dar gracias a Dios por ese momen-to. También, anhelaba ser escoltada por unos chambelanes con uniformes blancos de cadete, acompañándola en el vals y en los bailes modernos. Aunque todo estaba perfectamente bien planeado, no se pudo materia-lizar. Los sueños sólo se quedaron en la mente de Edith.Por otra parte, Alexa comenta para Memorias de tu Ciudad que un año antes de esa fiesta tan anhelada sus padres iniciaron con el ahorro para el salón, las invitaciones, recuerdos, ves-tuarios, pastel, chambelanes y demás preparativos que creyeron necesarias para llevar a cabo la fiesta de su úni-ca hija. No podía faltar la preparación física y emocional que le ofreció su academia de baile para que al mo-mento de presentar las rutinas dan-císticas, saliera todo a la perfección.Edith nos platica: “Un detalle que re-cuerdo (que) hice ese día fue, al des-pertar, darle gracias a Dios por otro año más de vida, puesto que hay per-sonas que no llegan a esta edad”. De una manera sencilla, humilde y muy honesta, nos compartió que por pro-blemas económicos la fiesta no se realizó como ella la había soñado, sin embargo, ese día su mamá y su her-mana le tenían preparada una sor-presa…El día llegó, comenta Alexa con un im-presionante brillo en los ojos. Los pa-dres iniciaron ese día tan especial de su hija con “Las mañanitas”, y después de un desayuno ligero con la familia más cercana, Alexa se dirigió al salón de belleza, donde le hicieron su peina-

Espejito, espejito

La fiesta de XV años es un momen-to en la vida de estas señoritas que cumplen sueños únicos e irrepetibles. Simplemente, para muchas de ellas es el momento mas anhelado: es el momento que cualquier jovencita de-sea tener.Precisamente, este artículo presenta el testimonio de dos mujeres, quienes ya hace cinco años vivieron sus gran-diosos quince años. Y aunque se lleva-ron a cabo en contextos diferentes, la sensación de felicidad que vivió cada una fue la misma.Alexa y Edith son dos chicas que en la actualidad cuentan con veinte años de edad. En estos momentos cursan la educación superior y sueñan con ser importantes pedagogas que puedan transformar la educación del país. Y a pesar de estar en una edad adulta, no olvidan la promesa que le hicieron a la vida de tomar con mucha cautela esa frágil y difícil transición de niña a mujer.Edith nos platicó que fue una niña muy alegre y que ya estando cerca de sus 15, soñaba con un vestido color azul, muy largo y que brillara mucho, como si tuviera luces, reluciéndolo en el altar de una hermosa iglesia don-de se llevaría a cabo una misa para

do y demás arreglos personales. Una vez lista, se llevó a cabo la sesión de fotos y al finalizar ésta, volvió a casa para afinar los detalles restantes. ¡Le esperaba una gran noche en su fiesta de XV años!En una cena familiar, en mi casa y con los amigos mas cercanos, comenta Edith, se llevó a cabo mi fiesta de XV años. A pesar de que su mamá hizo la invitación a un grupo considerable de amigos de su hija, sólo cinco de ellos pudieron compartir ese momento tan increíble con Edith. Todo fue im-provisado, dijo, o por lo menos eso me hicieron creer. Sus amigos bailaron con ella un vals, para que no faltara ese momento tan importante, y al fi-nal, el hermoso pastel, digno de una princesa. Durante esa noche y parte de la madrugada, hubo muchas risas, anécdotas, cuentos, canciones, bailes y por supuesto, regalos…“Eras niña de largos silencios y ya me querías bien, tu mirada buscaba la mía jugabas a ser mujer”. Con esta canción interpretada por Julio Igle-sias, titulada “De niña a mujer” fue como se recibió a Alexa en el salón de fiestas después de una misa os-tentosa. Como invitados había ami-gos, familiares y en general personas con quienes Alexa había compartido parte de su vida desde pequeña. No podía faltar el vals y los bailes mo-dernos para amenizar la fiesta donde en todo momento Alexa fue el punto de atracción, junto con su escolta de seis chambelanes. Baile, comida, di-versión y felicidad, es el resumen de este evento.

Por: Raúl Mota

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Foto: Gerardo Sinencio

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Foto: fernando

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…Y aquí me ves ence-rrada, dejando claro que sólo mi cuerpo es sometido porque mi mente está liberada…

Tonalidades vivas tiñen los XV años, se escucha por doquier la alga-rabía característica de cuando se halla en vísperas del gran evento, la festejada con sonrisa en rostro irradiando felicidad, los padres ex-ternan la emoción de celebrar a su preciada hija, el vaivén que envuel-ve al instante no se deja esperar… éste no es mi caso, no por ello dejo de ser quinceañera.El momento ha llegado, el maqui-llaje que se halla en mi rostro re-define de manera favorable rasgos que poseía y quizás había olvidado, puedo presenciarlo durante un par

Color tras las

rejasPor: Mayra Salinas

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de minutos que se me permite el espejo, me noto diferente, aunque tal vez el antifaz que debo portar sea el indicado para ocultar esa ci-catriz. Mi cabello deja de ser atado a una simple liga y algunos rizos se hacen presentes, el peinado es casi perfecto, quizás requiere un par de pasadores más para ser fi-jado, pero ya han sido contados los que están a mi cargo; requiero un ajuste en mi vestido y no es pre-cisamente mamá quien está pre-sente para remendar la bastilla, casi todo está listo, los globos y los adornos disimulan por un momen-to las particularidades del lugar.La ceremonia comienza, qué gusto ver a seres queridos acompañán-dome en esta peculiar celebración, no son todos los que quisiera estu-vieran pero disfruto de ellos, qué ganas de correr y abrazarles, pero por medidas de seguridad por el momento no es consentido, sus gestos me refieren alegría al pre-senciarme tal como el animador del festejo lo pronuncia, engalana-da como toda una princesa. Es hora del vals y me permito danzar con mi hermano, quien hoy en día re-presenta la figura paterna en casa, es raro, cuando con él no llegaba ni a cruzar palabra más allá de algo banal, hoy me acompaña en un festejo que aunque pareciera de lo más común no lo es, esto es simplemente distinto.

Comparto los alimentos con mi fa-milia, todo parece estar bien hasta que llega el fin y pasan a retirar-se sin mí... El vestido quizá no fue de mi elección pero se amoldó a mi cuerpo, no fueron permitidos los accesorios pero bastó con ese tatuaje para ataviarme reflejando

parte de mí, el bullicio tuvo que sa-ciar para dar cabida a tal celebra-ción, los apretados tiempos de mi madre no le permitieron ser par-tícipe de la organización, mi sonri-sa definitivamente disfraza triste-za, son mis XV años pero el matiz asienta opacidad.

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MIGUEL A. GEORGE

TaniaMaría Soy fotógrafa para capturar el momento cotidiano, lo que de tan presente se ha vuelto invisible. Mis fotos quieren recordarle a las personas que no hay momentos burdos ni gloriosos, sólo hay mo-mentos.

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Arturo AlanisEsta serie plantea una exploración visual del espacio retratado, abs-tracciones momentáneas, momentos en su tiempo y su espacio, mo-mentos ordinarios. Pequeños y casi imperceptibles lapsos de tiempo en los que los elementos de cada escena están ahí, en una aparente equilibrada convivencia. Un momento como cualquier otro, mismos que al ser abstraídos, se muestran armónicos, todo parece estar en su lu-gar. Circunstancias aisladas que se desarrollan en su espacio, ninguna parece tocarse. Esta serie muestra la cotidianidad en los Skateparks del D.F. mismos que pueden ser escenario de grandes eventos, o sim-plemente el lugar en los que algunos patinan Usualmente. En ambas situaciones, estos momentos que exploro simplemente pasan, son un factor en constante repetición, una cotidianidad que se torna armónica (sic).

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taniamaría

MIGUEL A. GEORGE

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