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U na vez consumada la conquista de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, inició el proceso de fundación de la capital de la Nueva España. Los símbolos de la autoridad española se establecieron con la instala- ción del Ayuntamiento, la Catedral y la Plaza Mayor. En 1524 se ini- ció la repartición de solares que darían forma a la ciudad a partir de lo que se conoció como “la traza”, obra del alarife Alonso García Bravo. Parte funda- mental del desarrollo urbano fue el fomento del comercio, de ahí que se comenzara a otorgar predios destinados a la venta de mercaderías que abastecerían a la población. De acuerdo con las Ordenanzas de Felipe II de 1573, se estableció como una prioridad edificar “tiendas y casas para tratantes”. 1 Los lugares donde se desarrollarían estas acti- vidades tuvieron, en primer lugar, un tipo de arquitectura doméstica que combinó el uso habitacional con el comercial, dando origen a las “accesorias de taza y plato” que se caracterizaban por ser casas con accesorias hacia la calle. También se encontraban las plazas públicas, cuyo modelo fue la Plaza Mayor, 2 donde se hacía presente gente de todas las calidades. 3 Por último, los portales de comercio, 4 como fue el de mercade- res, donde se concentraron tres tipos de vendedores: los de tiendas, puestos y cajones. BOLETÍN DE MONUMENTOS HISTÓRICOS | TERCERA ÉPOCA, NÚM. 9, ENERO-ABRIL 2007 GABRIELA SÁNCHEZ REYES* 2 | Tiendas, puestos y cajones en el portal de mercaderes de la ciudad de México * Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, INAH. 1 María del Carmen Cázares, La Plaza Mayor de la ciudad de México en la vida cotidiana de sus habitantes (Siglos XVI al XVII), México, Instituto de Estudios y Documentos Históricos (Estudios, 5), 1982, p. 76. 2 La Plaza Mayor quedó integrada al norte, con la catedral, al sur las casas de cabildo y el mercado de las flores (que pertenecían al mayorazgo de los Guerrero), al poniente el palacio virreinal y al oriente las ca- sas viejas de Cortés. 3 El término de “calidad” define la forma en que eran valoradas las personas en la Nueva España de acuer- do con su situación familiar, posición económica y reconocimiento social, y no por la clasificación de cas- tas, puesto que nunca existió una separación real entre éstas. 4 Véase Luis Francisco Villaseñor Báez, La arquitectura del comercio en la ciudad de México. Descripción e his- toria, México, Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, 1982.

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Una vez consumada la conquista de Tenochtitlán el 13 de agosto de1521, inició el proceso de fundación de la capital de la Nueva España.Los símbolos de la autoridad española se establecieron con la instala-ción del Ayuntamiento, la Catedral y la Plaza Mayor. En 1524 se ini-ció la repartición de solares que darían forma a la ciudad a partir de

lo que se conoció como “la traza”, obra del alarife Alonso García Bravo. Parte funda-mental del desarrollo urbano fue el fomento del comercio, de ahí que se comenzara aotorgar predios destinados a la venta de mercaderías que abastecerían a la población.De acuerdo con las Ordenanzas de Felipe II de 1573, se estableció como una prioridadedificar “tiendas y casas para tratantes”.1 Los lugares donde se desarrollarían estas acti-vidades tuvieron, en primer lugar, un tipo de arquitectura doméstica que combinó eluso habitacional con el comercial, dando origen a las “accesorias de taza y plato” quese caracterizaban por ser casas con accesorias hacia la calle. También se encontrabanlas plazas públicas, cuyo modelo fue la Plaza Mayor,2 donde se hacía presente gentede todas las calidades.3 Por último, los portales de comercio,4 como fue el de mercade-res, donde se concentraron tres tipos de vendedores: los de tiendas, puestos y cajones.

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GABRIELA SÁNCHEZ REYES*

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Tiendas, puestos y cajones en el portal de mercaderes

de la ciudad de México

* Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, INAH.1 María del Carmen Cázares, La Plaza Mayor de la ciudad de México en la vida cotidiana de sus habitantes(Siglos XVI al XVII), México, Instituto de Estudios y Documentos Históricos (Estudios, 5), 1982, p. 76.2 La Plaza Mayor quedó integrada al norte, con la catedral, al sur las casas de cabildo y el mercado de lasflores (que pertenecían al mayorazgo de los Guerrero), al poniente el palacio virreinal y al oriente las ca-sas viejas de Cortés.3 El término de “calidad” define la forma en que eran valoradas las personas en la Nueva España de acuer-do con su situación familiar, posición económica y reconocimiento social, y no por la clasificación de cas-tas, puesto que nunca existió una separación real entre éstas.4 Véase Luis Francisco Villaseñor Báez, La arquitectura del comercio en la ciudad de México. Descripción e his-toria, México, Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, 1982.

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Esta actividad comercial hizo patente el enfren-tamiento entre los comerciantes establecidos ylos ambulantes que se asentaron en los portales,situación que finalizó al ser retirados estos últi-mos en 1953.

El desarrollo comercial de los portales demercaderes, al parecer se mantuvo de maneraconstante y consistió principalmente en el sub-arrendamiento de las tiendas donde se vendíandistintos tipos de géneros relacionados con lamercería o productos de lujo, como los relojes. Sibien siempre se habla de este edificio como unaestructura homogénea, la distintas tiendas per-tenecían a varios dueños. Tal fue el caso de losmayorazgos5 de los condes de Calimaya y el de

Figueroa que agregaron dicho sitio a sus bienespara vivir de las rentas que les producían susarrendamientos. La esquina sur de los portales,hacia la calle de la Acequia,6 formaba parte delas propiedades del convento de los agustinosde México, que de igual manera alquilaban a loscomerciantes.7 La historia de este espacio esejemplo de un modelo mercantil en la ciudad deMéxico, en el que estaban involucrados diferen-

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5 La fundación de un mayorazgo consistía en el derecho desuceder al primogénito ciertos bienes para que se conser-varan perpetuamente en la familia.6 Calles hoy conocidas como 5 de febrero y 16 de septiembre.7 Esta propiedad corresponde a lo que actualmente es elHotel de la Ciudad de México y que antes fue el CentroMercantil.

Figura 1. Anónimo, La Plaza Mayor de la ciudad de México. Siglo XVIII, Museo Nacional de Historia, Conaculta/INAH.

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tes miembros de la sociedad con un objetivo: latransacción de sus productos.

Plazas y portales de comercio

Un lugar de reunión de la capital de la NuevaEspaña fue, sin duda, la Plaza Mayor por ser elespacio público más importante dedicado a lavendimia. El Ayuntamiento de la ciudad arren-daba esta área a los comerciantes ambulantescuyos puestos se caracterizaban por la utiliza-ción del techado de tejamanil. Los productos quese exponían eran el reflejo del intercambio de lasflotas provenientes de Europa, Oriente y delcomercio interno de la Nueva España. Habíauna gran variedad de objetos, ya que se podíanadquirir alhajas, vajillas, indumentaria, dulces,refrescos, pinturas, esculturas, libros, armas,aves exóticas, juguetes, es decir, todo lo necesa-rio tanto para la alimentación y el vestir comopara la diversión o la oración.8

El comercio de la Plaza Mayor contaba, ade-más, con otra estructura: el edificio de El Parián,que se localizaba hacia el sur, frente al Ayunta-miento. El Parián fue reedificado en 1696, ya queel anterior se destruyó después del gran incendioprovocado por el tumulto de 1692 que arruinó losantiguos cajones de madera.9 Ése se caracterizaba

por contar con tiendas exteriores y un patio cen-tral que albergaba más puestos.10 La intensa acti-vidad comercial estuvo protegida por el Real Tri-bunal del Consulado, órgano que congregaba a loscomerciantes. Durante el gobierno del virrey deRevillagigedo, hacia 1789, el aspecto de la PlazaMayor se modificó, ya que quitaron los puestoscon el objetivo de que adquiriera un mejor aspec-to para la colocación, el 9 de diciembre de 1796,de la estatua ecuestre del rey Carlos IV que con-memoraba su proclamación.11 Al ser despejada,los vendedores fueron trasladados a otros espa-cios abiertos, como la Plaza de Loreto, la Paja y lasVizcaínas.12

Vendimia entre cajones y alacenas: el portal de mercaderes

La edificación de los portales de mercaderes, quese extendía desde las calles de Plateros y Tlapale-ros, hoy Madero y 16 de septiembre, obedeció ala disposición del Cabildo de la ciudad, con fechadel 15 de abril de 1524, de desembarazar elcomercio que se realizaba en la Plaza Mayor. Poresta razón, los vecinos de la ciudad con solaresen ese sitio, podrían

tomar cada uno veinte y un pies demás de sussolares de la dicha plaza para que en ellos puedan

8 Juan Manuel de San Vicente, “Exacta descripción de lamagnífica corte mexicana, cabeza del Nuevo Mundo, signifi-cada por sus esenciales partes, para el bastante conocimien-to de su grandeza”, en La ciudad de México en el siglo XVIII

(1690-1789), introducción de Antonio Rubial, México, Cona-culta, 1990, pp. 171-174. Existen testimonios que señalan elaspecto que tenía, tal es el caso de las pinturas de Arellano,titulada “La vista de la plaza mayor de México en la noche-buena”, de 1720, y la “Vista de la plaza mayor”, de Cristóbalde Villalpando hacia 1695, donde claramente se aprecia eldesorden que imperaba en la plaza, así como la variedad deproductos y el gentío que se hacían presentes.9 Las narraciones que acerca de este evento realizaronAntonio de Robles y Carlos de Sigüenza no mencionan si se

vieron afectados los portales por el tumulto. Cabe pensarque quizá perjudicó a los almaceneros, quienes se encon-traban bajo las arcadas y que los cajoneros lograron prote-gerse por ser locales cerrados. Esta construcción emblemá-tica de la Plaza Mayor fue destruida durante el motín de laAcordada, el 4 de diciembre de 1828.10 Francisco Sedano, Noticias de México (Crónicas de los siglosXVI al XVII), México, (METROpolitana, 35), 1974, pp. 35-36.11 El aspecto que tenía se puede apreciar en el grabado Laplaza mayor en 1796, que dibujó Rafael Ximeno y que grabóJosé Joaquín Fabregat.12 Francisco Sedano, op. cit., pp. 42-48.

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hacer portales en ellos y no para otra cosas algunay alzar sobre ellos si quisieren y que lo edifiquenluego son perjuicio.13

En 1529 se otorgó un solar a Rodrigo de Albor-noz, en 1539 a Rodrigo Castañeda y en 1552 a loscondes de Santiago, que arrendarían sus propie-dades a pequeños comerciantes.14

En 1546 había ya negocios en la planta baja ysus dueños ocupaban la alta para sus habitacio-nes. Con el tiempo estos espacios comercialesserían subarrendados por talleres de sastres, cal-ceteros, espaderos, barberías o despachos de es-cribientes. En 1554, de acuerdo con la descripciónde Francisco Cervantes de Salazar, los portalesestaban destinados a los mercaderes. Según elautor, ésos no sólo servían a la ciudad por su usocomercial, ya que permitían resguardarse del soly de las lluvias a los vendedores, sino que embe-llecían y enriquecían la vista de la plaza.15

Poco se sabe acerca de la construcción del por-tal de mercaderes durante el siglo XVII. Sin embar-go, el viajero dominico Thomas Gage, quien visi-

tó la ciudad de México en 1622, sólo mencionaque dentro de la plaza

Uno de sus lados corre en forma de pórtico o dearcadas, bajo las cuales se puede andar en tiempode lluvia, sin mojarse. Ocupando las tiendas de losmercaderes de sedas, y telas que presentan los sur-tidos más variados, y delante de sus tiendas haypuestos de mujeres con toda especie de frutas yyerbas.16

Este espacio porticado se caracterizó por con-tar con otro tipo de vendimia que consistía en colo-car mesillas dentro del corredor para vender fruta,dulces, juguetes y figuras de cera. Los portales eranentonces un verdadero río de mercancías diversasy, sobre todo, el punto de reunión de los comer-ciantes y un numeroso público. Esta nutridaafluencia provocó el deterioro de la construcción.A partir de los documentos se infiere que no eracostumbre, entre los propietarios, realizar repara-ciones al edificio y sí, por el contrario, éste seacondicionaba según las necesidades tanto para eluso de las tiendas interiores como para albergar alos comerciantes ubicados entre las arcadas. Conel tiempo, esto tuvo como consecuencia que setomara la decisión de derribar la antigua estruc-tura; por ello se celebró una reunión en la casadel Cabildo con los dueños de las fincas, donde seacordó demolerlas.17 En 1751 se tiene noticia deque al menos ya se habían desalojado los “cajon-cillos o mesillas” del portal para reubicarlos haciael de los agustinos, por lo que se vieron obligadosa solicitarles que les arrendaran un sitio.18

Cabe señalar que la realización de estas obrasrequirió del levantamiento de un plano para su re-

Figura 2. Portal de mercaderes, Fototeca de la CNMH-INAH, 0094-058.

13 Ibidem, p. 89.14 Roberto Olavarría, “México en el tiempo. Fisonomía deuna ciudad”, México, Excélsior, 1945-1946, vol. 1.15 Francisco Cervantes de Salazar, México en 1554 y túmuloimperial, México, Porrúa (“Sepan Cuantos...”, 25), 1991, p. 45.

16 Thomas Gage, Nuevo reconocimiento de las Indias Occiden-tales, México, Conaculta (Mirada Viajera), 1994, p. 144.17 Archivo Histórico del Distrito Federal, Portales, vol. 3692,exp. 8, f. 1. (En adelante AHDF.)18 Ibidem, exp. 7, f.1.

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edificación, a cargo del arquitecto José EduardoHerrera.19 Éste presentó una querella contra losdueños de las casas del portal, exigiendo que se leliquidara el adeudo de 200 pesos por haberlo he-cho antes de la demolición y el que serviría parahacer el avalúo de las casas. Por su declaración, esposible saber que los propietarios eran “notoria-mente pobres”, por lo que se vieron obligados arematar sus propiedades a Manuel de Hoz y La-rea.20 A pesar de que el plano aludido no se conser-vó, Herrera hizo una sucinta descripción del esta-do en que se encontraba la construcción dondehabía “varios recodos que forman las casas de quese compone introduciéndose unas entre otras asíen los bajos como en los aires”;21 es decir, se trata-ba de una construcción muy irregular que respon-día más a las necesidades comerciales que al noblearte de la arquitectura. El constructor encargadode continuar el proyecto fue Bernardo Alemán, elcual inició en 1752 y concluyó en junio de 1754.22

En 1753, estaban muy avanzadas las obras, conexcepción de las últimas cinco casas23 que llega-ban a la esquina de san Francisco, para evitar “la

fealdad [...] [y para que se procurara] la igualdady perfección”, es decir, se requería remodelar-las.24 Esta esquina, hoy Monte de Piedad y 5 demayo, era nombrada como “el portal del santoEcce Homo”,25 y pertenecía al mayorazgo deÁlvaro de Figueroa, que residía en Jerez de laFrontera. Ese año, José Calvo Rendón, su admi-nistrador, argumentó que no se contaba con eldinero para tales obras, e hizo especial hincapiéen que la construcción estaba firme y que éstasapenas tenían 32 años de haberse reedificado.26

Si bien se reconstruyó el edificio, los usos ycostumbres entre los vendedores de los portalespoco habían de cambiar con el tiempo, ya que eluso comercial se mantuvo aun después de lasobras. El cronista Juan de Viera realizó, en 1777,una peculiar descripción acerca de esta situa-ción. Allí observó que en el portal de mercade-res destacaba la presencia de tres tipos de nego-cios: las tiendas, los puestos y los cajones.Respecto a los productos, éste contaba con

[…] diversidad de vendimias lo constituyen tan re-comendable a la curiosidad que no se sacia de pasarpor él el más curioso dos y tres veces, sólo por regis-trar, hecho lince, tanta particularidad como se dejaver en este Teatro de Maravillas y aún las personasde mayor carácter y graduación lo tienen por lonja desu mayor recreo y diversión. Allí se ven las tiendasllenas de brocados, sedas. Encajarías, puntas de oro yplata, abanicos, lienterías, rengues de plata y oro,sedas. Paños, lustrinas, terciopelos, etc. allí, entretienda y tienda, unos cajones, formados como unascuriosas papeleras cubiertas de vidrieras, depositanen sí un abreviado conjuntote primores y cu-riosidades: qué de relojes, ternos y pedrerías, quéde miniaturas y juguetes de marfil, de cera, de talla,y muchos de plata, qué especiería de convexos,

19 José Eduardo Herrera fue obrero mayor del Santo Oficio yfirmó las ordenanzas en 1736 del gremio de arquitectos juntocon Pedro de Arrieta y Miguel Custodio Durán, entre otros.Realizó también las tribunas voladas del coro de la catedral deMéxico, junto con el escultor Domingo de Arrieta. Martha Fer-nández, Arquitectura y gobierno virreinal. Los maestros mayoresde la ciudad de México. Siglo XVII, México, UNAM, 1985, p. 31.Manuel Toussaint, Arte colonial en México, México, UNAM,1990, pp. 148, 180.20 AHDF, Portales, vol, 3692, exp. 7, fs. 1-2. Manuel de Hoz yLarea, o Larrea, fue juez de balanza de la Casa de Moneda,lo cual explicaría el origen de su capital para adquirir lapropiedad.21 Ibidem, f. 3. El plano del que hizo varios borradores, selevantó con las formas y medidas que tenía cada casa con elfin de evitar confusiones.22 Guillermo Tovar y de Teresa, “La ciudad de los palacios:crónica de un patrimonio perdido”, México, Vuelta, 1990, p.42. Jesús Galindo y Villa, “Rincones de Historia metropolita-na. La plaza mayor de México. IV”, en Boletín Oficial del Con-sejo Superior del Gobierno del Distrito Federal, t. XVIII, núm.22, viernes 15 de marzo de 1912, p. 340.23 AHDF, Portales, vol. 3692, exp. 11, f. 1.

24 Ibidem, exp. 10, f. 1.25 Archivo General de la Nación (AGN), Vínculos y mayoraz-gos, vol. 243, exp. 1, f. 14v.26 Ibidem, f. 3.

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lentes, y microscopios, qué de láminas enmarcadasde ébano y plata, qué de cajas de tabaco, qué decristales de todas calidades, qué piezas de loza delJapón y China, qué utensilios así de plata como demetal y china y al fin, qué todo compuesto de tandiversas curiosas partes.27

Entre sus observaciones, no deja de llamar laatención la reiterada presencia del otro tipo decomercio que se practicaba bajo las arcadas, yaque si se volvía

[…] la cara al pie de las pilastras que forman losarcos, del Portal, no es menos divertido, particulary curioso el número de cajoncillos de toda especiede juguetería, barro, yeso, madera, estaño, cobre ylatón, marfil y hueso; figuras de santos, de ánge-les, de hombres, de animales, de aves y en los quesirven de mostrador innumerables dulces cubier-tos, pasteles y conservas que están brindando almás goloso apetito, y a más de éstos bosques debizcochos, de biscotelas [sic], mamones y otro in-finito número de regaladas masas, y en el ámbitode pilar a pilar, frutas las más sensibles y regala-das, que abundando esta tierra en ellas, se dejanver allí las más escogidas y particulares, vendién-dose mayor precios y estimación que las queabundan ralas esquinas de la ciudad, y para que nofalte particularidad alguna que lo haga deleitable,

están colgadas un número crecido de jaulas decuantos pájaro tiene nuestra América, ya cenzon-tles, ya jilguerillos, ya calandrias, pardos, suchíto-toles [sic], canario, cardenales, azulejos, que todoel día, con sonoros trinos dan música a los habi-tantes y traficantes de este Portal.28

Las imágenes del Ecce Homoy la Inmaculada del portal de mercaderes

En el portal de mercaderes existía, además de unintenso comercio, un espacio consagrado a un parde imágenes religiosas, de las que poco se sabe.El cronista Antonio de Viera habla de la existen-cia de una pintura de la Inmaculada Concepciónsituada al salir del portal, el cual tenía un nichobajo de un cristal con pocos adornos. Sin embar-go, la imagen principal era una pintura de unEcce Homo que se encontraba en un nicho enmedio del portal

[…] bajo de un cristal en su marco de plata maciza,en cuya presencia arden todos los días muchasluces y está sobre una repisa que hace sotabancode altar de un fingido jaspe y adornado de diversi-dad de ramilletes o candeleros, así de plata comode metal y varios faroles donde arden luces denoche y día […]29

Pero, ¿de dónde procedía la tradición de estadevoción en un recinto comercial? La historia esnarrada gracias a un litigio iniciado acerca de lacustodia de la imagen y las alhajas que le perte-necían.30 De acuerdo con los testimonios, el co-

27 Juan de Viera, “Breve compensiosa narración de la ciudadde México, corte y cabeza de toda la América Septentrio-nal”, en La ciudad de México en el siglo XVIII (1690-1789),Agustín de Vetancurt, Juan Manuel de San Vicente, Juan de Vie-ra, prólogo y bibliografía de Antonio Rubial, México, Cona-culta, 1990, p. 196.

28 Ibidem, pp. 196-197.29 Ibidem, p. 197.30 AGN, Clero regular y secular, vol. 143, exp. 2. ff. 122-137,1787. Hechos a pedimento de doña Ana Josefa Garfias, con-tra sus hermanas doña Tomasa y doña Juana, sobreimpedirles el uso y ciudado de las alhajas pertenecientes ala imagen del santo Ecce homo, que se venera en el portal delos mercaderes.

Figura 3. Anónimo, La Plaza Mayor de la ciudad de México. Siglo XVIII,detalle del altar del Ecce Homo del portal de mercaderes, Museo Nacionalde Historia, Conaculta/INAH.

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merciante Javier Garfias la recibió en donaciónde un señor, cuyo nombren no recuerdan, quefalleció en el Hospital de San Juan de Dios. Éstafue heredada a su hijo Ignacio Garfias, que eradueño de un cajón del portal;31 él, a su vez, laheredó a su esposa Manuela Antonia Jiménez, yella a sus hijas Juana Gertrudis, Manuela y a lareligiosa María Dolores Tomasa, del convento deJesús María. Las alhajas mencionadas, que élmismo había dispuesto con su dinero, eran, en-tre otras cosas, 12 blandones de plata, 2 tiboresde plata con sus tapas, 4 ramilletes de plata, unpabellón de damasco blanco en tres piezas consu cordón y armazón de fierro,32 que eran alqui-lados por don Ignacio para su manutención.33

Para el pago de la cera se juntaba limosna en unaalcancía que se llenaba gracias a la gente quepasaba por el portal.34 Para mejorar las condicio-nes en que se presentaba la imagen, su esposavendió un frontal a una religiosa del convento deJesús María para comprar una vidriera y un “re-pisón” de piedra para ambas imágenes.35

En 1787, ya fallecido Ignacio Garfias, sus here-deras reclamaron el derecho de continuar con elalquiler de las llamadas alhajas. Sin embargo, enese momento la pintura la custodiaba José Vi-cente González, quien tuvo la idea de que se reto-cara, debido a que el lienzo “estaba muy antiguo[y] se ajustó con uno de los más diestros profeso-res del arte en 45 pesos y 4 reales por otro nuevomucho más hermoso y perfecto”.36 Las hermanasGarfias argumentaban que no sólo se había reti-rado la imagen original, sino que su cualidad tau-

matúrgica no se podía remplazar, además de que“Los comerciantes en manera alguna quierenque exista la imagen puesta, sino la antigua, aun-que sea vieja y rota”, situación que afectó porquela gente daba menos limosna para la cera. En sudefensa, José Vicente declaró que el lienzo aúnlo conservaba el pintor para cotejar la copia.También declaró que él no había obtenido nin-gún beneficio como las hermanas, puesto que él“organiza[ba] las fiestas con coros de música yorquesta, dos acólitos que inciensen, [y] la ilumi-nación del altar. Hay también sermones en cua-resma y los domingos por un carmelita”. El desti-no que ambas imágenes tuvieron se ignora, peroeste episodio de la imagen del Ecce Homo y laInmaculada de los portales recuerdan la religiosi-dad de la época en espacios públicos.

El comercio en las arcadas

El papel social que desempeñaban estas arcadasde uso comercial no sólo se limitaba a las activi-dades diurnas, puesto que de noche

[…] cerradas las tiendas y cajones, e iluminado defaroles de vidrio, concurren innumerables gentes apasearlo, pues entonces más que de día son infini-tas las vendimias y comestibles que para el recreoy gusto allí se venden, mirándose en las puertas delas cerradas tiendas y cajones, la multitud de seño-ras, que unas disfrazas y otras a cara descubierta, vana gozar del tráfago y delicias que hasta después delas nueve de la noche ofrece aquel delicioso país.37

A partir de 1785 se presentó una iniciativa delCabildo de la ciudad para eliminar la presenciade quienes vendían en los arcos, ya que se recibíanquejas de “los cajoneros” —dueños de tiendas—porque entorpecían sus ventas. �Esto llevó al al-

31 Ibidem, f. 128.32 Ibidem, f. 123.33 Ibidem, f. 129.34 Ibidem, f. 128v.35 Ibidem, f. 126v.36 Ibidem, f. 133v. Lamentablemente no indica el nombredel pintor, a pesar de que incluso refiere que conservaba elrecibo de pago de éste y que estaba dispuesto a mostrar. 37 Ibidem, p. 97.

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calde ordinario ordenar su expulsión, lo que de-sencadenó una serie de quejas por los afectados.Tal fue el caso de María Antonia Vilchis, que ven-día “en unos puestecitos bizcochos y fruta”, por locual pagaba dos pesos mensuales al dueño delcajón.38 Ella argumentaba que

Las pobres puesteras del Portal de los Mercaderes[...] Decimos que de inmemorial tiempo a el pre-sente han estado en uso y posesión así nuestrosantepasados como nosotras de tener mesas dentrodel mismo portal en que ponemos juguetes, bizco-chos y dulces para su fácil venta.39

Como parte de las investigaciones que se des-prendieron de esta disputa, se cuenta con un in-forme de la Junta de Policía que hizo una brevedescripción de la forma en que se insertaba estetipo de comercio ambulante dentro de los porta-les. Un caso concreto eran las “alacenas”, queeran arrendadas a pequeños comerciantes y

[…] que están formadas contra los pilares que sos-tienen dicho portal para tener y guardar en ellas yen los cajones o bancos de sus pues los juguetes,dulces y bizcochos que vendemos y para ellos po-nemos en algunas mesas […]40

que impedían el paso y la venta a los transeún-tes. La principal observación que se realizó era

acerca del peligro en que se encontraban porestar

[…] muy expuesto a un incendio porque entre lasmismas mesas y maderas hacen lumbre y formancocinas y todo el día hay fuego ardiendo que almenor descuido, puede ser causa de irremedia-ble pérdida por los muchos caudales que allí se en-cierran.41

El informe no pudo evitar hacer mención dela presencia de las moscas a causa de la ventade comida que, además de desagradables a la vis-ta, manchaban las mercancías.42 Este tipo de ven-ta de las llamadas “alacenas” se apropiaba de lasentrepuertas, pilares y arcos del portal.43

El enfrentamiento entre los dueños de lastiendas cobró mayor fuerza en 1811, año en quese quejaron de “los puestos, vendimias y alace-nas”, ya que desde 1785 no habían podido lograrsu retiro.44 Los dueños de los cajones eran el con-vento de la Concepción, el vínculo de BartoloRuiz Morales, el de Baltasar Rodríguez, AntonioOlartef y del mayorazgo de María Figueroa.45 Enese momento las alacenas poblaban

[…] principalmente las segunda parte del Portalque [era] desde el Santo Ecce Homo hasta el arco delnorte que hace su salida para la Plaza y se hallansituadas diecisiete en el macizo de los Pilares y do-ce en el de los cajones.46

Un testimonio más detallado respecto a la ma-nera en que eran aprovechados los arcos la rea-liza Francisco Javier Benítez, escribano de poli-cía, donde observó que

38 AHDF, Portales, vol. 3692, exp. 15, f. 1.39 Ibidem, f. 2.40 Ibidem, f. 15.

41 Ibidem, f. 3.42 Ibidem, f. 18v.43 Ibidem, f. 20.44 Ibidem, exp. 28, f. 1.45 Ibidem ff. 15v-17.46 Ibidem, f. 12.

Figura 4. Anónimo, La Plaza Mayor de la ciudad de México. Siglo XVIII,detalle del altar de la Inmaculada Concepción del portal de mercaderes,Museo Nacional de Historia, Conaculta/INAH.

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[…] hallé estar repartida en veintinueve arcos in-clusos los dos de entrada y salida por los rumbos desur y norte quedando los veintisiete tirados en línearecta con vista al oriente. Hice igualmente medirlatitud del portal entre la pared de los cajones y lasuperficie interior de los pilares, como también porseparado el grueso de estos. Resultó que de Pilar aPared hay seis varas dos pulgadas cuyas dos canti-dades hacen el ancho total de seis varas. Al mismotiempo se midió el claro del arco que se halló sersu latitud cuatro varas y una ochava cuyasdimensiones se consideró útil calificar y asentarseaquí por la conducencia y conexión que tiene paraformar idea de los que continuaré explicando. Engeneral las alacenas de los pilares fuera su recintoen sus lados, y al frente mesitas y otros recipientescon vendimias y juguetes de que resultaestrecharse el paso así de los claros de los arcocomo del centro del portal, que es por donde lagente circula.47

Continúa el informe diciendo que

[…] es lo general de las Alacenas de este lado, deque se exceptúan tres, que están reducidas a surecinto en la parte de Portal del Santo Ecce Homopara el Arquillo del Norte. Las alacenas de en-frente están las mas reducidas a su recinto a ex-cepción de las que tiene dulces que estas aunquepor los lados, no sobresalen sus vendimias pero sipor el frente. En dicho rumbo del sur, viniendo delSanto Ecce Homo, se veden vendimias de juguetesetc. de uno y otro lado en gradas, mesas y otrosrecipientes como igualmente tendidas en el suelo,a más de los puestos de Fruta. De todo lo expuestoresulta necesariamente el estrecharse el paso delPortal y el de los Arcos pues solos dos se ven re-gularmente libres, y en los demás hay algunos quesolo deja cosa de una vara para paso lo que muchomas en los días festivos en la parte que ocupa lasFruteras.

Esta situación debió de mantenerse con el pa-so de los años, y sólo queda observar el cambio de

los productos que se ponían a la venta. Ejemplode ello es la presencia de las alacenas y puestos delibros que dieron un nuevo aspecto al sitio. Sesabe que en 1832 se encontraban las librerías deRecio y Luvián y la de Hipólito Seguín. Hacia1842 se estableció una de las librerías de Maria-no Galván Rivera. Ahí se podía encontrar elpuesto La Gaceta, que vendía las suscripcionesdel Semanario Económico. En 1812, el Diario deMéxico anunciaba que se podían suscribir a esediario y al periódico El Pensador Mexicano en elcajón que ahí tenía Domingo Antonio de Llanos.También se encontraban a la venta los billetes delotería de Francisco Quintanilla.48 Esta tradiciónde libreros se mantuvo hasta ya entrado el siglo XX.En 1920 se multó a José Eduardo Castro por care-cer de licencia su pequeña imprenta, la que es-taba en la alacena de la esquina y bajo el portalde mercaderes (arco número 1 o 27), frente a lacantina.49

Acerca de la arquitectura, se sabe que en 1824se mandaron blanquear las vigas del techo, las pa-

47 Ibidem, fs. 17v-18.

48 Juana Zahar Vergara, Historia de las librerías de la ciudad deMéxico, una evocación, México, UNAM-CUIB, 1995, pp. 35-46.49 AHDF, Infracciones de imprenta, vol, 2384, exp. 1.

Figura 5. Portal de mercaderes (esquina con la calle de Plateros), Fototecade la CNMH-INAH, 0094-058. Obsérvense las alacenas dispuestas entre lasarcadas.

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redes y los arcos, así como las puertas de todos loscajones, incluso las que eran de hojalata, mientrasque los zaguanes se pintarían de color perla alóleo.50 Hacia 1888 se transformó su aspecto al serintroducido el uso de los aparadores en lugar delas alacenas.51 En ese mismo año, los vecinos ypropietarios del portal de mercaderes solicitaronque se construyera, con piedra artificial, el pavi-mento de dicho portal en la parte interior,comprometiéndose a contribuir para la obra algu-nos de los dueños52 (véase el cuadro 1).

Casi al finalizar el siglo XIX, aún persistían losproblemas entre los dos tipos de comerciantes.

Por un lado los dueños de tiendas y, por el otro,estaban las “alacenas chicas y vendedores ambu-lantes” que afectaban a los primeros a causa de laaglomeración que provocaban, así como por losrobos.

Antonio García Cubas, en su El libro de mis re-cuerdos, hace una descripción de estos portaleshacia el año de 1852. De acuerdo con su relato,a la derecha se encontraban los puestos de losdulceros, que

[…] por las noches, colocan sus mesillas ante lascerradas puertas de las sombrererías, ramo princi-pal del comercio en este lugar durante el día, y pornuestra izquierda, las alacenas de juguetes paraniños cerradas también de noche, las cuales [...]están adheridas a las pilastras de la arquería. Enlos resaltos de las alacenas descansan algunos in-dividuos, soñolientos unos y muy despiertos otros

50 AHDF, Portales, vol. 3692, exp. 34, f. 1.51 Ibidem, exp. 51, f. 1.52 Para conocer los giros comerciales que existían en 1883,se puede consultar el “Plano del perímetro central, Direc-torio comercial de la ciudad de México”, Julio Popper.

Cuadro 1. Relación de los propietarios de los establecimientos situados en el portal de mercaderes, con excepción de los que están

de acuerdo con cooperar. 1888.Número de Denominación de los Nombres de los Son o nocada casa establecimientos propietarios conformes

1 “La Ciudad de México” S. Tellez y Cía. Firmó1 “La Fragata”. Tienda Celada y Hermanos Firmaron1 “Café del Cazador” Mincte [?] No firmó1 “Al Sombrero Nacional” Hernández Hermanos No firmaron1 “El Castor”. Sombrerería Francisco Dallet y Cía. No firmaron2 Sombrerería de Gerardo Warshholtz y Cía. Firmaron3 Sombrerería de Zöllej y Hnos. Firmaron4 “El Sombrero Colorado” de Th. Pellotres y Cía Firmaron5 Sombrerería de “El Conejo” Lamdovhez y Medina Suc. Firmaron6 Sastrería de Franc y Cía. Firmaron6 Cantina de Louis Buisson Firmaron7 “Sombrerería Mexicano” M. Márquez Firmaron7 Galonería de Antonio Carbajal Firmaron8 “La Jalapeña”. Cristal averoado Regal Lubert y Cía. Firmaron8 “Las Variedades”, Cajón de M. Lions No firmó

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sosteniendo los últimos animada plática sobre lospalpitantes asuntos de la política.53

Su reseña también se detiene a describir elaspecto que tenía el portal de los agustinos,el cual

Ante las dos pilastras del arco, que en la cortadaesquina sirve de unión a las dos arquerías, se le-vantan las alacenas de libros, de don Antonio ydon Cristóbal de la Torre, quienes a pesar de susexiguos establecimientos y de tener al frente, enlas esquina interior de ambos portales, la gran li-brería de Rosa Y Bouret, hacen muy buen negocio.El portal de los agustinos ofrece el mismos aspec-to del anterior y sólo te llaman las atención lascovachas en que se encuentran expendios perma-nentes de dulces, covachas que tienen sus techosinclinados, a causa de estar formados por los se-gundos tramos de las escaleras que conducen a lasviviendas del segundo y tercer piso. Como estascasas carecen de patios dichas escaleras arrancana cortísima distancia de los zaguanes. En la media-nía del portal, cuyos arcos ha perdido sus justasproporciones, por sucesivos hundimientos de laspilastras y por la elevación el suelo, descubrimosel largo Callejón de Bilbao, y en el mismo portal,bajo el arco frontero a la entrada de dicha calle-juela, dos mesas cubiertas con grandes manteles,y sobre éstos, platos y varias fuentes con ensaladade lechuga, grandes rábanos escamados y carnesfrías, y al pasar frente de ellas se nos invita a ce-nar, diciéndonos: aquí hay fiambre donoso.54

El aspecto de la esquina sur, que pertenecía alos portales de los agustinos, se vio modificadacuando el Ayuntamiento decretó su demoliciónen 1897, debido a que mostraba graves desnive-les y que se caracterizaba por su esquina en pancoupé. La obras se realizaron en 1898 y en ese si-tio se construyó el edificio del Centro Mercan-

til,55 que pasaría a ser sede del Hotel de la Ciu-dad de México en 1968.

Los primeros años del siglo XX verían poco apoco los cambios sustanciales en el antiguo as-pecto de los edificios que rodean a la Plaza Ma-yor. En el año de 1900 había puestos de impren-ta, dulces, neverías y aguas frescas que cubríanlos aparadores construidos en las columnas.56 El27 de septiembre de ese año, ocurrió un incen-dio en el almacén de ropa llamado La Va-lenciana, situada en los números 3 y 4 del por-tal de las flores. Esto llevó a que los dueños sedirigieran al Ayuntamiento, solicitando sureconstrucción y la elevación del nivel de losarcos. El proyecto fue revisado por la ComisiónMunicipal de Embellecimiento y, en 1901, elarquitecto Nicolás Mariscal57 presentó dos pro-

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53 Antonio García Cubas, El libro de mis recuerdos, México,Imprenta de Antonio García Cubas y sucesores, 1904, p. 155.54 Idem.

55 Jesús Galindo y Villa, op. cit., pp. 340-341.56 AHDF, Portales, vol. 3692, exp. 76, f. 1.57 Hermano del también arquitecto Federico Mariscal, quepretendía desarrollar una arquitectura nacionalista y que enel año de 1900 publicó un ensayo titulado “El desarrollo dela arquitectura en México”, que sirvió como manifiestoteórico sobre el quehacer arquitectónico nacional, toman-do como fundamento la arquitectura colonial. Véase Mar-tha Olivares Correa, Primer director de la escuela de arquitec-tura del siglo XX. A propósito de la vida y obra de AntonioRivas Mercado, México, Instituto Politécnico Nacional, 1996,pp. 79-80.

Figura 6. Portal de los agustinos, Antonio García Cubas, El libro de mis recuer-dos, México, Imprenta de Antonio García Cubas y sucesores, 1904, p. 155.

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yectos, y uno de ellos fue seleccionado. Lo ante-rior provocó que los regidores Guillermo deLanda y Escandón, Guillermo Heredia y JesúsGalindo y Villa58 presentaran algunas propues-tas para embellecer la Plaza Mayor con el estilo“colonial español”.59

Después del triunfo revolucionario, el país ini-ció un nuevo proceso cultural en el que se retomóel pasado colonial como modelo. Estos paráme-tros estilísticos, aplicados en la naciente arquitec-tura mexicana, formaban parte del movimientocultural por el que atravesaba México, sustentadoen el grupo de artistas e ideólogos preocupadospor el rescate de aquella época con un sentidonacionalista, que fueron encabezados por JoséVasconcelos, durante el gobierno de Álvaro Obre-gón y el Maximato. En el caso de la arquitectura,esto se manifestó en lo que sería el primer estilomoderno mexicano: el neocolonial. Por ello se re-tomaría esencialmente el estilo decorativo de lasfachadas de los edificios virreinales por medio deluso de azulejo, tezontle, cantera, chiluca, hierroforjado para la balconería, uso de arcos y colum-nas. Si bien esta tendencia se había empezado afraguar desde el Porfiriato, se ha detectado un se-gundo momento a partir de 1914. Ejemplo de elloes la construcción del primer conjunto de oficinasy comercios con ese estilo, el edificio Sotres yDosal del arquitecto Federico Mariscal, entre 1916y 1917.60 Con el mismo estilo se remodeló el edi-ficio del Ayuntamiento en 1906, bajo la direccióndel arquitecto Manuel Gorozpe; la ampliación delantiguo Colegio de San Ildefonso y el AnfiteatroBolívar de Samuel Chávez y Manuel Torres To-rrija, entre 1902 y 1911; el Palacio Nacional en

1926 por Augusto Petriciolli, y el Departamentodel Distrito Federal en 1934.61

El estilo neocolonial también se emplearía enel portal de mercaderes, en el que aún en 1912existía la venta de dulces, puestos de aguas fres-cas y periódicos junto a los pilares.62 Se infiereque a partir de 1928 se inició un estudio, ya quese han conservado unos planos que pertenecena la Dirección de Obras Públicas,63 con lassiguientes cuatro propuestas:

1. Detalle para las farolas en los puestos delPortal de Mercaderes (exteriores). México10 de agosto de 1928.

2. Proyecto para los puestos en el Portal deMercaderes. Elevación y cortes. 20 de juliode 1928.

3. Estudio preliminar para los puestos en elPortal de Mercaderes. [Dibujo de los pila-res con los sillares de las arcadas].

4. Proyecto de puestos en el exterior del Por-tal de Mercaderes. Perspectiva. Vista de la-do. Planta. Vista de enfrente. Esc. 5 cmspor mt. Agosto 13 de 1925.

Este interés por el estilo neocolonial promo-vió que el 10 de julio de 1931 se emitiera la decla-

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58 Jesús Galindo y Villa, op. cit., pp. 465-467.59 AHDF, Plaza Mayor, vol. 3618, exp. 1908, f. 1.60 Enrique X. de Anda, La arquitectura de la Revolución Mexi-cana, Corrientes y estilos de la década de los veintes, México,IIE-UNAM, 1990, p. 66.

61 Fernando González G. (coord.), La arquitectura mexicanadel siglo XX, México, Conaculta (Lecturas Mexicanas), 1996,pp. 60 y 69.62 Jesús Galindo y Villa, op. cit., p. 483.63 AHDF, Planoteca, Estudio preliminar para los puestos delportal de mercaderes 1925. Módulo 3, planero 3, fajilla 3. Elproyecto de unificar las fachadas de las distintas casas conesta tendencia, se concretaron entre 1931 y 1932, al ordenar-se que se retirara la pintura de la parte superior de los arcosdel portal para descubrir el tezontle y la cantera, entoncesconsiderados como “materiales nobles”. De igual forma, se or-denó reponer los ornatos de las claves y pilastras para imitarlos que anteriormente tenían. Sobre el proyecto arquitec-tónico que modificó la altura del edificio, que agregó un nivelmás, pocas referencias se han conservado. Clasificación 3415.5(07) 3)/49, cantidad 6.

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ratoria de “zona típica de la ciudad de México”como parte del perímetro que forma la Plaza dela Constitución, las calles de Guatemala, el por-tal de las flores y el de mercaderes, Monte dePiedad, 5 de mayo y el portal.64

En el caso del portal de mercaderes, se inten-taron unificar las fachadas de las casas. Entre1931 y 1932 se ordenó que se retirara la pinturade la parte superior de los arcos del portal paradescubrir el tezontle y la cantera, entonces con-siderados como “materiales nobles”. De igual for-ma, se ordenó reponer los ornatos de las clavesy pilastras para imitar los que anteriormente te-nían. Sobre el proyecto arquitectónico que modi-ficó la altura del edificio, al agregarle un nivelmás, pocos detalles se saben aún.65 Una de lasrestricciones que hubo fue que la altura no pasa-ra de la fachada del Hotel Majestic66 y que lasdos casas originales que existían entre la casaTardán y el Centro Mercantil darían las pautaspara uniformar las fachadas.67

Los cambios sustanciales que se hicieron enlos portales se realizaron hacia la segunda mitad

del siglo XX. El comercio ambulante, que desdeel siglo XVI se practicó bajo el cobijo de las ar-cadas, se eliminó de esta zona en 1953, al serretiradas las famosas “alacenas” que estaban ins-taladas entre las columnas que sostenían los por-tales, lo que provocó quejas entre sus propieta-rios.68 Posteriormente, el 12 de septiembre de1956, la Comisión de Monumentos Históricosaceptó una propuesta del arquitecto FedericoMariscal para unificar su aspecto con la plaza yque se le aumentara un nivel más a la estructu-ra.69 Actualmente la parte central de los portalespertenece a la Asamblea Legislativa del DistritoFederal.

El caso del portal de mercaderes, como unaentidad comercial, muestra que desde la funda-ción de la ciudad ha tenido un papel fundamen-tal en la historia de la ciudad de México. Lossolares que desde el siglo XVI conforma este es-pacio hasta la actualidad, destacan por haber lo-grado mantener esta tradición. Su arquitecturase ha ido adaptando en función de los distintostipos de comerciantes que se instalaron tanto enlas casas que los integran, como entre sus arca-das, y a varias reedificaciones. Desde luego, ladiversidad de productos que se han vendido no

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64 Archivo Geográfico de la Coordinación Nacional de Mo-numentos Históricos del INAH, exp. Plaza de la Constitu-ción, p. 19 (en adelante AGCNMH).65 AGCNMH, Casa 13. Plaza de la Constitución (portal de mer-caderes), Cuauhtémoc, INAH.66 Este hotel fue construido por el arquitecto Rafael Goyene-che en 1934. Véase Rodolfo Santa María, Arquitectura del si-glo XX en el Centro Histórico de la ciudad de México, México,UAM-Xochimilco, 2005, p. 171.67 Ibidem, p. 116.

68 AGCNMH, exp. Portal de Mercaderes.69 AGCNMH, Planoteca, Lado poniente de la Plaza de la Cons-titución. Portal de mercaderes. Proyecto D.F. Regulari-zación. Federico Mariscal. México, agosto de 1956. Planonúm. 4.

Figura 7. Anónimo, La Plaza Mayor de la ciudad de México. Siglo XVIII, detalles del portal de mercaderes, Museo Nacional de Historia, Conaculta/INAH.

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son más que el reflejo de los usos y costumbresde cada generación. Sus cajones, alacenas y ac-tuales aparadores aún muestran los gustos deuna sociedad que sigue acudiendo a estas arca-

das para visitar las joyerías o degustar en lasterrazas creadas en los hoteles, que también sehan convertido con el tiempo en emblema delCentro Histórico.

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