Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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Universidad de Santiago de Chile Facultad de Humanidades Escuela de Psicología Transgeneracionalidad del Daño en la Experiencia Chilena de Exilio-Retorno desde la Perspectiva de la Segunda Generación. TESIS PARA OPTAR A TÍTULO PROFESIONAL DE PSICÓLOGO/A Autoras.- Lic. Susana Latapiatt P. Lic. Valeria Moscoso U. Lic. Maya Zilveti V. Profesora Guía: María Inés Winkler Profesoras Correctoras: Patricia Pallavicini Gabriela Wladdimiro Santiago de Chile, 2007

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Universidad de Santiago de Chile

Facultad de Humanidades

Escuela de Psicología

Transgeneracionalidad del Daño en la

Experiencia Chilena de Exilio-Retorno desde la

Perspectiva de la Segunda Generación.

TESIS PARA OPTAR A TÍTULO PROFESIONAL DE PSICÓLOGO/A

Autoras.- Lic. Susana Latapiatt P.

Lic. Valeria Moscoso U.

Lic. Maya Zilveti V.

Profesora Guía: María Inés Winkler

Profesoras Correctoras: Patricia Pallavicini

Gabriela Wladdimiro

Santiago de Chile, 2007

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AGRADECIMIENTOS

Éste es el fin de un largo y extenuante camino, por esto, quiero agradecer a

quienes me acompañaron durante cada paso.

A mis amigos; siempre han sido un lugar donde reponer energías y seguir

adelante. Gracias por su constante apoyo y la confianza que lograría superar

todos los obstáculos para concretar esta meta.

A César, quien me dio su ayuda y supo decir las palabras adecuadas cuando este

sendero parecía no tener fin. Te entrego todo mi afecto.

A mis padres, que han cumplido esta difícil tarea de la mejor forma han podido;

gracias por su esfuerzo. A las mujeres de mi familia, „¡lo logré¡‟, y soy la primera

profesional de muchas otras que vendrán.

A Luis, quien ha hecho florecer lo mejor de mí y me ha ayudado a descubrir lo que

soy ahora.

Por fin llegó el final de este camino, lleno de momentos dulces y amargos. Nada ha

sido en vano, la experiencia queda y la fuerza y constancia ante nuevas

dificultades nunca se extinguirá.

Susana Latapiatt Pérez

~~~~~~~~~~

A mis padres, por haber sido protagonistas activos de la historia y, junto a

ellos, a toda mi familia por haber creído siempre en mí. Gracias por las cosas

buenas y las no tan buenas, porque éstas me brindaron la materia prima para ser

quien soy.

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A Chalito, por sus constantes cuidados mágico religiosos para mantenerme

protegida y a mi hermosa patria, México.

A Julio, por su amor y comprensión infinitos, sin los cuales no hubiera podido

sobreponerme de mis penas y frustraciones. Gracias por tus enormes esfuerzos por

escucharme y contenerme cada vez que lo necesité, por estar, por quererme y

aguantarme a lo largo de todo este proceso.

A Carolina y Ximena por su incansable apoyo, siempre con una sonrisa y una

palabra de aliento; gracias amigas por acompañarme en mis momentos tristes y

alegres, impulsándome siempre a seguir adelante.

A Maya, gracias por acompañar mi historia con tu historia, por

compartir tu vida y tu sentir; a Pamela y Cristián por su amistad y

compañía y a todos aquellos que me dieron su apoyo y ayuda en el

camino.

A los que hicieron y hacen historia y no cejan en sus esfuerzos por

hacer de éste un mundo mejor, a ellos y a todos… gracias.

Valeria Moscoso Urzúa

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HIJOS DEL EXILIO

“Para todos va mi canto,

va buscando su raíz,

Somos hijos del exilio

dentro y fuera del país.

Qué país roto y mafioso,

y tan lleno de manejos,

Qué país tan peligroso

nos dejaron estos viejos.”

Astor Piazzolla

Al Hijo:

“No soy yo quien te engendra. Son los muertos.

Son mi padre, su padre y sus mayores.....

Y llegan, sangre y médula, a este día

Del porvenir, en que te engendro ahora.

Siento su multitud. Somos nosotros

Y, entre nosotros, tú y los venideros

Hijos que has de engendrar... Soy esos otros,

También...”

Jorge Luis Borges

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ÍNDICE Pag.

1.Resumen 6

2.Introducción 7

3.Preguntas de Investigación 12

4.Objetivos 12

5.Contextualización Histórica

Antecedentes 13

Terrorismo de Estado y Represión Política 13

Exilio-Retorno 17

6.Marco Teórico 25

6.1.Trauma 26

Evolución del concepto de trauma. 26

El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).

Críticas a la Nosología Psiquiátrica. 28

Hacia una mirada social del Trauma. 30

El Trauma en Chile. 32

6.2.La Experiencia de Exilio-Retorno 33

La Migración y sus Efectos. 33

El Exilio-Retorno y sus Dimensiones. El Caso Chileno. 36

La Familia Chilena en el Exilio-Retorno. 41

Los Hijos e Hijas del Exilio. 45

Efectos sociales del exilio-retorno. El (re)encuentro con Chile. 49

6.3.Transgeneracionalidad 51

Primeros Estudios. 52

Perspectiva Psicodinámica. 55

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6

Perspectiva Sistémica. 58

Transgeneracionalidad y Derechos Humanos.

Implicancias a nivel individual, familiar y social. 61

7.Metodología

7.1. Tipo de Estudio 68

7.2. Estrategia Metodológica 69

7.3. Campo de Estudio y Diseño Muestral 69

7.4. Estrategias de Recolección de Datos 71

7.5. Análisis de Datos 73

7.6. Procedimiento 74

7.7. Consideraciones Éticas 75

8.Presentación de Resultados

8.1. Análisis Descriptivo 76

8.2. Análisis Relacional 101

8.3. Modelo Hipotético Interpretativo 104

9.Discusión y Conclusiones 109

10. Sugerencias 126

11. Referencias 132

12. Anexos 138

12.1. Anexo N° 1: Consentimiento Informado 139

12.2. Anexo Nº 2: Preguntas Guía para Entrevista 140

12.3. Anexo Nº 3: Información Necesaria para la Construcción del Genograma

entregada a los/as Entrevistados/as 141

12.4. Anexo Nº 4: Categorías de Análisis de Genogramas

propuestas por McGoldrik y Gerson (1996) 142

12.5. Anexo Nº 5: Informes de Evaluación de Tesis 143

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Resumen

El presente estudio tiene como objetivo conocer cómo se configura el fenómeno de la

transgeneracionalidad del daño en la experiencia de exilio-retorno, desde la perspectiva de

hijos/as de exiliados/as-retornados/as residentes en Chile. El enfoque utilizado en la investigación

es el construccionismo social y la estrategia metodológica empleada es la Grounded Theory

(Strauss y Corbin, 1990). Como herramienta para la recolección de datos recurrimos a la

entrevista semiestructurada (Taylor y Bogdan, 1987; Guerrero, 2001), que fue realizada a seis

participantes, cuatro mujeres y dos hombres, cuyas edades fluctúan entre los 19 y 31 años.

Las entrevistas fueron transcritas y, luego, sometidas a un análisis descriptivo y relacional

para generar un modelo hipotético interpretativo que diera cuenta de las relaciones encontradas

entre las distintas categorías y el fenómeno o categoría central. Concluimos que el elemento

central de la transgeneracionalidad del daño en la segunda generación de exiliados/as-

retornados/as estudiada corresponde al Desarraigo, el cual se articula como un significado que

marca a los/as hijos/as tanto en su identidad como en las relaciones interpersonales que

establecen. Finalmente, planteamos una serie de propuestas orientadas a la reparación de la

transgeneracionalidad del daño en personas con vivencias similares a las de nuestros/as

entrevistados/as, ya sea a través de espacios de elaboración a nivel individual, grupal o social.

Las limitaciones de la investigación guardan relación con las características del grupo de

entrevistados/as elegido. Por un lado, privilegiamos la profundidad del análisis frente al número

de participantes; asimismo, decidimos trabajar con hijos/as de exiliados/as-retornados/as nacidos

exclusivamente en Latinoamérica; por último, contamos únicamente con el testimonio de un

miembro de cada familia, el/la hijo/a, sin incluir los relatos de padres, hermanos/as u otros/as

familiares.

Por su parte, las principales proyecciones se orientan a contrastar y profundizar los

resultados obtenidos en el presente estudio, así como evaluar su utilidad en otros tipos de

migraciones, tales como el desplazamiento por razones económicas.

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Introducción

“Si no enterraste a tus muertos no puedes vivir,

porque sino dejas a tus muertos en el pasado,

el presente es inestable y el futuro también…”1

Durante el período comprendido entre 1973 y 1990, la sociedad chilena vivió experiencias

de violencia política que han dejado una huella profunda en la subjetividad individual y social en

nuestro país. Múltiples estudios realizados en Chile, Latinoamérica y países europeos dan cuenta

del impacto traumático de las reiteradas violaciones a los Derechos Humanos (DDHH) ejercidas

por los regímenes dictatoriales (Carvajal, Huertas, Jaramillo, Kovalskys, Quintana y Valdés,

2001; Castillo y Piper, 1996).

En los últimos años, nuestro país ha sido testigo de un potente viraje en la percepción

colectiva respecto de las violaciones a los Derechos Humanos y cuya magnitud ha operado, si no

en la totalidad, en gran parte de los actores involucrados directa o indirectamente; en los/as

afectados/as directos/as por el terrorismo de Estado debido a la remoción de representaciones,

vivencias y afectos asociados a sus propias experiencias traumáticas; en los/as que se

identificaron con el poder y han debido enfrentar cambios importantes en las lecturas que la

sociedad realiza de ese período histórico; en el/la ciudadano/a que vivió y/o vive desde una falsa

conciencia de no involucramiento, prescindencia o negación de vínculos con este trauma social

(Madariaga, 2003).

Vivimos tal vez el más masivo proceso desmitificador de la historia reciente de nuestro

país en el marco de una ofensiva mediática, numerosas jornadas de reflexión, actos

conmemorativos, edición de una gran cantidad de textos alusivos, eventos internacionales, etc.,

que evidencian la transformación experimentada a nivel de las representaciones sociales y del

imaginario colectivo de Chile. Muchos mitos y estereotipos surgidos con la guerra psicológica

impuesta por la Dictadura Militar y recreados durante la transición a la democracia se están

desvaneciendo y cambiando. Ha sido un multifacético esfuerzo de reconstrucción de la memoria

social a partir del testimonio fidedigno aportado, muchas veces, por protagonistas anónimos de la

historia (Madariaga, 2003).

1 Testimonio de Juan, en Jedlicki, (s/f). “El caso Pinochet. Recomposiciones y apropiaciones de la memoria”, en

González (en Restovic, 2004).

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En contraposición a lo anterior, la impunidad, principal factor retraumatizador actual,

perturba directamente los procesos de duelo y la rehabilitación en la primera generación. Su

efecto en el psiquismo individual y colectivo ha sido ampliamente documentado en diversas

publicaciones científicas (Bastías, Mery, Rodríguez y Soto, 2001; Edelman y Kordon, 2002;

Madariaga, 2003 y Scapusio, 2003) y ratificado en las demandas de asistencia médico–

psicológicas a raíz de irrupciones sintomáticas y recaídas en víctimas de violaciones a los

Derechos Humanos, tales como trastornos de ansiedad, del ánimo, reacciones graves al estrés y

trastornos adaptativos, trastornos somatomorfos, problemas psicosociales como abuso de alcohol

y otras sustancias y otras conductas de riesgo (Comisión “Norma para la Atención de Personas

Afectadas por la Represión Política, 2002).

Diversos estudios (Bar-On et al, 1998; Edelman y Kordon, 2002; Halasz, 2001;

Kellerman, 2000 y 2001; Madariaga, 2003 y Scapusio, 2003 y Yehuda et al, 1998 y 2000)

evidencian que el tiempo transcurrido desde el fin de la Dictadura Militar no ha reducido ni

agotado la eficacia traumatizante, ni individual ni socialmente, y que las situaciones traumáticas

inciden tanto en las víctimas directas como sobre el cuerpo social en su conjunto, extendiendo sus

efectos a varias generaciones, fenómeno que desde las ciencias sociales ha sido conceptualizado

como transmisión del trauma o transgeneracionalidad2 (Edelman y Kordon, 2002).

En este sentido, la afectación en segunda y tercera generación3 hace del trauma

psicosocial un problema del presente y del futuro de la sociedad chilena, puesto que su impacto

sobre el psiquismo colectivo constituye una amenaza para las expectativas de producción de un

nuevo sujeto histórico (Madariaga, 2003).

2 Las diferencias entre estos dos términos son revisadas más adelante en el marco teórico.

3 El término Segunda Generación ha sido y continúa siendo objeto de debate y controversia. Aparece por primera

vez en la literatura surgida a partir de los estudios realizados con niños emparentados con víctimas del Holocausto,

aludiendo a la hipótesis de transmisión transgeneracional del trauma; siendo cuestionado por considerar que la

magnitud y severidad de los trastornos asociados a las experiencias traumáticas de sus antecesores constituyen una

experiencia traumática per-se comparable a la vivida por estos últimos. En este sentido, basándose en la definición de

trauma psíquico, su impacto en el vínculo con los objetos primarios y su mantención en el tiempo impregnando el

mundo subjetivo y relacional, se plantea que los hijos/as han experimentado la violencia política de manera directa

(Díaz, 1992 en Kovalskys y Morales, 2001; Díaz, 1992 en Carvajal; Huertas; Jaramillo; Kovalskys; Quintana y

Valdés, 2001).

No obstante lo anterior, estimamos que el término segunda generación resulta extremadamente aportativo, pues sitúa

velozmente al lector/a en los hijos/as de las víctimas de la violencia de Estado; por ello, en adelante nos referiremos a

estos/as jóvenes como Segunda Generación, aclarando que el empleo de esta nominación no implica que el daño

asociado al trauma en estos/as jóvenes presente diferencias cuantitativas respecto del de sus padres.

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Desde esta perspectiva, la amenaza de nuestro pasado traumático sobre la sociedad actual

representa en sí misma la dolorosa derrota del Estado chileno en sus esfuerzos reparatorios; sus

consecuencias adquieren materialidad dentro del tejido social en este nuevo consultante que

demanda apoyo psicológico evidenciando la carga de la transgeneracionalidad del daño vinculado

al trauma psicosocial (Madariaga, 2003).

Por otra parte, el modelo neoliberal actual, sostenedor de antiguos y nuevos mecanismos

de impunidad, constituye el escenario histórico en el que se despliegan los aspectos actuales del

trauma psicosocial y la transgeneracionalidad constituye la nueva forma que adquiere en el

presente el trauma de la Dictadura.

Dado lo anterior, a través del presente estudio pretendemos contribuir a la comprensión

acerca de los medios por los que la violencia experimentada se expresa actualmente en la

subjetividad y en la vida relacional de la población de nuestro país. Se trata de profundizar en el

conocimiento de las consecuencias del período dictatorial en el desarrollo posterior de nuestra

sociedad, así como el grado de elaboración social de dichos traumatismos (Carvajal, Huertas,

Jaramillo, Kovalskys, Quintana y Valdés, 2001; Edelman y Kordon, 2002; Scapusio, 2003).

Desde la Psicología Clínica, nos interesa investigar los procesos psicológicos desplegados

frente a las situaciones de trauma psicosocial e intentamos profundizar en la comprensión del

vínculo existente entre nuevas problemáticas psicosociales y clínicas en el área de la salud mental

y los traumatismos vividos durante la Dictadura Chilena.

Considerando lo expuesto, el interés de nuestro trabajo se orienta, entonces, a comprender

el impacto de la transgeneracionalidad del daño vinculado al trauma psicosocial producto de las

violaciones a los Derechos Humanos.

Ahora bien, entre las medidas represivas el exilio constituye, a nuestro juicio, la menos

validada socialmente, lo cual se evidencia en un menor acceso de sus víctimas a las políticas de

reparación implementadas por los gobiernos de la transición. Ha sido, además, en nuestra

opinión, fragmentado en su valoración, pues desde la sociedad se ha minimizado o negado el

efecto traumatizador del retorno por considerarlo precisamente como aspecto reparatorio de la

experiencia, pese a que varios estudios califican este proceso como un evento potencialmente

traumático (Barudy, 1993; Muñoz en Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas

por la Represión Política”, 2002).

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En este sentido, desde el Estado chileno, se han implementado políticas “paliativas”

tendientes a favorecer la reinserción de los/as retornados/as a través de créditos con el Banco del

Estado para el desarrollo de proyectos económicos, beneficios educacionales, habilitación de

títulos y beneficios aduaneros, sin embargo, no existen a la fecha políticas reparatorias de índole

económica y moral hacia las víctimas del exilio, como ha sucedido con otras medidas represivas

(Comisión Valech para víctimas de la tortura, compensaciones económicas para familiares de

detenidos desaparecidos, etc.).

Asimismo, si bien el fenómeno del exilio y el retorno fue bastamente abordado y

documentado durante la Dictadura y los primeros años de democracia, tanto en Chile como en los

países de acogida, por un lado, la generalidad de las investigaciones se ubican principalmente en

países europeos o Canadá, dejando fuera del análisis la experiencia del exilio latinoamericano, en

países donde las condiciones contextuales, político-económicas, culturales, etc. son distintas a la

realidad del continente europeo. Por otro lado, la mayoría de estos estudios apuntaron a la

implementación de espacios psicoterapéuticos de reparación a nivel individual y familiar y a la

comprensión de las dinámicas psicosociales implicadas en la reinserción de los/las exiliados/as

(Kovalskys, 1998 en Carvajal, Huertas, Jaramillo, Kovalskys, Quintana y Valdés, 2001).

El impacto subjetivo individual y familiar del exilio y el retorno como parte de un proceso

de transgeneracionalidad del daño asociado al trauma psicosocial producto de las violaciones a

los DDHH ocurridas en nuestro país, no obstante, ha sido escasamente estudiado desde la

perspectiva de la segunda generación, en parte por el énfasis en otras medidas represivas

(ejecución, desaparecimiento y tortura) en las investigaciones de transgeneracionalidad, tanto en

los estudios acerca del Holocausto judío como de las Dictaduras Latinoamericanas.

Además, dada la convergencia de múltiples variables en el fenómeno exilo–retorno tales

como el carácter evolutivo de la familia y de cada uno de sus miembros, el tiempo transcurrido

desde la vivencia del exilio y/o el retorno y las modificaciones existentes en las representaciones

sociales con relación a las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas en nuestro país y en el

contexto social en general, nos parece razonable hipotetizar que la naturaleza de los efectos del

exilio y el retorno ha sufrido modificaciones que no han sido cubiertas por las investigaciones

realizadas (Carvajal, Huertas, Jaramillo, Kovalskys, Quintana y Valdés, 2001).

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A ello estimamos necesario añadir que, si bien las demás medidas represivas afectaron en

diversos modos a la víctima y a sus figuras significativas, el exilio constituyó, tal vez, la única

que impactó en cierto sentido con igual magnitud a todo el núcleo familiar del/la exiliado/a,

puesto que en la mayoría de los casos fue el grupo familiar en su totalidad el que partió, lo cual

otorga un matiz diferente a las implicancias transgeneracionales de esta experiencia.

En base a lo expuesto, investigar hoy respecto de las consecuencias transgeneracionales

del exilio y el retorno constituye, a nuestro juicio, un interés plenamente vigente puesto que

pretende incrementar la comprensión respecto de la irrupción de nuevas problemáticas

psicosociales y clínicas en el área de la salud mental; además de contribuir a la problematización

de nuestras concepciones clínicas con el objetivo de generar una reflexión tanto a nivel

conceptual como práctico, tomando en cuenta esta expresión del daño entre los efectos

psicosociales de la dictadura en futuras intervenciones en el trabajo con las víctimas directas y

sus familiares (Edelman y Kordon, 2002; Scapusio, 2003).

En términos más amplios, la presente investigación pretende ser un aporte desde nuestro

campo profesional específico a la construcción de la memoria histórica, es decir, “...rescatar el

pasado y pensar el futuro...” como “una forma activa de transformación del presente como

elemento constitutivo de una trayectoria social...permitir el pasaje de la historia a la

historicidad; es decir, la asunción de una historia personal vivida como diferencia que da

sentido a la existencia con y entre otros también diferentes...” (Scapusio, 2003, p.8); en busca de

“una travesía por la identidad, una fenomenología colectiva expresada en una narrativa”

(Corradi, 2001 en Scapusio, 2003, p. 8).

Para llevar a cabo lo que nos hemos propuesto, realizamos un estudio de carácter

analítico-relacional, empleando metodología cualitativa desde una perspectiva construccionista.

En las fases tanto de recolección como de análisis de datos, trabajamos a partir de los

planteamientos de la Grounded Theory. Para obtener los antecedentes realizamos entrevistas

semi-estructuradas y construimos genogramas con hijos/as de exiliados/as-retornados/as

políticos/as chilenos/as en Latinoamérica residentes en Chile, nacidos en los países de exilio

parental. Además, complementamos la información con la construcción de genogramas

familiares.

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Preguntas Guía de la Investigación

¿Cuál ha sido la vivencia de los/as jóvenes de la segunda generación con respecto al exilio-

retorno?

¿Qué momentos críticos identifican en su historia estos/as jóvenes con relación a la experiencia

de exilio-retorno?

¿Qué reacciones-respuestas han percibido por parte de la familia y el entorno social respecto del

fenómeno de exilio-retorno?

¿Cómo han incidido las reacciones-respuestas percibidas en la vivencia de los/as jóvenes de la

experiencia de exilio-retorno y como las han afrontado?

¿Cómo se desarrollaban las dinámicas familiares tanto en el exilio como en el retorno?

¿Cuáles eran las características percibidas de la comunidad del país de exilio y de la sociedad

chilena (tanto en el exilio como el retorno)?

¿Cómo se relacionan estos aspectos contextuales (familiares y sociales) con la vivencia de exilio-

retorno de los/as jóvenes de segunda generación?

Objetivos

Objetivo General:

Conocer cómo se configura el fenómeno de la transgeneracionalidad del daño en la

experiencia de exilio-retorno, desde la perspectiva de hijos/as de exiliados/as-retornados/as

residentes en Chile.

Objetivos Específicos:

Identificar dimensiones contextuales (familiares, culturales y sociopolíticas) que se

articulan en la transgeneracionalidad del daño en el caso del exilio-retorno.

Describir mecanismos generadores y mantenedores de la transgeneracionalidad del daño en

hijos/as de exiliados/as-retornados/as chilenos/as.

Comprender algunas de las repercusiones psicosociales de la transgeneracionalidad del

daño en la experiencia de exilio-retorno en jóvenes de la segunda generación.

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Contextualización Histórica

Antecedentes.

Los hechos que se sucedieron en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973 marcaron la

historia del país y dejaron secuelas que se mantienen hasta nuestros días. Las condiciones

políticas, económicas y sociales al momento del Golpe al Estado, e incluso, al momento en que

asume como presidente Salvador Allende, se encontraban ya en camino a una crisis; diversos

factores intervinieron en los años previos a 1973 para provocar un escenario sociopolítico

polarizado, los más importantes fueron la “Guerra Fría” y la Revolución Cubana, esta última

despertando en América Latina ilusiones de insurgencia contra Estados Unidos, cuyo gobierno

ejercía una fuerte intervención en varios países latinoamericanos (Informe Rettig, 1991).

La elección democrática de Salvador Allende puso en alerta a los Estados Unidos ya que

la llegada al poder de un socialista ponía en peligro la hegemonía del sistema capitalista. Durante

el período de la Unidad Popular se enfatizaron las contradicciones entre la estructura capitalista

existente y un proceso de democratización, se llevó a cabo un aumento radical del papel del

Estado en la economía, se puso en discusión una serie de reformas que agudizaron la polarización

entre los grupos y partidos políticos y surgieron nuevos colectivos, cada vez más extremistas

(Informe Rettig, 1991).

La polarización socio-política del país, la intervención estadounidense en los asuntos

internos, la dura crítica de oposición y la crisis económica que se fue dando desde 1972 -llevando

a un quiebre productivo y un desabastecimiento de artículos esenciales-, se fueron conjugando

para crear un clima en que los conceptos “vía armada” e “ingobernabilidad” empezaron a tomar

más fuerza, hasta que el 11 de septiembre, las Fuerzas Armadas, bajo el mando del entonces

General Augusto Pinochet, decidieron dar un golpe armado al Estado (Informe Rettig, 1991).

Terrorismo de Estado y Represión Política.

Tras los primeros enfrentamientos del día 11 de septiembre de 1973 se instauró por la

fuerza el régimen dictatorial que duró 17 años; durante dicho régimen las Fuerzas Armadas y de

Orden cometieron una serie de violaciones a los derechos humanos causando un fuerte impacto

en la sociedad y dejando secuelas que continúan estando presentes en nuestros días. Dichas

violaciones se instituyeron como formas de control social y represión de la disidencia, al mismo

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tiempo que se fue produciendo una división en la vida y en la convivencia social, la que fue

quedando marcada por el temor y sus diversas expresiones, acompañada de una creciente

pasividad y sobreadaptación extrema de ciertos sectores de la sociedad (Comisión “Norma para la

Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

El temor se vio agravado por el hecho que el Estado, precisamente la institución

encargada de la protección y resguardo de los ciudadanos, era el que desempeñaba las acciones

represivas. Se entiende represión política4, entonces, como “…la violencia ejercida desde el

Estado, con una lógica definida que implica el estudio y la planificación de la violencia, la

produce un sistema, un poder que ocupa las funciones más elevadas del hombre, como son la

razón y la conciencia para gestarla y aplicarla, lo que implica la creación de aparatos técnicos y

la formación de personas especializadas en la destrucción…es una acción global, deliberada,

impulsada a través de agentes ejecutores, sobre individuos concretos y grupos opositores, que

tiene la intencionalidad de producir efectos de miedo y amedrentamiento colectivo, pretende

lograr una determinada mentalidad de los ciudadanos” (Comisión “Norma para la Atención de

Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002, p. 11).

De lo anterior se desprende que los efectos de la represión no afectan solamente al

individuo, sino que tienen consecuencias en la familia, la sociedad, y el conglomerado jurídico e

histórico que constituye el país; la violencia de Estado sería originada en función de un proyecto

de sociedad que se quiere implantar y de sus correspondientes sistemas de dominación y de

legitimación; “obedece a una política represiva, tiene una racionalidad y es funcional a los

intereses y necesidades de los grupos en el poder” (Comisión “Norma para la Atención de

Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002, p.12). Es decir, es un fenómeno

eminentemente social.

4 Tomamos “represión política” como un equivalente al concepto de violencia de Estado o violencia organizada, el

cual nació como tal en 1987, durante una reunión consultiva de la Organización Mundial de la Salud. De él se

desprende que la violencia organizada es “una de las formas más graves de sufrimiento provocado por seres

humanos sobre otros seres humanos. Es practicada por grupos organizados que actúan siguiendo estrategias más o

menos implícitas y que obedecen a un sistema de reglas de conducta y creencias” (Barudy, 1993, p.29).

En el concepto entran prácticas como “la tortura, tratamientos o castigos inhumanos como los descritos en el

artículo 5 de la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos (1984)...encarcelamiento, la toma de

rehenes, el rapto y/o cualquier otra forma deliberada de privación de libertad”. Este tipo de violencia es, pues, un

fenómeno humano cuyo sustento son personas que provocan intencionadamente dolor y sufrimiento sobre otras

personas o grupos como consecuencia de su adhesión a un sistema de ideas o creencias (Barudy, 1993, p.29).

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A partir de la revisión de varios trabajos realizados por distintos profesionales durante la

época de Dictadura, tanto en Chile como en el extranjero, consideramos la siguiente clasificación

de acciones represivas (C.H.V.5, 1982 en Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial, 1983):

o Acciones represivas que buscan eliminar los obstáculos políticos, sociales, económicos y

culturales con el fin de implantar y consolidar un sistema de dominación. Estas acciones

responden a una represión abierta que permite romper un sistema político socialmente

legitimado y consolidado.

o Acciones represivas que institucionalizan comportamientos de grupos, clases e individuos;

condicionándolos estructuralmente y legitimándolos mediante un ordenamiento jurídico-

legal; es un poder social e ideológico que legitima y garantiza la perpetuación y desarrollo

del proyecto de sociedad y de su correspondiente sistema de dominación, tanto a nivel de la

conciencia como de las normas objetivas. Es una represión institucionalizada.

Para el Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial (1983), en nuestro país, la represión

política ejercida por el Estado siguió un camino desde la represión abierta a la institucionalizada.

Los acontecimientos que se fueron dando en este camino, a partir del Golpe de Estado y hasta la

actualidad, han sido divididos en la literatura en tres fases:

a) Primera Fase: De Septiembre a Diciembre de 1973.

El principal objetivo fue el control efectivo del país por medio de una guerra abierta y

desatada contra organizaciones y población en general. En los primeros meses se estima

que cerca de 10.000 personas debieron pedir asilo diplomático y exiliarse para proteger su

vida y la de su familia (V.G., 1980 en Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial, 1983).

b) Segunda Fase: Desde Enero de 1974 a Agosto de 1977.

Nace la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), encargada de las acciones represivas

de una manera más dirigida y planificada con el fin de resguardar la Seguridad Nacional

(Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”,

2002). Las acciones represivas más selectivas generaron en la población la convicción de

que la represión afectaba sólo a quienes realmente desarrollaban una actividad opositora

de carácter ilegal, logrando una efectiva desmovilización.

5 La razón que éste y otros textos citados se identifiquen solamente por siglas responde a que fueron trabajos escritos

en Chile durante los años `80, es decir, aún bajo el régimen dictatorial y publicados, por ende, en forma clandestina.

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17

Continuaron las expulsiones de chilenos/as del territorio nacional, las que las autoridades

administrativas muestran como actos de liberación de detenidos/as por el Estado de Sitio

(V.G., 1980 en Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial, 1983).

c) Tercera Fase: Desde Enero de 1977 a Marzo de 1990.

El objetivo fue la institucionalización de la dictadura con el establecimiento de diversas

políticas que legalizaron el Estado autoritario. En 1977 se creó la Central Nacional de

Informaciones (CNI), sustituyendo y manteniendo, inicialmente, el mismo diseño que la

DINA, para posteriormente encargarse de la inteligencia política más que de la represión

(V.G., 1980 en Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial, 1983).

En 1988 triunfó el NO6 en el plebiscito del 5 de Octubre y se elige, en 1989, a Patricio

Aylwin como presidente, asumiendo en 1990. Esto dio inicio a un proceso de transición

cuyo objetivo principal fue reestablecer la democracia en Chile (Comisión “Norma para la

Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

Entre los instrumentos represivos utilizados por el Estado durante las tres fases de la

Dictadura se puede identificar los siguientes (Comisión “Norma para la Atención de Personas

Afectadas por la Represión Política”, 2002):

o Represión Directa: Arrestos, detenciones, relegación, exilio, persecución política,

clandestinidad, amedrentamientos, encarcelamiento arbitrario, detención en campos

de concentración, tortura, desaparición de prisioneros/as, ejecuciones, asesinatos de

opositores/as bajo justificaciones falsas, muerte durante la tortura.

o Represión Indirecta: Privación de alimento, de vivienda y cuidado de la salud,

despido del trabajo, distorsión de los hechos y manipulación de información.

o Marginación Social: Privación de poder social y político, llevando a los individuos y

sus familias a ser excluidos de la producción económica, el goce de beneficios

sociales y servicios, la participación en asociaciones sociales, laborales y comunales.

o Marginación Individual: Pérdida de destrezas y conocimientos como consecuencia

de acciones represivas, por ende, se sufre una disminución en la integridad cultural.

6 En el plebiscito de 1988 se debía decidir por las siguientes opciones: el NO, que optaba por la salida de Pinochet

del gobierno y la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias; y el SI, que apoyaba su continuación.

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18

Puede ser por falta de uso de capacidades o deterioro y limitación en la adquisición de

conocimiento e intereses culturales y una erosión progresiva de la autoestima.

Exilio-Retorno.

“Si hay un derecho que, en principio, es absoluto, es el derecho a vivir en la patria, de tal

modo incorporado al ser humano que la doctrina lo ha dotado de una denominación singular: es

un atributo de la personalidad, como lo son el nombre y la nacionalidad, porque no es,

éticamente, concebible que una persona no lo posea. La excepción constituida por las penas de

extrañamiento y confinamiento, que puede señalar un juez, es considerada por la mayoría de los

penalistas como un resabio de estados colonialistas que imponían la expulsión del nacional a

territorios de ultramar, razón por la cual se ha propuesto reiteradamente su revisión legislativa”

(Esponda, 1981, p. 699).

Desde los tiempos de la República, en las diferentes cartas constitucionales existentes a lo

largo de la historia de Chile, la libertad de permanencia y tránsito por el territorio nacional había

sido considerada como un derecho; ni el Reglamento Constitucional de 1812, ni la Constitución

de 1818 permitían su suspensión. En la constitución de 1822 se toma la residencia como requisito

necesario para otorgar la ciudadanía y se da a las penas de “expatriación o destierro” la misma

gravedad procesal que a la de muerte, debiendo ser aprobada por el Supremo Tribunal de Justicia

y sólo para sancionar los delitos más graves (Esponda, 1981).

La Constitución de 1925 asegura el derecho de los/as chilenos/as a entrar y permanecer en

el territorio nacional por medio del Art. 10°-5, en el que establece la libertad de permanecer y

trasladarse hacia cualquier punto de la República sin que nadie pueda ser desterrado/a.

Posteriormente, en 1971 y mediante una reforma constitucional, fue incorporada una mención

alusiva a “la libertad de entrar en el territorio, para evitar que gobiernos irrespetuosos del

espíritu de la ley vulneraran dicho derecho” (Esponda, 1981, p. 700).

A partir del 11 de septiembre de 1973, la Junta de Gobierno comienza a dictar una serie

de legislaciones que contradecían los principios y normas constitucionales vigentes; con relación

a las libertades de residencia y tránsito, tras el Golpe de Estado el Poder Ejecutivo se adjudicó la

facultad de desconocer el derecho de los/as chilenos/as a habitar en su país, pudiendo decretar

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19

expulsiones invocando la necesidad “de velar por la seguridad del Estado, el orden interno y la

normalidad de las actividades nacionales” (Decreto Ley 81, en Esponda 1981, p. 700).

Se ha denominado exilio a la emigración cuya causa ha sido la expulsión del territorio de

origen por motivos políticos, de persecución y/o de violación de los Derechos Humanos. Una vez

que las condiciones que originaron la salida han sido superadas, ya sea por el reestablecimiento

de la democracia, acuerdos de paz, etc., parte de la población exiliada vuelve a su país de origen;

esto se ha denominado retorno, desexilio o remigración (Castillo y Piper, 1996).

En un informe presentado a la ONU en 1983 por el Comité Pro Retorno de Exiliados

Chilenos7 se entregó una serie de antecedentes que denunciaban la situación del exilio en Chile;

descrito como “un fenómeno social que afecta a la sociedad entera, tanto en el presente como en

el futuro...se ha transformado en un poderoso factor de desintegración individual y familiar...es

una mutilación grave de las raíces de una parte de los chilenos con su tierra, su comunidad, su

historia y el tiempo social de su entorno natural...destruye y/o interrumpe con violencia el

desarrollo de personas, familias y grupos, causando daños a la comunidad entera” (Comité Pro

Retorno de Exiliados Chilenos, 1983, s/p).

El exilio puede definirse de formas distintas de acuerdo al ámbito en que se observe -

personal, laboral, profesional, cultural, familiar, etc.-, “forma parte del quiebre histórico

producido en la sociedad chilena. Es parte del proceso de ruptura de la comunidad nacional....

Especial mención se hace a la situación de los/as niños/as, a quienes el exilio ha convertido en

sus víctimas fundamentales. La alteración de los modelos de identificación paternos; los cambios

abruptos e inesperados de idioma; de sistemas escolares y referentes sociales y afectivos; la

pérdida de fuentes de afecto familiar necesarias para un desarrollo pleno; la angustia frente a un

mundo que les parece incierto y arbitrario y la inestabilidad económica y laboral de sus padres,

son todas condiciones involuntarias o injustas que atentan contra el derecho a crecer

sanamente” (Comité Pro Retorno de Exiliados Chilenos, 1983, s/p).

Para Weinstein (1986 en Castillo y Piper, 1996), lo forzoso del exilio se traduce, por un

lado, en la prohibición de ingreso al país y, por otro, en la imposibilidad de escoger libremente el

lugar de residencia. Esto produce una importante fragmentación de la población afectada,

7 Creado en 1979 por familiares de chilenos/as exiliados/as quienes sostenían fines de lucha, resistencia y denuncia

de la situación del exilio en Chile.

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dispersa en más de 80 países. La variedad de culturas, idiomas, sistemas sociales y

organizaciones productivas de los países que acogieron a los/as exiliados/as implicó que el exilio

asumiera formas muy diversas, acentuándose la disgregación cultural.

En su dimensión político-social el exilio chileno constituyó, por una parte, la medida

represiva misma, efectuada por las autoridades militares a través de un decreto de expulsión

formal del país de un número significativo de militantes, funcionarios/as de gobierno y

simpatizantes del gobierno de la Unidad Popular. En otros casos, el abandono forzoso del país se

llevó a cabo como una forma de evitar otras medidas represivas tales como la detención en

campos de concentración, la tortura y, en último término, la muerte (Castillo y Piper, 1996).

Para Rebolledo (2001) es posible distinguir distintos contingentes de exiliados/as: entre

1973 y 1974 fueron principalmente asilados/as políticos/as; entre los años ´75-´79 emigró gran

cantidad de presos/as políticos/as expulsados/as por medio del cambio de condena de prisión por

una condena de extrañamiento; simultáneamente, hubo un flujo masivo y constante de

exiliados/as políticos/as que salieron por decisiones más personales entre 1973-1976, el que fue

decreciendo hasta 1980 -esta población se ubicó primero, en su mayoría, en Argentina y Perú

mientras definía el lugar donde se establecería-; entre 1980 y 1990, las salidas de exiliados/as

fueron más episódicas y se dieron de acuerdo a las circunstancias del país.

En el ámbito legal, el exilio vulneró las libertades personales al no respetar el derecho a

vivir en la patria así como el de entrar y salir libremente del territorio nacional, incluidos tanto en

la Declaración Universal de Derechos Humanos8 como en el Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos9, donde se plantean como derechos absolutos que no admiten restricción bajo

ninguna circunstancia. Si bien Chile está suscrito a dichos Pactos Internacionales, durante el

período 1973-1990 el Estado realizó una serie de disposiciones jurídicas que violaban dichos

acuerdos (Comité Pro Retorno de Exiliados Chilenos, 1983).

8 Fecha 10 de diciembre de 1948. Art. 9.- Expresa que “nadie puede ser arbitrariamente detenido, preso o

desterrado”. Art. 13.- Establece que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su

país” (en Insulza, 1983, s/p).

9 Fecha 16 de diciembre de 1966. Art. 12, N°4.- “Nadie podrá ser arbitrariamente privado del derecho a entrar en

su propio país”. Además existe la Convención Americana sobre Derechos Humanos, “Pacto de San José de Costa

Rica” del 22 de noviembre de 1969, que en su Art. 22 expresa que “Toda persona que se halle legalmente en el

territorio de un Estado tiene derecho a circular por el mismo y a residir en él con sujeción a las disposiciones

legales… a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio. Nadie puede ser expulsado del territorio del

Estado del cual es nacional ni ser privado del derecho a ingresar en el mismo” (en Insulza, 1983, s/p).

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Con respecto a las prohibiciones de ingreso, hasta septiembre de 1973 el Presidente de la

República no estaba facultado para expulsar ni prohibir el ingreso a la patria a ningún/a chileno/a,

ni en Estado de Sitio, de Emergencia, de Guerra, de Asamblea, etc. Entre 1973 y 1980 se realizó

una serie de modificaciones a la Constitución de 1925 (Vicaría de la Solidaridad, 1983):

Decreto Ley 81 de 1973. Facultó al presidente de la República para expulsar

chilenos/as del territorio nacional y agregó que los/as expulsados/as -quienes cumplían

pena de extrañamiento, abandonaron el territorio sin sujetarse a las normas establecidas

y los/as asilados/as- no podían volver sin permiso del Ministerio del Interior, no siendo

necesario el decreto de prohibición de ingreso pues bastaba el hecho objetivo de haber

salido del país en alguna de estas condiciones (Vicaría de la Solidaridad, 1983).

Este decreto “constituyó en figura delictiva, sancionable hasta con la pena de muerte,

el ingreso irregular a1 país, y castigó a quienes encubrieran este delito, alterando los

principios tradicionales de la legislación chilena que sólo sanciona excepcionalmente a

quien encubre al inculpado/a” (Esponda, 1981, p. 701).

Decreto Ley 604 de 1974. Facultó al Gobierno para prohibir el ingreso al país a

chilenos/as o extranjeros/as que se encontraran en algunas de las causales señaladas

(realizar actos contrarios a los intereses de Chile; divulgar doctrinas determinadas). En

estos casos, el Gobierno debía dictar y notificar un decreto de prohibición de ingreso.

Una forma de notificación fue estampar la letra “L” en los pasaportes, lo que significaba

“limitado” o “prohibición de ingreso”; sin embargo, el no tener dicha letra no significó

ausencia de impedimento (Vicaría de la Solidaridad, 1983).

Para las autoridades del momento, estas facultades se consideraban necesarias para “la

preservación y acentuación de la chilenidad, la devoción a la patria, a sus emblemas

sacros y a sus tradiciones históricas”, bastando solamente que los afectados, “a juicio

del Gobierno, constituyeran un peligro para el Estado” (Art. 1° del DL604 en Esponda,

1981, p. 701).

Artículo 41 de la Constitución promulgada por la Junta Militar en 1980. Facultó al

Presidente de la República para decretar un Estado de Emergencia, con acuerdo del

Consejo de Seguridad Nacional. En éste podía restringir la libertad de locomoción y

prohibir a determinadas personas la entrada y salida del país, imponer censura a la

Page 22: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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correspondencia y comunicaciones, restringir la libertad de información y opinión. Este

no podía exceder 90 días, sin embargo, tenía posibilidad de renovarse (Insulza, 1983).

Decretos exentos.

Durante el período de vigencia de la Constitución 1980 desaparecieron las causales

objetivas de prohibición de ingreso; el Decreto Ley 81 era contrario a la nueva Constitución por

lo tanto fue derogado. Por otra parte, existían disposiciones que permitían la existencia de dos

estados de excepción (Vicaría de la Solidaridad, 1983):

Estado de Emergencia (que rigió hasta el 31 de agosto de 1983), conforme al cual se

podía prohibir el ingreso al país (no expulsar) mediante un decreto firmado por el

Ejecutivo que no requería causales, aunque debía invocar “real necesidad” de la medida.

Los decretos debían ser “tomados de razón” por el Contralor General de la República.

La medida de prohibición de ingreso era perpetua (mientras no fuera revocada) y sus

efectos se prolongaban aún cuando cesara la vigencia del Estado de Emergencia.

Estado de Peligro de Perturbación de la Paz Interior (Art. 24° transitorio y

renovable cada seis meses, dictado en 1980 por la Junta Militar). Se podía expulsar y

prohibir el ingreso; los decretos los firmaba el Ministro del Interior y estaban exentos de

“toma de razón”; debían invocar causales. No procedía “recurso alguno”, salvo la

petición de reconsideración a la autoridad que dictaba la medida.

Bajo estos estados de excepción podían aplicarse las medidas mencionadas a quienes

propagaran “doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción

de la sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de

clases... los que están sindicados o tengan reputación de ser activistas de tales doctrinas y a los

que realicen actos contrarios a los intereses de Chile o que constituyan un peligro para la paz

interior” (disposición transitoria 24ª, letra c, inciso final), sin embargo, ya que era el Jefe de

Estado quien hacía tal calificación y ésta no era susceptible de revisión judicial, en la realidad

cualquier chileno/a podía ser proscrito/a (Esponda, 1981, p. 702).

Con relación a las autorizaciones de retorno, las prohibiciones de ingreso sólo podían

dejarse sin efecto por otro Decreto Supremo que derogara al anterior, el que podía hacerse de

oficio por la autoridad o a petición de parte, y que mantenía vigente el principio que “el vivir en

la patria es una gracia de la autoridad y no un derecho” (Vicaría de la Solidaridad, 1983, p. 5).

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Entre Noviembre de 1973 y Octubre de 1982, el Gobierno ignoró la situación de los/as

exiliados/as. Conforme a los decretos 81 y 604, quienes estaban (automáticamente o por decreto)

impedidos de retornar podían solicitar al Ministerio del Interior dejar sin efecto la medida,

aunque comúnmente las solicitudes no eran contestadas. Entre Octubre y Diciembre de 1982,

Pinochet anunció la creación de una comisión que estudiaría la situación, según sus palabras

debía presentarse la solicitud correspondiente, más la comisión sería sólo consultiva y no

resolutiva. Al término de su cometido, la comisión emitió un informe que no fue conocido

públicamente (hasta hoy no se sabe con certeza que alguien haya retornado por dicha comisión);

los Ministerios del Interior y Justicia continuaron “el conocimiento y estudio de las solicitudes de

las personas afectas a prohibición de ingreso” (Vicaría de la Solidaridad, 1983, p. 6).

Cuando las denuncias por el retorno de los/as exiliados/as comenzaron a tomar fuerza, el

Gobierno aclaró su decisión de no permitir el reingreso al país de estas personas; el General

Pinochet declaró a la prensa: "Sería un daño para la población autorizar los regresos de los

exiliados que hablan tanto en contra de Chile. Dicen que aquí se mata en la calle, que la gente se

está muriendo de hambre. Yo les hago un bien dejándolos afuera, para que no sufran” (El

Mercurio, 30/04/1979 en Esponda, 1981, p. 704). Posteriormente, y ya con la nueva Constitución

vigente, se refirió a los/as exiliados/as con la siguiente postura: "Quienes entonces no trepidaron

en asesinar a los hijos de Chile son los mismos que hoy pretenden volver recurriendo a viles

argucias y sin detenerse ante la calumnia y la mentira. Si permitiéramos el regreso de estos

agentes del comunismo estaríamos traicionando los ideales de nuestros hombres muertos en

acción” (Mensaje pronunciado el 11 de Septiembre de 1981, en Esponda, 1981, p. 704).

Al término de 1982 y hasta Octubre de 1983, el Gobierno publicó listas de exiliados/as

autorizados/as a regresar, lo que significaba que la autoridad había dictado los correspondientes

decretos supremos que derogaban los que prohibían el ingreso. En ellas aparecieron muchos/as

exiliados/as, pero también menores de edad, personas fallecidas, detenidos/as desaparecidos/as,

personas que no habían salido de Chile o habían retornado sin inconvenientes, nombres repetidos,

etc. Llamó la atención, además, que un gran número de personas que aparecieron en las listas, no

habían solicitado su reingreso. Según el Ministro Montero, las personas incluidas en las listas no

requerirían de ningún trámite adicional para regresar (Vicaría de la Solidaridad, 1983).

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En Octubre de 1983 fueron reembarcados en el Aeropuerto de Pudahuel tres exiliados que

aparecían en las listas de autorización de retorno; ante la situación, el Subsecretario del Interior

declaró que en realidad las listas debían complementarse con trámites posteriores como la

dictación de decretos que anularan los de prohibición, los que en algunos casos no se dictarían.

Se instaló, luego, una Oficina de Informaciones sobre Regreso de Exiliados que evacuaría

“cualquier tipo de consultas” y, particularmente, “si alguna persona está incluida en alguna de

las listas”. Las consultas las podían hacer familiares, por escrito, indicando dirección y remitente.

Los/as exiliados/as debían dirigirse a consulados y embajadas “para manifestar su deseo de

regresar”, lo que se consultaría a las autoridades chilenas (Vicaría de la Solidaridad, 1983).

El proceso de retorno comenzó a principios de los ´80 de forma paulatina e individual por

quienes no tenían prohibición de ingreso, aunque para muchos el retorno “legal” era percibido

como real sólo en la medida en que se produjeran cambios políticos importantes en Chile. Tras

publicarse las listas de autorización, retornaron cerca de 3.562 personas en el plazo de un año,

aunque nunca se conocieron los criterios de selección. No obstante, junto a esta mayor apertura

frente al exilio, coexistió la aplicación de nuevas medidas de expulsión; la letra “L”, sin embargo,

dejó de emplearse en 1983 (Vicaría de la Solidaridad, 1983; Castillo y Piper, 1996).

Quienes pudieron volver lo hicieron por medio de recursos propios con los que contaban,

el régimen que los/as exilió no se hizo responsable de su regreso, por lo que éste se convirtió en

una decisión y una acción privada que no llegó a constituirse en una superación colectiva de un

problema social. En 1988, pocos días antes de que se llevara a cabo el plebiscito, el régimen puso

fin al exilio de manera formal como parte de su campaña electoral (Castillo y Piper, 1996).

En relación a la magnitud del exilio-retorno, existen diferencias significativas entre las

cifras oficiales de exiliados/as políticos/as y las de diversos organismos de Derechos Humanos.

Los números oficiales hablan de alrededor de 20 mil personas incluidos los familiares; ACNUR

(Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) registró en Argentina al menos

unos/as 9.000 refugiados/as políticos/as y otros/as 2.900 en Perú; la Liga Chilena de los Derechos

del Hombre menciona 400.000 chilenos y chilenas que debieron abandonar el país por razones

políticas. Durante 1990, la Oficina Nacional de Retorno10

(ONR), el Servicio Universitario

Mundial y el Comité Intergubernamental para los Migraciones (CIM), manejaban una cifra de

10

Creada por la ley 18.994, el 20 de agosto de 1990. Termina sus funciones en Septiembre de 1994.

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cerca de 200 mil exiliados/as políticos/as dispersos en los cinco continentes; esta cifra es cercana

a la que da la Vicaría de la Solidaridad, que calcula una cantidad 260.000 personas obligadas a

vivir fuera del país por razones políticas (Bolzman, 1993; Vaccaro, 1990, en Rebolledo, 2001).

De acuerdo a informaciones de organismos nacionales e internacionales, desde el año

1978 a 1992 habían retornado alrededor de 39.000 personas, de las cuales 26.828 (68%) se

encontraban registradas en la Oficina Nacional del Retorno11

. Según datos de esta misma Oficina,

entre los años 1990 y 1992 más de un 60% de la población total exiliada había retornado al país.

Se dictó una serie de leyes que intentaron aportar al proceso de retorno y reinserción, como la

Ley 19.074, de Habilitación de Títulos, o la Ley 19.12812

(Oficina Nacional del Retorno, 1992).

El 17 de Septiembre de 2005, el presidente de Chile, Ricardo Lagos, firmó una serie de

modificaciones a la Constitución de 1980 entre las que elimina las expulsiones y prohibiciones de

ingreso, de esta forma, ya no es posible privar administrativamente a los/as chilenos/as del

derecho a residir en el país. No obstante estos recientes avances, aún queda pendiente el

reconocimiento y real reparación del daño que el exilio-retorno constituyó y constituye aún para

muchos/as chilenos/as y sus familias (Constitución Política de Chile, 2005).

11 Según lo dicho por el presidente Aylwin, durante el Mensaje Presidencial del 21 de Mayo de 1993, en la Sesión

del Congreso Pleno, respecto al tema del “Retorno de exiliados” se informa que: “hasta abril último habían retornado

al país algo más de 40.000 personas, de las alrededor de 250.000 a que se estima que llegó el exilio originado por las

causas políticas. Del total de retornados, la Oficina Nacional de Retorno, ha participado en la reintegración de 33.000

personas (10.674 familias), tarea en la que ha contado con la valiosa cooperación del Alto Comisionado de las

Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)”.

12 En el mismo Mensaje menciona: “Dado que un 58% de los jefes de familia retornados son profesionales titulados

en el exterior, ha sido de gran trascendencia la aplicación de la ley 19.074, de 28 de agosto de 1991, que permite

habilitarlos para el ejercicio de su profesión en Chile... Los compatriotas que retornan del exilio, aparte de los

beneficios aduaneros que les otorga la ley 19.128, de 7 de febrero de 1992, tienen aseguradas para sus hijos la

continuidad de sus estudios básicos y medios y el acceso al primer año universitario, y acceden gratuitamente a todos

los niveles de atención de salud. Más de 15.000 personas han hecho uso de este beneficio. Por otra parte, 9.087

personas retornadas de escasos recursos han obtenido ayuda de la Oficina para su subsistencia y reinserción, y 6.486

han obtenido acceso a una solución laboral con apoyo directo del Gobierno. Especial importancia tiene, para los

exiliados que aspiran a volver, la posibilidad de obtener la continuidad de su previsión. Consciente de la importancia

de esta justa aspiración, el Gobierno está estudiando, con las naciones amigas que recibieron a numerosos exiliados

chilenos, la suscripción de convenios bilaterales sobre seguridad social”.

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Marco Teórico

Nuestro trabajo se estructura en torno a tres conceptos centrales: Trauma, Exilio-Retorno

y Transgeneracionalidad, los que serán brevemente revisados a continuación.

Iniciamos la exposición con el término Trauma, el cual ha sido desglosado con el

objetivo de incluir la evolución del concepto, además del surgimiento de la nosología psiquiátrica

de Trastorno de Estrés Postraumático y su inadecuación en el análisis de los fenómenos de

violencia de Estado. Enseguida presentamos la vertiente psicosocial del Trauma, para finalizar

exponiendo una sistematización del abordaje realizado en nuestro país sobre el trauma asociado a

la represión política generada a raíz del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

En la segunda parte, correspondiente al fenómeno de Exilio-Retorno, comenzamos

exponiendo las consecuencias implícitas de una migración, vinculándolas a aspectos, a nuestro

juicio, centrales en el análisis del tema tales como identidad y cultura; a su vez, enfatizamos las

diferentes pérdidas asociadas a las migraciones y el potencial traumático de esta experiencia.

Posteriormente, presentamos una contextualización histórica del fenómeno de Exilio y

Retorno, abordando tanto su evolución en el ámbito internacional como nacional. Finalizamos

este punto con una breve revisión de las principales características del fenómeno en nuestro país.

En cuanto al impacto del Exilio y Retorno en Chile, exponemos sus efectos a nivel familiar y más

específicamente en los/as descendientes de exiliados/as-retornados/as, para finalizar revisando las

implicancias psicosociales de este fenómeno en nuestro país.

En relación al concepto de Transgeneracionalidad, exponemos primero la relevancia del

término en el caso de situaciones de violencia de Estado; más adelante, revisamos los principales

planteamientos relacionados al tema, partiendo por los primeros estudios surgidos a partir del

Holocausto, para continuar presentando las vertientes investigativas más prolíferas respecto de la

transgeneracionalidad, correspondientes a la perspectiva psicodinámica y sistémica.

Contextualizamos, luego, el tema a la situación actual de Latinoamérica a través de la

revisión de una serie de trabajos elaborados desde diferentes instituciones de Derechos Humanos

que abordan la temática de la transgeneracionalidad asociada a las dictaduras de nuestro

continente. Finalmente, proponemos una definición operativa de Transgeneracionalidad del Daño

vinculado a la experiencia chilena de exilio y retorno, la cual guiará nuestro trabajo.

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1.Trauma

“…la sensación, en cualquier caso repentina, no de haberme librado de la muerte,

sino de haberla atravesado. De haber sido, mejor dicho, atravesado por ella.

De haberla vivido, en cierto modo. De haber regresado de la muerte

como quien regresa de un viaje que le ha transformado: transfigurado, tal vez.”13

Para una mayor comprensión de las consecuencias traumáticas generadas tras los

acontecimientos del 11 de Septiembre de 1973 es necesario realizar una revisión del concepto de

“trauma”. Si bien el concepto ha experimentado modificaciones sustanciales en cuanto a su

significado a lo largo de la historia, su aporte al estudio de la afectación psicosocial generada a

raíz de situaciones de violencia de Estado ha sido ampliamente documentado en numerosas

investigaciones que van desde la I Guerra Mundial hasta conflictos bélicos y étnicos recientes.

Así, a continuación, exponemos los primeros acercamientos al concepto de trauma,

incluyendo el de Estrés Post-Traumático, aportado por la psiquiatría. Posteriormente, describimos

brevemente como el concepto pasa desde una concepción individual a otra más social,

exponiendo distintas contribuciones que se han hecho tanto en Europa como en Latinoamérica.

Finalmente llegamos a las conceptualizaciones de trauma que se han utilizado en Chile y

presentamos la definición de trauma que ocuparemos en la presente investigación.

Evolución del concepto de trauma.

La palabra procedente del griego significa “herida” y se ha ido especializando tomando

en el campo psíquico el carácter de trauma y en el físico, el de traumatismo (Arnal, 2000 en

Pastrana y Venegas, 2001). Aparece en la psicología a partir del enfoque psicoanalítico. Freud y

Breuer introducen el “trauma psíquico” en “Estudios Sobre la Histeria” (1980), estableciendo

una analogía entre histeria y neurosis traumática. En esta última, la causa del trauma

correspondería a un sobresalto, un “trauma psíquico”, es decir, “cualquier suceso que provoque

los afectos penosos del miedo, la angustia, la vergüenza o el dolor psíquico, puede actuar como

un tal trauma” (Freud y Breuer, 1980, p. 12).

Es relevante el énfasis que daba Freud a la sensibilidad de la persona como determinante

de la importancia traumática del evento; así, no sería lo externo lo que determina el trauma sino

aspectos internos de la persona, configurándolo como algo único y particular. No es el trauma en

13 Fragmento en “Resiliencia: una estrategia en la rehabilitación en pacientes víctimas del terrorismo de Estado”, en

Paisajes del Dolor, Senderos de Esperanza. Salud Mental y Derechos Humanos en el Cono Sur, 2002.

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sí el “agente provocador” sino, más bien “el trauma psíquico, o su recuerdo, actúa a modo de

un cuerpo extraño, que continúa ejerciendo sobre el organismo una acción eficaz y presente, por

mucho tiempo que haya transcurrido desde su penetración en él” (Freud y Breuer, 1980, p. 13).

El recuerdo tiene un afecto perdido pues el individuo no reaccionó enérgica y adecuadamente al

suceso estimulante; cuando la reacción se da con intensidad suficiente desaparece con ella la

mayor parte del afecto; si, al contrario, reprime la reacción, el afecto queda ligado al recuerdo.

Otro elemento importante es la consideración que hace Freud de la existencia de “traumas

parciales”, donde observa que el trauma no necesariamente se constituye por un hecho único en

un momento determinado, sino que puede desarrollarse a lo largo del tiempo con una serie de

acumulaciones de diversas presiones que se mantienen latentes para luego vincularse con otras

experiencias que tomarán el carácter de traumáticas (Freud y Breuer, 1980).

Los aportes post-freudianos al trauma siguieron un camino en lo individual, aunque

fueron incluyendo aspectos vinculares y dando mayor importancia a situaciones externas. Khan

(1974 en Madariaga, 2002), por ejemplo, aportó el concepto de “trauma acumulativo”,

enfatizando la relación temprana madre-hijo como díada que, por la dependencia que presenta en

cuanto a satisfacción de necesidades fisiológicas y afectivas, concentra la mayor cantidad de

eventos emocionalmente significativos para el niño. En este intercambio pueden darse diversas

experiencias sub-traumáticas que formarían una superposición silenciosa de conflictos vinculares

no resueltos, sobrepasando los mecanismos adaptativos del niño y pudiendo derivar, en algún

momento del ciclo vital, en un trauma psíquico (Madariaga, 2002).

Tras la I Guerra Mundial, Freud comenzó el estudio de las neurosis de guerra, las que vio

ya no como una resignificación interna secundaria, sino como suceso productor de alteraciones

específicas en el individuo. El principal cambio tuvo que ver con los sueños, donde ya no se daba

una realización de deseos inconscientes sino repeticiones de vivencias traumáticas (Freud, 1986).

Desde la psiquiatría, inicialmente se pensaba que el trauma de post-guerra era de origen

físico y se debía al efecto de explosión de granadas (“shell shock”). Algunos psiquiatras llegaron

a postular causas psicológicas, sin embargo, lo común era que los síntomas se atribuyeran a

cobardía y debilidad del soldado, usando como tratamiento castigos y amenazas para quien

sufriera dicha neurosis, “incluso llegaron a usarse descargas eléctricas para tratar el mutismo y

pérdida sensorial de algunos pacientes” (Cazabat, 2001, en Pastrana y Venegas, 2001, p. 10).

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Es durante la II Guerra Mundial que se comenzó a hablar de síntomas asociados a “estrés

post traumático”. En 1941, Abraham Kardiner escribe "The Traumatics Neurosis of War”, donde

se refirió a estos trastornos y, con Herbert Spiegel, desarrolla tratamientos para integrar las

experiencias traumáticas. En 1952 apareció la primera edición del “Manual Diagnóstico y

Estadístico de los Trastornos Mentales” (DSM), incluyó el diagnóstico de Reacción a Gran Estrés

(“Gross Stress Reaction”) y describió los síntomas de la exposición a estrés intolerable. Ya en

Estados Unidos se trabajaba con veteranos de la II Guerra Mundial y Corea, aunque fue con

veteranos de Vietnam que se empezó a poner real atención a los efectos traumáticos de guerra,

permitiendo, así, reconocer la existencia de un trastorno derivado (Pastrana y Venegas, 2001).

El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Críticas a la Nosología Psiquiátrica.

Hans Selye describe por primera vez, en 1934, el concepto de “estrés”, el que se define

como “los procesos fisiológicos y psicológicos que se desarrollan cuando existe un exceso de

demandas ambientales percibidas por el sujeto para poder satisfacerlas”. El término moderno

toma en cuenta la interacción de factores como el entorno y la forma de percibir del individuo

según personalidad, experiencias previas y recursos que cree poseer para enfrentar las demandas

del entorno o “autoeficacia percibida” (Campusano, 1999 en Pastrana y Venegas, 2001, p. 11).

En 1980, la American Psychiatric Association (APA) incorporó en el DSM-III el

diagnóstico de Estrés Post-Traumático (Post-Traumatic Stress Disorder), que exige la presencia

de un evento vivido como amenaza vital, generando respuestas angustiosas y síntomas como:

reexperimentación del acontecimiento traumático, evitación de estímulos asociados a éste y

aumento en la activación. Otorga poca relevancia a procesos sociales, como situaciones de guerra

y represión política, al no incorporalos como factores constitutivos del trauma. Pone mayor

énfasis en los síntomas posteriores al hecho traumático y homologa distintos tipos de eventos sin

considerar las diferencias contextuales; mostraría, de esta forma, un enfoque más bien

reduccionista y limitante que omite el carácter procesual e histórico del trauma (DSM-IV, 2002).

Madariaga (2002) realiza una crítica a esta conceptualización diagnóstica desde 4 ejes:

◦ Respecto de la temporalidad pretraumática: El concepto de TEPT desconocería la condición

sociohistórica del individuo, ignorando su estado pretraumático, su personalidad, biografía,

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proyecto vital, nivel de conciencia, etc.; elementos que conforman la base de la singularidad

con la que se expresa la respuesta psíquica a la experiencia traumática.

◦ Respecto de sujeto: La percepción ahistórica del individuo dificultaría una comprensión del

rol que éste juega en el conflicto social, desconociendo su campo relacional y la interacción

dialéctica individuo-entorno.

◦ Respecto del evento traumático: Atendería sólo la cantidad de descarga energética del evento

inespecífico, viendo también al suceso traumático como ahistórico y fuera del campo de las

relaciones sociales; descarta características específicas de traumas producidos por violación a

los derechos básicos, donde la génesis de la psicopatología proviene de las estrategias de

control y dominación social, remitiendo así un nuevo tipo de causalidad, la sociogénesis.

◦ Respecto del trastorno propiamente tal: El daño se reduciría a una constelación sintomática,

desconociendo su singularidad, unicidad e impacto biopsicosocial; omite que, en general, el

evento traumático es anterior a la aparición de síntomas y limita la mejoría a su desaparición.

En el caso de situaciones de conflicto socio-político, el alcance de las consecuencias del

trauma, para Madariaga (2002), tendrá directa relación con el marco de referencia causal, es

decir, el contexto político dará el sentido, racionalidad y coherencia lógica al trauma, de aquí que

tendrá una doble manifestación, como trauma individual y psicosocial. El primero materializado

en el individuo afectando su unidad biopsicosocial; el daño, su recurrencia, cronicidad, sobrevida,

etc., serán propios según su psiquismo, corporalidad y situación social. El trauma psicosocial, en

cambio, tomará el carácter de acontecimiento histórico; el sujeto social, la representación

colectiva de grupos sociales en conflicto son los protagonistas y las reacciones al evento tendrán

relación con el grado de participación, la posición social, etc. (Becker, 1994; Madariaga, 2002).

Becker (1994), por otro lado, crítica que el TEPT consideraría el daño como un trastorno,

lo que perjudicaría a los/las afectados/as en conflictos sociales catalogándolos como “enfermos

mentales”. En estos casos, son los poderes represores los que habitualmente han definido “a sus

víctimas como enfermos” pues así disfrazarían los crímenes cometidos y los justificarían como

“medidas de sanación a la población” (Becker, 1994 en Pastrana y Venegas, 2001, p. 14).

Agrega que los síntomas del TEPT son unipersonales, ignorando el daño interpersonal como el

producido en la familia que, al parecer, no fue directamente dañada por el trauma, sin embargo

sufre las consecuencias (Lira y Weinstein, 1990; Bastías, Mery, Rodríguez y Soto, 2001).

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La Red Latinoamericana de Instituciones de la Salud contra la Tortura, la Impunidad y

otras Violaciones a los Derechos Humanos (Scapucio, 2003), señala que el TEPT y otras

nosografías psiquiátricas no toman en cuenta aspectos sustanciales del trauma psicosocial como:

a) Estigmatización: Sea por la respuesta “oficial” o social a la situación de los/as

afectados/as, o por los sentimientos (dolor, vergüenza, etc.) que despierta la experiencia.

b) Proyecto Vital: El que se ha visto afectado en quienes han pasado por experiencias

traumáticas, viéndose forzados/as a reelaborarlo; al ser éste un proyecto de “ser con

otros”, incluye el lugar social y los posicionamientos éticos, espirituales, ideológicos, etc.

c) Transculturización: Se da especialmente en desplazados/as y exiliados/as, pero también

puede darse cuando se ataca e invalida pautas que son soportes sociales de la comunidad.

d) Retraumatización y Daño: Los que se producen por el impacto de la impunidad, la no-

reparación social y la repercusión que ello tiene en lo colectivo.

A partir de los argumentos revisados, concordamos con los críticos del TEPT en el

sentido que no aborda adecuadamente consecuencias de conflictos sociales, en particular, de

violencia organizada. Para entender de manera más precisa el trauma asociado a este tipo de

situaciones, se han desarrollado otros conceptos dirigidos a una mayor y mejor comprensión de

los elementos que lo constituyen.

Hacia una mirada social del Trauma.

Es Bruno Bettelheim quien tomó el concepto de trauma desde una mirada más social y

enfatizó el carácter de intencionalidad política atribuido a la traumatización, buscando destruir al

individuo a razón de su praxis política. La “situación traumática extrema” destruye la estructura

psíquica individual y repercute en la estructura familiar, social y los recursos con que éstas

cuentan para enfrentar la experiencia. “Dicho de esta forma, no se trata de ´cuadros o síndromes

psicopatológicos´ únicamente, sino... de expresiones concretas del conflicto social y político que

se desarrollan en una sociedad determinada y se manifiestan tanto en el psiquismo individual

como en la subjetividad social” (Becker et al., en Martín-Baró, 1992, p. 289).

Keilson (1979 en Bastías et. al. 2001), por otra parte, aporta a la “situación traumática

extrema” la idea de cronificación al enfatizar que las consecuencias del trauma podrían continuar

después del término de la persecución y represión. Integra, así, las dimensiones temporal y

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contextual a la situación y propone la idea que la traumatización sigue un carácter secuencial, en

que el período de post-guerra no sólo evidencia las consecuencias prolongadas de experiencias

traumáticas, sino que forma parte del proceso traumático mismo. En las correspondientes

“secuencias traumáticas”, el trauma se desarrollaría, entonces, como un estrés continuo de

intensidad extrema y permanente por la amenaza vital imperante en el tejido social, generando

trastornos psicológicos que pueden potenciarse o, incluso, proyectarse como daño

trasgeneracional, pues la experiencia traumática sigue operando en la conciencia espontánea y el

inconsciente colectivo, bases de la transferencia a las nuevas generaciones (Madariaga, 2002).

En Latinoamérica, los aportes hechos al estudio del trauma se relacionan, esencialmente, a

las consecuencias de luchas sociales e implantación de dictaduras que han violado los Derechos

Humanos básicos; diversos profesionales e investigadores, especialmente en Argentina, Chile y

Centroamérica, han profundizado el término a fin de adecuarlo al caso particular que nos ocupa.

Martín-Baró propone el término “trauma psicosocial”, aludiendo a 3 aspectos esenciales:

uno, que el trauma tiene carácter dialéctico, es decir, se ubica en la particular relación social de la

que el individuo sólo es una parte, aun cuando sea el principal afectado/a; las situaciones sociales,

entonces, no generan traumas de forma mecánica en cualquier persona, así como circunstancias

excepcionales pueden conducir al deterioro, también pueden llevar al crecimiento y superación.

Afirmar el carácter dialéctico del trauma implica afirmar también su carácter histórico. Dos, que

al hablar de trauma psicosocial insiste en que éste se produce socialmente, por lo que su

comprensión y solución no sólo requieren de atender al problema individual, sino que es

necesario abordar las estructuras o condiciones sociales traumatógenas. Tercero, que las

relaciones sociales de los individuos no sólo son causantes de traumas, sino que es su

mantenimiento el que alimenta y multiplica los casos de traumatización (Martín-Baró, 1992).

Becker, Castillo y Díaz, a partir de lo planteado por Bettelheim, definen para el caso

chileno la “traumatización extrema” como “un proceso que da cuenta de un tipo de

traumatización específica, caracterizada por ocurrir en dependencia de acontecimientos socio-

políticos… está marcada por una forma de ejercer el poder en la sociedad, donde la estructura

sociopolítica se basa en la desestructuración y el exterminio de algunos miembros de esta misma

sociedad por otros... El proceso de traumatización no está limitado en el tiempo y se desarrolla

en forma secuencial” (Becker, Castillo y Díaz 1990, en Becker, 1994, p. 86).

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El Trauma en Chile.

Tras los sucesos vividos a partir del 11 de septiembre de 1973, el trabajo respecto del

trauma en Chile adquirió importancia fundamental para muchos profesionales pues posibilitaría

entender lo vivido y sus consecuencias, generando mejores métodos de tratamiento para ayudar a

las personas de manera efectiva. Del Solar y Piper (1995), basándose en la traumatización

secuencial de Keilson, proponen una secuencia análoga posible de aplicar al caso chileno:

o Primera Secuencia Traumática

Se iniciaría en el Golpe Militar, terminando al ocurrir la situación represiva específica -

detención, desaparición, etc.- Se caracteriza por inseguridad generalizada fruto de la masificación

de la amenaza política, generó angustia y desconfianza en el contexto; todos eran sospechosos y

la identidad política tornaba al otro en potencial “enemigo” (Del Solar y Piper, 1995).

o Segunda Secuencia Traumática

Comenzaría al momento de la situación represiva específica y se cerraría con el término

del régimen militar. Durante esta etapa se mantienen los elementos de temor, angustia e

inseguridad descritos en la primera secuencia, agudizándose debido a la búsqueda de familiares o

amigos desaparecidos o la denuncia de detenciones injustificadas, etc. (Del Solar y Piper, 1995).

o Tercera Secuencia Traumática

Iniciaría al terminar la dictadura sin ser claro cuando terminará. Es la más compleja pues

su carácter traumático depende de las características que tome la reparación. En este sebtido, el

incumplimiento de las promesas de reparación puede resultar más traumático que la violación

misma de derechos, pasando los/as afectados/as de un papel de “enemigos/as” en el régimen

militar, al de “víctimas enfermas” en la transición, quedando en una nueva situación de

marginalidad individual, cuando ésta constituye una problemática debiera ser tratada a nivel

social (Del Solar y Piper, 1995).

Para efectos del presente trabajo, tomamos en cuenta la adaptación de la traumatización

secuencial de Keilson realizada en Chile por Del Solar y Piper, aunque, en cuanto a la definición

de trauma, nos parecen más acertados los planteamientos de Martín-Baró respecto del trauma

psicosocial que la traumatización extrema; por lo tanto, serán esencialmente estos dos aportes los

que consideramos al momento de adscribirnos a una concepción del trauma.

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2.La Experiencia de Exilio-Retorno

“El destierro es redondo, un círculo

un anillo; le dan vueltas tus pies

cruzas la tierra, no es tu tierra

te despierta la luz y no es tu luz

la noche llega: faltan tus estrellas

hallas hermanos: pero no es tu sangre.”14

Habiendo descrito el exilio en sus dimensiones sociopolítica y jurídica, consideramos

ahora necesario explicar las consecuencias psicológicas del mismo; para esto, exponemos a

continuación las implicancias que trae cualquier tipo de migración en las personas, sea ésta

voluntaria o no, para pasar luego al exilio como una migración forzada que afecta tanto al

individuo y su estructura familiar como a la sociedad en su conjunto.

Posteriormente, y tras una breve exposición de los efectos a nivel familiar, pasamos a uno

de los temas de mayor relevancia para nuestra investigación, los/as hijos/as de exiliados/as-

retornados/as que nacieron en los países de exilio y cómo esta experiencia ha impactado sus

vidas. Por último, expondremos algunas de las principales consecuencias que ha tenido el exilio-

retorno en la sociedad chilena y las relaciones que quienes permanecieron en Chile durante la

Dictadura establecen con los/as retornados/as.

La Migración y sus Efectos.

La decisión de migrar, voluntaria o no, puede presentarse a cualquier persona o grupo a lo

largo de su vida. Actualmente, varios autores plantean que cualquier migración, aún en óptimas

condiciones, implica atravesar por crisis potencialmente traumáticas con efectos psicoafectivos

profundos y duraderos, generando desorganización psíquica, descompensación, somatizaciones,

rupturas conyugales y/o familiares, aislamiento, conflictos laborales, crisis económicas, etc. Una

migración, entonces, puede o no ser desencadenada por una crisis, pero es siempre determinante

de una. Usualmente, quien migra no tiene noción de lo violento de la experiencia ni del impacto

acumulativo, llevando a lo que Sluzky llama “estrés migratorio” (1979, en Bar de Jones, 1994).

Para Yampey, migración se refiere a “la movilidad geográfica de personas, quienes se

desplazan ya sea en forma individual, en pequeños grupos o en grandes masas…en la que el

traslado se realiza de una región a otra, suficientemente distinta y distante por un tiempo

14

Pablo Neruda (1964), al hablar de su exilio por González Videla en el poema del mismo nombre.

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suficientemente prolongado como para que implique „vivir‟ en otro país o región y desarrollar

allí las actividades de la vida cotidiana” (1982 en Bar de Jones, 1994, s/p).

Al hablar de migración resulta relevante conocer la relación existente entre identidad y

cultura. Desde una perspectiva psicoanalítica, Bar de Jones habla de la cultura como “el conjunto

de los dispositivos de representaciones simbólicas que dan sentido e identidad y de este modo

son organizadores de la permanencia del conjunto humano, de sus procesos de transmisión y de

transformación” (Bar de Jones, 2001, s/p); los nexos cruciales que sostienen la psiquis, el cuerpo,

grupo y cultura corresponden a lo que se designa “apuntalamientos”. Es posible decir, por tanto,

que quien migra pasa por “una crisis cultural, debido a la pérdida de apuntalamientos de tipo

materno relativos a la formación de identidad en la cultura de origen” (Bar de Jones, 2001, s/p).

Los gestos maternales sostienen y transmiten la cultura desde el inicio de la vida y

constituyen la identidad, son códigos de referencia comunes a miembros de la familia y grupos

sociales destacándose, precisamente, cuando los cambios evidencian su ausencia. Para Käes

(1999) “la historia del sujeto se va construyendo sobre la base de los distintos apuntalamientos

sucesivos en las diferentes situaciones de cambio y de crisis que le va tocando enfrentar... el

entorno sociocultural se constituye como marco y estructura de sostén y apuntalamiento para la

identidad. Función muda, que no es evidente ni consciente para el sujeto hasta que cambia”

(Käes, 1999 en Bar de Jones y Cohan, 2000, s/p).

Quien migra va perdiendo “el marco cultural que mantiene ligados a todos estos

elementos entre sí y que garantiza de alguna manera su identidad y su integridad” (Bar de Jones,

2001, s/p); esto puede traer resistencias pues, al integrarse a la nueva cultura, surge el temor de

perder la propia, instaurándose un “conflicto de lealtades”, donde al tener que “renunciar”

consciente o inconscientemente a las propias raíces, la amenaza de aniquilamiento del sí mismo

impide la asimilación del nuevo entorno. Reacciones defensivas pueden ser la idealización de lo

perdido o su denigración, despersonalización, resistencia a integrarse al nuevo lugar, depresión,

respuestas psicosomáticas, etc. También, suelen darse mecanismos disociativos importantes, que

en principio son imprescindibles y que debieran disminuir mientras se realiza el trabajo de duelo,

sin embargo, cuando ello no sucede, generalmente es el cuerpo el que reacciona ante la falla de la

memoria (Bar de Jones y Cohen, 2000; Bar de Jones, 2001).

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Otra noción relevante en este fenómeno, entonces, es la de duelo, “para el que se va de su

lugar de origen las pérdidas son masivas, lo que representa una exigencia inmensa para la

psiquis” (Bar de Jones, 2001, s/p). A ello se suma la incorporación de novedades vinculares,

culturales, sociales, etc. El individuo se verá sin lo que lo/a contuvo y protegió anteriormente,

pierde la presencia de seres queridos, el ambiente no humano, una serie de objetos materiales y

no materiales como la patria, la libertad, un ideal, etc., siendo cada evento igual de importante.

Los duelos en las migraciones presentan particularidades pues, en general, las pérdidas no

tienen el carácter absoluto de la muerte. La “distancia geográfica en las migraciones, permite

negar las pérdidas que se van produciendo, al creer que basta tomar un avión para que todo

vuelva a ser como antes” (Bar de Jones, 1994, s/p); Grinberg y Grinberg (1984 en Bar de Jones,

2001) hablan de vínculos de integración de la identidad, aludiendo a la integración temporal

como especialmente afectada en las experiencias.

Habría una vivencia casi universal en la que “el tiempo no transcurre en el lugar del que

estamos alejados”, provocando un quiebre en la continuidad de los vínculos y una pérdida de

variables que forman parte de la cotidianeidad. En la migración se pierde la posibilidad de tener

una familia ampliada, “los amigos de toda la vida; los conocidos de siempre; las calles...y los

múltiples rincones cargados de afecto, de significación, de recuerdo” (Bar de Jones, 1994, s/p).

Es común que el/la migrante establezca vínculos caracterizados por cierto desapego pues se

conceptualizan como circunstanciales y destinados a interrumpirse (Bar de Jones, 2001).

El idioma puede adquirir relevancia, pues la imposibilidad de comunicarse en un idioma

común y único reedita la angustia de la pérdida de identidad; en este caso es aún más intensa la

sensación que será “imposible reencontrarse, ni siquiera en la ilusión de una fusión protectora

permitida por la utilización de una base cultural lingüística común” (Bar de Jones, 2001, s/p). La

extranjerización es otra consecuencia donde, incluso tras el retorno al lugar de origen, la

sensación de “ser extranjero” puede perdurar en el tiempo, teniendo efectos tanto en el individuo

como en siguientes generaciones; respecto de este punto Grinberg y Grinberg sostienen: “está

claro que uno nunca vuelve, siempre va” (Grinberg y Grinberg, 1984 en Bar de Jones, 2001, s/p).

Paradójicamente, las mayores crisis parecen presentarse cuando el individuo se da cuenta

que ha logrado instalarse, lo que reactualizaría la decisión de migrar redefiniendo su significado,

desencadenando lo que Grinberg y Grinberg (1984, en Bar de Jones, 2001) llaman “duelo

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postergado”. Su vivencia, junto con el paso del tiempo, agrega un factor particular a la

migración; la muerte adquiere ribetes fantasmáticos y surge la pregunta “¿dónde voy a morir?”

(Nasim Yampey, 1982 en Bar de Jones, 2001).

Una migración se vuelve traumática cuando predomina el sentimiento de desamparo, la

migración “simboliza y reproduce la separación y la pérdida del amparo parental,

fundamentalmente de la madre amparadora. La regresión es inevitable en los primeros tiempos...

de su intensidad dependerá el grado de compromiso de la personalidad, con su riesgo de

desintegración y disolución con pérdida de los límites del yo en situaciones extremas” (Bar de

Jones, 1994, s/p); sin embargo, también dependerá de las experiencias anteriores de pérdida y

separación del individuo y sus posibilidades de reconstruir una trama social satisfactoria en el

nuevo lugar. En el caso de migraciones forzadas debido a situaciones de represión política, son

consideradas como traumáticas de por sí (Bar de Jones y Cohan, 2000).

El Exilio-Retorno y sus Dimensiones. El Caso Chileno.

Las migraciones constituirían experiencias potencialmente traumáticas que dan lugar a

crisis psicológicas. En sus distintas formas, el exilio, en particular, “ha tenido dos variantes a lo

largo de la historia: voluntario, cuando las condiciones sociales, políticas, llevan a la

determinación de autoexiliarse por temor a persecución, represalias o fracaso económico; y

forzado, conocido históricamente como destierro o extrañamiento, producto de determinaciones

legales o arbitrarias de la administración política de turno o vencedora” (S/A, 2005, s/p).

Ya en el mundo griego la expatriación se consideraba más grave que la muerte, en la

cultura ateniense no podía aplicarse expulsión sin previo juicio, en Roma, la pena de deportación

era considerada gravísima, pues privaba del derecho de ciudad. “Cuando las relaciones jurídicas

primarias originadas en meros lazos de consanguinidad se transformaban en relaciones

fundadas en el derecho territorial, surge el sentido de pertenencia a la tierra natal y la noción de

patria. El derecho a vivir en ella no es, pues, el abstracto resultado de deducciones lógicas, sino

una norma históricamente fundada, porque corresponde a un sentimiento profundo de los

pueblos en un estado de la evolución social” (Esponda, 1981, p. 699).

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La primera manifestación positiva del derecho a entrar y salir libremente y residir en el

territorio del Estado se encuentra en la Carta Magna de 1215, la primera declaración escrita de los

Derechos Humanos con imperio jurídico sobre un Estado; su Art. °39 sostiene que “ningún

hombre libre será (...) proscrito o desterrado” (Esponda, 1981, p. 699). Durante la época

contemporánea, se incorpora a partir de la Declaración de los Derechos del Hombre y del

Ciudadano de 1879 y, posteriormente, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

de Naciones Unidas, en América está el Pacto de San José de Costa Rica. Por otra parte, la Iglesia

también se ha pronunciado a este respecto, por ejemplo, Juan XXIII en la Encíclica Pacem in

Terris defiende el derecho de todo ser humano “a la libertad de movimiento y de residencia

dentro de la comunidad política de que es ciudadano” (Esponda, 1981, p. 699).

El exilio, “el otro nombre de la muerte” como Shakespeare lo denominaba (S/A, 2005),

alude entonces a una migración forzosa especialmente compleja, ya que agrega a las dificultades

psicológicas de cualquier migración, el dolor de la derrota, pérdida del territorio, de un proyecto

vital, de libertad y la ausencia parcial o total de despedida (Domínguez y Salamovich, 1986).

Si bien la experiencia sociopolítica del exilio comparte una vivencia común, sus

implicancias se perciben de modo diferente por cada persona y/o grupo (S/A, 1978). La vivencia

está supeditada por las experiencias de cada individuo que, a su vez, están condicionadas por

elementos como el lugar que ocupaba en la sociedad y grado de participación en el conflicto. Las

condiciones de abandono del país, características del lugar de acogida e imposibilidad de regreso,

se mezclan con la experiencia de fracaso del proyecto socio-político (Castillo y Piper, 1996).

El/la exiliado/a político, a diferencia del emigrante económico, “no se reconoce como

alguien que desea integrarse totalmente a la sociedad que lo acoge, ni social ni económicamente,

ya que su proyecto de vida se encuentra situado en otro lugar” (S/A, 1978, p. 637). Más allá de

distinciones jurídicas o gramáticas, “extranjero/a”, “extraño/a”, “expatriado/a”, “exiliado/a”,

aluden a “lo que ya no constituye lo propio...negación de un lugar; un fuera del lugar de sujeto

definido por una continuidad histórica identificatoria...intento de conservarse en su continuidad,

aunque al precio de autodesignarse es su exclusión frente a otro” (Fernández Gaos, 1999, s/p).

La experiencia del exilio impone el desafío de un reaprendizaje social y cultural y marca

el inicio de un trabajo de duelo del mismo, traducido en una pérdida no deseada, alimentando el

sentimiento de lo irrecuperable y generando un impacto en el desarrollo de la identidad. La

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separación abrupta genera vivencias límite, implica un desarraigo violento del marco de

referencia ambiental, inspira una crisis íntima pues ya no existe lo que se era en términos de ser

social y la persona, en cuanto sujeto de un proceso socio-histórico que ha sido quebrado, debe

“construirse” de nuevo (Cáceres, 1984; Domínguez y Salamovich, 1986).

“En Chile, el exilio tuvo un carácter fundamentalmente político y se institucionalizó en el

sistema legal chileno como pena a delitos contra la patria, traición, conspiración o sublevación”

(S/A, 2005, s/p). El exilio tuvo gran dispersión geográfica y fue masivo y pluriclasista, afectando

a funcionarios/as de Estado, dirigentes, profesionales, obreros/as, campesinos/as, estudiantes que

salieron junto con sus familias. El Estado chileno ha tomado la problemática, generalmente,

como un tema “menor” dentro del contexto de violaciones a Derechos Humanos, tendiendo a

invisibilizarlo con respecto a otras formas de represión de Estado (Rebolledo, 1999; 2001).

Según lo planteado por Muñoz (1992), el exilio-retorno es un proceso complejo que se

constituye en dos momentos con características diferentes. El exilio, por una parte, generó

dificultades específicas debido a la forma de salida del país; antes de salir al exilio los

sentimientos predominantes eran de angustia y amenaza, ya fuera de Chile devienen sentimientos

como la culpabilidad o el fracaso, lo cual se suma a las variadas reacciones desde el entorno, la

comprobación de la imposibilidad de volver y las dificultades inherentes al exilio mismo

(Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

Barudy (1993) describió tres momentos del exilio, el primero vivido en Chile -similar a lo

que luego plantea Muñoz- donde se experimenta la violación a los derechos fundamentales

derivando en el exilio, ya sea directo o indirecto. El segundo lo constituyó el choque con la

realidad del país de acogida, su cultura y, en varios casos, una lengua desconocida. El tercer

momento, por último, se habría dado al producirse el retorno a Chile.

Tras llegar al país de acogida, Barudy (1993) describe una primera etapa caracterizada por

desconfianza con la gente del país e, incluso, con chilenos/as que precedieron la llegada. Este

momento sería luego superado por la contrastación de la realidad vivida al salir de Chile (tortura,

persecución, etc.) y la del país de acogida, donde la amenaza vital ya no está presente; empiezan

entonces a surgir problemas de integración a la nueva sociedad. En este período, se habla de un

“cortoplacismo” en la visión de la realidad chilena que tenían los/las exiliados/as –la situación era

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transitoria y el retorno inminente- mostrando un desfase entre la imagen de Chile en el exterior y

la realidad que se vivía internamente, además de la negación de la derrota (Barudy, 1993).

El exilio constituyó “un corte biográfico brutal”, una ruptura violenta con las raíces e

historia personal, negó la posibilidad de elegir, fijar objetivos a futuro, en definitiva, definir un

proyecto vital y actuar en consecuencia. No sólo afectó al individuo, también a la familia y la

sociedad desintegrándolas; produjo pérdida de índices referenciales fundamentales, colocándolo

en un mundo extraño. Impidió, además, estar presente ante enfermedades, prisión y/o

fallecimientos en el país de familiares y amigos/as (Barudy, 1993; Comisión “Norma para la

Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

Para Rebolledo (1999), el exilio rompió la linealidad temporal y espacial del/la exiliado/a,

éste no se ve como emigrante, sino como un condenado/a a vivir en “lo ajeno”. La autora destaca

dos imágenes, una la del desarraigo, “el vivir al mismo tiempo entre dos espacios: allá y acá (en

Chile y el país de exilio)...el sentirse viviendo en el „país de nadie‟ acentúa la sensación de no

pertenecer al lugar donde se vive y de pertenecer a otro donde no se puede vivir... vivir a medias

porque se piensa y se sueña con estar en Chile” (Rebolledo, 2001, s/p). La otra es el “tiempo

suspendido”, donde el exilio se vive como un tiempo entre paréntesis, “a la espera del regreso,

„con la maleta lista para volver‟… una especie de no-tiempo, vivido con la casi certeza de que la

vida real estaba esperando en otra parte” (Rebolledo, 2001, s/p).

El/la exiliado/a vivenciaba el tiempo de manera particular; pasado, presente y futuro se

mezclaron produciendo crisis que adquirían características específicas en función de las variables

mencionadas. Surgieron mecanismos defensivos contra el país de acogida, rechazando sus

costumbres y reafirmando características de la cultura chilena. Apareció la necesidad de

reconstruir grupos de referencia que proveyeran seguridad y preservaran la identidad, aunque en

ocasiones, estos “ghettos” obstaculizaran la adaptación a la nueva realidad (S/A, 1978).

Algunas manifestaciones clínicas que se han observado en exiliados/as corresponden a

síndromes reactivos que, según la etapa de exilio en que se desencadenaron, se manifestaron de

forma distinta; reacciones angustiosas al principio (llanto, palpitaciones, ansiedad, inapetencia o

bulimia, insomnio, labilidad emocional), y síndromes depresivos en etapas más tardías (anorexia,

aislamiento, nostalgia, apatía, descuido personal, insomnio, ideación con o sin intento suicida)

(Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

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Como se puede apreciar, las problemáticas del exilio afectan el psiquismo del individuo,

su familia y entorno. Sin embargo, siguiendo a Barudy, “hay que diferenciar entre los problemas

del exilio y los del retorno. Después de 10 años, se ha producido adaptación al lugar donde se

vive. El retorno plantea el problema de abandonar por segunda vez un grado de estabilidad para

reintegrarse en un país en el cual no se ha vivido…el problema mayor se plantea entre los

niños...no quieren irse a vivir a Chile, pues por un lado han hecho su vida afuera y por el otro

tienen miedo de la acción de los organismos de seguridad” (Barudy en Cáceres, 1984, s/p).

El retorno estuvo compuesto de varias oleadas migratorias, las que correspondieron a

empresas familiares y personales, impidiendo su cuantificación; no obstante, “en 1993 -a 3 años

de recuperada la democracia y bastante avanzado el proceso de retorno que se inicia a mediados

de la década del 80- se estimaba que aún había 200.000 personas que habían salido de Chile por

razones políticas y que permanecían fuera del país” (Montupil, 1993 en Rebolledo, 1999, s/p).

La fantasía del retorno proporcionó alivio al exiliado/a, había idealizado al país, la familia

y cotidianeidad en general. Al llegar, no obstante, rápidamente percibe cómo el país ha cambiado.

Las pautas de referencia y claves de identificación físicas, sociales y emocionales que poseía

antes del exilio sufrieron cambios de diverso grado (Weinstein, 1986 en Castillo y Piper, 1996).

Muñoz, (1992), divide el proceso de retorno en tres: (Comisión “Norma para la Atención

de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002)

1° Etapa.- La luna de miel del retorno y nostalgia de lo dejado.

“Se vive una especie de vorágine de encuentros…está lleno de sentimientos encontrados:

alegría, tristeza, perplejidad, cariño y sobre todo nostalgia por lo que tenía y no vuelve a

encontrar; y por lo dejado en el país de acogida” (Comisión “Norma para la Atención de

Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002, p. 39), ambivalencia generada debido a que

nuevamente se renuncia a una serie de vínculos afectivos, una cierta estabilidad y bienestar.

2° Etapa.- Reconocimiento de su nueva realidad, la desilusión.

Pasado un tiempo, parte de los/las exiliados/as-retornados/as no ha conseguido trabajo,

viven allegados/as, “se siente solo, desorientado…encuentra a la gente diferente, lo hacen sentir

que no ha sufrido como los que se quedaron, transformándose el encuentro en una competencia

por la cantidad de dolor sufrido” (Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por

la Represión Política”, 2002, p. 39). Estas interacciones tienen se base la sistemática distorsión y

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manipulación de información que la Dictadura hizo del exilio. En esta etapa se da una mayor

frecuencia de síntomas físicos y psíquicos, siendo comunes respuestas de ansiedad y depresión.

3° Etapa.- Reinserción disfuncional.

Aquí el/la retornado/a está aún en una situación más bien precaria y lo relaciona con su

condición de retorno, sin ver que la mayoría de los/las chilenos/as tiene problemas similares. La

sensación de ser rechazado/a socialmente se vuelve más fuerte; rechaza el medio; insertarse

interesa cada vez menos; reduce su entorno a grupos con otros/as retornados/as pues siente que

sólo éstos/as podrán entenderlo, volviéndose homeostáticos y con límites extremadamente rígidos

(Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002). Si

bien Muñoz (1992) plantea esta etapa como esencialmente negativa, muchos/as exiliados/as-

retornados/as si lograron insertarse satisfactoriamente en Chile a lo largo de los años.

De lo anterior puede verse que el/la exiliado/a-retornado/a se enfrenta a una doble

experiencia emocional: la ruptura ahora voluntaria de otra cotidianeidad, la del exilio, y la

constatación de lo irrecuperable de la anterior al exilio, forzosamente perdida. El encuentro con

esta realidad, diferente a la soñada, así como la necesidad de reelaborar experiencias traumáticas

y la paradoja de tener que readaptarse a su propio país, constituyen experiencias de confrontación

y fragmentación que generan vivencias contradictorias (Castillo y Piper, 1996).

Estas experiencias son vividas de forma distinta por cada miembro de la familia; en el

caso del el/la exiliado/a-retornado/a surge gran necesidad de reestablecer un puente con la

experiencia previa a la salida, lo que a veces exige hacer un corte apresurado con la experiencia

del exilio, dificultándose con ello el proceso de elaboración (Domínguez y Salamovich, 1986).

La Familia Chilena en el Exilio-Retorno.

El exilio ha tendido a ser conceptualizado socialmente más como una experiencia

masculina debido a que la mayoría de las prohibiciones de ingreso fueron para hombres. Esto fue

después reforzado por los medios de comunicación pues, al comenzar el retorno, destacaron

principalmente la experiencia del exilio de los altos dirigentes políticos del gobierno de la Unidad

Popular. Estos discursos se han ido haciendo hegemónicos, desdibujando y marginando la

experiencia de exilio de mujeres y niños, así como la de hombres comunes, creando una “versión

oficial” del exilio que, al circunscribirlo a los dirigentes políticos, lo minimiza (Rebolledo, 1999).

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Hasta ahora hemos descrito la problemática del exilio desde una perspectiva individual,

no obstante, éste es un fenómeno que se extiende a la familia y siguientes generaciones; realidad

de amplias resonancias, doblemente traumática por la negación social de sus repercusiones,

obligando a vivirla individualmente y recordarla en privado entre quienes compartieron vivencias

similares (Rebolledo, 1999).

Las familias que sufrieron las consecuencias de la violencia de Estado, poseen una

historia de experiencias previa a la represión, la cual determinará posteriormente su estructura,

funcionamiento e identidad familiar. Al interior del sistema existían subsistemas con roles y

tareas específicos, regulados por reglas y mecanismos encargados de mantener el equilibrio entre

su interior y el medio externo (Minuchin, 1979 en Barudy, 1993). Asimismo, la familia se

encontraba inserta en una serie de relaciones con otros sistemas, en una red de interacciones que

permitía el intercambio de información y la obtención de elementos gratificantes que ayudaban a

mantener la cohesión familiar y reforzaban las identidades personales, familiares y sociales,

dando sentido a lo que sucedía en la familia (Mead, 1934 en Barudy, 1993).

Así, antes del exilio, la familia, si bien estaba sujeta a fluctuaciones y ajustes constantes

desde dentro y fuera del sistema, vivía con cierto equilibrio y estabilidad. La violencia de Estado

rompió este equilibrio y el contexto relacional que daba sentido a la vivencia individual y grupal,

todos los miembros se vieron afectados y el núcleo familiar entró en crisis, forzando el desarrollo

de nuevas formas de adaptación para protegerse y asegurar su existencia. En este momento, las

experiencias individuales de cada miembro vuelven a cobrar importancia, pues cada uno pasó por

circunstancias y vivencias distintas en función de si debió huir, fue encarcelado/a, debió quedarse

cuidando al resto de la familia mientras otro/a estaba desaparecido/a, etc. (Barudy, 1993).

Los cambios a los que fue sometida la familia desde antes de la salida del país rompieron

la vida cotidiana, privaron de la posibilidad de compartir y apoyarse mutuamente y generaron una

profunda reestructuración al interior del sistema. Un ejemplo fue el llamado “proceso regresivo

en el ciclo evolutivo de la familia nuclear”, donde los/las más pequeños/as habitualmente

debieron asumir roles y tareas que correspondían a adultos, generándose una especie de

“envejecimiento prematuro”, “parentalización”15

, “adultización”, etc. (Barudy, 1993).

15 La parentalización alude a estrategias de contención/asunción de responsabilidades materno-paternas,

desperfilando las funciones de sostén/contención parentales (Kovalskys y Morales, 2001).

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Para Sluzky (1979), es posible distinguir pasos dentro de los procesos migratorios a nivel

familiar. Primero se da una “Etapa Preparatoria” seguida del “Acto de la Migración”, las que

suponen voluntariedad y reflexión ante la decisión de migrar, lo que no produciría mayores

dificultades que las mencionadas para todo tipo de migración (Bar de Jones, 2001).

Luego se presenta el “Período de Sobre-compensación”, donde la familia se dedica a las

tareas de sobrevivencia y satisfacción de necesidades básicas. No suelen darse crisis aún, sino

intensificación de pautas anteriores y negación a identificarse con las del país de acogida; puede

darse el proceso de duelo, evitarse o no manejarse, desarrollando mecanismos defensivos más

patológicos (Rosenberg en Botinelli, 1994). “Lo que a nivel individual puede ser visto como

escisiones que se van profundizando, se instala en la familia como formación de subgrupos,

conflicto entre cónyuges, problemas generacionales” (Sluzky, 1979 en Bar de Jones, 2001, s/p).

Posteriormente se inicia el “Período de Descompensación”, donde se mantienen hábitos

familiares y se desechan otros, conservando la identidad familiar y buscando compatibilidad con

el medio. “La crisis suele introducirse en la familia a través de los hijos que asimilan la nueva

cultura con mayor rapidez que los padres” (Bar de Jones, 2001, s/p), lo cual genera un choque de

valores y estilos que afecta al núcleo familiar. Entre las compensaciones del sistema podían darse

fusiones de sus miembros, acercamiento a grupos herméticos, descripción de “lo exterior” como

“lo malo”, aislamiento o, por otro lado, “hiperadaptación”, asimilación inadecuada al medio,

disminución de capacidad de integración y elaboración, etc. (Bar de Jones, 2001).

Rosenberg (en Botinelli, 1994), al hablar de este período, lo define como un momento de

crisis en que se desatan síntomas y dificultades; el pasado y la nueva realidad producen angustia

y los conflictos de padres e hijos/as por las normas de comportamiento se enfrentan y toman

importancia al interior de la familia. La creación de nuevas redes requiere tiempo, tendrán una

distribución más irregular e individual y sus funciones tendieron a ser menos intensas y

recíprocas que las del país de origen. La ausencia de reconocimiento de las dificultades vividas

generaría en la familia miradas más individuales de los problemas, tendiendo a adjudicar a ciertos

miembros, ciertos procesos psicopatológicos en lugar de entender el fenómeno como algo común.

Por último, el paso final en los procesos migratorios corresponde a los “Fenómenos

Transgeneracionales”, que explicaremos más adelante; no obstante, mientras, es posible afirmar

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que dichos fenómenos, dependiendo de las formas en que se den y sean manejados, pueden ser

una ayuda o una dificultad para la elaboración del proceso (Sluzky, 1979 en Bar de Jones, 2001).

En el exilio surgieron nuevas reglas de interacción familiar más o menos defensivas a la

crisis, se produjo una rápida adaptación a diversas situaciones que no pudieron controlar, como

las pérdidas, ausencias prolongadas, cesantías, circunstancias extremas, desarraigo, etc. En la

medida en que la identidad, autoestima, seguridad de los miembros de la familia fueron

traumatizadas, cada miembro tuvo necesidad de reforzarse recuperando sus roles al interior de la

estructura familiar, sin embargo esto llevó a una serie de renegociaciones de la relación, causando

dificultades entre cónyuges, padres, hijos/as y hermanos/as, y aumentando a su vez los niveles de

estrés al interior de la familia (S/A, 1978).

Tras la salida al exilio, la familia extendida se transformó en un núcleo familiar aislado.

En el país de acogida, las vivencias de frustración y desencanto sustituyeron los primeros

momentos de alivio y seguridad. La familia, pareja, grupo social o político, que permiten al

individuo adaptarse a situaciones nuevas, dándole puntos de referencia simbólicos, también

intentaban adaptarse a las nuevas condiciones (Martens, 1979 en Barudy, 1993; S/A, 1978).

En el exilio, los comportamientos y mensajes no tenían los mismos significados que en el

país de origen, los contextos habían cambiado, se producían confusiones respecto de las reglas y

códigos que definían las relaciones interpersonales. Se planteaba el desafío de una adaptación en

momentos de regresión y debilidad en los adultos, pues se esperaba ser confirmado/a por los

habitantes del país de acogida como adulto portador de determinados roles, sin embargo, lo

vivido hasta ese momento lo/la colocaba objetivamente en un rol infantilizante de dependencia y

pérdida de sus capacidades de controlar el medio ambiente (Barudy, 1993).

A nivel material, el núcleo familiar aislado ya no disponía de las instancias de apoyo con

que contaba en su país de origen. A esto se agregó la desvalorización en sus roles sociales

habituales, generando que la acumulación de expectativas y tensión en la familia transformaran

pequeños incidentes en grandes conflictos (Bolzman en Barudy, 1993).

Al interior de la familia la necesidad de adaptarse condicionó cambios en los patrones de

funcionamiento y relación. Habiendo pasado por una larga trama de pérdidas, crear nuevos

vínculos de afecto parecía riesgoso y la certeza de una nueva separación hacía vivir un duelo

anticipado. Es así como fraccionar la vida, ocultar la actividad política, los vínculos sociales,

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cambiar trabajo ante cualquier alerta, constituían defensas para mantener un espacio seguro; las

interacciones familiares mantenían comunicaciones rígidas, el silenciamiento y negación fueron

útiles inicialmente para proteger el núcleo y garantizar su sobrevivencia (Estrada et. al., 1997).

La segunda generación también sufrió las consecuencias de este proceso. A muchos

adultos les faltó tiempo para los hijos/as, atender las angustias de un mundo que entendían a

medias y en el que había poco espacio para exigencias comunes. Otro tipo de dificultad estuvo

relacionada con la capacidad de los progenitores para asumir la educación en una sociedad con

referentes culturales distintos al país de origen, lo que generó en muchos padres sensaciones de

ineficacia al tener que mediar entre los/las niños/as y el mundo que los rodeaba (Barudy, 1993).

Los deseos que los/las hijos/as hicieran una vida normal dentro del país de exilio se

contradecían con la necesidad de conservar lazos suficientes con Chile para que el retorno no

constituyera conflictos, por lo tanto, en varias ocasiones se intentaba limitar la influencia del

medio sobre los/las menores, se insistió en el uso de la lengua materna, en la mantención de una

serie de tradiciones y costumbres propias del país de origen, subrayando la importancia del

mantenimiento de los lazos con la familia extendida que quedó en el país de origen,

transmitiendo y generando sensación de incompletud (Barudy, 1993).

Los cambios al interior de la familia a consecuencia del exilio se vieron potenciados,

luego, por problemáticas propias del retorno. En algunos casos éste se dio con un/a compañero/a

distinto/a al que se tenía al iniciar el exilio, en ocasiones uno o más hijos/as decidieron

permanecer en el país de acogida, otras veces uno de los cónyuges debió postergar su regreso,

etc. Así, el retorno de las familias fue, generalmente, de familias incompletas, aumentando las

dificultades y con éstas su fragmentación (Estrada et. al., 1997).

Los Hijos e Hijas del Exilio.

La situación de los/las hijos/as de exiliados/as tiene complejidades propias que hasta

cierto punto diferencian su experiencia de la de sus padres. Estos/as jóvenes han vivido la mayor

parte de su vida o, en ocasiones, la totalidad de ella en un país que, aunque no es formalmente el

suyo, conocen mucho mejor que el que supuestamente lo es, “en ese sentido son a la vez parte de

dos sociedades y de ninguna parte, su verdadera patria es el exilio” (Barudy, 1993, p. 47). A

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47

pesar de todo, para la mayoría de estos/as jóvenes la integración al país de acogida fue más fácil

que para sus padres; la escuela, el barrio, los/las amigos/as se constituyeron en sus grupos de

pertenencia a través de los cuales hicieron suya una cultura “ajena” (Castillo y Piper, 1996).

En el caso de quienes nacieron en el país de exilio, la situación toma matices aún más

complicados, ya que en este caso surgen disposiciones jurídicas con respecto a la nacionalidad la

cual, por un lado, es transmitida por lazos sanguíneos y, por otro, responde a lazos territoriales,

que, según criterios que se manejan en Chile, son los predominantes al momento de adquirir una

nacionalidad, llevando a estos/as jóvenes a una situación de “apátridas” (Barudy, 1993).

En términos de socialización, para los/las hijos/as de exiliados/as ésta ha sido bicultural,

interviniendo instancias generalmente divergentes. Además, este proceso se ha realizado en el

marco de la familia y la comunidad de exiliados/as los que, como sistemas relacionales, han sido

severamente afectados por las vivencias represivas. El exilio y otras experiencias anteriores a la

salida del país cruzan y determinan una parte importante de las dinámicas de estos grupos; en un

contexto donde las pérdidas y los duelos encapsulados eran lo que caracterizaba las experiencias

familiares, las relaciones entre padres e hijos/as tendieron a ser ambivalentes con respecto a su

cercanía, oscilando entre una mayor cercanía con riesgos de fusión, parentalización o duelo

anticipado por la pérdida del progenitor/a; o una postura más lejana que facilitara la separación,

pero dejaba al hijo/a sin la protección parental (Estrada et. al., 1997).

El proceso de desarrollo y la definición de identidad de los/las hijos/as de exiliados/as se

llevó a cabo en un marco de pertenencia fragmentada. El marco de referencia de los/las jóvenes

pasó a ser un proyecto social y político del cual no fueron sujetos y en un país que en realidad no

conocían; con el transcurso del tiempo, la separación entre proyectos de vida de padres e hijos/as

se profundiza, los adultos conservan la memoria de un pasado distante, pero propio, y los/las

niños/as y adolescentes han crecido integrándose a un modelo de sociedad diferente pero del cual

se sienten parte. Chile es para ellos/as algo ajeno (CODEPU, 1989 en Castillo y Piper, 1996).

Como hemos observado, la identidad de los exiliados/as se mueve entre dos referentes

espacio-temporales que operan simultáneamente: allá-antes y acá-ahora. “Ese vivir con la maleta

lista y soñando en chileno”, llevó a que los padres transmitieran a sus hijos/as una idea de Chile

que permitiera que lo sintieran como un lugar cercano y amado, imagen que se contradecía con

información que llegaba desde otras personas y, en especial, de los medios de comunicación, que

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mostraban una imagen distinta de Chile, donde se violaban Derechos Humanos. Para estos hijos e

hijas, la escisión también estuvo presente, entonces, entre la casa y la calle (Rebolledo, 1999).

En este contexto, los/las hijos/as de exiliados/as se vieron enfrentados a la exigencia de

mantenerse leales al mundo de sus padres y, a la vez, al mundo del país de acogida; hubo padres

que impusieron sus patrones, normas y tradiciones de una forma más rígida para superar la

influencia del medio, pudiendo generar en los/las hijos/as la creencia que incorporarse a la nueva

realidad significaba “traicionar las raíces de pertenencia” o “negar los valores y las causas por

las que sus padres lucharon” (Rosenberg en Botinelli, 1994, p. 96); en síntesis, se puede apreciar

que en el exilio se dieron una serie de “conflictos de lealtades”, los que derivaron en una gama de

actitudes y comportamientos con el fin de mantener y defender una cierta identidad.

Se dieron alejamientos o rompimientos con la familia o, al contrario, buscaron mantener

la continuidad familiar, conservando intactos ideales y tradiciones de los padres; surgió rebeldía

contra la familia y la comunidad de exiliados/as así como con el entorno social, adquiriendo

conductas marginales o delictivas que se dieron en distintas intensidades (Barudy, 1993).16

La instalación de un proyecto real de retorno a nivel familiar, sea cuando el/la exiliado/a

es permitido/a a entrar en el país o al momento de finalizada la Dictadura, fue un tema delicado

para los/las hijos/as tanto o más que para los padres. El “regreso” a Chile constituía el viaje a un

país prácticamente desconocido del cual sólo poseían historias míticas, siendo difícil situarlo de

manera precisa. Se experimentaba temor respecto del choque entre el país imaginado y la

realidad, respecto del choque cultural, el sentirse extranjeros/as y ser cuestionados/as en una

identidad bicultural, formada con bastantes dificultades; los/as jóvenes experimentaron conflictos

a causa de los objetos externos que tuvieron que ser abandonados y las identificaciones infantiles

que debían dejar, adquiriendo otras que configurarían la identidad adulta (Castillo, 1996).17

“Para la generación de los/as hijos/as, los que nacieron o se criaron fuera, el exilio se

inicia en el momento del retorno de sus padres con ellos. Se constituye en un aquí-ahora en el

instante de la llegada a un país donde no tienen historia ni recuerdos, atrás queda el país de la

16 El exilio se ha abordado en algunas realizaciones como la de Luis Vera, “Bastardos en el paraíso” (2000), que a

través de quienes nacieron y se criaron lejos de Chile, muestra una familia exiliada en Suecia en la que los hijos

crecieron escuchando la palabra Chile como un paraíso lejano.

17 El retorno es también una temática presente en los filmes; Sergio Castilla dirige “Gringuito” (1998) y muestra el

choque cultural vivido por un niño de 8 años que “vuelve” con sus padres, chilenos exiliados, a un Santiago

desconocido para él, conoce a “sus” abuelos y debe hablar una lengua que no recuerda.

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infancia y la posibilidad de recuperarlo es mucho más difusa pues no es parte del proyecto de

vida de los padres que se los trajeron” (Rebolledo, 1999, s/p).

No existía un referente previo y en muchas ocasiones la decisión era tomada como una

imposición de los padres y en un contexto sociopolítico de grandes presiones, lo que tuvo como

resultado que el retorno fuera vivido como un proceso que no contó con el tiempo necesario para

su elaboración y cierre, quedando los años vividos en el país de acogida de los padres

suspendidos e idealizados ya que no pudieron ser integrados (Aguilar y Lira, 1994; Castillo &

Piper, 1996). “Cada miembro de la familia comienza a crear una historia de pérdidas y su

propio mundo de expectativas” (Estrada et. al., 1997, p. 65). Se generó, entonces, una

experiencia común en todos/as los/las hijos/as de retornados/as, la extranjería (Rebolledo, 1999).

Durante el primer tiempo en Chile, los/las hijos/as de exiliados/as manifestaron

sentimientos marcados por nostalgia, vivencias de pérdidas vinculares y materiales en relación al

país de exilio (Domínguez y Salamovich, 1986). En los/las que llegaron del exilio paterno, la

consolidación de identidad se vio dificultada debido a que la socialización se realizó en pautas

culturales distintas a las de los padres e, incluso, a veces, en idiomas diferentes (Castillo, 1996).

El desarraigo de los/as jóvenes del país en que se criaron y el desajuste que vieron entre lo

narrado y lo visto, provocó que Chile haya sido vivido como el país de los padres y no como el

propio; incluso la reunión con la familia ampliada, que podría haber generado un vínculo

suficientemente fuerte como para encontrar referentes en Chile, no fue capaz de disminuir el

desarraigo de los/las jóvenes, llevándolos en ocasiones a hacer cortes radicales tanto con sus

entornos sociales como con sus familias. En otros casos, el choque fue mayor debido a la

constatación de que tanto en la sociedad como, incluso, en la propia familia, había quiebres

irreparables que hacían ver los fenómenos de forma dicotómica (Rebolledo, 1999).

En los/las adolescentes “retornados/as” la posibilidad de elaborar un proyecto resultó

compleja. En la mayoría de ellos/as se ha podido observar la existencia de un mandato histórico,

asumir el rol en el cual sus padres fracasaron en su proyecto político, mandato que fue y ha sido

transmitido a través de conversaciones escuchadas, de percepciones, de situaciones no dichas, de

temores, de dolores y de silencios. Su misión consiste en hacerse cargo del proyecto que sus

padres no pudieron realizar, y en este sentido, la generación de hijos/as de exiliados/as-

retornados/as se constituye como reemplazante de la de sus padres (Castillo, 1996).

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Para estos/as jóvenes, la experiencia del retorno asumió el carácter de “encuentro”; la

identidad de chileno/a adquirida por sus padres –una suerte de identidad delegada- se ponía a

prueba en un medio que resultaba distinto al construido en la fantasía, percibían diferencias con

los/las jóvenes que nacieron y permanecieron en Chile. Se sentían diferentes, ajenos/as, percibían

la desconfianza y rechazo de parte de esta nueva sociedad. Trataron de asimilarse a los códigos y

costumbres, insertarse en las organizaciones, pero habían socializado las experiencias vividas de

forma distinta. El darse cuenta que se percibían como distintos/as y del fracaso en su rol de

continente de los grupos familiares y sociales se cristalizaron en la búsqueda desesperada por

instalarse en una determinada identidad (Domínguez y Salamovich, 1986; Castillo, 1996).

Desde esta perspectiva, el retorno significó una nueva amenaza a la continuidad de la

experiencia de los/as hijos/as. A ello se sumó que la vivencia pasada no era reconocida ni

confirmada por los vínculos presentes; así, de manera diferenciada a la de sus padres, se marginó

y se sigue marginando su experiencia.

Por una serie de variables, no existen huellas materiales capaces de dar cuenta de que el

fenómeno existe (testimonios escritos, cuentos, novelas, poesía sobre el exilio escritos por la

generación que nació en él); consignándolo como un problema psicológico individual,

desadaptación o, a lo más, como traumatización vicaria, lo que ocasiona serias dificultades para

la realización de trabajos que puedan proporcionar elementos tanto para un mayor conocimiento

del fenómeno y modos de tratamiento eficaces, como referentes identitarios colectivos que

permitan desprivatizar la problemática (Rebolledo, 1999).

Efectos sociales del exilio-retorno. El (re)encuentro con Chile.

Además de las consecuencias en el individuo, la familia y grupos sociales que ya hemos

mencionado a partir de la experiencia de exilio-retorno, es posible detectar otras, cuyo daño

posee un carácter profundo dentro del país. El daño a definir tiene que ver con la separación-

desencuentro que la Dictadura generó y promovió en la sociedad chilena y que se inscribe en una

dicotomización del mundo entre buenos/as y malos/as, civiles y militares, exiliados/as-

retornados/as y chilenos/as de residencia permanente en Chile, entre otras (Almarza, 1991 en

Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

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“La separación provocada por el exilio se concreta en dificultades en la comunicación

entre parientes que se vuelven a encontrar, entre vecinos, entre compañeros de trabajo”

(Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002, p.

38). La coerción sistemática y masiva generó en el conjunto de la población la dicotomización

tanto en el plano afectivo como cognitivo, traduciéndose en el establecimiento de pautas

generalizadas de interacción discriminatoria. A su vez, el no-reconocimiento social de lo ocurrido

y el discurso político que avala la impunidad e induce el olvido; perpetúa los sentimientos de

exclusión en los/las afectados/as y promueve la privatización del daño (Bastías et. al., 2001).

Sin duda, el caso del exilio constituyó y constituye hasta hoy una situación de violencia

con un fuerte potencial destructor para el sistema individual, familiar y social, desencadenando

procesos complejos de ruptura y adaptaciones que no terminan con el reingreso al país. Tanto el

exiliado/a y su familia como las redes que dejaron al partir han cambiado. Las fantasías que se

mantenían en el exilio que en Chile las cosas seguirían igual a como eran antes de la salida

provocaron un choque entre quienes retornaron y quienes permanecieron en el país y, en este

sentido, el asombro y rechazo del retornado/a frente al retroceso y deterioro cultural y formas de

convivencia social fueron percibidos por quienes permanecieron como una crítica, contribuyendo

a la fragmentación del sujeto político y social (Domínguez y Salamovich, 1986; Castillo y Piper,

1996).

Las actitudes de recelo, crítica y desconfianza con las que, a su vez, fueron recibidos

los/las retornados/as, tiene que ver con la visión de éstos/as como ocupando una posición de

victimización percibida como injustificada, ya que hasta la actualidad existe la tendencia a

considerar que el/la exiliado/a optó por abandonar su proyecto político en pos de su seguridad y

bienestar personal, viviendo los peores años de la dictadura militar bajo el ala protectora de la

solidaridad internacional (Castillo y Piper, 1996).

Los costos que ha tenido esta experiencia significaron la más profunda y grave división de

la sociedad y familia chilena, condenando a generaciones de chilenos/as nacidos/as en el exilio a

vivir en una situación familiar y social “anormal”, contradictoria y, en ocasiones, hostil, que no

podrá superarse mientras el contexto sociopolítico no lo asuma como un problema nacional.

Page 52: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

52

3.Transgeneracionalidad

“Preocupado veía a su mujer guiando a la criatura y temía que en ese momento en que ambos

estaban fuera de su alcance ella transmitiese a su hijo... pero, ¿qué?...En qué momento la madre,

apretando a su criatura, le daba esta prisión de amor que se abatiría para siempre sobre el

futuro hombre.... Más tarde su hijo, ya hombre, solo, estaría de pie frente a esa misma ventana...

preso. Obligado a responder a un muerto. Quien sabría jamás en qué momento la madre

transferiría al hijo la herencia... Ahora madre e hijo comprendiéndose dentro del misterio compartido

Después nadie sabría de que negras raíces se alimentaba la libertad de un hombre”.18

A través de múltiples estudios realizados en poblaciones afectadas por violaciones a

Derechos Humanos a lo largo del siglo XX (genocidio armenio, campos de concentración nazis,

sobrevivientes de la bomba atómica, guerra de Vietnam, dictaduras en Latinoamérica y

Sudáfrica) ha quedado de manifiesto que las situaciones traumáticas inciden tanto sobre las

personas que las sufren directamente como sobre el cuerpo social en su conjunto, impactando,

incluso, a varias generaciones posteriores (Edelman y Kordon, 2002).

La transgeneracionalidad ha sido ampliamente abordada en la psiquiatría y psicología

clínica; los primeros trabajos sistematizados se atribuyen a Freud (1988), cuya producción en este

ámbito ha sido complementada por exponentes del psicoanálisis francés e historiadores de la

teoría freudiana (Käes, Faimberg, Enriquez y Baranes, 1996; Tisseron, Torok, Rand, Nachin,

Hachet y Rouchy, 1997). Las primeras investigaciones que relacionaron transgeneracionalidad y

conflictos socio-políticos surgieron a partir del Holocausto donde, además de estudios respecto

del daño experimentado por quienes vivieron situaciones de extrema violencia, comenzó a surgir

gran interés por explorar las implicancias de dicho fenómeno en descendientes de sobrevivientes;

desde entonces se han escrito más de 400 trabajos. Más recientemente, trabajos surgidos desde

instituciones de Derechos Humanos se han centrado en la transgeneracionalidad de traumatismos

vividos en dictaduras (Edelman y Kordon, 2002; Morales y Becker, 1994; Scapusio, 2003).

A continuación exponemos una breve revisión de los principales planteamientos con

relación al tema de la transgeneracionalidad. Iniciamos esta presentación con los resultados de las

primeras investigaciones en este ámbito generadas a raíz del análisis de las consecuencias de la

Segunda Guerra Mundial en los/as hijos/as y nietos/as de los/as sobrevivientes de este hecho,

para continuar contextualizando nuestra temática en las condiciones psicosociales presentes tanto

durante la vivencia de situaciones represivas como en la actualidad y proponiendo, finalmente,

una definición operativa de transgeneracionalidad que nos ayude a orientar el presente trabajo.

18 Clarece Lispector (1973), “Lazos de Familia” (Amado, 2004).

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53

Primeros Estudios.

Vivian Rakoff, en 1966, notó que los hijos/as de sobrevivientes del Holocausto

conformaban gran número de admisiones a unidades psiquiátricas, generando el interés por esta

población y dando inicio al estudio del impacto psicológico de este período en segunda

generación. En 1971, Sigal y cols. realizan los primeros trabajos clínicos, seguidos por estudios

empíricos con muestras no clínicas; cuyos resultados sugieren que la exposición al trauma del

Holocausto ha tenido efectos a largo plazo y en las generaciones sucesivas, utilizando conceptos

como “traumatización vicaria”, “secundaria” o “co-victimización” para explicarlos (Gorko, 2000;

Kellermann, 2000).

Yael Danieli et. al. (1998), introducen el estudio de la “transmisión intergeneracional”, en

el “International Handbook of Multigenerational Legacies of Trauma” a partir de diversos

contextos culturales -Holocausto, II Guerra Mundial, genocidio armenio, Guerra de Vietnam,

luchas indígenas en América y África, regímenes represivos en Chile, Argentina, Asia, Sudáfrica,

violencia doméstica, crimen urbano, enfermedades de amenaza vital, etc.-. A partir de estos

trabajos, se ha llegado a sostener que los traumas pueden transmitirse inconscientemente de

padres a hijos/as por medio de complejos procesos extra-sensoriales de comunicación.

Por su parte, Ruedenberg (1997) y Kellermann (2001) sugieren cuatro enfoques teóricos

principales para abordar el tema:

Teoría Medio de Transmisión Principal Factor Transmisor

1 Psicodinámica Relaciones Interpersonales Emociones inconscientes desplazadas

2 Sociocultural Socialización Modelos de roles parentales

3 Sistémica Comunicación “Enredamientos” familiares

5 Biológica Genética Vulnerabilidad heredada al TEPT

El pasado de los padres ha demostrado tener impacto en los hijos/as, quienes parecen

haber “absorbido” consciente o inconscientemente las experiencias del Holocausto. Los/as

niños/as fueron investidos con significados ajenos a sus propios recursos y habilidades, sus

padres esperaban que representaran-reencarnaran lo que perdieron, significándolos como la razón

para seguir viviendo; “esperaban que el hijo reivindicara el sufrimiento que debieron

experimentar” (Pilcz, 1979 en Goldhar y David, 2000, p.1). Tal expresión de transmisión

transgeneracional se caracteriza, según varias investigaciones, por cambios o difusión de rol

Page 54: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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padre-hijo/a, donde éstos se sentían protectores de sus padres traumatizados y tomaron papeles de

“niño parentalizado”, mostrando una compromiso exagerado y cuidado defensivo (Danielli, 1988

en Goldhar y David, 2000; Rosenberger, 1973; Miller, 1981; en Kellermann, 2000).

Williams (2002) presentó una clasificación de familias sobrevivientes del Holocausto en

cuatro categorías no excluyentes:

1.Familia víctima. Excesiva preocupación por la sobrevivencia y la posibilidad de otro

Holocausto, uso de la culpa, hijos/as “empujados” a mantener “bajo perfil”, lograr éxito

académico y profesional, no alejarse y mantener un contacto cercano.

2.Familia luchadora. Intensa necesidad de “construir” y tener éxito, afrontamiento de conflictos

sólo cuando son críticos, relajación y placer vistos como pérdida de tiempo, desconfianza,

instrucción clara de “sostenerse solo, no demostrar miedo, nunca rendirse”.

3.Familia entumecida. Las pérdidas fueron muy intensas, los padres parecían siempre en shock

y resignación, la regla no dicha fue “no agitación”, los hijos/as protegían a los padres aún

cuando los sentían distantes, búsqueda de identificación fuera de la familia.

4.Familia que “lo logró”. Tomaron la liberación como victoria sobre los Nazis, individualistas,

persistentes, buscaron mayor educación, estatus y fama, la meta era “hacer a lo grande”, muy

devotos a sus carreras, dinero y estatus.

Respecto a la comunicación intrafamiliar, los estudios han evidenciado que su alteración

tiene efectos adversos en la segunda generación. Algunas familias conservaron una

“conspiración de silencio” (Danieli, 1988 en Ruedenberg, 1997), en otras se habló “demasiado”,

“demasiado pronto, demasiado tiempo”. Pese a esto, se reafirmaron supuestos clínicos que

indicaban que hablar es mejor que no hablar (Ruedenberg, 1997).

Desde la perspectiva biológica, múltiples trabajos enfocados en la respuesta

intergeneracional del trauma han relacionado bajos niveles de cortisol con la tendencia a

presentar distrés frente al trauma del Holocausto (Ruedenberg, 1997). Estos estudios muestran

mayor riesgo de desarrollar síntomas psiquiátricos (ansiedad, depresión y TEPT), en segunda

generación, por exposición a sus padres traumatizados (Yehuda, Schmeidler, Elkin, Wainberg,

Guo & Yang, en Danieli, 1998 en Ruedenberg, 1997).

A su vez, numerosas investigaciones evidencian conflictos en tres áreas específicas: a)

Manejo de las emociones; b) Autonomía; y c) Formación de identidad (Lansen, 1993). Fogelman

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55

y Savran (1980), por otra parte, delinearon siete efectos psicosociales visibles en hijos/as de

sobrevivientes del Holocausto (Gorko, 2000):

1. Necesidad de identificarse con el sufrimiento experimentado por sus padres para sentir

empatía y cercanía hacia ellos;

2. Dificultades de comunicación respecto del sufrimiento parental por miedo a causarles y

causarse dolor o conocer lo que debieron pasar para sobrevivir;

3. Lucha con la fantasía de compensar a sus padres por las pérdidas sufridas;

4. Conflicto entre la necesidad de expresarse abiertamente y el intento de proteger a sus

padres de angustias futuros callando su propio dolor y rabia;

5. Problemas al manejar sentimientos de vergüenza, desconfianza, culpa, ira o miedo por lo

que pudiera pasarle a sus padres;

6. Inhabilidad para llorar a personas que no conocieron;

7. Búsqueda de formas personales para expresar sus pensamientos y sentimientos acerca del

Holocausto y desarrollar continuidad con su pasado familiar.

Hace 20 años, el tema principal para la segunda generación era afrontar su separación-

individuación. En la actualidad, en cambio, surge la preocupación por el cuidado de los padres

ancianos y el duelo de su muerte, aspectos pendientes para futuros estudios (Ruedenberg, 1997).

Cabe señalar el menor número de trabajos relativos a la tercera generación (nietos/as de

sobrevivientes), tal vez porque ésta es todavía muy joven para alzar la voz e iniciar una nueva

etapa de trabajo, aún cuando ya parece claro que el Holocausto es parte relevante de su identidad.

Algunos estudios han explorado peregrinajes a campos de concentración, el impacto de acciones

conmemorativas y el rol simbólico de los/as jóvenes en dichos esfuerzos19

(Ruedenberg, 1997).

Gran parte de la segunda y tercera generación actual se perciben como el “último enlace”

con sobrevivientes del Holocausto, a quienes conocen como padres y abuelos. Son responsables

del recuerdo, lo que restauren o transmitan será parte de la memoria colectiva, lo que ignoren o

descarten desaparecerá de la historia; de aquí que su participación en las tareas de memoria y

reparación sea de crucial relevancia en la superación de lo vivido (Lansen, 1993).

19 Existen trabajos sobre la “Marcha de la Vida”, peregrinaje que se realiza desde 1988 con estudiantes judíos de

todo el mundo (Feldman, 1995; Stier 1995). El documental de Daniel Halpern y Daniel Segal, “Holocausto Tercera

Generación” (2005), narra la historia de tres jóvenes, nietos de sobrevivientes de Auschwitz, que 60 años después

participan en una de estas experiencias por los lugares donde sus abuelos vivieron los horrores del Holocausto.

Page 56: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

56

Perspectiva Psicodinámica.

Desde esta perspectiva teórica, el ser humano es sujeto de múltiples conjuntos

intersubjetivos, cuyos miembros “nos tienen y nos sostienen como los servidores y los herederos

de sus sueños de deseos irrealizados, de sus represiones, de sus renunciamientos, de la malla de

sus discursos, de sus fantasías y de sus historias” (Käes, 1996, p.17). En otras palabras, el/la

niño/a, desde su nacimiento y durante toda su vida, interioriza los datos del entorno y el lugar que

ocupa en éste, sumergiéndose en una serie de actitudes relacionales y expectativas que giran en

torno a él/ella y que lo/a definirán como sujeto.

La familia, principalmente la madre, constituyen los agentes encargados de proporcionar

los primeros apuntalamientos en los cuales el/a niño/a se apoya; asimismo, representan los

elementos que posibilitan el aprendizaje de aspectos familiares y socioculturales básicos para un

funcionamiento acorde a las expectativas del sistema familiar y una inserción social satisfactoria.

A través del ingreso a la historia familiar y su universo simbólico, el/la descendiente consigue

generar lazos significativos y desarrollar sentido de pertenencia con ambos sistemas, es decir, con

la cadena genealógica de la cual proviene y con la sociedad en la que se encuentra (Käes, 1996).

En ocasiones, los padres experimentan acontecimientos dolorosos de tal magnitud que

superan su capacidad para procesar y elaborar dichos eventos, generándose con ello un trauma

psíquico. Los elementos del trauma parental, tales como sentimientos, emociones, pensamientos e

imágenes, son condenados al secreto a través de la represión conservadora, siendo sepultados sin

significado en el inconsciente a la espera de ser dotados de sentido en la trama familiar, bajo la

esperanza que resurja en algún momento la posibilidad de elaboración (Tisseron, 1997).

La incapacidad del individuo para reconocer, integrar y elaborar tales aspectos crea una

fractura en su continuidad psíquica o clivaje del Yo; las áreas no reconocidas del/los evento/s

traumático/s se van constituyendo como objetos parcialmente simbolizados, los cuales conforman

una cripta o fósil psíquico (Gomel, 1997; Tisseron, 1997).

Esta cripta o fósil psíquico parental es transmitida a los/as hijos/as aunque, como éstos/as

no tienen acceso al acontecimiento traumático de manera directa, éste adquiere características

diferentes, generándose un fantasma en la descendencia correspondiente a los efectos en el

inconsciente del secreto mantenido por los padres respecto de lo que vivieron, su deseo castrado

y/o el objeto de amor perdido (Tisseron, 1997).

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De esta manera, para la primera generación, el acontecimiento traumático puede

denominarse “indecible” en la medida en que los progenitores prefieren no hablar de éste pese a

que está psíquicamente presente en ellos; por otro lado, los/as hijos/as nacen sin la posibilidad de

acceder a elementos sustanciales de su historia familiar, con lo cual lo “indecible” en los padres

se torna “innombrable” en la segunda generación producto de los vacíos en su simbolización,

vale decir, no poseen un nombre o una palabra que les permita apropiarse de los hechos, ya que

los progenitores no les han podido brindar elementos para significarlo al estar ellos también

incapacitados de hacerlo (Tisseron, 1997).

Los mecanismos implicados en la transmisión de padres a hijos/as consisten en el discurso

familiar, la escena fantasmática y la identificación con esta trama fantasmática. El primero

corresponde a un discurso que por definición es vincular, pues crea un lazo social y se estructura

como lugar de anclaje para la configuración de sentido que articula lo dicho y lo no dicho; a

través de este mecanismo, las familias se construyen en base a su propio discurso por medio de la

entrega de significados que posibilitan generar y entender futuros vínculos (Gomel, 1997).

El segundo mecanismo, la fantasía, surge a partir de la discrepancia entre los contenidos

explícitos transmitidos por los progenitores a la segunda generación y los contenidos tácitos que

los descendientes perciben. Desde esta perspectiva, cuando a un/a niño/a se le impone una

prohibición de comprender o saber -a través de la instauración de un secreto en relación a una

temática precisa-, el/la hijo/a logra igualmente intuir por medio de las expresiones, los

comportamientos, los gestos; etc., los afectos parentales asociados al/los acontecimiento/s

“indecible/s” (Gomel, 1997; Tisseron, 1997).

Como consecuencia, el secreto se constituye como un inductor de imágenes o

representaciones en los/as hijos/as, más aún cuando éste obstaculiza la comunicación con sus

progenitores. Es aquí donde la segunda generación puede presentir la existencia de un daño en los

padres, no porque sea dicho, sino por las reacciones afectivas que perciben en ellos ante ciertos

estímulos y que no se condicen con lo efectivamente verbalizado (Gomel, 1997; Tisseron, 1997).

En cuanto a la identificación, ésta constituye una de las bases que permite a la persona la

pertenencia a un grupo social al conjugar la identidad individual con múltiples identidades para

formar un todo nuevo que, aunque diferente, contiene aspectos relevantes de cada miembro. Para

esto es necesario que el ser humano sea reconocido por los/as otros/as, vale decir, por el conjunto

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que lo recibe y, de esta manera, puede identificarse y tomar un lugar dentro del grupo, recibiendo

los nuevos significados entregados y haciéndolos propios (Käes, 1996; Gomel, 1997).

La primera identificación se realiza con el ideal de lo padres, que pasa a ser sostén para

todas las identificaciones posteriores, “…así el superyó del niño/a no se edifica en verdad

conforme al modelo de sus progenitores, sino según el superyó de ellos…” (Freud, 1933 en

Gomel 1997, p.33). De esta forma, el sistema de ideales familiares, a los cuales los/as hijos/as

aspiran cumplir para ser objetos de afecto, se organiza alternando entre el yo ideal y el ideal del

yo (Gomel, 1997).

La segunda generación se identifica con el silencio parental en torno al acontecimiento

indecible, se identifica con el no decir y esto le permite pertenecer al grupo familiar, ya que

cumple con las expectativas que le son asignadas; no obstante, tal identificación genera una

contradicción en ellos/as, pues si bien perpetúan el silencio no pueden dejar de fantasear en torno

a lo “indecible” de sus padres o de representarlo en el acto. Asimismo, existe un deseo en los/as

hijos/as de aliviar a los progenitoress de la carga traumática intuida, por lo que tratan de pensar,

articular y dominar los vacíos de sentido parentales para, de esta manera, ahorrarles el

sufrimiento de la confidencia de los acontecimientos dolorosos (Tisseron, 1997).

La transgeneracionalidad del daño tiene efectos en los/as hijos/as en tanto la compulsión a

la repetición que se da primero en los padres es traspasada en el vínculo a su descendencia, es

decir, la falla simbólica del deseo obturado en el trauma -lo no dicho- se expresa en el acto; de

esta manera, la acción repetitiva vendría a rememorar lo fallido, pues lo excluido -lo no

simbolizado- no es descartado de la psiquis, sino del vínculo familiar y de los sujetos que habitan

dicho vínculo. En los/as hijos esto toma un matiz diferente pues no vivenciaron directamente el

evento traumático, por lo que sus actos repetitivos rememoran lo fallido en sus padres desde la

fantasía que construyeron en relación a lo no dicho (Gomel, 1997).

Los efectos sobre el yo de la historia secreta y su clivaje alienante sólo pueden ser

modificados a partir de un proceso de historización que permita restituir la historia al pasado,

posibilitando que el individuo se sitúe en relación con la diferencia de generaciones, “…de la

prehistoria tramada antes del nacimiento de un sujeto, su inconsciente lo habrá hecho su

contemporáneo, pero solo llegará a ser su pensador por los efectos de la resignificación…”

(Käes, 1996, p. 17). Lo que los/as hijos/as lograrían por medio de la historización es la

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59

integración y apropiación de su historia, incluyendo en ésta la de sus antecesores desde un modo

nuevo, único y particular, sostenido desde sus propios significados.

Desde esta perspectiva, la relevancia del proceso de historización en los/as descendientes

de los portadores de una cripta radica en que representa la única posibilidad para transformar lo

transmitido en un elemento de sostén al adueñarse de lo recibido, imprimiéndole a este bagaje su

sello personal (Gomel, 1997).

Si bien la familia, en ocasiones, no es un lugar propicio para realizar este proceso, el

grupo, el otro social, juega un rol fundamental al desempeñar también funciones de contención y

permitiendo, en un espacio afectivo y lleno de nuevos simbolismos, la elaboración de vivencias

que no han sido completamente integradas. Por lo tanto, “incluso donde exista un secreto

familiar que contenga una vergüenza social, no creará efecto fantasma si pudo ser objeto de una

comunión suficiente de afectos y de palabras en el medio interesado, de modo que la generación

implicada ha podido hacer su duelo y sus descendientes no serán afectados por ello” (Tisseron,

1997, p.91-92).

Perspectiva Sistémica.

En otra vertiente investigativa, Boszormenyi-Nagy y Spark (2003), especialistas en

terapia familiar, elaboran la teoría multipersonal o “sistémica” de las motivaciones a partir de la

confluencia de diversas bases teóricas como son la psicología dinámica, la fenomenología

existencial y la teoría de los sistemas. La premisa fundamental de este enfoque se orienta a

concebir todas las relaciones en forma dialéctica.

Desde este punto de vista, un sistema se define como un conjunto de unidades que se

caracterizan por tener una dependencia mutua; el concepto sistémico de familia, por ejemplo,

requiere una distribución interdependiente de roles donde las funciones psíquicas de un miembro

condicionan las de los otros miembros y estas, a su vez, son codeterminadas por sus funciones

sociales más amplias. Asimismo, el individuo es visto como una “entidad biológica y psicológica

dispar, cuyas reacciones, sin embargo, están determinadas tanto por su propia psicología como

por las reglas que rigen la existencia de toda la unidad familiar” (Boszormenyi-Nagy y Spark,

2003, p.14).

Page 60: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

60

Dentro de la familia, los individuos han aceptado renunciar parcialmente a regir sus

comportamientos y pensamientos y han aceptado ligar sus intereses, materiales y psíquicos, al

grupo a través de la construcción de un “aparato psíquico familiar”. La familia es vivida por sus

integrantes como una realidad trascendente que desempeña funciones psíquicas de continente y

elaborativas. La primera función se vincula a la capacidad de la familia para aceptar en su seno

los contenidos psíquicos de los diferentes miembros ligados a los acontecimientos que han

vivido, juntos o por separado, antes o después de su encuentro. Por su parte, la función

elaborativa consiste en el poder familiar de transformación de estos contenidos de una manera

acorde con las fantasías y mitos del grupo social al cual pertenecen (Anzieu, 1987 en Tisseron et.

al., 1997).

La dinámica central que rige las relaciones entre los miembros de un grupo se establece en

torno a una trama invisible de justicia, la cual se extiende a lo largo y ancho de las relaciones y

constituye un “libro mayor” o código no escrito que orienta el funcionamiento del grupo. La

lealtad20

, a su vez, constituye uno de los determinantes principales dentro de la dinámica familiar

y deriva de esta estructura u hoja de balance multigeneracional de justicia, la cual es creada a

partir del patrimonio de acciones y actitudes entre sus miembros y determina la escala de

equivalencia de méritos, ventajas, obligaciones y responsabilidades de cada uno de ellos/as

(Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003).

La trama de lealtad multipersonal es propia de todo sistema de relación e implica la

existencia de mitos y expectativas en el grupo frente a las cuales todos los miembros adquieren

un compromiso y colaboración latente; la meta de estas expectativas, obligaciones y vínculos de

lealtad entrelazadas es que el sistema subsista en un equilibrio inalterable, conformando un

código implícito de regulación y sanciones que establecen las deudas de lealtad compartidas para

con los principios y definiciones simbólicas del grupo (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003).

De aquí que toda relación familiar implique la contabilización de méritos, determinados

por valores personales y relacionales, e incluya implicancias vinculares a corto y largo plazo,

tanto manifiestas como implícitas; dicha contabilización, a su vez, genera cuentas de

20 Con el término lealtad, los autores hacen referencia al vínculo basado en relaciones de consanguinidad y

matrimoniales por un lado, y relaciones entre grupos sociales más amplios como los grupos religiosos o la nación y

la especie humana en último término. Desde esta perspectiva, la lealtad nacional se sustenta en la definición de una

identidad cultural, un territorio común y una historia compartida.

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61

obligaciones, reembolsos y explotación no expresadas a través de un balance alterable con el

transcurso de las generaciones (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003).

Un miembro leal a la familia debe promover el funcionamiento homeostático del sistema

familiar para lo cual ha de interiorizar las expectativas y asumir una serie de actitudes tendientes

a cumplirlas. El establecimiento de nuevas relaciones, particularmente desde matrimonio y el

nacimiento de los/as hijos/as, plantea la necesidad de forjar nuevos compromisos de lealtad;

mientras más rígido sea el sistema de lealtad originario, el desafío para el individuo de mantener

un equilibrio será mayor (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003).

Dado que la contabilización de los actos de lealtad es el principal determinante de las

estructuras de relación y, en última instancia, de la conducta individual, los autores plantean que

“la interiorización de las relaciones objetales es uno de los indicadores de la justicia que rige en

el propio universo humano” (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003, p. 41); la frustración inicial del

desarrollo respecto del balance entre el dar y recibir “hace que la escala del niño se incline de

manera desmedida hacia la intolerancia de toda injusticia, el mundo aparece como algo en

esencia frustrante que no le da nada y que, por ende, se encuentra unilateralmente en deuda con

él” (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003, p. 48).

Para que el sistema de relaciones familiares se configure como un espacio sano o

promueva el crecimiento, es necesario que las reglas y criterios sobre las obligaciones y la

autonomía individual permitida sean relativamente accesibles, “la claridad de las reglas que

determinan el modo de llevar el libro mayor contribuye a crear una atmósfera de confianza

básica en cualquier grupo social” (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003, p. 128).

Por el contrario, ya que en la familia las consecuencias de todo acto quedan grabadas en la

contabilización transgeneracional, cualquier violación a la justicia inherente al orden humano

básico de una persona, ya se desde dentro o fuera del grupo familiar, puede convertir la vivencia

en el elemento central en torno al cual se constituirá la dinámica de sus relaciones y la de sus

descendientes. Asimismo, las cuentas sin resolver entre una persona y el trasgresor originario

pueden rotar, usando a una tercero inocente para saldar la deuda y generando, así, una “foja

rotativa” que establece una cadena de retribuciones desplazadas en las familias y se convierte en

fuente de retroalimentación cíclica repetitiva (Boszormenyi-Nagy y Spark, 2003).

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62

Transgeneracionalidad y Derechos Humanos. Implicancias a nivel individual, familiar y

social.

En los últimos diez años, diversas instituciones y organizaciones dedicadas a la

investigación en Derechos Humanos han generado un importante cuerpo teórico con relación a la

transgeneracionalidad de las situaciones traumáticas vividas como parte de la violencia de Estado

ejercida en diferentes países latinoamericanos durante las dictaduras militares.

Dentro de estos trabajos resultan relevantes, a nuestro juicio, los planteamientos de

Scapusio (2003), quien establece una distinción bastante precisa entre términos habitualmente

empleados de forma indistinta que, aunque vinculados, poseen connotaciones diferentes.

En “Transgeneracionalidad del Daño” (Scapusio, 2003), si bien postula la existencia de un

proceso de transmisión intersubjetiva que se efectúa en el ámbito de la familia, trasladando

efectos no elaborados a sus descendientes; sostiene que la denominación Transmisión

Transgeneracional psicologiza, familiariza y privatiza el origen y responsabilidad en este proceso,

eludiendo el hecho de que éste surge en el interjuego de lo político y social.

De esta manera, el término “Transmisión Transgeneracional” induciría a pensar que la

transmisión es realizada solamente por los sujetos y excluye la participación de otros campos

tales como la sociabilidad, la subjetividad, el grado de desarrollo material, etc., que actúan

acoplándose unos con otros.

Siguiendo la reflexión, el autor plantea que la expresión “Transmisión Transubjetiva”

tampoco logra plasmar la complejidad de lo transgeneracional, pues en ésto no sólo participan

inconscientes individuales o grupales en su circulación fantasmática a través de distintas

generaciones, sino todo un funcionamiento real maquínico que incluye modos de producción,

entramados institucionales y producción de subjetividad, constituyendo formas de captura de lo

nuevo para mantener y reproducir lo ya existente a través de modelos personológicos en

consonancia con lo establecido.

En base a lo expuesto, emplearemos el concepto de “Transgeneracionalidad del daño”

ligado al trauma psicosocial para referirnos al impacto que dichos traumatismos han generado, no

sólo en las personas vinculadas consanguínea y/o afectivamente a las víctimas directas, sino en

cada trama del tejido social de los pueblos que han experimentado violencia de Estado.

Page 63: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

63

A nuestro juicio, el empleo de este término resulta más acertado, pues implica que los

efectos producto de las situaciones traumáticas vividas reaparecen de diversos modos en las

generaciones siguientes sin hacer recaer en las precedentes la exclusiva responsabilidad de

reproducir y transmitir tales efectos.

Con relación a la expresión de este fenómeno, Edelman y Kordon (2002), describen en

forma bastante esclarecedora los mecanismos a través de los cuales se produce la afectación

transgeneracional. Estas autoras parten del supuesto que determinados acontecimientos pueden

provocar en un sujeto efectos psíquicos o consecuencias traumáticas que en el caso de no ser

elaborados, influirán en los procesos simbólicos e imaginarios de sus descendientes.

En los casos de violaciones a los Derechos Humanos, ya sea por la violencia, masividad o

destructividad de la acción traumática, el sujeto no alcanza a defenderse de la acción tanática

puesto que el aparato psíquico no logra elaborar los acontecimientos ocurridos y apropiarse de los

mismos, incorporándolos como aspectos metabolizados y homogéneos al conjunto del psiquismo.

De este modo, el impacto de lo ocurrido queda instalado como un cuerpo extraño o

enquistamiento. En algunos casos, las respuestas implementadas por el sujeto entran en conflicto

con su sistema de valores, desencadenando una crisis en su identidad (Edelman y Kordon, 2002).

Este enquistamiento es caracterizado por las autoras como traumático, puesto que

inficiona y modifica, a veces sustancialmente, los sistemas de valores, mitos, fantasías y

creencias en el ámbito personal, familiar y social, articulándose a su vez con los ideales y cadenas

de significaciones predominantes socialmente. Es traumatizante, además, ya que junto a los

efectos que produce en el espacio personal y familiar, se transmite a las generaciones sucesoras,

organizado como zonas ambiguas instaladas en el vínculo (Edelman y Kordon, 2002).

Desde este punto de vista, los momentos estructurantes del psiquismo, relacionados con

los procesos de transgeneracionalidad descritos, estuvieron marcados por situaciones límites en

cuanto a las posibilidades de preservación de la psiquis y de los vínculos. En esta misma línea, las

vivencias desestructurantes y depresivas del entorno familiar, la pérdida de la tierra y los afectos

en el caso de los exiliados/as, etc., constituyen experiencias que imprimieron huellas traumáticas

y traumatizantes que trascienden las generaciones (Edelman y Kordon, 2002).

Diversas investigaciones han constatado que la afectación producto de las situaciones

traumáticas ejercidas por la represión política es multigeneracional; es decir, varias generaciones

Page 64: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

64

fueron afectadas simultáneamente; intergeneracional, pues generó y genera conflictos entre

generaciones y transgeneracional; o sea, sus efectos reaparecen de diversos modos en las

generaciones siguientes (Díaz, 1995; Castillo y Piper, 1996; Castillo, 1999; Bastías et. al., 2001;

Edelman y Kordon, 2002; Scapusio, 2003).

En esta misma línea, Bastías et. al. (2001), plantea que el carácter transgeneracional del

daño se comporta en forma independiente a la situación represiva, al tiempo, al espacio en que se

generó y al contexto sociocultural. Con relación a las principales variables personales que inciden

en el fenómeno de la transgeneracionalidad, se han destacado el nivel de información manejada

por el sujeto, determinados aspectos de su personalidad vinculados a la tendencia de estructurar la

vida en torno al trauma y sus consecuencias, mecanismos empleados para asegurar la mantención

de la memoria histórica y rigidización de estrategias de supervivencia que actúa limitando la

inserción y desarrollo social del individuo (Bastías et. al., 2001).

A su vez, la respuesta familiar incide en la cronificación del daño. En este sentido, se

mencionan las capacidades desplegadas al interior del sistema familiar para reconocer, validar y

promover la elaboración en sus integrantes de las emociones y sentimientos asociados a la

vivencia de las situaciones traumáticas, el modo en que cada familia afrontó las situaciones

represivas y el sentido otorgado a las vivencias traumáticas, las condiciones de duelo y el cambio

en la estructura familiar, el nivel de rigidización de pautas relacionales que incide en la

privatización del daño y la sobre incidencia por parte de la familia respecto de la elección de

redes de apoyo por parte de sus miembros (Bastías et. al.; 2001; Edelman y Kordon, 2002).

Por su parte, en las respuestas individuales y familiares frente a la violencia de Estado

inciden el desarrollo de diferentes formas de respuesta social y la presencia de factores de

retraumatización. Concretamente, en la generación siguiente, la frustración de expectativas de

justicia generó una vivencia de escepticismo y sin sentido de lo colectivo, además de posibilitar

la reactivación periódica de vivencias de desamparo que operan como factor desestructurante en

el psiquismo (Edelman y Kordon, 2002).

En esta misma línea, Bastías et. al. (2001) sostienen que la coerción sistemática y masiva

generó en el conjunto de la población la dicotomización tanto en el plano afectivo como

cognitivo, la cual se tradujo en el establecimiento de pautas generalizadas de interacción

discriminatorias. A su vez, el no-reconocimiento social acerca de lo ocurrido y el discurso

Page 65: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

65

político que avala la impunidad e induce el olvido perpetúa los sentimientos de exclusión en

los/as afectados/as y promueve la privatización del daño.

Respecto de las expresiones actuales de la transgeneracionalidad en el campo de lo

subjetivo, se aprecia la persistencia de temor debido al conocimiento incompleto y distorsionado

acerca del pasado, que mantiene la aprehensión de la posibilidad que las fantasías respecto a

objetos y situaciones temidas puedan volverse reales. Se constatan además, sentimientos de

nostalgia vividos como pérdida de un tiempo y una situación idealizada anterior al terrorismo de

Estado, la que conlleva decepción y apatía ante el presente y tristeza, desconcierto y desesperanza

hacia el futuro (Scapusio, 2003).

La organización del secreto también es concebida como efecto de la transgeneracionalidad

del daño. En este sentido, se incluyen tanto el silencio social inducido por el Estado, la

identificación alienada con este mandato de silencio, así como la cronificación del silencio como

estrategia defensiva, posterior a la vivencia traumática (Scapusio, 2003).

Finalmente, la desconfianza y falta de credibilidad, tanto entre pares como entre la clase

política y el resto de la sociedad, constituyen evidencias de la ruptura de códigos simbólicos que

desempeñaban funciones organizadoras de lo social (Scapusio, 2003).

En esta misma línea, aparece la necesidad de continuar desarrollando estrategias para

mitigar sentimientos asociados al daño, tales como injusticia, rabia e impotencia, las cuales

resultan actualmente obstaculizadas por los efectos retraumatizantes de la impunidad detallados

anteriormente (Bastías, Mery, Rodríguez y Soto, 2001).

En otro ámbito, en las familias traumatizadas se ha documentado la presencia de modos

relacionales que rigidizan la adscripción de roles, obstaculizando la capacidad de los individuos

de diferenciarse de los demás miembros. Se ha constatado que independiente del tipo de

represión vivido, muchas familias se aglutinaron respecto al tema, impidiendo la diferenciación

emocional y de los proyectos vitales en sus integrantes debido al establecimiento de fronteras

difusas entre ellos (Morales, 1994; Bleger y Minuchin en Gissi 1986 en Bastías et. al.; 2001).

Con relación a las características de la afectación en segunda generación, se ha constado

que el traumatismo social que afecta a los padres genera efectos específicos en la estructuración

del psiquismo de sus hijos/as. De esta manera, la configuración del sistema familiar alrededor del

trauma y el duelo no elaborado inciden en la conformación de la identidad de los descendientes

Page 66: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

66

(Castillo, 1999; Edelman y Kordon, 2002), proceso que reconoce la vía y el producto de las

identificaciones y de las transmisiones de lo no-dicho (Edelman y Kordon, 2002) y que es

percibido por los demás miembros como una amenaza a la estructura familiar (Castillo, 1999).

Lo no-dicho, es decir, lo que no pudo ser historizado y simbolizado, queda fijado y

retorna en la vida de los/as hijos/as. Si bien en muchos casos, durante su infancia, la segunda

generación no presentó efectos psicológicos perturbadores, en el mediano plazo y generalmente

en la adolescencia éstos se manifiestan ya sea bajo la forma de conductas de riesgo y/o de una

dificultad extrema para efectuar el pasaje de la adolescencia a la juventud o de ésta a la adultez.

Dichos aspectos no aparecen necesariamente vinculados en forma directa a las situaciones

traumáticas precoces a la que esto /as jóvenes estuvieron sometidos, siendo posible establecer la

articulación entre ambos a lo largo de tratamientos psicológicos (Edelman y Kordon, 2002).

Por otra parte, debido a las consecuencias de la traumatización en los padres, la tarea

fundamental de la familia pasó a centrarse en el resguardo de la seguridad, denuncia y otras

actividades, postergando el cuidado y la contención afectiva de los/as hijos/as. La falta de sostén

afectivo asume el carácter de trauma y despierta sentimientos de vacío, aislamiento,

incomunicación y desintegración; reactualizándose tanto dentro de la familia como en el contexto

social ya sea por el conflicto culpable o la negación del daño. Dichas carencias se intentaron

compensar desarrollando sentimientos de omnipotencia, creciendo de forma rápida,

convirtiéndose en “protectores” de los padres y encargados de solucionar problemas familiares.

En muchos casos, los/as hijos/as intentaron compensar el daño de sus progenitores asumiendo

funciones parentales de acogida y satisfacción de sus necesidades afectivas (Díaz, 1995).

Por otro lado, la infancia de estos/as jóvenes en los países de exilio de sus padres estuvo

sobrecargada de exigencias de adaptación generando su adultización. Este fenómeno generó una

distancia madurativa respecto del grupo de pares, lo que se tradujo en dificultades para hallar

grupos primordiales de afinidad durante la adolescencia. Dicha percepción subjetiva de madurez

se halla a su vez vinculada a la imposibilidad de canalizar experiencias traumáticas, obligándolos

a insertarse en forma marginal (Castillo y Piper, 1996).

Siguiendo con lo anterior, se constata en la segunda generación, la existencia de una serie

de mandatos y exigencias inconscientes producto de las situaciones traumáticas que afectaron a

sus progenitores, las cuales incidieron en su desarrollo. Estos/as jóvenes deben comenzar a vivir

Page 67: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

67

donde sus padres dejaron de hacerlo, rehabilitar la imagen familiar y demostrar que es posible

anular el daño causado por las distintas secuencias traumáticas vividas por la familia, siendo

exitosos como estudiantes, profesionales y en la conformación de vínculos de pareja estables y

armoniosos, es decir, lograr un espacio de reconocimiento social que anule la marginalidad y que

constituya un símbolo de victoria sobre la Dictadura (Díaz, 1995; Castillo, 1999).

En este sentido, la autonomía y diferenciación de los/as hijos/as constituye deslealtad

hacia la familia y una amenaza de reedición de las vivencias de pérdidas de sus padres “...los

hijos deben sabotear el propio desarrollo para mitigar la angustia de separación y las culpas,

manteniéndose de esta forma el vínculo simbiótico…” (Díaz, 1995; p. 215).

En algunos casos, los/as jóvenes también deben hacerse cargo del odio y/o rabia

impotente de los padres, ayudarlos a disminuir sentimientos de culpa y humillación

manteniéndose fieles a las ideas políticas y sociales de éstos; además de convertirse en la

memoria familiar y social de lo sucedido a los progenitores (Díaz, 1995).

Las contradicciones de los mandatos se dan también desde el contexto social en el que

están insertos, donde las exigencias de éxito implican una separación y gran inversión afectiva

fuera del sistema familiar. Estos/as jóvenes, en el intento de cumplir y rebelarse de los mandatos

familiares, han ido perdiendo la capacidad de percibir las propias necesidades (Castillo, 1999).

La conjugación entre las dificultades en la construcción de la identidad, en el encuentro de

un espacio de pertenencia, las lealtades y mandatos familiares y las exigencias del medio, obligan

a los/as jóvenes a disociar su realidad y mantenerse en dos polos: el de víctimas marginales y el

de hijos/as desleales con la historia familiar; lo que finalmente lleva al fracaso de los proyectos

de diferenciación.

Como consecuencia, en la conflictiva de la segunda generación se expresa un dilema que

presenta una paradoja, al parecer, casi irresoluble. Si los/as jóvenes buscan la inserción adecuada

a la sociedad chilena, deben ser desleales a los mandatos familiares, perdiendo este referente de

pertenencia en pos de la integración social; integración que implica que la violación a los

Derechos Humanos y el daño es un problema de las víctimas, un problema del pasado que debe

ser olvidado. Por otra parte, si se rebelan a esta propuesta social, asumiendo el legado de su

historia, siendo hijos/as leales a sus padres, quedan marginados/as socialmente, se les iguala al rol

de los progenitores y quedan segregados/as al pasado (Morales y Becker,, 1994).

Page 68: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

68

En esta misma línea, Edelman y Kordon (2002) plantean que las situaciones traumáticas

vividas en la familia durante un período de tiempo prolongado generaron la pérdida generalizada

de apuntalamiento psíquico. Desde esta perspectiva, el cuerpo agredido y/o amenazado, la familia

fracturada, los grupos de pertenencia y referencia perdidos, las instituciones, el cuerpo social y,

aún, el Estado, que deberían cumplir funciones de garante simbólico, pierden para el sujeto sus

funciones apuntaladoras, principalmente en cuanto a la falta de un marco de sostén y la clausura

de un espacio intermediario que favorezca los procesos de simbolización.

Aquí adquiere relevancia lo planteado por Faimberg (1996), quien sostiene que el secreto

implica una organización, una interpretación de lo no-dicho en base a determinadas leyes del

funcionamiento psíquico de un grupo familiar y/o social. Desde aquí, tanto el silencio social

inducido por el Estado, la identificación alienada con ese mandato de silencio, así como la

cronificación de la necesidad personal de mantener silencio como estrategia defensiva posterior a

la vivencia traumática (Edelman y Kordon, 2002; Scapusio, 2003) prolongan la pérdida de

apuntalamiento y constituyen factores de retraumatización.

Recuperada la democracia formal, la impunidad, el silencio y el olvido, ejes centrales de

las políticas post-dictaduras, imposibilitaron la elaboración colectiva, perpetuando hasta nuestros

días los efectos de la etapa del terror. Sobre esta herida histórica se produjo la ofensiva ideológica

y cultural del neoliberalismo. Desde esta perspectiva, las diferentes agrupaciones que en la

actualidad luchan por los Derechos Humanos y los diferentes discursos que de esta práctica social

emergen, constituyen un importante factor de re-apuntalamiento (Madariaga, 2002 en Scapusio,

2003; Edelman y Kordon, 2002).

Para efectos prácticos del presente trabajo, entenderemos transgeneracionalidad como la

transferencia en el vínculo familiar y social de los elementos no elaborados del traumatismo

presente tanto en los progenitores como en el resto de la sociedad chilena a la generación

sucesora, transmitiendo deudas sin saldar producto de las injusticias vividas y la falla simbólica

de la/s experiencia/s traumática/s; lo anterior se expresaría en estos/as jóvenes en dificultades en

el manejo afectivo y las relaciones interpersonales, junto a una rigidización en la definición de sí

mismos/as, aspectos que afectarían de algún modo su funcionamiento psicosocial actual.

Page 69: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

69

Metodología

Tipo de Estudio.

El presente estudio es de carácter analítico-relacional, pues no sólo buscamos la

descripción de las cualidades del fenómeno estudiado por medio de la generación de conceptos,

sino que también pretendemos establecer relaciones entre éstos con la finalidad de generar un

modelo teórico que de cuenta de éste (Krause, 1995).

La metodología de investigación es de tipo cualitativo, la que se orienta a descubrir el

sentido y significado de las vivencias, tanto sociales como individuales, dando un mayor énfasis a

los procesos subjetivos, permitiendo acceder a un mundo de significados rico en contenidos que

posteriormente es articulado y analizado bajo modelos interpretativos, rescatando la mirada de

los/as propios/as actores/actrices de la realidad social que se investiga (Max Weber, en Sierra

Bravo, 1991; Krause, 1995, Stake en Rodríguez, Gil y García, 1999).

El paradigma en el cual nos basamos es el socio-construccionista, que sostiene como

premisa fundamental que la realidad es construida socialmente en un proceso socio-histórico a

través de prácticas humanas, es decir, prácticas sociales. No pretende afirmar que la realidad no

existe, sino que existe y nos constriñe y potencia al mismo tiempo, independiente de cómo nos

gustaría que fuese; lo que plantea es que la realidad es construida y que este proceso de

construcción es eminentemente social, entendiendo por social a un colectivo que comparte un

mundo de significados a través de la comunicación, es decir, es una construcción intersubjetiva

(Ibáñez, 1989, en Tocornal y Vergara, 2004).

En el marco de nuestra trabajo, podemos observar que el fenómeno a estudiar se ubica en

tiempos y espacios que son reales -el Golpe de Estado, la salida forzada del país, la necesidad de

adaptarse a un nuevo contexto, las situaciones enfrentadas al retorno, etc.- sin embargo, las

vivencias de quienes pasaron por estos eventos se configuran intersubjetivamente, pudiendo

existir una multiplicidad de “realidades” en torno a un mismo hecho.

Asimismo, de acuerdo a la epistemología utilizada, el/la investigador/a es considerado/a

como parte del campo de investigación, manteniendo una relación dialéctica en la que se co-

construyen nuevas síntesis y cuya finalidad consiste en la comprensión del sentido de las

situaciones y acontecimientos vivenciados por los individuos.

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70

Hablamos, entonces, de una relación recíproca y horizontal donde es posible la

transformación, siendo necesario un contrato de confianza y complicidad posibilitando al/la

otro/a desconocido/a hablar de sí mismo/a y producir entre ambos/as un saber (Krause, 1995;

Correa, 1999).

Estrategia Metodológica.

La estrategia metodológica por la cual optamos es la Grounded Theory (GT), donde tanto

la recolección de datos como su análisis son procesos que se llevan a cabo de forma paralela.

Considerando que los planteamientos iniciales de la GT sustentados por Glaser y Strauss (1967)

han sido modificados y diversificados a través de los años (Chamarz, 1983; Chesler, 1987),

hemos empleado el modelo propuesto por Strauss y Corbin (1990), quienes ofrecen una versión

más sistematizada de los procedimientos y técnicas contenidas en la GT.

El objetivo primordial de esta estrategia metodológica es la generación de teoría por

medio de la articulación de tres momentos de análisis: Codificación Abierta, Codificación Axial

y Codificación Selectiva, que permiten el establecimiento de conceptos y relaciones entre éstos,

integrándose de forma sistemática para llegar finalmente a la construcción de modelos teóricos

de un fenómeno social. Transversalmente a estos procedimientos se emplea el Método de

Comparación Constante (MCC) y la Sensibilidad Teórica21

, además de el registro de memos

(notas teóricas e interpretativas) (Strauss, 1987; Strauss y Corbin, 1990).

Campo de Estudio y Diseño Muestral.

Siguiendo los planteamientos de la GT, configuramos el campo de estudio a partir de un

Muestreo Teórico; en éste el número de “casos” carece relativamente de importancia, lo esencial

es el potencial de cada informante para ayudar al investigador/a a desarrollar comprensiones

teóricas sobre un área de la vida social (Glasser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1990).

21 Destreza para reconocer las sutilezas que dan significado a los datos durante el proceso de recolección y análisis,

es decir, la habilidad de reconocer lo que es importante en los datos y darle sentido (Strauss y Corbin, 1990).

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71

El proceso de muestreo teórico consta de tres momentos acordes a cada fase del proceso

analítico (Strauss y Corbin, 1990; Taylor y Bogdan, 1987):

Muestreo Abierto.- Utiliza pautas más bien amplias para orientar la selección de la muestra.

Muestreo de Relaciones y Variaciones.- La meta es validar y/o descartar las relaciones entre

las distintas categorías generadas durante las fases anteriores mediante la búsqueda de

incidentes que demuestren el rango o variaciones de las dimensiones de un concepto.

Muestreo Discriminativo.- Busca maximizar la oportunidad de análisis comparativo para

verificar y complementar el argumento de historia y las relaciones entre las categorías. Culmina

cuando se da la saturación teórica, es decir, no hay nuevos datos que emerjan de una categoría,

ésta está bien desarrollada en sus propiedades y dimensiones demostrando variación y las

relaciones entre categorías esten bien establecidas y validadas.

En nuestro caso, las primeras entrevistas fueron seleccionadas en base al cumplimiento de

los siguientes criterios, predeterminados desde la literatura existente:

Hijos/as de exiliados/as políticos/as, residentes en Chile, cuyos padres hayan tenido

prohibición de ingreso al país o hayan sufrido persecución política, es decir, que hayan

tenido la letra "L" en el pasaporte, se les haya aplicado decreto de prohibición de ingreso

o hayan tenido que abandonar el país para proteger su vida y/o la de sus seres queridos.

Que hayan nacido en el país de exilio parental y este sea un país latinoamericano de

habla hispana, de modo que el idioma no interfiera en la problemática a analizar.

Posteriormente, buscamos variación del país de exilio parental con el fin de maximizar las

diferencias culturales y sociopolíticas. Consideramos, además, la edad de los/as jóvenes al migrar

a Chile para así contrastar la incidencia del tiempo vivido en el país de exilio parental.

Finalmente, situamos nuestra atención en la participación social de los/as entrevistados/as, pues

durante el análisis ésta surgió como variable relevante en las significaciones dadas por los/as

jóvenes respecto del impacto de la Dictadura en la sociedad chilena.

Los informantes fueron contactados a través de organizaciones y agrupaciones de

Derechos Humanos (H.I.J.O.S.22

, Comisión Funa23

y Comité de Retornados del Exilio–Chile24

) y

en base a la técnica de la bola de nieve.

22 “Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio”, creada en 1995 en Argentina e integrada por

hijos e hijas de desaparecidos/as, asesinados/as, exiliados/as y presos/as políticos/as durante la aplicación del

terrorismo de Estado en Argentina, ampliándose en años posteriores a países Europeos y el resto de Latinoamérica.

Page 72: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

72

En base a lo anterior el grupo de participantes quedó conformado de la siguiente manera:

Tabla Nº 1: Datos de los/as Entrevistados/as

Sexo Edad País de

origen

Llegada a

Chile

Nivel

Educacional Edo. Civil

Nivel Ed. de

Padres

Otras Exp.

Represivas en

la Familia

I1.- Dolores

F 28a Cuba 1993 (17a) Padre no retorna

Univ.

Incompleta Soltera, 1 hija, (6a)

Ed. Media Prisión y tortura

I2.- Isabel

F 30a Argentina 1989 (12a) Univ.

Completa Soltera Ed. Univ. Prisión

I3.- Javier

M 31a Costa Rica /

México 1991 (16a)

Univ.

Completa Soltero, 1 hija, (11a)

Ed. Univ. Prisión y tortura

I4.-

Alejandra F 19a Venezuela 2002 (15a)

Padre no retorna

Univ. En

Proceso Soltera

Ed. Univ.

Completa e

Incompleta

Prisión,

relegación y

tortura

I5.-

Natalia F 22a

Panamá Madre

Panameña 1995 (11a)

Univ. En

Proceso Soltera

Ed. Univ. y

Ed. Media Prisión y tortura

I6.- Néstor

M 28a Cuba /

Argentina Padre Argentino

1991 (13a) Univ.

Completa Casado (cubana)

Ed. Univ. Exoneración,

prisión y tortura

Estrategias de Recolección de Datos.

Para la recolección de datos utilizamos la entrevista, la cual se define como un encuentro

entre investigador/a e informante dirigido hacia la comprensión de la perspectiva que este/a

último/a tiene respecto de un tema particular. De manera específica, empleamos en nuestra

investigación la entrevista semiestructurada, que sigue un esquema o pauta general de preguntas,

sin embargo, es más flexible que la entrevista estructurada pues no necesariamente se ajusta a una

secuencia fija, sino que permitie que ésta se desarrolle de acuerdo al relato del entrevistado

(Taylor y Bogdan, 1987; Flick, 2004).

Considerando lo planteado, nuestra entrevista25

se centró en la vivencia de los/as jóvenes

en el país de exilio parental con sus familias y el entorno social, el conocimiento y la cercanía que

mantenían con Chile antes de la migración, el proceso de retorno y su integración al país;

exploramos, además, aspectos de la dinámica familiar tales como las relaciones entre sus

23 Grupo dedicado a denunciar a quienes hayan estado vinculados/as a la represión durante el régimen militar.

24 Nace en 1995 por iniciativa del Comité Pro Retorno de Exiliados-Retornados de Argentina y otros países

latinoamericanos „COPROREX‟, obteniendo personalidad jurídica en Chile en 1999.

25 Anexo N° 2: Preguntas Guía para Entrevista.

Page 73: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

73

miembros, los roles y expectativas entre estos, etc.; finalmente, indagamos en el impacto de la

experiencia de exilio-retorno en los/as entrevistados/as.

Como estrategia complementaria y para enriquecer el posterior análisis, utilizamos la

construcción de genogramas. Si bien esta es aún una herramienta en proceso de desarrollo, se ha

usado cada vez más por su utilidad para realizar mapas de los procesos familiares.

Según McGoldrik y Gerson (1996), un “genograma es un formato para dibujar un árbol

familiar que registra información sobre los miembros de una familia y sus relaciones”,

valiéndose de una serie símbolos simples que representan gráficamente distintos tipos de

información, permitiendo identificar y entender de una manera rápida los patrones presentes en

una historia familiar, así como entregar hipótesis sobre cómo esta historia puede ser influida e

incluso, determinada por diversos aspectos del contexto (McGoldrik y Gerson, 1996, p. 17).

Los genogramas constituyen una herramienta interpretativa subjetiva que permite rastrear

información relevante en los procesos familiares a través del tiempo y espacio, ayudando a ver un

“cuadro mayor” desde el cual la información estructural, vincular y funcional de una familia

puede interpretarse en forma horizontal, al tomar la extensión actual del contexto familiar

(relaciones entre los miembros y con el sistema mayor), y de forma vertical, desde un punto de

vista histórico a través de las generaciones (situar cuestiones actuales en el contexto de las

normas evolutivas familiares); por esto, los genogramas incluyen, al menos, tres generaciones, así

como una cronología que muestra los sucesos nodales y críticos en la historia individual y/o

familiar según la persona (McGoldrik y Gerson, 1996).

La creación de un genograma incluye tres pasos: primero, se realiza el trazado de la

estructura familiar, el que muestra una descripción gráfica de cómo diferentes miembros de la

familia están biológica y legalmente ligados entre si de una generación a otra; en segundo lugar

se registra la información familiar, incluyendo información demográfica26

, información del

funcionamiento27

, y el registro de sucesos familiares críticos28

(McGoldrik y Gerson, 1996).

26 Edades, nacimientos, muertes, ocupaciones, nivel educacional, etc. (McGoldrik y Gerson, 1996).

27 Datos más o menos objetivos de funcionamiento médico, emocional y de comportamiento de los miembros como

ausentismo laboral, pautas de alcoholismo, así como pautas de funcionamiento positivo (McGoldrik y Gerson, 1996).

28 Transiciones importantes, cambios de relaciones, migraciones, fracasos y éxitos, dando un sentido de continuidad

histórica de la familia y del efecto de la historia familiar de cada individuo (McGoldrik y Gerson, 1996).

Page 74: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

74

El tercer nivel es el que requiere de una mayor deducción, y comprende el trazado de las

relaciones familiares. Dichas caracterizaciones se basan en informes de los miembros de la

familia y observaciones directas, utilizando variaciones de líneas para simbolizar los distintos

tipos de relación; en nuestro caso, los datos fueron obtenidos desde el relato de los/as informantes

(McGoldrik y Gerson, 1996).

Por último, y tomando en cuenta los aportes de Lewis (1989 en Wiggins, 2001),

agregamos color a las figuras del genograma estándar, buscando dar cuenta de características

específicas en los miembros de la familia que puedan tener relación con aspectos de la

investigación, en este caso, identificar las tendencias políticas que tienen y/o tuvieron los

individuos, mostrando la multiplicidad de afiliaciones existentes en la familia y buscando cómo

éstas pueden tener un papel en los procesos familiares (Wiggins, 2001).

Análisis de Datos.

Como ya hemos explicado, dentro de la GT el análisis de datos se realiza a través de las

codificaciones abierta, axial y selectiva. Para el proceso de Codificación Abierta revisamos las

entrevistas y generamos conceptos y categorías respecto del fenómeno estudiado,

desarrollándolos en función de sus características o propiedades y de sus dimensiones. Toda

interpretación se mantuvo como provisional y se plantearon preguntas y proposiciones (hipótesis)

sobre el fenómeno (Glasser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1990).

Posteriormente, en la Codificación Axial, reorganizamos los datos fragmentados en la

fase anterior estableciendo conexiones entre categorías y subcategorías mediante un “Paradigma

de Codificación” que incluye condiciones causales o antecedentes, factores intervinientes y

contextuales, estrategias de acción/interacción utilizadas para manejar o responder al fenómeno y

consecuencias del fenómeno o resultados de las acciones/interacciones (Strauss y Corbin, 1990).

Durante la Codificación Selectiva integramos y refinamos las categorías mediante un

proceso de reducción bajo un eje o categoría central29

, de esta manera obtuvimos un esquema

conceptual de relaciones y la identificación de patrones expresado mediante el argumento de la

29 Categoría que denota los problemas o asuntos más significativos de un fenómeno de acuerdo a los/as

investigadores/as. Permite reunir las categorías para formar un todo explicativo (Strauss y Corbin, 1990).

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75

historia30

. Luego, completamos aquellas categorías que requerían mayor refinamiento y

desarrollo, buscando validar, mediante la comparación constante, las oraciones de relación entre

los conceptos (Strauss, 1987; Strauss y Corbin, 1990).

Paralelamente, analizamos e interpretamos los datos obtenidos en los genogramas,

integrándolos a los resultados de la codificación, formando así parte del modelo teórico

emergente. Si bien los principios interpretativos para la evaluación de genogramas no han sido

establecidos de manera explícita, McGoldrik y Gerson (1996) proponen una serie de categorías31

que representan un conjunto general de suposiciones de las cuales se generan hipótesis sobre las

pautas familiares. En términos amplios, cada genograma incluye datos relativos a la estructura

familiar, su adaptación al ciclo vital, la repetición de pautas a través de las generaciones, sucesos

de la vida y funcionamiento familiar, pautas vinculares y (des)equilibrio familiar.

Procedimiento.

A continuación explicitamos el procedimiento que utilizamos durante la investigación:

1. A través de organizaciones de Derechos Humanos contactamos telefónicamente a

potenciales participantes para exponer los objetivos del estudio e invitarlos a ser parte

de éste. En este primer contacto explicamos el procedimiento, número de reuniones y el

carácter voluntario de la participación, pudiendo retirarse en cualquier etapa del proceso

si lo estimaban conveniente, sin que ésto tuviera implicancias para ellos/as.

2. Con cada participante se tuvo de 1 a 2 encuentros con el fin de realizar la entrevista en

profundidad y la construcción de un genograma familiar relativamente exhaustivo.

3. En la primera entrevista, previa firma de un consentimiento informado32, recabamos

elementos básicos del genograma, relacionados con acontecimientos vividos al interior

de la familia y que guardaban relación con los objetivos de la investigación.

Posteriormente realizamos la entrevista en profundidad para, finalmente, entregar un

informativo con los antecedentes necesarios a recabar para completarlo33.

30 Explicación del fenómeno por medio de una historia que integra las categorías y memos (Strauss y Corbin, 1990). 31

Anexo N° 4: Categorías de Análisis de Genogramas propuestas por McGoldrik y Gerson (1996). 32

Anexo N° 1: Consentimiento Informado. 33

Anexo Nº 3: Información Necesaria para la Construcción del Genograma entregada a los/as Entrevistados.

Page 76: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

76

4. El segundo encuentro tuvo la finalidad de indagar en mayor profundidad temas

pendientes de la primera entrevista, así como completar el genograma. Aunque en

algunos casos éste segundo encuentro no fue necesario.

5. De acuerdo con las estrategias metodológicas planteadas en la GT, luego de cada

entrevista, ésta se transcribió y analizó con el propósito de generar las categorías que

guiaron las siguientes entrevistas.

6. Luego de finalizar la investigación se devolverá la información a los/as participantes.

Consideraciones Éticas.

Durante el desarrollo del presente estudio nos enfrentamos como investigadoras a una

serie de reflexiones éticas que exponemos a continuación.

Por una parte, durante la elaboración de la pauta de entrevista nos dimos cuenta que los

contenidos a tratar podían abrir temas conflictivos para los/as entrevistados, por lo que nos

aseguramos que los ambientes para la realización de las entrevistas contaran con la privacidad

necesaria. De la misma manera, durante el encuentro nos mantuvimos atentas a contener a los/as

participantes, cerrar los temas conversados y ofrecer orientación sobre lugares especializados a

los cuales acudir, en caso de ser necesaria una posterior atención profesional al remover procesos

que pudieran no estar suficientemente elaborados.

Por otra parte, tras la obtención de los datos y en la medida de asegurar la

confidencialidad de los/as entrevistados/as, cambiamos los nombres y suprimimos toda

información que pudiera resultar identificatoria.

Por último, tal como exponemos en el procedimiento, los resultados obtenidos en la

presente investigación serán devueltos a los/as entrevistados/as al término de ésta; compromiso

adquirido con los/as participantes al momento de realizar los encuentros y que responde a las

premisas fundamentales de la epistemología que utilizamos en la medida que este nuevo saber al

cual accedimos ha sido co-construído entre ambas instancias, es decir, investigador/a e

investigado/a.

Page 77: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

77

Presentación de Resultados

1.Análisis Descriptivo

Para la elaboración del presente análisis descriptivo, las entrevistas realizadas fueron

sometidas a un proceso de codificación abierta; a continuación, examinamos los genogramas34

y

los comparamos con los resultados de la codificación, buscando datos que nos permitieran

confirmarlos, completarlos o modificarlos. A partir de ambas fuentes surgen cinco grandes

categorías (Diagrama Nº 1) que configuran la transgeneracionalidad del daño desde la perspectiva

de la segunda generación en el caso de exilio-retorno, empezando con los antecedentes hasta los

efectos que los/as entrevistados/as presentan en la actualidad.

Las categorías descritas a continuación corresponden a: Historia Política y Represión

Vivida por la Familia, Caracterización de Aspectos Familiares, Experiencia de la Segunda

Generación en el País de Exilio, Experiencia de la Segunda Generación en el Retorno e Impacto

de la Experiencia de Exilio-Retorno en la Segunda Generación.

Cabe precisar que existen elementos que sólo fueron mencionados por una de las personas

entrevistadas, razón por la cual no han sido incluidos en las categorías; no obstante, dado que

aportan nuevos antecedentes a la comprensión de la transgeneracionalidad del daño, serán

señalados al final del análisis descriptivo.

Diagrama Nº1: Categorías Centrales.

34

Anexo Nº 6: Genogramas.

TRANSGENERACIONALIDAD DEL DAÑO EN LA SEGUNDA GENERACIÓN

EN EL CASO DE EXILIO-RETORNO

I. HISTORIA POLÍTICA

Y REPRESIÓN

VIVIDA POR LA

FAMILIA

II. CARACTERIZACIÓN

DE ASPECTOS

FAMILIARES

III. EXPERIENCIA

DE LA 2ª

GENERACIÓN EN

EL PAÍS DE EXILIO

IV. EXPERIENCIA

DE LA 2ª

GENERACIÓN EN

EL RETORNO

V. IMPACTO DE LA

EXPERIENCIA DE

EXILIO-RETORNO EN

LA 2ª GENERACIÓN

Historia Política

de los Padres

Consecuencias

de la Represión

en los Padres

Formas de

Enfrentamiento

Familiar de la

Represión

Vivida

Afectos Asociados

a la Migración

Proceso de

Inserción a Chile

Desarraigo

Nuevas

Oportunidades

Sociales

Efectos en el Sí

Mismo

Factores que

Inciden en la

Decisión del

Retorno

Nexos con Chile

Caracterización de

las Relaciones con

las Personas del

País de Exilio

Parental

Dinámica

Familiar

Imagen que

los/as Hijos/as

tienen de sus

Padres Aspectos de la

Vida en Chile

actual mente

Page 78: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

78

I. HISTORIA POLÍTICA Y REPRESIÓN VIVIDA POR LA FAMILIA:

Esta categoría hace referencia a los antecedentes que los padres les han entregado a los/as

entrevistados/as respecto de su historia política y la represión vivida, las consecuencias de ésta

represión que los/as hijos/as perciben en los padres y las formas de enfrentamiento desplegadas

por la familia.

Diagrama Nº2: Historia Política y Represión Vivida por la Familia. Subcategorías y Propiedades.

a) Historia Política de los Padres: Esta subcategoría contiene datos tanto de las entrevistas

como de los genogramas e incluye el partido u organización política a las que pertenecieron

los padres al momento del Golpe y el nivel de compromiso que mantenían los padres con este

partido u organización.

Entre los partidos u organizaciones políticas de izquierda a las que pertenecieron

los padres antes y durante la Dictadura se incluyen el Frente Patriótico Manuel

Rodríguez (FPMR), el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), el Partido

Comunista (PC) y el Partido Socialista (PS).

Por otro lado, los/as entrevistados/as refieren un alto nivel de compromiso de los

padres con el partido en el que militaban, tal como se aprecia en la siguiente frase:

“…su activismo político fue siempre bien marcado. Mi papá trabajaba en ferrocarriles pa‟l

Golpe y militó durante toda la UP, o sea, trabajó en pos de la UP y estaban absolutamente

involucrados, mi papá sobre todo, mi mamá como ahí, apoyando a mi viejo pero…Entonces mi

papá metido hasta las masas, siempre…” (Isabel, 40-44)

I. HISTORIA POLÍTICA Y REPRESIÓN

VIVIDA POR LA FAMILIA

Historia Política

de los Padres

Consecuencias de la

Represión en los Padres

Formas de Enfrentamiento

Familiar de la Represión Vivida

Partido u

Organización

Política a la que

Pertenecieron

Alto Nivel de

Compromiso con

el Partido Político

Silencio

Parental

Enfrentamiento

de los/as

Hijos/as del

Silencio

Parental

Consecuencias

Psicosociales

Consecuencias

Clínicas

Dificultades

Socio-

económicas

Efectos en

las Redes

Sociales

Distanciamiento

o pérdida de

vínculos

familiares

Dificultades

para recuperar

y/o crear redes

sociales

Perpetuación

del Silencio

Búsqueda de

Información

por Medios

Extra-

Familiares

Proteger su

infancia y

resguardar la

seguridad

familiar

Evitar la

transmisión

de elementos

ideológicos

y/o

traumáticos

Evitar el

dolor

parental y

propio

Pérdida de

oportunidades

de estudios

superiores

Dificultades al

reinsertarse en

Chile

Dificultades

económicas

Page 79: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

79

b) Consecuencias de la Represión en los Padres: Alude a la percepción que tienen los/as

hijos/as respecto de las consecuencias negativas de la represión en sus padres.

Las consecuencias clínicas comprenden sintomatología ansiosa, depresiva y/o abuso de

sustancias que los/as hijos/as han percibido en sus padres tanto en el país de exilio parental

o tras la migración a Chile y que ellos/as atribuyen a la represión vivida por sus

progenitores, lo que se ve reflejado tanto en las entrevistas como en los genogramas.

“…siempre ha estado escondido (solloza), cambiándose identificación, clandestino…se calmó

un poco cuando vivíamos en Cuba porque se sentía un poco más protegido, pero no con eso está

conforme (llora), no con eso se siente bien (llora), no con eso no se siente perseguido, no con eso

(solloza) se siente, eh…tranquilo en sí, tiene pesadillas y tantas torturas, tantas cosas en su cuerpo

a la larga le trae, le trae consecuencias…mentalmente se cagó, una persona que no expresa mucho

lo que siente, es una persona súper fría, a pesar de ser una persona cariñosa, es una persona que

no demuestra su sentir como uno quisiera… emocionalmente él está mal, emocionalmente el estar

lejos de su patria, el hecho de luchar y no haber triunfado lo que él aspiraba, lo que él soñaba,

estar lejos de sus hijos por una cosa de fuerza mayor… y mi mamá sí, mi mamá se enfermó de los

nervios, la tuvimos que internar en el psiquiatra (…) cuando se fue exiliada, cuando se fue exiliada

estuvo 3 años en el psiquiátrico…” (Dolores, 2/ 71-86 y 88)

Por su parte, las consecuencias psicosociales abarcan las dificultades socioeconómicas

que viven los padres producto de la represión, así como los efectos de ésta en sus redes

sociales.

Entre las primeras aparece la pérdida de oportunidades de estudios superiores producto

del exilio, dificultades económicas debido a la cesantía y/o la pérdida del estatus

socioeconómico que se tenía en Chile o que se logró tener en el país de exilio, y problemas

al momento de reinsertarse en Chile al retorno. En la cita a continuación, por ejemplo,

Natalia relata las condiciones vividas por su padre al salir al exilio y, luego, al retorno:

“…llegaron a trabajar en las bananeras en Panamá, entonces es un cambio absolutamente

nada que ver ¿cachai?, onda a un clima ultra tropical, en condiciones onda ultra inferiores de

trabajo, o sea, de verdad estaban en el último escalafón social, o sea, inmigrantes, exiliados onda

políticos en Panamá que trabajaban en la bananeras (…) cuando volvió le costó como encontrar

trabajo porque no alcanzó, antes de irse a Panamá no alcanzó a tener, a entrar a la universidad ni

nada, dio la prueba y quería entrar a periodismo pero, y lo tomaron detenido entonces no alcanzó,

no alcanzó como a hacer los trámites, o sea, estaba preso durante ese período y eso entonces, eso

siempre ha sido como un tema porque mi mamá si, si es universitaria…” (Natalia, 426-429 y 90-93)

En cuanto a los efectos en las redes sociales parentales producto de la represión,

particularmente el exilio-retorno, los/as entrevistados/as perciben, por una parte, el

distanciamiento o pérdida de vínculos familiares, primero por la separación con la familia

extensa debido al exilio, situación que se repite al momento del retorno cuando uno de los

padres decide quedarse en el país de exilio. Dolores y Néstor, por ejemplo, mencionan el

sufrimiento de sus padres al estar lejos de su familia:

“…Porque la tierra más que nada te ata, tú familia te ata, el hecho de, de, de, de que ella dejó

su mamá, sus hermanos, no se despidieron, pasaron veintitantos años en que no saben por qué tuvo

que exiliarse, no supieron nunca de mi mamá, si se, si estaba viva o muerta, no tenían idea…y eso

Page 80: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

80

te ata porque hay temas pendientes (…) el sufrimiento de mis papás, ajeno a todo, lejos de todo, el

no tener una familia constituida como hubiésemos querido (…) una familia destruida…” (Dolores,

2/347-349, 550-551 y 563)

“…mi madre es muy familiar y extrañaba mucho a su mamá, por ejemplo, me acuerdo,

extrañaba mucho a su hermana, que vivía en Francia, que vive en Francia (…) o sea, era, fue un

par de veces que vi llorando, recuerdo haber visto llorando a mi mamá, que yo iba y me acuerdo

que le preguntaba que le pasaba y me decía „es que extraño mucho a mi mamá‟…” (Néstor, 403-

404 y 928-930)

Asimismo, los/as entrevistados perciben en sus padres dificultades para recuperar y/o

crear redes sociales tras el retorno pues, al reencontrarse con las antiguas amistades, se dan

cuenta que la relación y los ideales por los que luchaban ya no son los mismos, no

encuentran las redes que tenían antes del exilio y se les dificulta crear otras nuevas.

Además, a través del análisis de los genogramas, pudimos apreciar un abandono de la

militancia política por parte de los padres, principalmente, tras el retorno, lo que se

constituyó como una nueva pérdida de redes.

Alejandra, por ejemplo, relata a continuación:

“…se fue a Venezuela y pasó, pasó, pasó todo el tiempo, entonces de eso es lo que mi mamá se

arrepiente, porque dice „no saqué nada, me fui, volví, esperaba tener amigos, esperaba, nada,

nada…no saqué nada, no tengo amigos, no tengo conexiones, no tengo contactos…no tengo nada,

llegué en blanco y me saqué la cresta, siendo militante‟, esa es su visión…” (Alejandra, 447-450)

c) Formas de Enfrentamiento Familiar de la Represión Vivida: Esta subcategoría se

desprende de los datos aportados en las entrevistas y agrupa el modo en que los padres

manejan la información sobre su historia política y de represión vivida frente a sus hijos/as y

cómo éstos interpretan y/o reaccionan al nivel de información transmitida.

A partir de lo referido por los/as entrevistados/as, apreciamos que los padres mantienen

su historia política y la represión vivida en el silencio, siendo la entrega de información

superficial, insuficiente y circunstancial, entregando datos fragmentados e inconexos, sin

existir espacios de diálogo, discusión y contención.

“…en mi caso nunca se dijo, „oye, sabe que se sientan todos y vamos a conversar de esto‟,

no…los hijos no se hacían participe de eso, ellos hacían reuniones políticas, que se yo, pero nunca

se sentaron a decirnos nada (…) los papás nacieron en otro país, ustedes tienen otra cultura, nos

enseñaban indirectamente ciertas cosas, pero nadie se sentó a contarnos nada (…) Lo sentía así no

más, ellos a toda costa evitaban temas, si no, no, eran, de no hablar mucho, nada referente a Chile

lo, están bien, que te escribió un tío, que se yo, pero, así, como bien, a la ligera, nada en

profundidad…” (Dolores, 2/311-324, 326-327, 355-356)

Los/as hijos/as, a su vez, enfrentan el silencio parental de dos maneras. Por una parte,

perpetúan el silencio de los padres mediante una serie de explicaciones. Una de éstas alude

a la creencia que los padres, en su silencio, trataban de proteger su infancia y resguardar su

seguridad, pues al entregar información a los/as hijos/as pequeños éstos/as podrían dar

Page 81: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

81

información comprometedora en contextos inadecuados, lo que se puede apreciar en la

siguiente cita de Dolores:

“…mis papás quedaron de alguna u otra forma con trauma, ¿en qué sentido?, de que se

pusieron cada vez más aprehensivos y tenían mucho cuidado de no alterarnos a nosotros nuestra

infancia, lo que significaba que habían cosas que ellos no podían decir, que para ellos era

importante resguardar porque teníamos cierta edad en la cual nosotros, sin mayor intención

íbamos a hablar que a lo mejor a ellos los perjudicara, o los afectara o simplemente los

comprometiera, porque indistintamente que estábamos en un país socialista, un sistema totalmente

distinto, uno nunca sabe, es decir, el trauma te deja así que tú desconfías de todo el mundo, por lo

tanto nos sobreprotegieron muchísimo y nunca nos contaron…” (Dolores, 2/10-16)

Asimismo, los/as entrevistados/as justifican la poca información entregada desde los

padres al asociar el conocimiento de la historia con una transmisión de elementos

ideológicos y/o traumáticos que los determinaría en su actuar, pensar o sentir. Alejandra,

por ejemplo, habla a continuación de la posible determinación política de padres a hijos/as

en caso de que se les entregara información al respecto:

“…tenía una amiga en el colegio acá en Chile, que su familia toda era militante comunista y, y

ella, era comunista, entonces yo le decía, yo conversaba con ella y le decía que ella era comunista

más que por principios propios porque habían sido inculcados por la familia, y ella me decía „no,

mentira, no se cuanto‟, y yo „ya bueno, okay, lo que quieras‟, pero obvio que así fue, mi mamá

nunca me dijo nada, nada, nada, nada, nada, entonces, yo tuve la libertad, de, de crecer bajo mis

propios, mis, mis ideales, yo formármelos…” (Alejandra, 555-560)

Néstor, por su parte, relata como los padres pueden transmitir traumas a sus hijos/as:

“…yo tengo amigos que vivieron afuera y lo pasaron súper mal, más que nada por sus padres,

les metieron una cosa en la cabeza que no era, o sea, o sea, tengo un amigo que ni siquiera

aprendió, aprendió a hablar bien el español del trauma que tuvieron sus padres cuando saltaron de

este país, eh, él habla español como una persona así, como extranjero y hace años que viven acá y

en su casa hablan en inglés, se exiliaron en Irlanda y resulta que lo debe haber pasado mal y lo va

a seguir pasando mal en su vida porque probablemente muy traumado (…) Los padres y él, él por

transmisión, de hecho estaba medio loquito…” (Néstor, 952-957 y 959)

Finalmente, el silencio tanto de padres como de hijos/as es fundamentado por los

entrevistados/as como una forma de evitar el dolor de sus progenitores al recordar las

experiencias vividas, así como el propio dolor que el sufrimiento de los padres genera en

ellos/as, lo que se refleja en esta cita de Dolores:

“…era para el Sí y pa‟l No, ya ahí, ya en mí marcó, a esa edad, seis, siete, ocho años, en qué

estábamos metidos, de ahí uno le va tomando el peso y ciertamente yo soy cubana; pero mis papás

son chilenos y ciertamente no había muchas cosas que preguntar; porque uno también nota, uno

también capta de que…hay un dolor y eso uno trata de evitarlo y eso, yo si, con esa edad, ya yo

sentía la diferencia…” (Dolores, 2/32-35)

Por otra parte, a pesar del silencio parental, los/as hijos/as perciben o intuyen en los

padres una serie de consecuencias producto de la represión y realizan una búsqueda de

Page 82: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

82

información por medios extra-familiares tales como prensa, libros y participación en

actividades políticas a fin de poder reconstruir y comprender la historia silenciada de sus

progenitores, tal como se aprecia en la siguientes citas:

“…los „Teleanálisis‟ ¿ya?, de la revista „Análisis‟ los videos. Entonces difundían los videos del

„Caso degollados‟ bueno así yo me enteré de la actualidad de lo que pasaba acá ¿cachai?, „Caso

degollados‟, el „Caso de Gloria Quintana‟, los quemados, andaban con los Apsi, con, con el Cauce,

con, o sea, difundían todo lo que se podía (…) una vez que agarré un libro de historia acá el `85

que fuimos a Conce, que me prestaron un libro de historia de niña ¿cachai?, que entendí quien era

Manuel Rodríguez ¿cachai?, que no me gusta O´Higgins, que empezai a involucrarte un poco más

en el cuento, empezai a entender más…”(Isabel, 120-123 y 395-398)

“…o sea, en una primera etapa digamos, cuando muy niño, 8 años más o menos, eh, yo me

fijaba en las conversaciones, había como conversaciones de grandes y de esas conversaciones

trataba de escuchar lo más posible y después repetir según lo, o elaborar yo mis conclusiones, y

después ya era en la adolescencia yo apoyándome en mis lecturas, consultándolo a él sobre lo que

yo leía, su opinión…” (Néstor, 2/13-16)

II. CARACTERIZACIÓN DE ASPECTOS FAMILIARES:

Esta categoría hace referencia a las descripciones realizadas por los/as entrevistados/as sobre

aspectos del funcionamiento de su familia de origen, en particular, la dinámica familiar y la

imagen que los/as hijos/as tienen sobre sus padres.

Diagrama Nº3: Caracterización de Aspectos Familiares. Subcategorías y Propiedades.

a) Dinámica Familiar: En esta subcategoría se incluyen los roles desempeñados por los/as

hijos/as dentro de la familia así como los vínculos que el sistema familiar mantuvo en el país

de exilio con el entorno social.

II. CARACTERIZACIÓN DE ASPECTOS

FAMILIARES

Dinámica Familiar

Roles

Desempeñados por

los/as Hijos/as

dentro del Sistema

Familiar

Funciones de

Apoyo en la

Familia

Imagen que los/as Hijos/as

tienen de sus Padres

Relación del

Sistema Familiar

con el Entorno

Social

Compañero de

los Padres

Progenitores

Presentes

Ausencia de

Uno o Ambos

Progenitores

Competencia de

los Padres en los

Ámbitos Familiar

y/o Social

Presencia de

Padres durante la

Infancia y

Adolescencia de

los/as Hijos/as

Padres con

Baja

Capacidad

Padres

Capaces

Escasos

Vínculos

Reivindicador

de la Familia

Page 83: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

83

Los roles desempeñados por los/as hijos/as dentro del sistema familiar corresponden

a las funciones que los/as entrevistados/as refieren cumplir dentro de sus familias, las cuales

se aprecian en los relatos de los/as jóvenes así como a partir de los análisis de genogramas.

Por un lado, los/as jóvenes refieren haber desempeñado funciones de apoyo en la

familia, por ejemplo, en los casos en que perciben que los padres no pueden cumplir con sus

funciones normativas al interior del sistema familiar, por lo que los/as hijos/as asumen el

hacerse cargo de los afectos dolorosos o conflictos no enfrentados por uno o ambos

progenitores y toman funciones de protección, contención, cuidado y guía de alguno de los

miembros de la familia, tanto nuclear como extensa y a nivel afectivo y/o económico.

Dolores, por ejemplo, reclama estar más afectada que sus hermanos debido a las

experiencias de represión que han vivido sus padres:

“…ellos (hermanos) no son de las personas que se cuestionan mucho que papi allá, „ah, está en

Cuba, bueno‟…está en Cuba y punto, pero nadie, nadie lo ha analizado, nadie lo ha entendido, la

única que la acepta y todo soy yo y me duele mucho. Así que todo como que ha rebotado en mí…”

(Dolores, 2/443-445)

Además, relata como ha interrumpido sus proyectos de vida para hacerse cargo del

cuidad y acompañamiento de la madre:

“…siempre él con las intenciones de casarse pero, en mi nunca ha estado casarme, porque yo

tengo que velar por mi mamá entonces yo no, no podría…a pesar de que podría haberme casado, es

decir, yo, me voy con mi mamá, pero él tampoco aceptaría eso…y entre él, y mi mamá, yo no lo

pienso, me quedo con mi mamá, sin duda (ríe). Y, y me quedé con ella…” (Dolores, 618-621)

Por otro lado, los/as jóvenes toman el rol de reivindicador de la familia, al asumir los

proyectos inconclusos de sus padres, así como una serie de exigencias orientadas a ser

autosuficientes, independientes, responsables, lograr éxito profesional, movilidad social,

etc. A continuación, Natalia describe el alto nivel de autoexigencias en el rendimiento

escolar que se imponía desde temprana edad:

“…(3º básico) si imagínate, yo falsifiqué las notas y yo ese día, de verdad, eso yo, ellos no lo

saben, pero yo ese día de verdad así, pensaba en, en, salir a la calle y que me atropellara un auto,

así, mal (ríe), onda, el nivel de presión, autopresión que tenía era heavy…y, yo me quería puro

morir po‟ hue‟on, ponte tú que me había sacado un 3.8, ese año, no, no, ni siquiera hue‟on, si yo

había aprobado, me había sacado como un 4.3 ponte tú, ¿cachai?, entonces, encontraba que era

terrible (…) entonces, puta, haber fracasado en el colegio era como, lo peor que podía haber hecho

si era la única hue‟a que hacía, en mi vida ¿cachai? (ríe), entonces era como, mal, así, era lo peor

del mundo, me sentía, realmente, la peor hija del mundo ¿cachai?…” (Natalia, 504-501 y 519-521)

Finalmente, el rol de compañero de los padres, apunta al desarrollo de una relación

horizontal entre los/as hijos/as y sus figuras parentales, donde los primeros se ubican a un

nivel de pares con los segundos al momento de reclamar sus ausencias o al colaborar en sus

misiones políticas, tal como lo refleja la siguiente cita de Néstor:

“…me gustaba porque, supongo que era involucrarme en las misiones de mi padre, ¿ya?…ehm,

era como que era parte del cuento, como que me, participaba de eso, así que estaba todo muy bien,

Page 84: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

84

de hecho tenía, yo vivía frente por frente, en un edificio, a mi tío, argentino, y mi padre se iba y yo

tenía que decirle que mi papá estaba durmiendo, y uno de los viajes más largos que hizo mi papá

fue de dos meses, y mi papá estuvo durmiendo dos meses, o sea (…) yo asumo el rol de, de partner

de mi padre y de mi madre en su lucha contra Pinochet…” (Néstor, 303-308 y 905)

En cuanto a las relaciones que la familia estableció en el país de exilio, se aprecia en

las narraciones de los/as entrevistados/as que ésta mantuvo escasos vínculos con el entorno

social, ya sea por una marcada desconfianza con las personas externas al sistema familiar o

la limitación de las relaciones a grupos de otros exiliados, con lo cual se mantuvo dentro de

ghettos, reduciendo el intercambio cultural con otros grupos sociales.

“…éramos bien nucleares allá, onda más entre nosotros, acá como que nos juntamos más con

el resto de la familia, en Panamá era más como nosotros (…) No, éramos más nosotros y de hecho

nosotros no teníamos amigos en el barrio por ejemplo, éramos bien pa‟ dentro en ese sentido (…)

como que no tienen muchos amigos, onda igual salen pero poco, como que no tienen muchos

amigos cercanos tampoco y en Panamá yo diría que hasta menos, tenían, obviamente yo más de

alguna vez fui a la casa de alguno de ellos, pero siempre manteniendo una relación a distancia, eso

siempre como que se resguardan ene ellos dos…” (Natalia, 130-131, 133-134 y 325-328)

b) Imagen que los/as Hijos/as tienen de sus Padres: Ésta se forma, por un lado, a partir de la

apreciación que tienen los/as hijos/as respecto de la presencia de sus progenitores durante su

infancia y adolescencia y la competencia de éstos en los ámbitos familiar y social.

Con relación a la presencia de los padres durante la infancia y adolescencia, en los

casos donde existió la sensación de ausencia de uno o ambos progenitores, algunos/as

hijos/as se refieren principalmente a la falta de éstos al momento de requerir su afecto,

protección, contención y guía en situaciones difíciles, lo cual es confirmado tanto en las

entrevistas como en el análisis de los genogramas. Por ejemplo, Dolores, explica en la

siguiente frase los reclamos emitidos hacia su padre debido a sus ausencias por la actividad

política desarrollada:

“…distinto hubiera sido si yo hubiese tenido la posibilidad de haber compartido con los dos y

haber tenido una etapa normal con ambos padres, pero…cuando tenía 9 años le recriminaba

mucho a mi papá, le criticaba mucho que siempre estaba metido en la política, que con eso no

conseguía na‟…cuando retorné me hizo mucha falta, sentía que era esa etapa que yo necesitaba de

mi papá, es ahí donde yo necesitaba a mi papá, es ahí el rol, es ahí donde yo sentía ese rol de pa…,

más que de papá, de amigo, de un hombre que te representara, que para que no te pasaran a llevar,

ahí lo necesité, cuando tuve a mi hija igual como en esos años…” (Dolores, 2/124-130)

Igualmente, Javier relata las ausencias de su madre en momentos en que él presentaba

problemas psicológicos:

“… (Mi mamá) no llegaba nunca a la casa, yo con ataques de pánico te digo, sentía mucho más

las ausencias, yo te puedo decir que no llegaba nunca y no llegaba en semanas, llegaba en el día,

digamos, hacía dos, tres cosas y no llegaba en la noche…” (Javier, 519-521)

En la misma línea, otros/as entrevistados/as refieren haber percibido a los progenitores

presentes cuando existió la sensación de contar con las figuras parentales en los momentos

Page 85: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

85

de dificultad, aún cuando éstos no estuvieran físicamente presentes por trabajo o viajes, al

considerar que existía una explicación satisfactoria de sus ausencias. Como muestra de lo

anterior están las siguientes citas de Isabel y Natalia:

“…(Mi papá) no sé, estaba ahí, igual siempre estuvo, o sea, yo me acuerdo que viajaba pero no

era tampoco que viajara así que, que no estuviera meses en mi casa, pa‟ na‟…Nos incorporó

siempre mucho a su trabajo, o sea, yo me acuerdo de chica de que el loco me llevaba a la oficina y

yo me estaba todo el día en la oficina de él…onda, no sé, ahora me acuerdo de cosas y el loco te, te

integraba, yo igual me entretenía…hasta el día de hoy ahora compartimos las cosas ingenieriles

con él, ¿cachai?, pero, pero no sé, estaba presente mi papi, o sea no, no, no fue un padre ausente

para nada (…) Estuvieron los dos presentes todo el tiempo…” (Isabel, 317-324 y 326)

“…igual no, no tengo como, ese resentimiento de padres ausentes, pa‟ na‟…porque siempre nos

explicaron todo…„pucha, hay que ir a trabajar‟ o „oye, tienes que ir al colegio porque, no sé, tienen

que salir adelante‟ y siempre…pero a nosotros nos hacía mucho sentido…” (Natalia, 126-128)

Por otro lado, los/as entrevistados/as evalúan la competencia de sus padres en los

ámbitos familiar y/o social, es decir, si representan una figura capaz de sostener y guiar el

sistema familiar y si son capaces de manejarse adecuadamente en el entorno.

En cuanto a la percepción de padres con baja capacidad, los/as jóvenes refieren que sus

progenitores no han cumplido adecuadamente con las funciones de protección,

establecimiento de límites y normas al interior del sistema familiar; asimismo, perciben

dificultades en sus progenitores al momento de buscar trabajo o establecer relaciones

sociales, lo que puede verse en la frase de Alejandra a continuación:

“…mi mamá es súper insegura, entonces no, no, no ha buscado trabajo ni cosas por el

estilo…no es una persona movida, porque no se siente segura, entonces no hace contactos y qué se

yo y no se busca trabajos (…) tiene debilidades pero además piensa que tiene muchas más de las

que tiene, entonces ahí ya cagó, no se levantó nunca más ¿cachai?, entonces ahora hay que

levantarla, levantarla…” (Alejandra, 374-377 y 1030-1031)

La percepción de padres capaces alude a la apreciación que los/as entrevistados/as

realizan de sus progenitores respecto de su capacidad para desarrollar redes, enfrentar los

conflictos y cumplir con sus roles normativo al interior de la familia.

“…(Mi mamá) se puso a bailar tango también y andaba con su grupito de tango…después se

puso a estudiar, entonces entró en ese look de ponerse a estudiar y ese yo creo fue el primer así

cuento de `oh, mi vieja se puso a estudiar y tiene 40 años´ ¿cachai? (…) (empecé a darme cuenta)

de cual era la vida de mi mamá ¿cachai?, onda de que, de que la loca su cuento era hacer estas

cosas, así como estudiar, como reconocerla a ella como personaje…” (Isabel, 285-288 y 313-314)

“…A ver, mi madre es una persona mucho más intuitiva, mucho menos racional, eh, que confía

bastante en su sexto sentido, que entre paréntesis le pega bastante, eh, más dramática, de llanto

fácil, mhm, y a pesar de todo los dos son muy fuertes, yo la veo muy fuerte, en el sentido que, yo

creo que alguna vez lo hablamos con ella, mi papá, efectivamente, bueno, estaba acá, estaba allá,

fue a Nicaragua, volvió, pero mi mamá se tenía que comer tremendo cable con mi tío y con mi

hermano, sola, en un país que no conocía…” (Néstor, 2/299-303)

Page 86: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

86

III. EXPERIENCIA DE LA SEGUNDA GENERACIÓN EN EL PAÍS DE EXILIO:

Esta categoría contempla la caracterización de las relaciones establecidas por los/as jóvenes

con sus compatriotas en el país de exilio parental, así como el mantenimiento de diversos nexos

con Chile en su cotidianeidad; aspectos que se desprenden de los relatos de los/as jóvenes.

Diagrama Nº4: Experiencia de la Segunda Generación en el País de Exilio. Subcategorías y Propiedades.

a) Caracterización de las Relaciones con las Personas del País de Exilio Parental: En esta

subcategoría se describe los vínculos mantenidos por los/as entrevistados/as con sus

coterráneos.

El establecimiento de relaciones se vio afectado, en algunos casos, por cambios de curso

o de colegio, migraciones intra e inter-país o la anticipación constante del retorno, lo cual

condujo a relaciones circunstanciales e inestables caracterizadas principalmente por ser

superficiales o, por el contrario, muy intensas debido a la antelación de pérdida asociada al

retorno. Natalia relata, por ejemplo, las dificultades que enfrentaba para hacer amigos

debido a constantes cambios de curso:

“…como que no tenía amigos, no tenía muchas instancias de sociabilizar tampoco…en Panamá

los colegios no son un curso completo sino que todos los años te cambian ¿cachai?, entonces tu vai,

de quinto a sexto puede que no tengai los mismos compañeros, entonces establecer amistades así

como, mi amiguita, mi mejor amiga del colegio, es más difícil (…) yo nunca fui de esas personas

que llama a las amigas, o sea, mis amigas de colegio eran de colegio y, mientras duraba el colegio,

onda, en vacaciones nunca me juntaba con ellas…” (Natalia, 484-490 y 611-612)

Asimismo, Javier describe como la anticipación constante del retorno influyó en sus

relaciones interpersonales:

“…Después este hueveo, además desde el `87, de las listas, este estar viniendo, viniendo,

viniendo, viniendo y nunca vienen, que nos vamos el próximo año, que nos vamos el próximo año,

córtenla, o sea, yo no puedo armar relaciones con gente, si mi polola todo el tiempo supo que yo me

III. EXPERIENCIA DE LA SEGUNDA

GENERACIÓN EN EL PAÍS DE EXILIO

Caracterización de las Relaciones con

las Personas del País de Exilio Parental

Relaciones

Circunstanciales e

Inestables

Escasa Relación

Nexos con Chile

Invalidación

Social

Imagen de la

Situación Socio-

Política en Chile

Relación con Otros/as

Chilenos/as

Exiliados/as

Relación con la

Familia Extensa

Mayor Contacto

País represivo y

Peligroso

Relación

Ambivalente

Relación Positiva

Page 87: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

87

iba, duré un año ocho meses con ella, pero todo el tiempo yo ya me estaba yendo (…) se ve más

intensidad siempre por eso, porque siempre estás en la pitilla, estas en lo último de la relación. Y se

alarga, se prolonga, entonces…” (Javier, 642-645 y 647-648)

Del mismo modo, las relaciones establecidas en el país de exilio parental estuvieron

marcadas por distintos niveles de invalidación social. Los/as jóvenes refieren haber vivido

experiencias de exclusión y discriminación, las cuales generaron la sensación de no

pertenecer al país en el cual nacieron; lo anterior se puede apreciar en el siguiente relato de

Dolores:

“…era extraño, pero me decían „tú eres la chilena‟, imagínate, yo era chilena porque mi papá

era chileno, nos decían a todos que éramos chilenos por mis papás y pasaba con los hijos de todos

o de todos los extranjeros en el fondo, de clasificar…” (Dolores, 313-315)

Por su lado, Natalia describe la discriminación que sufrió en el colegio por ser “hija de

chileno”:

“…en tercero…no habían sillas en la sala ¿cachai?, y tuvieron que ponerme un asiento que no

tenía, eh, respaldo, entonces yo, fui todo el año a clases ¿cachai?, onda, así, y apoyándome acá pa‟

escribir, y mi papá nunca supo eso, es que yo no contaba nunca cuan, o nada…yo no me sentaba en

ningún lugar sino que, onda, ahí ¿cachai?, al lado de la puerta, entonces, absolutamente

discriminada ¿cachai? (ríe), y, igual había un rollo de algunos profes con que era hija de chileno,

onda, como, como (…) Si, onda así como, como, “ah, no, es que es hija de chileno” (…) Si, igual

había un rollo político con eso, pese a que yo iba en el colegio “República de Chile”, pero bueno,

gente idiota hay en todos lados…” (Natalia, 457-463, 465 y 467-468)

b) Nexos con Chile: Ésta incluye las relaciones mantenidas con la familia extensa, la imagen

que los/as entrevistados/as desarrollan sobre Chile y la relación establecida con otros/as

chilenos/as exiliados/as.

En cuanto a la relación con la familia extensa mantenida por los/as jóvenes durante el

período de exilio parental, este vínculo se desarrolló a través de visitas de miembros de la

familia extensa o viajes de la familia nuclear a Chile, incidiendo en la imagen sobre este

país construida por los/as entrevistados/as.

En algunos casos, esta relación fue escasa, frente a lo cual los/as entrevistados/as

reclamaban su ausencia y, al no poder acceder a estas figuras, reaccionaban minimizando la

necesidad de estos vínculos. Un ejemplo lo expone Dolores en la siguiente cita:

“…yo veía que mis compañeritos en Cuba siempre hablaban de su familia, en esa época justo

se separaron mis papás y no sé (llora), ahí pregunté por mis abuelos, yo creo que lo único que eché

de menos fue mis abuelos, que no aproveché; pero después de eso sentí que no necesitaba a nadie,

nunca tuve cerca un tío, un primo, nada (llora), así como familia (…) estaban todos en Chile. Y

después con los años, yo creo que fue ahí que los necesité porque más de una compañera me

preguntaba (llora)…” (Dolores, 150-153 y 155-156)

Cuando existió un mayor contacto con la familia extensa, se asoció Chile al lugar donde

se encontraban los lazos familiares, evocando sentimientos de añoranza vinculados a las

Page 88: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

88

visitas de los abuelos/as, tíos/as o primos/as en el país de exilio parental o a los juegos y

reuniones del grupo familiar durante las vacaciones en Chile.

“…Mucha felicidad, mucho agrado (…) En todo, era un espacio muy idílico Chile para mí (…)

Eso me persiguió todo la…todo el resto del exilio ¿no?, era una familia muy linda, muy acogedora,

muy grande (…) Y éramos 4 y a veces venía mi abuela y mi tía y también pagaba los pasajes mi

abuelo (…) Entonces era muy idílico, éramos puros niños, la pasábamos chancho (…) Mi abuelo

tenía una casa enorme donde compartíamos mucho, acá en Santiago y en la playa también,

entonces eran lugares muy idílicos (…) jugar todo el día, tener veinte mil primos, que no teníamos

allá, eh, eso en realidad…” (Javier, 217, 219, 221, 224, 227, 229-230 y 233)

Otro elemento de esta subcategoría alude a la imagen de la situación sociopolítica en

Chile, donde la mayoría de los/as jóvenes refieren haber contado con aunque sea un

mínimo de información relativa a lo que ocurría en este país durante la Dictadura,

elaborando una imagen de Chile como un lugar represivo y peligroso, generando, en

ocasiones, sentimientos de miedo, rechazo, rabia o impotencia. Dolores, por ejemplo,

expresa a continuación el temor que le provocaba la información que tenía de Chile:

“…que estaba muy revolucionado así…me quedé con lo del Sí y lo del No, tenía, esa imagen, lo

de Carmen Gloria35

, lo de los pacos, los (ininteligible), esa era la idea, nunca quise venir (…)

Mucho miedo, mucho miedo, mucho, mucho, era, era sólo de saber, y era un, era, temblaba de los

pies a la cabeza…” (Dolores, 2/335-336 y 338)

Igualmente, Javier habla sobre la información que tenía de Chile mientras vivía en el

país de exilio parental:

“…Nos tocó ver, te digo, lo de Rodrigo Rojas, nos tocó ver la justicia de los guanacos, de la

caga´, de cómo estaba mal, de la situación, sabíamos de los detenidos desaparecidos por

experiencia propia, o sea, no era un cuento que a nosotros nos tuvieran que andar contando, había

más apertura…” (Javier, 610-612)

Por último, los/as entrevistados/as realizan una evaluación de su relación con otros

chilenos/as exiliados/as, la que se dio a través de la participación en actividades chilenas

junto a sus padres.

Algunos/as jóvenes refieren haber mantenido una relación más bien ambivalente con

otros/as chilenos/as exiliados/as, manteniendo vínculos caracterizados, por una parte, por

poco interés en relacionarse con esta comunidad o conflictos entre los distintos grupos

políticos y, por otra, por reuniones y reencuentros producidos a partir de ocasiones

especiales tales como fiestas nacionales o durante el plebiscito.

“…pasaba de que se reunían los miristas, se reunían en otra casa los socialistas, en otra casa

los comunistas y así sucesivamente. Por lo tanto si yo veía a un comunista, yo no, lo re..., era una

cuestión que era, lo repelaba. Entonces pasaron muchos años así, que de acuerdo al partido los

hijos también eran, en ese sentido, los marginaban (…) Por lo tanto no había mucho feeling, ni

muchos vínculos. Con el pasar de los años…ya no se vio en forma así tan clasificada; creo que se

35

Carmen Gloria Quintana era estudiante universitaria cuando fue quemada, junto a Rodrigo Rojas, por miembros de

una patrulla militar en Santiago, el año 1986.

Page 89: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

89

notó más cuando hubo el Sí y el No… así que de ahí de a poco fuimos ya tirando lazos, no muchos

lazos, pero sí de a poco se fue gestando…” (Dolores, 63-66, 69-75)

En otras ocasiones se dio una relación positiva, la que se estructuró como un espacio de

validación, además de constituirse en referente del país de origen parental. Esto es mostrado

a continuación en la cita de Natalia:

“…Igual siempre hubo contacto con la gente chilena que vivía allá, onda, se reunían en la casa

del periodista se llamaba y siempre pa‟ los 18 íbamos pa‟ allá ¿cachai?, onda y yo no sabía como

se llamaba, pero eran unas empanadas muy grandes que venían con un huevo y yo decía esta hue‟a

es genial así (ríe), me las comía y también vendían arroz con pollo y cosas panameñas, entonces

igual estaba el vínculo de chilenos…” (Natalia, 344-347)

IV. EXPERIENCIA DE LA SEGUNDA GENERACIÓN EN EL RETORNO:

Esta categoría comprende los factores que inciden en la decisión del retorno, el proceso de

integración a Chile de la segunda generación y aspectos de su vida en la actualidad.

Diagrama Nº5: Experiencia de la Segunda Generación en el Retorno. Subcategorías y Propiedades.

Ingreso a

colegios para

hijos/as de

exiliados/as-

retornados/as

IV. EXPERIENCIA DE LA SEGUNDA

GENERACIÓN EN EL RETORNO

Factores que Inciden

en la Decisión del

Retorno

Nostalgia de los

Padres

Rechazo

Familiar

Proceso de

Inserción a Chile

Dificultades

Económicas en el

País de Exilio

Obstaculizadores

de la Inserción

Facilitadores de

la Inserción

Caracterización

de las

Relaciones

Interpersonales

Actuales

Imagen Actual

de Chile

Experiencias

de Invalidación

en el Ámbito

Social

Desvalorización

de los Vínculos

Valoración

Negativa de los

Gobiernos de

Concertación

Relaciones

Restringidas

Presencia de

Espacios de

Transición

Imagen de la

Sociedad

Chilena

Apoyo

Familiar al

Retorno

Percepción de

Impunidad

Valoración

Negativa del

Sistema Socio-

Económico

Participar en

actividades

extra-

escolares

Ghettos de

exiliados/as-

retornados/as

Intolerancia

frente a las

diferencias

valórico-

ideológicas

Valoración

negativa de la

idiosincrasia

chilena

Percepción de

daño producto de

la Dictadura

Aspectos de la

Cotidianeidad en

Chile actualmente

Apertura Política

en Chile

Page 90: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

90

a) Factores que Inciden en la Decisión de Retorno: Esta subcategoría agrupa tanto las

razones parentales como los factores político-económicos que influyeron en la decisión de

retornar a Chile.

Respecto a la nostalgia parental, ésta consiste en la percepción por parte de los/as

entrevistados/as que sus padres tenían deseos de volver a Chile para recuperar vínculos

familiares o que los/as hijos/as conociesen a la familia extensa ante enfermedad o

inminencia de muerte de alguno de sus miembros, generalmente los/as abuelos/as. En la

siguiente cita, por ejemplo, Alejandra relata como percibía a su madre durante el exilio:

“…mi mamá quizás también se sentía sola… yo creo que mi mamá también se quería venir

igual…” (Alejandra, 624-630)

Dolores, por su parte, expone las razones dadas por su madre para el retorno:

“…mi mamá dijo, bueno vamos, vamos porque yo quiero que conozcan a su abuelito antes que

fallezca y la familia los va a aceptar sin re…sin mucho problema; todo lo contrario, estaban felices

de conocerla y todo…” (Dolores, 354-355)

Por otro lado, la apertura política que se produjo en Chile tras la resolución del

plebiscito y la aparición de las listas de autorización de ingreso al país provocó o facilitó la

decisión del retorno, tal como explica Javier a continuación:

“…mi papá viene a Chile y Pinochet larga las últimas listas del retorno, triunfa el No y ya

desde el `88 más o menos mi papá ya se quería venir y había salido en las listas, fueron las últimas

listas de exiliados…” (Javier, 555-557)

Asimismo, las crisis o dificultades económicas en el país de exilio parental también

constituyeron un factor importante al momento de decidir volver a Chile. Néstor, en la cita

siguiente, relata esta situación:

“…la razón fue, básicamente económica, en Argentina no, no, estábamos bastante pobres y, eh,

se dio la posibilidad de regresar a Chile…” (Néstor, 396-397)

b) Proceso de Inserción a Chile: Esta subcategoría incluye los elementos que facilitaron u

obstaculizaron la inserción de los/as entrevistados/as a Chile.

Entre los obstaculizadores de la inserción a Chile se encuentran el rechazo por parte

de la familia extensa y experiencias de invalidación en el ámbito social.

En este sentido, varios de los/s entrevistados/as refieren haber experimentado rechazo

por parte de la familia extensa al llegar a Chile; dicha actitud consistió, de acuerdo a los/as

jóvenes, en desconfianza de algunos miembros de la familia hacia ellos/as, disputas

económicas o, como pudimos apreciar del análisis de los genogramas, discrepancias

políticas cuando la familia extensa mantenía una ideología de derecha, rechazando,

avergonzándose e invalidando el sufrimiento de quienes retornaban. A continuación,

Dolores cuenta el recibimiento que percibió de su familia al llegar a Chile:

Page 91: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

91

“…Ahí tratamos después de tantos, largos años, nos empezamos a conocer aquí, de tener algún

tipo de comunicación y fue en vano (…) tú venías a arrebatar algo que supuestamente, para ellos,

tú no tenías derecho y, y me refiero a cosas netamente materiales, hablemos de casa, de, de casa, de

autos, de plata, eso, es decir, como que veníamos a arrebatarles algo que no nos pertenecía (…) te

rechazan…simplemente porque no te hacen participe de que, o…no te, no te integran, entonces…el

hecho que uno viene de Cuba, ¡oh, concho!, `viene de Cuba, es comunista, viene aquí a formar la

revolución y más encima viene más caga´ que uno, y hay que ayudarla´, tú vienes siendo un cacho

pa‟ ellos…” (Dolores, 158-159; 467-469 y 487-493)

Por otra parte, las experiencias de invalidación en el ámbito social correspondieron a

situaciones en que los/as entrevistados/as se sintieron discriminados en base a su

nacionalidad, ideología, acento y aspectos de la idiosincrasia del país de exilio parental,

generando sensaciones de inseguridad y exclusión. Vinculado a los anterior, el rechazo a

adoptar los códigos culturales chilenos pareciera ser una reacción a lo anterior lo que, a su

vez, sigue perpetuando y potenciando la discriminación social en Chile.

“…porque tú hablas así, porque te hacen muecas, porque te re, te andan remiando, como tú

hablas, y esas cosas, aunque sea, aunque suene, como acogedores no eran acogedores eran

pesadeces, y tú vas sintiendo la discriminación y tú vas sintiendo el malestar…entonces, te hacen

ver siempre que tú eres extraña, que tú no eres partícipe de esto, aunque tú quizás por muy adentro

tú tuviste alguna vez la intención de decir, “concho, yo soy chilena”…pero es tanto que te joden,

que te hacen ver que tú eres de otro país y tú reniegas totalmente de esto, definitivamente (…)

cuando estuve, en el colegio, cuando quería, integrarme al colegio, quería postular al colegio del

Sagrado Corazón, y me dijeron no porque lo primero que me dijo el cura, “coño, tu eres, tu eres cu,

oye tu eres cubana, no, tu eres comunista” y me cerró el colegio…” (Dolores, 2/176-182, 186-188)

Entre los facilitadores de la inserción a Chile se encuentran el apoyo familiar y la

presencia de espacios de transición.

El apoyo familiar al retorno alude a la reacción que los/as entrevistados/as perciben

desde la familia extensa radicada en Chile al momento de la migración.

Si bien, en general, quienes retornaban del exilio debieron quedarse en casa de

familiares antes de poder establecerse en su nuevo hogar, cuando a esto se sumó la

aceptación, no cuestionamiento y apoyo familiar, los/as jóvenes percibieron que la familia

extensa los acogió, ayudando a enfrentar las dificultades propias del proceso. A partir de los

análisis de los genogramas pudimos apreciar, además, que cuando la familia extensa

mantenía una ideología política similar o igual a la de quienes debieron salir al exilio, ésta

se constituyó como un elemento de apoyo para la inserción a Chile.

Javier, en la siguiente cita, relata el recibimiento que tuvo por parte de su familia

extensa al llegar a Chile:

“…conocer a la familia y que la familia te saque a pasear y los primos de nuevo y conocer a la

gente acá y ver (…) Bien, bien, mucho apoyo, gente muy cariñosa; habían muchas familias que

también habían retornado, estaban todos, apoyo hasta el día de hoy, mucho, mucho, hay buena

onda digamos…” (Javier, 675 y 691-692)

Page 92: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

92

Del mismo modo, la presencia de espacios de transición tras la migración a Chile

permitió que los/as jóvenes tuvieran una adaptación e integración paulatina al país. Entre

éstos se cuenta el ingreso a colegios para hijos/as de exiliados/as-retornados/as,

permitiendo que los/as entrevistados/as se relacionaran con pares que compartían una

historia en común promoviendo la consecuente validación de la experiencia vivida, tal y

como relata Isabel:

“…Entré al (colegio para hijos/as de retornados/as), lo cual fue, fue un gran punto porque te

cruzai con hue‟ones igual que tú ¿cachai? Venían de Argentina, de Suecia, de Alemania, de

Chuchuncocity y te integrai po‟…estuve tres años en que te integrai, te integrai a un grupo de

música, te integrai a un sistema que es parecido al tuyo, te integrai a Chile…te integrai a algo (…)

el colegio en ese sentido fue un poco una burbuja, pero fue una transición, era la transición que yo

necesitaba pa‟ incorporarme, incorporarme al mundo real de a poquito, y creo que fue bueno…”

(Isabel, 519-523 y 567-568)

Además, la participación en actividades extraescolares, fueran éstas culturales,

recreativas o políticas, llevó a una ampliación de la redes sociales que poseían los/as

entrevistados/as y la identificación con distintos grupos.

“…cantaba en la noche; el fin de semana por lo menos…durante la Escuela estuve en un ballet

también; estuve 4 años en eso. Entonces como que siempre he hecho algo con la música…Pero,

pero como extra programático ahora retomé el estadio, también 3 años que no iba al estadio…”

(Isabel, 844- 858)

c) Aspectos de la Cotidianeidad en Chile actualmente: Esta subcategoría contiene la

caracterización de las relaciones interpersonales que mantienen los/as jóvenes en la actualidad

así como la imagen que tienen en este momento de Chile, lo que muestra en cierta medida

como ha sido su inserción en el país.

En cuanto a la caracterización de las relaciones interpersonales actuales de la

segunda generación, por un lado, podemos apreciar que son relaciones restringidas, pues

limitan sus vínculos a personas que poseen ideologías o historias de vida similares,

manteniéndose dentro de ghettos de exiliados/as-retornados/as y generando, en varios

casos, una escasa vinculación con el entorno chileno más amplio. Néstor, a continuación,

habla sobre el “ghetto” de exiliados con el que se relacionaba:

“…en Chile solamente en el ghetto del exilio, muy ghetto, no salíamos de ahí (…) Era el

colegio, amigos de padres, por lo tanto que venían de otros lados, se habían quedado en Chile pero

eran de izquierda…” (Néstor, 555 y 557-558)

A su vez, los/as entrevistado/as evidencian una intolerancia frente a diferencias

valórico-ideológicas, evaluando las conductas de los demás en términos estrictos y

categóricos y percibiendo las opiniones distintas como una fuente segura de conflictos, lo

que dificulta la generación y mantenimiento de vínculos sociales. Como ejemplo de lo

anterior, Dolores explica la forma en que ella se relaciona con los/as demás:

Page 93: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

93

“…siempre he sido como selectiva, a mi la gente que no me cuadra, que no está conmigo, mi

forma de pensar, que sea, por ejemplo, yo no quiero a nadie a mi lado que me distorsione, por que

yo tengo claro qué es lo que quiero, y siempre lo, siempre lo he tenido, si a mi no me gusta, fumar,

tu no me vengas a insistir que yo quiero fumar, o que yo quiero tomar o que vamos a amanecernos,

no insistas con eso, por lo tanto, si tu sigues insistiendo, yo no te hablo más y no te hablo más

(énfasis), porque tú no me aportas a mí nada, no se si será interés eso, pero si tu a mí no me aportas

nada, positivo, que a mí me haga sentir como persona bien y cada vez mejor, no me sirves…”

(Dolores, 2/503-509)

Asimismo, Néstor relata su comportamiento en las relaciones interpersonales:

“…le decía a mis amigos todo el tiempo „tú erís bla, bla y no hacís nada‟, era pesado y era

súper pesado, sigo siéndolo creo `huevón deja de quejarte, o sea, o hacís alguna hue‟a o dejai de

quejarte, pero no huevís más´, o hueveo ahora que tengo una vida profesional acá en Chile, me

pagan buena plata, qué sé yo, hueveo con la tarjeta, hueveo con el tema de los celulares, siempre

me, trato de que al otro le pique algo y si es de izquierda jodo más y si se equivoca he llegado al

punto de no perdonar a la persona, de no hablar más con la persona…” (Néstor, 625-630)

Por otro lado, se aprecia en los/as jóvenes una desvalorización de los vínculos, lo que

podría responder a una reacción defensiva ante la pérdida de éstos bajo la consigna de “no

necesitar” de nadie, potenciando una percepción de sí mismo/a como autosuficiente, tal

como se puede apreciar en la siguiente frase de Natalia:

“…no se si será muy feo o terrible que lo diga y espero no arrepentirme pero como que no

necesito tanto así como a, como amigos del alma, en el colegio si, en el colegio mi base eran mis

amigos y yo, lo tenía súper claro (…) objetivamente si uno dice, ya, uno necesita a los amigos y los

llama, yo no los llamo ¿cachai? …” (Natalia, 885-886 y 924-925)

Finalmente, la imagen actual de Chile que tienen los/as entrevistados/as también

ilustra como ha sido su proceso de inserción, además de fomentar u obstaculizar la

identificación y pertenencia al país. Aquí, los/as jóvenes integran la imagen que poseen

tanto de la sociedad chilena, los gobiernos de la Concertación, la percepción de impunidad

y la valoración del sistema socioeconómico.

En primer lugar, la imagen de la sociedad chilena comprende, por un lado, la valoración

negativa de la idiosincrasia chilena que realizan los/as entrevistados/as, considerando a

los/as chilenos/as como poco transparentes, arribistas, intolerantes con la diferencia, con

fuertes niveles de frustración que derivan en altas tasas de problemas psicológicos,

incapaces de cuestionarse sobre lo que sucede a su alrededor o hacer patente su disgusto

ante las injusticias de las que son víctimas. Alejandra, por ejemplo, habla de los niveles de

represión y enfermedades psicológicas que percibe en los/as chilenos/as:

“…trabajan mucho, trabajan mucho, son muy infelices, esa es mi imagen, no sé por qué tengo

esa imagen, quizá porque todo el mundo dice que Chile tiene una alta tasa de depresión…yo siento

que aquí la gente es muy depresiva, como que no es sincera, se reprime, es muy reprimida, se

reprime muchas cosas…” (Alejandra, 1085-1091)

Néstor, por su parte, habla de las características negativas que observa en la sociedad:

Page 94: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

94

“…el chileno es traicionero, a mi modo de ver, el chileno es súper arribista, tremendamente

arribista…tremendamente creído y con una falta de historia que a mí personalmente me, me

molesta…” (Néstor, 2/543-546)

“…necesitan sobrevivir y a mi modo de ver se callan la boca respecto a un montón de cosas

que si los veo hace 10 años y les pregunto y jamás lo hubieran pensado (…) En el sentido de ser

críticos y tener la fuerza suficiente como para proponer cambiar al que está al lado, se quedan

callados, lo asumen, no solamente del punto de vista político, o sea, de nuevo, es una actitud de

vida, es muy típico del chileno y es así, yo lo asumo como casi idiosincrásico del chileno, quedarse

callado frente a alguna injusticia tan nimia como el tipo del estacionamiento que te cobra luca en

Bellavista, por ejemplo, y aceptarlo…es decir, Chile para mí en ese sentido era, es como súper

apagado…” (Néstor, 784-785 y 787-793)

Ahora bien, esta imagen se encuentra, en ocasiones, mediatizada por la percepción de

daño social producto de la Dictadura, consistente en la creencia, por parte de los/as

jóvenes, que las violaciones a los Derechos Humanos vividas durante el Régimen Militar

habrían afectado a la población chilena en su totalidad, incidiendo negativamente,

determinando su forma de pensar, actuar y sentir y causando un quiebre generacional entre

padres e hijos/as en el que se pierde el diálogo y la transmisión de experiencias. Javier y

Néstor, en las citas siguientes, exponen esta situación:

“…este país es un país tremendamente cagado porque es un país derrotado hue‟on, nosotros

logramos tener el poder, mal o bien durante tres años, sabemos lo que fue, sabemos lo que fue

políticas tendientes a un Estado más, igualitario, ¿no?, lo sabemos, y nos hicieron mierda, y esa

hue‟a uno la respira…” (Javier, 1087-1089)

“…en Argentina la vida y en Cuba más todavía, es afuera de la casa, la casa es para dormir, se

hacen fiestas y las fiestas son en discotecas y los jóvenes van a discotecas y hay un mundo al cual tú

sales, acá encerrado, el paso por la calle era lamentable, era lo que había que hacer para llegar de

casa a casa a encerrarse a fumar marihuana o a hacer cosas prohibidas o discutir y ese tipo de

cosas…y eso fue la Dictadura, o sea, yo no tengo duda, eso fue, todo ese mundo de gente que vivía

en Chile en esa época y aquella que vivió afuera y vivió con miedo que hizo que se encerraran en sí

mismos en un montón de aspectos y que las críticas se vivieran adentro libremente…pero siempre

hubo ese, ese temor, temor a lo que había afuera y esa crítica despiadada adentro que sólo algunos

llevaron después a la práctica…” (Néstor, 803-814)

“…lo que yo extraño es una relación política entre esa generación y la mía, por ejemplo, no

hay una transmisión política de la generación, no hay una transmisión política de los traumas, o

sea, casi no conozco amigos que conozcan que sus padres hayan sido torturados, ni detalles de esa

tortura, ni donde fueron torturados, o, o, o detalles de sus funciones políticas de esa época (…) mi

relación es que hubo un corte generacional desde el discurso a partir del miedo…” (Néstor, 1049-

1052 y 1054)

Respecto del Estado chileno, los/as entrevistados/as realizan una valoración negativa de

los gobiernos de la Concertación, refiriéndose a éstos como traidores a los ideales que

sostenían durante la lucha contra la Dictadura y cómplices del Régimen Militar. En la frase

siguiente, Javier habla sobre su visión acerca de los gobiernos de la Concertación:

Page 95: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

95

“…es que no ha cambiado un carajo, se ha pasado de una dictadura a una dictablanda, se ha

deslegalizado el sistema del derecho, eso es lo que es la democracia de la concertación, legalizar el

sistema de la represión, el sistema económico, legalizar las ventas, los robos y las brutalidades…”

(Javier, 759-762)

Del mismo modo, Néstor expone de su opinión frente a ciertos partidos políticos:

“…particularmente del partido socialista, eh, cuando yo estudio los temas me doy cuenta que

esos tipos eran súper militaristas en esa época y hablaban de tomar las armas y qué se yo, en

contraposición, cosa que yo entiendo mucho al partido comunista, „no hay que calmarse‟, qué se yo

y hoy veo a los socialistas en una parada súper de acomodarse en el sistema, acomodarse a como

de lugar y a partir de ahí hacer lo que haya que hacer para, uno, mantener el poder, dos, asustarte

con el cuco que si viene la derecha…o sea, me imagino a Lavín en el poder y no imagino

demasiados cambios y, eso, en algún momento me sentí como traicionado…” (Néstor, 872-878)

Asimismo, existe en los/as jóvenes la percepción de impunidad en relación a la temática

de las violaciones a los Derechos Humanos, ante la cual refieren, por una parte, que los

gobiernos de la Concertación no han realizado suficientes esfuerzos por aclararlas y

enjuiciarlas sino, más bien, han utilizado el tema en beneficio propio, faltándole al respeto a

quienes sufrieron dichas violaciones. Por otra parte, los/as jóvenes perciben que la sociedad

chilena no ha afrontado muchas de las secuelas que dejó la Dictadura, invalidando, de esta

manera, su experiencia de exilio-retorno al mantener una imagen negativa de los/as

exiliado/as como los/as que convulsionaron el país para después huir de éste y como

habiendo sufrido menos consecuencias por la Dictadura que quienes permanecieron en

Chile.

A modo de ejemplo, Javier demanda en esta cita la necesidad de enfrentar lo sucedido

durante la Dictadura chilena y no “dar vuelta la página”:

“…creo que no ha terminado la herida, no ha terminado de sanar y no va a terminar de sanar,

los judíos siguen hablando del Holocausto cincuenta años después, está hue‟a de Lagos y de todos

estos imbéciles de cerrar el, y dar vuelta la página y no hablar más es una huevada de este tamaño,

¿no?, el Holocausto tiene que seguir ahí, el Holocausto judío te estoy hablando, cincuenta años

atrás, el Holocausto chileno tiene que seguir ahí, tenemos que entender que fue una hue‟a brutal

¿no?, dejar de seguir pensando que el tata colores hue‟on, era una buena persona hue‟on, siguen

saliendo hue‟as y de repente tú ves a los políticos como ahora dicen „bueno, yo creí que él había

sido un dictador nada más, pero, puta, y ahora más encima ladrón‟, siempre fue un hijo de su puta

madre cabrón…” (Javier, 1170-1177)

Dolores, por su parte, reclama debido a la invalidación de su dolor y el dolor familiar

por parte de la sociedad chilena:

“…me da mucha impotencia…mucha impotencia porque, no creo que no somos nosotros,

nosotros somos como familia que sufrimos, y mucho…y la gente no lo valora, la gente tiene la

capacidad de olvidar con mucha rapidez…y quieren tapar el sol con un dedo y es

imposible…porque detrás de eso hubo mucho, mucha, mucho dolor…” (Dolores, 551-554)

Asimismo, Néstor habla sobre como los/as chilenos/as que permanecieron en Chile ven

a quienes vivieron en el exilio:

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“…recuerdo con un amigo, sigo siendo muy amigo de él, que un día me chocó mucho diciendo

la frase „pa‟ ustedes fue muy fácil, porque ustedes vivieron afuera‟…” (Néstor, 506-507)

Por último, los/as jóvenes realizan una valoración negativa del sistema socioeconómico

imperante en Chile, sustentada en una percepción del modelo neoliberal como perverso y

fuerte, obligando a las personas a funcionar según sus reglas, ya que de lo contrario

quedarían marginadas de éste. Néstor, por ejemplo, comenta su percepción del sistema

socioeconómico imperante en Chile:

“…el sistema, lo primero es que el sistema es tremendamente perverso, tremendamente

perverso, que una vez que estás adentro de él, sino tienes cuidado todo el tiempo, el sistema (…) es

una rueda no más, es una rueda que se ha dado así, que tiene sus particularidades, este capitalismo

o este sistema…” (Néstor, 826-827 y 846-847)

Dolores, por su lado, explica como el sistema social obliga a las personas a cambiar su

forma de ser:

“…el extranjero que llega cambia, no es el mismo, tú no puedes funcionar como a lo mejor tú

vives en Cuba, porque no puedes, porque te quedas, colgando bajo la micro, entonces tu te tienes

que arrimar al sistema, o si no estás, jodido (…) únete a los, la mayoría nomás, porque tú no

puedes estar todo el tiempo contra la corriente…contra un, contra un sistema que, que es mucho

más fuerte de lo que uno piensa (llora), entonces para hacerla más llevadera, y no joderte tu salud,

y no joderte entera, tienes que hacerlo…” (Dolores, 2/171-173 y 567-570)

V. IMPACTO DE LA EXPERIENCIA DE EXILIO-RETORNO EN LA SEGUNDA

GENERACIÓN:

Esta categoría contiene la descripción que los/as entrevistados/as hacen sobre las distintas

consecuencias a largo plazo que la experiencia de exilio-retorno ha tenido en ellos/as.

Diagrama Nº6: Impacto de la Experiencia de Exilio-Retorno en la Segunda Generación. Subcategorías y Propiedades.

V. IMPACTO DE LA EXPERIENCIA DE EXILIO-

RETORNO EN LA SEGUNDA GENERACIÓN

Efectos en el Sí

Mismo

Adquisición de Nuevas

Habilidades Sociales y

Enriquecimiento del Sí Mismo

Nuevas Oportunidades

Sociales Afectos Asociados a la

Migración Desarraigo

Pérdida de Aspectos del Sí

Mismo Valorados

Positivamente

Consecuencias Clínicas

Sensación de Pausa o

Ruptura en la

Cotidianeidad

Desarrollada en el País

de Exilio Parental

Sensaciones de Atadura

Asociadas al País de

Exilio Parental

Ciudadano/a del Mundo

Sensación de No

Pertenecer a Ningún

País o Grupo

Page 97: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

97

a) Efectos en el Sí Mismo: Esta subcategoría alude a los distintos cambios que los/as jóvenes

refieren haber experimentado en su personalidad producto de la migración y las

consecuencias clínicas que algunos/as presentaron durante la experiencia de exilio-retorno.

Por un lado, los/as entrevistados/as refieren la adquisición de nuevas habilidades

sociales y enriquecimiento del sí mismo tras la migración a Chile, pues ésta les brindó la

posibilidad de “reinventarse” en el nuevo ambiente en términos de ser más extrovertidos y

ampliar sus relaciones interpersonales; además, la experiencia de vivir en distintos países

les permitió una mayor apertura mental, la cual es entendida por los/as jóvenes como la

capacidad para integrar un mayor número de elementos al análisis de la contingencia

internacional, además de una mayor conciencia e interés por los sucesos que ocurren en

diversas partes del mundo.

Alejandra, en la siguiente cita, comenta como tras migrar a Chile tuvo la oportunidad de

ser menos tímida:

“…Bueno, yo, lo que recuerdo, principalmente, es que, cuando yo me vine a Chile, para mí, fue

la oportunidad, de cambiar, de hacer un borrón y cuenta nueva, porque yo era muy tímida, era, en

Venezuela, muy, muy, muy, muy tímida, muy tímida…entonces, yo llego acá y yo digo, me digo

„bueno, aquí nadie te conoce, aquí nadie sabe quien eres tú, nadie sabe tu historia, entonces

perfectamente, tienes la oportunidad, de ser otra‟, no ser otra como radicalmente, porque yo sigo

siendo la misma, me imagino, pero, pero, de, de potenciar, quizás, dejar a un lado un poco tu

inseguridad…” (Alejandra, 707-713)

Isabel y Néstor, igualmente, relatan cómo en haber vivido en varios lugares les brindo

nuevas herramientas para analizar los sucesos que acontecen en el mundo:

“…pero siento que es eso, que el exilio me abrió la cabeza a ser conciente de lo que uno vive

¿cachai?, creo que me abrió la cabeza culturalmente haber estado en Argentina; o sea que tengo un

espectro más amplio de conocimiento de todo tipo, el hecho de haber vivido afuera, o sea que te da

un poco más de mundo como dice la gente (…) Pero eso yo rescato del exilio, de la experiencia, de

la experiencia de vivir fuera, de la experiencia de conocer otra gente, de, de y de tomar conciencia

de lo que se vivió acá ¿cachai? (…) la conclusión que me queda, a, a pito que me preguntaste del

haber vivido fuera es la conciencia del mundo, de las cosas que pasaron acá, allá y cosas que

puedan ocurrir en otro minuto (…) De hechos, de los hechos históricos, de represiones, de

democracia, de, de, de todo, de todo lo que está sucediendo, de lo que está sucediendo

permanentemente ¿cachai, o sea que ya no, no se te va a pasar piola con una invasión en Irak de,

de o en Irán que quieren ahora los, los gringos ¿cachai?, o sea vai a poder ser capaz de opinar al

menos respecto de eso ¿cachai?, no se si te parezca bien o te parezca mal; pero, pero como que yo

siento que uno es más conciente de lo que pasa alrededor de uno en todo sentido, en todo sentido,

de ver el país de uno hoy día, de ver el país del lado como está funcionando…” (Isabel, 902-905,

913-914, 967-969 y 971-976)

“…La capacidad para mirar el mundo desde distintos puntos de vista o de entender un mismo

problema de varias aristas sobre todo en (ininteligible), sobre todo en lo que concierne a entender

culturas ajenas…” (Néstor, 485-486)

Por otro lado, los/as jóvenes manifiestan haber sufrido la pérdida de aspectos del sí

mismo valorados positivamente, aludiendo a que tras el retorno y, a consecuencia de las

Page 98: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

98

diversas vivencias negativas atribuidas a éste, hubo cambios de una forma de ser “alegre” a

otra más introvertida o “apagada”, tal como Dolores lo expone a continuación:

“…Por lo tanto, eso me marcó una forma de ser que yo dejé. Yo en Cuba dejé todo, una vez

saliendo, una vez salir ya me significa todo. Porque yo dejé de ser quien era, esa persona alegre,

esa persona ingenua, esa persona que puede decir lo que siente sin mayor problema, y aquí me hizo

cambiar todo…” (Dolores, 31-33)

“…uno se siente con cierta…trauma, de no ser quizás, textualmente como quisiera, por que yo

quisiera ser una persona demostrativa y no lo puedo ser, ya no lo voy a ser tampoco, entonces no es

que este desconforme, conmigo misma, pero yo una de las cosas que quisiese mantener, como ese,

como era en mi infancia, era ser alegre y hoy en día estoy apagada, me gusta la música y todo pero

no es lo mismo, no es lo mismo…” (Dolores, 2/545-549)

Por último, los/as entrevistados/as aluden a una serie de consecuencias clínicas

relacionadas con la experiencia de exilio-retorno, las cuales contemplan la presencia de

sintomatología ansiosa y depresiva tanto en el país de exilio parental como al momento del

retorno y que pueden o no seguir padeciendo. Estas consecuencias son relatadas en las

entrevistas y luego confirmadas en los análisis de genogramas donde, además, pudimos

apreciar que en los casos de estos/as jóvenes existían también antecedentes familiares de

sintomatología clínica, lo que podría estar dando cuenta de un patrón familiar de reacción

frente a los conflictos.

En la siguiente cita, por ejemplo, Javier habla sobre los ataques de pánico que padece

desde su adolescencia:

“…con esto de los ataques de pánico, tú agarras agorafobia, una serie de fobias digamos; mi

fobia era que mis padres salieran de la casa (…) Y me abandonaran, una fobia rarísima, no te la

puedo explicar, hasta el día de hoy de repente me da. Viajar para mí es como soltar el vínculo, un

vínculo que jamás tuve además, entonces es muy extraño, es una hue‟a así, era un huevón, soy un

huevón absolutamente independiente ¿no?, entonces tener un vínculo de terror a una hue‟a que no

entendiera, dije „estoy loco cabrón, o sea, necesito psicólogo‟, fui a un psicólogo un tiempo y

todo…” (Javier, 490-491, 493-496)

Asimismo, Dolores relata la depresión que sufrió tras la migración a Chile:

“…yo me tuve que ver con un psicólogo porque yo rechazaba este país hasta el día de hoy, yo

tuve que verme con un psicólogo porque era demasiado, era una depresión terrible, que era llorar

por dos años, ya no tenía ni lágrimas, lloraba y lloraba y lloraba y lloraba, lloraba porque estaba

fuera de Cuba, porque echaba de menos a mis amistades, a mi pololo…Por otra parte tu familia, el

duro golpe que uno sufre al estar fuera de, de tu país, porque yo me siento cubana, ese es mi país,

pero con las personas que son familiares tuyos que, que hablábamos el español, pero no nos

entendíamos, entonces tú vas sumando una serie de cosas, que ya al final tú colapsas y tú lo único

que quieres es estallar y lo único que quieres es desaparecer y eso me pasó…” (Dolores, 400, 408)

b) Afectos Asociados a la Migración: En esta subcategoría se incluye las diferentes

sensaciones que los/as jóvenes experimentan actualmente con relación a la vida desarrollada

en el país de exilio parental y los efectos de la migración sobre ésta.

Page 99: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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Los/as entrevistados/as refieren tras el retorno una sensación de pausa o ruptura en la

cotidianeidad desarrollada en el país de exilio parental, manteniendo la impresión de

dejar vivencias inconclusas en este país. Isabel, por ejemplo, grafica este aspecto en la

siguiente cita:

“…con mi hermana como que todavía nos quedaba el bichito de, de, de terminar de vivir una

vida que no terminamos de vivir allá, como que eso es lo que queda medio raro (…) Hay, hay algo

que de repente no hay vivido, capaz que no lo viva nunca…” (Isabel, 925-926 y 932)

Javier, por su parte, refiere cómo la migración a Chile interrumpió relaciones

mantenidas en el país de exilio parental:

“…cada cierto tiempo mi ex, esta que te digo de los 15 años, tengo 31 vieja, este, tenemos como

cierta idea de lo trunco, yo me vine cabrón, ni siquiera terminé, me vine. Entonces siempre ha

habido como una cosa ahí ¿no?…” (Javier, 915-917)

A partir de estas sensaciones de quiebre y la creencia que aún existen temas pendientes

en su país de origen que deben resolver, los/as jóvenes han desarrollado sensaciones de

atadura asociadas al país de exilio parental, las que se traducen en sentimientos de

nostalgia y compromiso con dichos países, llevando a algunos/as entrevistados/as a

estructurar sus proyectos futuros en base al retorno a las naciones de exilio parental. A

continuación, por ejemplo, Dolores describe su sensación de atadura con Cuba:

“…Pero eso te ata porque, por ejemplo, yo que estoy fuera de Cuba a mí me ata mucho, esté

como esté, yo estoy muy orgullosa de donde provengo, y, sea bueno o malo, yo me voy, yo emigro,

yo pa‟ allá tiro…” (Dolores, 2/351-353)

Del mismo modo, Natalia explica el compromiso que siente hacia Panamá:

“…también tengo el compromiso en Panamá…volver a Panamá, pero ahí tengo planes ultra

ambiciosos, onda quiero (ríe), porque no hay antropología creo, hay una escuela no más, entonces

ca, casi que me gustaría hacer la Escuela de Antropología, pero, quiero hacer mucho trabajo ahí

porque hay muchas carencias en antropología, muchas, y, sería un bonito contacto con, como la de,

vuelta de mano, así como que siento mucho esa, como esa responsabilidad…” (Natalia, 914-922)

c) Desarraigo: Esta subcategoría comprende la vivencia y resignificación que los/as jóvenes

realizan en torno a su sensación de no tener raíces.

Los/as entrevistados/as expresan tener la sensación de no pertenecer a ningún país o

grupo debido a las experiencias de clasificación y discriminación tanto en el país de exilio

parental como en Chile. Además, por medio del análisis de los genogramas pudimos

observar que tras el exilio-retorno se produjo una dispersión familiar en distintos países, lo

que implicó una fragmentación del sistema familiar y derivó, también, en dificultades en la

pertenencia para los/as jóvenes.

A continuación, Javier expone las dificultades de sentirse extranjero en todas partes:

“…A ver, yo creo que eso es algo muy importante de los exiliados, creo que les pasa a todos, no

hay arraigo, firme, existe arraigo pero no hay arraigo, ni con la patria que lo recogió a uno ni con

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100

la patria de los padres, hay un des-arraigo, eso es el exilio, el exilio es una hue‟a muy heavy, eh, no

por nada fue, eh, uno de los peores castigos de los griegos ¿no?, si no el peor antes de la pena de

muerte…es súper heavy ser desarraigado, súper difícil ser el chilenito y, en México y el, mexicanito

en Chile, y nunca poder (…) Ahora, hay gente que dice y yo creo que lo de, decía yo antes bastante,

yo, yo, yo no soy exiliado en México, yo estoy exiliado en Chile…” (Javier, 941-945 y 947-948)

Natalia, a su vez, habla de la imposibilidad de arraigarse:

“…te dai cuenta de que ésta es tu realidad, onda tu familia fue así, no fue de las familias que

vive y se muere en un mismo radio y que nunca ha sido así, o sea, todos mis parientes están súper

dispersos, tengo otro tío en Canadá ¿cachai?, que es como primo de mi mamá y siempre ha sido

así, onda de los viajes, de saber que hay gente en otro lado que también tiene que ver contigo, pero

que no los conocís, entonces...te cambia totalmente, yo creo que hace que seai más independiente

¿cachai?, porque tenís que ser más independiente, sino te vai a la cresta, o sea, no te podís arraigar

demasiado (…) inevitablemente uno igual se siente perteneciente a los dos lados ¿cachai?, pero lo

heavy es que no erís ni de ningún lado ni del otro…” (Natalia, 956-961 y 1112-1113)

A pesar de lo anterior, se aprecia en algunos/as jóvenes el intento de resignificar este

desarraigo a través de la ampliación de su sentido de pertenencia expresada en la percepción

de sí mismos/as como “ciudadano/a del mundo”, lo que se puede apreciar en las

siguientes citas de Javier y Néstor:

“…lo que te decía yo era, que los exiliados tenemos la posibilidad ya a estas alturas de

entender que el mundo es una sola patria, no hay como arraigo (…) o sea, finalmente tenís las

posibilidad de entender que el mundo es uno solo, sobre todo en términos de Latinoamérica…”

(Javier, 954-955 y 964-965)

“…me conviene ser un poco más amplio y decir que soy latinoamericano (…) la conclusión que

saqué de eso es, nada, tengo mis partes, soy en parte cubano, soy en parte argentino y soy en parte

chileno, quizás fue la manera más fácil de resolver el dilema…” (Néstor, 502-503 y 524-525)

d) Nuevas Oportunidades Sociales: Algunos/as jóvenes perciben que tras la migración

pudieron acceder a una serie de nuevas oportunidades como la ampliación de sus intereses,

nuevas opciones académicas o el logro de un estatus socio-económico mayor que el

desarrollado en el país de exilio parental. Alejandra, por ejemplo, describe este tipo de

cambios tras la migración a Chile:

“…muchas oportunidades que me ha dado Chile que quizá no me hubiese dado Venezuela, eso

todo lo rescato, yo he tenido muchas, muchas más oportunidades, particularmente por vivir en una

buena comuna, no sé, hice diplomados, hice cuestiones…” (Alejandra, 1147-1150)

Por último, tal como explicamos al inicio del presente análisis, encontramos en las

entrevistas algunos elementos que no incluimos en las categorías puesto que sólo se dan en uno

de los casos observados, no obstante, consideramos que son relevantes pues parecen haber

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101

cumplido un papel de protección frente la transgeneracionalidad del daño, por lo que los

exponemos a continuación y los retomamos, posteriormente, en las discusiones finales.

De estos factores, los que pudimos apreciar a partir de las entrevistas corresponden a la

percepción del sistema familiar como abierto e inclusivo con respecto al entorno social del país

de exilio, el mantenimiento de los roles normativos familiares y el establecimiento de relaciones

interpersonales amplias y validantes tanto en el país de exilio parental como en Chile.

Asimismo, en el análisis de los genogramas apreciamos un sistema familiar en que sus

miembros no padecieron prisión, tortura u otro tipo de represión además del exilio y la existencia

de otro modelo familiar que transmitía normalidad ante las migraciones pues éstas eran

percibidas como una consecuencia probable frente al compromiso político internacionalista.

Finalmente, algunos/as entrevistados/as hacen referencia a que las consecuencias de la

Dictadura seguirán prolongándose en la sociedad y las siguientes generaciones. Por un lado, esta

prolongación responde al insuficiente reconocimiento y reparación del daño producto de la

represión; y, por otro, consideran que la experiencia de exilio-retorno puede seguir teniendo

consecuencias en sus hijos/as.

Una de las personas entrevistadas percibe que en la tercera generación, es decir, los/as

hijos/as, se repiten las experiencias de invalidación social al ser tratados/as como diferentes por

tener modismos o aspectos idiosincrásicos del país en el que nacieron sus padres quienes, además

siguen perpetuando el silencio respecto de la historia política y la represión vivida por la familia,

ya que existe el temor que esto pueda significarle consecuencias negativas a la tercera generación

tales como una mayor discriminación y/o sufrimiento por el daño inflingido a la familia.

Lo anterior tampoco es incluido en de las categorías pues, si bien es expresado por los/as

entrevistados/as, corresponde ya a efectos que la segunda generación infiere podrían darse en la

tercera.

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2.Análisis Relacional

Una vez realizado el análisis descriptivo revisamos las categorías emergentes e

integramos los memos, estableciendo relaciones y destacando los aspectos que consideramos

relevantes; lo anterior dio como resultado el cuadro que presentamos a continuación, el cual se

refiere al Impacto de la Represión en la Dinámica Familiar (Cuadro N°1).

Cuadro Nº1: Impacto de la Represión en la Dinámica Familiar.

Consecuencias de la represión en los padres

percibidas por los/as hijos/as:

- Consecuencias clínicas como sintomatología ansiosa, depresiva y/o abuso de sustancias

- Pérdida de redes familiares y sociales

- Dificultades socioeconómicas

Carencia de Espacios de Contención a

Nivel Familiar:

- Percepción de padres emocionalmente

ausentes

- Percepción de padres vulnerables

psicológicamente

Alteración de Roles en

Relación Parento-Filial

- Hijo/a como encargado/a del bienestar familiar

- Hijo/a como receptor/a de cargas

familiares

Silencio Familiar sobre la Historia

Política y la Represión Vivida:

- Estrategia de los padres para resguardo

personal y protección del sistema familiar

- Validación y perpetuación del silencio desde los/as hijos/as para evitar el dolor

propio y de los padres, la determinación

ideológica en base a la postura de los progenitores, así como la transferencia “en

bruto” del daño parental producto de la

represión.

Familia con Escasas Redes Sociales

en el País de Exilio:

- Percepción de padres inseguros y

desconfiados en el ámbito social

Percepción de Padres

con Secuelas

Persistentes Producto de

la Represión

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103

Entre los aspectos surgidos a partir de las entrevistas pudimos apreciar, en primer lugar,

que los/as hijos/as perciben en los padres una serie de consecuencias que atribuyen a la represión

ejercida sobre ellos tales como sintomatología ansiosa y depresiva, abuso de sustancias, pérdida

de redes familiares y sociales tras el exilio, dificultades para recuperar estas redes en el retorno y

dificultades socioeconómicas tanto en el exilio como tras el retorno.

Frente a estas consecuencias, los/as jóvenes se forman una imagen de sus padres tanto en

el ámbito familiar como social. En la familia, los/as entrevistados/as perciben a los progenitores

como ausentes emocionalmente, es decir, sea que estén o no físicamente, sienten la carencia de

sus padres al momento de requerir afecto, protección, contención y guía en situaciones difíciles;

asimismo, en algunos casos, los/as jóvenes refieren una mayor sintomatología clínica en los

progenitores, lo que lleva a una percepción de éstos como vulnerables psicológicamente. Por otro

lado, los/as hijos/as perciben a los padres como inseguros y desconfiados frente a las demás

personas, lo que resulta consistente con la limitación de las redes sociales mantenidas por el

sistema familiar en el país de exilio parental; en algunos casos, las relaciones se restringieron a

grupos de otros/as exiliados/as y, en otros, se produjo un repliegue casi total hacia la familia

nuclear.

A partir de los elementos descritos, los/as entrevistados/as perciben que el impacto de la

represión en sus padres ha persistido en el tiempo, dejando secuelas hasta el día de hoy y, por

ende, menoscabando sus capacidades para responder satisfactoriamente a las necesidades de los

hijos/as; esto, a su vez, se traduce en que se vaya generando un silencio en la familia respecto de

la historia política y la represión vivida por los padres y una alteración de roles en la relación

parento-filial.

El mutismo respecto de la historia y la represión vivida es, según los/as jóvenes/as, una

estrategia de sobrevivencia de los padres para resguardo personal, debido al malestar que provoca

la reedición de afectos dolorosos asociados a estas experiencias, así como una forma de proteger

al sistema familiar frente al riesgo que otras personas tengan conocimiento de su actividad

política, por lo que evitan que los miembros de la familia mencionen aspectos de la historia

parental en contextos percibidos como no seguros y/o que pudiesen comprometer a los

progenitores como, por ejemplo, frente a personas pertenecientes a otros partidos políticos, dentro

del entorno social del país de exilio, en los viajes a Chile o tras el retorno.

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Asimismo, los/as hijos/as validan el silencio parental como estrategia eficaz para evitarles

el dolor de recordar las experiencias vividas, así como el propio dolor generado por esta

situación, perpetuando este mutismo sustentándose en la creencia que al hablar sobre la historia

política y/o la represión vivida, los padres les transmiten elementos ideológicos y/o traumáticos

de manera inevitable. La transmisión ideológica es percibida por la segunda generación como un

aspecto que restringe su propia capacidad de decisión, determinando su postura ideológica en

base a la ideología de los progenitores.

Por su parte, la transmisión de elementos traumáticos es asociada por los/as jóvenes a la

transferencia “en bruto” de los afectos dolorosos que configuran el daño parental producto de la

represión que vivieron. Los/as hijos/as evidencian sentir temor de recibir esta carga afectiva

traumática y de no contar con las capacidades para su procesamiento y elaboración.

La alteración de roles en la relación parento-filial, por su parte, se expresa en actitudes de

los/as jóvenes en las que éstos/as se hacen cargo del bienestar familiar, por ejemplo, procurando

mantener el silencio respecto de la represión vivida para no dañar a los padres; y se convierten en

receptores/as de los afectos y conflictos no asumidos por los padres, por ejemplo, buscando

reparar los conflictos familiares o continuar con los proyectos inconclusos de sus padres.

De esta manera, la difusión de funciones en el sistema familiar y la dinámica familiar de

silencio en relación a la historia política y la represión vivida se retroalimentan; al mismo tiempo,

ambos aspectos limitan aún más los espacios familiares para la expresión y contención

emocional, dificultando la elaboración tanto de esta historia como sus efectos en cada uno de los

miembros de la familia.

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105

3.Modelo Hipotético Interpretativo

A continuación, presentamos el modelo hipotético interpretativo resultante del proceso de

codificación selectiva, el cual emerge de los procesos de codificación realizados con anterioridad

e integra los resultados descriptivos y relacionales expuestos. El presente modelo (Modelo

Hipotético Interpretativo) describe la categoría central a la que hemos denominado Desarraigo,

entendido como una sensación constante de no tener una pertenencia clara a un lugar.

El contexto en el cual surge este fenómeno se encuentra determinado por el proceso de

Exilio-Retorno, donde lo padres tuvieron que salir de Chile, ya sea por expulsión o para proteger

su vida y/o la de sus seres queridos, debido a la persecución política ejercida por el Estado en su

contra. La expatriación significó para los padres una pérdida masiva de referentes -cotidianeidad,

familia, redes, proyectos, etc.- y los enfrentó a la necesidad de reconstruirse en un país ajeno.

Ahora, si bien en el caso de la primera generación las pérdidas comenzaron recién al ser

expulsada del país, los/as jóvenes nacidos/as en el exilio parental se vieron enfrentados desde el

inicio a una Multiplicidad de Referentes Culturales provenientes tanto de Chile como de su

país de origen, vale decir, el país de acogida sus padres.

Los respectivos países de exilio parental aportaron diversos referentes idiosincrásicos,

físicos, sociales, culturales, etc., que los/as jóvenes incorporaron en distinta medida,

estructurando su cotidianeidad y desempeñando funciones de apuntalamiento durante parte

significativa de sus vidas. No obstante, la presencia constante de elementos culturales chilenos

durante la infancia y adolescencia de la segunda generación tales como música, comidas,

características idiosincrásicas y lingüísticas en los padres, etc., así como la percepción que los

progenitores deseaban retornar a Chile dificultó, en varias ocasiones, la plena identificación de

los/as jóvenes con sus respectivos países de origen al sentir que una parte de ellos era chilena,

restringiendo sus proyectos futuros en los lugares de nacimiento y limitando el arraigo.

Posteriormente, cuando se produce el retorno familiar y la segunda generación migra a

Chile, se produce en los/as hijos/as, al igual que en la primera generación con el exilio, una

Pérdida de Referentes Socioculturales, con la consecuente necesidad de reconstruirse en este

nuevo país. Desde esta perspectiva, la multiplicidad de referentes durante el exilio parental y la

pérdida de gran parte de ellos tras la migración a Chile constituyen los antecedentes de nuestro

fenómeno central.

Page 106: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

106

Respecto de los factores intervinientes, existen algunos elementos que potencian el

Desarraigo, tanto durante el período de exilio parental como tras el retorno. Entre los elementos

potenciadores durante el exilio observamos, por una parte, la Insatisfacción de Necesidades de

Contención Afectiva dentro de la Familia, que se produce a partir de la percepción de padres

emocionalmente ausentes producto del daño provocado por la represión y la ausencia de familia

extensa en el país de exilio parental. Ambos aspectos se traducen en una carencia de elementos

para comprender, procesar y/o elaborar su historia, así como las emociones y sentimientos

asociadas/os a ésta; la sensación de desarraigo, por lo tanto, es vivida en solitario dentro de la

familia.

Por otra parte, en el ámbito social podemos apreciar que durante el período de exilio

parental, los/as jóvenes sufrieron Experiencias de Marginación Social en base al País de

Origen de los Padres, situación que abarcó desde la clasificación como “chilenos/as” a pesar de

haber nacido en el país donde residían, hasta prácticas abiertamente discriminatorias que

obstaculizaron el arraigo al país de acogida parental, es decir, su país de origen.

Respecto a los factores potenciadores del Desarraigo que se presentan tras el retorno,

los/as entrevistados/as se enfrentan, por un lado con la Frustración de Expectativas de Apoyo

Familiar al llegar a Chile. Las carencias afectivas respecto de la familia extensa constituyeron

precisamente una de las principales motivaciones para migrar tanto para los padres como, en

algunos casos, para los/as hijos/as. Cuando las relaciones desarrolladas con la familia extensa en

Chile no resultaron acordes a las expectativas generadas, el proceso de arraigo al país se vio

afectado, pues no se contó con el apoyo esperado para comenzar a integrarse al país.

Por otro lado, al llegar a Chile los/as jóvenes vuelven a vivir Experiencias de

Marginación Social, esta vez, en base al Propio País de Origen, es decir, al país de exilio

parental, siendo tratados como extranjeros/as y nombrados/as como “cubanos/as”,

“mexicanos/as”, “panameños/as”, etc., sintiéndose sin los mismos derechos que los/as chilenos/as

que nacieron y han permanecido siempre en Chile. Asimismo, la impunidad percibida respecto a

las temáticas de Derechos Humanos se configura como otra forma de marginación social pues, el

no reconocimiento del daño inflingido a los padres niega sus vivencias durante el período de

exilio parental. El arraigo, por lo tanto, se ve nuevamente limitado.

Page 107: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

107

Como resultado de los elementos previamente señalados, se genera en la segunda

generación una serie de consecuencias a partir del Desarraigo. En primer lugar se genera un

proceso de Extranjerización, el que es entendido como la sensación de ser diferente, extraño o

foráneo en comparación con el resto de las personas oriundas tanto del país de exilio parental

como de Chile.

Al mismo tiempo se produce por parte de los/as entrevistados/as un Rechazo a Chile y/o

Idealización del País de Origen; los/as jóvenes rechazan Chile al ser el país que invalida su

historia y no tienen deseos de formar parte de la sociedad chilena, mientras tanto, mantienen la

fantasía de un lugar, el país de exilio parental, en el que fueron y serán felices,

independientemente que ello sea o no real, y al cual desean, intensamente, regresar.

Producto de lo anterior, los/as jóvenes manifiestan Deseos de Emigrar de Chile, los que

en algunos casos son resultado de las experiencias de marginación social vividas y, en otros,

atribuidos a deseos de recuperar una vida “interrumpida” en el país de origen. La gran mayoría

los/as entrevistados/as, sin embargo, no logra expresar motivaciones claras y lógicas para

rechazar y/o irse de Chile, aunque el constante deseo de migrar lleva a que la segunda generación

presente dificultades para proyectarse en Chile, siendo sus planes futuros vagos e inciertos.

Otra consecuencia corresponde al desarrollo de una Percepción de Sí Mismo/a como

Invulnerable pues, por medio de ésta, los/as jóvenes minimizan el impacto de las pérdidas y

discriminaciones vividas. Igualmente, los/as entrevistados tienden a resguardar sus emociones y

afectos dolorosos, manifestando Dificultades en el Contacto y la Expresión Emocional, lo que

resulta en un distanciamiento afectivo generalizado.

A su vez, el desarraigo genera también en la segunda generación Conflictos en las

Relaciones Interpersonales, los cuales se traducen en constantes dificultades para desarrollar y

mantener relaciones profundas y satisfactorias, problemática que se expresa tanto en el ámbito

familiar como en la interacción social. Lo anterior produce en los/as jóvenes la sensación de no

tener un lugar o grupo de pertenencia, lo cual se traduce en sentimientos de Soledad que pueden,

incluso, derivar en desamparo.

Por otra parte, existen factores que amplían el conocimiento de la segunda generación con

respecto a la historia familiar y social; a través de este mayor conocimiento, los/as

entrevistados/as acceden a Elementos que les Permiten Resignificar el Desarraigo al integrar

Page 108: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

108

nuevas perspectivas que fomentan la comprensión, procesamiento y eventualmente la elaboración

de la experiencia de exilio-retorno.

Entre estos elementos se encuentra, en algunos casos, los relatos de los propios padres, la

búsqueda de información por medios extrafamiliares como literatura relativa a la época, prensa,

producciones audiovisuales, la participación de los/as jóvenes en actividades sociales y políticas

y la percepción de la sociedad chilena como también dañada producto de la Dictadura. Este

último factor consiste en la noción de los/as entrevistados/as que la represión habría afectado no

sólo a sus padres o al sistema familiar, sino que a la sociedad en su totalidad, idea que incorpora

nuevos elementos en el análisis de los jóvenes y les permite explicarse las experiencias de

marginación social como parte de las secuelas de la Dictadura en el tejido social.

Los elementos mencionados modifican la sensación de desarraigo permitiendo

resignificarlo desde una visión más positiva. Los/as jóvenes logran conceptualizarse como

“Ciudadanos/as del Mundo”, que consiste en la ampliación del sentido de nacionalidad a

Latinoamérica o, inclusive, al mundo entero, junto a la capacidad de radicarse en otros lugares,

generando una sensación de independencia al no poseer raíces fijas en ningún sitio, intentando

resolver con esta nueva acepción sus conflictos de pertenencia.

Asimismo, también producto de estos factores, los/as entrevistados/as refieren poseer una

Mayor Conciencia y Flexibilidad al Analizar lo que Sucede en el Mundo, entendida como la

capacidad para interesarse y analizar los procesos sociohistóricos que tienen lugar en diferentes

partes del planeta, integrando en su análisis variados elementos que les permitirían apreciar las

situaciones desde diversos ángulos.

Page 109: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

109

Modelo Hipotético Interpretativo: Desarraigo en la Segunda Generación.

Experiencias de

Marginación Social

por el País de Origen

de los Padres

Necesidades de Contención

Insatisfechas:

- Padres Ausentes

- Ausencia de Familia

Extensa

Frustración de

Expectativas de

Apoyo Familiar tras

la Migración

Experiencias de

Marginación Social

por País de

Nacimiento

D E S A R R A I G O

CONFLICTO EN

LAS

RELACIONES

INTER-

PERSONALES

DIFICULTADES

EN EL

CONTACTO Y

LA EXPRESIÓN

EMOCIONAL

PERCEPCIÓN DE

SÍ MISMO/A

INVULNERABLE

EXTRANJERIZACIÓN

DESEOS DE

EMIGRAR DE

CHILE

RECHAZO A

CHILE /

IDEALIZACIÓN

DE PAÍS DE

ORIGEN

CIUDADANO/A

DEL MUNDO

MAYOR CONCIENCIA Y

FLEXIBILIDAD AL

ANALIZAR LO QUE

SUCEDE EN EL MUNDO

Elementos que Permiten Resignificar

el Desarraigo:

- Relatos de los padres

- Búsqueda de información fuera de la

familia

- Participación en actividades sociales y/o

políticas

- Visión que la sociedad chilena también

está dañada por la Dictadura

RETORNO Pérdida de Referentes

Socioculturales del País de Origen

EXILIO Múltiples Referentes

Culturales en Cotidianeidad

SOLEDAD

Page 110: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

110

Discusión y Conclusiones

A continuación, presentamos los resultados de nuestra investigación, contrastándolos con

los aportes de estudios precedentes revisados en el marco teórico. Con el objetivo de facilitar la

comprensión de los siguientes contenidos, hemos estructurado la discusión partiendo con los

resultados relativos a aspectos familiares, para luego continuar con los que involucran al contexto

socio-político, culminando con las repercusiones psicosociales de lo anterior en los/as jóvenes y

las conclusiones generales de nuestro trabajo.

En cuanto al ámbito familiar, a través de esta investigación observamos una serie de

elementos que participan en la configuración de la transgeneracionalidad del daño en la segunda

generación, los cuales giran en torno a las consecuencias a nivel familiar de la represión vivida

por los padres y, concretamente de la experiencia de exilio-retorno.

En primer lugar y de acuerdo a las entrevistas, en el país de acogida, los/as jóvenes

refieren haber percibido a sus padres inseguros y desconfiados frente al entorno social,

experimentando dificultades para generar y mantener redes durante el período de exilio. Este

aspecto, según los/as entrevistados/as, condujo a una restricción de las relaciones a grupos de

otros/as exiliados/as y un repliegue casi total de los padres hacia la familia nuclear, aspecto que

en algunos casos se mantiene tras el retorno a Chile.

Lo anterior ha sido documentado en investigaciones precedentes como una reacción del

sistema familiar al estrés implicado en la experiencia de exilio. Desde esta perspectiva, Bar de

Jones (2001) describe conductas de aislamiento y desarrollo de una percepción amenazante del

entorno social en familias afectadas por experiencias migratorias de índole política. En esta

misma línea, Estrada (1997) señala que la necesidad de adaptarse al país de acogida, así como las

pérdidas implicadas en la experiencia de exilio, condicionaron cambios en los patrones de

relación caracterizados por la restricción de los vínculos debido al temor a vivir una nueva

separación. Por su parte, Bastías (2001) refiere la afectación de la inserción y el desarrollo social

del/la exiliado/a producto de la rigidización de estrategias de supervivencia.

Junto a las dificultades descritas en la primera generación en el ámbito social, algunos/as

de los/as jóvenes refieren la presencia de sintomatología clínica en sus progenitores, aspecto

conceptualizado por ellos/as como parte de los efectos de la represión y documentado en la

Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política” (2002),

Page 111: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

111

escrito que reporta la detección de manifestaciones clínicas en exiliados/as-retornados/as, las que

comprenden desde reacciones angustiosas en los primeros meses del período de exilio hasta

síndromes depresivos en etapas más tardías.

Por otro lado, la mayoría de los/as jóvenes relatan la casi inexistencia de espacios

familiares de diálogo respecto de la participación política de sus figuras parentales, así como de

la represión vivida por éstas a causa de la Dictadura. Este aspecto ha sido reportado por Estrada

(1997), quien conceptualiza este fenómeno como silenciamiento y negación, explicitándolo en

términos de una rigidización de defensas familiares orientadas, inicialmente, a la sobrevivencia

del sistema. A su vez, Ruedenberg (1997) describe como “conspiración del silencio” a las

modificaciones suscitadas en el ámbito de la comunicación familiar producto del Holocausto.

A pesar de este silencio parental o, más bien, debido a éste, los/as entrevistados/as intuyen

la presencia de algún daño o dolor en sus progenitores pues, además, observan en éstos fuertes

reacciones afectivas como llanto o respuestas ansiosas al enfrentarse a noticias o documentales

relativos al período de la Unidad Popular, el Golpe de Estado o la represión dictatorial. Frente a

esta situación, los/as jóvenes evitan hacer preguntas a sus padres con el propósito de evitarles la

reedición de afectos dolorosos al recordar y verbalizar sus vivencias de represión, así como evitar

el propio dolor al conocer las experiencias traumáticas sufridas por sus progenitores.

Asimismo, los/as jóvenes justifican el silencio parental como estrategia eficaz para

proteger la seguridad del sistema familiar frente a un entorno social percibido como amenazante e

inseguro y evitar la transmisión desde los progenitores de contenidos traumáticos e ideológicos,

lo que es visto por los/as entrevistados/as como no deseable bajo el supuesto que restringiría la

libertad para escoger su propia ideología y postura política y los cargaría afectivamente con

experiencias ajenas de índole dolorosa.

La validación y perpetuación del silencio parental por parte de los/as hijos/as se halla

documentada en investigaciones previas acerca de los efectos psicosociales en descendientes de

sobrevivientes del Holocausto. Desde esta perspectiva, Gorko (2000) señala dificultades de

comunicación respecto del sufrimiento parental debido al temor de la segunda generación de

causarles dolor a sus progenitores al recordar y comunicar vivencias traumáticas, así como a

experimentar ellos mismos dolor producto del conocimiento de lo vivido por sus padres.

Page 112: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

112

Siguiendo con otro punto, a través de las entrevistas, los/as jóvenes refieren en sus padres

dificultades para acogerlos/as y contenerlos/as, aspecto que algunos/as vinculan a la represión

vivida por sus progenitores. La baja capacidad de los padres para desempeñar adecuadamente sus

funciones parentales es descrita por Barudy (1993) en términos de los efectos vinculados a las

exigencias a adaptarse al país de acogida en momentos de debilidad y regresión. A su vez,

Estrada (1997) alude a la ausencia de protección parental durante parte significativa del

desarrollo de la segunda generación producto de las pérdidas y procesos de duelo no resueltos de

las figuras parentales a causa del exilio y otras formas de represión. En esta misma línea, Díaz

(1995) reporta el desmedro de las funciones familiares de contención afectiva debido a la

traumatización de los padres y las necesidades de adaptarse al nuevo entorno del país de exilio.

Vinculado a lo anterior, los/as jóvenes refieren haber mantenido relaciones esporádicas

y/o distantes con la familia extensa durante el período de exilio parental, con lo cual

hipotetizamos que las posibilidades para socializar, procesar, ser contenidos y elaborar los afectos

asociados a la percepción del daño parental u otras problemáticas a las cuales se vieron

enfrentados/as durante su crecimiento resultaron disminuidas, debiendo vivirlas en solitario.

En nuestra opinión, mantenemos la hipótesis que frente a esta situación, los/as jóvenes

han reaccionado restringiendo el contacto y expresión emocional, lo que además, a nuestro juicio

guarda relación no sólo con la carencia de espacios de contención y elaboración, sino también

con un aprendizaje gestado a partir de la percepción del silencio parental. Este aspecto ha sido

previamente reportado por Lansen (1993), quien señala la presencia de conflictos en el manejo de

emociones en la segunda generación de víctimas del Holocausto.

Por otra parte, los/as entrevistados/as describen el desempeño de una serie de funciones al

interior del sistema familiar, las cuales oscilan entre protección y apoyo de sus figuras parentales,

recepción de sus conflictos y afectos dolorosos, reivindicación de la familia, hasta el

mantenimiento relaciones horizontales con éstos, sintiéndose sus compañeros/as o cómplices.

Pese a que en la mayoría de los casos, los/as jóvenes no refieren argumentos o

justificaciones respecto de las funciones ejercidas dentro del ámbito familiar, consideramos que

dicha alteración de roles normativos obedece a la ausencia de espacios familiares de contención y

elaboración, así como al daño parental producto de la represión percibido por los hijos. Este

aspecto contribuiría, por ende, a la recuperación de la homeostasis familiar en el exilio, que

Page 113: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

113

aunque disfuncional, logra resituar funciones abandonadas por los progenitores y necesarias para

el funcionamiento del sistema.

La alteración de roles al interior de la familia como parte de los efectos del exilio y otras

formas de represión se ha documentada en múltiples estudios. Desde esta perspectiva, Barudy

(1993), Estrada (1997), Danielli (1998 en Goldhar y David, 2000), Rosenberger (1973), Miller

(1981 en Kellermann, 2000) reportan la asunción de roles y funciones correspondientes a las

figuras parentales por parte de los/as hijos/as producto del proceso regresivo en el ciclo evolutivo

familiar que vive el sistema debido al exilio. Díaz (1995), a su vez, alude al desempeño de tareas

de acogida y satisfacción de necesidades afectivas de los padres por parte de sus descendientes.

A través del análisis de las entrevistas constatamos, además, diferencias de género en la

asunción de roles antes descrita. En este sentido, los entrevistados tienden a asumir funciones de

compañeros o amigos de sus padres, situándose a nivel de pares con sus figuras parentales,

mientras que las entrevistas tienden, mayoritariamente, a desempeñar funciones socialmente

calificadas como parentales, tales como cuidado, protección, contención y proporción del

sustento económico. Dicho aspecto no ha sido confirmado en investigaciones anteriores, sin

embargo nos parece interesante en términos de las implicancias que estas diferencias de género

pudiesen tener sobre la problemática actual de la segunda generación producto de la experiencia

de exilio-retorno, elemento que podría ser retomado en investigaciones posteriores.

Finalmente, a través del análisis tanto de las entrevistas como de los genogramas,

constatamos en los/as entrevistados/as altos niveles de autoexigencias y expectativas respecto de

sí mismos/as tales como no ser afectado/a por las dificultades, destacar en el ámbito académico y

laboral, no necesitar a los demás para ser feliz, mantener siempre un comportamiento acorde a los

principios de la ideología parental y permanecer al lado del padre y/o la madre para acompañarlos

y retribuirlos por los cuidados recibidos.

Al respecto, inferimos que existe en estos/as jóvenes una serie de mandatos y expectativas

parentales orientados a reivindicar y reparar el daño producto de la represión. Desde esta

perspectiva, la necesidad de ser invulnerable puede ser conceptualizada como un intento de los/as

entrevistados/as por simbolizar la victoria familiar sobre la Dictadura y el sufrimiento ocasionado

a sus figuras parentales; así mismo, sobresalir en estudios y trabajo correspondería a los deseos

Page 114: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

114

de reivindicar la pérdida de oportunidades de estudios superiores por parte de los padres a causa

del exilio, así como la consecuente disminución del estatus socioeconómico familiar.

Siguiendo con lo anterior, no necesitar de los demás correspondería a una necesidad

transmitida desde los padres de ser capaz de autovalerse en términos afectivos debido a las

múltiples pérdidas vinculares experimentadas producto del exilio. La consistencia en el plano

político-ideológico obedecería, en nuestra opinión, a los mandatos de asumir el proyecto político

parental; asimismo, la alteración de roles a nivel familiar equivaldría a intentos por compensar a

los padres respecto de las pérdidas sufridas.

Sea como fuere, la parentalización y adultización producen en los/as jóvenes una

desconexión con sus propias necesidades y su propia historia ya que, por una parte, no se

comportan ni asume funciones que les corresponden de acuerdo a su ciclo vital y, por otra, se

hacen cargo de una historia que no les es propia.

Hipótesis semejantes han confirmadas en investigaciones previas sobre el Holocausto; en

este sentido, diversos autores (Pilcz 1979 en Goldhar y David, 2000; Gorko 2000 y Williams,

2002) reportan en personas afectadas por vivencias traumáticas la necesidad que la generación

siguiente compense y reivindique su sufrimiento. Asimismo, Díaz (1995) conceptualiza las

relaciones de fusión y otros aspectos disfuncionales familiares como actos de lealtad orientados a

evitar la reedición de pérdidas y reparar el daño parental.

Ahora bien, con respecto al ámbito social, en primer lugar, los/as entrevistados/as refieren

haber mantenido un contacto permanente durante el período de exilio parental con información,

tradiciones, expresiones artísticas y afectos asociados a Chile; tal situación se produjo, de acuerdo

a los datos, a través del vínculo parento-filial, los contactos con la familia extensa residente en

Chile y las relaciones mantenidas con otros/as chilenos/as exiliados/as. A su vez, los/as jóvenes

reportan haber asimilado durante esta etapa, múltiples referentes socioculturales relativos a sus

respectivos países de origen.

Al respecto hipotetizamos que la presencia constante de referentes múltiples

pertenecientes tanto a los países de origen como a Chile, incidió en los conflictos que

experimenta actualmente la segunda generación respecto de la sensación de pertenencia a un

territorio o país determinado. Este aspecto es confirmado por Bar de Jones (2001), quien plantea

que la superposición de referentes constituiría una ausencia de representaciones simbólicas

Page 115: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

115

claras, afectando la identidad de los/as hijos/as de exiliados/as. En esta misma línea, Rebolledo

(1999) alude a la afectación de la identidad social de los hijos/as de exiliados/as producto de la

existencia de referentes espacio-temporales divergentes entre padres e hijos/as.

En base a lo anterior, consideramos que multiplicidad de referentes de tipo sociocultural

constituye un aspecto que ha estado presente durante toda la vida de estos/as jóvenes, situación a

la que se añade posteriormente la pérdida de estos elementos al momento del retorno.

Por otro lado, el período de exilio parental implicó, en gran parte de los casos, diversas

experiencias de discriminación e invalidación para la segunda generación. Desde esta

perspectiva, varios/as de los jóvenes refieren haber enfrentado a temprana edad vivencias

dolorosas en el ámbito de las relaciones interpersonales, las que si bien difirieron en cada

entrevistado/a en cuanto a la magnitud de la discriminación, cualitativamente surtieron el mismo

efecto: establecer una diferencia entre los/as hijos/as de exiliados/as y el resto de la población del

país de acogida sobre la base de la nacionalidad de sus progenitores.

Al migrar a Chile, los/as jóvenes refieren haber sido nuevamente objeto de prácticas

discriminatorias, sustentadas esta vez en el hecho de haber nacido en el extranjero y la

mantención de aspectos culturales de los respectivos países de origen. Estas experiencias de

discriminación no se encuentran registradas en la literatura revisada, no obstante, diversos

estudios han documentado su ocurrencia en la primera generación tras el retorno, atribuyéndolas

a los efectos en el tejido social de la persistente violación a los Derechos Humanos llevada a cabo

durante el período dictatorial (Muñoz, 1992; Almarza, 1991 y Bastías et. al., 2001).

Otra fuente de invalidación expresada en el presente estudio alude a la concepción del

exilio como “tiempo dorado” percibida por los/as jóvenes a nivel social, según ésta, el periodo de

expatriación habría permitido a quienes lo vivieron no sólo evitar otras medidas represivas, sino

también acceder a posibilidades de estudios superiores e incrementar el capital económico

familiar. Esta visión “positiva” del exilio se sustenta, como mencionamos anteriormente, en la

minimización social del potencial traumático del extrañamiento frente a otras medidas represivas

(Rebolledo, 1999) y ha sido conceptualizada por Castillo y Piper (1996) como expresión de la

dicotomización en la ciudadanía producto del trauma psicosocial generado por la Dictadura, la

que se traduciría en la incapacidad de quienes permanecieron en Chile para percibir a los/as

exiliados/as-retornados/as como dañados/as por la represión.

Page 116: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

116

El Estado chileno, por su parte, desempeña de acuerdo a los/as entrevistados/as un rol

trascendental en su problemática actual; en este sentido, muchos de los/as jóvenes manifiestan

haber crecido durante el período de exilio parental con la idea de un gobierno represivo,

responsable del dolor de sus padres, de su propio desarraigo y extranjerización y de la carencia de

familia extensa. Asimismo, según los/as jóvenes, los padres desarrollaron durante el exilio altas

expectativas de verdad, justicia y reparación, las cuales fueron depositadas en los gobiernos de la

Concertación y, en algunos casos, transmitidas a los hijos/as.

Sea como fuere, del testimonio de los/as entrevistados/as se desprende que al migrar a

Chile, las expectativas familiares de justicia y reparación resultaron insatisfechas, aspecto

significado por los/as jóvenes como ausencia de reconocimiento e invalidación de las

experiencias dolorosas vividos a nivel individual y familiar a consecuencia del exilio-retorno,

afectando, a nuestro juicio, el proceso de inserción al país.

Siguiendo con lo anterior, los gobiernos de la Concertación son percibidos por los/as

entrevistados/as como agentes promotores de la impunidad que mantienen los mecanismos

represivos instaurados por el Régimen Militar y calificados como hipócritas, pues simulan

perseguir activamente la verdad y la justicia respecto de las violaciones cometidas a los Derechos

Humanos y, sin embargo, resguardan la identidad de los torturadores y obstaculizan los procesos

judiciales de los culpables de crímenes de lesa humanidad.

Asimismo, la conceptualización por parte del Estado y la sociedad chilena del proceso de

retorno como aspecto reparatorio de la experiencia de exilio se configura, de acuerdo a los/as

jóvenes, como una nueva forma de invalidación de sus vivencias; no en vano, tanto en trabajos

anteriores (Castillo, 1996; Rebolledo, 1999) como en nuestra propia investigación, el retorno es

conceptualizado por varios/as entrevistados/as como el inicio de su propio exilio y calificado en

por diversos autores como un evento potencialmente traumático (Barudy, 1993; Muñoz en

Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión Política”, 2002).

Lo anterior coincide con lo planteado por Del Solar y Piper (1995) respecto del carácter

traumático del fracaso de las funciones reparatorias requeridas desde los gobiernos posteriores a

los regímenes dictatoriales. Diversos autores, además, aluden a la impunidad como un factor de

retraumatización que promueve la privatización del daño y obstaculiza los procesos sociales de

resignificación (Del Solar y Piper, 1995; Edelman y Kordon, 2002).

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117

En cuanto a las consecuencias de lo planteado, observamos en la casi totalidad de los

casos sensación de desarraigo, dificultades en el establecimiento de relaciones interpersonales,

desarrollo de percepciones de sí mismos/as como invulnerables, mantención de aspectos

lingüísticos característicos de los países de exilio parental, sensación de vida interrumpida tras el

retorno familiar, rechazo a Chile e idealización del país de origen, deseos de emigrar del país y

dificultades para elaborar proyectos futuros.

En primer lugar, a partir de las reiteradas experiencias de discriminación vividas, tanto en

los países de exilio parental como al llegar a Chile, los/as jóvenes expresan tener una sensación

de ser distintos/as y no pertenecer a los países donde han vivido. Esta persistente sensación de ser

diferentes, “extranjeros/as” y/o no pertenecer ha sido bastamente documentada en la literatura

conceptualizándose como extranjerización en la primera generación (Grinberg y Grinberg 1984

en Bar de Jones, 2001) o extranjería en la segunda (Rebolledo, 1999), siendo atribuída, en el caso

de los/as hijos/as, a los efectos del retorno familiar a Chile.

Vinculado a ésto, la multiplicidad de referentes socioculturales relativos a ambos países

durante parte significativa del desarrollo de los/as entrevistados/as, generó en ellos/as la

sensación de no compartir suficientes códigos de referencia con el resto de las personas

residentes en los países donde han residido. Este aspecto participa, incluso, en la definición que

realizan los/as entrevistados/as de sí mismos/as, pues desde la nominación como “hijos/as de

exiliados/as” ya son definidos como los/as hijos/as de los/as que no pertenecen, de los/as

desarraigados/as, es decir, sus subjetividades se construyen en torno a la falta de arraigo y

pertenencia, pues en su tierra son vistos como “hijos/as de” y en Chile como extranjeros/as,

elemento que se configura como parte sustancial de su identidad.

En el presente estudio, empleamos el término desarraigo para describir la sensación

crónica de no contar con índices referenciales comunes que los sostengan y apuntalen en un

marco sociocultural y que les permitan construir su historia y garantizar su identidad e integridad.

Dicha definición comparte varios aspectos con la conceptualización realizada por Rebolledo

(1999), sin embargo, la diferencia fundamental reside en el período de aparición de este elemento

pues, mientas la autora lo sitúa tras la llegada a Chile, nosotras consideramos que corresponde a

un elemento que ha estado presente durante toda la vida de estos jóvenes, situación a la que se

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118

añade posteriormente la pérdida de referentes implicada al momento del retorno. El desarraigo al

cual nos referimos, además, constituye el fenómeno central de nuestra investigación.

Lo anterior, por consiguiente, se constituye como un aporte a los resultados de

investigaciones precedentes y corresponde, además, a una nueva y clara expresión de

transgeneracionalidad del daño en la segunda generación en el caso de exilio-retorno,

precisamente porque el exilio, como medida represiva, tuvo como objetivo principal el desarraigo

y extranjerización de sus víctimas a través de la pérdida masiva de referentes y del no

reconocimiento como ser social gestor de una historia colectiva.

Si bien, en nuestra opinión, los conceptos de extranjerización y desarraigo se hallan

íntimamente vinculados, resultando difícil separarlos, consideramos que el primero de ellos

guarda mayoritariamente relación con las experiencias de invalidación social descritas con

anterioridad, mientras que el desarraigo se asocia a la multiplicidad y pérdida de referentes a

causa de la experiencia de exilio-retorno. Desde esta perspectiva, el desarraigo provocaría la

extranjerización, pero la extranjerización no necesariamente generaría desarraigo.

Respecto de las dificultades actuales en las relaciones interpersonales que establecen

los/as jóvenes observamos una desvalorización de los vínculos, altos niveles de intolerancia

frente a divergencias valórico–ideológicas y tendencia a relacionarse mayoritariamente con otros

hijos/as de exiliados/as-retornados/as. A continuación revisamos cada uno de estos aspectos.

La desvalorización de vínculos, no ha sido confirmada en estudios anteriores para la

segunda generación, no obstante, investigaciones relativas al impacto de la experiencia de exilio

en la primera generación confirman el establecimiento de relaciones interpersonales

caracterizadas por cierto desapego, pues serían conceptualizados como circunstanciales y

destinados a interrumpirse (Bar de Jones, 2001). Barudy (1993), en esta misma línea, describe

altos niveles de desconfianza en las relaciones establecidas durante el primer período de exilio

por parte de la primera generación, aspecto que se habría extendido no sólo hacia las personas

oriundas del país de acogida, sino también a otros/as chilenos/as exiliados/as.

Por nuestra parte, hipotetizamos que la desvalorización de vínculos constituiría una

reacción defensiva de la segunda generación frente a la masiva pérdida de redes implicada en la

migración a Chile y las reiteradas experiencias de discriminación experimentadas tanto en sus

respectivos países de origen como al llegar a nuestro país.

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119

Respecto de la intolerancia frente a divergencias valórico-ideológicas constatada en las

entrevistas, tampoco hemos hallado elementos en la literatura que confirmen o refuten este

resultado. En nuestra opinión, esta actitud correspondería a otra estrategia defensiva orientada a

conservar la integridad del sí mismo frente a un contexto social percibido como excluyente e

invalidante, en donde se enfrentan a reiteradas actitudes discriminatorias, la minimización e

invisibilización social de los aspectos dolorosos de su experiencia, así como la frustración de las

expectativas de justicia y reparación de parte de los Gobiernos de la Concertación.

La tendencia a relacionarse principalmente con otros/as exiliados/as-retornados/as, por

otro lado, ha sido descrita en estudios relativos a los efectos del retorno en la primera generación

(S/A, 1978; Comisión “Norma para la Atención de Personas Afectadas por la Represión

Política”, 2002) siendo atribuida a la sensación de rechazo social que conduciría al retornado/a a

reducir su entorno social a personas con las que comparte vivencias similares, así como a un

mecanismo defensivo orientado a la reconstrucción de grupos de referencia que provean

seguridad y contribuyan a la preservación de la identidad.

A nuestro juicio, el establecimiento mayoritario de relaciones por parte de la segunda

generación con otros/as hijos/as de exiliados/as-retornados/as obedecería, al igual que en el caso

de sus progenitores, al temor de seguir siendo objeto de rechazo en el ámbito social y a la

necesidad de confirmación de la propia subjetividad e identidad a través del diálogo respecto de

experiencias compartidas, lo que fomentaría procesos de resignificación y elaboración. No

obstante, observamos que la restricción de los vínculos a este tipo de grupos constatado en

algunos/as entrevistados/as ha limitado las posibilidades de desarrollar nuevas redes,

obstaculizando la inserción social y cronificando los conflictos en las relaciones interpersonales.

En cuanto a la visión de sí mismos/as como invulnerables observada en los/as

entrevistados/as, ésta se asemeja a los sentimientos de omnipotencia hallados por Díaz (1995) en

la segunda generación, los que atribuye a la falta de contención y sostén experimentada por

estos/as jóvenes/as a nivel familiar, reactualizada posteriormente en el ámbito social a través de la

negación del daño. A nuestro juicio, el desarrollo de este tipo de autopercepciones correspondería

a una estrategia defensiva a través de la cual la segunda generación intenta minimizar el impacto

de las experiencias vividas.

Page 120: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

120

La mantención de elementos lingüísticos propios del país de origen, a pesar de llevar

varios años de residencia en Chile, es un aspecto que ha sido anteriormente documentado tanto en

la primera (S/A, 1978) como en la segunda generación (Bar de Jones, 2001), conceptualizándose

como reacción frente a la pérdida del marco cultural del país de origen y la consecuente amenaza

a la identidad. En esta misma línea, Bar de Jones y Cohen (2000) explican este comportamiento

en base a un conflicto de lealtades entre ambas culturas, donde la integración al nuevo entorno

implicaría la renuncia a las propias raíces.

Por nuestra parte, consideramos que la mantención de aspectos lingüísticos puede ser

entendida, además, como una estrategia defensiva que compensa la sensación de ser extranjero/a

o “apátrida” pues permite la identificación, al menos, con el país de exilio parental; sin embargo,

esta situación perpetúa las actitudes discriminatorias mencionadas, pues gran parte de los/as

entrevistados siguen siendo percibidos como extranjeros debido al empleo de modismos relativos

a sus respectivos países de origen, con lo cual el proceso de extranjerización es retroalimentado.

La sensación de “vida interrumpida” como producto de la migración a Chile es también

una de las consecuencias observadas en los/as entrevistados/as y se asemeja al “tiempo

suspendido” documentado en estudios previos como efecto del retorno familiar en la segunda

generación (Aguilar y Lira, 1994; Castillo y Piper, 1996). Esta sensación ha sido atribuida en

investigaciones precedentes al hecho que, en la mayoría de los casos, la decisión de retorno fue

tomada por las figuras parentales y en contextos sociopolíticos de grandes presiones, con lo cual

el tiempo para los procesos elaborativos habría resultado insuficiente. Rebolledo (1999), además,

emplea iguales términos para conceptualizar la negación de los padres a realizar los trabajos de

duelo por las pérdidas vinculadas al exilio, así como la fantasía de poder recuperar tras el retorno

la vida desarrollada en Chile antes que se produjera la expatriación.

En nuestra opinión, si bien investigaciones anteriores (Aguilar y Lira, 1994; Castillo y

Piper, 1996; Rebolledo, 1999) confirman la alteración de la integración temporal producto de las

experiencias migratorias, en el presente estudio, dicha afectación adquiere un matiz más radical,

pues no se trata de una sensación de pausa en la historia que coexiste con la expectativa de

recuperar la continuidad sino que, por el contrario, en el caso de los/as entrevistados/as, la

sensación de “vida interrumpida” connota la aceptación del quiebre vital y la pérdida de la

cotidianeidad desarrollada en los países de exilio parental producto del retorno familiar a Chile.

Page 121: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

121

Al respecto, hipotetizamos que en la diferencia entre ambas sensaciones, vale decir “vida

interrumpida” versus “tiempo suspendido”, incide el hecho que los/as jóvenes/as, al llegar a

Chile, constataron la desilusión experimentada por sus padres al contrastar el país idealizado con

el país al que realmente retornaban y al encontrarse con la imposibilidad de recuperar la vida

desarrollada previo al exilio. Frente a lo anterior, los/as entrevistados/as ven obstaculizadas sus

posibilidades de retomar lo perdido, con lo cual la sensación de interrupción vital persiste.

Varios de los/as jóvenes, por otro lado, refieren sentir un fuerte rechazo hacia Chile e

idealizan a sus respectivos países de origen. El primero de estos aspectos se halla, de acuerdo a

nuestra revisión, ausente en investigaciones previas, sin embargo, mantenemos la hipótesis que

corresponde a una reacción ante las experiencias discriminatorias sufridas, así como un ejercicio

de lealtad hacia las figuras parentales expresado a través de la identificación con el daño y el

dolor inflingido por el Régimen Militar y posteriormente perpetuado por los gobiernos de la

Concertación al promover la impunidad.

La idealización del país de origen, por su parte, sí se encuentra documentada tanto en la

primera (Barudy, 1993; Rebolledo, 1999; Bar de Jones y Cohen, 2000; Bar de Jones, 2001) como

en la segunda generación (Aguilar y Lira, 1994; Castillo y Piper, 1996) a modo de respuesta a la

pérdida del marco cultural del país de origen y la cotidianeidad allí desarrollada producto de la

migración.

En nuestra opinión, además, consideramos que esta idealización constituye una reacción

frente a las experiencias de invalidación social vividas en Chile ya descritas; a través de ella,

los/as jóvenes elevan la imagen del país de origen al lugar donde fueron felices, generando la

expectativa que al volver recuperarán dicho estado anímico. Esta idealización, a su vez, actuaría

como mecanismo de protección frente a las sensaciones de desarraigo y extranjerización al

promover la fantasía de un lugar al que se pertenece, minimizando u olvidando que, en ocasiones,

también allí se sintieron discriminados.

Vinculado a lo anterior, la totalidad de los/as entrevistados/as reportan deseos de emigrar

de Chile, aspecto que, aunque de un modo diferente, ha sido documentado como parte de los

efectos del exilio en la primera generación y conceptualizado por Rebolledo (1999) como “vivir

con la maleta lista”. Desde esta perspectiva, a través de las entrevistas hemos constado que al

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122

igual que sus padres durante el período de exilio parental, parte de la segunda generación

entrevistada vive “soñando” con retornar al país de origen.

Este anhelo, a nuestro juicio, adquiere un matiz diferente en los/as hijos/as, pues en el

caso de los padre exiliados la expectativa del fin de la Dictadura se configuró como un elemento

concreto que sustentó colectivamente el deseo de retorno y continuidad de la cotidianeidad

interrumpida por el exilio. Por el contrario, en el caso de la segunda generación, este tipo de

fundamento no existe, por lo que los/as jóvenes deben desarrollar argumentos individuales

tendientes a mitigar la incertidumbre generada por la ausencia de un acontecimiento determinado

que asegure y respalde la posibilidad de retorno.

Pese a la diferencia de matices expuesta, consideramos que “vivir con la maleta lista” o el

permanente deseo de emigrar de Chile en la segunda generación constituye otra clara expresión

de la transgeneracionalidad del daño en el caso de exilio-retorno, aspecto previamente

documentado sólo en estudios relativos a la primera generación y que, a través de nuestro estudio,

evidenciamos en los/as hijos/as. Lo anterior, en nuestra opinión, actúa además obstaculizando los

procesos de identificación y arraigo a Chile de la segunda generación.

En estrecha relación con lo previamente expuesto, los/as entrevistados/as expresan

dificultades para generar proyectos futuros, consecuencia que ha sido previamente analizada por

Castillo (1996), quien se ha centrado en las dificultades para generar proyectos consistentes y

medianamente sólidos, vinculándolas a la existencia de mandatos históricos en los/as jóvenes

orientados a asumir el proyecto político interrumpido de sus progenitores.

En esta misma línea, hipotetizamos que en los conflictos para elaborar proyectos

expresados por los/as entrevistados/as interviene, además de la presencia de mandatos parentales,

la incapacidad de los/as jóvenes para ubicarse espacialmente a futuro debido a la ambivalencia en

cuanto a retornar o no a sus respectivos países de origen, así como la sensación de desarraigo

anteriormente mencionada.

Un dato interesante que llamó nuestra atención fue el darnos cuenta que la mayoría de los

padres de los/as entrevistados/as poseen educación universitaria y provienen de familias de

profesionales; estos/as jóvenes, a su vez, tuvieron acceso y terminaron o se encuentran cursando

alguna carrera en la universidad. Coincidentemente, la única persona que no logró continuar con

sus estudios y tuvo mayores dificultades en sus relaciones interpersonales y el proceso de

Page 123: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

123

inserción a Chile, proviene de una familia perteneciente a un sector más humilde y cuyos padres

no ingresaron a la educación superior.

Las hipótesis para esta coincidencia pueden ser muchas, por ejemplo, podríamos pensar

que el menor nivel educacional puede tener un papel en cuanto a las herramientas con que se

cuenta para resolver las problemáticas; otra conjetura tiene que ver con la diferencia entre el

exilio de los altos dirigentes de la Unidad Popular y profesionales de izquierda, y el exilio de

los/as cientos de trabajadores/as del campo, las minas e industrias que también fueron

expatriados/as pero no contaban con mayores conexiones o herramientas para poder salir adelante

en el extranjero. En fin, podemos realizar múltiples presunciones con respecto a este punto, sin

embargo, no contamos en esta investigación con los datos suficientes para hacerlo, por lo que

puede constituir un tema interesante a investigar en el futuro.

Ahora bien, a través de éste estudio hemos descubierto, también, la existencia de una serie

de elementos que actúan como mitigadores de las consecuencias previamente descritas de la

transgeneracionalidad del daño en la experiencia de exilio retorno en la segunda generación. Los

elementos que expondremos a continuación, los factores mitigadores y sus consecuencias, no

fueron hallados en la literatura revisada, por lo que consideramos que constituyen aportes al

fenómeno estudiado.

El primero de éstos corresponde al nivel de apertura del sistema familiar hacia el contexto

social del país de exilio, es decir, la capacidad de la familia nuclear para establecer vínculos

durante el período de expatriación, tanto con otros/as chilenos/as exiliados/as como con personas

del país de acogida, integrando en sus redes de apoyo a un amplio número de personas y

transmitiendo a los/as hijos/as, con esto, que no existía una desconfianza per se respecto de los/as

otro/as.

Estos sistemas, como pudimos apreciar desde el relato de los/as jóvenes, aportaron en la

búsqueda de elementos que posibilitaran la elaboración de la historia política y de represión

vivida por los padres, ya sea desde la participación en nuevos espacios o el acceso a material

escrito o audiovisual que proporcionara componentes de simbolización. De esta forma, los/as

entrevistados/as pudieron ir conectando fragmentos de la historia familiar, además que contaron

con mayores redes de apoyo durante el período de exilio parental.

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124

Otro factor importante surgido a partir de los datos guarda relación con el acceso a

espacios de transición tras el retorno; aquí pudimos apreciar que algunos/as de los/as

entrevistados/as, al llegar a Chile, ingresaron a colegios llamados “para hijos/as de exiliados/as”,

lo que permitió a los/as jóvenes integrarse al país de una manera más paulatina y a través de

espacios donde su historia y vivencias eran validadas por el entorno. Asimismo, la participación

en distintas actividades tales como agrupaciones musicales, políticas, de scouts, etc.,

constituyeron también facilitadores en este aspecto, permitiéndoles contar con mayores redes de

apoyo.

Un tercer elemento importante a tener en cuenta se relaciona con la capacidad que refieren

poseer algunos/as entrevistados/as para ver que las consecuencias de la represión no sólo

afectaron a su familia, sino que dañaron a la totalidad de la sociedad chilena. Esta noción o

percepción de daño en la sociedad producto de la Dictadura actúa mitigando el impacto de las

experiencias de discriminación e invalidación social vividas tras llegar a Chile, pues son

atribuidas y explicadas en función del trauma psicosocial.

A partir de estos agentes atenuantes, los/as jóvenes logran un nivel de resignificación de

su historia, aspecto que pudimos apreciar en sus relatos. Esta nueva dotación de sentido deriva,

por un lado, en la capacidad de los/as entrevistados/as de definirse a sí mismos/as más allá del

desarraigo y percibirse como “ciudadanos del mundo”, donde el arraigo ya no se restringe a una

única patria sino que se amplia a Latinoamérica o el mundo. A través de esto, consideramos que

la segunda generación intenta llenar el vacío simbólico que experimenta en cuanto a la

pertenencia.

Por otro lado y también producto de estos factores, varios de los/as entrevistados/as

refieren poseer una mayor conciencia y flexibilidad al analizar lo que sucede en el mundo, es

decir, que gracias a la experiencia de haber vivido en varios países perciben tener una mayor

capacidad para interesarse y analizar los procesos sociohistóricos que tienen lugar en diferentes

partes del planeta, integrando en su análisis variados elementos que les permitirían apreciar las

situaciones desde diversos ángulos.

Ahora bien, una vez culminada la discusión de los principales resultados de nuestra

investigación exponemos, a continuación, las conclusiones derivadas de nuestro trabajo. En

primer lugar, observamos que tanto los aspectos familiares como sociales se articulan de manera

Page 125: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

125

dialéctica para configurar la transgeneracionalidad del daño en la segunda generación en la

experiencia de exilio-retorno.

En el ámbito familiar, por un lado, el daño percibido en los padres producto de la

represión vivida, el silencio respecto de estas experiencias y la carencia de familia extensa

durante el período de exilio parental constituyen elementos que afectaron y/o afectan

profundamente la dinámica familiar y han derivado en una alteración de roles, así como en la

ausencia de espacios de contención. Frente a este panorama, los/as hijos/as experimentan una

carencia de herramientas afectivas para enfrentar sus conflictivas, disminuyendo con ello las

posibilidades de elaboración y resignificación al interior del sistema familiar.

Respecto del contexto sociopolítico chileno, concluimos que toda forma de invalidación

social, ya sea en su variante organizada como la impunidad o la ejercida en las relaciones sociales

como, por ejemplo, las experiencias de discriminación sufridas tras la migración a Chile y la

minimización de los aspectos dolorosos vinculados a la experiencia de exilio-retorno, constituyen

factores de retraumatización y cronificación de la transgeneracionalidad del daño, pues a la

vivencia misma de invalidación se suma la reedición de las discriminaciones sufridas en los

países de exilio parental y la percepción que parte significativa de su historia es anulada

socialmente. Lo anterior sería, a nuestro juicio, la reactivación de la pérdida de reconocimiento

como ser social impuesta a los progenitores por medio del exilio y ejercida ahora en contra de

los/as hijos/as a través de la exclusión e invalidación.

A raíz de lo anterior, en las repercusiones psicosociales detectadas en la segunda

generación de exiliados/as-retornados/as chilenos/as destacan los procesos de extranjerización y

desarraigo, aspectos que coinciden con los efectos manifestados durante el período de exilio en la

primera generación. No obstante, a través del presente estudio constatamos que dichos

fenómenos persisten en los/as jóvenes, por lo que, a nuestro juicio, constituyen expresiones

actuales de la transgeneracionalidad del daño en la experiencia de exilio-retorno.

Observamos, además, que la segunda generación mantiene la sensación de quiebre en su

continuidad y muestra dificultades para generar proyectos futuros en Chile, pues se debate entre

deseos de volver y no volver ante el temor de un reencuentro cargado de desilusión debido al

choque entre el país recordado e idealizado y el país actual y real, probablemente diferente e,

incluso, ajeno, tal como ocurrió con los padres tras su retorno. Proyectarse en Chile implicaría

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126

para los/as jóvenes establecerse en este país, enfrentándolos a la pérdida del país de exilio

parental y a la tarea de elaborar un trabajo de duelo con respecto a su pasado; asimismo, la

carencia de un lugar real de pertenencia genera un vacío que ya fue vivenciado en otro tiempo por

los padres, traduciéndose en sentimientos de soledad que pueden, incluso, derivar en desamparo.

A su vez, observamos en los/as entrevistados/as dificultades en el manejo emocional,

percepciones de sí mismos/as como invulnerables, altas autoexigencias, dificultades para elaborar

proyectos a futuro y conflictos en el ámbito de las relaciones interpersonales. Dichos elementos

confirman, en nuestra opinión, la existencia de un daño transgeneracional debido a las similitudes

con efectos psicosociales documentados anteriormente tanto en primera generación como en

otros casos de segunda generación.

Por último y considerando que la epistemología utilizada en el presente estudio es el

socio-construccionismo, cuya premisa fundamental consiste en la inclusión del investigador en el

campo de estudio a través de una relación dialéctica, recíproca y horizontal por medio de la cual

es transformado. Consideramos apropiado finalizar este apartado con una reflexión sobre el modo

en que este trabajo nos ha influido y transformado como investigadoras.

Tomando en cuenta que parte de nosotras vivió la experiencia de nacer en el exilio de

nuestros padres, el presente estudio tuvo una importante repercusión en nuestros propios

procesos, removiendo contenidos que manteníamos cerrados y obligándonos a retomarlos, lo que

nos permitió incrementar el grado de elaboración de varios temas. En esta misma línea, investigar

una temática que forma parte de nuestra propia conflictiva e historia personal representó un

importante desafío a lo largo de todo el trabajo, pues debimos procurar que nuestras propias

experiencias y vivencias no constituyeran un sesgo tanto al momento de relacionarnos con los/as

entrevistados/as como al analizar los datos.

A ello contribuyó, además, el hecho que una de nosotras no haya vivido la experiencia

estudiada, aportando otras miradas y análisis que ayudaron a minimizar los sesgos que, como

mencionamos, pudieron haber interferido en la investigación. Además, a pesar de no compartir la

experiencia del resto de las investigadoras, el presente trabajo aportó a éste miembro del equipo

un mayor acercamiento a la problemática.

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127

Sugerencias

En consecuencia de lo expuesto hasta el momento, como futuras profesionales de la salud

mental planteamos a continuación una serie de sugerencias.

A nivel terapéutico, la terapia en sí ya cumple la función de ser un espacio de intercambio

simbólico, ordenando y dando sentido a aquello que ha quedado vacío de significado tanto en la

familia como en lo social. De esta manera, la sola decisión de iniciar un proceso psicoterapéutico

constituye un primer paso para desprivatizar el daño pues permite que éste sea abordado en

conjunto con un otro que, desde un nuevo vínculo, ayude a facilitar su elaboración.

Consideramos que el trabajo terapéutico debe darse desde dos espacios complementarios,

el grupal y el individual. La terapia grupal se presente como una estrategia apropiada para

trabajar con la población estudiada en la medida que ésta estimula la emergencia y la reedición

vincular (Gomel, 1997); es un espacio que permitiría a los/as jóvenes darse cuenta que otros/as

comparten experiencias similares a las suyas y trabajar en conjunto con los distintos elementos

que configuran el daño. Tomando en cuenta, además, que gran parte de las consecuencias de la

transgeneracionalidad del daño en los/as hijos/as de exiliados/as-retornados/as alude a las

relaciones en general, la terapia grupal sería un lugar adecuado para trabajar en la reparación y

reconstrucción de los vínculos, así como la generación de nuevas redes sociales.

En cuanto a la terapia individual, ésta debiera efectuarse de manera paralela y

complementaria al trabajo grupal, principalmente en casos de jóvenes con graves conflictos en su

integración afectiva, extrema rigidización e intolerancia, lo que podría conducir al abandono de la

terapia grupal al encontrarse con experiencias y opiniones diversas.

De cualquier manera, irrumpir en la cadena multigeneracional de injusticias y reconocer y

enfrentar los vínculos invisibles que se originan a partir del período formativo de crecimiento,

dentro de un contexto de reconocimiento de un/os otro/s significativo/s, permite reconocer el

daño sin activar fantasías de aniquilamento del Yo, resignificar y reparar las relaciones e instaurar

un nuevo equilibrio en los balances, mitigando los efectos de la transgeneracionalidad. En caso

contrario, estos lazos junto con todas sus consecuencias seguirán siendo vividos como pautas

repetidas en todas las relaciones y generaciones futuras.

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128

Ambos espacios terapéuticos, en nuestra opinión, junto con orientarse al reconocimiento,

expresión y contención afectiva de las emociones y conflictos asociados a la historia personal de

la segunda generación, debe incluir, además, como objetivo transversal, la renuncia por parte de

los/as jóvenes de la visión de sí mismos/as como víctimas pasivas, otorgada ya sea por ellos/as

mismos/as o por el resto de la sociedad, y asumir un rol activo en la construcción de su propia

historia, dotando a sus experiencias y afectos de nuevos significados generados por ellos/as.

Se trataría, por ende, de un proceso de elaboración y resignificación que libere a los/as

hijos/as de la carga determinista del dolor parental. Con esto, no se trata de negar los efectos en la

segunda generación de la represión ejercida en contra de sus progenitores, sino de lograr

apropiarse de estas consecuencias y simbolizarlas, produciendo nuevos significados que

posibiliten la historización y la creación de su propia realidad.

Por otro lado, dado que estamos frente a un trauma psicosocial, generado y mantenido por

unas determinadas relaciones y estructuras sociopolíticas, la reparación no puede limitarse al

ámbito individual, precisamente porque ésta involucra un “procesamiento individual y social del

trauma, implica un reconocimiento que permite a las víctimas dejar de ser marginales, y cuya

verdad pueda ser integrada dentro de la verdad oficial compartida responsablemente por el

conjunto de la sociedad” (González en Restovic, 2004, p 81).

Desde esta perspectiva, la reparación debe ampliarse, involucrando en esta tarea tanto a la

sociedad como al Estado, pues los logros que se puedan alcanzar al interior del espacio

terapéutico requieren inseparablemente de avances en la esfera sociopolítica chilena con respecto

al reconocimiento, justicia y reparación de las violaciones a los Derechos Humanos. De lo

contrario, seguiremos manteniéndonos en un contexto que constantemente retraumatiza a la

población y remite la psicoterapia a un papel de paliativo, impidiendo una reparación integral y

efectiva para todos los/as chilenos/as.

Ante todo lo expuesto nos encontramos, entonces, con el desafío de abrir más y mejores

espacios, tanto individuales como sociales, que faciliten los procesos elaborativos de las

problemáticas señaladas y nos permitan avanzar en la reparación del daño que la represión dejó

en nuestra sociedad. Por una parte, el Estado debiera asumir un mayor compromiso con respecto

a los Derechos Humanos, invirtiendo mayores recursos y buscando de una manera más activa la

verdad, teniendo una posición más clara y fuerte sobre el reconocimiento del daño y la justicia;

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129

en relación al exilio en particular, es de primordial importancia su reconocimiento como

violación a los Derechos Humanos, con un potencial traumático no menor al de otros

instrumentos represivos.

Es fundamental, además, dejar de pensar en el retorno como la instancia reparatoria del

exilio, para comenzar a concebir el exilio-retorno como un proceso que se compone de dos

momentos distintos, donde el segundo ha constituido un elemento retraumatizador más que el fin

de la represión, permitiéndonos entender como sociedad la real magnitud del daño que

experimentan los exiliados/as-retornados/as así como sus descendientes y, de esta manera,

elaborar proyectos sociales orientados a una mejor atención y una auténtica reparación del daño.

Por otra parte, desde la salud mental, la tarea a la que nos enfrentamos se relaciona con un

replanteamiento de lo que entendemos por psicoterapia, así como el rol que nos corresponde

como psicólogos/as en las temáticas de Derechos Humanos. Llama la atención la ausencia de

dichos contenidos en el nivel formativo de pregrado de los/as profesionales de la salud mental,

sobre todo considerando que aún tienen plena vigencia pues el trauma psicosocial social,

concordando con los planteamientos de Keilson (1979 en Bastías et. al. 2001), se mantiene en

nuestra sociedad a modo de tercera secuencia traumática.

A nuestro juicio, la no inclusión de temáticas respecto de los Derechos Humanos como

parte de la instrucción del psicólogo/a se relaciona directamente con el silencio social inducido

por el Estado respecto del daño producido por el Régimen Militar y la consiguiente identificación

alienada con este mandato por parte de la sociedad y las instituciones; es esta negación la que

continúa perpetuando el trauma y es aquí precisamente donde los/as psicólogos/as pueden tomar

un importante rol.

Para esto, consideramos importante la inclusión en la formación del psicólogo/a de

contenidos relacionados al tema, es decir, elementos tanto teóricos como prácticos que permitan

al profesional el abordaje y la intervención clínica con personas afectadas por el trauma

psicosocial heredado de la Dictadura. Consideramos que la presencia en el instrucción del

psicólogo/a de nociones y conceptos psicosociales básicos relativos a la traumatización y los

Derechos Humanos, pueden constituir herramientas fundamentales para el tratamiento apropiado

de estos eventos, así como también aportan a que el quehacer profesional se convierta en un

promotor de reales avances a nivel social.

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130

Como hemos podido apreciar a través de este estudio, se han realizado grandes avances

desde Europa y Latinoamérica en la comprensión de las consecuencias de las catástrofes

sociopolíticas; en nuestro país, varios autores han aportado a esta comprensión desde al ámbito

clínico, por lo que existe ya en Chile un amplio trabajo.

En este sentido, nuestros resultados introducen nuevas bases en el estudio de la

transgeneracionalidad del daño en el caso del exilio-retorno, los cuales deberán ampliarse en

futuros trabajos pues, en este caso, privilegiamos la profundidad de la información frente al

número de participantes. Lo anterior es una de las principales limitaciones del presente estudio,

pues si bien llegamos a proponer un modelo teórico hipotético, es necesario más adelante

contrastar este modelo y complementarlo con más información, sin embargo, a nuestro parecer,

hemos dado los primeros avances para una interesante línea de investigación.

Trabajar con hijos/as de exiliados/as en Latinoamérica fue otra de las limitaciones de esta

investigación, si bien fue una decisión tomada intencionalmente por un interés en este grupo y

para no incluir la variable idioma dentro de los análisis, estamos concientes que con esta decisión

excluimos información valiosa que pudo haber aportado variables muy importantes al fenómeno.

De esta manera, tomar en futuros estudios a hijos/as de exiliados/as tanto en países

latinoamericanos como europeos podría contribuir a una mayor riqueza en los resultados,

sobretodo cuando desde el discurso de algunos/as entrevistados/as se aprecia diferencias en la

acogida al momento del retorno dependiendo de si vienen de Latinoamérica o Europa.

Una tercera limitante alude a la exhaustividad de la información a la que pudimos

acceder; por una parte, al estudiar un fenómeno que tiene importantes raíces en el ámbito

familiar, el testimonio de los padres y/u otros familiares podría haber sido una contribución

esencial a la investigación. Por otra parte, la desconfianza o resistencia de parte de algunos/as

entrevistados/as al momento de profundizar en su historia y, sobretodo, en las relaciones y

calidad de sus vínculos, dificultó el acceso a vivencias significativas que pueden hacer

enriquecido los datos.

La presente investigación ha hecho posible constatar la transgeneracionalidad del daño de

una generación a otra en el caso de exilio-retorno en un grupo de jóvenes, lo que aporta al

mantenimiento y perpetuación del trauma psicosocial en Chile. Asimismo, los resultados

obtenidos, si bien se encuentran enmarcados en la temática del exilio-retorno, pueden aportar

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131

elementos utilies para investigaciones posteriores y/o para otros tipos de migración como, por

ejemplo, en los casos de desplazamiento forzado por razones políticas y/o económicas en

Latinoamérica (Colombia, Perú, Bolivia).

Finalmente, en él ámbito de los Derechos Humanos en Chile, consideramos que aún falta

mucho por delante en términos de validación y justicia para los/as afectados/as y la sociedad

chilena en su conjunto, pues muchos/as todavía no han sido reconocidos/as, no obstante, siguen

formando parte de nuestro país e intentan mantener la memoria histórica viva.

En el ámbito judicial, se ha tendido a remitir la reparación a retribuciones económicas,

dejando la tarea de la reparación subjetiva a los/as profesionales de la salud mental en desmedro

del reconocimiento social; lo anterior constituye una amenaza para la índole dinámica de la

sociedad misma pues al no reconocer el daño continuarán existiendo deudas sin saldar y

dinámicas sociales y familiares que se perpetuarán de generación en generación.

Los intentos por olvidar la historia continúan marginando y patologizando a quienes

sufrieron las más crueles violaciones a sus Derechos Humanos, atribuyendo su insistencia por la

búsqueda de la verdad y reparación a “venganzas” o distorsiones estructurales psíquicas que los

determinan; el concepto de justicia y cómo éste provoca desequilibrios en los balances

multigeneracionales, por su parte, nos proporciona una mirada dialéctica de la problemática,

abriendo posibilidades a una real reconciliación.

Como cierre, deseamos recordar la siguiente reflexión realizada por Martín-Baró (1990):

“Si la base de la salud mental de un pueblo se encuentra en la existencia de unas relaciones

humanizadoras y unos vínculos colectivos en los cuales y a través de los cuales se afirme la

humanidad personal de cada cual y no se niegue la realidad de nadie, entonces la construcción

de una sociedad nueva o, por lo menos, mejor y más justa, no es sólo un problema económico y

político, es también, por principio, un problema de salud mental” (Martín-Baró, 1990, p.37).

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132

Arpillera El Retorno.Talleres Solidarios,

Arzobispado de Santiago, Vicaría de la Solidaridad

Page 133: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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139

ANEXOS

Page 140: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

140

ANEXO N° 1: Consentimiento Informado.

CARTA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO

Yo___________________________________________, acepto participar, a través de la entrega

de mi testimonio, en la investigación sobre Exilio y Retorno que realizan las Licenciadas en

Psicología Susana Latapiatt, Valeria Moscoso y Maya Zilveti de la Universidad de Santiago de

Chile, en el marco del desarrollo de su Tesis para optar al título de Psicólogo.

A su vez, declaro que conozco y acepto los siguientes puntos:

Las investigadoras se comprometen a resguardar la confidencialidad de los testimonios

aportados por los/as participantes de este estudio.

Para el registro de mi testimonio se utilizarán equipos de audio-grabadora.

Toda información emergente sólo será usada para fines académicos e investigativos.

Los/as entrevistados/as son libres de abandonar la investigación en cualquier momento, sin

necesidad de explicar sus motivaciones y sin que esto tenga implicancia alguna para ellos/as.

Dada la temática de este trabajo de investigación, estoy consciente de la posibilidad de que la

entrega de mi testimonio reviva aspectos dolorosos vinculados a mi experiencia; frente a lo

cual, las entrevistadoras se comprometen a aportar la ayuda e información necesaria a fin de

poder optar a un apoyo psicológico; en caso de que así lo decida.

__________________________

Entrevistado/a

_________________ _________________ ________________

Susana Latapiatt Valeria Moscoso Maya Zilveti

Lic. en Psicología Lic. en Psicología Lic. en Psicología

Santiago, ____ de ____________ de 2006

Page 141: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

141

ANEXO N° 2: Preguntas Guía para Entrevista.

1.-. Datos de identificación

2.- Genograma básico

3.- Descripción familiar

4.- Caracterización de relaciones familiares

5.- Rol del entrevistado/a en la familia

6.- Expectativas paternas respecto del entrevistado/a

7.- Historia de vida

Exilio Parental: ¿Cómo fue que tus padres llegaron a (país de exilio)?

(Historia Política y Represiva, Historia Familiar, Exilio)

Vivencia en país de Origen: ¿Cómo fue para ti vivir en (país de origen)?

(Infancia y adolescencia, Relaciones interpersonales y familiares, Conocimiento de historia política-represiva

parental, Actividades extra programáticas y su función o papel, Vínculos con Chile y con comunidad chilena)

Conocimiento de Chile previa migración: ¿Qué imagen tenías de Chile antes de migrar?

(Creencias, Percepciones, Expectativas)

Decisión de migrar: ¿Cómo se da la decisión de venirse a Chile?

(Nivel de participación de miembros en decisión, Sentimientos, Reacciones familiares)

Primeras experiencias en Chile: ¿Cuáles son las primeras experiencias que tuviste al llegar a Chile?

(Vivencia personal, Relaciones familiares -nuclear y extensa-, Reacción del entorno, Condiciones de

migración -apoyo institucional, familiar, condiciones materiales, etc.-)

Experiencias en Chile: ¿Cómo ha sido para ti vivir estos años en Chile?

(Relaciones familiares y sociales, Actividades extra programáticas, Vínculos con país de origen, Relaciones

con instituciones gubernamentales -temática de justicia y DDHH- impacto de esta relación en entrevistado/a)

Presente: ¿Cómo es tu vida hoy?

(Redes, Actividades, Autopercepción, Proyectos futuros)

8.- Impacto

¿Cuál sería, desde tu vivencia, el impacto de la experiencia de exilio de tus padres? (positivo,

negativo y qué influyó para que fuera así)

¿Cómo hubiese sido tu vida si tus padres no hubiesen sido exiliados?

¿Cuál sería, desde tu vivencia, el impacto de la migración a Chile? (positivo, negativo y qué influyó

para que fuera así)

¿Cómo hubiese sido tu vida si no hubieses migrado a Chile?

9.- Preguntas, sugerencias, dudas desde el entrevistado

Page 142: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

142

ANEXO N° 3: Información Necesaria para la Construcción del Genograma entregada a los/as

entrevistados/as.

ÁRBOL FAMILIAR

Para (re)construir la historia y realizar un árbol familiar es necesario recabar información de

al menos tres generaciones, es decir, abuelos, padres, hijos, nietos, etc.; los datos requeridos son:

Persona Entrevistada, Hijos y Cónyuges

Nombre. Fecha de nacimiento. Ocupación. Estado civil. Nombre de los cónyuges. Nombre,

sexo y fechas de nacimiento de los/as hijos/as. Abortos. Muertes. Causas de fallecimiento.

Adopciones. Casamientos. Separaciones. Divorcios. Ocupaciones y educación de los familiares

mencionados. Quién vive en el hogar ahora.

Familia de Origen

Nombre de la madre. Nombre del padre. Hermanos/as y su posición dentro de la familia.

Nombre y sexo de los hermanos/as. Nacimientos. Abortos. Adopciones. Casamientos.

Separaciones. Divorcios de padres o hermanos/as. Fallecimientos y causas. Segundas Nupcias.

Ocupaciones. Nivel educacional Quién ha vivido en el hogar durante su crecimiento. Situación

familiar en cada nacimiento o fallecimiento. etc.

Familia de la Madre y del Padre del Entrevistado/a

Nombre de los padres. Cuántos hermanos/as tiene y que posiciones ocupan. Nombre y sexo

de los hermanos/as. Nacimientos. Adopciones. Abortos. Muertes y causas. Casamientos.

Separaciones. Divorcios. Ocupaciones. Educación. etc.

Carácter Étnico

Antecedentes étnicos/culturales/religiosos de los familiares y sus lenguas maternas. etc.

Movimientos Importantes

Migraciones y sucesos familiares críticos y/o importantes. Transiciones. Cambios de

relaciones. Fracasos. Éxitos. etc.

Otras Personas Importantes

Todos aquellos que vivieron con o fueron importantes para la familia y/o el individuo. Datos

de estas personas. etc.

Para todos los Miembros Mencionados

Problemas médicos, emocionales o de conductas importantes. Problemas laborales.

Problemas de drogadicción o alcoholismo. Problemas con la ley. Signos de funcionamiento

exitoso. etc.

Relación con Cada Miembro Mencionado y entre Ellos

Caracterización de las relaciones familiares.

Realizaremos una cronología con el genograma, es decir, un listado en orden de aparición de

hechos importantes en la historia de la familia que pudieran haber causado un impacto; en esta

cronología recabaremos información tanto individual como del sistema familiar en su conjunto.

Page 143: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

143

ANEXO N° 4: Categorías de Análisis de Genogramas propuestas por McGoldrik y Gerson (1996).

I. Categoría 1: Estructura Familiar

A. Composición del hogar

1. Familia nuclear intacta

2. Familia uniparental

3. Familias de segundas nupcias

4. Hogar con tres generaciones

5. Hogares que incluyen a miembros no-nucleares

de la familia

B. Constelación fraterna

1. Orden de nacimiento

2. Genero

3. Diferencias de edad

4. Otros factores que influyen en la constelación

a) Momento de la historia familiar en que nace cada hijo/a

b) Características del niño/a

c) “Programa” familiar para el/la niño/a

d) Actitudes e inclinaciones parentales sobre las diferencias de sexo

e) Posición fraterna del niño/a con respecto a la del padre

C. Configuraciones familiares inusuales

II. Categoría 2: Adaptación al Ciclo Vital

III. Categoría 3: Repetición de Pautas a través de las Generaciones

A. Pautas de funcionamiento

B. Pautas vinculares C. Pautas estructurales repetidas

IV. Categoría 4: Sucesos de la Vida y Funcionamiento Familiar

A. Coincidencia de sucesos de la vida

B. Impacto de los cambios, transiciones

y traumas

C. Reacciones de aniversario

D. Sucesos sociales, económicos y políticos

V. Categoría 5: Pautas Vinculares y Triángulos

A. Triángulos

B. Triángulos padre/madre-hijo/a

C. Triángulos comunes de parejas

D. Triángulos en familias divorciadas y

vueltas a casar

E. Triángulos en familias con hijos adoptivos

F. Triángulos multigeneracionales

G. Relaciones fuera de la familia

VI. Categoría 6: Equilibrio y Desequilibrio Familiar

A. Estructura familiar

B. Roles

C. Niveles y estilo de

funcionamiento

D. Recursos

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144

ANEXO N° 5: Informes de Evaluación de Tesis.

Facultad de Humanidades

INFORME DE TESIS PARA OPTAR AL TÍTULO PROFESIONAL DE PSICÓLOGA

Transgeneracionalidad del daño en la experiencia chilena de Exilio-Retorno desde la perspectiva de la Segunda Generación

ALUMNAS : Susana Latapiatt P. Valeria Moscoso U. Maya Zilveti V. PROFESORA GUÍA : Dra. María Inés Winkler PROFESORES/AS CORRECTORES : Mg. Patricia Pallavicini Psic. Gabriela Wladdimiro FECHA : 3 de enero 2007

La presente tesis se propone como objetivo conocer cómo se configura el fenómeno de la

transgeneracionalidad del daño en la experiencia de exilio-retorno desde la perspectiva de hijos/as

exiliados/a-retornados/as residentes en Chile. Proponerse el estudio de un tema como éste implica

tanto una postura política como ética, ambas dimensiones ineludibles constituyentes de la

investigación, según Maritza Montero (2001). Concordantemente, las autoras explicitan la relevancia

del tema y de las preguntas de investigación, en particular, identificando las omisiones o “deudas” que

la sociedad chilena tiene con las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos en el período de la

dictadura militar; así como también las omisiones simbólicas durante los gobiernos de la Concertación,

post-dictadura.

El Marco Teórico es pertinente y logra resumir los principales aportes en la temática,

incorporando especialmente las críticas que desde una postura psicológica y ética se hace a los

conceptos de trauma y estrés postraumático, evidenciando los componentes ideológicos que han

jugado un papel importante en la definición de tales conceptos.

La descripción metodológica es exhaustiva y descriptiva y permite a los/as lectores/as conocer

los caminos recorridos para alcanzar los resultados, es decir, el método.

Page 145: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

145

Sin embargo, una de las principales innovaciones metodológicas –combinar las entrevistas con

los genogramas- no es lograda en el producto final. Se trataba de una propuesta en que se apostó por

la profundidad en el análisis de los datos –por ello, sólo seis entrevistas- pero no se logró mostrar el

aporte que significaba incluir los genogramas en el análisis. Predominan las revistas y los genogramas

quedan casi ausentes en la presentación final de resultados. Tal ausencia es más evidente en la

descripción de la Categoría II: Caracterización de Aspectos Familiares, donde queda la impresión que

no “le sacaron provecho a los datos”.

La Presentación de Resultados es clara, ilustrativa y da cuenta de lo encontrado. Sin embargo,

insisto en la debilidad de no incorporar la información proveniente de los genogramas. No puedo dejar

de preguntarme si la experiencia personal de las investigadoras influyó en la dificultad para elaborar

esta información. Y realizo un “mea culpa” en el sentido de que tal vez se requería mayor presencia

mía como directora de tesis en el procesamiento de datos y en la elaboración y procesamiento del

trauma.

En lo formal se trata de un trabajo de cuidadosa y excelente presentación, con una redacción

que se ajusta a lo habitual en trabajos de pre-grado y que permite reconocer la presencia de las

autoras no sólo en el uso de la primera persona -que apoyo- sino también en una cuidadosa reflexión

teórica legible en y entre líneas. Destaco también la preocupación por los aspectos éticos en la

investigación y la teorización.

Considero que por la calidad y méritos del trabajo realizado y presentado es indispensable

consumar el siguiente "paso natural" para una investigación de este tipo, cual es, su elaboración como

artículo para ser publicado en alguna revista de psicología y cumplir así la finalidad última que la

originó: contribuir a la formación de psicoterapeutas. En particular rescato la sugerencia de incluir en

la currícula profesional los temas del daño transgeneracional y los efectos del exilio-y el retorno- en la

salud de quienes lo han vivido.

En lo formal, algunos problemas de redacción y tipeo, como por ejemplo, la ausencia de título

en el Diagrama nº 2. Asimismo, en lo formal no queda claro el abordaje del objetivo específico nª 3º; ni

la incorporación de losa datos de los genogramas.

La discusión y conclusiones es potente; sin embargo, extensión de la discusión opaca la

prevalencia de las conclusiones de esta investigación.

Por todo lo anterior, y con mis más sinceras felicitaciones para sus autoras, evalúo la Tesis con

nota 6.6 (seis coma seis).

Dra. María Inés Winkler

Page 146: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

146

Informe de evaluación de tesis

Transgeneracionalidad del daño en la experiencia chilena de exilio-retorno desde la

perspectiva de la segunda generación

Autoras: Susana Latapiatt, Valeria Moscoso & Maya Zilvetti

Profesora Guía: María Inés Winkler

Uno de los grandes aportes de esta investigación dice relación con abrir la mirada respecto a los

impactos de la represión política. Las acciones reparatorias que hasta ahora se han implementado

se han focalizado, fundamentalmente, en las personas directamente afectadas y omitiendo el

carácter social del trauma, que es lo que esta tesis y sus hallazgos relevan.

En consideración de esto, la pregunta que se plantean las autoras es compleja de abordar y

desarrollar, cuestión que logran mediante un adecuado diseño metodológico y con un

compromiso ético con los sujetos que formaron parte del estudio. El trabajo realizado es de gran

calidad y se destaca la elaboración de un modelo que articula las relaciones entre las diferentes

problemáticas y vivencias de los sujetos.

Como tareas pendientes, y aunque quedó enunciado en el documento, se sugiere discutir y

potenciar los recursos que posibilitan la resignificación y explorar vías para una redefinición

identitaria, que no limite la identidad a la identidad dada por el estado-nación.

Por lo anterior, califico la tesis con nota 6,7.

Patricia Pallavicini M.

Page 147: Tesis_hijos Exilio Retorno. Valeria Moscoso 2007

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Tésis para optar al Título profesional de Psicólogo: “Transgeneracionalidad del Daño en la

Experiencia chilena de Exilio-Retorno desde la perspectiva de la Segunda Generación”

Alumnas: Lic. Susana Latapiatt P.

Lic. Valeria Moscoso U.

Lic. Maya Zilveti V.

El tema abordado por las tesistas reviste una extraordinaria importancia, al introducirnos

en la comprensión del proceso de la transmisión del daño producido en hijos de exiliados

retornados a su país de origen.

Proporciona una mirada integradora de un problema psicosocial, utilizando una metodo-

logía adecuada a los propósitos de la Investigación.

Nos enfrenta a la concepción de un sistema familiar traumatizado, trascendiendo el

enfoque reduccionista e individual . No es sólo el individuo “enfermo” quien responde a

circunstancias amenazantes y perturbadoras del entorno, sino que los miembros de un

sistema familiar que en diferentes momentos, contextos y etapas de sus respectivos

ciclos vitales. intentan responder a la necesidad de enfrentar las exigencias y cambios

que acompañan al exilio-desexilio.

Sin embargo, la abundante información recogida y que podría haber contribuído a

profundizar y establecer nexos relacionales entre las generaciones, no es aprovechada

a cabalidad y se desestima un mayor análisis de instrumentos como los genogramas.

Asimismo, pese a constatar elementos traumáticos y efectos del daño que dan cuenta de

similitudes en los procesos vivenciados en la 1ª y 2ª generación, no se contemplan

instancias reparatorias que permitan integrarlos . La ausencia de una propuesta que con-

sidere una modalidad de Terapia Familiar que aborde aspectos disfuncionales de la

dinámica familiar y permita la elaboración de lo vivido no parece del todo congruente.

Se rescata su carácter de pionero y marcador de nuevas temáticas de investigación.

En consecuencia a lo expuesto, evalúo este trabajo de Tésis con nota 6.7

M. Gabriela Wladdimiro E.

Profesora correctora