Terceiras

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TERCEIRAS Los agentes al servicio de Felipe II, habían seguido el peregrinaje de Don Antonio por Europa y habían alertado de la salida de la flota de Strozzi. Arrinconado en las Azores, Don Antonio no parecía un serio rival, pero habiendo obtenido tropas y buques, obligaba a Felipe a organizar rápidamente una flota con la que hacerle frente. Para ello en Lisboa se habían concentrado 36 barcos capitaneados por Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, quién desde 1.576 era Capitán General de Galeras. Felipe II le concedió el título de Marqués de Santa Cruz por su triunfo en Lepanto y ahora volvía a recurrir a su mejor marino. Al mando de una flota oceánica de galeones y mercantes armados con grandes cañones, Don Álvaro iba a encontrarse con un combate naval sin precedentes, pues nunca antes habían luchado en mar abierto un grupo numeroso de barcos de semejante tamaño y tan fuertemente armados. Así, en la primavera de 1.582, Don Álvaro recibe la orden de preparar en Sevilla y Lisboa la flota que debía conquistar la isla Terceira. Se mandan construir 80 barcas de desembarco, prepara 12 galeras y 60 naos gruesas, más pataches y embarcaciones ligeras de protección. Un total de 6.000 hombres, entre los que se encontraban partidarios portugueses de Felipe II, se embarcan en la aventura que supondrá la batalla por la Isla Terceira. La flota española estaba compuesta de dos galeones del rey, 10 naos guipuzcoanas, ocho portuguesas y castellanas, 10 urcas flamencas, una levantisca y cinco pataches. Pero dos de las urcas desaparecieron en la noche del 24 de julio, tres naves se demoraron en Lisboa, la levantisca llegó tarde y uno de los pataches había sido apresado, por lo que, en el momento del combate, solo tenía 25 bajeles de guerra. El mando de la flota francesa lo tenía Felipe Strozzi, hijo de Pedro Strozzi, Mariscal de Francia, y le secundaba Charles de Brisac, Conde de Brisac, también hijo de Mariscal de Francia y además se encontraba en ella Don Francisco de Portugal. Llevaban 60 navíos con entre 6.000 y 7.000 infantes y arbolaban la bandera blanca con la flor de lis dorada. El 10 de julio, teniendo noticias de que la armada francesa se encuentra ya en la mar, Don Álvaro zarpa de Lisboa. Izó su estandarte en un gran galeón portugués armado con 48 cañones, el San Martín, de 1.000 toneladas y puso rumbo a las Azores. El Maestre de Campo, Don Lope de Figueroa, quien mandaba las compañías del Tercio embarcado, unos 6.000 hombres, se encontraba a bordo de otro galeón portugués, el San Mateo, de 36 cañones. Otro reputado marino, el Capitán General de la Armada de Guipúzcoa, Don Miguel de Oquendo (padre de otro futuro gran Almirante de España, don Antonio de Oquendo), tenía el mando de una escuadra de mercantes armados, mientras que otra escuadra reunía a los mercantes y buques auxiliares. El mismo Don Álvaro aportaba una escuadra de galeazas de su propiedad, que armaban unas 50 piezas de artillería cada una, y que a diferencia de las que participaron en Lepanto, solían navegar principalmente a vela. Se esperaba además, que en un momento u otro se uniera a esta flota la escuadra de Don Juan Martínez de Recalde. Al poco de zarpar, la flota española se encontró con una tormenta que dispersó las escuadras obligando a cuatro barcos a regresar a Lisboa. La flota de Don Álvaro consiguió reagruparse anclando el día 22 de Julio en Villagranca, al sur de la isla de San Miguel, pero la flota de Strozzi se encontraba en las Azores ya desde el día 14. El desembarco francés y la llegada de los españoles. Los franceses habían llegado entre el 14 y el 15 de julio a San Miguel, con Don Antonio como orgullosa cabeza visible de esta imponente fuerza de combate. Los vientos fueron muy favorables durante la travesía y la mejor noticia que pudieron certificar, nada más llegar, es que no había rastro de las tropas de Felipe II. Ante esta inesperada sorpresa, Don Antonio envía emisario s a tierra a fin de que los defensores rindieran la isla sin oponer resistencia. Pero la respuesta fue negativa y no le quedó al portugués otro remedio que atacar a las guarniciones. Tras bombardear las fortificaciones de la isla durante el 15, 16 y 17 de julio, finalmente lanzan a tierra a tres mil infantes, entre las villas de Lagoa y Rosto de Cão, cogiendo de improviso a los defensores, parte de los que pudieron, huyeron con sus familias y pertenencias al interior de la isla. Ante la avalancha que se avecinaba, los que quedaron, se refugiaron en el castillo de São Brás. Mientras tanto, Don Antonio desembarcaba con dos mil soldados en el mismo puerto, y los franceses se adentran en la isla, saqueando todo lo que encuentran a su paso y asesinando a 200 portugueses que opusieron resistencia al avance francés. En la mañana del 17 de julio, una compañía de franceses y portugueses que habían estado saqueando la villa de Lagoa y procedía al reconocimien to del norte de la isla, se encontró en el Pico do Cháscalo con un destacamento de tropas castellano-portuguesas que habían huido de Punta Delgada. En el enfrentamiento que siguió, fallecieron 25 españoles y 50 franceses. Tras esta escaramuza, los franceses continuaro n saqueando las villas de Fenais da Luz y de Faja de Cima, así como los arrabales de Punta Delgada. Fue tan cruenta la masacre perpetrada por los franceses, que en un momento determinado, Don Antonio impuso la pena de muerte “a cualquier soldado del ejército que tan siquiera tocase a un solo vecino de la isla”. Curiosamente, en el lugar, actualmente llamado Batalha, se encuentra un conocido campo de golf. Como cambian las cosas… Una vez controlada la mayor parte de la isla, Don Antonio se establece en Franca do Campo, con la intención de rendir el último obstáculo que quedaba: las fuerzas castellanas atrincheradas en el castillo de São Brás. Mientras preparaba el asalto, es informado de la llegada de la armada de Don Álvaro de Bazán y ordena a todas sus tropas la finalización de las hostilidades en tierra y el embarque inmediato. La intención era combatir antes de que llegara todo el grueso de la flota castellana, puesto que faltaban aún las naves de Andalucía Nada más llegar los españoles, se ordena a Don Miguel de Oquendo reconocer la isla y encontrar a la flota francesa, hallándola en Punta Delgada, doce millas al oeste de donde se encontraba el grueso de la flota de Don Álvaro. Se contaron hasta 56 barcos franceses, con lo que la flota francesa era numéricamente superior; sin embargo, el promedio de tamaño de los buques franceses era menor que el de los españoles y portugueses, impuesto sobre todo por el escaso calado de los puertos franceses, proporcionándo les a cambio la ventaja de ser muy maniobrables y buenos veleros. Don Álvaro convocó una reunión de los capitanes de su flota para celebrar consejo. Entre ellos se encontraban Don Pedro de Toledo, Maestre General de Campo, Don Pedro de Tassis, Comisario General, Don Francisco de Bobadilla y otros oficiales. Todos acordaron entablar combate inmediatamente aún contra un enemigo superior en número sin esperar la llegada de los refuerzos de la escuadra de Recalde. Se establecen las posiciones y se inicia el combate. La distribución táctica determinada por los españoles tras la deliberación del consejo, sería la siguiente. Una vez la flota estuviera en alta mar, se organizaría una formación cerrada en línea de frente. Don Álvaro, a bordo del galeón San Martín, iría en el centro de la formación, flanqueado a su derecha por el San Mateo, gobernado por Don Lopo de Figueroa, y a su izquierda una urca, en la que iría Don Francisco de Bobadilla junto con otras cuatro naves de socorro. El resto de la formación de combate iría en sus puestos habituales, dejándose en la retaguardia a Don Cristóbal de Eraso, debido a que había partido el mástil de la nave en que viajaba durante el viaje de ida a las islas. Sumaban las naves castellanas un total de 27 navíos. Pero a diferencia de las galeras, que utilizaban los remos para lanzarse al ataque en cualquier dirección sin preocuparse del viento, los galeones propulsados únicamente por el velamen de su aparejo, podían quedar inmóviles por la ausencia de viento. Así, mientras Don Álvaro bordeaba la costa del este de San Miguel, aproximándose a la ciudad de Punta Delgada, arribó hasta la escuadra una pinaza con noticias de Punta Delgada. El gobernador le comunica que los franceses habían desembarcado con unos 6.000 hombres en la isla el 15 de julio, contando con 58 embarcaciones pequeñas y 28 navíos. Habían saqueado la villa de La Laguna y tomado Punta Delgada, salvo el castillo. Que el almirante Peijoto, en vez de hacerse a la mar, se arrimó al castillo, resultando apresadas las naves guipuzcoanas y varadas en los escollos dos carabelas y dos galeones. Que la gente de los barcos se había refugiado en el castillo, por lo que con más de 500 hombres, con lo que pudo resistir. Y que al ver que los franceses se retiraban, en vez de hacerse fuertes en Punta Delgada, supusieron que había llegado la escuadra española, por lo que despacharon la pinaza para avisarles. Al día siguiente, 23 de julio, y durante tres días más, la escasez de viento no permitió Primeros movientos y compsición de las flotas. Flota combinada de los corsarios franceses anclada frente a Punta Delgada: poco después se iniciaría la batalla (ilustración de la época). Vista del castillo de São Brás, lugar en que se atrincheraron las tropas españolas resistiendo hasta la llegada de sus compañeros.

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TERCEIRAS

Los agentes al servicio de Felipe II, habían seguido el peregrinaje de Don Antonio por Europa y habían alertado de la salida de la flota de Strozzi. Arrinconado en las Azores,Don Antonio no parecía un serio rival, pero habiendo obtenido tropas y buques, obligaba a Felipe a organizar rápidamente una flota con la que hacerle frente. Para ello enLisboa se habían concentrado 36 barcos capitaneados por Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, quién desde 1.576 era Capitán General de Galeras. Felipe II leconcedió el título de Marqués de Santa Cruz por su triunfo en Lepanto y ahora volvía a recurrir a su mejor marino. Al mando de una flota oceánica de galeones y mercantesarmados con grandes cañones, Don Álvaro iba a encontrarse con un combate naval sin precedentes, pues nunca antes habían luchado en mar abierto un grupo numeroso debarcos de semejante tamaño y tan fuertemente armados.

Así, en la primavera de 1.582, Don Álvaro recibe la orden de preparar en Sevilla y Lisboa la flota que debía conquistar la isla Terceira. Se mandan construir 80 barcas dedesembarco, prepara 12 galeras y 60 naos gruesas, más pataches y embarcaciones ligeras de protección. Un total de 6.000 hombres, entre los que se encontrabanpartidarios portugueses de Felipe II, se embarcan en la aventura que supondrá la batalla por la Isla Terceira.

La flota española estaba compuesta de dos galeones del rey, 10 naos guipuzcoanas, ochoportuguesas y castellanas, 10 urcas flamencas, una levantisca y cinco pataches. Pero dosde las urcas desaparecieron en la noche del 24 de julio, tres naves se demoraron enLisboa, la levantisca llegó tarde y uno de los pataches había sido apresado, por lo que, enel momento del combate, solo tenía 25 bajeles de guerra.El mando de la flota francesa lo tenía Felipe Strozzi, hijo de Pedro Strozzi, Mariscal deFrancia, y le secundaba Charles de Brisac, Conde de Brisac, también hijo de Mariscal deFrancia y además se encontraba en ella Don Francisco de Portugal. Llevaban 60 navíos conentre 6.000 y 7.000 infantes y arbolaban la bandera blanca con la flor de lis dorada.

El 10 de julio, teniendo noticias de que la armada francesa se encuentra ya en la mar, DonÁlvaro zarpa de Lisboa. Izó su estandarte en un gran galeón portugués armado con 48cañones, el San Martín, de 1.000 toneladas y puso rumbo a las Azores. El Maestre deCampo, Don Lope de Figueroa, quien mandaba las compañías del Tercio embarcado, unos6.000 hombres, se encontraba a bordo de otro galeón portugués, el San Mateo, de 36cañones. Otro reputado marino, el Capitán General de la Armada de Guipúzcoa, DonMiguel de Oquendo (padre de otro futuro gran Almirante de España, don Antonio deOquendo), tenía el mando de una escuadra de mercantes armados, mientras que otraescuadra reunía a los mercantes y buques auxiliares. El mismo Don Álvaro aportaba unaescuadra de galeazas de su propiedad, que armaban unas 50 piezas de artillería cada una,y que a diferencia de las que participaron en Lepanto, solían navegar principalmente avela. Se esperaba además, que en un momento u otro se uniera a esta flota la escuadrade Don Juan Martínez de Recalde.Al poco de zarpar, la flota española se encontró con una tormenta que dispersó lasescuadras obligando a cuatro barcos a regresar a Lisboa. La flota de Don Álvaro consiguió

reagruparse anclando el día 22 de Julio en Villagranca, al sur de la isla de San Miguel, pero la flota de Strozzi se encontraba en las Azores ya desde el día 14.

El desembarco francés y la llegada de los españoles.Los franceses habían llegado entre el 14 y el 15 de julio a San Miguel, con Don Antonio como orgullosa cabeza visible de esta imponente fuerza de combate. Los vientosfueron muy favorables durante la travesía y la mejor noticia que pudieron certificar, nada más llegar, es que no había rastro de las tropas de Felipe II. Ante esta inesperadasorpresa, Don Antonio envía emisarios a tierra a fin de que los defensores rindieran la isla sin oponer resistencia. Pero la respuesta fue negativa y no le quedó al portuguésotro remedio que atacar a las guarniciones. Tras bombardear las fortificaciones de la isla durante el 15, 16 y 17 de julio, finalmente lanzan a tierra a tres mil infantes, entrelas villas de Lagoa y Rosto de Cão, cogiendo de improviso a los defensores, parte de los que pudieron, huyeron con sus familias y pertenencias al interior de la isla. Ante laavalancha que se avecinaba, los que quedaron, se refugiaron en el castillo de São Brás.Mientras tanto, Don Antonio desembarcaba con dos mil soldados en el mismo puerto, y los franceses se adentran en la isla, saqueando todo lo que encuentran a su paso yasesinando a 200 portugueses que opusieron resistencia al avance francés. En la mañana del 17 de julio, una compañía de franceses y portugueses que habían estadosaqueando la villa de Lagoa y procedía al reconocimiento del norte de la isla, se encontró en el Pico do Cháscalo con un destacamento de tropas castellano-portuguesas quehabían huido de Punta Delgada. En el enfrentamiento que siguió, fallecieron 25 españoles y 50 franceses. Tras esta escaramuza, los franceses continuaron saqueando lasvillas de Fenais da Luz y de Faja de Cima, así como los arrabales de Punta Delgada. Fue tan cruenta la masacre perpetrada por los franceses, que en un momentodeterminado, Don Antonio impuso la pena de muerte “a cualquier soldado del ejército que tan siquiera tocase a un solo vecino de la isla”. Curiosamente, en el lugar,actualmente llamado Batalha, se encuentra un conocido campo de golf. Como cambian las cosas…

Una vez controlada la mayor parte de la isla, Don Antonio se establece en Franca do Campo, con la intención de rendir el último obstáculo que quedaba: las fuerzascastellanas atrincheradas en el castillo de São Brás. Mientras preparaba el asalto, es informado de la llegada de la armada de Don Álvaro de Bazán y ordena a todas sustropas la finalización de las hostilidades en tierra y el embarque inmediato. La intención era combatir antes de que llegara todo el grueso de la flota castellana, puesto quefaltaban aún las naves de AndalucíaNada más llegar los españoles, se ordena a Don Miguel de Oquendo reconocer la isla y encontrar a la flota francesa, hallándola en Punta Delgada, doce millas al oeste dedonde se encontraba el grueso de la flota de Don Álvaro. Se contaron hasta 56 barcos franceses, con lo que la flota francesa era numéricamente superior; sin embargo, elpromedio de tamaño de los buques franceses era menor que el de los españoles y portugueses, impuesto sobre todo por el escaso calado de los puertos franceses,proporcionándoles a cambio la ventaja de ser muy maniobrables y buenos veleros. Don Álvaro convocó una reunión de los capitanes de su flota para celebrar consejo. Entreellos se encontraban Don Pedro de Toledo, Maestre General de Campo, Don Pedro de Tassis, Comisario General, Don Francisco de Bobadilla y otros oficiales. Todosacordaron entablar combate inmediatamente aún contra un enemigo superior en número sin esperar la llegada de los refuerzos de la escuadra de Recalde.

Se establecen las posiciones y se inicia el combate.La distribución táctica determinada por los españoles tras la deliberación del consejo, seríala siguiente. Una vez la flota estuviera en alta mar, se organizaría una formación cerradaen línea de frente. Don Álvaro, a bordo del galeón San Martín, iría en el centro de laformación, flanqueado a su derecha por el San Mateo, gobernado por Don Lopo deFigueroa, y a su izquierda una urca, en la que iría Don Francisco de Bobadilla junto conotras cuatro naves de socorro. El resto de la formación de combate iría en sus puestoshabituales, dejándose en la retaguardia a Don Cristóbal de Eraso, debido a que habíapartido el mástil de la nave en que viajaba durante el viaje de ida a las islas. Sumaban lasnaves castellanas un total de 27 navíos.

Pero a diferencia de las galeras, que utilizaban los remos para lanzarse al ataque encualquier dirección sin preocuparse del viento, los galeones propulsados únicamente por elvelamen de su aparejo, podían quedar inmóviles por la ausencia de viento. Así, mientrasDon Álvaro bordeaba la costa del este de San Miguel, aproximándose a la ciudad de PuntaDelgada, arribó hasta la escuadra una pinaza con noticias de Punta Delgada. Elgobernador le comunica que los franceses habían desembarcado con unos 6.000 hombresen la isla el 15 de julio, contando con 58 embarcaciones pequeñas y 28 navíos. Habíansaqueado la villa de La Laguna y tomado Punta Delgada, salvo el castillo. Que el almirantePeijoto, en vez de hacerse a la mar, se arrimó al castillo, resultando apresadas las navesguipuzcoanas y varadas en los escollos dos carabelas y dos galeones. Que la gente de losbarcos se había refugiado en el castillo, por lo que con más de 500 hombres, con lo que

pudo resistir. Y que al ver que los franceses se retiraban, en vez de hacerse fuertes enPunta Delgada, supusieron que había llegado la escuadra española, por lo quedespacharon la pinaza para avisarles.Al día siguiente, 23 de julio, y durante tres días más, la escasez de viento no permitió

Primeros movientos y compsición de las flotas.

Flota combinada de los corsarios franceses anclada frentea Punta Delgada: poco después se iniciaría la batalla

(ilustración de la época).

Vista del castillo de São Brás, lugar en que seatrincheraron las tropas españolas resistiendo hasta la

llegada de sus compañeros.

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combate alguno, con lo que únicamente se lanzaban andanadas, prácticamente infructuosas, entre ambas escuadras, que se hallaban a poco más de una legua la una de laotra y a unas cinco de la Isla de San Miguel.

El día 26 de julio amaneció casi en calma, pero a las ocho de la mañana comenzó a soplar viento del oeste y de nuevo los franceses se encontraron con la ventaja delbarlovento. Al mediodía se levantó una brisa que puso en orden de combate a ambas escuadras. Durante estos tres días, Strozzi había contado siempre con la ventaja delbarlovento, pues el viento había soplado siempre desde detrás de su flota y de cara a la flota española, permitiendo a los franceses colocarse en la mejor posición para elegirel punto de la formación española donde lanzar su ataque. Situado a sotavento, Don Álvaro trató en repetidas ocasiones de mejorar su posición, pero los barcos franceses,más rápidos y manejables, acababan siempre por volver a la zona desde donde soplaba el viento. Sin embargo, durante la noche del 24 de Julio, consiguió hacer virar suflota entre la oscuridad sin ser detectado y cuando amaneció, la flota española estaba situada detrás de la flota de Strozzi y con el viento a favor.

Como decíamos, ese 26 de Julio, las dos flotas se encontraban a unas dieciocho millas de la costa. A mediodía, al norte de la isla de San Miguel, las dos flotas navegaban en

formación de línea separadas por dos o tres millas y en cursos paralelos pero contrarios. Strozzi se dirigía hacia el oeste y Don Álvaro de Bazán hacia el este.

En este momento el buque del Maestre de Campo Don Lope de Figueroa, el galeón San Mateo, se aparta de la línea hacia barlovento. Los franceses creen que puedenaislarle de la línea española, y se dirigen hacia él la Capitana, la Almiranta y tres galeones. Figueroa acepta el combate, y sin disparar sus cañones, se ve abordado por laCapitana (por babor) y la Almiranta (por estribor) al mando de Strozzi, mientras los tres galeones franceses restantes que se habían lanzado al asalto junto con la nave deStrozzi, se situaron a popa del San Mateo, su parte más desprotegida y desde la que no se podían devolver los golpes, castigando impunemente el castillo de popa. Cuandolas dos naves francesas están muy cerca, dispara su artillería, produciendo grandes daños a las franceses, y repite la descarga antes del abordaje. Pone tiradores escogidosen las gavias que barren las cubiertas francesas.

El San Mateo aguantó durante dos horas el castigo al que le sometieron los cinco buques franceses. Su casco recibió más de 500 impactos de artillería y fue desarbolado demástiles y aparejos. La mitad de la tripulación y de los soldados habían sido muertos o heridos, pero el San Mateo no mostraba evidencias de aflojar su defensa. Duranteesas dos horas, el resto de la flota española había estado efectuando trabajosamente una maniobra de virada en contra del viento. Era el momento más decisivo y cuando elcombate se había generalizado, la escuadra de la retaguardia de la flota de Strozzi abandonó la batalla. La lucha se desarrollaba sin que ninguna de las dos flotas intentarasiquiera mantener una mínima formación. La confusión era total y cada capitán maniobraba su nave según sus propias circunstancias. La única directriz común era buscar unoponente, abrir fuego y enzarzarse mutuamente con los garfios para pasar luego al abordaje. Existía un acuerdo tácito entre los marinos de la época por el cuál las navesalmirantas de dos flotas enfrentadas debían entablar un duelo singular y del que dependería el resultado final del combate. Así la nave insignia de Don Álvaro se abrió pasoentre la confusión buscando el buque insignia de Strozzi. Don Álvaro finalmente localizó el buque de Strozzi y decidió pasar al abordaje para cobrar la pieza, aún sabiendoque el buque francés hacía agua.

Filippo Strozzi, tras una serie de acciones de combate memorables por su valentía, había sido herido de un tiro de mosquete por debajo de una rodilla, perdiendo muchasangre y obligado por la fatiga a refugiarse en su cámara de la Almiranta, que estaba a punto de ir a pique. Tras el duro castigo que había recibido su embarcación, con másde 400 muertos a bordo, decide dirigirse a tierra para buscar refugio, pero es alcanzado por Don Álvaro, que manda su encarcelamiento en el castillo de popa de su buque,

donde consintió que un soldado le hiriera con la espada, dejándole muy mal herido. Después, tratándole con sumo desprecio, mandó que lo lanzaran por la borda, a fin deque se ahogara.

Al ver rendido a su buque insignia, el resto de buques de la flota francesa renuncia a seguir el combate y se retira en todas direcciones, dando por concluida la batalla. El díaterminaba con un rotundo triunfo de Don Álvaro de Bazán a pesar de haberse enfrentado a fuerzas superiores. La flota francesa había perdido un total de 10 naos grandes,entre ellas la nave Almiranta. Las bajas francesas se estimaron en unos 2.000 muertos, incluyendo a su Almirante, mientras que los españoles tuvieron una moderada cifrade 224 muertos y 550 heridos.

Según un cronista e historiador de la época, Antonio de Herrera y Tordesillas “los franceses perdieron ocho naves, las mejores, y murieron 3300 hombres. De los Españoles200, y heridos 500”, si bien erró algo en las cifras. E incluso menciona que “el Marqués (Don Álvaro) no siguió a los fugitivos, por se los navíos pesados y por la llegada de lanoche”. Pero lo que sucedió a continuación, no es del todo cierto, tal y como menciona Antonio de Herrera. De hecho, algunas fuentes citan que una vez concluido elcombate naval, Don Álvaro puso rumbo a Lisboa, con el objeto de reparar sus buques, renunciando a desembarcar y continuar la persecución de quienes hallaron refugio enla isla.

Desembarco y ejecuciones.Lo cierto es que, una vez confirmada la victoria de la escuadra española, Don Álvaro puso rumbo a la isla de San Miguel, ya que se debía tratar a los heridos y aprovisionarsede agua. Sin embargo, debido al viento, muy desfavorable, y a la distancia de la isla en la que se había librado el combate, no dio señales de vida en tierra hasta cuatro díasdespués de finalizado.Una vez que apareció la isla ante sus ojos, puso rumbo a Vila Franca, arrasando toda aquella costa y asegurándose la obediencia de todos sus habitantes. El 1 de agostodesembarca en tierra el Maestre de Campo Don Francisco de Bobadilla con cuatro compañías de infantes y llevando consigo a todos los prisioneros franceses y anunciando alos lugareños la sentencia que les condenaba a muerte, como perturbadores de la paz reinante entre Francia y España. La sentencia iba firmada por Don Álvaro de Bazán, ymandaba que fueran degollados o decapitados los nobles y ahorcados el resto. Sólo se libraban aquellos que fueran menores de 18 años.

La crueldad de la decisión de ejecutar a los presos, fue discutida por algunos soldados y oficiales españoles, que pidieron a Don Álvaro su revocación. Pero este les informóque estaba cumpliendo con los mandatos del rey de Francia, que estando en paz con España no permitiría que súbditos suyos se comportaran como corsarios, atacando a laArmada de España.Dicho esto, se cumplió la sentencia, decapitándose a 28 caballeros franceses y a 50 de menor condición y siendo ahorcados cientos de soldados y marineros. Las ejecucionesfueron lentas y se prolongaron durante todo el día, al final del cual los cuerpos de los ahorcados se llevaron al islote de Vila Franca y dejados allí, pudriéndose comoadvertencia para el resto de corsarios franceses que pudieran continuar navegando por las islas.

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Desembarco de dos tercios españoles en Terceira, poco después de la batalla. El castigo de los españoles fueejemplar.

El 5 de agosto se presentó en la villa el obispo Don Pedro de Castillo, que fue recibido por Don Álvaro con honras militares, por los servicios prestados a la corona española,como por ejemplo la conservación y resistencia en el castillo de São Brás. Ese mismo día se dirigió Don Álvaro a Punta Delgada para recibir el triunfo por su victoria. Poco

después de la celebración, se embarcó rumbo a la Isla del Cuervo, a fin de escoltar a las naves de la India, llevando consigo 16 naos de guerra que el 3 de agosto habíanllegado a San Miguel, provenientes de Sevilla con el objetivo de apoyarle en la batalla que ya había concluido. Pero poco quedaba ya por hacer en San Miguel, así que DonÁlvaro decide poner rumbo a Lisboa, partiendo con él Don Pedro de Castillo y dejando a tres mil soldados de guarnición. En tres días se hallaba frente a la Isla Terceira,donde decide realizar una “pasada” de advertencia a las tropas de Don Antonio, que se hallaba también en la isla. Al respecto, Antonio de Herrera menciona: “Reparada laarmada se fue el Marques a la lsla del Cuervo a recebir las naves de la India, y en el passar tuvo miedo don António, y se apercebia de navio ligero para huyr .” Y es que en una Relación, escrita en la Isla Terceira por una testigo de los acontecimientos, se presentó una armada de unas 70 velas, a lo que inmediatamente los francesesque allí se encontraban (disponían de 50 embarcaciones) deseaban plantar cara, demandando a Don Antonio su permiso para enfrentarse al enemigo. Pero este,acobardado, no cede a la presión de sus aliados y no les permite salir a mar abierto en busca del combate.

Don Álvaro de Bazán regresó a las Azores en julio de 1583 y en dos semanas se hizo con el control de todo el archipiélago, obligando al aspirante al trono Don Antonio a huira Francia. Tras la conquista definitiva de las Azores, la fama de Don Álvaro de Bazán fue mayor que nunca. Felipe II le otorgó le nombró Capitán General del Mar Océano yGrande de España y le solicitó la preparación de una Armada que se dirigiera a invadir Gran Bretaña: la que se denominó Armada Invencible.

1 2 

- Javier Marcos, El Prior Crato frente a Felipe II , Arlanza Ediciones, Madrid, 2006.- Carlos Gómez Centurión, La Armada Invencible (Biblioteca Básica de Historia), Ed. Anaya, Madrid, 1987.- Thomas Hugh, Rivers of gold: the rise of the Spanish Empire, from Colombus to Magellan, Ed. Ballantine, New York, 2005.- Geoffrey Parker y Martin Collin, La Gran Armada, Alianza Editorial, Madrid, 1988.- Cristóbal Pérez Pastor , Los trofeos de Don Álvaro de Bazán, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.- César Fernández Duro , La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón , Ed. Museo Naval de Madrid, 1993.- Antonio Falcao, Do sucesso da Armada que foi às Ilhas Terceiras no anno de 1591, Arquivo dos Açores, vol. VI, Instituto Cultural de Ponta Delga

(…)Al fin pudo reunirse una armada, pertrechada y bastante bien artillada, si bien

compuesta de buques, en su mayor parte, muy heterogéneos: 65 galeones, incluyendo en este

número los de guerra de Castilla, los de guerra de Portugal, los armados de la Carrera de

Indias cuatro galeazas de Nápoles; cuatro de Portugal; 13 zabras, de ellas dos gruesas, de la

Corona de Portugal, 19 pataches de tonelaje diverso, entre 70 y 100 toneladas. Además, 10

carabelas y 10 falúas. Ciento treinta unidades mayores, con un total de 57.868 toneladas;

armadas con 1.497 piezas de artillería de bronce, entre ellas, numerosas culebrinas, mediasculebrinas, y cañones; y, 934 de hierro colado de diferentes calibres. Los buques iban bien

Bibliografía.

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pertrechados de municiones; 123.790 balas y 5.175 quintales de pólvora. Plomo para la

arcabucería llevaban 1.238 quintales. Tripulaban, en total, los buques 30.656 hombres (…)

De http://www.britishbattles.com/spanis...ish-armada.htm

(…)The Spanish Navy comprised:The Portuguese Galleons:São Martinho (48 guns: Flagship of the commander-in-chief, the Dukeof Medina Sidonia and Maestre de Francisco de Bobadilla, the seniorarmy officer)São João (50 guns).São Marcos (33 guns).São Felipe (40 guns).San Luis (38 guns).San Mateo (34 guns).Santiago (24 guns).Galeon de Florencia (52 guns).San Cristobel (20 guns).San Bernardo (21 guns).Augusta (13 guns).

 Julia (14 guns).

Biscayan Ships:Santa Ana (30 guns: Flagship of Juan Martinez de Recalde, Captain

General and second in command of the Armada).El Gran Grin (28 guns).Santiago (25 guns).La Concepcion de Zubelzu (16 guns).La Concepcion de Juan del Cano (18 guns).La Magdalena (18 guns).San Juan (21 guns).La Maria Juan (24 guns).La Manuela (24 guns).Santa Maria de Montemayor (18 guns).Maria de Aguirre (6 guns).

Isabela (10 guns).Patache de Miguel de Suso (6 guns).San Estaban (6 guns).

Castilian Ships:San Cristobal (36 guns: Flagship of Diego Flores de Valdés).San Juan Bautista (24 guns).San Pedro (24 guns).San Juan (24 guns).

Santiago el Mayor (24 guns).San Felipe y Santiago (24 guns).La Ascuncion (24 guns).

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Nuestra Senora de Begona (24 guns).La Trinidad (24 guns).Santa Catalina (24 guns).San Juan Bautista (24 guns).Nuestra Senora del Rosario (24 guns).

San Antonio de Padua (12 guns).

Andalusian Ships:Nuestra Senora del Rosario (46 guns Flagship of Don Pedro deValdés).San Francisco (21 guns).San Juan Bautista (31 guns).San Juan de Gargarin (16 guns).La Concepcion (20 guns).Duquesa Santa Ana (23 guns).Santa Catalina (23 guns).La Trinidad (13 guns).Santa Maria de Juncal (20 guns).San Barolome (27 guns).Espiritu Santo.

Guipúzcoan Ships:Santa Ana (47 guns: Flagship of Miguel de Oquendo).Santa Maria de la Rosa (47 guns).San Salvador (25 guns).San Esteban (26 guns).

Santa Marta (20 guns).Santa Barbara (12 guns).San Buenaventura (21 guns).La Maria San Juan (12 guns).Santa Cruz (18 guns).Doncella (16 guns).Asuncion (9 guns).San Bernabe (9 guns).Nuestra Senora de Guadalupe (1 gun).La Madalena (1 gun).

Levantine Ships:La Regazona (30 guns: Flagship of Martin de Bertandona)La Lavia (25 guns).La Rata Santa Maria Encoronada (35 guns).San Juan de Sicilia (26 guns).La Trinidad Valencera (42 guns).La Anunciada (24 guns).San Nicolas Prodaneli (26 guns).La Juliana (32 guns).Santa Maria de Vison (18 guns).

La Trinidad de Scala (22 guns).

Hulks: (Urcas)

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El Gran Grifon (38 guns: Flagship of Juan Gómez de Medina)San Salvador (24 guns).Perro Marino (7 guns).Falcon Blanco Mayor (16 guns).Castillo Negro (27 guns).

Barca de Amburg (23 guns).Casa de Paz Grande (26 guns).San Pedro Mayor (29 guns).El Sanson (18 guns).San Pedro Menor (18 guns).Barca de Danzig (26 guns).Falcon Blanco Mediano (16 guns).San Andres (14 guns).Casa de Paz Chica (15 guns).Ciervo Volante (18 guns).Paloma Blanca (12 guns).La Ventura (4 guns).Santa Bárbara (10 guns).Santiago (19 guns).David (7 guns).El Gato (9 guns).San Gabriel (4 guns).Esayas (4 guns).

Neapolitan galeases: (galeazas)San Lorenzo (50 guns: Flagship of Don Hugo de Moncado).

Zúniga (50 guns).Girona (50 guns).Napolitana (50 guns).

Galleys (galeras) of Portugal under Don Diego de Medrano: 4 ships(each of 50 guns).

Squadron of Xebecs and other ships under Don Antonio de Medoza(including pinnaces): 24 ships (5 to 10 guns).

Complement of the Fleet:

132 ships.8,766 sailors.21,556 soldiers.2,088 convict rowers(…)

…y 2685 cañones!!

(Abajo los sítios de naufragio conocidos)

La batalla de las Islas Terceras, 1582

 

Por Ricardo Cerezo Martínez. Revista General de Marina, Agosto-Septiembre de 1982. Artículo tituladooriginalmente "Recuerdo de una victoria. Islas Terceras, 1582" y que ha sido reproducido con permiso de

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dicha publicación. Las ilustraciones de la batalla son de elaboración propia basadas en las del artículooriginal. Transcripción digital realizada por Todo a Babor 

Introducción 

El 26 de julio de 1982 se cumplió el cuarto centenario del combate naval

denominado de las islas Terceras —el archipiélago de las Azores— entre unaescuadra española al mando de don Alvaro de Bazán y otra francesa —conaportación de buques ingleses— bajo las órdenes del condottiero italiano,Philippe Strozzi, al servicio de Enrique III, rey de Francia.

La escuadra de Strozzi se ha preparado con el apoyo del rey galo —impulsadopor la reina madre Catalina de Médicis— aunque aquél aparenta actuar porcuenta propia en ayuda del pretendiente al trono de Portugal, prior de Ocrato,para no compro meter a Enrique III ante Felipe II, con quien oficialmentemantiene relaciones amistosas.

La escuadra que Bazán opone a la francesa en las Azores está constituida por dosgaleones del rey, 15 naos de 300 toneladas de porte medio y ocho urcas flamencas de200 a 400.

En los mismos términos de disimulo se lleva a cabo la participación inglesa, yaque Isabel de Tudor no desperdicia ocasión para asestar arañazos al ReyCatólico sin arriesgarse a pro vocarle en un enfrentamiento directo. Losofrecimientos territoriales del prior de Ocrato a cambio de ayuda para sentarseen el trono portugués, ofrecen a Enrique III la oportunidad de obtener un jalónde apoyo en las Azores o en las islas Madeira, fundamental para afirmar laspresencia francesa en América del Sur —Brasil—, donde se ha afincado ya, junto a Río de Janeiro, una pequeña colonia de hugonotes.

Para Isabel de Inglaterra las Azores ocupan una magnífica posición para serutilizadas como base de partida para las acciones piráticas contra las naosespañolas de la Carrera de Indias sin ser necesario hacer tan gran viaje como ir a robarlas donde fue Drake (1). Por el contrario, la conservación delarchipiélago de las Azores bajo la férula de la Corona de Portugal es necesariaa Felipe II como lugar de estacionamiento de la Armada de guarda y defensa dela Carrera de Indias y como punto de escala de aguada y aprovisiona miento delas naos que, solas o en convoyes, vienen del Nuevo Mundo. Las Azores son, en

resumidas cuentas, la llave de la navegación de las Indias a la penínsulaIbérica.

Campaña de 1581 

Dominada al término de 1580 la situación en Portugal por los partidarios deFelipe II, con la esencial ayuda del ejército del duque de Alba y la escuadra dedon Alvaro de Bazán, el prior de Ocrato con serva bajo su dominio la isla Tercera y las otras del grupo noroccidental de las Azores —San Jorge, Graciosa,Fayal, Pico. Cuervo y Flores—, donde se han refugiado los enemigos acérrimosde Felipe II.

Las islas de San Miguel y Santa María son fieles al nuevo rey de Portugal. El 19

de mayo de 1581, cuando la Tercera y las demás islas rebeldes están en tratosde rendición y reconocimiento de la soberanía de Felipe II, aparece en su ayuda

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una escuadra francesa al mando de Antoine Scalin, reforzada con cuatrocompañías de hombres de guerra, y la rendición se malogra. Pero más que esterefuerzo, lo que reanima los ánimos de rebeldía es la noticia de que el generalStrozzi prepara en Francia una poderosa escuadra que va a traer nada menosque 15.000 arcabuceros (2).

Por su parte, el embajador de España en Inglaterra informa a Felipe II queIsabel de Tudor ha decidido que los navíos que Drake prepara en Plymouthpara ir a robar a las Indias acudan en ayuda de los rebeldes de las Azores enunión de los buques franceses que se alistan en Dieppe y El Havre.

Para prevenir esta acción el Rey de España ordena a Pedro de Valdés, generalde la escuadra de Galicia, que se haga a la mar con cuatro naos grandes y dospequeñas, reforzadas con 80 artilleros y 600 infantes, para limpiar de piratas laderrota de recalada de la flota procedente de las Indias en su escala obligadade las Azores.

Mientras, en la península se apresta a toda prisa una armada de 12 naos, bajoel mando de Galcerán Fenollet, en la que embarcan 2.200 hombres del terciodel maestre de campo Lope de Figueroa que ha de conquistar la isla Terceraantes del 10 de agosto porque el dicho tiempo no se puede operar en aquellosmares (3). Valdés parte hacia Azores el 17 de junio.

Llegado Valdés a Punta Delgada, el 30 de junio, le informa Ambrosio de Aguiar,gobernador de la isla de San Miguel, que los rebeldes de la Tercera hanrecibido importantes cantidades de armas y municiones de Inglaterra y Franciay que los partidarios del prior de Ocrato han apresado algunas naosprocedentes de Santo Domingo que navegaban en solitario. Las noticiasobtenidas por medio de la gente de una carabela apresada a los enemigos,

según las cuales las huestes del pretendiente refugiadas en la Tercera estánmal organizadas y armadas, le hacen concebir la idea de apoderarse de la islaantes de la llegada de la escuadra de Galcerán Fenoliet, y en el alba del 25 de julio desembarca 350 hombres en las proximidades del puerto de Praia.

Los atacantes rechazan a los 2.000 hombres que tratan de cerrarles el paso,pero mediada la tarde de ese días los defensores conducen un rebaño de unos500 bueyes y vacas contra los invasores, desorganizando su sistema dedefensa mientras irrumpe detrás del ganado disparando sus armas,ocasionando la muerte de más de 200 hombres. Sólo 30 escapan de lamatanza o el apresamiento. Un hijo de Valdés cae en el combate.

El 9 de agosto llegan a las Azores 43 naos de las flotas de Tierra Firme y NuevaEspaña, bajo el mando respectivo de los capitanes generales Francisco deLuján y Antonio Manrique, quienes conscientes de su misión de llevar indemnessus buques y cargamentos a España niegan a Valdés la solicitud de ayuda paravengar la derrota sufrida.

Cuando Valdés regresa a España es encarcelado por orden del rey, acusado dedesobediencia y sometido a proceso, aunque es indultado por decisión de sus jueces. Su derrota no influye en el fracaso de la campaña, ya que ésta sesuspende porque la Armada de Galcerán de Fenoliet, con el tercio de Lope deFigueroa, llega a San Miguel el 25 de agosto, pasado ya el plazo fijado por

Felipe II para emprender la conquista de la isla Tercera; pero el revés encajadopor Valdés da ánimos de resistencia a los seguidores del pretendiente y alienta

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las promesas de ayuda de Inglaterra y Francia. Así lo manifiestan el rey deFrancia y Catalina de Médicis en cartas dirigidas al gobernador de la Tercera yal prior de Ocrato, respectivamente.

Campaña de 1582 

En enero de 1582 cursa Felipe II las órdenes de preparación de la expediciónnaval que ha de expugnar el reducto enemigo de las Azores occidentales. Lospreparativos principian en la primavera bajo el cuidado de don Alvaro deBazán, capitán general de las galeras de España, designado por el Rey paradirigir la armada que ha de trasladarse al archipiélago.

En Lisboa y Sevilla se alistan los buques y se concentra la tropa con soldadospreferentemente portugueses, aunque también figuran españoles, italianos yalemanes. Pero los preparativos se retrasan porque se han de construir 80barcas planas —para desembarcar a la infantería—, cuya madera se cortó afinales de febrero, y se ha de elaborar un modelo que sirva de patrón común alas atarazanas andaluzas.

La Armada ha de estar compuesta por 60 naos gruesas, con los pataches yembarcaciones auxiliares correspondientes, doce galeras y las harcas dedesembarco. Aparte de la gente de mar, el contingente de hombres de guerraserá de 10.000 a 11.000 soldados, al mando del maestre de campo general,don Lope de Figueroa. La impedimenta compren de provisiones para seismeses, artillería de batir, carros de municiones, mulas y caballos para atendera los servicios de transporte y acarreo.

La misión fijada por el rey es la de destruir las armadas enemigas y apoderarsede las islas en poder de los rebeldes. El objetivo primero es claro: batir la fuerzanaval adversaria; logrado éste, expugnar las islas.

Mientras, Catalina de Médicis —que arrastra a su hijo Enrique III a intervenir enla intriga contra Felipe II— prepara el plan de campaña: Strozzi, después deocupar la isla de Madera, conquistará las Azores para el prior de Ocrato;después el mariscal Brissac se apoderará de las islas de Cabo Verde; en agosto,Strozzi reforzará la guarnición y se dirigirá a Brasil, que será cedido a Franciapor el pretendiente cuando tome posesión del trono de Portugal.

Sin embargo, en los contratos de asiento con los dueños de los buques figuraque se utilizarán para proteger los buques mercantes, combatir a los piratas ohacer lo que ordene el rey o la reina madre. La noticia de que Felipe IIpreparara una expedición contra las Azores induce a concentrar la fuerza

francesa para hacerle frente en vez de desarrollar el plan escalonado previsto.

En Belle Isle se reúne una flota de 64 buques, mandados y dotados con losmejores marinos de Francia, y 6.000 hombres de tropa, organizada por Strozzicomo si fuese una fuerza de infantería: a las órdenes de Brissac, designadoteniente general; de Borda, mariscal de campo, y Saint Souline y de Bus, comomaestres de campo, entre éstos se reparten el mando de las 55, compañías.Siete buques ingleses cedidos al pretendiente forman también parte de la flotade Strozzi.

Esta flota parte el 16 de junio y después de un mes de navegación fondean losbuques en la rada de San Miguel, creídos los pilotos que están en la isla deSanta María, decidiendo entonces Strozzi desembarcar 1.200 hombres paracercar el fuerte de Punta Delgada, y aunque logra un éxito inicial frente a la

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tropa que trata de oponerse al desembarco, no aprovecha la ocasión de rendirla plaza, viéndose obligado a reembarcar a su hueste cuando se entera de lainminente presencia de la escuadra de don Alvaro de Bazán.

En efecto, enterado Felipe II de que ha partido de Francia una escuadra rumboa las Azores ordena de inmediato la salida de la escuadra de Bazán que seprepara en Lisboa. El 10 de julio se hace éste a la mar, arbolando su insignia enel galeón de 1.200 toneladas San Martín; le acompañan 27 naos y urcas y cincopataches.

• > Galeón español, probablemente el San Martín, en la acción contra Inglaterra de 1588. Detalle de una

 pintura de Hendrik Cornelisz. 

Por no demorar la salida, Bazán no espera a la armada que se apresta enCádiz, constituida por 20 naos gruesas, bajo el mando de Juan Martínez deRecalde, y 12 galeras de don Francisco de Benavides, las cuales se hacen a lamar días después. El día 11 abandonan Lisboa otras tres naos y dos carabelas,que navegarán hasta las Azores separadas del grueso de la fuerza.El mal tiempo sufrido durante tres días obliga a regresar a Lisboa a la nao Anunciada —capitán Juan Simón—, que lleva a bordo tres compañías deveteranos de Flandes, a los médicos y cirujanos de la expedición, con losmedicamentos y el material clínico, dejando sin la adecuada atención sanitaria

a los combatientes. Con esta baja y la ausencia de la armada gaditana Bazánqueda con 27 naos y le falta más de la mitad de la tropa. Dispone de 5.500

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hombres, con sus mandos naturales, y 200 caballeros. Recalde, que tambiéntiene dificultades con la meteorología, no se incorpora hasta el 9 de agosto —una vez resuelta la situación militar—, y Benavides ha de regresar a puerto consus galeras, que no han zozobrado de milagro.El 21 de julio Bazán destaca dos pataches para comunicar con el gobernador

Ambrosio de Aguiar y requerir información sobre el enemigo. Cuando al díasiguiente la armada llega a San Miguel una de las carabelas que partieron deLisboa el 11 de julio notifica a Bazán el apresamiento de la otra carabela y elretorno a Portagal de las tres naos que las acompañaban. El regreso de uno delos pataches desta cados, con la novedad del apresamiento de su pareja,confirma al capitán general de la escuadra española que el enemigo se le haanticipado.Desde la tarde del 22 de julio Strozzi y Bazán conocen la mutua presencia desus escuadras en aguas de las Azores. Incluso en ese mismo día las disponenpara el combate pero el viento cae, la noche se echa encima y elenfrentamiento se reduce a una demostración de fuerza del francés, quecuenta con mayor número de velas que su adversario. Según el relato y ladocumentación aportados por Fernández Duro, a los cuales remiten propios yextraños cuando se refieren al combate naval de la isla Tercera, la escuadraque Bazán opone a la francesa en las Azores está constituida por dos galeonesdel rey —San Martín, de 1.200 toneladas, y San Mateo, de 600—, 15 naos de300 toneladas de porte medio y ocho urcas flamencas de 200 a 400; es decir,25 buques de guerra y 4.500 hombres de infantería embarcada. Strozzienfrenta a Bazán 60 galeones y urcas, de las cuales 40 son naos gruesas, lasdemás medianas y un buen número de pataches y saetías con un contingentede tropa embarcado de 7.000 hombres, aparte de la marinería.

• > Mapa de las posiciones iniciales. 

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Ninguna de la naos gruesas alcanza los portes de los galeones San Martín oSan Mateo, en cambio son más ligeras y maniobreras que las españolas; tresde ellas son inglesas, pero no intervienen prácticamente en el combate, losdemás, con el prior de Ocrato, se han retirado a la isla Tercera. El 23 sepreparan de nuevo para combatir ambas escuadras, pero todo se reduce a

buscar posiciones ventajosas a barlovento para entrar en combate llevando lainiciativa en la maniobra.El 24 —cerca de la isla de Santa María— la escuadra francesa ataca a la deBazán aprovechando el viento favorable, pero la acción se limita a intercambiarfuego de artillería entre las vanguardias, encajando varios disparos algunasnaos contendientes, llevando la peor parte Strozzi que pierde una nao de granporte.El 25, franceses y españoles se dedican a reparar averías; en la oscuridad de lanoche desaparecen —al parecer por abordarse— dos urcas españolas con 400hombres de guerra y las dotaciones de mar.La victoria del 26 de julio. El 26 de julio de 1582 ambas escuadras se avistan al amanecer a unas 18millas al sur de Villafranca —isla de San Miguel—, separadas unas tres millasentre sí, navegando con viento del oeste-noroeste, amurados los buques porbabor; los franceses en un largo, a barlovento, los españoles, de bolina.Bazán ha perdido el barlovento alcanzado el día anterior porque una de susnaos ha partido el palo mayor —la de don Cristóbal de Eraso, capitán generalde la Armada de Indias— y el San Martín la ha tomado a remolque. A las nuevede la mañana la escuadra de Bazán gobierna en línea de fila a un rumbopróximo al Norte. Van intercaladas las urcas con las naos guipuzcoanas: encabeza la urca San Pedro, con la gente de armas de don Francisco de Bobadilla,

detrás el galeón San Martín —capitana— remolcando la nao averiada, sigueaguas el galeón San Mateo, con una compañía del tercio de don Lope deFigueroa.A ambas bandas de estos buques de cabeza navegan seis de las naos y urcasmás maniobreras; en retaguardia marchan las demás unidades sin más ordenni recomendación que la de acudir prontamente donde tuviera lugar  elcombate, según puntualiza Fernández Duro. Parece que Bazán piensa entrar encombate con sus unidades más poderosas y que las seis acompañantes actúanen misión de socorro, mientras las que marchan detrás atacarán cuando lasnaos gruesas se hayan enzarzado en la pelea con las enemigas. Hacia elmediodía las escuadras conservan sus rumbos y permane cen a la expectativa.

Igual que en días anteriores, nada indica que el combate vaya a producirse. Elgaleón San Mateo gobierna un poco a barlovento de su línea, quizá para estaren mejor posición para maniobrar al San Martín y su buque remolcado,ofreciéndoles a ambos una mejor cobertura.

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> Aproximación francesa. 

Conforme al relato de Charles de La Ronciere, a los franceses les favorecíantodas las cosas, los vientos, las mareas, el sol y la tierra,  pero no el entusiasmoni esa generosa alegría que promete las victo rias. Una veintena de buqueshabían desfilado —se entiende frente al enemigo—; de los otros apenas unaquincena se encontraban en la línea, cinco detrás de Strozzi, seis a laizquierda, con Brissac, y cuatro a la extrema izquierda, con Saint-Souline.El general Strozzi arbola su insignia en la urca Saint Jean Baptiste, de 170toneladas, a la que se ha trasladado para dirigir el combate. El San Mateo,según el repartimiento de gente que hizo en él don Lope de Figueroa, cuenta

con 32 cañones —16 por banda en dos cubiertas—, seguramente de bronce.Fernández Duro supone que llevaba entre 26 y 30; seis años después, en la jornada de Inglaterra, irá armado con 34 cañones de diversas clases y calibres.Pero tan importante o más que la capacidad de fuego artillero es la distribucióny capacidad de fuego de arcabucería y mosquetería que proporciona el tercioembarcado de don Lope de Figueroa.

• — 8 arcabuceros, más gavieros con alcancías, en la gavia (cofa) mayor.— 4 arcabuceros, más gavieros, en la gavia menor.— 50 arcabuceros y mosqueteros, más 8 caballeros, en las popas alta ybaja.— 25 arcabuceros y mosqueteros, más 6 caballeros, en el castillo deproa. 40 arcabuceros, más 8 caballeros por banda, en el alcázar.

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— 6 arcabuceros en el corredor del galeón.— 8 artilleros y 12 grumetes, a las órdenes de un capitán, dos alféreces yun condestable, para atender a la artillería debajo de cubierta.— 8 artilleros y 8 grumetes, con un oficial, para la artillería sobrecubierta.

• > El San Mateo en la batalla de las Azores, 1582 . Ilustración de Tony Bryan. Osprey Publishing. 

Más formidable es el volumen de fuego del galeón San Martín, de 34 cañones;48 cañones en la jornada de Inglaterra. Según el repartimiento de don Alvarode Bazán, el plan de fuegos está a cargo de:

• — 8 mosqueteros, más los gavieros con alcancías —y un alférez—, en lagavía mayor.— 6 mosqueteros, más gavieros, en la gavia menor.— 20 arcabuceros, más 20 caballeros, en el alcázar alto de popa.

— 4 arcabuceros y 5 caballeros debajo de este alcázar, en calidad desocorro.— 20 arcabuceros y mosqueteros, con varios caballeros, en el alcázarmás bajo.— 15 arcabuceros, más 10 mosqueteros con un capitán y dos sargentos,en el castillo de proa.— 40 arcabuceros por banda y un capitár en la cubierta principal.— 40 soldados y un capitán junto a la cámara de popa, para acudir dondefuere necesario.— Un artillero y 6 ayudantes por cada uno de los 17 cañones y culebrinasde la cubierta baja.— Un artillero y ayudantes para cada una de las 17 piezas grandes ypequeñas de la cubierta alta.

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> El San Martín maniobra para virar y envolver a los franceses. 

Visto que el San Mateo parece presa segura para los buques de vanguardia deStrozzi, se dirigen hacia él: Strozzi le engancha por babor, Brissac le lanza losgarfios de abordaje por estribor, otras dos naos lo toman de enfilada desdepopa y desde proa. Cuatro buques más se interponen entre el San Mateo y laurca San Pedro —que pasó a ocupar un puesto más retrasado en la líneaespañola— impidiendo que ésta acuda en su ayuda.Lope de Figueroa contiene el fuego de su galeón hasta que los enemigos llegana tocapenoles, momento en que ordena descargar una ruciada (4). Cargan susarmas rápidamente los artilleros y se larga otra ruciada antes de que se

entable el combate con armas cortas. Gracias a esta primera pasada logra lagente del San Mateo aguantar durante dos horas el acoso de sus atacantes,refrescados con refuerzos de otros bajeles.Bazán larga el remolque, mantiene el rumbo para ganar barlovento, y caesobre la línea de Saint Souline con el San Martín. y siete buques que le siguen,pero aquél se da a la fuga, dejando al descubierto a Brissac y Strozzi. Con estolas naos Juana —capitán Pedro de Gatagarza— y María —Juan de SeguraVillaviciosa— se lanzan sobre la capitana y almiranta francesas para aliviar elataque que realizan contra el San Mateo.

Del lado francés los muertos son entre 1.200 y 1.500 y el número de buques perdidos10.

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Pero otros bajeles franceses se abarloan a las Juana y María, formándose ungrupo de diez o doce buques que pelean en apretada piña con toda clase dearmas. Entonces la nao Concepción —Miguel de Oquendo— mete su proa atoda vela entre el San Mateo y la Saint Jean Baptiste, hundiéndole a éste elcostado a la vez que descarga toda una andanada de artillería.

Seguidamente se aferra a la almiranta francesa, que hace mortífero fuegocontra la nao de Villaviciosa. Mientras, Bazán maniobra para descargar susarmas en ayuda de los más apurados o destruir a los buques enemigos queintentan llegar en socorro de los que combaten enzarzados con las naosespañolas. En esta situación, Brissac escapa del campo de batalla dejando sóloa Strozzi, que da la señal de retirada y trata también de desprenderse del SanMateo para huir, pero el San Martín lo aborda por un costado y la nao Catalina—Sebastián de Labastida— por otro, obligándole a rendirse, aun a pesar dehaber recibido socorro de personal. La rendición del Saint Jean Baptiste es laseñal de desbandada de los buques franceses que no están engarfiados por los

españoles.

• > Bazán ataca la retaguardia enemiga. 

Otras naos españolas, como las San Vicente, Nuestra Señora de Iciar,Buenaventura, Nuestra Señora de la Peña de Francia y San Miguel, y laportuguesa San Antonio del Buen Viaje, han peleado tam bién duramente con

buques franceses: 224 muertos y 553 heridos es el balance de bajas en las filas

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de Bazán. Las naos María y San Mateo, con 45 y 40 muertos, y 52 y 74 heridos,respectivamente, son las que han salido más mal paradas.

• > Grabado de la batalla en su momento álgido. 

Del lado francés los muertos son entre 1.200 y 1.500 y el número de buquesperdidos 10: dos incendiados, cuatro hundidos y otros cuatro se saquearon y

abandonaron; entre éstos las naos capitana y almiranta. Considerados fuera dela ley los prisioneros, puesto que actuaron faltos de órdenes de sus soberanos,80 gentileshombres y 313 soldados son condenados a muerte como piratas y  perturbadores de la paz pública (5). Tal dureza en el castigo, aplicado deacuerdo con las órdenes previas del monarca, tan conforme a razón y justiciano se justifica hoy ni siquiera como represalia a la matanza de 507 soldadosespañoles, italianos e irlandeses, incluidos niños y mujeres, que en 1580ordenó Lord Grey of Wilton en Irlanda, rendidos a los ingleses bajo promesa deserles respetadas las vidas.El 9 de agosto se incorpora a Bazán la escuadra de Juan Martínez de Recalde,

llegada de España, compuesta por 15 naos y galeones. Reajusta don Alvaro sufuerza despachando cinco naves de la flota a Andalucía y distribuyendo lagente de mar y guerra entre las 40 naos y galeones restantes y la isla de SanMiguel, donde deja unos 2.000 hombres. Pero no se decide aún a emprenderacción militar alguna contra la isla Tercera, donde el vicealmirante francésLaureau ha logrado reunir 17 buques de la escuadra de Strozzi, hasta la llegadade la flota procedente de América, al mando de Fernando Téllez de Silva, a laque asigna seis de sus buques, a cargo de don Cristóbal de Eraso, paraconvoyarla hasta Lisboa.Es entonces cuando Bazán se dirige con su escuadra a la Tercera, más unatormenta, propia del otoño, le impide emprender la expugnación de la isla

cuando sus defensores están desmoralizados por la derrota sufrida por sus

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valedores franceses e ingleses días antes. En estas circunstancias don Alvarodecide regresar a la Península.Se ha achacado a don Alvaro de Bazán falta de diligencia en lo que hoy sellama explotación del éxito por no haber atacado de inmediato el reductorebelde de la Tercera, prefiriendo asegurar primero la llegada de la flota de

Indias. Pero se ha de tener en cuenta que la falta de barcazas de desembarcopara poner en tierra un contingente de hombres de guerra suficiente paraestablecer una cabeza de playa, y lo avanzado de la estación meteorológica nodebieron propiciar el empleo de buques impropios para el barqueo de la gentea playas sometidas a gran oleaje. Felipe II confiaba en que Bazán tomaraacción contra la isla Tercera, según manifiesta en carta fechada el 19 de agosto(6), en la que le agradece la victoria conseguida contra la escuadra franco-inglesa, si bien concede prioridad a la seguridad de la flota de Indias:

• Y he dado y doy por ella muchas gracias á nuestro Señor y á vos, y, comosiempre he confiado de vuestra persona, buena industria, diligencia, celo y voluntad que tenéis á mi servicio, como lo habéis mostrado muy bienen esto y n todo lo demás que habéis puesto la mano; y confío que cadacija me han de venir otras buenas nuevasde vuestra mano, comotambién sabéis el poco que se saca de las victorias no seguidas. Tengo por cierto que habréis atendido á ejecutar esto antes que los enemigos pierdan el miedo y á los nuestros se les entibie el brío, y así creo que enhabiendo refrescado la gente en San Miguel y aderezado con vuestrabuena diligencia en pocos días los navíos que lo habían menester,habréis acudido á la Tercera, pues en este medio llegaría él armada del Andalucía, que partió del cabo de San Vicente á los 27 de julio pasado,

con que se os habrá engrosado, y habréis podido con ella mostrarossobre la Tercera, acrecentar la confusión en que después de la derrotaquedarían unos y otros, y los franceses indignados del daño recibido por causa de Don Antonio, y de cómo los desamparó al tiempo de lanecesidad, y los de la isla, desengañados de estribar en la defensa degente que no la tuvo para sí que son todas estas cosas que quizás oshabrán podido dar ocasión de tentar el negocio por vía de fuerza o concierto; y estoy seguro que vos no habréis perdido ninguna ocasión que pudiese ser á propósito, en especial si hubiéredes tenido aviso de queera pasada la ficta de Nueva España, y llegada acá como se os haenviado á decir por dos carabelas, ó hubiéredes entendido que el

enemigo no podía tenerles al paso fuerzas bastantes para hacerle daño, yendo tan desbaratado; pero si el haber acudido á poner en salvo la flota,como cosa tan importante, no habiendo tenido aviso de su pasada, ó elhaberse tardado más el adovío de los navíos de lo que se pensó, ó otracausa os hubiese impedido el tentar lo dicho antes de recibir estedespacho, por lo que importa á mi servicio acabar, siendo posible, todoeste año, y quedar sin este embarazo para el que viene, os encargomucho que si no hobiéredes ido hacia la isla del Cuervo, ó si no á lavuelta de allí, si el tiempo os diere lugar, tentéis lo de la Terceraofreciendo primero á los franceses embarcación y seguridad en que se

vayan con sus armas y ropa á su casa, si no quisieren pagarlo como losdemás, y esto á trueque de que entreguen la isla, pues sería -muy 

5/9/2018 Terceiras - slidepdf.com

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 posible que no les deje de ver esta comodidad, por una parte, y por otraver el castigo que se hizo en los que se prendieron en la batalla.

Cualquiera que fuese la causa que impidió a don Alvaro desembar car su genteen la isla Tercera es lo cierto que la suerte de las Azores queda decidida a favor

de Felipe II, aunque habrá de esperar hasta la época de buen tiempo del añosiguiente —1583— para liquidar el foco rebelde que capitanea el prior deOcrato.Los febriles preparativos que se promueven en la Corte francesa para vengar laderrota sufrida hacen albergar grandes esperanzas al pretendiente, pero lasayudas solicitadas por Catalina de Médicis a los países escandinavos, a lasciudades hanseáticas y Dinamarca quedan sin respuesta y el rey francés selimitará a movilizar una fuerza que dista mucho de ser la que en un principiopensó la reina madre.La victoria del 26 de julio de 1582 no cosechó el objetivo inmediato deincorporar en ese año a la Corona portuguesa el archipiélago de las Azores,pero sin ella habría quedado interrogante su dominio futuro. Un dominio que,asegurado en 1583, permitirá utilizar las islas como base de recalada yaprovisionamiento de las flotas españolas de la Carrera de Indias y de lasescuadras que afianzaran su defensa y la del Imperio. 

• NOTAS  • (1) Carta de don Bernardino de Mendoza, embajador de España en Inglaterra. Colección de

documentos inéditos para la historia de España, tomo XCII.(2) Charles de la Ronciere, Histoire de la marine française, tomo 1V. París, 1923.(3) Orden del Rey a Pedro de Valdés.

(4) Rociada, es decir, andanada.(5) La Ronciére, op. cit.(6) Colección Navarrete, tomo XLI.

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