t~enen? preg~ntar com~ · Como prueba de ello sirva el que Damourette ... En cada uno de los dos...

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60 Estructura y función de los tiempos no para repartos y fraccionamientos del sistema deíctico de conceptos. El apriorismo tiene sus aporías. No es difícil construir un sis- tema de conceptos cualquiera coherente en sÍ. La diíicultad comien- za ya cuando hay que probar que este sistema particu lar tiene que ver con alguna de las lenguas verdaderas. He ahí por una parte un sistema deíctica de conceptos y por la otra los tiempos del fran- cés y del español. ¿ Cómo puede ser que los conceptos deícticos y los tiempos del verbo no sean totalmente heterogéneos. sino que, efectivamente y con cierta eviuencia, coinciden, al menos en parte, entre sí? Ello se explica porque los conceptos deícticos no se han obtenido del mero pensamiento (si es que existe), sino que han sido ideados con la vi sta puesta en el lenguaje : aún más, con la "i 5ta puesta en los tiempos del lenguaje. Bühler no olvida que las pala- bras "mostrar" y "decir", en latín dicere y en griego deiknymi, es- t án emparentadas y mientan ambas lo mismo; y en particular, con el ah ora del yo-aquÍ-ahora ya están los tiempos mentados tácita- mente. Así pues, también el deíctica de conceptos es en el fondo un sistema lingüístico y desde uno de sus puntos de vista un sistema de tiempos. Como prueba de ello sirva el que Damourette y Pichon ya en su gramática emplean la adscripción al lenguaje del yo-aquí- aho ra como criterio de la categoría temporal nonca1 (v. pág. 55) 25. Aquí se han abierto perspectivas al libro de Klaus Heger, que es más estructural de lo que el autor pretende, porque de hecho no encaja a Jos tiempos en ningún sistema de conceptos e.v:tmño, sino que 10s agrupa según criterios lingüísticos estructura- les. Así se explica la correspondencia parcial de los conceptos deíc- ticos con los tiempos de los idiomas concretos. En tanto que el sistema de conceptos de Heger es verdaderamente deíctica estamos con él de acuerdo; pero cuando, por el contrario, admite en él el Tiempo físico 26, abandonamos su camino. "' Damourd(e-Pichon: Essa i de grammaire de Ir. ¡migue !rall("{lise, (' _ 'mo V, § 1703. Cfe tambit'n KiUe Hamburger: Di(' Lugik da Diclztull g. JY57, págs. 30 El punto crítico es la pwyección de la deixis so bre una línea geomé- trica temporal y la r epa rtición del no-pre sente (deícti(;o) en las fases del Tiempo pasado y futuro (cfr. especialmente la 24 s.\ C:\PÍT Ll LO 111 GRUPO TEMPORAL Y SITUACIóN COMUNICATIVA La lengua frances tiene dos grupos de tiempos. ¿ Qué signifi- can? C?ué func'ón Lo más inmediato parece por el r.lempo y dImensiones: pero la sospecha de que los gru- pos de tlempos mIentan dos etapas del Tiempo no encuentra confir- D:adón. En cada uno de los dos grupos está comprendido todo el 1IempD del Mundo, desde el pasado s remoto hasta el futuro más lejano. Con los tiempos dd grupo 1 puede decirse : le monde a commencé, lo mismo que le munde Gura une fin. Para lelamente con los tiempos del grupo 1I: le monde avait cOl11lllellcé, así le monde aurait une fin. La frontera estructural entre el grupo 1 y el g:upo II no es una front era temporal (de Tiempo). Entonces. ¿que clase de frontera es? . Podría renunciarse a contestar a esta pregunta y limitarse a se- gUlr operando con las estructuras ya obtenidas. Es te procedimiento se :ecomienda especialmente en el caso de que el fin propuesto sea :deal de una lingüística formal pura, porque se piense o en la 10gIca .formal o en operaciones mecánicas. Como no pienso ni en la una m en las otras, no tengo por qué amedrent:crme de afrontar una interpretación del contenido de las estructuras sintácticas. El formalismo llega a su fin natural donde el sentido salta a la vista.

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I 60 Estructura y función de los tiempos

no para ulteri o ~es repartos y fraccionamientos del sistema deíctico de conceptos.

El apriorismo tiene sus aporías. No es difícil construir un sis­tema de conceptos cualquiera coherente en sÍ. La diíicultad comien­za ya cuando hay que probar que este sistema particular tiene que ver con alguna de las lenguas verdaderas. He ahí por una parte un sistema deíctica de conceptos y por la otra los tiempos del fran­cés y del español. ¿ Cómo puede ser que los conceptos deícticos y los tiempos del verbo no sean totalmente heterogéneos. sino que, efectivamente y con cierta eviuencia, coinciden, al menos en parte, entre sí? E llo se explica porque los conceptos deícticos no se han obtenido del mero pensamiento (si es que existe), sino que han sido ideados con la vista puesta en el lenguaje : aún más, con la " i5ta puesta en los tiempos del lenguaje. Bühler no olvida que las pala­bras "mostrar" y "decir", en latín dicere y en griego deiknymi, es­tán emparentadas y mientan ambas lo mismo; y en particular, con el ahora del yo-aquÍ-ahora ya están los tiempos mentados tácita­mente. Así pues, también el sistem~. deíctica de conceptos es en el fondo un sistema lingüístico y desde uno de sus puntos de vista un sistema de tiempos. Como prueba de ello sirva el que Damourette y Pichon ya en su gramática emplean la adscripción al lenguaje del yo-aquí-ahora como criterio de la categoría temporal nonca1 (v. pág. 55) 25. Aquí se han abierto perspectivas al libro de Klaus Heger, que es más estructural de lo que el autor pretende, porque de hecho no encaja a Jos tiempos en ningún sistema de conceptos e.v:tmño, sino que 10s agrupa según criterios lingüísticos estructura­les. Así se explica la correspondencia parcial de los conceptos deíc­ticos con los tiempos de los idiomas concretos. En tanto que el sistema de conceptos de Heger es verdaderamente deíctica estamos con él de acuerdo; pero cuando, por el contrario, admite en él el Tiempo físico 26, abandonamos su camino.

"' Damourd(e-Pichon: Essai de grammaire d e Ir. ¡migue !rall("{lise, ('_'mo V, § 1703. Cfe tambit'n KiUe Hamburger: Di(' Lugik da Diclztullg. JY57, págs. 30 ~ .

~6 E l punto crítico es la pwyección de la deixis sobre una línea geomé­trica temporal y la repartición del no-presente (deícti(;o) en las fases del Tiempo pasado y futuro (cfr. especialmente la p,í ~ . 24 s.\

C :\PÍTLl LO 111

GRUPO TEMPORAL Y SITUACIóN COMUNICATIVA

La lengua frances tiene dos grupos de tiempos. ¿Qué signifi­can? ~ C?ué func'ón t~enen? Lo más inmediato parece preg~ntar por el r.lempo y ~us dImensiones: pero la sospecha de que los gru­pos de tlempos mIentan dos etapas del Tiempo no encuentra confir­D:adón. En cada uno de los dos grupos está comprendido todo el 1IempD del Mundo, desde el pasado más remoto hasta el futuro más lejano. Con los tiempos dd grupo 1 puede decirse : le monde a commencé, lo mismo que le munde Gura une fin . Paralelamente con los tiempos del grupo 1I: le monde avait cOl11lllellcé, así com~ le monde aurait une fin. La frontera estructural entre el grupo 1 y el g:upo II no es una frontera temporal (de Tiempo). Entonces. ¿que clase de frontera es?

. Podría renunciarse a contestar a esta pregunta y limitarse a se­gUlr operando con las estructuras ya obtenidas. Este procedimiento se :ecomienda especialmente en el caso de que el fin propuesto sea e~ :deal de una lingüística formal pura, porque se piense o en la 10gIca .formal o en operaciones mecánicas . Como no pienso ni en la una m en las otras, no tengo por qué amed rent:crme de afrontar una interpretación del contenido de las estructuras sintácticas. El formalismo llega a su fin natural donde el sentido salta a la vista.

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A2 EI'Í/"[I('lIIra y f[1 l1cián de lns tiempo.\ -- --------

¿,QL!é SiplI11L'(! . pu...;s. l:l Jivisoria estructural entre los grupos 1 y 1I'? R.eLvl'l,L!TIos que J:.¡ ohtir.ación d::l knguaje en colocar el E10rkma rersdn~l (.,1 d verbe; ha dcillostr:lllo su lúgiL'a porque ase­gura C~te, y ... ' ln ,] b "r~:c¡6n, en la situación comnn¡cativa e1e­mc:nLll rcpmducicildo el modelo ftmdamental de la comunicación. Por (;lí" nG~ pregllnLml()~ si tamhién los tiempos --o mejor dicho, amb,, :,; gn:pns d.:: t;cmp" 6- - tienen que ver con la situación COI11U­

¡úc{itiv(!.

Las si[ti<l\.:ionc~ comunicativas ...;n las que actualizamos el len­guaje son ¡JO div,ers;,s como pucdan serlo las situaciones de la vida y ninguna ,"S igual :.:. otra , pero esto no excluye la posibilidad de intent~r !'-.u t i¡')()loda. Este intento wnsLÍtu\'e al mismo tiempo una t :-.r(;~i propi a ·de 1; linL:üÍ;::tiea, )':' yU": el Ícnguaje no se actualiza cn el '-,aeío, sinu en silU:1ciones concretas en las que se encuentran y condicionan mutuamente "compClIwrnientos" lingüísticos y extra­lingüísticos. Haberlo 5eñalal.lo conslituye el m¿rilo perdurable de] "beha viorisil1o" l.

Situacion(;s comunicativas típicas i,on. por ejemplo, el pedir una información y la in(ormación misma; un monólogo; el relato de una ]¡i~toria; la dcscri pc:ión de un ohjeto o una escena; la compo­sición y ía kctllru de una CJrta (naturalmente también hay situacio­nes cumunie<:niv..:s t:~critas); un ,-,,,mentari,) ; un sermón; una dis­cusión : la in t'nrm(¡(:Íóll políLica (l(; un periódico; un expediente ; Ulla P'.JC:;iéi lírica; d relato de un mer:sajero; una indicaci.ón escé­nica ~ uüa conferencia c.ientífiea, un diálogo dramático; una bio­grafía c .. . inchlSI) estc libro que t1':1ta de un problema lingüístico. Se espera, naturalmcnk, yue aparezcan todos los tiempos en todas las "iruaciun..::; comunicativa:>, pero la verdad es que, fijándonos con­cretamente en grupos de ti empos, y no vagamente en todos los tiem ­pos, a pa C':CéI1 ddem1Ínadas afi.nidades entre ambos grupos y ciertas ~ itu ?_(;ionc:, com unicalÍva s. Considerada como situación comunicati-

1 P:tniéularnH!lllé cullvin.:enk eS K"nncth L Pil ~ C: Lallguage in R e/a­tion to {{ Un ;'ficd T/¡ cory 01 tite Stmcl' Ii'p "f Human Behavior, 1954-6ll. En lugar ,le ",tll[;cinnc,; com unic <l tiva$ (SpJ'cc/¡si tuatiollcll) t~ mbién podría decir­,e ,,1n la bmo, ,, mé:t.¡ [(lra de Viitlgcn,téin, "juegos del lenguaje" (Spracil-

, , , ,., ' ) spiclc) . (f"; rr. Ph!!(i'~I/[1J¡ isc/¡e Untr rsflchllllgcn, N.::w ·Yorh., 195.), pas;un.

AJando comeillado - mundo narrado

va escrita, una nov.::la mUestra inequív,)Ca inclin clón por los ti en¡­pos del grupo II, mientras que este libro, si el lector quiere consi­derarlo por un momento como espécim(,n de una exposición cientí­fica, muestra una preferencia igualmente inequívoca por los tiem­pos del grupo l.

Ahora nos vendria muy bicn disponer de cs wdístlC"is sobre est;) cuestión. Pero es difícil manejar estadísticas cuando se t rata de problemas tipológicos y, por o tra parte, las eStadísticas disponibles sobre los tiempos están hechas a base de los tiempos mismos y no de los grupos de tiempos. De todas formas podemos evaluar, en re­lación con nuestro problema, algunas de las ya exis tentes. Robert Martin, por ejemplo, para realizar un estudio sobre los tiempos ha recogido material a base de los periódicos franceses del 19 de agos­LO de 1959 y ha clasificado Jg.7/16 citas . Intcrrrctaiido sus resultado." obtengo para el grupo temporal 1 el 79 rí,~ Y para el grupo 11 el 21 % 2. Los periódicos, pues, aunque rcp[e~cman un C 1nglomeradoJ de las más diversas especies de textos, muestran una dara prefe­rencia por el grupo 1.

Como pal! e ira ~s no exis ten otra:'> est::!dístÍcas comoJetas. asomémonos Mi espai'lúl. obre esta lengua disponemos de los· datos cuidadosamen~n, ", ' os por William E. BulL El problema Se

plantea de la misma forma para el español ya que sus tiempos Se

reparten también en una d icotomía de dos grupos, según se des­prende de la concürdancia de los tiempos en los textos. E n sus es­t~dísticas Bull también incluye los participios, infinitivos e impera­tIvos. Por esta razón las cifras podemos considerarlas sólo según su valor relativo. Así. del material estadístico echo sólo mano del tiempo presente para el grupo 1 y del imperfecto y perfecto simple j~nto~ para el grupo JI, observando el reparto de ambos grupos en sItuacIOnes comunicativas diferentes representadas por géneros Ji ­teranos distintos. Las cifras corresponden a tantos pOi' ciento (en redondo) ; la primera cifra designa la frecuencia del presente (gru­~o 1) y la segunda, la frecuencia del imperfecto y perfecto simple Juntos. Los demás tiempos de ambos grupos podemos dejarlos fue­ra de cuenta pues no alteran en esencia el cuadro de conjunto:

2 De material no impre,;o éomunicado por P. 1mbs : L 'E l1lploi des lemps verbaux, 1960, pág. 221.

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Estructura y función de los tiempos

Abreu Gómez : Héroes Mayas (Cuentos, Méjico): 19,8 - 54,5. Alfredo Cantón: Bravo León (Cuento, Panamá): 11.5 - 50,6. EuSt2Sio Rivera: La vorágine (Novela, Colombia): 20,0 - 38,1. Eduardo Luquín: Los perros fo.ntasmas (Novela, Méjico):

18/!0 - 36,l. Jesualdo Sosa: Sinfonía de la Danzarina (Lírica, Uruguay):

44,3 -- 20,0. Garda Larca: Poeta en Nueva York (Lírica, España):

46,4 - 20,0. Xavier VilIaurrutia: La Hiedra (Drama, Méjico): 38,0 - 11,8. Jacinto Benavente : Una pobre mujer (Drama, España):

36,3 - 9,0. Martínez Sierra: Sueño de una noche de agosto (Drama 3, Es­

paña): 36.3 - 6,3. Benjamín Jarnés: Cervalltes (Ensayo biográfico, España):

48.9 - 13,0. Amado Alonso : Poesía y estilo de Pablo Neruda (Crítica lite­

raria, España-Argentina) : 65,0 - 1,6. Joaquín Xirau: Amor y mundo (Ensayo filosófico. España}:

66,0 - 1.3 4.

A pesar de la asimetría de los tiempos representativos de am­bos grupos, el resultado es inequívoco: en las novelas cortas, los cuentos y las novelas domina el grupo n, mientras que en la lírica, el drama, el ensayo biográfico, la crítica literaria y el tratado filo­sófico prevalec a~ más claramente el grupo l.

Para ~lemár!) vamos a aprovechar una tercera estadística. También eh-Ia..-l@ngua alemana se constituye el sistema de tiempos, tal como enseña la concordancia, sobre la base de dos grupos. A continuación vamos a aprovechar ciertos elementos de una impre­sionante estadística realizada por Kaj B. Lindgren, quien elige como ejemplo tres novel itas de T. Storm: Viola Tricolor, Immensee y A qllis Submerslls, cuya distribución de tiempos es representativa, según los resultados de Lindgren, para la lengua alemana escrita.

3 De este drama sólo tiene en cuenta Bull 103 diálogos. 4 W. E. BlIl! : Hispania 30 (1 947), 458.

¡"¡lindo comentado - Inundu I/arrado 65 ------ - -------COiTI? en s~ estadística Undgren ir¡cll1ye el , ¡¡bkilh/o. aL:ep lam0s sus cIfras solo en su valor ¡d;;'livo. TOma.'Il( lS en C(1:1:,¡J'~ra('i('i1 na fa el .?ru ~;o I sólo el PriiselL y el Perfckt; para el grupo 11, Sll ¡~' el ProlentwJl y el Pll!squompr:rf¡:kt. Tengamos prest';!lc ( j'pe 1 indc-rCl1 l " 1 h' b 'l '" la proccúJQo tan a I men te: ql'.e en las novelas C( ' ¡[GS ;"1 distin!,uido entre el relato del narEldor y la~ partes dialogi1u~s. ¡\sí nue~ ~obte -nemas las cifras siguientes : - , .,

Relato del narradf1r: Grupo temporal 1: 3,8 ;':, ( 151 casos). Grupa temporal H: 84 ',", (J932 c"sos).

Partes dialogadas: Grupo temporal I: 71 ', ', (921 casos). Grupo temporal II : 9,)3 ';" , (120 cas;~) ',

. Tambié~ en este caso los resultados son inequívocos y han sido Justamente mterpretados por Lindgren: en el relato predomina el ~rupo ~I y en e~ diál?~o, con la misma evidencia, el grupo 1. Tomanao e.n conslderaclOn los otras tiempos el cuadro no se altera en lo esencIal.

y basta de estadísticas. Estas se han sacado de textos lI'tera . PI ' '. nos. ~ ero como e conc.e?to de literatura se ha utilizado con criterio ~uy generas,o. adr~lltIendo en el campos literario~ como el perio­d[.~mo, l~ cn llca hter~rja y el trata di) fi ]o~óíic(), y como, !Jor otra parte, Lmdgren ha dlferenciado el rebto del diálol:o el' peliofQ de, un resultad~ unilateral ha quedado así eliminado. ~P~r ell ~, p: r­mltase~os cons~dera.r los géneros literarios como repre~entati\'os de determmadas sltuacIOnes comunicativas.

En !os resultados salta particularmente a la vista la falta de agrupacIOnes que cambien arbitrariamente o fluctúen dcntr(l de 1 0-' d 1 . . os oeneros o e as slluaclOnes comunicativa~ Predclml'n" . 1 '

• . ce sIn IH'ur a du~a~, o el grupo 1 ~ ~] grupo n. No es que esto se deba a l: dis-POS1ClO~ de la esta?lst:ca, como cualqnier persona puede compm­bar ha.clendo, por SI mIsma un recuento, sino que es connatur:1.1 al lenguaje. ASl pues, no sólo los tiempos concuerdan mejor con

s Lindgren : Ü ber den oberdelltschcll Pr¿¡leritumscl¡ wunr!, ] 957. pág. 20.

TEMPUS.-5

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~ __ . ____ . _ _________ .. __ __ ~~S!~lI(,(ll}'a _y'J.!!!l_ción de _los ~:'i}1!~()~

unos que C<.Ji1 OLro:>, ~in() llue tamhién 10~ grupos de ellos r.:;sulum­tes concuerJan mejor con unos gencIOs y con unas situadolles co­mUúicatív:ls ~lU(; con IJtnh De la miS1ll1 manera, también las si­tuaci :1nc~ comunicativas :se reparten claramente en dos gmpos se­gún -.: 1 grupo temporal qu.:: en ellas predomine. El grupo II predo­mina en la novela, en la novela corla y en todo lipo de narración 0ral ú e;;Cl itCi, C)(C.:;pil) en las parles dialogadas intercaladas. Por el contr:lllo, prcjomina el grupo 1 en la lírica, el drama, el diálogo en g.:m,;r;.: 1, d !,lericdisl11o, el ensayo literario y la exposición cientí­ti.:::l. Pudemos ampl iar ('sta enumcHteión más allá de; las estadísti­cas a partir de la experiencia del vivir cotidiano en contacto con el lengu2jc y los tiempos. El grupo de tiempos 1 predomina tam­bién en dcliberaciunes, monólogos, descripciones, cartas, comenta­rios, :::c:rnwne::" dis(,llsionés, indic::..ciones escénicas, confe rencias . ..

y pi'ccisamcntc cn este libro.

COMENTAR Y NARRAR

Fn el grupu de tiempo" H es relativamente fácil señalar qué tienen de común las siiuaciones comunicativas en que dominan es­ws tiempos : son evidc;ntcmcntc situ :1ciones comunicativas en las que lIur;wnM. ¡ caso sea la descripción de un pequeño aconteci­miento, .1 inft'lnnaci')ll uc un peri,~dico sobre el curso de una con­fere ncia poHtil'a la r,~nroducción de una avcntura de caza, un cuen­to inven tadu, l1~a ley~nda piadosa, una novelita artística, una obra histórica ü una novela. En cuanto al carácter de un relato como tal rehto es indiferente que la hi storia sea verdadera o inventada; también (;, int1iféfente que tenga aspiraciones estilístico-literarias n ('tiC; ~ vq un reL:to ingenuo; '.', finalm;,:nt~, es indi ferente a c;üé ley~s obeJe7ca de los géneros literarios. Por encima de estas dife­rencias particul;nes ~e encuentran los rasgos distintivos de la situa­ción comunicativa que es el relato. Éste no coincide exactamente con 10 que, desde 1; conocida tipología de Aristóteles 6, la ciencia

(, ;:\ ri <.tót<:ks: P,o,'tica, cap. IIJ , desarrollado y sistematizado en la R etó­riclI. ce.. H. Lau,berg: Hal1dbucf¡ d el' literarischell Rhetorik, 1960, 1,

§ 291.

f-f lindu c';.'nentedn·· milI/el,) narrado 67

de l:l literatura llama ¿pica, pero ::ü)(![ca la litenttura é;Jica en cú:::n­to es v0rdaderamente narrativa.

~/l ircmos~ sin enlbaí; o, n1ás a I1 ~ de 185 fro.:.ltG r~s de 111 liter) .. una sin perder de vista ía totalidad del lenguaje. También se mura fuera de la litératura . El narrar eS un comportamiento característi­co del hombre. Podemos comportarnos frente al mundo narrándolo. r.J"arrá ndoh) emplca n10s aq uella p~ute del lenguaje ql!~ C.Si3 prcvl s1r:l para narrar. E mpleamos en particular Jos t iempos del relato. Su f,lilción en el lenguaje cons i ~ te en inform?r al que escucha una co­municación que CSL;:¡ comunicación es un relato. y;~ que acsolma­men te todo, el mundo entc:;!'o, verdadcfQ o no '.'erdadéro, puede ser objeto de lIn rela to, vamos a llamar a Jos liem';os del ru o 1I [ ir' 11/ pos rI (' I 1Il !l i/ d o i.!f iJ1' (l d o o, ;:; b re \(üldame n te, iD.¡.zpo.\ J {;...L.- 11 alTa­:i!!!!. "M undo" nd significa aquí ütra cosa que posible contenido de una com un icac ión lingüística. Así pues, hay que entender los tieril pos del mundo relatado como señales lingüístic::! s s0gún las cuaJes el con­renido de la C,)ffiu,lÍcación lingüística que lleva comigo ha de ser en­tendido como relato. E n tanto en cuanto formen parte del grupo tem ­poral 1I de la lengua francesa tienen sólo ésta y ninguna otra función . En otras situaciones comunicativas empleamos otros tiem­pos, a saber, los t iempos del grupo temporal 1. Como junto a esios dos grupos no hay un tercero, tendrá que haber una nota común para cada una de las situaciones comunicativas en las que emplea­mos los tiempos del glUpO L La "vía negativa" es la primera que se nos ofrece. Lo que tienen de común las situaciones comunicati­vas en que domina ese grupo de t iempos es que el mundo (eH el sentido ya indicado) no es relatado. Mas ¿cómo hablamos cuando no relatamos? A hora no se trata tanto de hallar un término ade­cuado para el caso, sino de describir qué diferencia el tipo de es­tas situaciones comunicativas del tipo de las situaciones comunica­tivas narrativas.

Lo mejor será aclarar la diferencia apelando a situaciones ex­tremas de narración y de "no narración" y presentar de fo rma muy concreta :11 narrador y al "no narrador". El prototipo del narrador tal como siempre nos 10 presenta la literatura en los relatos este­reotipados es el narrador de historias. Tenemos de él una imagen

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Estructura y función de los tiempos --------

':.eterminada: es más bien viejo; en los cuentos infantiles es un '!lej() , una vieja, o la abuela. Está sentildo -no de pie- en un silión, en :m safi, o en un tajo junto a la chimenea. Es al anoche­cer, después de la jornada. El viejo interrumpe pbcenteramente su rd:-:to pelra dGr una chupada a la pipa o al cigarro (r2ras veces al cigarrillo). Se mueve lentamente; se toma el tiempo necesario para conlempbr uno por uno a sus oyentes, o hace memoria con la mirada puesta en el techo. Sus gestos son escasos y la expresión del rostro es más serena que agitada. Está totalmente relajado. Un par de ejemplos tomados de novelas cortas de M:aupassant 7. La titulada CMil empieza así:

* L'amiral de La Vallée, qui semblait assoupi d::ms S0n fauteuil, prono n­¡;;a de sa voix de vicillc- femme: 'Tai eu, moi, une petite aventure d'amour, tres singuliere, voulez-vous que je vous la dise?·'. Et il parla, san s [emuer, du fond de son large siege en gardant sur ses levres ce sourire ridé qui ne le quittait jamais, ce sourire a la Voltaire qui le fa isait pa5ser pom un affrcl1x sceptique.

Pareja situación ¡;e def;cribe al comenzar Le Marquis de Fu­merol :

.. Roger de Tourneville, au milieu du cerc1e de ses :lmis, parIait, ,. che­val sur une chaise, il tcnait un cigare a la main, el, di.! temps en lemps aspirait et soufflait un pctit nuage de fumée.

Por último, un tercer ejemplo ha de mostrar que la relajación del narrador no refleja la inocuidad de 10 vivido o relatado. Escojo el comienzo del cuento L'Horrible en el que, como el título ya indica, se relata una historia de miedo. Ya desde un principio se dice que la vhpera habia ocurrido un espantoso accidente que e<; el que acaba de ser contado. El relato arranca de la manera sigi.liente:

* La nuit tii!de dcscendait lentement. Les femmes étaient restées dans le salon de la villa. Les hommes, assis ou 11 cheval sur les chaises dl! iarc1in, fumaient, elevant la porte, en cerc\e autour d'une table ronde char~éc de tasses et de petits verres. Leurs cigares brillaient comme d"!s yeux, dans

.. Los párrafos señalados con asterisco remiten " la traducción española del apéndice.

í Guy de Maupassant: Coll/es el N ouvellf's. 2 tomos, París, 1956-57.

/Hundo comentado - mundo I1l1"rarlo

l'o!11bre épa!ssie de min ute en !11inuk. t')ü vcnuit d~ r::;,cor: t,- r lic ~ úrL.l':<.

accident :lrrÍvé la veille: deux horrnncs et 1r02":' f<::rnn ~<..: n";;.~.;, :. ,_,~¡ .. ; ~., J·'? U~\. des invj(¿~, t:n f3.cC! ~ Jans la riy;l:;rc. L{; .:~0n'~, :~ 1 d2 (3. p"l)nnn~'~; : . .

Lo terrible del suceso narm:.h no L!fecla en <'0.<;p;tlto. o apenas tiñe, la sill'ación, que, COfl1I) situación n'1i'rat;v~" r"-:J"J',"ne''':~ PUf

principio relajada. Las suceSf-'S terribks , aunque s(,lc1 ~<;; r::mont8n a~ día anterior, quedan como [13 s2dos [,nr <.:1 ~ f,]tro del rcl:tto P"~~­c!iendo mucho de su dramatismo.

Por parte del grupo temporal 1 no se presenta '.:011 la misma fvlU/J n evidencia una situación característica. Casi t{)ua la c'!CQ!a l.le las LO ¿V\1-Ci\~ manifestaciones lingüísticas - -- con la sllh exch~ión del rchto--se sirve del grupo de tiempos l. Como<~itllacÍllnes c'lfücterí.,,¡icas valgan el diálogo, el memornnuu1U de! político, b con rcrc!~('iél cien-tífica, el ensayo filosófico, el comentario jurídico y otras muchas. ¿A cuál ha de darse la preferencia? Prommciélrse ¡'O[ una de ellas s~rí~, arbitrario y por ello baste señalar, en general, las notas que dIstmguen estas sItuaciones comunicativas de la situación narrati-va. Como nota general de la situación narrativa hemos ~eñalado la actitud relajada que, respecto del cuerpo, sólo es signo exterior del relajamiento del espíritu y de] di scur~o . Valga, a la inversa, 1<-1 acti-tud tellsa, tanto del cuerpo comn del espíri tu, COn1\> !luto. .ecn"nd de la situación comunicativa no narrativa. En ell" el hGblante está en tensión y s~ discurso es dramático p()Hlue se 1rata de cos:.! s que le afectan dIrectamente. Aquí el mundo no es narrauo, sino C(lmen-tado, tratado. El hablante está comprnme1ido; tiene que mover v tiene que reaccionar y su discurso es un fru~:mcnto de acción QU~ modifica el mundo en un ápice y que. él su vez, empeña al hahb~te también en un ápice. Por eso, el discurso no mUTativo es, ror prin-cipio, ~eligroso; i';athan el Sabiu, en el dr~lma de ¡_c;~in~, lC' ~;"'- be muy bIen, y es por lo que elude una cl'c,! i6n ~,ck:r' ,~a Ce;: un rela-to inocua, con la célebre parúbola dé: Il)s trps an ;n~s . :\ n:\q,!ro~ . ~;in e~bargo, no nos suele estar permitido eludir una cucstit"lTI por .~.;:_ dIO de un relato. Hay Tiempo de comentar y hay Tiempo de na-rr~r. Así, hay tiempos gramaticales del comentar y del narrar. Lo mIs,mo que el grupo de tiempos Il está para relatar. así el grupo 1 esta para comentar. para tratar de la~ cosas. Vmnos, pUC:o, a llamarlo

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70 r,',W'/!CiL !i"i! y funcü;n de Ít)S tic l/pOS

gru¡;o d~' ¡¡UiI/'(M tid mili/do c,;, ;] enfaflO y los tiempos, tiernpos ( ·o í71 e ¡ i: • . /i: .. 'l.:.\ - .

N0 ~ :> p\);;¡i.',k ú¡ ',¡ ~ !Lar b p.:.cui i:tricJ ad de ía actitud del comen­tario en un :-,,'ototi[Jo de co mcli tador tal como había sido posible en el n'!rm c! Cj'. 1_a CSC ~¡Ia de las situaciones comunicativas es muy ampk:: ','<1 desde 1<1 <:o¡¡iesión má ~ privada hasta la alocución más pÚ;, !iUi , y .1<, c;':isi.;; Ot ro signo iJcnr ificable ineCjui','oco en el comen­tador l. li '~: el ',er a 19uien tot~lmcnte d istinto del n:trrador. Por :m cor'1;¡¡-nrnis:; [lOr1r<í ,:()n ()(\~ rsc]e , ~ ' T!) importa que esté distraído o at iendrl a lo que dice ; pero si no 5<11e de su di stracción se expo-11é a h ]; <!rIa , a (:ue le c:~li fiq\lcn de soñador. ÜWrlO só íal para que el oyente "dvicrta que se t ra ta de algo que le afecta dircciamente y que d discurso exige su respuest,t, hablada o no hablada, el ha­blante hace lISO UC los tiempos d~ ! grupo I. Su función no consiste cn mencionar un Ti0m!1o, ¿para qué iban a hacerlo? Para ello dis­pone el lenguajé de medios má~ adecuados. La función de esos tiempos c:s la señal fI/(7 res agitur, Son, encareciendo la expresión, una señ~ll dé alarma : No se permi te, o al menos no es adecuado, escucha r l\:lajad amente. L.os tiempos del grupo 1I, por el contra­rio, puede m tcrprc:tarlos el lector o el oyente como señal de que le está pcrmit id() e~cuchar d urante un rato, o sólo por un momento, con reL ¡iva rart icipac ión , C: ~ deci¡ . con rensión laxa,

Si eSta interpretación es ju::-ta , podrem,)s entonces volver a plan­tearnos la cuestión jnicial: la oh~rin a ción que pone el lenguaje en el uso de h s tiempus ¿va contra todas las leyes de la economía? No, sino h 1d \) lo contra ri\). Es en extremo económica, pues para la economía del esfue rzo psíquico no deja de ser importante si el hombre ha de usar de toda su concentración ("primer grado de alarma") en cadá com unicación lingüística o, si alguna que otra vez, le está permitido relajarla (" segundo grado de alarma"). Esto es ütiI conocerlo en cada oración. E l derroche antieconómico en el uso de los tiempos es sólo aparente y está al servicio de una eco­nomía superior.

7~ E n el original alemá n el au tor emplea los términos " besprochene Welt" y "hes prechende Tempora" que en esta traducción aparecerán siempre como " mundo comentado" y "tiempos comentadores",

¡";J ill1do comentado - 1IIJ1í/d l ) narrado 71

Tambi':n la con(:Qrd~ncia de Jos tiempos, que con tanta ob ~ti­

n:lción se encuentra en los idiomas más diversos, es económica en .::xtremo, Y es que si, p\) r principio, está permitido pasar d.::l na rr.tr al com.::nt;:: r y del comentar al narrar, este paso, sin embargo, no debe poner en peligro la comprensión con un ritmo muy rápido, La concordancia de los iiempos, como limitación combinatoria en una o ración compleja, está diciendo sencillamente que el lenguaje no ve c,)n buenos ojos un cambio apresurado entno el mundo narra ­do y el mundo comentado y que el cambio sólo lo permite, normal­mente, [¡] llegar a la frontera de la oración, Al mJsmo t iempo ql!cda a~í definible la frase (SCl'/l e IlCe, phraseJ como ur: id ,¡ d lingüística , que, según la actitud comunicativa, es decir, en relación con la distinción fundaméntal entre mundo comentado y mundo narrado, es unitaria,

MUNDO COMENTADO

E l capítulo dedicado al presente aparece en todas las gramá- rri:;-CJ~~ tieas de forma semejante al capítulo Présent de la gramática de Maurice Grevisse, Le BOIl U sage. En el primer apartado se dice que el présent designa el Tiempo presente; en el segundo, que de-signa un hábito; en el tercero, que designa acciones atemporales ; en el cuarto y en los siguientes, para concluir, que puede designar cosas pasadas y futuras 8. ¿Hay mejor demostración de que el tiempo presente no tiene nada que ver con el Tiempo ? E l presenie es un tiempo, es el tiem~princie.al del mundo comentado y desig-na por ello una determinada actitud comunicativa. Lo mismo valé para los demás tiempos del mundo comentado. Por el momento di-rijamos nuestra a tención con mayor interés a este tiempo, en el que aparece de manera particularmente ilustrativa 10 peculiar del mundo comentado y del grupo de tiempos correspondientes. Como en este caso son varias las lenguas que muestran idénticas relacio-nes, permítasenos tomar los ejemplos de idiomas d iferentes.

La Señora Hamburger, al estudiar el "pretérito épico", ya ha adVertido que lo normal es que contemos una historia, una novela

8 Grevisse: Le BOl! Usage, 1955, §§ 714 s,

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72 Estructura y función de los tiempos

° una novdita en Prateritum (en español: impcr[edo y perfecto ~imple), pero que el contenido lo resumamos siempre en presente 9,

Es ta observación se confirma con sorprendente Calta de excepciones desde los argumentos de la comedia phmtina Insta los resúmenes de obras de teatro y novelas contemporáneas. Kiite H::>.mburger ve en ello la confirmación de sus sospechas, a saber, que el pretérito de la poesía épica no puede mentar el pasado. Por nuestra parte hemos · de añadir la comprobación, complementaria de las conclu­siones dc Kiite Hamburger, de que tampoco el presente del resumen de En argumento puede ser mención del Tiempo presente.

Ahora bien, alguien podría pensar que el uso del pretérito (im­perfecto y perfecto simple) en un relato y del presente en el resu­men tienen su explicación en el hecho de qlle el pretérito menciona los propios sucesos del relato y que el presente, por el contrario, menCil.lna los hechos del libro que tenemos ante nosotros. Esta ex­plicación no nos sQtis[ace, porque también se emplea el presente cuando el libro no eslú ni siquiera terminado ni ante nuestros ojos, por ejemplo, en el boceto literario. André Oíde recoge en su diario, con fecha del 16-VII -1914, la nota siguiente:

", Beau ~ujet de roman: la jeune filie qu: va se IT'a rier contre le f.ré ue ses paren!s avec quelqu 'un dont le passé a prété a redire. Peu il pe!.! elle parvient a faire aeeepter son mari; mais e'est elle qui, landis que la famille découvrc ~l ce mari ue plus en plus de quali!és, compren d l;u'dk s'inusionnait lD ~ur son compte. Par fierté elle elévore toutes ses tri stcsses, '2S ¿ éconvenues et se trouve d'autant plus ,euJe . qu'a présent la famille IJrenG le parti du m ;:¡ ri, eontre dIe, et 11 eauy:! de riElbikté qu'cll.: a eue

d'abord a faire valoir ;;on man o

Si Gide 1mbiese llegado algún día a escribir esta novela, 10 ha­bría lE'I:ho - como en sus otras novelas- en los tiempos narrati­vos impar/uft y passé simple. Los tiempos del boceto, por el con­trario. son los del grupo 1: {J ibent, passé COII1P OL<q y fl/tEr pro­chu'/I. ---admitiendo la forma va se nwrier com(.1 una especie de flltur --. Roy Pasea! confirma en el C3 50 de l-f.enry James que el

9 Ktite H~' mburger: Deutsche Vierteljahrsschrift, 27 ( 953), 352 s. ;" Para este imperfecto cfr. la pág. 152.

Mundo comentado - mundo narmdo 73

novelista americano, lo misl110 q lle el frnl!':'~ s, r'~' dQcta en el presen­te los apuntes que toma en Sel cuaderno de n ot:>s. adv ir tiendo que no sólo el esquema general <le toda un" ('l:'F. si f] u también 10s bocetos detallados de escelHlS ai ~:lad~ls 11 .

En relación con todo esto, tambi én hemo:; de menc1om l.r los guiones cinematográficos que, de b misma manera (~'.,c el boceto preC'ede al texto, preceden a la pelícllla, Aunque posteriormente sean publicados como textos literarios, ,~u s tiempos ~igucn siendo los del grupo 1. Es 10 que se lec, por ejemplo, en el guión de Sar­tre, Les jel!x sont faits, y en el de Abin Rohhe-Grillet L'wlIiée derniere a M aricllbad. Con !os ,;u ione~ estín ernr~r2nt::,,18:': lz:s in­dicaciones escénicas de las ob!'as te::tmk ':, en 1 ~ ~, l ~!cd::, " ;,arcr:e el presente con tal regularidad gue H c'Iger Sien Se pregunta si nc, habría que considerar el "pr(~sef/t scénique" como una TIl'eva c!"se de tiempo, El mismo lingüista danés, a propósito de esta cuestión, menciona e! hecho de que también en el an;llisj~ de] crítico y de! hi stotÍ:1dor de la literatura se emplea preferentemente el presente 12.

De forma análoga, la s descripciones y títulos de cuad ros y ue es ta­tuas 13 están en presente. A h. CQrta qve se contesta. uno S~ refiere en presente. Es j'a el caso de11"tín: C¡\:e,ú;; a I'retc10 Cele.!" : ,)'cri­

bis (tri me ... (Ad fam. V, 2). En este o so p,yJ ría "r¡,riiin·e de n1.lGV0 que el cuadro, la estatua y la cart::l están <'nte ]')S (lj¡.'~ . Pero es to es de importancia secundaria . El : ' !"aC'.'I!i7S ,'tihdor, · 'kl };, tín 8'-' en­cuentra en t::l.blillas, cuadms crono16gicos y crónicl1s para hechos que son regist1"<ldos precisamente porque no ~on Qctu;1ks 13". Por último, recuérdense los titulares ce los pcritídi c():; , en esnccial los sensacionalistas, que de costumbre están en presente, él no ser que el verbo haya sido elidido. f ] relato (~ t' e e 'l l:ahenn si~~ll~' llle,'!o en muchos casos en los tiempos de! gmpo n, sicm~re que se narre un suceso.

11 Roy Pasc:ll: M odern Language Review, 57 (l ()G2), 7. 12 H. Sten: Les temps du verbe fini, 1 Q52, pá'!~ . 21 ' . 13 "David che uccide Golia". Sohre este caso llama la atención Ales,mn­

dro Ronconi en su libro Interpre!azion i grammll ficofi, J (l 5 ~:, ]J ú ~ 14 J. 130 efr. 'Nac1:erna :;:eJ: VOrleS!lIl~f'11 ¡íber S.y'!tax. I. 21 nr" !l ~;~-;. ¡ 6-.1 S.

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74 f:'-':truC/ura y función de lo.\' tiempos

Todos ('SLllS e;c:mpíos b<l~tilráú ,nara mostrar que el problema del prc~em<? que lW S oCllpa -- y con él el de todo el grupo 1-- no puede d iscwir.',(; a has,,· d,:;l caso si .:,bdo del resumen de una novc­L~ . flj i\~':,¡u :-(!e ! i U ~~ nna nO'.rcla eS liIl() (le 18s cniTlpos en que se ern­pIca este plc~cnw : la ,::: :'plicación q;le él prim::ra vista se impone, ~cgún 1 ~\ CL:~d el presenté menciona la presencia del libro en cues­tión, es inv:iE:b para la mayoría de los otros ejcmpíos. De todas füf¡n él S, t::mi,ién es posiblc: , s.~gún el eiemplo de la novela resumi­da, plantearse .:;1 prohlema del cmpleo ue este tiempo explicándolo a p:¡rtir éL: 1::: estructura del sist·:;ma de los tiempos, sin olvidar que n I) sókl :S<ín las palabras las que forman un complejo oracional y la:. oraciones las que cllnforman un texto, sino también que los textos sc confonmm dentro de una sÍ1uación comunicativa. Un tex­to como el que resume el argumento de una novela no se presenta aislado en la lengua viva , Lo mismo puede decirse incluso del orden cmnnlógico o alfab;SlÍco con que ciertas publicaciones ofre­cen a modo de diccionario los hechos y nombres de una novela. El contenido resumido - a no ser que se emplee con la modesta finali­dau de refrescar la memoria sirve de base, habitualmente, para hacer la crítica (para comentar) una obra literaria. El redactor del resu men no puede ciertamente aspirar a contar mal y brevemente una hi~i<íri& ::¡U0 yri hd sidu bien relatada y en detalle. Un argumento resum idli n I) es ¡w ¡{c'"cler's Digest, El qUe resume h! obra literaria lo h~KC más hien para tratar de dla o para facílitar a otros la oportunidad de lJcuparse de la misma evitándoles fallos de memo­ria. E l contexto más general identifica, pues, un resumen como par­te de una "ituación comentada y cae por su peso que Jos tiempos del muml\1 comentaoo 5e conserven también en el argumento resu­mi do. Válgan "ólo dos ejemplos:

Th0írl"~ T\,Lmn, en llno de íos '/iajes que hizo a América por mar, llevó como k:ctura el QuijOTe, Sus impresiones de lector, regis­trada~ en un Jiari(J, aparecj.:;ron luego como un magnífico ensayo ti tuladt) A bordo con Don Quijote. Al ocuparse de las bodas de Camacho. resume detalladamente el episodio en presente. Inmedia­tamente tras el resumen formula la pregunta (comentadora): " ¿Está permitida una cosa así? L a escena del suicidio está presentada con

¡Hundo comcnti'do - !l/.Iiild() narrado 75

~0ricd:ld absolu(~ y ;..centos tr:'i gic,1s..." Unas páginas más adeíame resume (en presente) la n1c'morabie aventura del rebuzno y continúa tratando de eJI::t: " ¡ E:-:traIia his¡oria! Tienc algo que despierta í:e­cuerdos y evoca alusiones, sobre lo que no creo equivocarme ... ' -' 14

El otro cjem¡;lo lo s~co del ensayo Explica/ion de l' É!m¡¡gcr, en el que Jean-Paul Sartre hace una interpretación filosófico-literaria de la novela de Camus, Obsérvese el paso brusco del comemario al resumen del contenido:

:i~ L' Étrallgl'J' sera Jl}~1C un ronlan du é cca l(jge, du div0rc.:: ~ du dépa j :-,~ ­

ment. De 1;1 ", C0nstruction habite: J'un c part le flux quotidien el amorphe

de la réalité vécu", d'autre part la recomposition éd¡ fi~llltc de ceae réaiilé par la raison hUínaine et le discours . I.l s'agit que le lectcur, étyant é ü:~ 111 i5

d'abord en préscnce de la réalité pure, la retrom'e san, la reconnaltre .J 2. í1 S

sa traIl~po s ition ra tionnelle . D~ la naitr~t le se nLÍffi~nt de rab:;;urd~, c'est-a­

dire, de l'impuissance oÍ! nous sommes de penser avec nos conCeplS, avec nos mots, les événemems du monde. l\1eursault enterrc sa mere, prend une maltress.::, commet un crime. Ces Jifférents faits seront relaté> :l son proce<; par les témoins, groupés, expliqués par l'avocat général: lVfeursault aura l'impression qu'on parle d'un autre. Tout es t construit pour amener wudain ¡'explosion de Mari,, __ 15

De las frases que resumen el contenido puede deducirse que no es esencial que el autor haga uso del presente o -como en este caso- del futuro. Para la armonía de las partes de una situación comunicativa unitaria es sólo decisivo que se elijan concordemc:nte tiempos del mundo comentado. Sólo así queda garantizado que también en el "relato" del contenido se conserve el clima de la si­tuación comentadora y no tenga que ser rehecha penosamente por el autor.

14 Thomas M ann : ¡\lrerfahri mil D o n QuijOk, Insel-Vahg, 1956, púg¡­nas 35 ss. Hdy traducción espaüola .

15 SilllaliollS T, 1947, págs. 110 s. Cfr. para toda esta cnestión también d interesante trabajo de Roy Pascal: Ten.se alld NOl'el, en The ]}Jodern Lall­gl/age Revicw 57 (1':162), 1-11, esp.:cialmcnte en la pág. 7.

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76 Estructura y función. de los tiempos ---_._------- ------- - - - - - -

MUNDO NARRADO

Cuando el habbnte emplea los tiempos de! grupo n. el oyente sabe que ha de recoger la infl,rmaóón como relato, pero ignom que h:1ya de relacionarla con lo pasado. Tenemos que repeti r esto una vez más con toda chridad. La diferencia entre ca.'lla y cantaba no consiste en que a la información (semántica) "cantar" añadamos en un caso la información "en el presenle" y en el segundo "en el pasado". En expresiones como "canta" y "cantaba", y sólo sobre la base de los tiempos, no aprendemos absolutamente mlda sobre el Tiempo del " cantar". Los tiempos presente e imperfecto (y los co­rresDm~<.l icntes en otros idiomas) nos están inform8.ndo más bien so­bre 'el modo como tenemos que escuchar. Nos di~'en .j el "cantar" \~r comentado o narrado. Para el oyente es importante. Reac­cionará de forma disti!1ta de- un caso al otro. El "C~H1t:E"" comen­tado exige !>eneralmcnte una. delermin2.da postura, actitud, inmedia­t~: una ~opi~ión, una vak'rüción, una enmienda o cos~ pareja. Si el "cantar" ~s, empero, "sólo" narrado, no se impone adoptar una postura; puede ser aplazada o se puede, sencillamente, no adoptar ninglJné~. Hay tiempo para fumar la pipa o el cigarrc. hasta el final. La, información que facilita el tiempo presente en la forma canta reza así: "í Atiende, que te atañe directamente !"; la fonna callfa­ba nos facilita la iDÍormacÍón del imperfecto junto con los tiempos perfecto simple, pluscuamperfecto, etc. : "i Ahom puedes escuchar con más descuido !" Con ello la situ ación c()mtmicativa queda mar­

cada cualifativmllenlc. El mundo narrado es indiferente frente a nuestro T iempo. Pue­

de quedar fij 2do en el pasado por una fecha, o en el presente o el futuro por cualquier otro dato. Esto no cambi~ para nada ni el es­tilo del relato ni la situación hablada que le es propia, lo cual expli­ca el que m uchos narr:ldores puedan hacer alarde de una indiferen­cia ve;daderamente provocadora respecto del T iempo. Es muy cono­cido el procedimiento de sustituir por unos puntos suspensivos el año en que ocurren los sucesos de un relato. El ejemplo siguiente está sacado de un cuento de Edgar ABan Poe y vale por otros mu-

;\fl1/1do cOJ)/cntado - mundo narrado 77

chos; el cuento se titula la S i ¡Z [7m- tivent7lra de IJI! H CilS [,fahl: " Parece que el.. . dd mes de ... (no ~St(1y :,;egurn ,"le la fe cha), una inmensa multitud . .. " Y al com;enz:o u.:l JcJalo ti ll.L dt' lvíetze!1ger­stein pregunta Poe : " El horror j' L [atniidad han :·:aiiJo al pnso por d oquier y en lodas las épocas. ¡.Por qué d:u entonces una fe­cha a la historia que voy ::l contar?"

Puede decirse que estRs pabl)rQ~ de Edgaf Al!:\il Poe manifies­tan explícitamente 10 que implíc..:itamente contienen los tiempos del mundo relatado. Están dicic!ndo que no se mientc1 el mundo en que se encuentran el hablante y el nyenle y en el que (: c;t;in directamen­te afectados ; están diciendo que la ~ituaci0n hahl<1da, reproducida en el modelo de la comunicación. no es tampoco escena del suceso y que el ha;Jlante y el oyente, mientras dure el reJa/C' , ~"n más es­pectadores que personajes activos en el theulrum IIl!/ ildi mm cuan­do se contemplen a sí mismos. Ambos nrescinden de la existencia del hablante y del oyente. ~

A~ora bien; en lo .que re~pecta a. lengu~s como. e~y el frances que hacen la dIferenc1a de los dos t!empos de la narración. imperfecto y perfec to simple UIi1[!arfait y !HJssé sim li lej, ya se ha advertido algo de su peculiaridad, pero sólo en aspectos aisl(\dos. Jean Pouillon en su libro Tel1lps el tumlln (:on~erva la corre~pon­

dencia tiempo verbal - Tiempo. pero el ii11flll."f(!i! tld francé~ como tiempo del relato - .de manera análoga a como hace Kate Ham­burger para el Priiter;twn alemán- - lo consi(kra una eXcepción. El imperfecto en la novela no ti ene pwpi<;mcnte significación tempo­ral (de Tiempo), sino más bien espacial: "nos aleja <.le lo que mi­ramos". No está diciendo que el suceso haya pasad ,). porque, pre­cisamente, el noveli sta nos quiere h:x:er j'articifélr en e,,·~ é;UCCSIJ.

De esa forma llega Pouillon a la intere~ante consecuencia de que " el imperfecto de tantas novelas 110 signiilca que d novelista esté en futuro de su personaje, sino sencillamente que 110 es ese pew)naje, que nos lo mw::sfra" l f . No h(\y duda que tiene razón : $ól" hay que lamentar el que Pouillon lim ite e~te resultaJo al imr:..rfecto y ~ólo en la novela.

16 Jean Pouillon : Temps i?t romwl. 1 Y46, n:¡g~. [ (, j 'o .

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78

PCí"lí vS (l l'': lo m iSúit l v~lé c ',ra el perfedc simple (pass';: sim­

ple!. D~ ~"lv lÍé rú¡;. 1 dic" ,1 nn"",Lsta ~, 1ichél Butor '::Jl un é-IlSSY?:

·'C& un JX1~ado ¡"ú"y nd~rú':: flk cdrL~ü() J el hoy, pero que no se ale­

ja, es un :lt ,riMU ll1Í li,-,)" . ~~s el úcml'ü ql:e, po,~ est~r. relatada en k:rccrCt pele,tim:, rúej,:,r k cOliViene a la novela " . l\:IlCl1el B~l[or al inclu ir el pdi'(:dn simr!..; (rassc; silnnLe) er. tre los w:(n~;Gs del p~ ­sado paga trihuto u Id gramática del bachillerato. Presc~ndlcn~o de .::stü, Ilu;' Gueda la jnter~;sanle observación de quc el perfecto slmple car::rderiz: un mundo que está "muy netamente" separado del nues-tro y que h:l sido despl:17aJ o al plano "mít~co" . .

Todo est,-" sin embargo, hemos de añadIr nosotros, llene vali­Jez no só lo para el pcr1'l:cto simple español y pas&~ simple kmcés de la n,ricll1, sino para este ti.::mpu en cualquier caso Y para todos los otros liempo:> del mundu narrado, pues siempre que estos Se emplean. d hablante adopta el papel de narrador. invi~~ndo al o~en­t.:: a cnnvertir::,e cn escucha, con lo que toda la sltuaclon comU111ca­tiva se desplaza a otro plano. E sto no significa .des~laz~miento ~e la acción a l pasado, sino a otro plano de la conelenCIa, sItuado mas

allá de la co tidiana l.::m poralidad. No cst;:¡ria de más. al llegar a este punto, recordar el transcen­

Jel ltdl cstL:dio d.:: (. ünther ívúlller sob¡'e la significación del Tiempo en el ane (k, b l1:~rración Ji . Ciünthcr l '1ül!;;r llama la atención so­h"e " 11" v ~r ' -GO L,..: ( ' p Um cvid:;r,te, p(~ sa desapercibida: el Tiern­p~ ¡;~r;alj:~' ,_: ~ d,; .-:ua- espc.::ic , ~ue el Tiempo vivido; es "e~ un aspect0 m;i s rohre, en otro, m ás rico" (pág. 22), pues todo Tlenl­po relatad,) es T iernpo acumulad,}. Toda omisió~ (Aussparung - ""U'¡} la ex;):-e~ión dc Thomas Mann) es se1ecclOn y toda se-~ C'O • ~ . • f' lcccic'lD , intcrpretación. i Qué alejados nos haUa~os del . ~Iempo., ~-

. \ -,- U dA" ~rl' r 'I'V'¡-j uei '!'iemno relatado pIen sa GUl1lher NJ u,-Sh;O . i:.11 ,', .. ,., ;::,L J. ... "'" ..

kr en la literatura l1 ::!naiiva. Nosolros af,adiremos que, natural-m.:nte, ¡a Jcscripción puede aplicarse::: lodo relato no literario. Nos

- -_.~ "-- -" --!7 J\.1ichel B utLlr: L,>,\ T el1l[ls mcd,' r¡¡t s, Feh:ero, 1961, pago 939, Para

la cllc';tión dél im¡J{l l'fait Y dd [I(lSS," .Iimpie del francés c[r. la detallada ex-

posición en el capítulo X de este libro. , . . _'o . , __ •

ío Günthu' Müllcr : Die BedelltulIg del' Zelf /11 d~, El ",uhlkull ,\ I, 80n1;1,

1947.

Al lindo com entado - mundo l1urrado 79 ---------------_ .. _---

10 confirma el resultado obtenido del examen de los tiempos (y no del Tiempo), según el cual el mundo narrado C8n su Tiempo 1! ~rr ::, ­

Jo, no puede ser identificado con ninguna fracción de Tiempo Jc1 mundo comentado o Tiempo vivido, y mucho menos, con la porción de Tiempo llamada pasado. Los tiempos del mundo narrado están, entre otras señales, para que ia temporalidad del mundo comentaoo no tenga validez mientras dure el relato.

Como indicio de 10 dicho sírvanos el hecho ck (1'-1':: C·¡; ::1 m undo narrado no tiene_aplicación tod~ una serie de adverbios teI!!POlll­les. Ahora, hoy, uyer, maílC1!za on "traduc idos"- cualldo estamos reIa tando y decimos entonces, en aquel tiempo, la -císpcra, al día siguiente. Lo mismo ocurre en otros idiomas, por ejemplo, en el francés. A la seriemailltenant.ence tei71[is.aujourd.hui. hier.de­main, elC., como adverbios del mundo com:::ntado le c01Tesponde la serie alors, á ce iemps. c;:' jour-Ia, la vcillc, le li?íídclI/oin, dc., ';:1

el mundo narrado. Los adverbios temporales, lo mismo que los tiempos, se ordenan ffi dos grupos y nos in iorman, en primer lugar, si nos hallarnos en el mundo narrado o en el mundo comeñtado. Para ellenguaje no existe en absoluto "el Tiempo". Existe el Tiem­po del mundo narrado que nosotros llamamos, con Günther Mül­ler, Tiempo narrado y existe el Tiempo del mundo comentado, que, con Heidegger, podemos llamar temporalidad. Ambos órd.:nes tem­pondes son cualitativamente diferentes . De manera análog3, en el lenguaje no existe en absoluto la clase de los adverbios temporales, sino que hay adverbios del Tiempo narrado y adv.::rbius de la ,em­poralidacl. El paso de una a utra clase es un proc~so de traducción. Si alguna vez se prescinde de ,~ st~, se origina un fenómeno estilís­ti co: el estilo indirecto libre; es decir, la ilusión de un discurso verdadero. Es una libertad poética que no deroga el uso idiomáti ­co, sino que, más bien, 10 presupone.

Cuando han de traducirse adverbios, según se comente o se na­rre, salta a la vista la diferencia entre el Tiempo narrado del mun­do narrado y la temporalidad del mundo comentado. Ambos, Tiem­po narrado y temporalidad, se encuentran entre sí en una rehción analógica que más adelante (págs. 99 y ss.) determinaremos con mayor exactitud. Como tenemos que traducir, nos encontramos

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(:~!si <.)nte dos lenguüs. Todo ello sería totalmente incomprensible si :~e tratase sencillamente de "tiempos del pasado" que desplazasen una acción al pasado en días, años o siglos. No. aquí no se trata de retrotraer m;a acción, ]0 que sucede es que un mundo se trans­forma en otro tU '.mdo.

Puede i1'.1CCEe la prueba. Partimos de la afirmación de que el discu rso humano pertenece al complejo de una situación comuni­cativa acomí'a fíada de un comportamiento no lingüístico. Si hablar es un comp~rtlmiento en una situación, entonces también será po­sible, por principio, trocar un comportamiento lingüístico por otro no iingüíslico, que es 10 que tienen que hacer los sordos cuando sustituyen la comunicación lingüística por gestos y signos cuya sig­nificación está determinada por la situación. Muy diferente es el c:lS0 de querer reproducir un relato con medios no lingüísticos. Los gestos no bastan l' orque no liberan de la situación. La única solu­ción está en repre~entar el relato como pantomima. Mimando es co­mo uno se lib~ra de la situación, para lo que, de todas formas, se necesita, aun en el grado más elemental, la estilización y un cierto grado de trans[ormaciún artística, pues s6lo de esta manera logran credibilidad la exteridad de la situación inmediata y la alteridad del papel representado. Lo que realizan en el lenguaje los tiempos del mundo narrado tiene que ser realizado fuera del lenguaje acentuan­do los medios estilísticos que ofrece el papel representado.

Podemos ampliar estas ideas trazando un paralelo entre bs lite­raturas m rrativa y dramática. Cuando se quiere transformar un re­!ato en una obra dramática, o una obra dramática en un relato - de lu que la historia de la literatura conoce muchos ejemplos­hay que traducir. A nte todo, hay que traducir, con las personas, los tiempos, pues el relato está construido con los tiempos del mundo rebtado y el drama con los del mundo comentado. Ambos campos de la literatura tienen, sin embargo, de común que la acción rela­tada o representada queda eximida de la verdadera realidad y es conducida a la libertad del arte. Si esto es aSÍ, entonces tiene que existir una profunda comunidad entre los medios expresivos con ayuda de los cuales uno logra liberarse de la situación. Estos son los medios que en la escena llevan al distanciamiento, desde el co-

¡~111!1do comentado - lIu mdo narrado ¿¡l

turno grit:;o hasta los cnrtcles de Brecnt:. En el reblo s()nios tiem­pos. Tanto en la escena como en la nnrración puelkn ~lií"dinc otr:~s formas expresivas. Son sccunuaria s. En el drama es imnrcscindi­ble 13 representación; en el F~lato, lus tiempc),' . 1.:1 dI"' rrl;-¡ ' G!.J r;ece­sit~ tiempos propios. para liberarse de la situaciC'D. (El "te¿!trn épi­co' no emplea los tlempos del munuo narrado). En la rC i1fesenla­ción existe libertad. suficiente. Por el contrario, el relato n'» necesi ta de representación. (Los buenos narradores no gesticL!l:m). Los tiem­pos constituyen libertad suficiente. Por ello, t[lmbLn lo~ tiem r os del relato son una especie de represcntaciC1n. J)isfr"?,,n y :,¡ 1~'i¿1n nuestro mundo cotidiano y nos liberan pnr alf ún tiempCl de' la coerción de la situación. El mundo narrado e'; U1n eSCCl1H. Lns poetas la aman.

EL MUNDO NARRADO DE LOS CU ENTOS mrAN rILES

El _ mundo ~e l;)s cuentos infantiles es el mundo narrado por ex­celenwl. En mngun relato somos tan distanciauos de la si tuación c~ti~iana como en el cuento infantil. En el cuento infantil todo es dlstmto del mundo cotidiano; por ello, el cuento infantil traza con más firmeza que cualquier otro relato la frontera entre el mun­do narrado y el mundo cotidiano. La introducción y b conclusión del cuento corresponden generalmente a una fórmub .

Se trata ~e algo tan evidente que no es fácil figl1¡;¡r.~~ un cuento que no empIece con la fórmula érase ulla vez (tI otra semejante). Este ulla vez (al/ce, une fois, dnmal) no es otro Tiempo, sino otro mundo; ~n mundo con un. Tiempo propio - que se p'lrece muy poco al Tlem~o de los reloJes- en el que, por ejemplo, un sueño puede ~urar sl:te años .. Esto tiene también valide,:: en el caso de que en la formula mtroductl va d.el cuento aparezca la palabra Ti(ol1l flO: onc~ upon a time . .. Hay un cuento inglés que diferencia netam~ntc el ~lempo del cuento de nuestro Tiempo. Comienza así : Once U!'OIl

a tllne, and a very good time it wus. thulI!;h it }vlIS!, ' ! in mv time no,. in your time, nor any else's time 19. El ww vez del c'Jmien70 ~s la

19 Según Bolte-Polívka, comunicado por R .. ,bert Pel'cJ¡: ¡;'CSCII lllld For­men der Erziihlkullst, 21942, pág. 165.

TEMPUS.-6

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ESli'/lCTI! Fa y Í W1,;¡lm de [os tiempos

negacJOn de DU eSlro Tiempo. L\-, ~ (:uentüs se desarrollan "hace mu­cho tiemp,) " ::". Un," de las fórmu!n s on que comienzan los cUen­tos c\ rañolcs hace Vé r l[U':; DU{'.stro mundo cotidiano con su tempo­ralidad queda h urlado por el mundo del cuento infantil: Érase que se Cr a . , .

1-: 11 e~[e últ imo caso la fórmula mtroductora está toda en los ti.::mpos v:rbalcs. E s caracrerístico en esta como en todas las otras fórmulaS iniciales el imperfecto, e l tiempo dd mundG narrado. Este ti empo de b 16rmula inicial , señal comparable a los típicos lfois COUti S del teatro francés, está diciéndonos que comienza el mundo re1aiadü. Sin emhargo, la señal del tiempo verbal se diferencia de los tres guipes del éscenario francés en que todos los tiempos del cuento inf:tntil c"nte~tan al aviso inicial como un eco contii1Uo que nos recuerda siempre que ese mundo es diferente del que nos ro· dea inmedia tamente y nos plantea problemas 21.

Tras tI señal 'érase Llue se era ' sólo el mundo del cuento tiene e :ü~tenc i a duraI1le cierto ~ato . Todo el que una vez ha contado cuen­tos a los niiíos sabe hasta qué punto és tos pueden perderse en el mundo del relal\ ). Y es que los njDo~ han de aprender primero, pre­c i S~il11en le en los cuen tos, que, junto a su pequeño mundo vivido, exis te un m unoo li1 :::ramente narrado. Esto es precisamente lo que les cI1se;,an ],)S cuen lü ,; . 11,¡ ien tras no estén en condiciones de distinguir C,)fl " :' ~ ll riJ~IJ en Te el mundo narrado y el mundo "verdadero" , es de ¡mr~,rta nc¡a prim<-¡rd d que Se les saque del mundo narrado por m:;J io· d.:: si::;noo: \;b ro~, y seguros. Por eso, la conclusión del cuento preEcl1ta g,:;neralmentc una fórmula tan elocuente como la intro­ducción.

En ! kmania , por io meno:; en el Norte, se usa con preferencia la fórffiuL c()nclu ~i\'a ".1' si /lO se han mu.erto todavía están vivicn­eld'. Si todavía están viviendo, quizá touavía pueda uno encontrár­selos y participar en su mundo, en lugar de permanecer como mero

2,. :om i,:nzo lid CUen to de los hermano, G rimrn T ischleill deck dich (Pon te , m.;.,i ta ).

21 Esto yi, lo h:, ob5ervado P,, ¡, ch para el cuento infantil : Op. cit. , pá­gina 1 n2 : y ta mbién T . :\. Rompclrnann : Farm und FlIllktion des Práteri­(! Im.\' im G er lJ1ll1l isc/¡{'I!, en Neophi/a[oRlIs 37 (1953), 65-83, especialmente página ~p

AJllildo comentado - mundo narrado 15 3 --------------------------

Gy-~nk - aunque oyente afectado- o Así pues, hay que volVer a mirar lo que ocurre en el mundo circundante con los ojos bien abiert08. Esto es precisamente lo que t ienen que avisar los tiempos. Con la fórmula conclusiva se abandonan los tiempos del mundo narrado y en su lugar aparecen los del mundo comentado, en este caso el perfecto compu;,:sto y el presente, ya que éstos 2011 los tiem­pos con que, seguidamente, el mundo ··verdadero" pedirá decisio­n.:;s. Con estos tiempos también ti;,:ne el nifto que adoptar a su modo pequeñas decisiones.

¿De qué deci::,iones S~ trata? No es exiraño que despuc::s de lo:> cuentos infantiles aparezca la decisión de concluir el plato. Muchas fórmulas finales, particularmente en la Península Ibérica, conducen el cuento al tema de la comida. A continuación reproduzco la con­clusión de un cuento tomado de la abundante colección recogida por Robert Petsch 22 :

Está {f minha historia acabut!a, Iv!inlw bocea cheia de marmelada.

También en los cuentos españoles se encuentra este motivo. La conclusión, que conserva el tiempo del relato, conduce con una di­vertida musí quilla al tema de la comida:

y vivieron felices y comieron perdices y a mí me dieron Con los huesos en las narices 2\

Esta conclusión no pertenece a un tipo determinado de cuentos, sino que puede añadirse a cualquiera. Es la señal que marca la frontera entre el mundo narrado del cuento y el mundo comentado, ya que de la comida eS de 10 que ahora va a tratarse.

Existen conclusiones tradicionales que varían según los países y sobre las cuales la colección de Petsch nos da una buena visión

22 Farmelllllfte ScllÍüsse im Volksmürchen, 1':100, e,p;;,:cialment.: , pá ­ginas 61 S.

23 Con la varían te "Y a mí no me dieron I porque no quisieron", ama­blemente comunicada por la señora J"'lanuela Cirre, profesora en la Univer­sidad de Michigan, Ann Arbor.

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Estmetl!!'(! y fu nciún de los tiempos - -- ----- -------------- ---- ------------

de conjunto. Ec¡los finales tienen como r<,.5¿:o común el señalar con c1aridüu más que suficiente la frontera del mundo narrado, 10 cual Duede h::'_'crse de forma muy sencilla empleando la fórmula Colo­>ín colorado, t'ste C/lento ya se ha acabado , o Das lv1iirchen ¡st aus, o T!wt's (Tll. Cualquiera que sea el texto de la fórmula, sus tiemyos son siempre los del mundo comentado. El cuento ya no es Visto desde dentro, sino desde fuera. El narrador se escabulle de su pa­pel y se convierte en el padre que tiene que ocuparse de hacer cosas, o en el tlll que pronto se irá de viaje .

RC'bel"l Petsch advierte que en muchas de 1.as conclusiones se cita la palabra "cuento" o por lo menos se dice que se trata de un cuento. Esto es también señal de una situación comentadora. Otras veces en la fórmula conclusiva se plantea la cuestión de la verdad. El narrador confiesa la mentira, confirma la veracidad del cuento, o deia en el aire con un guiño la cuestión de la verdad. También una' conclusión de este tipo señala netamente el límite entre el mundo narrado y el mundo comentado, pues el cuento, su conte­nido, queda sometido --si se me pennite decirlo con exagerada se­riedad- - a una crítica histórica, es decir, que el cuento es comen-

tado. Los cuentos de los hermanos Grimm terminan muchas veces con

la conclusión "quien no 10 crea que pague un tálero". Se trata de una señal fronteriza muy característica: plantea la cuestión de la verdad, tiene los tiempos del mundo comentado y conduce a un mundo donde no se atan los perros con longaniza, sino donde hay que pagar. En la correspondencia de los hermanos Grimm se lee que en cierta ocasión una niña que no había querido creer en el cuento les llevó un tálero a los dos hermanos 24.

EL LENGUAJE INFANTIL Y EL MUNDO DEL CUENTO

Ciertamente, los cuentos "infantiles" no han sido escritos sola­mente para los niños, pero en su vida tienen mayor importancia que

2~ Reifferscheidt: Freundesbriefe VOl! Wilhelm ¡¡lid lakob Grimm, 1 n8, págs. 189 s. Según R. Petsch: Forme/hafte Sch!iisse im Volksmiirchen, 1900.

pág. 66 note,.

!}!uildo comcntado - mundu nOi'/'(/du 85

en la de jos adultos. Al niño se le pre~:enta en h~; Cé.:é:l 11C" 1")[ ,;,ez prünera el mundo narrado. Für d cuen. to. el n¡ñD ~.: ,~ en ter", ue q\' C

existe otro mundo distinto del que le n"ica i!1mc<.iiatarncnLe, en el que hay que comer, dornli r~ il! Sr.U· )1 otV:~~~L\:~· . ]~~} e) Cij('ntc~ 2nrcnde el niño a participar en un ~undJ que J1r> es d suyo, El cue~to co­mienza impartiendo una lección que mi~ t;:¡rde con1J11":" 12. literatu­ra narrativa en toda la amplitud de su ec,cah de !!ÓneIOs. E~s una lección muy importante porque e s U112 l·::;c ci/~n de Jibt:~i;;'cl. E l niño aprende en el cuento -y el ~\{.lL!jto sigue :;prcnch,ndo en toda cla­se de re1ato- a liberarse del ffiumlo de té's neccsid,'~.ks inI:l::\.li:-:tas y a prescindir de sí mismo por unos rnOrrJ,,;n t ClS . p,, :. 11!l();-, Hl'J['l :.:n ­

tos el príncipe o el hijo (101 molinero despb7an el y i) del. niñ'_, del centro del interés. Instintivamente pued e consjdcrar~c bueno un pri ncipio pedagógico que haga CDmenzar con cuentos c~ la cla­se de educación, porque el mundo de los cue:1 tos mantiene c<:trema distancia frente al mundo cotidÍ<'l1IJ. Con con1r".~lc5 c)drernos se aprende más fácilmente que con matices. A p C:;31" de ello, son co­nocidas las dificultades que ofrece acostumbrar él los niños a la existencia de un mundo narrado. Cellxl en el C:lSO del gl1jfjnl el niño toma el mundo relatado primeramente por el m'-'lld~ ' co~en­tado y procura intervenir en él. Don Quilü,e, -al obrar de :,1 mi5illU

forma, se comporta preci s:lmente como "1.m nijln (D'~f' Ol!iiote TI, 26). Pero el sentido de una educ,l ción orient"d" !1Q,-';ael -mando narrado es otro. Lo que el niño ha dé apremkr y apreH~cr~ poco a poco (y 10 que Don Quijote no aprendcf6 mmca) es a parti~ipar en un mundo que se substrae n su intervención. Con ello, apre;de también a ampliar el círculo de ws simrati~,s miÍs alJ~ del qn~ le señala el mundo de las necesidades imnedi~.(as .

En todo ello los tiempos del \/crbn repr",~cnL1n 1-'1! l" ' pel impor­tante. Las (pocas) investigaciones de lFle disp¡memos «)Qre e} len­

guaje infantil muestrnn --siempre que de "Jg\m moeb ~e refieren a los tiempos- que éstos se van adquiriendo s'.'gún ciertf' orden, que es bastante constante entre lengua~ diferentes. PCfll hay que tener en cuenta en estos estudios que lps psicólogps explican -los tiempos como expresiones del Tiempo y no bs interTlretan a p¡utir del sistema de tiempos.

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ES¡rllcrur<7 }' función de los tiempos

1-<)5 i-'5ic ólug()~ trCtl1CC.:,C; C\;:,;wl)' J' DeganJ observan en el niño somctict,) a e~tu(lio, cuy;: lengua nnterna es el franc¿s, que a los de:; a;~(¡s )' Lr c-.S ¡-.. ]e~GS c:.;.pre:;~ e: p::.';ado l~o r rCiedio del passé cnm­P(},)'[J y i-;'i.:1S í.a l·J~, 8. le -;.: Jos alios y n~(;\;c lTieSC;&, ad(:uici\; el u s o d ~l ¡¡¡¡par/uir ',L;:: ""TIple en ca~"s aislados :'. El n-¡at,imonio Stern (Cbra. y '.Villi um) apcl!' jan la:. \)hservaciones, más exactas y mati­UdCIS, q ue han hecho sollrc sus dos hijos de lengua materna ale­mana. Comprueb:m io:; autores en la niña que desd~ los dos años aproxim«d:1niCnte expresa el p:IS3 ciO wrbalmente, pero sólo por el particÍp;,) dd T'crfrkt; finalmente , por el Perfekt. Sólo el Prateri­!l/m ¡¡'ar CCía') y~ c:par,:;ce é íl el lefl:er año; al principio del cuarto, otras formas dd Priiteritum, y hasta los tres años y medio no pue­de cOl1sider:.lrse clue l::l niña esté en p:¡sesión normal de este tiempo.

En el niño d cuadrü es semejante, Al principio del tercer año de edad aicanza el Perfcla :l través del Partizip Perfekt y emplea el Praterit/lin con cierta frecuenci a sólo al comenzar el quinto año 26.

Los dos tie:mpos PcrfPkt (li~mpo del mundo comentado) y prliteri, ( 1I11l (tiempo dd mundo narrado) pueden considerarse en este caso como ¡ .. ~¡) resent:lDtes de su grupo temporal respectivo, pues es ló­;,;ico '-lUC ·los niñ0s 'lrrcndan a dnminar el presente antes del perfecto. Por vl contrario, no ;Irrendcn el Plusqu!lln¡ierfekt hasta no saber el

Prareritll:n " . POd':ü10S dccir resumiendo que la asimilación del grupo de

Üempos 1 se concluye '..::ntrc los dos y los ti'es años. y la del grupo n, entre los cuatro y cinco años. Los casos aislados en que apa­ree.: b forma J,: Práteritum war, que ya surge entre los dos y los tre::; a:;os, nu~den pasarse por a lto. IVfienrras no esté presente todo el Licmno, -]a anarición de la fürma war no dice nada respecto del sistema' df; lus ·tiemp()~. Evidentemente se traLa sólo de una varian­le Je: la lo¡-ma i:elvesen ¡st ('ha :s ido'), de la que interesaría saber si aún aparece junto a war. Si no, la forma war habría que interpre-

--~-=--(-'-:J)~-' r,)I " - ¡ D'n',nd ' Ob\P/wuiüns rclatiws au d¿vc!oppcrncni de _ . ' I t::l..- ..,. ' .... - ,' • •

la 11"liI; n <111 tc'm,ns ch;z lIil e p<' !ite filie, en Archiws de Psyclwivgie 13 ( I» ]}). 1 ¡:;-¡hl , ", peciaímenk las págs. i28 y 155 ,;s,.. . _ ,

26 Clara y Wil1iam Siern: Die Kinderspmche, Lelpzlg, 4 192/í; esp.:cta¡'

menk las págs. 53, 65, 75, 102, 253 . 2, Op_ cit. , p,;g. 253.

.'¡ !undo comentado - l1u!Ildo narrado

tarJa como Pcrfekt prcs..::iJ1dicndo de su forma exterior haSL3 llUt:

no encontremos los dos tiempos juntos de un mismo '.-erbo. Precisamente, eí cu:uto y quinto año de vida, q ue CCilslituycl1

el periodo en que el niño adquiere el grupo de tiempos deí mundo i1trrado, es al mismo tiempo la época de entusiasmo por los ~uen­tos. Ambas cosalS están relacionadas. Los niños aprenden Jos Liem­jJos del mundo relatado en historias, palticularmente eE cuentos de hadas, y, por (ltra parte, aprenden con ayuda de los tiempos a diferenciar el mundo narrad,) del mundo "verdadero".

Durante la ¿poca en que en la conciencia del niño el mundo narrado no está aún claramente diferenciado del mundo comenta­do, es característico el intento de contar cuentos con los tiempos del mundo comentado. Es 10 que hacen los niños cuando pOl" vez primera intentan contar algo y es lo que hacen los m ayores cuando procuran adaptarse al lenguaje de un niño que touavÍa no domina los tiempos del relato. Entonces el cuento produce un efecto de­masiado infantil. Con cualquiera de nuestros cuentos que, naturaÍ­mente, ha sido transmitido en los tiempos del relato, podemos ha­cer el intento de narrarlo en el perfecto compuesto. El principio de Caperucita Roja rezaría poco más o menos: Ha sido una vez WlÜ

Iliiia muy buena que su abuelita le ha regalado ulla capucha roja. Un día le ha dicho la mamá a Caperucita: Vete a llevarle a la abue­lita que está allí en el bosque miel y pan. Caperucita ha ido andando por el bosque y ha encontrado al lobo ...

Más adelante observaremos con mayor exactitud qué cambia al transformar los tiempos de esta forma , Por ahora baste la cons­t"tación de que con ello no se trueca un tiempo dci pasado por otro, sino un tiempo de la narración por un tiempo del comentario. lo cual tiene consecuencias para todo el relato .

En cuanto a la lengua francesa, J.-M. Buffin y lean Perror h"m recogido observaciones análogas. Ambos intentan también comar el cuento de Caperucita Roja usando el passé composé. El resul, tado a que llegan es que el cambio de tiempo fuerza tanto al relato como , a la lengua 2R. Tenemos, sin embargo, que poner de relieve

2S J.-M. Buffin: Remarq/fes sur les moyellS d'cxprcss i()/) de la d/frée, 1925, pág. 51. Jean Perrot: Revue des langues romanes, 72 (1956), 164 s.

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88

que, r'or mucho que esta forma del relato esté en oposición con el estilo - habitual de la narración, se da bajo determinadas circuns­t ,::mcias (v. C8.p. X). La encontramos especialmente en aquella fas,~

del desarw Ho del niño en que éste todavía no ha adquirido con­ciencia de que el mundo de la narración es de otra especie que el mundo "verdadero".

Como no disponemos todavía -que yo sepa- de estudios psi­cológicos orientados en este sentido, tengo que conformélfme con dato~ frar:mentarios. Así, voy a interpretar con nuevos criterios al­gunas de~ 1o.s observaciones del matrimonio Stern, comprendiendo también en mi interpretación el comportamiento de los observa­dores.

En su trabajo, los autores reproducen una situación (tomada estenográficamente) en la que el niño de cvatro años y siete meses (de lengua alemana) cuen ta una historia del A.ntiguo Testamento. El ;e1ato es interrumpido frecuentemente por preguntas de la madre, que conducen el diálogo. Vamos a observar la distribución de los ticI'1poS Pcrfckt (mundo comentado) y Pr¿iteritum (mundo narra­do). En el relato del niño aparecen diecis¿is Pe¡"Íekte y ocho Prii­terita. En las intervenciones de la madre, cinco Perfekte y fl1.lCVe P,-átaita (más un Plllsquamperfekt).

Si seguimos fijándonos, comprobaremos que el niño jamás con­testa a vn Perfekt de la madre con un Priiteritum. Pero lo que sí ()cuu e es que el niño reaccione con un Pr¿¡~'ens o con un Perfekt a un Pri:iteriÚ'!11 de la madre. En español aigunas de las réplic8.s re­zari8n así:

" " --' .,, ' t t ¡',E' "n¡"o e s t u v o flotando el A rca de Noé? ivla"re : (.'- lla!1.0 ,', / _ .

Hijo : Hasta (jue el agua se ha ido .

'; en otro p~snje del rebto:

!~ fa(¡ \'c: .entone!!s pensó que del a:;ua ... Hijo : .. . ya h él a s o m a do 'inO rama.

Pero también puede ocurrir que el niflo conserve el Priiteritum t tC la pregunta de la madre, especialmente cuando se trata del mis­mo verbo:

Madre : ¿Qué t u v i e ron que hacer fuera?

f.1undo comentcdo - ml/ndo nu'-rodo

Hijo: T u v i e ron que carm:.r Úi'rra y t:o v i e re n que tm­

bafar29•

Para l.:oncluir, he aquí un ejemple' muv instructivo tom"uc' esta vez de un diálogo entre madre e h ija p(lr los psjcólog')s Slcrn. s~ trata de una niña de tres año~ y medio:

ivrélcdre: ¿ E r a óuena la m!l¡)€Cu?

H ija: Sí. e r a buena --- y IW'í;'¡ II a 1 j ') r ,: (~o 70.

Aunque los observadores no hayan presL:un aí enciún en estos casos a los tiempos - -o quizá prccis"' mente por ello· Iü ~ ejemp!os son muy claros y de fácil in1erpretaciC,n. Estamos :;i ,'!Jd" testigt' s de cómo el niño de tres y cuatro ;lños ;,I, [lr-::l1ue el p"üt. ," f' ltJll [' l con.iar y cómo aprende a contar por medie de! Pr iitcril lll7' . ~'l ; mero intenta conservar sus tiempos, es decir, los tiempos de un mundo que des­conoce qué es relatar. La madre, por el contn1.rio, emplea para el relato los tiempos del relato, Cl ue es precisamente I() que h<l_cen las personas m;1yores, pero ocasio!1é,Imcnte ~c adapiu ;1 b,~ ticmros d r;] niño. De todas formas, en el lengua je de h m::drc Jos tiempo", de! mundo narrado predominan tan inequívocnmente ~'_'bre los del mundo comentado como sucede en el del niñn invj r( i:~ndo b rela­ción. Sin embargo, el niño V? conociendo y emp];.~8~t1 1' p OCt1 a p , 'w

los tiempos del mundo nam lQO repitiendo In que 0\.";, p'.' [ 10 me­nos al plincipio. Si luego !'llr8'c un nuevo ~ erGO es muy í'ácil v(,lver a caer ~n los tiempos habitualc!'. Después, k)s tiempos dd mundo narrado se afirman en el niño hasta que éste dispone efectivamen­te de dos grupos de tiempos y ::tdquiere concienci,\ ele que, junto ~l mundo casero, hay otro mundo también digno de interés, aunque no esté al alcance de la mano.

Es ocioso preguntarse si el niño aprende Jos tielmx~s del r("h to gracias a éste o si aprende a narrar graci ~s a los tiempos. Amb::1s cosas las ¡>prende simultáneamente, pues los tiemro~ del rehto S~ifl

el signo acústico del mundo narrado. Por ello, la familiarizacj(ln con el mundo relatado, de preferencia a base del género más t ípica­mente narrativo que es el cuento infél uti l. se convierte instintivamen-

29 Clara y William Stern : Op. ci t., pé¡ ,,' . 11 5 s" 30 lbíd., pág. 72.

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90 Estrtlcturú y función de los tiempos

te en ramiliari¿:.t~ i, )n C:llli lo:', tiem¡)l):, Je! relaio. E"ta oración puede muy bien ~.:: r f'.m-,wbda a la inv.::rsa: quien en su idioma posea d gLUPO de L¡ cr, i po~ n - _oh , tiem:¡;¡ .:. dd mundo narrado- llene con ellos ,:;1 mUj-¡dü na rr:::do ¡.; la disposición de su espíritu. Esto signi­Í1c~ un p:lsn -'; ,:c:sivo en la ÍJrmación del nmo. Sólo cuando el niño cOlúpLenoé que existe 10 narrado y él mi:'imo es capaz de narrar, entoftc;cS Se ::tiza nOl cflcima de l:l s necesidades de su pequeño mun­do p:irticipanuo ~od\l d ~n el mundo entero y en sus recuerdos. Particip;c Jd mU¡1do reL-tlado .::s quodllml11odo ol11nia.

U.MILU JOsr. ca!,: ·'n.;DlOS, MOROS y CRISTL\NOS

Las i>ituacion-:s en que hablamos no tienen siempre perfiles 10 bastante neros para l1ue pued'l adscribírselas inequívocamente o al mundo comentad,-, o al mundo narrado. En una situación en que se comente algo pueden introducirse pasajes narrativos y, a la inversa, un relato pueue contener palies informativas, dialogadas, o de cual­quier tipo de comentario. También los géneros literarios, que pode­mos concebir \.:omo situaciones comunicativas tipificadoras, han perdido en la literatura c,)ntemp()ránca la neta independencia que exigía ]:; .' ntigua éstélica y p,)r eso encontramos con frecuencia kxtos qUe meLcbr. la n~liT'lI.::ión y el comentario y, por consiguiente, algunus liempt)s propitl:'i de ambas esferas. Esta mezcla no contra­dice lú dich,) hasla ahora, sino que, preci samente, permite estudiar la función fund~mental ue los tiempos en textos concretos. Como ilustración, Vanh)S a observar un libro de Camilo José Cela : Judíos, Morus y Cristiallos (iY5ti) 3\ .

Se trate, de un libro de viajes. Por una temporada, el autor, fe­liz en ~us polvorientas wpas de vagabundo, se dedica a recorrer la dura e histórica mescta castellana; pero no eS un vagabundo ocio­so, sino qUé! , armado de un cuaderno, va tomando nota con aguda mirada de lo que le muestra la tierra. A trechos el libro es una

3\ Camilo Jib': CeJa: JIIJ;US, !."foros )' Cristia/1os, Barcelona, 21957, Una buena ori"ntación ,e halla en el libro d:: Paul llie: La novelística de Cn­mil,} José Ce/n, Madrid, 1%3. Cfr. también Robert Kirsner: The Nove/s ünJ Trav els of Camilo ],)sé Cela, Chapel Hill, 1963.

/l,l undo COiliCI1¡,aJo - mundo JZ{¡rradn 91 -- - -----_._------- - -

verdadera sUla. Si viene a cuento, el autor señala la altura exacl<:l de una montaña, se interesa por la etimología de los r.ombres de lugar, recoge expresiones [~m¡¡iares y juramentos y hasta reprouü­ce una receta culinaria. Todo esto es información exacta y útil. Por ütra parie, el vagabundü se complace en describir a 1ai> gentes con las que topa en sus correrías y se divierte contando sus aventuras de camino. La mezcla continua de información y relato constituye el atraciivo del libro y nos facilita una serie de observaciones pre­ciosas en cuanto al uso de los tiempos.

El libro empieza con un prólogo cuya per~;pecriva es la del es­critor antes de emprender la marcha, que es preseniada como si se encontrase en el futuro. Es un prólogo que quiere hacer creer al lector que el libro se ira haciendo :11 mismo tiempo qUe el cami­no. Por eso, en su primera oración, a quien el auior Se dirige no es al lector, sino a un imerlocutor llamado señor qu~ e 1; quien va a ser fidedignamente informado de todo: "Este libro, entiéndase bien, no es otra cosa que una plantilla para mejor enterarse del aire del país que irata" (Prólogo). La palabra trata es significativa: el libro verdaderamente tiene la inté!nción de tratar de la tierra castellana en torno a Avila y Scgovia, de comenlarla, podríamos dé!­cir. Los tiempos son, pues, los del mundo comentado: presen e, como tiempo guía, y los demás tiempos del grupo 1 como orien­tación ocasional. Esto no es un invento de Cela. El género litera­rio de los libros de viaje prefiere, en general, los tiempos del g;'U­

po l . Compárese, por ejemplo, el librito de Orte:;a y Gasset, de tono y tema semejantes, Tierras de Cl/stilla, Notas de andar y ver 32.

De un relato de viajes el lector espera información : quiere par­ticipar del viaje con ayuda de las descripciones. Cela también de­sea un lector de esta especie. Su libro de viajes no es, por lo tanto, una excusa para escapes al reino de la poesía. El estilo sobrio, cümo el que se espera de un geógrafo o un periodista, no es su~ ­

tituido por otra cosa muy diferente, a saber, por el es[ilo poético: más bien, 10 que Cela ha hecho es elevar de potencia la sobriedad del estilo descriptivo. Todos los valores estilísticos de la novela ·son

32 Obras completas, tomo n, ~195(), p:-ígs . 43 -49.

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los prorios del género y se le han incremcnt,ldo uesde dentro, 110

de5dc Íuera. Lo dicho vale también para tos tiempos, a los que aho­m vamos a limitarnos. Se comprende fácilmente que Cela, al des­cribir, por ejemplo, Pcdraz~, emplee los tiempos del mundo co­ment:ldo; pero sa libro es hasta tal punto un libro de viajes, que también el vÍ<:jc en su mua progresión es descrito y no nrrrracio; de ahí que los tiempos del mundo coment~ldo no sólo aparezcflil en los momentos de la descripción geográfica, que es donde los es­peramos ante todo, sino también en aquellos pasajes en que el l:('\­mimlllte mismo es objeto de información. El tiempo guía es el presente. Pero esta observación vale sólo para los fragmentos en que el vagabundélje verdaderamente se describe y no se relata. La diferench se advierte muy c1rrramente. La descripción indica fechas y datos, d2toS loc::lles exactos; contiene, en conjunto, 10 que en el mapa puede seguirse con el dedo. (Ceh añade él su libro un par de mapas). Con frecuencia el informe viajero alterna rápidamente con datos geográficos en el sentid(~ que 10 exige el momento. Así, ap:uece el estilo descriptivo particularmente al recorrer las ciuda­des. Para la descripción de la visita y de 10 visitGl.do se emplea el mismo grupo de tiempos, prácticamente sin excepciones, El libro de Cela mllestra en conjunto una afinidad muy interesante entre los tiempos del mundo comentado y el ambiente de la ciudad y, a la inversa, entre los tiempos del mundo narrado y el campo.

y es que al at rD. vesar el campo, el vagabundo es espectador o prot:lgonista de casos curiosos y aventuras divertiuas: se encuen­tra con un fié\1lti sta y un afihdor, se dej:l arrancar una muela por un sacamuelas, hace Guto-stop, topa con otro vagabundo, hace amista ~J wn un muchacho y escucha las historias que otros le cuen­tan. Pues bien; touo esto no es descrito, sino narrada y se destaca del estilo informativo de las restantes descripciones gracias a los tiempos del mundo relatado. Evidentemente ello no se explica por el Tiempo del narrador o de 10 narrado. El va¿:ablJndaje, efectiva­mente, ~rosigue y el narrador se encuentra al mismo tiempo con cosas dignas de ser relatadas y de ser comentadas. Sin embargo. cambia rel'entinamente de tiempo en cuanto surge el encuentro. No se trat~, pues, de una oposición entre la descripción de elemen-

1';1 ill1elO comentado - mundo normdo 93

tos geográficos permanentes y sucesos p<lsac1(l~ y per¡: ';edews, ya que también la descri pvión del .... íajc ,:'; ¡ SI! III CJ'~ ! pru ,:rt.::,jrín está fund amentalmente en los tiempos del comentari o. De 10 que se tra­ta en verdzd es de 1~ opt1sición entre descripción (C0l110 r~rma par­ticular del comentario) y narración, ,':Ín consid~rL1Ción ,-;lglJn~1 del Tiempo. Baste un ejemplo entre mucho~:

"El vagabundo, que ya va sinticndo gazuza. se mete ~'or h~ l:a­rretera de Mora1illa de Roa para aCc!l"c:u'se a C:. ! ~:tro c!e Jiuentidue­ña, a la derecha del primer cruce. lloco antes de aLmzarlo, el va­gabundo se encolltró con un aTl(hrrío~ flauti.~la que. <, la <::ombra de las desbaratadas bardas de un ccrcado, se l'nlr~lenía cn macha­car con dos cantos unas felpas ue earne de cabm .. ."' (pá,p: 102).

La narración prosigue en los tiempos ckl reh.tn. Merece atención particular - -y es típico en el li bro de Cela­

el paso de los tiempos del mllndo Cilment,ldo a los del mundo re­latado, justamente al aparecer b pdabra eflcontrar. En el momento en que el vagabundo encuentra a alguna persona c()mienza el suce­so digno de ser relatado y, casi automálicnmente, tras el verbo encontrar surgen los tiempos de la narración 30. Si no ap1rece esta palabra, la situación en su totalidnd señala el principio de un suce­so con unidad propia que ha de ser relatado. E llo puede ocurrir en medio de la fra se. Sin emhargo, Cela. infrin~iendo ]a~ le 'es de la concordancb, pasa al otro rWpl' d·.:; ticmpos.- -

"Por el camino. y en sentiuo contrario, viene un CifiJador de bar­ba florida y jl~v i~J ademéín. (. .. ) El vagabundo, que tielle sus raras sabidurías, al ver al afilador se arrancó r::n barallete: - - ¿ C\'mo l:he amece o corpurrio?" (pág. 120).

Aquí comienza otra pintoresca histl)ria narrada \: il los tiem­pos que están previstos en la lengua para relatar hi~torias.

Todavía quiero mencionar que los elementos hi~tóricos caen dentro de aquellos relatos que Cela cuenta en los tiempos del mun­do relatado. Los elementos históricos pertenecen estilfsticamente a la descripción de viajes y aparecen COllstuulemente mezdados con

. 33 Cfr. págs. 112. 1 ~4, 116. Cfr. de forma anáJo,ea, pcr0 cun el P?SO de Imperfecto a perfecto Simple el cuento de tínarnunu F.:¡ S~("}'etu de Ufl Sino, Cuelltos II, 1961. pág. 54.

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J é1tos g'::tlgr:íficos. Así, enc\;ntramo ~ en el texto una :.lltemancia muy vi va entre a¡nho~ grupos de tiempo" que en cada caso sólo se man­tienen a 10 largo el.; un par de frases.

El .::mpíeu de j.'s tiempos por C3111ilo José Cela no aparece en todas las páginas de forma tan rígida como acabamos de esbo­zar!:; en éste lllgar. ¡-,allulílos excepciones a la regla, pero en escaso númcl"t' y sin impmtancia. Si no se diesen estas excepciones podría sospecharsc que Cela había planeado el reparto ~e los tiempos ~e­gún un esquema previo fijando normas a su estIlo. Las excepcIO­nes pruchan q ue lll.~ medios exposltivos exigen el grupo de t~~mpos adecuado J cada caso. Sería d i fícil esc ribir contra un? preSIOn es­tructural dd lenguaje. Camilo José Cda ha escrito bajo la presión estructural de la kngua e5pai'iola y de acuerdo con ella. y correspon­diendo a la pt~ rsrect i va de los géneros escogidos, ha alternado los tiempos lie la exposición. Así C's como siempre han aparecido los tiémpos debidos.

CAPÍTULO IV

EL PASADO

PERSPECTIVA DE LA COMUNICACIÓN

Hasta ahora hemos estudiado los tiempos según el ~riterio de su pertenencia a uno de ambos grupos tempora les con exclusión de lo peculiar de cada uno de los tiempos dentro de su grupo corres­pondiente. Pues bien, no hay que perder de vista, naturalmenie, que cada uno de ambos grupos temporales está representado en el len­guaje no sólo por un tiempo, sino por varios, variando su número de unas lenguas a otras. A esto es a 10 que ahora vamos a dirigir nuestra mirada. Vamos a volver, pues, de la investigación de lipo :<,inlagmático, conservando el criterio de la dicotomía de dos gru­pos temporales, a la dimensión paradigmá1.ica del lenguaje.

Recordemos ahora la diferenciación paradigmática de los tiem­pos llamados simples y compuestos (v. pág. 43). Vemos que 10l-.. mas simples y compuestas se encuentran en ambos grupos y, evi­dentemente, no tienen mucho que ver con la organización del sis­tema de tiempos. Por eso nos desentendemos de este punto de vis­ta. Pero Lucien Tesniere ha llamado la atención sobre un para­lelismo formal entre los tiempos simples y compuestos (v. ibid.). Esto nos lleva a considerar no los tiempos simples y compuestos, sino ambos grupos según un paralelismo formal. En efecto, en las lenguas más diversas se ofrece un claro paralelismo entre las for­mas temporales del grupo I y del grupo II. Voy a ordenar los