Tema 1: LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA · 2020. 10. 19. · La Psicología evolutiva es la rama de la...

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Tema 1: LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA ÍNDICE 1. Psicología evolutiva. Generalidades 2. Teorías del desarrollo 3. La infancia 3.1 . Primera infancia: de 0 a 3 años 3.2. Niñez intermedia: de 3 a 7 años 3.3. Niñez tardía: de 7 a 12 años 4. La adolescencia 5. La madurez 6. La senectud 1. Psicología Evolutiva. Generalidades El ser humano nace inmaduro a nivel cerebral y personal. La evolutividad es una característica propiamente humana: la persona se encuentra permanentemente en un proceso de desarrollo y maduración desde que es concebido hasta la vejez, en la que se produce una involución. La Psicología evolutiva es la rama de la Psicología que estudia y analiza los cambios del ser humano a lo largo de su vida. Desde el nacimiento hasta la vejez, la persona atraviesa por las siguientes etapas evolutivas: infancia, adolescencia, madurez y senectud. La mayor parte de los estudios que se realizan en Psicología evolutiva se centran en la infancia y adolescencia, dada la importancia de los cambios, tanto cuantitativos como cualitativos, que tienen lugar en la primera parte de la vida. Actualmente también se presta atención al estudio y descripción de otras etapas, sobre todo a la vejez. Hasta la segunda mitad del siglo XIX la infancia y la adolescencia no empezaron a ser consideradas como etapas de la vida con características específicas y diferentes de la madurez. Comenzaron entonces las observaciones científicas de los niños. A finales de ese siglo se empezaron a construir escalas y tests para medir la inteligencia. En la primera mitad del siglo XX, la Psicología evolutiva cobra un fuerte impulso, se describe y analiza el desarrollo del niño desde diferentes aspectos: cognitivo, afectivo, motor, lenguaje, socialización, etc. Se elaboran diferentes teorías acerca de los mecanismos y

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  • Tema 1: LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA

    ÍNDICE

    1. Psicología evolutiva. Generalidades

    2. Teorías del desarrollo

    3. La infancia

    3.1 . Primera infancia: de 0 a 3 años

    3.2. Niñez intermedia: de 3 a 7 años

    3.3. Niñez tardía: de 7 a 12 años

    4. La adolescencia

    5. La madurez

    6. La senectud

    1. Psicología Evolutiva. Generalidades

    El ser humano nace inmaduro a nivel cerebral y personal. La evolutividad es una

    característica propiamente humana: la persona se encuentra permanentemente en un

    proceso de desarrollo y maduración desde que es concebido hasta la vejez, en la que se

    produce una involución.

    La Psicología evolutiva es la rama de la Psicología que estudia y analiza los cambios del

    ser humano a lo largo de su vida. Desde el nacimiento hasta la vejez, la persona atraviesa

    por las siguientes etapas evolutivas: infancia, adolescencia, madurez y senectud.

    La mayor parte de los estudios que se realizan en Psicología evolutiva se centran en la

    infancia y adolescencia, dada la importancia de los cambios, tanto cuantitativos como

    cualitativos, que tienen lugar en la primera parte de la vida. Actualmente también se

    presta atención al estudio y descripción de otras etapas, sobre todo a la vejez.

    Hasta la segunda mitad del siglo XIX la infancia y la adolescencia no empezaron a ser

    consideradas como etapas de la vida con características específicas y diferentes de la

    madurez. Comenzaron entonces las observaciones científicas de los niños. A finales de

    ese siglo se empezaron a construir escalas y tests para medir la inteligencia. En la

    primera mitad del siglo XX, la Psicología evolutiva cobra un fuerte impulso, se describe

    y analiza el desarrollo del niño desde diferentes aspectos: cognitivo, afectivo, motor,

    lenguaje, socialización, etc. Se elaboran diferentes teorías acerca de los mecanismos y

  • factores implicados en la evolución psíquica, personal y social del niño. Como

    metodología se utiliza la observación y la experimentación.

    En los cambios que ocurren en el desarrollo van a influir factores de diverso tipo:

    • Factores internos

    — Biológicos: dotación genética, influencias intrauterinas y del parto, características

    físicas, maduración del sistema neurológico...

    — Psicológicos: afectividad, estabilidad emocional, sociabilidad, procesos

    cognitivos...

    Factores externos

    — Medioambientales: el entorno geográfico, las características del medio (por ejemplo,

    la salubridad, la contaminación atmosférica, el clima, etc.), el tipo de alimentación...

    — Socioculturales: el momento político e histórico, así como las características de la

    sociedad en que se vive, su cultura y el desarrollo tecnológico y económico, influyen en

    el desarrollo de las personas. Tiene una especial importancia el medio familiar, escolar

    y social en el que nos criamos.

    — Las experiencias vitales: cada persona tenemos una vida particular, con

    acontecimientos propios que van marcando nuestra evolución, tanto a nivel psicológico

    como físico. Experiencias imprevistas como accidentes, enfermedades o traumas

    pueden suponer un importante cambio del tipo de vida que hasta entonces se llevaba.

  • Las diversas teorías del desarrollo infantil conceden una importancia distinta a cada uno

    de estos factores, haciendo especial hincapié en alguno de ellos: la herencia, los factores

    emocionales, el ambiente, el aprendizaje, etc.

    Sobre todo ha habido mucha polémica entre los que defendían que lo determinante en

    el desarrollo del niño son los factores innatos (hereditarios, genéticos, etc.) y los que

    proponían que lo fundamental son los factores ambientales (la influencia del medio, y

    en particular de la familia, lo social, etc.). Hoy en día se suele considerar que ambos tipos

    de factores son importantes y se articulan en el desarrollo, si bien, según las teorías, se

    prioriza la influencia de uno de ellos sobre el otro.

    2. Teorías del desarrollo

    Todas las teorías sobre la evolución de las personas conceden una especial importancia

    a los primeros años del desarrollo, al considerarlos esenciales porque en ellos se

    configuran las estructuras mentales, el desarrollo cerebral, el afectivo y el social.

    Entre los principales autores y teorías que han estudiado el desarrollo, se encuentran:

    • Arnold Gesell (1880-1961), quien realizó una descripción de las características del niño

    siguiendo su maduración según su edad cronológica, y estableciendo niveles de edad de

    0 a 16 años. Construyó, junto con sus colaboradores, escalas de desarrollo.

    • Sigmund Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis, que atribuye a factores

    conscientes e inconscientes infantiles la evolución psíquica del ser humano. Fue el

    primero en hablar de la existencia de una sexualidad infantil, y estableció cuatro

    estadios del desarrollo psicosexual: oral, anal, fálico y genital.

    • Siguiendo la teoría psicoanalítica, otros autores han contribuido a la mejor

    comprensión del desarrollo y funcionamiento infantil, entre ellos: Anna Freud, M. Klein,

    Erikson, R. spitz, D. Winnicott, J. Bowlby, etc. Las teorías psicoanalíticas se centran en el

    estudio del funcionamiento emocional y afectivo del niño y del adulto, basándose en el

    análisis de los procesos inconscientes.

  • • Jean Piaget (1896-1980). Psicólogo suizo que hizo aportaciones fundamentales al

    estudio de la formación del pensamiento y de los mecanismos intelectuales hasta la

    adolescencia. En el desarrollo de la inteligencia, Piaget distingue cuatro períodos:

    estadio sensoriomotriz (0 a 2 años); estadio preoperacional (o inteligencia simbólica, de

    2 a 7 años); estadio de las operaciones concretas (7 a 11 años); y estadio de las

    operaciones formales (11 a 16 años).

    Henry Wallon (1879-1962). Estudió el desarrollo infantil analizando la relación entre

    la motricidad y la afectividad del recién nacido, y, posteriormente, entre el niño y el

    medio social. Describe una serie de estadios en la evolución de la infancia: impulsivo

    puro, emocional, sensomotor, proyectivo, del personalismo y de la personalidad

    polivalente.

    Teorías conductistas, que, partiendo de las ideas de Watson, Pavlov y Skinner

    principalmente, dan una importancia fundamental al estudio del comportamiento.

    Postulan que la mayor parte de la conducta humana es fruto de los procesos de

    aprendizaje, que tienen lugar mediante diferentes combinaciones de estímulos y

    respuestas.

    Lev Vygotsky (1896-1934), como principal representante de las teorías soviéticas

    cognitivas, postula que el desarrollo es inseparable del contexto sociocultural y de

    las interacciones del niño con los adultos y sus iguales, y que el lenguaje es la

    principal herramienta del aprendizaje.

    El psicólogo norteamericano Albert Bandura (1925-), dentro de la teoría cognitivo-

    social, hace hincapié en la importancia de los procesos mentales y de la interacción

    del niño con los demás. Destaca la función de la observación e imitación de modelos

    significativos (como los padres o profesores) en la adquisición de conductas

    (aprendizaje vicario).

    3. La infancia

  • La infancia es el período de la vida que comprende los primeros años del desarrollo, del

    nacimiento a la adolescencia. En ellos experimentamos una serie de rápidos cambios y

    transformaciones, en el proceso de adquisición, maduración y dominio de las funciones

    biológicas y psicológicas fundamentales.

    En cada etapa, fase, período, etc., en que se ha dividido, aparece una serie de procesos

    propios y característicos de ese momento evolutivo. Nuestro desarrollo está

    condicionado por la maduración de los procesos biológicos y psíquicos en interrelación

    con el medio que nos rodea. Lo psicológico y lo biológico actúan de forma conjunta en

    el desarrollo, de tal manera que lo uno posibilita lo otro.

    Desde el momento de la concepción, tenemos ya una serie de características físicas y

    psíquicas propias. La familia, el colegio y el medio social, incidirán sobre cada niño de

    forma diferente, de tal manera que cada uno desarrollará su forma personal de ser y

    actuar.

    Las características generales de la infancia, en una división por grupos de edad, son las

    siguientes:

    3.1. Primera infancia: de O a 3 años

    El primer año de vida

    Durante los primeros meses de vida, el proceso de maduración cerebral es muy rápido,

    así como el desarrollo cognitivo. El sistema de reflejos con el que nace el niño se va a ir

    enriqueciendo rápidamente mediante la evolución de las capacidades sensoriales y

    perceptivas (como la percepción visual). Se forman los procesos de pensamiento y

    aparecen los primeros aprendizajes mediante el desarrollo sensorial y la manipulación

    de objetos.

    El desarrollo motor del niño le va a ir permitiendo un progresivo control de sus

    movimientos: Desde el mantenimiento de la cabeza recta (1 a 3 meses), a la posibilidad

    de caminar solo o con ayuda (hacia los 10-12 meses). Los movimientos, que al principio

  • no tienen finalidad, van adquiriendo un carácter lúdico (juego sensorio-motor) y

    explorador del medio y del propio cuerpo y sus posibilidades.

    Aparece el lenguaje, en principio con los balbuceos (en el primer semestre de vida),

    luego mediante la utilización de gestos y ademanes para hacerse entender (señalan para

    mostrar lo que quieren, dicen «adiós» con la mano) y posteriormente aparecen las

    primeras palabras (generalmente entre los 10 y 15 meses).

    La relación madre-hijo condiciona de forma fundamental la evolución emocional y

    afectiva del niño. El bebé pasa de un estado de indiferenciación entre su cuerpo y la

    realidad externa, a tener una relación con la madre o persona que realiza con él esta

    función. Se establece un intenso vínculo afectivo y emocional con ella (apego) a través

    de la satisfacción de las necesidades básicas. Posteriormente irá reconociendo a las

    personas de su entorno que son importantes para él. La angustia de los 8 meses (Spitz)

    demuestra que el niño es ya capaz de distinguir a las personas cercanas (los padres y

    hermanos, generalmente) de los extraños.

    La relación con los demás se efectúa inicialmente a través del contacto corporal y los

    órganos de los sentidos. A través de la boca (estadio oral de Freud) el niño experimenta

    diversas satisfacciones y frustraciones (destete), que influirán en su desarrollo

    emocional.

    De 1 a 3 años

    En esta etapa se adquiere la función representativa o simbólica, por la que puede utilizar

    símbolos para hacer presentes los objetos ausentes. Hay una rápida evolución del

    lenguaje, tras la aparición de las primeras palabras. La utilización del lenguaje hablado

    como medio de expresión de pensamientos y deseos, va a posibilitar la comunicación

    del niño con los demás y la interrelación con su entorno, facilitando su desarrollo

    intelectual.

    A los 18 meses el niño conseguirá reconocer su propia imagen en el espejo, teniendo así

    una primera representación mental de sí mismo.

    En este período se da un importante afianzamiento en la marcha, lo que permite al niño

    una mayor autonomía y posibilidades de exploración del medio.

  • Comienza, y en muchos casos se logra totalmente, el control de los esfínteres. La

    educación para la limpieza marca una especial relación con la madre (estadio anal de

    Freud).

    El niño se mueve entre sus deseos de autonomía y el miedo a la pérdida del cariño o al

    abandono de los padres. Entra en una fase de oposición, en la que, sistemáticamente,

    dice «no» a lo que se le pide, mostrando en ocasiones actitudes de rebeldía y tozudez

    para conseguir lo que desea, lo que puede desembocar en rabietas. En estos años es

    importante la experiencia de que existen límites para su conducta y el aprendizaje de

    las normas familiares, que vienen marcados por los padres.

    Le agradan las relaciones interpersonales, sobre todo con otros niños, mostrándose

    unas veces tímido y otras veces sociable. Su juego con iguales es aún muy

    desorganizado, y tienden a poseer de forma exclusiva los objetos.

    En general, hasta esta edad los cambios evolutivos, con las consecuentes adquisiciones

    madurativas, son muy rápidos e importantes, tanto en cantidad como cualitativamente.

    3.2. Niñez intermedia: de 3 a 7 años

    A estas edades los niños suelen ser dinámicos, ruidosos, impulsivos, tienen una gran

    fantasía, les gusta hablar y muestran gusto por las relaciones sociales. Aparecen con

    fuerza los sentimientos de envidia, rivalidad y celos. Descubren la diferencia sexual entre

    niño y niña; relacionan el embarazo con el origen de la vida y preguntan sobre ello;

    también descubren la existencia de la muerte interpretándola como ausencia.

    La madurez cerebral y el desarrollo psicomotor posibilitan un afianzamiento tanto del

    movimiento en general como de la motricidad fina, lo que les permite, junto con el

    desarrollo intelectual, iniciar el aprendizaje de la lecto-escricura (5-6 años).

  • El lenguaje se enriquece con una gran ampliación del vocabulario y el dominio de las

    formas gramaticales. La curiosidad intelectual es fuerte, y suelen hacer muchas

    preguntas sobre todo lo que les rodea y lo que piensan.

    La escolarización facilita la mayor autonomía respecto a los padres y el reforzamiento

    de las relaciones grupales. El niño va aceptando e interiorizando las normas sociales. Por

    otra parte, adquiere una mayor independencia personal, siendo capaz de realizar por sí

    mismo muchas actividades (consigue vestirse solo, asearse…)

    Entre los 3 y los 6 años el juego simbólico adquiere su apogeo: un mismo objeto les va a

    servir para representar a personas o situaciones distintas. También les va gustando jugar

    a «ser como» diferentes personajes. El juego en estas edades cumple una función de

    exploración y asimilación de la realidad; de expresión y representación de emociones y

    situaciones conflictivas para ellos a nivel emocional; y favorece que vayan asumiendo la

    normativa social. Por todo ello, el juego tiene un papel fundamental en la evolución

    emocional, intelectual y social del niño.

    Hacia los 5-6 años, comienza el interés por los juegos de reglas, en los que existe una

    asignación de papeles y hay normas preestablecidas que tienen que aceptar todos los

    participantes. Son juegos a menudo competitivos de unos con otros (parchís, escondite,

    etc.).

    3.3. Niñez tardía: de 7 a 12 años

    El niño va organizando y dominando sus impulsos, y los canaliza hacia un mayor interés

    por lo cultural, y realizaciones personales valoradas a nivel social. No obstante, pueden

    mostrar actitudes contrapuestas. Por ejemplo, un gran afecto o comportamientos

    crueles con animales o con los compañeros.

    La escuela y los aprendizajes adquieren un papel primordial a estas edades. El desarrollo

    intelectual, junto con los deseos de aprender cosas nuevas, les lleva a mostrar una

  • actitud investigadora, que les permite una gran ampliación de los conocimientos. Es la

    edad de la razón. Comienzan a comprender y utilizar razonamientos lógicos, y se vuelven

    más reflexivos y responsables, con una mayor capacidad de concentración y

    perseverancia en las actividades que realizan.

    El proceso de socialización se afianza. Las relaciones grupales facilitan la asimilación de

    las normas y el desarrollo de la conciencia moral. En la interrelación con los iguales, van

    descargando y modificando los sentimientos de rivalidad, pasando a adoptar actitudes

    de mayor cooperación.

    A estas edades adquieren una mayor conciencia de la diferencia entre los sexos,

    reafirmándose su identidad sexual, y aparecen sentimientos de pudor y vergüenza en

    relación al cuerpo. Tienden a agruparse por sexos («los niños con los niños, las niñas con

    las niñas»), estableciendo las primeras amistades en firme. Se independizan más de los

    mayores, y comienzan a cuidar la propia intimidad, guardando secretos entre ellos.

    Muestran interés por diferentes juegos y actividades muy diversas: leer, ver televisión,

    coleccionar cosas, actividades creativas, juegos grupales, hablar con los amigos, etc. Los

    varones suelen preferir más acción y movimiento en sus actividades lúdicas que las

    niñas.

    A los últimos años de esta etapa, algunos autores la denominan ya como

    preadolescencia o pubertad, puesto que aparecen los primeros signos de crecimiento

    sexual, y comienza un nuevo cambio en las actitudes: se vuelven más inquietos,

    rebeldes, críticos, con comportamientos que cada vez más se acercan a los típicos en la

    adolescencia.

    4. La adolescencia

  • Es el período de transición entre la infancia y la edad adulta. Se caracteriza por fuertes

    cambios en los ámbitos corporal (crecimiento, maduración sexual...), psicológico

    (cuestionamiento de la identidad personal, cambio de actitudes y valores y social

    (fortalecimiento de las relaciones con iguales, primeras elecciones de pareja, elección

    de estudios o trabajo...).

    5. La madurez

    Las edades que comprende este período, también llamado etapa adulta o adultez,

    dependen de factores socioculturales y del momento histórico. En nuestra sociedad,

    suele considerarse la edad madura de los 20-25 años a los 60-65. No obstante existen

    diferencias individuales, puesto que la edad cronológica, la edad mental y la edad social

    pueden no coincidir.

    Pero los diversos autores sí suelen coincidir al resaltar como vivencias fundamentales en

    esta etapa de la vida:

    • El establecimiento de relaciones de pareja estables (noviazgo, matrimonio o

    convivencia en pareja).

    • El desempeño de un trabajo.

    • La experiencia de la maternidad o paternidad.

    En la vida adulta se consolidan y se estabilizan las características personales a nivel

    emocional, profesional y social. Es un período marcado por diversas «crisis normativas»,

    que se van a vivir inicialmente con incertidumbre: matrimonio, paternidad, primer

    empleo, jubilación...

    La etapa de la madurez comprende todos los acontecimientos que suceden en los

    diversos ámbitos:

    Corporales: el desarrollo y la madurez física llegan a su cumbre hacia finales de

    la adolescencia. En la vida adulta hay una estabilización del estado físico, que

    paulatinamente irá declinando hasta el climaterio.

    No obstante, en este período puede haber distintos acontecimientos que

    originen cambios en el cuerpo y en su funcionamiento. Tales son los déficit

    corporales (pérdidas de agudeza visual o auditiva, por ejemplo) y diferentes

    dolencias relativamente frecuentes en esta época de la vida (artritis,

    hipertensión, etc.). En la mujer, hay que mencionar, por su especial importancia,

    las experiencias del embarazo y el parto, y la menopausia.

    Intelectuales: la actividad mental alcanza su máxima capacidad, debido al

    desarrollo de los diversos factores intelectuales (memoria, capacidad de

    concentración, razonamientos lógicos...); al fortalecimiento de las actitudes

  • relacionadas con lo mental (motivación, perseverancia... ); y a la acumulación de

    conocimientos y experiencias.

    Tras un largo período de estabilización y enriquecimiento de contenidos

    mentales, hacia el final de la etapa adulta la evolución de la capacidad intelectual

    y el rendimiento mental comienzan a declinar.

    Emocionales: las crisis normativas, las situaciones externas conflictivas, y las

    exigencias que conlleva el desempeño de las diferentes funciones (familiares,

    profesionales y sociales) ponen a prueba la estabilidad emocional del individuo.

    Si su funcionamiento personal le permite ir asumiendo las situaciones difíciles en

    su vida, habrá un progresivo proceso de maduración y enriquecimiento personal.

    Si no es así, la persona puede sufrir diversos desajustes emocionales ante los

    acontecimientos que se desarrollan en este período vital.

    Profesionales: el desarrollo de un trabajo conlleva el desempeño de diversas

    funciones específicas (roles profesionales), y sitúa al individuo en una

    determinada posición (estatus) social y económica. La actividad laboral está

    sujeta a variaciones: cambios de ocupación, escalada profesional,

    especializaciones, pérdida de empleo, etc.

    Socio-familiar: el establecimiento de relaciones estables con una pareja da lugar

    a una intensificación de la intimidad personal y familiar. Las relaciones sociales

    quedan divididas entre las relaciones familiares y las extrafamiliares (amigos,

    compañeros de trabajo, relaciones profesionales. Las relaciones de amistad en

    esta época de la vida suelen ser más reducidas, selectivas y duraderas.Los

    vínculos afectivos de pareja pasan por diversos avatares: noviazgo, convivencia...

    En ocasiones, se rompen (separación o divorcio), o la pareja se deshace por el

    fallecimiento de uno de sus miembros (viudedad). Se puede contraer nuevas

    nupcias, o permanecer soltero/a. Ser padre o madre conlleva asumir

    responsabilidades en la educación y cuidado de los hijos, e introduce cambios

    importantes en el modo de vida. El crecimiento de los hijos y las diversas etapas

    evolutivas que atraviesan, condicionan las relaciones con ellos y la dinámica

    familiar.

  • La edad madura ha sido dividida en etapas o fases. Según cada autor, hay una gran

    diversidad en cuanto a las edades que comprendería cada fase, pero todos reconocen

    tres etapas diferenciadas:

    1. Adultez temprana: comprende la primera parte de la madurez, aproximadamente de

    los 20 a los 30-35 años. Se caracteriza por los importantes cambios de la vida familiar y

    profesional de la persona: primer trabajo y consolidación profesional, convivencia en

    pareja y paternidad.

    2. Adultez media: de los 30-35 a los 55-60 años, aproximadamente. Es un período de

    gran productividad a todos los niveles:

    Atención y apoyo a los hijos en su evolución personal.

    Se consiguen logros y satisfacciones en la esfera laboral, en el ocio, y en las

    relaciones interpersonales y de pareja.

    Asunción de responsabilidades sociales.

    Se van aceptando y asumiendo los cambios corporales que señalan el comienzo

    de la involución.

    Adaptación a la pérdida de los propios padres y al crecimiento de los hijos.

    3. Adultez tardía: es un período de transición a la tercera edad, que comprende de los

    55-60 a los 65 años, aproximadamente, y lo característico es el ajuste interno y las

    condiciones de vida ante la experiencia del paso del tiempo.

    La retirada del mundo laboral está socialmente considerada como la entrada en la

    tercera edad. Es una experiencia difícil que exige una reorganización de la vida, y la

    elaboración de un duelo por lo que se va perdiendo (a nivel profesional, social,

    corporal...). Exige, también, una toma de posición ante la ancianidad inminente.

    En cuanto a la vida familiar, los hijos crecen y van dejando el hogar, y con el nacimiento

    de los nietos, la persona se convierte en «abuelo».

  • Se suelen buscar condiciones de vida más cómodas, y realizar actividades asociativas

    con personas del mismo grupo de edad.

    6. La senectud

    Es la última parte de la vida, aproximadamente a partir de los 65 años, y está

    caracterizada por la involución de los procesos biológicos. El envejecimiento no sólo

    tiene una dimensión biológica, sino también psicológica y social.