Tema 1: CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL DIAGNÓSTICO EN ...

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1. INTRODUCCIÓN. Ya conocemos que entre los escenarios donde podría desempeñar su labor un educador social se encontrarían: los servicios sociales de una institución (ayuntamiento, diputación), centros socio- sanitarios, fundaciones, ONGs, asociaciones de personas con discapacidad, centro de menores, casas de acogida, entidades culturales, centros de tratamiento a drogodependientes, centros de tercera edad, etc. En esta ocasión centraremos la labor diagnóstica-preventiva del educador social dirigida a evitar la desadaptación/inadaptación social del individuo con su contexto sociocomunitario, concretamente en las siguientes situaciones: Maltrato o desprotección infantil. La violencia infanto-juvenil. El consumo de drogas en menores. En todos los casos abordaremos una delimitación conceptual, los factores de riesgo que predisponen a sufrir una de estas situaciones, los indicadores de cada una de las situaciones y los instrumentos de diagnóstico. 2. DIAGNÓSTICO DEL MALTRATO INFANTIL. Delimitación conceptual. El maltrato infantil puede definirse como la no satisfacción de las necesidades infantiles, tanto en su dimensión de salud y autonomía, como en su dimensión cognitiva, emocional y social (Ochaita y Espinosa, 2004). El maltrato puede producirse de forma activa (agresión física, emocional) o pasiva (abandono físico, emocional, carencia de estimulaciones). Puede tener su origen en problemas del entorno sociofamiliar debidos a marginación social, dificultades económicas, adicciones, etc., que afectan a la capacidad de los padres/cuidadores para atender adecuadamente a las necesidades del niño.

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1. INTRODUCCIÓN. Ya conocemos que entre los escenarios donde podría desempeñar su labor un educador social se

encontrarían: los servicios sociales de una institución (ayuntamiento, diputación…), centros socio-sanitarios, fundaciones, ONGs, asociaciones de personas con discapacidad, centro de menores, casas de acogida, entidades culturales, centros de tratamiento a drogodependientes, centros de tercera edad, etc. En esta ocasión centraremos la labor diagnóstica-preventiva del educador social dirigida a evitar la desadaptación/inadaptación social del individuo con su contexto sociocomunitario, concretamente en las siguientes situaciones:

Maltrato o desprotección infantil.

La violencia infanto-juvenil.

El consumo de drogas en menores.

En todos los casos abordaremos una delimitación conceptual, los factores de riesgo que predisponen a sufrir una de estas situaciones, los indicadores de cada una de las situaciones y los instrumentos de diagnóstico.

2. DIAGNÓSTICO DEL MALTRATO INFANTIL. Delimitación conceptual.

El maltrato infantil puede definirse como la no satisfacción de las necesidades infantiles, tanto en su dimensión de salud y autonomía, como en su dimensión cognitiva, emocional y social (Ochaita y Espinosa, 2004).

El maltrato puede producirse de forma activa (agresión física, emocional) o pasiva (abandono físico, emocional, carencia de estimulaciones).

Puede tener su origen en problemas del entorno sociofamiliar debidos a marginación social, dificultades económicas, adicciones, etc., que afectan a la capacidad de los padres/cuidadores para atender adecuadamente a las necesidades del niño.

Diagnosticar un caso de maltrato infantil no es fácil y no sólo se necesitan conocimientos, evidencias y aplicación del protocolo, también es necesaria una actitud de cautela y prudencia por los profesionales que deberán no sólo detectar, sino también informar a las autoridades y servicios siguiendo los cauces preestablecidos.

En el diagnóstico también hay que tener en cuenta aspectos como:

o Las pautas de crianza infantil, valores o normas propias de una determinada cultura que pueden no ser consideradas por otra.

o El momento evolutivo en el cual se encuentra el niño/a pues, un mismo comportamiento hacia él puede ser considerado en un momento dado como maltrato y en otro no.

o Tener en cuenta situaciones especiales de vulnerabilidad (posibles discapacidades).

o El daño potencial de acciones que si bien de manera inmediata no parecen tener incidencias negativas podrían tenerlas en el futuro.

o Dificultad a la hora de delimitar la línea que separa una medida disciplinaria del maltrato.

o Tener en cuenta variables como la gravedad, frecuencia, cronicidad, duración, edad del niño, el tipo de conducta/s de maltrato, el tipo de relación entre el maltratador y el niño/a.

Desde el Observatorio de la Infancia (2006) se propone diagnosticar un posible caso de maltrato infantil a partir de las siguientes acciones:

o Análisis del historial del niño.

o Análisis médico-psicológico tanto del niño/a como del supuesto agresor.

o Pruebas de análisis de diferencias en relación a otros casos.

o Análisis de los factores de riesgo.

Factores de riesgo

Ver cuadro 12.1 pág. 431 de Granados y Mudarra, 2010.

Indicadores(¡!)

Maltrato físico: ver cuadro 12.2 págs. 432, 433 y 434 de Granados y Mudarra, 2010.

Negligencia/Abandono: ver cuadro 12.3 págs. 434 y 435 de Granados y Mudarra, 2010.

Maltrato emocional: ver cuadro 12.4 pág. 435 de Granados y Mudarra, 2010.

Maltrato/abuso sexual: ver cuadro 12.5 pág. 436 de Granados y Mudarra, 2010.

Indicadores a observar desde la escuela: ver cuadro 12.6 pág. 437 de Granados y Mudarra, 2010.

Indicadores a observar desde los servicios sociales: cuadro 12.7 pág. 437 (Granados y Mudarra, 2010)

Los abusos sexuales se dan con más frecuencia en el entorno próximo del niño y frecuentemente por parte de un familiar o persona allegada a la familia. Esto ocurre hasta en un 85 % de los casos, y por lo general, en sitios conocidos o en la propia casa (Ver documental: “Infancia rota”. Documentos TV, )

Algunos datos significativos, son el hecho de que, en el 38,04 % de los casos el agresor es la figura paterna; en el 29,19 % algún miembro de la familia extensa; y en un 17,70 % conocidos de la víctima. También es significativo que las niñas sufren un mayor porcentaje de abuso sexual por la figura paterna, un 41,69 % de los casos, frente al 24,69 % de casos en varones.

Instrumentos de diagnóstico.

Deberemos utilizar aquel instrumento más conveniente en función de las circunstancias en que se realiza la detección, procurando, como siempre en diagnóstico, que sea multimétodo y multiagente. Así, deberemos combinar la entrevista, la observación, el cuestionario… aplicados al menos a dos fuentes distintas (niños, cuidadores, servicios educativos…) para contrastar la veracidad del caso.

El objetivo del diagnóstico es delimitar si existe algún patrón conductual negativo por parte de los cuidadores/padres, bien por acción y/u omisión, y ya sea físico o psicoemocional. Debe quedar suficientemente demostrada la relación causa-efecto.

Según Antequera (2006) en el análisis de los padres:

o Nos debemos centrar en el análisis de los factores de riesgo propios de situaciones de maltrato.

o En el análisis de las relaciones padre/hijo.

o Posibles antecedentes de maltrato (en los padres, en los hermanos…).

o Es frecuente llevar a cabo entrevistas con los padres (ver cuadro 12.8 págs. 439-440).

Con relación a los instrumentos aplicados con los niños:

o En el desarrollo de la entrevista debemos tener en cuenta factores como la edad, su capacidad para expresar lo que sucede.

o Es imprescindible crear un rapport adecuado que le permita expresarse libremente, por ejemplo a través de dibujos, cuentos, juegos…

o Asegurarse de que el niño entiende bien las preguntas que se le formulan.

o Otro instrumento de diagnóstico es el Cuestionario para la Detección de niños y niñas en situaciones de riesgo social E-10. Suele ser respondido por profesores u otros profesionales que conozcan al niño. A partir del percentil 75 se considera la posibilidad de riesgo social, y a partir del percentil 90 se entiende que hay una clara posibilidad de riesgo, debiendo intervenir.

o Por supuesto, también debemos contemplar la posibilidad de la observación.

o Todo ello con la intención de utilizar cuanto más métodos mejor, aplicados a todos los implicados (niño, padres, cuidadores, agresor, profesores…) y por distinto agentes (servicios sociales, médicos, policía, educadores, etc.).

3. DIAGNÓSTICO DE LA AGRESIVIDAD INFANTO-JUVENIL. Podemos definir la “violencia” como el comportamiento agresivo de un sujeto, con la

intención de causar daño físico, verbal o psicológico a otra persona.

Por “violencia escolar” entendemos cualquier tipo de violencia (dirigida hacia alumnos, profesores, propiedades, etc.) que tiene lugar en contextos escolares (incluyendo alrededores del centro y las actividades extraescolares).

El “bullying” o “acoso escolar” implica agresividad e intimidación física en contextos formativos.

El término “mobbing”, traducido a veces como acoso laboral, se refiere a presiones psicológicas, persecuciones o “linchamiento” colectivo. (Marí, 2009).

Para que se produzca el acoso escolar, el comportamiento de hostigamiento e intimidación debe ser repetitivo y cumplir al menos tres de los siguientes criterios (Serrano e Iborra, 2005):

o La víctima se siente intimidada.

o La víctima se siente excluida.

o La víctima percibe al agresor como más fuerte.

o Las agresiones son cada vez de mayor intensidad.

o Las agresiones suelen ocurrir en privado.

Factores de riesgo-indicadores.

Todas aquellas variables que ponen al sujeto en situación de vulnerabilidad hacia conductas y actitudes violentas.

La “violencia instrumental” o “utilidad” que podrían tener los comportamientos violentos para aquellos que la desarrollan, es un elemento importante porque, el logro de aquello que quieren conseguir a través de la violencia, refuerza precisamente esta conducta. La alternativa estaría en lograr inculcar conductas alternativas para resolver situaciones de conflicto.

Otras veces la violencia obedece a situaciones de ansiedad, tensión, frustración… ante situaciones difíciles que el individuo no sabe resolver con conductas alternativas.

También debemos tener en cuenta la forma en que las personas violentas conceptualizan la realidad y manifiestan la violencia. Normalmente suelen tener una percepción de la realidad distorsionada, sesgada, con interpretaciones precipitadas, rígidas y dicotómicas (extremistas, en términos de “blanco o negro”).

Factores de violencia escolar: ver cuadro 12.10 pág. 444 y 445. (Granados y Mudarra, 2010).

Instrumentos de diagnóstico.

Es muy frecuente el empleo de entrevistas semiestructuradas, sobre todo con adolescentes. Estas entrevistas suelen abordar tres dimensiones:

Justificación de la violencia: “¿por qué resolviste este problema con violencia?”

Conceptualización de la violencia como forma de resolución de conflictos: “¿Podrías decirme una alternativa para resolver este problema sin utilizar la violencia?”

Disposición conductual hacia la violencia: “¿Qué haces cuando una situación te vuelve agresivo”.

*Ver cuadro 12.11 págs. 447-448 (Granados y Mudarra, 2010): Entrevista sobre el riesgo de violencia.

Otra herramienta habitual es la utilización de cuestionarios, por ejemplo (ver págs. 448-449):

o Cuestionario de estrategias cognitivas para la resolución de situaciones (Garaigordobil).

o Cuestionario de conducta prosocial (Weir y Duveen).

o AVE, Cuestionario para evaluar el acoso y la violencia escolar (Piñel y Oñate).

o Cuestionario de conductas antisociales-delictivas (Seisdedós).

4. EL DIAGNÓSTICO EN COMPETENCIAS INTERCULTURALES. Nos referimos al proceso que nos permite comprobar los conocimientos, habilidades y actitudes

favorables o desfavorables a la acogida, integración y desarrollo de relaciones interculturales en contextos educativos.

Ver ejemplos sobre instrumentos para el diagnóstico socioeducativo en contextos multiculturales. Págs.: 453-454.

5. DIAGNÓSTICO DEL CONSUMO DE DROGAS EN MENORES. Está comprobado que el consumo de drogas compromete seriamente el desarrollo de los

adolescentes en los siguientes aspectos:

o Procesos cognitivos.

o Autoestima/autoconcepto.

o Logro de objetivos académico-profesionales.

o Relaciones familiares.

o El logro de relaciones sociales estables.

o Su integración social.

Podemos distinguir tres niveles de consumo según Fernández, Calafat y Juan, 2004:

o Abuso: en este primer caso las drogas ponen en riesgo al sujeto en las anteriores aspectos.

o Dependencia: En este caso, la búsqueda y el consumo de drogas es tal que se convierte en un comportamiento compulsivo que el sujeto percibe como necesario para adaptarse a su ambiente .

o Adicción: la dependencia se convierte en adicción cuando la primera aumente de grado de manera que estamos ya ante una situación patológica de enfermedad de base neurológica, crónica, con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influyen en el desarrollo y manifestaciones del sujeto.

Instrumentos de diagnóstico.

El primer indicador en el proceso diagnóstico del abuso de drogas, vendría con la detección de problemas o indicios en los aspectos antes citados. Posteriormente se profundizaría en las áreas problemáticas detectadas e incluso se derivaría el caso a otras instancias, como por ejemplo las sanitarias.

Contar con la colaboración de personas significativas del entorno del adolescente (familiares, compañeros, amigos, profesores…) es fundamental por la información que puedan aportar.

El proceso diagnóstico debería aportar información de los siguientes aspectos:

o Determinar qué adolescentes pueden estar implicados en el consumo de drogas.

o Qué aspectos (personas, entornos, etc.) están aumentando el riesgo y la vulnerabilidad en el abuso de drogas.

o Delimitar qué factores de protección tenemos a disposición del adolescente para evitar el riesgo de consumo (autoestima, resiliencia, apoyo familiar, espiritualidad, competencias sociales…).

o Realizar una anamnesis que incluya el historial de consumo-abuso, el tratamiento (si tuvo lugar), el historial clínico, el historial familiar (padres-hermanos consumidores, patrones delictivos, malas prácticas en la crianza…).

o El historial académico-formativo-profesional.

o Los hábitos de ocio y tiempo libre.

o La disponibilidad de sus redes de apoyo: tipo y calidad de sus interacciones sociales.

o Cuáles son las decisiones de intervención más adecuadas.

o La posibilidad de contactar con servicios e instituciones sociales.

Indicadores-síntomas para detectar un posible abuso de drogas en adolescentes (Panchón y De Armans, 1997; Ruíz, 2008).

Cambios bruscos en el centro educativo: absentismo, problemas de disciplina, descenso en el rendimiento.

Cambio de empresas, accidentes laborales y de conducción, sanciones de tráfico…

Labilidad emocional, agresividad.

Discusiones violentas con la pareja, negligencia con los hijos.

Pérdida del sentido de la responsabilidad.

Deterioro de la apariencia y el cuidado físico.

Amistad y relación con individuos relacionados con las drogas.

Problemas económicos: gasto excesivo, peticiones de préstamo a familiares y amigos, anticipos, prostitución, robos…

Frecuente asistencia a lugares que permiten esconderse.

Técnicas e instrumentos de detección en el ámbito educativo.

Como hemos visto en los casos anteriores, entre las técnicas más fiables se encuentran la observación directa, los cuestionarios, autorregistros, y entrevistas semiestructuradas aplicadas a distintas fuentes, teniendo en cuenta el contexto del sujeto.

Además de estas técnicas, llevar a cabo las siguientes estrategias nos ayudará a valorar la validez y fiabilidad de la información aportada por el sujeto sobre su consumo de drogas (Aubá y Monrás, 1998):

o Comparar los datos que él nos aporta con el historial legal o médico, así como con sus marcadores biológicos.

o Comparar los datos de los autoinformes que realiza el individuo (con relación al propio consumo) con los del médico.

o Obtener y contrastar la información obtenida a través de distintas fuentes.

o Incluir índices de sinceridad.

o Incluir valoraciones neuropsicológicas del estado mnésico y cognitivo.

o Incluir evaluación de aspectos subjetivos y emocionales. Aunque estos datos no son siempre los más objetivos, dan siempre información sensible y sobre todo se niegan menos a contestar este tipo de preguntas que las más objetivas y claras.

Por último, citamos algunos instrumentos de detección y evaluación del consumo de drogas.

o Test de identificación de desórdenes por el uso del alcohol -AUDIT- (Rubio , Bermejo y Caballero).

o Autoinforme sobre Consumo de sustancias Psicoactivas -AICA- (Santacreu, Froján y Hernández).

o Entrevista estructura Euro-ADAD (Friedman y Utada).