Te Sigo Marcos Pereyra

download Te Sigo Marcos Pereyra

If you can't read please download the document

description

Cuento

Transcript of Te Sigo Marcos Pereyra

Bajalibros.com ISBN 978-987-599-207-8 Libros del Zorzal, 2012 Buenos Aires, Argentina Hecho el depsito que previene la Ley 11.723 Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de este libro, escrbanos a: Asimismo, puede consultar nuestra pgina web: CAPTULO 1Te sigo Ignacio y el stano de su casa eran parecidos en ms de un sentido. Al interior se llegaba a travs de uncamino difcil: una escalera angosta y peligrosa, y luego una puerta con cerraduras de alta complejidad.Haba sido un lugar alegre en un pasado no tan lejano, pero toda seal de felicidad se haba apagado degolpe, y bastaba encender la luz para empezar a observar los signos de su ausencia. Ignacio esper escuchar el sonido de la cerradura electrnica al trabarse antes de iluminar lahabitacin. Cualquiera que observara el despliegue de tecnologa justificara de inmediato todas lasmedidas de seguridad. Monitores de cristal lquido, computadoras porttiles de ltima generacin,celulares inteligentes, servidores de capacidad industrial y otros dispositivos an ms costosos serepartan con prolijidad y orden en las diversas mesas de acero inoxidable que poblaban la habitacin. Sin embargo, los candados no protegan mquinas, sino secretos en forma de fotografas que ibanapareciendo a medida que las luces incrementaban su incandescencia. Las fotos del horror: mujeres decorta edad, ninguna mayor de veinte ni menor de trece. Cada foto reflejaba un rostro o una parte delcuerpo de una de ellas. Cada foto mostraba violencia. Cortes, moretones, posiciones humillantes,lgrimas y hasta gritos silenciosos. Cadveres. Todas las fotos, menos una. Ignacio la contempl y asinti con la cabeza, en un movimiento breve,econmico. Era alguien decidido. Diversas pantallas se iban encendiendo mientras l tomaba su libreta de anotaciones y avanzaba hastauna hoja cuyo encabezado rezaba: @SoyTrini. El smbolo por delante de las palabras significaba larelacin con la red social Twitter, su coto de caza personal, o como fuera que la actividad que l haca sedenominara. 18, soltera. Vicente Lpez. Facultad de Derecho, Starbucks, tren. Ignacio repeta estas palabras con lentitud, como si cada una de ellas tuviera un contenido mucho msabundante del que a simple vista se observaba. Para l, y quiz para alguien ms, lo tena. No se llamanredes sociales porque contengan, sino porque atrapan, record, como todos los das. Trini lo aprenderaesa noche. Haba tomado esas anotaciones a lo largo de semanas de espiar y dialogar con @SoyTrini va Twitter,la red social que da a da sumaba adeptos en forma exponencial. En miles de mensajes la vctima habadejado diez o doce elementos que le serviran a quien estuviera atento para ubicarla. Y l quera hacerlo. La foto de @SoyTrini en Twitter era difusa, pero l haba solucionado esa deficiencia con una visita asu pgina de Facebook. @SoyTrini era una nia / mujer que llamara la atencin en cualquier lado. Era mircoles, y como todos los mircoles de ese cuatrimestre, @SoyTrini terminara de cursar unamateria en la Facultad de Derecho, tomara un colectivo hasta Retiro y de ah el tren hasta Olivos.Tambin como todos los mircoles, l la seguira en el trayecto desde la estacin hasta su casa. Ese da,sin embargo, estaba seguro de que sera el ltimo. Le vinieron a la mente las palabras mircoles desper accin, y hubiera sonredo, de poder recordar cmo se haca. Sus hijos estaban ya dormidos. Lo saba, pues haba acomodado la almohada del mayor despus dehaberle ledo un cuento a la pequea. Haba paz. Se despidi de su esposa con un beso y parti hacia eljuego de pquer de los mircoles con sus amigos de la universidad. No vea a sus amigos de launiversidad desde haca meses y nunca haba aprendido a jugar al pquer, pero su esposa le crea. Media hora ms tarde, enfundado en su sobretodo oscuro, era invisible en la calle sin iluminar. Trinipas por delante de l sin verlo, concentrada en evitar los charcos que la lluvia de la tarde haba dejadoy perdida en la msica que sala de su iPhone. l saba que tena uno, lo haba ledo en Twitter. La sigui durante dos cuadras a distancia prudencial y sin hacer un ruido. Sus zapatos con suela de gomase encargaron de eso. Trini? Ella se sobresalt, pues nada haba denunciado aquella presencia, y retrocedi apoyando su espaldacontra las rejas de una casa. Quin sos? Soy yo, Kampen. Cmo ests? Bien me asustaste. Qu hacs ac? El miedo en la voz de Trini era evidente. Ignacio no pudo evitar sentir una pequea satisfaccin: no sehaba equivocado. Sin embargo, esa satisfaccin era muy chica comparada con la rabia que creca a cadaminuto dentro de l. No era un experto en estas cuestiones, no an, pero saba que despus de la broncavendra la tristeza. Profunda. Y as como saba eso, saba que ni nada ni nadie en el mundo podraimpedir lo que estaba a punto de ocurrir. Vine a verte. Pero yo no te di mi direccin, ni nada. Ven, sub al auto dijo Kampen, sealando un coche gris. Trini trat de alejarse, pero antes de quepudiera darse cuenta una mano de hierro la sostena del brazo. Dejame, hijo de puta! Ven, turrita, subite que te va a gustar. Ignacio dio un paso hacia adelante, y la luz del farol lo ilumin por completo. Dejala. @Kampeon69 retrocedi como si hubiera visto un fantasma, pero despus de eso se quedcompletamente quieto. Paralizado. Vos no sos el nico que sigue gente en Twitter dijo Ignacio con voz serena. Apunt la pistola a la cabeza de @Kampeon69 y sin mirar a Trini le orden: Pendeja, basta de boludear en Twitter. Andate a tu casa. Trini corri, e Ignacio vio de reojo que le costaba abrir la reja de entrada. Despus de unos segundos,lo logr. Ignacio nunca haba matado y tampoco lo hara esta vez, por ms que le costara y aunque @Kampeon69mereciera morir. Pero s le aplicara un escarmiento, uno grande. Subite al auto. @Kampeon69 lo mir sin entender, y l lo golpe con la culata en la sien. Te dije que te subas. Con la frente sangrando, Kampen abri la puerta, y de ah en ms todos los movimientos fueron encmara lenta. Kampen se agach y tom algo de abajo del asiento. Ignacio lo observaba con impotencia.Saba lo que ocurrira, pese a no haberlo vivido nunca. No lo hagas. Pero Kampen no escuchaba, y cuando gir tena un arma en la mano. Ignacio no dud, no podahacerlo. El disparo fue un eco en la noche, y Kampen estaba muerto. Volvi a su casa y fue directamente a su stano. Descarg el arma y la guard en la caja fuerte. Loltimo que vio antes de ir a dormir, entre las fotos de todas las nias lastimadas, fue la de su propia hija,Carito. La roz con la punta de sus dedos, y su voz fue un susurro.Chiquita, si hubiera podido cuidarte a vos tambin.CAPTULO 2El camino de la infamia Llego a mi trabajo a las once de la maana, despus de haber pasado casi toda la noche en Twitter.Tengo el sueo pesado y una hora de viaje, as que puede y debe considerarse como un esfuerzoimportante de mi parte el solo hecho de que me haya dignado venir. Dudo que lo aprecien. Pocas veces lohacen. En el ascensor no parece haber nadie conocido, as que aprovecho para echarme la ltima siestita hastael piso catorce. La chicharra me despierta, y los instintos se hacen cargo. La cara de dormido se archivahasta que pueda llegar al bao, y mi mirada se convierte en la del agudo asistente del subgerente que soy.Con paso decidido, y sobre todo apurado, ignoro a la recepcionista, tal y como he hecho los ltimos dosaos, desde aquella seria conversacin sobre acoso sexual a la que fui sometido y el seminarioposterior. Limtese a saludar, Carlos, con esto basta. El pasillo est vaco. A esta hora ya estn todos con las cabezas gachas sobre sus teclados escribiendoreportes que nadie leer, o tratando de vender lo que sea que sus jefes les han dicho deben vender hoy.No tengo mayores obstculos en llegar a mi cubculo. Utilizo la palabra mayores porque un pequeotacho de basura mal ubicado me ha fauleado de forma grosera, hacindome morder el polvo, pero sintestigos que insultar, por suerte. Escucho un murmullo que proviene de atrs de alguna de esas paredes depapel y media altura que pretenden dividirnos, pero elijo no buscar el origen, y as avanzo. Una rpida mirada a mi escritorio me confirma que ha sido revisado, sensacin que tengo casi todos losdas, o todos los das que vengo a la oficina, como quiera verse. Tambin la ignoro. Mientras aparto papeles para llegar al botn de encendido de la computadora, repaso mentalmente lalista de tareas inmediatas y me abrumo: Twitter, Facebook, GTalk, MSN, Gmail, Hotmail, IMDB y Ol,en ese orden. Parece poco, pero hasta tener todos los programas funcionando y en orden, por lo general,pasan ms de quince minutos. La clave no entra. La introduje las tres veces de rigor, con lo cual el sistema est trabado y no podrrevivirlo sin contactar a uno cualquiera de los ratones de las computadoras. La gente de sistemas es mienemiga. Los conozco como si los hubiera parido y s que envidian cada uno de mis 344 seguidores enTwitter (entre los cuales hay periodistas, productores de televisin y hasta actores que han hecho bolos).Mis amigos de Facebook y mi locuacidad en los chats tambin son objetos de su admiracin. Lo s, comos tambin que todos los das me espan para tratar de copiar algunos de mis chistes o de las frasesingeniosas que luego de buscar por horas encuentro en sitios perdidos de Internet y reproduzco conmucho ms valor agregado y gracia. Con alegra los veo fracasar en sus pueriles intentos por serocurrentes o populares. Esto sin duda es una venganza de su parte. Tendra que llamarlos y levantarlos en peso, pero gracias a Dios no dependo de una manga de imbcilespara hacer mi trabajo. Decidido a no dejarme intimidar por la adversidad, encaro mi da desde el iPhone.No ser igual de productivo, pero muerto antes de pedir soporte. Mi TL esa ilustre lista de personas que leo en Twitter arde, y de un soplido vuela cualquier malhumor que hubiera estado incubando. La consigna es canciones que incluyan nombres de rganos sexualesen sus ttulos. Me viene a la cabeza Pene Lane, y estoy a punto de escribirlo cuando me interrumpen. Ejem. Me doy vuelta, y no es el imbcil del subgerente quien tiene una estpida carraspera, sino elultraimbcil del gerente. La realeza ha decidido chapotear entre la inmundicia de los cubculos, as que larazn debe de ser grave. Seor Seplveda, cmo le va? disparo, con una obsecuencia tal que cualquier tipo con algo desagacidad vera llena de irona. En l, por supuesto, est desperdiciada. Seplveda menciona algo acerca de reiterados llamados de atencin, pero no puedo concentrarmemucho en lo que dice porque mi telfono no deja de vibrar. Los DM, esos mensajes privados que mis seguidores me envan con una frecuencia que crece de formalenta pero inexorable, lo aporrean, y me frustra no poder ocuparme de las cosas importantes. El tipo contina con su cara de lunes, lo cual confirma que se trata de Seplveda. Jams nadie le havisto otra cara en los aos que lleva vegetando en esta oficina. Mi desprecio por l no deriva de lacantidad infinita de promociones que ha otorgado a gente de antigedad inferior a la ma, sino de sunegativa sistemtica a pagarme un plan de datos ilimitado. Eso lo tuve que hacer yo con mi magro sueldoy s que lo disfruta. La perorata que me dispensa no es distinta de otras anteriores, pero de repente se pone paisajstico y laspalabras mejores horizontes me hielan la sangre. He aprendido que este tipo de eufemismos slo esusado para cuestiones desagradables. El golpe de gracia lo produce un guardia de seguridad que sematerializa en mi cubculo sosteniendo una cajita mediana de cartn. No soy un hombre violento, pese alo que digan por ah, pero la situacin lo amerita. Usted quin carajo se cree que es? le pregunto ya sin tanta amabilidad. El guardia es robusto y proactivo, y se interpone entre Seplveda y yo. Otro guardia de idnticasproporciones fiscaliza todo desde una distancia inferior a un metro. Me obligo a calmarme y lo logro.Trato siempre de no llegar a la contienda fsica cuando es evidente que voy a perder. Sin entender demasiado lo que ocurre, o tal vez entendindolo muy bien pero sin poder aceptarlo degolpe, y con la terrible sensacin de estar perdindome vitales partes de mi vida 2.0, empiezo a llenar lacaja. Seplveda niega con la cabeza cada intento mo de guardar algn implemento de oficina, y es ascomo la cajita, desprovista de abrochadora, calculadora y otros enseres, es gratamente liviana. El trayecto hacia el ascensor, caja en mano, es llamado El camino de la infamia, y es por lo generaluna buena medida para saber el aprecio que los compaeros tenan por el que acaba de ser despedido. Eneste caso, un servidor. Detecto algunas sonrisas, ms que nada de mujeres, y lo nico que me impiderepartir un par de bofetadas teraputicas es la presencia de los dos guardias a cada uno de mis flancos.Por alguna razn nunca he podido tolerar que las mujeres se burlen de m, y si estuviramos solos,ninguna de ellas lo hara. La salida del ascensor me provoca cierto alivio. He recuperado la seal en mi telfono y puedo volvera conectarme a lo realmente importante.CAPTULO 3Me segus Lo peor de ser polica son los llamados a las cuatro de la maana, y ms an si tens familia. Tu esposase despierta antes que vos y si no llora cuando te vas es porque ya est cansada de hacerlo. Cuando elmadrugn es para identificar un cadver, la cosa es todava ms difcil. Si el cadver es el de tu hermano,es peor, mucho peor. Tengo que apoyarme en un auto para no caerme, y el agente lo percibe. Seor, est bien? No le contesto, claro. Demostrar debilidad frente a un subordinado es el primer paso hacia lavergenza. Me arrodillo junto al cuerpo de Carlos. Veinticinco aos. Mi hermano menor. Le acaricio la cara y casime parece verlo sonrer. Un revlver est tirado a dos metros del lugar donde yace muerto, y la culpa mesacude. Es un regalo mo. Quin lo encontr? Un llamado a la comisara, hace alrededor de una hora. Annimo. No hay ambulancia, si el disparo no hubiera sido en la cabeza, probablemente habra muerto igual. Unahora! Qu carajo pasa con las ambulancias en este pas? Lo acaricio por ltima vez y me pongo de pie. Acabo de decidir que no ser un juez quien encierre alhijo de puta que lo mat. Ni el que lo deje ir despus de diez aos. No. Esta vez no. Pero para eso tengoque actuar rpido, y no hay mejor instante que el ahora. Olivos a esta altura de la noche est tan muertocomo mi hermano, y es el mejor momento para averiguar las cosas. La gente de la polica cientfica ha llegado y hay fajas por todo el lugar. Una prdida de tiempo yrecursos. La verdad no est ah. Mientras ellos tratan de tomar huellas dactilares que no existen y midenngulos cuyo significado es puramente terico, me alejo del lugar. Camino contra el sentido del trfico, ahora inexistente, hacia la estacin. A una cuadra veo lo quenecesito. Un linyera trata de esconderse en el zagun de una rotisera cerrada. Las primeras respuestas noestn lejos. El procedimiento correcto sera interrogarlo con el respeto que todo ser humano merece y convencerlode las bondades de decir la verdad. La sociedad depende de que cada uno de sus miembros ayude, y sucooperacin ser apreciada por la comunidad toda. Lo levanto y lo escondo en el zagun. Tras la segundatrompada tengo que pedirle que hable ms despacio. No s, no vi nada. Escuch un grito de una mujer, un disparo, y despus un hombre pas caminandotranquilamente por ac y se subi a un auto en la esquina. Es todo lo que vi. Por favor, no me pegue ms. Buscate otra esquina le digo, mientras le tiro un billete de cien pesos. Este tipo jams ser testigoen un juicio sobre esto. Y si tengo xito, tampoco habr juicio alguno. Lo que sigue es todava ms fcil. Hay una farmacia en la esquina opuesta a donde estaba el auto deltipo que mat a mi hermano, y gracias a Dios, una cmara. La farmacia est cerrada, pero veo que estintegrada a una casa. Veinte minutos despus, el dueo de la farmacia ha despertado, cooperado yentregado el disco de la cmara. Marca, color y patente del coche estn tatuados a fuego en mi cerebro. Todas las llamadas de la radio quedan grabadas en un disco rgido, as que no la utilizo para llamar a laseccional. Mi celular tambin implica ciertos riesgos, pero menores. El operador tarda menos de diezminutos en brindarme la direccin de una casa en el barrio de Colegiales, ciudad de Buenos Aires.Cuando cruzo la avenida General Paz, dejo formalmente de tener jurisdiccin para actuar como polica,pero ya he decidido dejar de serlo por esta noche. Son las seis y media de la maana y me encuentro frente a esa casa: dos plantas y antigua, pero bienconservada. Tengo la sangre caliente pero no puedo simplemente entrar y matar al tipo. Pienso en mihermano, pero tambin en mi esposa y en mis hijos. El tipo se va a morir, dentro de muy poco, pero novoy a darle la satisfaccin de ir preso por l. A las siete y media se abre la puerta, y sale una mujer con dos chicos que rondan los diez aos. El nioes quizs algo mayor, tal vez de doce o trece. Agradezco no haber entrado a sangre y fuego. Nuncahubiera podido hacer fuego con un nio en el medio; aunque estoy seguro de que quien mat a mi hermanono tendr esos pruritos, sean o no sus hijos. En el mismo momento, y antes de que se cierre la puerta, una figura masculina se asoma y recoge eldiario que est tirado junto a la puerta. Mi espalda se tensa y reconozco en l a la persona de lagrabacin. Estoy viendo al asesino de mi hermano mientras recoge el diario y vuelve a su casa, siguiendola rutina de todos los das. El tipo levanta la cabeza y mira alrededor, como si buscara algo, contranquilidad. Pienso que puede haberme visto pero descarto la idea, mi auto es similar a los del resto dela cuadra, y estoy bien agachado. No, no me vio. Una hora despus lo veo dejar su casa con un maletn en la mano y subirse a ese auto cuyo modelo,color y patente coinciden con los de la grabacin. Arranca despacio y da vuelta a la esquina, va atrabajar como si nada hubiera ocurrido. A esta altura ya tengo toda la informacin que necesito sobre l y algo ms, algo que no esperabaencontrar. El apellido no puede ser ms comn, y aun as, hay algo que se mueve en mi memoria. Antesde que el sargento me leyera el resumen del caso por telfono, ya haba recordado todo. Carolina Prez,Carito para sus amigos y familiares, diecisis aos, secuestro seguido de muerte. Ignacio Prez, su padre,el asesino de mi hermano. Recuerdo tambin las noticias de la poca, la aparicin de los padres en todos y cada uno de los mediosde comunicacin, las marchas y la terrible tristeza del momento en que se constat su muerte, la ausenciade un culpable. Mi esposa llor. Ese dato le ha prolongado la vida a Prez y tambin me ha empujado a meterme en su casa, forzando lapuerta. Veo un living pequeo pero ordenado y un comedor con cinco sillas, una de las cuales me pesasaber que no se usa todos los das. Veo fotos de los chicos, que tienen la edad de los mos, y de Caritosoplando las velas de una torta de cumpleaos. He matado antes, pero nunca como hasta ahora empieza a pesarme la decisin. Qu puede llevar a untipo como este a matar a mi hermano? Cmo puede la locura de perder un hijo convertir a un hombrecomn en un asesino? El resto de la casa es normal, pero hay una puerta al lado de la cocina que me intriga. Est entreabierta,lo que me sorprende porque tiene una cerradura de seguridad ms otra electrnica. Quin tiene ese tipode proteccin y para qu? Y sobre todo, por qu no lo usa? Una escalera angosta me lleva hacia abajo, y cuando llego al interruptor de luz pierdo todo el aire degolpe. Las paredes estn llenas de fotos de chicas, casi nias, abusadas de forma atroz. Y hay una carpetaabierta con grficos que entiendo a la velocidad de la luz. Una lnea de tiempo marca las actividades dealguien identificado como @SoyTrini, y otra la de alguien llamado @Kampeon69. Las lneas se cruzanen un calendario, y la fecha es la de ayer. La declaracin que el linyera me dio en el zagun completael escenario que necesito, y me doy cuenta de que Prez no es lo que parece. Veo cada dato y entiendo a Prez como si fuera parte ma. Todo coincide, todo, y lleno los agujeros queaparecen con el conocimiento que tengo, que tena, de mi hermano. Algunos episodios de violencia me vienen a la mente como latigazos. Mi madre quejndose de unabofetada de mi hermano; un llamado de alguna novia suya pidiendo mi proteccin, a las doce de la noche.La madre de su hijo, de tres aos, oponindose con fiereza a un rgimen de visitas. Hay algunos hechos ms, pero a esta altura estoy sentado en la silla de Prez, con la cabeza entre mismanos. No s cunto tiempo transcurre, pero cuando me recupero, Prez est delante de m con un armaen la mano. Entiendo de golpe que s, que me vio al buscar el diario, y que cualquiera de estascomputadoras que tiene le dijeron con precisin quin soy y quin era mi hermano. Y la razn de que lapuerta del stano estuviera abierta. Sos hermano de Kampen me dice, sin ningn rencor en la voz. Carlos. Se llamaba Carlos. No quise matarlo, sabs? Tena un revlver. Un revlver. Mi revlver. El regalo que lo mat, porque no tengo duda de que sin eso l estara anvivo. Asiento, sabiendo que jams saldr de ese stano, no con vida. Y lo que es an peor, sabiendo quePrez tuvo razn. Mi hermano, con lo que lo quise, era un hijo de puta con todas las letras. Nunca lo supever, y ahora ya es tarde. La idea de suplicar se me pasa por la cabeza, pero la descarto de plano. Este es un tipo decidido. Hahecho lo que tena que hacer para vengar a su hija y har an ms por proteger a su familia. Miro el caodel arma a centmetros de mi cabeza y me resigno. Vos tens hijos. Y no hiciste nada. Esto es mi culpa. Habla con firmeza y mirndome a los ojos. Prez gira el revlver y lo apoya en la mesa. Pone sus manos al costado, completamente vencido. Seest entregando. Me levanto y sin un gesto, sin un sonido, dejo la habitacin del dolor a mi espalda. No tengo miedo dePrez, ni rencor. Recin cuando me siento en el auto veo que no ser fcil lo que viene y empiezo a llorar por mihermano perdido. Perdido hace ms aos de los que quiero recordar.CAPTULO 4Dos punto cero El mundo es un pauelo, y el pauelo est en mi bolsillo. Excelente perla escrita por m en Twitter. Ycon varios RT. Los RT se producen cuando otro tuitero repite un mensaje por considerarlo merecedor deser ledo por ms gente. Mi tuit del pauelo ha sido premiado con tres RT, incluido uno de @NippurDL,que tiene ms de mil seguidores. Algunos dicen que utiliza la irona de vez en cuando, pero mi mensajeera tan bueno que descuento la admiracin de su parte. Estoy bien encaminado. Ya hace una semana que dej de trabajar, y las cosas no podran haber salido de mejor manera. Logrsumar treinta y dos seguidores y slo he perdido veinte. La prdida de seguidores es un fenmeno normalen Twitter y se produce por un decantamiento natural de preferencias, o eso he ledo en alguna parte.En definitiva, no alcanzo a entender las razones por las que algunos deciden irse, pero tengo un saldopositivo de doce seguidores y es lo nico que importa: sumar. He contactado a alrededor de diez personas ms, y es cuestin de tiempo para que al menos tres de ellasme sigan. Ya han contestado uno o ms de mis mensajes. Hay ciertas reglas que no son fciles deentender. Por ejemplo, lo natural sera buscar una persona famosa y pedirle que haga un RT de tumensaje, y de esa forma conseguir seguidores adicionales. Pues bien, no funciona as, y hay una legin dereidores que se mofan de ese tipo de situaciones. Lo s porque lo he sufrido en carne propia. De hecho,antes del usuario que estoy utilizando ahora tena otro distinto, y el desconocimiento de las normas deetiqueta me oblig a cerrarlo. No cometer de nuevo el mismo error. Los famosos han probado ser un pan ms duro de roer. O ser queso? Los ratones roen, y los ratonescomen queso, as que debera ser queso. Mejor lo anoto porque de ac puede salir otro tuit importante.Volviendo a los famosos, hay un notero de un programa de radio que sigue a uno de mis seguidores, y sibien todava no ha hecho un RT de alguno de mis tuits, es cuestin de tiempo hasta que lo haga y yo puedaser ledo por alguien con miles de seguidores (creo que al da de hoy el notero llega a los tres mil cientoveinte). Incrementar seguidores me permitir ponerme en un plano de igualdad con los famosos de Twitter, quetambin lo son en la vida real. No entiendo cmo no hay ms gente que decide ir por el mismo camino. En esta semana tambin cre mi blog, y ser un xito total. Muchos se han hecho millonarios conpublicidad y yo voy hacia all. La gente todava no pasa mucho, y los que pasan no comentan demasiado,pero es comprensible, es nuevo, pero innovador. Despus de analizar con cuidado sobre qu escribir,encontr varios sitios en ingls realmente populares. Con el traductor de Google logr pasarlos alespaol y entenderlos casi por completo. Cuando los reproduzca, podr sumar fortuna a la fama que seviene. Tampoco me puedo quejar de las mujeres. Todava no pude conocer a ninguna, pero los prospectos soninmejorables. Me concentr slo en las lindas, como debe ser, y varias contestan mis mensajes, aunquetodava no he logrado que me sigan. Este es un paso fundamental para poder hablarles en privado. De aha la cama hay slo un paso. Fama y cama: otro tuit prometedor. Y he dejado lo mejor para el final, porque en breve comienzo la primera transmisin desde mi twitcam,que no es otra cosa que una cmara va Internet que me permitir darme a conocer tal y como soy.Brillante sugerencia de un seguidor. Tengo una camisa nueva y las pruebas de sonido resultaronexcelentes. El ser tartamudo me ha causado alguna complicacin en la vida real, pero estoy seguro de quepor Internet no se notar. Estoy practicando. Anoto todo este proceso cuidadosamente en un cuaderno, porque sin duda cuando sea famoso mepedirn detalles de cmo logr destacarme en la vida dos punto cero. He pensado escribir un libro alrespecto. O mejor an, contratar a uno de esos escritores muertos de hambre que andan por ah de a milesy que escriba el libro por m. El nico problema es mi hermano, que no deja de molestarme, de insistirme con que salga de lapecera en que estoy metido, segn l. Qu motivos podra tener alguien para visitar un mundo hostilcuando hay otro mucho ms agradable en el cual es ciertamente exitoso? Algn da volver a la vida uno punto cero, la vida real, como le dicen algunos, pero no ser como unignoto participante, ni siquiera como un seguidor de tendencias creadas por otros y para beneficiopropio. No. Soy un lder y aqu es donde empiezo a demostrarlo.CAPTULO 5Twitcam Lo primero que hago, como corresponde, es anunciar va Twitter que me he puesto a disposicin de misseguidores. Diez mensajes son suficientes para esto. Tengo mucha expectativa por saber qu aspectos demi personalidad les atraen, cules les intrigan y cules admiran, conforme a lo que he mostrado hastaahora. Estoy agradecido a esta nueva forma de comunicarme con el mundo que he descubierto. Antes yo eraotro tipo de persona, pero por suerte he logrado dejar atrs la etapa ms oscura de mi vida. No era feliz yhaca miserable la vida de quienes me rodeaban. Y quin dira que la solucin estaba en conocer gentenueva. Veo llegar las primeras tres personas a la twitcam y me alegro, pues son conocidos. Gente que sigo yhasta podra llegar a decir que idolatro. Una persona con menos autoestima quiz pensara que el apreciono es mutuo, porque rara vez contestan mis mensajes, pero yo s que tienen muchos seguidores y nopueden atender a todos. Sin embargo uno, incluso, ha llegado a retransmitir un mensaje mo, agregando unsigno de pregunta al final, seal inequvoca de intriga sobre la procedencia de tal genialidad. La forma de interactuar es sencilla y efectiva. Los participantes escriben sus preguntas y comentarios ensus teclados, y esto es exhibido en las pantallas de todos. Por otra parte, yo respondo en vivo y endirecto, y as se cierra el crculo perfecto. Esperaba que comentaran sobre la excelente factura de mi camisa nueva, planchada con sumo cuidadopara el evento, o el buen gusto con que he arreglado mi habitacin; pero no, al principio parecen estarintrigados nicamente por mi orientacin sexual. Las primeras preguntas estn referidas a si soy homosexual o no. Utilizan la palabra puto, queencuentro de mal gusto, pero no creo que sea conveniente corregirlos. A estos tres en particular lascrticas no les caen bien, y necesito que se sientan cmodos, como en casa. Esto no deja de ser algo entreamigos. Debido a los nervios me muevo ligeramente en la silla, lo que a uno de los participantes (son cincoahora) le sugiere la idea de que estoy siendo penetrado en este mismo acto y lo seala. No es as.Contesto con firmeza y sin ninguna ambigedad, pero parece no ser suficiente. Ahora preguntan por lanaturaleza de los instrumentos que uso para satisfacerme va anal. E insisten con la palabra puto. Uno de los televidentes hace algn comentario referido a mi diccin. Cree haber detectado signos detartamudez. Es un error, claro, mi discurso nunca ha sido tan fluido como ahora. Otros cuatro se pliegan.La magia de la tecnologa y el boca a boca han hecho que ya sean veintisis las personas que me estnobservando. No todo es alegra, sin embargo. Uno de mis seguidores ha empezado a utilizar el sobrenombre deTartaputo. Tartaputo esto, Tartaputo lo otro, repiten ahora varios, y parece que hasta les causa ciertagracia. Ya con algo de dificultad explico que no deseo ser llamado as, pero no parecen escucharme.Tengo miedo de que sea culpa del micrfono, pero no, es nuevo. Encuentro algo de consuelo pensando que esto sin duda me servir para atraer nuevos seguidores. Endefinitiva, saber rerse de uno mismo es fundamental, y nunca tuve problemas con eso. Rerme de mmismo soluciona a medias el asunto, pues la frase de qu carajo te res, Tartaputo imbcil no meparece nada agradable ni positiva. No es fcil enfrentar las cmaras, y trato de disculpar lo hostil de estecomportamiento, pues ellos no lo saben. Se requiere valor para estar aqu, y lo estoy aprendiendo de lamanera difcil. El alivio llega en forma de dos participantes femeninas que me siguen en Twitter. Son lindas ygraciosas, y creo que hay grandes posibilidades de pasar a un nuevo plano con alguna de ellas cuandologre que me sigan. Siento mariposas en el estmago. Pero las dos me empiezan a llamar Tartaputocasi de inmediato, y la sensacin no es linda. Para peor, en la parte de la pantalla reservada para laspreguntas han empezado a hablar sobre m, no conmigo. No es necesario repetir sus palabras, pero laimpresin que tienen dista mucho de la que deberan tener. La catarata de palabras no se detiene y misgritos no son escuchados. Empiezo a pensar que la audicin puede no haber sido la mejor de las ideas. A esta altura, insultoscomo puto y pajero son de los ms suaves que recibo. Siguen indagando acerca de los implementosque utilizo para satisfacerme, y hay incluso algunos que me han llamado estpido, pues me resulta casiimposible responder a la catarata de insultos que estoy recibiendo. Se ren con sus ofensivos JAJAJAJAJAJA, en maysculas y sin ningn tipo de consideracin para lavelada que les prepar. Me falta el aire, y la garganta cerrada impide que salga cualquier tipo de sonido.Con un manotazo estrello la cmara contra la pared y doy por terminada la experiencia de la televisacin. No todo est perdido, y vuelvo a la pantalla de Twitter con la esperanza de que mi nmero deseguidores se haya incrementado tras la audicin. Despus de todo, parecen haberse divertido, y seguir aalguien tambin es una forma de apreciacin por una buena labor realizada en beneficio de otro. Pero elnmero de seguidores se mantiene intacto, y slo por unos segundos, luego de los cuales empieza a bajardrsticamente. Ha transcurrido una hora despus de la audicin y ya he perdido muchos seguidores; tanslo se han incorporado dos nuevos, los cuales se empean en dirigirme mensajes con el mote deTartaputo que tanta gracia les caus. Ninguno de los dos seguidores nuevos, por supuesto, es una de las chicas que pretenda me siguieran.Una tercera, inclusive, con la cual estaba llegando a trabar cierta amistad, dej de seguirme, lo cuallamento casi por sobre todo. Es una rubia muy linda llamada Trini. No me gusta sentir lstima por m mismo y no lo hago. Lstima me dan esas tres chicas que ahoraseguramente estarn rindose de m. Mandndose mensajes privados que hablan del Tartaputo queacaban de ver por la computadora. Esto no es nuevo, por desgracia. Lo he vivido en la vida real, y pens con todas mis fuerzas, recincluso, para que no pasara ac. Era un mundo nuevo, con infinitas posibilidades, pero la gente lasdesaprovech. No todos, sin embargo. Mi mejor seguidor, mi amigo, dira, ese que me sugiri con total buena voluntadque hiciera la twitcam, sigue al pie del can. Y este no slo es rico en gente que lee sus mensajes, sinoque adems parece comprenderme. El resto de Twitter desaparece para m, y queda slo l, quienaparentemente lee cada una de las cosas que pasa por mi cabeza: la traicin y la falta de respeto. Lahumillacin. Es como si estuviera escarbando de manera directa en mi cerebro, y transcurrida una hora,pasamos a chatear, lo que permite mayor fluidez en los mensajes. Al final de la noche, dice la frase que guardo en mi memoria y que me servir para enfrentar das peoresque este: Vos sos @Kampeon69, y tens que elegir si es sinnimo de risa o de respeto. Nadie ms quevos puede hacerlo. He defendido mi nombre con anterioridad, y nadie que me haya faltado al respeto lo ha hechoimpunemente. l tiene razn, tiene mucha razn. Nadie, nadie se re de @Kampeon69.CAPTULO 6El discpulo Cmo se esconde un elefante blanco en un bosque? Dos posibilidades: se pinta el elefante de verde oel bosque de blanco. La opcin del bosque es la mejor porque mantiene la esencia de la bestia, peroexige que esta sea ocultada en otro lugar mientras tanto. Y as estoy, metido en un piojoso dplex de Puerto Madero, mientras mis abogados reparten fortunasentre jueces y sindicalistas, polticos y periodistas, sin nada ms que hacer que interactuar con gente queno conozco, desendoles las mil y una muertes. Es gracioso tener que esconderme por un inmundo caso de adulteracin, cuando las cosas que hice, yque realmente ofenderan a la sociedad, son ignoradas por completo. No hay precio para la vida humana,lo que no es sino otra forma de decir que no vale nada. Una persona de menos recursos se hubieralimitado a reptar y rezar para que las ruedas de la corrupcin sigan su curso. Yo no. Mi pequeo proyecto sigue rindiendo frutos y es la nica manera que tengo de salir de esta mugrosaprisin a la que la ineptitud ajena me ha confinado, aunque sea en espritu. Y hay cierto placer en delegar,en moldear arcilla y ver la estatua en accin, aunque parezca un contrasentido. Mucho placer. No fue difcil encontrarlo. Empez con sus patticos llamados de atencin a los an ms patticospersonajes populares de las redes sociales, los cuales no hacan sino ignorarlo, como corresponde aljuego histrico que parece haberse planteado en esa inmundicia. Se imaginan infinitas maneras desobresalir, ninguna de las cuales merece siquiera ser mencionada. En el mejor de los casos se traba unarelacin enferma entre dos o ms personas cuyos rostros jams se han visto. Y a eso se le llama amistad.La palabra patologa no alcanza para empezar a describir el fenmeno. Y desconocen o confunden laesencia de las redes que tanto aman: no se llaman as porque contengan, sino porque atrapan. Mi muchacho se integr en tiempo rcord a todas las redes sociales existentes como un camalen, esdecir, pasando siempre desapercibido. Prob el ingenio barato, la irona an ms barata, y despleg unjuego de seduccin que no hubiera servido siquiera en una isla desierta. Hay belleza en el fracaso ajeno. Aqu es cuando me interes en profundidad por su perfil. Encontr que esta asquerosa forma de vida erasolventada con un miserable sueldo de empleaducho, que le permita afrontar el alquiler de unmonoambiente en el conurbano y el pago mnimo de su tarjeta de crdito, en el mejor de los meses. Si se hubiera limitado a eso, quiz lo hubiera dejado pasar, pero el costado violento del muchacho fueuna sorpresa agradable, y aunque nunca haba ido ms all de golpear a mujeres que sin duda lo habanmerecido, haba potencial. Dos mensajes annimos a la gerencia a la cual el muchacho reportaba, adjuntando copia de sus registrosde Internet, haban sido suficientes para que fuera despedido de inmediato. Es un secreto a voces que ungran porcentaje de los asalariados pierde la mayor parte de su tiempo en la red. El problema es cuandodeja de ser secreto. Con el muchacho desempleado, la pelcula iba tomando color. Bast un poco de aliento para que empezara su nueva vida con optimismo desmedido. Haba que ponerel mundo en su contra, y lo primero era hacerle creer que l era el dueo. El desengao es una fuerzapoderosa. El golpe de gracia fue sugerirle su participacin en una twitcam, o cmara por Internet. Encar elproyecto con alegra y expectativa desmedidas e irreales, y a los pocos minutos se encontraba cambiandoaceptacin por dignidad, recibiendo insulto tras insulto con su estpida sonrisa, apretando los puoshasta interrumpir la circulacin de la sangre. Poesa. Cuando su necesidad de dinero se hizo visible, lo inund de sucios billetes. Lo que para m eranmigajas, a l le permita no slo desahogarse, sino tambin conocer lujos que solamente haba imaginado.En su mediocridad, por supuesto, estos lujos tenan siempre la forma de una computadora ms rpida o uncelular con ms funciones. Pattico. Marearlo con dinero hasta hacer que se sintiese importante fue laparte ms aburrida, pero el miedo a la abstinencia era el complemento ideal a sus primitivas pasiones, ytres meses bastaron para tener todo listo. De alguna forma me siento contento por l. No es ms que un pen, pero he decidido regalarle el poderde la vida y la muerte, y s que le va a gustar. A quin no le gustara? Fue sencillo convencerlo de que lanica forma de mantener ese suntuoso ritmo de vida y devolverle al mundo la mierda que habarecibido hasta entonces era matar. Yo he matado. Doce veces, para ser preciso, y s que siguiendo los pasos justos y de forma prolija elmargen de error es cero. El nico componente aleatorio en este caso es mi discpulo y qu tan bien semaneje en situaciones de presin, aunque no debera haber ninguna. La chica est ubicada. De hecho se ubic ella sola mediante esa increble y estpida costumbre deenviar a cada segundo mensajes al mundo sealando su paradero. Bendito e increble Foursquare. Lagente anuncia su ubicacin precisa, en el momento exacto, con un fin que todava no alcanzo acomprender. En mis inicios, las cosas no eran tan fciles. Tampoco haba Facebook para identificarfamiliares, geografas y amigos, o blogs para describir comportamientos o costumbres. Ni qu hablar deTwitter y la necesidad de los alienados de comunicar sus actividades minuto a minuto a gentedesconocida. Pero no me quejo, antes tampoco existan las twitcams, y la chance de ver a mi discpulosaciar sus vicios al instante hubiera sido imposible. No son nervios sino insatisfaccin. Hace ms de una hora que la transmisin debera haber comenzado.Si llegara a saciarse sin mostrrmelo en cmara se expondra a torturas an ms terribles que las que hepensado para la chica. Pero no, no es tan estpido, y me tiene miedo. Es difcil concentrarse cuando de un segundo a otro llegar el mensaje salvador, con el enlace a ladichosa cmara. Todo debera estar en silencio, pero la noche se va haciendo da, y los pjaros demierda empiezan a hacer ruido. Mi Rolex marca las 6:58, y prendo el televisor como forma de matar laansiedad. Tampoco sirve. Por supuesto que lo peor que podra pasarme es encontrar la noticia de una adolescente ms secuestradaen la Provincia de Buenos Aires. Eso implicara que los tiempos se acorten, y la diversin planeada paradas habra de ser condensada en horas o minutos. No me gustara. Normalmente esas informaciones mecausan gracia, pero una noche como hoy sera negativo. El reloj mueve su estpida aguja, y aspiro una nueva lnea de coca sabiendo que no me relajar, perotampoco lo pretendo. El puto monitor no anuncia ningn mail, y la sensacin de desastre es inmensa.Reviso por ensima vez la computadora y veo el mensaje que nunca esper ver. Llega a travs deTwitter, cosa que tampoco debera haber ocurrido: Algo horrible me ha ocurrido esta noche. Vos, seasquien seas, Dios te bendiga. Este es mi ltimo tuit. Cudense. Firmado por @SoyTrini. La pendeja. El televisor me dirige un grito sin sonido, y la placa transcribe lo impensado: Hombre asesinado enOlivos. Las sensaciones se superponen y no son todas desagradables. Fracas, eso s. Raro ydevastador. Sin embargo, no es lo nico que siento. En menos de un mes podr salir de esta torrecita depapel cartn que mira al ro; antes quiz, si los imbciles de mis abogados se dignan mover susasquerosos culos de las sillas que los aprisionan. Y tendr una pendeja de quien ocuparme, una quepiensa que lo peor de su vida ha pasado y cuya cara tendr el placer de ver directamente, sin una inmundacmara de video de por medio. Y la palabra asesinado como siempre le da un matiz de inters. Si la polica hubiera sido quien mata mi discpulo, no estaran hablando de un crimen. En este caso, hay un tercero, y me excita saber quepodramos estar hablando de un adversario. Uno que piensa que con @Kampeon69 termin su odisea yno sabe que recin est empezando. Que el muchacho era simplemente el pen de un juego mucho msdesarrollado, pensado por alguien con recursos y dedicacin infinita. Tiemblo de satisfaccin mientras elevo una ltima plegaria al infierno. Ruego que ese hombre, seaquien sea, tenga una familia de la que tambin pueda ocuparme.CAPTULO 7Intervencin No necesito entrar a mi casa para saber que estn pasando cosas. El auto de mi socio est en la puerta,junto con otro que no conozco, y todas las luces estn prendidas. Es algo que hubiera preferido evitar,pero si ha de suceder, que sea ahora. Ya. Carolina, mi esposa, me recibe con un beso y me dirige hacia el living que, como sospechaba, tiene msgente de la habitual. Mi socio, el psiclogo de mi mujer, mi madre y mi hermana. Con nosotros somosseis, tres hombres y tres mujeres. Cinco me miran a m. Fijamente. Ignacio, por favor, sentate donde quieras me indica el psiclogo, hacindose cargo de la situaciny actuando como si fuera el dueo de casa. Es claro que hubiera preferido que todo se llevara a cabo ensu consultorio, pero las chances de llevarme ah eran menos que nada. Y ac estamos. Nadie habla, y no puedo evitar mirar a mi mujer. En unos meses cumplir cuarenta, y ahora, por primeravez en la vida, aparenta su edad. El ltimo ao ha sido feroz para ella, y cada arruga de su cara lo delata.Me sonre con nerviosismo. Ignacio, estamos preocupados por vos me dice, al borde de las lgrimas. Le devuelvo una sonrisa, pero es un gesto vaco. Ya olvid cmo hacerlo y no puedo pretender quesalga bien. Y los chicos? pregunto. Estn con los vecinos responde Carolina. El psiclogo empieza una cuidada conferencia acerca de los efectos de eventos traumticos en la vidade la gente, de cmo es necesario atravesar una etapa de dolor y de cmo el llanto es parte inevitable delproceso. Y vos no lloraste nunca agrega Carolina. Otro incmodo silencio que el psiclogo usa para mencionar que la prdida de un hijo es el causante deestrs nmero uno en la vida de los padres, y que el pozo depresivo que por lo general se produce es detal calibre que superarlo sin ayuda es prcticamente imposible. Pero lo que sucedi no es culpa de nadie remata con total convencimiento. Trato de parecer convencido e interesado. Pero que me hable de ausencia de culpa es casi gracioso.Cmo puedo explicarle que la culpa es totalmente ma, que todo, absolutamente todo lo que ocurripodra haberse evitado si tan solo yo me hubiera dedicado menos a m y ms a ver qu haca mi hija? A veces cosas malas ocurren en el mundo. Y no es algo que pueda evitarse es el profesional de loobvio. Otro error, pero no vale la pena sealrselo. Es algo que puede evitarse y que habr de evitar lacantidad de veces que pueda. No me servir para proteger a mi familia y jams me lo perdonar, peromientras pueda impedirlo, no habr otro hijo de puta que vuelva a hacer lo mismo. Y con que solo pare auno y ya lo he hecho, lo que resta de mi vida ser igual de miserable, pero habr valido la pena.Aunque hacerlo sea otra razn para no poder dormir de noche. El psiclogo hace una pausa que tiene por objeto que yo reflexione y que otro de los participantes tomela posta. Mi vieja. Hijo, no sos el mismo. Ests cambiado. Mi madre es ms fuerte de lo que yo ser nunca. Para ella la prdida de su nieta preferida fuedevastadora, pero al da siguiente estaba consolndonos a m, a mi mujer y a mis hijos. Una vida no mealcanzar para recuperarme como ella. Sin embargo, entre nosotros nunca hicieron falta palabras, y repetir de memoria el guin del psiclogoacerca de la necesidad de dejar atrs el pasado suena hasta falso. Si hay alguien que podra entender loque estoy haciendo es ella. Pero le acarreara otra dosis de sufrimiento inhumano que no s si podratolerar. Mi socio es tambin mi mejor amigo, y es quiz la persona que menos querra estar ac, despus de m.Me habla de la necesidad de que vuelva a ponerme las pilas con el laburo y de que las cosas se estnviniendo abajo sin m. O sea, miente. l solo es capaz de sostener el fuerte hasta el fin de los tiempos. Noes justo, ya lo s, pero en estos ltimos tiempos mis nociones de justicia se han visto alteradas, y nopuedo hacer nada para remediarlo. Ignacio, pass todo el da encerrado en tu stano. Y a veces sals toda la noche. Qu te pasa? Carolina ha sentido que es el momento de preguntar, y si yo supiera que la verdad es la solucin, o queapenas un segundo de paz pudiera derivarse de ella, se la disparara al pecho. Pero no puedo hacerlo. Noslo porque lo que he hecho me acarreara ms aos de crcel de los que me quedan por vivir, sinoadems porque la angustia tambin la matara. Creen que mis das son de mierda y es porque no conocenmis noches. Tendra que explicarles que esta media hora que llevo aqu siendo interpelado me provoca ms angustiade la que puedo tolerar. Que hay cientos de mensajes de Twitter que no puedo ver, y que algn hijo deputa debe de estar a punto de hacerle dao a alguien. Que hay personajes que tengo que mantener convida minuto a minuto para generar los lazos que quiz, con la mejor de las suertes y si todos los planetasse ponen en fila, me permitan ayudar a alguien. Que este esfuerzo mancomunado por ayudarme a m tienetantas posibilidades de tener xito como yo de revivir a mi hija. Que la nica vida que vale la pena vivires aquella en la que no todo est perdido. Los chicos estn sufriendo. Mi madre tira a tientas para ver si emboca en el nico hueco que podra sacudirme, pero yerra. Loschicos estn bien, y el resquicio de sanidad que me queda lo uso para que as se mantengan. Juego conellos, les leo cuentos y los veo jugar al ftbol y al hockey. Y reviso cada cosa que hacen en lacomputadora como si fuera un analista de la Nasa minutos antes de un lanzamiento. Estas cosas pasan repite el psiclogo despus de otro de esos silencios, y adivino que la andanadade argumentos se ha terminado, y que lo que viene es la estrategia de choque. La polica dice que sigue con el asunto y que puede haber novedades. No, Carolina? Mi mujer asiente, y me cuesta no rerme. Acaso est siendo irnico y yo no me doy cuenta? La policano podra desentraar la muerte de mi hija aun si el FBI se pusiera a trabajar con ellos todo el da,durante diez aos. Y quin podra? Un hijo de puta que estudia a su vctima por Internet, la secuestra unanoche cualquiera, la tiene diez das en su poder y la mata. El cuerpo aparece tres meses despus en unafbrica quemada, junto a algunos otros, y punto. Nada ms. Cero pistas. Cero testigos. Cero de todo. Sinsuerte no hay nada que hacer, y la nica forma de tener suerte es dedicar tu vida a eso. Ellos tienen milesde casos y problemas. Yo uno solo. No. No hay nadie que pueda hacer esto mejor que yo. No en estavida. Y vas a venir o no? Perdn? pregunto. Quieren una respuesta a algo que no escuch. Mi consultorio, maana. Te parece? Finjo pensar. Unos segundos, quizs un minuto, para que la espera les haga creer que en realidad puedollegar a considerar lo que me estn diciendo. Mi necesidad de salir de ac y conectarme es grande.Siento que algo est mal. Es una sensacin de malestar que apareci en los ltimos segundos; tengo quesaber qu pasa dentro del mundo virtual, mundo que cada vez es ms real para m, al punto de pensar sino es ac, ahora, donde est pasando lo irrelevante. S contesto con pesar, como si mi decisin hubiera sido medida, cuando lo nico que med es eltiempo que puede tardar todo este asunto en desarmarse. Despus de que logran su objetivo (o fingen creer que lo han hecho) la reunin pierde sentido, y enmenos de cinco minutos estn todos en la calle. El psiclogo me da un apretn de manos liviano, y sientoque jams podr confiar en l. El abrazo de mi socio me indica que siempre podr hacerlo, as como elbeso de mi madre. Y aunque nunca les vaya a soltar esa carga, hay una milsima de alivio en saber quepodra hacerlo. Mi hermana no abri la boca en toda la noche y mantiene su conducta al despedirse. Nunca fue unamujer de muchas palabras, cosa que esta noche en particular le agradezco mucho. Carolina va a buscar a los chicos a lo del vecino, y pienso que este sera un buen momento para meditartodo lo que escuch y prender la televisin en lugar de las computadoras. Pero no tengo televisor en elstano, lugar al que llegu por reflejo. Mi resolucin se desvanece en un segundo. Antes de perderme en las redes sociales, y slo porque el buscador me lo ofrece, busco en Wikipedia lapalabra intervencin, que es lo que acaba de ocurrir. Una intervencin es un intento de una o variaspersonas (usualmente familia y amigos) para procurar que alguien busque ayuda profesional respecto auna adiccin o algn evento traumtico, u otro problema serio. Veo que encajo en los tres perfiles, sinposibilidades a la vista de liberarme de ninguno. Twitter se est abriendo ahora en la segunda de mis mquinas, y pienso si no debera tomar en serio loque acaba de ocurrir. No saben lo que pasa dentro de m, pero aunque sea me quieren, que es ms de loque puedo decir de m mismo. Tengo mi mano ahora en el botn de off de la computadora, y busco lamnima dosis de fuerza de voluntad necesaria para apretarlo. Estoy casi convencido de que es unasolucin que vale la pena probar. Y no slo por m, sino tambin por Carolina y los chicos. Pero es siempre un pequeo paso lo que separa al hombre del abismo, y en este caso es un simplemensaje de Twitter de una persona que jur no volver a usar la red social. De una persona que slo lausara en caso de vida o muerte. De golpe dejo de ser importante, y la nica posibilidad de redencintiene la cara de un dibujo animado, en un cuadrito de escasos centmetros: @SoyTrini Por favor,ayudame.CAPTULO 8El juego @SoyTrini Por favor, ayudame. Esas cuatro palabras hacen que me abalance sobre miscomputadoras. Diecisiete respuestas, todas del estilo Qu te pasa? Cmo puedo ayudarte? le han sido enviadas a Trini de distintos usuarios que interactuaban con ellacuando la cuenta estaba activa. Ninguna ha sido contestada. Siento un golpe en la puerta. Tmido. Respetuoso. Hace menos de diez minutos que la intervencin haterminado, y Carolina est de vuelta con los chicos, esperando que yo mgicamente haya decidido salirdel agujero en el que estoy metido hace tiempo. Y de este stano. Si fuera tan fcil. Pap, ests ah? Cualquiera que elija entre su familia y otra cosa es un hijo de puta. Lo s y lo supe siempre. Pero elegires un lujo al que renunci hace tiempo. Guardo las voces de mis hijos en un rincn de mi mente al queahora entiendo nunca podr entrar mientras empiezo a llenar mi mochila de las cosas que necesitar estanoche. Una MacBook Pro de 13 pulgadas, otra MacBook Air, dos Blackberrys y un iPhone. Dos mdemsinalmbricos, Movistar y Personal. Enchufes. Ms peso del recomendable, pero mejor prevenir quequedar desconectado. El chaleco est preparado con dos cargadores, y saco la Glock 17 de la caja fuerte. Odio las armas,pero hay odios ms fuertes que slo se terminan con armas. La encajo en mi cintura y se siente bien. Ignacio, abr la puerta, carajo. La timidez y el respeto no son eternos. Menos an en Carolina. La rutina Rambo me distrajo unos segundos de lo que ser un momento inhumano. Uno ms en nuestrasvidas. Nunca anticip algo as. Si lo hubiera hecho, habra preparado esta habitacin para que pudieraser vista por Carolina. Pero me voy, con grandes chances de no volver, y s que habr un momento en elfuturo en que ella me odie an ms. Las fotos de las paredes, que para m son la nafta que me hace andarde noche, sern para ella estacas de lo que pas. Y sigue pasando. El pasado no se entierra con losmuertos. Encripto las computadoras antes de apagarlas. Habr hackers que puedan descifrar mis contraseas,pero dudo que alguno de ellos est al alcance de Carolina. De la polica s, y me encuentro pensando enescenarios devastadores. Apago las luces y me apoyo en la puerta. Puedo sentir las voces y hasta la respiracin del otro lado.Abro. La cara de Carolina cambia en el segundo en que ve mis ojos. El discurso que ella tena preparadose desvanece hasta quedar reducido a una mezcla de miedo y pena. Ignacio, ests bien? No tuve la oportunidad de mirarme al espejo, pero si me veo un diez por ciento de lo mal que me siento,entiendo que se asuste. Acaricio la cabeza de los chicos. Martn aparenta estar enojado, quiz porque no abr la puerta a tiempo o por haber preocupado a sumadre. Ana me abraza. Ninguno llora, y es algo que le debo a Carolina. Me da la tranquilidad de saberque podr sola. Caro, tengo que irme. Otro cambio. Una furia rpida que sale de algn lugar no tan lejano. Pero acabamos de decidir que haba que cambiar. Que no podamos seguir as. Conozco las palabras para calmar la situacin. S con exactitud qu decir y cmo hacerlo para que mimujer y los chicos tengan la paz que necesitan, que necesitan ms que el aire. Pero las palabras tienen queser respaldadas con hechos, y no tengo tiempo para ninguna de las dos cosas. Despus te llamo. Ignacio Agarro las llaves del auto y pego un portazo. No quise hacerlo, pero ya est, y quiz sea mejor as, memiento. De Colegiales a Olivos, a esta hora de la noche, hay media hora, un poco ms si uno va chequeandoconstantemente el celular para ver si hay algn mensaje nuevo. Uno de Trini. Nada. Me detengo en la estacin de Olivos y voy derecho al telfono pblico. No quiero llamar a la casa deTrini desde uno de mis celulares. Algo me dice que no ser prudente. Sin embargo, tambin descarto elaparato de la estacin, una cmara lo enfoca directamente, as que no ser difcil para la policaubicarme en caso de que ya hayan pinchado el telfono de Trini. Vuelvo al auto y enfilo por Avenida Del Libertador. Un par de cuadras ms adelante encuentro untelfono. No veo cmaras, pero me calzo una gorra por las dudas. Atienden al primer llamado. Buenas noches digo con voz calma, est Trini? De parte de quin? Mariano, un amigo de la facultad Miento con decisin. Me informan que no, y en menos de diez segundos la conversacin est terminada. La mitad de esetiempo me bast para saber lo que necesitaba. La persona que me atendi tena ms filo en su voz que uncuchillo Puma, y la lnea tena tantos ruidos que con seguridad estaba intervenida. No ha pasado an eltiempo suficiente para que olvide los protocolos en caso de secuestros, la intervencin de la lnea y losruidos que de eso se derivan: es caracterstico. En un caso normal, al menos ocho personas estaranescuchando la llamada. La ltima prueba es la ms riesgosa, pero tengo que hacerla. Enfilo derecho por la calle de la casa deTrini. Despacio, aunque no tanto como para llamar la atencin. No slo estn todas las luces prendidas, sinoque adems hay un auto en la puerta con dos personas adentro, fumando. policas, y el auto es para salir ala bsqueda del rehn en caso de que l llame desde algn lugar cercano. El que estuvo parado en micasa, aquella vez, slo se movi para irse y no volver. Freno en la bocacalle y miro a la derecha. No hay chance de que aparezca un auto a esta hora. Lafarmacia tiene una cortina de hierro color negro en la cual alguien ha pintado con toda prolijidad loltimo que hubiera querido ver escrito ac, en una noche como esta: @K. En una estacin de servicio compro mi primer paquete de cigarrillos en ocho aos, y mientras laprimera bocanada me raspa la garganta, busco la cuenta de Twitter de @Kampeon69. El mensaje es claroy cortante: Ahora tens que jugar conmigo.CAPTULO 9Burocracia Matar el tiempo. Como si la frase tuviera algn sentido. Matar es placentero, me eleva al rango deDios, con la diferencia de que yo s existo. Pero as como no se puede talar un rbol antes de plantarlo,as debo prepararme para lo que viene. En una poca me gustaba caminar por la ciudad durante los das de sol. Las plazas eran mi pequeoparaso a la hora de la siesta. Ese momento en que los esclavos se sientan frente a sus computadoras,despus de almorzar, a navegar por Internet, chatear y revolcarse en sus cuentas de Twitter o Facebook.Esas horas en que las putas que parieron a sus hijos los largan a pastar en inmundos toboganes yareneros, mientras fuman y hablan de infidelidades. Ese era el momento en que elega a una y la segua tranquilamente hasta su casa. As durante algunosdas. Nunca ms de cuatro. Pero a todo se acostumbra uno, y yo me aburro ms fcil que la mayora.Luego de la tercera vez, perdi toda gracia escucharlas gritar por sus hijos, por sus padres, sus maridos.Siempre mintiendo, como si les importara algo ms que ellas mismas. Perras. Un plus era ver sus carasmientras les deca que despus de ellas vendran sus hijos, y saber que me crean. Dicen que hay paz enla muerte, aunque no en los de ese tipo. Pero eran promesas que nunca honr. No toco nios y me dan asco los degenerados que lo hacen. Cules la gracia de lastimar a alguien que no entiende las razones? Mi lmite haba sido doce aos. Quiz diezan tuviera algn tipo de sentido. Pero menos era lo mismo que aplastar pollitos con un tractor. Estril. El siguiente paso fueron los boliches. Ah la carne era ms tierna, pero tambin ms pobre el desafo.La oposicin y defensa de una pendeja que de por s ya est completamente borracha o drogada es nula.Se suben a cualquier auto slo porque es un auto, y si es importado (como los mos), antes de que unopueda poner primera ya estn desvestidas. Estpidas aspirantes a prostitutas. Internet hizo las cosas ms divertidas. Ya no se trataba slo de la satisfaccin fsica que pudieraprovocarme matar, sino tambin la de la conquista. Entrar en la cabeza de alguien a kilmetros dedistancia y violar sus secretos ms profundos es un hermoso preludio para una noche de lujuria. O ms, siuno se administra. Y cuando uno piensa que hay algo agotado, la sorpresa. La nia virgen cuyos padres cuidaron yeducaron para ser toda una mujer y que pelea con ms fuerzas que un gato en una bolsa. Justo cuandoestaba por dejar el mundo virtual apareci ella y me dio satisfacciones que jams podr olvidar. Ycuando estoy por hacerlo, veo las filmaciones. Ah, s. Grandes momentos aquellos. Inesperado y rpidofinal, pero qu proceso. Despus llegaron Kampen y Trini y el fiasco: el hroe que rescata a la imbcil en peligro. Porque yaestaba seguro de que era eso lo que haba ocurrido, alguien se haba puesto a jugar con las computadorasy haba descubierto mis planes para con Trini. La polica no encontr nada y se tom como un intento derobo devenido en homicidio. Como tantos otros. Pero ahora, estando seguro de que hay alguien ms rondando por ah, por fin puedo decir que hay unmotivo para saludar el da con algo de esperanza. Que ese alguien valora lo que hago y tiene aunque seael grado mnimo de voluntad para intentar frenarme. Es reconfortante. Un torrente de vida en la sangre,una bocanada de aire fresco y todas las sandeces que se dicen en casos as. Por desgracia, las cosas nopueden resolverse de inmediato. Asquerosa burocracia. Lo primero fue terminar mi destierro dorado en la Torre de Babel, esa letrina ganada al ro donde seesconden ms polticos que en el Congreso, donde los estafadores pululan en los ascensores y lostravestis ofrecen sus servicios por monedas a camiones y autos de lujo por igual. Hediondo PuertoMadero. Pero esto termin tambin, y un da pude salir a la calle con todo solucionado. Menos rico que antes,pero an con ms recursos a mi disposicin de los que soaran tener mis antiguos vecinos. Cualquierapuede tener millones, pero el poder para usarlos, slo unos pocos. Sin embargo, en lugar de poderdedicarme a lo mo, tuve que jugar al pequeo burgus por varios das. Lo que tengo en mente para elbenefactor que salv a Trini requiere infraestructura. Eso se paga, y no es problema. Slo insume tiempo. Lo primero es un lugar para jugar. Hay que descartar departamentos con paredes de papel y casas enbarrios donde no se puede pisar la vereda sin que te pongan una bala en la cabeza. Desprecio la muerte,pero no la abrazara por motivos errados. Pero el progreso nos sirve a todos y en bandeja me trajo losbarrios cerrados. Es agradable tener soldaditos con armas de verdad que juegan a ser policas y protegen a los de adentrode los de afuera. Si tan slo supieran que yo soy uno de los de afuera que est adentro. Hacerle entender a la estpida de la inmobiliaria que la privacidad era un aspecto central fue difcil, yas tuve que visitar dos propiedades en las que las paredes parecan medianeras y que de tanto ver a losvecinos los confundira con sirvientes. Creo que fue suerte y no brillantez de la imbcil, pero al final meconsigui la propiedad de mis sueos. Ochocientos metros cubiertos en cuatro mil de terreno enCastores, uno de los barrios de Nordelta, en el norte de Buenos Aires. Miles de hectreas, decenas debarrios y edificios de departamentos, y entre todo eso, una casa contra la laguna y alejada de todo.Paredes gruesas y la frutilla de la torta: un cuarto antipnico. Ubicado en el stano de la casa parece el sueo de todo asesino serial. Escalera escondida, paredes deacero, revestidas en gnero acolchonado, sistemas de ventilacin autnomos y varias cosas ms comopara vivir varios das. O morir. Instru a mis abogados para comprarla de inmediato. El aspecto informtico fue un poco ms complicado, pero despus de hacerle entender al monito que nome importaba cmo se hiciera mientras se hiciera, tir todos los cables necesarios y puso lascomputadoras que hacan falta para que pudiera lograrse lo que yo tena en mente. Me sorprendi elgrado de eficiencia de un cerebrito binario que difcilmente pudiera sobrevivir veinte minutos sin estarenchufado a algo. Me causa gracia que las cosas que a m me molestan son la sal de la vida de los mediocres. Compraruna casa, comprar un auto, comprar una vida. Las vidas se toman, no se compran, y despus de un mes deinterminables trmites estaba casi en posicin de empezar a ocuparme de lo mo. Casi, porque an debatercerizar un ltimo trmite, por ms que me pesara: Trini. Ya haba subestimado a mi rival una vez, y si bien el costo haba sido cero, en la prxima oportunidadpoda no ser tan barato. Muy a pesar mo, tuve que derivarla. Una mujer como Trini, en un mercadocompensado, puede llegar a valer entre cien y doscientos mil dlares, dependiendo de la docilidad, que asu vez depende de las drogas que se inviertan en procurarla. Despus de los dieciocho aos, sinembargo, pasa a ser antieconmico, pues todo proceso de degradacin toma su tiempo. Nadie hubieraaceptado a Trini ni siquiera regalada, as que tuve que pagar para que ocurriera. La transaccin fue fcil. Por cien mil dlares se ocuparan de mantener a Trini con vida durante eltiempo que yo necesitara. Mximo un ao, perodo durante el cual sera reeducada para cumplir, avoluntad o no, con todo lo que le fuera pedido. No me importaba lucrar con la transaccin, pero si todosala bien, al ao podra sacarle casi el doble, explotndola en burdeles de lujo o simplementeexportndola como si fuera una tonelada de soja. La gente es pobre porque quiere. La logstica esta vez era ardua. No por el hecho del secuestro en s, eso era fcil, sino porque no habraun premio inmediato. No era buscar a alguien para poder pasar unos das placenteros, sino paraentregarla a un animal que le hara cosas que yo no podra ver. Pero todas las inversiones son as. O sehacen con un fin o se hacen con otro, y esto era una inversin en queso para agarrar una rata gigante. Llevar a Trini a un bar para una entrevista por una propuesta laboral y de ah entregrsela al forjador devoluntades requiri un simple correo electrnico, el cual por supuesto ya haba sido convenientementeborrado. El animal haba hecho lo suyo, y Trini no aparecera de nuevo en este mundo. No la Trini quehaba desaparecido, al menos. El toque de dejar la marca de Kampen pintada en la cortina de la farmacia me pareci un gesto denobleza, as como lo sera seguir usando su apodo en Internet. Al final del da, mi malogrado discpulohaba muerto por una causa comn a la ma, y sent que el homenaje corresponda. Ahora restaba esperarque el ngel guardin apareciera. No me gusta esperar, y si no tuviera esta paraguaya encadenada en mi cuarto antipnico, la ansiedad medevorara. No hay sacrificio sin sangre, y como cada vez, hago un pequeo corte en mi dedo pulgar parabautizar la hoja con pureza. El llanto se convierte en grito mientras me acerco hacia ella, y maldigo elmomento en que el celular de mi bolsillo vibra. Pero son buenas noticias: @ChangoXD Est bien.Juguemos. La paraguaya casi se desmaya del alivio al verme ir hacia la puerta, y slo por eso tengo ganas determinar el asunto ah mismo, pero no ser yo quien haga algo apurado. Adems, la felicidad de saber quetuve razn y que hay alguien preparado para tratar de enfrentarme es suprema. Y hacia all voy.CAPTULO 10Amigo El mensaje llega de inmediato: A las diez en Monumento a Lola Mora. Camisa Rosa. @Kampeon69. OK. Contesto rpido, slo para entender que no pensar es un lujo que tengo que dejar de darme, msen beneficio de Trini que en el mo propio. Son las seis de la maana y tengo estas cuatro horas para salvar a Trini. A las diez, el tipoprobablemente me mate. La Costanera Sur, lugar donde est ubicado el monumento, es ideal para hacercualquier cosa sin testigos. Y la camisa rosa que me pide llevar le har ms fcil el asunto. Pensardispararme? Podra usar este tiempo para preparar el terreno. Llamar a la polica y que rodeen la zona.De slo pensarlo me ro. Es la forma ms fcil de matar a Trini. Llego a mi oficina esperando no encontrar a nadie y en el acto me desilusiono. Las luces de la oficina deJavier estn encendidas, y escucho el ruido de los dedos sobre las teclas. Me asomo y me encuentro conuna imagen que hasta no hace mucho podra haber sido la ma. Siento nostalgia. El escritorio est tapadopor tazas de caf, platos y una caja de pizza vaca. Un cenicero con dos cigarrillos apagados y losBeatles sonando de fondo. Javier me mira con cara de haber trabajado ocho das seguidos. Y sonre. Ignacio, al fin por ac. No hay reproche en su voz, sino sincera felicidad. Javier ha estado llevando la mochila de esta empresapor un ao, sin haberse quejado jams, solo. Merece quedrsela, que es lo que ocurrir. La sonrisa de Javier se va borrando de a poco y es reemplazada por un gesto de entendimiento. No viniste a laburar es una afirmacin. No necesito palabras con Javier. Nos conocemos desde hace ms de veinte aos y hace quince quecompartimos todos los das de la semana, ms muchos sbados y varios domingos. Juntos hemos creadoalgunos de los juegos ms populares del mundo para todo tipo de consolas. Nos gusta lo que hacemos, o me gustaba, para ser preciso. Hace un ao que no escribo una lnea de cdigo. Javier se para y prende un cigarrillo. Me tira el paquete. Sabe que hace aos que no fumo, pero por alguna razn (quiz tenga olor a cigarrillo), sabe tambin queahora fumar. Prendo otro. Me mira de arriba hacia abajo. Sus ojos se detienen en mi cintura y veo, como ve l, la culata de miGlock asomando bajo mi campera de jean. No dice nada. El silencio se mantiene unos segundos. Qu necesits? No hay pedido de explicaciones, menos an quejas o reproches. No slo son los veinte aos de amistad,sino tambin una confianza tan absoluta, en una mente tan enfocada, que cualquier duda que una personanormal podra tener, en Javier no existe. Una oferta sincera que tendra que rechazar de inmediato. Perono puedo. No esta vez y no con las apuestas que estn arriba de la mesa. Javier puede ayudarme. Msimportante an, puede ayudar a Trini. Ven, vamos a la sala de reuniones le contesto. La sala de reuniones es el paraso de todo adicto a las computadoras, y mi infierno personal. Ac pasgrandes momentos, y la culpa por haberlo hecho en lugar de estar en lugares donde debera haber estadoes enorme. Abro mi notebook y le muestro una foto de la cara de Trini. Voy sin anestesia. Es Trinidad, le dicen Trini. Dieciocho aos. Vive en Olivos. La secuestraron ayer al medioda o a latarde, no s bien. El tipo que la tiene me contact por Twitter y quiere verme en algunas horas enCostanera Sur. Menos de cinco segundos bastan para describir una situacin desesperante, y el mismo tiempo le toma aJavier absorberla. Cierra los ojos, y muy a pesar mo sonro por primera vez en mucho tiempo. He vistola misma imagen un milln de veces, la bsqueda de la solucin increble para un problema puntual yvirtual. El protagonista est rodeado por mquinas asesinas y hay que crear una puerta a un mundo quesea seguro durante cinco minutos y cien veces peor despus. Pero no hay virtualidad alguna en este caso.O tal vez s. Esta Trini tiene Twitter, me decs indaga despus de unos dos minutos. Le paso mi mquina con el perfil de Trini, y sus dedos empiezan a volar por el teclado. Pero no essuficiente y ya gir para prender dos pantallas ms. El Facebook no se mueve hace dos das se dice a s mismo y tiene Gmail, Hotmail y Yahoo.Para qu carajo tienen tantas cuentas los pendejos hoy en da? Fue una pregunta retrica, pero una que yo podra contestar a la perfeccin. Las tienen para que suspadres no las vean, para crear perfiles que respondan a otros perfiles. Para jugar juegos que noentienden, con gente peligrosa. Para crecer sin haber crecido. Es la puerta a una dimensin donde todosson lindos y bien intencionados, hasta que dejan de serlo. El de Yahoo no tiene nada. A los otros dos no puedo entrar. Si tan slo la vida fuera como las pelculas, en las que cualquier hacker entra en una cuenta de correo, yhasta de banco, con slo tipear cinco claves Pero no es as, y hoy lo lamento ms que nunca. Javier mira su reloj, lo cual no es buena seal. Necesita estar concentrado por completo para que losresultados sean ptimos. Si por su cabeza ronda mi reunin de las diez, no llegaremos a ningn lado. Unavez ms me equivoco. Son las siete. San Francisco a esta hora est muerto. Va a tener que ser Europa. Es ms caro y no estan bueno. Pero es lo que hay. No habla conmigo. S por experiencia que le importa nada describir progresos y an menos recibirelogios. Las mquinas que estn sobre la mesa valen decenas de miles de dlares, y an as la mente mspotente es la de Javier. Ladrn de mierda insulta mientras vuelve a tipear. Pienso en Carolina mientras la imagino ayudando a Javier en la empresa, el da de maana o maanamismo. Ella tiene lo necesario para mantener esto a flote. Javier es el genio de las mquinas. Yo no soymanco, pero lo mo siempre fue tomar las decisiones. Las jodidas en los momentos difciles, algunas delas cuales salieron mal y otras muy bien. Carolina tiene el carcter que a Javier le falta. La impaciencia pega fuerte, y siento la necesidad de caminar. Es una buena hora para hacerlo, cuandoan no hay nadie, como cuando empezamos. Son las mismas paredes blancas que pintamos Javier y yo envarios fines de semana; pero ahora estn cubiertas de afiches de los juegos que inventamos. Y depremios. Los muebles son distintos, por supuesto, y tambin el resto de la decoracin. Pero no hay unasola cosa que no haya sido puesta con cario. Y no hay una sola persona que trabaje ac que noestimemos. S, ha sido una buena cosa la que hicimos. Treinta y cinco mil euros! grita Javier desde la sala de reuniones. Vuelvo a la habitacin y lo encuentro con esa cara de frustracin que tan pocas veces le veo. Qu? De qu habls? Un francs tiene los cdigos de las dos cuentas. Eso pide por todo el historial. Los riesgos, bla, bla,bla, y la mar en coche. No lo larga por un centavo menos de eso. Tenemos que esperar a la costa oeste. Es ms barato. Y ah tambin se consiguen. Qu abarca el historial? Todo desde el da cero, segn dice este turro. Enviados, recibidos y borrados. El tipo hackea derechoal corazn de los servidores. Adjuntos tambin. Y dice que le cuesta lo mismo el de hace cinco minutosque el de hace cinco aos. Por eso vende todo junto. Es lo que necesito, y lo necesito ya. No puedo arriesgarme a esperar, y peor an, esperar no garantizarque alguien en Estados Unidos lo consiga. Es lo que quiero y necesito, pero no tengo esa plata. Doce mildlares es todo lo que puedo juntar. Ms lo que saque de vender el auto. Estrello un puo contra la pared.A eso se reduce todo? Plata de nuevo? Es mentira que las vidas no tienen precio, lo que no hay es platapara pagarlo. Javier no es rico, pero es soltero y es probable que pueda reunir el dinero. Ahorra, invierte y gasta pocoy nada. Pero simplemente no puedo pedrselo. Quiz vendindole mi parte de la empresa. Vale eso y ms.Y dejar a Carolina sin nada. Mi pensamiento se detiene por el ruido de la impresora. No s cunto tiempo debo haber estadoestudiando la factibilidad de juntar el dinero, pero no fue poco. Javier escanea hojas con atencin, hastaque se detiene en una. Tom. Ac est. Qu hiciste, boludo? Otra pregunta retrica. S ahora que el tiempo que desperdici lamentndome lo us para transferir loseuros y que lo que me est dando es un mail. Est fechado ayer y habla de una reunin en un bar delbarrio de Floresta, El Eternauta. En algn lado Trini respira unos minutos ms.CAPTULO 11Lola Mora No hay como una Mimosa con un buen champagne Krug para el desayuno. Es mentira que los francesessepan hacer un espumante decente. Vino, quiz, pero tampoco estoy tan seguro. Y los autos tambin sonun asco. En un mundo perfecto todo lo importante sera alemn. Todo y todos. Altos, inteligentes yfuertes. En un mundo perfecto todos seran como yo. Y si todos fueran perfectos, yo sera ms perfectoan. Para variar estoy de buen humor esta maana y hasta le encuentro algo de gracia al sol sobre el agua. Notanto como para entender por qu hay gente que contrae deudas por algo tan abstracto como un reflejo;por qu existen sujetos que pagan sumas absurdas (para ellos) por un miserable departamento de escasosmetros cuadrados con vista de refiln al charco. Pero hoy tengo que reconocer que lo estoy disfrutando. Ayuda, por supuesto, que mi amigo ChangoXD est por llegar, y tengo ganas de ver su cara. De algunamanera que todava no puedo precisar siento que nos une un lazo, algo ms fuerte que una simplecasualidad. O quiz sea una expresin de deseo, la bsqueda de un significado ms profundo que el delazar o la simple confrontacin. Entre las cosas que lamento est no ver cmo pas estas cuatro horas desde que le envi el mensaje vaTwitter. Yo dorm el sueo de los justos, pero no l. Cmo podra sabiendo que alguien lo busca? Hay tormentos an mejores que los fsicos, y lo s yo quelos he infligido todos. Tengo que pedirles a mis amigos de El Eternauta una filmacin de Trini parapasarle al Chango cuando lo tenga conmigo. S, debo hacerlo. Trini es otro motivo de remordimiento.Quiz si termino rpido con el Chango la pueda recuperar para m. Si es que no est ya demasiadobaqueteada. Son las diez menos cinco, y me sorprende no verlo todava por ac. Pens que l estara ms ansioso. Oser yo quien odia esperar. Desde aqu arriba siento que puedo escupir a Dios en la cara. Si todos losimbciles mediocres supieran cmo se siente el poder real, no perderan sus miserables vidas recibiendosuelditos. Un auto se detiene al lado del monumento, y siento mi corazn palpitar an ms fuerte. Al fin. Para laocasin tengo preparada una mquina digital Pentax, con un zoom que me permite ver qu estncocinando en Colonia. Cost lo que pediran por un autito de esos baratos que usa la gentuza, yseguramente la use una sola vez, pero importante. Ah est, s, camisa rosa. Bajndose de ese autito burgus que parece algo mejor de lo que maneja lamayora de los que manejan. Vento, dice el modelo, pero me concentro en la patente del auto, que es loque en realidad me interesa. Tambin saco fotos de la cara del tipo. Me siento feliz de que parezca undigno adversario. Cuarenta a cuarenta y cinco aos, metro ochenta, flaco y atltico. Supongo que alguna gente loencontrara atractivo. Esa mandbula cuadrada que ha hecho famosos a varios actores. Nariz aguilea.Ojos marrones. Este zoom de mierda vale cada centavo de los que pagu por l. Veo al Chango pasearse nervioso alrededor del monumento y lo dejo por unos minutos. Tomo uno demis celulares y hago el llamado. Atienden a la primera, como debe ser. Con lo que estoy pagando... Leinformo marca y patente del auto. S. Apenas lo tengas, pasmelo y corto. Preparo otra Mimosa mientras veo al Chango dar vueltas. Su impaciencia me causa algo de tristeza.Realmente me crey tan estpido como para venir? Y siento ms tristeza an: es l tan estpido comopara hacerlo? Que una pendeja del montn como esa Trini le preocupe al punto de entregar su vida por la posibilidadde salvarla es infantil. S que el Chango ha matado a mi discpulo, si as se le puede llamar, cuando menos. As que conoce lasensacin, ha experimentado el xtasis, la adrenalina. Cmo puede alguien as ser tan descuidado? Enmi egosmo noto que lo que me molesta sobremanera es la falta de desafo de la situacin entera. Serms fcil de lo que llegu a pensar. Tantos preparativos para tan poca cosa. Una vez ms estoy desperdiciado. A esa altura, y despus de haber estado observando todo durante ms de una hora, estoy seguro de quevino solo. No he visto autos que se hayan detenido y sigan con la gente adentro, o personas escondidasatrs de los rboles, fumando. Y no he recibido ninguna informacin de procedimiento alguno por estazona. Cero policas, cero ayudantes. Solo en la inmensidad, el infeliz de camisa rosa. Suena el telfono. S, pasame un mail con todos los datos. S, foto tambin me molesta la inoperancia de la gente queensucia un simple intercambio de informacin con bsqueda de halagos. La polica es efectiva cuando recibe efectivo, regla de oro que jams hay que olvidar, pienso mientrasme siento frente a la computadora. Lo primero que veo es un mensaje de @ChangoXD: Y? Te estoyesperando. Eso me gusta. Agresividad. Imaginarlo sangrando en mi Panic Room de Nordelta me provoca unacorriente elctrica. Si tan slo fuera un luchador, alguien que en lugar de rogar por su vida escupe en lacara de la muerte. En mi cara. Todo es posible. No quiero contestarle an por miedo a escribir algo quedeje entrever mi entusiasmo. Abro mi correo electrnico y veo una foto del ChangoXD. Es sin duda la misma persona, y me alegro deque la polica no haya cometido otro de sus infantiles errores esta vez. Ah, bendito dinero que abrepuertas que de otra forma estaran selladas. El nombre de Ignacio Prez hace sonar alguna campana en mi cerebro y siento que empiezo a tener unaereccin. Su domicilio tambin coincide y seriamente empiezo a creer en la existencia de Dios; o de sulter ego, el diablo. No hay casualidades, sino causalidades, dicen los mediocres, pero cunta razntienen. Ignacio Prez es ChangoXD y ha sido l quien toc a mi puerta. Todos los relojes se aceleran ylas cosas que hay que hacer son tantas que me siento atosigado. Tanto que resisto con cada parte deautocontrol las ganas de masturbarme. Ignacio Prez. El nombre es msica en mis odos. Me despido de Trini, a quien no veo forma de poder atender en los prximos das. Su lugar en la lista hasido ocupado por varias personas de golpe. Tamborileo los dedos contra el espejo del ascensor mientraspienso en la paraguaya encerrada en mi casa de Nordelta. Otro desperdicio. En lugar de algo largo yplacentero deber ser rpido y casi indoloro. Supongo que hay algunas personas con ms suerte queotras. Mi Mercedes Benz 500 con vidrios polarizados pasa a metros del monumento, donde un hombre conabsurda camisa rosa espera impaciente. Ignacio siento que susurro en su odo, conocer a tu hija fue un placer. Conocerte a vos ser elparaso.CAPTULO 12La previa Son las once de la maana, y la nica buena noticia del da es que an estoy vivo. Las malas son varias.Kampen no vino. No esperaba que lo hiciera, aunque es probable que est espindome desde algnlado. Da con el perfil de psicpata: vulnerar a la vctima en cada oportunidad en que se pueda,estudiarla, saber de ella lo mximo posible antes de atacar. Bsico. Bsico y cobarde. No parece estar dentro de ningn auto estacionado, as que quiz me observe desde un edificio. Estoimplicara que tiene los recursos para hacerlo, lo cual siempre es peor. Pero que no me haya disparado ala distancia y este es un gran lugar para hacerlo quiere decir o que no vino o que tiene otro tipo deplanes para m. Convencer a Javier de que me deje venir solo no fue sencillo, y calcular lo que pasara despus,tampoco, as que tuve que usar esas dos horas, entre las ocho y esta reunin frustrada con Kampen, paraanalizar paso a paso lo que haramos. Ok. Va la ltima vez, para que estemos claros. Yo voy al monumento. Cualquier cosa que pasa, vosllams al comisario Fernndez y le decs que vaya con todo lo que tiene a ese bar, El Eternauta. Mi historia con Fernndez es larga, y Javier la conoce. Fernndez era el subcomisario a cargo del casode mi hija cuando se pensaba que poda ser un secuestro extorsivo. Despus de la primera semana,cuando nadie haba pedido rescate por ella, el secuestro pas a llamarse desaparicin. Y an ms tarde,cuando la noticia de su muerte fue pblica, asesinato. Fernndez no haba dejado de interesarse por elcaso, aun cuando estaba ya fuera de su jurisdiccin, y ocasionalmente se pona en contacto conmigo parainformarme acerca de los progresos de la investigacin. Esos progresos eran escasos, y siempreterminaba todo en una especie de charla consuelo, para la cual no tena ningn tipo de formacin oaptitud, aunque s buena voluntad. En cualquier caso, yo lo consideraba un polica honesto. Ah. Y por qu no hacemos eso ahora, antes de que te expongas a que te mate este tipo? La lgica era impecable. Tenamos una ventaja de dos horas y lo ms razonable hubiera sido drsela ala polica. Pero yo no confo en la polica. No despus de lo que pas con mi hija. Ya sabs, Javier. Sigamos. Muy a su pesar, concedi. A Fernndez le das el nombre de Trini y le decs que la Polica de la Provincia la est buscando. Haychances de que l ya registre el nombre, pero si no, lo va a constatar en menos de dos minutos. Si a m mehubiera llegado a pasar algo, eso tambin acelerar el proceso, pues Fernndez estar ms inclinado aactuar rpido. Y si no pasa nada, a Fernndez lo llams vos? Este era el tema ms sensible para tocar con Javier y donde yo saba que encontrara ms oposicin. No, Javier. Si no pasa nada, al bar ese voy a ir yo. Sos Terminator ahora. No hay emocin en sus palabras, ni siquiera el atisbo de un chiste. Busc la figura de Terminator porqueen su mente es lo nico que se asocia a violencia con armas y computadoras. Sonro con nostalgia. Nosabe las cosas que yo he hecho ni tampoco que lo nico que me separa de Terminator es la eficiencia. Aesta altura, en algn sentido, los dos somos mquinas con poco sentimiento. No, Terminator no, pero s ms discreto que la polica, Javier. No puedo arriesgarme a que alguien lepase un dato a los tipos esos y que cualquier informacin que pueda haber sobre Trini desaparezca.Sabs que esas cosas pasan. No lo sabe, pero como en tantas otras cosas, confa en m. Bueno. Ponele que llegs al bar. Y despus qu? Despus lo mismo. Si no te llamo en una hora, habls con Fernndez y que sea lo que Dios quiera. Tuvimos que repetir la misma rutina dos veces. No porque l sea estpido o yo no sea claro, sinoporque planteaba distintas objeciones o mejoras a mis ideas. Al final reconoci que ese plan, si se lopoda llamar as, era tan malo como cualquier otro, y me dej ir en paz. Ahora ha pasado la primera parte y no queda otra que seguir. Javier le digo por telfono, me voy al bar. Acordate. Si en una hora no te llamo, Fernndez. Es sbado a la maana y casi no hay trfico, lo cual me juega en contra. Tengo miedo, y se mezclan lasimgenes de mi hija muerta con las de Trini, Carolina y los dos hijos que an estn vivos. An, pienso.Me recuerdo lo ftil de la vida. He aprendido que nada debe darse por sentado y que cada segundo de lavida ajena es precioso. No puedo pensar as de la ma, por ms que lo intente. Todas las vidas, menos una, tienen un recorrido por delante, uno que debera ser feliz o no, pero encualquiera de los casos sin terror, que es lo que Kampen entrega. Este Kampen, el otro, cualquiera. Esrabia lo que siento contra ellos, pero tambin la necesidad de impedir que sigan arruinando vidas,futuros, familias. No s la razn por la cual Dios los puso en este mundo, pero s s que a m, ahora, mepuso para sacar a este. As manejo, entre el amor a los que quiero, los que quiero proteger y la fra rabia a los que lo impiden.El viaje se hace corto, y cuando estoy a dos o tres cuadras me doy cuenta de que no tengo idea de qu eslo que voy a hacer. Estaciono frente a una casa de ropa y compro una camisa gris para cambiarla por la que Kampenorden que me pusiera. No quiero llamar la atencin, y el rosa lo hace. La camisa queda tirada en elprobador. Camino despacio. Hay dos fuerzas que se contraponen con igual intensidad. La desesperacin por saberde Trini, por ayudarla, por devolverla a su casa, y el miedo de enfrentar lo desconocido. En momentoscomo este es cuando pienso que no quiero morir, y que el golpe que eso les provocara a Carolina y a loschicos sera muy fuerte. Casi imposible de soportar. No es muy tarde para llamar a Javier o al Comisario Fernndez directamente. Cada vez camino mslento. El miedo paraliza, y reconocer la sensacin es lo que me hace seguir adelante. No tengo mucho enmi vida, pero todo lo que logr fue a costa de vencer el miedo. Ya tom la decisin en fro, lejos de estelugar, y s que es la mejor para todo el mundo. Para Trini al menos. No puede ser el miedo lo que medetenga. Son casi las doce del medioda, y el sol est perpendicular sobre m. Un rayo de luz se abre paso entrelas nubes y me da de lleno en el pecho. Esa mnima onza de calor hace que me d cuenta del fro quesiento. Estoy casi temblando, pese a que la gente por la calle camina desabrigada. Y all, en la esquina,sin que le d la luz del sol y en una extraa penumbra, veo lo que vine a buscar: El Eternauta.CAPTULO 13El Eternauta El lugar est diseado para no atraer a nadie. Las ventanas son chicas, y la puerta, angosta. A no ser quealguien lo busque con determinacin, no lo encontrara jams. Hay un quiosco a mano derecha, as quelas miradas se desvan hacia las tapas de las revistas en lugar de hacia el bar. Es lo ms parecido a unano publicidad que he visto en mi vida. Pero yo entro. No hay ms de veinte mesas. Frmica barata y sillas de nfima calidad. La luz hace que el lugar parezcaun antro, indigno de ser siquiera llamado as. El piso est sucio, y aun as, no lo parece tanto encomparacin con las paredes y el techo. Hay slo dos mesas ocupadas. Una con un gigante de barba,charlando con lo que sin duda es una prostituta, y otra con un oficinista tomando notas. Agarro un diario de la barra y me siento contra una de las ventanas. Extiendo el diario y me fuerzo aleer lnea por lnea una noticia que por supuesto no estoy leyendo, pero s que es importante mantener losojos en el papel. En menos de dos minutos la situacin est clara. Parcialmente, al menos. El gigante esun proxeneta, y no hay que ser muy sagaz para darse cuenta una vez que la mujer le da un fajo de billetes.El hombre entrega una pequea bolsa, que apostara contiene droga. El oficinista es quien ms dudas me plantea. El tipo no para de anotar en un cuaderno mientras mira alos otros dos. Parece un estudiante tomando apuntes en un colegio secundario. Y lo hace con una faltatotal de vergenza, descaradamente, dira. Pareciera que ha sido contratado para pintar un retrato escritode la reunin que est llevndose a cabo a pasos de l. Mientras doy vuelta la pgina del diario, piensoque eso no puede terminar bien. Un mozo, el nico del lugar, se me acerca. No tiene uniforme, por supuesto, y su camisa tal vez fueblanca tiempo atrs. Puedo saber cules fueron sus ltimas cinco comidas mirando su ropa. l y lamquina de afeitar no se llevan. Pero lo bueno es que es de contextura ms bien chica y ronda los sesentaaos, de una vida muy mal vivida, con seguridad. No hay saludos, ni tampoco ofrece nada. Es evidente que mi presencia le molesta y que su estilo de vidano se solventa con propinas, al menos no con propinas recibidas de clientes en ese bar. Caf. Solo. Gira y se va. No puedo saber si escuch o no, o si traer algo algn da. Me es imposible imaginar a Trini entrando a este bar, pero por desgracia le el mail y no tengo duda deque lo hizo. Una entrevista para trabajar en una obra en algn teatro de la avenida Corrientes, fuera delcircuito comercial, por supuesto. La haban visto en no s qu obra que protagoniz en la facultad y lesinteresaba. La dirigira un actor de telenovela medianamente conocido, ms que nada por sus escndalosmediticos, pero conocido al fin. Una carnada inspida y sosa, que funcionara con el noventa por cientode las chicas que tienen cuenta en Twitter, o que no tienen. Puedo imaginarme al gigante conversando con Trini. Y despus qu? La habran convencido de subirse a un auto? No. Lo que fuera que haya pasado,sucedi en este lugar. Un escalofro me recorre la nuca. Y si todava la tuvieran ac? El mozo tira la taza arriba de la mesa. El caf rebalsa y cae en el plato. El oficinista levanta la cabeza yme mira, sin verme. Vuelve rpido a sus apuntes. Sin poder leer lo que e