Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

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Libro de arqueologia en español.Yrabedra.

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José Yravedra Sainz de los Terreros

TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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AULA ABIERTATAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA Quedan rigurosamente prohibidas, sin laautorización escrita de los titulares delCopyright, bajo las sanciones establecidasen las leyes, la reproducción total oparcial de esta obra por cualquier medioo procedimiento, comprendidos la reprografíay el tratamiento informático, y la distribuciónde ejemplares de ella mediante alquilero préstamos públicos.

© Universidad Nacional de Educación a Distancia

Madrid 2013

www.uned.es/publicaciones © José Yravedra Sainz de los Terreros ISBN electrónico: 978-84-362-6669-6 Edición digital: mayo de 2013

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ÍNDICE

Prólogo ...................................................................................... 11Introducción.............................................................................. 15

CAPÍTULO 1. LOS ESTUDIOS DE FAUNA. SUS COMIENZOS.......... 19

1.1. La fauna en contextos arqueológicos ....................... 211.2. Arqueozoología y zooarqueología ............................ 231.3. Importancia de la zooarqueología. Historiografía y

analogía ...................................................................... 25

CAPÍTULO 2. EL DEBATE DE LA CAZA Y EL CARROÑEO. AÑOS

80 Y 90................................................................................. 37

2.1. Estrategias de subsistencia. Debate e impulso de lazooarqueología .......................................................... 39

2.2. Años 80 y 90 el debate se intensifica........................ 46

CAPÍTULO 3. NUEVOS TIPOS DE ARGUMENTOS: LOS ANÁLISIS

PALEOECOLÓGICOS Y LOS ESTUDIOS CON CARNÍVOROS ....... 61

3.1. (1) Los estudios paleoecológicos .............................. 633.2. (2) Los estudios con carnívoros................................ 72

CAPÍTULO 4. REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN

LA ARGUMENTACIÓN DE LA CAZA Y EL CARROÑEO ............. 95

4.1. Argumentos utilizados en la defensa del carroñeo yla caza......................................................................... 97

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4.2. Inconsistencia de los patrones utilizados en la argu-mentación de la caza y el carroñeo........................... 1014.2.1. Los patrones de representación taxonómi-

cos (puntos 1 y 2)........................................... 1014.2.2. Patrones de edades ........................................ 1034.2.3. Los patrones de representación anatómica ... 107

4.2.3.1. El transporte diferencial .................. 1094.2.3.2. Los modos de desarticulación y con-

sumo ................................................. 1144.2.3.3. Utilidad cárnica................................ 1174.2.3.4. Destrucción ósea.............................. 121

4.3. Una nueva alternativa. Los procesos de alteraciónósea ............................................................................ 138

CAPÍTULO 5. LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA:FLK ZINJ 22 (OLDUVAY) Y EL DEBATE DE LA CAZA-CARRO-ÑEO EN LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS...................................... 147

CAPÍTULO 6. INTRODUCCIÓN A LA TAFONOMÍA ........................ 171

CAPÍTULO 7. LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN ÓSEA. LOS PRO-CESOS ANTRÓPICOS............................................... 185

7.1. Las alteraciones antrópicas (1). Marcas de corte ypercusión ................................................................... 1877.1.1. Las marcas de corte ....................................... 1887.1.2. Las marcas de percusión ............................... 1957.1.3. Funcionalidad de las alteraciones antrópicas... 197

7.2. Alteraciones antrópicas (II). Patrones de fractu-ración ......................................................................... 206

7.3. Alteraciones antrópicas (III). Patrones de altera-ción térmica ............................................................... 216

CAPÍTULO 8. LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS ....... 229

8.1. Los carnívoros ........................................................... 2318.2. Los pequeños carnívoros .......................................... 2468.3. Los roedores .............................................................. 248

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8.4. Los herbívoros ........................................................ 2508.5. Alteraciones producidas por aves .......................... 2518.6. Las vermiculaciones o root marcks ......................... 2568.7. Microorganismos, bacterias e insectos................... 257

CAPÍTULO 9. LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO

BIOLÓGICAS .......................................................................... 261

9.1. Trampling o pisoteo................................................. 2639.2. La alteración subaérea (Weathering) ...................... 2689.3. Procesos hidráulicos y eólicos ................................ 2739.4. Caída de bloques..................................................... 2809.5. Procesos de solifluxión y acción de hielo .............. 2819.6. Las alteraciones físico químicas.............................. 2829.7. Mineralizaciones...................................................... 2859.8. Enterramiento como proceso tafonómico. La im-

portancia del medio sedimentario.......................... 287

CAPÍTULO 10. PRIMERAS CONSIDERACIONES ............................. 293

CAPÍTULO 11. PROPUESTA METODOLÓGICA ............................. 299

11.1. Cuantificación ......................................................... 30611.2. Edades ..................................................................... 31511.3. Patrones de estacionalidad ..................................... 32711.4. Estimación de las partes anatómicas ...................... 32911.5. Los patrones de alteración ósea ............................. 335

Bibliografía ................................................................................ 341

ÍNDICE 9

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PRÓLOGO

En mi papel de prologuista procuraré ser breve, no con el finde cumplir con el apotegma de dice que lo breve si bueno dosveces bueno, sino por creer que la brevedad debe de ser la princi-pal virtud que resplandezca en todo aquel que en público se veaprecisado de relatar aconteceres ajenos.

Prologar la publicación de la tesis doctoral de José Yravedra esllevar a término el cumplimiento de un proceso relativamentelargo que se inició en aquel lejano día en que me propuso comotema de investigación en el marco de los cursos de Tercer Ciclo: latafonomía.

Aunque el tejer y destejer del tiempo, genuina Penélope devida humana me había acercado a esta disciplina en alguno de misproyectos de investigación, lo primero que tuve que hacer tras lasugerencia de aquel joven alumno e investigador, fue buscar unadefinición clara que me permitiera acotar y centrar en su justamedida el tema propuesto. Tras numerosas lecturas y consultas lle-gué a la conclusión que la tafonomía es aquella disciplina que seocupa de explicar los procesos de fosilización y de la formación dedeterminados yacimientos fósiles; sin embargo todavía quedabanalgunas lagunas en ese proceso de entendimiento y así se lo expu-se a José. La consiguiente aclaración que él me dio fue que la tafo-nomía analiza lo que ocurre con un animal u hombre o cualquierotro ser vivo, desde que llega al yacimiento —ya sea de forma

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natural o antrópica— hasta que es re-descubierto por los prehis-toriadores o arqueólogos.

Este volumen que el lector tiene en sus manos representa unaversión reducida de aquellos objetivos que se marcó José no sóloen su trabajo de investigación para obtener el Diploma de Estu-dios Avanzados. Cuando nos poníamos a discutir sobre el modo enque los prehistoriadores enfocaban la tarea de dar un sentidocoherente al registro fósil, siempre esperaba el día en que apare-ciese algo más que una síntesis descriptiva de una serie de restosóseos recuperados en un yacimiento, a veces con algún añadidomedioambiental o del ecosistema o como mucho una breve apro-ximación tafonómica. En este sentido, este libro es un sueñohecho realidad ya que el Dr. Yravedra además de explicar enci-clopédicamente cada uno de los procesos que pueden aconteceren tafonomía, se ha enfrentado a reto de contraponer los datos dediversos yacimientos.

Junto con el profesor Manuel Domínguez de la UniversidadComplutense, codirector de este trabajo, hemos intentado darleuna coherencia a un estudio en apariencia inconexo y carente deun hilo conductor cual hilo de Ariadna por seguir con los símilesde la Grecia clásica. Sin embargo a medida que uno se sumerge enla lectura de los distintos apartados y finalmente llega a las con-clusiones comprende que el objetivo de esta investigación es la deanalizar distintos yacimientos, de diferentes cronologías, de varia-dos ambientes geográficos y de biocenosis diversas con el fin decontrastar, comprobar o rechazar si existe algún tipo de evolucióno cambio en los procesos neontológicos en los diferentes horizon-tes culturales.

Desde un punto de vista parcial podemos comprobar la exis-tencia de marcados individualismos, pero una vez trascendemos aun planteamiento holista o globalista, aquellos elementos se aglu-tinan y asocian, aún mostrando características propias e intínsecas.

Durante el acto académico de la lectura y defensa de la tesisdoctoral en octubre de 2005, desde mi punto de vista uno de losprincipales puntales de la investigación y uno de los actos másimportantes de la vida universitaria, en el que participaron losdoctores Jean Philipe Brugal, Philippe Fosse, Carmen Cacho,

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Jesús F. Jordá bajo la presidencia del catedrático Federico Bernal-do de Quirós, a quienes hay que agradecer encarecidamente la lec-tura de este extenso y denso trabajo, se hicieron muchas alabanzas,pero también se realizaron algunas críticas constructivas paramejorar y enriquecer el texto, que tras un período de reflexión yreestructuración se han trasladado a éste que el lector tiene en susmanos.

Para el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Uni-versidad Nacional de Educación a Distancia, como para el quesuscribe este prólogo, ha sido un honor participar en todo el pro-ceso de gestación y conclusión ya que es raro encontrar trabajos deestas características. Siempre he pensado que las tesis doctoralesno son puertas que se cierran sino pasillos por los que hay queseguir avanzando y estoy convencido que el Dr. Yravedra seguiráampliando el marco de su investigación, profundizando en todosaquellos aspectos conceptuales y metodológicos, que sujetos a lasnuevas tecnologías, son susceptibles de cambio o implementación.

Sergio RIPOLL LÓPEZ

Co-Director de la tesis doctoralPlasencia (Cáceres) mayo de 2006

PRÓLOGO 13

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INTRODUCCIÓN

Con frecuencia, en los últimos años se esta poniendo de mani-fiesto la importancia que tiene la tafonomía en la interpretación delos restos biológicos de los yacimientos arqueológicos. De hecho suintegración dentro de los estudios zooarqueológicos, palinológicos,malacológicos o carpológicos etc., es cada vez más frecuente.

Aunque se podría afrontar la realización de una extensa obratafonómica aplicable a todos los grupos vivos, en este trabajo noscentraremos sólo en la tafonomía de los macromamíferos. Sobreeste tema, hay una extensa bibliografía en el mundo americano yeuropeo, destacando en este sentido la obra de síntesis de Lyman(1994) con más de 1.000 títulos compilados. En castellano, la biblio-grafía es bastante reducida y tan solo se pueden destacar los traba-jos de Blasco (1992) y Mengoni (1988).

Ante esta situación queremos presentar en este libro, un nove-doso punto de vista que analice la tafonomía desde una perspectivazooarqueológica, reflejando especialmente el porqué de la importan-cia de la tafonomía en la investigación osteológica y en el marco inter-pretativo de los conjuntos óseos de los yacimientos arqueológicos.

De la misma forma y antes de entrar con la tafonomía en sí,queremos presentar a modo de introducción historiográfica la evo-lución que ha sufrido los estudios zooarqueológicos en arqueolo-gía y de cómo ha pasado de ser un mero recurso auxiliar en el estu-dio de los sitios arqueológicos a convertirse en una importante e

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imprescindible fuente de información contextual para la interpre-tación del yacimiento.

Una vez definida que es la ciencia zooarqueológica o arqueo-zoológica se pasará a describir como ha evolucionado historiogra-ficamente como disciplina y que causas han motivado e impulsadola integración de los estudios tafonómicos en zooarqueología. Trasdescribir todos estos procesos, se explicará que es la tafonomía,que evolución ha tenido como ciencia, que estudia exactamente yque aplicaciones puede tener en zooarqueología.

De esta manera, el desarrollo de este trabajo se articula en dosunidades diferenciadas. La primera parte esta formada por 5 capí-tulos que al mismo tiempo se pueden dividir en dos subapartados.El primero esta constituido por el capítulo uno, en él se revisadesde una perspectiva bibliográfica la importancia de los estudioszooarqueológicos desde sus comienzos, la problemática existentecon relación a su terminología como ciencia o el papel de la ana-logía en el marco interpretativo. El segundo subapartado esta for-mado por los capítulos 2-5.

En este subapartado se destaca el papel que ha tenido el aná-lisis de los mecanismos de subsistencia, como medio impulsordel desarrollo metodológico y teórico de la zooarqueología. Asíen el capítulo dos se expone que condicionantes motivaron esteimpulso y en el tres y cuatro que métodos y procedimientos seintrodujeron para proseguir este desarrollo. Dentro de ellos, po-demos destacar la integración del actualismo y los estudios pale-oecológicos para la explicación de los restos óseos. En el capítu-lo cinco, se destaca con un ejemplo historiográfico claro, laintroducción de los análisis tafonómicos, como medio para res-ponder a ciertas cuestiones a las que otros métodos no llegan, detal manera que sirve para introducir los contenidos de la siguien-te parte.

En esta segunda parte formada por los capítulos 6-9, se proce-de en el capítulo 6 a describir que es la tafonomía como ciencia yque evolución historiográfica ha tenido.

En los siguientes capítulos se explican sus aplicaciones enzooarqueología, describiendo las alteraciones originadas por elser humano (capítulo 7), las de origen biológico, bien sean por

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animales como vegetales (capítulo 8) o las de carácter abiótico(capítulo 9).

Finalmente en el capítulo 11 y a modo de conclusión se expo-ne un marco metodológico aplicable a zooarqueología, dentro delcual se explican otras cuestiones aplicables a zooarqueología quejunto a los análisis tafonómicos también deben tenerse en consi-deración, como la cuantificación, el cálculo de edades o la estacio-nalidad. Al final del capítulo se expone una ficha tipo que resumelos contenidos explicados en este libro cuya finalidad es su aplica-ción al estudio de los yacimientos arqueológicos.

Con este trabajo se pretende facilitar el acceso y la compren-sión de la tafonomía y su integración dentro de los estudios zoo-arqueológicos. Al mismo tiempo, pretende ser una fuente de intro-ducción para aquellos que quieran iniciarse en el mundo de latafonomía y también en el de la zooarqueología.

INTRODUCCIÓN 17

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CAPÍTULO 1

LOS ESTUDIOS DE FAUNA. SUS COMIENZOS

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1.1. LA FAUNA EN CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS

Es sabido ya, o por lo menos debería serlo así, que la arqueo-logía no consiste sólo en una recuperación de objetos antiguos,junto al resto también hay multitud de datos que completan lainformación del mismo y, que en definitiva, son los que hacen real-mente importante el hallazgo. La cultura material debe ir unida alcontexto, ya que éste, es quien le da sentido.

Ya no es válida esa forma tradicional de hacer arqueología, enla que desde sus comienzos hasta la mitad del siglo XX aproxima-damente, lo único que importaba era el objeto con la exclusivaintención de llenar los museos de las grandes colecciones europeas.Esta época inicial de escasa meticulosidad, trajo consigo el descu-brimiento de múltiples hallazgos de resonancia mundial, al tiempoque Egipto, Próximo Oriente, Grecia y otros tantos lugares deEuropa, América, África y Asia eran saqueados por las ambicionesde los museos europeos. Esto provocó que la menor espectaculari-dad de ciertos restos arqueológicos pasaran desapercibidos.

Todo esto a lo que nos referimos brevemente, es porque eneste trabajo, se tratarán uno de esos objetos que en dichas excava-ciones tradicionales pasaban desapercibidos: «los Huesos». Endichas intervenciones, estos objetos eran analizados taxonómica-mente como simples marcadores cronológicos y paleoambientales,lo que llevaba a recuperar sólo aquellos elementos fácilmente reco-nocibles despreciándose los demás. Al considerarlos meros datosauxiliares, obviaban su verdadera información contextual. Por el

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contrario, en la actualidad si se valora el contexto y el potencialque tiene la fauna en su significado.

A principios de los años ochenta, Straus (1983) ya destacaba laimportancia del contexto en la interpretación de los restos arqueo-lógicos:

La interpretación de los utensilios no puede hacerse sinuna valoración de su contexto. Los instrumentos líticos y óseosno dejan de ser las huellas que quedan de unos modos de vivirya extinguidos,

e indicaba la importancia que tienen otras disciplinas, que duran-te las etapas iniciales de la arqueología no eran valoradas,

La premisa básica de este estudio es que la finalidad de laprehistoria consiste en la comprensión de la vida de nuestrosantepasados humanos. Así el objeto no es el análisis de los res-tos de las tecnologías o de las comidas prehistóricas en sí. Latipología, la estratigrafía, la cronología, así como también lasciencias paralelas de la palinología, la paleontología y la geo-morfología, son métodos que empleamos en la búsqueda deexplicaciones paleontropológicas.

Otros autores, como O’Connor (1986) no solo resaltan laimportancia de la fauna sino también algunas de sus aplicaciones,los huesos no son un conjunto de restos inertes sin más. Argumen-ta que son una serie de elementos que deben recogerse con grancuidado ya que es muy importante su integración en el conjuntode los demás datos arqueológicos. De tal manera que insiste sobresu contribución en la paleobiología, la subsistencia o en su rela-ción con otras ciencias como la sedimentología. Mucho antes Cha-plin (1965) ya mostraba las diferentes aplicaciones de los estudiosfaunísticos y las implicaciones que debe tener como ciencia inter-pretativa y, no solo descriptiva. El interés por la fauna es un hechoevidente que puede apreciarse en las publicaciones periódicas delas revistas científicas. Así, Mudar (2001) ha visto como entre 1969-1998 el 20% de las publicaciones realizadas en 5 series periódicasse corresponden con estudios de fauna.

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1.2. ARQUEOZOOLOGÍA Y ZOOARQUEOLOGÍA

Tras comentar la importancia de los restos óseos en el registroarqueológico, es necesario, definir las diferentes disciplinas quetienen como punto central el estudio de los huesos. Una de éstases la «Arqueozoología» o «Zooarqueología» que son diferentes dela paleontología, que se encarga del estudio de los fósiles centran-do su atención en la historia evolutiva de los seres vivos.

Ambas denominaciones significan prácticamente lo mismo, laúnica diferencia que estriba el uso de una u otra es la utilizacióndel círculo académico al que pertenecen. Así dentro de la órbitaanglosajona americana se utiliza el término «Zooarchaeology», porel contrario en el ámbito europeo se prefiere el término «Archaeo-zoology» (Reitz & Wing, 1999).

Davis (1989) define la arqueozoología como

... el estudio de los desechos de las comidas del pasado, asícomo el estudio de los restos animales, que no sólo refleja laspautas de comportamiento humano, sino que también muchainformación acerca de los mismos animales.

Para Legge (1978) la arqueozoología en el mundo europeo yafricano enfatiza más la naturaleza biológica de los restos animales ysu historia natural. Para Bobrovski (1982) asume el doble papel zoo-lógico y arqueológico de los restos óseos y en otros trabajos Hess yWepsnish (1983-5), Olsen & Olsen (1981) o Mengoni (1988) rela-cionan más los restos animales con el comportamiento humano.

Para Lyman (1982), la zooarqueolgía es cualquier disciplina rela-cionada con el estudio de la fauna en yacimientos arqueológicos,aunque diferencia el rasgo cultural y biológico de zooarqueología yde arqueozoología, de forma que, osteoarqueología, etnozoología,zooarqueología y análisis de faunas son sinónimos al tener una rela-ción directa con la cultura mientras que, paleontología, paletnozoo-logía y arqueozoología no lo son, al no implicar dicha relación.

También para Olsen & Olsen (1981) y Mengoni (1988) la zoo-arqueología implica una perspectiva más cultural que zoológica oecológica, centrándose en la importancia cultural que tiene la fauna

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en el comportamiento humano, de manera que trata de ver la evo-lución y los cambios subsistenciales, las estrategias de adaptación yla evolución cultural como mecanismo de adaptación. En esta línea,Costamagno (1999) diferencia arqueozoología y zooarqueología, alentender que la primera se centra en los estudios faunísticos dedi-cados a la domesticación frente a la segunda que lo hace sobre lospatrones de aprovisionamiento y aprovechamiento.

De esta forma, parece darse una visión diferenciada tanto en elámbito europeo como en el americano, en el que se presta másatención a los animales en el primero y al contexto en el segundo.Esto ha propiciado que tradicionalmente países como Francia,Inglaterra o Alemania tengan una mayor tradición en los camposde la paleontología, la osteología, los procesos de fosilización y, queen ámbitos americanos haya tenido una mayor incidencia la tafo-nomía, la paleoecología, la etnoarqueología o los estudios actualis-tas con carnívoros.

Junto a éstas, dentro de la órbita europea ha habido otras deno-minaciones como la «Arqueología Ósea» (Hesse & Wapnish,1982), o la «Etnozoología» definida como el estudio de las relacio-nes animales y humanas desde una participación «emic» (desdedentro) frente a otra «etic» (desde fuera) (Vayda & Rappapost,1968. 489). En el mundo norteamericano, la zooarqueología tratalas interacciones entre humanos y animales desde un punto de vistaetnográfico, incluyendo los trabajos antropológicos desarrolladoscon diferentes poblaciones actuales como los Kua, los Sam, losNunamiut, los Hadza, los Bisa etc., y también hace referencia a losestudios zooarqueológicos de las poblaciones americanas del ámbi-to norteamericano (Baker, 1941; Gilmore, 1946; Cleland, 1966).

Otro término es «Osteoarchaeology» utilizado por Uerperman(1973. 322). El cual lo define como el análisis de los huesos ani-males de los yacimientos arqueológicos y su relación con la histo-ria económica y cultural. Para Olsen & Olsen (1981) es el estudiode los restos óseos de vertebrados e invertebrados, con el fin decomprender las estrategias de subsistencia de un yacimiento.

Una vez definida la disciplina que va a tratarse, en nuestro casonos decantamos por la utilización del término zooarqueología, yaque siguiendo a Olsen & Olsen (1981) y la propuesta de Lubock

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(1865), el término zooarqueología se forma por la contracción dezoología y arqueología. Sin embargo, creemos que la utilización deambas formas «Zooarqueología» y «Arqueozoología» es correcta,pues se refieren a lo mismo, al tratar de responder los mismos inte-rrogantes en cuanto tratan de comprender la relación hombre-fauna de los yacimientos arqueológicos.

1.3. IMPORTANCIA DE LA ZOOARQUEOLOGÍA.HISTORIOGRAFÍA Y ANALOGÍA

Son varios los autores que han resaltado la importancia de losestudios faunísticos en la explicación del pasado. Gracias a la diver-sidad de subdisciplinas que acapara, pueden ayudarnos a entenderla importancia que suponen los restos óseos desde varios puntosde vista. La zooarqueología es una vasta disciplina que incluye lapaleontología, la paleoecología, la bioestratigrafía y biocronología,la tafonomía, la paleoetnografía, la biometría etc. En definitiva,todas las disciplinas relacionadas con los restos óseos animales, loque de alguna manera podría tener el rango de ciencia propia, alcontar con un objetivo clave (el análisis de los animales del pasa-do) y una materia de estudio propia (los restos óseos). Cada unade estas subdisciplinas comparten la misma materia (los huesos),pero les diferencia la forma de analizarlos y los objetivos. Estomismo, es lo que les da a cada una de estas ramas el rango de cien-cias propias, ya que cada una cuenta con una metodología muyparticular. Para más detalles, en un trabajo de Patou Mathis(1997), se definen claramente algunos de los rasgos de cada una deestas subdisciplinas.

En conjunto todas estas ciencias tratan de dar respuesta a todotipo de interrogantes relacionados con los restos óseos, como lasrelacionadas con las técnicas de aprovisionamiento animal, los di-ferentes comportamientos subsistenciales, las estrategias de adqui-sición (caza, carroñeo, recolección, caza especializada etc.), el tra-tamiento y procesamiento de los animales muertos, la utilizacióndel animal como materia prima, alimento o rol social. Tambiénbusca reconstruir el paleoambiente, el paleoclima, la potencialidad

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de los nichos ecológicos, la estacionalidad, la procedencia, evolu-ción y dispersión de las especies, la biocronología etc. En definiti-va y como plantea Pumarejo & Bernaldo de Quirós (1990),

... los animales de los yacimientos nos interesan desde dos pun-tos de vista. 1 los que fueron aportados (usos económicos,acción de otros animales, condicionantes paleoambientales), 2los que viven allí (paleoambiente, tafonomía, cronología).

Este interés por los restos óseos se ha potenciado en los últi-mos treinta años como reflejan Cadée (1990) y Mudar (2001), perono es algo nuevo de ahora, sino que es algo que se ha ido desarro-llando de forma paulatina desde el mismo siglo XIX. Así, algunosautores ya reconocían la importancia que tenían los restos óseos enla explicación del pasado. Avebury (1865.119) usó el término«Zoológico-Archaeologist» para referirse a los estudios arqueozoo-lógicos, igual que Morlot (1861) y Wyman (1868) lo usaron parareferirse al estudio de las faunas del pasado.

De hecho la asociación de restos humanos a animales extintos,fue utilizada para mostrar los cambios que hubo en la distribucióngeográfica de los distintos animales y que el hombre vivió en tiem-pos prehistóricos (Wyman, 1868; Eaton, 1898). También la asocia-ción a estas faunas permitió crear ciertas cronologías como las de laera del mamut, del rinoceronte lanudo, del uro o del bisonte de Lar-tet (1860) o las épocas del gran oso y del reno de Mortillet (1867).

Es a finales del siglo XIX cuando comienzan los primeros tra-bajos arqueozoológicos centrados en la diferenciación entre lasespecies domésticas y las silvestres de los primeros momentos delNeolítico. Así, algunos autores como Duerst a principios del sigloXX sugiere que la domesticación implica una reducción del tama-ño y cierta pérdida de textura ósea por parte de los animales(Davis, 1989). La relación de la fauna con el paleoclima no llegaráhasta los años 30, cuando Frederik Zeuner observó los cambiosclimáticos de Próximo Oriente a partir de las oscilaciones de gamoy gacela (Davis, 1989).

La utilización de ciertas nomenclaturas arqueozoológicas comolas basadas en el número de restos (NR), el mínimo número de res-

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tos identificables (NISP), el mínimo número de elementos (MNE)o el mínimo número de individuos (MNI) también comenzó aemplearse a principios del siglo XX. Loomis & Young (1912) uti-lizaron en 1912 el MNI, lo cual era una novedad en un momento,en el que los restos faunísticos que aparecían eran documentadosnominalmente o mediante algún calificativo, que indicará deforma estimativa su proporción, por ejemplo (abundante, escaso,etc.). Por otro lado, ya antes en 1882, otro autor ya había usado untermino similar (Inostrantsen, 1882). El estudio de Loomis &Young (1912) fue también novedoso al intentar describir la esta-cionalidad en la que se produjo la acumulación ósea y describir lasmodificaciones que sufrieron los restos animales. Esto último ya sehabía hecho en los trabajos anteriores de Thirria (1833), Buckland(1822), Knox (1822), Tournal (1833), Boucher de Perthes (1849),Lartet (1860), Lartet & Christy (1865-75), Evans (1861), Stendty-rup (1869), Bracht (1883), Dawkins & Boyd (1863, 1874) Harlé(1892), Fraipont (1896), Martin (1906, 1907, 1907-10, 1909, 1931)que describen diferentes procesos de alteración ósea tanto antró-pico como naturales.

A pesar de estos primeros intentos por cuantificar la propor-ción de unas especies sobre otras y de analizar otras variables, hayque reconocer que hasta la primera mitad del siglo XX, la arque-ología se centraba principalmente en las estratigrafías y la descrip-ción de tipologías y listados. Teniendo la fauna un mero interéscomo marcador cronológico y paleoecológico, lo que repercutióindirectamente en un mayor desarrollo de la paleontología, la oste-ología, la biometría y la paleoecología, ya que era de suma impor-tancia su correcta identificación. Sólo en algunos trabajos iniciales,a los que se ha hecho referencia y en el de Wintemberg (1919) sesugieren la importancia de la fauna como distribución animal,patologías, formas extintas, cambios morfológicos, etc. En otrostrabajos como el de Howard (1929), se revisan los aspectos bioló-gicos y culturales de la avifauna y sus implicaciones como recursoaprovechado por los seres humanos.

Mientras para nuestro país sólo se podían destacar los trabajosiniciales de Cabrera (1914, 1919) para la cornisa cantábrica, los deBataller (1918) y Dupui & Fernández (1918) para Cataluña y los

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de Cazurro (1919) para Valencia. Después podría destacarse lacompilación de Obermaier editado por primera vez en 1916 y ree-ditado en 1925.

La arqueología contextual de los años 40 marca un nuevo inte-rés por la adaptación cultural del hombre, lo que lleva a Taylor(1948) a interesarse por la influencia del medio en la subsistenciahumana. Esto posibilitó también un mayor desarrollo de la paleoe-cología, que como se ha indicado más arriba, ya había empezado atratarse en los años 30. En estos momentos en el que la mayor partede las investigaciones dedicados a estudios de fauna son biólogos,Gilmore aconseja en (1946) la utilidad de la formación de colec-ciones de referencia y sugiere en Journal of Mammalogy (1947) yAmerican Antiquity (1949) la importancia que puede tener la faunapara los arqueólogos.

También, a finales de los años treinta comienzan a formarse losprimeros equipos interdisciplinares con Bates (1937), aunque elparéntesis impuesto por la segunda guerra mundial hará que no sereanuden hasta los años sesenta Braiwod y Howe (1960) y Byers(1961) o los setenta en nuestro país (Santonja et al., 1980).

Con la arqueología procesual, la aparición de enfoques y tér-minos nuevos como la ecología cultural o la ecología antropológi-ca que para Willey & Sobloff (1974) dominan las corrientes, mar-can un antes y un después dentro de la arqueología en general. Losnuevos planteamientos presentan nuevas ideas cuya finalidad esresolver aspectos del comportamiento, como las estrategias desubsistencia del hombre y su relación con el entorno. En estosmomentos, se ponen en duda determinadas cuestiones clásicascomo el antropocentrismo humano sobre la naturaleza, el mito delhombre cazador o la propia autoría humana de algunos yacimien-tos (Bonnichsen 1975; Hill, 1975, 1976; Shipman & Philips, 1976),algo que ya era planteado desde mucho tiempo antes como mues-tra Fosse (1994 a, 1995 a; Fosse et al., 1997 a) en alusión a dife-rentes trabajos de principios y mediados del siglo XIX y XX.

La llamada nueva arqueología introduce nuevos términoscomo la teoría de rango medio, el forrajeo óptimo y, reactiva elactualismo para hacer inferencias sobre el pasado. Binford (1962,1967), Gould (1980) y después Wylie (1985) declaran desde la

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arqueología procesual su intención de utilizar la analogía antropo-lógica como base generadora de hipótesis contrastables en el regis-tro arqueológico según el método deductivo. De hecho en Bin-ford, (1988, p. 26, traducción al castellano de 1983 a) se dice

El actualismo es un conjunto dependiente de las inferen-cias sobre el pasado a partir de causas encontradas en la actua-lidad, los datos arqueológicos no son evidentes por si mismos.Hay que estudiar el presente para entender el pasado, es impor-tante saber que es lo que queremos saber del pasado.

También refiriéndose a la analogía se dice

... la única posibilidad de desarrollar métodos seguros de infe-rencia era a través del estudio de pueblos contemporáneos vivoso mediante la práctica de la arqueología en situaciones cuyocomponente dinámico estaba documentado históricamente.

Junto a Binford, hay muchos otros autores que también defien-den la analogía, incluso en algunos casos se anima a buscar analo-gías para disponer de una mayor variabilidad que permitan inter-pretar mejor el registro arqueológico (Ucko, 1969). Gould (1980),también insiste en la utilidad de la analogía como medio paradetectar constantes y anomalías que ayuden a explicar el pasado.La analogía es una puerta hacia el pasado, ya que el pasado solopuede escribirse en los términos de nuestras ideas que a su vez sebasan en concepciones actualistas. En esta línea Gifford (1991 b)dice que la analogía es el mejor medio del que disponemos parainterpretar el comportamiento humano del pasado.

La analogía fue utilizada por primera vez para la geología yconsiste, en palabras de Lyell (1830), en que las leyes naturales sonconstantes en el tiempo y el espacio, por lo que los procesos obser-vables que operan en la superficie de la tierra pueden explicar losprocesos del pasado. Es, por tanto, la base de lo que se ha llama-do actualismo.

Su uso permitirá que numerosas ciencias se vayan incorporandoa la metodología arqueológica. Así, pueden destacarse la tafonomía,la etnoarqueología, la etnografía, la etnología, la paleoecología, etc.

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Esto propiciará la aparición de numerosos análisis experimentales,como el de Thomas (1971) que intenta diferenciar acumulacionesóseas de origen antrópico frente a otras naturales a partir del CSI«Corrected Specimens per Individual». Por el que una acumulacióncon un bajo CSI seria de carácter natural mientras que con un altoCSI sería antrópica. Otros nuevos análisis son los trabajos etnoarque-ológicos con fines arqueológicos (Lee & De Vore, 1968; Binford &Bertran, 1977; Yellen, 1977 a, b; Gould, 1978, 1980), ante los cualesColley (1990) refleja la escaso interés tafonómico de dichos estudios,debido al hecho de que a los etnoarqueólogos no les interesa conocerlos mecanismos de formación del registro. Frente a esto, otros auto-res como Behrensmeyer & Kidwell (1985) manifiestan la utilidad dela aplicación del actualismo a la tafonomía al permitir observar losprocesos que permiten interpretar y comprender mejor el registro.

En estos años vuelven los trabajos de programación lineal queWintemberg desarrolló en 1919 y que ahora, en los setenta yochenta realizan varios autores (Thomas, 1986; Bettinger, 1991;Gifford González, 1991; Kroll & Price 1991). Al tiempo que sehacen muy numerosos los trabajos relacionados con procesos tafo-nómicos, pautas de transporte, descarnación, descuartizamientoetc., protagonizados por diferentes agentes, pero que dada su grancantidad se tratarán mas adelante cuando se analicen los diferen-tes procesos tafonómicos y zooarqueológicos (Eloff, 1964; Simons,1966; Mech, 1970; Kruk, 1972; Schaller, 1972; Fox, 1975; Beh-rensmeyer, 1975, 1976; Curio, 1976; Smith, 1977; Margaret, 1977;Behrensmeyer et al., 1979 etc.). Dentro de esta nueva corrientesurgen los análisis espaciales del territorio (Higgs & Vitafinci1972; Behrensmeyer, 1975, 1976, 1983; Roper, 1979; Hill 1983;Crader, 1983; Gamble, 1984). También aparecen por primera vezlos intentos por calcular el gasto energético que supone la obten-ción de recursos (Clarke, 1972; Jochim, 1976, 1981; Combs, 1980;Keene, 1981), o como realizar la máxima obtención de energía amenor coste o riesgo, o lo que es lo mismo, el forrajeo óptimo(Clarke 1968, 1972; Steele & Baker, 1993).

Frente al uso de la analogía también habrá sus detractores, enel sentido de que al variar las condiciones humanas y sus relacio-nes con la naturaleza, no se puede establecer analogías. Shipman

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(1983) critica al actualismo antrópico basándose en los cerebrosmayores, las ventajas del fuego y las mejoras tecnológicas (armas)que tienen los grupos humanos actuales sobre los del pasado yWitter (1990), al decir que el pasado de los cazadores actuales nopuede observarse en el presente, al ser diferente. Por otro lado,todos los investigadores, incluso Shipman, se remiten a la experi-mentación actualista para explicar los procesos del pasado.

En otros casos se advierte de los riesgos y la peligrosidad quesupone la excesiva utilización de la analogía actualista al crear unaexcesiva dependencia (Gifford, 1981; Brewer, 1992; MartínezMoreno, 1998) y, Raab & Goodyear (1989) ponen de relieve losriesgos que conllevan las interpretaciones teóricas basadas en lashipótesis de rango medio. Otras veces la realización de distintostrabajos experimentales cuya finalidad es la explicación de losyacimientos arqueológicos puede llegar a resultados poco concre-tos o carentes de bases sólidas (Ringrose, 1993).

Wylie (1985) analiza los problemas que conlleva una excesivautilización de la analogía y los excesos de su aplicación, pero reco-noce su utilidad como fuente de hipótesis de trabajo. De estaforma expone algunos ejemplos de los abusos de su aplicación yde algunas erróneas interpretaciones a las que ha dado lugar. Porponer un ejemplo de los que cita se ha destacado un extracto de laobra de Sollas (1915: 599), en el que se dice que

Los musterienses serían como el tipo de las poblaciones delas antípodas, los auriñacienses como los bosquimanos, losmagdalenienses como los Esquinos o los Pieles Rojas.

De esta forma insiste en la necesidad de diferenciar entre«mala» y «buena» analogía y de la responsabilidad que conlleva suutilización, concluyendo que no toda analogía debe limitarse amera asimilación. También Klein & Cruz Uribe (1984) insisten enciertas limitaciones de la analogía, como que los taxones actualesno son iguales que los del pasado. En resumen una inadecuada uti-lización de la analogía y el actualismo puede llevar a cierta ambi-güedad y equifinalidad que solo puede evitarse a través de unexhaustivo análisis que evalúe y contraste todas las variables.

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En el caso de otras ciencias como la etnoarqueología Gifford(1980) se muestra a favor de su utilización al permitir a la arqueo-logía superar los límites de la analogía, ya que la analogía trata deofrecer procesos descriptivos frente a los etnoarqueológicos másgenerales al ofrecer inferencias de rasgo universal.

En palabras de Fernández Martínez (1994), la etnoarqueologíapuede definirse como una relación entre la arqueología y la antro-pología, es la búsqueda de los arqueólogos de un paralelo explica-tivo para un rasgo prehistórico. Es la elaboración de modelosexplicativos generales o reglas transculturales para su aplicación alas sociedades del pasado. Es el trabajo de campo realizado porarqueólogos con la finalidad de interpretar los restos arqueológi-cos y establecer relaciones entre la cultura material y el comporta-miento de las sociedades humanas, igual que la arqueología tratade inferir los modelos de cultura general (comportamiento) delpasado a partir de restos físicos (cultura material). Es la arqueolo-gía viva o de acción o lo que Binford (1962) llamó «Archaeology asAnthropology». Para Blasco (1992) es el estudio de los restos mate-riales derivados de poblaciones actuales llevadas a cabo por arque-ólogos. Para Bartram (1995. 39)

L’etnoarqueología tota sola, no serviria per comprendre elpassat, pero proporciona un dels millors contextos per avaluartipologies sobre la conducta, i perner explorar de quina manerales tècniques analítiques i estadístiques utilitzades normalmenten zooarqueología.

En definitiva la utilización de métodos etnoarqueológicos ten-drá como consecuencia que diversos grupos sean estudiados confines arqueológicos y que por tanto se creen nuevas hipótesis detrabajo centradas en el interés por las diferentes prácticas cultura-les, las estrategias de subsistencia o la creación de nuevas metodo-logías. Dentro del campo de la etnoarqueología aplicada a la zoo-arqueología destacan los trabajos realizados sobre diversassociedades como los bosquimanos (Yellen, 1977), los Kua y los Sam(Bunn et al., 1988; Bartram, 1993, 1995; Bartram et al., 1991; Bar-tram & Marean, 1999), los Aka (Hudson, 1993 b), los Okiek

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(Marshall, 1993, 1994); los Kung (Lee, 1972; Jones & Konner,1876; Patou Mathis 2000 b), los aborígenes (White, 1952, 1953,1954, 1955; Gould, 1978, 1980; Binford, 1987 b; Witter, 1990), losAlyawara (O’Connell & Marshall, 1989), los Nunamiut (Binford &Bartram, 1977; Spiess, 1979; Enloe, 1993), los esquimales y todoslos pueblos desde el norte de Europa hasta Alaska y Canadá(Spiess, 1979), los Inuit, los Navajo y otras sociedades (Binford1981, 1988; Witter, 1990), los Masay (Gifford, 1977; DomínguezRodrigo & Marti, 1996; Milo, 1999), los Hotentotes (Poots, 1973),los Aka (Hudson, 1990, 1991), los Bisa (Crader, 1983), los Dasse-netuh (Gifford, 1980) los Hadza (Bunn & Blumenschine, 1987;Bunn et al., 1988, 1991; O’Conell et al., 1990, 1991, 1992; Oliver,1993; Monahan, 1998; Rogers, 2000; Rogers & Broughton, 2000;Lupo, 2001; Lupo & O’Conell 2002), los pueblos americanos(Bichieri, 1972; Clastres, 1972), etc.

Junto a este tipo de estudios etnoarqueológicos basados en lassociedades humanas, se han producido otros centrados en los car-nívoros cuya finalidad es estudiar el comportamiento de estos ani-males para explicar su incidencia y repercusión en el registroarqueológico. Dentro de este tipo de trabajos destacan sobre todoel análisis de las alteraciones óseas que producen. Respecto a losleones destacan las observaciones de Eloff (1964), Sadek Koros(1975), Curio (1976), Margaret (1977), Bertram (1978), Brain,(1981), Blumenschine (1986), Van Orsdol (1991), Stiner (1991,1992), Domínguez-Rodrigo (1994 a, b, 1996 b, 1999 b). para loslobos destaca el de Mech (1970), Binford (1978, 1981) y Haynes(1983), el de Johnsinghz (1991) para cuón, el de Solomon & David(1990), para dingo, el de Schmitt & Juel (1994) para coyote, el deFox (1975) y Bekoff (1978) y Scott (1992) para licaón o los deScott (1985), Sanchis (2000), Estévez & Mameli (2000), Mondini(1999; 2000) para zorro. Para los leopardos están los de Simons(1966), Kruuk & Turner (1967), Smith (1977), Brain, (1981) yCavallo & Blumenschine (1989) y para guepardo el de Eaton(1974). Para los osos no se han hecho demasiados trabajos, perodestaca el de Haynes (1980, 1981). En el caso de las hienas las citasse multiplican (Buckland, 1822; Dawkins & Boyd, 1863, 1874;Fraiport, 1896; Eloff, 1964, 1975; Sutcliffe, 1970 a; Kruuk 1972,

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1976; Mils, 1973, 1974, 1976, 1989; Skiner, 1976; Bearder, 1977;Henschel & Blotnitz, 1979; Brain, 1981; Vrba, 1980; Bunn, 1983b; Crader, 1983; Hill, 1980 b, 1983, 1984 a, b, 1989; Potts, 1983; Blu-menschine, 1986; Richardson et al., 1986; Horwith & Smith, 1988;Fosse, 1989, 1994 a, b, 1995 a, b, 1996, 1997; Cooper, 1990; Richard& Berde, 1991; Skiner & Van Aerle, 1991; Cruz Uribe, 1991; Blu-menschine & Selvaggio, 1991; Marean & Spencer, 1991; Marean etal., 1992; Kerbis-Peterssen & Horwittz 1992; Lam 1992; Bec-ker & Read, 1993; Domínguez Rodrigo, 1993 a, b, 1994 a, c, 1996a, c; Arribas 1995, 1997; Brugal et al., 1997; Horwitz, 1997; Enloeet al., 2000, etc.). Hay que decir que las investigaciones centradasen los grupos humanos actuales buscan responder cuestiones queexpliquen determinados aspectos de las sociedades del pasado,como patrones de captura, formas de caza, pautas de consumo,aprovechamiento, transporte del animal etc. Por el contrario, losanálisis centrados en los carnívoros se fijan más en procesos de for-mación y destrucción, ya que la alteración que producen de losrestos óseos puede ser un agente deposicional muy importante.

Todo este tipo de trabajos pueden englobarse en lo que Hill(1978) ha llamado tafonomía actualista o neotafonomía que impli-ca la experimentación y observación sobre eventos actuales paraprobar las hipótesis empleadas en la interpretación de los registrosarqueológicos.

Tras la «revolución» que supuso la «Nueva Arqueología» enlos estudios zooarqueológicos han surgido multitud de nuevascorrientes que resumen el panorama actual. Todas estas modernascorrientes zooarqueológicas se pueden resumir en tres tipos segúnReitz & Wing (1999).

La primera es de tipo más metodológico y, reclama que lasintervenciones arqueológicas sean interdisciplinares y de buenacalidad, para poder contextualizar mejor los restos óseos. Persiguetambién, una identificación ósea más exhaustiva y comprendermejor los procesos de formación, buscando, por tanto, una valo-ración de los restos óseos más exhaustiva. Nosotros prestamosespecial atención a esta primera corriente.

La segunda es más interpretativa y pretende una mayor rela-ción de la fauna con las sociedades humanas, así se entiende que

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la subsistencia es el resultado de unas necesidades biológicas y, portanto, se analiza la nutrición, la dieta y otras variables relacionadascon la alimentación, como los procesos de descarnación, desarti-culación, transporte etc., a través de una variada metodologíabasada en análisis bioquímicos, isotópicos, huellas de desgaste,marcas de corte, patrones de representación anatómica etc. Otrofoco de atención son las estrategias de subsistencia, lo que ha moti-vado un gran debate y un gran impulso de la arqueozoología, porlo que se le prestará especial atención más adelante. Otros camposde esta corriente son el estudio de la industria ósea, las asociacio-nes humanas a ciertos animales con significado ritual, simbólico,políticos o económico.

La tercera corriente tiene un sentido más biológico, cronológi-co y geográfico. Se centra, por tanto, en la significación paleoeco-lógica, en los cambios ambientales, la bioestratigrafía, los patronesde distribución, pero también en la paleontología, la biometría, laedad, el sexo y la estacionalidad.

Estos tres tipos de corrientes definidas por Reitz & Wing(1999) implican una extensa línea de investigación que ha dadolugar a multitud de trabajos de investigación que, además, puedeninterrelacionarse entre si.

De esta forma sea cual sea la línea elegida, siempre tendrá quevenir de un análisis metodológico lo más completo posible, tantoen el trabajo de excavación como en el de gabinete y, despuéscuando se miren los patrones de subsistencia, o cualquier otravariable de las antes propuestas se puede combinar con un análi-sis paleontológico, paleoecológico, biométrico, etc.

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CAPÍTULO 2

EL DEBATE DE LA CAZA Y EL CARROÑEO.AÑOS 80 Y 90

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2.1. ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA. DEBATE E IMPULSO DE LA ZOOARQUEOLOGÍA

El impulso que supuso en la zooarqueología, los renovadosmétodos de la arqueología procesual, permitió formular nuevashipótesis y planteamientos críticos con los postulados tradiciona-les. Uno de ellos y al que nos vamos a referir, fue la asunción delpapel predominantemente cazador del hombre paleolítico.

Hasta los años sesenta y setenta este hecho raramente era cues-tionado y se veía al ser humano como el dominador de la natura-leza y un cazador sanguinario sin escrúpulos. Esta visión había idotomando fuerza a raíz de los violentos años que dominaron la pri-mera mitad del siglo XX hasta la segunda guerra mundial. Encualquier libro de Prehistoria de la primera mitad de siglo eracorriente la utilización del término caza (Bosch Gimpera, 1917), eincluso en el siglo XIX era asumido el estado cazador del «hom-bre primigenio» (Boucher de Perthes, 1849). De hecho en elmismo evolucionismo Darwiniano esta asunción era clara si sepiensa que la supervivencia de los más fuertes implica tal carácter.Así, casi toda asociación faunística que estuviera acompañada deindustria lítica era interpretada como caza. Ejemplo de ello puedeser la cultura del oso, en la que era asumida la caza de este animal(Bachler, 1909; Kellerman, 1913; Muhlhoferm 1935, 1937 a, b;Schmidt 1936, 1938).

Pero la culminación del estado cazador antrópico tuvo su apo-teosis en las obras de Linder (1941), Adam (1951), Dart (1953),

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Wasburn (1957), Lee & De Vore (1968) y Wasburn & Lancaster(1968), en las que se exaltaba el poder cazador del hombre a par-tir de la evidencia de la cultura ostodontoquerática descrita porDart en varias publicaciones de los años 50 y 60. De esta forma enalgunos trabajos podía leerse, «Probably all experts would agreethat hunting was a past of the social adaptation of all population ofthe genus Homo and many would regard Austalophitecus as a stillearlier hominid who was already a hunter» (Wasburn & Lancaster,1968-293) o se exaltaba el papel procurador del hombre frente alde la mujer (Wasburn & Lancaster, 1968- 301) «when males huntand females gather, the results are shared and given to the young,and the habitual sharing between a male, a female, and their offs-pring’s becomes basis for the human family».

Pero entre todas, serán las obras de Ardrey (1961, 1976) lasque exalte el instinto violento de los primeros homínidos y su pre-ocupación por las armas, cuyo ejemplo manifiesto es la misma his-toria de la humanidad llena de guerras y cambios técnicos desti-nados a la mejora de las tácticas de muerte y destrucción. En unatraducción al francés de la obra de Ardrey (1961, p. 37) se cita:

Le période transitoire au l’homme ne fut qui une bête deproie et son obsession pour les armes efficaces expliquaient sonhistoire sanglante, son éternelle agressivité, a recherche maladi-ve insensée et inexorables de la mort pour la mort.

y en (1961, p. 297)

Son instinctif domine l’évolution du monde et le perfection-nement des armes», «Nous sommes des enfants de Caïn! l’uniondu carnivore et de un grand cerveau a donne l’homme», «L’hom-me est une bête de proie dont l’instinctive est de tuer a l’aided’une arme», «il devient carnivore et belliqueux.

Por otro lado, es en estos años cuando comienza a cuestionarseel papel exclusivamente cinegético del hombre. Koby (1940, 1943)discute el papel cazador del hombre sobre el oso en los yacimien-tos paleolíticos franceses. Ya que a partir del trabajo experimentalde Zapfe (1939, 1942) se veía como las hienas del zoo producían

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los mismos patrones de fracturación que se daban en las cuevaspaleolíticas, además, se aportaba la posibilidad de que la fractura-ción de los restos de osos podían deberse al pisoteo producido enlos procesos de hibernación. El título del estudio de Wasburn(1957) «The Australophitecus, The hunter or the hunted» o los deBartholomew & Birdsell (1953) y Clark (1959, 1961) aplicado a losaustralopitecos es otro ejemplo del cambio de opinión. En el deWasburn (1957) se insinúa que quizás la presencia de Australopi-tecos en yacimientos con coprolitos de hiena pueda indicar que enlugar de ser ellos los cazadores fueron los cazados. De esta forma,Clark (1959, 71) plantea

The former theory does not necessarily imply that the splen-didly built Australopithecus was capable of killing the largest aswell as the smallest beasts. It is much more probable that whenit came to a meat diet he was a great extent a scavenger whocollected the remains left over from some carnivore’s kill, or thebody of a beast that had died, and carried selected parts sack tohis dent site to eat at his leisure.

Tras esto, añade ejemplos etnográficos de portugueses sobre elcarroñeo practicado por los Hotentotes o los Bantu del río Mashientre Angola y Rodesia, que por la mañana mandan a los niños aobservar donde están los buitres, para recoger los restos de carneabandonados por los carnívoros. Así, en 1961, pp. 311-312, dice,«specialty large animals, could have been obtained by scavenging,ans this is still a web-know practice among some primitive humansocieties today».

Después Leakey (1967) plantea que en los primeros estadiosde la humanidad debió darse el carroñero, así muestra una inter-pretación dualista que cuadra muy bien con el evolucionismo uni-lineal de la época, en el que los primeros Australopitecos son vege-tarianos, los siguientes Australopitecos carroñeros y los Homocazadores. Igualmente Isaac (1971) se plantea el papel que pudojugar la carne entre los primeros homínidos, después Read Martin& Read (1975), Bonnichsen (1975), Hill (1975, 1976), Shipman &Philips (1976), cuestionan la caza de los primeros homínidos yproclaman el carroñeo de los Australopitecos. En esta línea Tanner

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& Zilhman (1976) rechazan la caza como estrategia de obtencióncárnica al implicar marginación de la mujer, algo que es rebatidopor Etioko-Griffin & Bion Griffin (1979), que si son partidariosde la caza, al documentar esta práctica en mujeres de algunassociedades cazadoras-recolectoras actuales o sub-actuales. Otrosautores sugieren un comportamiento mixto de caza de animales depequeño tamaño, bien por edad o por talla y carroñeo de los demayor tamaño (Vrba, 1975).

En estos años los términos de caza, salvajismo y ferocidad sonremplazados por los de carroñeo, incapacidad y peligrosidad.Ahora tienen mayor peso las incapacidades humanas frente a lasde los carnívoros (lentitud, ausencia de garras y dientes, gracili-dad, etc). Todo este panorama culmina con el importante año1981, cuya significación lo es por dos motivos.

El primero es la culminación de numerosos trabajos tafonómi-cos de obligada referencia que marcarán el camino de la futurainvestigación de los años ochenta y noventa, así destacan princi-palmente los estudios de Binford (1981), Brain (1981), Bunn(1981), Gifford González (1981), Jochin (1981), Shipman (1981),Haynes (1981) y Potts & Shipman (1981). El otro es que las obrasde Brain (1981) y Binford (1981) contribuirán de forma definitivaa derribar el mito del hombre cazador y a poner de manifiesto laimportancia de los análisis tafonómicos como herramienta paradiferenciar que agentes pueden influir en el aporte de los restosóseos. Ambos trabajos supondrán el fin de la llamada cultura osto-dontoquerática y, los homínidos pasarán de ser cazadores a sercarroñeros marginales (Binford, 1981) o presas de grandes carní-voros (Brain, 1970, 1981), cocodrilos (Davidson & Solomon, 1990)e incluso de aves como muestran Berger & Clarke (1995).

De esta forma, las inferencias sobre la subsistencia humana sonpara Binford (1981-294)

I. They (the hominids) were scavenging death sites of ani-mals after of the other predator-scavengers had abandoned thecarcass and scattered some of its parts. II. The parts scavengedwere primarily leg bones that appear to have already had themeat removed, or they were lower leg bones that had little meatpresent… III. The major, or in many cases the only, usable or

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edible parts consisted of bone marrow. IV. Hominids were usinghammer tools to break open the leg bones and thereby exposethe usable marrow… there is no evidence supporting the ideathat the hominids were removing food from the locations of pro-curement to a base camp for consumption. In fact, the covariantpatterning among anatomical parts shows that the parts selectedby hominids for use were taken from already consumed andabandoned carcasses: The coincidence of boty the residual com-ponents of such an animal kill and the modified elements usedby the hominids at the same site demonstrates nicely that theconsumption was at the place of procurement. No evidence forbase camps exists. Similarly, the argument that food was sharedis totally unsupported.

Binford (1988-59) se muestra muy explícito en la siguiente cita«The sing seen clear earliest man far from appearing is a might hun-ter of bests seen to have been the must marginal of scavenger». Conel libro «Bones» se produce un cambio en la concepción de la cazaque para Lewin (1984) supone la amplitud de muchas otras posi-bilidades (Lewin, 1984-861) «The idea that scavenging might haverepresented a complete ecological adaptation is only now being arti-culated». Aunque para este autor, el carroñeo fue la estrategia prin-cipal empleada por los primeros homínidos. En esta línea Chase(1991) opina que el empleo de una estrategia oportunista sólotiene sentido si el acceso a la carcasa es más económico y menoscostoso que la caza.

Siguiendo esta dinámica numerosos autores seguirán defen-diendo la caza como estrategia de subsistencia, pero a diferen-cia de los trabajos previos de los años sesenta y anteriores, inten-taran argumentar sus hipótesis por medio de una metodologíamás rigurosa similar a la empleada por los defensores del carro-ñeo. Esto será, a través del uso de la analogía y el actualismo yla utilización de análisis tafonómicos, experimentales, etnoar-queológicos y etológicos. Un ejemplo de ello puede ser el estu-dio de King (1975), el cual critica el carroñeo como estrategiaalimenticia por la peligrosidad que conlleva disputar las carca-sas a los carnívoros, al observar la capacidad cinegética de variosprimates.

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La consecuencia de esta nueva forma de hacer las cosas pro-dujo un intenso debate y un aluvión de publicaciones que se hamantenido vivo en varias revistas de ámbito norteamericano en losaños ochenta (Paleobiology, American Antiquity y Current Anthro-pology) y en los noventa (Journal of Human Evolution, Journal ofArchaeological Science, Journal of World Prehistory y Journal ofAnthropological Archaeology). Como es de suponer, todo esto hapropiciado una extensa bibliografía de réplicas, contrarréplicas yenfoques varios que en algunos casos combinan las estrategiascinegéticas con las oportunistas y en otros, se aboga a una subsis-tencia basada en la recolección de productos vegetales (Puetch etal., 1983; Kornfield, 1996; Couplam, 1997), o rica en este tipo deproductos (Peters & Blumenschine, 1995; Blumenschine & Peters,1998; Lee Thorp et al., 2000). Así, Sponhein & Lee Thorp (1999)y Lee Thorp et al. (2000), muestran que a partir del análisis delcontenido de carbono de los huesos, la dieta de los Australopitecosy los Homo no difería mucho, la cual se relacionaba más con unadieta omnívora rica en vegetales con algo de carne. De la mismamanera, Shipman (1989) propone una alimentación más vegeta-riana a partir de la realidad etnográfica.

Por el contrario, Kent (1989) muestra que etnológicamentediversas sociedades consideran mejor la caza y la carne que la adqui-sición de vegetales por el mayor aporte nutricional de la carne. Enotro estudio, Aiello & Wheeler (1995) reconocen la mayor calidadalimenticia de las dietas cárnicas frente a las vegetales lo cual puedeobservarse en la reducción intestinal de las dietas carnívoras. Así,observan que nuestra capacidad intestinal es inferior a la del restode los primates, lo que se relaciona con una dieta más rica energé-ticamente. La de los herbívoros implica un desarrollo intestinalmayor, lo que favorece el procesamiento de toda la materia vegetalque consumen y, por tanto, implica un intestino muy largo. Por elcontrario, el intestino de los carnívoros es más corto y en los pri-mates intermedio, pero en el hombre es corto y próximo al de loscarnívoros, lo que puede relacionarse con dietas más ricas y, portanto, cárnicas. Una dieta de alta calidad implica, un menor costeenergético en las actividades alimenticias que permite una mayordisposición energética que puede ser utilizada en otras aplicaciones

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como el aumento de la capacidad craneal. De hecho Aiello & Whe-ler (1995) observan una relación positiva entre la reducción intesti-nal y el incremento de la capacidad craneal, el cual se acentúa toda-vía más con el manejo de las herramientas líticas y el cocinado delos alimentos, que aumentan la calidad de éstos. También, Boche-rens (1997) y Drucker & Bocherens (2004) reconocen un impor-tante consumo cárnico en las dietas de Neandertal según revela losanálisis isotópicos de colágeno sobre la proporción de 13C/ 12C y15N/ 14N.

Este intenso debate sobre las estrategias de adquisición cárni-cas no es sólo la discusión por dos ideas contrapuestas relaciona-das con la subsistencia o las ventajas biológicas, son también dosmodos de reconocer el pasado, uno más socializado con gruposorganizados frente a otro más individualista y menos colectivo.

Para Blumenschine (1986) la elección de una postura cinegéti-ca contra otra oportunista se debe a una doble motivación «meto-dológica-filosófica». La caza implica el reconocimiento de la coope-ración entre el grupo para llegar a un fin y, por tanto, la existenciade ciertas relaciones sociales que van desde la organización, coo-peración, el tratamiento de la pieza cazada y su posterior reparto.Agrega Blumenschine (1986 a)

Sólo hay dos formas de adquirir carne, una es la caza (im-plica un alto acceso cárnico y conlleva cierta cooperación social)y la otra es el carroñeo (comportamiento más oportunista deescasa competencia social-trófica).

También, en un trabajo de Enloe (1991), se relacionan estudiosóseos con sociedades recolectoras y colectoras y se observa comoen las colectoras más cárnicas, la complejidad social es mayor queen las sociedades recolectoras, donde hay pocos taxones, la repre-sentación anatómica es variable y depende del tamaño del grupo,frente a las sociedades colectoras que tras una caza colectiva haymayor abundancia de individuos, una representación anatómicamás abundante y organizaciones sociales más complejas.

Siguiendo esta línea, Domínguez (2002) haciendo alusión a lasubsistencia de los primeros grupos humanos, indica que la adap-tación a la sabana debió propiciar unas mayores relaciones socia-

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les ya que la caza supone una mayor cooperación frente al carro-ñeo más individualizado. Algo en lo que coinciden Chase (1989) yBrugal (1992) al relacionar las estrategias cinegéticas con unamayor cooperación y cohesión social y, Hill (1982) al valorarla lacomo elemento dinamizador de la evolución humana atendiendoa aspectos sociales, tecnológicos y biológicos.

El papel social de la caza favorecerá no solo la cohesión delgrupo sino también el acceso a presas de mayor tamaño y unamejor alimentación. Así, Steele & Baker (1993) han mostradoexperimentalmente que la caza colectiva es más rentable que laindividual, tanto entre grupos humanos como entre diferentestipos de carnívoros. Por el contrario, una estrategia carroñera nosólo implica esta menor sociabilidad, sino que también una mayorcompetencia entre los individuos del grupo y el control de territo-rios más amplios que permitan tener un mayor control del mismoy de las carcasas que se produzcan en el (Shipman, 1984 a). Porotro lado, y volviendo al trabajo de Enloe, se dice que todas lassociedades cazadoras recolectoras actuales comen carne en un20% de su dieta como mínimo.

2.2. AÑOS 80 Y 90 EL DEBATE SE INTENSIFICA

Tras «Bones», la discusión en torno a la subsistencia humanaha sido uno de los debates que más expectación ha creado. En losúltimos años parece que va tocando fin, pero de momento siguesiendo una cuestión abierta. A continuación se resumirá la «gue-rra» dialéctica que ha suscitado la caza contra el carroñeo, duran-te los años 80 y 90.

La idea del carroñeo es una idea que ha sido defendida desdediversos puntos de vista, así, hay quienes hablan de carroñeo deanimales grandes y de caza de pequeños (Straus, 1976, 1982, 1992;Straus et al., 1980; Binford, 1981, 1983, 1984 a, b, 1985, 1987a,1988 a, b, c; Klein & Cruz Uribe, 1984; Binford & Stone, 1986;Blumenschine, 1986 b; Turner, 1984 a, 1988, 1991, 1995; BarYosef, 1991; Stiner, 1991 a, b, c, e, f, 1993 a, b, 1994, 1995, 1997 a,c; Stiner & Kuhn, 1992; Blumenschine & Peters, 1998), carroñeo

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de confrontación (Bunn & Kroll, 1986; Bunn & Eso, 1993), carro-ñeo ocasional (Klein, 1989, 1994, 1995; Klein & Cruz Uribe,1996), carroñeo mixto de caza oportunista esporádica (Straus,1986) o de una situación en la que prima el carroñeo y la recolec-ción de vegetales y otros recursos secundarios junto a una caza enlos momentos de escasez (Speth, 1987, 1989; Trinkaus 1987;Marean, 1989; Peters & Blumenschine 1995; Blumenschine &Peters, 1998; Villaverde et al., 1998; Lupo, 1998).

También hay quienes sugieren un carroñeo estacional en fun-ción de las migraciones animales y las mayor mortalidad naturaldurante determinados momentos del año (Speth, 1987, Capaldo &Peters, 1995). En casos concretos, Díez et al. (1999 a) hablan deuna caza de animales de pequeño tamaño y un «carroñeo prima-rio» de las especies de talla media y grande para el estrato Aurorade Gran Dolina de Atapuerca. Aunque para otros yacimientos delPaleolítico Inferior español sigue defendiendo un carroñeo antró-pico marginal (Díez, 1992, 1995; Díez et al., 1996).

Junto a éstos, una gran diversidad de autores también hablan deestrategias oportunistas entre los primeros homínidos africanos yeuropeos (Vrba, 1980; Lewin, 1981; Blumenschine, 1986 a, 1988,1989, 1995; Shipman, 1983, 1984 a, 1990; Marean, 1989; Turner,1984 a, 1989, 1991, 1992, 1995; Bar Yosef, 1994; Selvaggio, 1994,1998 a, b; Capaldo, 1995, 1997; Martínez Navarro & Palmquist,1996; Arribas & Palmquist 1999; Selvaggio & Wilder, 2001 etc.).Así, Lupo (1998) habla de un carroñeo oportunista condicionadopor el gasto de procesamiento, Tunnell (1990), Blumenschine(1995), Selvaggio (1994, 1998) y Capaldo (1995, 1997, 1998)comentan, que el carroñeo humano debió producirse y especializar-se sobre las presas de leones o leopardos según propone Selvaggio& Wilder (2001). Otros como Blumenschine & Madrigal (1993) yBlumenschine (1995) sugieren la posibilidad de un carroñeo medu-lar basado en la abundancia de huesos largos dejados por félidos.

Turner (1984 a, 1991, 1992, 1995) propone que la ocupaciónde Europa fue ligada a la expansión de los grandes félidos que alproducir carcasas aumentaban las posibilidades de carroñear y,Gamble (1983) sugiere que las áreas europeas con mayor concen-tración de restos humanos están en las zonas con menor cantidad

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de carnívoros, lo que permitía a los homínidos disponer de unamenor competencia trófica. Martínez Navarro & Palmquist (1996)y Arribas & Palmquist (1999) proponen un carroñeo especializa-do en las presas de los dientes de sable y, proponen una dispersiónde los homínidos por Europa en función de la dispersión de estosgrandes félidos.

En otros casos, no terminan de decantarse sobre la utilizaciónde una estrategia u otra (Crader, 1983, Hill, 1983), aunque enKlein (1987, 1994 b) sin llegar a pronunciarse sobre ninguna pos-tura en concreto dice que de darse caza en el Paleolítico Inferior,los cazadores debieron ser más inexpertos que los del PaleolíticoSuperior o los del final del Paleolítico Medio. En esta línea, Trin-kaus (1987) propone una evolución lineal del estado predador delhombre, en el que se pasa de un estado carroñero entre los Homohabilis a otro cazador en los homos posteriores. En relación contipos humanos posteriores Klein (1979) y Klein & Cruz Uribe(1979, 1996) dicen que los grupos humanos de Klasies RiverMouth y Die Kelders Cave eran menos eficientes que los del LaterStone Age y Speth et al. (1997) opinan lo mismo para Kebara, aligual que Burke (2000) para Starosole. Por otra parte Patou Mat-his (1993 b), propone que el carroñeo no tiene por que ser un indi-cativo cronológico o de menor grado tecnológico, a diferencia dela caza, que a lo largo de su desarrollo presenta una mayor varia-bilidad de modalidades y técnicas que finalmente desembocan enla práctica de distintos tipos de caza, como la caza estacional, laespecializada, la hiperespecializada, la orientada sobre 2 ó 3 espe-cies o la oportunista.

Otros autores, en lugar de hablar de caza, lo hacen de altoacceso cárnico o acceso primario (Bunn, 1983, 1986; Weeb, 1989;Martínez Moreno 1993, 1998; Cáceres 1995; Aimene et al., 1996 a,b; Díez et al., 1996 a, b; Esteban 1996 a, b; Domínguez, 1997 a, b,d; Patou-Mathis, 1997; Avery et al., 1997; Bocherens, 1997; Aime-ne 1998; Domínguez & De la Torre, 1998, 1999; Huguet et al.1999; Gaudzinski, 1999 b, 2000). En última instancia están los quehablan de caza (Clark & Haynes, 1970; Girad & Davis, 1982;Chase 1986, 1987, 1988, 1989, 1991; Farizy & David, 1989; Valen-si, 1991, 1996, 2000; Farizy & Francini, 1992; Farizy et al., 1994;

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Auguste, 1994; Oliver, 1994; Grayson & Delpech, 1994; Klein,1994 b, 1998; Yellen et al., 1995; Cáceres, 1995; Domínguez, 1996c, 2002; Marean, 1998; Marean & Kin, 1998; Milo, 1998; Moncel& Patou Mathis, 1997; Auguste et al., 1997; Gaudzinski, 1996,1999 b, 2000; Roebroecks, 2000 y un largo etcétera). Al ser la cazaun fenómeno económico y social que relaciona al hombre con elmundo animal, su ecología y el conocimiento del medio ambiente,algunos autores y a raíz de los trabajos de Patou Mathis (1993b,1997) tratan de distinguir distintos modelos cinegéticos que rela-cionen la conducta antrópica con su adaptación al medio y la dis-ponibilidad de recursos, identificando para ello distintas estrategiacinegéticas en función de la estacionalidad, la edad o el sexo de laspresas, etc. por la que se identifican comportamientos oportunis-tas, diversificados, especializados u orientativos etc.

Los partidarios del carroñeo basan sus ideas en diferentes pará-metros que ahora comentaremos. Vrba (1980) lo hace en las eda-des de las presas y en la talla, propone que los yacimientos con pre-dominio de individuos adultos y animales de talla media y grandeson sintomáticos de una estrategia oportunista al tener más médu-la para carroñear, coincidiendo con las presas de los leones, de lamisma forma que en Vrba (1975), dice que la caza sólo se produ-cirá sobre los taxones de tamaño pequeño, bien sean crías de ani-males grandes o adultos de especies pequeñas.

Potts (1983) en un nuevo enfoque, propone que en un accesoprimario, los carnívoros consumen predominantemente las partesdelanteras y posteriormente las traseras, por lo que en un accesoantrópico primario, debería haber mayor proporción de elementosanteriores frente a los posteriores y en uno secundario otro distin-to. Blumenschine (1986 b) tras observar la secuencia de consumoque realizan los carnívoros ha distinguido cinco momentos. En elprimero se consumen las vísceras, en el segundo la carne de loscostillares y de los cuartos delanteros y traseros indistintamente,en el tercero se consume la carne de la cabeza y después se pasa ala medula, primero la de los elementos delanteros y después la delos traseros y por último se consume el contenido endocraneal.Aunque las conclusiones de Blumenschine son parecidas a las dePotts (1983), en realidad son algo diferenciadas en el sentido que

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en la observación de Blumenschine, el consumo de la carne esanterior en los cuartos traseros y posterior en los delanteros y enque también observa cierta variabilidad en función de las presas yel predador.

Stiner (1991 d y 1995) a partir de los patrones de transporteprotagonizados por distintos grupos de carnívoros y sociedadeshumanas, dice poder diferenciar estrategias cinegéticas o carroñe-ras, de tal manera que una abundancia de elementos craneales yapendiculares inferiores sería susceptible de estrategias secunda-rias. De la misma forma Valensi (1994) dice que cuando una acu-mulación ósea presenta abundancia de elementos con elevadopoder nutritivo es sintomático de comportamientos cinegéticosfrente a los que tienen escaso poder alimenticio, en cuyo caso, loson de comportamientos carroñeros.

También basándose en los patrones de representación anató-mica, los de edades, talla y en las marcas de dientes que dejan loscarnívoros, Binford (1981, 1984), Blumenschine (1986 b), Stiner(1991 a, 1994) y Stiner & Khun (1992) defienden el carroñeo. Paraellos un comportamiento de este tipo dejará predominio de indi-viduos adultos seniles e infantiles, animales talla media-grande,abundancia de partes apendiculares inferiores y craneales, grannúmero de marcas de diente y presencia de marcas de corte en loselementos distales. En el trabajo de Binford (1984) añade quehabrá pocas Filetting Marcks y muchas HachMarks o Chevrons.Shipman (1983, 1986), a partir de Vrba y Binford defiende elcarroñeo basándose en las edades y las tallas descritas por Vrba,aunque reconoce que sólo las especies de talla media y grande pue-den ser carroñeados, al desaparecer los restos óseos de animales depequeño tamaño en la acción previa de un carnívoro. En base a losestudios etnográficos y etnoarqueológicos añade que las socieda-des cazadoras actuales están especializadas en la caza de indivi-duos juveniles, por lo que una representación con predominio deindividuos adultos y seniles es más indicativa de carroñeo. En rela-ción a los patrones de alteración ósea, dice que para Olduvay pre-dominan las marcas de corte en los elementos craneales y en losapendiculares inferiores, lo que coincide con las partes cárnicasmás marginales y, por tanto, con los únicos residuos disponibles en

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un acceso secundario. Lo que contradice las observaciones deBunn (1983) que interpreta para FLK ZINJ un alto acceso cárni-co, al haber una alta proporción de marcas de descarnación supe-rior a la de otros yacimientos holocénicos como Prolonged Briff yChencherene. Además, observa que todos los individuos tienenmarcas de corte y concretamente en las secciones más cárnicas,apareciendo principalmente sobre diáfisis y metadiáfisis y tambiénen pelvis y costillas. Por otro lado, Shipman (1984 a, 1986) inter-preta que las marcas de corte sobre las diáfisis son más sintomáti-cas de un aprovechamiento residual de los despojos cárnicos aban-donados por los carnívoros, así cita en Shipman (1984);

Second, human hunters often butcher carcasses, in the senseof removing meta from the bones. Butchery marks are usuallyfound on the shafts of bones from the upper past of the front orhind limb, since this is where the big mush masses die.

En otro trabajo, Shipman (1990) defiende el carroñeo basán-dose en los patrones de representación anatómica y en la propor-ción de marcas de corte y diente. Así dice que para hablar de uncomportamiento cinegético debe haber un 90% de marcas decorte en las articulaciones, en los metapodios (para el aprovecha-miento de las pieles) y en las partes ricas en carne, que deberánpresentar además un solapamiento de las marcas de diente sobrelas de corte. Por el contrario, en un acceso secundario habrán másmarcas de diente que de corte, un solapamiento de marcas decorte sobre las de diente anteriores y, escasa presencia de marcasde descarnación y desarticulación, aunque reconoce que se puedeconsumir un animal sin dejar marcas, tal y como han observadoCrader (1983) y Lyman (1985).

En su estudio paleoecológico, Blumenschine (1986 a, 1987)concluye a partir de diferentes caracteres, que el carroñeo debióser una adaptación previa a la caza practicada por los distintostipos de homínidos de los yacimientos de Olduvay y Koobi Fora.Con relación a la talla y la edad de las presas coincide con las con-clusiones de Vrba, Binford y Shipman. En cuanto a los patrones derepresentación anatómica, dice que sólo pueden ser carroñeableslos elementos craneales y apendiculares inferiores, ya que son los

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únicos elementos que abandonan los carnívoros en un consumoinicial. A partir de la arqueología del paisaje dice que los gruposhumanos del Pliopleistoceno ocuparon ambientes aluviales, loscuales son los únicos entornos favorables para la práctica delcarroñeo, ya que en dicho medio disminuye la presión trófica dehienas, las carcasas tienen mayor durabilidad y en la estación secaaumenta la proporción de ungulados. Por lo que concluye, que losgrupos humanos eran consumidores secundarios de las presascazadas por leones en medios aluviales durante la estación seca,según se confirma con los datos de Speth y Davies (1987) paraKoobi Fora y Olduvay. Agrega Blumenschine, que un comporta-miento cinegético indicaría una estrategia más especializada sobrealgún recurso concreto y una abundancia de partes anatómicasmás cárnicas, edades de tipo juvenil y marcas de corte en las sec-ciones más cárnicas. Por otro lado, Blumenschine reconoce laposibilidad de que se puedan cazar animales de talla pequeña, yaque algunos primates lo hacen y un supuesto carroñeo en especiesde este tipo es inviable tras el paso de un carnívoro, ya que en 20minutos no dejan nada aprovechable.

En función de los patrones de edad, Klein (1982 a, b) sugiereque la investigación de los perfiles de mortandad pueden ayudar acomprender las diferencias entre caza y carroñeo. Para él, un com-portamiento cazador formará patrones atricionales frente a otrocarroñero con predominio de adultos.

Con mayor prudencia Stiner (1991 e) sugiere que antes de sacarconclusiones en función de los patrones demográficos de mortan-dad catastrófico o atricional, hay que realizar unos estudios paleo-ecológicos previos que evalúen el comportamiento de los carnívo-ros con sus presas y sus patrones de mortandad. Tras ver estasobservaciones vio unos patrones distintos de los carnívoros respec-to a los humanos, entre los cuales, el de los humanos del Paleolíti-co Medio son diferentes al de los cazadores actuales y se aproximamás al de los carnívoros, lo que lo relaciona con una estrategiacarroñera (Stiner, 1991, c, f, 1993 b, 1994). De esta forma, los yaci-mientos con predominio de elementos craneales se deben a laacción de carnívoros frente a los antrópicos en los que están repre-sentados todos los restos y los animales mantienen unos porcenta-

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jes similares. Los carnívoros tienen más individuos viejos en suscubiles frente a las acumulaciones humanas que presentan unamayor proporción de individuos jóvenes, las marcas de diente tam-bién son más abundantes en las concentraciones animales y la pre-sencia de carnívoros así como la de coprolitos también es mayorque en las acumulaciones antrópicos.

En varios trabajos de Stiner (1991 a, c, f, 1993, b, 1994) sobreel Paleolítico Medio italiano, los perfiles esqueléticos son ricos enelementos de escaso contenido cárnico (elementos craneales ymetapodios) repitiéndose los patrones que dejan las hienas en suscubiles. Los estadios de edad están compuestos de infantiles yseniles y la escasez de marcas de corte frente a las de diente, lahacen pensar en la existencia de ciertas estrategias oportunistasentre los neandertales.

Foley (1983) en función de los patrones de representacióntaxonómicos y en la idea del forrajeo óptimo, interpreta que unaacumulación con gran abundancia taxonómica es indicativa de uncomportamiento oportunista al no denotar especialización, por elcontrario un patrón más especializado sería indicativo de un com-portamiento cinegético.

Selvaggio (1994, 1997), Blumenschine (1995), Capaldo (1995,1998) a partir de la ecología del paisaje y de los patrones de mar-cas de diente, concluyen que las estrategias de subsistencia de losprimeros grupos humanos de FLK debieron estar especializadosen un carroñeo sobre presas de leones. Las observaciones ecoló-gicas han demostrado que el carroñeo de animales de pequeñatalla es inviable y que la presencia de estos taxones en FLK debeser el resultado de estrategias cinegéticas. Por el contrario, la pre-sencia de animales de tamaño medio solo es explicable a partir deun comportamiento oportunista previo a la acción de las hienas.De esta forma, los homínidos debían aprovechar las presas aban-donadas por los leones, tras ellos intervendrían las hienas termi-nando el consumo de las carcasas. Por lo que según estos autores,se produce un patrón tripartito, en el que los leones consumen lacarne, los homínidos la médula y la hiena la grasa. Los argumen-tos de esta hipótesis son la mayor presencia de marcas de diente yla idea de que las marcas de corte son el resultado de la elimina-

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ción de residuos cárnicos, cuya finalidad es favorecer la percusión.Finalmente, la acción de las hienas queda atestiguada, por la obser-vación analógica de su intervienen sobre los campamentos huma-nos actuales, una vez que son abandonados.

Con relación a las marcas de diente, Blumenschine (1995) yCapaldo (1995) observan en sus experimentos que la acciónsecundaria de los carnívoros ofrece porcentajes de marcas de dien-te bajos, sin embargo, para FLK el porcentaje de marcas es muchomás amplio. En función de esto Blumenschine & Madrigal (1993)proponen a partir de todos estos argumentos y el estudio medularde diferentes especies, que un aprovechamiento de tuétano de laspresas proporcionadas por los félidos sería distinto del que pro-pone Binford (1981), ya que las presas murieron en buenas condi-ciones nutritivas y la abundancia de partes esqueléticas ricas encontenido medular, ofrecieron a las homínidos unas buenas posi-bilidades de carroñear. Selvaggio & Wilder (2001) en función deltamaño de las marcas de diente propone que en FLK el aporte ini-cial no fue de leones sino de leopardos, al que siguió la acciónhumana y finalmente las hienas.

Turner (1991, 1995) propone en función de la representacióntaxonómica, que la mayor proporción de carnívoros en el Paleolí-tico Inferior y la escasez de hienas podía ser un factor favorablepara el poblamiento de Europa o Sur África (Turner, 1988), ya quela ausencia de carroñeros ofrecería a los homínidos una menorcompetencia trófica y, por tanto, una mayor accesibilidad a las car-casas abandonadas por los grandes félidos. Sin embargo, en elregistro arqueológico si esta documentada la presencia de los gran-des carroñeros, como indica la presencia del genero Pachicrocutaen la Península Ibérica (Martínez Navarro, 1992; Arribas et al.,1996; Martínez Navarro & Palmqvist, 1999).

En función de los carnívoros existentes en el registro arqueo-lógico Blumenschine (1986), Marean & Blumenschine (1997) yLewis (1997) aportan que la presencia en el registro de grandescarnívoros podría ofrecer a los homínidos amplias posibilidadesde carroñear. De igual manera Lewis (1997) propone un carroñeoespecializado sobre las presas de los grandes felinos, ya que suelencazar animales de talla grande y formar acumulaciones bien en

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medios abiertos, como es el caso de los Homotherion o cerrados enel caso del Dinofelis y el Megantereon, aumentando en este últimocaso, aún más las posibilidades de carroñear ya que los antiguostipos de hiena vivían en medios abiertos.

Siguiendo este tipo de planteamiento Arribas & Palmquist(1999) proponen que los homínidos con cultura olduvayense iríanasociados a las carcasas abandonadas por Megantereon, ya quecuando surge el Achelense en África hace 1,5 m. a. los Megantere-on desaparecen en África y, se extienden a Europa donde sobrevi-ven hasta mediados del Pleistoceno Medio, justo cuando empiezaaparecer el achelense europeo.

Lupo (1998) dice que debido al gasto energético que suponeel procesamiento de carcasas ya carroñeadas, quizás el carroñeo,no era más que una fuente alternativa de obtención de nutrientesfrente a otros recursos como los vegetales o la caza de animalespequeños. En esta línea Capaldo & Peters (1995) propone la ideade un carroñeo estacional aprovechando la mortandad natural quese produce en determinados eventos como cruces de ríos, grandessequías etc. Sin embargo, ante esta idea hay que decir, que larepresentación taxonómica de los yacimientos no muestra unapredominancia de especies migratorias y los patrones de edad nose corresponden con eventos catastróficos.

En otros casos, Bunn & Kroll (1986) y Bunn & Ezzo (1993)observaron en FLK Zinj 22 unos patrones anatómicos con abun-dancia de porciones cárnicas y las marcas de corte en los elemen-tos superiores y en las diáfisis son sintomático de un alto accesocárnico frente a la opinión de Shipman (1983, 1986). Además, aña-den que a diferencia de otros yacimientos como FLKNN2 en elque la acción animal fue más importante según refleja la abundan-cia de elementos apendiculares inferiores, en FLK hay una mayorrepresentación de animales de talla media y pequeña. Lo que esinterpretado por estos autores como carroñerismo de confronta-ción o de enfrentamiento contra los carnívoros, algo difícil de pen-sar sí imaginamos los riesgos que supone enfrentarse a un grupode leones (Treves & Treves, 1999) y, más aun en estos momentos,en los que su talla era superior a la actual (Domínguez, 1996,1998). Por otro lado, O’Connell et al. (1987) ha observado esta

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estrategia entre los Hadza y Patou Mathis (2000 b) entre los Kung,de esta forma, se describe que en ocasiones cuando se ve a un leónsolitario se le acercan sigilosamente y cuando lo tienen acosado elleón huye, o bien encienden un fuego cercano a favor del vientoprovocando el mismo efecto. En cualquier caso nos trasmite laautora que no es una estrategia muy usada y económicamente noes rentable cuando se trata de presas pequeñas.

Los partidarios de las tesis cinegéticas defienden sus postuladoscon la misma metodología utilizada por los partidarios del carro-ñeo. Es decir, por medio de los patrones de representación taxo-nómica, los de edad, los de representación esquelética y los de dis-tribución y cuantificación de marcas de corte y diente. Perotambién completan sus argumentos con otro tipo de datos proce-dentes de la traceología, la deposición de útiles y la nutrición.Lalueza & Pérez (1993) muestra como la dieta de los neandertalesde Gibraltar debió ser principalmente carnívora, igual que Boche-res (1997), Bocherens & Druxler (2003) y Druxler & Bocherens(2004) entre neandertales y Geigl (1996) en Homo erectus. Walker(1981) dice que los australopitecos tenían una dieta más frugívorafrente al Homo erectus que según indican los restos de Koobi Foraque analiza Walker et al. (1982) padeció un trastorno crónico típicode una dieta excesivamente rica en vitamina A (Hipervitaminosis),algo que sólo se produce cuando se consume una excesiva cantidadde hígado, especialmente hígado de carnívoro, o en una dieta espe-cializada en larvas como propone Skiner (1991). Keeley & Toth(1981) sugiere que las marcas de desgaste de la industria lítica deKoobi Fora es indicativa de un consumo cárnico y Clark & Haynes(1970) muestran como en determinadas acumulaciones la cantidadde industria asociada a fauna puede indicar consumo cárnico.

Los ejemplos sobre los defensores de estrategias cinegéticasson muy numerosos por lo que es imposible comentar todos loscasos, pero a continuación se mostraran algunas interpretacionesbasadas en una serie de criterios similares a los que manejan losdefensores del carroñeo.

En función de los patrones de representación anatómica Bunn(1983 b) habla de la caza de seis individuos, al predominar lasextremidades acompañadas de una alta proporción de vértebras y

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escasa presencia de elementos craneales. Girad & David (1982),plantean que la acumulación de bóvidos de Mauran (Francia) esconsecuencia de la acción humana, ya que el perfil de edad escatastrófico y en caso de ser un acontecimiento natural presentaríamayor promedio de individuos jóvenes. Para FLK y FXJj 50Domínguez (2002) defiende el comportamiento cinegético antró-pico frente al carroñero de Selvaggio (1994, 1998), Blumenschine(1995), Capaldo (1995, 1997, 1998) en función de tres razones. Laprimera se basa en la abundancia de marcas de corte y su correla-ción con los resultados obtenidos experimentalmente, los cualesmuestran unos patrones similares a los de FLK. De esta forma, ladistribución anatómica de las marcas se corresponden con unacceso antrópico primario. La segunda se refiere a las marcas dediente que reflejan unos porcentajes inferiores de lo que deberíaaparecer en un acceso primario de carnívoros. La tercera causa, sebasa en la gran cantidad de elementos completos y axiales que apa-recen en el yacimiento, lo que es extraño dada la acción de las hie-nas, lo cual indica que los homínidos introdujeron una gran canti-dad de porciones altamente cárnicos que tras su consumo eranabandonados a la suerte de los carroñeros, los cuales dada la abun-dancia de restos, no consumían todos, respetando muchos de losque aparecen aquí.

Tras una discusión previa, Chase (1986) concluye que paraCombe Grenal se produjo una estrategia cinegética según se des-prende de la variedad taxonómica y, los cambios faunísticos en fun-ción del cambio climático, lo que se relaciona con una cierta selec-ción de recursos. También lo indican los patrones de edad, ya que elrepresentado no muestra un patrón atricional y los perfiles esquelé-ticos no se limitan a restos craneales y apendiculares distales. En untrabajo posterior (Chase, 1987), se debate sobre la caza y el carro-ñeo y, en réplica al análisis de Binford (1985), que en Europa se pro-dujo caza de animales pequeños y carroñeo de grandes (Bos yEquus), añade que esta hipótesis no se ha contrastado tanto como enel estudio que realizó para Klasies River Mouth en 1984 y que paraEuropa deberían estudiarse los yacimientos con mayor detalle.

Sobre Klasies River Mouph ya nos referiremos más adelante,pero para otros yacimientos como Grotta Vaufrey (Chase 1986,

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1987; Grayson & Delpech, 1994), Mauran (Girad & David, 1982),la Quina (Chase et al., 1994), Il Skaya (Hoffecker et al., 1991), Mez-maieskaya (Barysnikov et al., 1996) o Swascombe la alta presenciade elementos apendiculares superiores y su asociación con marcasde corte seria sintomático de estrategias cinegéticas. Además, elpatrón atricional con predominio de juveniles en Il Skaya muestrauna estrategia cinegética diferente de la que propone Klein (1982).

En la Quina, la presencia de marcas de corte en distintos ele-mentos axiales se asocia al consumo cárnico y, por tanto, a un pro-tagonismo antrópico anterior al de los carnívoros, cuya acción haquedado atestiguada a través de multitud de marcas de diente queindican su intervención en el yacimiento (Chase et al., 1994).

Para otros lugares musterienses, Chase (1986, 1987, 1988,1989 y 1991) interpreta una estrategia cinegética dependiente delmedio, que ha propiciado que en determinados yacimientos se die-ran patrones especializados sobre especies migratorias. Este autorfrente a Klein no ve diferencias entre la subsistencia del Paleolíti-co Medio y el Paleolítico Superior. Sus argumentos se basan en laabundancia de marcas de corte y de elementos apendicularessuperiores. Para el Paleolítico Medio alemán, Gaudzinski (1996,1999, 2000) y Roebroks (2000), también han documentado estra-tegias cinegéticas para este periodo en función de los patronesesqueléticos, los de edades y los de alteración ósea.

En otros sitios como en Kobeh Cave y Die Kelders Cave,Marean (1998) interpreta un comportamiento cinegético antrópi-co al presentar una representación anatómica bastante compensa-da con abundancia de elementos apendiculares y reducidos por-centajes de marcas de diente en torno al 16-20%, frente aquellasacumulaciones en las que intervienen primero los carnívoros convalores superiores al 80 % de marcas de diente. Destaca tambiénla mayor proporción de marcas de corte, que especialmente seproducen sobre las cañas. Lo que para este autor es sintomático deun rico acceso cárnico igual que para Bunn & Krull (1986) yDomínguez (1997 a, b, c, 1999, 2002) lo es en otros yacimientos.

Para otros asentamientos del Middle Stone Age, Klein (1979) yKlein (1994 b, 1998) interpreta que los homínidos de aquel momen-to eran unos cazadores menos eficaces que los del Upper Stonne

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Age, ya que en el Middle Stone Age eran incapaces de cazar anima-les peligrosos tipo búfalo, prefiriendo otras especies más asequiblescomo el antílope. Frente a esta idea, Milo (1998) si observa consu-mo de búfalo en Klasies River Mouth, al aparecer un fragmento líti-co en la parte cráneo-ventral de una vértebra cervical.

Para aclarar todo este debate deben exponerse con claridad dosobjetivos. a) ¿Qué criterios son necesarios para defender caza ocarroñeo? y b) ¿Qué criterios reconocibles en el registro pueden permi-tirnos hablar de una u otra estrategia?

Papeles del carroñeo y la caza

1. Carroñeo como principal recurso alimenticio (Gamble,1986-1987)

2. Carroñeo como único medio de obtención de carne, llama-do también carroñeo marginal (Binford, 1981, Díez, 1992).

3. Carroñeo como medio auxiliar de una dieta basada en vege-tales (Peters & Blumenschine, 1995; Blumenschine &Peters, 1998; Lee Thorp et al., 2000) o como estrategia esta-cional (Capaldo & Peters 1998).

4. Carroñeo de animales grandes y caza de presas pequeñas(Binford, 1984).

5. Carroñeo aislado y caza de especies grandes y pequeños.6. Ausencia de carroñeo y estrategias cinegéticas sin más.

Criterios utilizados para reconocer carroñeo versus caza en función de lo comentado más arriba

1. Abundancia de adultos sobre juveniles o infantiles.2. Predominancia de taxones grandes y de media talla.3. Predominancia de elementos craneales y fragmentos apen-

diculares distales.4. Predominancia de las marcas de corte en cabezas y falanges

o metapodios.5. Abundancia de animales pequeños con marcas de corte

frente a los animales de mayor tamaño.6. Diversificación de recursos.

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Antes de discutir todos estos criterios en el capítulo 4, seexpondrán otra serie de argumentos útiles en la identificación delas estrategias de subsistencia. Blumenschine et al. (1994) planteaque solo a través del paleoambiente y de una serie de análisis expe-rimentales que permitan crear un marco referencial, se podrá vercomo era la subsistencia humana.

Para ello propone una triple vía de investigación. La primera sebasa en la arqueología del paisaje, en la que se intenta conocer lapaleoecología del pasado. Pero que previo a este conocimiento esnecesario comprender nuestra propia ecología actual y que papeldesempeña en las estrategias humanas de subsistencia. La segunda,se centra en el estudio de los carnívoros y su relación respecto anosotros. La tercera plantea a partir de la experimentación vercomo varía la incidencia de los carnívoros sobre el registro óseo,para poder explicar a través del actualismo el significado que tie-nen las marcas de corte y de diente, su cantidad y su distribución.

A través de este nuevo tipo de estudios y dada que ninguna delas corrientes de los años 80 parece imponerse en el debate de lacaza y el carroñeo, algunos autores han intentado evaluar lo másobjetivamente posible las posibilidades de carroñeo que ofrece lasabana a través de la arqueología del paisaje. (Blumenschine, 1986,1987, 1989; Tapen, 1992, 1995; Domínguez, 1996 b). El plantea-miento que guía esta serie de trabajos a los que se va hacer refe-rencia en el capítulo 3, son en cierta manera lógicos ya que plan-tea que si se quiere evaluar con cierto rigor la posibilidad delcarroñeo en los primeros estadios de la humanidad, es necesarioconocer primero las oportunidades que ofrece el medio de la saba-na. Para lo cual es necesario estudiar el comportamiento de loscarnívoros, el de las presas y las situaciones cambiantes del medio,en función del entorno, la estacionalidad y otras circunstancias.

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CAPÍTULO 3

NUEVOS TIPOS DE ARGUMENTOS: LOS ANÁLISIS PALEOECOLÓGICOS

Y LOS ESTUDIOS CON CARNÍVOROS

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3.1. (1) LOS ESTUDIOS PALEOECOLÓGICOS

Dentro de este tipo de trabajos, se ha concluido que las posi-bilidades de carroñear dependen de tres variables. Las caracterís-ticas de la carcasa, el lugar de muerte y la presión trófica circun-dante, la cual esta condicionada por la presencia o ausencia dehienas y leones (Blumenschine, 1986 a, b, 1987, 1989; Domínguez,1993 b, 1994 a, c, 1996 a, c; Blumenschine et al., 1994, Blumens-chine & Selvaggio, 1992).

Con relación a los carnívoros, los félidos consumen toda la carnede los animales menores de 100 kg, dejando sólo la médula y el con-tenido endocraneal que en el caso de los leones también es consu-mida. En los taxones de 100-250 kg el contenido que dejan sin con-sumir es prácticamente el mismo, aunque aumentan las porcionescárnicas de los elementos inferiores. Cuando la pieza es superior a500 kg la cantidad de carne disponible tras un primer consumoaumenta permitiendo carroñear a unos segundos carnívoros.

En el caso de las hienas, se consume todo el animal y sólosobrevive algo de carne en los que son de talla grande. Por último,los buitres se limitan a consumir la carne y las vísceras dejandointacta la médula y el contenido endocraneal, de la misma formaque abandonan carne en las especies de mayores dimensiones. Paralos animales de un tamaño muy grande como los proboscidios, lacarne disponible es tanta que aun perdura después del paso detodos los carnívoros, prolongando su disponibilidad cárnica hastauna semana o más (Haynes, 1988 a).

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En función de esto y de los datos que aporta Domínguez (1996a) se puede construir un cuadro en el que la intervención secun-daria sobre un cadáver depende del tipo de presión trófica, elhábitat y las características de la carcasa (tabla 3.1).

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TABLA 3.1Oportunidades de carroñeo principales tras la acción de los carnívoros

Posibilidades de carroñeo

Animales Presas Presas Presas Presas< 60 kg 6-100 kg 100-400 kg > 400 kg

Félidos Nada Médula Igual pero más Más carneMedianos y cabeza carne en cabeza y

elementos distalesLeones Nada Nada Médula y cabeza Más carneHiena Nada Nada Nada Carne en función del

grupoCánidos Nada Nada Carne y huesos Carne y huesosBuitre Médula Médula Médula y carne Médula y carneHoras 30 min. <2 h 2-4 h 400-800 kg 8 h

ó más díasCARNÍVORO PRESA CARNE MÉDULA CONSU. DEJALeón Tipo 1-2 hasta 100 kg Todo Consume epif., axial CabezaLeón Tipo 3-4 hasta 400 kg Todo Epífisis y axial Cabeza, médula y

distalesLeón Tipo 5-6 > 800 kg Parte Carne, medula,

cabeza (según Tamaño Grupo)

Hiena Tipo 1-2 hasta 100 kg Todo Todo NadaHiena Tipo 3-4 hasta 400 kg Todo Todo (según Tamaño del

Grupo)Hiena Tipo 5-6 > 800 kg Parte Parte Carne, medula,

cabeza (según Tamaño Grupo)

Leopardo Tipo 1-2 Todo A veces Medula y cabezaLeopardo Tipo 3 Parte Medula, cabeza y

carneModificado a partir de Blumenschine (1986) y Blumenschine & Cávalo (1992).

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Los análisis paleoecológicos nacen en los años ochenta a raízde una experimentación que realizó Behrensmeyer en Amboseli(Kenia). Con ello pretendía entender la génesis de los yacimientosy la explicación de las estrategias de subsistencia. En este primerexperimento, se vio las escasas posibilidades de deposición natu-ral existentes en la sabana de Amboseli (Behrensmeyer et al., 1979;Behrensmeyer & Boaz, 1980; Behrensmeyer, 1983), a excepción delas acumulaciones producidas por especies migratorias en la mor-talidad estacional. En su experimento Behrensmeyer observó quesólo el 5% de los huesos son enterrados y, casi siempre lo son porel trampling o la erosión eólica. En un trabajo más reciente, Lotan(2001) ha visto que las posibilidades de acumulación y conserva-ción son escasas en medios agrícolas y reservas debido a la disper-sión que realizan los carroñeros.

Tras los análisis paleoecológicos de Behrensmeyer hay quedestacar los de Blumenschine (1986 a, 1987, 1989) en los par-ques naturales del Serengueti y del Ngorongoro (Tanzania). ElSerengueti es un parque de 25.000 km2 y es famoso por sudoble estacionalidad que propicia anualmente una inmensamigración de ñus, cebras y otros animales hacia el parque deMasai-Mara en Kenia. La duración de estas estaciones son parala seca de junio a octubre y la húmeda de marzo a mayo. Entremedias se producen dos estaciones más pequeñas de clima irre-gular que van de diciembre a enero, la húmeda y de febrero amarzo, la seca.

El Ngorongoro es otro parque natural situado en el cráter de unvolcán del mismo nombre de 265 km2 a 1700 metros de altitud, conunas condiciones climáticas más estables y sin la gran migración delSerengueti. Lo que ha provocado una gran presión trófica por lagran cantidad de carnívoros (leones y hienas). Así, por cada carní-voro hay 39 herbívoros en la estación húmeda y 45 en la seca quecontrastan con la proporción de 1-186 de la estación húmeda y el 1-67 de la seca del Serengueti. Esta mayor presión trófica del Ngo-rongoro es evidente por el hecho de estar ausentes los buitres, alcontrario que en el Serengueti, donde si hay mayores posibilidadesde acceder a carcasas con carne. Otro dato evidente de la mayorpresión trófica es que el 30% de la mortandad del Serengueti se

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debe a los carnívoros mientras que en el Ngorongoro la proporciónes mayor (Blumenschine, 1986).

Blumenschine (1986 a, 1987, 1989) a través del análisis de unaserie de variables trata de valorar las posibilidades que ofrece lasabana para la práctica del carroñeo. Las variables utilizadas sefijan en la talla de las presas y carnívoros, la cantidad de predado-res, la edad, la estación de muerte, el hábitat y la presión trófica.

En función de éstos ya se ha indicado como las hienas no dejannada consumible tras su paso. Son el principal comedor de huesosde la sabana, aunque dependiendo de su número puede dejar algode médula sin tocar. El león dependiendo de su número puededejar carne para un consumo pospuesto en especies de talla gran-de. El leopardo no suele consumir los huesos, sí acaso alguna epí-fisis y, suele dejar sus presas en el árbol para consumos pospues-tos. Por lo que según esto, solo es posible practicar el carroñeo enlas presas de tamaño medio comidos por leones y leopardos.

El aprovechamiento secundario de animales pequeños es invia-ble en un consumo pospuesto. Sin embargo, en el caso de losmedianos si quedan elementos aprovechables, siempre y cuando elnúmero de carnívoros no sea muy grande y las hienas no interven-gan. Por otro lado, en el caso de los taxones grandes es frecuenteque quedé carne para varias visitas o comidas posteriores. Otrocondicionante que influye de un modo considerable en las posibi-lidades de carroñeo es la presión trófica. De esta forma, una escasapresión trófica permite que por ejemplo las carcasas duren cuatro

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TABLA 3.2Blumenschine (1986). Tiempo de consumo y tamaño de presa

Tamaño de la carcasa Durabilidad y persistencia (máxima)

Animal de 30 kg 1 hora50 kg 4 horas100 kg 6 horas200 kg 20 horas800 kg 100 horas

+1000 kg 272 horas

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veces más en el Serengueti que en el Ngorongoro, y que en este par-que la gran cantidad de hienas no dejen nada para consumir.

Los cambios estacionales es otro condicionante de gran impor-tancia en aquellos lugares con una marcada estacionalidad. Así, enel Serengueti al final de la estación seca entre agosto y octubre escuando más mortandad se produce, lo que propicia una sobrea-bundancia de comida. Por el contrario, a mediados de la estaciónhúmeda, los herbívoros están en plenitud de condiciones lo quedificulta su captura y aumenta el estrés entre los carnívoros, por loque las posibilidades de carroñeo son mayores al final de la esta-ción seca que a mediados de la húmeda.

Otra variable muy relacionada con la estacionalidad y la pre-sión trófica es el entorno y el hábitat. Houston (1979) muestracomo las posibilidades de carroñeo aumentan con las especiesmigratorias durante la estación seca, ya que en ese momento, seproducen los 2/3 de su mortalidad por malnutrición.

En los lugares abiertos la alta proporción de herbívoros y decarnívoros hace que las posibilidades de carroñear disminuyen,sobre todo y especialmente porque en dichos medios predominanlas hienas y los leones. Los hábitat cerrados o boscosos, tienenmenos ungulados y menos carnívoros, pero al no haber hienas, lapresión trófica es menor y las posibilidades de carroñeo aumen-tan. Aunque como indica Blumenschine (1986 a, 1987) la canti-dad de carcasas es bastante inferior a las que se producen enmedios abiertos salvo en la estación seca donde aumentan. Locual se debe, a que la proporción de ungulados se incrementa aladentrarse en los medios boscosos en busca de agua, aumentandocon ello la proporción de carcasas. A esto hay que añadir que eltiempo que dura una carcasa en un medio cerrado es el doble queen un ambiente abierto. Por lo que es más fácil la práctica delcarroñeo en los ambientes cerrados durante todo el año y en espe-cial en la estación seca. Mientras en los medios abiertos las posi-bilidades de carroñeo variarán en función de la presión trófica.De forma que una escasa presión favorecerá el carroñeo durantela estación húmeda al haber una mayor proporción de presaspotenciales y durante el comienzo de la estación seca al aumentarlas carcasas.

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Para resumir las condiciones favorables que Blumenschine(1986 a, 1987) establece para la práctica del carroñeo, son que éstesólo es posible para presas de talla media y grande cazadas por leo-nes y leopardos, siempre y cuando no intervengan las hienas. Tam-bién es viable el carroñeo en los ambientes cerrados y abiertosdurante la estación seca y húmeda según la presión trófica, pero siesta es grande, el carroñeo sólo será una estrategia estacional viablepara ambientes aluviales durante la estación seca. Lo cual extrapo-la Blumenschine (1987) a los yacimientos de Olduvay (Tanzania),construyendo un modelo teórico en el que los homínidos carroñe-arían las carcasas abandonadas por los félidos en los medios alu-viales durante la estación seca, ya que las limitaciones que suponeel bipedismo frente a otros competidores como las hienas en elacceso a una carcasa en medio abierto dificulta mucho su acceso.

Por este motivo, Blumenschine & Selvaggio (1992) proponenque el carroñeo estacional sería complementario de una dieta másrecolectora en las demás estaciones. De esta forma, el carroñeo enla estación seca sería una estrategia favorable por la gran cantidadde animales muertos por la mayor durabilidad de las carcasas enlos medios aluviales y la relativa facilidad que supone arrebatarpresas a leopardos en estos contextos. Además, indica Blumens-chine (1989) que según la proporción de hienas, félidos y ungula-dos en el PlioPleistoceno las posibilidades de carroñeo debieronser mayores, las cuales sólo debieron alterarse con la extinción delos grandes félidos dientes de sable.

El siguiente trabajo paleoecológico es el de Tappen (1992,1995), que se desarrolla en la sabana húmeda del lago Virunga(Congo) y llega a las siguientes conclusiones. La mayor propor-ción de las carcasas se producen en los espacios abiertos de lasabana frente a los cerrados donde casi no hay por la falta defauna. También, es mayor la proporción de carcasas en la sabanaabierta frente a la arbustiva o la sabana esteparia y seca que ana-liza Berhensmeyer (1983), donde rara vez se dan acumulacionesde más de dos individuos. En el bosque de Galería, también sonescasas las oportunidades de carroñeo al no haber mucha bioma-sa, debido a que la estacionalidad no produce cambios como ocu-rre en la sabana seca del Serengueti, por lo que las posibilidades

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de carroñeo en este lugar se mantienen constantes a lo largo detodo el año.

Según el trabajo de Tappen las posibilidades de carroñeo sondistintas de las de Blumenschine (1986 a, 1987), por lo que elcarroñeo no depende exclusivamente de la estación o el medio.En su estudio, Tappen concluye que las oportunidades de carro-ñear dependerán no tanto de la zona en la que se produzca la car-casa sino de la cantidad de leones y hienas que haya en ese medioy, por tanto, de la presión trófica. Así, una zona con gran cantidadde leones favorece el carroñeo ya que los leones son los principa-les predadores de la sabana y, por tanto las posibilidades de carro-ñear en ella depende de su actividad cinegética. Otro factorimportante es la cantidad de hienas que haya, así como la presióntrófica que de esto se genera, de esta forma un medio como el delNgorongoro con abundancia de hienas no deja posibilidades decarroñear.

Por último, los experimentos de Domínguez (1996 b, 2000)suceden en el paisaje del parque Nacional del este de Tsavo y lasregiones Galana y Kulalu de Kenya. Este lugar es una zona áridaesteparia arbustiva marcada por una gran estacionalidad con cur-sos de agua situados en puntos concretos en los que se agrupan lasdiferentes especies en los momentos de escasez.

Esta zona es de gran aridez y una marcada presión trófica queen ocasiones desencadena enfrentamientos entre grupos de leonescon clanes de hienas por la lucha del territorio. De la misma formaes en estas situaciones de excesivo estrés cuando los grupos de hie-nas o leones se dispersan en pequeños grupos de pocos individuos,para volverse a unir, una vez que los recursos comienzan hacerseabundantes.

El territorio puede dividirse en varias zonas como el bosqueribereño de Galana con bosques de galería y espacios abiertos. Losmedios abiertos de acacias con flujos de agua en los momentos desequedad. Los medios de colinas y valles abiertos con gran activi-dad de leopardos y por último las zonas de gramíneas. En total sehan descrito unas 59 carcasas correspondientes a individuos detodos los tamaños. Las cuales son más abundantes en las zonas debosque de ribera y en las zonas de gramíneas. La representación

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anatómica de la mayor parte de las carcasas muestra patrones bas-tante compensados, lo cual puede deberse a la menor competen-cia que se produce en la estación seca consecuencia de la mayormortandad y, por tanto, una mejor disponibilidad de recursos o aque la dispersión de los carnívoros en grupos pequeños de 2 o 3individuos facilita la supervivencia de los restos óseos.

Se concluye en Domínguez (1996 a) que el carroñeo, solo esposible esporádicamente y no supone una estrategia fiable en laobtención de recursos animales ya que depende de la presión tró-fica y, de las condiciones de cada lugar. Así, un bosque de galeríaes favorable durante la estación seca, al igual que las llanuras abier-tas cuando las manadas migran y la subsabana húmeda cuando hayexceso de recursos. En Domínguez (1996 a-59) se cita:

Con semejante actitud se desdeña la posibilidad más deque las variaciones de la presión trófica entre ecosistemas dis-tintos influyen en las oportunidades de caza /carroñeo y en suscondiciones.

En otro estudio sobre las posibilidades de carroñeo que ofre-ce el territorio de Olore Orok en el Serengueti (Tanzania) se vecomo la abundancia de ungulados y de leones frente a la escasezde hienas ofrece unas posibilidades óptimas para la práctica delcarroñeo (Tunnell, 1990). Por otro lado, Brugal (1992) tras anali-zar las condiciones paleoecológicas de la sabana llega a las mismasconclusiones que los autores anteriores, ya que el carroñeo depen-de de la estacionalidad, el tipo y disponibilidad de recursos y lacantidad de carnívoros, y, por tanto, de la presión trófica.

En función de este tipo de trabajos paleoecológicos Domín-guez (1996 a) concluye que «el carroñeo, solo es posible esporá-dicamente y no supone una estrategia fiable en la obtención derecursos animales» y en (Domínguez, 1996 a-82) y sobre la basede una cita de Darwin atribuye al consumo de carne una de lasparticularidades principales de nuestro proceso de hominiza-ción. Así dice

Desde que Darwin en 1871 dijo que la clave del procesode hominización reside en el abandono de los árboles, la incor-

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poración del bipedismo, y la inclusión de los animales en ladieta, mediante una dieta predadora.

Por tanto, las posibilidades de carroñeo no dependen tanto dela estacionalidad o la localización de la carcasa, sino que lo es dela presión trófica y, de que las hienas no accedan a las carcasasabandonadas por otros carnívoros.

Las posibilidades que ofrece la sabana de acceder a una carca-sa como agente primario son:

➢ Por muerte catastrófica. Lo cual es improbable para Domín-guez (1996 a) ya que estos son hechos puntuales improbables y afec-tan a una, o dos especies. Por el contrario en el registro arqueológi-co aparecen gran variedad taxonómica y, ausencia de taxonesmigratorios (fenómeno de mortandad catastrófica principal ocurri-do en la sabana), y además los patrones representados en los yaci-mientos no se relacionan con fenómenos de muerte natural. Lamuerte natural no parece, por tanto, ser un fenómeno creíble.

➢ El carroñeo por confrontación como el que sugieren Bunn& Kroll (1986) y Bunn & Ezzo (1993) es peligroso, arriesgado y nocompensa el riesgo (Domínguez, 1996 a).

➢ La caza se muestra como el principal método de adquisi-ción cárnica. Para lo cual hay diferentes ejemplos como refleja laconducta cinegética de chimpancés y otros primates o las eviden-cias de lanzas y otros artefactos (Isaac, 1984; Keeley & Tooth, 1981y Domínguez et al., 2001). En estos casos las marcas de dienterevelarían el acceso final de los hiénidos a las astillas óseas (Brain,1981; Blumenschine, 1988; Blumenschine & Marean, 1993; Oli-ver, 1994).

En definitiva, el estudio de Domínguez (1996 a) revela que lasposibilidades de consumir carne sólo son posibles a través de lacaza y, según los datos que se aportan no hay nada que contradigael uso de estrategias cinegéticas. Tan solo se justifica la imposibili-dad que supone el acceder a carne a través de un carroñeo prima-rio, aprovechando los episodios de muerte natural o la lucha concarnívoros mediante el carroñeo de confrontación. Esto lo justifi-

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can dos realidades del registro pliopleistocénico africano, el pri-mero es el tamaño de los carnívoros africanos mucho mayores quelos de la actualidad y la mayor diversidad taxonómica de los car-nívoros, lo que supone una presión trófica mayor, por lo que esdifícil pensar que los carnívoros abandonaran sus presas a los gru-pos humanos. La otra realidad es la escasa representación de espe-cies migratorias en los yacimientos arqueológicos (Domínguez,comentario personal), lo que contradice los posibles episodios demortalidad catastrófica.

El uso del carroñeo estacional es para Blumenschine & Sel-vaggio (1992), Capaldo & Peters (1995) y Martínez Moreno(1998) una estrategia favorable cuando los recursos vegetales estánausentes. Sin embargo, Domínguez (1994 a) expone que es impro-bable una dieta vegetariana apoyada en un consumo de carnesecundario, ya que este tipo de estrategia ofrecería un registro óseocon predominancia de animales talla grande y mediana y, ausenciade especies de talla pequeña como antílopes e impalas, que son losque mayor predominancia tienen en Koobi Fora (Etiopía) y Oldu-vay (Tanzania), y como han demostrado los diferentes autores, lasposibilidades de carroñear este tipo de taxones son muy escasas.Por lo que su presencia sólo puede deberse a un comportamientoantrópico cinegético, o en su defecto a un episodio de acumula-ción natural, algo poco frecuente en la sabana tras lo visto en Beh-rensmeyer (1983) y Domínguez (1996 a).

Tras esta breve visión de los estudios paleoecológicos seentiende que es imprescindible conocer los agentes competidoresdel hombre en la accesibilidad por la carne tal y como han apun-tado Blumenschine & Marean (1993).

3.2. (2) LOS ESTUDIOS CON CARNÍVOROS

Ya se ha hecho referencia a algunos de las invetigaciones deBlumenschine, Domínguez o Stiner que hacen alusión a los carní-voros y su potencial como agentes manipuladores de los conjuntosóseos. Debido a las alteraciones y acumulaciones que producen,diferentes autores han desarrollado distintos trabajos comparati-

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vos con el comportamiento antrópico para ver que diferencias seproducen.

Los carnívoros consumen todo tipo de presas independiente-mente de la edad o la talla, aunque siempre mantienen ciertas pre-ferencias que ahora se irán viendo «various carnivores have beenobserved to consume the parts of variously siced and aged carcasses»(Blumenschine, 1986 a, 32). El orden de consumo que describeeste autor puede resumirse en el siguiente esquema, primero lasvísceras, segundo la carne de los elementos superiores (pelvis-escá-pula) (húmero, radio, fémur), tercero la carne de la tibia, cuarto lamédula y las epífisis de los elementos apendiculares superiores ypor último la cabeza con su contenido endocraneal y las epífisisrestantes. Este planteamiento coincide con el planteado porDomínguez y difiere del de Potts (1983) que observa un patrón deconsumo anterior de los cuartos delanteros sobre los traseros.

En el consumo de las presas, se ha visto que los carnívoroscuando acceden a una carcasa producen una gran dispersión delos restos óseos, que en ocasiones pueden sobrepasar la centena demetros (Behrensmeyer, 1983; Crader, 1983; Domínguez & Martí,1996; Estévez & Mameli, 2000) impidiendo que se produzca demanera natural grandes concentraciones de restos (Behrensmeyer,1983; Tappen, 1992, 1995). Tan solo en ciertos casos, en los quepuede asociarse un mayor número de individuos aparece un Weat-hering indicativo de una exposición prolongada y que por tanto laacumulación ha sido lenta y diacrónica (Tappen, 1995, p. 235).

Entre los carnívoros solo la hiena suele producir acumulacio-nes de forma regular ya que en el caso de los otros carnívoros, selimita a breves episodios de cría como es el caso de los lobos uotros cánidos (Mech, 1970; Domínguez, 1996 b) o acumulacionesfortuitas como hace el leopardo cuando utiliza un mismo árbol,una cueva, una grieta o un abrigo para consumir su presa (Brain,1981; Domínguez, 1993 a; Ruiter & Berger, 2000).

A estas acumulaciones podría añadirse otras de carácter natu-ral fruto de episodios de mortandad catastrófica o las que se pro-ducen al borde de las charcas en la sabana durante la estación seca.Sin embargo, estos presentan algunos problemas. Así, se han vistoque los procesos de muerte por accidente relacionado con el cruce

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de un río, como el Mara, que supone uno de los episodios catas-tróficos más importantes no genera grandes acumulaciones (Tap-pen, 1992). Y las que se producen al borde de charcas tienen unaexplicación lógica, al producirse en medios arenosos que facilitanel enterramiento y en una zona de gran actividad animal.

Dado el mayor interés que suponen los hiénidos se comenzaráanalizando las peculiaridades de este grupo. Aunque antes se resu-mirá en la siguiente tabla las preferencias que cada carnívoro tienesobre una presa determinada.

Las hienas actualmente están representadas por tres géneros,la hiena parda, la manchada y la moteada. En algunos trabajoscomo los de Brain (1981) o Mills (1989) se muestran algunas delas diferencias existentes en el comportamiento de cada una deellas. Mills nos indica que la hiena parda es la más grande, sueleser muy territorial y ocupa territorios amplios en los que explotaanimales de tamaño medio, tanto por caza como por carroñeo. Lamanchada es de menor talla, es más solitaria y cuando conformagrupos son reducidos, además, no suele cazar tanto y es máscarroñera.

Las hienas son los carnívoros más eficientes en la masticacióny digestión de huesos, sólo dejan las secciones de las hileras de los

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TABLA 3.3Correspondencia de talla de presas por tipo de carnívoro

Carnívoros Presas en kg.

Pequeños carnívoros (serval, lince, gato montes, pequeños cánidos) 4-20 kg.

Guepardo, jaguar, leopardo, puma, lobo, perros salvajes 20-80 kg. Ej. gacela, topi

Lobo, tigre, león, leopardo, oso, hiena 80-300 kg. Ej. ñu, caribú, cebra

León, tigre, 300-900 kg. Ej. uro, búfalo

Félidos extintos Mayor a 500 kg. Ej. jirafa

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dientes de la mandíbula inferior y los extremos más resistentes delos huesos largos y los metapodios, que son rechazados por su esca-so contenido medular (Davis, 1989). Es tal su poder destructor queen algunos casos pueden consumir las epífisis de los huesos de ele-fante (Crader, 1983). Todo esto convierte a la hiena en el carnívoromás destructivo (Richardson, 1980; Haynes, 1983; Blumenschine,1986 a, b, 1988; Richardson et al., 1986; Noe Nygard, 1989;Domínguez, 1993 b, 1994 a, c, 1996 a, c), salvo alguna excepcióncomo la propuesta por Lam (1992). A excepción de este caso, lasposibilidades de carroñeo son directamente dependientes de que elacceso de la hiena no sea anterior al humano.

Las hienas suelen preferir hábitats abiertos (Blumenschine,1986; Domínguez, 1994, 1996). Es un animal gregario, que semueve en clanes matriarcales siendo el segundo carnívoro máspoderoso de la sabana y el único capaz de competir con los leonespor el consumo de las carcasas, documentándose en ocasionesenfrentamientos entre ambos carnívoros (Schaller, 1972; King,1975, 1976). Tal competencia ha provocado que en determinadasáreas, leones y hienas, se distribuyan por zonas diferentes. En elSerengueti, los leones prefieren las zonas arbustivas frente a lashienas que lo hacen sobre las abiertas de gramíneas. Para Schaller(1972) esta selección esta motivada porque el león prefiere losmedios arbustivas para poder preparar mejor sus emboscadascinegéticas. De esta forma, la mayor parte de las cacerías de leonestiene lugar en este tipo de entornos, o en zonas abiertas próximasa medios arbolados, o con hierbas altas o próximas a cursos deagua. La hiena es una especie capaz de andar grandes distancias y,por tanto, prefiere las zonas abiertas más fáciles de recorrer, así seproduce en el Serengueti, el Ngorongoro y en Bostwana (Tanza-nia) (Bearder, 1977; Blumenschine, 1986, 1987; Cooper, 1990).

Su comportamiento alimenticio es muy flexible, así se ha obser-vado que es capaz de consumir gran cantidad de peces, cocodrilos,gran diversidad de ungulados tanto silvestres como domésticos quedan a sus acumulaciones una gran diversidad taxonómica (Kruuk,1976; Bunn, 1983; Hill, 1989; Skinner & Van Aarde, 1991; Lam,1992; Becker & Read, 1993; Horwitz, 1997). La representaciónanatómica de sus concentraciones refleja una gran abundancia de

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elementos apendiculares y la ausencia de las secciones epifisiarias yrestos esponjosos (Lam, 1992). Los porcentajes de marcas de dien-te difieren de unos estudios a otros, así en el porcentaje de marcasque ofrece Lam (1992) es muy bajo con un 38% frente al de Bunn(1983) y Marra & Bonfiglio (2002) con un 50% o el 80% deMaguire et al., (1980).

Las acumulaciones osteológicas que pueden formar son paraArribas (1995) de dos tipos, las de los cubiles de cría y las de con-sumo. Desde un punto de vista geológico suelen estar en cuevas,abrigos rocosos, oquedades y a veces depósitos palustres o lacustres.

En los cubiles de cría los coprolitos suelen localizarse en laentrada del cubil, fuera de estos y en los conductos de entrada alas salas de cría, pero nunca dentro de ellas. En los de consumoaparecen en grandes cantidades y siempre en la cavidad de ocupa-ción o habitación.

En los cubiles de cría el 100% de los huesos presentan marcasde diente, estando el esqueleto postcraneal alterado por las críascon roídos, señales de mordisqueo y desfiguración de la estructuraoriginal del hueso. La causa de esto es porque las crías manipulanconstantemente los huesos con el fin de obtener las sustanciasminerales que necesitan para la osificación de su esqueleto. En losde consumo, el grado de alteración es menor, así no esta documen-tada la desfiguración de restos óseos aunque sí señales de impactoso fractura. En los cubiles de consumo el interés principal estriba enla obtención de médula y una vez que esta es consumida el restoóseo pierde interés. Al ser tan destructiva la acción de las crías enlos cubiles de cría se eliminan los paladares y hemimandíbulas, que-dando en muchos casos registrados sólo dientes aislados sin cone-xión anatómica. En los de consumo la actividad generada sobre loscráneos se detiene una vez consumido el cerebro y el hocico, por loque sobreviven más las mandíbulas y los maxilares.

En los cubiles de cría suelen aparecer restos de individuosinfantiles y en algunos casos dientes sin desgaste que indican lamuerte del individuo in situ, en los comederos no hay restos deinfantiles de hiena y, los de juveniles, son escasos.

La disposición espacial de los restos en los cubiles de cría sue-len ser en torno a las partes más protegidas de la cavidad junto a

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las paredes, en los de consumo no hay una ordenación concreta, ytodo se distribuye de manera anárquica. Por último los metápodosen los cubiles de cría tienen una alteración extrema llegando inclu-so a desfigurarse las epífisis distales, en cambio en los cubiles decomida casi no están alterados estos restos. Las hienas abandonan elcubil entre los 9-12 meses cuando aparece la dentición definitiva, alas 12 semanas empiezan a perder la dentición decidual (Arribas etal., 1996). Sutcliffe (1970 a) indica que los infantiles no suelen tra-gar los huesos, pero sí ejercen un alto poder destructivo.

En otro trabajo, Binford (1981) describe las diferencias anató-micas que se dan en un matadero de las que se producen en uncubil (tabla 3.4) coincidiendo con las planteadas por Hill (1983),aunque en sus datos haya mayor proporción de falanges. Tambiéncoincide con la observación de Potts (1983), que establece que lashienas transportan más elementos delanteros que traseros a suguarida, por el contrario Domínguez (1993 b) si establece diferen-cias según el tipo de hiena, ya que la manchada ofrece un patrónmás compensado que la parda. La primera refleja un predominiode elementos craneales y apendiculares inferiores, siguiendo las

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TABLA 3.4 Diferencias anatómicas según Binford (1981) entre la acumulación de un

Kill site (matadero) y un Dents site (cubil)

Porciones Kill sites Dent sites

Cráneo y mandíbula Presente Escaso

Axial (vértebra y costilla) Bien Escaso

Miembro anterior superior (escápula y húmero proximal) Presente Escaso

Miembro anterior inferior (húmero distal Radio-cúbito, carpo y metacarpo) Escaso Bien

Miembro posterior superior (pelvis fémur y tibia proximal Mal Mal

Miembro posterior inferior (tibia distal, tarsos y metatarsos Mal Bien

Falanges Escaso Bien

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extremidades superiores. En la parda solo destacan los elementoscraneales y como en la hiena manchada el esqueleto axial es casiinexistente.

En los perfiles esqueléticos de Marean & Kim (1998) se mues-tran como solo sobreviven los metapodios, a veces el fémur y siem-pre predominan las diáfisis sobre las epífisis. Hill (1983) destaca lapresencia de los metápodos, el radio y la tibia frente al fémur y lasvértebras, muy mal representados, al igual que los elementos com-pletos. En su estudio es significativo el hecho de que muchos ani-males sólo aparezcan por un único hueso, lo que es debido a queno se han conservado los otros elementos aportados o simplemen-te no se han llevado.

Junto a estos trabajos, en los de Bunn (1983 b) Cruz Uribe(1991), Klein (1975), Stiner (1990, 1991 a, c, e) y Blumenschine& Marean (1993) se han comparado las acumulaciones antrópicascon las de las hienas y se han observado algunas diferencias. Enlas acumulaciones de origen antrópico se puede dar un perfilesquelético variable, pero en la que las epífisis, los carpales y lasfalanges aparecen. También hay marcas de corte y una alta frag-mentación. Por el contrario, en las que producen las hienas apa-recen restos de otros carnívoros, un patrón atricional, gran canti-dad de marcas de diente, cierta representación de elementosaxiales, craneales y apendiculares, ausencia de epífisis, falanges ycarpales y, las diáfisis aparecen fracturadas, pero con un alto por-centaje de circunferencia de la caña, originando lo que se han lla-mado «cilindros».

En las acumulaciones producidas por hienas, los diferentestrabajos de Behrensmeyer & Dechant-Boaz (1980), Brain (1981),Scott & Klein (1981), Bunn (1982), Skinner et al. (1980, 1986),Keerbis Petterhats & Horwitz (1992) y Arribas (1995) coincidenen demostrar que las acumulaciones de estos animales producenun alto porcentaje de elementos apendiculares entre el 70 y el90% de los restos según se trate de hiena manchada o parda.Siendo las segundas las que ofrecen un porcentaje mayor. Los ele-mentos axiales y los huesos compactos están muy mal representa-dos, repitiéndose el mismo patrón en las acumulaciones óseasproducidas por las hienas del Pleistoceno Superior (Klein & Cruz

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Uribe, 1984; Cruz Uribe, 1991) o las de Venta Micena (MartínezNavarro, 1991; Palmquist et al., 1992; Martínez Navarro & Palm-quist, 1999).

Por el contrario, en los mataderos, Richardson (1980) observóuna representación más compensada con abundancia de todos loselementos aunque bastante alterados y difícilmente aprovechablespara un siguiente consumo (Blumenschine, 1986). En esta línea detrabajos Arribas (1995), Fosse (1994 a, b, 1995 a, b, 1996, 1997,1999) y Michel (2000) han observado una serie de criterios diag-nósticos de las acumulaciones realizadas por hienas, las cuales yafueron observadas antes por Dawkins (1874).

1. La fragmentación es menor que la producida en los yaci-mientos antrópicos aumentando la identificación la cual esposible en un 30% como mínimo de los casos frente a lospatrones antrópicos que no suele llegar a este nivel. Porotro lado, si en el 90% de los casos de yacimientos arqueo-lógicos cada resto no llega al 30% de su extensión total, enlas acumulaciones producidas por hiena superan estepatrón el 80% de los casos.

2. Altos porcentajes de marcas de diente.3. Alta representación taxonómica de los restos de hiena.4. Presencia de restos deciduales de hiena y abundancia de

individuos infantiles.5. Representación taxonómica caracterizada por animales de

tamaño medio y abundancia de restos de carnívoros.6. Presencia de coprolitos.7. Perfiles esqueléticos dominados por el esqueleto apendicu-

lar en los animales de tamaño medio y grande. Entre los quedestacan las cañas de las diáfisis conformando lo que se hallamado «cilindros» que son huesos largos sin epífisis elimi-nadas por la acción masticatoria de las hienas. En los taxo-nes de pequeño tamaño solo quedan esquirlas craneales yaxiales.

8. Presencia de elementos compactos con agujeros fruto de laacción regurgitadota.

9. Solo los metapodios llegan completos.

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10. La circunferencia de las cañas de los huesos largos mues-tra porcentajes superiores al 10% en las diáfisis y 40% enlas metadiáfisis.

En lo referente a las alteraciones óseas se ve cierta variabilidaden los patrones de las marcas (Blumenschine & Marean, 1993). Asíen las acumulaciones originadas por carnívoros y especialmentehiénidos, las epífisis presentan porcentajes del 100% de marcas dediente, las metadiáfisis del 80% y las diáfisis promedios próximosal 80%. En los conjuntos en los que ha intervenido previamente elhombre, los porcentajes de marcas de diente en epífisis se reduceal 80%, en las metadiáfisis a valores inferiores al 60% y las diáfisisal 10%, además los fragmentos diafisiarios que no permanecenunidos a metadiáfisis no suelen ser tocados y, en el caso del por-centaje de supervivencia de las epífisis se reduce. En otra compa-ración de los porcentajes de marcas que aparecen en los cubilesfósiles frente a los actuales, Cruz Uribe (1991) ha visto que los por-centajes de marcas son inferiores en las acumulaciones fósiles queen las actuales, lo cual según la autora puede deberse a problemasde conservación.

En la representación taxonómica, Arribas (1995) dice que enlos cubiles suelen acumularse huesos de équidos, frente a Vrba(1980), Bunn (1983) y Blumenschine (1986) que identifican todotipo de animales de tamaño medio (3) incluidos équidos y bóvidos.En el caso de algunos yacimientos pleistocénicos europeos se havisto como la mayor presencia de hiena está asociada a équidosgrandes, bóvidos, cérvidos y rinoceronte en algunos casos (Arriza-balaga & Altuna, 2000). Para el caso de otros yacimientos, Fosse(1997) y Fosse & Brugal (1998) concluyen que la representacióntaxonómica que tienen las hienas pueden dividirse en dos grupos.Las que predominan artiodáctilos o perisodáctilos. En cualquiercaso se tratan de animales de talla media y, por tanto, coinciden conlos representados en gran cantidad de yacimientos arqueológicos.

En otro trabajo de índole parecida al de Cruz Uribe (1996),Brugal et al. (1997) tratar de ver que diferencias hay entre las acu-mulaciones hechas por hienas actuales de la sabana africana fren-te a las que produjeron en momentos paleolíticos. Tras establecer

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una serie de criterios concluyen que esta comparación es proble-mática ya que los yacimientos paleontológicos europeos tienen unmayor número de restos y una fragmentación más acusada. Porotro lado, en las acumulaciones de hienas actuales hay ciertainfluencia antrópica indirecta, ya que las hienas aportan restos deanimales abandonados por los grupos humanos. A pesar de estosproblemas, ven otras curiosidades como que la representacióntaxonómica suele responder a condicionantes ambientales, o quela proporción de carnívoros frente a hienas y ungulados cambia.Así en el caso de los yacimientos paleontológicos fósiles hay unporcentaje mayor de hienas y menor de carnívoros y unguladosfrente a las acumulaciones actuales donde aumentan el volumende estos frente a las hienas. Si se engloban conjuntamente carní-voros y hienas, el porcentaje de carnívoros total es mayor en losyacimientos paleontológicos. En lo que se refiere a las edades enambos predominan los adultos pero en los yacimientos hay másinfantiles y hembras. En cuanto a los porcentajes de marcas, no sedice nada, lo cual sería muy interesante.

En relación con los grandes hiénidos, hay que destacar al géne-ro Pachicrocuta brevirostris que según Arribas & Palmquiest (1999)tenia un tamaño un 10-20% mayor al de la hiena actual y era uncarroñero especializado en las presas de los grandes felinos. EnArribas & Palmquist (1998) y Martínez Navarro & Palmquist(1999) se hace referencia al yacimiento de Venta Micena que esinterpretado como una acumulación ósea producida por Pachicro-cuta sobre las victimas de los grandes felinos. En dicha acumula-ción se ven que muchos elementos se encuentran en conexión ana-tómica y especialmente las partes inferiores de las extremidades,metapodios, carpos, tarsos y falanges. Al mismo tiempo, se ve quela mayoría de los huesos tienen marcas de diente y como entre losdiferentes elementos, son los más abundantes los que tienen unamayor densidad. De igual forma, se observa una escasa represen-tación de las epífisis y del esqueleto axial, produciéndose unpatrón parecido al que tienen las hienas en la actualidad.

En la acumulación ósea de este yacimiento se ve también quebastantes individuos presentan osteopatologías como artrosis. Enlos patrones de edad de los diferentes animales se ven diferencias,

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de forma que los de mayor tamaño reflejan predominio de infanti-les o juveniles y según disminuye la talla aumenta el porcentaje deadultos. Por lo que el comportamiento de estos grandes hiénidostendrá gran similitud al de las hienas actuales, con la diferencia deque su adquisición cárnica se basaría en las presas de los grandesfélidos que al ser de gran tamaño ofrecería unas mayores posibili-dades de carroñear.

El siguiente grupo animal que va a tratarse es el de los cáni-dos, ya que es el segundo agente que más altera los huesos y,como las hienas en ocasiones crean cubiles de cría. Los cánidosengloban diferentes tipos de especies (zorros, chacales, coyotes,dingos, perros salvajes, licaónes, cuónes y lobos), y todos actúansobre los restos óseos como cazadores y carroñeros, igual quehacen las hienas.

Los cánidos son según los tipos, animales generalmente grega-rios y uno de los predadores que presentan un mayor éxito en susexperiencias cinegéticas (Anderson, 1982; Mc Donald, 1983,1984, Steele & Baker, 1993). Se suelen centrar en presas pequeñasy medianas abarcando un amplio conjunto de presas que vandesde especies inferiores a 1 kg, caso de roedores o pequeños rep-tiles a taxones con pesos superiores a 300 kg. De esta forma, Blan-co (1998) muestra a partir del estudio de otros autores que loszorros producen acumulaciones de pequeños mamíferos, aves,reptiles, anfibios, etc. En el caso de los grandes cánidos como ellobo, el dingo o el licaón se prefieren animales de tamaño medio.

Al igual que las hienas, el efecto destructivo que producensobre los restos óseos también ha sido estudiado. Payne & Mun-son (1985) ha investigado sobre el efecto destructivo que protago-nizan los perros sobre un conjunto óseo. A ellos los alimentaroncon patas de cabra y de animales pequeños, en total de 37 ardillas,de las que sólo se pudo recoger restos de 14 individuos. TambiénWalters (1984, 1985) comprobó este poder destructivo de losperros al recuperar un 2% de los huesos que había abandonado enun experimento, igual que Lyon (1970), Wheeler & Jones (1989) yHudson (1993) que ha visto como el NISP, el MNE y el MNI deuna acumulación de los Aka decrece radicalmente tras la acción delos perros. En el caso de los efectos destructivos de otros cánidos

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Schmitt & Juell (1994) lo han observado en los coyotes, Mondini(2000) en los zorros y Solomon & David (1990) en el dingo.

En el caso de los zorros la acción destructiva que producen tam-bién puede ser importante. Así, he observado su intervención sobreconjuntos óseos de ovejas abandonados por buitres, consumiendoepífisis y todo tipo de elementos axiales. Stallibrass (1984) tras ana-lizar ciertas acumulaciones protagonizadas por seres humanos enmomentos históricos y carroñeadas después por zorros, ha visto queen las acumulaciones en las que intervienen ambos agentes la repre-sentación anatómica es rica en elementos craneales y apendicularesmediales (radio-tibias). Sin embargo, en aquellos que sólo intervie-ne uno de los dos agentes, la supervivencia de los elementos esque-léticos es mayor debido a que en el del acceso humano único, losrestos óseos son poco alterados, mientras que en el de la acumula-ción natural carroñeada por zorros, al haber un importante accesocárnico el consumo de los elementos óseos es menos intenso.

Sanchis (1999), Estévez & Manoli (2000) y Guillén (2002) tam-bién han estudiado las alteraciones producidas por zorros. Estévez& Manoli (2000) han visto que en el consumo que realizan loszorros grises sobre guanaco, vaca y oveja difieren de unos animalesa otros. En el caso del guanaco consumen en primer lugar las vís-ceras, después el morro y las orejas, luego sigue la parte ventral conla pelvis y los costillares y a continuación el contenido cárnico delos cuartos delanteros. Finalmente y sólo cuando desarticulan elmiembro anterior comienzan el consumo del trasero. En el caso delas ovejas se consume primero las vísceras seguido de la parte ven-tral y finalmente el esqueleto apendicular. También es diferente ladispersión que hacen de los restos. Así, con los restos de vaca nosobrepasa los 5 m, por el contrario en guanaco y oveja la dispersiónes mayor. En su estudio se muestra que a pesar de la abundancia decomida, el zorro coge algo de carne y se lo lleva para consumirlo oesconderlo en otro lugar, para luego volver a por otro trozo, siendoeste un comportamiento similar al que he observado entre zorrosde Almería. En el consumo de los restos de guanaco, oveja y vacacontrasta la mayor alteración que sufren los restos de oveja y gua-naco frente a los de vaca, al tener una mayor dispersión y unos por-centajes de marcas de diente mayores. Igualmente contrasta el

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carroñeo practicado, siendo mayor en los medios abiertos que enlos cerrados, una conducta similar a la que desarrollan otros carní-voros de las sabanas africanas.

En su estudio, Sanchis (2000) muestra como las acumulacionesproducidas por zorros sobre conejos presentan una mayor pro-porción de individuos infantiles frente a las que se consumen fuerade la madriguera que son adultos. El consumo óseo suele centrar-se en el esqueleto axial y la cabeza rara vez es ingerida pero todoel esqueleto suele sufrir una alta fragmentación, tan solo los ele-mentos pequeños como el calcáneo o el astrágalo son menos frag-mentados aunque si pueden mostrar la acción corrosiva de los pro-cesos digestivos.

Por otro lado, mi observación personal sobre zorros de Alme-ría a los que se daba comida muestra como una vez que consiguenésta la dispersan y entierran por su territorio para momentos deescasez. Solo transportan comida al cubil en el periodo de cría yrara vez lo hace con otro carnívoro estableciendo un rol de com-petencia que en ocasiones y cuando los recursos son muy escasospuede provocar enfrentamientos entre zorros (Blanco, 1998).

Para las acumulaciones que producen los chacales Richardson(1980) ha observado un predominio de los elementos apendicula-res y Domínguez (1994 b) ha visto marcas de diente sobre las sec-ciones diafisiarias.

Sobre los lobos, Haynes (1980 a, b, 1982) ha observado comola explotación ósea es mayor en los animales que matan que aque-llos que se encuentran de muerte natural, siendo una conclusiónsimilar que la alcanzada por Blumenschine (1986) para otros car-nívoros. En la tabla 3.5 puede observarse algunas de las caracte-rísticas que pueden presentar las diferentes acumulaciones prota-gonizadas por lobos según su grado de acción.

Domínguez (1994 b) expone que las acumulaciones osteológi-cas de los lobos suelen presentar una gran abundancia de mandí-bulas, elementos axiales y apendiculares entre los que el fémur esmás abundante que el húmero. La intensidad del consumo varíaen función de la disponibilidad de recursos pero generalmentedeterminadas partes como las escápulas y las pelvis son muy con-sumidas frente a los metapodios, el radio, la tibia y el cráneo.

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Los porcentajes de marcas que suelen dejar son bastanteamplios, así en el caso del dingo, Solomon & David (1990) han vistocomo dejan porcentajes de marcas altos parecidos a los patrones que

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TABLA 3.5Diferentes grados de alteración ósea practicadas por lobo modificado

a partir de Haynes (1980 a y 1982), en Lyman (1994-148)

Elemento Acción ligera Acción moderada Acción fuerte

Mandíbula

Cráneo

Vértebras

Escápula

Húmero

Fémur

Tibia

Observaciones

Hioides presente, mandí-bula articulada y procesoangular ligeramente mor-dida.

Poca alteración.

Algo mordido

Borde ventral mordido ymellado.

Tuberosidades grandestienen surcos.

La cortical de los trocan-tes presentan surcos y enel cóndilo medial también.

Epífisis proximal rota confurrowing y algo alterada.

Algunos huesos articula-dos, aparecen metapo-dios y todas las falanges.

Hioides presente, mandí-bula desarticulada y Pro-ceso angular mordido.

Nasal y dientes rito.

Borde vertebral astilladoy dentado y desarticula-do desde el húmero.

Presenta punciones entuberosidades y en caña.

Tróclea abierta alteracio-nes en los cóndilos medialy lateral y marcas de dien-te en la cabeza, la cresta yla diáfisis.

Alteraciones en la parteproximal pero tambiénen la cavidad medular.

Aparecen algunas extre-midades desarticuladas delcuerpo y lo demás igual.

Desarticulación, superfi-cie lingual mordido bor-de ventral roto.

La mayor parte del pro-ceso vertebral está roto,la parte nasal suprimi-da, proceso mordido ycomido.

Muy alterado y mordido

Roto y dentellado, solola fosa glenoidea puedeaparecer.

Epífisis proximal desapa-rece, y parte de la meta-diáfisis proximal tam-bién, los cóndilos distalesaparecen mordidos.

Epífisis distal suprimiday la caña rota.

Parte proximal suprimi-da, fractura en la cañacon bordes redondeados

Sólo aparecen algunas fa-langes y metapodios.

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dejan los lobos, de la misma forma observan también como el 50%de las marcas que dejan son inconspicuas.

Los félidos al igual que los cánidos también abarcan una grancantidad taxonómica y también se organizan en dos tipos. En feli-nos de tipo gregario como los leones y los solitarios, que son todoslos demás (leopardo, jaguar, tigre, pantera, puma, lince, gato mon-tes, guepardo, etc). Por el contrario, entre los cánidos casi todos secomportan de forma gregaria, sólo los zorros y los dingos son mássolitarios. Este comportamiento ha permitido a carnívoros demenor tamaño competir con los grandes carnívoros, compensan-do su desventaja de tamaño con la fuerza que proporciona elgrupo (King, 1975, 1976; Mc Donald, 1983, 1984; Domínguez,1994, a, b, c).

Los leopardos rara vez consumen la médula y sólo comen lacarne. Sólo atacan a taxones pequeños o de tamaño medio dehasta 150 kg (Brain, 1981; Ruiter & Berger, 2000) aunque en oca-siones también lo hacen sobre animales de un gran potencial físi-co como los gorilas (Fay et al., 1995). Cuando consiguen sus pre-sas suelen subirlas a árboles donde los guardan para diferentesconsumos proporcionándoles carne para 2 o 3 días (Cavallo &Blumenschine, 1989; Blumenschine & Cavallo, 1992). Su consu-mo suele dejar muchas marcas de diente en diáfisis con porcenta-jes cercanos al 90% una vez terminado el consumo, pero apuntaDomínguez (2002) que se desconoce que porcentajes de marcasdejan después de un primer consumo. Para Brain (1981) los por-centajes de marcas de diente son más reducidos próximos al 30%,lo cual se debe a que las marcas inconspicuas no están considera-das. A pesar de estas alteraciones, es probable que en realidad losporcentajes de marcas de diente es realidad sean menores, ya quesegún ha observado Domínguez (comentario personal), los leo-pardos al morder el paquete muscular tiran de él para desgarrarlo.

En relación con el transporte que se realiza de la carcasadepende más de la presión trófica y de la proximidad de árboles ocuevas cercanas. En lugares con escasa presión trófica las presaspueden llegar a consumirse en el mismo suelo, así es el caso delleopardo de las nieves, la pantera nebulosa o el jaguar que en algu-nos casos llega a enterrar las presas para consumos pospuestos

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(Domínguez, 1993 b). La causa de esto, es que al tratarse de uncazador solitario le hace estar en desventaja ante otros predadoresde menor tamaño pero gregarios. Por lo que puede darse el casode que un grupo de chacales o cuones e incluso de papiones ochimpancés obliguen al abandono de la carcasa. Hasewanga et al.,(1983) ha documentado el carroñeo practicado por babuinos ychimpancés de presas de leopardos. Lo mismo ocurre con el gue-pardo que dada su mayor gracilidad le obliga a evitar cualquierenfrentamiento con otro carnívoro.

Junto al transporte que realizan a los árboles, también se havisto que lo hacen sobre cuevas en Kenia (Simons, 1966), Namibia(Brain, 1981), Tanzania (Sutclife, 1973) o Sur África (Ruiter &Berger, 2000) y como el traslado a los árboles, tiene la misma fina-lidad de evitar el acoso de otros predadores o carroñeros como losbuitres, los leones, las hienas etc.

Los patrones de representación anatómica que se forman ensus acumulaciones muestran asociaciones bastante compensadasde elementos apendiculares y axiales (Brain, 1981; Ruiter & Ber-ger, 2000), el cual puede variar en función de la talla de la presa.Así, en los animales pequeños el axial esta peor representado y elesqueleto craneal y el apendicular mejor. Frente a los de tamañomedio, en los que aumenta la sección axial y se produce unos per-files esqueléticos más compensados (Domínguez, 1993 b, 1994 a,1996 a; Ruiter & Berger, 2000).

El guepardo sólo caza taxones de pequeño tamaño de hasta100 kg. como máximo (Blumenschine, 1986), los consume a unagran velocidad hasta el punto de que en 30 minutos puede consu-mir la carne de una gacela Thompson. En su consumo suele cen-trarse en el axial y el húmero dejando casi intacto el cráneo, la pel-vis y la escápula y las partes inferiores de las extremidades(Domínguez, 1994 b). El serval suele cazar pequeños mamíferos yel lince también, principalmente conejos (Aymarach, 1982) peroen casos aislados se ha visto como en determinadas circunstanciaspueden cazar ciervos o gamos (Beltrán et al., 1985), en las estacio-nes de otoño cuando los conejos disminuyen.

Los leones son los carnívoros más poderosos, ya que su orga-nización gregaria y su tamaño les hace estar en la cumbre de la

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cadena trófica. Suelen consumir las presas in situ y salvo excep-ciones no suelen transportarlas. Tan solo en los momentos de críacuando las leonas se apartan del grupo al parir y tienen que man-tener a sus crías hasta su inclusión en el grupo familiar, o en el casode machos solitarios o de episodios de caza en horas extrañascomo a medio día (Domínguez, 1993 b). Suelen cazar todo tipo depresas e incluso las más grandes como ha indicado en una brevereseña Pickering (1998) o Douglas-Hamilton & Douglas-Hamil-ton (1974) que muestran el ataque de leones a crías de elefantes.Como el león, el tigre también caza todo tipo de presas y su situa-ción sin enemigos naturales también lo sitúan al pie de la cadenatrófica, aunque en este caso no se trate de un animal gregario.

La intensidad con la que los leones alteran el conjunto óseodepende de diferentes factores, así en los momentos en los queabundan las presas pueden abandonar carne y los huesos con sucontenido medular intacto. Lo normal es que tanto las costillascomo las apófisis de las vértebras sean fácilmente reducidas y enocasiones también lo sean las epífisis de los huesos largos (Domín-guez, 1994 b). Entre las marcas de diente que producen destacanlas perforaciones sobre la cabeza, la pelvis y las costillas. Los sur-cos suelen producirlos en época de escasez y el mordisqueo cuan-do el consumo es muy intenso (Domínguez, 1999).

Tras su paso, los leones no dejan nada que pueda ser carroñe-ado, tan solo en aquellos animales grandes y a veces, en los media-nos dejan carne o médula según el número de individuos queintervienen en el consumo, aunque generalmente la médula y elcontenido endocraneal suele permanecer intacto comiéndose sóloalgunas epífisis y el esqueleto axial (Blumenschine, 1986). Los leo-nes consumen todo tipo de recursos cárnicos pero tienen ciertaspreferencias por los animales de tamaño medio como las cebras oel ñu. En un estudio de Palmquist et al. (1996) se hace referenciaa un trabajo de Mitchelf et al. (1965) del que el 27% de los ungu-lados cazados por león, leopardo, guepardo y licaón son indivi-duos enfermos o con algún tipo de problema físico, lo que se acen-túa para las especies grandes. En el búfalo, el 18,4% de los casosson individuos enfermos, el 8,5% de ñu, y en la cebra es el 23,5%.De la misma forma, Guthie (1990) indica que las presas de los leo-

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nes suelen ser los individuos más débiles como los infantiles, losviejos o los solitarios. Así, para el caso de animales como el búfalosuelen atacarse a los machos viejos, ya que cuando llegan a estaedad se vuelven agresivos y son expulsados por la manada que-dando aislados y más vulnerables frente a los grandes carnívoros.

Las únicas opciones que dejan los leones de carroñear son en lassabanas húmedas de los hábitat abiertos con una marcada estacio-nalidad y una amplia biomasa migratoria (Tappen, 1992), y en lassabanas semiáridas de los hábitat cerrados de gran estacionalidad,donde la biomasa esta sujeta a procesos migratorios (Blumenschine,1986). En cualquier caso, las posibilidades de carroñeo dependende la cantidad de hienas, leones, la estación y la presión trófica.

En el trabajo de Domínguez (1999 b) sobre la sabana abiertasemiárida de Masai Mara se observan episodios cinegéticos devarias presas al día tal y como documenta también Schaller (1972)y Kruuk (1972) en lugares con una gran cantidad de biomasa. Seaprecia que en ocasiones interrumpen el consumo de una de laspiezas, lo que es aprovechado por las hienas. Este abandono departe de la carcasa para un consumo pospuesto lo documenta tam-bién Schaller (1972) y Domínguez (1996 c) y solo se produce cuan-do hay una gran abundancia de recursos que permite cazar variaspiezas al día. Otra curiosidad de este estudio es que la mayor partede las carcasas se producen en medios abiertos, lo cual es normalsi se considera que es en este tipo de medio donde ocurre la mayo-ría de los eventos cinegéticos.

Entre las alteraciones óseas que producen los leones hay scores,punctures, pits y furrowing que luego se definirán con mayor preci-sión. Los porcentajes de marcas de diente que suelen dejar estánpróximos al 80% de los restos (Domínguez, 1999 b). Este autor hadocumentado que la cabeza tiene un 14-20% de marcas de diente,el axial un 100%, los huesos superiores un 40%, los apendicularesmediales un 30% y los apendiculares inferiores un 5%, los cuales sedistribuyen en un 16% sobre las diáfisis y un 50% sobre las epífisis.

El consumo de las presas suelen hacerlas en el mismo sitio demuerte por lo que no producen una gran disgregación de los restos.La dispersión de la carcasa como la intensidad del consumo depen-de de la presión alimenticia, así hemos visto que en los momentos

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de escaso estrés se dejan amplios paquetes cárnicos para consumospospuestos.

Normalmente la cabeza y los metapodios suelen abandonarseintactos, de forma que la mandíbula suele permanecer articuladajunto al cráneo. Por el contrario, la pelvis, las vértebras y las costi-llas suelen comerse casi siempre presentando una gran fragmenta-ción y un alto porcentaje de marcas de diente. Igual ocurre con lasextremidades, donde las epífisis suelen mostrar abundantes mar-cas de diente. En el estudio de Domínguez se observó que el 8%de los casos, las extremidades superiores tenían algo de carne y, el82% de las mediales también. Por otro lado en este trabajo seobserva que la alteración es mayor sobre los cuartos delanterosque sobre los traseros.

Otra observación interesante de este estudio es que a las 3horas de que muriera el animal, las hienas estaban presentes en el100% de los casos, los buitres en el 86% y los chacales en el 65%,por lo que el acceso de los carnívoros a la carcasa es bastante tem-prano al contrario de lo que ocurre en los medios más cerrados(Blumenschine, 1986, 1987; Domínguez, 1996 b). Hay que indicarque en las observaciones de Domínguez las carcasas en medioscerrados son muy escasas ya que la presencia de carnívoros y ungu-lados es reducida, por lo que los episodios cinegéticos son escasos

En el caso de los grandes félidos extinguidos Lewis (1997) indi-ca que Dinofelis, Homotherion y Megantereon podían formar acu-mulaciones similares a las que realizan los felinos actuales. ParaTurner (1995) la expansión por Europa de Homotherion latidens yde Megantereon whithei ofrecieron a los homínidos unas grandesposibilidades de carroñear, de hecho ya se apunto en Arribas &Palmquist (1999) una asociación del Olduvayense asociado alcarroñeo de las presas de estos animales, ya que la aparición delachelense podría asociarse a la extinción de estos grandes carnívo-ros. Por otro lado Turner (1990, 1991, 1992) propone que la extin-ción de los grandes felinos trajo consigo la extinción de Pachicro-cuta dejando a los demás carnívoros y homínidos unas nuevasposibilidades de explotar el medio.

En los patrones de adquisición de estos grandes predadoressegún Marean (1989) debieron centrarse en los individuos infantiles

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de los animales de gran tonelaje como los proboscidios. Además,debían vivir en medios boscosos o aluviales que ofrecieron a losHomo habilis buenas posibilidades de carroñeo frente a las de losmedios abiertos, donde estarían más otro tipo de carnívoros mejoradaptados a dichos biotopos. La reducción de las zonas boscosas enÁfrica hace 1,6 m. a, y la ampliación de las zonas abiertas obligó alos homínidos a aumentar la ocupación de los medios abiertos y acambiar sus estrategias de subsistencia por otros tipos como el carro-ñeo de confrontación. Para Lee Thorp (2000) el Dinofelis debíabasarse en especies de medios abiertos, especialmente bóvidos.

Por último, los osos también pueden cazar y carroñear carca-sas, desmembrando, consumiendo y dispersando los restos. Aun-que es un animal principalmente vegetariano también caza en oca-siones. En el cantábrico Clevegner & Purroy (1991) muestran quepor cada oveja que mata un oso, el lobo mata 23, por cada caballoo vaca un lobo mata 11 y por cada ungulado salvaje un lobo mata140. Su forma de cazar es agarrando la pieza y aplicarle un mor-disco en la nuca y solo cuando la pieza se escapa lanza las zarpaspara desgarrarla y herirla mortalmente. En las acumulaciones quedocumentan Pinto & Andrews (2002) aparecen del 20 al 78% delos huesos con marcas de diente, con predominio sobre las epífisisy abundancia de fracturas en espiral. En sus acumulaciones loshuesos completos son bastante abundantes con porcentajes quevan del 42 al 84% (Pinto & Andrews, 2002).

Patou Mathis (1988), Fosse (1994) y Fosse et al. (1997) handiscutido el origen antrópico de diversas acumulaciones ricastaxonomicamente en osos que tradicionalmente eran asumidascomo consecuencia da la acción humana. A partir de esta discu-sión, han creado unos patrones diagnósticos que permitan dife-renciar las acumulaciones óseas naturales de úrsidos que puedenproducirse en los procesos de hibernación de aquellos otros quepuedan producir carnívoros o el ser humano. Tras analizar losdiferentes patrones de espacialidad, edades, esqueléticos, marcasetc, se concluye que una acumulación con abundancia de osos, yespecialmente de infantiles sobre adultos, representación anatómi-ca abundante y bien compensada, con patrones de fracturaciónpoco intensos y con conexiones anatómicas es probable que se

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deban a los osos. En referencia con esta discusión sobre los res-ponsables de la mortalidad de los osos y su representación en lascuevas, Patou Mathis (1988) contrapone los argumentos utilizadospor los defensores de la caza del oso y sus detractores. Destacan-do los siguientes argumentos:

Defensores de la caza del oso

1. Asociación de osos a industria lítica en contextos paleolíticos.2. Fracturas y traumatismos de huesos de oso como conse-

cuencia de los episodios cinegéticos.3. Predominio de jóvenes o infantiles entre los osos.4. Dispersión intencional de los restos de oso.5. Conexiones anatómicas son frecuentes.6. Aparecen huesos quemados.7. Aparecen marcas de corte.

Frente a estos argumentos los partidarios de la mortalidad natu-ral de oso producida durante los mecanismos de hibernación dicen:

1. La mortalidad de los osos en los mecanismos de hiberna-ción es alta.

2. La lenta deposición sedimentaria de los yacimientos paleo-líticos pueden mezclar materiales de diferentes procesos, loque explicaría la presencia de industria, huesos quemados yquizás las marcas de corte en carroñeos naturales despuésde la muerte del animal.

3. Los traumatismos y las fracturas pueden ser post mortemfruto del trampling producido por otros osos.

4. El predominio de infantiles es lo normal de los procesos dehibernación.

5. Los patrones espaciales que se producen en los yacimientoscoinciden con los naturales producidos en la hibernación.

6. La ausencia de conexiones anatómica frente a su presenciaindica conservación diferencial y dispersión de restos acargo de otro agente.

7. La presencia de huesos quemados o con marcas de corteson muy escasos.

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De esta forma y a partir de los argumentos presentados porestos autores podemos disponer de una serie de argumentos quepueden permitirnos diferenciar si la presencia de osos en yaci-mientos es causa natural o antrópica. Así en casos como Yarim-brugaz (Turquía), Stiner (1997 a, b, c, 1998) distingue dos episo-dios de ocupación diferentes entre el hombre y los osos enDescozowa (Eslovaquia).

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CAPÍTULO 4

REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONESUTILIZADOS EN LA ARGUMENTACIÓN

DE LA CAZA Y EL CARROÑEO

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4.1. ARGUMENTOS UTILIZADOS EN LA DEFENSA DEL CARROÑEO Y LA CAZA

A lo largo de estas páginas, se han hecho referencia a gran can-tidad de trabajos que intentaban crear varios modelos teóricos apli-cables al pasado, discutiendo el papel jugado por la caza o el carro-ñeo en la subsistencia humana, desde distintos puntos de vista,como los patrones de representación taxonómicos, los demográfi-cos, los anatómicos, los tafonómicos, los ecológicos etc. Se hancomparado también las estrategias culinarias antrópicas con lasempleadas por diferentes tipos de carnívoros. Sin embargo, des-pués de todo esto, sólo se ha llegado a un gran debate y conclusio-nes poco resolutivas. En alusión a esto, Isaac no se muestra muyconvencido de una estrategia u otra, aunque reconoce que el carro-ñeo podría ser una estrategia más consistente, quizás debido a lamoda disciplinar de aquellos años. Isaac (1983. 13)

Meat eating on a significant scale is indicated, but the exis-ting data do not yet allow to distinguish acquisition by huntingfrom acquisition by scavenging, though the assemblages fromseveral sites are fully consistent with scavenging modes.

Desde un punto de vista taxonómico, demográfico, anatómico eincluso también tafonómico se han llegado a una serie de conclusio-nes contradictorias según el autor que las maneje. Cada investiga-dor proporciona una serie de datos y estos los interpreta de acuer-do a una finalidad determinada. De ahí por ejemplo las diferentes

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interpretaciones alcanzadas sobre yacimientos como Klasies RiverMouth (Sur África) (Klein, 1976; Binford, 1984; Milo, 1998) oFLK Zinj (Tanzania) (Binford, 1981; Bunn, 1983; Bunn & kroll,1986; Selvaggio, 1994; Blumenschine, 1995; Capaldo, 1995; 1998).De igual forma Bunn (1983), Potts (1984) y Lyman (1987 c) alcan-zan conclusiones diferentes a las de Shipman (1983, 1984 a, 1986)según la posición de las marcas antrópicas sobre las diáfisis de loshuesos. En este caso, podría aplicarse la cita de Anthony Lloretque utilizó Martínez Moreno (1998) para referirse a un debate deneandertales «No vemos las cosas como son, sino como quisiéra-mos que fueran». En definitiva, al final sólo nos quedan una grancantidad de datos contrastados por unos y otros con finalidadesdiferentes produciendo como resultado una gran ambigüedad enla interpretación de las estrategias de subsistencia.

Aquí se van a contrastar unas y otras opiniones sin decantarsepor ellas, ya que esto se hará en el siguiente apartado, aunque enpáginas anteriores ya se trató algunos de estos argumentos cuandonos referimos al carroñeo.

1. Taxonomicamente se ha argumentado que una representa-ción poco especializada es sintomática de una estrategiaoportunista (Foley, 1983). Sin embargo, en multitud de gru-pos humanos y los propios carnívoros muestran pautasdiversificadas. Entre los carnívoros, los leones consumentodo tipo de recursos, aunque preferencialmente se decan-tan por los de tamaño medio, lo mismo ocurre con las hie-nas y entre los leopardos se caza todo animal inferior a150 kg. Quizás sólo el guepardo este más especializado enespecies de tamaño pequeño. Entre los grupos humanostambién se da una dieta diversificada (Domínguez, 1994 a) yChase (1986, 1991) ha demostrado para el Paleolítico Medioeuropeo como puede darse una situación diversificada peroselectiva en función de los cambios climáticos. De la mismaforma, Patou Mathis (1993 b, 1997) ha mostrado diferentesmodelos cinegéticos basados en estrategias selectivas, espe-cializadas, orientadas, diversificadas u oportunistas en fun-ción de la relación del hombre con el medio.

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2. Entre los patrones de mortandad algunos autores definenque una representación rica en individuos adultos e infanti-les es sintomática de un acceso secundario (Vrba, 1975,1980; Binford, 1981; Shipman 1983, 1990; Blumenschine1986; Stiner 1990, 1994), de la misma forma que Klein(1982 a, b) o Jaubert et al. (1990) opinan lo mismo de unpatrón atricional, e interpretan caza para otro catastrófico.Sin embargo, en el registro pueden darse variedad de situa-ciones. Así, puede producirse un evento catastrófico quefacilite el carroñeo, de la misma forma que puede ocurriruna especialización cinegética basada en individuos viejos einfantiles, ya que se ha visto variedad de situaciones entrelas sociedades humanas. Los partidarios del carroñeo basansus hipótesis en el hecho de que las presas de leones suelenser animales infantiles o seniles y, sin embargo, esto tambiénvaría entre los propios leones y entre los carnívoros.

3. Otro argumento que utilizan los defensores del carroñeo sebasa en el tamaño de los animales representados en los yaci-mientos y piensan que los taxones de talla mediana y grandeson carroñeados (Vrba, 1975, 1980; Binford, 1981; Shipman,1983, 1984 a, 1990; Blumenschine, 1986; Stiner, 1994). Laverdad que tras lo visto, éstas son las únicas especies que pue-den ser carroñeadas tras el acceso de un carnívoro, pero tam-poco significa que no puedan cazarse. Alguno de estos auto-res coincide que el rango de estas presas está dentro de la delos leones y, por tanto, los homínidos del PlioPleistocenopodrían ser carroñeadores especializados en presas de leones(Blumenschine, 1988; 1995; Tunnell, 1990; Capaldo, 1995,1998). Al igual que en el caso anterior, ésta es una posibilidadque podría ser válida ya que los leones sí dejan carne y médu-la sin consumir, pero tampoco son suficientes como paranegar la posibilidad de un comportamiento cinegético.

4. Con relación a los perfiles esqueléticos se dice que los con-juntos con predominio de elementos craneales y distales sondiagnósticos de una estrategia secundaria frente a otra conabundancia de elementos cárnicos (esqueleto axial). Comohay diferentes yacimientos que muestran este patrón, algunos

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autores lo han identificado como carroñeo (Binford, 1981,1984; Shipman, 1990; Stiner, 1991 c, d, e, f, 1994; Klein &Cruz Uribe, 1994). Otros como Bunn (1983 b) o Chase(1986, 1987) han observado que esta representación de ele-mentos cárnicos se produce en otros sitios y que por tantoson diagnósticos de un comportamiento cazador.

5. Otro argumento utilizado va en función de la situación delas marcas de corte. Así la posición de marcas de corte ensecciones poco cárnicas como metapodios y en la cabeza soninterpretadas por Binford (1981), Shipman (1983, 1986,1990) y Blumenschine (1986) como carroñeo, de igual formaque su posición en las diáfisis son relacionadas con el apro-vechamiento marginal de algunos residuos cárnicos (Ship-man, 1983, 1984 a, 1986). Por el contrario, Bunn (1983),Potts (1984), Lyman (1987 c), Marean (1998), Marean &Kim (1998) y Domínguez (1996 a, 1999, 2002) interpretanestas trazas sobre diáfisis con el consumo de altas porcionescárnicas, ya que si no, no tiene sentido su presencia. De lamisma forma que Crader (1983) ha documentado que lamayor proporción cárnica de ciertas secciones puede influiren una menor representación de marcas de corte. Con rela-ción a los porcentajes de marcas también se puede incluiraquellos estudios que hacen referencia a los patrones demarcas de dientes que se trataran más adelante.

6. Junto a éstos, pueden haber otra serie de rasgos que rela-cionen una acumulación ósea más con un comportamientocinegético, otro oportunista u otro que ni siquiera hayaintervención humana. Por ejemplo, por medio de superpo-siciones de marcas de diente sobre corte o al revés, según lacantidad de marcas de corte o diente o su asociación acoprolitos o productos de acción humana, como la indus-tria lítica. Así un yacimiento con abundancia de coprolitosy ausencia de industria se le podría considerar como la con-secuencia de un evento natural biológico.

Además de este tipo de argumentos que en general resultan algoambiguos, se han definido otros que se refieren a las oportunidades

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de carroñeo que ofrece la sabana, que como se ha dicho ya, depen-de de la presión trófica y de que los hiénidos no accedan a losrecursos. En lo referente a los estudios de carnívoros, también se havisto que la práctica del carroñeo sólo es posible en las presas deleones y leopardos, aunque en el caso de los guepardos es viablehacer carroñeo de confrontación, ya que el guepardo es un animalque depende en exceso de su velocidad y no puede arriesgarse adefender su comida cuando le hostigan otros competidores. Así,este suceso suele ocurrir en la sabana cuando los babuinos lesroban la comida. El problema es que éste tipo de carroñeo soloofrece presas pequeñas.

A continuación se discutirán los cinco primeros argumentosutilizados en el debate de la caza o carroñeo.

4.2. INCONSISTENCIA DE LOS PATRONES UTILIZADOSEN LA ARGUMENTACIÓN DE LA CAZA Y EL CARROÑEO

4.2.1. Los patrones de representación taxonómicos(puntos 1 y 2)

Lo primero que habría que definir son que criterios se utilizanpara ver especialización o diversificación, para ello se suelen utili-zar dos fórmulas el Número de Especimenes Identificables (NISP)o Número de Restos (NR) y el Mínimo Número de Individuos(MNI), pero estos son meros parámetros informativos no explica-tivos del comportamiento (Martínez Moreno, 1998), por lo que ladiscusión sobre ellos se tratará en el capítulo metodológico.

Como se ha señalado, los diferentes autores llegan a identificaraptitudes cinegéticas u oportunistas en función de la representacióntaxonómica. Sin embargo, como ya ha expuesto Domínguez (1994,1996 a, c) es un argumento discutible ya que hay numerosos ejem-plos cinegéticos antrópicos de patrones especializados o diversifica-dos (Spiess, 1979; Lyman, 1987 a; Hudson, 1990, 1991; O’Connellet al., 1990, 1991, 1992; Costamagno, 1999, etc.). De la mismamanera Domínguez expone que diversos animales carroñeros pre-

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sentan perfiles especializados, de forma que si se produce un carro-ñeo específico sobre presas de un carnívoro concreto, se obtendrí-an patrones especializados. Por ejemplo, un carroñeo dominadopor presas de leones ofrecería abundancia de animales de tamañomedio y uno de guepardos, de animales pequeños. Por otro lado,siguiendo los criterios de los partidarios de una estrategia oportu-nista, el carroñeo se basaría en los animales de talla media y gran-de, que casualmente son las presas más consumidas por los leones,y en contraste con el registro arqueológico hay una mayor variedadtaxonómica de toda gama de tamaños (Domínguez, 1996 a). Por loque en función de un patrón especializado o diversificado no sepuede justificar una estrategia cinegética o carroñera. Un ejemplomás cercano puede ser el Paleolítico Medio y Superior europeo, enlos que no se han visto grandes diferencias entre cada uno de losdos momentos y en el que durante el Paleolítico Superior Inicialaparecen patrones diversificados y especializados (Patou Mathis,1993, 2000; Dari 1999, 2003; Yravedra 2001, 2002).

Otro argumento en contra de este criterio taxonómico es laconservación diferencial ya que diferentes procesos destructivostienden a sobrerrepresentar los individuos de mayor tamaño. Porejemplo ante un acceso secundario de un carnívoro sobre una car-casa pequeña manipulada por el hombre, la probabilidad de quepase al registro algún resto óseo será menor que sí la carcasa fuerade un animal mediano o grande.

En relación con el problema de la conservación se han dadoopiniones contrapuestas. Para algunos autores los especimenes detalla pequeña tienen mejores posibilidades de supervivencia quelos de animales grandes gracias a que su menor tamaño favorecesu sedimentación (Klein, 1989; Marshall & Pilgran, 1991; Marean,1991, 1998; Bartram, 1993) frente a otros (Berhensmeyer et al.,1979; Berhensmeyer & Boaz 1980; Von Endt & Ortner, 1984;Domínguez, 1994) que dicen que los huesos de animales pequeñossobreviven peor a la acción más destructiva de los carnívoros y aque los efectos del Weathering son mayores en menor tiempo.

Otro tipo de análisis que trata de evaluar el acceso humano enfunción de los perfiles taxonómicos son los que se fijan en la canti-dad de carnívoros que aparecen en el registro óseo. Dentro de este

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tipo de estudios esta el Índice de Carnivorismo (Klein, 1975) que sebasa en la premisa de que al no cazar el hombre a otros carnívoros,la representación de estos en un yacimiento se deberá a un aportenatural. Este índice se calcula viendo la relación existente entre car-nívoros y ungulados y, si se da una asociación con gran abundanciade carnívoros significará que el origen de la acumulación no esantrópico. En función de esto, Straus (1982) interpretó que la sub-sistencia del Paleolítico Medio español se basaba en estrategiascarroñeras, de igual forma Lindly (1988) vio que el Paleolítico Supe-rior Inicial de la Península Ibérica también tenía una intensa activi-dad carnívora. Pero este método lejos de evaluar una estrategia caza-dora o carroñera más bien sirve para ver que incidencia potencialtienen los carnívoros sobre el registro, ya que es frecuente que loscarnívoros utilicen cavidades ocupadas antes por el ser humano.

Junto al índice de carnivorismo, la combinación de otros pro-cedimientos pueden ofrecer resultados más contrastables para lainterpretación del registro. Por ejemplo Lindly (1988), a través delos perfiles esqueléticos y los de edades muestra como los carnívo-ros tuvieron una incidencia importante en los niveles arqueológi-cos del Paleolítico Superior mediterráneo. Enloe et al. (2000) anteel amplio conjunto óseo de Prolom II con abundancia de marcasde corte, la alta representación de carnívoros les hace dudar de laautoría humana. El análisis tafonómico revela que junto a la acciónhumana también hubo una alta incidencia de carnívoros comorevelan la abundancia de huesos digeridos y marcas de diente, porlo que al final se concluye que la actividad humana se ciñe a bre-ves ocupaciones cuando los carnívoros no intervinieron. Lo mismoocurre en A’Valiña (Llama et al., 1991) y otros yacimientos delPleistoceno superior con acción simultanea de hienas y hombres.

4.2.2. Patrones de edades

El primero en utilizar el cálculo de edades fue Kurten (1953).Los perfiles de mortandad son el atricional (Craig & Oertell, 1966)también llamado en forma de U al caracterizarse por el predomi-nio de infantiles y seniles. Este es un patrón selectivo y responde a

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una muerte por causas de predación o de enfermedad, en la quemueren los más débiles (Klein, 1982 b). El Catastrófico o en formade L reproduce el perfil de una sociedad viva, es decir, una granabundancia de individuos jóvenes y una representación de todaslas demás edades. Éste se produce cuando los animales mueren enmasa por causa de una catástrofe natural o por la caza masivarepresentada por todos los individuos. Ejemplos de este tipo depatrón lo encontramos en Klein (1976, 1982 b), Voorhies (1969),Spiess (1977), Davis (1989) y Hoffecker et al. (1991) por causasantrópicas, en Haynes (1987, 1988 a, b) y Olsen (1989 b) por laacción de la sequía, en Berger (1983) por la acción de la nieve, enLyman (1984 b, 1989 b) por la acción de un volcán y, en Lavine(1983) y Reher (1974) por la acción de una trampa natural.

En función de estos patrones los distintos autores han llegadoa conclusiones diferentes. Uno atricional se lo suele relacionar conmodos oportunistas mientras que uno catastrófico se lo asocia acaza de manadas. Sin embargo, ya se ha indicado como los carní-voros depredan sobre gran cantidad de ungulados de todas lastallas y edades, de la misma forma que un episodio catastróficopuede ofrecer múltiples oportunidades carroñeras, por ejemplo el

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FIGURA 4.1. Patrones de edad. Catastrófico y atricional.

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cruce del río Mara en las migraciones anuales de cebras y ñues. Aestos dos patrones catastrófico y atricional, se le puede añadir unnuevo modo establecido por Stiner (1990, 1991 c, f, 1994) basadoen un perfil de representación dominado por animales juveniles yadultos que se ha obtenido a partir de la observación etnográficade diferentes grupos humanos, pero dicho patrón también lo pre-sentan diversos carnívoros actuales (Blumenschine, 1991 a, b), porlo que tampoco es diagnóstico.

Blumenschine (1991 a, b), Domínguez (1994, 1996 a, c) yMarean & Assefa (1999) han discutido las inferencias basadas eneste método para hablar de caza y carroñeo y establecen que loscarnívoros cazan todo tipo de recursos y las sociedades humanastambién. Igualmente Frison (1991) tampoco es partidario dehablar de caza o carroñeo a partir de este patrón ya que reconoceuna gran variabilidad etnográfica. Además, el sesgo tafonómicopuede acrecentar determinadas representaciones, como por ejem-plo el carroñeo primario sobre animales muertos por causas natu-rales ofrecerá un perfil atricional. Un carroñeo especializado enpresas de diferentes carnívoros dará para la hiena (Kruuk, 1972) oel licaón (Scott, 1992) un perfil atricional, y para las de leopardootro de animales pequeños tipo el que indica Cavallo & Blumens-chine (1989) frente al de Vrba (1975, 1980), en el de los leones setendrá un perfil de animales grandes y medianos frente al de Sti-ner (1990, 1991). Un carroñeo secundario como el que hacen losHadza (Tanzania) sobre diferentes presas de carnívoros ofrecerápatrones catastróficos o atricionales. Los grupos humanos puedenpracticar un modo de transporte diferente según el tamaño de lapresa, por lo que éste también puede variar según la edad.

Como en el caso taxonómico, la edad también puede condicio-nar la conservación. Así, los animales inmaduros se conservan peorque los adultos ya que su osificación es menor y la acción de los car-nívoros sobre ellos es más intensiva (Guilday et al., 1962; Binford& Bertran, 1977; Speth, 1991; Martínez Moreno, 1993; Marean,1994; Munson, 2000). Para el Paleolítico español se ha observadouna correlación entre los perfiles anatómicos y los de edad. Demanera que en determinados momentos en los que aumenta el por-centaje de infantiles, también lo hacen la compensación de los per-

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files esqueléticos (Yravedra, 2003, en prensa). Lo que puede rela-cionar los perfiles de edad con una menor fragmentación de losinfantiles y su mejor identificación, motivada por el menor conte-nido medular y de grasa de sus huesos frente al de los adultos.

Por lo tanto en función de la edad tampoco se pueden sacarconclusiones muy significativas acerca de la caza o el carroñeo. Enrelación con la caza y los patrones de edad, diferentes autoresplantean que una acumulación con abundancia de infantiles yadultos puede estar ligada a episodios cinegéticos especializadosen manadas de crías y hembras tal y como se ha interpretado parael Paleolítico Superior de la Cornisa Cantábrica (Soto, 1984; Altu-na & Mariezkurrena, 1984 y Quesada, 1997). O como la conse-cuencia de una caza especializada prolongada en el tiempo y no enun evento único (Jaubert & Brugal, 1990; Jaubert et al., 1990).

Dentro de los patrones de edad, quizás sí sea más importantesus implicaciones interpretativas sobre taxones de gran tonelajecomo los proboscidios, ya que al carecer de enemigos naturales y altener unas particularidades propias, hace que otros métodos comolos perfiles de representación anatómica o los de marcas no seansintomáticos de comportamientos cinegéticos u oportunistas. En elcaso de estos grandes animales, las marcas de corte o los patronesde fractura solo nos indican que fueron manipulados por el hom-bre, pero no si fueron aprovechados de forma primaria o secunda-ria. Con el cálculo de edades, podemos ver si las acumulacionesosteológicas difieren de las producidas por mortalidad natural opor prelación (Péan, 2001). En el caso de que se produzca unpatrón caracterizado por abundancia de elefantes en edad infantil,puede estar asociada a una práctica carroñera desarrollada sobrepresas de grandes carnívoros, ya que, es en estas edades, el únicomomento de la vida en que los proboscidios pueden ser amenaza-dos. Por otra parte, una acumulación atricional es más sintomáticade un carroñeo de individuos muertos por causas naturales. Des-pués, la utilización de otros datos procedentes de la tafonomía,pueden ayudarnos a diferenciar si las acumulaciones osteológicasde elefantes son fruto de otro tipo de actividades como la recolec-ción de huesos sin más, con la finalidad de construir estructuras ocabañas, como las de los yacimientos centroeuropeos (Péan, 2001).

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4.2.3. Los patrones de representación anatómica

El análisis de los perfiles esqueléticos comenzó a utilizarse enlos años 60 y 70 con el fin de mostrar que elementos anatómicosaparecían representados en un yacimiento para interpretar quepautas de transporte se siguiieron. En nuestro país pueden desta-carse los estudios iniciales de Altuna (Altuna, 1972, 1973) que bus-caban estos dos objetivos. Por un lado ver que restos aparecían yque elementos eran transportados según los diferentes taxones.

En los años 70 y 80 las investigaciones de varios autores plan-tearon la posibilidad de ampliar el marco interpretativo de estospatrones y los toman como base de sus interpretaciones cazadoraso carroñeras (Straus, 1976, 1982, 1986, 1992; Binford, 1981, 1984,1985, 1988; Shipman, 1983, 1986, 1990; Bunn, 1981, 1982, 1983b; Klein, 1982 a, b, 1987; Isaac, 1983, 1984; Klein & Cruz Uribe,1984; Chase 1986, 1987; Stiner, 1990, 1991 c, d, e, f, 1994; Stiner& Khun, 1992; Díez, 1992, 1995; Stiner, 2002 etc.). De igualforma, algunos autores como González Echegaray (1981), Marean& Cleghorm (1999, 2003), Rogers (2000), Rogers & Broughton(2001) y Lupo (2001) ven que los perfiles esqueléticos pueden serun argumento favorable para la explicación de los patrones detransporte o la teoría del forrajeo óptimo.«Skeletal part profiles canbe an important analytical tool for identifying prehistoric transportdiscard patterns» (Lupo, 2001-374).

El primero en destacar la importancia de los perfiles esqueléti-cos fue Binford (1978, 1981). En sus trabajos etnoarqueológicosobservó que los elementos anatómicos representados en gran canti-dad de yacimientos no coincidían con los transportados por algunosgrupos cazadores actuales, como los Nunamiut. De tal forma que silos Nunamiut sólo llevaban aquellos elementos anatómicos ricos encarne, como eran los elementos axiales y apendiculares superiores ydesechaban aquellos menos cárnicos, como las secciones craneales yapendiculares inferiores, entonces ¿Por qué eran estos los elemen-tos predominantes en la mayoría de los yacimientos? Este interro-gante requería una respuesta, ya que no dejaba de ser contradicto-ria la observación analógica de la realidad arqueológica. Binford,asumiendo que son los elementos anatómicos representados los

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transportados por las sociedades, planteó la posibilidad de observarlas posibles alteraciones óseas que se producían sobre las corticalesóseas. Ante esto, Binford apreció que en los conjuntos óseos habíauna gran abundancia de marcas de carnívoros, por lo que concluíaque los homínidos debieron ser unos actores secundarios en talesacumulaciones óseas y, que ellos carroñeaban aquellos elementosanatómicos menos cárnicos abandonados por los carnívoros, comomostraba la sobrerepresentación de estos elementos en Olduvay,Klasies River Mouth y, otros yacimientos pliopleistocénicos.

Frente a estos patrones, otros autores como Potts (1988),Bunn & Ezzo (1993) y Esteban (1996 a, b) planteaban un trans-porte de altas porciones cárnicas abandonando los restos óseos enla carcasa y, otros como Klein (1987) o Klein & Cruz Uribe (1994)explican que la predominancia de elementos craneales y apendi-culares inferiores son consecuencia del transporte diferencial.Vrba (1975, 1980), Binford (1981, 1984), Blumenschine (1986,1988, 1991 a, b, 1995), Diez (1992, 1995) y Blumenschine &Madrigal (1993) apuntan la posibilidad de un transporte intencio-nal de huesos para consumir su médula.

Aunque en principio pudiera parecer lógica la asunción que lorepresentado es lo transportado y, por tanto, también lo consumi-do, son muchos los inconvenientes que pueden influir en la repre-sentación anatómica. Por ejemplo el transporte, el tamaño de lapresa, la distancia entre el lugar de consumo y el matadero, lasestrategias de consumo del grupo, los mecanismos de conserva-ción, etc.

Son muchos los autores que han criticado desde diferentesperspectivas los perfiles esqueléticos y las interpretaciones que apartir de estos se hacen (Kubascievic, 1956; Kranrz, 1968; Bokon-yi, 1970; Chaplin, 1971; Uerperman, 1971; Clason, 1972; Payne,1972 a; Grayson, 1973, 1978, 1979; Castel, 1974, 1977 a, b, 1978a, b, Poulain, 1976; Clason & Prummel, 1977, Grigson, 1978;Poplin, 1981; Gilber & Singer, 1982; Castaños, 1984; Estévez,1984; Gautier, 1984; Hesse & Wampish, 1985; Blumenschine,1986; Todd & Rapson, 1988; Speth, 1991; Marshall & Pilgram,1991, 1993; Marean et al., 1992; Metcalfe & Barlow, 1992; Martí-nez Moreno, 1993; Emerson, 1993; Gifford González, 1993; Mars-

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hall, 1994; Domínguez, 1994 a, 1996 a, c, 1997 a, 1999, 2002; Fis-her, 1995; Marean, 1998, Marean & Kim, 1998; Marean & Assefa,1999; Marean & Cleghorm, 2003; Yravedra, 1999, 2001; Rogers,2000; Pickering, 2002; Pickering et al., 2002; Yravedra et al., 2002;Costamagno, 2002) ya que piensan que están sujetos a cierta equi-finalidad (término acuñado por Von Bartanlanffy en 1940 y 1949para referirse a aquellos procesos diferentes que causan los mis-mos resultados).

White (1952, 1953, 1954) fue uno de los primeros interesadosen hablar de los perfiles esqueléticos, para él, la representaciónanatómica es el resultado de la anatomía animal y de las prácticasde carnicería practicadas por los grupos humanos. Pero reconocíaque los elementos encontrados en un yacimiento, no son todosigualmente significativos, ya que algunos podían ser abandonadosen el lugar de muerte, por ejemplo las partes menos cárnicas altener un potencial alimenticio menor deberían estar menor repre-sentados en los yacimientos frente a las más cárnicas. Sin embar-go, otras variables como la propia fracturación humana o la alte-ración producida por carnívoros podían ser otros factores a teneren cuenta en la configuración del registro óseo final (White, 1954).Por lo tanto había que valorar los accidentes de conservación. En1953 y 1954 White decía que si los elementos anatómicos más ali-menticios deben ser los más abundantes, cuando estos no estánpuede deberse a factores destructivos posteriores, «It is necesarynot only to give a reasonable explanation for the presence of the ele-ments found but also for the absence of those not found. From hereon out the student is on his own.» (White, 1963, 61). Otros auto-res como Gilbert & Singer (1982) concluyen que la muestra óseaque aparece en el yacimiento dista mucho del conjunto original.Los factores que pueden influir en la representación anatómicafinal, serán tratados a continuación.

4.2.3.1. El transporte diferencial

Este va a ser el primer punto de inferencia en la variabilidad dela representación anatómica. El transporte esquelético parte de lapremisa de que lo más cárnico es lo más transportado, sin embargo,

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como se va a mostrar entre las sociedades hay documentada unagran variabilidad de formas de transporte y de selección.

El transporte de las presas puede ser de dos tipos, el comple-to del animal, el selectivo en el que se abandonan las partes menoscárnicas y se llevan las partes más alimenticias (White, 1952, 1953,1954; Kehoe & Kehoe, 1960), al cual se lo ha denominado comotransporte diferencial o «Efecto Schlepp» y fue utilizado por Per-kins & Daly (1968) para explicar los perfiles anatómicos del yaci-miento de Suburde en Turquía. Por otro lado, otros autores yahabían documentado el transporte selectivo de extremidades fren-te a otros elementos como la pelvis, el cráneo o el esqueleto axialque se abandonaban en el cazadero (Lartet & Christy, 1865-1875).Amparándose en este transporte diferencial, Binford (1978, 1981)observo que los Nunamiut trasladaban preferencialmente aquelloselementos anatómicos del caribú más alimenticios, y que, portanto, debían de ser los más susceptibles de aparecer en un yaci-miento donde se produjera un acceso cárnico primario. Sería, portanto, lo que Monahan (1998) ha llamado «High limb Schleppeffect».

Pero frente a este transporte documentado en esta sociedad yasimilado al resto, otros autores han observado otros modos, queparecen indicar gran variedad de situaciones según las circunstan-cias de cada grupo. Lo cual ha sido criticado por Binford (1984 b)cuando se discute el trabajo de Gould con los aborígenes quemuestra un mayor traslado del esqueleto axial. Por otro lado, conrelación a una gran cantidad de pueblos esquimales como losEskimo, kutchin, Chipewyan, Sekani, Kaska, Yukun, Gree, Ojib-way, Abitibi y muchos más hasta completar una cantidad superiorde 30 grupos diferentes Spiess (1979) ha documentado gran varia-bilidad entre los modos de subsistencia y de aprovechamiento delos animales que cazan, algo que también han apreciado White(1954), Kehoe & Kehoe (1960), Bunn & Blumenschine (1987),Hudson (1990, 1991), Bartram et al. (1991), Emerson (1993), Cos-tamagno (1999) y Lee & Daly (1999) para otras sociedades.

En los Hadza (Tanzania), Bunn & Blumenschine (1987), O’Con-nell et al. (1990) y Emerson (1993) han identificado un transportediferente del observado por Perkins & Daly, White y Binford. Esta

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sociedad suele cazar variedad de recursos de gran cantidad de tama-ños y en multitud de situaciones (O’Conell et al., 1990, 1992 vsBunn et al., 1988, 1991; Emerson, 1993). Así se prefiere el trans-porte de los elementos apendiculares frente a los axiales en anima-les como el búfalo, pero en el ñu y el impala se transporten princi-palmente estos elementos últimos. De igual forma Monahan (1998)y Lupo (2001) han observado un traslado del esqueleto axial mayorque el de los cuartos en algunos animales. En otras ocasiones, estasociedad consumen las secciones inferiores de las extremidades talescomo metápodos y falanges en el matadero, abandonándolos allí(O’Connell et al., 1992). En otros casos se descarnan los grandeshuesos, abandonándolos y portando tan sólo la carne (Bunn & Blu-menschine, 1987; Bunn et al., 1988, 1991, Fisher, 1992) o se trans-portan los animales pequeños deshuesados (Hudson, 1990, 1991;Yellen, 1991) o completos (Bartram et al., 1991). En otros casos sepuede dar una división de pequeñas secciones transportables de loshuesos de animales grandes (O’Connell et al., 1990, 1992).

Lupo (2001) ha observado como generalmente se suelen tras-ladar los huesos de menor densidad que son los que portan unmayor contenido alimenticio y abandonan los que tienen una den-sidad mayor, con la finalidad de minimizar el coste del transporte.Siguiendo este fin, en ocasiones abandonan también determinadoselementos como la pelvis o las costillas en el matadero. Las dife-rencias en el transporte a las que se hacia referencia en función deltamaño de la presa también ha sido observada por Lupo (2001) yRogers (2000). Ellos han visto diferentes patrones entre los anima-les grandes, pequeños o medianos y cierta variabilidad según laestación o la edad de la presa. Monahan (1998) y Rogers (2001)concluyen que los patrones protagonizados por los Hadza no sonaplicables a la explicación de los perfiles esqueléticos del registroya que muestran una gran variabilidad y, en muchos casos pro-ducen traslado de carne deshuesada (Bunn et al., 1988, 1991,O’Connell et al., 1992; Fisher, 1992). Como su objetivo es trasla-dar principalmente carne, no se duda en abandonar determinadoselementos óseos ricos en grasa como el axial, o determinadas par-tes difíciles de desarticular como la pelvis con el fémur, por lo quese extrae la carne y solo se acarrea esta (Monahan, 1998).

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Además, este autor tras observar las diferencias óseas descritaspor O’Connell y Bunn ve que sus estudios no reflejan unos patro-nes tan distintos y que en ambos, tanto en animales pequeños,como en medianos y grandes lo que quieren es minimizar los cos-tes del transporte (Monahan, 1998, fig. 3, p. 411) «Bunn & O’Con-nell do no reflect significantly different pattern of Hadza carcasstransport» (Monahan, 1998. 410).

En los Alyawara (Australia), O’Connell & Marshall (1989) handocumentado patrones de transporte variados según el coste delmismo. Para los Bisa de Zambia, Crader (1983) observó como ensus acumulaciones se daban pocos elementos axiales y un predo-minio de metápodos, que se trasladaban para consumir la grasamientras los demás huesos se abandonaban en la carcasa, tras eldescarnado. También Bartram (1993) documentó como los San(Sur África) a veces quitan la médula en el matadero abandonan-do allí los huesos, y llevando la mayoría de la carne al campamen-to, una vez descarnado el animal, al igual que hacen los Kua delKalahari en Bostwana (Bartram et al., 1991, Bartram, 1995), aun-que en estos últimos también se ha documentado un transportecompleto en función del tamaño de la presa, la distancia al cam-pamento y el número de hombres que intervienen en el trasladodel animal (Bunn, 1986).

De la misma manera, Bartram ha documentado como el trans-porte puede hacerse de muchas maneras, completo con o sin hue-sos, selectivo por partes, etc. según las circunstancias. Por ejemplocon el Gemsbok, los Kua lo tratan de varias maneras, pues en oca-siones lo llevan al campamento completo y en otras lo descarnanpreviamente según la distancia del campamento base e incluso enalgunas ocasiones es el campamento quien se desplaza a la carcasa(Bartram et al., 1991, Bartram, 1995). Por lo que vuelve a presen-tarse una gran variabilidad de formas, condicionadas por el tama-ño del animal, la estación, la distancia etc.

También difieren las estrategias de aprovechamiento entre losDassanetch y los Ngmuriak de Kenya que tratan a los taxones detalla grande de forma diferente que a los de menor tamaño (Gifford1977, 1989 b; Marshall & Pilgran, 1991). Entre los Dassanetch, losanimales pequeños, tienen un aprovechamiento más cárnico los

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huesos superiores frente a los inferiores que es más medular y, enlos huesos de los animales grandes se trata cada miembro como unasola unidad (Gifford, 1977, 1989 b). Los Ngmuriak también tienenun consumo diferenciado, así para los animales de talla grande elinterés por aprovechar la grasa favorece la sobrerrepresentación deelementos craneales y apendiculares inferiores, ya que el consumode grasa destruye las epífisis frente al consumo de los animalespequeños que se limita a la carne.

Entre los Okiek (Kenia), Marshall (1993, 1994) documentaunos patrones bastante diferenciados entre unos casos y otros, yaque los huesos de los animales grandes sufren una dispersiónmayor que la de los más pequeños, debido a que entre las activi-dades sociales del grupo se produce el reparto de la pieza una vezcazada. Por lo que de unas cabañas a otras se ofrece una repre-sentación anatómica bien diferenciada. Además, Marshall reflejacomo en función de los perfiles esqueléticos es posible percibirciertas diferencias sociales. Junto a este trabajo el reparto de unapresa entre los individuos de un mismo grupo, o varios ha sidodocumentado también en otros estudios como los de Bartram etal. (1991), Gargett & Hayden (1991) o Mc Comich (2002) quemuestra como en ciertas sociedades igualitarias que necesitan con-sumir amplias cantidades de carne en poco tiempo, también sereparte. El problema es que este tipo de actividades apenas dejanhuellas en el registro, al igual que el consumo de la presa en elmatadero, como el que hacen los !Kung (Yellen, 1977).

De esta forma son bastantes los estudios que han observadocierta variabilidad en el transporte y aprovechamiento de lascarcasas y, se puede concluir que estará condicionado por diver-sos factores, como la distancia del yacimiento, el tamaño de lapresa, la hora del día, el gasto energético del transporte, las ape-tencias del grupo, sus propias características o la inversión detiempo que supone el transporte tal y como proponen Metcalfe& Barlow (1992), Bartram (1993), Emerson (1993) GiffordGonzález (1993). Dada esta problemática Gifford González(1993) discute el excesivo interés por documentar patrones detransporte frente a otros intereses como estrategias de consumo,reparto u otras.

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Junto a esta multitud de formas de transporte, también se handocumentado variedad de maneras entre los carnívoros como ya seha comentado cuando se analizaron estos. Entre los modos dedesarticulación también se han registrado cierta variedad queahora se comentaran.

4.2.3.2. Los modos de desarticulación y consumo

Son numerosos los trabajos que han intentado establecer cier-tas conclusiones sobre la desarticulación natural (Toots, 1965;Hill, 1979 a, b, 1980; Coe, 1978, 1980; Hill & Behrensmeyer, 1984,1985; Lyman, 1992 a) pero se ha visto, que esta puede variar segúndiversas circunstancias, como la grasa, la piel, los tendones, lacarne, la sangre, la velocidad de enterramiento, el lugar donde sedesarrolle, el tipo y la forma del hueso, etc. (Weigelt, 1927; Toots,1965; Schafer, 1972; Dudson, 1973; Hill, 1980), la médula y ladensidad del hueso (Lyman, 1984, 1985, 1994), los flujos hidráuli-cos (Voorhiers, 1969; Behrensmeyer, 1975), o los cambios estacio-nales, así la nieve es un fenómeno que puede ralentizar el procesode desarticulación (Todd, 1983; Galloway et al., 1989) y la varie-dad estacional también (Coe, 1978, 1980). Otro factor puede serel propio tamaño de la presa ya que como ha mostrado Lyman(1984, 1992 a) el consumo de dos leones marinos presentan dospatrones de desarticulación diferentes, lo cual sólo puede correla-cionarse con el mayor tamaño de uno frente al otro, de igual formaHill (1980) ha visto como la desarticulación natural de los bóvidosgrandes es más lenta que la de los bóvidos pequeños y la de los car-nívoros, lo es aun más que la de los bóvidos grandes.

En lo que respecta a la desarticulación antrópica, Binford(1981) observó ciertas diferencias respecto a la desarticulaciónnatural propuesta por Hill y también algunas similitudes y varia-ciones practicadas por los bosquimanos (Yellen, 1977 a, b), losNavajo y los Nunamiut (Binford & Bertram, 1977), los Masai, losAkamba y los Kalenjin de Kenya (Gifford, 1977) los cuales nostrasmiten las siguientes generalidades (Blasco, 1992).

1. Todos separan la cabeza entre los cóndilos occipitales y el atlas.

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2. Todos a excepción de los Navajo separan el cuello del resto delas vértebras.

3. Todos separan el miembro anterior del esqueleto axial. Algu-nos proceden a partir del miembro en segmentos distales yproximales, rompiendo la unión de los carpales con el radiocubito distal.

4. Todos separan el miembro posterior de las vértebras, dejandoalgunos la pelvis unida al miembro apendicular, y en otrasqueda unida al esqueleto axial.

5. Todos los grupos tratan los cóndilos vertebrales con las costi-llas y el esternón como una sola unidad, aunque luego varíael modo de tratar las costillas, la columna y el tórax, según lasociedad.

Ya que hay grupos que desarticulan antes las extremidades pos-teriores que otros, de la misma forma que entre los que desarticulanlas partes posteriores, en ocasiones la pelvis queda unida al esquele-to axial y, en otras se separa permaneciendo junto a los miembros.En la desarticulación de las extremidades, a veces se separan los ele-mentos apendiculares distales de los apendiculares proximales y,otras veces no. De esta manera son muy numerosos los trabajosetnoarqueológicos que hacen referencia a estos modos de desarticu-lación y se puede concluir, que la secuencia de desmembración delas sociedades humanas varía entre los distintos grupos. Un ejemplode ello puede ser el estudio de Hill (1975) que ha llegado a docu-mentar hasta 25 procesos de desarticulación diferentes o el de Gil-bert & Singer (1982) que describe gran variedad de modos de con-sumo y manipulación de carcasas practicadas por algunos grupos

Frente a los patrones de consumo observados por Hill (1975),Binford (1981), Brain (1981), Potts (1983) y Patou Mathis (2000b), en los que se desarticulaban primero las extremidades delante-ras, Blumenschine (1986), Blumenschine & Cavallo (1992) obser-varon en primer lugar un consumo de partes traseras y posterior-mente de delanteras y en Bunn & Blumenschine (1987) variedadde situaciones según el taxón.

En el trabajo de Domínguez & Martí (1996) se habla de ladesarticulación de una vaca por los Masai. Donde, lo primero en

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desarticularse es el esqueleto apendicular, seguido del esqueletoaxial y la cabeza. Tras el descarnado y el consumo, se trasladan losrestos apendiculares a una sombra donde se extraía la médula delos huesos largos, en otros casos Domínguez (1998 b) documentael abandono en el matadero de aquellas porciones óseas de menortamaño. Si vemos los patrones de desmembración de los Masai sondiferentes de los observados por Gifford (1977), ya que despuésde quitarle la piel, separan los metápodos del resto de las extremi-dades, en las cuales el húmero junto al radio y la ulna son desarti-culados completamente según la ocasión, siguiendo luego la cajatorácica y la cabeza, para separar finalmente el fémur junto a latibia, de la pelvis. En la secuencia de aprovechamiento, se observacomo lo primero en consumirse son las vísceras crudas, el resto escomido por todo el grupo al mismo tiempo después de la prepa-ración. Aquellos patrones de desmembramiento y consumo difie-ren de los observados en el sudeste de Kenya, donde se consumenlas vísceras después de la desarticulación.

Por otro lado, en el trabajo de Enloe (1993) sobre los Nuna-miut y en el de Patou Mathis (2000 b) sobre los !Kung también sedescriben ciertas variaciones en las formas de consumo y desarti-culación. En el de Enloe se muestra como el consumo de médulavaría de unas sociedades a otras y como entre los Nunamiut puedehacerse en diferentes momentos generando patrones de fractura-ción distintos que pueden desembocar en perfiles anatómicosdiversos. En las estrategias practicados por los !Kung, Patou Mat-his muestra que los procesos de desarticulación que practican sonvariados pero que la forma más común de hacerlo es quitando pri-mero la cabeza, después los miembros anteriores desde la escápu-la y los traseros desde el coxal. A continuación sigue el axial quese divide en dos partes el costillar y las vértebras, después partenlos cuartos a la altura de los codos y las rodillas. Finalmente se qui-tan las vísceras que se consumen y se limpia el estomago, parausarse como bolsa para llevar los chorizos y las morcillas que sonahí preparadas. Por último, se recoge la grasa y se prepara la carnepara ser consumida haciendo una danza ritual previa al festín.

Finalmente podemos destacar el contraste entre los gruposhumanos y los carnívoros, así frente a Binford (1978) los humanos

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no tienen porqué consumir primeramente las partes más cárnicas,al contrario de lo que hacen los animales carnívoros que engullenlas más ricas lo antes posible. De forma que esta gran variabilidaden los modos de subsistencia entre los cazadores-recolectoresactuales invalida todas aquellas interpretaciones que tratan de iden-tificar un transporte preferencial en un yacimiento arqueológico.

Igualmente la asunción tradicional de que lo representado es loconsumido no es cierta del todo y, frente a esta concepción rígida ydogmática debemos asumir que lo representado es tan sólo unaínfima parte de lo que realmente hubo. Además, junto al aportediferencial antrópico hay otros factores que influyen activamenteen la muestra ósea final, como son las actividades relacionadas conel procesamiento así ya se ha descrito la variedad de comporta-mientos entre los Nunamiut (Enloe, 1993), pero estas también sedan en otros grupos como los Hadza (Bartram, 1993; Oliver, 1993),así por ejemplo Oliver indica que el cocinado de los alimentospuede variar en función de la talla condicionando con ello lospatrones de fracturación y también la representación esquelética.

4.2.3.3. Utilidad cárnica

La asunción a la que nos venimos refiriendo que los elementosmás cárnicos deben ser los más representados contrasta con la rea-lidad arqueológica. Ya se ha indicado como ha sido explicadocomo un comportamiento carroñero en el que se consumía lodesaprovechado por los carnívoros, es decir los elementos menoscárnicos. En los apartados anteriores se ha visto como en funciónde las estrategias de transporte no se pueden hacer generalizacio-nes ya que los grupos muestran unas pautas de transporte, desar-ticulación y consumo muy variadas. En este apartado se analizaráque importancia pueden tener los patrones de utilidad cárnica delconjunto óseo final.

Los estudios de utilidad cárnica fueron iniciados por Binford(1978, 1981, 1984) con la intencionalidad de demostrar que loselementos de menor contenido cárnico eran los que aparecían enlos yacimientos arqueológicos frente a los más cárnicos transpor-tados por los Inuit y Nunamiut. A partir de la utilización de este

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método se definió lo que se ha llamado el Bulk Patern, GourmetPatern y el Umbiassed Patern que consisten en el consumo de laspartes más ricas carnicamente. Junto a los análisis de Binford queculminaron en los índices de utilidad alimenticia, hay otra serie demétodos como el de Metcalfe & Jones (1988) que elaboran el FUI(Food Utility Index) a partir del MGUI (Modifity General UtilityIndex) o índice de utilidad alimenticio modificado y es aplicable adiferentes especies.

Los patrones de utilidad alimenticia propuestos por Binfordson una serie de medidas relacionadas con el contenido graso, cár-nico y medular de cada hueso de caribú y oveja. Tras obtener estasmedidas se elaboró de forma estandarizada los índices de utilidad(GUI). Después y para poder operar con los restos aparecidos enlos yacimientos, hizo el Índice de Utilidad Modificado (MGUI),elaborando con ellos valores de utilidad que podía relacionarloscon los procesos de transporte (Binford, 1978, 1981).

Poco después diversos autores empezaron a crear índices deutilidad para otros taxones ya que Binford solo lo había hechopara caribú y oveja. Así junto a los trabajos de Will (1985), Huels-beck (1989), Lyman (1984, 1987 d, 1992 b), Reitz (1986), Schultz& Gust (1983), Singer (1985), Borrero (1990), Emerson (1990),Outram & Roeley Conwi (1998), Lyman et al. (1992), Savelle &Friesen (1996), Savelle et al. (1996), Brink (1997) y Charles (1998)también están los análisis proteínicos (White, 1953; Uerperman,1971; Clason, 1972; Castael, 1974, 1978; Cruz Uribe, 1988), losanálisis medulares (Jones & Metcalfe, 1998; Blumenschine &Madrigal, 1993; Madrigal & Capaldo, 1999) y los análisis del índi-ce de descarnación de Friesen (2001) que es capaz de localizar es-tancias con concentración de partes ricas en carne para su secado.

En todos estos modelos se asumía que el transporte de las car-casas estaba influenciado por el aprovechamiento cárnico y la can-tidad de grasa y tuétano que llevan asociados cada hueso. Blu-menschine (1986 a, 1988, 1991 a, b, 1995) ha insistido en el hechode que los homínidos pueden haber manipulado la carcasa de dife-rentes formas, como se ha observado en los humanos modernos,que hacen un aprovechamiento distinto según las circunstanciasde cada momento. Esto le ha llevado a realizar un GUI separando

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la carne (Blumenschine & Caro, 1986) y la médula (Blumenschine& Madrigal, 1993), que podría entenderse dentro del marco deprocesamiento de la carcasa y que le ha llevado a definir un carro-ñeo especializado en porciones óseas para aprovechar la médula(Blumenschine, 1987; Blumenschine & Madrigal, 1993).

La aplicación de GUI en general al registro arqueológico tieneque hacerse cautelosamente, ya que estos índices suelen elaborar-se en función de uno o más individuos, sin tener en cuenta las dife-rencias de sexo, edad, estado nutricional (en algunas especies sedan diferencias en función de la estación) y en muchos casos, sesuelen hacer asimilaciones entre especies distintas. Por ejemplo,los valores del caribú, suelen aplicarse a los animales de talla pare-cida, como el ciervo, a pesar de que se han observado discrepan-cias significativas entre taxones (Metcalfe & Jones, 1988; Borrero,1990; Lyman, 1984, 1992 b; Outram & Rowley Conwy, 1998), yque la asimilación de animales de estructura similar tiene clarasdivergencias entre el bisonte (Brink & Dawe, 1989; Emerson,1990), los bóvidos pequeños (Kreulizer, 1992), el caballo (Outram& Rowley Conwy, 1998) y el Muskox (Will, 1985). En el caso delcaballo se han observado ciertas diferencias según el estado nutri-cional (Charles, 1998) o los individuos, tanto entre équidos comoen una comparación con otras especies como el reno (Outram &Rowley Conwy, 1998).

En el análisis de Outram & Rowley Conwy (1998) se observaque en el caballo los elementos que tienen un mayor potencial cár-nico son el esqueleto axial y el fémur frente a los metapodios, elradio y la tibia. Mientras los elementos con más medula son elhúmero y el fémur seguido de la tibia y el radio y después los meta-podios y las falanges. Si se comparan estos valores con los del cari-bú (figura 4 de Outram & Rowley Conwy, 1998) se ve que en ambostaxones el axial es el que presenta un mayor contenido cárnico, peroen el reno el patrón cárnico del fémur es proporcionalmente mayorque el del caballo, y las diferencias entre axial y apendicular no sontan marcadas. Si se comparan los patrones medulares también sedan discrepancias. Así frente al orden de los elementos que másmédula tienen en el caballo (fémur, húmero, tibia y radio) en elcaribú el orden es (tibia, fémur, metatarso, húmero, radio y meta-

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carpo) y en la cebra es (tibia, metatarso, fémur, húmero, radio ymetacarpo). Por lo tanto habría un patrón diferente, en el que loselementos apendiculares inferiores de caribú son más importantesque sus homólogos en caballo, en el que son muy poco alimenti-cias. La causa de esto es el grosor de la cortical, que en caballo esmuy gruesa.

Además de esta menor riqueza medular del caballo frente aotros ungulados, hay otras características importantes como que lamédula del caballo es más líquida que la de otros ungulados, o quelos équidos tienen una mayor cantidad cárnica que los bóvidos yuna mayor concentración en el esqueleto axial, mientras que en losbóvidos es en el apendicular.

En el trabajo de Blumenschine & Caro (1986) se elaboró elGUI a partir de varias especies, como las gacelas Thompson, lasgacelas Grant, un impala adulto y un ñu adulto y, observaron queexistían diferencias tanto entre especies, como dentro de unmismo taxón, ya que el GUI variaba según la edad, el sexo o elpeso del individuo analizado. De esta forma, Blumenschine &Madrigal (1993) y Bunn & Ezzo (1993) han observado por ejem-plo como los bóvidos tienen más grasa que los équidos.

Pero esta diversidad no afecta sólo a la carne, sino que tambiéna la médula (Jones & Metcalfe, 1988; Blumenschine & Madrigal1993). Jones & Metcalfe (1988) tras analizar la utilidad alimenticiade la medula vieron que no es rentable energéticamente una dietabasada en médula. Blumenschine & Madrigal (1993) elaboraron unGUI medular en 27 ungulados del este de África (incluyendo bóvi-dos, équidos y suidos), y documentaron que la disposición de médu-la variaba en función del sexo, la edad, la talla y las especies (vertablas 2, 3 y 4 y figuras 1, 2 y 3 de dicho estudio). En función de unmismo taxón y un mismo individuo Septh (1983) y Brink & Dawe(1989) han observado también cierta variabilidad del contenido degrasa en Bison a lo largo del año y, Marean (1992) pone de mani-fiesto a partir de los trabajos de Lawton (1968), Huntley (1971),Bouton et al. (1988) y Pratt & Gwine (1977) que la calidad nutriti-va de la grasa y el contenido proteínico disminuye en la estaciónseca. De la misma forma, Speth (1991) y Bunn & Ezzo (1993) ponende manifiesto la gran variabilidad nutritiva que sufren gran cantidad

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de ungulados a lo largo de todo el año. Por eso es importante cono-cer la estacionalidad, para saber que calidad alimenticia aporta lasespecies representadas en los distintos momentos del año.

De esta manera, volvemos a tener una diversidad de situacionestanto carnicamente como medularmente. Pero frente a la idea deque los carnívoros prefieren acceder primero a las partes de mayorcontenido cárnico, se ha visto que no todos los grupos humanoshacen esto y ya se ha puesto antes algún ejemplo, como el de losBisa que trasladan partes ricas en grasa frente a otras. Por el con-trario también se ha hecho alusión al transporte que protagonizanotras sociedades centradas en la carne, como en los Hadza.

Otro condicionante que influye en la muestra ósea final son losmecanismos de conservación, los cuales actúan desde el consumo delos restos hasta su análisis en el laboratorio. Es tan importante suinfluencia que algunos autores concluyen que la representaciónesquelética es el resultado de la destrucción diferencial y no del trans-porte (Grayson, 1989; Lyman, 1994; Marean & Fray, 1997), algo a loque se refieren muchos otros autores que plantean el dilema deltransporte diferencial o los problemas de conservación (White, 1952,1953, 1954; Brain, 1967, 1969 a, Voorhies, 1969, Binford & Bertram,1977; Binford, 1981; Gifford, 1981; Klein, 1982, 1989; Isaac, 1983;Lyman, 1985; Marean et al., 1992; Pickering et al., 2002).

De esta forma e introduciendo el siguiente apartado, Lyman(1985), Grayson (1989), Cereijo & Miguel (1990) y Marean & Frey(1997) relacionan el MGUI con la densidad ósea dicen que loshuesos con un MGUI mayor serán los más transportados. Pero enrelación con la densidad, se ve que cuan mayor es, más son lasposibilidades de conservación. Pero en esta relación con el MGUIse llega a una conclusión negativa, y son los elementos con unmayor MGUI los que presentan una menor densidad y, por tanto,los que tienen unas mayores probabilidades de ser afectados por ladestrucción diferencial.

4.2.3.4. Destrucción ósea

La conservación ósea diferencial así como la propia destruc-ción están condicionadas por multitud de factores. Entre estos se

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pueden destacar algunos agentes postdeposicionales y deposicio-nales que pueden intervenir en la sedimentación de un conjunto,algunos de estos son los factores geológicos, sedimentarios, diage-néticos, químicos, físicos, biológicos, la exposición subaérea, etc.También pueden influir en la conservación/destrucción, determi-nados factores intrínsecos a dicho resto como el tamaño, la densi-dad, la forma, la edad o sexo del individuo, la resistencia mecáni-ca y química, la composición mineral, etc. (Bouchud, 1977). Notodos los huesos tienen las mismas posibilidades de conservacióny la posibilidad de que el hueso nos llegue a nosotros es indepen-diente de su transporte, así y por poner un ejemplo el cráneo es laparte más frágil y alterable (Abler, 1985).

Los procesos químicos que intervienen en la fosilización afec-tan de forma diferencial a los cartílagos, al esmalte o a los huesos yaque al poseer una composición química distinta su resistividad a losdiferentes procesos también lo es, de manera que son el esmalte ylos huesos los elementos más resistentes (Auguste, 1994 a).

Sobre las condiciones de los huesos largos, se ha observado quedentro de los mismos algunos tenían mayores probabilidades de con-servarse que otros. Así las secciones distales de los húmeros y lastibias se conservan mejor que las proximales, mientras que en el casodel fémur y el radio son los proximales los que mejor se conservan(Brain, 1969; Isaac, 1971; Martínez Moreno, 1993; Yravedra, 2001).

Brain (1969) concluye también que la durabilidad depende dela forma y el número de cada uno de los elementos del esqueleto,destacando otros factores como el estado de fusión y la densidadentre otros. Marean et al. (1992) siguiendo a Brain, Bouchud(1977) y Binford & Bertram (1977), notó que la densidad ósea secorrelaciona con la estructura ósea del crecimiento ontogénico, asíobservaron que las epífisis que fusionan antes son más densas queaquellas que lo hacen más tarde, las que fusionan antes son las quemejor se conservan después.

Los huesos compactos también son más resistentes a los agentesfísicos, químicos y biológicos que aquellos que presentan mayorproporción de tejido esponjoso (Baud, 1982; Marean, 1992), por elcontrario las costillas son frágiles por ser largas y finas y las vértebrastambién (Kowalski, 1981).

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En cuanto a las edades, los huesos de los animales adultos al sermás mineralizados son más resistentes que los de los infantiles(Baud, 1982), aunque éstos últimos al carecer de grasa y contenidomedular pueden pasar desapercibidos más fácilmente a la acción delos carnívoros. Dentro de los huesos largos la mejor conservación delas diáfisis frente a las epífisis hace que algunos como Lyman (1984,1985, 1994) o Lam et al. (1998) propongan una identificación basa-da en el MNE en función de las diáfisis y no de las epífisis como sesuele hacer.

Por otro lado, Lam y sus colaboradores muestran también comodentro de cada elemento las posibilidades de conservación difierende unas partes a otras. De esta forma, observan como la metadiáfisisdistal del humero es mucho más resistente que la metadiáfisis proxi-mal, por el contrario en fémur, tibia y radio lo son las metadiáfisisproximales. Estos autores observan también como el grado de con-servación entre las distintas partes del hueso cambia de unos ele-mentos a otros. Así, en húmero y fémur la desproporción entre lasdistintas secciones del hueso son mayores que las que se producenentre tibia y radio o los metapodios, que se muestran como elemen-tos mucho más constantes. Entre los propios huesos Marean (1991)ha observado como la densidad varía dentro de cada elemento, así ypor poner un ejemplo la parte medial de la diáfisis proximal del radiode especies medianas es más densa que la del lado lateral, lo que sedebe a que la faceta medial articular es de mayor tamaño en este lado.En otro estudio, Marean & Kim (1998) han observado como lascañas de cada elemento son las secciones que presentan una mayordensidad y, por tanto, las más resistentes a los procesos destructivos.

Los análisis experimentales de Voorhies (1969), Behrensmeyer(1975 b), Haynes (1980 b, 1983 a), Marean & Spencer (1991) yDirrigl (2001), los arqueológicos de Cereijo & Miguel (1990) y losetnozooarqueológicos de Binford & Bertram (1977), Brain (1969)y Walters (1984, 1985) muestran como la supervivencia de muchosrestos óseos se debe a su densidad. Así, Domínguez (1998 a) yMarean & Kim (1998) observan que el porcentaje de supervivenciade los restos apendiculares se correlaciona con la densidad, de for-ma que las extremidades superiores tienen menos probabilidadesde conservarse que los inferiores (Todd & Raspson, 1988).

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La densidad ósea también puede ser un factor importante enel transporte de los huesos por procesos fluviales. Los elementosde menor densidad son más fácilmente transportables que los quetienen mayor densidad (Voorhies, 1969; Lyman, 1994; Lupo,2001). Lyman en diversos trabajos ha mostrado como la densidades un factor importante en las probabilidades de conservaciónante la acción de diferentes agentes erosivos, físicos y naturales(Lyman, 1984, 1985, 1994). De esta manera, se ha demostrado quelos fragmentos con tejido esponjoso son menos resistentes a laacción de los distintos procesos (agua, erosión, carnívoros) por sumenor densidad y, constituir ricos depósitos de grasa (Marean,1992; Lyman, 1994). De igual forma, Marean & Spencer (1991)han documentado que las epífisis más densas son las que mejorresisten la acción de las hienas y Lupo (2001) dice que los patro-nes óseos que quedan en los campamentos Hadza pueden apare-cer sobre representados los elementos de mayor densidad, a pesarde que son los menos densos los más transportados, pero la accióndestructiva de carnívoros y otros agentes alteran la configuraciónósea inicial. En esta línea de trabajos, Brain (1967 b, 1969) ha vistocomo los elementos anatómicos de cabra con baja densidad sonmás destruidos por carnívoros que los que la tienen mayor.

La causa por la que los huesos de menor densidad tienenmayores probabilidades de ser destruidos se debe a que tienen unamayor porosidad y una gran superficie, lo que condiciona que eneste tipo de huesos se acreciente la acción química y mecánica. Loshuesos de baja densidad pierden peso a mayor velocidad que laspartes esqueléticas de mayor densidad. De la misma forma los hue-sos de menor densidad tienen más médula y más grasa que los másdensos, lo que influye en la mayor o menor intensidad de los car-nívoros sobre estos huesos. También la mayor porosidad de loshuesos menos densos hace que el peso por unidad de volumen seainferior y que su debilidad ante los distintos procesos se incre-mente (Lyman, 1994).

La densidad ósea se mide en g/cm3, y según diferentes estudiosde Lyman (1985, 1992 b) y Kutzer (1992) y Lam et al. (1999), se con-cluye que esta puede diferir de unos taxones a otros, aunque elempleo de nuevas técnicas de medición como el del LAXS (Low

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Angle X Ray Scatering) o el DEXA (Dual Energy X-Ray Abssotione-metry) puede aportar nuevos resultados (Farquharson et al., 1997).

Lyman (1984, 1985, 1992 b) ha visto como los elementos ana-tómicos menos densos son los que mayor utilidad alimenticia tie-nen, al mostrar un contenido cárnico y medular más rico. Por estemotivo estos huesos serán los más susceptibles de ser transporta-dos, pero no de ser conservados, ya que los elementos de menordensidad resisten peor los fenómenos destructivos como ya se haindicado. Tras una experimentación en la que se analizan 184sitios se observa que los patrones de representación anatómica noson una variable óptima, que explique por sí sola el porqué de supresencia en un yacimiento, ya que de éstos, sólo el 7% puedecorrelacionarse con las partes anatómicas más ricas económica-mente y, en los demás casos se produce una relación negativa, loque puede deberse a diferentes factores. Se concluye que los per-files esqueléticos no son una variable óptima que explique talrepresentación, sino que dependerá de otros factores.

La densidad ósea influye en la organización molecular delhueso, parece ser que cuanto mayor es ésta más es el incrementode su representación anatómica y sus posibilidades de conserva-ción porque los huesos más alterados por carnívoros son losmenos densos. De la misma manera, el mayor interés económicode los huesos menos densos favorecerá su consumo antrópico y,por tanto, una fracturación más elevada.

Cuando se fracturan los huesos de menor densidad quedanmuchas esquirlas poco identificables, por el contrario cuando sefracturan los restos más densos dejan más esquirlas, pero identifi-cables. De forma que los diferentes mecanismos de destrucciónson más intensos sobre huesos de menor densidad.

Por lo que todo apunta a unos procesos destructivos mayoresen los elementos menos densos. Por ejemplo, el weathering suba-éreo y los procesos diagenéticos afectan más a las partes de menordensidad ósea que a los que tienen otra mayor (Lyman & Fox,1989). Por esta razón Lam et al. (1998, 2000) y Pickering et al.(2002) sugieren que la identificación de los MNE de los conjuntososteológicos debe hacerse en función de los elementos diafisiarios,y el ejemplo práctico de los estudios de Marean (1998) y Marean

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& Kim (1998) es claramente sintomático. En dicho trabajo, seidentifica anatómicamente una misma muestra ósea desde dosperspectivas diferentes, una primera basándose sólo en aquelloselementos claramente diagnósticos y una segunda basada en laidentificación de fragmentos diafisiarios, al final se señala como laidentificación del segundo método ofrece una mayor cantidad derestos identificados y unos patrones más compensados.

Ya se ha visto que la densidad varía de unas situaciones a otras,pero hay otros condicionantes que también pueden influir, comolos genes y la edad. Lyman (1994) nos muestra que el húmero dis-tal suele ser un 40% más denso que el proximal en unos indivi-duos, pero no en todos, ya que en algunos individuos sólo lo es un20%. Dentro de estas diferencias se ha visto que la densidad de losrestos óseos aumenta con la edad hasta la edad senil (Perzigian,1973). De esta forma, los huesos de los animales adultos al ser másmineralizados también son más resistentes que los de los infantiles(Baud 1982), e incluso los correspondientes a individuos senilesson todavía más densos (Dirrigl, 2001). El estrés ocasionado por lagestación, la maternidad y la crisis estacional puede provocar pér-didas de densidad ósea y variedad de situaciones (Horwitz &Smith, 1990). Entre diferentes taxones Wall (1983), Correy (1984)y Stein (1989) también han visto cierta variabilidad de unas espe-cies a otras. En función de la edad, Kreutzer (1992) ha visto dife-rencias entre los bóvidos grandes y los pequeños, siendo la mine-ralización menor en los animales de pequeño tamaño al ser loshuesos más porosos (Gilchrist & Mytum, 1986). Incluso en fun-ción del sexo se han visto discrepancias, como en el trabajo deIoannidou (2003) sobre cabras.

La fragmentación es otro factor muy importante en la repre-sentación anatómica diferencial (Lyman et al., 1992 a). Aunque losmecanismos de fractura van en función de la elasticidad, la torsióny la fuerza aplicada. Con la fracturación la superficie del hueso sedeforma propiciando la fractura (Currey, 1984; Lyman, 1994).Avebury (1913); Cornwell (1956). Lyman & O’Brien (1987) yMarshall & Pilgram (1993) han visto como la fragmentación redu-ce la identificación, así en los conjuntos con una mayor fragmen-tación la representación en NISP y MNI es menor.

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Un factor que puede influir en la fragmentación puede ser eltamaño del animal, así Mateos (1999, 2000) ha visto como inde-pendientemente de la talla o la edad, los de mayor tamaño sufrenuna fragmentación más intensa que los de menor tamaño, ya quetienen más médula y grasa para aprovechar. Aunque otros condi-cionantes que pueden influir en el grado de aprovechamiento delanimal, puede estar relacionado con la estacionalidad y la disponi-bilidad de carne y grasa (Mateos, 1999, 2000, 2003). En relacióncon la fragmentación, Blasco (1992) muestra que determinadoselementos como la cresta de la tibia, la cresta supracondilar delhúmero, la línea áspera del fémur y las aristas verticales de losmetapodios al presentar relieves muy sobresalientes y tener unaspecto apuntado son despreciados por los carnívoros.

A partir de todo este tipo de estudios se han creado una seriede métodos que tratan de conocer el porcentaje de supervivenciaósea, dividiendo el MNE aparecido sobre el MNE esperado, aun-que también se ha desarrollado utilizando el MAU (MínimoNúmero de Unidades Animales) en lugar del MNE. Aaris-Soren-sen (1983) con la misma finalidad habla del EMNF (MínimoNúmero de Fragmentos Esperados) que se calcula multiplicandoel MNI por el número de restos del individuo dividiéndolo luegopor el número esperado. Richardson (1980) también en alusión aeste tipo de cálculos analiza el porcentaje de fragmentación, quedivide el NISP entre el MNE.

Otro condicionante de la conservación ósea puede ser su com-posición química ya que esta puede verse más o menos alteradapor los efectos de la díagénesis o la organización estructural de lostejidos que varían con la edad. El contenido de los huesos esta for-mado por hydroxiapatita (Ca10 (Po4)6 (OH)2 que se compone devarias sustancias, colágeno y material inorgánico compuesto decalcio y fósforo entre otros en un 60-70%. Los cartílagos se vanosificando con la edad incrementando su mineralización. La den-tina de los dientes tiene una mineralización del 70-75% y en elesmalte es del 96-98%. Por lo que dado su mayor contenido mine-ral los dientes tienen unas mayores probabilidades de fosilizar.Pero también la proporción de carbono puede facilitar o dificultarsu conservación. Los minerales se encargan de dar rigidez, dureza

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y elasticidad al hueso y con el tiempo esta puede verse alterada, dela misma forma que las diferentes proporciones de cada uno de loselementos integrantes en la estructura ósea van cambiando confor-me pasa la vida del individuo. De esta forma, se ha visto como laontogenia y la alometría son dos fenómenos interrelacionados quea menudo juegan un papel influyente dentro del tejido esquelético.

Para poder observar las alteraciones químicas que se producenen el hueso deben revisarse los caracteres micro y macroscópicos,lo que lleva a un análisis completo de toda la estructura ósea. Enesta línea de trabajos, Marshall & Pilgran (1991) han visto comolos huesos con escasez de nutrientes son menos fragmentados quelos que tienen mayor cantidad, por lo tanto los huesos con muchosnutrientes son más fragmentados y menos reconocibles. Tambiénla menor solubilidad de determinados restos puede aumentar laconservación. Así, el esmalte de los dientes presenta la mitad decarbono que los huesos, es menos soluble y más resistente. Por elcontrario los huesos al tener más carbono, estroncio y calcio queel esmalte, tienen una cristalización menor y una peor conserva-ción, así la mayor proporción de carbono en los huesos lo hacemás débiles al ser más proclives a la disolución, de manera que elcontenido de carbono CO3 en los huesos es del 8% frente al 6,5%de la dentina o el 3,4% del esmalte (Auguste, 1994 a). En los tra-bajos de Hedges & Millard (1995) y Surovell & Stiner (2001) se veque la cristalización también depende de otros factores como laporosidad, la disolución o la acción diagenética diferencial.

El clima y el lugar de deposición son otros factores a tener encuenta. Las temperaturas frías evitan la acción bacteriana (Guthie,1990), el clima seco la putrefacción y la deposición rápida de laszonas pantanosas o de turba con cierta humedad y sin oxígenofavorece la conservación de los tejidos (Alison, 1990, Micozzi,1991) igual que la congelación (Micozzi, 1991) o los medios deambientes arenosos, áridos y secos o de deposiciones rápidas porcenizas volcánicas. La putrefacción se produce de forma normal enmedios templados de clima moderado superiores a 4 °C y en me-dios húmedos de entre 14-37 °C se acelera el proceso (Janaway,1990; Micozzi, 1991; Nicholson, 1998). El enterramiento tambiénretarda la descomposición y la desarticulación (Abler, 1985, Lyman

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1989 b), pero según sea el medio en el que esta enterrado la con-servación puede variar. Así, en lugares húmedos la perdida del con-tenido orgánico e inorgánico del hueso es mayor que en los mediossecos (Dirrigl, 2001), por este motivo es importante conocer elambiente en que ha tenido lugar el enterramiento, ya que este tieneuna influencia crucial en la conservación.

La naturaleza de los sedimentos y el suelo son el elemento másimportante que intervienen en el potencial de preservación de losrestos óseos. Los factores pedogénicos son también muy influyen-tes en la conservación, ya que en función de las características delsuelo la destrucción será mayor o menor. Hay tres factores que eneste sentido tienen un papel clave, la velocidad de sedimentación,la naturaleza del suelo y la acción descomponedora de los micro-organismos. Algunos depósitos favorables pueden ser los suelosarcillosos de las cuevas que limitan la circulación de agua y la oxi-dación siendo un gran protector contra los ataques ácidos. Lasterrazas fluviales, los medios margosos y los depósitos arcillosostambién son favorables frente a los arenosos de grano grueso quepor su acidez son menos favorables. Lo mismo ocurre con losmedios húmedos muy ácidos en los que solo es posible la conser-vación si la sedimentación es muy rápida, ya que en estos mediosla acción descomponedora de microorganismos e insectos es muymarcada, y la acción descalcificadora es mayor ya que los huesostras perder la estructura de su tejido protector se convierten enentidades flexibles y deformables que si se impregnan de sales,hierro o manganeso aceleran su desintegración (Villalain, 1992).

En la historia pedogénica de los suelos hay tres procesos claves.La oxidación producida por el oxígeno, la hidrólisis producida porla acción del agua y la disolución producida por los ácidos minera-les y naturales. Igualmente el PH es un factor importante ya que sies inferior a su valor óptimo (7), la solubilidad de los elementosminerales aumenta afectando negativamente a la conservación y si essuperior la solubilidad de los elementos minerales Ca y Co3 y lahydroxiopatita provocara una fuerte disolución sobre los restosóseos que puede llegar hacerlos desaparecer (Auguste, 1994 b).Dentro de la historia del suelo pueden darse procesos ocasionales dereactivación del suelo en el que por diversas circunstancias unos

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materiales enterrados son sobreexpuestos nuevamente a diferentesprocesos. Así es el ejemplo de muchos de los materiales arqueoló-gicos pliopleistocénicos africanos que debido a la erosión estánaflorando o a los fenómenos tectónicos que ocasionan movimientosde tierras como fallas que reactiven antiguos cursos de agua y conello la disolución, los procesos de solifluxión u otras (Auguste,1994 a).

La deposición diferencial de los restos sobre un mismo mediotambién puede ser un factor importante. Stiner et al. (2001) mues-tran como a partir del análisis por infrarrojos de la composiciónquímica del suelo se ve como en determinadas zonas la conserva-ción es mejor que en otras. Bernaldez (2002) ha mostrado que otrocondicionante que puede influir en la conservación es la deposi-ción, el taxón representado y sus partes anatómicas, ya que los ani-males suelen tener diferentes patrones de sedimentación y con losperfiles esqueléticos ocurre lo mismo.

En función de todos estos argumentos, algunos autores hancreado series de durabilidad que miden el tiempo de descomposi-ción de los restos óseos. De esta forma, se han documentado seisestadios de descomposición ósea (Payne, 1965; Coe, 1978-1980;Hauglund, 1991) que son (estado fresco del hueso, hinchado,decadencia activa, decadencia avanzada, seco, desaparición).Otros como Johnson (1975) sólo reconocen 4 estadios que resu-men estos 6 y Villarin (1992) a partir de otros autores, describe seismomentos en huesos humanos enterrados. En el primero se formauna capa de moho que dura hasta los 2-4 años post mortem, elsegundo afecta a la desaparición de las partes blandas y puededurar hasta el tercer o cuarto año después de la muerte. El terce-ro puede llegar hasta el décimo año y en él, los ligamentos y cartí-lagos desaparecen, en el quinto ocurre lo mismo con la grasa, en elsexto y a partir del décimo año comienza la destrucción del huesohasta que a los 50 años pasa a un estado frágil y poroso.

Pero entre todos los agentes que intervienen en la configura-ción final del registro, hay dos factores claves que condicionan elresultado final. Estos son la acción de los carnívoros y, en segundola propia acción destructiva producida en los mecanismos de con-sumo humano y durante los procesos de investigación. En relación

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con el primero, Sept (1994) comenta la necesidad de conocer lascondiciones ambientales de los yacimientos de los primeros homí-nidos ya que en función de que se trate de medios aluviales o desabana la representación ósea y taxonómica puede variar, no sólopor los factores anteriormente aludidos sino que también por laacción de los carnívoros, ya que las actividades de estos agentesdifieren de unos medios a otros.

Sobre las alteraciones que los agentes carnívoros ejercer en unconjunto óseo ya se ha comentado su alto poder destructivo. Enellos se ha visto que una vez consumida la carne los carnívoros sue-len centrarse en aquellos elementos óseos ricos en grasa, como lassecciones axiales (vértebras y costillares), las epífisis de los huesoslargos, los huesos planos (escápula y pelvis) y los huesos compac-tos para acceder finalmente al resto de las extremidades (Brain,1967, 1969; Blumenschine, 1986; Marean et al., 1992). Al final,tras su paso (independientemente de un consumo antrópico pre-vio), sólo quedan unos conjuntos de segmentos diafisiarios iniden-tificables, elementos craneales (en su mayoría dientes) y metápo-dos, que debido a su robustez suelen ser despreciados. Sólo en loscasos en los que la presión trófica no es muy grande se puedenconservar restos completos Por lo que los patrones dejados por loscarnívoros coincide con los elementos de mayor densidad que, portanto, son los que mayores posibilidades tienen de pasar al regis-tro (Marean & Kim, 1998).

Igualmente el grado de su acción dependerá de determinadosfactores, como el tamaño de la presa, la edad, el lugar de consu-mo, la estación climatológica y los agentes carnívoros que inter-vienen. En estos trabajos, se ha visto como las hienas son el prin-cipal alterador del registro óseo, imposibilitando carroñear nadatras su paso. Igualmente según el tamaño de la presa, las proba-bilidades de que sobrevivan elementos óseos varían. Por ejem-plo, ante un animal inferior a 100 kg las posibilidades de accederalgo tras el paso de un carnívoro son bastante reducidas, sinembargo, ante un taxón de mayor peso, por ejemplo de 800 kglas probabilidades aumentaran, aunque seguirán dependiendodel número de carnívoros que intervengan. Otro condicionantepuede ser la alteración térmica que sufre el registro óseo, ya que

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se ha visto como la alteración térmica de ciertos huesos axialeshace que sean despreciados por los carnívoros (Domínguez &Marti, 1996).

Tras todo esto se observa como la representación anatómicaesta claramente condicionada por gran cantidad de factores y,como tienden a favorecer la conservación de aquellos elementosmás duros y resistentes, que casualmente son los de mayor densi-dad y menor contenido cárnico. Estos elementos resisten mejor lasdiferentes fuerzas destructivas y dado su menor interés tambiénson menospreciados por los carnívoros, que, sin embargo, lostransportan cuando llevan las partes inferiores de las extremidadesarticuladas desde el radio o la tibia hasta las falanges.

Los carnívoros son unos destructores especializados de epífisisal consumir estas por mordisqueo (Sutcliffe, 1970; Klein, 1975;Blumenschine, 1986; Brink, 1997; Marean et al., 1992; Marean,1998; Marean & Kim, 1998). Para evaluar la acción que estosagentes realizan sobre un conjunto óseo algunos autores comoBlumenschine & Marean (1993) piensan que es más útil analizar elcoeficiente de relación entre epífisis y diáfisis. Un ejemplo de elloes el experimento previo de Marean & Spencer (1991) y Mareanet al. (1992). Ellos demostraron por medio de esta relación que el70% de las epífisis son destruidas frente a las cañas, que sólo loson en proporciones de un 4%. Así, Blumenschine (1988) y Mareanet al. (1992) han visto como los carnívoros consumen las epífisis enlos conjuntos en los que ha habido una acción humana previa y elcontenido cárnico es escaso.

En resumen tras la intervención de las hienas es imposiblereconstruir los patrones anatómicos reales (Schaller & Lowther,1969; Marean et al., 1992; Blumenschine & Marean, 1993; Capal-do, 1995; Domínguez & Martí, 1996; Domínguez, 1997 a; Mare-an, 1998; Marean & Kim, 1998).

Junto a todos los procesos y efectos que acabamos de docu-mentar, que en su mayoría se trata de efectos predeposicionalesanterior al enterramiento, tanto biológicos (acción de carnívoros,roedores, etc.) como abióticos (weathering, desmineralización) hayotra serie de procesos que pueden influir en la fragmentación y enla conservación como la acción mecánica y química, que según

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Klein & Cruz Uribe (1994) son factores medibles y también, lapropia acción humana.

La acción humana afecta al registro desde su intervención ini-cial tanto en las labores de consumo y fracturación como en las deinvestigación. Refiriéndonos al último momento concerniente a laslabores de gabinete, es importante la destreza del especialista en laidentificación de los restos óseos, ya que si el reconocimiento delos restos y los procesos que los acompañan es defectuoso, es posi-ble que se pierda gran cantidad de información. Pero tan impor-tante como esta labor, lo es también, la metodología que se siga enla recogida de los restos óseos. De esta forma, el problema de lasexcavaciones antiguas y aun todavía de algunos proyectos actuales,es que sus argumentaciones se basan en conjuntos osteológicossesgados en la recogida de los restos. En dichas excavaciones losinvestigadores responsables tenían la peculiaridad de seleccionarlos elementos óseos mejor identificables, es decir, los dientes, lasepífisis y aquellos huesos mejor conservados. Lo cual se traduce enuna sobre representación de metápodos y dientes básicamente, yaque las epífisis por la acción de los carnívoros no suelen ser muyabundantes y los axiales por sus condiciones pasan peor al regis-tro, frente a otros como los fragmentos diafisiarios más difícil deidentificar.

Sobre este aspecto, los estudios de Marean (1998) y Marean &Kim (1998) han puesto de manifiesto que la identificación anató-mica de Klasius River Mouth, Grotta Vaufrey, Combe Cranele yGrotta de Moscerini interpretados por Binford (1984, 1985, 1988)y Stiner (1993, 1994) como carroñeo en función de los perfilesanatómicos son equívocos, ya que parten de una selección demateriales parciales recuperados en los años 50. Sin embargo, enel estudio de Marean y Kim al que antes se hizo referencia se hamostrado las interpretaciones diferenciales que pueden producir-se según se haga la identificación anatómica de una u otra forma.Así para Kobech Cave y Die Kelders Cave nivel 10, se han mos-trado los patrones esqueléticos que ofrecería una identificacióntradicional basada en elementos identificables como el realizadoen Klasies River Mouth (Sur África), Grotte Vaufrey, Combe Gre-nal (Francia) y Grotta de Moscerini (Italia), el cual se caracteriza

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por la predominancia de elementos craneales y apendicularesinferiores, y en un segundo análisis más exhaustivo, se analizantambién los elementos diafisiarios más difíciles de identificar,ofreciendo al final un perfil más compensado. Por lo que al finalla interpretación del conjunto en función de los patrones anató-micos no indican el carroñeo que proponían Binford (1984, 1985,1988) y Stiner (1991, a, c, e, 1993, 1994) sino caza, ya que, ade-más, los restos están acompañados de una gran abundancia demarcas de corte.

En función de esta premisa, Marean & Fray (1997) discuten lavalidez de los patrones de utilidad alimenticia de diferentes yaci-mientos del Paleolítico Medio, debido a que la identificación ana-tómica en la que se basan, se ha establecido sólo a partir de ele-mentos epifisiarios, falseando la muestra.

Marean & Benito (1994) en un nuevo enfoque resaltan laimportancia que supone conocer la situación real de los fragmen-tos mediales de las diáfisis, debido a que al ser despreciadas porlos carnívoros su posición primaria no debería diferir mucho de laque tuvo en la realidad, frente a las metadiáfisis o epífisis que sipueden variar su posición si intervinien carnívoros. Esta menoralteración de las cañas frente a las epífisis es una observación quearqueológicamente han visto bastantes autores (Schaller & Lowt-her 1969; Sutclife 1970; Klein, 1975; Bunn et al., 1980; Kroll,1986, 1988), y que experimentalmente ha sido confirmado porBlumenschine (1988), Marean (1998) y Domínguez (1997 a, b, c)que han observado como la proporción de marcas de dientes esinferior en las diáfisis que en las epífisis.

Frente a los antiguos estudios a los que se hacia referencia,cuando solo se identificaba lo fácil, algunos trabajos con materia-les nuevos procedentes de excavaciones más recientes y con análi-sis más meticulosos, han tenido como resultado una representa-ción más homogénea. Así se pueden destacar los estudios deAltuna sobre la Riera (Straus & Clark, 1986), el de Cáceres sobreel nivel I del Abric Romaní (Cáceres, 1995) o el de West (1997)para diferentes yacimientos centroeuropeos etc. Sobre este aspec-to es de referencia obligada los estudios de Marean (1998) y Marean& Kim (1998) y los de Klasies River Mouth de Milo (1998) que

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han observado unos patrones diferentes a los de los otros estudiosprevios, llegando, por tanto, a conclusiones diferentes.

En el caso de este yacimiento las críticas a Binford (1984) hansido muy abundantes. El trabajo de Binford supuso una visióndiferente a la de Klein (1976), (tabla 4.1).

Las diferencias anatómicas interpretadas por Binford y Kleinse deben según Bartram (1993) y Bartram & Marean (1999) a unaincompleta identificación, condicionada por los mecanismos deselección en los procesos de investigación. Varios autores comoThackeray (1986) o Turner (1989) tras revisar las distintas investi-gaciones realizadas sobre este sitio critican el estudio de Binfordpor no considerar los elementos diafisiarios y utilizar sólo los frag-mentos fácilmente identificables, tal y como se ha demostrado enotros trabajos. Además, se indica como en los mecanismos deexcavación se produjo selección de restos, por lo que los estudiosde Binford y Klein estuvieron claramente condicionados por estaselección de material.

REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN LA ARGUMENTACIÓN… 135

TABLA 4.1Diferencias interpretativas de Klasies River Mouth.

(Klein, 1976 VS Binford, 1984)

Predominio de artiodáctilos y bó-vidos

Predomino de elementos cranealesal tiempo que se reduce la relaciónentre elementos superiores e infe-riores.

Explicación Schlep Effect.

Caza de 350 individuos por con-ducción de manada.

Selección del yacimiento comopunto estratégico

Explotación oportunista de delfi-nes y león marino

Home base

Predominio de artiodáctilos y bó-vidos,

Animales Grandes (cabeza y par-tes distales del esqueleto apendi-cular) frente animales pequeños(completo)

Explicación: carroñeo

Carroñeo de animales cazados porfélidos y caza de los animales pe-queños

Selección del yacimiento comorefugio

Explotación oportunista de delfi-nes y león marino

Refugio

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En otros análisis se observa el procesado diferencial que sufrenlos huesos de animales grandes frente a los de otros más pequeños,teniendo los primeros una fracturación más intensa por su mayoraprovechamiento de grasa y medula (Marshall & Pilgran, 1991).Por último Klein (1989) observa que la representación de KlasiesRiver Mouth es similar al de otros yacimientos del Later Stone Agey del neolítico y apunta que la representación anatómica es conse-cuencia del transporte diferencial y la conservación diferencial.También Blumenschine (1986 b) critica el enfoque de Binford porque aunque llega a conclusiones similares, considera que Binfordno ha hecho una evaluación previa de la acción de los carnívorosy de la ecología del carroñeo. De esta forma a partir de la secuen-cia de consumo que producen los carnívoros concluye que lasespecies del tipo 1 y 2 debían ser aportados por los seres humanosy las del tipo 3 y 4 por carnívoros. Por lo que según todos estos tra-bajos los patrones de identificación utilizados para Klasies RiverMouth son bastante discutibles y, por tanto, toda interpretaciónbasada en estos parámetros criticable.

Volviendo al trabajo de Marean (1998) y Marean & Kim (1998)en relación con los patrones de alteración ósea, dicen que los ele-mentos diafisiarios son los que presentan más marcas de corte, loscuales no son considerados por el estudio de Binford, por lo quesus interpretaciones carecen de fundamento. De esta forma, Mare-an (1998) y Marean & Kim (1998) junto a Milo (1998) examinanlos patrones de alteración ósea junto a su representación esquelé-tica y ven que los carnívoros no son un agente tan importantecomo formula Binford en la acumulación de los restos óseos. Porel contrario, son los seres humanos los principales responsables dela acumulación, como reflejan algunas vértebras de bóvido conpuntas de proyectil incrustadas, la escasez de marcas de diente(1,2%) y la abundancia de las de corte.

El problema del estudio es que no se documentan las marcasde corte de las diáfisis, lo cual si se hiciera, acrecentaría más la re-presentación de estas trazas, ya que como han mostrado Selvaggio(1994), Capaldo (1995), Blumenschine (1995) Domínguez (1997 a,b, d, 2002) y Marean (1998) estas son las partes que más marcasde corte tendrían en un acceso primario. Aun así, el porcentaje de

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estrías es muy alto, entre el 16 y el 23% según el taxón. Se ve tam-bién como el axial presenta un 20% de marcas de corte y los hue-sos superiores también muestran unos porcentajes superiores al delos huesos inferiores, lo que muestra la relación directa de KlasiesRiver Mouth con un acceso antrópico primario. En referencia a laacción de los carnívoros, las marcas de diente son bastante escasasy sólo un babuino presenta marcas en el esqueleto axial y unosporcentajes de marcas de diente superiores en torno al 20%, porlo que sólo en el caso de este individuo puede hablarse de aportenatural biológico.

En definitiva y después de ver todos estos condicionantes sonmuchos los argumentos existentes en contra de una interpretaciónbasada exclusivamente en criterios anatómicos. En un trabajoexperimental de Domínguez (1999 a) se muestra que es imposiblediferenciar el acceso antrópico primario del secundario en funciónde los perfiles anatómicos, ya que hay multitud de procesos queinfluyen negativamente sobre el registro óseo. Estos factores a losque se refiere son el transporte diferencial, la acción de los carní-voros, la actividad humana en el procesamiento y las labores deinvestigación, el weathering y la diagénesis. A pesar de esto, lospatrones esqueléticos pueden ser utilizados para intentar hacerdeterminadas precisiones sobre la conservación diferencial e inclu-so sobre que posibilidades de consumo cárnico se pudo tener enel pasado, ya que la presencia de ciertos elementos como las costi-llas, las vértebras, la pelvis o la escápula están ligadas al consumoantrópico.

Por ejemplo, los análisis de Capaldo (1995, 1997, 1998 b) sobreconjuntos completos alterados posteriormente por hiena, indicanque la supervivencia del esqueleto axial es del 5% como máximo.Pero algunos yacimientos pliopleistocénicos como FLK Zinj tie-nen un 30% de estas porciones, por lo que partiendo de la des-trucción diferencial a las que están sometidas estas secciones, estenúmero debió ser mayor en su momento. Esto parece indicar quelos homínidos debieron trasladar la carcasa completa contra laopinión de Blumenschine (1991 a, b, 1996), debido a que sí loshomínidos carroñeaban los restos dejados por félidos como pro-pone Blumenschine no tendría sentido el transporte del esqueleto

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axial (al carecer de médula) por lo que su presencia debió estarligada obligatoriamente al consumo cárnico. Otro hecho que prue-ba esta abundancia de carne es que el 10% de los huesos de FLKZinj están completos, por lo que el número de restos tuvo que sermayor que el actual, lo que para Capaldo (1995, 1997, 1998 b) yDomínguez (2002) es indicativo de un gran consumo cárnico.

Otros trabajos como los de Esteban, (1996 a, b) y MartínezMoreno (1993, 1998) defienden un acceso cárnico importante de-bido a la correlación de la representación anatómica con las estríasde descarnación y a la presencia de elementos axiales y apendicu-lares superiores entre los perfiles esqueléticos. Puede darse el casode que el carroñeo se practicara en un lugar donde los carnívorostrasladaran las presas, lo que explicaría la presencia de elementosaxiales, sin embargo, esto no explicaría el porque de la presenciade marcas de corte sobre dichas porciones, que son las que tienenun mayor contenido cárnico y las que primero consumen los car-nívoros. De esta forma la correlación de los estudios de alteraciónósea con el de los perfiles esqueléticos pueden ayudarnos a expli-car el papel jugado por los diferentes agentes sobre el registro.

4.3. UNA NUEVA ALTERNATIVA. LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN ÓSEA

Aunque no era la finalidad de los apartados anteriores, ya sehan mostrado algunas cuestiones relacionadas con los procesos deinterpretación de las alteraciones óseas y su relación con su distri-bución anatómica. Se ha comentado, por ejemplo, que las marcasde corte sobre elementos diafisiarios están asociadas para algunosautores a un consumo secundario de recursos cárnicos residualesdejados por carnívoros (Shipman, 1983, 1984 a, 1986, 1990; Blu-menschine, 1986 b; Binford, 1986) frente a los que las interpretancomo el resultado de un temprano acceso cárnico (Bunn, 1983;Bunn & Kroll, 1986; Lupo, 1994; Domínguez, 1996 a, 1997 a,1998 a, 2002; Marean, 1998; Marean & Assefa, 1999). Otros hanvisto como un alto acceso cárnico no tiene por qué dejar marcas(Crader, 1983; Vila, 1988).

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Las interpretaciones que hace Shipman se basan en los patro-nes de alteración ósea descritos por Gifford et al. (1981) para unyacimiento neolítico. Sin embargo, este autor en Gifford (1989 a,b) dice que las marcas de corte sobre diáfisis son más abundantesque las que se producen en las epífisis, lo mismo que hace Mars-hall (1986) y Delpech & Vila (1993) para otros sitios. Para Binford(1981) estas trazas sobre diáfisis son el resultado de la extraccióndel periostio, consecuencia de la preparación del hueso para faci-litar su percusión, lo cual no es necesario a la hora de fracturar elhueso (Lupo, 1994, 1995) y la morfología de las marcas de extrac-ción del periostio son diferentes de las producidas en los mecanis-mos de desarticulación y descarnación.

A pesar de las diferentes interpretaciones que generan lospatrones de alteración ósea, en realidad no es así, ya que unaamplia experimentación ha permitido diferenciar y contrastar losdiferentes procesos que producen dichas alteraciones, así como sufuncionalidad. Tras mostrar la problemática que entrañan lasinterpretaciones basadas en los perfiles de representación taxonó-mica, demográfica y anatómica, se ha visto que los patrones dealteración ósea son los más resolutivos para la interpretación delregistro óseo. Así, en numerosos trabajos de los últimos años,recurriendo a la analogía, la experimentación y a los estudios tafo-nómicos se ha podido construir un marco referencial apropiadoque pueden ayudarnos a desvelar que papel jugaron los homínidosen la configuración del registro.

Blumenschine (1988, 1991 a, b, 1995), Blumenschine & Sel-vaggio (1991, Marean et al. (1992), Selvaggio (1994 a, b, 1998),Capaldo (1995, 1997, 1998 a, b), Capaldo & Blumenschine (1994),Bartram (1995), Domínguez (1997 a, b;1998; 1999) o Selvaggio &Wilder (2001) han realizado experimentos sobre marcas de corteantrópicas y de carnívoros exponiéndolos a gran variedad de situa-ciones, con la finalidad de establecer un marco referencial apro-piado con el que poder interpretar los conjuntos óseos.

Este tipo de trabajos experimentales comenzaron con Blu-menschine (1988) cuando realizó varios experimentos en los quehumanos y carnívoros participaban creando diferentes patronesde marcas que luego eran distinguidos y comparados, para aplicar

REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN LA ARGUMENTACIÓN… 139

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sus resultados al registro pliopleistocénico de Olduvai. A este estu-dio han seguido luego otros, como los de Marean et al. (1992) yCapaldo (1995, 1997, 1998 b) que analizaron las marcas de hienas ysu distribución según el acceso a la carcasa, igual que los de Blu-menschine & Selvaggio (1991). Después de centrarse en la cuantifi-cación de las marcas de diente comenzaron a preocuparse por losporcentajes de distribución de marcas de corte de acuerdo al ordende intervención humana en el procesamiento de la carcasa, anali-zando su distribución a lo largo de la sección ósea (Selvaggio, 1994),y su relación con el tipo de hueso (Domínguez-Rodrigo, 1997 a, b).

De la misma forma, Bartram (1995) trata de establecer unanueva diagnosis sobre las marcas de cortes y Marean (1998) inten-ta aplicar estos resultados al registro pleistocénico europeo trashacer una gran crítica de las interpretaciones basadas en los perfi-les esqueléticos y de la «tafonomía tradicional».

Junto a los estudios de marcas también se están haciendo aná-lisis de patrones de fracturación relacionándolos con los que pro-ducen los carnívoros (Blumenschine & Selvaggio, 1995; Capaldo& Blumenschine, 1994).

Todos estos experimentos parten de una concepción dual, enla que intervienen homínidos y hienas alternando su orden deacceso a la carcasa. El problema que tienen es que algunos partende hechos preconcebidos. Así, los trabajos experimentales de Blu-menschine (1988, 1995), Selvaggio (1994 a, b, 1998) y Capaldo(1995, 1997) parten del hecho de que los carnívoros intervienenprimero y los humanos después, llegando a tal conclusión en todossus análisis. Solo en el estudio de Capaldo (1997) se llegan a mos-trar experimentos en los que primero interviene el hombre y des-pués lo hacen los carnívoros. Pero en todos los casos bien de unau otra forma intervienen los carnívoros.

Por el contrario, Domínguez (1997 a, b c) es el único queexperimenta con las marcas de corte que produce el hombre. Escomo si Selvaggio, Capaldo y Blumenschine se centraran solo en laactividad de los carnívoros y el grado de acción que producen paraver que posibilidades de carroñeo tienen el hombre tras su paso adiferencia del trabajo de Domínguez que plantea diferentes posi-bilidades en los que intervienen humanos y carnívoros.

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Un ejemplo de esto lo constituye la experimentación de Blu-menschine (1988, 1995), centrada solo en carnívoros y los de Sel-vaggio (1994 a, b, 1998) y Selvaggio & Wilder (2001) en los que elacceso antrópico siempre es posterior al de los carnívoros. En elanálisis de Selvaggio (1994 b) se ve que las posibilidades de carro-ñeo antrópicas dependen de que el número de carnívoros origina-les no sea superior a cinco individuos y, en dicho estudios se obser-va también, que la proporción de marcas de corte casi no seproduce en los yacimientos en que intervienen muchos carnívoros.

A pesar de estos problemas, toda la información procedente deestos estudios experimentales ha resultado ser bastante útil ya quecomo veremos ha permitido crear un marco referencial que pordesgracia solo se ha aplicado al registro pliopleistocénico africano.

Tras toda esta experimentación se ha concluido que para defen-der un acceso antrópico primario debe haber un 60% de marcas decortes en las partes superiores de las extremidades respecto al total,un 30% aproximadamente en las partes medias y un 10% en lasinferiores (nos movemos en unos porcentajes aproximados). En unacceso secundario tras la intervención de un carnívoro, apareceráun 8%, en las partes superiores, un 20% en las secciones medias yun 30% en las partes inferiores (Domínguez, 1997 a).

Estos datos obtenidos a partir de los experimentos de Marean,Blumenschine, Capaldo y Domínguez-Rodrigo ofrecen otras posi-bilidades, ya que si, el acceso humano es primero y en él se consu-me también médula, ofrecerá un porcentaje de marcas de dientesrelativamente bajo en torno al 20-30%, en torno al 20% para lasdiáfisis y el 80% para las epífisis. Sí por el contrario el accesohumano es posterior al de carnívoros, estos ofrecerán unos por-centajes de marcas de diente bastante altos, variando según eltaxón, pero siempre superarán el 80%, aunque en el caso de lashienas este porcentaje se acerca al 100%, en función del grado deconsumo y el lugar de acumulación, así los porcentajes de marcasvarían si el cubil es de cría o de alimentación (Arribas, 1995).

La situación de las marcas de diente sobre determinados ele-mentos óseos epifisiarios y diafisiarios puede ayudarnos a explicarpor que determinados elementos están más representados que otros(Marshall & Pilgran, 1991). De la misma forma, que la situación y

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la morfología de las marcas de corte puede ayudarnos a conocer losmecanismos de descarnación, despellejamiento o consumo emplea-dos (Binford, 1981, 1984; Shipman & Rose, 1983; Pumarejo & Ber-naldo de Quirós, 1990; Blasco, 1995, 1997; Blasco et al., 1996, etc.).

En alusión a estos experimentos a los que se hacía referenciase empezará por destacar el de Blumenschine (1988). Este autorobservó en sus experimentos diferencias entre tres tipos de acu-mulaciones. Las primeras son producidas por carnívoros, lassegundas las constituyen restos de comida antrópicas que se aban-donan para los carnívoros y la tercera son yacimientos simuladossin médula. En el primero aparecen marcas de diente en el 66-100% de los restos, ausencia de epífisis, y predominio de marcasde diente en huesos largos, las metadiáfisis aparecen fracturadasaunque con una regular representación y las secciones centrales delas cañas son escasas. En el segundo se daba un proceso similar alprimero y en el tercero las marcas de diente decrecían hasta un 8-45%, las epífisis desaparecían y, se repiten los demás procesos des-critos en el experimento uno. En resumen, la proporción de hue-sos con marcas de diente es alta en los yacimientos que no tienenla médula comida, a diferencia de los que está consumida, que alser de menor utilidad, sus marcas de diente decrecen. ConcluyeBlumenschine (1988); una acumulación que tenga un porcentajede marcas de diente inferior al 15%, indica que el primer agenteacumulador es el hombre y no el carnívoro.

En el trabajo de Bunn (1983 b), un cubil de hienas de Nairobicon un NR de 1162 restos y un NISP de 577 huesos identificablesy un MNI de 46 individuos presentó sólo un 50% de marcas dediente, destacando las producidas sobre animales como el ñu y lavaca. Por otro lado, en este estudio los elementos diafisiarios estánexcluidos, por lo que le resta significación a estos porcentajes aun-que tampoco contradicen los expuestos más arriba ya que el origende algunos de estos animales es antrópico y los porcentajes de mar-cas de diente aumentan, al estudiarse solo los elementos epifisiariosque son los más proclives a sufrir la acción de los carnívoros y, portanto, de los más susceptibles de presentar marcas de diente.

En su estudio Crader (1983) documenta que en los elefantescon consumo antrópico primario se produce una oscilación de las

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marcas de diente de entre el 20 y el 41% y una gran dispersión derestos. En los restos de hipopótamo sin acceso primario humanoel porcentaje es del 5 al 22% siendo el que más marcas de dientepresenta, aquel, que sufrió algo de consumo humano. Por otrolado, los conjuntos con menor número de marcas son aquellos quemuestran una mayor alteración ósea por su exposición subaéreamás prolongada, por lo que la exposición subaérea puede alterarla observación de las marcas de diente. Pero dado el alto conteni-do cárnico que suponen una carcasa de elefante o hipopótamo, lacantidad de trazas puede decrecer respecto a otros animales detamaño menor, ya que mientras haya carne los huesos no se suelenconsumir, de hecho en esta representación los elementos óseos quemás marcas de diente tienen son las costillas y las vértebras, quepor otro lado son también los elementos más abundantes.

En otros trabajos experimentales, Domínguez & Marti (1996)ven que el porcentaje de marcas de diente que producen las hie-nas tras un consumo antrópico es de un 30%. En otro estudiocomo el de Domínguez (1998), la acción de unos chacales no pro-duce casi marcas, pero sí una gran dispersión de los restos óseos.En un análisis anterior, Domínguez (1993 b) establece a partir deltrabajo de Brain (1981) y su experimentación propia los siguien-tes patrones de marcas de diente. Para leopardos establece un20-30% de marcas de diente según Brain (1981) y un 18-27%según su experimentación personal, para la hiena parda estableceun 50-60% de marcas de diente, para la manchada un 61-68% ypara aquellas acumulaciones antrópicas que han sufrido la acciónde carroñeros refleja un 20% de marcas de diente a partir de Potts(1982, 1988). En total los porcentajes que se muestran puedenresultar algo bajos, lo cual se debe a que las marcas inconspicuasno son analizadas.

Marean (1998) y Marean & Assefa (1998) muestran que en lasacumulaciones en que intervienen carnívoros como agentes pri-marios tanto natural como experimentalmente hay unos porcenta-jes de marcas de diente superiores al 80%. Para aquellos modelosnaturales o experimentales en los que intervienen primero losseres humanos, los porcentajes de marcas de dientes se reducen aun 10%, así en el siguiente cuadro Marean & Kim exponen:

REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN LA ARGUMENTACIÓN… 143

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En los experimentos antrópicos y en diferentes estudios ha que-dado de manifiesto que cuanto mayor es la talla del animal más mar-cas presenta y cuanto más pequeño menos marcas tiene (Charles1998; Lyman, 1992 a), aunque a veces el exceso de carne puede difi-cultar la presencia de marcas, como ya se ha dicho (Crader, 1983).

En un conjunto formado por cazadores San, Bunn (1983 b)documenta un 26% de marcas de corte tras un consumo primarioy un 69% de percusión para animales de tamaños varios. Por otraparte estos porcentajes varían respecto a cada sección anatómica,así tanto en los individuos de pequeño tamaño como en los de tallamayor la proporción de marcas de corte aumenta en las extremi-dades y dentro de estas en las secciones diafisiarias, lo mismo queha observado Domínguez (1997, a, b, c) en sus experimentos.

Para los elefantes e hipopótamos, Crader (1983) documentauna oscilación de marcas de corte de un 1,6 a un 29% con unamedia oscilante entre el 14 y 20%, ya que los que presentan 1,6%son los que manifiestan un grado de exposición subaérea más alto.Por otro lado, entre el global de las marcas antrópicas se observaque el 35% son de corte y el 65% de percusión, y se ve que las decorte predominan sobre elementos axiales. En otros trabajos expe-rimentales sobre animales pequeños (Domínguez, 1998 a) ymedianos (Domínguez & Marti, 1996), se ven porcentajes de mar-cas de corte próximos al 50% dependiendo de cada parte. Deforma que son las diáfisis las secciones con más marcas entre loshuesos largos y los elementos axiales entre todo el conjunto. Porotro lado, se reconoce que el gran número de marcas de cortepuede deberse a la utilización de cuchillos en la fracturación del

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TABLA 4.2Porcentajes de marcas de diente en diferentes experimentos

a partir de Marean & Kim (1998)

% Marcas diente Carnívoros primero Hombres primeronatural / experimental natural / experimental

Epífisis 100% / 40% 66% / 21%

Metadiáfisis 78% / 87% 50% / 21%

Diáfisis 68% / 76% 10% / 7%

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conjunto. Para Kobeh Cave y Die Kielders, Marean (1998) y Mare-an & Kim (1998) también observan un alto porcentaje de marcassuperior al 30% de los huesos si se incluyen las cañas, las cualesson, además, las secciones con más cantidad. Así observan comoentre los elementos apendiculares superiores las diáfisis alcanzanporcentajes de marcas de corte superiores al 50%, las metadiáfisisen torno al 50% y las epífisis valores inferiores al 10%. Los ele-mentos mediales (tibia y radio) presentan valores intermedios del30 al 40% en las diáfisis, de un 40% en las metadiáfisis y un 10%en las epífisis como máximo. Por último, los elementos inferiorestienen valores inferiores al 30% en las diáfisis y metadiáfisis yaumentan hasta un 30-40% para las epífisis.

En el caso de otros yacimientos como Biache San Vast (Fran-cia) se han obtenido porcentajes de marcas de corte en torno al30% en los huesos de rinoceronte (Auguste, 1995) y para los yaci-mientos musterienses de la cornisa cantábrica Martínez Moreno(1998) ha observado un predominio de marcas de corte sobre losrestos apendiculares superiores y en estos sobre las diáfisis y meta-diáfisis. Lo mismo que ha observado West (1997) para otros sitiosdel Paleolítico Superior etc. Por lo que según parece demostrar laevidencia experimental y arqueológica, un acceso antrópico prima-rio produce una amplia representación de marcas de corte sobrelos elementos apendiculares y concretamente sobre las diáfisis ymetadiáfisis. De esta forma, son los patrones de alteración ósea elmedio más resolutivo que tenemos en la identificacón de los dife-rentes agentes que pueden intervenir en una acumulación ósea.Según otros autores como Pickering (2002), otros rasgos como laproporción de carnívoros frente a herbívoros, los patrones y tiposde fractura, la cantidad de cilindros etc, pueden ayudar, pero encualquier caso estos patrones dependen de los de alteración ósea.

A pesar de los ejemplos que se han mostrado hasta ahora y delos recientes análisis que están habiendo en los últimos años, loscuales incluyen la tafonomía como una parte más de la investiga-ción, hay que decir que hasta que nos hemos dado cuenta de laimportancia que tienen los análisis tafonómicos la discusión ha sidomuy amplia. La cual se ha basado al mismo tiempo en una serie deyacimientos que han hecho correr mucha tinta. Algunos de ellos

REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN LA ARGUMENTACIÓN… 145

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como Klasies River Mouph o Grotte Vaufrey se han tratado en eltexto, pero otros como Zhokoutien (China) no, pero también dis-ponen de una amplia bibliografía (Binford & Lupo, 1985; Binford& Stone, 1986, 1987 a, b; Bunn & Kroll, 1987; Reynolds, 1986).

Si estos yacimientos a los que se hace referencia son importan-tes tampoco hay que olvidar a FLK Zinj 22, ya que en relación coneste lugar y tras la publicación de Bones ha sido el lugar centralsobre el que han girado todo tipo de interpretaciones y análisisexperimentales. Por ello se ha escogido a este lugar como ejemplohistoriográfico del debate metodológico concerniente a la subsis-tencia de los primeros homínidos.

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CAPÍTULO 5

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22

(OLDUVAY) Y EL DEBATE DE LA CAZA-CARROÑEO EN LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS

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FLK Zinjanthropus 22 ha sido el sitio escogido por la mayoríade los autores para exponer sus conclusiones sobre la discusión dela caza y el carroñeo. Lo cual ha dado pie a gran cantidad de inter-pretaciones distintas según los datos manejados por cada autor.

FLK Zinjanthropus 22, es uno de los yacimientos pliopleisto-cénicos arqueológicos más significativos del lecho I de Olduvai(Tanzania). Se trata de un emplazamiento situado sobre un margenlacustre datado en torno a 1.750.000 años. Su excavación fue lle-vada a cabo en los años 50 y 60 por L. Leakey, y M. Leakey conuna superficie superior a 300 metros cuadrados. Entre los restosdescubiertos desataca una gran cantidad de industria olduvayensey los fragmentos craneales de un Parantropo boisei.

La fauna comprende 60. 000 restos óseos de los que 40. 000 sonindeterminables y 3.486 pertenecen a macromamíferos, de los cua-les 689 son dientes (Bunn & Kroll, 1986). Este «carismático» yaci-miento fue utilizado por Binford (1981) para atacar la hipótesis delcazador sanguinario del Pliopleistoceno, tras analizar los datos delas excavaciones de M. Leakey en 1971 en los que no se mirarondirectamente los materiales, según citan Bunn & Kroll (1986).

Binford (1981) discute las interpretaciones que Isaac y Leakey.Entre otras cuestiones destacan sus dudas acerca de las estrategiassubsistenciales humanas, los campamentos base y el transporte delas materias cárnicas al yacimiento. Así, basándose en sus estudioscon carnívoros y poblaciones humanas desarrolló un nuevomarco interpretativo crítico con el modelo cinegético tradicional.Plantea que sí el ser humano es cazador, debería transportar las

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partes cárnicas más importantes tal y como hacen los pueblos queél analizó etnológicamente (Binford, 1978, 1981), por el contrariouna estrategia oportunista tendente al aprovechamiento de recur-sos abandonados por otros predadores indicarían un patrón detransporte caracterizado por elementos poco alimenticios, siemprey cuando se transporten los elementos a un campamento base. Yaque de consumirse el animal en el matadero en una economía caza-dora, se obtendrán patrones de alteración ósea típicos de unasituación tal, como marcas de desmembración, fracturas de ciertotipo etc. frente a un comportamiento secundario que mostraría unimportante consumo de médula. Siguiendo su planteamiento ana-liza una muestra ósea bastante inferior a la de Bunn & Kroll (1986)e indica que muchos restos presentan marcas de diente y pautas defracturación típicas de los modos producidos por carnívoros comolos llamados «cilindros» o la ausencia de epífisis frente a las diáfi-sis. Lo que refleja la acción carnívora en el yacimiento.

La presencia antrópica viene atestiguada por la existencia demarcas de percusión sobre huesos y, dados los perfiles esqueléti-cos ricos en elementos de escaso valor alimenticio, Binford con-cluye que los homínidos de Olduvai tuvieron una estrategia carro-ñera marginal.

En este mismo año, los trabajos de Bunn (1981) y Bunn et al.(1980) sobre FxJj 50 en Koobi Fora interpretaron estrategias cine-géticas, al presentar trazas de descarnación y de desmembración,frente a Binford que las interpretó estas marcas como poco diag-nósticas. Posteriormente nuevos trabajos de Bunn (1982, 1983)sobre Koobi Fora muestra que la situación anatómica de determi-nadas marcas de corte sobre elementos diafisiarios son indicativasde un alto acceso cárnico, de la misma forma dice que la alta pro-porción de marcas de corte de FLK contrasta con las de los yaci-mientos holocénicos de Prolonged Briff y Chencherene con pro-porciones menores. Frente a esta postura Shipman (1983)interpreta que las marcas de corte sobre diáfisis no son indicativasde un alto acceso cárnico ya que en sus estudios sobre otros sitiosholocénicos, las epífisis contienen más marcas que las diáfisis.Además, interpreta las marcas sobre diáfisis como la consecuenciadel aprovechamiento de residuos cárnicos marginales. Por lo que

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en función de esto y los patrones de edad que presentan unamayor representación de individuos adultos, defiende el carroñeo.

Mientras Shipman (1984, 1986 a, b) sigue ofreciendo la mismaargumentación con alguna pequeña novedad, como que la acciónhumana se limita a zonas cerradas de bosque de galería comodenota la abundancia de marcas de corte en yacimientos de esetipo de medio. Los estudios de Blumenschine (1986, 1987), Bunn(1986), Bunn & Kroll (1986) y Marshal (1986) ofrecen nuevosdatos y planteamientos que permiten reabrir el debate. El análisispaleoecológico de Blumenschine (1986 a, 1987, 1988) revela laimposibilidad del carroñeo marginal propuesto por Binford(1981), dada la imposibilidad que supone el carroñeo de animalesconsumidos por hiénidos. Con su estudio propone un nuevo plan-teamiento teórico que será la alternativa a desarrollar durante losaños noventa.

Antes, en este año 1986, Bunn & Kroll (1986) analizan por pri-mera vez los restos óseos de FLK Zinj. 22 y llegan a la conclusión,que en este sitio se produjo un alto acceso cárnico tal y comomuestran los patrones de representación anatómica y los de mar-cas (Bunn & Kroll, 1986). En primer lugar todos los taxones refle-jan un predominio de elementos axiales lo que contrastaba con elplanteamiento de Binford (1981), en segundo lugar destacaba laabundancia de elementos completos un 10% (Capaldo, 1995), loque contrasta con una supuesta estrategia basada en el carroñeo deelementos abandonados por carnívoros y por último, los patronesde alteración ósea indican un predominio de marcas de corte enlos elementos diafisiarios y metadiafisiarios, de la misma formaque aumentan en las porciones más cárnicas. Lo cual esta apoya-do por los datos de Marshall (1986) que observa que los mecanis-mos de alteración ósea son similares a los del yacimiento neolíticode Ngamuriak.

Estos nuevos datos motivaron algunas críticas, como las deBehrensmeyer, que duda de la diferenciación entre las marcas depisoteo «trampling» y las de corte (Behrensmeyer et al., 1986), locual es sistematizado por Olsen & Shipman (1988). Blumenschinediscute la asunción de que las marcas de corte sobre diáfisis esténligadas a la extracción de carne frente a la de residuos marginales

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 151

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como exponía Shipman y, Binford objeta que hay un 15% de mar-cas de diente y una baja densidad de materiales líticos.

De hecho, Binford articula una nueva crítica en Binford &Stone (1987 a), Binford (1988) y Binford et al. (1988) en la queexpone una interpretación sujeta a cierta equifinalidad, de formaque discute la cuantificación de Bunn & Kroll y dice que la pre-sencia de elementos completos es sintomático de un carroñeoantrópico ya que un acceso posterior protagonizado por hienasprovocaría una gran dispersión de los restos y, por tanto, que nose encontrarán en el yacimiento. En referencia a las marcas decorte, Binford (1988) añade que su situación en las diáfisis y meta-diáfisis puede estar ligada a la extracción de residuos cárnicos o ala eliminación del periostio, con la finalidad de fracturar poste-riormente los huesos como hacían los Nunamiut (Binford, 1978).Por otro lado, esta idea contrastaría con aquellos elementos com-pletos que presentan marcas de corte y no fueron rotos y con laexperimentación de Domínguez (1997) que muestra como las tra-zas sobre diáfisis están ligadas al consumo de carne, y la propiamorfología de las marcas producidas para la extracción del perios-tio que son distintas y el propio consumo de residuos cárnicosmarginales que puede hacerse de forma manual. Por último, Bin-ford dice que de darse un acceso secundario animal la asociaciónentre elementos líticos y fauna no sería posible ya que la dispersiónque producen los carnívoros no dejaría tal asociación.

Para demostrar sus planteamientos propone un trabajo experi-mental, en el que se abandonan restos óseos a los carroñeros, paraevaluar al día siguiente como es su dispersión. Aunque su experi-mento resultó positivo de cara a sus planteamientos, parece en rea-lidad que son claramente previsibles por diferentes razones. Losrestos abandonados a los carnívoros son muy escasos, por lo que supropia competencia a la hora de consumir recursos propicia unarápida dispersión y desaparición de los restos. Además, muchos delos huesos dejados presentan carne, por lo que el interés que des-piertan en los carnívoros es mayor y, por tanto, favorece su disper-sión para se consumidos posteriormente con tranquilidad.

Por otro lado, la acumulación de FLK no tiene nada que vercon la de los experimentos de Binford, pues tienen un conjunto de

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restos mucho más amplio que el experimento de Binford, aumen-tando las posibilidades de supervivencia de cada elemento siemprey cuando la proporción de huesos completos abandonados seagrande o la presión trófica pequeña. En referencia a la competen-cia con otros carnívoros, un medio poco competitivo como el quesería FLK y en el que hubiera un alto aprovechamiento cárnicosegún proponen Bunn & Kroll (1986) ofrecería un marco favora-ble para la supervivencia de bastantes elementos óseos. Esto vieneatestiguado por la alta representación de elementos axiales, loscuales a pesar de no tener médula son atractivos para los carnívo-ros por su baja densidad y su alto contenido en grasa, lo que haceindicar que la acumulación de FLK se produjo en un contexto deescasa presencia trófica.

En el caso de otros experimentos con un número de restosmayor, se ve como tras el acceso de los carroñeros, la representa-ción de elementos anatómicos sigue siendo muy alta (Domínguez& Martí, 1996; Domínguez, 1998). Por lo que los planteamientosde Binford parecen discutibles.

El estudio de Blumenschine (1986 y 1987) muestra la incom-patibilidad de FLK con estrategias carroñeras marginales, peropropone un nuevo planteamiento que ha motivado toda una seriede trabajos que han ido desarrollándose en los años noventa. Trasestablecer las oportunidades de carroñeo que ofrece la sabana,Blumenschine trata de aplicar su planteamiento ecológico a Oldu-vay. Para ello, sus diferentes análisis relacionados con carnívorosdemuestran que el carroñeo sólo es una estrategia viable en unascircunstancias concretas y, a la luz de las observaciones de Tappen(1992) y Domínguez (1996 a, b) sólo es posible cuando la presióntrófica es pequeña y cuando las hienas no han intervenido en laacumulación ósea. De esta forma, Blumenschine (1986, 1987) pro-pone un modelo interpretativo teórico para FLK en el que los ani-males de talla media y grande serían cazados por felinos y despuéscarroñeados por humanos.

El desarrollo de este esquema ha llevado a Blumenschine aproponer varios modelos experimentales (Blumenschine, 1988,1995) en los que se analizan las marcas de diente y las de percu-sión con la intencionalidad de aplicar este método al registro

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 153

Page 151: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

arqueológico. Otros autores como Selvaggio o Capaldo siguiendoesta metodología han planteado una nueva interpretación de FLK.Selvaggio (1994, 1998, a, b), Capaldo (1995, 1997, 1998), Selvag-gio & Wilder (2001) y el propio Blumenschine (1987, 1995) pro-ponen un patrón tripartito en el que los felinos cazan y consumenla carne, después los homínidos consumen la médula y las partescárnicas abandonadas por los félidos y finalmente las hienas reali-zan un consumo de aquellas partes grasas exentas de médula y quelos homínidos no pueden consumir.

Entre los tipos de félidos hay quienes hablan de un carroñeoespecializado en las presas de leopardo (Cavallo & Blumenschine,1989; Selvaggio, 1994, 1998 a, b; Selvaggio & Wilder, 2001), locual es difícil de asumir si pensamos que los leopardos suelen cen-trarse en taxones menores de 100 kg, o en presas de león (Blu-menschine, 1986, 1987; Capaldo, 1995, 1998) o sobre las presas defélidos extintos como Homotherion, Dinofelis, Megantereon (Blu-menschine, 1987; Marean, 1989; Arribas & Palmquist, 1998) locual sí sería posible según el comportamiento de estos carnívoros(Marean, 1989; Lewis, 1997).

Blumenschine (1987) a partir de su estudio paleoecológicoconcluye que los homínidos de Olduvay eran carroñeros especia-lizados en las carcasas de tamaño medio capturadas por félidosdurante la estación seca, lo que permitía a los homínidos obteneralgo de carne y médula, y al encontrarse los yacimientos en con-textos aluviales, las carcasas duran más tiempo hasta que llegan lashienas, lo que permitiría a los homínidos unas mejores oportuni-dades de carroñear, además, al haber más cantidad de predadoreslas oportunidades de carroñear aumentarían. Por otro lado esteplanteamiento asume que las condiciones del Serengueti y el Ngo-rongoro son equiparables a las de Olduvay hace dos millones deaños, sin embargo, los estudios paleoecológicos de Tappen (1992)y Domínguez (1996 a, b) demuestran como las oportunidades decarroñear cambian de unos sitios a otros, al estar totalmente con-dicionados por la presión trófica.

Tras este primer enfoque teórico y ante la ambigüedad de losmarcos tafonómicos tradicionalmente utilizados para hacer infe-rencias sobre el pasado (Blumenschine, 1986, 1987), propone la

154 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 152: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

realización de un nuevo marco referencial, desarrollado a partirdel estudio de los patrones de alteración ósea obtenidos en dife-rentes experimentos. En éstos, se intenta diferenciar que gradoalteración producen los carnívoros en un acceso primario anterioral humano y en otro posterior a la acción humana. Para ello se ana-lizan los porcentajes de marcas de diente en cada sección anató-mica diferenciando entre epífisis y metadiáfisis (proximal y distal)y diáfisis. Así se intenta ver sí los carnívoros accedieron a las acu-mulaciones del PlioPleistoceno, y en caso afirmativo en que gradolo hicieron. Domínguez (1998) ha presentado algunas objeciones alos trabajos experimentales de Blumenschine, pues se asume quelas marcas de diente producidas en las diáfisis se deben a la acciónde los leones cuando acceden a la carne. Sin embargo, como expo-ne Domínguez los hiénidos también producen el mismo tipo dealteraciones, y en varios trabajos experimentales en los que actúancomo carroñeros también dejan gran cantidad de marcas en dichassecciones (Domínguez & Martí, 1996). Pero además de este pro-blema y otros que expone Domínguez, hay otro que es quizás másgrave. Blumenschine asume desde un principio el estatus carroñe-ro de los homínidos del PlioPleistoceno por lo que sus experi-mentos y sus conclusiones parten de unas premisas preconcebidasque ya se indicaron con anterioridad.

En sus experimentos sólo se analizan las marcas de diente y lasde percusión para defender su hipótesis de trabajo, pero en nin-gún momento se cuantifican otras alteraciones como las marcas decorte. Por lo que de entrada se asume que los homínidos erancarroñeros y nunca cazadores. A esto hay que añadir que sus inter-pretaciones se basan en un acceso inicial de leones, pero en ningúncaso analizan las alteraciones que hacen estos animales, haciéndo-lo sólo el estudio de Domínguez (1999 b) tras plantear esta cues-tión en Domínguez (1998).

En otro trabajo siguiendo esta línea argumental Selvaggio(1994, 1998) ha realizado dos tipos de experimentos en los que seintenta ver un patrón tripartito. Para ello se han realizado unaserie de experimentos divididos en dos fases. En un primer lugarse analizan carcasas procesadas por carnívoros y manipuladas des-pués antropicamente, lo que ha permitido analizar las marcas de

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 155

Page 153: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

corte, las de percusión y las de diente. El segundo tipo de experi-mento prueba esta misma variable añadiendo un acceso final deotro tipo de carnívoro. En principio el planteamiento parece ade-cuado, sólo falta experimentar con carnívoros de un modo con-creto para ver que porcentajes producen cada uno de ellos de lamisma forma que falta experimentar con un consumo humanoúnico y ver que patrones produce, así como un acceso humanoprimario seguido de un carroñero.

Pero si decíamos que sus planteamientos eran adecuados, susresultados son problemáticos, ya que como muestran Capaldo(1997, 1998), Domínguez (1997) y Domínguez & De la Torre(1999) la forma de obtener los datos son discutibles. En primerlugar hay que decir que el número de restos de su experimento noes amplio, además, sus resultados solo son aplicables a taxones depequeño tamaño, pues tan solo en 4 casos de 47, se trabaja contaxones de tamaño medio. Otro problema es la forma de conseguirlos restos óseos, así no se controlan los procesos anteriores a surecogida, como que agente le ha causado la muerte, o que taxoneslo han aprovechado. En el caso de las marcas de corte no diferen-cia entre los distintos tipos ni se dice si han sido obtenidas poraprovechamiento de residuos marginales, desarticulación etc. Enel caso de descarnar huesos, lo hace ella misma, lo que puede acre-centar el porcentaje de marcas, si carece de práctica. En alusión aesto, Domínguez (1997 a, b, c) dice que en sus experimentos tra-baja con algún asistente que tiene práctica en descarnar presas. Enla cuantificación de las marcas, Selvaggio como antes Blumenschi-ne y posteriormente Capaldo no diferencian entre porciones ana-tómicas, y en el caso de Selvaggio en el momento de contar lasmarcas no se les da un tratamiento individualizado, sino conjunto.Así, Selvaggio reconoce las siguientes alteraciones, marca de corte,de percusión, de diente, de percusión y corte conjunta y de per-cusión-corte y diente. Teniendo cada resto su propio valor en fun-ción del tipo de marca que tenga. De esta forma un hueso con unamarca de corte y otro con una de corte y de percusión se contabi-lizarán de la siguiente manera. Huesos con marca de corte = 1,huesos con marcas de percusión = 0, huesos con marcas de percu-sión y cortes = 1. Lo que da, por tanto, una muestra infravalorada

156 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 154: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

y falseada. Esto puede verse en las tablas (5.1-5.2) donde los datosque presenta, Selvaggio son menores a los de los demás autores.En otro trabajo posterior Selvaggio & Wilder (2001) trata dedemostrar como los homínidos se especializaron en carroñear car-casas originadas por leopardo. Para ello se miden las marcas de losdientes que presentan los huesos, diferenciando entre diáfisis,metadiáfisis y epífisis, sin embargo, a pesar de sus conclusiones,donde destaca la acción de hiena y leopardo sobre los huesos deFLK, más bien parece que los datos se acercan más a los del leóny hiena en el tejido epifisiario y a hiena y leopardo en el diafisiario.

En el experimento de Capaldo (1995, 1997) se desarrolla unametodología parecida a la de los dos estudios anteriores. En estecaso, no se cuentan las marcas de forma conjunta como hacía Sel-vaggio, pero se descarnan los animales con utensilios de metal, loque puede aumentar la proporción de marcas de corte. La extrac-ción del periostio también puede aumentar la representatividad delas marcas de corte e infrarrepresentar las de diente, lo cual pudeverse claramente en la tabla (3.1). Así en el segundo tipo de expe-rimento, en el que se exponen restos fracturados a los carnívoros,las marcas de diente presentan unos valores menores que otrosestudios usando experimentos del mismo tipo, y la proporción demarcas de corte en este experimento es ligeramente superior a lade otros experimentos de similares características. Otro problemaque presenta el experimento de Capaldo, al igual que lo hace el deSelvaggio y Blumenschine, es que cuando se encuentran un ele-mento epifisiario junto a la metadiáfisis y la diáfisis es consideradocomo un elemento epifisiario, lo que falsea la representación de lasmarcas. Por ejemplo, estos autores a un hueso completo lo consi-deran como dos secciones (epífisis proximal y epífisis distal), cuan-do en realidad sería cinco (las epífisis aludidas, las metadiáfisisproximal y distal, y la diáfisis). Al final, como Blumenschine y Sel-vaggio, aplica los resultados de su experimento a FLK, llegando alas mismas conclusiones que los otros autores. Definiendo así elmodo tripartito de félidos-homínidos y hiénidos y se critica el cine-gético de Bunn & Kroll (1986).

Así dice que los argumentos de estos autores en referencia a lospatrones de transporte que explican la representación anatómica

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 157

Page 155: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

158 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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Page 156: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 159T

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35)

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14)*

47

Page 157: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

del yacimiento no es concluyente como indica la gran variabilidadhumana en los modos de manipulación de carcasas. También dice,que a luz de sus experimentos, la explicación que proponen estosautores tampoco es concluyente, ya que un comportamiento carro-ñero también producen marcas de corte. Por último, se critica elenfoque de Oliver (1994) donde se ofrece un patrón cinegético,pero se discute su forma de documentar las marcas de corte, a tra-vés del MNE (Mínimo Número de Elementos) y el MNI (MínimoNúmero de Individuos), lo que tiende a sobrerepresentar la pro-porción de las marcas y, por tanto, a inflar sus resultados, de estaforma el 75% de los MNE tienen marcas de corte. Por el contra-rio en las marcas de diente sólo se contabilizan las Pits y los Scores,lo que deja una buena muestra de marcas de dientes sin docu-mentar. Con relación a las interpretaciones anteriores, como la dePotts (1982, 1984) que interpretan la acumulación ósea de FLK,como la consecuencia de un transporte de altas porciones cárnicasy un rápido consumo para evitar la competencia de los predado-res, también son discutidos. Al igual que los planteamientos deBinford al basarse en los materiales de Leakey (1971) y no en losde Bunn & Kroll (1986), y al argumentar sus planteamientos enunos métodos más que discutibles (patrones de representaciónanatómica y de edades).

Finalmente coincide con los planteamientos de Blumenschine ySelvaggio, pero critica la forma de obtener los datos esta última. Loque ha motivado una serie de replicas mutuas en relación con susrespectivos trabajos (Capaldo 1997, 1998 vs Selvaggio 1998 a, b).

Antes se ha hecho referencia el trabajo de Oliver (1994) y losproblemas que presenta su metodología empleada en la cuantifica-ción de las marcas, a pesar de ello es de resaltar la novedad meto-dologíca que supuso su planteamiento al identificar caza o carro-ñeo en función de los porcentajes de marcas, ya que los trabajosposteriores de Blumenschine (1995), Capaldo (1995, 1997), Sel-vaggio (1994, 1998) o Domínguez (1997) seguirán esta propuesta,aunque a diferencia de utilizar el MNE se usara más el NISP.

Finalmente un novedoso planteamiento basado en los patronesde alteración antrópicos se desmarca como el trabajo que más seaproxima a la realidad de FLK. En sus análisis de 1997, Domínguez

160 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 158: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

(1997 a, b, c; 2002) y Domínguez & De la Torre (1999) concluyeque para este yacimiento sólo pudo darse un acceso cárnico prima-rio, y, por tanto, un comportamiento cinegético dada la inviabilidaddel carroñeo por confrontación o por muerte natural (Domínguez,1996, 2002).

Si englobamos los diferentes experimentos desarrollados porBlumenschine (1988, 1995), Selvaggio (1994, 1998 a) y Capaldo(1995, 1997) obtenemos un patrón en el que aparecen documenta-dos casos de intervención exclusivos de carnívoros (Blumenschine,1988, 1995), de carnívoros seguidos de humanos (Selvaggio, 1994,1998 a) de alternancia carnívoros-humanos-carnívoros (Selvaggio,1994, 1998) y finalmente de humanos seguido de carnívoros, tantocon huesos fracturados sin médula como sin fracturar (Blumenschi-ne, 1988, 1995; Capaldo, 1995, 1997). Tras lo visto anteriormentesólo los trabajos de Blumenschine y Capaldo pueden ser aplicablesal registro, ya que la forma de obtener los datos de Selvaggio sesgamucho la muestra, por lo que sólo podemos contar con los experi-mentos de intervención carnívora y de la human-carnívora, destina-da a valorar la incidencia de los carnívoros en el registro.

Por suerte los trabajos experimentales de Domínguez (1997 a,b, c; 2002) y Domínguez & De la Torre (1999) amplían la muestraa experimentos basados en un patrón de consumo exclusivamenteantrópico, en el que se documentan las marcas de corte y otro enel que se analiza el modo carroñero al hacer experimentos carní-voro-hombre. Además es el único trabajo que experimenta sobrelos patrones de marcas de corte tanto a escala cuantitativa comodistributiva.

Los resultados de su experimentación son aplicados a FLK yse puede ver como los datos de este yacimiento se correspondenclaramente con un patrón de acceso antrópico primario indicativode un comportamiento cinegético u oportunista primario. Dentrode su experimentación son los huesos largos superiores los quemás marcas de corte tienen, y dentro de cada hueso, son las sec-ciones diafisiarias las que presentan una mayor proporción demarcas de corte. Por poner un ejemplo sí se aplica esta hipótesis aalgunos yacimientos como el estudiado por Marshal (1986), seobtendrán unos porcentajes conformes con esta hipótesis, ya que

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 161

Page 159: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

en su estudio sobre un asentamiento neolítico, los huesos superio-res son los que tienen más marcas de corte, igual que las diáfisisson las secciones óseas más alteradas. Junto a esto, los huesos conmarcas de diente reflejan unos porcentajes altos, pero bastanteinferiores a los que Blumenschine (1988, 1995) presenta para acu-mulaciones formadas por carnívoros. Si a estas conclusiones seañaden las de Keeley & Toth (1981) sobre la industria lítica y laalta proporción de elementos axiales y compactos con marcas decorte (Bunn & Kroll, 1986; Capaldo, 1997) parecen confirmar elprotagonismo antrópico de este yacimiento.

En otros trabajos como los de Domínguez (1996 a, c, 2002) yel de Traves & Traves (1999) ha quedado demostrado los proble-mas que suponen el carroñeo de confrontación y otras estrategiasoportunistas basadas en el aprovechamiento de carcasas por muer-te natural o catastrófica. En el caso de un carroñeo por confronta-ción contra leopardos no parece posible, ya que sólo ofrecería pre-sas inferiores a 150 Kg, y en FLK Zinj las hay mayores. De lamisma forma, un carroñeo especializado con especies migratorias

162 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 5.3Patrones de marcas en FLK Zinj 22

FLK ZINJ 22 Domínguez Bunn & Krool Blumenschine 1995 Selvaggio1997 a, b, d 1986 y Capaldo 1997 1998

Elementos Apendiculares MC MD MC MD MC MD MC MD

Superior 40-27 *

Medial 40-30*

Inferior 16-14*

Total 32-23* 50 6 14,4 18,7 (19-18)* 65 2,3 36

NISP 3486 3486

Ep. Total 70 65 1 30

Ep. Prox 39 (29-33)* 74 (70-79)*

Ep. Dist 39 (41-36)* 77 (76-79)*

Metad. 37-30* 55 16 (18-10)* 58 (57-60)* 3 40

Diáfisis 29-20* 55 16 (16-14)* 58 (57-60)* 2 35

Page 160: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

no es consistente con las especies aparecidas en el registro. Por loque en función de los siguientes argumentos, FLK fue el resultadode una acumulación antrópica.

Frente al enfoque de Domínguez, algún autor critica la aplica-ción de los resultados de su experimento a FLK. Monahan (1999)expone que cuando Bunn & Kroll (1986) hablan de alteracionesen elementos metadiafisiarios-epifisiarios, Domínguez asume quese trata de alteraciones en metadiáfisis, además, critica que no semuestren las alteraciones producidas por los mecanismos de des-cuartizamiento, desmembración o despellejado. Sin embargo,Domínguez (1999 a) replica que en su trabajo de 1997 sólo se pre-tende analizar las pautas de descarnación, ya que son las únicassintomáticas de acceso primario o secundario. Además, se explicaque se hace la asimilación de marca de corte en sección epifisiaria,cuando Bunn & Kroll (1986) los engloba entre los epifisiarios-metadiafisiarios, porque se pretende ver las diferencias existentesentre los patrones de alteración ósea de diáfisis frente a metadiáfi-sis y haciendo esta diferenciación sí se ven estas diferencias.

Por último, Lupo & O’Connell (2002) tras comparar los aná-lisis experimentales a los que nos veníamos refiriendo de Blu-menschine, Marean, Capaldo, Selvaggio y Domínguez discute lavalidez de los mismos y la relación que establecen de las marcascon los patrones anatómicos por que muestran porcentajes dife-rentes. Sin embargo, la critica de Lupo & O’Connell (2002) care-ce de fundamento ya que esta comparando experimentos distintoscon variables diferentes. De esta forma, los datos referentes a lasmarcas de corte de Domínguez son distintos de los de Capaldo,Blumenschine y Selvaggio ya que por ejemplo Domínguez es elúnico en diferenciar secciones y porciones anatómicas entre loshuesos largos.

En definitiva y a la luz de todo el debate que se ha ido expo-niendo se puede concluir que los homínidos de FLK fueron unosagentes activos en el aporte de presas.

Los experimentos sobre marcas de corte se relacionan con unpatrón de consumo rico en porciones altamente cárnicas (predo-minio de marcas en elementos superiores y predominio de marcasen secciones diafisiarias).

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 163

Page 161: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Presencia abundante de elementos axiales acompañadas deabundancia de marcas de corte, que no tendrían sentido si noestán ligadas a un consumo cárnico.

Gran cantidad de huesos completos sin fracturar (10%), lo quees incompatible con un comportamiento carroñero de médula. Enel caso de otros taxones, Fernández Jalvo et al. (1999) han mostra-do como también en Olduvay se consumían micromamíferos.

En alusión a las marcas de diente son bastante abundantes,pero inferiores a lo que es un comportamiento carnívoro primario.Por otro lado, casi todos los experimentos sobre marcas de dientecoinciden en demostrar el reducido porcentaje de marcas de dien-te que sufren las diáfisis en un acceso secundario, y este se produ-ce en FLK. La gran cantidad de elementos axiales y huesos com-pletos que sobrevivieron a la acción de los carnívoros, pone demanifiesto el gran despilfarro cárnico que debieron tener los homí-nidos que ocuparon FLK 22.

Para otros yacimientos como BK o MNK del Bed II de Oldu-vai Gorge parece producirse también un acceso cárnico antrópicomuy importante anterior al paso de los carnívoros que actuaríancomo carroñeros (Monahan, 1996). Según este autor, otros sitioscomo HWK E 1-2 es fruto exclusivo de la acción de hienas. Entodo caso, hay que reconocer que en estos tres yacimientos losporcentajes de marcas son bastante escasos aunque en HWK lasde diente son algo mas numerosas que en los otros lugares

Para FxJj 50 en Koobi Fora, Bunn et al. (1980) presentan unavance de la fauna y se ve atestiguada la presencia humana a tra-vés de marcas de corte, pero no se dice nada sobre que estrategiasiguió en la adquisición de recursos. Por otro lado, se facilitandatos taxonómicos y anatómicos. Taxonomicamente predominanlos animales de tamaño 3-5 y anatómicamente las cañas de loshuesos largos. Un estudio posterior de Domínguez (2002) mues-tra como las marcas de corte predominan en las secciones diafi-siarias de los huesos largos superiores y como son los seres huma-nos los principales responsables de la acumulación osteológica.

Para otros casos es significativo el trabajo de Bunn (1994) enel que se muestra un conjunto de restos de hipopótamo con mar-cas de corte y de percusión, pero la asociación faunística carece de

164 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 162: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

industria lítica, por lo que el autor concluye para este lugar y otroGAJj5 que los homínidos debieron intervenir en el consumo dedicho animal, trasladando después del consumo sus útiles paraaprovecharlos en otro lugar. También Brugal (1992) identifica enIsenya una importante actividad antrópica, frente a los carnívorosque debieron intervenir como carroñeros y Plummer et al. (1999)muestra la presencia de marcas de corte en el yacimiento olduva-yense de Kanhera.

Con relación al registro europeo también se ha comentado elcaso de algunos sitios que han estado rodeados de cierta discusión,como Grotte Vaufrey, cuya interpretación en la monografía deRigaud (1988) presenta conclusiones diferentes según los análisis deBinford (1988 b) y otro investigador, de la cual se hace eco en variaspublicaciones posteriores de Marean (1998), Marean & Kim (1998)y Marean & Asefa (1999). Pero si el caso de este lugar ya se trato enpaginas anteriores, en esta ocasión nos vamos a referir muy breve-mente al caso de Torralba y Ambrona, un lugar interpretado tradi-cionalmente como un cazadero pero que en realidad encierra unahistoria tafonómica mucho más compleja como han mostradonumerosos autores (tabla 5.4). En esta ocasión y a diferencia de losque se hizo con FLK Zinj no nos vamos a referirnos a todos los estu-dios relacionados con este sitio, ya que es algo que se ha resumidoen la tabla 5.4 (Yravedra, 2001). En definitiva Torralba y Ambronason unos palimpsestos, en los que han intervenido diferentes agen-tes tafonómicos, tanto antrópicos, como biológicos y abióticos.

Por último y tras haber visto la discusión interpretativa con-cerniente a varios yacimientos y la problemática metodologíca queles ha ido acompañando a lo largo de la investigación, nos referi-remos a continuación a un yacimiento excavado en los años noven-ta y que es un modelo de planteamiento metodológico tafonómicoya que el análisis de sus materiales ha permitido construir una crí-tica seria y razonable de los métodos de investigación e interpreta-ción. A este lugar ya nos hemos referido anteriormente con los tra-bajos de Marean (1998) y Marean & Kim (1998).

Las excavaciones de Die Kelders Cave comenzaron antes de losaños setenta, pero no se retomaron hasta el año 1992 (Avery et al.,1997). Lo primero en reflejar el avance de Avery y sus colaboradores

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 165

Page 163: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

166 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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Page 164: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

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Page 165: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

fue el protagonismo antrópico de la acumulación ósea, lo cual seconfirmo con los análisis posteriores de Marean (1998), Marean &Kim (1998) y Marean et al. (2000). En este último trabajo se amplí-an las muestras anteriores y se confirman los resultados obtenidosen los trabajos anteriores. Metodológicamente se intenta apurar laidentificación lo máximo posible, por lo que se tratan de identifi-car las diáfisis y asignarlas anatómicamente, aunque en muchasocasiones no se pueden asignar taxonomicamente dada la escasezde partes diagnosticas, por lo que en esos casos se trata de asignarlas diferentes partes a diferentes categorías en función del tamañodel animal.

En total se han descrito 4 grupos y se puede ver como en elnivel 10 predominan los del tipo 3-4 y para el 9, el 1-2, diferenciasque también se reconocen espacialmente. Tras la identificaciónanatómica y taxonómica, comienza el análisis tafonómico, el cualse divide en dos fases, el estudio no nutritivo que afecta al estudiode las alteraciones abióticas y el alimenticio que trata de ver queagente es el responsable de la acumulación ósea. El análisis de lasmarcas revelan el protagonismo antrópico sobre todos los nivelesy la escasa incidencia de los carnívoros sobre el registro tal y comodenota la escasez de marcas de diente.

A pesar de los ejemplos que se han mostrado hay que decir queno siempre se pueden observar las corticales óseas y que algunosfactores pueden dificultar su observación. Por ejemplo se hizo alu-sión como la exposición subaérea puede alterar las corticales óseas,pero también otros procesos como la abrasión, la erosión, las ver-miculaciones o el rodamiento pueden destruir las corticales óseas(observación personal). Esto ha dado pie a que algunos autoresplanteen cierta ambigüedad de los patrones de alteración ósea, yaque junto a la alteración de las superficies óseas, también algunasmarcas pueden causar cierta confusión.

Ejemplos de esta confusión pueden ser la generada por lasmarcas de trampling (pisoteo) aparecidas en algunos yacimientosmiocénicos (Behrensmeyer, 1989, Behrensmeyer et al., 1986; Fio-rillo, 1989) u otros lugares naturales (Oliver, 1989). Sin embargo,como luego se verá si hay, bastantes datos que permiten diferen-ciar morfológicamente las distintas alteraciones.

168 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 166: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Otro ejemplo pueden ser las marcas de corte de Ventamicena(Gibert & Jiménez, 1992 y Gibert et al., 1992 d). Pero parece queel número de huesos con marcas de corte es muy reducido en pro-porción al número de restos total y la sección de dichas marcas nomuestra un patrón típico de las marcas de corte pues tienen unosperfiles anchos y abiertos, que podrían confundirse con marcas depisoteo. Además, algunas de las marcas que muestran tienenaspecto curvilíneo que se diferencian de las de corte por ser másrectilíneas.

En otros casos, se suele interpretar que las asociaciones entreindustria y fauna están relacionadas y son sintomáticas de unaintervención humana, bien como agente primario o secundario.Sin embargo, esta asociación no tiene por que implicar una rela-ción completa. De esta forma Vila & Valensi (2000) destacan comoel aporte lítico de Bois Rouge (Francia) puede ser fortuito por untransporte natural. De la misma forma, la presencia de restoshumanos tampoco tienen por que corresponderse con la presenciahumana, al menos en casos como el del cráneo de Circeo I en Gua-tari donde su presencia esta ligada a las hienas (White & Toth,1991; Stiner, 1994) o en la Gotte de Unikoté (Michel, 2005).

Son importantes también determinadas interpretaciones querelacionan ciertos objetos con evidencias materiales simbólicas.Sin embargo, muchos de estos objetos atribuidos tradicionalmen-te a la acción humana pueden corresponder a un origen natural(D’Errico & Vila, 1997 a, b, 1998; D’Errico et al., 1998).

Por este motivo es necesario conocer bien los mecanismos deformación y de alteración del registro óseo, para evitar cometeridentificaciones e interpretaciones equívocas. Por ello a continua-ción nos vamos a referir a los diferentes procesos de alteraciónósea que se producen en los mecanismos pre y post deposiciona-les que son estudiados por la tafonomía.

LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 169

Page 167: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología
Page 168: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

CAPÍTULO 6

INTRODUCCIÓN A LA TAFONOMÍA

Page 169: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología
Page 170: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Montelius (1888: 5)

Only a small part of what once existed was buried in theground; only a part of what was buried has escaped the destro-ying hand of time; of this part all has not yet come to light again;and we all know only too well how little of what has come tolight has been of service for our science.

Esta cita de Montelius, pone de relevancia el hecho, de que, detodos los restos óseos que hay en una acumulación inicial, sólo nosllega, una mínima fracción de lo que realmente había en un prin-cipio. Las causas de esto son múltiples y tienen especial relacióncon las fuerzas de conservación, a las que ya se hizo referencia enel capítulo anterior. Las diferentes alteraciones que sufre el regis-tro óseo pueden leerse en sus corticales óseas y, estas pueden dar-nos pistas de los procesos destructivos que han sufrido desde ladeposición de los restos hasta su descubrimiento. La disciplinaque estudia todo esto, es la tafonomía.

Tafonomía viene de la palabra Taphos y Nomos, que significanenterramiento y ley. Es el estudio de los procesos que afectan a lapreservación y con ello afecta a la información disponible sobre losrestos vivos, es en palabras de Efremov «las leyes del enterramien-to». Aunque en este caso solo se aplicará al registro óseo, pero enrealidad, la tafonomía es una ciencia que abarca a todos los orga-nismos vivos incluidos animales y vegetales.

Diferentes autores la han definido de distintas formas. Reitz &Wing (1999) la definen como el análisis de los cambios que afectan a

Page 171: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

los depósitos, Johnson (1985) dice que es el estudio de las condicio-nes que influyen en la formación del fósil, desde la muerte del indi-viduo hasta su exposición. Scilacher (1992.109) la define como «Tap-honomic is a science about the unlucky the survival of organic materialsand forms in spite of their genered drive towards recycling by biologi-cal, physical and chemical degradation» y Gilber & Singer (1982.22)la ve como el análisis de la deposición fósil. Entre los autores nacio-nales, Díez (1985) la define como el estudio de la reconstrucción dela comunidad biológica original y, para Cáceres (2002) es el puenteentre la paleontología, la geología y la arqueología al permitir cono-cer los procesos de enterramiento y fosilización. Para otros, es sóloun medio de confirmación de evidencias (Walters, 1990) o una sub-disciplina paleobiológica (Behrensmeyer & Kidwel, 1985).

El primero en utilizar este término fue en inglés Efremov (1940),en ruso (Efremov, 1950) y en francés (Efremov, 1953). Aunque susanálisis en realidad se desarrolló en los años treinta y él la definiócomo «la ciencia que se ocupa del enterramiento y de la formaciónde los yacimientos fósiles», siendo la transición de los restos orgáni-cos desde la biosfera a la litosfera, abarcando todos los procesos queintervienen desde el estado vivo del ser, hasta su fosilización.

Toda esta transición desde que el ser vive hasta que muere y esfosilizado pueden resumirse en tres momentos, la tanatocenosis, latafocenosis y la orictocenosis (Fernández López, 1995). La tanato-cenosis se refiere al conjunto de individuos que murieron juntos,la tanatocenosis a los que fueron enterrados juntos y la orictoce-nosis a aquellos que lo son al encontrarlos.

Los principios iniciales de la tafonomía consisten en ver la inci-dencia de los diferentes procesos vinculados al enterramiento y lafosilización de las entidades biológicas muertas y, el estudio de losprocesos de formación, acumulación y alteración del medio sedi-mentario y de las partículas biológicas e inorgánicas que contie-nen. Por lo que trata de responder a preguntas como las causas dela formación o alteración de un depósito o que agentes puedenintervenir en éste.

Analiza todos los fenómenos ocurridos desde la muerte del sery todos los procesos de deposición y agentes que intervienen enello (Martínez Moreno, 1993).

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La Tafonomía incluye procesos postmorten y la historia pre ypost enterramiento que sufren los restos óseos. Esto es lo que se hallamado la historia tafonómica y en ella operan según Lyman(1994), un agente, un proceso y un efecto tafonómico. Para Blas-co (1992 -19),

... el análisis tafonómico basado en el estudio de los procesosposteriores a la muerte de un organismo intenta explicar porque el actual registro fósil que nos encontramos no contienetodos los restos de todos los individuos que formaban parte delas comunidades biológicas del pasado, tanto de plantas comode animales.

Sus cuestiones son del tipo

¿Qué parte del grupo biológico esta representado en elregistro fósil? ¿y porque?,¿Por qué no se conservan todos losrestos óseos?,¿Por qué se conservan mejor unos que otros?,¿Porqué están unos en áreas concretas?,¿Por qué están agrupados,estructurado o dispersados de una manera determinada?, etc..

Pero quizás la pregunta universal que se establece todo tafó-nomo es ¿Qué hacen estos huesos aquí?, aunque el término huesopuede cambiar según el ser vivo al que se refiera.

Todos estos interrogantes aplicados a la subsistencia humanapueden resumirse en el interés por diferenciar el aporte óseo natu-ral del humano. La explicación de la representación anatómica, lospatrones taxonómicos, el modo de subsistencia o la tecnologíaósea pueden resumirse en lo que Blasco (1992) ha llamado«Arqueotafonomía». La cual se plasma en los estudios de recons-trucción de los procesos de formación de yacimientos arqueológi-cos que permiten la inferencia, lo más certeramente posible sobreel comportamiento del hombre en el pasado. Se pretende sacar elmayor rendimiento de la lectura del registro y de los datos, com-prendiendo tanto la creación el depósito arqueológico como suevolución, es decir, su historia tafonómica. En el que un yacimien-to es un conjunto dinámico y cambiante, influido por multitud deagentes de todo tipo tanto naturales como antrópicos. De la misma

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manera Johnson (1985) ha creado el termino «Neotafonomía»para referirse al método tafonómico en el que la observacióndirecta del campo y la experimental del registro fósil tiene lugar.Arribas dice (1995-Efremov 1950) «En cada yacimiento encontra-mos una composición faunística que refleja no tanto la fauna ori-ginal de la región y la época considerada, como los procesos quehan creado el yacimiento».

Como fenómeno dinámico, cada fragmento es integrante delregistro y, por tanto, también del yacimiento. Por lo que tiene unoscaracteres propios que hacen a cada resto ser valioso en sí mismo.Cada elemento es consecuencia de unos condicionantes determi-nados de ahí la importancia de la realización de una buena exca-vación. Así, Blasco (1992-30) establece

... si las condiciones de excavación no son excepcionales o sino se recupera la totalidad de lo depositado en el sedimentoexcavado, las posibilidades de que lo hallado refleje con fide-lidad lo originalmente depositado son casi nulas.

La verdad es que la reconstrucción fidedigna de lo que hubo enel pasado es casi imposible pero si en la excavación se va sesgandola recogida de materiales, más nos alejaremos de la reconstruccióny la interpretación de lo que hubo realmente. Aunque en este sen-tido también es verdad que las posibilidades de reconstruir el pasa-do dependerán de nuestra capacidad para interpretar el registroarqueológico y de los interrogantes que seamos capaces de plante-ar (Binford, 1988-26) «Las buenas técnicas de excavación dependende los sistemas potenciales de hacer inferencias sobre el pasado». Endefinitiva no se encuentra lo que no se busca. De la misma forma,la ausencia de restos también es un foco de información, al igualque la acción de los diferentes procesos destructores como indicaCáceres (2002), éstos al tiempo que provocan una pérdida de infor-mación, también son motivo de conocimiento tafonómico.

El yacimiento es la consecuencia directa de los diferentes fac-tores que han estado operando en la configuración del registro.Isaac (1983) propone la necesidad de realizar trabajos experi-mentales que evalúen los diferentes procesos capaces de interveniren la formación del registro. En esta línea Bunn (1983) aboga por

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el estudio de las corticales óseas como medio de estudio de losdiferentes procesos. Toda este tipo de estudios a los que hacenreferencia Isaac y Bunn se basan en la analogía y el actualismosobre los cuales se fundamentan todos los estudios tafonómicosexperimentales a los que se ha hecho referencia en el texto. Porotro lado y como reflexión, es significativo el hecho de que lamayoría de los trabajos experimentales tafonómicos a los que sehará referencia en el texto se producen en la fase del preenterra-miento, lo cual puede deberse a la idea de Efremov (1940) querelaciona las posibilidades de conservación y fosilización con lavelocidad de sedimentación, de tal manera que el enterramientofavorece la preservación.

La tafonomía como tal es una disciplina con una vida corta,empezó con Efremov en los años 40, siguió su progresión en los 50preocupándose por cuestiones paleoecológicas, cuantitativas yecológicas. En los sesenta y setenta nacen los primeros intentosserios de darle un aspecto de ciencia a través de ciertos estudiosexperimentales. Pero es a partir de la década de los 80 cuando hatenido un verdadero impulso y un mayor desarrollo. Sin embargo,en fechas anteriores al trabajo de Efremov, hubo algunos antece-dentes, que sin llegar a ser análisis tafonómicos sí planteaban pre-guntas o utilizaban una metodología de tipo tafonómico.

De esta forma, Knox (1822), Buckland (1823, pp. 37-38),Dawkins & Boyd (1874), Steendtrup (1869), Bracht (1883) yHarle (1892) describen diferentes procesos de alteración ósea pro-ducidos por hiena, así cita Dawkins & Boyd (1874, pp. 118-119)

...all the bones were gnawed and scored by teeth, the lower jawswhere without the angle and coronoid process (see fig. 92) andthe hallow bones witch contain marrow were broken, whilewere sotd and marrowless were for the most part perfect,

y observa que en algunos casos el principal responsable del apor-te óseo fue la hiena frente al hombre como en los casos de York yWookey Hole (Inglaterra), en el que la abundancia de restos dehiena, marcas de diente, coprolitos estaban acompañados por lapresencia de industria musteriense que según el autor, es explica-da por una ocupación alternativa de hombres y hienas.

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También, Tournel (1833) muestra que las hienas son grandesacumuladores de huesos y extrapola sus observaciones a los patro-nes de fractura y de marcas de diente de otros lugares, algo quetambién reconoce Thirria (1833) que ve a los carnívoros comoimportantes agentes responsables de acumulaciones óseas o Mor-lot (1861) que muestra como los huesos de pájaro son comidos porperros y anticipa la importancia que tiene la densidad como factorde destrucción ósea, igual que Wyman (1868) observa que la frag-mentación condiciona la identificación.

El trabajo de Lartet, & Christy (1865-1875) es uno de los pri-meros estudios sobre marcas de corte, aunque ya antes fueron reco-nocidos por Boucher de Perthes (1849). Lartet & Christy observancomo en los yacimientos pleistocénicos actuaron gran variedad deagentes diferentes. En un trabajo previo de 1860, este autor insinúaque las incisiones eran prueba de la acción humana a partir del usode la analogía así dice «on the coexistence of man with certain extinctquadrupeds, proved by fossils bones from various Pleistocene depo-sits, burning incisions made by sharp instruments». Peale (1870.390) estudia como los indios norteamericanos separan la médula yla grasa de los huesos.

Ya a principios del siglo XX, Martin (1906, 1907-10, 1909,1931) habla de la alteraciones producidas por carnívoros, raíces yroedores, estableciendo además una metodología de análisis únicapara la época en la que se describían morfológicamente, anatómi-camente y funcionalmente las marcas de corte, identificándose pro-cesos de descarnación, desarticulación, evisceración, etc. (Martin,1907-1910). En el caso de las marcas de diente se comparaban conlas que producían los diferentes carnívoros para intentar llegar aalguna aproximación sobre el carnívoro responsable de la manipu-lación ósea, de la misma forma observó también las preferencias deestos agentes sobre las epífisis y los elementos esponjosos.

Avebury (1913:321) utiliza datos analógicos de Dinamarca,África y el Ártico y observa como los patrones de fractura natura-les son diferentes de los modos humanos, de la misma forma veque la intensidad de la fracturación condiciona la identificación.También muestra como los cánidos actúan más intensamentesobre las vértebras, costillas y epífisis que sobre las diáfisis. Por

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último, este autor es el primero en correlacionar ontogenia y den-sidad ósea, así como la densidad estructural de los huesos con losvalores nutricionales comidos por los perros, llegando a la conclu-sión de que los huesos menos densos son los que tienen un poderenergético mayor, al tener más médula y grasa y, por tanto, son losmás apreciados por los carnívoros.

En nuestro país Obermaier (1925) justifica la antigüedad delhombre gracias a las muestras indirectas de su acción. Así dicepág. 11.

... que no queda otra cosa que testimonios indirectos […] enefecto, las huellas de las incisiones, de golpes o de raspadurasque presentan algunos huesos de animales terciarios que porello se los ha tenido como residuos comidos del hombre deesta era y hasta con instrumentos primitivos.

Por otro lado, reconoce también las marcas producidas porotros agentes como los carnívoros o los roedores.

En los años veinte destaca el trabajo de Weigelt, que habla dela bioestratinomía, la cual es el estudio de los factores paleoam-bientales que afectan a los restos orgánicos desde la muerte delorganismo hasta el final de su enterramiento. «The study of theenvioremental factors that affect organic remains between andorganisms death and the final burial of the remains», «Biostrati-nomy to transformation of organic remains from death throughtburied and excluded important later processes such as diagénesis»(Weigelt. 1927, pág. x). Su estudio fue el primer gran trabajotafonómico al documentar procesos de muerte de vertebrados, ladesarticulación, el transporte y el enterramiento, culminandocon la relevancia de estos procesos en el registro fósil. Además,anticipó la importancia de la analogía y del actualismo para lacomprensión de los estudios paleoecológicos y la comprensiónde los mecanismos de descomposición. Trata de conocer lainfluencia de los procesos sedimentarios y ecológicos en la pre-servación del registro fósil e incluso llega a documentar procesosde mortalidad catastrófica y que medios son más favorables parala conservación.

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Junto a Weigelt, también Pei (1938) documenta algunos pro-cesos tafonómicos relacionados con modos de alteración humanosy Richter (1928) destaca la importancia de las diferentes causas demuerte y sus consecuencias directas en los modos de enterramien-to y alteraciones de las carcasas animales por la diagénesis. Des-pués ya seguiría Efremov y los estudios tafonómicos, primero conunos ciertos intereses bioestratigráficos y después desde los años80 con otros más biosubsistenciales.

En el caso de muchos de estos precursores se han mencionadoautores germanos que conformaron la llamada escuela alemana.Según nos muestra Cadée (1990) durante más de un siglo desde elXIX hasta los años treinta del siglo XX una gran cantidad deinvestigadores germanos fueron creando las bases de la actual tafo-nomía. Estos autores usaban la analogía y estudiaban los procesosde enterramiento, algunos de ellos introdujeron un término de sig-nificación similar al que introdujo Efremov como «Taphonomy»,éste fue el de «Actuopaleontology» (Richter, 1928). Como la tafo-nomía también se preocupaba por los procesos de enterramiento,las causas de la muerte, el trasporte de los restos, la bioestratino-mía o la diagénesis. Sin embargo, para Efremov difería en el senti-do de que se basaba en sistemas vivos y en la importancia de losprocesos sedimentarios y geológicos. Por ello Efremov introdujoel término de la tafonomía. Sin embargo, la tafonomía como laentendemos hoy en día es diferente de la que definió Efremov, yaque tiene una gran importancia los estudios actualistas que yaplanteaba la Actuopaleontology.

La causa de que se siga usando el término tafonomía frente al deActuopaleontology se debe a tres fenómenos principales según Solo-mon (1990). el primero se refiere a una causa inminentemente lin-güística, ya que Efremov escribía en inglés, lo que facilito su difusiónentre los anglosajones. El segundo fue la segunda guerra mundial,que cortó el desarrollo de la escuela alemana y que parte de los inves-tigadores del momento emigraran a Estados Unidos. La última causafue el rigor de ciencia que le otorgo Efremov al dotarla de leyes.

Tras Efremov comienza el despertar de la tafonomía, que enlos años cincuenta y sesenta pasa de ser descriptiva a experimen-tar y usar el actualismo en los setenta (Dodson, 1980).

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En varios trabajos historiográficos de finales de los años ochen-ta se hacen algunos análisis historiográfico de las publicacionestafonómicas existentes hasta 1989 (Lyman, 1987 a; Koch, 1989,Cadée, 1990; Brewer, 1992; Gifford, 1998) y, en Koch (1989) sedice que hasta 1970 hubo una doble tradición tafonómica; unapaleontológica y otra arqueológica. La paleontológica se remontasegún Cadée (1990) a Leonardo Da Vinchi a finales del siglo XV yprincipios del XVI, que continúa con Niels Stensen en el sigloXVII y con Weigelt, Schaiifer y Müller en los siglos XIX y XXjunto a otros investigadores de la escuela alemana. La tradiciónarqueológica es más reciente desde principios del siglo XX conMartin (1906, 1907-1910, 1910, 1931) que experimenta sobremodos de fractura y las implicaciones de las marcas de corte y dien-te en el registro arqueológico. Los primeros trabajos en los que seemplea la palabra tafonomía son los de Clark et al. (1967), Voorhies(1969), Boyd & Newell (1972), Dudson (1971), Kummel & Raups(1965), Hill & Walker (1972), Munthe & Mcleod (1975), aunqueaun el término tafonomía no estaba generalizado entre los diferen-tes autores como denotaba su ausencia en diversas publicacionesde esos momentos.

A partir de los años setenta, comienza una cierta preocupaciónpor educar a los zooarqueólogos en el entendimiento de los pro-cesos que intervienen en la fosilización. Así Murdock (1975) resal-ta la necesidad de hacer análisis técnicos que permita avaluar y dis-tinguir los efectos de las diferentes variables que intervienen en lafosilización y, presenta un modelo que incluye todas las variablesque intervienen en la historia tafonómica. De la misma forma, Gif-ford (1981) analiza estas variables y los diferentes agentes que pue-den intervenir en el proceso tafonómico y discute los plantea-mientos uniformitaristas en los que se ampara toda metodologíatafonómica, llegando a la conclusión de que el actualismo es nece-sario, pero no debe abusarse de él.

Después a partir de los años 80 y sobretodo a raíz de las diver-sas publicaciones de 1981, la tafonomía adquiere una mayorimportancia y empieza a generalizarse su uso en la interpretaciónde los registros arqueológicos. Después a finales de los 80 y princi-pios de los 90, los análisis tafonómicos vuelven a tener un impulso

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importante a raíz de los trabajos experimentales que permiten esta-blecer nuevas pautas en la interpretación del registro arqueológico.Ejemplo de ello puede ser el título del estudio de Andrews (1995)«Experiments in Taphonomy». Todo este análisis experimental y lapropia observación analógica nos permite conocer la incidenciaque tienen los carnívoros, el pisoteo, la alteración subaérea y otrosmecanismos destructivos sobre el registro óseo.

A pesar de ello algún autor considera que aun no se poseendatos suficientes como para establecer conclusiones bien contras-tadas Martínez Valle (1996).

Actualmente no contamos con una analítica tafonómicasuficientemente contrastada y de general aceptación, y ello esdebido a la complejidad de los procesos tafonómicos, a ladiversidad de los factores que intervienen en los procesos defosilización y a su frecuente consideración como disciplina deanálisis.

Por lo que esta ciencia puede deparar muchas cosas nuevas enel futuro. Por lo pronto, hoy casi todos los yacimientos arqueológi-cos en procesos de excavación e investigación cuentan o al menosdeberían hacerlo con un tafónomo o un arqueozoólogo tafónomo.

Tras una breve visión de la historiografía tafonómica, sóloqueda referirse a la historia tafonómica y a los procesos que ope-ran en ella. Las fases que se han descrito en esta historia van desdeque el ser muere hasta que es desenterrado y analizado en el labo-ratorio, por lo que sigue diferentes procesos. Conocerlos no apor-ta mucha información sobre el comportamiento humano, pero sísobre el tiempo de fosilización y las causas que han favorecido laconservación de los restos. Los cuales son las herramientas de lasque podemos servirnos para poder estudiar el comportamiento denuestros antepasados. En este proceso hay dos mecanismos queintervienen según Johnson (1985) y Fernández López & Fernán-dez Jalvo (2002), la bioestratinomía (antes del enterramiento) lla-mada así por primera vez por Weigelt (1927) y hace referencia alos procesos sedimentarios que sufre el ser desde que muere hastasu enterramiento y a la fosildiagenesis que se refiere a los procesosque intervienen en la fosilización y, por tanto, hace referencia a la

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mineralización, la disolución, la compactación, la deformación etc.Ambos procesos hacen referencia a dos fases de fosilización, unoes más mecánico, la bioestratinomía y otro más químico, la fosil-diagénesis. Ambos ocurren de forma diferente y en fases distintaspero ello no tiene por que incluir intervalos diferentes a escala cro-nológica. De todas maneras estos dos procesos resumen una seriede etapas que pueden sintetizarse en varios subprocesos.

El primero es la muerte, y desde esta fase ya comienzan las pre-guntas ¿por qué murió?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo? Con laayuda de la estratigrafía, la sedimentología y los procedimientos dedatación se puede responder al cuando y al donde si los restos nodenotan transporte. Al como y al porqué, se les puede responderpor medio de análisis ontogénicos, patológicos y tafonómicos.

Después sigue la desarticulación, de la cual se desprendenotros interrogantes como ¿cuánto tiempo duro?, ¿cómo tuvolugar?, ¿qué agentes intervinieron?, ¿cómo se hizo? etc. Ante lacual sólo la tafonomía puede dar respuestas. En este momento seproduce la fase de esqueletonización, que es el periodo en el queel organismo empieza la perdida de sus tejidos dejando paso a ladesarticulación final del esqueleto. En tercer lugar está la disper-sión, ante la que podemos preguntarnos ¿cuánta distancia hay res-pecto al lugar de muerte?, ¿agentes activos o pasivos de la disper-sión?, ¿factores que influyen? Y como en el caso anterior vuelve aser la tafonomía la ciencia principal que puede dar respuesta a

INTRODUCCIÓN A LA TAFONOMÍA 183

TABLA 6.1 Mecanismos que operan en la historia tafonómica

Etapas de la historia tafonómica Factores que intervienen

1 Muerte del animal Natural, enfermedad, catastrófica,predación

2 Desarticulación y 3 dispersión Natural, antrópica, biológica, fluvial,eólica, geológica

4 Fosilización y enterramiento Condiciones del suelo, alteracionesquímicas, condiciones del propioresto

5 Desenterramiento Mecanismos de investigación

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estas preguntas. Después comienza la historia post enterramientoy las preguntas existentes sobre los mecanismos de fosilización,que es lo que influye en la conservación o desaparición de los res-tos, las alteraciones que sufre en este proceso y los agentes que lasproducen. Finalmente concluye la historia tafonómica con eldesenterramiento producido en los procesos de investigación quetambién puede producir alteraciones. En la tabla 6.1 se exponenestas fases y las causas o factores que pueden intervenir en cadauna de ellas.

Dentro de cada una de estas fases operan otra serie de proce-sos que pueden influir positiva o negativamente en los mecanismosde conservación y fosilización.

En función de todos estos factores y como medida para el estu-dio de los conjuntos osteológicos es imprescindible conocer lasalteraciones que sufren los huesos en los mecanismos de fosiliza-ción, por esta razón a continuación se van a describir los diferentesprocesos de alteración ósea que nos ofrecerán datos sobre las alte-raciones que sufren los restos óseos y los factores que las producen,entre las cuales hay que distinguir las que están asociadas a un usoalimenticio de las que son fruto de acciones post alimenticias. Todoesto implica un reconocimiento exhaustivo de todo tipo de marcasincluidas las conspicuas (fácilmente visibles) y las inconspicuas(difícilmente visibles). Entre las cuales Blumenschine et al. (1996)distingue los furrows, las punctures, las marcas de corte y las de per-cusión entre las conspicuas y los Scores, los pits pequeños y lamayor parte de las marcas de percusión entre las inconspicuas.

Por eso y a continuación se van a describir los distintos tiposde alteraciones a partir de bibliográfica y de la experimentaciónque ha permitido contrastar la información publicada.

Los mecanismos de alteración ósea pueden revelar dos cues-tiones. Los procesos alimenticios a través del estudio de marcas decorte, diente o percusión y, los factores que intervienen en la con-servación pre y postdeposicional.

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CAPÍTULO 7

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN ÓSEA.LOS PROCESOS ANTRÓPICOS

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7.1. LAS ALTERACIONES ANTRÓPICAS (1). MARCAS DE CORTE Y PERCUSIÓN

El análisis de este tipo de alteraciones comenzaron con losestudios de Lartet & Christy (1865-1875), Peale (1870), Martin(1907, 1907-10), Weigelt (1927) y Dart (1957) y con referencia anuestro país se podría indicar algunos comentarios de Vega delSella (1921). Pero la clasificación y la diferenciación de las marcasde corte que actualmente se utilizan se deben principalmente a laspropuestas de Binford (1981), Shipman (1981) y Shipman & Rose(1983) y toda una serie de autores a los que nos iremos refiriendoa continuación. Antes debemos mencionar que algunos trabajosde principios de siglo como el de Martin (1907, 1907-1910) ya ads-cribía diferentes tipos de marca de corte según su posición anató-mica y la funcionalidad a la que podía estar asociada.

La denominación que se ha dado a las marcas de acción huma-na son varias cut marck, tool marck, striated, scraping marck, slicingmarck, stries, entailles, marques de coups de sílex, marcas de descar-nación, marcas de percusión, marcas de corte etc. Lo cual ha dadopie a denominaciones ambiguas y confusas, por poner un ejemplo,Fisher (1995) dice que frente a las denominaciones de ScraperMarcks o Chop Marcks deberían utilizarse los de Scraping o Choping.

De entre estas marcas no todas tienen la misma significación.Así, las de percusión son indicativas de una acción dedicada a lafracturación del hueso y el posterior consumo de médula y las decorte para la descarnación, el desollado o la desarticulación según

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su forma y posición anatómica. En ocasiones la observación de lastrazas antrópicas puede ser difícil debido a la alteración de lassuperficies óseas. Así pueden darse desconchados, un intensoweathering (Crader, 1983) o una intensa acción de carnívoros.

También la fragmentación del conjunto óseo puede ser un fac-tor distorsionador de la representación de marcas, ya que cuanmayor sea ésta, peor será su identificación. Para evitar esto, losnuevos sistemas de cuantificación a partir de un sistema de infor-mación geográfica (GIS) propuesto por Abe et al. (2002) puedeser una buena herramienta para sistematizar anatómicamente laposición, orientación y cuantificación de cada marca. Pero siguesin poder identificarla si la conservación de las superficies óseasson defectuosas.

7.1.1. Las marcas de corte

Las marcas de corte pueden ser de diferentes formas depen-diendo de varios factores como los utensilios utilizados, la funciónpara la que se haya hecho o las características del animal. Pero gene-ralmente suelen ser finas estrías con sección en V, de longitudesvariables, con múltiples y paralelas trazos en los valles internos de lamarca y con una orientación transversal o longitudinal (Binford,1981; Potts & Shipman, 1981; Bunn, 1981, 1983 b; Shipman, 1983;Shipman & Rose, 1983 a, b, 1984; Fisher, 1995; Blumenschine et al.,1996; Giacoboni & Patou Mathis, 2002 —fig. 1-10). En nuestro paísvarios autores han dado ciertas definiciones, pero todas se basan enlas definiciones y en los tipos descritos por los autores citados másarriba (Díez, 1985; Reixarch, 1986; Blasco, 1992; Bermúdez de Cas-tro, 1992; Martínez Moreno, 1993; López González et al., 1997;Cáceres, 2002).

A estas, les pueden acompañar lo que se ha llamado Shoulderefffect o efecto hombro que son pequeñas estrías paralelas a la estríaprincipal provocadas por la propia irregularidad del útil realizadasen el mismo momento que el surco principal (Martín, 1907, Ship-man & Rose, 1983 —figs. 3 y 7—; Eickoff & Herman, 1985) y algu-nos autores los denominan conos hercianos (Bromage & Boyde,

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1984; Fernández Jalvo et al., 1999, fig. 3 b) y según su orientaciónpuede ayudar a conocer la dirección de talla (Bromage & Boyde,1984). Las Barbs que son estrías finas y cortas que divergen alcomienzo o al final del surco principal (Shipman, 1981 a, b, 1983,1986 a, b) y las Lenguetas (Shipman & Rose, 1983 —fig. 4—) queson terminaciones dobles o múltiples que se producen en los extre-mos de los cortes debido al movimiento repetido de la mano quedirige la pieza lítica sobre el hueso, bien al comienzo de la acción oal final de la misma y son como las barbs. Shipman (1983) dice quepueden ser de varias formas según diversas circunstancias, como lamateria prima, la existencia del tejido blando, la resistencia a laobtención de carne o el cortar tendones etc. El Splitting o hendi-duras (Eickoff & Herman, 1985) son como un trazo que sale de laestría principal al final de la marca y suele hacerlo de forma diver-gente o corriendo paralelamente al surco principal. Por último, losaserrados que son múltiples estrías cortas que discurren transver-salmente al eje longitudinal del hueso siendo el resultado de laacción repetitiva sobre el mismo punto (Fernández Laso, 2002).

En relación con el útil se han observado diferencias en funciónde la materia prima y el tipo de utensilio empleado (Jones, 1980;Lemoine, 1989, Cáceres, 2002). Jones (1980) ha observado como losobjetos bifaciales son más útiles en las labores de carnicería que losinstrumentos retocados o sin retocar. Aunque dependiendo de lafuncionalidad son más eficaces unos tipos frente a otros. Así, para eldespellejado es más funcional un útil retocado. Walker & Long(1977) y Fernández Jalvo et al. (1999 —fig. 3 b-c—) han observadodiferencias entre los útiles retocados y los no retocados, así en losprimeros la sección en V es más escalonada reproduciendo el reto-que, la sección en V es más ancha, menos homogénea y menos regu-lar. Walker (1978) ve que es más útil una obsidiana sin retocar queotra retocada para cortar carne pero las retocadas, lo son para cor-tar los tendones de las articulaciones y para la extracción de la piel.También observa que los filos naturales son más útiles para las labo-res de carnicería y de la extracción de la piel, frente a los retocadosque lo son para las labores de desmembración o el curtido de pieles.

Los filos de lascas retocadas duran más que cuando están sinretocar (Walker, 1978; Shipman & Rose, 1983). En el experimento

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de Fernández Jalvo et al. (1999) con lascas de diferentes materiasprimas, se observa como las marcas producidas con útiles de calizasin retocar son menos profundas que las que realizan las lascas decaliza retocada (Fernández Jalvo et al., 1999, fig. 8 c-d), al mismotiempo se ve como las marcas realizadas con caliza son más anchasque las realizadas con cuarcita o sílex. También Cáceres (2002) haexperimentado con cuarcitas, calizas y sílex, y como FernándezJalvo y sus colaboradores han visto, que los fondos de las marcas decuarcita son más irregulares que los de caliza, que por otro lado sonmenos profundas. En su experimentación Cáceres (2002) muestracomo la materia prima condiciona la durabilidad del filo y la efica-cia. De esta forma, frente a la caliza y la cuarcita, el sílex es más efi-caz, y dentro del propio sílex, el tipo neógeno tiene una mayordurabilidad que el del cretácico que se embota antes. Además pro-duce marcas más finas y de recorrido más lineal. Por lo demásambos sílex producen conos hercianos, microestrías y sección en V.La cuarcita presenta una estría central con sección en V y estríasparalelas asociadas. A diferencia del sílex produce cortes lineales derecorrido irregular e intermitente, su morfología es más ancha y lautilización del útil se embota antes. Con la caliza se mantiene la sec-ción en V característica de las marcas de corte, pero el fondo es másredondeado aunque con microestrías internas. A diferencia de lasotras materias es más superficial y puede confundirse con las mar-cas de pisoteo, suele tener un recorrido irregular y como materialse embota muy pronto. Frente a éstos, Shipman & Rose (1983) noven diferencias a la hora de cortar con diferentes útiles líticos.

Con relación a otros materiales, Hannus (1990) observa que lasmarcas producidas por industria lítica son diferentes de las obteni-das con instrumentos óseos, al ser estas de sección más ancha ymenos profundo aunque mantiene las estriaciones múltiples, finasy paralelas dentro del surco principal, y la sección en V. En relacióncon la obsidiana Shipman & Rose (1988) llegan a unas conclusio-nes parecidas a las de Hannus (1990) ya que morfológicamente lasdiferencias no son muy grandes. Microscópicamente las marcas sonparecidas, alargadas con multitud de finos trazos paralelos al ejecentral, pero en la obsidiana son más finas. Funcionalmente lasdiferencias si son mayores, la obsidiana es más eficaz en la desarti-

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culación y en la limpieza del hueso, lo que implica un menor gastoenergético. Las causas de esto se debe a que el ángulo de la obsi-diana es menor a 20° frente a los 41-70° que presenta una lasca líti-ca de sílex. Otra causa es que el útil óseo tiende a absorber grasa,lo que termina por hacerlo inservible a diferencia que la obsidiana.En otro caso, Shipman et al. (1984 a) han observado que las mar-cas producidas con industria ósea son muy finas con estrías parale-las al eje de la marca, presentan pulidos y superficies rugosas. Lasde metal en comparación son de sección más profunda y estrechacarecen de micro estriaciones y las márgenes son más uniformes(Walker & Long, 1977; Walker, 1978). Con el bambú, Spenneman(1990) ha visto que las marcas que producen son profundas y demorfología similar a las marcas de metal aunque a diferencia deéstas presentan cierta patina.

En el experimento de Liessau Von Lettow-Vorbeck (1998) paraasta o hueso las marcas de corte con sílex se van ensanchandosegún pasa el tiempo, posee micro estriaciones y sección en V contendencia a ser más ancha que profunda. Por el contrario el metalposee una sección más fina con tendencia a una mayor profundi-dad que ensanche y el fondo es liso sin micro estriaciones. La sie-rra presenta una sección más gruesa y bordes perpendiculares. Si sehace con un denticulado de sílex la sección sigue siendo en formade V aserrada más ancho que profundo y los otros dos materialesdescriben una tendencia similar. Cuando el útil esta gastado y sequiere seguir utilizando, el metal deja superficies lisas frente al sílexque las deja llena de micro estriaciones. Cuando se quiere tajar unhueso fresco por percusión, el canto de sílex deja improntas abier-tas, poco uniformes con fondo rugoso y trazado irregular. Cuandose quiere cortar hueso seco con sílex se muestran ciertos descon-chados y quebrados, sección en V con fondo curvilíneo y estrías lar-gas. Las marcas de corte con sílex tienen un recorrido más irregu-lar que las producidas con metal. Las trazas producidas conmaterial lítico son de anchura y profundidad variable, formando aveces grupos de estrías. Las hechas con cuchillo son más profundasque anchas, de estructura uniforme y trayectoria rectilínea. Las rea-lizadas con sierra de bronce forman superficies verticales y lisas,con planos rectos.

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La profundidad de las marcas de corte es para los materialespaleolíticos de 0,1-0,3 mm y de 0,3-0,9 mm en el Neolítico (PérezRipoll, 1987, Reisach, 1986) y su anchura es de 0,23 mm (Bunn1981), aunque para el Soto de Medenilla es de 0,11-0,21 mm,debido a que se utilizó más el metal. Por último, Olsen (1988) haexperimentado sobre las marcas de percusión diferenciando útilesmetálicos de percutores normales, observando que las chop marksde metal son más estrechas y más profundas que las producidascon percutores líticos que además tienen microestriaciones frentea los otros.

Otros condicionantes que pueden influir en la morfológica delas marcas de corte, puede ser la edad, ya que las marcas en los ani-males infantiles son distintas que las producidas sobre adultos. Enlos individuos infantiles suelen presentar un ligero levantamientoen los bordes del corte debido a que la cortical ósea no es tan com-pacta como en los individuos adultos (ver figura 3.10, página 51 deCáceres, 2002), de la misma forma en los individuos infantiles nose producen conos hercianos y microestriaciones internas debidoa la porosidad del hueso (Cáceres, 2002).

En función del taxón Klein & Cruz Uribe (1994) dicen quelos animales grandes tienen más marcas de desarticulación quelos pequeños. De la misma forma la presencia de 5 dedos enalgunos animales dificulta más el despellejado que en otros conmenos dedos.

Por último, habría que referirse a la lateralización, así segúnNoll (1995) y Cáceres (2002) los individuos diestros suelen produ-cir cortes oblicuos y en mucha menor medida otros trasversales ylongitudinales. Por el contrario, los zurdos realizan más cortes tras-versales. Experimentalmente Cáceres (2002) ha observado comolos individuos diestros producen en los cortes con una orientaciónoblicua una direccionalidad derecha, mientras que los zurdos larealizan hacia la izquierda.

Dentro de las marcas de corte se pueden diferenciar variostipos que han sufrido múltiples denominaciones, lo que ha llevadoa algunos autores al objetivo de intentar estandarizar las diferentesnomenclaturas, tanto para las estrías antrópicas como las naturales(Fisher, 1995).

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� Las incisiones (Liessau Von Lettow-Vorbeck, 1998)

... son surcos de forma lineal producida por presión con un filocortante, implica un movimiento direccional del útil sobre lasuperficie ósea. Su longitud, profundidad y anchura es varia-ble, tiene sección en V y microestriaciones finas, múltiples yparalelas en su interior,

� a esto se puede añadir que su orientación va en el mismosentido que el corte. Se las ha llamado: Estría (Reixach,1989; Pérez Ripoll, 1987, Pumarejo & Bernaldo de Quirós,1990), y Cut Marks, marca de cortex, Schnittspuren, cicatrices(Driesch & Boessnek, 1975; Noe Nygard, 1977; Binford,1981; Miguel & Morales, 1984; Trolle Lasen, 1984), SlicingMarks o incisiones en sentido longitudinal con múltiplesmicroestrías paralelas (Potts & Shipman, 1981; Shipman &Rose, 1983 a, b; Cook, 1986; Behrensmeyer et al., 1986,Shipman 1981 a, b; Bermúdez de Castro, 1992). Dentro deeste tipo de marcas podrían incluirse los aserrados, que sonincisiones cortas y profundas que aparecen concentradas ysuperpuestas, dispuestas generalmente de forma trasversalal eje longitudinal del hueso siendo el resultado de unamisma acción repetitiva en la que el útili lítico no llega alevantarse del hueso (Cáceres, 2002).

� Las estrías son surcos sobre superficies trabajadas que pue-den presentarse aisladamente o en grupos, de tamaño varia-ble, también se los asocia microestriaciones (Johnson,1985). Cuando es de origen lítico destacan los estudios deSemenov (1981) y D’Errico & Giacoboni (1986) y cuandoes de origen metálico el de Olsen (1988). Otros tipos son lasChevrons (Martínez Moreno, 1998) que son agrupacionesde estrías generalmente cortas y transversales que se dan enlas diáfisis y metadiáfisis y son el resultado directo de ladesarticulación y el corte de tendones. Se diferencian de lasFiletting Marks, en el hecho que son surcos longitudinalesaislados. Las Hack Marks (fig. 4.6 y 4.23 de Binford, 1981)son surcos profundos anchos y cortos, pero para Martínez

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Moreno (1998) son semejantes a lo que él entiende comoChop Marcks. Dentro de este tipo de marcas se puedeincluir los tajos, que son cortes profundos y anchos con sec-ción en V y microestrías y sirven para el corte de tendonesy la desarticulación.

� El raspado (Bermúdez de Castro, 1992; Liessau Von Let-tow-Vorbeck, 1998, Cáceres, 2002; Fernández Laso, 2002)son alteraciones someras en la que incide un objeto cortan-te transversalmente sobre una superficie con un filo obli-cuo. Esto se produce de forma reiterada con el fin de reba-jar de forma uniforme una determinada superficie, sueleestar bien delimitada y ser lisa, pueden poseer microestríasy fondo poco profundo. Presenta numerosas estrías en elsentido del movimiento de la acción y su recorrido es más omenos paralelo según el filo y el tipo de material empleado.A este tipo de marcas se las conoce también con los nom-bres de Scraper Marks (Binford, 1981; Pots & Shipman,1981; Shipman & Rose, 1983; Clark, 1986; Shipman, 1988;Noe Nygard, 1989; White, 1992; Fisher, 1995, fig. 3; Fer-nández Jalvo et al., 1999, fig. 3 e), raplage (Martin 1907-09;Giacoboni & Patou Mathis, 2002, fig. 19), o removed (Ship-man & Rose, 1983 a). Suelen emplearse para la realizaciónde industria ósea o el trabajo sobre asta (Semenov, 1981).Para este procedimiento suele hacerse antes del cepilladodel asta y el acabado de la pieza siendo para Mazo (1991) elpaso intermedio entre el debastado y el alisado. Si la acciónse hace con herramienta metálica se lo llama facetado (Lie-son, 1988). Cuando se produce con materias líticas suelenutilizarse útiles retocados y su funcionalidad puede ser, ade-más del trabajo óseo, la extracción del periostio o la grasadel hueso para facilitar la percusión. También puede ser unmecanismo apropiado para la extracción de los últimos resi-duos cárnicos. Según Capaldo (1998) pueden camuflarotras marcas anteriores. Andrews & Cook (1985) y Ship-man (1988) dicen que la abrasión sedimentaria pueden pro-vocar alteraciones parecidas a las scraper. Otro término aso-ciado a este tipo de marca son las chattermarcks (Newcomer,

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1974; Shipman, 1988; Olsen & Shipman, 1988; Fisher,1995) y son una serie de valles orientados perpendicularesal eje longitudinal de las Scraper Marcks.

� Impresión (Liessau Von Lettow-Vorbeck, 1998) es una hue-lla que presenta orificios de profundidad tenue sobre unasuperficie ósea causada con un objeto punzante por pre-sión. La anchura, longitud y profundidad de estos orificiosson similares entre ellos, siendo mínima la cantidad demateria perdida.

7.1.2. Las marcas de percusión

Las marcas de percusión son de aspecto circular parecido a lasde diente pero con estriaciones internas (Bonnichsen, 1979; Bin-ford, 1981; Johnson, 1983, 1985; Blumenschine & Selvaggio,1988; Blasco, 1992; Lyman, 1994).

Asociadas a las marcas de percusión tienen o producen los lla-mado impactos rebote en la cara opuesta (Rebound, Impact Scores),o las llamadas lascas óseas o fragmentos aderidos a la superficieósea (Adhering Flakes o Bone Flakes) que aunque es normal que lasproduzca el hombre (Villa et al., 1986) a veces también las puedenhacer carnívoros (Bunn, 1981). El golpeo puede producir ondas detransmisión de fuerza como las del sílex produciendo las ChatteringMarks. Dentro de este tipo de marcas están también lo que se hallamado Microflaction (Binford, 1981; Pérez Ripoll, 1992) y sonretoques y microdepresiones concoidales múltiples sobre el bordede la diáfisis y se vinculan a la extracción de médula. Asociadas alas marcas de percusión también pueden producirse las muescasque es como una hendidura profunda que penetra en la superficiecon la pertinente pérdida de tejido óseo. Es de profundidad varia-ble, su anchura depende del tipo de útil, la fuerza aplicable y el tipode tejido. Su longitud máxima esta condicionada por el tipo de útil.

Otro fenómeno que produce la percusión, son los conos depercusión que se producen cuando al golpear el hueso se despren-de en la cara contraria un cono. A veces la cortical puede tener unpunto de impacto que refleje el lugar del choque, pero no tiene por

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que aparecer. El resultado final del impacto es el desprendimientodel cono que es como una lasca ósea, como las comentadas másarriba. En ocasiones el cono no llega a desprenderse y aunque seaprecia no se separa del hueso, a estos casos se los ha llamado las-cas parásitas (Cáceres, 2002).

Las denominaciones que se les ha dado a las marcas de percu-sión son varias.

Chopp marks o abrasion striae (Frison, 1974; Lyman, 1987 a,b; Binford, 1981, 1984; White, 1992; Bermúdez de Castro, 1992)son depresiones elipsoidales cortas y estrechas, profundas y estre-chas que se hacen con percutores.

Percusion pitts (White, 1992; Blumenschine & Selvaggio, 1988,1991; Fisher, 1995; Blumenschine et al., 1996; Fernández Jalvo etal., 1999) son depresiones irregulares ovaladas y circulares, bas-tante superficiales de sección en V y se hace con percutores. Sueleir asociada a abrasiones y facetas producidas por el contacto delútil con el hueso, se lo ha llamado también percusión striae (White,1992) que son depresiones más lineales, cortas y paralelas entre sio contrecoup (Turner, 1983). Se lo ha asociado también el términoGrove, pero este es más para carnívoros por la dificultad quepuede llevar diferenciarlos (Blumenschine & Selvaggio, 1988; NoeNygard, 1989; White, 1992; Fisher, 1995). Las Percusion Pitts sonmás irregulares con microestriaciones internas, pero Oliver (1994)ha visto como la degradación de la superficie depende también dela superficie, la textura ósea o el útil utilizado en la percusión. Así,con un percutor de cuarzo la silueta es más irregular con másmicroestriaciones. Patou Mathis (1984, 1985) ha diferenciadoentre estos tres tipos, las marcas de percusión normales, la Crois-sant que son marcas realizadas con un objeto apuntado y no per-mite diferenciar muy bien a que agente corresponde y por últimolas Difuson que son marcas mal definidas de difícil asignación.

Los puntos de impacto o hackle marks (Binford, 1984, John-son, 1985) son improntas que muestran la transmisión de la fuer-za y tienden a ser netos y regulares, son surcos discontinuos ycurvos y quedan marcados indicando la transmisión de la fuerza,según Binford se dan en restos con fracturación oblicua y trans-versal.

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Otras denominaciones son Las chattering marcks (MartínezMoreno, 1993; Johnson, 1985), las Incipient fracture (White, 1992),o las lascas óseas adheridas o adhering flakes (White, 1992; Binford,1981, Villa et al., 1986; Fisher, 1995; Fernández Jalvo et al., 1999)son lascas óseas adheridas al punto de impacto con su bulbo, puntode impacto, cara ventral y de diferentes tamaños llegando a supe-rar en ocasiones los 20 cm según Bunn, (1989). Se los ha llamadotambién lascas óseas concoidales (Binford, 1981; Blumenschine,1988; Bonnichsen, 1979; Fisher, 1995, fig. 5; Morlan, 1980; Wilson,1983; Potts, 1988; Noe Nygard, 1989; White, 1992). Impact Scar,Percusión North, Impack Notch, Fracture Cone, Flake Scar (White,1992) y las puede producir la percusión lítica y los carnívoros (Blu-menschine, 1988; Capaldo & Blumenschine, 1994).

El peeling (White, 1992; Turner & Turner, 1999; FernándezJalvo et al., 1999) es el proceso de fracturación que ocurre sobrecostillas, vértebras huesos planos y epífisis. Es el resultado de par-tir el hueso una vez extraído el periostio mediante la fuerza ejerci-da en la flexión.

El rebound (Blasco, 1992) es cuando el impacto se producesobre el hueso apoyado a modo de yunque, si la presión se ejercesobre un hueso apoyado entre dos yunques se verá compresión deltejido óseo y las cicatrices del golpe, llamada cizalla o wedge flake(lascas despedidas del tejido óseo resultado de la tensión de dosfuerzas opuestas.

Los tajos (Fisher, 1995) son marcas producidas por el intentode seccionar el hueso, cuando no lo consiguen presentan una sec-ción en V profunda y es el resultado de un golpe seco con el filodel útil sobre el hueso. Es muy corriente encontrarlo en yacimien-tos con herramientas de metal. Con este nombre también es fre-cuente verlo asociado a las marcas producidas en la desarticula-ción al cortar los tendones.

7.1.3. Funcionalidad de las alteraciones antrópicas

Tras ver los diferentes tipos de marcas hay que decir que cadauna suele estar relacionada con algún tipo de actividad. Por ejem-plo, las marcas de percusión suelen estar asociadas a la extracción

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de médula por medio de la fracturación de la caña o las marcas decorte que lo están a la descarnación, el despellejado y otras fun-ciones. En algunos trabajos como el de Pumarejo & Bernaldo deQuirós (1990) y Fernández Laso (2002) se relacionan los distintostipos de marcas con las distintas secciones anatómicas y las fun-ciones que las hayan producido.

El despellejado o desollado es el proceso por el que se quita lapiel a la presa, suele presentar marcas en la base de la mandíbula,el cráneo, las secciones diafisiarias de los elementos apendicularesinferiores y las falanges (Binford, 1981; Watson, 1982; Wilson,1982; Lyman, 1987 a), también pueden aparecer en la base de loscuernos, clavijas y astas y en las secciones distales de las tibias yradios más expuestos a la piel (Blasco, 1992) o en las metadiáfisis(Cruz Uribe & Klein, 1994). Su orientación puede ser transversal(Charles, 1998) y longitudinal (Wilson, 1982) suelen ser cortas yprofundas (Fernández Laso, 2002).

El desarticulado o desmembramiento (Hack Marks) suelenaparecer en el borde de las superficies articulares y en los extremosepifisiarios y metadiafisiarios (tróclea, cavidad acetubular, cavidadglenoidea, cóndilos) (Binford, 1981, 1984; Lyman, 1987 a Martí-nez Moreno, 1993; Cruz Uribe & Klein, 1994; Valensi 1996; Char-les, 1998). A este tipo de actividad se podrían relacionar tambiénalgunos de los tipos de las marcas de percusión como las chopmarks, los tajos o las percusion pits, de esta forma para Delpech &Villa (1993) este tipo de marcas sobre elementos como la pelvis seasocian más a esta actividad que al consumo de médula. Tambiénpueden aparecer en algunas vértebras como el atlas, el axis y pun-tos concretos de la escápula o la pelvis (Blasco, 1992). Para estaautora las marcas de desarticulado aparecerán en partes como lacabeza, al atlas, el axis, la rama ascendente y el cóndilo mandibu-lar. También en los cuerpos de las vértebras y las partes de unióncon las cabezas de las costillas y en la parte distal de estas al sepa-rarlo del esternón.

En la desarticulación de los miembros aparecerán marcas decorte en el cuello de la escápula y en la cavidad glenoidea resulta-do de la separación de la epífisis proximal del húmero. En elhúmero aparecerán trazas en las tuberosidades y en la cabeza del

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húmero. En la articulación del húmero con el radio y el cúbito, lasmarcas de desarticulación estarán en la cara oleocraneana, en laparte proximal anterior del radio y en los márgenes de la incisuratroclear del cúbito. En la región comprendida por el radio y el meta-carpo aparecen en el radio distal si se incluyen los carpales con elmetacarpo y en el metacarpo si se le incluyen con el radio. Respec-to al metacarpo y las falanges estarán en todo el metacarpo distal.

El desarticulado del fémur con la pelvis dejará marcas de corteen el acetábulo y en la epífisis del cuello y la tróclea del fémur. Lasdel fémur con la tibia dejarán trazas en los cóndilos y en la tróclea,en el metatarso se repetirá el mismo proceso que en el metacarpo,con la diferencia que ahora el astrágalo y el calcáneo presentaránmás marcas. Su forma suele presentar profundas incisiones cortasen las metadiáfisis cuando se refiere al descuartizamiento y cortasincisiones en las epífisis cuando es desmembramiento.

Las marcas de fileteado o descarnación (Slicing Marks, Fille-ting Marks) son finas y profundas estriaciones asociadas al consu-mo de carne. Suelen aparecer en las diáfisis y pueden tener un sen-tido longitudinal (Binford 1981, 1984; Bunn 1983; Charles, 1998)transversal y oblicuo (Martin, 1907; Shipman & Rose, 1983; White1992; Martínez, 1993; Valensi (1991, 1996). Aparecen en la escá-pula, la pelvis, los carpales, las cotillas, las apófisis de vértebras, en

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FIGURA 7.1. Marcas de corte de desarticulación en mandíbula.

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las diáfisis de los huesos largos y en las zonas de inserción muscu-lar en las metadiáfisis (Cruz Uribe & Klein, 1994; Eickhof & Her-man, 1985; Bunn & Kroll, 1986; Domínguez Rodrigo, 1997;Capaldo, 1997). Cuando lo hacen en las zonas de inserción mus-cular son cortas y profundas (Blasco, 1992). Aunque Shipman(1986 a, b, 1988 b) las atribuye más al desarticulado. Por otro ladoBromage & Boyde (1984) proponen que su morfología puedevariar según determinados factores, como el tipo de materia primaempleada, la edad del individuo o el tipo de tejido, etc. De estaforma, proponen que no todas las marcas hechas con un mismoútil tienen la misma forma, de manera que es la estructura y lasuperficie del hueso lo que condiciona la forma. Dentro de estetipo de marcas se pueden incluir las producidas en la evisceracióny las que se producen en las vértebras dorsales, las lumbares y enla cara interna de las costillas.

La limpieza del periostio (Scraper Marks, Raplage, Raspado)tiene la facilidad de facilitar la fragmentación y la obtención demédula (Binford, 1981, 1988). Suelen aparecer en las diáfisis y tra-tan de quitar el periostio rayando el hueso (Binford, 1981; Pots &Shipman, 1981; Shipman & Rose, 1983 a, Shipman et al., 1984).

A estas marcas habría que añadir las que se producen en accio-nes cinegéticas cuando se utilizan puntas de proyectil que penetran

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FIGURA 7.2. Marcas de corte de desarticulación 7.2 en escápula.

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en el hueso alterándolo y produciendo algunas marcas. Morel(2000) ha estudiado este tipo de marcas y ha distinguido algunospatrones. Las marcas que se dan sobre las diáfisis serán muy some-ras y superficiales, en cambio las que se producen sobre las epífisisson más importantes ya que pueden provocar la dislocación de laepífisis, perforaciones de aspecto redondeado con el tejido corticalroto, hundido y con fisuras.

Por último, Chase (1995) ha interpretado que algunas marcasde corte de la Quina tienen una funcionalidad distinta a la detodos estos procesos. Chase propone que la presencia de marcasde corte sobre lugares desprovistos de ligamentos, tendones o

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FIGURA 7.3. Marcas de descarnación.

FIGURA 7.4. Marcas de descarnación.

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inserciones musculares no tienen porque tener una relación direc-ta con las labores de procesamiento, de la misma forma la signifi-cación de algunas marcas de corte sobre el interior de la cavidadmedular tampoco tienen una explicación clara. Sin embargo, suorientación, situación y morfología no son incompatibles con una

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FIGURA 7.5. Marcas de tajo (fracturación).

FIGURA 7.6. Marcas de percusión.

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utilización como elementos de apoyo para cortar, igual que noso-tros usamos tablas de cortar.

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TABLA 7.1Resumen de nomenclaturas para las marcas antrópicas

DenominaciónCut Marcks, Marcas o estrías de descarnación, Marcas de corte, slicing marks.

Incisiones, estrías chet vrons cicatrices o Hack Marks.

Raspado, replage, facetado scraper Marck, Removed, Chattermarck.Marcas de percusión, Chopp Marks, Percusion pitts, Puntos de Impacto, Hackle Marks,ChatteringMarcks, Abrasion Striae, Percusion striae, Incipient fracture, Adhering Flakes, Peeling, Croissant- Difuson, Tajos.

MorfologíaMarca de aspecto alargadocon orientación longitudinal o trasversal al eje del huesos, sección en V y microestriaciones.Marcas profundas y cortas pueden presentar micro estrías.Sucesión de estrías , sección en V y tiene micro estrías.

Forma redondeada u ovalada con estriaciones internas y fondo irregular.

AsociaciónShoulder effect o efecto hombro, conos hercianos, barbs, lengüetas, splitting o hendiduras.

Asociación a otras incisiones.

Puede estar asociado a las marcasanteriores.

Rebound, impact scores, lascas óseas, bulbo, hendiduras, chatering marcks u Hondas de percusión, Microflaction.

SituaciónDiáfisis.

En metadiáfisis o epífisis, para desollar tambien en base cráneo y mandíbula.Diáfisis y metadiáfisis.

Todos los huesos, pero destaca principalmente las diáfisis.

FunciónDescarnación o Desollar.

Desmembrar o desarticular y desollar.

Industria ósea o extracción periostio.

Desarticular o fracturar el hueso para acceder a la médula.

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También otros autores discuten la significación de ciertos tiposde marcas. Malerba y Giacobini (2002) muestran como ciertostipos de marcas podrían corresponderse con la preparación deútiles. Ellos plantean la posibilidad de que algunos huesos diafi-siarios de animales grandes fueran utilizados como retocadoresde lascas de sílex. Las marcas producidas por este tipo de activi-dad son pequeñas estrías fácilmente visibles, cortas, paralelas,concentradas, profundas y rectilíneas, con orientación oblicua.Microscópicamente unos estigmas se superponen sobre otros y lasección suele ser aplanada aunque a veces tiene forma de V.Como las marcas de descarnación pueden asociarse a series deestrías secundarias paralelas, oblicuas y perpendiculares al ejeprincipal del estigma. Para estos autores, la dirección de las estrí-as secundarias indican el sentido del movimiento. Si el retoque eshecho por un diestro su orientación oblicua será derecha y, si eszurdo hacia la izquierda. Auguste (2002) dice que estos estigmasson rectilíneos más o menos profundos y de longitud variable,que se dan sobre elementos diafisiarios compactos con planosovalados. También Valensi (2002 a) los ha visto en epífisis dista-les de húmero y en Valensi (2002 b) sobre falanges. Valensi losllama «Entailles» y dice que su morfología depende de la inten-sidad del retoque, presentando longitudes de entre 1 y 7 mm yen muchos casos superposición. La utilización de huesos comoretocadores es algo que ya se ha documentado arqueológicamen-te en Artenac (Delagnesi & Armand, 1997 y Valensi, 2002), enBiache Saint Vast y Khulna (Auguste, 2002), en Isturitz, SaintMartin (Schwab, 2002).

Junto a esta diferenciación de las marcas en función de su si-tuación y su funcionalidad, algún autor ha propuesto la idea deque las marcas de corte que se producen sobre restos humanosson distintas de las que se dan sobre animales, ya que implicancomportamientos distintos, ritual en el caso humano y culinarioen el de los animales (Le Mort, 1989). Frente a esta postura, Del-pech & Vila (1993) han contrastado esta opinión con los materia-les de cabra que analizaron en Eglisses (Francia) y han visto losmismos procesos que Le Mort aplica a las prácticas rituales huma-nas, por lo que esta idea de Le Mort (1989) parece improbable y

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en función de su situación o su representación no es posible dife-renciar estrategias de carnicería de las rituales (Delpech & Villa,1993). De la misma forma Villa et al. (1986) y White (1992) mues-tran como las prácticas culinarias sobre animales no difieren delas prácticas rituales, produciéndose los mismos patrones de mar-cas y de fracturación.

Otro tipo de trazas antrópicas son las definidas por Backwell& D’Errico (2001) y D’Errico & Backwell (2003) que han mostra-do un nuevo tipo de marcas producidas cuando los huesos son uti-lizados para el consumo de termitas, las cuales se pueden confun-dir con marcas producidas por abrasión o pisoteo. La descripciónde este tipo de marcas es que son de eje redondeado y paralelo deentre 5 y 50 mm. Presenta estriaciones individuales convergentesque corren de forma paralela y subparalela al eje longitudinal delhueso. También corren varias estriaciones muy pequeñas con unaorientación perpendicular al eje longitudinal del hueso.

Otras alteraciones son las perforaciones que pueden debersea varios fenómenos. Pueden confundirse con los agujeros vascu-lares de los vasos sanguíneos, con algunos procesos naturalescomo las perforaciones de insectos, aves o las punciones de loscarnívoros. Aunque ya nos referiremos a estos después, se puedeadelantar que las alteraciones de origen natural suelen mostrarbordes lisos y uniformes, sólo en el caso de las punciones puedentener pequeñas superficies irregulares (Giacoboni & Patou Mat-his, 2002) y en los holes de los procesos digestivos suelen veniracompañados de superficies pulidas, patinadas, pérdidas de den-sidad, corrosiones, descalcificación y superficies irregulares (D’E-rrico & Vila, 1997 a, b 1998). Los vasos vasculares, suelen pre-sentar bordes redondeados superficies planas y uniformes. Lasperforaciones antrópicas según Giacoboni & Patou Mathis(2002) se producen por el movimiento en forma rotatorio de unútil lítico o metálico y producen 2 finas estrías concéntricas resul-tado del contacto del útil sobre el hueso haciendo un efecto simi-lar al raplage (Giacoboni & Patou Mathis, 2002, fig. 23). A vecespresenta sucesión de estrías concéntricas en el borde del agujerocon 2 muescas muy pequeñas en el extremo del borde con el finde fijar el movimiento rotatorio.

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7.2. ALTERACIONES ANTRÓPICAS (II). PATRONES DE FRACTURACIÓN

Antes de comentar los patrones de fracturación o fragmenta-ción, hay que diferenciar que ambos son procesos tafogenéticos enlos que un resto da lugar a otros y, que fragmentación y fractura-ción son cosas diferentes. La fragmentación según Brugal (1994) yMateos (2000) es de origen natural y depende de factores hidro-térmicos y climáticos, por ejemplo, la desecación y la hidrataciónpueden ser dos factores a tener en cuenta. La fracturación es frutode una acción biológica o antrópica y requiere un hecho intencio-nal con una finalidad concreta. En el caso de la fracturación antró-pica la finalidad de romper el hueso es acceder al contenido medu-lar rompiendo los huesos largos o bien favorecer la liberación degrasa mediante la fractura de epífisis y elementos axiales. Según laintensidad del aprovechamiento medular se puede fracturar tam-bién aquellos elementos con menor contenido graso y medular,como son las falanges y mandíbulas, que además son los últimoselementos anatómicos en perder su contenido alimenticio cuandollegan los momentos de escasez (Mateos, 1999, 2000, 2003).

Los diferentes tipos morfológicos de fractura han sido plante-ados por algunos autores. Morales (1988) identifica cuatro tiposque son el irregular, el trasversal, el oblicuo y el espiral. Bridault(1994) distingue el longitudinal, el espiral, el trasversal y el tipoescalera que es rectilíneo. Díez (1985) identifica el espiral comovariable del oblicuo, el oblicuo, el trasversal y el longitudinal. Endefinitiva la mayoría de los autores tienden a presentar los mismostipos con algunas variables. Shipman et al. (1981) identifican sietetipos diferentes, los cuales son ocho en el estudio de Marshall(1989), trece en el de Sadek-Koros (1972, 1975 b), nueve en el deTodd (1987) y seis en el de Johnson (1985, fig 5.5 D) u Outram(2002). Los modos descritos por Johnson son, el transversal (trans-verso al eje), el wide curved se curva el extremo más ancho, el re-dondeado, narrov curved se curva el extremo más estrecho, elapuntado, el striped en el que un eje del hueso se curva. En el estu-dio de Gifford González (1989) se definen diferentes tipos de frac-tura a partir de todos los estudios anteriores y se distinguen los

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modos transversales, los longitudinales y el espiral, que puede serde dos tipos según Shipman (1981) y Johnson (1985) si el hueso seha roto en estado fresco o seco. Patou Mathis (1984, 1985) dife-rencia también varios tipos en función de distintos aspectos comoel plano de fractura, el ángulo, la orientación y otros atributos. Deesta forma en función del plano de fractura distingue los modosregular, esquirlado, irregular, tipo cresta, dentado y con soportes yla relación entre planos ofrece las formas apuntadas, discontinúas,paralelas etc. En función de la orientación diferencia sagital, tras-versal y longitudinal. Entre los otros atributos destaca las estigma-tas que se refieren a las lascas óseas que presentan su bulbo, puntode impacto, ondas de percusión etc. En el de Outram (2002) setrata de distinguir patrones de fractura en fresco y en seco, anali-zando como el trabajo de Patou Mathis el ángulo, la orientación,el borde y la morfología de fractura. En cuanto a la morfología dis-tingue seis tipos, que son el trasversal, el longitudinal, el oblicuo oespiral, el longitudinal-trasversal, el diagonal, el diagonal escalo-nado y el columnar. En cuanto al ángulo reconoce el recto y el quetiene un ángulo cóncavo o convexo, en relación con la textura estála que es de tipo liso, granulado o rugoso. En cuanto a los criteriosutilizados para distinguir pautas en fresco o en seco nos referire-mos a ellas más adelante.

Las formas antrópicas de fracturar un hueso pueden ser demanera activa (se coge el hueso y se golpea contra un percutor dur-miente) o pasiva (permanece fijo y sobre él recorre la fuerza o losgolpes de un objeto de tamaño apropiado). El primer método esbastante rápido y efectivo y tiende a producir planos largos y obli-cuos, el segundo tiende a presentar planos largos con pocos astilla-mientos y si se usa un yunque como apoyo puede mostrar contra-golpe. La fracturación que producen los carnívoros conlleva unapresión estática ejecutada por sus dientes sobre la epífisis y la diá-fisis colapsando la superficie para llegar a la cavidad medular, porel contrario, la fracturación antrópica usa la percusión como técni-ca de presión dinámica (Mateos, 1999 b, 2000, 2003). Otros méto-dos de fracturación antrópica pueden ser los que han utilizadoexperimentalmente Cáceres et al. (2002) o, yo mismo, calentandoligeramente la superficie ósea para facilitar la percusión justo antes

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de que la médula comience a suturar, o bien, los utilizados porOutran (2002) combinando calor y frío.

Junto a la fracturación humana pueden haber otros procesosque pueden conducir a cierta ambigüedad, ya que pueden produ-cir similares efectos. Este es uno de los principales problemas exis-tentes en la determinación de los patrones de fractura que desde losaños setenta se intentan diferenciar. Esto ha llevado a que en oca-siones se lleguen a interpretaciones erróneas, como la cultura osto-dontoquerática de Dart (1975) y Ghosh (1974) o a la interpreta-ciones de que Makapansgat era el resultado de una acumulaciónproducida por el carroñeo de los australopitecos (Read Martín &Read, 1975) frente a Bonnichsen (1975), Hill (1976) y Shipman &Philips (1976) que concluyen que aquellos patrones de fracturapueden deberse también a la acción de carnívoros o al weathering.

De esta forma las fracturas en sentido longitudinal pueden serasociadas a la acción humana (Charles, 1998) igual que la fracturaen bisel (Gilbert et al., 1992, 1993), o en espiral (Dart, 1957; Zier-hut, 1967; Sadok Koros, 1972, 1975; Noe Nygard, 1977; Bonnich-sen & Will, 1980; Binford, 1981; Jonhson, 1985; Badam et al., 1986;Gilbert et al., 1992; Lyman, 1978, 1987 a). Pero también puededeberse al trampling (Haynes, 1980 a, 1983 b, 1988 a; Badam et al.,1986; Behrensmeyer, 1989; Myers et al., 1980), a los carnívoros(Haynes, 1980 a, Binford, 1981; Badam et al., 1986) al weathering(Shipman, 1979; Lyman, 1984, Haynes, 1980 a, 1988 a; Badam etal., 1986), o la actividad volcánica (Lyman, 1989 b). Lo mismo ocu-rre con los huesos largos que pueden ser fracturados en forma espi-ral helicoidal (Haynes, 1983 b, 1988 a; Johnson, 1985, 1989; Agen-brand, 1989), oblicuas (Myers et al., 1980), oblongas o diagonales(Bonnichsen, 1979; Gifford, 1981; Shipman, 1981; Johnson, 1985).

Son bastantes los autores que han intentado identificar los dife-rentes agentes de fractura y como cambian está según el estado delhueso, por lo que a continuación se expondrán algunas de las con-clusiones obtenidas por estos autores, con el fin, de disponer, deunas tendencias generales que permitan diferenciar y distinguir enque estado se produjo la fracturación o que agentes la hicieron.

Hill (1976) tras sus experimentos concluye que los patrones defractura dependen de la estructura, la forma y la composición del

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hueso. De esta forma el húmero y la tibia por sus característicastenderán a producir unos modos de fractura en espiral mientrasque otros huesos de mayor consistencia como los metapodios pro-ducirán formas planas más perpendiculares al eje longitudinal delhueso. Pero junto a estos condicionantes también hay otros comoel contenido de colágeno, las propiedades biomecánicas, el estadodel hueso (fresco o seco) o el agente que la produce, así los modosantrópicos de fracturación han sido descritos por multitud deautores mostrando cierta variedad de comportamientos (Morales,1988; Rueda, 1993; Anconetani, 1996; Anconetani et al., 1996).

Morales (1988), Anconetani (1996), Anconetani et al. (1996),Mateos (1999 b, 2000, 2003) e Yravedra (2003) describen procesosdirectos de flexión y de percusión para la mandíbula que suele divi-dirse en tres partes, la rama ascendente que a su vez se parte en dos,la cara alveolar de los dientes molares y premolares y la parte delan-tera de los incisivos y caninos. El húmero tiene también unosmodos de percusión directa mostrando planos longitudinales yoblicuos en Anconetani (1996) frente a Morales (1988) que losmuestra más trasversales. El radio y la ulna sufren un patrón trans-versal (Morales, 1988; Anconetani, 1996; Anconetani et al., 1996)aunque en el trabajo de Morales se ve como las metadiáfisis se frac-turan también longitudinalmente. El metacarpo se suele fracturarpor la parte proximal por medio de un patrón trasversal (Morales,1988; Anconetani, 1996; Anconetani et al., 1996) y después en lacaña longitudinalmente (Morales, 1988). El fémur se le suele quitarla cabeza ofreciendo en la epífisis proximal un patrón de fracturatransversal y oblicuo (Morales, 1988; Anconetani, 1996; Anconeta-ni et al., 1996), en la diáfisis se da percusión directa siendo la frac-tura, transversal y oblicua (Morales, 1988; Anconetani, 1996; Anco-netani et al., 1996), por último, en la tibia se suelen fracturar lasepífisis proximal y distal de forma trasversal aislando la diáfisis.

Para diferenciar las fracturas antrópicas de las producidas porotros agentes como los carnívoros destacan los estudios de Bunn(1983 b) y Capaldo & Blumenschine (1994) que los distingue enfunción del grado de circunferencia que presentan las diáfisis. Asíen los patrones producidos por los carnívoros se dan los llamadoscilindros y la circunferencia de la diáfisis puede estar completa o

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semicompleta superando la mitad de la curvatura original. Por elcontrario, en los huesos fracturados de forma antrópica, la longi-tud del hueso suele ser inferior al 50% de la superficie original ynunca completa el diámetro de la circunferencia, algo que tambiénhan observado Vila & Mahieu (1991) en Font Bregova.

La fracturación producida por los carnívoros produce surcospróximos en las partes proximales de la epífisis, bordes de las diá-fisis almenadas o escalonadas con muescas y hoyos cóncavos. Lasque realiza el hombre presentan un ángulo cóncavo o convexo,bordes redondeados y un punto de impacto oval o circular (John-son, 1985; Blumenschine & Selvaggio, 1988, 1991; Lyman, 1987 a;Capaldo & Blumenschine, 1994).

En el trabajo de Marean et al. (2000) para ver el origen de lafracturación de Die Kelders Cave se experimenta sobre los patro-nes de fractura que hacen diferentes agentes. En el primero deellos es sólo de carácter antrópico, el segundo es exclusivo de car-nívoros y el tercero mixto de hombres y carnívoros. Con este expe-rimento se amplia el de Jonson (1985) que se limitaba a carnívorosy hombres. Tras el análisis se ve que estadísticamente las diferen-cias del tipo de fractura son poco importantes y que sólo los patro-nes oblicuos difieren entre hombres y carnívoros, al producirlos enuna menor cantidad los carnívoros.

Por otro lado Capaldo & Blumenschine (1994) si han notadomás diferencias para animales de tamaño 1-2, así por ejemplo laslascas óseas producidas durante la fragmentación tienen un ángu-lo más obtuso y son más anchas que las producidas por los carní-voros que son más triangulares y pueden llevar asociadas marcasde diente (figura 1 a-b vs c-d en Capaldo & Blumenschine, 1994).Además, las antrópicas son más obtusas que las de los carnívorosmás cerradas y perpendiculares. En un nuevo estudio de Alcánta-ra et al. (en prensa) se muestra como en función del ángulo de frac-tura se pueden observar más diferencias entre los patrones produ-cidos por carnívoros y los antrópicos. Así, partiendo del hecho quelos carnívoros rompen los huesos por presión y los humanos porpercusión se observa a partir de los modos longitudinales, trans-versales y oblicuos que los carnívoros producen modos más cerca-nos a ángulos próximos a 90° con intervalos entre 85 y 110°. Por

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el contrario, los modos antrópicos producen rangos parecidos deentre 60 y 115° pero con tendencia a alejarse de los 90°.

Pérez Ripoll (1993) ha distinguido los patrones de fracturaciónque diferentes agentes producen sobre lagomorfos. Así observaque los patrones de fractura que dejan los carnívoros, zorros yperros principalmente están asociados a dentelladas, roídos y ori-ficios redondeados, los extremos suelen ser puntiagudos y alarga-dos y los bordes son redondeados en el borde de fractura, en con-traposición a las aves que los dejan apuntados. Los seres humanosparten los huesos desde la epífisis por medio de patrones trasver-sales y la acción del sedimento parte los huesos en sentido longi-tudinal y trasversal produciendo unos modos parecidos a la accióndel pisoteo.

Hockett (1993) también ha distinguido los patrones de fractu-ra antrópicos de los que producen las aves, y ha visto que la elimi-nación de la tuberosidad tibial, la fragmentación de las tibiasdesde la epífisis, creando lo que se puede llamar los «cilindrostibia», y la fractura desde la metadiáfisis dejando unidos la epífisisproximal del fémur y la pelvis son patrones típicos de fractura pro-ducida por aves. Por el contrario, el hombre parte los huesosdesde la epífisis o la diáfisis de modo trasversal respetando la tube-rosidad tibial y produce, además, conjuntos mucho más fragmen-tados. En esta línea de observaciones, Bournery (2003) ha vistoque el hombre suele fracturar las dos epífisis frente a las aves, queal menos, dejan una sin romper.

En otro intento por diferenciar los tipos de fractura antrópicosde los que realizan los carnívoros, Patou Mathis (1993) intenta defi-nir a partir de los materiales del Abri Patoud y la cueva de Tournallos patrones humanos de fractura, en función de la situación dondese produce la fractura. En la tibia el golpe se aplica sobre las caracraneal, medial o lateral de la metadiáfisis proximal o la diáfisismedial, en el metacarpo sobre el borde lateral o medial de la meta-diáfisis proximal o en la cara dorsal de la diáfisis medial o metadiá-fisis distal y en el borde medial o lateral de la metadiáfisis distal portorsión. En el húmero se produce sobre la cara craneal-medial de lametadiáfisis proximal o distal. En el metatarso en las caras plantarde la metadiáfisis proximal o distal. En el fémur en la cara lateral o

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medial de la metadiáfisis proximal o distal y en el radio en la caradorsal medial de cualquiera de las dos metadiáfisis

Vila & Mahieu (1991, fig. 5-7) han diferenciado los distintosmodos de fracturación antrópicos de los que producen los efectospostdeposicionales en función del ángulo, el perfil, la línea de frac-tura, la circunferencia de la caña y la anchura y longitud de la frac-tura. De esta manera los huesos fracturados en estado fresco mues-tran unos ángulos oblicuos, obtusos y agudos frente al recto que seproduce cuando está en estado seco. El perfil que presentan loshuesos rotos en estado seco es longitudinal y transversal frente alcurvo, espiral, helicoidal o apuntado en forma de V que se produ-ce cuando esta en estado fresco. Cuando la fractura se produce enestado fresco muestra un borde de fractura suave frente al irregu-lar y rugoso que presentan los huesos rotos en estado seco.

Junto al trabajo de Vila & Mahieu (1991) hay otros estudiosque analizan las diferencias entre una fracturación en estado fres-co o seco. Uno de los más completos es el de Outran (2001 y2002), en ellos se crea un índice para diferenciar patrones en fres-co o en seco, llamado Fracture Freshness Index (FFI) a partir de lostrabajos de Jonson (1988) y de Vila & Mahieu (1992). El cual sebasa en la morfología, el ángulo y el borde de fractura. A través dela observación de éstos, se concluye que los patrones en fresco sue-len dejar principalmente formas longitudinales, oblicuas, espirales,o diagonales con ángulos agudos u obtusos y bordes con texturaslisas frente a los patrones en seco que dejan morfologías trasversa-les, de aspecto perpendicular, columnar con ángulos rectos y contexturas rugosas.

En los otros que también diferenciar la fracturación en frescoo en seco, se ha observado que los huesos secos al ser más duros ymenos elásticos y frágiles que los frescos son más proclives a lafragmentación, aunque en este caso las crestas y las microfracturasdeterminan como va a ser la fracturación (Davis, 1985). TambiénAlcalá & Martín (1988) muestran como la forma del huesos puedecondicionar la fragmentación, así sobre metapodios de Hiparionobservan que los puntos principales de fractura son aquellos luga-res con unas medidas inferiores de DAP (Diámetro antero-poste-rior) y DT (Distancia Trasversal).

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Blasco (1992) establece que en los huesos frescos la fuerza delimpacto se distribuye entre el colágeno y los cristales de hidroxipa-tita junto con el contenido medular que son capaces de absorber laenergía despedida con el golpe. Con los golpes, el hueso se defor-ma de manera no elástica y cuando la fuerza aplicada sobre élaumenta y los límites de la resistencia que el tejido óseo puedeaguantar cede, y deja de ser capaz de recobrar su estado original,comienza a romperse a partir de una microfractura que se propagaa través de las ondas de fuerza desde la zona de impacto hacia elexterior. Como la estructura del tejido óseo no es anisótropa y hete-rogénea, la fractura no se desarrolla de manera regular, sino que através de las líneas de debilidad del hueso (los osteones). La expan-sión de la fuerza cesa cuando llega al tejido esponjoso. En el huesoseco al no tener componente orgánico, la fractura va siguiendo laestructura microestructural de sus componentes minerales. Lahumedad y la temperatura condicionan la fractura. La fractura enlos huesos secos forma grietas perpendiculares al eje longitudinal delas fibras de colágeno del tejido óseo ocasionando huesos columna-res y fragmentos triangulares y rectangulares con bordes paralelos ydiagonales. La fractura en espiral en estado fresco es el resultado deaplicar una fuerza tanto dinámicamente como estáticamente (Hill,1976; Myers et al., 1980; Gifford, 1981; Morlan 1983).

Bonfield & Li (1966) dicen que en los huesos frescos tienenuna humedad más grande, y, por tanto, una mayor capacidad deabsorción del golpe. Por el contrario, los huesos secos no tienenhumedad y su capacidad de absorción del impacto es nula, al serrígidos y poco elásticos y flexibles. A mayor sequedad mayor dure-za y por tanto menor elasticidad y mayor fragilidad. Una exposi-ción prolongada en medios de alta temperaturas provoca una rápi-da pérdida de agua propiciando procesos de agrietamiento yexfoliación parecidos a los que produce el Weathhering al que nosreferiremos más adelante. La grasa contrarresta este efecto alactuar como aislante (Brain, 1981), la forma, el espesor de las pare-des óseas, la porosidad y el diámetro de la diáfisis también condi-ciona la fractura.

Por otro lado estos procesos de desecación y agrietamientopueden diferir si se trata de un fenómeno natural de exposición

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prolongada, como el que se produce con el weathering o la expo-sición a focos de calor frente a las ocurridas en procesos bruscosde cambios de temperatura o humedad como los ocurridos en losmecanismos de desenterramiento. Así en el primer caso, el agrie-tamiento tiende a seguir las líneas naturales de debilidad agrietán-dose longitudinalmente y transversalmente frente al segundo queal ser un fenómeno más brusco tiende a presentar agrietamientostransversales primeramente.

Volviendo a los mecanismos de fractura, Johnson (1985-tabla5.2) para los huesos fracturados en estado fresco dice que presen-tará un conjunto de líneas longitudinales o helicoidales distribui-dos de forma radial a partir del punto en donde se inicia la fractu-ra, estás líneas de fractura cesan en las zonas de tejido esponjoso ytrabecular de las epífisis, tendiendo a ser netos y regulares los bor-des. Suelen tener una asociación múltiple, la superficie del ángulode fractura es suave, de coloración homogénea y los ángulos defractura se muestran curvilíneos, a veces aparece el punto deimpacto y nunca atraviesa la epífisis. Cuando se produce en esta-do seco, la fuerza se transmite a través de la estructura no elásticadel hueso, que no absorbe la expansión concoidal de la fuerzagenerando paños de fractura transversales y rectos a partir delpunto que provoca la rotura del hueso. Es de tipo perpendicular yhorizontal, con una superficie del ángulo de fractura rugosa, decoloración homogénea y heterogénea, ángulos de fractura rectos ypuntos de impacto ausentes y pueden llegar atravesar las epífisis.Loa paños longitudinales tienden a ser irregulares y rugosos.

Lyman (1994) dice que la fractura en fresco muestra una tex-tura igual, de similar coloración y ángulo obtuso. Cuando el huesoesta seco sin mineralizar indica aspecto rugoso, áspero y escabro-so, rígido de textura angulosa y de ángulo obtuso. El hueso secomineralizado indica cambio de coloración, textura rugosa y ángu-lo recto. Las fracturas helicoidales pueden producirse en los hue-sos secos y en los frescos, en los secos tiene una superficie rugosay en el fresco la superficie de fractura esta pulida y bruñida, suavey alisado. La ruptura postdeposicional tiende a crear cortes tubu-lares (circunferencia completa) pero en los huesos frescos se tien-de a formar circunferencias incompletas.

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En alusión a otros trabajos, Myers et al. (1980) dicen que lafractura predeposicional puede originar bordes curvos y espirales.Martínez Moreno (1998) muestra como los fragmentos diafisiariostienden a ser alargados y estrechos cuando se fracturan en estadofresco mientras que cuando lo hacen en estado seco son más cor-tos y anchos.

En el trabajo de Outram (2001) al que se hizo referencia, tratade ver con una nueva metodología que patrones de fractura pro-duce el consumo de grasa y cual un consumo medular, ya que lafracturación puede tener esta doble finalidad. A partir de lasobservaciones de Binford (1978) y las suyas propias, indican quela fragmentación de las epífisis está asociada al consumo de grasay la de las diáfisis al de médula. Por otro lado, la obtención degrasa y de médula afectará principalmente a los animales adultos,ya que son los que más presentan este tipo de recurso. De estaforma la edad es un condicionante que debe tenerse en cuenta enla fragmentación. Igual que otros aspectos como la talla del ani-mal, el tamaño de la cavidad medular, la dificultad de la fragmen-tación, o los condicionantes biológicos como la edad ya comenta-da, la estacionalidad etc, ya que estos aspectos pueden condicionarla mayor o menor cantidad de grasa o médula disponible. Mateos(1999, 2000, 2003) propone que la fragmentación de las falanges yla mandíbula está asociada al consumo de la médula que contie-nen, la cual coincide con un aprovechamiento exhaustivo del ani-mal, ya que estas son las partes que más tiempo tardan en perdersu contenido medular.

Por último y antes de referirnos a los patrones de alteracióntérmica hay que referirse al aumento de la fragmentación que seproduce por la acción del fuego (Perales & Fernández Jalvo, 1990;Fernández Jalvo & Perales, 1990). La acción del fuego aumenta elproceso de desecación y por ello puede generar en procesos pare-cidos al de los huesos secos. En el análisis de Cáceres (2002) yCáceres et al. (2002) se analiza este tipo de fragmentación y secompara con la que se produce sobre huesos sin quemar con lafinalidad de ver como influye el fuego en la fragmentación.

Los huesos sin quemar producen unos patrones de fracturacurvadas de ángulos oblicuos y de superficies lisas y bordes suaves.

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En los huesos quemados se dan unos modos parecidos pero seincrementan los dentados y los ángulos mixtos y rectangulares,además de que la fracturación aumenta y con ello la dispersión delos restos. Esta autora y sus colaboradores han visto que una breveexposición del hueso al fuego facilita la fragmentación de la diáfi-sis, aunque debe tenerse cuidado con no exponerlo demasiadotiempo ya que pronto la médula empieza un proceso de sudora-ción que la convierte en líquido y difícil de aprovechar

7.3. ALTERACIONES ANTRÓPICAS (III). PATRONES DE ALTERACIÓN TÉRMICA

Es frecuente que los huesos aparecen quemados en los yaci-mientos arqueológicos, lo cual puede deberse a dos fenómenos.Por un lado, a causas naturales como por ejemplo los incendiosque ocurren habitualmente en la estación seca en la sabana o a laacción antrópica. Para una discusión sobre el tema puede verse eltrabajo de Bellomo (1993). La presencia del fuego esta documen-tado desde el Pleistoceno Inferior, (James, 1989) y su funcionali-dad suele estar ligada a actividades caloríficas y alimenticias prin-cipalmente, y otras como la eliminación de residuos.

La realización de estos hogares suele implicar la utilización dediversos materiales. Entre las que destacan las materias vegetales,sin embargo, hay otros que cuando las maderas escasean tambiénpueden ser buenos combustibles, de esta forma podemos destacarel carbón fósil, el lignito, los excrementos humanos o los huesos(Perles, 1977; Davis, 1990; Thery-Parisot, 1998). Así, Thery-Pari-sot (1998, 2002) dice que la utilización de combustible óseo erauna práctica natural desde el Achelense al Magdaleniense. De estaforma en este apartado nos referiremos a las alteraciones térmicasde los huesos en su exposición a los focos de calor.

Antes de referirse a los efectos de las alteraciones térmicas hayque indicar que en ocasiones otros mecanismos tafonómicos pue-den producir efectos parecidos a los que pueda ocasionar elfuego. Por eso se han creado diferentes técnicas capaces de dife-renciar la acción de todos estos procesos como la difracción de

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rayos X (Pertinet, 1969; Shipman, et al., 1984), la termogravime-tría (Bonucci & Cranzianni, 1975), la espectrometría de infrarro-jos (Stiner et al., 1995) o la biogeoquímica de aminoácidos (Tay-lor et al., 1995). De todas formas una observación macroscópicaes suficiente para diferenciar estos procesos.

Ya se mencionó algo con anterioridad cuando se mostró el aná-lisis experimental de Cáceres (2002) y Cáceres et al. (2002) que tra-taba de ver como influye el fuego en la fragmentación de los hue-sos, facilitando la extracción de médula solidificándola si laexposición no es prolongada y de como aumenta la fragmentacióndel hueso. En dicho trabajo, se ha visto también los cambios decoloración que presentan los huesos y como un mismo elementopuede presentar dos coloraciones diferentes en función de su expo-sición, de forma que la parte de los huesos que están en contactodirecto con el fuego presentan una coloración más oscura que laparte menos expuesta. También relacionado con los patrones defracturación, Spennemann & Olley (1989) han intentado diferen-ciar las alteraciones térmicas producidas en el interior de hogaresde las que se producen accidentalmente cuando se montan hogaressobre acumulaciones anteriores. Así, han experimentado queman-do huesos frescos y secos llegando a algunas pequeñas conclusio-nes. Una cremación accidental sobre una acumulación anteriormostrará cambios de coloración, bordes de fractura alterados yfracturas de tipo en seco, en cambio, los huesos frescos muestranunos bordes de fractura y coloración más uniforme. Junto a esteestudio, Alhaique (1997) ha tratado de ver como cambia la fractu-ración de los huesos cocinados respecto a los que están sin quemar,pero sobre esto no ha encontrado grandes diferencias, concluyen-do que la fragmentación de los huesos cocinados es indistinguiblede los que están sin cocinar ya que presentan los mismos patrones.

El aspecto de las alteraciones térmicas sobre los huesos puedeseguirse en multitud de trabajos, para empezar podemos referirnosa los de Balme (1980) o Johnson (1985). En ellos, se aprecia comolos huesos muestran cierto agrietamiento poligonal en superficiesarticulares convexas provocadas por el agrietamiento en mosaico ycoloración variable en función del cambio de temperatura. Estetipo de alteraciones se pueden producir por causas antrópicas y por

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causas naturales, pero en ambos casos las diferencias son sustan-ciales, ya que el grado de alteración de un tipo y otro varía (Brever,1977; Grayson, 1988; Lyman, 1988; 1994; David, 1990).

David (1990) experimenta sobre esta problemática y observadiferencias tanto en la fracturación como en la coloración y lasalteraciones de los huesos. Así, los huesos de los fuegos naturalesno se carbonizan ni calcinan, ya que esto sólo se produce enmomentos de larga exposición y a temperaturas altas. Relacionadocon la fragmentación y la coloración, Fernández Jalvo & Perales(1990) diferencian distintos grados según la exposición al hogar,así los más cercanos al centro del mismo presentarán una mayorfragmentación y coloración blanca fruto de la calcinación, lossituados entre 30 y 70 cm del centro del hogar tendrán una frag-mentación menor y una tonalidad variada entre grises y negros,por último a una distancia mayor sólo experimentarán pequeñoscambios hacia tonos marrones.

Como en el caso de las marcas de corte y las de percusión o lostipos de fragmentación también se han sistematizado varios tiposde alteraciones en función de las etapas que sufren.

Según esto se han descrito multitud de etapas. Kiszely (1973)distingue tres estadios, una primera etapa en la que la humedaddel hueso empieza a perderse a los 137 °C de forma lenta hasta los220 °C, a partir de entonces comienza la liquefacción y descom-posición de la materia orgánica. El segundo comienza a los 380 °Cy el tercero a los 660 °C. Brain & Sillen (1988) y Lyman (1994) vencomo la estructura ósea cambia a partir de los 300-400 °C. Lo quese trasmite en un cambio de coloración, motivado por la carboni-zación del colágeno dando al hueso un color negro y, blanco cuan-do sigue la oxidación del carbón adquiriendo el hueso una confi-guración yesosa. De esta forma, son varios los autores que handefinido diferentes estadios de calentamiento en función de lacoloración. David diferencia de menor a mayor exposición,marrón, negro, amarillo, gris, blanco. También, Shipman et al.(1984) observan como la temperatura puede influir en el cambiode coloración, la cristalización y la morfología de la cortical ósea.Aunque reconocen que el cambio de coloración puede deberse aotros condicionantes como los procesos diagenéticos entre otros.

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Igualmente Spennemann & Olley (1989) piensan que la coloraciónpuede verse influida por la propia densidad del hueso y Perinet(1969) a partir de difracción de rayos X ha mostrado como loscambios de temperatura no influyen tanto en la coloración. Así havisto como entre 650 y 700 °C pueden darse colores grises, marro-nes o azules, por debajo de 600 negros, grises y marrones y porencima de 700 negros y blancos.

Shipman et al. (1984) usando el SEM (Scaning Electronic Micros-copy) reconoce cinco estadios según la temperatura. El primeropresenta una coloración amarilla (20-185 °C), el segundo una colo-ración marrón y gris (225-400 °C), el tercero una negra y azul(440-525 °C), el cuarto otra blanca-azul-gris (545-870 °C) y elquinto lo caracteriza una coloración blanca (870-940 °C). Loscambios de temperatura producen grandes cambios en la micro-morfología del hueso que culmina en la calcinación cuando alcan-zan la coloración blanca o grisácea. Esto se produce cuando unavez carbonizado el hueso y la acción del fuego sigue, culmina en laoxidación del carbono que le da al hueso ese matiz yesoso. La des-composición de la parte orgánica del hueso se producirá entre 360y 525 °C, aunque según sea la sección del hueso, esponjosa o dia-fisiaria puede variar (Kiszely, 1973). El debilitamiento de la estruc-tura ósea ocurre a los 440 °C y a los 500 °C comienza a producir-se el cuarteado de las epífisis (Shipman et al., 1984). En un estudioposterior Nicholson (1994) completa el de Shipman y sus colabo-radores al introducir la variable tiempo en sus experimentos. Deesta forma, observa como cambia la coloración de manera progre-siva describiendo los diferentes estadios (marrón, negro, gris oblanco) en huesos sometidos a una misma temperatura durante untiempo distinto. Por lo que el tiempo de la combustión es otravariable a tener en cuenta. De todas formas, advierte que hasta los200 °C los huesos presentan una situación fresca de coloraciónmarrón, a los 300-400 °C comienzan la carbonización adquiriendouna coloración negra, a partir de los 500-700 °C aparece el cra-quelado y a los 800-900 °C ya presenta una superficie lisa y unacoloración blanca llegando a producirse la desosificación y descal-cificación produciendo la sensación tipo tiza típica de la calcina-ción a la que antes nos referíamos.

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En un trabajo posterior, Shipman (1988) diferencia en funciónde la estructura cinco etapas, entre las que casi no hay diferenciasen las tres primeras. En la primera se alcanzan los 20-185 °C, en lasegunda los 185-285 °C y los 285-400 °C en la tercera, donde laestructura empieza hacerse rugosa. En el cuarto se llega a los 800°C y se da el craquelado al alargarse los cristales de hidroxiopatita,finalmente esta el quinto donde se alcanzan los 800-940 °C. Ladesaparición del contenido no mineral del hueso se produce en loscuatro primeros momentos. También Jhonson (1985) diferenciavarios estadios en función de la coloración, reconociendo el unbur-ned (sin quemar), scorched (quemado superficial), Charred (blac-kurned), y calcinado (blue, white) que implica pérdida de materiaorgánica, plasticidad y deformación. La diferencia entre los distin-tos estadios estriba en el tiempo de duración que dura la expansióndel fuego, cuanto mayor es el fuego más es su grado de alteración.

En el cambio de coloración, algún autor como Kirnsley (1973)ha observado variaciones en función la naturaleza del fragmentoóseo, así el negro variará sí se trata de una parte esponjosa o diafi-siaria, de la misma forma, la alteración no será igual en huesos deaves que de peces (Nicholson, 1993). El debilitamiento de laestructura ósea ocurre a los 440 °C y a los 500 °C comienza a pro-ducirse el cuarteado. Nicholson (1993) en un trabajo posteriorcompleta el de Shipman et al. (1984), al introducir la variable tiem-po en sus experimentos. De manera que observa como la colora-ción cambia progresivamente describiendo los diferentes estadios(marrón, negro, gris o blanco) en huesos sometidos a una mismatemperatura en un tiempo diferente.

Los estadios de coloración que propone Nicholson (1993) sonque hasta los 200 °C los huesos presentan una situación fresca decoloración marrón, a los 300-400 °C se da una coloración negra, apartir de los 500-700 °C aparece el craquelado y a partir de los800-900 °C ya presenta una superficie lisa, y una coloración blan-ca llegando a producirse la desosificación y descalcificación pro-duciendo una sensación tipo tiza.

En otra experimentación relacionada sobre el cambio de lacoloración del hueso, Buikstra & Swegle (1989) indican que loshuesos quemados con una coloración uniforme es porque se trata

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de huesos previamente descarnados, mientras que los que están deforma poco uniforme es por que tenían carne en el momento de sucremación.

En otro trabajo, Albizuri et al. (1992) han mostrado como elcambio de la coloración esta influido por varios factores como elcambio de temperatura, ya comentado en los trabajos anteriores,pero también por otros factores como la composición química delsuelo donde se produce el hogar, el lugar de cremación o la dis-tancia del hueso respecto al foco de calor. De esta forma en sueloscon altas concentraciones de minerales pueden provocar colora-ciones de aspecto verdoso. El lugar de exposición también es unfactor importante, así no es lo mismo una cremación sobre hogue-ra que sobre horno, ya que la oxidación será diferente.

La distancia del hueso respecto al fuego es otro factor impor-tante (Fernández Jalvo & Perales, 1990; Cáceres et al., 2002). Peroen el caso del trabajo de Albizuri y sus colaboradores se ve que elcambio de coloración no tiene porque implicar una exposicióndirecta. Así, se observa que en huesos expuestos a 20 y 40 cm a unhogar de 800 °C durante 10 minutos se dan alteraciones térmicasque provocan coloraciones negruzcas y marrones y fracturaciónlongitudinal en algunos restos. Se observa también como los hue-sos con carne son menos alterados y, sólo a partir de una distanciade 60 cm deja de sufrir alteración. Estos autores observan tambiéncomo la fragmentación de los huesos por causa térmicas comienzana partir de los 400 °C. En lo que se refiere a las coloraciones en fun-ción de la temperatura aprecian que generalmente entre los 400 y600 °C se dan coloraciones negras y marrones con variedad de sub-tipos. En temperaturas entre 600 y 800 °C se imponen los grises yblanquecinos, y a partir de los 800 °C los blancos. En un trabajoanterior, De Graft (1961) y Stiner et al. (1995) muestran como loshuesos enterrados a 10-20 cm de profundidad de un hogar puedenllegar a sufrir carbonización, pero la calcinación sólo es posiblecuando hay un contacto directo con el fuego (Stiner et al., 1995).

Junto al SEM de Shipman que se menciono con anterioridadhay otras técnicas que también permiten valorar la temperaturacomo los análisis tormo-gravitatorios, la resonancia de electro-espin, la termoluminiscencia, o los análisis por espectrometría.

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Johnson (1985) diferencia los estadios unburned (sin quemar),scorched (quemado superficial), Charred (blackurned), y calcinado(blue, white) que implica pérdida de materia orgánica, plasticidady deformación. La diferencia entre los distintos estadios estriba enel tiempo de duración que dura la expansión del fuego, cuanmayor es el fuego mayor es el grado de alteración.

David (1990) comprobó que exponiendo los huesos a 85 °Cdurante 25 minutos no se alcanzaba la calcinación y vio que éstaincluye oxidación del carbono. El hueso es un combustible oxida-ble que al entrar en contacto con el fuego inicia una sucesión dereacciones químicas que tiende a aumentar la oxidación y la ener-gía calorífica, hasta intervenir después en la propia combustiónpor medio de la calcinación que requiere una temperatura de 450-500 °C al menos durante 3 ó 4 minutos como mínimo. David(1990) observa que los fuegos naturales raramente calcinan los res-tos óseos, por lo que cuando están calcinados se deben a unaacción antrópica, de la misma forma, Shipman (1988) tambiénobserva como en los incendios naturales los huesos no sufren unasalteraciones tan acusadas.

En otros estudios, se ha visto como los yacimientos con restosquemados tienen una fragmentación mayor que los que presentanhuesos sin quemar (Knight, 1985; Bowler, 1986; Lyman & O’Brien,1987; Johnson, 1989). Lyman & O’Brien (1987) dicen que el fuegono destruye los huesos pero aumenta la fragmentación y, por tanto,reduce la identificación, por lo que no los destruye físicamente sinoanalíticamente ya que siempre dejaran pequeñas esquirlas que enmuchos casos pueden asemejarse a elementos óseos de diferentenaturaleza, como tejido esponjoso, diafisiario etc. Knight (1985)añade que la acción térmica favorece la subdivisión del hueso ySpennemann & Olley (1989) como el fuego disminuye el tamaño delos restos, debido a la progresiva deshidratación que produce. Encontraposición a la fragmentación los huesos quemados son másresistentes a la biodegradación que los huesos sin quemar (Bowler1986) y también lo son a la acción destructiva de los carnívoros. Yaque se ha observado en carcasas actuales modificadas térmicamentecomo determinados elementos axiales y epifisiarios no son consu-midos por las hienas (Domínguez Rodrigo & Martí, 1996).

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Relacionado con esto mismo, Buikstra & Swegle (1989) revisael tiempo de incineración y ve que los huesos cuando están secosy se queman sufren un estallido y diversificación de la materiaósea, cuarteándose sin deformarse. Cuando están frescos se rom-pen de forma transversal o diagonalmente con cuarteamiento.Aunque la manera de romperse varía según el tiempo y la tempe-ratura del fuego, no ocurre lo mismo con la coloración. De estaforma diferencia tres estadios, el unburned (sin quemar), el carbo-nizado y el calcinado que según se muestra en sus experimentos dehuesos quemados con madera, se ve que la coloración de los delestadio carbonizado o calcinado en estado seco y fresco presentauna coloración regular en ambos tipos, así como cuarteamiento yfisuras longitudinales. Estos autores han visto además como lasfisuras y grietas producidas en huesos quemados a altas tempera-turas son mayores en los frescos que en los secos, teniendo los hue-sos frescos la particularidad de agrietarse transversalmente e inclu-so a partirse, frente a los secos que no. Sobre la fragmentación queexperimentan huesos secos David (1990) muestra un patrón lon-gitudinal preferencial en los huesos largos y otra transversal en elborde de las diáfisis.

Resumiendo se ha visto como los efectos del fuego puedenproducir cambios estructurales, agrietamientos, deformaciones,cambios de coloración, reducciones de tamaño y aumento de lafragmentación. En lo referente a los cambios de coloración se havisto como responden a multitud de causas, como la temperatura,la intensidad, la duración, el grado y distancia de exposición, lapresencia-ausencia de carne, el lugar de deposición etc. Pero tam-bién, puede influir en la alteración, la cantidad de material orgáni-co del hueso. De esta forma Cáceres (2002) a partir de otros tra-bajos muestra como el color marrón es indicativa de que sólo lahemoglobina ha sido alterada. El negro como ya se mostró es indi-cativa de la carbonización y la pérdida de oxígeno y el blanco es elproceso final de la descomposición química de los componentesorgánicos. La existencia de otros colores son consecuencia de losdiferentes materiales que forman el sedimento. En función de estointerpreta que una coloración marrón es indicativa de una utiliza-ción cárnica, que pueden indicar un calentamiento del hueso para

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su cocinado y preparación de la fracturación para su acceso medu-lar. Por otro lado, la coloración negra, gris o blanca es indicativade una prolongación más duradera, presentando los colores gris yblanco cuando el hueso ha sido expuesto a un contacto directocon las llamas.

Dentro de las alteraciones térmicas destaca también las altera-ciones producidas por el aprovechamiento de la grasa. Behrens-meyer (1977) establece que debe haber muchas pequeñas esquir-las quemadas, escasa presencia de elementos ricos en grasa comofragmentos axiales y presencia de percutores, hogares y huesosquemados. Outram (2001) añade también que entre los elementosausentes también deben estar las epífisis ya que al ser ricos depó-sitos de grasa suelen fragmentarse bastante. De esta manera, esteautor a partir de su observación sobre pequeñas sociedades y otroscomo Leechman (1951), Perles (1977), Binford (1978), Spiess(1979) o Speth (1991) han documentado algunas de las técnicasempleadas para la extracción de la grasa.

La extracción de la grasa suele hacerse machacando en peque-ños trozos las epífisis y los elementos axiales, después los trozos sonhervidos en agua y, cuando la grasa flota y puede ser solidificada sepone en frió según Binford (1978), o se recoge y deja sobre el esto-mago limpio del caribú que se utiliza como bolsa (Leechman, 1951).

En una experimentación realizada por Costamagno (1999) yCostamagno et al. (1999) se trata de explicar el porqué de que loshuesos aparezcan quemados en los yacimientos paleolíticos. Lasrespuestas posibles son, las causas naturales consecuencia de fue-gos artificiales, la eliminación intencional de residuos, el aprove-chamiento de grasa y el aprovechamiento de la materia ósea comocombustible. El primer caso se refiere a fenómenos naturales y yase ha comentado algo sobre las alteraciones térmicas en estas situa-ciones que no son muy importantes. Los otros, se relacionan máscon acciones antrópicas y dejan entre sí unos patrones similares.En este trabajo, se realizan diez experimentos con el objetivo deestudiar la energía calórica de los restos óseos y como el fuegopuede influir sobre la fragmentación.

Tras los experimentos se confirman algunas de las ideas pro-puestas por Perles (1977) de forma que se observan diferencias

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entre los elementos óseos. Las diáfisis son malos combustiblesfrente a las epífisis o los elementos compactos que prenden mejorpor su alto contenido graso frente al mineral de las diáfisis. Ade-más, la fragmentación intencional de los huesos esponjosos y de lasepífisis favorece la liberación de grasa y, por tanto, la combustión.En función de todo esto se ve que las epífisis y los elementosesponjosos pueden utilizarse como material de combustible, peroson inservibles para arrancar un fuego, ya que necesitan unas tem-peraturas altas previas que les permita liberar energía. De formaque los huesos sólo pueden funcionar como combustibles una vezque el fuego esta estabilizado, llegado a ese punto los huesos pue-den servir para alimentar y mantener el fuego evitando el desgastede madera, algo que Rigaud (p. 168) ha observado etnológica-mente entre los esquimales, Payne (1983), Costamagno et al.(1999) arqueológicamente y Thery-Parisot (1998) experimental-mente.

En la diferenciación entre los huesos frescos y secos, Costa-magno (1999) y Costamagno et al. (1999) observan que ambos seconsumen por la acción térmica, pero sólo los frescos aportanenergía al hogar, ya que los secos al carecer de materia orgánica noson muy útiles. De igual forma el mayor contenido mineral de lasdiáfisis frente al de las epífisis y huesos esponjosos les hace sermalos combustibles, por lo que se comprueba como la materiamineral del hueso es incombustible. Con relación a la fragmenta-ción se confirma el hecho de que la acción térmica la aumenta y enreferencia a la coloración se ve que esta depende de la intensidaddel fuego. Así, la coloración blanca es consecuencia de la altera-ción de su materia mineral, el gris es un estado inferior en el quela calcinación no es tan intensa, por último cuando son negros esconsecuencia de la carbonización.

En un trabajo posterior pero que completa éste al que nos esta-mos refiriendo, Costamagno et al. (en prensa) vuelven a compro-bar muchas de estas observaciones relacionadas con la fragmenta-ción. Ellos ven que la fragmentación de los huesos expuestos afocos de calor no depende sólo de la intensidad de la combustión,sino que también lo hacen otros factores como el estado del huesoantes de su exposición, sobre si esta fresco o seco, o si está previa-

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mente fragmentado o incluso dependiendo de la naturaleza delpropio hueso. De esta forma, han observado como los elementosesponjosos, bien sean axiales o epifisiarios son más proclives a lafragmentación y la desaparición que los fragmentos diafisiarios.También se ve que dentro de los huesos largos los elementos dis-tales son menos proclives a la combustión que los proximales, loque puede estar relacionado con la mayor cantidad de tejidoesponjoso en las partes proximales. En lo referente a la fragmen-tación de los elementos previamente fragmentados se observa quepor la acción térmica sufren una fragmentación menor que aque-llos mismos elementos que no han sido previamente rotos. Lo cualpuede deberse a que al romperse previamente favorecen más laemisión de grasa y que su combustión no sea tan acusada, al tiem-po que favorece la alimentación del hogar. De la misma forma, seve que los huesos frescos sufren por la acción del fuego una frag-mentación mayor que los huesos en estado seco, que ya están pre-viamente deshidratados y desecados y son menos proclives a lafragmentación que los huesos frescos.

En la experimentación de Thery-Parisot (1998) se trata de verla interacción entre la madera y el hueso en su utilización comocombustible y se llegan a similares conclusiones que Costamagno.Ella ve que la utilización de hueso en la combustión ofrece unamayor durabilidad y, por tanto, permite economizar otros recursoscomo la madera. De esta forma, Thery-Parisot (2002) ha vistocomo una utilización mixta de madera semi-seca y hueso aumentael tiempo de combustión que una utilización exclusiva de madera.También muestra como el uso de un 20% de madera y un 80% dehueso aumenta la durabilidad de otro fuego con menor propor-ción de madera. Pero si la utilización de hueso permite economi-zar la utilización de madera, tiene el inconveniente de que paradisponer de una amplia durabilidad es necesario disponer de grancantidad de huesos. Así, Thery-Parisot (2002) dice que una com-bustión de seis horas implica unos 40 kg de hueso, lo que se rela-ciona con 4 individuos de entre 40 y 60 kg, ya que según Barone(1986) el 15-30% del peso corporal de un organismo lo constitu-yen los huesos. Otro problema que han observado Thery-Parisot(1998), Costamagno (1999) y Costamagno et al. (1999) es que no

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todos las secciones óseas tienen el mismo aporte calorífico, así lasepífisis y los elementos esponjosos son mejores combustibles quelas diáfisis. Se observa también como los huesos sólo pueden serutilizados como combustible una vez que el fuego ya se ha estabi-lizado, por lo que necesita de la madera u otro combustible paraprender y poder liberar energía. Por otro lado a diferencia de lamadera, el hueso es menos sensible a la humedad y por tanto nodepende tanto de las condiciones climáticas externas (Perles,1977). En el trabajo al que nos referíamos anteriormente de Cos-tamagno et al. (en prensa) se trata de crear unos parámetros conlos que identificar la utilización de hueso como combustible. Enfunción de ellos, estos son que debe haber un alto porcentaje dehuesos calcinados, dentro de los restos quemados deberá haberuna gran proporción de elementos esponjosos, aunque se recono-ce el problema de esto, dada su peor conservación frente a los ele-mentos diafisiarios, y por último debe haber entre los restos que-mados un alto porcentaje de fragmentos indeterminables.Siguiendo este criterio, algún autor como Castel (1999) ha sugeri-do usos óseos como combustible especializados de otros oportu-nistas. Así en el estudio zooarqueológico de los yacimientos deCombe Saunière y Couzoul de Vers (Francia) ve que en el primercaso aparecen calcinados y carbonizados gran cantidad de restosóseos procedentes de todas las secciones anatómica, lo que esinterpretado como una utilización ósea como combustible oportu-nista poco selectiva, en la que se usa el hueso como combustible,bien como medio para eliminar residuos o como medio de renta-bilizar la durabilidad de las estructuras de combustión. Sin enbar-go en Couzol de Vers, sólo aparecen calcinados y carbonizadosrestos procedentes del esqueleto axial o de las epífisis del apendi-cular, lo que es interpretado como un uso selectivo intencional.

En un último trabajo experimental desarrollado por Yravedraet al. (en prensa) se han comprobado muchas de las observacionesdescritas por Costamagno y Thery-Parisot en sus experimentos, detal manera que se ha comprobado que el hueso funciona como uncorrecto elemento auxiliar de la madera para la prolongación de ladurabilidad de los hogares, pero que es inservible para aumentarla temperatura o iniciar un fuego. Al mismo tiempo, se ha visto

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que la fragmentación previa aumenta la rentabilidad del mismo yque las combustión de las epífisis y el tejido axial es más eficienteque la del tejido diafisiario.

Junto a las alteraciones antrópicas que se han comentado sepueden añadir las marcas de diente antrópicas, pero son bastantedifíciles de determinar, tan sólo se han tratado en los trabajos deFisher (1995), en los de Maguire et al. (1980) y Brain (1981) sobrelos hotentotes, el de Gifford Gonzalez (1989) sobre los Dessane-tech y en el de Oliver (1993) sobre los Hadza.

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CAPÍTULO 8

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓNBIOLÓGICOS

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8.1. LOS CARNÍVOROS

Ya se han comentado algunas cosas sobre la alteración queproducen los carnívoros en las acumulaciones óseas, de hecho nosólo alteran de forma determinante la representación esquelética,sino que también las trazas que puedan haber hecho otros agentesprevios como los humanos, así lo reflejan Maltby (1985) y Grayson(1988) al decir que las marcas de diente pueden destruir las decorte o Liessau Von Lettow-Vorbeck (1998)

Los carnívoros influyen en la desaparición y enmascara-ción de las marcas de corte igual que la acción postdeposicio-nal, la erosión, las concreciones y la abrasión.

Por esta razón, es importante conocer como son las alteracionesque producen los carnívoros sobre el registro ya que pueden con-fundirse con las marcas de percusión como ya se señaló anterior-mente. Su desconocimiento puede provocar que determinadospatrones producidos por los carnívoros sean asociados a la inter-vención humana. Así, D’Errico & Vila (1997 a, b, 1998), Villa & Bar-tram (1996, 1997) o D’Errico et al. (1998) han mostrado que grancantidad de objetos óseos interpretados como elementos simbólicosen realidad son fruto de la acción de estos agentes. Igualmente, etno-gráficamente también se ha documentado como determinadas mar-cas de diente no se deben a la acción natural sino a la antrópica (Oli-ver, 1993), pero salvo excepciones como ésta, lo normal es quepertenezcan a los carnívoros, los roedores o los herbívoros.

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Entre los carnívoros, el agente más destructivo es la hiena, perotodos los carnívoros producen marcas de dientes. Los primerosanálisis de alteraciones realzadas por carnívoros comenzaron en elsiglo XIX y principios del XX (Bouckland, 1823; Tourmel, 1833;Morlot, 1861; Wyman, 1868; Martin, 1907-10; Avebury, 1913),pero no será hasta los años 80 con los trabajos de Binford (1981) yBrain (1981) cuando empiecen a ser analizadas de manera sistemá-tica las trazas producidas por estos agentes.

Las marcas de diente son de aspecto sinuoso de sección romay obtusa (López González et al., 1997), tienen sección en forma deU, fondo plano, bordes redondeados y una longitud variable(Bunn, 1981; Binford, 1981; Shipman, 1983; Eichkoof & Herman1985; Reisach, 1986; Solomon & David, 1990; Blasco, 1992; Mar-tínez Moreno, 1993; Blumenschine et al., 1996). Para algunosautores como Haynes (1983 a) cada diente muestra una formapeculiar presentando cada una forma diferenciada, así en otro tra-bajo Solomon & David (1990) indican que las incisiones suelenproducirlas con los incisivos, los scores o surcos los caninos y el pit-ting o mordisqueo las muelas carniceras. La anchura de los surcosde las marcas de diente son mayores que las de marcas de corte, laanchura media de la marca de un diente es de 0,70 mm (0,05-3mm) frente las de corte en sílex de 0,23 mm (0,05-4,2 mm) (Bunn,1981), las marcas de dientes no tiene surcos internos y presentanfondos sinuosos y una sección redondeada. Los surcos son alarga-dos anchos, profundos y de sección en U, pero la anchura esmayor que la profundidad y su orientación suele ser trasversal alhueso (Binford, 1981; Haynes, 1983; Reisach, 1986).

Como los diferentes procesos de alteración humana las marcasde diente también se pueden dividir en diferentes tipos. Así Cra-der (1983) y gran variedad de autores han identificado depre-siones, punciones, canales y otras alteraciones que a continuaciónse exponen.

Las Chattering Marcks (Blasco, 1992, Liessau Von Lettow-Vor-beck, 1998) son el negativo de las mordeduras de los carnívoros,es la típica forma de picos y valles que dan sensación de aserra-miento, también se lo ha llamado stteping o dentellada que secaracteriza por mostrar una superficie ósea dentada.

232 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 230: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Rewaging (Binford, 1981) es el colapso de la epífisis y luego dela diáfisis en dirección de las fibras de colágeno

Chipping o microdenticulados (Martin, 1907-10; Blasco, 1992)son astillas, de bordes apuntados y se suelen confundir con pro-ductos de utilidad humana por eso se los llama pseudoútiles y selos ha calificado como compresores o percutores (Bordes, 1961).

Punctures (Sutclife, 1970 a, b; Shipman, 1981 a, b; Binford,1981; Horwith & Smith, 1988; Solomon & David, 1990; Blasco,1992; Fernández Rodríguez, 1992-93; Fisher, 1995; Liessau VonLettow-Vorbeck, 1998; Costamagno, 1999; Giacoboni & PatouMathis, 2002, figs. 26-27) también llamadas perforaciones (Do-mínguez, 1994 b) son perforaciones y depresiones circulares quecolapsa la cortical y que no tienen porque ir asociados a otros tiposde marcas, resultan de la presión de los dientes sobre el tejidoesponjoso, mostrando el negativo del diente y pueden presentartejido óseo machacado en su interior. Muestran lo que se ha lla-mado puntos de impacto (Chipped bones) y bordes semicircularesacanalados (Crematulated edges) y bordes irregulares (Giacoboni& Patou Mathis, 2002). Puede ir asociado a Scores y a veces pro-duce fracturas en espiral. A principios de siglo los rodeó ciertapolémica al confundirse con silbatos (Lartet & Christy 1865-75;Martin, 1907-1910) o útiles óseos. En esta categoría se incluye losPunctures Hole o Punch (agujero de punción) (Bonnichsen, 1973;Horwitz & Smith, 1988, fig. 3 a; Fernández Rodríguez, 1992-93;D’Errico & Vila, 1990). Para Hill (1980) tiene un diámetro de 5-10 mm y para Horwith & Smith de hasta 11 mm. Son perforacio-nes redondas y profundas con sección en U, con cierto astilla-miento en la periferia fruto del resquebrajamiento y hundimientodel hueso por el efecto de la presión de los dientes, para Bonnich-sen es el atributo más característico de los carnívoros. Fruto de laperforación los bordes son aserrados y almenados. Para Binford esel resultado directo del consumo de carne, llegan atravesar lasuperficie ósea y son diferentes de los Shallow pitting en el sentidode que se producen en las diáfisis o metadiáfisis llegando a perfo-rar el hueso. Esto ha provocado que algunos restos óseos sean con-fundidos con objetos musicales y otros útiles vinculados a la mani-pulación antrópica, lo cual ha sido ampliamente discutido por

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 233

Page 231: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

D’Errico & Vila (1997 a, b, 1998) y D’Errico et al. (1998). En algu-nos casos la propia alteración química que producen los procesosdigestivos pueden provocar holes (D’Errico & Vila 1997 a, b1998), aunque Brain (1970) usó este término para referirse a lasperforaciones que presentan los cráneos de Australopitecos produ-cidos por la mordedura de los carnívoros.

Shallow pitting (Maguire et al., 1980; Salomon & David, 1990;Lyman, 1994) son perforaciones redondeadas que no llegan atra-vesar el hueso cuando se trata de tejido esponjoso. Para Shipman(1981 a: 366) es cualquier cúspide de un diente, y sobre esto, Fis-her (1995) y Maguire et al. (1980, p. 88) dicen que son difíciles dedistinguir las marcas de diente humanas de las que producen lashienas, ya que entre los hotentotes se han documentado marcas dediente antrópicas.

Pitts (Binford, 1981; Haynes, 1983; Johnson, 1985; Reisach,1986; Salomon & David, 1990; Blasco, 1992) o depresiones(Domínguez, 1994 b) es el Gnagwing o mordisqueo generalizado.No llega a colapsar la cortical aunque para Eickoff & Herman(1985) sí suele ir asociado a depresiones lineales y circulares, yotras marcas. Para Horwitz & Smith (1988, fig. 1 c) son pequeñosagujeros poco profundos con márgenes gruesos y para Costamag-no (1999 b) son pequeñas depresiones circulares poco profundaspresentes sobre zonas compactas de huesos resistentes a la acciónde los dientes.

Scores (Bonnichsen, 1973; Binford, 1981; Costamagno, 1999;Selvaggio, 1994 a; Giacoboni & Patou Mathis, 2002, figs. 17-18) osurcos (Reisach, 1986; Domínguez, 1994 b) o scratches (Giacobo-ni & Patou Mathis, 2002) son depresiones lineales en forma decanal producidos por el arrastre de dientes sobre las diáfisis y tam-bién sobre las epífisis que suelen ser al menos tres veces más largoque su ancho, no colapsa la cortical y va asociado a depresionescirculares y a diferencia de las marcas de corte no se estrechan enlos bordes y se mantienen de manera uniforme.

Los Furrows o Furrowing (Sutclife, 1970; Maguire et al., 1980;Binford, 1981; Haynes, 1980 a, fig. 2-16, b, 1983; Horwith &Smith, 1988, fig. 1 a; Blasco, 1992; Fernández Rodríguez, 1992-1993; Lyman 1994; Domínguez, 1994 b) son el mordisqueo de

234 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 232: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

epífisis, depresiones circulares que llegan a colapsar la cortical, vaasociado a depresiones lineales y Scores. Puede producir la desa-parición de las epífisis y formar los llamados cilinde Channeledbones de Haynes (1980, fig. 2), Horwitz & Smith (1988) y Fer-nández Rodríguez (1992-1993) diferencia el furrowing de losfurrows. El primero es el roído de los tejidos óseos blandos y elsegundo se da sobre las diáfisis y metadiáfisis, son incisiones decarácter profundo y anchos situados transversalmente al eje lon-gitudinal del hueso y se relacionan con el colapso de la epífisis,presentado los bordes superficies irregulares. El furrow puedeproducir lo que se han llamado los windows (Singer, 1956; Sutcli-fe, 1970; Fernández Rodríguez, 1992-93) que es cuando el furrowproduce agujeros en la diáfisis. El Furrowing excesivo produce elscooping out, el channeled bonnes, tooth notches y el chipping backque es el mordisqueo desde las superficies externas y puede oca-sionar superficies redondeadas (Bonnichen & Will, 1980; Bin-ford, 1981; Brain, 1981; Bunn, 1981, 1989; Bunn et al., 1980).Dentro de esta categoría se podría incluir el crushing (Binford,1981; Haynes, 1983) que es la pérdida de tejido esponjoso dejan-do a la vista el tejido trabecular. El Ragged-edged chewing (Magui-re et al., 1980; Binford, 1981; Lyman, 1994) es lo que aparece enlos extremos proximales de las diáfisis al ser colapsada o el ase-rrado que llaman Capaldo & Blumenschine, 1994).

Tooth scrtaches (Shipman 1981 a 365; Haynes, 1980 a, fig. 1,7, 1983; Reisach, 1986; Pérez Ripoll, 1987, 1992; Blasco, 1992;Liessau Von Lettow-Vorbeck, 1998), scoring (Binford, 1981),striations (Fernández Rodríguez, 1992-93), acanaladuras (Fer-nández Rodríguez, 1992-93) o gouge marcks (Maguire et al.,1980; Brain, 1981; Horwitz & Smith, 1988) son estrechas y cor-tas líneas de marcas paralelas o transversales en forma de rayado.Aparece en las cañas de los huesos largos y tiende a seguir lasuperficie ósea, presentan el fondo rugoso y van en direccióntransversal a la diáfisis y pueden desarrollarse de forma paralela.Se producen por el arrastre que hace los carnívoros de sus dien-tes para afilarlos.

Las Groves (Blumenschine & Selvaggio, 1988; Marshack, 1991;White, 1992; Fisher, 1995; D’Errico & Vila, 1997 a) son marcas

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 235

Page 233: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

con sección en U, y parecen como valles abiertos en su sección conun eje redondeado y alargado.

La acidez de digestión (Kitching, 1963; Sutcliffe, 1970 a;Brain, 1981; Denys et al., 1987; Salomon & David, 1990; Schmith& Juel, 1994; D’Errico & Vila, 1997 a, b, 1998; Vila & Bartram,1996, 1997; Liessau Von Lettow-Vorbeck, 1998) es el resultado dela regurgitación en el que se combina la acción de las encimas y laacidez del estómago, suelen presentar bordes agudos y redondea-dos, adelgazamiento de los bordes, porosidad en el tejido óseo,pulidos, perforaciones, brillo y agujeros. Los Hole (D’Errico &Vila, 1997 a) son agujeros elípticos, circulares o con circunferen-cia incompleta o completa y microconcavidades de 12 mm comomáximo. En Bois Rouge pueden llegar alcanzar el diámetro de 0,4y 9,1 mm y pueden producirse en todos los elementos aunque sesuelen concentrar sobre los elementos compactos igual que enLunel Viel. Payne & Munson (1986) ven que las corrosiones pro-ducidas por perros dejan superficies corroídas brillantes y losbordes rotos muy delgados y agudos. También pueden presentarcierto redondeamiento (Schmitt & Juel, 1994), gran corrosión ycambio de coloración producida por la acción ácida de los jugosgástricos, aunque en función de la densidad y del tipo de hueso,la acción de estos fenómenos puede ser mayor o menor, de formaque los elementos menos densos como la pelvis o la escápulasufren una acción química mayor que los más densos.

Por último, habría que incluir las alteraciones salivares (Cáce-res, 2002) producidas por las encimas salivares al morder el hueso,las cuales producen pulidos, redondeamientos y depresiones depequeñas proporciones en los bordes de fractura.

Junto a los carnívoros las aves también pueden producir estasalteraciones, pero en un grado menor (Denys et al., 1987; Stalli-bras, 1990; Gautier, 1993; Hocket, 1996). De esta forma, Denys etal. (1987) ha diferenciado las alteraciones químicas que sufren losrestos de micromamíferos en egagrópilas y coprolitos y ha visto,que en las egagrópilas la fragmentación es menor, de forma quepueden estar representados todos los elementos anatómicos sien-do el porcentaje de elementos completos del 0 al 43% y no hay ele-mentos craneales.

236 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 234: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 237

TABLA 8.1Resumen de los patrones de alteración ósea de carnívoros

DenominaciónPitts, depresiones,Groves.

Scores, surcos,scratches, Toothscratches.

Scoring, gouge marcks,striations, acanaladuras.

Furrows o FurrowingPitting, Gnawing,revawing Mordisqueo,scooping out, el channeled bones,tooth notches y el chipping back,crushing, Ragged-edged chewing.Punctures,perforaciones, Shallowpitting lleva asociadolos chipped bones ycrematulated edges.

Puncture Hole,puncion holes oPunch.Hole.

Chatering Marcks oStteping.Chipping.

DescripciónMarcas de cúspides,aspecto circular desección en U, fondoplano y bordesredondeados.Marcas alargadas,anchas y profundascon bordesredondeados secciónen U y fondo plano.Estrechas y cortaslíneas de marcasparalelas o transversalesen forma de rayado.Es el roído de huesos.El furrowing se refierea epífisis y furrow adiáfisis.

Son depresiones deaspecto circularresultado de la presióndel diente sobre laepífisis. No llega haatravesar la cortical.Es igual pero atraviesala cortical.

Perforación producidapor acción química.Bordes aserrados.

Astillas.

SituaciónDiáfisis, metadiáfisis yepífisis.

Metadiáfisis y diáfisis.

Diáfisis y metadiafisis.

Epífisis y elementosaxiales.

Epífisis y elementosaxiales.

Metadiáfisis y diáfisis.

Elementos esponjosos.

Bordes de diáfisis.

Diáfisis.

FunciónSujetar el hueso.

Arrastre de dientes.

Afilado de dientes.

Mordisqueo, colapsode epífisis puede crearlos cilindros(furrowing) o windows(furrow).

Sujeción del hueso ycolapso de la cortical.

Procesos digestivos.

Fracturar el hueso.

Page 235: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

238 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

FIGURA 8.1. Furrowing producido por cánidos.

FIGURA 8.2. Furrowingproducido por cánidos.

FIGURAS 8.3 Y 8.4. Furrowing producido por cánidos, figura 8.4 muestraademás colapso total de la epífisis.

FIGURA 8.5. Pitts ypitting.

FIGURA 8.6. Pitts, colapso de la epífisis yscores.

Page 236: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

La acción química de estos procesos presenta similares carac-terísticas, produciendo en ambos casos la eliminación de tejidosesponjosos, agujeros, cúpulas y crestas erosivas, pulidos de epí-fisis, descamaciones de las superficies rugosas, craquelados,etc., con la diferencia que con los coprolitos todos estos proce-sos se agudizan.

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 239

FIGURA 8.7. Scores.

FIGURA 8.8. Scores, pits y Punction hole.

Page 237: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

240 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

FIGURA 8.9. Punction o Punture Hole de zorro sobre tibia de cabra.Colección personal de referencia.

FIGURA 8.10. Punction o Punture Hole de zorro sobre tibia de cabra.Colección personal de referencia.

FIGURA 8.11. 1. Score; 2. Pit; 3. Punctures. Colección personal.

Page 238: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Stallibras (1990) ha diferenciado también las alteraciones quí-micas que presentan los huesos de los coprolitos de zorros y peque-ños félidos. En ambos la acción destructiva es muy alta. Las epífisisde los coprolitos de zorros a veces resisten la actividad destructiva,aunque cuando lo hacen presentan agujeros. En los felinos tienen unaspecto más redondeado. En cualquier caso destaca en ambos elalto nivel de corrosión que tienen tanto los dietes como los huesos.

Mondini (2000) también estudia los conjuntos escatológicosproducidos por zorros y observa fenómenos similares a los deStallibras, así los elementos craneales y axiales suelen estar muyalterados y tan sólo en el 4% de los restos presentan conexionesanatómicas, en el estudio de Mondini (2000), la fragmentacióntambién es muy alta y se ve que la identificación se reduce a medi-da que aumenta la talla del animal, ya que la fragmentaciónaumenta. El nivel de corrosión no es demasiado alto, sólo un 8%,pero en algunos casos la corrosión no sólo afecta a las caras exter-nas de los huesos, sino que también a las medulares de los huesoslargos. Como en los estudios antes referidos, los procesos digesti-vos provocan junto a la corrosión, pulidos superficies brillantes ybordes de fractura redondeados.

Dentro de las marcas de diente, diferentes autores han tratadode distinguir el agente responsable en función del tamaño de lamarca, de esta forma diferentes autores ofrecen bastantes medidas.El primero de ellos fue Martín (1906, 1907-10) que habla de quelas marcas de cánidos son de hasta 5 mm, después Brain (1970) yGuthie (1990) tratan de medir la distancia entre los caninos de dife-rentes carnívoros y compararlos con la distancia existente entre losholes o perforaciones que presentaban los cráneos de bisonte (Gut-hie, 1990) y Australopithecus africanus (Brain, 1970). Así obtienenque en el caso del bisonte murió por la acción de un félido grandey en el del homínido por un leopardo.

En lo referente a las medidas de las marcas propiamentedichas, hay varios trabajos como los de Haynes (1983), Solomon &David (1990) y Pickering & Walis (1997) pero conducen a ciertaequifinalidad. En el caso de Haynes (1983) al referirse a las altera-ciones que hacen hienas y lobos, y en los otros sólo al referirse alos Scores de chimpancés, dingos, hienas y chacales. Lo cual según

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 241

Page 239: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

se muestra en Domínguez & Piqueras (2003) al comparar los sco-res de hiena, papión, oso, chacal, león y perro no es una alteracióndiagnóstica para definir tipos de carnívoros, ya que el rango devariabilidad que producen es muy amplio (tabla 2 de Domínguez& Piqueras, 2003).

En este trabajo al que nos referimos y en otro de Selvaggio &Wilder (2001) se ofrecen las medidas de pits de diferentes carnívo-ros, las cuales ofrecen un amplio margen de variabilidad según elestudio tratado. De todas formas y en función del tamaño de los pits,es posible diferenciar el tipo de carnívoro. Así, Domínguez &Piquetas (2003) tras establecer una correlación entre la longitud y laanchura establecen que las marcas menores a 4 mm las pueden pro-ducir todos los carnívoros, pero los chacales, leopardos y guepardosno sobrepasaran los 4 mm. Cuando el tamaño es entre 4 y 6 mm laproducirán todos los carnívoros de tamaño medio a excepción delos félidos menores antes referidos, y destacaran en este rango lasmarcas producidas por oso, perro y babuino. Por último las quesuperen los 6 mm sólo podrán realizarlas los leones o las hienas.

242 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 8.2Distancia en mm entre los caninos de diferentes carnívoros

(Brain, 1970; Guthie, 1990)

Distancia en mm entre caninosMaxilar Mandíbula

Mangosta (Brain 1970) 10-13 mm 9-13 mm

Zorro (Brain 1970) 14-19 mm 11-16 mm

Chacal (Brain 1970) 21-28 mm 21-26 mm

Leopardo (Brain 1970) 30-50 mm 30-41 mm

Hiena (Brain 1970) 40-60 mm 42-57 mm

Dientes de Sable (Brain 1970) 50-70 mm –

León (Brain 1970) 60-80 mm 53-69 mm

Lobo (Guthie, 1990) 40 mm

Dientes de sable americanos (Guthie, 1990) Hasta 85 mm

Grizzly (Guthie, 1990) 60 mm

Page 240: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Siguiendo otro tipo de planteamiento algunos autores tratande diferenciar el agente responsable en función de la morfología y

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 243

TABLA 8.3Medidas en mm de carnívoros actuales a partir de Selvaggio & Wilder,

(2001) y Domínguez & Piqueras (2003)

Selvaggio & Wilder (2001) longitud en mm pitts

Carnívoro Cortical Cortical fina Epífisis

Hiena 2,4 5 21,5

Guepardo 1,4 4,5 3,2

Leopardo 2,2 3,2 6,7

León 5,5 20 18

Chacal 0,3

Domínguez & piqueras (2003) en mm pitts

Epífisis Diáfisis

Long Anch Long Anch

Hiena 7,4 5,3 3,2 2,4

Babuino 4,6 3,5 2,5 1,5

Chacal 3,5 3,5 1,5 1

Oso pardo 5,2 3,7 3 2

Perro 4,9 3,3 3,8 3,4

León 6,5 4 3,5 2

Domínguez & Piqueras (2003) en mm scores

Epífisis Diáfisis

Long Anch Long Anch

Hiena 13,4 5 7 1

Babuino 4,5 3,5 8 1

Chacal 3,4 0,4

Oso pardo 10,6 2 11 1,6

Perro 13 2 13 1,5

León 23,7 5 8 2

Page 241: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

los perfiles que produce cada carnívoro. Así Domínguez (1994 b)muestra diferentes patrones (tabla 8.4) y los trabajos Haynes (1983a) también llega a ciertas conclusiones

En primer lugar, se ve que todos los carnívoros consumen pre-ferentemente los mismos tipos de huesos y las mismas partes, perolos porcentajes de representación de marcas que daja cada carní-voro difiere de unos a otros, siendo la hiena el agente más impor-tante. El grado de prominencia que dejan las marcas es mayor enlos osos seguido de las hienas, los canidos y los félidos. Las medi-das que ofrece para las marcas son para el lobo de 2-3 mm deancho por 1 mm de profundidad, en el oso la variabilidad abarcadesde 1,5 mm a 9 mm, y para las hienas de 3.5 mm por 3,5 mm deprofundidad. Por último, distingue el tipo de impresión como esde aspecto rectangular en el caso del oso y redondeado en losdemás. En otro trabajo, Solomon & David (1990) estudian los

244 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 8.4Alteraciones producidas por carnívoros según Domínguez (1994 b)

TiposPerforación oPuncture.

Surcos o Pitt.

Mordisqueo oPitting.

Extracción deltejido óseo oFurrowing.

LeónRaro encráneo, pelvisy costilla.Cuando elconsumo espoco intensono es corriente,cuando lo esaparece sobreepífisis.Asociación consurcos es raroy cuandoaparece lo hacesobre húmeroy fémur.Es bastanteintenso,especialmenteen vértebras.

LeopardoSe da encráneo, íleon yvértebras.Aparece sobremandíbula,pelvis ymetadiáfisis dehuesos largos.

Raro, sólo enla tibia a veces.

Frecuente envértebras,íleon y epífisis.

GuepardoRaro, sólo enpelvis.

A veces enextremidades.

Disposiciónaislada cuandoaparece.

Vértebras ypelvis.

HienaSólo en elcráneo.

Aparece enmetadiáfisis.

Suele estarasociado asurcos.

Frecuente enepífisis yesqueleto axial.

Hiena CubilSólo en elcráneo.

Aparece entodas lasextremidades yen cualquierparte.

Es bastantefrecuente.

Frecuente enepífisis yesqueleto axial.

Page 242: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

patrones dejados por los dingos y observan los mismos patronesque Haynes para los lobos, así destruyen los mismos huesos, comolas costillas, las vértebras y las epífisis de los elementos largos. Lasmedidas de los scores son de 2-2,55 mm de longitud por 0,8-1,2mm de ancho, en el caso de sus impresiones son de aspecto oval ysuelen dejar todos los tipos de marcas descritos.

Junto a las marcas producidas por los grandes carnívoros sepueden añadir las realizadas por otros agentes como la de peque-ños carnívoros, roedores, herbívoros, reptiles y otros animales(Gautier, 1993). Antes de referimos a los pequeños carnívoros, sepodría hablar de las alteraciones que producen algunos animalescomo los cocodrilos, que no dejan de ser grandes carnívoros.Sobre sus alteraciones no hay muchos trabajos publicados, tansólo se puede recoger una cita de Davidson & Solomon (1990) enrelación con las marcas de diente que presenta el cráneo de OH 7con una serie de marcas alargadas de hasta 0,4 cm de grosor, pocoprofundas de 1 mm a 1,5 mm, y de longitud bastante variable osci-lante entre 12 mm y 4,5 cm y anchos de hasta 5,3 mm. También,Blumenschine ha mostrado algunas de las marcas que producen,las cuales son sucesiones de marcas alargadas y bastante anchas.Davisdson & Solomon (1990) nos indican, además, que los huesoscomidos no tienen por que fragmentarse pero suelen presentarfuertes descalcificaciones. Entre los huesos ingeridos se suelenconsumir todos excepto los que son muy largos o los curvadoscomo la cabeza. La morfología de las marcas que producen son losmismos tipos a los que nos hemos referido.

Por último, habría que referirse a las marcas que hacen los pri-mates. El motivo de que se hayan incluido entre los carnívoros esporque producen los mismos tipos que éstos. Así en un trabajo dePickering & Walis (1997) muestran como los chimpancés produ-cen scores, pits (Pickering & Walis, 1997, figs. 1, 4) y punctures (fig.5). La masticación producida por chimpancés incluyen además deestas alteraciones también Crenaluted edges (Muguire et al., 1980;Binford, 1981; Brain, 1981) que es cuando se muerden los bordesde las epífisis o los huesos espinosos. Produce los Step Fractures(Binford, 1981; Shipman et al., 1981; Johnson, 1985; Marshall,1989), que es cuando se parten los huesos por tensión horizontal

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 245

Page 243: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

como muestra la figura 2 a de Pickering & Walis (1997). El Peeling(White, 1992) que se produce sobre los extremos de las costillas(fig. 2 b y 3 de Pickering & Walis, 1997). Las pits y Shallow pits(Pickering & Walis, 1997, figs. 1, 3, 4b y 5b). Destaca en este sen-tido la asociación de pits y scores en un 90% de los casos de loshuesos que presentan pits, así de un total de 38 huesos con pits, 34tienen scores, algo que también es normal entre los carnívoros. Losscores aparecen en 39 restos lo que equivale al 54%, la diferenciade los scores de los chimpancés frente a las de otros carnívoros esque son más anchos, como refleja el rango de anchura de entre0,23 mm y 3,1 mm teniendo una media de 1,33 mm frente a loscarnívoros que es en chacal 0,55 mm o 0,48 en hienas, lo cualpuede deberse a la morfología diferencial de los molares de carní-voros y chimpancés (Pickering & Walis, 1997). Otras alteracionesque producen son el Chipping beck y el puncturing o crushing demorfología similar a la de los carnívoros.

8.2. LOS PEQUEÑOS CARNÍVOROS

Las marcas producidas por los carnívoros de pequeña talla nodifieren mucho de las que se acaban de comentar, la diferencia esque en estas el grado de alteración es menor y no se producen tan-tos tipos como entre los grandes carnívoros, además los índices defragmentación en las madrigueras de los pequeños carnívoros noson tan altos como en la de los grandes carnívoros, así, entre el 0y el 42% de los restos aportados están intactos (Denys et al.,1987). Comparando las alteraciones químicas de los pequeñoscarnívoros con las que producen otros agentes como las rapacesen sus egagrópilas, la fragmentación de las egagrópilas es menor(Denys et al., 1987). De hecho, Andrews (1983, 1991) y Andrews& Evans (1983) establecen que la representación anatómica de lasacumulaciones de pequeños carnívoros es más el resultado de lasposibilidades de conservación de cada hueso que de la acción delos carnívoros, de forma que en ocasiones es muy posible noencontrar huesos completos. La actividad digestiva de los vivérri-dos suele producir un alto rodamiento pero una baja corrosión,

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en los mustélidos la erosión y la corrosión es moderada y en loscánidos alta (Andrews & Evans, 1983).

Con la mangosta aumenta la fragmentación y sólo los huesosmás resistentes perduran. La superficie de los huesos digeridos semuestra redondeada, pulida y algo corroída, siendo la corrosiónmayor sobre las epífisis, los extremos de los huesos y sobre losindividuos juveniles o infantiles. La jineta presenta unos patronesanatómicos en los que aumenta la representación del cráneo fren-te al apendicular, al contrario de lo que ocurre con la mangosta.La acción digestiva no es muy grande y suele afectar más a losdientes y la mandíbula, los huesos largos presentan fracturas enespiral con los bordes redondeados y en ambos el porcentaje demarcas de diente es muy bajo (Andrews, 1983, 1991 y Andrews &Evans, 1987). En el caso de los mustélidos, no se suelen comer loshuesos, pero si realizan alteraciones, así según el tipo pueden pro-ducir una mayor o menor fragmentación, corrosiones y demásalteraciones químicas. En animales como el turón (Arribas, 1995)se han documentado perforaciones circulares de un diámetroaproximado de 4 mm. En la marta, las alteraciones que producenno son muy intensas así no causan corrosión aunque sí redondeode bordes.

El caso del zorro ha sido ampliamente estudiado. Sobre susalteraciones ya se ha comentado algo cuando nos referíamos a loscarnívoros y concretamente a los cánidos. Los patrones de marcasque producen son similares a los que dejan los demás carnívorosaunque su grado de incidencia es menor. Según Sanchis (2000) ymi propia experiencia suele centrarse en los elementos axialespero también en los elementos epifisiarios, de forma que he podi-do documentar punctures, rewaging, microdenticulados, pitting,scores y furrows. Otros trabajos que han analizado los patrones dealteración realizados por zorro sobre lagomorfos y fauna america-na son los de Estévez & Mameli (2000), Mondini (2000), Guillén(2002), Pérez Ripoll (1993, 2002), los cuales describen tanto patro-nes de marcas, como de fracturación y de alteración química pro-ducida por los jugos digestivos, que indican una elevada fragmen-tación y un alto índice de corrosión. En la siguiente tabla semuestra un resumen de todas estas alteraciones.

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Dentro de este apartado habría que referirse a las observacio-nes de Miller (1994) sobre las alteraciones realizadas por reptilesque tras regurgitar los animales que previamente se comen produ-cen una gran alteración ósea, de forma que no todos los huesossobreviven, algunos presentan descalcificación y los demás rasgostípicos de los huesos regurgitados por los carnívoros. En algunoscasos su acción es tan intensa que incluso pueden llegar a disolverlos dientes como ocurre con los cocodrilos o incluso a no sobrevi-vir, como sucede con las serpientes (Miller, 1994).

8.3. LOS ROEDORES

El primero en estudiar las alteraciones que producían los roe-dores fue Weigelt (1927) que mostró como manipulaban los hue-sos y Pey (1938) que fue el primero en describir las marcas de estosagentes viendo que eran surcos profundos de fondo plano yancho, cortos paralelos y reiterativos en forma radial o en abanicoformando estriaciones paralelas con bordes rugosos y paralelos.

Pero cuando empezó a darse un mayor interés por este tipo dealteraciones fue a raíz de los trabajos de Hughes (1954), Dart

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TABLA 8.5Características de las alteraciones producidas por pequeños

mamíferos a partir de Andrews & Evans, (1983)

Taxón Fractura Pérdida Rodamiento Corrosión Marcas Presencia Tamañode eltos y de de presas

esqueléticos pulido diente epífisisMangosta Grande Cráneo Moderada Poca Poco Poco Hasta 1 kgJineta Moderada Poca Moderada- Poca- Poco Poco Hasta 1 kg

grande normalCánidos Muy grande Cráneo Grande Grande Normales Poco Hasta 5 kg

y piesMustélidos Grande Cráneo Moderada Moderada Poco Si Hasta 5 kgFelinospequeños Extrema Grande Extrema

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(1957), Bouchud (1974) y Brain (1980, 1981) en los que se docu-mentaban las marcas producidas por erizo y las acumulaciones queproducían dejando porcentajes próximos al 75% de los restos enalgún yacimiento (Maguire, 1976; Domínguez, 1993 b) con oscila-ciones según Brain (1981) del 20 al 100%. Según Brain (1981) suacción suele concentrarse en elementos craneales, mandibulares,axiales y epifisiarios, pero pueden actuar sobre todo el conjunto, asíen Brain (1980), se muestra una acumulación de 1712 restos corres-pondiente a 106 individuos con partes de todo el cuerpo.

Después, siguieron los estudios de Hoffman & Heys (1987),Hockett (1989), Maguire et al. (1980), Dixon (1984); Fisher (1995,fig. 11) y Gaurtier (1993) para rata y otros roedores.

Las marcas que producen las ardillas y los erizos son surcos defondo plano y ancho, paralelo o subparalelo de poca profundidad(Bunn, 1981; Andrews, 1990). A veces después de repetir variasveces la misma acción puede provocar una línea incisa que atra-viese los surcos, pero presentan unas características propias quelos hacen inconfundibles, así tiene lo que Shipman & Rose (1983a) llaman fan-shaped, punto común de confluencia de distintossurcos desplegados en forma de abanico. Los erizos y lagomorfossuelen actuar sobre huesos secos (Brain, 1981; Gautier, 1983; Rei-sach, 1986) y también sobre elementos esponjosos en estado fres-co (Eickoff & Herman, 1985, p. 265) aunque Reisach (1986) diceque no suelen dejar marcas de diente sobre las epífisis. Por otrolado, en una experimentación de Rabinovitch & Horwitz (1994)han visto como los erizos consumen tanto los huesos secos, comolos frescos, la madera, e incluso los residuos cárnicos que poseíanlos huesos frescos. De igual forma, se observa también sus prefe-rencias por los elementos esponjosos y sobre las epífisis proxima-les frente a las distales.

En líneas generales las marcas de los roedores según indicanGiacoboni & Patou Mathis (2002) son pequeñas incisiones para-lelas y simétricas de longitud, de tamaño variable según el roedory suelen aparecer sobre bordes, crestas o extremos de huesos. Lasmarcas del ratón son con una orientación caótica y desordenada.En ocasiones debido a la dureza diferencial del hueso puedencrear lo que se ha llamado castañateo o chattermarks (pequeñas

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 249

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aristas longitudinales al surco). Junto a las marcas que hacen esimportante también su acción destructiva, así Hoffman & Hays(1987) en una experimentación con ratas solo pudieron recogerel 55% de los huesos originales, y además observaron como a ladestrucción que producen hay que unir las alteraciones espacia-les, ya que casi todos los restos fueron movidos tanto lateralcomo verticalmente.

8.4. LOS HERBÍVOROS

Sobre las alteraciones producidas por los herbívoros no hayuna gran bibliografía disponible, los principales trabajos relacio-nadas con este proceso llamado osteofagia son los trabajos de Sut-cliffe (1970 b, 1973 b), Brothwell (1976), Gordon (1976), Krous-man & Bissonette (1977), White (1982), Bowyer (1983), Johnson(1985), Johnson & Haynes (1985), Warrick & Krossman (1986),Miller (1994), Cáceres (2002) y Fernández Laso (2002).

La observación de estas alteraciones la pueden realizar todoslos ungulados, de tal manera que las producidas por oveja las havisto Brothwell (1976), las de camello Warrick & Krossman (1986),las de caribú (Sutcliffe, 1970, 1973 b), las de ciervo (Miller, 1994),las de gamo y ciervo (Cáceres, 2002; Fernández Laso, 2002) y las desuido (Greenfield, 1988; Spenneman, 1990).

El mordisqueo que realizan los ungulados se suele dar sobreastas y huesos largos, llegando a ser, incluso, sobre las astas de des-mogue de un mismo año (Sutcliffe 1973 b; Brothwell, 1976; Gor-don, 1976; Miller, 1994; Cáceres, 2002), lo que puede deberse a lanecesidad de estos animales por adquirir fósforo u otras sales queen su dieta vegetariana no suelen tomar (Johnson, 1985). Las alte-raciones que ocasionan, son surcos curvos de crestas y valles agu-dos muy irregulares, reflejo de los dientes selodontos (Brothwell,1976) que en ocasiones se han llegado a confundir con útiles óseoscomo indica Gautier (1993). Miller (1994) dice que sus marcas sontrazos profundos, múltiples con sección en V y que a veces puedepresentar superposiciones de unas sobre otras e incluso puedenpresentar formas en zigzag (Sutcliffe, 1973 b, figs. 2-3; Johnson,

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1985; Cáceres, 2002, fig. 3.2.4, Fernández Laso, 2002). Este tipode marcas las producen cuando sujetan el hueso longitudinalmen-te respecto al eje mayor del hueso y realizan movimientos en zig-zag con su mandíbula dejando superficies aplanadas y extremosapuntados. Junto a los zigzag pueden ocasionar también aserra-mientos y marcas en forma de horquilla (Cáceres, 2002, fig. 3.2.4).

En las observaciones de Greenfield (1988) sobre las alteracio-nes producidas por suidos se ve que prefieren los huesos de ani-males pequeños que grandes. Así de un conjunto original tras suactuación solo se recogen el 10% de los huesos de oveja frente al90% de los huesos de vaca. De todas maneras todos los huesosson mordidos de forma extensiva y preferencialmente por las epí-fisis y elementos ricos en grasa, de hecho el 10% de los huesos devaca que desaparecen son principalmente vértebras. En la morfo-logía de sus marcas este autor destaca la ausencia de perforacio-nes y la morfología de las marcas suelen ser largos surcos en formade pala, es lo que llama «Long Shovel-type Marks» que los produ-cirían los incisivos.

8.5. ALTERACIONES PRODUCIDAS POR AVES

En los últimos años, el estudio de las alteraciones que produ-cen las aves se ha ido incrementando gracias a algunos análisiscomo los de Dobson & Wexlar (1979), Andrews (1983, 1990),Geering (1990), Hockett (1993, 1996), Martínez Valle (1995), Saa-vedra & Simoneti (1998), Sanchis (2000), Avery (2002), Hocket &Haws (2002), Bournery (2003) e Yravedra (en prensa a) sobre lospatrones producidos por varios tipos de rapaces. Como es desuponer por la talla de las aves generalmente las presas son ani-males pequeños, por lo que las alteraciones que se van a definiraquí se refieren a las realizadas sobre micromamíferos y especial-mente sobre lagomorfos (Hockett, 1993, 1996; Martínez Valle,1995; Sanchis, 2000; Hocket & Haws, 2002; Bournery 2003; Yra-vedra en prensa a). En su análisis Sanchis (2000) muestra unpatrón de edades variado en el que según la acumulación predo-minan más los adultos, los infantiles o los juveniles, lo que puede

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variar según la estación de cría o el momento de nidificación y, portanto, de las estaciones de cría. De forma que durante las estacio-nes otoñales e invernales haya una mayor representación de adul-tos frente a las primaverales o veraniegas en las que abundaran losinfantiles y juveniles.

En los perfiles esqueléticos tanto Sanchis como Andrews(1990) proponen que el mayor consumo de los cuartos traserosaumenta la fragmentación de los traseros sobre los delanteros, queen muchos casos dado su menor contenido alimenticio no sonconsumidos. Sin embargo, en Yravedra (en prensa) se muestracomo en bastantes ocasiones los cuartos traseros sólo sufren unconsumo cárnico, pero no óseo, sin ingerirse los huesos a diferen-cia de los delanteros que si aparecen entre las egagrópilas, por loque en este caso son los delanteros los más consumidos, aunque nolos más numerosos. En el estudio experimental de Hockett (1993)también son los cuartos traseros los más representados, aunquesegún el experimento la proporción de delanteros y traseros varía.En otro trabajo en el que se compara la representación de los cuar-tos por diferentes rapaces y mamíferos se ve que los lobos consu-men los lagomorfos completamente, pero las águilas, búhos, lincesy zorros sólo hacen consumos parciales predominando siempre loscuartos traseros.

Entre los patrones de fracturación descritos por estos autores,se dan unos porcentajes variados según la acumulación, así Sanchis(2000) ofrece un 95-100% para elementos pélvicos o escapulares,entre un 5-85% para las vértebras, los apendiculares posteriores un75-85% y para los anteriores entre un 25-40%. En Yravedra (enprensa) se ofrece unos patrones similares en los que tanto la pelviscomo la escápula suele fragmentarse, las vértebras según los tipos yel apendicular también. Aunque en este caso, los cuartos traserosson menos alterados que los delanteros. También Hockett (1993)muestra como todos los elementos son fragmentados.

En Bournery (2003) se diferencian las acumulaciones sobrelagomorfos realizadas por aves, carnívoros, fenómenos naturalesy humanos. En ellas se ve, que en los fenómenos naturales son fre-cuentes las conexiones anatómicas, que aparecen representadastodas las edades con predominio de juveniles y no hay grandes

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alteraciones óseas. Sin embargo, en las que producen aves, loshuesos pueden aparecer con marcas, aunque lo normal es quesólo aparezcan sobre una de las caras del hueso frente a los car-nívoros que suelen hacerlo por las dos caras. En el caso de aves ycarnívoros hay ciertos huesos que suelen ser bastante alteradoscomo son los coxales, fémures, epífisis proximal del húmero, elsacro y las vértebras lumbares. Las aves suelen acumular másmiembros anteriores, y en cuanto a las edades, suelen predominarlos juveniles y subadultos, aunque el búho real también caza adul-tos. En cuanto a los patrones de fractura, todos los agentes pue-den producir cilindros, pero las aves suelen respetar una de lasdos epífisis dejando patrones menos fragmentados.

Junto a estas alteraciones también hay que destacar las marcasque hacen, las cuales son en este caso perforaciones tanto sobreelementos pélvicos como apendiculares y mandibulares produci-das por la acción mecánica del pico sobre el hueso (Hockett, 1993;Sanchis 2000; Yravedra, en prensa a).

Igualmente en estos trabajos también se da cuenta de las alte-raciones químicas y las corrosiones causadas durante la digestión,

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 253

FIGURA 8.12. Huesos con marca de pico de búho.

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las cuales muestran pulidos y corrosiones pero en un grado menorque las alteraciones realizadas por los carnívoros. Junto a estos,otros autores como Dauphin et al. (1988) han visto que los efectosquímicos de las alteraciones producidas durante la digestión varíande unas regiones a otras y Geering (1990) muestra que sólo el 50%de los huesos ingeridos son regurgitados en Tyto novarhollandiae.

En otros estudios, como el de Saavedra & Simoneti (1998) seanalizan los patrones de fractura que produce otro tipo de búho(Tyto alba) y se ve como entre sus presas predomina el esqueletoposterior sobre el anterior y que en muchas ocasiones el esqueletoapendicular esta sin fracturar a diferencia del axial o la mandíbu-la, algo que como se ha indicado también se produce en algunosindividuos de los estudios de Geering (1990), Sanchis (2000) eYravedra (en prensa). Muchas de estas observaciones también lashan visto Dobson & Wexlar (1979) que analizan las alteraciones ylos patrones de fracturación de tres tipos de búhos de diferentetamaño. Estos autores observan que independientemente deltamaño, los patrones son los mismos. Observan que el fémur es elelemento menos fragmentado, y que por el contrario la escápula y

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FIGURA 8.13. Huesos con marca de pico de Búho y patrones de fractura.

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la pelvis son los más. En lo referente a las egagrópilas dicen quesólo han recuperado el 50% de los huesos ingeridos.

En relación con otras rapaces Klein & Cruz Uribe (1993), yCruz Uribe & Klein (1998) han estudiado el comportamiento deláguila y observa que sus acumulaciones suelen presentar un predo-minio de los cuartos traseros. Hockett (1996) estudia las egagrópi-las de águila y concluye que la alteración que produce en los hue-sos es mayor que las realizadas por las aves nocturnas. Zbigniew etal. (1997) analizan los patrones de fracturación que efectúan laságuilas imperiales y las comparan con las que realizan búhos y hal-cones. Tras su análisis llega a la conclusión de que los patrones defracturación que hacen las águilas son mayores que los que cusanlos búhos, pero menor que el de los halcones. También Andrews(1983) indica que la fragmentación que producen las aves diurnases mayor que el de las nocturnas, pero el carácter de sus acumula-ciones es distinto. Así entre las nocturnas hay una mayor represen-tación de elementos craneales frente a los apendiculares, los cualesson más abundantes en las acumulaciones producidas por avesnocturnas. En la tabla 8.6 que sigue se puede observar como varíael porcentaje de huesos sin fragmentar según las acumulacionesproducidas por distintos tipos de aves y mamíferos.

LOS PROCESOS DE ALTERACIÓN BIOLÓGICOS 255

TABLA 8.6Patrones de Huesos sin fragmentar en acumulaciones actuales

a partir de Andrews (1983)

Taxón responsable % Húmero Fémur Ulna Tibiahueso sin fragmentar

Búho 73-96 65-36 100 100

Águila 67-98 40-50 100 100

Mangosta 20 25 8 37

Zorro 26 3 57 10

Jineta 45 17 54 54

Diferencias por seccionesMamíferos +Ep Dist vs Prox +Ep Dist vs Prox +Ep Dist vs Prox

Aves + Ep Prox vs dist Equilibrados ambos

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Por último, y aunque nos hemos referido a presas de pequeñotamaño, en algunas ocasiones determinadas aves pueden causaralteraciones sobre macromamíferos. De esta forma, Berger &Clarke (1995) han mostrado perforaciones producidas por águilassobre pequeños monos y australopitecos infantiles, de la mismaforma sería interesante realizar un estudio tafonómico de las acu-mulaciones producidas por águilas reales o buitres sobre macro-mamíferos que cazan en el caso de las primeras y que carroñean enel de las segundas. A este respecto, Cáceres (2002, fig. 5.37) haobservado las marcas que realizan los buitres con sus garras ypicos produciendo surcos de fondo plano, liso y redondeado deaspecto ancho. De la misma forma, Robert & Vigne (2002), hanvisto los patrones de fractura que pueden generar los buitres. Des-tacando que la fragmentación de los huesos largos no es muyintensa, pero que en ocasiones pueden darse patrones denticula-dos, de la misma forma y al igual que en las otras aves también pro-ducen alteraciones digestivas causando perforaciones.

8.6. LAS VERMICULACIONES O ROOT MARCKS

Se producen cuando un proceso de disolución química de lasuperficie ósea entra en contacto con la acción de los ácidos vege-tales principalmente ácidos carbónicos y cítricos que tiene la raíz(Morlan 1980; Grayson, 1988; Fisher, 1995; Giacoboni & PatouMathis, 2002). Son de aspecto sinuoso, anárquico e irregular, sedistribuyen de forma caótica llegando a presentar ciertas ramifica-ciones, tienen un fondo ancho, plano y de sección en forma de U,pueden mostrar una coloración oscura (Miller, 1994; Fisher, 1995,fig. 12; Giacoboni & Patou Mathis, 2002, figs. 15-16). En ocasio-nes pueden llegar a colapsar la cortical ósea eliminando marcasanteriores. Algunos autores han visto que si aparece sobre los bor-des de fractura es porque el hueso estaba ya roto antes de queactuara la raíz (White, 1952).

Este tipo de alteraciones puede aumentar la vulnerabilidad delhueso, al facilitar la penetración de determinadas partículas en lasuperficie ósea. De igual forma el ataque de las raíces también

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puede provocar fracturas en el hueso al introducirse por las poro-sidades del hueso aumentando la fragmentación (Villalain, 1992).Otra alteración que puede ocasionar es la deformación de lassuperficies mostrando un aspecto parecido al de las patologías(Villalain, 1992). Suelen producirse cuando el hueso esta enterra-do pero en ocasiones los hongos, líquenes y musgos también pue-den provocarlas sin que el hueso se haya enterrado.

8.7. MICROORGANISMOS, BACTERIAS E INSECTOS

La observación de este tipo de marcas empezó a darse a prin-cipios del siglo pasado, cuando Smith (1908), Derry (1911) y Wei-gelt (1927) documentaron alteraciones de insectos producidassobre los huesos (Piepembrink, 1986). Pero como en el caso detodas las alteraciones comentadas hasta ahora su estudio detalladoy sistematización no comenzó hasta los años ochenta.

Las alteraciones realizadas por microorganismos son conse-cuencia de la biodegradación y la descomposición. Generalmente,los diferentes organismos descomponedores actúan sobre las par-tes blandas ejerciendo una fuerza erosiva por medio de ácidosorgánicos, enzimáticos etc. y principalmente son bacterias, larvas,algas, nematodos, necrófagos, hongos, protozoos, detritivoros,plantas saprofitas etc. La descomposición de los restos orgánicosse tiene que producir en condicionantes aeróbicas y la actividad

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FIGURA 8.14. Vermiculaciones.

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descomponedora puede implicar dos procesos la fermentaciónque se lo relaciona con la descomposición de los glúcidos y laputrefacción que afecta más a las proteínas (Fernández López,1995). De esta forma, Nielsen-Marsch & Hedges (2000 a) hanmostrado como la acción microbiológica es más intensa en loshuesos con mayor contenido proteínico

Entre las proteínas están las fibras de colágeno (es el tejidofibroso del hueso), la queratina (material epidérmico, el pelo, lasuñas etc), las secreciones de las glándulas mucosas llamadas glaco-proteinas, las condoproteinas responsables del tejido cartilagino-so, la esponjina o los lípidos. Entre los glúcidos están los polisacá-ridos complejos como la quitina, la tectina, la celulosa, la pectina.

La acción de estos agentes reducen la densidad ósea y aumentanla porosidad. Entre las alteraciones producidas por microorganis-mos destacan las de las bacterias, en forma de agujeros redondeadosy ovalados, con bordes salientes y tienden a concentrarse sobre lasepífisis de los huesos (Badon et al., 1986; Gilbert et al., 1989) y sudiámetro oscila entre la 5 y 30 micras (Boud, 1982) o entre los 2 y 4mm Miller (1994). Pueden llegar a desfigurar parcialmente el hueso,desarrollando superficies irregulares donde anteriormente existíansuperficies lisas por descomposición del tejido óseo en un micro-ambiente de PH ácido debido a la putrefacción de las partes blan-das (Arribas, 1995). En ocasiones el aspecto de sus alteracionespuede parecerse al que realizan las raíces (Miller, 1994). Diferentesautores como Morchifava et al. (1974), Haeckett (1981), Piepem-brick (1986), Garland (1987, 1988), Garland et al. (1988), Hanson& Buikstra (1987), Miller (1994) o Nicholson (1998) han enumera-do distintos estadios de destrucción protagonizado por microorga-nismos como los llamados túneles (Piepembrink, 1986).

Los hongos saprofitos producen gran cantidad de ácido orgá-nico que provoca una activa disolución de fosfatos de calcio en lostejidos óseos formando canales y galerías de perforación micros-cópica de diámetro entre 3 y 8 micras (Baud, 1982; Piepembrick,1986) e incluso pueden llegar hacer perforaciones (Villalain, 1992)o surcos (Andrews, 1995).

Las marcas realizadas por insectos son pequeñas perforacionesde fondo liso (Andrews, 1995) que pueden llegar atravesar la

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superficie del hueso y producir confusiones, ya que los holes pro-ducidos por el género Dermestetes pueden ser de 0-6 mm y el de losescarabajos de 8 a 10 mm (D’Errico & Vila, 1997 a). En un trabajode 1918 de Dupuy de Lome & Fernández de Caleya se hace refe-rencia a las alteraciones causadas por los necrófagos y en el de Wei-gelt (1927) se hace a los bore holes producidos por escarabajossobre los huesos de rinoceronte. En referencia a trabajos tafonómi-cos relacionados con alteraciones hechas por otros insectos comohormigas se pueden destacar el de Behrensmeyer (1978), sobre lar-vas el de Shipman & Walker (1980), y el de Rodríguez & Boas(1983) y Payne (1965) que para necrófagos ven como su acción seretarda más en invierno que en verano. Más análisis relacionadoscon las alteraciones producidas por escarabajos son los de Smith(1908), Hilderbead (1968) y Hefti et al. (1980). Watson & Abbey(1986) indican que las termitas australianas son atraídas por elnitrógeno de los huesos frescos. De esta forma, West & Martín(1997) documentan que las galerías que pueden llegar a producirsuelen hacerlas sobre el cráneo, las escápulas y el tejido esponjosocuando el hueso esta en estado fresco y lo hacen para buscar pro-teínas y colágeno. Igualmente este autor ha mostrado tambiéncomo determinados insectos son capaces de localizar animalesmuertos ya enterrados. Por último, hay que comentar la acciónabrasiva que pueden producir los gasterópodos al arrastrarse por lasuperficie de los huesos (Morel, 1986; Costamagno, 1999).

Hay que decir que la actuación microbiológica depende tam-bién de los medios en los que el animal muere. Así, Sillen (1989) yNielsen-Marsch & Hedges (2000 a) observan que la acción sereduce en los ambientes secos y en los de gravas, margas, bancosde arena y arenas, y aumenta en los lugares que tienen una hume-dad constante como las cuevas, los clastos, los medios acuáticos ylos paleocanales.

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CAPÍTULO 9

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTERNATURAL NO BIOLÓGICAS

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Aunque ya se ha hecho mención al tipo de alteraciones que vana tratarse en esta sección, se empezará por mostrar el trampling opisoteo que indirectamente está relacionadas con la acción deseres vivos o la de otros agentes naturales no biológicas ya que seproducen como consecuencia del arrastre del material óseo y tam-bién lítico sobre la matriz sedimentaria bien por medio del pisoteoo del transporte.

9.1. TRAMPLING O PISOTEO

El trampling o marcas de pisoteo, son un tipo de alteración quepuede confundirse con las marcas de descarnado (Behrensmeyer etal., 1986; Behrensmeyer, 1989; Fiorillo, 1989; Haynes, 1988 a; Oli-ver, 1989; Andrews, 1995). Suelen aparecer en elementos planoscomo costillas o en diáfisis y se produce por el roce o la frotaciónde las partículas sedimentarias sobre la superficie ósea (Brain,1967, 1981; Hayness, 1988).

Pueden hacerse tanto por movimientos verticales (GiffordGonzález et al., 1985) como horizontales (Olsen & Shipman,1988) o por rotación, fruto del contacto que ejerce el rozamientode la matriz sedimentaria, la cual no tiene porque implicar grandesdesplazamientos (Shipman, 1988; Andrews & Cook, 1985; Giaco-boni & Patou Mathis, 2002). Aunque en ocasiones, como en losprocesos bioturbadores puede implicar mezcla de materiales deniveles diferentes (Armourt-Cheli & Andrews, 1990).

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Su acción puede llegar a fragmentar el hueso (D’Errico & Gia-coboni, 1986; Haynes, 1991). Lo cual puede estar influenciado porel grosor de la cortical (Andrews & Cook, 1985; Olsen & Shipman,1988) o el estado fresco o seco del hueso (observación personal).Myers et al. (1980) han mostrado que el pisoteo puede causar frag-mentación longitudinal sobre huesos secos y la experimentaciónpersonal ha permitido comprobar este hecho y ver como la frag-mentación por trampling es más probable en una matriz gruesa queen otra fina. De esta forma, se experimentó sobre huesos de ovejaen dos tipos sedimentarios diferentes. El primera se refería a unmedio arenoso, mientras que el segundo, era más compacto, al finalde la experimentación se vio que en los huesos de la matriz fina seenterraban más fácilmente y no se fracturaban, por el contrario losde la matriz gruesa, casi no eran enterrados y en los casos del húme-ro, la tibia y el fémur eran fragmentados en 3, 6 y 4 trozos cada uno,ofreciendo patrones trasversales en el caso de la tibia, espirales enel del húmero y longitudinales y trasversales en el del fémur.

Dada la confusión que pueden producir las marcas de piso-teo con las de corte según se ha visto a partir de los trabajos deBehrensmeyer et al. (1986), Behrensmeyer (1989), Fiorillo (1986,1989), el contexto puede ser un buen criterio de diferenciación, yaque en determinadas circunstancias como ausencias de gravas oarenas no se produce trampling. Andrews & Cook (1985), Ship-man (1988) y Olsen & Shipman (1988 b) han hecho un estudiopara diferenciar el trampling de las marcas de corte. Los criteriosque utilizan Olsen & Shipman (1988) son:

— Morfología y profundidad de las marcas.— Frecuencia que presentan los elementos óseos con algún

tipo de marca.— Número de marcas con cada resto fósil.— Localización y orientación de las estrías. — Asociación de las estrías con un posible pulimento de los

fósiles.

Además podría añadirse una observación de Giacoboni & PatouMathis (2002) que indican como el perfil de la marca por trampling

264 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 262: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

no es homogénea en su desarrollo a diferencia de las marcas decorte. Las marcas de pisoteo son finos y leves surcos de poca pro-fundidad, que suelen ser cortos y organizados de forma irregular yanárquica sin una tendencia u orientación clara, pudiendo aparecerde manera aislada o en grupos tanto en la superficie externa delhueso como en la cavidad medular (Brain, 1967, 1981), tienen elfondo plano y no presentan microestriaciones.

Olsen & Shipman (1986, 1988) experimentan sobre gravas,arenas gruesas y finas, limos con caliza y sedimentos con cerámi-cas y sílex y observan que algunas partes de los huesos son máspropicias que otras para presentar estas marcas como las áreasconvexas, redondeadas y planas. De la misma forma, observa queno en todos los sedimentos se producen estas marcas. Además, lasmarcas producidas por trampling suelen ir asociadas a otras mar-cas, la direccionalidad de éstas es bastante alta pudiendo presen-tar diferentes aspectos y orientaciones, tanto longitudinales, comooblicuas, trasversales o curvadas. No suelen ser muy largas y pue-den aparecer entrecortadas. Otros factores que pueden condicio-nar el trampling puede ser la compactación del sedimento, el pesoy las dimensiones del objeto, ya que cuanto más pequeño más pro-babilidades tiene de ser enterrado, la fuerza y la intensidad delpisoteo y la rigidez del enterramiento. De esta forma determinadostipos de sedimentos como los limos o los medios sueltos de arenaseca son más favorables para el trampling que las gravas.

D’Errico & Giacoboni (1986) han descrito como la incidenciadel pisoteo sobre los restos óseos está relacionada con la matrizsedimentaria en la que se encuentran. De esta forma, el pisoteopuede ser más o menos profundo, puede mostrar estrías rectas ycortas con orientaciones variables, superposiciones, pulimentos,disposición anárquica, circular etc. Igualmente su longitud y desa-rrollo dependerán de la intensidad de la acción con que se haga eltrampling (Giacoboni & D’Errico, 2002).

En el experimento personal al que antes se hacía alusión, seprobó como el trampling podía alterar el registro óseo en ambien-tes sedimentarios diferentes. Por un lado, se ha hablado de unmedio arenoso suelto y de otro más compacto. En el primero trasrealizar el pisoteo los huesos eran enterrados y no se fragmentaban,

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 265

Page 263: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

por el contrario en el otro medio, el enterramiento era más tardío yalgunos elementos apendiculares eran fragmentados.

En lo que se refiere a las marcas, todos los elementos de cadaexperimento (húmero, fémur, radio, cúbito, tibia, metacarpo, meta-tarso, escápula, pelvis y mandíbula) eran marcados, a excepción dela pelvis, que en ninguno de los dos casos mostró ningún tipo dealteración. Por otro lado, se vio que en los elementos del primerexperimento, las marcas de pisoteo eran mucho más leves y some-ras que las del segundo, que presentaba las marcas más profundasy también una cantidad mayor. Además, la longitud de las marcastambién era mayor con máximos de hasta 1,5 cm de longitud, aun-que lo normal es que no sobrepasaran los 5 u 8 mm. Por el contra-rio, en el experimento hecho sobre el medio arenoso no suele supe-rar los 5 mm. La orientación de las marcas es en ambos casossimilares, ya que se dan de forma oblicua, inclinada, transversal,longitudinal etc. El aspecto es variado y en ocasiones rectilíneo ocurvado. Las marcas del experimento realizado en el sedimentoduro son mayores y a veces presentan bifurcaciones en uno de susextremos y en otras se entrecorta el trazo, para continuar después.Por ultimo, hay que destacar que la disposición de las marcas tam-bién es variada de forma que en los huesos del medio duro la mayorparte de las marcas están asociadas a otras, en cambio las que seproducen en el medio arenoso aparecen de forma aislada.

En conclusión, se ha visto como los huesos sobre matriz fina seentierran y casi no dejan marcas, en cambio sobre matriz más grue-sa deja marcas e incluso pueden sufrir fragmentación, teniendouna mayor cantidad de marcas. El espesor de éstas dependerá dela matriz del sedimento en la que se encuentre el hueso. Así sobreel sedimento compacto la acción de la matriz sedimentaria esmayor que en el arenoso seco. Si se experimenta con este tipo desedimento, pero mojado el trampling no deja marcas y la sedimen-tación es más rápida. En la siguiente tabla se resumen las princi-pales características de este experimento.

También el tipo de hueso puede influir en una mayor o menoracción del trampling ya que se comportan de diferentes maneras.Los huesos largos giran en torno a su eje longitudinal mostrandoesta alteración en la diáfisis, la costilla permanece estable y presenta

266 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 264: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

las marcas en el centro de su curvatura, la escápula en las alas y lasvértebras en las apófisis, cuellos y superficies articulares (Andrews& Cook, 1985). Como en el trabajo de Shipman (1988) se ha vistoque el las marcas de pisoteo que se dan en los huesos largos no sue-len producirse en las epífisis ni en las metadiáfisis sino en las diáfi-sis (Yravedra 2005, anexo).

Blasco (1992) ha diferenciado el trampling indirecto cuando elhueso esta enterrado pero no a mucha profundidad, de forma quecuando se pisa el propio sedimento altera la superficie ósea, y eltrampling directo, que produce un efecto similar, pero la acción delque pisa queda reflejada en la superficie del hueso y en el lado con-trario. Esto mismo, pero con otra terminología, es lo que D’Errico& Giacoboni (1986) han llamado «Trampling en Comité» y «Tram-pling en Fuseau». Ambas se producen en medios abrasivos, peroen el primer caso el trampling lo producen partículas sedimenta-rias móviles que se deslizan por el hueso y se caracteriza por tener

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 267

TABLA 9.1Conclusiones Sobre Experimento de Trampling

Trampling Sedimento duro Sedimento arenosode matriz gruesa

Fracturación Si No

Marcas Si Si

Cantidad por hueso Abundantes Pocas

Asociación a otras marcas Lo normal es que sí 50 % de los casos

Longitud 3-8 mm 1-3 mm

Longitud Máxima 1,5 cm 1 cm

Distribución Por todo el hueso Parte media de lasDiáfisis.

Orientación Todos los sentidos Todos los sentidos

Observaciones Suelen ser superficiales, Son superficiales y muyestrechas y cortas cortas

Page 265: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

un extremo redondeado continuado por un trazo que se va adel-gazando. Las fuseau las produce el hueso al arrastrarse sobre par-tículas sedimentarias más estables que no sufren el desplazamien-to, son alargadas subparalelas y muy abundantes.

9.2. LA ALTERACIÓN SUBAÉREA (WEATHERING)

El weathering es una desecación resultado de una combina-ción de procesos físicos y químicos que termina por provocar laexfoliación, la descomposición, degradación y desintegración delhueso. El weathering se produce por la descomposición del colá-geno y la destrucción de la hydroxiopatita (White & Hannus,1983). La desecación progresiva y la pérdida de humedad post-morten del hueso causa unas líneas de fisura que desembocan engrietas y en la fragmentación del hueso, siendo estas líneas simila-res a las que se hacen en otros procesos como la descalcificación(Tapen, 1969; Tapen & Peske, 1970).

Gracias a los estudios de Behrensmeyer (1978) y Andrews(1990) se puede medir de manera aproximada el tiempo que unresto tarda en ser enterrado, ya que al ser un proceso histórico estepuede medirse. Se la ha definido como la destrucción mecánica yquímica que sufre el hueso consecuencia de la desecación. Antesque estos autores, Weigelt (1927-1989-18) ya lo documentó, al verque los huesos expuestos al aire se desintegran a mayor velocidadque los que son enterrados en arenas o clastos. De hecho Weigelt

268 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

FIGURA 9.1. Marcas de Pisoteo indicadas por las flecha.

Page 266: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

indica que la descomposición no comienza hasta que la desecacióntiene lugar, la cual disminuye cuando el oxígeno es mínimo.

El análisis de Behrensmeyer (1978) se centró en mamíferosgrandes de peso superior a 5 kg, pero sólo es válido para superfi-cies abiertas donde se produce la exposición subaérea. Para cue-vas se desconoce su utilidad al influir otros factores, como trans-porte fluvial, el eólico, la humedad, la temperatura o el hielo através de procesos como la solifluxión o la gelivación. Por otrolado, Arribas (1995) ha documentado que en las superficies cárs-ticas se dan similares procesos al weathering, pero a diferencia dela exposición subaérea no es un proceso histórico y, por tanto, nopuede medirse. El estudio de Behrensmeyer (1978) permite sabersi la deposición fue lenta o rápida en medios abiertos y si su inci-dencia es muy elevada puede ser una de las causas que explique laausencia de otras trazas, ya que como han mostrado Behrensmeyer(1978) y Moltby (1985 a, b) pueden causar la destrucción de otrostipos de marcas como las de corte.

La definición que ofrece Behrensmeyer (1978:153), estableceque se trata de un proceso por el que los componentes orgánicosdel hueso son separados y destruidos por agentes físicos y químicosque intervienen en el hueso. El weathering incluye la descomposi-ción y la destrucción de los restos óseos. Los huesos compactos, lasfalanges y los metapodios son más resistentes a estos procesos, porlo que un hueso de este tipo con alteraciones diagenéticos grandesindicaría una fuerte destrucción de los otros huesos.

La presencia de distintos estadios revela que la acumulación seha producido en diferentes momentos y por tanto en un episodiode acumulación lento. La degradación similar de una acumulacióngrande revela la atricionalidad de la representación taxonómica.Los huesos que llevan más de 15 años expuestos desaparecen, perosi presentan pocas alteraciones indicarán que su enterramiento fuetemprano. En las tablas 9.2 y 9.3 se exponen los diferentes estadiosque atraviesan los huesos según pase el tiempo de exposición.

A pesar de la utilidad que pueden tener este tipo de análisis,para White (1992), las alteraciones de los huesos quemados pue-den confundirse con el weathering, y además el fuego puede alterarsu tipo. En otros trabajos como el de Arribas (1995) y Martínez

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Page 267: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Moreno (1998) se documentan agrietamientos similares a los deBehrensmeyer, sin embargo, la causa de esto no son la acción dia-genética de la exposición subaérea sino los procesos de gelivacióny los cambios de humedad que se produjeron en el interior de lacueva u otros medios que producen el mismo fenómeno. Dehecho, los diferentes estadios por los que pasan los huesos cuandoestán expuestos a la alteración subaérea se deben a la pérdida dehumedad. En las cuevas o abrigos muy protegidos las condicionesde humedad y temperatura pueden mantenerse constantes, perocuando de repente cambian pueden producir los efectos del weat-hering como el agrietamiento. Aykinson (1957) y Miller (1975:217)indican que el weathering se refiere a los efectos que producensobre los huesos la saturación, la desecación y los cambios de tem-peratura.

El agrietamiento ocurre por el cambio drástico del contenidode agua del sedimento, este es un fenómeno característico de yaci-mientos en cavidades que tienen sedimentos detríticos arcillosos,relacionado con alternancia de periodos secos y húmedos (LópezGonzález et al., 1997). En las zonas más arcillosas, los huesos están

270 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 9.2Behrensmeyer (1978) Weathering para animales

de peso superior a 5 kg

Estadio Alteraciones Años

0 Sin modificación. 0-1

1 Fracturas paralelas a la estructura fibrosa, epífisis con 0-3fracturas en mosaico.

2 Lascados concéntricos asociados a fracturas. Pérdida 2-6parcial de tejido cortical.

3 Rodamiento homogéneo con alteración de tejido com- 4-15pacto con textura fibrosa. Penetración ligera (1-1,5 mm).

4 Fibra granulosa y superficie rugosa. Fractura y pérdida de 6-15superficie cortical. Weathering penetra en las cavidades.

5 El hueso colapsa in situ. Astillas largas alrededor y muy 6-15frágil.

Page 268: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

bajo un nivel de humedad más constante que en otros donde laproporción de arenas es mayor y por tanto más permeables, puededar pie por tanto a la confusión con el Weathering subaéreo. Den-tro de esta categoría estarían también las fracturas transversales ylongitudinales explicados por Arribas (1995). Las fracturas trans-versales son típicas de los huesos mineralizados, lo que indica queno se han producido roturas en la fosildiagénesis, ni procesos dereelaboración tafonómica, sino que se deben a las constantes alte-raciones de humedad que sufre el hueso. Las grietas suelen serparalelas al eje longitudinal del hueso. Estas grietas pueden ser atri-buidas a la insolación, mecanismo de la meteorización y a la dese-cación (Behrensmeyer, 1978 y Behrensmeyer & Boaz, 1980). Segúnéstos el mayor o menor desarrollo de estas estrías es función direc-ta del tiempo de exposición bajo los rayos solares, pudiendo oca-sionar la rotura total del hueso cuando el tiempo de exposición esmuy largo. Estas grietas pueden tener un origen diverso, puedenproducirse por la insolación y la exposición subaérea en el exteriorde la cavidad o por procesos de cambios drásticos del contenido deagua en los suelos de las cavidades con sedimento detrítico y arci-lloso provocando procesos de compresión-distensión en los huesosa diferencia de los medios arenosos. Estas grietas también se pue-den hacer cuando el enterramiento tiene lugar en un momento

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 271

TABLA 9.3Weathering para mamíferos pequeños (Andrews 1990)

Estadio Alteraciones Años

0 Sin modificación. 0-2

1 Ligeras fracturas en paralelo de la estructura fibrosa 1-5del os, y en los dientes pérdida de entina, los dientes presentan modificaciones a los 2 años con cierta contracción y pérdida de dentina, en el cráneo se separan las suturas.

2 Las fracturas se hacen más extensivas y en los dientes 3-5+comienza la pérdida de parte de la corona.

3 Se agudiza todos estos efectos y se producen un 4-5+esquirlamiento acusado de los restos.

Page 269: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

temprano, cuando aún, tienen los tejidos blandos y se da la putre-facción y se verifican períodos de desecación del sedimento o ensuperficies calcáreas insolubles (White & Hannus, 1983).

Otros problemas que presenta el análisis de Behrensmeyer(1978) y Andrews (1990) es que no evalúa como puede el weathe-ring actuar de manera diferencial según la cara ósea que este másexpuesta, así mi propia observación y la de Frison & Todd (1986)han mostrado como este puede variar. También Gifford González(1989 a, 192) ha visto que el fuego acelera los procesos del weat-hering ya que la pérdida de humedad y de los contenidos orgáni-cos del hueso se acrecientan.

Hay otros trabajos que indican diferentes estadios al de Behrens-meyer, Sanders (1977:104) ofrece cuatro estadios «unweathered,slight, moderate, severe» y Littleton (2000) basándose en Behrens-meyer propone tres que son, el primero, correspondiente al 0 deBehrensmeyer, el segundo al 1.°, 2.° y 3.°, y el tercero con el 4.° y5.°. También Lyman & Fox (1989) y Gifford (1981) en alusión aBehrensmeyer (1978) y Todd et al. (1987) se definen diferentesestadios de weathering en función de las partes anatómicas quepuede deberse a la densidad diferencial de unos elementos frentea otros. Por otro lado, no se sabe con seguridad que elementossufren un weathering más rápido ni tampoco como cambia segúnlas zonas, por lo que Lyman & Fox (1989) concluyen que el weat-hering no es diagnostico de la velocidad de sedimentación de unyacimiento. Desde un punto de vista taxonómico también se haobservado cierta diferenciación, así en los équidos es más lentoque en los bóvidos (Gifford, 1981) y en los adultos que en los jóve-nes o infantiles (Behrensmeyer, 1978). La densidad y la porosidaddel hueso influyen en el weathering (Lyman, 1994), también se havisto que el medio de deposición influye, así el experimento deBehrensmeyer (1978) puede ser válido para medios y ambientesdiferentes, pero la periodicidad de los cambios varía de lugaresabiertos a otros sobre cueva o abrigo como muestra la buena con-servación de los huesos del estudio de Ruiter & Berger (2000) o lade los lugares de mayor vegetación. Así Gifford (1981) indica queen función de esto y de la insolación el weathering puede aumentaro disminuir. De todas formas, aunque los datos de Behrensmeyer

272 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 270: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

son útiles, deben ser tratados con precaución, ya que se ha vistocomo esta sujeto a grandes variantes. De la misma forma, Frostick& Reith (1983) y Littleton (2000) observan procesos de reactiva-ción subaérea que indican que el weathering no es una variabletemporal muy fiable.

Otros efectos que puede presentar la degradación atmosféricaes el agrietamiento en mosaico (Blasco, 1992) o los cambios en laestructura molecular del hueso (Piepembrink, 1986). Además deesta autora, Ortner et al. (1972), Baud (1982), Von-Endt & Ortner(1984) y Piepembrick (1986) han documentado otros fenómenosatmosféricos, así Ortner et al. (1972) muestra que la tierra, el agua,la salinidad y el PH pueden reducir los efectos de la temperaturay acelerar la pérdida de ciertos componentes como el nitrógeno.

9.3. PROCESOS HIDRÁULICOS Y EÓLICOS

Las alteraciones que ahora van a describirse son las corres-pondientes a los efectos de las corrientes hídricas. Las corrientespueden influir en la conservación y la representación de los restos

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 273

FIGURA 9.2. Weathering sobre fémur y tibia de ovicáprido.

Page 271: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

ya que según su fuerza pueden mover y transportar los restosóseos. Por ejemplo, dentro de los diferentes procesos edáficos queintervienen en la sedimentación de los yacimientos sobre terraza,Auguste (1994 b) ha descrito que no todas las posiciones de laterraza son favorables para la conservación. De manera que dividelas terrazas en tres zonas, borde interno, que es la parte más pró-xima a la corriente del río, el externo, que es el más alejada y laparte media. De éstas, la más favorable es el borde externo al estarmenos expuesto al transporte fluvial. Por lo tanto, las corrienteshídricas son unos condicionante más de la conservación y, comolos demás agentes que intervienen en el registro también dejan evi-dencias físicas sobre los restos óseos en forma de pulidos, abrasio-nes y otras señales.

El transporte que provoca sobre los diferentes restos es verti-cal, horizontal y lateral, así en medios subacuáticos, el movimien-to suele ser vertical (Fernández López, 1995), a diferencia de otrosprocesos como el pisoteo que favorece la inclinación de los restosy la acción gravitatoria del medio de carga puede potenciar losmovimientos laterales. En medios arenosos de contextos aluviales,el transporte puede ser vertical u horizontal (Frostick & Reith,1983). Las corrientes también pueden ocasionar este transportelateral, que según Fernández López (1995) afecta más a los ele-mentos de mayor flotabilidad. La movilidad de los restos depen-derá de dos factores, las características de la corriente y las de losrestos, así a menor tamaño y menor densidad más probabilidad deser transportado, la flotabilidad del hueso facilita su transportepor el contrario la existencia de prominencias lo dificulta.

Los huesos que son transportados por una fuerte corrientequedan posicionados en una orientación paralela al eje de lacorriente y si las aguas son profundas pueden quedar en una orien-tación perpendicular a dicho eje (Behrensmeyer, 1990 y observa-ción personal). Para Hanson (1980) el eje longitudinal del huesoquedará dirigido en el sentido de la corriente. En otros casos cuan-do los objetos son cónicos se desplazan de forma paralela a lacorriente y si son cilíndricos tienden a moverse con su eje orienta-do perpendicularmente a la corriente (Fernández López, 1995).Aunque dicha orientación e inclinación puede variar en función

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Page 272: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

de la fuerza de la corriente (Kreutzer, 1988; Fernández López,1995) y la profundidad a la que esta sumergida el hueso (Voorhies,1969). Así los huesos largos se orientan paralelos al eje de lacorriente cuando están sumergidos totalmente, pero sí sólo lo estáparcialmente, su orientación será de forma perpendicular (Voor-hies, 1969). Gracias a esto, Boaz (1982) puede reconocer el origende la corriente gracias a la orientación de los restos óseos, aunquefrente a éstos en otros casos se ha mostrado como la orientación delos huesos difiere de unos elementos a otros (Conard, 1999).

Entre los huesos no todos tienen las mismas posibilidades deresistir las corrientes hídricas, así el tamaño, la forma, la densidaddel hueso o su situación articulada o desarticulada influyen en eltransporte (Voorhies, 1969; Behrensmeyer, 1975, 1982, 1988;Koth, 1979; Gifford, 1981; Spetth, 1983; Badam et al., 1986; Han-son, 1990; Conard & Denell, 1995; Conard, 1999). Por ejemplo,los huesos de menor densidad tienen más probabilidades de sertransportados que los otros. De esta forma los huesos que másfacilidades tienen de ser transportados según el potencial hidrodi-námico propuesto por Voorhies son las costillas, las vértebras, elsacro y el esternón, en un segundo subgrupo del primero están laescápula, las falanges y el cúbito, en un segundo todos los huesoslargos y la pelvis, en tercer lugar la rama mandibular y finalmenteel cráneo y la mandíbula (Voorhies, 1969; Behrensmeyer, 1975,1982). De esta forma, si en una concentración aparecen los restosdel primer y segundo grupo indicarán que la fuerza de la corrien-te no ha sido muy fuerte, frente el grupo segundo que sería másmoderado o el tercero que sería más fuerte.

Por el contrario, en otro trabajo Conard (1999) ha visto comolos huesos con más problemas de sufrir transporte son aquellosque tienen una mayor superficie, destacando el cráneo, el húmero,la escápula, el radio y el cúbito frente a la mandíbula y los meta-podios. Otro ejemplo de esto a lo que nos venimos refiriendo es elhecho de que Boaz & Behrensmeyer (1979) alcanzaron conclusio-nes distintas a las de Voorhies, pero a diferencia de Voorhies tra-bajan con huesos fragmentados. Por otro lado, estos autores dicenque en el transporte puede influir el estado fresco o seco del huesoo el estado de articulación.

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 275

Page 273: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Conard & Dennell (1995) y Conard (1999) han visto que loshuesos secos articulados son los más susceptibles de sufrir trans-porte acuático, debido a que al estar articulados su superficie esmayor. Por otra parte, Hanson (1980) dice que el transporte noesta condicionado por la forma o las características del hueso, sinopor la fuerza de la corriente y la capacidad de rodamiento de loshuesos, lo cual según mi experiencia es mayor en elementos comolos metapodios o el radio y menor, en otros como la mandíbula olas costillas. Por otro lado, según Hanson (1980) en los medios debaja energía como los deltas, dice que habrá una representación detodos los elementos incluidos los más proclives al transporte. Porel contrario, en aquellos medios de alta energía como los canalesaparecerán sobrerrepresentados los elementos más resistentes altransporte, algo que ha observado Badam et al. (1986) entre losperfiles esqueléticos de una acumulación producida en este medio,la cual no presenta elementos como falanges o ulnas de mayor flo-tabilidad que los huesos largos, que sí aparecen.

En función de la matriz sedimentaria y el tipo de depósito flu-vial en el que se integran los restos óseos, Behrensmeyer (1988) haobservado que en depósitos de canal de escasa y alta energía, eltransporte y las alteraciones óseas varían. Así, se observa que encanales de agua de baja o reducida energía pueden formarse inter-canales de pequeño tamaño o también restos de canales mayorestipo abrevaderos. En dichos contextos se preservan más los hue-sos largos y los dientes, se produce abrasión, rodamiento de losejes y la fragmentación puede variar pero con frecuencia es alta, nosuelen darse conexiones anatómicas y la orientación de los huesosva en el sentido de la corriente. En yacimientos tipo canales demayor energía los huesos no suelen estar rodados y presentan bor-des frescos, la fragmentación es variable y la orientación dependede la matriz y la corriente, así en depósitos de barro carecen deorientación clara.

Junto al transporte las corrientes hídricas también pueden oca-sionar otro tipo de alteraciones. Como fuerza erosiva pueden pro-ducir erosión física y disolución química (Behrensmeyer et al.,1989). La acción física puede ocasionar pérdida de la superficieexterna, estriaciones (Behrensmeyer, 1991), pulidos, lustre (Brett,

276 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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1990), redondez del hueso y pérdida de la cortical (Parssons &Brett, 1990) y abrasiones (Brugal, 1994), las cuales pueden medir-se según Martill (1990).

La abrasión fluvial es el fenómeno más frecuente hecho por elagua y ha sido observado tanto experimentalmente (Olsen & Ship-man, 1988; Behrensmeyer et al., 1986; Fiorillo, 1989), como arque-ológicamente (Shipman & Rose, 1983 b; Andrews & Cook, 1985;Badam et al., 1986; Haynes 1988, 1991; Oliver, 1989; Behrensme-yer et al., 1989; Fisher, 1992).

La abrasión es el resultado de la presión que sufren los huesoscuando están expuestos en un líquido con abundancia de sedi-mento y puede producirse antes y después del enterramiento(Behrensmeyer, 1975 b, 1987; Korth, 1978; Bromage, 1984; Bru-gal, 1994). La abrasión o desgaste mecánico es el desgaste de loselementos transportados por el agua, el viento o bien el rozamien-to entre las partículas que son removidas (Brugal, 1994; FernándezLópez, 1995) o lo que es lo mismo, el resultado del desgaste pro-ducido en la superficie ósea por medio de una fuerza física (Boaz,1982; Shipman & Rose, 1988). El tamaño del grano de las partí-culas sedimentarias que son transportadas con los huesos, la com-posición de dichas partículas y la presencia o ausencia de tejidosblandos en el hueso pueden condicionar el grado de acción de lacorriente hídrica, pudiendo causar la desaparición de tejido óseoo de otras marcas anteriores. También la condición y las caracte-rísticas del hueso, roto o completo, fresco o seco, alterado térmi-camente etc, pueden influir en el grado de alteración, de estaforma Shipman & Rose (1988) han observado como los restosrotos son más abrasionados que los completos. De la misma mane-ra, la duración del evento, la distancia del transporte, la velocidadde la corriente, su grado de acción y el sedimento sobre el que seproduzca pueden ser otros condicionantes.

Por ejemplo el sedimento angular altera más la cortical óseaque el que es redondeado y las superficies convexas se alteran másque las cóncavas (Andrews, 1990). Shipman & Rose (1988) hanvisto como los loess y los medios volcánicos son los más abrasivosy Auguste (1994) ha visto que la conservación de los loess es infe-rior de la que se produce en los medios fluviales.

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La abrasión es el resultado del rozamiento que producen laspartículas sedimentarias y su grado de acción, dependerá de todauna serie de factores relacionadas con las propias característicasdel hueso y de la corriente. Aunque en determinados contextossobre zonas húmedas o pantanosas la abrasión también puedeproducirse, así el contacto prolongado de las superficies óseassobre corrientes hídricas de baja o escasa energía puede provocarla abrasión (Behrensmeyer, 1987; Gutiérrez, 2001). Badam et al.(1986) muestra como en medios de canal en los que la abrasión esmoderada puede deberse a que las aguas son poco profundas.

En los apéndices del Lyman (1994) se recogen varias defini-ciones sobre el término abrasión. Estas son (Lyman, 1994 502:Abrasion). (1) «the result of any agent that erodes the bone surfacethrough the application of physical force»)Bromage 1984:173); (2)«the removal of bone material caused by the impact of sedimentaryparticles» (Shipman & Rose, 1988: 323); (3) «removal of edgesand/or surfaces of animal remains by physical erosion (as opposed tochemical dissolution)» (Behrensmeyer et al., 1989); (4) «physicalgrinding and polishing, resulting in rounding of skeletal elementsand loss of surficial details» (Brett, 1990 a: 224); (5) «The wearingdown of skeletons due to their differential movement with respect tosediments» (Parsons & Brett, 1990:38); (6) «The loss of externalsurfaces and projections through physical or chemical erosion» (Beh-rensmeyer 1991: 309).

La abrasión también puede ser de origen eólico, fruto delbombardeamiento continuo de pequeñas partículas alterando sólola superficie ósea (Brain, 1967) y a veces también los ejes en lasdiáfisis. Littleton (2000) ha comparado la erosión eólica y la hídri-ca sobre unos restos óseos en unos contextos de medios semiári-dos de Australia y ha visto como en los medios con una erosióneólica importante, se produce una alteración del conjunto óseomayor que la de los medios de erosión hídrica. De manera que losmovimientos verticales de los restos, su dispersión y el cambio desu posición original se produce más en los contextos eólicos, alproducirse en estos medios más episodios de redeposición, ade-más, en ellos la incidencia del weathering es mayor y la fragmenta-ción también. Por otro lado, la abrasión eólica, solo altera la parte

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del hueso que está expuesta y el grado de acción esta relacionadocon el tipo y tamaño de partículas sedimentarias que actúan, elestado del hueso y la fuerza del viento. Así por ejemplo FernándezJalvo (1992) ha visto como los huesos secos tienden a sufrir más laacción abrasiva de las partículas que los huesos frescos. De lamisma forma, el tipo de sedimento es otro factor importante, asímientras las gravas y arenas son altamente abrasivas, los limos yarcillas sólo pueden redondear, pero no pulir.

Dentro de la abrasión podría incluirse la propia acción sedi-mentaria, que para Olsen & Shipman (1988) puede aumentar laestriación y como ya se ha explicado, es consecuencia del desli-zamiento de la matriz sobre el hueso que terminan por desgastarla cortical.

El desgaste que produce la abrasión puede ser de varios tipossegún la forma en que se produzca. Müller en (Fernández López,1995) distingue anclaje, rodamiento y deslizamiento. El anclaje escuando los objetos están fijos al substrato y son expuestos a laacción de algún agente abrasivo que se desliza sobre los objetos,sería la abrasión producida en aquellos medios de baja energía. Enocasiones una corriente unidireccional puede alterar solo el ladocon el que esta en contacto. Cuando el objeto sufre movimientopor causa del transporte se lo llama deslizamiento.

Dentro de la abrasión los efectos del agua también puedenprovocar redondez del hueso, que en función de su intensidadpuede dividirse en varios tipos, así Martínez Moreno (1993) dis-tingue varios grados, 0 (no observable), 1 (no rodado), 2 (ligerorodamiento) y 3 (muy rodado). En función de esto, Cáceres reco-noce 3 estados, el primero (no rodado), el segundo (solo los bor-des) y el tercero (muy rodado). El rodamiento puede producirsuperficies lisas y redondeadas con ciertos brillos y lustres quetambién puede crearlos el fuego y la abrasión (Shipman & Rose,1983; Fisher, 1995). Como la abrasión este fenómeno puede ocu-rrir antes, después o durante el enterramiento (Behrensmeyer,1984) y puede verse macro y microscópicamente.

El rodamiento se produce por la combinación del movimientodel agua a través de todas las partículas que transporta (Shipman& Rose, 1983), pero también puede causarla la acción digestiva de

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los carnívoros (Haynes & Stanford, 1984; Oliver, 1994) o la ero-sión química que puede redondear los bordes (Fisher, 1995). Lospulidos son consecuencia de los movimientos verticales u horizon-tales (Johnson, 1985) y como el rodamiento algún autor ha dife-renciado varios estadios, así Cáceres (2002) distingue 4 estadios, el0 (no hay), 1 (sólo en los bordes), 2 (bordes y superficie brillante)y 3 (totalmente pulido).

El pulimento es el brillo que presenta una superficie ósea comoresultado de determinada acción ejercida sobre el hueso y, puededeberse tanto a la acción acuática como a la eólica (Bouchud, 1974;Shipman & Rose, 1983 a, 1988). La patina producida por los dife-rentes agentes físicos presenta cierto cambio de coloración haciatonos más blanquecinos y aspecto brillante (Esteban, 1996).

9.4. CAÍDA DE BLOQUES

Otro proceso de alteración que puede alterar las corticales óseases la caída de bloques, la cual suele producirse en cuevas o abrigos.Es un proceso mecánico que puede aumentar la fragmentación,

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FIGURA 9.3. Alteraciones hídricas. Rodamiento y pulido.

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destruir alteraciones anteriores y crear otras como estrías, impactos,o lascas concoidales (Oliver, 1989; Fisher, 1995), su problema es quepuede confundirse con las marcas de percusión.

9.5. PROCESOS DE SOLIFLUXIÓN Y ACCIÓN DE HIELO

La solifluxión es un proceso escasamente documentado, se pro-duce en contextos fríos y sin cobertura vegetal. El suelo congeladosuperior penetra sobre el inferior en forma de cuña y cuando sedescongela pasa a un estado semilíquido sufriendo un desplaza-miento gravitacional de deslizamiento afectando a los huesosmediante trazas de tipo mecánico, provocando gran variedad dealteraciones como abrasión, estrías, trampling, rodamiento, fractu-ras, arrastres, fracturas, estallidos lascas concoidales e irregulares(Torzón & Gutierre, 1984; Auguste, 1994 b; Fisher, 1995). En rea-lidad es el mismo proceso que hace el transporte hídrico ya que loselementos óseos son transportados con la materia sedimentariadurante los procesos de solifluxión y, en función de este transpor-te, los bordes son erosionados al igual que las corticales, que por elroce con las partículas sedimentarias de la matriz son abrasionadas.

Los episodios de congelación que rodean a los procesos desolifluxión tienen, además, otros efectos sobre los restos óseos. Siel proceso de congelación es poco intenso no tiene porque causargrandes efectos, si por el contrario lo es, pueden darse procesos decrioturbación y de mezcla de materiales de épocas diferentes(Auguste, 1994 b). Por otro lado, la acción del hielo o las heladaspueden provocar descamaciones, desconchamientos y fractura-ción del hueso, pulimentos y abrasiones cuando hay desplaza-mientos de hielo, o si se da nieve o hielo sobre el suelo puedenaumentar la humedad de los huesos (Auguste, 1994 b) y producirlas alteraciones que acompañan a estos procesos como descama-ciones, exfoliaciones, pulidos o abrasiones.

En los trabajos experimentales de Guadelli & Orouf (1994,2000) se trata de ver que incidencia tienen los procesos de soliflu-xión y el hielo sobre el hueso y se observa que este es un impor-tante agente de fracturación, de forma que cuanto más aumenta su

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intensidad mayor es su influencia. Así, en unos primeros momen-tos, la gelifracción produce grietas, fisuras, pliegues y un aumentode la fragmentación de las partes esponjosas. Después y a medidaque aumenta la intensidad de la acción del hielo, su acción originaresquebrajamiento, esquirlamiento y fisuras tanto en huesos comoen dientes, separación de epífisis y diáfisis, fracturas longitudina-les sobre diáfisis etc. Concluyendo, por tanto, que la acción delhielo es otro factor de alteración que debe tenerse en cuenta,sobretodo en la fragmentación. En el trabajo de Dari (1998, foto5) se muestra algún ejemplo de fracturación por deshielo.

9.6. LAS ALTERACIONES FÍSICO QUÍMICAS

Dentro de esta categoría se integra una gran cantidad de pro-cesos que pueden causar multitud de alteraciones. Entre estas sepuede destacar las producidas por la disolución química que estarelacionada con la estabilidad de sus componentes minerales pri-marios y secundarios.

La descomposición de los tejidos pueden iniciar la desminera-lización y la destrucción del colágeno, al igual que la acción delagua puede provocar descalcificación y desosificación y acrecentarla diagénesis, ya que altera la solubilidad y favorece el intercambiode partículas entre el sedimento y el hueso (Hedges & Van Clin-ken, 1995). Igualmente el PH del suelo influye activamente en elestado iónico del hueso y en la solubilidad de la hydroxiopatita(Auguste, 1994 a) y la composición química del suelo es otro fac-tor que condiciona la solubilidad (Pate & Hutton, 1988).

Algunos procesos químicos que pueden intervenir son la lixi-viación que significa la pérdida de material soluble, o el enriqueci-miento que es el proceso contrario y tienden a producir corrosio-nes y cambios de coloración.

Otros procesos como la disolución de manganeso (figura 9.3)provoca coloraciones blanquecinas en los bordes, bordes romos ypatinados (López González et al., 1997). Pero normalmente sue-len producir puntos y manchas negras de tamaño variable que sue-len relacionarse con concentraciones de agua estancada en unas

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condiciones de temperatura frescas y húmedas no superior a 14 °C(Esteban, 1996), por otro lado algún autor ha propuesto que tam-bién pueden producirse en medios de una intensa actividad bac-teriana (Shahack-Gross et al., 1997).

El ácido acético es otro proceso que incrementa la macroporo-sidad y decrece la microporosidad, causa efectos químicos y diage-néticos y reduce el peso del carbonato y la cristalización (Nielsen-Marsch & Hedges 2000 b). La carbonificación es un fenómeno quese produce en momentos de diagénesis temprana y es un enrique-cimiento de los restos orgánicos que tiene lugar a partir de la des-composición, que implica importantes cambios estructurales y decoloración. Los cambios de temperatura es otro factor que puedenproducir cambios químicos, al igual que perdida de tamaño, densi-dad o de resistencia (Von Endt & Ortner, 1986).

También puede cambiar la conservación la acción antrópica,que con su actividad puede incrementar o alterar la cantidad defosfatos, ácidos carbónicos o el PH (Sccuder, 1993).

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FIGURA 9.4. Manchas de en hueso producidas por disolución de manganeso.

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De esta forma los cambios diagenéticos que ocurren en losprocesos de fosilización no solo afecta a la estructura externa sinotambién a su composición química y, por ejemplo, puede influir elque determinados análisis como el de la dieta a partir del conteni-do de potasio, flúor o el magnesio pueden ser erróneos al ser con-taminados por la matriz sedimentaria (Parker & Toots, 1980). Porel contrario otros como el estroncio no se ve afectado, por esto, esun buen calibrador para ver la dieta (Sillen & Sally, 1995), demanera que los herbívoros presentan un contenido alto, frente alde los carnívoros, que es bajo.

Dentro de las alteraciones químicas, destaca también los cam-bios de coloración que experimenta el hueso cuando está en con-tacto con el sedimento en los primeros estadios de fosilización, así,una coloración azul verdosa puede producirse cuando están en con-tacto con óxidos metálicos como el fosfato de hierro, las negruzcaspuede deberse a la acción de óxidos de hierro o manganeso, laimpregnación de componentes húmicos puede ocasionar coloracio-nes azules, negras, gris o marrones según el contenido orgánico y lacomposición de ese humus, en otros casos la coloración difusa

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FIGURA 9.5. Hueso con perforaciones producidas por goteo y comienzo de disolución química por la acción del carbonato cálcico.

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puede ser consecuencia de acciones químicas diversas (Flanchet,1933; Auguste, 1994 a). La oxidación también puede producir colo-raciones marrones o pardas, de la misma forma que un medioreductor alternante de humedad y sequedad puede propiciar colo-raciones azules o grisáceas (Patou Mathis, 1989).

9.7. MINERALIZACIONES

Las mineralizaciones es un proceso por el que se produce unintercambio de las partículas minerales del hueso por otras sedi-mentarias que sustituyen a las primeras, pueden causar un aumen-to del peso, cambios en la densidad, la coloración e incluso pue-den causar el aguzamiento y redondez de los bordes de fractura(Martínez Moreno, 1998) y fisuras longitudinales (Patou Mathis,1989), aunque nunca afectaran a la estructura del hueso (Auguste,1994 a). Como todo proceso tafonómico puede afectar a todo servivo y puede implicar varios procesos como la cementación o elneomorfismo (Fernández López, 1995).

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 285

FIGURA 9.6. Alteración producida por oxidación.

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La cementacion es la incorporación de nuevos minerales y elneomorfismo es el reemplazamiento. La cementacion implicavarios procesos que son la permineralización que influye en lacapacidad permeabilizadora de las células del resto. La concreciónes el relleno de las partículas sedimentarias por las cavidades yporos y puede estar favorecido por la acción del agua.

El neomorfismo es la sustitución de componentes minerales deigual composición química y pueden ser la recristalización queimplica un cambio textual y es el aumento de las sustancias crista-linas, o la inversión que es más un cambio polimórfico. El reem-plazamiento puede ser también el cambio de minerales de dife-rente composición química y pueden ser procesos de silificación odedomitación (Fernández López, 1995).

La mineralización favorece la fosilización pero implica uncambio estructural, morfológico y de la composición química. Loselementos principales que pueden intervenir son la calcita(Co3Ca), la dolomita [(Co3)2CaMg], el cuarzo (SiO2), la pirita y lamarcasita (Sr Fe), la pimonita (Fe2O3Nh2O), los hematites(Fe2O3), el ópalo (Si O2 Nh2O), el yeso (So4 Ca2 H2O), la glauco-mita [(Si Al4 O10 (OH)2 (Al Fe Mg)2 (Na k)], el apatito [(PO4)3 Ca(Fe Cl OH)] o la pirifolita [(Si O4 O10 (OH)2 (Al)2]. Otras menosfrecuentes son la barinita, la uraninita, la siderita, la calcopirita, laazurita, la malaquita, la fluorita, la galena, la plata o el cobre (Fer-nández López, 1995).

Para Littleton (2000) se pueden reconocer tres estadios. El pri-mero es un estado normal sin mineralización, el segundo es par-cialmente mineralizado y el tercero es totalmente mineralizado.

Dentro de los procesos que intervienen en la mineralización sepuede incluir la recristalización (Esteban, 1996 a) producida porla disolución del suelo y, la concreción o la embrechificación, quepuede enmascarar otras alteraciones como las marcas de corte ode diente.

La mineralización es un proceso que facilita la fosilización,pero que, sin embargo, deteriora las corticales óseas ocultandoalgunos procesos tafonómicos.

Tras ver las alteraciones que pueden sufrir los restos óseosdesde el momento de muerte hasta su análisis en el laboratorio,

286 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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pasando desde su deposición inicial hasta su enterramiento, esnecesario comentar algo sobre el proceso de enterramiento, ya queeste influye de forma determinante en la conservación de los restos.

9.8. ENTERRAMIENTO COMO PROCESO TAFONÓMICO.LA IMPORTANCIA DEL MEDIO SEDIMENTARIO

Numerosos factores como el enterramiento, el clima, el mediosedimentario, la velocidad de sedimentación, las sustancias fosili-zadoras o la durabilidad pueden influir en la preservación ósea,entendiendo durabilidad como resistencia del resto ante los dife-rentes procesos destructivos sin trasformarse.

Las sustancias químicas fosilizantes son las partículas que per-miten la fosilización de los restos y se refiere a todos aquellosminerales solubles que en determinadas condiciones de tempera-tura o acidez del medio pueden favorecer la fosilización como elazufre, la malaquita, el cobre etc. Las sustancias químicas fosili-zantes más corrientes son el carbonato cálcico, la sílice, el sulfatode hierro, el fosfato y sulfato cálcico y los silicatos. Por el contra-rio, otras sustancias como las dolomías o el carbonato de magne-sio son malos. De todas las sustancias fosilizantes, las más corrien-tes, son el carbonato cálcico que en forma de calcita es unasustancia muy fosilizadora igual que el fosfato cálcico que forma

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FIGURA 9.7. Proceso de Cementación y concreción por carbonato cálcico.

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parte de los huesos y, que en los procesos de fosilización es susti-tuido por carbonato. Otras sustancias buenas fosilizadoras son lossilicatos, que funcona bien en determinadas condiciones geográfi-cas si hay un PH apropiado, la sílice del lugar o las solucionescoloidales también puede favorecer la fosilización, por ejemplo lacalcedonia.

Junto a las temperaturas frías; la congelación, los medios are-nosos áridos y los húmedos carentes de oxigeno de las zonas pan-tanosas o las turberas favorecen la conservación (Guthie, 1990;Alison, 1990; Micozzi, 1991), ejemplo de ello pueden ser los ani-males congelados de Siberia (Guthie, 1990). Junto a estos, hayotros que retardan la descomposición como las zonas con un PHbajo, las salinas, los áridos, los medios de escasa permeabilidadcomo el petróleo, las zonas volcánicas, los medios de grano fino olos arcillosos que evitan la acción descomponedora de los micro-bios heterotróficos e incluso los medios de grano grueso que impi-den la acción de los agentes bioturvadores, la carbonificación, lamineralización, el enterramiento, etc. Frente a estos están otros enlos que la conservación es peor como los medios ácidos, los tem-plados y húmedos, o los que la exposición subaérea es prolonga-da, etc. (Janaway, 1990; Micozzi, 1991; Dirrigl, 2001).

Nielsen-Marsch & Hedges (2000 a) han observado como lasalteraciones óseas cambian de unos lugares a otros en función delmedio sedimentario en el que se encuentren. De esta forma, hanvisto que las alteraciones producidas por bacterias son mayores enlos contextos con una humedad constante como cuevas o paleoca-nales que otros como los medios áridos o aquellos que favorecenla sedimentación.

También ha observado que el contenido proteínico del huesocambia con el tiempo, de la misma forma que la pérdida de colá-geno de los huesos se incrementa cuando el contenido proteínicocrece, lo que le hace sufrir un mayor ataque bacteriano y que laconservación sea peor. Por otro lado, los huesos con un bajo con-tenido proteínico y una alta acción bacteriana sufren diferentesprocesos como la hidroxlisis química, la pérdida de colágeno y lareorganización microestructural que a su vez afecta a la micropo-rosidad y la cristalización ósea. La porosidad puede variar duran-

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te la alteración diagenética, dependiendo de la pérdida proteínicay, la cristalización puede incrementarse en la diagénesis de muchasmaneras según el medio en el que se encuentre, de la misma formaque puede hacerlo el porcentaje de carbonato y calcita (Nielsen-Marsch & Hedges, 2000 a).

Tras su estudio se concluye que la acción microbiológica sereduce en los ambientes de gravas, margas, y bancos de arena. Sinembargo, aumenta en las cuevas, los clastos, los medios acuáticosy los paleocanales. La microporosidad también cambia de unossitios a otros, de forma que los huesos de los sitios secos tienen unamenor microporosidad frente a los huesos de medio acuáticos. Loshuesos con baja microporosidad indican disolución de la materiaósea y, los que presentan alta macroporosidad es que han estadorelacionados con labores de cocinado. Por el contrario, los lugarescon baja macroporosidad tienen un alto contenido proteínico.

En otro estudio de ámbito más concreto, Stiner et al. (2001)han observado como las condiciones de preservación de los restosóseos en un mismo yacimiento pueden depender del lugar dedeposición, de forma que tras realizar numerosos análisis, hanvisto como los efectos diagenéticos varían de unas zonas a otras ycomo determinadas áreas son más favorables para la conservaciónque otros.

Dentro del proceso de fosilización es importante conocer dosmomentos a los que nos referimos anteriormente. La bioestrati-nomía y la fosildiagénesis. El primero es anterior al enterramien-to y hace referencia a todos los procesos sedimentarios desde queel ser vivo muere hasta su enterramiento. El segundo se refiere alos procesos que causan su fosilización y se produce cuando el serya es enterrado. Junto a estos términos esta también el de la dia-génesis. Que según Rastalleck (1990) y Karkanas et al. (2000) sonlas alteraciones que se producen en el resto antes y después de ladeposición, la diagénesis afecta a procesos intrínsecos del huesocomo la porosidad, la estructura molecular, la cristalinidad yotros. Algunos factores que influyen en ella son la naturaleza delsedimento, el PH, la salinidad, el agua, la temperatura, la acciónbacteriana o la historia postenterramiento (Hedges & Millard,1995). En el trabajo de Gutiérrez (2001) se estudia los efectos de

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la diagénesis sobre la porosidad, la cristalinidad, el contenido decarbono, el proteínico y la integridad histológica que permite vercomo ha sido la destrucción microbiológica post mortem y losefectos de la diagénesis y, se ve como la acción bacteriana puedeaumentar o disminuir sus efectos, aunque también lo puede hacerel agua, la temperatura y, otras alteraciones como el weathering olas vermiculaciones.

Para Rolfe & Brant (1969) hay tres fases en la diagénesis. LaSyndiagénesis es la acción bacteriana y sería un proceso bioestrati-nómico, la Anadiagénesis fase profunda de enterramiento de com-pactación y o de reacciones predominantemente químicas quecorrespondería con los procesos fosildiagenéticos y la Epidiagéne-sis que implica la desaparición del fósil. También el clima puedetener fuertes influencias diagenéticas.

El enterramiento es el momento intermedio entre la diagénesisy la deposición y en él, la sedimentación puede ser un procesolento o rápido según distintos condicionantes. El enterramientopuede estar favorecido por las corrientes hídricas, el viento, laacción gravitatoria o la carga litostática que acrecientan el ritmo desedimentación. Clark & Kietzke (1967) sugieren que al menos 6factores de enterramiento pueden variar en función de la acumu-lación fósil:

1. Tiempo entre los episodios de sedimentación.2. Espesor de los sedimentos.3. Velocidad de las fuerzas deposicionales.4. Naturaleza del sedimento (compactación, tamaño, etc.).5. Acción postdeposicional de raíces y bioturbaciones.6. Permeabilidad del sedimento y naturaleza química.

A estos podría añadirse el del lugar de deposición, ya quedeterminados contextos como las cuevas son más favorables parala deposición que otros como los medios abiertos.

Unos de los condicionantes principales del enterramiento sonlas partículas sedimentarias y medios sedimentarios. Así Behrens-meyer (1975, 1976) muestra como los bordes de los deltas de losríos son mejores lugares de sedimentación que otros como los

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canales, al ser la sedimentación más alta y las alteraciones postde-posicionales menores.

En lo referente a las partículas, Steinz (1987) distingue variostipos, cantos rodados (> 256 mm), guijarros (64-256 mm), guija-rros de granos muy bastos (32-64 mm) bastos (16-32 mm), medios(8-16 mm), finos (4-8 mm), muy finos (2-4 mm), arenas de 2 mma 1/6 de mm, sedimento de aluvión (silt 1/256-1/16 mm) y arcillas(1/4096-1/256 mm). Butzer (1982) reconoce varios medios sedi-mentarios en función de cada ambiente (tabla 9.4).

La sedimentación condiciona la densidad de los fósiles enuna unidad geológica, así una sedimentación rápida favorecerá la

LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 291

TABLA 9.4Estados deposicionales y atribuciones de los sedimentos (Butzer, 1982)

Medio

Medios acuáticos

Karst

Cueva

Arena de costa

Lago y pantano

Delta

Riada

Eólico

Lomas inclinadas,repechos, etc.

Volcánico

Velocidad deposición

Rápida y lenta

Baja

Detritos con origeneólico o fluvial

Altamente variable

Bajo o moderado

Variable

Variable

Bajo a moderado

Variable

Variable

Textura

Lenticular, heterogéneo peropuede controlarse, arenasprecipitadas

Heterogéneo, masivo,húmico o gravas lavadas

Variado

Fino y de facies complejasarcillas y sedimentos

Fino, arcillas y arenas conmateria orgánica extensiva ymasiva

Arcillas y aluvión y arena

Complejo vertical y lateralarcillas y gravas

Bien estandarizado, masivo,arena, aluvión

Fino a masivo malestratificado sedimentado

Masivo

Clasificación

Pobre o buena

Principalmente pobre

Generalmente pobre

Bueno y marcas deagua

Pobre y buena

Moderado a bueno

Moderado a bueno

Excelente

Pobre

Moderado a excelente

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conservación de más fósiles. Por el contrario, si esta es muy lentao no se produce, dejará paso a los mecanismos de destrucciónformados por la erosión, de esta forma se pueden distinguir faseserosivas y sedimentaras. En función de esta asunción se distin-guen cuatro tipos de concentración de fósiles. En primer lugar,se da un predominio de fósiles al tiempo que un estrato corta aotro (fase sedimentaria). En el segundo un proceso erosivo pro-voca el afloramiento de fósiles, en el tercero el predominio defósiles al tiempo que aumenta la sedimentación (fase sedimenta-ria) y el cuarto es un proceso erosivo contrario al primer caso, enel que la erosión de una capa con fósiles favorece el afloramien-to de otra capa anterior rica en fósiles (Kindwell, 1985, 1986).

Ascenzi (1969) distingue en el proceso de fosilización lossiguientes momentos: Primero, desaparición gradual de las estruc-turas orgánicas como el colágeno y, el osteocyto, Segundo, fase derecristalización, mineralización y petrificación en el que se produ-ce el intercambio de minerales por las sustancia orgánicas. A esteplanteamiento se lo llamo Replacement o Authigenic Preservation(Mattheus, 1962; Schopf, 1975). En este paso se incluye procesode hidrólisis por el que se combina el agua con otras moléculas yes como el cambio de una sustancia orgánica por otra más mine-ralizada. El tercero es la sustitución de elementos químicos porotros más cristalinos.

292 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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CAPÍTULO 10

PRIMERAS CONSIDERACIONES

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Durante todo este trabajo se ha hecho un amplio recorridosobre la significación de los huesos en el registro, y en especial enel arqueológico. Se ha empezado por definir las ciencias que afron-tan el estudio de los restos óseos y como ha evolucionado su desa-rrollo. Después se ha pasado a la pregunta central que implica elconocimiento de la relación de los restos óseos con el ser humanoy para ello, una de los primeros interrogantes que podemos hacer-nos, es saber como son adquiridos los animales que aparecen enlos yacimientos. Una vez que se le haya dado respuesta a esa pre-gunta y hayamos confirmado el protagonismo antrópico y la mane-ra de adquisición, podremos plantearnos otras cuestiones. Como,pautas de trasporte seguidas, mecanismos de descarnación, tipo deaprovechamiento, formas de fracturación, estacionalidad, especia-lización, diversificación, uso como combustible etc. Sin embargo,la respuesta a esta primera pregunta ha motivado un extenso deba-te que al mismo tiempo ha impulsado el desarrollo metodológicode la zooarqueología y la tafonomía, el cual ha podido seguirsedesde el capítulo 2 al 9.

En esta ocasión presentamos algunas reflexiones sobre lasimplicaciones de las diferentes estrategias de adquisición.

Las interpretaciones tradicionales utilizadas por los distintosautores para distinguir los patrones de subsistencia humana, par-ten de argumentos discutibles tanto en favor de la caza como delcarroñeo, ya que son fruto de ideas preconcebidas y modas disci-plinares sin contrastar. Sólo los análisis de los patrones de altera-ción ósea de los últimos años se muestran algo más convincentes

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en la interpretación del registro arqueológico. Se ha comentado laimposibilidad de diferenciar tafonomicamente una adquisiciónobtenida por carroñeo primario de otra obtenida por caza, ya queambas dejan unos patrones similares. Por otro lado, las observa-ciones de Domínguez (1994 a, 1996 a, c, 2002) en referencia alacceso primario sobre una carcasa parecen indicar que la caza esuna estrategia más favorable que la del carroñeo de confrontacióno la adquisición de carcasas por muerte natural.

Esta nueva metodología más optimista se basa en una serie deestudios etnoarqueológicos y tafonómicos que han permitido con-trastar e invalidar muchas de las hipótesis tradicionales. De lamisma forma, la tafonomía nos permite evaluar ciertas interpreta-ciones basadas en técnicas de estudio, que por si solas carecen debase argumental sólida debido a que están sujetos a equifinalidad.

— La conservación diferencial por distintos agentes.— El efecto Schlepp practicado por los grupos.— La variabilidad de los métodos de desmembramiento, des-

cuartizamiento, fracturación y descarnación de las socieda-des humanas.

— El sesgo producido por carnívoros (hiena especialmente).— El sesgo del arqueólogo en las labores de excavación.

De la misma forma otro tipo de interpretaciones que defendían«caza o carroñeo» basadas en edades, peso y utilidad cárnica sondiscutibles, por esto mismo. Pero los nuevos patrones de alteraciónósea y la sistematización que se ha hecho, junto con los estudios decarnívoros desarrollados a partir de la ecología del carroñeo hanpermitido establecer nuevas bases en la interpretación del registro.

Partiendo de la nueva premisa que sitúa a los patrones de alte-ración ósea como motores principales en la interpretación delregistro óseo y de los modos de subsistencia. Las interpretacionesrelacionadas con la subsistencia humana pueden resumirse en lossiguientes puntos.

— 1 Caza en cualquiera de sus variables.— 2 Caza y carroñeo simultáneo.

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— 3 Carroñeo por acceso a animales de muerte natural.— 4 Carroñeo de confrontación.— 5 Carroñeo secundario inicial, inmediato al consumo del

carnívoro y anterior otros carnívoros carroñeadores.— 6 Carroñeo secundario tardío, después de todos los carro-

ñeros.

La observación de carnívoros y en especial de hienas ha per-mitido saber que un carroñeo secundario es improbable, ya que elacceso a la médula de un metapodio es poco rentable, por lo quela posibilidad 6 es prácticamente imposible y sólo podría ser via-ble en el caso de presas de gran tamaño (elefante, hipopótamo,rinoceronte).

El supuesto 5, implica ciertas desventajas con respecto a otroscarroñeros, pero los estudios de Blumenschine (1986), Tappen(1992) y Domínguez-Rodrigo (1996 b) muestran que es viable uncarroñeo primario en función de la estación, el lugar y el taxóncarroñeado y de la presión trófica del medio. Por lo que esta posi-bilidad sería posible sólo en determinadas circunstancias depen-dientes siempre de la presión trófica (Domínguez Rodrigo, 1996 a).

Las posturas 1, 3 y 4 son indiferenciables en el registro, pero,aún así, se pueden plantear diferentes posibilidades. El carroñeode confrontación sería inviable debido al riesgo que supone, y solopodría ser rentable en un acecho sobre guepardo (que sólo cazaanimales de talla pequeña y, los consume en poco tiempo) o el leo-pardo, aunque su mayor agresividad y corpulencia lo conviertenen más peligroso. El carroñeo de animales de muerte natural,como ocurría en el caso 5 depende de la talla de la presa, la esta-ción, la presión trófica y el lugar de muerte.

Por último, el caso 2 ofrece un mayor número de variantes, yaque se puede ir desde una caza de animales pequeños y carroñeode grandes, a una caza y carroñeo simultáneo según lo que ofrez-ca el medio. En cualquier caso estas posibilidades, excepto en elcaso de caza de animales pequeños y carroñeo de grandes sonindistinguibles de una estrategia de caza en el registro.

Igual ocurre con la posibilidad 3, que arqueológicamente esindistinguible de la 1, pero como ha mostrado Domínguez Rodrigo

PRIMERAS CONSIDERACIONES 297

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el consumo de presas por muerte natural es excepcional al igual quepeligroso el carroñeo por confrontación.

Si los criterios que tradicionalmente se usan para reconstruir lasubsistencia humana en la Prehistoria son discutibles, ¿Qué infor-mación útil pueden aportarnos los conjuntos arqueológicos estu-diados? Para empezar, deberían revisarse como se ha realizado elanálisis faunístico de estos trabajos, como ya han hecho algunosautores (Marean, 1998; Marean & Kim, 1998; Marean & Assefa1999; Martínez, 1998), y deben completarse con estudios detalla-dos de corticales y una exhaustiva identificación de todo tipo dealteraciones, para poder aportar nuevos y más datos sobre esosconjuntos óseos.

Para poder defender una estrategia cinegética en el registroarqueológico, se debe observar cierta presencia de porciones ana-tómicas ricas en carne en combinación con una proporción demarcas de corte y otra de carnívoro (o no). Los estudios de repre-sentación tradicional sólo pueden servir si se completan con estu-dios de marcas.

Por otro lado, los estudios tradicionales aun pueden utilizarsepara la representación taxonómica, para reconstruir asociacionesmedioambientales y climáticas. Pero realmente estas asociacionesno son tan exactas como se pensaba, dada la variedad adaptativade la macrofauna. Además, hay ténicas más precisas como los aná-lisis de microfauna, palinología, fitolitos, carpología, isótopos osedimentología.

En lo referente a otras conclusiones que relacionan especiali-zación cinegética con patrones de edad y otros fenómenos comoepisodios de caza en masa, debido a una representación de mor-tandad catastrófica, hay nuevos medios para ver si esta idea escorrecta o no. Los estudios de estacionalidad pueden permitirnosver si una o mas especies han muerto en una u otra estación. Porotro lado, los análisis de periquimatas no parecen tan optimistascomo parecía en un principio, los estudios de Lupo (2001) sobredos acumulaciones diferentes en Magugu y Tsipitibe muestra parael primer caso una acumulación formada a lo largo de 10 años quees indistinguible arqueológicamente de la otra, formada en unlapso temporal de 2 semanas.

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CAPÍTULO 11

PROPUESTA METODOLÓGICA

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Para terminar se propone en este último capítulo una pro-puesta metodológica cuya finalidad es su aplicación al estudio delos restos óseos de los yacimientos arqueológicos.

El objetivo principal es obtener la mayor información posiblede los restos óseos, por ello debe analizarse todos los fragmentosóseos incluidos los indeterminables, ya que cada resto por peque-ño que sea es una pieza más del puzzle que debemos completar.Un fragmento indeterminable, siempre puede aportar algún datonuevo, en primer lugar por pequeño que sea es un resto con unasmedidas determinadas que puede ofrecer pistas sobre los patronesy la intensidad de la fragmentación. Puede o no estar quemado, otener cualquier tipo de alteración antrópica, biológica o abióticaque explique el porque de su presencia en el yacimiento. A pesarde su condición, podemos ver si es parte de tejido esponjoso (encuyo caso podría pertenecer a cualquier epífisis o hueso compac-to), diafisiario, axial, craneal o dentario. Por lo tanto, los datos quepuede aportar cualquier resto puede que no sean útil taxonomica-mente o anatómicamente, pero sí, lo son tafonomicamente, que ensuma es lo que nos va a permitir interpretar el conjunto óseo.

Con el modelo de análisis que se propone se pretende estudiar:

— Los patrones de representación taxonómicos, los cualesnos ofrecen datos sobre la demografía, la paleoecolgía y,una vez conocida la tafonomía y la estacionalidad, tambiénsobre las estrategias de selección.

— Los perfiles esqueléticos, tras el estudio tafonómico y laevaluación de su estado de alteración, pueden permitirnos

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conocer las estrategias de trasporte o intuir la cercanía olejanía del lugar de aprovisionamiento de la carcasa.

— Los patrones tafonómicos, no solo nos permiten conocer lasignificación de los perfiles taxonómicos y esqueléticos,sino también las estrategias de desarticulación, descarna-ción y en definitiva del consumo de los animales. Pero ade-más, nos permite conocer otras circunstancias relacionadascon los mecanismos de conservación y destrucción. Nospermite conocer la historia tafonómica desde que los ani-males murieron hasta su descubrimiento, incluyendo lasdiferentes fases como el trasporte, su consumo y su preser-vación o destrucción en el caso de los restos que no lleguenhasta nosotros.

— Por otro lado y para conocer las estrategias de ocupacióndel yacimiento y de selección de las presas, también es con-veniente realizar el análisis de la estacionalidad que permi-te saber en que momento del año murieron los diferentesanimales.

— Finalmente y como culminación del estudio osteológico esnecesario realizar un análisis osteométrico y biométricopara los casos que sea posible, con la finalidad de hacer unanálisis paleontológico de los restos. Para ello, se sueleseguir los criterios de Dryesch (1976) y Chaplin (1976).

Para la identificación taxonómica se puede seguir numerosaspublicaciones, las más difundidas para el estudio del Pleistocenoson las de Lavocat (1966), Pales & Lambert (1971), Schmid(1972), Barone (1976), Martin & Blázquez (1983) y Hilson (1992).Para casos concretos como la diferenciación entre bóvidos depequeño tamaño como la cabra, el rebeco o el corzo se puede uti-lizar los trabajos de Cromova (1953), Bosnech (1969), Halstead etal. (2002), Payne (1985), Altuna (1972), Prumel & Frisch (1986),Bosnech et al. (1966), Lavocat (1966), Pales & Lambert (1971),Schmid (1972), Grigo (1991, 1992), Gregut (1987, 1988, 1990,1991), Helmer (2000), Helmer & Rochetau (1994), Rivals (2002) yFernández (2001). Para los diferentes tipos de cérvidos como elreno, el gamo o el ciervo a Prumel (1988), Cardoso (1993), Gue-

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rin & Patou Mathis (1996), Lister (1996), Liessau (1998), Paleta(2001), Weinstock (1999), En los casos de los grandes bóvidos des-taca los de Lawrence (1951), Bibikova (1958), Olsen (1960),Stampfli (1963), Radulesku & Herman (1971), Altuna (1972), Des-cumbres (1980), Argant & Argant (1983), Delpech (1983), Brugal(1983, 1984), Clot (1986), Moull-e (1992), Cardoso (1993), Card(1993), Auguste (1994), Guadelli (1999), Buhainidze (2002), Kaci-mi (2003), Paleta (2001) y Altuna & Mariezkurrena (en Arrizaba-laga & Altuna, 2000). Para los équidos, hay una gran diversidad detrabajos, entre los que destacan los de Eisman & Maskoue (2000)y muchos otros de esta autora o los de Aouadi (2001) para loséquidos pleistocenos y para los suidos a Paine (1988). Por último,en el caso de la megafauna se puede seguir a Guerin (1980) en elcaso de los rinocerontes, a Faure (1983) en el caso de los hipopó-tamos y para los elefantes a Bedem (1979), Olsen (1981), Rousse-lières (2001) o Aouadi & Bonifaz (2001). En el caso de los carní-voros pueden seguirse los trabajos de Lolliot (2001), Argant (1991,1999), Grégut-Bonnoure (1997), Fistani & Grégut-Bonnoure(1993), Capaso et al. (1990), Tsoukala (1996), Fosse et al. (2001) oMoulle (1992) para el caso de los diferentes tipos de osos, para elde los felinos a Gerads (1980), Altuna (1980), Guerin & PatouMathis (1996), Kotsacki & Palombo (1979), y Boyeskorov & Laza-rev (1997). Para el caso de las hienas a Gerads (1979) o Moulle(1992) y para el de los cánidos a Altuna (1983), Moignhe (1983);Barysnikov (1996) o Churcher (1993) entre otros.

En los casos en que no puede precisarse con seguridad al taxónal que pertenecen los restos, como por ejemplo, en la mayoría delos fragmentos diafisiarios poco diagnósticos taxonomicamente sepuede asignar a diferentes categorías en función del tamaño delhueso, la sección y el grosor de la cortical. Entre estas categorías sesuelen distinguir las de los animales de talla muy grande, grande,grande-mediana, mediana y pequeña. Las especies de talla muygrande están comprendidas por elefantes, rinocerontes, hipopóta-mos o animales de ese tipo y, por tanto, superan los 800 kg. Losanimales los de talla grande con pesos entre 500 y 800 kg (Bos pri-migenius, Bison, Megaceros), siguen después otras de tamañomedio-grande con pesos oscilantes entre los 250 y 500 kg como el

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caballo. A continuación están las especies de tamaño medio (Cer-vus elaphus, Rangifer tarandus, Equus hydruntinus y Sus scrofa) quecomprende animales entre 100 y 250 kg. Y por último los de tama-ño pequeño que se refiere a taxones de entre 5 y 100 kg (Capreo-lus capreolus, Capra pyrenaica, Rupicapra rupicapra) Por último,vendría el grupo de los carnívoros que por sus características ali-menticias son englobados en un grupo aparte independientemen-te de su tamaño, aunque luego se hagan observaciones sobre susdiferentes características.

Dentro de esta consideración los cérvidos como el reno o elciervo podrían incluirse también entre los animales de talla grande-mediana, sin embargo, como han visto en diferentes trabajos Car-doso (1993) o Weinstock (1999) parece que los cérvidos pleistocé-nicos del norte de Europa son mucho mayores que los de laPenínsula Ibérica, igual que ocurre con numerosas especies actua-les como el jabalí o el oso, que presentan un tamaño hasta tres vecesinferior que los ejemplares del Caucaso o el norte de Europa.

Sólo en los casos en los que no puede precisarse ni la especie niel tamaño al que podría pertenecer se los considerará como restosindeterminables. En muchos casos el resto es indeterminable anató-micamente, pero se lo puede considerar dentro de estas categorías.

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TABLA 11.1Grupos de Tamaño

Muy grandemás de 800 kg

ElefantesadultoHipopótamosadultoRinoceronteadulto

Grande500- 800 kg

ElefantesjuvenilHipopótamosjuvenilRinocerontejuvenilinfantileadultoBos bison-primigeniusadulto

Mediano-grande250-500 kg

ElefantesinfantilHipopótamosinfantilRinoceronteinfantilBos bison-primigeniusjuvenilCaballoadulto

Mediano100-250 kg

GrandespaquidermosinfantilBos bison-primigeniusinfantilCaballojuvenilBurro adulto,jabalí adulto,Reno y ciervoadulto

Pequeñomenor a 100 kg

Todos losanimalesinfantilesmás losadultos decorzo, rebecocabra

Carnívorostodos

OsoLeónPanteraLeopardoLoboLince ZorroGato montes Mustélidos

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Se ha de añadir que los grupos de tamaños se hacen en funciónde la especie y de la edad (tabla 11.1), así un ciervo infantil es con-siderado de talla pequeña o una cría de Bos es considerada de tama-ño medio dependiendo de su grado de infantilidad, de esta formase sigue a varios autores que agrupan bajo un mismo patrón de tallaa diferentes animales en función de la especie y la edad (Bunn,1982; Blumenschine, 1986; Huguet et al., 1999; Díez et al., 1999).

La consideración de diferenciar grupos de tamaño para aque-llos huesos no identificables desde un punto de vista taxonómicopero sí anatómico, parte de Uerprman (1973) que define especiesde tamaño grande, media y pequeña cuando un animal no es iden-tificable taxonomicamente. Otros autores como Blumenschine(1986), Bunn (1982) o Marean (1998) ofrecen para especies afri-canas la siguiente estimación.

1. 15 kg, pequeño infantil.2. 40-100 kg, pequeño adulto, mediano infantil.3. 100-250 kg, mediano semiadulto, grande infantil.4. 250-400 kg, mediano adulto, grande infantil.5. 400-800 kg, grande adulto.6. +1000 kg, muy grande.

Bunn et al. (1988) ofrecen seis grupos que se distribuyen en1.°: menor a 50 kg, por ejemplo la gacela o la liebre; 2.° entre 50 y250 kg, por ejemplo el impala; 3.° entre 250 y 750 kg, incluye el ñuo la cebra; 4.° entre 750 y 2.000 kg, incluye al búfalo; 5.° superiora 2.500 kg, incluye al hipopótamo y superior a 6.000 kg, que serefiere a los elefantes. Milo (1998) ofrece otro dividido en cincogrupos, así el 1.er grupo es de hasta 23 kg, el segundo de 23-84 kg,el 3.° de 84-296 kg, el 4.° de 296-900 kg, y el 5.° superior a estepeso. El método propuesto por Marean et al. (2000) también ofre-ce cinco grupos que son: el 1.° entre 4 y 22 kg, el 2.° entre 18 y 100kg, el 3.° entre 70 y 300 kg, el 4.° entre 300 y 1.000 kg, y el 5.°mayor a 1.000 kg. El método propuesto por Oliver (1994) comolos demás ofrece cinco estadios que se dividen en: 1.° de 5-50 kg.,el 2.° de 50 a 250 kg, el 3.° de 250 a 750 kg, el 4.° de 750 a 2.000y el 5.° de 2.000 a 6.000 kg, en el de Costamagno (1999) se dife-

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rencia un primer grupo de hasta 30 kg, un segundo de 30-90 kg,un tercero de 90-300 kg, el cuarto de 300 kg a una tonelada y elquinto, superior a 1.000 kg. Por último, Díez et al. (1999 a) ofrececuatro grupos que se dividen en pequeños menores a 115 kg,medianos de 115 kg a 300, grandes comprendidos entre 350 y 800kg. Y por último los que superan los 800 kg.

La insistencia por la consideración de estos grupos se debe aque tras la identificación taxonómica el número de restos que pue-den ser asignados a cada especie pueden ser escasos y casi siemprepoco representativos, por lo que es necesario englobarlos en gru-pos mayores que permitan hablar de unas pautas de consumo yaprovechamiento más concretas. De todas formas, si se parte deuna muestra taxonómica amplia, se pueden hacer interpretacionesen función de los taxones, apoyada con las que puedan hacerse apartir de los grupos de tamaño.

Dentro de los patrones taxonómicos es importante la metodo-logía empleada en la cuantificación ya que según se analice esta, lasinterpretaciones pueden ser diferentes tal y como ha visto Yrave-dra (2002).

11.1. CUANTIFICACIÓN

Dentro de los cálculos relacionados con la cuantificación taxo-nómica siempre ha habido un gran debate motivado por la grancantidad de métodos utilizados y la subjetividad que conllevan(White, 1952, 1953 b; Brain 1967, 1969; Krantz, 1968; Grayson,1973, 1978, 1979, 1984, 1989; Perkins 1973; Poplin 1977; Binford& Bertram 1977; Castel, 1977 a, b, 1978 a, b; Castel & Grayson,1977; Binford 1981;Gilbert & Singer, 1982; Castaños, 1984; Lyman1982, 1985; Chase & Hagaman, 1987; Münzel, 1988; Mengoni,1988; Plug & Plug, 1990; Marean 1991; Brewer, 1992; Ringrose,1993, 1995; Marshall & Pilgram 1993; Pilgram & Marshall, 1995;Morlan, 1994; Chase & Hagaman 1997; Marean et al., 2001 etc.).

Las variables más frecuentemente utilizadas son:NR (Número de Restos): Para referirse al numero de restos

global incluyendo determinables e indeterminables, es el Númerode Restos Total.

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NISP (número de especimenes identificables por taxón): Su uti-lización comenzó con los trabajos de Bate (1937) que lo utilizó parareferirse a los restos faunísticos del Monte Carmelo, al pensar quesu disparidad podían tener implicaciones paleoecológicas en fun-ción de la proporción de Gacella y Dama. La forma de contarlo varíade unos autores a otros, así Klein & Cruz Uribe (1984) sólo cuentanlo identificable frente a Bunn (1982) y Marean (1991) que conside-ran NISP a todos los restos identificables e indeterminables. ParaPayne (11972, 1985 b), Grayson (1979) y Klein & Cruz Uribe(1984), el NISP minimiza la importancia de algunas especies demenor número de restos y exagera otras, ya que la mayor fragmen-tación de unos taxones sobre otros puede acrecentar su importanciaen NISP. Otros problemas del NISP es que no permite la relaciónentre yacimientos, ya que está condicionado por la fragmentacióndiferencial según Chaplin (1971). De la misma forma, tampoco valo-ra la conservación diferencial, el transporte, el sesgo producido porcarnívoros o la fragmentación (Grayson, 1979). Grayson (1984) hadistinguido «specimen» y «elemento», como que el primero se refie-re a cualquier fragmento de hueso o diente frente al elemento quese refiere a aquellos dientes o huesos completos, siendo, por tanto,el conjunto de varios NISP que conforman un hueso o diente com-pleto y su cálculo es lo que se ha llamado MNE.

MNI (Mínimo Número de Individuos), es un método de cuan-tificación iniciado en 1880 por Inostrantsev (1883) en algunos yaci-mientos rusos. Pero la generalización de su aplicación no llega hastael trabajo de White (1953 b) y de otros autores en los años sesenta(Krantz, 1968, Bokonyi, 1969, 1970; Grayson, 1970, 1973, 1984;Clason, 1972; Perkins, 1973; Payne 1974; Uerprman, 1978; Brain,1976; Klein, 1986; Castell, 1974, 1977 a, b, 1978 a, b; Horton, 1980,1984; Binford, 1984; Chase & Hagaman, 1987; Münzel, 1988, etc).

Aunque los modos cuantitativos no empezaron aplicarse deforma generalizada hasta los años setenta, la proliferación de siste-mas de cuantificación provoco que se diera un gran número demétodos con similares nombres y definiciones diferentes y con nom-bres distintos y definiciones iguales. Lo que impedía la relación delas diferentes variables y la comparación y correlación entre yaci-mientos. Así Horton (1984) y antes Castel & Grayson (1977), Ducos

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(1984, 1988) y Brugal et al. (1994) mostraron la gran cantidad denombres y siglas que se han utilizado para referirse al MNI y alNISP con la finalidad de intentar llegar a algún tipo de unanimidadde criterios. También Lyman (1994 c) recoge más de 112 términos y122 definiciones referidas a las unidades de cuantificación y llama laatención sobre la necesidad de alcanzar cierto consenso en la unidadde términos y la especificación del método usado por cada autor.

Algunas de todas estas denominaciones y otras pueden ser lasdefinidas por White (1953), Shotwell (1955), Muller (1961),Ducos (1968, 1984, 1988), Krantz (1968), Thomas (1969, 1971),Gejud (1969), Bokonyi (1970), Clason (1972), Payne (1972, 1975),Von den Dryesch (1972), Perkins (1972), Grayson 1973, 1974,1978, 1979, 1981 a, b, 1984), Uerprman (1973), Chaplin (1971),Wilson (1973), Green & Matheus (1976), Poplin, 1977; NoeNygard (1977), Castell (1977 a, b), Haltzman (1979), Lie (1980),Binford (1981, 1984), Fieller & Turner (1982), Turner & Fieller(1985), Morlan (1983), Wild & Nichol (1983); Nichol & Wild(1984), Klein & Cruz Uribe (1984).

A pesar de esto, todavía es frecuente la utilización de sistemascuantitativos distintos. Brain (1981, 1969) establece el MNI segúnla sección anatómica más abundante diferenciando izquierda yderecha y edades si es posible, de forma que 10 mandíbulas puedenser de 8 individuos porque 8 son derechas y dos izquierdas. Por elcontrario Binford (1978) y Enloe et al. (1978) dividen el número detodas las secciones en función de su lateralidad diferenciandoizquierdas y derechas, así las 10 mandíbulas de antes serían un totalde 5 individuos. En nuestro caso somos más partidarios de la meto-dología propuesta por Brain por considerar que se acerca más a larealidad, auque junto a la consideración de edad, también hay queconsiderar las variables sexos y estacionalidad si es posible.

Si el NISP comentábamos que tiene el problema de acrecentarla representatividad de aquellos taxones que han sido sometidos auna mayor fragmentación y de no valorar la incidencia diferencialde ésta. El MNI hace lo contrario y tiende a infravalorar los taxo-nes con mayor número de restos y sobrerrepresentar los menosnumerosos. Así puede darse el caso de que un taxón A presente500 restos y se relacione con 10 individuos y que otro B de 30 res-

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tos equivalga a 3 individuos, lo que hace es lo que Uerpman (1973)ha llamado subjetivizar la muestra al supervalorar la importanciade algunos restos frente a otros.

De ahí que la mayor parte de los autores a los que se hacía alu-sión al comienzo de este capítulo hayan discutido sobre esta cues-tión y que aun no se pongan de acuerdo. Lo más frecuente es que seutilicen las dos técnicas del NR y el MNI junto a los datos que puedeofrecer el Mínimo Número de Elementos (MNE) al que luego nosreferiremos, ya que este puede ofrecer pistas sobre la intensidad dela fracturación y, por tanto, sobre la significación del NISP.

Por otro lado, y en relación con la especialización un tema am-pliamente tratado también en la bibliografía, puede establecerse apartir del MNI y el NISP. Así en Yravedra (2001 y 2002 a, b) seestablece que en función del NISP puede observarse cuando algúntaxón predomina sobre los demás en torno al 80% de los restos ycuando es en MNI desde el 65% de los individuos, aunque unasobrerrepresentación del 65% en restos ya implica un predominioconsiderable. Sobre este tema, algunos autores como MartínezMoreno (1997) o Díez (1992) ya han opinado y la definen a partirdel 80% de los restos, Altuna (1994) la define a partir del 70% yQuesada (1997) del 65%. En relación con este debate Ronquera(1984) y Costamagno (1999) discute el término de especializacióncomo estrategia económica y establece que es una técnica poco eco-nómica, ya que el mínimo cambio puede tener estrategias muynegativas, la excesiva dependencia sobre un solo recurso no esbuena estrategia y por ello no es normal que se produzca. En fun-ción de esto diferencia entre especialización voluntaria o forzada yestablece que también puede ser adaptativa en función de los cam-bios estacionales o ambientales. Así, observa como en varios yaci-mientos magdalenienses la especialización sobre algún recursoconcreto (reno, antílope saiga o caballo) cambian en función de laestacionalidad, de la misma manera en otros trabajos como el deBratlund (1996), Richards et al. (2000) o Aura et al. (2002) se hamostrado como la especialización sobre ciertos taxones cambiasegún la estación. De esta forma, para poder hablar de especiali-zación no vale sólo el hecho de fijarse exclusivamente en la repre-sentación taxonómica, sino que también hay que tener en cuenta

PROPUESTA METODOLÓGICA 309

Page 307: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

otras cuestiones como la tafonomía y la estacionalidad, ya que unaacumulación con variedad de especies puede indicar aportes dife-renciales por causas varias, carnívoros, procesos naturales no bio-lógicos, acción antrópica etc. De la misma manera, esta mismarepresentación puede implicar estrategias estacionales especializa-das, en las que se accede a taxones diferentes en función delmomento del año. Siguiendo estos planteamientos algunos autorescomo Patou Mathis (1993, 1995, 1997) diferencian varias clases deestrategias como la caza selectiva especializada o diversificada a laque nos venimos refiriendo, pero entre las especializadas incluyenotros tipos como la caza orientada sobre una o más especies. Éstase produce cuando predomina una especie o alguna otra más, perosin llegar a la especialización, siendo por tanto sólo orientada. Conun planteamiento parecido en Yravedra (2001, 2002 a, b) se plan-tea el término caza especializada preferencial y que hace referen-cia a las estrategias cinegéticas magdalenienses, cuando en ciertosyacimientos con biotopos favorables al ciervo se da caza especiali-zada en ciervo, pero en otros más favorables para la cabra, o paraotros taxones, presenta una gran abundancia de ciervo, llegando apresentar pautas cinegéticas orientadas hacia el ciervo en mediosmixtos o favorables para diversidad de ungulados.

Tras este inciso y volviendo al debate sobre los sistemas decuantificación, Castaños (1984) coincide en la utilidad de ambasvariables aunque reconoce la menor significación del MNI, diceque la utilización de cualquiera de los dos métodos es correctasiempre y cuando no se mezclen.

El MNI permite una aproximación estimativa del conjunto deindividuos que conformaron la acumulación y también permite laposibilidad de relacionar su número con la cantidad cárnica delyacimiento. El problema de esta relación es que al fijarse sólo enindividuos completos, no valora posibles patrones de trasportediferencial, o la conservación diferencial que puede sesgar unaspartes frente a otras, la fracturación, etc. Por lo tanto, la estima-ción del MNI sólo debe emplearse como medio de cuantificacióntaxonómico y no como medio de cálculo alimenticio, a no ser quepreviamente se haga una relación de los perfiles anatómicos y tafo-nómicos que valoren todas estas cuestiones.

310 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 308: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Los problemas que presenta el NISP o NR según Castaños(1984) y Grayson (1984) es que no refleja las diferentes probabili-dades de conservación, no valora la fragmentación diferencial, laedad de los individuos, ni las particularidades a las que ha estadosometido cada individuo. Los problemas del MNI son su menorrepresentatividad estadísticamente y la exageración de los taxonesmenos numerosos. Otro problema que tiene es la disparidad en laforma de calcularse, ya que se puede hacer de diferentes formascomo se ha visto (por ejemplo Brain 1969, 1981 contra Binford,1978). Según esto el MNI parecería una variable más lógica perosu escasa representatividad le resta poder de convicción. Otro pro-blema como ya se ha señalado son los diferentes métodos de cal-cularlo, ya que se puede hacer en función de la parte anatómicamás abundante distinguiendo lateralidad, edades, sexos o tama-ños, o bien se puede hacer combinando todas estas variables, quees, como suele hacerse, destacando dentro de esto los nuevos sis-temas de identificación de diáfisis y de calculo del MNE propues-tos por Marean y sus colaboradores a los que luego nos referire-mos, ya que permiten evaluar mejor la fragmentación.

Perkins (1973) también relacionó el NISP con el MNE y enfunción de esto, Poplin (1977, 1981) estableció un nuevo criteriollamado NIE (Número de Individuos Estimados) que trata de esta-blecer el emparejamiento de derechos e izquierdos para establecerel MNI. Aunque como ahora se verá, esto no fue un planteamien-to tan novedoso, así el NIE es igual a la suma de los elementos dere-chos e izquierdos divididos por el número de elementos que tieneun esqueleto normal, por ejemplo, en el caso del húmero sería dos,pero en el de los metacarpos dependerá del taxón por ejemplo unbóvido tiene dos, pero un cánido tiene diez.

NIE= (Der. + Izq.) / N

De esta forma es un método parecido al de Krantz (1968) enel que la suma de derechos e izquierdos se divide por el númerode partes que corresponden, por ejemplo para el húmero seríados, pero para un atlas sería uno. Este sistema de obtener el MNIa partir de las parejas de los huesos largos ya lo utilizó también

PROPUESTA METODOLÓGICA 311

Page 309: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Inostrantsev (1882) y White (1953) que no solo diferenció entrelados, sino que también entre secciones. Después Boessneck(1960), Krantz (1968), Cornweill (1964), Bokonyi (1969, 1970),Chaplin (1971) y Castel (1974, 1977 a) lo desarrollaron y trataronde crear unas nuevas fórmulas. Algunas de estas pueden ser las deChaplin (1971) que trata de desarrollar una nueva forma de calcu-lar el MNI a partir de la estimación de sexos, edades y tamañosdesarrollando la fórmula que plantea Krantz (1968) en la que setienen en cuenta el MNE.

Fieller & Turner (1982) proponen desde el reconocimiento deque su método no es perfecto, una nueva forma basada en el Índicede Peterson. Este índice a pesar de sus problemas es el métodomenos malo para estos dos autores, ya que para ellos los sistemasde Krantz (1968), Chaplin (1971) y Castell (1977 a) presentan bas-tantes problemas. Fieller & Turner (1982) prefieren hablar deíndice de MNI frente al GMT (Gran Mínimo Total) de Chaplin(1971) en el que GMT = (C/2)+D, en el que C es la suma de ele-mentos izquierdos y derechos emparejados y D es el número totalde elementos de ese tipo sin emparejar. Para Fieller & Turner(1982) los problemas de los trabajos aludidos es que parten de laidea de que los conjuntos están inalterados, no piensan en la des-trucción diferencial y parten del hecho de que tanto los elementosizquierdos como los delanteros han estado expuestos a los mismosmecanismos destructivos y esto no tiene porque ser así.

Ante la cantidad de métodos, algún autor como Horton (1984)ha propuesto la validez de todas las técnicas, pero hay que teneren cuenta las consecuencias de cada uno. De todas formas comonota Gilbert & Barton (1982), independientemente del métodoutilizado nunca nos aproximará al numero originario real de res-tos o de individuos, ya que los procesos destructivos tienen unagran influencia en la representación ósea final.

Dentro de los últimos años, la discusión ha continuado en lamisma dinámica que en los años anteriores (Marshall & Pilgram,1993; Ringrose, 1993, 1995; Pilgram & Marshall, 1995). Lo únicoes que se introducen aspectos nuevos como el transporte diferen-cial, la fragmentación, la representación ósea diferencial que pre-senta cada animal etc. Lo cual no termina de introducir conceptos

312 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 310: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

o ideas nuevas aunque algunas observaciones relacionadas con lafragmentación son interesantes, así Marshall & Pilgram (1993)muestran como la fragmentación disminuye el NISP y el MNI aldificultar la identificación.

El método más novedoso y el que más ha proliferado es el queintroduce Binford (1984). Para él, el MNI no es el Número Míni-mo de Individuos, sino el máximo. Tras adoptar los sistemas decuantificación de Krantz (1968) y Chaplin (1971) crea el MAU,pero antes de referirnos a este nuevo planteamiento lo haremos alGUI (General Utillity Index). Binford parte de la idea de un índi-ce de utilidad animal basado en el cálculo de varios índices queevalúen la cantidad de carne (MUI, Meat Utility Index), médula(MI Marrow index), y grasa (GI, Grasa Index) conformando elGUI y después el MGUI (Modifity General Utility Index), quepermiten disponer de datos mensurables y desarrollar tablas estan-darizadas a las que ya nos referimos con anterioridad en el aparta-do de la utilidad cárnica, las cuales permiten conocer el potencialalimenticio de cada elemento.

El MAU (Minimal Units Animal), que Binford empezó a apli-car en 1984 para Klasies River Moutph consiste en una forma ori-ginal de calcular el MNI, pero ahora se cambia de procedimiento.Tras el cálculo del MNE, se divide este entre el número de ele-mentos del mismo tipo que tienen el animal así si tenemos 6 tibias(4 derechas y 2 izquierdas) el MAU sería de 3 frente al MNI con-vencional que serían 4. Para ello se basa en el hecho de que si uncráneo aparece en un yacimiento es por que lo transportaron, perosi aparece una tibia no significa que la tibia del otro lado la tras-porten, por lo que sólo hay una. Así que se calcula el MAU queconsidera a los huesos como secciones no como elementos aisla-dos, por ejemplo si tenemos 10.000 vértebras cervicales de NISP,las cuales corresponden a 4.333 MNE de cervicales, y si sabemosque cada individuo en vida dispone de 7 vértebras cervicales elMAU se calculara dividiendo los 4.333 MNE/7, dando por lotanto un MAU concreto.

Después se calcula el% de MAU que se hace a partir del MAUmás alto, así el MAU mayor será el 100% en el % MAU, el restode los otros porcentajes se calcula el MAU concreto de cada ele-

PROPUESTA METODOLÓGICA 313

Page 311: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

mento se divide por el MAU más alto y se multiplica por 100.Después de calcular el MAU hay que correlacionarlo con elMGUI en una tabla y por medio del coeficiente de Pearson se trazauna línea de significancia, al que sigue el cálculo del grado de sig-nificancia, la finalidad de este tipo de estudio es ver como es elacceso cárnico. El MAU máximo muestra los individuos que hay.

Otros novedosos planteamientos son los de Münzel. (1988),Rogers (2000) y Rogers & Broughton (2001). Münzel (1988) tras losestudios previos de Castel (1974, 1978 a, b) propuso un sistema decuantificación basado en el W (peso). Propone que si los patronesde representación que tenemos en los yacimientos están expuestos ala conservación diferencial, entonces, hay que identificar los perfilesesqueléticos para calcular el W estimativo de cada animal y estable-cer así, una cuantificación más aproximada del potencial cárnicoque hubo. Sin embargo, este método posee los mismos problemasque el NISP y el MNI, ya que se desconoce el número real de indi-viduos aportados y, el cálculo del peso (W) de cada taxón es pro-blemático ya que la asimilación a cada individuo de un mismo pesovaría en función de la edad, la estación, la disposición de recursos yotras variables, por este motivo Barret (1993) sugiere otros métodosbasados en el peso para evaluar el potencial cárnico.

Rogers (2000) y Rogers & Broughton (2001) proponen la téc-nica del ABCML (Análisis of Bone Counts by Maximan likelihe-ad, es decir, Análisis de cuantificación ósea por medio del métodode probabilidad máxima), pero parece que este método ofrecealgunos problemas. Por un lado, necesita conocer todos los agen-tes que intervienen en la acumulación, algo que es difícil de cono-cer y nunca tenemos la certeza de que los agentes identificados sontodos los que hay. El segundo problema es que resulta ser excesi-vamente matemático y estadístico siendo algo complicada su apli-cación. Por último, no consigue superar la problemática de losmétodos tradicionales pues esta sujeta a los mismos problemas.

Para superar estas limitaciones, se han desarrollado otra serie decálculos e índices que tratan de calcular por ejemplo el porcentajede supervivencia del conjunto óseo dividiendo el MNE aparecidosobre el MNE esperado, o el MAU sobre el MAU esperado. Aaris-Sorensen (1983) habla del EMNF (Mínimo Número de Fragmentos

314 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 312: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Esperados) que se calcula multiplicando el MNI por el número derestos del individuo dividiéndolo luego por el número esperado.Richardson (1980) también en alusión a estos cálculos analiza el por-centaje de fragmentación calculando la intensidad de esta, adoptan-do una formula de Shotweell (1955) en la que se divide el NISPentre el MNE. Algo que también ha sido calculado por otros auto-res (Lyman, 1979; Bunn & Kroll, 1986, 1988; Grayson, 1984; Schicket al., 1989; Marean & Spencer, 1991) y por Grayson (1978) y Klein& Cruz Uribe (1984) que en lugar de utilizar el MNE usa el MNI.

En nuestro caso y tras la identificación taxonómica se utilizaráel NR para el global de todos los restos, el NISP para aquellos ele-mentos identificables taxonomicamente y o anatómicamente y elMNI en el que se tendrá en cuenta la lateralidad, el sexo, la edad yel tamaño. Por lo que siguiendo el planteamiento de autores comoGrayson (1984) o Brewer (1992) pueden combinarse ambas varia-bles de forma diferenciada para sacar conclusiones y ver que rela-ciones se producen según uno u otro planteamiento, tal y como seha hecho en trabajos anteriores (Yravedra, 2001, 2002 a, b).

El sexo es una variable frecuentemente difícil de establecerdada la gran fragmentación de los conjuntos óseos, pero si es algoque puede establecerse a partir de la biometría si la muestra óseasea abundante o morfologicamente si se conservan ciertos elemen-tos diagnósticos como la pelvis. En el caso de las medidas biomé-tricas, algunos autores como Altuna (1978) y Mariezkurrena &Altuna (1983) han alcanzado ciertas conclusiones positivas paraciervos y cabras.

11.2. EDADES

Para el cálculo de edades, frecuentemente se suelen considerarvarios grupos como los infantiles, juveniles, subadultos y adultos.La finalidad de esto es conseguir unos marcos parangonables conlos de otros yacimientos.

Para los cálculos de edad se suele seguir la metodología des-crita en numerosos trabajos basados en los cálculos sobre el creci-miento de la corona dentaria, el desgaste dentario, la emergencia

PROPUESTA METODOLÓGICA 315

Page 313: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

de los dientes y el grado de fusión epifisiaria Algunos de estosplanteamientos han sido criticados por Spiess (1979), Gifford(1991 b), Hudson (1991), Brewer (1992) o Lubinski & O Brien(2001). Estos autores muestran cierta variabilidad en la emergen-cia de los dientes y como el patrón de una especie no puede sercorrelacionada a las demás. Hudson (1991) indica que el cálculode edades puede presentar resultados diferentes según la metodo-logía empleada. Lubinski & O Brien (2001) observan discrepan-cias en la estimación de la estacionalidad a partir del crecimientode la corona y la emergencia de los dientes en un 6-21% de loscasos estudiados. Klein et al. (1981) admite que dentro de unamisma especie puede haber cierta variabilidad, sin embargo, la uti-lización de estas técnicas son sencillas y bien contrastables frente aotras más costosas, destructivas y complicadas como el de lascolumnas dentarias, que aunque resultan muy útiles son más difí-ciles de aplicar y necesitan de una gran cantidad de restos, paratener un cierto rigor estadístico. En otros casos, Munson (2000)pone de manifiesto que la mayor alteración que sufren los indivi-duos infantiles frente a los adultos por la acción de los carnívorospuede alterar la representación de la edad acrecentando el por-centaje de adultos, sin embargo esto se puede resolver medianteun análisis tafonómico que estime que grado de alteración hay o elsesgo producido.

Para el cálculo de edad pueden consultarse las observacionesde Mariezkurrena (1983), Klein et al. (1981, 1983), Klein & CruzUribe (1984), Koike & Ohtaishi (1987) y Brown & Chapman(1990, 1991, a, b, c), los de Morrison & Whitridge (1997) paraciervos, gamos y renos, y los de Couturier (1962), Pérez Ripoll(1988), Vigne et al. (2000) y Bridault et al. (2000) para cabra. Losde Aura et al. (2002) sobre ciervo y cabra, el de Pailhauque (1998)para rebeco, el de Levine (1983), Guadelli (1998), para suidos elde Brithault et al. (2000), para corzo el de Paulus (1973) y Tomé& Vigne (2003), para caballo, el de Patou Mathis (1985) o Vanno-rruburghe (2004) para el reno y los de Costamagno (1999, 2000,2001) para antílope saiga, y los de Rolett & Chiu (1994) y Todd(1987) para bisonte. En las tablas que siguen se muestran sinteti-zados las estimaciones de algunos de estos trabajos.

316 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 314: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

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Page 317: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

320 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

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Page 318: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

PROPUESTA METODOLÓGICA 321

TABLA 11.4Desgaste sobre dientes de mandíbula en Cabra (Pérez Ripoll, 1988)

Fases Estadios D4 P4 M1 M2 M3 Caracteres0 0 a-b-c Nace en junio1 A (sep-oct) g-h b-c Emerge M1 sep

(1.° año) B (inv-prim) h b-cC (inv) h c-d

2 D (sep-oct) i-j E a-c Emerge m2 sep(2.° año) E (Inv-Prim) J f-h b-c-d

F (Prim-Ver) i-j-k g-h dG (Ver-sep) k-i f-g-h d

3 a H (oct) a H e A M3 emerge oct(3.° año) I b-c-d-e H e b-c

J d-e-f-g H e c-dK (Prim) g-h H f d-e

3b L i-j H f-g-h e-fM i-j H h F

4 N j H h F(ad) O j i-j h F

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(vjo) R j-l L i HS L L j-l I

Page 319: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

322 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 11.5Medidas sobre dientes de mandíbula en Cabra según desgaste

(Pérez Ripoll, 1988). La Medida es H: de la escotadura del 2.° prisma que separa la parte posterior de las aristas de la cara lingual

Fases Estadios D4 M1 M2 M3 Caracteres

0 En mm (media) Nace en junio1 A (sep-oct) 7,5-7,7 Emerge M1 sep

(1.° año) B (inv-prim) 7,6-8C (inv) 7

2 D (sep-oct) 5-8 29-30 32 Emerge m2 sep(2.° año) E (Inv-Prim) 4-6 29-33 35-36

F (Prim-Ver) 3-4 26-28 (27)G (Ver-sep) 2-3 26-29 (27) 36-39 (38)

3 a H (oct) 22-27 (23) 37 (37) 24 (24) M3 emerge oct(3.° año) I 19-26 (24) 33-42 (38) 37 (37)

J 23-25 (24) 37-40 (39) 41-46 (43)K (Prim) 16-21 (20) 33-36 (35) 39-40 (40)

3b L 18-20 (20) 33-38 (34) 39-40 (40)M 16-18 (18) 32 (31,5) 38 (38,2)

4 N 14-17 (15) 26-31 (28) 34-36 (35)(ad) O 11-14 (14) 27-28 (28) 33-36 (35)

P 9-11 (10) 19-24 (23) 27-34 (29)5 Q 5-7 (6) 14-20 (17) 19-22 (21)

(vjo) R 2-3 (3) 7-10 (8) 8-15 (12)S 0-4 (1,4) 1-8 (4) 1-10 (6)

Page 320: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

PROPUESTA METODOLÓGICA 323

TABLA 11.6Desgaste sobre dientes de maxilar en Cabra (Pérez Ripoll, 1988)

Fases Estadios D3 D4 P3 P4 M1 M2 M3 Caracteres

0 0 mayo-jun a1 A nov-dic b-d d-c a Emerge m1

B d-e c a2 C nov-dic e-f e b-c a Emerge m2

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3 F nov-dic A d b a Emerge m3G b-c A c-d b-c-d aH a-b d d aI prim D c-d d d bJ D d d d b-c

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5 M E d-e d-e d dN e-f e-f f d-e d

Page 321: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

324 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 11.7Medidas sobre dientes de maxilar en Cabra según desgaste

(Pérez Ripoll, 1988). La Medida es H: de la escotadura del 2.° prisma que separa la parte posterior de las aristas de la cara lingual

Fases Estadios D3 D4 M1 M2 M3 Caracteres

0 0 mayo-jun 221 A nov-dic 9-11 14 24-27 Emerge m1

B 6-7 10 30-322 C nov-dic 5 5-10 32-34 (34) 33 Emerge m2

D inv 3 5-7 27-32 (32) 34-37 (37)E prim 6-7 27-31 (31,5) 37

3 F nov-dic 30-31 (31,5) 38-42 (42) 32 (32) Emerge m3G 24-30 (30) 37-42 (41,5 28-35 (32)H 28 (28,8) 38-40 (40) 39 (39)

I prim 24-25 (25) 35-36 (36) 39 (39)J 23 34-35 (36) 40-41 (40,6

4 K 17-22 (20) 27-34 (34) 33-39 (36L 14-16 (15) 24-26 (27) 19-34 (31)

5 M 8-11 (10) 16-22 (22) 22-28 (24)N 5-6 (5,5) 8-10 (10) 12 (12,2)

Page 322: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

PROPUESTA METODOLÓGICA 325

TABLA 11.8Medidas de la corona en función del desgaste para ciervo

Klein & Cruz Uribe (1981)

Meses&medida en mm de corona dentaria DP4 M1 M20-6 15-136-12 13-9 Emerge M112-18 9-7 Emerge M218-24 7-5 20-18 26-2524-30 5-3 18-17 25-2430-36 3-0 17-16 24-2336-42 16-15 23-2242-48 15-13 22-2148-54 13-12 21-2054-60 12-11 20-1960-66 11-10 19-1766-72 10-9 17-1672-78 9-9 16-1578-84 9-8 15-1484-90 8-7 14-1390-96 7-7 13-1396-102 7-6 13-11102-108 6-5 11-10108-114 5-4 10-9114-120 4-2 9-8120-126 2-1 8-7126-132 1-1 7,8-7132-138 1-0 7138-148 6

Page 323: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

326 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 11.9Fusión epifisiaria. A partir de Barone (1976) y de Reitz & Wing (1999)que se basan en Noddle (1974) para Capra, Purdue (1983) para Cervus,

Schmid (1972) para Sus, Bos y Ovis, y Silver (1970) para Sus, Bos yOvis. Para Falanges se ha puesto Silver (1969) en Brothwell & Hights

(1969) y para Cervus se ha completado con las observaciones de Mariezkurrena (1983). Y para Sus con las de Brithault et al. (2000)

Huesos Equus Bos Ovis Capra Sus Canis Felis CervusEscápula 10-12 7-10 5-7 9-13 7-13 5-8 6 18-20**

Hro prox 42 42-48 25-36 23 42 12-15 5 42-68Hro Dist 15-18 15-20 3-4 12-13 7-8 5 12-20Rad Prox 16-19 12-15 3-6 4-9 10-13 9-10 5 5-8Rad Dist 42 40-48 23-30 33 42 10-12 8Uln Prox 42 42 25-35 42 7-8 8 26-42Uln Dist 36 26-32 36 9-12 8 26-42Metcp D 15-18 20-30* 16-18 23-36 22-26 6-7 7-8 26-29Pel-Acet 10-12 7-10 5 10-13 6 8-11Pelvis + + + + + + + +Fem Prox 36 36/42 20-26 23 36 9-12 8 32-42Fem Dist 42 42-48 18-21 23 42 9-12 8 26-42Tib Prox 42 48 20-36 23 42 10-12 11 26-42Tib Dist 24 22-30 12-18 19-24 25-18 9-10 11 20-23Fal Prox 12-15 20-24 7-10 13 6-7 7-8Fal Dist 10-12 15-18 6-8 12 6-7 7-8Fal 1.a Pr 13-15 18-24 13-16 11-15 21-18 7 17-20Fal 1.a Dis Nace Nace Nace Nace Nace Nace Nace NaceFal 2.a Pr 9-12 18-24 13-16 9-13 10-18 7 11-17Fal 2.a Dis Nace Nace Nace Nace Nace Nace Nace Nace* Para Reitz & Wing (1999) es 24-36.

** Mariezkurrena (1983) Ha visto en ciervos de 20 meses que la línea de unión esta muymarcada.

Page 324: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

11.3. PATRONES DE ESTACIONALIDAD

Junto a los métodos usados también son de gran utilidad elestudio de las periquimatas de los dientes, o lo que es lo mismo laCemento-Cronología que junto a la edad también permite conocercon mayor precisión la estacionalidad. El cálculo de la estacionali-dad permite conocer el momento de muerte y, por tanto, las pau-tas de ocupación, de la misma forma permite conocer si la acumu-lación ósea se corresponde con un único evento cronológico o convarios. Las distintas especies tienen unos periodos reproductivosconcretos claramente estacionales, en función del desarrollo onto-génico se pueden conocer estos ritmos de crecimiento y conoceren que estado se encuentra un individuo cuando muere. Otrosmétodos utilizados en el cálculo de la estacionalidad pueden serpor medio del cálculo de edades al que nos referimos en el apar-tado anterior o por medio de la presencia-ausencia de ciertos ele-mentos indicadores como el asta, radiografías mandibulares, líne-as de Harris, etc. (Mateos 2002).

La Cemento-Cronología nació en el campo de la biología conel fin de establecer la edad y la estacionalidad. Después y de manode Bourque et al. (1978) empezó aplicarse a la arqueología. Deesta forma, Gordon (1988) pudo establecer como la caza de renoentre los Pirineos, la Dordoña y la Gironda obedecía a los movi-mientos migratorios de estos animales. El tratamiento de este tipode estudios se ha difundido bastante y son amplios los trabajos queanalizan la estacionalidad de gran cantidad de taxones. Así, al delos renos de Gordon (1988) y Pike Tay (1995), se pueden añadirlos de Eidman & Morienfried (1930), Pike Tay (1991), Pike Tay etal. (1998) y Pérez Ripoll et al. (2001) para ciervo, el de Burke(1992, 1995) para caballo, el de Lieberman et al. (1990) y Lieber-man (1993, 1994) para gacela y el de Griggo (1999) para cabra.

Estos estudios parten de la idea de que en las coronas de losdientes se forman bandas que se producen de manera homogénea.Las bandas claras y oscuras son segregadas cada año, si se sabe aque estación corresponde cada una se puede establecer la estacio-nalidad. Este método se basa en el crecimiento de las bandas quese producen en el cemento dentario. El cemento es un tejido

PROPUESTA METODOLÓGICA 327

Page 325: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

conectivo que crece de forma concéntrica alrededor de las raícesdentales, siendo su función principal la de fijar las raíces a la encíamanteniendo la corona en posición para la realización efectiva dela oclusión (Jones, 1981). El cemento se deposita de forma conti-nua durante toda la vida del diente. Su crecimiento es longitudinaly crece a partir de una única fuente de mineralización, los cambiosen la cementogénesis conllevan como resultado el incremento delas bandas de cemento que se relacionan con el crecimiento esta-cional.

El crecimiento del cemento se puede dividir en dos categorí-as, el cemento celular y el acelular. Este último también llamadoprimario o fibras de sharpi esta formado por fibras extrínsecasque se depositan de forma lenta pero constante por los cemento-blastos, su orientación es perpendicular a la superficie de la raíz ysu posición esta en la zona de unión con el esmalte extendiéndo-se hacia la zona apical de la raíz (Pérez Ripoll et al., 2001). Elcemento celular o secundario se forma más rápido y menos mine-ralizado que el anterior que es de mayor espesor y se deposita enel extremo de la raíz, su cantidad esta relacionada con el grado deerupción, el desgaste y el tamaño del diente (Pérez Ripoll, et al.,2001).

El cemento acelular se distribuye en la parte distal de la raíz yes de crecimiento más lento que el celular. La organización en ban-das de crecimiento permite observar la estacionalidad a partir dela alternación de bandas oscuras y claras. La banda más estrechade color oscuro y opaca se relaciona con el invierno, mientras quela otra de formación más rápida y ancha de color más claro se rela-ciona con la primavera y verano cuando el crecimiento es más rápi-do y la mineralización se reduce.

Los cambios en el cemento celular son buenos indicadorespara el establecimiento de la edad, pero no para la estacionalidadya que presenta un ritmo de crecimiento desigual. Por el contrarioel cemento acelular es un mejor indicador de la estacionalidad, yaque el crecimiento del cemento crece lento pero constante, el cre-cimiento de sus bandas a la luz polarizada se caracterizan por lapresencia de bandas paralelas que alteran la opacidad y la translu-cidez de mayor tamaño.

328 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 326: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Su procedimiento es similar al de la dendocronología de losárboles y la observación de la última banda permite conocer laestación de muerte. Sin embargo, su observación puede presentaralgunos problemas, ya que pueden variar en función del déficit decalcio o el estrés nutricional, así lo ha notado Pike Tay (1995). Porotro lado, la observación del crecimiento de bandas puede reflejarestos estados, ciclos hormonales y otras peculiaridades relaciona-das con la alimentación.

El método de estudio es algo problemático, ya que implica queel diente este completo sin alterar y también es destructivo ya quepara la obtención de delgadas secciones debe seccionarse el diente ensentido buco-lingual y mesio-distal. Una vez obtenida la columnadebe observarse con luz polarizada con microscopios de barrido o mi-crorradiografías. Para un mayor detalle sobre la metodología emple-ada, Burke (1992) muestra diferentes técnicas y su problemática.

11.4. ESTIMACIÓN DE LAS PARTES ANATÓMICAS

La estimación anatómica es sencilla y consiste básicamente enasignar cada resto a la parte esquelética que corresponda. Pero enlos casos en que esto no es posible y, por tanto, son huesos inde-terminables se les puede asignar a diferentes categorías comoesponjosos (sí es tejido esponjoso de alguna epífisis o parte dealgún elemento axial o hueso compacto), axial, craneal y diafisia-rio. Esto se hace para ver a que elementos afecta más la fractura-ción del conjunto óseo u otro tipo de alteraciones.

Un ejemplo de apurar esta identificación es el trabajo de Mare-an et al. (2000) que llega a diferenciar cuatro categorías, fragmen-to no identificable, fragmento craneal no identificable, fragmentode hueso largo indeterminable y fragmento de lasca ósea. En elcaso de algunos elementos óseos se ha podido identificar su perte-nencia a fragmentos diafisiarios, pero no se ha podido especificarcon seguridad a que elemento anatómico pertenece, por lo que enestos casos se ha intentado llegar a algún tipo de aproximacióndiferenciando la sección a la que pueda pertenecer. Diferenciandoelemento apendicular superior (húmero y fémur), medial (tibia,radio) e inferior (metapodios).

PROPUESTA METODOLÓGICA 329

Page 327: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Para poder determinar esto, se puede mirar la sección delcanal medular, el interior de la cavidad medular o el grosor de lacortical, ya que éstos varían en función del hueso al que pertenez-can (superiores, inferiores y mediales). En otros casos puede deter-minarse a que rango de especie pertenece (grande, pequeña,mediano) pero no a que sección, por lo que en esos casos puedeconsiderarse como fragmentos diafisiarios, axiales, craneales detalla «X». Por ejemplo fragmento de diáfisis de animal de tallapequeña. El objetivo de esto es poder apurar lo máximo posible ladeterminación anatómica y taxonómica y su relación con los pro-cesos y mecanismos de alteración ósea.

De esta forma, en la organización de las partes anatómicaspueden distinguirse cuatro partes. craneal, axial (costillas, vérte-bras, esternón, escápula y pelvis), apendicular superior (húmero,fémur, radio, tibia y ulna) y apendicular inferior (metapodios, hue-sos compactos y falanges). Esta agrupación es diferente de la divi-sión propuesta por Binford (1981) que considera axial (costilla yvértebra), cabeza, huesos superiores delanteros (escápula y húme-ro proximal) huesos delanteros inferiores (húmero distal, radio,metacarpo y carpo), huesos posteriores superiores (pelvis y fémury tibia proximal) huesos traseros inferiores (tibia distal y metatar-so) y falanges. También es diferente del de Potts (1983) o Mona-han (1996) que agrupan en el esqueleto axial a vértebras, costillasy pelvis pero no a la escápula, igual que Chase (1986) que distin-gue el esqueleto axial (vértebras, costillas, pelvis y esternón), extre-midad proximal (escápula, húmero, fémur, radio y tibia proximal),extremidad inferior (Radio y tibia distal) huesos terminales (Falan-ges y vértebras). También, Arribas et al. (1996) agrupa a la escá-pula con los apendiculares proximales. Sólo Blumenschine (1986)parece diferenciarlo en sus unidades alimenticias agrupando lossiguientes tipos: cabeza, axial (costilla, vértebras y escápula), pel-vis, extremidades superiores (húmero radio, fémur y tibia), meta-podios y falanges. Stiner (1990 a, 1991 a, b, c, 1994) lo llamanregiones anatómicas y distingue nueve tipos, cuerno, cabeza, cue-llo, axial (costilla, vértebra y pelvis), extremidades superioresdelanteras (húmero y escápula), extremidades delanteras inferio-res (radio, carpo y metacarpo) extremidades inferiores superiores

330 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 328: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

(fémur), extremidades inferiores traseras (tibia, tarso y metatarso).Capaldo (1995, 1997) diferencia la cabeza el axial en el que inclu-ye escápula y pelvis y luego las extremidades superiores (húmero,fémur, tibia y radio) y las inferiores (metapodios).

La inclusión de la escápula entre el esqueleto axial que aquí sepropone, tiene su explicación en el sentido que morfológicamentey estructuralmente la escápula se comporta igual que los elemen-tos axiales. Por otro lado, decir que esta asignación es discutible yaque funcionalmente los patrones de fragmentación y de desarticu-lación tienden a desarticular los cuartos delanteros completamen-te frente a los traseros que dada la fuerte articulación que tienenfémur y pelvis es más difícil de separar que la del cuarto delante-ro. Sin embargo, la propia variabilidad etnológica documentadaen la crítica de los patrones anatómicos le resta peso a esta inclu-sión de la escápula entre los cuartos delanteros.

Por otro lado, junto a las diferencias esqueléticas también esinteresante valorar las existentes entre los cuartos delanteros y lostraseros, abarcando cada uno de ellos desde la escápula hasta elmetacarpo en los miembros anteriores y desde la pelvis a los meta-tarsos en los posteriores.

Dentro de cada hueso suelen distinguirse además varias por-ciones, así para los huesos largos se suelen diferenciar tres seccio-nes, epífisis proximal, epífisis distal y diáfisis, pero también sonfrecuentes los análisis que apuran aun más la división incluyendodos partes más con las metadiáfisis. Junto al término de porcioneso secciones que nosotros hemos utilizado (Lyman 1979 y Raud1971), otros autores prefieren el de unidades anatómicas (Morales1994), o regiones anatómicas (Wilson, 1989).

En el cálculo de estas porciones, Gaundzinski & Roebroeks(2000) solo consideran la división de las epífisis proximales y dista-les, Bunn (1983), Crader (1983), Martínez Moreno (1993), Pumare-jo & Bernaldo de Quirós (1990), Selvaggio (1994), Domínguez (1997a, b), West (1997) consideran la epífisis proximal, la distal y las diáfi-sis. Por último, Blumenschine (1995), Capaldo (1997, 1998) y Martí-nez Moreno (1998) añade las metadiáfisis proximales y distales.

Tras efectuar la determinación anatómica, el análisis de losdatos taxonómicos suele hacerse en función del NISP y del MNI

PROPUESTA METODOLÓGICA 331

Page 329: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

como ya se ha indicado, pero también es de gran utilidad conside-rar el MNE que además permite valorar con mayor precisión lafragmentación y los perfiles esqueléticos.

MNE (Lyman 1994 b: 290) «Minimal number of complete ske-letal elements necessary to account for all observed specimeme-nes». Se establece a partir de los elementos que mejor sobrevivenincluidas las diáfisis tal y como sugieren Lam et al. (1998), Mare-an & Kim (1998), Marean (1998). En el trabajo de Lam y sus cola-boradores, se trata de calcular el MNE a partir de aquellos ele-mentos que pueden ser calculados con precisión en el esqueleto.

En el estudio de Marean et al. (2001) se ha discutido sobre lasimplicaciones de este método y su utilidad en la determinación delMNI y el MAU. El MNE es una modificación del NISP y tiendeagrupar los diferentes fragmentos sobre un mismo elemento lo queimplica el remontaje de huesos y, por tanto, una mayor dedicación yuna inversión de tiempo mayor. Sin embargo, la estimación delMAU y el MNI están directamente relacionadas con la del MNE.En algunos casos la estimación del MNE se ha intentado establecera partir de ciertas porciones diafisiarias o epifisiarias claramenteidentificables (Watson, 1979; Klein & Cruz Uribe, 1984) lo que hadado pie a muestras óseas inferiores de lo que realmente correspon-den. En otros casos como los ya comentados de Marean (1998),Marean & Kim (1998) y Marean & Asefa (1999) y en otros como losde Morlan (1994), Lam et al. (1998) y Bartram & Marean (1999), seha insistido sobre la importancia de la estimación del MNE a partirde secciones diafisiarias frente a las exclusivamente epifisiarias, ofre-ciendo porcentajes de representación anatómica más compensados,pero aun así hay algunas limitaciones. En estos trabajos y en los dePatou Mathis (1984, 1985), Münzel (1988), Becker & Read (1993);Delpech & Vila (1993) y Martínez Moreno (1998) se dividen lasporciones diafisiarias en códigos de números y nombres diferen-ciando la lateralidad y la situación proximal-distal-medial de cadaelemento, pero no consiguen una estimación del MNE tan precisacomo la del método de Marean et al. (2001) que supera esas limita-ciones y especialmente las de Watson, (1979), Tood & Rapson(1988), Klein & Cruz Uribe (1984) y Morlan (1994) permitiendoidentificar todos aquellos elementos diafisiarios que normalmente

332 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 330: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

son difícilmente identificables por medio de un método de traslapa-miento mediante un programa de información geográfica (GIS).Con el se van superponiendo las diferentes secciones que aparecena una plantilla de cada elemento, permitiendo al final conocer quefrecuencia tiene cada resto. Este sistema implica un cierto grado desubjetividad y de destreza en la identificación, pero es más funcio-nal y fácil de utilizar que el propuesto por Münzel (1988) aunqueparte de la misma lógica.

Siguiendo este planteamiento y para los casos en que no puedausarse este programa informático, puede dividirse cada elemento enuna serie de códigos numéricos diferenciando la lateralidad enmedial, craneal, lateral, y caudal, con el objetivo de reconocer mejorlos perfiles anatómicos, establecer el MNE, el MNI y asignar posi-cionalmente la situación de las alteraciones óseas (tabla 11.10). Conello se siguen aproximadamente las divisiones óseas propuestas porPatou Mathis (1984, 1985), Münzel (1988), Delpech & Vila (1993),Martínez Moreno (1998) etc. Pero siguiendo a Delpech & Vila(1993) las diáfisis se dividen en sectores y no en zonas de inserciónmuscular por las mismas razones que ellos comentan, la intensafragmentación y la orientación diversa de las diferentes alteraciones.

TABLA 11.10División por secciones de cada elemento anatómico. Se diferencia

en cada elemento, la parte medial, lateral, craneal y caudal (palmar para los metacarpos y plantar para los metatarsos)

Elemento anatómico Regiones o seccionesMandíbula 1. Sínfisis y dientes delanteros

2. Fosa externa mental delantera y Gran diastemaentre caninos y premolares

3. Parte de la rama horizontal dividida en la super-ficie relacionada con cada premolar o molar, enlos carnívoros incluye la segunda fosa mental

4. Fosa Mandibular interna5. Proceso Angular de la rama horizontal y vertical6. Cóndilo o proceso articular7. Proceso coronoide

PROPUESTA METODOLÓGICA 333

(Continúa)

Page 331: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

334 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

TABLA 11.10 (CONTINUACIÓN)División por secciones de cada elemento anatómico. Se diferencia

en cada elemento, la parte medial, lateral, craneal y caudal (palmar para los metacarpos y plantar para los metatarsos)

Elemento anatómico Regiones o seccionesEscápula 8. Cartílago escapular

9. Espina10. 3 A. Tuberosidad Espina. 3 B Borde Angular11. Espina12. Acromion13. Cuello Escapular14. Cavidad Glenoidea15. Proceso coracoide

Pelvis 16. Ala Iliaca17. Cuello Iliaco18. Fosa Supracondilar19. Acetábulo20. Apófisis Isquiática21. Sínfisis Púbica22. Tubérculo Isquiático

Húmero 23. Trocante Mayor24. Trocante Menor25. Tróclea26. Tuberosidad Deltoidea y Línea Rugosa27. Pequeña Tuberosidad28. Foramen Nutricio29. Fosa Oleocraneana30. Epicóndilo Lateral31. Epicóndilo Medial32. Tróclea Distal33. Foramen Supracondilar

Fémur 34. Trocante Mayor35. Segundo Trocante 36. Tróclea37. Tercer Trocante o Cresta Trocántica38. Pequeña Fosa Proximal39. Fosa Medial40. Línea Áspera41. Fosa Sdupracondilar42. Epicóndilo Lateral43. Epicóndilo Medial44. Área Patelar

(Continúa)

Page 332: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Tras la determinación taxonómica y anatómica solo quedareferirse a los patrones de alteración ósea y a los de fragmentación.

1.5. LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA

Ya se ha comentado durante todo el texto la importancia quetienen el estudio de estos patrones, por lo que no se va a reiteraresto, de la misma forma que tampoco se explicaran los méto-dos utilizados en la diferenciación de cada alteración, ya que esalgo sobre lo que ya se ha tratado ampliamente en los capítulosanteriores.

PROPUESTA METODOLÓGICA 335

TABLA 11.10 (CONTINUACIÓN)División por secciones de cada elemento anatómico. Se diferencia

en cada elemento, la parte medial, lateral, craneal y caudal (palmar para los metacarpos y plantar para los metatarsos)

Elemento anatómico Regiones o seccionesRadio-Ulna 45. Oleocráneo Ulna

46. Parte articular Ulna47. Agujero Obturador Ulna48. Proceso coronoide y Epífisis Proximal del Radio49. Metadiáfisis Proximal Radio50. Diáfisis medial Superior radio-Ulna51. Diáfisis Medial Radio-Ulna52. Metadiáfisis Distal Radio-Ulna53. Epífisis Distal Radio-ulna

Tibia 54. Proceso Articular y Enminencia intercondilar,dividido en A, B, C

55. Parte Articular con Rótula56. Reborde Tibial y Pequeño foramen caudal57. Diáfisis Medial58. metadiáfisis distal59. Epífisis Distal

Metacarpos- 60. Epífisis ProximalMetatarsos 61. Reborde Metadiafisiario Craneal

62. Foramen proximal Craneal y Plantar o Palmar63. Diáfisis64. Foramen Distal Craneal y Plantar o Palmar65. Epífisis Distal

Page 333: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

En este caso solo nos referiremos a la metodología empleadaen la observación de las diferentes alteraciones y al listado de alte-raciones que mayor atención debe prestarse.

Los patrones de alteración ósea pueden ser observados pormedio de la utilización de lupas de mano de 10X, 15X y 20X y conlupas binoculares de 30 X o más aumentos, o con microscopioselectrónicos. En cuanto a los métodos utilizados, algunos comoBunn (1983) y Blumenschine & Selvaggio (1988, 1991), Blumens-chine & marean (1993), Selvaggio (1994, 1997); Capaldo (1995,1997, 1998), Cruz Uribe & Klein (1994), Oliver (1994), Monahan(1996), Blumenschine et al. (1996), Domínguez (1997), Domín-guez & Martí (1996); Marean et al. (2001) etc. prefieren las lupasfrente aquellos que sólo usan medios microscópicos (Potts & Ship-man 1981, Shipman & Rose, 1983, Behrensmeyer et al., 1987,Lyman 1987 a, Olsen & Shipman, 1988; Fiorillo, 1999; Gilbert &Jiménez 1991, Noe Nygard 1989; Bromage & Boyd 1989) o méto-dos tridimensionales (During & Nilsson 1991). En cualquier casola utilización de uno y otro es correcto, pero si es verdad que unosconllevan ciertas ventajas frente a los otros. Así las lupas de manono necesitan de corriente eléctrica, son fácilmente transportables ymuy útiles para trabajos de campo donde los medios pueden serlimitados. Al mismo tiempo permite revisar y estudiar gran canti-dad de material en menos tiempo, por el contrario tiene el proble-ma que para algunos casos no llega a la precisión que las lupasbinoculares o los microscopios. Igualmente las lupas de mano notienen un aumento suficiente como para ver cierto tipo de altera-ciones que necesitan de mayor precisión, nos referimos a aspectoscomo los pulidos, o los patinados producidos en las labores ali-menticias de ciertas aves o pequeños carnívoros o ya a aspectosmás puntuales ya dentro del campo de la microtafonomía, para laque ya se necesitan utensilios más sofisticados.

Para la documentación de los diferentes procesos tafonómicos,como la observación de los distintos tipos de marcas de corte,diente, percusión etc. pueden emplease diferentes maneras de aná-lisis, destacando los modos cuantitativos. Ésta puede hacerse detres formas. La primera se basa en una cuantificación estimativaque cuente los restos con alteraciones. La segunda puede centrase

336 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 334: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

en el número de marcas que aparecen por hueso y la tercera en unacombinación de ambas variables. De esta forma, pueden estable-cerse relaciones entre las alteraciones óseas con los perfiles esque-léticos y taxonómicos, y a través de estas relaciones podrán cons-truirse modelos sobre la conservación diferencial, o los procesoseconómicos seguidos en el aprovechamiento de un animal, o queagentes han intervenidos sobre una acumulación y que grado deacción han realizado sobre unas u otras presas.

La relación de las marcas respecto a las partes anatómicas debe-rá hacerse en función del NISP y no del MNE, ya que una relacióncon esta categoría tendería a sobrerrepresentar la proporción demarcas, por lo que debe seguirse a Bunn (1983), Crader (1983),Auguste (1995), Martínez Moreno (1998) frente a Bartram (1995).

En la sistematización de las alteraciones térmicas ya hemosvisto gran cantidad de modelos planteados por diferentes autores,pero una forma lógica de seguir un planteamiento concreto puedeser siguiendo el modelo que presentamos a continuación. Sin que-mar (0), marrón (1), negro carbonizado (2), gris (3), blanco calci-nado (4), Azul-verde y otros (5) la cual se basa en los trabajos devarios autores (Kiszaly 1973, Balme 1980; Brain 1981; Johnson1985; Brain & Sillen 1988; Buikstra & Swegle 1989, David 1990;Nicholson, 1993, Cáceres et al., 2002), aunque esta consideraciónen función de la coloración no pretende llegar a conocer que tem-peraturas se alcanzaron, ni cuanto tiempo estuvieron expuestos loshuesos al fuego, sólo trata de documentar la intensidad de laacción térmica, ya que un predominio de huesos quemados degrado 4 o 5 implica una exposición al fuego mayor de los quepodría suponer un grado 1. Frente a esta consideración otroscomo Martínez Moreno (1993) ha distinguido 3 estadios, 0 (noquemado), 1 (quemado) y 2 (calcinado) y otros como Cáceres(2002) cuatro (marrón, negro, gris y blanco).

Entre los patrones de alteración ósea de origen natural decarácter biológico, las marcas de carnívoros pueden analizarse de lamisma forma que las de corte, de forma que son cuantificadas, ads-critas anatómicamente y por secciones. Las marcas producidas porroedores también pueden ser relacionadas anatómicamente y taxo-nomicamente. Después están las marcas producidas por bacterias,

PROPUESTA METODOLÓGICA 337

Page 335: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

insectos y otros microorganismos, las cuales pueden cuantificarse yen función de su acción o extensión se las puede agrupar en variascategorías, (1) cuando ocupan mucho más del 50% de la superficieósea, (2) regular (25-50% de la superficie ósea, (3) poco menos del25% de la pieza, (0) no hay. Para las vermiculaciones puede seguir-se una metodología similar distinguiendo cuatro tipos. (1) más del50% de la superficie ósea, (2) regular, 25-50% de la superficie ósea,(3) poco menos del 25% de la pieza y (0) no hay.

Después de estas alteraciones pueden cuantificarse y relacio-narse taxonomicamente y anatómicamente.

En el caso de las alteraciones abióticas, destaca en primerlugar el estado de la superficie ósea, que hace mención a su con-servación y como permite observar las diferentes alteracionesóseas, tanto antrópicas como biológicas. De esta forma, se handistinguido, (0) cuando la cortical no es observable, por causasvarias que el estudio tafonómico nos permitirá estimar. (1), la con-servación es buena. (2) la conservación es regular, se produce pér-dida de cortical en un 25-50%. (3) la conservación es mala, seproduce desconchamiento y pérdida de tejido cortical en más deun 50% o esta concrecionado y (4) la conservación de la superfi-cie ósea es muy mala. En este caso se ha seguido a Martínez More-no (1993).

El trampling también debe ser cuantificado y relacionado ana-tómicamente y taxonomicamente. El Weathering, a pesar de losproblemas que presenta siempre puede aportar algunos datoscomo el estado de la sedimentación (rápida o lenta) o los cambiosde humedad, por lo que son útiles los estadios identificados porBehrensmeyer (1978) para los macromamíferos.

El rodamiento puede observarse siguiendo a Parson & Brett(1989) y Cáceres (2002). De forma que pueden identificarse cua-tro estadios, (0) cuando no es observable, (1) no rodado, al menosno apreciable macroscopicamente., (2) ligero rodamiento, (3) muyrodado. La concreción también debe ser considerada, como en loscasos anteriores también pueden identificarse varios estadioscomo los descritos por Daschek (2003) que distingue un estado deconcreción ausente (0), concreción en un 50% (1) y por últimoconcreción en más de un 50% de la superficie ósea (2).

338 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

Page 336: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Otro tipo de alteraciones como las pátinas, los pulidos, la abra-sión, la mineralización, la oxidación, el goteo, el manganeso, ladescalcificación o la mineralización pueden ser consideradas sola-mente cuantitativamente, con la finalidad de ver que porcentajesalcanza sobre el registro. De todas formas, como todas las demásalteraciones pueden ser relacionadas anatómicamente y taxonomi-camente si se las engloba en una base de datos.

Por último, sólo queda referirse a los patrones de fracturación.En primer lugar se hace mención al estado de fractura diferencian-do tres grados, fresco, seco e indeterminado, lo cual se estableceprincipalmente en función del ángulo, el contorno y la morfologíade la fractura. Después se valora el grado de circunferencia delresto, especialmente este campo es para fragmentos diafisiarios,entre los que se han distinguido los siguientes grados. 1 (< 25%) dela circunferencia, 2 (25-50%), 3 (>50%), 4 (completo).

En cuanto al tipo de fractura pueden seguirse los tipos descritospor Shipman et al. (1991), Marshall (1989), Sadek Koros (1975 b) yVila & Mahieu (1989), los cuales quedan sintetizados en los modosoblicuo, longitudinal, transversal, espiral, columnar, longitudinal-apuntado, longitudinal-trasversal, longitudinal-oblicuo, trasversal-oblicuo. En este sentido hay que matizar que puede hacerse aten-diendo a la morfología global del resto o a cada una de las caras delfragmento, en cuyo caso nos daría una información más completade los patrones de fractura. Junto al estado de la fractura, la morfo-logía y el grado de circunferencia habría que considerar siguiendo aVila & Mahieu (1992), también el ángulo de fractura y el espesor delborde de fractura, ya que estos datos pueden aportar informaciónsobre el tipo de fractura, y el agente responsable.

Para ver la intensidad de la fragmentación, tanto desde unaperspectiva general, como para cada taxón pueden medirse todoslos restos, distinguiendo para ello tres categorías (1) menor a 3 cm,(2) entre 3,1 y 5 cm y (3) mayor de 5,1 cm. Al mismo tiempo, pue-den establecerse relaciones que evalúen la longitud proporcionalde la diáfisis respecto a su tamaño original diferenciando cincogrupos siguiendo a Diez et al. (1999 b), que son (1) es menor a uncuarto del total, (2) son dos cuartos del total, (3) son tres cuartos,(4) son entre tres cuartos y completo y (5) cuando esta completo.

PROPUESTA METODOLÓGICA 339

Page 337: Tafonomía Aplicada a Zooarqueología

Según todos estos planteamientos proponemos una base dedatos destinada para la realización de estudios zooarqueológicos ytafonómicos, la cual la mostramos en la siguiente figura.

340 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA

FIGURA 11.1. Base de datos empleada en el estudio tafonómico yzooaarqueológico de yacimientos arqueológicos.

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