Sroufe Completo

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o apego: la regu ación diádica de la emoción En los ambientes seguros, en los que las nriadres permiten que sus hijos se alejen de ellas cuando ellos se sienten seguros de hacerlo... y permuten que los bebés regresen a ellas con libertad, los niños son capaces de modular sus niveles de excitación. ROSENBLUM (1987) Las diversas expectativas respecto de la accesibilidad y sensibilidad de las figuras de apego que ios diferentes individuos desarrollan durante los años de inmadurez constituyen reflexiones tolerablemente exactas de las experiencias que han tenido en realidad dichos individuos. BowLSY(1973) El apego, que se refiere a una relación especial entre el bebé y quien lo cuida y que evoluciona en el transcurso del primer año de vida y al- gún tiempo después, es de manera inherente un constructo emocional. No sólo implica la existencia de un "lazo afectivo" entre el papá o la mamá y el bebé, sino que también se caracteriza propiatiiente en los términos de la regulación de la emoción del bebé. De hecho, es la cús- pide de la regulación emocional diádica, la culminación de todo el desa- rrollo habicio durante el priiner año y un anuncio de la autorregulación que está por llegar. En particular, el surgimiento de relaciones específicas de apego se refiere a la fase del desariollo en la que el bebé adopta un papel más acti\"o en la regulación diádica; es decir, se da un movimiento desde la regulación articulada por la persona que atiende al bebé hasta lo que es más verdaderamente diádico. Durante los primeros seis meses, la re- gulación emocional se lleva a cabo gracias a ciertas capacidades regu- ladoras qtié forman parte estructural del niño gracias a un entorno de

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  • o apego: la regu acin

    didica de la emocin

    En los ambientes seguros, en los que las nriadres permiten que sus hijos se alejen de ellas cuando ellos se sienten seguros de

    hacerlo... y permuten que los bebs regresen a ellas con libertad, los nios son capaces de modular sus niveles de excitacin.

    ROSENBLUM (1987)

    Las diversas expectativas respecto de la accesibilidad y sensibilidad de las figuras de apego que ios diferentes individuos desarrollan

    durante los aos de inmadurez constituyen reflexiones tolerablemente exactas de las experiencias que han tenido en

    realidad dichos individuos.

    BowLSY(1973)

    El apego, que se refiere a una relacin especial entre el beb y quien lo cuida y que evoluciona en el transcurso del primer ao de vida y al-gn tiempo despus, es de manera inherente un constructo emocional. No slo implica la existencia de un "lazo afectivo" entre el pap o la mam y el beb, sino que tambin se caracteriza propiatiiente en los trminos de la regulacin de la emocin del beb. De hecho, es la cs-pide de la regulacin emocional didica, la culminacin de todo el desa-rrollo habicio durante el priiner ao y un anuncio de la autorregulacin que est por llegar.

    En particular, el surgimiento de relaciones especficas de apego se refiere a la fase del desariollo en la que el beb adopta un papel ms acti\"o en la regulacin didica; es decir, se da un movimiento desde la regulacin articulada por la persona que atiende al beb hasta lo que es ms verdaderamente didico. Durante los primeros seis meses, la re-gulacin emocional se lleva a cabo gracias a ciertas capacidades regu-ladoras qti forman parte estructural del nio gracias a un entorno de

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    atencin y cuidados, que se prodigan con sensibilidad. La persona en-cargada de l identifica los signos de zozobra en el nio al igual que otras comunicaciones afectivas, les infunde significado y responde a ellos: la regulacin didica se cumple aqu sin la intencionalidad del f^st^S nio. Pero entre los seis y los 12 meses el beb dirige comunicados especfica e intencionalmente a dicha persona, emprende acciones pro-positivas con el fin de lograr el contacto y selecciona y altera flexible- (7 mente las conductas de un repertorio mayor hasta que alcanza el objetivo de la interaccin o el contacto (y la reestabilizacin emocional). " Cuando vemos semejante conducta activa, corregida en relacin con el objetivo de la regulacin emocional y dirigida preferentemente a otro en particular, podemos hablar de apego.

    Hay signos evidentes de que ha surgido una relacin de apego res-pecto de una persona especfica que atiende al beb, y dichos signos estn presentes de manera universal en bebs normales hacia el final .J ^ del primer ao. El primero de estos signos, todos los cuales son emo- > clnales, es la angustia por la separacin, que muestra un curso sor- ^ j ^\ prendentemente parecido en todas las culturas y tiene una cspide inicial alrededor de los nueve meses de vida (Kagan et ai, 1978; Schaf- ^ST fer y Emerson, 1964). Aun cuando surge un poco antes, como en el es- f tudio clsico de Ainsworth (1967) en Uganda, se supone que refleja el vv . mismo proceso de desarrollo del aprendizaje de la discriminacin y la /'^^ formacin de un esquema de la persona encargada de l o ella (perma- ( nencia de la persona), orientado por las pautas particulares de aten-

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    podra ser demasiado apegado. De esta concepcin prebowlbiana sur-gieron grandes dificultades. As, por ejemplo, los bebs se haran me-nos apegados con la edad (porque los prvailos buscaban menos proximidad que los bebs); pero la observacin comn haca obvio que el apego no disminuye, sino que tan slo iTiodifica su manifesta-cin. Los nios, al igual que los bebs, estn apegados a sus padres. Asimismo, las conductas "indicativas" del apego probaron ser inestables a lo largo del tiempo y de las situaciones, y llevaban a la paradjica conclusin de que el apego era invlido como un constructo de dife-rencias individuales (Masters y Wellman, 1974).

    Antes de que surgiera la concepcin de Bowlby, incluso la forma-cin del apego se conceba apelando a las cualidades basadas en los impulsos y el reforzamiento. Una de estas concepciones sostena que el apego era un impulso secundario que se derivaba de motivos ms primarios. Puesto que la madre alimentaba al beb, y que en otros sen-tidos reduca la tensin, ella se converta en el objeto del apego a travs de la asociacin. Otras concepciones hacan hincapi en la contigidad o en el reforzamiento; la persona que cuidaba al beb se volva un es-tmulo diferenciador respecto del reforzamiento porque l o ella esta-ban presentes todas las veces que haba premios, o bien esta persona recompensaba ciertas,conductas, hacindolas destacadas en el reperto-rio. Haba abundantes paiebas cjue iban en contra de estas opiniones (Ainsworth, 1969), entre ellas los esttidios clsicos de Hariow con dos muecos, uno cubierto con una tela y otro con un cuerpo de alambre como "madres sustitutas" de los monos rhestis (Harlow y Hariow, 1966). Los animales parecan claramente ms "apegados" al mueco de tela (por ejemplo, corran hacia l cuando estaban asustados), pese a que el mueco con cuerpo de alambre era la fuente del alimento, aunque am-bos estuvieron presentes en todo momento y ninguno de ellos reforz contingentemente la conducta. Una interpretacin moderna de este estu-dio, de acuerdo con Bowlby, es cjuc las madres sustitutas de tela daban ms oportunidad para que se operara el sistema conductual de apego entre los monos.

    La teora de Bowlby era diferente de las posturas previas. La espe-cie hLimana (primate), como parte de su herencia evolutiva en tanto especie social, se considera que tiene im conjunto de conductas pre-adaptadas que se despliegan con el desarrollo. En los primeros meses de vida se inckiyen la mirada, la sonrisa, el llanto y (especialmente en primates no humanos) el adherirse. Despus surgen el seguir, la bsqueda de proximidad y el hacer seas. Tales conductas quedaron es-tn.icturalmente engarzadas en el repertorio a lo largo de la evolucin, de-bido a que desempean algn papel en el fomento de la supervivencia. Los bebs himianos, al igual que cualquier organismo, expresarn

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    naturalmente condictas en su repertorio cuando tengan el respaldo de un contexto adecuado. Estas conductas surgirn y se dirigirn al blan-co ms disponible y apropiado. No invocamos un concepto de impulso secundario. En circunstancias naturales, el beb tiende a organizar estas conductas alrededor de un adulto o de "una reducida jerarqua" de ellos. El adulto no necesita ensearie esta conducta o reforzrsela, sino tan slo estar a su disposicin y ser interactivo con el o la beb para que tales conductas se den. Una vez ms, en circunstancias habituales, uno o ms adiiltos estarn especialmente dispuestos a responder a las con-ductas preadaptadas y alimentarn, tocarn y hablarn con el beb, y en general interactan con l. Tal presencia interactiva facilita la orga-nizacin esencial de la conducta del nio en torno a la persona que lo cuida y la regulacin didica de su emocin; esto es, la relacin de apego. En el beb de 12 meses ms maduro, cualquiera o todas las conductas de apego pueden utilizarse respecto del "objetivo estableci-do" de mantener o volver a lograr el contacto con la persona encarga-da del nio. Tales conductas se activan cuando se requiere un contacto mayor, debido a una distancia fsica o a una amenaza ms grandes, y se terminan cuando se logra im contacto mayor.

    Bowlby distingui entre el vnculo de apego y las conductas de ape-go. Pueden utilizarse diversas conductas al servicio del apego, pero nin-guna de ellas es exclusivamente una conducta de apego. Las sonrisas, la vocalizacin e incluso la bsqueda de proximidad pueden estar al servi-cio de sistemas diferentes del apego. Por ejemplo, cada una de stas se dirige a veces a totales extraos y puede considerarse que estn al servi-cio de la afiliacin o la exploracin. Es por esta razn que la presencia o la pura frecuencia de cieitas conductas no pueden "indicar" apego. Cuando los bebs sonren despus de varias presentaciones de un pa-yaso de juguete (captulo 5), no hablamos de crecimiento del apego (o de su disminucin, en ensayos posteriores sin que sonra).

    El apego, a diferencia de las conductas de apego, se refiere a una or-ganizacin en particular de ciertas conductas en relacin con la persona que cuida al nio, y al papel especial de esta organizacin didica para la regulacin emocional. Los nios apegados no se adhieren en absolu-to ni dirigen toda su atencin a quien los atiende; ms bien, se separan para explorar el entorno. Al hacerio as, dirigen su mirada y sus sonri-sas a otra parte y gradan su proximidad. En ausencia de alguna ame-naza, esto puede ser as la mayor parte del tiempo. El equilibrio entre el apego y la exploracin es una parte de la supervivencia humana co-mo lo es tambin el apego mismo, dado el papel que tiene el dominio del entorno en la adaptacin humana. La teora de Bowlby, que se fun-damenta en la evolucin, s requiere, no obstante, considerar que, en

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    condiciones de amenaza, los bebs buscan inmediatamente refugio en la persona que los cuida, ya sea mediante la locomocin, las seales o ambas, adems de que estn bastante atentos al lugar en donde est dicha persona para que esto sea posible. Bowlby ha examinado el va-lor esencial de supervivencia de este estado de cosas, de ah la impor-tancia del estudio citado con anterioridad (Tracy et al., 1976), en el que se documenta empricamente que los bebs buscan a las personas que los cuidan cuando se sienten amenazados o cuando necesitan ayuda para regularse emocionalmente. No es la medida de la proximidad, si-no su organizacin con otras conductas y con el contexto lo que define el vnculo de apego.

    La postura de Bowlby tiene implicaciones considerables para el es-tudio de las diferencias individuales. La variacin individual importan-te no estara en ftincin de la cantidad o la intensidad de las conductas particulares de apego o de la edad a la que primero aparecieron (lo cLial tendra la innuencia de factores cognitivos/de desarrollo). Hacia el final del primer ao, prcticamente todos los bebs normales se apega-rn, tan predispuesto est el sistema nervioso del primate para estable-cer tales apegos (Schore, 1994). La calidad del apego variar mucho, no obstante, segn sea la sensibilidad y correspondencia de la persona encargada del nio y el grado de posible reciprocidad entre ella y el beb. En la medida en que las seales del nio susciten las respuestas apropiadas, y en tanto las conductas del beb puedan coordinarse en intercambio con la figura de apego para lograr la regulacin einocio-nal de ese momento, en esa medida se podr esperar ima relacin de apego de buena calidad. El apego ansioso y de mala calidad se mani-festar en una regulacin emocional didica disfuncional.

    La extensin de la conceptuacin organizacional del apego en Bowlby

    La conceptuacin de Bowlby constituye el punto de partida para una concepcin organizacional del apego y sigue siendo el trabajo defini-tivo sobre el tema. Al poner el apego en los trminos de una teora de sistemas de objetivos establecidos, correccin de objetivos y funcin, este terico distingui su constructo de conceptos de rasgos causales. El apego no es algo que el nio tiene. No es una necesidad ni un motivo. \'.n consecuencia, no hace que el beb haga algo. Ms bien, el apego se refiere a un sistema conductual, seleccionado por su efecto en el xito reproductivo de los individuos en el entorno donde evoluciona-ron. Al concebir la proteccin de la depredacin como la funcin biol-gica y la proximidad como el objetivo establecido del sistema, Bowlby

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    sostuvo que diversas conductas de apego (como llorar, seguir a la perso-na que lo atiende, etc.) estn relacionadas funcionalmente; todas ellas pueden conducir al mismo resultado predecible: la proximidad del be-b con la persona que lo cuida. Adems, el objetivo establecido y el concepto de correccin de los objetivos implicaba que tales conductas se activaran automticamente cuando alguna informacin le avisara al beb que se haba excedido un umbral de proximidad-distancia (influi-do por el contexto). A la manera de una cur\'a de retroalimentacin, tales conductas continuaran siendo operativas hasta (y slo hasta) que se restableciera la proximidad. De esta manera, Bowlby elimin las consideraciones sobre los imptilsos y la necesidad de proponer un motivo del apego. Los pjaros no dejan de construir sus nidos por el hecho de que su impulso constn.ictor de nidos se haya gastado (conti-nan hacindolo aunque un in\-estigador lo disfrace), sino porque ya lo terminaron. Asimismo, los bebs buscan la proximidad hasta que la consiguen.

    Sin embargo, para producir un constmcto de desarrollo verdadera-mente viable, el modelo de Bowlby de sistemas de control (para dis-tinguirlode su perspectiva terica, que es ms amplia) necesita una elaboracin. Bowlby desech la reduccin de impulsos en su modelo de trabajo sobre el apego a costa de los componentes motivacionales y afectivos, que son centrales para la perspectiva organizacional que aqu presentamos y que no estn vinculados a la reduccin de impul-sos, excepto por la tradicin (Engel, 1971). Bowlby hace a un lado la emocin y la motivacin pese a que sus observaciones lo condujeron a describir el apego como im "vnculo afectivo" y no obstante de que la postura esbozada aqu la anticip l en su trabajo. El modelo ciber-ntico no hace justicia a algunas de sus observaciones ms importan-tes, especialmente al desdear el papel mediador del afecto.

    Si se liga el apego con el objetivo establecido de proximidad y se dice que la informacin exterior es la causa determinante principal de la conducta, no puede explicarse la tendencia del beb a sentirse mal ms fcilmente cuando una separacin viene despus de ima experien-cia previa de separacin-reunin. (Se atraviesa el mismo umbral de dis-tancia, de modo que la reaccin no tendra por qu ser ms fuerte a menos que est mediada por la experiencia afectiva previa.) Asimismo, no puede comprenderse la eficacia de las alternativas propuestas fren-te al contacto (por ejemplo, mostrar juguetes) desde una perspectiva de desarrollo. Las analogas inapropiadas respecto de la improntacin y los patrones de la conducta fija se descartan. Puede ser apropiado decir que un patito, al ver a su madre alejarse, la sigue automticamen-te. Pero la conducta humana es mucho ms flexible y compleja que esta ltima.

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    Cuando, por otro lado, el objetivo establecido del sistema de ape-go se considera como una "seguridad sentida" y el afecto se concibe como un mediador de la conducta adaptativa, pueden resolverse estos problemas (Sroufe y Waters, 1977fl). La bsqueda de la proximidad no se activa automticamente, sino que depende de la evaluacin que hace el beb de una diversidad de claves externas e internas, lo que da como resultado una experiencia subjetiva de seguridad-inseguridad (Bischof, 1975). Debido a su efecto sobre la experiencia emocional del beb, el medio circundante, los sucesos previos y otros aspectos del contexto (captulos 6 y 8), as como la disposicin de nimo de! nio y su nivel de desarrollo influyen en la iniciacin de propuestas para el contacto o la cercana. Con el desarrollo hay cada vez ms medios variados para mantener el contacto, y hay una menor proximidad con las personas que cuidan a los bebs en ausencia de tensin (Feldmn e ngham, 1975).

    La bsqueda de la proximidad no se desencadena automticamen-te cuando se atraviesa algn umbral fijo de distancia. Por ejemplo, los bebs pueden necesitar ms proximidad cuando entran por primera vez en una situacin. Si se sienten ms cmodos en un ambiente, per-miten que haya una mayor distancia. En el caso de que quien los atien-de se vaya por un momento, los nios pueden mostrarse susceptibles ante el ms leve movimiento despus que l o ella regresan. Bovv'Iby hablara de puntos establecidos cambiantes, pero sin una funcin para la experiencia emocional la dinmica de tales cambios permanece sin poder explicarse.

    Adems, con un beb ms grande o un prvulo, una palabra tran-cjuilizadora de la persona que lo cuida puede mitigar los sentimientos de ansiedad por la separacin y, por consiguiente, cualquier conducta de protesta posterior. Cuando dicha persona regresa y le ensea un jugue-te o interacta de otras maneras a cieita distancia, esto puede ser sufi-ciente para restablecer sentimientos de seguridad y para evitar por completo la necesidad de proximidad. Otros bebs, a causa de un afec-to que se interpone, pueden no acercarse a quien los cuida e incluso (de uT modo patolgico) llegar a evitar a dicha persona a pesar de estar angustiados (esto se analizar ms adelante). Es evidente que la bs-queda de la cercana no es algo que se active de manera automtica en los bebs.

    La explicacin de Bowlby de la funcin del apego requiere que la ampliemos. Mientras que la proteccin puede ser una funcin suficien-te para explicar la evokicin de la conducta de apego en muchas espe-cies, asignarle un papel como un apoyo de la exploracin es tambin de importancia en la adaptacin humana, en virtud de que el dominio del entorno y el aprovechamiento de oportunidades son ventajas de

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    nuestra especie. Por consiguiente, el concepto de la figura de apego como una base segura para explorar (Ainsv,'orth, 1973) puede aadirse a la fimcin de proteccipn, con lo que nuevamente el apego se convier-te en un constructo de desarrollo ms viable. La persona que est a car-go del nio, en tanto que fuente mvil de seguridad a quien ste puede recurrir desde cierta distancia, respalda su participacin en un mundo desconocido y, por tanto, potencialmente amenazador. En la presencia de esta persona, la balanza entre la atraccin hacia la novedad y la cau-tela ante la misma se inclina comnmente a favor de la exploracin. Cuando esta ltima lleva al beb a la tensin, la persona que lo cuida se encuentra ah para consolarlo y para apoyar su regreso al juego.

    El apego como constructo de la relacin

    El apego remite no a un conjimto de conductas o a una cualidad del beb, sino a una relacin emocional especial entre el beb y la perso-na que lo atiende. Al igual que otras relaciones, una relacin de ape-go evoluciona con el paso del tiempo y es el prodLicto de la historia interactiva de la diada particular (a pesar de que vara, aunque con cierta concordancia modesta, con diferentes padres; Fox, Kimmerly y Shafer, 1991; Main y Weston, 1981). No existe cosa tal como el apego instantneo. Es diferente del concepto de vinculacin (Klaus y Ken-nell, 1976), que generalmente se refiere al lazo que une a la persona que cuida al beb con ste, y se supone que se ca con bastante rapi-dez en las primeras horas o das de vida. El apego se refiere a un pro-ceso didico que evoluciona y a ima relacin mutua. Las personas que se hacen cargo de los bebs estn atadas a ellos, vigilando sus sea-les, despertando a medianoche cuando los pequeos se mueven, con miedo de que se hagan dao y, en el caso de las madres, dndoles de mamar cuando llc;ran. Pero tambin los bebs estn ligados emocio-nalmente a dichas personas. Este par est "sintonizado psicobiolgica-mente" (Field, 1985).

    Esto de que el beb est "atado" emocionalmente a la persona que lo cuida, as como cjue ella se encuentra "atada" al nio, est respalda-do por una buena cantidad de evidencias. El empleo de la persona que cuida al beb como una base segura de que ste se sin-e para la ex-ploracin y el trato preferencial de tal persona hacia el pequeo, cuando se siente amenazado o angustiado, se mencionaron anteriormente. Los bebs monitorean a quienes los atienden cuando ellos estn precavien-do im riesgo, y estas personas los confortan diferencialmente cuando ellos se hallan turbados. Cuando la relacin de apego acaba apenas de consolidarse al finalizar el primer ao, aun las separaciones breves

  • 220 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL (de unos minutos) a menudo los perturban (quiz a causa de una ame-naza al vnculo afectivo), y las reuniones son especiales incluso si el beb no est turbado.

    Son mucho ms profundas, sin embargo, las reacciones del beb o el prvulo a las separaciones ms prolongadas (que duran, digamos, semanas). Se advierte una secuencia caracterstica en la que primero hay un Dcriodo de protesta, despus del cual hay uno de decepcin y posteriormente tmo de separacin (Bowlby, 1973; Robertson y Robert-son, 1971). La secuencia no puede, desde luego, explicarse por la con-ducta de la persona que se ha ausentado y, por consiguiente, atestigua procesos organizadores en el interior del beb. Es testimonio de la ca-lidad duradera del vnculo afectivo. Cuando se renen, despus de una separacin prolongada, se despliega caractersticamente otra secuencia (Heinicke y Westheimer, 1966). Los bebs primero ignoran a la perso-na que los atiende, como si no la reconocieran, si bien reconocen y responden en realidad a figuras menos importantes despus de ausen-cias parecidas. Posteriormente hay un periodo de ambivalencia enco-lerizada y, finalmente, la reconciliacin. Esta secuencia indica de nuevo que el vnculo de apego tiene una esencia afectiva y una calidad espe-cial. Con la separacin prolongada, el trastorno emocional es tan gran-de y la \ailnerabilidad que experimenta el beb es tan profunda que la organizacin conductual de ste se simula y no es posible armarla de nue-vo instantneamente. Hablando en trminos clnicos, podramos decir que el beb, al no reconocer la presencia de dicha persona, se defien-de "ante todo contra la posibilidad de que el dolor y la vulnerabilidad se renueven.

    Hay ms evidencias acerca del valor heurstico que tiene definir el apego como un constructo de la relacin emocional, y stas provienen de la investigacin sobre la estabilidad de las diferencias individuales

    .en el apego. Con el desarrollo, se dan cambios definitivos en la mani-festacin de las conductas de apego. La cautela en un medio novedo-so y la angustia cuando se deja al nio con un extrao descienden notablemente entre los 12 y los 18 meses. Como consecuencia de ello, los saludos y la interaccin a distancia sustituyen a la bsqueda de pro-ximidad. Cuando llegan a buscar el contacto fsico, ste es breve y apa-cigua al beb si ste est angustiado, adems de que se da rpidamente en la mayora de los bebs de 18 meses (Sroufe y Waters, 1977). En vista de tales cambios de desarrollo, no es sorprendente que los indivi-duos muestren poca estabilidad durante este periodo en lo que respecta a la frecuencia de las conductas discontinuas (vocalizaciones, miradas, cantidad de cercana; Waters, 1978). Con todo, las diferencias indivi-duales en la formacin de pautas y en la organizacin de la conducta la calidad de la relacin emocional pueden ser bastante estables en entornos comLines. Ciertos bebs qLie se angustiaron por la separacin a

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    los 12 meses y que eicttv^ e intensamente buscaron el contacto cuan-do volvieron a reunirse con quienes los cuidaban (y quienes impulsa-ban el regreso al juego), tendieron como grupo a exhibir una conducta diferente pero funcionalmente similar a los 18 meses de edad. Cuando no estaban angustiados, podan saludar efusivamente e interactuar des-de cierta distancia con las personas encargadas de ellos, pero no se mostraron indiferentes o quisquillosos. El contacto fsico se transform en contacto psicolgico, mas la relacin an estaba al servicio de la ex-ploracin, y el vnculo afectivo permaneci sin disminucin alguna.

    Concebir el apego como un constructo de relacin tiene implicacio-nes evidentes para clasificar las diferencias individuales. Mientras que tales clasificaciones deben afianzarse en la conducta individual, el centro de atencin se ubica en la dinmica de la relacin; es decir, en su efi-cacia para estar al servicio de la exploracin y la regulacin emocional del beb. Tal eficacia puede hacerse manifiesta de mi-:chas maneras, y los bebs y las personas que los cuidan pueden tener relaciones efica-ces en comn, aun cuando sus estilos conductuales sean muy variables.

    Determinacin de las diferencias individuales en la calidad del apego

    Determinar la calidad de las relaciones de apego supone ima comple-jidad considerable. Probablemente ningn indicador simple o ningn conteo de frecuencias arrojar mediciones vlidas. El procedimiento debe tomar en cuenta el contexto y, sobre todo, debe penetrar en la organizacin de la conducta respecto de h regulacin didica de la emo-cin. Establecer la validez de un procedimiento de valoracin tambin sera complicado. La seguridad (la calidad) del apego es un consti\ic-lo, y los procedimientos de validacin de constructos requieren que se establezca una red de relaciones con los correlatos antecedentes, con-temporneos y resultantes. Si la calidad del apego se ha capturado, las clasificaciones deberan enlazarse a un proceso de desarrollo en des-pliegue y relacionarse con importantes consecuencias de desarrollo.

    El paradigma de Ainsworth

    Esta investigadcira desarroll im procedimiento de clasificacin que es-t explcitamente dirigido a la organizacin de la condticta, con base en la expresin y la regulacin emocionales (Ainsworth et al., 1978). Por otra parte, conduce a un sistema de clasificacin cuya dimensin central es la eficacia de la relacin para ser de alguna utilidad en lo que toca a la modulacin de la excitacin y la exploracin. El sistema es

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    exquisitamente conductista, y pese a ello esquiv el operacionalismo simplista de las dcadas anteriores. Por otra parte, las variaciones en las pautas del apego que ella descubri han resistido la prueba de ms de 25 aos de investigacin.

    En el curso de un detallado estudio longitudinal sobre la conducta de los bebs en el hogar durante el primer ao de vida, Ainsworth de-sarroll un procedimiento de laboratorio que se ha utilizado ampliamen-te. La validacin inicial de dicho procedimiento y el mtodo de marcado se basaron en su relacin con la exploracin, el llanto y la bsqueda de proxiinidad en el hogar. Esto fue absolutamente decisivo. Cualquier pro-cedimiento que pretenda determinar el apego (variaciones uniformes o nuevas aplicaciones del procedimiento de Ainsworth) debe atenerse a las obseivaciones del equilibrio entre el apego y la exploracin en el ambiente natural. se es el criterio central.

    El procedimiento consta de ocho episodios: 1. la persona encarga-da del beb y ste entran en un cuarto escasamente amueblado en el que hay una gran variedad de juguetes atractivos y apropiados a la edad del nio (un minuto); 2. se le permite a ste que JLiegue con di-cha persona, que est presente, pero sentada en una silla (tres minu-tos); 3. entra una persona desconocida, cjue se sienta en silencio durante un minuto, conversa durante un minuto con la persona que atiende al beb, luego se pone a jtigar con el pequeo, fijndose en seales del mismo; 4. la persona qtie est a cargo del nio se va (por tres minutos, a menos cjue el beb se angustie indebidamente y la per-sona desconocida no pueda calmarlo); 5. la persona que cuida al beb regresa y la otra persona se va discretamente (reunin de tres minutos); 6. la persona que atiende al nio lo deja solo (tres minutos o menos); 7. la persona desconocida entra e intenta cortfortar al beb si eso es nece-sario (tres minutos o menos), y 8. la persona a cargo del beb regresa (reunin de tres niinutos).

    Este procedimiento representa deliberadamente una situacin de tensin acumulativa (y en las culturas occidentales, moderada) para el beb. El orden de los acontecimientos se arregl de modo propositivo. Un entorno nuevo somete ligeramente a cierta tensin, pero en presen-cia de la persona que lo cuida los juguetes atractivos deben compensar cualquier cautela. La persona extraa representa una tensin adicional, pero al conversar con la madre o quien cuida al beb y permitir que el nio tenga considerable control en la regulacin del ritmo de su in-tercambio ayuda a que esta tensin se torne leve. Una vez ms, en pre-sencia de la persona que lo cuida, la mayora de los bebs simpatizara con una persona desconocida. La salida de quien lo atiende implica un claro incremento de la tensin, y mtichos de los bebs de 12 meses se angustian en este episodio. La segunda separacin causa ms tensin.

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    tanto porque es una segunda cxcitacitTck alarma como porque esta vez el pequeo se queda solo. Casi todos los bebs provenientes de inuestras de la clase media lloran en este episodio. Aun cuando eran una mayora evidente, los bebs provenientes de muestras de hogares pobres fueron los que menos lloraron, quiz a causa de tener ms expe-riencia con una diversidad mayor de personas. Con todo, el episodio pone tensos a los nios, incluso a los que no lloran (como lo atesti-guaron el juego desanimado o la excitacin autonmica; Sroufe y Waters, 1977&).

    En este sistema la calidad del apego se establece pnncipalmente al notar cuan bien est la regulacin emocional didica al servicio de la exploracin y el dominio. stos son los problemas sobresalientes de desarrollo para los bebs entre los 12 y los 18 meses de edad. La faci-lidad con que se separan de quien los cuida para irse a explorar (segu-ridad que provieie de la simple disponibilidad) define en parte una relacin eficaz de apego, y eso mismo hace la facilidad de obtener con-suelo de dicha persona cuando est angustiado, lo que fomenta que vuelva al juego. A medida que contina el procedimiento, se incremen-ta la tensin y se da tpicamente un aumento en la necesidad de contac-to. La mayora de los bebs requieren que los consuelen en el episodio 8; no obstante, para casi todos ellos tal consuelo debe ser eficaz. Se con-sidera que cuando los bebs no pueden separarse para ir. a explorar o no buscan u obtienen alivio cuando se angustian, la relacin con quien los atiende no es eficaz (hay un apego "ansioso").

    Se hace hincapi en los episodios de reunin respecto de la clasi-ficacin porque prueban la capacidad de la diada para manejar la ten-sin de la separacin, la amenaza para el vnculo afectivo. La secuencia de separacin-reunin coloca una carga mxima en la capacidad di-dica de la regulacin del afecto. Si hay una puerta cerrada, los bebs no pueden hacer mucho durante la separacin, y existen mltiples factores que influyen en el grado de angustia experimentada (por ejemplo, en-fermedad, fatiga, grado de simpata con el extrao y. con los pivulos ms grandes aunque no con los bebs de 12 meses, aparentemente, el estilo de irse de la persona encargada de ellos; Weinraub y Lewis, 19771 As, la presencia y el grado de angustia por la separacin no pue-de ser crucial para determinar la calidad del apego. Es de gran impor-taiici;i, sin embargo, lo que el nio hace, est o no angListiado, ctiando se rene con la persona que lo atiende.

    Schore (1994), con ba.se en el trabajo de Field (1985), Frijda (1988), Thelen (1989) y otros, destaca la importancia de las experiencias de sepanicin-reunin para el desarrollo de los bebs. Ellos aportan expe-riencias cla\-e de la drstic;i "transicin psicobiolgica de estado", que es una dess'iacin desde el fuerte afecto negati\-o al afecten positi\-o, y de un estado de baja energa a im estado de ele\-ada eneiga, o ambos.

  • 224 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    Dichas experiencias no slo constituyen la base para la expectativa de que puede reclamarse la organizacin cuando hay angustia, sino que, segn Schore, realmente afectan la formacin de los sistemas din-micos del cerebro (el equilibrio simptico-parasimptico). "Al fomentar el encuentro simbitico de su sistema nervioso maduro [el de la perso-na encargada del beb] y el inmaduro de l, el nio cambia de un modo parasimpiico dominante... a... uno simptico que intensifica la energa" (p. 112). Adems, esta actividad simptica activada "externamente" lleva a una excitacin mayor, a "afectos positivos regenerados" y a una mayor movilidad, "ciue capacita al pr\'ulo reenergizado a regresar al mundo" (p. 113). Con el tiempo, dicha nivelacin simptico-parasimptico ser una capacidad del nio. Tales experiencias son, as, decisivas tanto en el plano fisiolgico como en el psicolgico.

    En el sistema de Ainsworth se emplean cuatro escalas categricas para examinar la eficacia de la conducta de reunin (bsqueda de proximidad, mantenimiento del contacto, resistencia al contacto y evi-tacin). Todas esas escalas se interesan en el uso eficaz de las perso-nas que los cuidan para la regulacin emocional, y tienen que ver con la forma directa, completa y fcil de obtener consuelo de ellas. Las es-calas son una transaccin entre las apreciaciones subjetivas, que carecen de precisin, y las medidas basadas en los conteos de frecuencia, los cuales no logran capturar el significado de la conducta. Para cada pun-to de. la escala se proporcionan diversos ejemplos de conducta real, los cuales, a pesar de ser diversos, representan posiciones escalares equi-valentes, que se basan en las asignaciones de estimacin de un gaipo de jueces. La tarea del investigador es encontrar el mejor acoplamiento entre la conducta obser\ada y los ejemplos de la escala. (Para mayores detalles de las escalas, vase Ainsworth et al., 1978.)

    Pautas bsicas de apego

    Con base en las apreciaciones de la conducta de reunin y en las ob-seivaciones realizadas durante todo el procedimiento, las relaciones de apego se clasifican en uno de tres grupos principales, los cuales se basan en la formacin de las pautas de la conducta.

    Gnipo B' (relaciones seguras de apego). De manera caracterstica, estos bebs se separan fcilmente de cjuien est a cargo de ellos y se absorben

    * Las letnis que identifican cada grupo son las a.ignacias por Ain.swonii en su estudio clsi-co de 1978. Sroufe, con buen tino, describe primero c! grupo B para reducir la confusin resultante de seguir el orden alfabtico. (A', del R. T)

    EL APEG: LA REGULACIN DIDICA D LA EMOCIN 225

    en e! juego, quiz compartiendo los descubrimientos a distancia. Rara vez se ostentan indebidamente cautos con alguien extrao, aunque pueden corroborar visualmente si est por ah quien los atiende cuando el extrao entra o se acerca. Pueden o no estar angustiados en las se-paraciones, aunque si no se angustian, advertimos a menudo que su juego es desanimado y miran a la puerta o a la silla donde se sienta la persona encargada de ellos. Si se angustian, en cuanto regresa esta per-sona van directamente hacia ella, buscan contacto actiuamente y lo mantienen hasta que se calman. A menudo se le pegan a dicha perso-na, se abaten, se amoldan, o si no muestran claramente su deseo de hacer contacto y su eficacia para que les proporcione alivio. Su recupe-racin de un estado desorganizado y demasiado excitado es la suavi-dad, la estabilidad y que lo lleven a su consumacin. Si no est angustiado, no busca tpicamente el contacto fsico cuando est con la per-,sona que lo cuida, sino que ms bien sonre, salta, vocaliza o muestra un juguete, buscando activamente la interaccin (el contacto psicol-gico). Se ponen contentos al ver a dicha persona. Estn o no angustia-dos, muestran una clara preferencia por ella. Puede ser que acepten el contacto de un extrao; incluso algunos nios se calman, pero inme-diatamente dejan a ste en cuanto regresa la persona encargada de ellos y la tratan de una manera cualitativamente distinta. No muestran reiiuencia a estar con ella y tampoco exhiben una mezcla de enojo, im-paciencia o rechazo al buscar el contacto (si bien estas conductas s pueden mostrarlas con el extrao).

    Gntpo C (apego ansioso/resistente). Estos bebs exhiben pobreza en la exploracin y se muestran cautos con los extraos, tal vez porque necesitan el contacto incluso antes de la separacin. Se angustian mucho por la separacin y no se calman con el extrao. Definitivamente, cuando se renen con quien los cuida todava se obsena en ellos mu-cha dificultad para calmarse. Pueden poner rgido el cuerpo, patalear, apartar con la mano, golpear los juguetes que se le ofrecen y retorcerse para que los bajen, nicamente para volver a llorar para que los tomen en los brazos de nuevo. Atinque buscan el contacto, de algn modo tambin se resisten a l (mostrando con ello una ambivalencia eviden-te),* o simplemente lloran y se agitan de forma pasi\:i. En todo caso, no pueden usar eficazmente a la persona que los cuida para su regu-lacin emocional. No se apaciguan por completo, y como resultado no regresan a la exploracin entusiasta y al juego.

    Por este motivo tambin se llama amhiualeme a esta forma de apogo. (W del R. T.)

  • 226 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    Grupo A (apego ansioso/elusiuo)' Los miembros de este gaipo se se-paran fcilmente para ir a jugar (aunque su juego puede ser superficial), y en general muestran poca precaucin ante los extraos. Se sienten mal nicamente si los dejan solos y por lo regular se calman cuando la persona desconocida regresa en el episodio 7. Es muy significativo que, cuando se renen con quien est encargado de ellos, no le hacen ms que un saludo indiferente y pueden ignorada, mirar para otro lado, volverse hacia otra parte o alejarse de l. No inician la interaccin con esta persona y no corresponden a sus intentos para interactuar. Tal evi-tacin (que estos bebs no exhiben hacia los extraos) tiende a ser mayor en la segunda reunin. De este modo, la relacin entre la tensin y la bsqueda de contacto se invierte; conforme aumenta la tensin, se incrementa la evitacin. Aunque a menudo no estn patentemente angus-tiados durante las reuniones, esos bebs estn sin-'embargo excitados autonmicamente durante la separacin y la reunin, y muestran difi-cultades en su capacidad para explorar (Sroufe y Waters, 1977fa).

    Los apegos del grupo resistente son ansiosos, claramente ambiva-lentes y fracasan en la exploracin. El apego ansioso del grupo evita-dor se deduce en mayor grado de las interferencias manifiestas en la conducta de apego que ellos experimentan bajo tensin. Se cree que estos pequeos tambin dudan acerca de la disponibilidad de la perso-na que los cuida. Se supone que est presente en ellos el deseo de ILIS-car el contacto, pero no se expresa debido a algn tipo de interferencia. Main (1977) ha sealado que se excita el enojo incompatible, al igual que un deseo de contacto, lo que lleva a ignorar a esta persona o a ex-hibir otra conducta de desplazamiento. Alternativamente, una historia de rechazo de las veces en cjue el nio ha buscado el contacto, que una y otra vez produjo un afecto desorganizador, puede conducir al beb a suprimir la conducta de aproximacin cuando se excita. Apro-ximarse es arriesgarse al afecto desorganizador (en el cjiie est incluido el enojo). En cualquier caso, la experiencia emocional, ya sea histrica o actual, se deduce incluso sin la expresin afectiva, debido a la au-sencia de una conducta que pueda esperarse y en conformidad con la perspectiva organizacional. Aun la conducta de ignorar a tal persona se remite a la evitacin en este contexto. (La validez de estas propuestas se justificar en la seccin siguiente.)

    Al igual cjue con las escalas de apreciacin elaboradas por Ains-worth, la clasificacin es una cuestin de acoplamiento modelo. Hay

    Ainsworih llam al)ego ansiusoA'liisivo a csm c.uc-gor.i. En artculos ms recienies se le designa fro/cuitcitiuo o frio/alusivo. (.\'. del R. TJ

    EL APEGO: LA REGULACIN DIDICA DE LA EMOCIN 227

    subgrupos en cada categora principal. Algunos bebs apegados con se-guridad, por ejemplo, se muestran cautelosos tanto con los entornos nuevos como con los extraos; lloran mucho por la separacin y nece-sitan bastante contacto (gaipo BA). Se clasifican como seguros porque buscan el contacto de una manera activa, eficaz y suave, muestran pocos signos de resistencia al contacto y ste es eficaz al acabarse su zozobra. Otros nios apegados seguramente pueden no llorar en absoluto y buscar poco o ningn contacto fsico (gaipo 51). Su seguridad se ma-nifiesta por una vigorosa conducta de saludo y la activa iniciacin de la interaccin a distancia. Otro subgaipo de casos seguros muestra al-guna evitacin en la primera reunin, la cual da lugar a la bsqueda de proximidad en la segunda reunin (52). (Es notable que la evita-cin y la resistencia no son conductas de apego en absoluto; no obs-tante, su ausencia es decisiva para definir el apego seguro.)

    El descubrimiento de Ainsworth de las tres pautas bsicas del ape-go se bas en una muestra pequea; sin embargo, otros han encontra-do cjue 90% de las muestras grandes pueden clasificarse fcilmente por lo general. Aquellos que no estn familiarizados con la clasificacin del apego pueden no apreciar el logro de Ainsworth, al creer que las tres pautas (ocho subtipos) son simplemente todas las posibles. Pero no lo son. En nuestra muestra original de la clase media, por ejemplo, no ob-senamos a ninguno de los bebs que evitara a la persona encargada de ellos y que se portara cauteloso con la persona desconocida o que llorara cuando lo dejaban con el extrao, y ningimo de los bebs evi-t a la madre y tampoco al extrao (Sroufe y Waters, 1977^?). Podran esperarse dichas pautas acudiendo al concepto de rasgo de euitacin o generalizacin de la evitacin; no obstante, predeciblemente no se ob-seivaron. Por otra parte, no hubo prcticamente ningn beb que ex-hibiera resistencia al contacto cuando se reuni con la persona que lo atenda ni que no llorara cuando lo dejaban en compaa del extrao.

    La investigacin que se realiz posteriormente mostr cjue incluso los casos que no logran encajar en el sistema de Ainsworth representan con frecuencia variaciones significativas. Main y sus colaboradores (por ejemi^lo, en Main y Hes.se, 1990) han sostenido que los ca.sos que se ajustan al sistema de Ainsworth, incluso las pautas del gaipo /l y el gru-po C, reflejan estrategias coherentes para enfrentar los sentimientos de apego en el momento en que stos se producen. La e\itacin, por ejem-plo, puede entenderse como una estrategia del nio para tener a ma-no a una madre u otra persona encargada de l, que es rechazante habitualmente (en vez de inducir a una mayor lejana). Esto deja abier-ta la posibilidad de la sensibilidad y correspondencia, en el caso de que surgiera una amenaza extrema. Pero en ciertos casos no puede desarro-llarse estrategia coherente alguna. El beb puede exhibir secuencias

  • 228 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    desorganizadas de conducta o comportamientos estrafalanos, tales como tratar con desprecio a la persona que lo cuida, conducirse con estereo-tipias o yacer postrado en el suelo cuando dicha persona regresa. Main afirma que estos bebs no han sido capaces de formar estrategias co-herentes porque la conducta misma de la persona que lo cuida ha sido incoherente o amenazadora. As, la misma figura que sera el blanco de la conducta de apego es tambin la fuente de la desorganizacin o la amenaza. Dichos ca.sos, que comprenden al gaipo D (apegado con an-siedad, desorganizado), se han asociado con historias de abuso o con personas que cuidan a los bebs y que cargan con historias de traumas no resueltos (Carlson, Cicchetti, Barrett y Braunwald, 1989; Main y Hesse, 1990). ^

    Respaldo de la investigacin sobre el apego ^ como constructo organizacional ^

    De acuerdo con Bowlby, las hiptesis esenciales de la postura organi-zacional son las siguientes; 1. las diferencias en la calidad del cuidado llevarn a diferencias en la calidad del apego (es decir, la regulacin lle-vada a cabo tempranamente por la persona que cuida al beb ser el pronstico de la pauta posterior de la regulacin didica), y 2. tales dife- X rencias en el apego tendrn un profundo efecto en la autorregulacin posterior de la emocin que realizar el beb. \

    Para la primera hiptesis es central la idea de que en atencin a la 1 historia interactiva, el nio o la nia se harn expectativas en cuanto ^ a la sensibilidad y correspondencia de la persona que los atiende y, con el tiempo y de manera complementaria, respecto de su propio gra-do de eficacia para suscitar respuestas (lo que Bowlby llama modelos hitemos do trabajo). Por lo regular, a partir de los intercambios coordi-nados que ha articulado la persona encargada del beb en los prime-ros seis meses, y a partir de la sensibilidad de esta persona hacia las seales explcitas del nio en el lapso comprendido entre los seis y los 12 meses, los pequeos aprenden que la persona que los cuida est proba-blemente disponible y que, cuando esto es as, la regulacin emocional puede conservarse o volver a obtenerse si es que la ha perdido. Tales ex-pectativas se descubren en la organizacin de la conducta de apego. Los bebs que esperan qtie la persona encargada de ellos va a responder-les exploran con toda confianza, sealan sus necesidades intencional-mente o buscan de manera activa el contacto cuando lo necesitan, y responden con rapidez a las intervenciones de esta persona (las cua-les esperan que sern efectivas).

    EL APEGO: LA REGULACIN DIDICA DE LA EMOCIN 229

    La segunda hiptesis se centra en la idea de que la experiencia de la regulacin didica, en la que el beb tiene un papel cada vez ms activo, proporciona un fundamento necesario para la autorregulacin. Si la persona que atiende al beb es sensible, ste adquiere confianza en su propia causalidad. El beb est teniendo realmente un efecto en el entorno. El movimiento hacia la autorregulacin no necesita llevar-se a cabo de inmediato, sino a travs de una serie de fases, a medida que las capacidades en despliegue del nio dan lugar a un empleo me-nos frecuente, menos pronunciado y ms distante de dicha persona co-mo un auxilio para la regulacin. La confianza en la persona que lo cuida se transforma en una confianza en el yo junto con dicha persona y, al final, en una confianza en s mismo.

    Calidad del cuidado y calidad del apego

    El estudio original de Ainsworth proporcion la confirmacin inicial de la primera hiptesis de Bowlby (Ainsworth et al., 1978). Esta inves-tigadora descubri que, en los casos en los que se haba clasificado a las personas encargadas de los bebs con una "sensibilidad" elevada (va.se el captulo 9) en varios puntos de sus escalas durante el primer ao, era ms probable que se clasificaran como seguras las relaciones de apego a los 12 meses. Tanto en los gaipos evitadores como en los resistentes las personas que los cuidaban haban obtenido una clasifi-cacin baja en cuanto a sensibilidad, a pesar de que nada haba sido distintivo en la conducta de los bebs durante los primeros meses del primer ao (Blehar, Lieberman y Ainsworth, 1977). Los casos de evita-cin se distinguieron por un rasgo especial; las personas que cuidaban a los bebs mostraron una tendencia especialmente pronunciada a re-chazar al nio, precisamente cuando ste buscaba que lo tomaran en los brazos. (Si bien no tenan, en trminos generales, menos contacto fsico con ellos, no parecan sin embargo disfrutarlo.) As, los que al fin se haban clasificado como que posean apegos seguros, realmente tenan historias que alentaran expectativas acerca de la sensibilidad y capacidad de respuesta de la persona encargada de ellos. Los que se haban llegado a apegar ansiosamente tenan historias que llevaran a la incertidumbre acerca de la disponibilidad y eficacia de dicha perso-na y, especialmente en los casos de evitacin, a profundas dudas sobre su sensibilidad, sobre todo en los momentos de necesidad.

    - Uno de los hallazgos especficos de la investigacin de Ainsworth tena que ver con la relacin entre la respuesta pronta al llanto durante el primer ao y el apego a los 12 meses (Bell y Ainsworth, 1972). Esta ca-pacidad de respuesta estaba asociada con el apego seguro posterior y

  • 230 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    paradjicamente, desde un punto de vista estrecho sobre el reforzamien-to, con menos llanto. Este hallazgo es consecuente con un aprendiza-je ms amplio que se da a esa edad, segCm la postulacin de Bowlby. El llanto no es una operante que suceda al azar; es una seal, automti-ca al principio, que responde a la sobreexcitacin (semejante a cuan-do tiritamos por el fro). Posteriormente, es ms dirigido. Despus de la primera infancia puede volverse, por supuesto, manipulador y reci-bir un reforzamiento inadecuado. Pero los nios pequeos no pueden echarse a perder por la sensibilidad o la capacidad de respuesta. En vez de eso, aprenden que quien los atiende es sensible a sus seales, que se diferencian con el desarrollo. Habiendo aprendido que la per-sona que los cuida ser sensible con seguridad a su angustia (una vez experimentada la regulacin didica efectiva de la emocin), los bebs ms grandes pueden traoquilizarse simplemente con la presencia de esta persona o con su respuesta a una vocalizacin, sonrisa o alguna otra seal que ellos hagan a la distancia. No necesitan utilizar la seal menos diferenciada del llanto.

    El hallazgo fundamental de Ainsworth lo han reproducido varios investigadores (Bates et al., 1985; Belsky e Isabella, 1988; Egeland y Farber, 1984; Grossmann, Grossmann, Spanger, Suess y Unzer, 1985; Isabella, 1993; Isabella y Belsky, 1991; Kiser, Bates, Muslin y Bayles, 1986). En cada uno de los casos, las clasificaciones de la escala de sensibilidad propuesta por Ainsv^'orth a los cuatro o seis meses (y en ocasiones a otras edades tambin) estaban relacionadas con las clasifica-ciones del apego a los 12 meses, que siempre hacan codificadores in-dependientes. La relacin entre el rechazo y la evitacin de pane de la persona encargada del beb tambin se ha reproducido (Isabella, 1993). El estudio de Grossman fue especialmente interesante porque las clasi-ficaciones de sensibilidad a los dos y a los seis meses predecan el ape-go, pero las clasificaciones a los 10 meses, no. Esto era porque, en su muestra nordicogermana, las personas encaigadas de los bebs empie-zan en general, ya casi al finalizar el primer ao, a presionar a los nios para que se porten "apropiadamente". La variacin en la sensibilidad desaparece y la sensibilidad media se viene hacia abajo. sta es una confirmacin notable de Ainsworth, porque la predictibilidad de las primeras apreciaciones de la sensibilidad o capacidad de respuesta para la calidad posterior del apego se mantuvieron, a pesar de algunos cam-bios que se dieron con el tiempo en la conducta de la persona encar-gada del beb ocasionados por las normas generales de la cultura.

    Tambin otros estudios han mostrado que diversos aspectos de la regulacin emocional, dirigida por la persona que cuida al beb durante el primer ao, en la que se incluye la "disponibilidad emocional" de esa persona y la calidad de la comunicacin emocional, se han relacionado

    EL APEGO: LA REGULACIN DIDICA DE LA EMOCIN 231

    con la seguridad posterior del apego (Egeland y Sroufe, 1981; Tronick, ^ /1989). En conjunto, la hiptesis de que la calidad del apego se vincula

    / con la calidad anterior del cuidado y la atencin tiene amplio respaldo en los estudios de desarrollo.

    Los estudios de intervencin, que a menudo implican entrenamien-to y otros esfuerzos para mejorar la sensibilidad, ofrecen algn sustento adicional para la hiptesis de Bowlby. Pese a que no siempre mues-tran los efectos, los resultados de los estudios bien hechos han sido a veces potentes y duraderos (por ejemplo, el de Van den Boom). El en-trenamiento en la sensibilidad y capacidad de respuesta puede incre-mentar drsticamente la proporcin de apegos seguros, en especial cuando trabajamos con grupos de bebs desafiantes o con diadas que ya empiezan a mostrar dificultades (Lieberman, Weston y Pawl, 1991).

    Vale la pena reiterar que estas consideraciones no invalidan ni desa-prueban la variacin temperamental de las diferentes.dimensiones de la conducta (vase el captulo 9). De hecho, la sensibilidad por su defi-nicin misma, encarna diferencias de estilo conductual. Ser sensible quiere decir corresponder de modo particular a la naturaleza, disposi-ciones de nimo y a la manera en que hace .seales un beb en paiticu-lar. Asimismo, puede considerarse que la variacin del apego y la variacin temperamental son ortogonales por dos razones. En primer lugar, representan distintos niveles de anlisis. Las determinaciones del

    _ apego estn en el nivel de la organizacin de la conducta. De este mo-do, no se trata tanto de cmo llore o se retuerza un beb, sino en qu contexto, en la secuencia de qu otra conducta y de qu manera para que sean decisivos. (Los bebs que lloran mucho durante la separa-cin, incluso al principio de las reuniones, y que se retuercen vigoro-samente con la persona desconocida, a pesar de todo se considera que estn apegados seguramente si al establecer contacto con la persona que los atiende se constielan y vuelven a jugar.) Segimdo, como se se-:il antes, los bebs apegados seguramente (y los que lo estn ansio-samente) exhiben grandes diferencias de estilo conductual, desde lento a excitado y fro (51), a lento a entusiasmado y fcilmente sobreexci-tado (54).

    Al examinar la conducta de separacin-reunin, Thompson (1990) ha sostenido que las diferencias temperamentales pueden influir prin-cipalmente en lo que los bebs necesitan ima ve?, que \-uelven a reu-nirse con C|uien los cuida. La seguridad del apego "proviene de qti tan bien se ha dado esta ayuda (p. 386). Los que, por ejemplo, responden a la separacin con una angustia imperativa y de elevada intensidad ne-cesitan una respuesta inmediata y total de dicha persona, y en el caso de algunas relaciones seguras de apego esto es lo que sucede. Otros, .

  • 232 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    que no estn tan angustiados, necesitan slo una interaccin distante, y esto tambin puede hacerse eficazmente en los casos seguros.

    La investigacin al respecto apoya la distincin entre la calidad de la relacin de apego, basada en una hi.storia de cuidados y atencin, y la variacin en el temperamento. En primer trmino, las caracterizaciones del temperamento en el primer ao, ya sea a partir de la obseivacin de la ccjiiducta o de la informacin dada por los padres, fallan uniforme-mente en predecir la seguridad del apego (Ainsworth et al., 1978; Bates et al., 1985; Blehar, Lieberman y Ainsworth, 1977; Bohlin, Hagekull, Germer, Andersson y Lindberg, 1990; Egeland y Farber, 1984; Vaughn, Lefever, Seifer y Barglow, 1989). Segundo, los estudios han demos-trado que las caracterizaciones del temperamento (tanto el informe de los padres como las prtiebas de reactividad a la tensin del cortisol) s predicen la cantidad de llanto durante los episodios de separacin del procedimiento de Ainsworth (esto es, la propensin a la angustia en ge-neral), pero no predicen la abundancia de llanto durante las reuniones, y tampoco predicen la proporcin de evitacin o resistencia (Gunnar et al., 1989; Vaughn et ai, 1989). Estos ltimos son los decisivos para determinar la seguridad del apego y los qtie reflejan el grado de con-fianza en la persona encargada de los bebs, as como las expectativas concernientes a las acciones propias de uno, las cuales se basan en la historia de los cuidados y la atencin.

    Aun cuando no se ha demo.strado que el temperamento del beb afecte directamente el apego, existe una interaccin entre el tempera-mento o el estatus neurolgico del recin nacido y otros factores. Por ejemplo, Crockenberg (1981) descubri que el estatus no ptimo del recin nacido predeca el apego ansioso, pero slo en combinacin con bajos niveles de apoyo social y emocional para la persona que lo cuida. En un trabajo ms reciente, Mangelsdorf y colaboradores (Man-gelsdorf, Gtmnar, Kestenbaum, Lang y Andreas, 1991) descubrieron que la propensin del beb a la angustia interactuaba con una cuali-dad de control maternal para predecir el apego ansioso. La propensin a la angustia no pronostic el apego ansioso en forma independiente, sino slo en combinacin con madres sumamente controladoras. Estos hallazgos indican que en algunos casos los factores temperamentales contribuyen a la sensibilidad o insensibilidad de la persona encargada del beb.

    Calidad del apego y desarrollo emocional posterior

    Hay mltiples bases para esperar que exi.stan vnculos entre la calidad del aj.-.ego, entre el beb y la persona que lo cuida, y el desarrollo posterior

    EL APEGO: LA REGULACIN DIDICA DE LA EMOCIN 233

    del nio. Algunas de stas destacaran las expectativas positivas con-cernientes a las relaciones sociales que pueden derivarse de una histo-ria segura de apego o el sentimiento de fuerza que proviene de la atencin y el cuidado sensibles. stas y otras propuestas son pertinen-tes para someter a prueba la teora organizacional y se recogern en los capttilos siguientes. Aqu consideraremos brevemente las implica-ciones de desarrollo que se deducen del punto de vista en particular del apego como la regulacin didica de la emocin. De qu modo podran las diferencias en la regulacin didica de la emocin influir en las diferencias subsigtiientes durante el curso del desarrollo indivi-dual? O, para decirlo de manera ms precisa, cules son las veredas diferenciales de desarrollo que podran iniciarse mediante las variacio-nes emergentes en la organizacin de la regulacin didica?

    S pronostica que la regulacin didica eficaz de la emocin en la primera infancia (el apego seguro) tendr consecuencias en las expec-tativas emergentes relacionadas con la excitacin emocional y, en el plano conductual, tendr consecuencias para la expresin, modulacin y control flexible de las emociones por el nio. Los bebs que han par-ticipado en una relacin bien regtilada y que funciona suavemente han experimentado una y otra vez lo cjue sigue: 1. los dems se hallan dis-ponibles y responden cuando ellos estn excitados emocionalmente; 2. la excitacin emocional rara vez es desorganizadora, y 3- en el ca.'o de que tal excitacin fuera desorganizadora, la reestabilizacin por lo regu-lar se consigue rpidamente. En funcin de tales expectativas, los nios con historias de apego seguro habrn de participar en situaciones que tienen el potencial para excitados emocionalmente, y expresarn direc-tamente sus emociones, en virtud de cjue stas por s mismas no son amenazadoras y hay que esperar que los dems las traten como men-sajes. As, .se prono.sticara que los nios con historias de apego seguro exhiben una curiosidad notable, gusto por la exploracin y expresivi-dad afectiva, especialmente en situaciones sociales. Asimismo, aun cuan-do sientan que se ha excitado un afecto intenso, estos nios debern permanecer caractersticamente organizados, manifestar esfuerzos para modular la excitacin y debern acudir eficazmente con los dems en caso de que sus propias capacidades fallen. Debern ser emocional-mente flexibles o "elsticos" (vase el captulo 12). y la expresin de sus impulsos y emocin variar segn el contexto (por ejemplo, sern efusivos en el patio de recreo y contenidos durante la hora de lectu-ra), y con la capacidad de brincar despus de experencias de gran amenaza y de excitacin emocional, o de ambas.

    Una prediccin especial, que quiz resuma toda la conducta que antecede, es que los nios con una historia segura debern ser ms

  • 234 DESARROLLO EMOCIONAL Y ADAPTACIN INDIVIDUAL

    independientes emocionalmente (confiados en s mismos, segn los trminos de Bowlby; 1973) que los nios con historias de apego ansio-so. AJ tener la proflinda seguridad de la disponibilidad de los dems, al saber que pueden aproximarse a los otros cuando los necesitan y al creer en sus propias capacidades para conseguir que los cuiden, dichos ni-os tienen la confianza de ejercitar sus capacidades emergentes para hacer frente de manera autnoma a la excitacin. Las acciones de uno han sido eficaces en el pasado (aunque teniendo confianza en la res-puesta de quien est a cargo suyo), de tal modo que uno espera que las capacidades que apenas se desarrollan sean eficaces tambin. En el caso de que los propios esfuerzos fallaran, uno puede llamar siempre a los otros para que lo ayuden. Desde algunos puntos de vista, esta prediccin es la ms paradjica de todas las qi^e se basan en la perspec-tiva organizacional que proviene de Bowlby. Los bebs apegados con segLiridad expresan directamente su dependencia de las personas que los atienden, volviendo consistentemente a ellas cuando se sienten amenazados o necesitan algo, y entregndose con frecuencia a un con-tacto fsico completo en esos momentos. A diferencia de ellos, algunos nios con apego ansioso, que forman parte del gaipo evitador, no lo-gran buscar contacto cuando se sienten un tanto amenazados y a veces se ven indiferentes con la persona que est a cargo de ellos. As, son los bebs efectivamente dependientes, y no aquellos a los que algunos han llamado (de manera inapropiada) precozmente independientes, los que es de prever que sern despus ms independientes en el aspec-to emocional. '

    Tal como lo veremos con detalle en captulos posteriores, cada una de las predicciones que hemos esbozado aqu ha recibido slida fun-damentacin proveniente de la investigacin longitudinal. El respaldo ha sido especialmente vigoroso para las predicciones relacionadas con la dependencia-independencia. Las caracterizaciones del apego ansioso en los primeros aos se asocian estrechamente con las caracterizacio-nes de la dependencia durante los aos preescolares, la niez y hasta la adolescencia (Elicker, England y Sroufe, 1992; Sroufe, Carlson y Shulman, 1993; Sroufe, Fox y Pancake, 1983).

    Conclusin: la causalidad en una perspectiva organizacional

    El examen anterior no deber interpretarse como si implicara un mo-delo simple y lineal de causalidad. El apego ansioso en la primera in-fancia, por ejemplo, no conduce inevitablemente a la dependencia

    EL APEGO: LA REGUUACIN DIDICA DE LA EMOCIN 235

    emocional posterior, y tampoco causa la dependencia posterior en un sentido simple. Para seguir con Bowlby (1973), la conducta es siempre un producto complejo de la experiencia pasada y las circunstancias actuales. Se cree que todas las rutas del desarrollo se ponen en mar-cha muy cerca unas de otras, de modo que, al principio, un individuo tiene acceso a una gran multiplicidad de sendas, y podrn viajar a lo lar-go de cualquiera de stas l o ella. Se ha sostenido que aquella que se ha elegido "busca, en cada una y en todas las etapas del viaje, entablar una interaccin entre el organismo, tal como se ha desarrollado hasta ese momento, y el entorno en el que se encuentra en ese momento (p. 364).

    De esta manera, en un contexto nuevo o en presencia de riuevos apoyos, puede llevarse a cabo un cambio fundamental en la conducta (Pettit y Bates, 1989; Vaughn, Egeland, Waters y Sroufe, 1979). Uno de los modelos tiles para considerar las sendas del desarrollo individual es la divisin de las vas en una estacin de ferrocarril o la ramificacin de un rbol (Bowlby, 1973; Waddington, 1957; vase la figLira 10.1). Cualqtiier senda impuesta tempranamente (por ejemplo, la pauta del apego) tiene una multiplicidad de posibilidades que pueden seguirse con base en eventualidades posteriores.

    Figura 10.1. Ilustracin del concepto de veredas de desarrollo, de Bowlby (1973).

  • 236 DES-SKOLLO E^/CCIOMAL Y ADAPIACit..

    Dos incli\-iduos pueden empezar de un modo parecidb y desviarse, o comenzar en veredas principales diferentes y tener al final pautas de adaptacin semejantes debido a algunos recodos posteriores en el desa-rrollo. El modelo implica, no obstante, que la adaptacin temprana ejerce restricciones en el ciesairollo posterior. El pasado no se borra sim-plemente; tambin permanece como ima fuerza en la adaptacin indi-vidual, especialmente debido a que las pautas reciben justificacin, de manera constante, a lo largo del tiempo. Una de las opiniones sobre el poder de prediccin de las clasificaciones del apego en ios bebs es que hemos caladfj en el interior de un proceso significativo de desarrollo e identificado algunas .sendas nacientes de desarrollo. El centro de atencin ser, pues, ir ms all del poder de prediccin de las primitivas clasi-ficaciones con el objeto de acceder a la comprensin de los procesos Cjue sostienen y apartan a los individuos de veredas que se les impu-sieron al inicio. En los tres captulos finales examinaremos la continui-dad, el cambio y los modelos de causalidad.