Sochi Al

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 El asesino serial es un resultado de la interacción entre las circunstancias (el entorno) y las tendencias innatas; aunque podría señalarse que éste se autoconstruye, se hace a sí mismo en la medida en que tiene la posibilidad de elegir qué reacciones tomar ante lo que le sucede: así, cuando se habla de que “el asesi no se hace, se habla tanto de que las cir cunsta nci as lo construyen como de que él, en la medida en que tiene libertad de autoregulación y reacción, se autoconstruye como respuesta a esas circunstancias! El asesino es en gran parte un síntoma de los trastornos socio"culturales, ya que, si bien el entorno #amiliar es el #actor e$terno de primer orden en su en caminamiento hacia el crimen, éste constituye una micr o estr uctura gr upal (por al go se le dice “l a célula de la soci edad) que, en sus desequilibrios y problemas, re#le%a en gran medida los males generales del entramado socio" cultural! &sí, consciente de ello, el asesino 'harles anson a#irmó: “Mi padre es una prisión, mi madre un sistema, soy lo que ustedes me hicieron. Los miro y me digo: ustedes quieren matarme y yo ya estoy muerto. Toda mi vida estuve muerto”. Elbert e$plica que cada sociedad establece sus normas cuando, mediante la coniencia, se gesta un saber com*n en el cual se instalan tab*es, supersticiones, mitos y pre%uicios con car+cter de erdades establecidas que condicionan #uertemente la ida social debido a la conicción cultural del grupo! oucault sostiene que es el poder el que conduce al establecimiento de normas porque necesita de la e$istencia del delito para igilar y castigar a toda la humanidad y se ale de redes que e$tiende para crear la respuesta coneniente a sus #ines a traés de los distintos aparatos de control social instituidos " educación, salud, religión, %usticia "! -o.ard /ec0er dice, “El que un acto sea desiado depende, entonces, de cómo reaccionan las otras personas #rente al mismo, y esa reacción puede ariar con#orme la época en que la conducta se per pet re y #un dament almente atendi endo a qui én cometa la in# racción, el pro ceso de criminali1ación se har+ operatio “desde los grupos con capacidad para construir y obligar al acatamien to de las reg las y “ha cia los gru pos que sup uest ame nte reali 1an “de ter minadas conductas desiadas que ponen en peligro el orden de la sociedad! El estado, entonces, combate el “peligro de los “grupos peligrosos o “socialmente riesgosos! 2a di#erencia de las intuiciones de ambos grupos son las que, en el conte$to hegemónico de una lógica binaria “amigo"enemigo legitiman la coerción institucional, #undada en el temor cuidadosamente construido de sectores socia les parti cula rment e sensi bles e in#l uenci ables , #unda ment almen te por su ubic ación en la nuea estructura de la sociedad! 2a produ cción social y simbó lica de los “otros , hace que esos otros di#erent es, inicial mente e$traños, sean istos como enemigos, es decir, su%etos “peligrosos, incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente iolentos a los cuales es necesario e$cluir! 3ero esos “otros no son necesariamente delincuentes, entendiendo por ello aquellos que han cometido un delito tipi#icado en el 'ódi go 3enal, y menos a*n, autores de un deli to tan aberr ante como aquellos que atentan contra las personas, sino su%etos que han #racasado en el propósito social de ser conertidos en “hombres de bien, acorde a los dispositios que el Estado y la sociedad han puesto en marcha en su bene#icio y para este #in! 4e constituyen, de este modo, en “enemigos a los que el estado “debe combatir porque ocasionan alarma, y temor en los “ciudadanos”! En esta #ran%a deben incluirse cartoneros, pique tero s, pordi oseros , alcohólicos, homose$uales, niños de la calle y drogadictos! 2a enemistad, por ende la descon#ian1a y la agresiidad contra “los otros reconocen su origen en el pre%uicio de imaginar a los e$traños como portadores socialmente patológicos de todos los males y de todo lo malo, por ende carentes de toda irtud! Esos mismos pre%uicios hacen que los ciudadanos conaliden respecto de los otros la adopción de medidas que %am+s admitirían que les #ueran aplicadas a ellos, lo que da la pauta de que en el discurso socialmente hegemónico de “ley y

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El asesino serial es un resultado de la interaccin entre las circunstancias (el entorno) y las tendencias innatas; aunque podra sealarse que ste se autoconstruye, se hace a s mismo en la medida en que tiene la posibilidad de elegir qu reacciones tomar ante lo que le sucede: as, cuando se habla de que el asesino se hace, se habla tanto de que las circunstancias lo construyen como de que l, en la medida en que tiene libertad de autoregulacin y reaccin, se autoconstruye como respuesta a esas circunstancias.El asesino es en gran parte un sntoma de los trastornos socio-culturales, ya que, si bien el entorno familiar es el factor externo de primer orden en su encaminamiento hacia el crimen, ste constituye una micro estructura grupal (por algo se le dice la clula de la sociedad) que, en sus desequilibrios y problemas, refleja en gran medida los males generales del entramado socio-cultural. As, consciente de ello, el asesino Charles Manson afirm:Mi padre es una prisin, mi madre un sistema, soy lo que ustedes me hicieron. Los miro y me digo: ustedes quieren matarme y yo ya estoy muerto. Toda mi vida estuve muerto.Elbert explica que cada sociedad establece sus normas cuando, mediante la convivencia, se gesta un saber comn en el cual se instalan tabes, supersticiones, mitos y prejuicios con carcter de verdades establecidas que condicionan fuertemente la vida social debido a la conviccin cultural del grupo. Foucault sostiene que es el poder el que conduce al establecimiento de normas porque necesita de la existencia del delito para vigilar y castigar a toda la humanidad y se vale de redes que extiende para crear la respuesta conveniente a sus fines a travs de los distintos aparatos de control social instituidos - educacin, salud, religin, justicia -.Howard Becker dice, El que un acto sea desviado depende, entonces, de cmo reaccionan las otras personas frente al mismo, y esa reaccin puede variar conforme la poca en que la conducta se perpetre y fundamentalmente atendiendo a quin cometa la infraccin, el proceso de criminalizacin se har operativo desde los grupos con capacidad para construir y obligar al acatamiento de las reglas y hacia los grupos que supuestamente realizan determinadas conductas desviadas que ponen en peligro el orden de la sociedad. El estado, entonces, combate el peligro de los grupos peligrosos o socialmente riesgosos. La diferencia de las intuiciones de ambos grupos son las que, en el contexto hegemnico de una lgica binaria amigo-enemigo legitiman la coercin institucional, fundada en el temor cuidadosamente construido desectores sociales particularmente sensibles e influenciables, fundamentalmente por su ubicacin en la nueva estructura de la sociedad.La produccin social y simblica de los otros, hace que esos otros diferentes, inicialmente extraos, sean vistos como enemigos, es decir, sujetos peligrosos, incorregibles, aterradores, hostiles y terriblemente violentos a los cuales es necesario excluir. Pero esos otros no son necesariamente delincuentes, entendiendo por ello aquellos que han cometido un delito tipificado en el Cdigo Penal, y menos an, autores de un delito tan aberrante como aquellos que atentan contra las personas, sino sujetos que han fracasado en el propsito social de ser convertidos en hombres de bien, acorde a los dispositivos que el Estado y la sociedad han puesto en marcha en su beneficio y para este fin. Se constituyen, de este modo, en enemigos a los que el estado debe combatir porque ocasionan alarma, y temor en losciudadanos. En esta franja deben incluirse cartoneros, piqueteros, pordioseros, alcohlicos, homosexuales, nios de la calle y drogadictos. La enemistad, por ende la desconfianza y la agresividad contra los otros reconocen su origen en el prejuicio de imaginar a los extraos como portadores socialmente patolgicos de todos los males y de todo lo malo, por ende carentes de toda virtud. Esos mismos prejuicios hacen que los ciudadanos convaliden respecto de los otros la adopcin de medidas que jams admitiran que les fueran aplicadas a ellos, lo que da la pauta de que en el discurso socialmente hegemnico de ley y orden subyace una intolerancia y un autoritarismo compatible con la demanda de restauracin de la uniformidad prdida.