Sobre La Diaspora y La Ocultacion Moriscas Dentro de Su Patria Hechos y Recuerdos Por via Verbal

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    Sobre la dispora y la ocultacinmoriscas dentro de su patria.

    Hechos y recuerdos por va verbal

    Trajes moriscos

    Ahora es mi intencin, Sancho, sacar el tesoro que dej enterrado, que por estarfuera del pueblo, lo podr hacer sin peligro, y escribir o pasar desde Valencia a mihija y a mi mujer, que s que estn en Argel y dar traza como traerlas. Esto diceel morisco Ricote a Sancho Panza, su amigo y vecino de aldea, en la 2 Parte delQuijote de Cervantes. Ya pas la expulsin y ahora es el regreso subrepticio dealgunos moriscos a su patria; tal vez no a los mismos lugares de procedencia, peros a Espaa[i]

    Ricote hace el viaje disfrazado de alemn, entre otros peregrinos tedescos -ofranchotes, como dice Sancho- y cuenta que de frica, a donde fue a parar con laexpulsin, pas a Francia, de ah a Italia, luego a Alemania y de aqu a Espaa.

    Ricote argumenta: y son muchos, que saben la lengua como yo, se vuelven a ella,y dejan all sus mujeres y sus hijos desamparados, tal es el amor que la tienen; yagora conozco y experimento lo que suele decirse: que es dulce el amor de la

    patria

    Tanto los que regresan, sea cual sea su nmero, su disfraz y su procedencia, comolos que de una forma u otra, probablemente contando con alguna complicidad desus convecinos y de sus protectores, permanecen, lo hacen a partir del siglo XVIIen una casi absoluta ocultacin, en ocasiones como miembros de la propia Iglesia.Una clandestinidad no tan completa, sin embargo, que no queden de su existencia,presencia y manifestaciones, huellas aunque sean en forma de recuerdo oral, detradiciones familiares y de seas o guios, hbitos y posturas.

    Es por eso que todo lo que voy a relacionar a continuacin son referencias en sumayor parte orales, contrastadas muchas de ellas por la personalidad y losnombres de quienes me las hicieron llegar o participaron en ellas, vistas en primera

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    persona algunas, de usanza conocida entre las lneas familiares de carcter moriscootras.

    Galds, enAita Tettauen, en plena mitad del siglo XIX, nos pinta la semejanza y elparentesco del moro y del hispano en medio de la guerra que los enfrenta[ii]. Losprotagonistas son parientes muy prximos entre s, uno musulmn convertido y el

    otro catlico, pero es el catlico el que argumenta: (...) Yo he visto el parentescomuy cerca de m. Mi segunda mujer, alpujarrea, me tena siempre la casa llena desahumerios, y saba poner el alcuzcuz. Contbame que su madre se pintaba deamarillo las uas, y que su padre se sentaba siempre en el suelo con las piernascruzadas. Era mi seora suegra mujer humilde, y, segn me contaron, no seincomodaba porque su marido, mi seor suegro, se regalase con otras dos mujeresde aadidura.

    A este respecto, el de Las Alpujarras, quiero referir que yo hice mi primer viaje aesta regin en la dcada de mil novecientos sesenta, invitado a pasar unos das deverano cerca de Fiana, en un cortijo o finca llamado o conocido localmente por LaVenta Ratonera. Mi husped era ngel Pastor, compaero de la UniversidadComplutense, junto con su madre y sus hermanas; personas de exquisita educacin

    tradicional, bastante catlica al parecer, que rezaban todas las tardes en una capillaadjunta que tena el edificio.

    La villa de Fiana, situada en la zona oriental, se sublev en el alzamiento moriscogranadino del rey Muhammad Ibn Ummayya, antes Fernando de Vlor, marqus deMuley, contra Felipe II. En la poca en que yo la visit aun quedaban seales decontienda y como yo preguntase que a qu se deban me contestaron simplemente:

    a la guerra. Pens que podan ser huellas de la guerra civil de 1936-39, pero mereplicaron que no, la guerra, la de los moriscos. La guerra por antonomasia en lamemoria colectiva. Esto mismo me confirm Juan Aparicio, periodista muy conocidodel franquismo que haba ocupado y ocupaba altos cargos en el rgimen. l era deFiana o viva en esta localidad durante los veranos y, al ir yo a visitarlo porquehaba entre su persona y mi padre una relacin profesional bastante intensa, desde

    su ptica falangista me dijo lo mismo: la nica guerra que contaba todava en esazona era la morisca de finales del XVII.

    En La Venta Ratonera trabajaban dos mujeres que atendan a la casa y a la cocina.Trabajaban tambin algunos hombres. Segn me dijo ngel Pastor, las mujeres noeran de Fiana sino de otros pueblos de los alrededores; no s si los hombresigualmente. De todas formas, de las mujeres me dijo ngel de manera explcita:

    son moras Luego me precis que, en esa parte de Las Alpujarras, unos puebloseran cristianos y otros moros. Se diferenciaban en algunas costumbres, losllamados moros eran de sociedades mucho ms cerradas, endogmicas. Tenantradiciones particulares, como el rapto de la novia, segn la cual el hombre debaraptar a la mujer y llevrsela al campo de noche, lo que obligaba al hecho delmatrimonio y borraba cualquier impedimento; lo cual, incluso, circunscriba alcrculo social del pueblo la aproximacin a la fmina y el asalto del varn sinmuchas posibilidades para un forastero. ngel supona que el casamiento seefectuaba por lo que entonces era lo legal e indefectible, o sea el enlaceeclesistico-civil, pero no saba si se daba otro tipo de contrato o ceremoniaparalela.

    En lo que s insisti varias veces fue en la personalidad tupida de las comunidadesde estos pueblos, que procuraban tener una autarqua pblica administrativa, pordecirlo de algn modo, hasta el punto -que para l era pintoresco- de buscar unprroco que fuera originario del vecindario y unos guardias civiles que tambin lofueran o que procedieran de pueblos similares. Me dio el nombre de una poblacinen la que tanto el cabo como los nmeros de la Benemrita eran del lugar.

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    Bautizo de moriscas, obligatorio a partir de 1502. (Capilla Real de Granada)

    Desgraciadamente, en aquel momento no tom los nombres de los trminos niahora me atrevo a aventurar sobre el mapa cuales pudieran ser. Esto vena acorroborar, por entonces, la idiosincrasia peculiar de algunas partes de las zonasalpujarreas, siguiendo las afirmaciones de Jos Mara Cordero Torres, el conocidoafricanista[iii], natural de Almera, de que durante la Guerra de Liberacin deArgelia, varios alpujarreos haban luchado en las filas del FLN, antes llamado ayAl.lah -Ejrcito de Dios- y de que haba matrimonios mixtos de una orilla a otra afavor de la vendimia y recogida de cosechas, producto del trasvase mutuo detrabajadores temporeros y de los contactos regulares, pesca y contrabando. SegnCordero Torres, que se interesaba mucho por el fenmeno, un alcalde

    contemporneo de una villa alpujarrense era un argelino musulmn.

    Cordero, no sin cierta irona andaluza, aun dentro de su decidida adscripcin alrgimen y a los supuestos franquistas, comentaba con alguna asiduidad que Francono se atrevi a entrar en Las Alpujarras durante una de sus escasas visitas aAndaluca porque sus servicios de vigilancia le haban advertido que la zona no erasegura; lo que pareca venir confirmado por la existencia anterior o coetnea deunos maquis barbudos que luchaban o asaltaban tocados con turbantes, al estilo delos antiguos monfes.

    De entre las cosas que este africanista del rgimen cont en los Institutos deEstudios Africanos y Estudios Polticos, que mi padre me relat a su vez o que yo leescuch directamente, fue un hallazgo de libros escritos en rabe, entre ellos algn

    Corn y tal vez unos miscelneos aljamiados, que fue trasladado a Almera yexpuesto en la Diputacin, de donde desapareci presumindose con bastantefundamento que fue robado por gente del pueblo de donde proceda para serdevuelto all y ocultado. Desconozco la continuacin del episodio.

    Estando en Tetun, durante mi etapa de director del Centro Cultural Espaol del

    MAE[iv], luego Instituto Cervantes, recib entre 1991 y 1993, la visita en midespacho de unas seoras andaluzas, madre e hija, alpujarreas ambas, quenecesitaban resolver algn asunto. Como me dijeron que se llamaban Muley Abdelde apellido y yo tal vez manifestase cierto asombro porque aseguraban que estenombre no tena origen marroqu, igual que ha ocurrido con algunos apellidos deespaoles a partir de 1900 y 1939, me mostraron sus pasaportes y me contaron

    que eran descendientes de moriscos y que el apellido haba dado las variantes deMuley, Abdel y Del, segn creo.

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    Lamento no haber tenido la reaccin necesaria porque despus he comprendidoque, probablemente, eran del tronco de Mawlay Abd Al.lah, hermano menor deMuhammad Ibn Ummayya, cuyo nombre a lo cristiano fue Luis de Vlor. Como essabido Mawlay=Muley, mi seor, es tratamiento para los descendientes defamilias reales en el occidente islmico.

    En el esplndido valle de Lecrn -al-Iqlim, la regin por excelencia- entre Granaday Las Alpujarras propiamente dichas, tuvieron los nazares sus propiedades msapreciadas, igual que los omeyas granadinos las tenan en Las Alpujarras, y ah esfama que fueron enterrados. Pues bien, tambin es notorio entre muchas gentes deeste valle y sus entornos que esas tumbas estn aparentemente perdidas, porquelas lpidas fueron levantadas o arrancadas por las autoridades y sobre todo por laIglesia, en tiempos siempre posteriores al siglo XVII, dado el riesgo de que setransformaran en lugares reverenciados por la gente de la tierra, lugares derecuerdo y de reivindicaciones. Esto mismo me dijeron, debo decir que consentimiento, gentes de Padul, de Pitres y Drcal, en las varias veces que estuve enLecrn en los aos inmediatamente anteriores a 1990-91. Aproximadamente.

    Cst vrai que je ne suis pas marocain. Mais je suis musulman (...). Je suis avant

    tout andalous. Cest dire arabe et je travaille pour lEspagne parce que mon paysy forme maintenant partie, avec lespoir de faire renatre lEspagne arabe. Estoescribe en una carta un morisco espaol en 1933. Se trata de una carta a mquina,fechada el 7 de julio de ese ao, de Rodolfo Gil Benumeya, mi padre, a AhmedBalafrej, conocido jefe y combatiente poltico marroqu perteneciente al partido delIstiqlal, que una vez alcanzada la independencia de Marruecos fue ministro y primerministro. La carta se refiere a la poltica francesa y a la espaola, y a la actitud delos jefes nacionalistas sureos respecto a ellas; lo que no es de este lugar.

    Por cierto que el apellido Balafrej es morisco, procedente de Palafresa, uno de delos dirigentes de los emigrados de Hornachos a su establecimiento de Sal laNueva, o sea a Rabat. La firma de Palafresa aparece en varios documentos de lanueva repblica corsaria marroqu de los hornacheros y andaluces estudiada por

    Guillermo Gozalbes.

    Un escrito del influyente y activo personaje que fue el Emir Chequib Arslan, en losaos mil novecientos treinta, como difusor del renacer rabe e impulsor viajero demuchas cosas, escrito dirigido al dirigente nacionalista del norte de MarruecosAbdeljalak Torres, habla igualmente del morisco Rodolfo Gil Benumeya; texto queya ha sido reproducido en obras de Tayeb Bennuna y de Sidi Muhammad Ibn AzzuzHakim. El origen de esta rama de los Benumeya -Ibn Ummayya- proviene tambinde Mawlay Abd Al.lah el Valor.

    Aben humeya

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    Mi padre en su juventud se mova mucho entre Marruecos y Espaa, como antes lohaba hecho con Tnez. Junto con esto, participaba de las ideas y actividades deBlas Infante, el idelogo de la nueva Andaluca, a quien respetaba y apreciaba, sibien es cierto que despus de la guerra civil manifestara en algn libro sudesacuerdo con la postura, indecisa segn l, que llevara al pensador a la muerte.En ese entorno se mova algn otro morisco andaluz, como G. Izquierdo, Ben

    Kutayr, que escribi durante 1928 una serie de artculos sobre tradiciones de laalgaraba en la revista La Raza, de Madrid.

    No estoy seguro si era a Izquierdo o a algn otro morisco a quien perteneca unacasa de dos o tres pisos, en la calle Lope de Rueda de Madrid, esquina a Menorca oa Dr. Castelo, en donde encima de la puerta de entrada estaba grabado en letraoccidental rabe el lemaAl.lahu qalby-Dios es mi corazn- que fue la consigna delos monfes durante la guerra de Las Alpujarras y que est en relacin con el qalbyarabide la cancin medieval y con los posibles signos secretos de reconocimientomoriscos[v] Yo he pasado por delante de ese portal, que ya no existe, durante aosporque estaba casi en un punto de interseccin entre mi casa y mi colegio.

    Al cabo del tiempo, conoc en Casablanca a la hija del Sr.Izquierdo, casada con el

    entonces director de la Fosforera Marroqu, una de las ms antiguas empresashispano-marroques en todo el pas. Le pregunt sobre el morisquismo de suprogenitor e implcitamente por el suyo, que me confirm, y estuvimos hablando delos recuerdos al respecto que habamos heredado de nuestros mayores.

    En uno de sus viajes a Marruecos mi padre se desplaz a la residencia de Thami ElGlaui en el Atlas y lo entrevist. El Glaui era por entonces el jefe efectivo de losbereberes del Atlas, bacha de Marrakesh y en apariencia el ms firme sostn de losfranceses en su Protectorado[vi]. Entrevistarlo no era fcil. La ayuda para hacerlo levino a mi padre a travs de un morisco espaol que era el ingeniero elctrico de ElGlaoui para todas sus posesiones. Viva desde haca aos en Casablanca y estabaplenamente identificado con el pas, aunque, como siempre parece haber sido elcaso de los moriscos, incluso de los de ida y vuelta en un sentido y otro, como

    ste, la tierra propia la tena bien agarrada por la nostalgia y el deseo de libertadreligiosa del que, por lo visto, hablaba siempre.

    Danza morisca

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    El hecho de que las autoridades civiles y eclesisticas, luego de la conquista deGranada, utilizaran los servicios de tcnicos y artesanos moriscos para susedificaciones y para la fabricacin de mltiples objetos, dio va a que se produjeranpenetraciones de elementos puramente islmicos en productos a vecesemblemticos del cristianismo catlico. Cabe suponer que, en algunos o bastantescasos, esas incursiones fueran deliberadas, formando parte de la resistencia del

    morisco contra el medio que trataba de anular su cultura. Y si nos fijamos enadornos, arabescos y entrelazados de cosas y paneles de estilo digamos quemudjar hasta pocas bien avanzadas, vemos el resultado de tales irrupciones,unas veces sin duda voluntarias y otras no.

    Recuerdo la sorpresa que tuve, siendo estudiante, al visitar el tesoro de la catedralde Granada. Muchos objetos tenan frases y palabras en rabe. Pero sobre todo mefij en uno de ellos, que el gua mostraba con orgullo como ejemplo del arte menormudjar del XVII. Era un sagrario taraceado de importantes dimensiones y bellacomposicin. Slo que en sta, no recuerdo si en la tapa o en los lados llevabaescrito dentro de la filigrana: La ilaha il.la Al.lah wa Muhammad rasulu Al.lah[vii]con la suficiente claridad como para que alguien que conociera el rabe pudieraleerlo.

    Cuntas muestras ms de este tipo debe haber en muchas regiones, museos ycolecciones espaolas!

    La propia revista Al-Andalus de tan grata memoria y eficacia, fundada por elsacerdote arabista Miguel Asn Palacios, mostr a lo largo de toda su existencia unaportada, que fue su divisa en verde, con unas torres disimilares que encerraban undibujo en supuesto cfico. El dibujo, a lo vertical, muestra una cara queaparentemente se refleja en su paralela, lo que no es verdad porque la de laizquierda contiene la frase La ilaha il.la Al.lah wa Muhammad rasulu Al.lah, y laderecha no; de aqu la disimilitud. Esta especie de acrstico ilustra lo que quierodecir acerca de las claves y seas ocultas que los moriscos debieron usar y dehecho usaron para manifestarse y reconocerse. En una intervencin dentro del

    Encuentro La poltica y los moriscos en la poca de los Austria[viii] hablo del posiblesignificado que representa la mano izquierda abierta de determinada manera sobreel corazn, que aparece en muchos cuadros de El Greco y que significara elNombre de Dios en rabe, Al.lah[ix]. Despus de haber adelantado esta hiptesisaventurada, al presentar lasActas del Encuentro en Tnez dos tunecinos de origenmorisco me comentaron animadamente que saban de este signo por tradicinfamiliar, y fue uno de ellos el que lo relacion con el qalby arabique deca msarriba. Ms tarde, en Marruecos, el Dr. Outmani de los Archivos Reales me habl delos mismo.

    La ocultacin de la lnea morisca en la Pennsula Ibrica[x] ha sido un hecho que hapasado tan desapercibido, y seguramente mucho ms descuidado, que el de laocultacin juda de los conversos. Julio Caro Baroja manifest en varias ocasiones,algunas de ellas a mi padre, que posea un amplio fichero sobre lneas de conversosy judaizantes en Espaa hasta pocas muy recientes. El caso del pueblo deBelmonte y aledaos, en Portugal, que siguieron siendo judos ocultos hasta el sigloXX, cuando volvieron pblicamente al mosaismo, es un ejemplo notable peroprobablemente no nico. Yo he conocido de estudiante universitario tres casos de

    judaizantes de Mntrida. Y me acuerdo que, en Rabat, el sefard tangerino AlbertoPimienta me cont como l y un amigo suyo conocieron a una familia judaizante enToledo, que guardaba el abaty otras costumbres. Pues bien, lo mismo o parecidoha venido sucediendo con el fenmeno morisco en la dispora interior, slo queseguramente de modo ms disperso o contagiado por las relaciones dialcticas conla costa norteafricana y las guerras hispano-marroques.

    Recuerdo que respecto a la ocultacin morisca, simultnea con la transmisin deuna herencia islmica, dos personas muy diferentes, en tiempos muy dispares, peroambas nacidas en la regin de Valencia, me refirieron hechos de ese entronque. La

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    primera persona fue una compaera ocasional de bachillerato, a la que luegoencontr regularmente en la carrera y en el Ateneo de Madrid. Terminsincerndose conmigo al decirme que tanto su familia como ella eran musulmanespor tradicin, aunque saban poco del Islam y guardaban muy discretamente suprocedencia. La segunda persona ha sido una colaboradora ma en el InstitutoCervantes en Lisboa. No me ha dicho que fuera musulmana, pero s que conoca el

    dato de que algunas familias de las sierras cercanas a Valencia transmitan elsecreto de su filiacin morisca a un slo miembro de cada generacin. Las familiasno queran que se difundiera el hecho pero tampoco queran que se perdiera.

    Entre 1989 y 1992 Granada y Tetun se hermanaron como ciudades, la Junta deAndaluca comenz sus intervenciones arquitectnicas en el norte de Marruecos y laciudad de Almuecar organiz varios Encuentros de tipo rabe. Con motivo de todoesto hubo un cierto flujo mutuo de responsables polticos, personalidades culturaleso sociales y arquitectos de un lado a otro. En dos de esos viajes coincidimos variaspersonas en un bar gitano del Albayzn y en una cafetera de la Carrera del Darro,los dos frente a La Alhambra. Como se hablase tanto en espaol como en rabe, elpropietario del bar se dio a conocer como musulmn, pero no convertidorecientemente, sino de antes, de familia. Lo mismo ocurri con el encargado odueo de la cafetera, igualmente gitano, que insisti en esto ltimo a raz de unapequea discusin que se haba producido. Entre las personas asistentes a una uotra de las veces estaban la Dra. Erzini, el cardilogo Sr. Daud, el entoncesconcejal de cultura Sr. Muhammad Agzul, todos tetuanes, y algn arquitectogranadino.

    Esto ltimo, el Islam morisco mezclado con la cultura gitana, ya aparece en losescritores clsicos espaoles; por ejemplo, en el Guzmn de Alfarache de MateoAlemn, como es sabido. Y hasta cierto punto, aunque no dentro de la culturagitana pero s entre los grupos semi-nmadas de la geografa peninsular que tienenmucho de esa cultura, en la atribucin que a veces se hace a los mercheros o

    quinquis de tener un origen morisco oculto precisamente por su acotacin de la

    sociedad oficial y su semi-nomadismo. Puede ser que s o que no, pero es ciertoque, en estas difciles Hispanias, la ocultacin era o es la esencia de la personalidadindividual o colectiva de un individuo o de un reducido grupo que quiere subsistircon sus caractersticas propias.

    Familia morisca

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    NOTAS[i] verRegreso de los moriscos a casa. Residuos de morisquismo y visin de este fenmeno en los Quijotes de

    Cervantes y Avellaneda. En Undcimo Simposio sobre Presencia y vida cotidiana morisca en el Mediterrneo y la

    Amrica Latina. Fondation Temimi, Zaghouan, 7-11 mayo 2003.

    [ii] ver mi libroLa frontera sur de Al-Andalus... Asociacin Tetun-Asmir, Tnger 2002[iii] Director del Instituto de Estudios Africanos, miembro del Instituto de Estudios Polticos, Abogado

    del Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores y principal teoricista adminitrativo del Protectoradoespaol en Marruecos.[iv] Ministerio de Asuntos Exteriores.[v] verLa poltica y los moriscos en la poca de los Austria. Actas del Encuentro. Sevilla la Nueva

    1999. Madrid, 2000.[vi] si bien es cierto que, tiempo despus y antes de colaborar activamente en el golpe de Estado francs

    contra el sultn Muhammad V -es decir durante el primer periodo de la II Guerra Mundial en el queEspaa tuvo veleidades imperiales- estuvo preparado para sublevar a sus tribus en favor de Espaa si sta

    invada el Protectorado francs.

    [vii] puede ser que no fuera esta frase sino la deBismi Al.lahi al-Rahmani al-Rahim, lo que no cambia la

    intencin del artesano que hara este sagrario ad hoc, porque no creo que se trate de una caja aprovechada.[viii] La marginalidad de los moriscos, un fenmeno impuesto[ix] no porque El Greco fuera morisco, como ya digo en este trabajo, sino tal vez por su conocimiento del

    medio morisco e incluso por su helenismo oriental, prximo al Islam y conocedor de alguna de sus

    manifestaciones msticas. De hecho, en donde aparece esa mano izquierda de esa forma, la derecha tiene

    otra actitud que recuerda la de los danzarines darawi, derviches turcos.[x] el Dr. Adalberto Alves arabista entusiasta, autor de una extensa bibliografa y promotor de numerosas

    actividades en torno al Islam portugus, es posiblemente un autorizado conocedor del tema en su variante

    lusa.

    Rodolfo Gil Benumeya Grimau

    Bandera morisca de la Guerra de las Alpujarras