Sobre El Concepto de Cosmovisión

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    S OBRE EL CONCEPTO DE COSMOVISIN

    Alfredo Lpez Austin*

    I. NECESIDAD CONCEPTUAL

    Soy historiador; mi objeto de estudio es el pensamiento de las sociedades de

    tradicin mesoamericana, con nfasis en las antiguas, anteriores al dominio

    colonial europeo. Como historiador no encuentro que mi trabajo se diferencie del

    propio del antroplogo. Ms bien, ignoro si existe alguna conveniencia en

    establecer un lmite entre la historia y la antropologa, y carezco de inters para

    buscarlo. Como historiador, al interpretar la historia en un sentido amplio, mi tarea

    es el estudio cientfico de las sociedades, inmersas todas en sus procesos de

    transformacin, y comparto este objeto con antroplogos, socilogos,

    arquelogos, economistas y otros muchos profesionistas de las ciencias sociales

    que se ocupan de la dinmica de las sociedades. Por esta razn, no dudara en

    llamar historiadores a todos ellos. En otro sentido, si el antroplogo tiene como

    objeto general de estudio las sociedades humanas en una perspectiva de

    diversidad cultural, me siento englobado necesariamente en su enfoque, ya que

    ambos partimos de la premisa de que la diversidad producida por la historia motiva

    que el ser humano perciba su individualidad y su entorno con una visin

    condicionada profundamente por su cultura, lo que obliga, en consecuencia, a que

    Este texto es una versin elaborada en junio de 2013, a partir de una investigacin que fueeditada en lnea por Pablo Gonzlez Casanova en el sitio de la UNAM Conceptos y FenmenosFundamentales de Nuestro Tiempo . El 17 de mayo de 2012 Gonzlez Casanova accediamablemente a mi solicitud de utilizar dicho texto como base para publicarlo en letra impresa. Eltiempo transcurrido entre el trabajo original y el presente me oblig a realizar modificaciones defondo, mismas que ahora ofrezco.* Investigador emrito del Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la Universidad Nacional

    Autnoma de Mxico.

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    todo estudio de las sociedades y sus transformaciones deba partir de la diversidad

    de las concepciones y formas de accin dictadas por cada cultura.

    La diversidad cultural hace que el investigador deba considerarse un otro en un

    mar de otredades. Ms aun, ha de tomar en cuenta su propia otredad vindose

    como un individuo incluido en dos esferas muy diferentes: una, la de su cultura

    particular; la otra, la de su estatus cientfico. De aqulla no puede desprenderse;

    sta lo obliga a construir objetos de estudio (modelos de la realidad que pretende

    aprehender) bajo las rgidas restricciones y lineamientos de un mtodo estricto; a

    construir vas adecuadas para la debida inteleccin, y a formular propuestas

    suficientes que ingresen en el dilogo abierto, preciso y permanente en el que

    participan otros individuos, pertenecientes ellos tambin a culturas particulares

    diversas, pero que han aceptado para su interrelacin las reglas de juego de la

    ciencia.

    La doble pertenencia es un primer enfrentamiento del investigador a la otredad:

    debe levantar barreras de filtrado que impidan, en lo posible, que su identidad

    cultural reste eficacia, en su ejercicio cientfico, a las vas de percepcin y anlisis

    de la realidad estudiada; que deforme sus modelos de inteleccin, y que

    disminuya la claridad, racionalidad, precisin y verosimilitud de su discurso

    cientfico, y en particular de su propuesta.

    En su siguiente enfrentamiento a la otredad, el investigador ha de evaluar si su

    instrumental terico es idneo para su objeto de estudio: la particularidad cultural

    que enfocar. Si el instrumental fuese insuficiente, deber hacer los ajustes

    necesarios; construir las herramientas conceptuales adecuadas para la

    aprehensin intelectual de las realidades que le son demasiado ajenas, y

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    abandonar criterios y parmetros distorsionantes. Toda esta adaptacin tendr

    que concordar con el resto de su marco terico y con los lineamientos cientficos

    ms generales de su tiempo, pues tanto la va misma que elija como el resultado

    que obtenga formarn parte de su propuesta. En su conjunto, su propuesta se

    aproximar a la labor del traductor, que tiende los puentes de inteligibilidad entre

    una otredad dada y la otredad del mundo acadmico.

    Quienes estudiamos la realidad mesoamericana tropezamos frecuentemente

    con problemas tericos por la aplicacin de modelos pretendidamente universales,

    mismos que han sido formados a partir del contacto con realidades entre las que

    no est incluida suficientemente la mesoamericana. La realidad mesoamericana

    no posee una condicin especial de ajenidad frente a las dems realidades

    sociales del pasado o del presente. El problema de la aplicacin de modelos es

    que stos fueron forjados en contextos diferentes, sin tomar en cuenta una parte

    de la historia humana, en la que se encuentra comprendida la mesoamericana. Al

    ser utilizados para la inteleccin de sociedades no tomadas en cuenta o no

    conocidas con la debida profundidad, producen desajustes que es indispensable

    rectificar. Tal fue el caso del mito. Ante la insuficiencia de un modelo de estudio

    adecuado a Mesoamrica, me fue indispensable, en 1990, formular un concepto y

    una definicin especficos, a los que en ningn momento he atribuido la calidad de

    universales; pero que han sido sumamente tiles para comprender el sentido de

    esta importante construccin cultural del ser humano en las sociedades

    mesoamericanas.

    Para estas formulaciones parto de la conviccin de que los modelos tericos

    son recursos cientficos para comprender los objetos de estudio, y no, por el

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    contrario, de la idea de que los objetos son los que deben servir para justificar los

    modelos tericos. Los modelos tericos son herramientas de mayor o menor

    precisin, rectificables, modificables, desechables, ancilares de la funcin para la

    que fueron creados.

    Lo anterior no desvincula los modelos ad hoc del conjunto de los modelos

    cientficos en juego en el contexto universal de la academia. El bagaje terico

    debe construirse a partir del enfrentamiento al objeto de estudio especfico, pero

    no como complejo aislado de la comunidad cientfica y de su discurso. El dilogo

    constante con la comunidad cientfica es indispensable; pero debe seguirse un

    orden prioritario en cuanto al trabajo cientfico. Se parte, indudablemente de un

    bagaje cientfico original, pero con la conciencia de que es alterable a partir de la

    experiencia; posteriormente se finca la posicin propia, construida por la

    confrontacin de flujo y reflujo con el objeto estudiado, y despus se confronta con

    las posiciones tericas ajenas. No ser este segundo tipo de confrontacin un

    proceso irreversible; por el contrario, una sana discusin terica ha de

    proporcionar aportes importantes para los dialogantes, y esto hace que las

    direcciones entre posicin personal previa y confrontacin con los modelos ajenos

    sean tambin de flujo y reflujo, con vas al aprovechamiento, de nuevo, con el

    objeto particular de estudio.

    Este trabajo corresponde a la primera etapa del proceso: el de la construccin

    de un modelo terico a partir de una minuciosa y muy dilatada confrontacin con

    las sociedades de tradicin mesoamericana del pasado y del presente. Es, por

    otra parte, el producto de una ya vieja prctica por la que mis propios conceptos y

    definiciones han ido sufriendo modificaciones a travs del tiempo. Publiqu una de

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    mis primeras propuestas sobre el tema en Cuerpo humano e ideologa, en 1980. A

    partir de entonces la definicin ha ido cambiando, pues la he corregido en diversas

    ocasiones, en el flujo y reflujo de la confrontacin con el objeto de estudio. sta

    es, por tanto, mi propuesta conceptual y definitoria ms reciente.

    El estudio de la tradicin mesoamericana posee particularidades que hacen

    indispensable una constante revisin conceptual, tanto por las caractersticas

    propias de la tradicin como por la naturaleza de las fuentes histricas que

    permiten la aproximacin al pasado. Por ejemplo, entre las fuentes se cuentan las

    documentales coloniales tempranas, que requieren de una detenida crtica. En

    efecto, no hay que olvidar que las ms valiosas surgieron de los afanes

    evangelizadores del siglo XVI, y que, por lo tanto, su utilizacin requiere de

    permanente evaluacin historiogrfica, ya formalmente expresa, ya tcita.

    Las caractersticas de la propia tradicin que hacen necesaria la construccin

    de conceptos especiales han sido suficientemente expuestas como el resultado de

    importantes investigaciones de colegas que, ya desde el campo de la historia, ya

    desde el de la antropologa, han ido enriqueciendo nuestra visin de la tradicin.

    Cabe entre estos esfuerzos mi labor personal, aunque tal vez mnima si se

    compara con la de mis antecesores y mis contemporneos. Mi aporte se ha

    fincado en mis anlisis e interpretaciones a lo largo de dcadas, obra publicada

    casi en su totalidad.

    Es obvio que no es este trabajo el que pueda comprender una fundamentacin

    argumental ni bibliogrfica completa que comprenda los logros de mis colegas y

    los mos personales; pero considero necesario ofrecer, a fin de enfatizar la

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    particularidad mesoamericana, una breve lista de algunas de las caractersticas

    muy importantes de la tradicin, enumeracin que enseguida transcribo:

    1. Si bien toda cultura mantiene la relativa coherencia de sus componentes, las

    llamadas culturas tradicionales poseen, en contraste con las denominadas

    modernas, una coherencia mucho ms fuerte. 1 Esto se manifiesta tanto en la

    interpenetracin de sus distintos mbitos de pensamiento y de accin como en la

    uniformidad de las leyes con que el miembro de dichas culturas se explica el

    funcionamiento universal, sus rdenes fundamentales, sus valores, sus

    taxonomas y sus pautas. La tradicin mesoamericana se caracteriza,

    precisamente, por un alto grado de coherencia. Debido a esta coherencia, la

    unidad difumina lmites entre lo humano y lo no humano; moralmente, los

    existentes entre el arbitrio y la involuntariedad de la conducta; en la vida cotidiana,

    los de la tica y la salud, los que puedan estimarse entre la religin y el derecho,

    o los pertenecientes a la obligacin laboral y al deber sagrado.

    2. Segn la tradicin mesoamericana, el universo est compuesto por dos

    mbitos espacio-temporales diferentes y por dos clases de sustancias. Ambos

    mbitos acios son coexistentes; pero uno de ellos (el divino) fue y es causa del

    otro (el mundano) y permanecer tras la desaparicin de ste. Las dos sustancias

    son distintas por ser la primera fina, sutil e indestructible; pesada, densa y

    perecedera la segunda. De la primera estn formados los dioses y las fuerzas

    existentes desde el primer tiempo-espacio. Las criaturas, en cambio, estn

    1 Advierto que, al aceptar los trminos poco precisos entre culturas tradicionales y culturasmodernas, baso su distincin, precisamente, en el grado de coherencia de sus componentes. Estono implica que yo acepte una divisin en dos apartados en que se clasifiquen binariamente lasculturas o las sociedades, tal como las que las dividen en arcaicas/actuales, enprimitivas/modernas, etc. La diferencia que tomo en cuenta es, en todo caso, de grado; es,adems, histricamente variable e, incluso, reversible.

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    compuestas tanto por la sustancia fina y sutil como por la densa y pesada. En

    cuanto a su medio, la existencia de las criaturas est limitada al tiempo-espacio

    mundano, por lo que ste puede recibir el nombre de ecmeno. El tiempo-espacio

    divino, que en contraposicin puede llamarse anecmeno, slo est ocupado por

    dioses y fuerzas. Sin embargo, estos entes no estn limitados a este mbito, sino

    que tambin pueden ocupar o transitar por el ecmeno. Ecmeno y anecmeno

    estn comunicados por numerosos umbrales; por ellos fluyen dioses, fuerzas y

    mensajes divinos para bien y para mal de las criaturas, y en ellos depositan los

    hombres las ofrendas para los dioses.

    3. La fuerte coherencia produce la imagen de un universo estructurado,

    geomtrico a manera de una gran mquina , dinamizado por la circulacin de

    fuerzas y personas divinas que recorren las vas del aparato csmico. La simetra

    y el orden de los nmeros sagrados son estrictas bases organizativas, aun para

    los dioses; las mltiples ruedas calendricas ordenan la sucesin de los

    acontecimientos, mientras que, paradjicamente, sus combinaciones originan el

    devenir siempre cambiante; los colores son smbolos ubicuos de la geometra,

    etctera. La estructura se vuelve obsesiva en las expresiones humanas.

    4. La estructura se reproduce en sucesivas proyecciones que no slo trasladan

    el isomorfismo, sino la correspondiente isonoma. As, por ejemplo, las

    caractersticas del eje csmico se proyectan a los cuatro extremos de la superficie

    terrestre o a las grandes montaas; de stas pasan propiedades, forma y funcin

    a accidentes topogrficos menores o a los templos piramidales, y de los templos

    se diseminan en los altares familiares. El universo se convierte as en un enorme

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    sistema que da coherencia a sus partes y norma las acciones tanto divinas como

    humanas.

    5. Dioses, fuerzas y criaturas son seres dinmicos porque su sustancia tiene

    dos calidades opuestas y complementarias. En cada ser hay predominio de una

    de ellas. La oposicin tiene mltiples manifestaciones, entre las que destacan

    luz/oscuridad, masculino/femenino, alto/bajo, caliente/fro, seco/hmedo, etctera,

    pares que forman dos grandes grupos, que a su vez son base de una taxonoma

    holstica. Al mismo tiempo, la oposicin complementaria explica los ciclos por el

    principio de desgaste del dominante en todo enfrentamiento, su relevo por el

    dominado, el nuevo desgaste del sustituto y, consecuentemente, la permanente

    sucesin cclica.

    6. La tradicin mesoamericana explica la existencia y naturaleza de las criaturas

    en el tiempo-espacio mundano como el producto de los procesos causales

    pertenecientes al tiempo-espacio divino, en particular los de su fase mtica. Los

    dioses han sido imaginados como seres de personalidad, intelecto, sentimiento y

    voluntad muy semejantes a los humanos, y sus relaciones y acciones son

    similares a las de las sociedades humanas. De esta manera, los procesos mticos

    se expresan como aventuras teidas por pasiones semejantes a las humanas. En

    el mito, las aventuras modifican a los dioses, seres proteicos. En el momento de la

    culminacin mtica con frecuencia el de la aparicin prstina del Sol en el

    horizonte se produjo la fijacin de las ltimas caractersticas definitivas de los

    personajes de la aventura, y los dioses adquieren una capa de sustancia pesada y

    densa. En esta forma cada uno de estos seres se convierte en creador-criatura de

    una clase mundana, y por ello queda sujeto al ciclo de vida/muerte. Por esta

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    razn, los elementos, astros, minerales, vegetales, animales y el hombre mismo

    se conciben como seres perecederos que llevan en su interior una persona divina

    no perecedera que divide su existencia en dos partes del ciclo: la etapa de vida

    sobre la superficie de la tierra y la etapa de muerte en el inframundo. En el

    portentoso acontecimiento liminal de la creacin del mundo se produjeron tambin

    las incoaciones de los dispositivos del aparato csmico, los ciclos, las instituciones

    y las bases taxonmicas.

    7. El ser humano perteneciente a esta tradicin concibe los mbitos ecumnico y

    anecumnico a partir de sus propias vivencias como miembro de su medio social.

    Existe intensamente inmerso en un conjunto de relaciones sociales, tanto por los

    fuertes vnculos con sus semejantes como por sus constantes y cercanas

    relaciones cotidianas de reciprocidad con el resto de las criaturas, con los dioses y

    con los muertos. El mundo, as, est fuertemente animado, y algunos seres

    humanos, poseedores de conocimientos y facultades suficientes para ello, tienen

    un trato personal con el resto de las criaturas. Es un nivel de comunicacin por el

    dilogo entre las diversas interioridades divinas que poseen los seres mundanos.

    El momento de creacin, punto de unin entre el anecmeno y el ecmeno en el

    proceso causal, es fundamental como explicacin que los propios creadores-

    usuarios de la tradicin. stos, en un momento histrico dado, expresan en su

    mitologa el motivo de la socializacin de todo su entorno mundano y del mbito

    divino. As dan cuenta intelectualmente, para s, del animismo socializado, de las

    potencialidades y limitaciones que poseen los diferentes entes que integran el

    cosmos, y de las posibilidades e imposibilidades de las relaciones entre unos

    entes y otros.

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    8. En su conjunto, y desde el punto de vista epistemolgico, la mesoamericana

    se caracteriza por ser una tradicin que ofrece caractersticas que la hacen uno de

    los casos excepcionales para el estudio de sociedades que poseyeron un elevado

    nivel de construccin autnoma, ya que tuvo limitadas influencias continentales y

    no comprobados contactos extracontinentales, entre el nacimiento de la agricultura

    y la invasin europea. Lo anterior permite, al estudiar esta unidad histrica,

    mayores posibilidades de anlisis de la integracin de redes de intersubjetividad,

    de la duracin y extensin de dichas redes, de la formacin de vnculos y

    condiciones especficas que crearon la dada de unidad/diversidad, y de la

    duracin y especificidad de los procesos de diferentes ritmos de transformacin

    histrica.

    Las caractersticas enumeradas y muchas otras que pudieran enlistarse remiten

    a un conjunto sistmico de actos mentales con el que una colectividad humana, en

    un tiempo histrico dado, aprehende holsticamente su propio ser y su entorno

    para interactuar tanto entre semejantes como con el medio. Esto hace necesaria

    una conceptuacin idnea que analice y comprenda este conjunto.

    II. CONCEPTUACIN

    El conjunto que pretendo conceptuar est constituido por una red colectiva de

    actos mentales. Concibo estos actos como procesamientos de informacin, de

    carcter complejo y mixto,2 que por su naturaleza, en buena medida intersubjetiva,

    2 Propiamente me refiero a cadenas causales de actos mentales, de los que Daz afirma: Losactos mentales ocurren normalmente en cadenas causales de tal forma que, a pesar de susdiferencias fenomenolgicas y de su aparente procesamiento modula r se originan unos a otros.Por ejemplo, una sensacin evoca una emocin, sta un pensamiento y una imagen, y finalmente

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    permiten operar en relacin con el medio. Es frecuente referirse al conjunto

    holstico tomando en consideracin nicamente su aspecto cognoscitivo; sin

    embargo, percepcin, pensamiento, recuerdo, creencia y razonamiento estn

    teidos en mayor o menor grado de imgenes, emociones o intenciones. Por otra

    parte, las ms simples expresiones y acciones individuales o colectivas proceden

    de procesos mentales complejos.

    Los actos mentales de la red se refieren a la totalidad unitaria que conciben los

    miembros de una entidad social, 3 en cuanto stos suponen que la dinmica del

    ecmeno deriva de la permanente irrupcin de fuerzas y dioses procedentes del

    otro tiempo-espacio (el anecmeno), y atribuyen las caractersticas de las

    diferentes criaturas a los procesos formativos ocurridos en dicho tiempo-espacio.

    Cabe advertir que los dioses, las leyes csmicas y los procesos anecumnicos

    no han nacido por mera imaginacin, sino por la necesidad de las colectividades

    humanas de comprender los fenmenos del ecmeno y actuar en l. Por lo tanto,

    debemos pensar que cada tradicin, y en el caso la mesoamericana, tiene como

    fuente privilegiada de permanente creacin el conjunto de vivencias cotidianas de

    la colectividad.

    El conjunto holstico es un hecho histrico. Debe ser contemplado como un

    proceso en constante transformacin, nunca como un producto acabado. Se

    caracteriza tanto por su fuerte permanencia como por su constante adecuacin al

    stas originan una intencin para actuar (La conciencia viviente, p. 417). Este mismo autorpropone que los actos mentales particulares que definen el trabajo dinmico de la conciencia sonde siete grandes clases: sensaciones, percepciones, emociones, pensamientos (que incluyenconceptos, juicios, razonamientos, creencias, etc.), imgenes, recuerdos e intenciones (Daz, Laconciencia viviente, p. 418).3 Considero en este caso sus calidades de partcipes de la cultura del grupo, de constructores delas modificaciones de la red y de usuarios de la misma.

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    devenir histrico. Sus componentes se encuentran en perpetuo reacomodo. En

    trminos braudelianos, el conjunto est inscrito en los distintos ritmos de la

    historia.4

    La parte medular del conjunto pertenece a la muy larga duracin, al tiempo

    frenado, a lo que se encuentra en el lmite de lo mvil, lo que posee la falsa

    apariencia de ser inmune al tiempo. Otros componentes del conjunto se

    transforman en la larga duracin. Otros ms son ms lbiles al golpe de la historia,

    y as hasta llegar a los verdaderamente efmeros. La parte medular una parte

    cuyos lmites son borrosos puede ser considerada como un ncleo duro, mismo

    que es matriz de los actos mentales. La formacin de este ncleo se debe en gran

    parte a la decantacin abstracta de las vivencias sociales, concretas, cotidianas y

    prcticas producidas a lo largo de los siglos. Esto permite entender que, pese a

    que la tradicin mesoamericana es agrcola, algunos de los elementos que

    constituyen el ncleo duro pueden provenir de pocas ancestrales de

    recolectores-cazadores, a los que se fueron aadiendo los resultados de las

    nuevas formas de existencia social. Como ejemplos pueden sealarse la

    concepciones relativas a la oposicin binaria complementaria aunque paulatina

    y profundamente modificada en cuanto a sus contenidos , a la geometra del

    cosmos y a la posibilidad de los viajes msticos auxiliados por los psicotrpicos.

    Del ncleo duro depende la organizacin de los componentes en el sistema, la

    4 Braudel afirma que hay diversas realidades cronolgicas que se observan en el decurso histrico.Los temas que atienden al individuo y al acontecimiento corresponden al tiempo breve; la historiaeconmica y social est ritmada lentamente, y la historia de aliento mucho ms sostenidopertenece a la larga o a la muy larga duracin (Braudel, La historia y las ciencias sociales , p. 64 y74). Por otra parte, Braudel sostiene que el tiempo de la historia no fluye en una sola corriente, sinoen capas simultneas como las hojas de un libro (Mares y tiempos de la historia, p. 44).

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    insercin y el ajuste de las innovaciones, y la recomposicin tras la disolucin o

    prdida de elementos.

    Puede afirmarse que al menos una parte de dicho ncleo duro, arrastrada

    desde la poca de los primeros sedentarios agrcolas mesoamericanos, resisti a

    la conquista, a la evangelizacin y a la larga vida colonial, y que en buena parte se

    halla presente en los actuales pueblos indgenas como uno de los componentes

    vertebrales de la tradicin.

    El devenir convierte la construccin del sistema en un proceso cotidiano,

    ininterrumpido. Con mucha frecuencia la transformacin de sus partes es

    desequilibrada y debido a ello se produce un desfase permanente tanto entre sus

    elementos como en la conciencia de los agrupados. Las innovaciones derivan

    tanto de las vivencias de la generalidad de los agrupados como de procesos

    reflexivos individuales o colectivos que tienen como propsito modificar

    alguna parte del sistema. La primera va es difusa, invisible; no existe en ella la

    conciencia de afectar el sistema general; bsicamente la producen las

    interacciones prcticas de los hombres consigo mismos y con el medio. Puede ser

    comparada a la creacin de una lengua, cuyas formas combinatorias derivan del

    uso social de los hablantes que actan sin intencionalidad ni conciencia de ir

    transformando el sistema. La lengua es obra de todos y de nadie; coherente como

    producto de la razn, no de la conciencia dirigida a su transformacin. La segunda

    va semeja la labor de los gramticos que descubren las normas, las formalizan y

    exponen. Cabe advertir que en el proceso de transformacin la primera va es muy

    superior a la segunda, pese a la importancia que socialmente se otorga a lderes,

    profetas, jerarcas y filsofos. Los hombres construyen colectivamente la parte

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    medular de las creencias religiosas, los principios jurdicos y los valores estticos

    sin pensar necesariamente en la creacin de dioses, leyes u obras de arte.

    Si bien los actos mentales se producen en los individuos, stos son seres

    sociales, inmersos desde su infancia temprana en una cultura. Toda experiencia

    es nica e irrepetible; pero se da en un nicho cultural preexistente. 5 Las

    innovaciones que nacen en las races mismas del conjunto en el enfrentamiento

    de los hombres a la particularidad de lo concreto surgen dentro del sistema y se

    van depurando y abstrayendo durante la comunicacin. El acto mental ms simple

    aun la simple percepcin es un nudo de mltiples conexiones. Algunas

    conllevan valores normativos, taxonmicos, estticos, aunque estos valores jams

    hayan sido formalizados por la tradicin en forma reflexiva. La infinita variacin del

    devenir se reduce en la experiencia misma. La percepcin generaliza, clasifica.

    Los procesos mentales tienen su propia economa, y no es posible atomizar las

    representaciones de la realidad. Ms all, el lenguaje interior, presente en gran

    parte de los actos mentales, contribuye a reducir la diversidad, la ordena y le

    proporciona su propia racionalidad.

    El conjunto sistmico se dinamiza con flujos y reflujos que van de lo particular y

    concreto a los distintos niveles de abstraccin, y de estos niveles generales se

    retorna a lo concreto, a nuevos casos particulares, en forma de guas de

    pensamiento y accin.

    Los actos mentales dan origen, con la comunicacin, a un proceso colectivo. La

    informacin, sobra decirlo, no produce en el receptor actos mentales idnticos a

    5 Vase la intervencin que Daz atribuye a la cultura en el sistema mental (La conciencia viviente,p. 451 y fig.XIV.4).

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    los del emisor. Por una parte, el nivel de inteleccin vara de individuo a individuo:

    depende en buena proporcin de la afinidad cultural de emisores y receptores. Por

    la otra, la complejidad de los actos referidos como nudos de conexiones vara

    cualitativa y cuantitativamente segn las particularidades de cada uno de los

    agentes. Ha de tomarse en cuenta, en trminos generales, que todo contacto de

    un ser humano con otro produce una mnima comunicacin, y que esta relacin se

    da en una amplsima escala, aunque nunca prxima a dos polos hipotticos: el de

    la ininteligibilidad y el de la produccin intersubjetiva de identidades. En otras

    palabras, la intersubjetividad se produce en niveles variables de calidad

    comunicativa.

    La intersubjetividad producida en una entidad social da lugar a la unidad del

    conjunto sistmico, que llega ser una gigantesca red de relativa coherencia,

    formada por los actos mentales de la colectividad constructora-usuaria. Sin

    embargo, cada miembro de la colectividad posee una muy limitada porcin de sus

    elementos. No hay que confundir, por tanto, el acervo individual con el conjunto

    holstico. En el limitado acervo de cada individuo se produce un complejo de

    relativa coherencia personal; pero la gran coherencia que rige su acervo es

    producto del juego dado holsticamente en la colectividad.

    La coherencia del sistema no uniforma pensamientos, sentimientos ni acciones

    en los individuos. Su coherencia, se ha dicho, es relativa. Las diferencias

    individuales y grupales se mantienen, respondiendo a idiosincrasia e historia, lo

    que incluye divisiones y contradicciones sociales, tensiones y asimetras. El

    sistema permite la interaccin que abarca el juego de las diferencias y

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    contradicciones; mantiene las posibilidades de comunicacin aun para la lucha

    ideolgica, y se convierte as en base de la gran palestra social.

    De igual manera como ya se mencion, el conjunto sistmico permite las

    fuertes variantes temporales y espaciales determinadas por diferencia de

    relaciones de produccin, de recursos econmicos, de ambientes naturales, de

    tradiciones particulares, de lenguas, etctera. La unidad se mantiene por las

    calidades de generalidad, fundamentacin y estructuracin del ncleo duro, y ste

    se conserva, poco afectado por los grandes cambios histricos cuando stos

    modifican considerablemente niveles menos resistentes.

    Es necesario entender el carcter histrico de la red de actos mentales, y con l

    sus transformaciones, considerndola en su calidad de acto de relacin

    interindividual e intersubjetivo, no como una mera cristalizacin producto de la

    actividad social. Para la debida inteleccin de la red es indispensable

    comprenderla como relacin dialgica y de acuerdo con sus dimensiones de radio

    variable. Sin embargo, el estudioso de los procesos sociales, no tiene posibilidad

    de acceso a los actos mentales que forman la red si no es por medio de la

    observacin de las cristalizaciones producidas por dichos actos en forma mediata

    o inmediata. A partir de dichas cristalizaciones, el investigador integra su modelo

    de estudio, reconstruyendo hipotticamente los actos mentales que les dieron

    origen en la relacin social.

    Uno de los problemas ms interesantes del conjunto sistmico es el de la

    determinacin de sus dimensiones. No es posible limitar el tamao de la red de

    actos mentales a una dimensin tipo, como pueden serlo la que corresponde a la

    comunidad indgena o a una etnia determinada. La dimensin es relativa.

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    Para entender este problema, podemos recurrir a una comparacin sencilla. Si

    equiparamos la red con los dogmas de un complejo religioso, tendramos que

    observar la formacin de los niveles de pertenencia y la calidad de la

    intersubjetividad de las creencias. Si reducimos el ejemplo a un esquema

    demasiado simplista, el cristianismo puede poseer principios bsicos comunes;

    pero a partir de stos, hay particularizaciones si se toman en cuenta las creencias

    distintivas de sus distintas denominaciones: nestorianos, catlicos, ortodoxos

    orientales, protestantes, etc. Cada denominacin tiene, adems, sus propias

    divisiones, con lo que aumentara notablemente una grfica dendrolgica. En

    sentido inverso de pertenencia, el cristianismo forma con el judasmo y el islam un

    conjunto cuyos principios estn cristalizados en la Biblia. Estas religiones estarn

    incluidas en otro grupo mayor, el de las religiones que se consideran monotestas,

    y los monotestas junto a los politestas formaran el gran grupo de los creyentes.

    Es obvio que en todo este magno complejo funciona el principio lgico enunciado

    en el siglo III por el filsofo neoplatnico Porfirio: "A mayor comprensin, menor

    extensin, y viceversa". A mayor nmero de creyentes considerados en un

    conjunto, las coincidencia de creencias sern ms limitadas; a menor nmero, los

    puntos de coincidencia, y por tanto la calidad de inteleccin, sern mayores.

    De la misma manera puede analizarse la construccin de las redes de actos

    mentales y la formacin de las intersubjetividades. Hay que tomar en cuenta que

    los actos mentales se incorporan en redes de intersubjetividad a partir de la

    comunicacin. Los radios de la produccin de las redes son variables, debido a

    que las relaciones sociales se establecen en muy diversos mbitos grupales. Un

    mismo individuo forma parte de un reducido mbito conyugal, con sus particulares

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    relaciones de comunicacin; de otro, un poco ms amplio, que es el familiar, y as

    sucesivamente, hasta pertenecer a comunidades sociales enormes, con las cuales

    se identifica, y dentro de las que ocupa un lugar como constructor-usuario de la

    red. Esto hace que la dimensin de entidades sociales sea relativa, pues depende

    de la amplitud de radio de las relaciones sociales y de la particular produccin de

    actos mentales en los variados mbitos de relacin. El modelo utilizado para el

    estudio de la red no puede reducirse a la comunidad, o a la etnia, o a ninguna otra

    unidad fija. La comunicacin y, por tanto, la intersubjetividad, operan en la

    diversidad de los mbitos. Obviamente, la calidad de la comprensin entre los

    componentes del proceso intersubjetivo variar, obedeciendo al referido principio

    de Porfirio. De esta manera, tomando en consideracin el caso de la tradicin

    mesoamericana, el modelo general, cuyos elementos constitutivos se centran en

    el ncleo duro, quedar dividido y subdividido en reas, regiones, localidades, y

    deber ser apreciado en trminos de su unidad y su diversidad.

    III. DEFINICIN

    La conceptuacin expuesta en forma abreviada permite construir la siguiente

    definicin de la red intersubjetiva de actos mentales a la que me he referido:

    Hecho histrico de produccin de procesos mentales inmerso en decursos de

    muy larga duracin, cuyo objeto es un conjunto sistmico de coherencia relativa,

    constituido por una red colectiva de actos mentales, con la que una entidad social,

    en un momento histrico dado, pretende aprehender el universo en forma

    holstica.

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    Tras formular esta definicin, creo pertinente agregar breves notas aclaratorias

    a sus elementos:

    [1]Hecho histrico

    Se subraya su identificacin como hecho histrico para destacar su calidad

    objetiva como producto de una sociedad. No se trata, por tanto, de una mera

    herramienta terica del historiador o del etnlogo. El que el hecho en su conjunto

    sea o no reconocido reflexivamente por sus agrupados no determina su existencia.

    [2]de produccin de procesos mentales

    Vilar seala que si el objeto de la historia es la dinmica de las sociedades

    humanas, la materia histrica la constituyen los tipos de hechos, e inicia la

    enumeracin de stos con los hechos de masas, entre los que menciona la masa

    de los pensamientos y de las creencias. 6 Si bien los procesos mentales a los que

    me refiero son ms amplios que los pensamientos y las creencias a los que

    incluyen, la definicin de Vilar es justa.

    [3] inscrito en un ritmo de muy larga duracin

    La muy larga duracin se refiere a su parte nuclear. Sin embargo, en ese

    marco histrico, el resto de sus componentes pertenecen a todos los ritmos de la

    historia, desde los de larga duracin hasta los efmeros.

    [4] cuyo objeto es un conjunto sistmico de relativa coherencia

    No obstante que el conjunto es un sistema, su coherencia no es absoluta, lo

    que permite su constante transformacin histrica, las divergencias internas, las

    variantes regionales y locales, etctera.

    6 Vilar, Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico, p. 43.

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    [5]constituido por una red colectiva de actos mentales

    Aunque el acto mental se produce en el individuo, su naturaleza es social por el

    carcter mismo del productor. El acto mental, hecho sumamente complejo, es un

    nudo de conexiones de elementos, entre ellos los culturales, que son en su mayor

    parte anteriores al individuo y que estn presentes en l debido a su naturaleza

    social. La red se origina cuando los actos mentales producen informacin. Es

    necesario considerarla no un producto cristalizado, sino una relacin dialgica en

    permanente transformacin. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que la

    coherencia del sistema no llega a uniformar pensamientos, sentimientos o

    acciones de los individuos, puesto que el sistema abarca las diferencias

    individuales y grupales. En esta forma, la red permite la interaccin en su ms

    amplio sentido, estableciendo principios bsicos de entendimiento y reglas

    suficientes para la comunicacin y trato. As se da el juego de las diferencias y

    contradicciones, lo que hace del sistema la base de la gran palestra social.

    [6]con los que una entidad social

    Los grupos sociales productores del sistema son de extensin relativa. Las

    distintas dimensiones pueden estar interrelacionados como subgrupos o como

    grupos traslapados. Esto hace que exista una pluralidad de subsistemas de

    distintas dimensiones, ya incluidos unos en otros, ya intersecados.

    [7]en un momento histrico dado

    El carcter histrico del conjunto implica su modificacin, debida a la constante

    adquisicin, modificacin y prdida de sus componentes. Es un dilogo que, como

    todo proceso de intersubjetividad, est en movimiento histrico, transformndose

    en la realidad cotidiana. Como se afirm, la transformacin tiene ritmos diferentes,

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    y el cambio de los estratos ms externos atena el efecto del devenir en los ms

    profundos.

    [8] pretende aprehender el universo en forma holstica

    El carcter sistmico del conjunto hace que la percepcin de los miembros del

    grupo deba ser holstica. Los miembros del grupo creen en una relacin causal

    entre el tiempo-espacio anecumnico y el ecumnico; en que la constante

    transformacin de las criaturas es producida por la sustancia ligera que

    permanece en el mundo o transita por l, y en la existencia de leyes csmicas que

    rigen tanto a las divinidades como a las criaturas. Por otra parte, el investigador

    debe tomar en cuenta que la creencia en dioses, fuerzas, mitos, tiempo-espacio

    anecumnico y composicin mixta de las criaturas es una respuesta a la

    necesidad del hombre de aprehender racional y emocionalmente su entorno y su

    naturaleza, y que esta aprehensin requiere de la concepcin de una totalidad de

    elementos vinculados firmemente.

    IV. DENOMINACIN

    Es necesario apreciar la propiedad del nombre que ampara al objeto social. En

    este caso, la propiedad del nombre del concepto y la definicin que aqu nos

    ocupan. Aunque la importancia de un trmino nunca es semejante a la del

    concepto al que se aplica, sus cargas histrica y filolgica no son despreciables y

    no deben ser bice para su propiedad y claridad.

    Las denominaciones han sido fuente de mltiples discusiones en el estudio de

    la tradicin mesoamericana. Por distintos motivos, pero muy frecuentemente por

    haber surgido en contextos histricos distantes, la aceptacin de trminos como

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    rey, esclavo, mito, alma, magia, religin, chamn, sobrenatural,

    pecado y un largo etctera ha sido tema de artculos, ponencias y mesas

    redondas.

    Con frecuencia se presenta en cada caso la disyuntiva entre aplicar un

    neologismo o reusar un trmino existente, ste acompaado de la explicacin del

    sentido en el contexto particular. Ambas soluciones tienen sus ventajas y sus

    desventajas, por lo cual tienden a ser casuistas. As, la acuacin de un

    neologismo, aunque resalta la particularidad de un nuevo concepto, corre el riesgo

    de no ser aceptada. Adems, el neologismo puede quedar limitado estrictamente

    al nuevo concepto o a la corriente terica que lo ampara. Esto dificulta el dilogo

    acadmico, entre otras cosas por la proliferacin de la terminologa cientfica.

    El reso de un trmino tiene como desventaja la fuerte carga semntica

    derivada de su etimologa o de su trayectoria conceptual. Sin embargo, cuando el

    significado ha variado considerablemente con el uso, su misma diversidad de

    aplicacin destruye la estricta precisin semntica y el trmino queda

    suficientemente laxo como para recibir nuevos contenidos, siempre que stos se

    precisen. Es el caso de rey, trmino que, a lo largo de los siglos , se ha usado

    con demasiada amplitud. Sera ingenuo pretender que el trmino rey es impropio

    cuando se aplica a los gobernantes supremos de estados mesoamericanos

    porque no corresponde, digamos, a la nocin de realeza inglesa del siglo XVIII. Sin

    embargo , hay que tomar en cuenta que el trmino rey ha sido aplicado en

    Europa, en Asia y en frica a gobernantes muy diversos entre s, en muchas otras

    pocas y pertenecientes a muy diferentes tipos de entidades polticas.

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    El trmino cosmovisin que tradicionalmente se ha aplicado a conceptos

    afines al que aqu se trata no slo tiene una respetable antigedad, sino que

    histricamente ha marcado el desenvolvimiento de un debate terico en el cual

    han participado con numerosas propuestas pensadores de muy diversas

    corrientes de pensamiento a lo largo del tiempo. Esto, por una parte, ubica con

    precisin la discusin cientfica dentro y fuera del mesoamericanismo; por otra, la

    diversidad de conceptos a los que se ha referido ha provocado tal laxitud en el

    trmino, que las crticas por su vinculacin necesaria a una idea o a una posicin

    terica dadas carece de fundamento.

    A mi juicio, cosmovisin es un trmino suficiente para seguir amparando la

    discusin cientfica desde posiciones diversas. Obviamente, y como es sana

    costumbre, se sobrentendern estas diferencias gracias a la pertinente aclaracin

    de la ubicacin terica de cada uno de los participantes.

    No han faltado objeciones filolgicasal trmino cosmovisin ; pero estimo que

    el trmino es adecuado si por cosmos se entiende la totalidad unitaria de lo

    existente y si se acepta el amplsimo sentido metonmico del trmino visin.

    A lo largo de muchos aos he ido variando concepto y definicin de este

    conjunto. Pese a las diferencias entre lo que antes sostuve y lo que ahora

    propongo, nada me induce por ahora a cambiar el trmino cosmovisin. Sigo

    distinguindolo de cosmogona, relativo al origen del mundo, y de cosmologa,

    palabra que por su elemento se limita a los actos mentales de c arcter

    cognoscitivo, reflexivos, producidos en una entidad social. Los tres trminos sern

    muy tiles si se aplican en sus respectivas acepciones.

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    Por ltimo, con relacin a la denominacin del modelo interpretado para el

    estudio de la cosmovisin, no est por dems afirmar que puede calificrsele a

    partir del enfoque de la extensin de las relaciones sociales que se toman en

    cuenta al delimitar el objeto: cosmovisin mesoamericana, cosmovisin maya,

    cosmovisin quich, etc., en un orden decreciente.

    V. CONSIDERACIONES FINALES

    Las variantes que he venido formulando en la definicin de cosmovisin a lo largo

    de dcadas se han debido a su constante confrontacin con la tradicin

    mesoamericana. Hoy propongo una ms, que no por ltima es necesariamente la

    definitiva o la mejor. Ingresa sta a futuras confrontaciones que har con mi objeto

    de estudio y, como propuesta, al debate acadmico.

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    A. OBRAS CITADAS EN EL TEXTO

    Braudel, Fernand, La historia y las ciencias sociales , 3 ed., Madrid, AlianzaEditorial, 1974.

    Braudel, Fernand, Mares y tiempos de la historia, entrevista por Jean -JacquesBrochier y Franois Ewalt,Vuelta, n, 103, junio de 1985, p. 42-46.

    Daz, Jos Luis, La conciencia viviente, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,2008.

    Vilar, Pierre, Iniciacin al vocabulario de anlisis histrico, 3 ed., Barcelona,Grupo editorial Grijalbo, 1981.

    B. ALGUNOS TRABAJOS PERSONALES EN LOS QUE ME HE REFERIDO AL CONCEPTO DECOSMOVISIN

    [1980] Cuerpo humano e ideologa. Las concepciones de los antiguos nahuas, 2v., Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto deInvestigaciones Antropolgicas.

    [1990] Los mitos del tlacuache, 3 ed., Mxico, Universidad Nacional Autnomade Mxico, Instituto de Investigaciones Antropolgicas, 1996 [La primeraedicin, Mxico, Alianza Mexicana, 1990].

    [1994]Tamoanchan y Tlalocan, Mxico, Fondo de Cultura Econmica.[1996] "La cosmovisin mesoamericana", en Sonia Lombardo y Enrique Nalda

    (coords.), Temas mesoamericanos, Mxico, Instituto Nacional de Antropologae Historia, 1996, p. 471-507.

    [2001] Lpez Austin, Alfredo, El ncleo duro, la cosmovisin y la tradicinmesoamericana, en Johanna Broda y Flix Bez -Jorge (eds.), Cosmovisin,ritual e identidad de los pueblos indgenas de Mxico, Mxico, ConsejoNacional para la Cultura y las Artes / Fondo de Cultura Econmica, p. 47-65.

    C. ALGUNOS TRABAJOS DE DIFERENTES AUTORES SOBRE COSMOVISIN DE LA TRADICINMESOAMERICANA

    Broda, Johanna , Cosmovisin y observacin de la naturaleza: el ejemplo y elculto de los cerros, en Johanna Broda, Stanislaw Iwaniszewski y Lucrecia

    Maupom (eds.), Arqueoastronoma y etnoastronoma en Mesoamrica, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto deInvestigaciones Histricas, 1991, p. 461-500.

    Guiteras Holmes, Calixta, Los peligros del alma. Visin del mundo de un tzotzil, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1965.

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    Medina Hernndez, Andrs, En las cuatro esquinas, en el centro. Etnografa dela cosmovisin mesoamericana, Mxico, Universidad Nacional Autnoma deMxico, Instituto de Investigaciones Antropolgicas, 2000.

    Khler, Ulrich,Chombilal chulelal Alma vendida. Elementos fundamentales dela cosmologa y religin mesoamericana en una oracin en maya-tzotzil, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Instituto deInvestigaciones Antropolgicas, 1995.

    Portal Ariosa, Mara Ana, El concepto de cosmovisin desde la antropologamexicana contempornea, Inventario Antropolgico, UAM, anuario de larevista Alteridades, 1996, v. 2, p. 59-83.