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Sinopsis
a Prisión de Piedra es un cuento macabro contado con el espíritu de los
Grimm. Una hechicera malvada, una torre de piedra, y una chica cuyo
destino pende de un hilo a medida que el reloj se aproxima a la
medianoche para hacer un cuento de hadas escalofriante.
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Indice
SINOPSIS .................................................................................................................................................. 2
INDICE ..................................................................................................................................................... 3
CAPÍTULO 1 ............................................................................................................................................ 4
CAPÍTULO 2 ............................................................................................................................................ 6
CAPÍTULO 3 ............................................................................................................................................ 9
CAPÍTULO 4 .......................................................................................................................................... 13
CAPÍTULO 5 .......................................................................................................................................... 16
CAPÍTULO 6 .......................................................................................................................................... 19
CAPÍTULO 7 .......................................................................................................................................... 23
CAPÍTULO 8 .......................................................................................................................................... 28
CAPÍTULO 9 .......................................................................................................................................... 37
SOBRE LA AUTORA ............................................................................................................................. 40
STAFF DEL LIBRO ................................................................................................................................. 41
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Capítulo 1
Traducido por flochi
Corregido por Nanis
l cielo estaba oscuro la noche que mi padre fue asesinado. Los
sirvientes acababan de encender las lámparas, y las llamas
parpadeaban felizmente en nuestras ventanas. Apenas tenía dos años
cuando sucedió, pero lo recuerdo todo. Recuerdo el aire pegajoso de la noche con
el aroma de madreselva. Recuerdo escuchar los susurros silenciosos de los siervos
frenéticos. Los ruidos que llegaban a la casa, haciendo que los diminutos cabellos
de mi nuca se erizaran. Recuerdo el sonido de las pisadas de mi padre cruzando la
puerta abierta.
Un silencio antinatural llenó la casa, a la vez que la puerta se sacudía abierta.
Entonces, escuché su voz. Era dulce como la miel, prometiendo todo y pidiendo
nada. Me atrajo desde debajo de mis mantas. Tenía que ver el rostro a quien
pertenecía esa voz. Cuando anduve a través de mi habitación, padre la silenció, y
la obligó a salir de nuestra casa. Vestida con un camisón blanco, avancé hacia mi
ventana, envuelta en la oscuridad. Me puse de puntillas sobre mis diminutos
dedos mirando por encima del borde.
Las sombras pintaban un patrón de encaje negro a través de su forma, pero pude
notar que era la mujer más bella que había visto. Cabello grueso dorado caía en
largas ondas debajo de la capucha de su capa negra. Cuando habló, labios llenos de
color rojo rubí brillaron como si estuvieran cubiertos de rocío. Su piel era como el
de una fina muñeca perfectamente lisa. Pero sus ojos estaban enojados.
A medida que hablaban, la mujer se agitaba cada vez más. Su hermoso rostro
desencajado por el enojo.
Lo único que escuché de mi padre fue:
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—No.
Él no era cruel. No sonó como si estuviera regañando a uno de los criados, o
reprendiéndola. Sonó apenado, como si no quisiera decir la palabra. Pero la dijo.
Esa sola palabra destrozó mi mundo.
Antes de que pudiera terminar de hablar, la mujer embistió a mi padre. Un puño
fue a su muñeca, mientras que la otra mano agarró el hombro de mi padre. Ella lo
miró a los ojos cuando empujó la cuchilla en su estómago y lo retorció. Escarlata se
vertió de la herida, salpicándose sobre la tierra del suelo. La mujer lo liberó. Sin un
grito, mi padre cayó al suelo, muerto.
Antes de que mis diminutos labios pudieran gritar, la mirada de la mujer se volvió
hacia mi pequeño cuerpo, mirando desde la ventana.
Desaparecí de mi casa esa noche. Ni un alma vio a esa mujer arrancarme de la
ventana, y llevarme a la torre de piedra en lo profundo del bosque. Cada noche,
sueño con una hermosa mujer apuñalando a mi padre. Cada noche es lo mismo.
Los gritos que nadie gritó la noche de su muerte resonaban ensordecedoramente
en mis sueños, despertándome con el corazón latiendo tan rápido que pensé que
podría estallar. Los sueños no cesaron. Y crecí, sola, encerrada del resto del mundo,
con una asesina como mi única compañera.
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Capítulo 2
Traducido por Mari NC
Corregido por Nanis
a sangre es poder —dijo la anciana. Su cabello dorado había
desaparecido hace mucho tiempo. El sol había sido despiadado,
desgastando su piel como la piel de un viejo. Ella había subido la
larga escalera a mi habitación en la parte superior de la torre de piedra. Quince
años pasaron desde la noche en que su horrenda sombra por primera vez se cruzó
en mi camino. La forma encorvada de la anciana jadeó en busca de aire, y se sentó
en una silla.
Los antiguos ojos grises de la bruja estaban apáticos. Se sentó frente a mí como si
fuéramos viejas amigas, a pesar de que no lo éramos. Mirando fijamente a sus
manos nudosas, recordé verlas suaves y cubiertas de sangre. Era imposible de
olvidar. Ese momento estaba grabado en mi mente, como ácido quemando metal,
para la eternidad.
Ese oscuro recuerdo aplastó todos los felices. No podía recordar la risa de padre o
el brillo de sus ojos cuando hablaba. No podía recordar su cálida voz y su fuerte
toque. Todo eso había desaparecido, robados por la mujer que se sentó frente a mí.
La bruja.
La vieja hechicera se retorcía las manos, y tomó un respiro profundo.
Esta era la única noche del año en que se me permitía un poco de libertad. Era mi
cumpleaños, pero esa no era la razón por la que se me permitía aventurarme a su
lado. La razón por la que se me permitía dejar mi prisión de piedra se debía al
cumpleaños de alguien más, el Príncipe Heredero. Cada año, la familia real
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realizaba un baile para celebrar su nacimiento. Y cada año la bruja me obligaba a
asistir.
Sin embargo, esa poquita libertad tenía un precio. Me vi obligada a robar, tomar
cosas que no eran mías. La pena por robo era severa en este reino. El guardia que
me atrapó tenía derecho a cortar mi mano por la muñeca. Si fuera capturada por
segunda vez, mi cabeza sería cortada por el cuello. Robar del palacio era un riesgo
más alto. Había más guardias para verme robar. Me arriesgaba mucho al hacer
esto, pero valía la pena el riesgo.
La bruja me enseñó cómo tomar cosas y evitar la detección del guardia. Me hice
más hábil a medida que crecía. Nadie sospechaba de mí. Una institutriz hecha de
magia oscura venía detrás de mí, hasta que encontraba lo que necesitaba. Y la bruja
usualmente pedía cosas que no podrían extrañarse, como un mechón de cabello,
un trozo de tela, o algún otro objeto descartado, sin valor. Ella recogía estas cosas y
las guardaba bajo llave en el armario de madera. Yo esperaba que este año no fuera
diferente.
Ella me obligaría a tomar algo que no sería extrañado, y enviaría una institutriz
para venir detrás de mí.
Pero mi suposición era errónea.
La bruja se lamió sus labios marchitos. Estaban tan agrietados que sangraba en las
esquinas, haciéndola parecer como si tuviera llagas en su boca.
—Esta noche es más importante que los bailes anteriores. Esta noche vas a robar el
objeto que busco, el elemento que va a asegurar tu futuro y el mío. El objeto que
requiero nos traerá mucho. Vas a tomarlo para mí y volver a casa antes de la
medianoche. —Hizo una pausa, mirándome con sus labios marchitos en una
sonrisa tensa—. Si haces lo que digo, habrá suficiente belleza sin fin, riquezas
insuperables, y poder para durar toda la vida.
Esas cosas eran ajenas a mí, aunque sabía que ella las anhelaba. Había estado
encerrada en una torre, rechazada por toda la vida. En las noches se me permitía
salir, tenía que regresar antes de medianoche. La bruja se aseguró de que yo
siempre estaba encerrada en la torre a la doceava cuenta de las campanas de la
noche. Para la mayoría de la gente, la medianoche marca un nuevo día, trayendo
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una nueva esperanza. Pero no para mí. Siempre he sido muy consciente de la
duodécima campanada. Había una agitación en mi interior que parecía anhelar
algo, pero no sabía qué. Sólo aparecía a esa hora y se desvanecía instantáneamente
mientras me sentaba sola, mirando las paredes de piedra desde mi almohada.
Entonces a la mañana vendría, y los rayos de la luz del sol se derramarían por el
suelo frío. La mayoría de los días miraba por una ventana que era demasiado
pequeña como para tirarme por ella. Lo sé porque lo intenté. Hubiera sido más
soportable caer en picada desde la torre que soportar otro día de confinamiento.
Soñaba con caminar entre la gente de nuevo, y estar con ellos más allá de la
onceava hora. Soñaba con una vida normal, sólo otra campesina satisfecha en un
vasto reino.
Pero la bruja tenía otros planes.
La fulminé con la mirada. Muchos pensamientos corriendo por mi mente.
Si sólo pudiera ser libre de ella. Había tratado de huir varias veces, cada vez
terminando en la misma dura lección aprendida de que nadie puede escapar de la
bruja.
Nunca.
Podía decir por su postura, desde el retorcimiento de sus manos que esta noche era
más importante para ella que las demás. Esta noche era diferente de las otras, pero
una única faceta sigue siendo la misma.
Yo tenía que salir a la onceava hora.
Sus ojos grises parecían cobrar vida mientras hablaba.
—Durante demasiado tiempo, nuestra especie no ha sido bien recibida allí, Ella.
Durante demasiado tiempo hemos trabajado como animales salvajes entre las
piedras y los bosques tratando de reclamar una vida digna de ser vivida. Pero no
más. Después de esta noche, las cosas van a cambiar.
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Capítulo 3
Traducido por Auroo_J
Corregido por Nanis
largó una mano descarnada hacia mí, acariciando mi cabeza mientras
se levantaba.
—Recuerda niña, la sangre es poder.
Ella bajó la mirada hacia mí. Cuando no pude asentir con la cabeza,
cogió su bastón y golpeó a un lado de mi cabeza. El palo se quebró contra el
costado de mi cráneo. Manchas blancas brillaban ante mis ojos, incluso después de
que los cerré y me aleje de ella.
Ya no temblaba cuando me golpeaba. Me paré. Hubo un tiempo cuando era más
joven en que me encogía ante su mano, pero eso fue hace mucho tiempo. Miré a la
bruja y me incline profundamente, mientras presionaba los dedos en la herida. La
sangre bajó por mi mejilla, mientras bajaba la cabeza.
—Sí, señora. La sangre es poder. Pido disculpas por mi silencio irrespetuoso.
Me arriesgué, y levanté la vista hacia ella. Ella tenía un complejo de superioridad.
Los que no se sometieron murieron. No había otra manera de vivir, y estar cerca de
ella. Y por alguna razón, no me soltaría.
La anciana llegó a mí, metiendo sus dedos huesudos debajo de mi barbilla, lo que
me obligó a volver la cara y mirarla.
—Preciosa niña. Hay muchas cosas que se cruzan en nuestro camino, sobre todo
después de esta noche, pero asegúrate de que no haya ninguna duda en tu mente
acerca de lo mucho que te aprecio. Una niña caprichosa debe sentir el aguijón de
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este palo para convertirse en una gran mujer. Y eso es lo que eres. Eso es en lo que
te has convertido en una gran mujer.
»Y, esta noche todo el mundo lo verá.
»Asistirás al baile como una mujer con ropas de dama que harán que todas las
demás parezcan triviales. Ella, ganarás el corazón del príncipe. Él te elegirá para
ser su novia antes de las once. Te lo juro.
Bajando mis ojos oscuros, asentí con la cabeza y respondí:
—Sí, señora. Pero, ¿qué tengo que llevar? Nunca he visto el vestido del que habla.
En todos los años pasados, use el traje de una niña o joven, pero era mi
decimoséptimo cumpleaños. Estaba en edad. En años anteriores, mi largo cabello
dorado se había arrastrado por mi espalda, mis pequeñas manos estaban sin
guantes, y mi vestido se agitaba por encima de los tobillos. Pero este año usaría la
ropa de las mujeres. Los vestidos de las mujeres, los vestidos de las damas que
asistían al baile, tocaban el suelo. Y, llevaban bajos escotes reveladores, con mangas
que cubrían sus hombros. Los corsés que se habían puesto apretados ofrecían a
cada mujer una forma de reloj de arena, y los guantes de seda se extendían en los
brazos desde los hombros hasta los dedos. Era la marca de la feminidad. Y esta
noche estaba siendo ofrecido a mí.
La anciana cruzó la habitación hacia un gabinete que siempre estaba cerrado. Se
alzaba del suelo al techo, y tenía sólo una puerta gruesa de madera tallada.
Grandes bisagras negras lo mantenían fuertemente cerrado.
Aunque lo intentara, nunca fui capaz de fisgonear en la puerta abierta para ver qué
se escondía en su interior. Estaba segura de que los artículos que robaba estaban en
esa caja, aunque nunca la había visto ponerlos dentro. Lo único que sabía era que
guardaba sus posesiones más preciadas encerradas en esta torre.
La puerta de madera crujía en su mano. Cuando se alejó del gabinete, pude ver que
sacó una caja de piedra. Era demasiado pequeña para contener un vestido, o
incluso un zapato. Presionó la puerta cerrada, y se dirigió hacia mí. La caja de
piedra aferrada a su pecho.
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—Este es lo último de mi magia —confesó—. La he usado con moderación hasta
esta ocasión. Esto te proporcionará una belleza brillante. Vas a ser la
personificación de la perfección.
»El príncipe no podrá apartar la mirada de ti. Ni tampoco ningún otro hombre
para ese asunto.
Me acerqué, mirando a la caja cerrada.
—¿Tu poder proviene de la caja? —No entendía—. Pensé que eras una bruja. Pensé
que tus poderes estaban dentro de ti.
Tirante cabello blanco le enmarcaba el rostro demacrado. Ella sonrió suavemente
mientras frotaba la mano sobre la tapa de la caja de piedra.
—La energía oscura viene de muchos lugares, niña. No es innato. El poder debe ser
alcanzado y luego canalizado. Mis poderes disminuyen, y sabes lo importante que
es que tengo que cuidar de ti. Sin mí, seguramente sufrirías una muerte horrible. Si
el reino supiera lo que eres, lo que has hecho... Ella, no sólo te ejecutarían
atravesándote con una lanza. Ellos tienen maneras de liberar sus tierras del mal.
Maneras que te harían llorar de miedo.
Ella sacudió la cabeza lentamente, manteniendo su palma en la parte superior de la
caja.
—No voy a decirte lo que hacen. Sólo te aterrorizaría esta noche cuando tienes que
enfrentarte a esas personas. Pero recuerda, recuerda, cuando mires sus caras
sonrientes, velos como lo que realmente son. Recuerda que ellos te tendrían
despellejada y abrasada antes de aceptarte. O a mí.
»Porque nosotras somos lo mismo, niña. Y las dos sabemos lo que va a pasar con
nosotros si fallamos esta noche.
Asentí, sin entender completamente lo que estaba insinuando. Tragando saliva,
envolví mis brazos alrededor de mi cintura y mantuve los ojos fijos en la caja, en la
fuente de su poder.
Ella continuó:
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—El poder más grande viene de la sangre. La sangre es poder. Siempre lo ha sido.
Siempre será.
Los labios de la anciana se torcieron en una sonrisa cuando apartó lentamente la
tapa. Se abrió en sus manos, dejando al descubierto una caja de piedra llena de oro.
Había algo oscuro conteniendo dentro un corazón latiendo. Estaba pequeño y
marchito. Venas negras infestaban como telaraña a través de su superficie, como el
moho en el queso.
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Capítulo 4
Traducido por Primula
Corregido por Nanis
i un grito ahogado. Mis manos volaron a mi boca para ahogar mi grito.
El corazón no era más grande que el puño de un niño. Latió una vez,
como si se estuviera muriendo y luego se estremeció a otro ritmo. Una
pequeña gota de sangre goteaba sobre la caja de oro desde el corazón. Luego latió
más. La bruja tomó su dedo y lo apretó a través de la gota de carmesí. Se lo llevo a
su boca, colocando la preciosa gota en su lengua y la ingirió.
Nunca la había visto hacer esto antes. En los quince años que había estado a su
cuidado, no conocía la fuente de su poder. Ella dijo:
—Te acompañare esta noche, está noche es diferente a todas las demás. Eres mayor
de edad, y van a cambiar las cosas. Pero primero, tengo que cambiar esto. —Hizo
un gesto a sí misma. Ella era más terrible de lo que había soñado. ¡Bebió la sangre
del corazón de un niño!
Antes de que tuviera tiempo de considerar cualquier otra cosa, el aspecto de la
anciana empezó a cambiar. La había visto alterar su apariencia hace años, a pesar
de que nunca había visto cómo lo hacia. Nunca había sido testigo de primera mano
de la magia. Ahora que lo estaba, quería alejarme de ella como fuera posible. ¡La
fuente de su magia era deplorable! ¿De dónde viene el corazón? ¿A quién le
pertenece?
Mi corazón golpeó contra mis costillas, mientras una oleada de emociones se
estrelló contra mí. El aire era sofocante. Neblina blanca y espesa igual a la neblina
que rodeaba a la bruja, distorsionando su antigua forma. Su cuerpo es moldeado
nuevamente dentro del de una mejer mas joven. El cabello de la bruja brota de su
cuero cabelludo en ondas gruesas de oro y cae por su espalda. Su desgastada piel
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es suavizada, agregando curvas a los huesos angulares que habían sobresalido en
su piel flácida. La hechicera lucía bastante mayor para ser mi madre, pero no mi
abuela. De ninguna manera se asemejaba a la vieja bruja que había estado delante
de mí hace un momento.
En cuestión de segundos, la magia la trasformó completamente. Y la mujer que
mató a mi padre estaba de pie frente a mí.
Arqueó una ceja hacia mí cuando cruzó los brazos sobre su pecho.
La miré fijamente. Luego a la caja. No sabía qué preguntar. Quería regañarla.
Quería golpear mis puños en su cara por lo que me había hecho. La memoria que
se robo mi niñez y toda mi esperanza estaba viva y de pie frente a mí, y todo lo que
pude preguntar fue:
—¿Qué fue eso?
Su voz era diferente. Más joven. Más ligera.
—Sabes muy bien lo que fue, Ella. Y, sabes que los corazones adultos son más
grandes que aquel, así que sí, era de un niño. Un niño poderoso. Uno que
desapareció hace casi veinte años. —Sus labios rojo rubí arrastraron una sonrisa.
Mi garganta se apretó, cuando la miré con horror. Hubo un famoso cuento que se
extendió por toda la tierra. Yo la había oído cada año en el baile. No había manera
de vivir en este lugar y no ser consiente de ello.
Le respondí:
—Hace veinte años, el hermano del príncipe desapareció en el bosque.
Encontraron su pequeño cuerpo destrozado por las bestias salvajes. Habían
devorado sus órganos, y tomado su corazón… —Pero mientras hablaba, sabía lo
que había hecho. No hubo bestias. Era ella. Ella era una asesina.
Incluso antes de conocer a mi padre, ella había matado a un inocente.
Lo que había hecho era un acto de pura maldad otorgado a un niño.
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Ella rió como si le divirtiera. La bruja me dio la espalda, moviéndose al pequeño
espejo en mi cuarto. Sus manos se movían rápidamente, amontonando su espesa
cabellera dorada sobre su cabeza.
—Para algunos somos bestias, pero para otros somos una especie de dioses, Ella.
—Se volvió hacia mí de repente. Su mirada era intensa—. Eran demasiado
cobardes para hacerlo. Ellos nunca han hecho un daño real, no a nosotros. Es por
eso que sobrevivimos y ellos han sido destruidos. La sangre es poder. —Se dio la
vuelta y siguió enredando su cabello y sujetándolo. Hermosos lazos y mechones
dorados trenzados se amontonaban en su cabeza con un estilo elaborado.
Seguí mirándola, tratando de penetrar las profundidades de su naturaleza oscura.
Pero de entre todas las cosas que había dicho, sólo un pensamiento se mantuvo
flotando en la superficie. Ella nos comparaba, pero no sabía el por qué. Yo era una
buena persona, arrancada de mi familia, robada de las personas que me amaban y
llevada a este lugar repulsivo. Mientras sujetaba otro mechón de cabello, me sentí
audaz y enojada. Salió en mi pregunta. Ya no me importaba si su mano volaba.
—¿Por qué sigues diciendo nosotros? Yo no soy como tú. —Me muevo a través de
la habitación y me pongo a su espalda—. No tengo poder. No soy una bruja.
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Capítulo 5
Traducido por Silvery
Corregido por Nanis
i pulso retumbó en mis oídos mientras esperaba una respuesta que
nunca llegó. En vez de eso la hechicera continuó tejiendo su cabello,
y ensartando joyas preciosas en él. Las joyas aparecieron en su mano,
formándose desde una coloreada neblina hasta que tomaron una forma sólida.
Después arrancó la gema de la niebla y ensartó rubíes, perlas, y zafiros en su
dorada melena.
La valentía y la locura colisionaron en mi interior. ¡No quería ser como ella! Contaba
mentiras.
—¡Escúchame, vieja! ¡Soy la hija de mi padre! Una mortal. Él no mató niños y
arrancó sus corazones palpitantes de sus diminutos cuerpecitos. ¡Fue un buen
hombre y todavía estaría vivo si tú no hubieras ensartado tu espada en sus
intestinos! —grité esas palabras. Las había mantenido dentro de mí durante mucho
tiempo, sin permitirme hablar de ello. Pero ya se acabó. La bruja se volvió
lentamente. Sus ojos grises brillaron cuando me miraron, sorprendidos. Dije
secamente—: No somos iguales.
—Niégalo todo lo que quieras, niña. Pero somos iguales por una razón y una única
razón. —Ladeó la cabeza, haciendo una pausa antes de hablar—. ¿De verdad no
tienes ni idea? ¿Después de todo este tiempo, no lo ves?
—No hay nada que ver. —Escupí las palabras, odiándola—. Sólo son más
mentiras, más mentiras cuidadosamente fabricadas para hacer que me someta a ti.
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Habría tenido más para decirle, pero ella no me permitió acabar. Antes de que
ninguna otra palabra saliera de mis labios, la bruja me agarró por la garganta y
presionó mi cara contra el cristal. El espejo se rompió mientras ella gritaba:
—¡Mira! ¿Dime qué ves? Ahora soy como era cuando te di a luz. Date cuenta de
que los ojos oscuros son de tu padre, pero el resto es mío. Tu figura. Tu cabello.
Incluso la delicada forma de tu cara. Míralo, Ella. Soy tu madre.
Me liberó. Horrorizada, miré fijamente el espejo moteado viendo docenas de
reflejos diminutos. Estaba de pie más cerca del espejo, con la bruja por detrás de
mí. La tensión que se alienaba en mi cuerpo me hizo quedarme completamente
rígida. Ella tenía razón. Éramos iguales.
Mi cara era una copia de la suya. Podía verlo mucho más claramente ahora que ella
había recuperado su juventud. Todo, desde la forma de nuestros cuerpos hasta la
manera en que nos manteníamos de pie era idéntico.
A través de unos ojos entrecerrados llenos de odio la miré en el cristal roto.
—Esa noche que volviste. Esa noche que atravesaste a mi padre, ¿por qué estaban
peleando? Te escucho. Él seguía diciéndote que no, pero no lo escuchaste…
Ella rió.
—¡Tú! ¡Estábamos luchando por ti, estúpida chica! —vociferó y se dio la vuelta
alejándose de mí. Atravesando la habitación cogió un objeto de la vitrina de
madera. Era una serpiente verde esmeralda. Se colgó al bicho cruzando sus
hombros. Siseaba en su oreja, lista para atacar, cuando ella la alcanzó y rompió su
cuello. El hueso se partió en su mano, y ella ni siquiera se detuvo.
Un hechizo salió de sus labios y trasformó el bicho muerto en una toga verde
brillante hecha de su finísima piel.
Continuó hablando mientras se ponía la toga.
—Sé que no te aceptarán, porque tú y yo somos lo mismo. Somos criaturas oscuras
con corazones oscuros. Tenemos sed de poder del mismo modo en que los
mortales tienen sed de agua. Nuestra ansia de conquista es insaciable.
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»Incontrolable. Y aun así… —Su voz se suavizó mientras miraba al suelo. Sus ojos
parecían desenfocados mientras recordaba—. Había esperado encontrar a alguien
que podría aceptarme. Era un hombre agradable, viendo todo en mí y no sólo la
oscuridad. Él dijo que merecía la pena correr el riesgo para estar conmigo. Y eso
hizo. Me tomó como su esposa, a pesar de que su familia lo rechazó. Ellos ni
siquiera supieron lo que yo era. Simplemente asumieron que era una campesina
detrás de su oro. Así que esperaron a que yo lo abandonara cuando le retiraron su
fortuna. Pero no lo hice. Además, tu padre era un hombre que se valía por sí
mismo, y no necesitábamos su dinero para sobrevivir. Y eso era todo lo que
teníamos, pero era suficiente.
»Y yo era feliz. Era feliz, Ella… —Sus ojos estaban vidriosos cuando me miraron,
pero la expresión de su cara era de un frío mortal—. Hasta que te tuvimos. Ahí es
cuando empezó la lucha. Eras una bruja, la hija de una hechicera y necesitabas ser
preparada adecuadamente. Finalmente, tu padre me envió lejos. No me permitía
estar cerca de ti. Él tenía miedo de ti cuando descubrió la fuente de mi poder, el
contenido de la caja de piedra. —Ella rió—. El muy estúpido. Como si pudiera
matar a mi propia hija. Pero él no lo entendía. Nunca me aceptó como me
prometió. Y yo sabía, una vez que fuiste capaz de andar por ti misma, que no
encajarías en su mundo.
»Te matarían cuando descubrieran lo que eres. Una bruja no puede estar oculta.
Sería como intentar oculta el cielo. Ser capaz de cambiar los poderes como nosotras
hacemos es una habilidad heredada. Pero sin embargo, debe ser controlada. O
habrías muerto. Y ellos te habrían dejado rastros para que volvieras a mí. Tu
ignorancia habría arriesgado nuestras vidas. No podía tolerarlo. Por eso es por lo
que estás encerrada aquí. Por eso es por lo que le destruí esa noche. Se volvió
contra mí, Ella, se volvió contra nosotras. No hay lugar para nuestra especie en este
mundo. Nunca lo olvides.
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Capítulo 6
Traducido por Violette
Corregido por Nanis
unque nuestro transporte fue construido para la comodidad, no podía
relajarme.
Rabia cruzó a través de mí, apretando cada músculo en mi cuerpo.
La bruja era mi madre. Yo era como ella. Era su hija.
Hubiera dado cualquier cosa por estar en cualquier otro sitio en ese momento. En
cambio, estaba sentada en un vestido elaborado a mano por la bruja. Ella había
arrancado tres cisnes del cielo y los hizo mi vestido. La falda ondeaba y se movía
ligeramente. Parecía como si estuviese volando cuando caminaba. El destello
plateado de las plumas blancas de las criaturas hizo a mi vestido brillar. El escote
descendía hacia abajo, mostrando mis amplias curvas. La bruja había elaborado un
collar de oro blanco y perlas que abrazaba mi cuello por delante, y colgaba sobre
mis hombros desnudos en la parte posterior. El corsé del vestido estaba tan bajo
que exponía más piel de lo que yo acostumbraba. Como era la moda, guantes
blancos adornaban mis manos y se extendían por mis brazos. En vez de tejido
cubriendo mis hombros, la bruja utilizó mas plata y perlas, agregando filas de
gemas suaves y brillantes. Mi cabello que era tan parecido al de ella, en su color
dorado y su espesor, lo fijó hacia arriba más elaboradamente de lo que lo había
usado jamás. Trenzas, giros y pliegues hicieron el más hermoso estilo que había
visto nunca. Esto mostró la piel de mi largo y esbelto cuello, piel que ocultaba la
sangre de bruja que fluía a través de mis venas.
La bruja replicó:
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—Siéntate derecha. —Obedecí y la fulminé con la mirada—. Ella, este es tu destino,
tanto como mío. Si cometes un error esta noche, ambas moriremos. No tengo el
poder suficiente para sobrepasarlos. Si ellos te descubren, estarás por tu cuenta
hasta que pueda ir por ti.
—Si hay suficiente tiempo —añadí, mirándola fijamente.
Su voz era baja y amenazante mientras se inclinaba hacia mí en su hermoso vestido
verde.
—¿Qué quieres decir con eso?
Miré cruelmente su rostro.
—La sangre es poder, pero no tienes más. La sangre real es el combustible de tu
magia negra. Quieres que gané su corazón esta noche, pero eso no es suficiente,
¿verdad? —Mi voz era cada vez más fuerte.
Si hubiera habido un conductor real, ella me habría reprendido. Pero había un
cadáver conduciendo la carroza, animado por la magia de la bruja. Sus ropas finas
y las gruesas sombras de la noche ocultaban su pútrida carne, y el hechizo
disfrazaba el hedor. La bruja alisó su falsa.
—Por supuesto que eso no es suficiente.
»Y la sangre es necesaria para que ambas podamos sobrevivir. ¿Qué crees que te
sustentó todos estos años? También has ingerido sangre del corazón. Las brujas la
necesitan para subsistir. Y jóvenes brujas que empiezan, son especialmente
hambrientas. Una bruja en su cumpleaños diecisiete podría masacrar una pequeña
villa y, aun así, no sentirse satisfecha. Es por eso que estoy aquí esta noche. Es por
eso que voy a ayudarte. —Ella habló con severidad, reprimiéndome.
No obstante, la única cosa que escuché fue sangre. Ella me había alimentado de la
sangre de ese corazón, y yo desconociéndolo, me la había tragado. Estaba a punto
de vomitar, pero la mujer dijo un hechizo, sellando mis labios y calmando mi
estómago.
—En serio, Ella. No te afliges cuando te alimento de carne de animales, pero la
sangre de un chico te enferma. Eres demasiado blanda. Demasiada parecida a tu
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padre. Menos mal que las brujas nacen, no se hacen. Desarrollaras un gusto por
ella con el tiempo. Esta noche no tendrás que hacer esa parte. Mataré al príncipe.
Esa es la razón de por qué vine contigo este año. Cuando el príncipe elija a su
princesa, la llevará primero a los jardines reales, en el último momento y no más
tarde. Durante ese tiempo, haré lo que debe hacerse.
—Si todos me ven caminando al jardín con el príncipe y él muere, ellos creerán que
yo lo hice. Sabrán qué soy cuando vean su corazón extirpado de su pecho, justo
como su hermano. —El carruaje traqueteó mientras observaba fijamente a la bruja.
Mi madre.
Ella me miró, arqueando una perfecta ceja, hablando como si pudiera leer mi
mente.
—No necesitas temer por tu seguridad, Ella. Me ocuparé de eso, también. No te
descubrirán. Debes confiar en mí, niña, como yo confió en ti. Podrías exponerme
antes de que incluso llegáramos a atravesar la puerta. La gente recuerda a tu padre.
Ellos recuerdan su muerte y que nadie fue llevado ante la justicia. Tú puedes
revelar a su asesino.
—Yo no sería tan tonta —repliqué y giré mi cabeza para mirar por la ventana.
Los arboles se alzaban por encima de nosotras, pasaban volando mientras el
conductor aceleraba hacia el castillo a un ritmo inhumano. Los caballos blancos
que tiraban del carruaje parecían volar. Era casi como si sus cuerpos mágicos
trataran de ascender hacia los cielos, porque fueron hechos de nada menos que
huesos de ratones y la carne pútrida de una yegua. Estaban hechos de criaturas
que habían sido despertadas de su sueño eterno por los hechizos oscuros de mi
madre.
Una sonrisa torcida cruzó los labios rubí de la bruja.
—Correcto. Un grito de ayuda sólo te destruirá. Nadie puede ayudar a la hija de
una hechicera, sin importar lo que digas. Me agradecerás esto algún día, Ella.
—Lo dudo —dije sinceramente. Pero la mano de la bruja no voló a través de mi
rostro. Su bastón no conectó con mi cráneo. Nosotras estábamos demasiado cerca
del palacio para que arriesgara arruinar mi aspecto.
22
—No seas tan atrevida, niña —gruñó ella—. No a menos que puedas tomar lo que
tengo previsto para ti más adelante…
23
Capítulo 7
Traducido por cookie3 y Lalaemk
Corregido por Nanis
a bruja y yo nos quedamos de pie en lo alto de la gran escalera
esperando para ser anunciadas. Se me hizo un nudo en la garganta
cuando lo vi alzar la vista. El príncipe era hermoso. Era una cabeza
más alto que yo con las zapatillas de cristal que la bruja me obligaba a usar año tras
año.
Me hicieron bailar torpemente, porque cada vez que caminaba, los pesados
zapatos repiqueteaban contra el suelo. Medio esperaba que se rompiera bajo mi
peso, pese a la afirmación de la bruja acerca de que el cristal de las zapatillas era
más fuerte que cualquier metal.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del príncipe cuando se volteó hacia una chica de
cabello negro al otro lado de la pista de baile. Mi corazón latió con fuerza, mientras
miraba hacia otro lado tímidamente. Él era el único chico con el que alguna vez
había hablado. Pero, ahora él era un hombre. Y en una habitación llena de mujeres
hermosas, sus ojos verdes todavía me miraban a mí. La bruja agarró mi brazo,
sacándome de mi trance. Ella susurró en mi oído.
—La magia esta funcionando. Él solo te ve a ti. —Pero no quería que esa fuera la
razón por la que me mirara. La anciana bruja no sabía qué había pasado en esas
fiestas en el pasado. Ella no sabía que el príncipe ya me prefería. Que él pasó horas
hablando conmigo, y en el último baile, había rechazado la compañía de todos
para disfrutar la noche conmigo.
Pero entonces dieron las once.
Y yo corrí.
24
Mi madre y yo dimos un paso adelante y el hombre de peluca gris nos anunció a la
corte. El rey y la reina asintieron con la cabeza una vez, y dimos un paso adelanta
dentro del enorme salón. La luz de las velas llenaba el espacio, proyectando un
suave resplandor en las paredes de mármol blanco. Un candelabro de oro macizo
colgaba en lo alto.
La bruja lo miro fijamente, inhalando.
—En el jardín entonces.
Me apretó el brazo con fuerza y luego despareció en el mar de gente.
Por un segundo, pensé en huir. Ya había tratado de hacerlo una vez, pero ella me
atrapó antes de que tuviera una oportunidad. Y luego me castigó severamente. Me
dijo que yo la necesitaba. Ella no paró de decirlo una y otra vez con cada marca de
la plancha caliente sobre mi piel, tratando de grabarlo en mi memoria. Me
estremecí al recordarlo. Yo no creía que la necesitaba en ese entonces. Pero ahora
no estaba tan segura. ¿Estas personas podrían destruirme si sabían lo que era? ¿O
me aceptarían como soy?
Tragando saliva fuerte, alejé esos pensamientos y traté de averiguar qué hacer.
Tenía que liberarme de la bruja, pero no quería sacrificar al príncipe. Él era mi
único amigo. Como si supiera que estaba pensando en él, el príncipe Phillip tocó
mi hombro suavemente con su mano. Sonreí y me di vuelta lentamente hacia él.
Su voz era más profunda que la última vez que la oí. Sus hombros eran más anchos
también.
—¿Me concedes esta pieza? —Hizo una reverencia y me tendió su mano. Sonreí
con dulzura y apoyé mi mano sobre su palma.
Todos los ojos estaban en nosotros mientras caminábamos hacia la pista de baile.
Oí susurros de la gente que pasaba cerca de mí preguntándose quién era yo. Fue
como si nunca me hubieran visto cuando era una niña.
Pero, había estado aquí. Había bailado con el príncipe. Cuando teníamos diez años,
ambos escapamos del baile y nos manchamos con barro persiguiendo las ranas en
el jardín. Era la misma chica, incluso si ellos no se dieron cuenta entonces.
25
El príncipe Phillip me sonrió.
—Ella. Ha pasado tanto tiempo...
Sonreí débilmente, ambos temiendo y amando este momento. No me importaba
que él fuera el príncipe. En ese momento, deseé que fuera solo un pobre marinero.
Entonces podríamos escapar y mi madre no podría perseguirlo. Pero a ella le
importaba demasiado como para dejar a su preciosa sangre real huir con su hija. Y
ella estaba mirándome. Podía sentir sus ojos en mi espalda, la bruja hacía mi piel
picar.
Le respondí:
—Sí, mi príncipe. Realmente ha pasado.
ÉL sonrió de oreja a oreja mientras nos deslizábamos por la pista de baile. Su mano
se sentía cálida sobre la mía. Sus brazos eran firmes, dirigiéndonos a ambos
alrededor de la sala con facilidad.
—Dudaba si volvería a verte de nuevo después de tu salida el año pasado. Te
fuiste tan rápido. ¿Dije algo que te molestó? ¿Te ofendí, Ella?
Mirando a su hermoso rostro, dije:
—No. Nada como eso en absoluto. Por favor créeme cuando te digo que debía
haberme quedado, si pudiera. —Su agarre en mi cintura se apretaba mientras me
acercaba a él. Jadeé por la falta de decoro. Nuestros cuerpos estaban presionados
juntos, y nos detuvimos. Él bajó la mirada hacia mí, tomando un rizo suelto entre
sus dedos.
—¿Te quedarás esta noche? ¿Bailarás conmigo, Ella, y te quedarás en mis brazos
hasta el amanecer? —Sus ojos estudiaron mi rostro caliente, sonrojándome por la
confesión abierta de sus intenciones.
La esquina de mis labios rosas se estiró en una sonrisa.
—Si eso es lo que deseas. —No sabía cómo desafiar a la bruja, pero el pensamiento
de quedarme en sus brazos toda la noche ahogó mi razonamiento.
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—Lo hago —replicó él y comenzó a movernos alrededor de la habitación otra vez.
Todos estaban mirando, pero el príncipe se movía como si estuviéramos solos. Su
mano se sentía perfecta en la mía, fuerte y confiada.
Me dolía mentirle.
—Tengo muy pocos amigos que me hablaban claramente, como tú lo haces. Si hay
algo que te hace pensar, por favor ilumíname.- Nos volteamos con un gesto
dramático y la falda de mi atuendo ondeaba alrededor de mis tobillos mostrando
mis zapatillas de cristal. Seguí el paso con él, con un clink, clink, clink, mientras el
cristal golpeaba el suelo.
—No hay nada, mi príncipe. —Mentí. Sentí el gusto amargo de la mentira gruesa
cubrir mi lengua, casi me ahogaba. ¿Cómo podía salvarnos? El recuerdo del
corazón de su hermano en la caja de piedra llenó mi mente. Mi pulso golpeaba,
haciendo eco fuertemente en mi cabeza.
No me di cuenta de que el príncipe estaba esperando que respondiera hasta que
bajó su cabeza y susurró a mi oído:
—¿Estás preocupada de que no te escoja? Si ese es el caso, puedo detener el baile
ahora, y anunciar mis intenciones hacia ti. ¿Ella? ¿Eso es lo que te preocupa?
—¿Hmmm? —pregunté mirando hacia él. Una arruga se formó entre sus ojos
mientras me apretaba con más fuerza.
El oscuro cabello del príncipe cayó en sus ojos. Su cálido aliento corrió por mi piel
mientras hablaba en un susurro silencioso.
—Me enloqueces. Sólo te veo una vez al año, y cada año te vuelves más hermosa.
Más maravillosa. Y este año, el año en que finalmente puedo anunciar al mundo
que tú eres la mujer que tiene mi corazón, no estás del todo aquí. Algo te preocupa.
Puedo verlo. Por favor, déjame ayudarte, Ella. ¿Qué es? —Él sostuvo su brazo
arriba y yo pasé por debajo con su mano en mi espalda, todavía siguiendo los
movimientos del baile. La música continuó. Otros bailarines pasaron junto a
nosotros, tomando fragmentos de la conversación.
Era una conversación que nunca había esperado tener. En mis sueños más salvajes,
nunca esperé que él me escogiera. Sí, él me favorecía, pero siempre era la chica que
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hacía cosas que no se suponía que hiciera. Corrí a través de estos pasillos, lo cubrí
de barro, lo sacaba furtivamente de las fiestas, y lo metía en demasiados problemas
a través de los años. Nuestras institutrices tenían muchas palabras agudas,
usualmente en el sentido de que arruinaba a su príncipe perfecto.
Pero esta noche. Podía ver la preocupación en su rostro, pero era todo lo que podía
manejar para alejarlo. Si él no entraba al jardín conmigo, entonces la bruja no podía
matarlo. Ese pensamiento formó mis siguientes palabras.
—Aunque me siento honrada de que me hayas escogido, mi príncipe, no puedo
casarme contigo. Lo siento. —Cuando dije las palabras, se sintió como si el mundo
se detuviera. El príncipe Phillip se quedó inmóvil. Él estaba a punto de darme la
vuelta, pero en su lugar, sus brazos cayeron a sus costados.
Una expresión herida destelló a través de su rostro y desapareció sin rastro. Él
asintió una vez, como si entendiera y acordara con mi rechazo de su propuesta.
El joven príncipe se inclinó ante mí, dio media vuelta y se alejó.
Me quedé sola en el centro del salón. Todos los ojos estaban en mí, pero sólo había
un par de ojos a los que temía. Y cuando giré, vi sus ojos grises furiosos con fuego.
La bruja envolvió sus dedos enguantados en mi codo y me llevó fuera de la pista,
todo el tiempo siseando en oído. Estaba atrapada. No había forma de salir. Y
aunque mis palabras no salvaran al príncipe, lo alejarían lo suficiente para hacer
un mejor plan.
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Capítulo 8
Traducido por Otravaga, Shadowy y LizC
Corregido por Nanis
asó una hora mientras estaba con la bruja. Me dolían los dedos de los
pies, apretados con fuerza dentro de las zapatillas de cristal. Deseaba
que pudiera sacármelas a patadas y andar descalza por el salón.
Pero sabía que eso no era posible. Muchas cosas no eran posibles.
La bruja no perdió tiempo regañándome. Es su lugar quería todos los detalles de
nuestra conversación desde el momento antes de que el príncipe se fuera echando
chispas. Porque eso era lo que le había parecido a todos los demás, que yo había
dicho algo para enfurecerlo. El príncipe Phillip había abandonado el salón y no
había regresado. Ante el tañido del reloj, mi corazón dio un vuelco. Eran más de
las once. Normalmente, para este momento ya estaría yéndome. Pero no esta
noche. No había escapatoria del control de la bruja, y ella quería que me quedara
hasta que el príncipe me reclamara como su novia y fuera a los jardines.
Ella sonrió mientras hablaba:
—Si no estás ocultándome nada, entonces estoy segura de que podemos arreglar
esto, rápidamente. Debemos tenerte en casa antes de la medianoche. —Se centró
en un rizo perdido, volviendo a ponerlo en su lugar—. Presta atención. El hechizo
sobre ti hace que los demás hombres te codicien. Simplemente baila con otro y el
encanto invocará la lujuria del príncipe por ti. —Ella hablaba tan fríamente. Su
mente era tal maraña de espinas retorcidas que no se había dado cuenta de que él
realmente me importaba.
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El hijo del duque me sonrió. Una chica un poco mayor que yo, estaba en su brazo
derecho. Mi madre se puso en frente del muchacho, haciendo que su cita diera un
paso hacia atrás.
—¿Me permite unas palabras, su eminencia?
El chico sonrió ante la adulación e inclinó la cabeza en reconocimiento a mi madre.
Ella dijo en voz baja:
—Creo que mi hija ha ofendido al príncipe. Pero dado que somos unas simples
mujeres, no podemos entender qué fue lo que ella ha hecho. ¿Tal vez encontraría
usted en su corazón el bailar con la chica, y ayudarla a descubrir su error?
Los ojos del chico se ensancharon. Hubo un segundo de vacilación.
Sin embargo, extendió su codo para mí, y lo sostuve. Me guió lejos de la bruja y
hacia la pista de baile. Yo sonreía y asentía, siguiendo el juego de la chica tonta
tratando de enmendar su error con el príncipe. Antes de que le diéramos la vuelta
a la sala de baile dos veces, el príncipe apareció. Sentí sus ojos en la parte trasera de
mi cuello, deslizándose a lo largo de mi mejilla, y finalmente encontrando mis ojos
mientras bailábamos cerca. Otras se acercaron al príncipe, pero él estaba
desanimado. Sus ojos estaban fijos en mí. Cuando íbamos a pasar al príncipe otra
vez, él se paró frente a nosotros, bloqueándonos el paso.
—Si me permite… —dijo el príncipe Phillip, y se interpuso. Sus manos me
agarraron con fuerza cuando tomó el lugar del muchacho. Cuando nos alejábamos
bailando, vi al hijo del duque retirarse con tristeza en su rostro. El hechizo de mi
madre era fuerte, y fue como si el muchacho llevara luto por mí, a pesar de que
sólo me habló por un momento.
Sentí los ojos de mi madre sobre mí. Yo no podía hablar aquí. Ella sabría lo que
hubiese dicho.
El príncipe lucía irritado, e inmune al hechizo que parecía encantar al resto de los
hombres en el salón. Todas las miradas masculinas estaban sobre mí, observando
fijamente. Todas las miradas femeninas estaban enfurecidas mientras convencían a
sus abatidos hombres para bailar.
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El príncipe Phillip no parecía notarlo. Me giró una vez, y me estrechó contra su
pecho.
—¿Qué he hecho? ¿Qué te haría decir semejante cosa? Y no niegues tu amor por
mí, Ella. Lo veo en tus ojos. Año tras año. Se hace más fuerte, al igual que nosotros.
Dímelo. No te dejaré ir hasta que me digas por qué no podemos estar juntos. —Él
se dio la vuelta y varias parejas de bailarines se movieron entre los espectadores de
la multitud, incluyendo a mi madre.
Hablé bajito:
—Rápido. Llévame a algún lugar donde podamos estar solos. Llévame a tus
recámaras. Ahora. —Lo miré a los ojos, rogando que entendiera. Si él no podía
detectar que algo estaba muy mal, ambos moriríamos. Antes de que él pudiera
decir nada, agregué, inclinando la cabeza hacia los guardias—: Diles que vas a los
jardines. Asegúrate de que nadie lo sabe.
Sus perfectos labios estuvieron en silencio mientras asentía. La última vez que
estuve allí en su dormitorio, nosotros éramos unos niños escabulléndonos de una
fiesta. Ahora éramos adultos, y se vería bastante diferente si nos atrapaban.
—Sube por la escalera de los sirvientes —susurró él—. Te encontraré allí.
Asentí una vez, y sonreí tímidamente. Era consciente de los ojos grises de mi
madre sobre mi rostro. Me volteé para sonreírle. Era la señal que se suponía que
tenía que hacer cuando el príncipe me llevara a los jardines. Era la señal para que
ella se hiciera cargo. Yo iba a abandonar el palacio y volver a mi prisión como
había hecho tantas veces antes.
Cuando el príncipe se alejó de mí, caminó hacia sus guardias. Esto era de
esperarse. Él les diría que mantuvieran su distancia mientras me proponía
matrimonio. El reloj, con sus campanadas huecas, repicó que era casi la
medianoche. Después de que salí del salón de baile, y lejos de las miradas
indiscretas, agarré la falda de mi vestido en mis manos y eché a correr. Pero mis
zapatos no querían mantenerme en pie. Y eran tan ruidosos que sonaban como una
olla haciendo un sonido metálico en la piedra cada vez que mis pies golpeaban el
suelo.
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Deteniéndome, salté en un solo pie y me los saqué. Corriendo descalza, sostuve un
zapato en cada mano y subí como una flecha por la escalera de los sirvientes en el
lado más alejado del castillo. El estrecho corredor estaba vacío mientras todo el
personal de la casa estaba ocupándose del baile.
Cuando llegué al rellano superior, miré hacia el jardín. Mi madre estaba sentada
envuelta en la oscuridad, esperando a un príncipe que no vendría. Su ira sería peor
que cualquier cosa que la gente bailando en el baile me hubiera hecho. Girando
rápidamente, salté por el largo pasillo, y a través de una puerta.
Emergí en el dormitorio del príncipe y cerré la puerta de golpe tras de mí.
El príncipe Phillip se abalanzó hacia mí, lanzando sus brazos alrededor de mí, y
me besó con fuerza antes de dejarme ir. Sus besos eran como el año pasado, pero
también diferentes y aterradores.
Cuando rompió el beso, preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Qué ha pasado que estás actuando así?
Me sostuvo en sus brazos, y sentí como que podía decirle cualquier cosa. Que él
me protegería de ella. Que prefería morir antes que ver que algo me sucedía a mí.
Me había dicho tantas cosas, y yo creía cada palabra. Mi madre estaba equivocada.
El príncipe me amaba. Siempre me amaría, sin importar qué.
Sentí mi labio inferior temblar mientras lo miraba a los ojos, y tomé la
oportunidad. Le dije la verdad.
—La mujer que vino conmigo esta noche… ella me había estado teniendo
prisionera desde que era una niña. Esta es la primera vez que ella no ha tenido un
encantamiento en mí que sellaba mis labios y me impedía hablar de ella. Phillip,
ella me matará si sabe lo que he hecho. Debemos huir. No hay ninguna otra
manera. —Lo miré a sus ojos verdes mientras hablaba. Sus manos se sujetaban
alrededor de mi cintura, sin dejar espacio entre nosotros. Yo sería reina si nos
quedábamos aquí, pero no valía ponerlo en riego a él. Yo no tenía poder para
derrocar a la bruja. No podía matarla.
El príncipe me tranquilizó, sosteniéndome con fuerza en sus brazos.
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—Yo me haré cargo de ello, Ella. No hay ninguna razón para huir. Soy un príncipe,
y después de esta noche serás mi princesa y un día mi reina. Nosotros no
huiremos. Mis guardias se harán cargo de esta mujer, y la castigaran por lo que te
ha hecho. —Hizo una pausa, sus ojos yendo a la deriva más bajo, mirando
fijamente mi hombro. Me soltó y me dio vuelta lentamente. Sus dedos presionaron
sobre la piel lisa desnuda en mi espalda, donde había visto las marcas del hierro de
marcar hace mucho tiempo. Pero ahora ya no estaban. Tragó saliva fuerte—. Ella te
hizo eso, ¿verdad? ¿Y usó magia para eliminar las cicatrices para esta noche? Ella,
siempre has tenido esas cicatrices. Las recuerdo. Recuerdo preguntarte cómo las
conseguiste, pero tú no lo decías. Fue hecho por la misma persona, ¿no?
—Phillip, por favor. No sabes cómo es ella. Por favor, créeme. Tenemos que huir.
Si tú y yo vamos a estar juntos, no podemos quedarnos aquí. Ella averiguará que
no estamos yendo al jardín en cualquier momento. —Tirando de su brazo, traté de
hacer al príncipe caminar hacia las escaleras de los sirvientes y correr. Pero él no se
movió.
Phillip negó con su cabeza.
—¿No crees que puedo protegerte? Ella…
—Mi príncipe, ese no es el problema. Ella no es lo que parece. Tiene poder que no
es natural, y ha matado ya. Por favor. Tenemos que irnos ahora…
Me permitió tirar de él dos pasos hacia la puerta y entonces me detuvo. Dándome
vuelta hacia él, dijo:
—¿Qué es ella? Dime si lo sabes. No puede haber secretos entre nosotros.
Mirando fijamente a sus oscuros ojos verdes, respondí:
—Ella es una bruja. Una poderosa hechicera. —Hice una pausa, tragando fuerte, y
añadí—: Y ella es mi madre. —Lo miré fijamente esperando a que respondiera,
pero se quedó con la boca abierta.
Respiró:
—¿Eres una bruja, también? ¿Una hechicera? —No reconocí la expresión de su
rostro. No sabía lo que estaba pensando.
33
Asentí, mi corazón desbocado en mi pecho.
—Sí, pero no tengo poder. No lo he utilizado, a pesar de ella. Ella ha matado antes.
Asesinó a mi padre porque la desafió. Mayó a tu hermano cuando él era un niño, e
intenta matarte esta noche. No puedo quedarme aquí un momento más. Ella me
destruirá cuando se entere de lo que he hecho. Tengo que huir, con o sin ti. —Me
giré para huir por la escalera cuando sentí su mano en mi hombro. Me agarró duro
y me giró de nuevo hacia él.
—¿Creías que te rechazaría? ¿Creías que te despreciaría cuando me revelaras lo
que realmente eras? Ella… respóndeme —exigió.
No había tiempo para esto. Teníamos que irnos. Pero su control en mí era
demasiado apretado. Cerré mis ojos, tratando de acallar el rugido de mi corazón
latiendo en mis oídos. Cuando lo miré, dije:
—El amor perdona muchas cosas, pero la sangre tan vil… No lo sé.
Sin una palabra me llevó a sus labios. Su cuerpo caliente presionó contra el mío
mientras el beso se profundizaba. Cuando se apartó, los dos estábamos sin aliento.
—Siempre te he amado. Mi corazón siempre ha sido tuyo. Siempre lo será, Ella.
Por siempre. No hay nada que puedas hacer que me haría detenerme… —Me
sonrió. Tomó mi cara entre sus manos mientras hablaba de su afecto por mí.
Mis zapatos estaban en mi mano, apretados entre mis dedos, mientras miraba
hacia él. Sus palabras se fundieron en mí, haciendo que cada latigazo de la bruja
pareciera como que había valido la pena sólo para llegar a este momento en el
tiempo. Yo estaba en sus brazos. Y él me amaba a pesar de que estaba manchada
por mi malvada madre, a pesar de que era una bruja.
Apenas reconocí el dígito del reloj. Medianoche. A partir de ese momento, las cosas
cambiaron tan rápido que no supe lo que estaba pasando. Pero podía sentirlo. Algo
dentro de mí despertó.
Los ojos del príncipe cambiaron de adoración al horror, al sentir mi cuerpo
sediento por algo que no sabía, necesitaba sangre.
Él se apartó de mí, diciendo:
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—Ella, ¿qué pasa? ¿Qué está pasando?
Pero no lo sabía. Mi cara se sentía caliente. Cada parte de mí gritando como si
estuviera muriendo. Ya no sabía quién era ni dónde estaba. El hombre de pie
delante de mí, no era alguien que conociera. Todos los recuerdos de él se
desvanecieron, a medida que mi mirada se paralizaba en la vena gruesa en su
cuello. Ésta palpitaba como un animal asustado, haciendo que mis instintos
dominaran por completo mi mente.
Me abalancé sobre él, arrastrándolo por la habitación, y presionándolo sobre la
cama enorme. La espalda de Phillip golpeó el poste de la cama antes de que su
cuerpo cayera sobre el colchón. Él dejó escapar un borbotón de aire mientras sus
ojos se abrían de terror. El golpe en la cabeza le hizo débil, demasiado débil para
combatir conmigo. Trató de liberarse de mis manos, pero no pudo. Gritó pidiendo
ayuda, pero nadie vino. Nadie sabía dónde estaba. No había un guardia cerca para
ver lo que estaba sucediendo. Nadie podía salvarlo de mí.
Agarrando las zapatillas en mi mano, las arrojé al muro de piedra. El zapato se
rompió en mil pedazos. Sin pensarlo, tomé la más larga y más nítida pieza. Mis
manos desgarraron la camisa del príncipe. Salvajemente, presioné mis dedos en su
carne buscando el lugar pulsante. Mis dedos presionaron contra la costilla,
sintiendo la suave piel justo debajo. Sin decir una palabra, hundí el fragmento de
cristal en su pecho, desgarrando una abertura lo suficientemente grande como para
que mi mano pudiera pasar. El príncipe gritó tan fuerte que casi me detengo, pero
cuando su sangre caliente cubrió mi mano y goteó por mi muñeca, la sed se volvió
insaciable.
Por instinto, desgarré el corazón del príncipe de su cuerpo moribundo.
La sangre empapó la cama, mientras el príncipe gritaba con terror mortal.
Su sangre manchó cada centímetro de mi vestido blanco mientras trabajaba por
sacar el órgano de su cuerpo. Pero no importaba. Tenía lo que deseaba. Vi el
corazón del príncipe latir en mi mano.
No tenía ninguna comprensión de lo que había hecho. Hablé con Phillip como si
estuviera vivo. Le dije cómo pensaba que sería nuestro futuro, y que lo había
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deseado desde la primera vez que lo vi. No fue sino hasta que mi madre estuvo de
pie en la puerta que me di cuenta de que algo andaba mal.
—Tráelo aquí, Ella. —Su voz me ordenó, pero no me moví. Ella no tenía ningún
poder sobre mí. Y su cabello dorado se había atenuado en las sienes. Eso
significaba que había utilizado gran parte de su poder para estar delante de mí en
ese momento. Y cuando envejeciera esta vez, moriría. Eso lo sabía. Lo sentía en mi
interior. Algo que decía que la sangre nos permitía vivir. Sobrevivir.
―No. Su corazón me pertenece. ¡Él lo dijo! —Esperaba que Phillip hablara, pero no
lo hizo. Su cuerpo yacía inmóvil donde lo había matado. Agarrando su corazón
más cerca de mí pecho, dije—: Tú no puedes tenerlo. ¡Es mío!
Mi madre dio un pequeño paso hacia nosotros con su mano extendida. Era como si
estuviera tratando de convencer a un loco con un cuchillo.
—Sí, tu príncipe es tuyo. Vamos a poner su corazón en la piedra de oro antes de
que muera, Ella. Has hecho lo que vinimos hacer aquí. Los guardias se acercan.
Tenemos que actuar con rapidez.
Pero sus palabras me amenazaron. No iba a llevarse su corazón de mí. Su corazón
me pertenece.
—¡No puedes tenerlo! —grité a pesar de sus protestas. Mi anciana madre se
adelantó mientras trataba de usar su poder para hacer que entregara su corazón.
Pero no lo soltaría. Poder fluyó desde algún lugar dentro de mí, negándose a
dejarlo ir. A medida que la bruja marchita recuperaba su antigua forma los
guardias aparecieron en la habitación. Nos rodearon, apuntando sus armas a mi
madre y a mí.
La mandíbula del capitán de la guardia cayó abierta cuando vio la escena. Estaba
cubierta de la sangre del príncipe, y había un enorme agujero en su pecho. Cuando
la mirada del guardia cayó sobre mí, gritó:
—¡Ella mató al príncipe! ¡Atrápenla!
A medida que los soldados se acercaron, intentaron tomar el corazón de Phillip de
mis manos. Al menos eso era lo que parecía. Mi anciana madre usó la poca magia
que le quedaba hasta que una lanza se clavó en su pecho. Ella gritó hacia mí:
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—¡Ella! ¡Sálvame! ¡Una gota me salvará! ¡Por favor, Ella!
Pero sus gritos cayeron en oídos sordos. Nadie más tendría su corazón. Nadie más
podría compartirlo. Phillip me había aceptado. No le importó que fuera una bruja.
Y mientras sostuviera su corazón en mis manos, mientras fuera la duodécima hora,
no pensaría diferente.
Los guardias vinieron a mí, pero maté hasta el último de ellos.
Al final, su armadura no importaba. Yo era capaz de cocinarlos como carne en un
horno al calentar su metálica protección. Cuando nadie amenazó con quitar a
Phillip de mí, me senté en la cama, y me acosté a su lado. Su corazón latiendo más
lento, pero lo sostuve cerca de mí. Me desperté cuando el reloj dio la una; vi lo que
había hecho y el corazón de Phillip se había ido.
37
Capítulo 9
Traducido por Ale..
Corregido por Nanis
e detuve frente al enorme agujero en la tierra. El viento helado agito
mi cabello. Mi vestido hecho jirones todavía tenía sangre seca del
cuerpo de Phillip. Mi madre tenía razón sobre todos, excepto Phillip,
lo que convirtió lo que había hecho algo incluso peor. Cuando los guardias
llegaron y me capturaron en el cuarto de Phillip, estuve instantáneamente
condenada.
No habría juicio, dado que no había duda alguna que era una bruja. Pero había una
cosa que los aterrorizaba aun más. Y dudaron en matarme hasta que supieran a
dónde había ido. ¿Dónde estaba el corazón faltante del príncipe? Me preguntaron
una y otra vez.
Observe el agujero en el suelo con una mirada vacía. Recordé el estado difuso de la
pesadilla que había comenzado a la medianoche Phillip había dicho que me
amaba. Que me aceptaba y a mi sangre infame.
Pero cuando desperté, estaba muerto. Su corazón había sido arrancado de su
pecho, y la única persona que aún estaba respirando era yo.
Me arrancaron de su cuerpo sin vida mientras lloraba. Phillip pudo haberme
aceptado, pero no detuvo lo que era… lo que era capaz de hacer.
Me di cuenta después que fue demasiado tarde, que la noche en que la bruja
cumple su mayoría de edad, se alimenta del corazón de su amado, así como una
araña viuda negra, que se come a su compañero.
Cuando el reloj tocó las doce, en la oscuridad de la noche, me convertí en algo más.
Era una criatura que necesitaba el corazón de ese joven para vivir. Mi madre lo
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sabía. Trató de hacerlo menos doloroso, pero no lo entendí. No sabía qué era, o de
lo que era capaz.
Un hombre grande y con un estómago prominente me preguntó una última vez.
—¿¡Dónde está el corazón del príncipe heredero!? Es tu última oportunidad.
No respondí, como si no fuera capaz. No sabía a dónde había ido su corazón.
Cuando el difuso deseo de sangre desapareció, su corazón se había ido, evaporado
en el aire como todos nuestros sueños y esperanzas.
El gran hombre gritó de nuevo, demandando que le respondiera.
Cuando no respondí por tercera vez, me empujó. Mis manos estaban atadas detrás
de mi espalda mientras caía en el agujero que habían cavado para mí.
Caí en mi espalda y no pude ponerme de pie. Esta sería mi última morada. Este
sería el lugar donde moriría, lentamente, como mi madre había advertido.
Cada miembro de la corte estaba de pie alrededor del agujero. El rey y la reina me
observaban. El rey lanzó la primera piedra maciza, esta cayó en el agujero y
aplastó mi pierna. Dejé salir un grito. La reina lanzó la siguiente. La roca golpeó mi
cabeza y rodó por mi cara. Una cinta de sangre corrió por mi mejilla.
Una por una, las rocas cayeron sobre mí, aplastándome. Las sentí todas y cada una
hasta que el hueco estuvo finalmente cubierto. El peso de las rocas debió haberme
matado, pero no morí. Permanecí quieta. Aunque no había duda que pensaban que
estaba muerta. Pero era una bruja, una verdadera bruja. Y ninguna roca podría
aplastarme. No con el poder que fluía por mis venas.
Mientras la tierra caía, escuché a los sepultureros hablar mientras llenaban la
tumba.
—Así que, ¿dónde crees que puso el corazón?
Tierra y piedras cayeron, rodeándome. Pronto no habría aire. No podría sobrevivir
si permanecía donde estaba. Podría destrozar las rocas sobre mí y arrastrarme de
la tumba, pero no quería. Parte de mí murió la noche que destruí a mi amado.
39
Los recuerdos se volvieron rancios en mi mente, mientras recordaba exactamente
dónde estaba el corazón del príncipe. Esa horrible noche, antes que el reloj tocara
la una.
Recordé sentir el sereno y pegajoso calor de su palpitante corazón deslizarse entre
mis labios. Se deslizó por mi garganta, calentándome a su paso. Su sangre me dio
el poder que necesitaba. Tragando su corazón entero, permití que continuara
alimentándome y concediéndome poder.
Había consumido el corazón del príncipe.
La sangre es poder, y el corazón consumido de una persona que se ama es lo más
poderoso que puede existir. Después de todo, ¿qué es el amor si mantienes tu
corazón?
40
Sobre la autora H.M. Ward nació en Nueva York,
y vive en Texas. Estudió teología,
ciencia que le fascina. Le
encantan las historias que
combinan la teología, la cultura y
la vida.
Siempre le ha gustado crear.
Desde pequeña ama escribir y
pintar. Opina que ambas se
complementan entre sí en su
mente. Dice: “Mis palabras se
extendían como la pintura sobre
el papel, y me gusta recrear un
encuentro emocional entre el
lector y la experiencia”.
Es una romántica empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la suerte de
encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y melancólicas y la
música. Toca el violonchelo, y competía cuando era más joven.
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Staff del Libro Moderadoras: flochi
Recopilación y Revisión
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