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SINOPSIS DE TRES COSMOVISIONES HUMBERTO PIÑERA Tres cosmovisiones fundamentales registra la Historia de la Filosofía desde los griegos hasta nuestros días: la primera de ellas la encontramos perfectamente formulada en el pensamiento de Aristóteles, aunque la misma implica dos antece- dentes a los que haremos referencia; la segunda corresponde a San Agustín por supuesto, a la idea judeo-cristiana de la Creación; mientras la tercera perte- nece por completo al existencialismo, desde Paseal y Kierkegaard hasta el pre- sente. A dichas tres cosmovisiones vamos a referimos en este trabajo, con el propósito de señalar las diferencias entre ellas y el papel que le corresponde a cada una. En su tratado sobre la Eternidad del mundo el judío helenizante Filón establece que la cosmovisión de Aristóteles es la que resulta perfecta por la ade- cuación de sus partes y la congruencia que ofrece con los postulados de la Biblia. Corno se sabe, para el estagirita el mundo es sin principio ni fin, pleno y auto- suficiente: todo lo cual significa, en fin de cuentas, que el universo es a la vez increado e indest-ructible. Ahora bien, como lo sabe todo el que ha frecuentado la filosofía griega, Aristóteles supera con su teoría del cosmos aquellas otras dos anteriores a la suya, que establecen: la una, que e! cosmos procede (relativa- mente) de la nada y puede destruirse; la otra, que si bien e! cosmos ha sido creado, no puede ser destruido. En sentido de totalidad-dice Aristóteles-et cosmos es inagotable e inmutable, y dentro de él hallamos al hombre con su modo de ser y su situación en ese cosmos perfectamente definidos, tal corno le corres- ponde al ser que no solamente es capaz de querer y proyectar racionalmente, sino algo más: a él le cabe la posibilidad de contemplar desinteresadamente la estruc- tura jerárquica de ese mundo que ni nace ni muere. La pregunta por el qué y el cómo del mundo carece de sentido en la cosmovisión aristotélica. Pasemos ahora a San Agustín, y ¿ qué vemos? Pues que no hay más que una existencia esencial - Dios. Por consiguiente, la existencia del mundo, que procede de la Nada, por el libre designio del Creador, es pura contingencia. aunque-por supuesto--con respecto a Dios. Por 10 pronto, San Agustín nos advierte de la diferencia entre la creación y e! Creador. Por eso dice el Santo: De todas las cosas visibles, el mundo es la más grande; de todas las invisibles la más grande es Dios. Que el mundo es, lo vemos,' que Dios es, lo creemos. Que Dios hizo el mundo, no 10 podemos creer de nadie con más seguridad que de Dios mismo, quien a través de su profeta a dicho: "en el principio creó Dios los cielos y la tierra" (*). En la contemplación del universo y de su movimiento, tal como lo propone Aristóteles, no puede el hombre de ascendencia judeo-cristiana hallar la res- puesta a preguntas corno las del qué y el cómo de! cosmos. Para conseguirlo, ha (*) San Agustín: Confesiones, X,6. El subrayado es mío.

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SINOPSIS DE TRES COSMOVISIONES

HUMBERTO PIÑERA

Tres cosmovisiones fundamentales registra la Historia de la Filosofía desdelos griegos hasta nuestros días: la primera de ellas la encontramos perfectamenteformulada en el pensamiento de Aristóteles, aunque la misma implica dos antece-dentes a los que haremos referencia; la segunda corresponde a San Agustín Y»por supuesto, a la idea judeo-cristiana de la Creación; mientras la tercera perte-nece por completo al existencialismo, desde Paseal y Kierkegaard hasta el pre-sente. A dichas tres cosmovisiones vamos a referimos en este trabajo, con elpropósito de señalar las diferencias entre ellas y el papel que le corresponde acada una.

En su tratado sobre la Eternidad del mundo el judío helenizante Filónestablece que la cosmovisión de Aristóteles es la que resulta perfecta por la ade-cuación de sus partes y la congruencia que ofrece con los postulados de la Biblia.Corno se sabe, para el estagirita el mundo es sin principio ni fin, pleno y auto-suficiente: todo lo cual significa, en fin de cuentas, que el universo es a la vezincreado e indest-ructible. Ahora bien, como lo sabe todo el que ha frecuentado lafilosofía griega, Aristóteles supera con su teoría del cosmos aquellas otras dosanteriores a la suya, que establecen: la una, que e! cosmos procede (relativa-mente) de la nada y puede destruirse; la otra, que si bien e! cosmos ha sidocreado, no puede ser destruido. En sentido de totalidad-dice Aristóteles-etcosmos es inagotable e inmutable, y dentro de él hallamos al hombre con su modode ser y su situación en ese cosmos perfectamente definidos, tal corno le corres-ponde al ser que no solamente es capaz de querer y proyectar racionalmente, sinoalgo más: a él le cabe la posibilidad de contemplar desinteresadamente la estruc-tura jerárquica de ese mundo que ni nace ni muere. La pregunta por el qué y elcómo del mundo carece de sentido en la cosmovisión aristotélica.

Pasemos ahora a San Agustín, y ¿ qué vemos? Pues que no hay más queuna existencia esencial - Dios. Por consiguiente, la existencia del mundo, queprocede de la Nada, por el libre designio del Creador, es pura contingencia.aunque-por supuesto--con respecto a Dios. Por 10 pronto, San Agustín nosadvierte de la diferencia entre la creación y e! Creador. Por eso dice el Santo:

De todas las cosas visibles, el mundo es la más grande; de todas lasinvisibles la más grande es Dios. Que el mundo es, lo vemos,' que Dioses, lo creemos. Que Dios hizo el mundo, no 10 podemos creer de nadie conmás seguridad que de Dios mismo, quien a través de su profeta a dicho:"en el principio creó Dios los cielos y la tierra" (*).En la contemplación del universo y de su movimiento, tal como lo propone

Aristóteles, no puede el hombre de ascendencia judeo-cristiana hallar la res-puesta a preguntas corno las del qué y el cómo de! cosmos. Para conseguirlo, ha

(*) San Agustín: Confesiones, X,6. El subrayado es mío.

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270 SEGUNDO CONGRESO EXTRAORDINARIO INTERAMERICANO DE FILOSOFIA

de volverse a sí mismo, interiorizarse ('in interiore hO'lnini habitat ueritas"},En el fondo, la cuestión que plantea San Agu tín es relativamente la misma quese va a plantear el existencialismo contemporáneo, es decir, ¿por qué hay algoy mo nada? Y es aSÍ, porque la contingencia de la creación del mundo y la consi-suieute necesidad de abstraer de él y volverse a Dios para encontrar el signi-ficado de la creación, y con ésta la respuesta a la pregunta, constituye el lógicoantecedente de la cuestión básica del existencialismo ,

Pasados los siglos, desde San Agustín, la humanidad ancla en la Edad mo-derna, que aporta, significativamente, la famosa "duda" cartesiana. A través deella, como abemos, llega el hombre moderno a la conclusión de que es falsa detodo punto la tendencia del ser humano a confiar en la natural concepción delmundo, cuya naturaleza lejos de ser común a la del hombre, resulta que llega aser "mi" mundo sólo cuando yo lo he "construido". Desde aquí hay sólo unpaso a la pascaliana angustia que comprueba que somos solo un "medio aparente"entre dos extremos, a la vez que nada sabemos del fundamento y el fin de esemedio. El hombre, pues, carece de propia naturaleza, y es solamente un ser "ex-.céntrico" ;

Quand je considére la petite durée de ma vie, absorbée dans l'éternitéprécédente et suivante, le petit espace que je remplis et méme que je vois,abime dans l'infinie inmensité des espaces que j'ignore et qui m'ignorent,je m'effraie et m'étonne de me voir ici plutót que la, car il n'y a point deraison pourquoi ici plutót que la, pourquoi a présent plutót que lors. Quim'y a mis? e'*).Soren Kierkegaard, el danés atormentado, hereda la tremenda cue tión de

manos de Pascal. Yendo más allá de éste y aún del propio Descartes, en sus ata-ques contra el pensamiento optimista de Hegel llega a decir en su tratado de Larepetición:

¿ Qué es esta cosa llamada mundo? ¿ Quién es el que me ha introdu-cido en el mundo y ahora me abandona allí? ¿ Por qué no fui yo consultadoe informado de sus maneras y costumbres? ¿ Cómo llegué a tener interésen esta gran empresa que llaman realidad? ¿ Dónde está el director? De-searía hacerle una observación ...

El punto de apoyo de Kierkegaard. como se sabe, es, en este caso, la·disyuntiva entre la continuidad y la discontinuidad del mundo. De acuerdo conla Selbstbeioequnq hegeliana, el mundo es perfectamente explicable dentro de lacontinuidad, pero Kierkegaard va a oponer a e ta teoría la de su desesperacióncomo consecuencia de lo que él ha llamado la paradoja del "salto a la fe". Des-esperación que, como lo ha urgido más de una vez el mismo Kierkegaard, pro-viene de exagerar hasta sus últimas consecuencias la metódica duda cartesiana.Cuando e to último se haya cumplido, estaremos-nos dice-en la auténtica con-dición del hombre. es decir, en la desesperacián existencia/o Ni desde un puntode vista ético, ni mucho menos desde el religio o, tiene nada que ver (ni hacer)el hombre con este mundo. La pregunta: "¿ por qué más bien algo que nada ?".adquiere ti máxima intensidad en el pensador danés.

( .•*) Pascal : Pensées, 205.

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22·26 JULIO 1961 - SAN JOSE· COSTA RICA 271

El exi tencialismo contemporáneo asume una posición que si bien pro--cede inicialmente de Pascal y Kierkegaard, adopta un aspecto que le correspondej)or entero. Para Heidegger, el er humano tiene el privilegio de poder y deberformular fa pregunta por el sentido del ser. Y esto es así porque el hombre es.aquel ser en el cual la existencia se ofrece simultáneamente como "pura factici--dad" y como "tarea existencial", de modo que si bien hemos de responder pornue tro ser, nada ni nadie podría pedirno cuentas de nuestro inopinado y ac-cidental "e tar ahí". Conforme con el criterio de Heidegger, puesto que el hombre"es" y "tiene que ser", lo primero precede a toda posible definición de lo se-gundo. Mas la condición de pura facticidad impide al hombre saber de dóndeviene y a dónde va; de lo cual re ulta que su "estar ahí" (Dasein) se le haceintensamente doloroso en el aburrimiento y la ansiedad, que le lleva a enfrentarsecon la Nada, ante la cual descubre esa posibilidad que es el Ser ("¿por qué másbien algo que nada ?"). Podemos, formular tal pregunta porque nuestra exis-tencia-fáctica, contingente y finita-es libre; pero, aquí la dificultad, esa liber-tad de interrogar carece de soporte o fundamento, ni tampoco puede fundarse.a sí misma. Para que esto último fuera posible, tendría que empezar por darse-el caso de algún Doseiu que, antes de ser o existir, ya hubiera decidido libre-mente si lo desea o no. Por consiguiente, para el existencialismo de Heideggerel mundo carece de fundamento en sí mismo: mucho menos puede concebírsele-como un leosmos noetás, o sea C01110 un universo inteligible en sí mismo.

Sartre, como sabemos, exagera las tesis de Heidegger, al decir que laexistencia es nada meno que la gratuidad de las cosas. Por consiguiente, nadietiene el derecho de preguntar por el qué y el cómo de la realidad. Es absurdo,nos dice, proponerse la cuestión de que "exista un mundo más bien que la nada" .La rais del castaño le advierte olemnemente a Roquentin que, no hay ciencia-capaz de rendir cuentas de la naturaleza y el fundamento en sí mismo de este.mundo en que dearnbulamos, porque el mundo carece de ambas cosas.

Desde Aristóteles hasta Heidegger y Sartre, la concepción de la realidady la justificación del univer o han hecho pensar profundamente a los hombres,hasta el punto de que, entre incontables expresiones menores, podemos extraertres puntos de vi ta fundamentales: el más antiguo (Aristóteles) afirma que elmundo e a la vez real y determinable ; para el segundo (San Agustín) talescaracteres fundamentales se aseguran, no directamente en el hombre, sino me-<liante la intervención divina; en tanto que para el existencialisrno contemporáneo(pero sin olvidar sus antecedentes) el mundo carece de realidad y de justificación.Justamente el hecho de que haya algo en vez de Nada es lo que, paradójicamente-otorga a esta última el "derecho" a regir el escepticismo del hombre contempo-ráneo a través de su angustia, dejándole sin mundo, preso en el paréntesis deuna pregunta que retumba cada vez más lejos, como un eco infinitamente pro-Iongado .