Sermón del monte

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El Sermón Del Monte Mateo 5:1-12

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El SermónDel

Monte

Mateo 5:1-12

La escena es una de las más memorables de la historia bíblica: Jesús sentado a la ladera de una montaña, pronunciando su

famoso Sermón del Monte. El lugar queda al lado del mar de Galilea, probablemente cerca de Capernaum. Jesús había pasado

toda la noche orándole a Dios, y a la mañana siguiente había escogido a 12 de sus discípulos para que fueran sus apóstoles.

Entonces, junto con todos ellos, bajó a una parte llana de la montaña.

Uno pensaría que para ese entonces Jesús estaría muy cansado y desearía dormir un poco. Pero grandes multitudes

han venido a él, algunas desde Judea y Jerusalén, a una distancia de 100 a 110 kilómetros (de 60 a 70 millas).

Otras han venido desde la costa de Tiro y Sidón que está al norte. Han venido a escuchar a Jesús y a ser sanadas de sus

enfermedades. Entre ellas hasta hay personas perturbadas por los demonios.

A medida que Jesús baja por la ladera, los enfermos se aglomeran a su alrededor a fin de tocarlo, y él los sana.

Más tarde, aparentemente Jesús sube a un lugar más alto de la montaña. Allí se sienta y se pone a enseñar a las muchedumbres dispersadas en la parte llana ante él.

¡Imagínese! ¡Ahora no hay entre los presentes ni siquiera una sola persona que sufra de una seria enfermedad!

Viendo a la multitud, subió al monte, y sentándose , vinieron a él sus discípulos.

Y abriendo la boca les enseñaba, diciendo:

5:1-2

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

5:3

Los que están conscientes de su pobreza espiritual son felices porque “a ellos pertenece el

reino de los cielos”. Al aceptar a Jesús como el Mesías prometido, sus primeros discípulos

recibieron la oportunidad de gobernar con él en el Reino celestial de Dios (Luc. 22:28-30).

Sea que tengamos la esperanza de ir al cielo o la de vivir para siempre en un paraíso

terrestre bajo dicho gobierno, seremos felices si reconocemos nuestra necesidad espiritual

y completa dependencia de Dios.

No todo el mundo está consciente de su pobreza espiritual; mucha gente carece de fe y

no valora las cosas sagradas (2 Tes. 3:1, 2; Heb. 12:16).

Si queremos satisfacer esa necesidad, debemos aplicarnos al estudio de la Biblia, participar

con entusiasmo en la obra de hacer discípulos y asistir con regularidad a las reuniones (Mat.

28:19, 20; Heb. 10:23-25).

Bienaventurados los que lloran, porque Ellos recibirán consolación.

5:4

“Los que lloran” son el mismo tipo de personas que “los que tienen conciencia de su pobreza espiritual”.

No es que se lamenten por su situación en la vida, sino porque son pecadores y les duele ver el

sufrimiento que causa la imperfección. Pero ¿por qué dijo Jesús que son felices si están

lamentándose? Porque hallan consuelo en su relación con Jehová y

porque ejercen fe en él y en su Hijo (Juan 3:36).

Bienaventurados los mansos,porque ellos recibirán la tierra

por heredad.5:5

La apacibilidad, o mansedumbre, no es señal de debilidad; tampoco es una amabilidad fingida (1 Tim.

6:11). La persona apacible hace la voluntad de Jehová y se deja guiar por él.

Esta cualidad se refleja asimismo en su manera de tratar a los demás, tal como lo muestra la exhortación

del apóstol Pablo a los cristianos de Roma (léase Romanos 12:17-19).

¿Por qué dijo Jesús “felices son los de genio apacible”?

Porque, como él mismo aseguró, “ellos heredarán la tierra”.

Jesús, quien fue un ejemplo de apacibilidad, es el principal

Heredero de la Tierra y muchas otras personas mansas vivirán

para siempre en la Tierra como súbditos del Reino mesiánico (Sal.

37:10, 11).

Bienaventurados los que tienen hambreY sed de justicia, porque ellos serán saciados.

5:6

El salmista dijo que ansiaba las justas decisiones judiciales de Jehová

(Sal. 119:20). ¿Sentimos ese mismo deseo?

Valoramos la justicia tanto como él?

Jesús dijo que quienes tuvieran hambre y sed de justicia serían

felices porque serían “saciados”, o sea, quedarían satisfechos.

Esto fue posible debido a que el espíritu santo de Jehová comenzó

a dar “al mundo evidencia convincente [...] respecto a la justicia”

después del Pentecostés del

año 33 (Juan 16:8).

Mediante su fuerza activa, Dios inspiró a un grupo de hombres a

fin de que escribieran las Escrituras Griegas Cristianas, que tan

útiles son “para disciplinar en justicia” (2 Tim. 3:16).

Además, ese mismo espíritu nos ayuda a vestirnos “de la nueva

personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en

verdadera justicia” (Efe. 4:24).

Es muy consolador saber que, gracias al sacrificio redentor de Jesús,

quienes se arrepienten y buscan el perdón de sus pecados pueden

llegar a ser considerados juntos por Dios (léase Romanos 3:23, 24).

Quienes tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra

verán completamente saciada su hambre y sed de justicia en el

justo nuevo mundo de Dios.

Mientras tanto, resolvámonos a obedecer en todo momento las

normas divinas. Jesús dijo: “Sigan

[...] buscando primero el reino y la justicia de Dios” (Mat. 6:33).

Si así lo hacemos, tendremos “mucho que hacer en la obra del

Señor” y nos sentiremos verdaderamente felices (1 Cor. 15:58).

Bienaventurados los misericordiosos,Porque ellos alcanzarán misericordia.

5:7

El sentimiento que mueve a los misericordiosos es su compasión por los demás. Jesús, por ejemplo, alivió milagrosamente el sufrimiento de muchas personas

debido a que se apiadó de ellas (Mat. 14:14).

Una manera en que podemos mostrar misericordia es perdonando a quienes pecan contra nosotros, tal como

Jehová perdona misericordiosamente a quienes se arrepienten de sus faltas (Éxo. 34:6, 7; Sal. 103:10).

Otra manera es aliviando el sufrimiento de los más desfavorecidos con palabras y acciones bondadosas.

En particular, demostramos que nos compadecemos de nuestros semejantes al hablarles de las verdades bíblicas.

Así seguimos el ejemplo de Jesús, quien, movido por la compasión, “comenzó a enseñarles muchas cosas” a las

personas que acudieron a él (Mar. 6:34).

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos serán

llamados hijos de Dios.5:8

Si tenemos un “corazón puro”, eso se percibirá en nuestros sentimientos, deseos y motivos. Actuaremos con “amor procedente de un corazón limpio” (1 Tim. 1:5). Y como

recompensa, nos contaremos entre los que “verán a Dios”.

Esto no significa que todos vayamos a ver a Jehová de manera literal. En realidad, “ningún hombre puede [verlo] y

sin embargo vivir” (Éxo. 33:20).

Ahora bien, todos podemos “ver” a Jehová al examinar las cualidades de Jesús, pues él reflejó a la perfección la

personalidad de su Padre. Jesús mismo dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:7-9).

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

5:9

A las personas pacíficas de las que habló Jesús no solo se las reconoce por lo que hacen, sino también por lo

que no hacen. Por ejemplo, no pagan “daño por daño” a nadie. Más bien, hacen siempre “lo que es

bueno [...] para con todos” (1 Tes. 5:15).

El término griego que se traduce “pacíficos” en Mateo 5:9 significa literalmente “pacificadores”, es decir,

personas que promueven la paz. Los pacíficos no hacen nada que pueda “[separar] a los que se han familiarizado entre sí” (Pro. 16:28). Además, se esfuerzan por buscar “la paz con todos” (Heb. 12:14).

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,

porque de ellos es el reino de los cielos.5:10

Al igual que los profetas de la antigüedad, los cristianos sabemos que la gente nos criticará,

nos calumniará y nos perseguirá “por causa de la justicia”.

Pero si aguantamos esas dificultades, tendremos la satisfacción de haber agradado y

honrado a Jehová (1 Ped. 2:19-21).

Bienaventurados soís cuando por mi causa os vituperenY os persigan,

y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.Gozaos y alegraos,

porque vuestro galardón es grande en los cielos;Porque así persiguieron a los profetas que fueron

antes de vosotros.5:11-12

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