Sender (Muerte en Zamora)

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>-Bueno, pues casi es as -repliqu-. Al menos somos leales y estamos de acuerdo. Aunque sea contra ti. No vengas nunca a esta casa sin Amparo. Ni a comer ni a tomar un bocadillo. iO vens los dos, o ninguno! P-Pues yo no almuerzo en casa! -me grit. a-Come donde quieras -le dije-, pero lo que cs aqu no. Conchita haba captado las inflexiones de pap perfectamente, sus respuestas eran cortantes conio el acero toledano. u-Voy a llamar a Amparo para decirle: "Qudate tranquila y djalo csiar porque segn est no va a comer a ningn sitio. Est como loco. T dale de comer al nio y chate una siesta. El ya aparecer. Y cuando vuelva le preguntas si no se da cuenta de que tiene a la mujer que Dios cre para l." Porque mi hermano no comprenda esto. Tena u n corazn muy grande y era muy bueno. pero, caranaanzbn. vivir con l cra otra cosa. Y esto se lo dije a Amparo cuando an estaba soltera. Antes de que se casara le dije: .-Amparo, te ests metiendo en una situacin que te va a traer muchos disgustos. Pinsatelo. ),-No, no, si ya lo he pensado -me contest-. Lo he pensado desde el principio hasta cl fin.))p;l)l,l~rili , r l j l , ~ Misis. DC ~ V C I CI> L L ! ~ L p r i s i o ~ ~LcUiI ~ ~ ~ rl I I sil iiiatlic y coi1 Aiiipi!io cii 1;i celda dc iii~ijcres.

A principios de enero de 1936 mi padre recibi la noticia de que se le haba otorgado el Premio Nacional d e Literatura a su novela Mister Witi en el cantiz. Su foto apareci en todos los peridicos. Y el 3 de febrero, el da del cumpleaos de mi dre, Amparo se puso de parto. Andrea naci cuatro horas as tarde, un parto fcil en comparacin con las muchas hos que haba tardado yo en llegar al mundo. Dos semanas despus, el Frente Popular ganaba las eleccioes. Hubo muchos desfiles y festejos. Las multitudes entusiasadas forzaron las puertas de la crcel y liberaron a todos los esos, tanto a los polticos como a los comunes. Muchos ariscratas huyeron del pas contando exageradas historias de

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atrocidades comunistas. E n otros lugares de Europa, el fascisse pona en marcha: Mussolini invadi Abisinia, y Hitler militariz Renania.

La llegada de Andrea, segn Conchita, me caus algunas dificultades. Aunque ya estaba casi dcstetado, tena la costumbre de ponerme al pecho de Amparo de cuando cn cuando. De pronto mi sitio fue ocupado por aquel fardo llorn. Amparo hizo un esfuerzo especial por reasegurarme. Tambin trajo a una sobrina de &lara, su antigua portcra, para que fuese mi nicra. Era una chica de quince aiios y dulce expresin llamada Dionisia. Yo empec a llamarla Aisia y el nombre se le qued. Adoraba a mis padres. Su ta Mara me dijo: aun da vino a verme tu padre y me dijo: .-Amparo est dando a luz. ,,yo me acerclu J. alli estaba la comadrona. Empezamos a hablar de Dionisia y yo le dije: >,-Es una pena que sea tan joven. Bueno, veremos si es capaz de ayudar a doa Amparo. >>-No importa la edad que tenga -respondi Amparo-. Lo nico que tiene que hacer es estar de niera con Monchn. .-Bueno, si usted la quiere se la traer -acced. >,Asque le traje a Dionisia y empez a trabajar all.)) Conchita tambin me recordaba caminando junto iyo Aisia, a slo, N n~ovieiidolos codos como dos pistones y yo slo! n Marcelle me relat: .Os mudasteis al piso alto de un edificio en Ia avenida Menndez Pelayo, enfrente de la casa de fieras dcl zoolgico del Retiro. Cuando t u padl-e trabajaba de noche tu madre se sala al balcn, donde tena una mesita, 3' alli se pona a pasar los borradores a mquina para no trastornarle el sueo. Era una mujer muy inteligente. Cuando se levantaba por las maanas se peinaba aquel pelo oscuro con unas gotitas d e aaua y se lo recoga en la nuca con un aguamarina.

.Siempre ayudaba a su marido, a quien amaba y admiraba. Entenda que no era como otros 1.iornbres. E1 escriba cuando le vena en gana, algunas veces durante toda la noche. Haca sus planes y ella se adaptaba a ellos. A inuchas mujeres les hubiera resultado imposible, pero Amparo se dedicaba completamcnte a l. Pala vivir con t u padre una mujer tena que tener todas Ias virtudes: Ser buena en la cama, capaz de llevar Ia casa y de corregir y mecanografiar sus manuscriios. Amparo lo haca todo muy bien. Lo que 110 tena era la coquetera que Ram6n encontraba tan atractiva. Ella no se daba aires ni se acicalaba A Pepe le gustaban las rnujercs vistosas, y ella no haca lo suficiente al respecto para satisfacerle. En lugar de eso, culti.~aba inters por la literatura para mantener la ventaja soel bre otras mujeres. Y, por supuesto, tena dos niiios en las manos. Ella estaba en el cielo con su marido..

La proximidad de los animales me excitaba, los trompeteos de los elefantes y los rugidos de las fieras. Sala al balcn a mirar las jirafas oscilando como palmeras. Y antes de dormirme, le peda a Aisia que me contal-a el cuento de los trcs barquitos que Iiabia pintados en mi cuna. Pero algunas cosas me asustaban, como los chillidos de los pavos reales en las magrazanas en que me haba hecho pis en la cama. , naban. Y tarnbin tenia miedo a los guardias civiles con capas oscuras que vea en el parque. Algunas veces pap traa a casa misteriosos hombres barbudos. Yo los miraba cauteloso, isnorando sus intcntos de entablar amistad. Fi-uncia el ceo y les daba sus sombreros, o les tiraba de la mano para ponerlos en pie y los llcvaba hasta la puerta. Era mi forma de decirles que se fueran. sYo jugaba un juego contigo -me cont Conchiia-. Deca: Treme un libro de paye. Esta era iu forma de decir pap. T te ibas a la estantera, sacabas un libro dcl estante de abajo y me lo traas. Todos los libros de ese estante eran de Pepe, as que sicmpre acertabas. Pero las visitas, que no se daban de cuenta, se n-iara~~illaban lo inteligente que eras. iAh! -se

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ri dndose palmadas en las rodillas-. Me acabo de de una cosa: DO,, jos vino a conocer a t u hermana. Estaba muy oreulloso de sus nietos, pero Pepe estaba siempre cuando vena. L~ que ms le irritaba era que don Jos insista en oue os bautizara. Bueno, t debiste darte cuenta del de t u padre porque decidiste traerle el sombrero a t u abuelo para animarle a que se fuera. Fuera como fuera, don Jos consigui convencer a Amparo de que os bautizara. Os llev a la parroquia para la breve ceremonia, a espaldas de tu padre.n La euforia que sigui a l a victoria del Frente Popular fue desplazada p o r rumores de un golpe de derechas. Grupos de jvenes recorran las calles provocando incidentes y echndole la culpa a los rojos. El Gobierno pareca incapaz de evitar los asesinatos polticos. Cuando lleg el calor del verano, los adul. tos esperaban lo peor, pero an confiaban en que la situacin se mantuvicsc en calma. En Contraataque mi padre recordaba el nimo de los das antes del comienzo de la guerra civil:A principios de julio de 1936 la desorientacin y la ansiedad estaban ya cn 10s Animos de todos. Y o esperaba, como cado cual, el estallido. En vista de que, al parecer, los militares no se decidan, y como el ambiente en Madrid era enervante -cl triunfo, la prisa por organizarlo, la necesidad de consolidarlo, la alegra de haber derrotado todo lo que en Espaa significaba ati-aso, suciedad, barbarie y m u e r t e , yo, que tampoco sabia cmo empezar a trabajar en aquella atmsfera, rric f u i al campo. Tom una casita a dos kiIGmetros de San Rafael, lugar de veraneo de la gran burgucsia madrilcna, eritr-e bosqucs de pinos, detrs del macizo montaiioso d e Guadarrama. Haba ido all otras veces. Como supona quc aqiiello seria uri nido dc viboras, no hice el contrato a mi nombre ni di la direccin a nadie, para que no me escribieran. Dc vez en cuando, iba yo a Madrid y recoga y contestaba el correo. San Rafael est3. a dos horas

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~ertencce la a de Segovia, la de Madrid estn en las mismas crestas montaosas *e Guadarrama. Estaba muy lejos d c la que aquellos adorables parajes iban a tener en nuestra guerra civil Y en los recuerdos ms entraables de mi vida.de tren d? la capital Y

limites

llegar a San Rafael. Amparo se acercaba a Zamora y al inimaginable destino que all le esperaba Si Ia g u e r n biese enlpezado dos semanas ms tarde, o nuestros planes hude vacaciones se hubiesen retrasado, nos liabriamos quedado en Madrid, a salvo.

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VII.

SAN RAFAEL Y EL ESPINAR

En julio de 1982, cuarenta y seis aos despus de mi ltimo viaje a San Rafael con Amparo, regres al pueblo. Estaba impaciente por comenzar la biisqueda de Villa Frutos, el chalet que habia jugado un papel taii importante al principio de mi vida y de la guerra. Con mi mujer y conmigo venia Maruchi Rivera, una de las dos hijas del director de Montes a quienes Amparo habia llevado coilsigo a Zamora en 1936. Su respuesta a mi carta a El Pnis me habia ayudado a llenar los huecos en la historia cle aquellos das terroriricos. Era un da precioso. Las laderas del Guadarrama se parecen a las sierras de California, con sus campos dorados y verdes ramalazos de bosque. Hacia el Oeste se vislumbraba la enorme cruz del Valle de los Cados, el monumento a los cados de la guerra civil que Franco mand erigir, y donde l mismo est enterrado, R4iles dc presos republicanos fueron condenados a aos de trabajos foi-zados tallando el gigantesco mausoleo en la roca viva. No estaba en nuestro itinerario. Franco slo haba llegaclo a ser comandante en jefe porque todos los militares de catesora superior haban muerto (1). La muerte ms grotesca(1) Confusin del autor. La historia es ms complicada. Aunque es cieno que, de no morir Snnjiirjo,ste era el dcsignsdo como ene eral cn jefe de los sublcvados. (N. del E.)

fue la del general Sanjurjo, a quien la Repblica habia esiliado a Portugal a raz de un intento de golpe de Estado. E1 18 de julio, cuando comenz el alzamiento, oficiales rebeldes cnviaron una avioneta para traerle de vuelta a Espaa. Sanjurjo insisti en meter en la maleta el uniforme d e gala y las medallas. Aquel sobrepeso hizo que el avin cayera sobre unos rboles al final de la pista de despegue, y as muri Sanjui-jo (1). Vanidad de vanidadess. que deca el sargento Aguirre, aquel que cortejaba a Ainparo. El paisaje hizo que mis pensamientos volvieran al presente. lbamos por la carretera de La Corua, la arteria principal hai cia el noroestc dc Espalla. Pap y los padres de M a n ~ c h haban atravesado estos campos en una caminata de diecisis horas, con las bombas y las descargas de artillera pisndoles los talones. El olor a tomillo en los prados evocaba un sentimiento familiar, aunque no reconoc el paisaje con la vista. Maruchi me cant la nana de Amparo, la misma que me haba cantado Conchita, pero slo la segunda estrofa, cuaildo viene la loba a llevarse al beb de la cuna. Las imgenes se volvian oscuras, era u11 extrao presentimiento de lo que iba a ocurrir. Me dijo que la fecha de la muerte de Amparo fue el 12 de octubre, que en Espaa es el da del Pilar, una festividad que celebra el descubrimiento dcl nuevo mundo, ademis de ser un importante da de la Virgen. Yo estaba convencido de que Ainparo muri en las horas antes del amanecer, el da 11, por lo que me habia dicho Benedicta. Cuando mir cl da 11 en el calendario catlico, encontr que es el da en que se coilmemora el Concilio dc Efeso, en el ao 431, donde se declar que Mana era verdaderamente la madre de Dios. Desde la cima de la montaa se vea San Rafael abajo. El(11 Esta versin ha sido muy arraigada. No es cierta. La avioneta que pilotaba Juaii Aiioionio Ansaldo para trasladar a Sanjiirjo a Burgos no se estrell *por la pesada maleta,>. prueba es quc. en el rodaje La de despegue levant la cola (doiide iba el equipaje) sin ninguna dificultad. El accidente f u e culpa de la arriesgada maniobra clel piloto, ~bligadopor las autoridades portugucsas a salir desde el hipdromo de La hfarinha (cerca d e Cascaes), un terreno con surcos, no un aerdromo. J. L. Vila-San-Juan lo demuestra en su libro CAsi frte?, riiiginas de In giierra civil espaola. ( N . del E.)

matas d e valeriana. La puerta lateral de Ia casa cstaba entreabierta, invitndome al interior. lugar exacto donde yo haba estado cuarenta y seis julios antes, Haba escrito una descripcibn imaginaria d d pueblo Y ahora El pasillo llevaba a! piso cle arriba. La escalera estaba medio derruida, el suelo lleno de cristales y clavos oxidados Con miraba ilusionado elte lugar de veraneo de montaa. b a r c a mucho tiento, sub el estrecho tramo, evitando tejas y trozos en la misma calle principal por donde YO haba pasead" d i escayola. El Iugar pareca un pozo d e mina hundido, oscuro en mi infancia preguntamos por *Villa Frutos. en un hotel y lleno de presentimientos Al llegar al vertibulo superior me cercano. propietario no pudo ayudarnos en esto. Pero nos di cuenta de que el tejado se habia derrumbado. ensefi dnde haban estado el cuartel de la Guardia Civil Y la Cada vez senta ms la presencia de Amparo. Ella fue la 1oficina de telfonos, que ahora son un parque Y Un bar resPec. tivanlente. La calle que 10s separa gira al Este. hacia la estacin tima mujer que vivi aqu. Durante la guerra, Ia casa se utilide tren y sesovia. ~a carretera principal contina con direccin zara slo como alojamiento militar. Mir& a mi alrededor, casi esperando encontrar utensilios familiares, pginas de los maa El Espinar y Avila. ~1 aire fresco ola de maravilla. Los bares Y las tiendas es nuscritos de pap. En el vestbulo Iiaba un escritorio astroso llenos de madrileos acomodados, Caminamos hacia e que cre reconocer. sera posible que la casa hubiese estado mtremo norte del pueblo, ya que Conchita nos haba di&( lacia desde que la abandonamos? Empec a sacar fotos y a que la casa se encontraba en las afueras. M a n h i esfaba expt iibujar planos. La habitacin trasera sera e1 cuario de estar, rimentando la misma sensacin de .vuelta atrs)> que YO senla letras de ella estaba la alcoba principal. Contena un loinier dijo que una vez, cuando su hermana y ella paseaban COI xidado que probablemente era la cama donde Amparo y R ~ migo y con mi padre. vimos unos toros que se haban escapad non durmieron juntos p o r ltima vez. de los p r a d o s Mi padre dijo: Haba una habitacin lateral llena de trastos y dc muebles iejos. Sera la ma. Saqu fotos por todos los sitios, dirigin-NO os movis y no os harn dafio. L l o a m o s al final de la acera. u n a anciana vestida de negl "'"e a la parte delantera de la casa. Baj las escaleras con suba por un callejn con su cesta de la compra. Entr c( lidado y fotografi la vista del jardn y el muro de piedra que nosotros en una tienda donde una mujer an ms vieja, c1 : vea desde la puerta trasera. La cociria principal deba haber rizos canos, apunt al Norte con un plumero en la mar tado en esta planta. porque Iiaba una cocina de lefin alicaDijo que crea recordar que >Celes, cocinera de los Rivera, lleg corriendo y gritando: la n- Vienen muchos aviones por las montaas! *Los estallidos que habiamos pensado que eran tiros se hicieron ms y m s fuertes. ;Eran bombarderos! Haban mandado dieciocho aviones de Madi-id, todos los que tenan, para parar la columna. Nos recogimos todos e n la alcoba de la plan. t a baja. Las explosiones venan del centro de la colonia.,) Conchita se golpe el muslo: N ;Madre ma! iY E m i estaba justo e n el medio! Tratando de distraer a los nifios, nos pusi. m o s a cantar. A pesar de las canciones, el ruido de las bombas era cada vez m s fuerte. Caan e n la carretera con unos esta. llidos ensordecedores. Ti, Monchn, gritabas sujeiildote la cabeza con las manos. Pasaron los aviones y empezaron las ame. tralladoras. Fuera de la casa se oian los silbidos de las balas y los gritos de los hombres. -Tenemos q u e marcharnos! -grit Amparo e n medio del tuinulto. Y o estaba de acuerdo. Nuestra conversacin f u e interrum. pida por el silbido y la detonacin de una b o m b a casi a la puer. t a de la casa, seguida por cl estrpito de cristales rotos. Natu. ralmente, estbamos todos aterrorizados.,,

Conchita ech las manos al aire: a iBonibardearon como n o volveran a hacerlo durante la guerra! Dios m o ! iY E m i e n la oficina de telgrafos! Los militares armaron a algunos de los del pueblo, que corran por las calles diciendo q u e haba que evacuar e n veinticuatro horas. Todos los civiles tenan que irse a El Espinar -hombres, mujeres y nios. Uii rato despues lleg E m i c o m o loco. Haba vcnido por la orilla del ro que habia detrs del pueblo, como los Rivera. .-;Hay una batalla tremenda! -grit-. ;Todos los generales, los capitanes y los coroneles se han vuelto locos! iO estn niuei-tos, o fuera de s! iTcilemos que salir de aqu! >>Aquellas ltimas horas e n San Rafael fueron indescriptibles. Los aviones niasacraron la columna. Aquelos soldados tan jvenes haban venido de buena f e , creyendo que ibaii de maniobras, porque n o les haban dicho la verdad. iY se oian tales alaridos! ,)Cuando evacuamos el chalet, haba unos cuarenta muertos en la calle. Pusimos a la pequeiia e n el cochecito coi1 toda la ropa encima. Amparo llevaba una manta y yo otra. No sabamos n i dnde bainos a dormir. U n tropel de gente sala del pueblo, cargados con lo poco que podan llevai- a cuestas. N o haba posibilidad de que nos llevara nadie, as que bamos andando. T , Monchn, ibas gritando: " N o quiero ir! N o quiero ir! ", hasta que Dionisia t e cogi e n brazos. E m i Ilcvaba la radio porque Amparo haba insistido e n que la trajramos. ya que era nuestro nico contacto con Madrid y con Peue. l-ainm . . ~ un extrao grupo, pero n o m s extrao q u e los q u e nos bamos encontrando.> A lo largo de la carretera yacan cuerpos cubiertos de sangre y por todos lados se oan tiros y gritos. Camioiles dc fascistas y de soldados pasatan con gran estrpito mientras las milicias republicanas les disparaban desde el abrigo del bosque. El sol justiciero aada otro malestar a la histeria y al pnico. Las nias Rivera, que eran algo mayorcitas, se daban cuenta de lo que pasaba y estaban aterradas por los cadveres. No haban dado treinta pasos cuando Amparo se acord de la baiera de Andi-ea. Volvi a la casa y sali con la cara blanca como la cal.-

-Han entrado en la casa soldados moros! -dijo. Uno de ellos se haba puesto un jersey de Pepe sobre el uniforme, i ~ Oenr Espaa despus de tantos siglos! Titube. ~ ~ recordando las atrocidades que haban cometido en Asturias, pem el moro sc limit a sonrer y a asentir con la cabeza Ella cogi la baera de la nia y sali corriendo. concl1ita continu: Haba tanta gente escapando a El Espinar! Muchos de ellos pasaran la noche en la calle. Vi a muchas seoras cle buena sociedad llorando. ,,Por fin, Emi dijo: ,,-NOS valnos al sanatorio. ~ s t o nios no pueden caminar s .. -.-. tres kilmetros a El Espinar. aEra donde yo haba ido a hablar con Santiago, Y Emi cOa muchos de los mdicos de all. NO habiamos llegado a mitad de camino, cuando un camin de milicias republicanas inici un ataque suicida sobre la Infantera rebelde. NOS tira. mos todos al suelo hasta que dejaron de disparar. Mataron al conductor, y el camin volc en el terrapln del n o . Si no hu. biera sido por las criadas yo me habra desplomado. pero eran unas valientes y nos mantuvieron en marcha. Aun as, cuando llegamos a las puertas del sanatorio yo iba temblando de te. rror. Afortunadamente, Emi vio a un mdico a quien conoca D-jDjenos entrar, por Dios! -le rog. Haba otros de trs de nosotros, escuchando-. Los nios ya no pueden cami nar ms! ,,-Mire, Emiliano, nos han convertido en hospital milita -dijo el mclico-, y tenemos rdenes estrictas de no deja pasar a nadie. ,,&lir a 10s nios y dijo a hurtadillas, antes de abrir i puerta: .-pronto, entren, pero son ustedes los ltimos. aLa multitud empez a empujar, pero l la repeli y cerr la puerta: P No hay ms sitio! -grit. ,,- Djenos entrar! iDjenos entrar! -aullaban. aun hombre muy grande con un nio en brazos empez gritar: .-Por el amor de Dios, abran la puerta! Soy el ten

Fleta con mi esposa y mis cuatro hijos! >-No puedo, seor -replic el inedico-. Detrs d e usted hay niil ms que quieren entrar. )>Ech cerrojo y diio: el .-El nico sitio donde pueden dormir es el garaje. Las camas estin llenas de heridos. "Nos llev a un edificio bajo que se extenda a lo lai-go del jardn y nos meti adentro. ~. .-Cierren las puertas por dentro -nos dijo-, y no abran a nadie que no sea yo. Y pdaiile a Dios que no se d cuenta nadie de que estn aqu. ).E1 garaje estaba muy sucio. Slo tenamos las mantas que haban habamos trado, nada ms. Celes y las otras muchacl~as trado la ropa de los mas pequeos envuelta en peridicos. 0 s acostamos a los nios con las mantas en el suelo, pero aquella noche fue como una pelcula de horror. No te puedes imaginar qu pesadilla! Me estremezco slo con pensarlo! T y tu hermana os dormisteis, gracias a Dios, pero las nias Rivera no podan.> Conchita abri mucho los ojos: Pero tenemos que salir inmediatamente, Mirando a Celes con desesperacin, Amparo recogi a Andrena y a cruzar la abarrotada estancia. Yo le pnico en la cara de Amparo y ech a correr tras ella gritando: -Mam! iMam!

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A pesar del horror que senta, intent mirarle a los ojoscon franqueza. -Eso es todo. El coronel daba golpecitos con el lpiz sobre el papel se-cante y sonrea con grandes dientes de conejo: -Un simple error de juicio, dice usted. Pero, tiene pruebas? Ella mir a Andrena: -Qu puedo ofrecerle? Tengo a cuatro muchachas y cua1 tro nios inocentes a mi cargo - e dirigi una mirada altiva-. Por el amor de Dios! Si fuera espa no viajara con ocho perqnnas. Mi familia de Zamora puede responder por m. El coronel llam a su asistente: -Llama a Zamora -se volvi a ella: -Quin es su familia? Le dio los nombres de Saturnino y Magdalena y se la Ilevaron a un banco en el vestibulo. A travs de la puerta se oa la voz apagada del coronel, y ella se preguntaba con quin estaria hablando. Cuando volvi a entrar al despacho, l estaba junto a la ventana, con las manos en la espalda. -Saturnino Barayn ha sido detenido -dijo-. NO hemos nodido Donernos en contacto con la otra persona. r -~Amparo estaba estupefacta: -Saturnino? Pero, por qu? El coronel se encogi de hombros: -Estamos en guerra, seora. Usted tiene que quedarse aqu hasta que solucionemos esto -llam al guardia-. Quede usted tranquila que a usted y a la nia se les alimentar y se les tratar bien. Saturnino en la crcel! Aturdida, Amparo permiti que la llevaran a una celda en la parte trasera del edificio. Hasta aquel momento no haba dudado de la sabidura del consejo de Ramn de que volviese a casa. Sera posibIe que el terror hubiese alcanzado Zamora? El carcelero, un corts paisano, le trajo la comida. Ms tarde, al darse cuenta de que iban a tenerla detenida durante la noche, pidi que trajeran a Monchn y a Aisia a visitarla, pero no se lo permitieron. A la maana siguiente, le dio al coronel el nmero de telfono de su hermanastra Casimira, as como los nombres de~

todos los zamoranos influyentes y conservadores que se le ocurrieron. A medioda, volvieron a llevarla ante el coronel. Este le inform de que Miguel Sevilla, el marido de Casimira, aceptaba hacerse responsable de ella. La llevaron de vuelta a la estacin con la advertencia de que iban a vigilarla. Su aparicin fue recibida con lgrimas de alegra. Celes se habia hecho responsable durante su ausencia y habia comprado alimentos hasta que se le termin el dinero. - iHemos estado viviendo como los gitanos! -dijo Aisia-. Y Monchn no ha parado de preguntar por usted. Mi alegra no conoca lmites. Me agarr a sus faldas para asegurarme de que no volviera a dejarme: -;Mam! Mam! Qudate aqu -repeta una y otra vez. La salida del tren, que estaba prevista para medianoche, se retras hasta justo antes del amanecer. El da anterior habian bombardeado tramos de va y haba que repararlos. Aunque era peligroso viajar de da, la situacin militar requera el envo de personal y equipo esencial. Trajeron una locomotora acorazada, a cuya caldera haban soldado apresuradamente planchas de acero blindado. Estaba claro que el comandante confiaba en que las reducidas fuerzas areas de Madrid no podran bombardear dos das seguidos. Amparo estaba apretujada contra la ventanilla, con la nia en el regazo. Yo comparta un asiento con Aisia, junto a ella. El pasillo estaba lleno de gente sentada en el suelo o sobre las maletas, manteniendo con dificultad el equilibrio en el tambaleante vagn, agarrndose a 10s asientos, o los unos a los otros. Todas las mujeres estaban al borde del agotamiento. Haca das que no haban podido lavarse. Amparo coment que en casa habra agua caliente abundante, gracias al caf del piso de abajo. El viaje, que normalmente era de dos horas, dur el da entero, ya que tenan que hacer frecuentes paradas por razones militares y por la constante amenaza de bombardeos. Por fin cruzamos el Duero, desde donde se vislumbraba la ciudad de Toro. Amparo miraba con vaga curiosidad, recordando las excursiones de su niez a la feria del vino. El tren dio dos silbidos, corriendo junto al ro, el tramo final del viaje. Dos minutos

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despus, dio un frenazo tan repentino que todos los que estaban en el . pasillo cayeron como fichas de domin. El silbato comenz a sonar sin parar. -;Fuera! ;Fuera! -grit el revisor-. Es un bombardeo! i~sckdanse detrs del terrapln! Aterrorizados, se abalanzaron todos hacia las puertas de salida. Temiendo que pisotearan a los nios, Amparo se qued atrs hasta que un abuelo bigotudo le cedi el paso cesticulando: -primero las mujeres y los nios! -grit. Otros tomaron sus palabras: -Las mujeres y los nios! -El atasco del pasillo empez a resolverse y se vaci el vagn. Pepi se ech a llorar. Maruchi la iniraba con el aire de superioridad de sus seis aos, ella ya haba pasado la edad de tales nieras. Afuera, los soldados ayudaban a los pasajeros a bajar el terrapln. Al sur se oa el leiano zumbido de los aviones que se acercaban. Pepi y yo empezamos a gritar como locos. -iRpido! -grit un fiero oficial-. Bajen la colina! Amparo se desliz en cuclillas con la nia contra el pecho. Aisia y Celes llevaban a Pepi de las manos. Bajo el carril del tren habia una alcantarilla donde cabran una docena de personas. -Aqu! -Un joven agazapado gesticul desde dentro. Se acurruc con las manos sobre los odos y la boca abierta para amortiguar el estampido de las bombas: -As! -grit. El sonido de los aeroplanos disminuy al pasar sobre los riscos, slo para volver con las primeras explosiones. Iban VD lando muy bajo, paralelos al ro. Con el silbido de las bombas que caian, Amparo nos agarr a los dos, de espaldas a la apeF tura de la alcantarilla. Una explosin enorme nos arroj con, tra Celes y las nias. El humo y el polvo llenaban el tnel, y era imposible respirar. Todos empezamos a gatear hacia la sa lida de la colina, sofocados y luchando por respirar. Explott otra bomba en el risco, seguida por una avalancha de tierra J escombros. Dos mujeres que haban conseguido salir de la a -. l cantarilla yacan medio enterradas.~

Nos acurrucamos juntos en la curva de la alcantarilla. Era ms fcil respirar en el espacio que creaban los brazos de Amparo. Celes y Adelina trataban de calmar a las nias. Se oan ms bombas en la distancia, pero pareca que habia pasado lo peor. salgis! -advirti el joven-, -No jque ahora volvern-

para ametrallarnosl Varias mujeres histricas salieron corriendo hacia el ro sin hacer caso a la advertencia. El oficial vino a mirar a la alcantarilla, y al ver a las dos mujeres gimiendo al otro lado, llam a los mdicos. Cuanto ms intentaba Amparo escapar de los horrores de la guerra, ms se acercaba a ellos. San Rafael no haba sido nada en comparacin con esto! El joven tena razn al advertirnos. Los bombarderos regresaron a ametrallar los vagones. Las balas rasgaban el follaje de los lamos y hacan que el polvo saltara por los aires en hileras. Silbaban y rebotaban contra el blindaje de la locomotora y perforaban las ventaililIas de los vagones. Por fin, se fueron. Otra vez la muerte nos haba pasado por alto. Pero a otros, no, porque los soldados llevaban cadveres envueltos en mantas haca los vagones. Tardaron varas horas en reparar el tren. Los ltimos kilmetros del viaje a Zamora, nos arrastramos a paso de tortuga. El comandante rebelde no se haba percatado de hasta qu punto Madrid estaba empeado en interrumpir la circulacin de trenes. Llegamos a Zamora de noche. La entrada ms pintoresca hubiera sido por el Sur, cruzando el viejo puente romano con. las torres de viga. Pero nosotros llegamos por el Norte, donde -. se sita la estacin. Catorce das despus de la huida de Villa Frutosn -y seis aos despus de haber salido de ZamoraAmparo regresaba por fin a casa. Por qu no la habia visitado antes? En Madrid se habia transformado en una persona muy diferente, y ms an al conocer a Ramn, y no quera confrontar las crticas de su familia. Antonio era diferente. A l le pareca bien todo lo que ella hiciese. Media hora despus, las mujeres llegaban en dos taxis al caf de la familia, pero las puertas estaban atrancadas y habia

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un cartel de Cerrado. en una de las ventanas. A esta hora?\El caf se abra todos los das d e la semana! -Qu p s a ? -le pregunt Amparo al chfer. S e encogi de h o m b r o s : -Han detenido al dueo. Est e n la crcel de Toro. {Claro! Mordindose los labios de a n s s t i a , Amparo m i r al interior a travs de los cristales. Haba alguien adentro y llam a la puerta. Andrs, el h i j o adolescente d e la seora Gregoria, la cocinera, estaba fregando el suelo. V i n o a abrir la puerta. -;Amparo! Qu hace usted aqu? -Mir detrs de ella a las mujeres descargando el equipaje. -~ -Nati v Magdalena estn arriba. Ser mejor q u e suba. Y o m e encargar de recibir a los dems. -Dnde est Antonio? -pregunt Amparo. -Los dos hermanos estn e n la crcel -dijo-. El c a f est cerrado indefinidamente. -;Tambin Antonio? -Amparo se clav las uas e n las meiillas, transfigurada por el horror: -Cmo puede ser? -Zarnora est e n manos de la Falange -susurr Andrs, mirando receloso a la calle-. Mtase enseguida. Mejor q u e n o la vea nadie. M u y plida, explic la situacin a Celes y a las otras: -Esperadme e n el caf -dijo-. V o y a enterarme de l o que pasa. Le entreg la nia a Aisia, pero yo n o quera s e p a r a m e de ella. Con tal de n o arriesgar m i s alaridos, m e llev consigo. Y o m e empe e n subir las escaleras solo. Abri la puerta Magdalena, la hermanastra d e Amparo. Era una m u j e r cuarentona, de aspecto grave y m e n t 6 n cuadrado. Amparo la trataba m s como a u n a ta. Junto a ella estaba Magdalena, su hija de once aos ( a quien la familia llamaba Nena). La sobrina de Amparo dio un grito de placer al vernos. -No deberas haber venido -dijo Magdalena-, pero ya que ests aqu, entra, hija ma. A m i m e sonri: -Ya pensaba que n o iba a conocer a t u s pequeos.~~

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-Abajo h a y seis personas m s -dijo Amparo-. Bombardearon el tren; ha sido u n infierno. -Se apoy, dbil, contra la pared: -Qu pasa con Saturnino y Antonio? Los ojos inyectados de sangre de Magdalena eran prueba de su largo llanto: -Primero se llevaron a Saturnino y unos das despus a Antonio. Han sido unos das m u y malos. Ha habido muchas detenciones. S e volvi a su hija: -Nena, anda y sube a los dems Amparo describi los confusos acontecimientos que nos habian sucedido desde el 18 de julio: . -Al final n o tenamos otro sitio donde meternos. Perdi el control y se ech a llorar desconsoladamente: -;Ha sido demasiado! iUiia cosa tras otra! Todo ha sido horroroso, indescriptible! V i e n d o su angustia, empec a lloriquear y a tirarle de la falda: -iMam! iMam! Me m i r y dijo: -Lo peor h a sido el efecto q u e ha tenido e n estas criaturas. Se inclin y t o m 6 m i cara entre sus manos: -No t e preocupes, Moncho -me tranquilizd-. Mam est cansada. Venga, jvamos a darnos un b u e n bao! Y o senta la angustia que le produca lo dc sus llermanos, y m e qued a su lado toda la noche, negndome a acostarme sin ella, los terribles sucesos del viaje m e haban extinguido el espritu. Adems, m e haba sentado mal la comida de Medina del Campo. Cuando m e dorm, Amparo se sent junto a la radio a escuchar la emisora de Salamanca. La pequea Nerza, encantada de ver a su ta, se apoyaba en ella cogindole la niano. La voz del locutor interrumpi la msica de Zarzuela. .Cinco embarcaciones de tropas acaban de llegar de Marruecos y el general Franco ha volado a Sevilla con el fin de establecer su Estado Mayor.. Aqu una explosin de msica mar:ial. Daba igual si estabas embarazada o no. Engracia del Ro, que era maestra, estaba embarazada de ocho meses. Subi con otras dos chicas, y la llevaron a ver a don Justo. Don Justo le pregunt que de quin era el nio que llevaba en el vientre. "Mo", le contesto. Venga ya! Es del como se llame se", dijo l. "No se lo pienso decir", contest. A los pocos das la mataque estaba en estado.. ron, sabiendo"

Y el de Pilar: En provincia de Zamora asesinaron a ms de seis mil la personas, seiscientas de ellas mujeres (1).Aparecan cadveres por las carreteras, por los prados, debajo de los rboles y de los matorrales. A algunos los dejaban tal y como caan, a otros, que(1) El historiador nacionalista -pero uno de los ms ecunimesRamn Salas Larrazibal, en su libro P e r d i d a s d e la g u e r r a (Barcelona, diciembre 1977), refirindose a Zamora escribe: -El torbellino de pasiones que desat la guerra, la azot con fuerza y en pocos sitios fue tan implacable y sauda la persecucin de los enemigos polticos. Slo en Andaluca fueron los nacionales ms inclementes que en esta antiqusima ciudad tan disputada en otros tiempos y que en los modernos se haba mantenido siempre tranquila y obediente al Gobierno.. Despus, da la cifra de 2.724 .ejecuciones irregulares durante el ao 1936. y 2.967 (contra 459 judiciales) durante toda la guerra. Salas estudi meticulosamente los archivos y se propuso revelar la verdad. Pero, si o b s c i ~ a m o s acta de defuncin de Amparo, nos encontramos con que el jella no est en ese cmputo ... porque no se especifica la causa de su muerte. Y. como es lgico, no seria el nico caso... (N. del E.)

yacan en tumbas cavadas deprisa, poco profundas, los desenterraban las alimaas. Las viudas y los huerfanos tenan que ocultar su dolor por miedo a que los mataran. Pedan limosna en secreto, porque quienquiera que ayudase a la familia de un "rojo" se expona a que le persiguiesen. Slo "Auxilio Social" (organizacin de Falange) poda aliviar oficialmente las necesidades materiales, pero nicamente imponiendo al nlisrno tiempo sufrimiento moral. Obligaban a los hurfanos a cantar los himnos de los asesiilos de sus padres, a llevar el uniforme de los verdugos, a maldecir a los muertos y blasfemar su memoria.,

MUERTE EN ZAhfORA

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XI.

MUERTE DE AMPARO

terride octubre se hel la tierra Y comenz ,,le invierllo del norte de Espaa. s e oscurecieron tanto los cielos como el clima de la crcel de Zarnora. Y Para Amparo, iba a comenzar lo peor. E~~~~los relatos de pilar y Palmira he podido reconstruir los muchos sufrimientos que afectaron a tantas Personas, aquellos terribles dias. Seres que compartieron dolor, angustia Y padecimientos con A ~ complementado con el recuerdo de . ~ ~ ~ ~ Eugenio, tambin el final que tuvo Amparo.A principios

los hombres se pasaron toda la noche encerrados en una capilla que tambin serva de cmara de tortura para los condenados. Desde nuestra celda, agrupadas en torno a la pobre esposa, oamos los gritos y alaridos. Entonces vinieron a por Maria Garea para que acompaara a su marido. Yo presenci esta escena, y nunca olvidar cmo nos encomendaba el cuidado de sus dos nios. Pero lo que sigui fue peor. Se la llevaron a la capilla, donde se encontr a su marido junto con los otros. Les omos gemir mientras se abrazaban, por primera vez, desde que les haban encarcelado, que fue tambin la ltima, porque el momento de reunirse fue tambin el moinento de partir. Al amanecer arrojaron sus cuerpos a la fosa comn, todava abrazados. )>Erala misma capilla donde oamos misa todos los presos. Durante la ceremonia, tenamos que arrodillarnos sin volver la cabeza hacia el rea de la capilla donde estaban los hombres. El cura nos insultaba con frecuencia en su largo sermn, Ilamndonos "perras rojas". Los carceleros hacan guardia detrs de nosotras. En aquel ttrico lugar, que liaba sido escena de tantos martirios y sufrimienlos, encontrbamos pedazos de papel con al abras d e despedida escritas febrilmente por manos temblorosas, una ltima promesa o una splica postrera. En el suelo y en las paredes haba manchas de sangre. A veces, aunque no sin incurrir en un gran riesgo, recogamos estos papeles y los guardbarnos.~

Pilar: >Tambin recuerclo unas nias de la familia Figucro de la Torre: Seralina y Aurelia, junto con su madre, seguan en la celda dc mujeres, como si fuescn peligrosas criminales, cuando a m me soltaron. Haban matado a un hermano de diecisiete aiios, pero la familia no lo saba.

>>Todos miembros de la familia Flechas, hombres y mulos jeres, fueron asesinados. Siete en total. Un hijo consigui escapar, pero mataron en su lugar a su novia, Trnsito Alonso, embarazada de ocho meses, y a la madre de sta, Juana Ramos. En el caso de Trnsito, despus de muerta segua movindose el nio, as que le dieron varios tiros ms.>,

Palniira: Al da siguiente vinieron las monjas a ensearnos el catecismo Y el amor de Dios. >,-Anoche mataron a Trnsito -dijeron-, decimos un Padrqnuestro por ella? n - iAh! Si? -replic una con mucho sarcasino-. Bueilo, bueno. >,Yollegu a odiar a todas las monjas. Esos meses fueron los peores. Mataban a madres con hijos pequerios, incluso a abuelas. Emocionalmente, era un sufrimiento atroz. Las pescaderas Juana Ramos y Emilia ienian las dos ms de ochenta aos. Eran mujeres muy mal habladas y se rean de todo. Mal sabian ellas que, pese a su edad, las iban a matar. -A quin llevarn hoy a Cacabelos? -le preguntaban a la Hiena. Pero cuando mataron a su hija Trnsito, Juana se qued callada hasta el da que dijeron su nombre. Curiildo se la llevaron lloraba: -Pero si tengo hijos que i1le quieren! Por qu iue vais a matar, si tengo hijos que me quieren?,,

Pilar: -Est en la crcel, pero hay quien est intentando sacarla. ,,Las cosas quedaron as durante mucho tiempo. Cada tres o cuatro das Emi preguntaba por ella, cada vez que su turno coinci~dacon el del hombre del otro lado. >,-Le han llevado a la nia a la crcel. Poco se puede hacer, pero hay quienes guardan esperanzas. ))-As fue cmo Emi se enter de que Amparo estaba en la crcel, pero no me dijo lo peor hasta mucho despus -concluy Concliita.i,

Mientras tanto, Conchita y Emi se habian enterado de la detencin de Amparo. Relat Conchita: Un mes despus de volverse Amparo a Zamora, nos trasladaron a Burgos. Pusieron a Emi a la mquina del telgrafo, pero casi siempre haba un guardia. Esper hasta un da en que, a las tres de la maana, cuando estaban menos ocupados de lo normal, el guardia estaba de descanso. Entonces puso un cable a su compaero de Zamora diciendo que quera informacin confidencial sobre un pariente. Era una cosa muy peligrosa, porque una vez que le diera el nom(1) Fue obispo d e Zamora desde Ochotorena. (N. del E.)1929 a 1938, el

doctor Manuel Arce

Pulmira: Por supuesto, todas confibamos en que sobreviviramos, pero, en el fondo, Amparo tena miedo. Recuerdo que estbamos un da sentadas en el suelo hablando con mi madre, y ella dijo: a-Si, van a matarme. >,-Venga Amparo -dijo mi madre-. No digas eso! Siempre he recordado esta conversacin. Era una mujer Fuerte e inteligente, pero sabia que Ramn estaba escribiendo en Madrid. Tenia miedo a que escribiera algo contra Franco porque saba que eso acabara con cualquier posibilidad que tuviera de salvarse. Pero, sobre todo, senta que su cuado la haba llevado a una trampa.,, Si el gobernador Claomarchirn utiliz el pasaporte como :arriada, el hombre llamado Viloria mat a Amparo por una razn, segn descubrira yo despus, peor de lo que podia haser imaginado.

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~ h t f 6 NSENDER D A I U Y ~ N

M U E R T E E N Z,\h,IORA

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Pilar: .Segundo Viloria era un abogado que representaba al partido conservador de Zamora. Todos le conocan y, hasta entonces, le consideraban un ser normal. Sin embargo, l fue responsable por encarcelar a cientos de mujeres. Era su especialidad. Entre estas obres infortunadas haba una cierta Eugenia. Le haba pegado tal paliza que, cuando entr en la a celda, tena e1 cuerpo negro y la ropa interior ~ e g a d a las he, ridas. Despus de ~ e g a r l e la viol, pero no qued ahi la cosa. Cuando estaba de turno otra vez en la crcel (corno miembro cle la cuadrilla de la muerte de la Falange), busc de nuevo a su vctima y repiti sus terribles actos. Pasaron unas semanas y otra vez vino el monstruo a buscarla. Esta vez se la llev al cementerio y all, la mat.^ Palmira: Viloria era una bestia. Le pagaban por matar, y mat a mi padre: Perteneca a un grupo de hombres a los que les pagaban por asesinar. Mataban sin saber quines eran sus vctimas. Los falangistas decan: "Mata a ste." Los cogan y mataban a veinte, a treinta, a cuarenta, a los que queran. Pero no Eue l quien la denunci. Le peg un tiro, pero el responsable de su muerte fue el que la denunci. Si no hubiera habido denunciantes, no habra habido asesino s.^ Pilar: >Los falangistas encargados de la ejecucin las subieron n un camin. No iban esposadas. Minutos despus de las doce, la camioneta enfil la carretera de Salamanca, rumbo al cemen"

rante los primeros aos despus de la muerte de Amparo, una persona desconocida pona flores en su tumba. Unos kilmetros al Sur, por la carretera de Salamanca, se elevaba una alta pared a la izquierda. A la entrada habia una estatua de san Atilano, el santo patrn de la ciudad. El cementerio contena hileras de tumbas familiares dispuestas entre los cipreses. El lugar donde finalmente descansaba Amparo consista en una losa plana de ornado mrmol detrs de la cual se levantaba una lpida de cuatro metros de alto coronada por una cruz negra. Bajo la cruz, una cabeza de Cristo coronado de espinas y, bajo sta, la inscripcin: '(Familia Ignacio Ma6s.r El padre de Chori y Magdalena. Era Ia tumba ms aparatosa que alcanzbamos a ver. En la losa central se lea la inscripcin: AMPARO BARAYON MIGUEL 18-XI-1936 D.E.P. DE SU ESPOSO, RAMON J. SENDER Segn las notas de mi hermana, esta inscripcin no se aadi hasta despus de la muerte de Franco, porque hubiese sido peligroso. Y la fecha estaba equivocada, por alguna oscura confusin d e la familia. La tumba estaba a pleno sol, y la piedra blanca reflejaba una luz cegadora. Yo pensaba': Ella est ah. Puse las flores en un receptculo que haba bajo el Cristo agonizante. Llevaba en el bolsillo una cajita que contena los iltimos trocitos de hueso y ceniza de mi padre, y quera ponerlos con Amparo. -No, la tumba no se puede abrir -dijo el marido de Chori. Chori apunt a un agujero de ventilacin en forma de rombo que haba en la tumba: -Los otros intentaban calmarme: [Conchita! Por Dios! [Conchita! Emi buscaba un taxi, desesperado. Par uno y me meti en l. Uno de ellos entr en el bar y explic: -Mire, es que le dan ataques de nervios y no sabe lo quc dice. A veces hasta dice que es santa. .-No vais a salir de Burgos, porque nos van a meter a iodos en la crcel! -deca Emi. Una vez en el taxi, el pobre Santamara le dijo a Emi: >>-Si me hubieras advertido no le habra dicho nada. )>Cuandollegamos a casa yo estaba como loca: -Tenernos que irnos de aqu! -gritaba-. Esta gente Tenemos que salir de esta zona! Yo quieson unos asesinos! ro irme a otro sitio, aunque sea en campo abierto! Vivimos entre asesinos! -no poda parar.), Suspir. As fue como me enter de lo de mi hermano. *El pobre Emi me deca: >,-iPero no te das cuenta de que nos ests poniendo a todos en peligro? Pueden matarnos a todos! ,,Por este motivo, Emi no me dijo hasta mucho despus, cuando estbamos en Zaragoza, que el telegrafista de Zamora le habia informado de la muerte de Amparo. Me explic: .-Pero, jcmo te iba a decir lo de Amparo? Si te l o hubiera dicho entonces.. . D

Marcelle, la viuda de Manolo, y otros miembros de la familia me contaron los detalles de la detencin y el asesinato de Manolo. La noche que estall la guerra civil se habia quedado hasta tarde en su oficina, trabajando. Marcelle ielafone6 a su cuada: -Mira, no nos vamos de vacaciones, porque Manolo tiene Por qu no nos invitas a cenar en mucho trabajo -dijo-. tu casa?

Cuando llegaron, empezaron todos a hacer planes para i r al cine, porque en Huesca s610 proycctaban pelculas los sbados. Pero aquella noche Manolo se qued pegado a la radio, escuchando asombrado. El locutor informaba que haba levantamientos en todas las capitales. De pronto, por toda Espaa, la gente se habia echado a la calle, e iban armados. -Ven a la mesa -propuso Marcalle-. Estamos cenando. -Djame -replic l-. Estn muy mal las cosas. Cuando terminaron las noticias le dijo a Marcelle que tenan que irse a casa inmediatamente. -Pero, jno vamos a i r al cine? -dijo ella. -Esta no es noclie ni para i r al cine, ni a ningn sitio -replic l. Cuando salieron, la ciudad estaba alborotada, los obreros y los fascistas amenazando con matarse los unos a los otros, pegando tiros por las calles. E1 se qued en casa discretamente durante unos das. Pero lleg la Polica a buscarle. Como eran todos amigos suyos, le animaron a que se escapara: -Manolo, tienes que salir del pas. Tienes pasaporte? -Si mc voy va a parecer que estoy huyendo -contest-, y yo no he hecho nada malo. No tengo por qu esconderme. Era muy noble. -No voy a huir. Nadie ticnc por qu hacerme dano. As que cumplid con vuestro deber. Le detuvieron y le metieron en la crcel. De all, el 13 de agosto, sin juicio ni acusacin formal, se lo llevaron al cenienterio y le fusilaron junto a otros tres. Los cadveres !os arrojaron a una fosa comn. Me explic Marcelle: .-Los asesinos de Manolo fueron cuatro. Uno era de Canfranc, de mi pueblo natal y d o ~ i d c i padre era director de m aduanas. Su familia tena una panadera y nos traa el pan todos los das. Yo le conoca de vista. Era un fascista, y le pagaron. No te creas que eran voluntarios. Eran asesinos pagados. )>E1 dijo a uno: le -Yo cazo cabras por los montes y tengo muy buena puntera. Decidle a la seora, a quien tantas veces he visto, que Manolo no sufri. Le mat de un solo tiro.

lMarcelle dijo esto, apuntndose a la cabeza con el dedo: -