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SECOENClfi Revistadehistoriaycienciassociales Secuencia (2004), 59, mayo-agosto, 33-70 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i59.851

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Fecha de recepci6n: agosto de 2002

Fecha de aceptaci6n: marzo de 2003

Palabras clave: Joshua Giddings, Nicholas Philip Trist, John Calhoun, Henry David Thoreau, James Polk.

Keywords: Joshua Giddings, Nicholas Philip Trist, John Calhoun, Henry David Thoreau, James Polk.

Resumen T Abstract Este artfculo examina las ideas y la influencia de 1 This article examines the ideas and influence ciudadanos prominentes de Estados Unidos que of prominent U.S. citizens who objected to Pre­ objeraron la guerra del presidente James Polk en sidem James Polk's war against Mexico, 1846­ contra de Mexico, 1846­1848. Las razones para 1848. Reasons for objection varied among the la objeci6n variaban. Algunos de los disidentes dissenters. Some believed the war constituted an crefan que la guerra constitufa una agresi6n in­ unjust aggression. Others were primarily con­ jusra. A otros les preocupaba sabre todo la ad­ cerned about the acquisition of new lands that quisici6n de tierras nuevas que agravarfa la lid would aggravate the ongoing feud between the en curso entre el Sur plantacionista y el Norte plantation South and antislavery North. Still, anciesclavista. Orros mas no querfan la guerra other dissenters disliked the war for trans­ porque transformaba a Estados Unidos de una forming the United States from a republic to a repiiblica a un rapaz imperio militarista. Los grasping militaristic empire. The dissenters did disidentes no se impusieron, pero se expresaron not prevail. But they did establish a high tone en un tono exaltado y constituyeron un prece­ and important precedent for subsequent antiwar dente importante para los movimientos anti­ movements in U.S. history. belicos en la historia de Estados U nidos.

Doctor por la University of Chicago (1979). Actualmente es profesor del Departamento de Historia de! De­ partamento de Ciencias Polfticas de la Boston University. Sus temas de interes son: historia de la polfrica exterior de Estados Unidos, las relaciones internacionales de Europa desde 1789, la biograffa polftica, la historia di­ plornacica de la URSS (Rusia) y China, asf como la teorfa clasica de las relaciones internacionales. Enrre sus publi­ caciones desracan: Wars and Peace: The Future Americans Enuisioned, 1861-1991, St. Martin's Pcess, Nueva York, 1998 (libro de bolsillo, 1999); The Ambassadors and America's Soviet Policy, Oxford University Press, Nueva York, 1995, ganador del premio de la American Academy of Diplomacy, 1995 (libro de bolsillo, 1997); George Kennan and the Dilemmas of US Foreign Policy, Oxford University Press, Nueva York, 1988 (libro de bol­ sillo 1990). Editor de Reevaluating Eisenbouer: American Foreign Policy in the 1950s, University of Illinois Press, Urbana, 1987. Ha colaborado con capftulos de Ii bros y artkulos en revistas especializadas en di plomacia internacional.

David Mayers

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nurn. 59, mayo-agosto 2004 [33]

2 Weber, Mexican, 1982, p. xv.

en junio de 1846. El acuerdo por media del tratado Buchanan­Parkenham ahorr6 a Estados U nidos una lucha en el noroeste mientras preparaba operaciones en contra de Mexico. Se evit6 la guerra en dos zo­ nas. El acuerdo con Gran Bretana tam­ bien le dio a Estados U nidos una fachada en el Padfico, y asegur6 tierras que mas tarde produjeron tres estados: Oregon, Washington y Idaho (adernas de partes de Montana).

De manera mas dramatics, por dere­ cho de conquista, de 1846 a 1848, Polk presidio la anexi6n a Estados U nidos de vasras posesiones mexicanas. Esta cesion abarcaba mas de 40% del territorio de la republica mexicana. De entre las ruinas, dignificadas por el Tratado de Guadalu­ pe­Hidalgo y un precio de compra de 15 000 000 de pesos, surgieron varios es­ tados: California (con el descubrimienro de oro en 1848), Nevada, Utah, Arizona y Nuevo Mexico (aumentados por el acuerdo Gadsden de 18 5 3 ); partes de Wyoming, Colorado, Oklahoma, Kansas y Texas.2 Aproximadamente 100 000 mexicanos tambien quedaron bajo la au­ toridad estadunidense.

Subyugado por visiones de un arro­ llador fundamentalismo dernocratico, el

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* Traducci6n de Sergio A. Fernandez Bravo. 1 Pletcher, Diplomacy, 1973, p. 185.

E stados U nidos consiguio SU mas grande extension territorial durance la presidencia de James Polk

(1845­1849). Polk, un expansionista des­ enfadado, ai:iad.i6 1 200 000 m.illas cua- dradas al territorio estadunidense, una hazafia notable que realize en tres fases.

Primera, la repiiblica de Texas, inde­ pendiente de Mexico desde 1836, se con­ virtio en el 28° estado en 1845. Este su­ ceso, sustancialmente impulsado por el predecesor de Polk, el presidente John Tyler, provoco que el gobierno de la ciu­ dad de Mexico rompiera relaciones con Washington. Texas, en la mentalidad de los cfrculos oficiales mexicanos, era una provincia en rebeldfa ­que perteneda al estado de Coahuila­ y era inasequible para ser ocupada por cualquier gobierno ex­ tranjero. Sin embargo,Juan N. Almonte, ministro en Washington, solo pudo pro­ testar por la anexi6n estadunidense de Te­ xas. La fragilidad polfrica de Mexico im­ pedfa cualquier orra acci6n. 1

En segundo lugar, la agirada disputa entre Landres y Washington sobre el re­ rri torio de Oregon, que provocaba en Polk bravatas y amenazas de un enfrenta­ miento enrre Gran Bretana, Estados Uni­ dos y Canada, se resolvi6 padficamente

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La guerra con Mexico y los disidentes estadunidenses, 1846-1848*

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4 Crawford, Eagle, 1967, pp. 88, 115; Paz, La­ byrinth, 1961, p. 124; Castillo, Treaty, 1990, p. xrr; Robinson, View, 1989, p. IX.

5 Haynes,james, 1997, p. 168.

miento fusionaba republicanos anticleri­ cales con sus antagonistas ­­con conser­ vadores militares y los tradicionalistas eclesiales­ en solidaridad con el pafs des­ posefdo. Antonio 16pez de Santa Anna, el antiguo lfder de Mexico, condenaba en sus memorias a Estados U nidos por ini­ ciar la guerra y luego imponer una paz extrema. El premio Nobel Octavio Paz afirm6, mas de un siglo despues del con­ flicto, que Estados U nidos habfa dirigido "una de las guerras mas injustas en la historia de la expansion imperialista". La erudici6n mexicana subsiguiente ha argumentado que el cercenamiento de te­ rritorios valiosos obstruy6 la moderniza­ ci6n nacional durante decadas, El dolor de la derrota fue aliviado en la mente po­ pular solo por la leyenda de los valientes nifios heroes que se opusieron a los "van­ dalos" estadunidenses en la batalla culmi­ nante de Chapultepec, en septiembre de 1847.4

Aunque satisfecho por el dominio del ejercito en esas batallas, el publico estadu­ nidense se dividi6 sobre la conveniencia de pelear con Mexico. No hubo nada pa­ recido a un consenso que apoyara la gue­ rra de Polk. Al prolongarse mucho, en 1847, sin posibilidades de conclusion a la vista, los partidarios de todo tipo refun­ fufiaban por los cada vez mayores costos y las implicaciones morales y polfticas.5

Ninguna guerra extranjera irritaria en forma sernejanre al Congreso y al publico hasta Vietnam, en los afios 1960.

Hablando a grandes rasgos, la guerra contra Mexico goz6 de mayor apoyo en

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3 Walt Whitman citado en Ruiz, Mexican, 1963, p. 8; McDougall, Promised, 1997, p. 93; Bauer, Me- xican, 1974, p. XVIII; Polk's Fourth Annual Message, 5 de diciembre de 1848 en Richardson, Messages, 1897, vol. v, p. 2479.

Afiadfa que la aletargada naci6n latina se beneficiarfa con las aplicaciones del t6­ nico estadunidense: gobiemo recto, co­ mercio vigoroso y educaci6n liberal. Ja­ mes Fenimore Cooper percibfa similares imposiciones contra Mexico al confirmar el impacto regenerativo del poderfo de Estados Unidos en el hemisferio occiden­ tal. En lo que respecta a Polk, no s6lo felicito a los legisladores en SU ultimo mensaje al Congreso (diciembre de 1848) por apoyar los esfuerzos militares de la administraci6n y por aprobar el tratado de paz que produjo nuevas posesiones. Tambien afirm6 que la abundancia y la felicidad reinaban en la Tierra. Halag6 la vanidad colectiva: "Nuestro amado pafs presenta un sublime espectaculo moral al mundo."3

El creciente poderfo celebrado por Polk y otros entusiastas del Destina Ma­ nifiesto no fue aplaudido en Mexico. El recuerdo de la invasion estadunidense se ulceraba coma herida en la generaci6n de la gm~rra y en sus sucesores. El resenti­

Nos encanta entregarnos a pensamientos sabre la futura extension y el poderfo de esta republics ­porque su aumento es el au­ mento de la felicidad y las humanas [. .. ] (Que tiene que hacer el miserable e inefi­ ciente Mexico [...] en la gran misi6n del po­ blamiento del nuevo mundo con una raza noble?

joven Walt Whitman escribi6 antes del exito final del ejercito de Estados Unidos:

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35 LA GUERRA CON MEXICO Y LO,S DISIDENTES ESTADUNIDENSES

8 Schroeder, Polk, 1973, p. 105; Mayer, Fire, 1998, pp. 360­361; Parker, Sermon, 1846, p. 41.

Igualmente la American Peace Socie­ ty, con base en Boston, identificaba la es­

Considero que la presente guerra, aunque puede costar 50 000 hombres y 50 000 000 de d6lares es la parte mas pequefia de nues­ tro infortunio. jEn el exterior se nos consi­ dera una naci6n de estafadores y ladrones! ~Que podemos decir en nuestra defensa? La naci6n traiciona su gran ideal: todos las hombres nacen iguales, cada uno con las mismos derechos inalienables. Samas in­ fieles a la cristiandad. Hemos pagado el cos­ to de nuestra verglienza.8

En el cercano Boston, William Lloyd Garrison se opuso tarnbien a la guerra. Penso que Massachusetts serfa mejor ser­ vida abandonando la injusta Union, lo cual solicit6 de la legislatura estatal. Pre­ sent6 2 800 firmas de apoyo. Tarnbien se declare a favor de la victoria de Mexico. El inconmovible abolicionista Theodor Parker conden6 la guerra desde su pulpito (en la 28a Iglesia Congregacional de Bos­ ton). Suaviz6 sus apreciaciones s6lo al ad­ mitir que la civilizaci6n anglosajona era superior a la del decadente Mexico. La guerra, en general, predicaba, violaba pre­ ceptos cristianos de misericordia y her­ mandad. La guerra tarnbien ponfa en peligro los habitos dernocraticos de la mente, glorificaba a hombres vulgares y despilfarraba la salud publica, La guerra mexicana era especialmente inicua, ya que su objetivo era extender la zona de escla­ vos, suprimiendo con ello toda la buena voluntad que las naciones distances tenfan hacia Estados U nidos. Parker declar6 en junio de 1846:

6 Morison, Oxford, 1965, pp. 561­562; Bauer, Mexican, 1974, p. 364.

7 Rossi, Henry, 1992, p. 229.

Cuando una sexta parte de la poblaci6n de una naci6n que ha determinado ser el refu­ gio de la libertad es esclava, y todo un pafs es injustamente invadido y conquistado por un ejercito extranjero, y sometido a un go­ bierno militar, creo que no es demasiado pronto para que las hombres honestos se rebelen y se hagan revolucionarios. Lo que hace SU deber mas urgente es el hecho de que ese pafs asi invadido no es el nuestro, sino nuestro es el ejercito invasor.7

el Oeste y el nuevo Sur (Texas y los esta­ dos unidos por el rfo Mississippi). Esta region proporciono el grueso de militares y voluntarios. El primer lote de 50 000 hombres reforzo crucialmente al ejercito regular, de apenas 7 5 00 soldados en 1846. El Noreste y el antiguo Sur, en con­ craste, no estaban entusiasrnados con la campaiia mexicana. La n6mina de los tre­ ce estados originales llegaba a escasos 13 000 hombres. Nueva Inglaterra di­ sinti6 por completo. La legislatura de Massachusetts denuncio el combate como anticonstitucional. 6

Henri David Thoreau justific6, en su cabana de Walden, la desobediencia civil en su defensa por no pagar el impuesto del voto. En consecuencia pas6 una noche en la carrel de Concord. Calific6 la guerra como una agresi6n flagrante, apoyada en el interes de los duefios de esclavos de­ seosos de ampliar la extension de sus plan­ taciones. La situaci6n requerfa de alguien consciente para resistir negando el apoyo a la autoridad establecida. Todavfa mejor, alguien que pudiera subvertirla:

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u U.S. Grant, Personal, 1996, vol. I, p. 37; Mi­ ller, Shamrock, 1989, pp. 111­112; Eisenhower, So Far, 1989, p. xvn; McEniry, American, 1937, pp. 73­98.

1.2 Lander, Reluctant, 1980, pp. 23, 67; Johann­ sen, Halls, 1985, pp. 294­295; Rippy,joe/, 1968, pp. 226­230.

John Riley, originario de Galway­ que habfan abandonado el ejercito de Estados U nidos para unirse al de Mexico. 11

Los miembros mayores de la clase res­ ponsable, y alguna vez de la rama ejecu­ tiva, tambien se quejaron. Joel Poinsett, antiguo ministro en Mexico (1825­1829), asi como miembro del Congreso (1821­ 1825) y secretario de Guerra (1837­1841), se lament6 del conflicto que se libraba entre regfmenes republicanos fraternos. La invasion y la conquista ayudarfan ma­ terialmente a los reaccionarios mexicanos, deda; estos han buscado desde hace mu­ cho tiempo extirpar los tiernos brotes de democracia que aparecieron en 1824. Era triste que Polk diera a los reaccionarios un pretexro para socavar todavfa mas a los acosados liberales de Mexico. Waddy Thompson, orro enviado a Mexico (1842­ 1844), abogaba por una diplomacia mas paciente. Juzgaba la guerra imprudente, ya que negaba a Washington un future aliado mexicano contra las inrrigas euro­ peas en America.12 El anciano Albert Ga­ llatin, secretario del Tesoro bajo Thomas Jefferson, advirtio contra la corrupci6n de la virtud republicana que se requerfa en cualquier empresa imperialista. Sus com­ patriotas estaban en peligro de abando­ nar a sus mejores angeles, escribi6 en pan­ fletos ampliamente publicados y Iefdos en 1847: Peace with Mexico y \Vtir Expenses.

.El irredento mundo, todavfa mirando es­ peranzado a Estados U nidos, iba sufrir si el pafs sucumbfa a ambiciones atavicas.

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9 Livermore, War, 1850, p. 14; Schroeder, Polk, 1973, pp. 94­95. Vease rambien el esrudio de Moo­ dy, Facts, 1971.

10 Wortham,jame.r, 1977, p. 53.

clavirud como el m6vil principal de la guerra, y advertfa contra un posible con­ quistador Napoleon estadunidense. Este podrfa lanzar sus legiones contra Estados Unidos despues de Mexico, y luego esta­ blecerse como su presidente perpetuo.9

Menas higubre que la tendencia de Thoreau­Garrison­Parker, pero igualmen­ te apasionada, foe la protesta que hizo James Russell Lowell. Este vastago de una distinguida fumilia de Massachusetts escribi6 versos satfricos en su popular Bi­ glow Papers. En ellos presentaba al aldeano de Nueva lnglaterra Hosea Biglow. Per­ cibfa claramente lo que se escondfa arras de la grandilocuencia. La charla patrioti­ ca de Polk no le oculro la realidad de que toda guerra llega a ser una carnicerfa au­ torizada. Llamaba a la polftica de Polk hacia Mexico una operaci6n de piraterfa para crear "rediles mas grandes para llenar de esclavos" .10

Los abolicionistas, los clerigos liberales y otros seres sensibles no monopolizaron las objeciones. El descontento tambien se extendi6 al ejercito, Ulysses S. Grant, quien prestaba servicio como oficial subal­ terno en la guerra, se refiri6 a ella mas tarde como una causa indefendible: "una de las mas injustas [guerras] nunca librada por una naci6n mas fuerte contra una mas debil". Mas de 9 200 hombres uniforma­ dos desertaron de sus unidades. Varios de los desertores se unieron a las filas ene­ migas. El infausto batall6n de San Patri­ cio de Santa Anna estaba compuesto por estadunidenses descontentos ­algunos ir­ landeses, muchos catolicos, dirigidos por

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37 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

1.4 Merk, Manifest, 1963, p. 185; Second Annual Message de Polk, 8 de diciembre de 1846 en Ri­ chardson, Mersager, 1897, vol. v, p. 2323; Smith, War, 1919, vol. II, pp. 280­281.

15 Schoultz, Beneath, 1998, p. 14.

En 1846 Mexico cumplfa justamenre 25 afios de haber abandonado al gobierno colonial de Madrid. La guerra de libera­ ci6n contra Espafia habfa sido abrumado­ ra, brevemente repetida en la desatinada reconquista de 1829 (frustrada por los exi­ tos de Santa Anna en el campo de bata­ lla). Durante el primer cuarto de siglo del Mexico libre se dio una serie de crisis que asolaron la naci6n, provocadas por la in­ certidumbre econornico­polftica, los an­ tagonismos de clase y las enemistades racial es.

Subfan las deudas publicas y privadas. La propiedad de las minas del pills, el ele­ rnento mas productivo en la economfa mexicana, cafa en manos extranjeras.1 'i

Las indemnizaciones reclamadas por ciu­ dadanos franceses, ingleses y estaduniden­ ses por dafios a sus propiedades duranre los des6rdenes mexicanos alcanzaban pro­ porciones alarmantes (mas de 2 000 000 de d6lares en el caso estadunidense). La rivalidad entre las auroridades federales y estatales aumentaba la debilidad polfri­ ca. Las revoluciones palaciegas y las elec­ ciones impugnadas aceleraban el ritmo de las cafdas de gobiemos. Entre la abor­ tada reconquista y la elecci6n estadunidense de 1884 que gan6 Polk, la presidencia

CONQUISTA

dilla de San Patricio, pero del mismo tipo.14

13 Hunt, Ideology, 1987, p. 34; Horsman, Race, 1981, pp. 269­270; "Peace with Mexico" en Fergu­ son, Selected, 1967, p. 486.

Los dem6cratas de Polk y quienes los apoyaban en la prensa desecharon este desacuerdo. Se decfa que Gallatin era un vejesrorio. Acogfa simpatfas extranjeras, Sus gustos eran cosmopolitas, no verda­ deramente estadunidenses. Igualmente Poinsett y Thompson no estaban al co­ rriente de los sentimientos prevalecientes. Los extrernistas de Massachusetts solo se representaban a ellos mismos. Todos los disidentes, intencionalmente o no, alen­ taban la resistencia mexicana. Se acerca­ ban peligrosamente a la traici6n, acus6 un exasperado Polk. Fracasaban en com­ prender lo saludable de la causa de la na­ ci6n. Fortificaban al enemigo con "ayuda y consuelo," diferenre en grado de la pan­

Vuestra misi6n era ser un modelo para los dernas gobiernos y para todas las otras na­ ciones menos favorecidas, para que se adhi­ rieran a los mas elevados principios de moralidad polftica, para aplicar rodas vues­ tras facultades a la mejora gradual de vuestras instituciones y estado social, y con vuesrro ejemplo ejercer una influencia moral mas benefica a largo plaza para la huma­ nidad. En vez de esto, se ha hecho un llama­ do a vuestras peores pasiones; a la codicia; a la sed de injusto engrandecimiento por la fuerza bruta; al amor de la fama rnilitar y de la gloria falsa; y se ha inrentado pervertir los sentirnientos mas nobles de vuestra na­ turaleza. Se intenta que abandoneis la ele­ vada posici6n que vuestros padres ocuparon, para sustituirla con la moralidad polftica y el pagano patriotismo de los heroes y esta­ distas de la antigiiedad. 13

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18 Beard, Basic, 1960, p. 186; McDougall, Pro- mised, 1997, p. 90.

de habla inglesa ya existences. Se esperaba que se convirtieran al catolicismo romano, acatando la prohibici6n de la esclavitud del presidente Vicente Guerrero de 1829 y, por lo dernas, se sujetaran a las costum­ bres y leyes locales.

El rnirnero de colonos angloamerica­ nos, originalmente dirigidos por Stephen F. Austin en los afios 1820, excedfa los 20 000 al momento en que esrall6 la re­ volucion de Texas en 1835. Superaban a los mexicanos locales, segun diferentes estimaciones que oscilaban entre siete a uno y diez a uno. 18 Los duefios de esclavos entre los colonos mantuvieron su propie­ dad: 2 000 almas. La mayorfa de los in­ migrantes conservaron su fe en la religion protestante. La deterrninacion de Santa Anna de mantener el mandato de la ciu­ dad de Mexico en Texas, en tanto que se desmantelaba la constituci6n republicana, precipiro el levantamiento angloameri­ cano. [Este] goz6 de apoyo popular en Es­ tados U nidos. Contribuciones privadas de hombres y de material se vertieron en Texas. El horror estadunidense por la crueldad mexicana en El Alamo y Goliad (en donde Santa Anna orden6 asesinar a 445 prisioneros) era palpablemente fuerte. Era patente entre las autoridades el gozo por la derrota y capmra de Santa Anna en San Jacinto por el ejercito de Sam Houston, en abril de 1836. Esas demos­ traciones de sentirnientos se resentian en la ciudad de Mexico, a pesar de las afirma­ ciones del presidente Jackson sob re la neutralidad de Estados Unidos y la deci­ sion de impedir a Texas la entrada a la Union.

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16 Brack, Mexico, 1975, pp. 53­54. 17 Weber, Mexican, 1982, pp. 275­276.

mexicana habia cambiado de manos 20 veces; catorce hombres diferenres tuvieron el puesto ejecutivo. 16 El ejercito era el actor mas influyente en la polfrica nacio­ nal. Estaba dirigido por criollos privile­ giados. Mandaban tropas indfgenas po­ bremente adiestradas que no posefan ni identidad nacional ni fidelidad. La sinto­ rnatica debilidad mexicana era la ausencia relativa de apoyo publico en la guerra del gobierno contra los invasores estaduni­ denses (particularmente en provincias le­ janas al centro, como California).17 Mexi­ co, en el momento de la mayor crisis de seguridad desde Cortes, se calificaba ­en lenguaje contemporaneo­ como un Esta­ do fallido.

La colisi6n mexicano­estadunidense de 1846 coronaba una historia descorazo­ nadora. Washington habfa reconocido sin demora la independencia mexicana en 1821. Pero ningun enviado de Estados Unidos presento credenciales hasta 1825. El antiguo ministro Poinsett se hizo im­ popular con sus anfirriones enrrernetien­ dose en asuntos domesticos. Intento con torpeza promover insrituciones polfticas al estilo de Estados Unidos. Washington lo mand6 Hamar a pedido del rninistro de Asunros Extranjeros de Mexico. Entre tanro, dos presidentes, John Quincy Adams y Andrew Jackson, buscaron ob­ tener todo ­o partes­ de Texas. Este pro­ yecto top6 con el rechazo mexicano. La iniciativa Adams­Jackson despert6 tam­ bien sospechas de aspiraciones a largo pla­ zo de Estados U nidos. En consecuencia, los funcionarios mexicanos dieron pasos para reducir la inmigraci6n de estaduni­ denses a Texas y asimilar a los protestantes

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39 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

20 Robinson, View, 1989, p. XXIV, 195; Chaney, "Mexican", 1959, p. 2; Brack, Mexico, 1975, pp. 11, 170.

21 Calhoun a Anna Maria Calhoun Clemson, 27 de diciembre de 1846 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. xxrv, pp. 42­44.

vicud, la poligamia (los mormones), el ateisrno, y era de otras rnaneras prirniti­ vo. 20 Tales nociones eran paralelas al des­ precio de Mexico como racialmente infe­ rior, politicarnente inadecuado, dirigido por sacerdotes y sumido en la supersri­ ci6n. Bajo este punto de vista, la animo­ sidad encre el procestantisrno de habla inglesa y el catolicismo de habla cascellana en Europa =mas viejo que la Armada­ alirnenro la confromaci6n Mexico­Estados Unidos. El senador John C. Calhoun sos­ tuvo (en diciembre de 1846) que Estados U nidos habfa cometido el error de las hos­ tilidades, cuya inrensidad provenfa de una antigua antipatfa entre razas y credos in­ compatibles. Predijo que este choque de civilizaciones solo "terminarfa con el sornetimiento cornpleto de la porencia mas debil ­algo 'que no facilmente se lo­ graba". 21

El fracaso, en marzo de 1846, de la diligencia de John Slidell en la ciudad de Mexico para negociar con el gobierno de Jose Herrera ­determinar los reclamos de Estados Unidos por dafios, comprar Nuevo Mexico y California y obrener re­ conocimienro de la frontera del no Gran­ de para Texas­ fue la causa inmediata de las hostilidades. Esta rnisi6n, enviada en noviembre de 1845, nunca ruvo muchas oporcunidades de ser exitosa. No era po­ sible que el vacilante gobiemo de Herrera hubiese resistido las crfticas que segura­ mente surgirfan por aplacar a los codicio­ sos estadunidenses. Ciertamente, a pesar

I9 Iriye, Nationalism, 1977, p. 33.

Los retrasos subsecuences en la adrni­ si6n se derivaban de esta preocupaci6n nortefia: el dar cabida a otro esrado escla­ vista restarfa balance al equilibrio regio­ nal­polfrico de la Union. Cuando el Con­ greso finalmente se abland6 y adrnitio a Texas ­en parte para impedir la injeren­ cia britanica­ el gobierno federal adopt6 coma propio el antiguo reclamo de Texas: esto es, la frontera sur de Texas a lo largo del rfo Grande, 150 millas mas abajo de la lf nea impuesta por los mexicanos co­ rrespondiente al rfo Nueces.19 La psicolo­ gfa de Texas de resentimiento contra Mexico, alimentada por escaramuzas fron­ terizas durance los afios de la republica de la Estrella Solitaria, paso tarnbien suril­ mente a la oficialidad de Estados U nidos.

Mientras canto, abajo de la frontera se arraig6 la yanquifobia, nacida del papel que se presumfa habfa tenido Washing­ ton en la consiguiente independencia de Texas en 1836­1845. Apareci6 cada vez mas preocupaci6n por el destino de los escasamente poblados lfrnites fronterizos que quedaban cerca de los inquietos esta­ dunidenses. Bajo la impresi6n equivocada de que Mexico y Esrados U nidos habfan declarado la guerra, el comodoro Thomas Jones utiliz6 sus barcos de guerra y ma­ rinas para capturar la capital provincial de California (Monterey) en octubre de 1842. A pesar del vergonzoso error, la ac­ ci6n de Jones demostr6 la vulnerabilidad de las provincias remotas. Este episodio sirvi6 tambien para confirmar la tenden­ cia de Estados Unidos a actos violentos. Agravando el asunto, muchos mexicanos esclarecidos, intelectuales y politicas in­ juriaron a Escados Unidos como una cul­ tura no desarrollada. Perrnitfa la escla­

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24 Polk al Senado y a la Camara de Represen­ tantes, 11 de mayo de 1846 en Richardson, Mersager, 1897, vol. v, p. 2292.

25 Entrada del 11 de mayo de 1846 en Adams, Memoirs, 1877, vol. XII,p. 261.

rfo y estableci6 ahf Fort Texas, al lado opuesto de la ciudad de Matamoros, que protegfa la guarnici6n del general Fran­ cisco Mejfa.

La acci6n de Taylor fue interprerada en Mexico como una franca agresi6n. La emboscada a la patrulla del capitan Seth Thornton (abril de 1846) por la caballerfa mexicana que previamente habfa cruzado la orilla izquierda fue el primer aero vio­ lento. A continuaci6n Taylor reporto a Washington que las hostilidades se ha­ bfan iniciado por iniciativa mexicana. Se realizaron batallas a principios de mayo entre el ejercito de Taylor y Ios mexicanos, numericamente superiores, y los ultimas fueron derrotados en Palo Alto yen Re­ saca de la Palma. Buscando de cualquier forma una declaraci6n de guerra basada en reclamaciones no saldadas y en el re­ chazo a Slidell, Polk se anim6 al enterarse del contratiernpo de Thorton. Report6 a la Camara y al Senado (el 11 de mayo de 1846) que la sangre estadunidense habia sido derramada en territorio estaduniden­ se por intrusos. "La copa de rolerancia", suspiro, "se ha agotado [...] Tras repetidas amenazas, Mexico ha cruzado la frontera de Estados Unidos y ha invadido nuestro terri torio. "24

Polk no solicito al Congreso una de­ claraci6n formal de guerra. En vez de ello pidi6 a los legisladores reconocer que un estado de beligerancia ya estaba presente ­"por circunlocuci6n, una declaraci6n de guerra con Mexico" (frase de John Quincy Adams). 25 El deber del Congreso era ayu­

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22 Chaney, "Mexican", 1959, pp. 12­15; Robin­ son, View, 1989, p. XXVIIL

23 Weber, Mexican, 1982, p. 274.

de Ia negativa de Herrera de reunirse con Slidell, el gobierno cay6 facilmente en un golpe (diciembre de 1845) dirigido por el general Mariano Paredes, quien acus6 a Herrera de tener intenciones traicioneras de entregar el norte de Mexico. Paredes esraba aiin menos dispuesto que su prede­ cesor a negociar con Slidell, y provoc6 lo que al final resultaron ser ilusiones de las habilidades militares de Mexico. Crefa que sus fuerzas vapulearfan a los estaduni­ denses que habfan dado una debil demos­ traci6n contra Gran Bretana en 1812. Mexico lo habfa hecho bien en el pasado reciente: contra Espana, contra Francia en 1838 (guerra de los Pasteles).22 Mas aiin, Mexico podfa esperar una mediaci6n amisrosa de parte de Inglaterra, y quiza hasra su colaboraci6n militar contra Esta­ dos U nidos. En cualquier caso, con mayor evidencia se sugiere que Polk anticip6 el fracaso de la misi6n de Slidell, que habfa sido armada por la necesidad de tener pre­ texro para empezar las hostilidades. Supu­ so que esras iban a ser de corta duraci6n o quiza ni siquiera entabladas.23 Los pro­ blemas polf ticos de Mexico, las desven­ tajas financieras y las deficiencias militates ­grandes ejerciros pero mal equipados y divididos polfricameme­ disuadirfan a Herrera, a Paredes o a cualquier otro de enredarse con Estados U nidos. Coincidien­ do con la acci6n de Slidell, Polk habia asignado (en enero de 1846) al ejercito de ocupaci6n de Texas del general Zacha­ ry Taylor 4 000 soldados para asegurar el control del territorio disputado arriba del rfo Grande. Este ejercito march6 de Cor­ pus Christi hacia la ribera izquierda del

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41 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

27 Congressional Globe, First, 1846, p. 792.

Al desarrollarse la guerra se produjo una cadena de victorias de Estados Uni­ dos, sin contar la alta tasa de muertes esta­ dunidenses, atribuidas principalmente a enfermedades: colera, disenterfa y fiebre amarilla. (En conjunto murieron 13 768 hombres de un ejerciro regular de volun­ tarios de 104 566.) En el mar dominaba la armada. Mexico no posefa un autentico poderfo belico marftimo. La marina im­ puso fuertes bloqueos a los puertos rnexi­ canos. Llevo a cabo efectivas operaciones de combate logfstico en el Golfo, notoria­ rnente en cooperaci6n con el ataque anfi­ bio de Winfield Scott a Veracruz en mayo de 1847. La marina desempefi6 tambien un papel de acoso, en la costa del Padfico, que contribuyo a la captura de California. Las operaciones terrestres se iniciaron en el norte de Mexico, en donde el ejercito

Es suficiente para rnf, como hombre que profesa una parte ordinaria de patriotisrno y representa a un grupo patriotico, saber que [la guerra] existe [. . .] N uestro uni co Ca­ mino es conquistar la paz con un vigoroso proseguirnienro de la guerra que se ha ini­ ciado. Si la guerra de 1812 dio una lecci6n a esta o a cualquier otra naci6n, es una ton­ teria, una locura proseguir con una guerra insignificante. No estoy a favor de una gue­ rra asf. Estoy a favor de continuar esta guerra de tal manera que nuestros enemigos sean de inmediato aplastados ­una guerra que deba ponerlos a nuestros pies, par com­ pleto y al instante, y obligarlos a pactar una paz honorable.27

bfa montado una invasion a territorio es­ tadunidense. Este razonamiento de Jacob Brinkerhoff de Ohio sostenia:

26 Congressional Globe, Appendix, 1846, p. 646.

Solo catorce miembros de la Camara (todos ellos whigs), dirigidos por John Quincy Adams, votaron en contra de que Polk obtuviera hombres y equipo. Una mayorfa bipartidista prefiri6 no examinar el argumento de Polk de que Mexico ha­

Por mi parte, considerate las hostilidades piiblicas como guerra, dandonos todos los derechos que esa condici6n conlle~a ­el de­ recho de expulsar a nuestro enemigo de nuestro suelo, y seguirlo a dondequiera que vaya, hasra conquistarlo y llevarl~ a un es­ tado de paz. 26

dar a las tropas de Taylor, que se crefa es­ taban bajo la amenaza de un ataque me­ xicano fulminante, autorizando al ejecuti­ vo a enlistar voluntarios (50 000 hombres) y comprar municiones, adernas de otros abastos (con valor de 10 000 000 de do­ lares). Ambas camaras sostuvieron breves debates. Los hombres de Polk los domi­ naron. En el Senado solo dos whigs vota­ ron contra el presidente: John Davis de Massachusetts y John Clayton de Dela­ ware. La lealtad al Partido Dem6crata irn­ pidi6 que Calhoun votara en contra de la dedaraci6n de guerra de Polk. Se abstuvo. De todas maneras, considero que las de­ liberaciones del Senado habfan sido apre­ suradas; habfan sido una estampida di­ rigida par Polk Le preocupaba tambien que el presidente habfa usurpado la auto­ ridad del Congreso para hacer la guerra; esra solo podfa iniciarse cuando el Con­ greso cornprometfa a la naci6n por media de una declaracion solemne. Lewis Cass, de Michigan, replic6 que los eventos san­ grientos producen la guerra, no el pro­ nunciamiento de los legisladores:

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Este exito de Estados Unidos se logr6 a pesar de serios obstaculos. Estos com­ prendieron peculado, ademas de desper­ dicio en la producci6n y adquisici6n du­ rante la guerra. Las instancias de notable indisciplina entre las unidades de volunta­ rios entorpecieron el esfuerzo militar. Los rurbulentos Texas Rangers cometieron un mimero desproporcionado de atroci­ dades reportadas sabre civiles mexicanos: pillajes, violaciones, fusilamientos y escal­ paciones. Los generales Taylor y Scott estaban indignados. Peri6dicamente lan­ zaban su ira contra los Rangers. Sin em­ bargo, eStOS fueron conservados por SUS habilidades coma gufas y por su efecti­ vidad contra guerrillas merodeadoras. Po­ tencialrnenre el mayor obstaculo para la victoria surgi6 de la complejidad entre civiles y militares: celos entre los coman­ dantes de campo (Taylor contra Scott, William Worth contra Scott); la enfermi­ za sospecha y aversion hacia Taylor y Scott (ambos whigs) por parre de Polk; la deter­ minaci6n del presidenre de rnirigar el atractivo popular de sus dos principales generales y reducir su indecorosa preemi­ nencia. En un punto, Polk esperaba nom­ brar a Benton teniente general, por lo tanto, dandole un grado mayor que el de Taylor y Scott, ambos solo generales de division. Polk rarnbien esperaba contener a Scott por media del torpemente ambi­ cioso general Gideon Pillow, un incompe­ tente aficionado que debfa su grado exclu­ si vamen te a favores polfticos. Este se convirtio en el puma focal de una cabala de oficiales anti Scott. La conspiraci6n de Pillow contra Scott dio como resultado un embrollo de invesrigaciones oficiales y consejos de guerra. Ello Ilevo al retiro de Scott del mando en enero de 1848. El ge­ neral William Orlando Butler lo sustitu­

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28 Einsenhower, So Far, 1989, pp. XVIII, xxv; Stephanson, Manifest, 1995, p. 37; Bauer, Mexican, 1974, pp. XIX, 374, 395; Saul, Distant, 1991, p. 173.

de Taylor se abri6 paso en varios estados mexicanos: Tamaulipas, Nuevo Leon y Coahuila. El exito del ejerciro en la batalla de Buena Vista, en'febrero de 1847, afir­ m6 la fama de Taylor e impuls6 al soldado polfricarnenre neutral (nominalmente un whig) hacia la Casa Blanca. El ejerciro oc­ cidental del general Stephen Kearny (de 1 700 hombres) captur6 en agosto de 1846 la capital de Nuevo Mexico, Santa Fe, con minimo derramamiento de san­ gre. Mas adelante, una parte de ese rudo ejercito, dirigido por Kearny, march6 a California, llegando a San Diego en di­ ciembre de 1846. A continuaci6n se vio enredado en las disputas polf ticas de la California ocupada, una opera bouffe en grande. (Ello culmin6 con el consejo de guerra del capitan john C. Fremont y un embrollo que consumi6 al suegro de Fre­ mont, el senador Thomas Hart Benton.) En lo referente a la carnpafia del general Scott en el coraz6n de Mexico: su sucesi6n de asrutas maniobras y batallas duramente peleadas, siguiendo la ruta de la invasion de Cortes en el siglo XVI, termino con la captura de la capital en septiembre de 1847. La imaginaci6n de numerosos esta­ dunidenses habfa sido incitada al leer el relato de 1843 de William Hickling Pres­ cott sabre la expedici6n de Cortes: History of the Conquest of Mexico. Estaban enrusias­ mados por las hazafias de los aventureros de los Ultimas dfas, cuyos triunfos parecfan haber estado predichos en el relato de Prescott. El rudo duque de Wellington se enconrraba entre esos observadores extran­ jeros que alabaron a Scott coma la figura militar preerninente de SU epoca.?"

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43 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

3l McDougall, Promised, 1997, p. 95.

Las disputas en el Congreso sobre los me­ ri ros de la guerra no iinicarnente separa­ ron a los dos parridos. El desacuerdo tam­ bien cav6 zanjas en cada uno. Los whigs se dividieron entre ellos. Igual hicieron los dem6cratas. Las alianzas bipartidisras se formaron segun las diversas preferencias entre los individuos. Las regiones entraron tambien en conflicto. No todos los norte­

0BJECIONES DEL CONGRESO

Los opositores a la guerra replicaron: cualquier costo proyectado para reformar a 7 000 000 de mexicanos a imagen de Estados U nidos era demasiado fantastico para considerarlo con seriedad.

Si yo fuese ahora la autoridad soberana [. .. ] proseguirfa la guerra con el prop6sito ex­ preso de redimir a Mexico del mal gobierno y de la refriega civil [. . .] Con mano rnagna­ nima y bondadosa acogerfa a este desdicha­ do pueblo en los pliegues del republicanis­ mo. Esto lo harfa a cualquier cos to. 31

Este combinaba castigo con ambici6n desbordada. Asociado a los dem6cratas prominentes, este movimiento buscaba la anexi6n del pafs latino completo. El grupo "Todo Mexico" inclufa al secreta­ rio del Tesoro Robert Walker, al vicepre­ sidente George Dallas, al secretario de Es­ tado James Buchanan, Cass, y al senador de Illinois Stephen Douglas. El comodoro Robert Stockton, veterano de la conquista de California, apoy6 este punto de vista cuando dijo en enero de 1848 a los ciuda­ danos de Filadelfia que expresaban su aprobaci6n:

29 DeVoto, Year, 1943, p. 278; Scott, Memoirs, 1864, vol. II, pp. 392­396; Otis, Mexican, 1960, pp. 144­147; Haynes,James, 1997, pp. 152­153, 174.

3° Fuller, Movement, 1936, pp. 49, 79; Bauer, Mexican, 1974, p. 368.

y6 con 6rdenes de presidir el inconcluso asunto de las negociaciones del tratado. George Meade, quien sirvi6 como joven teniente en los ejercitos de Taylor y de Scott, concluy6 que Estados U nidos habfa sido bendecido al tener como enemigo a Mexico: "Si hubiese sido cualquier orra potencia, nuestras enormes tonterias hu­ biesen sido castigadas con severidad."29

La resistencia mexicana a la invasion fue obstinada, aunque sin posibilidad de victoria. Santa Anna no podfa montar operaciones de ofensiva fuertes. Pero era astuto, porfiado en engafiar a la adminis­ traci6n de Polk. Esto le permiti6 recibir las fianzas apropiadas en su exilio en La Habana para volver a Mexico ­sin la in­ terferencia de un bloqueo de barcos esta­ dunidenses­ para organizar un nuevo go­ bierno. Era de presumir que esro cesarfa las hostilidades. Podrfa ofrecer generosos terrninos a Polk. En vez de ello, Santa Anna reuni6 un ejerciro apenas bubo re­ gresado a Mexico, en agosto de 1846. In­ mediatamente partio con sus tropas a en­ frentarse a las fuerzas de Taylor en Buena Vista. A partir de ahf intento reducir las embestidas de Scott, dejando esras futili­ dades solo despues de que los estaduni­ denses tomaron la ciudad de Mexico ­lo cual provoc6 que Santa Anna renunciara a la presidencia a favor de Pedro Marfa de Anaya y huyera nuevamente al exilio en Jamaica.

Uno de los efectos de esta obstinaci6n mexicana fue el surgimiento en Estados Unidos del rnovimienro "Todo Mexico".30

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45 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

33 Schroeder, Polk, 1973, p. 57; Wiltse, Papers, 1984, vol. VI, p. 209; Haynes,]ames, 1997, p. 155; Richards, Life, 1986, p. 173.

34 Donald, Lincoln, 1995, pp. 123­124, 126.

Abraham Lincoln, de Illinois, estaba entre los whigs elegidos al Congreso en 1846. El larguirucho occidental lanz6 hirienres ata­ ques al presidente luego de romar pose­ si6n de su escafio en la Asamblea. Lincoln esperaba advertir con ellos las multiples deficiencias de Polk y la ineptitud de los dem6cratas para gobernar. 34 Nunca lleg6 tan lejos como el senador Daniel Webster cuando sugiri6 que Polk debfa ser irn­

WHIGS

de su propio partido. Calhoun no podfa resistir su superficialidad intelectual (o que ocupara la mansion ejecuriva en vez de la de Carolina del Sur). A los demo­ cratas del Norte de la clase de Van Buren ­los barnburners- no les gustaba Polk, al que tachaban de duefio de esclavos y apo­ logista. La perdida dem6crata de la mayo­ rfa de la Asamblea en las elecciones de medio periodo de 1846 fue el resultado, en parte, de la inhabilidad de Polk para armonizar las discordias del partido (ade­ mas de los resentimientos por el veto <lel presidente al decreto de rios y puertos; la aprobaci6n de la Tarifa Walker, que ofen­ di6 a los proteccionistas, y el estableci­ rniento de un tesoro independiente que constern6 a los conservadores financieros). La continuaci6n de una guerra al parecer sin unposible termino tambien hada dafio. Esta habfa prometido originalmen­ te una ganancia sustancial con mfnirno es­ fuerzo, no con los millones de dolares y los miles de hombres que Polk solicitaba, B

32 Entrada del 5 de enero de 1847 en Quaife, Diary, 1910, vol. II, p. 308.

fios se oponfan a la polftica de Polk. No todos los occidentales la aprobaban. El disentimiento simplemente no respetaba las lfneas de division entre partidos y sec­ ciones. Entre los muchos legisladores que atacaron la politica de Polk, dos se dibu­ jaron con mayor dramatismo: el abolicio­ nista whig de Ohio, el representante Jos­ hua Giddings, y el elocuente apologista a favor de prerrogativas para el Sur, el sena­ dor Calhoun, de Carolina del Sur. Polk contrastaba debilmente con fa vitalidad intelectual de estos dos hombres, nunca mas que cuando aseguraba que la cuesti6n de la extension de la esclavitud a las an­ tiguas propiedades mexicanas no debfa distraer a los estadunidenses. La cuesti6n debfa considerarse como meramente "abs­ tracta", no "practica" ni de preocupaci6n inmediata: "La esclavimd no tiene cone­ xi6n posible con la guerra con Mexico."32

Polk era un presidente por accidente. Su victoria ante Henry Clay en 1844 ha­ bia sido por un estrecho margen. Antes de eso, la carrera politica de Polk casi se ha­ bfa difuminado. Polk habfa servido al Congreso durante siete periodos, empe­ zando en 1825. Se convirti6 en vocero de la Asamblea en 1835, cuando logr6 al­ guna reputaci6n por sus laboriosas dili­ gencias. A continuacion gan6 como go­ bernador de Tennessee en 1839. Pero perdi6 la reelecci6n en 1841. Volvi6 a ser derrotado en la carrera por el puesto en 1844. Su unica virtud reconocida era la lealtad a Andrew Jackson y su filosoffa publica, que le gan6 a Polk el sobrenom­ bre del ")oven Hickory". Su escasez de atracrivo personal y su tendencia al secreto no lo congraciaban con muchos dentro

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36 Pleasant, Toombs, 1892, pp. 53, 59­60; Schroe­ der, Polk, 1973, p. 28.

Orro whig de Georgia de creciente fama, Alexander Stephens, llam6 a la gue­ rra una afrenta a la vida civilizada, una perversion de virtudes republicanas. Te­ mfa que la violencia de la guerra condu­ jera a Estados Unidos a una espiral deca­ dente.

Mas diffciles de ignorar que Lincoln, Toombs o Stephens, eran paya Polk los lfderes whigs como Webster. Este tenfa la vista fi ja en una carrera presidencial en 1848. Esta ambici6n lo inhibfa para decir cosas que pudieran alienar a los whigs su­ refios, que eran cruciales pa~a obtener el nombramiento del partido. Estos ya esta­ ban asustados gracias a las acusaciones de una conspiraci6n de guerra hechas por los partidarios de John Quincy Adams y

La guerra en una causa justa es una gran ca­ lamidad para cualquier individuo [opinaba Toombs], y solo puede justificarse por la mas alta necesidad. Un pueblo que se lanza a la guerra sin una causa jusra y suficienre, sin otro motive que el orgullo y el deseo de gloria, es enemigo de la raza humana y me­ rece el desprecio de toda la humanidad.36

rias. Nunca rnenciono en su diario late­ meridad de Lincoln, una omisi6n revela­ dora, ya que las memorias del presidente rebosan veneno para aquellos que lo mo­ lestaron. Tampoco se dign6 Polk respon­ der a otros molestos whigs como el talen­ toso Robert Toombs, de Georgia, cuando acus6 al presidente de lanzar un ejercito a Mexico sin autorizaci6n de la ley. El legislador de Georgia toc6 temas no muy diferentes de los de los habi tantes de Nueva Inglaterra que atacaban a Polk.

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35 Spot Resolutions in the U.S. House of Re­ presentatives, 22 de diciembre de 1847, y Speech in the U.S. House of Representatives on the War with Mexico, 12 de enero de 1848 en Fehrenbacher, Abra- ham, 1989, pp. 158­159, 161­171.

pugnado. Pero Lincoln hizo ciertamente ver en su "anuncio" resoluciones (diciem­ bre de 1847) para humillar al presidente. (_ D6nde se encontraba el prfstino suelo estadunidense, preguntaba el congresista novato, que habfa sido violado por mise­ rables invasores mexicanos, en donde se habfa derramado la sangre de inocentes estadunidenses? De hecho, respondfa, el sitio en donde ocurri6 la primera violencia habfa sido disputado desde hada mucho, y perrenecfa a la categorfa de reclama­ ciones en dispura, sin certidumbre legal. Arin mas, las habirantes de esa tierra nun­ ca han estado sujetos a las leyes o a la pro­ tecci6n de Estados Unidos. Ademas, la violencia se habfa cometido contra solda­ dos armadas; su presencia en el rfo Gran­ de habfa sido comprensiblemente con­ siderada por los mexicanos como una provocaci6n. Con igual estridencia, Lin­ coln afiadio mas tarde, en enero de 1848, que Polk habfa mentido para desencade­ nar una guerra evitable: "Percibe que la sangre de esta guerra, como la sangre de Abel, clama al Cielo en contra de el."35 Solo la. repugnancia de ver sol dados he­ ridos en el campo de batalla hizo que Lin­ coln votara repetidamente para proveerlos de material. Los whigs mas disidentes adoptaron esta misma posici6n de apoyo al ejerciro, remiendo que si no se hacfa asf se verfan como los federalistas de 1812 =derroristas y desleales­ y sufrirfan el mis- mo destino: la extinci6n polftica.

Las crfticas de Lincoln no hicieron mella. Polk ignor6 las cuestiones acusato­

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38 Morison, Merk y Freidel, Dissent, 1970, pp. 42; Stephanson, Manifest, 1995, p. 34; Richards, Life, 1986, pp. 182, 188 y 190.

dings adquiri6 el liderazgo de los radica­ les. Adams era efectivamente la cabeza titular, Giddings, el espiritu. Para ellos la maldad de la guerra agresiva de Polk solo era superada por el prop6sito supues­ to: ampliar la zona de esclavitud. Adams esperaba que los soldados estadunidenses desertaran antes que prestarse a este ob­ jetivo sin atractivo. Respecto a Polk, al- guna vez solr6 que era un "poseedor de esclavos exterminador de indios", diffcil­ mente calificado para ser abogado en un juzgado de distrito. 38

Debilitado por las enfermedades, ade­ mas de los efectos de la apoplejfa, Adams confi6 a Giddings promover lo justo, Ac­ tu6 en beneficio de la sensibilidad de Nueva Inglaterra en la Reserva Occiden­ tal de Ohio, originalrnenre poblada con emigrantes de Connecticut. Represenr6 esta distinguida region durante dos de­ cadas en el Congreso (1838­1859). Como muchos otros en este distrito electoral, era congregacionalista, y estaba muy in­ fluenciado por la teologfa del Segundo Gran Despertar (Second Great Awaken­ ing). Acept6 CO.pl.O principio doctrinal el imperativo de trabajar por la mejora de la sociedad. De entre los males que afec­ taban a Estados Unidos, ninguno, desde su punto de vista, superaba al de la escla­ vitud. Su hogar no estaba lejos del centro abolicionista­congregacionalista en Ober­ lin. Sostuvo su sentido de misi6n y lo re­ forz6 durante epocas diffciles. Estas inclu­ yeron haber sido censurado por la Camara baja del Congreso en 1842 por atacar con rudeza a la instituci6n de la esclavitud.

37 "The Mexican War", 1 de marzo de 1847 y "Objects of the Mexican War", 23 de rnarzo de 1848 en Wiltse, Papers, 1988, pp. 435­445, 447­476; entrada del 3 de marzo de 1848 en Quaife, Diary, 1910, vol. Ill, pp. 370­371.

Theodore Parker, que expresaban la in­ tegridad moral­politica del Sur. En con­ secuencia, las afirmaciones publicas de Webster estaban de alguna manera suavizadas. Siendo un "whig de algodon'', con una sobria apreciaci6n de la impor­ tancia de la producci6n surefia para la industria textil nortefia, Webster se sinrio todavfa mas cohibido: nunca calific6 a la guerra como vehfculo para ampliar el cin­ tur6n esclavista. Pero, aun limitado por estas precauciones, era formidable. Execr6 la guerra. Afirm6 que dependfa de los fraudes e invenciones de Polk; esros justi­ ficaban la impfa agresi6n a los simples. Favoreda la propuesta presentada por el senador John Berrien de Georgia que pro­ hibfa la toma de cualquier nuevo territo­ rio. Webster finalmente vot6 en contra del tratado de paz de 1848 por dos mo­ tivos. Era absurdamente duro. La tiltirna cosa que necesitaba Estados Unidos era tierra indigesta del cuerpo de Mexico.F

Los whigs antiesclavistas estaban mo­ tivados por una convicci6n mis profunda que la de animar un compafierismo ordi­ nario a la Lincoln o a la Webster. Los "ul­ tras" utilizaban todo artilugio para parar o revertir la guerra de Polk. Las princi­ pales figuras de esta facci6n fueron Adams ­­quejumbroso e insistente­ y su Iugarte­ niente, Giddings. Ellos combinaban el ardor de cruzados con el ultraje. Adams, con su posici6n de eminence grise, dio a esta ruidosa minorfa un aura de credibilidad. Al deteriorarse la salud de Adams, Gid­

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40 Srewart,]oshua, 1970, pp. 73­74; Alfred Al­ drich a Calhoun, 21 de sepriembre de 1847 en Wil­ son y Cook, Papers, 1998, vol. XXJV, p. 568; Smith, War, 1919, vol. II, p. 496, mirn, 24.

41 Mayer, Fire, 1998, p. 361; "Mexican War", 14 de julio de 1846 en Giddings, Speedes, 1968, pp. 250­264.

42 "The Mexican War", 12 de mayo de 1846 en Giddings, Speecbes, 1968, pp. 177­201.

Giddings no bromeaba cuando pro­ metfa oponerse a las pr6digas y duras jus­ tificaciones de Polk a la guerra. Estas He­

Esta guerra se dirige contra un pueblo ino­ fensivo, sin una causa justa o adecuada, con el prop6sito de conquista; con la intenci6n de extender la esclavitud; en violaci6n de la Constirucion; contra los dictados de la jusricia, la humanidad, los sentimientos de la epoca en la que vivimos, y los preceptos de la religion que profesamos. 42

bfblicos malinterpretados, se burlaba Giddings. Entre los abolicionistas j6venes y viejos, de Adams al fogoso Charles Sum­ mer (n. 1811), Giddings era reconocido como "maestro de todos nosotros en asun­ tos antiesclavistas" .40

Giddings coincidfa con orros disiden­ tes en que la guerra con Mexico se burla­ ba de la Constirucion. Segun la pauta de ese documento, la polftica de Polk care­ cfa de legalidad. Afiadia que la guerra ha­ bfa disuelto efectivarnente la Union origi­ nal, dejando en su lugar algo vulgar.41

Declare en mayo de 1846 que esa pre­ cipitaci6n a la violencia rraicion6 a los fundadores de Norreamerica ­la lfnea Ga­ llatin­, quienes nunca sofiaron que sus descendientes se envenenarfan con el arnor por la vida militar o se movilizarfan para infligir devastaci6n a vecinos apacibles:

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39 Stewart,]oshua, 1970, pp. 73­74; Alfred Al­ drich a Calhoun, 21 de septiembre de 1847 en Wil­ son y Cook, Papers, 1998, vol. XXN, p. 568; Smith, War, 1919, vol. II, p. 496, num, 24.

En palabras de la moci6n patrocinadora, habfa traicionado la confianza piiblica creando mucha "agitacion, insatisfacci6n y division". Los duefios de esclavos lo describfan como implacable y "rabioso", No pocos historiadores han acusado a Giddings de haber fallado. Justin Smith, un irnportante cronista de la guerra con Mexico a principios del siglo xx, calific6 a Giddings de "fanatico calculador". 39

Sin embargo, para sus amigos era un personaje heroico cuya corpulencia y na­ turaleza robusta ­seis pies dos pulgadas, 200 libras, coronadas por una melena ru­ bia­ lo ayudaron a soportar burlas y arne­ nazas de daiio ffsico por surefios exaltados. Habfa sobrevivido al servicio militar en la guerra de 1812. Habfa superado ataques de depresi6n para establecer una pr6spera practica de leyes. Su optimismo esencial aliment6 su confianza en que todo mundo era capaz de percibir la verdad, especial­ mente en la forma en que el la vefa: por ello sus ataques contra la empobrecida imaginaci6n moral de la casta poseedora de esclavos. Su ansia de acrividad lo hizo incansable en los cuerpos antiesclavistas. Cuestion6 la legitimidad de los mercados de esclavos en el distrito de Columbia. Pidi6 que se investigaran las tasas de sui­ cidios entre los esclavos en espera de su­ basta en la capital nacional. Ridiculiz6 la engafiosa ciencia cicada por Calhoun para apoyar el informe de que la esclavitud be- neficiaba la salud rnenral­fisica­moral de los africanos. La apologia surefia se apo­ yaba en una biologfa politizada y textos

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49 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

43 "The President's Annual Message", 15 de diciembre de 1846 en Giddings, Speeches, 1968, pp. 265­288.

44 Ibid.; George, Life, 1892, p. 195. 4~ "The Wilmont Proviso", 13 de febrero de

1847 en Giddings, Speeches, 1968, pp. 202­220; Ste­ wart,]oshr;a, 1970, p. 131.

Giddings pidi6 el retiro inmediato de todos los soldados de Mexico. Demand6 el cese unilateral de las hostilidades. A este debfa seguir un convenio genuina­ mence bueno para Mexico, al que se refe­ rfa como una meritoria "republica her­ rnana'' .44 Era un avido partidario de la legislaci6n de 1846 promovida por el re­ presentante David Wilmont (dem6crata de Pensilvania) que prohibfa la esclavitud en cualquier territorio arrebatado a Mexi­ co. Presentado como una enmienda a un documento de apropiaci6n, la propuesta de Wilmont (Wilmont Proviso) fue apro­ bada por la Asamblea (con endosos de diez legislaturas de estados del Norte), pero repetidarnente fracas6 en los exarne­ nes del Senado. Mientras que Lincoln y Webster intentaban calmar los acidos de­ bates sobre Wilmont o eludirlos, Gid­ dings declar6: "No puede haber compro­ miso entre bien y mal, entre virrud y crimen." La aprobaci6n de Wilmont pri­ varfa al Sur de sus aspiraciones de guerra y, quiza, disminuirfa la severidad del cas­ tigo divino.45

Ante la consternaci6n de la mayorfa de los whigs, Giddings voto en contra de medidas de abastecimienco para apoyar al ejerciro, diciendo que este merodo apre­

el sistema de opresi6n mas nauseabundo que jarnas ha maldecido a la familia hu­ mana.v'

Es imposible que un pueblo crisciano ­un pueblo que adora a un Dios de justicia­ pueda llevar a cabo una rapaz guerra de con­ quisca coma esta, y gastar SU dinero en de­ rramar desventura, devastaci6n y muerte [ . ..] Es imposible que un pueblo cristiano proporcione su aprobaci6n y aliente una guerra dirigida al declarado proposito de extender la esclavitud, de perpetuar la opre­ si6n, de abrir nuevos mercados de esclavos para la venta de hombres [. .. ] [Los estaduni­ denses] estan consciences de que este amplio gasto de dinero y sangre se hace para apoy'!,1"

Giddings respondi6 con indignaci6n al mensaje anual del presidente en di­ ciembre de 1846, en el que este recit6 una version dudosa de los orfgenes de la guerra. Sus compatriotas, de cuya probi­ dad nunca dud6, inevitablemente se vol­ verian en contra de la guerra:

La historia del mundo muestra que los crf­ menes nacionales han sido seguidos por jui­ cios nacionales [. . .] (_ Y podemos esperar que escapemos al casrigo tan manifiestamente ganado por nuestros crfmenes nacionales? (_Esperamos que la irunutable ley de justicia sea suspendida o abolida, para que nuestra naci6n pueda seguir sin castigo?

gaban a la sofisterfa. No podfan ocultar los hechos llanos: la administraci6n habfa desatado una "ola de crimen" que produ­ cfa miseria en los nifios, mujeres y fami­ lias de Mexico. Esta maldad prometfa un terrible ajusre de cuentas para Estados U nidos, decfa Giddings. Para el, como para muchos moralistas de su tiempo, Dios estaba intirnarnente involucrado en los asuntos humanos, administrando cas­ tigo o salvaci6n segun las obras:

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DAVID MAYERS

Adams, Giddings y los polemistas de Nueva Inglaterra diflcilmenre estaban so­ los al considerar la guerra como maquina­ ciones de una conspiraci6n surefia, Esta lfnea se estableci6 mas tarde como estan­ dar en la historiograffa, asociada a estudio­ sos como James Ford Rhodes: Mexico ha­ bfa sido acicareado para atacar, dando una excusa para una guerra injusta a instancias de la esclavocracia. Los ataques a esca in­ terpretaci6n han sido muchos y variados. Algunos autores ban subrayado la irnpor­ tancia de las nociones del Destino Ma­ nifiesro para explicar la guerra: nose ocul­ taba una conspiraci6n, sino una doctrina que celebraba el chauvinismo nacional creando un ambiente permisivo a la agre­ si6n. Otros autores han resaltado el papel de los actores principales, especialrnente el inflexible Polk. Otros mas han recal­ cado la vulnerabilidad de Mexico en 1846 ante los depredadores ­incluyendo Gran Bretana y Francia­, entre los males Esta­ dos U nidos era el mas cercano. En este espiritu, el hombre fuerte, Porfirio Dfaz, aparentemente expres6: "[Pobre Mexico! iTan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!" Friedrich Engels coloc6 lague­ rra en el amplio juego de las fuerzas fun- damentales de la historia. Efusivamente expres6 que la "magnffica California" ha­ bfa sido "arrebatada a los perezosos mexi­ canos" para ser usada a partir de ahf por los "energicos yanquis" de acuerdo con un progreso mundial ordenado. La mas fuerte oposicion a la vision de Adams­

LA RENUENCIA DE CALHOUN

en vez de ello un voto de agradecimiento a Gallant por publicar sus ensayos paci­ fistas,

50

46 Stewart,]oshua, 1970, pp. 125, 134, 147, 167­168. .

surarfa su retiro de Mexico. Censur6 a lf­ deres whigs moderados en la Asamblea, en especial a Robert Winthrop de Massa­ chusetts, por tirnidez etica, manifiesta en su oposici6n a la guerra pero votando por las apropiaciones. La rudeza de Giddings a este respecto invitaba a la represalia. Winthrop relacion6 a Giddings con los federalistas de 1812 de dudoso patriotis­ mo. Esperando distanciar, en la mentali­ dad de los voranres, la corrience principal del partido de los renegados de Giddings, Winthrop atac6 a los extremistas: sus bu­ fonadas y su irresponsabilidad envalento­ naban a los mexicanos a pelear. Este re­ proche provoc6 una respuesta encolerizada de Giddings y sus aliados periodistas (en especial Greeley del New York Tribune). La escalada resultante amenaz6 con rom­ per la coherencia whig mas alla de la res­ tauraci6n. Giddings acudi6 al senador Thomas Corvin de Ohio para devolver al partido a la respetabilidad tras de que se lanz6 contra la guerra en febrero de 1847. La habfa reprobado como larrocinio. Pero la obsesi6n de Giddings por el senador se apag6 cuando Corvin repudi6 a los whigs radicales y denunci6 la propuesta Wilmont. El aislamiento politico entre los whigs tuvo tambien un lado personal para Giddings. El y Lincoln cayeron en una dispura de insultos basada en sus di­ ferentes enfoques de la guerra. Su arnisrad se enfri6.46

Giddings ernirio en 1848 el unico voto en contra de las resoluciones de la Camara baja del Congreso que honraban a los generales Taylor y Scott por su par­ ticipaci6n para ganar la guerra. Solicit6

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51 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

48 Bartlett.John, 1993, p. 336. Sobre el caracter guerrero de Estados Unidos, vease p. 244 del "First Speech on the Bill for an Additional Military Force", 16 de julio de 1848 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. xxv, pp. 235­245.

Government y Discourse on the Constitution. Asf como mengu6 su temprana simpatfa por una autoridad federal fuerte, rambien se enfri6 hacia 1812 su ardor por la acci6n dramatica. Con la salud decadente y a sus 60 afios, compar6 el celo de Estados Uni­ dos por la guerra en 1846 con el irrefle­ xive entusiasmo juvenil: "lleno de salud y vigor y dispuesto para las aventuras de cualquier fndole, pero sin la gufa de la sabidurfa ni de la experiencia".48

Esta precipitaci6n se revel6 en la ma­ nera en que los estadunidenses fueron a la guerra, privados de un mandate del Congreso o de una deliberaci6n cuidado­ sa. Calhoun tarnbien se preocupaba de que la guerra serfa larga y costosa. Una guerra larga obligarfa a Mexico a buscar seguridad en la protecci6n briranica, con­ virtiendose en una dependencia de Lan­ dres. Por definicion serfa una zona libre con apoyo poderoso y peligrosamente cer­ ca del Sur esclavista. Sin embargo, a pe­ sar de estas angustias, Calhoun mantuvo un discreto silencio despues de las debates de mayo de 1846 sabre la guerra. Otros hubiesen puesto reparos. A el no le gusta­ ba la idea de romper con su presidente o con su partido. Pero a medida que el cam­ po de las operaciones rnilitares creci6, a medida que el rnovimiento "Toda Mexi­ co" ganaba impulso, lo objet6 piihlica­ mente, Se preguntaba en voz alta si el gobierno sabfa lo que estaba hacienda, ya que la incompetencia presidencial se ha­ bfa revelado al apoyar el regreso de Santa

47 Ruiz, Mexican, 1963, pp. 1­7; Eisenhower, So Far, 1989, pp. XY y 374; Friedrich Engels, Demo­ cratic Pan­Slavism, 15 de febrero de 1849 en Fern­ bach, Marx, 1974, pp. 229­230; Calhoun a Thomas Clemson, 15 de junio de 1847 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. XXN, pp. 398­440.

Giddings­Rhodes surge de esra evidencia. El preeminente defensor de la esclavitud en la epoca se oponfa a la guerra. Calhoun la desacredit6 como "insensatez y e:xtrava­ gancia".47

Plantador, duefio de esclavos, dem6­ crata, gracias a la guerra con Mexico tuvo varios puestos en Washington, excepto el que mas codiciaba: la presidencia. Cal­ houn habfa prestado servicio en la Camara baja del Congreso (1811­1817), en donde habfa sido un agitador por la guerra en 1812 y un nacionalista compronietido con poderosas fuerzas armadas, mejoras internas, manufactura moderna y el se­ gundo banco de Estados Unidos. Habia trabajado con eficacia coma secretario de Guerra de Monroe de 1817 a 1825. Sus periodos coma vicepresidente con John Quincy Adams (1825­1829) y Andrew Jackson (1829­1832) habfan estado se­ fialados por la controversia que provoc6 resentimiento entre el y SUS jefes. Calhoun inici6 su carrera en el Senado a finales de 1832. La interrumpio brevemente para servir como secretario de Estado para Ty­ ler (1844­1845), en cuyo caracter asegur6 la admisi6n de Texas coma estado esclavo. Hacia 1846, el seccionalismo de Calhoun habfa eclipsado su anterior aspecto na­ cionalista. Defendi6 las derechos de la minorfa y la anulaci6n dentro del marco de los estados iguales en convenio. Escri­ bi6 dos ensayos duraderos a esre respecto hacia el final de su vida: Disquisition on

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50 Calhoun a Joseph Lesesne, 19 de julio de 1847 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. XXIV, pp. 462­ 464.

51 Ibid.

Calhoun esperaba que los futuros presi­ denres ­asumiendo que sobreviviera algo similar a la democracia estadunidense­ serfan mas circunspectos que Polk. No deberfan permitir surgir situaciones en las que los soldados ganaran estatura po­ lftica. Ciertamente, dijo Calhoun, si Polk hubiese sabido que la guerra harfa de un soldado desconocido madera presidencial para el partido de la oposici6n, la admi­ nistraci6n hubiese abandonado su senda mexicana. Solo en casos de necesidad o de clara jusricia, persistfa Calhoun, debfa el gobierno alejar a la naci6n de la paz. Todas las demas causas eran irrelevantes o triviales. El costo aun de una guerra bue­ na invariablemente inclufa la elevaci6n de soldados a un grado malsano. 51

Calhoun tarnbien se desesperaba con la posibilidad de que la Union absorbiera todo o la mayor parte de Mexico. Consi­ deraba que el impacto sobre el republi­ canismo estadunidense serfa fatal. Si Washington decidfa que sus territorios mexicanos no eran aptos para la condici6n de estados, y que los nacionales mexicanos eran inadecuados para la ciudadanfa, en­ tonces los estadunidenses tendrfan que gobernar su nueva adquisici6n como co­ lonia. Este imperio se asemejarfa al de Es­ pana en Mexico o al de Gran Bretana so­ bre las trece [coloniasl Pero, adverria, Esrados Unidos no podfa ser republicano e imperial ­ya que una repiiblica imperial

mismo grado, el espiritu milicar del pais, que ya es demasiado alto para sus institu­ ciones y para su libertad."?

52

49 Hietala, Manifest, 1985, p. 243; Lander, Reluc- tant, 1980, p. 32; Bardett,}ohn, 1993, p. 340.

En realidad parece sorprendente, que solo el talento militar pueda considerarse por una gran mayorfa del pueblo estadunidense como el que proporciona la mejor prueba de habilidades de esradisra ­y es cienamente un presagio desfavorable, en lo gue respecta a la duraci6n de nuestras inscicuciones. Ire mas lejos para admitir gue la elecci6n del exiroso general esta calculada para impre­ sionar con mayor profundidad la rnentali­ dad del piiblico, la idea de que el talenro milicar es el unico camino seguro hacia los mas altos honores civiles, y aumentar, en el

Anna de La Habana y despues con el in­ tento de Polk de dar a Benton el mando principal (Calhoun despreciaba al senador de Missouri =considerandolo un rival para el nombramiento dem6crata de 1848 para la presidencia­ y ayud6 a irnpedir su generalato). Tarnbien acusaba a Polk por las derrotas de los dem6cratas en 1846 y por el mal manejo de la guerra.49

En opinion de Calhoun, lo corrosivo de la guerra significaba un grave riesgo de alcance nacional para el republicanis­ mo. Se maravillaba cada vez que los esta­ dunidenses ensalzaban heroes militares, al parecer felices de sustituir su sabidurfa por la de la clase polftica elegida y respon­ sable. El general Taylor particularmente desconcertaba a Calhoun ­no solo porque la popularidad del soldado entre los vo­ ranees parecfa poder destruir las esperan­ zas presidenciales de Calhoun. Como cuesti6n de principio, esre sostuvo que una carrera mili tar era un pobre aprendi­ zaje para un alto puesto en una democra­ cia representativa. En julio de 1847 ca­ vilaba:

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53 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

H Ibid.

Un afio mas tarde meditaba con es­ cepticismo: "i Vamos a asociar con noso­ tros como iguales, compafieros y conciu­

~Podemos incorporar a un pueblo tan disf­ mil a nosorros en todo aspecro ­tan poco calificados para un gobierno libre y popu­ lar­ sin alguna destrucci6n de nuestras ins­ tituciones polfticas? c:Y podemos traer a nuestra Union 8 000 000 de individuos, todos profesando una religion -y todos con­ centrados bajo un sacerdocio poderoso y rico­, sin someter al pals al mas violenro conflicto religioso, y poniendo al gobierno finalmente bajo el control de una {mica sec­ ta? No. Estas dificultades son insuperables.

dente de America Latina no se siguiese, la raza blanca de Estados U nidos se hundirfa en la mediocridad extranjera, demasiado obtusa para emender o dominar los proto­ colos de la democracia. La gente de tez oscura no puede aprender: "es un hecho notable queen toda la historia del hom­ bre [...] no hay algun ejemplo de alguna [. . .] raza de color que sea capaz de esta­ blecer un gobierno popular libre". 51

La continuaci6n de la esclavirud afri­ cana en el sur de Estados U nidos serfa imposible en el caso de una union polftica con los mexicanos. La inclusion de mu­ chos millones de carolicos mexicanos era tambien un prospecto poco apetecible. Sus correligionarios de la hambruna irlan­ desa estaban ya encontrando su camino, en mimeros no deseados, hacia lo que era ­en el refran de los know nothings- un paf s desafiantemente protestante. Calhoun hablaba desde la profundidad de sus creencias cuando pregunto en febrero de 1847:

52 "Discurso sob re la guerra con Mexico", 4 de enero de 1848 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. xxv, pp. 54­95.

es contradictoria en sus terminos. Elim­ perio corromperfa el experirnento estadu­ nidense de autogobierno, concentrando un poder excesivo en la rama ejecutiva y produciendo insriruciones dudosas: pro­ c6nsules, legiones de tropas de ocupacion, ucases. Se dafiarfa la construccion de Es­ tados U nidos cuando la rama ejecutiva se convirtiera en un despotismo de "esplen­ dor" apabullante. Ni el Congreso ni las pequefias legislaruras y los gobernadores podrfan resistir las pretensiones federales. En suma, las liberrades de Estados Unidos se extinguirfan simultaneamente con las de Mexico.V

En caso de que la autoridad federal concediera derechos de ciudadanfa a los mexicanos y reformara sus territorios en nuevos estados, surgirfan entonces pro­ blemas raciales y politicos impredecibles. La primacfa del gobierno blanco en Esta­ dos Unidos se desharfa. Mexico era una nacion hfbrida. La sangre de los blancos habfa sido ampliamente diluida a craves de los matrimonios con razas no europeas. Solo una rninoria de mexicanos era de ori­ gen espafiol puro. La mayor fa era. de origen indio o de una mezcla. Algunos eran africanos. Semejante genre careda del temperamento y de los requisitos para convertirse de verdad en buenos ciuda­ danos. Calhoun predicaba que la historia reciente de America Latina debfa leerse como un relato de adverrencia. La impu­ reza racial y la colocaci6n de "razas de co­ lor en igualdad con la raza blanca {han] desiruido la base social de la sociedad", produciendo revoluciones sangrientas y anarqufa. Como rninimo, aun si el prece­

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55 Lander, Reluctant, 1980, p. 160; Calhoun a Anna Maria Calhoun Clemson, 27 de diciembre de 1846 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. xxrv, pp. 42­44; entrada del 19 de diciembre de 1846 en Quaife, Diary, 1910, vol. II, pp. 281­284.

Sur finalmente sucumbirfa a un ruidoso conglomerado compuesto por rapidos fe­ rrocarriles, ciudades atestadas, y fabricas que vomitan humo (fabricando hierro, pieles y nuevas cosechadoras de trigo). Calhoun declaraba que si la propuesta de Wilmont fuera hecha ley, entonces el Sur, par las leyes de la autoproreccion ­para preservar su refinada cultura basada en los ritmos de la naturaleza y las estaciones de pausado crecimiento­, podrfa dejar la Union: "El Sur se unirfa para oponerse al proyecto. Si [los surefios] cuidan su segu­ ridad, deben anularlo, aun si la Union se dividiera en dos." Segiin Polk, en una en­ trevista privada, Calhoun explicaba que el lucharfa contra la ratificaci6n de cual­ quier tratado mexicano que restringiera la esclavitud. 55

Para evitar una confrontaci6n seccional sabre la esclavitud, los whigs moderados (los Webster y los Winthrop) propusieron finalizar la guerra sin anexiones. Rehu­ sando el fruto prohibido mexicano (irna­ ginerfa de Calhoun), Estados U nidos evitarfa la expulsion del parafso de la tran­ quilidad domestica. Sin embargo, esa so­ l uci6n al dilema Wilmont no agrad6 a Calhoun. Un premio de indernnizacion territorial debfa obtenerse de Mexico para validar las agotadores ejercicios de la gue­ rra (y mantener a flote su posici6n entre los votantes para quienes la guerra era agradable). Aconsej6 que Estados Unidos levantara un mirnero de fuertes a lo largo del rf o Grande hacia el oeste en toda la frontera sur de Nuevo Mexico (paralelo

54

54 Ibid.; "Discurso sobre la guerra con Mexico", 9 de febrero de 1847 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. XXIV, pp. 115­147.

dadanos a las indios y a la raza mezcia­ da de Mexico?" Si eso ocurrfa, Estados Unidos se desintegrarfa.54

En lo referente a la propuesta de Wil­ mont, Calhoun coincidfa con todos las observadores (Polk enrre ellos) que crefan que la mayorfa de los territorios mexica­ nos eran demasiado aridos para sustentar plantaciones de algodon o a la economfa. Esta inadecuacion significaba que con probabilidad nunca serfan trabajados por agricultores estadunidenses. Pero, decfa Calhoun, no debe permitirse que esta rea­ lidad practica lleve a cancelar un trascen­ dental punto te6rico: el derecho de los ciudadanos a llevar su propiedad y formas preferidas de vida a las nuevas tierras ob­ tenidas por Estados U nidos. Dicho abier­ tamente: no se esperaba que los surefios soportaran grandes cargas por la guerra ­el regimienro Palmetto de Carolina del Sur sufrio la muerte de 43% de sus hom­ bres­ y a la vez se les negara el ocupar re­ giones por la propuesta Wilmont. Tal ex­ clusion auromarica a toda una categorfa de ciudadanos obedienres de la ley horro­ rizaba a Calhoun. Como el y un mirnero creciente de surefios apreciaban, Wilmont significaba que todas las areas quitadas a Mexico un dfa constituirfan una fila de nuevos ,estados =quiza quince, todos ellos libres. Estos operarfan con aquellos 'al nor­ te de Mason­Dixon coma un sofocante vfnculo alrededor del Sur. Estarfan en mi­ norfa en las camaras del Congreso. Serfan derrotados en las votaciones de las elec­ ciones nacionales. Su destino se apoyarfa en las sabras de simpatfa de norteiios insensibles. Bajo la egida de Wilmont, el

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55 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

57 Congressional Globe, First, 1848, parte I, p. 123.

bfa convertido en un rival potencial para cualquier dem6crata nominado en la pro­ xima eleccion presidencial. Polk habfa prometido que servirfa un unico periodo (unas palabras que a la larga lament6). Sin embargo, como lfder del partido que­ rfa a uno de los suyos para sustituirlo en la Casa Blanca. La propuesta Wilmont, mientras tanto, habfa fracturado la unidad dem6crata, dejando ver la division sec­ cional. Los intentos de Polk por enmen­ dar conflictos en el partido significaban de algun modo la reconciliaci6n de los sim­ patizantes de Calhoun con firmes If deres antiesclavistas, como el senador John Hale de New Hampshire. Crefa, "mas alla de la duda", que la guerra se origino en la "polf tica del gobierno estadunidense [. . .] para hacer de la extension de la esclavi­ tud humana su principal [objetivo]".57 Tan solo la idea de un entendimiento amigable entre Haley Calhoun le dio a Polk una desalentadora impresion: ello determinaba la oposici6n a el y a la gue­ rra. El alboroto por el "Todo Mexico" tarnbien estaba ganando fuerza. El presi­ dente atizaba esta mania con su charla irreflexiva. Sin embargo, no querfa en ver­ dad que ese movimiento tuviese exito. Esperaba cortar partes generosas de Me­ xico. Sin embargo dudaba, por la angustia de Calhoun, que toda la poblaci6n pu­ diera ser integrada a Estados Unidos. Res­ pecto a las operaciones militares, desde el punto de vista de Polk los mexicanos eran refractarios a la derrota. Caredan de suficiente sentido cornun para rendirse, a pesar del avance de Scott a la capital. A menos que se hiciese algo radical, la gue­ 56 Entrada del 24 de diciembre de 1846 en

Quaife, Diary, 1910, vol. II, pp. 292­293; "Discurso sobre la guerra con Mexico", 9 de febrero de 1847 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. XXIV, pp. 115­ 133; Niven.John, 1988, p. 304.

Hacia la primavera de 1847 Polk enca­ raba problemas no previstos en la epoca en que el Congreso autorizo la guerra. Uno de sus generales whig, Taylor, se ha­

TRATADO DE GUADALUPE HIDALGO

Al asegurar la conservacion de Mexico, los estadunidenses se ahorrarfan nuevas confrontaciones entre sf; la precaria U ni6n del mecanizado Norte y el Sur agrario podfa todavfa preservarse.56

Nuestra politica aurentica [...] no es debilitar o humillar [a Mexico]; por lo contrario, nuestro inreres es verlo fuerte, y respetable [. . .) hay una conexi6n misteriosa entre el destino de esre pafs y el de Mexico, tanto, que su independencia y capacidad de soste­ nerse a sf mismo son casi esenciales para nuestra prosperidad, y para el mantenimien­ to de nuestras instituciones como lo son para las suyas.

32) hasta el Pacffico. Este territorio no incluia una zona central mexicana, con sus millones de indeseables, sino que co­ rrespondfa a un area poco poblada del pais. Debfa ser tomada durante todo el tiempo necesario hasta que pudiera dicta­ minarse un arreglo final. Este cordon mi­ litar, dijo Calhoun a sus colegas congresis­ tas, asegurarfa condiciones favorables a las negociaciones y darfa la base para la futura reconciliaci6n entre Mexico y Es­ tados Unidos:

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57 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

58 Brent, "Nicholas", 1950, p. 19; Smith, War, 1919, vol. II, pp. 127­128.

59 Brent, "Nicholas", 1950, pp. 79­85.

Corte. Entre tanto, Trist se volvi6 el ama­ nuense de Jefferson. Manej6 Monticello. Trab6 amistad con el vecino de Jefferson, James Madison. Trist estuvo al lado de Jefferson a la hora de su muerte, el 4 de julio de 1826. Un efecto de la forma­ ci6n intelectual de Trist, viviendo en este drculo encantador, era su exageraci6n de las virtudes del antiguo dominio. Esta in­ clinaci6n era bastante cormin entre nobles y posibles nobles en un Estado que habia proporcionado cuatro de los primeros cin­ co presidentes de la naci6n. Para Trisr eso era la mejor evidencia de una raza de seres politicos superiores; consideraba que sus residuos se le pegarfan por media de su exposici6n a Monticello. 58

Trist recibi6 su prirnera encomienda al Departamenro de Esrado en 1828 como agradecimiento al secretario Henry Clay. Trist permaneci6 ahf tras las elecciones de 1828, sobreviviendo a la purga de An­ drew Jackson en la burocracia de Adams­ Clay. Se convirti6 en favorito del "Viejo Hickory" yen un invitado frecuente en las cenas de la Casa Blanca. Trist trabajo esporadicamente como secretario personal de Jackson, incluso durante el asunto de Peggy Eaton, cuando el presidente se en­ contr6 con un motfn en su familia oficial. La lealtad de Trist duranre este rnomenro desagradable ­y poniendose del lado del presidenre respecto a la anulaci6n y la ta­ rifa­ afirm6 su amistad.59 De esta manera Trisr se convirtio en un puente viviente entre el sabio de Virginia y el arist6crata patan. Por media de ellos se dio forma al partido dem6crata. Gracias a ellos, Trist

rra continuarfa durante afios o llegarfa a un estancamiento. Los cansados votantes estadunidenses seguramente castigarfan al partido politico dominante. El "taima­ do" Santa Anna podfa ciertamente ganar por su tenacidad en una guerra de friccio­ nes militares y polfticas.

Polk necesitaba librarse de esros di­ lemas que se acumulaban. Sobre todo, ne­ cesi taba terrninar la guerra. Su deus ex machina era Nicholas Philip Trist, fun­ cionario _principal del Departamenro de Estado. Este habfa pasado inadvertido en la periferia del poder hasta que fue nom­ brado pacificador en abril de 1847. En­ tonces consigui6 una suerte de fama: el diplornatico menos obedience en la histo­ ria estadunidense del siglo XJX.

Sus antecedentes no sugieren una no­ toriedad futura. Era un virginiano cuya familia habfa caf do en una gallarda ruina. Esta condici6n no mejor6 con su ingreso a West Point, en donde renunci6 (1821) sin obtener un nombraroiento, vfctima de mala salud y de desagrado por el regi­ men militar. Despues estudio leyes. Logr6 ser admitido en la barra de Virginia. Pero la practica de las leyes lo aburrfa. La dej6. Se volvi6 entonces entusiasta del perio­ dismo, al menos durante un tiempo. Ad­ quiri6 en propiedad el devotamente pro democrarico Virginia Advocate. La eropresa no floreci6 bajo sus manos.

Aunque Ios primeros afios de su ca­ rrera carecieron de brillo, Trist logr6 exito en sus ligas personales. Estas se volvieron vehf culos para su avance personal. Se hizo fntimo del anciano Thomas Jefferson, quien dio su bendici6n al matrimonio de Trist con su nieta, Virginia Jefferson Ran­ dolph. Ella alentaba ambiciones en su marido, esperando que un dfa se sentara en el Tribunal de Justicia de la Suprema

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61 Brent, "Nicholas", 1950, p. 119; Fleming, "Nicholas", 1998, p. 78; Nelson, Secret, 1988, p. 7; Rivers, United States, 1913, vol. II, p. 425.

62 Entrada del 10 de abril de 1848 en Quaife, Diary, 1910, vol. II, pp. 465­469.

Estas consideraciones, a pesar de estar bien fundamentadas, omitfan ciertas cua­ lidades de Trist que pronto se revelaron por ellas mismas: un orgullo bien arrai­ gado, obstinaci6n y un don para la teatra­ lidad. Es posible que Polk no haya sido por completo ignorante de estos rasgos. Insinu6 a Trist que obtendrfa una buena promoci6n en el Partido Dem6crata si

Son tantos los celos de las diferentes faccio­ nes del partido dem6crata respecto a las si­ guientes elecciones presidenciales, que es imposible nombrar a cualquier hombre u hombres apropiados sin provocar un enorme descontento en los orros, y por consiguiente poner en peligro la ratificaci6n de cualquier tratado que pudiesen pactar. 62

dignatarios extranjeros rara vez lo criri­ caban.?'

Polk eligi6 a Trist para la diligencia con Mexico por tres razones: su brillo di­ plomatico, su dominio fluido del espai:iol y SU oscuridad polftica, En esre ultimo caso, aunque su misi6n no ruviera exito, el prestigio de Estados U nidos no quedarfa seriamente implicado. Tampoco su falta de visibilidad piiblica y su aparente indi­ ferencia ante un puesto de elecci6n in­ dicaban que se empefiaria toralmenre en el objetivo de anteponer los inrereses de Es­ tados Unidos tal como eran definidos por Polk. En suma, Trist aparentaba ser un tenaz instrumenro diplornatico desemba­ razado de ambiciones polfticas que hubie­ ran complicado el asunto. Polk anoto:

58

60Reeves,American, 1967,pp. 31­32, 312.

adquiri6 importancia y una seguridad en sf mismo por dernas inmerecida por sus modestos logros.

Jackson premi6 la fidelidad de Trist con un lucrativo nombramiento consular en La Habana en 1834. Trist estuvo en este cargo duranre siere afios, hasta que fue perturbado por una indagacion en el Congreso por cargos serios. Estos iban desde acusaciones de rapitanes de barco y comerciantes que se quejaban de que adulaba a las autoridades espafiolas -y no protegfa los intereses esradunidenses­ has­ ta argumentos de que ayudaba al trafico ilegal de esclavos.I'" No fue declarado cul­ pable. Pero qued6 comprometido. Nose quej6 cuando el secretario de Estado Da­ niel Webster lo reemplaz6 en 1841 con un partidario whig.

Trist consideraba al secretario Bucha­ nan un conocido de la administraci6n de Jackson. Este escogi6 a Trist para ser fun­ cionario principal en 1845 ­en cuya pro­ moci6n Jackson desernpefio un papel oculto, Este puesto era el segundo mas alto en el departamento, equivalente al de se­ cretario delegado de Estado en las jerar­ quias posteriores. Trist supervis6 en este puesto la rutina diaria del Departamento de Estado, un curioso asunto si se lo mide con las operaciones del siglo XXL Com­ puesto de tres oficinas =diplomatica, con­ sular, local­ el departamento empleaba poco menos de una docena de oficinistas para el manejo de la correspondencia entre Washington y sus minisrros dispersos y 150 c6nsules. Trist sustituyo a Buchanan durante sus ausencias de Washington. Su cortesia natural y su inteligencia mantu­ vieron confortablemente a Trist entre la elite de la capital. Los personajes y los

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59 LA GUERRA CON ME:xrco y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

65 Graebner, Empire, 1983, pp. 195­196; Merk, Manifest, 1963, p. 114.

los enemigos domesticos de la administra­ ci6n supieran de otra propuesta a Mexico que implicaba arnplias indemnizaciones. Esro fue negado repetidas veces por Polk, quien asegur6 que SU unico objetivo era la restauraci6n de la paz. S6lo si la misi6n de Trist tenfa exito reconocerfa Polk su existencia. Con esta inflexibilidad en la cabeza, el enviado inici6 su diffcil viaje a Mexico (duro trayecto en toscos transpor­ tes y con mal tiempo). Sin embargo, el vela del secreto fue casi insranraneamenre roto por la prensa opositora. Hacia me­ diados de junio el New York Herald habfa obtenido la propuesta de Polk para una enorme cesi6n mexicana. 65

Complicando el asunto ese mismo mes de junio, los dos principales estadu­ nidenses en Mexico, Scott y Trist, se opu­ sieron violentamente uno a otro. Inter­ cambiaron cartas insultantes y enviaron petulantes informes a sus superiores en Washington. La ternpestad lleg6 a Polk hasta un punto en que este dud6 de la posibilidad del exiro diplornarico y con­ sider6 si serfa bueno retirar a los penden­ cieros egoistas. El principal problema en­ tre ellos era quien tenfa la autoridad para negociar un tratado. Asumos secundarios se mezclaban con la sospecha de Scott de que Trist era un agente enviado por el "socarron" Polk para la destrucci6n del general, y el amour propre de 'f rist era he­ rido por la aspereza de Scott. Este, a cargo de un ejercito conquistador, fastidi6 a Trist y le dijo con desprecio que era un funcionario servil.

Tanto el secretario de Guerra William Marcy, como Buchanan, a instancias de Polk, ordenaron a sus pendencieros subor­

manejaba con aplomo a los mexicanos y al general Scott.63

Tras regatear con el gabinete los me­ dios y objetivos ­donde Buchanan tom6 una postura rninoritaria en fu.vor de la mez­ quindad al tratar con Mexico­ se entrega­ ron a Trist las instrucciones. Tenfa que ponerse a las 6rdenes de Scott en el mo­ menta que se dirigiera a la ciudad de Me­ xico. En su oportunidad tenfa que ofrecer un pago ­hasta por 30 000 000­ a lo que fuere considerado una autoridad respon­ sable C'ran rapidamente una revoluci6n sigue a otra en Mexico") por Nuevo Me­ xico, Alta y Baja California, y por el de­ recho a circular por el istmo de Tehuan­ tepee, que separa al Golfo de Mexico del Pacifico. La compra de Nuevo Mexico y Alta California (con estimables bahfas en San Francisco y San Diego) era crucial, "un sine qua non de cualquier tratado". Trist podfa invertir hasta 20 000 000 por ellas. Tehuantepec y Baja California eran menos importantes. No debfa actuar in­ debidarnenre ante la obstinaci6n mexica­ na 0 pagar mas de 5 000 000 por cual­ quiera de las propiedades. Washington asumirfa rambien la responsabilidad sabre cualquier tratado futuro por reclarnacio­ nes financieras de varios ciudadanos esta­ dunidenses contra el gobierno mexicano. El rfo Grande, claro, sefialarfa la frontera entre las dos republicas.P"

Polk instruyo a Trist a proceder con el mayor de los sigilos por miedo a que

63 Graebner, Empire, 1983, pp. 192­194; Plet­ cher, Diplomacy, 1973, pp. 499­501, 504; Eisenho­ wer, So Far, 1989, pp. 290­291, 298­299; Reeves, American, 1967, p. 311.

64 Entrada del 13 de abril de 1847 en Quaife, Diary, 1910, vol. II, pp. 471­475;James Buchanan a Nicholas Trist, 15 de abril de 1847 en Manning, Diplomatic, 1937, vol. VIII, pp. 201­207.

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67 Nicholas Trista James Buchanan, 13 de junio de 1847 y 27 de septiembre de 1847 en Manning, Diplomatic, 1937, vol. VIII, pp. 908­914, 953­956; Rippy, Rivalry, 1972, pp. 247­248; Pletcher, Diplo- macy, 1973, pp. 502­504; Haynes,james, 1997, p. 95; Bauer, Mexican, 1974, pp. 284­286; Castillo, Treaty, 1990, pp. 27­29; Jones, Santa Anna, 1968, pp. 114­115; Caruso, Mexican, 1991, pp. 155­156.

la expansion del hegem6nico del nuevo mundo. Con este prop6sito el Ministerio de Relaciones Exteriores habfa asignado antes un papel a Mexico y lo habfa refor­ zado con cuantiosos prestamos. (Si acaso Mexico incumpliera los prestarnos o Gran Bretana los cancelase, entonces era pro­ bable que el gobierno de la reina Victoria pudiera aceptar California como compen­ sacion.) Con esta imenci6n, Bankhead alent6 a las autoridades mexicanas el ve­ rano de 1847 a llegar a un arreglo con Trist, y rog6 que este fuera indulgente. Entre tanto, Thornton presion6 a Scott y a Trist sobre la conveniencia de los sobor­ nos, alegando que el dinero, apropiada­ mente distribuido entre los lfderes mexi­ canos, los convencerfa de rendirse. Tras una consulta con el Estado Mayor de Scott y superando Sll;S propios escrupulos, Trist y Scott decidieron poner de inrnediaro a disposici6n de Santa Anna 10 000 d6la­ res. El y otros meritorios recibirfan un pago de 1 000 000 de d6lares del fondo de contingencia de Scott, tras la firma de un acuerdo de paz. Este "lubricanre", sin em­ bargo, no funcion6. El Congreso de Me­ xico delibero a mediados de julio sobre la prudencia de iniciar platicas formales con los estadunidenses. La idea fue rechazada. Santa Anna se guard6 la enorme dadiva ­no queda claro si para su uso personal o para defensa nacional. Trist juzg6 mas tarde que Santa Anna "no era patriota, sino justo lo contrario". La lucha se reanud6.67

60

66 Brent, "Nicholas", 1950, p. 157; Scott, Me- moirs,1864, vol. rr, p. 579; Nicholas Trist a James Buchanan, 23 de julio de 1847 en Manning, Diplo- matic, 1937, vol. VIU,pp. 915­916; enrrada del 24 de enero de 1848 en Quaife, Diary, 1910, vol. Ill, pp. 311­313.

dinados en Mexico que se reconciliaran. Obedientemente esros dieron pasos (ten­ tativos) para un acercamiento. La'. tregua solo ocurri6 cuando el diplomatico fue doblegado por la fiebre en Puebla. Scott graciosamente "clam6 pax". Envi6 a Trist jalea de guayaba y un saludo amigable. Despues, los hombres se hicieron amigos, ya partir de ese momenta colaboraron. (Se convirtieron, bajo la vision oscura de Polk, en un intento de los conspiradores para humillar a la administraci6n.) Scott report6 mas tarde sobre sus meses en Me­ xico: "Nunca antes tuve un cornpafiero mas amable, tranquilo y caballeroso." Por su parte, un avergonzado Trist pidi6 en julio al Departamento de Estado que re­ tirara de sus archivos correspondencia que contuviera calumnias sobre el loable soldado.66

El equipo Scott­Trist inrenro conven­ cer a las autoridades de Mexico de que pidieran la paz, en tanto que las operacio­ nes rnilitares contra sus ejercitos prose­ gufan en Contreras, Churubusco y Moli­ no del Rey. Por la epoca en que el ejerciro de Scott ocup6 la ciudad de Mexico (14 de septiembre de 1847), Trisr habfa estable­ cido relaciones de trabajo con diploma­ ticos ingleses: el ministro Charles Bank­ head y el secretario de la legaci6n Edward Thornton. Ellos estaban dispuestos a res­ guardar para Mexico lo que pudiese sal­ varse. El imperativo para el gobierno de lord John Russell, congruente con la venerable polftica de la corona, era vigilar

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61 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

69 Enrrada del 4 de octubre de 1847 en Quaife, Diary, 1910, vol. m, p. 185.

70 James Buchanan a Nicholas Trist, 6 de ocru­ bre de 1847 en Manning, Diplomatic, 1937, vol. VIII,

pp. 214­218.

La carta de Buchanan ordenando su regreso (6 de octubre de 1847) le lleg6 a Trist a mediados de noviembre a la ciu­ dad de Mexico. La sigui6 otra de repren­ si6n poco despues de que insisti6 en la inviolabilidad de la fronrera del rfo Gran­ de. 70 Trist fue tornado por sorpresa. Hasta la llegada de estos comunicados habfa considerado que su conducta correspon<lfa a las 6rdenes recibidas. Crefa tambien que las negociaciones con los "arurdidos" me­ xicanos pronto darfan resultados que com­ placerfan a Polk. No obsrante, notific6 a Scott, al gobierno de Mexico (por enton­ ces bajo mando del moderado Manuel de la Pefia y Pefia) y a la legaci6n britanica de su aviso de vuelta. Trist se prepar6 para regresar a Washington. Sin embargo, por instigaci6n de esta genre y en raz6n de su propia certeza de que la paz estaba cer­ ca, dudaba. Despues, a principios de di­ ciembre, decidi6 quedarse. Complerarfa las negociaciones en desaffo a las direc­ tivas de Buchanan. Advirti6 al secretario de Estado en una carta de 65 paginas, repleta de ardiente prosa y autorreivindi­

Mr. Trist ha manejado la negociaci6n con mucha torpeza y sin habilidad [...]Ha difi­ cultado cualquier negociaci6n posterior con Mexico. A partir de ahora Mexico puede pedir rerminos igualmente favorables a los que el ha sugerido, y nunca podre apro­ barlos, y si se firma un tratado, y Mexico lo ratifica, no lo presentare al Senado. Esroy muy molesto con la gesti6n de Mr. Trist. Pense que era mas sagaz. 69

68 James Buchanan a Nicholas Trisc, 21 de di­ ciembre de 1847 en Manning, Diplomatic, 193 7, vol. VIII, pp. 218­219.

Bastante aparte del fracaso del cohe­ cho, Polk perdi6 confianza en la eficacia de las negociaciones. La capital de Mexico estaba en manos de los estadunidenses desde mediados de septiembre. Sin em­ bargo existfa un estado de guerra sin una conclusion a la vista. En consecuencia, Polk dijo a Buchanan en octubre que re­ tirara a Trist de la ciudad de Mexico y suspendiera las negociaciones. Las futuras negociaciones de paz tendrfan que venir de Mexico. Scott debfa imponer contribu­ ciones a la poblaci6n local para sufragar los gastos de su ejercito hasta que las phi­ ticas se reanudaran. Respecto a Trist, Polk tenfa cada vez menos interes. El enviado habfa insinuado a interlocutores mexica­ nos que su propuesta de crear una zona amortiguadora en el rerritorio entre los rfos Nueces y Grande renfa posibilidades. No rechaz6 directamente esra idea a ex­ pensas de Texas. Y habl6 de mas cuando sugiri6 que Estados U nidos no tenia in­ tenciones sobre toda California. Al ente­ rarse de esta flexibilidad no autorizada, Polk se indign6:

El presidente conffa con ansia que no os ha­ yais involucrado en una transacci6n gue cu­ brirfa con merecida desgracia a todos los que hubieran participado en ella, y gue pon­ drfa una mancha indeleble sobre el caracter de nuestro pafs, 68

Los funcionarios de la administraci6n estaban incredulos al principio, luego ira­ cundos. Buchanan escribi6 a Trist apenas aparecieron en Washington los rumores del intento de soborno:

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72 Nicholas Trist a James Buchanan, 25 de oc­ rubre de 1847 en ibid., pp. 958­964.

73 Schoultz, Beneath, 1998, p. 34.

Trist se sentfa moralmente obligado a preservar a su pais blanco, protestante y de habla inglesa, de una apropiaci6n silen­ ciosa ­ocultada por la anexi6n­ por parte de morenos cat6licos de habla espafiola. La coherencia social de Estados U nidos estaba en juego; el bienestar nacional de­ safiaba las 6rdenes de los superiores, aun las pronunciadas por la Casa Blanca. 73

Mas alla del alcance de la furia de Polk ante esta insubordinaci6n, y en compafifa

los perezosos, ignorantes y estupidos rnon­ jes, cuyos objetivos no van mas alla de la rutina de gozos meramente animales, de los que estan hechas sus vidas, y que no tienen en sus temperamentos un elemento alguno para un esprit de corps, salvo el amor cormin y la codicia por el dinero y las propiedades, mezclada con un fanatismo de adoraci6n de fdolos (para ellos, la religion es idolarrfa pura y encendido de velas) no menos obsce­ no y bajo que su gloronerfa y lascivia. 72

Esta preocupaci6n por la felicidad de los estadunidenses se apoyaba en el antica­ tolicismo de Trist tanto como en un pre­ j uicio racial convencional. Mientras que Polk toleraba capellanes cat6licos en el ejerciro de Estados Unidos ­y aprovecha­ ba las ventajas de la propaganda de la con­ fiscaci6n, por parte del gobierno mexica­ no, de propiedades de la Iglesia para financiar la guerra­, Trist tenfa horror al papado ya sus obras. Pocas versiones de ellas podfan ser asimiladas en la sociedad estadunidense, y ciertarnente ninguna de las bajas variantes mexicanas. En un despa­ cho dirigido a Buchanan, Trist describfa a

62

71 Nicholas Trista James Buchanan, 6 de di­ ciembre de 1847 en ibid., pp. 984­1020.

Se me ha hecho considerar esta terrible ca­ lamidad [la disoluci6n de la U ni6n] como un gran bien cuando se la compara con la anexi6n [...] de este pafs [Mexico] al nuestro, sea por conguista o por "ocupacion", o bien pot pacto. Que esta incorporaci6n va a ocu­ rrir ­que, en la plenitud del tiempo, debe ocurrir­ no tengo duda alguna. Pero no ha llegado la hora en gue pueda suceder sin un peligro incalculable para cualguier buen principio, moral o polftico, gue nos es caro, sin la casi segura destrucci6n de todo ague­ llo de cuya preservaci6n depende la conti­ nuaci6n exitosa de nuestro gran experimen­ to para la felicidad de nuestra estirpe.71

caci6n, que la paz buscada por Polk estaba a la mano. Pero que, a menos que se apro­ vechara la oportunidad, se desvanecerfa "por un periodo indefinido, probablemen­ te por siempre". La postura del gobierno de paz era torpe. Se derrumbarfa a menos que cesaran las hostilidades: "Se caera, y lo hara a menos que la paz [...] se pacte." Estados Unidos quedarfa involucrado en una ocupaci6n de duraci6n indefinida y ruinoso costo. Mezclados en esta epfsrola se encontraban temas adicionales: la falta de desarrollo de Mexico, la desesperada necesidad de amplias reformas, las virtu­ des de Scott, la indignidad de Pillow. El mas relevante tema de Trist era la oposi­ ci6n al concepto de "Todo Mexico", que consideraba err6neamente que era a lo que se inclinaba Polk. La 16gica de Trist era totalrnente Calhoun ( exceptuando que Mexico se unirfa en lo futuro a Estados Unidos):

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63 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

76 Entradas de! 19 de febrero de 1848 y de! 21 de febrero de 1848 en ibid., pp. 344­346, 347­351.

77 Congressional Globe, First, 1848, parte r, p. 501.

El mordaz experto Philip Hone clio este veredicto sobre el tratado de Trisr: ha sido "negociado por un agente no au­ torizado, con falta de reconocimiento del gobierno y presentado por un presidente

La guerra fue impuesta a nosotros por Me­ xico [. .. ] [Esre] realiz6 el ataque; nosotros lo repelimos, y llevamos la guerra al pafs ene­ rnigo con el objero de obrener una indemni­ zaci6n por el pasado, y, si gustais, seguridad para el futuro ­la seguridad de que nunca inicie nuevamente la guerra en contra de nosotros.77

causa de la mala conducta de Trist. Tam­ bien la paz con Mexico era todavfa enor­ memente valiosa. Polk decidi6 presenrar el tratado para la ratificaci6n del Senado. Los secretarios Buchanan y Walker no es­ ruvieron de acuerdo. El primero argu­ mentaba con fuerza exigiendo mas terri­ torio mexicano hacia el sur (hasta la montafia de la Sierra Madre).76

El debate en el Senado fue vehernente, su resultado incierto al principio. Calhoun cabilde6 mucho por el tratado. Pero los defensores de nada de territorio (Webster) y los abogados de mas (Sam Houston) se oponfan a varias medidas. Nadie expres6 una palabra amable para Trist. Finalmen­ te, el Senado ratific6 su tratado (con mo­ dificaciones menores) en marzo de 1848 con un margen de 38 a catorce. La justicia se habfa hecho, dijo el senador Douglas, y con ella se garantiz6 la seguridad de Es­ tados U nidos:

74 Tracado de Guadalupe Hidalgo en Bevans, Treaties, 1937, vol. IX, pp. 791­806; Weber, Mexican, 1982, p. 274.

75 Enrrada de! 15 de enero de 1848 en Quaife, Diary, 1910, vol. III, pp. 300­302.

de quienes lo apoyaban, Trist concluy6 su parte en las negociaciones. Estas culmi­ naron en un tratado el 2 de febrero de 1848, firmado en un sitio sagrado para los mexicanos: Guadalupe Hidalgo, en donde supuestamente la Virgen Marfa se apareci6 en 1531. Los firmantes mexica­ nos inclufan a Luis Gonzaga Cuevas (antes ministro del Exterior) y Jose fternardo Couto (abogado prominente). Estos esta­ ban prestos a pactar con Trist por miedo a que su sucesor o los acontecimientos exigieran mayores decomisos. El tratado no cedfa derechos de paso por Tehuante­ pec como los briranicos habfan solicitado antes. Tampoco cedfa Baja California a Estados U nidos. Virtualmente todo lo de­ mas especificado por Polk a Trist en 1847 se obtuvo ­a la rnitad del costo que habi'.a estipulado pagar. (El gobierno de Estados Unidos rambien asumi6 3 250 000 d6la­ res reclamados por sus ciudadanos en con­ tra de Mexico.j?"

La llegada a Washington del texto del tratado el 19 de febrero de 1848, trans­ portado por el exanirne James F reaner ­periodista y admirador de Trist­, plan­ teo un nuevo problema para el gabinete de Polk. El tratado podfa ser rechazado porque habfa sido pactado por un agente sin legitimidad y repelente para Polk: "Ha obrado peor que cualquier hombre en un puesto publico que haya yo cono­ cido. Carece de honor y de principios."75 Sin embargo, el contenido del documen­ to, si no inclufa todo lo que se buscaba, sf era defendible. No merecfa su rechazo a

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de la discreci6n diplornatica del que se permite ahora, cuando las instmcciones se reciben en Washingron en unos minutes sabre cualquiera y todos los asuntos concebibles." Eilts al aucor, 3 de septiembre de 2001.

llamado a volver (16 de noviembre de 1847). Ni tampoco que le fueran reem­ bolsados sus gastos en Mexico. El puesto de funcionario principal habfa sido ocu­ pado desde la partida de Trisc de Wash­ ington (por William Derrick, de Maine). No se le enconrr6 otro sitio en el Departa­ rnento de Estado. Los senadores no tenfan necesidad de el. Ni Calhoun ni otros de las que apoyaban el tratado se movieron a favor de Trist. Ignoraron su sugerencia, hecha ante el liderazgo whig de la Cima­ ra baja del Congreso, de que Polk fuese impugnado. Trist nunca gan6 su readmi­ sion en el servicio piiblico de altura. En vez de ello fue reubicado en West Chester, Pensilvania. Ahl consiguio empleo como funcionario menor en el Ferrocarril Wil­ mington y Baltimore. Mas adelante logr6 ascender a cajero, Su esposa ayud6 a diri­ gir una escuela de nifias que fracaso, En su desolaci6n ­acenruada par la pobreza y la mala salud­ solo un pufiado de indi­ viduos se preocupar6n por el. Uno, cuyo aprecio no fall6, fue el general Scott. Pu­ blicamente se lament6 en 1864 de las di­ ficultades de Trist: "Pobre y conservando todos sus buenos habitos y su talento, [Trist] ha sido extrafiamente despreciado por este gobierno." Solo eras la guerra civil, durante el primer periodo del presi­ dente Grant, parecieron mejorar sus problemas. Charles Summer, irnportante lf der republicano, notando lo iitil de la oposici6n de Trist al "Todo Mexico", per­ suadi6 al Congreso de indemnizar los re­ trasos del gobierno. Los salarios y gastos no liquidados de Trist, junco con 23 afios

64

78 Bauer, Mexican, 1974, p. 399. 79 Castillo, Treaty, 1990, p. 53. 80 Tolles, "Henry", 1966, pp. 338­340. 81 El embajador Hermann Eilts observ6 a favor

de Trist: "Con toda seguridad no recomendarfa a cualquier diplornatico esradunidense joven seguir el ejemplo de Trist, pero puede argilirse que la epoca y las frfas comunicaciones exigfan un mayor ejercicio

Thoreau era audaz en sus expresiones: "No es demasiado pronto para que el hombre honesto se rebele y haga una re­ vol ucion." Trist era audaz en obras. El pago por su descontento foe desigual. Thoreau fue incomodado por el encarcela­ miento de una noche, justificado por su mediaci6n en la desobediencia. Ello ha conmovido a una rribu de inspirados bus­ caplei tos, incluyendo a Leon Tolstoi, Emma Goldman, Mahatma Gandhi y Martin Luther King. El ensayo de Tho­ reau conserva hasta estos dias un sitio res­ petado en el canon esradunidense.I'"

Trist se convirti6 en paria. Fue arres­ tado en la ciudad de Mexico porel ge­ neral Butler en marzo de 1848 por no obedecer la orden de dejar la capital dada por Buchanan. Aquel orden6 a Trist hacer sus maletas y parrir rumba a Washington. Una helada recepci6n lo esperaba.81 Polk decret6 que Trist no recibiera ning6n sala­ rio posterior a la fecha en que recibi6 su

CONSIDERACIONES FINALES

accidental a un Senado insatisfecho".78 Un agitado parlamento mexicano acepto el trarado en mayo, eras feroces debates: la Camara de Diputados con un voto de 51 a 3 5, el Senado par 3 3 a cuatro. 79 Las cro­ pas estadunidenses salieron de la ciudad de Mexico en junio.

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65 LA GUERRA CON MEXICO Y LOS DISIDENTES ESTADUNIDENSES

84 Robinson, View, 1989, p. 2; Rivers, United States, 1913, vol. II, p. 647; Castillo, Treaty, 1990, pp. 49­51.

85 Scott, Memoirs, 1864, vol. II, pp. 581­582.

Este ultimo argumento no tuvo se­ guimiento. Era facil de asestar, pero diffcil de probar. Tarnbien, como decfan las vfc­ timas a las que se destinaba, erraba el blanco en una democracia, aun en una democracia en guerra. Las evidencias de fuentes mexicanas nunca corroboraron la acusaci6n. Mariano Otero, de la Camara de Diputados, cit6 ciertamente a los whigs y al disentimiento de Nueva Inglaterra en 1848 como una raz6n para perseverar. Esperaba que el cansancio de Escados U nidos por la guerra, combinado con una resistencia de guerrillas, podfa producir mejores condiciones para Mexico. Pero esre punto de vista no era cornpartido por muchos de sus camaradas. El fue uno de solo cuatro diputados que votaron a favor de continuar la guerra. Manuel Crescencio Rej6n, otro diputado, mencion6 la irregu­ laridad del estarusde Trist como una ra­ z6n para rechazar el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Pero esra preocupaci6n era tec­ nica. No tenfa relaci6n con el deseo de Trist ­desconocido para Rej6n­: que M~­ xico debfa continuar como una entidad separada de Estados U nidos. La verdadera base para el rechazo de Rej6n al tratado tenfa que ver con el nublado futuro polf­ tico­econ6mico de Mexico. Le preocupa­ ba tarnbien el destino de los ciudadanos abandonados encre genre con prejuicios raciales: "Los estadunidenses nos odian.''84

La derrota infligi6 una crisis de con­ fianza a la elite polftica de Mexico, subra­ yada por una oferta en 1848 para ungir a Scott If der nacional. 85 La inestabilidad entorpeci6 el campo polftico durance de-

82 Scott, Memoirs, 1864, vol. II, p. 580; Fleming, "Nicholas", 1998, p. 84; Merk, Manifest, 1963, p. 184, rnirn. 5; Brent, "Nicholas", 1950, pp. 238, 243­246, 248.

83 Donald, Lincoln, 1995, pp. 128, 133, 40, 226; Cuarto debate Lincoln­Douglas, 18 de septiembre de 1858 en Fehrenbacher, Abraham, 1989, pp. 636­ 684; entrada del 6 de abril de 1847 en Quaife, Diary, 1910, vol. n, pp. 457­459; Niven,]ohn, 1988, p. 309; Wiltse,John, 1968, p. 319.

de intereses, se pagaron en 1871: 14 600 d6lares. Por orden del senador Simon Ca­ meron (republicano, de Pensilvania), Grant tambien nombr6 a Trist director general de Correos en Alexandria, Virgi­ nia. Pasaba entonces de los 70 afios. Su muerte en 1874 fue poco comentada.82

Las sanciones entre los extremos de Thoreau y Trist se impusieron a los im­ pugnadores de la guerra. Todos ellos tu­ vieron que soportar acusaciones de des­ lealtad. Los halcones de guerra whig de Illinois estaban furiosos contra Lincoln. Las interrogantes sobre su patriotismo lo persiguieron durance afios despues de la guerra. Stephen Douglas lo acus6 en la ca­ rrera por el Senado en 1858 de no apoyar a su pais durance una ernergencia ­el con­ sentir en retener abastos de los soldados en el frence. Polk qued6 convencido de que Calhoun era antipatriotico y lo obsta­ culizaba en el Partido Dem6crata. Este desahucio termin6 para siempre con sus oporcunidades presidenciales, al tiempo que alentaba SU idea rornantica de encon­ trar un partido polf tico surefio capaz de defenderlo y llevarlo a la Casa Blanca. En lo que respecta a genre como Gallatin, Giddings, Webster y Hale, fueron rutina­ riamente acusados de prolongar la guerra alentando la resistencia mexicana, que confiaba en hacer tropezar las determina­ ciones de Estados Unidos.83

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ry, 18 de febrero de 1847; Discurso en respuesra a Thomas H. Benton sabre la guerra con Mexico, 24 de febrero de 1847 en Wilson y Cook, Papers, 1998, vol. XXJV, pp. 42­44, 164­165, 195­210.

87 Schoultz, Beneath, 1998, p. 38.

las whigs y los dem6cratas antiesclavistas fundaron el partido Tierra Libre (Free Soil Party); esto condujo al Partido Republi­ cano a tener su base en el Norte. El Sur permaneci6 siendo predominantemente dernocrarico.

Calhoun muri6, al tiempo que Henry Clay conjuraba el Compromiso de 1850. Este admitfa a California como estado Ii­ bre, pero retrasaba las decisiones sabre la esclavitud en cualquier parte del territo­ rio cedido par Mexico, y permitfa leyes sabre esclavos fugitives mas esrricras. Mas tarde, el decreto Kansas­Nebraska de 1854 permitio que los colonos decidieran por ellos mismos ­soberanfa popular­ si se permit.fa la esclavitud al norte de la lfnea establecida par el Compromise de Missouri de 1820. La violencia invadio Kansas. Los border ruffians (rufianes fron­ terizos) atacaron Lawrence en mayo de 1856. La banda de John Brown tom6 re­ presalias contra las duefios de esclavos a lo largo del Pottawatomie Creek. Los desor­ denes empeoraron. La "sangranre Kansas" no entr6 a la Union hasta enero de 1861. U nos meses mas tarde el fuerte Sumter, en la bahfa de Charleston, fue bornbar­ deado por secesionistas del Sur y obligado a rendirse. Hacienda eco del temor de Giddings en 1846 sabre el destino de la beligerancia de Estados Unidos, Grant escribio tras el fratricidio de 1861­1865: "La rebeli6n del Sur fue en mucho el producto de la guerra con Mexico. Las naciones, como los individuos, son casti­ gadas por sus transgresiones. "87

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86 Calhoun a Anna Maria Calhoun Clemson, 27 de diciembre de 1846; Calhoun a Sarah Mytton Mau­

cadas. Un levantamiento de campesinos indigenas sacudio la peninsula de Yucatan inmediatamente despues de la guerra. Liberales y tradicionalistas intercambiaron recriminaciones. Cada faccion acus6 a la otra por la carencia de preparaci6n militar en 1846. El jactancioso Santa Anna volvi6 al poder como "dictador perpetuo" en 1853; fue depuesto en 1857. Benito Jua­ rez y sus asociados redactaron una consti­ tucion liberal en 18 5 7, en la que se re­ ducfan los privilegios de la Iglesia y del ejerciro. Le siguieron acciones conserva­ doras. Esto precipit6 una guerra civil en 1858­1861. Triunf6 Juarez. Pero fraca­ saron mayores intentos de reforma. Mas adelante Dfaz estableci6 un periodo de gobiemo de hierro. Las desigualdades que produjo dieron pie a una nueva ronda de amargura: la revoluci6n de 1910. En el Interin, el fracaso de Gran Bretana coma protector distante impuls6 a las gobiemos mexicanos a buscar en otra pane una ga­ ranrfa contra Estados Unidos. Napoleon III present6 el interes de Francia en 1864 en la persona de Fernando Maximiliano. En 191 7 Alemania inrento obtener algo del resentimiento mexicano: la mala ju­ gada de Zimmerman.

En lo que respecta a Estados U nidos, la guerra dividi6 al pafs en dos zonas ais­ ladas: Norte y Sur. Calhoun desesperaba en 1847 de que, por primera vez desde su ingreso a la vida piiblica, no podfa imaginar mejores tiempos en el futuro: "[La guerra] ha tendido una cortina entre el presente y el fururo, que me es impene­ trable." Solo sabfa que los ejercitos de Es­ tados U nidos estaban obteniendo una portentosa victoria. 86 u n afio mas tarde

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XXI, nada semejante a la confianza de Trist ha sido validado: "La incorporaci6n va a suceder [. . .]No tengo duda." Un re­ gimen de mediana urilidad econ6mica (TLC) y las inmigrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos creyeron en esa profecfa.

88 Richards, Life, 1986, p. 186. 89 Reporte sobre un viaje a America del Sur, 29

de marzo de 1850, p. 5, caja 18, Archive George Kennan Papers, Princeton University.

Para Kennan, las neurosis y debilida­ des resultantes explicaban los defectos politicos congenitos de Mexico. Estos, a su vez, disminufan la probabilidad de una intimidad angloamericana con este pafs. 89

Ciertamente, hacia principios del siglo

He aquf la verdadera ilusrracion de cnrnenes de los padres infligidos a su progenie; pues, a medida que los espafioles se unfan en ma­ trimonio con escos pueblos nativos a quienes se habfa interrumpido tan brutalmente el curso de su historia, tenian que compartir las heridas y debilidades que ellos mismos habfan infligido.

A lo largo de la historia entre Mexico y Estados Unidos, la culpa y el remordi­ miento en esre ultimo pafs han propicia­ do un tipo sernejante a Giddings, coma cuando en las afios 1960 el senador Ro­ bert Kennedy calific6 la guerra con Me­ xico como una desgracia. 88 Sin embargo, esos sentimientos nunca se ban traducido en llamados para una retrocesi6n de las tierras tomadas en 1848.

La tenacidad de las categorfas racistas de pensamiento y condescendencia ban sido tarnbien notables. Calhoun y Trist, extrafiarnenre cruciales para la preserva­ ci6n de Mexico, hubiesen comprendido las reflexiones de George Kennan en 1950. Este arquitecto de la primera polf­ tica de la guerra frfa atribufa las desventu­ ras de Mexico a su mezcla racial, una mez­ colanza de espafioles conquistadores y nativos traumatizados:

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