Schiller y Las Consecuencias de Su Teoría Del Arte
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Juan Pablo Mellado Ledo
Profesor: Fernando Huesca
Trabajo final
Schiller y los problemas de sus propuestas artístico-morales
Las tesis de Kant redujeron el campo de acción a los límites de la razón y el código
moral, eso implicaba hacer de lado el papel de las partes subjetivas de la mente, mas no
por ser consideradas inexistentes, sino cómo menos importantes al momento de hacer
un análisis filosófico, pues difícilmente se podría llegar a resultados concretos sobre la
cultura y el hombre. Para el romanticismo, esa imposición de la razón provocaría
enormes disgustos e inconformidades respecto a la filosofía hecha desde Kant hasta su
tiempo, pues la influencia kantiana había provocado una división entre una parte
racional y una subjetividad, concentrando la atención sólo en la prima; los poetas, los
artistas, buscaron, entonces, volver a traer a flote la parte faltante, desdeñada, del ser
humano, por el simple motivo de encontrarse en ella temas como la vinculación mundo
y hombre, sensibilidad y educación, política y arte. Así, pues, la razón, coronada como
diosa, comenzaba a parecer sospechosamente peligrosa por el rumbo al cual se había
dirigido la revolución francesa, el cual había sido la tiranía y la muerte; si alguna vez
fueron defendidos los progresos de este impulso racionalista, los mismos pensadores,
quienes estaban de su lado, comenzaban a renegar de ella, como lo haría Göthe,
advirtiendo de ello en sus escritos de madurez. Efecto, las consecuencias habían llegado
a trastocar tanto los ámbitos del individuo y la sociedad, obligando con ello a replantear
los fundamentos con los cuales habían sido definidos o con los cuales su relación había
sido justificada, pues a pesar de haber dado Kant una buena explicación entre el puente
de la razón y la práctica, ésta quedaba en un mero impulso que no midió las
consecuencias, es decir, dejaba un sentimiento de insatisfacción en los nuevos
pensadores de la época.
Así pues, la época romántica, puede denominarse una reacción contra la razón
kantiana, pero, más allá de eso, es un replanteamiento ontológico del hombre de su
propia condición en el estado y la naturaleza, el cual buscaba poner en relieve la
importancia de la subjetividad humana. Schiller, uno de los primeros en plantear esta
posibilidad de reconstrucción, concentraría su atención en el arte y la fuerza de éste para
influenciar dentro de los ámbitos sociales; sobresaltando sobre todo su papel en la moral
y la educación, cuya finalidad era esta última, pues si ésta era quien les había enseñado
a confiar en la razón, debía ser también quien les enseñara a mirarla con reojo. No
obstante, se necesitaba primero una reconstrucción de la moral, pues un replanteamiento
de la educación implicaba necesariamente un replanteamiento de las leyes del
comportamiento, para pasar finalmente a las del estado. Mi trabajo buscará exponer las
ventajas y desventajas de esta propuesta schilleriana, así como hallar una posible
aplicación o caducidad de la misma en nuestra época.
La propuesta ética de Schiller
En su primera carta Schiller señala un acuerdo inconsciente entre hombres que
siempre ha estado ahí con respecto a quienes discuten las ideas kantianas, eso significa
la presencia de polémicas encerradas en círculos, así como una ignorancia de su propio
comportamiento y, por ende, una ceguera ante la consecuencia de sus propias disputas,
a saber, la de reducir la fugacidad del mundo, el transcurrir natural, el dinamismo social
y cualquier otro problema filosófico planteado por ellos a una simple algarabía. El
siguiente paso para Schiller es encontrar una forma de expresar la vitalidad de las
referencias encerradas en los conceptos y cambiar la actitud, caracterizada por una
apatía hacia los usos y costumbres de la época, de quienes los postulan. Entonces, el
problema que Schiller tiene con estos debates, es haberlos reducido a los ámbitos
intelectuales, dejando de lado la necesidad de vincularlos con los problemas sociales,
además de apoyar únicamente al arte igualmente apático. El valor, en consecuencia para
Schiller, de los postulados y la creación artística sólo tenían valor si reflejaban una
vinculación directa con la naturaleza y la sociedad.
Otras implicaciones de los postulados de la época, es haber permitido
comportamientos sustentados en la razón, pero sin estudiar a fondo, en la sociedad
misma, sus fundamentos morales, cuando partiendo de tales principios es como se
debería de fundamentar el comportamiento político. De este modo resultan estas leyes
demasiado insuficientes, al presuponerlas incapaces de ser alteradas en el transcurrir del
tiempo, implicaría también dar por hecho que la subjetividad es necesariamente la
misma poder aplicarlas a cada sujeto del mismo modo.
La revolución francesa también mostró que las intenciones de la razón eran
buenas, sin embargo buscaban el equilibrio en los medios de producción y en la técnica,
el cual era básicamente la economía del país. En contra posición a esto, Schiller propone
no concentrarse sólo en los problemas administrativos, ni menos aún creerlos únicos,
sino integrar con ellos el estudio de la parte moral, pues en realidad cada decisión
política, a pesar de estar justificada por la razón, lleva consigo una cuestión ética. No se
puede, empero, comenzar a estudiar únicamente dicha vinculación, pues eso implicaría
estudiar el comportamiento después de haberse manifestado, es decir, cuando ya es
imposible impedir sus consecuencias. Entonces, debemos rastrear el origen de las
acciones mismas, a saber, la educación por la cual le fueron implantados al sujeto sus
pensamientos morales. Más aún, se tendría también que señalar el medio y el modo con
el cual deberían ser transmitidos, para así hacer consciente al hombre de su propia
naturaleza en el estado y librarlo de su apatía, es decir, comprometerlo con el desarrollo
de su época.
Una vez concentrados en la educación, nuestro camino señala la importancia de
intentar erradicar sus defectos, planteando con ello nuevas reglas con las cuales
desaparezcan la apatía, (Verwildung) ya antes señalada, y el salvajismo (Erschlaffung)
de la época misma. Todo, tengo que señalar, en Schiller se resume en un problema de
actitud de los intelectuales de la época, pues cuando señala lo repulsivo “de la imagen
de su postración”, (Anblick der Schlaffheit), la última palabra en alemán, Schlaffheit,
coincide etimológicamente con otra, Erschlaffung: entonces, ambas palabras, me
aventuraría a señalar, tienen la intención de reflejar lo dañino de ambas conductas, en
especial, en los intelectuales, los cuales estarían promoviendo un arte sin hacer caso de
sus implicaciones morales, por lo cual el salvajismo, presente en la época, no tendría su
origen en ciudadanos comunes, sino en quienes son los encargados de analizar, crear y
difundir ideas. Así, el problema de la educación radicaría en cambiar la actitud salvaje
de los intelectuales, ¿cómo?, exponiéndoles los parámetros morales perdidos por la
devoción a la razón kantiana, a saber, aquellos en los cuales la sensibilidad se incluía
como parte importante de la educación.
Es en este último punto quería llegar Schiller cuando zarpó su barco filosófico,
es decir, a donde acentúa la importancia del arte, pues este tiene necesariamente
influencia en la conducta y en los valores de la sociedad. En efecto, el problema del arte
en Schiller no es si tiene o no un papel moral, pues éste ya se da por hecho su filosofía,
sino, tomando en cuenta el presupuesto, en establecer reglas o principios éticos, tal vez
también políticos, para no tener un efecto negativo por parte de la actividad artística.
Sin embargo, sólo se establece una relación ético-social en las obras de los artistas, mas
no la intención de aquellos de colocar un mensaje moral, como en las fabulas de La
Fontaine; es decir, toda pieza, lo quiera o no el artista, tiene una reacción positiva o
negativa sobre la ideologías con las cuales se conduce a sí misma la sociedad. Creer lo
contrario, en efecto, es para Schiller pecar de ingenuidad; por lo tanto, todos aquellos
artistas de su época, y la nuestra, al intentar crear arte por el arte, se estaban
aventurando a realizar una tarea imposible; pues de algún modo las personas lo
vincularían con ellos mismos.
Mas como estaba diciendo, podemos señalar en Schiller dos principios, -
deducidos por lo señalado en el último párrafo- necesarios para considerar al arte cómo
tal: el primero, todo obra debe contener un mensaje moral, entendiendo a éste cómo
reglas de conducta para con el bienestar de la sociedad; el segundo, debe de existir un
compromiso con la época en cada ciudadano, pero éste debe existir primero en el artista
y en los intelectuales, quienes distribuyen sus obras. Ahora bien, no profundizaré en los
detalles de qué Schiller considera un adecuado mensaje moral, baste recordarlo como
una reducción del papel del arte, como un medio pedagógico; lo realmente importante
para mí son las consecuencias de hacer un arte comprometido a seguir reglas morales
establecidas incluso por externos a su a los autores de su creación, ósea, por no artistas.
Partamos ahora del propio desarrollo histórico, el cual definiremos aquí, cómo el
pasó interconectado entre épocas, quiero señalar con esto que todo periodo de la
biografía humana es el sucesor de uno anterior y es también el antecedente del cual le
procede. Esto implica que no hay incisiones o rupturas ideológicas completas, así como
una apareciendo aislada de otra. Entiendo aquí también por ideología el conjunto de
reglas morales o políticas por las cuales las personas se conducen a sí mismas, las cuales
serían conscientes o inconscientes y presentes en cada persona sin excepción alguna,
siendo ésta parte una diferencia entre Marx y yo. Una vez aclarado esto -y teniéndolo
presente-, aparece el primer cuestionamiento a la teoría de Schiller, a saber, “el
establecer reglas morales” para una época distinta a la creada por los griegos, como lo
pretendería en la Sexta Carta. Pero más allá de cual sea la época a la cual se diferencia,
ya sea la schilleriana, ya sea la nuestra, se debe notar el hecho de que existe tal
diferencia; por lo cual no se puede intentar recuperar las ideologías de una parte de la
historia para introducirlas en otra, incluso con la ayuda del arte. Pues si bien los griegos
tenían una importante relación individual con el todo, ellos y la naturaleza, de la cual
entraban y salían, era porque ya existía en sí una vinculación entre ambos. No obstante,
eso no implica su desaparición, sino una presencia menguada de ella en nuestra época y
en la suya: por otro lado, en el tiempo de Schiller, las personas estaban más unidas a la
idea de revolución, presente en la actitud de los intelectuales, que en la naturaleza: en
nuestra época la cercanía se acentúa en la técnica, cuya vinculación se refleja en los
artistas contemporáneos, como en Carlos Cruz-Diez. Entonces, si la intención de
Schiller es establecer reglas o principios, los cuales provengan o se fundamenten en
ideologías anteriores, sería casi inútil pues esas estarían fundamentadas en otra
vinculación.
Esto nos lleva al problema de las revoluciones artísticas, pues Schiller mismo no
se pudo escapar del espíritu de época; éstas, igual a él, buscan establecer nuevos
principios, diferenciados de los anteriores a ellos, con los cuales puedan crear arte. La
diferencia estriba, claro está, en la definición de arte a la cual se piensa llegar, mas la
finalidad es siempre romper con los cánones artísticos establecidos por la academia, la
cual está conformada en parte por quienes fueron parte de la revolución anterior. Esto,
implica, de algún modo, el riesgo de que todo nuevo estilo de literatura, innovador en
una época, sea el modelo canónico de la academia a imitar por las generaciones
siguientes, quienes le irán atribuyendo reglas necesarias para llegar a la conformación
de una receta artística, después pasarían poco a poco de ser principios a leyes capaces de
limitar la creatividad artística. Así, por ejemplo, de la innovación de la literatura, y del
arte en general, que parte del pensamiento kantiano, el arte ilustrado y de la revolución
del renacimiento que buscaba romper con las ideas del medievo, se extrajeron la idea
del “autor” y de “belleza”, entre muchas otras, las cuales las vanguardias del siglo XX
intentaron erradicar. Incluso, se podría señalar en Schiller, como característica que
revela la presencia de este círculo en su pensamiento, su intento de quitar la atención
sólo en la razón para enfocarla a un balance entre ella y la sensibilidad; pero después,
esta nueva libertad propuesta por Schiller se convirtió en el nuevo modelo de la
academia, la cual limitaba la interpretación de los textos a la búsqueda de un mensaje
moral y a la condenación de quienes no lo tuviera.
Así, el fenómeno rastreado por Paul Ricoeur, en el cual los escritores buscaban
crear novelas lo más parecidas a la realidad, como Stevenson en Treasure Island
creando una pseudobiografía, todo con la intención de reflejar partes del ambiente
invisible a los ojos del lector por la falta de atención de este último a su propio
ambiente. Esto es, en efecto, la intención de Schiller de hacer conscientes de su propia
época a las personas por medio del arte. Lamentablemente, por el éxito de esta nueva
propuesta, culminaría con los principios brutales del realismo de Zola, el cual Oscar
Wilde criticaría con gran fuerza en su the Decay of lying, texto en dónde se defendería
la importancia de la ficción para la creación artística y como mejor medio exponer la
realidad.
Ante está continua creación de revoluciones artística, ya sea de recuperación o
perdida, así como innovación de principios para con las obras, resulta inútil la intención
de crear reglas para la posteridad que fuesen siempre las mismas, pues estás serán
reconstruidas, aniquiladas o mutiladas para cumplir con las intenciones artísticas de las
nuevas generaciones, lo cual implica que no serían las reglas anteriormente propuestas,
sino otras creadas a partir de ellas. No obstante, Schiller planeaba que su propuesta
pudiera ser cumplida en un periodo largo de tiempo y no necesariamente en su época,
pero ese es también un problema, pues sus propuestas mudarían o estorbarían en una
época distinta en la cual fueron concebidas.
En conclusión, diría estar de acuerdo en Schiller en la necesidad de crear un arte
el cual sea capaz de comprometer con su época a su lector o espectador. Pues de alguna
forma la academia, al defender las ideas de las revoluciones artísticas de su época, se
están encapsulando en sus propias propuestas, las cuales cumplieron con dar un arte,
(sin entrar en detalles de calidad), representativo de su tiempo; mismo que comienza a
ser insuficiente ante el necesario transcurso de la historia, es decir, deja de ser parte del
interés de la época que lo está precediendo. No obstante, si las propuestas presentes en
los nuevos periodos de tiempo llegan a tener éxito, ya sea completa o parcialmente,
como la de Schiller, terminan por ser el remplazo de la academia a la cual criticaban; así
pues, la propuesta schilleriana debía ser necesariamente puesta en duda, recuperando y
transformando las partes de las cuales estaba conformada. Por lo tanto, se puede decir
ahora, el pensamiento de Schiller sólo tiene validez parcialmente, pues de alguna forma
el arte puede hacer conscientes y comprometer con su época al artista y al receptor de la
obra de todo tiempo, pero no de la misma manera.
Bibliografía
Schiller, F., Cartas sobre la Educación Estética del Hombre, Anthropos, España: 1990.
Daniela Franco y Carlos Cruz-Diez (entrevista), Cómo salir de un pozo, Letras Libres (Versión online) Diciembre 2014.