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Sara Emilia Mata Doctora en Historia por la Universidad Nacional de La Plata. Investigadora indepen- diente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Directora del Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA); directora de la revista ANDES: Antropología e Historia y profesora titular de Historia argentina en la Universidad Nacional de Salta. Ha compilado varios libros y ha publicado numerosos artículos científicos en libros y revistas sobre historia colonial y los últimos años sobre la revolución y la guerra de Independencia en Salta y el Alto Perú. Autora, entre otros títulos, de Tierra y poder en Salta. El noro- este argentino en vísperas de la independencia, Diputación de Sevilla, 2000, y Los gauchos de Güemes. Guerra de Independencia y conflicto social, Sudamericana, Buenos Aires, 2008. Resumen Con la muerte de Martín Miguel de Güemes en junio de 1821 y la firma de un armisticio entre las fuerzas realistas comandadas por Antonio de Olañeta y los miembros de la elite opositores a Güemes, se inicia en la provincia de Salta un proceso de extrema conflictividad cuyos principales protagonistas serán los hombres movilizados en la lucha sostenida contra las fuerzas realistas a partir de 1814 en la provin- cia. Estos años difíciles serán analizados desde una doble perspectiva que atienda tanto a las relaciones políticas y de poder con Buenos Aires y las provincias y estados vecinos, como a las motivaciones de los sectores subalternos y las aspiraciones políticas de los líderes políticos que intermediaban las relaciones de poder entre ellos con la elite salteña. Fecha de recepción: mayo de 2012 Fecha de aceptación: enero de 2013 Palabras clave: Insurgencia; conflicto social; poder; milicias; liderazgos.

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Sara Emilia Mata

Doctora en Historia por la Universidad Nacional de La Plata. Investigadora indepen-diente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Directoradel Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA); directora de larevista ANDES: Antropología e Historia y profesora titular de Historia argentina en la UniversidadNacional de Salta. Ha compilado varios libros y ha publicado numerosos artículos científicos enlibros y revistas sobre historia colonial y los últimos años sobre la revolución y la guerra deIndependencia en Salta y el Alto Perú. Autora, entre otros títulos, de Tierra y poder en Salta. El noro-este argentino en vísperas de la independencia, Diputación de Sevilla, 2000, y Los gauchos de Güemes. Guerrade Independencia y conflicto social, Sudamericana, Buenos Aires, 2008.

Resumen

Con la muerte de Martín Miguel de Güemesen junio de 1821 y la firma de un armisticioentre las fuerzas realistas comandadas porAntonio de Olañeta y los miembros de la eliteopositores a Güemes, se inicia en la provincia deSalta un proceso de extrema conflictividad cuyosprincipales protagonistas serán los hombresmovilizados en la lucha sostenida contra lasfuerzas realistas a partir de 1814 en la provin-

cia. Estos años difíciles serán analizados desdeuna doble perspectiva que atienda tanto a lasrelaciones políticas y de poder con Buenos Airesy las provincias y estados vecinos, como a lasmotivaciones de los sectores subalternos y lasaspiraciones políticas de los líderes políticos queintermediaban las relaciones de poder entre elloscon la elite salteña.

Fecha de recepción:mayo de 2012

Fecha de aceptación:enero de 2013

Palabras clave:Insurgencia; conflicto social; poder; milicias; liderazgos.

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Doctorate in History from the Universidad Nacional de La Plata. She is an independent resear-cher at the CONICET. She is also the director of the Centro Promocional de Investigaciones enHistoria y Antropología (CEPIHA) and the director of the journal ANDES: Antropología e Historia,and a tenured professor of Argentinian History at the Universidad Nacional de Salta. Mata has com-piled several books and published numerous scientific articles in books and journals on colonialhistory, and in recent years on the revolution and the war of independence in Salta and Alto Peru,now Bolivia. She is the author, among other works, Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino envísperas de la independencia, Diputación de Sevilla, 2000 and Los gauchos de Güemes. Guerra deIndependencia y conflicto social, Sudamericana, Buenos Aires, 2008.

Abstract

Following the death of Martín Miguel deGüemes in June 1821 and the signing of anarmistice between the royalist forces led byAntonio de Olañeta and the members of theelite opposing Güemes, a process of extremeconflict began in the Province of Salta, whosemain players were the men mobilized in theregion in the protracted struggle against theroyalist forces from 1814 onwards. Those diffi-

cult years will be analyzed from a double pers-pective that addresses both the political andpower relations with Buenos Aires and theneighboring provinces and states, and the moti-vations of the subaltern sectors and politicalaspirations of the political leaders who acted asintermediaries for the power relations betweenthemselves and the Salta elite.

Final submission:May 2012

Acceptance:January 2013

Key words: Insurgency; social conflict; power; militias; leaderships.

Conflict and Violence in Times of Crisis: Salta (Argentina) in the Early Decades

of the 19th Century

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Secuencia [33] núm. 90, septiembre-diciembre 2014

Conflicto y violencia en tiempos de crisis.Salta (Argentina) en las primeras décadas

del siglo XIX*

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...la práctica del caudillismo y su relacióncon la formación del Estado –en Perú yen toda América hispana– sólo puedeentenderse a través de un análisis cuida-doso de la voluntad y los esfuerzos políti-cos de las clases bajas y de sus relacionescon los movimientos políticos regionales ynacionales (Walker, 1999, p. 16).

INTRODUCCIÓN

La crisis de la monarquía española y lainvasión napoleónica a España de-sencadenó, tanto en la península

como en los territorios hispanocolonia-les, un proceso político y militar que pro-pició la ruptura del vínculo colonial y laformación a lo largo del siglo XIX de nue-vos Estados envueltos en la inestabilidad yla violencia política. En América del Sur,

la guerra persistió más de dos décadas, ysu finalización inauguró un proceso de ex-trema conflictividad en la cual sus princi-pales protagonistas serán los hombresmovilizados en la lucha sostenida contralas fuerzas realistas.

Estos años difíciles fueron interpre-tados por la historiografía de fines del si-glo XIX como consecuencia lógica deldesorden social generado por la guerra ylas pasiones políticas de caudillos localesque atentaban contra las posibilidades delograr la tan ansiada organización “nacio-nal” de los nuevos Estados resultantes dela guerra. Frente a estas interpretacionescanónicas es importante analizar esa con-flictividad política observando la partici-pación en ella de amplios sectores socialesy su incidencia en la formación de losEstados nacionales.1

* Esta investigación forma parte del Proyecto PIP

CONICET 0227 y CIUNSa 1893. Una versión prelimi-nar fue presentada en el VIII Congreso de Etnohisto-ria. La Etnohistoria más allá de las Etnias, celebradoen Sucre (Bolivia) en el mes de Junio de 2011. Agra-dezco los comentarios realizados en esa oportunidadpor Rossana Barragán, Ana Inés Punta y SinclairThompson y a los efectuados luego por los evaluado-res anónimos de la revista.

1 En el área andina los estudios sobre la conflicti-vidad política han analizado preferentemente la difícilrelación entre las comunidades indígenas y las nuevasfuerzas políticas que buscaban consolidar un poderestatal. La bibliografía sobre esta problemática es muyamplia, entre ella merecen señalarse los aportes deFisher (2004); Aguirre y Walker (1990); Platt (1990);Larson (2002); Pérez (2003); Irurozqui (2003); Iru-rozqui (2000); Méndez (2005); Escobar Ohmstede yFalcón (2002). Florencia Mallon ha realizado un inte-resante estudio comparativo entre México y Perú

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En esta oportunidad intentaremosabordar la violencia política y social quetuvo lugar en la provincia de Salta al con-cluir la guerra sostenida contra los realis-tas entre los años 1812 y 1821. Si bientanto la historiografía argentina como laboliviana han presentado el proceso deindependencia fragmentando la jurisdic-ción de Charcas de las Provincias Unidasdel Río de la Plata, y por ende de la pro-vincia de Salta, es preciso recuperar la uni-dad de un espacio que no sólo compartíaen la colonia fuertes intereses económicos yestrechos lazos familiares, sino que, luegode creada la Junta de Gobierno en BuenosAires, enfrentó una tenaz resistencia a lasfuerzas realistas. La insurrección social yla movilización que animó y sostuvo conéxito esa resistencia en Salta se inscribecon caracteres propios en el contexto dela guerra altoperuana cuyo escenario fue,durante más de una década, además de lasjurisdicciones de Salta y Jujuy, las de Tari-ja, Tupiza, Oruro y Cochabamba.2 La gue-rra en Salta y Jujuy concluyó en 1821,unos años antes de que en el Alto Perú,con la muerte de Martín Miguel de Güe-mes, gobernador de la provincia y jefe dela resistencia militar a las avanzadas realis-tas desde 1814. A partir de ese momentolas guerrillas altoperuanas perdieron la

vinculación que, en tiempos de Güemes,poseían con la provincia de Salta, y se pos-tergó la organización de fuerzas militarespara avanzar sobre el Alto Perú con el finde prestar apoyo a San Martín en Perú(Mata de López, 2008, pp. 200-201).

La paz social, a la que aspiraban quie-nes propiciaron la muerte de Güemes yla firma del armisticio con los realistas en1821, sería difícil de alcanzar, ya que noresultaría sencillo desmovilizar a los hom-bres armados que integraban las milicias,problema este, por otra parte, presente entodos los territorios de la América del Surpertenecientes a la monarquía española,una vez finalizada la guerra (Lofstron,1983; Bravo, 2008; Meisel, 2000).

Por el contrario, las milicias serán pro-tagonistas de varias asonadas militares enel contexto de una descarnada lucha por elpoder político y militar. Abordar estos mo-mentos de crisis y conflicto presupone in-dagar en torno a las alianzas, negociacionesy motivaciones de quienes participaron eimpulsaron estas asonadas militares a finde intentar comprender la compleja heren-cia social y política legada por el procesode independencia luego de una década demovilización militar. Las disputas faccio-sas de la elite y sus lineamientos, alianzasy enfrentamientos políticos con los gober-nadores de las provincias vecinas enfren-tando la pulverización del poder centra-lizado en Buenos Aires,3 atentarán contra

(Mallon, 2003). En la argentina los estudios sobre lasluchas políticas y la participación en ella de ampliossectores sociales han revisado el concepto de caudillocomo categoría analítica y su aplicación en la conflic-tividad política del siglo XIX, entre los últimos y másimportantes trabajos publicados podemos mencionara Goldman y Salvatore (1998); Fuente (2007); Frad-kin (2006); Di Meglio (2009) y Zubizarrieta (2011).

2 A los clásicos trabajos sobre las guerrillas alto-peruanas de Arnade (1964), Roca (1984) y Arze Agui-rre (1979) se han sumado, desde nuevas perspectivasteóricas, los importantes aportes de Soux (2010).

3 La crisis del Directorio en Buenos Aires, luegode la sanción de la Constitución de 1819 que esta-blecía un gobierno fuertemente centralizado y habi-litaba la posibilidad de una monarquía para lasProvincias Unidas del Río de la Plata, tuvo comodetonante a la sublevación del Ejercito Auxiliar delNorte en Arequito, provincia de Santa Fe, desplazadodesde Tucumán por orden del director supremo José

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el “orden social” anhelado, ya que una eliteenfrentada deberá negociar apoyo military político con los hombres movilizados ysus jefes.

Estas negociaciones no se encuentranexplicitadas y no existe, sobre el periodo,una literatura que nos advierta acerca delos términos de las mismas. Las fuentesson asimismo parcas en información, y fuepreciso recurrir a expedientes judiciales,archivos notariales, papeles de gobierno ycorrespondencia oficial y privada paraintentar reconstruir las redes relacionalesy las vinculaciones a diferentes proyectospolíticos. Mayor dificultad plantea, sinembargo, interpretar las prácticas polí-ticas de los sectores subalternos4 en razónde la opacidad de los datos con los cualescontamos y la diversidad étnica y culturalde los actores involucrados en un territo-rio extenso y fuertemente diferenciado. Seimpone así identificar a quienes detenta-ban el poder de las milicias, pues de ellosdependerá el éxito o el fracaso de las me-didas adoptadas con la finalidad de disci-plinarlas.

LOS HOMBRES SE MOVILIZAN. LA INSURRECCIÓN RURAL EN SALTA

Una de las primeras medidas adoptadaspor la Junta de Gobierno instalada enBuenos Aires en 1810 fue organizar unejército destinado a lograr el reconoci-miento a su autoridad en aquellas provin-cias que se manifestaban renuentes o fran-camente opositoras, tales son los casos delas ciudades del Alto Perú que, al conocerlas novedades de Buenos Aires, solicita-ron al virrey del Perú retornar a la juris-dicción de dicho virreinato. Ese ejércitocon el nombre de Auxiliar del Perú seincorporó a las milicias de Buenos Aires,organizadas en ocasión de la reconquista ypor ende mejor entrenadas (HalperinDonghi, 1978, p. 141), y en su tránsitohacia el Alto Perú requirió la incorpora-ción de hombres reclutados en las juris-dicciones de las ciudades del interior delvirreinato, entre ellas Salta y Jujuy. EnSalta, el ejército organizado por BuenosAires no logró una entusiasta adhesión enla población urbana y rural (Paz, 2000, t. 1, p. 79), más allá de la incorporación deun mayor número de hombres en las mili-cias regladas ya existentes5 y la creación

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Rondeau para enfrentar a Artigas y a las provincias dellitoral que resistían la invasión portuguesa en la BandaOriental del Uruguay con la finalidad de aplastar larebeldía de estas provincias a la autoridad de BuenosAires (Halperin Donghi, 1980, pp. 199-200).

4 Entendemos por subalternos a todos aquellossectores sociales que se encuentran excluidos de losgrupos de poder “expresado en términos de clase,casta, edad, género, ocupación o en cualquier otraforma”, los cuales poseen conciencia política y cuyoaccionar se inscribe en la dinámica política de la socie-dad en su conjunto. Tal como propone Ranajait Guha,interesa que la “subalternidad funcione como medidade valoración objetiva del papel de la elite así comode crítica a las interpretaciones elitistas de ese papel”(Guha, 1997, p. 24).

5 Las milicias regladas se establecieron en Salta en1803 de acuerdo al “Real Reglamento de MiliciasDisciplinadas de Infantería y Caballería del Virreinatode Buenos Aires”, sancionado en Buenos Aires en1801. El art. 8 establecía para la provincia de Salta unRegimiento de Caballería con “cuatro escuadronespara la defensa de su frontera, compuesto de la capi-tal y ciudad de Jujui con sus poblaciones dependien-tes y su fuerza será de mil doscientas plazas, con elnombre de Voluntarios de Caballería de Salta”.Estaban sujetos a su incorporación los hombres desdela edad de 16 hasta 45 años, exceptuándose a losdependientes de comercio y artesanos con el fin deno perjudicar la actividad económica local. Los mili-

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de nuevas milicias urbanas como los Cí-vicos, integradas por miembros de la elite,y la de Pardos y Morenos.

La leva con destino al ejército se eje-cutó mayoritariamente sobre aquellos con-siderados “vagos” o sin ocupación fija,hombres solteros y en la mayoría de loscasos considerados potencialmente “pe-ligrosos”, al igual que en otras jurisdic-ciones del ex virreinato (Mata de López,2009, pp. 283-284). La primera ocupaciónrealista en la ciudad, concretada en agostode 1812, puso de manifiesto la adhesióna la causa del rey presente en buena partedel vecindario “decente” de la ciudad y laindiferencia de la mayoría de la poblaciónrural y de la “plebe”6 urbana. La luchacontra la ocupación sólo fue alentada poralgunos pocos vecinos y por la elite revo-lucionaria exiliada en Tucumán, con elapoyo de algunos grupos milicianos de lafrontera y el valle de Lerma. Es posibleobservar en estos meses que duró la ocu-pación, y especialmente en la colabora-ción prestada por las milicias, la construc-ción de liderazgos que luego habrán degravitar en el proceso insurreccional que

protagonizará la población rural a partir de1814, y en particular desde 1815 con laconducción de Martín Miguel de Güemes.

En efecto, será durante el auxilio pres-tado al Ejército Auxiliar al mando de Ma-nuel Belgrano y en la posterior batallalibrada a las puertas de la ciudad de Saltay favorable a la causa de Buenos Aires enfebrero de 1813, cuando surgirán lideraz-gos políticos y militares que habrán demantener protagonismo en el transcursode la guerra y en los años que sucedierona esta. De cualquier modo, será en 1814,en el transcurso de la segunda ocupaciónrealista, que la estrategia de la guerra demontaña o “guerrilla” se implementaráen el territorio salteño por iniciativa y con-sejo de Manuel Dorrego, en esos momen-tos oficial del Ejército Auxiliar.7 Los res-ponsables de organizarlas serán MartínMiguel de Güemes, oficial del EjércitoAuxiliar, y Apolinario Saravia, capitán demilicias, ambos naturales de Salta.

La decisión de organizar el hostiga-miento al Ejército Real del Perú implicósimultáneamente la tarea de incitar a tra-vés de los jefes de las milicias de Salta laparticipación de los pobladores rurales,particularmente en el valle de Lerma y enla frontera sureste, próximos a la jurisdic-

cianos gozaban de fuero militar mientras estuvierande servicio activo.

6 El término “plebe” será empleado en el artícu-lo recuperando la denominación utilizada en las fuentes para referirse principalmente a las castas y enmenor medida a los indios y mestizos sin ocupacio-nes fijas y potencialmente peligrosas para el ordensocial. Si bien en la colonia se refería particularmentea la población urbana, fue también utilizada para des-calificar a los milicianos rurales al organizarse las mili-cias regladas en 1803. De allí la mención despectivade “plebe miliciana”, “plebe armada” o “plebe inso-lente” a la cual hacen referencia los miembros de laelite al denunciar los atropellos y excesos cometidospor estos hombres armados y protegidos por sus jefesy el fuero militar.

7 Oficio de José de San Martín a Manuel Dorregoy Oficio de Manuel Dorrego a José de San Martín.Ejército Auxiliar del Perú, 1814. Sala X-3.10.7.Archivo General de la Nación (AGN), Argentina.Sostenía Dorrego la inutilidad y riesgo que signifi-caría avanzar el Ejército Auxiliar en territorio salteño.Por el contrario consideraba más útil organizar conunos pocos milicianos a los paisanos de la campaña sal-teña y sorprender a las partidas realistas que se despla-zaban en búsqueda de ganado y bastimentos. De estamanera propuso una estrategia similar a la que esta-ban llevando a cabo las guerrillas en el Alto Perú.

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ción de Tucumán. El apoyo brindado porlos propietarios de tierras será importantepara sumar hombres a las milicias, espe-cialmente en la frontera donde se instalóla avanzada del Ejército Auxiliar al mandode Martín Miguel de Güemes. Los hom-bres fueron reunidos y convocados a par-tir de vínculos que incluían amistad ycompadrazgo así como probablementetambién coacción derivada de relacionesasimétricas. Fue sin embargo en el vallede Lerma donde la movilización militaradquiriría mayor relevancia, favorecidapor las incursiones realizadas por partidasrealistas con la finalidad de obtener gana-dos y bastimentos para la subsistencia delas tropas que ocupaban la ciudad. Lasprincipales víctimas de este saqueo y con-fiscación de ganados y víveres fueronarrenderos, agregados y medianos propie-tarios. Esta circunstancia fue hábilmenteaprovechada por algunos jefes de mili-cias y simpatizantes de la revolución parareunir hombres voluntarios dispuestos a sumarse a las milicias que operaban clandestinamente en el valle de Lerma,enfrentando con éxito a las partidas rea-listas, recuperando el ganado secuestradoy obligándolas a retornar a la ciudad deSalta. En efecto, los partes militares eleva-dos por el jefe de la milicia que operaba enel sur del valle de Lerma dan cuenta deesta enérgica participación campesina.8

El levantamiento de la población ruralcercó a la ciudad de Salta impidiendo suabastecimiento. Sin posibilidades para

mantenerse, el ejército realista se retiróhacia el Alto Perú, en tanto que MartínMiguel de Güemes, gracias a su habili-dad para negociar favores y protección conlos referentes locales que hacían posiblela movilización militar, construyó las basesde su poder político y militar (Mata deLópez, 2002, pp. 126-130). Para elloemprendió rápidamente y contrariandolas órdenes del general Rondeau, a cargodel Ejército Auxiliar y de las autoridadesde Buenos Aires, la organización de lasmilicias provinciales incluyendo entre susfilas sin ninguna diferenciación a escla-vos, mestizos, mulatos e indios. Los Escua-drones Gauchos,9 denominación que reci-bieron estas milicias provinciales, gozaronde fuero militar, y sus integrantes conta-ron con la protección de Güemes, quienintercedió frente a los propietarios rura-les para eximirlos del pago de arriendos yprestaciones de servicio. Se conservaronlas comandancias de frontera organizadasen el periodo colonial, con cuyos jefesGüemes mantuvo una relación no exentade conflictos, a la vez que procedió a orga-nizar cuerpos de línea en los cuales seincorporaron oficiales pertenecientes alEjército Auxiliar del Perú luego de serderrotado en noviembre de 1815 en SipeSipe.10

8 Oficio de Apolinario Saravia a San Martín,Guachipas, marzo 25 de 1814; Parte de Güemes aSan Martín, Campamento del Campo de Velarde ymarzo 29 de 1814; Oficio de San Martín al DirectorSupremo, Tucumán y abril 1 de 1814 (Güemes,1979, t. 2, pp. 91-95).

9 Los “paisanos en armas” fueron nombrados“gauchos” por José de San Martín al iniciarse la resis-tencia a las partidas realistas, probablemente por com-pararlos con los gauchos del litoral con quienes compartían las mismas habilidades ecuestres.

10 Las fuerzas militares organizadas por Güemesestaban compuestas por cuerpos militares propia-mente dichos, a saber, el de artillería y el de caballe-ría (Regimiento de Infernales, Partidas Veteranas,Coraceros, Partidas Auxiliares, Granaderos) y losescuadrones de gauchos pertenecientes a la jurisdic-ción de Salta, de la Frontera del Rosario, del Valle de

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Pero serán precisamente los Escuadro-nes Gauchos quienes tendrán un papelcentral en el enfrenamiento y rechazo delas invasiones realistas que se sucederánentre 1816 y 1822, ya que en 1818, sobreun total de 6 610 hombres, tan sólo 551pertenecían a los cuerpos de línea, mien-tras que los Escuadrones Gauchos suma-ban 4 888.11 De ellos, más de la mitadintegraban los Escuadrones del Valle deLerma, lo cual permite suponer que entreellos se encontraban hombres proceden-tes de otras jurisdicciones, incluyendoaltoperuanos que llegaron con el EjércitoAuxiliar en retirada en 1815.

En relación con esta movilizaciónrural, cuya finalidad fue contener y recha-zar las frecuentes ocupaciones realistas quehasta 1821 y 1822 sufriera la provincia,hemos sostenido la hipótesis de que lamisma expresó expectativas y reivindica-ciones sociales y económicas de la pobla-ción rural, entre ellas el interés por ocupartierras ignorando el derecho a la propiedady, por ende, las obligaciones con el pro-pietario. No resultará casual que en el vallede Lerma, donde a fines de la colonia elconflicto en torno a la tierra se manifestócon mayor intensidad, la movilización de-satada por la guerra de Independenciaderivase luego en una insurrección genera-lizada (Mata de López, 1999, pp. 155-156).Si bien en diferentes regiones del extensoterritorio provincial los intereses pudieronvariar, es indudable que la militarización yel goce del fuero militar permanente paralos milicianos resultaron para la elite pro-

pietaria un abierto desafío al “orden social”,agitando el temor a una “plebe” peligrosaque atentaba contra sus prerrogativas yprivilegios de clase.

A la importancia que tenía el acceso ala tierra entre las motivaciones que impul-saron la insurrección en el tiempo incor-porándola en la guerra de Independencia,es preciso considerar otros aspectos talescomo el reconocimiento social, las posi-bilidades de ascenso social y económico yfundamentalmente la experiencia vital deprotagonismo en el destino personal ycolectivo. Es conveniente asimismo pre-guntarse acerca de la relevancia que, enestos movimientos sociales, tuvieron losimaginarios andinos de retorno del Incaal poder, la manifiesta violencia hacia losespañoles y criollos identificados como los opresores y el sentimiento de pertenen-cia a una “patria” de la cual era posibleesperar el reconocimiento de derechos enrelación con el acceso a recursos (por ejem-plo la tierra), el goce de fueros y privile-gios o la abolición de impuestos o gabelasconsiderados injustos. Es decir, aspiracio-nes sociales y políticas que poco teníanque ver con las declaraciones políticas dela elite revolucionaria, y mucho menoscon los postulados liberales de la época.

El proceso revolucionario no sólo ofre-ció oportunidades individuales a sujetosde diversa extracción social sino que favo-reció el planteamiento de reivindicacionescolectivas de los sectores subalternos quellevaron adelante sin enunciarlo, pero síde manera directa, un proyecto político.En el caso específico de la insurgenciarural en el valle de Lerma, se insinuó unareforma agraria, ya que dejaron de pagararriendos, de prestar servicios personales yde conchabarse como peones, y ocuparontierras en las principales propiedades rura-

Cachi, de Jujuy, de la Quebrada de Humahuaca, yen un solo escuadrón los gauchos de Orán, SantaVictoria, San Andrés y la Puna.

11 Milicias de Salta al mando del general Güemes(Güemes, 1979, t. 8, pp. 22-43).

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les del valle. Los esclavos que integrabanlos escuadrones gauchos, muchos de ellosincorporados voluntariamente sin autori-zación de sus amos, abrigaban por su parteotras aspiraciones, y la principal de ellasera la libertad, ya que tal como expresabauno de ellos en una carta dirigida a MartínMiguel de Güemes, no era posible que ungaucho fuera esclavo cuando luchaba porla libertad de todos sus hermanos.12 Enla medida en que patria y libertad se pre-sentaban para ellos estrechamente unidase interdependientes, ya que no era posi-ble la patria sin la libertad, es probableque la patria por la que luchaban fueraconcebida como un orden social más justo.La prolongación de la guerra, y la perma-nente invocación a la libertad de la patria,contribuyó de esta manera a configurarun proyecto político que respondía a susexpectativas sociales y económicas.

Nos parece interesante enunciar comohipótesis que es posible encontrar ese pro-yecto político, con sus matices y diferen-cias, en las movilizaciones rurales quetuvieron lugar en los años siguientes alfinalizar la guerra en Salta, alentadas porlas luchas facciosas de la elite. Enfrentamosasí dos problemas complejos, los cualesson, por un lado, encontrar evidencias deque esas expectativas continuaban vigen-tes en las milicias, o en parte de ellas, en los levantamientos que protagonizaronluego de la muerte de Güemes y, por otro,interpretar sus vinculaciones con los proyectos políticos de la elite dirimidosfundamentalmente en torno a la construc-ción de poder en la provincia y en la rela-

ción con Buenos Aires y las provincias altoperuanas.

Estas movilizaciones, que entre 1821y 1822 se expresaron en varios y sucesi-vos motines y levantamientos, generaronuna tensión entre el “orden social”, recla-mado por la elite, y la negociación que lalucha por el poder imponía a la elite conlas milicias y sus líderes. No habría deresultar sencillo restablecer el orden socialprevio a la revolución y la guerra despuésde que un porcentaje considerable de lapoblación tomara conciencia del poderadquirido en su lucha contra los realistas.Una de las razones que llevó a la elite deSalta a tramar la destitución primero yluego la muerte de Martín Miguel deGüemes fue la posibilidad de contener ese poder creciente y peligroso de la “ple-be armada”, con la cual Güemes se veíaobligado a negociar mayores beneficioscomo consecuencia de la prolongación dela guerra y las dificultades económicaspara sostenerla. Pero una vez concluida laguerra, gracias a la firma de un armisticiocon el general realista Pedro Antonio deOlañeta, comprendieron rápidamente querestablecer el orden alterado no sería unaempresa fácil.

La formación de la Junta de Repre-sentantes, la elaboración de un reglamentoy la implementación de elecciones gene-rales, demostraron aún con mayor clari-dad las dificultades para restablecer la “pazsocial” frente a una población urbana y rural organizada militarmente (Mar-chionni, 2005). La disolución en 1821 delcuerpo militar de línea Los Infernales, creado por Güemes en 1815, y el nuevoReglamento de Milicias establecido porArenales en 1824, que reducía el númerode milicianos, establecía condiciones parasu incorporación y limitaba el fuero mili-

12 Solicitud de Tiburcio Tineo y de Silvestre delmismo apelativo. Enero 29 de 1821. Fondo de Go-bierno. Caja 42, carpeta 1552. Archivo y BibliotecaHistóricos de Salta (ABHS), Argentina.

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tar,13 no obtuvieron tampoco mayoresresultados, ya que aun cuando contribuye-ron al debilitamiento de las milicias, nolograron controlar la movilización ruralque se expresaría igualmente por fuera delas estructuras militares.

Contrariamente a lo sostenido hace yavarias décadas por Tulio Halperin Donghi(1980), para quien luego de la muerte deMartín Miguel de Güemes “se afirma lareconciliación entre las grandes familias[gracias a la cual] la aristocracia retoma supredominio sobre una plebe desencantadade los resultados de la experiencia polí-tica dirigida por Güemes” (p. 201), nosparece pertinente preguntarnos si lamuerte de Güemes significó, en lo inme-diato, la derrota de un proyecto político enel cual se conjugaban mayores derechospolíticos, económicos y sociales para una“plebe”, que al menos por unos años, no parece demasiado “desencantada” dela propuesta política ensayada por ella entiempos de Güemes.

MILITARIZACIÓN Y ORDEN SOCIAL

Desde los inicios de la movilización de lapoblación rural y después de las alabanzasvertidas por el Cabildo de Salta ensalzandoel valor y heroísmo de los “gauchos” unavez retirados los realistas en octubre de1814, comenzaron los conflictos entre lasmilicias y el ejército de Buenos Aires, con-flictos de los cuales participaron tambiénalgunos miembros de la elite de Salta yel Cabildo de Jujuy, temerosos del podercreciente de Martín Miguel de Güemes y

ansiosos por retirar a las milicias el gocedel fuero militar permanente, percibidocomo la fuente de todos los desmanes yabusos cometidos por la “plebe miliciana”.Las negociaciones establecidas por Güemescon jefes locales capaces de movilizar, frutode su habilidad política, resultarían difí-ciles de conservar a lo largo de los sieteaños que duró su liderazgo. La falta derecursos y las dificultades para mantenerla disciplina entre los hombres armados,condimentada por los rencores albergadospor mestizos, indios, mulatos y negros ha-cia la elite propietaria, fue dando paso alenfrentamiento cada vez más intenso, ha-cia una “guerra de castas”. En estas cir-cunstancias resultó para Güemes cada vezmás difícil contener los desmanes de los“valientes gauchos” y conservar las lealta-des de las jefaturas intermedias, a la vezque el descontento de la elite con su ges-tión se agudizaba frente a la presión cadavez mayor ejercida por el gobernador paraobtener préstamos de dinero y aprovisio-namiento para el ejército.

En 1817 y 1820 Güemes enfrentósendos atentados contra su gobierno y suvida, en los cuales participaron integran-tes de las milicias y de los cuerpos de líneacreados por él. En 1821, y luego de unintento frustrado, la conspiración tuvoéxito, aunque para ello fue necesario recu-rrir a las fuerzas realistas. A finales demayo de 1821, aprovechando la ausenciade Martín Güemes, en campaña militarcontra el gobernador de Tucumán,14 el

13 En relación con el impacto del Reglamentode Milicias en la jurisdicción de Jujuy véase Paz(2008, pp. 217-219).

14 A instancias de San Martín, Güemes comenzóa prepararse militarmente para avanzar sobre el AltoPerú. Ante la ausencia de un poder central que asu-miera los costos de la expedición o brindara ayudapara sumar hombres y pertrechos, solicitó colabora-ción a las provincias vecinas. El conflicto latente desde

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Cabildo de Salta lo destituyó.15 Leyendocon detenimiento el oficio del Cabildodirigido a Güemes informando la deci-sión tomada por esa corporación el díaanterior y los duros términos en que sedirigen a él, no cabe duda de que más alládel rencor contra su gobierno, evaluaroncontar con un apoyo considerable de lasmilicias y de los cuerpos de línea provin-ciales. Es por ello que no dudaron enrequerirle “a nombre del pueblo, tropas yjefes militares, que suscribieron la expre-sada acta, el cese total en el mando”.16

¿Quiénes fueron los jefes militares que fir-maron el acta del Cabildo? Imposiblesaberlo con certeza, ya que sólo constan

en ella las firmas de los cabildantes, peroes posible suponerlo a la luz de las alian-zas posteriormente evidenciadas.17 Másimportante es analizar primero qué suce-dió con las fuerzas militares a las cualessuponían adictas y que defeccionaron antesde enfrentar militarmente a Güemes. Sibien el relato historiográfico local atribuyea su carisma este desenlace, ya que “todofue escuchar su voz que sentirse aquelloshombres avasallados, desarmados, aver-gonzados de su actitud presente, para pro-rrumpir luego enseguida en una aclama-ción general, y vivándolo con entusiasmodelirante y pasándose todos a sus filas”(Frías, 1973, t. 5, p. 68), es posible supo-ner otras razones.

En primer lugar es evidente que entrelos jefes militares que se comprometierona apoyar al Cabildo se encontraban aque-llos que habían participado en conspiracio-nes anteriores.18 Otros, pertenecientes alvecindario “decente” se sumaron en estaoportunidad a la conspiración. Es indu-dable, sin embargo, que la adhesión deestos jefes no garantizó en modo alguno eléxito de la empresa. Es plausible conjetu-rar que no tenían suficiente poder sobrelos sargentos y gauchos que integrabansus milicias y que las negociaciones deestos con Güemes definieron el resultado.Es asimismo importante considerar la leal-tad de los cuadros militares que acompa-ñaban al gobernador y que, a pesar de lasderrotas sufridas en Tucumán, resultaríansuficientes para enfrentarlos y vencerlos y,

hacía tiempo con Tucumán, se agudizó y llevó a unenfrentamiento militar con el gobernador BernabéAráoz. Entre quienes enfrentaron a Güemes aliadoscon el gobernador tucumano se encontraba ManuelEduardo Arias, un importante e influyente jefe de lasmilicias salteñas, comandante en Orán y en Huma-huaca.

15 Los Cabildos de Salta y de Jujuy habían man-tenido una relación tensa con el gobernador Güemes,particularmente por la extensión del fuero militar a losmilicianos y los constantes empréstitos y confiscacio-nes a los cuales sometía a los principales propietariosy comerciantes de la provincia. Institución colonialy centro del poder local, con la revolución adquirió,en algunas circunstancias, atribuciones políticas iné-ditas. En 1815 fue el Cabildo de Salta quien en un ac-to de autonomía respecto a Buenos Aires, designó aMartín Miguel de Güemes gobernador de la provin-cia, designación que fue resistida por el Cabildo deJujuy, quien sintió avasallados sus derechos. Desdeel momento mismo de la revolución fue el Cabildo lainstitución que se esforzó por conservar atribucionespolíticas y fiscales frente a los jefes militares porte-ños, inaugurando así el enfrentamiento entre el poderlocal con las autoridades de Buenos Aires.

16 Oficio del Cabildo de Salta. Salta, mayo 25 de1821. Sala VII. Colección Ernesto Celesia. Doc. 2480.AGN, Argentina.

17 El acta consultada se encuentra inserta (Frías,1973, t. 5, pp. 667-669).

18 Es plausible suponer que también en esta opor-tunidad estaban presentes entre otros Mariano Moralesy Mariano Benavides, capitanes ambos de escuadro-nes gauchos.

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finalmente, por qué no suponer que esoshombres comprendían que Güemes podíasatisfacer mejor sus expectativas y recla-mos. La autorización de Güemes a saquearla ciudad fue sin duda una muestra clarade los alcances de la guerra social en lacual se hallaban involucrados. El saqueo,calificado por la elite como demostraciónde la barbarie que caracterizaba a la plebeentregada a los peores defectos, tenía paralos hombres armados que lo ejecutabanotros significados, entre ellos, la justa re-compensa por los esfuerzos realizados en laguerra y el merecido castigo hacia quieneseran identificados como enemigos de la“causa” que defendían.

Pocos días después, la oposición, luegode fracasar en el intento de destitución,comprendió que no contaba con fuerzassuficientes para concretarla y acudió en-tonces al general español Pedro Antoniode Olañeta. El ingreso de una partida rea-lista es una muestra elocuente del apoyobrindado por algunas jefaturas militares,particularmente de las milicias de Jujuy.En primer lugar es preciso tener en cuentalos antiguos enfrentamientos del Cabildode Jujuy con Güemes (Marchionni, 2008,pp. 222-224) y especialmente el hecho deque si bien Güemes había logrado, mer-ced a las fuerzas militares que lo acompa-ñaban, malograr el proyecto de sus oposi-tores en el Cabildo de Salta, en Jujuy estoshabían impuesto a un teniente de gober-nador adicto a su causa. Por otra parte y enel plano militar, uno de los jefes milita-res más importantes y con mayor podersobre las milicias rurales de Jujuy era undeclarado opositor a su gobierno.19

Con la muerte de Güemes las miliciasenfrentaron un necesario y difícil reorde-namiento. Muchos de aquellos jefes demilicias y de cuerpos de línea que nohabían logrado garantizar el éxito del pro-nunciamiento del Cabildo del 25 demayo, tampoco admitieron la designacióndel general realista Pedro Antonio deOlañeta como gobernador de Salta,¿prueba quizá de la identificación porparte de los milicianos del orden colonialcon un orden social y político contra elcual habían luchado? Es probable quefuera así para muchos, aun cuando no paratodos en el mismo sentido.

Sin el liderazgo de Güemes fueronnecesarias nuevas negociaciones de las quedan cuenta las alianzas tejidas entre losjefes de los escuadrones gauchos, la diso-lución de los Infernales y la reglamen-tación de las milicias provinciales. Losenfrentamientos, los saqueos, las conspira-ciones, la violencia política no habrían decesar. ¿Cuáles eran las razones por las cua-les continuaron movilizados?, ¿quiénesfueron los jefes que enfrentaron con mayordecisión a la elite salteña que veía en lasmilicias y en Güemes una amenaza a susintereses políticos, sociales y económicos?

Una de las primeras manifestacionesdel poder de las milicias fue la imposibi-lidad de contenerlas y evitar el asalto a laciudad de Salta concretado el 22 de sep-tiembre de 1821, a tres meses de la muer-te de Güemes y a poco más de un mes deque se iniciara el reordenamiento políticode la provincia organizándose la Hono-rable Junta de Representantes,20 que

19 Manuel Eduardo Arias, comandante de Orán,Santa Victoria y la Puna, apoyó a Bernabé Aráoz enTucumán.

20 La Honorable Junta de Representantes se ins-tituyó en agosto de 1821con carácter constituyente,legislativo y electoral. Integraban la misma los miem-bros de la elite salto-jujeña opositora de Güemes.

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nombró a José Antonino FernándezCornejo como gobernador intendente. Elnombramiento de Fernández Cornejo,comandante de la frontera y acérrimo ene-migo de Güemes, y la firma de un armis-ticio con el general Olañeta fueron el deto-nante de esta sublevación y, por ende, suresultado fue, además del saqueo al cualfueron sometidos los más notorios enemi-gos de Güemes, la destitución del gober-nador Cornejo.

Lideraron el levantamiento el coman-dante Pablo Latorre y José Francisco Go-rriti. La designación de José IgnacioGorriti, hermano de José Francisco, fue elresultado de arduas negociaciones con lossectores más radicalizados de la facciónadicta a Güemes. ¿Cómo logró Gorriti elconsenso necesario para ejercer el poderdurante dos años, en el transcurso de loscuales debería enfrentar un nuevo levan-tamiento militar? No es sencillo respon-der a esta pregunta. La historiografía locallo atribuye a su condición de jefe militarde confianza de Güemes y, por ende, res-petado por los jefes adictos al extintogobernador. Suponemos que debe haberinfluido también que era hermano de JoséFrancisco Gorriti, jefe de milicias en la

frontera del Rosario y estrechamente vin-culado con Latorre.

Los nombres de José Francisco Gorritiy de Pablo Latorre adquirirán a partir de1821 mayor significación política. ¿Cuálfue la base de su poder? Indudablementeel mismo residía en el mando ejercidosobre las milicias de la frontera chaqueña,donde también ejercía poder militar JuanAntonino Fernández Cornejo, con quien seencontraban enfrentados. Mientras queFernández Cornejo21 era reconocido porsu opinión favorable a un gobierno cen-tralizado y de corte liberal, tanto JoséFrancisco Gorriti como Pablo Latorre de-fendían la autonomía provincial y la orga-nización de un Estado federal.

Una de las variables fundamentales aconsiderar para estudiar estas moviliza-ciones, levantamientos y saqueos gira alre-dedor de las prerrogativas obtenidas porlos gauchos gracias al poder adquirido en la guerra contra los realistas. Entre ellas,la de mayor significación, sobre todo pa-ra la población rural, será la ocupación de tierras y el no reconocimiento de losarriendos. Dan cuenta de la importan-cia que reviste el problema de la tierra en la conflictividad rural los intentos rea-lizados, tanto por Güemes como por la elite dirigente después de su muerte,para obligar a los gauchos a desalojar las tierras ocupadas y reiniciar el pago delarriendo.

Entre sus atribuciones la más importante fue el ejer-cicio de la soberanía provincial que delegaba en laJunta la elección del gobernador intendente, reem-plazando así en esta función al Cabildo, que en eltranscurso de la revolución había asumido la represen-tación política local. La designación de Güemes comogobernador en 1815 y el intento sin éxito de desti-tuirlo en 1821, así como su participación en el nom-bramiento del general realista Pedro Antonio deOlañeta como gobernador intendente, dan cuenta delpapel político adquirido por el Cabildo de Salta enel transcurso de la década de 1810, fundamental-mente a partir de la crisis de la autoridad del Direc-torio en Buenos Aires en 1815.

21 A fines de la colonia, Cornejo se encontrabatotalmente alineado con las autoridades borbónicas, yuna vez pronunciada la revolución no dudó en apoyara los representantes del poder central de Buenos Aires,enfrentando a Martín Miguel de Güemes cuando estese distanció de la conducción del Ejército Auxiliardel Perú en 1815.

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TIERRA Y CONFLICTO

Cuando en 1816 Martín Miguel de Güe-mes decidido a enfrentar militarmente aJosé Rondeau, a la sazón jefe del EjércitoAuxiliar del Norte, solicitó al comandantede gauchos Mariano Benavides22 que reu-niera a sus hombres prometiéndoles repar-tirles las tierras de los “pícaros” que apo-yaban a Rondeau; estaba completamentepersuadido de que esta promesa resulta-ría atractiva para los gauchos que integra-ban el escuadrón.23 Y sin dudas el accesoa la tierra constituía una de las principa-les aspiraciones de los hombres moviliza-dos, y no tan sólo de peones y arrenderosdesposeídos de bienes, sino también deaquellos de diferente condición social queaspiraban a acceder a ella o a incrementarel patrimonio rural que poseían. La gue-rra les brindaba una oportunidad únicapara lograrlo.24

Sugestivamente en marzo de 1816, alderrotar a Rondeau, el gobernador Güe-mes consiguió que los propietarios de tie-rras accedieran a no “exigir los arriendosínterin durase la guerra”. De este modocomplacía a los hombres movilizados que

integraban las milicias, quienes sin dudaya resistían el pago de los arriendos y laprestación de servicios (Mata de López,1999, p. 168).

La movilización sostenida durante losaños siguientes agudizó el conflicto, queadquirió asimismo nuevas significacionespolíticas y sociales. Los estancieros y loshacendados no sólo dejaron de percibir los arriendos, sino que además debieronenfrentar la falta de mano de obra sufi-ciente para la explotación de sus propie-dades, ya que los arrenderos se negarontambién a prestar los servicios personales,los peones y milicianos ocuparon las tie-rras y no fueron pocos los esclavos que sesumaron sin permiso del amo a las mili-cias provinciales. Enfrentado con la elitepor estos y otros motivos, tales como lainterrupción del comercio y las constantescontribuciones forzosas, Güemes nego-ciaba con dificultades crecientes su per-manencia en el poder, dificultades de lasque dan cuenta las conspiraciones contrasu gobierno. Su muerte en junio de 1821,propiciada por esa misma elite aliada aalgunas de las jefaturas militares, fracturóalianzas previas de las cuales habían par-ticipado también jefes milicianos de escasao nula relevancia social. ¿Cuáles podríanser las razones por las cuales quieneshabían conspirado en anteriores ocasionescontra su gobierno se rebelaran tan abier-tamente contra las nuevas autoridades?

No es descabellado suponer que al con-templar en el poder a los realistas, talcomo sucedió con la ocupación militar dela ciudad y el breve gobierno de PedroAntonio de Olañeta posterior a la muertede Güemes, temieran volver “al antiguoorden”, reclamado por la elite, que incluíael pago de arriendos y el desalojo de lastierras que ocupaban. El descontento rural

22 En 1815 Mariano Benavídez es nombrado JuezPedáneo de Río Negro en la frontera con el Chaco.“Acta del Cabildo de Jujuy del 17 de Junio de 1815”(Güemes, 1979, t. 2, p. 432); en 1816 Martín Miguelde Güemes lo designa capitán graduado (Güemes,1979, t. 4, p. 12).

23 Carta de Martín Miguel de Güemes a MarianoBenavidez. Marzo de 1816. Sala X- 4.1.3. AGN,Argentina.

24 Fueron numerosas las solicitudes de tierras, enespecial las pertenecientes a las reducciones de indiosen la frontera, y entre quienes solicitaron comprarlasse encontraban importantes propietarios de tierras ymiembros de la elite salteña como José AntonioMoldes y José María Saravia, entre otros.

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permitió a los jefes de las milicias rura-les, y entre ellos a encumbrados sectores dela elite que deseaban fervientemente ocu-par el lugar dejado por Güemes en elpoder, obligar a Olañeta a firmar un ar-misticio que, si bien no le permitía con-servar el gobierno de Salta, le garantizabael cese de hostilidades y reabría el comer-cio de Salta con el Alto Perú, necesariopara proveer al ejército realista de ganadoy efectos ultramarinos, ante la ocupaciónde Lima por parte del Ejército de SanMartín.

La Honorable Junta de Representan-tes, compuesta por representantes de todos“los Pueblos libres de la comprensión delTerritorio”, se adjudicó el carácter de depo-sitaria de la “autoridad soberana de la pro-vincia”,25 y en ejercicio de esa soberanía,el 7 de agosto de 1821 los miembros de laHonorable Junta de Representantes pro-pusieron que

los comandantes de la campaña presten antetodas cosas igual juramento de recono-cimiento y obediencia a la autoridad sobe-rana de la provincia depositada en estaHonorable Junta, debiendo practicar lomismo por las ilustres Municipalidades deOran y Jujuy.

Aun cuando esta propuesta fue apro-bada por unanimidad, no faltaron algu-nos reparos, entre ellos el de disponer quedicho juramento se prestara “en sus res-pectivos departamentos”. Finalmente sedispuso que así se hiciera, con excepciónde los departamentos más próximos, entreellos Campo Santo, Rosario de Cerrillos

y Chicoana.26 ¿Cuál fue la razón por lacual los comandantes de estos departa-mentos deberían trasladarse a la ciudad yjurar frente a los miembros de la Junta? Sibien la cercanía podría haber sido unarazón, también podemos suponer que sedeseaba reafirmar en ellos el compromisocon el nuevo orden político. Los sucesosposteriores darán la razón a quienes des-confiaban del sometimiento de las mili-cias de Cerrillos y Chicoana a las nuevasautoridades.

El reemplazo, los primeros días deagosto de 1821, de Pedro Antonio de Ola-ñeta por José Antonio Fernández Cornejoen el gobierno de Salta y el retiro de losrealistas dos semanas después de la firmadel armisticio, no tranquilizó a importan-tes sectores milicianos. Entre las medidasadoptadas por la Junta de Representantestendentes a evitar la furia de “la fiera mul-titud”, se encontraban el nombramientodel coronel graduado Ángel MarianoZerda como edecán, y del coronel delCuerpo de Infernales, José María Lahora,como mayor de plaza, la decisión de redu-cir el número de tropas que guarnecían laciudad, y en particular la disposiciónadoptada el 25 de agosto de no sancionarpenalmente a quienes participaron en elsaqueo de la ciudad el 31 de mayo de eseaño. En relación con las causas seguidaspor el alcalde de primer voto,27 se tuvoen consideración la “situación actual de la

25 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 5 y 6 de agosto de 1821. Copiador338, fs. 2v y 3. ABHS, Argentina.

26 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 7 de agosto de 1821. Copiador 338,fs. 3-3v. ABHS, Argentina.

27 A pesar de mantener el Cabildo funciones judi-ciales a través del alcalde de primer voto, solicitó opi-nión a la Junta de Representantes reconociéndole asíautoridad en materia judicial, especialmente en uncaso de claro perfil político.

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provincia y lo peligroso que sería perse-guir indistintamente a los complicadosen el saqueo”, y el hecho de que el mismose perpetró con la licencia otorgada porGüemes. Por ello sólo se decidió solicitary perseguir la restitución de los bienessaqueados a sus legítimos dueños, bus-cando individualizar para el castigo a quie-nes fueran sus caudillos.28

Ninguna de estas providencias alcanzópara apaciguar el malestar de las miliciasen el ámbito rural donde, sin duda, ope-raban jefaturas locales y agitadores queobservaban con recelo al gobierno deCornejo. En una circular destinada a losjefes de las milicias y fechada en Jujuy el14 de septiembre de 1821, es decir ochodías antes del levantamiento milicianoque obligó a Fernández Cornejo a renun-ciar al cargo de gobernador, AgustínDávila, teniente de gobernador de Jujuy,denunciaba que

algunos genios díscolos enemigos de la tran-quilidad y amantes de vivir del robo y eldesorden, esparcen por la campaña, preva-lidos de la sencillez de sus habitantes, que elgobierno actual [...] trata de poner bajo tributoa los beneméritos y distinguidos gauchos, al mismotiempo que privarlos de regalías que antes dis-frutaban sobre terrenos reputados baldíos, indu-ciéndolos a la costumbre de pago de arriendos [cur-sivas mías].

Luego de desmentir enfáticamente ta-les intenciones por parte del gobierno delcual formaba parte, dispuso que “todoslos oficiales, sargentos y cabos vigilen ince-santemente en este asunto hasta lograr

saber con realidad quién es el motor deestas voces criminales”.29

Todos estos esfuerzos resultaron inú-tiles. A fines de agosto crecían los rumo-res acerca de una conspiración incitadapor los “enemigos del orden secuaces yfacciosos del anterior gobernante donMartín Güemes”, de la cual era acusadoel coronel Pablo Latorre, quien habíaresultado electo como representante porRosario de la Frontera para integrar laJunta de Representantes, la cual, obvia-mente sin su presencia, ordenó el 7 deseptiembre su captura sin que la mismapudiera concretarse.

El 22 de septiembre se produjo eltemido levantamiento de la campaña. Lasmilicias gauchas invadieron la ciudad yla saquearon. La historiografía local, y par-ticularmente Bernardo Frías, describierona la misma como un ataque provocado por“la gavilla” apoyada por la “plebe” que “seencendía con ira contra los traidores; y enlugar de apoyar al gobierno, rodeaba másbien a los corifeos de la gavilla, deshonrade la patria” (Frías, 1973, t. 5, p. 185).¿Quiénes integraban la “gavilla”? Segúnlos más destacados opositores de Güemes,que apoyaban al gobernador Cornejo, for-maban parte de la misma el coronel PabloLatorre, jefe militar de las milicias de lafrontera del Rosario y los familiares deGüemes.30 En realidad encontraremosdiferentes situaciones. El comandante Ma-riano Morales, quien había participado entodas y cada una de las conspiraciones tra-

29 “Oficio de Agustín Dávila a Eustaquio Medi-na, Jujuy 14 de septiembre de 1821” (Güemes, 1986,t. 11, pp. 467-468).

30 “Carta de Facundo de Zuviría a BenjamínZorrilla, Salta 18 de diciembre de 1821” (Frías, 1973,t. 5, p. 186).

28 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 25 de agosto de 1821. Copiador 338,fs.22v-23. ABHS, Argentina.

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madas contra Güemes, se convirtió luegode su muerte en uno de los hombres deconfianza del gobernador Gorriti; en cam-bio el negro, o el mulato, o el zambo capi-tán de Infernales Vicente Panana, quehabía participado en esas conspiraciones(Frías, 1973, t. 5, p. 193; Mata de López,2010, pp. 128-129), se encontraba entrequienes lideraron el levantamiento de sep-tiembre de 1821. ¿Qué razones tuvoPanana para enfrentar a quienes habíanlogrado destituir a Güemes?, ¿cuáles fue-ron los verdaderos motivos por los cuales ély otros como él se distanciaron del falle-cido gobernador?, ¿es posible suponer quese sintieron decepcionados por Güemes?Un dato nos parece interesante. En 1820Güemes había ordenado que se pagaran losarriendos cuando el propietario de la tierrafuera patriota conocido.31 Esta orden, sinduda, debe de haber provocado malestarentre los arrenderos que formaban parte delos escuadrones gauchos. Y si nos atreve-mos a atribuir a esta medida, que desdeluego y a pesar de haberla dispuesto elmismo Güemes no se cumplió, el aleja-miento de algunos jefes de las milicias yde los cuerpos de línea, podemos entoncessuponer que su apoyo a quienes lideraronel levantamiento rural en septiembre de

1821 fue el resultado de negociaciones enlas cuales el pago de los arriendos y el dere-cho a ocupar tierras se encontrarían pre-sentes, especialmente si tenemos en cuentael malestar que generaba en los gauchos laposibilidad de ser obligados a pagar arrien-dos y desalojar las tierras que ocupaban.

Luego del saqueo y de la toma de laciudad, el gobernador Cornejo renunció.De cualquier modo Pablo Latorre no tuvoposibilidades de acceder al gobierno de laprovincia a pesar del triunfo que le die-ron las armas. Las fuerzas militares con lasque contaba no habrían sido suficientes,y era evidente que carecía de apoyos im-portantes en la elite de Salta, aun cuandoentre ellos hubiera adictos a la facción deGüemes.32 Resulta sugerente suponer laexistencia de un límite para esta elite,ligada al extinto gobernador, y que estelímite lo constituían las aspiraciones delos gauchos atentatorias contra el derechode propiedad y, por ende contra el “ordensocial” que protegía los intereses de losgrandes propietarios de tierra. En las deli-beraciones mantenidas entre la Junta deRepresentantes y las jefaturas militares selogró una solución intermedia al designarcomo gobernador interino en reemplazode Fernández Cornejo a José Ignacio deGorriti, propietario de tierras en la fron-tera y un hombre cercano a Güemes quetenía influencia en la Junta de Repre-sentantes en la cual era un miembro im-portante su hermano, el canónigo JuanIgnacio de Gorriti.

31 Arrendamientos de gauchos. Armario Gris.ABHS, Argentina. En 1820 el presbítero José GabrielGonzález de Hoyos –capellán de la estancia de laAlemania situada en el curato de Guachipas, valle deLerma– solicitó a Martín Miguel de Güemes orde-nase el pago de los arriendos a los gauchos instaladosen sus tierras y le autorizase la expulsión de quienes sehabían instalado allí sin su autorización. Güemes dis-puso el pago de los arriendos y la expulsión de losintrusos “perturbadores del orden”, afirmando nohaber dado “orden alguna para que no se paguenarriendos a los propietarios de terrenos cuando sonpatriotas conocidos”.

32 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 10 de diciembre de 1821. Carpeta36, f. 5. ABHS, Argentina. Las actas legislativas mues-tran claramente el liderazgo de Pablo Latorre y suingerencia en el levantamiento. De hecho ejerció elpoder los días posteriores al mismo.

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A pesar de la presión ejercida por supropio hermano y por la Junta de Repre-sentantes, el gobernador Gorriti se resis-tió a poner en prisión a Pablo Latorre, perono dudó en castigar con la pena de muertea los “cabecillas” de los desmanes, proba-blemente sargentos y capitanes de losescuadrones gauchos, entre ellos al negroPanana. La amenaza de los males quesobrevendrían si se tensaba la situacióncon la detención y enjuiciamiento de La-torre le otorgó a Gorriti gobernabilidad, apesar del descontento de la “plebe inso-lentada” que, aleccionada con la ejecuciónde sus jefes más representativos, se mani-festaba a través del canto de unos versosanónimos que hacían temer nuevas vio-lencias. Con preocupación, la elite reco-nocía el peligro que la acechaba por la“existencia de los perversos; tememos su despecho en la casi imposibilidad derealizar sus aspiraciones; tememos a los mulatos que no están contentos conGorriti”.33

Una expresión vertida en esos versosbrinda indicios acerca de una identidadpolítica que tendría diferentes significa-ciones según la condición social. En ellosexclaman desafiantes: “la Patria Vieja ha yreinar”. ¿Qué sentido político esconde estaexpresión “patria vieja”? Para los mula-tos, los mestizos, los indios y los esclavosque componían los escuadrones gauchosprobablemente significara las aspiracio-nes que albergaban en torno a mayoresderechos, reconocimiento social, acceso ala tierra, libertad. Sin embargo, la eliteque respondía en ese momento político a

la “patria vieja” o que era reconocida porlos gauchos descontentos como su repre-sentante, alentaba un proyecto políticodiferente, francamente opuesto a las pro-puestas políticas liberales y centralistasensayadas luego por Buenos Aires y conlas cuales se identificaban quienes deten-taban el gobierno provincial, especial-mente la Junta de Representantes. Es asíque la más fuerte oposición al gobierno sefocalizaba en la frontera sur de la provin-cia, limítrofe con la provincia de Santiagodel Estero, cuyo gobernador se adhería aideas federales de organización nacional.Pablo Latorre y Francisco Gorriti, líderesmilitares de Rosario de la Frontera, quealentaban similares aspiraciones políticas,serán por esta razón los protagonistas másdestacados de los levantamientos que ten-drían lugar en estos años.

Antes de finalizar 1821, José IgnacioGorriti había logrado contener a PabloLatorre, pero encontraba aún resistenciasen el valle de Lerma, donde se hallaba elmayor número de milicianos en los es-cuadrones gauchos. En Cerrillos, a pocasleguas al sur de la ciudad, se estaba orga-nizando un nuevo levantamiento que, deacuerdo con el relato brindado por Bernar-do Frías, fue sofocado por la negociaciónentre Gorriti y Pablo Latorre, logrando elgobernador restar fuerza al movimiento ycolocar allí, al frente de las milicias deCerrillos, a Mariano Morales, hombre de su confianza (Frías, 1973, t. 5, p. 220).

En enero de 1822 la Honorable Juntade Representantes designó a José IgnacioGorriti gobernador propietario de Saltapor el término de dos años. Su designa-ción fue resultado del éxito que coronó lasnegociaciones entabladas entre los prin-cipales líderes del levantamiento militarde septiembre del año anterior y la elite

33 “Carta de Facundo de Zuviría a Marcos Zorri-lla, Salta, diciembre 9 de 1821” que transcribe losversos cantados por “los perversos” (Frías, 1973, t. V,p. 218).

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34 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta abril 12 de 1822. ArmarioGris, f. 7. ABHS, Argentina.

35 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris, f. 8. ABHS, Argentina.

36 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris, f. 13. ABHS, Argentina.

opositora a Güemes que había propiciadosu derrocamiento. La amenaza de unnuevo levantamiento de las milicias y elreclamo de los propietarios rurales pararetomar el control sobre sus tierras y lograrla obediencia de peones y arrenderos cons-tituirá uno de los desafíos más importan-tes que deberá enfrentar Gorriti, preocu-pado por “unir lo desunido”, como élmismo dirá repetidamente, al referirse alos enfrentamientos en el seno de la elitey a la necesidad de neutralizar el poder dealgunos díscolos jefes de las milicias pro-vinciales y el malestar de los milicianosante la posibilidad de ser expulsados delas tierras que ocupaban o verse compeli-dos por los propietarios a pagar arriendosy prestar servicios personales.

Los estancieros y hacendados intensi-ficaron sus reclamos acerca de los derechosque les asistían de cobrar el arriendo ygozar de la prestación de servicios persona-les, denunciando con amargura que “losgauchos hasta aquí han sido los legítimosy verdaderos dueños de la tierra”.34 Solici-taban también autorización para expulsar

a los muchos vagos sin destino, ladrones ymalvados [...] quienes bajo el nombre degauchos que lo consideran sagrado se creenal cubierto de las penas y persecución de laley por los atentados que impunementecometen.35

Un dato se impone inmediatamente.La ocupación de tierras en el valle de

Lerma parece haber sido importante. Enlas tramitaciones seguidas por los propie-tarios, en defensa de sus derechos a la pro-piedad, hemos encontrado en una de ellasel listado de aquellos individuos que elpatrón acepta reconociéndolos como arren-deros y aquellos que se han instalado sinautorización en las tierras (cuadro 1).

Ante los planteamientos de los pro-pietarios y la gravedad de la situación,Gorriti solicitará en abril de 1822 a

los comandantes de los escuadrones quecomponen la milicia provincial [...] que enel perentorio término de ocho días expon-gan en este gobierno los inconvenientes queles ocurriesen en orden a los indicados abo-nos de arrendamientos de los gauchos de susrespectivos escuadrones, igualmente encuanto a los derechos parroquiales que debansatisfacer por ellos o sus familias.

Las respuestas a esta petición permi-ten comprobar la gravedad del problemay las dificultades y límites existentes parala negociación entre los gauchos, las jefa-turas intermedias, los propietarios y elgobierno provincial.

Las respuestas se formalizaron en lasprimeras semanas del mes de mayo.Mientras algunos comandantes conside-raron importante retornar al antiguo or-den “bien que siempre consultando sumoderación”,36 otros alertaron sobre lasconsecuencias que tendría para la pazsocial intentar imponer el pago de losarriendos. En opinión del comandante deuno de los escuadrones de Chicoana en el valle de Lerma, de cobrarse los arrien-

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37 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris, f. 24. ABHS, Argentina.

38 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris, f. 28v. ABHS, Argentina.

39 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris f. 26v. ABHS, Argentina.

40 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D.Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris fs. 14 a 16v. ABHS, Argentina. Ambos textos sonidénticos y seguramente escritos por Quirós, un co-merciante relativamente próspero, en tanto MarianoMorales sería un mestizo cuyos orígenes se desconocen.

dos “redundará un total desabrimiento yque de ella resulten graves males segúnpreveo”.37 El comandante del escuadrónde Cachi en el valle Calchaquí aludió alos padecimientos de los gauchos quehabían abandonado sus casas y familiaspara acudir a la guerra, “al paso que elpropietario regularmente vive en el des-canso y comodidad de su casa”.38

Con prudencia, Mariano Morales, pre-cisamente uno de los hombres con los cua-les contaba Gorriti para contener a losgauchos en Cerrillos y que había parti-cipado en las conspiraciones contra Güe-mes en 1820 y 1821, alertaba, luego dealabar la valentía y sacrificio de los gau-chos, que de cobrarse los arriendos “pu-diese suceder que levantaran seduccionesy seductores que acusen y acaloren nues-tra ingratitud, y que lo poco que se puedaperder en arriendos y derechos de pa-

rroquia suceda la fatalidad de que tal vezvengamos a perderlo todo”.39 Idéntica res-puesta dio Juan Manuel Quirós.40 Amboshablaban sin duda con conocimiento dela situación planteada en el ámbito rural,ya que fue Mariano Morales quien logróabortar el levantamiento de Cerrillos afines de 1821, mientras que una porciónconsiderable de hombres pertenecientesal escuadrón de Quirós ocupaban tierrassin autorización en la propiedad de JuanManuel Texada, y el resto del escuadrón senegaba a pagarle arriendos. Serán ellosquienes habrían de proponer “se tome unarazón de las propiedades confiscadas a losenemigos emigrados para su distribuciónentre los gauchos”, ofreciendo una posi-ble solución al conflicto. Los seductores a

Cuadro 1. Gauchos instalados en la propiedad de don Juan Manuel Texada

Escuadrón Gauchos arrenderos Hombres vagos

Comandante Alejandro Burela 8 6Comandante Juan. M. Quirós 24 21Comandante Francisco Velarde 10 12

Total 42 39

Fuente: Arrendamiento de gauchos. Presbítero D. Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. ArmarioGris, fs. 9 a 11. ABHS, Argentina.

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los cuales hacían referencia podían sertanto Pablo Latorre como algunos de lossargentos y capitanes de los escuadronesgauchos del valle de Lerma.

Sugestivamente, Francisco María Cor-nejo y José Antonio Fernández Cornejo,comandantes de Campo Santo y Anta, ase-gurarán que en esos lugares los gauchosno dejaron de pagar arriendos. Finalmen-te, todos afirmaron que Martín Miguelde Güemes había ordenado a capitanes ysargentos que no se debía cobrar el arrien-do a los arrenderos o los derechos parro-quiales a los peones para aliviar su condi-ción, “ínterin durase la guerra”.

Si bien el gobernador Gorriti elevó estadocumentación a la Junta de Represen-tantes, y en su seno se discutieron lasmedidas a tomar, no se llegó en definitivaa ninguna resolución. El 31 de mayo de1822 un nuevo levantamiento rural, estavez liderado por Benjamín Güemes yDionisio Puch, hermano y cuñado deMartín Miguel de Güemes respectiva-mente, y propietarios en la frontera delRosario, invadió la ciudad, produciéndosealgunas escaramuzas en las cuales habríade perder la vida Benjamín Güemes.

EPÍLOGO

Luego de la muerte del gobernador Mar-tín Miguel de Güemes en junio de 1821se inició en Salta un periodo de fuerte con-vulsión política y social que no se agotó enestos dos primeros años, sino que persis-tió durante toda la década de 1820.

Indudablemente, finalizada la guerracontra los realistas,41 el orden social y la

tranquilidad ansiada por la elite salteñaheredera del poder luego de la muerte deMartín Miguel de Güemes estuvieronlejos de conseguirse. Las medidas adopta-das para restablecer el orden y disciplinara las milicias resultaron insuficientes, yen cada una de ellas será posible observarel enfrentamiento larvado y persistenteentre facciones y el accionar de diferentesprotagonistas, algunos de ellos de manerapermanente durante todos estos años.

Estudiar el grado de conflictividadpolítica presente en la década posterior ala guerra de Independencia requiere, parael caso de la provincia de Salta, compren-der que no fue una elite comerciante ypropietaria agobiada por las exacciones,perjudicada por la interrupción del comer-cio con el Alto Perú y atemorizada por la conducta de la “plebe insolentada”, laúnica responsable de la muerte de Güe-mes. Tanto las conspiraciones anteriorescomo la que tuvo lugar en 1821 revelan,por un lado, las profundas diferencias exis-tentes entre las jefaturas intermedias y sudescarnada lucha por el poder y, por elotro, las alianzas políticas tejidas dentroy fuera de la provincia. No se trata tansólo del enfrentamiento de Güemes conla elite de Salta, sino de la lucha facciosaen la cual participaba la elite e involu-craba a los jefes de milicias y cuerpos delínea, y que con matices regionales expre-saban un conjunto de expectativas quesuperaban el interés meramente personal,aunque también este estuviera ciertamentepresente.

Plantear el significado de la muerte deGüemes en torno a las aspiraciones polí-ticas de la “plebe movilizada” proporcionala posibilidad de estudiar, luego de sumuerte, el accionar de las milicias y lasalianzas establecidas por las jefaturas mili-

41 En 1822 existieron otras incursiones realistasque no llegaron hasta la ciudad de Salta.

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tares con la elite, y conjeturar sobre losdiferentes proyectos políticos que involu-cran a Buenos Aires, a Bolivia y a las pro-vincias vecinas de Salta. Y fundamental-mente permite evaluar en qué medida lamuerte de Güemes significó la derrota delas aspiraciones económicas y sociales de los gauchos movilizados. De modohipotético aún, nos atrevemos a asegurarque esa derrota fue producto de un lentoproceso político que demoró en sofocarestas aspiraciones, otorgando a las movili-zaciones rurales de las décadas siguientesotros derroteros políticos. La activa par-ticipación de los gauchos, integrantes de las milicias rurales, en estos levanta-mientos iniciales de la década de 1820,expresa la importancia que para muchosde ellos tenía el acceso a la tierra, desco-nociendo los derechos de los propietarios,que otorgaba a los jefes locales de esas mili-cias posibilidades de negociación políticaen la lucha facciosa por el poder local yregional.

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OTRAS FUENTES

Archivos

ABHS Archivo y Biblioteca Históricos de Salta,Salta, Argentina.

AGN Archivo General de la Nación, BuenosAires, Argentina.