Sanando Nuestra Tierraii (01)

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SANANDO NUESTRA TIERRA... Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.” (Isaías 66:10-14). La palabra “Jerusalén” puede también aplicarla a la iglesia donde usted se congrega, pues si usted está conduciendo su vida por fe en el Señor Jesús , entonces hace parte de la gran Jerusalén espiritual que está siendo edificada para ser presentada pronto en forma gloriosa. La Jerusalén espiritual está conformada por personas (piedras vivas), y eso somos usted y yo (1 Pedro 2:5; 1 Pedro 5:5-11). No hay nada más indicador de sanidad que la alegría que viene de un corazón que está siendo tratado por Dios mismo . Y el gozo hace eso, y el gozo no es otra cosa que alegría del espíritu. ¡El gozo es en sí mismo una medicina! El gozo “hace reverdecer los huesos como la hierba”. Y este gozo no es producto de la imaginación o de la esperanza en buenas intenciones humanas; este gozo se basa en que nuestros ojos espirituales hayan sido abiertos para “ver”, “entender” y “experimentar ” un río: el río de Dios (Exequiel 47:5). El río de Dios contiene cantidades ingentes de “paz”, palabra que ha sido traducida a su vez de la palabra hebrea “Shalom”, y que se queda corta en su significado al español, pues al mismo tiempo quiere decir: estar completo, estar sano, ser próspero y que disfruta de completo bienestar debido a que tiene paz con Dios, consigo mismo y con sus semejantes. ¿Y cómo es posible todo esto? ¿Cómo es posible disfrutar del shalom de Dios en forma de río? Bebiendo de “la gloria de las naciones”: Jesús (Juan 4:14). El aceptar a Jesús es tan sólo el comienzo que abre las puertas a tremendas posibilidades al contar con la consolación de Dios a causa del “resplandor de su gloria”, que es el trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas; ¿no es acaso el Consolador? (Juan 14:15-17). Y la bendición no termina ahí, pues se promete victoria a todo aquel que acepte ser su obrero(a), su siervo(a), ya que “la mano de Dios será evidente en ellos ”: dirigiéndoles, abriéndoles puertas, sosteniéndoles, protegiéndoles; y como “yapa” o “plus”, se enojará contra los opositores en el espíritu , limpiándonos el camino para continuar Su obra (Hechos 4:29-30). Amén. Hno. Carlos Terán ¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? ¿DÉLE LA OPORTUNIDAD A DIOS? Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Salvador y mi Señor. Gracias Señor Jesús. Amén.

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

“Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.” (Isaías 66:10-14).

La palabra “Jerusalén” puede también aplicarla a la iglesia donde usted se congrega, pues si usted está conduciendo su vida por fe en el Señor Jesús, entonces hace parte de la gran Jerusalén espiritual que está siendo edificada para ser presentada pronto en forma gloriosa. La Jerusalén espiritual está conformada por personas (piedras vivas), y eso somos usted y yo (1 Pedro 2:5; 1 Pedro 5:5-11).

No hay nada más indicador de sanidad que la alegría que viene de un corazón que está siendo tratado por Dios mismo. Y el gozo hace eso, y el gozo no es otra cosa que alegría del espíritu. ¡El gozo es en sí mismo una medicina! El gozo “hace reverdecer los huesos como la hierba”. Y este gozo no es producto de la imaginación o de la esperanza en buenas intenciones humanas; este gozo se basa en que nuestros ojos espirituales hayan sido abiertos para “ver”, “entender” y “experimentar” un río: el río de Dios (Exequiel 47:5).

El río de Dios contiene cantidades ingentes de “paz”, palabra que ha sido traducida a su vez de la palabra hebrea “Shalom”, y que se queda corta en su significado al español, pues al mismo tiempo quiere decir: estar completo, estar sano, ser próspero y que disfruta de completo bienestar debido a que tiene paz con Dios, consigo mismo y con sus semejantes. ¿Y cómo es posible todo esto? ¿Cómo es posible disfrutar del shalom de Dios en forma de río?

Bebiendo de “la gloria de las naciones”: Jesús (Juan 4:14). El aceptar a Jesús es tan sólo el comienzo que abre las puertas a tremendas posibilidades al contar con la consolación de Dios a causa del “resplandor de su gloria”, que es el trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas; ¿no es acaso el Consolador? (Juan 14:15-17). Y la bendición no termina ahí, pues se promete victoria a todo aquel que acepte ser su obrero(a), su siervo(a), ya que “la mano de Dios será evidente en ellos”: dirigiéndoles, abriéndoles puertas, sosteniéndoles, protegiéndoles; y como “yapa” o “plus”, se enojará contra los opositores en el espíritu, limpiándonos el camino para continuar Su obra (Hechos 4:29-30). Amén.

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? ¿DÉLE LA OPORTUNIDAD A DIOS? Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Salvador y mi Señor. Gracias Señor Jesús. Amén.

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Con frecuencia, algunas circunstancias de la vida resultan desagradablemente abrumadoras, y cuando las experimentamos parece no haber salida, consuelo o una solución. A esto también se incluye la incertidumbre del por qué estamos pasando esa desagradable circunstancia: ¿será por mi descuido?, ¿será mi culpa?, ¿será por causa de algún conocido?, ¿esto viene de Dios?, ¿Dios me toma en cuenta?, etc.

Muchos todavía piensan que es posible construir un paraíso en esta Tierra; y lo que es peor: con el mero esfuerzo, y habilidades humanas. Por favor; no se me malentienda: NO le resto el valor a las personas (lo que en la Biblia genéricamente se habla como “hombre”); pues Dios mismo planeó y decidió que valía la pena pagar el precio por recuperar Su creación (hombre y mujer)... Ese pago le costó a Jesús el tener que experimentar una horrenda muerte.

Sin embargo, o muchos ignoran esto o muchos lo rechazan. Persisten en que aún es posible “crear un mundo sin violencia, sin enfermedades y llena de alegría”. Estimado lectores, Dios mismo atestigua al hombre que acaba de caer en el pecado y le dice: “... maldita es la Tierra por tu causa...” (Génesis 3:17). El pecado contamina la Tierra. Así que la única solución da sanar la tierra de quien aún no conoce a Jesús es arrepintiéndose (decidir cambiar su estilo de vida) y aceptarle a Él como Señor y Salvador (permitirle gobernar su día a día a través del Espíritu Santo).

Y para quien ya ha dado sus primeros pasos en la fe de Jesucristo, debe crecer en su conocimiento de Dios y no ser conformista. ¡Conocer a Dios (experimentar Su Presencia de manera genuina) implica conocer la realidad de las cosas y aún la realidad de nosotros mismos! ¿Cómo puedo entonces lidiar con una desagradable circunstancia? ¿Cómo puedo comprender su causa y no paralizarme en el despropósito, el desánimo y la depresión?...

Ayudará el que podamos resumir en 6 frases la forma en que Dios define, guía y trata con cualquier circunstancia, sea ésta desagradable o no, pues “todo obra para nuestro bien” (Romanos 8:28). Se lo presento en forma de estudio:

1) Tenga paciencia y perseverancia. (Santiago 5:7).2) Tenga una clara convicción. (Santiago 5:8).3) Cultive buenas relaciones. (Santiago 5:9).4) Sepa soportar las pruebas. (Santiago 5:10-11).5) Tenga una humilde disposición. (Santiago 5:12).6) Practique la oración eficaz. (Santiago 5:13-16).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? ¿DÉLE LA OPORTUNIDAD A DIOS? Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Salvador y mi Señor. Gracias Señor Jesús. Amén.

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

El cielo es el único lugar en el universo donde existe perfección. Y no podía ser de otra manera, pues Dios mismo, el Padre, junto al Hijo, viven allí gobernando a millares de ángeles. Considere éstos versículos: “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono...” (Salmo 11:4). “Jehová estableció en los cielos su trono y su reino domina sobre todos.” (Salmo 103:19). “Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?” (Isaías 66:1).

En cambio, en la tierra no hay perfección; especialmente en el ser humano y a causa del ser humano. Sin embargo, no siempre fue así, pues todo fue creado perfecto (Génesis 1:31). Fueron la rebelión, el pecado y la iniquidad las que introdujeron la imperfección. La rebelión, porque se cuestionó el gobernar de Dios; el pecado, porque se tomó una decisión errónea que estableció una ofensa contra Dios; y la iniquidad, porque el orden de Dios fue alterado y, ora el alma humana, ora el cuerpo humano, comenzaron a pretender dominar sobre el espíritu.

Pecado e iniquidad no son lo mismo. Y aunque el mundo piensa que así es... no lo es. El pecado es la acción que hace que “erremos al blanco”, en lo que a agradar a Dios se refiere. En cambio, la iniquidad es la causa, la semilla que da lugar a que el pecado sea cometido. La iniquidad es la raíz de la maldad, y tuvo su origen en Lucifer (o Luzbel “el portador de Luz”), ahora conocido como Satanás. La profeta Ana Méndez indica: “La iniquidad es lo contrario a la rectitud, es una semilla espiritual torcida que pasa de generación a generación, y se va torciendo cada vez más, quedando el pecado cada vez más escrito (Jeremías 17:1). El pecado no se hereda, lo que se hereda es la iniquidad. Ejemplo: la tendencia al alcoholismo, la tendencia a la promiscuidad sexual, la tendencia al enojo, etc.”

“Cuando somos salvos confesamos nuestros pecados y nuestro espíritu es salvo, vamos al cielo; pero hay iniquidades clavadas en el alma, que son como cautiverios, tienen que ser tratadas para experimentar libertad. En el Salmo 51:2 David confiesa su iniquidad: “lávame más y más de mi maldad... (maldad = iniquidad, palabra original)”. En Dios no existe iniquidad; por eso lo necesitamos, Su Presencia trae liberación (Deuteronomio 32:4).

Proverbios 26:2 dice: “No hay maldición sin causa.”. Todos los que tenemos sangre española, cargamos con las iniquidades producidas por las muertes en la colonia, hechicerías y derramamientos de sangre. En cambio, la liberación de la iniquidad, es un proceso causado por Dios (1 Juan 5:6-8), y afecta inmediatamente a nuestras generaciones futuras: hijos y nietos, con cambios radicales. Una decidida confesión de la iniquidad hace que seamos limpiados, conforme a Su Palabra (1 Juan 1:5-9). Recuerde: No somos perfectos (aún), somos perdonados (1 Pedro 5:10).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? ¿DÉLE LA OPORTUNIDAD A DIOS? Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Salvador y mi Señor. Gracias Señor Jesús. Amén.

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Conocer a Dios es una experiencia maravillosa. Pero puede también llegar a no serlo. Usted me dirá: ¿Cómo es esto posible? Cuando hay confrontación entre Dios y la persona. Dios confronta el mal que hay en cada uno de nosotros. Su misma naturaleza no le permite quedar indiferente ante la maldad humana, Él tiene que hacer algo al respecto. Y mucho más particularmente si usted es un(a) hijo(a) Suyo(a). Los padres difícilmente son indiferentes ante la obstinación, rebeldía o equivocación de sus hijos. ¿Por qué? Porque los aman y tienen más experiencia.

Pero, antes de seguir adelante, aclaremos el sentido de la palabra “confrontación”. Primeramente, que quede bien claro en nuestras mentes que no siempre la palabra “confrontación” implica violencia o castigo. Tampoco implica siempre dolor, desgracia o destrucción. Tiene más bien un sentido de desafío, como si Dios dijera: He aquí Yo soy así, ¿puedes serlo tú también?; he aquí que Yo tengo éstos pensamientos, ¿qué piensas tú?; he aquí que Yo procedo de ésta manera ¿cómo lo harás tú? (1 Corintios 8:6; Éxodo 9:13-14; Isaías 55:8-9; Ezequiel 18:25-32).

Y bueno, siendo honestos, no se puede negar que todo esto a veces causa incomodidad, otras perplejidad, otras tristeza, otras disgusto, y hasta rabia. Y si el que nos confrontara fuera una persona que no tiene derecho a hacerlo, muy probablemente le dijéramos: – Por favor, no se meta en lo que no le importa –. Sin embargo, Dios SI tiene derecho. Tiene el derecho de Creador, por un lado, y de Padre, por el otro; pero no sólo de Creador y Padre, sino de Alguien que ama de una manera asombrosa (Salmo 39:7-11; Salmo 94:12-15; Jeremías 9:24).

Usted ya habrá notado que Dios rara vez explica Sus decisiones, y mucho menos su manera de Ser. Y aún así, no deja de asombrar Su entrañable misericordia para con los seres humanos (Juan 3:16). Si Dios le confronta a usted, no lo hace por el mero afán de demostrar que es más que usted o que puede más que usted. Si Dios le confronta es porque desea verlo pronto junto a Él, desea compartir con usted todo lo que Él es, pero junto a Él ¡Tremendo! La otra opción es la destrucción total en un infierno preparado para Satanás y compañía (Apocalipsis 21:5-8).

Ahora bien, la respuesta a la confrontación que Dios nos hace es enteramente de nuestra exclusiva responsabilidad. Es algo que escogemos con libertad, Dios no obliga. Pero la confrontación debe producir un cambio. Y generalmente, el cambio correcto proviene de un corazón humilde, que Le tiene en cuenta, confía y Le obedece aunque el cambio que se pide parezca descabellado. Y aquí es donde entran en juego las actitudes. ¿Cuál es tu actitud ante lo que Dios te está pidiendo? Dios te dice: “... He puesto delante [de ti] la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). Jesús en tu corazón es la vida.

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? ¿DÉLE LA OPORTUNIDAD A DIOS? Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.

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En el sistema secular hay niveles distintos de autoridad. Ciertamente esto se cumple en el día de hoy. En el gobierno está el presidente, los ministros de su gabinete y un gran cuerpo de hombres personalmente seleccionados, los cuales tienen privilegios que no posee el ciudadano común. En las fuerzas armadas hay oficiales y hombres sin grado de oficial... y grados dentro de cada rama de las fuerzas. En los deportes hay entrenadores y jugadores. En las empresas hay gerentes y líneas de autoridad entre los administradores y el personal, supervisores de sucursal, capataces y obreros. Se espera que la persona que pertenece a la fuerza laboral marque la hora de llegada en el reloj registrador, que se presente a tiempo, que trabaje duro y que no se aproveche de su jefe.

Hay un nombre para los que prefieren no seguir estas instrucciones: ¡Desempleados! ¿Por qué? Porque el jefe tiene a su cargo la dirección de la empresa. Jesús lo expresó de la siguiente manera: “Los que son grandes ejercen sobre ella potestad”. Pero luego agrega: “Más entre vosotros no será así” (Mateo 20:25-28). ¿Qué es lo que no será así? Simplemente esto: en la familia de Dios tiene que haber un gran cuerpo de personas: siervos(as). De hecho, esa es la manera de llegar a la cumbre en su reino. “... el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”.

Esas palabras son olvidadas aún en muchas iglesias que tienen pastores afables, ejecutivos de gran autoridad y cantantes de primera categoría. Aún en nuestra iglesia tenemos la tendencia de dejarnos atrapar tanto por la competencia de éxito y prestigio que perdemos de vista nuestro llamado esencial como seguidores de Cristo. El “síndrome de la celebridad”, que está tan presente en nuestro pensamiento y actividades cristianas, no cuadra con las actitudes y mensajes de Jesús. Nos hemos deslizado hacia un patrón en el que las celebridades y los mandamás en la vida de nuestra iglesia pretenden dar las ordenes, y es difícil ser un siervo en esas condiciones.

Debo aclara que lo quiero decir. En el cuerpo de Cristo hay una cabeza. Cristo Jesús es el Señor de su cuerpo. Ningún ser humano se atreve a pasar esa posición. Un hombre llamado Diótrefes, que se menciona en 3 de Juan 9 y 10, intentó hacer eso, y fue directamente reprendido por el apóstol. Diótrefes llega a ser una advertencia, para cualquiera que desee llegar a ser “el jefe de la iglesia”. Este pudiera ser un miembro del equipo, un pastor, un maestro, uno del ministerio de alabanza, un funcionario o ex pastor de otra iglesia. No importa quién sea, la mentalidad de Diótrefes no tiene lugar en el cuerpo de Cristo. Sólo Cristo es la cabeza. Todos los demás pertenecemos a la clase a la cual se refirió Jesús en Mateo 20... Siervos o servidores, dadores de nuestro tiempo, talentos (¡si, usted también los tiene!) y recursos. Anímese a convertirse en un dador, donde usted se encuentre.

(Recopilado de “Desafío a Servir” de Charles Swindoll).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.

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¿Quién es usted? Puede parecer algo obvio, pero ¿alguna vez se ha preguntado quién es usted en realidad? Esto viene a ser muy importante antes de decidirse a comenzar la realización de cualquier cosa; y mucho más aún, si se trata de compartir su fe cristiana con las personas de su entorno. En este caso, tener una clara identidad resulta fundamental, y apela directamente a sus convicciones. En momentos de tentación o contradicción ¿qué es lo que realmente creemos? (Efesios 1:3-6; Colosenses 1:21-23; Judas 24).

El mundo de hoy plantea tremendos desafíos al momento de escucharnos hablar del evangelio de Jesús. No falta los que dicen: “Eso ya ha pasado de moda”, o los que dicen: “Pero, ¿para qué amargarse la vida?”, y los que dicen: “Deja de ocuparte en cosas muy controversiales y haz algo práctico”. Muchas veces, estos comentarios han desanimado a muchos creyentes, haciéndoles pensar que son tontos, o que les falta mucha preparación. Pero esto no es otra cosa que mentira del enemigo, y lo digo con convicción: Si usted es hijo(a) de Dios, tiene el Espíritu de verdad en sí.

Debemos afrontar el hecho de que la religiosidad en nuestra sociedad nubla la manera de entender las cosas, y que cuando se les dice que “son pecadores”, les viene de inmediato una reacción de rechazo. Piensan que porque “no son capaces de matar una mosca” son buenos, y merecen ir al cielo. Piensan que “una canita al aire” es sólo “una inocente picardía” que Dios disculpará automáticamente; después de todo, “Él es bueno” ¿no?. Piensan que porque nunca robaron un auto, o porque no tomaron nunca un arma de fuego y dieron muerte a 100 personas, son buenos.

Las personas confunden “bondad” con “benevolencia” y “maldad” con “crueldad”. No son lo mismo. Piénselo. La benevolencia es una falsa bondad porque piensa que “hacer felices a los demás”, no importando lo que hagan, es la meta suprema de la vida; pero, y ¿qué si soy feliz destrozando las ventanas de mis vecinos?, ¿qué si soy feliz emborrachándome?, ¿qué si soy feliz sin que me importe nadie? Piénselo. Por otro lado, el pensar que la maldad es siempre crueldad, me da excusas para pensar que, aunque digo “pequeñas mentiras” y “saco unos chicles de la tienda de mi amigo de vez en cuando”, entonces soy una persona que me merezco tanto la “ira de Dios” (Isaías 59:1-7).

Al presentar el evangelio, no se puede reemplazar la necesidad que tiene el mundo, ante Dios, de arrepentirse de sus pecados. Hay que decirlo con valor, con convicción: ¡Arrepiéntanse! (Marcos 1:15). Sólo el verdadero arrepentimiento (no remordimiento) permite que nuestros pecados sean efectivamente borrados (Hechos 3:19; Miqueas 7:18-20). Pero este anuncio no puede ir divorciado de un testimonio de genuina compasión por las personas. Sí; las debilidades humanas deben ser tratadas con paciencia y misericordia, pero también con decidida objetividad. Hoy, ayer y mañana lo malo sigue siendo malo y lo bueno, bueno (Isaías 5:20-24). Dios es bueno...

Hno. Carlos Terán

SE DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA; DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por

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mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.

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Tenemos la opción de proponernos hacer cosas y realizarlas con nuestro esfuerzo. Podemos incluso llegar a concluir dichas cosas, y ver como mucha gente se asombra y nos felicita. Antes de realizar estas cosas (y dentro de “cosas” entendamos: proyectos, sueños, ideas, anhelos en su mayoría legítimos) podemos habernos preparado con paciencia durante muchos años en alguna institución educativa o simplemente con las experiencias de la vida. Y así, usted puede vivir su vida, teniendo muchos logros hasta el punto de que esos “logros” se van convirtiendo en una rutina. Uno puede reflexionarlo ahora, o después de muchos años, el resultado será igual: Sentirá que “algo” falta. La Biblia enseña al respecto: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece” (Eclesiastés 1:2-4).

Acá se debe aclarar que el “Predicador” no está tratando de decir que el trabajo sea malo en sí mismo, o que el soñar, proyectar y esforzarse sean malos. Más bien enfatiza precisamente aquello que mencionaba más arriba: “Falta algo”. ¿Qué puede ser ese algo?... ¿O más bien es “Alguien”? Bueno, son ambos: Falta la Presencia de Dios.

La historia humana está llena de los logros de escritores, científicos, profesionales, militares, deportistas, autoridades (o reyes si prefiere) que realmente han logrado muchas cosas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice que cualquier logro que el hombre tenga, sin la Presencia de Dios, será como la gloria de la flor: que evidentemente se levanta, crece, muestra esplendor y es admirada... pero el tiempo (el cual usted sabe que no es mucho) hará que la flor se marchite (Job 14:1-2; Salmo 103:15-18; Isaías 40:6-8; Santiago 1:9-11).

Al negar su dependencia hacia el único Dios verdadero, las personas se vuelven religiosas, y comienzan a instituir costumbres y tradiciones conforme a esos fundamentos “religiosos”. Esto ha enfermado nuestra tierra. Necesitamos la verdadera Presencia de Dios en nuestras vidas cotidianas. Y Dios no fuerza a nadie para que le busque, Él simplemente espera ser hallado, y así desatar el cielo en nuestras vidas. ¡Si! En su vida y en la mía. Esto le aseguro que no es ilusión ¡Es tremendamente real! La realidad espiritual es más fuerte que la realidad material, y esto no es un eufemismo, o un mero eslogan. Por eso dice: “El camino del justo es rectitud; Tú, que eres recto, pesas el camino del justo. También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu Nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.” (Isaías 26:7-9). Busquemos con todo el corazón Su Presencia (Jeremías 29:11-14).

Hno. Carlos Terán

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SE DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA; DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento repita las siguientes palabras, creyéndolas de todo corazón: Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que moriste por mí en la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Desde hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Dios existe y puede ser conocido. Así comienza una definición de Dios en un diccionario bíblico. Y aunque puede ser conocido, puede también ser confundido y hasta sustituido por otro objeto, otro ser y hasta por otra persona. Por lo menos eso ocurre en la mente de las personas que insisten en ser “religiosas”, o que buscan a Dios a su manera, sólo “cuando tienen un problema grave”. (Isaías 29:13-14; 1 Corintios 1:18-24).

En el fondo, esto no es mas que vivir centrado en uno mismo. Es tener “bulliciosa” el alma, y por tanto, no dispuesta a oír lo que tenga que decir el Dios verdadero. Y ojo que lo que Dios tiene para decir siempre es lo mejor para nosotros. Lo mismo se aplica en una relación como la del matrimonio: si uno o ambos cónyuges están pensando sólo en “sus necesidades”, no hay una disposición para oír y mucho menos para “conocer” a la otra persona.

Por eso, el Señor nos anima que, para que le conozcamos, aprendamos a buscarle aquietando las preocupaciones y ansiedades internas delante de Él: “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis” (Isaías 30:15). Y: “Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro 5:7).

Es importante también aclarar que Dios no es un fantasma. Esto no es raro encontrar. Los primeros en pensar que Dios era un fantasma fueron los primeros discípulos, y es admirable la manera cómo Jesús se reveló a ellos: “Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; Yo Soy, no temáis!” (Mateo 14:26-27). Puede parecer extraño lo que diré, pero Dios es más humano que nosotros mismos, y lo expresó nada menos que en la persona del Señor Jesús.

El afirmar que Dios es Espíritu puede confundir a muchos. Si bien Dios es Espíritu, no por eso es una entidad flotante. Por eso Jesús nos vuelve a corregir: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:24). La conexión con Dios es espiritual, no mental; aunque la mente ayuda, pues para conocer “la verdad de Dios” debemos mínimamente leer Su Palabra. Dios se revela más y más mientras usted le lee (oye) con un corazón abierto. Sin embargo, esto no es todo. También Dios desea ser conocido en la experiencia desatando Su poder sanador, salvador y liberador sobre las circunstancias de las personas en base a la correcta aplicación de principios (que están en Su Palabra) y no sólo por la necesidad de la gente. Uno de esos principios es la confianza en la

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intervención de Dios: “Porque en el evangelio, la justicia de Dios se revela de fe a fe, como está escrito: «Mas el justo por la fe vivirá».” (Romanos1:16; Habacuc 2:4; Hebreos 10:38-39).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Hoy en día, mucha gente habla de tener buenos contactos, ya sea para conseguir empleo, o para obtener ciertos beneficios que de otra manera serían difíciles de obtener. Sin embargo, en la vida cristiana no existe mejor contacto que el cielo mismo. Cuando se trata de sanar nuestra tierra, o mejor, sanar nuestras vidas, no existe mejor sanador que Dios mismo y lo que Él nos puede dar. Sin duda, Él puede alterar realidades “imposibles de cambiar”.

¿Pero cómo puede darse todo esto? Precisamente: mediante el contacto. ¿Y cómo funciona este contacto? A través de una efectiva vida de oración. Y enfatizo “efectiva” porque, lamentablemente, la oración es un recurso de poder que muchos cristianos no estamos sabiendo ni valorar ni utilizar correctamente; en consecuencia, muchas de las bendiciones que Dios mismo quiere darnos se encuentran “postergadas”.

Para empezar diremos que la oración no es un fin en sí mismo. La oración es un medio de contacto entre, al menos, dos personas inteligentes. Una de esas personas es Dios, el Padre, y la otra es usted o su grupo de oración. Cuando la oración se vuelve un fin en sí mismo, entonces comenzamos a “rezar”, es decir, a repetir y monologar, y eso no es establecer un efectivo contacto con Dios. De lo que realmente se trata, es el de cultivar una relación que empieza cuando usted y yo nacemos de nuevo al aceptar a Cristo y su obra como nuestro Salvador. El señorío de Dios, a través de Cristo Jesús, debe ser cultivado; no es algo que usted recibe de manera inmediata.

Muchas veces se piensa que, como Dios es Dios, no necesita nada; y menos podría darle yo algo que a Él le interese. Es cierto que Dios, en Su perfección, no necesita nada; pero de alguna manera soberana, a decidido “necesitar” de nuestro genuino interés y amor por Él. Él anhela cultivar esa relación abiertamente, como al principio: “Oían la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto, al aire del día...” (Génesis 3:8). Una efectiva vida de oración es bidireccional: Nosotros le buscamos, y Él responde: “Clama a mí y yo te responderé…” (Jeremías 33:3).

Pero nuestra condición humana actual, a causa de la caída, nos dificulta progresar en nuestra vida de oración; y Dios lo sabe: “Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.” (Salmo 103:14). Por esa razón, cuando nuestra decisión por orar flaquea, recordemos que el Señor

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ya ha provisto una ayuda: “…los que esperan en el Señor renovarán [intercambiarán] sus fuerzas…” (Isaías 40:31). La palabra hebrea para “renovar” significa “sustituir, intercambiar, mostrar novedad, brotar”. El cristiano no debe estimular su propia voluntad en la oración, sino más bien intercambiar la energía humana, con la divina. Por eso, decida reemplazar por fe su estancamiento en los tiempos de oración, con Su inagotable vitalidad. (Romanos 8:26-27). Dios le bendiga.

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

La obra realizada por Jesús, el Hijo de Dios, en la cruz del Calvario, permitió tener acceso a la fuente sanadora más poderosa del mundo (Isaías 53:5). En la cruz se dieron cita la impecable santidad de Dios y la misericordia bondadosa de Dios: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:10). Con todo, la cruz es sólo el intento salvador de Dios hacia las personas. Es Su iniciativa para hacer contacto con nuestra naturaleza. Requiere, en respuesta, que la persona a ser salvada, estire también su mano para alcanzar y hacer contacto con el brazo salvador de Dios. La cruz de Cristo, sin un ser humano decidido a confiar en la facultad salvadora de la cruz, es inefectiva. Por eso dice: “Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.” (Romanos 10:21), y: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” (Jeremías 29:13).

La obra de la cruz tiene además una cualidad práctica para aquel que ya es salvo(a). La cualidad es “mediadora” (1 Timoteo 2:15); pero no sólo para salvación, sino también para la cotidiana interacción, en este caso, aplicada a la vida de oración. Dios sabía que muchas personas atrapadas en el pecado, tratarían diariamente de hacer contacto con Él, y que debido a Su justicia y santidad, esto no sería posible; a no ser por la mediación de Su propio Hijo.

La particularidad “mediadora” de Jesucristo, consiste en estar Él facultado para resolver las diferencias entre Dios y los hombres, dado que se hizo totalmente hombre para poder entender, solidarizarse e involucrarse con los problemas de nuestra condición (Hechos 7:56), siendo al mismo tiempo totalmente Dios teniendo todos los atributos de la Deidad y así representando a todos los intereses del Cielo (Colosenses 2:9). Por eso dice: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:15-16).

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Sanar nuestra tierra implicará también el restaurar dentro de nosotros la confianza en esta cualidad mediadora, la confianza en el sacrificio pasado de Jesús. David Egner escribió: “Dios siempre deseó esa manera de acercarnos. El diseño del acercamiento fue ilustrado en la adoración del tabernáculo y del Templo. Por siglos, Dios dijo claramente que Su pueblo debía acercarse en base a un sacrificio de sangre. Y esos sacrificios ilustraban el sufrimiento y la muerte violenta del propio Hijo de Dios. En el mismo Templo, en el Lugar Santo había un altar de incienso. El incienso quemado, por su fragancia y movimiento ascendente, simboliza las oraciones que agradan a Dios. Es significativo que este incienso se encendiera con un carbón traído del altar del sacrificio (Exodo 30:7-10; Levítico 16:12). Para Dios existe un claro vínculo entre el sacrificio y las oraciones a través de las cuales nos aceramos a Él”.

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

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La oración también es un arma de guerra. Es parte de aquel arsenal que es mencionado en 2 Corintios 10:4: “... las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...”, y en Romanos 13:12: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz”.

¿Guerra? ¿Guerra contra qué? Bueno, esencialmente, la guerra es contra seres espirituales pensantes. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:11-13).

En el pasaje anterior, cabe aclarar la expresión “regiones celestes”. Muchos pueden pensar que esto tiene que ver con el mundo físico y sus tres dimensiones de ancho, largo y alto. Pero por tratarse de una expresión espiritual debemos entender que “las regiones celestes” no es “... a miles de kilómetros de aquí”, sino en una dimensión espiritual, la cual opera entre los humanos, y que requiere discernimiento para “ubicarla”. Hablamos entonces, de regiones estratégicas donde dominan las tinieblas o el gobierno de Satanás. Esto hace de la oración algo mucho más práctico.

Entonces de lo que se trata es de conquistar lo que el diablo aún domina en el ámbito humano. Y para dominar a las personas, Satanás usa y abusa de mentiras “muy brillantes”. Va creando fortalezas en la mente de las personas. ¿Cómo podemos identificar estas fortalezas? Completemos 2 Corintios 10:5

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para saberlo: “... argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios”. Entonces hablamos de argumentos y altiveces que dan “cobertura” a sistemas de pensamiento y de vida falsos e injustos, en las que viven muchas personas “enceguecidas”.

La oración es una de las armas que pude destruir estas fortalezas. Generalmente, la oración de guerra se hace más poderosa cuando va acompañada de ayuno, y tiene el propósito de desatar el poder de Dios a favor de otros. A esto es a lo que se llama intercesión. Isaías 58:6 lo ilustra bien: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”. En la oración de guerra también debemos ejercitar bien el oído para estar atentos a las instrucciones estratégicas que Dios da, y así obedecer en consecuencia, pues Dios así lo pide. Un buen ejemplo de esto se encuentra en Josué 6 donde se cuenta de la caída de los muros (una fortaleza terrible) de Jericó. Le recomiendo que lo lea con mucho detenimiento y oración. Le dejo un último versículo: Romanos 16:20. Léalo, subraye “vuestros pies”, y créalo. Dios le bendiga.

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

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Después de la excepcional victoria obtenida en Jericó, los israelitas se enfrentaron a un nuevo reto de conquista: Hai. Sin embargo, después de tan tremendo prodigio, como el de que los muros de una ciudad caigan por el sólo poder de Dios, los israelitas adoptaron una actitud excesivamente triunfalistas a tal punto que olvidaron algunas de las instrucciones más específicas que Dios les había dado para desenvolverse en batallas de conquista.

Una de esas instrucciones indicaba expresamente: “Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios.” (Deuteronomio 13:16-18).

Su triunfalismo se expresó después del reconocimiento que hicieron del área demo–geográfica de Hai: “Al volver, dijeron a Josué: «Que no suba todo el pueblo; dos mil o tres mil hombres tomarán a Hai. No fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos».” (Josué 7:3). Pero ellos no sabían que uno de ellos, llamado Acán había tomado “un manto babilónico” y dinero “extra”, los cuales eran parte del anatema: “vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un

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lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.” (Josué 7:21).

Anatema , tiene un sentido de “apartado para destrucción (generalmente por fuego)” o “condenado a muerte”. En hebreo es: “al jerem”, y designa la costumbre de consagrar algo a la divinidad destruyéndolo por completo. Esta era una costumbre muy difundida entre la mayoría de los pueblos antiguos del Oriente Medio, y practicada ocasionalmente por los israelitas, aunque con algunas restricciones, como ya lo hemos observado más arriba.

“Y subieron allá… como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron… y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.” (Josué 7:3-5). Esto tiene una aplicación muy importante: ¿No está experimentando victorias en su testimonio cristiano? Posiblemente, y sin saberlo, tenga dentro su casa objetos que en la cultura contemporánea son aceptados como normales, pero que son muy conocidos dentro del ocultismo. Le mencionaré algunos hoy, y ampliaremos el tema en la próxima entrega: adornos de buhos, elefantes, dragones chinos, juguetes de Yu Ghi Oh, afiches de rock, etc. Si esto es así, no se alarme; sólo se requerirá de una limpieza...

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

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De repente, los pensamientos de Jesús explotan ante las acusaciones del criminal que está en una de las cruces: – Con que eres el Mesías, ¿eh? Demuéstralo salvándote a ti mismo, y a nosotros también. Es un dilema inexplicable: cómo dos personas pueden escuchar las mismas palabras y ver al mismo Salvador, y una de ellas ver la esperanza mientras que la otra no ve nada más que a sí misma. Eso era todo lo que podía soportar el criminal. Tal vez el maleante que había tirado el dardo esperaba que el otro maleante entendiera la señal y tirara algunos dardos por su parte. Pero lo que escuchó fueron palabras de defensa. – ¿Acaso no temes a Dios? Sólo unos minutos antes esos mismos labios habían maldecido a Jesús. Ahora lo estaban defendiendo. Todas las cabezas que hay en la colina se levantan para mirar a éste que ha hablado a favor de Cristo. Todos los ángeles lloran y todos los demonios quedan atónitos. ¿Quién habría podido imaginarse que este ladrón pensara en alguien más que no fuera él mismo? Siempre había sido “el matón, el rapaz, el ratero”. ¿Quién podía recordar la última vez que había venido en ayuda de alguien? Pero cuando los últimos granos de arena van deslizándose por su reloj, realiza el acto más noble que pueda realizar un ser humano: Habla a favor de Dios. ¿Dónde están aquellos de quienes esperaríamos que defendieran a Jesús? Un Pedro, mucho más espiritual, lo había abandonado. Un Pilatos, mucho más culto, se había lavado las manos para deshacerse de Él. Una multitud de compatriotas, mucho más leal, ha exigido su muerte. Un grupo de discípulos, mucho más

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fieles, se ha dispersado. Cuando parece que todos le han vuelto la espalda, un maleante se coloca entre Jesús y los acusadores, y habla a su favor: “¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo”. Los soldados miran hacia arriba. Los sacerdotes dejan de charlar. María se enjuga las lágrimas y levanta la mirada. Tal vez hasta Jesús se esfuerza para enfocar sus ojos en aquel que le ofreció el último gesto de amor que recibiría en esta vida. Me pregunto si le habrá sonreído a esta oveja rezagada en medio del rebaño. Porque eso, es exactamente lo que está haciendo el criminal. Está llegando a tropezones hasta el lugar de su amparo, precisamente en el momento en que se cierra la puerta. En la afirmación del ladrón se esconden dos realidades que cualquier persona necesita reconocer a fin de acercarse a Jesucristo. Nosotros somos culpables, y Él es inocente. Nosotros estamos contaminados, y Él es puro. Nosotros estamos equivocados, y Él tiene razón. Él no está en esa cruz por sus propios pecados. Está ahí por los nuestros. Y una vez que el maleante entiende esto, su petición parece perfectamente natural: “Acuérdate de mi cuando vengas en tu Reino”. Ninguna excusa. Simplemente un ruego desesperado pidiendo auxilio. En ese momento Jesús realiza el milagro más grande de la cruz. Más grande que el terremoto. Más grande que el rasgarse el velo del Templo. Más grande que la oscuridad. Más grande que los santos resucitados. Realiza el milagro del perdón. Un criminal sumido en el pecado es recibido por un Salvador ensangrentado. “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Tal es la definición de la gracia… (Lucas 23:39-49).(Condensado de “Seis horas de un viernes” de Max Lucado).

Hno. Carlos Terán

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Después de la excepcional victoria obtenida en Jericó, los israelitas se enfrentaron a un nuevo reto de conquista: Hai. Sin embargo, después de tan tremendo prodigio, como el de que los muros de una ciudad caigan por el sólo poder de Dios, los israelitas adoptaron una actitud excesivamente triunfalistas a tal punto que olvidaron algunas de las instrucciones más específicas que Dios les había dado para desenvolverse en batallas de conquista.

Una de esas instrucciones indicaba expresamente: “Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios.” (Deuteronomio 13:16-18).

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Su triunfalismo se expresó después del reconocimiento que hicieron del área demo–geográfica de Hai: “Al volver, dijeron a Josué: «Que no suba todo el pueblo; dos mil o tres mil hombres tomarán a Hai. No fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos».” (Josué 7:3). Pero ellos no sabían que uno de ellos, llamado Acán había tomado “un manto babilónico” y dinero “extra”, los cuales eran parte del anatema: “vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.” (Josué 7:21).

Anatema , tiene un sentido de “apartado para destrucción (generalmente por fuego)” o “condenado a muerte”. En hebreo es: “al jerem”, y designa la costumbre de consagrar algo a la divinidad destruyéndolo por completo. Esta era una costumbre muy difundida entre la mayoría de los pueblos antiguos del Oriente Medio, y practicada ocasionalmente por los israelitas, aunque con algunas restricciones, como ya lo hemos observado más arriba.

“Y subieron allá… como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron… y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.” (Josué 7:3-5). Esto tiene una aplicación muy importante: ¿No está experimentando victorias en su testimonio cristiano? Posiblemente, y sin saberlo, tenga dentro su casa objetos que en la cultura contemporánea son aceptados como normales, pero que son muy conocidos dentro del ocultismo. Le mencionaré algunos hoy, y ampliaremos el tema en la próxima entrega: adornos de buhos, elefantes, dragones chinos, juguetes de Yu Ghi Oh, afiches de rock, etc. Si esto es así, no se alarme; sólo se requerirá de una limpieza...

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¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

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En anterior entrega quedamos en ampliar el tema del anatema y de cómo podemos limpiarnos para continuar siendo personas de victoria en nuestro andar cristiano. Habíamos encontrado en el pasaje de Josué 7 que aún siendo cristianos, y viviendo bajo el gobierno de Dios, podemos guardar sin saber (o sabiendo) objetos que son anatema, es decir, fuente de maldad y de error, e ir experimentando frustración y derrotas “inexplicables”. Estos objetos pueden representar alguna religiosidad o al ocultismo, y es necesario identificarlos y deshacernos de ellos. Esa es la limpieza.

Hablábamos de algunos objetos: adornos de búhos, elefantes, dragones chinos, adornos de Buda, de pirámides, juguetes, álbumes, cartas de Yu Gi Oh (serie de caricaturas para niños), afiches de rock, películas de terror, y otros semejantes. Es común escuchar decir a algunas personas de que se trata de adornos que “traen buena suerte”, o que “cuidan la casa”, otros piensan que se trata de “artículos

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artísticos inofensivos” que “vale la pena preservar”; pero no se deje engañar: la fuente espiritual de estos objetos viene directamente de las tinieblas, y no vale la pena preservar.

A la lista anterior también se puede añadir toda imagen de santo, de vírgenes, iconos, y reliquias religiosas; aclarando algo: no es tanto que estos objetos tengan un poder determinante en sí mismos para hacer daño, sino que provocan atadura emocional en las personas que posterga el progreso espiritual. Las enseñanzas del Antiguo Testamento respecto a la nación de Israel, son sombra y figura de la lucha que cada uno de los creyentes en Cristo Jesús (partes del Israel espiritual) libra contra las fuerzas del mal para conquistar el Canaán espiritual, el cual es el buen y específico propósito que Dios tiene para nuestra existencia, y que al mismo tiempo le glorifica a Él (Hebreos 4:1-13).

No debemos pensar nunca en regalar estos objetos, porque eso sería pasar la maldición a otra familia o persona; hay que mas bien destruirlos. Las mejores maneras son, o por rompimiento (hasta dejarlos polvo), o quemándolos (hasta volverlos ceniza), tal como ocurrió cuando todo el pueblo de Israel, en solemne asamblea, se purificó: “… Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.” (Josué 7:25). Sólo después de esto pudieron conquistar de manera aplastante a Hai (Josué 8:1-29; 1 Corintios 12:2-3).

Sin embargo, algo más importante que la destrucción de estos objetos es la decisión de nuestro corazón. Es la atadura en el espíritu la que debe ser destruida. La destrucción de esos objetos puede meramente representar la realidad interior. Es nuestro corazón el que necesita ser sanado. Y para alcanzar esa sanidad se requiere de nuestra obediencia para dar los siguientes pasos de fe que nuestro Señor nos pide. Requiere de valor. Requiere desapegarnos de nuestros “anteriores ídolos”, y que en verdadero arrepentimiento volvamos nuestros corazones al único y verdadero Dios vivo, que con tanta paciencia y amor nos anhela celosamente (Santiago 4:4-10).

Hno. Carlos Terán

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La “justificación” es uno de los temas más difíciles de entender, pero al mismo tiempo es uno de los más fascinantes, por sus implicaciones para nuestra vida. Tiene que ver con el desarrollo de un mejor nivel en nuestra fe cristiana. La justificación es uno de los muchos regalos que Dios nos da, puede “escandalizar”, y puede ser comparada con una pomada medicinal que alivia nuestra maltratada autoestima por el pecado (1 Samuel 2:8-10; Sal. 113).

Cuando venimos por primera vez a Dios, por lo general lo hacemos cargados de culpas, complejos, fracasos, prejuicios y argumentos que nos impiden “ver” la realidad del amor incondicional del Señor.

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Todas estas cargas, de por sí lastiman a la persona, haciéndole creer que “no vale nada”, que “ya no hay arreglo”, que “está condenado a la mala suerte”, que “nunca será merecedor de nada bueno”, y que “está condenado a repetir sin remedio sus mismos vicios” (y entiéndase también como “vicios” a hábitos de mentir, de tener mal genio, de ser fatalista, de ser excesivamente materialista, de ser indiferente, y similares). Dios puede cambiar todo esto, si se lo entregamos ¿cómo? Veamos…

La justificación tiene dos caras, como una moneda: La primera: es la justificación atribuida. La segunda: es la justificación retributiva. La primera, ocurre cuando cualquier persona (no importando su edad, su sexo, su raza, su nacionalidad, su trasfondo cultural, e incluso su individualidad), en actitud de arrepentimiento, busca en oración al Señor con corazón humilde y dispuesto; y, confesando sus pecados, invita a Jesús a ingresar a su vida, decidiendo hacer cambios conforme a la Palabra de Dios. En ese mismo momento, ocurre la transferencia: Dios “transfiere” la justicia misma de Jesucristo a esta persona, ¡y es declarada persona justa por Dios!, y toda la carga de su pecado es, a su vez, “transferida” a Jesús en la cruz, ¡y Él “debe” morir por eso! (… y murió). Por tanto: 2 Corintios 5:21.

A partir de ese momento, la persona ingresa a un nuevo estilo de vida, se somete al gobierno de Dios (Reino de Dios), y paralelamente comienza un proceso de crecimiento en el espíritu, un crecimiento de su fe ¡porque acaba de nacer! Aquí comienza la justificación retribuitiva; pero ojo: no añade NADA a la salvación, tiene más que ver con tu amistad y servicio a Dios. La fe no debe confundirse con lo contemplativo o lo mero reflexivo. La verdadera fe en Dios exige muestras prácticas de su existencia. Por eso, la justicia atribuida, es la base para la justicia retributiva. Es, en nuestra madurez espiritual que el Señor espera “frutos de justicia” (Salmo 1; Filipenses 1:9-11; Stgo 2:20-23).

Por eso, también se nos exhorta: “De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en Él.” (Colosenses 2:6-7). Es en el efectivo andar con Cristo que vamos aprendiendo los principios propios del gobierno de Dios y que requieren tanto de nuestra fe, como de la fortaleza del Espíritu Santo: amar a Dios, orar, perdonar, diezmar, ofrendar tu vida (tus talentos, tu tiempo, tus recursos, tu salud, tu familia, tus finanzas). En ese andar de obediencia, Dios recibe los frutos de justicia, y nuestro gozo se cumple a medida que le conocemos mejor a Él en Persona…

Hno. Carlos Terán

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El cristianismo NO es una religión, es una relación; y, a su vez, un estilo

de vida. Hoy le pregunto a Ud.: ¿cree realmente estas dos facetas del ser un cristiano? Desde que Jesús entró en su vida, ¿ha experimentado cambios reales para bien? Me refiero a cambios en su carácter, en sus hábitos, en su

Nuestra entrega a Jesús es radical, apasionada

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manera de pensar, en sus convicciones, en su manera de reaccionar ante las presiones de la vida, en sus prioridades. Cuando es confrontado por “las sospechas” del mundo, ¿usted simplemente y radicalmente expresa su fe en Cristo?…

Toda religión conduce a la hipocresía, e incluyo en esta categoría a la “religión evangélica”. Incluso nosotros corremos el riesgo de volvernos “religiosos” cuando permitimos que las formas reemplacen a la esencia, a la vida espiritual que Dios da. La religión es el intento del alma de sobreponerse al espíritu, para alcanzar a Dios “a su manera”; y por esa razón, no puede jamás impartir vida genuina. El verdadero cristianismo funciona cuando el alma se sujeta al espíritu humano, y éste, a su vez, se sujeta al Espíritu Santo de Dios. Plantea una logística de contacto y distribución de vida espiritual con Dios. En ese sentido, es imposible que sea una creación o imaginación humana.

En cambio, toda relación humana, requiere cambios de ajuste e intercambio de expresiones, ya sea para el amor, para la vida familiar, para el trabajo, o para resolver desacuerdos y conflictos. No es diferente con Dios. Cuando invitamos a Jesús a entrar en nuestra vida, comenzamos a “conocerLE” en persona, y Él también nos conoce. Se abre un canal de comunicación entre espíritu humano Espíritu de Dios; y la oración es el medio por el que aprovechamos este canal de acceso a Dios el Padre mismo ¡Tremendo! Es dialogar con Él (Efesios 2:16-18).

Entonces es cuando se dan los cambios, afectando nuestro estilo de vida. Al aprender a conocer a Dios, descubrimos que Él es amor, y que tiene mucho amor que dar; pero no sólo esto, sino que también tiene un propósito para tu existencia. Este propósito, está exclusivamente conectado a Él, y para descubrirlo necesitas involucrarte con Él. Por eso dice: “… es Dios quien nos ha hecho; Él nos ha creado [primero] en Cristo Jesús para que [en consecuencia] hagamos buenas obras, siguiendo el camino que Él nos ha preparado de antemano.” (Efesios 2:8-10).

Por esa razón es que nuestra entrega a Jesús no puede ser menos que radical, apasionada, y completa. El amor es así. ¿Qué persona aceptaría una declaración de amor que diga: “Te quiero un montón, a medias? ¿O quién aceptaría un compromiso de amistad a medias? Así, esa relación sería un mero formalismo, algo hueco y sin sentido…

Hno. Carlos Terán

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El ser cristianos no es tan sólo una “buena idea”, es más bien una

genuina liberación. ¿Se ha dado cuenta de que el luchar en sus propias La idea que tengamos de Jesús puede que no refleje lo

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fuerzas con las circunstancias de la familia, el trabajo, las deudas, la salud, los proyectos, y los afanes sin Dios es realmente esclavizante? Es cierto, se pueden tener ciertas “satisfacciones”; pero, ¿no siente que “falta algo más”, o más bien debo decir: Falta Alguien más?

El espacio vacío que hay en nuestro corazón sólo puede ser llenado con la Persona del Hijo de Dios: Jesús. Sin embargo, la religión que hemos aprendido ha inspirado figuras mentales muy irreales respecto de los personajes bíblicos, y especialmente respecto del Señor Jesús, y estas imágenes a veces no animan a pensar en Jesús como alguien con el que uno pueda relacionarse de verdad. Parece más bien el ideal de “todas las buenas intenciones de la humanidad”, que sólo las “personas buenas” pueden aspirar.

Nada más alejado de la realidad. Esa imagen no es más que un eufemismo que frustra el anhelo de autenticidad que tenemos como personas. Si tu estás leyendo hoy este artículo no es ninguna casualidad, el mensaje para ti es que sea cual sea tu circunstancia la Persona de Dios está disponible para ti hoy de una manera genuina, poderosa y real. Ningún concierto de música moderna puede superar la magnificencia de Su Majestad en gloria. Necesitas Su liberación.

Si has podido ver la película “The Matrix”, recordarás que millones de personas vivían esclavas de las máquinas computarizadas sin saberlo, y experimentaban “cosas reales” sin saber que en realidad no lo eran. “Neo”, el personaje principal de la primera parte, tuvo que “nacer de nuevo”, para poder ver la realidad de esta esclavitud y entró a una guerra que no sabía que existía entre los verdaderos seres humanos y las máquinas. Algo semejante nos ocurre cuando en sincera oración de búsqueda, le pedimos al Señor Jesús que entre a nuestras vidas, sólo que descubrimos que no son máquinas las que nos esclavizan, sino un imperio espiritual de tinieblas muy bien organizado y camuflado.

Esta figura también la encontramos en el Libro del Exodo que habla de Egipto, un imperio muy bien organizado (figura del imperio de las tinieblas), pero que oprimía al pueblo de Israel (figura de personas como tú y yo). Fue necesaria la intervención de Dios para la liberación de todas estas personas. Lo mismo necesitamos hoy, una liberación experimentada, con derechos de Autor: Dios en la persona de Jesús . “S i se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

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Santo, santidad, santificación. Palabras un tanto difíciles de entender

¿verdad? Cuando aún no conocemos a Dios por medio de Jesucristo parecen palabras que se refieren exclusivamente al mundo de “lo religioso”, “del más allá”, de la “ultratumba”. También, entre los más racionalistas, se las interpreta como palabras que encierran tanta solemnidad, que conduce meramente a adoptar conductas apegadas a estrictas normas. En pocas palabras, piensan que tiene poco que ver con el interés de lo humano, que no existe alegría en ello, y que más bien genera tristeza y/o aburrimiento.

Procuremos aclarar un poco su significado práctico para nosotros hoy. En primer lugar, Dios es tres veces santo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” (Isaías 6:3); por tanto, la santidad tiene su origen y realización en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo: “Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno [unidad].” (1 Juan 5:7). Entonces, ¿qué es santo? Es un estado del carácter en esencia excelente, por su sola esencia, y no por lo que haga o pueda hacer.

Dios quiso compartir esta santidad con una familia, así que soñó con la humanidad para obtener una familia que se pareciese a Él: una humanidad santa. Por eso sus palabras del principio: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26). Sin embargo, la introducción del pecado arruinó la santidad del hombre y la mujer. ¿Qué significa santidad? Apartado para propósitos de excelencia, vida y alegría; propósitos que encierran comunión entre semejantes, pertenencia, armonía, pureza en las motivaciones, bondad, y amor ágape.

Esto muestra lo práctico que es la santidad, así como su pertinencia para todo ser humano que busca hoy por sí mismo verdadera felicidad y consistencia de propósito para su vida. Y todo esto está escondido en nuestra deliberada dependencia hacia Dios. La conexión con Él no se da automáticamente; debemos decidir conocerle. Esta decisión comienza el proceso de santificación; ¿Qué es entonces santificación? Es el proceso de metamorfosis del interior de la persona a través de deliberadas decisiones, basado en la Palabra de Dios, con la cooperación del Espíritu Santo.

¡Esto es maravilloso, y escandaloso a la vez! (escandaloso para quienes establecen por ellos mismos la moral de lo bueno y lo malo, sin dependencia real en Dios). Puede que seas “de lo peor” en este mundo; pero, Dios en persona, te invita y te dice: “Ven, vamos a discutir este asunto: Aunque tus pecados sean como el rojo más vivo, Yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana. Si aceptas ser obediente, comerás de lo mejor que produce la tierra; pero si insistes en ser rebelde, morirás sin remedio…” (Isaías 1:18-20).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

Podemos ser santos porque Dios es santo; y quiere que

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

La oración es necesaria, especialmente en estos tiempos cuando el mal

parece abrumar a la sociedad, a ciudades, a países, e incluso a la iglesia cristiana. No hablo del rezo; hablo de la oración. Esta, atrae a Dios a nuestras circunstancias, a nuestras vivencias, y pueden ocurrir cambios dramáticos cuando es recibida en lo alto. La verdadera oración, tiene un requisito fundamental: estar “on-line” con el cielo, y el módem es Jesucristo .

¿A qué me refiero “estar on-line”? Al estar conectado en nuestro espíritu con Dios, que a su vez, también es Espíritu. En cambio, el “rezo” es un monólogo ante Dios, no espera una respuesta específica, espera “ser quizás oído”, se centra en el yo. La genuina oración honra a Dios, se centra en la relación con Su Persona; uno sabe que es escuchado, y brota de un espíritu humilde que reconoce su dependencia en Él. Dios, a su vez, ora con nosotros, y revela cosas de Su interés a nuestro espíritu.

En este momento no sé de otros países, pero Bolivia necesita de oraciones genuinas. Creo que Bolivia, más allá de estar en el corazón de Sud América, está en el corazón de Dios. A Bolivia, aún le atan varias formas de pensamiento que la están empobreciendo cada vez más y más, so pretexto de mantener “valores culturales milenarios”, so pretexto de sostener estructuras coloniales tradicionales. Son dos líneas de iniquidad terriblemente entrelazadas que ahogan al pueblo boliviano en un absurdo existencial: no sabemos lo que queremos, nos oponemos a todo, queremos que el gobierno lo componga absolutamente todo, no existe una sóla visión de bolivianidad, entre otros.

Las líneas de iniquidad mencionadas provienen desde la cultura quechuo-incaica; y, desde la religiosidad española. ¿Quién tendrá mayor prerrogativa: Jesús o la Pachamama? ¿Quién tendrá poder para verdaderamente cambiar los corazones de los bolivianos: Jesús o la virgen de Urkupiña? El Dios invisible reclama de esta manera: “… vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro para no oír.” (Isaías 59:2). Iniquidad no es otra cosa que un pecado contra Dios convertido en costumbre, y que es pasado de una generación a otra.

¿Cómo se identifica la iniquidad? La Biblia la denuncia en todas sus posibles formas. Y una vez identificada, hay que orar a Dios con corazón arrepentido: “Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición, yo también habré andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su pecado. Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra [de Bolivia].” (Levítico 26:40-42). ¡Dios te salve oh patria!

Hno. Carlos Terán

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La iniquidad impide la prosperidad. Confesémosla...

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La grandiosa realidad de la existencia de Dios está por encima de toda

realidad, de aquellas realidades que no conocemos, y hasta de aquellas imposibles de imaginar, sean estas realidades maravillosamente hermosas, o sean terriblemente horribles y dolorosas. La naturaleza de Su amor es luminosamente victoriosa, jamás podrá ser apagada. No es un “amor jactancioso” o “egoísta”, como algunas veces uno podría suponer; más bien supera con creces el amor de madre que se ve en la naturaleza.

El amor de Dios está íntimamente ligado a Su santidad. No puede existir santidad o una vida santificada fuera del amor de Dios. Y no es que Dios sólo tenga amor… ¡Él mismo es la fuente del amor! El amor de Dios es tan merecedor de recibir alabanza, adoración y principalmente amor, que el no hacerlo, en verdad merece sentencia judicial. Por eso el pecado, la mentira, la rebeldía, el error, lo defectuoso no pueden permanecer en Su Presencia, deben ser consumidos, como cuando una fogata quema hojas secas (Deuteronomio 4:24; 9:3).

Vivimos nuestras vidas acumulando experiencias y conocimientos de muchas cosas, aprendemos a relacionarnos y puede que hayamos vivido vidas “tranquilas”, que no “hayamos hecho ningún mal al prójimo”; pero, ¿qué pensará el Dios de perfecto amor al respecto? ¿Lo ha pensado?… ¿quizás crea que nunca jamás tendrá que dar cuentas de nada en su existencia? ¿Piensa quizás que es dueño de su propia existencia? Y si es así como piensa en su corazón… ¿será verdad el pensamiento suyo? (Isaías 64:1-7; Gálatas 6:7-10).

Dios advierte de tener una autosuficiencia moral ante Él, aplicado a cristianos e incrédulos: “¿Quién puede discernir sus propios errores?” (Salmo 19:12). En otras palabras: ¿Puede el hombre conocerse realmente a sí mismo sin Mi? ¿Cómo puede explicar esa tendencia “secreta” hacia lo malo? La respuesta humana debe comenzar por una actitud humilde: “[Dios] líbrame [de los errores] que me son ocultos” (Salmo 19:12). El “yo” consciente puede que tan sólo utilice en la vida diaria del 2% de todo lo que la mente tiene como potencial de ser y expresión, y el 98% puede que se mantenga “desconocido” en nuestro interior, a no ser que sea iluminada por la Palabra de Dios.

En las crisis, tragedias, perplejidades, debilidades y dolores humanos la solución no es la violencia, no es “un dictador”, no es la fuerza de la lógica, no es la fuerza de la tradición, no es la fuerza de la emoción; es la fuerza del amor de Dios, expresado con dolor en la muerte de Su propio Hijo , muerte que es todavía fuente de provisión para salvación y liberación (Jeremías 9:23-24). ¿Qué? ¿Por qué somos cristianos ya no necesitamos de Su amor? Es precisamente Su amor el que lleva escondido dentro de Sí mismo verdades que liberan, justicia que organiza. Dios dijo: “Hágase la luz”, y seguidamente, la tierra comenzó a ser ordenada, poblada y fructificada (Génesis 1).

Hno. Carlos Terán

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La luz no discute, ¡en las tinieblas resplandece! (Jn.1:5)

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A continuación, comparto con todos ustedes la condensación de un artículo que me impactó mucho,

escrito por Mart de Haan de Ministerios RBC. Es mi oración, que también le sea para usted de mucha bendición… ¿Cómo describiría a alguien como Jesús? ¿Cuáles son las actitudes que caracterizan a Su pueblo? Probemos nuestra comprensión de lo que significa “ser conformados a la imagen” de Cristo (Romanos 8:29). Tiquée o verdadero o falso:

1. Demuestra una paciencia sin límite. V F

2. No se enoja. V F

3. Rehusa ser negativo o crítico. V F

4. Perdona a todo el mundo. V F 5. Dice toda la verdad en todo tiempo. V

F 6. Tiene una sonrisa para cada ocasión. V

F

7. Responde igual a todo el mundo. V F 8. Evita la compañía de los incrédulos. V

F 9. Condena a la gente sin principios. V F 10. Habla bien de todo el mundo. V

F 11. Evita el conflicto. V F 12. Está siempre en paz con todos. V F

Si no tenemos cuidado podemos cometer el error de pensar en nuestro Señor de la forma en que miraríamos un cuadro del “Buen Pastor” colgando de alguna catedral. Digo esto debido a que: ¡todo lo anterior es falso! El relato de los evangelios dice claramente que nuestro Señor no tenía una paciencia sin límite. En dos ocasiones volcó la mesa de los cambistas en el Templo (Juan 2:15; Mateo 21:12). Se opuso a las actitudes egoístas de sus amigos (Mateo 20:20-28), y confrontó a los líderes religiosos que explotaban a sus seguidores (Mateo 23:1-39).

Aunque nunca mintió, no dijo toda la verdad a los que no estaban listos para oírla (Juan 2:24; Mateo 13:10-15). No siempre estaba contento (Isaías 53:1-4). A veces lloraba (Lucas 19:41; Juan 11:35; 12:27). Se preocupaba hasta por sus enemigos, pero tenía un cariño especial por las personas quebrantadas que lo amaban (Lucas 6:27-36; Juan 14:21-23). Aunque nadie pudo acusarlo de hacer algo malo, tenía fama de pasar tiempo con “pecadores públicos” (Lucas 7:34-39). Rehusaba condenar a la gente inmoral y se reservaba la crítica más severa para los líderes religiosos que regularmente condenaban a los demás (Juan 10:20; Marcos 3:21).

Uno de sus discípulos resumió la vida de su Maestro así: “lleno de gracia y verdad” (Juan 1:14). Todas las actitudes que expresó nuestro Señor estaban arraigadas en una comprensión por los demás basada en la comprensión. Jesús sanaba, consolaba, lloraba, enseñaba, oraba, volcó las mesas de los cambistas y confrontaba a los líderes religiosos porque comprendía las necesidades de los demás… y le importaban. Todas estas actitudes muestran un corazón de amor. Las actitudes cristianas exigen que nos preguntemos: “¿Por quién y por qué se preocuparía Jesús?” Un viejo dicho dice: “A los demás no les importará lo mucho que sepamos, hasta que no sepan lo mucho que nos importan”.

Hno. Carlos Terán

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Propósitos de vida. ¿Alguna vez te has preguntado por qué y para qué

existes en esta vida? Muchos prosiguen adelante con sus actividades cotidianas, y aún no lo saben. Otros creen que el sólo establecer metas personales, aclarará los propósitos de su vida… Rick Warren, pastor de una reconocida iglesia en California, nos enseña sobre los cinco propósitos que Dios diseño para que toda persona encuentre su plena realización en Él:

Propósito # 1: Fuiste planeado para agradar a Dios. Agradar a Dios se conoce como “adoración”. La Biblia dice que Él “ se complace en los que lo adoran, en los que confían en su gran amor” (Salmo 147:11). Todo lo que hagas para complacer a Dios es un acto de adoración. La adoración es mucho más que música. La adoración no es para beneficio tuyo; el objetivo es glorificarle y complacerle a Él. Y no es que la adoración sea una parte de tu vida; es tu vida: si no adoras al Dios verdadero, comenzarás a adorar cualquier otro objeto de tu aprecio.

Propósito # 2: Fuiste hecho para ser parte de la familia de Dios. Él quiso tener muchos hijos para compartir su gloria (Hebreos 2:10). “Miren cuánto nos ama el Padre celestial que nos permite que seamos llamados hijos de Dios, ¡Y… lo somos” (1 Juan 3:1). Toda la Biblia es la historia de Dios formando una familia para amarlo, honrarlo, y reinar con Él para siempre (Efesios 1:5). El bautismo por inmersión en agua nos identifica con Su familia (Mateo 28:19).

Propósito # 3: Fuiste creado para ser como Jesucristo. “Desde el mismo principio Dios decidió que los que se acercaran a Él (y Él sabía quienes se habrían de acercar) fueran como su Hijo, para que él fuera el mayor entre muchos hermanos” (Romanos 8:29 versión Biblia al Día). Entonces, cuando formas parte de un estudio bíblico o de una Célula Evangelística (lo que se conoce como “discipulado”), facilitas al Espíritu Santo para que adquieras el carácter de Jesús, y Dios usa Su Palabra, a otras personas y diversas circunstancias para lograrlo (Romanos 12:2).

Propósito # 4: Fuiste formado para servir a Dios. Esto se relaciona con el ministerio que Dios te permita desarrollar, es decir, cómo puedes utilizar los dones espirituales y talentos naturales que Dios te dio, para servir en tu iglesia local. Dios dice que ya lo preparó para ti desde hace tiempo (Efesios 2:10). La madurez espiritual no es un fin en sí mismo; maduramos para dar (Mateo 20:25-28).

Propósito # 5: Fuiste hecho para una misión. Dios está trabajando en el mundo, y quiere que te unas a Él. Tu misión, es tu servicio a los no creyentes. Dios quiere redimir a todos los seres humanos de las manos de Satanás y reconciliarlos con Él, para que ellos, a su vez, cumplan estos mismos cinco propósitos. Una vez que le pertenecemos a Dios, Él nos usa para alcanzar a otros, y rogamos juntos con Él: ¡reconcíliense con Dios! (2 Corintios 5:20).

Hno. Carlos Terán

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Todo comenzó en Él y para los propósitos de Él. (Col.

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Todo anhelo de Dios para tu vida es bondadoso y perfecto. Él es el más

interesado en tu sanidad. Él es el más interesado en tu restauración. Él es el más interesado en que tengas vida y que la tengas en abundancia (Juan 10:10; 1 Timoteo 6:17). Y esos anhelos de Dios, tienen diseño, tienen modelo, tienen propósito. Los “caminos” de Dios se refieren a esto, a los métodos de Dios para que alcancemos Sus bendiciones. En pocas palabras: Es a la manera de Dios, a Su manera y sólo a Su manera. Usted quizás diga ¿pero, por qué? Bueno, una de las razones es que Dios es Dios de propósitos y otorga dimensiones específicas a Sus creaciones. Su soberanía le da ese derecho.

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26). Este plural sugiere la idea de “una especial deliberación” (que implica: controversia, debate, meditación) del Creador en el momento de crear el género humano. De entre todas las obras de Dios, solo la creación del ser humano es precedida por esta referencia a una solemne decisión divina. Alguien podría decir: – Pero si Dios sabía todo lo que iba a pasar ¿por qué crear? –. La decisión tomada por Dios, después de Su propia deliberación, muestra que ante la posibilidad de no crear, lo mejor era crear.

Si usted se analiza un poco notará que tiene forma y dimensiones (Job 10:8-11; Salmo 139:13-16; 119:73). Notará que además de su cuerpo, también tiene en su interior un mundo muy dinámico lleno de emociones, pensamientos y deseos; a eso se le llama alma. Notará adicionalmente, que tiene una conciencia, intuiciones y un vacío grande por comunión, a eso se le llama espíritu. Sin embargo, si acaso usted sintiera esto último como que no existe en usted, entonces es porque necesita nacer de nuevo y ser regenerado en el espíritu (Lea Juan 3:3-7; Tito 3:5-7).

Los diseños de Dios han ido revelándose progresivamente en el tiempo: el arca de Noé, el Tabernáculo de Moisés, el Tabernáculo de David, el Templo de Salomón, el Templo de Ezequiel. Todas estas estructuras, revelan a Alguien muy especial: Su Hijo Jesús, el Mesías. Pero también revelan la vida suya. Si, leyó bien: la vida suya. La vida suya en Cristo, porque separados de Él nada somos (Juan 15:5). Y en medio de estas estructuras, se encuentra revelado el modelo de Jesús para nuestras vidas. Uno de los aspectos básicos del modelo es el desarrollo del carácter santo, bondadoso y sabio de Jesús en el nuestro (Romanos 8:29; 1 Corintios 15:49; Efesios 4:22-25). Somos nosotros quienes necesitamos ajustar nuestras vidas a lo que Él es y hace entre nosotros. Su modelo refleja Su mismo carácter y Su Actuar en la tierra. Por eso, si te consideras discípulo(a) de Jesús pon a prueba tu vida ante Él: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (Juan 14:23; 2 Juan 9).

Hno. Carlos Terán

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Dios tiene diseños de bendición y prosperidad para ti…

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Un anhelo. Muchas de las cosas en la vida comienzan con un sueño. Ver

tus sueños plasmados en la realidad es una experiencia muy satisfactoria. Pero, para que se realicen, es necesario que primero tu corazón imagine, proyecte y realice en su interior. Todos deseamos llegar a ser y a tener algo; y esto, en sí mismo, no es malo, pues estamos diseñados para desear y disfrutar la vida. Sólo puede llegar a convertirse en algo malo cuando haces de tu realización personal o del sólo tener cosas, tu dios, es decir, cuando lo haces tu prioridad Nº1, por encima de Dios y de los demás.

Puede que piense en este momento: yo no tengo ninguna de estas preocupaciones; sólo me interesa pasarla bien y que el mundo ni se entere de que existo. Entonces, tu indiferencia llega a ser tu dios… y lamentablemente, el comienzo de enfermar tu tierra. ¿Por qué? Porque el comienzo de la tan odiada “corrupción”, que tanto se desea extirpar de muchos de nuestros países latinoamericanos, comienza precisamente en la indiferencia a Dios, ya sea ésta pasiva o activa. ¿No me lo cree? Por favor, no me lo crea a mí. Dos salmos en la Biblia, el 14 y el 53, lo denuncian así:

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido…” (Salmo 14:1-3). Si salimos de los patrones y diseños del Creador para el ser humano, enfermamos nuestra tierra. Después, vienen las consecuencias: dolencias inexplicables, una vida con deudas agobiantes, insomnios, problemas familiares, depresiones, crisis económica, experimentar frecuentes robos, estilos de vida llenos de error y temor por vivir bajo supersticiones y creencias sin fundamento, etc. La Biblia, vuelve a declarar: “No te engañes; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembra, eso también cosechará.” (Gálatas 6:7; Proverbios 11:24).

Pero existen sueños que son parte de una tierra sana; o diría mejor, de una tierra que está siendo sanada. No olvides que al hablar de “tierra” hablamos de tu estilo de vida y de lo que la gobierna. Sueños sanos son: tener una familia feliz, ser próspero laboral y económicamente, gozar de buena salud, tener entre tus amigos al Dios verdadero, tener presiones pero enfrentarlas con una actitud sana y fortalecida, servir a Dios en el área que Él requiere de ti; en fin, muchas buenas cosas, pero con un secreto: todo esto en Cristo, es decir, con Jesús en tu vida todo el tiempo. La Biblia declara: “Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de [sembrar] bien; porque a su tiempo [cosecharemos para bien], si es que no desmayamos.” (Gálatas 6:8-9). La clave entonces es: si conquistas tu sueño en lo espiritual, según Dios, lo imposible será “materializado”, así que cultiva un carácter dador (2 Corintios 9:6-8); y si tu fundamento es Cristo, no habrá tormenta que derrumbe la construcción de tu sueño…

“Dios bendice a la persona alegre y dadivosa”.

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Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

La vida no es un juguete. No deben tomarse decisiones a la ligera con

respecto a la vida, y en especial si se trata de la de otros. Hablo de la vida humana; vida que comprende desde su concepción hasta su expiración. ¿Que quién lo dice? ¡Exacto! Usted acertó: Dios lo dijo, pero no sólo lo dijo; también lo demostró. ¿Quiere saber cómo? Dios participó personalmente de todo el proceso de la vida humana en la persona de Jesucristo. Fue concebido en el vientre de María, nació, creció, trabajó, desarrolló una vida de servicio a multitudes, y fue ejecutado cruelmente a la edad aproximada de 33 años, tiempo en el que algunos entendidos afirman que es el de madurez plena de toda persona.

La historia no termina ahí; pues como un sello de aprobación de Aquel que tiene la patente de todo ser humano, fue levantado al tercer día de entre los muertos con gran poder, y exaltado a la posición de más elevada autoridad divina: un ser humano pleno (y al mismo tiempo, Dios pleno) que se encuentra ahora a la diestra de Dios; anunciando así a todo el universo que Jesucristo cumplió los requisitos más exigentes de la santidad de Dios, y de la vida en amor. Por eso dice: “… buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.” (Colosenses 3:1).

Dios expresa el valor de la vida humana en Su Palabra (Cristo hablando) así: “Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido! No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida cuando aún no existía ninguno de ellos.” (Salmo 139:13-16).

Dios es pertinente sobre la legislación de las naciones (Isaías 33:22), y tiene cuatro fundamentos básicos que juntos sustentan la vida en su más básica expresión: 1) justicia pura, 2) juicio en equidad, 3) amor entrañable y 4) verdad absoluta (Salmo 89:14). Estos cuatro fundamentos, forman parte de Su mismo carácter, y se expresan ampliamente en Su Palabra, en cada una de las páginas de la Biblia. Entonces, en sí misma, la Biblia es autoridad, y es imperativa su consulta para todo interés humano, y para asuntos del gobierno de las naciones.

Dios nos clama a ti y a mi hoy, diciendo: “¿Te levantarás tú a defenderMe de los malvados y malhechores?” (Salmo 94:16). En respuesta de fe, quienes estamos por una cultura pro-vida, declaramos: “Tú no puedes ser amigo de quienes legislan injustamente, que actúan mal y en contra de tu Palabra; que conspiran contra el inocente y honrado, y lo condenan a muerte. Pero el Señor es mi refugio; mi Dios es la roca que me defiende. El Señor hará que los malvados sean destruidos por su

¡Ay de ustedes, que dictan leyes injustas…!

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propia maldad.” (Salmo 94:20-23). La vida civil no debe fundamentarse en conveniencias o placeres; sino en principios extraídos de la Palabra de Dios. Esto sí es apuntar al progreso nacional.

Hno. Carlos Terán

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Nota: “En algunos pasajes se ha parafraseado, y la versión bíblica que más se ha utilizado es Dios Habla Hoy.”

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Vivimos en el mundo, pero no somos parte del mundo. Jesús lo dijo de

mejor manera en una de sus últimas oraciones: “Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo… Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”. (Juan 17:14-18). Está en el corazón de Dios ¡alcanzar a todas las personas de todas las naciones!… ¿Cuál es el mundo al que tú has sido enviado(a)?… Está básicamente constituido por las personas con las que mayormente te relacionas: familiares, amigos, vecinos, compañeros y colegas; explorémoslos brevemente:

Religiosos. Son personas que al hablarles del evangelio de Jesús, inmediatamente dicen tener una religión, y que asisten regularmente a templos a los que llaman “iglesias”. Esto significa que viven su cristianismo “sólo en domingos”, en “días de fiesta” (Pascua, Corpus Christi, San Juan, Navidad, Reyes, prestes, etc.), en “bautizos de niños”, en “matrimonios”, en “velorios”; y el resto del tiempo tratan de vivir “su” vida “de la mejor manera que pueden” y “sin hacer daño a nadie”. Son muy apegados a las tradiciones, que en su mayoría se dicen católicos (Mateo 15:6-9).

Sectarios. Son personas que llegan a formar una especie de subgrupo de los “religiosos”. Entre los más conocidos se encuentran los Mormones, los Testigos de Jehová, y los Adventistas. Acá, cabe aclarar que estos grupos no deben confundirse como que fueran cristianos evangélicos. No lo son. Viven por normas (2 Corintios 3:4-6).

Agnósticos. Estas personas no toman a Dios en serio en sus vidas, pues creen que Dios, al ser tan grandioso en el universo, no establece relaciones personales con los seres humanos, a excepción de algunos “escogidos” que se ganan ese derecho después de “mucha preparación” y “disciplina”. En este sentido, no se hacen mucho problema, son moralmente relativos, y adoptan una posición de indiferencia espiritual. Procuran “conocerse a sí mismos” a través de diversas filosofías personales, o del conocimiento que se obtiene por el razonamiento humanista. Tienden a formar elites. Como ejemplos están los masones, rosacruces, y también a “católicos no practicantes” (Salmo 17:13-14).

Ateos. Estas personas son las que “declaran” abiertamente que Dios no existe, y que la única forma de que el hombre “pueda salvarse” es a través de lo que pueda lograr con los avances tecnológicos y sociales (Salmo 14:1).

Id y haced discípulos a todas las naciones…(Mateo

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Cristianos evangélicos. Para finalizar, conviene establecer la identidad de aquellos que efectivamente han sido enviados por Cristo al mundo. En la Biblia se les llama discípulos, pero por diversas razones históricas ha derivado a cristianos evangélicos. Son aquellos que viven su fe constantemente y la hacen prevalecer en todas sus actividades cotidianas. ¿Cuál es la diferencia? Que ellos no lo intentan o no lo hacen con sus propias fuerzas. Ellos admiten que esto es imposible, así que dependen diariamente de una relación con Jesús, que vive en sus corazones por la persona del Espíritu Santo, y porque ellos se lo han pedido explícitamente (Efesios 5:1-20; Salmo 84:5-7; Marcos 13:11).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

¿En qué clase de país usted ha soñado vivir? ¿Qué condiciones ideales le

animarían a establecerse allí? ¿Dónde le gustaría formar su familia y proyectarse laboralmente?… Le invito hoy a que lo piense… ¡Atrévase a soñar! Donde usted se encuentre ahora, permítase elevar sus pensamientos e imagínese el país al cual usted quisiera pertenecer, un lugar donde conviviría con todos sus seres queridos, y donde aún sus enemigos ya no serían más sus enemigos, sino que los tuviera entre sus más queridos amigos…

¡Qué tal! ¿Qué país sería ese?… Imagino que probablemente usted está pensando: “Bueno, tal vez encontraría todo eso en EEUU, o en alguno de los países de Europa; porque entre los países latinoamericanos ¡ni soñarlo!”. O quizás pueda también pensar: “No existe país como ese en toda la Tierra; ¡sólo en el Cielo existiría todo eso!”. Efectivamente, los países como Estados Unidos y muchos de los Europeos han logrado grandes progresos y mejores condiciones materiales y técnicas de vida. Pero, ¿será que en estos países no hay más ladrones, estarán libres de toda enfermedad? (Mateo 6:19-21) Y ¿qué de lo espiritual?… ¿Consideraría las condiciones espirituales de ese país?…

Y ¿qué de nuestros países latinoamericanos? ¿Están definitivamente condenados al atraso, a la pobreza y a la desventura? ¿Realmente ya no tienen más remedio?… Veamos el caso de mi país: BOLIVIA. Me atrevo a decir que cualquier persona extranjera que lo visitara quedaría realmente impresionada por la variedad que hay en su flora, fauna, etnias, paisajes y recursos. Si usted se diera un paseo por las carreteras de Bolivia se daría un banquete turístico. El potencial en recursos de Bolivia es tremendo, es sólo explotarlo ¡Es glorioso lo que Dios creó!

¿Cuál es entonces el problema? ¿Por qué se considera internacionalmente a Bolivia “un país pobre”? Después de todo, los indicadores nacionales no mienten… Sin embargo, mal haríamos en recurrir a meros análisis socio-económicos. El problema es espiritual: una religiosidad marcada. Tristemente, existe un sincretismo [una mezcla de costumbres “cristianas”, con costumbres “andino-paganas”] que se hace patente en la mayoría de las actividades cotidianas de los bolivianos. La “religión

Jesús te dice: “Yo soy la luz del mundo…”

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oficial” tolera muchos excesos que se dan en sus festividades, y lo maquillan como “características pintorescas de nuestra herencia cultural”, y parte de una “necesaria ilusión social”.

Sin embargo, bien se aplicaría el siguiente texto bíblico a nuestro país: “... y Bolivia estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz de las multitudes…” (Génesis 1:2). Le pregunto: ¿Dios descartó a la Tierra por hallarse “desordenada y vacía”?… ¡No!… Entonces, ¿qué fue lo que hizo?… Hizo descender Su orden y Su Plenitud, ¡traducido en un Gobierno Celestial!… ¿No podrá hacer algo similar con Bolivia?… ¡Claro que Sí!… ¿Cómo? La oscuridad se disipa con luz, ¿cuál es la única Luz espiritual proveniente de Dios? ¡Jesucristo! (Mateo 4:12-17). ¡Jesucristo creído en nuestros corazones como Príncipe y transformador de nuestras vidas!… Me quedo en Bolivia, creyendo en Jesús, a causa de Sus Propósitos para mi país, y a través de mi país (Salmo 33:11-22).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Haz un alto en el camino hoy… ¿Cómo evalúas tu vida? ¿Tienes evidencia

de bendición o estás experimentando momentos de mucha dificultad? ¿Considerarías sinceramente que tu caminar en el Señor es irreprochable?… ¿Puedes afirmar confiadamente que andas practicando la voluntad de Dios?… ¿Eres cristiano(a) de nombre o de verdad?… ¡Piénsalo! ¿Acaso no quisieras vivir de manera continua experimentando prosperidad, salud, paz y victorias? ¿Realmente no desearías estas cosas para ti y tu familia?…

Mi intención no es juzgarte, pues si tienes una conciencia limpia, estas líneas mas bien ayudarán a reforzar tu fe; más, de lo contrario, te confrontarán. ¿Aceptas mi desafío?… Una de las primeras cosas que necesitamos para sanar nuestra tierra es decidir dejar de hacer lo que “la mayoría” hace. ¡Atrevámonos a ser diferentes! ¡Aprendamos a consagrarnos de verdad! ¡Dejemos ya de vivir centrados en nosotros mismos! ¡Aprendamos a dar! Y es que no habremos aprendido a vivir hasta que aprendamos a dar. Si eres cristiano(a) tu vida es básicamente una ofrenda a Dios: te congregas, oras, lees la Biblia de manera diaria, ayunas, compartes con otros tu fe, sirves a tu iglesia local, diezmas y ofrendas.

Hoy me concentraré en el diezmo. Necesitamos romper prejuicios al respecto. El mundo podrá decir que es una insensatez el dar “diezmos”; la pregunta inevitable es: ¿realmente lo es?… Aprendamos juntos algo del diezmo. Para empezar, el diezmo es idea de Dios: “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo…” (Deuteronomio 14:22). No es una sugerencia. Es una orden. No es opcional, no depende de tus emociones, sentimientos o deseos, es una ley espiritual que hay que cumplir. Punto. Su incumplimiento atrae cielos cerrados y fracaso en tus esfuerzos laborales, ¡aunque seas hijo(a) de Dios!: “Los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro.” (Deuteronomio 28:15, 23).

En la economía de Dios, 80 es más que 100. Si

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¿En qué consiste el diezmo? Es el 10% de TODO lo que Dios te da por ganancia, si quieres, de tu líquido pagable; es de propiedad exclusiva de Dios. La obediencia a este estatuto del Reino de Dios desata bendición financiera sobre cualquier persona que lo practica, por eso dice: “Pónganme a prueba en esto, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más rica bendición.” (Malaquías 3:10b). El diezmo está consagrado a Dios desde antes que lo recibas y necesitas recibirlo para darlo. Si no diezmas ¡le robas a Dios! (Malaquías 3:8-9).

El diezmo es el pretexto que Dios usa para bendecirte. Quizás digas: “Dios es interesado, pues me bendice sólo cuando diezmo”. ¡Exactamente!… A Dios le interesa sostener Su obra en tu ciudad. Pero está más interesado en bendecirte a ti, porque cuando diezmas, el más bendecido eres tú, pues te quedas con el 90%. A Dios le interesa que tú y Su obra, sean bendecidos. Dios podría sostener Su obra de otra forma, porque el oro y la plata le pertenecen (Hageo 2:8); pero el da a Sus hijos el privilegio de sostener Su obra, y la oportunidad de expresarle gratitud a Él. Diezmar también es dar de tu tiempo y talentos. ¡Anímate a bendecir hoy la obra Dios en tu iglesia! ¡Verás la diferencia!… (1 Crónicas 16:28-36).

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

La oración es un recurso espiritual. Sin embargo es uno de los menos

utilizados. ¿Quizás se deba a que no comprendamos bien su valor? ¿Quizás sea porque pensamos que Dios está “demasiado ocupado” como para escucharnos? ¿Quizás sea porque tengamos la idea de que somos muy insignificantes para un Dios tan grande?… ¿O quizás sea porque simplemente descuidamos el orar? ¿Quizás nos dejamos distraer tanto con nuestras rutinas que al final del día descubrimos que no hemos orado?… ¿Incluso será que hay ocasiones en que definitivamente no deseamos orar? ¿Quizás estamos “demasiado cansados”?… La palabra “recurso” me deja mucho que pensar… Da a entender que, como todo lo que tiene valor, tiene características propias que la hacen efectiva, y que de lo contrario, se la consideraría “falsa” o “inútil”.

Alguien dijo alguna vez: “La oración es todo un arte”; sin embargo, también es sencilla de practicar. Básicamente se requiere un corazón que confía en lo que Dios dice que es y en lo que Dios dice que hace. Pero, ¿dónde obtengo esta información?… Pues en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos. Y para llegar a perfeccionarse en este arte, se debe cultivar el hábito de orar. Practicar la oración implica que reconoces tu necesidad de Dios y que crees en Él, no solamente en Su existencia; sino en lo que Él está dispuesto a hacer por ti. Te pido que leas por favor Santiago 2:19 y Hebreos 11:6).

Dios lo sabe todo, pero para que una oración sea eficaz, o sea, produzca resultados en nuestro mundo tridimensional, se requiere más que “telegramas mentales” o “susurros repetitivos”; se requiere

Oren a Dios de manera continua e insistente.(1 Tes. 5:17

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que hables audiblemente con Dios, así como lo harías con un familiar. ¿Susurrarías con tu papá o con tu mamá en tu necesidad o le mirarías fijamente para que comprenda tus pensamientos? ¿No te responderían ellos: ¡Qué!?… Dios como persona te pide lo mismo. Incluso hay ocasiones en que es necesario clamarle. Algunos sinónimos de “clamar” son: gemir, condolerse, protestar, llorar, gritar, vociferar. En Jeremías 33:3 dice: “Clama a mí, y yo te responderé…”.

Otra de las características en la oración es la persistencia en la búsqueda y en la espera. ¿Búsqueda? Sí; la palabra “búsqueda” implica “investigar”, “seleccionar diligentemente de algo abundante lo que verdaderamente es valioso”, “discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo falso y verdadero”, “tener una disposición a descubrir”. La búsqueda generalmente tiene que ver con encontrar la específica voluntad de Dios para un asunto determinado, o para entender los significados de la Palabra de Dios en algunos de sus pasajes bíblicos, o simplemente para conocer más de Dios. ¿La espera? Tiene que ver con las respuestas de Dios, conforme insistimos en pedir. Sus respuestas pueden venir de dos maneras, según lo pedido: en palabra específica y en hechos. Se ven los “hechos de Dios” cuando se recibe sanidad, o algo ha afectado lo “natural”, como cuando se experimenta protección en accidentes o en casos de robo; o cuando se ha recibido de manera inesperada un dinero, o un alimento, o una provisión cualquiera… Lee también por favor: Jeremías 15:15-16; Isaías 63:7-14; Salmo 145:5-7; Salmo 66; Salmo 77.

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Probablemente usted ya ha experimentado la etapa romántica de los

enamorados. ¿Verdad que es emocionante? Hay incertidumbres y suspensos… Comienza con “un algo” que nos atrae. Luego, con un deseo de estar cerca de “esa” persona muy especial y atractiva para nosotros, pues nos hace tanto bien su cercanía; y su ausencia nos deja casi sin aliento, y con suspiros irreprimibles, al punto que tan sólo volvemos a respirar bien cuando le volvemos a ver, aunque sólo le veamos de lejos. Soñamos y esperamos ese momento en que volvamos a verle, e inquietantes preguntas comienzan a inundar nuestros pensamientos y sentimientos: ¿Me habrá notado?… ¿Le seré atractivo(a)?… ¿Sentirá lo mismo por mí?… ¿Qué le interesará?… ¿Cuáles serán sus hobbies?… ¿Por qué siento esto?… ¿Durará lo nuestro?…

Por otro lado, no hay palabras adecuadas para explicar la emoción de descubrir que la persona amada, ¡me ama mucho más a mí! (1 Juan 4:19)… En ese momento ocurre un cambio en nuestro interior, y la vida sólo adquiere sentido si la vivimos compartiendo con esa persona amada, ¿o no es verdad? (Salmo 84:10). Así comienza una nueva relación de dos que se aman, y que empiezan a conocerse, comienzan a regalarse cosas, pasean juntos, se dan el primer beso, y su amor crece día a día, ¡la emoción también! Pero también comienzan las dificultades…

No os corrompáis y hagáis para vosotros

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Al conocer a Dios ocurre algo similar: Su manera de ser nos enamora. Él se revela permanentemente a través de su creación: “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo y se pueden discernir por medio de las cosas hechas.” (Romanos 1:19-20). Dios también se revela por medio de Su Palabra: “Las Sagradas Escrituras… te pueden hacer sabio [o discípulo] para la salvación que es por la fe en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15-16).

Y si llegamos a tener vivencias exclusivas de amor con nuestro ser amado, es casi imposible que aceptemos sustitutos o reemplazos; ¿o lo haría usted?… Si un día estuviera usted disfrutando con su amado(a) en casa, y él (o ella) se fuera a la cocina a preparar un refresco, y de pronto viniera alguien, para mostrarle una escultura o foto con todos los detalles más asombrosos de su amado(a), y le dijera: “¡Háblale! ¡Declárale tu amor y pídele que te dé una limonada!”, ¿no vería el absurdo?… Sin duda usted le diría: “Mi amado(a) está muy presente en mi casa, y ¡ya está haciendo un jugo de manzana!, ¡No necesito esta representación!”. Lea por favor Isaías 42:8.

Pero Jesús no sólo nos enamora; ¡Él mismo nos ama!… Entregó su vida para probarlo. Y no fue una muertecita cualquiera; se expuso a un asesinato espantoso, a una muerte lenta y muy dolorosa. Hoy, por el poder de Dios, ¡está vivo!, y ¡en una tremenda posición de gloria! Por eso es que ahora puede estar en todos lados por Su Espíritu, y por eso puede también habitar en tu corazón, y en el mío. Y como habita “en mi casa”, no acepto sustitutos ni reemplazos, tampoco necesito intermediarios ¿entre novios lo hay?… (Cantares 3:1-4). Dios corresponde: (Cantares 4:9-15).

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

A continuación comparto con usted una porción del libro “Cómo vivir sobre el

nivel de la mediocridad” escrito por Charles Swindoll. Es mi oración que le sea de bendición: “Hay ciertas ocasiones en que la extravagancia es apropiada. En nuestros días de énfasis en los cálculos de la tecnología avanzada, y de presupuestos altamente tecnificados que persiguen advertir sobre el costo, la moderación y lo que es apropiado (es decir, para que nunca sea culpable de hacer nada que sobrepase los límites de lo ordinario), cualquier cosa más allá de lo básico puede ser interpretado equivocadamente como excesivo.

Si usted se deja influenciar por esa filosofía omnipresente, entonces todo lo que usted edifique será funcional, ordinario y esencial. Todo lo que compre será al precio más bajo. Todo lo que haga será común… Me atrevería a decir que muchos, si no la mayoría, conducen su vida “de acuerdo a la licitación más baja”. Nunca es más evidente esto que en nuestra iglesia de hoy. No puede aparecer nada caro en lo más mínimo sin que la crítica se haga esperar. No sólo se sospecha de la abundancia como

David pidió proveer Casa a Dios; mas Salomón la

hizo.

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inapropiadamente extravagante, sino que se la critica abiertamente. La mayoría nunca entenderá. Ellos harán siempre de lo ordinario su estilo de vida.

Creo que hay veces que Dios nos dice con una sonrisa: “Quiebra un vaso”. Medite en la historia. ¿Sabe lo que hizo Dios cuando edificó ese magnífico Tabernáculo en el desierto? Quebró un vaso. Quién hubiera creído que Dios mandara a esos peregrinos del desierto que construyeran ese fabuloso lugar de adoración: el Tabernáculo. Ellos siguieron el diseño hasta el último detalle. Abundante oro. Hermosos tapices. Maderas preciosas. Creatividad impresionante. A lo largo de los años en el desierto la gloria de Dios residió en ese “extravagante” centro de adoración.

Con el pasar de los años, el pueblo de Dios se asentó en una tierra que pudieron llamar propia. Tiempo después, el rey Salomón, oyó también la voz de Dios: “¡Quiebra un vaso, Salomón!”. Y él edificó un increíble Templo que se convirtió en una de las “maravillas del mundo” de todos los tiempos. Estudie los detalles. Le costará creer su belleza. ¡Extravagancia! ¡Calidad! ¡Arte creativo! Tan perfectamente formadas y pulidas estaban las piedras que componían las paredes en el portentoso edificio, que cuando los albañiles deslizaron cada una de ellas a su lugar, no se oyó el ruido de ninguna herramienta. Ni se diga de los velos, las cortinas y sus colores, las ventanas ornamentadas, la elegancia de las gradas, la silla del propiciatorio. ¡Y el oro – macizo, labrado, enchapado – estaba en todas partes! Dios quebró un vaso. Ciertamente fue una excepción, pero también fue un llamado a la excelencia, un llamado para elevarse sobre la mediocridad. Asimismo hoy, a veces la extravagancia es apropiada, sobretodo si hemos de remontarnos como las águilas en el Espíritu”. Dios te dice: “¡Quiebra un vaso, _______________ (Ponga en el espacio su nombre)!”

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Sanar nuestra tierra…, sanar tu tierra…, sanar tu vida…, sanar tu

ciudad…, sanar nuestro país…, ¿realmente crees que sea posible?… ¿De qué dependerá?… ¿Dependerá del solo “querer” de Dios? ¿Dependerá sólo de ti? ¿Dependerá de los demás? ¿Dependerá sólo de “las autoridades”? ¿Dependerá de la suerte? ¿Dependerá de las circunstancias?… ¿O es que en lo más íntimo te has convencido (como dicen muchos) que eso nunca sucederá, debido a que nos hemos acostumbrado a perder y perder, a empezar cosas para no terminarlas, y hacerlas con mediocridad, “buscando aprobar con la nota mínima”?

Nuestra “realidad” puede que se plantee de esa manera; pero por “muy abrumadora” que parezca, existe la posibilidad de cambiarla si es que decidimos comenzar con nosotros mismos. Pero… la fuente

“Todos los que son

guiados por el Espíritu de

Dios, son hijos de Dios”

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del cambio NO está en nosotros mismos. Sí; podemos participar, ayudar, andar; pero el factor determinante es nuestra fe en la Persona de Jesús, llamado el Cristo (“Cristo” es la traducción griega del hebreo “Mesías” que quiere decir “enviado con plenos poderes para sanar, liberar, y establecer un Reino en la Tierra cuyo gobernante es Dios”), a través de Su Espíritu Santo.

Entonces, quien tiene todo el potencial para sanar nuestra tierra es una Persona: Cristo Jesús; pero… ¡con nuestra participación!… Entonces es a través de UN PACTO que se establece “una conexión” con el poder de Dios para que sea efectivamente desatado sobre la tierra, sobre “las realidades” y las afecte: Por un lado tenemos a Dios con todo Su poder y disposición para actuar; y por el otro estaríamos usted y yo, invitándole de manera libre y voluntaria para que ingrese a nuestras vidas, permanezca con nosotros hasta el fin de nuestros días, y transforme nuestro entorno.

Por eso es que la Escritura dice: “Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre las naciones de todo el mundo, que es Cristo dentro y a través de vosotros, la esperanza de la manifestación de la gloria de Dios.” (Colosenses 1:27, paráfrasis). Esto implica una respuesta de humildad y mansedumbre de nuestra parte para que Dios haga la diferencia; primeramente, sobre nuestro carácter, y luego, sobre nuestras circunstancias. ¿Por qué no lo experimenta por usted mismo? La “conexión” con Dios comienza por pedírselo en sus propias palabras.

Si usted es hijo o hija de Dios, la respuesta a su oración está asegurada. La Escritura dice: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados. Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse, porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. La creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza. Por tanto, la misma creación será liberada…” (Romanos 8:16-20).

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Si estás experimentando alguna dificultad o lucha con alguna debilidad

personal que agobia tus días, entonces necesitas libertad, necesitas derribar barreras y fortalezas específicas de tu mente, que impiden que alcances aquello que tu anhelas. Cuando en el mundo natural se construye una casa o una fortaleza militar, primero se cava o se “hiere” la tierra. Notarás en los noticieros, que el mundo se encuentra herido por el pecado. Pero, dirás, ¿quién construye “estas fortalezas” de maldad en nuestras vidas?: Satanás y su reino. Necesitas saber que la humanidad, desde que entró al escenario de la Tierra,

Dios dice: “En la

calamidad clamaste y yo

te libré, te respondí…”

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se encuentra en medio de un conflicto espiritual donde sólo hay dos bandos: el de Jesucristo y el de Satanás. Los dos son reinos mutuamente excluyentes. El reino del diablo es poderoso en la medida que permitas el pecado en tu vida; en cambio el reino de Dios es todopoderoso y se manifiesta con tu consentimiento venciendo al malo. No existen “zonas neutras”. Lo desees o no eres parte o de Dios o del diablo (Romanos 6:16-18).

Esto me recuerda a la película “Corazón Valiente” protagonizada por el actor Mel Gibson, quien representó el papel de William Wallace, héroe nacional de Escocia. William, nació en un conflicto de soberanía entre Escocia y la poderosa Inglaterra, y aún siendo era niño su padre fue muerto en una emboscada del enemigo. Esto hizo que se fuera a vivir al extranjero con uno de sus tíos, con quien creció y aprendió los conocimientos de su época. Cuando cumplió la mayoría de edad, decidió retornar a su tierra natal con la intención de formar un hogar. No tenía la más mínima intención de participar de ninguna “guerra”; sino que vino con el ánimo de “ser pacífico y neutral”.

Sus compatriotas se reunían para organizarse militarmente, y constantemente le invitaban a participar; pero él siempre se rehusaba y se disculpaba. Se lo veía afanosamente construyendo su casa mientras los demás debatían sobre estrategias de defensa contra del invasor inglés. La cruda realidad era que los escoceses como nación, no tenían libertad, pues existían puestos militares ingleses en sus villas desde donde les oprimían y gobernaban en todo sus asuntos. Pero William todavía pensaba que “era posible convivir” con el enemigo “en paz” (2 Corintios 6:14-18).

Su desengaño fue dolorosísimo: Un soldado inglés intentó violar a su esposa, y el Capitán encargado dándole más crédito al soldado la ejecutó públicamente sólo por el placer de sentirse dominador. La reacción de Wallace fue fulminante contra el enemigo; pero ¡perdió a su amada esposa! Desde ese momento se convirtió en el líder por la libertad de su nación a tal punto que expulsó a Inglaterra hasta sus fronteras… Tú puedes experimentar libertad con Jesucristo. Él ha dicho: “Si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” (Juan 8:36). Pero, así como con William Wallace, necesitas abrir tus ojos a la realidad del invasor en tu familia, en tu trabajo, en tu propia vida, y pedirle a Jesucristo que desate Su poder en ti para que experimentes libertad y victoria. ¡Pídeselo hoy!… No demores… la humildad de tu específica petición desatará Su poder trayéndote libertad del opresor (Josué 5:13-14).

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

El tema del amor de Dios es sin duda profundamente inagotable; pero

también es tan sencillo que hasta un niño lo puede experimentar. No existe poder sanador más efectivo como el amor; no existe poder de victoria más poderoso como el amor; no existe poder más constructivo como el amor; no hay mejor vínculo de unión entre las personas como la fuerza del amor. Con

Todo el que ama y es

bondadoso prueba ser nacido de Dios y de

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todo, aún y siendo maravilloso, puede ser ignorado, despreciado, y hasta maltratado; y a la verdad esto es lo que ocurre en nuestros barrios, ciudades y países. La ausencia de amor está enfermando a nuestra tierra, a nuestra gente (Salmo 69:29; Isaías 33:24; Salmo 6:2).

Pero no desearía que se me malinterprete pensando que estoy hablando sólo “del afecto”, o “de algún sentimiento especial” que los seres humanos puedan experimentar. ¡No! Mas bien quiero enfocarme en la persona de Dios, y que Él mismo nos ayude hoy a entender algo sencillo pero significativo de Su amor. El amor de Dios es más fuerte que el amor maternal: “Pero ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré. Yo te llevo grabada en mis manos…” (Isaías 49:15-16).

El amor de Dios tiene alcances eternos: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31:3). Al comparar las versiones de la Reina – Valera con la de Dios Habla Hoy, observará que en algunos versículos, la palabra “misericordia” resulta equivalente a la de “amor”, lo que se puede entender como desasosiego entrañable por el bienestar, prosperidad y seguridad de los otro(s): “¡Denle gracias, bendigan su Nombre (Su forma de SER)! Porque el Señor es bueno; su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin. ” (Salmo 100:4-5). También compare con (Salmos 106:1; 107:1; 118:1-4; 136:1-26).

Cuando leemos la frase: “… para siempre…”, podemos entender “… en este momento y de manera continua…”, o también: “está disponible y fluye sin interrupción”. Esto, de por sí nos da una tremenda seguridad, pues podemos comprobar que el amor de Dios no cambia, y que no depende de lo que hagamos o no; tampoco depende de tu estado. Él sencillamente ES: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos… no habéis sido consumidos.” (Malaquías 3:6). El amor de Dios es profundamente comprometido. “Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple.” (Números 23:19).

El amor de Dios es personal. Su amor es espontáneo y no responde a algún valor que el objeto genere (usted y yo), sino más bien crea dicho valor: “No os ha querido Jehová y os ha escogido por ser vosotros más o mejor que todos los pueblos, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque Jehová escogió amarte y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres… Conoce, pues, que Jehová, tu Dios, es Dios, Dios fiel…” (Deuteronomio 7:7-9). Dios quiere que tú ames como Él… ¿le permitirás amar a otros a través de tí?…

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Cuando mediante oración, invitas al Señor Jesucristo a entrar a tu

corazón, ocurren muchas cosas en el mundo del espíritu. En primer lugar, si lo hiciste con plena convicción de que fuiste escuchado, entonces tu espíritu

“Todo lo que atares en la Tierra será

atado en los lugares

celestiales…”

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nació y adquirió esencialmente dos facultades básicas que antes no tenías: el ver y el oír las cosas espirituales; y por sobre todas las cosas, eres habilitado para reconocer la voz de Dios, diferenciándola de otras (entre las que se encuentran, las voces del mundo, del yo, y las del enemigo); así como para ver y reconocer las cosas que Dios está haciendo a tu alrededor.

Esta condición no te hace perfecto de entrada, tan solo te hace un hijo o una hija de Dios con todos los derechos del ser hijo (Juan 1:12). Por eso es que al andar en tus primeros pasos de ser cristiano, pueda que aún tengas áreas de pecado, o que simplemente peques siendo que “te propusiste con todas tus fuerzas” no pecar. El secreto está en que la vida cristiana no se la vive en las propias fuerzas; el ser cristiano es vivir una vida en dependencia continua a Dios mediante el Espíritu del Señor Jesucristo. Por eso dice: “El que ha sido justificado delante de Dios, vivirá un estilo de vida que se basa en la fe” (Romanos 1:17, Paráfrasis), y puedes inmediatamente buscar la pronta reconciliación con el Señor y limpieza personal por la promesa que hay en 1 Juan 1:9.

En segundo lugar, somos “extraídos” del mundo (esto es lo que más o menos significa la palabra “redimidos”); pero vivimos en el mundo. Somos “señalados” por Dios para cumplir una misión de ayuda para salvar a toda la humanidad. ¿Cómo? Dios actúa y trabaja a través de nosotros. Quizás usted se asombre y me vuelva a preguntar: Y esto ¿cómo sucede? Por tu fe y mi fe expresadas. La fe, concede a Dios licencia legal para actuar en la Tierra, donde al principio, fue al hombre a quien se le delegó de autoridad: “Los bendijo Dios y les dijo: … llenen la tierra y gobiérnenla; ejerzan potestad…” (Génesis 1:28). ¿Cómo se expresa tu fe y mi fe? A través de la oración y del testimonio de obediencia.

Pero el mundo fue contaminado. Y el pecado interrumpió el fluir de Dios en la realidad del hombre. El hombre perdió su vida en el espíritu. Con todo, el hombre no perdió del todo esa autoridad delegada por Dios. Muchos piensan que la perdió con Satanás; pero esa es una verdad a medias. Cuando Jesús estaba siendo tentado en el desierto, “el diablo le dijo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.” (Lucas 4:6). La verdad es que ahora Satanás, gracias al camino abierto por Cristo, no tiene potestad sobre la Tierra sino sólo aquella que adquiere legalmente del hombre (o de personas como tu y yo), es decir, cuando en ignorancia o a sabiendas, la persona decide vivir sin tomar en cuenta la Palabra y la Presencia del Dios verdadero.

“Si invocas por Padre a Dios, condúcete en reverencia [dependencia a Dios] todo el tiempo de tu peregrinación, pues ya sabes que fuiste rescatado de tu vana manera de vivir (la cual recibiste de tus padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo…” (1 Pedro 1:17-2:3).

Hno. Carlos Terán

¿DESEA EXPERIMENTAR UN GENUINO CAMBIO EN SU VIDA? DIOS PUEDE HACERLO POR UD.... Ahí mismo donde Ud. se encuentre en este momento ore a Dios repitiendo las siguientes palabras; creyéndolas de todo corazón: “ Señor Jesús. Reconozco mis pecados delante de ti. Entiendo que nada puedo hacer para salvarme por mí mismo(a). Creo que Tú moriste en mi lugar en aquella la cruz. Quiero ser la persona que Tú quieres que sea. Hoy, te acepto como mi Señor y Salvador. Gracias Dios. Amén.”

SANANDO NUESTRA TIERRA...

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Existe un sacerdocio que los cristianos ejercemos delante de Dios. Este

sacerdocio implica la posibilidad de ofrecerle a Dios sacrificios espirituales de manera cotidiana, accesible y sencilla. Uno de esos sacrificios es decidir acostumbrarnos a la santidad. “La Escritura dice: «Sean ustedes santos, porque yo soy santo». Si ustedes llaman «Padre» a Dios, que juzga a cada uno según sus hechos y sin parcialidad, deben mostrarle reverencia durante todo el tiempo que vivan en este mundo. Pues Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha. Cristo había sido destinado para esto desde antes que el mundo fuera creado, pero en estos tiempos últimos ha aparecido por amor de ustedes. Por medio de Cristo, ustedes pueden creer adecuadamente en Dios, el cual lo resucitó y lo glorificó; así que ustedes han puesto su fe y su esperanza en Dios.

Ahora ustedes, al obedecer al mensaje de la verdad, se han purificado para amar sinceramente a los hermanos. Así que deben amarse unos a otros con corazón puro y con todas sus fuerzas. Pues ustedes han vuelto a nacer, y esta vez no de padres humanos y mortales, sino de la palabra de Dios, que es viva y permanente. Porque la Escritura dice: «Todo hombre es como hierba, y su grandeza es como la flor de la hierba. La hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre». Y esta palabra es el Evangelio que se les ha anunciado a ustedes.

Por lo tanto, despójense de toda clase de maldad, todo engaño, hipocresía y envidia, y toda clase de chismes. Como niños recién nacidos, busquen con ansia la leche espiritual pura, para que por medio de ella crezcan y tengan salvación, ya que han gustado la bondad del Señor. Acérquense, pues, al Señor, la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de ustedes, como de piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo, que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios. Por eso también dice la Escritura: «Yo pongo en Sión una piedra que es la piedra principal, escogida y muy valiosa; el que confíe en ella no quedará defraudado».

Para ustedes, que creen, esa piedra es de mucho valor; pero para los que no creen se cumple lo que dice la Escritura: «La piedra que los constructores despreciaron, se ha convertido en la piedra principal». Y también esto otro: «Una roca, una piedra con la cual tropezarán». Pues ellos tropiezan al no hacer caso del mensaje: ese es su merecido. Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes Dios no les tenía compasión, pero ahora les tiene compasión.” (1 Pedro 1:16-2:10, versión Dios Habla Hoy).

Hno. Carlos Terán

Ser santo quiere decir

ser compasivo, honesto y decidido a

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Somos un pueblo que vive de la Palabra de Dios. Por eso es importante

aprender a leer y a aplicar su mensaje a nuestro cotidiano vivir, ya sea que vayamos de camino al trabajo, ya sea en el almuerzo, ya sea que estemos de compras, o ya sea que estemos solos. Podemos leer y comprender la Biblia, haciendo un enfoque de contexto. Esto consiste en leer el contenido completo de un capítulo, extraer la idea central, y luego procurar entender el alcance de toda esa enseñanza en particular a todo ese texto. A continuación transcribo una enseñanza de Jesús sobre la oración efectiva, donde el texto alrededor explica el porqué la oración se hace efectiva (Mateo 7:1-28).

“1) No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros; y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes. ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en tu propio ojo, ¿cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo’? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo. 2) No den las cosas sagradas a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los hagan pedazos. Y no echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen.

*) Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre. [Mensaje central].

… 3) Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas. 4) Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran. … No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente 5) los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor, Señor…’ Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí; ¡aléjense de mí, malhechores!’ Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un 6) hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca…”

En esencia dice: Para que tu oración sea realmente oída y veas resultados 1) No tengas espíritu criticón, 2) No trates de forzar tu testimonio con los que no conocen a Dios (perros y cerdos); *) mas bien ora pidiendole al Señor que toque y transforme sus corazones. 3) No esperes que otros hagan el bien; hazlo tú. 4) Practica la santidad, muriendo a tu ego, 5) obedeciendo la voluntad de Dios, 6) en base a los logros conquistados por Jesús en la cruz.

Hno. Carlos Terán

Si buscas al Señor tu Dios con todo tu

corazón y con toda tu alma,

lo encontrarás.

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

En esta ocasión deseo honrar a mi pastora María Stella de Salas, que

impartió una enseñanza sobre cómo entender y lidiar con la adversidad que muchas veces nos sorprende causándonos perplejidad, confusión, inseguridad e impotencia conduciéndonos a la inevitable pregunta: ¿Por qué a mi? o ¿Por qué me está sucediendo esto?… Bueno existen dos posibles explicaciones: O estás siendo advertido(a) por Dios para que endereces tus pensamientos y hábitos, o sencillamente estás siendo probado por Él para comprobar la calidad de tu fe, y el nivel de dependencia que tienes hacia Él.

El ser humano tiende a buscar el control personal de las cosas; pero el proyecto de Dios para tu vida es que aprendas a depender de Él en todo. Dios, como buen Padre, desea lo mejor para Sus hijos e hijas, así que hace todo lo posible (y lo que Él sabe que es soportable), para que crezcamos y mejoremos en nuestra relación con Él. El apóstol Pedro nos explica: “… ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” (1 Pedro 1:6-7).

La adversidad no es cómoda o agradable, pero de algo sí puedes estar seguro(a): Si buscas de Dios encontrarás las recompensas de la obediencia. La persona que ignora a Dios siempre procura cuestionar, conocer la razón, antes de obedecer. La experiencia con el Señor es que después de que obedeces, recibes entendimiento abundante sobre Sus razones. Él mismo nos anima: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová.” (Jeremías 35:13).

El apóstol Pedro nos sigue animando: “… nuestros padres terrenales nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, por un tiempo nos disciplinaron como a ellos les pareció, pero Dios disciplina para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad, ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella son ejercitados. Por eso, levanta las manos caídas y las rodillas paralizadas, y hazte sendas derechas para tus pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” (Hebreos 12:9-13).

¿Cuál es Su propósito entonces? ¡Dios está haciendo limpieza de Su casa! ¡Tú eres Su Casa! “Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Isaías 66:1-2). También dijo: “... Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” (Isaías 57:15).

Hno. Carlos Terán

Tú eliges el resultado de tu adversidad: o la superas con

la ayuda de Dios, o te

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

El relato de la salida del pueblo de Israel de Egipto es tremendamente

fascinante a causa del gran poder desplegado por Dios a favor de Su Pueblo. Las 10 plagas expresan el juicio victorioso del Señor sobre 10 poderosos dioses que se jactaban de gran influencia y poder sobre el pueblo egipcio, y aún sobre el pueblo de Israel. Con la celebración de la Pascua, en esa noche negra de muerte, se anunciaba proféticamente lo que ocurriría unos 1.500 años después en Getsemaní, con la agonía de Jesús en su alma, al tomar los pecados e iniquidades por el rescate de Su pueblo.

Sin embargo, de alguna manera tú también estabas presente en esa noche oscura cuando se celebraba la primera Pascua. Todo el pueblo de Israel te representaba. Cuando la palabra dice: “Partieron los hijos de Israel de Ramesés hacia Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos una gran multitud de toda clase de gentes, ovejas y muchísimo ganado.” (Éxodo 12:37-38), está hablando de ti…

Si verificas en estos pasajes bíblicos, verás que Israel fue “legalmente” libre en un solo día, y que cuando pasó el mar Rojo recibió el “bautismo de las aguas” (1 Corintios 10:1-12), pues de alguna manera murió a su pasado, y resucitó a toda una nueva perspectiva de vida que dependería de Dios. Esto también permitió que a sus enemigos les quedara muy en claro que ya nos los podían tocar, pues quedaron literalmente separados por las aguas (Éxodo 14). Por eso dice: “¿No sabéis que… hemos sido bautizados en Su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él, a fin de que como Cristo resucitó…, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:3-4).

Pero otra libertad además es requerida. La libertad al salir de Egipto sólo representa la libertad de tu espíritu cuando naces de nuevo en Cristo Jesús. Quedan todavía pendientes la libertad de tu alma y de tu cuerpo. Por eso la palabra declara: “… el mismo Dios de paz te santifique por completo; y todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo sean guardados irreprensibles… ” (1 Tesalonicenses 5:23). Para sacar a Egipto del alma de Israel se requirió casi 40 años. Ahora, ese número expresa que es necesario entrar en un proceso de sanidad de tu alma, pero no expresa que necesariamente tengas que demorar ese tiempo. No olvides que la escala de nación a persona es menor.

Por eso: “No consientas en ser moldeado por las corrientes de este mundo (Egipto), sino acepta ser transformado por medio de la renovación de tu entendimiento en el espíritu, para que compruebes cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2). También dice: “renuévate en el espíritu de tu mente” (Efesios 4:22-24). Esto quiere decir que tus pensamientos, tu voluntad y tu manera de sentir serán transformados; pero requiere que lo hagas tú. Debes dar pasos de fe que reemplazarán esos viejos argumentos que creías eran buenos, y que la luz de la Palabra de Dios te ha revelado que deben ser removidos de tu personalidad. ¡Vístete del nuevo ser en Cristo!

Hno. Carlos Terán

El caminar del Israel histórico es el caminar de tu propia

peregrinación en este mundo

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Cuando Israel salió libre de Egipto, llevaba consigo una mentalidad de

esclavo que sería tratada por Dios, aunque llevaría su tiempo. Y es digno de destacar la manera como Dios ya proyectaba una visión de prosperidad integral para toda la nación. Dios estaba interesado en el espíritu, en el alma, en el cuerpo y en las posesiones de los de su pueblo. “Y Faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo [Egipto] vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos … Y los hijos de Israel pidieron de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían…” (Éxodo 12:31-32, 35-36).

De esa manera Israel salió también ¡“con ovejas y vacas, alhajas de plata y oro, y ropa”!, los cuales son tipo de recursos para administrar entre diezmos, ofrendas y sustento familiar. En pocas palabras, el pueblo salió de Egipto rico. Según las estadísticas eran aproximadamente 3 millones de personas que atravesaban el desierto hacia la tierra prometida. Pero el Señor había establecido una prioridad: deseaba era una ofrenda en el desierto: “Tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto y le dirás: “Jehová, el Dios de los hebreos, se nos ha manifestado; por tanto, nosotros iremos ahora tres días de camino por el desierto a ofrecer sacrificios a Jehová, nuestro Dios”.” (Éxodo 3:18).

El hecho de pedirle a un pueblo que había estado acostumbrado por muchos años a la escasez y a la esclavitud, a que “ofrezca un sacrificio” tenía el propósito de comenzar a romper el “esquema de desventura e infortunio” que había en la mentalidad del pueblo. Parece algo rudo ¿verdad? Pero Dios tenía el propósito de desatar la libertad en sus mentes. Me puedo imaginar la lucha interna: ¡Cómo se te ocurre! ¡¿Cómo vamos a dar si “somos pobres”?! ¿Tiene acaso Dios escasez que nos está pidiendo que le ofrezcamos de lo que incluso no tenemos como propio?…

La respuesta a la última pregunta es clara: Dios NO tiene necesidad de nada, sólo quiere nuestro genuino amor. E aquí algunos versículos que lo demuestran: “Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.” (Hageo 2:8). “Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti, pues el mundo es mío, con todo lo que hay en él.” (Salmo 50:12). “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.” (Job 38:4-5).

Un pueblo que ofrece es un pueblo que domina. Lo mismo se aplica a las personas. Entonces, Dios quiere que entendamos la libertad a la que fuimos llamados: Tener una mentalidad de leche y miel; o lo que es lo mismo: tener mentalidad de excelencias y perfecciones. “Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor.” (Gálatas 5:13). ¡Deja a Egipto en Egipto, y renueva tu mente conforme a lo recibido en tu espíritu: Libertad para dar!…

Hno. Carlos Terán

Deléitate en el Señor y Él te concederá las peticiones

de tu corazón.

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

En estos tiempos el bombardeo publicitario para vendernos productos y

servicios es grande por todo el mundo. La idea es influenciar en la mente y luego causar una acción. Les da resultado ¿no lo cree así? Las empresas de éxito invierten miles de dólares en sus campañas publicitarias. Es buena inversión. El Señor también está de acuerdo, por eso dice: “… cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a experimentar la voluntad de Dios…” (Romanos 12:2).

Entre familiares, entre amigos, entre compañeros de estudio o de trabajo, a veces se dicen ideas y pensamientos nada buenos: “Tu jamás lo lograrás”, “¿Cuándo has hecho algo bueno?”, “Vamos a perder de nuevo”, “Estamos en crisis”, “No tenemos ni para comer”, “De ésta no salimos”, y así podríamos seguir aumentando la lista. Estos pensamientos son muy pegajosos, y si se consiente, pueden sin problemas llegar a convencernos de que son “nuestros pensamientos”.

El discípulo y creyente de Jesucristo no debe ajustarse a estos patrones esclavizantes y neutralizadores. Se nos manda: “No vivan ya según los criterios de este mundo; al contrario, cambien su manera de pensar…” (Romanos 12:2). La pregunta es: ¿Cómo puedo cambiar yo, una persona que ha absorbido tantos años de pensamientos mediocres? Antes que nada, no deseo parecer simplista en esto, así que seré franco: No es fácil; pero si te decides es posible lograrlo. ¿Quieres intentarlo? He aquí una forma muy práctica y que se apoya en la palabra de Dios:

1ro. Memoriza meditando. Un proceso de reconstrucción tiene que ocurrir para que los viejos y derrotistas pensamientos puedan ser invadidos, conquistados y sustituidos por otros nuevos y victoriosos. Entonces llena tu mente con pasajes bíblicos, el Libro de Dios tiene poderosas municiones. He aquí algunas: (1 Corintios 15:57-58; Proverbios 21:31; 2 Corintios 2:14; Filipenses 4:13; 1 Juan 5:4; Isaías 40:31; Salmo 119:9-11; Éxodo 14:13-14; 1 Corintios 16:13; Mateo 7:7-8; Jeremías 15:16; Efesios 6:13-14; Santiago 4:6; Isaías 41:10; Juan 16:33, etc.). ¡No te vayas a la cama hoy sin experimentar estas poderosas vitaminas!

2do. Aplica diariamente. Aquí es cuando el cambio se hace emocionante. Usa el “yo”, el “mi”, y el “mío” cuando leas pasajes significativos en la Biblia. Por ejemplo, puedes aplicar Filipenses 4:6-8 así: “[Yo no estaré afanoso(a) por nada], sino que [haré conocer mis] peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará [mi corazón] y [mis pensamientos] en Cristo Jesús. Por lo demás, [TU NOMBRE], todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto [aplicaré mi pensamiento].” ¿Captas la idea? Si te decides a aplicarte así, en poco tiempo verás que “… todo pensamiento tuyo será sometido a Cristo” (2 Cor. 10:5).

Hno. Carlos Terán

Las armas de nuestra milicia… son poderosas en Dios para derribar

argumentos y toda altivez que

se levanta contra

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

A tiempo de bendecirles amados hermanos y hermanas, les comparto la

transcripción de una enseñanza transmitida por radio que habla sobre Cuál es el Propósito de la Vida Cristiana. Espero les sea de edificación: «La pregunta que sirve de título a este programa te la hacemos hoy también a ti: ¿Cuál es el propósito de la vida cristiana? Y no nos cabe la menor duda que una respuesta apropiada nos servirá a todos, especialmente para responder a las inquietudes de otros y, por qué no, a las nuestras también.

Como sabes y te habrás dado cuenta en tu caminar por la vida, todo tiene un propósito. Esto lo aprendemos de la misma naturaleza en el diseño y planificación que habla de un Ser inteligente en los distintos reinos y esferas de esta creación. Hay una razón para que existan las estaciones del año, por ejemplo. Plantas, animales, insectos y peces, todos ellos, se ajustan a u patrón de funcionamiento en lo que llamamos la cadena ecológica.

Las leyes físicas que gobiernan el cosmos hacen que todo el sistema exista en forma armónica en el universo. Las distintas partes del cuerpo humano cumplen una función única o múltiple, según la edad o el momento. Así podríamos seguir agregando ejemplos y analogías que probarían lo que decimos. Pero no es ese el caso. Nos interesa hablar hoy de los que llamamos “vida cristiana” y de si ésta tiene algún propósito.

La manera más fácil de entrar en este tema es diciendo lo que la vida cristiana NO es: Por ejemplo, no es asistir en forma rutinaria y mecánica a un templo para escuchar “aburridas disertaciones que nadie entiende” y participar de toda una serie de gestos físicos como pararse, sentarse, arrodillarse o cantar canciones que “no comunican nada”. Tampoco es juntarse con otras personas para criticar a otros o hablar a espaldas de aquél que recién nos ha dejado.

No es echar en el alfolí aquello que nos sobra. No es usar medallas o crucifijos o insignias o vestimentas especiales que nos identifiquen o nos marquen como más espirituales o mejores ciudadanos. Tampoco es vivir en las nubes sintiendo experiencias emocionales que nos sacan de esta existencia y nos transportan a una especie de cielo privado. Esto último se conoce más como una forma de escape.

No, la vida cristiana no es comer o beber ciertas cosas, en ciertos días determinados o abstenerse de algunos tipos de alimentos en otros. Sólo pueden entender y vivir la vida cristiana aquellos a los que Jesucristo ha llamado a esta nueva experiencia que llamamos vida cristiana. Si lees la carta a los Efesios que se encuentra en el Nuevo Testamento, vas a encontrar una magnífica y detallada descripción de lo que es y en qué consiste la vida cristiana real y verdadera...»

(Continuará en la próxima edición...)Hno. Carlos Terán

La vida que ahora vivo en el cuerpo, la

vivo por mi fe en el Hijo de

Dios…

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Nuevamente bendigo sus vidas amados hermanos y hermanas; esta es la

segunda parte de la enseñanza sobre “Cuál es el Propósito de la Vida Cristiana”: «… Los cristianos, y por lo tanto los únicos que pueden vivir y entender la vida cristiana, son aquellos que han estado viviendo como el resto de la gente, pensando de la manera como lo hacen los demás y actuando como lo hace todo el mundo. Hasta que de pronto se hace la luz y brilla Jesucristo con su mensaje potente, claro y diferente: Él nos ve como somos; andando “en la vanidad de nuestra mente” (Efesios 4:17). Y recuerda que la palabra vanidad significa vacío, sin sustancia.

Además de lo anterior, hemos tenido el entendimiento entenebrecido y hemos sido ajenos a la relevancia de Dios, por la ignorancia que se encuentra en nosotros y por nuestra dureza de corazón. Esto de dejar a Dios afuera de nuestra existencia lo vemos cuando corremos en esa loca carrera por transgredir todo tipo de mandamiento: humano y divino. El diagnóstico de la carta a los Efesios agrega una nota o frase lapidaria. Dice que después que hemos perdido toda sensibilidad, nos entregamos con avidez a todo tipo de impureza. (Efesios 4:19).

De lo anterior puedes tener un pálido ejemplo cuando asistes a aquellas fiestas donde el licor está presente. Bastarán algunas copas extras para que reine lo que llamamos “falta de inhibición”. Se suelta todo tipo de amarre moral, se olvidan los modales y se demuestra que la Biblia tiene razón cuando cataloga al ser humano como lo hace. La vida cristiana consiste en despojarse de la pasada manera de vivir, de aquello que Efesios identifica como el “viejo hombre”, que está corrompido por los deseos engañosos (Efesios 4:22).

Debe haber una “renovación en el espíritu de nuestra mente” y una actitud de vestirse del “nuevo hombre”, creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad (Efesios 4:23-24). ¡Qué palabras y qué conceptos son los que aquí hemos mencionado! Dan para escribir varios libros y de hecho existen multitud de ellos en librerías cristianas. Imagínate que aquí, Efesios nos está diciendo aquello que los partidos políticos han pretendido hacer y nunca han podido recrear: el nuevo hombre, el nuevo ciudadano que va establecer la diferencia en la sociedad.

Sí, los partidos políticos sólo se han quedado en el intento. Lo mismo ha sucedido con todas las religiones y grupos filosóficos que han intentado todo para arribar a la conclusión de que “el hombre” es tarea imposible. Pero no para Dios; para el Creador, el hombre y la mujer son redimibles. Es decir, aún existe esperanza para ti o para mí desde el punto de vista divino. Respondiendo a esa iniciativa y a ese interés divinos es que vino Jesucristo al mundo hace 2000 años; para ofrecer su vida en rescate por muchos; para sacarlos de su vana manera de vivir, para ofrecer a los suyos esa renovación en la mente y en el espíritu; y sobretodo ¡para relacionarlos con Dios!…»

(Continuará en la siguiente edición...)

Dios prueba Su amor,

porque siendo aún pecadores

Jesús murió por nosotros

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Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Amados hermanos y hermanas, que el Señor les conceda día a día más

entendimiento de su Palabra. Esta es la tercera parte de la enseñanza Cuál es el propósito de la vida cristiana: «Como puedes ver, entonces, vivir la vida cristiana sí contempla la idea de asistir a una iglesia, compartir lo que se tiene con otros, escuchar la predicación de la Biblia, expresar la adoración y la alabanza a través de cánticos que llevan el mensaje cristiano. Pero lo anterior es una consecuencia de haber experimentado la transformación de la vida al pedir perdón a Dios y acogerse a su infinita misericordia. A partir de ese momento, eres bienvenido o bienvenida a la vida cristiana. Una vida que tiene un comienzo, pero que no tiene final; por el contrario, se proyecta hacia la eternidad.

Podrás darte cuenta que una gran multitud de personas sólo se han quedado con lo exterior, con la cáscara, con la envoltura de lo que ellos identifican como experiencia cristiana y se han perdido la real experiencia de saber sobre Jesucristo y de conocerlo. Lo peor del caso es que tales personas quieren arrastrar a tantos como puedan tras tradiciones y costumbres que sólo esclavizan, pero que nunca otorgan la libertad que sus almas anhelan.

La vida cristiana tiene el dinamismo del desarrollo, del crecimiento, en que cada día no es sólo nuevo sino que también presenta la posibilidad de aprender nuevas cosas. Es un camino que se hace junto a otros que padecen de las mismas dudas, las mismas aflicciones y los mismos problemas que tú tienes, pero que cuentan con el mismo Salvador que ha prometido su Presencia y su compañía a lo largo del sendero.

Sí, existe un propósito en la vida cristiana. Es el de reconocer nuestras limitaciones pero, al mismo tiempo, proyectarnos hacia todo lo que podemos ser, si dependemos de Dios y de sus promesas. Pero hay más: a través de nuestro entendimiento en cuanto a nuestro propósito en la vida podemos lograr una existencia feliz y completa, incluso aquí, en esta tierra. Felicidad que no consiste en las cosas que tengas, sino en entender tu propia existencia como miembro del género humano.

No dejes que tradiciones o influencias engañosas te roben tu posibilidad de vivir realmente la vida. Aprende a vivir la auténtica vida cristiana y a encontrarle propósito a esa existencia. Esto sólo es posible en Jesucristo. “Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.” (Hebreos 12:2, DHH).»

No seas terco como tus

antepasados, sométete a

Dios, ven a su santuario y

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Hno. Carlos Terán

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¿Cuál es la diferencia entre el deseo y la pasión? ¿Alguna vez te lo

preguntaste? Este día hablo a tu corazón. Quiero invitarte a que reflexionemos juntos. ¿Qué mueve tu vida? ¿Por qué haces las cosas que haces? ¿Qué te impulsa a tomar las decisiones que tomas?… ¿Por qué vives?… ¿Por qué las cosas que te preocupan, te preocupan?… ¿Por qué tomas algunas cosas a la ligera y otras en serio?, o si prefieres al revés: ¿Por qué tomas algunas cosas en serio y otras a la ligera?… ¿Por qué deseas hacer algunas cosas y otras no? ¿Por qué ciertas cosas te apasionan tanto que no puedes evitar el mostrar entusiasmo?… Quizás convendría ponerlo de manera más directa: ¡¿Qué te apasiona?!

Quizás puedas responderte a ti mismo(a) diciendo: ¡Nada me apasiona!, o ¡Ya no tengo edad para eso!, o ¡Soy muy joven para tener alguna pasión! Ahora te pregunto: ¿Por qué piensas así?… Tal vez ayudaría a nuestra reflexión si quitamos esos elementos “sucios” que a veces le atribuimos a la palabra “pasión”: Con frecuencia se le asocia con “las relaciones sexuales”, o con cometer actos ilícitos que van más allá de los límites imaginables (como cuando se ve en ciertos titulares: “El crimen fue por asuntos pasionales”). También se asocia a “locuras” o “conductas desordenadas” que generalmente los jóvenes cometen por falta de experiencia. En el otro extremo se asocia también religiosamente con la “pasión de Cristo”, dando a entender “un acto sublime imposible de hacer por los humanos”.

Creo que no es una buena manera de emplear la palabra “pasión”. Sin embargo, todo lo que hemos mencionado puede llegar a darse debido a una “corrupción” de esa buena capacidad que tiene nuestro corazón para motivarse en la vida. También con frecuencia nos equivocamos al pensar que sólo nuestros conocimientos pueden motivarnos. Muchos se apasionan por el dinero, otros por los deportes, otros por el romance, otros por los estudios, otros por… La Biblia nos guía al decir: “No se enorgullezca el sabio de ser sabio, ni el valiente se enorgullezca de ser valiente, ni el rico se enorgullezca de sus riquezas…” (Jeremías 9:23). Podríamos parafrasearlo así: “No se apasione el sabio de ser sabio, ni el valiente se apasione de ser valiente, ni el rico se apasione de sus riquezas…” Piénsalo…

Entonces, ¿qué hace correcto mi apasionarme? ¿Qué puede afirmar mis convicciones? ¿Qué puede hacerme estar firme aunque aparentemente todo a mi alrededor se esté derrumbando? ¿Qué me puede dar el valor para estar firme ante otros que predican, como opción de vida, la mentira y lo torcido?… ¿O tal vez, en vez de “qué”, debería preguntar “Quién”?… La Biblia no tarda en responder, y permítame continuar con la paráfrasis: “Mas apasiónese en esto el que se vaya a apasionar: en entenderme y

Una correcta Pasión,

ordenará correctame

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conocerme a Mí, el verdadero Dios…” (Jeremías 9:24). Pero, ¿termina ahí? NO. Te pregunto: ¿Qué implica conocer a alguien?: Conocer sus intereses, lo que le ocupa, sus pensamientos, etc. Y ¿qué apasiona a Dios? Lo voy a poner de manera directa: ¡Las personas de todo el mundo!… Y ¿qué completa Su pasión? ¡Gobernar entre las personas del mundo!; por eso dice: “Deseo establecer un gobierno de amor, juicio y justicia entre los hombres ¡Esto me apasiona!, dice el Dios verdadero.” (Jeremías 9:24b). ¡¿Te unirás a la pasión de Dios?!…

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

El día de hoy tocamos el tema del “Reino de los Cielos” o “el Reino

de Dios”. ¿Qué significado tienen para ti estas expresiones?… ¿Tienen relevancia en medio de las duras circunstancias de la vida real?… Es más, ¿te acordarías de estas expresiones cuando estás pasando por dificultades personales? Quizás en este preciso instante estás experimentando momentos difíciles o te encuentras indeciso(a) respecto al futuro y estas expresiones tienen un significado similar al “Reino de las hadas del más allá”. Bueno, es mi oración que al finalizar esta reflexión aprendamos juntos algo valioso para tu vida que están encerradas en estas expresiones. ¿Lo hacemos?

En los países de Latinoamérica, hay que reconocer que la palabra “reino” no es muy utilizada en la práctica. Es más común el empleo de la palabra “gobierno”; por ejemplo, en el caso de los presidentes de Bolivia se pueden mencionar, entre muchos, al “gobierno de Hugo Bánzer Suárez”, al “gobierno de Hernán Siles Suazo”, y actualmente al “gobierno de Carlos D. Mesa Gisbert”. La palabra “gobierno” también implica que hay planes para los gobernados y sistemas que permitirán que se logren los objetivos de bienestar para el pueblo.

Es quizás cuando escuchamos las palabras “Cielos” o “Dios” que entramos en algunas imprecisiones. Por lo menos al principio… ¿Quién es “Dios” para ti?… Para algunos es inevitable pensar que cuando se habla del Dios de la Biblia estamos hablando o promoviendo alguna religión en particular, y ahí empiezan: ¿Eres testigo de Jehová, eres mormón, eres católico, eres budista, eres islámico, eres sintoísta?; y hasta: ¿eres evangelista?…

Revisa tus convicciones. ¿Será que Dios necesita de alguna denominación humana para ser lo que ya es: Dios? NO. Sin embargo, conociendo la condición del ser humano, Dios mismo bajó y se hizo semejante a ti y a mí en la persona de Jesús de Nazaret para que podamos acercarnos a Él. Por eso no es extraño que desde hace más de 2000 años Jesús diga: “El tiempo se ha cumplido, y el gobierno de Dios está a la mano; cambien de actitud, y crean aceptando el mensaje del evangelio.” (Marcos 1:15, Paráfrasis). Sin el gobierno de Dios el fracaso es inevitable.

… y al hallar una perla

preciosa, fue y vendió

todo lo que

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El Dios bíblico, aunque invisible por ser espíritu, hizo accesible su forma de gobierno para ti y para quienquiera lo quiera experimentar en esta tierra, y tenemos acceso a este gobierno por medio de Jesús. Entonces, Jesús es nuestro puente de acceso. Si no conoces a Jesús, vivirás filosofando y opinando sobre quién es Dios de manera imprecisa y vana. Por eso dice: “[Dios] ha señalado el tiempo y el lugar en que deben vivir [las personas], para que busquen a Dios, y quizá, como a tientas, puedan encontrarlo, aunque en verdad Dios no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos…” (Hechos 17:26-28). Por eso Jesús nos enseñó a orar: “Padre nuestro que estás en el Cielo… Tu gobierno en nuestra vida sea una realidad. Hágase Tú voluntad acá en la Tierra así como se hace en el Cielo.” (Mateo 6:9-10 DHH). Y este gobierno permanece a medida que ajustas tu vida a los deseos de Dios, y aunque pases dificultades, ya no estás sólo(a); has encontrado una joya de gran precio (Mateo 13:44-50).

Hno. Carlos Terán

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La semana pasada hablábamos sobre el “Reino de Dios”, y que en la

Palabra se le compara a un tesoro escondido (Mateo 13:44). En el mundo se conocen a varios buscadores de tesoros. Recientemente hubo un equipo de buceadores que hicieron una exploración en el lago Titicaca, lago compartido entre Bolivia y Perú, para intentar encontrar tesoros antiguos. Tuvieron cierto éxito; sin embargo, dadas las condiciones de profundidad y temperatura la exploración no fue fácil. Con todo, estos buceadores no se desanimaron y persistieron hasta encontrar lo que buscaban.

Para los buscadores de tesoros, encontrar joyas y monedas de oro y plata es lo máximo. Jesucristo también es un buscador de tesoros. Él busca personas perdidas. Los buscadores de tesoros construyen museos con los artefactos recobrados; Jesús está edificando una comunidad y un reino con vidas recobradas. Jesús atesora personas que otros desprecian. Ama a sus enemigos a sus expensas. Honra a los que admiten su necesidad de los demás. Tiene en mucha estima a los que se preocupan por otros. Y, sobre todo, valora a su Padre celestial quien nos ama a todos mucho más de lo que nosotros nos amamos unos a otros o incluso a nosotros mismos.

La importancia que Jesús daba a las necesidades humanas muestra que nuestros intereses están más cerca del corazón de Dios de lo que podríamos pensar. Él es quien nos dio nuestro deseo de buena comida, amistades y felicidad. Nos hizo para que buscáramos intimidad en las relaciones, aceptación personal y libertad de la preocupación. Nos dio también la sed de conocimiento, descubrimiento y valor (Colosenses 1:16-17).

Sin embargo, aunque hay similitudes, los tesoros por los que el Señor Jesucristo vivió y murió también son diferentes de los nuestros. El escritor Mart de Haan nos ayuda un poco a ver esto: «1) Él sabía como ser agradecido por los regalos de la vida sin adorarlos. Nosotros nos inclinamos a convertir los

… el Reino de los Cielos es

parecido a un tesoro

escondido en

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bienes en dioses, que luego se vuelven demonios que nos destruyen. 2) Nos enseñó a usar los recursos materiales de este mundo para amara a la gente. Somos más propensos a amar las cosas y a usar a las personas. 3) Nos enseñó a ver los gozos y dolores de esta vida como el reflejo de un mundo por venir. A veces vivimos como si no hubiera cielo ni infierno más allá del presente. 4) En la búsqueda de nuestros sueños, a menudo actuamos como si los tesoros de la vida estuvieran más allá de nosotros mismos y de nuestra capacidad de encontrarlos. Jesús, nos enseñó a ver que hay tesoros de perspectiva dentro de nosotros mismos que muchas veces se pasan por alto.

Jesús puso en perspectiva nuestros valores en el “Sermón del Monte” (Mateo 5:1-10). Muestra quiénes son de verdad las personas más ricas, aquellas dignas de ser envidiadas y felicitadas. ¿Quiénes? Aquellos que ven su desesperada necesidad de Dios y de los demás. Aquellos que lloran por sus malas acciones hasta el punto de volver y rendirse a Dios. Con corazones llenos de amor y no de lascivia, procura llevar a los perdidos de vuelta a Dios, incluso a sus propias expensas. Así que si busca en gobierno bueno en el mundo, busque el Reino de Dios».

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Decisiones, decisiones, decisiones. ¿Cuántas tomas al día?… ¿Evitas

tomarlas?… ¿Dejas que otros las tomen por ti?… O por el contrario ¿Tú acaparas con todas las decisiones?… ¿Nada se hace sin tu aprobación?… ¿No te arriesgas con los “disque compromisos” de los demás?… En cualquier caso, todo extremismo tarde o temprano ocasiona una pérdida y puede llegar a ser muy, muy doloroso. La alternativa es procurar encontrar un equilibrio, mientras haya tiempo, y encontrar la manera correcta de ser decididos por la vida.

Hay tres grandes maneras en las que aplicamos las decisiones: 1) Cuando administramos recursos; 2) cuando realizamos sueños y proyectos; 3) o cuando nos consolidamos en la clase de persona que queremos ser. Para las primeras maneras existen herramientas que nos pueden ayudar a mejorar, si así lo viéramos por conveniente; las cuales se encuentran en las Ciencias Administrativa y Económica; sin embargo, la tercera es la más importante. ¿Por qué? Bueno, porque dependiendo de la salud de nuestro carácter, el resto de los recursos que nos han sido confiados serán bien administrados.

Cuando de alcanzar las promesas de Dios se trata, Él espera que participemos. La razón principal de esto es porque está interesado en la tercera opción que mencionamos: que alcancemos a ser la clase de persona que Él ha soñado. Y para esto, las circunstancias que nos rodean, sean agradables o dolorosas, alegres o tristes, cómodas o incómodas, ayudan, presionan y proveen de oportunidades para decidir. ¿Quién decide? Pues tú (me incluyo contigo). Dios no va a decidir por ti el tener fe… Ante circunstancias difíciles o hasta imposibles, tienes generalmente dos opciones: a) estar atento a Dios, creerle y actuar conforme a tu confianza; o, b) desesperarte, dudar, y hacerlo a tu manera.

Este mensaje te lo envía el

Firme (Amén), el Testigo fiel y verdadero…

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Fe, es una de las respuestas que Dios espera de ti. Existen otras: que des de tu tiempo, de tus talentos, de tus recursos para el bienestar de otros y para apoyar la causa de Jesucristo en tu ciudad; y que seas sensible a la voz de Su Espíritu para obedecerle y adorarle. Pero en todas estas opciones, Dios espera un ingrediente muy importante de ti: Fervor. Te ruego que si no entiendes correctamente el significado de esta palabra tomes un buen diccionario y bendigas tu propia vida. Fervor. El Espíritu a través de Pablo afirma: “Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente.” (Romanos 12:11 DHH) y el traductor comenta: “…fervientes en el Espíritu”…

Fervor es lo contrario de “doblez de ánimo”, a tibieza o hipocresía. Es tener un carácter decidido; decidido a ser aquello que Dios ha soñado que llegues a ser; y decidido para hacer, en conformidad con lo anterior, aquellas cosas (que hasta te pueden parecer demasiado sencillas) que Dios ha preparado de antemano para que andes en ellas (Efesios 2:10). Por eso dice: “… todas las promesas de Dios son en [Jesús] «sí», y en [Jesús] «Amén», por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (1 Corintios 1:20). Dios es decidido, ferviente, y radical en su amor por ti. Por eso dice: “Yo reprendo y corrijo a todos los que amo. Por tanto, sé fervoroso(a) y vuélvete a Dios.” (Apocalipsis 3:19).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

¡Prosperidad para todos ustedes en este 2005! Amén. Esta es la

última entrega del 2004 y quiero aprovechar para desearles lo mejor para este año que se aproxima. Espero que en el transcurso de todo este año hayan recibido muchas bendiciones, y que pesen más que las tristezas experimentadas. Quiero aprovechar también para agradecer por tu fidelidad en la lectura de este Vocero, que es el fruto del esfuerzo en oración de todo un equipo, que vela para que crezcas en tu diaria interacción en el Señor Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, con el Papá Celestial.

Por mi parte, me sentiré honrado si al menos uno de los temas tocados este año, te ha permitido tener una mejor comprensión de cómo es Dios, o de conocer qué es lo que Dios hace y cómo lo hace real en el mundo de los seres humanos, o mejor dicho: en tu mundo; o te ha conducido a experimentar libertad en cierta área de tu vida, o te ha ayudado en la oración, o te ha ayudado en tu confianza para dar testimonio del evangelio del Señor Jesucristo, etc.

En realidad, yo mismo he ido creciendo contigo mientras compartía los temas; y así sucede cada vez que escribo esta sección del “Sanando nuestra tierra”. Espero que haya quedado claro, que nuestro interés es que al hablar de “sanidad de la tierra”, nos referimos a la sanidad de tu vida, de tu alma. Ya lo decía bien el Espíritu Santo: “Amado(a), yo deseo que tú seas prosperado(a) en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” (3 Juan 2).

Amado(a), yo deseo que

seas prosperado(a)

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Hemos aprendido que la sanidad de nuestras vidas tiene varios propósitos, y que estos propósitos se encuentran escondidos en Dios mismo, para que al buscarle a Él, vayamos descubriendo el “para qué” y el “por qué” estamos vivos en este mundo. ¿Recuerdas el pasaje de los 10 leprosos que fueron sanados por el Señor Jesús? (Lucas 17:11-19). ¡Sólo uno volvió a Jesús!… ¿Y qué pasó con los otros 9?… Cuidado se aplique la palabra del Espíritu cuando dice en amonestación: “¿… y decís: ‘Somos liberados’; para seguir haciendo lo que me desagrada?” (Jeremías 7:10), “… porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:3).

Entre los propósitos de Dios, cinco hemos considerado como principales: Existes para 1) Adorar a Dios; 2) Ser parte de Su familia; 3) Ser forjado en el carácter como Jesús; 4) Servir en Su iglesia local; y 5) Anunciar al mundo, el único Mensaje de salvación disponible. Cuando vas ajustándote a estos propósitos, ¡descubres que te has hallado a ti mismo! La filosofía secular enseña: “Para ser sabio, conócete a ti mismo”; la sabiduría de Dios enseña: “Ten en cuenta a Dios, y verdaderamente te encontrarás a ti mismo”. (Proverbios 1:7; Deuteronomio 6:13; Salmo 112).

No pongas tu esperanza última en este mundo. Entre las personas que no conocen a Dios escucharás que hablan hasta “con autoridad” (mas bien con ignorancia) de vivir la vida como mejor a uno le parezca. No temas. Te animo. Es posible vivir en santidad de una manera inteligente en el siglo XXI. Pídele a Dios de Su poder, ¡y lo verás! ¡Feliz 2005!

Hno. Carlos Terán

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¡Qué mejor manera de comenzar el 2005 que disponiéndote a

encontrar lo que Dios tiene para ti! Seguramente comienzas este año con muchos sueños, anhelos y proyectos que deseas se vayan realizando durante este año. Sin embargo, la pregunta que quisiera que te hagas a ti mismo(a) es, y te lo pido con mucho respeto: ¿Dios forma parte de estos sueños, anhelos y proyectos? ¿Cuánto de Jesús están en ellos?…

Y es que, con demasiada frecuencia, pasamos los días en una especie de “reino” donde el principal actor es el “YO”, y donde no existe espacio para nadie más, mucho menos para Dios, a quien no podemos ver. Y aquí no me refiero a que puedas estar actuando mal o bien. Tampoco es mi intención hacerte sentir culpable. Puedes ser una ama de casa que espera todos los días a su esposo, cuida de los niños con cariño, ves la televisión mientras haces los quehaceres, lavas, planchas, te reúnes con amigas, y “no haces nada malo”; pero, ¿dónde en ese tu estilo de vida está Dios?…

Las personas somos muy dadas a “crear reinos”, y queremos ser reconocidas por “nuestros logros” (lo cual en sí mismo no es malo); pero sin darnos cuenta puede ser que hagamos a un lado a Dios. Tenemos

Id y haced discípulos a todos los bolivianos y las

naciones, enseñándoles a guardar lo que

Jesús nos mandó, por medio de

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un ejemplo en la vida de un gobernante que vivió hace miles de años en lo que hoy conocemos como el país de Irak. En ese tiempo se le llamaba “Babilonia”, y el nombre de ese gobernante era Nabucodonosor. Esta historia la encontramos en la Biblia:

Nota cómo comienza el relato: “Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio.” (Daniel 4:4). La historia muestra cómo Dios le advierte respecto a su futuro por un sueño enigmático. Daniel, bajo la guía del Espíritu Santo, se lo interpreta y anuncia al final: “… tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.” (Daniel 4:26-27).

Pero aún con la advertencia, un año después, Nabucodonosor exclamó: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30). La respuesta del Cielo no se hizo esperar: “… vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti… con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán… hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.” (Daniel 4:31-32).

La historia concluye cuando Nabucodonosor admite su dependencia del único Dios verdadero. Pero ¿cómo se vería que Dios hoy está en incorporado a tu estilo de vida? Pues, siguiendo con el ejemplo de la ama de casa, ella buscaría la forma de participar de algún Encuentro donde hallaría al Señor, asistiría a una Célula de Evangelismo una vez a la semana, tendría tiempos devocionales de oración y lectura de la Biblia todos los días en casa, se congregaría en una iglesia local donde se predica a Jesucristo, y buscaría de más capacitación en la Academia de Obreros.

Hno. Carlos Terán

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“Dios ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la

humanidad. Esa bondad de Dios nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad, mientras llega el feliz cumplimiento de nuestra esperanza: el regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos completamente, haciendo de nosotros el pueblo de su propiedad, empeñados en hacer el bien.” (Tito 2:11-14, DHH).

La versión Reina – Valera ’60, expresa la parte final del versículo 14 de la siguiente manera: “… para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Dios ha querido reunir a personas purificadas. Perdóneme la comparación, pero Dios no está haciendo de “Papá Noel” buscando quiénes “se hayan portado bien” para “darles sus regalos” en recompensa. No. Por

¡Ustedes, los indecisos,

purifiquen sus corazones!(Santiago

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favor, note la expresión: “Purificar para Sí”, es decir, por causa de Él, y para Él. Jesucristo tiene el poder para purificar tu vida, hayas hecho lo que hayas hecho.

La pureza es uno de los atributos de Dios. Dios es puro amor, pura sabiduría, puro poder, pura riqueza. Respecto de la sabiduría de Dios la Biblia dice: “La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura…” (Santiago 3:17). La pureza es uno de los rasgos de la santidad: “Dad a Jehová la gloria debida a Su Nombre, adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.” (Salmo 29:2); y: “¡Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir!” (Apocalipsis 4:8).

Quizás alguna vez hayas pensado: – ¡Eso de la santidad y de la pureza no es para mí! –. Sea cual fuera la razón por la que has pensado así, déjame decirte que SI es posible para ti una vida de pureza y santidad, Dios es el más entusiasmado en esto cuando expresa: “Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, según lo que les parecía más conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como Él.” (Hebreos 12:10). En la versión Reina – Valera ’60 lo dice mejor: “… para que participemos de Su santidad”.

Jesucristo nos purifica de dos maneras complementarias: 1ro) Instantáneamente. Cuando te arrepientes, le buscas y le confiesa tus errores y debilidades, la limpieza ocurre en ese preciso momento (Isaías 1:18; 1 Juan 1:9). Te limpia del aspecto legal del pecado. Pero no queda todo ahí, porque es necesario continuar: 2do) Mediante proceso. Es decir, poco a poco. Aunque seas un creyente genuino del Señor Jesucristo, altares de tu vida deben ser derribados. Hablo de maneras de pensar, hábitos, conductas que en lo íntimo sabes que estarías mejor si no estuvieran ahí. Pues a ese proceso el Señor le llama liberación. Él ha prometido: “… eliminaré de ti tu impureza” (Ezequiel 22:15b), y: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.” (Ezequiel 36:25; Salmo 51:10).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Al inicio del año 2005, el Señor nos guió hacia algunos pasajes de Isaías

58. En esta entrega comparto con todos ustedes, para su reflexión, el contexto de dichos pasajes, los cuales se encuentran remarcados: «El Señor me dijo: Grita fuertemente, sin miedo, alza la voz como una trompeta; reprende a mi pueblo por sus culpas, al pueblo de Jacob por sus pecados. Diariamente me buscan y están felices de conocer mis caminos, como si fueran un pueblo que hace el bien y que no descuida mis leyes; me piden leyes justas y se muestran felices de acercarse a mí, y, sin embargo, dicen: ‘¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? ¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?’

El día de ayuno lo dedican ustedes a hacer negocios y a explotar a sus trabajadores; el día de ayuno lo pasan en disputas y peleas y dando golpes criminales con los puños. Un día de ayuno así, no puede

Serás como huerto de

riego, y como manantial de

aguas

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lograr que yo escuche sus oraciones. ¿Creen que el ayuno que me agrada consiste en afligirse, en agachar la cabeza como un junco y en acostarse con ásperas ropas sobre la ceniza? ¿Eso es lo que ustedes llaman ‘ayuno’, y ‘día agradable al Señor’? Pues no lo es.

El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes.

Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: ‘Aquí estoy.’

Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les levantas calumnias, si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía.

Yo te guiaré continuamente, (la versión Reina Valera ’60 dice: “Jehová te pastoreará siempre”) te daré comida abundante en el desierto (la RV ’60 dice: “saciará tu alma”), daré fuerza a tu cuerpo (la RV ’60 dice: “dará vigor a tus huesos”) y serás como un jardín bien regado (la RV ’60 dice: “huerto de riego”), como un manantial al que no le falta el agua (la RV ’60 dice: “cuyas aguas nunca faltan”). Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas y afianzará los cimientos puestos hace siglos. Llamarán a tu pueblo ‘reparador de muros caídos’, ‘reconstructor de casa en ruinas’.» (Isaías 58:1-12, Dios Habla Hoy).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Cuando la gente te pregunta “¿Cuál es tu religión?”, ¿qué les

respondes?… El mundo procura clasificar o “etiquetar” todas las cosas, y aún procura hacerlo con las personas, sólo por justificar su propio estilo de vida. El mundo dice: “Todos los caminos conducen a Dios”; ¿tú qué dices?… ¿Será Dios un asunto de preferencias y gustos?… ¿O será que existe un Dios real, posible de conocer?… Vuelvo a la pregunta, sólo que esta vez planteada de manera diferente: “¿Tienes religión?” Probablemente muchos ya están contestando mentalmente: Sí, soy católico; o soy budista; o soy musulmán; o ¡soy ateo!; etc. Pero muchos también están contestado valientemente: ¡Yo no tengo religión!

Si has respondido de esta última manera, permíteme felicitarte, porque ser cristiano de verdad implica que no tengas religión; o mejor dicho, que no practicas una religión, y tampoco eres parte de un grupo

Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios

verdadero, y a Jesucristo…

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religioso. ¿Me explico? Ser cristiano(a) es un estilo de vida. Depende más de lo que eres que de lo que hagas; pero no de lo que eres por mérito propio, sino por lo que Dios ha hecho, hace y hará en tu vida. Tampoco es cuestión de denominaciones. Podrías “pertenecer” a una congregación cristiana evangélica, y aún así no ser cristiano(a) verdadero. ¡Terrible, ¿verdad?!

Entonces no es cuestión de “religiones”. Las religiones ponen velos sobre la persona de Jesucristo, y sugieren imágenes mentales de Él engañosas y distorsionadas. Por mencionar algunos de estos “velos” tenemos: “El Cristo que llora”, “El Cristo de la Concordia”, “El Sagrado Corazón de Jesús”, “El Cristo Negro”, “El Señor de Mayo”, “El Niñito Jesús”, y hasta he oído mencionar: “El Flaco del Crucifijo”. Y así se podría hacer más larga la lista.

¿Cuál es la idea de pensar o idealizar a “un Jesús” que sigue sufriendo? Otros piensan que santos y vírgenes “están llorando amargamente” por los pecados del mundo. ¿De qué sirve todo esto? Si Dios estuviera todavía llorando, estaría dando a entender que es incapaz de intervenir en los dilemas de la humanidad… ¡Y Dios NO es así!

¿Quieres una idea aproximada de cómo es Jesús hoy?: “Estando yo [Juan] en el Espíritu en el día del Señor oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta… Y vuelto, vi… a uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos, como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce pulido, refulgente como en un horno, y su voz como el estruendo de muchas aguas. En su diestra tenía siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos y su rostro era como el sol cuando resplandece con toda su fuerza… Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto.” (Apocalipsis 1:10-17).

Si éste Jesús glorificado, vive por la fe en tu corazón, como la autoridad que ordena tus prioridades de vida, y le vas conociendo más y más por la oración y por escuchar Su voz en Su Palabra, entonces no tienes religión; ¡Tienes vida!…

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

Cuando consideras en participar de la “Academia de Obreros” es casi

inevitable pensar que se hace demasiado énfasis en el carácter de “el obrero”. En cierta manera esto es cierto, pero es necesario aclarar que el sentido completo de la palabra “obrero” resulta mucho más amplio desde el punto de vista del Modelo de Jesús. Algunos quizás piensen todavía que el ser obrero conduce a suprimir las aspiraciones de superación que llevamos en lo más íntimo de nuestro ser, y por tanto su motivación para realizar “la obra de Dios” se ve disminuida, o en el peor de los casos, anulada. Creo que

«Digno es el obrero de su salario»(1 Timoteo

5:18)

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es fundamental aprender a deshacernos de estereotipos inadecuados que para nada aprovechan. Por ejemplo, el carácter del obrero cristiano es fundamentalmente diferente del “obrero socialista”.

Recuerda que ser cristiano es básicamente ser una persona de relaciones que interactúa con Dios, con su iglesia local, con la iglesia universal (es decir, hermanos de todo el planeta), y con el mundo. En cambio, el “obrero socialista” se identifica con el Estado, con las necesidades de las mayorías, y es esencialmente impersonal. Ahora bien, enfoquémonos un poco en aquello que enriquece y hace altamente motivador el ser un obrero cristiano. Son siete relaciones fundamentales las que le dan un carácter integral, y le proveen un sano equilibrio. Estas relaciones son:

1. Para con Dios Padre . Nuestra relación es de hijos(as). (Juan 1:12; 1 Juan 2:1, 28).

2. Para con Dios Hijo . Nuestra relación es de discípulos. (Juan 8:31; 13:35; 15:8; Isaías 8:16).

3. Para con Dios Espíritu Santo . Nuestra relación es de templo, habitación. (1 Corintios 3:16; 2 Cor. 6:15-16).

4. Para con otros creyentes . Nuestra relación es de hermanos. (Mateo 23:8; Romanos 12:10).

5. Para con el ministerio . Nuestra relación es de “diáconos”, es decir, personas dispuestas a ayudar en las necesidades de otros. (Hechos 6:1-3).

6. Para con el llamado divino . Nuestra relación es de responsables en alguno de los 5 ministerios principales: llamado a ser apóstol, profeta, pastor, evangelista o maestro. Es el Señor mismo quien constituye a algunos conforme a como han sido probados. (Efesios 4:11).

7. Para con el mundo . Nuestra relación es de “obreros aprobados”. (Mateo 9:35-38; 2 Timoteo 2:15).

Dios quiere que disfrutes de estas 7 relaciones y profundices en cada una de ellas, conforme vas alcanzando cada día aquello que Dios ya ha reservado para ti como bendición (Mateo 6:25-34).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

El carnaval tiene su origen en fiestas paganas, como las del buey Apis

e Isis en Egipto, las bacanales griegas y romanas en honor a Baco, las lupercales y saturnales romanas o las fiestas celtas del muérdago. Tiene –como todo acontecimiento que moviliza tanta gente dispuesta al desenfreno– su cuota trágica que en América Latina se mide cada año en cientos de muertos, gran parte de ellos en accidentes de circulación, otros asesinados

No aprendáis… las costumbres de los pueblos

[pues] son vanidad.

(Jeremías 10:2-

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por disputas más o menos banales, algunos por asaltos, y todos ellos enmarcados, de forma más o menos próxima, en el abuso del alcohol, otras sustancias y a la permisividad sexual. La crónica es elocuente: de acuerdo con cifras oficiales de cada país, el carnaval 2004 dejó 121 muertos en Brasil, 61 en Ecuador, 36 en Venezuela, 30 en Bolivia, 20 en Panamá... y muchos otros no los cuentan.

Algunos piensan que el carnaval es una fiesta cristiana. Hay que decirlo claro: No lo es. ¿Cómo podría serlo cuando, por ejemplo, en Oruro (Bolivia), las diabladas, y otras de sus celebraciones rinden “culto al dios Momo”, verde para unos, rojo para otros, pero siempre regordete, grotesco y burlón? Momo, según señalan muchos investigadores, era un dios romano, hijo del sueño y de la noche, que con críticas sarcásticas y bromas inteligentes “ayudaba y corregía los desaciertos tanto de humanos como de divinidades”. Muchos quieren darle una fachada cultural; sin embrago, como dato curioso tenemos que dos guerras comenzaron en Bolivia por las fechas de carnaval. ¿Resultado? Se perdió la ruta al Pacífico y gran parte del Chaco. Piénsalo…

La palabra “carnaval”, en sí, evoca la exaltación de la carne. La Biblia identifica “las obras de la carne”, que están en franca y abierta oposición a las cosas del espíritu. “Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21).

¿Qué puede hacer el creyente? ¿Qué puede hacer la persona que disfruta del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-26) y desea que el gobierno de Dios, fuente de duradera felicidad, prevalezca ante tantas tinieblas? Primero que nada, no dejarse intimidar. Dios nos anima: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas” (Proverbios 1:10). Segundo: Ayuda a limpiar los aires espirituales. ¿Cómo? Llena tu casa de adoración y alabanza, o únete con otros creyentes en ayuno y oración (especialmente el día martes 8 de febrero), y así participa de una gran batalla espiritual donde los ángeles actuarán a favor del Pueblo de Dios (Salmo 17:13-15). Tercero: Reafirma tu compromiso (o tu pacto) delante del Señor; decide serle fiel de una vez por todas a pesar de tus circunstancias; anda bajo cobertura y no estés de iglesia en iglesia, plántate donde el Señor te llevó y comienza a dar frutos. Pide en oración a Dios que te muestre las necesidades que puedes suplir, Él responde (Eclesiastés 5:4; 2 Crónicas 29:31).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

En Latinoamérica resulta sorprendente ver cuánto costumbrismo aún se

encuentra arraigado. En el caso de Bolivia, las “ch’allas”, los sahumerios a la Pachamama o al Ekheko, los “prestes”, las “danzas de fraternidades” en honor a “vírgenes regionales”, son prácticas que se las

¿Hasta cuándo volveréis Mi

honra en infamia,

amaréis la vanidad y la

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encuentra por todas las clases sociales. Van desde hogares, oficinas de Bancos, oficinas públicas, negocios particulares, entre comerciantes, gremios del transporte, etc. Su despliegue principal se ve en Carnaval, que dicho sea de paso resulta ser la festividad más larga del año. Son prácticas que dicen “favorecen la unidad entre bolivianos”, “son tiempos de distensión y alegría general”, “refuerzan nuestra identidad nacional”, “favorecen el turismo”, “promueven nuestra cultura al mundo”…

Quizás el último argumento mencionado diga algo de verdad. Pero ¡a qué costo!… Nuestro país es invadido por tinieblas espirituales. Es cierto que muchas personas dicen que por “ch’allar” les va bien económicamente, u “ganan a la persona que aman”, o mejoran sus oportunidades, o su salud se encuentra garantizada. Y perdóneme la redundancia, pero ¡a qué costo!… Tarde o temprano estas “bendiciones” pasan factura, y de pronto vienen quiebras estrepitosas, se pierde el empleo, se dan divorcios inesperados, aparecen enfermedades extrañas, y sobretodo se puede sentir muy presente un vacío, una desesperación, y unas frustraciones crecientes en el alma.

Considere tan solo una muestra pública a nivel nacional del resultado de estas prácticas. Por la prensa se tiene una cifra aproximada de 55 personas fallecidas a causa de excesos con bebidas alcohólicas y en accidentes de tránsito; y sólo mencionamos una cifra dada entre el 5 al 8 de febrero de este 2005… ¿De qué unidad se está hablando cuando se pide a voz en cuello “autonomías”?… Tenemos grandes reservas de gas, ¡y aún proclamamos que somos un país pobre y en crisis! ¿Dónde está la unidad? ¿Dónde “el progreso”?… ¿No hay mas bien fragmentación?

Al espíritu del Engañador le agrada pasar por un espíritu amoroso, “preocupado por el bienestar” de los hombres. El Señor Jesús lo desenmascaró cuando en una ocasión se ocultó detrás de Pedro, pretendiendo ser “amorosito”: “Comenzó Jesús a declarar… que le era necesario… padecer mucho… y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” (Mateo 16:21-23).

Parece increíble pero la religiosidad aleja a las personas del verdadero Dios. Satanás es el promotor oculto de todas las religiones y de los costumbrismos paganos. Es lamentable ver que el catolicismo fomente estas prácticas, sólo para “mantener la ilusión en el pueblo”, o fomentar una falsa unidad. Por eso el Señor dice a Latinoamérica: “¿Hasta cuándo ingenuos amaréis la ingenuidad? ¿Hasta cuándo burlones desearán burlarse y los insensatos aborrecerán el verdadero conocimiento de Dios? Presten atención a mis correcciones, y Yo los colmaré de mi Espíritu; les daré a conocer mis pensamientos. He aquí Yo los llamo. ¡Vengan a Mí a través de Jesús!” (Prov 1:22-24; Hechos 4:12).

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

A continuación comparto con todos ustedes un estudio sobre las Semillas

de Fe desarrollado por el hermano Oral Roberts. “A Jesús se le llama «la El que da semilla al que

siembra y alimento al que come les dará

todo lo

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simiente» (Gn 3.15), a la Palabra de Dios se la designa como la «semilla» (Lc 8.11; 1 P 1.23), el crecimiento del creyente se compara con el de una planta (Jn 15), y la evangelización del mundo con la cosecha (Mt 13.30). Y estos son sólo algunos ejemplos del simbolismo sobre la «semilla de fe» que utiliza la Biblia. Es muy conveniente que nos apropiemos firmemente de esta verdad, la esencia de la cual consiste en que lo poco que podamos ofrecer a Dios no limita las posibilidades de la fe.

Cuando le damos algo de nuestras fuerzas, fe, recursos y habilidades, y lo depositamos en Él, como se siembra una semilla, recibimos la garantía de una fructífera cosecha. Ello forma parte del orden de la creación, tanto en la esfera de lo natural como de lo espiritual, y debe ser aplicado a la vida práctica. He aquí algunos principios:

1. Dios estableció el principio de la semilla y la ley de la siembra y la cosecha (Gn 8.22) Para vencer tus problemas, dar fruto y desarrollar tu potencial, sigue la ley divina del tiempo de la siembra y cosecharás.

2. Dale a Dios lo mejor de ti, para que puedas esperar lo mejor de Él (2 S 24.24) Primero dale a Dios, generosamente, y lo mejor de ti; entonces recogerás la cosecha.

3. Dios es bueno. ¡Sólo desea lo mejor para ti! (Éx 15.26) A todos los que escuchan lo que Dios dice se les promete abundantes bendiciones.

4. Debes darle una oportunidad a Dios (1 R 17.8-16) Tus ofrendas hacen que suceda algo conforme a los propósitos eternos de Dios.

5. Dios tiene recursos ilimitados y lo bueno es que los pone a tu disposición (2 Cr 25.9) Los suministros de Dios no escasean nunca; cuando das, te colocas en una posición favorable para tener más.

6. Dios tiene una manera de llenar tu necesidad, de resolver tu problema. Todo depende de cómo tu fe se convierte en una semilla (Mt 17.19, 20) Cuando dejamos que nuestra fe en Dios actúe, se convierte en algo milagroso.

7. Dios desea que el mensaje de la Biblia abunde en ti (Jn 10.10) Cree que Dios quiere que tengas abundancia; alinea tus máximos deseos a los de Dios.

Hno. Carlos Terán

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Esta es la segunda parte del estudio sobre las Semillas de Fe. Disfrútelo:El mayor

amor: Poner la vida por sus

amigos… (Juan 15:14-

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8. Dios sabe que cosecharás de acuerdo con lo que des. ¡El Señor quiere que esperemos un milagro a la hora de la cosecha! (Lc 6.38) Nuestras ofrendas no pagan una deuda que tenemos, son una semilla que sembramos; el dar y el recibir van juntos.

9. Hay una estación de Dios para todas las semillas que siembras, ya sean buenas o malas (Gl 6.7-9) Ya sean buenas o malas, las semillas que sembremos traerán frutos, unas enseguida, otras más tarde.

10. Tus ofrendas prueban a Dios, te abren las puertas del cielo y hace que el devorador sea rechazado (Mal 3.10 11) Dios invita al pueblo a ofrendar y comprobar que puede confiar en Él.

11. Tu fe en Dios es la clave de lo que recibes (Mc 11.22-24) La esperanza abre tu vida a Dios y te permite recibir todo lo bueno que viene de Él.

12. Todas nuestras ofrendas deben estar dirigidas a Dios, como la fuente de donde viene todo (Mt 25.34-40) Al dar a otros, elevamos nuestros ojos a Dios, dándolo como expresión de un servicio de amor a Él.

13. Sé sabio en cuanto a dónde siembras tus semillas de fe. Dios multiplica las sembradas en buena tierra (Mc 4.1-20) Tenemos la responsabilidad de sembrar nuestras ofrendas donde den frutos para Dios.

14. Dios multiplica tu semilla para que tengas aun más de lo que necesitas (Lc 5.1.11) Dios no sólo multiplica lo que le das, sino que hallarás a Dios en medio de tu multiplicación.

15. Da lo que tienes (2 Co 9.8-10) Dios hace que todo lo bello, satisfactorio y agradable abunde, para que podamos compartirlo con otros.

16. Siempre puedes dar una semilla de oración... una semilla de perdón... una semilla de amor y gozo (Stg 5.15, 16) Siempre hay algo que dar: oración, amor, perdón... Sigue sembrando.

17. Dios nos dio primero; es nuestro modelo en dar y el recibir (Jn 3.16) Dios sacrificó lo mejor de sí, y lo hizo esperando recibir. Así debemos hacer nosotros.

Hno. Carlos Terán

SANANDO NUESTRA TIERRA...

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4 son los enemigos del cristiano(a): El diablo, el mundo, la carne y el

“yo”. Hoy observamos conflictos por todas partes. Los hay en el hogar, centros de estudio, trabajo, gobierno, y la iglesia cristiana no es la excepción. Es triste ver congregaciones divididas por malos entendidos, familias resentidas que dejan de asistir a la iglesia, hermanos que ni siquiera se saludan. ¿Qué recurso nos ha dado Dios para vencer los conflictos interpersonales? ¿Cómo podemos utilizar los conflictos como oportunidades para crecer y madurar?…

El conflicto interpersonal es inevitable si convivimos con otros seres humanos. Más aún cuando la humanidad reclama a voz en cuello espacio para su ego. Este reclamo proviene de lo que en la Biblia se conoce como “carnalidad”. Esta se deleita en manifestarse especialmente cuando nos relacionamos con otros.

Hablemos sobre la “carne” hoy. “Carne” o “carnalidad” tiene que ver con nuestra naturaleza caída heredada desde nuestro primer padre: Adán. Se identifica con los “malos deseos” que habitan entre tu alma y tu cuerpo, y aún siendo cristianos, sigue latente y acechante para aparecer si le das ocasión. La carnalidad no es parte de tu espíritu, pues si has experimentado el nacimiento cristiano por medio del Señor Jesús, tu espíritu es ese “hombre nuevo” del cual habla la Biblia (Efesios 4:22-24).

“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría [religiosidad], hechicerías [consultas a cartas, horóscopos, “limpias”], enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21).

Cuando leemos este pasaje resulta inevitable pensar en otras personas que viven en alguna tribu salvaje, o en personajes que vivieron por la época antigua en retraso tecnológico. Por un momento dejemos de pensar en los demás y pensemos en nosotros mismos. La advertencia del Espíritu es que podemos caer en por lo menos una de estas “obras de la carne”, si es que no “vivimos conforme al Espíritu” (Gálatas 5:16).

A las preguntas del primer párrafo entonces podemos responder así: Dios espera que venzamos los malos deseos de la carne viviendo una vida conforme al Espíritu Santo. Esto no tiene sustituto. Quien camina conforme al Espíritu, pronto manifiesta en su personalidad el fruto del Espíritu: “lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23).

Hno. Carlos Terán

No uséis la libertad como

ocasión para la carne; sino servíos por amor unos a

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Frecuentemente, al compartir el evangelio de Jesucristo, me encuentro con

algunas personas que aseveran tener vidas “normales”, que no le hacen daño a nadie, que trabajan por el bienestar de los suyos, y que en consecuencia, no tienen necesidad de arrepentirse. Eso de arrepentirse, continúan diciendo, está bien para aquellos que están en la cárcel, o para aquellos que viven vidas desordenadas como los asesinos, los ladrones, las prostitutas, los adictos a las drogas, los que viven vidas rebeldes, para los que han fracasado en sus matrimonios, para los que han perdido sus posesiones en desastres naturales, y en otros casos parecidos (Lea Hechos 2:37-39).

Muchos piensan que porque son indiferentes a Dios, o porque “no hacen nada malo” automáticamente se eximirán de las consecuencias de su vivir. Quiero afirmar que la enseñanza sobre un purgatorio después de la muerte es FALSA. La Biblia no ofrece sustento a esta enseñanza. No intento asustarle; pero sí advertirle que, en cambio, SI EXISTE el infierno; es un lugar de tormento terrible, y Dios ha provisto un medio para que usted no vaya ahí nunca.

La semana pasada hablábamos sobre la carnalidad. ¿Recuerda? En realidad vimos sólo su primera cara. Hoy consideremos la otra cara, como en el caso de una moneda, y es más terrible que la primera. Se llama “justicia propia”, “vanagloria” o “autosuficiencia”. Si tú u otra persona piensa que por “no hacer nada malo”, o por ser “un abnegado padre o madre y ejemplar abuelito o abuelita”, y sólo por eso tendrá acceso al Cielo ¡Cuidado!

Nadie puede ganar el Cielo por sólo tener buen comportamiento, o por trabajar bien durante toda su vida, o por sufrir dolores y pobrezas, o por el sólo hecho de ayudar a los demás. A ese “esfuerzo” sin Dios, la Biblia lo considera parte de las “obras de la carne”. Por eso dice: “Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes [o pueden recibir] la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada” (Efesios 2:8-9 DHH).

Sobre este lado de la carne, la Biblia enseña: “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). No importa entonces cuánto te esfuerces por “ser bueno”, la Biblia declara que es imposible. Por tanto tú, o la persona que ha intentado ser buena delante de Dios en sus propias fuerzas, necesita adoptar decididamente una actitud humilde, y pedir perdón a Dios. ¿Y luego? 1ro. Recibir en tu corazón a Jesús mediante oración; 2do. Confiar (creer) en el don salvador de Jesús; 3ro. Experimentar en tu interior el nuevo nacimiento (Dios hace esto); 4to. Depender del Espíritu Santo para recién hacer buenas obras. Ahora ya sabes por qué fue necesario que Jesús muriera en la cruz (Jn. 1:12; Jn. 3:3-6; Rom. 8).

Hno. Carlos Terán

Como una moneda, la

carne tiene dos lados: Una

perversa, y la otra hipócrita.

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Dios es bueno. Decididamente está a favor de aquellos que son sus hijos

e hijas. Él lo declara abiertamente: “Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” (Jeremías 29:11). También: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues en Cristo nos ha bendecido en los cielos con toda clase de bendiciones espirituales.” (Efesios 1:3). La bondad de Dios es muy exaltada y alabada por los Salmos en al menos doce pasajes. Algunos de estos concluyen con la expresión: “… para siempre es su misericordia”, o: “… su amor es eterno”, o: “… su ternura fluye continuamente y sin interrupción” (Ej.: Salmo 100:5).

Pero antes de hacernos a la idea de que Dios es como un peluche que cuando le aprietas el piecito te dice “abrázame, abrázame”, tomemos en cuenta que la bondad de Dios está íntimamente unida a su justicia. Dios también es justo (2 Crónicas 12:6), y justo de manera implacable. No se le escapan los mínimos detalles. Y al ser justo, su ira puede llegar a ser terrible, terrible, terrible. Sin embargo, por elección, su amor tiene mayor preeminencia que su ira. ¿Recuerda cómo se le reveló a Moisés? “Proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado…” (Éxodo 34:6-7).

Estas características fascinantes de Dios se ven reflejadas en un padre de familia, que ama a sus hijos y quiere el mejor porvenir para ellos. ¿Ha notado que los hijos casi siempre hacen lo que no deben? Entonces, qué hace un padre amoroso. ¿Verdad que primero le advierte? ¿No es cierto que le dice: “No hagas eso” o “No toques aquello”? Pero aún así, el niño no obedece, y el padre se ve en la necesidad de aplicar disciplina, lo cual no resulta nada agradable para el hijo, aunque termina aprendiendo. La pregunta aquí es: ¿El padre dejó de amar? ¿Qué crees tú?…

De manera similar, Dios muchas veces permite el sufrimiento en nuestras vidas. Con todo, y aunque tú no le veas, Dios está cercano, y muchas veces sufre con nosotros nuestros sufrimientos. Cuando Él te pide que te humilles ante Él, es porque Él sabe que a ti te será favorable. No te pide que te humilles ante otro ser humano; te pide que lo hagas ante Él, el único digno de recibir tu humillación. De otra manera, sentirás que tarde o temprano la vida te humilla, y todo esfuerzo tuyo habrá sido en vano. Por eso dice: “No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien Él ama, y castiga a aquel a quien recibe como hijo… ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida?” (Hebreos 12:5-9).

Hno. Carlos Terán

Si se humilla mi pueblo… oran y

me buscan… entonces Yo

oiré desde los Cielos…

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¿Cuál dirías tú que es el tema principal de toda la Biblia? Así sin

rodeos: El Señor Jesús. Por ejemplo, en Mateo se enfatiza el carácter real mesiánico de Jesús; en Marcos se enfatiza su carácter de obrero; en Lucas se presenta a Jesús como el hombre completo y perfecto; y en Juan se enfatiza decididamente su carácter divino espiritual. Pero los cuatro hablan de una misma persona: Jesucristo.

El Antiguo Testamento también habla en Jesús. Y es que para discernir a Jesús en los Escritos del Antiguo Testamento se lo debe hacer a la luz de la revelación que proporciona el Espíritu Santo desde el Nuevo Testamento; aunque claro está, que esto no es norma exclusiva para recibir la revelación de Dios. Por ejemplo dice: “[Jesús] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:15-16).

Ahora veamos a Jesús mientras está creando el universo, junto a Su Padre: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra… Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree… varón y hembra los creó.” (Génesis 1:1-27). Cuando dice “hagamos” revela la gran decisión del Consejo Divino (del Padre, del Hijo y del Espíritu) que hubo en el Cielo, después del “debate” viendo si era bueno o no crear al hombre, sabiendo que desobedecería trayendo oscuridad a la creación. La decisión muestra que crear, fue lo mejor.

También se discierne a Jesús en el Antiguo Testamento cuando se aparece a ciertas personas de maneras muy originales. Se le llama el “Ángel de Jehová”, y se lo puede reconocer cuando acepta la adoración, o cuando acepta ofrendas. Se le apareció a Abraham (Génesis 18:1-15), se le apareció a Josué antes de la toma de Jericó (Josué 5:13-15), se les apareció a los padres de Sansón (Jueces 13), se le apareció a Gedeón (Jueces 6:11-24), estuvo con Ananías, Misael y Azarías en el horno de fuego (Daniel 3:14-30).

Ahora, la pregunta es: ¿Quién es Jesús para ti? (Mateo 16:13-15). Ya sea que lo sepas o no, todo ser humano fue creado con ese vacío interior que sólo puede ser llenado por Jesús. Más abajo se te indica cómo puedes recibirle. Esta es la invitación: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a Mí…” (Mateo 11:27-28); y, “Jesús le dijo: El que me ama, mi palabra guardará [continuamente]; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (Juan 14:23).

Hno. Carlos Terán

Jesús les dijo: De cierto… os digo: Antes

que Abraham fuese, Yo Soy.

(Juan 8:48)

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

El aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador no nos hace

perfectos; apenas nos hace salvos. Nos coloca al comienzo de un proceso donde el Espíritu Santo nos va liberando de iniquidades que ni nos damos cuenta que están allí. Esto lo tenemos ilustrado en el Éxodo. El pueblo de Israel viene a representar tu vida. ¿Dónde estaba Israel antes de conocer las maravillas de Dios? En Egipto. Egipto es tipo del mundo. Israel fue esclavo de Egipto. Y así es con los del mundo, descubren pronto que son esclavos de los afanes por el dinero, por el trabajo, la religiosidad, por el vicio, por malas “amistades”, por pensamientos erróneos, temores al ocultismo, y otros…

Israel, al salir libre de Egipto, tampoco entró directamente a la tierra prometida. Pasó primero por el desierto. Con todo, y aunque estaban en el desierto, ¿recuerdas que Dios estaba con ellos manifestado en la nube por el día, y en la columna de fuego por las frías noches? Puede que esta sea tu experiencia actual, que estés pasando por momentos de escasez; aunque has aceptado a Jesús en tu vida, incluso puedes estar sirviéndole…

Dios nos da esta palabra: “Acuérdate de todo el camino que el Señor tu Dios te hizo recorrer en el desierto…, para humillarte y ponerte a prueba, a fin de conocer tus pensamientos y saber si ibas a cumplir o no sus mandamientos. Y aunque te hizo sufrir y pasar hambre, después te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los labios del Señor.” (Deuteronomio 8:2-3).

¿Qué es lo que el Señor busca entonces de ti? Tu actitud en relación a Él. En esto consiste el aprender el “señorío” de Cristo. ¿Realmente consideras a Cristo como tu SEÑOR?… ¿Y qué si pasaras por una humillación inesperada? ¿Aceptarías su disposición aunque te incomode, aunque “quedes mal” ante otros? Recuerda, Jesús está interesado en revelarse a tu vida como SEÑOR. A veces eso duele. Pero es necesario, porque nos despoja de nosotros mismos dejando espacio en el corazón para que Él lo llene de Su carácter. Y es CON Su carácter que eres de verdad libre.

“Date cuenta de que el Señor tu Dios te ha corregido del mismo modo que un padre corrige a su hijo. Cumple, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, y hónralo y sigue las enseñanzas que él te ha dado. Porque el Señor te va a llevar a una buena tierra, a un país lleno de arroyos, fuentes y manantiales que brotan en los valles y en los montes…” (Deuteronomio 8:5-7). ¿Notaste Su promesa si reaccionas con la actitud que Él espera de ti?…

Hno. Carlos Terán

No te llenes de orgullo ni te olvides del

Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

“Dios ha muerto”. ¿Ha escuchado alguna vez esta frase? Conocidos

filósofos han procurado basar muchas de sus teorías en esta frase, aunque en realidad han querido decir que “con Dios no podemos contar”, o “Dios no existe”. Incluso he tenido ocasión de leer en alguna pared de una de las calles de Cochabamba: “Dios no existe, yo lo maté”. ¿Fuerte, no?… Sin embargo, la verdad es que Dios SÍ murió…

Él tuvo que hacerlo; y lo hizo de manera voluntaria. Él se dio a Sí mismo (Juan 10:17-18). ¿Y por qué crees tú que “tuvo que” hacerlo?… Te animo a que antes que sigas leyendo este artículo te detengas y lo pienses un poco… Vamos ¡inténtalo!…

¿Llegaste a una conclusión?… Muy bien, sigamos. Quizás en tu mente haya surgido este pensamiento: “murió por los pecados de la humanidad”. Pero, ¿no es cierto que muchas veces repetimos esto sin pensar en su significado?… La verdad es que no había otra manera, aún hoy no la hay, ni la habrá jamás, que permita restaurar tu vida a la Presencia de Dios; y de darte la oportunidad de elegir no ir al infierno eterno (Salmo 16:11; Deuteronomio 30:19).

Entonces, uno puede preguntar ¿no habría otra manera? La respuesta es una: NO. Dios se conmovió tanto por el daño que la gente se hace, que murió por ello. En un momento del tiempo, el Dios eterno cerró los ojos y dejó de respirar. Bajo el peso del mal que había herido a aquellos a quienes Él ama (entre ellos tú), su cuerpo quedó debilitado y sin vida. Nuestro Dios Creador, en la persona de Jesús, soportó una muerte terrible par mostrarnos que está vivo y que nos ama (Romanos 5:8; 1 Pedro 3:18; 2 Corintios 5:14-15; Juan 3:16).

Puede que te inclines a pensar de ti como una víctima de las circunstancias, y no como ofensor de Dios (Romanos 3:9-26; Eclesiastés 7:20; 1 Reyes 8:46). Las Escrituras no ofrecen esperanza alguna a aquellos que se niegan a creer que Cristo murió por ellos; sin embargo, ofrecen toda una vida nueva a los que creen que Cristo vivió y murió como sustituto de ellos. Reciben Su Espíritu y se convierten en templos del Dios vivo (1 Corintios 3:16; 6:19).

Los que permiten (¿serás tú uno de ellos?), que el Espíritu de Dios se vea en ellos, son un antídoto a la opinión de que “Dios está muerto”. Su felicidad y aún sus lágrimas son una callada vitrina del amor, el gozo y la paz de un Dios que está vivo y que alcanza a los demás por medio de Su pueblo . (Romanos 8:11).

Hno. Carlos Terán

“Creer” incluye:

aceptar con todo tu ser, la

iniciativa salvadora

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

M editación al llamado de Dios I : Señor Jesús, te dije un día ante tu llamado:

¡Heme aquí Señor!, Envíame a mí, yo iré Señor (Isaías 6:8). Quiero llevar luz a la oveja ciega y ungir con aceite fresco a la oveja herida de tu redil. Y escuchaste mi respuesta… mas no me enviaste. Me dijiste: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmo. 46:10). Porque yo quería correr para dar tu mensaje pero aun no estaba listo: debía ser renovada mi mente y mi corazón.

Me hablaste entonces y dijiste: Pondré primero Mi palabra en tu boca, Mi amor en tus brazos, Mis lágrimas en tus ojos, y haré que tus pies no corran para que tengas que escucharme en tu aflicción. Porque debo llegar primero a tu corazón herido que aun tiene partes de piedra debido a las experiencias dolorosas de tu pasado. "Yo te daré un corazón de carne" (Ezequiel 36:26), dijiste, porque yo hablaré a la oveja ciega y herida a través de tu boca y de tus brazos, pero debo poner Mi amor, Mi palabra, Mi consuelo y perdón dentro de ti.

Yo te perdono dijiste, pero debes aprender a perdonarte a ti mismo. Yo destruyo tu orgullo para que puedas también pedir perdón, y te muestro mi misericordia para que la tengas con otros a tu alrededor. Debo liberarte del dolor de tu ayer y de la ansiedad e incertidumbre que te produce tu mañana porque te atan y te hacen esclavo. Transformarte y moldearte solo es posible si aprendes a confiar en Mi poder y fidelidad solo a través de los momentos difíciles.

Permitiste entonces pruebas y más pruebas en mi vida hasta el límite de mi resistencia, pero no resbalé porque tu me estabas cuidando. Tocaste mi área emocional, mis sentimientos; destruisteis mis metas y sueños y los cambiaste por los pensamientos de Dios (Isaías 55:9). Porque para que yo pudiera consolar a otros debía primero sentir tu consuelo (2 Corintios 1:4). Me consolaste mientras lloraba, y preguntaba incrédulo porqué permitías mi sufrimiento que me impedía servirte porque yo te había dicho: Heme aquí Señor.

Colocaste tu palabra en mi corazón herido y de mi corazón pasó a mi boca y derramaste tu amor en mis manos para hacerme tu siervo, tu obrero en las aulas de Dios. Me estabas preparando en el Ministerio de la consolación y misericordia a la oveja herida, porque escuchaste mi oración cuando dije: Heme aquí Señor. Me estabas quitando la venda de mis ojos para que pudiera conducir a otros ciegos. Me estabas dando misericordia y palabra de poder para el enfermo, el postrado, el solitario, el carente y todos los que tu llamas tus pequeños y que ahora puedo ver cuando recuerdo mi dolor. Tenías que llenar la vasija que formaste con el barro de mi existencia, me moldeaste y me llevaste a tus aulas celestiales. Me diste la cruz de Cristo porque yo tenía que ir al calvario y morir a mi yo, para que Cristo resucitara y viviera dentro de mi ser interior.

(Esta meditación de Teresa López continuará la próxima semana…)

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

M editación al llamado de Dios II ( Continuación del anterior ) : Yo no entendía

que me estabas preparando porque no existe otra forma de entender y sentir el dolor de otros, solo a través del propio dolor. ¡Por eso ahora comprendo...! Tú hablas a otros a través del amor porque Tú, Dios, eres amor (1 Juan 4: 8). Encontraste en mí un corazón dispuesto, lleno de debilidades y sufrimiento, mas era el barro perfecto para que Tu poder se glorificara porque Tu poder se glorifica en la debilidad (2 Corintios 12:9).

Y yo seguía preguntando...¿Porqué, porqué Señor?... Mas ahora sé que un porqué no existe en la academia de Dios; un para qué, es la pregunta correcta porque responde a los propósitos de Dios. Mas aunque entienda que soy barro en tus manos me pregunto: ¿Hasta cuándo Señor?.. Cuándo terminarán mis pruebas para poder servirte como yo quiero Señor? Y Tú respondes: No es como tú quieras sino como Yo quiera, por que Yo soy tu Dios.

Y ahora al pasar el tiempo, sigo en la academia de Dios, mas miro hacia atrás y comprendo que he aprendido Tu palabra a través de la aflicción, porque solo el dolor destruye las fortalezas construidas en el ayer y en el pecado: el orgullo, el egoísmo y todo lo que pertenece a mi naturaleza egocentrista y que se resiste a morir para que Tu vivas. Hoy cuando veo al cautivo recuerdo cuando era cautivo, cuando escucho al que muestra ira sé que está atado a su dolor. Cuando veo la oveja herida y postrada en una cama, me doy cuenta que Tú necesitas mis brazos y Tu misericordia dentro de mí para llevar amor, y el mensaje de salvación.

Porque Tú eres Espíritu (Juan 4: 24). Necesitas de una vida dispuesta para que Tu uses su boca, sus brazos y sus pies para ir y venir pero con una mente y corazón renovado. Necesitas a alguien que entienda que es más bienaventurado dar que recibir: Necesitas a alguien con testimonio para que pueda hablar con convicción y autoridad en el nombre del Señor Jesús.

Ahora entiendo que así preparas Tú a tus siervos: En el foso de la aflicción. Sé que todo lo que he escrito y todo lo que me has dado puedo darlo sin egoísmo porque no me pertenece, son tus pensamientos, son tus sentimientos, son el instrumento para que tu Santo Espíritu pudra "el yugo de opresión" (Isaías 10:27) porque ahora Tú vives dentro de mí, porque me has hecho tu siervo.

Tú eres soberano y todo lo que permites tiene un propósito en mi vida y la de otros. Aún hoy te digo: ¡Heme aquí Señor!... Porque prefiero morir a “mi yo” para que otros vivan en Ti, que vivir para que otros mueran sin Tu salvación y consuelo. "He aquí te he purificado, pero no como a plata, te he purificado en el crisol de la aflicción" (Isaías 48:10).

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

“Sed santos porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:16). ¿A quiénes se pide

esto: “sean santos”? A los hijos e hijas de Dios. ¿Eres tú uno de ellos? Si tu respuesta es SI, entonces el mandamiento es para ti… Si tu respuesta es aún NO, lee la parte de abajo y te guiará para que seas uno de los miles de hijos, que Dios tiene en todo el mundo…

¿Por qué será que Dios quiere que seas santo(a)? Deténte. Medita. Toma un respiro… deja que el Espíritu te hable al oído… La verdad es que si te quedas con la mera declaración: “… porque Yo soy santo”, te quedarás algo corto en el entendimiento, y tendrás dos posibilidades: O te desanimarás a intentar avanzar en el camino cristiano, o entrarás en un legalismo con poco o nada de fruto.

Se trata de poner en práctica Su Palabra. Y para cumplir esto, eres apartado(a) del mundo. Pero no eres sólo apartado así porque sí, sino que eres también apartado(a) para Dios. El concepto de santidad te hace vivir la realidad de haber sido separado de entre muchos para cumplir un propósito de excelencia al servicio de un Ser de excelencia.

Entonces, recién la figura se va aclarando: Te haces santo, cuando CONOCES a Aquel que te hace posible la santidad como parte de tu estilo de vida. La santidad NO ES POSIBLE sin el compañerismo con Dios. ¿De qué otra manera podría dejar decididamente un mal hábito?… ¿De qué otra manera sería un deleite el tomar la Biblia todos los días, orar en diferentes horas del día, reunirme con otras personas que han llegado a ser mis hermanos porque compartimos una misma fe, tomar decisiones importantes bajo cobertura, diezmar y ofrendar con fidelidad, organizar mi tiempo para poder adorar a Dios no dejando que el trabajo sea un estorbo para buscar a Dios?… SOLAMENTE con Su ayuda.

El hijo(a) de Dios no peca deliberadamente: “Todo aquel que permanece en Él, no peca. Todo aquel que peca, no Lo ha visto ni Lo ha conocido… (1 Juan 3:6). Pero también dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos…” (1 Juan 1:8) ¿Por qué? Porque aún está latente la vieja naturaleza. La diferencia en la persona santa es que esa vieja naturaleza ha perdido el control, y el amor a Dios le fortalece para no pecar día tras día.

Si tú deliberadamente estás buscando a Dios y sus excelencias pídele: Señor, líbrame de los errores que no conozco. Líbrame de hábitos que aún dominan mi vida y me impiden disfrutar de Tus excelencias. Líbrame de ser rebelde a Tu Palabra, y por encima de todo, líbrame de ser un gran rebelde ante Ti. Te pido que Tu poderoso Espíritu me sustente todos los días de mi vida. En el nombre de mi Señor Jesús. Amén. Si has hecho esta oración, eres santo(a) a los ojos de Dios. (Salmo 19) ¡Aleluya!

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

Quisiera ampliar un poco más sobre el tema de la santidad. Cualquiera

que lea este artículo y piense que ser santo es ser una estatua, le advierto que está en un terrible error. Asimismo, cualquiera que piense que ser santo es ser una persona aburrida o que no disfruta de la vida, también le advierto que está equivocada. Las personas santas son, mas bien, personas como tu y como yo que han decidido vivir la vida con un compromiso basado en la persona de Dios y Su Palabra, y que aunque se equivocan, perseveran en ser enseñables en la fe bíblica.

La santidad es posible. La santidad debe ser una de nuestras más importantes metas, no sólo como un camino de superación personal, sino como la continua búsqueda de un Dios vivo que a su contacto produce sanidad en nuestras vidas: espíritu, alma y cuerpo; y esta sanidad me permitirá ofrecerle, más y más, a este mismo Dios vivo, mi amor, mi vida y todo lo que soy y tengo. ¿Quién no necesita esto? Yo sí, ¿qué tal tu?…

Es verdad que la santidad tiene que ver con tu conducta, pero debe ser el resultado de lo que eres internamente y no sólo de lo que haces. Si haces las cosas correctas, aún aquellas que Dios considera que son las correctas, pero no dejas que el Espíritu Santo cultive en tu carácter Su fruto, te estas convirtiendo en alguien religioso, o en un fariseo moderno, y aún peor, en alguien que verá la santidad como un camino muy amargo.

¿Cómo puedes entonces cultivar una vida de santidad que le agrade a tu Dios? Dejemos que el Señor Jesús nos lo enseñe: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24). “Así pues, la fe nace al oír…” (Romanos 10:17 DHH). Existe una especie de secuencia al comenzar el camino de santidad:

1. El Señor primero pone el OÍR;2. Después tienes que decidirte por CREER lo que has oído; 3. Adquieres una posesión: TIENES VIDA ETERNA;4. Luego, NO ERES JUZGADO;5. Y al fin, PASASTE DE MUERTE A VIDA.

Al continuar por el camino de santidad, verás que los primeros dos pasos se repetirán continuamente por tu vida, pero requerirán un ingrediente ineludible: LA OBEDIENCIA (1 Samuel 15:22; Hechos 5:29; 1 Pedro 1:22). Te pido que no te pierdas la bendición de leer los versículos mencionados. Si eres obediente, entonces crecerás en entendimiento.

Hno. Carlos Terán

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SANANDO NUESTRA TIERRA...

La palabra de hoy dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,

mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Te invito a que te detengas, leas de nuevo el pasaje, y le pidas al Señor que te revele algo nuevo y edificante hoy… Sucede con frecuencia que, cuando repetimos sin pensar algunos versículos bíblicos, nos perdemos de abundantes riquezas que contiene la Palabra viva de Dios y que de entenderlo desde otra perspectiva, con el oído abierto al Espíritu Santo, fortalece nuestro caminar con y en el Señor.

Una de las propiedades maravillosas de la Biblia es que en muchas porciones tú puedes identificarte como que estuviera hablando realmente de ti y a ti. El leer la Palabra se constituye en un ejercicio espiritual, tal como el orar, el ayunar, el diezmar, el sembrar, y el practicar la santidad. Al leer la Biblia puedes de verdad oír la voz de Dios, pero también puede que no; mucho depende de con qué disposición la lees.

Vamos al pasaje. Pablo escribe: “Con Cristo estoy juntamente crucificado…” ¿Qué habrá querido decir con esta declaración?… ¿Te animarías a decir tú lo mismo?… ¿Harías de esta declaración tu experiencia continua?… Habla de una muerte, algo en ti debe morir… La Biblia se va explicando sóla: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gálatas 5:24).

¿Has crucificado tu carne con tus pasiones y deseos? ¿A qué exactamente se refiere todo esto?… La Biblia continúa: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia… Ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3:5-10).

Volvamos a la segunda parte de Gálatas 2:20: “… y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. En la vida espiritual mueres para vivir con un propósito diferente. Acá debemos dejar muy en claro que no está diciendo que tu personalidad es anulada. Mas bien con Cristo en tu corazón, en tu espíritu, eres la mejor persona que Dios puede esperar de ti y presentar al mundo. Por eso dice: “…el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1 Corintios 6:17). El vivir con Cristo en ti, implica que cambies aquello que Dios, en tu conciencia, ya te lo ha pedido. Podría estar en alguna de las categorías mencionadas en el párrafo anterior. No postergues más el cambio que Dios te pide que hagas en ti…

Hno. Carlos Terán

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