Samuel de Kandas. La Tabla de la Ley y el Corazón Escarlata de la Sabiduría Infinita

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    SAMUELDEKANDASLATABLADELALEYYELCORAZNESCARLATA

    DELASABIDURAINFINITA

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    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin escrita de los titularesdel copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproduccintotal o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,comprendidos la fotocopia y el tratamiento informtico.

    2013, Carolina Ins Valencia Donat 2013, Deauno.com (de Elaleph.com S.R.L.) 2013, Julio Csar Rivera e Isolina Rivera Valencia Donat

    Ilustraciones de tapa e interior.

    [email protected]://www.elaleph.com

    Para comunicarse con el autor: [email protected]

    Primera edicin

    ISBN 978-987-680-066-2

    Hecho el depsito que marca la Ley 11.723

    Impreso en el mes de septiembre de 2013 en

    Bibliogrfi

    ka, de Voros S.A.Bucarelli 1160. Buenos Aires, Argentina.

    Valencia Donat, Carolina Ins

    Samuel de Kandas: La Tabla de la Ley y el Corazn Escarlata de la

    Sabidura Infinita - 1aed. Buenos Aires: Deauno.com, 2013.

    196 p.; 21 x 15 cm.

    ISBN 978-987-680-066-2

    1. Narrativa. 2 Novela. I Ttulo

    CDDA863

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    CAROLINAINSVALENCIADONAT

    SAMUELDEKANDAS

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    DELASABIDURAINFINITA

    deauno.com

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    A mi esposo Hacha y amis hijos, Isolina y Maximiliano,por su constante amor y apoyo.

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    KANDS

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    CORRALAPOCAde Hilarin1, rey de Kands. Un reino que prosperaba

    bajo el abrasador sol del desierto, en un tiempo cercano a la visita delos dioses.Los ancianos del pueblo contaban que sus bisabuelos y tatarabue-

    los los haban conocido, ellos haban llegado desde el cielo en carrossilenciosos, adornados con extraos fuegos fros que no quemaban ycambiaban de colores alumbrando la noche con una luz ms potenteque el mismo sol.

    Los dioses les haban enseado a sacar agua de la tierra y a sembrar

    los campos. A medir el tiempo, a predecir la cosecha y a guardar ali-mento para subsistir cuando los cultivos escasearan. Les haban dadola escritura para poder transmitir esos conocimientos y la matemticapara hacer los clculos.

    A los sabios del pueblo les haban dado conocimientos de medicinapara curar las enfermedades y ellos deban encargarse de transmitirlosa las prximas generaciones.

    Los dioses les haban enseado a los hombres a construir, a apro-

    vechar las escasas lluvias del desierto y a almacenar agua para vivir.En Kands las casas eran de tierra o de ladrillo y algunas se alzaban

    hasta los dos pisos de altura. Por lo general se construan alrededorde un pequeo patio central donde estaba el aljibe. Todas las casas,hasta las ms humildes, contaban con un pozo para almacenar el agualimpia y otro para descartar las aguas servidas. Las viviendas tambintenan un espacio donde se poda criar algunos animales pequeospara alimentarse.

    1Alegre

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    Todo denotaba la gran riqueza de la ciudad que comerciaba con susvecinos y era paso obligado de las caravanas que recorran esas tierrasde Norte a Sur y Sur a Norte intercambiando mercaderas.

    Los dioses les regalaron la Tabla de la Ley donde ordenaban, entreotras, el respeto al prjimo y el aprecio a la vida. Los que seguan susmandatos no podan hacer dao a sus semejantes ni hacrselo a s mis-mos. Aquellos que no acataban las leyes eran juzgados por un conciliode ancianos y expulsados de la ciudad si se los encontraba culpables.

    El destierro era el peor castigo. Obligaba al culpable a abandonartodo lo que posea y deba retirarse de la proteccin de los muros yejrcitos del reino, quedaba a merced del clima implacable del desierto

    y de las caravanas de mercaderes esclavistas.Las calles trazadas en damero eran herencia del tiempo en quelos dioses estaban en la tierra. La ciudad era prolija y posea espaciosabiertos destinados al esparcimiento de sus pobladores. En su centro,en medio del espacio abierto ms grande, se alzaba un monumentoque recordaba el lugar de llegada de sus deidades, donde se guardabala Tabla de la Ley. All se hacan los actos y se lean los comunicadosimportantes. Los pobladores se reunan en esa plaza una vez a la sha-

    vua2

    en el iom3

    de descanso para escuchar a los sabios las enseanzasde los dioses.Contiguo a la gran plaza estaba construido el palacio del rey Hila-

    rin, una edificacin imponente, con habitaciones ricamente decoradas.Varios artistas haban dejado plasmados sus talentos en las paredes desus aposentos.

    El agua, una de las grandes riquezas del reino, estaba presente envarias fuentes que refrescaban el aire reseco del desierto. En el palacio

    no slo vivan los reyes sino tambin las familias de los consejeros, losgenerales y el personal de servicio. Era una estructura muy grande ylujosa que los albergaba a todos.

    Hilarin era un rey afable y justo. Haba subido al trono a los veinteshana4a la muerte de su madre. Estaba casado haca casi veinticinco

    2Semana/s. Lapso de tiempo de siete iom.3Da/s. Lapso de tiempo desde la salida del sol a la prxima salida de sol.4Ao/s. Lapso de tiempo desde el comienzo de la temporada ventosa hasta el prxi-

    mo comienzo de la misma temporada. Dura 13 jodesh y 1 iom o 13 jodesh y 2 iomcada 4 shana.

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    shana con la reina Iri5, una mujer de la nobleza de Kands que haba

    conquistado su corazn cuando era joven, con ella tena un hijo. Ambos

    reinaban en paz y hacan progresar a los habitantes de la ciudad.

    Tanta riqueza y prosperidad haba desatado muchas veces la codiciade algunos reinos vecinos del Sur, pero todas sus incursiones con vistas

    de conquista haban sido rechazadas de lleno.

    El pueblo entero se haba encargado de fortificar la ciudad con una

    muralla infranqueable, sta tena slo dos grandes puertas de acceso

    que podan cerrarse ante un eventual ataque.

    El ejrcito de Kands era extraordinario, gente muy bien entrenada

    y habilidosa en todas las artes: espada, arco, mazo y hacha.

    La instruccin militar era obligatoria para todos sus habitantesvarones, comenzaba a la edad de diez shana y terminaba a los quince.

    A esa edad aquellos jvenes que deseaban seguir la carrera militar de-

    ban escoger un arma por especialidad. A las mujeres del reino se las

    entrenaba para tareas en curaciones de heridas, en arte y msica.

    El tipo de lucha practicado en Kands haca de sus soldados armas

    letales capaces de enfrentarse a diez contrincantes a la vez. Sin embar-

    go, debido a las enseanzas de sus dioses, estas habilidades se usaban

    exclusivamente para la defensa.Los soldados tenan terminantemente prohibido el uso de armas

    en las calles de la ciudad.

    Entre los soldados se destacaba Samuel6, el hijo del rey Hilarin, un

    joven apuesto de veintids shana de edad con toda la vida por delante

    y nico heredero del reino. Su especialidad era el arco, pero en la lucha

    cuerpo a cuerpo y el manejo de la espada no se quedaba atrs.

    Samuel ya estaba en edad de elegir esposa y muchas mujeres nobles

    de su reino lo pretendan, incluso tambin algunas del reino vecino deSams, otro pueblo visitado por sus dioses y aliado de Kands.

    Los pobladores de Sams tenan los mismos orgenes que los

    de Kands, hablaban la misma lengua y adoraban a las mismas

    deidades.

    Contaba su historia que haca mucho tiempo, cuando los dioses

    an habitaban la tierra, haban sido un solo pueblo pero su rey Yoram7

    5Luz.6El Escuchado por los Dioses.7Dios es Grande.

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    haba tenido dos hijos: Sariel8y Suri9. El rey Yoram dividi el reinoentre ellos. La ciudad de Kands haba quedado para el prncipe Sariely a la princesa Suri le haba dado Sams. Desde ese entonces todos sus

    descendientes tenan prohibido tener ms de un hijo.Los dioses le haban regalado a su rey la Tabla de la Ley y el CoraznEscarlata de la Sabidura Infinita. Cuando ellos se encastraban, en elreverso de la Tabla, se podan leer todas las respuestas a las pregun-tas de los hombres y acceder a la sabidura infinita almacenada en elCorazn Escarlata.

    Los dos herederos queran poseer esos regalos y se produjo unadisputa entre ellos. Su padre, para evitar problemas, tambin dividi

    los Obsequios: la Tabla de la Ley se la entreg a Sariel y el CoraznEscarlata a Suri y para que ninguno de los dos, o sus descendientes,codiciase el Objeto del otro le sac la magia que los haca funcionary la escondi en algn lugar del desierto. Desde entonces, aunque losjuntaran, ninguno tendra la Sabidura Infinita.

    Deca la profeca que cuando lo separado volviera a unirse, losdioses devolveran la magia al descendiente legtimo de Yoram, larga-mente buscado por la heredera de Suri y volveran a tener acceso a la

    Sabidura Infinita cuando juntaran los Objetos Sagrados.Muchos sabios haban conjeturado sobre la profeca, la mayoraestaba de acuerdo que slo una princesa de Sams podra cumplir laparte de tener un legtimo descendiente de Yoram a quien esperarao buscara largamente. La unin de los reinos podra hacerse por susnupcias con un prncipe de Kands o por la conquista militar por esereino. En el ltimo caso no necesitaran de un descendiente de Sarielpara cumplir la profeca. Sin embargo una conquista era un hecho que

    podra estar muy lejos de la realidad vivida por Sams. El reino tena unejrcito muy pequeo y Kands era militarmente mucho ms fuerte.Igualmente la reina Iri tratara de evitar esa opcin casando a su hijocon la heredera de Sams.

    8 Prncipe de Dios.9Princesa.

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    SAMUEL

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    SAMUELERAUNjoven apuesto y vivaz, de carcter alegre pero rebelde.

    Tena una mente brillante y sumamente inquisidora que cuestionabatodo lo preestablecido y por lo general sola hacer su voluntad. Cuan-do cumpli sus quince shana debi optar por el arma en la que seespecializara. En ese momento estuvo indeciso, tena habilidades paracualquiera de ellas pero le entusiasmaban la lucha y la espada.

    Su padre, Hilarin, adems de afable y justo era un rey sabio, quehablaba a menudo con su hijo, transmitindole sus conocimientos.

    El arco es el arma ms apropiada para un rey le aconsej.

    Por qu padre? le pregunt Samuel.Un rey no puede estar en el campo recogiendo el grano, ni en las

    calles vendindolo, ni en la panadera hacindolo, pero s en el palacio,decidiendo cundo ser mejor recoger el grano, a qu precio debercomercializarse y con qu medidas de higiene debe hacerse el pan. Deigual manera cuando hay guerra un rey no puede estar en el campo debatalla luchando cuerpo a cuerpo, pero s desde lo alto de las murallasprotegiendo a sus soldados con la puntera de sus flechas.

    Hilarin saba muy bien que la restriccin real de engendrar sloun hijo era un riesgo muy grande para su pueblo si perdan al nicoheredero, por ello se esforz en convencer a Samuel para que el armaque eligiera fuera la menos peligrosa para su vida.

    Fue as que Samuel sigui arquera aunque no dej de practicarlucha ya que eso era lo que ms le gustaba.

    Samuel, como buen rebelde, no era afecto a seguir los protocolosde la monarqua y detestaba las distinciones especiales por el slo

    hecho de ser el hijo del rey. Usualmente se confunda con sus amigos

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    de tal modo que quien no lo conociera poda ignorar que el prncipese encontraba en el grupo.

    Al joven le encantaba pasar los iom de descanso junto a Kaleb10,

    Eitan11

    , Duma12

    , Jalib13

    , Zoar14

    y Gerezim15

    , sus amigos de entrena-miento, recorriendo las calles de Kands en busca de jovencitas aquienes presumir.

    Samuel sola discutir seguido con sus padres por ese tema, l anno quera formalizar ninguna relacin. Saba que su madre intentaracasarlo con alguna princesa desconocida de la cual, seguramente, l noestara enamorado. Los matrimonios arreglados por conveniencia eranmuy comunes entre los nobles. l prefera divertirse con sus amigos y

    cortejar a varias mujeres hasta encontrar a la dama de sus sueos conla misma libertad que tenan los ciudadanos ms humildes.La reina frecuentemente le insista que dentro de poco debera

    contraer un matrimonio convenientemente elegido para fortalecer lasrelaciones de Kands y brindarle un heredero al reino. Su padre apoyabatodas las decisiones de su madre en ese tema.

    Samuel, mientras tanto, albergaba otros planes. Entre sus preten-didas se encontraba Estela16, la bella hija del Comandante General

    Gum, el jefe de todo el ejrcito y fiel sbdito de su padre, ella era slotres shana menor que l. El Comandante y su familia vivan dentrode los muros del palacio por lo que las reuniones clandestinas de losjvenes eran asiduas.

    La reina no vea con buenos ojos esos encuentros. Ella pretendaque su hijo se casara con la heredera de Sams y cumpliera con laprofeca y as lo peda en silencio a los dioses.

    Haca seis shana atrs los reyes de Sams los haban visitado con

    su hija a fin de tratar algunos temas de estado y formalizar una alianzaestratgica. Con los shana el resentimiento surgido por la pelea entrelos hijos de Yoram se haba diluido y era la primera vez que los reyesde ambos reinos se haban juntado. En esa ocasin la reina Iri haba10Tenaz Como Can.11Impetuoso.12Silencioso.13Luchador.14Pequeo.15Hacha.16Estrella.

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    conversado con su par al respecto de la boda entre sus hijos y ellatambin estaba de acuerdo, pero la muchacha era an una nia.

    La reina saba que en breve la joven cumplira los diecisis shana

    y planeaba invitar nuevamente a la familia real de Sams a visitarlospara poder presentrsela a su hijo como candidata al matrimonio.Por ahora guardaba sus intenciones en secreto para que su hijo no serebelara antes de tiempo. Cada vez que ella intentaba abordar el temacon Samuel, lo encontraba a la defensiva y la conversacin antes decomenzar ya estaba terminando con una discusin.

    Nunca me casar con alguien que no ame! Le haba dichoSamuel en una ocasin casi gritando, ya ofuscado por la insistencia de

    su madre con el tema del casamiento.La reina frecuentemente rogaba a los dioses que hicieran entrar enrazn a su hijo. Samuel, en cambio, rogaba a sus dioses casarse con lamujer que amara.

    Para el joven la candidata ms apropiada era la bella Estela.Qu le gustaba de ella? Probablemente su hermosura, pero habamuchas mujeres hermosas que lo pretendan en el reino, esa no erala caracterstica determinante. Estela era muy inteligente, graciosa

    y simptica. Con ella poda conversar de cualquier tema. Era osadaen sus decisiones y eso le encantaba a Samuel. En una ocasin sefugaron juntos del palacio disfrazados de campesinos para disfrutarde una fiesta en la plaza principal. Adems era perseverante y unpoco terca... a pesar de cortejarla haca tiempo, an no haba podidogozar de sus favores ntimos. Ninguna mujer le haba sido tan difcilcomo Estela, la mayora lo complaca fcilmente. Decan las buenasy malas lenguas del reino que Samuel era un buen amante. Esos

    comentarios no dejaron de llegar a odos de su madre quien en unaocasin se lo reclam.Samuel, debes dejar esas aventuras le increp Iri, son pe-

    ligrosas para el reino.Por favor, madre, no te metas en mi vida privada le respondi

    Samuel.Privada? Le reproch la reina. Nada de tu vida es pri-

    vada! Eres el prncipe heredero, todas tus acciones son pblicas y

    repercuten en tu pueblo.

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    Soy cuidadoso madre, no te preocupes, ya estoy mayorcito paraque necesites ensearme cmo hacerlo trat de calmarla.

    Termina con tus aventuras, no quiero tener un bastardo en la

    familia insisti Iri. Si alguna de tus aventuras queda embarazadadebers casarte con ella. Ese es un riesgo que no deberas correr.Si madre, har lo que t digas le minti Samuel, con tal de

    dejar tranquila a su madre y no pelear ms con ella.No me mientas! Le reclam la reina. Comienza a obedecer

    a tu madre. Recuerda que los Guardianes miran todo lo que hacemosy lo escriben en el Libro Sagrado, luego te lo reclamarn los dioses.

    Ufff! buf Samuel si escriben todo...

    Segn sus dogmas cada persona tena un Guardin que la cuidaba,escriba sus malas y buenas acciones en el Libro Sagrado, antes de morirlos dioses le exigiran que ambas estuvieran parejas.

    Acerca de Estela... insisti la reina.Con Estela no pasa nada madre, no te preocupes, somos slo

    buenos amigos la interrumpi Samuel, volviendo a mentir.En realidad no suceda nada no porque l no quisiera sino porque

    Estela no dejaba que sucediera.

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    LAINVASIN

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    DESDE HACA UN tiempo atrs el ambiente poltico estaba convul-

    sionado, de vez en cuando llegaban noticias de algunos reinos en elSur que eran invadidos y saqueados, algunos sobrevivientes traanangustiantes noticias de guerreros despiadados actuando como lasaves de rapia.

    Una tarde lleg uno de los vigas asignados a la frontera Sur, sucara estaba desfigurada por el esfuerzo. Haba corrido lo ms rpidoque le haban dado las piernas para llegar a comunicar lo que sus ojosno podan dar crdito: estaban por enfrentar una invasin!

    Desde el Sur miles de hombres se estaban desplazando hacia laciudad, armados y dispuestos a matar. No sera fcil rechazarlos, sunmero superaba fcilmente cinco a uno a los casi cinco mil habitantesde la ciudad. Ni qu decir a los soldados del ejrcito de Hilarin.

    Los invasores eran un pueblo brbaro que venan de tierras lejanas,respetaban solamente la ley de la espada. Sus dioses slo les habanenseado a conquistar y saquear, por lo tanto su vida era depredartodo a su paso.

    El rey escuch las noticias y llam al concejo de ancianos delpueblo, no tena mucho tiempo para tomar una decisin, rendirse sinpelear o resistir.

    El consejo deliber en el saln del trono, todos haban odo rumoresde algunos sobrevivientes de otros pueblos quienes haban logradoescapar en medio de las batallas, algunos de sus reyes haban intentadorendirse para salvar a su gente pero esto no les haba resultado til, lasciudades igual haban sido arrasadas y sus habitantes vendidos como

    esclavos a las caravanas de mercaderes del Norte.

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    Despus de una corta deliberacin se decidi hacer frente al ene-migo. Hilarin dio rdenes para organizar la resistencia, no les seratan fcil acabar con la ciudad, sta le dara batalla.

    Kands era el penltimo bastin de los pueblos civilizados. Laciudad de Sams dependa del resultado de su lucha, si Kands caa nohabra ninguna otra oposicin en el camino y le sera fcil al enemigoconquistar la ciudad vecina. El ejrcito de Sams era muy pequeo,casi reducido a la guardia real.

    Hilarin confiaba en las fortificaciones levantadas alrededor de laciudad.

    Sern infranqueables pensaba, estn hechas para ser eter-

    nas. Es imposible que las traspasen, no importa el nmero de losatacantes.Hilarin no poda imaginar semejantes murallas cayendo por el

    ataque enemigo, el muro que rodeaba a la ciudadela era de ocho brazosde ancho y veinte brazos de alto, construida de piedra slida trada delos pueblos del Norte a travs del desierto.

    Hilarin orden entrar en la ciudad todos los comestibles quepudieran, la cosecha se realiz temprano y se guard en las casas. Se

    introdujeron todos los animales que encontraron... deban estar bienprovistos para resistir el asedio.El enemigo lleg a las proximidades de los muros en menos de una

    shavua, acamparon afuera y sitiaron la ciudad. Todos los iom atacabane intentaban entrar derribando las defensas y las puertas. Las lluvias deflechas eran constantes sobre los pobladores de Kands. De a poco, ensus ataques, iban horadando las murallas.

    Dentro de la fortaleza el optimismo de sus habitantes se iba dilu-

    yendo, la angustia comenzaba a invadir sus almas. Si el asedio seguaconstante de esa manera las murallas no duraran mucho. Afuera elenemigo estaba muy bien pertrechado, contaba con alimentos, aguay esclavos producto de sus saqueos anteriores.

    Los soldados de Kands defendan las murallas constantemente.Los pobladores rescataban las flechas del enemigo que caan en laciudad y los arqueros las usaban en su contra. Samuel y Gerezim eranlos ms destacados tiradores en las filas de defensa, cada flecha que

    disparaban era algn enemigo ms muerto.

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    El asedio era persistente, los atacantes eran tantos que podan hacerturnos y mantener la ciudad bajo asalto tanto de da17como de noche18.Las bajas en las filas del reino empezaban a notarse.

    Los clculos del rey estuvieron errados, luego de casi tres jodesh19

    deacoso, justo al comienzo de la temporada ventosa, las murallas cayerony el enemigo entr enardecido por las calles, matando y saqueando loque se encontraba en su camino.

    Los pocos soldados que an quedaban, combatieron contra el inva-sor son valenta, pero eran demasiados y aplastaron a los que resistany castigaron con la muerte a los que quedaban vivos.

    A medida que los guerreros avanzaban por las calles los soldados

    se iban replegando hacia el palacio. Samuel, Kaleb, Duma, Zoar yGerezim estaban entre ellos. Con tristeza haban visto caer a Eitan yJarib peleando valientemente.

    En medio de ese caos lo nico que pensaba Samuel era en matar atodos los invasores posibles y en defender a sus padres.

    Samuel logr entrar en el palacio, pero en combate el enemigo lodej inconsciente con un certero golpe en la nuca.

    En muy poco tiempo los brbaros quemaron la ciudad y toma-

    ron por esclavos a todos los habitantes sobrevivientes a su ferozarremetida.Reunieron a todos en la gran plaza central, a medida que los traan

    ataban sus manos. Slo se vean caras de afliccin y desamparo, algunasmujeres lloraban amargamente por la muerte de sus seres queridos,otros lloraban por la suerte que tendran: iban a ser vendidos.

    El rey Hilarin y su esposa Iri fueron decapitados por losinvasores.

    Cuando Samuel recobr su conciencia tena sus manos atadas a laespalda y estaba junto a los dems prisioneros en la plaza, una mujerlo ayud a incorporarse. Lo primero que vieron sus ojos fueron lascabezas de sus padres exhibidas sobre unas picas en el centro de lagran plaza central. Su tristeza fue tan grande que no atin ms quea agacharse y llorar con amargura... Todos sus esfuerzos haban sidoen vano, su ciudad haba cado, sus padres haban sido asesinados y17 Perodo de claridad del iom.18Perodo de oscuridad del iom.19Mes/es. Lapso de tiempo de cuatro shavua.

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    tampoco haba podido defender a Estela. Esos fracasos le pesabancomo una montaa sobre sus espaldas y lo llenaban de bronca e irahacia sus captores.

    Esa noche la mayora de las mujeres fueron separadas y violadaspor los invasores que estaban festejando su triunfo.

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    LAESCLAVITUD

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    LOS GRUPOS DE comerciantes del Norte, quienes vivan como hienas

    aprovechndose de los saqueos del sanguinario ejrcito, llegaron a partirdel iom siguiente y comenzaron a comprar todos los esclavos posibles.Eran una excelente mercanca, especialmente porque los esclavos

    eran la nica fuerza laboral y de traccin conocida para las minas.Sus dioses les haban enseado a extraer los metales del suelo, ellos

    exigan ofrendas de oro y para ello les inculcaron que esclavizar a sussemejantes era la mejor manera de obtenerlo en cantidad.

    Esos pueblos necesitaban un continuo flujo de mano de obra para

    reponer a los pobres infelices que moran en las minas. Sus dioses eransanguinarios y les haban dejado algunos elementos sagrados e instruc-ciones que servan para torturar a los esclavos rebeldes y convertirlosen sumisos trabajadores.

    Su sociedad estaba formada por los hombres libres, ricos y pobres,y por los desdichados esclavos. Un esclavo era objeto de propiedaddel dueo, ste poda disponer de su cuerpo como mejor le placiese,incluso tena la libertad de matarlo. Un esclavo no tena otro fin que

    el de trabajar constantemente. La nica razn para liberar a un esclavoera deberle la vida, pero por lo general los sometidos queran matara sus captores ms que salvarlos. Lo nico prohibido por sus diosesera el robo a otros hombres libres, delito que se juzgaba y castigabacon la esclavitud.

    Samuel fue vendido a uno de esos comerciantes y encadenado asu caravana.

    A los esclavos les pusieron grilletes en sus cuellos y las cadenas los

    unan en filas, adems todos llevaban los brazos atados delante, excepto

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    Samuel quien los llevaba atados a la espalda. Haba algo en su miradaque atemorizaba a sus compradores, fuego en sus ojos y altanera ensus actos. Eso no era bueno para pasar inadvertido siendo esclavo,

    pero los comerciantes saban que le podan sacar muy buen provechoa esa actitud y a la complexin atltica del joven.La caminata comenz hacia el Norte, hacia el pueblo de Sams,

    ltimo baluarte de los pueblos que rechazaban la esclavitud comomodo de vida, luego vena el desierto y tierras que Samuel nunca ha-ba incursionado. Los sabios de la corte enseaban que all vivan lospueblos esclavistas, gente con quienes se comerciaba pero nunca selos dejaba ingresar a la ciudad porque sus costumbres eran contrarias

    a las enseanzas de los dioses.Durante una shavua sus iom tenan una rutina agobiante: se des-pertaban al alba, les entregaban una racin de comida y un cuencocon agua, les ataban las manos y partan en caminata por los caminosarenosos y las dunas del desierto, el sol pegaba fuerte en sus pielesdesnudas y el grillete del cuello raspaba a medida que la arena y el su-dor se mezclaban. Cuando el sol alcanzaba su cenit la caravana paraba,los esclavos intentaban tomar aliento y los comerciantes descansaban

    un rato, coman y beban. Al cabo de una o dos horas se retomaba lamarcha hasta el anochecer cuando paraban para descansar, los comer-ciantes hacan armar sus carpas y liberaban las manos de los esclavosquienes reciban nuevamente una escasa racin como la de la maana,los grilletes del cuello nunca se los quitaban. Alguno que otro no lograbadespertar porque las picaduras ponzoosas de los animales nocturnosse cobraban siempre alguna vida.

    Mientras Samuel avanzaba por las arenas del desierto se prometa a

    s mismo nunca aceptar la esclavitud, podran apresar su cuerpo perojams su espritu.Por qu sigo vivo? Por qu los dioses desprotegieron mi ciu-

    dad? Pensaba. Qu hice mal? Cul fue mi pecado para recibirel castigo del destierro?

    El anciano delante de l comenz a mostrar sntomas de enferme-dad, desde entonces los comerciantes no lo alimentaron ms deberaninvertir esfuerzos en una mercanca defectuosa?

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    Samuel, en secreto, comparta su racin con el hombre. Quizs lpodra salvarlo y con ello salvar su alma. El joven estaba acostumbradoa las privaciones de la vida militar: largos ejercicios de prctica y poco

    alimento.El anciano cada vez tena peor semblante a pesar de los cuidadosque le daba Samuel. Era probable que no durara mucho, la marcha en eldesierto, aunque lenta, era sacrificada para cualquiera que no estuvieraacostumbrado a caminar tantas horas de da.

    La cara de Samuel estaba quemada por el sol y su barba ya estababastante crecida. Entre la defensa de su ciudad, la invasin y ahora elcautiverio llevaba casi tres shavua sin rasurarse. Slo poda imaginar

    cmo se vea, no haba nada en el desierto que pudiera devolverle elreflejo de su cara.

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    SAMS

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    LACADADEKands fue el preludio del desplome inexorable de Sams

    ubicado a slo tres iom de distancia a paso normal. Los habitantes deese reino haban cultivado las ciencias y las artes en vez de la lucha yel ejrcito. Su defensa se basaba en la estratgica alianza con Kandsal Sur y la confianza de que los lmites naturales de su reino eran unabarrera disuasiva para cualquier invasor. Por el Oeste limitaba con elalto cordn montaoso de Katn que se extenda desde los lejanosmares del Sur hasta los confines de los reinos del Norte, al Este limi-taba con otro cordn montaoso que se hunda al Norte en el desierto

    interminable. Sus vecinos esclavistas de los reinos del Norte debancruzar casi un jodesh de desierto para llegar, una misin improbableque realizaran por la cantidad de agua que necesitara un ejrcito. Losoasis existentes no podran aprovisionar a tanta gente. Y los pobladoresdel desierto eran tribus nmades que constantemente estaban peleandoentre s por lo tanto no representaban peligro alguno.

    Sams era una de las ms bellas ciudades de la poca. Estaba com-pletamente adornada por bajorrelieves y murales, fruto del arte de sus

    pobladores. Las plazas eran amplias y el palacio real majestuoso, en lse guardaba el Corazn Escarlata de la Sabidura Infinita. A diferenciade su par no posea fortificaciones que pudieran parar al enemigo, erauna ciudad totalmente abierta y expuesta.

    Luego de una marcha lenta y penosa, al cabo de una shavua lacaravana de los mercaderes esclavistas estaba frente a la ciudadela sa-queada, slo quedaban casas humeantes y despojos en las calles. De laotrora hermosa ciudad ya no quedaba piedra sobre piedra. Los nuevos

    esclavos estaban reunidos en la que fuera la plaza mayor de Sams, ala venta para los comerciantes.

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    El jefe de la caravana dio la orden de parar y se adelant haciala ciudad. Como a media tarde regres con un nuevo grupo de es-clavos, varios hombres y mujeres se uniran al lgubre desfile por el

    desierto.Cuando los hicieron poner de pie, el esclavo ubicado delante deSamuel ya estaba muerto, quizs por el cansancio, quizs por la inanicino la deshidratacin. Los comerciantes no se hicieron ningn problema,necesitaban esclavos fuertes para poder vender en sus pueblos por loque un debilucho no era una buena mercanca. Liberaron el grilletedel muerto y lo dejaron a un costado, uno de ellos sac su espada y lodecapit de un solo golpe. Ahora ya estaban todos advertidos de lo

    que pasara si caan en el camino.La reaccin de Samuel fue instintiva, salt en un solo movimientoy trat de detener la espada asesina, pero los grilletes del cuello no lepermitieron llegar tan lejos, sin embargo aquella actitud le vali comocastigo que ya no le desataran las manos ni siquiera en los momentosde descanso.

    El comerciante, an asustado por la rpida reaccin el esclavo, dijounas palabas en un idioma ininteligible para Samuel, al instante dos de

    sus compaeros tomaron unas fustas20

    y castigaron al joven con ellas.l no se movi ni pesta ante esos azotes que le marcaban su piel,se mantuvo erguido y silencioso. Cuando los comerciantes terminaronSamuel qued de pie mirndolos a la cara con odio.

    En el grillete que acababa de desocuparse pusieron a una jovencita,una bella muchacha de cabellos morenos rizados, de hermosa figura.Sus ojos, color miel, an estaban hinchados de tanto llorar y su caraera la ms triste que Samuel haya visto hasta entonces. La desprotec-

    cin y el abatimiento de la mujer le causaron mucha lstima, era elmismo sentimiento que l haba tenido casi dos shavua atrs cuando,con gran impotencia, vio a sus padres ejecutados y a l convertido enprisionero.

    Los pensamientos del joven volaron hacia sus iom pasados, cuandogozaba de una cmoda cama y comida suficiente, recordaba que ms deuna vez haba rechazado algn alimento por no considerarlo sabroso.Es increble cmo se extraan cosas tan sencillas cuando ya no se las

    tiene y qu poco se las aprecia cuando se las goza!20Varilla de un brazo de largo con un cuadrado de cuero en la punta.

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    La voz del jefe de la caravana y el golpe del lati21en la espalda paraque avance lo devolvi amargamente a su realidad. La caravana seguira

    viajando hacia el Norte.

    Dio una ltima hojeada al cuerpo inerte del anciano decapitado,sus esfuerzos por mantenerlo con vida no haban dado el resultadodeseado, sin embargo pudo aliviar en algo el sufrimiento de ese hombreen sus ltimos momentos de su existencia. Rog a sus dioses para querecibiesen en su seno la energa del difunto.

    21Ltigo corto con una cuerda de cuero retorcido de no ms de un brazo de largo.

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    ELDESIERTO

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    LOSIOMSEsucedieron tan tediosos como los de la primera shavua. Para

    los esclavos las condiciones empeoraban paulatinamente, la racin erainsuficiente para mantener a una persona caminando todo el iom en eldesierto por lo que comenzaban a perder peso y energa.

    Como a Samuel no le soltaban sus manos ni an en los descansos,le era imposible recoger la racin de alimentos. Esa situacin lo obli-gara a comer del piso y beber del cuenco como lo hacan los animalespero el espritu del joven segua altivo a pesar de sus desgracias y losprimeros iom simplemente no prob bocado. Se mantena sentado,

    tranquilo, como si estuviera ajeno a todo.No me doblegarn pensaba Samuel. Oh, dioses! Cul es el

    destino que tienen para m? Por qu tanto sufrimiento? Qu deboaprender de todo esto? No me enviarn acaso un Guardin para queme ayude? Samuel no era muy apegado a las Leyes de los dioses,pero trataba de encontrar el sentido de todo lo que viva sin poderhallarlo. Los dioses tenan designios que an le eran inescrutables.

    El prisionero que estaba detrs de l en la fila era quien aprovechaba

    la situacin de Samuel, cuando pasaba un tiempo y el joven no haca elmenor intento de comer, con un gesto amable le peda permiso paratomar la racin y se la coma.

    La joven que se encontraba atada delante comenz a notar el des-mejoramiento de Samuel por su orgullo, al cuarto iom de marcha ellase adelant al prisionero de atrs y levant primero la racin.

    Ella tiene ms hambre que l pens el joven, en fin, me daigual, al final puede tomarlo cualquiera de los dos, yo no comer del

    piso...

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    La muchacha extendi el cuenco y se lo puso en sus labios, contantos iom sin beber l los tena resecos, su contacto con el lquidofue un gran alivio, le cost abrirlos para ingerir el agua. En su cara se

    refl

    ej su asombro ante la actitud de su compaera, porfi

    n los diosesle enviaban una ayuda.Ella tambin le asisti dndole la comida en la boca. Desde ese

    momento empez a ocuparse de alimentarlo. Ese fue el regalo quereciba Samuel ya que cumpla veintitrs shana ese iom.

    La comida y el agua lo mejoraron, su garganta no estaba tan resecay se senta con posibilidades de emitir palabra. Necesitaba saber elnombre de la joven.

    Cmo te... no pudo terminar la frase, un ltigo se estrellen su espalda hacindole escapar un sonido de dolor, no lo esperaba.Rpidamente otro comerciante se le acerc y con su fusta comenz acastigarlo sin importarle en dnde lo golpeaba. Ella se apart de l lomximo que le permita la cadena que los una.

    Cuando terminaron l tena marcas de azotes por todos lados. Mira la joven, ella se agarraba su brazo, tambin haba recibido algunos gol-pes. Se senta culpable por esa situacin pero no poda disculparse.

    Entre ellos se estableci un vnculo silencioso pues por disposicinde sus captores no podan hablar. El ms mnimo sonido era castigadoduramente por los comerciantes. Como no poda averiguar su nombreinternamente la llam mi Guardiana porque pareca enviada por losdioses para socorrerlo.

    De a poco fueron inventando un idioma de seas muy disimuladopara comunicarse entre ellos.

    El hambre y la deshidratacin empezaban a notarse entre las filas de

    desgraciados, de vez en cuando caa algn esclavo presa del cansanciosin poder seguir adelante. Los comerciantes siempre optaban por lamisma solucin, lo desenganchaban del grupo y lo decapitaban.

    Samuel miraba con angustia la situacin, ellos haban sido sus sb-ditos o quizs pobladores de Sams, gente que l haba jurado protegery ahora no poda hacer nada por ellos.

    Qu pecados han pagando con tanto sufrimiento? Pensaba.Qu pecados estar pagando yo? Qu hice para tener que soportar

    esto?

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    Segn las creencias de los habitantes de Kands, cuando una perso-na justa mora su energa se juntaba con la de los dioses y la del universopasando a formar parte de ellos. Los pecadores pagaban en sta vida

    sus faltas con sufrimientos hasta estar limpios de culpas para partir.Cerca de la tercera shavua de caminata ya slo quedaban un pocoms de la mitad de los esclavos que haban partido.

    La cuarta shavua de marcha fue la peor, a los comerciantes se leshaban acabado las raciones para los esclavos y todos marchaban sincomida ni bebida, los infelices caan cada vez ms frecuentemente ycuando alcanzaron el oasis slo quedaba un tercio de ellos.

    Distinguir el verde de las palmeras y de los pastos, ver el reflejo

    del lago en el desierto, fue una experiencia maravillosa. Todos sacaronfuerzas de donde no la tenan y casi corrieron al encuentro del agua.Cuando llegaron a la orilla los esclavos se peleaban por beber un

    poco. Samuel segua con sus manos atadas a sus espaldas por lo quesu joven compaera de desgracias fue quien lo ayud con esa tarea.

    Tom el lquido con sus manos y antes de beber se la ofreci a l. Apesar de su sed ella le dio prioridad a Samuel. Luego de beber se lavel rostro y moj sus rizados cabellos, sumergi una punta de su manto

    en el espejo de agua y con ella refresc el rostro y cuerpo del joven.El contacto de esas pequeas y suaves manos sobre l y las cariciasde ella mientras mojaba su pecho le hicieron estremecer. Las ltimascaricias las haba recibido de Estela poco antes de la invasin.

    Esa noche los comerciantes comieron y bebieron, pasaron unashavua viviendo en el oasis reponindose y juntando vveres paraencarar nuevamente el desierto.

    En esa shavua los prisioneros tambin pudieron reponer un poco

    sus fuerzas perdidas. Para ellos era un pequeo regalo de los diosesdormir sobre el verde pasto del oasis en vez de la arena del desierto.Entre los dos jvenes se estrechaba cada vez ms el vnculo. Ella

    se ocupaba de hacerle la vida un poco ms fcil pues los comerciantesno le levantaban el castigo. Le daba de beber, de comer y lo refresca-ba cuantas veces poda. Por las noches dorman cerca y l trataba deresguardarla lo mximo posible del fro.

    Samuel observaba cmo su joven compaera por las noches miraba

    el cielo estrellado y haca complicados clculos sobre la tierra, esto no

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    le sorprenda de una habitante de Sams, pero s de una muchachaque su ms prximo destino era la esclavitud de qu le valdra tantaciencia? l, como buen nativo de Kands, apreciaba ms la lucha que

    las artes, le pareca mucho ms til. Aunque justo en esos momentos,encadenado y prisionero como estaba, no poda ponerla en prctica.Al final de la shavua la caravana emprendi la marcha de nuevo

    dejando dos esclavos a los moradores del oasis en pago por susservicios.

    Samuel se distingua entre el puado de esclavos que llevan puessu actitud arrogante an no se haba perdido. l era el nico que, apesar de su mala alimentacin, an marchaba con la cabeza erguida

    y era capaz de cruzar la mirada con sus captores lo que, por cierto,le haca ganar unos cuantos azotes de parte de ellos. A pesar de esohasta ese momento no le haban escuchado quejarse ni pedir piedado misericordia.

    Todos hablan un idioma desconocido para Samuel, pero a fuerzade estar escuchndolo durante tantos iom empezaba a comprenderpalabras como arriba o en marcha.

    Estaba ya muy lejos de su tierra natal. De vez en cuando su mente

    divagaba, quizs fruto del cansancio, y lo lleva a las frescas habitacionesdel palacio recorridas por fieles servidores listos a satisfacer cualquiercapricho de su prncipe, recordaba la comodidad de su cama con sba-nas blancas perfumadas que su madre haba bordado con su nombre...o su ira lo transportaba a las clases de lucha en las que era tan bueno,ya se vea matando a todos sus captores y librndose de esas cadenas.De pronto volva a la realidad, los comerciantes le daban muy pocaoportunidad de poder actuar, siempre estaba encadenado y se encon-

    traba muy dbil despus de casi una shavua sin comer. Los mercaderesle haban quitado la racin slo para asegurarse que ese esclavo altivocon mirada de fuego no tuviera fuerzas para rebelarse.

    Su compaera de desgracias haba querido compartir con l sucomida, pero la racin era muy escasa y no le pareca bien dejarlesin ella, la joven tambin estaba muy dbil y demacrada, caminabapesadamente delante de l. A veces la vea zigzaguear en el camino otrastabillar con la arena.

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    SALVANDOAUNAMUCHACHA

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    DEPRONTOSAMUEl sinti que la joven tropezaba y caa. Lleg uno de

    los comerciantes y le dio la orden para incorporarse, ella no responda.El comerciante se inclin y le sac el grillete del cuello, estaba a punto

    de desenvainar su espada. Samuel ya haba visto muchas veces lo que

    suceda en esos casos, ahora estaba dispuesto a que no pasara, no con

    ella que era su amiga, no saba siquiera su nombre pero la desgracia

    une ms que mil palabras. De repente, sin siquiera darse cuenta, casi

    por instinto, arremeti contra ese hombre quien quera arrebatarle

    lo nico bello que le haba pasado en las ltimas shavua. Lo volte

    antes que desenvainara su espada y se tir sobre ella para cubrirla consu cuerpo. Sus brazos, prisioneros an en su espalda, no le permitan

    abrazarla. Era la primera vez que emita una splica, en su idioma

    suplicaba por esa mujer, se ofreci a cargarla. No saba si sus captores

    entenderan sus palabras.

    Se hizo un silencio profundo, sus compaeros de infortunio miraban

    la escena con terror. De pronto pareci que sus actos surtieron el efecto

    deseado, el jefe de la caravana se acerc, desat sus manos y le permiti

    levantar a la joven, ahora debera cargarla por el resto del viaje... quimportaba? Al menos la haba salvado!

    Desde ese momento el camino se volvi an ms duro para Samuel,

    a sus fuerzas escasas se le sumaba cargar a su compaera. Sus captores

    le restituyeron su racin con lo que se mantena al lmite de sus fuerzas.

    Samuel se encargaba de alimentarla y darle de beber al igual que la joven

    lo haba hecho con l hasta ese momento.

    Ella estaba exhausta, a pesar de los cuidados de Samuel no reco-

    braba su conciencia, de vez en cuando deliraba, deca algunas palabras

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    ininteligibles que Samuel deba ahogar para que no las escucharan loscomerciantes y los lati estuvieran sobre ellos.

    En esos momentos de delirio Samuel le susurraba al odo:

    Todo cambia... todo cambia... maana no ser como hoy... Todocambia...Trataba de consolarla y consolarse con stas palabras. Recordaba

    a su madre quien con amor se las deca cuando lo encontraba triste oacongojado por algn problema.

    Cmo extraaba a su madre! Siempre con una palabra alentado-ra... Ahora estaba arrepentido de no haberle dado antes el gusto decasarse con quien ella hubiera querido. Con arrogancia haba pensado

    que tena todo el tiempo del mundo para darle un nieto cun erradohaba estado!Mientras caminaba miraba el dulce rostro de la joven que llevaba

    en sus brazos, quizs con alguien como ella podra haberse casado. Enun momento de debilidad acerc su boca a la de la muchacha y condelicadeza humedeci los resecos labios de ella con su lengua robn-dole un ansiado beso. Ella estaba inconsciente pero un suave estertorsacudi su delgado cuerpo.

    El resto de la marcha fue muy dificultosa. La caravana tuvo queenfrentar una tormenta de arena y all se perdieron vveres y bebidas,las raciones se achicaron y los muertos aumentaron pero Samuel es-taba decidido a mantener viva a su amiga y redoblaba sus esfuerzospara salvarla.

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    ELPUESTODEESCLAVOS

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    AL CABO DE una shavua llegaron a un poblado grande, un casero

    ubicado en las afueras de una ciudad. All los comerciantes mandaronarmar sus carpas y liberaron la ristra de grilletes de atrs del carro deprovisiones. El grupo haba llegado a su destino. Estaban en las afuerasde Quer, un reino en el lmite ms austral del imperio del Norte. Laciudad duplicaba en tamao a Kands.

    Anduvieron un rato entre casas pequeas hasta que aparecie-ron las murallas de esa ciudad, entonces entraron por sus puertasimponentes.

    Daba pena ver ese desfile de esclavos, cansados, mugrientos, flacos,con la piel tostada o quemada por el sol calcinador del desierto.

    Caminaron por las callejuelas atestadas de gente hasta llegar a lo quepareca una gran feria, haba un puesto grande dedicado a la compra y

    venta de esclavos, all por unas cuantas monedas los intercambiaron.Samuel vio el pago dado a los comerciantes y se sinti ofendido: l,

    prncipe de Kands, vendido por unas pocas monedas! Haba pagadoan ms por uno de sus arcos y ahora era parte de un grupo de esclavos

    que costaban esa miseria.No tena muchas fuerzas para expresar su furia. Slo logr levan-

    tarse antes que sus grilletes le recordaran otra vez que estaba unido alos otros prisioneros en la misma suerte. El dueo del puesto vio suactitud y diligentemente mand a uno de sus sirvientes encadenar aese esclavo al poste ms cercano. El resto de los infelices no podansiquiera incorporarse del cansancio que tenan.

    El puestero mir a la joven cargada en brazos hasta all, pidi a un

    sirviente que la revisara y luego de algunas palabras en su idioma toma-

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    ron a la chica y la llevaron arrastrando hacia lo que pareca un corral.Al cerrarse la puerta se escucharon los rugidos y el gruir enfurecidode las bestias que se pelean por el alimento.

    Samuel entendi todo en ese momento. Imagin el dilogo entreel sirviente y su patrn, le habra dicho que la esclava no sobrevivira oque ella estaba muy enferma, entonces ste decidi darla como alimentopara sus fieras y all estaban los animales pelendose por un pedazode su cuerpo. l se figuraba en su mente la macabra escena, la piel y lacarne desgarrada por las zarpas y colmillos de los animales encerradosen ese corral, sus bocas llenas de la sangre de la joven, disfrutandode su festn. Era probable que a esos animales los hubieran trado sin

    comida como a ellos.Al final nunca pudo averiguar su nombre. Primero por estar atado asu espalda, no pudo escribirle la pregunta en la arena y probablementeella haba pensado que l no saba escribir. Luego porque ella estuvoinconsciente y ahora porque ya estaba muerta.

    No pudo llorar, no haba lgrimas en sus ojos para poder derramar-las por quien l cariosamente haba nombrado mi Guardiana. Yano podra defenderla, haba perdido lo ms cercano a un ser querido

    que haba tenido desde su captura.Hubo un intercambio de palabras entre el comerciante de la cara-vana y el puestero, entonces ste ltimo tom el rostro de Samuel ymir sus ojos llenos de rabia, ira y desprecio, dijo unas cuantas palabrasy ambos rieron descaradamente.

    El negocio del puestero era una construccin grande en compa-racin con los otros comercios que rodeaban la plaza, Samuel y losotros esclavos estaban en una galera amplia que daba a un espacio

    descubierto donde haba una tarima, en uno de los costados estabanlos corrales de animales y en el otro las celdas para los prisioneros.Hacia la galera daban varias habitaciones.

    Esa noche todos los esclavos nuevos fueron encerrados en unacelda donde se les dio comida y agua. A la maana siguiente, ademsde ser alimentados, se les proporcion acceso a una tina con agua paraasearse y ropas nuevas... si podra llamarse ropa a una simple falda cortapara los hombres y una tnica semitransparente para las pocas mujeres

    que haban sobrevivido a la travesa.

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    Samuel, a pesar de su bronca, no desperdiciara lo que se le brindaba,si quera pelear deba tener fuerzas para lograrlo. Despus de tantosiom poda ver su rostro nuevamente en un espejo, no se reconoca.

    El joven blanco, de cabellos castao claro rizados haba desaparecidopara dar lugar a un hombre tostado, con el cabello enmaraado ybarba abundante.

    Ese iom empez el desfile de esclavos por el saln donde se losacicalaba. Los sentaban en una silla para afeitarlos, les cortaban el peloa los hombres y a las mujeres se los desenredaban, no sin grandes gritosde dolor de las desdichadas que caan en manos de esos sirvientes.

    Samuel no fue la excepcin, lo llevaron tambin al saln, pero fue al

    nico que ataron a la silla e inmovilizaron sus brazos. Parecan sospecharla furia que podra desatarse si le daban la ms mnima cabida.En todo momento que Samuel estaba fuera de la jaula de los es-

    clavos, permaneca con sus pies y manos encadenados y el grillete delcuello fijado a una cadena atada a alguna pared o pilar.

    El collar, las pulseras y tobilleras eran unas argollas gruesas de hierroque seran un regalo para todos los prisioneros, un recordatorio perennede su condicin de esclavos. Una vez puestos no podan quitarse sin

    una mquina especial para ello.Por fin lleg el iom de la exhibicin de la nueva mercadera, era eliom de feria y todos los infelices que haban llegado en la caravana lashavua anterior estaban en mejores condiciones, menos flacos, limpiosy vestidos, los exhiban sobre la tarima a los compradores quienespujaban por el precio de cada uno, estaban siendo rematados.

    Ese iom Samuel no fue puesto en la tarima, a l le esperaba otrasuerte. Lo dejaron en la galera encadenado colgado por las pulseras a

    un gancho de la pared, sus tobilleras tambin tenan cadenas que, decaminar, le dejaran dar slo pasos muy cortos, el puestero se habaasegurado impedirle huir.

    Samuel so con fugarse incontables veces en esos iom, pero noslo no le daban oportunidad, sino a dnde? Se encontraba en unpueblo desconocido, con gente que no hablaba su idioma, rodeadode desierto. Si hua sera fcil individualizarlo entre la multitud, todostenan mucha ropa y l slo una faldilla. Y si lograba, por esas casua-

    lidades, burlar a los guardias de la ciudad, an le quedaba el desierto

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    para enfrentar. Ya saba, por haber caminado por la arena tantos iom,que sin comida y agua no durara mucho. Al final su ansiada libertadquedara reducida a un cadver ms en el desierto, siempre y cuando

    no lo atraparan y lo usaran como escarmiento pblico para aleccionara otros esclavos que intentaran lo mismo. Ya haba visto en esos iomuno de esos casos en el pueblo.

    Desde la ventana de su celda se poda observar la plaza pblica yall estaba un pobre infeliz capturado despus de una fuga corta, lohaban puesto en un cepo durante tres iom bajo el sol radiante de losdas y el fro helado de las noches, luego le haban cortado su lengua ymanos, haban quemado los muones para que no sangraran, pero slo

    para estirar su agona porque al iom siguiente lo haban quemado conhierros calientes. Una vez muerto fue dejado otro iom ms a la vistade todos y para regocijo de los animales callejeros que se dieron unfestn con su carne. Con el tiempo Samuel se enterara que ese pobreinfeliz haba sido un esclavo comunal.

    Si de esclavos se hablaba era la clase ms baja y ms sufrida. Losdueos los entregaban al emperador como pago de impuestos y por logeneral era el castigo que les imponan a sus esclavos rebeldes. Un esclavo

    comunal haca trabajos para la ciudad y para el emperador, poda serenviado a las minas imperiales o asignado a trabajos dentro de la ciudadcomo recoleccin de residuos, reparacin de calles, obras comunitarias.Pero si tena algn tiempo libre cualquier poblador poda hacer uso desus servicios por lo que el trabajo del esclavo era continuo. Pocas vecesse lo alimentaba, el esclavo se provea su alimento de los residuos querecoga y por las noches se lo encadenaba a alguna de las tantas argo-llas que estaban empotradas en las paredes de las casas y plazas por lo

    que sufan las penurias de la intemperie. Si escapaba su castigo era unamuerte lenta y horrorosa como la que haba presenciado Samuel. Habaun rgimen de terror para disuadir cualquier insurreccin. El nmero deesclavos que el joven haba visto superaba ampliamente la cantidad dehombres libres. Para Samuel huir segua siendo un sueo inalcanzable...por ahora.

    Estaba imbuido en sus pensamientos cuando lleg una mujer ma-dura bastante corpulenta, sus cabellos ya mostraban algunas canas que

    intentaba esconder debajo de un tocado ostentoso. Estaba ricamente

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    ataviada, su tnica tena bordados muy complicados elaborados conhilos de oro. Posea un abanico muy adornado en su mano derecha y unraro bastn en la mano izquierda. Lo que realmente llam la atencin

    a Samuel fue el bastn, su mango tena una piedra azul que brillabacon luz propia. l jams haba visto semejante cosa.El puestero la llev hacia donde estaba Samuel, con la punta de

    su ltigo le sealaba los hombros y pechos del esclavo, sus brazos ypiernas musculosas. Oblig a Samuel a darse vuelta para que le mos-trara a la mujer su amplia espalda. l no entenda las palabras pero sla actitud del puestero, estaba promocionando su mercanca y con vozempalagosa adulaba a la clienta.

    Luego empez el regateo, se notaba que discutan el precio, alfi

    nalllegaron a un acuerdo, la clienta pag una suma mucho mayor que laabonada por el puestero por el grupo de esclavos algunos iom atrs.El dueo del local haba hecho un muy buen negocio.

    Una vez finalizado el trato y entregado el dinero, tanto la mujercomo el puestero sacaron sus anillos y los entrelazaron por un pequeogarfio que tenan en un costado.

    Con los anillos as unidos el puestero tom de los cabellos a Samuel

    y lo oblig a inclinar la cabeza hacia la derecha, dejando expuesta laparte izquierda de su cuello. Asent los anillos sobre su piel y Samuelsinti un calor indecible, le estaban quemando la piel como si hubieranpuesto los anillos al fuego. Luego de unos segundos el puestero losretir y en el cuello de Samuel aparecieron los dibujos de los sellosestampados, como tatuados. Era la marca de la transaccin, Samuelahora era un esclavo legalmente comprado a un comerciante habilitadopara adquirir prisioneros a las caravanas. Siendo un pueblo esclavista

    sta actividad estaba muy bien reglamentada, incluso los impuestos sepagaban en base a la cantidad de esclavos que se posean.Samuel fue liberado del gancho de la pared por los sirvientes del

    puestero y le prendieron una cadena al collar, la otra punta de la cadenafue entregada a uno de los sirvientes de la mujer.

    Salieron del puesto y Samuel vio que la mujer se suba a un carrua-je tirado por un esclavo con sus manos encadenadas a los maderoslaterales del transporte de tal manera que no poda deshacerse de su

    carga, llevaba en su boca un pedazo de madera con unas riendas, era

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    realmente denigrante ver ese espectculo. El carruaje comenz su mar-cha y Samuel tard en dar sus primeros pasos, dentro de l su esprituan se resista a la esclavitud. Un latigazo de uno de los sirvientes lo

    devolvi a la realidad, no slo deba seguir al carruaje sino tambinmover ridculamente rpido los pies para mantener el ritmo del grupo.Las cadenas le permitan dar slo pequeos pasos. En su mente seimaginaba lo grotesco que se vea para el resto de la gente.

    Despus de unas cuantas cuadras, el paisaje de la ciudad cambi delas pequeas casas de barro y la efervescencia de la feria a las casas msgrandes y calles mejor acomodadas de las residencias de los nobles.

    La comitiva entr a una gran construccin por la puerta principal

    que daba a un patio interior grande y soleado, hacia la izquierda estabala casa de los amos, con su fachada lujosa y hermosos jardines, all sebaj la mujer y se dirigi a la puerta, antes de llegar le dijo algo a unode sus sirvientes y el resto del grupo sigui por el camino cruzandootro prtico hacia lo que sera el patio de los esclavos y animales, allse vean corrales con cabras y cerdos, una galera enmarcaba las celdasde esclavos, las habitaciones de los sirvientes y la puerta trasera de lacasa principal. En el medio del gran patio, erguido como para recordar

    a todos su lugar en el mundo, haba un palo donde los insurrectos erancastigados. Sin embargo, con una mejor recorrida de sus ojos, Samuelnot que no era el nico recordatorio de su nueva condicin de es-clavo, distribuidos en todo el permetro del patio se vean diferenteselementos para la tortura, al final de su vistazo logr contar diecisiete,incluso uno de ellos estaba en uso en ese momento.

    El sirviente que caminaba a su lado se percat de la cara inquisidorade Samuel y le dirigi algunas palabras. l no entenda lo que le decan,

    pero s pudo ver al sirviente mostrndole su mano con tres dedos le-vantados y luego sealndole al torturado. Por la cara del pobre infelizpuedo inferir que llevaba en esa posicin tres iom. Estaba recostadosobre su espalda en un tronco mediano, como a un brazo del piso, consus manos y pies atados con sogas a unos anillos fijados al piso a amboslados del tronco. La posicin no pareca tan mala a no ser que se llevaramucho tiempo en ella, los miembros se entumecan, el sol calcinaba y lafra noche atormentaban el cuerpo y los desechos orgnicos propios de

    las necesidades de cada individuo empeoraban la situacin.

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    Samuel no poda entender todo eso, en su pueblo la esclavitudno exista. Lo que estaba viviendo haca ya casi tres jodesh y medioera una pesadilla hasta cundo durara? Cambiara todo en algn

    momento?Pronto cruzaron el patio y se detuvieron cerca de unas celdas. Elsirviente desenganch al esclavo del carruaje y le sac la brida de laboca, encaden sus pulseras y lo meti en uno de los calabozos, losbarrotes dejaban ver todo el interior de los mismos, no haba intimidaden ellos, ni siquiera en el espacio destinado al aseo personal.

    Luego se volvi hacia Samuel y comenz a hablarle mientrasdesenganchaba su cadena del carruaje. De todo lo que el sirviente le

    dijo no entendi nada, pero el ltigo era un excelente traductor y alsegundo golpe comprendi que deba caminar. Lo llev hasta una delas celdas y le cerr la puerta.

    Samuel le dio una ojeada al lugar, estaba limpio, tena un catre encada costado y una mesa fija en el centro, unos bancos clavados al pisole permitiran sentarse a la mesa. En una esquina haba un sanitarioy un lavabo. Todo estaba firmemente amurado, nada poda moversede su lugar, supuso que eso era una medida de seguridad para que los

    esclavos no usaran los muebles como armas.Samuel se recost en el catre, haca ya mucho tiempo que el pisoera su nico lugar de descanso, disfrut esa pequea comodidad porun instante y le agradeci a sus dioses por ese exiguo regalo. Se durmiprofundamente.

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    CARRERASDECARROS

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    NOSUPOCUNTOtiempo estuvo dormido, pero cuando lo despertaron

    ya el da se haba ido. Una luz mortecina iluminaba la celda y una mujerjoven le hablaba.Se incorpor y ella le seal la mesa, all estaba un plato con comi-

    da, un vaso y una jarra con agua. Camin hacia la mesa y le agradecien su idioma.

    La joven por lo visto no hablaba su lengua, le dijo unas cuantaspalabras y le sonri. Samuel se sent a la mesa, comi y bebi tanrpido que despert la risa en la muchacha, ella levant los trastos y

    sali de la celda cerrando tras de s la puerta. Samuel corrobor quel no poda abrirla, no entenda cmo estaba tan firmemente trabadasi la mujer no le haba puesto tranca ni se vea obstculo alguno. Anestaba cansado y su curiosidad no era tan grande como para desper-diciar esos momentos de descanso en una investigacin, se recost denuevo y retom su sueo.

    Esa noche, quizs por estar gozando de una cama, so con suKands natal, estaba en el saln de los banquetes jugando con jve-

    nes de la corte con quienes practicaba lucha y arquera, de pronto sepresentaba Estela, oh, la bella Estela! pretendida por Samuel y variosms, ella empezaba a bailar y a seducirlo. De pronto su sueo se volvipesadilla, entraba el enemigo y arrasaba con todo, estaban invadiendoel palacio! l mataba a uno y otro y otro pero seguan llegando ms,de pronto sus manos no podan levantar la espada, pesaba tanto queno se mova, sus pies estaban clavados en la tierra y le era imposiblecaminar, los enemigos rean y ran, sbitamente uno de ellos levantaba

    la cabeza decapitada de Estela...

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    Despert agitado, baado en sudor y gritando el nombre de ella,tard un poco en volver a la realidad, sus ojos recorrieron el lugar yredescubrieron su celda. En su mente revivi la lucha encarnizada

    con el enemigo, el asedio y su invasin. Record nuevamente comoEstela era asesinada ante sus ojos. A pesar de su lucha y de todos losenemigos muertos por sus manos, l no pudo evitarlo... eran tantos!El nmero de invasores era aplastante, recordaba estar luchando consiete de sus guerreros cuando un golpe en la cabeza lo haba dejadoinconsciente para luego despertar con el lgubre espectculo de lascabezas decapitadas de sus padres. Quizs el enemigo nunca supoque l era el prncipe, no acostumbraba a llevar vestimentas llamati-

    vas ni diferentes a las de sus compaeros del ejrcito, posiblementesu modestia le haba salvado la vida. Revivi su captura, su viaje, susupervivencia a la marcha en el desierto, su esfuerzo por salvar a esamuchacha cargndola tanto tiempo y finalmente su pena, bronca e iracuando la entregaron para ser alimento de las bestias. Record lo quel le susurraba al odo de vez en cuando:

    Todo cambia... todo cambia... maana no ser como hoy... Todocambia.

    Esa frase ahora le pareca muy lejana, pero real. Para l, en pocosjodesh, todo haba cambiado y por qu no, todo podra seguir cam-biando y as sera, porque la poca comodidad de la que gozaba en sucelda le durara poco.

    Por la maana uno de los sirvientes de la casa se acerc y abri lapuerta, le dijo algo y le hizo seas para que saliese. Samuel comenzabaa traducir algunas palabras del idioma de esa gente.

    La mujer corpulenta que lo haba adquirido en el puesto de esclavos

    se le acerc, por lo visto era el ama del lugar, lo examin como quienaprecia un adorno nuevo, le hizo levantar los brazos, mostrar sus dientes ysu espalda. Luego le indic algo al sirviente y l dio unas cuantas rdenesa unos jvenes que estaban por all barriendo. Ellos salieron disparadosa buscar el pedido. Samuel empezaba a entender la posicin ocupadapor las distintas personas. No saba si quien haba dado las rdenes eraguardia o sirviente, pero l mandaba al resto y obedeca al ama. Estabaseguro que era un hombre libre porque no tena puesta ninguna argolla

    como las que le haban colocado a l en el puesto de esclavos.

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    Al poco rato llegaron con un carruaje. ste era distinto al que habavisto el iom anterior, los palos de adelante de los cuales se agarrabael esclavo que lo tiraba, estaba cruzado por un madero transversal. El

    sirviente tom unas cadenas que le alcanzaron y con ellas le at laspulseras por delante, luego desmont el palo transversal y lo puso entrelos codos y la espalda de Samuel. As sus brazos quedaban trabadossin posibilidad de movimientos.

    Hizo que Samuel se pusiera en posicin cerca del carruaje y acomo-d el madero en el cual estaba atado nuevamente en su lugar. Samuelahora entenda, queran usarlo para tirar del carruaje.

    La idea no le caus ninguna gracia, comenz a percibirse el disgusto

    en su rostro. Samuel recordaba cun denigrante haba visto esa tareael iom anterior.Cuando el sirviente intent ponerle la brida se desat la pelea.

    Samuel se retorca y tiraba patadas contra el sirviente, otro se le acercpara ayudarlo pero Samuel logr engancharlo con una llave que casi loasfixia, se salv pues otros sirvientes ms intervinieron en su ayuda. Elintento no les sali barato, haba dos esclavos con el brazo quebrado,cinco golpeados y magullados y el jefe de los sirvientes casi asfixiado.

    Todo termin cuando la mujer sac su bastn y con l toc el pechode Samuel.El joven nunca haba experimentado nada igual, cuando la punta

    del bastn toc su piel sinti ardor y un dolor terrible recorrindoletodo el cuerpo, sus msculos se tensaron y dejaron de responder a su

    voluntad. Cay al piso y comenz a temblar incontrolablemente. Elsufrimiento era espantoso. l conoca el dolor, sus prcticas militaresse lo haban enseado durante muchos shana, pero esto no tena

    comparacin alguna.El ama dio unas rdenes y los sirvientes alzaron a Samuel del pisotomndolo por los brazos y lo arrastraron para atarlo a dos postes ubi-cados en un costado del patio, sus brazos y pies fueron encadenados acada poste formando una X con su cuerpo. Samuel estaba an muyentumecido para poder resistirse, le haban entrado nauseas de tantodolor que senta.

    Una vez inmovilizado el prisionero, el jefe de esclavos tom el

    ltigo con el que cruz la espalda de Samuel cerca de veinte veces,

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    a comparacin de lo anterior esos golpes parecan una caricia. Allquedara el joven todo ese iom.

    Samuel comenz a recobrarse con el fro de la noche, su cuerpo

    segua dolorido pero ahora ya poda pararse, eso aliviaba el dolor desus muecas. El haber estado colgado todas esas horas le haba aca-lambrado los brazos. Esa noche record la comodidad de su celda,ahora la haba perdido, cada vez estaba peor, pero su espritu an sesenta libre no se dejara poner esas riendas!

    La noche pas y amaneci de nuevo. El jefe de sirvientes se acer-c a Samuel, le dijo algunas palabras con sonrisa socarrona y tomel ltigo para castigarlo nuevamente. Samuel contuvo la respiracin y

    se prepar para los golpes, de su boca no saldra ni un gemido. Estavez sinti el dolor de los latigazos y agradeci a los dioses que fueranslo veinte, si hubieran sido ms probablemente algn grito de dolorhubiera salido de su garganta.

    Samuel descubri que a ese hombre le gustaba torturar antes de losalimentos de la maana. No poda observar qu suceda en el patio delos esclavos pues estaba atado dndole la espalda, pero poda escucharrisas y charlas, ruido de ollas y de enseres, sonidos familiares de gente

    realizando trabajos caseros y de granja. El sol del medio da y la siestacastigaban la espalda magullada de Samuel. Por sus conocimientos de-dujo que l estaba atado mirando hacia el Sur, imagin que si agudizabala vista poda ver su ciudad natal, cunto extraaba Kands!

    El da transcurri sin que nadie ms se le acercara, cay la nochey con ella el fro propio del clima desrtico, era su segundo iom decastigo.

    El tercer iom fue como el segundo, a la maana temprano recibi

    los latigazos de parte del jefe de esclavos quien volvi a hablarle sin quepudiera entenderle. Samuel tena mucho tiempo para pensar e imaginar.Nadie le hablaba. Senta que pasaban cerca de l pero ninguno osabadirigirle la palabra.

    El cuarto iom ya se senta dbil, las pocas fuerzas recuperadas ensu celda se estaban desvaneciendo por el cansancio, hambre y des-hidratacin. Ms que un castigo, pensaba Samuel, quizs el sirvientequera matarlo lentamente utilizndolo de ejemplo para todos los

    esclavos que se negaran a hacer algo y adems golpearan a otros. El

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    iom transcurri sin cambios, el jefe de esclavos se acerc, le dio veintelatigazos y se fue.

    Por qu me est pasando esto? Pensaba Samuel. Qu pre-

    tenden de m los dioses? Se preguntaba. No lograrn doblegarme!Se repeta, para darse fuerzas. No lograrn doblegarme!Al caer la noche, una vez que todos estaban en sus celdas o habita-

    ciones, Samuel descubri una sombra deslizndose por la galera frentea l. Al principio no distingua bien pero luego pudo ver la silueta deuna persona aproximndose.

    Con mucho sigilo una esclava lleg hasta donde l estaba y le acercun cuenco con agua a la boca. Los labios de Samuel estaban rajados

    y resecos, el contacto con el agua fue un gran alivio. Le dio de beberlentamente para que Samuel no se atragantara, llevaba ya cuatro iomsin ingerir agua y hacerlo de repente podra serle perjudicial.

    Con delicadeza la esclava tom un pao hmedo y limpi el rostro,el cuello y el pecho, un pecho amplio que reflejaba muchos shana deejercicios. Luego le extendi un poco de comida y agua nuevamente.De repente se escuch un ruido, la esclava qued inmovilizada delpnico, el temor se lea claramente en su rostro, levant los enseres

    que haba trado y desapareci entre las sombras.Samuel crey que un Guardin haba acudido a ayudarle. Por fin losdioses atendan sus splicas y venan a socorrerlo en tan aciaga hora.

    El amanecer del quinto iom Samuel estaba mejor, el agua y lacomida le haban dado un poco de fuerzas y su cuerpo ahora no caaflcidamente colgando de los brazos sino que se mantena en pie.

    Cuando el jefe de esclavos lleg, tom su ltigo y cumpli con sutrabajo matutino. Ver a Samuel de pie le disgust de sobremanera, l

    pretenda domar a ese esclavo a fuerza de hambre y sed. Comenz a gritary dar rdenes a distintos esclavos, ellos con cara de miedo respondannegando con sus cabezas. Ahora Samuel sonrea internamente por supequeo logro, le haba borrado a ese hombre la sonrisa del rostro.

    La noche del quinto iom tuvo la visita de la esclava quien regresllevndole nuevamente agua y comida. Como en un ritual se la diolentamente para que no tuviera complicaciones al tragarla.

    Samuel la mir detenidamente, era muy parecida a su amiga de

    desdichas, a mi Guardiana... pero no poda ser, ella estaba muerta.

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    Cul es tu nombre? le pregunt Samuel en su idioma, sinmuchas esperanzas de respuesta. Apenas poda emitir sonidos con sugarganta reseca.

    Mara22

    respondi ella con una sonrisa, sbdita suya,majestad.Samuel no poda dar crdito a lo que oa, Mara era de Kands!,

    lo haba reconocido a pesar de su estado deplorable actual y estabaayudndolo porque haba sido su prncipe.

    Gracias Mara le dijo, pero te arriesgas demasiado... estoydestinado a morir aqu su voz era ronca y entrecortada.

    Shhhh le dijo Mara, poniendo su dedo ndice sobre los labios

    de l. No se esfuerce en hablar, est muy dbil majestad acotella. Yo le debo mucho mi seor... un ruido interrumpi lo quepareca sera un relato interesante. Mara junt los enseres y desapare-ci en la oscuridad dejndolo solo con la intriga de saber a qu deudase refera.

    El encuentro de la noche anterior haba llenado el espritu deSamuel, ya no se senta tan abatido, un nuevo aire flotaba alrededorde l, se senta mucho ms fuerte que cualquiera de sus iom anteriores

    despus de su captura.El jefe de esclavos se acerc, tom su ltigo y lo castig como lovena haciendo. Samuel no slo resisti de pie el castigo y sin un sologemido sino que, adems, le devolvi una sonrisa.

    Al sirviente eso no le gust. Tom a Samuel de los pelos y comenza increparlo. Su idioma an era ininteligible pero la bronca reflejadaen sus ojos era un lenguaje universal, el jefe de los sirvientes estabamuy disgustado.

    Ese iom comenz como los anteriores, todo cambiara haciael medio da. Al llegar el horario de los alimentos Samuel escuchmucho revuelo en el patio de esclavos, de pronto el jefe se presentfrente a l con Mara tomada del brazo, la arrastraba en forma bruscay la sujetaba con fuerza. Mara se vea aterrorizada, Samuel la miry una expresin de pnico cruz por su rostro. Slo fueron unossegundos, lo hallaron desprevenido, su expresin le corrobor al jefede esclavos su suposicin de que Mara haba estado alimentando

    al prisionero.22La Elegida.

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    Con dos gritos varios sirvientes llegaron a donde se encontraban ydesataron a Samuel, en su lugar ataron a Mara, pero a ella la pusieronmirando hacia el patio.

    Samuel, aprisionado por cuatro esclavos sujetndole sus brazos ycon la debilidad que tena no poda hacer nada. De pronto, ante otraorden del jefe acostaron a Samuel boca arriba en el piso frente a Maray estaquearon sus manos y pies, ahora ella poda verlo todo el tiempoy l a ella tambin.

    El jefe de esclavos tom un kurtiz23y con l le peg a Mara. Suintencin era castigarla sin dejar marcado su cuerpo para que la esclavano perdiera su precio.

    Samuel no tuvo esa suerte, con l usaron el ltigo y le propinaron almenos diez azotes en el pecho. Eso s le dejara marcas permanentes.Toda la tarde estuvieron as, el sol daba de lleno en la cara de Mara

    y en todo el cuerpo de Samuel. Cuando comenz a atardecer lleg elalivio del calor, pero l ya saba cunto fro pasaran. A pesar de sulargo tiempo de cautiverio an no se acostumbraba al clima nocturnoa la intemperie y sin abrigo.

    Esa noche, una vez que todos se retiraron del patio, Samuel co-

    menz la conversacin a pesar del permanente temblor de su cuerpopor el fro. Sus intenciones eran que la joven pusiera su mente enotro lado y se olvidara de la baja temperatura que los haca temblarconstantemente.

    Hija de quin eres, Mara? le pregunt, apretando los dientespara que no castaearan y tratando de aclarar su seca garganta.

    De Yain24, el copero real, y Noem25mi Seor le respondiella. Una vez su majestad salv a mi padre del enojo de su excelen-

    tsimo padre. Asumi la culpa en el tema de los vinos intercambiadosrecuerda ese suceso, majestad? su excelentsimo padre iba a despediral mo y eso nos hubiera dejado en la calle a mi madre, mi hermanoy a m.

    Samuel record el incidente, nunca crey que habra sido tanimportante para alguien, l siempre lo vio como un juego. Su padre

    23Ltigo de mango muy corto y muchas colas, generalmente ms de veinte, de mate-rial liviano. Sirve para golpear sin dejar marcas permanentes.24Vino.25Mi Dulzura.

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    estaba muy disgustado porque haba ordenado enviar un tipo de vinocomo regalo de bodas a un rey amigo y al final el copero envi otropor error, igual de bueno pero distinto. Como era una tontera l le

    dijo a su padre que la idea de cambiar el tipo de vino haba sido suya,pidindole excusar al copero por no seguir sus rdenes. Ahora com-prenda a qu deuda se refera Mara la noche anterior.

    Adems prosigui, el iom de la invasin, su majestad salvmi vida. Quizs sin quererlo, pero lo hizo sus dientes castaeaban.Esa noche estaba ms fra de lo habitual.

    Podras ser un poco ms especfica, por favor, Mara? pre-gunt l. Su voz sala penosamente de su garganta pero necesitaba

    hablar con ella, escucharla hablar de Kands y de su vida anterior leregocijaba el alma.S, su majestad... iba a continuar, pero en ese momento Samuel

    la interrumpi.Por favor Mara, no me llames as. En la posicin en que estoy

    considero ridculo el uso del protocolo real le dijo Samuel, adems,cada vez ms cuenta me doy que puede acarrearme ms complicacionesque beneficios.

    Lo siento su majestad, perdn, mi seor... perdn... cmo debollamarlo? dijo Mara, confundida.Samuel, ese es mi nombre.Como ordene, Samuel le respondi ella, con reverencia.Samuel sonri. Haca rato que nada le causaba gracia, pero sentir a

    Mara tratarlo con tanta formalidad y l verse estaqueado y golpeadocomo estaba era una situacin totalmente irrisoria.

    Bueno Mara, aclrame lo ltimo, cmo es que salv tu vida?

    le dijo, intentando aliviar la situacin engorrosa en que se encon-traba ella.El enemigo haba invadido el palacio, todos corramos sin saber

    dnde poder escondernos, estaban por todas partes, era imposibleperderlos y huir. Al cruzar la puerta del gran saln uno de esosbrbaros pudo agarrarme del cabello, empez a divertirse conmigorevolendome como le vena en ganas. A los pocos minutos se cansdel juego y de mis gritos entonces empu su espada para matarme

    pues yo segua resistindome. De repente lo llamaron y se dio vuelta,

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    haba una revuelta en el pasillo que daba al gran saln, necesitabansu ayuda para someter a uno de los soldados que peleaba con bra-

    vura y ya haba matado a varios. Entonces perdi inters en m, me

    solt y fue con sus compaeros a abatir al rebelde. Tom una de lasestatuas que estaban en la estancia y con ella le peg en la cabezaal soldado. Yo aprovech para huir y esconderme bajo la gran mesacentral. Desde all vi el cadver de la seorita Estela muy cerca dem y distingu al soldado abatido, era usted mi seor, digo... Samuel.Lo entiende? Si no hubiera sido por su lucha el brbaro me hubieramatado prosigui con tristeza. Esconderme no vali de mucho,cuando se aplacaron un poco las peleas algunos guerreros comen-

    zaron a juntar a los sobrevivientes para venderlos como esclavos. Elque se resista mora en el acto. As fue como termin en la plazamayor junto a varios ms, a m me vendieron al iom siguiente a unacaravana que se dirigi directamente para aqu, el viaje fue sacrificado,murieron muchos en el camino, algunos eran conocidos mos. Nosupe nada de mi padre, mi madre o de mi hermano, seguramenteestn muertos... una lgrima rod por sus mejillas y la angustia seapoder de su rostro.

    Lo lamento... Y te pido perdn le dijo Samuel.Perdn? Por qu? pregunt Mara, asombrada.Por no haber defendido mejor el reino, por dejar que te hi-

    cieran prisionera, por la muerte de tu familia esos fracasos an lepesaban.

    No le culpo, majestad, eran demasiados. No tenamos oportuni-dad de ganar, pero al menos les dimos batalla, no sacaron gratis nuestraconquista. Adems usted mat un gran nmero de enemigos y con ello

    tambin salv a muchos de nosotros le anim Mara.Samuel qued mudo ante tanta generosidad de espritu, l s seculpaba. Debera haber peleado mejor, matado ms hombres, defen-dido a las mujeres, quizs morir con sus padres. La perspectiva que leexpona Mara le quit algo de esa culpa.

    En esos momentos un guardia pas cerca y ambos callaron. Des-pus de esa conversacin la noche transcurri en silencio, de vez encuando pasaba el sirviente asegurndose que todos estuvieran en sus

    celdas.

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    Samuel vio que empezaba a amanecer, en poco tiempo se levan-tara el jefe de sirvientes y lo azotara, slo esperaba que a Mara nola golpearan.

    El susodicho se present ms tarde de lo normal, vena acompaa-do del ama. Dos esclavos traan el carro y otros dos sirvientes venanpara servir de apoyo.

    Primero le soltaron las manos a Samuel, el par de esclavos le suje-taban un brazo y al otro lo sujetaban el par de sirvientes, lo incorpo-raron hasta ponerlo de rodillas, le ataron sus manos por delante y lecruzaron el palo del carro entre los codos y la espalda. Recin despusle desataron sus pies. Lo incorporaron y pusieron en posicin en el

    carruaje. Samuel an estaba dbil para resistirse.El jefe le hizo seas a uno de los sirvientes y ste se ubic detrsde Mara con el kurtiz en la mano. Samuel ya interpretaba sus in-tenciones, cualquier problema que causara seguramente Mara seracastigada.

    El otro sirviente acerc la rienda, el jefe sonri maliciosamente y seadelant para colocrsela a Samuel. El prisionero se revolvi un poco,su corazn se aceler sabindose impotente ante esa situacin.

    Samuel se qued quieto al ver al sirviente apostado detrs de Maralevantar su kurtiz. El jefe le puso la rienda, an tuvo que hacer algo depresin para lograr que Samuel abriera la boca y dejara entrar el ma-dero entre sus dientes. Esta brida era diferente a las que haba visto, leestaban colocando una que se ataba atrs de la cabeza para asegurarseque quien la usara no la escupiera.

    Samuel tena los ojos encendidos de furia, si no estuviera la vida deMara en juego la suya no le importara, pelearacomo lo haba hecho

    antes con las pocas fuerzas que le quedaban. Se senta denigrado eimpotente ante la situacin, una lgrima de bronca se desliz por sumejilla.

    Mara lo mir con ternura y agradecimiento, saba el sacrificio queestaba haciendo su prncipe porque lo conoca bastante bien. A pesarque ella haba sido invisible a los ojos de Samuel durante su vida en elpalacio, l no haba sido invisible a los ojos de ella. Haba visto a esejoven crecer, saba cun orgulloso era y ahora se estaba tragando ese

    orgullo para protegerla.

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    El jefe de los sirvientes lo mir con satisfaccin, haba doblegandoel espritu libre de ese esclavo.

    El ama, quien a poca distancia segua la escena, dio algunas rdenes

    y uno de los sirvientes subi al carro, tom las riendas de la brida yfustig al esclavo para que comenzara a caminar.Samuel obedeci, de reojo vea a Mara y al sirviente detrs de ella,

    sus opciones eran pocas, ms le vala ser un esclavo dcil.Luego de hacer caminando una vuelta al patio de los esclavos el

    ama orden que lo hiciera ms rpido. La fusta tradujo las palabras dela mujer al cuerpo de Samuel quien comenz a trotar y luego a correrarrastrando el carruaje.

    El ama se mostr satisfecha y dio algunas instrucciones. Ese daSamuel debi dar casi treinta vueltas al patio arrastrando el carruajecargado con bolsas de granos para que tuviera ms peso.

    Al anochecer soltaron a Mara de los postes y la dejaron ir, al lo encerraron en su celda encadenado por el collar a una de lasargollas de la pared. Le trajeron agua y comida. Samuel calm suapetito y su sed acumulada de varios iom. Se acost a dormir puesestaba exhausto.

    Temprano lo despertaron con los alimentos de la maana, unpoco de comida y una infusin caliente. Uno de los esclavos acerc elcarruaje a la puerta de la celda.

    Con un poco de fuerzas como tena despus de haber dormido ycomido, Samuel se resisti nuevamente a ser enganchado. Las man