Saludarte n°1

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Estudiantes de MEstudiantes de MEstudiantes de MEstudiantes de Musicoterapiausicoterapiausicoterapiausicoterapia

Rosario, Santa FeRosario, Santa FeRosario, Santa FeRosario, Santa Fe 2013201320132013

EEEEditora Yupanquiditora Yupanquiditora Yupanquiditora Yupanqui

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Queda permitida toda copia y difusión de esta revista,

en pos de seguir construyendo camino entre todos los

que transitamos el espacio de interés.

Si querés compartir y

difundir tu trabajo mandalo a:

[email protected]

Los trabajos publicados no responden al perfil de la

revista, cada autor es

responsable de sus escritos.

Editora Yupanqui

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Proponemos SALUDARTE como una invitación a la

charla entre nuestras ideas,

para el intercambio colectivo de reflexiones que

nos van construyendo día a día.

Saludarte, se abre al dialogo. Conversando desatamos los caballos de nuestras

inquietudes, las ponemos en juego, nos conocemos cada vez más y Co-Construimos juntos.

La propuesta a la reunión del pensamiento comienza en los sueños de extender nuestro campo,

exponerlo a opiniones, acercarlo a la gente, volverlo un espacio para la constante reflexión.

Expresar gracias a los sesgos de la libertad, lo que noso-tros podemos pensar.

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Índice

De qué hablan los musicoterapeutas?............................ 9 Ramiro Fregoni Volto ao mundo…………………………………………………… 13 An Maeyaert Del entrecruzamiento en el tiempo: una experiencia en el campo de la vejez…………………… 15 Lis Favro Sensación-movimiento Cuerpos dóciles…………………… 27 Joan Bernaus Trazos sobre una reflexión epistemológica……………….. 31 Julio Amann

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¿De qué hablan los MusicoterapeutaS? Ramiro Fregoni

Dígame usted, lector, si cuando divisa una pauta enseguida empieza a reflejarse por los senderos de las palabras y enreda su canto entre proezas y llantos. Díga-me si alguna vez llorisqueó por no tener en las manos ese enjambre de lapsos que le den tiempo para apreciar un fenómeno acechado. Dígame, si le digo que soy sujeto, que verdad no encuentro entre mis inefables sentimientos.

Le pregunto también, si es que tenemos temas de qué hablar, como hace usted para filetear el engrosado modo del abismo, surcado por el tiempo en la forma, visto, tal vez en sueños o en una espesa claridad de agonía de clase o de lectura compartida. Dígame, y ya no le pregunto más, que hará usted cuando escuche un silbido y sienta la posibilidad de derramarse sobre el sentido.

Lo que traería mi suerte lo suelto como si a alguien le sirviera, escuchar en los tramos de la humanidad un sollozo de silencio, un discurso cierto que roza los argumentos. Se suelta como quien esperó el momento, para decir sí o no, pese a los detrimentos. Me pregunto de qué hablan los Musicoterapeutas lanzando un recuerdo austero:

-“¡oh camarada del colegio! Es rentable tu esmero?”

Pensando para quién será rentable le contesto:

-“solo tengo tiempo para respirar, con el agua hasta el cuello”.

El vacilante desespero de creer estar en un vaso de agua me regresa el aliento, pero no: si mi capacidad material estuviese primero no hubiese visto lo que mis huesos vieron. Ese socavón de negligencias, montados sobre un cuerpo de re-friegues. Y a veces contesto, a veces hablo, y suelo rebatir cuando el otro dice: “¿Que me habrá querido decir?” Nada, nada, nada quise decir, dije lo que quise.

Así un día me recibí y pude hablar como MusicoterapeutA.

Pero los que estudian Musicoterapia no hablan de las cosas que hablan los Musi-coterapeutas, ellos no saben, no saben nada, se la pasan hablando de Filosofía, de Música, de ciencias humanistas y miradas políticas, de fenómenos en el domi-nio de las artes y de psicopatologías. Se la pasan hablando del trabajo en equipo, de las instituciones y los saberes.

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Se la pasan teorizando con el cuerpo, parece que no supiesen de que hablar. Y así hechos y derechos Musicoterapeutas o se la pasan hablando de lo mismo o hacen lo que quieren. ¿Qué será lo tanto que tienen que hablar los Musicoterapeutas? ¿Se la pasarán hablando?

Sin haber hecho una investigación seria, parece que los Musicoterapeutas hablan con sus pacientes, alumnos y aprendices, hablan con sus compañeros de trabajo, hablan con la gente por la calle y siguen hablando en sus casas de estudio y sus casas donde habitan. Hablan todos los días, algunos hasta de noche ¿de que hablarán? Algunos hablan en Guaraní, otros en Quechua y Aimara, otros en in-glés, otros en francés, holandés, alemán, y debe haber alguno que hable griego o latín. ¿Hablarán entre ellos?

¡De que hablan! ¡Que dicen! ¡Como lo hacen! ¿Qué nos querrán decir?

Inevitablemente pienso en un análisis discursivo, al estilo de Eliseo Verón con el fenómeno peronista, pero recolecto citas y le mando una apreciación casi aca-démica, con más rigor literario que científico, reluciendo modos de configurar materia sonora acentuando la significancia de los conceptos articulados:

1er ejemplo:

“El sujeto recorrió el espacio hasta que optó por escoger un instrumento”

Claramente es un Musicoterapeuta simplista y adivino, ya que no solo no descri-be el trazo del recorrido espacio-temporal, sino que simplemente lo enuncia y lo decora con la posibilidad de leer la operación de producción como un acto de “optar”.

2do ejemplo:

“Querida, alcánzame el fenómeno que deviene en tanto es-siendo manteca”

Este Musicoterapeuta quedó muy revertido por la concepción del mundo creada, utiliza las palabras de un modo impecable, casi lactoso. Se leyó sin saltear pala-bra todos los libros de fenomenología junto con la crítica que acarrea el estructu-ralismo y posterior deconstruccionismo. Tiene serios problemas de comunicación con su esposa.

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3er ejemplo:

“ Tres negras, una blanca con puntillo y un silencio para completar el compás en 7/4, así 12 compases”

Análisis musical de un discurso estereotipado, configurado por un aprendiz de Stockaussen que terminó en un psiquiátrico por prender fuego un auto. Endurece la posibilidad de ablandar la abstracción. Fenómeno imperial típico de la cultura occidental que desama en lo social.

Con el pasar de los ejemplos fui formulando nuevas preguntas para refinar la inquietud que me generó hablar sobre lo que hablan los Musicoterapeutas. Cuá-les son sus bagajes teóricos y vivenciales, en que contextos se los alumbra, cuan-do se los escucha. Pareciera ser que a espaldas de grandes corpus centenales se dialogase en público sobre sus grandes infamias, denunciando, y nadie de los imputados se percatase. Casi que ni se contagiaran de léxico las demás discipli-nas de salud que suelen escuchar solo sus discrepancias, de hecho, ahí mismo su forma de hablar se vio implicada por las determinaciones, o condiciones de pro-ducción infiltradas. Así mismo percibió su silencio o sonido junto con su ojo de

forma que al hablar probablemente se desangre. Ahí donde florecieron los demás lenguajes, y el modo de hablar se camufló:

Se volvió sensato cuando debía, y no se volvió onomatopeya cuando lo sintió, se volvió tambor cuando calló. Se volvió piano cuando caminó, se volvió noche cuando suspi-ró. Se volvió lo que fue cuando fue y cuando volvió, de este modo u otro, de lo que espera-ba o no.

Ahí donde el hablar se confundió, brotó del plano de composición una nueva creación, ese modo de meterse por donde el arte nos mandó, creación, resisten-cia, revolución, deliberando entre inmanencias y conceptos con alcance infinito. Allí donde el silencio ni siquiera lo intentó, por ver de cerca lo lejano, por vislum-brar el caos en su inocente pausa.

Algo de eso hoy me pasó, me encuentro escribiendo por aquello que solo dispa-ró, rellenando ojos y pieles de aquello que metiéndose hasta las entrañas, revol-viendo los lenguajes, buscando los límites, asqueando en avaricia burocrática y en morbosidad humana, aquello, que no dejó la forma de lado, que no dejó la calma de lado, que no se dejó vender a precio de abandonar el estremecimiento, la poesía, la niñez y la vejez de aquel día.

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Buscando nuevamente una mesa donde enfrentar mi espalda me pregunto de qué hablan, que hay por hablar entre las situaciones que se suceden y proponen instancias. Cuanto por hablar para rondar por aquello de lo que no se habla. Cuanto para demostrar, cuanto para transformar ya. Cuanto para aprender a nadar entre la viscosa libertad de experiencias sorpresivas que desde los huesos nos hagan flamear hasta convertir el habla en un testigo y en un sospechoso más.

Bibliografía:

Daniela Gianoni - De abismos y superficies. Tesis de Lic. En Musicoterapia. Año 2002

Eliseo Verón - La semiosis social. Editorial “Gedisa”. Año 1993

Gilles Deleuze - Lógica del sentido. Editorial Paidos. Año 2005

Gilles Deleuze y Felix Guattari - ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama. Año 2006

Gregori Bateson - Espiritu y Naturaleza. Editorial Amorrortu. Año 2002

Gustavo Leguizamón y Manuel Castilla – Poesías. Libro Independiente. 2013

Juan Carlos Dávalos - Cuentos y relatos del norte argentino. Editorial Biblioteca del norte. Año 2009

Michel Foucault - Las palabras y las cosas. Editorial Siglo XXI. Año 2008

Maurice Merleau Ponty - Fenomenología de la percepción. Editorial Planeta Agostini. Año 1985

Rodolfo Kush – Obras Completas. Editorial Galería Ross. Año 2009

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Volto ao mundo

An Maeyaert

“No me pregunten quién soy y no me digan que me quede igual: eso es una moral de estado civil;

ella rige nuestros papeles. Que nos deje libres cuando se trata de escribir.”

Michel Foucault

Una alfombra, instrumentos musicales, personas. Y una ronda, que invita. Nos arrimamos, nos encontramos: con la alfombra, con los instrumentos musicales, con las personas. Y con nosotros mismos.

En este espacio se van mezclando sonidos, producciones, vivencias. La simple presencia de todo lo que constituye ese mundillo, invita a sumarse a la experiencia. Uno agarra un instrumento, y desde un simple contacto con las ma-nos o la boca, produce un sonido. Ya está participando, tan fácil es. Lejos de las convenciones del lenguaje verbal y de la sociedad, la forma en la cual se expresa, será una posibilidad de incluirse en el evento, en el grupo. No hace falta nada más.

En este encuentro con el instrumento, o los instrumentos, uno va confi-gurando su discurso. La forma se va creando en el momento mismo, y no tiene que responder a ninguna regla pre-establecida. Y así, dentro de la ronda, se van configurando muchos discursos, que en algún momento se encuentran entre sí. No hay restricciones que dificulten o impidan este encuentro: los sonidos se mezclan en el espacio. Dijo alguien: “Es imposible no escuchar lo que hacen los otros, es imposible no engancharte”. Y así se encuentran los discursos, se enla-zan y van tramando una red de discursos llena de relaciones que van tomando formas diversas, que van y vienen, que se acercan y se alejan, pero que unen a los participantes en una vivencia única: una construcción colectiva generada en li-bertad y en igualdad. Nadie tiene por qué estar excluido de esta comunión.

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Luego, salimos de la ronda y volvemos otra vez a esa otra ronda que es el mun-do. Allí, los encuentros no resultan tan sencillos: allí sí hay muchas, muchas re-glas pre-establecidas; allí, hace falta mucho más que la simple presencia de cada uno; allí, son muchos los que no están invitados a la ronda. Allí, libertad e igual-

dad son sólo palabras que figuran en el lema de algún país, que no supo realizar-las en la práctica.

Es por eso que él que transitó por la primera ronda, está mejor preparado para transitar por la segunda. Aprendió, vivenciándolo, que puede. Que puede expre-sarse, que puede vincularse, que puede escuchar y ser escuchado. Que puede construir un discurso en muchos lenguajes, y que este discurso puede tomar muchas formas. Que puede entrar en contacto con otro, y construir algo junto a ese otro, y a muchos otros. Que saliendo de los caminos marcados, puede encon-trar nuevas posibilidades de estar en la ronda, en la vida. Que puede hacer cosas que son importantes para el otro, porque en el entramado discursivo, cada dis-curso se ‘alimenta’ de los otros.

Sólo hay que escuchar bien, con todos los sentidos… para darse un lugar en la ronda, y para dar lugar a los demás participantes, y construir entre todos un mundillo de libertad y de igualdad, que multiplica las posibilidades de ser, estar, y encontrarnos en y con el mundo.

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Del entrecruzamiento en el tiempo: una experiencia en el campo de la vejez

Lis Fabro

Del entrecruzamiento surge a partir de aquello que fue escrito en otra oportuni-dad para la asignatura Musicoterapia en Geriatría: el querer fundamentar esa especificidad soportando el decir desde lo que otros (autores, musicoterapeutas) pensaron. Resultándose “desteñida” la práctica personal en el ámbito, una insti-tución geriátrica en este caso. Es así que se proyecta la idea de un cambio, posi-cionado en el –cómo- pensar. Haciendo referencia así al poder llevar a cabo un enlace entre aquellas lecturas sugeridas, el material buscado y esos días de prác-ticas: el entrecruzamiento.

Esperando que este escrito deje abiertas puertas a futuras planificaciones, expe-riencias, prácticas en este ámbito, el de la vejez, no como un modelo a seguir, sino como aquello que es posible de ser –repensado.

LA VEJEZ

Tomando diferentes autores, se pretenderá dar un panorama de aquello que comúnmente se denomina VEJEZ –y sus características-, aunque no siempre digan “lo mismo”, responden ellos a una muy similar perspectiva del asunto en cuestión. Con esto hágase referencia al aspecto negativo de la vejez, una vejez marcada con prejuicios. Sin querer hacer de estas formas las únicas posibles; intentando a partir de aquí la de-construcción de las mismas.

Tomando los escritos de Emilio Mira y López en “Hacia una vejez joven”, comien-zan a observarse interrogantes que hacen superficie: ¿En qué consiste la vejez? ¿Cuándo empieza? ¿Cómo se caracteriza? Preguntas que, más allá que perezcan responderse con inmediatez, no lo son. Principalmente hállese la dificultad en el poder tomar sólo el criterio cronológico para fijar limites (ni la edad desde el nacimiento, ni la proximidad al fin vital). Como así también resulta imposible querer hablar de vejez en tanto coeficientes cualquieras como ser la resistencia.

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La vejez vista de dos enfoques diferentes: enfoque orgánico y enfoque moral y

social

En el primero puede encontrarse una serie de alteraciones enumeradas:

1- Alteraciones histofisiologicas (vida celular –lentificación de procesos-, movimientos y secreciones con mayor lentitud, disminución de la activi-dad enzimática)

2- Alteraciones anatómicas (piel, cabellos, articulaciones, glándulas de se-creción interna, aparato cardiovascular)

3- Alteraciones fisiológicas (lentificación de pulso, ritmo respiratorio, di-gestión y asimilación, declive de capacidad de satisfacción genital)

4- Alteraciones psíquicas (disminución de la amplitud de percepción senso-rial, lentitud en los procesos configurativos, asociativos y reactivos, con-centración de los intereses, egocentrismo afectivo y mayor vulnerabili-dad emocional)

“En el proceso de envejecimiento los factores psicológicos, biológicos y sociales […]

deben ser observados en la totalidad de su interacción y en las resultantes, enten-

diendo por esto último el envejecimiento individual.

En este tema de las generalizaciones […] es necesario que tengamos presente que

sólo deben servir como telón de un escenario donde se desarrolla la verdadera esce-

na: nuestro propio envejecimiento.” (Salvarezza, 2002) Desde una perspectiva moral y social otras cuestiones se hacen presentes, más allá de lo planteado por Mira y López, trabajadas por Leopoldo Salvarezza. Este punto de vista responde a una fase existencial que la persona vieja sufre, como así también quién ve la vejez de esta forma, su propia vejez, con prejuicios, ata-dos a un imaginario social tan instalado: viejismo. Este término se define como el conjunto de prejuicios, estereotipos y discrimina-ciones que se aplican a los viejos en función de su edad; como los prejuicios sus-tentados contra la raza, religión, mujeres. Aunque dentro del marco de las dife-rencias, ser viejo no es estado desde el nacimiento, sino que es adquirido con el paso de varios años. El viejismo puede cobrar en si mismo varias formas de presentarse. Tal es el caso de una jubilación por ejemplo, donde de la noche a la mañana una persona, de determinada edad, es –retirada- de su lugar y convertida en un “parásito de los cofres públicos, de la familia o de la economía providencial o asistencial” (Mira y López, 1961).

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Atribuyendo de esta forma, un tanto confusa, esa capacidad y rendimiento a las personas jóvenes, creyendo que es la vejez la que entraña un declivio de la pro-ductividad (en aspectos: físico, mental). Como si fuera esta ese camino, sin re-torno, a la inoperancia e incapacidad. No teniendo en cuenta que estos son plan-teos que tienen más que ver con la singularidad de su vida y no con una particula-ridad del estadio añoso. Asimismo el imaginario social cuenta con perspectivas diferentes: por ejemplo, el imaginario social del viejo. Siendo éste, su imaginario, producto de sus relaciones establecidas con respecto a las temáticas concernientes a la vejez, es decir, su posicionamiento juvenil (de un pasado) ante la vejez. Ahora su propia vejez.

Para tener en cuenta:

a) Actitud prejuiciosa y discriminadora a los viejos (viejismo). Siguiendo a Leopoldo Salvarezza: “de discriminador pasa a convertirse en discrimi-nado y, lo que es peor, a aceptar esto como inevitable e irreparable”.

b) Nunca se ha posicionado desde el lugar de ese otro discrimina-do/prejuiciado viejo, desconociendo la realidad de su vejez.

c) Confusión entre vejez y enfermedad, llegando a la sinonimia de ambos conceptos por desconocimiento, adjudicando síntomas de una enfer-medad a su proceso de envejecimiento.

d) Consultas médicas relacionadas a dolencias corporales, obviando facto-res emocionales. Ya que estos últimos pueden asociarse a la “locura”.

“El no saber no nos permite hacernos un juicio y al no tenerlo, necesariamente ten-

dremos que recurrir a un prejuicio con todo el peligro que eso representa y que en

este caso es el de llegar a la vejez sin el conocimiento y la preparación necesaria

para asumirla” (Salvarezza, 2000)

LA INSTITUCIÓN GERIÁTRICA

Abordar la temática de la vejez lleva a pensar directamente en el contexto social y cultural en el que el viejo se encuentra. No es lo mismo ser viejo en una pobla-ción de dos mil habitantes que ser viejo en una ciudad de la magnitud de Rosario, por ejemplo. Llevar a cabo un trabajo evocado a adultos mayores, en este caso prácticas de la asignatura Musicoterapia en Geriatría, realizadas en la ciudad de Rosario, ubica a los viejos (no todos) en un contexto particular: las residencias geriátricas.

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“En tanto que la incorporación del anciano a una institución geriátrica supone, que-

ramos reconocerlo o no, su extracción del medio social que le es propio, para ubicar-

le posteriormente en un ambiente artificial integrado exclusivamente por personas

de su misma edad” (Salvarezza, 2000). El adulto mayor que se incorpore a una institución geriátrica no solo se encontrará con un ambiente extraño y artificial, sino que, por otra parte, en tanto institución es, se rige de una serie de normas. El anterior paso (por diversos motivos) por otras instituciones geriátricas priva-das deja un a priori de como esa nueva institución –Geriátrico Raíces- podría ser. No dando por sentada una hipótesis generalista de estos lugares, pero si encon-trando algunas similitudes con los ya visitados:

- Dentro del organigrama: directivos/dueños, médicos, enfermeras, mu-camas, cocineras y personal de mantenimiento

- Del establecimiento: lugar con muchas habitaciones, baños acondiciona-dos para personas con movilidad reducida, patio, sala de enfermería, cocina y “comedor” (utilizado no solo como comedor como lo indica su nombre, sino que es el lugar en el cual los viejos pasan gran parte del día)

Esta residencia alberga a adultos mayores denominados –dependientes- que por lo general se encuentran en sillas de ruedas. Esta denominación es la propuesta por la institución. Cada residente recibe medicación y/o bien un tratamiento rehabilitante (kinesiológico, por ejemplo) prescripto por los médicos del lugar. Siguiendo con la clasificación que hace aparición en “Psicohigiene y Psicología Institucional” de José Bleger, podría ubicarse la institución Geriátrico Raíces primeramente en INSTITUCIÓN SANITARIA. Aunque simultáneamente es posi-ble posicionarla en otro tipo más de institución: INSTITUCIÓN COMERCIAL, al ser de gestión privada es viable ver la misma como una empresa.

FUNDAR UN ESPACIO DE MUSICOTERAPIA

“… La Musicoterapia desarrolla un campo de conocimiento donde se vincula al

Arte y la Salud. Concibe al Arte como Discurso que expresa aspectos de lo hu-

mano no expresables verbalmente; priorizando como material de estos discur-

sos al sonido, al cuerpo, al movimientos y sus organizaciones en tanto Discur-

so…” (Bennardis, 2002)

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Siguiendo, y concordando con tales palabras de la Licenciada Bennardis, es la Musicoterapia la que habilite quizás otra forma de estar a quien transite por el espacio, de Musicoterapia, encontrando en sus operaciones de producción la posibilidad de llevar “eso” a otros ámbitos que condicen con su realidad diaria: familia, entorno cercano. Territorializándose en la Improvisación. Podría entenderse por improvisación un territorio en el cual la Musicoterapia se desplaza, habilitando el hacer del sujeto: “Sujeto que logra permutar aquellos conceptos que el sistema operante trata de

instalar como dadores de sentido” (Montaldo, 2002); estableciéndose relaciones entre los participantes, entre un sujeto y el objeto sonoro, propiciando la circula-ridad de la Materia-Forma-Sentido; favoreciendo un espacio en donde el hacer no sea regido por leyes musicales, quitando bordes, posibilitando la libertad tanto electiva (del instrumento a ejecutar) como así también la libertad en cuan-to a la producción (no vista como el resultado). Con ese “hacer” del sujeto no se hace referencia a cualquier forma de expresión del mismo, sino ese –hacer- que es construido a partir del Arte. Y por Salud, entendiendo la misma como un campo de posibilidades que se aleja de la única visión del mundo como un estado saludable, siendo el Musicoterapeu-ta quien a través de intervenciones amerite la “apertura” de ese abanico. “La salud es al mismo tiempo naturaleza y cultura, realidad y discurso” (Madariaga, 2008) La residencia geriátrica Raíces no cuenta con un servicio de Musicoterapia, por lo que, el primer paso a pensar fue la posibilidad de apertura de un espacio bajo la modalidad de Taller. Esta modalidad fue elegida de acuerdo a criterios tomados a partir de la visita al lugar:

- Trabajo grupal: ningún tratamiento de los vigentes en la institución (mé-dicos, kinesiológicos) son propuestos desde lo grupal. A su vez esta pro-puesta de lo grupal será coordinada por dos estudiantes de Musicotera-pia.

- Libertad: tanto de asistir o no, retirarse antes, como así también de pro-ducción dentro del taller.

- Espacio propio: a partir de una profesional del lugar se llega al acuerdo de la utilización de una sala para el funcionamiento del taller, para que así cada uno tenga la posibilidad de optar por querer participar o no, poder compartir un lugar diferente al comedor diario (en el que pasan gran parte del día). Además se pensó en un espacio apartado con el fin de que la diferencia emerja –lo cotidiano- y el –taller de musicoterapia-.

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Si bien el taller era para y por los residentes del lugar, se aprovechó la elección de un lugar que no fuera el comedor, para poder entablar otra relación con quienes quedaban por fuera del mismo, las enfermeras. Utilizando parte del tiempo pre y/o post taller en conversar de aquello que hacía relevancia, como así también brindar a las mismas un panorama y objetivos del taller dentro de la institución.

APERTURA Y CIERRE DE CADA ENCUENTRO La práctica se llevó a cabo durante los meses de octubre y noviembre, quedando fijos dos días por semana:

- Miércoles de 10 a 12 hs. - Jueves de 10 a 12 hs.

El inicio de cada uno de los encuentros contaba con un primer momento (de llegada a la institución) donde se recorría la residencia invitando a los adultos mayores. En caso de querer asistir, se los acompañaba (ya que la mayoría se encuentra en sillas de ruedas) hasta la sala donde se realizaba el taller de Musico-terapia. El cierre de estos encuentros coincidía con el horario del almuerzo del lugar, el cual era avisado por una de las mucamas. Marcando diez minutos antes “en un

ratito servimos el almuerzo”.

APORTES DE LA MUSICOTERAPIA AL CAMPO DE LA VEJEZ

Si bien el periodo de prácticas o el paso por la institución geriátrica fue corto, comparado con el tiempo que hace que están muchos de los adultos mayores en el lugar, se logró de manera alguna que emerjan diferencias, y que las mismas sean visibles ante quienes asistían al taller, como así también a quienes están con ellos todos los días: enfermeras y mucamas. Con esto se hace referencia no sólo al taller de Musicoterapia en sí, sino a la tota-lidad de relaciones: tanto de los residentes, como de quienes trabajan allí (due-ños, mucamas, enfermeras). Podría hablarse de una relación establecida en la institución como totalidad, tomando la práctica, no como aquella que depende sólo del trabajo con el viejo, sino también con el marco institucional.

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Esa relación establecida con el personal permitió la construcción de lazos tanto con quienes coordinaban en taller, al mismo tiempo que permitía una relación diferente con quienes residen. Además de brindar la posibilidad de recabar in-formación (constante) en cuanto a quienes participan del taller – historias de vida, razones por las que se encuentran en el geriátrico, problemáticas -, del funcionamiento institucional y de lo que sucedía en la semana fuera y a partir del taller de Musicoterapia.

Haciéndose esta actividad (el reunirnos minutos antes de comenzar con parte del personal) habitual en lo que concernió a los meses dentro de la institución. Por fuera del taller, algunos cambios con respecto a las posiciones de las perso-nas emergieron en la superficie mostrando conversaciones entre ellos, cambios en función de una actitud activa, el cuidado del cuerpo, su relación con el perso-nal de enfermería. En el nivel de las producciones sonoras dentro del taller, algunos cambios se hicieron visibles con el correr de los encuentros, dejando atrás lo relacionado al no saber tocar o no recordar, para pasar a la producir a partir de lo que allí iba surgiendo: canciones de diversos estilos, olvidos recurrentes de letras suplanta-dos por tarareos y tocar acompañando eso que estaba haciendo figura. Llegándose a cumplir, además, un objetivo de suma importancia propuesto para estas prácticas: apropiación del espacio (por parte de los adultos mayores parti-cipantes) haciendo que el mismo no sea un lugar en el cual se responda una con-signa dada por quienes coordinaban. Se estaría hablando en este caso de particu-laridades que se hacían presentes a lo largo de los encuentros o bien al finalizar-los: proponiendo actividades o bien organizaciones en cuanto al hacer, tanto para lo que vaya sucediendo, como así también propuestas para el porvenir del taller en los siguientes días. Pensando en esta instancia, posicionando la mirada en otro nivel de análisis en función de los aportes al campo de la vejez por parte de la Musicoterapia, es pertinente hacer mención de algo que resulta fundamental: la condición huma-na. Siendo esta degradada muchas veces a través del contexto institucional por motivos (entre otros) como ser la escasa privacidad, lejanía del entorno social cercano (familia, amigos), la no toma de decisiones (horarios para las comidas, para despertar, para dormir, para bañarse; no decidir qué hacer, ni qué comer), lo institucional en sí. Motivos que se hacen más que suficientes al momento de querer llevar adelante una práctica, para a partir de allí comenzar a generar cambios. Esto puede verse claramente desde el lugar en el que se plantea una modalidad (taller) para la institución.

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PROBLEMAS SURGIDOS EN LA INSTITUCIÓN

Siguiendo en parte lo planteado con anterioridad bajo el subtítulo de “La vejez”, sobre un imaginario social que prejuzga al viejo, que lo deja en desigualdad de condiciones (que hasta podría llegar a ser un subgrupo dentro de las tantas for-mas en la que se presentan las desigualdades de condiciones actualmente). No son solo los viejos quienes de algún modo se los considera de acuerdo a aquello que se sabe, o se cree saber del lugar que ocupan en la sociedad, la familia, o bien la institución. Tal es el caso además, de la Musicoterapia.

Siendo esta temática (pre-supuestos del hacer musicoterapéutico) presentada por la Mta. Andrea Barreto en las II Jornadas de Musicoterapia en Geriatría y Gerontología en l año 2010; se ha de –personificarse - (la temática) en las practi-cas realizadas en la institución geriátrica Raíces de la ciudad de Rosario. La Mta. Barreto plantea lo escrito con dos recorridos diferentes. El primero que refleja el pedido de un hacer como paso fundamental a la hora de llevar a cabo una prácti-ca (tal vez no tan conocida como medicina o enfermería dentro de una institu-ción). Y un segundo recorrido que se sustenta en el plantear la Musicoterapia con abordajes asociados directamente con lo pedagógico o escolar. Preguntas del orden de: ¿Qué hacen con ustedes? ¿Les enseñan a tocar los ins-trumentos musicales? Ó afirmaciones del estilo: “ah, ustedes van a hacer lo mis-mo que hace X los lunes de mañana, los van a entretener un rato. A ellos les en-canta…” (X es un hombre que va a la institución con su guitarra y toca un reperto-rio de canciones). Fundamentando la Musicoterapia desde una única perspectiva: el hacer. Siendo éste un pedido/requerimiento tanto de la institución como del personal, el hacer, ese –algo- que allí tiene que suceder. –Primer recorrido. “Enseñar”, es una palabra que de algún modo nos remite al proceso de escolari-zación, y el mismo automáticamente permite pensar en a-lumnos (que tienen que aprender algo). Continuando así con una incesante unión de eslabones: ubi-car el proceso pedagógico casi exclusivo a la niñez, y una realidad que nos atañe: la infantilización de los adultos mayores. –Segundo recorrido. Quizás suene un poco “enredado” este pasado párrafo, pero es sumamente per-tinente pensarlo cuando se recuerde la llegada a una institución, el día a día en el lugar, la no distinción, por parte de los pares, de X que toca la guitarra y –nosotras (en función de la dupla, futuras Musicoterapeutas y no “profes”), las confusiones con respecto a “quienes vienen a alegrar a los viejos” y “las chicas que hacen prácticas de Musicoterapia”. Más allá de que estas no sean cuestiones que direccionen la práctica Musicoterapéutica, resulta un tanto engorroso tener que responder a estos interrogantes, o bien desenmarañar esa trama que se teje en al red de presupuestos sobre la profesión.

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Casi analogable con los prejuicios relacionados contra la vejez, a más aun contra quien ya es viejo, la Musicoterapia se ve atravesada por algo similar. En un intento de tomar una posición que ubique la Musicoterapia en Geriatría, se desmitificará la práctica de algunos mitos/prejuicios sobre la misma:

- Musicoterapeuta = Profesor de música

Esta falsa analogía tiene su aparición en todos los campos a abordar por la Musi-coterapia. Aunque en Geriatría será de suma necesidad el poder aclarar el –por qué no- del asunto. ¿Por qué un Musicoterapeuta no cumple la función de profesor? Porque clara-mente sus fines/metas/objetivos van a ser totalmente diferentes. Un Musicote-rapeuta no tiene que llegar a determinado lugar para cumplir con su labor en un tiempo y forma pre-fijados. Su relación con otro no se genera a partir de la duali-dad docente-alumno, asimismo quien pase por el espacio de Musicoterapia no tendrá como fin (terapéutico) aprender, ya que el Musicoterapeuta no está cum-pliendo la función de educar a nadie. Otro aspecto, antes mencionado, encausar el proceso terapéutico en función de lo pedagógico, como escolarizando al viejo. Deviniendo de este modo la infantili-zación del mismo. Teniendo en cuenta consideraciones ya realizadas sobre conceptos que hacen a la teorización de la Musicoterapia y su estrecha relación con los conceptos de Arte y Salud (ir a subtítulo: “Fundar un espacio de Musicoterapia”); para así poder diferenciar claramente dos profesiones confundidas en el imaginario social.

- Función entretenedora para los viejos

En este caso, en particular con lo sucedido en el periodo de prácticas, fue esencial no confundirnos como posibles “mostradores de algo”, en función de entreteni-miento para los viejos. El espacio de Musicoterapia fue pensado como un lugar de participación no obli-gatoria al cual iba quien lo deseaba, y donde quienes participaban sabían que –nosotras- no íbamos a mostrar habilidades en algún instrumento musical, sino que el espacio se trataba del poder relacionarnos con los instrumentos musicales, y con quienes allí se encontraban y su hacer en el instrumento (o la voz); pensan-do paralelamente e un espacio de escucha.

Además de la mal adjudicada función entretenedora para los viejos, más de una vez se puede asociar al Musicoterapeuta a temáticas como la relajación. Y que más podría pedirse que el espacio de Musicoterapia sea funcional a la relajación de quien padece, si desde el imaginario social puede verse al viejo vinculado a la inutilidad, el cansancio o la enfermedad (o bien todos estos aspectos juntos).

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Lo dicho anteriormente fue pensado desde la ironía, planteando un posible pun-to de unión entre lo abordado: prejuicios, llevados a la vejez y a la Musicoterapia.

“Somos más libres de lo que creemos, no porque estemos menos determinados, sino

porque hay muchas cosas con las que podemos romper…” (BARRETO, 2010)

Siendo esta cita una idea posible de tener en cuenta en un futuro cercano con respecto a la profesión de uno y los presupuestos que un grupo etario conlleva (la vejez, por ejemplo), partiendo de algo que muchas veces nombramos en Musico-terapia, y es el proceso de de-construcción/construcción. De-construir estos pre-supuestos, para construir algo nuevo, que nada tenga que ver con un juicio de valor a alguien o una profesión.

CONCLUSIÓN, DE APERTURA

A partir del desarrollo del trabajo planteado surge la idea de concluirlo, pero no sólo en función de cierre del mismo, sino como aquello que deje, a su vez, entre-abiertas puertas para futuros abordajes en el campo de la vejez.

Quedando propuestos como objetivos:

- Propiciar la apertura de espacios de Musicoterapia, en residencias geriá-tricas, fundando ese -estar-, teniendo como eje el favorecer la condición humana. Es decir, brindando las posibilidades de –elegir- que hacer, como hacerlo, que utilizar, asistir o no al espacio, o bien retirarse antes. Cuestiones que hacen a la “no institucionalización” de la totalidad de la institución. Pensando a su vez a la vejez como un estadio que no deja de ser humano.

- Trabajar conjuntamente con quienes asisten al viejo a diario (personal de la institución), en función de una propuesta interdisciplinar. Conside-rando la interdisciplina no sólo como un modo de abordaje, sino tam-bién como un desafío que se confronta a la búsqueda de un discurso de verdad y poder; pudiendo así establecer un diálogo interdisciplinario con los trabajadores de la institución.

Es válido aclarar que son, estos dos objetivos presentados, el resultado del paso en instancias de prácticas por una institución geriátrica.

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BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA

BARRETO, A. 2010 La actividad. Reflexiones sobre algunas particularidades del

quehacer musicoterapéutico en el trabajo con adultos mayores

II Jornadas de Musicoterapia en Geriatría y Gerontología, C.A.B.A., Argentina

BLEGER, J. 1986 Psicohigiene y Psicología Institucional

Editorial Paidós, Argentina

CASTELLANO, S. y LO COCO, M. 2006 Hacia una conceptualización teórica de la

modalidad taller

Unirevista, Buenos Aires, Argentina

MADARIAGA, C. 2008 Interculturalidad, salud y derechos humanos: hacia un

cambio epistemológico

Publicado en Revista Reflexión N° 36, Ediciones CINTRAS, Chile

MIRA y LÓPEZ, E. 1961 Hacia una vejez joven

Editorial Kapeluz, Buenos Aires, Argentina

MONTALDO, J. 2002 De la posibilidad de ser leído (Tesis de grado)

Rosario, Santa Fe

SALVAREZZA, L. (Compilador) 2000 La Vejez. Una mirada gerontológica actual

Editorial Paidós, Buenos Aires

2002 Psicogeriatría. Teoría y Clínica

Editorial Paidós, Buenos Aires

SAMAJA, J. A. 2004 Epistemología y Metodología

Editorial Universitaria de Buenos Aires, Argentina

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“Sensación-Movimiento-Cuerpos Dóciles” Joan Bernaus

El “simple” hecho de llegar a conocer algo con objetividad es, curiosamente, algo realmente complejo y, si se reflexiona detalladamente, puede parecer hasta im-posible.

Pero para poder hablar del conocimiento objetivo, primero debemos saber có-mo se obtiene el conocimiento en sí. Un ejemplo podría ser la percepción o la sensación que, mediante los sentidos, a priori es la base de todo conocimiento. Pero esto ya nos plantea una dudosa búsqueda de “cómo se conoce” o “cómo se sabe”, y esto es debido a que existe una gran confusión entre los dos términos ya mencionados; percibir y sentir. El diccionario nos puede aclarar el significado de ambos conceptos:

- Percepción: Conocimiento de algo por medio de los sentidos.

- Sensación: Información recibida por el sistema nervioso central, cuando uno de los órganos de los sentidos reacciona ante un estímulo externo.

Aparenta una misma definición para ambos pero no es así. La primera parece dejar en claro que el conocimiento es realizado por medio de los sentidos. Y la segunda es una “simple” recogida de información llevada al sistema nervioso central, con lo cual pasa por un plano un tanto más complejo que el anterior. Atañéndonos a estas definiciones podemos decir que percibir es “captar”, como un radar, los fenómenos externos y obtener una sensación es interpretación de algo percibido, puesto que el sistema nervioso es tan complejo como cantidad de personas habitan en este planeta.

Dicho de otro modo, es muy difícil conocer algo a partir de este instrumento (el sistema nervioso central) común a todos pero distinto en todos porque, precisa-mente, por ser distinto constituye una cualidad original, legítima, única, una subje-

tividad. Ejemplificar esto no es tarea difícil, en cambio entenderlo ya es otra cosa; supongamos un plano en el que todas las personas sepan lo que es un piano de cola, se le ha explicado qué, lo ha “conocido en persona” y cree saber muy bien lo que es. Ahora, pongamos la pequeña diferencia de que cada una de esas personas ha tenido una sensación distinta a las otras, una ha llorado de emoción al tocar una tecla, otra ha descubierto fascinación por la cavidad en la que se encuentran las cuerdas, otra ha resultado fuertemente aterrado al escuchar una resonante y grave nota, etc.

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Como hemos dicho anteriormente, existe la confusión de entender o saber lo que es percibir y obtener sensaciones, y es gracias a ello que se obtiene una mezcla de ambas que permite el nacimiento de un nuevo concepto único de ese objeto. En otras palabras; el significado originado por la subjetividad de cada individuo.

Con lo cual es muy difícil conocer con total objetividad y verdad algo, puesto que todos los “sistemas nerviosos centrales” que merodean este plante tienen otros puntos de vista respecto a los otros. A menos que cada uno de esos “sistemas nerviosos centrales” posea una capacidad casi infinita de empatía.

Pero, por si fuera poco, más complicado es intentar conocer con objetividad es-tando bajo los “efectos maleables” de algo que nos aporta prejuicios y además ocasiona acciones automáticas sin previa reflexión. Ese “algo” es la famosa discipli-

na.

Emplearé maleabilidad como sinónimo de docilidad. La maleabilidad del cuer-po es posible gracias a la disciplina aplicada en él. Ésta última, la cual obtendremos una definición más adelante, se centra en establecer una relación de docilidad-utilidad con el cuerpo. Teniendo en cuenta este enunciado, se puede decir o des-cubrir la alarmante idea de que mediante una disciplina gradual es posible malear el cuerpo a gusto y deseo.

Foucault ejemplifica esto con en el concepto de soldado. Y de manera más con-creta, remarca que cuanto más temprana sea la edad en que se recluta a una persona, pudiendo llegar a ser niño, más dócil o más maleable será su cuerpo. ¿Por qué esta idea? Los niños, cuanto más pequeños o jóvenes sucede, son más sensi-bles, perciben con más potencial que una persona adulta o casi adulta. Lo cual facilita considerablemente la tarea de coaccionar o provocar ejercicios rutinarios con tal de inducir una disciplina. Estos ejercicios son movimientos realizados unos tras otros de forma repetitiva y gradual. Movimientos que, literalmente, son cam-bios del cuerpo que con el debido tiempo se mecanizan.

Y otra pregunta podría ser; ¿Y qué se obtiene de todo esto?. En el caso del sol-dado, se obtiene un cuerpo “domesticado” a gusto y deseo de quien impone e impera la disciplina. Al hacer esto se tiene bajo poder a un mecanismo que acciona ciertos movimientos que son realizados de forma automática e incuestionable cuando y cuanto se quiera.

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Y he aquí el por qué es alarmante la idea de moldear/modelar el cuerpo. El pun-to importante es el deseo y el poder de ese “quien impone e impera la disciplina”.

Sucede que, con el tiempo, ha ido cambiando la forma de “disciplinar”. Actual-mente, la masa no es imperada con movimientos físicos literales, como sería el caso ya mencionado del soldado, sino que se utilizan ejercicios distintos un tanto más sutiles. Aparentan inocencia o parecen inofensivos y hasta pueden llegar a pasar inadvertidos. Es aquí donde encuentro oportuno citar la definición de disci-

plina por Foucault: “…A estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad es a lo que se pude llamar “discipli-na”…”. Lo encuentro oportuno porque de esta forma se puede evitar perder la noción compleja de este término al querer ejemplificarlo con una analogía moder-na: el simple hecho de mirar hacia abajo mientras se camina por una calle concurri-da de una ciudad.

El mirar hacia abajo puede ser debido, entre otras cosas, al alto contenido de información visual de manera repetitiva, esto es; carteles publicitarios, luces, colores, formas, figuras, eslóganes, dibujos, símbolos, etc.

Esta masificación de información puede provocar un acto-reflejo de agachar la mirada por cansancio o agobio, permitiendo la anulación voluntaria/involuntaria del campo visual. O al menos reduciendo gran parte de él.

Pero el método disciplinario, cuyo objetivo en este caso es malear al consumidor social para potenciarlo, no termina ahí. Al agachar la mirada se pierde, precisa-mente, un determinado campo visual, lo cual relaja y calma el agobio o cansancio. Pero, al habilitar dicho movimiento se acciona otro; el “movimiento” de pensar en todo lo relacionado a lo recogido previamente de manera visual. Es decir, después de la sensación de cansancio se intenta relajar y descansar pero la activi-dad mental queda completamente activa, pero curiosamente queda activa con todo lo referente a lo que se ha visto. Quedan en mente los símbolos, dibujos, eslóganes, figuras, formas, colores, luces, carteles publicitarios, etc. Lo que al final conlleva a el cuestionamiento de si se puede obtener, conseguir o llegar a todo aquello que se ha expuesto ante los ojos.

Esta forma de “conocer”, mediante la disciplina moderna, ocasiona movimien-tos mecánicos y sin previa reflexión. En otras palabras, genera subjetividades artificiales y las implanta en cada uno de los mencionados “sistemas nerviosos centrales”. Por lo que complica severamente el conocimiento no de manera objeti-va, sino al menos crítico y más legítimo, o hasta libre se podría llegar a decir.

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Si se le quiere añadir un poco más de complicación; como en el caso, cuanto más joven sea el individuo más maleabilidad se le puede ejercer, por su gran potencial a percibir todo aquello que le rodea.

Dada la simple complejidad de del hecho, común a todos, que es conocer y a todo lo mencionado, se puede llegar a la conclusión de que es totalmente com-prensible que pocos individuos se puedan poner de acuerdo, puedan aplicar la necesitada empatía para ello, y sobre todo se tenga un pensamiento libre y abierto para poder llegar a entenderse.

Aún así, y en opinión personal no es imposible.

Bibliografía

• Fragmento extraído de la UAI “Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión” – Michel Foucault.

• Fragmento extraído de la UAI “Fenomenología de la percepción” – Maurice Merleau-Ponty.

• Diccionario Enciclopédico El Pequeño Larousse 2011. Decimoséptima Edición- ISBN 978-607-04-0018-6.

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Trazos sobre una reflexión epistemológica

Julio Amann

El hecho de que se experimenta verdad en una obra de arte

que no nos es alcanzable por ningún otro camino

es lo que constituye el significado filosófico del arte,

el cual, se mantiene contra todo razonamiento.

Así, junto a la experiencia de la filosofía,

la del arte es la advertencia más energética

para que la conciencia científica reconozca sus propios límites.

Verdad y método, Hans G. Gadamer 1988 España. Ed. Sigueme. 3ra. Edición. Pág. 24

En el siguiente escrito plantearé un problema, el cual considero que debe ser llevado a cabo por su importancia y articulación en la práctica clínica, en el cual intentare y tratare de llegar a una posible solución aportando nuevas pro-blemáticas y preguntas. Una problemática que inevitablemente nos concierne en la práctica de la musicoterapia es: De qué forma se da una especie de relación antagónica, y que convive con la musicoterapia (y el campo del arte) con relación al método científico?

Una de las obras que me ayuda a pensar esta problemática es Verdad y método de unos de los hermeneutas más relevantes de la filosofía: Hans G. Gadamer. La cual mediante la hermenéutica nos permite realizar una postura crítica hacia la problemática epistemológica que atraviesa la musicoterapia en relación al méto-do científico.

Porque es un problema epistemológico?

Considero que el método científico en su intento omniabarcante no nos propor-ciona un criterio que se pueda aplicar en los asuntos relacionados al arte –parte fundamental de la musicoterapia- y tratando de llegar a una verdad: una catego-ría que en Gadamer está estrechamente relacionada con la experiencia artística y el punto de demarcación epistemológica con el método científico. Mediante este nos acota el análisis que se podría realizar puramente en el campo de lo artístico, es decir, tomando una epistemología diferente a la del método científico, que en nuestra opinión no es el único horizonte epistemológico y en nuestro caso insufi-ciente.

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Como es esta epistemología?

Posicionándome puramente en el campo de la clínica o en el hacer musicotera-peutico, la lectura que se haga del fenómeno ( del discurso sonoro, de la impro-visación, de lo que suceda ahí,) escapa a una explicación científica ya que la ma-teria manipulada (sonido- movimiento) al operarse y devenir forma, al estar organizando materia en constante creación y fluir no nos podemos detener en explicaciones restrictivas so pretexto de rigurosidad en nombre de la ciencia, la cual bajo sus criterios de medición y verosimilitud, muy al estilo del discurso epis-temológico de del circulo de Viena y los positivistas, nos privan de un acontecer en devenir casi heracliteano (πάντα ρεῖ καὶ οὐδὲν µένει – todo fluye, nada per-manece), porque no se puede hacer de premisas singulares verdades universales. Y en este sentido realizamos una crítica al induccionismo del método científico.

Asistiendo a prácticas durante el año 2012, estas me sirvieron de fuente para una reflexión sobre la aplicación epistemológica de la musicoterapia en relación al método científico y su carácter insuficiente. Bajo el marco de un taller de música pude notar que el hacer musicoterapeutico dentro de un territorio habitado por sujetos en constante movimiento y devenir: Niños. Donde para llevar a cabo algunos objetivos del taller, como el de un posible acercamiento al territorio del arte, a partir de una construcción e invención con instrumentos y herramientas como el sonido y el movimiento, pude notar que la relación que se establece entre todos los fenómenos en ese acontecer obran de forma distinta en cada caso y en algunos de ellos incluso caóticos, los cuales bajo parámetros cientificis-tas no tendrían sentido alguno. Con mi dupla nos propusimos habilitar un espacio donde se experimente la creación artística, donde las reglas las valla tejiendo el fenómeno, pudiendo ser parte de una experiencia estética.

Todo sujeto produce desde su singularidad

La experiencia en musicoterapia se va dando en devenir, en un continuo fluir, y lo que surja ahí será producto de una construcción estética. Existen procedimientos internos, que atraviesan el discurso en calidad de principios de ordenación, de distribución, dentro de una dimensión del discurso, aquella de lo que acontece y del azar.

La experiencia en musicoterapia va tejiendo discurso cuyas reglas le son inter-nas, solo se las podrá conocer en tanto se devenga con él, en cuanto se muestre la forma, podremos dar cuenta de ella.

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El juego, componente lúdico, es posible pensarlo dentro del hacer musicotera-péutico, pues, movimientos se hacen presentes, que no tienden a un final o a una meta sino al movimiento en cuanto movimiento. El juego se pone reglas a sí mismo en la forma de un hacer que no está sujeto a fines –como sucede en el arte-; para jugar con otro es necesario que se cumplan las reglas de ese juego, ya que si no se cumplen se estará jugando un juego diferente, y en tanto implícita-mente se fijan reglas, se utiliza la razón.

El juego (entendido desde H.G Gadamer) tendrá un papel muy importante en la clínica, ya que a través del juego en relación con las herramientas artísticas (co-mo lo son los instrumentos, el movimiento y el sonido) irá tejiendo discursos con leyes internas, donde el musicoterapeuta realizara las intervenciones para po-tenciar y trabajar con lo que el sujeto pueda hacer. Haciéndole vivir así la expe-riencia estética y de construcción artística, ya no posándose en la imposibilidad que tenga sino en lo que pueda construir.

¿Cómo actúan las instituciones en base a la idea de salud?

Las instituciones delimitan un deber ser en la sociedad, un estatuto de sujeto. Proponen un sujeto “normalizado”, generadoras de un discurso de poder, y en palabras del filósofo francés Luis Althusser (maestro de Michel Foucault) serían los aparatos ideológicos del Estado, ya que estos reproducen la ideología del Estado en cada una de sus instituciones, las cuales introducen en la persona una idea de salud estandarizada. Generalmente la idea de salud que proponen estos aparatos es la ausencia de un cuerpo patógeno en el cuerpo, una mirada biolo-gisista, que poco a poco va cambiando pero el imaginario social sigue vigente. Socialmente se considera sana una persona cuando es funcional al estado, y esto es, serle útil, si eso no sucede se lo priva muchas veces de su libertad, justamente a las personas que no cumplen con los parámetros de salud, y muy probable ya lo etiqueten de loco.

Pienso que la salud tiene que ver con la capacidad de creación de formas de tran-sitar lo que acontece, y sentirse beneplácito con estas formas de transitar el de-venir, sin que estas afecten la cotidianeidad personal. En otras palabras. Salud se adecua a cada persona, estas formas se van dando con el transcurrir del tiempo. Al ser todos distintos, transitamos formas y mundos distintos – entendiendo al mundo como una construcción propia del presente- de lo que pasa aquí y ahora.

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Construimos la forma con lo que el devenir nos plantea como materia dándole un sentido propio, que solo nosotros sabremos ahí, en ese momento. Es estética –es y se dota de sentido a si misma- tiene que ver con el “bien-estar” en el más puro sentido de la palabra. Bienestar como sentirse a gusto con uno mismo en las diferentes situaciones que vayan deviniendo, transformando y mutando el en-torno y así a nosotros. Salud es cambio con el entorno desde la estética y no se la puede pensar por fuera de una persona, pensando a esta como un sujeto creador de discurso, un ser sensible que crea en función de lo que siente.

Breve conclusión

He llegado a la conclusión de que resulta insuficiente tan solo el hecho crítico en lo que refiere al método científico para la experiencia en musicoterapia El método científico con su afán de medición y experimentación reiteradas veces de un mismo fenómeno, en el área de la musicoterapia no es posible ya que nos limitaría la experiencia de devenir en el arte cuyos paramentos no son sujetos a medición. Es por esta razón que no me limito simplemente a dicha crítica, sino que postulo una epistemología desde la inmanencia del devenir en la musicote-rapia.

Bibliografía

Hans G. Gadamer, Verdad y método 1988 España. Ed. Sigueme. 3ra. Edición.

Pág.22-26

Gustavo R. Espada, La estética de lo sano

Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, México, FCE, 1957. Primera

Parte: El cuerpo.

Mario Bunge. Epistemología. Barcelona: Ariel. (1981) Capítulo I. “¿Qué es y para

qué sirve la epistemología?”

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ESTA REVISTA AUTOGESTIONADA

SE TERMINÓ DE IMPRIMIR

EN NOVIEMBRE 2013

ROSARIO, SANTA FE

EDITORA YUPANQUI

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