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570 ATeo, Rio de Janeiro, v. 21, n. 57, p. 570-585, set./dez.2017 La kénosis como principio de vida y espiritualiadad cristiana Kenosis as a principle of Christian life and spirituality Clara Maria Temporelli, odn Resumen Partiremos del esquema Cristológico de la Kénosis de Aquél que siendo rico se hizo pobre para que todos pudiésemos gozar de su riqueza. El cambio de época nos plantea desafíos que exigen una respuesta adecuada, para definir nuevos horizontes en la comprensión y expresión de la fe cristiana. Creemos que a la luz de la kénosis de Jesús expresada en el himno cristológico de Filipenses 2.6-11, del cántico de María (Lc 1,46-55), y de nuestra realidad, tendremos pautas para la comprensión de nuestra identidad. La antropología que se pone en práctica en la kénosis y resurrección de Jesús desvela la plenitud del ser humano como “imagen y semejanza de Dios”, constructor del mundo y de la historia a través de la filiación divina y la solidaridad. Trataremos de recalcar la estructura del movimiento de kénosis como “acción del amor” que alcanza su plenitud en la Resurrección de Cristo y en todo germen de vida nueva en esta historia. En un segundo artículo también presentaremos a María, quien desde el Misterio Pascual y desde la expresión de la vida que pasa por el movimiento kenótico, entra en escena para poner en marcha junto con Dios un nuevo proyecto de amor. Palavras-clave: Kénosis. Vaciamiento. Anonadamiento. Humillación. Exaltación. Abstract We start from the Christological scheme of the Kenosis of the One who being rich has made himself poor so that we all might enjoy his richness. The 10.17771/PUCRio.ATeo.31904

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La kénosis como principio de vida y espiritualiadad cristiana

Kenosis as a principle of Christian life and spirituality

Clara Maria Temporelli, odn

Resumen

Partiremos del esquema Cristológico de la Kénosis de Aquél que siendo rico se hizo pobre para que todos pudiésemos gozar de su riqueza. El cambio de época nos plantea desafíos que exigen una respuesta adecuada, para defi nir nuevos horizontes en la comprensión y expresión de la fe cristiana. Creemos que a la luz de la kénosis de Jesús expresada en el himno cristológico de Filipenses 2.6-11, del cántico de María (Lc 1,46-55), y de nuestra realidad, tendremos pautas para la comprensión de nuestra identidad. La antropología que se pone en práctica en la kénosis y resurrección de Jesús desvela la plenitud del ser humano como “imagen y semejanza de Dios”, constructor del mundo y de la historia a través de la fi liación divina y la solidaridad. Trataremos de recalcar la estructura del movimiento de kénosis como “acción del amor” que alcanza su plenitud en la Resurrección de Cristo y en todo germen de vida nueva en esta historia. En un segundo artículo también presentaremos a María, quien desde el Misterio Pascual y desde la expresión de la vida que pasa por el movimiento kenótico, entra en escena para poner en marcha junto con Dios un nuevo proyecto de amor.

Palavras-clave: Kénosis. Vaciamiento. Anonadamiento. Humillación. Exaltación.

Abstract

We start from the Christological scheme of the Kenosis of the One who being rich has made himself poor so that we all might enjoy his richness. The

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change of epoch poses challenges that require an adequate answer, to defi ne new horizons in the understanding and expression of Christian faith. We believe that in the light of Jesus’ kenosis expressed in the Christological hymn of Philippians 2:6-11, of Mary’s song (Lk 1:46-55), and of our reality, we have models to understand our identity. The anthropology that is practiced in Jesus’ kenosis and resurrection reveals the fullness of the human being as “image and likeness of God”, builder of the world and of history through divine fi liation and solidarity. We will emphasize the structure of the movement of kenosis as “an action of love” that reaches fullness in the Resurrection of Christ and in all seeds of new life in this history. In a second article we will present Mary, who from the Pascal Mystery and from the expression of a life that passes through the kenotic movement, enters the picture to start a new project of love with God.

Keywords: Kenosis. Emptying. Annihilation. Humiliation. Exaltation.

Introducción

Situados en sintonía con el misterio de la encarnación, que Pablo y Juan interpretan como misterio de kénosis, abordaremos a María desde esa perspectiva. Consciente de que ninguna perspectiva por sí misma podrá enfrentar en solitario la realidad de nuestro ser y de la encarnación de Dios. Para aproximarnos a lo complejo las perspectivas han de ser variadas. Partiremos del esquema Cristológico de la Kénosis de Aquél que siendo rico se hizo pobre para que todos pudiésemos gozar de su riqueza.

El cambio de época nos plantea desafíos que exigen una respuesta adecuada, para defi nir nuevos horizontes en la comprensión y expresión de la fe cristiana.

Partiremos teológica y antropológicamente de la convicción que “Cristo es la verdad del ser humano, la humanidad auténtica, el Adán mentado en Génesis 1”.1 Jesús, el Hombre, es la armonía de la contradicción entre el dar y el recibir; entre el individuo y el género; entre el presente histórico y el futuro escatológico. En la superación de la contradicción humana, está lo central de su misterio.

1 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La humanidad nueva. Ensayo de Cristología. Santander: Sal Terrae, 1984, p. 239.

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Creemos que a la luz de la kénosis de Jesús expresada en el himno cristológico de Filipenses 2.6-11, del cántico de María Lc 1,46-55, y de nuestra realidad, tendremos pautas para la comprensión de nuestra identidad.

La antropología que se pone en práctica en la kénosis y resurrección de Jesús desvela la plenitud del ser humano como “imagen y semejanza de Dios”, constructor del mundo y de la historia a través de la fi liación divina y la solidaridad. También presentaremos a María, quien desde el Misterio Pascual y desde la expresión de la vida que pasa por el movimiento kenótico, entra en escena para poner en marcha junto con Dios un nuevo proyecto de amor.

Trataremos de recalcar la estructura del movimiento de kénosis como “acción del amor” que alcanza su plenitud en la Resurrección de Cristo y en todo germen de vida nueva en esta historia.

1. “Revestíos de la humanidad nueva, creada según Dios” (Ef 4,24)

E1 Nuevo Testamento puede resumirse en las afi rmaciones “estamos redimidos para amar a los hermanos/as”2 “el ser humano no vive para sí sólo en este cuerpo mortal, para dedicarse a él, sino que vive para todos los hombres sobre la tierra. Más aún: sólo vive para los otros y no para sí”.3

Estamos ante síntesis difíciles de hacer cuanto más fáciles parecen. Marcan el fi n de nuestro bucear buscando el núcleo que nos defi na como cristianos/as.

Pablo dirá: “no os encerréis en vuestros intereses sino buscad todos el interés de los demás” (Flp 2,4). Lo que signifi ca no una muerte al interés, de la apatía estoica o del “nirvana”, sino una transformación del interés que le hace pasar de ser amor propio a ser “cáritas”.

En Rom 8, 12-13, Pablo insistirá: “... ya no somos esclavos del egoísmo, y por tanto no estamos abocados a vivir buscando lo egoísta y encontrando la muerte. Si con la fuerza del Espíritu conseguís matar la praxis del egoísmo, viviréis”. La nueva vida en oposición a la muerte abre y cierra todo el capítulo 8 de Romanos. Por eso continuará desarrollando el contenido de esa vida nueva “... porque los que son conducidos por el Espíritu de Dios son Hijos e Hijas de Dios; y lo que se os ha dado no es una mentalidad o espíritu de Siervos

2 SCHILLEBEECKS, E. Cristo y los cristianos. Madrid: Ed. Sígueme, 1983, p. 483.3 LUTERO, W. A. 7,64 (LUTHERS WERKE, M. Kritische Gesamtausgabe. Weimar: Hermann Böhlau, 1983).

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para recaer en el miedo, sino ese nuevo modo de ser que el Espíritu crea en nosotros y que nos hace clamar: ¡Abba, Padre”. Es el Espíritu de Dios el que nos hace sentir hijos de Dios; e Hijos quiere decir herederos; y herederos de Dios lo somos porque somos hermanos (coherederos) de Cristo, aunque para eso hayamos de ser antes compañeros de su dolor...” (vv.14-18).

Así afi rmará que la obra del Espíritu, consiste en la implantación de la persona humana en la fi liación divina, para que pueda ser hermano/a; y en la implantación de la persona humana en la libertad-de-sí-mismo para que pueda ser desinteresado/a.

Revestirse de la Humanidad Nueva signifi ca que la persona se atreve a ser hermano/a, porque saberse hijo/a lo libera del miedo que lo anula, y de

la prepotencia del ego que lo falsea; por eso mismo puede ser solidario y crear hermandad.

1.1. Humanidad Nueva – Humanidad Kenótica

Como decíamos en el párrafo anterior, este camino que signifi ca despojarnos del espíritu de siervos/as para asumir el espíritu de hijos/as, supone un giro radical en la trayectoria humana. Supone un abandono de la trayectoria descripta en Gen 3,5 de “querer – ser – como – dioses”; y entrar en la trayectoria lenta del vaciamiento de esa condición, hasta “ser uno de tantos” (Flp 2,7); hecho “servicial hasta la muerte” (Flp 2,8), dejando en manos de Dios (nunca en nuestras propias manos), la seguridad de que Él va a revalidar esa trayectoria (Flp 2,9ss).

1.2. La Kénosis de Jesús

Este tema, tiene carácter recapitulador: el bautismo de Jesús, sus tentaciones, su transfi guración y su muerte son episodios de la vida de Jesús en los que se patentiza la opción concreta que hace para la manifestación y ejercicio de su mesianismo: una vida sin apariencias divinas.

Las primitivas comunidades cristianas encontraron una categoría teológica en la que sintetizan esta temática: kénosis. Etimológicamente signifi ca “vaciamiento” (del verbo griego kenoo = vaciar); pero a veces se traduce con términos más radicales: anonadamiento, aniquilación, humillación.

La kénosis es un tema difícil desde el punto de vista exegético, tradicional y dogmático, por lo que aquí nos limitamos a presentarlo en lo que tiene de

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relación con la falta de apariencias divinas en la vida terrena de Jesús, con el movimiento de humillación-exaltación.

Aunque la kénosis también está presente en los evangelios, vamos a fi jarnos preferentemente en San Pablo, por ser el autor que con más frecuencia y claridad ha abordado esta cuestión, haciendo de ella el tema predilecto de su predicación.

En las cartas paulinas4 encontramos una serie de textos que nos hablan de una renuncia o abajamiento de Jesucristo: 2 Cor 5,21; 8,9s; Gal 3,13; Flp 2,6-11; Rom 8,3; Heb 2,14-17.

Todos estos textos, son frases sencillas con un esquema muy rígido y repetido, que, a veces, parecen intercaladas en las cartas, de modo que, en algunos casos, bien podría tratarse de fórmulas litúrgicas o profesiones de fe. El más importante de todos estos textos cristológicos del Nuevo Testamento, es el himno de la carta a los Filipenses, por lo que vamos a centrar en él nuestra refl exión.

1.3. La carta a los Filipenses

Filipos

Hacia el año 356 a.C. Filipo / Felipe II de Macedonia conquistó la villa de Krenides, limítrofe entre Macedonia y Tracia, le dio su nombre y la fortifi có frente a los tracios. En el año 42, Antonio estableció allí veteranos romanos y fue nombrada colonia romana, con derecho de ciudadanía. Por ella pasaba la vía Egnacia, que unía Italia con Asia.

Según Hch 16, Filipos fue la primera ciudad “europea” visitada y evangelizada por Pablo y Silas (hacia el año 49). Lidia, una mujer de buena posición fue la primera convertida “europea” al evangelio por la palabra de Pablo. Una paliza, la cárcel y una liberación prodigiosa fueron su entrenamiento en el nuevo territorio. Allí se formó una comunidad cordial y generosa, a la que Pablo se sintió estrechamente vinculado (1,8; 4, 1). Sólo de ellos aceptó ayuda económica (4,14-15).5

4 INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA A DISTANCIA. Jesús es el Señor. Vol. II. 2ª ed. Madrid: IITD, 1991, p. 62; GONZÁLEZ FAUS. La Humanidad Nueva, p. 186.5 ALONSO SCHÖKEL, L. La Biblia del Peregrino. Nuevo Testamento. Tomo III. Bilbao: Mensajero/Verbo Divino, 1998, pp. 497-498.

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Carta de Pablo

Pablo escribió la carta desde la cárcel (1,7.13.17}: ¿dónde? algunos, siguiendo la tradición, piensan que se encontraba ya en Roma (después del año 60); citan en su apoyo las expresiones “personal del pretorio” (1,13) y “la servidumbre del emperador” (4,22); asimismo su perplejidad ante una posible muerte próxima. Pero las expresiones abarcan más, valen también para Éfeso. Otros opinan que estaba preso en Cesarea (Hch 23–26), pero la mayoría hoy se inclinan por una prisión en Éfeso – no mencionada por Lucas – (1 Cor 15,32; 2 Cor 6,5; 11,23; sobre su muerte 2 Cor 1,8-9). Esta teoría explica mejor el viaje breve de Epafrodito, el intercambio de noticias, su intención de hacerles una visita pronto (2,24). En este supuesto la fecha sería hacia el año 54.6

Sobre las circunstancias nos informa la misma carta: el viaje de Epafrodito, la necesidad de comunicar su agradecimiento y su situación, sin renunciar a su ofi cio de exhortar y alentar.

Se ha discutido sobre la unidad de la carta, con variedad de argumentos de crítica interna; cambios de tema, de tono, de situación. La han dividido en dos o tres cartas, todas de Pablo, artifi cialmente reunidas bajo un epígrafe. En un texto tan típicamente del género carta personal, los saltos, cambios y prolongaciones no extrañan.

Lo indiscutible es el atractivo particular de esta carta, como expresión de los sentimientos del apóstol. Su joya teológica es el himno cristológico (2,6-11), síntesis audaz y madura, que algunos consideran un himno cristiano incorporado a la carta. En términos de apostolado es importante el valor del “testimonio” (1, 12-14), y la prioridad de que Cristo sea predicado, como sea (1, 15-19). La participación del apóstol en la muerte y la resurrección de Cristo (3,10-11.20-21). También afl oran algunos asuntos de la comunidad: el peligro de los judaizantes (3,1-7); la necesidad de concordia (3,2).7

No es fácil trazar una sinopsis de una carta que discurre sin un plan predeterminado:

I. Introducción (1,1-11): A. Fórmula introductoria (1,1-2), B. Acción de gracias (1,3-8),

6 BORNKAMN, G. Pablo de Tarso. Salamanca: Ed. Sígueme, 1991, p. 310.7 FITZMYER, J. A. “Carta a los Filipenses”. En: BROWN, R. E.; FITZMYER, J. A.; MURPHY, R. E. (Orgs.). Comentario Bíblico “San Jerónimo”. Tomo III. Novo Testamento I. Madrid: Ed. Cristiandad, 1972, pp. 623-627.

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C. Plegaria (1,9-11);II, Parte I (1,12-3,1): noticias e instrucciones a la comunidad: A. Noticias sobre la situación personal de Pablo (1,12-26), B. Instrucciones a la comunidad (1,27-2,18), C. Noticias sobre Timoteo y Epafrodito (2,19-3,1);III. Parte II (3,2-4,9): necesidad de seguir el ejemplo de Pablo en el

camino de la salvación cristiana: A. Atención ante el peligro de los judaizantes (3,2-4,3), B. Consejos sobre la armonía, el gozo y la paz (4,4-9);IV. Parte III (4,10-20): agradecimiento por la ayuda enviada por los

fi lipenses y por su preocupación hacia él;V. Conclusión (4,21-23).8

2. El himno cristológico de Filipenses 2,6-11

Como afi rmáramos aceptación casi general ha tenido la tesis de Lohmeyer, según la cual el fragmento de Flp 2,6ss. constituye un himno o salmo arameo, anterior a Pablo.9 Éste lo insertaría en su carta para reforzar una exhortación a la humildad que era muy importante para él, pues el orgullo de los fi lipenses parece que era proverbial,10 y la exhortación es también antológica: “colmad mi alegría... manteniéndoos en el amor... y considerando siempre superiores a los otros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás” (2,2-4).11

Pablo ha añadido al himno las palabras “muerte de cruz”, éste constituye una confesión del kerigma primitivo. Las razones para interpretar esta parte como un himno son el ritmo de las frases, el empleo del paralelismo (que se da en los salmos y poesía del AT) y las extrañas expresiones de puño no

8 FITZMYER, J. A. “Carta a los Filipenses”, pp. 627-638.9 LOHMEYER, E. Kyrios Jesus. Eine Untersuchung zu Phil 2,5-11. Heidelberg: Carl Winter, 1927 (La obra es de 1927, reeditada en 1961 en Darmstadt). Además J. Gnilka, en su autorizado comentario a la carta a los Filipenses (Barcelona: Herder, 1968, pp. 137ss.), sostiene que el himno está hecho a base de fundir dos confesiones de fe anteriores a él: una más “entitativa” que confi esa a la “forma de Dios” como “forma de siervo” (vv. 6-7), y otra más posicional o funcional, que habla de anonadamiento y exaltación (vv. 8-11). Todos estos mecanismos de composición, si son ciertos, nos llevan a una datación antiquísima del himno.10 Cfr. Hch 16,19-40 sobre el orgullo de los fi lipenses por su calidad de ciudadanos romanos. En la carta puede tratarse de la presunción de algunos cristianos judaizantes.11 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La Humanidad Nueva, pp. 186-187.

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paulino (kenoun, hyperypsoun, morphé, schema, isa, theo einai). Aunque en el himno hay, al parecer, dos oraciones gramaticales, cada una de ellas se compone de nueve versos y el conjunto está dividido en seis estrofas. Cada estrofa tiene un verbo principal y dos expresiones subordinadas. En las tres primeras estrofas el sujeto es Cristo; en las tres últimas: Dios.

2.1. Texto

6 El cuál, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.7 Sino que de despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; 8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos11 y toda lengua confi ese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.

El himno presenta una primera confi guración cristológica completa, atestigua los tres modos de ser de Cristo: preexistencia, condición terrena – glorifi cación pascual, y exaltación cósmica.

Puede dividirse en tres estrofas, en las que se reconocen esos modos de existencia.

E1 texto tiene un trasfondo veterotestamentario, no sólo en las alusiones al Siervo de Yavé, sino en otras posibles alusiones a Adán de Gén 3,5: “ser como Dios” con que concluye el v.6. Jesús no habría seguido la conducta de Adán que quiso ser igual a Dios, [no considerando Jesús el “ser igual a Dios como botín” (“harpagnos”)].

Para describir la humillación de Jesús el himno utiliza la imagen del

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Siervo del Deuteroisaías. Los paralelos con Isaias están universalmente admitidos:

Flp 2 Isaias

- siervo (doulos) v.7; - siervo (país) 52,13;

- se humilló (etapeiôsen) v. 8; - se humilló (tapeinôsis) 53,7;

- obediente hasta la muerte (mechri thanatos) v. 8;

- entregado a la muerte (eis thanatos) 53,8. 12;

- por lo cual (dio kai) v.9; - por eso (dia touto) 53,12;

- le exaltó (hyperyposên) v.9; - será enaltecido (hypsôthêsetai) 52,13;

- toda rodilla se doble v.10. - toda rodilla se doble 45,23.1212

1ra. Estrofa (2, 6-7c) – Pre-existencia:

v.6 a) siendo de condición divina

b) no retuvo ávidamente el ser igual a Dios

v.7 c) sino que se despojó de sí mismo d) tomando la condición de siervo

e) haciéndose semejante a los hombres

Nos lleva de la preexistencia a la condición terrena de Cristo, quien ha

cambiado la forma de Dios por la forma de siervo, lo que presupone la Kénosis de la Encarnación.

La preexistencia aparece aquí por primera vez. Cristo que estaba en la “forma de Dios”, es decir, poseía la gloria divina antes de la encarnación; la recupera en su exaltación desde su situación de soberano cósmico (vv.10-11).

Salta a la vista la posibilidad de explotar la igualdad respecto de Dios, –igualdad dada con el “ser en forma de Dios” (ser igual a Dios) – posibilidad de un comportamiento con caracteres de tentación a la que Cristo no cedió. Se trata del modo de ser divino (condición divina) dentro del cual él podía permitirse todas las ambiciones y caprichos, y del que no abusó, ni sacó provecho.

12 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La Humanidad Nueva, p. 190.

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E1 estado Kenótico implica la renuncia a todas las ventajas, prerrogativas y manifestaciones del estado anterior de gloria, lo que constituyó la humillación de la Encarnación y el vaciamiento de su estado glorioso hasta tomar la forma de siervo.

2da Estrofa: (2,7d-8) – Condición Terrena - Glorifi cación Pascual:

v.7 e) y apareciendo en su porte como hombre

v.8 d) y se humilló a sí mismo, obedeciendo c) hasta la muerte y muerte de cruz

Describe el itinerario terreno de Jesús en la forma de siervo, su obediencia y humillación hasta la muerte. Descubre su contingencia de criatura. La seriedad con que Cristo asumió su existencia humana se manifi esta en la aceptación hasta las últimas consecuencias de ésta: él se hace obediente hasta la muerte. De tal forma renuncia al poder que tiene a su disposición en cuanto Dios, que sin aferrarse a ello asume voluntaria y libremente la muerte. Si atendemos al itinerario de obediencia advertimos que se acentúa la aceptación libre del destino mortal del hombre.

3ra Estrofa: (2,9-11) – Exaltación Cósmica:13 v.9 b) por lo cual Dios le exaltó

a) y otorgó el Nombre que está sobre todo nombre

v.10 b) Para que al nombre de Jesús

c) toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismosv. 11 c) y toda lengua confi ese b) que Cristo Jesús

a) es Señor para la gloria de Dios Padre14

Proclama el gran misterio de la Salvación en el que se realiza la actuación paradójica de Dios: “por lo cual”, por esa profunda humillación, por este don total de sí, Dios lo exaltó de sobremanera. Más aún el camino que va de la muerte a la vida, concluirá en la cumbre de la vida, en la plenitud de la soberanía, allí donde solamente puede estar la obra de Dios.

Las potencias cósmicas contrarias a Dios, son forzadas a la adoración y

13 Se discute si esta segunda parte del himno pertenece al salmo original o es un añadido de Pablo. Desarrolla el movimiento de ascenso insinuado por el último verso de la parte anterior.14 Las palabras en letra cursiva señalan la correspondencia temática

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acaban doblando la rodilla ante el Kyrios. Su soberanía cósmica aplasta el mal y da la salvación a los seres humanos.

Este “hiper” (super) Jesús lo ha alcanzado por medio de su peregrinar en la existencia humana y en su humillación.

Tenemos ante nosotros un himno testimonial de la Cristología de la Iglesia primitiva que no se centra en las dos naturalezas de Cristo, sino que tiene presente sus modos de existencia: su itinerario desde la preexistencia pasando por la humillación y su peregrinación terrena hasta la exaltación y glorifi cación cósmica. Esta Iglesia eleva un canto hímnico y cultual a ese camino por el que llegó la Salvación a los que creen en el Kyrios Jesucristo.15

2.2. Interpretación teológica

El himno cristológico de Flp 2 destaca el vaciamiento de Cristo Jesús, expresado como paso voluntario de una situación a otra; de lo que era a lo que ha venido a ser; de Dios a hombre radical despojado de su gloria, majestad y divinidad.

Lo Kenótico es haberse encarnado en la humanidad de esta historia, con nuestra misma suerte. El que el logos se haga hombre implica un verdadero abajamiento, asume la condición humana como está: caída, frágil, mortal.

Esta acción empobrecedora alude a toda la forma de vida de Jesús, falto de toda apariencia divina. La muerte es, la última consecuencia de todo un estado previo de pobreza, humillación, obediencia, y la prueba de la seriedad con que asumió la encarnación.

Se pone de manifi esto una nueva imagen de Dios, estamos ante un viraje decisivo frente a la idea veterotestamentaria de Dios: éste de ser poder absoluto pasa a ser amor absoluto. Su soberanía no se manifi esta en aferrarse a lo propio, sino en dejarlo, en entregarse por nosotros.16

Si el anonadamiento parecía equivaler a la falta de efectividad de Jesús terreno, se va a cumplir la paradoja de que esa debilidad será quien lo haga

15 FITZMYER, J. A. “Teología de San Pablo”. En: BROWN, R. E.; FITZMYER, J. A.; MURPHY, R. E. (Orgs.). Comentario Bíblico “San Jerónimo”. Tomo V. Estudios Sistematicos. Madrid: Ed. Cristiandad, 1972, pp. 807-826; FITZMYER, J. A. “Carta a los Filipenses”, pp. 623-638.16 “La encarnación es en sí una humillación. Esto lo dice Cirilo tan a menudo que no cabe dudar de ello” (SPINDELER, A. Cur Verbum caro factum?. Verlag Ferdinand Schöningh: Paderborn, 1938, p. 110).

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efi caz para nosotros. Con sorprendente constancia los textos de Pablo repiten un mismo esquema “solidario”:

- rico... hecho pobre... por vosotros para que os enriquezcáis con su pobreza (2 Cor 8,9);

- no conocía pecado... hecho pecado... por nosotros para que en É1 nos convirtamos en justicia de Dios (2 Cor 5,21);

- Cristo Mesías... hecho maldición... por nosotros para librarnos de la maldición de la ley (Gál 3,13);

- Hijo... en semejanza de la carne de pecado... condenó el pecado en la carne (Rom 8,3);

- Autor de la salud... participó de la debilidad... como nosotros... para destruir al que tenía dominio sobre la muerte (Hb 2,14).

En esta perspectiva histórica se comprende la fecundidad de la

solidaridad:17 para Jesús la aceptación humilde de su condición humana, ha sido la razón de que se le conceda por Dios “el nombre sobre todo nombre”, el nombre de “Señor”, que representa el logro defi nitivo de su identidad divina y recepción del Señorío Universal – que se manifi esta en la fl exión de toda rodilla y la confesión de fe de toda lengua –; y para la humanidad que queda enriquecida por este empobrecimiento y rescatada así de la esclavitud.

El corazón nuevo, se le anuncia a la persona humana cuando se le dice que no ha recibido un espíritu de siervo/a y su radical pobreza la constata cuando sólo descubre en él/ella un espíritu servil – a pesar de ese anuncio.

Si la kénosis de Jesús signifi ca la aceptación de todas las condiciones de la encarnación;18 la humanidad nueva revestida de Jesucristo será la que acepte todas las condiciones de su espíritu frágil, consciente de no tener en sí más que un espíritu servil. En el despojo de esta radical tendencia el Espíritu del Señor podrá otorgarle un espíritu de hijo e hija, por el cual despliegue su capacidad de amor, de libertad, justicia y verdad. Su capacidad de transformar la realidad en Reino de Solidaridad pues “nuestra humanidad vieja ha sido crucifi cada con Cristo, a fi n de que fuera destruido este cuerpo de egoísmo y cesáramos

de ser esclavos y esclavas. Pues quien está muerto/a queda liberado/a” (Rom 6,4) y “por tanto quien está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo,

17 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La Humanidad Nueva, pp.192-193.18 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La Humanidad Nueva, p. 205.

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todo es nuevo” (2 Co 5,17); “todos os habéis revestido de Cristo, ya no hay judío ni griego, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer...” (Gál 3, 27s).

En síntesis: Kénosis es un concepto teológico utilizado principalmente por Pablo, que resume el anonadamiento, la humillación..., que representa para Dios adoptar la condición de pecado de la humanidad, en orden a conseguir la Salvación.

Nos habla de un Dios que quiere mostrarse y actuar en la historia sólo como amor; y de una humanidad llamada a la plenitud que ha irrumpido en la historia a través de la Resurrección de Jesús, pero que sólo la logrará como “Hijo/a de Dios”, por medio de la obediencia al Padre y en la fi delidad a los condicionamientos naturales e históricos vividos en solidaridad responsable y comprometida.19

La Kénosis como categoría teológica nos permite observar:

- el acontecer de Dios en la historia como disolución de su poder en cuanto poder absoluto para revelarse como Amor absoluto, que asume todas las condiciones humanas y terrenas;

- el despojo de Dios en la encarnación. Esto es ónticamente posible porque Dios se despoja eternamente en su entrega tripersonal “se da la abnegación de las personas (como pura relación) en la vida intratrinitaria del amor. El Padre es quién considera que “no ha de aferrarse” a su Hijo y “lo entrega” (“tradere”: Jn.19, 11; Rom. 4,25; 8,32; “dare”: Jn.3,16; 6,32.”);20

- el dejarse afectar de Dios por el mundo, quién decide responder con generosidad y misericordia. Acontece el reconocimiento de la realidad por parte de Dios;

- el movimiento de solidaridad (“por nosotros”) y de inculturación (“se hizo uno de tantos” “como nosotros”) hecho por Cristo.

19 Cfr. SCHNACKENBURG, R. “Cristología del Nuevo Testamento”. En: VV.AA. Mysterium

Salutis: manual de Teologia como historia de la salvacion. Vol. III. Madrid: Ed. Cristiandad, Madrid 1969, pp. 186-314.20 Cfr. VON BALTHASAR, H. U. “El misterio pascual”. En: VV.AA. Mysterium Salutis:

manual de Teologia como historia de la salvacion. Vol. III. Madrid: Ed. Cristiandad, Madrid 1969, p. 677.

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Conclusión: la Humanidad Nueva es una Humaniad Kenótica, una

Humanidad Solidaria

El ser humano que experimenta un proceso de kénosis, es como Jesús una persona solidaria, pues se descentra, se vacía, se despoja de sí mismo/a para adherirse al otro/a, a su bien, a su causa. De ahí que podemos afi rmar junto con González Faus que “la kénosis es el paradigma de la solidaridad”.21

El movimiento kenótico es un movimiento de solidaridad (Jesús lo realiza por “nosotros”). Es el despliegue histórico de la fi liación divina y la ternura de Dios como liberación para los demás. Pues Dios sólo se dejará encontrar en el hermano/a, ya que quien cree amar a Dios y sólo a Dios, ama a un ídolo, pues Dios sólo se puede amar en el hermano/a que se ve (1 Jn 4,20). De ahí que los diversos nombres que el amor ha ido recibiendo

a lo largo de los siglos confl uyen hoy en esta palabra solidaridad, que signifi ca: reconocimiento, respeto, colaboración, alianza, amistad, ayuda... y más aún: es la ternura efi caz y simultáneamente colectiva; es la adhesión efectiva a la causa del otro, que se hace también causa propia.

Sólo es solidario aquel/lla que hace del derecho del otro/a un deber suyo, co-practicando la fraternidad y la justicia. Juan Pablo II afi rma en “Sollicitudo rei socialis 39”: “la paz es fruto de la solidaridad”, porque es la complementación de la justicia.

En síntesis: a la solidaridad le es esencial un elemento de abajamiento de los unos a los otros, lo cual signifi ca un cambio radical en el modo de comportarnos los humanos.22 Pues la plenitud de nuestra vida nos es dada por el amor en la vivencia de la solidaridad y la entrega y no en el brillo del poder y la majestad. De ahí que la kénosis no hemos de defi nirla negativamente, sino positivamente como aceptación y asunción de las condiciones terrenas. Es evidente, que en nuestras cabezas, la kénosis supone una renuncia óntica, pero en ella misma se da la presencia óntica. Si concebimos al ser humano como “historia”, como ser cuya esencia es hacerse lo que es y, en ello se da la puesta en juego de sí mismo, entonces Dios no se ha hecho solamente

21 GONZÁLEZ FAUS, J. I. Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre. 3ª ed. Santander: Sal Terrae, 1991.22 GARCÍA ROCA, J. Exclusión social y construcción de la solidaridad. Prácticas, discursos,

narraciones. Madrid: Ed. HOAC, 1998, p. 27.

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persona humana y esclavo: se ha hecho también riesgo y apuesta. En este sentido analógicamente puede hablarse de toda encarnación como kénosis.23

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23 GONZÁLEZ FAUS, J. I. La humanidad nueva, pp. 204-206.

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Clara María Temporelli

Doctora en Teología por la Facultat de Teologia da Catalunya (España)Profesora de Mariología en la Universidad del Salvador

Buenos Aires / ArgentinaE-mail: [email protected]

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