Romani Matias - Para Animarse a Leer Marx

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    CUADERNOS

    Matas Romani

    serie lecturas y reflexiones sobre economa

    PARA ANIMARSE A LEER

    KARL MARX

  • PARA ANIMARSE A LEER

    KARL MARX

    DireccinLuis Mesyngier

  • 214coleccin cuadernos serie lecturas y reflexiones sobre economa

  • Presentacin y seleccin de textos

    Matas Romani

    PARA ANIMARSE A LEER

    KARL MARX

  • Romani, Matas RafaelPara animarse a leer Marx. - 1a ed. - Buenos Aires : Eudeba, 2012. 88 p. ; 25x18 cm. - (Cuadernos. Lecturas y reexiones sobre economa)

    ISBN 978-950-23-2018-2

    1. Ciencias Polticas. I. TtuloCDD 320

    EudebaUniversidad de Buenos Aires

    Primera edicin: agosto 2012

    Revisin pedaggica: Norma P. Zanelli

    2012Editorial Universitaria de Buenos AiresSociedad de Economa MixtaAv. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202www.eudeba.com.ar

    Diseo de coleccin:Mariana Piuma - [email protected] Aldegani - [email protected]

    Impreso en la ArgentinaHecho el depsito que establece la ley 11.723

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, electrnico, mecnico, fotocopias u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

  • [] los clsicos sirven para entender quines somosy adnde hemos llegado []

    talo CalvinoCalvino, talo. Por qu leer los clsicos. Barcelona, Tusquets, 1993

  • 7Qu es un clsico?

    El sentido comn que gua nuestra forma de pensar y la visin sobre el mundo que nos rodea se estructura a partir de ideas, imgenes y razonamientos condicionados por dos cuestiones: lo trascendente de las relaciones humanas (afectos, angustias, pasiones, sentimientos) y las circunstancias que el desarrollo social y tecnolgico nos brindan.

    Cada momento histrico genera su propio sentido comn; la forma, sutil, en que hombres y mujeres pensamos la sociedad en que nos toca vivir y a nosotros mismos.

    En ese devenir, las explicaciones mitolgicas, religiosas y/o intelectuales son un auxilio individual y colectivo.

    Un clsico es un pensador (un pensamiento o todo un sistema cientco) que resiste el paso del tiempo y contina vigente. Sigue siendo parte de la cosmovisinsocial porque est incorporado en forma imperceptible y porque ha planteado tanto dudas como incipientes respuestas orientadas de un modo tan profundo como ntimo.

    En estos Cuadernos se intenta el rescate de aquellos pensadores que, an pa-sados milenios, siglos o dcadas, conforman parte inseparable del pensamientocontemporneo.

    Es una invitacin a leerlos directamente. A dejarnos llevar por sus ideas para cuestionarlas, discutirlas, contrastarlas con el presente y con nuestra propia ex-periencia. A descubrir que lo que hoy parece obvio, razonable o inquietante, fue planteado magistralmente por aquellos que ingresaron en la categora de Clsicosdel pensamiento.

    El presente libro propone una invitacin a la lectura de fragmentos de El capital,escritos por Karl Marx en el siglo XIX. Los fragmentos seleccionados se han agrupa-do en apartados, en funcin de los temas que abordan.

    Leer textos autnticos es imprescindible para acceder a la complejidad de las ideas de un autor, para valorarlas y entablar un dilogo con ellas. Al mismo tiempo, contar con un acompaamiento en esta lectura puede ayudar a enfrentar las di-cultades que eventualmente se presenten, a evitar el abandono del intento. Es por ello que cada apartado se inicia con comentarios que procuran introducir los temas tratados, anticipar cuestiones, brindar claves para la comprensin e interpretacin, formular interrogantes que inciten al encuentro con los textos originales.

    Por otra parte, los apartados culminan con preguntas acerca de los textos de Marx, que apuntan a que el lector monitoree su comprensin, a travs de una relec-tura tendiente a identicar informacin relevante, establecer relaciones entre ideas de un fragmento o entre fragmentos de distintas fuentes, ejemplicar, descubrir la estrategia de argumentacin, justicar las armaciones del autor.

    Finalmente, el libro presenta preguntas a partir de la lectura de los textos de Marx.Responderlas supone un desafo mayor. Se trata de pensar desde las ideas del au-tor y ms all de ellas, vincular los postulados de distintos fragmentos, evaluarlos desde la perspectiva de los tiempos actuales, ponderar las consecuencias de soste-ner sus argumentos o de discutirlos, elaborar opiniones y valoraciones personales. Animarse, en n, a pensar desde la Economa poltica.

    Luis MesyngierDireccin

  • 9matas romani

    I. La fuerza del dbil

    Londres, 1867. Un da de otoo lluvioso y gris de un fro impiadoso que intenta meterse sin escrpulos en el cuerpo. Un hombre se dirige a la casa de un editor muy poco conocido, lleva en su mano temblorosa un manuscrito, su enfermedad lo mantuvo alejado de las sombras calles por bastante tiempo. Al llegar a la casa del editor mira al cielo como implorando clemencia piensa que est entregando el sa-cricio de su vida y de su familia toca su puerta y entrega el manuscrito. Se vuelve, y en su rostro aparece una sonrisa cmplice con las vueltas del destino. La ciudad del Tmesis, el British Museum, la economa poltica haban despertado en ese viejo emigrado, el fervor por las interminables noches de estudio de los primeros aos de juventud. Emprende su camino de regreso, perdido entre la multitud desconocida en las calles abigarradas de gente. Entra a su casa en las cercanas de Haverstock Hill, mira a su mujer y le dice: Es con toda seguridad el proyectil ms terrible que se ha disparado nunca sobre la cabeza de los burgueses. Este hombre es Karl Marx, el primer libro de El capital estaba en manos del editor.1

    Karl Heinrich Marx naci el 5 de mayo de 1818 en Trveris, Renania, una regin tradicional de Prusia, el mismo ao que Hegel inauguraba la sesin de apertura de la Universidad de Berln. Son tiempos convulsionados por el fantasma de la revolucin y por una gran efervescencia intelectual, producto de la descomposicin del frente unido del absolutismo. La crisis de los dogmas y creencias tradiciona-les era una seal de que la hora de la monarqua, la aristocracia y el clero estaba llegando a su n. Para un joven de 22 aos que egresaba de la carrera de Derecho, el descubrimiento de la losofa de las luces, el periodismo liberal y el retraso de la poltica prusiana resultaban cuestiones mucho ms atractivas que el manda-to paterno de convertirse en abogado. Las primeras contribuciones periodsticas rmadas por Marx y el contacto con los crculos loscos radicales le valieron la fama de agitador y la sentencia de una primera emigracin. El lugar ser Pars. La ciudad que ocia como sede espiritual de la revolucin2 ser el punto de encuentro con Friedrich Engels durante el verano de 1844. Tras diez das de conversaciones, naca la ms intensa amistad del siglo XIX.

    No es un dato menor que el recorrido terico de Marx sufriera un importante punto de inexin como corolario del perodo de Pars. Mucho se ha discutido si las Tesis sobre Feuerbach (1845) sealan una continuidad o una ruptura entre los trabajos de juventud dedicados a la crtica losca y el viraje hacia la economa poltica durante el perodo de madurez. Los que suscriben a la primera lnea siguen la pista de la alienacin del trabajo en el fetichismo de la mercanca, mientras que

    1 El primer paquete de manuscritos del libro I de Das Kapital fue enviado a un editor de literatura democrtica llamado Otto Meissner en noviembre de 1866. Cinco meses despus, Marx en persona llev a Hamburgo el resto del manuscrito. Las pruebas nales fueron corregidas el 16 de agosto de 1867: a las dos de la maana, segn l cont a Engels y devueltas al impresor. La publicacin de mil ejemplares se produjo el 14 de septiembre de 1867. Un anlisis minucioso de los vaivenes de la primera edicin se encuentra en Dobb (1973).

    2 El reacomodamiento del mapa poltico posterior al temblor revolucionario de 1830 dividi a Europa en dos: la zona oriental controlada por las monarquas absolutas y las ciudades occidentales afectadas por las revoluciones liberales. Pars funcionaba como un enorme centro de atraccin para todos los grandes agitadores del siglo XIX. El recorrido de tres emigrados rusos se puede seguir en Carr (1985).

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    los partidarios del quiebre epistemolgico subrayan la novedad del materialismo histrico y de la dialctica marxista. Existen razones sucientes para utilizar y des-echar ambos argumentos. Sin embargo, en nuestra consideracin slo es posible comprender la unidad de la obra de Marx en la discontinuidad de su desarrollo.3

    Esto signica que la crtica del derecho, la moral y la losofa quedar interrumpida por la crtica a la Economa poltica. No tanto como una renuncia denitiva a la problemtica de juventud, sino por el descubrimiento de que la clave del Estado moderno se encuentra contenida en la crtica de la sociedad civil.

    Sin duda, la viabilidad de cualquier proyecto crtico hubiera resultado impo-sible sin la enorme herencia recibida del pensamiento del siglo XIX. La losofa alemana, el socialismo francs y la economa poltica inglesa constituyen tres fuen-tes y tres partes esenciales del marxismo. Sin embargo, es un error frecuente ver en la obra de Marx una continuacin directa e inmediata, (Lenin, 1980) como una especie de sntesis o de eclecticismo terico. La crtica de Marx transforma los ma-teriales y desarrolla las categoras en una nueva direccin hasta volverlas prctica-mente irreconocibles. El sistema hegeliano queda superado mediante la inversin materialista de La ideologa alemana. Las corrientes subterrneas del socialismo y el comunismo primitivo de Saint-Simon, Cabet y Fourier fueron despojadas de la atmsfera utpica para la crtica poltica del sistema industrial. Mientras que la tra-dicin clsica de Smith y Ricardo deni el derrotero conceptual para emprender el viaje hacia las entraas del capitalismo. El ltimo momento de la crtica marxiana coincide con los aos ms fecundos de su exilio en Inglaterra entre 1857 y 1871, donde se encuentran los trabajos preliminares para la publicacin del primer tomo de El capital.

    Las reformas sociales jams se llevan a cabo gracias a la debilidad del fuerte; siempre es merced a la fortaleza del dbil.4 Con estas palabras cerraba Karl Marx su discurso del 9 de octubre de 1847 ante un nutrido auditorio de trabajadores. El mensaje dirigido a la posteridad poda ser interpretado como una crnica de su propia vida. Nadie ms que l conoca el verdadero signicado de la adversidad y la necesidad inminente de la lucha. De los seis hijos que tuvo con Jenny von Wes-tphalen, cuatro fallecieron durante su vida, mientras que los dos restantes se sui-cidaron. Las privaciones econmicas eran tan acuciantes que la familia slo pudo subsistir econmicamente merced a los envos regulares de Friedrich Engels. La situacin desesperada quedaba agravada por los reiterados padecimientos fsicos que postergaban la nalizacin de El capital. Como qued demostrado, la fuerza de sus ideas era, incomparablemente, superior a la fragilidad de su cuerpo. Karl Marx muri el 14 de marzo de 1883 a la edad de 65 aos. Tres das ms tarde fue enterrado junto a su mujer en el cementerio Highgate de Londres.

    3 Quienes sealan una discontinuidad entre el humanismo del joven Marx y el economicismo del Marx maduro, como Louis Althusser, sacrican la unidad de la obra para sealar la apertura cientca del Continente-Historia. En cambio, el marxismo occidental proveniente de Georg Lukcs deende la lnea de continuidad entre los escritos loscos y el materialismo histrico, aun perdiendo de vista diferencias ostensibles entre ambos perodos. Nuestra posicin, que considera que slo mediante la discontinuidad en el pensamiento se puede comprender la unidad de la obra, coincide con la lectura de Levn (1997).

    4 Wheen (2000: 21). Este ciclo de conferencias de 1847 organizadas en la Asociacin obrera alemana de Bruselas sirvieron como base para el artculo de Marx (1994: 293-334), Trabajo asalariado y capital.

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    Slo once personas escucharon las palabras de despedida de Friedrich Engels.As como Darwin descubri la ley del desarrollo de la naturaleza orgnica, Marx des-cubri la ley del desarrollo de la historia humana. El capitalismo moderno era la ltima expresin histrica de una sociedad dividida en clases. Por eso Marx era un revolucionario, porque buscaba cooperar al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones polticas creadas por ella, contribuir a la emancipacin del prole-tariado moderno, a quin l haba infundido por primera vez la conciencia de su propia situacin y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipacin: tal era la verdadera misin de su vida. La lucha era su elemento. [] Su nombre vivir a travs de los siglos y con l su obra.5

    El capital se ha convertido, por lejos, en la obra ms inuyente de todos los tiempos. No slo en el terreno de la Economa poltica sino como uno de los aportes ms signicativos dentro del pensamiento humano en general. A medio siglo de su publicacin, una sexta parte del mundo viva la primera experiencia alternativa al capitalismo hasta abarcar, luego de 30 aos, a un tercio de la poblacin mundial (Hobsbawm, 1999). Con cada nueva crisis del capitalismo, el fantasma de Marx vuelve al asedio entre apologetas y detractores, en paralelo al desconcierto de la economa ocial frente a los desajustes econmicos. Ninguna coleccin de clsicos estara completa sin la presencia de El capital. A casi 150 aos de sus inicios, las palabras de Marx se han convertido en una en un gran manantial, donde las diver-sas disciplinas se nutren de su profunda actualidad.

    Las notas y la seleccin bibliogrca que siguen a continuacin tienen como principal objetivo servir como una lectura introductoria de El capital. No tanto para aportar una nueva interpretacin original de la obra, sino para aclarar las zonas ms densas y complicadas del recorrido principal. Las referencias secundarias fue-ron excluidas del corpus principal con el n de lograr una lectura ms amena. La excesiva representacin de los extractos del Libro I, El proceso de produccin de capital, se justica como la parte publicada durante la vida de Marx, mientras que la eleccin del Libro III, El proceso global de la produccin capitalista, aporta cierto sentido de unidad a una obra que ha quedado inconclusa. Por ltimo, slo resta el agradecimiento para quienes enriquecieron con sugerencias, estmulos y correccio-nes la versin denitiva de este trabajo. Cualquier error, inexactitud o equvoco es entera responsabilidad del autor.

    5 Engels (1981: 171-173). Un anlisis interesante sobre las representaciones en torno a la muerte de estos dos revolucionarios puede encontrarse en Baczko (1991: 125-136).

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    II. Una crtica a la Economa poltica

    El capital expone los principales lineamientos de la praxis en el sistema capitalis-ta. Como tal no constituye un estudio histrico sobre el desarrollo de esta forma-cin social sino una reexin abstracta sobre la lgica del capital en el modo de produccin burgus6. La diferencia es fundamental: radica en el uso metodolgico del proceso de abstraccin, como una instancia que permite discernir entre los aspectos esenciales y accidentales de un determinado fenmeno. Esta es la razn por la que las leyes del capital aparezcan formuladas con un nivel tan elevado de generalidad, mientras que las referencias histricas slo sirvan como un modo de ejemplicacin del argumento principal. El capital no intenta captar la inmediatez de los fenmenos ni su expresin emprica, sino descubrir la esencia misma del capitalismo moderno y su sujecin a leyes histrico-naturales. Como una Crtica a la Economa poltica se inscribe dentro del lenguaje formal de la teora cientca que sabe que, al sacar a la luz la ley econmica que rige el movimiento de la sociedad moderna,7 se obtiene la clave para pensar al sistema como una totalidad orgnica-mente estructurada. Las leyes del capital constituyen la puerta de entrada para la comprensin del capitalismo.

    El principio fundamental de todo conocimiento autntico reside en la actitud de sospecha frente al saber adquirido y a la realidad por conocer.8 Por eso la crtica marxista se desdobla como crtica del capitalismo y de la Economa poltica. En un libro de 1847 llamado 0LVHULDGHODORVRID, Marx sealaba las contradicciones que acompaan el triunfo del capital: de da en da se ve, pues, con mayor claridad, que las relaciones de produccin en que se mueve la burguesa no tienen un carcter nico y simple, sino un carcter de duplicidad; que en las mismas relaciones en que se pro-duce la riqueza se produce tambin la miseria. (Marx, 1984). Sin duda la liberacin de las fuerzas productivas, el progreso tcnico-cientco y el comercio mundial constituyen insignias distintivas del triunfo heroico de la burguesa; pero tambin dan origen al despliegue de sus consecuencias ms salvajes: la alienacin del tra-bajo, la miseria extrema, la explotacin infantil. Son motivos sucientes para que la crtica del capitalismo no se resuelva en el registro limitado de la interpretacin terica, sino en el avance poltico de la praxis revolucionaria.

    Cualquier prctica transformadora del capitalismo necesita completarse con una crtica a la Economa poltica en tanto representacin terica del mundo bur-gus. No slo porque ella contiene una defensa explcita de los intereses materiales de los propietarios privados sino porque, adems, su estructura argumentativa se encuentra limitada por las relaciones de produccin existentes. Para Marx el pro-

    6 Una interesante discusin sobre los diferentes modos de anlisis de la estructura, el proceso y su aplicacin a la problemtica de El capital se encuentra en el trabajo de Thompson (1981: 96-104).

    7 La denicin de los objetivos aparece en el prlogo de la primera edicin: Lo que he de investigar en esta obra es el modo de produccin capitalista y las relaciones de produccin e intercambio a l correspondientes. Sin embargo, la cita escogida subraya que el desarrollo de esta formacin social se puede tomar como producto de un proceso objetivo-natural que escapa a la intencionalidad del individuo. Marx (2003: 6-8).

    8 La muy conocida frase: Yo no soy marxista demuestra que nada ms alejado de las intenciones del propio Marx que prescribir frmulas dogmticas. Cualquier intento de limitar el proyecto crtico es una grave distorsin al marxismo. Sobre la doble crtica al conocimiento y a la realidad vase Lefebvre (1974: 29).

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    blema principal de la Economa burguesa es que no alcanza a disipar el carcter fetichista que envuelve a las categoras econmicas. La produccin, la divisin del trabajo, el valor de cambio o el capital quedan reducidos a su dimensin tcnico-material en cuanto cosas o, en su defecto, considerados como relaciones sociales eternas e inmutables. El primer caso toca a la Economa vulgar que no alcanza a captar las determinaciones sociales que subyacen a la mera apariencia de los fenmenos, mientras que la Economa clsica lo logra, aunque pierde de vista el carcter especco de la produccin mercantil. La crtica de Marx a la totalidad de la Economa burguesa se encuentra contenida en la teora del fetichismo de la mer-canca. Lejos de ser una mera digresin losca o cultural, constituye una teora general de las relaciones de produccin en la economa capitalista mercantil.9

    El fetichismo es una operacin ilusoria que consiste en atribuirle propiedades sobrenaturales a los objetos. Dentro de la teora econmica de Marx reeja la re-presentacin imaginaria del sentido comn y el sesgo especco de la Economa vulgar. Si todas las categoras econmicas contienen una dimensin social y otra material, el carcter fetichista resulta de confundir las relaciones sociales con las propiedades naturales de las cosas. No es la tierra la que genera renta; el trabajo,salario, o el capital, ganancia; sino que son las relaciones sociales donde hay que buscar el fundamento de cualquier rendimiento econmico. Si por produccin se entiende la transformacin de la materia en productos aptos para el disfrute, toda forma de trabajo que el hombre realiza sobre la naturaleza implica, no slo un intercambio con el mundo orgnico, sino tambin relaciones de produccin deter-minadas. Como la Economa vulgar slo capta el momento tcnico-material de las categoras econmicas, el proceso de produccin queda reducido a un simple in-tercambio con la naturaleza. La desaparicin de las relaciones sociales transforma a la tierra, el trabajo y el capital en una ecuacin tcnica de factores que se pueden adquirir en el mercado.

    El fetichismo de la mercanca encarna el imaginario dominante de la economa burguesa. A simple vista, el intercambio mercantil describe un movimiento aut-nomo de objetos como si fueran impulsados por una fuerza extraa que los vincula entre s. Una determinada cantidad de zapatos se intercambia por sombreros, para-guas, sillas, etctera en proporciones diferentes que varan segn el tiempo y lugar. Para los propietarios de mercancas, que slo perciben la forma exterior y aparente de la permuta, la intercambiabilidad de los productos no proviene de la igualacin de los diferentes trabajos que se realiza en el mercado, sino de una propiedad material e intrnseca de los objetos. Al no ver las relaciones sociales ocultas en el movimiento de las cosas, se proyectan caractersticas humanas al mundo material. La realizacin prctica de este proceso conduce a la SHUVRQLFDFLQGHODVFRVDVcomo la forma particular de fetichismo de la Economa vulgar.

    El mrito ms importante de la Economa poltica fue haber escapado a las formas aparentes del intercambio mercantil a partir del descubrimiento de las re-

    9 La revolucin terica que introduce Marx en la Economa poltica se encuentra contenida en la crtica sociolgica de El fetichismo de la mercanca y su secreto donde sienta las bases para una teora general de las relaciones de produccin. Rubin (1974: 50).

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    laciones de produccin que subyacen a la categora valor. Sin embargo, los clsicos tampoco han podido eludir el fetichismo debido a la incomprensin del carcter especco de laFRVLFDFLQGHODVUHODFLRQHVKXPDQDV. En un sistema econmico donde la produccin social se realiza de manera privada e independiente, slo es posible entablar un vnculo productivo a travs de la mediacin de las cosas. Lo que signica que la superposicin de las relaciones sociales en las categoras ma-teriales constituye un rasgo especco de la economa capitalista-mercantil y no de cualquier otra formacin social. El error de la Economa poltica fue haber conside-rado a las categoras burguesas como formas generales y eternas de la produccin econmica y no como tipos histricamente determinados.

    Si el lenguaje de la Economa vulgar slo captaba la forma material del inter-cambio privado desprovista del contenido, la Economa clsica logra alcanzar el contenido con independencia de la forma. Esto ocurre, por ejemplo, en la com-prensin de la divisin del trabajo. Un aspecto de toda relacin de produccin en general se convierte, en el lenguaje cientco de la Economa poltica, en una con-secuencia necesaria del intercambio privado. Los aspectos genricos se vuelven especcos y los especcos, genricos. La divisin del trabajo se convierte, enton-ces, en el punto de partida de la sociedad de comerciantes donde el intercambio de mercancas se ha convertido en una fuerza dominante. La ciencia clsica del valor no puede resolver el nacimiento mercantil, ni mucho menos los secretos de la forma dinero, sin buscar las propiedades que distinguen al hombre de las dems especies, o a contemplar el intercambio mercantil como una consecuencia necesa-ria e inevitable del desarrollo humano. Al denir las categoras econmicas en su abstracta generalidad, la Economa poltica termina por expulsarlas del dominio cotidiano de la historia.La crtica de Marx al fetichismo de la mercanca intenta extraer el momento de verdad de los clsicos, pero en una direccin muy diferen-te. Cualquier referencia a un proceso de produccin en general slo sirve como contrapunto necesario para determinar especies y tipos histricos heterogneos. Al distinguir la produccin tribal, feudal o mercantil y la divisin del trabajo dentro de una economa natural y de una economa de mercado, Marx logra determinar la especicidad del capitalismo de las formas histricas anteriores. Con esto no slo se ubica en sintona con el paradigma clsico que reduce las formas materia-les al contenido social, sino tambin como una superacin que permite explicar por qu dicho contenido asume una determinada forma concreta. El capital como crtica a la Economa poltica constituye un intento por desarrollar la historicidad de las categoras econmicas, donde lo general y lo especco quedan integrados como momentos dialcticos de una unidad. Pero tambin, como una composicin artstica10 donde se anuncian elementos transicionales hacia una nueva forma de organizacin social. Tras la lgica del capital, Marx extrae las formas elementales para el desarrollo del socialismo.

    10 La referencia se encuentra en una carta que escribi a Engels en julio de 1865 que se encuentra citada en Barnett (2010: 190).

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    Karl Marx: El capital. Tomo I. Captulo I: La mercancaTexto: [87] 4. El carcter fetichista de la mercanca y su secreto

    Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carcter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que tambin refleja la relacin social que media entre los productores y el trabajo global, como una relacin social entre los objetos, existente al margen de los productores. Es por medio de este quid pro quo [tomar una cosa por otra] como los productos del trabajo se convierten en mercancas, en cosas sensorialmente suprasensibles o socia-les. [...]. Por el contrario, la forma de mercanca y la relacin de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma [89] se representa, no tienen absoluta-mente nada que ver con la naturaleza fsica de los mismos ni con las relaciones, propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que aqu adopta, para los hombres, la forma fantasmagrica de una relacin entre cosas, es slo la relacin social determinada existente entre aqullos. De ah que para hallar una analoga pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo re-ligioso. En ste los productos de la mente humana parecen figuras autnomas, dotadas de vida propia, en relacin unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancas con los productos de la mano humana. A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancas, y que es inseparable de la produccin mercantil.

    Ese carcter fetichista del mundo de las mercancas se origina, como el an-lisis precedente lo ha demostrado, en la peculiar ndole social del trabajo que produce mercancas.

    Si los objetos para el uso se convierten en mercancas, ello se debe nica-mente a que son productos de trabajos privados ejercidos independientemente los unos de los otros. El complejo de estos trabajos privados es lo que constituye el trabajo social global. Como los productores no entran en contacto social has-ta que intercambian los productos de su trabajo, los atributos especficamente sociales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en el marco de dicho intercambio. O en otras palabras: de hecho, los trabajos privados no alcanzan realidad como partes del trabajo social en su conjunto, sino por medio de las re-laciones que el intercambio establece entre los productos del trabajo y, a travs de los mismos, entre los productores. A stos, por ende, las relaciones sociales en-tre sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas. []

    El descubrimiento cientfico ulterior de que los productos del trabajo, en la medida en que son valores, constituyen meras expresiones, con el carcter de cosas, del trabajo humano empleado en su produccin, inaugura una poca en la historia de la evolucin humana, pero en modo alguno desvanece la apariencia de objetividad que envuelve a los atributos sociales del trabajo. Un hecho que slo tiene vigencia para esa forma particular de produccin, para la produccin

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    de mercancas a saber, que el carcter especficamente social de los trabajos privados independientes consiste en su igualdad en cuanto trabajo humano y asume la forma del carcter de valor de los productos del trabajo, tanto antes como despus de aquel descubrimiento se presenta como igualmente definitivo ante quienes estn inmersos en las relaciones de la produccin de mercancas, as como la descomposicin del aire en sus elementos, por parte de la ciencia, deja incambiada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo fsico. []

    La reflexin en torno a las formas de la vida humana, y por consiguiente el anlisis cientfico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por el desa-rrollo real. Comienza post festum [despus de los acontecimientos] y, por ende, disponiendo ya de los resultados ltimos del proceso de desarrollo. Las formas que ponen la impronta de mercancas a los productos del trabajo y por tanto estn presupuestas a la circulacin de mercancas, poseen ya la fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes de que los hombres procuren dilucidar no el carcter histrico de esas formas que, ms bien, ya cuentan para ellos como algo inmutable sino su contenido. De esta suerte, fue slo el anlisis de los precios de las mercancas lo que llev a la determinacin de las magnitudes del valor; slo la expresin colectiva de las mercancas en dinero, lo que indujo a fijar su carcter de valor. Pero es precisamente esa forma acabada del mundo de las mercancas [93] la forma de dinero la que vela de hecho, en vez de reve-lar, el carcter social de los trabajos privados, y por tanto las relaciones sociales entre los trabajadores individuales. Si digo que la chaqueta, los botines, etc., se vinculan con el lienzo como con la encarnacin general de trabajo humano abs-tracto, salta a la vista la insensatez de tal modo de expresarse. Pero cuando los productores de chaquetas, botines, etc., refieren esas mercancas al lienzo o al oro y la plata, lo que en nada modifica la cosa como equivalente general, la rela-cin entre sus trabajos privados y el trabajo social en su conjunto se les presenta exactamente bajo esa forma insensata.

    Formas semejantes constituyen precisamente las categoras de la economa burguesa. Se trata de formas del pensar socialmente vlidas, y por tanto obje-tivas, para las relaciones de produccin que caracterizan ese modo de produc-cin social histricamente determinado: la produccin de mercancas. Todo el misticismo del mundo de las mercancas, toda la magia y la fantasmagora que nimban los productos del trabajo fundados en la produccin de mercancas, se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de produccin. []

    Ahora bien, es indudable que la economa poltica ha analizado, aunque de manera incompleta [50], el valor y [98] la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en esas formas. Slo que nunca lleg siquiera a plantear la pre-gunta de por qu ese contenido adopta dicha forma; de por qu, pues, el trabajo se representa en el valor, de a qu se debe que la medida del trabajo conforme a su duracin se represente en la magnitud del valor alcanzada por el producto del trabajo [51] Para dejarlo en claro de una vez por todas, digamos que entien-do por economa poltica clsica toda la economa que, desde William Petty, ha investigado la conexin interna de las relaciones de produccin burguesas, por oposicin a la economa vulgar, que no hace ms que deambular estrilmente

  • 18 para animarse a leer karl marx

    en torno de la conexin aparente, preocupndose slo de ofrecer una explicacin obvia de los fenmenos que podramos llamar ms bastos y rumiando una y otra vez, para el uso domstico de la burguesa, el material suministrado hace ya tiempo por la economa cientfica. Pero, por lo dems, en esa tarea la econo-ma vulgar se limita a sistematizar de manera pedante las ideas ms triviales y fatuas que se forman los miembros de la burguesa acerca de su propio mundo, el mejor de los posibles, y a proclamarlas como verdades eternas. A formas que llevan escrita en la [99] frente su pertenencia a una formacin social donde el proceso de produccin domina al hombre, en vez de dominar el hombre a ese proceso, la conciencia burguesa de esa economa las tiene por una necesidad natural tan manifiestamente evidente como el trabajo productivo mismo. De ah que, poco ms o menos, trate a las formas preburguesas del organismo social de produccin como los Padres de la Iglesia a las religiones precristianas [52] []

    Los economistas tienen una singular manera de proceder. No hay para ellos ms que dos tipos de instituciones: las artificiales y las naturales. Las institu-ciones del feudalismo son instituciones artificiales; las de la burguesa, natura-les. Se parecen en esto a los telogos, que distinguen tambin entre dos clases de religiones. Toda religin que no sea la suya es invencin de los hombres, mientras que la suya propia es, en cambio, emanacin de Dios... Henos aqu, entonces, con que hubo historia, pero ahora ya no la hay. (Karl Marx, Misre de la philosophie. Rponse la Philosophie de la misre de M. Proudhon, 1847, p. 113). []

    Una de las fallas fundamentales de la economa poltica clsica es que nunca logr desentraar, partiendo del anlisis de la mercanca y ms especficamente del valor de la misma, la forma del valor, la forma misma que hace de l un valor de cambio. Precisamente en el caso de sus mejores expositores, como Adam Smith y Ricardo, trata la forma del valor como cosa completamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la mercanca. Ello no slo se debe a que el anlisis centrado en la magnitud del valor absorba por entero su atencin. Obe-dece a una razn ms profunda. La forma de valor asumida por el producto del trabajo es la forma ms abstracta, pero tambin la ms general, del modo de pro-duccin burgus, que de tal manera queda caracterizado como tipo particular de produccin social y con esto, a la vez, como algo histrico. Si nos confundimos y la tomamos por la forma natural eterna de la produccin social, pasaremos tambin por alto, necesariamente, lo que hay de especfico en la forma de valor, y por tanto en la forma de la mercanca, desarrollada luego en la forma de dinero, la de capital, etc. Por eso, en economistas que coinciden por entero en cuanto a medir la magnitud del valor por el tiempo de trabajo, se encuentran las ideas ms abigarradas y contradictorias acerca del dinero, esto es, de la figura consu-mada que reviste el equivalente general. Esto por ejemplo se pone de relieve, de manera contundente, en los anlisis sobre la banca, donde ya no se puede salir del paso con definiciones del dinero compuestas de lugares comunes. A ello se debe que, como anttesis, surgiera un mercantilismo restaurado (Ganilh, etc.) que no ve en el valor ms que la forma social o, ms bien, su mera apariencia, huera de sustancia.

  • 19matas romani

    Acerca de los textos de Marx

    Por qu se embarca Marx en el estudio del capital para analizar el capitalismo?

    Cul es el sentido de la crtica en Marx? Qu diferencia hay entre la crtica al capitalismo y la crtica a la Economa poltica?

    Cul es la diferencia entre la Economa poltica clsica y la Economa vulgar?

    Por qu es necesario distinguir en las categoras el momento genrico del especco? Cul es el sesgo de la Economa clsica al respecto?

    Por qu le interesa a Marx considerar al capitalismo como un modo de produccin histricamente determinado?

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    III. La ley del valor

    El punto de partida de Marx en El capital es el anlisis de la mercanca. Una demos-tracin ms de la importancia del intercambio mercantil en la sociedad burguesa. El capitalismo es un sistema econmico que se basa en el intercambio de productos en el mercado, donde la satisfaccin de necesidades se encuentra supeditada a la relacin de compra-venta. Poco importa la angustia, el dolor o la urgencia para conseguir los bienes, cada individuo se encuentra obligado a perseguir su propio egosmo, ya sea empleando su capital donde considere benecioso o disponiendo en el mercado de su poder adquisitivo. Cuando la produccin se realiza con el nico objetivo de la venta queda abierta la posibilidad de que existan necesidades sin satisfacer o individuos con una capacidad insuciente de compra. Al reducir toda forma de existencia al intercambio mercantil, el capitalismo slo puede concebir la generacin de riqueza como acumulacin de mercancas.

    Una de las premisas del materialismo dialctico11 sostiene que la esencia de las cosas nunca coincide con su forma de manifestacin. Por lo que el anlisis de la mercanca tiende a revelar propiedades diferentes como expresin material de la riqueza, como relacin social elemental y como forma general del capital. Cada presentacin contiene su momento de verdad que es mantenido y superado por el siguiente. La diferencia que introduce Marx en el primer captulo de El capitalconsiste en la descomposicin de la estructura mercantil en sus momentos consti-tutivos. La mercanca como expresin material corresponde a la mirada ingenua y espontnea del individuo en el mercado. Como relacin social lleva a la compren-sin de la especicidad del carcter social de los productos del trabajo. Mientras que, en el desarrollo de la forma del valor, se encuentra implcito el hilo conductor para develar el secreto del capital.

    Para el individuo sumergido en las relaciones de cambio, una mercanca es, antes que nada, un simple objeto fsico, transferible y acumulable. Una cosa que se intercambia en el mercado y, en virtud de sus cualidades, satisface necesidades humanas. Un par de zapatos, un plato de comida, un paraguas, etctera, son pro-ductos que valen en el momento del consumo como meros objetos de utilidad. La forma natural del calzado permite caminar con mayor comodidad, el sabor de los alimentos asegura la absorcin de su contenido nutritivo tal como la curvatura del paraguas sirve para resguardarse de la lluvia. No importa si la satisfaccin se rea-liza de manera directa o mediada ni tampoco si las necesidades son consideradas bsicas o de lujo. En su condicin de objetos tiles para el individuo prctico, las mercancas son valores de uso que se compran y venden en el mercado.

    Sin embargo, no todo producto del trabajo humano es una mercanca. Para esto debe presentar la particularidad de haber sido realizado con el objetivo del inter-cambio. La produccin mercantil necesita de la existencia de productores privados que realicen su actividad de manera independiente y que slo entren en mutua

    11 Comprender una cosa signica conocer su estructura mediante la descomposicin del todo. La dialctica no llega al conocimiento desde el exterior o complementariamente sino mediante el concepto y la abstraccin como un mtodo que permite descomponer el todo unitario, para poder reproducir mentalmente la estructura de la cosa, es decir, para comprenderla. Con respecto al mtodo dialctico, vase Kosik (1989).

  • 22 para animarse a leer karl marx

    relacin mediante el intercambio de sus productos. Como a nadie se le ordena qu producir, cmo producir y cunto producir, la decisin ltima recae sobre cada productor individual. Este es el secreto de la produccin social que se realiza de manera privada, cuando nadie puede inmiscuirse en el trabajo de los dems, e independiente, donde cada individuo tiene un pleno control sobre su capacidad productiva. Al movilizar de manera aislada los trabajos privados e individuales, la produccin de mercancas pone en movimiento una parte del trabajo social que se hace efectivo en el momento del intercambio. Cuando dos productos se encuentran en el mercado, detrs de la apariencia material evidente se consagra una relacin social mediada por las cosas.

    La mercanca constituye una estructura que posee un valor de uso y un valor inmanente, debido al doble carcter del trabajo contenido en ella. Como objeto de utilidad contiene un determinado tipo de trabajo concreto que slo vale cuali-tativamente en funcin de la satisfaccin de necesidades. Como objeto de valor expresa un trabajo abstracto indiferenciado que sirve como sustancia comn del intercambio. La identidad de las mercancas las vuelve conmensurables entre s, por lo que las proporciones de cambio en el mercado no son aleatorias ni acci-dentales, sino que estn reguladas de antemano por las magnitudes de tiempo de trabajo necesario para su produccin. Si producir un par de zapatos cuesta cinco veces ms que la fabricacin de un paraguas, es evidente que se cambiarn en una proporcin de 1 a 5 o, lo que es lo mismo, ste ltimo representar 1/5 del valor del primero. Una mejora productiva aplicada en la industria del calzado, al reducir el tiempo de trabajo social, hara disminuir el valor por unidad de los zapatos y cambiar la proporcin de cambio con respecto a las dems mercancas. La frmula es simple: cuanto mayor sea el tiempo de trabajo mayor ser el valor generado, y cuanto mayor sea la fuerza productiva aplicada a la produccin, menor ser el valor de la mercanca.

    La ley general del valor constituye el principio fundamental que regula toda produccin de mercancas. Se trata de una inuencia reguladora que opera jando las proporciones de cambio en el mercado, determinando la cantidad producida y estableciendo la asignacin de la fuerza de trabajo entre las diferentes ramas de la produccin.12 El productor de zapatos puede emplear una mayor cantidad de tiempo de trabajo individual en fabricar su valor de uso. Sin embargo, como el valor del calzado depende del tiempo de trabajo social, las horas de trabajo gastadas por encima del promedio general no sern reconocidas como valor social. Lo mismo sucedera para un fabricante que produjera una excesiva cantidad de paraguas en una poca del ao con escasas precipitaciones. La ley del valor se impone como una correccin a posteriori del gasto de trabajo que ha realizado cada productor privado, que lo lleva a modicar su comportamiento productivo para especializarse en una nueva rama u ocio. La misma ley que rige el intercambio de mercancas sirve, a su vez, para determinar una nueva divisin social del trabajo.

    12 La ley del valor es esencialmente una teora del equilibrio general desarrollada en primer trmino con referencia a la produccin simple de mercancas y adaptada despus al capitalismo. sta es la denicin que da Sweezy (1974: 64). En una direccin diferente como forma de regulacin turbulenta, Shaikh (2006: 88).

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    El funcionamiento de la ley del valor revela el mecanismo de la regulacin en la produccin simple de mercancas y anticipa las consecuencias destructivas deriva-das de la propia naturaleza del capitalismo. El carcter anrquico de la produccin mercantil se deriva del hecho de que los productores individuales producen de manera aislada e independiente con el nico objetivo de vender sus mercancas en el mercado. Al no estar guiados por la necesidad social, su produccin privada encierra un principio catico de comportamiento. Un fabricante puede decidir pro-ducir 10000 unidades de paraguas empleando unas 5000 horas de trabajo, lo que implica un valor de dos horas de trabajo por unidad. Sin embargo, si la necesidad social no alcanza a absorber ms de 6000 unidades, una parte del valor producido no podr ser realizado ni efectivizado en el mercado. La posibilidad del desajuste acecha como una amenaza el intercambio de mercancas: las dos horas de trabajo por unidad se realizan de manera insuciente en un valor mercantil de una hora y media una hora y cuarto. Lo cual es una muestra de que la ley del valor slo puede imponerse de manera tendencial, como mecanismo turbulento de ajuste.

    El despliegue de la mercanca realizado por Marx en sus dos primeras guras conceptuales, como forma material de la riqueza y estructura socio-productiva, lo condujo a volver los pasos sobre la Economa clsica y descifrar la verdadera natu-raleza del valor. Sin embargo, la principal diferencia con sus predecesores consiste en captar el carcter mercantil del capitalismo y anticipar su desarrollo posterior: la mercanca como forma general del capital.13 Por eso es falso decir que en el capitalismo las mercancas se intercambian por sus valores, o que el precio se en-cuentra gobernado por la cantidad de tiempo social de trabajo. Lejos de abandonar la ley general del valor, El capital la profundiza. En el capitalismo la produccin de mercancas encuentra su fundamento en el tiempo de trabajo socialmente necesa-rio, pero asumiendo que los valores generales tienden a no coincidir con los precios de mercado. Sin embargo, debido a que esta diferenciacin cuantitativa no reviste importancia para el desarrollo lgico posterior, vamos a prescindir de ella y supo-ner la congruencia entre valores y precios, con la certeza de que el descubrimiento de la teora del valor mercantil realizado por Marx permite develar, en el enigma del dinero, el secreto del capital.

    Karl Marx: El capital. Tomo I, Captulo I: La mercancaTexto: [43] 1. Los dos factores de la mercanca: valor de uso y valor (sustancia del valor, magnitud del valor)

    La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de produccin capi-talista se presenta como un enorme cmulo de mercancas, [1] y la mercanca

    13 La determinacin del valor de las mercancas por el tiempo de trabajo socialmente necesario se ajusta a las leyes generales del intercambio en la pequea produccin mercantil. En el capitalismo, las mercancas no se intercambian a sus valores, sino a sus valores mercantiles o precios de produccin. Con esto se acepta la discrepancia entre el valor y el precio, aunque la ley del valor sigue actuando como fuerza reguladora. Cmo se forma, basndose en el valor de cambio, un precio de mercado diferente de ese valor o, ms exactamente, cmo la ley del valor de cambio no se realiza sino en su propio contrario? Marx (1975: 54).

  • 24 para animarse a leer karl marx

    individual como la forma elemental de esa riqueza. Nuestra investigacin, por consiguiente, se inicia con el anlisis de la mercanca. []

    La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [4]. Pero esa utilidad no flota por los aires. Est condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercanca, y no existe al margen de ellas. El cuerpo mismo de la mercanca, tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues un valor de uso o un bien. Este carcter suyo no depende de que la apropiacin de sus propiedades tiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. Al considerar los valores de uso se presupone siempre su carcter determinado cuantitativo, tal como docena de relojes, vara de lienzo, tonelada de hierro, etc. Los valores de uso de las mercancas proporcio-nan la materia para una disciplina especial, la merceologa [5]. El valor de uso se efectiviza nicamente en el uso o en el consumo. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de sta. En la forma de sociedad [45] que hemos de examinar, son a la vez los portadores ma-teriales del valor de cambio. []

    Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mer-cancas, nicamente les restar una propiedad: la de ser productos del trabajo. No obstante, [47] tambin el producto del trabajo se nos ha transformado entre las manos. Si hacemos abstraccin de su valor de uso, abstraemos tambin los componentes y formas corpreas que hacen de l un valor de uso. Ese producto ya no es una mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa til. Todas sus propiedades sensibles se han esfumado. Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista o del albail o del hilandero o de cualquier otro trabajo productivo determinado. Con el carcter til de los productos del trabajo se desvanece el carcter til de los trabajos representados en ellos y, por ende, se desvanecen tambin las diversas formas concretas de esos trabajos; stos dejan de distinguirse, reducindose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano. []

    Un valor de uso o un bien, por ende, slo tiene valor porque en l est objeti-vado o materializado trabajo abstractamente humano. Cmo medir, entonces, la magnitud [48] de su valor? Por la cantidad de sustancia generadora de valor por la cantidad de trabajo contenida en ese valor de uso. La cantidad de trabajo misma se mide por su duracin, y el tiempo de trabajo, a su vez, reconoce su patrn de medida en determinadas fracciones temporales, tales como hora, da, etctera.

    Es slo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para la produccin de un valor de uso, lo que determina su magnitud de valor [10]. Cada mercanca es considerada aqu, [49] en general, como ejemplar medio de su clase [11]. Por tanto, las mercancas que contienen cantidades iguales de trabajo, o que se pueden producir en el mismo tiempo de trabajo, tienen la misma magnitud de valor. El valor de una mercanca es al valor de cualquier otra, como el tiempo de trabajo necesario para la produc-cin de la una es al tiempo de trabajo necesario para la produccin de la otra. En cuanto valores, todas las mercancas son, nicamente, determinada medida de tiempo de trabajo solidificado. [12][]

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    Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es ste el caso cuando su uti-lidad para el hombre no ha sido mediada por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una cosa puede ser til, y adems producto del trabajo humano, y no ser mercanca. Quien, con su pro-ducto, satisface su propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso, pero no una mercanca. Para producir una mercanca, no slo debe producir valor de uso, sino valores de uso para otros, valores de uso sociales. Por ltimo, ninguna cosa [51] puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es intil, tambin ser intil el trabajo contenido en ella; no se contar como trabajo y no constituir valor alguno.

    2. Dualidad del trabajo representado en las mercancas

    En un comienzo, la mercanca se nos puso de manifiesto como algo bifac-tico, como valor de uso y valor de cambio. Vimos a continuacin que el trabajo, al estar expresado en el valor, no posea ya los mismos rasgos caractersticos que lo distinguan como generador de valores de uso. He sido el primero en exponer crticamente esa naturaleza bifactica del trabajo contenido en la mercanca [16]. Como este punto es el eje en torno al cual gira la comprensin de la economa poltica, hemos de dilucidarlo aqu con ms detenimiento. []

    A travs del cmulo de los diversos valores de uso o cuerpos de las mercan-cas se pone de manifiesto un conjunto de trabajos tiles igualmente dismiles, diferenciados por su tipo, gnero, familia, especie, variedad: una divisin social del trabajo. sta constituye una condicin para la existencia misma de la produc-cin de mercancas, si bien la produccin de mercancas no es, a la inversa, con-dicin para la existencia misma de la divisin social del trabajo. En la comunidad paleondica el trabajo est dividido socialmente, sin que por ello sus productos se transformen en mercancas. O bien, para poner un ejemplo ms cercano: en todas las fbricas el trabajo est dividido sistemticamente, pero esa divisin no se halla mediada por el hecho de que los obreros intercambien sus productos in-dividuales. Slo los productos de trabajos privados autnomos, recprocamente independientes, se enfrentan entre s como mercancas. []

    Los valores de uso chaqueta, lienzo, etc., en suma, los cuerpos de las mer-cancas son combinaciones de dos elementos: material natural y trabajo. Si se hace abstraccin, en su totalidad, de los diversos trabajos tiles incorporados a la chaqueta, al lienzo, etc., quedar siempre un sustrato material, cuya existencia se debe a la naturaleza y no al concurso humano. En su produccin, el hombre slo puede proceder como la naturaleza misma, vale decir, cambiando, simplemente, la forma de los materiales [17]. Y es ms: incluso en ese trabajo de transforma-cin se ve constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo, por tanto, no es la fuente nica de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El trabajo es el padre de sta, como dice William Petty, y la tierra, su madre. [18]

    De la mercanca en cuanto objeto para el uso pasemos ahora al valor de la mercanca. []

    Una simple mirada nos revela, adems, que en nuestra sociedad capitalista, y con arreglo a la orientacin variable que muestra la demanda de trabajo, una

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    porcin dada de trabajo humano se ofrece alternativamente en forma de trabajo de sastrera o como trabajo textil. Este cambio de forma del trabajo posiblemente no se efecte sin que se produzcan fricciones, pero se opera necesariamente. Si se prescinde del carcter determinado de la actividad productiva y por tanto del carcter til del trabajo, lo que subsiste de ste es el ser un gasto de fuerza de trabajo humana. Aunque actividades productivas cualitativamente diferentes, el trabajo del sastre y el del tejedor son ambos gasto productivo del cerebro, msculo, nervio, mano, etc., humanos, y en este sentido uno y otro son trabajo humano. Son nada ms que dos formas distintas de gastar la fuerza humana de trabajo. Es preciso, por cierto, que la fuerza de trabajo humana, para que se la gaste de esta o aquella forma, haya alcanzado un mayor o menor desarrollo. Pero el valor de la mercanca representa trabajo humano puro y simple, gasto de trabajo humano en general. As como en la sociedad burguesa un general o un banquero desempean un papel preeminente, y el hombre sin ms ni ms un papel muy deslucido [19], otro tanto ocurre aqu con el trabajo humano. ste es gasto de la fuerza de trabajo simple que, trmino medio, todo hombre comn, sin necesidad de un desarrollo especial, posee en su organismo corporal. El carcter del trabajo medio simple vara, por cierto, segn los diversos pases y pocas culturales, pero est dado para una sociedad determinada. Se considera que el trabajo ms complejo es igual slo a trabajo simple potenciado o ms bien multiplicado, [55] de suerte que una pequea cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad mayor de trabajo simple. La experiencia muestra que constantemente se opera esa reduccin. Por ms que una mercanca sea el pro-ducto del trabajo ms complejo su valor la equipara al producto del trabajo sim-ple y, por consiguiente, no representa ms que determinada cantidad de trabajo simple [20]. Las diversas proporciones en que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a travs de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los productores, y que por eso a stos les parece resultado de la tradicin. Para simplificar, en lo sucesivo consideraremos directamente toda clase de fuerza de trabajo como fuerza de tra-bajo simple, no ahorrndonos con ello ms que la molestia de la reduccin. []

    En s y para s, una cantidad mayor de valor de uso constituir una riqueza material mayor; dos chaquetas, ms riqueza que una. Con dos chaquetas puede vestirse a dos hombres, mientras que con una slo a uno, etc. No obstante, a la masa creciente de la riqueza material puede corresponder una reduccin simul-tnea de su magnitud de valor. Este movimiento antittico deriva del carcter bifactico del trabajo. La fuerza productiva, naturalmente, es siempre fuerza productiva de trabajo til, concreto y de hecho slo determina, en un espacio dado de tiempo, el grado de eficacia de una actividad productiva orientada a un fin. Por consiguiente, es en razn directa al aumento o reduccin de su fuerza productiva que el trabajo til deviene fuente productiva ms abundante o [57] exigua. Por el contrario, en s y para s, un cambio en la fuerza productiva del trabajo en nada afecta el trabajo representado en el valor. Como la fuerza produc-tiva del trabajo es algo que corresponde a la forma til adoptada concretamente por el trabajo, es natural que, no bien hacemos abstraccin de dicha forma til concreta, aqulla ya no pueda ejercer influjo alguno sobre el trabajo. El mismo

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    trabajo, pues, por ms que cambie la fuerza productiva, rinde siempre la misma magnitud de valor en los mismos espacios de tiempo. Pero en el mismo espacio de tiempo suministra valores de uso en diferentes cantidades: ms, cuando au-menta la fuerza productiva, y menos cuando disminuye. Es as como el mismo cambio que tiene lugar en la fuerza productiva y por obra del cual el trabajo se vuelve ms fecundo, haciendo que aumente, por ende, la masa de los valores de uso proporcionados por ste, reduce la magnitud de valor de esa masa total acrecentada, siempre que abrevie la suma del tiempo de trabajo necesario para la produccin de dicha masa. Y viceversa.

    Todo trabajo es, por un lado, gasto de fuerza humana de trabajo en un sen-tido fisiolgico, y es en esta condicin de trabajo humano igual, o de trabajo abstractamente humano, como constituye el valor de la mercanca. Todo trabajo, por otra parte, es gasto de fuerza humana de trabajo en una forma particular y orientada a un fin, y en esta condicin de trabajo til concreto produce valores de uso [21].

    Acerca de los textos de Marx

    Por qu la mercanca es un objeto til y una relacin social?

    Cmo se determina el valor de las mercancas segn Marx? Cul es la diferencia entre el trabajo abstracto y el trabajo concreto?

    Cmo se modica el valor de una mercanca cuando se incrementa la fuerza productiva del trabajo y cuando se incrementa el gasto promedio para producirla?

    Es posible bajo la produccin de mercancas que aumente la riqueza material y disminuya al mismo tiempo la produccin de valor? Por qu?

    En qu consiste la ley general del valor? Segn Marx, cmo se cumple?

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    IV. Del capital en general

    De la mercanca al dinero, del dinero al capital. Ese es el recorrido lgico que se desprende de la ley del valor formulada por Marx, que permite denir la especici-dad del intercambio mercantil en el capitalismo. La aparicin de la mercanca data de tiempos antiqusimos. La encontramos en los lmites de la tribu primitiva como disolucin de la economa domstica, en el crecimiento del comercio urbano de la antigedad clsica y en las ferias medievales que poco a poco van carcomiendo la estructura feudal. En cada una de sus apariciones precapitalistas, la mercanca se desarrolla en un mercado circunscripto y limitado que surge espordicamente en las zonas terminales de la comunidad. En cambio, cuando el intercambio privado no es ms que una simple manifestacin aislada dentro de otras formas dominantes produce, al interior de la comunidad, un efecto disolvente. Los vnculos persona-les son vaciados de contenido y reducidos a una simple relacin de dependencia individual con respecto a las cosas. Poco importan los residuos del orden tradicio-nal para esta sustancia corrosiva; cuando la mercanca se convierte en la forma universal del intercambio termina por impregnar todas las manifestaciones vitales transformando a su imagen y semejanza a la sociedad entera.

    Por eso es importante no confundir la produccin de mercancas con el capita-lismo. Si bien la produccin mercantil se adelanta en la historia en unos cuantos si-glos, slo bajo el capitalismo todos o la mayora de los productos del trabajo humano adquieren la forma de mercancas. (Sweezy, 1974). En la produccin mercantil, cada productor utiliza sus propios medios de trabajo para especializarse en la fabrica-cin de un objeto de utilidad cuyo excedente productivo ser intercambiado en el mercado. El fabricante de calzado puede utilizar aquella porcin de los zapatos que no destina al consumo privado con el objetivo de cambiarla por el resto de las cosas que necesita. Ya sean alimentos, adornos o vestidos, el proceso de intercambio de-ne el mbito exclusivo donde se hace efectiva la necesidad social. Por medio del trueque, la compra-venta de mercancas (M M) se reduce a un proceso simtrico, lo que supone la existencia de mercancas con valores de uso diferentes y con can-tidades proporcionales de tiempo de trabajo. Los zapatos pueden intercambiarse en diferentes proporciones con paraguas, sombreros, mesas, etctera, de acuer-do con el contenido cuantitativo del valor expresado en relacin a cualquier otra mercanca. Pero, de una cosa estamos seguros, nuestro producto mercantil nunca cambiara zapatos por zapatos ni mercancas de valores diferentes.

    La generalizacin del intercambio privado produce el desdoblamiento mercan-til entre mercanca y dinero. En la forma de circulacin simple (M D M), esta operacin se descompone en dos momentos diferentes: por un lado, la venta de la mercanca por dinero (M D); por otro, la compra con dinero de la mercanca (D M). La diferencia reside en que en toda relacin de cambio las mercancas realizan papeles opuestos: uno activo y uno pasivo. Pueden consagrarse como valores y conseguir sus quince minutos de fama o prestarse a una existencia aislada y so-litaria como equivalente. La generalizacin del intercambio privado conduce a la separacin de una mercanca particular hasta convertirla en la expresin general de valor de todas las dems. Como equivalente, el dinero contiene los mismos atri-butos de la mercanca, aunque invertidos. Frente a la cambiabilidad condicionada

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    de los productos privados, la moneda representa la incondicionalidad absoluta del equivalente general. Cualquier cosa puede ser comprada con dinero, mientras que la mercanca se encuentra amenazada por la falta de aceptacin. De la relacin de valor contenida en el intercambio de mercancas (M D), Marx despliega la forma general del capital. Una estructura que se ajusta al principio operativo de la ley del valor y puede ser reducida en su forma fsica y nanciera a mercanca y dinero.

    La diferencia que existe entre la produccin de mercancas en general y el ca-pitalismo reside en que, en la forma de circulacin simple (M D M), el dinero funciona como medio de cambio, mientras que en el capital lo hace como un medio de valorizacin. (Levn, 1997). Los componentes involucrados se repiten, pero el resultado nal es diferente. La forma capital (D M D) que se identica con las operaciones de comprar para vender, no tiene como objetivo la adquisicin de un valor de uso, debido a que el carcter cualitativamente idntico de los extremos de la frmula slo hace posible una diferencia de cantidad. Cuando el capitalista va al mercado con una suma determinada de dinero lo hace con el slo objetivo de retirar, en un lapso de tiempo denido, una cantidad superior. No le importa la clase de mercancas, ni la satisfaccin de necesidades, sino que acta mediante la personicacin de su capital. Si el resultado nal arroja una diferencia positiva (D M D), signica que ha podido agregar al desembolso inicial, un dinero adicional (D [D + d]). Como por arte de magia, nuestro propietario individual ha obtenido una plusvala, su dinero se ha convertido en capital.

    La lgica del capital queda denida entonces como un proceso de valorizacin. Cada capitalista, en general, se encuentra obsesionado por la bsqueda de la (D) nal que se resume en la obtencin de un nuevo dinero adicional. No importa si la operacin se realiza en el rubro del calzado o en el negocio de la marroquinera, el nico criterio para denir el destino de la inversin es el nivel de rentabilidad medido por la capacidad concreta de valorizacin. El productor de zapatos puede tener una larga tradicin en el negocio y conocer miles de secretos de su profesin, pero como incipiente capitalista debe invertir su capital en el sector de la economa donde obtuviese una plusvala mayor. Si por alguna razn apareciera un ciclo de valorizacin superior al suyo sin ninguna duda trasladara todo su capital hacia el emprendimiento que resultara ms redituable. Al prescindir de todo compromiso cualitativo con la produccin, el capital slo puede conducirse mediante la bsque-da individual de una fuente lucrativa de dinero.

    Al igual que la mercanca en la pequea produccin mercantil, la forma general del capital (D M D) irrumpe en las formaciones sociales anteriores al nacimien-to histrico del capitalismo. La diferencia es que la plusvala (d) precapitalista se obtiene de la explotacin intermediaria de relaciones de produccin basadas en la dependencia personal. Dada la imposibilidad de penetrar en la estructura do-minante, el capital despliega una forma externa de valorizacin que se nutre de la enajenacin directa en el proceso de circulacin. Como capital a prstamo o intermediario comercial, la obtencin de plusvala se realiza sin la necesidad de pasar por el proceso productivo. La condicin de posibilidad es que una parte de la riqueza social bajo la forma de dinero pueda ser expropiada y transferida a los diferentes tipos de capital que impulsan la acumulacin por desposesin (Levn, 1997) de los productores directos. Cuando el capital no constituye la relacin social

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    dominante de la sociedad, la obtencin de una plusvala slo puede realizarse en el proceso de circulacin en condiciones que infringen la ley general del valor.

    La acumulacin por desposesin es el medio natural de realizacin del capital nanciero y comercial. La usura nace de la explotacin directa del poder social del dinero dentro del compromiso contractual entre acreedor y deudor. El prestamista que realiza en el tiempo un inters reduce la operacin de valorizacin a los dos extremos dinerarios (D - D). Esta es una diferencia fundamental con el capital co-mercial cuyo secreto se encuentra en la intermediacin mercantil (D M M D) por medio de la frmula tradicional de comprar barato y vender caro. Para esto, el intermediario comercial debe mediar entre el vendedor y el comprador, pagar una suma inferior de dinero por el valor de la mercanca (M) y obtener una plusvala de la reventa. Una situacin que supone la desconexin entre el productor y el con-sumidor y la capacidad para explotar un poder monopsnico o monoplico14 en el mercado. Para convertir al intercambio en una fuente constante de plusvala: pocos pueden comprar y pocos vender. Una ventaja acaso permitida en una sociedad sin competencia ni libertad.

    El capital en su dimensin nanciera y comercial no alcanza a explicar cmo se produce el proceso de valorizacin en una sociedad de productores libres e inde-pendientes, donde la libre concurrencia garantiza el principio de igualdad formal en el mercado. El anlisis de la mercanca como forma general del capital condujo a Marx a sospechar que en el capitalismo la extraccin de plusvala no puede provenir de la expoliacin directa en el proceso de circulacin. Una vez que se desarrolla la extensin del intercambio mercantil, como todos pueden comprar y todos pueden vender, las transacciones deben ajustarse a las exigencias de la ley del valor: nadie va a intercambiar una cosa por otra si no representan cantidades de trabajo equi-valentes. Ahora bien, si en el mercado nadie puede obtener ms dinero del que ha desembolsado y la valorizacin no se origina en la compra-venta, entonces, cul es el origen de la plusvala. De una cosa se puede estar seguro: cuando el capital se vuelve la relacin social dominante en la sociedad capitalista, el origen de la plusvala permanece envuelto en un profundo halo de misterio.

    Karl Marx: El capital. Tomo I. Captulo IV: Transformacinde dinero en capitalTexto: [179] 1. La frmula general del capital

    La circulacin de mercancas es el punto de partida del capital. La produccin de mercancas, la circulacin mercantil [a] y una circulacin mercantil desarro-llada, el comercio, constituyen los supuestos histricos bajo los cuales surge aqul. De la creacin del comercio mundial y el mercado mundial modernos data la biografa moderna del capital [b].

    Si hacemos caso omiso del contenido material de la circulacin mercantil, si prescindimos del intercambio de los diversos valores de uso, limitndonos a

    14 El monopolio es una forma de la competencia imperfecta donde existe un nico vendedor en el mercado, mientras que el monopsonio se reere a un nico comprador.

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    examinar las formas econmicas que ese proceso genera, encontraremos que su producto ltimo es el dinero. Ese producto ltimo de la circulacin de mercan-cas es la primera forma de manifestacin del capital.

    Histricamente, el capital, en su enfrentamiento con la propiedad de la tierra, se presenta en un comienzo y en todas partes bajo la forma de dinero, como patrimonio dinerario, capital comercial y capital usurario [1]. Sin embargo, no hace falta echar una ojeada retrospectiva a la [180] proto-historia del capital para reconocer en el dinero su primera forma de manifestacin. Esa misma historia se despliega diariamente ante nuestros ojos. Todo nuevo capital entra por pri-mera vez en escena o sea en el mercado: mercado de mercancas, de trabajo o de dinero siempre como dinero, dinero que a travs de determinados procesos habr de convertirse en capital.

    El dinero en cuanto dinero y el dinero en cuanto capital slo se distinguen, en un principio, por su distinta forma de circulacin.

    La forma directa de la circulacin mercantil es M D M, conversin de mercanca en dinero y reconversin de ste en aqulla, vender para comprar. Paralelamente a esta forma nos encontramos, empero, con una segunda, espe-cficamente distinta de ella: la forma D M D, conversin de dinero en mer-canca y reconversin de mercanca en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se ajusta a ese ltimo tipo de circulacin, se transforma en capital, deviene capital y es ya, conforme a su determinacin, capital.

    Examinemos ms detenidamente la circulacin D M D. Recorre la mis-ma, al igual que la circulacin mercantil simple, dos fases contrapuestas. En la primera de stas, D M, compra, el dinero se transforma en mercanca. En la segunda fase, M D, venta, la mercanca se reconvierte en dinero. Pero la unidad de ambas fases configura el movimiento global que cambia dinero por mercanca y la misma mercanca nuevamente por dinero; compra mercanca para venderla, o, si se dejan a un lado las diferencias formales entre la compra y la venta, compra mercanca con el dinero y dinero con la mercanca [2]. []

    Lo que distingue de antemano, no obstante, a los dos ciclos M D M y D M D, es la secuencia inversa de las mismas fases contrapuestas de la cir-culacin. La circulacin mercantil simple comienza con la venta y termina en la compra, la circulacin del dinero como capital principia en la compra y finaliza en la venta. All es la mercanca la que constituye tanto el punto de partida como el trmino del movimiento; aqu, el dinero. En la primera forma es el dinero el que media el proceso global, en la inversa, la mercanca.

    En la circulacin M D M el dinero se transforma finalmente en mercanca que presta servicios como valor de uso. Se ha gastado definitivamente, pues, el dinero. En la forma [182] inversa, D M D, por el contrario, el comprador da dinero con la mira de percibirlo en su calidad de vendedor. Al comprar la mer-canca lanza dinero a la circulacin para retirarlo de ella mediante la venta de la misma mercanca. Se desprende del dinero, pero con la astuta intencin de echarle mano nuevamente. Se limita, pues, a adelantarlo.

    En la forma M D M, la misma pieza de dinero cambia dos veces de lugar. El vendedor la recibe de manos del comprador y se separa de ella al pagar a otro vendedor. El proceso global, que se inicia con la percepcin de dinero a cambio

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    de mercanca, se clausura con la entrega de dinero a cambio de mercanca. A la inversa en la forma D M D. No es la misma pieza de dinero la que aqu cam-bia por dos veces de lugar, sino la misma mercanca. El comprador la obtiene de manos del vendedor y se desprende de ella, cedindola a otro comprador. As como en la circulacin mercantil simple el doble cambio de lugar de la misma pieza de dinero ocasionaba su transferencia definitiva de unas manos a otras, en este caso el doble cambio de lugar de la misma mercanca implica el reflujo del dinero a su punto de partida inicial.

    El reflujo del dinero a su punto de partida no depende de que se venda la mercanca ms cara de lo que se la compr. Esta circunstancia slo ejerce su influjo sobre la magnitud de la suma de dinero que refluye. El fenmeno del re-flujo se opera no bien se revende la mercanca comprada, con lo cual se describe ntegramente el ciclo D M D. Es sta, pues, una diferencia sensorialmente perceptible entre la circulacin del dinero como capital y su circulacin como simple dinero.

    Se describe ntegramente el ciclo M D M tan pronto como la venta de una mercanca produce dinero que la compra de otra mercanca sustrae, a su vez. No obstante, si refluye dinero al punto de arranque, ello obedece nicamente a la renovacin o reiteracin de toda la trayectoria. Si vendo un quarter de trigo por [sterling] 3 y con las mismas [sterling] 3 compro prendas de vestir, en lo que a m respecta esas [sterling] 3 se habrn gastado definitivamente. Ya nada [183] tengo que ver con ellas. Son del tendero. Ahora bien, si vendo un segundo quarter de trigo, vuelve a fluir dinero a mis manos, pero no a causa de la tran-saccin primera, sino tan slo de su repeticin. El dinero se aleja nuevamente de m tan pronto como celebro la segunda transaccin y compro de nuevo. En la circulacin M D M, pues, el gasto del dinero no guarda relacin alguna con su reflujo. En D M D, por el contrario, el reflujo del dinero est condicionado por la ndole misma de su gasto. Sin este reflujo la operacin se malogra o el proceso se interrumpe y queda trunco, ya que falta su segunda fase, la venta que complementa y finiquita la compra.

    El ciclo M D M parte de un extremo constituido por una mercanca y concluye en el extremo configurado por otra, la cual egresa de la circulacin y cae en la rbita del consumo. Por ende, el consumo, la satisfaccin de necesidades o, en una palabra, el valor de uso, es su objetivo final. El ciclo D M D, en cambio, parte del extremo constituido por el dinero y retorna finalmente a ese mismo extremo. Su motivo impulsor y su objetivo determinante es, por tanto, el valor de cambio mismo.

    En la circulacin mercantil simple ambos extremos poseen la misma forma econmica. Ambos son mercancas. Y, adems, mercancas cuya magnitud de valor es igual. Pero son valores de uso cualitativamente diferentes, por ejemplo trigo y prendas de vestir. El intercambio de productos, el cambio de los diversos materiales en los que se representa el trabajo social, configura aqu el contenido del movimiento. No ocurre lo mismo en la circulacin D M D. A primera vista, por ser tautolgica, parece carecer de contenido. Ambos extremos tienen la misma forma econmica. Ambos son dinero, no siendo por tanto valores de uso cualitativamente distintos, ya que el dinero es precisamente la figura

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    transmutada de las mercancas, en la cual se han extinguido sus valores de uso particulares. Cambiar primero [sterling] 100 por algodn y luego, a su vez, el mismo algodn por [sterling] 100, o sea, dando un rodeo, dinero por dinero, lo mismo por lo mismo, parece ser una operacin tan carente de objetivos como absurda [4]. Una suma [184] de dinero nicamente puede distinguirse de otra por su magnitud. Por consiguiente, el proceso D M D no debe su contenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus extremos, pues uno y otro son dinero, sino solamente a su diferencia cuantitativa. A la postre, se sustrae a la circula-cin ms dinero del que en un principio se arroj a ella. El algodn adquirido a [sterling] 100, por ejemplo, se revende a [sterling] 100 + 10, o sea [sterling] 110. La forma plena de este proceso es, por ende D M D, donde D = D + D, esto es, igual a la suma de dinero adelantada inicialmente ms un incremento. A dicho incremento, o al excedente por encima del valor originario, lo denomino yo plusvalor (surplus value). El valor adelantado originariamente no slo, pues, se conserva en la circulacin, sino que en ella modifica su magnitud de valor, adiciona un plusvalor o se valoriza. Y este movimiento lo transforma en capital.

    Es tambin posible, por cierto, que en M D M los dos extremos, M, M, por ejemplo trigo y prendas de vestir, sean magnitudes de valor cuantitativamente diferentes. Cabe la posibilidad de que el campesino venda su trigo por encima de su valor o compre la ropa por debajo del valor de la misma. Puede ocurrir que el tendero lo estafe. [185] Pero tal diferencia de valor, en el caso de esta forma de circulacin, sigue siendo puramente aleatoria. sta no pierde su sentido y su razn de ser, como en el caso del proceso D M D, si los dos extremos, por ejemplo trigo y prendas de vestir, son equivalentes. Su equivalencia es aqu, ms bien, condicin del decurso normal.

    La reiteracin o renovacin del acto de vender para comprar encuentra su me-dida y su meta, como ese proceso mismo, en un objetivo final ubicado fuera de ste: el consumo, la satisfaccin de determinadas necesidades. Por el contrario, en la compra para la venta, el principio y el fin son la misma cosa, dinero, valor de cambio, y ya por eso mismo el proceso resulta carente de trmino. Es verdad que D se ha transformado en D + D, [sterling] 100 en [sterling] 100 + 10. Pero desde un punto de vista puramente cualitativo, [sterling] 110 son lo mismo que [sterling] 100, o sea dinero. Y consideradas cuantitativamente, [sterling] 110 son una suma limitada de valor, como [sterling] 100. []

    Al finalizar el movimiento, el dinero surge como su propio comienzo [5]. [186] El trmino de cada ciclo singular en el que se efecta la compra para la venta, configura de suyo, por consiguiente, el comienzo de un nuevo ciclo. La circulacin mercantil simple vender para comprar sirve, en calidad de medio, a un fin ltimo ubicado al margen de la circulacin: la apropiacin de valores de uso, la satisfaccin de necesidades. La circulacin del dinero como capital es, por el contrario, un fin en s, pues la valorizacin del valor existe nicamente en el marco de este movimiento renovado sin cesar. El movimiento del capital, por ende, es carente de medida [6].

    En su condicin de vehculo consciente de ese movimiento, el poseedor de dinero se transforma en capitalista. Su persona, o, ms precisamente, su bolsi-llo, es el punto de partida y de retorno del dinero. El contenido objetivo de esa

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    circulacin la valorizacin del valor es su fin subjetivo, y slo en la medida en que la creciente apropiacin de la riqueza abstracta es el nico motivo im-pulsor de sus operaciones, funciona l como capitalista, o sea [187] como capital personificado, dotado de conciencia y voluntad. Nunca, pues, debe considerarse el valor de uso como fin directo del capitalista [7]. Tampoco la ganancia aislada, sino el movimiento infatigable de la obtencin de ganancias [8]. Este afn abso-luto de enriquecimiento, esta apasionada cacera en pos del valor de cambio [9], [c] es comn a capitalista y atesorador, pero mientras el atesorador no es ms que el capitalista insensato, el capitalista es el atesorador racional. La incesante ampliacin del valor, a la que el atesorador persigue cuando procura salvar de la circulacin al dinero, la alcanza el capitalista, ms sagaz, lanzndolo a la circula-cin una y otra vez [12](bis). []

    Comprar para vender o, dicho con ms exactitud, comprar para vender ms caro, D M D, parecera, ciertamente, no ser ms que una clase de capital, una forma peculiar, el capital comercial. Pero tambin el capital industrial es dinero que se convierte en mercanca y por la venta de la mercanca se recon-vierte en ms dinero. Actos que, por ejemplo, se operan entre la compra y la venta, al margen de la esfera de la circulacin, en nada modifican esa forma del movimiento. Por ltimo, en el caso del capital que rinde inters, la circulacin D M D se presenta abreviada, con su resultado pero sin mediacin, en estilo lapidario, digmoslo as, como D D, dinero que es igual a ms dinero, valor que es mayor que s mismo. En realidad, pues, D M D, tal como se presenta directamente en la esfera de la circulacin, es la frmula general del capital.

    Acerca de los textos de Marx

    Imagine la siguiente situacin: si tuviera que elegir entre dos regalos de valores iguales ($5000) pero uno expresado en mercancas (zapatos, paraguas, etc.) otro expresado en dinero, cul de ellos elegira? Por qu?

    En qu consiste la forma de circulacin simple del dinero y cul es el objetivo nal de la operacin? Por qu seala Marx que se trata de un proceso en esencia limitado?

    En qu consiste la forma capital y cul es su objetivo? Por qu seala Marx que se trata de un proceso en esencia ilimitado?

    En qu se diferencian el tipo de capital nanciero y el comercial? Cmo realizan su proceso de valorizacin?

    En qu se diferencia el capital precapitalista del capital como relacin social dominante en el capitalismo? Por qu?

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    V. El secreto del capitalismo

    La estructura del capital comprendida en la frmula general (D M D) no puede dar cuenta de la generacin de una plusvala (d) ms que a condicin de violar los principios generales de la ley del valor. Si en el mercado se intercambian valores equivalentes, bajo condiciones normales, nadie puede obtener una plusvala de la compra (D M) ni de la venta (M D) de una mercanca. La nica posibilidad lgica que se desprende de la frmula general (D M D) es que el individuo poseedor de dinero encontrara en el mercado una mercanca particular, capaz de generar un valor mayor de lo que ella misma posee. No se trata slo de tener un valor como cualquier otra, sino de contar con la capacidad extraordinaria de ser la fuente originaria de todo valor. Una mercanca que se encontrara en el mercado y se utilizara fuera de l, permitira disipar el misterio de la valorizacin. Cuan-do el capitalista descubre esa mercanca, como por arte de magia su dinero se transforma en capital. Se trata de la mercanca fuerza de trabajo, el secreto mejor guardado del capitalismo.

    El triunfo del capital como relacin social dominante se produce cuando los medios de produccin y la fuerza de trabajo se convierten en mercancas, como objetos de negociacin en el mercado y portadores de un determinado valor de cambio. El capitalista utiliza una suma de dinero para comprar fuerza de trabajo y medios de produccin con el objetivo de producir una nueva mercanca capaz de ser vendida en el mercado. Cuando el capital industrial ingresa en la esfera de la produccin, transforma la totalidad del proceso de trabajo hasta convertirlo en un mero apndice del proceso de valorizacin. Los productores independientes, que trabajan con sus propios medios de produccin, quedan eclipsados frente a la po-tencialidad productiva del capital para disponer y emplear una cantidad de trabajo ajeno. Dentro de una misma rama industrial, la diferencia entre un zapatero y un fabricante de calzado es que este ltimo puede subordinar la totalidad del proceso de trabajo y convertir un gasto inspido de dinero en una fuente inagotable de valorizacin.

    El origen de la plusvala se encuentra implcito en el carcter nico y excepcio-nal de la mercanca fuerza de trabajo. Como cualquier otra mercanca, posee un valor de uso en el momento de su utilizacin y un valor de cambio en el mercado. El valor de la fuerza de trabajo est determinado por el tiempo de trabajo social-mente necesario para la produccin y/o reproduccin del trabajador en activo. Esto signica que debe ser suciente para reponer las necesidades biolgicas, sociales y culturales del trabajador y la reproduccin de su familia. No slo un mnimo necesario para garantizar la existencia natural como alimento, vivienda y vestido, sino tambin el conjunto de necesidades histricas y culturales que corresponden al capitalismo.15 El salario que permite disponer de la capacidad de trabajo en el mercado debe ser lo suciente para reejar el valor de las mercancas que ingresan

    15 Es un error frecuente denir el nivel de subsistencia a partir de un lmite biolgico existencial. En el valor de la fuerza de trabajo acta un componente histrico-moral que permite que las necesidades varen histrica y culturalmente. Esto coincide con la adopcin por parte de Marx de la categora de necesidades necesarias por oposicin a las necesidades naturales. Al respecto ver Heller (1998: 33).

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    en el consumo del trabajador. La fuerza de trabajo de un arquitecto, al realizar un trabajo calicado, costar siempre un valor mayor que lo necesario para cubrir las necesidades de un albail. La desigualdad de la remuneracin reeja con relativa exactitud la diferencia del costo de reproduccin de los atributos productivos del trabajador. Al entregar un valor equivalente a los medios de subsistencia necesa-rios, el capital paga la mercanca fuerza de trabajo por lo que realmente vale.

    El secreto de la valorizacin no proviene de una violacin del contrato laboral, sino de la cualidad especca de la fuerza de trabajo de ser la fuente originaria de todo valor. En la relacin salarial, el capitalista contrata trabajadores con el obje-to de disponer durante el proceso de produccin (P) de la capacidad efectiva de generar plusvala. Si el salario medido por el valor de los medios de subsistencia representa cuatro horas de trabajo social o $100 por da en dinero, al llegar a ese punto de la jornada laboral el trabajador habr reproducido un valor equivalente a su propio salario (M P). Sin embargo, nada dice que vaya a detenerse all. Como la jornada laboral de ocho horas se ha estipulado con anterioridad, el trabajador seguir produciendo valor (P M) hasta el momento nal. Las cuatro horas res-tantes de tiempo de trabajo no remunerado son lo que Marx dene con el nombre de plusvala. Una vez nalizado el proceso productivo, el capitalista habr incre-mentado su valor en cuatro horas de trabajo o $100 por encima de su inversin. La capacidad del capital para disponer del trabajo ajeno (D M P M D) ha encerrado a la fuerza de trabajo en el laberinto de la explotacin.

    Es propio de una formacin social dividida en clases que los sectores dominan-tes consigan apropiarse de una fraccin de la produccin excedente sin participar del proceso productivo. Sin embargo, la diferencia especca del capitalismo es que la explotacin econmica no proviene de la sustraccin directa de la riqueza en el dominio de la circulacin sino que se origina al interior del proceso de trabajo por medio de la produccin de plusvala. Como al trabajador nunca se le paga por el trabajo que realiza sino por disponer de su capacidad de trabajo, el producto ex-cedente extrado durante la jornada laboral slo importa en virtud de la diferencia entre el valor creado por el trabajo y el valor remunerado en el salario. Si produjo durante ocho horas un valor en dinero de $200 y slo recibi un equivalente a cuatro horas de tiempo de trabajo o $100 en materia salarial, los $100 restantes quedarn en manos del propietario del capital. Cuando la mercanca es vendida en el mercado, el trabajo excedente se realiza como plusvala. A partir de ese momen-to, la explotacin capitalista abre la llave para la valorizacin del capital.

    Ahora bien, si el proceso de intercambio se funda sobre relaciones contractua-les y se paga a la fuerza de trabajo por lo que realmente vale, cmo es posible conciliar el intercambio de equivalentes con el mantenimiento de relaciones de explotacin? La respuesta de Marx se encuentra contenida en el carcter doble-mente libre de la mercanca fuerza de trabajo. El capitalismo necesita de la exis-tencia de trabajadores libres que conservan su autonoma individual para vender la nica mercanca que disponen. Nadie puede obligar al trabajador a trabajar, ni a entablar un vnculo contractual que no considere ventajoso. La libertad de trabajo signica la ausencia de toda coercin o dependencia personal. Cada tra-bajador que asiste al mercado se comporta como cualquier otro propietario de

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    mercancas:16 elige venderla a quien se encuentre dispuesto a pagarla por su valor. Como el obrero no puede vender su fuerza de trabajo de una vez para siempre, caso contrario sera un esclavo, el carcter contractual y temporal de la transac-cin deja por sentada la negociacin individual, la posibilidad de la renuncia como la de una nueva venta.

    Paradjicamente, la libertad del trabajador aparece desgurada en