Roger Chartier, El Tiempo Que Sobra

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Historia, antropologia y fuentes orales is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia, Antropología y Fuentes Orales. http://www.jstor.org Historia, antropologia y fuentes orales El tiempo que sobra. Ocio y vida cotidiana en el mundo hispánico de la modernidad Author(s): Roger Chartier Source: Historia, Antropología y Fuentes Orales, No. 31, Laberintos (2004), pp. 99-112 Published by: Historia, antropologia y fuentes orales Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27753159 Accessed: 04-08-2015 20:54 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Roger Chartier, El tiempo que sobra.

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For more information about JSTOR, please contact [email protected] content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTCAll use subject to JSTOR Terms and ConditionsEl tiempo que sobra. Ocio y vida cotidianaen el mundo hisp?nico delamodernidad Roger Chartier Enel Tesorodela lengua castellana, Covarrubiasdefine asi la palabra ocio: ?No estan usadovocablo como ociosidad, latineotium. Ocioso, el que nose ocupa encosa alguna?.1 Elociosoesel desocupado, el que nose detieneose embaraza en ninguna cosa, que notiene ocupaci?n. Los?ratosociosos y desocupados? son momentosde tiempo libre disponiblespara descansar, sosegarse, o divertirse.El ?desocupado lector? a quien se dirige el pr?logo de El Quijote es, tal comoel ?otiosiuslector?delatradici?n clasica, unlectorlibredesu tiempo,que no lee por necesidadsino por placer. Semejante lector es heredero delos ?alfabeti libe ri?, como losllamaArmando Petrucci, que a partir del siglo XIII copiaron, hicie ron copiaryleyeron librossin respetar los repertorios can?nicos, lastecnicasinte lectuales o lasnormasdelectura impuestaspor el metodoescol?sticoola glosa jundica. Eneste sentido, el ?desocupado lector?de El Quijote no es solamente un lector que es el duenodesu tiempo, sino tambien es unlector libredelos cano nes, reglas e intereses propios a loslectoreso lecturas profesionales desu tiempo. AIociosoelTesoro... opone el?hombre ocupado, hombrede negocios?. Asi opuesto al ?ocio?, el ?negocio? tienedossentidos y tienesu equivalencia en?ocu paci?n?. Porun lado, el negocio es?la ocupaci?n de cosa particular?que emba razala menteo movilizael cuerpo;por otro lado, el negocio es el oficio, ?laocu paci?nque cadaunotieneensu estado?-lo que conduce auna definici?n despectiva delocio: ?por eso solemos decir delocioso y desacreditado, que ni tiene oficio ni beneficio?. Estaasi construida la pareja ocio/negocio que permite etimologias chistosas (Covarrubias recuerda que ?Diceun broc?rdico: "Negotium,quianegatotium"?),y agudasparadojas. Elociosoesun desocupa do ocupado, yaque ?deja los negociosy, por descansar, se ocupa en alguna cosa decontento? y que,segiin la formula de Cicer?n?in otio de negotiis cogitat?, duranteel ocio, piensa en los negocios. La oposici?n entre oficio y ociose remite a la distancia entre las obligaciones delo p?blico y las libertadesdelo privado, lo que Montaigne en el capitulo ?De troiscommerces? delos Essais designa,por un lado, comola?fouledes affaires?, 1.SebastiandeCovarrubias Orozco, Tesoro dela lengua castellanao espanola, (Madrid,1611), Edici?nde Felipe CR. Maldonado,Madrid, Editorial Castalia,1995. Historia,AntropologiayFuentesOrales,1,31,2004 This content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTCAll use subject to JSTOR Terms and ConditionsRoger Chartier ?l'obligation civile? y, por otro, como ?les occupations favorieset particulieres?. Covarrubias no propone unadefinitiontanclaradela dicotomiaentrela ociosi daddelretiro y los negocios dela sociedado del Estado.Sin embargo, la voz ?Publicar? asocialo ?p?blico? con el espacio abierto y el saber compartido dela comunidad (?P?blico, lo que todos saben y es notorio?, ?p?blica, voz y fama?) y la ?rep?blica? conla idea del?bien com?n?. Enla voz ?Privar? se perfila la opo sici?n entre privado y ocupaci?n (?Privado. El que hasido excluido de oficio o dignidad? y unodelossentidosencontrado enla voz ?Retirar? es ?retirarsedelos oficios es dejarlos por vivir en vida quieta y privada?). Entonces quisiera dedicarestaconferencia a entendercomose hanvinculado las nociones de ociosidad y privacidad o, al contrario, de negocio, oficio y p?bli co, tantoenlas representaciones deloshombres y mujeres dela Edadmoderna comoen el trabajo delos historiadores.Me parece ?til semejante reflexion para comprender lo quesignifica el adjetivo?p?blico? cuandoestaasociadocon ?espacio?, ?vida?, ?fiesta? ?celebracion?, ?espect?cu lo?, ?juego? o ?paseo?yopuesto a ?privacidad? o ?vida privada?. En 1983, enunseminario organizado paraprepa rar eltercero tomo delaHistoriadela vida privada que dirigia con Georges Duby,Philippe Aries propu sounadobledefinitiondela dicotomiaentrelo p?blico y lo privado.2 La primera hace hincapie en la oposici?n entre las practicas dela sociabilidad y las formasdelaintimidad.Esta perspectiva ?centra toda la historia dela vida privada en un cambio desocia bilidad; digamos grosso modo, en la sustituci?n de una sociabilidad an?nima, la dela calle, el patio del pala cio, la plaza, la comunidad, por una sociabilidadres tringida que se confunde con la familia, o tambien conel propio individuo.Por tanto, el problema esta en saber comose pasa de un tipo desociabilidad en la que lo privado y lo p?bli cose confunden, a una sociabilidad en la que lo privado se halla separado delo p?blico e incluso lo absorbe o reduce su extension?. La segunda definition dela dicotomia p?blico/privado desplaza la atenci?n haciael papel desempenadopor laconstructiondelEstado moderno, no siempre absolutista pero si entodas par tes administrative y buroer?tico, en la emergencia y consolidation de espacios de vida que resisten al dominioestatal. Desdeesta perspectiva, ?lo p?blico es el Estado, elservicioal Estado, y, por otra parte, lo privado o, m?s bien, lo parti 100 cular', correspondena a todolo que sesustraenaalEstado?. Se trata, entonces, de ligar dosevoluciones:la que?desprivatiza? lo p?blico conla Separation entrelaautoridad y laadministrationestatal y losinteresesde los individuos, familias o clientelas; la que ?privatiza? los espacios dela sociabili ^C?mo sehan vinculado las nocionesdeociosidad y privacidad o, al contrario, de negocio, oficio y p?blico, enlas representaciones delos hombres y mujeres dela Edadmoderna y enel trabajo delos historiadores? 2. Philippe Aries, ?Por unahistoria dela vida privada?, en Historiadela vida privada,Dirigidapor Philippe Aries y GeorgesDuby, Tomo 3, DelRenacimientoala Ilustraci?n, Volumen dirigidopor Roger Chartier, Madrid,Taurus,1989, ps. 7-19. HAFO,1,31,2004 This content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTCAll use subject to JSTOR Terms and ConditionsEl tiempoque sobra.Ocio y vida cotidiana en el mundo hisp?nico delamodernidad dadcolectiva conla multiplicaci?n delos lugares de unaconvivencia elegida y restringida, la conquista dela indmidad y el gusto por la soledad, ola concen traci?n enla familia y el espacio domestico delos afectos y los placeres intimos. De ahi, la cuesti?n planteadapor Philippe Aries, es decir, c?mose articularon es tosdos aspectos delaconstrucci?ndelo privado: ?Unoes eldela contraposi ci?n del hombre de Estado y del particular, y el delas relaciones entre la esfera delEstado y lo que seraen rigor un espacio domestico.Elotroes eldelasocia bilidad, y el del paso de unasociabilidad an?nima, enla que se confundenla noci?ndelo publico y lo privado, a unasociabilidad fragmentada en la queapa recensectoresbiendiferenciados:unresiduodesociabilidad an?nima, unsector profesional y un sector,tambien privado, reducido a la vidadomestica?. Semejanteperspectivapermite construiruna interpretaci?n dinamicadela dicotomiaentre lo privado y lo publico, sin identificarinmediatamente la esfera privada conla celula familiar o el espacio domestico y pensando la constitution delo privado comounaseriedesustraccionessucesivasosimult?neas.La prime ra separa la existencia delos individuos particulares delas exigencias delservicio o dela obedencia requeridos por el Estado.La segun dalibera lo privado delas imposiciones famili?res.La tercera opone el espacio domestico a las obligaciones dela sociabilidad colectiva. Segun losmomentos,los grupos sociales, o los individuos, lo privadopuede afirmarsedeunamanerauotra.Puedeidentificarse con el rechazo dela intrusiondel poder del principe enlasconductas oenlos pensamientos delindividuo en su intimidad. Obienla experiencia dela privaci dad se establececontrala familia, enelseno deamis tades compartidas, conivencias complices y sociabili dades elegidas. O,finalmente, es el ?mbito familiar el que est?consideradocomoel espaciopropio y exclusivodeunavidaintimasus trafda, ala vez, alascensurase imposiciones delasociedad y delEstado.Pero cuandolafamiliaest?amenazada por lascoaccionesdelascostumbrescolectivas o las conductas de algunos de sus miembros, solola autoridad publicapuede suprimir el peligroso desorden y preservar el secreto que la honra familiar exige. Por consiguiente, la construcci?n del Estado modernonosolo condujo a delimi tar, por diferencia, unterritorio para lo privado, sino que, a menudo, procur? la garantia y salvaguardia deese espacio. Deahila parad?jica denunciadelos dis turbiosfamili?res a laautoridadestatal paraque sean arreglados discreta y priva damente, fueradeloscontrolesconsuetudinarios. Entonces, entre la Edadmedia y el siglo XIX, la definici?n deuna manera nuevade concebir, vivir ypreservar laexistencia privada no corresponde auna evoluci?n lineal, regular y univoca.Esuna trayectona compleja que, mediante rupturas o compromisos, dentro o fueradela familia, contralaautoridad publi cao gracias a ella, configura unaesferadeexistencia cuya definici?n es siempre plural y m?vil.Fueronestas ideas propuestas por Philippe Arieslas que funda mentaronlos cincotomos delaHistoriadela vida privadapublicados en frances entre 1985 y 1987. Segun los vol?menes y las preferencias desus autores, el enfo La construcci?ndelEstado modernono solo condujo a delimitar, por diferencia, un territorio para lo privado, sino que, a menudo, procur? la garantia y salvaguardia deese espacio HAFO,1,31,2004 This content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTCAll use subject to JSTOR Terms and ConditionsRoger Chartier que se deplaz? desdeunadefinition delo privado identificado fundamental mentecon el espacio domestico dela familia (por ejemplo en los tomos dedica dosala Edad media, dirigidos por Georges Duby, o el siglo XIX, dirigido por Michelle Perrot)y otra que hace hincapie en lasrelaciones o tensionesentre diversasdelimitacionesdelaesferadelaexistencia privada, dentro oencontrade la familia, en oposicion a la autoridad publica o gracias asu apoyo, ensoledad o en sociedad (asi eneltomodedicado a la epoca moderna, entreRenacimiento e Ilustraci?n). La primera perspectiva era fiel ala definition delo privadopropuesta por GeorgesDuby ensu prefacio a todala serie, dondeloentiende como?unazona deinmunidad ofrecida al repliegue, al retiro [...] Es un lugar familiar.Domestico. Secretotambien.Enlo privado seencuentraencerradolo queposeemos de mas precioso, lo que solole pertenece auno mismo, lo que noconciernea los dem?s, lo que nocabe divulgar, nimostrar, porque es algo demasiadodiferentedelas aparienciascuya salvaguar dia publicaexige el honor?.3 La segunda perspectiva retomabamas precisamente la inspiration de Philippe Ariesubicandolo privado en varios espacios sociales: las sociabilidades restringidas, el hogar familiar, los espacios dela intimidad o dela soledad. En efecto, la mismaformasocial puede serun refugio ounatraba para lo privado. Esel caso dela parentela y del linaje, delos grupos de convivencia, dela familia. Segun los tiempos, los lugares y las circunstancias, elindividuo puede verlos o vivirloscomoun asilo seguropara sus afectosm?ssecretoso biensentirsus insoportables imposiciones. De ahi, elnecesarioexamendeesas multiples divisiones que hacen contraponerse losafec tos dela amistad a los del matrimonio, los derechos de la familia alos dela comunidad, la libertaddelindi viduo a las disciplinas famili?res. Peseasus debilidades (particularmente elcaracterexcesivamentefrancesde lostres ?ltimos tomos), la Historiadelavida privada tuvounenormeexito.La seriefuetraducidaennueve lenguas (o diezsisetomaencuentalasdosver siones portuguesaybrasilena), conoci?numerosas reediciones y circulaahora enelformatodebolsillo.Senainteresanteentenderlasrazones que funda mentaron semejante exito -yque explican nuestrointeres retrospectivopor las practicas y los placeres del ocio. Me parece que esta arqueologia delo privado 102 responde a dosevolucionesdelas sociedades contemp?raneas enel mundo Occidental.Porun lado, la?democratizaci?n?delaccesoauna posibilidad de vida privada y de tiempo ocioso que caracterizo al siglo XXestableci?la idea de que los lugares y los gestos dela privacidad, desdeahora compartidos mas Hastalas guerras de religion dela segunda mitaddel siglo XVI, la definici?nde p?blico, entendidocomoel cuerpo mistico y politico del reino, abarcaatodoslos individuos que conforman la comunidadindivisible de los s?bditosdel principe, lugarteniente deDios 3. GeorgesDuby, ?Prefacio?, enHistoriadela vida privada, Tomo I, Del Imperio romano al ano mil, Volumen dirigidopor Paul Veyne, Madrid,Taurus,1987, ps. 9-11. HAFO,1,31,2004 This content downloaded from 146.155.94.33 on Tue, 04 Aug 2015 20:54:59 UTCAll use subject to JSTOR Terms and ConditionsEl tiempoque sobra.Ocio y vida cotidiana en el mundo hisp?nico delamodernidad all? delas elites, constituian un objetolegitimo dela historia delas sociedades. Por otro lado, tanto la creciente intromisi?n del Estado en las existenciasindi viduals y famili?res, comola emergencia de una sociedad delasmuchedum bres, delconsumo y del espectaculo han producido la nostalgia deunaexis tencia privada que hemos perdido(para parodiar eltitulo de unlibro famoso de Peter Laslett, The World We Have Lost). De ahi, dos preguntas:,;C?mo, casi veinte anos despues dela publicaci?n del primer tomo delaHistoriadela vida privada,podemos evaluarlas perspectivasque fundamentarontodoel proyec to?