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CÍTULO 14 C U POR « aepelin pinta el siente retrato de la histérica: Ea es esbelta y pda. Parece algo melanc ólica , con la mirada baj a. Sus dedos, prmorosamente cuidados, se enredan en un lin- do pañuelo . Habla en voz baja, hastiada. Al cabo de un tiempo, sus párpados se cierran espasmódicamente, inclina la cabeza y parece haber caído en un sueño profund o. Sus brazos cuelgan inertes, parazados1. En una noche sofocante de ese verano caluroso de 1883, Freud le esce a su amada en W anbek: Hoy e el a más calos o, más torturante de toda la tempora- da� realmente quedé agotado. Necesitaba algo que me levantase el imo, y por lo tto i a casa de Breuer, de donde acabo de egar. Lo pero que él hizo e empu je a a bañera de la e salí rejuvenecido. ientras acepta9a esa hospitalidad acuáti- ca, pensé que si pequeña Iaha estuviese aquí, diría: "Esto es exactamente lo que nosotros necesitamos". Claro, mi niña, y no importa cuántos os pasen� pero vos a tenerla; el ico milao con el que estoy contando es que continúes amándome tanto tiempo2. s Breuer vivían en Brandstatte 8, en el centro de la ciudad. Breuer� desde su apartamento, ubicado dos pisos más arriba que el de Samuel Hm erscag� podía ver la espiral de la catedral de S Esteb con su enorme campanario, pto turístico de la ciudad. La acomada f aa Breuer entre oos luj os , tenía, como vimos , una bañera, efacto elado por M y ausente tanto en la casa de ella como en la de Freu"l_ *l . . Los Freud y los Beays se bañaban una vez, a veces dos, por sema- na, l baños plicos de udad. En los tiempos del pequeño Sigismund, "ca dos semanas dos es cargadores llevaban a la cocina una gran ba- ñe de madera, junto con vos barriles de agua caliente y a; todo era r tado día siguiente". 234

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CAPÍTULO 14

LA C URP-'" POR LA PALABRA

Kraepelin pinta el siguiente retrato de la histérica :

Ella e s esbelta y pálida. Parece algo melancólica , con l a mirada baja. Sus dedos, pri,morosamente cuidados, se enredan en un lin­do pañuelo . Habla en voz baj a, hastiada. Al cabo de un tiempo, sus párpados se cierran espasmódicamente, inclina la cabeza y parece haber caído en un sueño profundo. Sus brazos cuelgan inertes, paralizados1.

En una noche sofocante de ese verano caluroso de 1883 , Freud le escr:ibe a su amada en W andSbek:

Hoy fue el día más caluroso, más torturante de toda la tempora­da� realmente quedé agotado. Necesitaba algo que me levantase el ánimo, y por lo tanto fui a casa de Breuer, de donde acabo de llegar. Lo primero qu.e él hizo fue empujarme a una bañera de la que salí rejuvenecido. lVIientras acepta9a esa hospitalidad acuáti­ca, pensé que si mi pequeña 1\'Iartha estuviese aquí, diría: "Esto es exactamente lo que nosotros necesitamos" . Claro, mi niña, y no importa cuántos años pasen� pero vamos a tenerla; el único milagro con el que estoy contando es que continúes amándome tanto tiempo2.

Los Breuer vivían en Brandstatte No 8, en el centro de la ciudad. Breuer� desde su apartamento, ubicado dos pisos más arriba que el de Samuel Hamm.erschlag� podía ver la espiral de la catedral de San Esteban, con su enorme campanario, punto turístico de la ciudad. La acomodada familia Breuer:: entre otros lujos , tenía, como vimos, una bañera, artefacto anhelado por Martha, y ausente tanto en la casa de ella como en la de Freu<f"l_

*l . . Los Freud y los Bern.ays se bañaban una vez, a veces dos, por sema­na, en los baños públicos de la ciudad. En los tiempos del pequeño Sigismund, "cada dos semanas dos fuertes cargadores llevaban a la cocina una gran ba­ñera de madera, junto con varios barriles de agua caliente y fría; todo era re­tirado al día siguiente".

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La tórrida noche comenzaba bien :

Cenamos en el piso de arriba, en mangas de camisa (ahora te es­toy e scribiendo con ropas aún más escasas), y entonces comenzó una l arga charla médica sobre "ins ania moral" , enfermed ades nerviosas y casos extraños3.

l\1omento antológico, en la cima de la amistad. Baño fresco , cena tardía entre hombres -·-pollo asado, tal vez énsalada de papas, un vino blanco frío- en el gabinete del dueño de casa, rodeados de libros, el humo azul de b uenos cigarros . En el umbral del psicoanálisis , en la canícula vienesa, el dueño de la casa comienza a relatar un fascinan ·­te caso de histeria . En diciembre de 1880, mientras el joven Freud se aburría en el servicio militar, Breuer comenzó a tratar a una j oven llamada Anna 0., la priinera y quizá la más famosa de las grandes histéricas del planetario psicoanalítico. Su tratamiento duró desde di­ciembre de 1880 hasta junio de 1882 ; es el caso m ás completo de los presentados en los Estudios4•

Bertha Pappenhein1*2, alias Anna 0., tenía 21 años cuando enfer­mó su padre , en el largo verano de 1880. Joven agraciada e inteligen­te, talentosa hij a menor, era la favorita del progenitor, Siegmund Pappenheim, adinerado dueño de una tienda tradicional de Viena. De su madre, Recha Goldschmidt , tenemos dos versiones divergentes : Jones habla de ella como "somewhat of a dragon"5• *3.

Selma Fliess, que fue dama de compañía de Recha durante mu­chos años, habla de la "maravillosa -y muy venerada por mí- madre de Bertha"6_ Breuer, por su lado, en una única referencia, piensa que "la alegria [de Anna] nunca fue del gusto de su madre"7. Hirschmü­ller, con su cautela habitual, opina que "las relaciones entre madre e hija, en la época, no eran de las mejores"8_ Finalmente, Peter Gay na­rra el caso como si Siegmund Pappenheim hubiera sido vi.udo9. De to­dos modos, para Anna, la cosa era con el padre . Cuando Siegmund aún no tenía 56 años, cayó víctima de una peripleuresía masiva de origen tuberculoso, con formación de un grave absceso subpleural10 .

Eh la noche del 17 de jumo de 1880, de vacaciones con la familia en Ischl, mientras aguardaban la llegada del cirujano para drenar el absceso, Bertha -Anna 0.-, junto a la cama del enfermo, tiene su pri­nler ataque, alucinando una enorme serpiente negra que avanza so-

*2. Conocemos por Jones el verdadero nombre de Auna O. También sa­bemos que la familia Pappenheim se indignó por la revelación. Es curioso que la cúpula psicoanalítica, que guarda ciertas cartas bajo siete llaves, sea tan indiscreta en otros sentidos.

*3 . La Reina Victoria era llamada "dragón"' por ser una mujer formida­ble y autoritaria, a lo Margaret Thatcher.

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resultados fueron calamitosos . Ella hizo un escándalo, golpeando en el pecho de Breuer y cayendo desmayada23. Para empeorar las cosas, Breuer tenía que p artir de wiaj e esa misma noche . A su vuelta, el cua·· dro había e mpeorado : "La paciente no comió nada durante el periodo, y sus «ausencias >> alucionatorias se presentaban pl agadas de figuras terroríficas , cobras y esqueletos"2 � .

Por existir riesgo de suicidio, se pensó e n internarla. Anna 0 . , e n realidad, pasó a vivir e n un régimen de hospital d e día, e n una "Villa j unto a la clínica de Inzersdorf, ''donde se beneficiaba de la supervi­sión del staff de la clinica'"''25. Breuer continuaba siendo su médico.

Poco a poco, Anna fue recuperándose en Inzersdorf; estaba bien, sobre todo en los días que Breuer la visitaba. Su condición , una vez más, mejoró . . . hasta las vacaciones de Breuer. Cuando éste volvió , cinco semanas después, de nuevo encontró a la paciente en el mundo de las cobras. El tratamiento se intensifica. Cambia la naturaleza de las historias contadas en las "nubes", que abandonan el estilo feérico y pasan a abordar "el contenido de las alucinaciones y las cosas que la contrariaron en el transcurso del día"26. Estos relatos se alineaban con la historia conocida de la paciente, lo que fue decisivo para la ela­boración del método catártico: la narración de las circunstancias ori­ginarias de la aparición de los síntomas provocaba su desaparición. El ejemplo más notable fue un paroxismo de hidrofobia. Aunque des'"" hidratada y muerta de sed, en el rigor del verano, Anna no podía be­ber ni una gota; el problema se solucionó en el mOinento catártico en que recordó que había visto a su detestable dama de compañía dej ar que un perro bebiese de su vaso. Con la exteriorización del asco re­primido, la hidrofobia d.esapareció27 . En esos "diálogos experimenta­les" comienza lo que Arma denmninó "cura por la palabra", o también "limpieza de chimenea"'; Breuer le dio a este método el nombre erudi­to de "catarsis" o "purgante del ahna". Día a día ella hablaba de un trastorno tras otro, y de esa manera la chimenea se iba destapando. Lo esencial de esta limpieza anímica era la emoción expulsada.

U na lectura ingenua del historial de Anna O. puede dar la idea engañosa de_ que la cura se desarrolló de un modo relativamente g-ra­dual y benigno, sembrada de intuiciones sensacionales. No fue así. Basta leer los "Documentos de Kreuzlingen" para cambi;3.r de ópti­ca *7. El progreso fue lento y discontinuo, como a través de un campo minado. En más de una. oportunidad Breuer desespera y piensa en ti­rar la toalla28.

En 1882 Ann.a entra en la última fase de su enfermedad, caracte­rizada por la disociación temporal. Este período no está cubierto por los "Documentos de Kreuilingen". La principal tarea terapéutica era la reproducción de los síntomas del período de incubación. Se realiza,.

*7. Notas del caso tomada-s en el Hospital Bellevue.

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han por lo general dos sesiones diarias, dada la gra..n cantidad de ma­terial producido . Junto a la "hipnosis vesperal espontánea", por prime­ra vez se emplea el procedimiento hipnótico también por la mañana 2 9 .

Dedicar varias horas diarias durante más de � año -sobre todo en esa época- significaba, pür lo menos. cualidades raras de pacien­cia, curiosidad y comprensión:30 . Breuer era un genuino investigador del alma. Los síntomas fueron conjurados, uno tras otro, junto con la descarga de los afectos concomitantes . Aquí encontramos el paradig­ma de la cura catártica: "En el último día . . . [Anna] reproduce la te­rrorífica alucinación arriba descrita y que constituye la raíz de toda su enfermedad. Inmersa en la escena original, sólo puede pensar y re­zar en inglés; después de la catarsis, comienza a hablar alemán flui­damente . . .. Desde entonces goza de perfecta salud"31.

Breue:r remata la historia diciendo: "El síndrom.e des apareció pa­ra siempre a partir de su descripción"32. Caso curado y acabado. En la mejor tradición de Andersen, la Princesa Anna O. descendió de su cloud, de la mano de su salvador, para vi0u feliz en la Tierra.

A esta altura del relato, J ones "trabaj a" la historia, contando un desenlace diferente. El happy end se convierte en la pesadilla d,e un caso fracasado, o casi. Sabemos que Mathilde, la muj er de Breuer, desconfiaba de esa histérica aparatosa y llena de artilugios que tanto tiempo le tmnaba a su marido. El biógrafo oficial opina que esos celos eran justificados: "Parece ser que Breuer incubó lo que hoy en día se denominaría una fuerte contratransferencia en relación con su intere­sante paciente"33• Mathilde, entonces "pasa a tener oscuros celos. N o los demostró abiertamente, pero se volvió infeliz y malhumorada"34. Breuer, sensible a la tormenta conyugal, decidió poner fin al trata­miento. Anna 0 . , que estaba entonces bastante recuperada, queda anonadada con la noticia. Ya vimos cómo reaccionaba ante las vaca­ciones del terapeuta, y esa vez el corte era definitivo_ La misma noche de la despedida Breuer fue lla1nado de nuevo a la casa de la paciente , encontrándola en un estado de gran excitación, aparentemente peor que nunca. Esa joven que "parecía ser una criatura asexual se encon­traba retorciéndose con los dolores de un parto histérico (pseudocie­sis) , culminación dramática de una gravidez fantasmática que venía desarrollándose en respuesta al intenso trabajo catárti.co"35.

Breuer, profundamente chocado, "procuró calmarla, hipnotizán­dola, y después volvió a su casa sudando frío", exagera Jones. Al día siguiente, él y su mujer partieron hacía Venecia, para una segunda luna de miel, de la que resultó la concepción de una hij a. El biógrafo oficial agrega que "la niña que nació en esas extrañas circunstancias (llamada Dora [! !] Breuer) se suicidaría en Nueva York, casi 60 años después"36• Dicha Dora de triste fin, según Lacan, revela que el deseo de embarazarse era de Breuer. Consecuente1nente, él habla de la "transferencia muy marcada de Breuer", porque, "es claro, Breuer ama a su paciente". El viaje a Venecia fue "la típica salida burguesa para insuflar nueva vida al matrim.onio"37•

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critical review 267-79.

mito intenta dar forma disociar verdad de

hecho y fantasía no disiento de Helene l.J 'C' '-'- "'"''-·'-í

considera indiferente que el "Diario de una adolescente" de hli!!·-h.ett-faLr.4ficación, puesto que «es . Retomaremos este

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frase Fausto de

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verano de 1895, Breuer afirmó: "El intelecto de Freud está operando con toda su fuerza. Yo me siento . . . como una gallina que pretende seguir a un halcón"50. Adviértase que éste es el máximo elogio posi­ble . Hirschmüller dice que en cierta oportunidad Breuer lamentó es­tar dominado por el Dernonio "Pero" 51 . Él nunca dudó de la geniali­dad de F'reud . En una carta a Forel , le escribió: "Yo tuv e el único mérito de haber reconocido la importancia de la histeria, tan poco considerada desde el punto de vista médico y científico . . . y de haber perseverado en mis investigaciones , sin haber permitido que los pre­juicios interfiriesen en el examen directo de los datos . . . "52. Lo que es .L.Yl.ucho, si lo pensamos bien.

No me caben dudas de que un ángel justiciero debería conceder a Breuer una mejor imagen en el panteón psicoanalítico . Él mismo, al hablar de su fantasma "Pero" y al homologarse con una gallina, con­tribuyó a hacerse la fama de respetable burgués bonachón, medroso, sin cojones teóricos, que deja caer la llave maestra a la hora de la de­finición . S ucesivas generaciones de a1J.alistas forj aron la imagen de "un" Breuer que, tímida y un poco bobamente, acompaña las intuicio­nes }:!...istéricas de Anna O. La watsonicia de Breuer · realza el brillo sherlockiano de Freud.

Por otra parte, el happy end que Breuer da al caso es mentiroso, aunque la palabra pueda parecer demasiado fuerte. Los "Documentos de Kreuzlingen" presentan un epílogo muy diferente del descrito en los Estudios. A partir de marzo de 1882 -o sea, después del "alta"­Anna comenzó a padecer una neuralgia "tenaz y torturante" del trigé­m ino53, junto con '1Uertes ataques que comenzaban con temblores co­reicos para terminar en graves convulsiones atetoides"54. Dada la in­tensidad del dolor se le administró morfina, lo que luego degeneró en morfinomanía. Por todos estos síntomas, Anna O. fue internada en el Hospital Bellevue el 12 de julio de 1882, poco más de un mes después que Breuer cerrara su historial.

En esa época, Bellevue era considerado un hospital psiquiátrico modelo. Fundado por Ludwig Binswanger cuand� Freud tenía un año, pasó a ser dirigido por su hijo Robert en 1880. Este, hablando de la filosofía psiquiátrica del padre, pinta una institución que anticipa las comunidades terapéuticas de la segunda mitad del siglo XX. Se­gun Robert, el padre "daba cursos de lenguas antiguas y trabaj aba con pacientes en el taller de carpintería y en la huerta" . Trataba de "'hacer de la institución una gran familia que dirigía como un verda­dero patriarca"55• *12 _

* 12. Austen Riggs, fundador de la comunidad terapéutica que lleva su nombre, en Stockbridge, Massachusetts, se inspiró en el Hospital Bellevue (E. Rodrigué, Biografía de una comunidad terapéutica, 1965, Buenos Aires, Eudeba}.

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Pers onaj es famosos pasaron por s u puerta: Nijinski , Husserl , Iv'Iartin Buber, Karl J aspers , para rnencionar los m ás destacados56 . Conocernos la evolución de Anna O . .cr:. Bellevue gracias al informe del Dr. Laupus57 "Durante las prüneras semanas el cuadro clínico mejoró sensiblemente. Fue posible disminuir la dosis de morfina, lle­gando a suprimirla'"'58. El síntoma más �acapacitante era la neuralgia que tornaba la forma de un tic doloroso . Para dicho fin se emplearon "sanguijuelas en los puntos de emergencia de la zona infraorbitaria, electricidad continua y farádica , seguida de tratamiento de arsénico durante varias semanas . Sin ningún resultado"59. Hubo que volver a emplear la morfina. Necesitaba dosis diarias de 70 a 100 miligramos cuando dejó el hospital, por iniciativa materna. Es de notar que, poco antes de salir del Bellevue, Bertha Pappenheim expresó el deseo de visitar la tum.ba de su padre y, al II.lismo tiempo, maniff)stó su inten­ción de seguir estudios de asistente social, punto de partida de un gi­ro radical en su vida, y bocado de cardenal para la teoría kleiniana de la reparación .

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Bertha Pappenheim, además de inteligente, era también muy atractiva. Dos décadas después de ser tratada por Breuer, se diplomó como la primera asistente social de Alemania, convirtiéndose en una de las figuras prominentes del movimiento feminista mundial de fin de siglo. En estos últimos tiempos, Bertha se convirtió en un ídolo de las "eco-feministas", particularmente después del best-seller de Lucy Freeman, The story of Anna O. 60. Fundó asimismo un orfanato en Francfort, y organizó una liga de mujeres judías y una casa de ma­dres solteras . Como homenaje póstumo se emitió un sello conmemo­rativo con su eñgie61. Es una ironía del destino que una mujer que hi­zo tantas cosas importantes en la vida s ea más conocida por las cobras y lagartos de sus delirios .

Estamos en el inlperio de la catarsis. Como señala Jones, "Binet había obs erv?-do que la terapia sugestiva era más eficaz cuando la atención del sujeto estaba dirigida hacia el momento en que el sínto­ma apareció por primera vez, pero, como vimos, nadie antes de Breuer relacionó ese retroceso asociativo con la abreacción propia del procedimiento catártico"62. La mejora sintomática, en todo caso, era notable aunque pasajera, y sólo se mantenía por algunas horas . Breuer· d a entonces el siguiente paso, instruyendo al paciente para que focalice la escena precisa en que aparecieron los síntomas , pero junto con las emociones concomitantes. Gracias a est a innovación consigue que la supresión de los síntomas sea más duradera.

La catarsis (purgación, en griego) es una ahreacción en acto , o sea la descarga de una emoción sofocada. Pero el concepto de catarsis es más que eso, implica un posicionamiento frente a las pasiones. Aristóteles tomó el término de la medicina de su tiempo, para edificar su filosofía estética. La manifestación trágica en escena tenía el efec­to de purgar las pasiones. Anna 0., en esa purificación ritual por la palabra, "expectoraba las mucosidad es de sus · síntomas"63.

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Histerias, comp. de Saurí,

Co-59.

obra de Sigr..vtund

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pág.

pág.

Lacan, Le transfert

Antoine Sarkis,

S a n

o p .

París ,

l'amour, 1993, Pa-

Séminaire, liure

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48. P.-L. Assoun, "Los grandes descubrimientos del psicoanálisis", His­toria del psicoanálisis, comp. por R. Jacard, I , 1982, Barcelona, Granica 1 , pág. 151.

49. John Sullivan, "From Bre uer tu Fre ud", 1959, Psychoanal. Reu. , XL VI, págs. 69-90.

50. Carta de Breuer a Fliess del 5 de junio de 1895, citada por Ernest Jo­nes , op. cit. , I, pág. 248.

51. Albrecht Hirschmüller, Physiologie und Psychoanalyse in Leben und Werke Josef Breuer, 1978, Berna, Hans Huber, pág. 256.

52. Carta de Breuer a Forel del 21 de noviembre de 1907, citada en Cra­nefield, '"'Breuer's Evaluation"', págs. 3 19-20 .

53. "Documento 34 de Kreuzlingen", Albrecht, Hirschmüller, op. cit. , pág. 385.

54. Ibíd., pág. 378. 55. Robert Binswanger, manuscrito sin fecha de 1890, P...rchivos del Belle­

vue, citado por Albrecht Hirschmüller, op. cit. , pág. 154-5. 56-. "'Documento 26 de Kreuzlingen", .A..lbrecht Hirschmüller, op. cit. , pág.

372. 57. Notas tomadas en el Hospital Bellevue. 58 .. Albrecht Hirschmüller, ibíd., pág. 156. 59. "Documento 26 de Kreuzlingen", Albrecht Hirschmüller, ibíd., págs.

373-4. 60. Lucy Feeman, The story of Anna O. , 1972. Nueva York. 61. Ibíd., I, pág. 233. 62. Ernest Jones, op. cit. , I, pág. 279. 63. J. -Bernays, Zwei Abhandlungen über die Aristotelische Theorie des

Drama (Elementos de un escrito perdido de Aristóteles sobre la teoría de Drama del teatro), 1880.

66. A. Hirschmüller, Ph.isiologie und Psychoanalyse in Leben und Werk JosefBreuers, 1978, pág. 207n.

61 .. Frank J .. Sulloway, Freud, biologiste de l'esprit, 198 1, París, Fayard, pág .. 50.

68. Pierre Janet, "Les actes inconscients et le dédoublement de la perso­nalité pendant le sonamboulisme provoqué", Reuue Philosophique de France. 1886, .XXII, págs. 536-40.

69. Henri Jea:n Barraud, Freud et Janet. Étud.e comparé, 197 1, 'foulouse, Privat, pág. 23.

70 . .Albrecht H:Lrschmüller, op. cit., pág. 249. 11. Peter Gay, op. cit. , pág. 75. 72 .. Carta de Breuer a Augusto Forel del 21 de noviembre de 1907, citada

en Cranefield, "'Joseph Breuer evaluation- of his own contribution to psychoa­nalysis"', en lnt. J. Psycho-Annl; xxx:r:L'{, 1958, pág. 320.

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