Revolución Industrial 1

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Carpeta de trabajo Problemas del Desarrollo en América Latina Rodrigo Arocena

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Carpeta de trabajo

Problemas del Desarrollo en América Latina

Rodrigo Arocena

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Universidad Nacional de Quilmes

Maestría Virtual Latinoamericana en Ciencia, Tecnología y Sociedad:

Problemas del Desarrollo en América Latina

Segunda edición: marzo de 2003

Diseño de Tapa: Lorenzo Shakespear

Diseño de Interior: Hernán Morfese

Corrección: María Inés Silberberg

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UNIDAD 1

La Revolución Industrial y las dinámicas de cambio

Objetivos

• Estudiar ciertas facetas fundamentales del surgimiento y la evolución delproceso social de la industrialización.

• Analizar las variaciones y permanencias en las relaciones entre ciencia,tecnología y producción en el curso de la Primera y la Segunda Revolu-ción Industrial.

• Presentar una introducción de tipo histórico a la consideración del papelde las políticas públicas y de la educación en los procesos de cambiotécnico.

La gravitación de las interacciones entre sociedad, ciencia y tecnología seha ido incrementando aceleradamente a partir de la Revolución Industrial.Esa inmensa transformación tecnológica y social, desencadenada hace yamás de dos siglos, también influyó poderosamente en la configuración delas relaciones entre las distintas naciones y regiones del globo, por lo cualsu estudio de constituye un punto de partida adecuado para esta unidad, enla cual se aspira a dibujar un marco general de referencia para la considera-ción de la temática del desarrollo con perspectiva histórica.

La Unidad 1 ha sido organizada como una sinopsis del período que trans-curre desde la aurora de la Revolución Industrial hasta la conformación delpatrón de relaciones entre ciencia, tecnología y producción característicasde las sociedades industriales, al menos hasta la década de 1960, la cualpuede quizás ser vista como un momento de apogeo de la industrializacióny como la víspera de una grande e inesperada etapa de mutaciones, en laque se inscribe una profunda crisis y también una nueva revolución tecnoló-gica.

Pese a la vastedad de semejante temática, lo que sigue tiene pretensio-nes modestas: será primordialmente una síntesis comentada de la lecturade algunas obras fundamentales. Se busca, a la vez, ofrecer un panoramamínimamente coherente y destacar algunas cuestiones de importancia per-durable.

1.1. La Revolución

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Inglaterra vivió los orígenes de unagran mutación. “Con la Revolución Industrial se inició un proceso acumulati-vo de avance tecnológico autoalimentado cuyas repercusiones se haríansentir en todos los aspectos de la vida económica” (LANDES, 1979, p. 17), locual señala un punto de viraje en la evolución de la humanidad: “el inglés de

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1750 estaba más cercano a los legionarios de César, en términos de bienesmateriales, que a sus propios biznietos” (ibid., p.19).

Durante la prolongada evolución de la humanidad que precedió a esta re-volución, los incrementos de la producción terminaban habitualmente consu-midos en gran medida por los consiguientes aumentos de población, mien-tras que a partir de ese período se inició un proceso autosostenido deinnovación tecnológica y de crecimiento, tanto de la productividad como dela inversión, que desbordó todos las trabas previamente conocidas.

En dicho proceso, el binomio “Ciencia & Tecnología” ha venido desempe-ñando un papel rápidamente creciente, pero también cambiante, en la diná-mica de la producción y de la sociedad. Captar esa tendencia profunda conalguna perspectiva histórica debería ayudarnos a comprender mejor los al-cances de las nuevas mutaciones que nos toca vivir.

1.1.1. De la manufactura a la industria maquinizada

“En el siglo XVIII, una serie de inventos transformaron la manufactura de algo-dón en Inglaterra y dieron lugar a un nuevo modo de producción -el sistemafabril-” (LANDES, 1979, p. 56). Así comienza el capítulo sobre la Revolución In-dustrial en Gran Bretaña de la que suele ser considerada como la principalreferencia sobre el tema, publicada originalmente en 1969. Casi treintaaños después, en un estudio de amplio espectro acerca de “la riqueza y lapobreza de las naciones”, su autor inicia con la misma frase el capítulo so-bre “la naturaleza de la Revolución Industrial” (LANDES, 1998, p. 186). Pode-mos pues verla como la síntesis de un estudio a fondo, y tomarla como hiloconductor para la consideración del tema.

La gran transformación de la industria se nos presenta, en primer lugar,como el pasaje de la manufactura a la fábrica.

Como las mismas palabras clave son utilizadas a veces con un sentidomuy amplio y otras con uno mucho más restringido, conviene insertar algunaobservación sobre sus significados. En líneas muy generales, son los si-guientes: “industria” designa la destreza o artificio para hacer una cosa;“manufactura” -de mano, y factura: hechura- denota lo hecho mediante pro-cedimientos manuales; “fabricar” alude a la transformación de materialespara obtener instrumentos y productos que satisfacen ciertas necesidadeso deseos de los seres humanos. Las palabras se refieren pues a activida-des que los seres humanos han desempeñado desde siempre, pero de ma-neras cambiantes, y algunas de estas actividades han llegado a identificar-se con las palabras en cuestión. Una mirada a esos cambios ayudará acaptar la gran transformación que aquí nos ocupa.

Durante la Edad Media el sistema predominante en la industria -en tantoactividad de fabricación en general- lo constituyó el artesanado. En cada unode los diversos oficios organizados en gremios, cada “maestro” artesano,propietario de sus instrumentos de trabajo y director de su propia actividad,realizaba su labor en su propio taller, junto a un número muy reducido de“oficiales” y “aprendices”, y vendía su producto en condiciones estrictamen-te fijadas por la organización gremial, y sin incursionar en ninguna otra acti-vidad industrial.

En la manufactura, por el contrario, un número variable y potencial-mente muy grande de trabajadores son reunidos en un mismo taller, bajo

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la dirección de un mismo “capitalista”, propietario de los medios de produc-ción y del producto. Es el “empresario”, que reúne los medios necesariospara fabricar algo -local, herramientas, materias primas-, contrata y paga alos que han de fabricarlo, organiza su trabajo y dispone de su producto. Latransición del sistema artesanal al sistema manufacturero, en tanto formapredominante de la organización industrial, gestó el contexto en el cual sur-gió la industria moderna.

Dicha transición y sus consecuencias fueron agudamente analizadas enel capítulo XII -“División del trabajo y manufactura”- del tomo I de El Capital,al que nos referimos en lo que sigue.

❘❚❚ “La cooperación fundada en la división del trabajo asume su figura clásica en

la manufactura. En cuanto forma característica del proceso capitalista de pro-

ducción, predomina durante el período manufacturero propiamente dicho, el cual

dura, en líneas muy generales, desde mediados del siglo XVI hasta el último ter-

cio del siglo XVIII” (MARX, 1979, p. 409). ❚❚❘

La manufactura surge de dos vertientes principales: a) “La primera consisteen reunir en un taller, bajo el mando del mismo capitalista, a trabajadorespertenecientes a oficios artesanales diversos e independientes, por cuyasmanos tiene que pasar un producto hasta su terminación definitiva.” (ibid.,p. 409). Ejemplo: la manufactura de coches empieza así, pero la especializa-ción de cada artesano (tapicero, latonero, cerrajero) en su labor en el tallerva convirtiendo “una combinación de oficios artesanales independientes” enuna “división de la producción […] en las diversas operaciones particularesque la componen” (ibid., p. 410). b) “Muchos artesanos que producen lomismo o algo similar, por ejemplo papel, o tipos de imprenta, o agujas, sonutilizados simultáneamente por el mismo capital en el mismo taller” (ibid.,p. 410). Esta concentración y simultaneidad posibilita cambios organizativosy la emergencia de una división sistemática del trabajo.

El tránsito del artesanado a la manufactura supone un cambio sustantivoen la relación de los trabajadores con los medios de producción. En el siste-ma artesanal, los “obreros, en líneas generales, quedaban tan ligados a susmedios de producción como el caracol a su concha, con lo cual faltaba elfundamento primero de la manufactura, la autonomización de los medios deproducción, en cuanto capital, frente al obrero” (ibid., p. 437).

Algunas consecuencias del cambio de sistema productivo serán de largoalcance. Por ejemplo, la manufactura engendra una fuerte tendencia a dismi-nuir la calificación requerida al obrero respecto de la del artesano, creandoincluso la categoría de los peones:

❘❚❚ “En todos los oficios de los que se apodera, […] la manufactura genera

una clase de trabajadores que la industria artesanal excluía por entero, los lla-

mados obreros no calificados. Así como aquélla, a costa de la capacidad con-

junta de trabajo, desenvuelve hasta el virtuosismo la especialización totalmen-

te unilateralizada, comienza también a hacer de la carencia de todo

desenvolvimiento una especialización. Junto a la gradación jerárquica entra en

escena la simple separación de los obreros en calificados y no calificados. En

el caso de los últimos, los costos de aprendizaje desaparecen totalmente; en

el caso de los primeros se reducen, si se los compara con el artesano, porque

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se ha simplificado la función. Y en ambos casos disminuye el valor de la fuer-

za de trabajo. La excepción se registra cuando el desdoblamiento del proceso

de trabajo genera nuevas funciones comprehensivas, que en la industria arte-

sanal no existían en absoluto o no habían adquirido un volumen similar”

(MARX, 1979, p. 426). ❚❚❘

Por un lado, la división del trabajo y la especialización permiten al sistemamanufacturero, en comparación con la artesanía independiente, producirmás en menos tiempo. Por otro lado, se mantiene una base técnica estre-cha del proceso de producción, pues las operaciones conservan su caráctermanual y su dependencia de las condiciones de cada obrero individual paramanejar su instrumento. Pero, precisamente, el marco organizativo del siste-ma manufacturero posibilitará la expansión de la base técnica de la produc-ción:

❘❚❚ “La diferenciación de los instrumentos de trabajo, en virtud de la cual ins-

trumentos de la misma clase adquieren formas fijas especiales para cada

aplicación útil particular, y su especialización, merced a la cual cada uno de ta-

les instrumentos especiales sólo opera con eficacia en las manos de un obre-

ro parcial específico, son rasgos característicos de la manufactura” (MARX,

1979, p. 415) ❚❚❘

Ello se constituye en un cimiento para el empleo de la maquinaria: “El perío-do manufacturero simplifica, mejora y multiplica las herramientas de trabajo,adaptándolas a las funciones especiales y exclusivas de los obreros parcia-les. Crea con ello, a la vez, una de las condiciones materiales para la exis-tencia de la maquinaria, que consiste en una combinación de instrumentossimples” (ibid., pp. 415-416).

El uso sistemático de la maquinaria no se hará empero realidad sino alcabo de un largo proceso, en sí mismo muy instructivo por lo que hace a lasdinámicas del cambio técnico.

Como ya se anotó, por compleja que sea la organización de la manufac-tura, siempre puede considerarse como una combinación en el tiempo y enel espacio de procesos simples, de tipo individual y artesanal: “A pesar delas diversas ventajas que presenta la manufactura combinada la misma noadquiere, sobre su propio fundamento, una verdadera unidad técnica. Dichaunidad sólo surge cuando la manufactura se transforma en la industria ma-quinizada” (ibid., p. 423).

Lo dicho no significa, por cierto, que las máquinas empiecen a tener im-portancia sólo con la Revolución Industrial. Durante los períodos en los quepredomina la producción artesanal y la manufacturera, las máquinas desem-peñan un papel en general secundario, pero existen e inciden mucho de di-versas maneras:

❘❚❚ “El período manufacturero, que no tarda en proclamar como principio cons-

ciente la reducción del tiempo de trabajo necesario para la producción de mer-

cancías, esporádicamente desarrolla también el uso de máquinas, en particular

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para ciertos procesos primarios simples que hay que ejecutar masivamente y

con gran desgaste de energías. Así, por ejemplo, en la manufactura papelera

pronto se utiliza el molino de papel para desmenuzar los trapos, y en la meta-

lurgia el llamado molino quebrantador para triturar el mineral. Con el molino hi-

dráulico, el Imperio Romano nos había legado la forma elemental de toda ma-

quinaria. El período artesanal nos deja los grandes inventos de la brújula, de

la pólvora, de la imprenta y el reloj automático. En líneas generales, sin embar-

go, la maquinaria desempeña ese papel secundario que Adam Smith le asigna

junto a la división del trabajo. De gran trascendencia fue el esporádico empleo

que de las máquinas hizo el siglo XVII, pues ofreció a los matemáticos eminen-

tes de esa época puntos de apoyo y alicientes prácticos para la creación de la

mecánica moderna” (MARX, 1979, pp. 423-424). ❚❚❘

Entre otros elementos fundamentales, la cita subraya que ni las máquinas nilos grandes inventos estuvieron ausentes de los períodos anteriores a la Re-volución Industrial: la evolución de la técnica combina períodos de acelera-ción y concentración de los cambios, que pueden tener carácter radical, conla “larga duración”. En particular, la cita destaca que el “período artesanal”fue técnicamente muy creativo. En un magnífico capítulo titulado “La inven-ción de la invención” -en el cual se ocupa con detalle de la rueda o molinode agua, las lentes o lupas, el reloj mecánico, la imprenta y la pólvora-, Lan-des (1998) afirma que, a diferencia de lo que se pensó durante un extensoperíodo, la Europa de la Edad Media constituyó una de las sociedades másinventivas que la historia haya visto.

La máquina conocióuna evolución lenta y gradual durante largo tiempo;su papel era todavía secundario en el período manufacturero, cuando sinembargo su evolución se acelera, hasta que una serie de inventos, de carác-ter revolucionario, transformarán la manufactura y abrirán la etapa de la in-dustria maquinizada. Para la caracterización de lo que es la máquina y paradibujar esa transición, nos referimos a capítulo XIII -“Maquinaria y gran indus-tria”- de El Capital.

❘❚❚ “Toda maquinaria desarrollada se compone de tres partes esencialmente

diferentes: el mecanismo motor, el mecanismo de transmisión y, finalmente, la

máquina-herramienta o máquina de trabajo” (MARX, 1979, p. 453).

“De esta parte de la maquinaria, de la máquina-herramienta, es de donde

arranca la revolución industrial en el siglo XVIII. Y constituye nuevamente el

punto de arranque, cada vez que una industria artesanal o manufacturera de-

viene industria mecanizada. […] La máquina-herramienta […] es un mecanis-

mo que, una vez que se le transmite el movimiento correspondiente, ejecuta

con sus herramientas las mismas operaciones que antes efectuaba el obrero

con sus herramientas análogas” (ibid., p. 454).

“Con la transferencia, a un mecanismo, de la herramienta propiamente dicha,

antes manipulada por el hombre, la máquina reemplaza a la simple herramien-

ta. […] El número de herramientas con que opera simultáneamente una má-

quina herramienta, se ha liberado desde un principio de las barreras orgánicas

que restringen la herramienta de un obrero” (ibid., p. 455). ❚❚❘

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Si bien lo que hoy en día llamamos máquina no tiene una fuente de energíahumana o animal, no reside allí la característica primera de la máquina. Loque la define es la introducción de un mecanismo que realiza una tarea de-sempeñada previamente en forma manual. Como lo indica la cita siguiente,ese mecanismo puede tener que ver con la fuente de energía, pero la trans-formación revolucionaria de los procesos productivos no se originó a ese ni-vel, sino al de la máquina-herramienta, mediante la invención de mecanis-mos que hacen actuar a una serie de herramientas, en principio similares alas usadas por los artesanos, de modo tal que alguna etapa de un procesode fabricación deja de ser realizada en forma manual por seres humanos.

❘❚❚ “En muchos instrumentos artesanales, la diferencia entre el hombre como

mera fuerza motriz y como obrero que manipula la verdadera parte operante

del instrumento, posee una existencia sensorialmente perceptible. En la rue-

ca, por ejemplo, el pie sólo actúa como fuerza motriz, mientras que la mano,

que trabaja en el huso y tira y tuerce, ejecuta la verdadera operación de hilar.

La revolución industrial primero se apodera, precisamente, de esta parte del

instrumento artesanal, y por el momento deja aún al hombre, aparte del nue-

vo trabajo de vigilar la máquina con la vista y corregir sus errores con la ma-

no, el papel puramente mecánico de la fuerza motriz. Por el contrario, justa-

mente aquellas herramientas sobre las que el hombre opera desde un primer

momento tan sólo en cuanto simple fuerza motriz -como por ejemplo al hacer

girar la manivela de un molino, al bombear, al abrir y cerrar los brazos de un

fuelle, al machacar en un mortero, etc.- son las que primero dan motivo a la

aplicación de animales, agua, viento, en calidad de fuerza motriz. Esas herra-

mientas llegan a convertirse en máquinas, en parte durante el período manu-

facturero y esporádicamente ya mucho antes del mismo, pero no revolucionan

el modo de producción” (MARX, 1979, p. 456). ❚❚❘

Lo que inició el gran viraje fue la introducción de mecanismos que, por com-paración con el desempeño manual previo de la misma operación, podíanmovilizar simultáneamente un número mucho mayor de herramientas y, amenudo, a mayor velocidad. Se produjo así un “desequilibrio” entre la capa-cidad operativa multiplicada de la máquina-herramienta y la limitada capaci-dad de su fuente de energía, humana, animal o aun hidráulica. La introduc-ción y generalización de una nueva y mucho más poderosa fuente deenergía definirá el carácter propiamente revolucionario de esa etapa decambio técnico:

❘❚❚ “La máquina, de la que arranca la revolución industrial, reemplaza al obre-

ro que manipula una herramienta única por un mecanismo que opera simultá-

neamente con una masa de herramientas iguales o parecidas a aquélla y que

es movido por una fuerza motriz única, sea cual fuere la forma de ésta. Tene-

mos aquí la máquina, pero sólo como elemento simple de la producción me-

canizada.

Al ampliarse las dimensiones de la máquina de trabajo y el número de herra-

mientas con que opera simultáneamente, se vuelve necesario un mecanismo

motor más voluminoso, y este mecanismo, para superar su propia resistencia,

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requiere a su vez una fuerza motriz más poderosa que la humana” (Marx,

1979, p. 457). ❚❚❘

Recapitulemos. Nos hemos ocupado en esta sección de la manufactura entanto sistema productivo y, en líneas muy generales, de las primeras etapasde su conversión en un sistema de producción basado en máquinas. Comolo afirma la cita de Landes que nos sirve de guía, esa transformación tuvolugar inicialmente en una rama muy definida de la industria, lo cual condicio-nó al proceso en general. Es tiempo de llevar nuestra atención a la trayecto-ria específica de la Revolución Industrial.

1.1.2. La transformación de la industria del algodón

La historia inicial del sistema fabril se vio grandemente condicionada por larama industrial en la que surgió:

❘❚❚ “La Revolución Industrial no tuvo sus orígenes en el desarrollo de la indus-

tria pesada y el transporte; éstos deben buscarse más bien en el desarrollo

de la principal industria del país [Inglaterra], como de todos los de la época: la

textil. A medida que crecía la demanda interior y exterior de tejidos, los viejos

comercios y la industria artesanal del sur de Inglaterra no podrían crecer al rit-

mo necesario para satisfacerla […] Hacia 1750 la industria empezó a dispo-

ner de una nueva fibra: el algodón. Los tejidos de algodón se importaban de la

India; cuando se prohibió la importación, a instancias de los industriales texti-

les, fue necesario producirlos en el país. [El algodón] exigía nuevas técnicas y

no estaba ligado por las viejas tradiciones de la lana […] en seguida la de-

manda de tejidos de algodón superó la capacidad de los telares movidos a

mano.” ❚❚❘

Así, la industria algodonera llegó a ofrecer

❘❚❚ “[…] un campo ilimitado para la maquinaria sustitutiva de mano de obra.

Los grandes inventos -el torno de hilar de Hargreaves, en 1764, el telar hidráu-

lico de Arkwright, en 1769, y la tejedora de Crompton, en 1779- abrieron la pri-

mera brecha en las viejas técnicas manuales, primero multiplicando la acción

de la mano y luego utilizando la energía en los procesos primarios del hilado.

La producción relativamente enorme de esas máquinas hizo que se emplearan

a tan gran escala que la capacidad de los pequeños ríos próximos a las fábri-

cas acabó por agotarse; en 1785 se dio el último paso lógico, adoptándose la

máquina de vapor de Watt para mover los telares. [Esta revolución] pronto se

propagó a otras ramas con el telar mecánico de Cartwright, en 1785, abarcan-

do la fabricación de tejidos de lana y lino” (BERNAL, 1967, t. I, pp. 399-400). ❚❚❘

Una idea de la magnitud de los cambios surge de unos pocos números rela-tivos a la productividad del trabajo, medida como la relación entre la canti-dad producida y el tiempo empleado en producirla. El empleo de la máquina

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de Crompton, en 1780, significaba multiplicar por 25 la productividad de unhilandero manual de la India, y por casi 170 cuando, en 1795, se adaptó lamáquina de vapor a dicha tarea. Casi dos siglos más tarde, las máquinasmás avanzadas de 1990 sólo permitían multiplicar por 7,5 la productividadalcanzada por el hilado del algodón a fines del siglo XVIII en Inglaterra (se-gún datos consignados en FREEMAN y SOETE, 1997, p. 40). El salto que signi-ficó la Revolución Industrial en esta rama resulta evidente.

Habiendo crecido espectacularmente la capacidad de producción, sobretodo en la industria del algodón, se estableció en torno de ésta una rela-ción externa que anunciaba el futuro. Para apreciarlo, conviene destacarque la importación de telas de la India, todas de algodón y a menudo dehermosos colores, significó un gran impacto del comercio en la Europa delsiglo XVII. Las manufacturas textiles europeas no podían competir con lasnuevas importaciones, que fueron prohibidas en Francia y en Inglaterra,aunque siguieron ingresando de contrabando (BRAUDEL, 1979, p. 495). Elavance tecnológico ya mencionado de la industria algodonera inglesa, ytambién el accionar del gobierno colonial inglés en la India, trastocaron larelación previa.

Entre 1750 y 1769, las ventas al exterior de tejidos de algodón británi-cos se multiplicaron por más de 10; entre 1785 y 1850, tanto la importa-ción de algodón en bruto a Gran Bretaña como la producción total de telasse multiplicaron por más de 50; la mayor parte de las manufacturas de al-godón, vendidas al exterior, llegaron a dar cuenta en el período de 1816 a1848 de entre el 40 y el 50% de las exportaciones británicas. “La India fuesistemáticamente desindustrializada y se convirtió a su vez en un mercadopara los algodones de Lancashire: en 1820, el subcontinente asiático com-pró sólo 11 millones de yardas; pero en 1840 llegó a adquirir 145 millo-nes”, alrededor de la quinta parte de las exportaciones algodoneras británi-cas. Gran Bretaña empezaba a constituirse en “el taller del mundo”. Puedeafirmarse que “la opinión tradicional que ha visto en el algodón el primerpaso de la Revolución industrial inglesa es acertada.” […] Inicialmente, “laspalabras ‘industria’ y ‘fábrica’ en su sentido moderno se aplicaban casi ex-clusivamente a las manufacturas del algodón en el Reino Unido”. A su vez,“la demanda derivada del algodón -en cuanto a la construcción y demás ac-tividades en las nuevas zonas industriales, en cuanto a máquinas, adelan-tos químicos, alumbrado industrial, buques, etc.- contribuyó […] en granparte al progreso económico de Gran Bretaña hasta 1830” (HOBSBAWM,1997, pp. 41-45).

Recapitulemos. En la manufactura del algodón y, simultánea o sucesiva-mente, en otras ramas de la industria, capacidades y esfuerzos humanosfueron sustituidos por máquinas, y fuentes de energía animal por energíamecánica, cambios que constituyen la Revolución Industrial. Más específi-camente, las grandes transformaciones que la caracterizan fueron, al decirde Bernal, el tránsito “de la madera al carbón como combustible, de la ma-dera al hierro como material, de la energía animal e hidráulica al vapor, dela acción simple a la acción múltiple en los telares mecánicos”.

Así, un nuevo sistema técnico surgió en una rama productiva específica,pero como resultado de una conjunción mucho más amplia de fenómenos y,a su vez, constituyéndose en un impulsor poderoso de cambios en el con-junto de la economía.

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En su fundamental Historiasocial de la Ciencia, Bernal(1967, t. II, pp. 411-413) dibu-ja un esquema de conjuntosobre el curso del progresotécnico, que incluye la carac-terización menciona-da.

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1.1.3. La Revolución de la Energía

La transformación de la producción manufacturera se asocia con la intro-ducción de un conjunto de máquinas de nuevo tipo, capaces a la vez desustituir y multiplicar el esfuerzo humano en una escala hasta entoncesdesconocida. Por consiguiente, como ya fue destacado, devino central elproblema de multiplicar la fuerza motriz disponible, para poner en funciona-miento la cantidad de herramientas que los nuevos mecanismos permitíanoperar:

❘❚❚ “El desarrollo de una industria mecanizada, concentrada en grandes unida-

des de producción hubiera sido imposible sin una fuente de energía mayor

que la que podían proporcionar la fuerza humana y la animal, e independien-

te de las veleidades de la naturaleza. La solución la proporcionó un nuevo

convertidor de energía -la máquina de vapor, y la explotación a una escala tre-

menda de un combustible antiguo-: el carbón” (LANDES, 1979, p. 112). ❚❚❘

El problema se planteaba con urgencia creciente precisamente en la indus-tria textil, donde los cambios técnicos eran más impactantes y donde másprovechosa estaba resultando la expansión de la capacidad productiva, dedonde mayor era la demanda de nuevas innovaciones para evitar que lascarencias energéticas limitaran las ventas potenciales.

En el ya citado capítulo sobre “Maquinaria y gran industria”, Marx enca-ra como sigue la cuestión:

❘❚❚ “Las fábricas de hilados equipadas con los throstles (telares continuos) de

Arkwright, desde un principio tuvieron como fuerza motriz el agua. No obstan-

te, también el uso de la fuerza hidráulica como fuerza motriz dominante pre-

sentaba dificultades muy serias. No se la podía aumentar a voluntad, ni reme-

diar su escasez; en ocasiones faltaba, y, ante todo, era de naturaleza

puramente local. Sólo con la segunda máquina de vapor de Watt, la denomi-

nada de efecto doble, se encontró un primer motor que mediante el consumo

de carbón y agua genera él mismo su fuerza motriz, un motor cuya potencia

energética está por entero bajo el control humano; que es móvil y un medio

de locomoción; urbano y no, como la rueda hidráulica, rural; que permite con-

centrar la producción en ciudades, en vez de dispersarla por el campo, como

hacía aquélla; universal en sus aplicaciones tecnológicas; relativamente poco

condicionado, en cuanto a su ubicación geográfica, por circunstancias loca-

les. El gran genio de Watt se pone de manifiesto en la especificación de la

patente que obtuvo en abril de 1784, y en la cual no describe su máquina de

vapor como invento para fines especiales, sino como agente general de la

gran industria” (MARX, 1979, pp. 458-459). ❚❚❘

El proceso de “maquinización”, que apareció con gran fuerza inicialmenteen la manufactura del algodón, no sólo pudo desplegar ampliamente su po-tencial en esa rama, sino también extenderse progresivamente al conjuntode la “gran industria” porque la máquina de vapor fue un “agente general”

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capaz de proporcionar cantidades de energía incomparablemente más gran-des que antes a una gran variedad de máquinas.

Ello garantizó el carácter revolucionario de la transformación de la manu-factura. Por consiguiente, la máquina de vapor es un símbolo adecuado deesta Revolución. Su evolución, que se reseña a continuación, ilustra con elo-cuencia sus tendencias profundas, particularmente las que tienen que vercon las cambiantes relaciones entre ciencia, tecnología e innovación.

A lo largo del siglo XVII, la idea de “elevar el agua por medio del fuego”fascinó a todos los inventores. De Caus resolvió el problema colocando “unhornillo bajo un recipiente casi vacío de agua, conectado a un pozo median-te un tubo; cuando el agua hervía y el recipiente se llenaba de vapor, retira-ba el fuego y cerraba el respiradero, con lo que casi conseguía llenar deagua la vasija por la succión producida”, pero no era ésta una máquina prác-tica. La primera que además de funcionar amortizaba su costo fue introduci-da por Newcomen, en 1712, usando “un pistón abatido por el vapor conden-sado en un cilindro conectado directamente a una caldera de baja presión”.Ahora bien: “Es dudoso que la idea […] de la bomba de vacío se le hubierapodido ocurrir a un mecánico, al menos antes que a un científico; por otraparte, ningún científico hubiera podido resolver los problemas no menos im-portantes planteados por la construcción de una máquina capaz de funcio-nar realmente”. La máquina de Newcomen tenía un funcionamiento dema-siado irregular como para usarla en otra cosa que el bombeo o como fuelle,y consumía muchísimo carbón. El gran salto adelante fue obra de Watt,quien “consiguió una máquina capaz de mover a otras con una velocidaduniforme incluso aunque se tratara de resistencias muy variables”. Hastaentonces, el uso de la máquina de vapor estaba prácticamente limitado aldesagüe de las minas de hulla, donde el carbón era muy barato, mientrasque la máquina de Watt, más barata y eficiente, pudo ser usada en la meta-lurgia pesada, más tarde en la industria textil y luego en las más diversasactividades. Si casi todas las mejoras de esta máquina fueron aportadaspor ingenieros prácticos y sin ninguna contribución notable de la ciencia, elestudio científico de su funcionamiento hizo surgir una concepción que en-globa naturalmente el trabajo mecánico y al calor en la categoría energía,abriendo así el camino para avances fundamentales:

❘❚❚ “El principio de conservación de la energía […] fue el descubrimiento físico

de mayor importancia de mediados del siglo XIX […] permitió relacionar mu-

chas disciplinas hasta entonces separadas [en particular, las nuevas teorías

del calor con las más antiguas de la mecánica] y representaba muy bien las

tendencias de la época. La energía se convirtió en el punto de concurrencia de

las diversas ramas de la física. […] Toda la actividad humana -la industria, el

transporte, el alumbrado, y en último término la alimentación y la propia vida-

pasaban a definirse a partir de un término común: energía” (BERNAL, 1967, t. I,

pp. 444-453). ❚❚❘

Este papel central de la energía, tanto en el despliegue de la Revolución In-dustrial como en lo que tiene que ver con sus repercusiones sociales y cul-turales, debe ser tenido muy especialmente en cuenta a la hora de caracte-rizar la presente ola de cambios técnico-productivos.

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De la gran transformación de ayer, pudo decir Cipolla (1978) que “todocomenzó con el vapor”. En este sentido, el punto de viraje tuvo lugar cuandouna larga acumulación de innovaciones incrementales y mejoras gradualesdesembocó en una innovación radical, una máquina que posibilitaba el usogeneralizado de una fuente inmensa de energía inanimada, al convertir el ca-lor en energía motriz para máquinas de muy diverso tipo, haciendo así reali-dad “la potencia motriz del fuego”. Desde cierto ángulo, la Revolución Indus-trial puede ser vista como la Revolución de la Energía.

1.1.4. Surgimiento del sistema fabril

La frase de Landes que hemos tomado como guía culmina señalando que laemergencia de la fábrica constituyó el núcleo del nuevo sistema productivo,que se impondrá rápidamente sobre las otras modalidades de la producciónindustrial, como el artesanado, el sistema manufacturero y la industria a do-micilio. Esta última tiene carácter capitalista, como la manufactura y a dife-rencia del artesanado, pues se basa en que un empresario -por lo general,un comerciante que extiende su actividad- proporciona la materia prima alos trabajadores y luego se encarga de la venta del producto terminado, pa-gándoles a los productores directos por los productos que han fabricado ensu propia casa, con sus propias herramientas, lo cual asemeja el sistema alartesanado y lo diferencia de la manufactura. La industria a domicilio propor-cionó ciertos ingresos adicionales a familias campesinas, que podían porejemplo aprovechar los períodos de escasa labor rural para tejer en conjun-to no sólo para su propio uso sino para la venta; el sistema también permi-tió a los comerciantes intervenir en la producción en una forma vedada porel régimen gremial del artesanado.

La división del trabajo, que permite expandir la producción y favorece lasustitución, para la realización de ciertas tareas, de la mano humana pormecanismos, tuvo lugar esencialmente en el sistema manufacturero. Así, elencadenamiento de cambios sociales y técnicos que desembocó en la in-dustria moderna pasó por la expansión de la manufactura, en la cual se mul-tiplicó el uso de máquinas, hasta que, cuando coincidieron la convenienciaeconómica y la posibilidad técnica de alimentar los mecanismos motrices delas máquinas mediante una nueva gran fuente de energía, la manufactura seconvirtió en fábrica. Esta palabra pasó pues a designar una entidad produc-tiva unificada, en la cual se agrupa bajo una dirección y supervisión comúna un conjunto de obreros, y se usa una fuente centralizada de energía, típi-camente inanimada; por contraste, cuando falta esa fuente central de poten-cia, se habla de manufactura (LANDES, 1998, p. 186).

En las décadas finales del siglo XVIII, se arracimaron un conjunto de inno-vaciones, en la industria textil y en el uso de la energía, pero también en lametalurgia, en las máquinas usadas en otras ramas industriales y, funda-mentalmente, en la fabricación de máquinas para fabricar máquinas. Talesinnovaciones no sólo se apoyaban en una larga evolución en sus respectivasáreas sino que además se respaldaban las unas a las otras, en la medidaen que interactuaban entre sí, difundiéndose con cambios menores o mayo-res de una rama a otra, inspirando y posibilitando nuevos cambios técnicos,los cuales, como volvería a suceder en otros períodos, se agruparon en unasuerte de racimo o cluster.

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Esa ola de innovaciones afectaba tanto lo tecnológico como lo institucio-nal, las relaciones de producción:

❘❚❚ “Las máquinas y las técnicas por sí solas no hacen la Revolución Industrial.

Supusieron mejoras en la productividad y un desplazamiento de la importancia

relativa del factor de producción trabajo en favor del capital. Pero por revolu-

ción entendemos también, además del cambio de medios de producción, la

transformación de su organización. En particular, nos referimos al agrupamien-

to de grandes masas de obreros en un mismo lugar, con el propósito de que

realizasen sus tareas bajo supervisión y disciplina; en pocas palabras, esta-

mos hablando de lo que se ha venido a llamar el sistema industrial” (LANDES,

1979, p.131). ❚❚❘

La emergencia y expansión del sistema fabril impulsó grandes cambios enla estructura de las clases sociales, en la medida en que fue acompañadapor el auge del empresariado industrial y por el crecimiento acelerado delproletariado moderno, con una incidencia, en las dinámicas colectivas, queno precisa ser destacada.

Las diversas facetas de la mutación integral que venimos considerandoseñalan puntos de referencia centrales para calibrar la envergadura de lastransformaciones del presente, sus impactos presuntos en la sociedad y, es-pecíficamente, en las perspectivas de desarrollo de los países periféricos,tanto las que se abren como las que se cierran.

La Revolución Industrial supuso una revolución con mayúscula porque apare-jó cambios mayores e inextricablemente entrelazados en las técnicas producti-vas, en la organización social de la producción y en las condiciones mismas detrabajo. El surgimiento de la fábrica textil, y del proletariado disciplinado sin mi-ramientos que la hacía funcionar, resume ese proceso, uno y triple.

Desde ese foco irradiaron las mutaciones que, andando el tiempo, ha-brían de generar las relaciones sociales de producción que podemos consi-derar características del siglo que acaba de terminar:

❘❚❚ “[…] como resultado de las mejoras tecnológicas, las empresas cuyo ritmo

venía marcado por el hombre se orientaron hacia el mismo tipo de precisión y

regularidad que caracterizaba al hilado y al tejido. En las industrias del hierro

y del acero, tanto el taller de laminado como el martinete de vapor y los proce-

dimientos de transporte más eficaces facilitaron la orientación en esta direc-

ción; y en el conjunto de la industria metalúrgica, el desarrollo de máquinas-

herramientas para propósitos especiales y la mayor precisión de las piezas

condujo hasta las cadenas de montaje del siglo XX” (LANDES, 1979, p. 138). ❚❚❘

Notemos, todavía, que la problemática del desarrollo exige tener muyen cuenta las diferencias entre invención e innovación: se trata de proce-sos que no sólo no son idénticos sino que ni siquiera están automática-mente conectados; la realización del uno no garantiza la del otro, como hallegado a descubrirlo la moderna política para la ciencia y la tecnología,uno de cuyos capítulos centrales es el de los puentes entre “invención”

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científico-técnica, por un lado, e “innovación” económico-productiva, por otro. Pues bien, la fábrica

❘❚❚ “[…] reflejaba la orientación tecnológica implícita en la concentración de la

producción. En contraposición al sistema de producción doméstico, en que el

empresario era ante todo un vendedor, un comercializador de bienes produci-

dos por otros según métodos poco orientados hacia la satisfacción de las ne-

cesidades y oportunidades del mercado, la fábrica ponía énfasis sobre la pro-

ducción: su propietario era ante todo y fundamentalmente un hombre que

producía, capaz, dentro de márgenes bastante amplios, de cambiar a voluntad

las técnicas y condiciones de trabajo. Resultado de ello fue que el estado de

la técnica se hizo más sensible que nunca ante las oportunidades económi-

cas. Las presiones en favor de las innovaciones, inherentes por naturaleza a

la nueva tecnología -con sus cálculos de eficiencia, su sistematización de la in-

vestigación empírica, sus conexiones implícitas y crecientes con un cuerpo ca-

da vez mayor de teorías científicas- se vieron reforzadas enormemente con

ello. La fábrica constituyó un nuevo puente entre invención e innovación” (LAN-

DES, 1979, p. 139). ❚❚❘

Cuando se trata de discutir si en el presente asistimos a una nueva Revolu-ción Tecnológica, corresponderá analizar si, desde ese punto de vista, la fá-brica no está siendo sustituida por un conjunto de nuevos puentes entre in-vención e innovación, por ejemplo los que se construyen en ese procesoactualmente tan estudiado de relación entre la academia y el sector produc-tivo, donde está surgiendo quizás, en paralelo con otros desarrollos como eldel trabajo a distancia, la “nueva fábrica”.

1.2. Sobre causalidades e interacciones

No estamos, por cierto, en condiciones de adentrarnos en el tan apasionan-te como complejo problema de por qué la Revolución Industrial se inició enEuropa Occidental y, más específicamente, en Inglaterra, durante el sigloXVIII. Quizás interrogantes semejantes no tengan propiamente una respues-ta. Vale la pena, sin embargo, mencionar algunos aspectos del asunto, puesfocalizan la atención en ciertos factores de importancia recurrente y relevan-te en los procesos sociales de cambio técnico-productivo.

Como en todo este texto, las observaciones que siguen no pretenden de-linear una tesis sino tan sólo ofrecer algunos elementos de juicio que aquien esto escribe le parecen útiles para que los eventuales lectores se for-men su propia composición de lugar.

Recordemos ante todo una enseñanza de Braudel (1979, p. 465): dadoque toda sociedad experimenta permanentemente un conflicto entre fuerzasque tienden a preservarla y fuerzas que tienden a trastocarla, el análisis deuna revolución plantea siempre el problema de conectar el largo y el cortoplazo, reconociendo su dependencia mutua. Así, la Revolución Industrial “jue-ga en dos registros”, pues aparece como resultado a la vez de una serie deacontecimientos notables, concentrados en un período comparativamente

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corto, y de un proceso muy lento, que refleja la gravitación de la “larga dura-ción”, la longue durée cuyo papel general el gran historiador francés ha des-tacado una y otra vez.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la cuestión del desarrollo se viofundamentalmente condicionada porque la industrialización avanzó sobre to-do en los países donde ya había avanzado antes, y porque en ellos se de-sencadenó, en gran medida, la nueva revolución tecnológica, impresionanteejemplo de la convergencia de los “dos registros”.

1.2.1. El contexto social y económico

En relación con el tema de la sección, el carácter acumulativo del crecimien-to económico lo muestra el hecho de que ya a mediados del siglo XVII Ingla-terra había llegado a ser el primer país de Europa en el terreno de la produc-ción de manufacturas. Ese carácter acumulativo proviene, en general, deque el crecimiento exige que se encadenen, complementándose, factoresmuy diversos: la producción de alimentos, el suministro de energía, la es-tructuración de los transportes, la disponibilidad de mano de obra, la ofertade capitales. La concreción de los encadenamientos requeridos para que“despegue” el crecimiento económico suele requerir de “la larga duración”.Así ocurrió en Inglaterra.

Ahora bien: ¿cómo se fue forjando ese contexto económico favorable pa-ra la aceleración del cambio técnico-productivo? Ciertos análisis de la Revo-lución Industrial centran la atención en las relaciones sociales y políticas.Ello nos lleva a recordar que en el agitado siglo XVII, durante el cual dos ve-ces el monarca reinante en Londres fue derrocado, el absolutismo que pre-valecía en Europa fue derrotado en Gran Bretaña, de manera definitiva, conla llamada “Gloriosa Revolución” de 1688, que terminó con la dinastía delos Estuardo. A partir de entonces, la nación, encabezada por el rey pero conel poder de la corte en declinación, fue orientada por una clase dominantesecular, letrada, racional y con confianza en el futuro, integrada por la noble-za, la pequeña aristocracia rural (gentry) y la burguesía (MANN, 1986, p.469), que impulsó la expansión de las relaciones mercantiles y de una capa-cidad productiva que llegaría a ser el cimiento de la industrialización.

Hobsbawm conecta, en los siguientes términos, la evolución apuntadacon la transformación de las estructuras agrarias:

❘❚❚ “[...] las condiciones sociales se dejaban sentir mucho en Gran Bretaña, en

donde había pasado más de un siglo desde que el primer rey fuera procesado

en debida forma y ejecutado por su pueblo, y desde que el beneficio privado y

el desarrollo económico habían sido aceptados como los objetivos supremos

de la política gubernamental. Para fines prácticos, la única solución revolucio-

naria británica para el problema agrario ya había sido encontrada. Un puñado

de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaba casi la tierra, que

era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban gentes sin tierras o

propietarios de pequeñísimas parcelas. Muchos residuos de la antigua econo-

mía aldeana subsistían todavía para ser barridos por las Enclosure Acts

(1760-1830) [legislación que permitió el cercamiento y la apropiación privada

de las tierras antiguamente poseídas en común] y transacciones privadas, pero

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difícilmente se puede hablar de un ‘campesinado británico’ en el mismo senti-

do en que se habla de un campesinado francés, alemán o ruso. Los arrenda-

mientos rústicos eran numerosísimos y los productos de las granjas domina-

ban los mercados; la manufactura se había difundido hacía tiempo por el

campo no feudal. La agricultura estaba preparada, pues, para cumplir sus tres

funciones fundamentales en una era de industrialización: aumentar la produc-

ción y la productividad para alimentar a una población no agraria en rápido y

creciente aumento; proporcionar un vasto y ascendente cupo de potenciales

reclutas para las ciudades y las industrias, y suministrar un mecanismo para

la acumulación de capital utilizable por los sectores más modernos de la eco-

nomía. […] Un considerable volumen de capital social -el costoso equipo gene-

ral necesario para poner en marcha toda la economía- ya estaba siendo cons-

tituido, principalmente en buques, instalaciones portuarias y mejoras de

caminos y canales. La política ya estaba engranada con los beneficios” (HOBS-

BAWM, 1997, pp. 38-39). ❚❚❘

En otras partes de Europa, la expansión del capitalismo de mercado y de laproducción encontraban trabas mucho mayores, no sólo por el peso de lamonarquía absoluta sino también por la mayor gravitación en el agro de re-manentes feudales y de la pequeña parcela campesina, poco aptos para fa-vorecer el incremento de la producción agraria. Este último, en cambio, fuemuy notorio en Gran Bretaña, como consecuencia de una evolución original,posibilitada desde mucho antes por la concentración de la tierra y la apari-ción del granjero como verdadero empresario. Un largo proceso de mejorasgraduales y pequeñas innovaciones -en la combinación de siembras, el em-pleo de abonos, el uso alternativo de la tierra, etc.- desembocó en un muyeficiente sistema que más tarde fue conocido como high farming, cultivoavanzado que se basaba sobre todo en una prolongada y cuidadosa serie deobservaciones de los distintos fenómenos naturales y actividades humanasque forman parte de la producción agraria (BRAUDEL, 1979, p. 483). La ex-pansión de la agricultura constituyó una fuente de riqueza; posibilitó asimis-mo el crecimiento demográfico y, junto con éste, multiplicó el número declientes con recursos como para comprar productos manufacturados.

Para captar más plenamente el peso de este y otros factores, resulta ilu-minante el procedimiento que utiliza Braudel, en su obra ya citada, cuandoconsidera, al analizar las causas de la Revolución Industrial, varios ejemplosde “prerrevoluciones”, o revoluciones industriales fracasadas. Ello ejemplifi-ca, en sus sugestivas palabras, una de las varias maneras a las que recurrepara “jugar la carta preciosa de la historia comparativa”. Digamos, de paso,que la importancia de saber “jugar esa carta” en ningún terreno es mayor,probablemente, que en la cuestión del desarrollo, cuya extrema complejidadinduce a buscar comparaciones que puedan arrojar alguna luz, pero tambiénpreviene contra las simplificaciones en las cuales uno de los ejemplos de lacomparación deviene modelo a imitar.

Una de las “prerrevoluciones” que Braudel (1979, pp. 470-473) tiene encuenta es la etapa de avance técnico y crecimiento productivo que vivió Eu-ropa entre el siglo XI y el siglo XIII, la cual desembocó en una tremenda rece-sión, aproximadamente de 1350 a 1450, cuando la producción cayó abrup-tamente, la carencia de alimentos se hizo sentir y el hambre y la pestediezmaron a la población. Ello constituye un ejemplo clásico de los ciclos de

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crecimiento y decrecimiento característicos de las sociedades agrarias.Braudel vincula la explicación de ese fenómeno, “la mayor victoria y la mayorderrota que Europa haya conocido antes del siglo XVIII inglés”, con un avancedemográfico cuyo ritmo no fue seguido por la agricultura. Consiguientemen-te, cuando todavía crecía la producción total, empezó a disminuir la produc-ción por habitante, desencadenado una crisis multifacética.

La comparación esbozada destaca el papel que tuvo el crecimiento de laagricultura inglesa en el éxito de la Revolución Industrial del siglo XVIII. Tam-bién subraya uno de los aspectos más propiamente “revolucionarios” deesa transformación: antes, cada impulso de crecimiento había terminadochocando contra las limitaciones de la producción agrícola, o de los trans-portes, o de la energía, o de la demanda del mercado; a partir de entonces,comienza un crecimiento de tipo distinto, mucho más continuo, capaz deafrontar esas limitaciones (BRAUDEL, 1979, pp. 512-513). En las sociedadesindustriales, las crisis no faltarán, pero el crecimiento tendrá un carácter mu-cho más sistemático y autosostenido.

Otra comparación que Braudel (1979, pp. 475-477) desarrolla muestraque por cierto no basta con el auge agrícola. Lombardía lo conoció muy tem-pranamente -ésa sería la causa que le permitió esquivar la gran crisis de lossiglos XIV y XV-, pues allí se inició ese high farming que más tarde se encuen-tra en Holanda y después sería transmitido a Inglaterra. Milán, la capital dela región, llegaría a conocer, en tiempo de Leonardo da Vinci, un gran auge,sostenido por la expansión tanto de una agricultura de tipo capitalista comode la producción manufacturera. Se sostiene que el estado de la técnica nobasta para explicar que ese auge no haya desembocado en una revoluciónindustrial, pues es conocida la capacidad mecánica de tiempos del Renaci-miento, notoria por ejemplo en las máquinas hidráulicas utilizadas en el teji-do de la seda. Braudel destaca en este ejemplo histórico la carencia de unacondición que estima sine qua non para el éxito de una revolución industrial:el dominio de grandes mercados exteriores, que generan una gran demandade productos industriales e impulsen el cambio técnico como vía para acele-rar y ampliar la producción.

Este último factor no estuvo por supuesto ausente, sino todo lo contrario,en el caso de Inglaterra, que en el siglo XVIII se afirma como dueña comercialy militar de los mares, al tiempo que conoce una “verdadera explosión co-mercial” exportadora; durante ese siglo, creció 50% la producción de las in-dustrias que vendían en el mercado interno y 450% la de las industrias deexportación (BRAUDEL, 1979, p. 497).

Las posibilidades de ampliar sistemáticamente los mercados acicatearonlos esfuerzos para multiplicar las capacidades productivas. Y viceversa. Lasexportaciones constituyeron un importante motor del cambio, en la medidaen que la “explosión comercial” interactuaba positivamente con la introduc-ción de técnicas que permitían producir mucho más en menos tiempo.

1.2.2. Especificidades de un proceso de cambio técnico

Enfoques como los reseñados en la sección precedente llevan frecuentementea entender que las transformaciones tecnológicas tuvieron un carácter induci-do. Las innovaciones dependían evidentemente de la acción del mercado, y norespondieron sino a una demanda insistente del consumidor, dice Braudel

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(1979, p. 490), en una sección cuyo título -“La técnica, condición necesaria, sinduda no suficiente”- sugiere sin embargo algo más matizado. Para suscitar lareflexión, podemos referirnos a otro de los ejemplos de “prerrevoluciones”, orevoluciones industriales fracasadas, que el autor estudia.

Braudel recuerda que se ha hablado de una primera revolución industrial in-glesa, que habría tenido lugar en el período 1560-1640. El uso creciente delcarbón de piedra se estaba constituyendo en el rasgo mayor de la economía in-glesa; se lo usaba para la calefacción y en la fabricación de vidrio, cerveza, la-drillos, en la refinación de azúcar, en la obtención de sal mediante la evapora-ción de agua de mar. Ese dinamismo económico impulsaba la concentración decapitales y de mano de obra, que a su turno impulsaba a aquél. Se expandíaasí el “sistema manufacturero” que, mirado desde el futuro, puede ser descritocomo el sistema de las fábricas sin máquinas, o sea, el agrupamiento en gran-des talleres de numerosos trabajadores. Se atribuye el primer lugar en la expli-cación de ese dinamismo al auge del mercado interno, resultado a su vez de unimportante crecimiento demográfico -del orden del 60% durante el siglo XVI- ydel considerable incremento de los ingresos en el agro, lo cual amplió la de-manda de productos manufacturados (BRAUDEL, 1979, pp. 477-478).

Pues bien, todo ello estimuló los cambios productivos, pero no desencadenósin embargo nada comparable al ciclo de innovaciones tecnológicas que algomás de un siglo después configuró la Revolución Industrial. Para avanzar en lacomprensión de ésta, hace falta pues ir más allá del contexto general que la hi-zo posible.

El éxito de la Revolución, dicen Freeman y Soete (1997, p.55, nuestra tra-ducción) “se debió aparentemente a la combinación de una actividad empresa-rial imaginativa, el ingreso a mercados potencialmente crecientes, el acceso alcapital necesario para la inversión en las nuevas fábricas, y la capacidad de in-ventiva técnica, a veces pero no siempre protegida por patentes y, a veces perono siempre, sustentada por contactos con el mundo de la ciencia”. Destacantambién (ibid., p. 56) que “entre las instituciones más favorables para el creci-miento económico en Gran Bretaña estaban el espíritu científico que permeabala cultura nacional y el apoyo a la invención técnica”.

Las transformaciones de índole revolucionaria aparecen como conjunciones,en ciertas circunstancias de lugar y tiempo, de oportunidades propicias con ca-pacidades para aprovecharlas, unas y otras surgidas a su vez del “doble regis-tro” en el que se combinan la concentración en un período breve de aconteci-mientos gravitantes con la acumulación gradual que se despliega en la largaduración.

El cambio técnico no es, seguramente, una suerte de “primer motor” de lastransformaciones, pero la historia no sugiere que sea el mero reflejo de condi-ciones externas. Por lo general, no tiene lugar en ausencia de una demanda so-cial, pero ésta no basta para producirlo. Se trata de un proceso social, que in-teractúa con otros, que sin embargo no lo determinan unívocamente, por lo cualno cabe soslayar el análisis de sus dinámicas específicas.

Ello puede comprobarse en los orígenes de la industrialización, respecto delo cual lo que sigue es muy sugestivo:

❘❚❚ “Parece claro, aunque no es fácil de demostrar, que en la Gran Bretaña del

sigo XVIII existía un nivel de capacidad técnica y un interés en máquinas y ‘ar-

tefactos’ muy superior al de otros países de Europa. Esto no debe confundirse

con conocimiento científico: a pesar de los muchos esfuerzos por relacionar la

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Revolución Industrial con la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, esta rela-

ción parece haber sido muy difusa: ambas eran reflejo de un gran interés por los

fenómenos naturales y materiales y de la aplicación cada vez más sistemática de

la investigación empírica. Si acaso, fue el progreso del conocimiento científico

quien le debió mucho a los enfoques y a los logros de la tecnología; pero el flujo

de ideas o métodos en la otra dirección fue mucho menor, y continuaría siéndolo

hasta bien entrado el siglo XIX” (LANDES, 1979, pp. 76-77). ❚❚❘

El papel directo de la ciencia en la industrialización, inicialmente subordina-do y hasta marginal pero creciente, lo ilustra bien la evolución de la metalur-gia, rama fundamental tanto para la iniciación del proceso como para su pa-saje de una etapa a otra:

❘❚❚ “La manufactura del hierro era esencialmente una forma de arte culinario -

exigía intuición acerca de los ingredientes, un sentido muy agudo de la propor-

ción, tener cierto ‘instinto’ sobre cuánto tiempo debía pasar el cocido al fue-

go. Los herreros no sabían por qué ciertas cosas funcionaban y otras no; ni

les importaba. No fue hasta mediados del siglo XIX que los científicos lograron

un conocimiento suficiente del proceso de transformación del mineral en me-

tal para poder servir de guías hacia el desarrollo de técnicas racionales y de

medidas de la eficiencia de los procesos” (LANDES, 1979, p. 108). ❚❚❘

Volviendo al período de los orígenes, y a esa vocación técnica que habría ca-racterizado a la Inglaterra de entonces, se podría tal vez hablar de la difu-sión de una actitud innovadora a nivel de la práctica productiva, basada pri-mordialmente en una vocación por la experimentación pero también en elamplio uso de los elementos básicos del conocimiento científico disponiblea nivel masivo. La cuestión, por cierto cardinal, justifica una cita extensa pe-ro elocuente. Ciertas investigaciones

❘❚❚ “[…] presentan una imagen impresionante de la energía con que en Lancashire

se movilizó y promovió la capacidad técnica en la segunda mitad del siglo XVIII -im-

portando artesanos de lugares tan lejanos como Londres y Escocia y capitalizando

sobre su propia tradición muy fuerte de mano de obra especializada, para conver-

tir carpinteros en constructores de molinos y torneros, herreros en fundidores, re-

lojeros en modeladores y constructores en mecánicos-. Aún más impresionante re-

sulta el conocimiento teórico de esos hombres. No eran, en conjunto, unos

hojalateros ignorantes, como suele presentarlos la mitología histórica. Incluso un

constructor de molinos ordinario […] solía ser ‘un aritmético aceptable, sabía algo

de geometría, nivelación y medición, y, en algunos casos, poseía conocimientos

muy completos sobre matemáticas aplicadas. Sabían calcular las velocidades, la

resistencia y la fuerza de una máquina: sabían dibujar planos y secciones…’. Mu-

chos de estos ‘conocimientos superiores y capacidad intelectual’ reflejaban la

abundancia de medios para la educación técnica que se daban en ‘pueblos’ como

Manchester durante este período, y que comprendían desde las academias de Di-

sidentes y de las sociedades ilustradas hasta la presencia de conferenciantes lo-

cales o invitados, escuelas privadas de ‘matemáticas y comercio’ con clases por

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las tardes, y una circulación muy amplia de manuales, periódicos y enciclopedias

prácticas” (LANDES, 1979, pp. 78-79). ❚❚❘

El papel en la innovación y la educación de los “Disidentes” -los que no ad-herían a los cánones religiosos oficiales-, así como la formación científica deun sector del empresariado, resultan muy sugestivos. Glosamos en este pa-rágrafo lo que al respecto dicen Freeman y Soete:

❘❚❚ “Entre las causas de la importancia empresarial de los Disidentes pueden ha-

ber estado su actitud general no conformista y su racionalismo, así como su ex-

clusión de las universidades tradicionales y de los cargos públicos, que impulsó a

muchos a hacer sus carreras en la industria. Su celo educativo los llevó a esta-

blecer sus propios colegios y a constituir el sector mejor educado de las clases

medias. De la Escocia Presbiteriana provenía una proporción inusualmente alta

de los inventores más relevantes [Watt incluido], en una época en que Escocia te-

nía el mejor sistema de educación primaria de Europa y algunas de las mejores

universidades” (FREEMAN y SOETE, 1997, p. 43, nuestra traducción). ❚❚❘

Se ha destacado que el impulso a la investigación científica y a sus aplica-ciones prácticas no provenía de las universidades de Oxford y Cambridge si-no de las de Glasgow y Edinburgo. “Las academias de los Disidentes hicie-ron por Inglaterra lo que las universidades por Escocia. Una minoríasignificativa de los empresarios más exitosos estaban bien al tanto delavance reciente de la ciencia y a menudo se ocupaban de mantenerse encontacto.”

Nos encontramos pues con un terreno específico, abonado por la educa-ción y la ciencia, que resultó muy propicio para la innovación. Ello tambiénse vincula con la “larga duración”, y con otra Revolución del siglo XVII que lle-gó a tener a Inglaterra como teatro principal, la que puso las bases de laciencia moderna. No significa ello que la Revolución Científica del siglo XVII

haya sido la causa de la Revolución Industrial del siglo XVIII: ya se destacó elescaso papel directo del conocimiento científico en los grandes cambios téc-nicos que marcaron el comienzo de la industrialización. La continuidad entreambos procesos está dada principalmente por la nueva actitud ante la Natu-raleza que define a la Revolución Científica:

❘❚❚ “Los científicos del siglo XVII […] desean matematizar la Naturaleza para ver en

ella una inmensa máquina que idealmente, en sus leyes, podríamos fabricar no-

sotros mismos. […] esta unión de teoría y práctica era entonces una novedad re-

volucionaria, pues oponía a la antigua fórmula ‘conocer es contemplar’ una com-

pletamente nueva: ‘conocer es fabricar’” (TATON, 1972, t. 2, p. 222). ❚❚❘

Este objetivo será, hasta avanzado el siglo XIX, mucho más un programa queuna realidad. Pero, desde el propio siglo XVII, orientará la práctica de no pocagente. Y en esa influencia cultural de la nueva ciencia, la primacía de Inglate-rra será todavía más notoria que en la creación científica propiamente dicha.

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En su obra clásica Ciencia, tecnología y sociedad en la Inglaterra del sigloXVII, dice Merton que

❘❚❚ “[...] este estudio afirma el mutuo apoyo y la contribución independiente a

la legitimación de la ciencia tanto por parte de la orientación valorativa sumi-

nistrada por el puritanismo como por la creencia generalizada en las solucio-

nes científicas -quizá más que por el hecho ocasional de ellas- para los pro-

blemas económicos, militares y tecnológicos acuciantes” (MERTON, 1984, p.

21). ❚❚❘

Nos encontramos pues ya entonces con las raíces de lo que fue un siglomás tarde uno de los fundamentos de la aceleración del cambio técnico y,sobre todo, de la contribución de los “Disidentes” a ello: una actitud ante lapráctica basada en valores.

Orientado por el famoso libro que Max Weber tituló La ética protestante yel espíritu del capitalismo, Merton centra su atención en la “exaltación de losestudios científicos y empíricos” por parte de la ideología puritana:

❘❚❚ “[…] el estudio de los fenómenos naturales es un medio efectivo de poner

de relieve la gloria de Dios. El estudio de la Naturaleza de un ‘modo convincen-

te, científico’, estimula una cabal apreciación del poder del Creador, de modo

que el científico de la naturaleza debe necesariamente estar mejor equipado

que el observador casual para glorificarlo. De esta manera directa, la religión

dio su sanción a la ciencia y elevó la estima social de los que efectuaban in-

vestigaciones científicas, con la intensificación y la difusión asociadas del in-

terés por tales realizaciones. Una base adicional para la santificación de la

ciencia se halló en [un] postulado principal del ethos puritano: el principio uti-

litario. La relación es evidente: ‘El conocimiento debe ser valorado de acuerdo

con su utilidad’, pues todo lo que tiende a ‘suavizar la vida de los mortales’, a

mejorar su bienestar material, es bueno a ojos de Dios. Por ende, el valor reli-

giosamente asignado a la ciencia es incrementado de modo inconmensurable,

en vista del hecho de que el estudio científico de la naturaleza tiende a au-

mentar el dominio del hombre sobre ella. La ciencia es concebida como una

poderosa herramienta tecnológica, y como tal debe ser altamente estimada”

(MERTON, 1984, pp.100-102). ❚❚❘

Como quiera que sea, la ciencia revolucionaria del siglo XVII en Inglaterraprestaba gran atención a las cuestiones técnicas. Merton analiza en detallelos ejemplos de la minería, la tecnología militar y la navegación. Respecto deeste último caso concluye: “En general, pues, puede decirse que los científi-cos contemporáneos, desde el infatigable y brillante Perry hasta el sin parNewton, enfocaron definidamente su atención en tareas técnicas, plantea-das por los problemas de la navegación, y en investigaciones científicas de-rivadas de ellas” (MERTON, 1984, p. 206). Ésta era la actitud que la nuevaciencia y su prestigio propagaban.

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Lo que se dibuja, a partir de los enfoques que venimos reseñando en es-ta sección, es un riquísimo fenómeno de difusión y valoración de una cultu-ra científico-técnica. Sus raíces incluyen una tradición ya de larga data, ali-mentada por una activa práctica de investigación, en la cual la ciencia seconsideraba como conocimiento empíricamente fundado y racionalmenteorientado, que permitiría controlar la naturaleza y multiplicar el poder de losseres humanos.

La difusión de esa cultura científico-técnica se relaciona con el surgimien-to, durante el siglo XVIII, de ámbitos sociales originales, donde se encuentranactores distintos pero cuyo común interés en la tecnología los impulsa aconstruir canales de comunicación capaces de superar las vallas de los có-digos sectoriales: “Más que en el siglo XIX, fue en este período cuando losmanufactureros, los científicos y los nuevos ingenieros […] se mezclaron ensu trabajo y en la vida social. Se casaban entre sí, conversaban sin cesar,experimentaban o se asociaban para nuevos proyectos”. Aparece así uncuadro mucho más rico que el diseñado desde una visión puramente exóge-na del cambio técnico. Y se ponen de manifiesto ciertas especificidades delcaso considerado:

❘❚❚ “Esta combinación de ciencia y manufactura sólo se encontró en Inglaterra

a fines del siglo XVIII. Su existencia caracteriza un período de equilibrio dinámi-

co entre la ciencia y la técnica, una transición entre un período en que la cien-

cia tenía más cosas que aprender de la industria que para enseñarle, y otro

en el que la industria llegaría a basarse casi completamente en la cienciA”

(BERNAL, 1967, t. I, pp. 405-406). ❚❚❘

Esta interacción multifacética coadyuvó a dotar de cierta base científica alos productores más innovadores -lo que constituyó probablemente el aspec-to principal de la contribución directa, por entonces relativamente menor dela ciencia al avance de la técnica- y, a su vez, canalizó hacia la ciencia unacreciente “demanda” por soluciones a problemas varios, proceso mayor tan-to para el desarrollo de la investigación como, a la larga, para su conversiónen herramienta fundamental de la producción:

❘❚❚ “Aunque en sus primeros estadios los cambios técnicos que respondían a

las necesidades económicas podían tener lugar sin intervención de la ciencia,

ocurría con frecuencia que el mismo desarrollo de las tendencias existentes

conducía a dificultades imprevistas que únicamente podían superarse recu-

rriendo a la ciencia. Por ejemplo, podía suceder que disminuyera la fuente de

aprovisionamiento de determinado tinte vegetal debido simplemente a un au-

mento en la producción de tejidos, creándose una demanda para un sucedá-

neo artificial que únicamente podía lograrse recurriendo a la ciencia” (BERNAL,

1967, t. I, p. 387). ❚❚❘

Ahora bien, la mera existencia de una “demanda” -en este terreno, al me-nos- no suscita de por sí la “oferta” correspondiente: otras condiciones adi-cionales deben verificarse, entre las que conviene destacar la existencia de

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canales de comunicación entre quienes necesitan cierto tipo de solucionesy quienes pueden elaborarlas. Los comentarios de Bernal acerca de las vin-culaciones, en el trabajo y en la vida social, entre “manufactureros, científi-cos y nuevos ingenieros” esbozan esa comunicación en la Inglaterra de laque surgió la Revolución Industrial. Se trata, en definitiva, de un proceso deaprendizaje vivido por actores diversos a través de su interacción, en la pro-ducción y también fuera de ella, la que potencia sus respectivas capacida-des para la innovación.

Desde este punto de vista, la argumentación que presenta Landes lleva auna conclusión cuya importancia no sabría ser exagerada:

❘❚❚ “[…] existen buenas razones para creer que hasta hace muy poco los

economistas y los historiadores económicos tendían a exagerar la importan-

cia de la formación de capital como motor del cambio económico. Las inves-

tigaciones más recientes han puesto en claro que los incrementos de capital

son responsables sólo de una pequeña fracción del aumento en la produc-

ción agregada, y que, de hecho, las contribuciones globales debidas a los

factores de producción tradicionales -tierra, trabajo y capital- representan só-

lo un papel secundario en el conjunto del proceso. ¿De dónde provenían en-

tonces dichos incrementos? Parece ser que se debían a la calidad de los fac-

tores -a una mayor productividad de las nuevas técnicas y a una mayor

capacidad y experiencia por parte de empresarios y obreros-. Y en esto […]

la Gran Bretaña de la Revolución Industrial gozaba de grandes ventajas” (LAN-

DES, 1979, pp. 95-96). ❚❚❘

Los cambios técnico-productivos contemporáneos han focalizado la atenciónen “la calidad de los factores” más bien que en su cantidad; Landes nos di-ce que la misma fue decisiva para los comienzos mismos del proceso indus-trializador. Y tal vez su importancia no haya hecho otra cosa que crecer des-de entonces. O puede que sea más correcto decir que la productividad detecnologías nuevas, la experiencia de los diversos grupos de productores ysu capacidad para innovar son factores cuya centralidad resurge y aumentaen cada salto adelante de lo que ha sido sin duda un proceso globalmenteascendente, pero discontinuo, contradictorio y conflictivo.

1.3. Hacia el matrimonio de la ciencia y la tecnología

En las dinámicas económicas de las sociedades industriales, la aplicacióndel conocimiento científico a la producción llegó a tener una importanciabien conocida. Ello ocurrió a través de un proceso al que se ha bautizado co-mo el matrimonio de la ciencia y la tecnología. Según ciertos autores, comopor ejemplo NORTH (1984, p.183), ese proceso constituyó lo característicode la “Segunda Revolución Económica”, y que fue la emergencia de la agri-cultura lo propio de la “Primera Revolución Económica”. En todo caso, pare-ce claro que la transición de la manufactura a la industria maquinizada abrióel camino para el desarrollo de tecnologías cada vez más relacionadas conlas ciencias. El proceso avanzó interactuando con la profundización y la difu-sión de la industrialización, y con las respuestas que la misma suscitó en

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los estados que procuraban superar su retraso tecnológico. De estas cues-tiones nos ocupamos en lo que sigue.

1.3.1. Difusión de la industrialización, Estado y dependencia

El crecimiento de la industria tuvo lugar en la Europa continental con mayorlentitud que en Inglaterra. Su difusión configuró un proceso grandemente in-fluido, de manera por cierto múltiple y compleja, por lo que acontecía en elpaís que, según Marx, servía a los demás de espejo de su propio futuro. Contal proceso se vinculan ciertas cuestiones de máxima actualidad. Entreellas: las causas del retraso técnico-productivo, las estrategias destinadas aenfrentarlo, la irradiación de los avances tecnológicos, las diferentes trayec-torias nacionales de la industrialización.

En esta sección consignaremos ciertas observaciones sobre los papelesdesempeñados por la capacitación técnica, la educación y la investigacióncientífica en la situación diferencial de los países de Europa Occidental res-pecto de Inglaterra, en sus esfuerzos por emularla y en la configuración deun tipo de desarrollo comparable pero no idéntico, que con el transcurso deltiempo desplazaría del primer lugar a aquella nación donde la nueva épocaviera la luz.

Conviene comenzar por destacar que las ventajas inglesas iniciales no ra-dicaron en el nivel de la investigación o de la enseñanza superior: “Los paí-ses continentales formaban parte de una misma civilización común conGran Bretaña, y se encontraban en un plano de igualdad, o en algunos as-pectos superior, respecto a la ciencia y a la educación de las élites” (LANDES,1979, p.142). Desde este punto de vista recordemos lo anotado en unasección precedente, según lo cual cabe suponer que una de las principalescausas del adelanto de Inglaterra fue la educación técnica de calidad queposeía una fracción comparativamente alta de su población.

Ello, a su vez, tiene que ver no sólo con el surgimiento sino con la difu-sión de las innovaciones. En efecto, ¿por qué los notables adelantos quesurgían en la isla no se trasladaban rápidamente al continente?:

❘❚❚ “Desde luego, las tareas más difíciles parece que hubiesen tenido que ser

las iniciativas creadoras originales que condujeron a la fundición de coque, el

huso mecánico y la máquina de vapor. En vista de la superioridad económica

enorme de estos inventos sería razonable pensar que el resto hubiera tenido

que adoptarlas automáticamente. Entender las razones por las cuales esto no

fue así -por qué incluso los países más activos se retrasaron hasta la tercera

o cuarta década del siglo XIX- es entender no sólo una buena parte de la histo-

ria de estos países sino también parte del problema del desarrollo económico

en general” (LANDES, 1979, p.143). ❚❚❘

Seguramente no hay demasiadas cuestiones históricas que tengan mayorimportancia actual que ésta para un país periférico.

Pues bien, una dificultad mayor parece haber sido la falta de conocimien-tos técnicos, ya que “la industria continental necesitaba mecánicos tantocomo máquinas”. No fue fácil importar ni éstas ni aquéllos, entre otras

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razones por algunas que mucho dicen sobre el liberalismo de los paísescentrales, particularmente en las instancias fundacionales: “La emigraciónde artesanos ingleses estuvo prohibida hasta 1825; la exportación de los ti-pos de maquinaria considerados más valiosos -en particular, los principalesinventos textiles, sus piezas y planos- hasta 1842” (LANDES, 1979, p.165).

¿Cómo fue superando Europa continental su dependencia tecnológica?“La creciente independencia tecnológica del continente fue en gran parte elresultado de la transmisión de conocimientos sobre una base individual, enel propio lugar de trabajo. De menos importancia inmediata, aunque de ma-yores consecuencias a largo plazo, fue el aprendizaje formal de mecánicos eingenieros en escuelas técnicas” (LANDES, 1979, p. 168). La educación fuevista como una poderosa palanca para la recuperación del tiempo perdido,sobre todo en Alemania. Allí y en Francia, principalmente, se estructuró unagama de escuelas técnicas, destinadas a cubrir desde los niveles básicoshasta los más avanzados.

La Revolución Francesa progresó tempranamente en esa dirección. Ejem-plo destacado de ello lo constituye la fundación en 1794 de la Escuela Poli-técnica (inicialmente denominada Escuela Central de Trabajos Públicos), pro-yectada en un principio como escuela militar para oficiales de artillería eingeniería, pero a la cual se dotó desde el primer momento de un cuerpo do-cente con científicos de primer nivel, con lo que la institución llegó a priori-zar la formación científica y la capacitación técnica avanzada. Sus egresa-dos constituyeron la élite tecnocrática e ingenieril francesa, que construyó ymanejó el sistema ferroviario del país, aprendió y adaptó la tecnología meta-lúrgica inglesa, y dirigió trabajos públicos en el exterior. Otras instituciones -como las Escuelas de Minas, de Puentes y Caminos, de Artes y Manufactu-ras-, fundadas antes o después pero integradas en un sistema estatal deconjunto, brindaban preparación de diverso tipo para el desempeño en la in-dustria, la ingeniería, los negocios. Junto a ellas se desplegó un sistema deescuelas vocacionales “de artes y oficios” y otras especializadas en ramasindustriales particulares (LANDES, 1998, pp. 282-283).

En el terreno de la educación fue donde más se destacó el accionar es-tatal deliberadamente orientado a superar la dependencia tecnológica, nue-vo rol del Estado que la Revolución Industrial trajo al primer plano del esce-nario a poco de iniciado su camino. En efecto:

❘❚❚ “Los costes iniciales eran demasiado altos y los beneficios monetarios

demasiado distantes para que la empresa privada hiciera algo más que dar

su bendición y su apoyo a aquellas escuelas de nivel más elemental cuyos

cursos cortos estaban encaminados a preparar para entrar directamente en

las fábricas. Sólo el gobierno podía responsabilizarse de mandar funciona-

rios en costosos viajes de inspección a lugares tan lejanos como los Esta-

dos Unidos; facilitar los edificios y materiales necesarios; alimentar, vestir,

alojar y en algunos casos pagar a los estudiantes durante años” (LANDES,

1979, p. 168). ❚❚❘

Por cierto, el sistema institucional orientado a la introducción y difusión delas nuevas tecnologías no se componía sólo de establecimientos educativos,sino que incluía otro tipo de instituciones, como las academias sin finalidad

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docente y los museos, así como esos acontecimientos de enorme importan-cia que fueron las exposiciones. Y, por supuesto, múltiples eran las formasde la promoción estatal al desarrollo tecnológico:

❘❚❚ “El gobierno proporcionaba orientación y asistencia técnica, concedía sub-

venciones a los inventores y a los empresarios inmigrantes, repartía regalos

en forma de maquinaria y concedía rebajas y exenciones de impuestos sobre

las importaciones de equipo industrial. Algunas de estas disposiciones repre-

sentaban simplemente una continuidad con el pasado -herencia de la fuerte

tradición de interés directo en el desarrollo económico por parte del Estado-.

Gran parte de estas políticas, sobre todo en Alemania, eran síntomas del de-

seo apasionado por organizar y acelerar el proceso de recuperación del tiem-

po perdido” (LANDES, 1979, p. 169). ❚❚❘

Las políticas en cuestión alcanzaron éxitos notables y perdurables, como loevidencia el lugar de vanguardia que Alemania alcanzó en la carrera de la in-dustrialización, durante la segunda mitad del siglo XIX, y el papel relevanteque desde entonces ha mantenido en lo que tiene que ver con el cambiotécnico. Tal experiencia constituye pues una referencia ineludible en el estu-dio de las políticas públicas para el desarrollo. Es pues éste un lugar ade-cuado para una primera reflexión en torno de las relaciones entre el accio-nar estatal y el desarrollo técnico-productivo.

Nos aproximaremos a la cuestión contrastando lo que se acaba de deciracerca del papel del Estado europeo del siglo XIX con la comparativa debili-dad del Estado en la Europa preindustrial, que precisamente puede conside-rarse como una de las causas de que allí surgiera la Revolución Industrial.Al respecto dice Landes:

❘❚❚ “[…] el ámbito de la actividad económica privada en Europa Occidental

era muy superior al del resto del mundo y fue creciendo a medida que la

economía se expandía y abría nuevas áreas de actividad que no estaban su-

jetas a trabas impuestas por la ley o la costumbre. La tendencia se reforza-

ba a sí misma: las economías más libres crecían más rápidamente. Esto no

quiere decir que el control o la empresa estatal sean intrínsecamente infe-

riores a la actividad privada, sino, simplemente, que, dado el nivel de cono-

cimientos de la Europa preindustrial, el sector privado estaba en mejor si-

tuación para juzgar las distintas oportunidades económicas y asignar los

recursos en forma eficiente. Aún más importante quizás fuera el impulso

que de este modo recibía la innovación: en una época en que la naturaleza

y la dirección más adecuadas para el avance tecnológico eran mucho me-

nos claras que en la actualidad, la multiplicidad de fuentes de creatividad

ofrecía una ventaja fundamental. A mayor número de personas que busca-

ran nuevos modos de hacer mejor las cosas, mayor era la probabilidad de

hallarlos: también aquí el proceso se reforzaba a sí mismo. Las economías

más libres parecen haber sido las más creativas; la creatividad favorecía al

crecimiento, y el crecimiento creaba oportunidades para nuevas innovacio-

nes, intencionadas o accidentales” (LANDES, 1979, p. 34). ❚❚❘

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Sobre este tema fundamental volveremos en las próximas unidades. Desta-quemos desde ya dos observaciones que surgen de la contrastación queplanteamos. Antes de que la revolución tecnológica cobre envergadura ymuestre en qué consiste, cuando resultan poco claras “la naturaleza y la di-rección” del avance tecnológico y productivo, “la multiplicidad de fuentes decreatividad” constituye una ventaja decisiva. Más adelante, cuando lo queocurre en el escenario central de las transformaciones sugiere “lo que hayque hacer” para superar el rezago -para avanzar más rápidamente por un ca-mino análogo al abierto por otros- el accionar deliberado del Estado puedeconstituirse en una palanca fundamental del desarrollo.

Subrayemos todavía que la “apuesta a la educación” no sólo permitió pa-liar desventajas sino que se convirtió en una importante ventaja:

❘❚❚ “A mediados de siglo, la tecnología seguía siendo aún esencialemente em-

pírica y, en la mayoría de los casos, la forma más efectiva de transmisión de

conocimientos siguió siendo mediante la experiencia directa en el trabajo. Pe-

ro desde que la ciencia empezó a anticiparse a la técnica -y en parte esto ya

comenzó a suceder hacia 1850/60- la educación formal se convirtió en un im-

portante recurso industrial, y los países continentales vieron cómo lo que an-

tes había sido un factor compensador de sus limitaciones pasaba a convertir-

se en una ventaja diferencial importante” (LANDES, 1979, p. 169). ❚❚❘

Así se iría desplazando el centro de gravedad de la industrialización, en unproceso en el cual, ayer como hoy, mucho incidirán las características espe-cíficas de las ramas industriales que en cada etapa lo dinamizan, particular-mente sus relaciones con el uso de la energía y su potencial tanto para sus-citar como para aprovechar el avance de la investigación científica. Estascuestiones, hoy día centrales para comprender las vinculaciones entre pro-greso técnico y desarrollo económico, encuentran elocuente ilustración his-tórica en el período al que estamos aludiendo. En efecto:

❘❚❚ “En Gran Bretaña, la Revolución Industrial se edificó sobre la manufactura

del algodón, que creció más de prisa que otras ramas de la industria antes

de 1800 y las arrastró con ella. En el Continente, fue la industria pesada -

carbón y hierro- la que se erigió en sector adelantado. […] El mayor coste del

combustible, en sí mismo una desventaja, servía de incentivo para la innova-

ción tecnológica. Mientras que los industriales metalúrgicos ingleses se-

guían permitiendo que las llamas y los gases de sus hornos iluminasen la

noche, los mejores productores del Continente tomaron medidas para utilizar

esta energía, antes desperdiciada, para refinar el arrabio, calentar la carga, o

alimentar las máquinas de vapor. […] nos consta que los industriales meta-

lúrgicos del Continente sacaban más partido de sus recursos que sus com-

petidores del otro lado del Canal; y como el ahorro de combustible era la cla-

ve de la eficacia en casi todos los estadios de la producción, estas ventajas

iniciales de 1830-40 y 1840-50 fueron el punto de partida de una metalurgia

científica que habría de dar sus frutos, en forma de mejoras sustanciales,

una generación más tarde” (LANDES, 1979, pp. 193 y 199). ❚❚❘

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Por otra parte, los avances en la metalurgia combinados con las nuevasfuentes de energía estaban posibilitando una aceleración de la industrializa-ción. Los beneficios producidos por la maquinaria engendraron la industriade la construcción de maquinaria y dieron así origen a una revolución en lasartes mecánicas: la utilización de máquinas para construir máquinas. Aun-que dicha transformación debía poco a la ciencia, éste

❘❚❚ “[…] fue el camino por el cual la ingeniería mecánica empezó a hacerse

científica. Las más elaboradas aplicaciones matemáticas de la mecánica de

Newton en el siglo XVIII eran de escasa utilidad para los ingenieros prácticos,

porque las máquinas no podían construirse con precisión salvo que fueran

obra de los mejores artesanos o respecto de máquinas excepcionales, como

los relojes. Incluso para las vitales necesidades de la guerra, los cañones no

podían ser construidos con la exactitud y uniformidad suficientes para poder

aplicar seriamente las sólidamente establecidas teorías balísticas. Todo esto

cambió con las cortadoras mecánicas de precisión, de modo que la realización

de artificios prácticos pudo ser calculada por anticipado” (BERNAL, 1967: t. I,

pp. 457-458). ❚❚❘

Ciencia y educación serán fundamentales para el surgimiento de la llamada“Segunda Revolución Industrial” y ésta convertirá a aquéllas en claves delos avances futuros.

1.3.2. El segundo ciclo de crecimiento industrial

Entre 1850 y 1873, Europa vivió un período de notable crecimiento económi-co, que suele asociarse con el desarrollo del ferrocarril, aunque por supues-to se sustentó en el auge de varias ramas productivas, la textil en particular.Sin embargo,

❘❚❚ “[…] a partir de mediados de siglo, el ferrocarril, gracias a su demanda de

bienes de capital y mano de obra, y a los efectos acumulativos de estos gas-

tos a través de todo el sistema económico, había desplazado a los textiles co-

mo sector avanzado en la actividad industrial, y marcaba tanto los ritmos de

los ciclos cortos como los de las tendencias a largo plazo” (LANDES, 1979, p.

221). ❚❚❘

Detengámonos brevemente en esta innovación mayor, precedida por variasinnovaciones menores, como el uso ya en el siglo XVII de rieles de maderapara el desplazamiento de vagones cargados de carbón y su sustitución porrieles metálicos hacia 1767; el éxito de la máquina de vapor como “agentegeneral de la gran industria” llevó, a partir de 1800, a intentar adaptarla pa-ra el desplazamiento de los vagones por los rieles; la primera locomotoraapareció en 1814 (BRAUDEL, 1979, p. 506). Tomaba cuerpo una innovaciónradical que, para gran parte del mundo, constituiría el signo de los cambiosen curso:

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❘❚❚“Ninguna de las innovaciones de la Revolución Industrial encendería las

imaginaciones como el ferrocarril, como lo demuestra el hecho de que es el

único producto de la industrialización del siglo XIX plenamente absorbido por la

fantasía de los poetas populares y literarios. Apenas se demostró en Inglate-

rra que era factible y útil (1825-1830), se hicieron proyectos para construirlo

en casi todo el mundo occidental, aunque su ejecución se aplazare en muchos

sitios. Las primeras líneas cortas se abrieron en Estados Unidos en 1827, en

Francia en 1828 y 1835, en Alemania y en Bélgica en 1835 y en Rusia en

1837. La razón era indudablemente que ningún otro invento revelaba tan dra-

máticamente al hombre profano la fuerza y la velocidad de la nueva época; re-

velación aún más sorprendente por la notable madurez técnica que demostra-

ban incluso los primeros ferrocarriles. (Velocidades de sesenta millas a la

hora, por ejemplo, eran perfectamente alcanzables en 1830-1840 y no fueron

superadas por los ferrocarriles de vapor posteriores.) La locomotora lanzando

al viento sus penachos de humo a través de países y continentes, los terraple-

nes y túneles, los puentes y estaciones, formaban un colosal conjunto, al lado

del cual las pirámides, los acueductos romanos e incluso la Gran Muralla de la

China resultaban pálidos y provincianos. El ferrocarril constituía el gran triunfo

del hombre por medio de la técnica” (HOBSBAWM, 1997, p. 52). ❚❚❘

A partir de 1873 el clima de próspero optimismo fue cediendo su lugar aotro de malestar. El crecimiento no se había detenido pero su ritmo habíadisminuido:

❘❚❚“Esta desaceleración no cambió de signo hasta que una serie de importan-

tes avances abrió nuevas áreas de inversión, hacia finales de siglo. En estos

años se experimentó el vigoroso crecimiento, si no el nacimiento de la energía

eléctrica y de los motores, la química orgánica y los productos sintéticos, la

máquina de combustión interna y los vehículos automóviles, la manufactura

de precisión y la producción en cadenas de montaje; un cúmulo de innovacio-

nes que se han venido a llamar la Segunda Revolución Industrial” (LANDES,

1979, p. 256). ❚❚❘

Dadas las dimensiones de la mutación histórica que supuso la RevoluciónIndustrial propiamente dicha, podría argumentarse que es más adecuadohablar de segunda etapa de la industrialización o de “segundo ciclo de cre-cimiento industrial”, como lo hace Landes quien -escribiendo en la décadade 1960- consideraba que el ciclo en cuestión estaba todavía en curso.

La expansión en esta nueva etapa se ligó crecientemente con el impre-sionante incremento de los mercados para los productos de la industria:

❘❚❚ “[…] los grandes avances de estas décadas -acero barato, fabricación de

precisión, electricidad- hicieron posible toda una nueva y extensa gama de

productos, que hoy llamamos bienes de consumo duraderos: máquinas de co-

ser, relojes baratos, bicicletas, luz eléctrica y, más adelante, los electrodo-

mésticos. La consiguiente expansión de la producción, que seguía a una pri-

mera oleada, basada fundamentalmente en bienes de capital y en el conjunto

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de necesidades asociadas con el ferrocarril, sólo fue posible gracias a la exis-

tencia de este tipo de mercado” (LANDES, 1979, p. 265). ❚❚❘

Notemos todavía que el comienzo de este segundo ciclo de crecimiento in-dustrial puede ser visto como un punto de viraje que llevaría a considerarlocomo una revolución con mayúscula. En palabras de Sábato y Mackenzie:

❘❚❚“Es sabido que durante los siglos XVIII y XIX el modo de producción de mer-

cancías se transformó de la artesanía a la manufactura y finalmente a la in-

dustria moderna en un proceso histórico que constituye la llamada Revolución

Industrial. Durante el siglo XX es la producción de tecnología la que está su-

friendo una transformación similar de la artesanía a una actividad industrial,

constituyendo así la característica de una revolución científica y tecnológica”

(SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p. 15). ❚❚❘

Más en detalle:

❘❚❚“Mientras que durante milenios el hombre produjo tecnología de manera es-

pontánea, asistemática y casi amateur (en forma artesanal), en las últimas dé-

cadas este modelo de producción de la tecnología ha cambiado drásticamente

y se ha transformado en una actividad específica, organizada, diferenciada y

continua, con su propia identidad, su propia legitimidad y sus propias caracte-

rísticas económicas. Y así como las mercancías corrientes se producen en es-

tablecimientos corrientemente denominados fábricas, lo mismo ocurre ahora

con la tecnología, con la diferencia de que a las fábricas de tecnología se las

designa con nombres tales como ‘laboratorios de investigación y desarrollo’,

‘departamentos de R-D’, ‘centros de R-D’ y similares. Este salto de la produc-

ción artesanal de tecnología a su manufactura industrial es uno de los factores

claves de lo que se ha dado en llamar la Segunda Revolución Industrial. Y así

ha surgido un nuevo proletariado: los científicos, técnicos y asistentes que tra-

bajan en las fábricas de tecnología y que venden su fuerza de trabajo en el

mercado, fuerza de trabajo que se emplea en la producción de una mercancía

muy valiosa, la tecnología” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, pp. 25-26). ❚❚❘

Esta sistematización de la producción de tecnología se hace ya visible en ellaboratorio de Menlo Park, Nueva Jersey, instalado en 1880 por Tomás A.Edison. En sus propias palabras: “Alguna gente opina que mi mayor inventoha sido la lámpara incandescente. Lamento estar en desacuerdo: piensoque mi mayor invención ha sido el laboratorio comercial de investigaciones,un lugar donde yo pude desarrollar todas mis invenciones”. Cabe sostenerque “en Menlo Park la producción de tecnología dejó de ser artesanal paraser manufacturada, con toda la intencionalidad y sistematicidad que exigealgo que se había transformado en una mercancía” (SÁBATO y MACKENZIE,1982, pp. 55-57).

Por cierto, tal sistematización de la producción de tecnología apenas sise inicia con el advenimiento, en la segunda mitad del siglo pasado, de la

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“Segunda Revolución Industrial”; su expansión es fenómeno principalmentede este siglo, ligado en particular a los grandes conflictos bélicos y a las for-mas de generar tecnología con vistas a su uso militar, las que conocieron untremendo desarrollo durante la Segunda Guerra Mundial.

Como se anotó antes, con la “Primera Revolución Industrial” surgió la fá-brica, que constituyó un puente mayor entre invención e innovación. Con la“Segunda Revolución Industrial” surgió el laboratorio empresarial de Investi-gación y Desarrollo (I+D, en la jerga española de hoy), que llegaría a consti-tuirse en un eslabón fundamental en lo que es la cadena de la innovación.

1.3.3. Nuevas tecnologías y modificación de las formas deproducción

El segundo ciclo de la industrialización tuvo entre sus principales caracterís-ticas las que provienen del auge de ciertos materiales nuevos, de métodosnuevos de obtener otros bien antiguos y de nuevas formas de energía.

En relación con los materiales, se ha llegado a hablar de la “Era del Ace-ro” pues “si tuviéramos que escoger la característica más importante de latecnología del último tercio del siglo XIX sería la sustitución del hierro por elacero y el incremento consiguiente en el consumo del metal per cápita” (LAN-DES, 1979, p. 271).

El acero era conocido desde la Antigüedad, pero su producción de altacalidad resultaba muy cara, por lo cual durante siglos se organizó primordial-mente en torno de la fabricación de armas. La introducción de los procesosde producción de Bessemer, Siemens-Martin y Thomas hizo descender, entrelas décadas de 1860 y 1890, los costos de producción de acero entre un80 y un 90%. Los dos primeros procesos eran utilizables sólo con mineralesrelativamente puros y poco corrientes, mientras que el tercero, al lograr ab-sorber el fósforo desprendido en la fundición, resultó aplicable a los minera-les más abundantes. Esta última mejora es también significativa porque

❘❚❚ “[…] fue enteramente científica. Aunque Thomas empezó a ganarse la vida

como empleado en una comisaría de policía […] fue un maestro en teoría me-

talúrgica; comprendía con precisión qué era lo que estaba intentando hacer y

los resultados de sus experimentos, realizados en un sótano de Londres, pu-

dieron aplicarse con éxito tres años después [1879] a la producción en gran

escala. Su obra es una extraordinaria anticipación de la investigación indus-

trial del siglo siguiente” (BERNAL, 1967, t. I, p. 460). ❚❚❘

Notemos de paso que, hacia fines del período antes mencionado, Alemaniahabía superado a Gran Bretaña en ese rubro, aunque 20 años antes produ-cía la mitad, y los Estados Unidos habían alcanzado un primer puesto, desti-nado a la permanencia, en la producción tanto de hierro como de acero.

Por su parte, hacia fines del siglo,

❘❚❚ “[…] la electricidad acapara la actividad de transmisión de energía. Es inte-

resante seguir la historia de este desarrollo -como ejemplo de cooperación

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científica y técnica, de invención múltiple, de progreso a través de una canti-

dad de pequeñas mejoras, de actividad empresarial creadora, de demanda de-

rivada y anticipación de consecuencias-. El crecimiento simbiótico de la ener-

gía y de los motores eléctricos es como el de las máquinas textiles y las de

vapor en el siglo XVIII: se disponía de una nueva técnica y de un nuevo sistema

de producción, con posibilidades ilimitadas. Era, de nuevo, el Génesis” (LAN-

DES, 1979, p. 307). ❚❚❘

Tan elocuente como esa comparación con una etapa anterior resulta otracon una etapa posterior: se ha señalado que la industria de la electricidadconstituía, durante las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial, elequivalente de lo que en el presente es la industria micro electrónica, en lamedida en que era el sector que multiplicaba la eficiencia en el hogar, la ofi-cina, la fábrica e incluso el transporte público urbano (FREEMAN y SOETE,1997, p. 64).

Desde cierto punto de vista, el auge de la industria eléctrica se asemejómás a lo que vendría después que con respecto al pasado, pues el papelde la ciencia fue mucho más directo y evidente que en el caso de las tecno-logías mecánicas del período inicial de la industrialización. Los científicosdel siglo XVIII habían investigado diversos aspectos de la electricidad; con lainvención en 1800 del hilo voltaico de Volta se tuvo una primera batería queposibilitaba el uso de la electricidad afuera del laboratorio; en la década de1820, Faraday estableció el principio del motor eléctrico y en 1831 anuncióel descubrimiento de la inducción electromagnética. En la década de 1830se empezó a usar el telégrafo eléctrico; en la de 1870 se inició la explota-ción comercial del teléfono; hacia la misma época se logró generar y trans-mitir en gran escala energía eléctrica; el empleo comercial de la misma pa-ra la iluminación se hizo posible a fines de la década de 1850 y en la de1880 apareció la lamparilla con filamento de carbono. En 1878, la ilumina-ción mediante la electricidad se utilizó por primera vez en un partido de fút-bol, al que concurrieron treinta mil personas (FREEMAN y SOETE, 1997, pp. 64y 71).

Lo que no era más que un juego científico al comenzar la centuria a me-dida que ésta avanzaba se fue convirtiendo en una forma de energía de pri-mera importancia para las comunicaciones, la química ligera y la metalur-gia, la iluminación, los transportes y el propio funcionamiento de la fábrica,a la que transformó por su flexibilidad. Sobre esto último volveremos ense-guida. Aquí queremos destacar la interacción entre las tecnologías decisi-vas del período, de lo que constituye un caso notable la construcción del“subte” en Londres, durante los años finales del siglo XIX, “ilustrando lanueva constelación de acero, electricidad e ingeniería pesada” (FREEMAN ySOETE, 1997, p. 74).

La industria eléctrica fue uno de los ámbitos donde surgió la nueva formade producción de tecnología, como ilustra el ejemplo legendario ya menciona-do de Edison y el laboratorio que en 1880 instaló en Menlo Park. Allí, habien-do reunido un grupo pequeño pero competente, que incluía algunos científicosmuy destacados y contaba con buen equipamiento, se propuso producir un in-vento menor cada 10 días y uno importante cada semestre, a partir de una di-visión del trabajo que combinaba “un 99% de transpiración y un 1% de inspira-ción”. En ese laboratorio se inventaron centenares de dispositivos -Edison

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llegó a obtener casi 1.100 patentes a lo largo de su vida- pero lo más impor-tante fue su propia existencia. Se trataba, sin duda, de una gran innovaciónsocioinstitucional (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, pp. 55-57).

También en el campo de la electricidad Gran Bretaña llegaría a verse supe-rada por los Estados Unidos y Alemania, con sus grandes empresas sólida-mente respaldadas por sus bancos de inversión. Pero el capital no lo era todo:

❘❚❚ “Al igual que en la industria química, el conocimiento científico, la capacidad

tecnológica y los elevados niveles de calidad contaban en el mercado más que

el precio. También en este caso, un país pequeño como Suiza logró éxitos ex-

traordinarios, y nombres como Brown-Boveri, Oerlikon, Eggi-Wyss y CIEM (Cie. de

l’Industrie Electrique et Mécanique) adquirieron renombre internacional. Y, por

las mismas razones, incluso una economía agraria como la húngara fue capaz de

producir una empresa como la Ganz de Budapest” (LANDES, 1979, p. 313). ❚❚❘

Así, en el segundo ciclo de la industrialización se inició el proceso de difu-sión del equipamiento eléctrico, que ha sido uno de los rasgos notables delsiglo XX, particularmente por su impacto en la vida hogareña. Este procesoparecía decir que no existe actividad que no pueda mecanizarse y electrifi-carse. Según Landes, “ésta fue la consumación de la Revolución Industrial”,tesis que convendrá tener en cuenta al discutir si en el presente vivimos untercer ciclo de crecimiento industrial o más bien una nueva revolución tecno-lógica con mayúscula.

A ese respecto, la relación entre nuevas tecnologías y reorganización dela producción es en todos los casos cuestión central. Vale la pena pues des-tacar que la irrupción de la electricidad

❘❚❚ “[…] hizo mucho más que transformar las técnicas y el decorado de las fá-

bricas: al suministrar energía barata tanto dentro como fuera de las fábricas,

invirtió la tendencia histórica del siglo, dando nueva vida y posibilidades a la

industria artesanal dispersa y a los pequeños talleres, y modificó el modo de

producción. En particular, hizo posible una nueva división del trabajo entre

grandes y pequeñas unidades. Mientras antes, y dentro de una misma indus-

tria, estas dos formas se habían visto inevitablemente enfrentadas entre sí -

unas utilizando nuevas técnicas y en proceso de expansión, las otras mante-

niendo las viejas y en proceso de extinción- ahora se hace posible su

complementariedad. Ambos tipos podían utilizar materiales modernos, a partir

de que la fábrica se especializase en productos pesados y artículos estandar-

dizados, que requerían técnicas intensivas en capital, y el taller en actividades

intensivas en trabajo, utilizando herramientas eléctricas ligeras. Y, a menudo,

la complementariedad se convertía en simbiosis: la estructura moderna de

subcontratación en la industria de bienes de consumo duraderos se basa en

la eficiencia tecnológica de los pequeños talleres” (LANDES, 1979, p. 311). ❚❚❘

En especial, la producción de motores eléctricos pronto se hizo masiva pero,en la mayor parte de los casos, no reemplazaron a sistemas anteriores sinoque permitieron la mecanización de empresas pequeñas, mediante una

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fuente de energía nueva, barata, robusta y flexible. “La revolución fue elec-tromecánica” (FREEMAN y SOETE, 1997, p. 76).

La transformación desbordó a la industria. A fines del siglo XIX, tras variasdécadas de innovaciones tecnológicas eslabonadas, se habían multiplicadolas oportunidades de inversión basadas en el acero barato y en la energíaeléctrica. Para ello hacía falta una inmensa infraestructura nueva, capaz degenerar esa energía y transmitirla a hogares y fábricas, lo cual a su vez de-mandó un nuevo marco regulatorio y masivas inversiones. Luego,

❘❚❚ “[…] la combinación de acero barato y electricidad trajo consigo no sólo

una nueva fuente de energía y materiales sino una transformación del con-

junto del sistema productivo y de la estructura socio-económica. Las innova-

ciones organizativas y gestionarias fueron tan importantes como las tecno-

lógicas. La situación era comparable a la de hoy, con sus debates acerca de

la robótica, el teletrabajo, las organizaciones en red y otros aspectos de la

tecnología de la información” (FREEMAN y SOETE, 1997, p. 78, nuestra traduc-

ción). ❚❚❘

Así pues, el segundo ciclo de la industrialización no es sólo la “era del ace-ro”, o de la electricidad, o de la química orgánica. Importancia no menor a lade las nuevas tecnologías debe atribuirse, en su conceptualización, al cam-bio con diversificación de la estructura productiva -según se acaba de notar-así como a la transformación de las relaciones de la industria con la investi-gación, que ejemplificaremos en la próxima sección, y a la evolución de lascondiciones de trabajo, de la que nos ocupamos en los siguientes párrafos.

En este período “las industrias de montaje eran el reducto de los artesa-nos calificados”, dice LANDES (1979: p.331): “Estos hombres eran la aristo-cracia de la mano de obra industrial. Dueños de sus técnicas, capaces tan-to de mantener sus herramientas en buen uso como de utilizarlas, cuidabande aquéllas como si fueran suyas, aun cuando pertenecían a la empresa. Enel trabajo eran realmente autónomos”.

Para que los ritmos de producción pudieran ser uniformizados y fijadospor la dirección de la empresa, y para que ésta no dependiera de la califica-ción del mencionado tipo de trabajadores, dos metas debían ser alcanza-das: en primer lugar, era necesario descomponer el trabajo en un conjuntode operaciones simples, susceptibles de ser ejecutadas por máquinas ma-nejadas por obreros sin mayor calificación; en segundo lugar, hacía falta es-tablecer normas para la producción de modo que las piezas del mismo tiporesultaran intercambiables y el montaje pudiera convertirse en una rutina.Los avances en ambas direcciones convergieron en la cadena de montaje,que constituyó así no sólo una forma para abaratar la producción sino tam-bién, y quizás fundamentalmente, una innovación orientada al control delproceso de trabajo.

Notemos que este último objetivo no era en absoluto nuevo; ha sido con-siderado incluso como un motivo fundamental de la propia emergencia de laindustria maquinizada:

❘❚❚ “La Revolución Industrial se produjo como resultado de los cambios orga-

nizativos dirigidos a mejorar el control de los trabajadores. La disciplina de la

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fábrica era, en sí misma, un paso más en el control de la calidad, pero tuvo la

consecuencia adicional de sugerir a los empresarios nuevas combinaciones

productivas y, en concreto, la utilización de máquinas para reemplazar el traba-

jo humano en el proceso productivo” (NORTH, 1984, p. 193). ❚❚❘

Una serie de inventos propiciaron, a lo largo de la segunda mitad del sigloXIX, la mencionada evolución hacia una producción desagregada en pasossimples y sujeta a normas estrictas. La máquina de coser, la máquina de es-cribir, la bicicleta y, sobre todo, el automóvil, requerían un elevado grado deprecisión y conquistaron un mercado que rentabilizó los esfuerzos por lograrla intercambiabilidad de piezas.

Los principales avances en la marcha hacia la mecanización del trabajofueron realizados en los Estados Unidos. Allí, a comienzos de los años 1880Frederick Taylor elaboró los fundamentos de su famoso sistema, la llamada“organización científica del trabajo”, mientras se desempeñaba como encar-gado de un taller de maquinaria en “Midvale Steel Works” de Pennsylvania,tarea en la cual tuvo muy duros enfrentamientos con los trabajadores.

❘❚❚ “Las conclusiones a las que Taylor llegó después del bautismo de fuego

que recibió en la lucha de Midvale pueden ser resumidas como sigue: los

obreros que están controlados tan sólo por órdenes y disciplina generales, no

lo están adecuadamente, debido a que mantienen su iniciativa en los proce-

sos reales de trabajo. Mientras que controlen el proceso mismo de trabajo,

ellos impedirán los esfuerzos para realizar al máximo el potencial inherente en

su fuerza de trabajo. Para cambiar esta situación, el control sobre el proceso

de trabajo debe pasar a las manos de la gerencia, no sólo en un sentido for-

mal sino a través del control y el dictado de cada paso del proceso, incluyen-

do su modo de ejecución. No hay sacrificio demasiado grande ni esfuerzos ex-

cesivos en la persecución de este fin debido a que los resultados pagarán

todos los esfuerzos y gastos empleados en alcanzar esta meta urgente y cos-

tosa” (BRAVERMAN, 1975, p. 124). ❚❚❘

El taylorismo parte de la cuidadosa observación de lo que hacen los obrerosque más rinden, el análisis y la descomposición de su accionar en movi-mientos elementales, y el cronometraje de estos; luego, se calcula los cos-tos de cada operación; finalmente se establecen las normas para la realiza-ción del trabajo como una sucesión de tareas elementales precisamenteestablecidas en cada caso. No menos importante es la estricta separaciónentre la concepción y la ejecución de las tareas: “Todo posible trabajo cere-bral debe ser removido del taller y concentrado en departamentos de pla-neación o diseño”, sostenía Taylor.

Dice Landes:

❘❚❚ “Visto desde la atalaya de mediados del siglo XX, la organización científica

fue la consecuencia natural del proceso de mecanización que constituyó el nú-

cleo de la Revolución Industrial: primero la sustitución de la destreza y la fuer-

za humanas por las máquinas y la energía mecánica; luego, la conversión del

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operario en autómata, para ponerse y mantenerse a la altura del material. El

tercer estadio es el que estamos presenciando: la automación, la sustitución

de hombres por máquinas que piensan, además de actuar” (LANDES, 1979, p.

347). ❚❚❘

El propio enfoque del autor citado, que hemos reseñado en esta sección,nos previene contra el error de concebir esa “conversión del operario en au-tómata” como un proceso determinado por la evolución de la técnica: su vin-culación con ésta no parece discutible, pero tampoco sus conexiones conlas relaciones sociales que los hombres establecen en el curso de la pro-ducción.

La Revolución Industrial es una Revolución con mayúscula porque desig-na un proceso histórico de cambio acelerado en el equipamiento tecnológicode la humanidad, en la estructura de la sociedad, en ciertas institucionescentrales para la vida colectiva y en las condiciones de trabajo de los sereshumanos. Entre las tendencias mayores de ese proceso -interdependientespero también dotadas de cierta dinámica propia- corresponde anotar, por su-puesto, la impresionante difusión a los más variados ámbitos del uso demáquinas y de energía mecánica, pero también el crecimiento del empresa-riado industrial y del proletariado, el surgimiento de la fábrica y su conver-sión en el corazón de la actividad productiva, y la mecanización y fragmenta-ción del trabajo industrial.

1.3.4. Las cambiantes relaciones entre investigación y producción

También la industria química llegó a conocer un auge extraordinario en la se-gunda mitad del siglo XIX. Consideraremos con algún detalle su desarrollo,pues el mismo mucho dice sobre la evolución de las relaciones entre la cien-cia y la industria

Según Bernal, la fundación de la química moderna, racional y cuantitati-va, fue la mayor contribución científica nueva del período de la Revolución In-dustrial, comparable en la historia de la ciencia a la gran síntesis astronómi-co-mecánica del siglo XVII, en cuyo esquema conceptual fue introducida porlas explicaciones atomísticas de los fenómenos químicos. A partir de ello, elestudio de diversas sustancias llevó a imaginar a las moléculas como es-tructuras en cuyas propiedades inciden no sólo la composición atómica sinola configuración espacial de los átomos componentes. “Desde un punto devista puramente científico […] la determinación de la constitución molecularpor los métodos de la química orgánica es uno de los mayores triunfos lógi-cos de la mente humana” (BERNAL, 1967, t. I, p. 487).

La ciencia en cuestión fue impulsada por “el rápido desarrollo de la in-dustria química, en gran parte auxiliar de la nueva producción mecánica agran escala de la industria textil y [por] el consiguiente interés de los cientí-ficos por los problemas de la materia y sus transformaciones” (BERNAL,1967, t. I, p .406). A su vez, los más importantes avances de la manufactu-ra química en el período al que nos estamos refiriendo llegaron a ser el mé-todo de Solvay para la producción de álcalis y, fundamentalmente, la síntesisde compuestos orgánicos.

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A medida que la industrialización avanzaba,

❘❚❚ “[…] la química cambió de color tanto literal como imaginariamente todos

los productos de la industria manufacturera. Materiales nuevos, sintéticos y

más baratos -adulterantes, perfumes y colorantes, obtenidos generalmente a

partir de la hulla- empezaron a sustituir a los productos naturales, demasiado

costosos y raros para cubrir todos los mercados. En esta transición, el centro

de la investigación química se mudó, de su lugar de nacimiento en la Inglate-

rra del siglo XVIII, a Francia donde se amplió y sistematizó, y finalmente a Ale-

mania, que fue el primer país en que se pusieron en práctica sus variadas

aplicaciones” (BERNAL, 1967, t. I, p. 426). ❚❚❘

Como bien se sabe, la nación germana no ha perdido ese lugar de privilegioque así llegó a ocupar en la química -según Bernal, la ciencia del siglo XIX- apartir de su temprana comprensión de las relaciones entre investigación yaplicación. El descubrimiento por Perkin de la primera anilina colorante arti-ficial, en 1856, “despreciado en Inglaterra, fue adoptado inmediatamentepor los directores de mentalidad más científica de la nueva industria alema-na, y rápidamente los grandes beneficios de los colorantes sintéticos permi-tieron crear una enorme y dominante industria química en Alemania” (BER-NAL, 1967, t. I, p. 487).

El proceso dice mucho acerca de lo que significa la capacidad para la in-novación, incluso a partir de invenciones ajenas: “A finales de 1860-70 la in-dustria era todavía pequeña, dispersa, y esencialmente imitadora. Escasa-mente una década más tarde, la Badische Anilin, Hoechst, AGFA y otras,controlaban aproximadamente la mitad del mercado mundial; a fines de si-glo, su participación era de 90%”. Se trata seguramente de uno de los fenó-menos mayores de la historia del crecimiento económico: “Este salto a posi-ciones de hegemonía, casi de monopolio, no tiene paralelo en cuanto avirtuosismo técnico y agresividad empresarial. Fue la realización industrialmás importante de la Alemania Imperial” (LANDES, 1979, p. 298). Resulta in-cluso superior, en términos relativos, al impresionante avance contemporá-neo del Japón en el campo de la microelectrónica y la informática.

El desarrollo de la industria química se vio estimulado por el enorme creci-miento del mercado para algunos de sus productos fundamentales, como lasoda, el amoníaco o el ácido sulfúrico. Desde el punto de vista de lo que nosinteresa aquí, corresponde subrayar que ese desarrollo estimuló y se vio esti-mulado por el de la profesionalización de la Investigación y Desarrollo (en loque sigue: I+D) como actividad propia de la empresa, incorporada a las tareasde la fábrica. Intercalamos aquí breves observaciones al respecto, basadasen el tratamiento del tema por Freeman y Soete (1997, pp. 89-92).

Precisamente, fue la industria química alemana la que ya en los años1870 había establecido el nuevo modelo de I+D “intramuros”, orientado a laintroducción de nuevos productos y procesos. Bayer, Hoechst y la BadischeAnilin (BASF) estuvieron entre las primeras empresas en organizar sus pro-pios laboratorios de I+D. Aunque fueron inventores-empresarios los queaportaron las mayores innovaciones del siglo XIX, a su término la escala dela experimentación requerida desbordaba ya las posibilidades de un químicoactuando individualmente.

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Por otra parte, las tres empresas mencionadas estaban dirigidas por quí-micos que consideraban como parte de su tarea el mantenerse vinculadoscon el progreso de la investigación universitaria. Los nuevos desarrollos de-pendían de la cooperación entre científicos dedicados a la investigación ytecnólogos calificados; fueron facilitados por la cantidad de químicos alta-mente capacitados formados en las universidades e institutos tecnológicosde alto nivel. Así, por ejemplo, la investigación de Kekulé proporcionó unabase teórica para avances mayores en la industria de colorantes, en la cualAlemania avanzó vertiginosamente, dando cuenta de un tercio de la produc-ción mundial en 1880 y del 80% en 1900.

La síntesis del índigo ilustra bien la importancia nueva del proceso de de-sarrollo sistemáticamente relacionado con la ciencia, tanto por los aportesde la investigación como por las dificultades, los costos y las demoras paratransformar los descubrimientos en producción rentable. Desde que el pro-fesor Baeyer, sucesor de Liebig en la Universidad de Munich, sintetizó porprimera vez el índigo en 1880 -lo que le valió el Premio Nobel- hasta que sehizó económicamente viable su producción en gran escala transcurrieron ca-si veinte años, se gastaron otros tantos millones de marcos de la época,otros procedimientos fueron inventados -en el Politécnico de Zurich en parti-cular-, diversas patentes adquiridas y varios desarrollos técnicamente facti-bles resultaron económicamente inviables.

Al concluir la centuria, las empresas químicas alemanas y suizas habíanconsolidado su supremacía en la técnica y en los mercados, superando el80% de la producción mundial. Las empresas suizas, estrechamente vincu-ladas con las alemanas, a las que compraban sus insumos básicos e inter-medios, se concentraban en remedios y colorantes de alta calidad basadaen la investigación, y exportaban hacia 1900 el 93% de su producción. Heahí un temprano ejemplo de apuesta de un pequeño país a la alta tecnolo-gía como una de las claves de su inserción en la economía internacional.

Dicen Freeman y Soete (1997, p. 91, nuestra traducción) que “tal vez elejemplo más espectacular del exitoso matrimonio entre la química funda-mental y la fuerte capacidad en ingeniería de procesos fue el desarrollo delproceso Haber-Bosch de producción de fertilizantes nitrogenados sintéti-cos”. BASF había buscado resolver el problema desde antes de 1900, perosin éxito; en 1908 Haber sintetizó el amoníaco en el Karlsruhe TechnischeHochschule; la BASF se asoció con él, y puso en marcha un grupo de desarro-llo que logró diseñar y construir los instrumentos necesarios para iniciar laproducción comercial en 1913. La misma compañía estableció además unaestación agrícola experimental en 1914 y varios centros de asesoramiento,lo que posibilitó la rápida introducción de los fertilizantes sintéticos en laagricultura de Alemania y la supervivencia de ésta cuando la I Guerra Mun-dial la privó del acceso a los nitratos chilenos.

En el curso de la evolución que nos ha ocupado en esta sección, los quí-micos llegaron a ser más de la mitad de los trabajadores científicos y la na-turaleza del trabajo de estos experimentó significativos cambios. “El quími-co, y especialmente el químico de la segunda mitad del siglo XIX, fuerealmente un científico de nuevo tipo, mucho más vinculado a la industriaque el químico de los antiguos tiempos” (BERNAL, 1997, t. I, p. 487). El ma-trimonio entre la ciencia y la industria, que constituye una de las facetas de-finitorias de la segunda etapa de la industrialización, transformó a los dosmiembros de la pareja.

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Ese matrimonio se plasmó en un sistema institucional estructurado entorno de la Investigación y Desarrollo como actividad profesional, sistemacuyo crecimiento ha sido considerado por Freeman como uno de los cam-bios económico y social más importantes del siglo XX.

Recordemos que los primeros laboratorios especializados en I+D a nivelde la industria fueron instalados durante la década de 1870, en empresasquímicas y eléctricas. A los laboratorios gubernamentales y universitariosvenía así a sumarse un nuevo tipo de institución, a través de la cual las ta-reas de investigación y desarrollo en la industria -que por supuesto no empe-zaron entonces- se fueron conformando como una labor diferenciada y espe-cífica. Y esa institución, a su vez, llegará a ser una componente fundamentaldentro del conjunto de las dedicadas a la investigación en las naciones másavanzadas. Este proceso, como lo ha destacado Freeman, ha sido paraleloal desarrollo de ciertas ramas que apenas si existían hace 100 años -elec-trónica, instrumentos, petroquímica, plásticos, energía nuclear, entre otras-pero que son características de la nueva industria basada en la investiga-ción, y en las que tiene lugar una gran proporción de la I+D industrial.

Si el surgimiento de la fábrica constituyó un puente nuevo entre invencióne innovación, la diferenciación en su seno de las labores de I+D sistematizóesa vinculación, extendiendo la lógica del sistema fabril a la producción desu propia transformación. Cabe hablar de una suerte de industrialización delcambio, que llegará a tener enorme impacto en la economía. Ese dinamismocobró fuerza en la segunda mitad del siglo pasado; al concluir el período,

❘❚❚ “[…] el sistema alemán había institucionalizado la innovación: el cambio

era parte del sistema. No había garantías de poder lograr descubrimientos im-

portantes; resulta destacable, por ejemplo, el que los avances más importan-

tes de la metalurgia en la segunda mitad del siglo fueran de origen inglés

(Bessemer, Siemens, Thomas-Gilchrist), francés (Martin, Carvès), o belga (Cop-

pée). Pero estaba bastante asegurado que, cualquiera fuera su origen, los

nuevos inventos serían experimentados y utilizados; y en el propio seno de la

industria existía un flujo constante de pequeñas mejoras cuya acumulación

constituyó una revolución tecnológica. Las mayores empresas alemanas de

derivados del alquitrán de hulla registraron 948 patentes entre 1886 y 1900,

frente a las 86 de las correspondientes industrias inglesas. Y, como observa-

ba Schumpeter en su descripción de la industria eléctrica alemana, la varie-

dad y la frecuencia de las innovaciones nacidas al impulso de los departamen-

tos técnicos de las grandes empresas dio lugar a una carrera que, ‘aunque

nunca tuvo las propiedades formales de la competencia perfecta, produjo los

resultados que suelen atribuírsele a ésta’” (LANDES, 1979, p. 378). ❚❚❘

Esa sistematización en Alemania de las relaciones entre investigación y pro-ducción esboza lo que ha llegado a conocerse como “sistema nacional deinnovación”. Su desarrollo fue causa y consecuencia, a la vez, de una acti-tud hacia el largo plazo: la preocupación por esta dimensión motivó la crea-ción de los departamentos de I+D, y éstos ofrecieron una atalaya para la anti-cipación. Dado que “el empresario alemán, simplemente, tenía un horizontetemporal más largo e incluía en sus estimaciones variables exógenas de cam-bio tecnológico que su competidor británico mantenía constantes” (LANDES,

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1979, p. 379), el conjunto de la problemática del cambio técnico fue mejorencarado por el primero que por el segundo.

A lo largo de la primera mitad del siglo XX, la investigación cambió de es-cala, en todos sus aspectos y particularmente en lo que tiene que ver con lagente que se dedica a ella.

❘❚❚ “Las dimensiones del esfuerzo científico han aumentado en el siglo XX de

un modo casi incomparable. En 1896 existían aproximadamente unas 50 mil

personas dedicadas a la continuación de la tradición científica, de las cuales

sólo unas 15 mil tenían a su cargo el progreso del saber por medio de la in-

vestigación. 66 años más tarde el número de los investigadores científicos no

era inferior al millón, y el total de los trabajadores científicos en la industria, la

administración y la educación es casi imposible de determinar con seguridad

pero debía aproximarse a los dos millones de personas” (BERNAL, 1967, t. II, p.

18). ❚❚❘

En un plazo relativamente corto, la investigación en sentido amplio pasó deser la actividad de un puñado de personas -que la desempeñaban a menudode manera individual, informal y hasta honoraria- a convertirse en la tareaprofesional y en varios sentidos estandardizada de mucha gente, que traba-ja en lo que ha llegado a ser uno de los centros neurálgicos de la economíay de la vida contemporánea en general. Esta masificación y profesionaliza-ción de las tareas de I+D, y su conversión en el cimiento de las actividadesproductivas más dinámicas, constituyen efectivamente un cambio económi-co y social relevante.

Para captarlo en toda su dimensión, es útil mirar con una perspectiva al-go mayor las transformaciones de los lazos entre investigación y producción.

Esquemáticamente, los siglos XVI y XVII constituyen el período del naci-miento de la ciencia moderna, mientras que los siglos XVIII y XIX conforman laetapa del surgimiento y expansión de la industria en el sentido moderno dela palabra. Pues bien:

❘❚❚ “Si se compara la Revolución científica de los siglos XVI y XVII y la Revolución

Industrial de los siglos XVIII y XIX se advierte un cambio radical en la relación

existente entre la ciencia y la vida económica. En el primer período […] el re-

curso a la ciencia y la respuesta efectiva de ésta se daban en un frente muy

limitado, que escasamente iba más allá de la astronomía y la navegación. En

el segundo, en cambio, ese frente comprende todo el ámbito de la actividad in-

dustrial: maquinaria, energía, transporte, productos químicos y municiones.

Correspondientemente la ciencia del primer período se ocupó principalmente

de los nuevos instrumentos” ❚❚❘

para investigar la naturaleza -telescopios, microscopios, termómetros y baró-metros- y del análisis matemático necesario para diseñar experimentos e in-terpretar sus resultados. Aunque, naturalmente, en el segundo período se si-guió desarrollando el instrumental, “nuevas máquinas -de vapor, turbinas,

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dínamos, motores eléctricos e instalaciones químicas-, todas ellas diseña-das no ya para investigar la Naturaleza sino para cambiarla, fueron productocaracterístico de los siglos XVIII y XIX” (BERNAL, 1967, t. II, pp. 508-509).

Así, el centro de gravedad de la actividad científica fue desplazándose dela búsqueda de conocimientos a un creciente papel en las actividades técni-co-productivas.

Como ya se ha destacado, la historia de la industrialización es también ladel surgimiento y desarrollo de una tendencia fundamental: la cada vez másestrecha unión entre Ciencia y Tecnología, encarnada en el cambio en lascondiciones de trabajo de dos grupos humanos cuyo número e importanciano ha dejado de crecer desde entonces, pues como dice Bernal “los científi-cos se convirtieron en ingenieros y los ingenieros adquirieron conocimientoscientíficos”.

Esa unión constituye un fenómeno relativamente nuevo, pues ambas ac-tividades eran bastante independientes la una de la otra en los tiempos pri-meros de la Revolución Industrial, cuando por cierto la influencia que ejercíala tecnología sobre la ciencia era considerablemente mayor que a la inversa.

La incidencia de la tecnología y de las cuestiones surgidas del ámbitoproductivo nunca ha dejado de ser relevante para el avance de la ciencia, pe-ro desde mediados del siglo XIX la investigación científica viene a su vez co-brando influencia creciente sobre el desarrollo económico.

Es instructivo considerar tal proceso en relación tanto con la oferta comocon la demanda de conocimientos. Por un lado, las escuelas de ingeniería,que comenzaron a difundirse desde comienzos del siglo XIX, fueron ofrecien-do a la industria personas dotadas de cierta preparación específica y entre-nadas para el análisis de algunos tipos de problemas, lo cual fue quizás lomás importante de su contribución.

Desde el punto de vista de la demanda, conviene anotar que algunas delas ramas más dinámicas, y por entonces nuevas -como la química orgánicay la ingeniería eléctrica- plantean por su propia naturaleza requerimientosque rápidamente desbordan los conocimientos que pueden proporcionar elempirismo, la tradición y el sentido común; son, en sí mismas, demandantesde ciencia. En esas ramas apareció un nuevo modelo de vinculación entre laciencia y la industria, que se consolidaría en este siglo, particularmente enla electrónica, la producción de materiales sintéticos y las plantas de flujocontinuo.

Paralelamente, al crecer a lo largo del siglo pasado la escala de la pro-ducción, la precisión en el manejo de materiales y de la energía se convirtióen cuestión económica vital: “más que nunca se insistía en la medición, ylos mismos instrumentos de medida se contaban entre las aplicacionesmás ingeniosas de los principios científicos puros a las necesidades indus-triales” (LANDES, 1979, p. 349). Ello constituyó pues un poderoso estímulopara la interacción entre teoría científica y práctica productiva, que tan diná-mica se ha mostrado desde hace un siglo y medio. Ejemplo notable de esetipo de colaboración lo constituyó la turbina a vapor de Parsons, de la quese ha dicho que exigía una combinación de “todos los recursos disponiblesde las matemáticas, la ciencia, y el diseño de maquinaria”.

Por supuesto, para la vinculación entre ciencia y tecnología, el estableci-miento de los departamentos de I+D en empresas que se contaban entrelas más dinámicas ofreció un escenario privilegiado. El éxito de las diversasmodalidades de “apuesta a la ciencia” impulsó el financiamiento industrial

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de la investigación, no sólo de la aplicada sino a la larga también de la fun-damental:

❘❚❚ “Esta relación cognitiva entre ciencia y práctica aceleró enormemente el ritmo

de las invenciones. La expansión autónoma de las fronteras del conocimiento

no sólo produjo todo tipo de frutos prácticos inesperados, sino que la industria

pasó a poder hacer encargos especiales a los laboratorios, del mismo modo

que un cliente hace un encargo a una empresa” (LANDES, 1979, p. 350). ❚❚❘

Así se fue gestando un proceso característico del desarrollo económico vivi-do en el siglo XX: el auge de una industria de tipo nuevo, basada fundamen-talmente en la ciencia, y la paralela industrialización de la propia produccióncientífica. En ese contexto han surgido algunos de los grandes desafíos denuestra época.

1.4. La educación y el avance de la industrialización

El proceso iniciado por la Revolución Industrial multiplicó la importancia delconocimiento técnico como factor de poder. El matrimonio de la ciencia y latecnología llevó a sistematizar considerablemente la generación y la transmi-sión de ese conocimiento.

Volviendo a considerar el tema de la Segunda Revolución Industrial, Lan-des (1998, p. 285) afirma que no fue sólo el extraordinario “racimo” (clus-ter) de innovaciones lo que la hizo tan importante, sino también y sobre to-do el papel que llegó a adquirir el conocimiento formalmente transmitido.

Por consiguiente, la educación avanzada empezó a tener importancia cre-ciente en las dinámicas del crecimiento económico y del poder basado en latécnica. De ciertos aspectos de ese fenómeno nos ocupamos en la seccióninicial de este punto; buscamos luego señalar algunas conexiones entre latransformación de la enseñanza superior y el avance de la industrialización;de este último proceso ofrecemos un resumen en la sección de conclusión.

1.4.1. La educación y la pérdida de la vanguardia tecnológica

En las últimas décadas del siglo pasado la vanguardia de la industrializaciónse desplazó de Gran Bretaña a Alemania. Comprender ese proceso tiene uninterés y una importancia práctica, para el accionar en el presente, compara-ble a la que ofrece el estudio del surgimiento mismo de la Revolución Indus-trial. Y también desborda nuestras posibilidades. Sin embargo, es impres-cindible destacar una de las causas más relevantes de ese desplazamientoocurrido en el liderazgo económico; nos referimos a lo que sucedía en el ám-bito educativo.

❘❚❚ “Por educación entendemos en realidad la transmisión de cuatro tipos de

conocimiento, cada cual con su propia contribución al funcionamiento eco-

nómico: 1) la capacidad para leer, escribir y calcular; 2) las habilidades del

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artesano y el mecánico; 3) la combinación de principios científicos y experien-

cia práctica de los ingenieros; y 4) el conocimiento científico de alto nivel, tan-

to teórico como aplicado. En las cuatro áreas, Alemania disponía de lo mejor

que podía ofrecer Europa; en las cuatro, con la posible excepción de la segun-

da, Gran Bretaña estaba a la zaga” (LANDES, 1979, p. 365). ❚❚❘

La caracterización precedente de lo que conviene entender por educaciónes, seguramente, demasiado unilateral. Y no deja de serlo aun en el caso deque se refiera implícitamente a los aspectos de la educación con más direc-to impacto en el funcionamiento de la producción; incluso desde este puntode vista restringido resultaría parcial, al no tener en cuenta por ejemplo loque tiene que ver con la gestión. Pero es indudable que los cuatro tipos deconocimiento apuntados son relevantes, hoy como ayer, por lo cual resultainstructivo sintetizar una comparación a ese respecto entre el país que esta-ba perdiendo la punta y el que la estaba conquistando.

En Gran Bretaña, hacia 1860, alrededor de la mitad de los niños en edadescolar tenían acceso a alguna forma de instrucción; la escolarización que-dó, hasta las últimas décadas del siglo, en manos de la actividad privada;recién en 1880 la instrucción primaria se hizo obligatoria. Pero no dejó porello de estar signada por la desigualdad y el derroche:

❘❚❚ “[…] el sistema continuó esterilizado por prejuicios despreciables y por

las limitaciones de unas condiciones sociales patológicas. Así, resultaba ge-

neralmente admitido que la aptitud para la instrucción o, de forma más sutil,

la capacidad para hacer uso de ella, era función de la clase social, y que el

contenido y el nivel de la enseñanza debía adecuarse al destino en la vida de

cada estudiante.” Más explícitamente: “cualesquiera que fuesen los objeti-

vos proclamados de la educación elemental obligatoria, su función esencial

[…] no era la instrucción, sino disciplinar a una masa creciente de proleta-

rios disidentes e integrarlos en la sociedad británica” (LANDES, 1979, pp.

366-337). ❚❚❘

Otro era el panorama en Alemania, en algunas de cuyas regiones la instruc-ción primaria obligatoria data del siglo XVII. En 1860-1870, el 97.5% de losniños en edad escolar de Prusia acudían a la escuela. El valor de la educa-ción, el deber del Estado en la materia y los beneficios que de ello obten-drían eran convicciones hondamente arraigadas en la nación alemana.

La diferencia de perspectivas no era menos notoria a otros niveles de laeducación:

❘❚❚ “[…] mientras que Gran Bretaña abandonó la enseñanza técnica, al igual

que la primaria, a la iniciativa privada, lo cual condujo en su caso a una provi-

sión de instituciones desigual e inadecuada, los estados alemanes financia-

ron generosamente un sistema completo de instituciones, erigiendo edificios,

instalando laboratorios y, sobre todo, manteniendo un profesorado competen-

te y, a los niveles más altos, verdaderamente distinguido” (LANDES, 1979, p.

369). ❚❚❘

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Page 45: Revolución Industrial 1

En 1910 escribía un observador norteamericano:

❘❚❚ “La importancia suprema de la eficiencia como un factor económico fue

comprendida primero por los alemanes, y es este hecho lo que les permitió

avanzar su condición industrial, que hace veinte años era ridícula, hasta el pri-

mer lugar en Europa, si no es que en el mundo. Naturalmente nos interesa sa-

ber en detalle los métodos que han usado, y la respuesta es que ellos han re-

conocido el valor del ingeniero científicamente entrenado como un factor

económico. En los Estados Unidos, nuestros soberbios recursos naturales nos

han permitido progresos fenomenales sin consideración para la enseñanza de

la ciencia y en muchos casos a pesar de nuestra negligencia hacia ella. El pro-

greso de Alemania nos advierte que nosotros hemos alcanzado el punto en

que debemos reconocer que la adecuada aplicación de la ciencia a la indus-

tria es de vital importancia para la futura prosperidad del país. […] Nuestras

universidades y escuelas de alta enseñanza están todavía dominadas por

aquellos para quienes el entrenamiento fue en gran medida literario o clásico

y fallan enteramente en darse cuenta de la diferencia entre una época clásica

y una industrial. Esta diferencia no es sentimental sino real, pues la nación

que sea industrialmente la más eficiente pronto se convertirá en la más rica y

poderosa” (citado en BRAVERMAN, 1975, pp. 193-194). ❚❚❘

Como suele suceder con cualquier explicación interesante de un fenómeno,aunque sea parcial, ésta suscita más preguntas de las que responde. Enefecto, si la distinta actitud “nacional” ante la educación entre Gran Bretañay Alemania es uno de los factores que ayudan a comprender por qué la pri-mera fue desplazada por la segunda del liderazgo de la industrialización du-rante la segunda mitad del siglo XIX, ¿cuáles son las raíces de posturas dife-rentes con tan importantes consecuencias? Y, más específicamente, ¿porqué sus consecuencias irrumpieron cuando lo hicieron y no antes? No pre-tendemos ocuparnos más que, muy sumariamente, de la última cuestión,que nos parece estrechamente ligada con el tema principal de esta unidad.

Recordemos, para situarnos, que la amplia difusión de una sólida forma-ción técnica ha sido destacada como una de las razones de las ventajas ini-ciales de Inglaterra en la carrera de la industrialización. Por otra parte, si laigualdad de oportunidades en materia educativa no caracterizaba a esepaís, la democratización de la sociedad no era por cierto la preocupación ofi-cial del Estado alemán que Prusia organizó. Conviene pues acotar las dife-rencias. Lo que parece haberse constituido, al cobrar ímpetu un segundo ci-clo de crecimiento industrial, en una decisiva ventaja alemana fue laimportancia otorgada a la educación organizada sistemáticamente, a suprioridad como función estatal, a su obligatoriedad a nivel elemental y a suvinculación a nivel técnico con la formación científica. La idea, ya avanzadaen una sección anterior, es que la apuesta a este tipo de educación, conce-bida inicialmente como una estrategia para paliar retrasos, fue siendo cadavez más exitosa a medida que la ciencia -y por ende la masiva difusión deuna educación científica- se convertía en una fuerza productiva de importan-cia creciente.

Situada así históricamente la cuestión, interesa captar las motivaciones quegeneraron aproximaciones disímiles a la relación entre técnica y educación. Se

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comprobará así algo sólo en apariencia paradójico, con conocidos paralelis-mos a lo largo de la historia; a saber: el retraso inglés en la segunda etapade la industrialización se liga estrechamente con la magnitud de sus venta-jas originales.

En efecto, la instrucción técnica tropezaba con toda suerte de escollosen Inglaterra. “Pero la mayoría sencillamente se oponía a la propia idea: es-taban convencidos de que era un fraude, de que era imposible una educa-ción técnica eficaz, y de que la instrucción científica era innecesaria” (LAN-DES, 1979, p. 370). Miraban su propio pasado -que les llegaba por supuestosimplificado, embellecido y aun distorsionado- en el cual creían ver a un con-junto de hombres prácticos, sus antepasados, creando la industria desde lanada y aparentemente sin saber casi nada más que lo que su propia prácti-ca les enseñaba. El éxito suele ser conservador y contraproducente, puespromueve la permanencia de ciertas actitudes al mismo tiempo que socavalas condiciones en las que fueron eficaces. Fue el propio éxito de la Revolu-ción Industrial, al introducir técnicas más complejas, lo que hizo cada vezmás difícil que la tecnología siguiera avanzando sin apoyarse considerable-mente en el conocimiento sistemáticamente generado y transmitido. No esfácil imaginar un período más exitoso desde el punto de vista tecnológico, eimpactante desde el punto de vista ideológico, que la segunda mitad del si-glo XVIII inglés. Si, como se ha dicho, ése fue de nuevo el tiempo del Géne-sis, ¿es de extrañar que sus imágenes pesaran como una losa sobre lasconcepciones de sus herederos a lo largo de un siglo?

Muy otra era la perspectiva más allá del Rhin:

❘❚❚ “El contraste con las actitudes alemanas resulta difícil de exagerar. Para

una nación ambiciosa, impaciente por elevar su economía al nivel de la britá-

nica, vejada, si no humillada, por su dependencia de expertos extranjeros, un

sistema de educación científica y técnica eficaz era una base y una esperanza

de riqueza y engrandecimiento. Se desarrolló un verdadero culto por la Wis-

senschaft y Technik [ciencia y técnica]. Los reyes y príncipes de Europa Central

competían entre sí, creando escuelas e institutos de investigación y coleccio-

naban sabios (¡incluso humanistas como los historiadores!) como sus prede-

cesores del siglo XVIII habían coleccionado músicos y compositores; o como

las cortes italianas del cinquecento [el siglo iniciado en el año mil quinientos]

lo habían hecho con artistas y escultores. La gente se quedaba boquiabierta

ante las Hochshulen [escuelas superiores] y las Universidades, con una acti-

tud de respeto que suele reservarse para la contemplación de monumentos

históricos. Pero más importante aún era que los empresarios solían apreciar a

los graduados de estas instituciones, y muchas veces les ofrecían posiciones

respetadas e influyentes -no sólo las empresas gigantes, con sus equipos de

laboratorio de hasta más de cien personas, sino incluso las pequeñas, que

veían en la capacidad propia de los técnicos profesionales su mejor defensa

frente a la competencia de la producción en gran escala-” (LANDES, 1979, p.

372). ❚❚❘

A medida que se abría camino una industria de tipo nuevo, crecientementebasada en la ciencia, se acercaba a su ocaso la hegemonía tecnológica delpaís pionero, donde surgiera la industria primigenia que poco le debía a la

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ciencia, y avanzaban hacia el liderazgo quienes paciente y tesoneramentehabían construido “un sistema de educación científica y técnica eficaz” parabasar en él su desarrollo productivo.

1.4.2. El surgimiento de la universidad de investigación

Centramos aquí nuestra atención en una de las dimensiones más gravitan-tes de la transformación de la educación a la que recién se ha hecho refe-rencia:

❘❚❚ “La reforma universitaria alemana en las primeras décadas del siglo XIX,

que habitualmente se relaciona con el nombre de Wilhelm von Humboldt, esta-

bleció como principio perdurable la idea de la unidad entre investigación, do-

cencia y estudio. […] Las acciones realizadas históricamente en nombre del

principio humboldtiano condujeron a la revolución académica. En ocho siglos

de vida universitaria en el mundo occidental, desde las Bolonia y París del si-

glo XII hasta las Stanford y Tokio del siglo XX, ningún otro cambio se puede

comparar con el surgimiento y desarrollo de la moderna universidad de inves-

tigación” (CLARK, 1997, pp. 9-10).

Este proceso avanzó junto con la difusión de la industrialización y convergió

con el matrimonio de la ciencia y la tecnología, que impulsó la “revolución aca-

démica” y, a la vez, se apoyó en ella. Como resultado de esa interacción, la an-

tigua institución universitaria, que había tenido un papel marginal en la Revo-

lución Científica del siglo XVII, se convirtió en uno de los principales ámbitos de

creación de conocimientos de nuestro tiempo.

Ese papel creativo reconoce importantes antecedentes en universidades delsiglo XVIII, particularmente en Escocia y también en Alemania, donde algunasfacultades de Filosofía empezaron a cultivar las humanidades con pautascaracterísticas de la nueva ciencia de la época, ante todo el énfasis en loempírico, por ejemplo en la filología y en la historia. Ello propició un encuen-tro entre humanistas y científicos, que coincidieron en concebir a las univer-sidades como instituciones cuyos integrantes se dedican a la investigación.Este espíritu informó la fundación de la Universidad de Berlín, en 1809-1810, bajo la orientación de Humboldt, como parte de la reacción nacionalprusiana tras la derrota militar ante la Francia napoleónica.

En la universidad alemana de nuevo tipo la investigación científica -a lavanguardia de la cual se ubicaba Francia durante las primeras décadas delsiglo XIX- encontró un campo para un crecimiento notable. Y esa universidadllegó a convertirse, durante la Segunda Revolución Industrial, en una clavedel poderío económico y militar de Alemania, así como en el modelo acadé-mico más admirado.

El proceso no tuvo nada de lineal. Primero, porque un conjunto muy des-tacado de filósofos alemanes manifestaban una fuerte oposición a las cien-cias experimentales y al estilo de hacer ciencia encarnado por Newton.. Porotra parte, la investigación, al ser considerada como un medio para la forma-ción de los miembros de la comunidad universitaria, tendía a concentrarseen ciertas ramas que, por alguna razón, eran consideradas espiritualmente

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Resumimos aquí eltratamiento del tema

que, en el marco de una dis-cusión sobre las “revolu-ciones académicas”, se pre-senta en Arocena y Sutz(2000), que incluyenumerosas referencias, entrelas cuales corresponde men-cionar a Ben-David (1984).

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elevadas, lo que priorizaba las matemáticas y las humanidades en desme-dro del trabajo de laboratorio.

Aun así, el enfoque experimental se fue abriendo paso y, en conjunto, lainvestigación científica se afianzó en las universidades alemanas de la se-gunda mitad del siglo XIX; en la medicina, la química y la física, sus contribu-ciones las ubicaron a la vanguardia de la ciencia mundial. En cambio, la in-geniería era considerada de menor dignidad, tanto por los catedráticos comopor los funcionarios públicos que se ocupaban de la administración universi-taria. Se planteó así un fuerte conflicto con las escuelas de ingeniería y losinstitutos politécnicos, que era también un conflicto entre la orientación hu-manística de la actividad académica y su involucramiento en el desarrollo dela tecnología y de la industria. Éste avanzó tanto por la relación directa entreuniversidades y empresas -que, según ya observamos, algunos científicospromovieron activamente-, como por la elevación del nivel académico y de larelación social de los institutos politécnicos, algunos de los cuales obtuvie-ron, pese a la oposición de las universidades, la autorización para ofrecerdoctorados.

En definitiva, la “revolución académica” en la Alemania del siglo XIX gene-ró un sistema de educación superior, basado en la combinación de enseñan-za e investigación de muy alto nivel, que profesionalizó la actividad científi-ca, como tarea reconocida y pagada por el Estado, de mucha gente quetrabajaba establemente, por lo general en grupo. Todo ello constituía uncambio mayor, que incidió considerablemente, tanto en el avance de la cien-cia como en el poderío de Alemania, país que a fines de ese siglo llegó a te-ner una proporción de científicos e ingenieros claramente superior al de lasotras potencias.

Sin embargo, la constitución de la moderna universidad de investigacióny su gravitación en el cambio técnico es un proceso que incluye, además dela emergencia del modelo humboldtiano, su adaptación con significativas in-novaciones en los Estados Unidos. Las mismas incluyeron la sistematiza-ción de los estudios de posgrado y la vinculación, en escuelas avanzadas,de la formación de profesionales con la promoción de la investigación aplica-da. En ese país, la “importación creativa” del modelo alemán convergió conuna fuerte y antigua tradición propia de vincular la enseñanza con la prácti-ca. Si la fundación de la Universidad de Berlín, en 1809-1810, signa laemergencia del modelo humboldtiano, quizás la fundación del Instituto Tec-nológico de Massachusetts en 1861 pueda simbolizar el propósito decididode extender a la ingeniería y a la tecnología en general la idea fundacionaldel modelo, la vinculación entre enseñanza e investigación.

La capacidad para la innovación institucional, que permitió combinar lageneración, la transmisión y la aplicación del conocimiento avanzado, consti-tuyó una de las claves que, a partir de la Segunda Revolución Industrial, lle-varon primero a Alemania y después a los Estados Unidos a ocupar las po-siciones de vanguardia en la tecnología y la producción.

1.4.3. Recapitulación: transiciones grandes y conflictivas

La compleja combinación de a) un contexto económico y cultural muy propi-cio, b) la notable capacidad innovativa emanada de una serie muy específi-ca de interacciones entre ciertos actores colectivos, c) la concentración de

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capacidad creativa y d) la dinámica propia de un cierto proceso de cambiotécnico, puso en marcha el proceso de industrialización que habría de cam-biar la faz del globo.

La Revolución Industrial resultó de la convergencia, en determinadas cir-cunstancias de tiempo y de lugar, de procesos forjados en el “tiempo largo”,lo cual impulsó ciertos cambios acelerados y, simultáneamente, permitió sa-car partido de ellos.

En la Alejandría helenística, tuvo lugar una serie de proezas técnicas queincluyó, en el siglo I antes de Cristo, un antepasado de la máquina de vapor,capaz de abrir y cerrar la gran puerta de un templo. La ciudad era, a la vez,un gran centro comercial y la principal sede de una tradición científica bri-llante. Braudel (1979, pp. 469-470), al comentar este ejemplo, señala queincluso se llegó a crear en Alejandría una escuela de ingenieros, pero que to-da esa capacidad técnica no dio lugar a una revolución de la producción in-dustrial. De esto último considera como principal causa a la esclavitud, quesuministraba la fuerza de trabajo requerida y no impulsaba a buscar nuevasfuentes de energía.

En todo caso, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra pri-mero y en Europa Occidental después, se encontraron las demandas de mul-tiplicar la producción, las capacidades técnicas para hacerlo y las condicio-nes sociales para que algunos grupos aprovecharan esas capacidades ypropiciaran su expansión. Se inició así la muy conflictiva y despareja transi-ción de las sociedades de base agraria a las sociedades industriales.

Grandes fueron los sufrimientos que signaron el crecimiento de la nuevapoblación trabajadora y, en general, de los sectores más desfavorecidos delos países en los que emergió el sistema fabril moderno.

❘❚❚ “La situación de los trabajadores pobres, y especialmente del proletariado

industrial que formaba su núcleo, era tal que la rebelión no sólo fue posible,

sino casi obligada. Nada más inevitable en la primera mitad del siglo XIX que la

aparición de los movimientos obrero y socialista, así como el desasosiego re-

volucionario de las masas. La revolución de 1848 sería su consecuencia direc-

ta. Ningún observador razonable negaba que la condición de los trabajadores

pobres, entre 1815 y 1848, era espantosa” (HOBSBAWM, 1997, p. 210). ❚❚❘

Las luchas sociales y políticas que todo ello alimentó se fueron entretejien-do con los avatares técnicos y productivos para configurar los rasgos espe-cíficos de las naciones altamente industrializadas del siglo XX.

Paralelamente, la industrialización, cuyos primeros pasos fueron estimu-lados por la expansión mundial del Occidente europeo, dotó de una fuerzanueva y enorme a esa expansión.

❘❚❚ “Ante los mercaderes, las máquinas de vapor, los barcos y los cañones de

Occidente -y también ante sus ideas- los viejos imperios y civilizaciones del

mundo se derrumbaban y capitulaban. La India se convirtió en una provincia

administrada por procónsules británicos, los estados islámicos fueron sacudi-

dos por terribles crisis, África quedó abierta a la conquista directa. Incluso el

gran Imperio chino se vio obligado, en 1839-1842, a abrir sus fronteras a la

explotación occidental” (HOBSBAWM, 1997, p. 11). ❚❚❘

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Con la Segunda Revolución Industrial, el diferencial de capacidad productivaentre las naciones técnicamente avanzadas y las otras se hará realmenteimpresionante, según lo veremos más de cerca en la próxima unidad. En ladécada de 1880, Europa Occidental completa formalmente el reparto de ca-si todo el África, símbolo de un poder llegado a su apogeo, que generará laformidable reacción anticolonial y antioccidental del siglo XX. Los enfrenta-mientos suscitados tendrán como un eje mayor las búsquedas de caminospara la industrialización de las naciones periféricas.

Todo el conjunto conflictivo de transiciones irá poniendo de manifiesto lagravitación ascendente del conocimiento. La Revolución Industrial abrió elcamino a poderosas dinámicas de cambio y crecimiento económico que, enmedio de contraposiciones y luchas sociales, tienden a reforzarse a sí mis-mas, pero también puso en marcha un proceso en el cual la combinación deeducación avanzada, ciencia y tecnología constituirá un factor de poder cadavez mayor.

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