Revista La Tagua 129

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La hormiga traza un secreto camino entre la hojarasca, su andar sopesado por milenios ha dejado huellas eternas en la tierra. En el alba buscada, la preciada carga exhala un último brillo, sabe, en su declinante verdor, que en la negra caverna de húmeda arquitectura, el trueno es sordo y la luz una hembra ciega. La hormiga de duro hierro repite su hábito de llevar a cuestas el frugal alimento de los días más allá del reposado tronco o la inocente luna. Su corta vida ha sido poema en el musgo, en la rosa, en una hoja de hierba que hoy también, con extraño goce, mi tacto acaricia. Allí van todas las tardes, al pie de la vidriera, para buscar calor y compañía. Provectos, entrecanos y observadores, beben su anís con paladeo, fuman sin descanso y, de tanto en tanto, hablan. Ignoro lo que dicen, pero la pétrea expresión de sus rostros me graca cansancio, resignación. No puedo rehuir mirarlos; son como un espejo a través del cual me espanto. Allí van, todas las tardes, anunciando con su hábito un eclipse de sol y luna. Revista de Literatura No. 129. Abril de 2015 - 2.000 ejemplares Director y editor: Iván Graciano Morelo Ruiz - eltagual.blogspot.com - Medellín - Colombia 129 El secreto camino de la hormiga Ilustración de Joaquín Mario Murillo -Colombia- La luz jamás es sucia, salvo en los ojos del hombre. Malcolm de Chazal -Isla de Vacoas- (África) Wilson Pérez Uribe -Colombia- Luis Alberto Arango Puerta -Colombia- Eclipse Es blanca la sonrisa que nos falta Flamean nostálgicas las hojas oscuras de los árboles. Caminan guras alargadas Sobre un campo alargado De árboles alargados De soledades largas. Camina el tiempo El espacio de todos los espacios Y gotea en los relojes que lo miden. Es oscura la noche que se acuesta Es blanca la sonrisa que nos falta. Jenaro Kintana -Colombia-

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Revista La Tagua 129

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  • La hormiga traza un secretocamino entre la hojarasca,su andar sopesado por mileniosha dejado huellas eternas en la tierra.En el alba buscada, la preciada cargaexhala un ltimo brillo,sabe, en su declinante verdor,que en la negra cavernade hmeda arquitectura,el trueno es sordo y la luz una hembra ciega.La hormiga de duro hierro repite su hbito de llevar a cuestas el frugal alimento de los dasms all del reposado troncoo la inocente luna. Su corta vidaha sido poema en el musgo, en la rosa,en una hoja de hierba que hoy tambin,con extrao goce, mi tacto acaricia.

    All van todas las tardes,al pie de la vidriera,para buscar calor y compaa.Provectos, entrecanos y observadores,beben su ans con paladeo,fuman sin descansoy, de tanto en tanto, hablan.Ignoro lo que dicen,pero la ptrea expresin de sus rostrosme graca cansancio, resignacin.No puedo rehuir mirarlos;son como un espejoa travs del cual me espanto.All van, todas las tardes,anunciando con su hbitoun eclipse de sol y luna.

    Revista de Literatura No. 129. Abril de 2015 - 2.000 ejemplaresDirector y editor: Ivn Graciano Morelo Ruiz - eltagual.blogspot.com - Medelln - Colombia

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    El secreto camino de la hormiga

    Ilustracin de Joaqun Mario Murillo -Colombia-

    La luz jams es sucia, salvo en los ojos del hombre.Malcolm de Chazal -Isla de Vacoas- (frica)

    Wilson Prez Uribe -Colombia-

    Luis Alberto Arango Puerta -Colombia-

    Eclipse

    Es blanca la sonrisa que nos faltaFlamean nostlgicas las hojas oscuras de los rboles.

    Caminan guras alargadasSobre un campo alargadoDe rboles alargadosDe soledades largas.

    Camina el tiempoEl espacio de todos los espaciosY gotea en los relojes que lo miden.

    Es oscura la noche que se acuestaEs blanca la sonrisa que nos falta.

    Jenaro Kintana -Colombia-

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    SilencioLa sangre ciega corre por el interior en los canales. El sudor aparece como producto del esfuerzo de andar sin ruta ni rumbo. Por las calles pasan, frente a ti, rostros convulsos por la ausencia de la dicha y la presencia del hambre. El silencio es el discurso mejor cuando la risa anda de viaje.Un dolor se encaja en el bajo vientre.

    Antonio Sols Calvillo-Mxico-

    Hay un perro Hay un perroLlegado a las calles del puebloHay un perroQue husmea en las tardes su cieloDirige su hocico hacia los caminos del monteEvoca tatabros, venados, guaguas o conejos.

    Ha llegado un perroHa llegado a las calles del pueblo venido del monteSin saberse el qu de su cuentoQuizs el carnicero le ha tirado un trozo de huesoY lo ha rodo con sospecha sabuesaPues siempre haba ganado el sustentoPersiguiendo, en el monte, su presa.

    Ese perro a veces se queda mirando,Por el camino del monte,Pensando, que su amo era bueno.

    Hay un perro, en las calles del pueblo.Juan Mares -Colombia-

    Detrs del monasterioDetrs del monasterio, junto al camino,existe un cementerio de cosas gastadas,en donde yacen el hierro sarroso, pedazos de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos, cajetillas de cigarrillos vacas, aserrn, y zinc, plstico envejecido, llantas rotas, esperando como nosotros la resurreccin.

    Ernesto Cardenal -Nicaragua-

    La noche, ya cansada, bosteza en el pico del gallo.Diego Preciado -Colombia-

    Markus Hediger -Suiza-

    Esta tarde, bajo la luz blanda de marzo, paseando por la ciudad que me vio acoger la noche, pens en aquellos de quienes no tengo noticias, en aquellos amigos que viven en el roco de los vientos, en esta tierra suelta con la que forma uno su sombra.

    Flobert Zapata -Colombia-

    ViajeroSi acaso te detienes en mi tumbapor favor orina. No me niegues tan clido charcode mbar y de espuma. Aunque no puedo ya beberla,me consuela tan vvida y sonora evocacin de la cerveza.

    Soy la adivinanza, que nadie adivina. Stfany Valencia Ra, edad 11 aos -Colombia-

    Soy la memoria de mi abuelo, l lo supo y el da de su partida, se fue con una sonrisa. Jorge Albeiro Montoya, edad 10 aos -Colombia-

    El nufrago y la tortuga CanFue enviado a la isla Tortuguilla a cumplir una misin, de regreso, naufrag y las olas lo devolvieron a la playa, all pas varios das sin comer.Una maana ocurri algo nunca visto, una tortuga gigante, extraviada, caminaba sin prisa hacia l y, record de su padre Las tortugas son sabias, viven una eternidad.Luego, pens que sera atacado por la Can y con una navaja oxidada que encontr en la arena, la hiri en el cuello, varias gotas de sangre salpicaron su boca Ser mi alimento, pens, mirando una nube roja.Mientras la tortuga agonizaba, da a da, se pegaba al cuello, beba su sangre; comi de su carne, hasta quedar el caparazn abandonado en la arena y empez a preocuparse por comida.Una tarde, las olas, hicieron que el mar acogiera en sus aguas la concha de la Can y ante los ojos de aquel hombre, otaba una canoa.

    Yajaira Morelo Londoo, edad 10 aos -Colombia- Ilustracin de Joaqun Mario Murillo -Colombia-

    Anna Ajmtova -Ucrania-

    La tierra natalNo la llevamos en oscuros amuletos,ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,no perturba nuestro amargo sueo,ni nos parece el paraso prometido.En nuestra alma no la convertimosen objeto que se compra o se vende.Por ella, enfermos, indigentes, errantesni siquiera la recordamos. S, para nosotros es tierra en los zapatos.S, para nosotros es piedra entre los dientes.Y molemos, arrancamos, aplastamosesa tierra que con nada se mezcla.Pero en ella yacemos y somos ella,y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.

    Rara comparacin -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya odo muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular ocio, y en acabndose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

    Miguel De Cervantes Saavedra -Espaa-Juan Manuel Roca-Colombia-

    Al paso del desle militar-Si aprendo a marchar as, podr ser soldado? S, hijo mo. Y si voy a la guerra, me despedirn con banderas y tambores?Con pauelos al aire y besos lanzados desde los balcones. Y elevarn globos blancos y rojos y azules cuando regrese? Si apuntas con buen ojo y obedeces te cubrirn de abrazos y laureles.Y me harn una estatua como la que hay en el parque? Ms grande, hijo mo, Mucho ms grande. Me orinar el mismo perro, padre?

    Infanciavuelta a encontrar, al morder una frutaen su sabor olvidado

    XXIV Paraso

    Jos Manuel Arango -Colombia-

  • Buudkue Quin soy? Autora: Anastasia Candre

    Mezcla de acrlico con pinturas naturales sobre yanchama.

    Diagramacin: Diego Len Marn - PAPER - Impreso en papel 100% fibra de caa de azcar - El Tagual Editores Tel: 320 689 5118 [email protected]

    Maguar

    Maravillosover entre las rendijas la va lctea.

    Kobayashi Issa -Japn-

    Issa: quisiera tus ojospara ver un instante la eternidad.Germn Isaza Echavarra - Colombia-

    Caracola VacaEn sus paredes de ncarel viento ana su voz,tambin ella en el mar entra y graba el silencio de su profundidad.Aqul que la pone en su odo escucha los pasos cansados del tiempo, la cada de una lgrima rompindose contra el alma,una breve carcajada y un largo suspiro.Tambin aqul que la pone en su odo escucha la voz anada del viento y el silencio de la profundidad del mar.

    Carmen Elena Paniagua Lpez-Colombia-

    Ivn Graciano Morelo Ruiz -Colombia-

    A: Anastasia Candre Yamacuri, cuya memoria recrean los pjaros con su canto.

    Anastasia, ahora te mueves como una canoapor el ro Amazonas, tras la memoria del pez piraruc, tu espritu est en tu tierra baada por el agua,sembrada de yuca brava, yuca dulce, yuca para la bebida; est en el canto de los pjaros que regresanen medio de los atardeceres rojizos.Abandonaste tu cuerpo para vivir en otros cuerpos, como lo hace la gran Anaconda con su piel desde lo profundo del corazn de la Madre tierra;desde all, proteges a tu comunidad ocaina-uitoto, cuidas tu maloca templo vegetal levantada en la espesura.

    Tus cantos heredados de antepasados, habitan en el viento, en las palmas de moriche, en El yag y La chagra, tus poemas de vida.Volver de nuevo a tu tierra, a danzar e invocar a los espritus de sanidad, donde hacas tus rituales sagradosy a travs del sonido del maguar,navegars en mi memoria.

    Me pondr una mscara, garras de jaguar y tocandoun instrumento musical de tu pueblo, celebrar a tu memoria, tus cantos, tus saberes; conjurar los males de los aigidos, los ungir, con los poderes de aquellas plantas secretas, que un da me enseaste a conocer, Candre Yamacuri.

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