Revista Fragmentaria. Número 1

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REVISTA FRAGMENTARIA SEPTIEMBRE, 2010, Nº 1 ______________________________________________________________________ REVISTA GRATUITA JORGE FERNÁNDEZ GONZALO, 2010

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Revista sobre filosofía y pensamiento

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REVISTA FRAGMENTARIA SEPTIEMBRE, 2010, Nº 1

______________________________________________________________________ REVISTA GRATUITA JORGE FERNÁNDEZ GONZALO, 2010

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LO FRAGMENTARIO. NO HAY EXPERIENCIA

DE ELLO, EN EL SENTIDO DE QUE NO ES

RECIBIDA BAJO LA FORMA ALGUNA DE

PRESENTE Y DE QUE CARECERÍA DE SUJETO

SI TUVIERA LUGAR, EXCLUYENDO, PUES, TODO PRESENTE Y TODA PRESENCIA, LO

MISMO QUE ELLA SERÍA EXCLUIDA DE

ELLOS (MAURICE BLANCHOT).

REVISTA FRAGMENTARIA NÚMERO 1

SEPTIEMBRE , 2010 REVISTA DIGITAL DE PENSAMIENTO

EJEMPLAR GRATUITO DIRECCIÓN: JORGE FERNÁNDEZ GONZALO

Sumario PRESENTACIÓN.................................................................................................................. 3 1. MAURICE BLANCHOT: SOBRE LO FRAGMENTARIO......................................................... 4 2. DERRIDA: LA ESCRITURA DE NIETZSCHE........................................................................ 5 3. LACAN: EL CUERPO FRAGMENTADO............................................................................... 6 4. BLANCHOT: FRAGMENTO Y LÍMITE (I)............................................................................ 7 5. BLANCHOT: FRAGMENTO Y LÍMITE (II) .......................................................................... 8 6. NANCY: LA COMUNIDAD INOPERANTE............................................................................. 9 7. BENJAMIN: TESIS DE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA........................................................ 10 8. NIETZSCHE, FRAGMENTOS............................................................................................ 12 9. FOUCAULT: SOBRE EL LENGUAJE (DE LA OBRA RAYMOND ROUSSEL) ............................ 14 10. FRAGMENTOS DE STÉPHANE MALLARMÉ .................................................................. 16 11. FRAGMENTOS DE PAUL VALÉRY ................................................................................ 18 12. ROLAND BARTHES: SOBRE LA INTERPRETACIÓN........................................................ 21 13. ZEN Y PENSAMIENTO ORIENTAL................................................................................. 23 14. FOUCAULT: ¿QUÉ ES LA LITERATURA?....................................................................... 27 15. FRAGMENTOS DE OCTAVIO PAZ: EL ARCO Y LA LIRA...................................................30

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Presentación

Revista Fragmentaria nace como un intento por dar cabida a formas de expresión y pensamiento heterogéneas, expresadas de manera fragmentaria y concisa por parte de sus autores. Nuestro propósito, acercar algunos de los principales nombres del panorama filosófico de los últimos siglos al lector iniciado, así como a estudiantes e investigadores especializados en la materia. Por estas páginas tendrán cabida tanto escritores del ámbito de la filosofía (Derrida, Deleuze) como del psicoanálisis y las ciencias humanas (Freud, Lacan, Foucault), de la literatura (Mallarmé, Octavio Paz, Valente) y la crítica literaria (Blanchot, Barthes), junto a textos que hagan mención a unos y otros en una intrincada red que, a modo de tela de araña, hilvana todo el discurso occidental (y oriental) del pensamiento de nuestro tiempo.

El número que aquí presentamos ofrece como hilo conductor, como territorio para el avance de la palabra, el fragmento. Haciendo honor al título de nuestra revista, hemos pretendido confeccionar un discurso interrumpido, con intervalos y porosidades, sobre la esencia misma de lo fragmentario y la relación de la técnica fragmentaria con respecto a los discursos de poder hegemónicos. La filosofía y el pensamiento de estos autores, que no tienen carácter representativo de nada, forman, asimismo, fragmentos de un tapiz no completo, no unificable, de la nómina de pensadores que conformarían la facción menos académica de la filosofía de las últimas décadas, principalmente, si bien siempre es posible abrirse a excepciones: en este número, una de las entradas que puede encontrar nuestro lector está dedicada al pensamiento oriental y a autores de diferentes períodos de la historia china y japonesa.

Cada número de nuestra revista, siguiendo este ejemplo, pretenderá llevar a cabo una indagación errática en el pensamiento de diferentes autores a través de sus textos. Sin embargo, el lector está invitado para participar mediante artículos de factura propia, reseñas o citas de otros autores que desee facilitarnos.

Revista Fragmentaria es tu revista, y es gracias a ti que podemos hacer de estas páginas un proyecto de difusión y colaboración.

Jorge Fernández Gonzalo

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Maurice Blanchot: sobre lo fragmentario

“Lo fragmentario. No hay experiencia de ello, en el sentido de que

no es recibida bajo la forma alguna de presente y de que carecería de sujeto si tuviera lugar, excluyendo, pues, todo presente y toda presencia, lo mismo que ella sería excluida de ellos. Fragmentos, marcas de lo fragmentario, que remiten a lo fragmentario que no remite a nada y que carece de referencia propia, aunque da testimonio de ella; pedazos que no se componen, que noforman parte de ningún conjunto, salvo para romperlo en pedazos, pedazos no ya separados o aislados sino, por el contrario, siempre múltiples sin multiplicar, efectos de hiato, hiato siempre apartado, la pasión de lo fragmentario, efectos de efectos”.

(Blanchot, El paso (no) más allá)

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Derrida: la escritura de Nietzsche

“Lo que habla –las frases explícitas, los enunciados directos de su

‘discurso’–, no es nunca lo que dice, o al menos completamente lo que dice. El sentido, ¿qué sentido?, se mueve a lo largo de una capa en cuya superficie no queda ya nada. O muy poca cosa: un fragmento, un pecio –quizá el mástil desguarnecido de un velero, síntesis total del naufragio. Pienso en el mecanismo del sueño (nos movemos constantemente en la metáfora de la noche y de su centro). En el sueño una palabra, un objeto, a menudo sustituye a otro con el que no tiene relación alguna (ni de género, ni de especie, ni de semejanza: esto no es una metáfora, al menos según Aristóteles): y sin embargo lo uno significa lo otro. Una cadena de palabras (de objetos) falsas ratifica otra cadena, ausente, que se supone ‘Verdadera’, que representa la ‘verdad’ ocultándola y ocultándose. Pero aquí, incluso si la escritura es siempre nocturna, se trata de un mecanismo de vigilia. Se distingue del trabajo del sueño por ‘puntas’ –de flechas– cuidadosamente lanzadas y aplicadas que alcanzan, reventándola, esa superficie plana y legible que es este texto, este ‘discurso’ legible, fácil, expuesto”.

(Derrida, Espolones. Los estilos de Nietzsche)

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Lacan: El cuerpo fragmentado

“Este cuerpo fragmentado, término que he hecho también aceptar en nuestro sistema de referencias teóricas, se muestra regularmente en los sueños, cuando la moción del análisis toca cierto nivel de desintegración agresiva del individuo. Aparece entonces bajo la forma de miembros desunidos y de esos órganos figurados en exoscopia, que adquieren alas y armas para las persecuciones intestinas, los cuales fijó para siempre por la pintura el visionario Jerónimo Bosco, en su ascensión durante el siglo decimoquinto al cenit imaginario del hombre moderno. Pero esa forma se muestra tangible en el plano orgánico mismo, en las líneas de fragilización que definen la anatomía fantasiosa, manifiesta en los síntomas de escisión esquizoide o de espasmo, de la histeria”.

(Lacan, Escritos)

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Blanchot: fragmento y límite (I)

“Lo fragmentario: juego de los límites en el que ninguna limitación juega papel alguno”.

“Lo fragmentario no es experiencia, no es forma o sujeto de escritura, no es otro orden frente al orden del libro, ni siquiera como tránsito hacia un desorden y, sin embargo, es una oscura exigencia bajo cuyo atractivo, el espacio de escribir da lugar a unas marcas o puntos de singularidad por donde pasan múltiples recorridos (irregulares) que los hacen desaparecer como únicos al tiempo que los mantienen en posición de singularidad, de modo que una multiplicidad casi infinita de atajos puede repetirse allí, sin que la repetición suprima su marca de singularidad ni la disuelva en identidad. Es como si dicho espacio se brindase como correlativo o suplementario o, incluso, secundario (en este sentido inesencial) y como si, al mismo tiempo, rechazase, hiciese estallar aquello de lo que es el correlato o el suplemento, secundario y, por lo tanto, sin prima. De ahí el trabajo de oscuridad que el recomenzar lleva a cabo y que lleva a cabo siempre de forma cada vez más oscura. Lectura y escritura se intercambian gracias a este «correlato» contra el cual luchan a fin de impedirlo, luchando asimismo contra su propio poder de producirlo o de restaurarlo”.

(Blanchot, El paso (no) más allá)

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Blanchot: fragmento y límite (II)

“Al no ser el signo del límite como limitación de nosotros mismos o del lenguaje en función de la vida o de la vida en función del lenguaje, la exigencia de lo fragmentario se ofrece ahí, sin embargo, esquivándose, como juego de los límites, juego que aún no está en relación con limitación alguna. La exigencia de lo fragmentario: juego de los límites en el que ninguna limitación juega papel alguno; lo fragmentario, una disociación de límite y limitación, lo mismo que marca un hiato de la ley, hasta el punto que dicho hiato no queda retomado, comprendido, en la ley que, no obstante, es concebida como hiato”.

(Blanchot, El paso (no) más allá)

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Nancy: La comunidad inoperante

“La comunidad tiene lugar necesariamente en lo que Blanchot denominó la inoperancia. Más acá o más allá de la obra, aquello que se retira de la obra, aquello que ya no tiene que ver ni con la producción, ni con el acabamiento, sino que encuentra la interrupción, la fragmentación, el suspenso. La comunidad está hecha de la interrupción de las singularidades, o del suspenso que son los seres singulares. Ella no es su obra, y ella no los posee como sus obras, así como tampoco la comunidad es una obra, ni siquiera una operación de los seres singulares: pues ella es simplemente el estar de las singularidades —su estar suspendido en su límite. La comunicación es la inoperancia de la obra social, económica, técnica, institucional”.

(Jean-Luc Nancy, La comunidad inoperante)

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Benjamin: Tesis de la filosofía de la historia

V

La verdadera imagen del pasado transcurre rápidamente. Al pasado sólo puede retenérsele en cuanto imagen que relampaguea, para nunca más ser vista, en el instante de su cognoscibilidad. «La verdad no se nos escapará»; esta frase, que procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en que el materialismo histórico atraviesa la imagen del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca mentado en ella. (La buena nueva, que el historiador, anhelante, aporta al pasado viene de una boca que quizás en el mismo instante de abrirse hable al vacío.

XIV

La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no está constituido por el tiempo homogéneo y vacío, sino por un tiempo pleno, «tiempo - ahora». Así la antigua Roma fue para Robespierre un pasado cargado de «tiempo - ahora» que él hacía saltar del continuum de la historia. La Revolución francesa se entendió a sí misma como una Roma que retorna. Citaba a la Roma antigua igual

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que la moda cita un ropaje del pasado. La moda husmea lo actual dondequiera que lo actual se mueva en la jungla de otrora. Es un salto de tigre al pasado. Sólo tiene lugar en una arena en la que manda la clase dominante. El mismo salto bajo el cielo despejado de la historia es el salto dialéctico, que así es como Marx entendió la revolución.

XVI

El materialista histórico no puede renunciar al concepto de un presente que no es transición, sino que ha llegado a detenerse en el tiempo. Puesto que dicho concepto define el presente en el que escribe historia por cuenta propia. El historicismo plantea la imagen «eterna» del pasado, el materialista histórico en cambio plantea una experiencia con él que es única. Deja a los demás malbaratarse cabe la prostituta «Érase una vez» en el burdel del historicismo. El sigue siendo dueño de sus fuerzas: es lo suficientemente hombre para hacer saltar el continuum de la historia.

(Walter Benjamin, Tesis de la filosofía de la historia)

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Nietzsche, Fragmentos “La humanidad no representa una evolución hacia algo mejor, o

más fuerte, o más alto, al modo como hoy se cree eso. El ‘progreso’ es meramente una idea moderna, es decir una idea falsa. El europeo de hoy sigue estando, en su valor, profundamente por debajo del europeo del Renacimiento; una evolución posterior no es sin más, por necesidad cualquiera, una elevación, una intensificación, un fortalecimento” (El Anticristo).

“Hay un solo mundo, y es falso, cruel, contradictorio, corrupto, sin sentido... Un mundo hecho de esta forma es el verdadero mundo... Tenemos necesidad de la mentira para vencer a esta ‘verdad’, es decir para vivir... La metafísica, la moral, la religión, la ciencia... son tomadas en consideración como diversas formas de mentira: con su ayuda se cree en la vida ‘la vida debe inspirar confianza’: el deber, planteado en estos términos, es inmenso. Para cumplir con él, el hombre debe ser por naturaleza, una artista... Metafísica, moral, religión, ciencia, no son más que criaturas de su voluntad de arte...” (Fragmentos póstumos).

“Impregna mis escritos que el valor del mundo reside en nuestra

interpretación (que quizás en alguna parte son posibles todavía otras interpretaciones que las meramente humanas); que las interpretaciones tradicionales son apreciaciones perspectivistas, gracias a las cuales podemos mantenernos con vida, es decir con voluntad de poder, de crecimiento del poder; que toda elevación del hombre comporta la superación de interpretaciones más limitadas; que todo refuerzo conseguido, toda extensión de poder, abre nuevas perspectivas y significa creer en nuevos horizontes. El mundo que nos es un poco tolerable es falso, es decir: no es ningún hecho, sino una invención poética y el redondeo a partir de una pequeña suma de observaciones; está «en flujo», como algo en devenir, como una

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falsedad siempre perpetuamente removida y que nunca se acerca a la verdad, pues no hay «verdad» alguna”(Fragmentos póstumos) .

“El hombre es una multiplicidad de «voluntades de poder», cada una con una multiplicidad de medios de expresión y formas. Las pretendidas «pasiones» singulares (por ejemplo: el hombre es cruel) son tan sólo unidades ficticias en la medida que lo que llega a la conciencia como homogéneo desde los diferentes instintos fundamentales es compuesto conjunta y sintéticamente en un «ser» o «capacidad», en una pasión. Igual que el «alma» misma es una expresión para todos los fenómenos de la conciencia, pero nosotros la interpretamos como la causa de todos esos fenómenos (¡la «autoconciencia», es ficticia!)” (Fragmentos póstumos).

“Lo que más fundamental-mente me separa de los metafísicos es esto: no le concedo que sea el yo (Ich) el que piensa. Tomo más bien al yo mismo como una construc-ción del pensar, construcción del mismo rango que materia, cosa, sustancia, individuo, finalidad, número: sólo como ficción reguladora (regulative Fiktion) gracias a la cual se introduce y se imagina una especie de constancia, y, por tanto, de cognoscibilidad en el mundo del devenir. La creencia en la gramática, en el sujeto lingüístico, en el objeto, en los verbos, ha mantenido hasta ahora a los metafísicos bajo el yugo: yo enseño que es preciso renunciar a esa creencia. El pensar es el que pone el yo, pero hasta el presente se creía como el pueblo, que en el yo pienso hay algo de inmediatamente conocido, y que este yo es la causa del pensar, según cuya analogía nosotros entendemos todas las otras nociones de causalidad. El hecho de que ahora esta ficción sea habitual e indispensable, no prueba en modo alguno que no sea algo imaginado: algo que puede ser condición para la vida y sin embargo falso” (Fragmentos póstumos).

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Foucault: sobre el lenguaje (de la obra Raymond Roussel)

“El lenguaje de Roussel se opone –por el sentido de sus flechas

más que por la materia con la cual está hecho– a la palabra iniciática. Este lenguaje no está construido sobre la certeza de que existe un secreto, uno solo, y es sabiamente silencioso: este lenguaje brilla con la incertidumbre radiante, puramente de superficie, y que cubre una especie de vacío central: imposibilidad de decidir si hay un secreto, ninguno o varios, y cuáles son. Toda afirmación de que existe, toda definición de su naturaleza, reseca ya en su fuente la obra de Roussel, le impide vivir de ese vacío que moviliza, sin iluminar jamás, nuestra inquieta ignorancia. En su lectura no se nos promete nada. Tan sólo se prescribe interiormente la conciencia de que, al leer todas estas palabras, tersas y alineadas, nos exponemos al peligro fuera de clasificación de leer otras que son otras y las mismas”.

“La identidad de las palabras, el simple

hecho, fundamental en el lenguaje, de que hay menos vocablos indicadores que cosas a indicar, es en sí misma una experiencia de doble faz, que revela en la palabra el lugar de un encuentro imprevisto entre las figuras del mundo más alejadas (es la distancia abolida, el punto de entrechoque de los seres, la diferencia recogida sobre sí misma en una forma única, dual, ambigua, minotaurina); y muestra un desdoblamiento del lenguaje que, a partir de un núcleo simple, se aparta de sí mismo y hace nacer sin cesar otras figuras (proliferación de la distancia, vacío que nace bajo los escalones del doble, crecimiento laberíntico de corredores semejantes y diferentes). Y en su rica pobreza las palabras siempre conducen más lejos y vuelven a traer a sí mismas; pierden y se reencuentran; corren hacia el horizonte en desdoblamientos repetidos, pero regresan al punto de partida trazando una curva perfecta: es esto mismo lo que han debido reconocer los invitados burlados que giran en torno del billar y descubren que la línea recta de las palabras era precisamente el trayecto circular”.

“Esta apertura por donde se desliza la repetición del lenguaje,

está presente en el lenguaje mismo”.

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“Ahora el lenguaje sólo experimenta la distancia de la repetición para implantar allí el aparato sordo de una ontología fantástica. La dispersión de las palabras permite una promiscuidad inverosímil de los seres. El no ser que circula en el interior del lenguaje está lleno de cosas extrañas: es la dinastía de lo improbable”.

“La muerte está presente en la obra mediante el juego de desdoblamientos y las repetici-ones del lenguaje”.

“Es el espacio del lenguaje de Roussel, el vacío desde el cual habla, la ausencia por la cual la obra y la locura comunican y se excluyen. Y ese vacío no lo entiendo en absoluto como una metáfora: se trata de la deficiencia de las palabras, que son menos numerosas que las cosas que ellas designan, y que deben a esta economía el querer decir algo. Si el lenguaje fuera tan rico como

el ser, no sería más que el doble inútil y mudo de las cosas: no existiría y, sin embargo, sin nombres para nombrarlas, las cosas quedarían en la noche. Esta laguna iluminadora del lenguaje fue experimentada por Roussel hasta la angustia, hasta la obsesión, si se quiere. En todo caso, hacían falta formas muy singulares de experiencias (muy “desviadas”, es decir desconcertantes) para iluminar ese hecho lingüístico desnudo: el lenguaje sólo habla a partir de una carencia que le es esencial. Y el “juego” —en los dos sentidos del término— de esta carencia, se lo siente en el hecho (límite y principio a la vez) de que la misma palabra puede decir dos cosas diferentes, y que la misma frase repetida puede tener otro sentido. De aquí deriva todo el vacío proliferante del lenguaje, su posibilidad de decir las cosas —todas las cosas—, de empujarlas a su ser luminoso, de producir bajo el sol su verdad muda, de “desenmascararlas”; pero de aquí se desprende también su poder de engendrar por la simple repetición de sí mismo, cosas nunca dichas, ni oídas, ni vistas. Miseria y fiesta de lo Significante, angustia ante el exceso y la carencia de signos. El sol de Roussel, que siempre está allí, y siempre está “en falta”, que amenaza con agotarse hacia afuera, pero que también brilla en el horizonte, es la carencia constitutiva del lenguaje, es la pobreza, la irreductible distancia de donde mana indefinidamente la luz; y por esto, en esta distancia esencial en que el lenguaje está llamado fatalmente a repetirse y las cosas a cruzarse absurdamente, la muerte hace escuchar la eterna promesa de que el lenguaje ya no se repetirá más, pero que podrá infinitamente repetir lo que ya no es”.

(Michel Foucault, Raymond Roussel)

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Fragmentos de Stéphane Mallarmé

“El silencio, único lujo después de las rimas”. “Hablar concierne a la realidad de las cosas sólo en forma

comercial: en literatura, basta con hacer una alusión o distraer su cualidad que ha de incorporar alguna idea”.

“El doble estado de la palabra, bruto o inmediato aquí, esencial

allá”. “Digo: ¡una flor! y, fuera del olvido en que mi voz relega todo

contorno, en tanto que algo distinto a los consabidos cálices, asciende musicalmente, idea también y suave, la ausente de todos los ramos”.

“El verso que con varios vocablos rehace una palabra total nueva,

ajeno a la lengua y como encantatoria, culmina este aislamiento de la palabra: negando, con un rasgo soberano, el azar permanente en los términos a pesar del artificio de su nuevo temple alternado en el sentido y en la sonoridad, y os produce la sorpresa de no haber oído nunca tal fragmento ordinario de elocución, al mismo tiempo que la reminiscencia del objeto nombrado se baña en una nueva atmósfera”.

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“Todo, en el mundo, existe para

culminar en un libro”. “La Poesía, próxima a la idea, es

Música por excelencia”. “Una seguridad llamada la paz de

los campos, al encuentro de las disipaciones o la verborrea, atesora, silencio, lo suficiente para hacer que se transparente en lo que cosiste en no decir, la grandeza”.

“Es frente al papel que se hace el artista”. “La existencia literaria, excepto una, verdadera, que se pone a

despertar la presencia, en el interior, de los acordes y significaciones, ¿se vincula, con el mundo?; sólo como inconveniente”.

“Propongo […] que la Música y las Letras son la faz alternativa

que aquí se ensancha hacia lo oscuro; y allá centellea, con la certeza, de un fenómeno, el único, al que llamé la Idea”.

“Pienso que es preciso […]

que sólo exista la alusión. La contemplación de los objetos, la imagen al cobrar vuelo desde los ensueños provocados por ellas, son el canto […]. Nombrar un objeto, es suprimir las tres cuartas partes del goce de un poema que se obtiene al irlo adivinando poco a poco: sugerirlo, ese es el sueño”.

“Debe haber siempre enigma en la poesía, y el fin de la literatura es –no hay otra– evocar los objetos”.

“Las cosas existen, no tenemos por qué crearlas; sólo tenemos

que discernir sus correlaciones; y son los hilos de estas correlaciones los que forman los versos y los orquestan”.

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Fragmentos de Paul Valéry

“He comprendido una cosa cuando tengo la impresión de que

hubiera podido inventarla”. “Creo que pocos tienen más que yo el sentido de la anulación

radical del «pasado». El recuerdo me aburre y es débil en mí”. “Cada cosa que es, si no fuera, sería enormemente improbable”.

“Pienso, como mi serpiente, que el ser es un defecto en la pureza del No-ser”.

“He hecho siempre mis versos mirándome al hacerlos, por lo que nunca he sido realmente poeta”.

“Hacer un poema es un poema”.

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“Todo está predicho por el diccionario”. “Cada uno de los sentidos es un instrumento de interpretación de

cosas desconocidas”.

“El dolor es siempre pregunta, y el placer, respuesta”.

“El enamorado presiente lo nuevo; proyecta lo nuevo en todo”. “El nombre no añade nada a la cosa”. “La invención del cero es una de las más bonita que se hayan

hecho nunca. La de Dios es menos lograda”. “Cantar es instituir un «mundo»”. “Si supierais lo que he deshecho, admiraríais lo que conservo”. “Hay versos que encontramos. Los demás los hacemos”. “Se trata de hacer, en los versos, que una relación accidental, la

del sonido y el sentido, parezca natural; que parezca una ley, sin excepciones”.

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“La tarea del poeta es construir una especie de cuerpo verbal que tenga la solidez, pero también la ambigüedad, de un objeto”.

“Todo lenguaje es un medio. La poesía intenta hacer de ello un

fin”. “Decir que una cosa significa es decir que conduce a otra”. “Si un verso produce un sentido exacto […] este verso es abolido

por ese sentido”. “El poeta no tiene como objetivo comunicar un «pensamiento»,

sino hacer nacer en el otro el estado emocional que corresponde a un pensamiento análogo (pero no idéntico) al suyo”.

“El pensamiento es una tachadura indefinida”.

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Roland Barthes: sobre la interpretación

“En efecto, leer es un trabajo de lenguaje. Leer es encontrar sentidos, y encontrar sentidos es designarlos, pero esos sentidos designados son llevados hacia otros nombres; los nombres se llaman, se reúnen y su agrupación exige ser designada de nuevo: designo, nombro, renombro: así pasa el texto: es una nominación en devenir, una aproximación incansable, un trabajo metonímico” (Mitologías).

“Si usted clava un clavo en la madera, la madera resiste

diferentemente según el lugar donde se lo clava: se dice que la madera no es isotrópica. El texto tampoco es isotrópico: los bordes, las fisuras son imprevisibles. Así como la física (actual) debe ajustarse al carácter no-isotrópico de ciertos ambientes, de ciertos universos, de la misma manera será necesario que el análisis estructural (la semiología) reconozca las menores resistencias, el dibujo irregular de sus venas” (Crítica y marginales).

“La confusión de lenguas deja de ser un castigo, el sujeto accede

al goce por la cohabitación de los lenguaje que trabajan conjuntamente el texto de placer en un Babel feliz” (El placer del texto).

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“Texto quiere decir Tejido, pero si hasta aquí se ha tomado este tejido como un producto, un velo detrás del cual se encuentra más o menos oculto el sentido (la verdad), nosotros acentuamos ahora la idea generativa de que el texto se hace, se trabaja a través de un entrelazado perpetuo; perdido en ese tejido –esa textura– el sujeto se deshace en él como una araña que se disuelve en las segregaciones constructivas de su tela. Si amásemos

los neologismos podríamos definir la teoría del texto como una hifología (hifos: es el tejido y la tela de la araña)” (El placer del texto).

“El análisis textual recusa la idea

de un significado último: la obra no se detiene, no se cierra; desde ese momento, no se trata tanto de explicar, ni siquiera de describir, como de entrar en el juego de los significantes; se trata tal vez de enumerarlos (si el texto se presta a ello), pero sin jerarquizarlos; el análisis textual es pluralista” (Variaciones sobre la escritura).

“Cuanto más plural es el texto, menos está escrito antes de que yo

lo lea” (S/Z). “La interpretación que exige un texto inmediatamente encarado

en su plural no tiene nada de liberal: no se trata de conceder algunos sentidos, de reconocer magnánimamente a cada uno su parte de verdad; se trata de afirmar, frente a toda in-diferencia, el ser de la pluralidad, que no es el de lo verdadero, lo probable o incluso lo posible. Sin embargo, esta afirmación necesaria es difícil, pues al mismo tiempo que nada existe fuera del texto, no hay tampoco un todo del texto (que, por reversión, sería el origen de un orden interno, reconciliación de las partes complementarias bajo la mirada paternal del modelo representativo): es necesario, simultáneamente librar al texto de su exterior y de su totalidad” (S/Z).

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Zen y pensamiento oriental

“Afirma un dicho zen que al principio los árboles son árboles y las montañas, montañas; después, los árboles ya no son árboles ni las montañas, montañas; pero después, los árboles vuelven a ser árboles y las montañas vuelven a ser montañas […]. Al principio, la realidad que capta nuestra mirada es la puramente sensible, sin tintes intelectuales, sin perspectivas analíticas. Realidad que se va haciendo más compleja cuando aparece un trasfondo, un más allá, un misterio que trasciende el primer plano. Y en él buceamos guiados por un anhelo de conocer. Es el momento en que los árboles han dejado de ser árboles y las montañas, montañas, para pasar a ser algo más y algo distinto. En el momento en que la mirada podría extraviarse, inflamada como anda de trascendencia y de misterio, y acaso gratificada por alguna parcela de visión que le proporciona algo de conocimiento. Es el momento también en que la mirada debe caer en la cuenta y, agotando todo su impulso, que la ha de llevar hasta la zona más alejada en lo posible, según la capacidad de su aliento, regresar. Y en su regreso, los árboles volverán a ser árboles y las montañas, montañas, pero ya no de la misma manera que cuando partió. Tal vez de la misma manera que cuando los vio por primera vez y no se acuerda, con el asombro que produce la simplicidad de la revelación. Esta es una mirada fundadora” (Luis Moliner, La palabra poética de Antonio Colinas).

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Chuang-Tzu:

“Si hay que ser fieles a la

verdad, todo ser es otro y a la vez el mismo”.

“El punto en el que el esto y el aquello dejan de oponerse es el quicio del Tao”.

“Uno y la Palabra que lo expresa ya son dos”.

“El Tao supremo carece de nombre”.

“Saber que existen cosas que no

se pueden conocer constituye la cima del saber”.

“Donde hay reposo, hay vacío;

donde hay vacío está la plenitud que es totalidad”.

“Todo razonamiento sobre el Tao

va contra el Tao”. “El Tao al crear produce la

diferenciación: el nacimiento y la destrucción”.

“Antiguamente Chuang-tzu soñó que era mariposa. Revoloteaba

gozosa, satisfecha de su condición. No sabía que era Chuang-tzu. De pronto se despierta. Era Chuang-tzu y se asombraba de serlo. Ya no lo era posible averiguar si era Chuang-tzu que soñaba ser mariposa, o si era la mariposa la que soñaba ser Chuan-tzu. Entre él y la mariposa había una diferencia. A esto se le llama cambio de los seres”.

(Chuang-tzu, Obra completa)

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Lao-Tse:

“El Tao que puede ser expresado no es el Tao absoluto”.

“Desde el No-ser conocemos las maravillas del Tao”.

“Porque Ser y No-ser se engendran uno a otro”.

“El Tao actúa por su vacío, y nunca puede llenarse”.

“Rechazado el conocimiento, ya no habrá preocupaciones”. “Lo pesado es la raíz

de lo ligero”. “En el momento en

que el origen primordial se diferencia, nacen las cosas”.

“El Tao es el absoluto

sin nombre”. “El Tao es, por

naturaleza, no acción; y, sin embargo, no hay nada que no haga”.

“Todos los seres del universo nacen del Ser, y el Ser nace del No-

ser”.

(Lao-Tse, Tao Te Ching).

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Matsuo Basho:

Un viejo estanque. Se zambulle una rana. Rumor de agua.

¿Qué es el zen? Podríamos

responder que el zen es comer, dormir o cualquier otra de las cosas que hacemos. También podríamos soste-ner que el zen no es nada en absoluto, o bien podríamos apretar un puño y decir: «¡Esto es el zen!». En el zen, uno puede afirmar que una montaña es una montaña, o también afirmar, sencillamente, que una montaña no es una montaña. Sin embargo, tales respuestas –las maneras clásicas en que el zen se explica a sí mismo– son válidas únicamente para la persona que comprende verdaderamente el ser esencial del concepto mahāyāna «forma es vacuidad, vacuidad es forma»” (Shizuteru Ueda, Zen y filosofía).

“Pinta bambúes durante diez años. Transfórmate tú mismo en

bambú. Después, olvida todos los bambúes cuando pintes” (D. T. Suzuki).

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Foucault: ¿qué es la literatura?

“«¿Qué es la literatura?» no es en absoluto una pregunta de crítico, ni una pregunta de historiador o de sociólogo que se interrogan ante cierto hecho de lenguaje. Es en cierto modo un hueco que se abre en la literatura, hueco donde tendría que alojarse y que recoger probablemente todo su ser. Hay sin embargo una paradoja, en cualquier caso una dificultad. Acabo de decir que la literatura se aloja en la pregunta «¿Qué es la literatura?»”.

“No estoy seguro de que la propia literatura sea tan antigua como

habitualmente se dice. Sin duda hace milenios que existe eso que retrospectivamente tenemos el hábito de llamar «literatura». Creo que es precisamente esto lo que habría que preguntar. No es tan seguro que Dante o Cervantes o Eurípides sean literatura”.

“Dicho de otro modo, si la relación de la obra de Eurípides con

nuestro lenguaje es efectivamente literatura, la relación de esa misma obra con el lenguaje griego no era ciertamente literatura”.

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“La primera constatación es que la literatura no es aquel hecho bruto de lenguaje que se deja poco a poco penetrar por la pregunta sutil y secundaria de su esencia y de su derecho a la existencia. La literatura, en sí misma, es una distancia socavada en el interior del lenguaje, una distancia recorrida sin cesar y nunca realmente franqueada; finalmente, la literatura es una especie de lenguaje que oscila sobre sí mismo, una especie de vibración sin moverse del sitio”.

“La paradoja de la obra es precisamente ésta: que sólo es

literatura en el instante mismo de su comienzo, desde su primera frase, desde la página en blanco, y, a decir verdad, no es realmente literatura sino en la medida en que la página permanece en blanco, en tanto que sobre esta superficie no ha sido escrito nada aún”.

“De hecho, desde que una palabra está escrita en la página en

blanco, página que debe ser de literatura, a partir de ese momento no es ya literatura; es decir, cada palabra real es en cierto modo una transgresión, que se efectúa en relación con la esencia pura, blanca, vacía, sagrada de la literatura, que en modo alguno hace de toda obra la realización plena de la literatura, sino su ruptura, su caída, su expoliación. Es una expoliación que toda palabra hace, incluso la que carece de estatuto y de prestigio literario; es una expoliación que toda palabra prosaica o cotidiana realiza, es más, es una expoliación efectuada asimismo por toda palabra desde que es escrita”.

“El lenguaje verdadero, cuando se introduce realmente en una obra literaria, está puesto ahí para horadar el espacio del lenguaje, para darle en cierto modo una dimensión sagital que, de hecho, no le pertenecería natural-mente. De tal modo que la obra final-mente no existe sino en la medida en que cada instante todas las palabras están giradas hacia la literatura, están alumbradas por la literatura, y al mismo tiempo la obra sólo existe

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porque la literatura es en ese momento conjurada y profanada, la literatura que, sin embargo, sostiene todas y cada una de sus palabras, y desde la primera”.

“La literatura es un lenguaje a la vez único y sometido a la ley del

doble”. “En la literatura, no hay nunca encuentro absoluto entre la obra

real y la literatura de carne y hueso. La obra no encuentra nunca su doble por fin dado, y, en esta medida, la obra es aquella distancia, la distancia que hay entre el lenguaje y la literatura; es esta especie de espacio de desdoblamiento, el espacio de espejo, que se podría llamar el simulacro. Me parece que la literatura, el ser mismo de la literatura, si se la interroga sobre lo que es, sobre su ser mismo, sólo podría responder una cosa: no hay ser de la literatura, que hay sencillamente un simulacro, un simulacro que es todo el ser de la literatura”.

“La literatura es un lenguaje al infinito,

que le permite hablar de sí misma hasta el infinito. ¿Qué es esa reduplicación perpetua de la literatura a través del lenguaje acerca de sí misma?, ¿qué es ese lenguaje que es la literatura, y que autoriza, hasta el infinito, las exégesis, los comentarios, los redobla-mientos?”.

“Escribir, durante siglos, ha estado

regido por el tiempo […]. Dirigiéndose o no al pasado, sometiéndose al orden de las cronologías o aplicándose a desanudarlas, la escritura estaba atrapada en una curva fundamental que era la del retorno homérico, pero también la del cumplimiento de las profecías judías. Alejandría, que es nuestro lugar de nacimiento, había prescrito este círculo a todo el lenguaje occidental: escribir era retornar, era regresar al origen, reiterarse desde el primer momento; era estar de nuevo por la mañana. De allí, la función mítica, hasta nosotros, de la literatura; de allí, su relación con lo antiguo; de allí, el privilegio que ha concedido a la analogía, a lo mismo, a todas las maravillas de la identidad. De allí, sobre todo, una estructura de repetición que designaba su ser”.

(Michel Foucault, De lenguaje y literatura)

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Fragmentos de Octavio Paz: El arco y la lira

“El poeta nombra a las palabras más que a los objetos que éstos designan”.

“¿No sería mejor transformar la vida en poesía que hacer la

poesía como la vida?”. “El poema es una careta que oculta el vacío”. “El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro

entre la poesía y el hombre”. “La poesía no es nada sino tiempo, ritmo perpetuamente

creador”. “La primera actitud del hombre ante el lenguaje fue la confianza:

el signo y el objeto representado eran lo mismo. La escultura era un

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doble del modelo; la fórmula ritual una reproducción de la realidad, capaz de re-engendrarla. Hablar era re-crear el objeto aludido. La exacta pronunciación de las palabras mágicas era una de las primeras condiciones de su eficacia. La necesidad de preservar el lenguaje sagrado explica el nacimiento de la gramática en la India védica. Pero al cabo de los siglos los hombres advirtieron que entre las cosas y sus nombres se abría un abismo. Las ciencias del lenguaje conquistaron su autonomía apenas cesó la creencia en la identidad entre el objeto y su signo. La primera tarea del pensamiento consistió en fijar un significado preciso y único a los vocablos; y la gramática se convirtió en el primer peldaño de la lógica. Mas las palabras son rebeldes a la definición. Y todavía no cesa la batalla entre la ciencia y el lenguaje”.

“La belleza es inasible sin las palabras. Cosas y palabras se

desangran por la misma herida”. “Debemos someter a examen las pretensiones de la ciencia del

lenguaje. Y en primer término su postulado principal: la noción del lenguaje como objeto”.

“Lo primero que hace el hombre frente a una realidad

desconocida es nombrarla, bautizarla. Lo que ignoramos es lo innominado”.

“Las redes de pescar palabras están hechas de palabras”. “El hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora

original que lo hizo ser otro y lo separó del mundo natural. El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo”.

“La distancia entre la palabra y el objeto –que es la que obliga,

precisamente, a cada palabra a convertirse en metáfora de aquello a lo que designa– es consecuencia de otra: apenas el hombre adquirió

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conciencia de sí, se separó del mundo natural y se hizo otro en el seno de sí mismo”.

“El goce poético no se da sin vencer ciertas dificultades, análogas a las de la creación”.

“Imposible herir un vocablo sin herir todo el poema”.

“Aquello que dicen las palabras del poeta ya está diciéndolo el ritmo en que se apoyan esas palabras. Y más: esas palabras surgen naturalmente del ritmo, como la flor del tallo”.

“El ritmo es inseparable de un contenido concreto”.

“No hay pueblos sin poesía; los hay sin prosa”. “El poeta nombra las cosas: éstas son plumas, aquellas son

piedras. Y de pronto afirma: Las Piedras son plumas, esto es aquello. Los elementos no pierden su carácter concreto y singular: las piedras siguen siendo piedras, ásperas, duras, impenetrables, amarillas de sol o verdes de musgo: piedras pesadas. Y las plumas, plumas: ligeras. La imagen resulta escandalosa porque desafía el principio de contradicción: lo pesado es lo ligero. Al enunciar la identidad de los contrarios, atenta contra los fundamentos de nuestro pensar. Por tanto, la realidad poética de la imagen no puede aspirar a la verdad. El poema no dice lo que es, sino lo que podría ser. Su reino no es el del ser, sino el del imposible verosímil de Aristóteles”.

“Pensar es respirar”. “El poeta no quiere decir: dice”. “El decir poético dice lo indecible”.

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“El poema no explica ni representa: presenta”. “El poeta crea al ser”. “La poesía no es algo que pueda ingresar en el intercambio de

bienes mercantiles, no es realmente un valor”. “La técnica no es una imagen

ni una visión del mundo: no es una imagen porque no tiene por objeto representar o reproducir a la realidad; no es una visión porque no concibe al mundo como figura sino como algo más o menos maleable para la voluntad humana. Para la técnica el mundo se presenta como resistencia, no como arquetipo: tiene realidad, no figura. Esa realidad no se puede reducir a ninguna imagen y es, al pie de la letra, inimaginable. El saber antiguo tenía por fin último la contemplación de la realidad, fuese presencia sensible o forma ideal; el saber de la técnica aspira a substituir la realidad real por un universo de mecanismos. Los artefactos y utensilios del pasado estaban en el espacio; los mecanismos modernos lo alteran radicalmente. El espacio no sólo se puebla de máquinas que tienden al automatismo o que son ya autómatas sino que es un campo de fuerzas, un nudo de energías y relaciones —algo muy distinto a esa extensión o superficie más o menos estable de las antiguas cosmologías y filosofías. El tiempo de la técnica es, por una parte, ruptura de los ritmos cósmicos de las viejas civilizaciones; por la otra, aceleración y, a la postre, cancelación del tiempo cronométrico moderno. De ambas maneras es un tiempo discontinuo y vertiginoso que elude, ya que no la medida, la representación. En suma, la técnica se funda en una negación del mundo como imagen. Y habría que agregar: gracias a esa negación hay técnica. No es la técnica la que niega a la imagen del mundo; es la desaparición de la imagen lo que hace posible la técnica”.

(Octavio Paz, El arco y la lira)

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