Revista EDUCAR CON AMOR

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ABRIL-MAYO 2012 I Edición EDUCAR AMOR CON EDUCAR CON AMOR Editorial APRENDER DESDE LA AFECTIVIDAD: Pedagogia del amorl EDUCAR EN VALORES DESDE LA BIOPEDAGOGÍA DEL AMOR

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EDUCACIÓN, VALORES, FAMILIA

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ABRIL-MAYO 2012 I Edición

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EDUCAR CON AMOREditorial

APRENDER DESDE LA AFECTIVIDAD: Pedagogia del amorl

EDUCAR EN VALORES DESDE LA BIOPEDAGOGÍA DEL AMOR

Desde hace años se viene reflexionando y trabajando en el desarrollo de una educación centrada en valores y sobre la base del amor, que propicie el diálogo, la convivencia, la empatía y la autorregulación no solo del comportamiento y la conducta en los seres humanos sino también en el desarrollo de su emocionalidad para el ejercicio de una convivencia llena armónica plegada de amor.

De modo pues, que la escuela como institución es responsable de la formación de las y los ciudadanos/as, tiene el compromiso y el gran desafío de propiciar un espacio de convivencia armónica, convirtiéndose en el lugar ideal para inculcar los valores, modelar el ejercicio de la tolerancia y el respeto a la dignidad humana a través del desarrollo de procesos de consolidación de la paz y la práctica de los valores, como el amor, la solidaridad, la igualdad, el respeto y la tolerancia, entre otros.

Educar con conciencia significa alentar desde que somos niños en nuestro proceso de maduración, el apoyo, la aceptación y el amor incondicional. Esto suena sencillo, pero nadie nos enseña cómo hacerlo. Por un lado, observamos que el autoritarismo de nuestros padres y maestros no funciona y por el otro vemos que la permisividad trae graves consecuencias. Entonces, no debemos preguntarnos qué necesita saber y conocer el hombre para mantener el orden social establecido sino qué potencial tiene el hombre y qué puede desarrollarse en él. Así será posible aportar al orden social nuevas fuerzas.

Es en esta perspectiva que la Revista Educar con Amor, abordará los temas de reflexión vinculados con las posibilidades de emergencia de fronteras teóricas que tienen que ver con una manera diferente de hacer, pero también de imaginar la educación en sus distintos contextos y modalidades educacionales.

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María E. Rivera

EDUCAR CON AMOR

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EDUCAR EN VALORES DESDE LA BIOPEDAGOGÍA DEL AMOR

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APRENDER DESDE LA AFECTIVIDAD: PEDAGOGÍA DEL AMOR

Ma.Lourdes Piñero Martín

Una sonrisa negada a un estudiantepuede convertirse en una silla vacía

en un aula de clases

Desde que los Sofistas, en el siglo V a. C., institucionalizaron la enseñanza y fundaron la pedagogía, muchas y muy diversas teorías pedagógicas se han sucedido en el transcurso de la historia. Desde diferentes concepciones de la educación y fundándose en principios filosóficos y antropológicos heterogéneos cada una de ellas ha pretendido diseñar las técnicas y los métodos didácticos más adecuados para desarrollar el proceso educativo de la manera más apropiada y eficaz.

A pesar de todos los constructos teóricos que sustentan la práctica de la educación, nadie duda que más allá de las aptitudes y conocimientos necesarios, se requiere una gran dosis de afecto y amor hacia el propio ejercicio pedagógico. Es así como en los últimos años emerge un estilo educativo que se ha denominado “ pedagogía del amor” y su validez es pues extensible tanto a los padres como a los profesores.

El eje fundamental de la pedagogía del amor es, obviamente, el amor, porque él constituye uno de los pilares básicos en los que ha de sustentarse la educación, ya que el amor genera un movimiento empático que provoca en el educador la actitud adecuada para comprender los sentimientos del educando y, en cierto modo, prever su comportamiento. Es necesario, pues, reflexionar sobre el amor y analizar sus implicaciones, exigencias o manifestaciones en el proceso educativo, a fin de perfilar algunos de los rasgos más sobresalientes que configuran la pedagogía del amor, sin la pretensión de agotar el tema y como una mera invitación a la reflexión.

La pedagogía del amor exige reconocer y aceptar al educando tal cual es y no como nos gustaría que fuera, porque sólo conociendo y aceptando sus valores y sus defectos, sus aptitudes y sus carencias propenderemos a potenciar y desarrollar los primeros y a corregir y a enderezar los segundos. Es demasiado frecuente la tendencia de los padres a establecer comparaciones entre los hermanos y de los profesores entre los alumnos. Pero es un error, porque las comparaciones son siempre odiosas y no benefician ni al que es elogiado, porque fomentan en él sentimientos de superioridad y orgullo, ni al que es censurado, porque disminuyen su autoestima. Cada uno es como es y en toda persona hay siempre un acervo de cualidades valiosas. Si le aceptamos, le enseñamos a aceptarse a sí mismo y le demostramos que no le queremos por sus éxitos, sino por él mismo. La aceptación constituye, pues, el punto de partida del proceso educativo. La pedagogía del amor conoce la psicología del desarrollo y sabe que la adolescencia es la etapa que mayores dificultades entraña en la evolución de la vida del hombre, porque en ella se producen importantes y profundos cambios biológicos, psicológicos y sociales, que pueden originar continuos conflictos y desajustes en la personalidad del educando y que requieren la mirada atenta y serena del educador para comprender la nueva situación, evitar posibles desviaciones, de consecuencias nefastas, y encauzar debidamente la acción educativa hacia su finalidad específica.De allí que esta forma pedagógica es consciente de que la educación tiene como objetivo fundamental el desarrollo integral de la personalidad del educando y, por ello, no reviste un carácter reduccionista, limitándose a ser una mueva transmisora de conocimientos, sino que, además de esa dimensión informativa e instructiva, procura atender a la dimensión formativa, facilitando al educando la interiorización de los valores necesarios para afrontar la vida conforme a su dignidad de persona.

EDUCAR CON AMOR

En fin, la pedagogía del amor es consciente de la complejidad del proceso educativo y de la conflictividad que comporta la convivencia, mayor aún en un periodo de formación, pero sabe que los conflictos generan frustración y que ésta tiene como consecuencia inmediata la agresividad, que puede ser intrapunitiva, si está dirigida sobre el propio sujeto y entonces puede originar ciertos complejos, o extrapunitiva, si se desplaza y se dirige contra personas u objetos que nada tienen que ver con la causa de su frustración, en cuyo caso se convierte en fuente permanente de violencia y agresión . Por ello la pedagogía del amor se apresura a resolver los conflictos y lo hace del modo más eficaz posible, es decir, de manera serena y reflexiva, utilizando siempre el diálogo e intentando convencer mediante argumentos racionales. Estos procedimientos no siempre darán resultado, porque la conflictividad, en muchos casos, es fruto de esa inestabilidad emocional y de esa necesidad de reafirmación del yo que caracterizan al adolescente. En tales circunstancias, será necesario recurrir a otras medidas, incluido el castigo, pero estas medidas se tornarán ineficaces si su uso es abusivo.

Se asume entonces, la necesidad de configurar un nuevo sentido de la responsabilidad inherente al educador , al tiempo de precisar la necesidad de establecer mecanismos de colaboración entre padres y profesores para que la acción educadora, siempre ardua y difícil, alcance sus objetivos y proporcione al educando los medios necesarios para su desarrollo y maduración, procurando aunar esfuerzos y compartir tareas en una línea de coherencia y diálogo permanente que impida la percepción de imágenes distorsionadas o contradictorias de la educación, siempre nefastas porque producen desconcierto e inseguridad en la ya insegura personalidad de los jóvenes. Si los padres y profesores, máximos responsables del proceso educativo, no impulsan una acción conjunta, cada uno desde su ámbito, o adoptan una actitud inhibidora - a veces, aunque no se inhiban - o hacen dejación de sus funciones, otros agentes menos adecuados – tal vez, deseducativos – los reemplazarán y vendrán a ejercer su poderosa influencia.

María Eugenia Rivera

Los valores son actitudes del querer del hombre, de la voluntad, iluminada por la inteligencia

La palabra “Valor” puede tener muchos significados dependiendo de la persona que la vocaliza y el contexto en el que la usa. La cultura occidental desde sus inicios en la Grecia Clásica se ha preocupado por los valores del hombre y la consecución de los bienes de felicidad. Por ello hablar de valores es soportar el peso de más de dos mil años de tradición filosófica. En este caso se refiere al valor como esquema de comportamiento que define lo bueno y lo malo como parte de la búsqueda de la felicidad del ser humano (Rodríguez, 2004:14). Los valores lo expresamos en la convicción razonada de que algo es bueno o malo, interiorizado se convierte en normas y pautas de comportamiento.Los valores expresan sistemas de "conciencias", rigen nuestra mente y configuran o explican nuestras acciones. Es más viable saber los valores de una persona por las acciones que realiza que por las declaraciones de virtud o malicia que pueda expresar, los valores se constituyen en conductas orientadoras Por tal razón, la intervención permanente y activa de los padres y los maestros en el proceso de educación, facilita que desde muy niños aprendamos a valorar y a respetarse a sí mismos, a los demás, los símbolos patrios, nuestras tradiciones, costumbres y las diversas manifestaciones de nuestro sincretismo cultural. De igual forma, el ejemplo familiar y el apoyo de maestros y maestras son dos condiciones básicas para que los seres humanos desde la más temprana edad manejemos el diálogo como herramienta fundamental para plantear y resolver problemas. Sin embargo en la actualidad, nuestra sociedad está viviendo una crisis de valores la cual nos obliga pensar en desarrollar un novedoso modelo de enseñanza como alternativa pedagógica, que estimule la creación de valores en un marco de amor, respeto tolerancia, honestidad y servicio. Hoy, cuando la apariencia vale más que la esencia y la competencia domina las relaciones, es imprescindible hablar de compañerismo, amistad y amor a nuestros jóvenes. En una época cuando la esperanza parece cada vez más escasa y los valores que deberían orientar la vida en sociedad se van olvidando progresivamente, es fundamental reavivar nuestra confianza y esperanza en un mundo más tolerante y humano para nuestros hijos.

EDUCAR EN VALORES DESDE LA BIOPEDAGOGÍA DEL AMOR

La valoración del trabajo como forma de hacer bien las cosas, ganarse el sustento propio o familiar y crear riquezas expresadas en bienes y servicios, es un proceso gradual que se inicia en la familia y se consolida durante la experiencia escolar, es por eso que sin el apoyo de la familia es muy difícil que la escuela pueda formar sujetos capaces de amarse y respetarse a sí mismos, a sus familiares, a sus amigos, al barrio, al centro educativo donde estudian. La familia y la escuela son dos espacios de aprendizaje y de crecimiento humano donde los niños y niñas aprenden de manera progresiva a ser, pensar, sentir y actuar con autonomía y seguridad, así como a expresar y defender sus ideas respetando la de los demás. Desde esta perspectiva cobra mucha vigencia y pertinencia el modelo de la Biopedagogia Del Amor que según el profesor Vásquez, (2008) creador de este novedoso modelo manifiesta que el mismo busca desarrollar un sistema de enseñanza centrado en el estudiante como ser humano social y sensible a objeto de mejorar su formación como hombre o mujer de bien. A juicio del experto, la escuela ya no debe ser un depósito para niños ni para maestros dictadores de salón. Ahora, herramientas novedosas buscan mejorar las relaciones y establecer nexos de confianza, de amor y respeto, valores estos que faciliten el aprendizaje además de erradicar la violencia escolar. En el entendido de que la familia y de la escuela son fundamentales para que nuestros niños y niñas aprendan a respetar la vida en todas sus manifestaciones. Esto les permite demostrar capacidad de autocrítica, sentido de justicia, equidad, solidaridad y valentía, así como la valoración de la dignidad humana. Los estudiantes deben ser participativos dinámicos y creadores de sus propios conceptos, como mecanismo de comunicación a objeto de evitar que las instituciones sean núcleos de subversión o recinto de vandalismo, disturbios, robos y violencia, ya que esta dista mucho de ser el fin principal de la educación. Ante tal exigencia tenemos el reto de transitar por la transformación de nuestra concepción y forma donde se privilegie el desarrollo del ser, el servir y el amar. La familia y la escuela unidas crearan un clima favorable para la implementación de Biopedagogia Del Amor. .