RevColAmazonica No1

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mazónica Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI Número 1 mazónica

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Revista Colombia amazóniCa nueva ÉpoCa

No. 1. Diciembre de 2008

InstItuto AmAzónIco de InvestIgAcIones cIentífIcAs, SINCHICll 20 5-44, teléfono 444 [email protected]á, Colombia

ISSN 0120-6222

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa del Instituto Sinchi.Los conceptos expresados en los artículos no reflejan necesariamente la opinión de los editores.

miembRos de la asamblea GeneRal de soCios

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Amazonas ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Gobernación del Caquetá ∙ Universidad de la Amazonia∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas – Colciencias∙ Instituto Colombiano Agropecuario- Ica ∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural- Incoder ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios

Ambientales- Ideam ∙ Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras -Invemar∙ Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander

von Humboldt

miembRos de la Junta diReCtiva

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Pontificia Universidad Javeriana ∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas” Colciencias ∙ Universidad de la Amazonia ∙ Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área

del Manejo Especial de La Macarena -Cormacarena∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural –Incoder

diReCtoRa GeneRal

Luz Marina Mantilla Cárdenas

subdiReCtoRa administRativa y FinanCieRa

Rosario Piñeres Vergara

subdiReCtoR CientíFiCo y teCnolóGiCo

Daniel Fonseca Pérez

editoR

Ernesto Guhl Nannetti

asistente editoRial

Diana Patricia Mora Rodriguez

ConseJo editoRial

∙ Juan Carlos Alonso, Investigador Instituto Sinchi∙ Francisco Armando Arias Isaza, Director Invemar∙ María Soledad Hernández, Investigadora Instituto Sinchi∙ Dario Fajardo Montaña, Antropólogo, Historiador.

Profesor Universidad Externado de Colombia∙ Eduardo Posada Flórez, Presidente A.C.A.C.∙ Manuel Rodríguez Becerra, Director Foro Nacional

Ambiental. Profesor Universidad de los Andes∙ Luis Eduardo Torres Garzón, Rector Uniamazonia

paRes evaluadoRes

B. Luis Guillermo Baptiste; Camilo Domínguez; Ernesto Guhl Nannetti: Fernando Franco; Gonzalo Andrade; Hernando Bernal; María Clara van der Hammen; María Teresa Becerra

pRoduCCion editoRial (diseño y CoRReCCión)Goth’s Imágenes

CooRdinaCión de la pRoduCCión editoRial

Diana Patricia Mora Rodríguez

FotoGRaFías

Iván Montero; Jaime Navarro; IIAP – Perú

impResión

ALEN IMPRESORES

República de Colombia

Liber tad y Orden

Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial

mazónicamazónica

mazónicaInstituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI Número 1

mazónica

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Revista Colombia amazóniCa nueva ÉpoCa

No. 1. Diciembre de 2008

InstItuto AmAzónIco de InvestIgAcIones cIentífIcAs, SINCHICll 20 5-44, teléfono 444 [email protected]á, Colombia

ISSN 0120-6222

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa del Instituto Sinchi.Los conceptos expresados en los artículos no reflejan necesariamente la opinión de los editores.

miembRos de la asamblea GeneRal de soCios

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Amazonas ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Gobernación del Caquetá ∙ Universidad de la Amazonia∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas – Colciencias∙ Instituto Colombiano Agropecuario- Ica ∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural- Incoder ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios

Ambientales- Ideam ∙ Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras -Invemar∙ Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander

von Humboldt

miembRos de la Junta diReCtiva

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Pontificia Universidad Javeriana ∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas” Colciencias ∙ Universidad de la Amazonia ∙ Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área

del Manejo Especial de La Macarena -Cormacarena∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural –Incoder

diReCtoRa GeneRal

Luz Marina Mantilla Cárdenas

subdiReCtoRa administRativa y FinanCieRa

Rosario Piñeres Vergara

subdiReCtoR CientíFiCo y teCnolóGiCo

Daniel Fonseca Pérez

editoR

Ernesto Guhl Nannetti

asistente editoRial

Diana Patricia Mora Rodriguez

ConseJo editoRial

∙ Juan Carlos Alonso, Investigador Instituto Sinchi∙ Francisco Armando Arias Isaza, Director Invemar∙ María Soledad Hernández, Investigadora Instituto Sinchi∙ Dario Fajardo Montaña, Antropólogo, Historiador.

Profesor Universidad Externado de Colombia∙ Eduardo Posada Flórez, Presidente A.C.A.C.∙ Manuel Rodríguez Becerra, Director Foro Nacional

Ambiental. Profesor Universidad de los Andes∙ Luis Eduardo Torres Garzón, Rector Uniamazonia

paRes evaluadoRes

B. Luis Guillermo Baptiste; Camilo Domínguez; Ernesto Guhl Nannetti: Fernando Franco; Gonzalo Andrade; Hernando Bernal; María Clara van der Hammen; María Teresa Becerra

pRoduCCion editoRial (diseño y CoRReCCión)Goth’s Imágenes

CooRdinaCión de la pRoduCCión editoRial

Diana Patricia Mora Rodríguez

FotoGRaFías

Iván Montero; Jaime Navarro; IIAP – Perú

impResión

ALEN IMPRESORES

República de Colombia

Liber tad y Orden

Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial

mazónicamazónica

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TABLA DE

CONTENIDO

edItorIAl

PolítIcA PArA el desArrollo de lA AmAzonIA: unA mIrAdA dIferente

Dr. Ernesto Guhl Nannetti

InvestIgAcIón cIentífIcA en lA AmAzonIA colombIAnA: un reto PArA lAs PolítIcAs PúblIcAs

Luz Marina Mantilla Cárdenas

el desArrollo sostenIble en el AmAzonAs

Julio Carrizosa Umaña

retos PArA lA conservAcIón de lA bIodIversIdAd AmAzónIcA colombIAnA Ante el cAmbIo globAl

Javier Eduardo Mendoza S., Néstor Ortiz P., María del Pilar Pardo F.

lA economíA del cAmbIo clImátIco y lA oPcIón AmAzónIcA

Carlos Gustavo Cano

InterPretAndo el futuro de lA AmAzonIA PeruAnA

Luis Campos Baca

lA AmAzonIA colombIAnA en lA nuevA fAse AgrícolA

Darío Fajardo Montaña

lA nuevA mAlocA PArA el desArrollo sostenIble en lA AmAzonIA

Carlos Alberto Rodríguez

sostenIbIlIdAd terrItorIAl y bIenestAr IndígenA: bAses PArA el dIseño de IndIcAdores en lA AmAzonIA colombIAnA

Luis Eduardo Acosta Muñoz

sobre lA necesIdAd de un ProgrAmA de InvestIgAcIón PArA el sIstemA Andes–AmAzonIA

Germán Poveda, Peter Bunyard, Carlos A. Nobre

orIto IngI Ande, ejemPlo ActuAl de lA relAcIón socIedAd–nAturAlezA

Parques Nacionales Naturales de Colombia

“HAcerlo AmAnecer”: unA exPerIencIA PArtIcIPAtIvA en lA construccIón de Procesos de etnodesArrollo con Pueblos IndígenAs en lA AmAzonIA colombIAnA

Luis Eduardo Acosta M., Oscar Iván García R., Delio Mendoza H.

cuIdAr lo InvIsIble: AvAnces en ProteccIón de lA bIodIversIdAd y dIstrIbucIón de benefIcIos derIvAdos de su uso

Clara Patricia Peña-Venegas, Gladys Cardona, Olga Rodríguez, Lorena Quintero

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POLíTICA PArA EL DEsArrOLLO DE LA AmAzONIA:UNA mIrADA DIfErENTE

Reiterar el desconocimiento y el abandono de la región amazónica colombiana por parte del Estado y de la sociedad es un lugar co-mún. Las razones para esta actitud están fundadas en el miedo a lo

desconocido, que ha sido la norma que tradicionalmente ha inspirado las relaciones centro–periferia. Ya Rivera en la Vorágine reflejaba esta actitud, consagrando la enemistad con la selva al declarar que a Arturo Cova “se lo tragó la selva”, es decir, que perdió la lucha con una naturaleza enemiga.

La Colombia Andina ha mirado a la Región Amazónica como un territorio lejano, exótico y peligroso, hasta el punto de delegar por muchos años la administración de ciertos servicios básicos que debe prestar el Estado, como la educación y la salud, a manos de la Iglesia Católica. Ese territorio distante y exótico se ha entendido, además, como un espacio inhóspito y conflictivo, que ha ofrecido bonanzas temporales con base en la explotación irracional de sus habitantes y recursos naturales, en el cual se han ubicado, ante la indiferencia del Estado, excedentes de población que el sistema no puede absorber o que han sido desplazados por la violencia.

Los gobiernos centrales han mantenido la línea constante de no saber como tratar la Amazonia, para incorporarla a la nacionalidad y, cuando lo han en-sayado, ha sido mediante organizaciones y métodos utilizados en otras par-tes del país, pero que en general han sido inadecuados a la realidad cultural y biogeográfica de la Amazonia. El Estado colombiano no ha logrado entender que la región es diferente del resto del territorio nacional y que requiere, por tanto, un tratamiento particular y distinto.

El propósito fundamental de este número de Colombia Amazónica es presen-tar de manera conjunta una serie de visiones diversas sobre el futuro de la Amazonia colombiana, como parte de la Gran Cuenca, para contribuir a la tarea de buscar un tipo de desarrollo para la región que incorpore distintas visiones y busque la sostenibilidad en la valoración de sus características cul-turales y en el conocimiento de sus maravillosos y frágiles ecosistemas.

Ernesto Guhl NannettiEditor

EDIT

OrIA

L

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INvEsTIgACIóN CIENTífICA EN LA AmAzONIA COLOmBIANA: UN rETO PArA LAs POLíTICAs PúBLICAsLuz Marina Mantilla Cárdenas1

1 Directora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi.

Uno de los temas más apasionantes en el con-junto de las actividades humanas correspon-de a tratar de establecer regularidades de lo

que no se conoce y traducirlas en términos de datos, análisis y disposición de resultados, de manera que la sociedad pueda hacer uso de ellos en su beneficio, en síntesis, me refiero a la investigación científica.

La temática ambiental permite mostrar una tendencia a abordar la sostenibilidad de manera holística, dada la estructura que hoy en Colombia tiene el Sistema Nacional Ambiental, en el cual se han creado institu-ciones que en todo el territorio nacional cumplen un papel en la generación de conocimiento, a partir de la investigación científica (Guhl, 2008).

Es necesario tener en cuenta que problemas como la degradación, la contaminación, la deforestación, la pérdida de seguridad alimentaria y las diferentes for-mas de extractivismo de los recursos naturales, deben ser resueltos en términos de información que contri-buyan a generar soluciones, para evitar el deterioro ambiental acelerado y, también para conocer la oferta que el capital natural le aporta al país y a la región, dado que nos enfrentamos a un territorio que abarca más de 7.000.000 de km2, de los cuales a Colombia le corresponde el 7% (Murcia et al., 2006).

Para el caso de la Amazonia colombiana es necesario comentar que un 20% aproximadamente de esta re-gión se encuentra afectada por diferentes procesos de intervención (Sinchi 2006), de manera que una de las preguntas que se debe formular es: ¿para qué que-remos esta región?; así se obtendrán respuestas que dependen de los intereses de quien sea interrogado.

Además de la necesidad de conocer ese patrimonio es prioritario disponerlo para hacer un aprovechamiento sostenible, que beneficie a las comunidades locales, ya sean indígenas o colono-campesinas, hay que hacer un balance entre conocer, conservar y utilizar, funda-mento de los acuerdos internacionales que en cuanto a biodiversidad se tienen en el Convenio de Diversi-dad Biológica, el cual ha sido suscrito aproximada-mente por 174 países.

Cuando se proponen retos en las políticas públicas, es necesario que los resultados de investigación científica tengan un peso específico en el diseño de estas, en su aplicación, en el impacto, sobre todo en la coheren-cia e integralidad, que le dan al Estado colombiano la garantía de cumplir con los marcos internacionales y normativos nacionales. Esto es posible mediante in-clusión, equidad, transparencia y sostenibilidad, para que una región tan compleja pueda integrarse al reto

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INVESTIgACIóN CIENTífICA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA: uN RETO pARA LAS pOLíTICAS púBLICAS

del desarrollo sostenible y al de mantener el continuo verde más importante del planeta en condiciones fun-cionales que son indispensables para la vida.

Según Guhl (2006) ”la superficie con bosques sin co-lonizar y colonizados, corresponde a un poco mas de 55 millones de hectáreas, lo cual representa un valioso recurso para el futuro si se utilizan sosteniblemente. La inmensa mayoría de estos bosques están en la re-gión amazónica y en menor grado en el anden Pacífi-co”. Entender esto supone que existen otras formas de enfrentar los desequilibrios económicos de estas regiones, pero pone de presente también que sin in-formación científica y técnica será poco lo que se pue-da avanzar, para cumplir algunos de los objetivos tanto de política nacional como internacional.

En consecuencia se hace casi indispensable entender el papel de las entidades dedicadas a la investigación creadas a partir de la Ley 99 de 1993, entre las que se cuentan el Instituto de Recursos Biológicos Alexan-der von Humboldt, el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP), el Instituto José Be-nito de Andreis (Invemar) y el Instituto Amazónico

de Investigaciones Científicas, Sinchi; estos tienen jurisdicciones diferentes en el territorio nacional, es-tán vinculados al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, y hoy por su cúmulo de co-nocimientos deberían ser considerados “tanques de pensamiento” o think tanks.

El Instituto Sinchi, cuyo vocablo quechua significa “sabedor conocedor”, nombre bastante apropiado por su connotación, cumple su labor misional bajo dos premisas fundamentales: investigación científica bajo un horizonte de largo plazo, y con un enfoque ecosistémico, premisas que han guiado la construc-ción del plan estratégico: ”Investigación científica para el desarrollo sostenible. 2003-2017”. Para su construcción se partió de diferentes instrumentos de planeación desde el Plan Nacional de Desarrollo, los planes trienales de las Corporaciones Autónomas Regionales que están operando en la Amazonia co-lombiana, los planes de desarrollo elaborados tanto en departamentos como municipios, los resultados de investigación científica alcanzados por el propio instituto y lo expresado por las comunidades que la habitan, en el proceso de Agenda XXI.

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7REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

El procEso dE AgEndA XXI, como un AportE A lA polítIcA públIcA dE dEsArrollo sostEnIblE pArA lA AmAzonIA colombIAnA

De la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Me-dio Ambiente y Desarrollo, conocida como Cumbre de la Tierra realizada en 1992 en Río de Janeiro se obtiene el compromiso de los países de generar la Agenda XXI, dándole al tema del desarrollo sosteni-ble un papel central, que irradiara a las políticas na-cionales e internacionales los temas de desarrollo en el marco de la sostenibilidad.

En Colombia, el Ministerio de Medio Ambiente asu-me como suyo el compromiso y designa al Instituto Sinchi para hacer la coordinación de este tema para la Amazonia colombiana y dispone dentro de los di-ferentes planes de desarrollo la provisión para que se haga tanto la Agenda XXI para la Amazonia, como la del Pacífico bajo la coordinación del Instituto de In-vestigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP), así las cosas la cooperación internacional entra de manera amplia a cofinanciar los procesos.

El proceso se desarrolló en tres fases, la primera en el año 2000, sentó las bases conceptuales y organizativas del proceso, la segunda fase realizada entre 2003 y 2004, correspondió a una fase de transición de reac-tivación, y validación de diagnósticos que contó con el apoyo de la Embajada Real de los países Bajos, y la tercera fase desarrollada entre 2006 y 2007 con el objeto de generar las bases de Política para el Desa-rrollo Sostenible de la Amazonia colombiana (Chapa-rro, 2007).

Dentro de las lecciones aprendidas más importantes que dejó el proceso de Agenda XXI, está la relacio-nada con el trabajo interinstitucional que se sostuvo como uno de los de mayor peso específico en el esce-nario territorial, y que se debe ver como una acción complementaria para quienes interactuamos bajo el mandato de la Ley 99 de 1993 –saber occidental, sa-ber tradicional–. Igualmente, dicho trabajo permitió establecer los compromisos entre la institucionalidad que opera en la región, referencia importante hay que

hacer a las Corporaciones de Desarrollo Sostenible: Corpoamazonia, CDA Y Cormacarena, al igual que la Unidad Administrativa de Parques Nacionales y la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonia (OPIAC).

Es un reto para quienes estamos vinculados al que-hacer ambiental en Colombia entender la Ley 99 de 1993, ya que tiene características óptimas de las polí-ticas públicas modernas, descentralizadas e incluyen-tes y sobre todo entender al Estado, en su voluntad de modificar comportamientos mediante el cambio de las reglas del juego que operaban antes de su expedi-ción (Roth, 2007). En este escenario, los institutos de investigación podrán ser considerados como las insti-tuciones reguladoras del conocimiento en el Sistema Nacional Ambiental, por supuesto no las únicas y en esto es necesario entender el papel de las universi-dades y la necesidad de hacer unos vínculos fuertes de colaboración entre estas y los institutos de inves-tigación, sobre todo en zonas donde los actores que generan conocimiento son relativamente pocos.

Por tanto, es estratégico rescatar la importancia que para Colombia tiene la región amazónica, puesto que

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INVESTIgACIóN CIENTífICA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA: uN RETO pARA LAS pOLíTICAS púBLICAS

facilita una inserción más eficaz en el plano internacio-nal, dado el impacto global que posee esta región. En este sentido, cabe resaltar que en las relaciones interna-cionales se hace necesario que la Cancillería colombia-na ponga en primeros planos el mandato constitucional que impone que “la política exterior de Colombia se orientará hacia la integración latinoamericana y del Ca-ribe” (Constitución Política de 1991, art. 9).

Colombia posee fronteras con varios países entre los cuales se encuentran los que conforman la cuenca amazónica; plantear un fortalecimiento de las mismas con países como Brasil, Perú, Ecuador, Surinam, Gu-yana, Guyana Francesa, Bolivia y Venezuela, sería una enorme oportunidad para resolver problemáticas co-munes, teniendo como punto de referencia ese gran ecosistema que es la selva amazónica.

nuEvo lIdErAzgo rEgIonAl

La oportunidad de asumir un mayor liderazgo en los organismos supranacionales como la Comunidad An-dina de Naciones CAN, la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica OTCA y tratados inter-nacionales como la Convención de Ramsar sobre hu-medales, el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático entre otros, permite encontrar prioridades que desde la política internacional sean comunes a nuestros vecinos con el fin de mejorar temáticas de gobernabilidad, inclusión social, derechos humanos, entre otros, protección efectiva de los bosques natu-rales, y cumplir de manera coordinada con las metas del milenio.

Esto, a su vez, permite focalizar esfuerzos para que estamentos del Estado se encuentren con la sociedad civil de estas regiones, con el fin de generar decisiones políticas más incluyentes y coherentes, para así faci-litar su establecimiento como política de largo plazo; y en el mediano plazo, incluir estos aspectos, en los planes de desarrollo de los gobiernos departamentales y en el Plan Nacional de Desarrollo de cada gobierno, con información científica que oriente de manera de-cidida las decisiones de política que en estos aspectos se requiera.

Uno de los aspectos más importantes en los que casi unívocamente ha transitado la agenda internacional de Colombia, tiene que ver con la seguridad y las dro-gas ilícitas, “Securitización de las relaciones internacio-nales” (Oasis, 2008). Según el SIMCI, en 2006 el país tenía un área de cultivos de coca de 78.000 hectáreas, en 2007, el área sembrada ascendió a 99.000 hectá-reas (Nacional Unidas, 2007), en la región Putumayo-Caquetá y Meta-Guaviare sumaron un total de 40.820 hectáreas, casi el 50% del área en cuestión.

La anterior situación ha servido para internacionalizar el conflicto, con el agravante de la problemática de orden público. Hoy, la Amazonia es uno de los lugares más estigmatizados del país, paradójicamente a partir de esta situación el país recibe una buena cantidad de recursos, que de haberse empleado en la solución de problemas de tipo social, se hubiera evitado el au-mento de inequidad y lento desarrollo, como se pue-de evidenciar en las fronteras compartidas con Perú, Ecuador y Brasil. Los intereses de la agenda internacional de Colombia no se pueden establecer únicamente por los temas de seguridad nacional, se hace necesario entender que con una agenda diversificada en asuntos que incluyan prioritariamente la temática ambiental-social, se ten-dría una perspectiva diferente de solución a los pro-blemas de orden público y al fenómeno de las drogas ilícitas.

Para perfilar los futuros enfoques de política exterior, se hace necesario conocer la magnitud de la Amazonia continental con más de 7 millones de km2, con una distribución en ocho países que comparten esta cuen-ca, entre ellos Colombia quien posee 477.274 Km2 , y abarca alrededor del 7% del total de esta superficie. Por su ubicación geográfica se habla de la alta cuenca, allí se encuentra una gran cantidad de especies de flo-ra, fauna y microbiota, así como unas fuentes de agua, que contribuyen al aporte del 15 % de agua dulce que se desprende de la cuenca amazónica continental, al planeta Tierra (Gutiérrez et al., 2004).

En Colombia el 19,88% (Murcia et al., 2007) de esta superficie se encuentra impactado por diferentes procesos antrópicos que afectan las coberturas natu-

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9REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

rales, entre los cuales se cuentan: cultivos ilícitos, ampliación de la frontera agrícola, extracción se-lectiva de especies maderables, contaminación con mercurio por extracción de oro de aluvión, entre otros temas de gran importancia en el contexto internacional.

Aunque el panorama parece desolador en términos de la afectación al medio ambiente, el 19,88% del territorio amazónico se encuentra alterado, y tal porcentaje es a su vez una oportunidad para apli-car a posibilidades de cooperación internacional que contribuyan a restablecer los ecosistemas impactados, con una perspectiva mucho más incluyente como lo es la deforestación evitada y el pago por servicios am-bientales. Estos constituyen asuntos de interés de to-dos los países, que actualmente apuntan a mitigar los efectos del cambio climático y son a todas luces tam-bién escenarios donde caben las poblaciones locales tanto indígenas como no indígenas.

Insertar estos temas en la política de relaciones ex-teriores, supone tener funcionarios, que logren en-tender la importancia geoestratégica de la alta Ama-zonia, e incluyan tales temas en la redefinición de la política internacional (Oasis, 2008, p. 15), que le permitan a la región amazónica, a sus pobladores y al imaginario nacional tener una perspectiva diferente de región.

La política exterior debe mirar con otros ojos los temas de medio ambiente, identificarlo como una

posibilidad de coordinación, de decisión de soberanía nacional, puesto que hoy se mueve en el entorno una ética de principios globales ambientales, los cuales

constituyen el escenario propicio de condiciones que pueden alimentarla de manera propositiva.

Los retos que se tienen para cumplir las metas del milenio, la conservación de la biodiversi-dad, la integración de la diversidad cultural, la capacidad que se genera a partir de la Ley 99 de 1993, la institucionalidad creada a partir de la misma, los temas de ciencia y tecnología que de ahí se desprenden con-tribuirán a fortalecer la política misma y a la solución de los problemas sociales que el país enfrenta.

La necesidad de la investigación científica para la región amazónica, dadas las caracte-rísticas y la importancia global de esta región, sumado a la necesidad expresada por sus po-

bladores de generar alternativas que permitan hacer de esta un modelo de desarrollo sostenible, donde los grupos humanos que la habitan se sientan actores y beneficiarios de una política pública integral, que incluya la ciencia y la tecnología para esta zona del país, es otro reto que la política internacional debe incluir.

Existe una enorme dificultad para que las cancillerías, no solo la colombiana, lo entiendan así. Es por esto que presentar estos beneficios en las políticas tanto de relaciones exteriores como de medio ambiente se-guirá siendo un reto; no entenderlo significa perder capacidades de avanzar en el conocimiento científico, evitar un fortalecimiento técnico de los investigadores y las instituciones creadas para tal fin y desmejorar el instrumento de política pública generado a partir de la Ley 99 de 1993 y todas las que de se desprendan de esta.

La investigación científica para la Amazonia, también es una oportunidad de encuentro con ese conocimien-to tradicional de las comunidades indígenas que le han dado la posibilidad a Colombia de ser el tercer país del

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INVESTIgACIóN CIENTífICA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA: uN RETO pARA LAS pOLíTICAS púBLICAS

mundo en diversidad cultural, nos debe animar la pa-labra “encuentro” de saberes, para generar confianza, vía importante para la reconciliación y para la paz que en zonas apartadas del país se necesita tanto.

Fortalecer el conocimiento científico y brindar opor-tunidad para que este sea reconocido en los escena-rios local, nacional e internacional permitirá avanzar en una mejor comprensión de nuestro entorno, ro-bustecerá las relaciones internacionales y generará una mejor estrategia de futuro para quienes deben y quieren permanecer en la amazonia como habitantes comprometidos o como proyectos de vida.

Se hace necesario dejar planteado en este artículo la importancia que desde el Viceministerio de Ambiente, la doctora Claudia Mora, como viceministra consigna en la presentación de antecedentes de la edición es-pecial de la Ley 99 de 1993: “Así mismo, y con el pro-pósito de cumplir con el principio ambiental según el cual la formulación de las políticas ambientales tendrá en cuenta el resultado del proceso de investigación científica, se establecieron cinco entidades de apoyo científico y técnico adscritas y vinculadas al Ministerio de Ambiente para que suministren la información que sirva de base a la expedición de las políticas y regula-ción en materia ambiental” (Mora, 2008).

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11REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

rEfErEncIAs bIblIográfIcAs

cHAPArro, O.L. Construyendo Agenda XXI para el departamento de Amazonas: Una construcción colectiva para el desarrollo sostenible de la Amazonia colombiana. Instituto Amazónico de Investi-gaciones Científicas, Sinchi. 2007.

guHl, N. E. La ciencia y la tecnología en el SINA. Dificultades, logros y recomendaciones. En: rodríguez, M. (ed.). Gober-nabilidad, instituciones y medio ambiente en Colombia. Bogotá. Foro Nacional Ambiental. 2008, p. 391-476

guHl, N.E. 2006. Ciencia y Medio Ambiente en el SINA y Apro-vechamiento de la Amazonia. Revista Colombia Amazónica, no. Especial, agosto, p.34.

gutIérrez, f., c. sAlAzAr, l. AcostA. Perfiles urbanos en la Amazo-nia colombiana: un enfoque para el desarrollo sostenible, Bogotá: Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, 2004. p 54.

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murcIA, u., c. mArín, j.c. Alonso. Diseño de la línea base de infor-mación ambiental sobre los recursos naturales y el medio ambiente en la Amazonia colombiana: bases conceptuales y metodológicas. Bogotá: Instituto Amazónico de Investigaciones Científi-cas, Sinchi, 2007. p. 211.

murcIA, u.g., c.H. rodríguez, W. cAstro. 2006. Zonificación am-biental (Ecológica y económica) en la Amazonia colombiana. Revista Colombia Amazónica, Número especial, agosto.

nAcIones unIdAs. Colombia. Monitoreo de cultivos de coca. 2007. p. 6.

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rotH d., A.N. Políticas públicas. Editorial Paidós. 2007. p. 19.

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EL DEsArrOLLO sOsTENIBLE EN EL AmAzONAsJulio Carrizosa umaña1

1 Ingeniero civil, MSC en Economía, MSC en Administración Pública.

D urante los últimos treinta años, en los de-partamentos surorientales, especialmente en Putumayo, Amazonas, Guainía, Vaupés

y Vichada, se han aplicado tres políticas estatales fun-damentales, en las cuales han coincidido, en términos generales, todos los gobiernos: una indigenista, una ambiental y una de educación e investigación. Cada conjunto político se generó mediante procesos dife-rentes y ha sido afectado tanto por las característi-cas estructurales de cada territorio, sobre todo por su relación con las fronteras agropecuarias, como por el narcotráfico y la insurrección. En este artículo se señalan esas diferencias y se proponen algunos inte-rrogantes como temas de investigación.

El conjunto de políticas que aquí llamamos indige-nista tiene antecedentes en las medidas con que el Consejo de Indias trató de defender a los indígenas precolombinos y en las posiciones antiliberalisantes y defensoras de la propiedad comunal indígena de Mi-guel Antonio Caro, pero su versión moderna se cons-truyó a partir del encuentro del pensamiento antro-pológico internacional con la realidad de los grupos indígenas colombianos en el Instituto Colombiano de Antropología y en algunas universidades colombianas. Estas nuevas ideas influyeron en varios gobiernos de mediados del siglo XX y tuvieron su mejor desarrollo durante el gobierno de Virgilio Barco, con la declara-

ción de varias de cientas de miles de hectáreas de la cuenca amazónica colombiana como resguardos indí-genas. Esta política ha sido apoyada por todos los go-biernos con diferentes intensidades desde el antiguo Ministerio de Gobierno, hoy Ministerio del Interior y de Justicia.

Las políticas que hoy llamamos ambientalistas se ini-ciaron en gran escala con la declaración de la Reserva Forestal de la Amazonia en 1959 y luego avanzaron durante los gobiernos de Misael Pastrana y Alfonso López Michelsen, con el establecimiento de vedas a la cacería comercial de animales silvestres, la firma del Código de Recursos Naturales y Protección al Medio Ambiente y la declaración del Parque Amacayacú en el Trapecio Amazónico. Posteriormente, durante el gobierno Barco, se declararon otros tres grandes par-ques, Cahuinarí, Río Pure y la Paya, para un total de más de dos millones de hectáreas en la planicie ama-zónica perteneciente a nuestro país.

Durante el gobierno de Cesar Gaviria, la ley 91 creó el Ministerio del Ambiente, la Corporación para el De-sarrollo Sostenible del Norte y Oriente Amazónico, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia y el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, como partes del Sistema Nacional Ambiental. Ambas políticas, la indigenista y la ambien-tal, contienen elementos de educación y de investiga-ción que han sido reforzados durante todos estos años

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EL dESARROLLO SOSTENIBLE EN EL AMAZONAS

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con las medidas tomadas por todas las administraciones para lentamente aumentar y mejorar el sistema de edu-cación pública e incrementar, mediante Colciencias, los fondos destinados a investigar la Amazonia. El antiguo Dainco en Araracuara, la Universidad Nacional de Co-lombia y varias otras universidades públicas y privadas mantuvieron y mantienen actividades educativas e in-vestigativas constantes o eventuales en la cuenca desde mediados del siglo XX, destacándose la sede de la Uni-versidad Nacional de Colombia en Leticia. El estado ha procurado durante los últimos treinta años apoyar estas tres políticas fundamentales dando seguridad, manteniendo una mínima actividad administrativa en los cascos urbanos y proporcionando allí algunos servi-cios públicos. En un país afectado por tantos problemas socioeconómicos, sobresale la continuidad de estas po-líticas, producto, me atrevo a afirmar, de modelos men-tales de académicos, políticos y funcionarios que perci-bieron y perciben la complejidad de la cuenca no como un espacio que debe ser transformado, sino como uno que debe ser investigado, protegido y conservado.

Esto modos de ver la realidad, a pesar de sus antiguas raíces, no siempre han tenido la fuerza que tuvieron durante estos treinta años. Los españoles se asomaron a la Amazonia únicamente porque sospecharon que allí estaba localizado el fabuloso Eldorado o para esta-blecer misiones evangelizadoras de las tribus. Durante los primeros años de la República, los procesos principales estaban orientados por el pensa-miento utilitarista: los intentos del General Reyes de encontrar cantidades suficientes de corteza de quina y su proyectada inmigración masiva de trabajadores asiáticos para estable-cer plantaciones y la colaboración pasiva de colonos colombianas con la famosa Casa Arana en la cual, por omisión de nuestras autoridades, Colombia resultó en parte responsable del genocidio y casi extinción de los Witoto.

La aplicación de estas políticas ha tenido suertes diversas, atadas a los procesos prin-cipales que ha seguido nuestro país y a las estructuras ecológicas y socioeconómi-cas de cada subregión. La insurrección y el narcotráfico han afectado la suerte de todas las actividades en la cuenca, es-

pecialmente en las subregiones más cercanas a la cordi-llera. Durante los últimos años, estos impactos se han movido hacia el suroriente, afectando ecosistemas antes poco modificados. En cada departamento amazónico, estos conjuntos de procesos han tenido características diferentes: en el Putumayo, los cultivos de uso ilícito han sido numerosos y la guerra entre paramilitares y guerrilla ha sido intensa y muy cruenta; en el Vaupés, este tipo de enfrentamientos han tenido menos impor-tancia, pero la guerrilla tuvo en años pasados fuerza su-ficiente para tomarse su capital.

En el Caquetá, desde mediados del siglo XX, los go-biernos han apoyado políticas diferentes de las plan-teadas por indigenistas y ambientalistas, la coloniza-ción dirigida en este departamento se planteó como alternativa a la Reforma Agraria, como una especie de válvula que dejara escapar el vapor generado por los conflictos sociales en el resto del país. El Banco Mun-dial apoyó estas políticas y el Incora diseñó un estilo de asentamiento en el cual el Estado definía el tamaño óptimo de la explotación, adjudicaba baldíos, construía carreteras, suministraba energía y agua, establecía es-cuelas y hospitales y proporcionaba asistencia técnica.

Poco de esto permanece, casi nadie recuerda este gigantesco esfuer-

zo, quedan únicamente los re-

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15REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

cuerdos cercanos de la llamada Zona de Distensión, donde la guerrilla se asentó durante varios años y con-vivió con las actividades de colonización–deforestación e inclusive con el montaje de haciendas ganaderas que hoy, apoyadas nuevamente por el Estado, conforman una amplia brecha en la antigua selva.

En el Amazonas, al contrario, la selva continúa casi intacta, afectada únicamente por el corte selectivo de los árboles más valiosos, por la cacería furtiva de los animales más demandados y por actividades puntuales de extracción de oro, pero en este departamento las actividades de insurrectos y narcotraficantes también han afectado en ocasiones la marcha de las institucio-nes. Durante estos treinta años, la población se ha cua-druplicado, pero apenas ha llegado a un poco más de la mitad de lo que proyectaba el Dane, según el Censo de 1985. Algunos índices de bienestar han mejorado, especialmente los educativos (93,7 %), de alfabetismo (92,2%), de escolarización entre los seis y los diez años. Otros aspectos, como “necesidades básicas insatisfe-chas” se ha hecho aceptable en Leticia, pero disminuye si se consideran los poblados indígenas, cuyas caracte-rísticas no coinciden con los parámetros establecidos.

Recordemos que el departamento tiene un área ma-yor que la de muchos países independientes, 121.240

kms2, doce millones de hectáreas y que la población que encontró el Dane en el Censo de 2005 fue de 46.950 habitantes en 9400 viviendas, más de la mitad que en las cabeceras urbanas. La densidad es una de las más bajas de América Latina y la biodiversidad una de las más altas, más del noventa por ciento del territorio está bajo cobertura de bosque tropical húmedo. Aquí, la aplicación de las políticas indigenistas, ambienta-listas y de educación–investigación han tenido éxitos significativos, un poco ocultos por la retórica desa-rrollista que continúa pidiendo que crezca el PNB del departamento. Los viajeros y turistas desprevenidos se admiran de los parques, los institutos de investiga-ción, los resguardos y la calidad de vida de Leticia o de Puerto Nariño, pero algunos colombianos todavía reclaman que estas políticas se reemplacen por unas de mayores aspiraciones económicas.

Recordemos que esas políticas que condujeron a la conversión de la selva en potreros en el Caquetá y el Putumayo se iniciaron cuando el conflicto armado con el Perú exigió que se construyeran las carreteras hacia Florencia y Mocoa, de igual manera, estuvieron natu-ralmente guiadas por el afán de lucro y fueron un poco más tarde oficializadas por los gobiernos de mediados del siglo XX e impulsadas como alternativa a la Refor-ma Agraria en el mismo Incora, apoyado por grandes créditos del Banco Mundial. Hoy, estas políticas utili-taristas se plantean nuevamente, ahora bajo el paraguas del crecimiento económico. Discusiones que se creían superadas se reviven, se propone plantar grandes ex-tensiones de una sola especie, se recomiendan como nuevas antiguas técnicas ganaderas, los propietarios lle-vados por la inercia y por los bajos rendimientos de sus haciendas continúan quemando y deforestando. Los antiguos modelos mentales resurgen en las cabezas de los nietos que aspiran a tener bajo su control decenas o cientos de miles de hectáreas.

Pienso, antes de cambiar las políticas indigenistas, ambientalistas y de educación–investigación, como lo están proponiendo algunos, que este es el momento de efectuar un análisis profundo de las experiencias de los últimos treinta años y propongo que este análi-sis sea tanto económico como ecológico y que se aleje de la retórica de ambos modelos mentales, que sea cuantitativo y específico.

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Para iniciar esta evaluación, sugiero que se evalúe la rentabilidad real obtenida en las explotaciones gana-deras del Caquetá en los mejores años y en las mejores haciendas. Recomiendo, además, que salgan a la luz las evaluaciones que se han hecho de los diversos cultivos y plantaciones que se han ensayado en el Putumayo como parte de las estrategias de desarrollo alternati-vo a los cultivos de uso ilícito. Es muy probable que las respuestas a ambas preguntas constituyan pruebas suficientes para evitar que se repitan los errores co-metidos en ambos departamentos.

Me preguntarán entonces: ¿está sugiriendo que estos territorios tan enormes no aporten nada a la econo-mía nacional? ¿Pide que se condene a la miseria y al

atraso a todos sus actuales habitantes? Las respuestas a estas preguntas las han dado ya los estudios que demuestran la importancia internacional de los ser-vicios ambientales y las investigaciones publicadas en ésta y otras publicaciones, en las que se detallan los beneficios económicos, sociales y privados de mo-delos orientados hacia la protección, la restauración ecológica y la producción sostenible. La experiencia de Caquetá, Putumayo, Vaupés, Guanía y Amazonas apunta hacia sistemas territoriales de baja densidad de población, orientados por objetivos ontológicos, cognitivos, éticos, lúdicos y estéticos; facilitados y protegidos por alianzas entre las comunidades y el Estado, si es que éste desea mantener allí su sobera-nía y su dignidad.

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rETOs PArA LA CONsErvACIóN DE LA BIODIvErsIDAD AmAzóNICA COLOmBIANA ANTE EL CAmBIO gLOBAL

Javier Eduardo Mendoza S.1, Néstor Ortiz p.2, María del pilar pardo f.3

1 Dirección de Ecosistemas del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. [email protected]; [email protected]

2 Dirección de Ecosistemas del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. [email protected]; [email protected]

3 Directora de Ecosistemas del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. [email protected]

rEsumEn

L a Amazonia colombiana abarca el 41,8% de la superficie continental del país y preserva el 95% en coberturas naturales. Los princi-

pales retos para la conservación de la biodiversidad amazónica ante el cambio global están relacionados principalmente con la generación e implementación tanto de estrategias de adaptación y mitigación ante el cambio climático, como de esquemas efectivos de control a la creciente transformación de ecosistemas naturales y la pérdida de su diversidad biológica aso-ciada. A nivel mundial, las principales acciones que se han desarrollado para la lucha contra el cambio climá-tico se enfocan en mecanismos de pago internacional por servicios ambientales (Pisa), para unir proveedo-res y beneficiaros que residen en diferentes países. Uno de los principales instrumentos desarrollados en el marco del Protocolo de Kyoto es el secuestro de carbono, realizado a través de proyectos MDL, los cuales contemplan proyectos de reforestación. La re-ducción de emisiones provenientes de deforestación y degradación (REDD), que incluye la deforestación evitada, es otra alternativa internacional que han co-menzado a tomar fuerza en la agenda mundial de dis-cusión sobre mecanismos de mitigación y adaptación al cambio climático y que se espera puedan ser con-

solidadas a partir de 2012 en el escenario postKyoto. Esta opción abrirá un abanico de posibilidades para su implementación tanto a nivel nacional como también regional junto con los demás países amazónicos para apuntar no solo a objetivos relacionados con el cam-bio climático, sino a la conservación de biodiversidad y de servicios ambientales de interés global y local. Para ello se requiere el fortalecimiento de las capa-cidades nacionales para la mitigación y la adaptación al cambio climático, el cual reside principalmente en tres líneas de acción: una adecuada información, una efectiva planificación y ordenamiento regional, y una política de biodiversidad que incluya el cambio climá-tico. Para afrontar estos retos el país se prepara, entre otros instrumentos de política, con la actualización de la política nacional de biodiversidad y de su plan de acción, siguiendo los recientes lineamientos del Con-venio de Diversidad Biológica.

Palabras clave

Conservación de los recursos, política ambiental, cambio climático, servicios ambientales, Convenio de Diversidad Biológica.

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RETOS pARA LA CONSERVACIóN dE LA BIOdIVERSIdAd AMAZóNICA COLOMBIANA ANTE EL CAMBIO gLOBAL

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IntroduccIón

Fruto de procesos como la urbanización, la industria-lización, la ampliación de la frontera agrícola mundial, la intensificación de la agricultura y la masificación del automóvil, el mundo ha experimentado cambios ace-lerados, especialmente en los últimos dos siglos, crean-do una nueva era geológica: el Antropoceno, donde el ser humano es principal protagonista como factor for-mador del paisaje (Crutzen y Stoermer, 2000). Estos cambios en el medioambiente global han disparado el sexto evento de extinción masiva en la historia de la vida y han causado efectos cada vez más amplios en la distribución global de los organismos. Estos cambios en la biodiversidad y los recursos naturales alteran los procesos ecosistémicos y cambian la resiliencia de los ecosistemas al cambio ambiental (Chapin III et al., 2000), impactando los bienes y servicios ambientales que la humanidad deriva de la naturaleza.

Al interior del cambio global se identifican ocho pro-cesos principales: lluvia ácida; ruptura de barreras biogeográficas; extinción biológica; sobreexplotación (Dirzo, 2003); alteración de los ciclos de nitrógeno; incremento en las concentraciones de gases efecto in-vernadero, que generan el calentamiento global; inva-sión de especies, y transformación de hábitat (cambio de cobertura y de uso del suelo) (Vitousek, 1994; Vi-tousek et al., 1996). Este último proceso se identifica como la principal amenaza de la biodiversidad nativa tropical al perderse hábitat natural por deforestación (Sheil, 2001), la cual también impacta en el aumento de la desertificación y la pérdida de fertilidad y es-tructura de los suelos, así como al aumento de los procesos erosivos.

Uno de los principales temas relacionados con el cambio global y que ha recibido mayor atención por parte de políticos, medios de comunicación y comu-nidad en general es el cambio climático. La inclusión del tema en la agenda pública nacional, en el marco de los acuerdos internacionales firmados por Colombia como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático o el Protocolo de Kyoto, ha puesto en marcha estrategias nacionales para mitigar y adaptarse al cambio climático.

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19REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

De acuerdo con el Ideam (2001), las dos principa-les afectaciones para la Amazonia relacionadas con el cambio climático son las áreas de selva tropical cerca-nas a los piedemontes, pero fuertemente fragmenta-das y con un uso de la tierra que ha producido erosión y compactación de los suelos (Caquetá y Putumayo), y la variación en el régimen hidrológico de los ríos que puede afectar la estructura y composición de ecosis-temas inundables, debido a la variación en los regíme-nes de inundación en los planos aluviales, lo que sin duda tendrá efecto enorme sobre la biodiversidad.

Adicionalmente, las variaciones en la temperatura y en el régimen de precipitaciones podrán ocasionar variaciones en los ciclos fenológicos de muchas espe-cies de flora, lo que sin duda afectará la distribución y disponibilidad de recursos para fauna ocasionando dispersión de individuos a nuevos hábitats y en el caso de especies especialistas, potenciales extinciones loca-les. Los anteriores efectos son graves para una región caracterizada por su elevada riqueza en biodiversidad como es la Amazonia colombiana.

AltA rIquEzA En bIodIvErsIdAd con crEcIEntEs prEsIonEs AntrópIcAs

La Amazonia colombiana abarca más de 47 millones de hectáreas, equivalentes a un 41,8% del territorio continental del país. Cerca del 95% de las coberturas naturales se conservan actualmente albergando una alta riqueza de especies y ecosistemas. La región con-tiene 59 ecosistemas y registra 674 especies de aves, 212 de mamíferos, 573 de peces, 195 de reptiles y 158 de anfibios, de los cuales el 75% corresponden a especies endémicas (Sinchi, 2007). En cuanto a flora, y para señalar solamente el caso de las plantas vascu-lares, se han identificado 6249 especies, las cuales es-tán representadas por 219 familias agrupadas en siete divisiones, de las cuales las más representativas son Magnoliophyta, con 5933 especies y Pteridophyta, con 277 (Cárdenas, et al. 2006).

Sin embargo, la región presenta una alta fragilidad ante las presiones antrópicas, como la deforestación,

la fragmentación de los bosques naturales, la existen-cia de especies amenazadas, el tráfico de especies de flora y fauna, y la introducción de especies invasoras.

La deforestación de la cuenca amazónica, compartida por ocho países, comprende 699.625 km2 equivalentes a un 17,5% de su cobertura original (Simonian, 2007). Las imágenes de satélite revelan que cerca del 40% de esta deforestación fue realizada en los últimos veinte años (Coutinho y Edward, 2008) y se estima que de continuar el ritmo actual de deforestación y la tenden-cia de cambio climático, en 20 años sería destruida el 40% del total de la Amazonia (Wallace, 2007). En el caso de Colombia, la deforestación está genera-da, entre otros factores, por la expansión de la fron-tera agrícola, los cultivos de uso ilícito, la tala ilegal, las actividades extractivas, el crecimiento y la concen-tración poblacional y la infraestructura vial (Moreno et al., 2003; Armenteras y Villa, 2006). Por ello no es motivo de sorpresa que los departamentos con mayor porcentaje de deforestación de ecosistemas naturales sean Putumayo (18%), Caquetá (15%) y las porciones amazónicas de Nariño (11%), Meta (11%) y Cauca (10%). En todos los casos esta deforestación está liga-da con procesos de colonización (Sinchi, 2007).

Cabe señalar que la Amazonia colombiana no es un área homogénea, sino que pueden diferenciarse dos subregiones, de acuerdo con los procesos de ocupación e intervención antrópica: la Amazonia noroccidental y la Amazonia suroriental. Esta última se encuentra formada principalmente por áreas de bosque húmedo tropical, que albergan una población dispersa, sobre todo indígena, y con una economía de subsistencia, pero a su vez, con enclaves económicos extractivos mineros. La Amazonia noroccidental, por su parte, se caracteriza por procesos activos de colonización y se estructura en áreas de poblamiento continuo, gracias a una infraestructura vial de soporte (Salazar, 2006). A estas subregiones corresponden a su vez diversos patrones de deforestación y fragmentación (Armen-teras y Villa, 2006). En el caso de la Amazonia noroc-cidental, por ejemplo, entre 1998 y 2001 se observó una disminución del 7,5% de los bosques nativos que se transformaron en coberturas de pastos y vegetación secundaria (Sinchi, 2007).

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RETOS pARA LA CONSERVACIóN dE LA BIOdIVERSIdAd AMAZóNICA COLOMBIANA ANTE EL CAMBIO gLOBAL

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La deforestación es quizá una de las principales causas de pérdida de especies en la Amazonia colombiana. De acuerdo con la distribución geográfica reportada en los libros rojos, se encuentran en esta región 79 especies amenazadas: 24 corresponden a mamíferos, 23 a aves, 15 a reptiles, 14 a peces, 3 a anfibios. Unas 51 especies se encuentran en las categorías de peligro crítico, en peligro y vulnerable, especialmente en los grupos de aves, peces y mamíferos (Sinchi, 2007).

Muy poco se sabe sobre la invasión de especies en los ecosistemas amazónicos. Sin embargo, de existir se espera que se dé en áreas de colonización, cerca de bordes de bosque, ya que ha sido demostrado que la competencia en bosques tropicales hace a estos más resistentes a la invasión (Laurance y Bierregaard, 1997). Además, los bordes más antiguos parecen ser más susceptibles a la invasión que los paisajes que han sido recientemente colonizados (Laurance et al., 2002).

Por último, un hecho paradójico resalta en la Amazo-nia colombiana: por un lado se presenta la alta riqueza de biodiversidad, y por otro, el alto índice de pobreza de las poblaciones que la habitan. Dicha riqueza no ha significado un mejoramiento de las condiciones eco-nómicas y sociales. La mayoría de la población amazó-nica vive en condiciones de pobreza y marginalidad.

lAs EstrAtEgIAs dE AdAptAcIón Al cAmbIo clImátIco

Al panorama anterior se agregan las interrelaciones entre el cambio climático y la biodiversidad amazó-nica. De un lado, la vegetación amazónica regula el clima mundial, provee enormes bienes y servicios ambientales y reduce los gases de efecto invernade-ro, en especial gracias a la captura de carbono. De otro lado, los efectos adversos del cambio climático (afectación de la temperatura, los regímenes de lluvias y ocurrencia de eventos climáticos extremos) sobre la biodiversidad amazónica pueden conllevar pérdida de especies y disminución de bienes y servicios am-bientales. Además, la combinación de efectos origina-dos por el cambio climático y el cambio en el uso del suelo, pueden fomentar la sabanización, e incluso de-sertificación, en algunas subregiones amazónicas. Por

ello es urgente la limitación de las emisiones de gases efecto invernadero, sobre todo aquellos relacionados con la deforestación, con el fin de reducir los efectos sobre los ecosistemas amazónicos, dada su vulnerabi-lidad e importancia global. Así, se calcula que la defo-restación aporta cerca del 20% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el mundo (Olander et al., 2008; UNFCCC, 2006).

Las principales acciones que se han desarrollado para la lucha contra el cambio climático se enmarcan en meca-nismos de pago internacional por servicios ambientales (Pisa), para unir proveedores y beneficiaros que residen en diferentes países (UNEP-IUCN, 2006). Uno de los mecanismos Pisa más desarrollados desde la firma del Protocolo de Kyoto (Ley 629 del 2000) es el secuestro de carbono. Este tipo de mecanismo de desarrollo lim-pio se realiza mediante de proyectos de reforestación o forestación, con especies nativas o introducidas, donde el país en el que se ejecuta el proyecto emite certifica-dos de emisiones reducidas (CER), también llamados bonos de carbono que son adquiridos por países con altas emisiones de GEI (países desarrollados incluidos en el anexo 1 del Protocolo de Kyoto), como forma de compensar por la contaminación causada, hasta un 5% del total de sus reducciones requeridas bajo el Pro-tocolo de Kioto. En este esquema el mantenimiento de bosque nativo existente no es considerado para la emisión de bonos, ya que se considera que un bosque maduro secuestra muy poco carbono de la atmosfera comparado con un bosque secundario o una plantación forestal en crecimiento.

Por su parte, los mecanismos Pisa relacionados con la conservación de la biodiversidad están mucho menos desarrollados y han sido utilizados de manera menos extendida; ya que históricamente, la conservación de la biodiversidad se había perseguido casi median-te la declaratoria de áreas protegidas (Peterson et al., 2007). Como ejemplos de estos mecanismos pueden citarse: certificación de bosques e industrias pesque-ras, concesiones de caza, ecoturismo y sellos ecoló-gicos, entre otros. En Colombia se viene trabajando en la Estrategia Nacional de Pagos por Servicios Am-bientales (Enpsa) (Ecoversa-Ecosecurities, en prep.), la cual contempla, entre otras, las siguientes metas: i) apoyar el establecimiento y manejo de nuevas áreas

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protegidas y de corredores de conservación en los ámbitos nacional, regional y local en áreas estratégicas por su oferta de servicios ambientales; ii) facilitar la implementación de las actividades de conservación y manejo de las áreas protegidas existentes en los ám-bitos nacional, regional y local mediante el pago por los servicios ambientales que prestan; iii), rehabilitar o restaurar ecosistemas, recursos naturales y sus ser-vicios ambientales en áreas degradadas, y, iv), orien-tar y armonizar el pago por los servicios ambientales con los instrumentos de planeación, administrativos y económicos existentes en Colombia. Ante las po-tencialidades que REDD presenta es muy conveniente que la Enpsa entre a considerar también los meca-nismos voluntarios para reducción de emisiones no ligados directamente al Protocolo de Kyoto, siendo explícita en prestar mayor atención a estrategias para la adaptación al cambio climático más que solo a es-trategias de mitigación.

La aceptación por parte de la comunidad internacio-nal en cuanto a la reducción de las emisiones pro-ducto de la deforestación y la degradación de los bosques (REDD), como un mecanismo viable para la reducción de GEI, ofrece un escenario prometedor de generar mecanismos Pisa más allá del secuestro de carbono, que contribuyen no solo a mitigar el cambio climático sino también a conservar biodiversidad y bienes y servicios ambientales derivados de esta (Pe-terson et al., 2007). REDD es un mecanismo que pre-tende frenar la deforestación de reservas existentes de biomasa (es decir, bosque nativo en pie). Ante este reto, Colombia ha determinado que la opción más viable es un mecanismo a escala sub-nacional donde se puedan generar proyectos o comprometer regiones enteras a este tipo de actividades. La otra opción, el nivel nacional, provee la flexibilidad para manejar todo el bosque de un país; en el segundo caso, las políticas pueden ser más fáciles de implementar y pueden estar mejor acomodadas a la amplia heterogeneidad interna del país, pero deben enfrentar enormes retos respecto a fugas (Davis, 2008).

No obstante el excelente panorama para REDD aún queda mucho camino por recorrer para su aceptación

internacional y correcta implementación, sobre todo cuando se trata de mecanismos de reducción obliga-torios (emisión de bonos transables en bolsa), ya que la mayoría de mercados ligados o no al protocolo de Kyoto lo han excluido y lo ven con limitadas posibi-lidades para la reducción de GEI. Esto ha hecho que el potencial de REDD para reducir emisiones de GEI se centre en mecanismos voluntarios ligados o no al mercado (por ejemplo, bancos de proyectos).

Aunque Colombia actualmente no desarrolla proyec-tos FR-MDL en la Amazonia, las áreas deforestadas, degradadas o áreas con cultivos de uso ilícito son candidatas para desarrollar proyectos de este tipo uti-lizando especies nativas maderables como el perillo negro (Couma macrocarpa), marfil (Simarouba amara), guayacán (Terminalia amazonica), entre otras, siempre y cuando estas áreas cumplan con los requisitos de ele-gibilidad para este tipo de proyectos. Para actividades de reforestación el Protocolo de Kyoto establece que son elegibles las áreas sin bosque a 31 de diciembre de 1989, mientras que para actividades de forestación son elegibles aquellas áreas carentes de bosque en los últimos 50 años. La experiencia exitosa acumulada en otras experiencias que se vienen desarrollando en el país puede ser punto de inicio para el desarrollo de este tipo de iniciativas.

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trEs grAndEs rEtos pArA El pAís

La generación de estrategias para la reducción de emisiones provenientes de deforestación y degrada-ción (REDD) es un escenario muy prometedor para una región como la Amazonia colombiana, ya que se pueden adelantar proyectos en grandes extensiones de bosque (mayores de 100.000 ha). En tal sentido, REDD es un tema álgido en la agenda internacional posprotocolo de Kyoto en 2012, lo que abrirá un abanico de posibilidades para su implementación no solo a nivel nacional sino también regional junto con los demás países amazónicos. Para ello se requiere el fortalecimiento de las capacidades nacionales para la mitigación y la adaptación a cambio climático, el cual reside principalmente en tres líneas de acción: una adecuada información, una efectiva planificación y ordenamiento regional y una política de biodiver-sidad que incluya el fenómeno de cambio climático como una variable que genera pérdida de diversidad biológica.

unA AdEcuAdA InformAcIón

El país requiere fortalecer los sistemas de monitoreo de la biodiversidad amazónica y de la deforestación y la generación de conocimiento sobre las capacida-des de secuestro de carbono de las diversas especies (Campos y Santamaría, 2006). La operacionalización de un proyecto REDD como mecanismo obligatorio para los países firmantes tiene varios niveles, el pri-mero es a escala de país, donde Colombia debe tener información de: i) la extensión de la deforestación y la degradación (hectáreas); ii) para degradación, la proporción de biomasa de bosque perdida (porcen-taje); iii) dónde ocurre la deforestación y la degrada-ción (tipo de bosque); iv) el contenido de carbono de cada tipo de bosque (toneladas métricas de carbono por hectárea), y v) caracterizar el proceso de pérdida de bosque que afecta la tasa y el tiempo de las emi-siones (Olander et al., 2008). Con esta información recopilándose juiciosamente mediante metodologías internacionalmente concertadas y aprobadas, el país podría expedir bonos de carbono para ser comercia-dos en bolsa o en alguna otra instancia del mercado

internacional. Esta información podría ser colectada por el Ideam con el apoyo de los demás institutos de investigación y otros miembros del Sistema Nacional Ambiental (Sina).

Respecto a la deforestación, el Ideam viene integran-do a los sistemas de monitoreo y control, la expan-sión de cultivos ilícitos en la región amazónica y la ocupación ilegal de áreas protegidas. Reto mayor significa la evaluación de la degradación4, ya que esta requiere de un enorme esfuerzo en campo que com-plemente la información colectada desde los sensores remotos. En todos los casos y en especial ante un es-cenario de mecanismos ligados al mercado como la emisión de bonos, se hace indispensable la existencia de definiciones, metodologías y caracterizaciones de emisiones, producto de deforestación y degradación internacionalmente concertadas. Por otra parte, se requiere definir una línea base o un escenario de refe-rencia de deforestación basada en la tasa histórica de deforestación (Davis, 2008) que permita establecer el rango en los que se moverá el ofrecimiento de los bonos de carbono.

El país está avanzando en procesos interdisciplinarios e interinstitucionales que fortalecen y consolidan los procesos de generación de información, produciendo resultados que constituyen insumos imprescindibles para ser incorporados en el proceso de ordenamiento y planificación ambiental territorial. El Ideam (2001a) desarrolló un estudio sobre las tasas de fijación de C0

2

en diversos tipos de vegetación del país, y Orrego et al. (2003) realizaron una investigación sobre la me-dición de captura de carbono en bosques tropicales. También, el Mapa de Ecosistemas Continentales, Costeros y Marinos de Colombia, a escala 1:500.000, derivado de una metodología concertada entre el Ins-tituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac), el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el Instituto de Investigación de recursos Biológicos Alexander von Humboldt (IAvH), Institu-to de Investigaciones Ambientales del Pacífico (Iiap), el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras

4 La deforestación es típicamente definida como la remoción de más del 90% de la cobertura arbórea, cualquier remoción menor a ese porcentaje es clasificada como degradación, la cual es mucho más difícil de medir eficazmente respecto a su contri-bución a las emisiones de CO

2 y la pérdida de la biodiversidad (Davis, 2008).

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(Invemar) y el Instituto Amazónico de Investigacio-nes Científicas (Sinchi), integra capas de información como geopedología, zonificación climática, cobertu-ras de la tierra, geomorfología de fondos marinos y clima oceánico. En la actualidad se está trabajando en la elaboración del mapa de ecosistemas 2008, a escala 1:500.000, en una alianza del Ministerio de Ambien-te, Vivienda y Desarrollo Territorial, el Igac y los ins-titutos de investigación, lo que permitirá avanzar en el monitoreo de los ecosistemas y en la identificación de cambios temporales y espaciales. De igual manera, las Corporaciones Autónomas Regionales elaborarán los mapas de ecosistemas en sus jurisdicciones, a escala 1:100.000, con el apoyo del Igac y los institutos de investigación.

Finalmente, se inició el proceso de generación del Mapa de Conflictos de Uso de la Tierra, a escala 1:100.000, con la participación de los ministerios de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial; de Agricultura; de Minas y Energía; el Departamento

Nacional de Planeación; Corpoica; Incoder; Ingeo-minas; la Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales; Ideam; Instituto Alexander von Humboldt; Instituto Sinchi; Invemar, y el Igac, entre otras entidades. Se producirán ma-pas de uso actuales, coberturas, vocación y conflictos, que permitirán identificar traslapes entre áreas pro-tegidas, resguardos indígenas y zonas de exploración minera y energética, que contribuirán a la ejecución de acciones en armonía con las potencialidades de la región, disminuyendo los riesgos e impactos de las ac-tividades humanas y aprovechando las oportunidades para el uso sostenible del recurso suelo.

unA EfEctIvA plAnIfIcAcIón y ordEnAmIEnto rEgIonAl

La teoría ecológica del paisaje postula que la cultura modifica el paisaje y a su vez el paisaje da cuerpo a la

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cultura (Nassauer, 1995). Así, el histórico manejo que las comunidades indígenas han dado al territorio ama-zónico ha sido el resultado de la investigación empíri-ca que ha permitido la adaptación y el conocimiento del medio natural, sus restricciones y potencialidades. Este proceso ha sido lento y ha costado muchas vidas que han pagado el precio de ensayar hasta encontrar la mejor forma de actuar para sobrevivir. Los procesos de colonización que han traído gente de otras regio-nes, sumados al cambio cultural impulsado por la im-portación de nuevas ideas y tecnologías han permitido que el ser humano cambie su forma de relacionarse

con el medio ambiente, ya no adaptándose al paisaje sino imponiendo al paisaje su voluntad, buscando que este funcione a su propio y único ritmo, acomodan-do artificialmente las condiciones naturales del paisa-je para servir a sus intereses propios. Estos cambios socioculturales han generado múltiples conflictos so-cioambientales expresados en dificultades de uso del suelo, sobrexplotación de recursos, prácticas produc-tivas inadecuadas, contaminación, entre otras.

En términos generales, tanto la reducción de emisio-nes producto de la pérdida y degradación de bosques, como la deforestación evitada dependerá de la reduc-ción de la deforestación, lo que plantea la necesidad de dar el manejo adecuado a diversos problemas so-cioambientales como incendios forestales, cultivos ilí-citos, explotación de madera como fuente de energía, subutilización de recursos y tala selectiva de especies de gran valor comercial, que tienen su origen en pro-blemas socioeconómicos y culturales relacionados con el proceso de colonización desordenada y de acultu-ración de algunas comunidades indígenas amazónicas. Sin el correcto manejo de toda esta problemática no habrá forma de asegurar que el mecanismo de reduc-ción de emisiones provenientes de la deforestación no sea un tema de nunca acabar (Davis, 2008). Cabe recordar que la vegetación amazónica contribuye a la mitigación del cambio climático, gracias al secuestro de dióxido de carbono, pero también emite gases efecto invernandero, si es deforestada.

Los conflictos socioambientales son el reflejo de deficiencias en los esquemas de planificación y or-denamiento de las actividades en un territorio de-terminado. El ordenamiento territorial puede ser definido como un conjunto de acciones concertadas para orientar la transformación, ocupación y utiliza-ción de los espacios geográficos buscando su desarro-llo socioeconómico, teniendo en cuenta los intereses y necesidades de la población, las potencialidades del territorio considerado y la armonía con el medio am-biente (Fals Borda, 1992).

Ahora bien, el 86% de la Amazonia corresponde a fi-guras asociadas con la conservación de la biodiversidad como las áreas protegidas, distrito de manejo integrado,

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reservas forestales y los resguardos indígenas5 (tabla 1). El papel de las áreas protegidas es mantener muestras representativas de ecosistemas naturales y conservar la biodiversidad y los procesos ecológicos contenidos en ellas. Por otra parte, las reservas forestales se definen

5 El resguardo es una figura de ordenamiento territorial, mas no una categoría de área protegida; sin embargo, sus formas de manejo ambiental favorecen la conser-vación de la biodiversidad en sus territorios. En Guainía, por ejemplo, existe tras-lape de resguardos indígenas con la reserva natural de Punawai, y a su vez presenta una alta conservación de ecosistemas naturales (Armenteras y Villa, 2006).

como áreas de propiedad pública o privada reservada para destinarla exclusivamente al establecimiento o mantenimiento y utilización racional de áreas foresta-les productoras, protectoras o productoras-protectoras (artículo 206, Decreto-Ley 2811 de 1974).

Tabla 1. ESTAdO LEgAL dEL TERRITORIO AMAZóNICO

Estado legal Porcentaje

Resguardos indígenas 41,8%

Reserva forestal 26,2%

Áreas protegidas 10,6%

Distritos de manejo integrado 3,8%

Sustracción a la reserva forestal para uso privado 7,2%

Áreas con doble asignación legal (a) 3,6%

Indeterminado (b) 6,8%

Total 100%

(a) Reserva Natural Nacional/resguardo 2,29%, parque Nacional Natural/resguardo 1,2% y distrito de Manejo Integrado/Resguardo 0,13%.

(b) Zona suroccidente de la región en departamentos de Nariño, Cauca y putumayo; y nororiente en Vichada y Meta.

fuente: Adaptado de Sinchi (2007, p. 37).

Con la Constitución Política de 1991 el país se reco-noce a sí mismo como pluriétnico y multilingüe, don-de las culturas indígenas tienen derecho a su cultura propia y al manejo de su territorio. Así, el resguar-do pasa a ser una institución legal y sociopolítica de carácter especial, conformada por una comunidad o parcialidad indígena, que con un título de propiedad comunitaria posee su territorio y se rige para el ma-nejo de este y de su vida interna por una organización ajustada al fuero indígena o a sus pautas y tradiciones culturales (Igac, 1997). Estos territorios son inaliena-bles, imprescriptibles e inembargables (artículo 63 de la Constitución Política de 1991). Además, la Ley 60 de 1993 estipula que los resguardos indígenas se beneficiarán de un porcentaje de los recursos presu-puestales del país, en consecuencia, participarán de los ingresos corrientes de la nación, mediante transfe-rencias proporcionales a su población (Dane, 2007).

En una región como la Amazonia colombiana, donde prácticamente todo el territorio está bajo alguna ca-tegoría de manejo (salvo tierras que han sido exclui-das para ser tituladas a colonos), lo que significa un conjunto de normas y acciones especiales para ase-gurar su adecuada administración y conservación, los ejercicios históricos parecen haber demostrado que la realidad ha superado a la ley. El escaso reconoci-miento que se había hecho de la confluencia en esta región de al menos tres grandes esquemas culturales (occidental urbanizado, colono e indígena), los cuales deben sentirse identificados y verse representados en cualquier ejercicio para establecer potencialidades de uso del suelo, estrategias de manejo de los recursos y crear instrumentos de política profundamente de-mocráticos para coordinar las acciones, han generado un escenario lleno de procesos descoordinados, no incluyentes y descontextualizados de las realidades del territorio mismo, que han ignorado el manejo territorial dado por los pobladores originales de esta región; al tiempo, han ignorado el proceso de cambio en la mentalidad de los pobladores del bosque húme-do tropical expresado en adaptación y aculturación de lo que fueron, respecto a lo que el mundo globaliza-

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do les impone que sean o simplemente quieran ser, ocasionando un incremento en los conflictos sociales y ambientales, sobre todo en las regiones de piede-monte y frentes de colonización extensiva que no ha podido ser solucionado y se expresa en aumento de la pobreza, degradación de la oferta ambiental, contami-nación, desplazamiento forzoso y violencia.

El reto para la conservación y el desarrollo sostenible que la región afronta es construir desde la diferencia, comprendiendo que el ecosistema sustenta y da cuer-po a la cultura (entendida esta como el conjunto de manifestaciones sociales, políticas, económicas, míti-cas, simbólicas y tecnológicas de un determinado gru-po humano); manteniendo un profundo respeto por las reglas de manejo territorial, y buscando la solución a los problemas de violencia e ilegalidad en la recu-rrente inequidad e injusticia y no solamente mediante medidas punitivas.

Desde el ámbito político administrativo la región cuenta no solo con departamentos y municipios sino con corregimientos departamentales, que no corres-ponden a ninguna figura jurídica después de la Cons-titución de 1991. También, desde el punto de vista del estado legal del territorio, existe superposición entre resguardos indígenas y áreas protegidas. La re-

glamentación y puesta en marcha de las Entidades Territoriales Indígenas (Etis) agregará mayor com-plejidad a la estructura jurídica regional. Así mismo, desde 1959 la Amazonia colombiana se encuentra reglamentada para su manejo especial como área de reserva forestal (Ley 2 de 1959). Por último, exis-te una diversidad de instrumentos de planificación, como los planes departamentales y municipales de desarrollo, los planes de vida de las comunidades indígenas, los planes de manejo de las áreas prote-gidas y los planes de acción en biodiversidad, que requieren una sincronización, armonización y coor-dinación regional. Para ello, es necesario construir una visión regional de largo plazo que identifique los aspectos comunes de la Amazonia colombiana, entre los cuales se encuentra la diversidad biológica y los beneficios de su conservación a nivel regional, na-cional y global.

Se requiere, por tanto, una efectiva planificación y or-denamiento regional que integren los componentes político-administrativo y ambiental, construidos en un proceso participativo y articulado con iniciativas nacio-nales como Visión Colombia 2019 y la actualización de la política nacional de biodiversidad y de su plan de ac-ción, con procesos regionales como el Plan de Acción Regional en Biodiversidad para el Sur de la Amazonia

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Colombiana (Parbsac), la agenda de competitividad, la agenda de ciencia y tecnología y demás instrumentos de planificación existentes a nivel regional.

Una PolíTica de biodiversidad inclUyenTe del cambio climáTico

El Convenio sobre Diversidad Biológica, en su artículo 6, establece como instrumentos de implementación de los objetivos de la Convención las estrategias y los planes de acción en biodiversidad. Estos últimos son instrumentos de planificación que buscan incorporar en el desarrollo regional la conservación de la biodi-versidad, su uso sostenible y la distribución equitativa de los beneficios derivados de la diversidad biológica. Integra, de esta manera, objetivos ambientales (conser-vación), económicos (uso sostenible) y sociales (equi-dad), dentro de un marco de desarrollo sostenible.

Actualmente está en proceso de socialización y apro-bación el Plan de Acción Regional en Biodiversidad para el Sur de la Amazonia Colombiana (Parbsac) de-sarrollado en conjunto por Corpoamazonia, el Insti-tuto Alexander von Humboldt, el Instituto Sinchi, la Unidad de Parques y la Gobernación del Amazonas. Dicho plan fue concebido y desarrollado con un en-foque ecosistémico, participativo, adaptativo e intenta reconocer las diferentes relaciones y los vínculos entre los factores socioculturales, económicos, ambientales y políticos en la formulación, gestión y desarrollo del proceso de planificación (Arévalo et al., 2008). Este nuevo ejercicio centra su accionar en: i) bienes y ser-vicios de la biodiversidad; ii) recursos genéticos y bio-prospección; iii) alternativas productivas sostenibles y alimentarias; iv) conservación; v) ordenación ambien-tal del territorio; vi) conocimiento e investigación; vii) educación y cultura; viii) gobernabilidad, autoridad y participación social; y ix) instrumentos para la gestión integrada de la biodiversidad (Arévalo et al., 2008).

Infortunadamente, el tema de cambio climático sólo es abordado por el Parbsac dentro de las acciones pre-vistas en el eje temático de conocimiento e investiga-ción. Si bien es necesario avanzar en el conocimiento respecto a los potenciales efectos del cambio climáti-co en la biodiversidad, las estrategias de mitigación y

adaptación deben ir más allá de la investigación cien-tífica y deben ser el eje temático principal en los ejer-cicios de planificación ambiental del territorio y en el proceso de articulación entre estos. El cambio climá-tico es un fenómeno transversal que afectará múltiples sectores de la economía regional, imponiendo nuevos retos para la gobernabilidad, la autoridad y la gestión de los recursos naturales amazónicos. En tal sentido la puesta en marcha del Conpes de la Política Nacional de Cambio Climático (DNP, en prep.) podrá contri-buir en el fortalecimiento de las relaciones intersecto-riales y su gestión frente al cambio climático, a través de la correcta formulación e implementación de los Planes Integrales de Acción Sectorial y Ecosistémico (Piase) propuestos, lo cuales deberán incluir acciones en prevención, adaptación y mitigación.

La Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diver-sidad Biológica (CDB) ha solicitado a los países iniciar el proceso de actualización de sus estrategias nacionales

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de biodiversidad y los planes de acción correspondien-tes, aunque hasta ahora no se ha iniciado el proceso en la mayoría de los países. Colombia, con el liderazgo del Viceministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, se encuentra en un proceso de actualización de la política nacional de biodiversidad y del plan de acción nacional sobre biodiversidad, por lo cual se con-sidera oportuna la inclusión del tema de cambio cli-mático en sus relaciones con la diversidad biológica, la identificación de alternativas para la conservación de la biodiversidad amazónica y la adopción de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

conclusIonEs

El fortalecimiento de las capacidades nacionales para la mitigación y la adaptación al cambio climático resi-de principalmente en tres líneas de acción: una ade-cuada información, una efectiva planificación y orde-namiento regional y una política de biodiversidad que incluya el cambio climático.

Para afrontar estos retos, el país se está preparando, en-tre otros instrumentos de política6, con la actualización de la política nacional de biodiversidad y de su plan de acción, que está liderando el Viceministerio de Ambien-te, Vivienda y Desarrollo Territorial, en cumplimiento de los recientes lineamientos del CDB. A diez años de su formulación, se ha visto oportuno y estratégico incorpo-rar acciones de mitigación y adaptación al cambio climá-tico que lleven a cambios positivos en la biodiversidad.Cabe aclarar que la estrategia de proyectos REDD y demás mecanismos de mitigación y adaptación al cambio climático, debe ir acompañada de progra-mas de diversificación productiva, enmarcados en el uso y aprovechamiento sostenible de los produc-tos de la biodiversidad, de lo contrario el esquema sería incompleto y podría volverse un mecanismo promotor del más perverso asistencialismo, una filosofía que sin duda está en abierta contraposi-

6 Actualmente están en proceso de formulación el Conpes de la Política Nacional de Cambio Climático, la Estrategia Nacional para el Pago por Servicios Ambienta-les (Enpsa) y el Plan de Acción Regional en Biodiversidad para el Sur de la Amazo-nia Colombiana (Parbsac).

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ción a la mentalidad indígena donde el trabajo es un aspecto muy importante en la vida del ser hu-mano. De esta manera se estaría aportando a la dis-minución de la pobreza, uno de los compromisos internacionales asumidos por el país, en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y a la meta 2010 del CBD de “lograr una reduc-ción significativa de ritmo actual de la pérdida de la diversidad biológica, a nivel mundial, regional y nacional, como contribución a la mitigación de la

pobreza y en beneficio de todas las formas de vida de la tierra”.

AgrAdEcImIEntos

A Ernesto Guhl Nannetti por la invitación a participar en este número de la Revista Colombia Amazónica. A la Viceministra de Ambiente Claudia Patricia Mora P., y a Andrea García G., por los comentarios previos a este manuscrito.

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LA ECONOmíA DEL CAmBIO CLImáTICO y LA OPCIóN AmAzóNICACarlos gustavo Cano1

1 Codirector del Banco de la República. Sus opiniones son de su exclusiva responsabilidad, y no reflejan la posición del Banco ni de su Junta Directiva. El autor agradece los amables y relevantes comentarios de los doctores Ernesto Guhl y Javier Sabogal.

rEsumEn

El cambio climático es una realidad inequívoca. Sus impactos a mediano y largo plazo consti-tuyen la más grave amenaza para la supervi-

vencia de las próximas generaciones. A corto plazo, los países en vía de desarrollo, que en su mayoría se encuentran en el trópico y por tanto experimentan las más altas temperaturas, además de contar con econo-mías fuertemente dependientes de la agricultura, son los más expuestos a los daños potenciales provocados por el fenómeno, a pesar de su mínima contribución a las principales causas del mismo, o sea, la emisión de los denominados gases de efecto invernadero pro-venientes del uso de los combustibles fósiles. Desde el ángulo de la ciencia económica, el cambio climático constituye la más pronunciada falla del mercado en la historia de la humanidad. Por tanto, la forma más efi-caz de emprender desde ahora su corrección debe ser mediante mecanismos del propio mercado, de suerte que, en el marco de la teoría de las externalidades de Pigou, fundamentalmente por intermedio de medi-das de índole fiscal, sus costos –y sus beneficios– se reflejen en los precios de los bienes y servicios. Es-pecíficamente, un sistema combinado de “topes y comercio” y de gravámenes a las emisiones de flujos de carbono, inspirado en la experiencia pionera de

la Unión Europea, tanto en el ámbito de la llamada reforma fiscal ecológica, como en el mercado de los créditos de carbono, y adoptado a nivel global, debe ser el primer paso en esa dirección. De igual manera, es urgente otorgarle a la reducción de la deforestación –la mayor fuente de las emisiones en las áreas tropica-les– y a la reforestación y la forestación, según el caso, el reconocimiento como actividades elegibles para el otorgamiento de créditos de carbono. Y, en el caso de Colombia, en asocio de sus vecinos de la Amazonia, donde se encuentra el cuarenta por ciento del bosque tropical húmedo que aún queda en el planeta, la for-mulación y ejecución de un megaproyecto en dicha macro–región, a fin de someterlo a la consideración de la próxima cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, a finales de 2009 en Copenhague, como el primero y más grande avance del mundo en tal materia.

Palabras clave

Cambio climático, reforestación, servicios ambienta-les, economía ambiental, amazonia.

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LA ECONOMíA dEL CAMBIO CLIMáTICO y LA OpCIóN AMAZóNICA

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IntroduccIón

Ya no cabe ninguna duda. Tal como concluyó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Cli-mático (The Intergovernamental Panel on Climate Change, IPCC), tal fenómeno, fundamentalmente a partir de la época de la primera revolución industrial, causado por las actividades humanas, constituye una realidad tozuda, inequívoca y evidente. Y se halla reflejada, so-bre todo, en el aumento del promedio de las tempe-raturas del aire y los océanos, en el derretimiento de los glaciares y los casquetes polares y en la elevación del promedio global del nivel del mar (IPCC, 2007a)2.Todo ello apunta hacia una probabilidad cada vez ma-yor de la ocurrencia de inundaciones, tormentas, se-quías y demás episodios afines a escalas genuinamente catastróficas.

Semejantes amenazas, como en general sucede con los desastres de la naturaleza, recaen de manera predomi-nante sobre las comunidades más pobres, a pesar de su muy reducida contribución a las causas del cam-bio climático. Por ejemplo, el derretimiento de los glaciares de montaña, al mermar la disponibilidad y el acceso al agua, podría afectar a una sexta parte de la población mundial, localizada principalmente en la India, algunas partes de China, y la Región Andina.

Los glaciares de la Región Andina podrían desaparecer en los próximos quince años, afectando en materia grave la disponibilidad de agua para consumo humano y para la agricultura, así como para la generación de energía. La “desglaciación” de los Andes –que cuenta con el noventa por ciento de los glaciares del mundo y registra aumentos de la temperatura superiores al promedio global– golpearía en mayor medida a Qui-to, Lima y La Paz (IPCC, 2007 y CAN, 2008)3.

2 En 2007, le fue concedido al IPCC el Premio Nobel de la Paz por sus traba-jos sobre la identificación de las causas del calentamiento global. En este seminal trabajo participaron más de tres mil científicos de todo el planeta, incluidos co-lombianos, como el doctor Germán Poveda, miembro del Comité Internacional del Experimento de Gran Escala de la Biósfera–Atmósfera en la Amazonia. Hasta ahora sólo se ha hecho investigación en la Amazonia brasileña.

3 Para el abastecimiento de agua, Quito dependerá en el futuro de los glaciares de los volcanes Antisana y Cotopaxi. Lima tiene como fuentes principales las cabe-ceras de los ríos Rimac y Chillón. La Paz, el glaciar Chacaltaya. Bogotá depende en un setenta por ciento del Parque Natural Chingaza, caracterizado por la presencia de bosques de niebla y páramos.

En el caso específico de Colombia, la provisión del recurso hídrico depende en mayor medida de los eco-sistemas de los páramos que de glaciares. Por tanto, resulta de la más alta prioridad trabajar en el fortaleci-miento de la capacidad de adaptación de las poblacio-nes vulnerables tanto desde el ángulo del suministro de agua potable como de las fuentes de empleo y ali-mentación que se hallan estrechamente ligadas con los agroecosistemas que se desprenden de los páramos.

Adicionalmente, los fenómenos de El Niño y La Niña conforman una creciente amenaza para la agricultura de la Región Andina. Durante el quinquenio 2002-2006, con respecto al quinquenio 1987-1991, el nú-mero de hectáreas afectadas se multiplicó seis veces. Basta recordar que el fenómeno de El Niño, que se presentó en los años 1997 y 1998, provocó un pérdida de entre el 4,5 por ciento y el 14 por ciento del PIB de la región, exceptuando a Colombia. Y, de acuerdo con una estimación elaborada por la Comunidad Andina de Naciones, CAN (2008), los daños totales para el conjunto de la región en el 2025, concentrados en su mayor parte en la producción de alimentos, podrían significar el 4,5 por ciento de su PIB. Sin embargo, este cálculo no incluye las pérdidas en materia de bio-diversidad, generación hidroeléctrica, abastecimiento de agua y deterioro de la salud. La declinación de la productividad de la agricultura afectaría con mayor severidad al África. Y la elevación del nivel del mar arremetería contra una buena por-ción de las poblaciones de las costas de Bangladesh y Vietnam en el sureste asiático, pequeñas islas del Caribe y el Pacífico y segmentos de grandes ciudades como Tokio, Nueva York, Londres y El Cairo. Se es-tima que a mediados del siglo, de continuar la inercia en esta materia, doscientos millones de seres podrían convertirse en desplazados permanentes de sus luga-res de origen.

En Colombia, la Región Caribeña, la de más alto ries-go frente a la elevación del nivel del mar, comprende a las islas de San Andrés y Providencia, y cuenta en el norte con más de 1.600 kilómetros de costa. Aporta el dieciséis por ciento del PIB, incluye varias de las ciudades más grandes del país y alberga la quinta parte de la población. En tanto que en la Costa Pacífica vive

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la décima parte y se encuentra la zona del Chocó Bio-geográfico que, junto con la Amazonia, contiene una de las mayores concentraciones de biodiversidad en el planeta. Por otro lado, la Costa Caribe cuenta con la Sierra Nevada de Santa Marta, una cadena montañosa con notables casquetes glaciares, separada de las cor-dilleras, que alcanza una altura de 5.850 metros.

Varios estudios sobre las consecuencias de un aumento de un metro en el nivel del mar durante los próximos cien años concluyen que, además de la erosión de las playas y los manglares de las costas del Atlántico y el Pacífico, podría haber inundaciones permanentes en 4.900 kilómetros cuadrados, afectando directamen-te a 1,4 millones de habitantes. Igualmente, la mayor parte de las instalaciones industriales y turísticas de Cartagena y Barranquilla, al igual que la mitad de las vías de comunicación del área, se encontrarían bajo seria amenaza. En tanto que el diecisiete por ciento del territorio de San Andrés y Providencia se inunda-ría (Bueno et al., 2008). Otros daños, que ya han comenzado a aparecer, son la desaparición de ecosistemas y la consiguiente pérdida

de biodiversidad, es decir, la fuente de las ”ciencias de la vida” en lo que respecta a alimentación y salud; la desertización y la caída de los niveles freáticos de los suelos; modificaciones bruscas en los patrones regio-nales del clima que alteran el volumen y la distribu-ción de las lluvias, como en el caso de los monzones en el sureste asiático, y los traumatismos ambientales de la Amazonia; y la posibilidad de que sobrevengan nuevas hambrunas y pandemias y varios insectos, bac-terias, virus y enfermedades, hasta ahora confinadas al trópico, como la malaria y el dengue, se extiendan hacia las áreas templadas al encontrar allí condiciones adecuadas para su desarrollo (Gelbspan, 1998).

los pErdEdorEs (¿y gAnAdorEs?) y lAs cAusAs

En general, las regiones más pobres del globo tienen una ostensible desventaja geográfica, la cual consiste en contar con las máximas temperaturas y la mayor variabilidad en los regímenes de lluvias, lo que las hace aún más vulnerables que las zonas templadas ante el calentamiento global. Por otro lado, su pronunciada

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dependencia de la agricultura, que es el sector de la economía con el más alto grado de exposición y ries-go frente al clima, completa este desolador panorama (Azis, 2008).

En cuanto a los países localizados en las más altas la-titudes –por ejemplo, Canadá, Rusia y los escandina-vos–, es posible que al principio el cambio climático les arroje algunos beneficios como superiores pro-ductividades agrícolas4, reducción del índice de mor-talidad en el invierno, menores requerimientos de calefacción y hasta incrementos en las corrientes tu-rísticas. Igualmente, algunos analistas sostienen que, gracias al calentamiento global, el derretimiento del ártico –cuya magnitud apenas llega hoy a la mitad de lo que era hace 50 años–, por un lado, le está abrien-do paso a la explotación masiva de enormes reservas de recursos naturales antes inaccesibles, muy especial-mente de petróleo y gas, las cuales podrían equivaler

4 En Groenlandia, que se halla controlada por Dinamarca y Noruega, se empie-zan a cultivar rubros como brócoli, heno y papa.

a la cuarta parte de los depósitos del mundo aún no descubiertos. Y, por otro, está creando atajos a la na-vegación que podrían ahorrarle a la economía plane-taria miles de millones de dólares al año, por ejemplo, el denominado Paso Noroccidental, el cual durante varios siglos exploradores europeos y asiáticos busca-ron abrir infructuosamente (Borgerson, 2008).

Los mayores beneficiarios a corto plazo serían ob-viamente las cinco potencias árticas, o sea, Rusia, en primer lugar. Y luego Canadá, Dinamarca, Noruega y Estados Unidos mediante Alaska. Se estima que allí las temperaturas invernales en promedio se han incre-mentado en 7°f durante los últimos sesenta años. No hay que olvidar, por consiguiente, que esos territorios son los que están sufriendo las mayores alzas en las ta-sas de calentamiento, lo que hace que la ocurrencia de tormentas, huracanes, tifones, inundaciones, sequías y olas de calor sea más probable. Luego, a la larga, las consecuencias del calentamiento superarán con cre-ces esos beneficios.

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Por supuesto que el cambio climático no es nuevo. Hubo épocas, por ejemplo, en que los niveles de dióxi-do de carbono –cuyo stock o grado de concentración en la atmósfera junto con otros gases constituye el pri-mer determinante del calentamiento global5– llegaron a superar los de la actualidad, provocando oleadas de calor más intensas, así como otras en que fueron muy inferiores, aun en las zonas ecuatoriales, generando por tanto fuertes oleadas de frío. Sin embargo, durante los últimos veinte mil o diez mil años, o sea el lapso du-rante el que comenzó a formarse y a existir la especie humana, el clima de la tierra, con ligeras variaciones, había permanecido relativamente estable.

Pero mucho más recientemente, aunque el calenta-miento comenzó a sentirse con mayor intensidad desde la revolución industrial, su intensificación fue particularmente aguda durante el transcurso del si-glo anterior y lo que va corrido del actual. Se calcula que las emisiones antropógenas de gases de efecto in-vernadero, GEI, aumentaron entre 1970 y 2004 en setenta por ciento. En tanto que es previsible que, al menos durante los próximos dos decenios, el proce-so prosiga en un promedio de 0,2ºC por cada uno (Stern, 2008a).

Es más, no se descarta que, aun en caso de que las emisiones de GEI se redujeran en la magnitud sufi-ciente para estabilizar su grado de concentración en la atmósfera, el calentamiento y la elevación del nivel del mar continúen durante siglos, debido a los rezagos entre los momentos en que ocurren las emisiones y aquellos en que se surten y se marchitan sus efectos.

Se calcula que el promedio global de la temperatura subió en 0,6ºf entre 1910 y 1940. Luego se produ-jo una leve disminución de 0,2ºf6. Pero desde 1970 se ha incrementado adicionalmente en 1ºf (IPCC, 2007a). A partir de 1850 –o sea desde que se cuenta

5 El dióxido de carbono es responsable de las tres cuartas partes del calentamien-to global generado por las actividades humanas. El resto de elementos que causan ese fenómeno consta de dióxido de sulfuro, óxido de nitrógeno, metano, mercurio y los “hidrofluorcarbonos” o HFC’s, entre otros elementos. A todos éstos se les conoce con el nombre de gases de efecto invernadero, GEI.

6 En buena parte, este leve y transitorio enfriamiento se explica por la producción de aerosoles que proliferó en el mundo, en especial entre 1940 y 1970, los cuales, a diferencia de los GEI, bloquean la entrada a la tierra de los rayos solares mediante el efecto reflector –similar a la acción de un espejo– que los devuelve al espacio.

con mediciones relativamente uniformes, periódicas y confiables–, de los doce años más calurosos, once estuvieron entre 1995 y 2006, ocupando los dos pri-meros lugares en todo el periodo 1998 y 2005. Por otro lado, el promedio global de nivel del mar se elevó 17 centímetros durante el siglo XX, principalmente debido al derretimiento de los glaciares y de los cas-quetes polares (IPCC, 2007b).

lA mEcánIcA dE lA tEmpErAturA tErrEstrE

Fue el científico francés Joseph Fourier (1827) quien por primera vez planteó el equilibrio energético de la tierra como el resultado neto entre la absorción por parte de ésta de los rayos del sol y el efecto reflejo que hace, mediante la radiación, que los llamados rayos in-frarrojos regresen al espacio. Sin embargo, un factor, por entonces desconocido, evita que la totalidad del efecto de los rayos infrarrojos se escape. Y, de paso, que el planeta pierda su calor y se congele. Fourier pensaba que la clave yace en la atmósfera, pero sin haber podido comprender cabalmente la causa.

Cabe señalar que el denominado efecto invernadero es un fenómeno natural que ha hecho posible la vida en la tierra. Sin este efecto, el planeta sería un desier-to helado. El problema radica en el excesivo uso de las fuentes fósiles de energía por parte de la humanidad, particularmente a partir de la revolución industrial, las cuales generan grandes volúmenes de GEI, lo que se ha constituido en la causa más importante de la aceleración reciente en el aumento de la temperatura terrestre. Posteriormente, el irlandés John Tyndall (1861) des-pejó la incógnita de Fourier al verificar mediante va-rios experimentos que algunas impurezas compuestas principalmente de metano, vapor de agua y dióxido de carbono, al quedar parcialmente atrapadas en la at-mósfera, podían impedir de esa manera que al menos una parte de los rayos infrarrojos regresara al espacio, elevando, por consiguiente, la temperatura terrestre.

De los hallazgos de Fourier y Tyndall se descubrió lo que hoy conocemos como los gases de efecto inverna-

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dero, GEI, haciendo referencia a este dispositivo –el invernadero–, de uso corriente en la agricultura. Dis-positivo que permite, a través de sus ventanas, que la entrada de rayos del sol caliente el aire y cuyo techo, compuesto de poros con distintos grados de estre-chez, impide que éste se fugue en su totalidad.

En el globo terrestre, dicho techo equivale a la atmós-fera, y los elementos que la saturan hasta dificultar la salida del calor hacia el espacio son los gases cuya emisión es provocada en mayor medida por la com-bustión de petróleo, carbón y gas natural. Es decir, los combustibles fósiles, llamados así por ser en realidad remanentes fosilizados de animales y plantas que vi-vieron enterrados bajo el suelo desde hace cientos de millones de años, hasta el principio de la revolución industrial, a mediados del siglo XIX, cuando se em-prendió, de manera masiva y creciente, su extracción y uso en las diversas actividades productivas de la era contemporánea. (Walter et al., 2008).

A fin de medir la concentración de los GEI en la at-mósfera, se suele emplear el concepto de “partes por millón”, o ppm, equivaliendo un ppm a 0,0001 por ciento. Durante aproximadamente veinte mil millo-

nes de años, hasta mediados de la segunda mitad del siglo XIX, los niveles oscilaron entre 260 y 290 ppm. Pero a partir de entonces se han venido disparando, hasta situarse en 383 ppm –únicamente de dióxido de carbono– en 2007. O sea que la atmósfera contiene ahora un nivel de dióxido de carbono superior en cua-renta por ciento al que predominaba inmediatamente antes de la revolución industrial. La suma de los demás gases y de sus respectivos im-pactos más el efecto del dióxido de carbono se estima, en términos de una nueva medida que es la que hoy se acostumbra a emplear, conocida como “el equiva-lente del total de dióxido de carbono”, en 430 ppm, o sea un sesenta por ciento por encima del nivel de concentración de todos los GEI que existía antes de la revolución industrial. Dicho stock, por cuenta de los flujos o emisiones, continúa creciendo entre 2 y 3 ppm por año, ritmo que tiende a acelerarse prin-cipalmente como resultado del notable aumento de las emisiones en China, que van camino de duplicarse hacia el año 2030.

De no actuar desde ahora para modificar la compro-bada tendencia inercial de las emisiones mediante un giro radical hacia tecnologías neutras en materia de

carbono, o al menos mucho menos intensivas energéticamente en

la utilización de combusti-bles fósiles, los incrementos anuales de la concentración de GEI en la atmósfera se

situarían pronto entre 3 ppm y 4 ppm por año, o en

un rango superior, lo cual nos llevaría al final del presente siglo a

un stock superior a 750 ppm.

Semejante grado de concentración, con una probabi-lidad del cincuenta por ciento, provocaría una eleva-ción de la temperatura superior a 5°C, un evento que se ubicaría sin duda en un rango catastrófico para la vida en el planeta, jamás antes experimentado por la humanidad. La mayor parte del hielo y de las nieves del globo desaparecería, y el nivel de los mares se ele-varía en diez metros como mínimo. Así las cosas, el mundo perdería más de la mitad de sus especies y las

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tormentas, los ciclones, las inundaciones y las sequías serían mucho más intensas y frecuentes de lo que re-cientemente hemos comenzado a experimentar.

La última vez que existió una temperatura similar fue durante el periodo del Eoceno, entre 35 y 55 millo-nes de años atrás, cuando bosques pantanosos cubrían la mayor parte de la tierra y caimanes y cocodrilos, y especies afines, podían vivir cerca del Polo Norte (Stern, 2008a).

lA EconomíA dEl cAmbIo clImátIco

En términos de la teoría económica convencional, las emisiones de GEI son externalidades negativas que conforman la más grande falla de mercado jamás an-tes conocida ni padecida por la humanidad. En tanto que, en el marco de sus fundamentos, la clave para solucionarla yace en la incorporación de los costos de las emisiones a la formación de los precios de los bie-nes y servicios de la economía global. Es decir, en su “internación”.

Su impacto macroeconómico se refleja cada vez más, por intermedio de la ocurrencia más frecuente de de-sastres provenientes de la naturaleza, en varias series de grandes choques de oferta de sectores específicos mediante caídas en la productividad; en la agricultura, por medio de abruptos cambios en los patrones de las lluvias. Como resultado de lo anterior, se dan fuertes espirales inflacionarias y alto grado de volatilidad de los precios de los productos básicos, en especial de las materias primas para los alimentos, debido a la afec-tación de las cosechas; en impactos severos sobre las plantaciones forestales, el turismo, las corrientes mi-gratorias y el desplazamiento forzado de la población (IMF, 2008); en la desaceleración del crecimiento económico y en la consiguiente incertidumbre en los mercados financieros (Goelton, 2008).

El reto consiste en la creación de señales de mer-cado correctas, mediante el sistema de precios, que propicien la transición de la economía mundial hacia modalidades productivas más limpias, con intensidad sustancialmente más baja en el uso de combustibles

fósiles y, por ende, en emisiones de gases de efecto invernadero, hasta asegurar el mantenimiento en el futuro de la capacidad de la naturaleza para absorber-los sin perturbar el clima del planeta, persiguiendo de manera simultánea un bienestar de la humanidad más equilibrado con el paso del tiempo y el espacio. En últimas, se trata de garantizar, ni más ni menos, un crecimiento genuinamente sostenible y equitativo a largo plazo, como es en esencia el propósito medular de la política macroeconómica.

Urge entonces conducir las emisiones de gases de efecto invernadero hacia un sendero de estabilización mediante una combinación de, al menos, las siguien-tes cinco vías:

Frenando la demanda de bienes y servicios inten-• sivos en las referidas emisiones.

Aumentando la eficiencia energética en su pro-• ducción.

Combatiendo la deforestación.•

Multiplicando las siembras de árboles para la cap-• tura de carbono.

Virando hacia tecnologías de baja intensidad en • emisiones, principalmente en los sectores de ge-neración de energía, calefacción y transporte.

Ahora bien, tanto las tecnologías apropiadas para este propósito, como los modelos normativos, ya existen, o se hallan en pleno desarrollo. Lo que se requiere son señales correctas de precios que incentiven y aceleren su adopción una vez alcancen su viabilidad económica (Azis, 2008). Por tanto, un paso tiene que ser la re-estructuración de los sistemas tributarios mediante la eliminación de subsidios a los combustibles de origen fósil, y el establecimiento de gravámenes a su consumo y a la deforestación, buscando que el mercado refleje la verdad ecológica y que en sus precios se incorporen los costos de las externalidades provenientes del des-gaste ambiental.

Debido a los rezagos propios de la naturaleza del cam-bio climático antes mencionados entre los episodios y

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sus efectos, la población del mundo ya está sufriendo las secuelas de las emisiones del pasado, en tanto que las emisiones que se están generando en el presente podrían arrojar impactos potencialmente catastrófi-cos en el futuro.

En vista de que los eventos relativos a la temperatura son altamente “estocásticos”, o sea fortuitos, y, por tanto, difícilmente predecibles, lo realista consiste en trabajar en el control de los elementos directamente causantes del cambio climático, por medio de políti-cas globales, por tratarse de un fenómeno asimismo global, acordadas entre las autoridades económicas y ambientales de los gobiernos de todos los países en que se halla dividido el planeta. Vale decir, respecto al control de las emisiones, que constituyen el surtidor medular del inventario de los GEI en la atmósfera, cuyo grado de concentración es la variable más estre-chamente correlacionada con el calentamiento.

Con miras a estructurar estrategias y acciones efec-tivas, viables y creíbles frente al desafío de semejante imperfección del mercado es preciso comenzar por el trazado de metas cuantitativas alcanzables en términos del stock de los GEI durante distintos horizontes de tiempo, previa y claramente determinadas. Y, a partir de allí, adoptar mecanismos del propio mercado que conduzcan a alcanzarlas.

En tal sentido, cabe señalar –como un avance en la direc-ción correcta– los ejercicios adelantados por la comuni-dad internacional en pos de un consenso, a cuya confor-mación han contribuido diversos estudios, por fortuna convergentes, de parte de muy autorizados miembros de la academia y las ciencias, incluidas las económicas. Entre los aportes más valiosos y recientes en esta última área del conocimiento, se debe señalar el de Nicholas Stern (2006), quien, a instancias del gobierno británi-co, dirigido por el entonces primer ministro Tony Blair, encabezó un distinguido grupo multidisciplinario de expertos del más alto nivel que produjo un importante trabajo sobre la economía del cambio climático.

En términos puramente económicos, el informe Stern calcula que los potenciales costos de la inacción frente al cambio climático oscilarían entre cinco por ciento y veinte por ciento del consumo per cápita mundial,

recayendo sobre los más pobres los más severos im-pactos. Estos resultados están determinados en buena parte por la utilización en los modelos del informe de una tasa de descuento relativamente reducida, refle-jando de esa manera el criterio de que sería éticamen-te inapropiado atribuirle menos peso al bienestar de las generaciones futuras que a la nuestra. En conse-cuencia, una tasa baja de descuento, asimismo, le da en dichos modelos un alto peso a los beneficios que se derivarían a partir de hoy de las inversiones en la miti-gación del cambio climático, lo cual le otorga a su vez a ese esfuerzo en el presente una muy alta prioridad.

Hay que reconocer que entre los economistas no hay aún un suficiente consenso en torno a la magnitud de la tasa de descuento que se debería emplear en los diversos modelos de pronóstico sobre el cambio cli-mático (Dasgupta, 2006 y 2008, Jones et al., 2007). En el fondo, el debate se centra en el valor que la generación del presente le reconozca a los beneficios que recibirían las próximas generaciones a partir de los costos que aquélla, o sea la nuestra, tendría que comenzar a asumir a partir de hoy. Desde el ángulo del análisis de riesgos, como el esfuerzo mínimo para evitarle a la humanidad una catástrofe glo-bal por cuenta del cambio climático, el informe Stern plantea de manera perentoria la necesidad de apuntarle a una meta de estabilización que, en cualquier escena-rio, tendría que estar por debajo de 500 ppm de GEI (equivalencia en dióxido de carbono). Criterio que co-incide con el de los más destacados científicos e inves-tigadores sobre el tema, como Brian O’Neill y Michael Oppenheimer (2001), de las Universidades de Brown y Princeton respectivamente, quienes sostienen que una meta de 450 ppm en la atmósfera sería el nivel máximo tolerable por la humanidad.

A fin de hacer viable el cumplimiento de dicho ob-jetivo, se requeriría que el nivel “pico” o máximo de emisiones de GEI se alcanzara antes de los próximos quince años. Luego sería indispensable poder llegar al año 2050 con una disminución del cincuenta por ciento con relación al nivel de 1990. Y de ahí con-verger hacia menos de diez gigatoneladas, Gt, o sea, a aproximadamente una tonelada de emisiones per cápita según el probable tamaño de la población de

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entonces, en contraste con la cifra actual, siete tone-ladas. Este recorte puede lucir muy considerable en el contexto de una economía planetaria en crecimiento, pero muy poco ambicioso si se tienen en cuenta los enormes riesgos que se correrían si se llegaran a exce-der esos límites en los momentos antes señalados.

Por otra parte, los costos para alcanzar dicho cometi-do dependen fundamentalmente del punto de partida. Comenzando de 430 ppm, el stock de hoy, y teniendo como meta máxima de estabilización entre 450ppm y 500 ppm, se estima que los costos estarían oscilando alrededor del uno por ciento del PIB mundial por año en promedio, durante un lapso comprendido entre cincuenta y cien años, una cifra ciertamente modesta frente a los grandes beneficios en términos de la su-pervivencia de la especie humana.

los InstrumEntos dE polítIcA

Tras semejante propósito, resulta perentorio ejecutar diversas acciones, de manera simultánea, sobre la to-talidad de los sectores de las actividades humanas cau-santes de las emisiones. En orden de importancia, se-gún la actual contribución proporcional al problema,

cabe señalar la generación de energía eléctrica a partir de combustibles fósiles (24 por ciento); los cambios en el uso de la tierra, fundamentalmente originados por la deforestación y la degradación de los bosques naturales7 (20 por ciento); y la agricultura, la industria y el transporte (cada uno con 14 por ciento).

Partiendo de distintas alternativas, Stern (2008a) en-contró que, como mínimo, para 2050 sería esencial asegurar un recorte de 20Gt en los flujos de GEI, en cuyo caso el mercado debería remunerar la reduc-ción por tonelada a razón de aproximadamente trein-ta euros, mediante los certificados de reducción de emisiones, CER, del actual sistema europeo, conoci-do como el European Union Emissions Trading Scheme, EUETS, o de cualquiera otro equivalente.

Al amparo del EUETS, la Comisión Europea estable-ció límites máximos de emisión de dióxido de carbo-no para trece mil empresas de las cinco industrias con el más alto potencial contaminante. Además, autorizó a aquellas que se hallen por debajo de las cotas asig-

7 En adelante, en este trabajo el vocablo deforestación incluirá el concepto de degradación. Aunque no son conceptos idénticos, pues en el estricto sentido de los términos degradación es la pérdida de biomasa por efecto de talas parciales, en tanto que la deforestación implica cambios efectivos del uso del suelo, generalmen-te hacia otras alternativas, en especial agricultura, ganadería e infraestructura.

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nadas a venderles la diferencia a las que las superen. De lo contrario, éstas estarían sujetas a una penalidad que comenzó en enero de 2005 en cuarenta euros por tonelada de exceso, la cual fue elevada a cien euros a partir de 2008. El vertiginoso crecimiento de dichas transacciones de certificados de reducción de emisio-nes, o créditos de carbono, como se les conoce en los mercados de capital, está siendo estimulado adicio-nalmente por la formación de bolsas de valores espe-cializadas en el manejo de esos papeles, como las de Chicago y Ámsterdam8.

En Estados Unidos también ha operado, desde prin-cipios de la década del noventa, un sistema exitoso de reducción de emisiones de dióxido de sulfuro. El resultado más notable ha sido el recorte de cerca del cuarenta por ciento con relación a los niveles de 1990, principalmente por parte de empresas genera-doras de energía eléctrica (Stern, 2008b). Asimismo, el gobierno de Australia está montando un sistema nacional de comercio de créditos de carbono, el cual comenzará a operar a partir de 2010.

Dicho tipo de mecanismos de precios debería ser el eje de una buena política pública de tipo global, a fin de que sean las propias fuerzas del mercado las que con-duzcan hacia la corrección de su más grande falla. Esto buscando que el mercado por fin comience a reflejar la verdad ecológica: que todos sus precios incorporen todos los costos de las externalidades provenientes del desgaste ambiental, siempre que éstas sean negativas. Y cuando sean positivas, que su valor sea reconocido en la medida de su contribución a los beneficios (Sinclair, 2008). Se trata de articular un sistema de precios que incorpore los criterios que en esta materia trazó el céle-bre economista inglés Cecil Arthur Pigou en la segunda década de siglo anterior (Pigou, 1946).

El socialismo totalitario colapsó porque no le permi-tió al mercado reflejar la verdad económica. El sistema capitalista podría colapsar si no le permite al merca-do reflejar la verdad ecológica (Brown, 2003 y 2006).

8 El sistema regido por el EUETS registró transacciones de US $24.000 millones en el 2006, apenas en su segundo año de funcionamiento. Fuera de la Unión Eu-ropea, existe otro mercado inspirado en el EUETS que apenas comienza a surgir, pero de tipo voluntario o “anticipatorio”, cuyas transacciones se estima que alcan-zaron la suma de US $6.000 millones en el mismo año.

En la actualidad, cualquier país podría talar todos sus bosques, agotar todos sus acuíferos y contaminar to-das sus fuentes de agua, y no obstante hacer crecer su producto interno bruto, en tanto que, como suele ser la práctica común, el consumo de su capital natural se contabilice como ingreso.

Por el contrario, un desarrollo genuinamente susten-table es aquel que permite mantener el capital natu-ral intacto, y que define como ingresos aquellos que estrictamente se deriven de la explotación sostenible de dicho capital. En el caso de la explotación y utili-zación de recursos no renovables, se requeriría como compensación inversiones equivalentes en sustitutos renovables (Daly, 1990). Por consiguiente, a fin de corregir tan notoria perversión, es preciso construir un aparato productivo que, en vez de estar enfrenta-do, sea compatible con la ecología.

Por ende, nuestro concepto convencional de deprecia-ción debería extenderse para cubrir no solamente el capital construido por la acción de los hombres, sino para incluir asimismo el capital natural, de suerte que el valor del desgaste de la dotación de las riquezas natu-rales sea sustraído a fin de contar con una medida más apropiada de nuestros ingresos netos (Sinclair, 2008).

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Sinclair va aún más lejos al afirmar que hay que reco-nocer que cuando un país vende combustibles fósiles, o metales como el cobre, no está realizando una ope-ración convencional de exportaciones de bienes y ser-vicios, sino que está desprendiéndose de un activo. En consecuencia, tras restar los costos de la extracción y del transporte, la transacción debería registrarse en la cuenta de capital de la balanza de pagos, en vez de pasar por la cuenta corriente.

Como mínimo, para empezar hay que enmendar las distorsiones más graves del mecanismo de formación de los precios. Se trata de los precios que se pagan por los servicios de agua y energía, y por el empleo de com-bustibles fósiles, entre otros, los cuales no reflejan las externalidades negativas que se originan en el desgaste o deterioro ambiental en que se incurre en su genera-ción o producción. Como si fuera poco, tales distor-siones se agravan en la medida de los subsidios que los gobiernos otorgan a su producción y consumo.

rEformA fIscAl EcológIcA

Fue Pigou (1946) quien, mediante la distinción entre los costos privados y los sociales –en cuya diferencia se refleja la mayoría de las imperfecciones del mercado– y su propuesta de remediar la distancia entre ambos con impuestos o compensaciones específicas, según el caso, sentó las bases de la teoría de las externalida-des en su libro La economía del bienestar, publicado en 1920. Quien daña paga, y a quien repare se le debe recompensar. En dicha máxima podría resumirse la esencia de la lección de Pigou en materia tributaria.

Como bien lo ha ilustrado James Gustave Speth (2004), decano de la Escuela de Estudios Forestales y Ambientales de la Universidad de Yale y fundador del World Resources Institute, puede ser que los mer-cados libres funcionen relativamente bien guiando la producción de bienes privados. Pero definitivamente no se les puede confiar la provisión automática de los “bienes sociales”, en especial la de los más esenciales servicios ambientales para la humanidad.

El punto de partida tiene que ser una reforma fiscal ecológica, de corte análogo al de las ya adelantadas en

Dinamarca, Finlandia, Holanda, Noruega y Suecia, las cinco naciones pioneras en este ámbito, inspiradas en los elementos básicos identificados por la Dutch Green Tax Comission en 1998 (López–Guzmán et al., 2006). Vale decir, cero subsidios o incentivos a los combusti-bles de origen fósil, y fuertes “ecotasas” y multas a su consumo y a la deforestación, a fin de que el mercado por fin refleje la verdad ecológica, de suerte que en sus precios se incorporen todos los costos de las ex-ternalidades provenientes del desgaste ambiental.

Su ventaja sobre las medidas coercitivas relativas a la regulación y el control, que en materia ecológica suelen ser burladas e ignoradas en la práctica, radica en la provisión de incentivos económicos orientados a inducir real y efectivamente el cambio de conducta de los agentes económicos, y en la generación de re-cursos para financiar inversiones en la protección del medio ambiente (Speck, 2008). Generalmente inclu-yen impuestos aplicados a la extracción de recursos naturales, así como a los usos de energía de fuentes no renovables y demás actividades generadoras de conta-minación ambiental.

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Ahora bien, impuestos más altos sobre las emisiones de carbono tendrían un efecto casi insignificante si el país que los establece es pequeño. Pero, en cambio, sus costos recaerían de manera exclusiva en sus pro-pios ciudadanos. Por ello, resulta imperativo que las reformas de esta índole se adelanten a nivel mundial, con el objeto de garantizar que sus efectos sean genui-namente globales (Sinclair, 2008).

globAlIzAcIón dE lA polítIcA EconómIcA sobrE El clImA

Lo que falta es extender mecanismos como los atrás referidos al resto del mundo, de manera que empre-sas y gobiernos de las naciones más endeudadas am-bientalmente puedan emprender la adquisición de créditos de carbono en economías emergentes con fundamento en proyectos de reconversión tecnológi-ca, reforestación y conservación, y así hacerse a su paz y salvo ecológico.

Las instituciones financieras, así como las autorida-des encargadas de las políticas macroeconómicas, in-

cluyendo los bancos centrales y las bolsas de valores, tienen un trascendental papel que jugar en la consoli-dación de este proceso.

Se trata, en suma, de la creación de un mercado in-ternacional de créditos de carbono altamente líquido o, lo que sería equivalente, la adopción universal de un sistema similar al EUETS, incluyendo los CER. El fundamento de su viabilidad yace en el establecimien-to de un esquema híbrido, entre lo que se conoce en inglés como cap-and-trade, que podría entenderse como un sistema de “topes y comercio”, y una es-tructura de gravámenes al carbono. Para ello existen los siguientes caminos:

El establecimiento de penalidades, “eco–tasas” • o impuestos directos a las emisiones de carbono que superen topes o cuotas permitidas decre-cientes, previamente definidas para cada agente económico contaminante en particular, con base en su medición y monitoreo (como en el caso del EUETS) o impuestos sobre bienes y servicios de-rivados o altamente intensivos en el empleo de combustibles fósiles.

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45REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

El comercio de derechos de emisión de carbono • basado de igual manera en la asignación previa de cuotas o volúmenes permitidos a los agentes económicos, de manera igual o similar a la forma bajo la cual opera el EUETS.

El comercio internacional de créditos de carbono • originados en proyectos debidamente aprobados y monitoreados, en especial en los países en de-sarrollo.

La fijación implícita de precios mediante regula-• ciones y estándares que impongan límites o to-pes y exijan tecnologías específicas, así se incurra en extra–costos, pero que garanticen la reduc-ción de las emisiones, ya sea de forma directa. O, como alternativa, pudiendo adquirir créditos de carbono originados en otros proyectos y paí-ses, en especial en los que se hallan en vía de desarrollo.

El énfasis en proyectos en países en desarrollo que puedan vender créditos de carbono a otros países o empresas penalizadas por estar incursas en rangos de contaminación por encima de sus respectivos topes permitidos no es producto del capricho. Ello se basa en el hecho de que las opciones de mitigación del cambio climático más económicas sin ninguna duda en su mayoría se hallan allí.

Sin embargo, a fin de asegurar su viabilidad, su acceso efectivo a los mercados de carbono, debe garantizar-se desde el principio mediante el apoyo de los países más adelantados en la medida en que adopten metas cuantitativas intermedias de reducción aun antes del año 2050.

De esa forma, se obtendrían las condiciones funda-mentales para que la política de mitigación del cambio climático sea viable, efectiva y exitosa. Por un lado, el mercado global de certificados de reducción de emi-siones, o créditos de carbono, estimularía a los paí-ses desarrollados a cumplir con sus metas, pudiendo comprarles tales certificados a países en desarrollo a costos inferiores a los que tendrían que asumir si tu-vieran que realizar las inversiones en mitigación en su propio suelo. Y, por otro, estos últimos podrían acce-

der a cuantiosos y crecientes flujos de recursos para el financiamiento del desarrollo de modalidades tecno-lógicas de baja intensidad en emisiones de carbono, que les permitan a su vez cumplir con sus respectivas metas en esa materia.

Como resultado, el mundo como un todo, median-te el comercio internacional de créditos de carbono, minimizaría los costos globales de la mitigación del cambio climático al permitir que la reducción de las emisiones provenga en primer término de países o sectores donde sea más económico lograrlas.

A manera de ilustración, una empresa, comunidad o unidad territorial en la Amazonia o la Orinoquía colombiana, al poder acreditar los resultados de con-servación o freno a la deforestación –o reforestación o forestación nueva según el caso–, en términos de su contribución a la reducción de emisiones, podría venderle sus certificados a una empresa productora de cemento en Estados Unidos para poder cumplir parte de sus propias metas de reducción. De esa ma-nera, la parte colombiana se beneficiaría con los re-cursos obtenidos para financiar la continuación de su tarea, y la empresa norteamericana, asimismo, podría incrementar sus utilidades al disminuir el costo de la cuota obligatoria que le corresponde frente a la mitigación.

El pApEl dE lA tEcnologíA

La incorporación de los costos de las externalidades –en este caso de las emisiones de GEI– a la formación de los precios y servicios de la economía global me-diante un sistema combinado de “topes y comercio” e impuestos al carbono, como se explicó anteriormen-te, es un requisito clave en ese camino. Esto es, la conformación de una estructura de precios ecológica-mente honesta. Sin embargo, ello, aunque necesario, no es suficiente. Urgen otras acciones y políticas com-plementarias que coadyuven a acelerar la respuesta de la tecnología a la transición de una economía ener-gética dependiente del uso de combustibles fósiles a otra basada en el uso de fuentes renovables, con el propósito de contribuir de manera expedita y eficaz a la estabilización del clima.

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Cabe insistir en la eliminación de toda clase de sub-venciones y ayudas a la elaboración o consumo de combustibles fósiles. Y, a cambio, dedicar más bien esos recursos fiscales al financiamiento de incentivos a las inversiones en investigación, desarrollo y adopción de nuevas tecnologías que contribuyan a conducir el mundo hacia modalidades de producción más cerca-nas a la neutralidad en materia de carbono. De lo con-trario, el avance de las ciencias y del conocimiento en torno de dichas modalidades, pero sobre todo de su adopción por parte del aparato productivo, continua-ría siendo muy lento frente a la inercia y persistencia de las tecnologías tradicionales.

En adición, habida cuenta que cualquier tonelada de emisiones de GEI provoca el mismo daño, indepen-dientemente del lugar de donde provenga, con el ob-jeto de alcanzar la máxima difusión posible a los costos más bajos de estas tecnologías, se precisa de un marco de políticas muy bien coordinado a nivel global.

En el caso de los países en desarrollo, es preciso adop-tar esquemas que les permitan adquirir el conocimien-to y las tecnologías sobre la base, como máximo, de costos marginales y, según el caso, libres de patentes y regalías mediante la cooperación internacional, que en este ámbito equivaldría a la inversión más rentable posible para todas las partes.

Basta mencionar algunos frentes de la más alta priori-dad por su potencial impacto:

Una nueva generación de tecnologías de energía • nuclear, actualmente liderada por General Elec-tric, Westinghouse, Toshiba, Hitachi y Areva, en-tre otras empresas.

Otras fuentes de energías alternativas como la eó-• lica, la fotovoltaica, la hidroeléctrica y la basada en corrientes marinas, entre otras.

Tecnologías para la captura y el almacenamiento • de carbono antes de ser liberado a la atmósfera, en particular por parte de las empresas de ge-neración de energía eléctrica a partir del uso de combustibles fósiles.

Una segunda generación de tecnologías para la • obtención de biocombustibles a partir de fuentes que no compitan con alimentos tanto de consu-mo humano como animal. Cabe mencionar, a manera de ilustración, la jatropha, las microalgas, la biomasa (bambú y pastos) y la celulosa (madera y sus residuos).

Aplicación de la biotecnología a la obtención de • organismos genéticamente mejorados para una agricultura de precisión y de reducida intensi-dad en emisiones de carbono en las operaciones de labranza, producción, recolección y procesa-miento.

Tecnologías para la industria automotriz de de-• sarrollo de motores eléctricos y de motores hí-bridos incorporando el uso de hidrógeno como sustituto parcial o total de la gasolina.

El rEto dE copEnhAguE 2009

La construcción de un sistema global de cooperación tras estos apremiantes derroteros –incluyendo la re-conversión de los actuales organismos multilaterales o la eventual creación de una nueva institucionalidad planetaria al servicio exclusivo de tan delicado come-tido9– y el diseño de políticas que conduzcan al mun-do hacia su cumplimiento de manera efectiva, eficien-te y equitativa representa el reto más formidable en el futuro inmediato para la ciencia económica, así como para las autoridades económicas y ambientales de los países.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cam-bio Climático, que se realizará en Copenhague a fi-nales de 2009, tendrá como misión medular ese co-metido, dejando definido el camino a partir de 2012, cuando vence la vigencia del Protocolo de Kyoto10. El Grupo de los ocho, G8, como fase preparatoria de su participación en tan trascendental asamblea, ya acor-dó proponer allí la adopción de una meta global de

9 ¿La Organización Internacional sobre el Cambio Climático?

10 El Protocolo de Kyoto fue adoptado en diciembre de 1997 y ratificado en febrero de 2005. Estados Unidos es el único país desarrollado que no lo ha ratifi-cado. El último en hacerlo fue Australia.

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reducción de emisiones de carbono del cincuenta por ciento para el 2050 con relación a los niveles alcan-zados en 1990, año que constituye la línea de base o referencia sobre la cual se habrán de fijar los nue-vos compromisos. Dicha meta sería claramente con-sistente con un escenario de estabilización del orden de 450 ppm o 500 ppm de dióxido de carbono. Se estima que las emisiones de GEI en 1990 fueron de 41Gt, en comparación con 45Gt en 2005. Por tanto, de acuerdo con esa meta global, las emisiones en el 2050 no deberían superar 20Gt.

En los términos del tratamiento común, pero diferen-ciado, planteado en el Protocolo de Kyoto, los países más prósperos deberán abordar compromisos más exigentes que los menos favorecidos por la fortuna. La razón de este elemental principio de equidad yace en la historia misma de la generación de las emisiones, cuya acumulación en la atmósfera entre el 75 y el 80 por ciento se debe a los primeros, y cuyas emisiones per cápita superan por lo menos en cuatro veces a las de los últimos (IMF, 2007). Lo cual quiere decir que, siendo hoy la población mundial de 6.500 millones de

personas, la emisión promedio por persona asciende a siete toneladas, como ya se anotó.

Por otra parte, la enorme dispersión entre los países ricos y pobres en términos de emisiones per cápita, igualmente evidencia la forzosa necesidad de que los primeros hagan los mayores esfuerzos. En efecto, dado que el nivel promedio de emisiones del conjun-to de los países desarrollados11 es de once toneladas de dióxido de carbono per cápita, su recorte tiene que ser al menos del ochenta por ciento, también en pro-medio, para el 2050 con relación a la línea de base de 1990, incluyendo metas intermedias claramen-te definidas y creíbles. En contraste, en cuanto a las dos economías en desarrollo más grandes se refiere, por ejemplo, China e India, sus emisiones por año son de cinco y dos toneladas respectivamente (Stern, 2008b).

Luego, si la población del 2050 llega a la cifra espe-rada de nueve mil millones, a fin de lograr una re-ducción del cincuenta por ciento para esa época, es decir, de 20Gt de carbono, las emisiones globales per cápita tendrían que disminuirse a dos toneladas. Y si se tiene en cuenta que ocho mil millones de habitan-tes pertenecerán a las naciones pobres, éstas tendrían que estar en ese mismo rango, aun suponiendo que las ricas se acercaran a cero, considerando su enorme peso relativo.

Pero también es cierto que, de no hacer nada, entre hoy y el año 2030 el crecimiento de los países cono-cidos como mercados emergentes explicaría las tres cuartas partes del incremento de las emisiones y en el 2012 superarían a los miembros de la OECD como los mayores emisores. Sólo China sería responsable del 39 por ciento de las emisiones en el 203012.

Sin embargo, es improbable que las economías emer-gentes se unan a este esfuerzo, excepto en el caso en que moverse hacia modos de producción con baja intensidad en carbono no equivaliera a tener que re-nunciar a su desde siempre ansiado crecimiento eco-

11 Por países desarrollados y en desarrollo, o ricos y pobres, o industrializados y emergentes, debe entenderse los pertenecientes al anexo 1 y al anexo 2 del Proto-colo de Kyoto, respectivamente.

12 Panorama Energético Mundial 2006. Citado por CAN, 2008.

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nómico para superar sus extremos niveles de pobreza y desigualdad, como jamás lo hicieron los más prós-peros. Por ende, resulta indispensable contar con ga-rantías para el financiamiento y el acceso a tecnologías de baja intensidad de carbono y efectos demostrativos para su adopción.

En otras palabras, no es reduciendo su crecimiento como las naciones pobres van a reducir también sus emisiones, sino adoptando tecnologías de reducida intensidad en emisiones de carbono que les permitan inclusive crecer aun más sin sacrificar la meta de llegar en 2050 con un promedio de emisiones per cápita no superior a dos toneladas.

Y esta esencial condición tiene que pasar, como míni-mo, por la posibilidad real de venderles a los mercados industrializados CER, o instrumentos equivalentes. A fin de lograrlo, es perentorio extender la aplicación de mecanismos como el de desarrollo limpio, MDL, originalmente creado por el Protocolo de Kyoto, a programas regionales o sectoriales de índole integral de mucho más amplio espectr, pues en la actualidad su único ámbito de aplicación se limita a proyectos individualmente considerados.

dEforEstAcIón EvItAdA, lA opcIón AmAzónIcA

Como antes se señaló, la deforestación, principalmen-te en las zonas tropicales húmedas –entre las cuales la Amazonia ocupa de lejos la mayor porción–, es la segunda fuente en importancia de las emisiones de la tierra, después del sector eléctrico, al explicar cerca de la quinta parte de dichos flujos. Pero al interior de la franja tropical del planeta que habitamos, alcanza a equivaler a una tercera parte del total. Es decir, su principal causa (Goeltom, 2008).

¿A que responde tal flagelo? Pues al costo de opor-tunidad representado por la tarea de proteger y con-servar el bosque –a la que todavía no se le reconoce remuneración alguna de parte de la sociedad– fren-te a los rendimientos económicos generados por su destrucción y posterior conversión a usos diferentes. Esto coloca a aquella acción prestadora de servicios

ambientales, que debería ser la salida óptima a la luz del interés general, en una ostensible desventaja ante otras opciones más “productivas” desde el ángulo privado. En este proceso, las alternativas típicamen-te preferidas suelen ser la agricultura comercial (in-cluidos los cultivos ilícitos), la siembra de pastos para ganadería y la construcción de infraestructura (Kan-ninen et al., 2007)13.

Se destacan los casos de la soya y la ganadería en Bra-sil, donde se perdieron 3,1 millones de hectáreas de bosque entre 2000 y 2005, principalmente en la Ama-zonia; la ganadería en Centro América, donde la tasa de deforestación en proporción a la extensión de su bosque es de las más altas del mundo, al lado de la pre-dominante en el sureste asiático; y la palma de aceite en Indonesia, cuyas siembras se han triplicado durante la última década, llegando a 5,6 millones de hectáreas –de un total mundial de 11 millones– y cuya industria de la pulpa absorbió cerca del setenta por ciento de la tala de árboles durante el mismo lapso. A su turno, en materia de infraestructura, el desarrollo de redes viales es otro factor que puede contribuir a la deforestación, al abaratar los costos de transporte desde las selvas has-ta los centros de consumo de los productos forestales, agrícolas y ganaderos (Kanninen et al., 2007). Además, sucede que buena parte de los suelos cubier-tos por bosque natural en el trópico es relativamente pobre en nutrientes. Tal condición hace que las co-sechas que ocupan lugares donde antes había árboles no sean agroecológicamente viables más allá de unos pocos años. Ello conduce a que los invasores tengan que moverse permanentemente de un sitio a otro para sobrevivir, acelerando la deforestación.

La conversión de bosques en tierra cultivable se ha materializado entre el 35 y el 45 por ciento en pe-queña agricultura; entre el 25 y el 20 por ciento en agricultura de gran escala, incluyendo la producción de materias primas para la elaboración de biocom-bustibles; entre el 20 y el 25 por ciento en pastos para ganadería y entre el 20 y el 15 por ciento en simple extracción de madera (Goeltom, 2008). En especial

13 Según la FAO, la extensión del planeta cubierta en bosque es de menos de cuatro mil millones de hectáreas, aproximadamente el treinta por ciento del área terrestre.

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en la Amazonia, los cultivos de uso ilícito también han desempeñado un papel muy notable.

Recientemente el fenómeno se ha agravado aún más por los altos precios de los productos de origen agro-pecuario, en especial de los elementos que nutren las cadenas productivas de dietas ricas en proteína animal –carnes, huevos, leche–, así como por el fuerte incre-mento de la demanda de insumos para la elaboración de biocombustibles. En ambos casos se trata exactamente de las mismas materias primas: maíz y otros cereales; oleaginosas como la soya y la palma de aceite y azúcar.

Aparte de sus comprobados efectos benéficos sobre la mitigación del cambio climático, la deforestación evitada –al igual que la reforestación y la forestación– tendría un sustancial impacto benéfico sobre la cali-dad de la vida de las 1.600 millones de personas que dependen del bosque para su supervivencia (Banco Mundial, 2004). Adicionalmente, la deforestación evitada igualmente resulta clave para la protección y regeneración de la biodiversidad.

Hasta el inicio del presente milenio había cerca de siete millones de especies de plantas y animales en el

mundo. Dos terceras partes se hallaban en el trópico, principalmente en sus bosques húmedos, donde se presenta el 96 por ciento de la deforestación. Cerca de la mitad de éstos se ha perdido por dicha causa, y, como consecuencia, cerca del quince por ciento de las especies se ha extinguido. Nada más entre 1990 y 2000 desaparecieron catorce millones de hectáreas del espacio forestal natural por año (Pinn, 2001 y Re-ven et al., 2004), esto es, una quinta parte por encima de la extensión continental de Colombia. De seme-jante desatino, nuestros descendientes difícilmente nos perdonarán, ya que la reparación de la diversidad genética podría tomar millones de años.

Sin duda, la franja terrestre más delicada es la Amazo-nia, donde se halla el cuarenta por ciento del bosque tropical húmedo que aún queda en el mundo, la cual alberga la mayor riqueza en materia de biodiversidad: 2,5 millones de especies de insectos, decenas de miles de plantas, y dos mil especies de aves y de mamíferos.

La mayoría de las emisiones de carbono provocadas por la deforestación se genera por causa de las quemas y la descomposición de los bosques tropicales. Se es-tima que su volumen alcanza cerca de 1.600 millones

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de toneladas por año debido a cambios en el uso del suelo, de las cuales, como antes se indicó, la mayor porción está provocada por la deforestación en las áreas tropicales (IPCC, 2007).

El más importante argumento a favor de la concesión de créditos de carbono –o compensaciones económi-cas a cambio de la reducción de la deforestación– se relaciona con su evidente efectividad desde el ángulo de los costos (Sohngen, 2008). El informe del IPPC calcula que la emisión de dos mil millones de tonela-das de dióxido de carbono podría evitarse por menos de veinte dólares cada una desde ahora hasta el 2030. Por su parte, Stern (2008b) sostiene que las emisiones causadas por esa práctica depredadora podrían dismi-nuirse a la mitad a un costo mucho más modesto. Y, finalmente, Strassburg et al. (2007) ha encontrado que sólo por seis dólares o menos, mediante los mecanis-mos indicados e incentivos del orden de veinte mil mi-llones de dólares, sería posible reducir la deforestación global en noventa por ciento. De todas formas, cual-quier escenario coloca a la deforestación evitada como la vía más económica y, al mismo tiempo, como una de las salidas más equitativas y eficientes en el planeta para la mitigación efectiva del cambio climático.

Stern (2006) estimó hace tres años que una hectárea de bosque convertida a pastos generaba un ingreso de dos dólares por año; mil dólares en soya o palma de aceite o, por una sola vez, entre 240 y 1.035 dólares por concepto de la venta de madera. Mientras que con el reconocimiento de créditos de carbono a precios de mercado se podría alcanzar la suma de 17.500 dó-lares por el solo hecho de conservarla intacta.

En Suramérica, de acuerdo con un modelo elabora-do por Tavoni, Sohngen y Bosetti (2007), citado por Sohngen (2008), sin el establecimiento de incenti-vos por medio de créditos de carbono, entre 2005 y 2030 se perderían, como mínimo, ochenta millones de hectáreas de bosque como resultado de la defores-tación14, cifra que colocaría a la región en el primer puesto en el mundo en la medida de su contribución al problema. Mientras que con los incentivos su di-mensión disminuiría en 71 por ciento.

En cuanto al papel del sistema financiero se refiere, se destaca el de Indonesia –como antes se mencionó

14 Otras fuentes estiman que Suramérica ya vienen acusando un ritmo aun mayor de deforestación: 4,3 millones de hectáreas por año (Kannine et al., 2007).

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una de las naciones más afectadas por la deforesta-ción en el planeta–, donde el propio banco central, el Banco Indonesia, ha adoptado una política de apoyo a la protección del medio ambiente impulsando a la banca comercial hacia inversiones en ese frente. Se-gún su vicegobernadora (Goeltom, 2008), el banco cuenta con la capacidad y la decisión de incentivar al sistema financiero de Indonesia a financiar proyectos de reforestación y forestación nueva y apoyar el uso de fuentes alternativas de energía diferentes de los combustibles fósiles y la preservación de la naturaleza. Incluso, el Banco Indonesia ha emprendido directa-mente programas de siembra de árboles a manera de efectos de demostración en el país. Además, mediante sus funciones de supervisión, desalienta la financia-ción de proyectos que no contemplen adecuadamente los criterios de impacto ambiental.

conclusIón

En conclusión, no debe caber duda de que la re-ducción de la deforestación tiene que ser una de las máximas prioridades de la humanidad15. Sin embar-go, la normatividad internacional no ha creado aún incentivo alguno al servicio de esa causa. La princi-pal razón yace en que hasta hoy no se han propuesto ni contemplado proyectos de escala suficiente como para poder enfrentar adecuadamente las preocupa-ciones sobre las denominadas “fugas”, o sea, los ries-gos de desplazamiento de un área protegida o bajo control respecto a la deforestación hacia otra que no esté intervenida.

La solución, en consecuencia, tiene que partir de la formulación y ejecución de “megaproyectos” en zonas claramente delimitadas de conservación y de aprove-chamiento sostenible del bosque según el caso. Pero siempre y cuando cubran espacios geográficos sufi-cientemente amplios, cuya administración y monito-reo estén a cargo de unidades ejecutoras altamente especializadas y dotadas de las más modernas tecno-

15 Internacionalmente se le conoce como REDD (Reduced Emissions from Deforesta-tion and Forest Degradation). Se ha estimado que, suponiendo de manera realista un precio por tonelada de carbono entre diez y veinte dólares, y una reducción de la deforestación entre el veinte y el cincuenta por ciento, los pagos anuales por este concepto podrían estar entre 7.000 y 23.000 millones de dólares (El Lakany et al., 2007, citado por Kannine et al., 2007).

logías para tales propósitos, incluyendo las satelitales. Además de suficiente poder coercitivo que les garan-tice su gobernabilidad y, por ende, su eficacia frente a los resultados que se buscan. En esa dirección, lo ideal es que cualquier tipo de remuneración bajo la modalidad de créditos de carbono, en vez de otorgar-se a pequeños proyectos individuales considerados de manera aislada, esté ligado a la deforestación evitada al menos a nivel sub–nacional con relación a una línea de base o referencia (Kannine et al., 2007).

Una propuesta similar fue presentada por Papua New Guinea y Costa Rica en nombre de la Coalición de Las Naciones del Trópico Húmedo. Consiste, en el fondo, en extender a ese ámbito los sistemas de “to-pes y comercio” que se han establecido al amparo del Protocolo de Kyoto para otros sectores. La idea es que cada país fije una línea de base en términos de su tasa de deforestación medida en emisiones de to-neladas de dióxido de carbono. Cualquier reducción con respecto a dicha línea de base lo haría acreedor al mercado global de certificados de reducción de emi-siones. En caso contrario, descalificaría a la totalidad de su territorio frente al referido mercado (Walter et al., 2008).

En el caso colombiano, el esquema de proyectos sub–nacionales es el que más beneficios arrojaría, debido a su relativa baja tasa de deforestación (Estrada et al., 2007). Además, un programa único de escala nacional tropezaría con las dificultades propias del orden pú-blico. En efecto, mientras que la tasa promedio de de-forestación de los primeros veinte países en el mundo por área cubierta en bosque –grupo al cual pertenece Colombia– es del 0,48 por ciento, la de Colombia es apenas del 0,1 por ciento, en contraste con los demás países amazónicos miembros del grupo como Vene-zuela (0,6%), Brasil (0,55%), Bolivia (0,45%) y Perú (0,1%) (Strassburg et al 2007)16.

En cuanto a la Amazonia, semejante empeño debería coordinarse entre los países que forman parte de la

16 A manera de ilustración, en Colombia se está desarrollando el proyecto de deforestación evitada Pasto–Mocoa liderado por el BID, con la participación del Ministerio del Medio Ambiente y Corpoamazonia, relacionado con el desarrollo de la infraestructura en esa región. Este proyecto forma parte de la Iniciativa de Integración Regional para Sur América, IIRSA.

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misma, a fin de formular un programa integral para ser presentado en la cumbre de Copenhague, con el objetivo de alcanzar el reconocimiento internacio-nal y la participación de los países que podrían ser la contraparte del mismo. Es decir, aquellos “ambien-talmente endeudados”, los más grandes compradores potenciales de créditos de carbono provenientes de la reducción de la deforestación en la Amazonia, co-menzando por los miembros del G8.

La cooperación técnica y financiera para emprender tan ambicioso, pero, al mismo tiempo, tan urgente cometido, podría provenir, para el arranque, del Forest Carbon Partnership Facility, FCPF, del Banco Mundial, y

del Global Environment Facility de las Naciones Unidas (Stern, 2008b).

Si no se aprovecha la Cumbre de Copenhague para asegurar la incorporación del freno a la deforesta-ción –además de la reforestación y la forestación– al segmento de actividades elegibles para los mercados globales de créditos de carbono, la humanidad habrá perdido la invaluable oportunidad de contar con un instrumento sin par en términos de efectividad, efi-ciencia y equidad, destinado a enfrentar la más gran-de falla de mercado de su historia. Y habrá puesto en grave peligro la seguridad vital de las generaciones por venir.

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INTErPrETANDO EL fUTUrO DE LA AmAzONIA PErUANAluis campos baca1∗

1 Presidente del Instituto de Investigaciones de la Amazonia peruana ([email protected])

rEsumEn

En un contexto en que la comunidad interna-cional reconoce al río Amazonas como el más largo y caudaloso del mundo, los procesos glo-

bales de intercambio comercial, integración regional y cambio climático han generado nuevos retos para los países de la cuenca amazónica continental, en su empeño por crear y renovar esfuerzos orientados a superar la pobreza, a la vez que conservar y proteger recursos naturales tan relevantes para la vida, la salud y el sustento de la población mundial como el bosque, la biodiversidad y el agua dulce. Encarar estos grandes retos pasa por generar nuevas y mejores oportunidades que viabilicen la competitivi-dad con sostenibilidad, favoreciendo, además, proce-sos de inclusión. El Perú y especialmente la Amazonia tienen el deber de corresponder a grandes procesos de integración territorial –la Iniciativa de Integración Regional Sudamericana (Iirsa), entre ellos– o de in-tegración comercial, a través del plan de penetración del Brasil al mercado Asia-Pacífico, así como tratados y acuerdos comerciales vinculados con el tema, ya sus-critos o en negociación por nuestro país. Desde otro espacio, pero vinculado ampliamente, el proceso de descentralización demanda una institucionalidad re-gional y macrorregional con acceso a información es-pecializada sobre el entorno social, económico y am-

biental, que viabilice la toma de decisiones políticas y de inversión apropiadas para el desarrollo humano sostenible.

El Instituto de Investigaciones de la Amazonia Perua-na (IIAP), como parte del concierto de instituciones regionales inmersas en la dinámica del cambio de época, ha recreado su estrategia institucional con el propósito de mejorar sus correspondencias con las sociedades a las que representa, contribuyendo desde su misión a una mejor comprensión y al planteamien-to de soluciones para favorecer el desarrollo sosteni-ble desde las particularidades y diversidades propias de ecosistemas, culturas y territorios amazónicos (en medio de un entorno donde la oferta internacional del saber es muy escasa), creando la urgencia de ge-neración y difusión de conocimientos y tecnologías desde nuestras capacidades nacionales.

El presente artículo es una síntesis del plan estratégico del IIAP para el periodo 2009-2018. La información de soporte proviene de tres grandes fuentes: i) vasta y variada bibliografía existente sobre temas amazónicos, incluyendo estudios y análisis del entorno nacional e internacional con proyección de futuro; ii) consultas realizadas a un gran número de personas e institucio-nes, en redes virtuales, talleres de trabajo y entrevis-tas directas; y iii) soporte profesional de la institución (directores, investigadores y profesionales), tanto a

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nivel de la sede central (Iquitos) como en todas las regiones de la Amazonia.

La información presentada aquí pretende contribuir al desarrollo regional amazónico con propuestas cla-ras y desde la base técnico-científica y respetuosa de la diversidad biológica y cultural de nuestros pueblos. Es importante destacar que se reconocen también la diversidad institucional de la región, por tanto, esta propuesta no pretende ser “todista”; en cambio sí busca enfocarse en los temas en los que el Instituto de Investigaciones de la Amazonia Peruana siente tiene más competencias y capacidades.

Palabras clave

Investigación ambiental,amazonia peruana, política ambiental

EnfoquE tEórIco y mEtodologíA dEl procEso dE ElAborAcIón dEl plAn EstrAtégIco dEl IIAp

Del desarrollo teórico y metodológico en el proceso de elaboración del plan estratégico, se destacan las si-guientes ideas fuerza:

Los importantes y profundos cambios de los con-i. textos sociocultural y socioeconómico son fuen-te de vulnerabilidad de las instituciones, pero al mismo tiempo, motor de nuevas exigencias so-ciales que las cuestionan y exigen procesos de in-novación internos.

Es indispensable atrevernos a generar pensa-ii. miento autónomo desde el conocimiento de lo local, con miras a traducirlos en nuevos compor-tamientos a futuro, perfectamente integrados con el saber propio y tradicional.

Asumir el reto de la innovación institucional de iii. manera radical significa cambiar los lineamientos de orientación del desarrollo personal y corpo-rativo, pasando de una filosofía de “cambiar las cosas que cambian las personas”, hacia una más

acorde con el reto colectivo y social de “cambiar las personas que cambian las cosas”.

La búsqueda de coherencia y de corresponden-iv. cia son dos acciones proyectivas fundamentales a considerar; la primera, referida a la relación in-terna, mientras la siguiente, a la forma como la organización se relaciona con su entorno.

Se debe entender el plan estratégico como una v. herramienta de negociación que centre las bases de un contrato social acerca del futuro que que-remos construir colectivamente.

Estamos en un cambio de época en que se ha pa-vi. sado de la industrialización al desarrollo de un enfoque sistémico. Desde este enfoque, podemos participar en la construcción de las bases del de-sarrollo, pero bajo el predominio de nuevos en-foques y paradigmas conceptuales, distintos a los manejados durante la época en declive.

La base del cambio institucional se encuentra vii. fuera y no internamente, ante todo porque la ins-titución busca ser relevante para su entorno.

Debemos entender el cambio institucional como viii. un proceso.

A partir de estas premisas, se entiende que la planea-ción estratégica requiere intervención en los siguien-tes aspectos: i) la “intención estratégica” o motivación principal del proceso respecto de la sociedad; ii) el pro-pósito del cambio institucional; iii) la filosofía de inte-racción, a través de la relación de alimentación cons-tante entre los diversos saberes locales y científicos; iv) la configuración institucional, tanto para la gestión po-lítica como para la gestión técnica del proceso.

Otras ideas destacables dentro del marco orientador del proceso de elaboración del plan estratégico inclu-yen: i) una organización sostenible es un organización en cambio; ii) el desempeño del proceso de cambio es funcional en la medida de sus reglas normativas, de la capacidad para dirigirlo, así como de la credibilidad de sus líderes y facilitadores; iii) más relevante que cambiar la cultura es construir la cultura del cambio; iv) la visión prospectiva orientada a interpretar el fu-

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turo y sus alternativas de desarrollo, debe prevalecer sobre la visión cortoplacista; v) la dinámica del pro-ceso depende de un equipo adecuado y suficiente de orientadores y facilitadores; vi) la motivación interna depende de fuentes internas de energía institucional; vii) sin principios orientadores colectivos no hay res-ponsabilidad ética en el proceso; viii) sin una escala negociada de avances en el proceso, este se conduce sin rumbo ni sincronía; ix) se debe cultivar el uso de la filosofía de la “la autoridad del argumento” y no basarnos necesariamente en el mero argumento de la autoridad; x) los consultores externos son soporte de formación y apoyo, pero no reemplazan la labor ni el desempeño de los consultores internos.

El mArco dE lA propuEstA AmAzónIcA

enTorno inTernacional relevanTe: megaTendencias

En las últimas dos décadas se han experimen-tado fuertes cambios en el entorno de las ins-tituciones de ciencia y tecnología, los cuales las han ubicado en una situación de franca vulnerabilidad. Favorecidas por el salto tecnológico en las comunicaciones y la informática, han emergido un con-junto de megatendencias: i) la globa-lización de los fenómenos y flujos económicos como intensificación de las relaciones económicas comerciales; ii) la importancia creciente de instancias corpora-tivas de gobierno internacional, así como la relativa reducción del poder de los Estados-nación; iii) intensificación de las relaciones culturales a nivel global, generan-do la irrupción de sociedades abiertas, heterogéneas e inte-ractivas, donde las identidades comúnmente conocidas tienden a replantearse, generando un nuevo tipo de ciudadano con un

enfoque multicultural del mundo; iv) la biodiversidad como tema de importancia generalizada; v) la relevan-cia creciente de la competitividad y la sostenibilidad de las cadenas productivas; vi) la presión demográfica so-bre los recursos naturales del planeta; vii) el cambio cli-mático y la contaminación ambiental como problemas internacionales de primer orden.

Los efectos combinados de las revoluciones tecnológi-cas y culturales han ido forjando nuevas realidades que

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se expresan en la emergencia de una economía inma-terial dependiente principalmente del factor intangible “información”, el estatus de la innovación tecnoló-gica y de la innovación institucional como condición fundamental para la productividad y competitividad, las posibilidades científicas y tecnológicas emergentes (robótica, nuevos materiales, nanotecnología, genética celular y molecular, tecnología de la información), la emergencia de una sociedad del conocimiento y de un continente digital cuyas dinámicas son dependientes de las redes virtuales de poder, la construcción de un or-den económico y político cuya naturaleza corporativa y transnacional se consolida bajo la influencia dominante de actores con intereses globales, la convergencia tec-nológica y la descentralización productiva que constitu-yen cadenas productivas transnacionales al margen del control de los Estados–nación y de los actores locales, las crecientes catástrofes sociales y naturales provocadas que han creado múltiples tipos de vulnerabilidad para la humanidad y el planeta, así como la vertiginosa erosión de la biodiversidad y de la diversidad cultural.

Tendencias PrinciPales en el comercio mundial de bienes

Economía basada en el conocimientoa. . Una tendencia creciente es la incorporación del cono-cimiento a las principales cadenas de valor, donde

la fuente de la productividad radica cada vez más en la tecnología de generación de conocimientos, del procesamiento de la información y de comuni-cación de símbolos. Más específicamente, se habla de la acción de los conocimientos sobre los propios conocimientos como principal fuente de creación.

Controles y regulacionesb. . Hay una clara ten-dencia a los controles, motivada tanto por asun-tos de índole ambiental como por aquellos de seguridad alimentaria. Estas preocupaciones han generado un incremento notable en certificacio-nes de productos, principalmente agropecuarios y forestales. El desarrollo de la informática también se ha hecho presente en el área de seguridad de alimentos, muy sensible a los consumidores, a tra-vés de la exigencia cada vez más importante de la incorporación de la línea informativa del proceso de producción de los bienes que se comercian.

Concentración en las principales cadenas c. de valor. La globalización tiende a internaciona-lizar y acrecentar la concentración en las cadenas de valor. Grandes empresas transnacionales con-trolan eslabones claves de las cadenas mundiales de bienes, incluyendo los respectivos insumos, caracterizando y decidiendo el mercado en que deben operar los pequeños productores rurales que se insertan en estas.

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Cambios en las demandas de los consumi-d. dores. Asociado a cambios culturales, estilos de vida, migraciones y otras variables demográficas y sociales, los hábitos de consumo están cam-biando vertiginosamente. De esto resulta, entre otras tendencias, la aparición de un mercado de productos sofisticados de origen agropecuario en pleno crecimiento, bastante diferenciado de los llamados “commodities” (o mercancías de uso tradicional). La demanda mundial de alimentos es muy exigente tanto en calidad como en inocui-dad, en grupos fuertemente seleccionados (como por ejemplo los “orgánicos”) y con un nivel de precios elevado.

Tendencias en la oferTa cienTífica y Tecnológica inTernacional

La biotecnología modernaa. . Una de las pers-pectivas más interesantes de la biotecnología es su fuerza en el desarrollo de nuevos productos para la salud y la alimentación. Sus nuevas herramien-tas de manipulación y transferencia traen nuevas perspectivas para el mejoramiento genético, lo que permite el desarrollo de plantas y animales mejorados, con gran diversidad de atributos, a una rapidez y escala nunca imaginadas.

La nanotecnologíab. . Es una técnica que permi-te diseñar a escalas nanométricas (mil millonési-mas de metro) cualquier estructura, orgánica e inorgánica, desde su composición atómica hasta su estructura molecular. Interesa conocer lo que representa potencialmente dentro del conjunto de investigaciones y aplicaciones actuales, cuyo propósito es crear nuevas estructuras y productos que tendrán un gran impacto en la industria, la agricultura, la medicina, los recursos naturales, entre otros.

Presencia creciente de la investigación c. privada. A diferencia de épocas anteriores, las grandes empresas y universidades privadas se han transformado en actores principales de la inves-tigación y el desarrollo. Una de las áreas que ha desarrollado ampliamente este aspecto son los

agronegocios, que parten de la consideración de que el éxito de la cosecha debe ser asegurado des-de la misma semilla.

Apropiación y protección del conocimien-d. to. Los derechos de propiedad intelectual se han convertido en tema sustancial de debate y estudio en diversos foros internacionales. Uno de los re-sultados más importantes de estas negociaciones internacionales es el acuerdo Trips (Trade, Rela-ted Aspects of Intellectual Property Rights) que establece que todos los países signatarios deben adoptar un sistema de protección de la propiedad intelectual para plantas y microorganismo den-tro de los plazos establecidos. Los acuerdos Trips permiten que los organismos vivos, así como los genes, los procesos biológicos y no esencialmente biológicos puedan ser patentados.

Reconocimiento del conocimiento tradicio-e. nal de los pueblos. En diversos organismos de carácter multilateral se ha impulsado un conjunto de normas internacionales y regionales asociadas a los temas de propiedad y agrobiodiversidad. En ellos se ha avanzado el reconocimiento de los conocimientos tradicionales de los pueblos y sus elementos humanos (como los agricultores). Las normas más importantes que se han establecido en este sentido son: i) el Convenio sobre Biodi-versidad Biológica; ii) el Tratado Internacional de la FAO (2001); iii) la Decisión 391 de la Comuni-dad Andina de Naciones (CAN) sobre un régimen común de acceso a recursos genéticos (1996); iv) la Decisión 486 de la CAN sobre estrategia regio-nal de la biodiversidad para los países del trópico andino (2002); v) la Decisión 524 de la CAN que establece una mesa de trabajo sobre derechos de los pueblos indígenas (2002).

Proceso de inTegración inTeroceánica e inTegración con asia-Pacífico

En el futuro se debe generar, sobre todo en el centro de Sudamérica y motivado principalmente por el de-sarrollo alcanzado por Brasil en el contexto mundial,

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un gran corredor económico, comercial y turístico. El peso específico de la economía brasileña y su ne-cesidad de salir por territorio peruano a los mercados asiáticos deben ser aprovechados por el Perú y sobre todo por su región amazónica, con el fin de consti-tuirse en un “paso obligado” para el comercio que se dirige al continente asiático y poder adquirir la ca-tegoría de centro de servicios para el comercio que va en ambas direcciones, donde se implementen los más modernos sistemas de gestión relacionados con el transporte multimodal, entre estos el concepto de “puerto terrestre” que podría ser aplicado en puntos convenientes de las carreteras que comuniquen el río Amazonas con el océano Pacífico.

acuerdos comerciales con la unión euroPea (ue)

El bloque continental de la Unión Europea se perfi-la a largo plazo como la cuarta economía del mundo, con un monto de 12,5 billones de dólares, después de China, Estados Unidos y la India. A nivel sudamerica-no, la UE viene dando pasos importantes dirigidos a mejorar y consolidar los flujos comerciales entre ambas regiones, especialmente con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), espacio geopolítico donde confluyen cuatro de los ocho países integrantes de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).

enTorno nacional relevanTe

el fuTuro de la comPeTiTividad de la amazonia Peruana

En una visión panorámica, se pueden distinguir dos grandes tendencias en la economía peruana: se tiene una fuerza de reafirmación del rol tradicional de pro-veedora de materias primas, es decir, un modelo sus-tancialmente extractivista. Por otro lado, se perfilan importantes signos hacia una economía que partiendo de las ventajas comparativas que le da su biodiversi-dad, se orienta a la generación de ventajas competiti-vas a partir de incorporar conocimiento e innovación, logrando que: i) una nueva agricultura de exportación

basada en productos de la agrobiodiversidad crezca vertiginosamente; ii) se perfilen nuevos negocios a partir del aprovechamiento de las ventajas de la biodi-versidad y climas (acuicultura, alimentos funcionales y orgánicos); iii) el turismo se afirme como importante fuente de desarrollo a partir de las ventajas compara-tiva que enarbola la región, entre ellos la conjunción de las grandes fuentes sobre las cuales se están toman-do actualmente las decisiones turísticas en el mundo (historia, cultura viva y naturaleza); iv) se produzcan importantes experiencias a partir de la inserción de las regiones y las pequeñas empresas dentro de la economía global; v) se asuman nuevos paradigmas de sostenibilidad en la explotación de los recursos natu-rales, superando un modelo “sucio” de explotación, puramente extractivista, por uno “limpio”, donde se satisfagan las necesidades de producción a partir de un equilibrio en el modelo de desarrollo sostenible.

Estas dos tendencias se han expresado en la Amazonia de modo muy concreto. La primera, a través de la nueva ola de inversiones en explotación de hidrocar-buros y la afirmación del modelo extractivo amazó-nico, presionado por la demanda mundial de recur-sos naturales renovables y no renovables, que frente a la nueva economía global en emergencia adquiere la posibilidad de convertir a la región en proveedora de material genético en bruto para la gran industria internacional de los bionegocios. La segunda es la emergencia de una economía regional basada en los econegocios y bionegocios, respectivamente, a partir del aprovechamiento de los recursos naturales, agre-gándole valor al territorio a partir de convertirla en proveedora de bienes y servicios elaborados para las nuevas demandas de este tipo de productos. El reto de las poblaciones amazónicas será procesar estas tendencias, a fin de construir un nuevo patrón de acumulación, basado en la incorporación del conoci-miento en la biodiversidad, sin obviar los criterios de sostenibilidad e inclusión social.

gobernabilidad en el fuTuro de la amazonia

La descentralización en el Perú avanza lentamente, con importantes repercusiones en la naturaleza del patrón

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de gobierno que caracterizará al país en los próximos años. Es importante destacar que la descentralización favorece una mejor inserción de la Amazonia a la eco-nomía mundial, convirtiendo cada ente de autoridad en instancia de atracción de inversiones extranjeras.

La globalización se manifiesta en el plano político con el incremento del nivel de influencia de instan-cias multilaterales, cuyos efectos vinculantes afectan al ámbito nacional y regional. Algunos de los más di-rectamente asociados al desarrollo amazónico son: i) los convenios con los países limítrofes, que forman parte de la macrocuenca, como la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica; ii) las relaciones bilaterales, particularmente se perfila un incremento de la relación con países como Brasil; iii) los acuer-dos firmados por el Perú sobre el cambio climático; iv) las normas internacionales sobre el comercio de especies en peligro de extinción; v) las normas de la Organización Internacional del Trabajo sobre pobla-

ciones indígenas; vi) las normas internacionales sobre explotación forestal y biodiversidad; vii) los acuerdos de libre comercio; y viii) mecanismos supranacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi), Convenio sobre la Diversidad Biológica, Ob-jetivos de Desarrollo del Milenio, entre otros, de ca-rácter vinculante en las decisiones fundamentales de los Estados. La tendencia es que estos instrumentos sean cada día más importantes en la gestión guberna-mental de la Amazonia.

La sociedad civil se manifiesta a través de una gama muy amplia de instancias de representación regional-local y de movimientos de índole social. Al respecto será conveniente tener en cuenta que: i) se tiende a elevar la importancia de la escena política como ins-tancia de negociación y búsqueda de consensos; ii) la explotación petrolera en muchas regiones amazónicas es fuente importante de conflictos sociales y laborales,

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así como motivo de irrupción de movimientos ecoló-gicos y de afirmación cultural; iii) la presión social por tierras alcanzará niveles de tensión aún mayores, aso-ciada con el incremento de la inmigración y explota-ción económica que sufrirá el bosque; iv) el deterioro de las condiciones de vida en las principales ciudades incrementará la generación de movimientos de pre-sión sobre los gobiernos locales; v) los movimientos indígenas ingresarán en una nueva época de afirma-ción, reivindicando el diálogo intercultural y la inclu-sión; vi) los movimientos ecologistas incrementarán su accionar frente a la intensificación de los peligros sobre los ecosistemas; vii) se prevé que el desbalance entre la fuerte inmigración que sufrirá la región y la débil capacidad de absorción de empleo generarán un clima de tensión colectiva considerable, que podría agravarse si no hay cambios significativos y rápidos en la gobernabilidad, en el ritmo de inversión y en el cambio del modelo de desarrollo amazónico.

cambio climáTico y el fuTuro de la amazonia

Con relación al cambio climático, los resultados de investigaciones concluyen que habrá un clima más cá-lido y seco, lo que muy probablemente conlleve a una disminución en la precipitación pluvial. Asimismo, los resultados de últimos estudios destacan el efec-to sobre las características del bosque, al afectarse de manera distinta las especies de larga maduración de aquellas de ciclo más corto. Estos estudios requieren ser profundizados a fin de evaluar las amenazas a los ecosistemas y sociedades amazónicas y de ese modo inspirar políticas y esclarecer nuevos modelos de de-sarrollo sostenible para los diversos ecosistemas que existen en la macrocuenca.

En ausencia de medidas efectivas, el calentamiento global y la deforestación podrían convertir del 30% al 60% del bosque tropical amazónico en bosque seco de sabanas, de acuerdo a una investigación realizada con el auspicio del Instituto Nacional de Investiga-ción Espacial de Brasil (Inpe). El clima en el noroeste de Sudamérica, incluyendo la región amazónica, ya ha cambiado durante el último siglo. Por ejemplo, de

1990 a 2000, la temperatura promedio mensual se ha incrementado entre 0,5 a 0,8 oC. Según el Inpe, estamos corriendo un riesgo muy alto de perder un área significativa del bosque tropical amazónico. Si el calentamiento se incrementa en tan solo unos pocos grados centígrados, el proceso de “sabanización” en nuestra región puede ser irreversible.

A partir de este panorama, algunas de las oportunida-des que se abren para la investigación, el desarrollo y la innovación regional se asocian con la necesidad de construir nuevos patrones de desarrollo económico y social que privilegien la conservación de la biodiver-sidad, la sostenibilidad y disponibilidad de recursos naturales como el agua, manejo integrado de ecosiste-mas, así como la reducción de los impactos del cam-bio climático.

los Procesos sociales en marcha de la amazonia

Tres son los temas que han sido destacados en las con-sultas realizadas para la elaboración del plan estratégi-co: i) cambios demográficos atribuibles a la inmigra-ción y las altas tasas de natalidad; ii) tensiones sociales atribuibles al aumento de la pobreza y la exclusión social, asociados además con el desempleo y subem-pleo; iii) tensiones culturales atribuibles a la confron-tación entre las tradiciones de los pueblos indígenas y las especificaciones culturales de la urbe globalizada.

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Los estudios realizados destacan que la pobreza rural y urbana y los procesos de migración hacia la Ama-zonia están produciendo una fuerte presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente de la región, el cual tiende hacia el incremento irreversible.

Se considera fundamental que la región realice un im-portante esfuerzo por promover la educación, la inno-vación, la búsqueda del progreso y combatir una cul-tura extractivista, sustituyéndola por una promoción de la cultura de la creación de valor a partir de la rica variedad del bosque amazónico. En ese sentido, se re-quiere una gran movilización que promueva la pequeña empresa, la asociación para cubrir grandes demandas comerciales, asumiendo mayores retos de producción en cuanto a volúmenes y agregados, así como el esla-bonamiento en cadenas de valor. La producción de in-formación y conocimiento que promueva este tipo de procesos será indispensable para fortalecer la inclusión social de una gran población excluida de los procesos más dinámicos de la economía.

el fuTuro del desarrollo cienTífico y Tecnológico

La Amazonia, como los bosques tropicales del mundo, ha adquirido especial relevancia frente a la enverga-dura que han alcanzado el desarrollo de la bioecono-mía, el cambio climático y el peligro de extinción de la biodiversidad. Esto ha incrementado notablemente la demanda por estudios científicos sobre los ecosis-temas de los trópicos húmedos en el mundo. Los im-portantes avances en la tecnología de la información, la biotecnología, la nanotecnología, están aportando una nueva e importante generación de estudios que seguramente abrirán una nueva frontera de potencia-lidades de aprovechamiento de la Amazonia para el desarrollo conjunto de sus pueblos y de la humani-dad, con un enfoque de sostenibilidad ambiental.

Los expertos consultados para la elaboración del plan estratégico del IIAP coincidieron en destacar la im-portancia del conocimiento tradicional amazónico en el desarrollo tecnocientífico futuro de la región y, por ende, la necesidad de promover su apropiación y protección de manera sistemática, como fuente de

sabiduría sobre el uso racional del bosque amazónico. Asimismo, en la consulta se destacó la importancia de: i) tener en cuenta las expectativas sociales y políticas en la definición de la agenda de inversión, desarrollo y tecnologías innovadoras; ii) la tendencia cada día más fuerte a la privatización del conocimiento tecnológico; iii) las posibilidades de relaciones mutuamente bene-ficioso entre el sector público y el privado en materias de ciencia y tecnología; iv) la propiedad intelectual y derecho de quienes obtienen o descubren nuevas va-riedades vegetales.

En general, la percepción pública nacional y regional de la ciencia y la tecnología es positiva, pero toda-vía se concibe como poco relevante en el desarrollo amazónico. La inversión en investigación todavía es entendida principalmente como gasto más que como inversión. El IIAP deberá realizar un esfuerzo especial por demostrar el valor público y privado de los resul-tados de las inversiones realizadas en este rubro, a fin de generar un mayor reconocimiento social y sosteni-ble en el futuro inmediato.

Con el fortalecimiento de los gobiernos regionales, la Amazonia tendrá mayor presencia en la promoción de políticas de innovación tecnológica, así como el establecimiento de fondos competitivos y otros ins-trumentos de financiamiento de actividades de cien-cia y tecnología. Las oportunidades de cooperación internacional pública y privada se acrecentarán, por lo que el IIAP y la región deberán madurar los términos en los que se establezcan estas relaciones, sin alienar derechos ni conocimientos propios, en un marco teó-rico y legal donde la propiedad intelectual empieza a jugar un rol preponderante.

el valor esTraTégico de la amazonia conTinenTal

La Amazonia continental abarca un territorio de casi 8 millones de km2, alberga dos terceras partes de las selvas tropicales del mundo, es considerada como una de las más ricas formaciones de biodiversidad de la Tierra, cuyos bosques contribuyen a atenuar el efecto invernadero. Hospeda una población de más de 30 millones de personas con una gran diversidad social,

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cultural y étnica. Constituye además un espacio eco-nómico fundamental y singular para el desarrollo de los países que comparten su cuenca, formados por un conjunto de ecosistemas que se encuentran entre los más importantes del planeta, caracterizados por su heterogeneidad ecológica, tanto natural como modi-ficada por la acción humana, lo que ha dado lugar a que, además de los ecosistemas naturales, ahora exis-tan ecosistemas seminaturales y artificiales. Presenta una extraordinaria riqueza y diversidad en recursos naturales de flora, fauna, clima, aguas y suelos. Tres de dichos ecosistemas –el trópico húmedo amazónico, el piedemonte y las sabanas (llanos y “cerrados”) de ocho países suramericanos–, abarcan cerca de 10 mi-llones de km2. El trópico húmedo constituye el eco-sistema tropical más extenso, pues cubre 72,5% del área. El piedemonte y las sabanas tienen una ventajosa localización geográfica, extensión, asentamientos y mejor acceso a mercados y servicios.

Los territorios megadiversos como la Amazonia ad-quieren importancia estratégica mundial, tanto por la inminente la extinción de especies, como por la importancia de constituir grandes bancos de germo-plasma y material genético del planeta. Así como du-rante la economía industrial (basada en el uso de los combustibles fósiles) se requirió el poder sobre los territorios donde están los yacimientos petroleros, se prevé que la nueva economía global emergente basará su importancia en el uso de los recursos vivos y su ma-nipulación a través de las biotecnologías; convirtiendo a regiones megadiversas como esta en centros de dis-puta geoeconómica y geopolítica mundial.

Reconocidos analistas políticos y futurólogos han definido a la biodiversidad y al agua como el “botín mundial del siglo XXI”, en tanto su apropiación sig-nificaría el control de la alimentación y la salud de la humanidad del futuro. Detrás de dichos recursos, además del petróleo, se encontrarán subyacentes en el origen de las nuevas guerras de agresión de carác-ter regional que se presentarán en el mundo. Actual-mente el binomio agua-biodiversidad se encuentra en la agenda explícita de los organismos multilaterales a nivel mundial (OMC-OCDE-Banco Mundial). Por tanto, su control constituye un aspecto sustancial de la soberanía y sostenibilidad nacional, regional y local.

el valor esTraTégico de la amazonia PerUana

ecosisTemas esTraTégicos y biodiversidad

Desde los últimos años del siglo anterior, una serie de tecnologías que parten de un nuevo patrón tecnológi-co “más limpio”, han redimensionado la biodiversidad como recurso. Pero ya no se trata de un recurso cual-quiera, sino uno estratégico que figura como funda-mento del desarrollo de las nuevas tecnologías. El uso de estructuras de ADN o moleculares, compuestos acti-vos químicos o bioquímicos se convierten en la base del avance de la biotecnología, además de la nanotecnología, la electroinformática, los nuevos materiales y las nuevas energías. Se calcula que en la región existen al menos 60.000 especies de plantas (el 25% del total mundial). La Amazonia peruana posee, además, ecosistemas de importancia estratégica a nivel mundial: 66 millones de hectáreas de bosques (el segundo país en América Latina y el cuarto del mundo en bosques tropicales). Las espe-cies endémicas de origen amazónico son 85 (46,96% del total). Los ecosistemas acuáticos (ríos y lagos) de la zona baja albergan una alta diversidad de especies de fauna. La importancia económica para la alimentación de la región es muy grande, debido al consumo masivo de productos hidrobiológicos (unas 80.000 toneladas anuales) y el po-tencial para la acuicultura es muy promisorio.

La Amazonia peruana es una región de importantes recursos genéticos de plantas cultivadas y de usos co-nocidos por las poblaciones locales. Según el Inrena (1997), la Amazonia nacional posee: 7372 especies de plantas superiores (43% del total del Perú); 700 especies de helechos (70% del total del Perú); 293 especies de mamíferos (57% del total del Perú); 806 especies de aves (47% del total del Perú); 180 espe-cies de reptiles (48% del total del Perú); 262 especies de anfibios (79% del total del Perú); 2000 especies de arañas (67% del total del Perú); 2500 especies de lepidópteros diurnos (74% del total del Perú).

Otra fuente identifica que el Perú ocupa el segundo lugar en el mundo en especies de primates y aves y el

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sexto en mamíferos. Con relación a los países tropi-cales, Perú ocupa el segundo lugar en aves y primates (1701 y 34 especies, respectivamente); el tercero en mamíferos (361 especies); el cuarto en mariposas (59 especies); el quinto en reptiles (297 especies), plantas (20 mil especies) y anfibios (251 especies).

diversidad humana y conocimienTos Tradicionales

Perú posee una alta diversidad de culturas y cuenta con 14 familias lingüísticas y al menos 44 etnias distintas, de las que 42 se encuentran en la Amazonia. Estos pueblos han acumulado conocimientos durante milenios, de los cuales se han preservado y conocido un porcentaje con-siderable. Estos conocimientos sobre propiedades de las plantas, recursos genéticos, ecosistemas, sistemas agrofo-restales y otros aspectos, son de gran importancia actual para la ciencia y el desarrollo. Sin embargo, con la des-aparición o transculturización de los pueblos aborígenes y minoritarios se están perdiendo importantes conoci-mientos tradicionales sobre estos recursos genéticos.

cambio climáTico

Los bosques amazónicos mantienen cautivas miles de millones de toneladas de carbono. Si continúa el ac-tual ritmo de deforestación, el carbono contenido en

la biomasa se integraría a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO

2), empeorando el problema

del cambio climático y el calentamiento global. Las investigaciones más recientes indican que los bosques amazónicos absorben y fijan una cantidad importan-te de carbono, lo que da a la región una importancia adicional. Frente al cambio climático, los 73 millones de hectáreas de la Amazonia peruana la transforman en una región estratégica en el siglo XXI. En conse-cuencia, la peor decisión que se puede tomar es seguir deforestando dichos bosques, porque se perderían las ventajas competitivas a nivel global y se empeoraría la situación. De ahí la importancia de perfilar un mode-lo de desarrollo que defienda el principio “Amazonia en pie”. En ese sentido, los acuerdos de Bali y Bang-kok materializan instrumentos de financiamiento de captura de CO

2, tanto por reforestación como por tala

evitada. Cabe recordar que en la Amazonia peruana hay un total de 52 millones de hectáreas destinadas a servicios ambientales: 15 millones en áreas naturales protegidas, 12 millones en tierras indígenas y 25 mi-llones en bosques de producción permanente.

conTribución al ciclo global del agua

La Amazonia presta un enorme servicio a la humani-dad al emitir vapor de agua a la atmósfera. Esta agua circula a nivel global, permitiendo las precipitaciones en esta y otras regiones. Las investigaciones indican que el 50% del agua precipitada en la Amazonia es aportada por los vientos alisios desde el océano At-lántico, y el 50% restante proviene de la misma eva-poración de la región. Se estima que los ríos, lagos y pantanos de la cuenca amazónica tienen al menos el 15% del agua dulce no congelada del planeta. Esto significa que ante la crisis del agua, la Amazonia puede cumplir un rol importante en el equilibrio global de un recurso cada vez más escaso.

reconocimienTo de País con vocación foresTal

La vocación forestal del país está dada por la gran su-perficie de bosques tropicales amazónicos y las tierras

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aptas para ser reforestadas. En la Amazonia peruana existen unas 62 millones de hectáreas de bosques di-versos que han sido poco o nada intervenidas, y se han delimitado 24,5 millones de hectáreas como bosque de producción permanente para concesiones foresta-les. Estos bosques tienen una capacidad para producir anualmente entre 5 y 10 millones de metros cúbicos de madera en forma sostenida y constituyen la reserva forestal más importante del país. En la Amazonia exis-ten cerca de 3 millones de hectáreas para plantaciones forestales en las zonas degradadas de la selva alta y selva baja, respectivamente.

uso esTraTégico de las áreas ya inTervenidas

En la Amazonia peruana se dispone de 8 millones de hectáreas de tierras degradadas e improductivas para su recuperación a través de plantaciones forestales, la acuicultura, la ganadería mejorada y la implantación de cultivos (palma aceitera, caña de azúcar y otros productos). Para este desarrollo no se necesita talar ni quemar más bosques. Las actuales tierras ociosas e improductivas son suficientes para estas actividades.

abasTecimienTo de ProTeínas

La población amazónica depende de la pesca (unas 80.000 t/año) y de la caza (unas 15.000 t/año de car-ne de monte). La ganadería vacuna amazónica produ-ce apenas 10.000 t/año de carne o proteínas. La tala de los bosques disminuye el abastecimiento de carne silvestre y de pescado y va en contra de la seguridad alimentaria regional.

el desarrollo cienTífico y Tecnológico en TerriTorios megadiversos

Los avances tecnocientíficos actuales (particularmente los biológicos) ponen en evidencia la importancia de la biodiversidad, entendida principalmente como diversi-dad genética. Los países amazónicos, llenos de recur-sos genéticos, son pobres en su capacidad investigati-

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va, mientras que el nivel de conocimientos científicos y tecnológicos apropiados para los ecosistemas de este espacio es aún escaso. Esa pobreza en investigación es consecuencia de la poca importancia que tuvo la activi-dad tecnocientífica en el modelo de economía extracti-va que caracterizó el desarrollo de la era industrial, con la consiguiente degradación ambiental del territorio.

Frente a la importancia estratégica que adquiere la ingeniería genética en la nueva economía mundial, se acrecienta el interés de las grandes corporaciones multinacionales en la investigación de los recursos ge-néticos, por lo que los territorios megadiversos – en tanto su carácter de inmensos bancos genéticos– se convierten en centros de interés para estas empresas.

Es importante recordar que hay gran diversidad de cul-turas amazónicas (se cuenta con 14 familias lingüísticas y al menos 44 etnias distintas, de las que 42 se encuentran en la Amazonia) son depositarias de invalorables conoci-mientos y técnicas sobre la diversidad amazónica, consti-tuyendo un acervo de conocimientos esencial para el de-sarrollo científico y tecnológico de la región que debe ser resguardado y aprovechado. Este conocimiento permite localizar rápidamente y de modo efectivo la biodiversi-dad con potencial comercial, al mismo tiempo reduce el costo de búsqueda de las características de aquellos prin-cipios activos que dan valor a esas especies. La sociedad amazónica peruana se orienta al futuro

afirmando un modelo de desarrollo económico dis-tinto, que tendrá una base importante en agregar va-lor de su biodiversidad, para lo cual la investigación tecnocientífica se convierte en un aspecto estratégico. La investigación y desarrollo se vuelve esencial para garantizar el control sobre valiosísimos recursos na-turales, factor importante para afirmar la soberanía nacional y el desarrollo regional y local.

PrinciPales reTos Para el desarrollo de la amazonia PerUana

el reTo de la sosTenibilidad

El reto de la sostenibilidad amazónica presenta un con-junto de aspectos complementarios y aparece, sin duda, como uno de los más difíciles de enfrentar. Sin embar-go, se han identificado numerosas tecnologías transferi-bles apropiadas y un notable potencial de investigación para la sostenibilidad. El análisis realizado concluye que el reto de la sostenibilidad para las regiones tropicales suramericanas debe enfrentar, prioritariamente, seis formas principales de uso de la tierra: i) el extractivis-mo nativo; ii) el extractivismo maderero forestal; iii) la agricultura migratoria de colonos; iv) la ganadería (ex-tensiva y semiintensiva); v) la agricultura mecanizada de cultivos anuales; vi) la agricultura especializada en cul-tivos perennes (tradicionales y amazónicos). Para cada una de ellas, la disponibilidad de tecnologías transferi-bles abre perspectivas inmediatas de valorización de los conocimientos adquiridos por la investigación.

Sin embargo, para lograr este resultado, aún se requiere adquirir conocimientos mediante: i) la ampliación de algunas investigaciones en curso (especialmente los de valoración de la biodiversidad, de los sistemas de pro-ducción y del manejo integrado de plagas, enfermeda-des y malezas); y ii) la apertura de nuevas actividades como el monitoreo de la sostenibilidad de los sistemas de producción en marcha, el mejoramiento genético de los cultivos perennes amazónicos, la dinámica po-blacional de malezas y pastos, el balance hídrico y el reciclaje de nutrientes usados en la agricultura.

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el reTo de la comPeTiTividad

La Amazonia no quedará al margen del proceso de glo-balización. La apertura de los mercados externos, tanto bilaterales como multilaterales, así como los procesos de integración física, económica regional y continen-tal, ya están presentes en la región. El reto de la com-petitividad será uno de los más difíciles de enfrentar, porque requiere: i) la construcción de un modelo de desarrollo basado en la innovación y el conocimiento, que configure una bioeconomía sustentada en el valor agregado de los productos y los servicios de la biodi-versidad; ii) una oferta de nuevos productos basada en particularidades y apoyada en una asociación articulada a cadenas de valor, con el soporte de inversión nacional e internacional, que genere excedentes, satisfacción de las demandas locales y haga visible una oferta regional; iii) la relevancia de la competitividad territorial para la sostenibilidad de la Amazonia, incluyendo a los diversos actores sociales; iv) la capacidad de proveer sostenible-mente bienes y servicios desde los recursos naturales de la cuenca amazónica.

el reTo de la insTiTucionalidad

Es indispensable consolidar la gestión descentralizada, democrática y eficiente del territorio, sus recursos y sociedades, con el fortalecimiento de las capacidades humanas y capacidades institucionales para la toma de decisiones a nivel regional y nacional. Asimismo, de-sarrollar capacidades para la gestión del conocimiento tradicional y científico.

el reTo socioculTural

En este marco se debe: i) reafirmar las identidades amazónicas y renovar el orgullo amazónico; ii) dar acceso a una educación intercultural de calidad; iii) mejorar las condiciones de salud de las poblaciones; iv) buscar la cohesión nacional; v) reconocer la diver-sidad sociocultural; vi) fortalecer los valores y prin-cipios de las sociedades amazónicas; vii) revalorar las sociedades y la cultura amazónica, fomentando la pre-disposición a la creatividad y el emprendimiento por parte de las poblaciones.

Los retos del IIAP en el ámbito de la innovación tec-nológica y organizacional son:

Crear espacios de vinculación conocimiento-sec-i. tor productivo.

Crear redes principalmente con organizaciones ii. que estén cerca del mercado y de los puntos de demanda.

Desarrollar más prácticas de innovación.iii.

Desarrollar nuevos roles que le permitan ser ac-iv. tor con mayor incidencia en el desarrollo ama-zónico, específicamente en la intermediación y promoción de la innovación tecnológica.

Fomentar a todo nivel la prospectiva, es decir, el v. conjunto de análisis y estudios generados como actitud estratégica de acercarse al futuro, para ac-tuar en el presente.

Incorporar el vi. marketing en el quehacer institucional.

Integrar especialidades no científicas a los pro-vii. gramas de investigación, profesiones relacionadas

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con los campos de gestión, que den nuevas visio-nes y alcances a la investigación.Incidir en una visión más específica y detallada viii. del mercado económico-comercial de servicios tecnológicos y corporativos, desde la demanda de los clientes y usuarios.

Promover la formación de cuadros altamente es-ix. pecializados en temas relacionados con el desa-rrollo amazónico.

Desarrollar capacidades para generar conceptos x. y respuestas ante los desafíos de preservación de la biodiversidad; formar en la generación de ri-queza, mejorar la comunicación y el acceso a la información sobre la Amazonia.

El IIAP debe iniciar un proceso que lleve a “repensar su núcleo de negocios”, que le permita, sin perder su foco como centro de excelencia en investigación básica, transitar de una visión institucional enfocada en la científica hacia las características de una organi-zación que actúe más cerca del mercado y las verda-deras necesidades de la economía regional, forjando un nuevo modelo de desarrollo, que supere el modelo extractivista y afirme lineamientos basados en dar va-lor al bosque en pie. Se debe apostar por un escenario optimista y altamente competitivo en el proceso de construcción del desarrollo sostenible amazónico, en el cual tengan roles relevantes las capacidades diversas capacidades humanas o corporativas.

visión del desarrollo de la amazonia PerUana al 2021

Con la finalidad de enmarcar el rol de la ciencia, tec-nología e innovación del IIAP, se presenta a conti-nuación una síntesis de la “Visión del desarrollo de la Amazonia peruana”, orientada hacia el año 2021, que interpreta las aspiraciones de la población en relación con los siguientes aspectos fundamentales:

En la dimensión humana: la Amazonia peruana está valorada por la calidad de su gente, procedente de

distintas identidades culturales, factor de alternati-vas de desarrollo. La población tiene satisfechas sus necesidades y la continuidad está garantizada por una formación endógena y una educación vinculada a su entorno y abierta a la universalidad. El diálogo de sa-beres recrea la ciencia, la tecnología y la innovación apropiada, mientras los conocimientos tradicionales se preservan a través de una adecuada protección.

En la dimensión económica: la región posee un sistema productivo con alto valor agregado, basado en la com-petitividad con sostenibilidad de las empresas y del territorio, a lo que se agrega el apoyo de servicios, la normatividad y la infraestructura. Se aplican sinér-gicamente, en forma interactiva, tecnologías nativas e introducidas. La bioindustria genera una dinámica importante en la economía regional.

En la dimensión ambiental: las sociedades amazónicas tienen una conciencia consolidada de valoración de los recursos naturales, manteniendo el equilibrio de los ecosistemas y controlando la contaminación am-biental. La población está distribuida en forma equi-librada y articulada entre el medio urbano y rural, administrando su territorio en forma sostenible. La región es reconocida por su contribución a la miti-gación del cambio climático y a la conservación del agua dulce.

En la dimensión política e institucional: la Amazonia está constituida por una sociedad civil integrada al país, con estabilidad jurídica que gestiona en forma des-centralizada el desarrollo humano sostenible de la región, basado en la administración del territorio y la utilización de los recursos naturales de la región, para así identificar las diferencias de potencialidades y limitaciones de los ecosistemas.

El propósito del desarrollo humano sostenible es la consolidación intercultural de las sociedades amazó-nicas, el fortalecimiento de la contribución regional al desarrollo nacional y su presencia en el mundo, basa-da en su autonomía y la sostenibilidad de la diversidad biológica y cultural.

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el enfoqUe del desarrollo sosTenible de la amazonia PerUana desde la comPrensión del iiaP

El desarrollo sostenible es el paradigma del siglo XXI. La sostenibilidad se concibe como una respuesta a la vulnerabilidad identificada dentro de un proceso di-námico de globalización e integración de la Amazonia, donde el reto es gestionar la unidad desde la diver-sidad como condición para mantener la viabilidad de los bosques y los ecosistemas acuáticos, asimismo manteniendo los procesos y las interrelaciones de las poblaciones amazónicas.

Nuestra concepción de desarrollo asume que este es un contrato social y su sostenibilidad es una “propie-dad emergente” de la interacción humana. El desa-rrollo no es universal sino contextual. Un “modelo” exitoso en un lugar no será exitoso si es replicado en otros lugares. La realidad no es homogénea. El desa-rrollo es específico, singular en diferentes contextos.

El enfoque del “desarrollo de” prevalece sobre el en-foque del “desarrollo en” la Amazonia. Este último refiere al desarrollo basado en explotar los factores ecoambientales favorables del territorio. El “desarro-llo de” la Amazonia, en cambio, define como fin el desarrollo humano y social de la gente en su territo-rio, así como el uso de los recursos naturales, el cre-cimiento económico y el desarrollo tecnológico como medios esenciales para viabilizar los proyectos de vida, individuales y colectivos (José de Souza Silva, 2008).

El desarrollo territorial, concebido como la transfor-mación productiva e institucional en un espacio geo-gráfico, histórico y cultural, construido socialmente por actores individuales o grupales, orientado al logro de objetivos consensuados, requiere modos de inter-pretación y teorías de acción inspirados en imágenes, conceptos y enfoques sistémicos. Esto significa con-siderar la innovación productiva e institucional como el resultado del aprendizaje social y la competitivi-dad con sostenibilidad ambiental como propiedades emergentes de los sistemas humanos; por ende, fruto de negociaciones, acuerdos, aprendizaje, resolución de conflictos y acciones colectivas.

Los modelos universales no son malos porque son fo-ráneos, sino porque, a pesar de ser concebidos desde una realidad particular, son impuestos a otras reali-dades en donde resultan irrelevantes, debido a que ignoran los valores, creencias, experiencias, historias, saberes, necesidades y aspiraciones locales. Para ser relevante en esta dimensión, el desarrollo “posible” debe movilizar la imaginación, la capacidad y el com-promiso de los actores localmente interesados en in-fluenciar ciertos aspectos de su futuro.

La interrelación entre lo económico y lo ambiental es dependiente de la tecnología y esta genera el desarrollo de la base productiva y la competitividad. La interrela-ción entre el ambiente y la dimensión social es viabiliza-da por la cultura y esta constituye el factor determinante de la preservación del ambiente y la conservación de la biodiversidad. El financiamiento es el instrumento que facilita la interrelación entre la dimensión económica y la dimensión político-institucional, determinando la generación de oportunidades. La interrelación entre lo ambiental y lo político-institucional se instrumenta con el ordenamiento territorial, a fin de favorecer la ocupa-ción ordenada, el uso sostenible y la integración.

La interrelación entre lo económico y lo social está de-terminada por la distribución, que busque la equidad y la satisfacción de necesidades de las poblaciones. La interrelación entre lo social y lo político-institucional se viabiliza con mecanismos de participación en la construcción de las capacidades humanas e institucio-nales, reconociendo aquello como condición necesa-ria pero no suficiente dentro del proceso, para lo cual es exigible la construcción de un diálogo constante e interactivo entre las diversas culturas amazónicas.

No existe uno sino múltiples desarrollos posibles de lo que pueda ser localmente negociado como “desa-rrollo” en diferentes contextos. Aquello implica asu-mir el contexto como referencia, la interacción como estrategia y la ética como garante de la sostenibilidad de un desarrollo relevante, en el que se incluyan a to-dos los actores individuales de la colectividad.

El territorio amazónico incluye a una gran variedad de seres vivos que corresponden a la diversidad física y que configuran la diversidad cultural regional. La compleji-

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dad de las interrelaciones requiere de un diálogo de sa-beres entre el conocimiento sistematizado de los exper-tos y el conocimiento tradicional de los actores locales, depositado en la memoria oral de sus pueblos.

nUeva esTraTegia de desarrollo sosTenible amazónico

La nueva estrategia de desarrollo sostenible amazó-nico, a la luz de la experiencia y los estudios, debe basarse en dos ejes estratégicos

Alta prioridad a las áreas intervenidas y degradadas 1. para desarrollar competitivos sistemas de produc-ción con sostenibilidad, mitigar los impactos del deterioro ambiental y frenar la tala de bosques pri-marios, mediante acciones orientadas a:

Gestionar el territorio, reconociendo las po-• tencialidades y limitaciones de los ecosistemas y las culturas locales, orientando al desarrollo de economías locales desde el posicionamiento en los mercados, la conservación del ambiente y el uso sostenible de la biodiversidad.

Mejorar la tecnología productiva y el desarrollo de • cadenas de valor de las áreas de uso agropecuario, a fin de evitar el deterioro y la degradación de los suelos, así como el mantenimiento de bajos ingresos de los productores. Esto constituye un reto tecno-lógico importante e incluye el rescate de técnicas en uso y eficientes (sistemas agroforestales, silvopecua-rios, piscicultura). En la región existen ejemplos de productores eficientes que han logrado desarrollar prácticas de manejo muy eficientes y sostenibles.

Manejar bosques secundarios muy abundantes • en la región, con buenas perspectivas para pro-gramas de plantaciones de especies maderables y medicinales, así como para la generación de la apicultura y el secuestro de carbono.

Recuperar las áreas degradadas con refores-• tación de especies promisorias maderables, no maderables y otras, así como secuestro del dióxido de carbono excedente.

Desarrollar productos con alto valor agregado • a través de la acuicultura, zoocría y cultivos pro-misorios con mercados conocidos. Entre estos productos, tenemos camu camu (Myrciaria du-bia), pijuayo (Bactris gasipaes), palmito y otros frutales nativos, así como productos naturales basados en plantas medicinales.

Conservar y optimizar el uso de microorganis-• mos (diferenciados de organismos de la calidad de plantas o animales), como algas, bacterias, hongos, protozoarios y virus. La Amazonia pe-ruana es extraordinariamente rica en microor-ganismos, cuyo conocimiento es necesario a fin de aprovechar adecuadamente su gran poten-cialidad2.

Diversificar la producción no agraria mediante • biocombustibles de especies nativas como pi-ñón blanco (Jatropha curcas L) e higuerilla (Rici-nus communis), orientadas hacia la sostenibilidad financiera y socioambiental.

Desarrollar alternativas económicas de las áreas 2. con escasa o ninguna intervención, basadas en el uso sostenible del bosque y dando valor agregado al ecosistema y sus servicios. La estrategia para estas áreas debe orientarse a:

Mejorar la gestión de los bosques primarios e • impulsar el desarrollo de tecnologías de manejo y de valor agregado de los productos del bosque.

Desarrollar alternativas productivas que no • impliquen tala ni quema de nuevas áreas de bos-ques primarios (ecoturismo, manejo, servicios ambientales).

Conservar los bosques primarios en pie para • gestionar la reserva genética y el régimen hídri-co, como alternativas de negocio del futuro.

Asignar valor adicional a los bosques amazó-• nicos húmedos. Según cálculos recientes, estos bosques mantienen cautivas unas 170 t/ha de

2 Biodiversidad y salud en las poblaciones amazónicas. SPT-TCA (1996).

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carbono por un valor mínimo de US$ 850/ha, lo que les da un alto valor adicional, además de su valor como madera, productos no maderables y servicios ambientales. Los aguajales tienen una capacidad de secuestro de 484,52 t/año.

Asignar un valor adicional a las tierras indíge-• nas, dentro de los esfuerzos por garantizar la su-pervivencia de las diferentes etnias, su cultura y su importancia como centros de conocimientos tradicionales de alta importancia estratégica.

Asignar valor estratégico al desarrollo de una • “minería limpia”, que mitigue impactos sobre ecosistemas por actividades que se han venido realizando especialmente en la minería aurífera y la extracción de hidrocarburos.

Promover un manejo integrado del recurso hí-• drico enmarcado en la gestión de cuencas.

siTUación insTiTUcional y PersPecTivas de cambio

Frente al panorama turbulento que se ha venido mos-trando en los diferentes planos del desarrollo social, político, económico y tecnológico, nos encontramos ante una situación de gran incertidumbre al interior del IIAP, la cual hace necesario e impostergable una profunda reflexión sobre su rol en el desarrollo tecno- lógico, a fin de que proactivamente se pueda llegar a soluciones para implementar modificaciones necesa-rias en sus estructuras funcionales y organizativas, en completa sintonía con el entorno.

No existe uno sino múltiples caminos hacia la soste-nibilidad, todos ellos dependientes de la concepción de realidad que prevalece, jerarquizando valores y ob-jetivos, definiendo el valor de lo relevante, lo inclusivo y lo excluyente. El desarrollo y el aprendizaje no son universales sino contextuales.

El desarrollo sostenible requiere de instituciones sos-tenibles, por lo que identificar y reconocer nuestras vulnerabilidades para construir nuestra sostenibilidad en un entorno cambiante y dinámico es relevante en

esta apuesta de cambio institucional. La sostenibilidad y la prevalencia de las organizaciones de ciencia y tec-nología en Latinoamérica dependen sustancialmente de la forma de interpretar el futuro y el entorno cam-biante, que le permita orientarse por una visión más clara de las demandas potenciales y futuras.

Nuestro reconocimiento de los dinámicos cambios del contexto nos indujo a priorizar nuestra innova-ción institucional. En ese sentido, el IIAP es ple-namente consciente de su responsabilidad ética y social frente a la conservación y el uso sostenible de los bosques, el agua dulce y la preservación de las culturas indígenas y locales que por milenios han mantenido la Amazonia, ahora vulnerable a los pro-cesos de ocupación sin una apropiada comprensión. En dicho contexto, siendo una institución de refe-rencia en asuntos amazónicos, el IIAP apuesta por su innovación institucional en la búsqueda de retos dentro de una globalización integracionista, tanto fí-sica como comercial, así como el proceso nacional de descentralización.

propuEstA EstrAtégIcA dEl IIAp Al 2018

Temas esTraTégicos

Producto del análisis de las numerosas consultas rea-lizadas durante el proceso de formulación del plan es-tratégico, se ha concluido que los temas estratégicos que el IIAP debe enfrentar hacia el año 2018 son:

Biodiversidad amazónica con valor agregado. 1.

Desarrollo territorial, cambio climático y am-2. biente amazónico.

Manejo integral del bosque y secuestro de car-3. bono.

Gestión integral del recurso hídrico y de los re-4. cursos hidrobiológicos.

Gestión de la diversidad cultural amazónica.5.

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Bioinformática, geoinformática y ecoinformática.6.

Dada su importancia actual y potencial, su presencia y permanencia durante las próximas décadas, así como las estrechas interrelaciones que existen entre ellos –analizados conjuntamente con las tendencias y retos actuales o potenciales de la Amazonia– sirven como base para la formulación de un nuevo plan de investi-gación del IIAP hacia el año 2018.

los Programas de invesTigación

Teniendo en cuenta los retos y los temas estratégicos identificados, el plan estratégico del IIAP al 2018 estará formado por seis programas de investigación, los cuales se sustentan en dos principios fundamentales: i) trans-versalidad; y ii) interdisciplinaridad y trabajo transdisci-plinario. Los programas de investigación son:

Programa de biodiversidad amazónica (Piba)

Poner en valor la diversidad biológica de la Amazonia peruana, los conocimientos tradicionales asociados y contribuir a su conservación y uso sostenible.

líneas y temas de investigación del Piba

Inventario, evaluación y conservación de diversidad biológica: genera información sobre la diversidad de ecosiste-

mas, riqueza de especies, endemismos y su estado de conservación. Identifica ecosistemas o lugares para promover áreas de conservación, apoyar actividades turísticas e impulsar conservación productiva y parti-cipativa con comunidades locales. Integra la informa-ción a procesos de toma de decisiones. Elabora catá-logos y cartillas de manejo e implementa colecciones científicas y bases de datos:

Ecología de sistemas productivos tradicionales: genera in-formación sobre la ecología y la dinámica de los eco-sistemas intervenidos y manejados por el hombre (macrofauna y nutrientes del suelo, parásitos y plagas de los cultivos, mecanismos simbióticos, estructura y funcionamiento de agroecosistemas).

Biología y genética molecular: genera información sobre secuenciamiento de genes de especies priorizadas (mapas genéticos). Identifica y rastrea genes que go-biernan la síntesis de sustancias de interés y genes de resistencia a factores bióticos y abióticos de las espe-cies amazónicas de interés económico. Caracteriza la variabilidad genética interpoblacional e intrapoblacio-nal. Elabora bases de datos genómicos.

Prospección de especies con potencial de uso, productos na-turales y sustancias bioactivas: recoge, registra y docu-menta el conocimiento tradicional relacionado con el uso de la diversidad biológica amazónica. Explora y diagnostica sustancias bioactivas en plantas, animales y microorganismos, que puedan ser utilizadas por las industrias. Desarrolla protocolos, valida métodos y

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diseña fórmulas para la elaboración de productos a partir de las especies amazónicas, en alianza con la empresa privada.

Educación ambiental: comparte información y cono-cimiento sobre el ambiente y la diversidad biológica amazónica con diferentes públicos. Fortalece el com-ponente ambiental y la valoración de la diversidad biológica en las acciones y decisiones de la población.

impactos del Piba

Mejor gestión de la conservación y el uso sosteni-• ble de la biodiversidad, con decisiones informadas y oportunas de los gobiernos regionales como con-secuencia del acceso a información relevante sobre la diversidad biológica, incluida la agrodiversidad.

Protección de los principales ecosistemas par-• ticulares únicos y frágiles, así como de especies amenazadas de la cuenca amazónica mediante áreas de conservación regionales y locales reco-nocidos y apropiadamente gestionados.

Mejora de la calidad de vida de las comunidades • rurales que disponen de información, estrategias y planes para la conservación productiva de la di-versidad biológica y la agrobiodiversidad.

Los conocimientos tradicionales ligados a la di-• versidad biológica amazónica están ampliamente documentados, archivados y conservados en ba-ses de datos, accesibles a la comunidad en gene-ral, bajo medidas de protección y acceso al be-neficio justo y equitativo que se desprenda de su utilización.

Mejora de la valoración y de las actitudes de con-• servación del ambiente y la biodiversidad, al dis-poner las escuelas de contenidos curriculares y material pedagógico sobre la estructura, función y beneficios de los ecosistemas amazónicos

Mejora en la producción y productividad de los • sistemas de producción, por un mejor conoci-miento de la agrobiodiversidad, la obtención de poblaciones selectas de recursos de la biodiversi-

dad y el establecimiento de planes y programas de manejo integrado de plagas.

Captación de divisas en la región y el país, así • como un incremento de oportunidades de em-pleo por el desarrollo de actividades turísticas ligadas al paisaje, la diversidad biológica y la gas-tronomía amazónica.

Optimización de la gestión de las pesquerías y la • producción piscícola regional por un mejor cono-cimiento de la variabilidad genética y la obtención de poblaciones selectas de peces de consumo.

Desarrollo de nuevos productos derivados de la • identificación de especies y la detección de prin-cipios activos y características que pueden tener valor para diversos usos en las industrias alimenti-cia, farmacéutica, de cosméticos y nutracéutica.

Diversificación de las actividades productivas, • abriéndose nuevas oportunidades de mercado.

Programa de cambio climáTico, desarrollo TerriTorial y ambienTe (ProTerra)

Contribuir con el ordenamiento ambiental, el desa-rrollo territorial competitivo y con la adaptación al cambio climático, teniendo en cuenta principalmente el desarrollo sostenible de la Amazonia peruana.

líneas y temas de investigación del Proterra

Zonificación ecológica y económica para el ordenamiento territo-rial (ZEE): macro, meso y microzonificación. Zonifica-ción de biocombustibles y otros productos estratégicos. Zonificación de enfermedades endémicas. Valoración económica de alternativas de usos del territorio.Cambio climático y gestión de riesgos: análisis de amenazas (deforestación, erosión y remoción en masa, inunda-ciones, sequías, quemas y sismos). Análisis de vulnera-bilidad y riesgos de la población, actividad económica e infraestructura ante amenazas (vulnerabilidad por exposición, fragilidad y resiliencia). Análisis de efectos por cambio climático (en la forma de uso y ocupación

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del territorio, aceleración de amenazas e incremento de vulnerabilidad y riesgos). Políticas para prevención y adaptación al cambio climático.

Monitoreo y evaluación ambiental estratégica: monitoreo de la deforestación y cambios en el uso de la tierra. Monitoreo de los procesos socioeconómicos con inci-dencia en el uso y la ocupación del territorio.

Monitoreo de las enfermedades endémicas: evaluación am-biental estratégica. Macroprospección de los ecosiste-mas. Valoración económica de los ecosistemas.

Políticas de ordenamiento y desarrollo territorial: generación de instrumentos de políticas para el ordenamiento y desarrollo territorial. Análisis de escenarios a futuro sobre desarrollo territorial en el marco de los grandes procesos globales. Análisis de los sistemas urbano-regionales (grado de estructuración del territorio, roles y funciones de centros urbanos, redes y flujos, etc.). Análisis de problemas relacionados con el uso y la ocupación del territorio y de los recursos naturales. Indicadores para el ordenamiento ambiental y el de-sarrollo territorial.

impactos del Proterra

Las sociedades amazónicas y nacionales deben • estar informadas sobre las potencialidades y limi-taciones del territorio y de sus recursos naturales, de modo que definan políticas adecuadas para la ocupación ordenada del territorio y el uso soste-nible de sus recursos naturales.

La gestión de riesgos de desastres naturales y de ori-• gen humano deben estar incorporada en las políti-cas, planes y proyectos de las instituciones públicas.

Las instituciones públicas y privadas deben incor-• porar en sus políticas, planes y proyectos estrate-gias de adaptación al cambio climático.

Las organizaciones empresariales debe tomar de-• cisiones de inversión sobre la base de información generada acerca de las potencialidades y limita-ciones del territorio y de sus recursos naturales.

Las gestiones regionales pública y privada deben ac-• ceder a información sobre tendencias y escenarios a futuro, relacionados con el desarrollo amazónico.

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Un menor registro de conflictos socioambienta-• les en territorio amazónico

La evaluación ambiental estratégica de los gran-• des proyectos de inversión debe orientar la ges-tión regional del desarrollo.

El monitoreo de la deforestación, de enfermeda-• des endémicas y de los procesos socioeconómi-cos con incidencia en el uso y la ocupación del territorio debe constituirse en herramienta de gestión del desarrollo.

El sistema educativo debe incorporar en el currí-• culo escolar información sobre los aspectos físicos, biológicos y socioeconómicos de la Amazonia, así como sobre las potencialidades y limitaciones del territorio, incluyendo estrategias de adaptación so-bre cambio climático y gestión de riesgos.

Programa de manejo inTegral del bosque y servicios ambienTales (Probosques)

Conservar la funcionalidad de los bosques para la pro-visión sostenible de bienes y servicios ambientales en beneficio de la población amazónica

líneas y temas de investigación del Probosques

Manejo de bosques inundables y no inundables: ecología de especies comerciales y potenciales maderables y no maderables. Crecimiento y dinámica de los bosques. Adaptación de tratamientos y técnicas silviculturales en bosques intervenidos. Validación de tecnologías de aprovechamiento de impacto reducido para recursos maderables. Modelos de planes de manejo de recur-sos maderables y no maderables con fines de aprove-chamiento sostenido. Metodologías de evaluación de impactos ambientales en el aprovechamiento sosteni-ble. Capacitación y difusión.

Reforestación y recuperación de áreas degradadas: estable-cimiento y evaluación de colecciones de germoplas-

ma de especies promisorias y amenazadas: tornillo, caoba, marupa, cumalas, capirona, moena, bolaina, cedro, uña de gato, sangre de grado, barbasco, camu camu, aguaje, castaña, shiringa, sacha inchi y fibras vegetales. Ensayos de selección de especies para áreas inundables y no inundables. Desarrollo de tecnologías de producción de semilla de caoba, cedro, tornillo, bolaina blanca y cumala. Comportamiento silvicultural de especies seleccionadas. Capacitación y difusión.

Sistemas agroforestales y producción de biocombustibles: identificación de nuevas especies promisorias como cultivos alimenticios, según los requerimientos socio-económicos. Identificación, selección y manejo agro-nómico de especies amazónicas promisorias para la producción de biocombustibles. Manejo agronómico de frutales nativos y cultivos industriales promiso-rios. Mejoramiento genético para la domesticación de plantas nativas destinadas a sistemas agroforestales.

Producción de semilla mejorada y métodos de propagación: camu camu, sacha inchi, aguaje, shiringa y castaña. Tecnología de cosecha y poscosecha. Capacitación y difusión.

Secuestro y almacenamiento de carbono: aplicación, adap-tación y desarrollo de metodologías para la estimación de la biomasa (stock) y secuestro del carbono con la finalidad de implementar proyectos de reducción de emisiones por deforestación y degradación (REDD) y proyectos de mecanismos de desarrollo limpio (MDL). Determinación de las capacidades de almace-naje y secuestro de carbono que constituyan una base estimada para identificar y elaborar proyectos REDD y MDL. Determinación de los impactos del cambio climático en la producción de bienes y servicios. Es-trategias de mitigación y capacidades de adaptación al cambio climático. Capacitación y difusión.

Desarrollo de productos con valor agregado y estudios de mercados: tecnologías de valor agregado de productos priorizados: madera, fibras vegetales y frutales nativos. Tecnologías para la obtención de nutracéuticos sobre la base de productos amazónicos. Hacer viables mer-cados y planes de negocios vinculados con productos priorizados tanto maderables como no maderables. Capacitación y difusión.

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impactos del Probosques

Los usuarios de los bosques, gobiernos locales • y regionales cuentan con información, conoci-mientos y tecnologías para el buen manejo de los recursos en la Amazonia.

Los pobladores locales, decisores políticos e in-• versionistas cuentan con tecnologías para la refo-restación y la recuperación de áreas degradadas, lo que llevará a obtener mayores beneficios eco-nómicos de mediano y largo plazo, así como un adecuado uso de suelos y bosques.

Los productores cuentan con semilla mejorada de • alto potencial para productos alimenticios, frutales y especies forestales para plantaciones y sistemas agroforestales; aspecto que influye directamente en la reducción de la agricultura migratoria.

Los agricultores industriales cuentan con nuevas • especies amazónicas estudiadas para la produc-ción de biocombustible en áreas degradadas y marginales. Estas nuevas alternativas no compiten con cultivos alimenticios.

Los gobiernos locales, regionales y sector privado • disponen de información para la formulación de proyectos, así como para la negociación de com-pensación por secuestro de carbono y tala evitada.

Los usuarios de los productos del bosque dis-• ponen de mayor tecnología para incrementar su valor agregado, aumentando la participación del sector forestal en el PBI regional y nacional.

Las economías locales y regionales se encuentran • fortalecidas por el mayor valor de los recursos na-turales y los servicios ambientales del bosque.

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INTERpRETANdO EL fuTuRO dE LA AMAZONIA pERuANA

REVISTA COLOMBIA AMAZONICA78

Programa de uso y conservación

del agua y sus recursos (aquarec)

Desarrollar tecnologías y herramientas de gestión para el uso y conservación del agua y sus recursos y mejorar los sistemas acuícolas de producción en la Amazonia peruana.

líneas y temas de investigación del aquarec

Propuestas de políticas de gestión y desarrollo que contribuyan al uso y conservación de cuencas en la Amazonia peruana (GIRH): marco conceptual y metodológico para la gestión de cuenca.

Gestión integral de los recursos hídricos en la Amazonia pe-ruana: política y estrategias nacionales y sectoriales para el uso y conservación del agua y sus recursos. Bases técnicas para la gestión integral de los recur-

sos hídricos teniendo en cuenta las particularidades específicas de cada cuenca. Sistema de información sobre la gestión integral de los recursos hídricos en la Amazonia peruana. Monitoreo y evaluación ambiental de ecosistemas acuáticos priorizados.

Estudios sobre la biología y ecología de los recursos pesque-ros para la identificación y adopción de medidas de manejo dirigidas a la conservación y uso responsable de los recursos pesqueros en la Amazonia peruana (Pesca): estudio de los rasgos de vida de las principales especies que susten-tan la pesquería de consumo y ornamental en la Ama-zonia peruana. Manejo pesquero de las principales es-pecies que sustentan la pesquería amazónica. Análisis de los desembarques de la flota pesquera comercial de consumo y ornamental. Repoblamiento y manejo de ambientes acuáticos degradados. Bases técnicas y científicas para la gestión responsable de los recur-sos pesqueros. Sistema de información pesquera en la Amazonia peruana.

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79REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

Tecnologías viables desde el punto de vista económico, so-cial, cultural y ambiental que contribuyan al desarrollo de la acuicultura en la Amazonia peruana (Acuicultura): tec-nologías de manejo de nuevas especies con potencial para la acuicultura. Técnicas innovadoras de manejo de estanques, reproducción, nutrición, sanidad, cose-cha y poscosecha de las especies pioneras (gamitana, paco, boquichico, doncella y paiche). Cadenas pro-ductivas de las especies de consumo y ornamentales con potencial para el mercado nacional y externo. Tecnologías de valor agregado para productos de la acuicultura. Nutrición y alimentación de peces: eva-luación de insumos locales alternativos. Transferencia de tecnología y de soporte técnico-científico a em-presarios, acuicultores, pescadores y quienes deciden sobre políticas para mejorar la competitividad en el mercado. Sistema de información acuícola en la Ama-zonia peruana.

impactos del aquarec

Desarrollo de una conciencia ambiental amazó-• nica sobre el uso y conservación del agua y sus recursos.

Recuperación de las poblaciones naturales de pe-• ces a través de la aplicación de planes de manejo, producción de pescado en ambientes controlados y repoblamiento de ambientes naturales degradados.

Conservación de la diversidad biológica pesque-• ra, incluyendo los ecosistemas acuáticos.

Desarrollo de las economías locales basado en la • acuicultura de peces amazónicos.

Incremento de los niveles de empleo e ingresos • de los actores involucrados en las actividades de pesca y acuicultura.

Incremento de la oferta de proteína animal, ase-• gurando el abastecimiento de pescado durante todo el año y con ello la soberanía alimentaria de la región.

Incremento del consumo per cápita de pescado • en la Amazonia peruana.

Desarrollo de nuevos productos con valor agrega-• do basados en la acuicultura.

Ordenamiento pesquero, sustentado en un mejor • conocimiento de la biología, ecología de las espe-cies y limnología de los cuerpos de agua.

Mejoramiento de la gestión integrada del recurso • hídrico.

Programa de diversidad culTural y economía amazónicas (sociodiversidad)

Contribuir a la orientación adecuada de las políticas regionales, estrategias y métodos de desarrollo en el medio rural amazónico, mediante la caracterización e interpretación de la sociodiversidad bosquesina y de sus implicancias para el diálogo intercultural, así como la explicación de la dinámica económica ama-zónica a niveles macro y micro.

líneas y temas de investigación de sociodiversidad

Dinámicas socioeconómicas de la sociedad bosquesina en el marco de la sociedad regional: historia, genealogías, la-zos sociales (parentesco, vecindad, amistad), organi-zación espacial de la comunidad, vivienda, relaciones con el Estado, producción e ingresos. Análisis de los mecanismos de intercambio y el valor del dinero en la sociedad bosquesina. Organización social y estruc-tura política: caracterización e interpretación de la dinámica social, política y económica de los pueblos bosquesinos.

Afirmación cultural de la sociedad amazónica y difusión de sus valores: inventario y documentación de la diversidad so-ciocultural amazónica. Documentación de las lenguas indígenas y de su uso; análisis lexical y gramatical. Do-cumentación de pueblos indígenas en aislamiento vo-luntario. Métodos para la afirmación cultural: definir y reconocer la alteridad y diversidad, explicitar la cosmo-visión y los valores sociales originarios. Métodos para mejorar la educación intercultural bilingüe y ambien-

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INTERpRETANdO EL fuTuRO dE LA AMAZONIA pERuANA

REVISTA COLOMBIA AMAZONICA80

tal y elaborar material pedagógico en lenguas indígenas desde sus valores y cosmovisión propios y originarios.

Manejo de territorios comunales y de sus recursos de la diversi-dad biológica: documentación, registro y protección de conocimientos y técnicas relacionadas con la diversi-dad biológica (incluidas técnicas de caza, pesca, hor-ticultura), su uso y manejo. Inventario y evaluación del territorio comunal y su uso (extracción y conser-vación). Estudio de la diversidad biológica accesible y disponible, así como evaluación del estado de conser-vación de los recursos claves.

Dinámica de la economía regional: impactos socioeconó-micos de megaproyectos. Impactos de los procesos de integración comercial. Valoración económica y social de los impactos del cambio climático.

Desarrollo de políticas públicas que favorezcan la inclusión con equidad y promuevan el desarrollo comunal sostenible: desequilibrio en la inversión pública entre las ciuda-des y las comunidades.

Diagnóstico de las necesidades bosquesinas.

impactos de sociodiversidad

Las sociedades habitantes de los bosques ama-• zónicos se encuentran afirmadas en sus valores socioculturales diversos, lo que se manifiesta en nuevas iniciativas productivas y organizativas, to-madas sin renunciar a estos valores.

La educación intercultural, bilingüe y ambiental se • ha generalizado y consolidado, lo cual le ha per-mitido disponer de variado y pertinente material pedagógico (documentación escrita y audiovisual).

Las lenguas indígenas amenazadas se han recupe-• rado, mientras la oralidad y la escritura de las len-guas indígenas, en general, se han diversificado.

Los ingresos monetarios de las comunidades bos-• quesinas han aumentado debido a la diversificación de sus actividades, de acuerdo con nuevas oportu-nidades de mercado y a los principios de desarrollo sostenible y manejo de la biodiversidad.

Las comunidades bosquesinas disponen de diag-• nósticos e informaciones económicas adecuadas, susceptibles de orientar ventajosamente sus acti-vidades y producción.

La diversa herencia sociocultural y lingüística • amazónica está ampliamente documentada, ar-chivada, conservada y accesible para la colectivi-dad y las comunidades en general.Las sociedades urbanas y nacional están mejor • informadas sobre las propiedades de la sociedad y cultura bosquesinas, comprenden sus valores y han superado su visión despreciativa y exotista. La sociedad bosquesina, en sus manifestaciones locales diversas, es reconocida como modelo so-ciocultural y económico alternativo a la sociedad dominante.

Las escuelas urbanas disponen de un material • pedagógico que explica, comprende y revalora la sociedad bosquesina y su diversidad.

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81REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

Los gobiernos regionales y el gobierno nacional • disponen y ejecutan lineamientos políticos que garanticen la inclusión con equidad y promuevan el desarrollo comunal sostenible en la sociedad bosquesina tomando en cuenta su diversidad.

Las economías locales se han desarrollado, movi-• lizadas por la construcción de una oferta regional competitiva y sostenible que tiene como soporte la asociación y el acceso a la inteligencia de los mercados de biodiversidad.

Programa de informáTica amazónica (bioinfo)

El Programa de Investigación en Informática está orientado al desarrollo, adaptación, implementación y transferencia de conocimientos y tecnologías para la adquisición, proceso, acceso y uso de la informa-ción biofísica, sociocultural y económica, para apoyar la de toma de decisiones en lo referente a la Amazonia peruana

líneas y temas de investigación del bioinfo

Desarrollo de tecnologías en geoinformática, bioinformá-tica, ecoinformática: desarrollo de herramientas para el proceso de información taxonómica, molecular y ecológica. Desarrollo de tecnologías para realizar mo-delamientos, simulación y construcción de escenarios futuros del contexto. Desarrollo de tecnologías para la visualización de información a gran escala.

Herramientas y protocolos para el manejo e intercambio de información: análisis y desarrollo de métodos para el intercambio de información entre redes especializa-das. Desarrollo de herramientas para mejorar el acce-so a la información técnico-científica. Desarrollo de entornos y estándares para el manejo e intercambio de la información.

Uso e impacto de la información: Establecimiento de pla-taformas de interacción y uso de información.

Análisis de las demandas sobre información técnico-científica: ca-racterización e interpretación de usos, fuentes e impactos de la información en los procesos de toma de decisiones para la conservación de la biodiversidad, cambio climáti-co, manejo de riesgos y actividades productivas.

impactos del bioinfo

Políticas nacionales sobre asuntos amazónicos ba-• sados en un mayor conocimiento del contexto.

Procesos ambientales mejor entendidos o compren-• didos debido a un mejor acceso a la información.

Capacidades locales y nacionales desarrolladas en • temas de manejo, acceso, intercambio, difusión y uso de la información.

La información técnico-científica con valor agre-• gado es reutilizada, reduciendo duplicación de esfuerzos.

Desarrollo de oportunidades de inversión como • consecuencia del incremento de consumo de in-formación científica y tecnológica por parte de la sociedad.

Fortalecimiento de la política nacional sobre in-• clusión tecnológica en zonas rurales, a través de la disponibilidad de contenidos relevantes y de alta calidad.

Desarrollo de entornos que propicien la conver-• gencia de medios de comunicación para una me-jor comprensión de la realidad amazónica, que favorezca asimismo el interaprendizaje.

Los gobiernos regionales y el gobierno nacional • cuentan con herramientas y metodologías para for-talecer la implementación del gobierno electrónico.

Los sistemas de gestión de la propiedad intelec-• tual tanto nacionales y regionales cuentan con un entorno habilitador e integrador de conocimien-tos amazónicos.

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LA AmAzONIA COLOmBIANA EN LA NUEvA fAsE AgríCOLA Homenaje al profesor Thomas van der Hammen

darío fajardo Montaña1

1 Antropólogo, historiador. Profesor de la Universidad Externado de Colombia.

rEsumEn

L a Amazonia, espacio compartido por varios países, ha recibido de cada uno de ellos una valoración diferente, tanto dentro de su orde-

namiento espacial como de su política exterior. Para Colombia ha sido un espacio marginal, destinado a generar algunos exportables y solamente a partir de la primera mitad del siglo XX se comienza a incor-porar en la política territorial del Estado colombia-no. El Estado colombiano incorporó a la Amazonia dentro de una perspectiva productiva, partiendo, sin embargo, de un gran desconocimiento de sus realida-des culturales y ecológicas y sus transformaciones han resultado impactadas por los conflictos internos del país. El horizonte de la crisis ambiental, energética y alimentaria plantea retos a la región y al país que han de ser asumidos desde la perspectiva de sociedad via-ble en términos ambientales pero también políticos y sociales.

Palabras clave

Política ambiental, frontera agrícola, amazonia co-lombiana, bioenergía, agrocombustibles, seguridad alimentaria, energía.

IntroduccIón

La naturaleza de los hidrocarburos como recurso no renovable ha impulsado la búsqueda de fuentes ener-géticas alternativas o complementarias. A raíz de los incrementos de los precios del petróleo en los merca-dos internacionales esta búsqueda ha intensificado la ampliación de la producción y utilización de materias primas de origen agrícola para la obtención de com-bustibles (agrocombustibles).

De acuerdo con las condiciones de los distintos paí-ses, se aprovechan como materias primas distintos cultivos, desde la remolacha hasta el maíz, la caña de azúcar y oleaginosas como la palma africana. Países tropicales como Malasia, Indonesia, y en América, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador han desarro-llado la producción de varios de estos cultivos como parte de sus economías agroexportadoras, generando impactos de distinto signo y alcance en las condicio-nes de vida de las comunidades locales, en el balance alimentario y en las circunstancias ambientales.

El 16 de octubre del año anterior, fecha en la que se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para la alimentación se pronunció a este respecto, denun-ciando los graves efectos que está teniendo el redi-reccionamiento de grandes volúmenes de alimentos

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LA AMAZONIA COLOMBIANA EN LA NuEVA fASE AgRíCOLA

REVISTA COLOMBIA AMAZONICA84

hacia la producción de combustibles en la situación alimentaria mundial, al tiempo que se ha abierto un debate mundial sobre la transformación masiva de bosques tropicales, en particular de la Amazonia en áreas de producción de agrocombustibles.Uno de estos cultivos, la palma africana (Elaeis gui-neensis), fue introducido comercialmente en Colom-bia desde 1945 y los estudios sobre su cultivo diag-nostican la existencia de 3,5 millones de hectáreas aptas, sin ninguna restricción para su producción (Aguilera, 2002). Este cultivo ha sido impulsado por los gobiernos y los gremios vinculados a él como acti-vidad promisoria para las exportaciones y el mercado nacional haciendo de Colombia el cuarto productor en el mundo.

No obstante, los conflictos sociales, económicos y po-líticos que han caracterizado al país, en particular los del régimen agrario, han impreso sus huellas en la pro-ducción palmera, en términos expropiación violenta y fraudulenta de tierras a comunidades campesinas y persecuciones a sindicalistas por acción de agentes del Estado asociados con grupos paramilitares, bajo la orientación de grandes empresarios, etc. Estos hechos no han sido ajenos al desarrollo de la palmicultura en otros países (Mingorance, 2004) y complejizan las perspectivas de su desarrollo.

Porciones de los departamentos amazónicos de Pu-tumayo, Caquetá y Guaviare han sido destinadas a este cultivo, con la perspectiva de su ampliación. No

obstante, surgen inquietudes sobre el impacto de este desarrollo en términos sociales y ambientales, dados sus conocidos antecedentes.

Alimentan a estas inquietudes los alcances del conflic-to social en dichas regiones, los cuales resultan agrava-dos por la vulnerabilidad de las comunidades de colo-nos y el carácter especialmente precario de la tenencia de la tierra, lo cual se añade a la fragilidad ambiental de los asentamientos.

Ponen de relieve este último aspecto las condiciones de la producción agrícola, forestal y ganadera actual-mente extendidas sobre nuestros ecosistemas amazó-nicos, las cuales generan deterioros progresivos en los recursos y en la calidad de vida de la población local. En estas circunstancias se amplían los cuestionamien-tos sobre el tipo de desarrollo productivo que se está implantando en la región, dadas las perspectivas de su posible aceleramiento en vista de los requerimientos energéticos de la economía mundial.

En síntesis, son tres grandes problemas a ser resueltos en interlocución con la Amazonia: la incorporación de la región al territorio nacional y el traslado hacia ella de los problemas derivados del reparto agrario; la participación de la región en las tareas frente a la crisis ambiental y, por último, la región en la búsqueda de alternativas energéticas.

Al indagar sobre estos problemas será necesario re-cordar la historia de la incorporación de la región al territorio nacional, sus condiciones y los efectos am-bientales y sociales generados: cómo ha ocurrido esta incorporación y cuáles han sido los resultados. Por otra parte han de tenerse en cuenta las necesidades y demandas de la sociedad en su conjunto. A partir de estas apreciaciones se esbozarán algunos criterios como orientación en la búsqueda de caminos.

trAnsformAcIonEs dE los EcosIstEmAs dE lA AmAzonIA colombIAnA

La visión creada en las regiones andinas sobre el mundo amazónico como espacio cuasi vacío y ajeno a la pre-

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85REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

sencia humana contrasta con la realidad de un mosaico de ecosistemas pleno de acción humana, con una larga historia de transformaciones de origen antrópico2.

Esta divergencia no debe extrañarnos al advertir que, aun cuando la región comprende aproximadamente el 36% del territorio nacional y la porción colombiana de la cuenca equivale a poco más del 7% de su total, la sociedad colombiana ha centrado su visión territorial sobre todo en los espacios cordilleranos.

También es evidente que la forma como cada uno de los países amazónicos (Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela) ha incorporado este espacio en su territorio, su economía y su proyección estratégica como nación ha variado de acuerdo con la localización de cada uno de ellos, con su historia y con su desen-volvimiento, así como de la proporción amazónica de sus territorios3.

Por estas mismas razones y desde la perspectiva de la transformación de las unidades biogeográficas del país, la Amazonia colombiana contiene la mayor proporción de vegetación relictual (Márquez, 2001) y al tiempo que de las cinco grandes cuencas solo la del Caribe occidental está completamente transformada, la ama-zónica aún presenta un elevado nivel de conservación.

Bajo la perspectiva de la formación del territorio de la nación se advierten los condicionamientos ejercidos por factores externos, en particular los mercados; tal como lo observaran Orlando Fals Borda y sus colabo-radores: “el espacio historia es un ente que fluctúa. Cambiante y proceloso, hace como la ameba que se estira y encoge según las reacciones al medio ambien-te” (Fals Borda et al., 1988).

De esta manera el territorio colombiano se ha com-portado como el símil, en sus expansiones y contrac-

2 El tema de las agriculturas tempranas en el bosque húmedo tropical colombiano cuenta con una valiosa: François Correa. La selva humanizada. Ecología alternativa en el trópico húmedo colombiano. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología, 1990, hito en la difusión de conocimientos sobre las transformaciones prehistóricas de nuestros bosques húmedos. Esta compilación incluye uno de los valiosos trabajos de Ángela Andrade: Sistemas agrícolas tradicionales en el Medio Caquetá.

3 La cuenca amazónica abarca el 75% del territorio boliviano, 74% del Perú, 58% del Brasil, 45% del Ecuador, 36% de Colombia y 6% de Venezuela (BID/UNDP/TCA Amazonia without myths, p. 9).

ciones, movimientos que guardan relación con los mercados externos: la demanda de un determinado bien, localizado en los bordes del territorio ocupado impulsa la extensión de los asentamientos y del pro-pio Estado para atender tal demanda; cuando ella se reduce o desaparece, los asentamientos y la presencia estatal se contraen, dinámica particularmente apre-ciable en la Amazonia.

Desde la etapa colonial de la nación, el territorio ha estado modelado en gran parte por los comporta-mientos de los mercados internacionales. Las deman-das de metales preciosos definieron la localización de gran parte de los asentamientos coloniales y dentro del ordenamiento republicano, los bienes suministra-dos por las economías extractivistas han incidido a la delimitación y composición del territorio4.

De acuerdo con los estudios disponibles, aproximada-mente a partir de 1850 y por efectos de las reformas que abrieron el país a los mercados internacionales y liberalizaron el comercio, se aceleró la transformación de los nuestros ecosistemas, incluyendo los amazóni-cos (Márquez, 2001).

De lo anterior se desprende que una mayor intensidad del comercio mundial ha causado, naturalmente im-pactos mayores, más profundos y rápidos en estos es-pacios. En ellos el desarrollo de actividades extractivas (minerales, forestales y faunísticas), así como produc-tivas exigidas por los mercados internacionales, han implicado la destrucción más acelerada de los pueblos y habitats de nuestros bosques húmedos.

De esta forma las transformaciones de los ecosistemas amazónicos durante los últimos decenios parecieran haber alcanzado impactos y profundidades muy supe-riores a los que pudieron haberse producido durante milenios. Es dentro de esta perspectiva que tienden a considerarse los efectos de las actividades que actual-mente se desarrollan en la Amazonia, particularmente las referidas a la producción de materias primas para atender las demandas de combustibles.

4 Ver OCAMPO, J.A. Colombia y la economía mundial 1830 1910. Siglo XXI Edito-res; también MONTOYA, C. Economía, tecnología y apropiación de la naturaleza. En: PALACIO, G. (ed.). Naturaleza en disputa. Ensayos de Historia Ambiental de Colom-bia 1850-1995. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2001.

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LA AMAZONIA COLOMBIANA EN LA NuEVA fASE AgRíCOLA

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Evidentemente las actuales capacidades de interven-ción sobre la naturaleza superan las existentes a lo largo de la historia de la presencia humana en la Ama-zonia. Sin embargo, es conveniente plantearse como referente, la comprensión de la Amazonia como un espacio transformado a través de milenios por la ac-ción humana, capaz de grandes perturbaciones, como lo evidencian los efectos del fuego dirigido en la for-mación de las sabanas5.

Este referente de la Amazonia como espacio modifica-do a través de una prolongada intervención antrópica nos coloca en una doble perspectiva histórica: la de una “larga duración”, milenaria, cuyos alcances y profundi-dades se empiezan a conocer para obtener respuestas a qué tanto se transformaron los suelos y las cubiertas vegetales, qué tanto afectaron estas intervenciones a otros componentes de la biota, cómo participaron las agriculturas precolombinas en estas transformaciones.

La otra perspectiva, de corta duración, es la referida a la implantación de la agricultura como parte de las colonizaciones iniciadas en el siglo XX y sus expre-siones más recientes, en particular la agricultura de plantación. Esta última comienza a ser jalonada por la crisis del “paradigma energético”, de una civiliza-ción basada en el petróleo y apunta a la producción de “agrocombustibles”, acompañado por una mayor ca-pacidad técnica de intervención sobre los ecosistemas así como impactos sociales y ambientales indeseables, ya advertidos en las regiones en donde se ha venido estableciendo.

lAs AgrIculturAs dE lA AmAzonIA colombIAnA

Una primera consideración con respecto a la agricul-tura en los ecosistemas amazónicos tiene que ver con las formas como ha sido practicada y las condiciones en las que han ocurrido tales experiencias.

Junto con las evidencias de las intervenciones antró-picas aún en exploración y siguiendo a Ester Boserup

5 Ver SAUER, C.O. Fire and Early Man, entre otros artículos de su compilación Land and Life. Berkeley y Los Ángeles: University of California Press, 1967.

(2002), quien sustentó cómo el crecimiento de la po-blación es un determinante de los desarrollos agrícolas, será necesario establecer los tamaños de las poblacio-nes que han practicado agriculturas, en términos de las relaciones entre sus tamaños y sus desarrollos técnicos y los contenidos en términos de prácticas culturales.

Específicamente, será necesario profundizar las inda-gaciones sobre las asociaciones de plantas y sus usos, secuencias de siembras y talas, etc., de las “réplicas del bosque” como posibilidad que podría ser considerada en el desarrollo de “nuevos” cultivos; por otra parte, adquieren mayor relevancia las investigaciones sobre las experiencias de las plantaciones, las fitopatologías y sus incidencias en la inviabilidad de los monocultivos, etc.

Como lo ha revelado la investigación arqueológica, la intervención humana sobre los ecosistemas amazóni-cos es un proceso milenario y sus efectos han sido profundos (un bosque “humanizado” según la afortu-nada expresión de François Correa) sin que se conoz-can aún las magnitudes de estas transformaciones.

Frente a las inquietudes que plantea el establecimiento de la agricultura de plantación en la Amazonia convie-ne entonces tener en cuenta la prolongada historia de las intervenciones agrícolas en la región, a sabiendas de que aún quedan grandes vacíos en el conocimiento de las magnitudes y los significados de sus alcances.

El simposio Pueblos y paisajes antiguos de la selva tropi-cal amazónica, realizado en 2004 como parte del III Congreso Colombiano de Arqueología, contempló un conjunto de investigaciones que ilustran sobre fechas y procesos de ocupación y aprovechamiento de estos ecosistemas (Morcote, 2006). Recuerdan la antigüe-dad de la presencia humana en la región, no inferior a los 20 mil años, como lo documenta Thomas van der Hammen y la recurrencia de la agricultura, asociada entre otros procesos a la construcción de los “suelos negros”6 mediante el traslado y la aplicación de lodos como base para la producción agrícola.

6 Se denominan así las capas de suelos orgánicos sobrepuestas por el hombre a suelos de baja fertilidad, para posibilitar los cultivos; las conforman desechos de los asentamientos y lodos provenientes de las crecientes de los ríos. Su nombre se deriva de su color oscuro, producido por la química de sus componentes, que contrasta con las tonalidades más claras de los suelos originales.

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87REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

Otras investigaciones arrojan más luces sobre los trasie-gos agrícolas de los pueblos de la Amazonia, como es el caso del pueblo Nukak, del interfluvio de los ríos Inírida y Guaviare, en el norte de la Amazonia (mapa 1). De acuerdo con varios investigadores7, estas comunidades elaboraron un patrón de aprovechamiento del bosque combinando el uso de las especies silvestres y las domes-ticadas (recolección y cultivo), transformando su distri-bución espacial y su concentración mediante talas selec-tivas, traslado de plantas durante sus desplazamientos.

Gracias a estas técnicas han generado “huertos silves-tres”, periódicamente fertilizados con cenizas e inci-dido en la composición del bosque, de donde se de-duce que debido a la acción de este y otros pueblos de rasgos culturales similares “el bosque húmedo tropi-cal amazónico ha sido y continúa siendo transformado por la acción humana, generando procesos mediante los cuales se cualifica la oferta que este corrientemen-te suministra” (Cabrera, et al., 1999, p. 226).

7 Ver POLITIS, G. Los Nukak. Bogotá: Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, Bogotá, 1996; CABRERA, G., FRANKY, C., MAHECHA, D. Los Nukak: nómadas de la Amazonia colombiana. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1999.

Los alcances de estas transformaciones los ilustra el caso de las exploraciones del Museo Nacional de Río de Janeiro y la Universidad de la Florida en el Alto Xingú, Brasil, las cuales reportan el descubrimiento de asentamientos sustentados en aprovechamientos agrícolas del bosque8.

Los relatos de los cronistas que recorrieron la Amazonia en los años iniciales de la colonización hacen mención de pueblos ribereños de importan-te magnitud y, de años posteriores quedaron los re-gistros de las actividades de holandeses y portugue-ses, quienes ascendieron por el río Caquetá y otros afluentes. Como es bien conocido, ya en el siglo XIX, el establecimiento de la extracción cauchera se sustentó en la despiadada explotación de las co-munidades asentadas en la cuenca del Putumayo, muchas de las cuales fueron destruidas en su casi totalidad.

8 Tierramérica.

MApA 1. dEpARTAMENTO dE guAVIARE, TERRITORIO NukAk

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LA AMAZONIA COLOMBIANA EN LA NuEVA fASE AgRíCOLA

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Los resultados de las indagaciones sobre el aprovecha-miento productivo de los suelos amazónicos afianzan la valoración de la región como un extenso espacio de vida, en el cual se han desarrollado experiencias milenarias de asentamientos humanos, soportados en el conocimiento de cientos de especies vegetales y animales, la domesticación y el manejo de plantas, y la adecuación de suelos y ecosistemas.

AgrIculturAs y gAnAdEríAs AmAzónIcAs A pArtIr dEl sIglo XX

Luego de la irrupción de la conquista europea este espacio permaneció en gran medida al margen de las nuevas sociedades. Con las excepciones de algunas ex-ploraciones de viajeros y asentamientos realizados por holandeses y portugueses, ascendiendo desde el Brasil por el río Caquetá, las penetraciones y formaciones de asentamientos que ocurrieron a partir de entonces se originaron en la región andina (actuales departamen-tos de Nariño, Cauca y Huila) siguiendo dos direc-ciones: inicialmente y ya desde finales del siglo XVI, hacia el oriente y el suroriente, dentro del piedemon-te amazónico. Luego, ya en el siglo XX, estas corrien-tes colonizadoras, provenientes de departamentos de interior (Tolima, Valle, Cundinamarca, Boyacá y del norte y nororiente del Meta) se dirigieron hacia el sur de la región9.

Los primeros han sido documentados por María Cle-mencia Ramírez (1996), quien se refiere a la forma-ción de asentamientos mineros en varias localidades del alto piedemonte del Putumayo (mapa 2). Estos asentamientos aprovecharon las antiguas poblaciones precolombinas de quillacingas, inganos y sucumbíos, pueblos que habían establecido sistemas de comple-mentación vertical, según la propuesta del antropólo-go John V. Murra, entre los Andes y la Amazonia, ha-ciendo tránsitos permanentes hacia Mocoa. Durante el siglo XVIII esta región presenció las actividades de misioneros que no lograron estabilizarse debido a la resistencia de los pueblos indígenas.

9 Ver ARCILA N., O. et al., Caquetá: construcción de un territorio amazónico en el siglo XX. Bogotá: Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, 2000.

La penetración de la Amazonia noroccidental tie-ne antecedentes tempranos en la sociedad colonial, como lo ha establecido Mariano Useche (1984) y se hace más sistemática desde finales del siglo XIX con las actividades extractivas estudiadas en especial por dos tendencias sucesivas pero también coexistentes: la de las economías extractivas y la de expansión de la agricultura de plantación y más recientemente del “modelo agroexportador”, que será examinado más adelante.

Hacia finales del siglo XIX se realizaron varias expe-diciones en busca de quina y caucho, abriendo una nueva fase de las economías extractivas. Las cauche-rías, estudiadas por Roberto Pineda2 (1985) Camilo Domínguez y Augusto Gómez2 (1990), si bien no ge-neraron asentamientos estables sí dieron pie a la am-pliación de la frontera agraria y más exactamente a la extensión del territorio nacional.

Como lo recuerda Ramírez (2001), en 1906, durante la administración de Rafael Reyes, la misión capuchi-na inició la construcción de carreteras en el Putumayo y luego, con ocasión de la guerra con Perú, comenzó a ampliarse la red vial en el piedemonte, facilitando el ingreso de colonizaciones campesinas procedentes de Nariño, las cuales iniciaban la construcción de siste-mas productivos en los que se combinaban prácticas agrícolas andinas con las amazónicas.

Mario Mejía (1993) reseña el estudio de Joaquín Ro-cha, en el cual identifica, en 1898, remanentes de la economía extractiva de la quina en el alto Caquetá, apoyada en ganaderías vacunas y cultivos de plátano y hortalizas como expresión de “la primera modalidad espontánea republicana de transformación del paisaje de selva amazónica”, la cual habría de convertirse en la expresión contemporánea de “potrero-cañal-mai-zal-patio en manos de pequeños campesinos”. Des-de 1928 en adelante colonos mestizos realizaron un descenso paulatino por el Putumayo hacia Leticia, te-rritorios de huitotos y demás etnias sobrevivientes de las caucherías, descenso sostenido en colonizaciones espontáneas o auspiciadas por el Estado.

A comienzos de los años 1930 y como resultado de los reajustes de la economía mundial, el país atrave-

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saba por una fase de conflictos de distinta naturale-za: presiones externas e internas buscaban adecuar la economía y la sociedad a su entorno, en tanto que otras fuerzas pujaban por preservar el statu quo, en particular su régimen político, el laboral y el de la pro-piedad agraria.

En estas condiciones el país entró entonces en una etapa de redefiniciones sobre las orientaciones políti-cas económicas y sociales que habría de seguir en su ordenamiento interno y en sus relaciones internacio-nales: sería su ingreso a la “modernización”10.

10 Ver HENDERSON, J. La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez 1889 -1965. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2006.

Sin embargo, estas redefiniciones se impusieron pre-servando las relaciones constituyentes del poder. A partir de 1936, las instituciones políticas tomaron su rumbo a favor de la intangibilidad de la gran propiedad como pilar del desarrollo agrario11. El afianzamiento de esta definición, con profundas implicaciones en el desarrollo histórico de la sociedad colombiana, como veremos luego, se produjo finalmente a partir de 1946, con el aplastamiento de las posiciones re-novadoras a través de esa guerra civil conocida como La Violencia.

11 Ver LEGRAND, C. Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950. Bo-gotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985.

MApA 2. OCCIdENTE dEL dEpARTAMENTO dE puTuMAyO

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El campesinado, debilitado por el agresivo reforza-miento del régimen agrario latifundista debió buscar tierras en los bordes de la frontera agraria12. A partir de entonces, las colonizaciones incipientes de los bor-des de la Amazonia colombiana, en particular del pie-demonte del Putumayo y Caquetá recibieron nuevos y mayores contingentes de población como resultado del conflicto que comenzaba a desatarse en el país.

En esta misma etapa comenzó a desarrollarse el frente de penetración procedente del oriente y del sur del departamento del Meta13 (alto y medio Ariari), el cual habría de encontrarse décadas más tarde con el frente caqueteño de la colonización, a través de la vía que comunica las poblaciones de La Macarena, en el Meta y San Vicente del Caguán, en el noroccidente del Ca-quetá, ya a finales del siglo XX.

lAs colonIzAcIonEs, AltErnAtIvA A lA rEformA AgrArIA

Pasadas las primeras etapas de la guerra civil, el go-bierno colombiano asumió una tímida reforma agra-ria14, teniendo en consideración las relaciones entre la concentración de la propiedad, la pobreza y el con-flicto armado15, aspecto que también fue analizado e interpretado por el gobierno norteamericano como un riesgo subversivo comparable al que estimuló la insurgencia cubana por esas mismas fechas. En razón de estas consideraciones el gobierno del presidente J.F. Kennedy apoyó la reforma agraria colombiana con recursos de su programa Alianza para el Progreso.

12 Estas condiciones responden a patrones universales en la evolución de las rela-ciones de propiedad cuando no se resuelve la dominación política del monopolio de la tierra están apropiadamente sintetizadas por BINSWANGER, H. et al. En: Power, Distortions, Revolt, and Reform in Agricultural Land relations. The World Bank, WPS1164, 1993, p. 14 y ss.: Economic distortions.

13 Ver GONZÁLEZ, J.J., MARULANDA, E. Historias de frontera. Colonización y gue-rras en el Sumapaz. Bogotá: Cinep, 1990; GONZÁLEZ, J.J. El estigma de las repúblicas independientes 1955-1965. Bogotá: Cinep, 1992; LEAL, C. A la buena de Dios. Colo-nización en La Macarena. Ríos Duda y Guayabero. Bogotá: Cerec, 1995; PRADA, E. La vida que vivimos. Bogotá: Ediciones Aurora, 2008.

14 Esta reforma fue calificada como marginal por Antonio García en sus escritos sobre el tema; ver, de este autor Sociología de las reformas agrarias en América Latina. Buenos Aires: Ediciones Cruz del Sur, 1973.

15 Hernán Toro Agudelo, autor de la ponencia de la que sería la Ley 135 de 1961, Ley de Reforma Social Agraria, desarrolló esa argumentación en sus escritos, contenidos en su compilación El problema social agrario en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1985.

No obstante estas circunstancias, la oposición de los grandes propietarios de tierras, de los empresarios agropecuarios y de otros sectores asociados a ellos ce-rró el paso a la reforma; doce años más tarde estos sec-tores, los jefes de los partidos políticos tradicionales y la dirección del Estado llegaron a un acuerdo, conocido como el Pacto de Chicoral, el cual dio marcha atrás a las posibilidades de expropiar latifundios ociosos.

El pacto fue instrumentalizado a través de las leyes 4 y 5 de 1973 y 6 de 1975, las cuales restringían la afectación de las tierras ociosas y abrieron paso a la sustitución del reparto agrario a favor de los campesinos carentes de tierras en el interior de la frontera agraria por las titula-ciones de baldíos en regiones marginadas, una constan-te de la legislación agraria desde el siglo XIX, como lo constata LeGrand16 en su reconocido estudio ya citado.

Estas titulaciones habrían de tener lugar en los esce-narios de las colonizaciones espontáneas y en los de los programas de colonización dirigida, a cargo del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) (1974) en territorios de la Amazonia como Caquetá, Putumayo y Guaviare, entre otras regiones.

La exclusión de la redistribución de la tierra y el ex-trañamiento de los campesinos hacia las fronteras no logró efecto distinto que la postergación y ampliación de los conflictos en muy corto plazo.

Las acciones militares del Estado contra la resistencia campesina, la descomposición y el malestar de estas co-munidades ampliaron los escenarios de conflicto a estas regiones, en las que se incubaron formas de insurgencia armada y se facilitó la implantación de la producción de las materias primas de la economía del narcotráfico, a las que se hará referencia más adelante, en medio de la reconocida ausencia de los beneficios del desarrollo.

Los niveles de tensión política y social alcanzados por la acumulación de estos conflictos una vez terminada la vigencia del Frente Nacional restaron gobernabilidad al Estado, hecho que condujo a la búsqueda de pactos de paz entre el gobierno y la insurgencia, movimientos que concreta el gobierno del presidente Belisario Betancur.

16 LeGrand, Catherin, El agro y la cuestión social. Tercer Mundo. Bogotá. 1994

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Los acuerdos de paz con la insurgencia generaron ex-pectativas dentro de las comunidades de colonos y en una de estas zonas, en la cuenca del río Caguán, Ca-quetá, (mapa 3) alcanzó a adelantarse una propuesta, elaborada entre algunas instituciones del Estado y re-presentantes de las comunidades, para desarrollar un plan de manejo productivo y ambiental de la región.

Las cuencas de los ríos Pato y Caguán fueron escena-rios de la extracción de quinas a finales del siglo XIX y de colonizaciones en el marco de los conflictos de los años 1940 y 1950. Durante esta fase de la guerra, y debido a sus condiciones geográficas, la región se con-virtió en refugio de algunas comunidades desplazadas y base de movimientos de autodefensa campesina, por lo que fue señalada como una de las “repúblicas inde-pendientes” (González, 1992).

A mediados del decenio de 1960, el Estado adelantó en ésta y en otras regiones intensas operaciones mi-litares dirigidas a reducir estas expresiones de resis-tencia armada, sin lograr plenamente sus propósitos. En 1985, en el marco de los acuerdos de paz lidera-dos por el presidente Betancur, se convino entre el gobierno, las comunidades y la insurgencia, realizar un proyecto cuyos contenidos fueron expuestos en el “Anteproyecto del Plan de Desarrollo del medio y bajo Caguán” (Jaramillo et al., 1989).

Esta iniciativa resultó frustrada al romperse los acuer-dos de paz, durante la siguiente administración. Pocos años después volvió a abrirse paso la idea de alcanzar acuerdos entre el Estado y las comunidades de co-lonos para desarrollar formas de manejo sostenibles de los ecosistemas amazónicos. El contexto fueron los crecientes conflictos agrarios en las zonas de coloni-zación, generados por el narcotráfico y la ausencia de soluciones para los mismos.

Algunas comunidades de colonos localizados en la Se-rranía de La Macarena, occidente del departamento del Meta, plantearon al investigador Alfredo Molano la propuesta de un acuerdo con el gobierno para reci-bir la titulación de las tierras abiertas por ellos en esa reserva natural, a cambio de lo cual se comprometían a desarrollar un manejo sostenible de los bosques, bajo la figura de “zonas de reserva campesina”.

La iniciativa coincidía con las investigaciones adelan-tadas por el Instituto Sinchi en las vegas del Guaviare, encaminadas a crear alternativas para los asentamien-tos campesinos localizados al sur de ese departamento y en otras regiones de la Amazonia. Estas inquietudes se inscribían en las agendas de la investigación amazó-nica y en la búsqueda de alternativas para la produc-ción de la coca17.

La propuesta fue incorporada en la nueva Ley de Re-forma Agraria (160 de 1994) y, luego de algunas difi-cultades, puesta en aplicación en los proyectos piloto de El Pato (alto y medio Caguán), Calamar (Guaviare) y Cabrera (Cundinamarca), propuestos por las or-ganizaciones de colonos y financiados por el Banco Mundial18, durante las conversaciones de paz del go-bierno del presidente Andrés Pastrana con la guerrilla de las Farc, a finales de los años 1990.

En el proyecto de El Pato (Caguán) se intentó dar continuidad a los delineamientos del proyecto ante-rior impulsado durante la administración Betancur, referidos a recuperación de suelos y bosques, protec-ción de fauna silvestre, ganaderías sostenibles, etc.; en Calamar la propuesta técnica recogió varias iniciati-vas de los colonos para la recuperación y manejo del bosque, producción silvopastoril, manejo de frutales amazónicos, varias de ellas experimentadas por el Ins-tituto Sinchi19.

17 Ver FAJARDO, D. Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002.

18 Ver THE WORLD BANK. Project Appraisal Document on a Proposed Loan in the Amount of US$5 million to the Government of Colombia for a Peasant Enterprise Zones for Peace Project. 1998.

19 La Universidad Javeriana realizó una evaluación de este proyecto, recogida en el libro de ORTIZ G., C. el al., Zonas de reserva campesina. Aprendizaje e innovación para el Desarrollo Rural. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2004.

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MApA 3. OCCIdENTE dEL dEpARTAMENTO dE CAquETá: MEdIO y BAJO CAguáN

La ruptura de las conversaciones de paz y la remili-tarización de estas regiones en 2002 se tradujo en el desmantelamiento del proyecto de las reservas cam-pesinas, figura que sin embargo permanece en la Ley 1152 de 2007, la cual ha incorporado la legislación previa sobre desarrollo rural.

dE lAs EconomíAs EXtrActIvAs A lA produccIón AgropEcuArIA En lA frontErA AmAzónIcA

Las colonizaciones impulsadas por el Estado contem-plaban componentes en titulación de las tierras, infra-estructuras viales, servicios médicos y educacionales.

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Fueron concebidas como “incorporación de nuevas áreas a la producción”, lo que implicaba el impulso a proyectos productivos agropecuarios. Además de los problemas de articulación con los mercados regiona-les y aún locales, por no mencionar el nacional, estas iniciativas encontraban una primera y gran dificultad cual era la ausencia de conocimientos sistemáticos sobre el bosque húmedo y sus condiciones agroeco-lógicas.

Para finales de los años 1970 y comienzos de 1980, el interés del Estado en la región coincidió con el de otros sectores internacionales y nacionales. De esta motivación surgieron varias iniciativas en torno a la problemática de la región, una de ellas fue el Pro-grama Radargramétrico de la Amazonia (Proradam), desarrollado por Holanda y del cual surgió la Corpo-ración para el Desarrollo de la Amazonia, Araracuara, hoy Instituto Amazónico de Investigaciones Científi-cas, Sinchi. También se ubica en esta perspectiva la conformación del Comité Nacional de Investigacio-nes sobre la Amazonia (Conia), junto con otras inicia-tivas similares.

No obstante, el estado de las investigaciones sobre la Amazonia era aún muy incipiente, como lo revela una presentación del ingeniero Jaime Navas (1982) al res-pecto, pero ya para entonces avanzaban los primeros proyectos de colonización en la región, intentando generar condiciones de vida viables para los asenta-mientos generados.

La búsqueda de condiciones económicas que dieran sostenibilidad a las colonizaciones coincidió con de-mandas de los mercados nacionales e internacionales de cacao, caucho y palma africana, cultivos que mues-tran lentos avances en especial a partir de 1960, mo-mento en el cual se afianza la “agricultura comercial” en el interior del país. Sin embargo, en la Amazonia colombiana los bosques no cedieron inicialmente su espacio a las agriculturas de plantación sino a las pra-deras, con comprobado deterioro de los suelos y eco-sistemas20.

20 La Corporación Araracuara publicó algunos de estos estudios en varios números de su revista Colombia Amazónica.

Esta perspectiva colocaba entonces su énfasis en la producción, más que en la extracción, como se deriva del estudio de Navas (1982), quien consideraba que existía un consenso entre la mayoría de los investi-gadores a favor de las explotaciones forestales como las más apropiadas para la región, con mejoramien-tos en productividad y maderabilidad de las especies existentes, combinadas con otros cultivos comerciales (cacao, palma africana, caucho, frutales, plátano). Es-tos cultivos habrían de ser desarrollados en sistemas de producción “multiestrata”, recomendables por cuanto con ellos “se reproduce la arquitectura del bosque natural, evitándose los cambios ecológicos que pueden conducir al deterioro de los suelos”” (Navas, 1982, p. 59).

La colonización de baldíos como sucedáneo de la re-forma agraria condujo a la rápida dinamización de frentes de colonización en el piedemonte de la Ori-noquia (Casanare, Arauca) y de la Amazonia (Meta, Caquetá, Putumayo), las vegas, sabanas y selvas del Guaviare, el valle del Magdalena Medio, Urabá y li-toral Pacífico.

Poco menos de diez años más tarde, se reportaban en el Guaviare más de 140 mil hectáreas de selvas y sabanas naturales transformadas en praderas, con un hato de 70 mil cabezas; en el Caquetá, un inventario de cerca de un millón de cabezas, más de 5 mil en los alrededores de Leticia, 150 mil en el Putumayo. Me-jía considera que, a partir de estos estimativos podría concluirse que para sostener 1,5 millones de cabezas fueron afectadas severamente cerca de 2,5 millones de hectáreas de bosques y sabanas naturales.

Posiblemente, la coincidencia de este nivel de expan-sión de las praderas con un ciclo climático generó ex-tendidos incendios en la región entre 1979 y 1985, los cuales arrasaron cientos de miles de hectáreas en el Caquetá, la cuenca media del Vaupés, del Caquetá y el Putumayo.

Estos impactos en el piedemonte amazónico son una grave advertencia, si se tiene en cuenta el significado de la expresión con la que el escritor Petru Popes-cu titulara su memoria sobre la expedición de Loren McIntyre en busca de las fuentes del gran río: El Ama-

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zonas nace en el cielo (Popescu, 1993). La alerta es cla-ra: la destrucción de los ecosistemas cordilleranos que convergen en el piedemonte tendrá efectos negativos incalculables en la cuenca, en la medida en que gran parte del agua que alimenta a esta última es captada en las alturas andinas.

Las conclusiones de Navas sobre la posibilidad de desarrollar ganadería extensiva “aplicando prácticas conservacionistas” parecen entonces reñir con los re-sultados de estudios más recientes sobre el impacto de esta actividad.

Estos últimos parecen orientarse a favor de prácticas “silvopastoriles” en las cuales se establecen plantacio-nes forestales variadas (con especies maderables, fru-tales y forrajeras) y distancias de siembra más amplias que en las plantaciones forestales corrientes, seguidas de forrajes herbáceos como el kudzú (Pueraria phaseo-loides). Cuando los árboles alcanzan un crecimiento adecuado, se introduce ganado, en cual aprovecha los forrajes, con las ventajas de contar con la protección del follaje a la exposición al sol, lo que le proporciona mayor tiempo para pastaje, al tiempo que aporta la fertilización de los suelos con sus desechos.

El elemento dominante es, sin embargo, la presen-cia de los cultivos permanentes, incluyendo la palma aceitera. Según lo planteara Paulo de Tarso Alvim, uno de los más reconocidos estudiosos de las agricultu-ras amazónicas, la principal ventaja de estos cultivos (perennes) “es la protección que brindan contra la degradación, del suelo provocada por la lixiviación, la erosión y la compactación”” (Alvim, 1982, p. 236). Sin embargo, estos cultivos, por la forma como se han implantado, presentan limitaciones de carácter social que se examinarán más adelante.

los cultIvos pArA El nArcotráfIco En lA AmAzonIA

Uno de los efectos más profundos de la ausencia de una reforma agraria en Colombia es el afianzamiento de sistemas de propiedad y uso de la tierra que han favorecido la concentración de la propiedad, desequi-librios en el desarrollo regional y en la distribución

del ingreso y el deterioro de los ecosistemas y el patri-monio ambiental del país.

Estos procesos han ido de la mano con desplazamien-tos forzados y relocalizaciones traumáticas de la po-blación, las cuales, además de haber sido generadas en medio de la desarticulación de muchas comunidades y de su desarraigo, han conducido a la formación de asentamientos carentes del acompañamiento adecua-do de la sociedad y del Estado.

Como consecuencia, a partir del afianzamiento de la vía de desarrollo agrario sin redistribución de la tie-rra, las regiones comprendidas dentro de los llama-dos Territorios Nacionales (intendencias y comisarías, convertidas en departamentos a partir de la constitu-ción de 1991) fueron escenario de continuas movili-zaciones de protesta (paros cívicos) en demanda de inversiones para atender los servicios básicos.

Estas carencias eran solo una parte del déficit que afectaba a estas regiones y que vino a facilitar la im-plantación de los cultivos de marihuana y coca y las operaciones del narcotráfico para comercializar sus productos. Fue la solución que encontró una porción importante de personas a las restricciones a la super-vivencia que presentaban estas regiones.

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La localización de los colonos en regiones apartadas de los mercados, carentes de servicios básicos, añadida a otros factores propios de la sociedad colombiana21 facilitaron el que, en medio de esta fase de transfor-mación agrícola y pecuaria de la Amazonia irrumpiera en la región el establecimiento de los cultivos de mari-huana y coca, proceso al que se hará breve referencia, teniendo en cuenta que ha sido documentado y anali-zado en una vasta bibliografía22.

Los relatos sobre cómo llegaron los cultivos, el apren-dizaje, la comercialización, la acción de las mafias para expropiar a los colonos del producto, las intervencio-nes de las autoridades, la acción de la guerrilla, han ocupado páginas excelentes de escritores, sociólogos, economistas. De ellas se extrae una corta e intensa historia en la que los colonos ensayan la producción y los primeros pasos del procesamiento (prensado de la marihuana, producción de la base de cocaína), al tiempo que los traficantes desarrollan los sistemas de procesamiento más sofisticados a partir de la base im-portada de Perú y Bolivia.

Desde ese momento hasta el presente, han ocurrido una serie de modificaciones en la cadena de la co-caína, iniciada con el establecimiento de laboratorios para el procesamiento de la base de cocaína importa-da de Perú y Bolivia, continuada con la expansión de los cultivos.

Inicialmente se configuró sobre un conjunto hetero-géneo de plantaciones productoras de hoja de coca, desde ¼ de hectárea hasta 80 o más, combinadas con el desarrollo de los laboratorios para el procesamiento de la hoja y la elaboración de la base de cocaína, a par-tir de la pasta obtenida ya localmente ya importada de Perú y Bolivia y el tráfico de pasta y base de cocaína.

A mediados de los años 1990, cuando parece estar en pleno auge esta agroindustria se evidenció una diferen-

21 Thoumi, F. (El imperio de la droga. Bogotá: Planeta, 2006) realiza una sugestiva exploración sobre las condiciones sociológicas, económicas y políticas que favore-cieron la implantación de esta industria en Colombia, con dimensiones y alcances mayores a los ocurridos en Perú y Bolivia.

22 Ver THOUMI, F. et al. Drogas ilícitas en Colombia. Su impacto económico, político y social. Bogotá: Ediciones Ariel, 1997; DE REMENTERÍA, I. La guerra de las drogas. Bogotá: Planeta, 2000; CAMACHO G.A. (ed.). Narcotráfico: Europa, Estados Unidos, América Latina. Bogotá: Universidad de los Andes, 2007.

ciación, registrada por Sergio Uribe (1997), en la cual se percibía un sector “comercial”, representado por plantaciones de más de dos hectáreas, con cinco o más cosechas al año y rendimientos de entre 1,6 y 2,8 kilos de base por hectárea en cada cosecha, localizada en la Amazonia; por otra parte, un sector campesino, con cul-tivos desde 100 matas hasta dos hectáreas, rendimientos inferiores a 2 kilos por hectárea por cosecha, localiza-dos, según Uribe “en todas las regiones del país”.

Después de sucesivos auges y contracciones, el pro-ceso de producción de la hoja, su procesamiento y el tráfico de los derivados ha llegado a una aparente estabilización, regulada por la demanda. Durante este proceso, los estimativos del área en producción re-gistraron un crecimiento sostenido hasta las 160 mil hectáreas hacia el año 2000 y un descenso, en los años siguientes hasta 60 mil hectáreas, para llegar actual-mente a una producción cercana a las 600 toneladas anuales, en 99 mil hectáreas cultivadas23.

La evolución de la industria de la cocaína comparte algunos aspectos con otras economías de base agraria, en particular los referidos a la generación y apropia-ción de excedentes. En las etapas iniciales de la in-dustria y como se señaló, coinciden temporalmente la instalación de cultivos de distintas extensiones y la operación de laboratorios para procesar pasta impor-tada y producida localmente.

Esta fase tuvo una expresión en la localización y des-trucción de los laboratorios de “Tranquilandia”, sobre el río Yarí, en el Caquetá, hecho que continúa tenien-do resonancia en la vida política del país. Una vez se afianzó en Colombia la tecnología de la producción de la hoja, se produjo la expansión de cultivos y labora-torios con importantes variaciones regionales (UNO-DC, 2008, p. 38 y ss.) y junto con ella, la difusión de los capitales del narcotráfico hacia el conjunto de la economía colombiana.

En las áreas inicialmente productoras de hoja y pasta de coca, el cultivo y primeras fases de transformación

23 Ver United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC). Colombia. Monito-reo de cultivos de coca. Junio de 2008, p. 44; Washington Office on Latin America (WOLA). La aspersión de cultivos de uso ilícito en Colombia. Una estrategia fallida. Bogo-tá, 2008, p. 51.

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sirvieron de apoyo para la ampliación de fincas gana-deras en los bordes la frontera, tal como lo documen-tó Luis E. Acosta (1994).

Existe un consenso amplio en torno a los muy limitados logros de las políticas de control de drogas aplicadas en el país24, en particular las centradas en la erradicación forzada (fumigaciones)) (Vargas, 1999)25; éstas no han sido exclusivas y el gobierno, con recursos propios y cooperación internacional ha impulsado diversas ini-ciativas para lograr desarrollos alternativos.

los AgrocombustIblEs, nuEvA fAsE dE lAs AgrIculturAs dE plAntAcIón

Desde hace varios años, particularmente en Brasil, importantes porciones de la Amazonia se están des-tinando a la producción de “biocombustibles” o más apropiadamente, de “agrocombustibles”, denomina-ción de los carburantes sustitutos o complementarios de los hidrocarburos. Esta tendencia comienza a ex-tenderse a la porción amazónica de nuestro territorio, en particular en el piedemonte y se ha afianzado en otras regiones de la frontera agraria colombiana.

Estos desarrollos responden tanto a la reducción de las reservas mundiales de petróleo como a las operacio-nes especulativas sobre este recurso. Con anterioridad al reciente incremento de los precios del crudo varios países iniciaron la investigación sobre agrocombustibles y la producción de sus materias primas26, su transfor-mación e incorporación a la oferta de carburantes.

En la medida en que continúa el ascenso del consumo del petróleo y se incrementan sus precios y los de sus derivados, se amplía la producción de cultivos destina-dos a este fin. Además, y más grave aún, está ocurriendo la reorientación de una proporción significativa de cul-tivos previamente destinados a la alimentación humana

24 Ver CAMACHO G.A. (ed.). Narcotráfico: Europa, Estados Unidos, América Latina. Bogotá: Universidad de los Andes, 2007; Coletta Youngers, entre otros.

25 Vargas Meza, Ricardo. Fumigación y conflicto: políticas antidrogas y deslegitimación del Estado en Colombia / Fumigation and conflict: anti-drugs policy and dislegitimation of the Colombia State. Santafé de Bogotá, D.C; Tercer Mundo; 1999. 279 p.

26 Brasil.

y animal, a la industria de los carburantes, afectando la balanza alimentaria y el acceso a los alimentos, como resultado de escaseces relativas, restricciones a las ven-tas de algunos de estos bienes y alzas en sus precios.

La utilización masiva de cultivos como agrocombus-tibles está ocurriendo en el contexto del cambio cli-mático, en el que pueden incidir negativamente varios procesos: de una parte, la quema de bosques para limpiar terrenos destinados a la producción de estas materias primas, tal como ha ocurrido en varias partes del globo, particularmente en Malasia.

De otra, la aplicación masiva de los agroquímicos requeridos por los “paquetes tecnológicos” de estos cultivos; a lo anterior se agregan la compactación de suelos destinados a esta producción carburantes y los impactos derivados de la irrigación requerida por las plantaciones27.

Colateralmente, en Colombia, como en otros países, el establecimiento de plantaciones ha ocurrido en muchas ocasiones asociado al despojo violento de tie-rras a comunidades campesinas y a la imposición de condiciones laborales precarias a los trabajadores en estas unidades productivas, hechos que amplían la su-matoria de conflictos presentes en nuestra Amazonia.

El desarrollo reciente de la palmicultura en Colombia ha sido objeto de debates, pues de un lado los gremios de productores y exportadores y el gobierno la de-fienden como fuente de divisas, generación de empleo y provisión de materias primas para la industria, ven-tajas que se contraponen con las condiciones sociales y políticas asociadas a él.

La “competitividad” del cultivo destacada por los gre-mios y por el gobierno resulta de varios factores: de una parte, de la baja tributación de la tierra caracte-rística del país28, a la que se añade sus bajos costos, resultantes de que, en muchas oportunidades estas tierras han sido arrebatadas a comunidades campe-sinas como en el caso del Atrato y parte importante

27 Ver ALTIERI, M.A., BRAVO, E. La tragedia social y ecológica de la producción de biocombustibles agrícolas en América. Semillas, nos. 34 y 35, diciembre 2007.

28 Ver KALMANOVITZ, S., LÓPEZ E. La agricultura colombiana en el siglo XX. Bo-gotá: Banco de la República, 2006, p. 345 y ss.

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de la costa Pacífica29. Por otra parte, los costos de la mano de obra resultan igualmente reducidos gracias a la “flexibilización laboral” y al desmantelamiento de las organizaciones de los trabajadores, factores a los que se añaden los subsidios entregados a los gran-des productores, reforzados por la Ley 1133 de 2007 (“agroingreso seguro”). Estos beneficios compensan generosamente los costos de instalación del cultivo, estimados en US$ 4 mil por hectárea.

No existe total certeza sobre las magnitudes de las re-servas de hidrocarburos pero su carácter de recurso no renovable le pone límites a su disponibilidad, lo cual conduce a la humanidad a la necesidad de prever y construir un nuevo “paradigma”, en el cual han de concurrir las distintas fuentes energéticas, de acuerdo con sus disponibilidades, los desarrollos tecnológicos y, por encima de todo, con criterios centrales y com-partidos de racionalidad y sostenibilidad.

Las previsiones para el desarrollo creciente de los agrocombustibles como complemento y sustituto parcial de los hidrocarburos plantean grandes retos y riesgos a los abastecimientos de alimentos y al ma-nejo adecuado de diversos ecosistemas. De acuerdo con distintas fuentes entre ellas un informe de FAO5

(2006) y varias comunicaciones de prensa, duran-te los dos últimos años se vienen registrando tanto problemas en la oferta mundial de alimentos como en los precios de los mismos; según la revista Semana5 (2008) ya a principios del segundo trimestre de este año se contabilizaban aumentos sensibles en los pre-

29 Ver PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN. Territorio, patrimonio y des-plazamiento. Bogotá, (s.f.).

cios de algunos alimentos básicos como trigo (130%), soya (87%), arroz (74%) y maíz (31%).

Parte sustancial de estos problemas está relacionada con los precios del petróleo, cuya alza ha incidido en la reorientación de varios productos agrícolas del con-sumo alimentario hacia la producción de combusti-bles de origen agrícola, como lo señaló Jean Ziegler, en la oportunidad comentada anteriormente.

Esta reorientación ha implicado no solamente el des-tino de cosechas sino también la dedicación de áreas agrícolas, como ha ocurrido en Brasil y comienza a ocurrir en Colombia con cultivos como la caña de azúcar y tierras agrícolas como las dedicadas a la pro-ducción de arroz, de las cuales, según informe de Fedearroz de 2007, actualmente se ha reorientado el 10% a la producción de palma aceitera.

La producción de agrocombustibles ha generado inquietudes en distintos sectores sociales a nivel in-ternacional y nacional; dentro de estos últimos, el gobierno de Colombia, representando a los producto-res, ha propuesto orientar gran parte de los esfuerzos dirigidos hacia la recuperación de la agricultura en la promoción de cultivos de tardío rendimiento y agro-combustibles (Presidencia de la República, 2005). Al mismo tiempo, el ministerio público, así como vo-ceros y representantes de comunidades afectadas por el desplazamiento forzado de territorios en los que se están implantando estos cultivos han señalado los hechos que vienen acompañando este proceso30.

En el caso de Colombia, gran parte de las tierras dedi-cadas a la palma africana corresponde a ampliaciones de la frontera agrícola, particularmente en porciones del bosque húmedo tropical de la región bioPacífica, incluyendo la cuenca del río Atrato, el piedemonte de la Orinoquia y la Amazonia. Estas nuevas circuns-tancias expresan la incorporación de la agricultura de plantación en la región como proceso diferenciado de los modelos de explotación aplicados antes en la re-gión, centrados en las actividades extractivas, ganade-ría extensiva y agriculturas de subsistencia.

30 Ver PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA. Territorio, patrimonio y desplazamiento. Bogotá, 2005; MINGORANCE, F. et al. La palma africana en el Chocó. Bogotá: Diócesis del Chocó/Human Rigths Everywhere, 2004.

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A diferencia de lo ocurrido en otros países amazóni-cos, en particular Brasil y Perú, el ingreso masivo de la agricultura de plantación a la Amazonia colombiana es un proceso relativamente novedoso, dado que los desarrollos propiamente agrícolas de nuestra historia como nación se han establecido en los valles interan-dinos, porciones de la costa Caribe, más recientemen-te en el piedemonte de la Orinoquia y solamente de manera marginal en la Amazonia.

Estas circunstancias han incidido en el muy limita-do desarrollo de la investigación en la agricultura del bosque húmedo en Colombia, con excepción de los estudios mencionados por Navas (1982) y las inves-tigaciones sobre distintas modalidades de agricul-turas precolombinas y practicadas hasta el presente por pueblos originarios, lo cual, a su vez ha incidido en la precariedad de los asentamientos (colonizacio-nes) procedentes del mundo andino, pues, como es ampliamente conocido, la incorporación del espacio amazónico en la conciencia territorial del país es un proceso relativamente reciente.

¿hAcIA un nuEvo pArAdIgmA?

Estas notas se iniciaron con comentarios en torno a las preocupaciones sobre el petróleo: las estimaciones sobre las magnitudes reales de las reservas, el impacto de estos estimativos sobre los precios y la búsqueda de alternativas para la producción de combustibles.

A partir de estas inquietudes se derivaron las conside-raciones sobre los impactos que esta búsqueda tiene en la Amazonia, considerando, de una parte, su im-portancia y su vulnerabilidad y, de otra, la trayectoria de la humanidad en esta región, sustentada a lo largo de siglos, en la construcción y aplicación de distintas tecnologías agrícolas. Estas últimas entran en conside-ración en la medida en que algunas de las alternativas para los combustibles fósiles son agrocombustibles.

Desde ahora se plantea una inquietud básica: tenien-do en cuenta que la información sobre las reservas de petróleo es del dominio cerrado de las multina-cionales que controlan gran parte de su oferta, ¿cuál es la verdad sobre las magnitudes de estas reservas? Alimenta este primer cuestionamiento el carácter

errático de los precios, el cual más parece efecto de operaciones especulativas que de condiciones objeti-vas del mercado.

Derivado de esta primera inquietud surge un tema cen-tral, presente en las agendas de agencias internacionales31 y al cual se hizo referencia anteriormente: el cambio del “paradigma energético” centrado en el petróleo.

Sin vislumbrar los alcances que pueden tener los efectos del cambio climático en la civilización actual, tal como la conocemos y sin certezas sobre la duración que pueden alcanzar las reservas de hidrocarburos, diversos secto-res han comenzado a orientarse hacia la búsqueda de cambios en los patrones de consumo. Las incertidum-bres sobre la seguridad alimentaria seguramente obliga-rán, a este y otros países a replantear la producción de estos bienes en términos de sus tecnologías (afectadas por los precios de los insumos derivados del petróleo) y de sus localizaciones, considerando su reubicación en mayor cercanía de los centros de consumo, con miras igualmente en la reducción de los costos de transporte, por la vía del ahorro de combustibles.

Estos criterios apuntan a la reubicación de la produc-ción a través de su reordenamiento territorial y con él a la recomposición de la estructura de la propiedad. Si se tiene en cuenta cómo el monopolio de propie-dad grava los costos de producción, la eliminación de la concentración de la propiedad será una estrategia central para reducir estos costos de la producción32.

Un reordenamiento de los espacios de la producción agrícola orientado por la búsqueda de la reducción de sus costos y de la racionalización del aprovechamiento de los ecosistemas conduciría igualmente a disminuir la presión poblacional y económica sobre la Amazonia y a densificar los asentamientos en el interior de la frontera agraria, optimizando el aprovechamiento de las infraestructuras existentes y dando usos adecuados a los suelos aptos en estos espacios.

31 Ver SÁNCHEZ A.F. (CEPAL). Biocombustibles: seguridad energética, cambio climático y seguridad alimentaria. Seminario Biocombustibles, entre Seguridad Energética y Cambio Climático. América Latina frente al debate internacional, Río de Janeiro, agosto de 2008.

32 Ver THE WORLD BANK. Colombia: Land Policy in Transition. Report no. 27942 CO, enero de 2004; MINISTERIO DE AGRICULTURA. La agricultura colombiana frente al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Bogotá: Bolsa Agropecuaria, 2005 (costos de producción, p. 92 y ss.).

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LA NUEvA mALOCA PArA EL DEsArrOLLO sOsTENIBLE EN LA AmAzONIACarlos Alberto Rodríguez1

1 Director Tropenbos Internacional Colombia. [email protected]

rEsumEn

El artículo presenta los principios ecológicos y culturales que regulan la interacción de los humanos con el uso de la selva y sus recursos,

como alternativas con posibilidades de aplicación en la Amazonia. El concepto del desarrollo sostenible a la luz de estos principios no es novedoso en su totalidad y encuentra en la cosmovisión indígena posibilidades de aplicación con potencial en los actuales debates so-bre el futuro de la región.

Palabras clave

Amazonia, antropología social, poblaciones indígenas, desarrollo sostenible, identidad cultural, tradiciones.

IntroduccIón

La Amazonia sigue siendo una región objeto de mu-chas miradas que van desde el preservacionismo ab-soluto hasta la transformación total de los ecosistemas para fines agrícolas, ganaderos o en general produc-tivos. El desarrollo sostenible busca participar en el debate sobre el futuro de esta región a partir de sus posiciones teóricas que propugnan por un desarrollo

con bienestar y por su formulación básica de usar con mesura los recursos para que las siguientes generacio-nes también puedan disfrutar del uso de éstos. Este concepto, en cierta medida, no es novedoso y se com-porta de manera similar a los principios ecológicos y culturales de los pueblos indígenas de la Amazonia y de otras partes del mundo.

Los principios ecológico–culturales son una especie de decálogo que rige las relaciones con la naturaleza, son los conceptos básicos que regulan la acción de los humanos en cuanto al uso de la selva y sus recursos. En este escrito, se pretende explorar el potencial de estos principios en relación con el desarrollo sosteni-ble para la Amazonia; es decir, cómo estos conceptos sencillos y poderosos, generados desde la cosmovisión indígena, nos muestran posibilidades de aplicación actual para asegurar la conservación de la biodiver-sidad y el bienestar de las comunidades del bosque húmedo tropical.

Aunque en varios artículos anteriores se han aborda-do los principios ecológico–culturales (Van der Ham-men, 1992), (Rodríguez y Van der Hammen, 2000, 2003, 2004), (Van der Hammen, 2003), (Rodríguez et. al, 2007), aquí se pretende, a modo de reflexión, abordar cuatro de ellos, a saber:

Cada grupo étnico tiene su origen asignado por 1. el creador.

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El territorio tiene orillas y su cuidado es multié-2. tnico.

Todo en la naturaleza tiene “dueño” y nada se 3. puede utilizar sin su permiso.

Maloca y chamán controlan las relaciones con la 4. naturaleza.

Cada uno de ellos se describe, en primera instancia, en su contexto indígena, para luego analizarlo en su potencial aplicación para la definición de visiones, políticas y programas de desarrollo sostenible para la Amazonia actual. Para esto, se han definido títulos de primer orden para los principios indígenas y títulos de segundo orden para analizar su potencial, uso y aplicaciones a los debates actuales sobre el desarrollo sostenible de la Amazonia, con el fin de mostrar su aplicabilidad para generar nuestras propias visiones, teorías y prácticas sobre desarrollo y bienestar.

cada grUPo éTnico Tiene sU origen asignado Por el creador

Este gran principio cultural es utilizado con frecuen-cia por los indígenas cuando interactúan con el mundo occidental, una de las primeras preguntas a los visitan-tes de la selva es sobre su lugar de origen o sitio de nacimiento, el cual tiene un alto significado simbóli-co y práctico, ya que en las narraciones tradicionales u origen mítico cada grupo indígena, etnia o clan tiene

un lugar de nacimiento asignado desde la creación del mundo, fueron puestos allí por los seres creadores y allí pertenecen y, en principio, allí deberían permanecer.

Este principio asigna un territorio y los vínculos con él, su existencia está relacionada con la porción de selva asignada, la cual es vista como la misma madre natura-leza. El sitio de origen de cada etnia es perfectamente reconocido, existen contextos territoriales que los iden-tifican como gente de cabecera, gente de bocana, gente de centro o gente de orilla del mundo. En el caso de los Yucuna–Matapí, su origen se encuentra en el río Mirití Paraná, en sus cabeceras muy cercanas con el río Apapo-ris, es gente interfluvial asociada a ríos de aguas negras.

Cuando los creadores entregaron el territorio, lo en-tregaron con una serie de recursos y conocimientos asociados a su manejo para que toda la gente pudiera vivir bien, “vivir bueno” con lo que le fue asignado. Este principio se relaciona con el manejo de la na-turaleza y está estrechamente vinculado con el cono-cimiento y las normas que rigen esta relación con la naturaleza, en conjunto con otros principios ecológi-co–culturales.

“Nadie puede manejar lo que no conoce”, y por tal ra-zón los seres creadores dejaron un conocimiento espe-cífico del área entregada, la cual se conoce con amplio detalle y se domina tanto el mundo del monte, el mun-do del río y el mundo de la maloca, con todos sus seres visibles como los árboles, los animales del monte y los seres del agua, además de los seres no visibles como son los “dueños” espirituales o elementales.

El manejo de la naturaleza tiene que ver con su cuidado o conservación, ya que el territorio se entregó para que vivieran bien todas las generaciones; en otras palabras, corresponde con el concepto básico del desarrollo sos-tenible: “utilizar los recursos de tal manera que las ge-neraciones futuras puedan gozar también de su uso”.

el ordenamienTo TerriTorial: el PensamienTo Para acTUar

El principio de asignar un lugar a cada grupo tiene mucha relación con la mirada occidental de ordenar el territo-

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rio. Para los indígenas, el territorio está ya ordenado y lo que hay que ordenar es el pensamiento; sin duda alguna, esta visión resulta consistente, ya que lo que se ordena no es el territorio, sino las actividades que se realizan en él o sobre él. Tener un pensamiento claro para la acción es lo más importante y los indígenas reflejan ese pensamiento en su cosmovisión y en la práctica sobre la naturaleza; de hecho, poseen un claro modelo de acción relacionado con la “Ley de origen”, es decir, las visiones y normas que tienen que ver con la naturaleza y su cuidado, lo cual se equipara con las nociones de desarrollo sostenible.

Entre las acciones que el Estado colombiano realiza sobre la Amazonia, aún no se tiene total claridad so-bre el modelo a seguir y, de hecho, se ha pasado por una serie de visiones de desarrollo que van desde la ocupación–integración, pasando por propuestas ex-tractivas de pequeña o gran escala, hasta propuestas de conservación y desarrollo sostenible, las cuales se han entremezclado en diferentes periodos de la histo-ria de intervención estatal en esta región.

Las visiones y preconcepciones de la Amazonia han sido la guía para la acción; por mencionar un solo ejemplo, aún se mantiene la idea de la Amazonia como una región despoblada, rica e inexplotada, la cual guía las políticas de ocupación y explotación para conseguir el progreso de la nación. Con esta visión, se desarrollaron políticas de ocupación mediante la colonización, dirigida o es-pontánea, con la intención, además, de integrarla a la economía por medio de la producción, entre las cuales sobresalía la idea de la expansión de la frontera agrícola, como si esta en sí misma no significara disminución de la frontera de bosques.

Las visiones desarrollistas se continúan promoviendo en el discurso y en la práctica, aunque el país ya marcó una pauta muy importante para la conservación de la Ama-zonia, a partir de la promulgación de la política combi-nada de los grandes resguardos amazónicos y la creación de extensos parques nacionales, los que sumados cubren más de 25 millones de hectáreas. Esta apuesta por la conservación y el reconocimiento de derechos territo-riales de los pueblos indígenas ofrece las bases para el establecimiento de una política de desarrollo sostenible, sobre la cual ya se han dado algunos pasos como el reco-nocimiento de Autoridades Tradicionales Indígenas y el

futuro establecimiento de las Entidades Territoriales In-dígenas, Etis, las cuales será necesario fortalecer para ha-cerlas operativas en la práctica. En este sentido, gracias a esta política de reconocimiento de derechos indígenas mediante los resguardos, que lleva ya veinte años de es-tablecida, se tiene una visión y un marco de conserva-ción para el desarrollo sostenible, pero en la actualidad vuelven a resurgir propuestas desarrollistas relacionadas con la expansión de la explotación minera, los hidrocar-buros y los biocombustibles o agrocombustibles, por lo que será necesario generar los debates pertinentes para evitar su implementación y prevenir sus impactos am-bientales, sociales y culturales.

En general, en Colombia, aun cuando están dadas las bases para la conservación de la Amazonia, hace falta consolidar el nuevo ordenamiento territorial que nos marca el pensamiento para actuar.

conocer Para manejar: la agenda de invesTigación Para la conservación

En el principio indígena de asignación de un territorio y de su cuidado se hace mención al conocimiento en-tregado para poder manejar el territorio; este conoci-miento es básico para la vida y a cada grupo y persona le correspondió un tipo de saber para poder cumplir con su papel en la maloca y en el territorio. El conocimien-to del bosque, sus procesos, sus relaciones y su cuidado es definitivo a la hora de actuar e interactuar con la na-turaleza. Esta visión de “conocimiento para la vida” se relaciona con nuestros desafíos de investigación para la Amazonia, toda vez que se ha avanzado en la generación de información, bastante en la investigación académica, pero aún quedan planteados los interrogantes sobre la pertinencia y el uso de la información para la definición de políticas y la toma de decisiones, desde las comuni-dades locales hasta los niveles institucionales.

La investigación científica, sin duda, contribuye a la ge-neración de conocimiento sobre la Amazonia, pero, a pesar de los avances logrados, se nota una alta discipli-nariedad y un sesgo amplio hacia preguntas académi-cas que alimentan debates en las universidades y entre

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especialistas, pero que parecieran no trascender hacia públicos más amplios como los funcionarios públicos y las comunidades locales. Esta distancia entre la genera-ción de información y su uso para la toma de decisio-nes no se resuelve fácilmente, debido a que no se trata sólo de transferir los resultados o capacitar o entrenar mediante cursos, sino de la formulación de una amplia estrategia de investigación que nos lleve a generar una comunicación más fluida y del desarrollo de nuevos lenguajes provenientes del diálogo de saberes entre la academia y el conocimiento tradicional y local.

Las propuestas para coordinar una agenda de inves-tigación deben pasar, en principio, por establecer un debate amplio y creativo sobre el tipo de investigación apropiado; es decir, enfrentar los desafíos de la comple-jidad, de la interdisciplinaridad de los saberes locales y las tradicionales y de la investigación participativa.

La visión indígena del conocimiento para la vida nos deja lecciones que podemos aprender y buscar una nueva forma de crear y construir saber y ciencia, las agendas de ciencia y tecnología han mostrado amplias opciones para ajustar el desarrollo de la investigación,

pero aún queda un amplio espacio para incluir for-mas de investigación local, la documentación y com-pilación de los saberes tradicionales, la investigación interdisciplinaria entre ciencias naturales y sociales, además de la búsqueda de mecanismos para el reco-nocimiento y la promoción de los saberes locales en ámbitos de la investigación científica–académica y la generación de un diálogo de saberes bien fundamen-tado, en el que se puedan encontrar nuevos lenguajes para que la información para la conservación sea uti-lizada y aplicable al desarrollo sostenible.

El tErrItorIo tIEnE orIllAs y su cuIdAdo Es multIétnIco

Este principio se encuentra relacionado con el lugar de nacimiento y le da al territorio o “mundo”, en térmi-nos indígenas, un amplio contexto de área ocupada por muchos vecinos con quienes se debe interactuar para su cuidado. La ocupación del territorio y, por tanto, la acción sobre él, tiene una historia ancestral, relaciona-da con la anaconda–río que dio origen al poblamiento amazónico y desde la cual descendieron los ancestros de

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los indígenas actuales. En esta ocupación se agruparon los pueblos de cabecera, centro y cola de la anaconda o boa de agua, y descendieron tanto por el lado izquier-do como por el derecho hasta ocupar las orillas del río Amazonas y sus grandes afluentes, y así de manera su-cesiva hasta ocupar las cabeceras de los quebradones y quebradas pequeñas hasta la boca misma del Amazonas; de ahí viene la alta diversidad étnica en la Amazonia y la enorme diversidad cultural del noroccidente amazóni-co, justo donde se ubica la Amazonia colombiana.

El territorio étnico de origen se enmarca en un terri-torio más amplio, el cual se conoce como macroespa-cio chamánico, el área de cobertura geográfica hasta donde se conoce y se recita en las oraciones de cura-ción con gran detalle toponímico, que no es otra cosa que el territorio entregado y dominado con límites conocidos y a partir del cual se conoce con menor precisión debido a que es dominio de otros grupos étnicos, vecinos. El territorio multiétnico se inscribe a su vez en un espacio mayor, que cubre desde el lugar nacimiento asignado hasta la desembocadura del gran río Amazonas al océano Atlántico, conocido como el origen de las aguas.

El gran territorio que cubre desde la boca del Amazo-nas corresponde a un espacio dominado en términos chamánicos, el cual se recorre río arriba, mencionando las principales áreas de “brujería”, donde existen los “dueños espirituales” más importantes del mundo del agua y los “dueños del mundo terrestre”; este recorri-do mental se recita punto por punto para poder curar al mundo y muestra el enorme conocimiento geográfico que poseen los chamanes indígenas, ya que el recorrido y nombramiento de sitios cubre toda la cuenca.

El concepto de manejo compartido con los vecinos corresponde a un principio integrador de responsabi-lidades culturales, sociales y ambientales. A cada gru-po, además de responder por el cuidado de su propio lugar de origen, le corresponde llevar a cabo tareas chamánicas o rituales para el cuidado del territorio más amplio y cada vez mayor, hasta responder por el cuidado del “mundo”. Las tareas rituales son de cumplimiento obligatorio y en orden específico, los bailes de pescado se hacen de la bocana a la cabecera en un ritmo temporal que sigue las subiendas de los

peces, mientras otros se realizan de la cabecera a la bocana, obedeciendo los ritmos occidente–oriente de la cosecha de frutas, como es el caso de la piña. Todos los rituales se relacionan, además, con el manejo del tiempo o del clima, para que éste se presente en or-den y permita que se den los ciclos estacionales.

el TerriTorio comParTido y las imPlicaciones macro regionales

El principio de continuidad territorial es fundamental para entender las implicaciones de las acciones locales en contextos macro regionales y, de igual manera, las implicaciones de acciones globales en contextos locales.

La Amazonia colombiana, por su posición privilegiada en el noroccidente de la cuenca, con influencia de los Andes, se ha convertido en una región clave en el deba-te sobre el cambio climático global, ya que, según varios modelos, aun en situaciones extremas de cambio de los patrones de precipitación y aumento de temperatura, sería la zona que podría conservar sus bosques como tales, mientras buena parte de la cuenca, en especial hacia el Brasil, se convertiría en sabanas.

Los casos relacionados con el cambio climático, en términos de los indígenas, se deben a que “el tiempo ya no hace caso”, el clima ya no obedece y está des-ordenado porque no se ha cumplido con las tareas chamánicas y rituales que a cada uno le corresponde realizar. En este sentido, las propuestas de desarrollo y, más que las propuestas, las acciones que se vienen desarrollando en países vecinos como Brasil, donde los macro agronegocios se están extendiendo y la de-forestación continúa y se incrementa, con todos los efectos ambientales sobre la cuenca y el clima global, deben tenerse presentes en el momento de pensar y proponer acciones para el desarrollo sostenible, a ni-vel de un país como Colombia, dado que éste no es posible sin tener en cuenta las tareas y compromisos mutuos que cada uno de los países debe realizar a ni-vel regional y macro regional, y de cuenca entera, sin excluir los compromisos a escala global.

Uno de los casos más evidentes de responsabilidad compartida en el manejo de los recursos es la pesca

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comercial de los grandes bagres, dado su carácter mi-gratorio, al igual que otras especies de consumo local; los ciclos de vida de varias especies de grandes bagres incluyen áreas de más de 3.000 km a lo largo del río Amazonas y sus afluentes como son el Caquetá–Japurá y el Putumayo, por lo que su manejo y conservación son tarea de todos, pero aun así no se cumple con los compromisos ni con la normatividad generada, y en muchos casos ni siquiera existen pautas, ni mucho menos convenios internacionales para su manejo; en el mejor de los casos, hay periodos de veda distintos a lado y lado de la frontera, lo que dificulta la aplicación de normas.

En términos generales, a nivel de cuenca amazónica no existe una instancia que vele por las implicaciones macro regionales de las acciones de cada país, existe la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, OTCA, como instancia supraregional que vincula a los países y promueve acciones conjuntas, pero no tiene incidencia en la obligación de responder por las im-plicaciones ambientales de las políticas de desarrollo, ni del impacto de los megaproyectos. De igual mane-ra, existe una instancia supraregional, esta vez a nivel suramericano, como es el macroproyecto de Integra-ción de la Infraestructura Suramericana, IIRSA, que contempla desarrollos en cada país desde la mirada de la complementariedad y la integración; sin embargo, tampoco cuenta con una instancia de gobierno que le permita actuar sobre los impactos ambientales combi-nados de este proyecto, tema que deberá ser incluido en las agendas internas de los países, al igual que entre los países, para estudiar, prevenir y evitar los impactos ambientales negativos que se creen con las obras de infraestructura, como vías, hidrovías y puertos, que se piensan construir y que de alguna manera afectarán a la Amazonia en su conjunto.

Para poder plantear acciones reales de desarrollo sos-tenible en la cuenca, se deberá proponer y crear una instancia supraregional que oriente sobre las tareas y compromisos que debe realizar cada país para contro-lar sus impactos ambientales y armonizar las políticas y acciones para la conservación de la Amazonia, ese es otro desafío de la política internacional, ya que “el cuidado del territorio es una tarea compartida”.

todo En lA nAturAlEzA tIEnE “duEño” y nAdA sE puEdE utIlIzAr sIn su pErmIso

Los conceptos de “dueño espiritual” y “elemental” son definitivos para entender la relación indígena con la naturaleza, el “dueño” es una forma de creador, protector, padre de todo lo que hay en la selva y es la instancia con la cual se debe interactuar a nivel simbó-lico para posibilitar el uso de cualquier recurso, des-de una forma de negociación chamánica en la cual se pide y se paga al dueño por la apropiación o beneficio de uso de un recurso determinado.

El “dueño” es un referente de gran poder para la in-teracción con la naturaleza, ya que fija una relación en doble vía, en la cual debe primar el uso equilibrado o por lo menos formas de uso balanceadas, ya que se debe retornar un pago a un “dueño”, que en general corresponde a una figura simbólica que funciona de manera humanizada, es también gente, vive con su propia familia y debe velar por el bienestar de ella. Un caso ejemplificador es el dueño de las dantas (Tapirus terrestris), quien corresponde al papá de estos anima-les, vive con su familia en los salados o malocas de danta y como todo padre se preocupará porque no se acabe con su familia y, por tanto, controlará a los hu-manos y sus familias para evitar el exceso en la cacería de estos animales–gente.

Este concepto de “dueño–padre–progenitor–protec-tor” se relaciona también con el otro principio eco-lógico–cultural, como es el flujo energético. Para los indígenas amazónicos existe un concepto de energía vital que posee todo en la selva, la cual es una cantidad fija o limitada que debe fluir entre todos los seres, y una sobreacumulación hará que la gente se convierta en lo que come o consume en exceso; en otras pala-bras, este concepto, compartido también en occiden-te, como “uno es lo que come”, nos relaciona con la posibilidad de transformarse o hacerse visible ante los “dueños espirituales”. Si alguien consume mucho pescado, adquirirá la energía del pez y se hará visible ante el dueño del agua, quien lo tomará para sí como miembro de su familia, con el fin de reemplazar los peces que extrajeron en exceso.

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El concepto de “dueño” fija directrices de uso de los recursos naturales que conforman un modelo de rela-ción con la selva y sus recursos de manera balanceada, con retornos o pagos y evitando el exceso. Esta visión de manejo se asimila de muchas maneras con el con-cepto de desarrollo sostenible, ya que ambos propo-nen usar con mesura los recursos para asegurar el uso por futuras generaciones.

el balance en los sisTemas ProdUcTivos acTUales en la amazonia

El concepto indígena de dueño espiritual, que vela por un uso balanceado de los recursos, es un referente de importancia para pensar la Amazonia y proponer las mejores alternativas de uso de sus recursos. El desa-rrollo de los sistemas productivos más apropiados ha constituido desde siempre el mayor desafío para el de-sarrollo sostenible, ya que es a partir de las actividades

productivas cuando realmente se ordena el territorio o, mejor dicho, las acciones a desarrollar sobre el te-rritorio. Los indígenas han establecido sus modelos de interacción con la naturaleza a partir de la definición de magnitudes y límites en el uso de posibilidades y recursos naturales bajo el cuidado de sus “dueños”, y con base este esquema han demostrado las bondades de los modelos de uso agrícola mediante las chagras, lo cual les ha permitido usar la selva de manera puntual y temporal, durante dos a cinco años, para asegurar el mantenimiento de la cobertura vegetal a través de las fases sucesionales del bosque, con todo su mosaico de rastrojos y bosque firme, que ofrecen los recursos ali-menticios para atender esta generación, la de los nietos y bisnietos. (Rodríguez y Van der Hammen, 1996).

La interacción cercana e interdependiente de los sis-temas productivos es un lineamiento para su diseño, los indígenas, cuando conservan la cobertura vegetal, conservan la biodiversidad con todas sus relaciones, razón por la cual, además de la producción agrícola,

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aseguran la provisión de productos del bosque, inclu-yendo el uso de la fauna silvestre, bajo un modelo de sembrar para cazar, ya que al cultivar el monte se ofre-ce comida a los animales y de esta manera se posibilita su uso, toda vez que han sido alimentados por la mano del humano, hecho que da el permiso para que los animales puedan ser cazados y consumidos.

Para la Amazonia colombiana se han planteado innu-merables propuestas de sistemas productivos y se le han asignado cuantiosos recursos, queda por explorar aun, o mejor depurar, a partir de una profunda evalua-ción integrada de los éxitos y fracasos de los sistemas productivos, su real aplicación, sus reales beneficios potenciales, ya que se han privilegiado desarrollos téc-nicos, tecnológicos y científicos, sin que tengan o se hayan tenido en cuenta en la medida que lo requieran y de manera integrada, los aspectos sociales, cultura-les, económicos, organizativos, de mercado y aun los mismos aspectos ambientales. Es necesario recoger las

lecciones aprendidas, conocer con mayor profundidad las estrategias de los sistemas de producción indígena y de manera conjunta, participativa e integrada crear y proponer alternativas que incidan en el bienestar y la conservación; es decir, una buena implementación del poderoso concepto de desarrollo sostenible.

mAlocA y chAmán controlAn lAs rElAcIonEs con lA nAturAlEzA

Este principio ecológico–cultural le asigna tareas de administración al conjunto maloca–chamán–capitán, que actúa como unidad básica de interacción con la naturaleza. La maloca es considerada de cierta manera como la unidad de consumo, allí llegan los productos del bosque, la cacería, la pesca y los productos cultiva-dos para ser procesados, repartidos y consumidos por todos sus ocupantes y visitantes.

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El referente de maloca también actúa como unidad ri-tual, una maloca invita a otra para la realización de los bailes y de igual manera actúa como unidad de inter-cambio para la realización de mingas, trabajos colec-tivos. Con un referente como la maloca, se centraliza el control del uso de los recursos, cuya magnitud es siempre conocida por los capitanes o jefes de maloca, encargados de la organización de los trabajos, y por los chamanes que regulan las relaciones simbólicas con los dueños espirituales.

la nUeva maloca: adminisTrar el desarrollo sosTenible

La conservación y el desarrollo sostenible requieren de un ordenamiento del pensamiento, tal como se mencionó antes, pero también es necesario tener los arreglos institucionales adecuados para poder admi-nistrar y controlar el uso y el abuso de la naturaleza. Los pueblos indígenas mismos viven un proceso de transformación amplia, y en ocasiones acelerada, de sus patrones tradicionales en cuanto a la visión y ac-ción sobre su mundo selvático; las pautas de pobla-miento se han transformado, y de igual manera la ma-loca, como unidad de interacción con la naturaleza, ha perdido espacio y poder, hasta tal punto que ya no funciona como el ente rector y de toma de decisiones sobre el uso de los recursos, en especial las cotidianas, éstas se han trasladado a los asentamientos y aun a las mismas familias o individuos aislados.

Este proceso de transformación de las relaciones tradicionales con la naturaleza ha incluido la realiza-ción de acciones nuevas de extracción de los recursos naturales como el caucho, el oro, las pieles finas, la madera, la pesca comercial de consumo y ornamen-tal, entre otras. Además de los procesos intrínsecos de las comunidades indígenas también se han veni-do desarrollando actividades extractivas de pequeña y gran escala por los colonos y comerciantes, de manera espontánea y descontrolada con o sin el soporte del Estado colombiano.

Frente a las nuevas situaciones que vive la Amazonia, se hace necesario crear una nueva maloca entre todos los actores y nuevas formas de gestión y control de

las relaciones con la naturaleza. Los ordenamientos políticos y administrativos no han sido los más apro-piados; aun cuando se hayan dado avances en el or-denamiento territorial, los desafíos de la Amazonia implican reconocer la territorialidad que se da a par-tir de los resguardos indígenas, las áreas protegidas por el Sistema de Parques Nacionales y los centros poblados.

Considerar la distancia y el aislamiento es constitutivo de un nuevo ordenamiento territorial y no una ba-rrera, reconocer los avances de los pueblos indígenas en cuanto a la gestión y descentralización político–administrativa por medio de las asociaciones de Au-toridades Indígenas, Aatis, y el establecimiento de las Entidades Territoriales Indígenas, Etis, posibilitará nuevas formas de administración y de cooperación interinstitucional in situ, en un enfoque de descentra-lización para el buen gobierno.

De igual manera, repensar la institucionalidad pública para mejorar la presencia estatal mediante la gestión local es todo un desafío para la conservación, toda vez que implica crear y consolidar la gestión pública y en ella la gestión ambiental pública, lo que implica-ría reconocer y preparar a las Aatis como autoridades ambientales. En general, estamos frente al nuevo de-safío de crear la “nueva maloca” intercultural e in-terinstitucional en arreglos político–administrativos que posibiliten la conservación de la Amazonia, toda vez que el desarrollo sostenible implica la creación e implementación de sus propios arreglos político–institucionales y administrativos.

Para administrar el desarrollo sostenible, la nueva maloca requiere de recursos económicos, y en este sentido recobra importancia el concepto de pagos o retribuciones. Dada la estrecha relación con la con-servación que se ha dado a la Amazonia colombiana, y su papel fundamental en cuanto al cambio climático, los servicios ambientales se convierten en un poten-cial mecanismo de financiación a largo plazo, por lo que es necesario pensar y proponer una negociación política desde el Estado para darle marco a las formas de pago y compensación por servicios ambientales de la Amazonia, tanto en la negociación internacional como en el establecimiento de mecanismos de redis-

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LA NuEVA MALOCA pARA EL dESARROLLO SOSTENIBLE EN LA AMAZONIA

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tribución de beneficios a escala regional y local, con base en las lecciones aprendidas de las “transferen-cias” de recursos del fondo general de participaciones a los municipios y resguardos indígenas, con el fin de convertirlas en un mecanismo de desarrollo local a largo plazo en el marco del bienestar y el desarrollo sostenible.

la conservación de la amazonia colombiana: Una aPUesTa Posible

Cuando se observa la situación actual de la Amazonia en su conjunto, Colombia sobresale por su buen es-tado de conservación, situación que responde a varias situaciones convergentes que han hecho posible man-tener la cobertura vegetal sobre más de 35 millones de hectáreas.

El primer hecho se relaciona con la ocupación y mo-delos de manejo del bosque, desarrollados por los indígenas amazónicos mediante el cumplimiento de

una serie de principios ecológico–culturales que han permitido una relación balanceada con la naturaleza, a tal punto que hoy en día se mantiene una extensísima cobertura vegetal, situación benévola que ha permiti-do también la declaración de grandes resguardos y la creación de más de cuatro millones de hectáreas en áreas protegidas del Sistema de Parques Nacionales.

El reconocimiento de los resguardos indígenas, junto con la declaración de parques desde hace veinte años, fue una mirada visionaria que ha ubicado al país y a su Amazonia como una de las mayores contribuciones a la conservación en el mundo.

En esta excepcional situación, se plantean los desafíos de la conservación a largo plazo y el desarrollo soste-nible. En las páginas anteriores se ha descrito cómo los principios ecológico–culturales de los pueblos in-dígenas amazónicos ofrecen un marco para entender las dinámicas del bosque tropical y su conservación y cómo son principios vigentes y de potencial aplicación actual para alimentar los debates y desafíos concep-

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111REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

tuales y prácticos del desarrollo sostenible, señalando que no siempre las soluciones están afuera, sino que es necesario mirarnos a nosotros mismos, a nuestras concepciones y modelos de acción y así aprender de nuestras propias lecciones.

Por otra parte, la actividad de estos principios nos plantean el desafío de crear nuestras propias políti-cas, visiones y acciones de desarrollo para definir las mejores soluciones en cuanto a sistemas de produc-ción para las condiciones actuales, al igual que defi-nir nuestros arreglos político–administrativos en los cuales deberemos reconocer y potenciar lo local, la administración desde la presencia local, es decir, el nuevo ordenamiento territorial descentralizado que coadyuve a la gobernabilidad o gobernanza para el bienestar local, regional y nacional. El nuevo ordena-miento territorial será fundamental para asegurar la conservación de la Amazonia y de todos sus actores.

En lo que respecta a la generación de ingresos, los nuevos sistemas productivos juegan un papel funda-

mental, así como el potencial que surge con los ser-vicios ambientales; los mecanismos de pagos y com-pensaciones se pueden convertir en una fuente de recursos para la implementación local–amazónica del desarrollo sostenible, razón por la cual debemos en-caminar esfuerzos para construir un marco político, administrativo y financiero que, mediante los servi-cios ambientales del bosque, genere los mecanismos de redistribución de beneficios para el bienestar de las poblaciones amazónicas.

El desafío del desarrollo sostenible para la Amazonia está, entonces, en la creación de espacios para el diá-logo intercultural, para la búsqueda del nuevo orde-namiento territorial en los términos ya descritos y en la creación y puesta en práctica de nuestros propios modelos de desarrollo, aprendiendo de las lecciones acumuladas, en este sentido, la nueva maloca, ese nue-vo espacio de interacción entre los actores y el nuevo paradigma de interacción con el territorio que lleve al balance, a la conservación y al desarrollo sostenible debería ser nuestro desafío y tarea conjunta.

rEfErEncIAs bIblIográfIcAs

Persoon, g., mInter, t., slee, b. y vAn der HAmmen, m. c. . The Position of Indigenous People in the Management of Tropical For-ests. Wageningen: Tropenbos Internacional. 2004.

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sOsTENIBILIDAD TErrITOrIAL y BIENEsTAr INDígENA: BAsEs PArA EL DIsEñO DE INDICADOrEs EN LA AmAzONIA COLOmBIANAluis eduardo acosta muñoz1

1 Economista MCs. Investigador Principal. Coordinador Sede Leticia. Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – SINCHI. [email protected]. Grupo de inves-tigación “Valoración del conocimiento tradicional”.

rEsumEn

Debido a su complejidad los indicadores que evalúan los alcances del desarrollo huma-no se aplican a nivel nacional y en términos

agregados, por lo cual no permiten hacer mediciones ni caracterizaciones que den cuenta de las condiciones socioculturales locales que determinan, actualmente, los modos de vida de los diferentes grupos étnicos que habitan en el país. Para el caso particular de la región amazónica colombiana, surge la necesidad de generar un proceso académico y de investigación social parti-cipativa que permita el diseño de indicadores de desa-rrollo humano sostenible (IDHS) apropiados para los pueblos indígenas.

En concordancia con lo anterior, este artículo presen-ta la construcción de una propuesta alternativa para identificar y diseñar los IDHS apropiados para los pueblos indígenas. Se parte de la descripción del es-tado del arte sobre los procesos adelantados en la in-vestigación de la temática para luego adentrarse en el marco de una perspectiva multidimensional y centrar la atención de acuerdo con las caracterizaciones pro-venientes de diferentes corrientes de pensamiento, en la conformación de la relación de equilibrio territo-rial- bienestar, que establecen los pueblos indígenas

con su entorno natural y social, con su territorio, ga-rantizando de esta manera su sustentabilidad.

Palabras claves

Indicadores de desarrollo humano sostenible, soste-nibilidad territorial, bienestar humano, pueblos indí-genas, Amazonia colombiana

IntroduccIón

La región amazónica colombiana como espacio social-mente construido, cuenta con la presencia de una po-blación multiétnica y pluricultural, que llega a 112.317 habitantes, con una participación del 0,26% del total de la población nacional (DANE, 2005) (mapa 1). La subregión suroriental, en los departamentos del Ama-zonas, Vaupés, Guainía y sur del Vichada, alberga los actuales asentamientos de las sociedades indígenas, en los que predomina una tenencia de la tierra bajo la figura del resguardo, con una organización social pro-pia, y que constituyen el 32% de su área total nacio-nal. Los resguardos presentan grandes contrastes: los departamentos amazónicos con mayor tradición y an-tigüedad en los procesos de colonización representan

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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Tabla 1. RESguARdOS INdígENAS pOR uNIdAd pOLíTICO-AdMINISTRATIVA, pOBLACIóN y áREA. REgIóN AMAZóNICA COLOMBIANA. 2004

DEPARTAMENTOSRESGUARDOS POBLACIÓN AREA (ha)

N.° % N.° % N.° %

AMAZONAS 24 12,5 20.496 18,2 9.199.688 37,0

CAQUETÁ 41 21,4 6.835 6,1 638.303 2,6

CAUCA 4 2,1 694 0,6 1.534 0,0

META 8 4,2 1.143 1,0 48.405 0,2

GUAINÍA 26 13,5 14.331 12,8 7.083.742 28,5

GUAVIARE 20 10,4 5.796 5,2 1.854.243 7,5

PUTUMAYO 32 16,7 24.391 21,7 143.299 0,6

VAUPÉS 3 1,6 21.504 19,1 4.120.897 16,6

VICHADA 34 17,7 17.127 15,2 1.769.796 7,1

TOTAL 192 100,0 112.317 100,0 24.859.907 100,0

fuENTE: Arango, R.; Sánchez, E. 2004. Elaboración propia

En la Amazonia colombiana existen 62 pueblos indí-genas diferenciados que constituyen el 71% del total de pueblos indígenas del país (DANE, 2005). Los de-partamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare, con los procesos de colonización más fuertes, albergan el 47% de las etnias indígenas del total regional, mien-tras que en los demás departamentos ascienden al 53% del total reafirmando el carácter diverso de la región suroriente.

En el marco del doctorado Globalización, Desarrollo y Cooperación Internacional, de la Universidad del País Vasco (Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional –Hegoa–), y el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi; el autor conformó en 2006 el documento Indicadores de desarrollo humano sostenible (IDHS) para los pueblos in-dígenas de la Amazonia colombiana. En esa dirección, el presente artículo es una reseña del proceso de inves-tigación adelantado por el autor para la identificación y diseño de indicadores apropiados de desarrollo hu-mano sostenible (IDHS) para estos pueblos, los cua-les deben considerar además de sus particularidades

socioculturales y biofísicas, la sostenibilidad de sus activos ambientales, políticos, económicos y cultura-les, así como los impactos de su actual vinculación a la sociedad occidental y a la economía de mercado.

Ese proceso de identificación y diseño de indicado-res, tal como se presenta a lo largo del artículo, ha contado con una etapa previa de conformación de un estado del arte y un fundamento conceptual para la selección de temáticas y variables necesarias que per-mitan definir los IDHS apropiados para los pueblos indígenas. Constituye, de igual forma, un esfuerzo académico encaminado a retroalimentar el trabajo adelantado por el Instituto Sinchi (2005), en torno a la formulación de indicadores de desarrollo sosteni-ble (IDS), el cual tiene como objetivo la creación de un sistema de indicadores socioculturales, apropiados para los pueblos indígenas en la Amazonia colombia-na, que dé cuenta de sus valores más representativos y de sus modos de vida, al tiempo que pueda articularse al Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonia Colombiana (SIAT-AC) y en un futuro con la política de desarrollo sostenible para la región.

el 55% del total regional, sin embargo el área adjudi-cada solo alcanza el 11% del total regional. Por otro lado, en los departamentos con territorios indígenas ancestrales, solamente existe el 45% del número total

de resguardos en la región, pero constituyen el 89% del total del área en esa figura legal con la particulari-dad de que albergan el 65% de la población indígena (tabla 1).

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115REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

AntEcEdEntEs sobrE propuEstAs InstItucIonAlEs pArA lA formulAcIón dE Idh pArA puEblos IndígEnAs

A mediados de los años 1990, el Banco Interameri-cano de Desarrollo (BID) creó la Unidad de Pueblos Indígenas y Desarrollo Comunitario (UIND), donde se estructuró una estrategia de desarrollo para los pueblos indígenas, a partir de la identificación de sus necesidades, preocupaciones y demandas; de las ini-ciativas específicas para abordar los asuntos indígenas; procedimientos y actividades para evitar, mitigar y compensar los impactos negativos sobre los pueblos indígenas (Deruyttere, 1997, 2003). Por su parte, en el Foro de las Américas realizado en 1997, el BID, los representantes de los pueblos indígenas y los gobier-nos señalaron la necesidad de formular indicadores de pobreza con sensibilidad cultural, en términos de abordar este fenómeno según las necesidades básicas insatisfechas, teniendo en cuenta la naturaleza de las economías de estos pueblos (Deruyttere, 1997).

El BID adelantó en 2004 un estudio con el objetivo de evaluar los indicadores para medir la pobreza entre los pueblos indígenas y desarrollar nuevos indicado-res, que reflejaran la realidad y la percepción que los indígenas tienen del bienestar y la pobreza (Renshaw y Wray, 2004). Como consecuencia se propuso evaluar las metodologías existentes para medir la pobreza en referencia a las necesidades básicas insatisfechas (acce-so a servicios básicos) y la línea de pobreza (capacidad de acceso a servicios básicos), a partir de la realización de una descripción detallada de los indicadores que se han venido utilizando para determinar las condiciones de vida de estos pueblos. Este proceso, permitió dar a conocer las limitaciones conceptuales, metodológicas y prácticas existentes en la formulación y aplicación de indicadores de desa-rrollo humano en poblaciones indígenas, dado que se valen de una visión que solo permite entender la pobreza en términos de ingresos, posesión de bienes, condiciones físicas de la vivienda y acceso a servicios sanitarios. En general, esas organizaciones argumen-tan que los indicadores considerados se presentan descontextualizados y son inadecuados para medir al-gunos parámetros de las condiciones de vida, ya que

maPa 1. OCupACIóN E INTERVENCIóN EN LA AMAZONIA COLOMBIANA.

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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se limitan a recoger, por ejemplo, información sobre cobertura de servicios como salud y educación, pero presentan limitantes para evaluar la calidad de los mismos y las percepciones que la misma población tiene de dichos servicios.

De otro lado, el Fondo para el Desarrollo de los Pue-blos Indígenas de América Latina y el Caribe con sede en Bolivia en 2007, afirma que Latinoamérica, pese a ser un continente con una diversidad étnica indígena, carece de información que dé cuenta no solo de la cantidad de personas que integran estos pueblos, sino también, acerca de sus modos o planes de vida. Es así como disponer de información pertinente, oportuna y de calidad sobre pueblos indígenas, se ha conver-tido en una tarea prioritaria para dicho organismo. De acuerdo con lo anterior, propone la formulación y puesta en marcha del Sistema de Información de los Pueblos Indígenas (Sipi), con el que se busca fortale-cer y garantizar su participación efectiva en el diseño de políticas, estrategias de desarrollo y toma de deci-siones, a través de la generación de indicadores, que permitan conocer con mayor pertinencia su situación social, económica y cultural , así como consolidar el diálogo intercultural entre los principales actores del desarrollo indígena y su articulación con una política regional de desarrollo sostenible.

Frente a esas expectativas, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Ca-ribe propone como alternativa, realizar registros de información que incluyan: clasificaciones por grupo étnico, lengua, área geográfica, entre otros. Sin em-bargo, estas categorías aún son insuficientes, ya que no permiten hacer un acercamiento a las expectativas de vida de los pueblos indígenas y de lo que para ellos significan, de acuerdo con sus modos de vida, concep-tos como bienestar y desarrollo.

En Colombia a través del Departamento Nacional de Planeación (DNP) se viene calculando el indicador de desarrollo humano (IDH) a nivel nacional, pero su carácter es muy general y no recoge las especificida-des demográficas, condiciones culturales, políticas y de calidad de vida, de los actores sociales y en sus dife-rentes regiones. En ese marco, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, viene trabajan-

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117REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

do la temática de los IDS. El proceso se inició con el diseño de los indicadores de estado del ambiente a través del Proyecto Línea Base en convenio con el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Terri-torial (MAVDT). En relación a los IDHS, igualmente en el Instituto Sinchi se está en la etapa de diseño de los indicadores que deben permitir el seguimiento a los procesos de desarrollo de la región amazónica, para establecer sus niveles de sostenibilidad.

nIvElEs dE AplIcAbIlIdAd dE los IndIcAdorEs pArA puEblos IndígEnAs

Los indicadores que evalúan los alcances del desarro-llo, por su complejidad se aplican a nivel nacional y en términos agregados, por lo cual, no es posible di-ferenciar los alcances de dichos logros en una escala regional o local. Se parte de que el desarrollo y sus logros no se dan en términos homogéneos en un país en particular, sino que este es diferencial e inequi-tativo entre las diversas regiones que conforman un Estado-nación.

Existe de hecho la preocupación tanto en el ámbito internacional, como en el regional y el local, por es-tructurar indicadores más precisos en relación con el marco conceptual de medición y de aplicación, en la medida en que han venido apareciendo nuevos aportes teóricos, pero sobre todo, considerando que los países del tercer mundo son innegablemente multidimensio-nales y no espacios meramente económicos. En este sentido, se han diseñado y aplicado indicadores con el propósito de medir no solo la evolución de la pobreza, los procesos de empobrecimiento o la nueva pobreza; sino que además, en términos del enfoque de las ca-pacidades de Sen (2000) y los desarrollos efectuados por Nussbaum (1998), se reconoce la necesidad de tener en cuenta la existencia de otras variables de or-den social, cultural y ambiental, fundamentales para caracterizar los alcances del desarrollo en territorios con presencia de sociedades multiétnicas.

No obstante, las divergencias entre las economías tra-dicionales y los intereses de los estados nacionales por

vincularlas a sus sistemas socioeconómicos y políticos, ignorando sus especificidades socioculturales, podría afirmarse que los actuales postulados en torno al de-sarrollo humano sostenible tendrían que involucrar los principios subyacentes de dichas economías, que promulgan y pretenden un acceso intrageneracional a los recursos naturales acorde con un uso y mane-jo óptimo sin que medie la degradación, con lo cual, las generaciones futuras también tendrán el derecho a usufructuarlo. Para el caso de los pueblos indígenas, esta premisa se fundamenta en el respeto a su territo-rio y a su cultura.

dImEnsIonEs dEl dIsEño dE Idhs ApropIAdos pArA puEblos IndígEnAs

La vinculación de las sociedades indígenas con la so-ciedad mayoritaria y la intensificación de su participa-ción en la economía de mercado, implican la genera-ción de procesos de exclusión y vulnerabilidad social. Esta última entendida como una condición social de riesgo que inhabilita e invalida, de manera inmediata o en el futuro, a los grupos afectados para la obten-ción de su bienestar, en contextos socioeconómicos y culturalmente determinados (Perona y Rochi, 2000).

La actual situación socioeconómica de estas pobla-ciones es que se encuentran encapsuladas, en una relación de subordinación y sumisión frente a una so-ciedad nacional, política, social, económica e ideológi-camente dominante, que causa intensas repercusiones sobre sus modelos de vida. Esta afirmación conlleva a considerar que el proceso de diseño de un conjunto de IDHS para pueblos indígenas se debe fundamentar en que en las sociedades tradicionales la existencia y la sostenibilidad de sus activos ambientales, sociales, culturales, éticos, económicos y políticos, son la base de la permanencia de sus modos de vida, que prote-gen a esas sociedades de generar y enfrentar procesos de empobrecimiento. Sin embargo, esos activos pue-den verse envueltos en procesos de degradación, si se tiene en cuenta que cada vez más y con mayor intensi-dad los pueblos indígenas se vinculan al modelo eco-nómico y estilos de vida occidentales, lo que produce

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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innegablemente diversas y complejas implicaciones para sus modos de vida tradicionales.

mArco concEptuAl pArA El dIsEño dE los Idhs ApropIAdos pArA puEblos IndígEnAs dE lA AmAzonIA colombIAnA

Dado que los actuales sistemas utilizados para la me-dición de IDH en Colombia carecen de sistemas de información lo suficientemente amplios que permi-tan integrar las particularidades culturales y de mo-dos de vida de los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana, Acosta (2006) desarrolló en el marco de la tesis doctoral “Pueblos indígenas de la Amazonia e indicadores de desarrollo humano sostenible en la en-crucijada de la globalización: estudio de caso Amazo-nia colombiana”, un proceso encaminado a identificar y evaluar los avances que se han hecho con respecto al tema del desarrollo para pueblos indígenas en dife-rentes contextos, con el fin de contribuir al diseño de un sistema de indicadores , a partir de la identifica-ción de temáticas y variables planteadas inicialmente por el autor.

De acuerdo con las fuentes bibliográficas disponibles sobre la medición del desarrollo indígena, es recu-rrente encontrar una serie de temáticas asociadas con las demandas de los indígenas en el contexto de la protección de los derechos de las minorías étnicas y con los lineamientos de desarrollo propuestos por entidades multilaterales como el Banco Mundial y el BID. Las propuestas existentes son poco coherentes con las características de las sociedades tradicionales, y particularmente, con las amazónicas, sin embargo, son la base a partir de las cuales se ha posibilitado una discusión que abarca una crítica a las concepciones que se tienen sobre el desarrollo, las metodologías para medirlo y las características de las fuentes de in-formación. Se encontró que para medir los alcances del desarrollo, era necesario efectuar una reflexión y revisión del concepto, dadas las constantes críticas que el mismo ha recibido en los últimos años y para buscar su armonía con las innovaciones conceptúales

provenientes de la teoría del bienestar (Sen, 2000). Por lo anterior, se consideró necesario incluir ele-mentos que superaran la medición tradicional sobre ingresos económicos o la capacidad de compra para la adquisición de bienes de consumo final. Los aportes teóricos de Sen (2000) y de Valdés (1991), funda-mentales en la economía del desarrollo, constituyen una entrada para construir un marco conceptual que permita entender como para las sociedades tradicio-nales y en particular las indígenas amazónicas, sus mo-dos de vida son producto de relaciones complejas con los ecosistemas de la selva amazónica.

De otro lado, la crítica desde la antropología respecto a una enumeración fragmentada de la vida indígena, conllevó a adelantar un proceso para la consolida-ción de un planteamiento a partir del cual se propone adoptar una visión de integralidad y de interacción entre los elementos que componen los modos de vida indígena con los ecosistemas amazónicos. En ese sen-tido, los aportes de Zuluaga (1999) se constituyeron en un referente, al poder contar con una comprensión amplia en temas como el de la salud en las socieda-des indígenas, la cual necesariamente debe entenderse como indisoluble de la cultura y la naturaleza.

Otro aspecto que ha merecido atención, es la necesi-dad de conocer ampliamente quiénes son los sujetos que conforman las sociedades indígenas en el marco de esta pretensión investigativa, ya que un conocimiento profundo de quiénes son ellos, de sus intereses y las relaciones que sostienen con el entorno y con otras sociedades, no es suficientemente y no hace parte del acervo de conocimientos necesarios para estructurar con propiedad un concepto de bienestar indígena. Se considera que las experiencias de trabajo de campo del autor con algunos pueblos indígenas de la región Amazónica, constituyen un aporte fundamental. En esa dirección, la critica a Sen (2000), en cabeza de Valdés (1991), se refiere a la necesidad de plantear nociones de bienestar con base en el conocimiento profundo de las sociedades en las que este se preten-de medir, así como el conocimiento de las acciones o prácticas que se dan en su vida cotidiana.

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119REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

socIEdAdEs AmAzónIcAs

No pueden desconocerse las grandes diferencias que las sociedades amazónicas indígenas tienen con res-pecto a la sociedad nacional. El principio a partir del cual puede sustentarse esta afirmación hace referencia a las relaciones particulares que las primeras sostienen con el entorno natural, lo que deriva en la existencia de un sistema de vida especifico acorde con los dife-rentes biotopos que ofrece la selva, una organización social que abarca más allá de las relaciones interétni-cas, unas prácticas simbólicas y rituales acordes con modelos diferenciados de manejo del territorio o ma-nejo del mundo, un legado de conocimientos sobre dicho entorno, que suelen transmitirse a través de la palabra, entre otros.

En un sentido más amplio, se puede decir que sin ese principio que alude a una relación entre la cultura y la naturaleza, sería imposible pensar tanto la existencia de estas sociedades como las condiciones que carac-terizan el paisaje de las selvas húmedas. Es decir que los pueblos indígenas amazónicos se han valido de los ecosistemas amazónicos para producir y reproducirse de manera autónoma y a su vez, a través de diversas

formas de recreación simbólica han mantenido sus características, garantizando su producción y repro-ducción. De otro lado, dichas sociedades presentan diversos niveles de integración con la sociedad nacio-nal, lo que condiciona en gran medida la configura-ción actual de sus modos de vida.

La preocupación constante por entender las formas de vida de las sociedades amazónicas desde diferentes corrientes académicas (antropología, economía, eco-logía, historia, sociología, entre otras), ha contribuido a describir las características y modos de vida de las sociedades indígenas de la región, generando apor-tes, que se constituyen en una puerta de entrada para conformar un concepto propio de su bienestar. Sin embargo, los alcances de las disciplinas al momento de realizar generalizaciones, presentan limitaciones, cuando se trata de caracterizar lo que son y represen-tan actualmente estas poblaciones.

Desde el punto de vista de la antropología, se cuenta con aportes significativos como el de Gasché, de quien se re-toma, en primera instancia, la noción de “bosquesino”, como categoría conceptual apropiada para identificar y caracterizar a los integrantes de las sociedades amazónicas, especialmente a los pueblos indígenas El indígena visto

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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bajo esa categoría se define “como aquel habitante rural de la selva amazónica que vive en y del bosque y sus aguas, que practica una horticultura en forma de policultivo con patrones de siembra diferenciados, para abastecerse de alimentos, medicinas y materias primas en particular en la elaboración de artesanías” (Gasché, 2002).

Los bosquesinos, afirma Gasché (2002), “conforman tipos de sociedades que se caracterizan porque agru-pan personas unidas por lazos de parentesco, de com-padrazgo y amistad; se relacionan a través de lo que denomina grupos de solidaridad (distributiva, laboral y ceremonial) con los cuales configuran su vida coti-diana”. Estas relaciones, sujetas a diversas interpreta-ciones, se manifiestan en los diferentes complejos cul-turales, entendiendo estos como grupos diferenciados no solo por su ubicación territorial sino también por una práctica cultural común (Echeverri, 2002); los que a su vez, conformarían la sociodiversidad bos-quesina, que está caracterizada principalmente por diferencias en la manera como cada complejo cultural establece sus relaciones con el entorno.

La revisión bibliográfica antropológica muestra un ex-tenso acervo de conocimientos que se han producido en la región por grupos étnicos o inclusive pequeñas comunidades. Intentar una generalización sobre los modos de vida indígena ha implicado encontrarse con la dificultad que atañe a su heterogeneidad , ya que si bien existe un conjunto de características generales para los pueblos bosquesinos, no es posible preten-der ignorar las particularidades propias de cada uno; ignorar que cada pueblo o comunidad, frente a la ne-cesidad de consolidar y hacer respetar su identidad, se define a sí mismo como diferente al otro.

Se reconoce también que la diferenciación entre los pueblos bosquesinos debe pensarse no solo en térmi-nos de respeto a la identidad, también a las complejas condiciones de vida a las que se enfrentan actualmen-te. En la Amazonia colombiana en relación con los procesos de ocupación e intervención del entorno, en la actualidad existen sociedades bosquecinas en zonas de colonización circunscritas por relaciones socioeco-nómicas dominantes del modelo ganadero y la agri-cultura comercial, como es el caso de los indígenas Guayabero localizados en el norte de la Amazonia. De

otro lado, se tienen comunidades multiétnicas cerca-nas a los cascos urbanos, como aquellas localizadas en el sur del trapecio amazónico, que dificultan la pre-tensión de inscribirlos en alguno de los complejos culturales, definidos como se muestra a continuación (Echeverri, 2002):

Gente de tabaco de oler: correspondientes al no-1. roeste amazónico en la región del bajo río Caquetá, Mirití-Paraná y bajo Apaporis, ubicados cerca del río Pirá-Paraná y el Vaupés geográfico. Se distin-guen por la ceremonia del yuruparí y el uso del ta-baco en polvo. El yuruparí, junto con la maloca, son la base del pensamiento y la palabra de sus gentes. Esta conformado por los grupos étnicos Letuama, Tanimuca, Macuna, Yukuna, Matapí, Makú, Cabi-yari, Miraña y Carijona, a los cuales se suman otra serie de grupos que amplían el marcado acento multiétnico de este complejo cultural.

Gente de ambil: ubicados al suroccidente amazó-2. nico en la región de los ríos Caquetá y Putumayo. A este grupo pertenecen las etnias Uitoto, Ocai-na, Nonuya, Bora, Miraña, Muinane, Andoque. Se caracterizan por el consumo de tabaco en for-

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ma de ambil y son denominados también como “gente de centro”. Su existencia corresponde, más que una denominación ancestral, a un pro-ceso de reconstrucción ideológica producto del contacto con los no indígenas. Su entendimiento del entorno se realiza alrededor de la palabra me-diada por el pensamiento.

Gente de huito y achiote: ubicados al sur del de-3. partamento del Amazonas, conformado mayori-tariamente por los Ticuna, Yagua y Cocama con presencia en menor proporción de otros grupos provenientes de otras áreas culturales (Uitoto, Bora, Yucuna, Andoque y Ocaina). Se distinguen de los otros dos complejos por la constante rela-ción con los centros urbanos, y en general, con los no indígenas, lo que ha transformado amplia-mente sus modos de vida y especialmente sus sis-temas productivos.

Al respecto, la antropología ha hecho un esfuerzo en la descripción etnográfica de tales interpretaciones, en las cuales algunas definen la relación hombre-naturaleza como entre iguales, donde lo natural se vuelve social a través de las prácticas de transformación material y simbólica, lo que ha posibilitado la subsistencia de grupos humanos como los pueblos indígenas (Van der Hammen, 1992; Correa, 1993). Se trata de relaciones dinámicas, en las que existe una conciencia histórica de los cambios frente a los cuales cada grupo ha respon-dido recomponiendo sus prácticas de vida y visión cos-mológica, conservando algunos elementos que podrían considerarse como tradicionales e incorporando otros nuevos (Van der Hammen, 1992; Franky, 2004), pro-ducto de la relación con complejos culturales exógenos. Es a partir de estas interpretaciones y la transformación que las mismas han tenido, lo que ha permitido plan-tear diversas nociones de bienestar alternativas de las sociedades indígenas amazónicas.

sostEnIbIlIdAd tErrItorIAl

La revisión a las etnografías sobre los diferentes com-plejos culturales antes mencionados, coincide en se-ñalar el equilibrio como un elemento aglutinador en las relaciones naturaleza-cultura de los pueblos indí-

genas de la Amazonia colombiana. Se parte de los es-tudios para los Tukano que realizó Reichel-Dolmatoff (1997), quien al definir el equilibrio hace referencia a los mecanismos de adaptación en donde los indi-viduos reintegran permanentemente, la energía que han consumido del entorno. Este planteamiento, relaciona el concepto con el aspecto ecológico, defi-niéndolo como un mecanismo de control para regular la producción y las conductas sociales, para asegurar la supervivencia y el bienestar individual y colectivo; es un mecanismo de control ecológico donde hay conti-nuos intercambios energéticos recíprocos (Chaumeil, 1994; Reichel-Dolmatoff, 1997).

El carácter conferido a la noción de equilibrio no ha sido siempre el mismo. Para Descola (1996) no se trata de relaciones netamente adaptativas sino de creatividad en cada cultura, en la manera como se socializa la naturaleza. Así mismo, señala que dicho concepto no puede reducirse sólo a la imagen de los pueblos indígenas y expresión simbólica de sus siste-mas de representación, ya que se estaría refiriéndose a la producción de discursos o producciones de la men-te. Otros autores definen el concepto de “equilibrio” como “orden”, en el que hay una autoridad –chamán o curador del mundo– que cumple funciones especí-ficas en su modelamiento (Van der Hammen, 1992) y que se inserta en la cosmología y lo simbólico (Co-rrea, 1993; Rodríguez y Van der Hammen, 1993). En otro caso se trata de un equilibrio transformado y enmarcado en el territorio (Franky, 2004; Mahecha, 2004) que se manifiesta a nivel macro en el espacio chamanístico y a nivel micro en los cuerpos de los individuos (Franky, 2004); por último, hay quienes lo consideran un sistema filosófico (Århem, 1993).

En conjunto, los autores mencionados coinciden en la idea de que el equilibrio territorial, se constituye en una condición necesaria para la permanencia tanto de los grupos humanos como de la naturaleza que los rodea, condición “necesaria para la supervivencia de estas sociedades, el manejar empírica y conceptual-mente los ecosistemas y territorios que los rodean” (Fundación Gaia, 2000). La naturaleza y la sociedad se retroalimentan constantemente garantizando de este modo su reproducción.

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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En ese sentido, se asume la “sostenibilidad territo-rial” como un concepto más apropiado de lo que ha quedado entendido como “equilibrio territorial”; ha-blar de sostenibilidad territorial implica ahondar en la definición del concepto de territorio. En primera instancia se puede afirmar que el territorio es ma-terial y que se manifiesta en el entorno natural. Sin embargo, tal definición frente a las consideraciones que sobre el territorio sostienen los pueblos indíge-nas, van mucho más allá de considerarlo un compo-nente material, un espacio geográfico en el sentido de la tierra o la propiedad del mismo. En esa dirección, para los pueblos indígenas amazónicos, el territorio es el mundo; las relaciones que se dan allí involucran a los seres humanos con seres no humanos y con todos los seres de la naturaleza que lo habitan. Esto implica, que es necesario referirse a un territorio que “integra los ámbitos materiales y espirituales de la vida indíge-na” (Fundación Gaia Amazonas, 2000).

Para los pueblos indígenas, el territorio trasciende el título de propiedad, es el mundo y su manejo es un asunto de fuero individual, pero también es un sentir colectivo que pasa por encima de lo étnico e incluso del ecosistema amazónico, para trascender en relacio-nes que humanizan la naturaleza concibiéndola como un igual y no subordinada al ser humano. Tal como lo define Vasco (1992, citado por Franky y Mahecha, 2000), es “un conjunto de relaciones que una socie-dad ha establecido en un espacio a través de la historia y como resultado de su acción”; allí se conjugan el actuar particular de cada grupo humano/étnico, en una red de relaciones que se establecen en y con el ecosistema de selva amazónica. Como producto de esas relaciones, el territorio se reconoce y se apropia material y simbólicamente (Palacios, 2002) ejercien-do lo que suele denominarse como “territorialidad”: proceso en el que los sujetos convergen en una histo-ria común a la que hacen referencia cuando se relatan los mitos, se nombran los lugares y se cuentan las his-torias ocurridas allí y de la gente que los ha habitado (Vasco, 1992).

El territorio involucra, igualmente, un sentido corpo-ral. Todo lo que en él sucede se refleja en el cuerpo de los individuos en estados como la salud y la enferme-dad, la vida y la muerte: “con la territorialización del

cuerpo, cada miembro de un grupo étnico se inscribe en los referentes territoriales que forman la geogra-fía chamanística de este cosmos y del territorio de su grupo étnico, así no nazca ni resida allí. Sin embargo, con la territorialización del cuerpo también empieza a ser vulnerable a los peligros y males de este cosmos” (Franky, 2004). También se reconoce como producto de una historia (ancestral y reciente) y de las accio-nes de todas las generaciones de individuos que se han relacionado con él. En el territorio se establecen acuerdos y discordias, diversas formas de concebirlo, ocuparlo y manejarlo, apropiaciones y pérdidas, entre muchas otras relaciones.

Es en esta perspectiva es que los pueblos indígenas plantean sus demandas, pues para ellos ordenar el te-rritorio es ordenar el conjunto de relaciones sociales, culturales, políticas y económicas, “es ordenar todo lo que implica la vida de los que habitan en él” (Román, 2000). Dado que el espacio territorial es comparti-do, se enmarca en las formas de manejo al interior de cada grupo como las del contexto regional o es-pacio chamanístico; para los indígenas, el manejo de los recursos tiene un “carácter multiétnico y regional basado en la referencia mítica de que a cada grupo le corresponde una tarea y lugar especifico por el cual debe velar y responder ante los dueños mitológicos comunes, de cara a todos los grupos allí asentados” (Van der Hammen, 1992).

En general, en el territorio se inscriben las vivencias actuales de los pueblos indígenas, sus relaciones con otros grupos sociales y con la naturaleza, unas lógicas particulares que determinan esas relaciones (Franky, 2004), sus demandas y la forma legal como el Estado ha respondido a estas y la inscripción en el manejo del territorio dentro de un contexto regional y multiétni-co. Teniendo en cuenta estos factores es que se hace referencia al concepto de “equilibrio”, no solamente en sentido ecológico sino como “sostenibilidad terri-torial”. Finalmente, la sostenibilidad territorial inclu-ye: las condiciones objetivas del bienestar indígena, aquellas que aluden a circunstancias exteriores de la persona que plantea Valdés (1991); las referidas por las sociedades indígenas que involucran temas como la salud, el manejo de las relaciones con el medio –natu-ral y antrópico–, y la reproducción social y cultural.

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bIEnEstAr IndígEnA

Siguiendo a Valdés (1991), el bienestar no puede en-marcarse solamente a partir de la medición de condi-ciones objetivas como: riqueza, poder, comodidades, tiempo libre, acceso a servicios de salud y educación, entre otras. La noción del bienestar que se propo-ne debe de corresponder tanto a la medición de las condiciones objetivas, como también a la medición de las condiciones del bienestar subjetivo, es decir, a los estados internos de la persona (placer, felicidad, deseo, anhelo, plan de vida). Ambos componentes del bienestar, se encuentran íntimamente relacionados, pues no son independientes uno del otro; razón por la cual, y de acuerdo con los planteamientos de Gasche (2004), la calidad de vida (bienestar humano) se alcan-

za no solamente cuando se satisfacen las necesidades biológicas del ser humano, sino cuando se satisfacen los gustos de las personas. Esta noción de bienestar subjetivo, propuesta en el marco de las actividades que el bosquesino realiza cotidianamente, reconoce como su ejecución, además de satisfacer las necesi-dades básicas de subsistencia y satisfacer los gustos individuales, permiten entender la forma en la que el sujeto se vincula al universo sociocultural y lingüístico al que pertenece, dando cuenta de su vivencia indivi-dual y social en el entorno natural.

Las actividades, a partir de las cuales se alcanzaría el bienestar, se estructuran en la conjugación de moti-vaciones, acciones, finalidades y priorizaciones. Las motivaciones corresponden a un impulso, a una ne-cesidad sentida que se expresa verbalmente, que con-tiene mecanismos biológicos y a su vez el fin que la satisface. Las acciones son la ejecución gestual y dis-cursiva; se compone de operaciones definidas como los automatismos interiorizados por la persona, tales como: el hambre y la sed; el establecimiento de las jerarquías sociales y la demarcación del territorio; la caza, el celo, la selección de los jefes, la fuga o la lu-cha (Antequera, 2004). Las finalidades son los obje-tivos cuya realización tienen una forma y un sentido lingüístico particular de acuerdo con cada cultura y su resultado concuerda con los valores de la socie-dad donde se realizan. Por último, las priorizaciones se definen como la jerarquización entre diferentes al-ternativas que, en un momento dado, el bosquesino puede elegir.

Es en este marco de lógica decisional, donde puede evidenciarse el principio de la libertad individual: po-der escoger lo que se quiere, lo que le gusta o lo que le genera más placer a la persona (Gasché y Vela, 2004), noción que se constituye en el principio base del con-cepto de bienestar indígena.

El bienestar como ética de los modos de vida indígena, conjuga la existencia de elementos como la pluriacti-vidad (agricultura, cacería, pesca, recolección, trans-formación), las redes de solidaridad, la cooperación familiar, el respeto del principio de la reciprocidad y el reconocimiento de una autoridad que reposa sobre el control de las fuerzas de la naturaleza.

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SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL y BIENESTAR INdígENA: BASES pARA EL dISEñO dE INdICAdORES EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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procEsos quE concurrEn En lA rElAcIón sostEnIbIlIdAd tErrItorIAl-bIEnEstAr humAno

Los modos de vida indígena en la región amazónica colombiana se basan en la existencia de una relación de sostenibilidad con el ecosistema. Los diferentes componentes –campos temáticos referidos– funcio-nan como un sistema holístico, los cuales conforman y dinamizan procesos interdependientes. Es así como a partir del conocimiento antropológico existente de la Amazonia colombiana, el autor establece tres ejes temáticos a partir de los que se pueden entender los modos de vida indígena: sociedad, el universo de las relaciones, incluso con los seres de la naturaleza; cul-tura-lenguaje, el universo de las formas de los actos y productos; ambiente natural, el universo material. La existencia de una base natural que corresponde a aquellos recursos o activos a partir de los cuales se

construye la vida indígena. La conjugación de estos tres elementos se conciben como la base para en-tender una condición de sostenibilidad territorial-bienestar humano, como noción que se acerca a un modelo de bienestar colectivo e individual más acor-de con los modos de vida de las sociedades indígenas en la Amazonia colombiana (figura 1). Lo anterior ha permitido conformar un marco lógico conceptual fundamental para la identificación y diseño de los in-dicadores apropiados para los pueblos indígenas en la Amazonia colombiana.

El planteamiento central sobre la noción de sosteni-bilidad territorial-bienestar humano de los modos de vida indígena se concibe como producto de la inter-sección de las interacciones de estos tres ejes. Se en-tiende esa interacción en un sentido ecológico como una relación de equilibrio, cuyas particularidades se dan en el contexto de cada cultura. En ese sentido, se anotó anteriormente, la necesidad de utilizar el con-

figUra 1. MARCO LógICO pARA EL dISEñO dE INdICAdORES ApROpIAdOS pARA puEBLOS INdígENAS.

naTUraleza(base maTerial)

cUlTUra(conocimienTos)

A

A B C

B

C

INTERACCIóN (C):ESTAdO dE LAS pRáCTICAS CuLTuRALES, SOCIALES, ÉTICAS, dE pOdER quE SuSTENTAN LA BASE MATERIAL

INTERACCIóN (A):ESTAdO BASE MATERIAL pOR pRáCTICAS dE uSO y MANEJO dE LOS RECuRSOS NATuRALES

sociedad(reProdUcción maTerial)

INTERACCIóN (B):ESTAdO dE LOS CONOCIMIENTOS TRAdICIONALES quE SuSTENTAN EL uSO y MANEJO dE LOS RECuRSOS NATuRALES

INTERSECCIóN (A) (B) (C):EquILIBRIO O SOSTENIBILIdAd TERRITORIAL-BIENESTAR INdígENA

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cepto de “territorio” sobre el cual recae la cualidad de la “sostenibilidad”, ya que este se constituye en el eje principal en el que se concibe el modo de vida indíge-na, dada su conexión directa con su reproducción físi-ca y social, con el manejo de los recursos, con las for-mas de organizarse socialmente y con las maneras de concebir el mundo (Franky, 2001). La sostenibilidad territorial-bienestar humano es un concepto integral (figura 1) cuya elección busca abordar los elementos objetivos y subjetivos del bienestar indígena.

Las sociedades indígenas se mueven con diferentes intensidades en el contexto de un mundo global, una sociedad nacional y un ámbito local. Adicionalmente, las ideas de desarrollo que han modelado las interven-ciones en estas sociedades han tenido dos tendencias: la de asimilación paulatina a la sociedad nacional y la de conservación como sociedades aisladas.

En ambos casos se trata de situaciones lejanas a la realidad, pues al igual que cualquier sociedad no se pueden concebir de manera estática e inmodifica-ble, tampoco pueden negarse que estos cambios se deben en gran medida a la relación que se da con grupos sociales externos, ni es muy coherente pre-tender concebir su bienestar sin estas relaciones. Los conceptos de “integración” y “autonomía” son útiles para determinar y valorar la intensidad de la relación propias con las sociedades externas y, a su vez, los grados de independencia de estas sociedades en donde, tanto en un lado como en el otro, se dan situaciones que modifican, ya sea a favor o en detri-mento de su bienestar.

Metodológicamente hay un aspecto que se infiere de la propuesta de Valdés (1991) y se refiere a esa idea de lo que quieren las personas que sea su vida. Es así como no se puede concebir el planteamiento de los IDHS sin contar con la participación de los implicados en él y en la dimensión de la sostenibilidad territorial-bienestar humano. Sin embargo, requiere que se profundice en el proceso, con la motivación de que sus apreciaciones permitan concretar las pers-pectivas que se pretenden evaluar sobre el bienestar en los modos de vida indígena. Esto implica entrar en el análisis de los procesos que se dan en la interacción entre sociedad-naturaleza, naturaleza-cultura y cultu-

ra-sociedad (figura 1), donde se concentrarían tanto los conocimientos que sustentan la vida indígena y los recursos simbólicos que estas sociedades han utiliza-do tradicionalmente. Son los procesos fundamentales (interacciones) que permitirán identificar y diseñar los indicadores apropiados para los pueblos indígenas en la Amazonia colombiana:

Una base material. Formada por la naturaleza 1. (biodiversidad) y los recursos naturales. Igual-mente, es un espacio cosmológico de prácticas espirituales, sin la cual no se pueden concebir las prácticas actuales de los modos de vida indígena.

Una reproducción material y cultural. Conoci-2. mientos biológicos, cosmológicos, sociales acerca de la naturaleza, mediante los cuales los individuos están en capacidad de vivir en el ecosistema de la selva amazónica. Reproducción biológica (indi-vidual) como social (colectiva) de las sociedades indígenas dentro sus propios modos de vida.

Equilibrio, armonización, regulación, recipro-3. cidad y redistribución. Se refiere a las normas (éticas) y valores (morales) que regulan los mo-dos de vida indígena y que se sustentan en el co-nocimiento tradicional. Ejercicio a través de las autoridades tradicionales cuya legitimidad está dada por la capacidad que tienen de controlar las fuerzas de la naturaleza, a partir de la maloca, y cuyo objetivo es lograr unas relaciones sociales equilibradas entre los seres humanos (derecho consuetudinario) y no humanos.

conclusIonEs

El diseño de los IDHS para los pueblos indígenas amazónicos es un instrumento viable para hacerlos visibles de manera concreta ante el Estado, por lo que se requiere contar con información que refleje sus modos de vida indígena, y su relación con el eco-sistema; esta información, debe ser proveída por las mismas comunidades. Este proceso se dirige a funda-mentar el reforzamiento y la consolidación progresiva de la calidad de vida de las sociedades indígenas, ci-mentada en el equilibrio ecológico de acuerdo con las

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particularidades del entorno natural y sociocultural de cada pueblo.

La construcción de IDHS apropiados para los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana debe permitir sustentar y valorar las capacidades (activos culturales, sociales, económicos, ambientales) de los modos de vida, que implique la retroalimentación periódica y gestión de las políticas públicas acorde con las espe-cificidades socioeconómicas y socioculturales de la Amazonia colombiana.

Su aporte en la cimentación de un sistema de infor-mación regional, que parta de la inclusión de variables cuya aplicación y medición permita el diseño de indi-cadores apropiados que asienten la gestión de políti-cas públicas, que redunden en la construcción de un desarrollo sostenible justo, equitativo y multicultural en la amazonia colombiana. Un sistema de informa-ción regional que fundamente la construcción de una política para el desarrollo sostenible de la Amazonia,

que sea incluyente y que permita la participación ac-tiva tanto de los pueblos indígenas, como de otros grupos sociales que también habitan y modifican el territorio, sus características y sus posibilidades cul-turales, sociales, políticas y económicas.

AgrAdEcImIEntos

El autor extiende sus agradecimientos a Juan Felipe Guhl y Oscar Iván García, porque sus valiosos apor-tes han permitido fundamentar los aspectos socio-culturales en esta tarea investigativa. A la Maestría en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia, la cual abrió sus puertas para construir un espacio de discusión que ha retroa-limentado en todo momento el proceso investigativo. A Damaris Gómez por su dedicación en la revisión bi-bliográfica que llevó a la conformación del estado del arte necesario para delinear este artículo; a Mónica Pérez por la revisión final de los textos.

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sOBrE LA NECEsIDAD DE UN PrOgrAmA DE INvEsTIgACIóN PArA EL sIsTEmA ANDEs–AmAzONIA

germán poveda1, peter Bunyard2, Carlos A. Nobre3

1 Escuela de Geociencias y Medio Ambiente, Universidad Nacional de Colombia, Medellín.

2 Editor Científico de la revista The Ecologist, Profesor Adjunto The International Honors Program, Universidad de Boston, Massachusetts, Linnean Society of London, Reino Unido.

3 Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais, Inpe, Centro de Previsão de Tempo e Estudos Climáticos, Cachoeira Paulista, São Paulo, Brasil.

rEsumEn

El artículo plantea la necesidad de establecer un programa de investigación que aporte infor-mación sobre la interacción de los sistemas y

los ecosistemas en la región Andes/Amazonia. Los au-tores plantean algunos temas sobre los cuales es posi-ble fundamentar el programa y cierran en artículo con una propuesta para la financiación de esta alternativa.

Palabras clave

Bosque tropical húmedo, desarrollo regional, investi-gación y desarrollo, Andes, Amazonia

rAcIonAlIdAd

El sistema integrado de la región Amazonia–Andes, Ra-man, comprende grandes áreas de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Brasil e incluso Venezuela. La región ex-hibe gran riqueza y diversidad cultural, socio–cultural, económica, geográfica, biológica e hidro–ecológica. Al mismo tiempo, múltiples problemáticas surgen a par-tir de las fuertes interacciones que se dan en la región entre los sistemas sociales y los sistemas naturales (eco-

sistemas). Los Andes tropicales exhiben rasgos únicos y de gran diversidad geo–bio–física, pero al mismo tiem-po están peligrosamente amenazados, dado que son la región del planeta donde más rápidamente se está destruyendo la biodiversidad por efecto de la defores-tación y el cambio en los usos del suelo (Myers et al., 2000); amenaza que también es urgente enfrentar en toda la alta Amazonia. El sistema alta Amazonia–Andes enfrenta múltiples retos que provienen de la presión antrópica, así como del calentamiento global y el cam-bio ambiental global; comenzando por las aceleradas tasas de retroceso y desaparición de los glaciares sobre los Andes tropicales (Pineda y Poveda, 2007 y Francou y Coudrain, 2005), un proceso irreversible que repre-senta graves amenazas al suministro de agua potable, así como a la pérdida de biodiversidad y a la sostenibilidad de ecosistemas fundamentales como páramos, yungas, bosques de niebla, bosques de montaña y bosques hú-medos tropicales. En los Andes tropicales se asientan grandes ciudades como Bogotá, Quito, La Paz, Mede-llín, Cali, Cajamarca, Cuzco, Arequipa, San Cristóbal, Riobamba, Ambato, Ayacucho, Huancayo, Oruro, Co-chabamba y centenares de poblaciones de mediano y pequeño tamaño, las cuales demandan cada vez mayo-res cantidades de recursos y servicios naturales y socio–económicos. Un ambiente degradado se retroalimenta

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SOBRE LA NECESIdAd dE uN pROgRAMA dE INVESTIgACIóN pARA EL SISTEMA ANdES–AMAZONIA

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con el bienestar de las comunidades humanas, dado que impide el acceso a recursos naturales como agua potable o suelos adecuados para la agricultura. Ade-más, un medio ambiente deteriorado es menos apto para responder a las amenazas por el cambio climático, y los países de Raman son particularmente vulnerables en ese aspecto, dado que dependen mutuamente de las prácticas y políticas de conservación de cada uno de los demás países de la región.

La cuenca del Río Amazonas constituye la más grande cuenca hidrográfica del planeta (6,4 millones de km2), y su dinámica hidro–climática ejerce una influencia significativa a escala global y continental, dadas sus conexiones atmosféricas con los océanos Atlántico y Pacifico tropicales y con la cuenca del Río de La Pla-ta (Refe). La dinámica hidro–climática de la cuenca amazónica es fundamental para la estabilidad climá-tica de la región y del planeta (Nobre et al., 2004). Mediante los servicios ecosistémicos del bosque hú-medo tropical (enfriamiento de la temperatura por evapotranspiración, protección contra inundaciones, albergue de biodiversidad, etc.) y, debido a la gran porción de la precipitación que se recicla como eva-potranspiración local, grandes cantidades de agua son transportadas por los vientos alisios desde el Océano Atlántico tropical hacia la alta Amazonia, incluyendo los Andes, que alimenta los glaciares tropicales, lagos, humedales, punas, páramos y yungas, así como bos-ques de niebla, de montaña y tropicales lluviosos.

El programa de investigación del Proyecto de gran escala de la biosfera–atmósfera en la Amazonia”4 ha hecho aportes extraordinarios a la ciencia amazóni-ca. Sin embargo, LBA ha dedicado sus esfuerzos de investigación en la Amazonia brasileña, en temas re-levantes como climatología y clima físico, hidrología, uso del suelo y cambios en el uso del suelo, ciclos biogeofísicos y biogeoquímicos, incluyendo el ciclo del carbono, química de la atmósfera y en menor me-dida en algunos temas relacionados con las dimensio-nes humanas. A pesar de los excelentes avances que ha realizado LBA en el conocimiento científico de la Amazonia, no se han realizado esfuerzos paralelos en los países de la alta Amazonia–Andes, y menos aún el

4 http://lba.inpa.gov.br/lba/

estudio de las interacciones entre los sistemas sociales y los ecosistemas de la región (Poveda, 2004).

El aumento de la pobreza en la región Andes–Amazo-nia, la desaparición de culturas nativas y ancestrales, el agotamiento del recurso suelo, la presión por los re-cursos naturales, los procesos de deforestación a gran escala, la erosión y degradación de suelos. Las avalan-chas, deslaves y inundaciones, una mayor vulnerabili-dad de las poblaciones y asentamientos humanos, la acelerada perdida de biodiversidad, la contaminación de las aguas por actividades mineras, petroleras, agrí-colas (incluyendo el cultivo de la coca), ganaderas, el turismo, etc., hacen mucho más urgente la necesidad de implementar un programa de investigación básica y aplicada para responder a los retos mencionados. Hay otros tópicos igualmente importantes: el aumento de las enfermedades transmitidas por el agua o por mos-quitos vectores como malaria, dengue, leishmaniasis, asociadas con el cambio y la variabilidad climática y ambiental que imponen serios retos al desarrollo re-gional (Poveda et al., 2000 y 2001a). Simultáneamente, la región Andes–Amazonia tiene oportunidades muy interesantes para el desarrollo, las cuales provienen de su extraordinaria biodiversi-dad natural, así como de la importancia y gran varie-dad de los servicios ambientales actuales y potenciales de sus ecosistemas, y a las considerables posibilidades de desarrollo sostenible en la región. Por tanto, se hace necesario un programa de investigación científica que propenda por el entendimiento del sistema integra-

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do Amazonia–Andes, que incluya el funcionamiento de los ecosistemas naturales, y su interacción con los sistemas sociales. Además, la región es la mejor pre-servada de la Amazonia, con las menores tasas de de-forestación de toda la cuenca amazónica, la cual man-tiene aún un gran depósito de carbono en su biomasa y muchas condiciones de extraordinaria biodiversidad. Por tanto, es especialmente importante crear un nuevo paradigma para el desarrollo de Raman, de tal manera que contemple y se enfoque en aspectos de conservación y valoración de los servicios ecosistémicos en alianza con el manejo y aprovechamiento sostenible y la explotación racional de los valores económicos de la biodiversidad y que propenda al mejoramiento del bienestar y la calidad de vida de los habitantes de la región Andes–Amazonia. Ese nuevo esquema de desarrollo para la Amazonia–An-des debe estar basado en el conocimiento científico, así como en tecnologías apropiadas e innovadoras.

Algunos temas de interés para construir el programa de investigación propuesto se discuten a continuación.

ImpActos dEl cAmbIo clImátIco sobrE los EcosIstEmAs AndInos dE glAcIArEs, párAmos, punAs y bosquEs dE nIEblA y su ImpActo sobrE El cIclo hIdrológIco y El sumInIstro dE AguA

Los glaciares andinos constituyen las mayores eleva-ciones de la cordillera. En las últimas tres décadas, se presenta un acelerado retroceso de los glaciares debido al calentamiento global y por la intensa deforestación de la Amazonia que reduce el transporte de humedad hacia los Andes5. Como consecuencia de este fenóme-no, se presentan cambios en las tasas de aporte de agua de los glaciares a la escorrentía superficial que alimenta gran cantidad de ríos aguas abajo y, por tanto, la dispo-nibilidad de agua para consumo humano, lo cual puede exacerbar la problemática generada por el crecimiento en la demanda de agua. Las aguas de deshielo de glacia-res andinos son extremadamente importantes para el

5 Véanse las memorias de la Conferencia Concord, Mendoza, Argentina, 2006: http://mri.scnatweb.chcontentview/84/73/

suministro de agua de grandes ciudades andinas, como Bogotá y Quito, para mencionar sólo dos.

En los altos valles andinos son críticas las altas de re-troceso de los glaciares, pero se desconocen aspectos fundamentales de sus volúmenes almacenados y, sobre todo, de su dinámica espacial y temporal. Esto se hace más crítico porque pone de presente la incertidumbre y vulnerabilidad e impactos sobre las corrientes aguas aba-jo, también desconocida hoy. Estos problemas son de escala regional y traspasan las fronteras nacionales. Los resultados de las investigaciones indican que la fusión de los glaciares es más acelerada durante situaciones secas y cálidas, generalmente asociadas con la ocurrencia de las dos fases del sistema El Niño–Oscilación del Sur, Enso, (Poveda et al., 2001b, 2006). Por tanto, las variaciones identificadas en los glaciares constituyen indicadores adecuados de los cambios climáticos actuales. El enten-dimiento de la dinámica de los glaciares es un tema ur-gente de investigación, dada la amenaza de la inminente desaparición de los glaciares colombianos durante la próxima década (Poveda y Pineda, 2008). Tales estudios tendrán que proporcionar elementos para propósitos de modelación de sus procesos de acumulación y ablación y para cuantificar la evolución de los recursos de agua dis-ponibles de acuerdo con diversos escenarios de cambio climático y deforestación. Tales investigaciones también podrán contribuir a evaluar las condiciones climáticas regionales del pasado y del futuro.

Justo debajo de la línea de nieve, los ecosistemas de páramo albergan el cinturón más alto de vegetación en los Andes y los ecosistemas más diversos (no bos-cosos) del planeta. Los páramos constituyen un archi-piélago ecológico a lo largo de los Andes del norte de Suramérica de altísima diversidad cultural, biológica y paisajística. Los páramos sirven como corredores para muchas especies animales y vegetales, al tiempo que desempeñan un papel fundamental en el suministro de agua de muchas regiones sobre los Andes. Sus sue-los y vegetación son un importante depósito de carbo-no y materia orgánica, los cuales constituyen factores clave para la regulación del recurso agua y la fertilidad de cultivos de subsistencia. Muchos páramos están ocupados por numerosas poblaciones de indígenas y campesinos con grandes riquezas ancestrales, quienes también están amenazados por actividades económi-

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cas como minería, petróleo, agricultura y ganadería, construcción de caminos y carreteras y deforestación, además del calentamiento global. La invasión humana de estos ecosistemas resulta de la necesidad de produ-cir alimentos e ingresos para un número creciente de poblaciones marginadas, pero también debido a la ca-rencia de políticas de desarrollo sostenible que valo-ren la biodiversidad o que premien su manutención.

Por debajo de los páramos se encuentran los bosques de niebla y de montaña, los cuales juegan un papel muy importante en el mantenimiento de la humedad del aire y en la producción de núcleos de condensación mediante emisiones químicas de diferentes especies vegetales, los cuales son necesarios para la existencia de las nubes de agua de lluvia. Todos los anteriores aspec-tos ponen de presente el papel de los páramos en tér-minos de su contribución a los procesos que gobiernan la dinámica de la lluvia sobre los Andes. Dado que los glaciares tropicales reciben más del doble de radiación de onda corta proveniente del sol, en comparación con los glaciares de medias y altas latitudes, es obvio que para mantener su área y profundidad, la precipitación (sólida en forma de nieve) debe ser correspondiente-mente mayor. Por ello son muy preocupantes las gran-des áreas de bosques de niebla y de montaña que han sido deforestados en los últimos años.

El agua que se genera en los ecosistemas alto andinos constituye un recurso fundamental para una población y necesidades crecientes en los valles interandinos, y de la alta Amazonia. La gestión integral del agua cons-tituye un marco apropiado para el aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y del desarrollo de las comunidades locales en la Raman. El agua lluvia cap-tada domésticamente debe ser reconocida a nivel ins-titucional en las políticas ambientales de los países de la región (Moreno et al., 2007), así como en el marco de la cooperación internacional, como una de las Me-tas de Desarrollo del Milenio. Estas regiones carecen de sistemas de monitoreo de alta resolución y pocos esfuerzos se han hecho para cuantificar y modelar de manera adecuada los procesos físicos que gobiernan la dinámica hidro–climática y ecológica, y los posibles y más probables efectos del cambio y la variabilidad climática y la deforestación y cambio de uso del suelo y su impacto sobre los temas sociales relevantes.

La región carece de las políticas necesarias para enfren-tar estos retos, y los procesos de toma de decisiones se verán agravados por el cambio climático presente y futuro. Algunas preguntas clave al respecto son:

¿Cómo alcanzar un nivel sostenible de estrategias 1. de desarrollo local de los ecosistemas actuales y futuros, y cómo vincular la pregunta anterior con los efectos derivados del cambio climático y la deforestación en Raman?

¿Cómo enfrentar en forma adecuada los vínculos 2. entre el cambio climático global y local con las tendencias actuales y futuras de los índices de po-breza y de deterioro ambiental en la región?

rIEsgo y vulnErAbIlIdAd, dEgrAdAcIón AmbIEntAl y pobrEzA En y cAusAdA por lAs cIudAdEs AndInAs

Varias grandes ciudades y muchas poblaciones inter-medias y pequeñas están localizadas sobre los Andes. De tal ocupación del territorio se derivan impor-tantes temas para la sostenibilidad ambiental, tales como asentamientos urbanos sobre terrenos de alta pendiente, altamente vulnerable a terremotos, tor-mentas intensas, avalanchas, deslaves y crecidas de ríos (Figura 1), procesos de erosión y degradación del suelo acelerados, sobre–explotación y contaminación del recurso agua, migración y ocupación incontrola-da y no planificada del territorio, con la consecuente sobrepoblación de ciudades de infraestructura insu-ficiente, crecimiento desordenado y desorganizado que demanda cada vez mayores recursos naturales y servicios ambientales, contaminación del aire y enfer-medades asociadas (Poveda, 2008), empobrecimiento de las comunidades rurales, etc.

En Colombia, este panorama es exacerbado de mane-ra crítica por causa del conflicto interno, cuya diná-mica y consecuencias se agudizan en los sectores y po-blaciones rurales, reforzando el círculo vicioso de la ocupación incontrolada, o ilegalmente controlada del territorio, con el consecuente desplazamiento de mi-

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llones de campesinos hacia los centros urbanos, don-de se asientan en tugurios y barrios ilegales localizados sobre terrenos inestables de alta pendiente, aceleran-do de paso la ocupación informal de territorios que deberían ser áreas protegidas sobre los Andes.

Las ciudades no dan abasto para atender tal proceso de urbanización caótico, no planificado e incompleto. La demanda por servicios públicos como agua pota-ble, energía, educación, salud y saneamiento básico debe ser provista desde afuera de tales ecosistemas, lo cual acelera la deforestación y el deterioro de los ecosistemas. La excesiva demanda de infraestructura (caminos, transporte, etc.) se convierte, por esto, en fuente de inconformidad social.

Algunas preguntas relevantes de este análisis inclu-yen:

¿Cómo se retroalimentan los riesgos por desas-1. tres naturales y extremos ambientales (sismos, tormentas severas, deslizamientos, avalanchas, crecientes y enfermedades) con el crecimiento

no planificado de las ciudades, lo cual causa un aumento de la vulnerabilidad de las poblaciones más pobres de las ciudades andinas?

¿Cómo están relacionados los procesos de creci-2. miento urbano en grandes ciudades andinas, con el deterioro ambiental de los ecosistemas natura-les cercanos y distantes?

¿Cómo detener y prevenir el continuo desplaza-3. miento de poblaciones rurales hacia las ciudades andinas, proveyendo calidad y dignidad a la vida de los ambientes rurales?

¿Cómo afecta la gobernabilidad de las ciudades 4. andinas la presión social por servicios públicos e infraestructura?

Las respuestas a estas preguntas deberán ser usadas para el diseño e implementación de sistemas de aler-ta temprana, además de servir de insumo para que las autoridades políticas tomen decisiones en relación con tareas y estrategias de mitigación y adaptación

figUra 1. ESquEMA dE LOS MECANISMOS fíSICOS INVOLuCRAdOS EN LOS pROCESOS dE RETROALIMENTACIóN ENTRE LOS ANdES y LA CuENCA AMAZóNICA. LAS VARIABLES SON: p: pRECIpITACIóN,

q: CAudALES dE RíOS, S: SEdIMENTOS, N: NuTRIENTES, C: CONTAMINANTES y ESpECIES quíMICAS, Vq: TRANSpORTE dE HuMEdAd pOR LOS VIENTOS ALISIOS y ET: EVApOTRANSpIRACIóN. LA

pRECIpITACIóN ESTá COMpuESTA pOR AquELLA ORIgINAdA EN EL RECICLAdO dE LA EVApOTRANSpIRACIóN LOCAL y pOR LA HuMEdAd TRANSpORTAdA AL INTERIOR dE LA AMAZONIA dESdE EL

OCÉANO ATLáNTICO TROpICAL.

Tomada de poveda et al. (2006).

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efectivas, proteger las vidas y disminuir las pérdidas so-ciales, ambientales y económicas.

bAlAncEs dE AguA, EnErgíA y cArbono En El sIstEmA AndEs–AmAzonIA, sus rEtroAlImEntAcIonEs En vArIAs EscAlAs EspAcIo–tEmporAlEs y los EfEctos dEl cAmbIo clImátIco globAl, lA dEforEstAcIón y lA vArIAbIlIdAd AmbIEntAl

Se requiere desarrollar investigación científica para en-tender los balances de agua, de energía y de carbono en las cuencas hidrográficas de la alta Amazonia–Andes. Por tanto, esa investigación requiere que el análisis es-pacial se realice desde las partes más altas de la Ama-zonia andina (cuencas de orden 1) hacia las cuencas aguas abajo localizadas en las llanuras de inundación de la gran Amazonia. Igualmente, es necesario el diagnos-tico y la modelación de los diversos procesos que go-biernan la dinámica hidrológica, climática, ecológica, y biogeoquímica, que incluyan retroalimentaciones y no linealidades para entender las interacciones complejas que se presentan entre los Andes y la Amazonia en di-versas escalas temporales.

Por ejemplo, los vientos alisios del Este, asociados con la migración latitudinal de la Zona de Convergencia In-tetropical, ZCIT, transportan cantidades enormes de agua desde el Océano Atlántico tropical hacia la Ama-zonia y de ésta a los Andes. Esa humedad se condensa al ascender por el forzamiento orográfico que imponen los Andes, constituyendo el agua necesaria para la lluvia sobre los Andes orientales y para nutrir los caudales de los ríos que nacen en la alta Amazonia andina, los cuales se convierten en los mayores afluentes y en el mismo Río Amazonas. Pero a lo largo de los ríos no sólo fluye agua líquida, sino que además fluyen sedimentos (caudal sóli-do), nutrientes, contaminantes y especies biogeoquími-cas (incluyendo CO

2), tal como se ilustra en la Figura 1.

El agua de la Amazonia soporta la extraordinaria bio-diversidad de la cuenca. Por otra parte, ocurren fuer-

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tes interacciones en el sistema suelo–atmósfera sobre la región Andes–Amazonia: entre el 35% y 50% de la precipitación que cae sobre la cuenca tiene su origen en la evapotranspiración del mismo bosque amazónico (Elthair y Bras, 1993; Makarieva y Gorshkov, 2007). La singular interacción que se da entre el transporte de humedad por los vientos de la Amazonia a los Andes, la evapotranspiración del bosque Amazónico y la proxi-midad de los Andes dan cuenta de los altas tasas de precipitación en vastas regiones de la Amazonia occi-dental, las cuales son cruciales para el mantenimiento de la gran biodiversidad del bosque húmedo tropical.

Mediante teleconexiones atmosféricas y los movi-mientos latitudinales de las masas de aire, la cuenca amazónica desempeña un papel esencial en el trans-porte de vapor de agua hacia el sur de Brasil y, más al sur, hasta la cuenca del Río de La Plata (Marengo et al., 2004). Las consecuencias de seguir perdiendo los bosques húmedos tropicales de la Amazonia están y cada vez tendrán mayor repercusión en la dinámica del clima del planeta Tierra (Werth y Avissar, 2002).

Con respecto a las diversas escalas temporales de inte-rés, los temas de interés para la investigación abarcan desde el complejo y complicado ciclo diurno de la precipitación (Poveda et al., 2005) hasta las escalas intra–estacionales, anual, inter–anual (dominada por el Fenómeno El Niño–Oscilación del Sur) y, por su-puesto, las interacciones de las dinámicas de los fenó-menos hidro–climáticos que ocurren a tales escalas temporales con el calentamiento global. Las mayores escalas de tiempo son necesarias para entender y pre-decir los efectos del cambio climático y su conjunción con fenómenos de deforestación y de cambio acelera-do en los usos del suelo.

Los países que forman parte del sistema Andes–Amazonia son altamente dependientes de los recursos naturales y los servicios ecosistémicos para su desa-rrollo, lo cual los hace más vulnerables a las amenazas del calentamiento climático y a los extremos climáti-cos asociados con ambas fases del fenómeno Enso: El Niño y La Niña. Si el planeta llega a alcanzar las más altas temperaturas que predicen aun los modelos cli-máticos más conservadores, a causa del calentamiento global, los patrones de la circulación oceánica global

se verán alterados de manera dramática, incluyendo al Océano Pacífico, donde una situación permanente de El Niño podría ser la regla y no la excepción. La gran sequia de 2005 sobre la región suroccidental de la cuenca amazónica puso de presente que el Océano Atlántico tropical también puede inducir anomalías climáticas en la Amazonia, y tal situación podría ser cada vez más frecuente a causa del calentamiento glo-bal. Si esto sucediera sobre ambos océanos, es muy probable que grandes regiones del bosque tropical lluvioso desaparecieran (“die-back”), en tanto que una disminución de la precipitación, exacerbada por altas temperaturas, crearía un efecto de retroalimentación positiva, lo que a su vez causaría un aumento en la pérdida de carbono (de biomasa y del suelo), que a su vez aumentarían las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Es poco probable que los cambios catastróficos en muchos ecosistemas de la Amazonia ocurran de manera gradual, sino de manera súbita cuando se cruzan umbrales críticos, como es el caso en la dinámica de muchos ecosistemas.

La biodiversidad desempeñará un papel fundamental en la definición de tales umbrales y en la resiliencia de los ecosistemas. Además, los ecosistemas de la re-gión Andes–Amazonia son altamente vulnerables a los efectos hidrológicos de la deforestación en diversas escalas. Una vez que los puntos críticos se han alcan-zado (tamaño y conectividad de áreas deforestadas), los sistemas esenciales de reciclaje podrían colapsar, y de esa manera conducirían a la desaparición del bos-que. El riesgo de muerte o de savanización del bosque es grande en áreas de bosque que experimentan un marcado ciclo anual de precipitación, incluyendo vas-tas zonas de la Amazonia. Todavía hay esperanzas de la existencia de áreas menos susceptible a estos ries-gos como la Amazonia occidental, la cual se convierte en un argumento convincente de región que se debe proteger, como deposito clave de biodiversidad del bosque tropical.

La investigación científica que se requiere debe enfo-carse a mejorar las predicciones, cuantificar y reducir las incertidumbres de los impactos del cambio climá-tico antropogénico y de la variabilidad climática natu-ral, y sus efectos combinados, sobre las variables del ciclo hidrológico, incluyendo la precipitación, la eva-

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potranspiración, la humedad del suelo y la escorrentía superficial y subterránea. Se requiere investigación sobre la dinámica de los eventos hidrometeorológicos extremos: tormentas intensas, crecientes de los ríos, flujos en las llanuras de inundación, periodos de estia-je y sequías prolongadas asociadas con El Niño y con las temperaturas del Océano Atlántico tropical.

Se requiere un esfuerzo de mucha envergadura para crear las bases de datos y los inventarios (incluyendo sensoramiento remoto) para desarrollar tal agenda de investigación.

vulnErAbIlIdAd socIo–AmbIEntAl En lA rEgIón AndEs–AmAzonIA AntE El cAmbIo AmbIEntAl

La región está enfrentando un acelerado proceso de deforestación y de cambios en los usos del suelo por causa de la expansión de la frontera agrícola (legal e ilegal) y agropecuaria. Como resultado de este pro-ceso, se aceleran las tasas de deforestación y de dis-minución de caudales medios, la amplificación de los caudales extremos (máximos y mínimos), la degrada-ción del suelo, la contaminación del agua, la pérdida de biodiversidad, y el aumento de riesgos y vulnerabi-lidad humana y de la infraestructura.

El boque amazónico proporciona servicios ambienta-les irremplazables, de escala global, al mantener gigan-tescos depósitos de carbono (en tallos, ramas, hojas, raíces) que lo convierten en un sumidero de carbono y proveedor del servicio ambiental de la evapotrans-piración, que es un proceso de enfriamiento de las temperaturas del aire y del clima. La evapotranspira-ción también se debe comenzar a tranzar en términos económicos como Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL, en el Protocolo de Kyoto. Aun así, la defores-tación amazónica hace que las emisiones anuales de carbono per cápita sean mucho mayores que las de otros países en desarrollo. Además, los resultados de investigaciones recientes indican que los intentos por convertir grandes extensiones de la cuenca amazónica en proyectos agrícolas o forestales muy probablemen-te pueden poner en riesgo las posibilidades de desa-

rrollo sostenible de la mayor parte de Suramérica. Las plantaciones agrícolas no están en capacidad de proveer los servicios ambientales que presta el bosque tropical lluvioso de la cuenca amazónica, tanto por la baja fertilidad del suelo en la terra firme como por la in-capacidad de evapotranspiración a las tasas necesarias para mantener los balances hídricos de un sistema que comprende una extensión de tierra que va del Océano Atlántico hasta casi el Pacífico.

Los actuales incentivos económicos a corto plazo para convertir grandes extensiones de los bosques tropicales lluviosos en proyectos agro–industriales, como los plan-tíos de soya para exportación a China y Europa, o para agro–combustibles, enfrentan a la región a riesgos enor-mes que deben ser evaluados críticamente. Los peligros ambientales y socio–económicos de los agro–combus-tibles deben ser sopesados en cada caso, dados sus im-pactos sobre la pérdida de biodiversidad, el aumento de tasas de erosión, la mayor producción de gases de efecto invernadero (Creutzen et al., 2008) y el incremento en los precios de los alimentos como maíz, caña, etc.

Los Andes tropicales constituyen el sitio más crítico de pérdida de biodiversidad del planeta (Myers et al., 2000) a causa de la deforestación y las malas prácticas agrícolas. Es imperativo entender el papel de la bio-diversidad en procesos ecosistémicos fundamentales. También hay una urgente necesidad de emprender investigación para identificar prácticas agrícolas apro-piadas sobre terrenos de altas pendientes como los de la Amazonia andina. Los acelerados procesos de defo-restación y de cambio en los usos del suelo son gober-nados por una irracionalidad económica de beneficio a corto plazo, la cual incentiva la expansión de la agri-cultura de cultivos legales e ilegales. En la Amazonia Brasileña, alrededor de ochenta por ciento de la defo-restación ocurre en extensiones de terrenos de más de 20 ha, lo cual pone de manifiesto el carácter de escala comercial y no una dinámica doméstica. Además, la pobreza socio–económica del interior del bosque hú-medo tropical emerge de su misma lejanía a los cen-tros de desarrollo y a la falta de gobernabilidad y dere-chos. Un reciente reporte de investigación del Banco Mundial (Chomitz, 2006) sostiene que preservar los bosques húmedos tropicales que están desaparecien-do rápidamente y mejorar el prospecto económico de

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millones de seres humanos pobres

requiere una mejor gobernabilidad de los bosques nacionales.

El caso de Colombia es paradigmático; con sólo uno por ciento del territorio del plane-ta, Colombia exhibe entre diez y quince por ciento de la biodiversidad terrestre global. Colombia cuenta con más de 1.820 especies de pájaros, 623 especies de anfibios, 467 es-pecies de mamíferos, 518 especies de reptiles, y 3.200 especies de peces. Hasta el 18 por ciento de esas especies son endémicas, es decir, sólo existen en Colombia. Además, Colombia cuenta con 51.220 es-pecies conocidas de plantas vasculares, 30 por ciento de las cuales también son endémicas. Desafortunada-mente, la mayor parte de tan extraordinaria biodiver-sidad está siendo destruida, sea por campesinos en busca de un sustento diario con menos de tres dólares al día, o por procesos intensivos de deforestación del bosque con fines agropecuarios.

Aunque las leyes de Colombia son explícitas en la pro-tección de los bosques remanentes, su capacidad de aplicación es muy pobre, en parte debido a inadecua-das inversiones y a la casi ausencia de políticas públi-cas y de gobernabilidad de esas regiones estratégicas. Razones de “orden público” también hacen mucho más vulnerables los ecosistemas de Colombia. Entre 1995 y 2002, el gasto público en tareas de protección ambiental disminuyó en más de 80 por ciento (J. E.

Myers, 2005). En Colombia, la tasa anual de defores-tación de bosques primarios es del orden de 56.000 ha, de acuerdo con cifras de las Naciones Unidas de 2003. Tal cifra se queda corta si se incluye la defores-tación ilegal, cuya mayor parte se debe a plantaciones de palma de aceite y de coca para la producción de cocaína. El cultivo ilícito de coca y amapola en Co-lombia y otros países de la región constituye un serio problema ambiental.

La producción de coca tiene importantes impactos ecológicos, los cuales incluyen tener que deforestar cuatro hectáreas de bosque por una de coca. Los pre-cursores químicos usados en el procesamiento de las hojas de coca (incluyendo kerosén, ácido sulfúrico, acetona, son altamente contaminantes y alcanzan las fuentes de agua) tienen un impacto negativo sobre la vida silvestre. Los programas de erradicación de culti-vos de coca mediante aspersiones aéreas de un amplio espectro de productos químicos herbicidas, incluyen-do el glifosato sobre vegetación sospechosa, destruye

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la coca, pero también las cosechas de alimentos legales y de subsistencia de campesinos pobres y contamina las aguas de la alta Amazonia.

El tráfico de fauna y flora también constituye una nociva actividad ilícita en los países de la región, según signata-rios de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies en Peligro de Extinción (Cites, por sus siglas en inglés). En un solo año, aporximadamente siete millo-nes de animales, valorados en más de cuarenta millones de dólares, se exportan ilegalmente desde Colombia.

La vulnerabilidad de la salud humana ante los efectos del cambio climático y los cambios ambientales es de-terminada por varios factores, desde biológicos hasta socio–económicos y políticos. La mayoría de las enfer-medades tropicales endémicas en la región, principal-mente malaria, dengue, leishmaniasis, fiebre amarilla, chagas, etc., tienen fuertes vínculos ya mencionados con la variabilidad climática y ambiental (Poveda et al., 2000 y 2001) y, por tanto, son afectadas por procesos de cambio ambiental global y local. El calentamiento global y el sistema El Niño–Oscilación del Sur, Enso, están asociados al aumento en la incidencia de estas en-fermedades, ya que el aumento en la temperatura del aire favorece la dinámica entomológica y biológica de los mosquitos transmisores de estas enfermedades (Rúa et al., 2005). Estos nuevos riesgos afectarán cada vez más a poblaciones no inmunes, causando brotes epidémicos en áreas anteriormente sanas. El cambio y la variabili-dad del clima, los cambios en los usos de los suelos, los procesos demográficos y las severas limitaciones ope-racionales de los sistemas de salud pública en tareas de prevención, control y mitigación conforman una receta perfecta para agravar el perfil epidemiológico general de estas regiones. La vulnerabilidad socio–ambiental de estas poblaciones debe ser enfrentada mediante el uso de indicadores confiables y sostenibles con el paso del tiempo, con el fin de contribuir a la toma de decisiones y el establecimiento de políticas de salud pública enfo-cadas a la protección de la salud y del ambiente.

Tal tipo de estudios deberán usar un marco de referencia del tamaño de hogares para explorar los vínculos entre los servicios ecológicos y las poblaciones que dependen de ellos. Ese marco analítico proporcionará las herra-mientas para entender las estrategias de movilización

de recursos y deberá dar un abordaje transdisciplinario y multisectorial que se enfoque en las poblaciones más vulnerables. Los servicios ecológicos constituyen uno de varios aspectos que contribuyen a la lucha de las po-blaciones por su sustento diario y por su búsqueda del bienestar. La reducción de la pobreza requiere enten-der el rango de factores que inciden sobre los procesos de toma de decisiones de la gente y de las restricciones y posibilidades de las opciones. El enfoque de hogares no sólo se concentra en el manejo de capital (natural), sino también en otros factores como salud, educación, nutrición, finanzas, y mercados y favorece el trabajo en múltiples escalas, desde la local hasta la nacional, y con los sectores público y privado. Las políticas nacionales y regionales son factores significativos para determinar la forma en que se manejan los recursos y cómo se distri-buyen los beneficios entre la población. Los esfuerzos encaminados a reducir la pobreza (una de las Metas de Desarrollo del Milenio) deberán operar en el marco ac-tual de política ambiental, el cual es dictado por muchos factores, incluyendo el aumento de PIB y el Indicador Genuino de Progreso (Halstead and Cobb, 1996), los mercados, la energía, la seguridad nacional, entre otros. Este análisis de la situación deberá llevar a cabo una revisión nacional de las políticas nacionales y regionales de manejo de recursos, como también de otras políticas sectoriales que impactan a la región Amazonia–Andes, con el propósito de lograr un mejor entendimiento de las oportunidades y restricciones existentes.

Por supuesto que un programa serio de investigación para la región Andes–Amazonia deberá involucrar las ciencias socio–económicas y socio–ecológicas. Sin embargo, soluciones duraderas que mejoren el bienestar de grandes sectores de los habitantes de la región, y que a su vez mantengan una sólida base eco-lógica como factores de transformación, todavía están por construir. Sin embargo, hay proyectos de peque-ña escala (p. ej. Miramauá en Brasil) que actualmente se están desarrollando, los cuales proporcionan casos de estudio empírico para ilustrar las decisiones desde un enfoque regional de mayor escala. Tales ejemplos exitosos de manejo de los recursos naturales ofrecen ideas para solucionar los problemas de gobernabili-dad, autoridad, equidad, y autonomía, todos los cuales constituyen aspectos de promoción sostenible de los esfuerzos de disminución de la pobreza en la región.

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mEcAnIsmos pArA prEvEnIr El IncrEmEnto En lA dEforEstAcIon y dEgrAdAcIon AmbIEntAl dE lA rEgIón mEdIAntE lA EXplotAcIón rAcIonAl y sostEnIblE dE los rEcursos nAturAlEs

Frente a las urgentes amenazas actuales de tipo socio–ambiental, resultantes del cambio climático y de la de-forestación, es imperativo para la supervivencia de los países de la región que se promuevan y pongan en prác-tica modos de vida alternativos y sostenibles con el paso del tiempo, con y en los ecosistemas (desde los pára-mos, punas y yungas hasta los bosques tropicales lluvio-sos). Éstos deberán ser dinamizados por señales econó-micas adecuadas y por la regulación gubernamental, es decir, el verdadero valor económico de los ecosistemas (tal como lo definen las Metas de los Ecosistemas del Milenio) tiene que ser involucrado en los sistemas de contabilidad nacionales, regionales y locales. La econo-mía debe ser honesta con el ambiente (Poveda, 2008). Existe la necesidad de involucrar el concepto de una escala óptima del tamaño de la economía relativo a los ecosistemas. Actualmente se supone que el agregado de la economía crecerá para siempre (Brown, 2001 y 2006). También es necesario cuantificar los impactos de los cambios de la biodiversidad sobre el bienestar humano y desarrollar métodos nuevos y adecuados para cuantificar los beneficios de la biodiversidad. Los bosques tropicales lluviosos son ecosistemas altamente productivos en su estado natural. Ellos proporcionan servicios que incluyen: regulacion de las crecientes de los ríos, control de la erosión, protección contra el ca-lentamiento global, albergue de biodiversidad, almace-namiento y reciclaje de nutrientes y recreación, valo-rados en 33 trillones de dólares en 1997 (Constanza et al., 1997). Los bosques también desempeñan un papel fundamental en el reciclado de la lluvia continental que hace que el interior de la región Andes–Amazonia sea productivo y habitable. El inmenso capital económi-co, ambiental y natural que representa la biodiversidad debe ser incorporado a la ecuación en las tareas de va-loración de los ecosistemas. Es necesario desarrollar nuevos marcos de referencia para que los políticos y

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encargados de la toma de decisiones puedan medir el alcance del impacto ambiental por la necesidad del uso de recursos. Los mercados de carbono que existen en la actualidad excluyen intencionalmente los beneficios potenciales del carbono almacenado en los bosques, aunque esta situación puede cambiar, de seguro en el futuro cercano, si se implementan los esfuerzos para crear un mecanismo económico honesto que compen-se a los países tropicales por reducir la deforestación, bajo la Convención marco sobre cambio climático de las Naciones Unidas.

El reporte del Banco Mundial, mencionado más atrás, sugiere que detener la conversión de bosques en pas-tos es un área en la que las intervenciones de políticas podrían ser más eficaces, en tanto que las regiones se beneficiarían mucho más por los pagos que se hagan por evitar la deforestación que por la deforestación basada en otra racionalidad económica de beneficio a corto plazo. Tales pagos podrían ser usados para apoyar una agricultura más intensiva, aunque am-bientalmente más sostenible, y al mismo tiempo se prevendría la reducción de la frontera del bosque. El mismo reporte del Banco Mundial hace un llamado a la existencia de sistemas de valoración y financiación y mercadeo de los mercados globales de biodiversidad y carbono, como incentivos financieros para evitar la deforestación, que simultáneamente pueden proveer

a los países de la región Andes–Amazonia de fondos adicionales para mejorar la gobernabilidad en las re-giones del bosque húmedo tropical, y para promover el manejo sostenible de la tierra e impulsar los in-gresos de la población rural. El reporte Stern llegó a conclusiones similares, en cuanto identificó que, aun considerando el costo de tales pagos, “la reducción de la deforestación es una manera altamente costo–efec-tiva de reducir las emisiones de gases de efecto inver-nadero’’. En el trabajo de Moutinho y Schwartzman (2005) se presentan varios ejemplos interesantes de reducción de la deforestación, apoyados por el Brasil y otros países de la región Andes–Amazonas.

El manejo sostenible, el uso y explotación de la extraor-dinaria biodiversidad de la región Andes–Amazonia re-quiere la valoración de áreas de conservación y reserva como bancos de biodiversidad. Otras opciones de ex-plotación sostenible incluyen los productos no made-rables del bosque tropical de enorme potencial econó-mico en productos farmacéuticos, cosméticos, resinas, pinturas, y toda la bio–industria. El manejo sostenible de la biodiversidad de la región Andes–Amazonia pre-senta muchos retos, y uno de los cuales casi nunca se discute es la necesidad de desarrollar un nuevo para-digma económico basado en el bosque tropical, para lo cual se requieren bio–tecnologías innovadoras apropia-das que agreguen valor al corazón del bosque.

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Será virtualmente imposible atender las necesidades básicas de los habitantes de la región Andes–Ama-zonia sin un esfuerzo masivo en investigación cien-tífica que conduzca a descubrimientos científicos en relación con los usos económicos de la biodiversi-dad, que propicie los desarrollos tecnológicos sub-secuentes que transformen tales descubrimientos en productos innovadores para los mercados regionales y globales. Una estrategia de conservación per se, aunque es crucial, no puede en sí misma garantizar el mantenimiento sostenible de los ecosistemas de la región Andes–Amazonia y dejaría a la región al garete una vez que los países desarrollados resuelvan el pro-blema tecnológico de su adicción a los combustibles fósiles.

acTores de financiación

El programa de investigación que se plantea en este trabajo deberá ser apoyado por las agencias públicas de ciencia y tecnología, así como por los Ministerios

de Ambiente de los países de la región. Asimismo, vemos indispensable que éste sea el marco científico del Tratado de Cooperación Amazónica, así como de la Comunidad Andina de Naciones. El Instituto Inte-ramericano para la Investigación del Cambio Global, IAI, deberá desempeñar un papel importante en la fi-nanciación de estas necesarias investigaciones.

AgrAdEcImIEntos

Los autores agradecen valiosas discusiones y comen-tarios a las versiones preliminares de este trabajo a los siguientes colegas: Carlos Llerena, Remigio Galarraga, John Gash, Lelys Bravo, Eduardo Palenque, Ernesto Guhl, José A. Lozano, Margarita Pacheco–Montes, Carlos Rodríguez, Sara E. Bennett, Eduardo Mariño, Antonio Nobre, Luiz Martinelli, Ulisses Confalonieri, Tercio Ambrizzi, Bernard Francou, Michael McClain, Yadvinder Malhi, Donald R. Nelson, Andrew Mitchell, Dr. Katherine Secoy, Roni Avissar, Carla Restrepo, Pe-ter Furey, Otto de Keizer y Walter Vergara.

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OrITO INgI ANDE, EjEmPLO ACTUAL DE LA rELACIóN sOCIEDAD–NATUrALEzAparques Nacionales Naturales de Colombia

rEsumEn

Con base en los fundamentos sociales, cultu-rales y biofísicos que enmarcaron la declara-toria del Santuario de Flora Orito Ingi Ande

como área protegida del sistema de Parques Naciona-les Naturales de Colombia y el alcance de las catego-rías globales que propone la UICN para diferenciar las áreas protegidas según sus objetivos de manejo, se reflexiona sobre la pertinencia que puede tener una relación estrecha sociedad–naturaleza dinamizada mediante el uso sostenible como estrategia de con-servación in situ de la biodiversidad y alternativa para generar beneficios en torno a los valores culturales y expectativas sociales y económicas de las comunida-des locales. Se analizan los objetivos de conservación del área recientemente declarada, de cara a la poten-cialidad que tiene como alternativa de manejo en el marco del sistema de Parques Nacionales Naturales, fundamentos necesarios de revisar frente a la expecta-tiva de diseñar y establecer una política de desarrollo sostenible en la Amazonia colombiana.

Palabras clave

Parques Nacionales Naturales, áreas protegidas, polí-tica ambiental, amazonia, cultura.

IntroduccIón

La amazonia colombiana es sin duda un espacio don-de confluyen diferentes visiones sobre conservación

de biodiversidad, desde aquellas orientadas a la pro-tección absoluta de los sistemas biológicos, hasta las más aventuradas que plantean esquemas de conser-vación basados en la utilización sostenible del patri-monio natural.

En la práctica, y sólo en la práctica, protección y uso se vislumbran para muchos en el escenario amazónico como conceptos antagónicos, aun a pesar de ser parte y complemento de la propia definición de conserva-ción de biodiversidad. bioprospección, elaboración de artesanías, acceso a recursos genéticos, cacería comercial, aprovechamiento de bosque natural, por una parte, y áreas protegidas, biocomercio, sistemas de producción tradicionales, por otra, parecieran avanzar en una dinámica adversa respecto al desa-rrollo regional amazónico. Importante recordar que las áreas protegidas no cumplen solamente funciones ecológicas, sino que son estratégicas en el marco de desarrollo social de una región o territorio y forman parte, junto con sus zonas de amortiguación, de siste-mas ecológicos, culturales y económicos más amplios (UICN, 1993; De Groot, 1994).

Inmerso en este contexto, más del 10% del territorio amazónico forma parte del sistema de Parques Na-cionales Naturales, cuyas áreas protegidas han sido asociadas nominalmente al concepto de protección, desconociendo que buena parte de ellas son espacios traslapados con resguardos indígenas y en general se localizan en territorios tradicionales y ancestrales de grupos étnicos reconocidos. Traslape con áreas de

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Parques Nacionales Naturales significa, entre otros temas, uso tradicional, subsistencia, aprovechamiento económico y protección de biodiversidad, visión que implica la necesidad absoluta de conciliar formas de manejo de la biodiversidad y desarrollo local y regio-nal. En otras palabras, la oportunidad de aplicar los principios del uso sostenible (CDB, 2004) y evitar así que se generen alteraciones drásticas del paisaje o se produzcan procesos de extinción irreversibles como producto de las prácticas tradicionales o convencio-nales que genera el desarrollo humano.

En este escenario, las prioridades de conservación in situ del país y la Amazonia se vislumbran más relacio-nadas con la protección de sistemas ecológicos po-bremente representados, estrechamente asociados al trasegar humano e implícitamente ligados a la utiliza-ción sostenible de la biodiversidad. La Amazonia debe ser un ejemplo de ello, porque allí es más fácil enten-der cómo confluyen las dimensiones básicas del enfo-que ecosistémico; lo socio–económico y lo biofísico (Unesco, 2000), elementos esenciales del desarrollo sostenible y pilares indiscutibles para desarrollar una propuesta de política ambiental para la región.

Sobre este panorama, cualquier política sobre desarro-llo amazónico no puede ser adversa a los alcances que tiene hoy en día la constitución de áreas protegidas y en general los preceptos de la conservación in situ en la región. El Santuario de Flora Orito Ingi Ande, área nú-mero 54 del Sistema de Parques Nacionales Naturales, es amazónico y constituye un reto en cuanto a los plan-teamientos sobre relaciones explícitas de conservación, sostenibilidad y uso tradicional, aspectos comunes para quienes día a día ven su trabajo en conservación, ligado al proyecto de vida de las comunidades locales, pero contradictorio para quienes aún persisten en hacer co-incidir forzosamente los conceptos de conservación y protección de biodiversidad.

Esta discusión no tiene como contexto el ámbito regional o nacional. Por el contrario, es de carácter global y por ello la Unión Internacional para la Con-servación de la Naturaleza, UICN, la promueve espe-cialmente al tenor de la redefinición de las categorías de áreas protegidas, en la que el alcance y pretexto de aquellas categorías asociadas al uso sostenible ha

implicado en los últimos años enriquecedoras discu-siones y definiciones.

En este marco, se pretende en este artículo reflexio-nar sobre la trascendencia de las áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales en el contexto amazó-nico, a la luz de las posibilidades que desde lo nacio-nal se vislumbran con ejemplos como la declaratoria de Orito Ingi Ande o las oportunidades que desde el contexto internacional pretende darse a este tipo de esfuerzos de conservación, todo ello como aporte a los planteamientos que tal vez deba incluir una Po-lítica de Desarrollo Sostenible en la Amazonia Co-lombiana, respecto a conservación de biodiversidad y desarrollo regional.

orIto, unA nuEvA árEA protEgIdA

Luego de muchos meses de discusiones y negociacio-nes con actores sociales e institucionales, a mediados de 2008 se declara el área número 54 del Sistema de Parques Nacionales Naturales. El Santuario de Flora Orito Ingi Ande implicó un esfuerzo importante no sólo en términos de los criterios biofísicos que sus-tentaban su constitución, sino especialmente por los alcances sociales y culturales que implicaba para el país, Parques Nacionales Naturales de Colombia y las etnias asociadas a la cultura del Yagé.

Los objetivos sobre los cuales se crea Orito, como co-múnmente se conoce a este santuario, implican un importante cambio en la visión de conservación que pueda tener un área del Sistema de Parques Naciona-les Naturales, cambio que en ocasiones anteriores se había vislumbrado, pero que definitivamente no había sido tan explicito (el Parque Nacional Natural Alto Fragua Indi Wasi es un ejemplo de ello).

Los objetivos del santuario son:

Contribuir con la permanencia de las plantas • de uso medicinal presentes en el arreglo natural existente en la confluencia del Orobioma Alto Andino, Andino, Subandino y Zonobioma Hú-medo Tropical Nariño Putumayo.

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Garantizar la permanencia de un espacio natu-• ral para el desarrollo e implementación de los usos, prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas propias de la cosmo-gonía y la medicina tradicional de los indígenas asociados a la cultura del Yagé (etnias kofán, ka-metsa, inga, siona y coreguaje), necesarios para su mantenimiento.

Aportar al mantenimiento de las relaciones eco-• lógicas entre los ecosistemas andinos y los ecosis-temas amazónicos.

Orito, en síntesis y desde la perspectiva de la conser-vación in situ, está destinado a impedir procesos de extinción local de especies de flora silvestre asociadas a prácticas culturales y a evitar transformaciones signi-ficativas sobre los ecosistemas donde perviven dichas prácticas. Por ejemplo, la declaración del Santuario de Flora Orito Ingi Ande tiene como referente los bio-mas que protege respecto a las unidades biogeográfi-cas descritas por Hernández et al. (1992). Pertenecen estos biomas a la Provincia Biogeográfica Norandina y a los Distritos Bosque Andino Nariño Oriental y Sel-vas Nubladas Orientales Caquetá–Cauca–Putumayo (Latorre y Corzo, 2006) (Figura 1).

fIguRA 1. dISTRITOS (A) y BIOMAS (B) quE COBIJA EL SANTuARIO dE fLORA ORITO INgI ANdE SEgúN CLASIfICACIóN pROpuESTA pOR HERNáNdEZ ET AL. 1992.

A B

fuente: parques Nacionales Naturales, 2007.

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Implica esta declaratoria una mayor representatividad para el Orobioma Higrofítico Subandino al incorporar 9.861.59 hectáreas más a las 613.018 existentes en el Sistema de Parques Nacionales Naturales y del Zonobio-ma Higrofítico Tropical del cual se incorporan 739.86 hectáreas adicionales. Importante anotar que si bien los biomas incluidos posibilitan conservar sitios redundan-tes respecto al sistema, éstos se caracterizan por ser zo-nas de transición entre las regiones Andina y Amazónica, con elementos de biodiversidad dispuestos en forma ca-racterística y particular, aspecto estratégico a la hora de planificar y diseñar un sistema de áreas protegidas.

Por otro lado, el santuario se constituye en una oportunidad para proteger y recuperar especies con alta vulnerabilidad (endémicas o de distribución res-tringida) y consideradas en riesgo de extinción. La Figura 2 muestra la relación en el número de espe-cies que han sido reportadas para el área y que se encuentran en alguna de las categorías de amenaza global (UICN y CITES), nacional (Libros Rojos de Colombia) o local, en este último caso el ejercicio realizado para Paullinia yoco, una de las plantas medi-cinales más importante encontradas en el área pro-tegida (Zuluaga, 2004).

figUra 2. NúMERO dE ESpECIES REpORTAdAS pARA EL SANTuARIO dE fLORA ORITO INgI ANdE EN CATEgORíAS dE RIESgO dE ExTINCIóN A NIVEL gLOBAL (CITES y uICN), NACIONAL (LIBROS

ROJOS) O EN RIESgO LOCAL.

ApENdICE I EN pELIgRO EN pELIgRO

LIBROS ROJOSuICNCITES

EN pELIgRO

RIESgO LOCAL

ApENdICE II VuLNERABLE VuLNERABLE

25

20

15

10

5

0

fuente: parques Nacionales Naturales, 2007.

Hasta acá, algunas reflexiones cotidianas sobre con-servación. Sin embargo, más allá de lo clásico, existe un dinamizador estructurante en el esquema bajo el cual han sido planteados los objetivos del Santuario Orito; la posibilidad de utilizar de forma sostenible la biodiversidad, en este caso un uso tradicional aso-ciado a la medicina que practican las etnias asociadas a la cultura del Yagé. Podría además decirse, por las connotaciones comerciales que ha tendido el Yagé, que Orito, además de ser la base de una práctica tra-dicional, podría configurarse como el pilar adecuado en el proceso de expansión que esta práctica cultural ha tenido en zonas rurales y centros poblados del país.

Una aclaración, a diferencia de muchas áreas en la Ama-zonia, Orito no se traslapa, es decir, no existe un res-guardo indígena que se sobreponga al polígono que fue estipulado para el área protegida. Dicho de otra forma, quien “gobierna” y es autoridad en Orito es solamente Parques Nacionales Naturales (Figura 3). Sin embar-go, con estos objetivos, ¿podrá Parques “gobernar” sin acompañamiento alguno el Santuario? La respuesta está en los objetivos y en la propia Resolución de De-claratoria, en la que se exhorta a la entidad a establecer acuerdos de manejo con las autoridades tradicionales de la cultura del Yagé en el caso de las áreas traslapadas por una obligación de ley, en este caso una necesidad propia del manejo de un territorio.

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figUra 3. RESguARdOS INdígENAS EN EL puTuMAyO.

expresión que algunos eruditos utilizaron cuando se conoció la noticia de su declaratoria. Pareciera evi-dentemente novedoso desde la percepción básica de conservación in situ, mas no tanto desde la perspec-tiva del uso sostenible y mucho menos desde la visión indígena.

Novedosas algunas de las contradicciones de manejo que plantea esta área, necesarias de ver como poten-cialidades u oportunidades mediante las cuales podría ajustarse una nueva argumentación técnica y un nuevo marco normativo para las áreas protegidas. Así, por ejemplo, Orito:

Se asocia al esquema proteccionista que ha im-• plementado el país para conservar su patrimonio natural. Sin embargo, sus objetivos están orienta-dos a lograr mantener una práctica cultural aso-ciada al uso de la biodiversidad.

Su manejo está estrechamente asociado a las prác-• ticas culturales de un grupo étnico legalmente re-conocido. No obstante, no es un área que requiera establecer un régimen especial de manejo, pues no se traslapa con resguardo indígena alguno.

fuente: IgAC–MdI, 2004 en parques Nacionales Naturales, 2007.

También es importante anotar que al inicio Orito iba a ser más de las diez mil hectáreas que fueron de-claradas, era un área protegida que iba a incluir mu-cho más territorio, iba, en términos de lo biológico, a proteger más biodiversidad. Sin embargo, la discu-sión con los grupos étnicos implicó que Orito no se traslapara con zonas de resguardo, ni siquiera con las que en ese momento eran solamente pretensiones de territorios propios de los indígenas. Orito, por esta razón, tal vez no tiene el mejor de los diseños y las expectativas sobre conservación–protección fueron de pronto diezmadas frente al alcance inicial. Todo porque Orito está inmerso en un concepto de terri-torio amplio, más allá de lo técnico, cimentado tal vez en la realidad de quienes viven y perviven la cotidia-nidad de lo rural y, coincidencia o no, fundamentado en el concepto amplio de conservación (protección, uso y restauración de la biodiversidad). Por eso, Orito no solamente debe ser un referente para lo indígena, también para los negros y para el mundo campesino y todo aquel que vive y depende de un espacio natural protegido.

Orito es entonces un área protegida que podría gene-rar contradicciones para muchos. “Novedoso” fue la

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Han sido propuestos objetivos de conservación li-• gados a una práctica tradicional de un grupo étnico reconocido. Aun sin ser considerado una obliga-ción, es inadmisible técnicamente que se busquen derroteros para su manejo sin el concurso de las autoridades tradicionales y públicas indígenas.

Sin duda, Orito es importante porque protege espe-cies de fauna y flora silvestre, aumenta la represen-tatividad de ecosistemas característicos de la zona de transición entre lo andino y lo amazónico. Pero, de-finitivamente, los objetivos planteados para esta área protegida van más allá de la importancia biológica y, aunque parezca que éstos no se asocian totalmente a los paradigmas de la conservación in situ en Colom-bia, son referentes importantes al momento de pen-sar en conservación y áreas protegidas, porque vis-lumbran la posibilidad de usar directamente un nivel de biodiversidad (por niveles de biodiversidad se reconocen esencialmente los paisajes, ecosistemas, especies y recursos genéticos), sin producir cam-

bios significativos en sus atributos ecológicos básicos (composición, estructura y función) y estableciendo la posibilidad de generar beneficios sociales y eco-nómicos pragmáticos, en este caso, y al menos por ahora, asociados a mantener una práctica cultural de un grupo étnico.

lAs cAtEgoríAs dE lA uIcn

Hablar de áreas protegidas es tener como referen-cia las categorías de la Unión internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, que permiten entender el alcance que pueden tener dichas áreas, como parte del ordenamiento ambiental territorial. Las categorías permiten diferenciar las áreas protegi-das según sus objetivos de manejo y las características de sus recursos, las actividades permitidas y prohi-bidas en ellas y la mezcla y peso relativo del paquete de bienes y servicios que producen para la sociedad (UICN, 1994).

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La Tabla 1 resume la propuesta de categorías, las cuales, de forma general, presentan una gradualidad

evidente respecto a la posibilidad de manejo de los diferentes niveles de biodiversidad.

TABLA 1. CATEgORíAS dE áREAS pROTEgIdAS pROpuESTAS pOR uICN.

Categoría Nombre Definición

Ia

Reserva natural estricta: área protegida princi-palmente para la ciencia.

Área de tierra o mar que posee representantes excepcionales en ecosistemas geológicos o fisiológicos con cualidades o de especies, disponible primariamente para investigación científica o monitoreo ambiental.

Ib

Área silvestre: área protegida principalmente para la protección de áreas silvestres.

Grandes áreas de tierra o mar o tierras ligeramente modificadas, que mantienen su carácter e influencia sin significante o permanente invasión, la cual es protegida y manejada para preservar su condición natural.

II

Parque nacional: área protegida manejada prin-cipalmente para la protección de ecosistemas y para la recreación.

Áreas naturales de tierra o mar designadas para a. proteger la integri-dad ecológica de uno o más ecosistemas para las generaciones pre-sentes y futuras, b. excluir la explotación y ocupación adversa para los propósitos de designación del área y c. proveer base para varias oportunidades espirituales, científicas, educacionales, recreacionales de sus visitantes, todas las áreas que son compatibles con el medio ambiente y la cultura.

III

Monumento natural: área protegida manejada principalmente para la conservación de cuali-dades naturales especificas.

Área que contiene una o más cualidades especificas naturales o natu-rales–culturales, la cual es de excelente y valor representativo único por su rareza inherente o cualidades estéticas o significado cultural.

IV

Áreas de manejo de hábitats–especies: área pro-tegida manejada principalmente para la conser-vación mediante manejo intervenido.

Área de tierra o mar sujeta a intervención activa con propósitos de manejo que puedan asegurar el mantenimiento de hábitats o para cumplir los requerimientos de especies específicas.

V

Paisaje terrestre–marino protegido: área prote-gida manejada principalmente para la conser-vación de paisajes terrestres–marinos y para la recreación.

Área de tierra, con costa o mar apropiados, donde la interacción de gente y naturaleza con el tiempo ha producido un área de distinto carácter con valores estéticos, ecológicos o culturales y a menudo con alta biodiversidad biológica. Salvaguardar la integridad de esta interacción tradicional es vital para la protección, mantenimiento y evolución de esta área.

VI

Área protegida para el manejo de recursos: área protegida manejada principalmente para el uso sostenible de ecosistemas naturales.

Área que contiene principalmente sistemas naturales que no han sido modificados, son manejados para asegurar la protección a largo plazo y el mantenimiento de la biodiversidad biológica mientras que provee al mismo tiempo el sostenimiento del flujo de productos na-turales y servicios que sirven a las necesidades comunales.

fuente: uICN, 1994.

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Las primeras categorías son indicativas de acciones muy cercanas a la protección absoluta y, por el contrario, aquellas del final de la tabla están asociadas a esquemas de manejo más acordes con la utilización de la biodiver-sidad, seguramente bajo esquemas sostenibles.

Para los sistemas nacionales de áreas protegidas, se ha tomado como referencia la clasificación de UICN y las áreas de Parques Nacionales Naturales de Colom-bia no han sido ajenas a esta tarea técnica. Los santua-rios, la categoría que ha sido dispuesta para declarar Orito como área protegida, han sido normalmente asociados con la categoría III de UICN “monumento natural” (Biocolombia, 1999; Ponce de León, 2005). Esta asociación implica una evidencia clara respecto a poseer el área protegida “cualidades especificas natu-rales o naturales–culturales […]”.

En el caso de Orito, la asociación es evidente frente a los valores naturales y culturales que se advierten al revisar sus objetivos y relacionarlos con la cultura del

Yagé. Sin embargo, la categoría III no evidencia las oportunidades del manejo y Orito no solamente las hace explícitas en sus objetivos, sino que las requiere para su adecuado funcionamiento. Por ello, tal vez en este caso, el Santuario no sólo debe ser relacionado con la categoría III, sino también con otras categorías en las cuales la relación sociedad naturaleza es más evidente (Categoría V) o en las que los preceptos de manejo son explícitos (Categoría VI).

Esta aseveración no pretende indicar que hay una equivocación en la categoría escogida. Sucede que en el sistema de Parques Nacionales Naturales de Co-lombia no existe claramente una categoría que evi-dencie una relación tan estrecha entre manejo, uso y protección. Se incorpora esta relación solamente cuando existe traslape, y recordemos que Orito no es un área traslapada.

Entonces, Orito es un área de categoría V o VI de la UICN, pero enmarcada en una categoría nacio-

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nal asociada a la categoría III. Difícil entender esta situación, excepción hecha si se acepta que el siste-ma de categorías de Parques Nacionales Naturales de Colombia debe modificarse frente a las necesidades y alcances que deben tener las áreas protegidas lo que evidencia frente a la clasificación global que hoy en día aceptamos como referencia.

pErspEctIvAs

Las perspectivas de Orito frente a su manejo y la for-ma como va a operar esta área protegida son un reto al considerar la participación activa de las autoridades políticas y tradicionales de grupos étnicos reconocidos. Así, por ejemplo, la planeación del manejo en el área deberá concertar cada acción que se realice en favor de lograr los objetivos de conservación, algo complejo para muchos, pero definitivamente adecuado si se tra-ta de integrar cultura y naturaleza en los propósitos de conservación de biodiversidad. La propia Resolución de Declaratoria sugiere que los ejercicios de planeación deben “[…] tener en cuenta los usos y costumbres de las comunidades que sean compatibles con los objeti-vos de conservación del área”, aspecto que determi-na un manejo compartido, más aún cuando el mismo acto administrativo indica que “[…] se garantizará a los pueblos indígenas su derecho a participar en la uti-lización. Administración y conservación de los recursos naturales existentes en el área delimitada”.

Orito es, sin duda, un ejemplo de las posibilidades de manejo que posee un área protegida, del dinamis-mo del concepto de conservación frente al desarrollo local o regional y de la necesidad de establecer visio-nes amplias y enfoques integradores y ecosistémicos cuando se trate de emprender acciones específicas de conservación de biodiversidad y protección de cultura material e inmaterial. Ejemplos como este demues-tran que las áreas protegidas pueden ser pilares fun-damentales del desarrollo sostenible de una región, si se entienden como herramientas dinámicas de la con-servación in situ, encaminadas a proteger, recuperar y usar sosteniblemente la biodiversidad.

En este sentido, es necesario que los derroteros de po-lítica ambiental relacionados con áreas protegidas con-

templen aspectos sobre los cuales se ha basado la de-claratoria y elmanejo de áreas protegidas como Orito, pudiendo aprovechar así cada lección aprendida y pro-poniendo las mejores oportunidades y beneficios que se puedan generar en torno al ordenamiento ambiental territorial. Experiencias como la declaratoria de Orito y seguramente cada área protegida en la Amazonia, son referentes únicos y novedosos para los planteamientos sobre conservación que puedan realizarse en torno a una política ambiental regional que posibilitan enten-der el alcance que este concepto debe tener en torno al desarrollo, a la dinámica inevitable de una cultura ancestral o al cambio inevitable de las estructuras eco-lógicas que caracterizan un paisaje natural.

Cualquier proyecto político sobre desarrollo sosteni-ble en la amazonia debe tener en cuenta los avances y resultados en torno a la conservación in situ, a las áreas protegidas existentes y a los vacíos de conser-vación identificados. Estos planteamientos, inclusive para las áreas protegidas asociadas a nivel nacional, incluidas aquellas del Sistema de Parques Nacionales Naturales, no pueden definirse sin contemplar los principios que se proponen respecto al uso sostenible de la biodiversidad, debiendo existir un complemen-to adecuado entre uso y protección, esbozado desde los aprendizajes científicos y técnicos, pero también a partir de la visión de los grupos étnicos y demás acto-res sociales de la región.

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ORITO INgI ANdE, EJEMpLO ACTuAL dE LA RELACIóN SOCIEdAd–NATuRALEZA

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El Sistema de Parques Nacionales Naturales es una oportunidad para el desarrollo en la Amazonia, el ele-mento espacial vital para el ordenamiento ambiental del territorio, el complemento ideal para el desarrollo cultural regional y el legado de vida para las genera-ciones futuras.

AgrAdEcImIEntos

La declaratoria del Santuario de Flora Orito Ingi Ande se caracterizó por la intervención de un sinnúmero de personas, organizaciones e instituciones que enrique-cieron la discusión frente a los temas de conservación. Refleja además el interés y la experiencia de diferentes

especialistas y sabedores comprometidos en la conser-vación de áreas protegidas en el país y en especial con el trabajo en Parques Nacionales Naturales de Colombia.

Escritos, planteamientos adversos, conversaciones, discusiones, fueron y aún siguen siendo innumera-bles en torno a este proceso. Imposible correspon-der y agradecer debidamente tantas enseñanzas, pero necesario al menos reconocer la importancia que ha tenido cada uno de los aportes y contribuciones rea-lizados para sacar adelante esta nueva área protegida, así como para propiciar la discusión y reflexión sobre temas trascendentales para la construcción continua del Sistema de Parques Nacionales Naturales.

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rEfErEncIAs bIblIográfIcAs

bIocolombIA. Criterios para la Declaratoria de Áreas Naturales Protegi-das de Carácter Regional y Municipal. Bogotá: Fundación para la Conservación del Patrimonio Natural, Biocolombia. Mi-nisterio del Medio Ambiente–Unidad Administrativa Es-pecial del Sistema de Parques Nacionales Naturales. 1996. 80 p.

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“HACErLO AmANECEr”: UNA ExPErIENCIA PArTICIPATIvA EN LA CONsTrUCCIóN DE PrOCEsOs DE ETNODEsArrOLLO CON PUEBLOs INDígENAs EN LA AmAzONIA COLOmBIANA

Luis Eduardo Acosta M.1, Oscar Iván garcía R.2, delio Mendoza H.3

1 Economista MCs. Investigador Principal. Coordinador Sede Leticia. Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi. [email protected]. Grupo de investiga-ción “Valoración del conocimiento tradicional”.

2 Investigador. Antropólogo e Ingeniero Catastral. [email protected]. Grupo de investigación “Valoración del conocimiento tradicional”.

3 Investigador indígena. Estación de Trabajo de Araracuara. Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi. [email protected]. Grupo de investigación “Valoración del conocimiento tradicional”.

rEsumEn

El conocimiento local y el diálogo de saberes viene siendo un propósito de trabajo tanto de pueblos indígenas como de diferentes institu-

ciones gubernamentales y varias ONG presentes en la Amazonia colombiana. En ese sentido, se han venido desarrollando una serie de aproximaciones para for-talecer los procesos de concertación con los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana. En particular, el proceso adelantado por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi, se ha dirigido a lo-grar la construcción de una relación de confianza, que permita la identificación de temáticas, líneas de inves-tigación y transferencia de tecnología, a desarrollar de manera conjunta con las comunidades indígenas en la región. Junto a eso se ha querido proponer acciones institucionales que permitan a esta y otras entidades, la adopción de una estrategia para la concertación e implementación de proyectos o programas adecuados a las necesidades de estas poblaciones locales.

El resultado del proceso de concertación enunciado, permite hoy contar con un conjunto de temáticas

de investigación y transferencia de tecnología pro-puestas por los pueblos indígenas Andoke, Uitoto, Muiname, Nonuya de Araracuara (medio Caquetá) y Uitoto, Bora, Ocaina y Muninane de La Chorrera (Amazonas); Ticuna, Cocama, Yagua, del Trapecio. Las temáticas identificadas corresponden a: valo-ración y protección del conocimiento tradicional; generación de alternativas económicas; seguridad alimentaria; zonificación ecológica y cultural del te-rritorio; identidad indígena.

El propósito de este artículo es dar a conocer el pro-ceso de diálogo y concertación que se adelantó entre los años 2004 y 2007, con las autoridades tradiciona-les y organizaciones indígenas, instituciones del orden gubernamental y no gubernamental, en los departa-mentos de Amazonas y Caquetá.

Palabras claves

Conocimiento tradicional, diálogo de saberes, políticas institucionales, ejes estratégicos de investigación, ejes estratégicos de transferencia de tecnologías, pueblos indígenas, Amazonia colombiana.

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“HACERLO AMANECER”: uNA ExpERIENCIA pARTICIpATIVA EN LA CONSTRuCCIóN dE pROCESOS dE ETNOdESARROLLO CON puEBLOS INdígENAS EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

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IntroduccIón

En la última década se ha producido una creciente toma de conciencia de la difícil situación de los pue-blos indígenas y la necesidad de elaborar estrategias de desarrollo específicas que tengan como elementos centrales el empoderamiento individual y colectivo y el aumento de la calidad y cantidad de participación

en las decisiones sobre su futuro. A los pueblos indí-genas y otras culturas afines se les reconoce una im-portancia, porque guardan afinidad con las premisas de la posmodernidad (Macionis y Plummer, 1999) y su creciente identidad y de los derechos de los pue-blos indígenas en América Latina (OIT, 1998). De otro lado, se resalta una nueva ética de manejo y uso de los recursos naturales y el aporte desde el cono-cimiento tradicional a la sociedad del conocimiento (Simonian, 2003). Se destaca la complementariedad entre las prácticas médicas tradicionales, con la me-dicina occidental, reproducir los procesos de la natu-raleza y transferencia a los estilos de vida occidental (Follér, 2002).

Es relevante la preocupación por la preservación de áreas de alta biodiversidad y teniendo en cuenta que en ellas habitan poblaciones mayoritariamente indí-genas, cuyas formas de organización social, cultural y política difieren de las formas de organización oc-cidentales, se han intentado plantear estrategias para concertar lo que se considera como el camino del de-sarrollo y la visión indígena del mismo, a partir de fusionar, en un “diálogo intercultural”, economía de mercado y manejo ambiental convencional con eco-nomía y manejo ambiental indígenas.

Todas estas acciones son resultado de una nueva ver-sión del concepto de Desarrollo: el etnodesarrollo. Entendido este como “el ejercicio propio y capaz de un pueblo para construir su futuro, haciendo uso de su experiencia histórica y de los recursos de su cul-tura, y de acuerdo a un proyecto que se defina según sus valores y anhelos” (Batalla, 1981). Organizaciones supranacionales como las Naciones Unidas (ONU), organizaciones no gubernamentales (ONG) así como acciones al interior de los Estados nación, han ini-ciado una carrera por la construcción de una “nueva versión” del desarrollo. No obstante, la construcción de esta relación exige además de voluntad política un trabajo serio y decidido en aspectos como la autono-mía de los pueblos, los derechos políticos y la pro-tección del conocimiento y prácticas tradicionales de estos pueblos indígenas.

Este artículo tiene por objeto mostrar una propuesta institucional en construcción para la identificación y

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gestión de proyectos de etnodesarrollo, en el contex-to de una política de trabajo y de participación de los pueblos indígenas. En ella se muestran los resultados de los avances del trabajo conjunto entre el Institu-to Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), algunas ONG, así como de algunas asociaciones de autoridades tradicionales indígenas de los departa-mentos de Amazonas y Caquetá durante los últimos cuatro años.

contEXto AmAzonIA colombIAnA

La Amazonia Colombiana se caracteriza por con-tar con la presencia de una población multiétnica y pluricultural, que llega a 112.317 habitantes, con una participación del 0,26% del total de la población nacional (Dane, 2005). Los departamentos de Ama-zonas, Guainía y Vaupés no solo conservan la mayor pluriculturidad étnica, sino también el mayor número de población indígena (60%). En lo relativo a la Ama-

zonia colombiana, es importante resaltar cómo en un espacio geográfico tan “reducido”, en comparación con las otras amazonias de los Estados Nacionales que comparten la gran Amazonia, con tan solo el 5,71% del total y con un área de 477.374 km2, que aproxi-madamente corresponde al 41,80% del territorio continental de Colombia (Gutiérrez, Acosta y Salazar, 2004), alberga un crisol de culturas de orígenes pre-colombinos, el cual asciende a 62 pueblos indígenas con diferentes demografías que constituyen el 71% respecto del total de pueblos indígenas a nivel nacio-nal (Dane, 2005).

Se resalta la existencia de una mayor participación de las organizaciones indígenas y de la sociedad civil en la gestión territorial dentro de la figura del resguardo –predominando en la forma colectiva de tenencia de la tierra–. En los departamentos con territorios indíge-nas ancestrales (Amazonas, Guainía, Vaupés y Vichada) existe el 45,3% del número total de resguardos en la región, pero constituyen el 89,1% del total del área en esa figura legal en la Amazonia colombiana, con la par-

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ticularidad de que albergan el 65,4% de la población (Arango y Sánchez, 2004). El sistema básico de pro-ducción del hombre indígena amazónico es la chagra. Se encuentra en estrecha correlación con las actividades de recolección de frutos de la selva, la cacería, la pesca y la transformación, para garantizar la autosuficiencia alimentaria y la provisión de ingresos. Este es un siste-ma abierto y complejo que ostenta una representación de abundancia y respeto que garantiza la permanencia de un grupo e implica un amplio concepto sociocultu-ral sobre manejo del territorio con cualidades mágico-religiosas regidas por la cosmovisión de cada pueblo (Rodríguez y Van der Hammen, 1990).

contEXto rEgIonAl E InvEstIgAcIón

En la Amazonia colombiana, en relación con la obten-ción del conocimiento de la región y los asentamientos humanos, se cuenta con dos procesos importantes: i) las investigaciones adelantadas por las universidades Nacional de Colombia, Andes, el Instituto Sinchi, el Instituto Colombiano de Antropología (ICANH) y algunas ONG como las fundaciones Etnollano, Gaia, Tropenbos y Puerto Rastrojo, con diferentes tipos de trabajos en los campos de la biología, antropología, economía, educación, lingüística, sociología, entre otros; ii) las acciones tendientes al desarrollo por par-te de entidades del Estado y ONG. La Corporación Araracuara (COA) ha sido una de las entidades con trayectoria en trabajos en la Amazonia colombiana entre los años 1977 y 1990. Impulsó diferentes tipos de procesos que combinaban un interés investigati-vo aplicado y los proyectos de desarrollo comunita-rio, extensión y asistencia técnica rural. Su trabajo se centró en temas como tecnologías agropecuarias, etnobotánica, sistemas de producción y procesos de colonización (Acosta y Mendoza, 2006).

En los territorios indígenas de los departamentos de Guainía, Vaupés y Amazonas, en donde predominan sistemas tradicionales de agricultura migratoria, exis-ten estudios de carácter puntual que hacen énfasis en los aspectos tecnológicos, sociales, económicos y cul-turales del proceso productivo, como los desarrolla-dos por Correa (1990), Vélez y Vélez (1991, 1992),

Van der Hammem (1992), Von Hildebrand y Walsh-burger (1988). Andrade (1992) estableció las bases generales para el estudio y diagnóstico preliminar de los sistemas de producción en la Amazonia colombia-na (Pineda, 1998).

conocImIEnto trAdIcIonAl IndígEnA

El contacto con los pueblos indígenas de América La-tina ha pasado de ser una circunstancia notablemente trágica para convertirse en un escenario con posibili-dades para la diversidad y el respeto. Luego de innu-merables reclamos por parte de los mismos pueblos ha sido posible el reconocimiento de sus derechos en el plano nacional e internacional. Producto de ello es la reciente “Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas” a finales de 2007, donde se reconoce, entre otras cosas, el derecho a la manutención, el control, la protección y el desarrollo del patrimonio cultural de los pueblos indígenas así como sus conocimientos tradicionales (ONU, 2007).

El conocimiento indígena se ha forjado con el tiempo en prácticas de domesticación y adaptación de espe-cies, perpetuándose por medio de la tradición oral. Así, lugares como las malocas y “mambeaderos” son espacios para adquirir e impartir conocimientos que permiten la buena interrelación hombre-naturaleza, en busca de la perpetuidad mutua. Ha logrado esta-blecer también una relación con todos los componen-tes de la naturaleza, en un plano donde los elementos físicos y sus conocimientos asociados forman una sola unidad indisoluble, estableciendo criterios para el uso y control de los recursos ofrecidos por la misma (Rei-chel, 1987; Van der Hammen, 1992).

AvAncEs dE lA InvEstIgAcIón dEl InstItuto sInchI con puEblos IndígEnAs

A partir de 1996 se inicia un trabajo de investigación sistemático con comunidades indígenas en la Amazonia colombiana. En ese proceso, se caracterizaron los sis-

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temas de producción pluralistas de las etnias indígenas localizadas en los resguardos Ticuna, Cocama y Yagua de Puerto Nariño-Aticoya (Acosta, 2001). Dicho tra-bajo muestra las características socioeconómicas de los sistemas de producción, efectúa un análisis comparati-vo entre dos asentamientos indígenas ubicados en con-diciones ambientales diferenciadas, para discutir las es-trategias estructuradas en los sistemas de producción.

Entre 2001 y 2003, los resultados obtenidos en la ca-racterización de los sistemas de producción, permitió constatar la existencia de un uso y manejo de bioma-sas de yuca (Manihot esculenta Grantz), con la cual se obtienen más de diez tipos de alimentos básicos de su patrón alimentario. La sistematización de la prácticas de conservación de dichas biomasas en la várzea del río Amazonas, realizada por los indígenas Ticuna (sur del trapecio Amazónico) ( Pronatta, Instituto Sinchi, ICBF, Agencia Amazonas), estableció la existencia de un proceso de enterramiento y desenterramiento de biomasas de yuca, las cuales posteriormente son pro-cesadas mediante una deshidratación en un producto granulado denominado “fariña”, tanto de uso fami-liar como demandado a nivel local por los habitantes amazonenses. La investigación se propuso revalorizar culturalmente (uso y manejo) los enterramientos de biomasas de yuca, como una tecnología limpia de bajo costo y de amplia utilización social, de conservación de alimentos y de obtención de ingresos en términos sostenibles.

Paralelamente entre 2000 y 2001, el Instituto Sinchi efectuó una caracterización social, económica y cultu-ral de los asentamientos humanos en el departamento del Amazonas (Salazar y Acosta, 2001). También iden-tificó los factores determinantes del proceso de ocu-pación, diferencias y similitudes de las condiciones de vida, vinculación con la estructura económica preva-leciente. En el año 2003, el Instituto Sinchi abordó la temática de los Perfiles urbanos en la Amazonia colom-biana: un enfoque para el desarrollo sostenible (Gutiérrez, Acosta y Salazar, 2004), donde se muestra la dinámica de la construcción social del territorio y la consoli-dación del anillo de poblamiento, referenciando los impactos de la expansión urbana sobre el ecosistema amazónico, los territorios, sistemas productivos y pa-trones culturales, de los pueblos indígenas.

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construccIón dE unA polítIcA InstItucIonAl dE trAbAjo con puEblos IndígEnAs

El Instituto Sinchi, a través de su trabajo en la Ama-zonia colombiana, ha explorado diferentes ámbitos de investigación y transferencia de tecnología con so-ciedades indígenas y no indígenas. Se ha propuesto fortalecer y proteger el conocimiento de las socieda-des indígenas que viven en dichos espacios, dado que han aprendido a administrar el entorno de manera sostenible. Desde 2004, el Instituto Sinchi se pro-puso construir una política institucional con pueblos indígenas (Acosta y Mendoza, 2006) cuyos propósi-tos permitirán a futuro: i) establecer los ámbitos y las estrategias necesarios para impulsar el desarrollo y arraigo de la misión institucional, en relación con la cuestión de los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana y en el contexto de la Panamazonia; ii) promover y lograr un etnodesarrollo humano y sos-

tenible, de acuerdo con las especificidades del entor-no amazónico y considerando el rol que cumplen las sociedades tradicionales dada a su mayor vinculación con las sociedades nacionales.

En esa dirección, se han adelantado procesos de con-sulta entre los años 2004 y 2006 por la misma insti-tución, para la identificación de temáticas, líneas de investigación y de transferencia de tecnología (Acosta y Mendoza, 2006), que proyectan la acción institucio-nal con los pueblos indígenas. Los resultados obtenidos por el proceso de concertación adelantado, con el pro-pósito de consolidar el acercamiento respetuoso a las comunidades indígenas, a través de implementar pro-yectos o procesos de acuerdo a las necesidades locales, se muestran a partir de cinco temáticas de investigación y transferencia de tecnología propuestas por los pue-blos indígenas Andoke, Uitoto, Muiname, Nonuya de Araracuara (medio Caquetá); Uitoto, Bora, Ocaina y Muninane de La Chorrera (Amazonas), y Ticuna, Co-cama y Yagua, del trapecio Amazónico (tabla 1).

Tabla 1. EJES ESTRATÉgICOS dE INVESTIgACIóN y TRANSfERENCIA dE TECNOLOgíA pROpuESTOS pOR LOS puEBLOS INdígENAS dE LA REgIóN AMAZóNICA COLOMBIANA

TEMÁTICA DIMENSIÓNValoración y protección del conocimiento tradicional

Está encaminado a la generación de procesos que contribuyan a la consolidación, fortalecimiento, recupe-ración, valoración y protección de los conocimientos tradicionales asociados o no a la biodiversidad, como eje fundamental de la existencia física y cultural de los pueblos indígenas de la región.

Generación de alternativas económicas

Actividades productivas que permitan a las comunidades indígenas acceso un ingreso económico dirigido a solventar sus necesidades básicas, sin impactar de forma drástica su modo de vida tradicional ni su en-torno. Se consideran los productos propios de la región con potencialidad económica. Esos procesos se deben enlazar en cadenas productivas, para establecer los canales de comercialización; principal cuello de botella de los productos generados en la región amazónica.

Seguridad alimentaria Se dirige a proporcionar y garantizar el suministro nutricional en las comunidades indígenas, teniendo como base las especies, productos y tecnologías propias de las mismas comunidades. Se debe tener como base para dinamizar estos procesos, la fase de cultivos agrícolas (ciclo de las “chagras”), su transforma-ción, asociados a la recolección de frutos de la selva, la cacería, la pesca, como un sistema de producción pluralista primordial.

Zonificación ecológica y cultural del territorio

Pretende contribuir en los procesos de ordenamiento ambiental del territorio, en el sentido de que es ne-cesaria la organización técnica de la información y de los datos para su uso inmediato, como herramienta para la gestión y toma de decisiones sobre procesos que tengan que ver con el territorio.

Identidad Indígena Identidad cultural indígena y situación de las condiciones de vida. Pautas para la construcción de un plan de vida de las etnias indígenas localizadas en áreas urbanas.

fuente: Acosta, L.E., Mendoza, d., 2006.

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dImEnsIonEs dE unA mEtodologíA quE AfIAncE lA polítIcA InstItucIonAl dE trAbAjo con puEblos IndígEnAs

La metodología operativa para abordar la cuestión in-dígena amazónica, por parte del Instituto Sinchi se cir-cunscribe en los conceptos y principios afines con los tratados y convenios internacionales como el Convenio de Biodiversidad Biológica (artículo 8j), la Agenda 21, el Protocolo de Kyoto y el Convenio Ramsar. Lo re-ferente al derecho internacional indígena, circunscrito a los postulados de la Comisión Permanente de Pue-blos Indígenas de las Naciones Unidas; la Declaración Americana sobre los derechos de los pueblos indígenas (OEA), y la Agenda Indígena Amazónica “Volviendo a la maloca” de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).

El eje central a nivel nacional de la estrategia meto-dológica asume el reconocimiento de la importancia de los pueblos indígenas amazónicos en la región; res-peto y protección de los sistemas de conocimientos tradicionales; el carácter holístico del conocimiento tradicional; base en la construcción del desarrollo sostenible de la región; la relación entre diversidad cultural, diversidad biológica, conservación y terri-torios indígenas; práctica de procesos previos y ade-cuados de concertación. Igualmente, ha apoyado los procesos gestados al interior de los pueblos indígenas, teniendo en cuenta las demandas generadas por los planes de vida y de desarrollo, y ha generado el diálo-go y la concertación con los pueblos indígenas a través del consentimiento previo informado, como figura jurídica para reglamentar el acceso a conocimientos tradicionales y la distribución equitativa de beneficios de los productos que puedan surgir de los procesos de investigación.

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dIálogo dE sAbErEs con lA “gEntE dE cEntro”: puEblos IndígEnAs dEl cAquEtá y AmAzonAs

El término “gente de centro” con el que se autodeno-minan varios de los grupos indígenas de la Amazonia nororiental se deriva de la cosmología de estos grupos étnicos. En ella el mundo se divide en varios submun-dos ubicados uno sobre otro y definidos cada uno para sus héroes míticos (Preuss, 1994). En el centro de esta sobreposición de mundos se encuentra el sub-mundo en el que habita la gente. Los demás mundos son destinados a otras entidades de orden espiritual con las cuales establecen una relación de orden social y ritual.

Esta descripción se deriva del cuerpo simbólico con-signado en los mitos de varios de los pueblos de la región del nororiente amazónico. Esta mitología es compartida por algunos grupos étnicos como los an-doque, Miraña, Uitoto, Muinane y Yukuna (Karadi-mas, 2005) así como los Bora, Okaina, Nonuya, entre otros. Las comunidades indígenas, autodenominadas como “Gente de centro: hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce”, de acuerdo a su origen cultural, aún con-servan gran parte de sus prácticas y creencias propias (Landaburu y Pineda, 1984). En este sustrato sim-bólico se establece que una de las funciones de estos indígenas, en tanto “gente” perteneciente a un terri-torio, es velar por el manejo apropiado que se haga de los recursos ofrecidos por la naturaleza dada su íntima relación con ella (Van der Hammen, 1991).

Estos grupos indígenas viven fundamentalmente de sus cultivos, la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres con base en las normas establecidas desde la creación (Preuss, 1994; Van der Hammen, 1992). Actualmente mantienen frecuente contacto con la so-ciedad nacional, razón por la cual deben ahora dividir su tiempo y actividades entre lo tradicional y lo occi-dental. La población de estas comunidades, asentada en el sector de La Chorrera (figura 1), está confor-mada por habitantes indígenas de los pueblos Uitoto, Bora, Okaina y Muinane, quienes se distribuyen en

20 cabildos (2289 personas); estos se agrupan admi-nistrativamente bajo la figura de la Asociación Zonal Indígena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de La Chorrera (AZICATCH). Esta es una de las cuatro zonales del resguardo Predio Putumayo, atravesada por el río Igará Paraná (figura 1). Su extensión terri-torial es de 2.130.000 ha, del resguardo que abarca 5.879.000 ha, correspondientes a los departamentos de Amazonas, Caquetá y Putumayo.

A la altura del medio río Caquetá (figura 1) se encuen-tran los asentamientos de los pueblos indígenas Uito-to, Nonuya, Andoke y Muinane, distribuidos en 17 cabildos (2300 habitantes), dentro del gran resguardo Predio Putumayo y distribuidos en los resguardos de Monochoa, Aduche, Nonuya de Villa Azul y Puerto Sábalo-Los Monos, limitados hacia la parte baja del río por la comunidad de Peña Roja y hacia la parte alta por la quebrada Guaquirá. El sector de Araracuara-Puerto Santander se identifica como centro de todas estas comunidades, de este sector, dada sus ventajas como núcleo regional de comercio, de educación, sa-lud, entre otros.

Los pueblos indígenas autodetenominados como “Gente de centro: hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce”, comparten rasgos tradiciones que giran en torno a un eje cultural representado por la coca (mambe), el tabaco (ambíl) y la yuca dulce (manicuera). A pesar de su proximidad se diferencian por su lengua y algunas formas particulares en la preparación de los alimentos, así mismo con el manejo de las especies vegetales o animales que los identifican (Landaburu y Pineda, 1984). La planificación y análisis diario de los trabajos, el control del medio natural, el ofrecimien-to y la adquisición de conocimiento, la educación, el contacto con el creador y otros dueños de la naturale-za, tienen como espacio el “mambeadero”. Este lugar es el centro del sistema ritual, económico y simbólico, allí, en horas de la noche se reúnen los hombres a planificar las actividades diarias para “hacerlas ama-necer”, encomendando estas acciones al “Creador” y solicitando permiso a los dueños de los recursos que van a ser utilizados.

La protección del territorio y los recursos que allí se encuentran, desde el punto de vista cultural, son in-

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163REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

araracUara

la chorrera

jerencia de los ancianos conocedores (Van der Ham-men, 1992). Son ellos los que dan las indicaciones necesarias para el uso racional de algún recurso. El anciano debe pedir permiso a los dueños espirituales del recurso, a pesar de lo establecido por el Creador, donde todos los componentes de la naturaleza han sido destinados para el uso y prosperidad de los hu-

manos (Van der Hammen, 1992; Londoño, 2004). Es importante considerar la dinámica de las malocas en relación con la construcción social y domesticación de recursos del territorio debido a la rotación de los espacios y al articularse con otras entidades maloque-ras (Reichel, 1987).

figUra 1. LOCALIZACIóN dE LOS puEBLOS INdígENAS uITOTO, NONuyA, ANdOkE y MuINANE dE ARARACuARA (CAquETá) y uITOTO, BORA, OkAINA, y MuINANE dE LA CHORRERA (AMAZONAS)

En lo pertinente al proceso descrito con el Instituto Sinchi (2004) los pueblos indígenas, de acuerdo con su participación en talleres realizados en los corregimientos de Araracuara y La Chorrera, identificaron y priorizaron líneas de trabajo concretas, bases para la formulación de procesos locales. Dichas líneas de trabajo, según la po-blación participante, son ejes estratégicos para la gestión de actividades que tengan que ver con el contexto de vida de los pueblos indígenas de ésta región.

La identificación de estas líneas de trabajo debe ser reconocida como un logro importante, sin embargo, el trabajo debió buscar mecanismos para darles ope-ratividad, por lo cual en un siguiente acercamiento se identificaron criterios para la formulación de proyec-tos sobre los temas acordados. En esta nueva etapa participaron autoridades tradicionales y líderes de toda la zona.

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En Araracuara, los pueblos de la zona decidieron tra-bajar primero la línea de generación de alternativas económicas, lo cual permitió la formulación y eje-cución del proyecto “Conservación, manejo, uso y aprovechamiento sostenible de los recursos de la bio-diversidad por los pueblos Uitoto, Andoke, Muinane y Nonuya del medio río Caquetá”.

El proyecto busca generar una alternativa de ingresos económicos para las comunidades indígenas afiliadas a la Asociación Consejo Regional Indígena del Medio Amazonas (Crima), a partir de los recursos no made-rables del bosque. En términos concretos, se espera en un lapso de dos años a partir de 2006, la comercia-lización de mínimo dos productos en el contexto de los Mercados Verdes (Sinchi, 2008).

En el sector de la Chorrera, luego de más de un dé-cada de trabajo la Asociación AZICATCH culminó la formulación del Plan de Vida y Plan de Desarrollo. A

CONOCEdORES ESpECIALIZAdOS

partir de estos resultados, las autoridades tradiciona-les indicaron el marco sobre el cual los procesos ade-lantados con el Instituto Sinchi se circunscribían. Este fue un paso fundamental pues permitió aproximarse a la comprensión de la idea de futuro de estos pueblos y la manera como se debían vincular con las activida-des cotidianas. Además posibilitó una aproximación al estudio de algunas transformaciones y permanencias que a lo largo de los años han tenido lugar al interior de tales comunidades indígenas.

En palabras de las autoridades tradicionales el papel de Instituto Sinchi consiste en ayudar a “hacer amanecer” estos planes de vida y desarrollo de la “Gente de centro: hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce”; una expresión derivada de la actividad ceremonial de “mambear coca” y que consiste en llevar “la palabra del tabaco” a la reali-dad. Una “palabra” ritual que habla de la búsqueda de la “abundancia” basándose en la unidad y la sabiduría del pensamiento que reposa en los ancianos y autoridades

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165REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

base cUlTUral: SON AquELLAS pERSONAS quE HAN LOgRAdO uN ALTO CONOCIMIENTO SOBRE LAS CuESTIONES dE IdENTIfICACIóN CuLTuRAL AdEMáS dE quE dOMINAN MáS dE uN CAMpO dENTRO dEL CONOCIMIENTO LOCAL. LA ACTIVIdAd dE ESTAS pERSONAS, pOR LO gENERAL, ES REALIZAdA dESdE Su pROpIO “MAMBEAdERO”, AuNquE ALguNOS dE ELLO pARTICIpAN EN LAS SALIdAS A CAMpO.

conocedores esPecializados: SON AquELLAS pERSONAS quE dENTRO dEL CONTExTO CuLTuRAL CONOCEN A fONdO ALgúN TEMA EN ESpECIAL: SALud, EduCACIóN, gOBIERNO, BAILES, ETC.

oTros miembros de la comUnidad: SON LOS dEMáS MIEMBROS dE LAS COMuNIdAdES quE SE CONVIERTEN EN EJECuTORES dE LA pALABRA dE SuS MAyORES.

OTRO

S MIEM

BROS dE LA COMuNIdAd, LídERES, MuJERES, NIñOS, ETC

BASE CuLTuRAL (ANCIANOS)

CONOCEdORES ESpECIALIZAdOS

tradicionales. En ese sentido, para los indígenas que se identifican como “gente de centro”, la “palabra” ritual es más que un segmento del discurso. Es en realidad un complejo simbólico almacenado en su tradición oral. Ellos la consideran como una mezcla de enunciación-acción en la cual las cosas narradas deben corresponder con las cosas que se hacen en la vida cotidiana. Es una definición moral pero a la vez pragmática. Es norma y acción al mismo tiempo (García, 2008).

Este propósito exigió establecer mejores canales de comunicación que permitieran un mejor grado de entendimiento mutuo. En primer lugar porque el tra-bajo con estas comunidades indígenas exige la con-certación con personas de cuatro lenguas diferentes. Y en segunda instancia porque los indígenas hispano-parlantes no cuentan con el mismo sistema referencial de los investigadores mestizos del instituto, dada la naturaleza de su sistema lingüístico y cognitivo, a par-tir del cual aparecen variaciones en el significado de algunas palabras o corresponden a maneras diferentes de describir la realidad.

AspEctos mEtodológIcos dE lA propuEstA dE trAbAjo

Las acciones metodologías para ambas zonas son alta-mente similares. Sin embargo, vale la pena describir la experiencia lograda en cada sector. Poder llevar a cabo este proceso, de diálogos y concertaciones en la región de Araracuara, exigió la presencia del potencial humano local (conocedores vernáculos). Lo anterior, en razón a que son ellos quienes conocen mejor la problemática, las necesidades y proyecciones locales. La concertación en el caso de Araracuara ha estado centrada en lo que se denomina “base cultural”; en La Chorrera, las “autoridades tradicionales” y en otras regiones son llamados “sabedores” de orden tradicio-nal. Este grupo de personas estuvo representado en uno (en ocasiones dos o más) por los ancianos de cada comunidad o clan, dichas bases delegan el personal de apoyo, que a la vez son conocedores específicos y ubican los lugares en donde se llevara a cabo tal acti-vidad (figura 2).

figUra 2. ESTRuCTuRA ORgANIZATIVA pARA TRABAJOS INTERNOS EN LAS COMuNIdAdES (fuENTE: ESTA INVESTIgACIóN)

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Cabe decir que, cada individuo dentro de las comu-nidades posee cierto grado de conocimiento, y que en cualquier momento puede contribuir a los proce-sos –partiendo de su rol o posición social–, del saber asociado al mismo: mujeres, cazadores, pescadores, artesanos, entre otros. De acuerdo a este esquema general, las propuestas metodológicas, desde lo téc-nico debieron ajustarse para garantizar el éxito de la actividad con la participación local que la base cultural seleccionó para acompañar determinada actividad.

La producción de información pertinente a cada acti-vidad fue realizada en dos etapas, una previa, a manera de organización en el lugar de vivienda y otra dentro de la misma actividad. Aunque en las salidas de campo se obtuvo gran parte de la información, siempre fueron necesarias las charlas nocturnas en los mambeaderos para evaluar los resultados de las actividades plantea-das y para comprender a cabalidad las ideas recogidas en las charlas diurnas, dadas la barrera lingüística que todavía subsisten entre investigadores y población lo-cal. Así, en las evaluaciones nocturnas, las personas

designadas para acompañar el trabajo informan a la base tradicional sobre logros e inconvenientes, de esta manera aplican los correctivos necesarios para refor-zar y validar la información dada por los conocedores designados. La importancia de las charlas nocturnas con las bases tradicionales tiene sentido además por un argumento de orden sociopolítico, dado que sobre ellos recae la responsabilidad en el logro de los obje-tivos, el bienestar del personal de trabajo y el control ambiental “siempre se debe abrir y cerrar las activi-dades y/o encomendar y agradecer al creador por las mismas”.

En La Chorrera en un proceso paralelo, la asamblea de autoridades nombró cinco responsables para el acompañamiento y apoyo en la priorización de los proyectos resultado de la consulta de 2004. Estos fue-ron llamados “dinamizadores” y se perfilaron como actores en el proceso de priorización y formulación de proyectos, pues permitieron poner en claro las percepciones e inquietudes de cada una de las partes en los cuatro pueblos de la zona (figura 3).

puEBLOS INdígENAS

pROBLEMáTICAS

fORTALEZAS

TEMORES

ALTERNATIVAS dE SOLuCIóN

INdígENAS dE CAdA puEBLO MISIóN

NOMBRAdOS pOR uNA ASAMBLEA pROpuESTA dE TRABAJO

BILINgüES ALCANCES y LIMITACIONES

INSTITuTO SINCHIdINAMIZAdORES

figUra 3. LOS dINAMIZAdORES COMO ESTRATEgIA COMuNICATIVA

Participar de manera activa en estos escenarios de de-cisión ha sido tal vez el mayor de los logros de este proceso, dado que da la oportunidad de comprender la lógica local. Es un primer paso en la búsqueda de un escenario compartido de decisión en donde las dos lógicas participen de la construcción de un proceso.

Alcanzar esta meta es resultado de cambios al interior del Instituto Sinchi en sus políticas y en su accionar así como de una discusión interna al interior de las co-munidades para superar antiguos recelos provocados por acciones trágicas como la de la Casa Arana, que aunque no son responsabilidad del Instituto sí cons-

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167REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

truyeron una idea de Occidente en la zona (Pineda, 2003). Los principios consignados en el “Documento rector de la política de acción con pueblos indígenas en la Amazonia colombiana” brindaron el soporte para dar el paso siguiente a la identificación: la priori-zación de los proyectos encontrados en la consulta.

A partir de esta política, y a través de las propuestas y críticas logradas en reuniones en cada una de las comunidades de La Chorrera, se definió el proyecto con el que iniciaría este “hacer amanecer” del plan de vida. Los criterios aplicados en la etapa de prioriza-ción fueron: grado de aceptación en cada comunidad; impacto sobre otras actividades (económicas o tradi-cionales); proporción de la población que se vería be-neficiada; favorecimiento a grupos vulnerables (niños, ancianos, discapacitados); desarrollo de capacidades de las personas de la comunidad; grado de dependen-cia a actores externos para la ejecución del proyec-to; posibilidades de cofinanciación de las actividades; ejecución anterior de otras actividades relacionadas con el proyecto; infraestructura montada para tales actividades; riesgos previstos por las comunidades y el Instituto alrededor de cada propuesta; capacidad para incentivar el uso de productos y prácticas tradiciona-les; capacidad de generar capacidades para el ahorro y uso de recursos; concordancia con los planes de vida y desarrollo; enfoque de género (perspectiva local);

promoción de la cooperación entre miembros de la comunidad.

Estas discusiones para la priorización tuvieron siem-pre dos partes: la primera desarrollada de día en la que se revisaron con las comunidades indígenas las características de los proyectos, las posibilidades, las dificultades y los requerimientos de los mismos, así como las exigencias de parte de la comunidad para su ejecución. Por otro lado, en las noches las discusiones fueron llevadas a los mambeaderos, donde fueron re-visadas las características del “Documento rector de la política de acción con pueblos indígenas en la Amazo-nia colombiana” frente a los proyectos a formular.

En presencia de las autoridades tradicionales y con el apoyo de los dinamizadores, estas reuniones noctur-nas permitieron alcanzar claridad sobre las propuestas y precisiones. Así la concertación pasó por el tamiz de lógica indígena y poco a poco se fue “tejiendo un canasto” elaborado a partir de las propuestas mutuas y con la dirección de los caciques de cada maloca. Esta concertación, llevada a cabo en las veinte comunida-des de la rivera del Igará–Paraná, evidencia la impor-tancia de la corresponsabilidad dentro del proceso de consulta, priorización, formulación y ejecución de los proyectos pues permite generar un vínculo más fuerte con el mismo.

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A su vez, en los diálogos se evidenció la necesaria construcción de procesos equitativos tanto en la in-versión como en la redistribución de los beneficios. Por tanto, los proyectos de investigación priorizados se encuentran comprometidos con el reconocimiento de los sabedores que participarán en la ejecución del proyecto, permitiendo así una oportunidad para dis-cutir la necesidad de brindar garantías a los mismos. Las autoridades tradicionales enseñaron la importan-cia de ponderar con el mismo factor a los sabedores y a los profesionales que participan dentro del proyecto. Así la inversión para la consecución de los resultados se aproxima a un mayor estado de equidad.

Los procesos de concertación de Araracuara y La Cho-rrera tienen un eje temático claro: el fortalecimiento

de los sistemas productivos propios de las comunida-des. En el medio Caquetá, la expectativa de vincular las prácticas tradicionales con los “mercados verdes” en busca de mejores ingresos para las comunidades; y en el Igará-Paraná con el fortalecimiento de las eco-nomías propias, los mercados locales y los procesos de redistribución, intercambio y reciprocidad tradi-cionales. Los resultados de esta concertación plantean como prioridad el fortalecimiento de los sistemas de cultivo diverso (“chagras”). Sin embargo estas re-uniones también llaman la atención sobre el trabajo en otras áreas como el aumento de la disponibilidad de proteína animal en la zona, además de la imple-mentación y el fortalecimiento de nuevas alternativas económicas (figura 4).

COMpONENTE dOTACIóN dE pROTEíNA ANIMA.

COMpONENTE dE NuEVAS ALTERNATIVAS ECONóMICAS

COMpONENTE EN RECOLECCIóN y CACERíA: MANEJO dEL MEdIO

AMBIENTE

pROyECTO dE INVESTIgACIóN EN SISTEMAS pROduCTIVOS: dINáMICAS

dE TRANSfORMACIóN

COMpONENTE CHAgRAS

CuMpLIR CON uNA fECHA u HORA CONVENIdA, ES dE gRAN IMpORTANCIA, yA quE LAS COMuNIdAdES TAMBIÉN TIENEN pROCESOS y ACTIVIdAdES dE RuTINA quE MuCHAS VECES dEJAN dE LAdO pARA CuMpLIR CON SuS COMpROMISOS y NO SE dEBE ESpERAR quE NOSOTROS COMO ELEMENTOS ExTERNOS CONTEMOS CON TOdO EL TIEMpO dE ELLOS y EN CuALquIER INSTANTE.

EN uNA ZONA O TERRITORIO INdígENAS, LAS COMuNIdAdES pOR LO gENERAL ESTá ORgANIZAdAS, y SuS VOCERAS y REpRESENTACIóN SON LA ORgANIZACIóN A LAS CuAL ESTáN AfILIAdAS. ES pOR ESO quE SE ExIgE SEguIR uN CONduCTO REguLAR pARA ESTABLECER ALgúN TIpO CONTACTO CON LAS COMuNIdAdES, ASí, SE dEBE EMpEZAR pOR EL LídER A LA ORgANIZACIóN, REpRESENTANTE dE áREA, AuTORIdAd LOCAL, BASE TRAdICIONAL y TERMINAR CON LAS “gENTE”.

gREMIO ASOCIATIVO

COORdINACIóN dE áREA

AuTORIdAd TRAdICIONAL

BASE TRAdICIONAL

gENTE

pROCESO ExTERNO

LLEgAdA

SALId

A

figUra 4. RESuLTAdO dE LA CONSuLTA y pRIORIZACIóN dE pROyECTOS EN LA CHORRERA

figUra 5. pASOS A SEguIR pARA EL CONTACTO CON COMuNIdAdES INdígENAS

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169REVISTA COLOMBIA AMAZONICA

conclusIonEs

La construcción de un mejor bienestar desde la pers-pectiva del etnodesarrollo pone de relieve la impor-tancia de procesos “autónomos” y “coherentes” con el pensamiento y las prácticas de los pueblos indígenas. Esto justifica la investigación sobre estos dos aspectos particulares, pues de otro modo la construcción de este tipo de propuestas no haría coincidir las acciones de las instituciones ni las necesidades de los pueblos.

Reconocer y comprender las características de los ac-tuales escenarios de concertación tradicional y neo-tradicional permite construir las propuestas a partir de las iniciativas locales. Esto implica comprender aspectos de orden político, religioso, económico y de los aspectos socioculturales propios de cada uno de los pueblos y asentamientos indígenas.

Esta no es una metodología que se deba o pretenda ge-neralizar de manera indiscriminada a todos los pueblos indígenas de la región, sin embargo sí es una propuesta que puede ser reproducida por otras instituciones no indígenas en los intentos de reconocimiento y revalo-ración de las propuestas locales. Los mitos, ritos y pro-cesos históricos de cada pueblo permitirán en el largo plazo encontrar coincidencias y particularidades en cada sector en aras de un mejor entendimiento futuro.

La consulta a los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana constituye un proceso de adaptación a la vivencia local. Esto significa que es preciso dar un peso relativamente alto a actividades tan cotidianas de manera que se logre afianzar la confianza, el res-peto y los estrechos lazos de amistad entre unos y otros.

Entre la “gente de centro” toda actividad debe tener un comienzo y un final (una apertura y un cierre). Lo anterior porque toda actividad debe ser planeada, cu-rada y ofrecida al Creador para su buen término. De igual forma debe ser cerrada, analizando y corrigien-do lo realizado, agradeciendo y ofreciendo los logros al creador, para cumplir con la palabra de “hacerlo amanecer”. Esta es la descripción con la cual los indí-genas enfatizan la necesidad de comprender particular

modo de entender el mundo, para luego poner los proyectos en la lógica de la misma.

Junto a lo anterior queda claro que la participación directa de las comunidades, a través de sus represen-tantes para lograr un avance en el fortalecimiento de los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana, debe ser la norma en los procesos de planificación, formulación y gestión. La misión ahora es propiciar un espacio para que el conocimiento tradicional y sus portadores sean agentes activos en todos los procesos que buscan el uso sostenible de la Amazonia y el me-joramiento de la calidad de vida de sus habitantes.

Continuamos así la construcción de un proceso de con-certación que propone nuevas formas de entendimien-to entre la sociedad nacional y los pueblos indígenas. Una labor en la que es posible ponderar los intereses de las minorías étnicas como prioritarias, pertinentes e indispensables en la cimentación de su idea de futuro. Un proceso en el cual debemos seguir vigilantes para poder cumplir con el objetivo: “hacer amanecer” la pa-labra de los “Hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce” y los demás pueblos indígenas de la Amazonia.

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CUIDAr LO INvIsIBLE: AvANCEs EN PrOTECCIóN DE LA BIODIvErsIDAD y DIsTrIBUCIóN DE BENEfICIOs DErIvADOs DE sU UsO

Clara patricia peña-Venegas, gladys Cardona, Olga Rodríguez, Lorena quintero1

1 Investigadoras del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi

rEsumEn

L a Amazonia ha sido catalogada como megadi-versa, siendo este uno de sus más valiosos atri-butos. La actual globalización y búsqueda de

nuevos recursos, materias primas y alternativas ener-géticas, han forzado a Colombia a pensar en políticas de conservación, protección y reconocimiento de ori-gen de la biodiversidad, que reconozcan y retribuyan de alguna manera al país y a su población, el aporte hecho a su conservación, conocimiento y uso.

Los inventarios que dan cuenta de la biodiversidad de la región amazónica, son aún incompletos. Muchos de ellos han venido estructurándose a partir de la determi-nación taxonómica basada en diferencias morfológicas y fenotípicas de los organismos. Los avances en biología molecular han mostrado una biodiversidad mucho más amplia y compleja que pone de manifiesto un mayor desconocimiento de lo que realmente se tiene y las grandes limitaciones para su protección contra la bio-piratería y de quienes acceden libremente a su uso.

En la actualidad es incalculable lo que la región ama-zónica posee en materia de biodiversidad, pero existen ejemplos de aprovechamiento económico de recursos

amazónicos que no han traído beneficios a la región ni a sus pobladores, pues aún no existe información suficiente que pueda acreditar que un recurso es pro-pio de la región amazónica colombiana, y qué tipo de beneficio podría percibir la región o sus pobladores de su usufructo.

Palabras clave

Biodiversidad, inventarios, recursos genéticos, pro-tección, valoración.

IntroduccIón

Colombia no solo es altamente biodiversa por su ubi-cación geoespacial, sino que hace parte de uno de los ocho países que comparten la cuenca amazónica, uno de los ecosistemas continuos más diversos del mundo. La formación de la cuenca amazónica combina varios acontecimientos que permitieron la evolución y el mantenimiento de un mayor número de especies: el intercambio que ha tenido con los dos océanos (antes de la formación de los Andes el río Amazonas desem-bocaba en el océano Atlántico, actualmente desem-

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CuIdAR LO INVISIBLE: AVANCES EN pROTECCIóN dE LA BIOdIVERSIdAd y dISTRIBuCIóN dE BENEfICIOS dERIVAdOS dE Su uSO

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boca en el océano Pacífico), refugio de flora y fauna en la última glaciación, estabilidad tectónica y climáti-ca, aislamiento geográfico (especiación parapátrica) y poca intervención en siglos (especiación simpátrica), todo ello permitiendo que los procesos de especia-ción ocurran en el tiempo (Walschburger, 1989).

El desconocimiento de la biodiversidad es uno de los principales obstáculos para su conservación y uso sostenible (DNPa, 2007). La “diversidad biológica” se entiende como aquella variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente (artículo 2, Convenio de la Diversidad Biológica, 1992), que abarca desde la va-riabilidad genética de especies, poblaciones, comuni-dades y ecosistemas, pasando por los procesos eco-lógicos que la originan, hasta el conocimiento de las

relaciones que se establecen entre los seres humanos y la naturaleza.

Los inventarios y las colecciones biológicas son dos herramientas para aproximarse al conocimiento de la biodiversidad. Sin embargo, las colecciones existentes en Colombia presentan varias limitaciones: (i) las co-lectas no se han realizado con la misma intensidad en-tre las diferentes regiones geográficas del país, lo cual hace que existan regiones mucho más conocidas y en mayor detalle que otras; (ii) no existe una comunica-ción fluida entre las diferentes instituciones que rea-lizan inventarios, que permita compilar información completa sobre los grupos y ejemplares referenciados o existentes en las colecciones ; (iii) no todas las ins-tituciones cuentan con metodologías estandarizadas y homologadas de manejo de las colecciones, por lo que algunas pueden presentar pérdidas de ejemplares o información incompleta sobre los especímenes; (iv) la dificultad de lograr determinaciones completas, en parte por la poca existencia de manuales y guías taxo-nómicas que contemplen la descripción de un gran número de ejemplares del trópico.

En términos generales, cuanto más se muestrea un grupo dado de organismos durante un tiempo, se conocen más especies y la probabilidad de encontrar nuevas especies con cada muestreo se reduce (figura 1). Para la región amazónica, aún falta mucho trabajo para acotar los inventarios existentes, sin importar el grupo de organismos que se considere.

Para orientar y conectar instituciones que trabajan en torno a la biodiversidad y requieren satisfacer ne-cesidades de información del país sobre el tema, se ha venido construyendo un Sistema de Información sobre Biodiversidad, SIB (DNPa, 2007), mayorita-riamente a partir de los trabajos que en taxonomía y sistemática vienen desarrollando diversas entidades e investigadores en el país a lo largo de muchos años de investigación.

A partir de este ejercicio de exploración, la región amazónica colombiana cuenta con: 6249 especies de plantas vasculares representadas en 219 familias (Cár-denas et al., 2006, en SINCHI, 2006), 674 especies de aves (Salaman et al., 2007, en SINCHI, 2006), 158

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especies de anfibios de las cuales 118 de ellas endé-micas (Galeano et al., 2006, en SINCHI, 2006), 195 especies de reptiles (Páez et al., 2006, en SINCHI, 2006), 212 mamíferos (Alberico et al., 2000, en SIN-CHI, 2006) y 753 peces (Bogotá y Maldonado, 2006, en SINCHI, 2006).

Sobre organismos microscópicos, son pocos los re-portes, pero algunos inventarios preliminares mues-tran que allí también existe una alta diversidad: los Glomales, un grupo estudiado en la Amazonia colom-biana y reconocido por formar micorrizas arbuscula-

res importantes en la movilización simbiótica del fós-foro del suelo hacia las plantas, está representado en la región por 47 especies (Peña-Venegas et al., 2006; Salamanca y Silva, 1998; Ochoa, 1997; Pinto, 1993), frente a 170 especies reportadas en el mundo (IN-VAM, 2003), con el 28% de la diversidad mundial. Otro grupo que muestra alta diversidad es el de los líquenes que se forman sobre las hojas de los árboles estudiados por Sipman (1990), en la región de Ara-racuara, Caquetá, en donde se encontraron 136 espe-cies de las 350 conocidas para el mundo, de las cuales 42 eran primeros reportes para Colombia.

figUra 1. CuRVA dE ACuMuLACIóN dE ESpECIES CONOCIdAS

La biodiversidad, basada en caracteres morfológicos y fenotípicos de los individuos, es el resultado en primera instancia de la expresión del material genético de cada organismo con el ambiente. Entendiendo por “ma-terial genético” todo material de origen vegetal, ani-mal, microbiano o de otro tipo que contiene unidades funcionales de la herencia (artículo 2, Convenio de la Diversidad Biológica, 1992). Esto quiere decir que las características que muestra un organismo están dadas por la información genética que codifica y que lo hace exclusivo y diferente a otro grupo de organismos.

El estudio genético tiene hoy dos campos de acción fuertemente vinculados: por un lado, el conocimiento de la biodiversidad genética, y por otro, su estudio

para conocer el uso que se puede dar a las caracterís-ticas genéticas de las especies. La diversidad genética se refiere a la variación a escala de genes dentro de una especie y es la materia prima para que se den los cambios evolutivos que se reflejan en la diversidad que puede percibirse a través de los sentidos.

Así como la variedad de formas de vida presentes en Colombia es inmensa, más grande aún es la variación genética dentro de las especies. A pesar de esta gran variabilidad, en Colombia el estudio de la genética para el conocimiento de la biodiversidad es todavía incipiente, de las 1226 entidades que trabajan en in-vestigación solo el 8,7% trabaja en genética (Colcien-cias, 2005).

Número de especies de plantas amazónicas conocidas (n= 6.249 COAH 2004)Número de especies de bacterias de suelo amazónicas conocidas (n= 108 Borneman y Triplett 1997) Número de especies de plantas de Michigan conocidas (n=1.783 Hellmann et al. 1999)

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En los últimos años, se ha despertado un gran interés en los recursos genéticos ya que su uso ha generado un gran valor agregado a la biodiversidad. Gracias a la secuencia del genoma completo de algunos microor-ganismos ha sido posible identificar nuevas rutas me-tabólicas, entender la regulación en la expresión de algunos genes, la función de genes antes desconocida, así como genes relacionados con patologías, virulen-cia o resistencia a drogas (Mac Neil et al., 2001, citado por Torsvik y Øvreås, 2002). De hecho, la populariza-ción de la biología molecular en los últimos años fue posible por la utilización de enzimas provenientes de bacterias termofílicas (resistentes a altas temperatu-ras), para la obtención de múltiples copias de material genético de un organismo en estudio a muy bajo cos-to (proceso conocido en inglés como Polymerase Chain Reaction –PCR–) y la producción de secuencias de material genético conocidas como “cebadores”, que guían el copiado de información genética escogida. En el caso de las plantas y los animales domésticos, los recursos genéticos son el punto de partida para el mejoramiento genético, la colecta y conservación de materiales silvestres emparentados con plantas cul-tivadas, han sido fundamentales en la identificación de genes de resistencia a enfermedades y a factores ambientales adversos, dando como resultado el mejo-ramiento genético.

¿qué tAn fácIl Es IdEntIfIcAr “rEcursos gEnétIcos” vAlIosos dE todA EstA bIodIvErsIdAd?

“Recurso genético”, en términos prácticos, significa material genético de valor real o potencial. Según las investigaciones adelantadas hasta ahora, la identifica-ción de recursos genéticos de interés no ha sido fácil.

Para el caso de microorganismos, los cuales poseen genomas sencillos comparados con los de organis-mos con células nucleadas, los estudios moleculares muestran que existen muchos nuevos individuos que no habían sido antes descritos. Un ejemplo de ello lo constituye el trabajo realizado por Borneman y Tripplet (1997), quienes estudiaron la diversidad mi-crobiana en suelos de la Amazonia brasileña a partir

de la subunidad 16 del ribosoma bacteriano, donde el 18% de las secuencias no pudieron ser agrupadas dentro de ninguno de los reinos microbianos hasta ahora descritos. Los métodos basados en el análisis de esta subunidad pueden proveer una amplia informa-ción sobre los taxas presentes, si sus secuencias ya han sido descritas, pero proveen poca información sobre la función del organismo en el ecosistema (Torsvik y Øvreås, 2002).

Podría pensarse que esta limitación está dada por el poco conocimiento que se tiene sobre el rol que des-empeñan los microorganismos en su ambiente, por lo que sería pertinente discutir los resultados en or-ganismos sobre los que conocemos mucho, como el hombre.

Los resultados de la secuenciación del genoma huma-no mostraron que el chimpancé y el hombre, sepa-rados evolutivamente en ramas independientes hace 7 millones de años, se diferencian en solo el 1,23% del ADN (molécula de la herencia). Pero más sor-prendente es encontrar que el genoma de la anémona (Nematostella vectensis), es más parecido al genoma hu-mano y al de otros vertebrados, que a animales más relacionados (Putman, 2007).

Estos hallazgos más que mostrar que entre los orga-nismos somos genéticamente muy similares, lo que indica es que las diferencias están dadas en sitios del genoma muy particulares que expresan en grandes di-ferencias.

Para maximizar la complejidad de lo hasta ahora abordado, diremos además que no todos los cambios morfológicos y fenotípicos por grandes que parezcan, llevan a definir especies diferentes y algunos de ellos ocurren como respuesta a causas externas que llevan a que un grupo de organismos expresen información (características) que en otras condiciones no tendrían. El caso más sencillo para aclarar este fenómeno es el que ocurre con la domesticación de las especies, en donde la selección que realiza el hombre de manera artificial y subjetiva por responder a sus necesidades, lleva a que plantas y animales expresen características deseadas por el hombre.

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Esto explica los efectos de la domesticación de plantas en la Amazonia colombiana, como sucede con los ajíes y pimentones, los cuales pertenecen al mismo género (Capsicum sp), independientemente de su pungencia (picante), color o forma. Las 377 accesiones colec-tadas en toda la Amazonia colombiana por el Sinchi en 1998, con morfologías y características diferentes, solo representan cinco especies: C. annum (132 acce-siones), C. baccatum (3 accesiones), C. chínense (116 accesiones), C. frutescens (104 accesiones), y C. pubesens (5 accesiones) (Melgarejo et al., 2004).

Así, las diferencias morfológicas y fenotípicas son el producto de la selección que las comunidades indíge-nas han hecho de algunas accesiones, que por el aisla-miento han llegado a diferenciarse de tal manera que sus características morfológicas y fenotípicas las hacen a simple vista diferentes.

protEccIón A lA bIodIvErsIdAd

Para hablar del tema, tendríamos que comenzar pre-guntando: ¿qué se cuida de la biodiversidad? La res-puesta, los “recursos biológicos” que según el Con-venio de la Diversidad Biológica, artículo 2 (1992) son “los recursos genéticos, los organismos o partes de ellos, las poblaciones o cualquier otro tipo del componente biótico de los ecosistemas de valor o utilidad real o potencial para la humanidad”. Así que para poder usar un recurso bioló-gico, lo primero es tenerlo. La siguiente pregunta por tanto es, ¿quién hace co-lectas de organismos en Colombia?

En términos generales de acuer-do con el Decreto 309 de 2000, cualquier persona natural o ju-rídica puede solicitar un per-miso para realizar colectas de organismos con fines investigativos ante las autoridades ambien-tales competentes que en Colombia son tres: Unidad Administrativa

Especial del Sistema de Par-ques Naturales Nacionales, Corporaciones Autónomas Regionales o directamente el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Te-rritorial. Ante este últi-mo se

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debe hacer cuando el proyecto está en jurisdicción de más de una autoridad ambiental. Se exceptúan de cumplir este decreto los institutos de investigación vinculados o adscritos al Ministerio de Ambiente, Vi-vienda y Desarrollo Territorial, y aquellos que realizan investigaciones en salud y flora o fauna domesticadas.

El permiso de investigación científica que otorga el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Te-rritorial permite estudiar los organismos completos. Si se van a estudiar sus partes (incluido su material genético), debe seguirse un contrato de acceso a re-cursos genéticos, según el Acuerdo de Cartagena. A la fecha, de estos últimos son pocos los otorgados en comparación con los de investigación científica (MA-VDT, 2008).

Las colectas de organismos domesticados, se rigen por lo que dicta el Ministerio de Agricultura, y no re-

quieren de permisos por parte del Ministerio de Am-biente, Vivienda y Desarrollo Territorial, a pesar de que sus parientes silvestres son los que han permitido el desarrollo de nuevas variedades agrícolas con las características deseadas, y son la base para el posible desarrollo de especies transgénicas.

Es importante reconocer los esfuerzos que hace Co-lombia a través del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial para contar con una legislación que efectivamente proteja la biodiversidad del país y permita obtener los beneficios de su utilización, pero esto no ha sido suficiente. Cotes et al. (2003) afirman que la legislación colombiana sobre el acceso a recur-sos genéticos es aún poco conocida en el país, como también lo es para algunos que manejan organismos. Es necesario avanzar en una mayor difusión de la le-gislación actual entre quienes acceden al uso de la bio-diversidad, así como en sus procedimientos, logrando

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que efectivamente todos la apliquen y se pueda ejercer un verdadero control sobre quienes realizan las colec-tas en Colombia.

Este control es relativamente fácil de realizar cuando se trata de organismos de tamaño apreciable como muchos animales o muestras botánicas (frutos, se-millas, esquejes), ya que dado su volumen las auto-ridades de control pudieran detectar en las zonas de tránsito (aeropuertos, terminales de transporte, etc.) si la colección de especímenes que alguien lleva es le-gal o no.

El control sobre colecciones de microorganismos o partes de organismos se torna complejo. En la suela de los zapatos, podríamos estar transportando mi-llones de microorganismos potencialmente útiles sin que nadie lo notara; a partir de muestras de pelos, po-dríamos estar llevando muchas muestras de ADN de poblaciones de animales de interés para su estudio; la colecta de hojas o diminutas yemas de plantas permi-tirían que luego se cultivaran y reprodujeran en labo-ratorio hasta obtener nuevas plantas. Estos ejemplos no expresan un temor mal fundado, pueden ser una realidad. Mientras no avancemos en el conocimiento de la biodiversidad en Colombia y sus recursos genéti-cos, seremos más propensos a la biopiratería.

vAlor y uso dE lA bIodIvErsIdAd AmAzónIcA

Siempre se ha señalado que la biodiversidad de la re-gión amazónica colombiana es su mayor tesoro y ga-rantía para un mejor futuro. Esta afirmación puede ser el resultado de lo que hemos aprendido de nuestra historia: que Malasia e Indonesia son hoy los que di-namizan el mercado del caucho natural en el mundo, a partir de las semillas que los ingleses plantaron allí y que sacaron de la región de La Chorrera, Amazonas. Que la Amazonia haya sido uno de los sitios de domes-ticación de la yuca (Manihot esculenta), el cacao (The-obroma sp) y el ají (Capsicum sp). Por obvias razones, es claro entender que esos “procesos de intercambio de biodiversidad”, no han generado ni generarán ningún beneficio o retribución a la región amazónica colom-biana.

Actualmente existe el certificado de origen, que es un documento de garantía de procedencia, por medio del cual se acredita que un organismo o un producto, fue extraído, nacido, cosechado o totalmente obte-nido sin la participación de materias primas, partes o componentes importados o de origen desconocido. También se incluyen aquellos que se obtienen con ma-terias primas, partes o componentes importados o de origen desconocido, además de materiales o insumos nacionales, pero que presenta una transformación substancial de las materias primas, partes y demás insumos importados, que hace de él algo con fines y usos completamente diferentes (Rojas, 1994). Aún cuando resulta muy útil para salvaguardar la proce-dencia de un organismo o alguna de sus partes como originario de una región en particular, para la región amazónica colombiana presenta varias dificultades.

Las colecciones más completas que existen en nuestro país como la del Instituto de Ciencias Naturales en fauna y el Herbario Amazónico COAH con más de 60.000 ejemplares de la flora amazónica, no alcanzan a representar toda la biodiversidad de la fauna y flora de la región, más aún, estamos lejos de conocer todas las especies, variedades, y ecotipos existentes de cada grupo de organismos. De hecho en sus colecciones existen zonas de la Amazonia colombiana más estu-diadas que otras, dadas las limitaciones de acceso a ciertas zonas de la región. Además, estas colecciones no involucran información sobre su variabilidad gené-tica, por cuanto el conocimiento de la diversidad de genes es escaso, a pesar de su importancia al empren-der investigaciones y programas de conservación.

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Por otra parte, las colecciones de microorganismos en Colombia son de carácter privado, con excep-ción de la manejada por Corpoica. La única colec-ción registrada ante la World Federation for Culture Collections (WFCC), es la Colección de Rhizobium manejada por el Centro Internacional de Agricultu-ra Tropical (CIAT) en Palmira, el cual es de carácter gubernamental (CIAT, 2003; citado por Cotes et al., 2003) y reúne 5090 cepas de todas las regiones de Colombia (Massae, 2001). En estas, hay poca repre-sentación de los microorganismos provenientes de la Amazonia (Peña-Venegas y Cardona, 2007). Aún cuando estas son las principales colecciones de mi-croorganismos en el país, lo cierto es que diversas universidades, institutos de investigación, empresas y algunos particulares manejan sus propias colecciones, albergando en forma particular una representación de la diversidad de bacterias y hongos del país. El acceso a estas colecciones es limitado, por lo que no se puede tener un estimativo real de cuántas y cuáles son las es-pecies de bacterias y hongos que se posee, ni cuantas provienen de la región amazónica colombiana (Peña-Venegas, 2006).

Si esta diversidad es tan valiosa e importante. Sería bueno estimar cuántos procesos se usufructúan ac-tualmente del uso de la biodiversidad amazónica en Colombia. Realmente la búsqueda de ejemplos es ári-da y solo citaremos tres:

El palo de rosa (Aniba rosaeodora), cuyo aceite es el componente principal del famoso perfume Channel, fue un producto de exportación por parte de Colom-bia en los años 1960 y que provenía de la región ama-zónica. Actualmente la especie solo ha sido reportada en nuestro país en el departamento de Amazonas. En los sitios en donde se dio su explotación, no existen árboles maduros o signos de regeneración, por lo que ha pasado a incluirse en la lista roja de especies en pe-ligro, como especie en “peligro crítico”. Las ganancias de su explotación no quedaron reflejadas en la región amazónica colombiana.

En la década del ochenta en Colombia, luego de ex-perimentar la piscicultura en estanques con varias especies de peces foráneas, se logró el mayor avan-ce hasta la fecha para la piscicultura de zonas cálidas de Colombia, la reproducción inducida de dos espe-cies nativas oriundas de la cuenca del Orinoco y la cuenca Amazónica, la cachama o gamitana (Colossoma macropomum) y la cachama blanca o paco (Piaractus bra-chypomus), por medio de las cuales se logró mejorar las primeras líneas que ya habían sido capturadas y estaban en proceso de evaluación en estanques en el departamento del Meta (INPA, 2001). En la actuali-dad dichas especies están distribuidas en estanques en todas las regiones del país. Según datos de producción del Incoder, la piscicultura suple el 41% de la oferta de pescado del país, de la cual para el año 2003 se produjeron 12.000 toneladas de cachamas (el 27% de la producción) (Merino et al., 2006). Actualmente no existe ningún reconocimiento, regalía o aporte a la Amazonia u Orinoco colombiano por el uso o bene-ficios económicos que estas dos especies han propor-cionado al país.

Otro ejemplo corresponde a los peces ornamentales denominados “discos” (Symphysodon spp.), los cuales han sido manipulados genéticamente en Malasia e Indonesia para obtener variedades de colores. Hoy, y con cierta regularidad, estos países realizan importa-ciones de discos nativos provenientes del Amazonas colombiano para mantener el vigor de la especie, al cruzarlos con las variedades mejoradas que presentan una alta consanguinidad y baja variabilidad genética (Incoder et al., 2006).

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La legislación colombiana en temas ambientales ha evolucionado, los temas actuales orbitan alrededor de los derechos de autor, la protección de la biodi-versidad y del conocimiento tradicional, las patentes, etc. Si encontráramos un organismo amazónico, sea planta, animal o microorganismo, con cualidades es-peciales que pudiera ser usado en algún proceso que generara una retribución económica significativa o re-solviera algún problema en salud, nutrición o indus-tria, ¿podríamos usarlo? La respuesta seguramente se-ría sí. Pero, ¿qué tipo de beneficio sería posible que la región amazónica o sus pobladores pudieran recibir?

Siendo la Amazonia colombiana una región en donde la población indígena es alta y ha habitado tradicio-nalmente la zona, los principales beneficios deberían ir dirigidos especialmente a ellos. El Convenio sobre Diversidad Biológica firmado por Colombia contempla el respeto, la preservación y el mantenimiento de los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, y promoverá su aplicación más amplia con aprobación y participación de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y prácticas, y fomentará que los beneficios derivados de la utilización de esos conocimientos, in-novaciones y prácticas se compartan equitativamente.

Rojas (1994) indica que a través de un Decreto Re-glamentario de la Decisión 345 de la Comunidad Andina, adicional o sustituto del 533 de 8 de marzo de 1994, se podría establecer un sistema de registro especial para las comunidades indígenas o para sus miembros individualmente considerados, y que para ello se requieren recursos económicos que soporten el desarrollo de un proyecto que pueda hacer un es-tudio sobre conocimientos biotecnológicos indígenas existentes, los recursos naturales considerados como propios, habría que hacer el registro de estos cono-cimientos y recursos biológicos para poder hacer realmente efectivos los derechos de las comunidades indígenas sobre los mismos. Finalmente, el proceso contemplaría una segunda etapa de trabajo en donde se divulgaría el conocimiento, mediante mecanismos que generen empleo, remuneración y utilidades para las comunidades indígenas.

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Es importante indicar que esto solo procedería para proteger el conocimiento tradicional indígena, pero no cobija los derechos que poseen los demás colom-bianos sobre la biodiversidad. En la legislación colom-biana vigente existen figuras que de una u otra forma reconocen derechos sobre los bienes naturales de Co-lombia, sería interesante explorar si estos mecanismos pueden ser implementados como una alternativa para obtener beneficios por conservación o uso de la bio-diversidad. Algunos de ellos son:

Regalías: el hecho de que la región amazónica reciba alguna regalía por usufructo de su biodiversidad no es posible, pues esta aplica solo como una contrapresta-ción económica por la explotación de un recurso na-tural no renovable cuya producción se extingue con el transcurso del tiempo, y los organismos se consideran como recursos renovables, aunque por malos manejos pueda ocurrir su extinción. Existe otro tipo de bene-ficio derivado de este, denominado “compensación”, la cual es igualmente una contraprestación económica adicional a la recibida a título de regalía, otorgada a quien hace la explotación de los recursos naturales no renovables o se ve afectado por el transporte o desa-rrollo de dicha actividad (DNPb, 2007), el cual tam-poco puede ser aplicado a la biodiversidad.

Participación económica por patentes: Colombia está amparada por la decisión 486, adoptada por la Comu-nidad Andina, en la que excluye la posibilidad de pa-tentar organismos. Sin embargo, existe un temor sobre qué tanto esta decisión nos puede amparar frente a la posible firma del TLC con Estados Unidos. En la ronda de negociaciones que se realizaron en Cartagena y Perú, se intentaron establecer condiciones para acabar con la biopiratería que se ha venido presentando, por medio de una distribución justa y equitativa, de los posibles beneficios a obtener; para esto Estados Unidos aceptó reconocer la soberanía del país frente a sus recursos y hacer una notificación previa cuando se piense explotar un recurso. Según un estudio realizado por Archila-Pe-ñalosa (2002), mientras existen 12 millones de patentes en el mundo, de las cuales el 68% pertenecen a Estados Unidos, Colombia solo ha presentado 60 solicitudes.

Existe otra categoría que no corresponde estrictamen-te a una patente y que aplica a aquellos que generan

variedades nuevas de plantas domesticadas, especial-mente relacionadas con la agricultura (ICA, 2008). A quienes desarrollan una nueva variedad de planta y la registran, se les denomina “obtentores” y se rigen por la resolución 29/06/1995, ICA 1893. Según el infor-me de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, en el año 2000 se presentaron 81 solicitudes de protección, correspondiendo el 8% a variedades producto de la investigación nacional, asimismo, en ese año se otorgaron 51 certificados de obtentor. Hasta el año 2000, existían 580 solicitudes recibidas y 345 certificados de obtentor entregados. De las solicitudes, 35 son colombianas y las restantes son extranjeras, siendo Holanda el país de mayor par-ticipación. La mayoría de estas obtenciones han sido otorgadas por el registro de nuevas flores ornamenta-les (rosa, clavel y crisantemo).

Reducción de impuestos o deuda a la nación: Ya exis-ten algunas iniciativas en en las que se establece un beneficio en este sentido, pero está enfocado a entes jurídicos que mejoran el medio ambiente, para quie-nes se puede deducir hasta un 20% del valor de renta en el respectivo año gravable, por lo que esta figura tampoco puede implementarse a los poseedores de biodiversidad.

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conclusIón

No es claro el valor real que la diversidad amazónica tiene y si efectivamente este valor intrínseco puede be-neficiar la región amazónica colombiana y sus pobla-dores. Parecería entonces que falta un mayor esfuerzo para generar mecanismos, alternativas y políticas que permitan reducir la pobreza en la región amazónica colombiana a partir de la obtención de beneficios rea-les por la conservación o uso de su biodiversidad. Ese sería uno de los retos que nosotros como Instituto, como región y como país, debemos asumir en miras a lograr un desarrollo sostenible que beneficie a todos.

AgrAdEcImIEntos

Los autores agradecen al investigador Juan Carlos Alonso por sus aportes en recursos bibliográficos que permitieron encontrar ejemplos valiosos que soporta-ron la discusión de este artículo. A José Soria por sus aportes en la discusión del tema. A cada uno de los habitantes de la región amazónica, indígenas y mesti-zos, que hemos conocido y con quienes hemos traba-jado, porque inspiraron este análisis.

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REVISTA AMAZóNICA NuEVA ÉpOCA NúMERO 1

Realizada en el taller editorial Goth’s imágenes en caracteres Lapidary333 BT 11,5/13,8

Se terminó de imprimir en Alen impresores.Bogotá, Colombia.

Diciembre de 2008

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Revista Colombia amazóniCa nueva ÉpoCa

No. 1. Diciembre de 2008

InstItuto AmAzónIco de InvestIgAcIones cIentífIcAs, SINCHICll 20 5-44, teléfono 444 [email protected]á, Colombia

ISSN 0120-6222

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa del Instituto Sinchi.Los conceptos expresados en los artículos no reflejan necesariamente la opinión de los editores.

miembRos de la asamblea GeneRal de soCios

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Amazonas ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Gobernación del Caquetá ∙ Universidad de la Amazonia∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas – Colciencias∙ Instituto Colombiano Agropecuario- Ica ∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural- Incoder ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios

Ambientales- Ideam ∙ Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras -Invemar∙ Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander

von Humboldt

miembRos de la Junta diReCtiva

∙ Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial ∙ Gobernación del Guaviare ∙ Universidad Nacional de Colombia ∙ Pontificia Universidad Javeriana ∙ Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia

y la Tecnología “Francisco José de Caldas” Colciencias ∙ Universidad de la Amazonia ∙ Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área

del Manejo Especial de La Macarena -Cormacarena∙ Instituto Colombiano de Desarrollo Rural –Incoder

diReCtoRa GeneRal

Luz Marina Mantilla Cárdenas

subdiReCtoRa administRativa y FinanCieRa

Rosario Piñeres Vergara

subdiReCtoR CientíFiCo y teCnolóGiCo

Daniel Fonseca Pérez

editoR

Ernesto Guhl Nannetti

asistente editoRial

Diana Patricia Mora Rodriguez

ConseJo editoRial

∙ Juan Carlos Alonso, Investigador Instituto Sinchi∙ Francisco Armando Arias Isaza, Director Invemar∙ María Soledad Hernández, Investigadora Instituto Sinchi∙ Dario Fajardo Montaña, Antropólogo, Historiador.

Profesor Universidad Externado de Colombia∙ Eduardo Posada Flórez, Presidente A.C.A.C.∙ Manuel Rodríguez Becerra, Director Foro Nacional

Ambiental. Profesor Universidad de los Andes∙ Luis Eduardo Torres Garzón, Rector Uniamazonia

paRes evaluadoRes

B. Luis Guillermo Baptiste; Camilo Domínguez; Ernesto Guhl Nannetti: Fernando Franco; Gonzalo Andrade; Hernando Bernal; María Clara van der Hammen; María Teresa Becerra

pRoduCCion editoRial (diseño y CoRReCCión)Goth’s Imágenes

CooRdinaCión de la pRoduCCión editoRial

Diana Patricia Mora Rodríguez

FotoGRaFías

Iván Montero; Jaime Navarro; IIAP – Perú

impResión

ALEN IMPRESORES

República de Colombia

Liber tad y Orden

Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial

mazónicamazónica

Contenido

PolítIcA de desArrollo PArA lA AmAzonIA colombIAnA: unA mIrAdA dIferente

InvestIgAcIón cIentífIcA en lA AmAzonIA colombIAnA: un reto PArA lAs PolítIcAs PúblIcAs

el desArrollo sostenIble en el AmAzonAs

retos PArA lA conservAcIón de lA bIodIversIdAd AmAzónIcA colombIAnA Ante el cAmbIo clImátIco mundIAl

lA economíA del cAmbIo clImátIco y lA oPcIón AmAzónIcA

InterPretAndo el futuro de lA AmAzonIA PeruAnA

lA AmAzonIA colombIAnA en lA nuevA fAse AgrícolA

lA nuevA mAlocA PArA el desArrollo sostenIble en lA AmAzonIA

sostenIbIlIdAd terrItorIAl y bIenestAr IndígenA: bAses PArA el dIseño de IndIcAdores en lA AmAzonIA colombIAnA

sobre lA necesIdAd de un ProgrAmA de InvestIgAcIón PArA el sIstemA Andes/AmAzonIA

orIto IngI Ande: ejemPlo ActuAl de lA relAcIón socIedAd-nAturAlezA

HAcerlo AmAnecer : unA exPerIencIA PArtIcIPAtIvA en lA construccIón de Procesos de etnodesArrollo con Pueblos IndígenAs en lA AmAzonIA colombIAnA

cuIdAr lo InvIsIble: AvAnces en ProteccIón de lA bIodIversIdAd y dIstrIbucIón de benefIcIos derIvAdos de su uso

autoRes

Luis Eduardo AcostaPeter BunyardLuis Campos BacaCarlos Gustavo CanoGladys Inés CardonaJulio Carrizosa UmañaDarío Fajardo MontañaOscar Iván GarcíaErnesto Guhl NannettiLuz Marina Mantilla CárdenasDelio MendozaJavier Eduardo MendozaCarlos A. NobreNéstor OrtizMaría del Pilar PardoClara Patricia PeñaGermán PovedaLorena QuinteroCarlos RodríguezEmilio RodríguezOlga Rodríguez

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